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EMERGENCIA DE LA DEIXIS DE TIEMPO EN NIÑOS SANOS ENTRE 4 Y 7 AÑOS EMERGENCE OF TEMPORAL DEIXIS IN NORMAL CHILDREN BETWEEN 4 AND 7 YEARS Juan Carlos Romero Romero Miguel Higuera Cancino Universidad de Tarapacá Arica-Chile Recibido 10 marzo 2009/Received march 10, 2000 Aceptado 18 de agosto 2009/Accepted august 18, 2009 RESUMEN El presente artículo tiene como propósito reflexionar acerca de la naturaleza del lenguaje y, en particular, acerca del desarrollo de la deixis de tiempo en el lenguaje de niños normales. Departamento de Psicología, Universidad de Tarapacá. Av. 18 de Septiembre Nº 2222. Casilla 6-D. Arica. Chile. Email: [email protected] Facultad de Odontología. Escuela de Fonoaudiología, Universidad Mayor. Av. Libertador Bernardo O’Higgins Nº 2013. Santiago. Chile. E-mail: [email protected] EL PRESENTE ARTÍCULO SERÁ PUBLICADO EN LA REVISTA LÍMITE, AÑO 2010 1

Deixis. J. C. Romero

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EMERGENCIA DE LA DEIXIS DE TIEMPO EN NIÑOS SANOS

ENTRE 4 Y 7 AÑOS

EMERGENCE OF TEMPORAL DEIXIS IN NORMAL CHILDREN

BETWEEN 4 AND 7 YEARS

Juan Carlos Romero Romero

Miguel Higuera Cancino

Universidad de Tarapacá

Arica-Chile

Recibido 10 marzo 2009/Received march 10, 2000Aceptado 18 de agosto 2009/Accepted august 18, 2009

RESUMEN

El presente artículo tiene como propósito reflexionar acerca de la

naturaleza del lenguaje y, en particular, acerca del desarrollo de la deixis

de tiempo en el lenguaje de niños normales. En un estudio de carácter

descriptivo exploratorio, se muestra la emergencia de las deixis temporales

en una pequeña muestra de niños sanos y se establecen suposiciones acerca

del rol de la deixis en la coordinación del lenguaje infantil con contextos

adultos más exigentes.

Departamento de Psicología, Universidad de Tarapacá. Av. 18 de Septiembre Nº 2222. Casilla 6-D. Arica. Chile. Email: [email protected] Facultad de Odontología. Escuela de Fonoaudiología, Universidad Mayor. Av. Libertador Bernardo O’Higgins Nº 2013. Santiago. Chile. E-mail: [email protected]

EL PRESENTE ARTÍCULO SERÁ PUBLICADO EN LA REVISTA LÍMITE, AÑO 2010

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La aproximación teórica de contraste corresponde a la teoría de la biología

de la cognición y el amar de Humberto Maturana y a la orientación

pragmática de la lingüística articulada a la primera.

Los resultados mostraron que la deixis temporal no es independiente de la

deixis de espacio y que, efectivamente, es dependiente de los contextos de

uso.

Palabras Claves: Deixis, Desarrollo del Lenguaje, Pragmática,

Biología del conocer.

ABSTRACT

This article has as purpose to think about the nature of the language and,

in particular, to think about the “deixis` time” development in the

language of normal children. In a descriptive exploration study, it`s shown

the rise of the temporary deixis in a small sample of healthy children and

establishes suppositions about the roll that deixis in the coordination of

children’s language with more adult context demanding plays.

The contrast approximation` theory corresponds to of Humberto

Maturana`s the biology of cognition theory and to the “pragmatic

orientation of linguistic related to the first (H. Maturana’s theory).

The results showed that temporary deixis is not independent from space

deixis and that, effectively, it is depending on the context on which is used.

Key Words: Deixis, Language Development, Pragmatics, Biology

of Cognition.

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Pragmática del lenguaje y pragmática clínica

Fue Charles Sanders Peirce (1878) quien definió que nuestra

comprensión de algo era la comprensión de sus efectos. De aquí, el

lenguaje debía ser comprendido desde los niveles de uso que se hacía de él

y de sus consecuencias. Más tarde, fue Morris (1983) quien postuló la

pragmática como una dimensión diferenciada de los componentes

sintácticos, semánticos y fonológicos. La pragmática implicaría el estudio

de la relación entre los signos y sus usuarios.

Sin embargo, el desarrollo de esta visión fue pospuesta durante

muchos años a consecuencia del predominio que adquirieron las visiones

lógicas y cognitivas acerca del desarrollo y naturaleza del lenguaje, más

preocupadas del estudio de la naturaleza y adquisición del código

lingüístico, que de la interacción social en la cual dicho lenguaje emerge.

John Austin (1962) es otro gran precursor de esta visión más

contextualista acerca del lenguaje. Fue Austin quien propuso la tricotomía

de acto locutivo/ ilocutivo/ perlocutivo; complementada más tarde por

John Searle (1969, 1972, 1985) quien sumó el subacto proposicional a la

teoría que denominó Teoría de los Actos de Habla.

En esta misma década, el antropólogo Dell Hymes (1971) acuñó el

concepto de competencia comunicativa para designar un conjunto de

conocimientos referidos a reglas sociolingüistas separadas de las reglas

gramaticales (competencia lingüística) y que permitirían a las personas

elaborar y comprender enunciados adecuados a los contextos de

producción.

A las bases planteadas por los autores anteriores se sumaron más

tarde los aportes de H.P.Grice (1975, 1981) quien propuso la teoría de las

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implicancias conversacionales, distinguiendo máximas que diferenciaban

reglas esenciales y los principios de cortesía y cooperativo que parecían

representar niveles de acuerdo tácito entre los participantes de una

conversación.

Geoffrey Leech (1984) recopiló y ordenó los hallazgos de la

lingüística y la filosofía del lenguaje definiendo la Pragmática General y

diferenciándola de la Gramática. Distinguió, por otra parte, la

sociopragmática y la pragmalingüística, con lo que validó esta forma de

análisis.

Con la síntesis anterior hemos querido referir que la lingüística

sufrió una serie de desarrollos que la ligan a una perspectiva de análisis,

más orientado al “uso” del lenguaje con sentido comunicativo, más que a

una perspectiva que distingue el lenguaje como un sistema independiente

de dichos dominios. En palabras de Escandell (1996), la pragmática

correspondería al estudio de los principios que regulan el uso del lenguaje

en contextos comunicativos, es decir, todo cuanto determine y condicione

la producción y comprensión (interpretación) de significados en una

situación específica, ante un destinatario específico (Amat, Martínez

Celdrán, Guanyabens, Navarro y Roig, 1998).

En el ámbito del estudio de la adquisición del lenguaje, la

pragmática nos ofrece aportes complementarios y significativos a los

enfoques anteriores. En esta perspectiva es interesante el aporte pionero de

Jerome Bruner (1986); Bates (1976) y Wetherby & Prizant (1989), quienes

contribuyen desde sus estudios a definir cómo es que los niños desarrollan

habilidades comunicativas básicas con dependencia de los contextos de

uso, anteriores a la emergencia de las primeras palabras. Dichos autores

propusieron una serie de mecanismos comunicativos e interpersonales que

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siguen operando, como apoyo a la emergencia de los aspectos gramaticales

y sintácticos, a la vez que se constituyen como un dominio paralelo de

desarrollo comunicativo y social.

En el ámbito clínico es relevante el aporte de Prutting & Kirchner

(1983, 1987); Gallangher & Prutting (1983) y Roth & Spekman (1984),

quienes realizaron las primeras intervenciones pragmáticas clínicas en

pacientes con déficit comunicativos producto de lesiones cerebrales y otros

cuadros. Era evidente que en la medida que las intervenciones clínicas

incluían las distinciones de los contextos comunicativos, se hacían más

potentes, relevantes y significativas para los beneficiarios.

Felson (1995) es un ejemplo de esta orientación, al proponer una

intervención clínica “situada”, es decir, los objetivos de la intervención se

definirían dentro de un marco natural de necesidad comunicativa

contextual. La pragmática situada se basaría en principios que apuntan a

crear espacios de relación que favorezcan la interacción comunicativa,

integrando a los participantes, al igual que al medio físico en el que se

desenvuelven.

Dentro de los trastornos específicos del lenguaje (TEL) se acepta

la categoría de trastorno pragmático semántico para designar sujetos con

un desarrollo estructural del lenguaje relativamente adecuado, pero con

numerosas dificultades en el uso de este conocimiento en interacciones

sociales (Rapin & Allen, 1987; Monfort, 1987, 1988; Bishop & Adams,

1992). Esto como muestra de la influencia de la consideración de la

pragmática clínica en las taxonomías patológicas.

Por último, citaremos a J. Martos y A. Rivière (1998) quienes se

refieren a la pragmática como el uso del lenguaje con fines comunicativos

en contextos sociales o mentales, abriendo de este modo, la investigación

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de las relaciones entre los aspectos pragmáticos y los aspectos mentales del

lenguaje (teoría de la mente).

MARCO TEÓRICO

1.-Pragmática y deixis

Numerosos estudios e investigaciones señalan que la percepción y

comprensión del espacio y el tiempo, junto con la capacidad de determinar

no sólo el nombre de objetos y personas, sino que verificar el movimiento

o cambios de posición de éstos, son determinantes a la hora de comprender

las situaciones sociales, los eventos comunicativos y, determinan en alto

grado, las nociones tempranas sobre la referencia acerca de la realidad y

fenómenos tales como la causalidad (Peralbo, Gómez, Santórum y García,

1998).

La deixis es un fenómeno inherente al uso comunicativo de la

lengua y surge del acto comunicativo mismo. Desde muy temprano

comenzamos a utilizar gestos que permiten indicar lo que nos interesa,

dirigir la conducta y la atención de los otros, o señalar objetos o eventos en

el espacio.

La deixis se refiere a la capacidad de determinados elementos del

lenguaje humano oral, para indicar aspectos que permiten situar la

palabra, enunciado o mensaje en un contexto determinado. Más

específicamente, se asume que los términos deícticos permiten especificar

las situaciones de las personas, el espacio y el tiempo (Anderson y Keenan,

1985).

A nivel léxico, los términos deícticos serán todas aquellas

expresiones lingüísticas que permiten hacer referencia a prácticamente un

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ilimitado número de entidades, acciones, ubicación espacial y temporal.

Por ejemplo, señalan al hablante (yo, mi, mío), al oyente (tu, tuyo), otras

personas (suyo, se, le), el lugar (acá, allí), el tiempo (ahora, después). En

definitiva, corresponden a elementos tales como pronombres,

preposiciones, adverbios de tiempo y otros, que entregan claves

sintácticas, semánticas y contextuales, que señalan la dirección del flujo de

la conversación o de las acciones y personan referidas en el discurso o

mensaje, junto con las coordenadas espacio temporales de una interacción

o enunciado.

La deixis permite referirse a algo sin nombrarlo. Lo que el signo

deíctico hace es indicar algunas características, en ausencia del rótulo que

representa el elemento indicado. Es como el dedo que apunta (de ahí el

origen del término). Por tal razón, a estos elementos se les llama a veces,

indiciales (de “índice”).

La realidad, en términos lingüísticos, puede ser referida de dos

formas. Se puede nombrar, usando signos que la representan, o se la puede

indicar, a través de un signo deíctico que indica o señala, más que

representa (Amat y otros, 1998).

Algunos ejemplos de uso de deixis son el apuntar, mostrar, o

expresiones tales como “ahí está”, “en un rato más”, “después estaba muy

lejos”, “yo te dije que no se lo dijeras”.

Lo que permite entonces comprender tales expresiones, es el

conocimiento compartido de la situación o contexto en que se usan o al

que se refieren, junto con el concepto referido (posición, persona o

tiempo). Algunas expresiones o términos deícticos señalan aspectos

contingentes del acto de habla o situación comunicativa, en tanto que

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también se refieren a elementos de persona, lugar o tiempo dentro del

contexto del discurso en el que se utilizan.

1.1.- Tipos de deixis:

1.1.1.-Deícticos de persona: Son aquellos signos o términos que denotan,

señalan o localizan al hablante o al oyente en la conversación, o al agente

de la acción referida. También se refiere a los elementos lingüísticos que

señalan personas en el discurso. Se contemplan en esta clase los

pronombres personales (primera, segunda y tercera personas), pronombres

posesivos y pronombres reflexivos. Algunas lenguas incluyen además

claves para diferenciar género (ella, suya, suyo, his, her) o número.

También existen casos que diferencian entre criatura (animada) y objeto

(inanimado) o estatus social.

1.1.2.- Deícticos de espacio: Son aquellos elementos del lenguaje que

señalan espacio o permiten localizar o ubicar elementos en el espacio.

Aquellos elementos que funcionan o se refieren a un sistema posicional

designan aspectos como cercanía o lejanía, posiciones específicas en el

espacio, cambios de lugar, permanencia de éste. Muchos de estos

elementos, como la mayoría de los deícticos, se refieren además, de modo

implícito, al lugar que ocupa el hablante. Por ejemplo, cuando una persona

dice ”acá” se refiere a lo que está cerca de ella, mientras que “allá”, será lo

que está más lejos de ella, pero no necesariamente del hablante. Lo mismo

sucede con términos como éste o ése, izquierda o derecha y otros, que al

ser enunciados, necesitan ser referidos a un contexto personal y espacial a

la vez. Las preposiciones, los términos específicos que señalan

magnitudes, espacio o lugar, entre otros, permiten cumplir con estas

funciones.

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1.1.3.- Deícticos de tiempo: El uso de adverbios de tiempo (después,

antes, ahora) o de sustantivos (martes, mayo, mañana, etc.) cumplen con la

función de señalar o indicar acciones o eventos, junto con los actos de

habla, en una dimensión temporal determinada. La misma función se

cumple con el uso de los tiempos verbales.

1.2.- Deixis e interacción social:

Desde los estudios de Bruner (1975, 1985, 1986, 1989), Bates

(1976), y otros autores ya mencionados, se pudo establecer que la

capacidad de interactuar, dentro de lo que hoy entendemos como un

espacio de relación, que permita la coordinación de la atención, la

referencia y el intercambio de roles en contextos de acción conjunta,

constituye uno de los aspectos esenciales para la emergencia del lenguaje,

tanto como código o estructura, red de significados compartidos o

principios que regulan la interacción social.

Roth y Spekman (1984) definieron una serie de áreas de estudios

dentro de la interacción comunicativa. Muchas de ellas contemplan el uso

adecuado y funcional de elementos deícticos. Así, por ejemplo, en la

calidad del acto enunciativo se debe atender a la selección léxica y el uso

adecuado de los elementos deícticos formales (artículos, pronombres, etc.).

El nivel de organización social del discurso, atiende a la topicalización y el

adecuado manejo de turnos, lo que está señalado de manera deíctica de

modo explícito, ya sea verbal o gestualmente.

El adecuado uso de los elementos deícticos, permitiría, no

solamente la interacción social regulada por las claves y elementos ya

descritos, sino que además, aclara y explicita la información compartida o

no entre los interactuantes. Esto posibilita reducir el nivel de presuposición

(no compartida) entre los sujetos.

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El manejo funcional de la deixis permite clarificar los aspectos

situacionales y la información contenida en el discurso del hablante, a la

vez que entrega herramientas al oyente para despejar sus dudas o verificar

la calidad de su comprensión en relación a lo escuchado.

Bruner (1985) señala la relevancia de los elementos deícticos en la

organización de la realidad, tanto a nivel del pensamiento narrativo

personal (mente narrativa), como de la estructura lógica del conocimiento

(mente proposicional).

Los elementos personales y espaciales aparecen más

tempranamente que los temporales. Sólo entre los 7 y 9 años, es posible

que los niños (que ya usan adecuadamente pronombres y preposiciones)

utilicen de modo adecuado y regular términos específicos y precisos acerca

del tiempo, a la vez que puedan señalar secuencias temporales de eventos

(Clemente, 1996).

Si la deixis temporal comienza a observarse desde el uso de

terminaciones verbales que designan acciones que se están realizando, se

realizaron o están por realizarse, para luego utilizarse para referir

experiencias pasadas, acciones que se desean regular, como la acción de

los demás a través de secuencias de órdenes (procedimientos, agendas,

instrucciones), se hace necesario realizar investigaciones en nuestra

lengua, acerca de la emergencia de estos elementos en contextos de

interacción.

En este sentido, la deixis de tiempo no ha sido suficientemente

estudiada y revela un área poco explorada a pesar de constituir un tema

axial en las diversas disquisiciones acerca de la naturaleza y propósito del

lenguaje (Romero, 1999).

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2.-La noción de lenguaje en la biología del conocer

Humberto Maturana (1995, 1999) define el lenguaje como

proceso, de aquí que lo describa como coordinaciones de coordinaciones

conductuales, consensuales, recursivas.

En dicha propuesta define la naturaleza relacional que tendría el

lenguaje, es decir, el lenguaje no se explicaría en función de las

correlaciones internas del sistema nervioso de los humanos, sino que en

función de los espacios de relación que dichos humanos (con sus

estructuras biológicas) establecen con otros humanos.

En la perspectiva ontogénica, serían los adultos quienes irían

facilitando la selección de las conductas que tengan sentido comunicativo.

Serían ellos los que, en el espacio de relación co-construído con otros

(bebes humanos), irán dando sentido a las conductas del niño o niña.

Para Maturana es evidente que dichas conductas comunicativas

hacen emerger el mundo, en términos de mundo objetal conceptual, pues

es en el lenguajear que vamos realizando las distinciones, que hacen

emerger con aparente independencia de nuestras estructuras biológicas,

dicho mundo:

En nuestra cultura vivimos nuestra existencia en el

lenguaje como si el lenguaje fuera un sistema simbólico

con el que se hace referencia a entidades de diversos tipos

que existen independientemente de lo que hacemos.

Incluso nos tratamos a nosotros mismos como si

existiéramos fuera del lenguaje como entidades

independientes que utilizan el lenguaje. El tiempo, la

materia y la energía serían algunas de esas entidades.

Dicha actitud llevaría finalmente a hacer como si

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pudiéramos describir estas entidades con conceptos de su

naturaleza interna e independiente, lo que en mi opinión

no se puede hacer ya que en cuanto digamos cualquier

cosa, lo que profiramos sucede en un área del acto

lingüístico como una operación en las coordinaciones

recursivas consensuales de conductas (Maturana, 1997, p.

117).

3.- La naturaleza del tiempo

En su texto La naturaleza del tiempo, Maturana (1997, pp. 114)

nos propone: “El pasado, presente y futuro son conceptos que inventamos

los humanos como observadores cuando explicamos nuestra aparición en

el ahora.” Que bajo la concepción epistemológica de la biología de la

cognición y del amar, el tiempo no puede corresponder a una entidad o

principio de una realidad independiente a los observadores. Y en este

sentido esperamos aclarar cuál es la naturaleza de las coordinaciones de

conductas que se coordinan en el espacio de relación del lenguaje para que

llegue a emerger lo que entendemos y describimos como referencia al

tiempo.

Como ya hemos expuesto, las referencias deícticas temporales son

bastante tardías en el logro de un adecuado lenguaje (que gramaticalmente

parece completo cerca de los 6 años) y constituyen uno de las últimas

tareas en el desarrollo del lenguaje infantil. Si bien los niños poseen un

lenguaje prácticamente desarrollado hacia los cinco años, en el área de uso

de deícticos, especialmente adverbios de tiempo, aparecen como erráticos

(a pesar de que el uso de los tiempos verbales es consistente y eficiente).

Maturana expone:

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“Una vez que el tiempo surge como una

distinción en el área de las experiencias del espectador, se

transforma en una entidad operacional que en nuestra

cultura parece ser algo independiente de lo que hace el

espectador. Éste es el caso, porque una vez que el tiempo

ha aparecido por primera vez, el observador (cualquiera

de nosotros como seres lingüísticos) lo puede usar para

hacer reflexiones con respecto a las regularidades de sus

experiencias de una manera precisa, porque surge como

una abstracción de las regularidades de sus experiencias.

Por tanto, con la noción del tiempo ocurre lo mismo que

con la noción de determinismo estructural, que

corresponde igualmente a una abstracción de las

regularidades de las experiencias del observador, con cuya

ayuda se pueden tratar las regularidades de las

coherencias del observador, porque precisamente cada

noción surge como su abstracción.

El tiempo unidireccional y el tiempo reversible se

originan como conceptos teóricos de la física, como

abstracciones que el observador hace a partir de sus

coherencias de experiencias y que él (o ella) define con

las palabras tiempo y reversibilidad (Maturana, 1997, p.

122).

4.- Nuestra propuesta

La noción de tiempo que nos interesa en este estudio, es la que

hemos descrito más arriba, es decir, la que se refleja en el uso del lenguaje

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y comunicación con función deíctica temporal. Esto correspondería a todas

aquellas formas comunicativas (verbales, para verbales y no verbales) que

sirven para coordinar progresivamente a los niños y niñas en el uso

adecuado de este tipo de deixis, en acoplamiento en el espacio de relación

que los humanos tejemos a partir de nuestra red de conversaciones

(Higuera y Romero, 1999). La propuesta de Maturana (1997), se refiere a

la naturaleza del tiempo en su marco de uso adulto, específicamente lo que

dice relación con las abstracciones de secuencias de acciones que un

observador realiza (que darían origen a la noción de tiempo), por nuestra

parte nos interesa describir cómo es que los humanos llegamos al uso

coordinado y de cuáles coordinaciones de acciones emergen, como para

hacer referencia adecuada y consensuada al tiempo.

Encontramos en el trabajo de Maturana (1997, 1999) las bases

epistemológicas y las reformulaciones básicas necesarias para abordar el

tema de la comunicación referida temporalmente. Por su parte, la

pragmática descriptiva y evolutiva daría la posibilidad de hacer las

distinciones más finas que nos describan y expliquen cómo es que nos

coordinamos con la noción de tiempo que nos antecede en los espacios de

relación lingüísticos, en los cuales emergemos como seres humanos y

sociales.

Postulamos que la deixis de tiempo no emerge en forma

independiente a los contextos comunicativos y que su dominio no dice

relación con una causación desde lo biológico molecular (neurofisiología

del sistema nervioso). Planteamos que la noción de tiempo emerge

progresivamente desde la deixis de espacio. Esto es, la noción de tiempo

no existe con independencia de las nociones de espacio. Es fácil darse

cuenta que las nociones de tiempo que usamos, incluso los adultos, se

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encuentran espacialisadas. El tiempo lo coordinamos espacialmente, el

ahora es “cerca” el futuro o pasado puede ser “remoto-lejano” o

“próximo”, ejemplos que revelan el uso de la distancia física (espacio)

como metáfora del tiempo.

Por ejemplo, las coordinaciones que un niño debe realizar para

coordinarse con la noción de “tiempo calendario” son muy complejas. Van

desde coordinaciones auditivas, visuales, motoras, ligadas por recursividad

lingüística y comunicativa a las abstracciones que Maturana (1997)

explicita.

En el lenguaje hablado, por ejemplo, queda clara la naturaleza

longitudinal del tiempo, el que el tiempo pueda ser concebido como

“curvo” o “reversible” nos indica que las coordinaciones del tiempo

emergen desde el espacio, o más bien de nuestra referencia lingüística al

espacio.

En el mismo sentido encontramos los aportes de Francisco Varela

(1990, 2000), quien plantea la encorporeización de lo mental o enacción,

esto correspondería a que lo que discriminamos como funciones

cognitivas, simbólicas o abstractas, no emergen como dominios

descoordinados de los aspectos motores y sensoriales corporales, sino que

se construyen desde estos cimientos. Nosotros agregamos, siguiendo a

Maturana y Varela (1984) y a Maturana (1990, 1991a, 1991b, 1996 y

1999), dichos cimientos son, además, relacionales. El lenguajear, como

actividad, ocurre en el espacio de relación co-construído, y es ahí donde

podemos realizar las progresivas distinciones, que mejoran y aumentan

nuestro acoplamiento a dichos espacios de relación, ampliando nuestras

coherencias operacionales.

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De este modo, podríamos suponer que el tiempo se enactúa, en las

distinciones que un observador realiza a partir de secuencias de

movimientos, que primero serán de su propio movimiento, en relación a su

propio eje corporal y que es en función de dicho eje corporal (sensoriado,

auditivo, kinestésico y visualmente) que el niño o niña realizará las

coordinaciones que lo lleven, progresivamente, a la distinción lingüística

recursiva.

En la deixis de espacio es evidente esta relación: sabemos que un

niño comprende la diferencia entre “aquí” y “allá” si hacemos

consideración de la coordinación entre lo hablado y la distancia al propio

eje corporal, de este modo será correspondiente a “aquí” todo aquel

espacio relativamente más cerca al propio eje corporal; corresponderá a

“allá” todo aquel espacio articulado en la distinción de una mayor distancia

en relación al eje corporal.

5.- Metodología

5.1.- Objetivos del estudio

Los objetivos se centraron en dos áreas:

a) Describir las deixis de tiempo emergentes en una muestra de 9

niños, sin antecedentes de trastornos del desarrollo psicomotor y

lingüístico, monolingües, entre los 4 y 7 años.

b) Establecer la efectividad de un programa de intervención

comunicativa como facilitador del aprendizaje (emergencia) de

deixis de tiempo en niños de la misma muestra.

Para dar cuenta del primer objetivo, este estudio describió las

conductas comunicativas que los niños y niñas utilizaron, con función

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deíctica temporal y espacial (frecuencia y condiciones de uso en que

emergían).

Se utilizó un diseño de caso único múltiple de retirada (A, B, A`)

que evaluó los efectos de la intervención, con un sujeto control (en espera)

para cada caso.

5.2.- Muestra

La muestra fue intencionada y estuvo compuesta por nueve niños y

niñas: 3 entre 4 y 5 años de edad; 3 entre 5 y 6 años de edad y 3 entre 6 y 7

años de edad. Todos sin antecedentes mórbidos, sin trastornos del

desarrollo (general o específico) y sin déficit pragmáticos (evaluados

clínicamente).

5.3.- Instrumentos

Se utilizaron los siguientes instrumentos de evaluación:

a) Protocolo de Evaluación Pragmática del Lenguaje (PEP-L): este es

un instrumento que permite detectar dishabilidades pragmáticas.

Posee 53 ítemes, agrupados en 5 áreas. Fue elaborado por Romero,

Chaigneau e Higuera (1996), tiene una confiabilidad de 0,84, pero no

cuenta con cálculos de validez ni estandarización publicados. Se

utilizó como instrumento clínico.

b) Test de Desarrollo Psicomotor (TEPSI): permite evaluar el

desarrollo psicomotor y lingüístico entre 2 y 5 años, fue construído y

estandarizado para población chilena por Haeussler y Marchant

(1985).

c) Pauta de observación de deixis de tiempo y espacio: consiste en una

pauta confeccionada para describir los deícticos de espacio y tiempo

de los niños. Se utilizó en las tres fases del estudio: determinación de

línea base, programa de facilitación y emergencia y post evaluación.

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La pauta se construyó a base de una lista de chequeo donde se

consideraban todas las deixis espaciales y temporales que podrían

aparecer en los discursos de los niños y niñas (frecuencia,

funcionalidad y disfuncionalidad, deixis gestuales, corporales, verbales

o mixtas). Se evaluó la confiabilidad interjueces (jueces con formación

en pragmática) a través del coeficiente Kappa, el cual fue igual a 1 o

100% (con valor aceptable sobre 90%).

d) Prueba de Funciones Básicas (PFB): creado por Berdicewski y

Milicic (1996) es un instrumento validado y estandarizado para niños

entre los 6 y 7 años, que evalúa funciones psicológicas relacionadas

con el aprendizaje de la lecto-escritura.

e) Protocolos de entrevista a padres y educadores: para recuperar

información de anamnesis de los niños y niñas del estudio, los

evaluadores entrevistaron a los educadores y padres de los menores,

seleccionando a aquellos que no presentaban problemas de desarrollo.

5.4.- Procedimiento

Los menores fueron seleccionados y tras dos o tres sesiones de

juego, se definió la línea base a través de una fase de observación de

deícticos de tiempo y espacio, por un período promedio de 4 sesiones de

juego. Con los niños de 6 a 7 años fue necesario realizar más juegos para

facilitar la implementación de un espacio de relación matríztico, de mutua

aceptación y reconocimiento (6 sesiones) (Maturana y Verden-Zöller,

1993).

Los evaluadores (trabajaron dos por nivel de edad) diseñaron la

intervención tomando en cuenta los resultados de la evaluación de línea

base. Diseñaron 12 sesiones de juego que se aplicaron individualmente a

los niños y en las cuales se buscaba facilitar la emergencia de deixis de

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espacio y tiempo específicas. Tras este período de intervención se dejó

pasar un plazo de cuatro semanas, tras las cuales se desarrollaron tres

sesiones de post – evaluación. Dichas sesiones estuvieron diseñadas con

actividades generales de juego, similares a las implementadas en la fase de

definición de línea base. Todas las sesiones fueron filmadas, para su

posterior análisis descriptivo.

5.5.- La intervención

La intervención fue construida teniendo como referentes el logro

de un espacio de relación matríztico, de aceptación incondicional para

niños y niñas. En este contexto, se propuso a los niños diversos juegos que

implicaban el establecimiento de coordinaciones de sus coordinaciones de

conductas con un sentido de referencia deíctica. Fueron juegos que crecían

en complejidad y exigencia de deixis de tiempo cada vez más específicas y

que necesariamente dejaban la deixis temporal unidimensional (referida al

tiempo presente o próximo) para llevar al uso de deixis temporal

tridimensional (referida a presente, pasado y futuro).

6.- Resultados

En las tablas 1.1, 1.2 y 1,3 detallamos las frecuencias acumuladas

de deícticos de tiempo por fase de estudio. En todas ellas podemos

constatar claramente las diferencias entre los sujetos experimentales (niños

1 y 2) y el sujeto control (en espera) en las fases de post-evaluación. En la

presuposición de que las actividades asociadas a la post-evaluación

implican tareas semejantes, la diferencia en esas fases se explicaría por la

facilitación generada en las actividades conjuntas desarrolladas durante la

fase de intervención.

19

Page 20: Deixis. J. C. Romero

Tabla 1.1

Niños entre 4 y 5 años

Fases Niño 1 Niña 2 Niña en espera

Línea Base 11 17 6

Intervención 153 175 14

Post-evaluación 27 20 9

Tabla 1.2

Niños entre 5 y 6 años

Fases Niña 1 Niña 2 Niña en espera

Línea Base 128 59 91

Intervención 851 642 224

Post-evaluación 179 105 46

Tabla 1.3

Niños entre 6 y 7 años

Fases Niña 1 Niña 2 Niña en espera

Línea Base 36 40 38

Intervención 701 694 234

Post-evaluación 168 146 122

También pudimos apreciar una diferencia en la variedad de deixis

manifestada en las sesiones de post-evaluación. Los menores

experimentales manifestaron, en promedio, una amplia gama de deícticos

que en el tercer nivel (entre 6 y 7 años) alcanzó un promedio de 20

20

Page 21: Deixis. J. C. Romero

deícticos nuevos, que el sujeto en espera no manifestó. Lo mismo sucedió

con los niños experimentales de los niveles inferiores de edad.

En términos cualitativos, los espacios de relación generados con

los niños y niñas experimentales, fueron más variados, y también más

específicos y permitieron el uso articulado de más deícticos de tiempo.

Los sujetos en espera no presentaron mayores diferencias proporcionales

entre las fases, lo cual indica que las actividades desarrolladas (juegos

inespecíficos al uso de deícticos de tiempo) durante la fase de

intervención, no constituyeron las coordinaciones necesarias y suficientes

como para desarrollar una mayor integración de la deixis de tiempo a los

esquemas comunicativos relacionales manifestados. Esto sugiere, aunque

suene obvio, que los contextos comunicativos determinan y condicionan el

uso de la deixis de tiempo, y que no es posible hacer referencia a la deixis

de tiempo en forma independiente de dichos contextos comunicativos.

Corroboramos nuestra hipótesis acerca de la relación entre deixis

de espacio y tiempo, es decir, pudimos apreciar que las deixis de tiempo se

encuentran especializadas y en la medida que trabajamos con los niños

estimulando el uso de las nociones de espacio se enriqueció y fortaleció la

mayor variedad en el uso de deícticos temporales de esos niños.

Podemos agregar que el tipo de deixis también varió a través de las

sesiones en los niños y niñas sometidos a la intervención. Por ejemplo, en

las primeras sesiones aparecían deícticos muy frecuentemente usados

como “ahora”, “listo” los que dejan lugar a deícticos de tiempo pasado y

futuro, de mayor complejidad, como los días de la semana, o “ayer”,

“antes de ayer”. Esto obviamente instigado por el tipo de juegos al que se

vieron motivados a participar con los evaluadores.

21

Page 22: Deixis. J. C. Romero

En la tabla 1.4, podemos apreciar la frecuencia acumulada de

deixis en uno de los 9 casos estudiados, corresponden a una niña entre 5 y

6 años, sujeto experimental, que muestra algunos de los aspectos

señalados: aparece un mayor número de deixis de tiempo, existe mayor

variedad y mayor complejidad en los deícticos utilizados, destacando en la

post-evaluación, el uso de horarios y de los días de la semana dentro de sus

discursos.

Tabla 1.4

Ejemplo: Caso niña 2 (5 a 6 años)

DEIXIS LÍNEA BASE POST EVALUACIÓN

Ahora 44 3

Al tiro 0 2

Algunas veces 2 8

Anoche 2 4

Antes 1 2

Ayer 1 10

Después 7 13

Día (el otro, otro) 3 10

Días de la semana 0 87

Entonces 5 0

Espérate 5 0

Hoy/hoy día 4 1

Listo 11 1

Más rato 3 1

Primero 7 2

Recién 2 0

Referencia a edad 3 4

Segundo 0 1

22

Page 23: Deixis. J. C. Romero

Siempre 0 2

Tarde 4 10

Temprano 0 6

Tercero 0 1

Terminar 2 0

Todavía 6 0

Último 3 1

Uso horario 0 8

Ya 13 2

Total 128 179

7.- Discusión

La multiplicidad de referencias (al espacio, al tiempo, al discurso,

a la interacción y a la intencionalidad del hablante) implicadas en el

manejo de los elementos deícticos, hace necesario propiciar estudios

acerca de la emergencia, uso y comprensión de estas estructuras en el

lenguaje y la comunicación infantil, con niños sanos y con alteraciones del

desarrollo lingüístico.

La complejidad citada parece surgir del hecho mismo de la

interacción social que necesita ser referida por los deícticos.

El que se pueda aumentar la cantidad y variación del uso y

comprensión de deícticos cada vez más específicos, pudiera tener

implicancias terapéuticas y educacionales, toda vez que la interacción

social regulada por principios pragmáticos (sabotaje, manejo de quiebres ,

preguntas contingentes, discurso procedural, etc.) necesita que los niños

23

Page 24: Deixis. J. C. Romero

utilicen efectivamente tales elementos tanto para comprender enunciados y

órdenes, como para referirse a las conductas propias y ajenas y, por último,

para organizar su propio desempeño.

La mera exposición al léxico, no garantiza el manejo de los

elementos deícticos. El incremento observado en el corto período de

estimulación, parece confirmar metodologías de enseñanza o terapia que

favorecen no sólo la interacción social regulada por turnos y roles, sino

que también la crucial importancia de la organización social del discurso

(Roth y Spekman, 1984), el manejo de los quiebres conversacionales y la

importancia de que los niños dispongan de oportunidades para usar el

lenguaje para describir y regular no sólo la conducta de otros sino la

propia, dentro de interacciones situadas y significativas.

La deixis implica siempre una perspectiva situada, por tanto, su

emergencia, desarrollo y complejización debiera realizarse en contextos de

multiplicidad de roles, por ejemplo, a la manera de la diversidad, variación

y distancia de roles según Felson (1995), y no solamente gracias al apoyo

o andamiaje de un adulto que verbaliza lo que el niño hace.

La noción del tiempo, entendida desde la teoría de H. Maturana

(1997), nos propone el marco general de comprensión y nos posibilita

llegar a operacionalizaciones y especificaciones de las coordinaciones que

resultan en las abstracciones de secuencias de acciones. Como pudimos

constatar, la propuesta citada nos resulta muy general y hace necesario la

propuesta específica de los espacios de relación en los cuales se posibilita

que los adultos seleccionemos las coordinaciones del niño más

competentes en términos deícticos. Esto implica que para facilitar la

emergencia de la deixis temporal podemos especificar el tipo de espacio de

24

Page 25: Deixis. J. C. Romero

relación, tipos de juego donde se dan y definen los roles y las acciones y

contextos que la hacen necesaria.

La competencia y pertinencia de las coordinaciones seleccionadas

no debiera responder sólo a los propósitos u objetivos del adulto (en

términos de programa clínico o educativo), sino que debiera además

orientarse desde las capacidades y coordinaciones propias de los niños y de

sus estados de ánimo y posibilidades de acción con los objetos y personas

en el espacio (acción conjunta).

Los términos utilizados deben referirse a las acciones, propias y

ajenas, coordinar tales acciones para devenir en interacción y, finalmente,

organizar las acciones del sujeto en futuras coordinaciones, sociales o

“solitarias”.

De acuerdo a estas consideraciones, estimamos que el presente

estudio contribuye a entender la realidad como un fenómeno complejo,

multidimensional y condicionado claramente por los contextos sociales, en

los cuales se tejen los espacios de relación comunicativa. Constatamos,

además, que la comprensión de la deixis en esta perspectiva viene a

ratificar el principio de determinismo estructural, toda vez que se necesita

de un manejo perceptivo del espacio y movimiento de los objetos para

favorecer la emergencia de la noción de temporalidad.

Creemos también, que debe continuarse investigando en la

emergencia de los elementos deícticos y en la influencia de la variedad y

especificidad, no sólo léxica, sino que de uso en contextos sociales y de

procesos individuales. Si la deixis efectivamente contribuye al desarrollo

de la noción de realidad (del ambiente, de lo social, de lo individual), es

necesario atender a su desarrollo y enriquecimiento en contextos

interactivos.

25

Page 26: Deixis. J. C. Romero

Los estudios en este ámbito podrían ayudar a responder

interrogantes referentes a la relación de la deixis y el discurso histórico

personal, las estrategias de procesamiento de información, los hábitos de

estudio y el fortalecimiento de habilidades comunicativas y sociales.

8.- Conclusiones

Pudimos constatar que para que emerjan las deixis temporales es

necesario que el adulto genere perturbaciones que lleven al niño a

establecer coordinaciones que integren correlaciones visoperceptivas,

propioceptivas (tacto-digital, sensomotora, auditiva), que posibiliten la

discriminación del espacio y que permitan, finalmente, orientar al niño al

establecimiento de abstracciones de secuencias de acciones efectivas y

comunicarlas.

Al mismo tiempo, podemos afirmar que la intervención diseñada

fue efectiva como forma de estimular la emergencia de las deixis

temporales, cuando ésta se orienta a enriquecer la especificidad de los

discursos y actos de habla entre adulto y niño. Los adultos seleccionaban

de las conductas comunicativas de los niños, aquellas que mejoraban la

competencia comunicativa.

Estas afirmaciones se basan no sólo en el incremento del uso de

términos deícticos en cada caso, sino que más importante, en la variedad y

especificidad de los términos utilizados.

La selección de conductas de interacción social y uso del espacio,

parece entonces relacionarse tanto con incrementos léxicos, como de uso

social y de discurso (conversacional, descriptivo y procedural).

Agradecimientos

26

Page 27: Deixis. J. C. Romero

Agradecemos a nuestros colaboradores en la recolección y

descripción de la muestra, los licenciados en psicología de la Universidad

Santo Tomás de Santiago, Chile: Francisco Araya, Claudia Brogca, Paola

Davanzo, Verónica Gross, Alexandra Ogaz y Julián Palma.

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Romero: Psicólogo, Doctorando de Psicología U. de Chile, Académico del

Departamento de Psicología, Universidad de Tarapacá, Arica- Chile.

[email protected], Fono: 058- 205820 Fax: 058- 205818.

Higuera: Fonoaudiólogo, Magíster en Educación Superior, Académico Escuela de

Fonoaudiología, Universidad Mayor, Santiago- [email protected]

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