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Derecho Viejo Página 1 “DERECHO VIEJO” a la evolución destino del hombre Año 9 Nº 100 Un periódico para leer Marzo 2010 “GLORIA DEI, HOMO VIVENS” (LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE) Lejos del mundo. Cerca de los hombres Nos despojamos... y el Espíritu ora en nosotros La muñeca de sal Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme, hasta que, por fin, llegó al mar. Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto había visto hasta entonces. “¿Quién eres tú”?, le preguntó al mar la muñeca de sal. Con una sonrisa, el mar le respondió: “Entra y compruébalo tú misma”. Y la muñeca se metió en el mar. Pero, a medida que se adentraba en él, iba disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella. Antes de que se disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada: “¡Ahora ya sé quién soy!”. Dejar que Dios nos ocurra Nosotros somos la naturaleza de Dios, como el calor es la naturaleza del fuego. Pasar del hacer y del tener, al ser y al estar. Somos necesarios, somos un pedazo del destino, formamos parte del todo, estamos en el Todo ¡y no hay nada fuera del Todo! F. Nietzsche Anthony de Mello (¿Quién soy yo?) Nos dejamos poseer por Dios. Nos dejamos mirar y callamos. “Nosotros sabemos que no estamos solos, y aceptamos vivir desde la luz oscura, pero inconfundible, de Dios. Ese misterio encierra, lo que desde lo más hondo anhela nuestro corazón. Lo decisivo entonces, no es ver, sino ser visto; no es entender, sino ser conocido, no es llamar, sino ser llamado; no es buscar, sino ser encontrado. Esta experiencia hace entrar al hombre, de alguna manera, en el misterio de Dios, “donde ya no comprende”, sino que viene tocado profundamente; donde ya no elabora razonamientos, sino que adora; donde ya no domina, donde ya no controla, sino que viene a ser dominado”. J. A. Pagola Sumergirnos lúcidamente en el propio “ser” y “estar”, requiere haber hecho mucho, o mejor dicho, haber des-hecho mucho; ha- berse simplificado mucho. Siempre nos queda como en el rincón oscuro de la casa el “ser y estar”, aunque en estas posibilidades reside nuestra mayor capacidad de desarrollo y de felicidad. Dos miradas que se cruzan en la nada... y se aman En “la nada” de la criatura; en la desaparición de la personalidad eliminada, de momento, en el silencio de la oración profunda; en el silencio de la mente, de sus contenidos; en el no protagonismo; en el silencio inconmensurable de la fe. Hasta que no desaparecen las palabras, la realidad no se revela por sí misma. Una persona con ninguna o pocas palabras, sin lenguaje, es una persona bellamente desprotegida. El lenguaje es una de nuestras grandes barreras para ver. Textos: Nicolás Caballero En silencio, sin palabras, me rodea tu Palabra. Nada distingo en tu “Todo”, nada distingo en mi “nada”. Me sumerjo ante tus ojos, mientras todo en mí se acalla. En el profundo silencio de estar sin decir nada, todo ocurre. No lo veo, pero me quema la cara. “La búsqueda de la intimidad con Dios lleva consigo la necesidad verdaderamente vital de un silencio de todo el ser, tanto para aque- llos que han de encontrar a Dios en el tumulto, como para los contemplativos. Para llegar a tanto necesitan el silencio de todo su ser, y esto requiere zonas de silencio y una disciplina personal, para facilitar el contacto con Dios. Tal silencio es la actitud de sencillez requerida para la oración profunda”. Juan Pablo II La meditación se define como un estado en el que la consciencia está despierta, y al mismo tiempo, pasiva; mira y deja que le llegue aquello que mira. Es una inteligente manera de actividad y pasividad simultáneos. Es estar conscientemente abierto y sose- gado. No pensamos, sino que miramos.

Dejar que Dios nos ocurra - DERECHO VIEJO VIEJO 2010 PDF/derecho... · 2011-09-09 · al mar la muñeca de sal. Con una sonrisa, el mar le respondió: “Entra y compruébalo tú

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“Derecho Viejo” Página 1

“DERECHO VIEJO”a la evolución destino del hombre

Año 9 Nº 100 Un periódico para leer Marzo 2010

“GLORIA DEI, HOMO VIVENS” (LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE)

Lejos del mundo. Cerca de los hombres

Nos despojamos... y el Espíritu ora en nosotros

La muñeca de sal

Una muñeca de sal recorrió milesde kilómetros de tierra firme,hasta que, por fin, llegó al mar.

Quedó fascinada por aquella móvily extraña masa, totalmente distintade cuanto había visto hasta entonces.

“¿Quién eres tú”?, le preguntóal mar la muñeca de sal.

Con una sonrisa, el mar le respondió:“Entra y compruébalo tú misma”.

Y la muñeca se metió en el mar.Pero, a medida que se adentraba enél, iba disolviéndose, hasta queapenas quedó nada de ella.Antes de que se disolviera elúltimo pedazo, la muñeca exclamóasombrada: “¡Ahora ya sé quién soy!”.

Dejar que Dios nos ocurra

Nosotros somos lanaturaleza de Dios,como el calor es la

naturaleza del fuego.

Pasar del hacery del tener,

al ser y al estar.

Somos necesarios,somos un pedazo

del destino,formamos parte

del todo, estamosen el Todo

¡y no hay nadafuera del Todo!

F. Nietzsche

Anthony de Mello

(¿Quién soy yo?)

Nos dejamos poseer por Dios.Nos dejamos mirar y callamos.

“Nosotros sabemos que no estamos solos,y aceptamos vivir desde la luz oscura, pero

inconfundible, de Dios. Ese misterio encierra,lo que desde lo más hondo anhela nuestrocorazón. Lo decisivo entonces, no es ver,

sino ser visto; no es entender, sino serconocido, no es llamar, sino ser llamado;no es buscar, sino ser encontrado.

Esta experiencia hace entrar al hombre,de alguna manera, en el misterio de Dios,“donde ya no comprende”, sino que viene

tocado profundamente; donde ya no elaborarazonamientos, sino que adora;

donde ya no domina, donde ya no controla,sino que viene a ser dominado”.

J. A. Pagola

Sumergirnos lúcidamente en el propio “ser” y “estar”, requierehaber hecho mucho, o mejor dicho, haber des-hecho mucho; ha-berse simplificado mucho. Siempre nos queda como en el rincónoscuro de la casa el “ser y estar”, aunque en estas posibilidadesreside nuestra mayor capacidad de desarrollo y de felicidad.

Dos miradas que se cruzan en la nada... y se aman

En “la nada” de la criatura;en la desaparición de la personalidad eliminada,

de momento, en el silencio de la oración profunda;en el silencio de la mente, de sus contenidos;

en el no protagonismo; en el silencio inconmensurable de la fe.

Hasta que no desaparecen las palabras, la realidad no se revelapor sí misma. Una persona con ninguna o pocas palabras, sinlenguaje, es una persona bellamente desprotegida. El lenguaje esuna de nuestras grandes barreras para ver.

Textos: Nicolás Caballero

En silencio, sin palabras, me rodea tu Palabra.Nada distingo en tu “Todo”, nada distingo en mi “nada”.Me sumerjo ante tus ojos, mientras todo en mí se acalla.

En el profundo silencio de estar sin decir nada, todo ocurre.No lo veo, pero me quema la cara.

“La búsqueda de la intimidad con Dios lleva consigo la necesidadverdaderamente vital de un silencio de todo el ser, tanto para aque-

llos que han de encontrar a Dios en el tumulto, como para loscontemplativos. Para llegar a tanto necesitan el silencio de todo suser, y esto requiere zonas de silencio y una disciplina personal, parafacilitar el contacto con Dios. Tal silencio es la actitud de sencillez

requerida para la oración profunda”.Juan Pablo II

La meditación se define como un estado en el que la conscienciaestá despierta, y al mismo tiempo, pasiva; mira y deja que lellegue aquello que mira. Es una inteligente manera de actividad ypasividad simultáneos. Es estar conscientemente abierto y sose-gado. No pensamos, sino que miramos.

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“Derecho Viejo”Página 2

EDITORIAL

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¿Qué significa que el pasado no exis-te? ¿Cuál es el alcance de esta afirmación?O, ¿cómo debemos vivirlo?

Lo que vivimos desde pequeños no tie-ne importancia; tanto esto es así que ni lorecordamos. Lo que registramos al mirarhacia atrás son situaciones, hechos, rela-ciones reservadas por el ego, para ser uti-lizadas oportunamente por ese mismo ego,como soporte y desencadenante de algúnestado que favorezca la construcción men-tal.

La mente revisa, corrige y exhibe loque quiere y cuando quiere; el objetivoes ilusionar.

Tenemos que entrenarnos en no darcrédito a lo que la mente nos presentacomo pasado; y esto involucra tanto alpasado reciente como al remoto.

Nuestra vida comienza ahora, es de-cir, salimos del ámbito de la construcciónmental. Sólo lo eterno nos sirve, lo demásdefinitivamente no existe.

Miles de años han pasado y el mundono cambia. Revoluciones, grandes y re-novadoras ideas; se optimizan las comu-

El pasado ¿fue?Si hay recuerdo no hay paz

nicaciones, los transportes, se puede ha-blar y ver al mismo tiempo a cualquierpersona del lugar más alejado del planeta.Podremos ir a otras galaxias, pero elmundo no cambia. ¿Por qué no cambia?

Sencillamente porque no existe, sólotiene realidad en nuestra mente.

El recuerdo del pasado siempre es en-gañoso. ¿Por qué? Porque al identificar-nos con la mente, convalidamos todo loque la mente dice, aceptándolo como sifuera pensado por nosotros, y lo que espeor aún, le damos categoría de real a algoque generalmente no lo es.

En los recuerdos, antes de presentar-los, la mente los recorta, borra, agrega,modifica, interpreta, y recién después deeste trabajo, prácticamente de artesanía,nos trae el recuerdo de algo que ya no eslo mismo que ocurrió; logra de esta ma-nera que nos consideremos culpables dehaber tomado decisiones en el pasado, quede alguna manera nos han comprometido

el presente; pero no olvidemos que lamente nos ha cambiado el cuadro realdescripto en el recuerdo, y nos puso ensu lugar un cuadro modificado. Si no com-prendemos esto no habrá paz en nosotros.

Hoy despertamos, si leemos esto, esporque hoy despertamos, no nos interesalo que nos pasó ayer. Cuanto más igno-rantes somos, más vivimos del pasado.

Una pregunta debe ser respondida, encambio una búsqueda no tiene respuesta;una búsqueda tiene que desembocar enuna experiencia.

¿Perdimos algo?El pasado está hecho del material del

sueño, es ilusión. ¿Existe el pasado? ¿Fuereal lo que yo viví? ¿O fue una proyec-ción, una película, cuyo guión hizo el ego?

Dudamos de todo lo que no sea “hoy”,“ahora”... De la acumulación del pasado,a través de la memoria surge y se alimen-ta el “yo”. No puedo confiar en mis re-

cuerdos, porque los registré cuando esta-ba identificado con la mente.

¿Estuve realmente presente en hechosque recuerdo del pasado? ¿O la mentemontó un escenario “a posteriori”, modi-ficando, arreglando, mutilando y agregan-do, según su gusto y objetivo. Si el pasa-do no es real, ¿qué perdí?

Ocurre que en soledad, silencio y va-cío, el Ser nos hace impotentes para pro-yectar, es como si a una máquina eléctri-ca se la desenchufara; la máquina está, elenchufe está, el cable está, pero no estáconectado a la corriente generadora.

Al no proyectar y seguir estando, va-mos perdiendo imágenes, que se nos pre-sentan cada vez menos nítidas, más bo-rrosas...

Dudamos de todo lo que no sea “aquíy ahora”. Todo esto en un ámbito de li-bertad, en el cual podemos detenernos, yel Ser espera, el Ser concede, pero cuan-do actúa, arrasa.

La pérdida de imágenes, conceptos ydefiniciones, nos asusta primero, nos sor-prende después, y por último nos deja enun estado por primera vez experimenta-do, totalmente nuevo para nosotros, deestreno absoluto...

Estamos en lo desconocido (¿lo incog-noscible?); la mente al vaciarse de conte-nidos, disminuye su poder dictatorial so-bre nosotros, para quedar reducida a tes-tigo mudo de lo que acontece.

Tenemos que entrenarnos en ser “bienciegos”, para que el Ser pueda maniobraren nosotros con absoluta libertad.

El mundo exterior, el de superficie, elde la ilusión de separatividad ya no es.

Por Camilo Guerra

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“Derecho Viejo” Página 3

A Ti que duermes en mi pecho, no se te encuentra con palabras,sino en la aparición de la vida dentro de la vida, y de la sabiduríadentro de la sabiduría. Contigo ya no hay diálogo, contienda nioposición de ningún tipo. ¡A Ti se te encuentra en la comunión!Tú en mí, y yo en Ti; Tú en ellos, y ellos en mí: desasimientodentro del desapasionamiento, vacuidad dentro de la vacuidad,

libertad dentro de la libertad. Estoy solo.Tú estás solo. El Padre y Yo somos Uno.

La sabiduría de Thomas Merton

En esto consistirá mi soledad:en vivir separado de mí paraser capaz de amarte sólo a Ti,y amarte tanto que me resulteimposible comprender quepueda amar cualquier otracosa. Pero ello exige tener con-ciencia de un yo que está se-parado de Ti. Yo ya no deseoser yo mismo, sino vermetransformado en Ti, de modoque no exista ya un “yo mis-mo” sino tan sólo un Tú mis-mo. Entonces seré lo que Túhas querido que sea desde todala eternidad: no yo mismo, sinoAmor. Así se cumplirá en mílo que Tú has querido que secumpliera, la razón por la quecreaste el mundo, y a mí den-tro de él.

El camino que has abierto ante mí es uncamino fácil, comparado con el arduo

camino de mi propia voluntad, que mirahacia atrás, hacia Egipto y los adobes sinpaja. Si permites que la gente me alabe,no me importará. Si permites que medenigren, me importará aún menos. Si

me envías trabajo, lo aceptaré con alegría.Será un descanso para mí, porque es tuvoluntad. Si, por el contrario, me envías

descanso, descansaré en Ti.Lo único que quiero es que me salves de

mí mismo. Sálvame de mi propio yenvenenado afán de cambiarlo todo, de

actuar sin motivo, de moverme por placerde hacerlo, de alterar todo lo que

Tú has ordenado.Permíteme descansar en tu voluntad yguardar silencio. Entonces la luz de tu

alegría caldeará mi vida. Su fuego arderáen mi corazón y brillará para tu gloria.Para eso es para lo que vivo. Amén.

Esta noche y todas las noches,siempre lo mismo.

Aquí y ahora, de noche, con esteenorme reloj a la cintura y la linterna en la

mano, calzado con zapatillas, sientocomo si todo hubiese sido irreal. Como si

el pasado jamás hubiera existido.Las cosas que consideraba tan

importantes, debido al esfuerzo que puseen ellas, se han vuelto de muy escaso

valor. Y las cosas en las que nunca pensé,las cosas que nunca fui capaz de

cuantificar ni esperar, resultaron ser lasde mayor importancia.

Pero en esta oscuridad no sabría decircon seguridad qué era lo que importaba.

¡Quizá ello forme parte de tuincontestable pregunta!

Voy a ir a Ti, Señor, por mil callejones sin salida.Tú quieres llevarme a Ti atravesando muros de piedra.

Unos años atrás, se me concedió una oportunidadambigua: enfermé. Por supuesto, ya había estado enfer-mo antes, pero con un tipo de dolencia común y acepta-ble: apendicitis, un par de rasguños en las rodillas poralgún deporte, resfríos y el contagio de algún virus. Peroesta vez era diferente. La causa física no era tanevidente.¡Tenía úlceras! Perdí peso, o esto es lo que secree, son causadas por factores psicosomáticos. Tradu-cido, eso significa que personas normales no deberíantenerlas. Uno padece una úlcera y nuestros amigos co-mienzan a hacerse preguntas sobre nosotros y nosotroscomenzamos a hacernos preguntas sobre nosotros mis-mos. Examinamos nuestro estilo de vida, nuestro traba-jo, nuestras emociones y nuestras relaciones.

Comenzamos a observar un montón de cosas de unmodo diferente y sentimos que los demás también nosmiran de otro modo: ¿Está realmente enfermo? ¿Es unhipocondríaco? ¿Desea estar enfermo? ¡Siempre fue tanintenso, sabía que esto iba a suceder! ¡No es feliz con su

vida! ¡Sólo busca atención y compasión! ¡Hay algo queno puede enfrentar!

Uno recoge estas reacciones y pronto comienza a pre-guntarse las mismas cosas. Todo se vuelve un tanto ate-rrador porque uno no conoce las respuestas y, en el fon-do, siente que cualquiera de estas cosas –o todas– po-drían ser ciertas.

¡Somos criaturas tan complejas! La enfermedad físi-ca no es tan grave, pero uno desmejora. Bueno, al princi-pio no. Al principio uno reacciona normalmente. Va a vera distintos médicos, esperando que por algún medica-mento o tratamiento podamos rápidamente recuperarnuestra vida normal. Luego, a medida que pasa el tiempoy no mejoramos y nuestros amigos ya no se preocupanpor nuestra enfermedad (o incluso hasta sospechan), nosenfadamos y comenzamos a impacientarnos: con losmédicos, con los medicamentos, con nuestros amigos ycon nosotros mismos.

Luego, cuando eso tampoco nos ayuda, nuestra fuerzacomienza a flaquear y, por primera vez, nos sentimosrealmente enfermos. Comenzamos a manifestar malossíntomas: autocompasión, enojo hacia nuestros amigos,

impaciencia hacia todas las cosas. Nuestra vieja confian-za en nosotros mismos y nuestra fuerza se desvanecen.En esta etapa, uno está verdaderamente enfermo, aun-que la enfermedad física perdió peso frente a las nuevaslesiones emocionales.

Pero las cosas lentamente regresan a su cauce. Lasúlceras sanan, las cicatrices desaparecen; primero lasfísicas, luego, mucho más lentamente, las emocionales.Uno vuelve a recuperar la fuerza y los viejos amigos ylos viejos círculos comienzan a abrirse nuevamente.

La salud regresa, pero es diferente. Parte de la viejaconfianza se ha ido, y ha sido reemplazada por una nue-va sensación de vulnerabilidad y relatividad que esinmensamente liberadora.

Uno percibe con mayor claridad lo que ganó y recibiócomo un obsequio. Ahora sabemos que nosotros, a so-las, no podemos garantizar nuestra propia salud, ni nuestriencanto o atractivo en el amor y la amistad.

Desnudados, debilitados y humillados, dejamos de lu-char; al principio porque somos derrotados, pero luego,cuando recuperamos la fuerza y los recursos, porque nosdamos cuenta de que no hay ninguna razón para luchar.

La vida, la salud, el amor ¡no son más que un obse-quio! Ya no damos las cosas tan por sentado y nuestravieja necesidad de destacarnos, alcanzar un logro, domi-nar, poseer e impresionar, de obtener a través del esfuer-zo lo que sólo puede recibirse como un don, ha recibidoun golpe. Es doloroso, pero liberador: doloroso porque nosdamos cuenta de lo poco que podemos hacer; liberadorporque nos damos cuenta de lo poco que debemos hacer.

Comenzamos a implorar por nuestra conversión (apesar de que uno sabe lo difícil que es) porque desearía-mos transformar todos nuestros valores y prioridades,todo nuestro ser, y comenzar una vida nueva.

Aún así, sabemos que aún debemos recorrer un largocamino. Aún debemos atravesar extensas praderas hastallegar a la Tierra Prometida. Pero, al igual que Moisés yAbraham, se nos concedió “ver de lejos”.

Cuando uno vaga sin rumbo en el desierto, es útil saberen qué dirección se halla el Paraíso. De todas maneras,pasaremos la mayor parte del tiempo vagando, preguntán-donos cómo entrar en la Tierra Prometida. Pero finalmentenos damos cuenta de que Dios nos lleva de la mano.

Extraído de “Vivir y amar más allá de nuestros miedos”

La debilidad conduce a la fuerzaPor Ronald Rolheiser

La gente puede dar sorpresas. Empiezan siemprelas cosas con entusiasmo, un matrimonio, una tarea detoda la vida, el camino hacia una gran meta...

Se sienten fuertes, hasta que empiezan las dificulta-des, las horas duras, las recaídas.

Y cuando han de salir a la noche, les da miedo yabandonan la empresa. “No puedo seguir”... “Esto meestá cargando...” “Estoy harto...” “¿Por qué he de ha-cerlo?...” “Los demás tienen la culpa, la sociedad...”“La situación, las estructuras...”

A la gente le falta algo: ¡apoyo! El apoyo es estabili-dad, es constancia, confianza en ti mismo, en tu rendi-miento, en tu propio valor, en tus prójimos, el apoyo esel dominio de tus sentimientos y de tus humres. El apo-yo es la capacidad de resistir.

Hay gente que no tiene apoyo alguno, y que nacie-ron así porque sus padres no tenían apoyo. No le haga-mos reproches por ello.

Hay gente sin apoyo, y se han vuelto lo que sonporque en toda su educación palabras y valores como“ánimo” y “carácter”, “fuerza de voluntad” y “sacrifi-cio” eran tabú.

Debemos tener consideración con ellos. Hay seresque no tienen apoyo alguno, a ellos, la carga de la vidales dejó sin apoyo o el desgaste de la vida se lo sustrajo,es decir, la dureza de la gente. Debemos ser para ellosvoz y ayuda.

Necesitamos algún apoyo, para ir, como seres hu-manos, derechos por la vida, para no andar cabizbajos,para hacernos cargo de responsabilidades, para podersoportar cargas y preocupaciones, para resistir las tor-mentas y para no abalndarnos ante la violencia y noarrodillarnos ante el dinero.

Necesitamos apoyo para resistir, cuando otros fa-llan, para ir derechos y en línea recta por nuestro cami-no, elegido libremente.

Sólo gente que tiene apoyo crea un mundo nuevo.

La gente necesita algún apoyoPor Phil Bosmans

Tal vez...

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“Derecho Viejo”Página 4

Comentario a la sabiduría de lamujer indígena y a la mujer sabia

en ProverbiosPara comenzar, nos vamos a hacer

varias preguntas en torno a la sabiduría:¿Cuál es el sentido mismo de la sa-biduría? ¿Cómo se busca? ¿Dóndeestá?

Una primera aproximación es ladefinición de sabiduría bíblica, quedice así: “La sabiduría es la capaci-dad de reflexionar, discernir y orien-tarse en la vida cotidiana”. ¿Y cuálsería la definición de sabiduría indí-gena? Aproximándonos de maneraintuitiva, la sabiduría indígena podríadefinirse como la capacidad de re-flexionar, discernir y orientarse en lavida cotidiana teniendo como referen-cia la armonía de la vida humana conla naturaleza y con la creación.

Lo que pretende el sabio (y la sa-biduría) es dar respuesta a los gran-des desafíos que presenta la historiacon sus ambigüedades. Ser sabio noconsiste en saber muchas cosassino en tener un profundo cono-cimiento del ser humano, de lavida y de Dios. La sabiduría es como unalente por medio de la cual el sabio bíblicovalora la vida cotidiana y descubre enella un camino y un lugar privilegiado parareconocer la voluntad de Dios. Por lo tan-to, la sabiduría tiene como tarea principalcrear vida, alimentarla y protegerla. Estaopción por la vida es el centro de la re-flexión de los sabios y las sabias. Pero lavida irremediablemente termina en lamuerte. Ésta es una realidad a la quenadie puede escapar, por más conoci-mientos que se tengan. Así lo expresancontinuamente los sabios de la sabidu-ría bíblica.

Un camino de entrada para esta búsque-da de la sabiduría indígena, la vemos hacerdesde el rancho. La mujer es la puerta dela sabiduría; ella la recibe de la vida y, através de su cuerpo, de sus manos, pasaa la tierra. La fecunda con su fertilidad, lacrea, la regala en todo su entorno. Y la tie-rra, generadora y creadora de vida, la de-vuelve al cosmos... Entonces, todo vuelvea empezar: el cuerpo de la mujer la recibe...

Catalina, la protagonista de nuestrorelato, hila, pastea, cría a sus hijos, losalimenta, enseña a sobrevivir desde lo

cotidiano, sostiene la vida de los suyos,es la sabiduría de sobrevivir y resistir enlo adverso y, con alegría, armoniza la vida.Catalina crea vida y da vida. Este relatotiene una voz propia que se llama “lo coti-

diano”, pero en lo cotidiano: ¿puede ha-ber tanta sabiduría?

El relato de la “mujer sabia” del Librolos Proverbios ha sido y es cuestionadopor algunos biblistas, porque no expresala voz de la mujer; es una voz puesta porel hombre y no expresa los anhelos feme-ninos, vale decir, no es la mujer la quehabla. Sin embargo, yo he tomado esterelato de Proverbios porque en él se com-prueba el poder de la mujer en la casa,espacio que no ha sido suficientementevalorado. Por medio de la Biblia, y desdelas culturas, nos han llegado muchísimosvalores que no se han perdido en el tiem-po, y esto ha sido gracias a que la mujerha tenido un espacio que ha sido la casa,y ahí ella ha generado una sabiduría quetransmitió, guardó y recreó de generaciónen generación. En la experiencia que senos narra en el Libro de la Sabiduría, estáde fondo este valor de la mujer sabia en elespacio de la casa que, a mi modo de ver,tal vez no hemos sabido descubrir.

Manolo Pliego cmfExtraído de

“Sabiduría y espiritualidad indígena”

(Proverbios 31, 10-31)Una mujer sabia, ¿quién la encontrará?, es de más valor que cualquier joya.Su marido confía en ella: ¡Qué beneficio no le traerá!Le devuelve el bien, no el mal, todos los días de su vida.Entiende de lana y de lino y las trabaja con sus ágiles manos.Es como los barcos del mercante que de lejos traen el alimento.Se levanta cuando aún es de noche, da de comer a los de su casa y reparte las tareas

de su servidumbre.¿Desea un campo?, lo ha comprado; con su propio trabajo plantó una viña. Está

llena de fortaleza y vigoriza sus brazos.Ella sabe que su trabajo prospera; su lámpara no se apaga por la noche. Echa mano

a la rueca y sus dedos hacen girar el huso. Tiende la mano al desamparado y daal pobre.

No teme a la nieve para los suyos, porque tienen todos doble vestido. Para ella sehace mantos, y su vestido es de lino y púrpura.

Su marido recibe honores; se sienta en el Consejo con los Ancianos del pueblo.Teje telas de lino y las vende, entrega cinturones a los comerciantes.Aparece sabia y digna y mira confiada el porvenir. Habla con sabiduría y enseña la

piedad. Está atenta a la marcha de su casa y nunca ociosa. Sus hijos se levantany la llaman dichosa, su marido la elogia diciéndole: “Muchas mujeres han obradomaravillas pero tú las superas a todas”. Engañosa es la gracia, vana la hermosu-ra; la mujer que tiene la sabiduría, ésa será alabada. Que pueda gozar el fruto desu trabajo y por sus obras todos la celebren.

La mujer sabia

“Mujer Bordando”, María Romera (España)

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Penasencimadas

Voy a decirlo de entradapara el que quiera entender.Son penas muy encimadasel ser pobre y ser mujer.

Trabaja toda la vidaapenas para comer.

Tiene las penas del pobrey más las de ser mujer.

La rica tiene derechos,la pobre tiene deber.

Ya es mucho subrir por pobrey encima por ser mujer.

Está tan desamparaday es madre y padre a la vez.Derechos, ni el de la queja,por ser pobre y ser mujer.

Se hacen muchos discursossobre su heroísmo de ayer.

En el papel la respetan.Pero sólo en el papel.

Y lo repito de nuevopara el que quiera entender.Son penas muy encimadasel ser pobre y ser mujer.

Carmen Soler

La inteligencia sin amor, te hace perverso.La justicia sin amor, te hace implacable.La diplomacia sin amor, te hace hipócrita.

El éxito sin amor, te hace arrogante.La riqueza sin amor, te hace avaro.

La docilidad sin amor, te hace servil.La pobreza sin amor, te hace orgulloso.

La belleza sin amor, te hace ridículo.La autoridad sin amor, te hace tirano.El trabajo sin amor, te hace esclavo.

La simplicidad sin amor, te quita valor.La oración sin amor, te hace introvertido.

La ley sin amor, te esclaviza.La fe sin amor, te hace fanático.

La cruz sin amor, se convierte en tortura.La vida sin amor, no tiene sentido.

El amor

He ido hasta el fin de la tierra.He ido hasta el fin de las aguas.He ido hasta el fin del cielo.He ido hasta el fin de la montaña.No he encontrado a ningunoque no sea mi amigo.

Proverbio Navajo

Cotidiano

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“Derecho Viejo” Página 5

La democracia haitiana nació hace unratito. En su breve tiempo de vida, estacriatura hambrienta y enferma no ha reci-bido más que bofetadas. Estaba reciénnacida, en los días de fiesta de 1991, cuan-do fue asesinada por el cuartelazo del ge-neral Raoul Cedras. Tres años más tarde,resucitó. Después de haber puesto y sa-cado a tantos dictadores militares, Esta-dos Unidos sacó y puso al presidente Jean-Bertrand Aristide, que había sido el primergobernante electo por voto popular en todala historia de Haití y que había tenido laloca ocurrencia de querer un país menosinjusto.

El voto y el veto

Para borrar las huellas de la participa-ción estadounidense en la dictadura carni-cera del general Cedras, los infantes demarina se llevaron 160 mil páginas de losarchivos secretos. Aristide regresó enca-denado. Le dieron permiso para recuperarel gobierno, pero le prohibieron el poder.Su sucesor, René Préval, obtuvo casi el90 por ciento de los votos, pero más po-der que Préval tiene cualquier mandón decuarta categoría del Fondo Monetario odel Banco Mundial, aunque el pueblohaitiano no lo haya elegido ni con un votosiquiera.

Más que el voto, puede el veto. Veto alas reformas: cada vez que Préval, o algu-no de sus ministros, pide créditos interna-cionales para dar pan a los hambrientos,letras a los analfabetos o tierra a los cam-pesinos, no recibe respuesta, o le contes-tan ordenándole: Recite la lección. Y comoel gobierno haitiano no termina de apren-der que hay que desmantelar los pocosservicios públicos que quedan, últimospobres amparos para uno de los pueblosmás desamparados del mundo, los profe-sores dan por perdido el examen.

La coartada demográfica

A fines del año pasado cuatro diputa-dos alemanes visitaron Haití. No bien lle-garon, la miseria del pueblo les golpeó losojos. Entonces el embajador de Alemaniales explicó, en Port-au-Prince, cuál es elproblema: Este es un país superpoblado -dijo-. La mujer haitiana siempre quiere, yel hombre haitiano siempre puede.

Y se rió. Los diputados callaron... Esanoche, uno de ellos, Wilfried Wolf, con-sultó las cifras. Y comprobó que Haití es,con El Salvador, el país más superpobladode las Américas, pero está tansuperpoblado como Alemania: tiene casila misma cantidad de habitantes porquilómetro cuadrado.

En sus días en Haití, el diputado Wolfno sólo fue golpeado por la miseria: tam-bién fue deslumbrado por la capacidad debelleza de los pintores populares. Y llegó ala conclusión de que Haití estásuperpoblado.... de artistas.

En realidad, la coartada demográficaes más o menos reciente. Hasta hace al-gunos años, las potencias occidentaleshablaban más claro.

La tradición racista

Estados Unidos invadió Haití en 1915y gobernó el país hasta 1934. Se retirócuando logró sus dos objetivos: cobrar las

Los pecados de Haitídeudas del City Bank y derogar el artículoconstitucional que prohibía vender plan-taciones a los extranjeros. Entonces RobertLansing, secretario de Estado, justificó lalarga y feroz ocupación militar explicandoque la raza negra es incapaz de gobernar-

se a sí misma, que tiene "una tendenciainherente a la vida salvaje y una incapaci-dad física de civilización". Uno de los res-ponsables de la invasión, William Philips,había incubado tiempo antes la sagaz idea:"Este es un pueblo inferior, incapaz deconservar la civilización que habían deja-do los franceses".

Haití había sido la perla de la corona,la colonia más rica de Francia: una granplantación de azúcar, con mano de obraesclava. En El espíritu de las leyes,Montesquieu lo había explicado sin pelosen la lengua: "El azúcar sería demasiadocaro si no trabajaran los esclavos en suproducción. Dichos esclavos son negrosdesde los pies hasta la cabeza y tienen lanariz tan aplastada que es casi imposibletenerles lástima. Resulta impensable queDios, que es un ser muy sabio, haya puestoun alma, y sobre todo un alma buena, enun cuerpo enteramente negro".

En cambio, Dios había puesto un láti-go en la mano del mayoral. Los esclavosno se distinguían por su voluntad de tra-

PorEduardoGaleano

bajo. Los negros eran esclavos por natu-raleza y vagos también por naturaleza, yla naturaleza, cómplice del orden social,era obra de Dios: el esclavo debía servir alamo y el amo debía castigar al esclavo,que no mostraba el menor entusiasmo a la

hora de cumplir con eldesignio divino. KarlVon Linneo, contempo-ráneo de Montesquieu,había retratado al negrocon precisión científi-ca: "Vagabundo, pere-zoso, negligente, indo-lente y de costumbresdisolutas".

Más generosamen-te, otro contemporá-neo, David Hume, ha-bía comprobado que elnegro "puede desarro-llar ciertas habilidadeshumanas, como el loroque habla algunas pa-labras".

La humillaciónimperdonable

En 1803 los negros de Haití propina-ron tremenda paliza a las tropas deNapoleón Bonaparte, y Europa no perdo-nó jamás esta humillación infligida a la razablanca. Haití fue el primer país libre de lasAméricas. Estados Unidos había conquis-tado antes su independencia, pero teníamedio millón de esclavos trabajando en lasplantaciones de algodón y de tabaco.Jefferson, que era dueño de esclavos, de-cía que todos los hombres son iguales, perotambién decía que los negros han sido, sony serán inferiores.

La bandera de los libres se alzó sobrelas ruinas. La tierra haitiana había sidodevastada por el monocultivo del azúcar yarrasada por las calamidades de la guerracontra Francia, y una tercera parte de lapoblación había caído en el combate. En-tonces empezó el bloqueo. La nación re-cién nacida fue condenada a la soledad.Nadie le compraba, nadie le vendía, nadiela reconocía.

El delito de la dignidad

Ni siquiera Simón Bolívar, que tan va-liente supo ser, tuvo el coraje de firmar elreconocimiento diplomático del país ne-gro. Bolívar había podido reiniciar su lu-cha por la independencia americana, cuan-do ya España lo había derrotado, graciasal apoyo de Haití. El gobierno haitiano lehabía entregado siete naves y muchas ar-mas y soldados, con la única condiciónde que Bolívar liberara a los esclavos, unaidea que al Libertador no se le había ocu-rrido. Bolívar cumplió con este compro-miso, pero después de su victoria, cuan-do ya gobernaba la Gran Colombia, dio laespalda al país que lo había salvado. Ycuando convocó a las naciones america-nas a la reunión de Panamá, no invitó aHaití pero invitó a Inglaterra.

Estados Unidos reconoció a Haití re-cién sesenta años después del fin de laguerra de independencia, mientras EtienneSerres, un genio francés de la anatomía,descubría en París que los negros son pri-mitivos porque tienen poca distancia en-tre el ombligo y el pene. Para entonces,Haití ya estaba en manos de carnicerasdictaduras militares, que destinaban losfamélicos recursos del país al pago de ladeuda francesa: Europa había impuesto aHaití la obligación de pagar a Francia unaindemnización gigantesca, a modo de per-dón por haber cometido el delito de la dig-nidad.

La historia del acoso contra Haití, queen nuestros días tiene dimensiones de tra-gedia, es también una historia del racismoen la civilización occidental.

Fuente: Brecha 556, Montevideo,26 de julio de 1996

¿No es posible, acaso, vivir sin ambición en este mun-do, siendo uno simplemente lo que es? Si usted comienzaa comprender lo que es y no trata de cambiarlo, entonces loque usted es experimenta una transformación. Pienso queuno puede vivir en este mundo anónimamente, por completodesconocido, sin ser famoso, ambicioso, cruel. Uno puedevivir dichosamente cuando no da importancia alguna al “yo”;y esto también forma parte de la correcta educación.

Todo el mundo está adorando el éxito. Uno escucha elrelato de cómo el muchacho pobre estudiaba de noche y fi-nalmente llegó a ser juez, o cómo empezó vendiendo periódi-cos y terminó siendo multimillonario. Lo alimentan a uno conla glorificación del éxito. Con el logro del gran éxito hay tam-bién un gran dolor; pero la mayoría de nosotros está atrapadaen el deseo de lograr cosas, de alcanzar el éxito, y el éxito espara nosotros mucho más importante que la comprensión yla disolución del dolor.

KrishnamurtiExtraído “El libro de la vida”

Vivir en este mundoanónimamente

Ilusión

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“Derecho Viejo”Página 6

El cofre de los recuerdos...“Si quieres promover la paz, protege la creación” - I

Mensaje de Benedicto XVI - Jornada mundial de la paz, 1-01-2010Amig@s lector@s: En el artículo de

enero, los invitaba a entrar en el 2010, conuna reflexión sobre la divinidad míticaJano: el dios pagano bifronte que con sudoble mirada veía el pasado y avizoraba elfuturo. Hacíamos notar que de la raízetimológica de Jano surge la palabra lati-na “janua”, que significa puerta de entra-da y sugiere el simbolismo de la entradahacia un nuevo momen-to o espacio en el tiem-po y en la historia.

Terminábamos pro-poniendo que, así comoel templo de JanoQuirino abría sus puer-tas (“janua”), como im-petración a favor de loshabitantes amenazadospor guerras o calamida-des, también nosotrosabramos las puertas denuestros corazones, im-plorando la proteccióndel Niño-Dios-con no-sotros”, “príncipe de la Paz”, ante todaamenaza a nuestra dignidad, principios,valores, casas, familias, etc. Con esta es-peranza, aferrados a las manos de la Ma-dre de Dios y Madre nuestra a quien in-vocamos como la “Janua coeli” (Puertadel cielo”), entramos en el Año Nuevo delbicentenario invocando la paz, la justicia yel compromiso por el bien común de todoslos argentinos.

Sin embargo, son precisamente esasrealidades y valores los que están amena-zados, porque está amenazado el conti-nente, el espacio, donde éstos deben de-sarrollarse y verificarse. Está amenazadala “casa grande”, la creación entera, queDios preparó desde el principio para queviviéramos en paz, armonía, libertad y sindiscriminaciones “porque Dios no haceacepción de personas”. En sintonía conBenedicto XVI –en el tradicional mensaje

de paz para el primer día del año– y comoresonancia de su preocupación expresa-da en el lema “Si quieres promover lapaz, protege la creación”, esta reflexióntendrá dos momentos: I) el proyecto deDios (narrado en el Génesis) y II) el ante-proyecto del hombre o anti-génesis.

I - El proyecto de Dios, el Génesis:Así comienza el relato de la creación

del mundo en el primer Li-bro de la Biblia, el Génesis–traducción griega del he-breo “Bereshit”– que signi-fica “principio”, “origen”:“Al principio Dios creó elcielo y la tierra. La tierrano tenía forma; las tinie-blas cubrían el abismo. Yel soplo de Dios se movíasobre la superficie de lasaguas” (Gen 1,1-2). Sigueluego el relato de la creaciónde la luz y de toda vida vege-tal y animal (Gen 1,3-25).

Este primer relato termi-na con la creación del hombre. “Y dijoDios: Hagamos al hombre a nuestra ima-gen y semejanza; que ellos dominen lospeces del mar, las aves del cielo, los ani-males domésticos y todos los reptiles. Ycreó Dios al hombre a su imagen; aimagen de Dios los creó; varón y mujerlos creó. Y los bendijo Dios y les dijo:Sean fecundos, multiplíquense, llenen latierra y sométanla;... Miren, les entregotodas las hierbas que engendran semillales servirán de alimento; y a todos losanimales de la tierra, a todas las aves delcielo, a todos los reptiles de la tierra –atodo ser que respira–, la hierba verde lesservirá de alimento... Y vio Dios todo loque había hecho: y era muy bueno” (Gen1,26-31).

Como vemos, en este poético relato,concebido como sinfónico y armoniosohimno a la creación, se conjugan y con-

vergen las más significativas dimensionesde la existencia humana: lo cósmico, loreligioso, lo antropológico, lo mítico, loeconómico, la cultural, la belleza, la bon-dad, el bien común. Es decir: Dios comosabio arquitecto y Padre amoroso, creó la“casa grande” del universo y lo puso enmanos de su imagen-semejanza (el varóny la mujer) para que lo cultivaran, lo pro-tegieran y se lo devolvieran ennoblecidospor la gratitud y el amor de reciprocidad.

Se da un paso fundamental en la tomade conciencia respecto a la relación deDios con el ser humano y el mundo –selee en el comentario de la Biblia de nues-tro pueblo–, al resaltar la responsabilidadpropia del hombre y la mujer en este con-junto armónico creado por Dios mediantesu Palabra. No es fortuito que el ser hu-mano, hombre y mujer, sea lo último queDios crea en el orden de días que va mar-cando nuestro poema. Al ambiente de in-justicia, de desigualdad y de dominaciónpor parte de quien se cree amo y señordel mundo, se contrapone este nuevo ele-mento de resistencia: Dios crea al hom-bre y a la mujer a su propia imagen y se-mejanza, los crea varón y mujer para queadministren conjuntamente su obra enigualdad de responsabilidades.

Su imagen y semejanza con Dios erael proyecto propio del ser humano comopareja: construir cada día esa imagen ysemejanza manteniendo la fidelidad al pro-yecto armónico y bondadoso del principio,sin dominar a los demás ni someter a tiraníaa los débiles ni al resto de la creación.

Navidad: memoria del proyecto deDios - La celebración navideña tiene re-sonancias en las diversas culturas delmundo y suscita los sentimientos y pro-pósitos más nobles del corazón humano,en particular, en el de los cristianos. Comodecíamos más arriba, con la Encarnacióndel Niño-Dios, nacido en Belén, de lasentrañas de María, es el Creador mismo

quien entra en nuestra historia. No yaJano, ni Marte, ni Júpiter, ni cualquier di-vinidad mítica, sino la fuente misma de lavida en todas sus manifestaciones. Y noentra en un espacio imaginario, sino en su“propia casa”, el mundo creado por él yentregado a la responsabilidad del hom-bre y la mujer: su propia imagen.

La Palabra es la revelación del pro-yecto creacional: “En el pasado muchasveces y de muchas formas habló Dios anuestros padres por medio de los profe-tas. En esta etapa final nos ha habladopor medio de su Hijo, a quien nombróheredero de todo, y por quien creó el uni-verso. Él es el reflejo de su gloria, la ima-gen misma de lo que Dios es, y mantieneel universo con su Palabra poderosa” -selee en la carta a los Hebreos (1,1-3).

En efecto, así comienza el Prólogo delevangelio de Juan: “Al principio(“bereshit”, “génesis”) existía la Palabra(el Verbo, el Hijo de Dios, el Pantokrator)y la Palabra estaba junto a Dios, y laPalabra era Dios. Ella existía al princi-pio junto a Dios. Todo existió por mediode ella, y sin ella nada existió de cuantoexiste. En ella estaba la vida, y la vidaera la luz de los hombres; la luz brillóen las tinieblas, y las tinieblas no la com-prendieron” (Juan 1,1-5).

¿Lo entendimos? No es un lenguaje ci-frado. Es una verdad diáfana y transpa-rente: usted y yo, nosotros, nuestra vida,nuestros afectos, nuestras raíces, nues-tros antepasados, nuestras historias, nues-tro hábitat..., todo lo que contiene la ma-nifestación de la existencia en sus másvariadas expresiones. El micro y el ma-crocosmos, los elementos básicos: la tie-rra, el agua, el aire, el fuego... “Todo exis-tió por medio de ella (la Palabra), y sinella nada existió de cuanto existe”.

¿Acaso no es cierto –se preguntaBenedicto XVI– que en el origen de lo que,en sentido cósmico, llamamos “naturale-za”, hay “un designio de amor y de ver-dad”? El mundo “no es producto de unanecesidad cualquiera, de un destino ciegoo del azar [...]. Procede de la voluntadlibre de Dios que ha querido hacer parti-cipar a las criaturas de su ser, de su sabi-duría y de su bondad”. El Libro del Géne-sis nos remite en sus primeras páginas alproyecto sapiente del cosmos, fruto delpensamiento de Dios, en cuya cima se si-túan el hombre y la mujer, creados a ima-gen y semejanza del Creador para “llenarla tierra” y “dominarla” como “adminis-tradores” de Dios mismo (cf. Gn 1,28).

El drama, el rechazo, la paradoja.Sin embargo “la luz brilló en las tinie-blas, y las tinieblas no la comprendie-ron” (Juan 1,5); “La luz verdadera queilumina a todo ser humano estaba vinien-do al mundo. En el mundo estaba, elmundo existió por ella, y el mundo no lareconoció. Vino a los suyos (a su casa) ylos suyos no la recibieron” (Juan 1,19-11). ¿Cuáles son las tinieblas que no lacomprendieron y quienes son los suyos queno la recibieron? ¿Serán los representan-tes de las grandes potencias que se re-unieron en Copenhague los responsablesdel recalentamiento global? Este es el temadel próximo número.

Cordialmente.P. Julio, omv

Una señora pidió a un sacerdote que fuera a su casa a haceruna oración por su padre enfermo.

Cuando el sacerdote llegó a la habitación encontró al enfermoen cama con la cabeza alzada por un par de almohadas.

Junto a la cama había una silla. El sacerdote pensó que la sillaera para él. Esto le hizo pensar que el enfermo le esperaba.

–Supongo que me estaba esperando –le dijo.–No, –respondió el enfermo. –¿Quién es usted?–Soy el sacerdote que su hija ha llamado para atenderle y para

orar por usted. Al llegar y ver la silla vacía al lado de su camasupuse que usted sabía que yo iba a venir a velo.

–Oh, sí, la silla –dijo el enfermo...– ¿Le importa cerrar la puerta?El sacerdote, sorprendido, la cerró.–Nunca le he dicho esto a nadie, pero... toda mi vida la he

pasado sin saber cómo orar. Cuando he estado en la iglesia heescuchado siempre que se debe orar y los beneficios que laoración trae. Sin embargo, siempre esto de orar me entraba porun oído y me salía por el otro, pues no tengo idea de cómohacerlo. Entonces, hace mucho tiempo, abandoné por completola oración.

Esto ha sido así en mí hasta hace unos cuatro años, cuandoconversando con mi mejor amigo, me dijo:

–José, esto de la oración es simplemente tener una conversa-ción con Jesús. Así es como te sugiero que lo hagas. Te sientasen una silla y colocas otra silla vacía enfrente de ti. Luego, confe, miras a Jesús sentado delante de ti. No es algo alocado elhacerlo, pues él nos dijo: “Yo estaré siempre con vosotros”. Por

lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como loestás haciendo conmigo ahora mismo.

Lo hice una vez y me gustó tanto que lo he seguido haciendounas dos horas diarias desde entonces. Siempre tengo muchocuidado de que no me vea mi hija pues me internaría de inmedia-to en una casa para locos.

El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijoa José que era muy bueno lo que había estado haciendo y que nocesara de hacerlo. Luego hizo una oración con él, le dio la ben-dición; le ungió con el santo Crisma; le bendijo y se fue.

Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote:–Mi padre ha muerto –le dijo.El sacerdote le preguntó:–¿Falleció en paz?–Sí –respondió la hija–. Cuando salí de la casa a eso de las dos

de la tarde me llamó y fui a verlo a su cama. Me dijo lo muchoque me quería, y me dio un beso. Cuando regresé de hacer lascompras, una hora más tarde, ya lo encontré muerto.

Y añadió la hija: –Pero hay algo extraño en su muerte. Aparen-temente, justo antes de morir, se acercó a la silla que estaba allado de su cama y recostó su cabeza en ella. De hecho, así loencontré. ¿Qué cree usted que pueda significar esto?

El sacerdote se secó las lágrimas de emoción y le respondió:“Ojalá que todos nos pudiésemos ir de esa manera”.

Por Nicolás CaballeroExtraído de “¿Quién me reflejará la luz?”

El arte de conversar con Dios

Círculo sentimental

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“Derecho Viejo” Página 7

El dramático panorama que ofrecenuestro mundo actual da motivo de pre-ocupación constante a pensadores de to-das las latitudes, de todos los niveles. Endiferentes variaciones, mediante diferen-tes formas de expresión, se ha abierto pasola evidencia de que la característica prin-cipal de la época que vive la humanidades, antes que nada, la incertidumbre. Nose trata de la tremenda inseguridad en queviven los pueblos sometidos a la perma-nente guerra psicológica, desde el adve-nimiento de la era atómica. El acento de laincertidumbre se inicia en una revoluciónmental mucho más profunda: la insólitaaparición de la teoría de la relatividad y desus consecuencias directas e indirectas enel campo de la física moderna, de la filo-sofía moderna y en última instancia de lavida práctica. Al tambalear y caer los an-tiguos valores tan sólidamente estableci-dos, al perder su vigencia las leyes de lalógica y los resultados del raciocinio, unapenetrante incertidumbre se apodera ne-cesariamente del estado mental colectivo.La desaparición de los límites entre mate-ria y energía, entre tiempo y espacio, en-tre razón y fe, nos obliga a movernos so-bre una cuerda floja interminable. Ahorabien, curiosamente, hace ya muchos si-glos que las disciplinas Zen obligan a susadeptos, deliberadamente, a caminar so-bre esa misma cuerda floja. Hace siglosque el Zen educa a sus discípulos ense-

ñándoles, justamente, a vencer las barre-ras del racionalismo.

En el terreno de la psicología profun-da, nuestro tiempo ha descubierto -Freuden primer término- la inmensa preponde-

rancia de los factores inconscientes so-bre los conscientes. La consecuencia fue,aquí también, por lo pronto, una hondaacentuación de la incertidumbre de la vidahumana. Y hace muchos siglos ya que lasdisciplinas Zen enseñan a trascender laconciencia: conducen a superar la incer-tidumbre en un plano situado más allá delo consciente, o sea, en lo inconsciente.Las afinidades con la teoría y la prácticadel psicoanálisis son así de sorprenden-tes. (...) Pero, por sobre todo, así comoen Occidente se hace sentir, cada vez más,la necesidad de un puente entre la razón ylo irracional, como medio indispensable

para superar el caos, análogamente crecetambién la necesidad de un enlace entreOriente y Occidente, quizás como pro-mesa de solución. Es en función de estaapremiante necesidad que el Zen oriental

proporciona a Occidente, enlos últimos lustros, un instru-mento de enlace sumamentevalioso, puesto que el Zen, sinllamarse Zen, aparece espon-táneamente tanto como ma-nifestación de la vida y cultu-ra occidental como de laoriental, y ofrece una comple-mentación que va mucho másallá de la simple atracción delos contrarios. Una atracciónque impulsó a uno de los in-telectos más finos de nuestro

tiempo, Cyril Connolly, a expresar la si-guiente reflexión: "La acción es la verda-dera finalidad de la religión de Occidente,la contemplación la del Oriente; de ahí queel Occidente esté tan necesitado de bu-dismo o de taoísmo o de yoga, y el Orien-te de comunismo, o de cristianismo mus-culoso. Y es eso justamente lo que uno yotro están adquiriendo. Por la ley de atrac-ción de los contrarios, nosotros traduci-mos el Tao-Te-King y el Bhagavad-Gita,y ellos el Manifiesto Comunista". Seme-jante cotejo es cada vez más actual, sobretodo a medida que vamos descubriendopor un lado la sabiduría práctica de apli-

cación universal de los orientales, y por elotro los ingredientes cada vez más nota-blemente religiosos en el campo del pre-tendido materialismo. Lo cierto es quenosotros traducimos hoy con predilecciónla literatura y la filosofía inspiradas en elZen, y ellos traducen con no menor avi-dez, aparte de la literatura señalada porConnolly, el pensamiento existencial, lapsicología profunda y aquella literaturaoccidental que de algún modo participadel aliento del Zen, desde la antigüedadhasta nuestros días.

Quisiera insistir en este hecho: que laevidente atracción que esta extraña y ful-gurante luz del Extremo Oriente ejerce so-bre el mundo occidental tiene su fundamen-to en la incertidumbre vital que constituye lacrisis del hombre de nuestros días.

Ello explica plenamente la fascinaciónexperimentada ante las revelaciones delZen. Porque la enseñanza del Zen, másque una enseñanza religiosa o filosóficauna disciplina destinada a la vida, a losactos comunes de la vida, tiene por metajustamente la educación de una capaci-dad específica dedicada a la superaciónde la incertidumbre. Acaso, en última ins-tancia, sea éste el fin de toda filosofía, detoda psicología: superar -o tolerar- la in-certidumbre.

El Zen y la crisis del hombre

Por D. J. Vogelman"El zen y la crisis del hombre"

Hacer todo consciente

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“Derecho Viejo”Página 8

Aunque la “pastoral” organizada hayadescuidado la enseñanza sistemática de laoración, la Iglesia siempre ha tenido unaconciencia suficientemente clara de su serorante. Siempre ha sabido que su natura-leza, esencialmente religiosa, es “orar yenseñar a orar”.

“[El fin primordial de la Iglesia] es ense-ñar a orar. Si queremos saber lo que hace laIglesia, debemos advertir que es una escue-la de oración.” F. Juberías.

La Iglesia siempre ha orado y enseña-do a orar; siempre ha estado educandoesa elemental, y, al mismo tiempo, esen-cial postura de estar ante Dios, abierto asu influencia, aunque de mil modos.

La palabra, el canto, el gesto, el silen-cio han sido los grandes parámetros enlos que la Iglesia ha ido poniendo todo “loque sabía de Dios”.

“El sumo bien está en la plegaria y en eldiálogo con Dios, porque equivale a una ín-tima unión con él”. San Juan Crisóstomo

En un documento sobre la Formaciónen los Institutos religiosos, se dice:

“A pesar de la insistencia que pone elpresente documento en la dimensión cultu-ral e intelectual de la formación, la dimen-sión cultural e intelectual de la formación, ladimensión espiritual sigue siendo priorita-ria. La formación religiosa, en sus diferentesfases, inicial y permanente, tiene como obje-tivo principal sumergir a los religiosos en laexperiencia de Dios y ayudarles a perfeccio-narla progresivamente en su propia vida”.

En este mismo documento se recuer-da a los formadores que, si bien han deayudar a los jóvenes a discernir su voca-ción en la fase inicial, su papel fundamen-tal es el de:

“... ayudar[les] a... orientar su diálogopersonal con Dios...”

La vida religiosa necesita orientaciónbásica desde los comienzos; y hay quemantenerla a lo largo de todo el procesoformativo con discernimiento, disciplinay creciente actualización de los fundamen-tos de nuestra respuesta religiosa, la fe.

Sin fe es impensable la oración. La for-mación tiene que actualizar permanente-mente la fe, en un diálogo amoroso conDios, de lo contrario la vida religiosa essólo una institución jurídicamenteestructurada, pero un perfecto cadáver.

¡Una magnífica regla de oro!“La fidelidad a la oración o el abandono

de la misma son el paradigma del vigor o delocaso de la vida religiosa”. Pablo VI

Se recuerda particularmente, a los re-ligiosos:

“La oración diaria, hecha con fidelidad,

sigue siendo para cada uno y para cada unade los religiosos y de las religiosas una ne-cesidad primaria y, por lo mismo, debe ocu-par el primer puesto en sus Constitucionesy en su vida”. Pablo VI

El nuevo Código de Derecho Canó-nico (1983) de la Iglesia afirma:

“La contemplación de las cosas divinasy la unión asidua con Dios en la oracióndebe ser el primero y principal deber de to-dos los religiosos”.

Siento una elemental rebeldía cuandoreleo este canon; y no porque lo crea equi-vocado; sólo me parece corto. Entiendeque en este momento está hablando a losreligiosos, pero lo que dice es deber detodo cristiano, y no sólo de los religiosos.Todos necesitamos restablecer la escalade valores que promulgó Dios en los man-damientos. Orar es un mandamiento: “bus-cad mi rostro”. Es el primer mandamiento.

Las mayores oportunidades generan lasmayores responsabilidades. Por eso hayuna insistencia, relativamente lógica, res-pecto a la vida religiosa.

“Cuando se aborda la vida religiosa hayque empezar por hundirse en Dios”. J. Leclerq

Y aun esta afirmación es esencial ex-tenderla a todo cristiano. Hundirse en Dioses el primero y principal deber de todocristiano. Todos necesitamos “respirar” elaire de Dios.

“Para conservar bien nítida la percepciónde la vida consagrada, se requiere una vi-sión profunda de fe, y esta se sostiene y sealimenta mediante la oración... Sin la oración,la vida religiosa pierde su significado y noconsigue su finalidad”. Juan Pablo II, 7 demarzo de 1980

Afirmé en una ocasión algo que me es-tremeció a mí mismo cuando lo pensé.Lo comentaba con un obispo amigo. Pue-de haber personas, e, incluso, institucio-nes, que pueden estar muy vivas desde elpunto de vista de la eficacia institucional(obras, colegios, publicaciones, misiones,hospitales, parroquias...), pero puedenestar teologalmente debilitadas.

La vigilancia, particularmente en asuntode tanta importancia, es fundamental, paraque no sea verdad en nosotros la palabrade Dios:

“Yo sé todo lo que haces, y sé que es-tás muerto aunque tienes fama de estarvivo. Despiértate y refuerza las cosas quetodavía quedan, pero que ya están a puntode morir, pues he visto que lo que hacesno es perfecto delante de mi Dios. Recuer-da, pues, la enseñanza que has recibido;síguela y vuélvete a Dios. Si no te mantie-nes despierto, iré a ti como el ladrón, cuan-do menos lo esperes”. (Ap 3, 1-3).

Es consoladora y reconfortante la ma-nera que la Iglesia tiene de presentar elapostolado. No cae en el reduccionismode pensarlo como “actividad apostólica”única ni primariamente.

“El apostolado de todos los religiososconsiste principalmente en el testimonio desu vida consagrada, que ha de fomentar conla oración y la penitencia”. Código de Dere-cho Canónico

Lo considero alucinante y un impor-tante cambio de perspectiva. De esta ma-nera también quien está impedido puedeser apóstol. Tal vez alguien piense, al leerlo,que es cosa “sabida”, incluso unaobviedad. No todos tienen esa misma ideani la misma experiencia.

En relación con la vida sacerdotal, la Igle-

sia tiene la clara conciencia de que el sacer-dote es, ante todo, “hombre de oración”.

“Este [el sacerdote] no es solamente elhombre de acción que se dedica al bien deaquellos que le están confiados; es, antetodo, el hombre de la oración; (...)hombre deDios; ser hombre de Dios significa ser hom-bre de oración”.

Es necesario referir una sutil denunciaprofética:

“Muchas de las crisis espirituales y mo-rales de personas educadas e integradas endiversos niveles en el organismo eclesiásti-co, se deben al debilitamiento y, quizás, a lafalta de una regular e intensa vida de ora-ción”. Juan Pablo VI, 20 de agosto de 1969

La vida sacerdotal exige una perma-nente vigilancia evangélica.

Si un sacerdote está sumergido en unaloca marcha de actividad pastoral, sin res-paldo de silencio, de paz y sin una rele-vante experiencia del “hecho religioso”,de oración, no podrá vivir el gozo de suvida sacerdotal.

“Un peligro constante para los sacerdo-tes, aun celosos, es sumergirse de tal maneraen el trabajo del Señor que olviden al Señordel trabajo. Debemos encontrar tiempo, de-bemos crear tiempo para estar con el Señor”.Juan Pablo II, 1 de octubre de 1979

Recuerdo a uno que me decía, des-pués de recuperar la oración: “He recupe-rado la alegría de ser sacerdote”.

Frecuentemente, nos es necesaria una“cura de reposo”. Necesitamos preservar-nos lúcidamente y sin excusas de esa “en-fermedad” que G. Bernanos describíacomo el tratamiento necesario de una “en-fermedad” que frecuentemente se vive sinagobio: “Poco a poco, me di cuenta conhorror, que había dejado la oración”.

Cuando la Palabra va impregnando consu silencio nuestras palabras, santifi-cándonos, al mismo tiempo que libe-rándonos, cuando se requiere, de la “nar-cosis (narké- letargo, narkoo-adormecer)verbal” . Es bella la palabra, el don de lapalabra, pero no podemos olvidar su ca-rácter relativo y el peligro que tenemos desustituir la realidad por las palabras.

“...fascinados por las palabras” (sobretodo por esa gran ‘palabra publicitaria’,dominada por el más fuerte, pero que hamatado, en gran medida, la ‘palabra ínti-ma’, dicha en soledad y formulada de pasoy como camino hacia el silencio), pode-mos alejarnos de ese necesario punto si-lencioso, donde las palabras mueren ydonde la “experiencia” sin palabras, com-pleta nuestra aproximación al misterio. Laspalabras surgirán con unción de haberlas“pasado” por la experiencia quieta de es-tar con la Palabra. Y, de manera particu-lar, esto se le exige al sacerdote, tan que-rido de Dios.

“El sacerdote debe desarrollar el gustopor la oración, el deseo y, al mismo tiempo,la voluntad de orar”. Juan Pablo II

Esta vida llena de sentido, a partir dela oración, hay que prepararla desde losseminarios. Así lo afirma un documentode la Iglesia sobre la formación:

“Es, pues, muy importante que los can-didatos al sacerdocio sean formados en laoración. En primer lugar deben adquirir elconvencimiento de que la oración es ne-cesaria para su vida sacerdotal y para suministerio”.

Es buena la observación:“Me parece prudente y parte de un ‘ins-

tinto’ de supervivencia el ‘guardar nuestralucidez y preservar nuestra posición sobretodas las cosas esenciales’” (B. H. Levy).

Nuestros místicos fundan todo enla oración.

Creo que la proliferación de estímulosde oración, hoy abundantes, son frecuen-temente insuficientes.

Naturalmente que Dios se acomoda atodos; y, por otra parte hay personas a lasque les basta “su charquito de agua paraniños” (Santa Teresa), pero hay personascon una gran capacidad de oración, a lasque hay que orientar y estimular. No bas-ta con afirmar con un autor moderno, biensituado en la apreciación de muchos.Cuando se refiere a la situación actual delmundo “de moda” de la oración, bien po-dríamos descubrir la actividad del Espíri-tu, pero también cree que hay algo que sedebe corregir.

“Algunos.... multiplican [las escuelas deoración y meditación, que se ven florecerhoy día], sin darse cuenta de que viven másla moda del consumo que la de la asimila-ción”. J. Lafrance.

Ya san Juan de la Cruz denunciaba si-tuaciones, que bien podrían repetirse hoy.Creo que, en realidad es algo de lo quepasa. Hay personas orantes que

“Nunca acaban de dar en la substancia ypureza del bien espiritual, ni van por tan de-recho camino y breve como podrían ir”. SanJuan de la Cruz.

Si la oración es esencial; vértice quedefine la naturaleza profunda de la Igle-sia, será urgente el dedicar el mejor es-fuerzo a orar y enseñar a orar.

“Cuando quieras reconstruir en ti aque-lla morada que Dios edificó en el primer hom-bre, adórnate con la modestia y la humildady hazte resplandeciente con la luz de la jus-ticia; decora tu ser con buenas obras, comocon oro acrisolado, y embellécelo con la fe yla grandeza de alma, a manera de muros ypiedras; y, por encima de todo, como quienpone la cúspide para coronar un edificio,coloca la oración, a fin de preparar a Diosuna casa perfecta...” San Juan Crisóstomo

“Si no rezas, algo se romperá entre no-sotros”, dijo el Señor a una persona quehuía de la oración. Lo contrario es másbello y esencial.Extraído de “¿Quién me reflejará la luz?”

La Iglesia, escuela de oración

PorNicolás Caballero,

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“Derecho Viejo” Página 9

¿La meditación implica un método, unsistema, cuando ustedes lo examinan? Hayuna persona que dice: “Haz estas cosas,practícalas día tras día por doce, veinte,cuarenta años, y finalmente darás con larealidad”. Vale decir que uno practica unmétodo cualquiera; pero, ¿qué sucede enla práctica de un método? Sea lo que fuereque hagan, si lo hacen como una rutinacotidiana, a una hora determinada, senta-dos con las piernas cruzadas o en la camao paseando, si lo repiten día tras día, lamente se vuelve mecánica. Cuando ven laverdad de eso, ven entonces lo que impli-ca todo cuanto es mecánico, tradicional,repetitivo, y comprenden que ello signifi-ca conflicto, represión, control. Unamente que ha sido embotada por unmétodo, no puede ser inteligente, nipuede estar libre para observar.

Tenemos el Mantra yoga, que fue in-troducido desde la India. Y en el mundocatólico también tienen ustedes el Ave Ma-ría repetido cien veces, lo cual se practi-ca con un rosario. Evidentemente, mien-tras uno está haciéndolo, la mente se aquie-ta. Una mente torpe puede ser aquietadamediante la repetición de palabras, y estoprovoca extrañas experiencias, pero talesexperiencias carecen por completo de sig-nificación. Una mente superficial, teme-rosa, ambiciosa, codiciosa con respectoa la verdad o a la prosperidad en este mun-do, una mente semejante, por mucho quepueda repetir alguna palabra que llamansagrada, permanece siendo superficial. Siustedes se han comprometido profunda-mente, si han aprendido acerca de sí mis-mos mediante una atención lúcida y sinopciones, y han echado los cimientos dela virtud, que es orden, son libres y noaceptan ninguna de las llamadas autorida-des espirituales (aunque es obvio que uno

debe aceptar ciertas leyes de la sociedad).Entonces sí pueden ustedes descubrir

qué es la meditación. En la meditaciónexiste una gran belleza; si conocen la me-ditación, verán que es una cosa extraor-dinaria. La meditación, no “cómo medi-tar”. El “cómo” implica un método, porlo tanto, no pregunten nunca “cómo”;hay personas demasiado dispuestas aofrecer un método. Antes bien, la medi-tación consiste en darse cuenta del temor,de las implicaciones y de la estructura ynaturaleza del placer; la meditación esla comprensión de uno mismo y, por lotanto, significa echar los cimientos del or-den –que es virtud– en el cual existe esacualidad de disciplina que no es represiónni imitación ni control. Una mente así se halla,entonces, en un estado de meditación.

Meditar implica ver muy claramen-te, y no es posible ver claramente ni estarpor completo involucrado en lo que unove, cuando hay un espacio entre el obser-vador y la cosa observada. O sea, cuandoustedes ven una flor, la belleza de un ros-tro, el hermoso cielo de un atardecer o unpájaro en vuelo, existe un espacio –no sólofísico, sino psicológico– entre ustedes yla flor, o entre ustedes y la nube plena deluz y de gloria. Psicológicamente, hay unespacio. Cuando existe ese espacio hayconflicto; y ese espacio es un productodel pensamiento, que es el observador. ¿Al-guna vez han mirado una flor sin el espa-cio? ¿Han observado alguna vez algo muybello, sin el espacio entre el observador ylo observado, entre ustedes y la flor? No-sotros miramos la flor a través de unapantalla de palabras, a través de la panta-lla del pensamiento, del agrado o el des-agrado; la miramos deseando tenerla ennuestro jardín, o diciendo, “¡Qué cosa tanbella!”. En esa observación, mientras mi-

ramos, está la división creada por la pala-bra, por nuestro sentimiento de agrado,de placer, y entonces existe una divisiónentre nosotros y la flor, de modo que nohay una percepción intensa. Pero cuandoel espacio no existe, vemos la flor comojamás la hemos visto antes. Cuando nohay pensamiento, cuando no hay infor-mación botánica acerca de la flor, cuandono hay agrado ni desagrado sino tan sóloatención completa, entonces el espaciodesaparece y, por lo tanto, está uno en re-lación completa con esa flor, con ese pájaroque vuela, con la nube o con ese rostro.

Y cuando existe una cualidad así de lamente, cualidad en la que el espacio entreel observador y la cosa observada des-aparece y, por ende, la cosa es vista muyclaramente, con pasión e intensidad, en-tonces ésa es la cualidad del amor; y conese amor, hay belleza.

Cuando ustedes aman intensamentealgo –no a través de los ojos del placer oel dolor– cuando realmente aman, el es-pacio desaparece, tanto física como psi-cológicamente. No hay yo y tú. Cuandouno llega tan lejos en esta meditación, des-cubre esa cualidad del silencio que no esel resultado del “pensamiento que buscael silencio”. Son dos cosas diferentes, ¿noes así? El pensamiento puede aquietarse así mismo; no sé si alguna vez lo han in-tentado. Luchamos contra el pensamien-to porque vemos muy bien que, a menosque esté quieto, no hay paz ni en el mun-do ni interiormente, no hay felicidad. Enconsecuencia, tratamos de aquietar lamente de diversas maneras: mediante dro-gas, tranquilizantes, mediante la repeticiónde palabras. Pero el silencio de la men-te que es aquietada por el pensamien-to, no puede compararse con el silen-cio que surge de la libertad, libertad con

respecto a todas las cosas de que hemoshablado. En ese silencio, que es una cua-lidad por completo distinta del silencioproducido por el pensamiento, hay unadimensión diferente. Es éste un estadodiferente que ustedes tienen que descu-brir por sí mismos; nadie puede abrir lapuerta por ustedes, y no hay palabra nidescripción que pueda medir lo que esinmensurable. Por lo tanto, a menos queuno emprenda realmente este largo viaje–que no es largo en absoluto sino instan-táneo– la vida tiene muy escaso significa-do. Pero si hacen ustedes ese viaje, des-cubrirán por sí mismos aquello que essagrado.

¿Desean formular preguntas? ¿No eseste silencio mejor que las preguntas? Siestán ustedes interiormente quietos, tie-nen entonces amor y belleza, la bellezaque no está en el edificio, en el rostro,en el bosque, sino en el propio corazónde uno. Esa belleza no puede ser descri-ta, está más allá de la expresión. Y cuan-do uno tiene eso, ya no hay ninguna pre-gunta que necesite ser formulada.

Extraído de “Usted es el mundo”

La meditación: ¿qué es?

No son un pasatiempo, no son un lu-gar de reposo, no son conferencias nimesas redondas; especialmente no songrupos de oración, ni grupos de auto-ayuda.

No son tareas que se realizan parasentirse mejor, ni para despertar un po-tencial que se manifieste en la vida desuperficie. Los talleres de “DerechoViejo” son un lugar de trabajo, dondenos encontramos con disciplina, organi-zación y perseverancia; todo esto ennuestro interior.

Buscamos la conciencia, nos busca-mos a nosotros mismos. Tratamos deser los que “tenemos oídos para oír yojos para ver”.

"DERECHO VIEJO"TALLERES DE DESPROGRAMACIÓN Y ORDENAMIENTO (LIBRES Y GRATUITOS)

¿Qué son los talleres de “Derecho Viejo”

Un programa de radio para escuchar...ahora también por Internet

Todos los Sábadosde 8 a 12

Por AM 750:Radio DEL PUEBLO

5272-2247www.

amradiodelpueblo.com.ar

Nos vamos transformando en lo quesiempre fuimos y nunca dejamos de ser.Dejamos el ser condicionado y buscamosla des-programación.

Vamos siendo conscientes de que es-tamos más allá del tiempo y del espacio.No les sirven a los curiosos ni a los impa-cientes. Vamos cayendo en la cuenta deque al abandonar nuestras prerrogativasinstintivas y racionales nos abrimos almisterio, misterio que siempre seguirásiendo incognoscible, pero que nos habráabsorbido haciéndonos parte de él. Cons-cientizamos que lo que nace muere, en lavida de superficie y al mismo tiempo so-mos partícipes del secreto de que lo queno nace, no muere (nuestra vida de pro-

fundidad).Descubrimos que lo que llamamos vida

después de la muerte, se vive ahora, en elpresente. La eternidad no está en el futu-ro ni en el pasado. Tampoco pertenece ala naturaleza del tiempo, sino que es unadimensión del “ahora” y del “para siem-pre”. El simbolismo de los mitos habla

directamente a nuestra psiquis; y por úl-timo llegamos a la conclusión de que elfin del mundo, tan mentado en las dife-rentes mitologías y profecías de todoslos tiempos, no es un acontecimiento his-tórico, sino que coincide con la irrup-ción del Reino de Dios en cada uno denosotros.

Todos los Lunesde 19 a 23

Por AM 930:Radio NATIVA

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Todos los Domingos de 9 a 13

4803-4434 Int. 120www.amlamarea.com.ar

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Por FM 102.7:Radio GBA de Morón

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Castelar, prov. Buenos AiresAlmafuerte 2682Sábados de 17 a 19

Ciudad Autónoma deBuenos Aires

Corrientes 1680 1ª PisoLunes de 14 a 16 hs.Sábados de 14 a 16 hs

En el profundo silencio de estar sin decir nada,todo ocurre. No lo veo, pero me quema la cara.

N. Caballero

Por Jiddu Krishnamurti

Sin brujos, sin hadas, sin ángeles

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“Derecho Viejo”Página 10

La llanura de Esparta, ¿es sensual y tier-na- sus laureles rosas y sus limoneros tie-nen un perfume embriagador-, o bien todosu encanto se desprende del cuerpo milveces amado de Helena?

Sin duda, el Eurotas no tendría hoy estaseducción corruptora si no alcanzara,como un “afluente” de Helena, el mito in-mortal. Tierra, mares, ríos de grandes yqueridos nombres, se unen y se arrojan,inseparables en lo sucesivo en nuestrocorazón. Ya que por donde ha pasado lacriatura que ha inspirado a un gran poeta-Helena, Prometeo, Desdémona-, la orillaflorece eternamente, la piedra grita eter-namente, el sauce se inclina y se baña eter-namente en el río.

Cuando seguís las humildes orillas delEurotas, os parece que vuestras manos,vuestros cabellos, vuestros pensamientosse impregnan del perfume de una mujerimaginaria, pero mucho más real, más tan-gible que la mujer que amáis y tocáis.

Es el atardecer. Me paseo a lo largo delEurotas, cansado pero feliz. No quiero le-vantar los ojos, por saber que si mi mira-da se encontraba con el Taigeto, toda mialegría me abandonaría. Este primer atar-decer quería pasarlo solo con el lejano einmortal perfume de Helena. Desde luego,yo no había venido por ella, pero siemprees un deber para el hombre olvidar por unmomento su meta, por importante que éstasea, a causa de Helena. Puede ser- ¿quiénsabe?- que este momento de infidelidad seael más seguro de los botines en esta tierra,Jamás carne alguna ha permanecido tanfirme, tan dulce como esta sombra crea-da por Homero. Jamás carne alguna hapermanecido tan fecunda.

Cuando los griegos, como dice la le-yenda, fueron a saludar al sabio nacido enel Ganges y a preguntarle el remedio quecuraría a su patria, sumida en la anarquía,los severos ascetas de Buda los acogieroncon alegría y uno de ellos dijo:

El asceta: “Así son los griegos, eter-nos hijos de la imaginación, peces aturdi-dos que, agitándose en la red del pesca-dor, creen nadar libremente en el mar in-menso. Su historia no es más que un sue-ño constituido por mar azul, campos po-bres, barcos y caballos. Con estos elemen-tos inexistentes, representan, trabajan ycrean en su sueño guerras, dioses, leyes eideas.

“¡Desgraciados! Durante años luchas-teis en Troya por Helena y jamás os dis-teis cuenta de que luchabais solamente porsu sombra.

Armasteis navíos y os pusisteis en ca-mino con jefes, profetas y caballos. Via-jasteis durante vuestro sueño. Divisasteisuna ciudadela, estabais inflamados ygritasteis:¡He aquí Troya!”

Y como distinguisteis algunos puntosnegros que se movían sobre las murallasde las ciudadela, gritasteis: “¡He aquí nues-tros enemigos!”

Y vuestras sombras se mezclaron enel suelo, después se separaron y, nueva-mente, se mezclaron durante diez años!

Y todo esto, desgraciados, no era másque un juego de luz y sombra. Helena, porla que derramasteis vuestra sangre, vivía,intacta, invisible, muy lejos, en un temploa la orilla del Nilo. Y no era más que suídolo lo que sitiaba en Troya.

Era Mara, el Espíritu del Mal, el quehabía creado la ciudadela y los navíos y la

generosidad, y la cólera de Aquiles, y vues-tros corazones que gritaban venganza ypillaje. O, como vosotros os jactáis: ven-ganza y libertad”.

Y entonces, me imagino que el prime-ro de los dos griegos contestó más o me-nos esto:

Primer griego: “¡Si Helena no fue másque una sombra, bendita sea esa som-bra! Porque al luchar por ella, hemos en-sanchado nuestro espíritu y fortalecidonuestro cuerpo. Al regreso a nuestro país,nuestro corazón estaba lleno de aventu-ras y de valor; nuestros barcos estabanrepletos de copas de bronce, de telas bor-dadas y de mujeres de Oriente.

Durante diez años, hemos dado nues-tra sangre a esta sombra, para que bebien-do en abundancia de ella, recuperara fuer-zas y volviera de Egipto, para que la carnehumana se coagulara de nuevo, sagrada ycaliente, alrededor de ella.

Y después de diez años de súplicas yde lucha, ella vino.

Y cuando Menelao, llevándolo en bra-zos, salió del palacio en llamas, pasó por

encima del cadáver de Príamo, franqueóel umbral de Troya, pisó los guijarros dela orilla, penetró en el agua hasta la cinturay depositó a Helena en su nave, los grie-gos quedaron deslumbrados por la bellezade esta mujer incomparable.

Estos diez años resplandecieron en susespíritus como un solo momento y todaslas montañas de Grecia fueron iluminadas,súbitamente inundadas, se dijo, por un solque anunciaba la gran nueva.

Los siglos han pasado, pero Helena,inmortal, vive en las canciones, tiene susitio a la mesa de los señores y en lasreuniones de los pueblos. Por la noche,sube a las camas de los recién casados -pues es ella la verdadera, la eterna despo-sada- y todas las mujeres de Grecia se ase-mejan a ella. ¡Es la novia de los griegos!”

Después, el segundo griego debió dehablar al asiático de la siguiente forma:

Segundo griego: “¡Los dioses sean loa-dos! Antes de que esto conmoviera nues-tro canto, Helena no era más que una som-bra entre las demás mujeres, Sin ningunaesperanza de inmortalidad en esta tierra.Se paseaba por el cañaveral del Eurotas,se sentaba delante del bastidor, daba órde-nes a las criadas, subía y bajaba los pelda-ños del palacio, igual que una sombra.Habría muerto como todas las demásmujeres y no habría quedado nada de ella.

Pero de pronto pasó el poeta y su can-to, levantándose como el mar, se la llevó.

He aquí como nosotros damos cuer-pos a las sombras. He aquí como nos ha-cemos más fuertes que la vanidad de lavida.

Toda la tierra, ascetas, se me aparececomo una Helena, sumergida en las lágri-mas y en los juegos, humeante al salir desu baño, inclinada, sigue a un hombre, elmás fuerte y, mientras levanta su pie, supequeño talón brilla, cubierto de sangre,como el de la Victoria.

Toda la vida, ascetas, es una sombra ysolamente el hombre fuerte, por el com-

Helena de Troyabate y por la sangre, puede hacerla su es-posa y fecundarla.

Y el monje budista debió de contestarmientras sonreía irónicamente:

El asceta: “Por el combate y por la san-gre, caéis todavía más irremediablementeen la trampa del Maligno. La verdaderaHelena, sabedlo bien, no es más que unasombra en la gran frente de lo Inexistente.

¡Oh vanos sueños de un espíritu ebrioy extraviado! ¿Hasta cuándo os enreda-réis en pequeñas cuitas y os contentaréiscon fáciles alegrías? ¿Hasta cuándo os re-torceréis como escorpiones entre las pin-zas de amor y de muerte de la tierra, elgran Escorpión?

Levantaos, expulsad a la pesadilla de lavida, despertaos, desarraigad el deseo,arrancad los corazones, gritad: “ ¡No quie-ro más!” Venid, os confundiréis con la tie-rra, con la buena lluvia, con el viento sa-grado. Os extenderéis al pie de los árbo-les, entraréis de nuevo en el seno de latierra. Regresaréis a vuestra patria”.

Y el primer representante de Greciadebió de contestar:

El primer griego: “Oigo a toda la tierra,montañas, ríos, árboles, animales, que megrita: ¡Dame un rostro, pues no quiero des-aparecer! Mírame: ¡quiero vivir!

Cuando estoy sobre la montaña y mirolas ruinas desde lejos, oigo un gran cla-mor que se levanta por encima de los már-moles como si en sus entrañas de piedrase encontraran dioses y hombres exten-diendo sus brazos en súplica para que yolos libertara.

Vosotros, los ascetas, os cruzáis debrazos y, ociosos, pensáis: ¡Helena noexiste, Helena no existe! Pero nosotros,los griegos, advertimos profundamenteque Helena significa luchar porHelena.

Autor: Nikos Kazantzakis

Desde lejos...

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“Derecho Viejo” Página 11

La guerra de Troya. Mucho se ha es-crito sobre el conflicto más conocido dela antigüedad. Varios historiadores dicenque fue la primer guerra mundial, y noestán del todo equivocados. Las grandespotencias militares de la época chocaronen las llanuras de Troya, unas atacando,las otras defendiendo.

A la guerra de Troya se le atribuyendos causas. La primera y más conocidafue el rapto de la reina de Esparta, Helena,de quien se decía que era la mujer máshermosa del mundo. La segunda causa,menos discutida pero no por eso menosinteresante, es que Zeus, el rey de los dio-ses, estaba asustado de la enorme canti-dad de hombres que había sobre la Tie-rra. Zeus temía que pronto los mortales,por no tener más lugar en el mundo, inva-dirían en poco tiempo el Olimpo y des-truirían a los dioses. Por este motivo, creólas circunstancias para la guerra, e hizoque los hombres luchasen encarniza-damente entre sí durante diez largos años.

El juramento de los pretendientesZeus tomó la forma de un cisne y

sedujo a la reina de Esparta, Leda, quedio a luz nueve meses después a dospares de gemelos: Cástor y Clitemnestra,de sangre mortal; y Pólux y Helena, desangre divina.

Con el paso de los años, la belleza deHelena se fue acentuando de tal manera,que opacó al resto de las mujeres. Estoatrajo la atención de numerosos preten-dientes... y problemas: Teseo, héroe y reyde Atenas, se enamoró perdidamente dela princesa espartana y la raptó.

La seducción de HelenaAfortunadamente, Cástor y Polux sa-

lieron inmediatamente en busca de su her-mana y lograron rescatarla luego de sitiarla ciudad de Atenas.

Tindáreo, el rey de Esparta, preocu-pado por la maldición que en suponía labelleza sobrenatural de su hija, y temien-do que los pretendientes que se aglome-raban en el palacio (en sumayoría príncipes y reyesgriegos) le declararan la gue-rra, buscó la solución entrelos sabios de Esparta.

Pero el consejo salvadorsurgió irónicamente de unode los mismos pretendien-tes: Ulises, príncipe del pe-queño reino de Itaca, habíaviajado a Esparta para co-nocer a la famosa princesa.Pero al ver la enorme canti-dad de pretendientes, la ma-yoría mucho más ricos ypoderosos que él, Ulises de-sistió de la idea de casarsecon Helena. Además, sabía muy bien queuna mujer así de hermosa sólo podía traerleproblemas a su marido. Así que la aten-ción de Ulises pasó de la hermosa Helenaa la prima de ésta, Penélope.

Desde pequeño, Ulises se había desta-cado por su astucia e inteligencia, virtu-des que nutrió y acrecentó bajo la tutelade su maestro, el centauro Quirón. Elpríncipe aprovechó la incertidumbre delrey espartano para proponerle el siguientetrato: si le concedía la mano de la prince-sa Penélope, no sólo lo ayudaría a encon-trar al esposo perfecto para Helena, sino

que también lograría que el resto de lospretendientes no le declarasen la guerra.

Tindáreo aceptó el trato, y Ulises re-unió a todos los pretendientes en el patiodel palacio, y les hizo jurar por los diosesque no sólo respetarían la elección del nue-vo esposo de Helena, sino que, además,si alguien osaba raptar a Helena del lado

de su legítimo espo-so, todos acudiríancon sus ejércitos pararescatarla. Comocada uno de los pre-tendientes creía ser elelegido, todos acepta-ron el juramento.

Helena misma eli-gió a su esposo entrelos muchos preten-dientes: el afortunadofue el príncipeMenelao. Agamenón,hermano mayor deMenelao y rey deMicenas, tomó a su

vez como esposa a la hermana melliza deHelena, Clitemnestra.

El rapto de HelenaMenelao estaba muy contento de ha-

ber conseguido a la mujer más bella delmundo y el trono de una de las mejoresciudades griegas. Al poco tiempo, él y suesposa Helena tuvieron una hija, a la quebautizaron Hermíone.

Un día, llegaron a Esparta desde lacosta oriental del Mediterráneo embaja-dores de la ciudad de Troya. Menelao,como buen rey, los recibió con la ma-

yor hospitalidad, y ofreció un enormebanquete en su honor. Entre los emba-jadores se encontraba el príncipe Paris.

Tiempo atrás, antes de ser reconoci-do como el príncipe perdido de Troya, aParis se le habían aparecido tres diosas,que lo habían obligado a juzgar a cuál con-sideraba más bella. Paris había elegido fi-nalmente a Afrodita, la diosa del amor, lacuál, contenta con su victoria, había pro-metido darle el corazón de la mujer máshermosa del mundo. Con el tiempo, Parisolvidó la promesa y creyó que lo sucedi-do había sido sólo un sueño.

Pero al entrar en el palacio de Esparta,y ver a Helena, Paris supo que estaba enpresencia de la mujer prometida. La diosaAfrodita bajó entonces del Olimpo e, invi-sible a los ojos mortales, susurró palabrasen el oído de Helena que hicieron que supecho se llenase de amor por el joven prín-cipe troyano. Aprovechando que Menelaodebió ausentarse por asuntos urgentes, losenamorados se encontraron a solas. Parisle confesó su amor a Helena, y le habló desu intención de llevársela consigo a Troyay hacerla su esposa. La reina espartanaestaba completamente intoxicada de amor,y respondió que sí a todo, renunciando asu esposo, a su hija, y a su patria. Con lacomplicidad de la oscuridad nocturna, Pariscargó rápidamente su barco, y zarpó aTroya llevando a bordo a su amada Helena...

Escribe:Federico Guerra

La guerra de Troya será una gue-rra tanto de mortales como de inmor-tales. Una parte de los dioses olímpi-cos (Zeus, Hera, Atenea, Hefesto,Tetis, entre los más importanes) es-tará a favor de los griegos, y la otra(Afrodita, Ares, Apolo, Artemisa) a fa-vor de los troyanos. Los dioses inclu-so intervendrán en las batallas parasalvar a sus hijos y héroes favoritosde la muerte segura. Tal es el casodel general troyano Eneas, quien fuerescatado de las lanzas enemigas aúltimo momento por su madre Afrodita,que lo levantó del campo de batalla ylo colocó en su templo en la ciudad.

Así, las batallas terrestres se darána la par de batallas celestes, como siunas fuesen el reflejo de las otras. Losdioses juegan a la guerra, los héroesmueren y sus almas se precipitan alHades para pasar la eternidad comomeras sombras de su vieja gloria.

Los mismos griegos remarcan eldetalle de que Helena debía estarbajo el hechizo de amor de la diosaAfrodita. Así Homero pone en boca dePenélope las siguientes palabras:"(...) la argiva Helena...no se hubierajuntado nunca en amor y cama conun extraño si hubiese sabido que losbelicosos aqueos habían de traerlanuevamente a su casa...Algún diosdebió incitarla a ejecutar aquella ver-gonzosa acción..." (Odisea). Al con-trario de esta interpretación oficial, lapoetisa griega Safo de Lesbos (630-570 a.C.) escribió que Helena esca-pó con Paris por su propia voluntad,

y no por capricho de los dioses.El amor como causa de las trage-

dias es un tema recurrente en la mi-tología griega. Varios dramaturgosclásicos lo han repetido en sus obras.Un caso parecido al de Helena es elde la de reina ateniense Fedra, queya veremos más adelante.

En todos estos casos, el amor es vis-to como una enfermedad de origen divi-no, que insta al "enfermo" a ir en contrade su propio raciocinio. Es el eterno con-flicto entre corazón y cabeza.

Hay una historia muy curiosa rela-

cionada con el rapto de Helena: al-gunas fuentes (como Eurípides en suobra "Helena") dicen que la Helenaque fue raptada y llevada a Troya noera la verdadera, sino una Helenahecha a partir de las nubes por Zeus.El historiador griego Heródoto escri-bió, de acuerdo a relatos que habríarecogido en Menfis (la capital del an-tiguo Imperio Egipcio), que la verda-dera Helena habría pasado el tiempode la guerra de Troya en Egipto.

Esta nueva versión daría una in-teresante vuelta de tuerca a la inter-

pretación tradicional: ¿Acaso los grie-gos y troyanos que lucharon durantetantos años estuvieron en realidadsufriendo por una ilusión, por algoinexistente? No, Helena es más queuna mujer secuestrada. Es el alma delantiguo pueblo griego, su fuerza y surazón de ser.

Hay entonces dos Helenas, la decarne y hueso, y la creada de nubes,de ideas, de sentimientos. Los grie-gos pelearon por la segunda, porquesabían que, en este caso, la ilusiónera más real que la realidad misma.

Tormentas, devastaciones, catástro-fes, desastres incontrolables… ¿Estamoshablando de fenómenos terrestres, quetanto lamentamos en estos días? No, noqueremos repetir las informaciones so-bre lo que ocurre en el mundo. Estamospensando en la situación social, en lossacudimientos y conmociones dentro dela existencia, en los sectores políticos,ideológicos, gremiales; en la pobreza, lamortalidad infantil, el desempleo, la de-lincuencia, los robos y crímenes, en unarealidad que parece haber roto con todaslas normas morales, la espiritualidad delos seres humanos. Recalco la palabra “es-piritualidad”, que resume nuestra conduc-ta, nuestra conciencia, nuestro compor-tamiento y, en fin, los valores denomina-dos “humanos” en un amplísimo sentidode experiencias y niveles de educación ocreencias.

Los males de hoy y los bienes de siempre

¿Qué podemos sentir ante todo lo quesucede y se presenta en los noticieros dela TV y en los medios de prensa? Horror,desolación, angustia, tristeza, desconcier-to. ¿Estamos “programados” –como diríaKrishnamurti- para esta forma de existir yproceder? ¿Somos seres salvajes,irracionales, abusadores, ambiciosos, sinsentimientos, sin una mínima perfecciónluego de siglos de supervivencia? ¿Se vivepara lo que estamos viendo cada día y encada período electoral, dentro de los sis-temas partidarios o estructuras culturalesque se han ido sucediendo?

Los males no son de ahora. Se han idodesarrollando con lentitud, creciendo poco

Escribe:Alberto Luis Ponzo

a poco, avanzando, invadiéndonos.Pero,al mismo tiempo, están ahí los bienes dela humanidad, como a la espera del finde tanta corrupción e injusticia, al iniciode otras condiciones que se implanten,sobre todo, para los que más necesitanprotección y seguridad, palabras éstasque se dicen con gran hipocresía y enun inmenso vacío sin ninguna solución.

En esos bienes nos reconoceríamoscomo debemos ser y vivir, en un mun-do donde “todos se unan / en una citauniversal de amor”, como pensaba elgran poeta peruano César Vallejo. Aun-que con hermosas palabras no basta paraalumbrar el panorama actual, con susinabarcables carencias, podemos confiaren una verdad de “carne y hueso”, en nues-tro interior, ya que sólo ahí puede verseuna luz definitiva y dispuesta para laeternidad.

...nos enseñan

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“Derecho Viejo”Página 12

Mensaje de Derecho Viejo

a la evolución destino del hombre

Periódico mensual. Director Dr. Camilo Guerra. Almafuerte 2629 Castelar (Bs. As.)T.E. 4629-6086 / 3089. - Diseño y diagramación propios. - Coordinación y publicidad:“Derecho Viejo” Producciones. - Registro de la Propiedad Intelectual Nº 2.365.486.Impreso en: PRINCASTEL 4629-2562 - Hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

Un periódico para pensar

“DERECHO VIEJO”Lejos del mundo. Cerca de los hombres

“GLORIA DEI, HOMO VIVENS” (LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE)

Escribe:Sebastián Guerra

Abogado - Psicólogo

Conocernos para empezar a vivir

www.sebastianis.com.ar

“La gente muerede tristeza,

de impotencia,de aburrimiento,y sobre todo porsobredosis de

intrascendencia”.

Cuando se carecede amor se habla

de derechosy de deberes.

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Una vez visitó un cristiano a un maestro Zen y le dijo: “Permíteme que te leaalgunas frases del Sermón de la Montaña”.“Las escucharé con sumo gusto”, replicó el maestro.El cristiano leyó unas cuantas frases y se le quedó mirando. El maestro sonrióy dijo: “Quienquiera que fuese el que dijo esas palabras, ciertamente fue unhombre iluminado”.Esto agradó al cristiano que siguió leyendo. El maestro le interrumpió y ledijo: “Al hombre que pronunció esas palabras podría realmente llamárseleSalvador de la humanidad”.El cristiano estaba entusiasmado y siguió leyendo hasta el final. Entonces dijoel maestro: “Ese sermón fue pronunciado por un hombre que irradiaba divi-nidad”.La alegría del cristiano no tenía límites. Se marchó decidido a regresar otravez y convencer al maestro Zen de que debería hacerse cristiano.De regreso a su casa, se encontró con Cristo, que estaba sentado junto alcamino. “¡Señor!”, le dijo entusiasmado, “he conseguido que aquel hombreconfiese que eres divino!”.Jesús se sonrió y dijo: “¿Y qué has conseguido sino hacer que se hinche tu‘ego’ cristiano?”

Anthony de Mello, sj

El maestro zen y el cristiano

Cuando estudiaba psicología llamó miatención, más de una vez, como estu-diantes –incluso avanzados en la carrera–experimentaban un cierto descreimientohacia las presuntas consecuencias físico/corporales del fenómeno mental.

Vale decir, a nadie se le iba a ocurrircuestionar las síntomas exteriores quepodía haber en una clásica histeriafreudiana, en tanto éstos quedaran en elterreno de lo elementalmente falseable. Osea, si se trataba de un fenómeno que sepudiera –digamos– “mentir” desde el ni-vel consciente, era de alguna manera creí-ble o posible que fuera falsificado porotra instancia psíquica (el inconsciente) ydesde allí vivido en el físico “como si”fuera un fenómeno del universo físico.

El problema era el alcance de la con-versión. Del "hasta dónde" un síntoma psipodía pasar a convertirse en un episodiogenuinamente orgánico.

O sea, cuando la cosa se trataba ya deun embarazo psicológico, las aguas se di-vidían por mitades entre quienes –cual cre-yentes ciegos en Freud– apostaban a sufactibilidad por vía de la confusiónintrapsíquica, convirtiendo a la portadorade una certidumbre mental previa de pre-ñez en una virtual madre sin crío, y quie-nes veían allí un fenómeno netamente de

error de codificación en los mensajes hor-monales y neurofisiológicos, luego inter-pretados por la mente que aceptaba la situa-ción física impuesta y se adecuaba a ella.

Mal que le haya pesado a más de uno,todo psicólogo ha debido comprender enalgún momento, más tarde o más tempra-no, más o menos acabadamente, que cuan-do en el campo “psi” se habla de “reali-dad” se está hablando fundamentalmentede “realidad psíquica”.

No hay nada que al acceder a la menteconstituya algo neta u objetivamente real.Siempre –aunque existiera en “el afuera”-al ingresar a la esfera mental estará me-diado por nuestros sentidos, por nuestrossesgos histórico culturales, etc. Entonces:lo que vemos, oímos, sentimos, percibi-mos, no es lo que es; y lo que pensamosque es, por iguales limitaciones, no es.

Claro que mucho profesional del que-hacer “psi”, a la hora de ver al pacientecomprende esto, pero cuando llega a sucasa, se saca el saco y se olvida de todoesto (tal vez por obra del instinto de su-pervivencia), y pasa a comportarse comosi la suya, fuera una objetiva visión de larealidad, y que si se enoja con su pareja ohijos eso nada tiene que ver con su pro-yección y demás defensas, y hasta me-nosprecia u obvia sus complejos e identi-ficaciones como si no operaran en sí mis-mo, como en los demás.

Por supuesto, un profesional “psi” ten-drá muchísimas armas adicionales paradefender su instancia egoica, invocandotecnicismos y argumentaciones teóricas,por las que intentar no ver aquello que ensí –y tal como en sus pacientes– está ve-lado.

Por eso, al grito de “en todas partes se

cuecen habas”, el profesional “psi” y latotalidad de sus pacientes, afrontan lamismísima dura tarea de ver más allá dela realidad que se presenta ante sus ojos.Levantar el velo es un trabajo para todos.Quien rehuye a conocerse más y más,pierde con cada día que pasa, un día depleno existir.

Simultáneamente, no debemos olvidarque es parte de nuestra condición ycondicionamiento el identificarnos a un“yo” mental, y es propio de nuestra for-mación cultural el experimentar en algúnmomento que un otro bien ama a ese yo,o lo ofende, o lo ignora. Y aprendemos aotorgarle a ese otro la virtualidad de in-fluir en nuestro estado de ánimo, ocasio-nando reacciones, y manteniéndonos asíen interminables circuitos de acción-re-acción y causa-efecto.

Parte de la labor de ver lo que hay de-bajo de la superficie yoica, supone el he-cho de no observar a ese “yo” como sifuera lo único que somos o lo único queexiste de nosotros, no permitiéndonosidentificarnos con él de modo absoluto,sino el ir pudiendo relativizarlo yrelativizarnos, verlo como lo que es: unamera instancia más (si se quiere: la másilusoria de todas).

Ese “yo” mental, tiene un correlato fí-sico, que no sólo se exterioriza en el quedirijamos conscientemente el paso, o quepodamos relajar a voluntad nuestra mus-culatura, o –con algo de entrenamiento–el ritmo cardiorrespiratorio. Pensemos enuna afirmación como: “me duele un pie”.Ella señala un “yo” (instancia mental) do-liente referida a un plano corporal. Pero:¿Duele el pie o le duele el pie al yo?

Si el pie doliera en sí mismo, no ha-bría sujeto doliente. Si el sujeto dolientefuera totalmente intrapsíquico, nos dole-ría el yo, no el pie. Y, si nos cortan el pie,ni una pizca del “yo” se va con él.

Hay entonces un yo identificado al pla-no físico. Nos duele el pie físico, identifica-do a un yo portador y propietario de todoaquello que le pase a ese pie, a “SU” pie.

Y, del mismo modo que hay un “yo”consciente y preconsciente que entrela-zan lo físico y lo psíquico, debemos sos-pechar que la instancia inconciente hacelo propio.

Entonces: ¿qué duda cabe que asícomo puede haber un acto fallido o unfurcio en lo verbal, puede haber un res-friado, una pulmonía o una infección per-mitidas, favorecidas u ordenadas desde elinconciente?

Acaso un acto fallido no constituye unfenómeno en el cual la consciencia quiereordenar la pulmones, músculos, cuerdasvocales, labios y boca moverse de unamanera, y se mueven de otra, diciendo loque “no se quiere” decir. ¿No es tan físi-

co ese fenómeno como el que se ordene auna célula reproducirse sin cesar, o si seordena a las defensas dejar de atacar alvirus invasor?

Y ¿qué duda cabe que si un otro tienela virtualidad de afectar con su comporta-miento hacia mi, mis emociones, mi esta-do de animo, también podrá causarme enel plano físico un regio dolor de cabeza,una gastritis o una lumbalgia?

¿Cómo entonces no va a haber curapor la palabra, si la palabra puede acen-tuar el grado de consciencia y avanzarsobre el terreno del inconsciente?

Es por esto, también, que lapsicosomática se vuelve un área de taninteresante exploración y aprendizaje. Por-que todos somos sujetos en los que lo quenos pasa por y desde dentro, se exteriori-za y plasma activa e inevitablemente en elcuerpo; y aun así –a veces- lo negamos…a veces seguimos pensando que la pala-bra afecta solo al discurso, y que en nadapuede rozar lo tangible. A veces supone-mos que un insulto o un destrato no pue-de pegar tan fuerte como un puñetazo enmedio del estómago, ni que nos puedematar tanto como una bala.

La tomista unidad sustancial de cuer-po y alma, parece -en ocasiones- seguirpasándonos tan desapercibida como lasinstancias del yo, y la interacción cons-ciente - inconsciente. Entonces nos per-mitimos notorios desbalances, y descui-damos el cuerpo tanto como descuidamosel alma. Nos desbocamos. Inflamos el egohasta niveles insostenibles o caemos endepresiones mayores. Nos atiborramos desustancias o nos pasamos de mambo. Nosvaciamos de sentido o nos llenamos debasura. Nos embroncamos en lugar deaprender a ajustarnos a las cosas y a laspersonas. Comemos hasta el hartazgo ovomitamos aquello que necesitamos. Vi-vimos desordenados. Perdemos la uni-dad armónica de nuestro ser.

Suponemos que el maldito cáncer noscayó del cielo, como un rayo. Que losgenes de propensión a tal o cual enferme-dad se activaron solitos. O que la odiosaacidez se disparó azarosamente justo ycasualmente cuando nos llegaba esa malanoticia… renegamos acerca del enormegrado de influencia y determinación delplano mental-anímico sobre el plano cor-poral.

Si vemos un gordo deprimido, pensa-mos más fácil que está triste porque estágordo, que lo contrario.

Conocerse más; saber que el cuer-po es vehículo, templo y continente delalma, y que mayormente ésta lo con-duce y controla, y no al revés: esa esla cuestión.

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