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j ( 1 ... ' r ..., V 1 J ./, ' < ' • •• _ \ Un bello poema deJuliita Dobles Myriam Hustos Arrana 1.- Otro libro que faltaba en mi biblioteca. Julieta Dobles, la conocida poetisa que ganó, en 1975, el Premio Editorial Costa Rica -convocado ese afio en la rama de poesía- por su libro "LOS PASOS TERRESTRES", está considerada -con indiscutible justicia- "la poetisa más representativa de la Costa Rica actual" ("Excelsior", 11 de abril de 1976). Pero yo in- tercalarla, a este juicio, una frase, y lo completarla así: "la poetisa más representativa de la gran poesía de Costa Rica", pu-esto que se puede ser representativa de un país aun sin tener calidad·. · Como posiblemente lo más lamentable de esta vida es que resulta demasiado bre- ve para conocer todo lo que los espíritus ávidos de adentrarse en las obras artísticas de valor querrlamos, yo viví, hasta hace unos días, al margen del conocimiento de la magní- fica obra de esta mujer acerca de la que bastantes comentarios muy favorables había leí- do en los periódicos costarricenses. Pero ahora que he ido tras sus "pasos terrestres" y me he sentido conmovida por su lenguaje poético y por su visión de la existencia, deseo pagar esta deuda que tenía con la buena literatura costarricense. Este artículo es sólo la primera cuota, porque me propongo' escribir· sobre el libro completo en otro periódico. Y si puedo, si estos "pasos terrestres" míos (que doy con la planta de pies demasiado dé- biles pa ra tanta actividad distinta que me agota) tienen energía para más, escribiré sobre ella en un matutino y en un semanario que también me obsequian un .sitio entre sus páginas. 2. - "Retrato Cotidiano". Así se llama el poema que aparece en cuarto lugar entre los veintiuno que consti- tuyen "LOS PASOS TERRESTRES" (edición de 1976, de la Editorial Costa Rica). · Viene precedido de un dibujo de la talentosa Sonia Romero, cuyos elementos son como una síntesis epigráfica de lo que en verso nos dice Julieta. El tema -t ratado con un lenguaje poético que hace sentir hasta al más insensible lector- es la mujer proletaria, aquella junto a la cual la poetisa experimenta la vergttenza de quien compara su propia vida llena de oportunidades con la del pobre ser marginado por una injusticia de la que sólo nosotros, los hombres y mujeres que hemos organizado la sociedad en que vivimos, somos culpables. Julieta compara sin decirlo (la sugerencia, lo implícito, siempre están presentes en la obra artística de calidad) sus manos de trabajadora intelectual, de mujer que ha tenido la vida más justa de quien disfruta de ciertos indispensables ·beneficios materiales, con las extremidades deformadas y cansadas de la proletaria que, pese a su pobreza, hace lo posible por dar una nota de calor de hogar, de agrado a la vista y al cuerpo a la mísera vi- vienda en que transcurren sus días y los de su familia: "Mujer , al lado de tus manos aca ll adas, diligentes, donde se amasa el sol y el alimento rezuma su calor, donde surgen temblando las begonias y la frágil blancura de las sábanas, mis manos se me antojan torpes platos vacíos". Julieta "siente" la situación ds esa mujer que no se queja, que no habla, pero que es igual a ella, hecha de su misma sustancia y llamada, también, a cumplir con el destino de dar vida que le asignó la naturaleza: "Y es que tengo tu voz enmudecida junto a la voz que clama en mí, hermana, hermana en las aguas profundas de la fecundidad" ... Julieta percibe la dura tarea cotidiana de la mujer proletaria como una manera de ayudar a sus seres queridos, de res9lverles sus problemas, de atender a sus necesidades; es decir, como una forma inconfundible· de amor (puesto que amar es -no lo digo yo, sino Martín Buber- "la responsabilidad de un "yo" por un "tú"): "tú que construyes amor mientras jabonas v remiendas y sudas sobre el fuego". iulieta se conduele porque el trabajo físico, porque el estar de pie casi permanente de la mujer del pueblo, ha dafiado ya sus extremidades inferiores con las várices: "Tú en cuyas piernas la sangre forma montes azules, fatigados". Julieta, que valora el conocimiento del mundo y en especial el disfrute del arte "¡., "' '.i. como medios para obtener satisfacciones espirituales y para entender la vida; que piensa que el propio hogar es apenas una molécula del universo y que es necesario salir de allí, ver más allá, penetrar en otros sitios para saber. para sentir. para formularse pregunt as y obtener respuestas, para experimentar al ser humano que está en los demás. ve como una desdicha insufrible la condena de la proletaria al recinto pequefio, cerrado y pobre 1.:n todo sentido de su vivienda: "Tú, para quien vive en vano el diminuto sentido de la célula. la música luminosa de los soles lejanos. la oración del color y del poema. Nunca conocerás que hay mundos y lenguajes y hombres nuevos más allá del papel indescifrable, más allá de tu huerto, más allá de tu puerta y de tu calle". Julieta compara mentalmente lo que es el amor para ella misma (algo que la ele- va, qut' le proporciona alegría, compafiía. goces espirituales a la par que fisicos. sen- timiento de saberse realmente comunicada con el que ama y comprendida por él. sensación de haber superado la terrible soledad) con el amor lleno de exigencias y sufrimientos que vive la mujer cuya carencia de medios económicos y de educación la obliga a ser bestia de trabajo, objeto sexual y madre cuyos hijos mueren.a veces sin haber siquiera salido de la infancia: "En ti el am or nunca será campana, ni torre, ni palabra. Lo has hecho tosco y redondo con tus manos, a golpes de cuchara. Es, a veces, el sumiso temblor bajo las sábanas, o el dolor impotente en el sitio del hijo arrebatado entre las fiebres de la madrugada". Julieta piensa que la mujer pobre no recibe jamás una recompensa por todo lo que da, y que para quien la contempla '. desde la indiferencia, es tan sólo un ser de aspecto físico poco es 'fético, tal vez distint o, tal vez menos grato, uta! vez poco sensible: "Pobre entre pobres, ¿quién puede devolverte la luz sembrada por fr sobre la mesa, la alegría repartida en las migas tantos años? Sólo el agua conoce la suavidad del hueco- de tus manos, para todos callosas". Julieta se da cuenta de que el girar del mundo continúa, que la vida·recomienza cada mañana, y que para la mujer del pueblo es posible que también el nuevo día le traiga fuerzas y esperanzas para proseguir la tarea de estar viva: "Pero allí está de pie, el amanecer, esa vieja costumbre .que toca y abre geranios en la sangre". Y es que, pese a todo, nunca la mujer proletaria está sola: aun cuando varios de sus numerosos hijos descansan bajo tierra, quedan otros que dan sentido a su existencia, que hacen que cada mañana su interminable y generosa tarea de amor se reinicie: "Al fin y al cabo aún quedan hijos vivos donde sentir tu corazón a ciegas, al fin y al cabo en todo tu un iverso el que mide en tus pasos la mafiana". Algo tienen, entonces, los pobres: nada menos y nada más que la vida, que ·siempre se impone.

deJuliita Dobles Myriam Hustos Arrana

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j • ( 1 ... ' r ..., V ~ 1 J ./, ~ ' < ' -..~· • •• _ ~ \

Un bello poema

deJuliita Dobles Myriam Hustos Arrana

1.- Otro libro que faltaba en mi biblioteca. Julieta Dobles, la conocida poetisa que ganó, en 1975, el Premio Editorial Costa

Rica -convocado ese afio en la rama de poesía- por su libro "LOS PASOS TERRESTRES", está considerada -con indiscutible justicia- "la poetisa más representativa de la Costa Rica actual" ("Excelsior", 11 de abril de 1976). Pero yo in­tercalarla, a este juicio, una frase, y lo completarla así: "la poetisa más representativa de la gran poesía de Costa Rica", pu-esto que se puede ser representativa de un país aun sin tener calidad·. ·

Como posiblemente lo más lamentable de esta vida es que resulta demasiado bre­ve para conocer todo lo que los espíritus ávidos de adentrarse en las obras artísticas de valor querrlamos, yo viví, hasta hace unos días, al margen del conocimiento de la magní­fica obra de esta mujer acerca de la que bastantes comentarios muy favorables había leí­do en los periódicos costarricenses. Pero ahora que he ido tras sus "pasos terrestres" y me he sentido conmovida por su lenguaje poético y por su visión de la existencia, deseo pagar esta deuda que tenía con la buena literatura costarricense. Este artículo es sólo la primera cuota, porque me propongo' escribir · sobre el libro completo en otro periódico. Y si puedo, si estos "pasos terrestres" míos (que doy con la planta de pies demasiado dé­biles para tanta actividad distinta que me agota) tienen energía para más, escribiré sobre ella en un matutino y en un semanario que también me obsequian un .sitio entre sus páginas. 2. - "Retrato Cotidiano".

Así se llama el poema que aparece en cuarto lugar entre los veintiuno que consti­tuyen "LOS PASOS TERRESTRES" (edición de 1976, de la Editorial Costa Rica). · Viene precedido de un dibujo de la talentosa Sonia Romero, cuyos elementos son como una síntesis epigráfica de lo que en verso nos dice Julieta. El tema -tratado con un lenguaje poético que hace sentir hasta al más insensible lector- es la mujer proletaria, aquella junto a la cual la poetisa experimenta la vergttenza de quien compara su propia vida llena de oportunidades con la del pobre ser marginado por una injusticia de la que sólo nosotros, los hombres y mujeres que hemos organizado la sociedad en que vivimos, somos culpables.

Julieta compara sin decirlo (la sugerencia, lo implícito, siempre están presentes en la obra artística de calidad) sus manos de trabajadora intelectual, de mujer que ha tenido la vida más justa de quien disfruta de ciertos indispensables · beneficios materiales, con las extremidades deformadas y cansadas de la proletaria que, pese a su pobreza, hace lo posible por dar una nota de calor de hogar, de agrado a la vista y al cuerpo a la mísera vi­vienda en que transcurren sus días y los de su familia:

"Mujer, al lado de tus manos acalladas, diligentes, donde se amasa el sol y el alimento rezuma su calor, donde surgen temblando las begonias y la frágil blancura de las sábanas, mis manos se me antojan torpes platos vacíos" . Julieta " siente" la situación ds esa mujer que no se queja, que no habla, pero que

es igual a ella, hecha de su misma sustancia y llamada, también, a cumplir con el destino de dar vida que le asignó la naturaleza:

"Y es que tengo tu voz enmudecida junto a la voz que clama en mí, hermana, hermana en las aguas profundas de la fecundidad" ... Julieta percibe la dura tarea cotidiana de la mujer proletaria como una manera de

ayudar a sus seres queridos, de res9lverles sus problemas, de atender a sus necesidades; es decir, como una forma inconfundible· de amor (puesto que amar es -no lo digo yo, sino Martín Buber- "la responsabilidad de un "yo" por un "tú"):

"tú que construyes amor mientras jabonas v remiendas y sudas sobre el fuego" . iulieta se conduele porque el trabajo físico, porque el estar de pie casi permanente

de la mujer del pueblo, ha dafiado ya sus extremidades inferiores con las várices: "Tú en cuyas piernas la sangre forma montes azules, fatigados". Julieta, que valora el conocimiento del mundo y en especial el disfrute del arte

"¡., "' '.i.

como medios para obtener satisfacciones espirituales y para entender la vida; que piensa que el propio hogar es apenas una molécula del universo y que es necesario salir de allí, ver más allá, penetrar en otros sitios para saber. para sentir. para formularse preguntas y obtener respuestas, para experimentar al ser humano que está en los demás. ve como una desdicha insufrible la condena de la proletaria al recinto pequefio, cerrado y pobre 1.:n todo sentido de su vivienda:

"Tú, para quien vive en vano el diminuto sentido de la célula. la música luminosa de los soles lejanos. la oración del color y del poema. Nunca conocerás que hay mundos y lenguajes y hombres nuevos más allá del papel indescifrable, más allá de tu huerto, más allá de tu puerta y de tu calle". Julieta compara mentalmente lo que es el amor para ella misma (algo que la ele­

va, qut' le proporciona alegría, compafiía. goces espirituales a la par que fisicos. sen­timiento de saberse realmente comunicada con el que ama y comprendida por él. sensación de haber superado la terrible soledad) con el amor lleno de exigencias y sufrimientos que vive la mujer cuya carencia de medios económicos y de educación la obliga a ser bestia de trabajo, objeto sexual y madre cuyos hijos mueren.a veces sin haber siquiera salido de la infancia:

"En ti el amor nunca será campana, ni torre, ni palabra. Lo has hecho tosco y redondo con tus manos, a golpes de cuchara. Es, a veces, el sumiso temblor bajo las sábanas, o el dolor impotente en el sitio del hijo arrebatado entre las fiebres de la madrugada". Julieta piensa que la mujer pobre no recibe jamás una recompensa por todo lo

que da, y que para quien la contempla '. desde la indiferencia, es tan sólo un ser de aspecto físico poco es'fético, tal vez distinto, tal vez menos grato, uta! vez poco sensible:

"Pobre entre pobres, ¿quién puede devolverte la luz sembrada por fr sobre la mesa, la alegría repartida en las migas tantos años? Sólo el agua conoce la suavidad del hueco- de tus manos, para todos callosas". Julieta se da cuenta de que el girar del mundo continúa, que la vida·recomienza

cada mañana, y que para la mujer del pueblo es posible que también el nuevo día le traiga fuerzas y esperanzas para proseguir la tarea de estar viva:

"Pero allí está de pie, el amanecer, esa vieja costumbre

.que toca y abre geranios en la sangre". Y es que, pese a todo, nunca la mujer proletaria está sola: aun cuando varios de

sus numerosos hijos descansan bajo tierra, quedan otros que dan sentido a su existencia, que hacen que cada mañana su interminable y generosa tarea de amor se reinicie:

"Al fin y al cabo aún quedan hijos vivos donde sentir tu corazón a ciegas, al fin y al cabo en todo tu un iverso el que mide en tus pasos la mafiana".

Algo tienen, entonces, los pobres: nada menos y nada más que la vida, que ·siempre se impone.