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Del 5 de agosto al 28 de septiembre
La colección de cerámica italiana del Museo es una de las más importantes a nivel
internacional.
Cuenta con más de setenta ejemplares pertenecientes a catorce centros alfareros de
Italia (Faenza, Urbino, Venecia, Pavía, Gubbio, Montelupo, Savona, Florencia,
Cantagalli, Deruta, Casteldurante, Castelli, Caltagirone y Nápoles) de los que ahora
mostramos una selección de piezas.
Dentro del conjunto, conforman un núcleo de especial interés los objetos de los siglos
XVI y XVII, ya que, si bien durante el s. XV había sido la loza española de reflejo
metálico la que se exportó a toda Europa alcanzando un éxito sin parangón, a partir del
s. XVI será Italia la que ocupe el puesto de honor.
La colección de cerámica es, de entre las que conserva el Museo Nacional de
Artes Decorativas (MNAD), una de las más destacadas por contenido, calidad
y diversidad.
Licenciado en Filosofía y Letras, tras dedicar
varios años a la vida religiosa, ingresó, en
1958, en el Cuerpo Facultativo de Archiveros,
Bibliotecarios y Arqueólogos.
Después de cumplir un período de prácticas en
el Museo de la Alhambra, que determinó su
vocación por el estudio de las antigüedades
islámicas y por la cerámica, fue nombrado
primero director del Museo Arqueológico
Provincial de Málaga, en el que permaneció
en los años sesenta. Se integró más tarde en la
recién creada Asesoría General de Museos,
cuyo propósito era la racionalización y
renovación de la, hasta entonces, heteróclita
red de museos españoles. Trabajó, asimismo,
en la Fundación Vega Inclán, con María Elena
Gómez-Moreno, hija de don Manuel, al que
Manolo reconoció siempre como maestro.
La jubilación no puso fin a su actividad. Fue designado vocal de la Junta de
Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español, y
del Real Patronato del Museo del Prado. Recibió la medalla al mérito de las Bellas
Artes, y la de oro de la Real Fundación de Toledo.
Pero lo más importante de su biografía no es sólo su trayectoria profesional.
Acopiador impenitente de libros y de piezas artísticas de variado género, su extremada
generosidad le llevó a donar gran parte de sus colecciones a los museos de la
Alhambra, de Málaga, y de Artes Decorativas, entre otros muchos, al Instituto Valencia
de don Juan, a la Fundación Toledo y, sobre todo, a la biblioteca del Centro de Estudios
Juan de Mariana de la Diputación Provincial de Toledo, cuya apertura no hubiera sido
posible sin su aportación.
Infatigable trabajador y curioso empedernido, este viajero cosmopolita, repartió su
interés entre múltiples especialidades. Sus publicaciones versan principalmente sobre
cerámica, en particular sobre la hispanomusulmana, pero también sobre marfiles, el
mercado del arte, y las “artes suntuarias”, como él las denominaba, de todas las
épocas. Coronó esta obra escrita con un estudio acerca de la cerámica italiana de la
colección del Museo Nacional de Artes Decorativas, obra que vio la luz el año pasado
(Madrid, Fundación Barrero, 2013) y publicación que ha servido como base de la
exposición que ahora presentamos.
Una de las fórmulas menos conocidas para la transmisión de las ideas del
Renacimiento y el Barroco italiano fueron sus producciones cerámicas. Más
desconocidas que la pintura, la escultura o la arquitectura, las lozas pintadas
alcanzaron cotas equiparables en prestigio a aquellas artes entre los siglos XVI al XVIII.
En el siglo XVI la loza esmaltada y pintada italiana, realizada con patrones
renacentistas, se convirtió en la preferida de monarcas y nobles de toda Europa. Las
vajillas de Nicola de Urbino, los Grue o los Fontana vistieron de este modo las mesas
del papado, nobles y reyes.
Su riqueza cromática y las figuras que las decoran fueron la clave de su éxito. El
soporte, en lugar de un lienzo o una tabla, fue la superficie esmaltada en blanco sobre
la que se pintó con distintos óxidos que brillaban en su superficie.
A partir del siglo XV y sobre todo en el siglo XVI, la loza italiana esmaltada y pintada
sustituyó a las producciones de loza dorada española. Reyes y nobles encargaron estas
nuevas vajillas realizadas al gusto renacentista a las distintas ciudades italianas
dedicadas a su producción, entre las que destacan los centros de Urbino y Faenza.
Estas decoraciones beben en las mismas fuentes literarias, de la tradición cristiana y
del mundo pagano clásico, que las obras de Leonardo, Miguel Ángel o Rafael, y su
iconografía se despliega en una rica panoplia de colores en la que el ser humano es el
principal motivo para transmitir una nueva forma de interpretar el mundo.
El recado no está en este caso en el interior de la botella como el mensaje de un
náufrago, sino que cubre la superficie de las piezas.
El mensaje es, en este caso, la propia pieza.
Manufactura siciliana cuyo origen se vincula a la influencia islámica ejercida por piezas
hispanas procedentes de Málaga y Manises.
Ya en el siglo XVII y XVIII, serán Faenza y Venecia, los focos de inspiración para sus
producciones. En ellas se advierte un cierto barroquismo en las decoraciones,
ejecutadas con motivos perfilados en manganeso y colores que resaltan sobre un
fondo azul intenso.
Importante centro productor de mayólica durante el Renacimiento.El mayor
exponente de su producción son los platos denominados “delle belle donne”, platos de
boda decorados con retratos de los contrayentes. A estos retratos -de busto o de
cuerpo entero elegantemente ataviados- acompañan filacterias y motivos vegetales.
En la producción de este centro destacará la obra de Nicolò Pellipario, conocido como
Nicola de Urbino, por ser el artífice del motivo decorativo denominado “istoriato “,
representación de una historia culta, con mayor o menor sentido narrativo,
protagonizada por varios personajes y pintada en colores.
Otra tipología destacada de este centro serán los botes de farmacia.
Principal foco de producción cerámico de la región de los Abruzzos, especializado en
azulejos -durante el siglo XVI- y placas ornamentales - en el XVII-.
Este núcleo se caracteriza por una ejecución primorosa de la decoración de sus piezas,
a punta de pincel, con una paleta dominada por colores fríos sobre los que a veces
destaca el negro de los árboles de primer término.
Sus motivos decorativos bucólicos y composiciones ilusionistas con fondos lejanos y
puntos de fuga elevados, reciben la influencia de manifestaciones artísticas coetáneas
como la pintura y la literatura.
Será con las dinastías de los Grue y los Gentili cuando este foco cerámico alcance su
mayor fama.
Los “piatti da pompa” son la manufactura más refinada y característica de Deruta,
centro productor desde la romanidad tardía y el medievo hasta tiempos modernos.
Usadas para el adorno y el uso cotidiano, sus piezas destacan por el empleo de la
técnica del denominado “dorado de Deruta” caracterizado por un dorado amarillo
resplandeciente con reflejos violáceos o verdosos.
La paleta cromática de su producción está dominada por el azul intenso, amarillo y
verdes brillantes.
Sus motivos ornamentales son muy variados: bustos y retratos, temas heráldicos, de
historia antigua, mitológicos, religiosos y moralizantes, siempre circundados por una
decoración vegetal o dividida en secciones en la que se alternan escamas con roleos.
Nota distintiva de sus platos es el descuido de los reversos, más elementales y pobres,
frente a los cuidados anversos.
Principal centro cerámico italiano desde finales de la Edad Media por cantidad y
calidad de las obras, lo que ha llevado a denominar “faenzas” a las lozas en gran parte
de Europa.
Las familias de repertorios decorativos, configurarán el ámbito más representativo de
sus manufacturas. Por citar algunos ejemplos, durante el s. XIV encontramos la familia
“azul en relieve” decorada con pájaros y hojas de roble, “floreal gótica” -con una hoja
retorcida y una panocha como fruto-, la “pluma de pavo real” o la “palmeta persa” de
influencia oriental. En el s. XVI se estrena una decoración historiada con temas
variados, además de “i Bianchi di Faenza” durante la segunda mitad del siglo.
Los Ferniani mantendrán esta tradición faentina durante el XVII y XVIII, hasta la llegada
de las lozas con calcomanías al estilo inglés ya en el s. XIX.
Las decoraciones arcaizantes geométricas o animadas en tonos verdes y manganeso,
de influencia musulmana, inauguran la factoría florentina a finales del s. XIV,
denominadas en este primer momento como obras de Orvieto.
El fomento de la mayólica por la familia Medici llevó a este núcleo cerámico italiano a
su impulso definitivo.
Finalmente el movimiento historicista de la mano de ceramistas como Cantagalli, le
otorgó un nivel de desarrollo notable ya en época contemporánea.
Los hermanos Andreoli, especialmente Giorgio Andreoli, desarrollaron en Gubbio la
técnica del reflejo metálico sobre cerámica estannífera –probablemente aprendida en
Deruta– a principios del s. XVI, aplicándola tanto sobre sus propias producciones como
en otras procedentes de Casteldurante, Faenza y Urbino.
Con esta técnica este centro logró reflejos de varios tonos sólo presentes hasta el
momento en piezas procedentes de Oriente Próximo.
Entre su producción destacan las piezas modeladas en relieve sobre la pasta cruda,
bañadas en blanco, decoradas en azul y/o verde y rematadas con reflejo metálico.
Su decoración se organiza en torno a un tema central presentando motivos
geométricos y vegetales en el ala, generalmente perfilados en azul.
Activo desde el s. XIV, la influencia valenciana y la decoración con bustos polícromos
marcan su producción en el s. XV. Ya en el S. XVI, las decoraciones de “istoriato”
faentinas, y la abstracción geométrica en fondos azules celestes serán los rasgos que
caractericen la mayólica de Montelupo.
En el s. XVII, la figuración en clave humorística y llena de color se afianzará como tema
único – y un tanto popular – en estas manufacturas. Guerreros, sobre todo soldados al
paso, ocupan gran parte de la superficie ante un fondo paisajístico sencillo, en el que
predominan tonos verdes y amarillos.
La tipología más extendida en este centro cerámico fueron los platos de formas
sencillas, en una paleta cromática cálida y con pocos matices.
Es durante la segunda mitad del s. XV cuando, gracias a la corte de Alfonso V y sus
sucesores, surge la escuela de mayólica de Nápoles.
Influidos por las producciones mudéjares hispanas –en concreto las cerámicas
valencianas tan del gusto de los monarcas aragoneses-, las manufacturas cerámicas
napolitanas destacan por su riqueza en colores en un estilo amplio y airoso, así como
por una expresividad vigorosa y espontánea que la diferencia de las escuelas toscanas,
mucho más refinadas y elegantes.
Con una producción tardía, Siro Antonio África marca el inicio de este centro lombardo
en el s. XVIII con la realización de grandes platos muy planos, fuentes y refrescadores.
Personajes insertos en bucólicos paisajes –ejecutados con una paleta clara de
amarillos, verdes y azules –, temas religiosos, históricos y mitológicos – combinando
los colores mencionados con otros más oscuros– son los temas decorativos
fundamentales de estas piezas, circundadas por volutas contrapuestas, roleos y
rocallas que simulan relieves, como si de tallas en piedra se tratasen.
Entre las producciones de este núcleo encontramos también platos de gran tamaño
decorados con pequeños motivos vegetales dispuestos simétricamente.
Principal centro productor de loza de la costa ligur, alcanzó gran éxito durante la
primera mitad del s. XVII gracias a cerámicas decoradas en azul claro sobre fondo
oscuro y azul oscuro sobre fondo claro, que en la segunda mitad de siglo se
embellecieron con toques de verde y amarillo.
Sus tipologías más características son las ánforas stagnone, las orzas de farmacia de
formas amplias y vigorosas, y sus platos y jícaras se difundieron por todo el
Mediterráneo. Singular es la presencia en el solero de sus mayólicas de una
representación estilizada del faro del puerto de Génova –conocido como la lanterna –
o un escudete en punta bajo una pequeña corona abierta como símbolos
identificativos.
Junto con Faenza, durante Renacimiento lideró el mercado cerámico italiano gracias al
patrocinio de los duques della Róvere. Fue tal el éxito de estas manufacturas que las
llevó a estar presentes en los palacios de las familias más poderosas del momento.
A este auge contribuyeron ceramistas como Guido Durantino y su padre, Nicolò
Pellipario – Nicola da Urbino-, llegados a la ciudad en 1520. Les seguiría, entre 1529-
1542, Francesco Xanto Avelli, cuyas decoraciones a istoriato alcanzaron las más altas
cimas. De igual modo, los hijos de Guido, con el apellido Fontana, mantuvieron la
calidad de su padre en este campo.
Los temas de las istoriato se toman de fuentes como la historia bíblica, la mitología, la
historia romana, la literatura clásica y de la época, sucesos contemporáneos y obras de
artistas como Durero o Rafael. Temas que a final de siglo los Fontana adornaron con
grutescos.
Si bien su incorporación al mercado de mayólicas italianas fue tardía, ya desde la Edad
Media las relaciones comerciales con Oriente le permitieron conocer las producciones
de estos países. Es esta relación la que explica la influencia oriental en us manufacturas
– desde motivos turcos originarios de Iznik hasta modelos chinos de época Yuan y
Ming ya en el siglo XVI –.
En este contexto, es el Maestro Ludovico quien interpretará la influencia oriental en
piezas en azul sobre fondo azul claro grisáceo, denominado berettino.
Destacan a su vez entre las producciones venecianas la decoración con flores y frutos,
en colores fuertes y con toques de blanco.
Bien entrados en el s. XVI encontramos orzas de farmacias decoradas con bustos
masculinos y femeninos en reserva sobre fondos en ultramar con caracolillos
esgrafiados que dejan ver el blanco del esmalte.
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte Museo Nacional de Artes Decorativas
Equipo técnico del MNAD
Cristina Guzmán, Coordinadora de exposiciones del MNAD
Departamento de Difusión y Comunicación del MNAD: Sela del Pozo, Raquel Cacho y Alicia Vázquez
Félix García, Departamento de Investigación del MNAD
Departamento de Difusión y Comunicación del MNAD Ana Herrero
Técnica Digital Postalfraf, SA
Departamento de Conservación y Equipo de Mantenimiento del MNAD: Cristina Villar, Leticia Pérez de Camino, Antonio Martínez, Encarna Martín, Enrique Mantilla y Francisco Morón. Servicio de Limpieza del MNAD: Pilar Padernia
Fundación Barrero
Asociación de Amigos del Museo Nacional de Artes Decorativas
Innova Global Media
978.84.941062.3.1
LE.793.2013
Copa
El emperador Tiberio conquistador de Capadocia
Taller del Maestro Giorgio
Hacia 1540
Plato
Venus y Cupido
Hacia 1680
Plato de boda o de “Belle Donne”
Hacia 1520
Botella de farmacia
AQUA APII / Agua de apio
Hacia 1560
Plato
Historia de Cipariso
Taller del Maestro Giorgio Andreoli
Hacia 1525 – 1530
Tulipanera
Inspirada en las producciones de Savona y Albisola
hacia 1890-1900
Plato arlequinesco
Hacia 1620-1640
Bote de farmacia
Maestro de la capilla Brancaccio
Pasta cerámica
Hacia 1480-90
Tondino
Maestro Ludovico
1540- 50
Plato con león rampante
Fines del siglo XVIII
Botella o cantimplora de peregrino
Canto y muerte de Orfeo
Atribuido a Sforza di Marcantonio
Hacia 1540-1545
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