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El sueño de la razón produce monstruos L a M an d r ag o r a del «LEÓN FELIPE» Año VII ~ Nº 5 (Febrero, 2007) [#79] http://centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2/mandrago/index.html lamandragora@iespana.es ~ lamandragora@gmail.com ~~~~~~~~~~~~~~~~ Revista de información, debate y creatividad ~~~~~~~~~~~~~ Pág. 1 I. E. S. León Felipe – Benavente

del «LEÓN FELIPE» (Febrero, 2007) #79centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2/mandrago/n05_ano7.pdf · Bécquer, Barral, Gamoneda y Claudio Rodríguez, y sobre dia. S Saniago motivo

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El sueño de la razón produce monstruos

La Mandragoradel «LEÓN FELIPE»

Año VII ~ Nº 5 (Febrero, 2007) [#79]http://centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2/mandrago/index.html

[email protected] ~ [email protected]

~~~~~~~~~~~~~~~~ Revista de información, debate y creatividad ~~~~~~~~~~~~~

Pág. 1I. E. S. León Felipe – Benavente

La Mandragora Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ]

Pág. 2 http://centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2 I. E. S. León Felipe – Benavente

Pág.1 ~ PORTADA

Amantes, por René Magritte

2 ~ EL INVIERNOMascaradas de invierno en la provincia de Zamo-

ra, por Salustiano Fdez.

3 ~ RELATO Y FOTOEl valor verdadero, por Soraya Pedrero

4, 5, 6 y 7~ LIBROS, RELATOS, DIBUJO + Libros = + Libres / New Life!, por Acuario /

Dicen que una loka / El pozo de los deseos, por Mistic Lady

8 y 9 ~ CINE, POESÍA, DIBUJOpor Luis Alberto de Cuenca, Irving, Zuro,

Pyros

10 y 11 ~ CONMEMORACIÓN Y DIBUJOVIII Centenario del Cantar de Mío Cid / Dibujo,

por Víctor Martínez Parra

12 y 13 ~ TALLER DE ARTESANÍAModelar, por Asunción Alonso

14 y 15 ~ GRANDES ESCRITORES ACTUALESENRIQUE VILA-MATAS: Información recogida

por Salustiano Fdez.

16 y 17 ~ SOMALIA 2006 - PLAYSTATION 3por Nuestro Hombre en África (M.A.F.)

18, 19 y 20 ~ CREACIÓN LITERARIALos sauces del cementerio, por Marta Hernando

21~ COLORÍN, COLOREANDO...Dibujo

22, 23, 24 y 25 ~ NARRADORES ACTUALESEl inocente, por José María Merino

26 ~ DESDE EL OJO DEL HEAVY -Heavy Metal: Blind Guardian, por Iván García

// Fotocomposición: Santi en Córdoba con un Picasso descorazonador, por Salustiano Fdez.

27 ~ AGENDA Y CONCURSO LITERARIOAgenda de actividades extraescolares / XXXI

Concurso Literario “León Felipe”

28 ~ CONTRAPORTADADibujo, por Carmen Cadierno / El-del-fin

SUMARIO

Las opiniones publicadas en La Mandrágora son exclusivamente de sus respectivos autores

EL INVIERN0

REVISTA LA MANDRÁGORA DEL «LEÓN FELIPE»

DIRECCIÓN: Salustiano Fernández

REDACCIÓN/COLABORADORES: Estela Astorga, Sara Blanco, Cristina Cabero, Carmen

Cadierno, María Cadierno, Iván García, Marite García,

Emilio Grande, Marta Hernando, Ubaldo Hidalgo, Lady

of the Artic, Hellen de León, Emperatriz Losada, Laura

M. Pintado, Tomás-Néstor Martínez, Pilar Mielgo, Lorena

Pedrero, Soraya Pedrero, Beatriz Rabanales, Camino

Rivera, Ester Rodero, Marta Rodero, Paula Rodríguez, Ana

Sánchez, Miguel Ángel Sanz, VitiM, Nuria Vizán...

IMPRIME: Gráficas CUBICHI

EDITA: I.E.S. León Felipe Avda. Federico Silva, 46 49600 BENAVENTE (Zamora)

COLABORA:

MASCARADAS DE INVIERNO EN LA PROVINCIA DE ZAMORA

La Filandorra (Ferreras de Arriba) Los Carochos (Riofrío de Aliste)

El Zangarrón (Sanzoles)El

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El Tafarrón (Pozuelo de Tábara)

La provincia de Zamora conserva toda una rica variedad de mascaradas de invierno. Recorren las calles a la vez que la escasa pero limpia luz del solsticio de invierno vive su apogeo. Salen con estridentes colores, ame-

nazantes figuras y sonoras zarandajas para calentar la imaginación y el humor de las gentes cuando el Sol apenas puede calentar sus cuerpos y sus campos. Salen con insolencia, con insistente bullicio, con deleite vulgar, con toda la pa-rafernalia de lo que no se sabe de dónde viene ni a dónde va, pero que alegra a todos sin excepción, sean sabios o ignorantes, poderosos o débiles, políticos o personas de bien. Míralos, míralos, no son la puerta de Alcalá, y sin embargo le dan fuerte al “manubrio del ludibrio del bodrio” del invierno con chucallos (cencerros) y calantrañas (colgantes): los Diablos de Sarracín, los Cencerrones de Abejera, el Pajarico de Villarino Tras la Sierra, el Zangarrón de Sanzoles y el de Montamarta, el Tafarrón de Pozuelo de Tábara, la Obisparra de Pobladura de Aliste, los Carochos de Riofrío de Aliste, la Visparra de San Martín de Castañe-da, la Filandorra de Ferreras de Arriba... .- SALUSTIANO FERNÁNDEZ

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Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ] La MandragoraRELATO Y FOTO

Un muchacho acudió apesadumbrado a un sa-

bio anciano zen:–Vengo, maestro, porque me siento

tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que soy torpe y algo tonto. ¿Cómo podría mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro, sin mirarlo, le dijo:–Cuánto lo siento, muchacho, no

puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después… -Y, tras hacer una pausa, agregó-: Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este asunto con más rapidez y, después, tal vez te pueda ayudar.

–Por supuesto, maestro –titubeó el joven, pero sintió que otra vez era infravalorado y sus necesi-dades postergadas.

–Bien –asintió el anciano. Se quitó el anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y, dándoselo al muchacho, agregó–: Toma el caballo que está fuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque he de pagar una deuda. Es necesario que obten-gas por él la mayor suma po-sible, pero no aceptes menos de una moneda de oro.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecerlo a los merca-

deres. És-tos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le volvían la espalda y sólo un viejecito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de ese anillo.Alguien le ofreció una moneda de plata y una vasija de cobre, pero el joven re-chazó la oferta. Después de ofrecer su joya a cada persona con la que se cru-zaba en el mercado, y abatido por su fra-caso, montó en el caballo y regresó.¡Cuánto hubiera deseado tener él esa moneda de oro para así entregársela al maestro, liberarlo de su preocupación y recibir su ayuda! Entró en la habitación:

–Maestro –dijo–, lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor de este anillo.

–Qué importante es lo que has di-cho, joven amigo –contestó sonriente el maestro–, debemos conocer primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a mon-tar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y

p r e g ú n -tale cuánto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven emprendió el camino.El joyero examinó el anillo minuciosa-mente con su lupa, lo pesó y luego con-cluyó:

–Dile al maestro, muchacho, que, si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

–¡58 monedas! –exclamó el joven.–Sí –replicó el joyero–. Yo sé que

con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero si la venta es urgente…

El chico corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.

–Siéntate –dijo el maestro, después de escucharle–. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. ¿Qué haces realmente para que los demás descubran tu verdadero valor?

Y, diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

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EL VALOR VERDADEROenviado por Soraya Pedrero

La Mandragora Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ]

Pág. 4 http://centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2 I. E. S. León Felipe – Benavente Pág. 5 I. E. S. León Felipe – Benavente http://centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2

Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ] La Mandragora

Con la colaboración de la Librería «Alfonso» de Benavente, esta sección reseña libros.◄ LA NOVEDAD

Autor: NICHOLAS GANZTítulo: Graffiti mujerEditorial Gustavo Gili S.L., Barcelona, septiembre 2006, 232 págs., 37 €

Graffiti mujer es un homenaje a las mujeres artistas del graffiti en todo el mundo. Este libro reúne la obra de más de 125 mujeres, entre quienes

se encuentran algunas de reconocido prestigio internacional, como Lady Pink, de Nueva York, o Mickey, de Ámsterdam, y junto a ellas, una amplia galaxia de prometedoras artistas. Con comentarios de las propias autoras y textos intro-ductorios de la artista americana Swoon y de la autora Nancy Macdonald, éste es un libro indispensable para cuantos se sientan atraídos por el arte urbano.

• Nicholas Ganz, alias Keinom, es un pintor, diseñador y escri-tor alemán, que trabaja tanto en la calle como en su estudio. Ha viajado por todo el mundo para reunir el material de este libro. Lleva más de diez años documentánose sobre el arte de la calle y la cultura del graffiti. Para más información sobre el autor y su obra, visita su web personal www.keinom.com (en inglés). ■

EL CLÁSICO ►Autor: RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA

Título: Don Ramón María del Valle-InclánEditorial Espasa-Calpe, Madrid 2007, 256 págs., 19 €

S erá esta biografía la guía íntima de la vida y los secre-tos personales del alma de Valle-Inclán, aquel persona-je ilustre, escritor de raza, que vivió, según su propia

expresión, “en un Madrid absurdo, brillante y hambriento”. Gómez de la Serna llegó en esta obra al logro dramático y ex-presivo del cuadro de una vida difícil y mágica, haciendo que don Ramón del Valle-Inclán pose, como en un filme, gallardo y apostólico, revelando toda su vida por orden de andanzas, éxtasis y calvarios.

Una biografía muy buscada y agotada, publicada en Austral en 1944 y que rescata la nueva serie Gran Austral como una obra de coleccionista.

RAMÓN GOMEZ DE LA SERNA:Nació en Madrid. Desde muy temprano sintió afición por el perio-dismo. Creó un estilo conocido como el «ramonismo», sinónimo de independencia y provocación. Fue un autor prolífico con más de cien libros de todos los géneros y de la «greguería», que él mismo definió como ‘metáfora más humor’. ■

EL DE AQUÍ ►Autor: TOMÁS SÁNCHEZ SANTIAGO

Título: Calle FeriaXI Premio de Novela «Ciudad de Salamanca»

El zamorano Tomás Sánchez Santiago (1957) acaba de obtener el XI Premio de Novela “Ciudad de Salamanca” con su obra Calle Feria. La

obra presenta un «retrato preciso» de la existencia de la España provinciana de los años treinta a los cincuenta del pasado siglo, en una capital que pudiera ser Zamora.

Sánchez Santiago, que compitió con 192 autores, es reconocido poeta. Lo atestiguan obras como Amenaza en la fiesta, La secreta labor de cinco inviernos, Vida del topo, En familia, Ciudadanía y la más reciente El que des-ordena. En prosa ha publicado Para qué sirven los charcos y El descendiente. Su bibliografía se completa con estudios y ediciones, sobre Bécquer, Barral, Gamoneda y Claudio Rodríguez, y sobre Zamora y la vanguardia.

Tomás Sánchez Saniago estuvo en nuestro Instituto, junto con el grupo poético ‘Magua’ al que pertenece, en un coloquio-lectura de poemas con motivo del Cuarto Centenario del Quijote (2005). Además, el profesor de Lengua y Lite-ratura Española Tomás-Néstor Martínez lleva publicadas en La Mandrágora dos reseñas críticas de sendas obras suyas: “Detrás de los lápices” (nº 5 del Año II, Diciembre-2001), y “Para qué sirven los charcos” (nº 9 del Año IV, Febrero-2004). Desde aquí felicitamos al escritor por su reciente éxito y le volvemos a agradecer su presencia entonces, así como la de sus compañeros del grupo ‘Magua’, en el León Felipe . ■

◄ CÓMIC JUVENILAutor: VARIOS AUTORESTítulo: Campeones del mundo 2006. Big in JapanEdita Federación Española de Baloncesto, Madrid, noviembre 2006, 134 págs., 16,95 €

RELATO DEL TRIUNFO ESPAÑOL EN EL MUNDIAL DE BALONCESTO

El cómic ‘Big in Japan’, que narra la victoria de España en el Mundial de Japón, editado hace dos meses por la Federación Española de Baloncesto (FEB), cuenta en 134 páginas las aven-

turas de los jugadores para lograr el título. Fue todo un éxito editorial las pasadas navidades, siendo el tercer libro más vendido.

Los ingresos del libro estarán destinados al plan social que desarrolla la FEB bajo el proyecto ‘Nuestro Baloncesto Integra’ (NBI), iniciativa que pretende promover la práctica del baloncesto entre menores que residen en zonas difíciles de Sevilla, “como instrumento para inculcar-les valores de solidaridad, igualdad, responsabilidad y valoración del trabajo”. ■

Ramón Gómez de la Serna

La Mandragora Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ]

Pág. 6 http://centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2 I. E. S. León Felipe – Benavente

RELATOS, FOTO, DIBUJO

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NEW LIFE!Corre el humo por encima de su cabeza y, cual fantasma

colándose por cerradura, penetra en su interior desde el techo hasta la nariz, hasta los pulmones… y altera por com-pleto su estado de ánimo.

En su torso, donde aún quedan restos de lo que un día fue un músculo ardiente resuena el eco de dos palabras: libertad, amor.

Relajado por naturaleza, inquieto artificialmente se ha ol-vidado de unos ojos y unos gestos que fueron totalmente mentira… dudosos al menos. Pero con el pelo cayéndole sobre las cejas y aquellas manos entrelazadas con las suyas en la memoria le resulta más fácil revivir esas caricias y así curar los estigmas de la desilusión.

Se abre la puerta y vuelve la luz. Unas deportivas verdes ocultan parte de lo que fue una vez su plena confianza en las personas, que quedó a los pies de quien no supo apre-ciar a alguien así.

Las piernas, la cintura, el ombligo… Unos párpados lu-chando para ocultar el sentimiento de soledad voluntaria por no haber aceptado antiguos sentimientos –fuesen reales o no–...

No había duda, estaba ahí. Alguien recuerda, se ríe… y sonríe.

¿Certeza o ilusión?No hay nada cierto, sólo el momento… y en muchos las

verdades fueron mal contadas.Se acerca como siempre tratando de hacer temblar el sue-

lo, le acaricia la cara y, con más arrugas de las que recor-daba, dice:

“¡Lo conseguí!… ya te quiero!”

…¿acaso esperaba respuesta?ACUARIO

Pág. 7 I. E. S. León Felipe – Benavente http://centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2

Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ] La MandragoraCREACIÓN LITERARIA

En un bosque lejano, ilu-minado por finos halos

de luz blanca y decorado con árboles tan bellos como ex-traños, una bella ninfa vivía entre las aguas del gélido río que lo recorría, cada uno de los ramajes de los enormes árboles crecían gracias a la belleza de ésta.Durante el día se sumergía en sus aguas tapando su rostro ante las miradas mezquinas que la esperaban. Todos aseguraban que se la oía llorar al aparecer la luna sobre su tez: lentamente se levantaba de su lecho acuoso y se apoyaba junto al viejo sauce quien le susurraba be-llas palabras de ánimo, sólo entonces varios ojos curiosos pudieron verla.Un viejo mago, arisco y taca-ño con una barba tan larga que rozaba el inalterable sue-lo bañado de hojas secas, ha-bitaba el adentro del bosque, era bien sabido que el mago era sabio y esquivo en la mis-ma magnitud, poseedor del pozo de los deseos más be-llo jamás visto construido en didar, una piedra extinguida que sólo existió muchos años atrás en el bosque formada por lágrimas de dioses y al-gún que otro diamante. Su belleza era extraordinaria y su brillo, indescriptible.El mago tenía un hijo joven y bello, con un color de ojos exacto al color de la piedra didar, hipnotizante. La tristeza de la ninfa supuso la sobriedad del bosque que se vistió con árboles secos y famélicos donde los bellos halos de luz blanca se convir-tieron en oscuridad impene-trable, miedo y tenebrosidad que inundaba los corazones de las criaturas del bosque.El mago que se bastaba de algunos de esos halos para producir sus encantos anun-ció una recompensa a quien encontrara el alivio de la tris-teza de esa delicada ninfa.Miles de duendes bordearon el bosque con ansias de poder preguntarle a la bella ninfa un remedio infalible para su

amarga tristeza.Su joven hijo se opuso a tal recompensa que consistía en las nupcias con quien encon-trara la respuesta, pero su padre, nunca tomó en consi-deración su posición.La madre del joven apues-to, esposa del mago, era una reina de ninfas, la ninfa más bella jamás existida, murió en las turbiedades del río. La tristeza que al mago le sobre-vino hizo que prohibiera ter-minantemente a su hijo man-tener relaciones con una de ellas, pues más temprano que tarde la sangre de una ninfa de tal río no aguanta por mu-cho tiempo su frío y muere cuando su belleza alcanza una dimensión incalculable.La tristeza de la joven no era otra que el amor imposible que sentía hacia el joven que le hechizó con sus ojos límpi-dos.Una elfa envidiada por todas las elfas, de carácter fuerte y prepotente, consiguió la respuesta juntando su oído a la corteza del sauce donde se grabaron las conversacio-nes entre el sauce y la ninfa y apresurándose al mago le contó la respuesta. La tristeza

de la ninfa era burlada a los cuatro vientos como una sim-ple moneda de cambio que esperaba su recompensa.La boda se prepararía en cuestión de días y el joven mago lloró su desgracia y su soledad sin su ninfa.La boda no podía ser celebra-da en aquel oscuro bosque. Hizo llamar a la ninfa bus-cando una solución para tal penumbra.La belleza de ésta superaba a la reina de todas ellas, madre del joven, y por ello se le con-cedió la inmortalidad en el mundo del río.Una ráfaga susurró su nom-bre y poco a poco se levantó de las aguas bañadas por el reflejo de la luna llena.Caminando con sigilo entre los árboles secos siguió una fina lucecilla que le guiaba por un herboso camino, la luz no era otra que el brillo de las piedras del pozo, y tras él, el mago. Acarició el bello y triste rostro de la ninfa y le preguntó amablemente -¿Qué te atormenta? Pide tu salvación a las aguas del pozo de didar...Sumida en embrujos lanza-

dos por el mago sin perca-tarse del daño pidió su deseo endiablado, no era otro que permanecer al lado de su amado.El mago la observó pronun-ciar las palabras con una son-risa, satisfecho con un peso menos. Inesperable resultó su sorpresa cuando vio cómo poco a poco la ninfa fue em-pujada por un fuerte y negro viento a las profundidades del pozo que la invitaron a saludar a la muerte, inmorta-lidad toda ella de su cuerpo borrada.El joven mago había muerto minutos antes buscando a su amada en las profundidades del río cuyo frío no pudo so-portar, y envuelto por cen-tenares de ninfas, descansó arropado en una dulce ago-nía, el pozo cumplió fielmente el deseo de la ninfa que logró dibujarla una sincera sonrisa colocando su lecho de muerte junto al de su amado...

Por Mystic Lady: para Padmé mi apoyo in-

condicional.

Un triste relatoEL POZO DE LOS DESEOS

La Mandragora Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ]

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UNA VERDAD INCÓMODA

BABEL

ESTRENOS DE

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Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ] La Mandragora

Hoy el cielo está nubladolos pájaros no cantan ya,cuando no estás a mi ladoel mundo deja de soñar.

Dime tú, niña hermosa,dónde te podré hallarcuando te hayas marchadoy no te vuelva a ver más.

Hoy el cielo está nublado,aunque sé que volverás.

Pa’ 4º A THE ZURO

Dedicado con la mejor de las intenciones a Carmen, María, Nuria y Sara

Colorea el dibujo a tu gusto

The deepest surfaceLas gotas repican

aumentan, horadanal último hueco de lo rojo

el fuego apagado, ¡sécame!

Lo alto derrama¡al suelo!,el aliento

de lo último-lo primero se fuga-

La jerga se mantiene, mis niños desgarr-

ador-es¡a ver!

¿Dios? ¡qué pinta en estelienzo!

Baja, y saca de aquí la energía,

nos pertenece:The colour

Pyros

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ya.

IRVI

NG

TU MUSAConvéncete primero de que le caes simpático,de que lo pasa bien cuando sale contigo.Llévala a casa luego, sírvele un par de copasy, en un momento dado, mordisquéale el cuello.Unas veces querrá pasar al dormitorio,otras alegará una indisposicióny otras te contará tu vida por entregas.Muéstrale en cada caso la dosis de cariñoque te pidan sus ojos. Sé generoso siempre.Trata de conservarla como sea a tu lado.Sin ella, sin tu musa, no eres nadie, poeta.

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INSOMNIOLa vida dura demasiado poco.No da tiempo a hacer nada. No hay manerade reunir los suficientes díaspara enterarte de algo. Te levantas,abrazas a tu novia, desayunas,trabajas, comes, duermes, vas al cine,y ni siquiera tienes un momentopara leer a Séneca y creerteque todo tiene arreglo en este mundo.La vida es un instante. No me explicopor qué esta noche no se acaba nunca.

LUIS ALBERTO DE CUENCA

El escritor Luis Alberto de Cuenca (Premio de la Crítica, 1985, y Premio Nacional de Traducción, 1987) estará en el Instituto León Felipe ofreciendo una charla el próximo 17 de abril.

La Mandragora Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ]

Pág. 10 http://centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2 I. E. S. León Felipe – Benavente

VIII Centenario 1207-2007En Valencia con los suyos vivía el Campeador; con él estaban sus yernos, Infantes de Carrión. Un día que el Cid dormía en su escaño, sin temor, un mal sobresalto entonces, sabed, les aconteció: Escapose de una jaula, saliendo fuera, un león. Los que estaban en la Corte sintieron un gran temor; recogiéronse sus mantos los del buen Campeador, y rodean el escaño en guarda de su señor. Allí Fernando González, infante de Carrión, ni en las salas ni en la torre ningún refugio encontró; metiose bajo el escaño, tan grande fue su pavor. Diego González, el otro, por la puerta se salió diciendo

/ con grandes gritos:-¡Ay, que no veré Carrión! Tras la viga de un lagar metiose con gran temor; todo el manto y el brial sucios de allí los sacó. En esto que se despierta el que en buen hora nació; de sus mejores guerreros cercado el escaño vio: -¿Qué pasa aquí, mis mesnadas? ¿Qué queréis?

/ ¿Qué aconteció?-Es que, mi señor honrado, un susto nos dio el león. Apoyándose en el codo, en pie el Cid se levantó. El manto se pone al cuello y encaminose al león. La fiera, cuando vio al Cid, al punto se avergonzó; allí bajó la cabeza, y ante él su faz humilló. Nuestro Cid Rodrigo Díaz por el cuello lo tomó, y lo lleva de la mano, y en la jaula lo metió. A maravilla lo tiene todo el que lo contempló. Volviéronse hacia la sala donde tienen la reunión. Por sus dos yernos Rodrigo preguntó, y no los halló; aunque a gritos los llamaban, ni uno ni otro respondió, y cuando los encontraron, los hallaron sin color. No vieseis allí qué burlas hubo en aquella ocasión; mandó que tal no se hiciese nuestro Cid Campeador. Sintiéronse avergonzados los Infantes de Carrión; fiera deshonra les pesa de lo que les ocurrió.

Anónimo, Poema del mío Cid (Versión de Francisco López Estrada)

PRUEBA DE COMPRENSIÓN

1.- ¿Cómo se llamaban las hijas del Cid?

a) Doña Elvira y doña Sol.

b) Doña Elvira y doña Juana.

c) Doña Juana y doña Sol.

2.- Sus maridos eran:

a) Los infantes de Cas-tilla.

b) Los infantes de Va-lencia.

c) Los infantes de Ca-rrión.

3.- ¿Qué suceso ocu-rrió un día?

a) Que atacaron los moros.

b) Que se escapó un león de la jaula.

c) Que se formó una tormenta.

4.- ¿Cómo se compor-taron los infantes de Carrión?

a) Con gran valentía.

b) Con indiferencia.

c) Con cobardía.

5.- ¿Qué hizo Fernando González?

a) Meterse debajo del escaño.

b) Ponerse tras la viga de un lagar.

c) Salir corriendo.

◊◊◊

PRUEBA DE COMPRENSIÓN

6.- ¿Dónde se escondió Diego González?

a) Debajo de la cama.

b) Tras la viga de un lagar.

c) Detrás de las corti-nas.

7.- ¿Quién es “el que en buen hora nació”?

a) El Cid Campeador.

b) El infante de Ca-rrión.

c) Fernando González.

8.- ¿Qué hizo el león al ver al Cid?

a) Levantó la cabeza para verlo.

b) Bajó la cabeza y humilló su faz.

c) Emitió un rugido.

9.- ¿Qué hizo el Cid con el león?

a) Lo soltó en el cam-po.

b) Lo llevó a un circo.

c) Lo llevó a la jaula.

10.- Los infantes de Carrión se sintieron:

a) Orgullosos.

b) Avergonzados.

c) Contentos.

◊◊◊

Pág. 11 I. E. S. León Felipe – Benavente http://centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2

Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ] La MandragoraREBELDE

La Mandragora Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ]

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Taller de Artesanía

TALLER DE ARTESANÍAMODELAR

por Asunción Alonso

El modelado, “un arte uni-versal”.-

La arcilla es una tierra suave que, con el agua, forma una pasta dúctil, blanda y grasienta, muy fácil de trabajar.El hombre, desde los primeros tiempos, no ha dejado de mo-delar: estatuillas, serpientes, juguetes y objetos diversos. Estos trabajos hechos con barro y coci-dos a fuego, se llaman cerámicas; secos simplemente sin cocer, son los modelados.

Hoy en Europa o África, el modelado es un arte de ac-tualidad y muy extendido.-

En la India, los ceramistas hacen estatuillas que representan a sus animales sagra-dos: elefantes, va-cas caballos etc.En América del Sur se fabrican figurillas de sim-bolismo religioso.El modelado es uno de los medios de expresión más antiguo, popular y sencillo. Es como un juego, que hace pasar al hombre de la realización en plano (dibujo, pintura) a la crea-ción tridimensio-nal del relieve. Es también una toma de contacto con el mundo, porque hay un placer sensible en la acción de modelar.

Alfares que perviven en la provincia de Zamora.-

Nos sorprende la pervivencia, aun en nuestros días, de núcleos al-fareros. En ellos son las mujeres exclusivamente las encargadas de realizar todo el proceso para ela-borar los cacharros, hecho que nos permite conocer los aspectos de una tradición milenaria consistente en la elaboración de las piezas en una tortea o rueda baja, tarea reali-zada siempre en la calle, en patios o corrales.De entre estos alfares que hoy si-guen produciendo cerámica citare-mos: Pereruela, Moveros, Zamora,

Toro y Benavente.El uso de arcillas con abundancia de cuarzo o mica entre sus compo-nentes, les confiere cualidades refrac-tarias, gran porosi-dad y resistencia, con unas colora-ciones una vez cocidas que varían desde el blanco al ocre claro o rosa.Las piezas elabo-radas se utilizan para el fuego, y para contener agua y vino.Las piezas más demandadas son: tinajas, jarras, cazuelas, botijos, platos, tazas, azu-careros, etc.

Modelado: Espejo

Modelado: Reloj de pared

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Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ] La MandragoraTaller de Artesanía

Papel mâché.-

Al principio de nuestra era, los chinos descubrieron que, mez-clando corteza de árbol, cáñamo, trapos viejos y algún que otro componente exótico y original, se podía obtener una pasta especial que llamaron papel. Pero no sólo usaron este material para escribir sobre él o, más adelante, imprimir, sino que, observando sus cualida-des de ligereza y dureza, lo utiliza-ron también para fabricar objetos sólidos: cajas, bandejas..., creando así una artesanía en torno al mode-lado del papel. En Occidente, esta artesanía se ha llamado, con una expresión proveniente del francés, papel mâché (papel masticado).Modelar en papel mâché es un trabajo fácil en el cual los prota-gonistas son nuestra imaginación y destreza manual. Por lo demás, sólo necesitamos un pequeño es-pacio, buena luz y dejarle campo libre a nuestro espíritu artístico. No olvidemos que podemos con-vertir la artesanía del papel mâché en un oficio con beneficio, puesto que sus cualidades permiten usarlo

para decorar objetos tan atractivos como cajas, joyeros, marcos, ban-dejas o máscaras, y muchos otros que nuestra imaginación quiera fabricar.Para comenzar, debemos hacer un armazón de la estructura del objeto que queremos realizar y usarlo como base: podrá ser de alambre, cartón o plástico. Usaremos como material básico el papel. Existen dos métodos para la confección de objetos de papel mâché: el de las

tiras y el de la pasta de papel. Este último méto-do consiste en fabricar una pasta moldea-ble con la que conseguire-mos objetos de textura suave y un acabado fino; si lo pulimos y pintamos, el resultado puede aseme-jarse al metal esmaltado o a la madera.La pasta de papel la fabri-caremos no-sotros, mez-clando papel con agua y añadiendo cola blanca. Una vez aca-

bado el objeto lo dejamos secar, lo pulimos con una lija fina y lo pin-taremos con pinturas al agua y por último daremos barniz.• Objetos a realizar: máscaras,

cajas, volúmenes, espejos, centros de flores...

• Cantidades y proporciones para hacer el papel mâché:

- un cuarto de kilo de pasta de papel- dos cucharadas de alkyl- un vaso de yogur de agua caliente.- se le puede añadir un chorro de aceite(Es aconsejable, aislarlo con plástico o papel albal y dejarlo en la parte baja del frigorífico)

MÁSCARAS.-Materiales que necesitamos:

-vendas de escayola-pasta de papel: ¼ de kilo-alkyl-un vaso vacío de yogur-una bolsa de plástico sin letras -periódicos-papel higiénico-lija fina de madera-pinturas al agua-pinceles: plano, redondo nº 3 y 5-cúter-tijeras.

Modelado: Máscaras sin pintar

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Modelado: Máscaras pintadas

La Mandragora Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ]

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Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ] La MandragoraGRANDES ESCRITORES ACTUALES GRANDES ESCRITORES ACTUALES

ENRIQUE VILA-MATASDOCTOR PASAVENTOde VILA-MATAS, ENRIQUE

EDITORIAL ANAGRAMA, S.A.

• Año de Edición: 2005 • 392 págs.• Ciudad de Edición: MADRID• 19 €

V edición del Premio de Novela Fundación José Manuel LaraEl héroe moral del escritor y doctor Pasavento es Robert Walser, de quien admira su afán por pasar desapercibido, la vida de bella infelicidad que llevó y la extrema repugnancia que le producían el poder y la grandeza literaria. Perseguir el destino de este escritor significa para Pasavento retirarse del mundo, como lo prueba esa caligrafía suya que se va haciendo cada vez más microscópica y le lleva a sustituir el trazo de la pluma por el del lápiz porque siente que éste se encuentra más cerca de la desaparición, del eclipse. «No escribo para ser fotografiado», dice en cierta ocasión. Quiere apartarse, y un día desaparece. Cree que indagarán, que le sucederá lo que a Agatha Christie cuando la buscaron por toda Inglaterra a lo largo de once días y al final fue encontrada. Pero al doctor Pasavento no le busca nadie y poco a poco va imponiéndose esta sencilla verdad: nadie piensa en él. Le veremos entonces recurrir a la estrategia de la renuncia: el acto extremo con el cual algunos raros escritores se aseguran el único modo de captar el destello de la vida plena e inexpresable, no sofocada por el poder. Le veremos renunciar al yo, a su grandeza y a su supuesta dignidad, y hasta creer que está encarnando por sí solo la historia de la desaparición del sujeto en Occidente. «Lo que yo quiero es seguir existiendo sin ser molestado», dice el doctor Pasavento, y luego, de forma algo contradictoria, se pregunta si será capaz de vivir sin que nadie se acuerde, ni lejanamente, de que existe. Viaja al manicomio suizo donde Walser vivió tantos años apartado del mundo y se acerca al ejercicio de un arte muy peculiar y en el que su escritor más admirado fue un consumado maestro: el arte de convertirse en nada.

Enrique Vila-Matas, premio de la Real Academia Española por Doctor Pasavento La Real Academia Española ha concedido el premio que lleva su nombre, correspondiente a 2006, a la novela Doctor Pasavento, del escritor Enrique Vila-Matas. Este premio, dotado con una medalla de oro y veinticinco mil euros, se otorga alternativamente a la mejor obra de creación o de investigación lingüística o literaria del bienio precedente, escogida entre las candidaturas presentadas por las veintidós Academias de la Lengua Española. En Doctor Pasavento, una novela que sitúa “el ejercicio de creación literaria en el centro de la experiencia humana, ha valorado la Academia su exigente cuidado formal y lo que supone como decidida renovación del lenguaje narrativo en la línea de las mejores tradiciones europeas y americanas”, se añade en la nota de la RAE. Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) cierra con la novela premiada hoy por la Academia una trilogía basada en la búsqueda de la identidad y en la reflexión sobre el oficio de escritor. La novela Doctor Pasavento, editada por Anagrama, recibió el pasado mes de abril el Premio de la Fundación José Manuel Lara Hernández, concedido por doce editoriales españolas y dotado con 150.000 euros. La obra del escritor Enrique Vila-Matas, uno de los más originales y reconocidos de España, está traducida a numerosos idiomas y ha sido galardonada con premios como el Ciudad de Barcelona (por Bartleby y compañía), el Internacional de Novela Rómulo Gallegos (por El viaje vertical) y el Herralde de Novela (por El mal de Montano). El premio de la Real Academia Española le ha sido entregado a Vila-Matas el pasado 25 de enero en el marco de la celebración del «Día de la Fundación pro Real Academia Española», que incluyó también un homenaje a Don Francisco Ayala.

París no se acaba nunca es una revisión irónica de los días de aprendizaje literario del narrador en el París de los años setenta. Fundien-do autobiografía, ficción y ensayo, nos va contan-do la aventura en la que se adentró cuando, en una buhardilla de París, redactó su primer libro. Esta novela es también la historia de cómo en su juventud el narrador viajó a esa ciudad para imitar literalmente la vida bohemia de escritor princi-piante de Hemingway, quien contó, en París era una fiesta, que allí fue muy pobre y muy feliz y de cómo, por el contrario, el narrador fue muy pobre y muy infeliz. Aunque, eso sí, logró allí escribir su primera novela y, además, descubrió que, como decía John Ashbery, después de vivir en París, uno queda incapacitado para vivir en cualquier sitio, incluido París.

Historia abreviada de la literatura portátil es tal vez la obra más emblemática, ya casi legendaria, de Enrique Vila-Matas. Publicada en 1985, fue traducida inmediatamente a un gran nú-mero de idiomas y, más allá de las páginas del libro, originó diversas conspiraciones en la vida real. La conspiración shandy o sociedad secreta de los portátiles fue fundada en 1924 en la desemboca-dura del río Níger y quedó disuelta tres años después, tras un espectacular escándalo, en Sevilla. Formaron parte de la conjura shandy, entre otros, Duchamp, Scott Fitzgerald, Walter Benjamin, César Vallejo, Rita Malú, Valery Larbaud, García Lorca, Pola Negri, Berta Bocado, Alberto Savinio y Georgia O’Keefe. Dos requisitos eran imprescindibles para formar parte de la sociedad secreta: junto a que la obra artística de uno fuera portátil, es decir, que no fuera pesada y pudiera ser fácilmente trasladable en un maletín, la otra condición era la de funcionar como una perfecta máquina soltera. Aunque no imprescindibles, se recomendaba también poseer ciertos rasgos que eran considerados como específicamente shandys: sexualidad extrema, espíritu innovador, ausen-cia de grandes propósitos, insolencia, tensa convivencia con el doble, simpatía por la negritud y nomadismo infatigable.

Enrique Vila-Matas nació en Barce-lona en 1948. En el 68 se fue a vivir a París, autoexiliado del gobierno de Franco y buscando mayor liber-tad creativa. Durante estos años subsistió realizando pequeños tra-bajos para ‘Fotogramas’. Publicó su primer libro en 1977. Sus obras son mezcla de ensayo, crónica periodís-tica y novela. Su literatura, frag-mentaria e irónica, diluye los límites de la ficción y la realidad. Ha desa-rrollado una amplia obra narrativa que hasta la fecha ha sido traducida a nueve idiomas. Actualmente es uno de los narradores españoles más elogiados por la crítica nacional e internacional, aunque los premios y el reconocimiento en España le han llegado tardíamente.

La Mandragora Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ]

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SOMALIA 2006 - PLAYSTATION 3

NIVEL 1.- INUNDACIONESSeptiembre 2006. El río Shabelle se ha desbordado en múltiples lugares desde la frontera con Etiopía hasta su desembocadura, convirtiendo la región en una piscina. Tu objetivo es evitar la propagación de epidemias –pon especial atención al cólera y a la malaria- y vigilar que no se produzca una crisis nutricional.

PANTALLA 1.2.- EL RÍO. Los caminos están cortados por el agua. Tu objetivo es transpor-tar 16.000 mosquiteras a los 60 pueblos afec-tados.

Alquilamos 3 tractores con los que cubrimos un 80% de los pueblos. Allí donde no pasan los tractores utilizamos portea-dores. Objetivo cumplido en 55 pueblos: gano 500 puntos.Todavía nos quedan 4 ó 5 pueblos a los que sólo se puede llegar por el río. UNICEF nos deja una barca. Remontando el río, nos atacan tres cocodrilos. Matamos a dos de ellos. Ventajas de ir con el kalashnikov a todas partes. Gano otros 80 puntos.

NUESTRO HOMBRE EN ÁFRICA

Nuestro hombre en África nos manda su relato en forma de pantallas de playstation 3 con crecientes niveles de dificultad. El “juego” de salvar vidas ha de sortear a los señores de la guerra y a otros señores del mal, incluida a la señorona naturaleza, a veces madre y a veces madrastra.

PANTALLA 1.1.- EL CONSEJO DE ANCIANOS. Estás reunido con 60 ancianos de otros tan-tos pueblos afectados por las inundaciones. Tu objetivo es firmar un acuerdo para realizar distribuciones de mosquiteras en sus aldeas, garantizando la equidad del reparto y la segu-ridad de tu equipo.

Llego a un acuerdo con el Consejo de Ancianos repartir 2 mosquiteras por familia, pero las cifras de población que me intentan colar están infladas hasta un 800%. Discutimos; la tensión ambiental crece por momentos. Les cuento una ver-sión del cuento de la gallina de los huevos de oro. Yo soy la gallina. Nos echamos unas risas y firmamos los acuerdos. Gano 200 puntos.En una de las aldeas más díscolas acordamos contar el nú-mero de casas para verificar la población total. El día del re-cuento veo que hay unos 300 iglús de caña y telas con pinta de haber sido montadas 5 minutos antes. Pierdo 75 puntos, por primo; los de la aldea se ganan 600 mosquiteras y el pre-mio Lazarillo de Tormes.

PANTALLA 1.3.- MUJERES DESESPERADAS. Uno de tus trabajadores te la ha metido dobla-da, organizando una distribución de mosquite-ras sin informarte, curiosamente en el pueblo de sus parientes. Este pueblo no debería estar incluido en la lista de beneficiarios, por proxi-midad a la ciudad y el riesgo de provocar un efecto llamada. El día del reparto hay cientos de mujeres rodeando a tu equipo, que se en-cuentra desbordado e incapaz de abastecer a todo el mundo. Tu objetivo es sacar a tu equi-po de allí sano y salvo.

Aunque nunca debía haberse hecho una distribución en esta aldea, ahora es demasiado tarde para cancelarla. Los Ancia-nos no se atreven a identificar las mujeres que son del pueblo y separarlas de las foráneas, por miedo a desatar la violencia de éstas (las somalíes son de armas tomar).Acordamos repartir una única mosquitera por familia, para que alcance para todos. Pierdo 100 puntos. Mi empleado ca-pullo se gana un warning. Como reciba otros dos, se va a la calle.

PANTALLA 1.4.- ASALTADORES DE CAMINOS. Ojo con los bandidos. Tu objetivo es completar la distribución de mosquiteras sin incidentes.El último día de distribución, en el penúltimo pueblo, aparecen 20 golfos apandadores armados con kalashnikov y machetes. Interrumpen el reparto y se llevan suculento botín: 160 mos-quiteras, ocho por cabeza. Ningún herido. Pierdo 50 puntos.

Las Cortes Islámicas deciden hacer una distribución de comi-da a algunos de los afectados por las inundaciones. Los muy patanes lo hacen en pleno centro de Jowhar, al lado de uno de nuestros centros de salud. Se forma un caos fenomenal, con intentos de robos y tiros al aire incluidos.Mando dos coches con seguratas armados hasta los dientes para sacar a la enfermera que está trabajando a 50 m de allí. La pobre llega a la oficina más avergonzada por la operación rescate –tipo Air Force one– que asustada por el tiroteo. Cero puntos.

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Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ] La MandragoraNUESTRO HOMBRE EN ÁFRICA

(continuará)

NIVEL 2.- LAS CORTES ISLÁMICASOctubre 2006. Las Cortes Islámicas controlan Jowhar desde Junio. Tu objetivo es mantener una relación cordial con las nuevas autoridades, de mutuo respeto y colaboración en lo que atañe a sa-nidad pública, pero preservando la imagen de neutralidad de MSF.

PANTALLA 2.1.- ¿FALSAS ALARMAS? El go-bernador te llama para reportar posibles casos de cólera en Culomundo e inundaciones en Quintopino, y transmitirte su temor a la gripe aviar tras la extraña muerte de una bandada de pájaros con brazaletes de una universidad croata (!?) Tu objetivo es cerciorarte de qué diablos pasa, e intervenir si fuere menester.

Lo de los pájaros suena a coña pero salió hasta en la televi-sión sueca. Cuando llegaron a manos del veterinario estaban tan descompuestos que éste no hizo más que quemarlos, sin poder analizar nada. Queda archivado como expediente X. El cólera era una simple diarrea por usar un remedio casero malsano; los de la aldea tenían ganas de llamar la atención para que les hiciéramos caso, cual niño malcriado. Las inun-daciones nos harán extender el reparto de mosquiteras y la vigilancia epidemiológica a otros pueblos. Las Cortes Islámi-cas se quedan razonablemente satisfechas con nuestra inter-vención. Gano 100 puntos.

PANTALLA 2.2.- LOS IMPUESTOS. Las Cortes Islámicas requisan todos los coches MSF por-que los propietarios se niegan a pagar los im-puestos (son coches alquilados). Tu objetivo es recuperar los coches inmediatamente.

Nos tiramos varios días presionando a los propietarios infruc-tuosamente. Simultáneamente, los combates se aproximan por el oeste. Con combates y sin coches, decidimos evacuar al equipo a Nairobi. Como Murphy nunca falla, el mismo día que nos vamos los propietarios ceden y las Cortes nos de-vuelven los coches. Regresamos 5 días después, con los combates alejados. Pierdo 300 puntos por los días de inac-ción.

PANTALLA 2.3.- EL COMANDANTE CHULO-PLAYA Y EL SALVOCONDUCTO. Un coman-dante chuloplaya y quince milicianos armados tienen retenidas a cinco expatriadas MSF en el dispensario de Burene, que se encuentra a una hora de Jowhar. El muy capullo no quie-re dejarlas salir hasta que se vistan “correcta-mente”, esto es, nada de usar pantalones. Las chicas ya iban con el pelo cubierto, tal como se había acordado con el gobernador. Tu ob-jetivo es liberar las cinco expatriadas y evitar que este incidente vuelva a repetirse.

Me reúno ipso facto con el gobernador para mostrarle mi in-dignación. INADMISIBLE!! Voy con el Noguera, que borda el papel de poli malo; yo hago de poli bueno, que es más agradecido. Exigimos la liberación inmediata de las chicas, unas disculpas por el incidente y un salvoconducto antitoca-cojones. OJITO: Mientras no nos concedan los tres deseos, mantenemos cerrado el centro de salud en donde ocurrió el incidente. ¡ÓRDAGO, CAGO’N ROS!Tras una llamada del gobernador al comandante capullo, las chicas vuelven a Jowhar sin contratiempos. Lo más triste es que el muy membrillo ni siquiera actuaba por creencias reli-giosas; acababa de hacerse con el cargo y estaba sacando pecho. La carta de disculpas del gobernador llega esa misma tarde. Toca mantener el órdago: no abro el dispensario de Burene hasta que no reciba un salvoconducto que reconoz-ca el respeto de las Autoridades a nuestras operaciones. El gobernador se me cabrea, pues considera que ya se había plegado suficientemente a mis demandas y cree que quiero humillarle. Sube la tensión. Intento verle de nuevo para apa-ciguarle, pero soplan vientos de guerra en Baidoa y tiene que irse con urgencia a Mogadishu.Pasan los días; el dispensario sigue cerrado; el gobernador, ausente; y la comunidad de Burene echando chispas contra el comandante capullo y las Cortes Islámicas. Sigue aumen-tando la tensión entre las partes implicadas. Todos salimos perdiendo. ¡Qué estrés!Una semana después del cierre, el vicegobernador se reúne conmigo y me da el puto papel. Reabrimos Burene y todos respiramos. De ésta no habré perdido puntos, pero lo que es pelo...

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La noche comenzaba a caer sobre las lomas de las al-

tas montañas que rodeaban el frondoso valle. El viento soplaba con fuerza aquella tarde, zarandeaba de un lado a otro los sauces del cementerio haciéndolos bailar hipnóticamente de un lado a otro. Las úl-timas viudas que lloraban a sus muertos comenzaban ya a secar sus lágrimas y se disponían a regresar a la realidad de sus vidas. Todo quedaba desierto al llegar la noche. Los niños se acostaban y el si-lencio que había era sepulcral. Los hom-bres llegaban a casa cansados de toda

aquella jornada fría propia del invierno. La quietud que se respiraba en aquellos momentos sólo era interrumpida por las campanas de la vieja iglesia casi derruida del monasterio que se encontraba en la zona mas alejada del pueblo, junto a las montañas.

Yo observaba esta escena mientras el viento ondeaba mis cabellos en un alto desde el que podía observar todo aquello. Sentada allí en la fría roca sintiendo el viento en mi rostro movien-do mi pelo, empujando mis ropas, me sentía libre. Todo aquello me llenaba de una paz que no soy capaz de explicar con palabras. Oía el viento ulular entre los sauces del cementerio. Yo era un alma inquieta mi mente estaba llena de pre-guntas a las que nunca encontraba res-puesta. Mi corazón se sentía encerrado dentro de aquel cuerpo de muchacha de dieciocho años, atada a las costumbres de la época, condenada a un futuro ya escrito, alienada de mi propia vida ante un dios que controlaba todo lo que yo hacía y castigaría en el más allá mis ac-tos en esta vida. Me sentía encadenada a la tierra sin poder pensar por mí misma, como una marioneta que alguien mue-ve desde lo alto a su antojo para repre-sentar una historia triste y descabellada,

sólo un juguete manejado por un niño caprichoso.

Me gustaba sentarme allí a pensar y a tratar de olvidar por un pe-queño instante lo insignificante de mi vida. Estaba claro que una muchacha como yo no podía estar por ahí cuando ya había oscurecido, pero estaba harta de tanto obstáculo y solía escaparme para poder ver el anochecer, sola, única-mente acompañada por el frío, el viento, la luna y los muertos, esos pobres enga-ñados y condenados a llevar una vida in-significante y servicial para su señor que les promete la vida eterna. Yo nunca creí aquellas historias, yo estaba convencida de que no había nada más allá, que esto era todo. Pero en aquella época pensar esto se consideraba inmoral y más para una muchacha como yo, por ello fingía que la Palabra del Señor me interesaba

y acudía cada día a los oficios, pues no podía dejar que me descubrieran. Sentía que la vida no tenia sentido, lo descubrí cuando apenas era una niña y descubrí que los cuentos de hadas nunca se ha-cían realidad, que todos aquellos seres que aparecían en los historias eran fru-to de creencias populares y de mentes adultas que querían crear algún tipo de ilusión a los pobres niños. Sabía que las historias se adornaban y exageraban

para impresionar a los que las escucha-ban, por lo general analfabetos, con ellas se podía controlar su mente haciéndoles creer que es cierto lo que en realidad no existe. Por ello, yo sola desde hacia unos cuantos años había dejado de creer en lo que contaban los Evangelios que nos inculcaban desde muy pequeños, creía que los hombres habían inventado todo aquello para controlar a la inmensa masa de gente, que temerosa creía a pies jun-tillas todo lo que ellos les decían por mie-do a represalias futuras.

Mi vida transcurría así entre la mentira, el dolor y mis momentos de libertad sentada en aquel gélido peñasco sin oír nada, sola, infinita, sintiendo que formaba parte de la tierra, y soñando que quizás algún día la muerte viniera a por mí y que todo aquello se acabara. Sabía que en ese momento sería libre, pues no habría nada, ni amor, ni tristeza, ni sole-dad, ni reglas, simplemente la nada.

Estas ideas de la muerte cada vez cobraban más sentido en mi joven mente, ya que mi vida no era nada agra-dable. Era la menor de siete hermanos todos ellos varones, mis padres eran ya bastante mayores y yo nunca había sido una hija deseada. Recuerdo oír a mi hermano mayor decir que mis padres no querían tenerme y que estaban pen-sando en tirarme al arroyo en cuanto na-ciera, pues eran demasiado pobres para hacerse cargo de un bebé. También me contó que este descabellado plan estaba a punto de efectuarse hasta que una an-ciana que caminaba con su ganado vio la escena y obligó a mi madre a llevarme a casa y criarme. Crecí bastante feliz pues la anciana acudía todos los días a verme y me colmaba de besos e historias que yo escuchaba atentamente, me despertó

el gusanillo del saber y por ella ahora sé todo lo que sé. Una húmeda y nebulosa mañana de noviembre descubrí la fatal noticia, mi bienhechora había fallecido, yo entonces sólo tenía nueve años. Este

Me gustaba sentarme allí a pensar y a tratar de olvidar por un pequeño

instante lo insignificante de mi vida.

CREACIÓN LITERARIA

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Recuerdo oír a mi hermano mayor decir

que mis padres no querían tenerme.

LOS SAUCES DEL CEMENTERIOpor Marta Hernando Lera

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Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ] La MandragoraCREACIÓN LITERARIA

acontecimiento me marcó profundamen-te, pues ella era muy creyente y estaba segura de que Dios sería bondadoso con ella y que la llevaría a su reino de glo-ria. Me juró en su lecho de muerte que siempre estaría conmigo, que nada malo me pasaría porque ella estaría a mi lado para evitar los ma-los tratos que recibía a menudo de mi familia. Que rezaría por mí, que todo cambiaría, que mi vida se-ría mejor. Me animaba a creer y así fue durante algún tiempo, pero las palizas se repetían, ahora estaba sola en el mundo,

pues la única persona que me quería ha-bía desaparecido para mí.

Nada mejoraba y si yo quería seguir aprendiendo debía esconderme, ya que a menudo mis hermanos cogían y quemaban mis libros, que eran el úni-co recuerdo que yo tenía de la anciana. A una temprana edad comprendí que ella me había mentido inculcándome sus creencias, pues yo pedía ayuda a Dios y a ella misma, pero ninguno escuchaba mis súplicas. Comprendí que no merecía la pena vivir sometida a nadie, yo con-trolaba mi vida, nadie más.

Pasaban los años y yo cada vez me daba más cuenta de que yo tenía razón, mi futuro lo escribía yo. Estaba harta de la vida que llevaba; era tan in-significante que si yo no estaba, nadie me echaba en falta, por eso disfrutaba de esos pequeños momentos de liber-tad.

Yo no era nada, mi rostro estaba amoratado de los golpes que a

menudo me propinaban, por eso quería morir, alejarme de todo aquello. Sabía que no podía escapar pues tarde o tem-prano me encontrarían y la paliza sería

aún peor que las que recibía a diario. A veces deseaba con todas mis fuerzas que la paliza fue-ra tan fuerte que acabara con mi miserable vida, pero ni ese triste deseo se

me concedía.

He decidido escribir esa his-toria para poder expresarme ya que no puedo hablar con nadie. Estoy sola atra-

pada en este mundo, ahogada por sus sogas, condenada en vida, luchando por salir pero a la vez anhelando la muerte.

Nunca he experimentado el amor, nunca nadie me ha querido, ex-cepto mi pobre ancianita. También ella era para mí mi verdadera madre, pero ahora ya no estaba y las ansias de dar cariño me estaban quemando las en-trañas, necesitaba una sonrisa que me hiciera sentir un poco querida, un abra-zo que me diera seguridad, un beso que hiciera volver a latir mi corazón.

Una noche volví a casa toda empapada pues la lluvia del otoño me había sorprendido mientras regresaba, el agua helaba mis huesos y yo tiritaba mientras unos sudores fríos caían por mi frente. Llegué a casa y entré por la ven-tana del cuchitril en el que yo dormía. Me acosté y me tapé con la manta que yo misma me había tejido. No pude en-trar en calor, los sudores eran cada vez más abundantes, y mis dientes castañe-

teaban sin cesar, no podía estarme quie-ta pues los escalofríos invadían todo mi cuerpo. Intenté taparme con algo más pero todo era inútil, sentía que estaba enferma y no sabía qué sería de mí a partir de entonces.

Logré dormirme, no sé exac-tamente el tiempo que pasé así, sólo recuerdo que cuando me desperté mi padre estaba junto a mi cama esperán-dome con una vara en ristre. Y mirándo-me encolerizado dijo con sarcasmo: “¿ya es hora de que se levante la princesa?”. Y sin aguardar explicaciones golpeó mi enfermo cuerpo una y otra vez. Quedé tendida en el suelo. Mientras me pegaba murmuraba cosas que ya no recuerdo. Mi cabeza daba vueltas, y pedía a ese dios en el que no creía que me matara, ya no quería vivir más. Mis súplicas, como era acostumbrado, no fueron escuchadas.

Pasaron unos días, no sé cuántos, pudieron ser meses porque no recuerdo nada hasta que hace poco desperté en un psiquiátrico de la ciu-dad. Descubrí que estaba allí porque el médico una tarde había pasado por mi casa para ver a uno de mis hermanos que se encontraba enfermo, según me dijeron el médico se sobresaltó al ver-me en aquellas condiciones. Decía que deliraba, que hablaba incoherencias, que incluso me había revelado. La verdad es que no sé si todo aquello ocurrió o fue una invención de sus perversas mentes. Me dijeron que había sufrido unas ex-trañas fiebres que me producían delirios y amnesia pasajera. Hay días como hoy en que recuerdo todo pero otros pasan ante mí sin que pueda disfrutar apenas de ellos.

Pasé allí unos días, aunque aquello era mejor que mi antiguo ho-gar, mi alma aún estaba atada. Mis días transcurrían encerrada en una húmeda habitación oscura por la que la luz sólo entraba a través de una minúscula ven-tana situada en lo alto de la fría pared. Pasaba el día intentando recordar y escribiendo, con algunos papeles que había conseguido coger, todo esto que ahora cuento.

Ahora que nadie me bus-caba necesitaba escapar de allí como fuese. Por ello tracé un plan: Todas las mañanas nos dejaban 15 minutos para poder pasear por los estériles jardines del sanatorio, aquella era mi oportuni-dad para escapar. Esa mañana me vestí como de costumbre con la bata de color

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Comprendí que no merecía la pena vivir sometida a nadie, yo controlaba mi vida,

nadie más.

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La Mandragora Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ]

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CREACIÓN LITERARIA

pardo que se nos daba como uniforme y guardé bajo ella mis pocas pertenen-cias, cogí un cuchillo del comedor y lo escondí bajo mis ropas, temía que al-guien me descubriese y quería algo para defenderme. Me aproxi-mé sigilosamente a la verja y me acerqué a la zona en que la valla era más fácil de saltar. Observé que nadie me miraba y salté con to-das mis fuerzas. No sé cómo, pero logré pasar al otro lado. Mi corazón latía deprisa, corrí colina abajo tan rápido como mis débiles pier-nas me permitían. Sentía el viento en mi cara aquella mañana de diciembre. Los árboles desnudos que encontraba a mi paso me parecían el jardín más her-moso. Todo era bello, aunque hacía frío mis mejillas estaban encarnadas pues la sangre volvía a fluir por ellas, mis ojos desbordados y mis pulmones llenos de la libertad que respiraba. Reía por pri-mera vez en muchos años, reía tanto que incluso alguna lágrima se me esca-paba, era tal la cantidad de sensaciones que experimenté en aquel momento que no soy capaz de explicarlas. Sentía por fin que ahora la vida cobraba sentido, no sé por qué pero la embriaguez de liber-tad me hacía sentir optimista y volver a creer. Llegué hasta el pueblo, al que no quería volver por nada del mundo, pero había una fuerza inexplicable dentro de mí que me empujaba a dirigirme hasta allí. No sé por qué, ni qué pasó, mi vis-ta se nubló y no recuerdo nada a partir de entonces. Cuando volví en mí, grité de horror, no podía creer lo que había hecho, mis manos estaban cubiertas de sangre, mis vestidos, mi rostro. Descubrí un hacha en mi mano, que tiré al sue-lo horrorizada. Miré a mi alrededor y vi una fatal escena, los cuerpos de mi ma-dre y mi hermano, que estaba enfermo, degollados y apaleados de una manera brutal. “Yo no puedo haber hecho eso”, me repetía. Y mi corazón latía atronando mis oídos. Un profundo dolor invadía mi pecho, lloré y lloré por aquella gente que nunca me había querido. Vi mi enorme culpa, pero lo cierto es que no recordaba nada. Era por la mañana temprano, así que el resto de mis hermanos y mi pa-dre aún tardarían en volver. Debía hacer algo.

No sé exactamente el tiempo

que ha pasado desde que descubrí los cuerpos, sólo sé que tengo que acabar con esto. Soy una asesina aunque no recuerde nada de lo que he hecho, por tanto, esta será mi

sentencia de muerte. Aquí aca-

ba la historia de mi vida, la historia de una triste muchacha que nunca amó, la histo-ria de una mujer sin fe, la historia de una marioneta manejada por alguien que le re-servaba este fatídico

final. Me voy pues para siempre, ahora no siento miedo, pues sé que no hay nada más, por que sé que si Dios existiera no hubiera permitido que se cumpliera el fatal aconteci-miento, sé que no hay nada más allá, sé que ahora ya no sentiré. Se acabaron el dolor y las lágrimas, la soledad y el miedo; sólo seré nada.

Adiós para siempre.

Una lágrima cayó por mi ros-tro al terminar de leer aquel aterrador relato. Sabía que era terrible lo que ha-bía hecho, pero ella no era consciente de sus actos. Entonces ya no sentí mie-do. Sabía que los amargos lamentos que había escuchado durante toda la noche, no eran sino los lloros de la joven de la historia. Sabía que estaba allí, la sen-tía dentro de la casa, pero sabía que no quería hacerme daño, sólo quería que se la escuchara, que alguien supiera que ella había existido. Descubrí por las descripciones del relato que mi nueva casa ha-bía sido construida cer-ca del cementerio de la historia. Sabía que aho-ra ella estaba aquí atra-pada, pues nadie sabía que existía, por ello yo la invité a que se manifestara. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, las ve-las se apagaron y todo quedó en la más absoluta oscuridad. Sentí los lamentos más cerca, pero esta vez no sonaban a desesperación. Oí unos pasos junto a mi puerta que se abrió tímidamente, tras ella apareció la joven, con su ves-tido pardo manchado de sangre, su tez blanca, sus ojos amoratados, y la mar-ca de una gruesa soga alrededor de su transparente cuello. Nunca antes había visto yo a un fantasma pero a pesar de

las historias y del miedo que nos produ-cen, sólo sentí tranquilidad a su lado. No dijo nada pero su sonrisa y su mirada lo dijeron todo. Yo también le sonreí y supe que por fin su alma se encontraba libre. Un haz de luz procedente de su pecho iluminó la estancia en la que yo me en-contraba, una fuerte brisa ondeó sus cabellos, se elevó unos palmos sobre el suelo, y con otra sonrisa se desvaneció en las sombras volviendo de nuevo a las tinieblas mi habitación. Encendí las velas y apreté junto a mi pecho su relato. A la mañana siguiente salí al exterior y sobre la corteza del único sauce que aún que-daba desde su época, grabé: “Mi alma

no te olvida”.Desde que la

historia llegó a mis manos mi vida cambió por com-pleto, yo era una mujer

que nunca había creído en los fantas-mas. Pero aquella experiencia hizo cam-biar mi punto de vista y me hizo darme cuenta de que no sabemos nada de lo que sucede a nuestro alrededor, de lo que es cierto y de lo que no, de las histo-rias que inventamos, hasta dónde pue-de llegar nuestra imaginación; si ella en realidad fue la asesina de sus familiares, o si fue todo fruto de su enajenación; y me hace pensar si verdaderamente no-sotros existimos o esto sólo es un sueño más de nuestras retorcidas mentes. ●

FIN

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Sentía el viento en mi cara

aquella mañana de diciembre. Los árboles desnudos

que encontraba a mi paso me parecían el jardín más hermoso.

Vi mi enorme culpa, pero lo cierto es que no recordaba nada.

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>> Colorea de rojo las zonas que tengan una letra de la palabra “TOMATE”

>> Colorea en azul las zonas que contengan la letra “B”

>> Colorea en amarillo las zonas que contengan la letra “J”

La Mandragora Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ]

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NARRADORES ACTUALES

por José María MerinoEL INOCENTE

El profesor Sierra acostum-braba a mostrarse bastan-

te cercano a sus alumnos. No le costaba sonreír, ni hacer bromas, y raras veces se enfadaba. Sin embargo, aquella ma-ñana había entrado en clase con talante serio, un aire diferente del habitual, y después de sentarse en su mesa per-maneció un rato sin hablar, mirándonos despacio, como si no nos reconociese. Al principio se pudieron escuchar algu-nas risitas, como anticipos jocosos del chiste que la gente estaba esperando, pero luego todos nos quedamos tam-bién silenciosos, contemplándole con la misma atención con que él nos miraba a nosotros.

Habló por fin para decirnos que aquel día la clase iba a ser distinta, que no íbamos a tratar directamente ningún tema del programa, que nos iba a con-tar una historia. Enseguida matizó lo que había dicho y añadió que, para que la cosa no pareciese tan rara, su relato podíamos considerarlo como una na-rración oral, y además en primera per-sona, exclamó, sonriendo por primera vez. Luego se puso de pie y, acercándo-se a la parte delantera de su mesa, se apoyó en ella y se cruzó de brazos, re-cuperando con ello una de sus posturas preferidas. Yo creo que entonces todos nos sentimos más relajados.

-La historia que os voy a con-tar empieza hace quince años. Yo tenía

entonces vuestra edad. Imaginaros a mis amigos y a mí cuando íbamos a es-tudiar al instituto. Vosotros nos miráis como si pensaseis que siempre hemos sido adultos, y nosotros solemos olvidar que también fuimos adolescentes. En fin, los años han pasado, como pasarán para vosotros, y yo he perdido el con-tacto con casi todos mis compañeros de entonces. Me fui a estudiar la carrera le-jos de aquella ciudad, otros también se marcharon, nos dispersamos. Sólo he seguido teniendo comunicación con uno de ellos, Héctor, que nunca se movió de allí. Casi no hemos vuelto a vernos, y apenas sabríamos nada el uno del otro, si no fuese porque al final de cada año

nos cruza-mos unas p o s t a l e s , contándo-nos en po-cas pala-bras cómo nos ha ido y deseán-donos feliz año nuevo. Pero ayer por la noche mi antiguo amigo Héc-tor me tele-foneó, muy conmovido,

para decirme que había muerto su her-mano Fidel, otro de los compañeros de aquellos años. La noticia me trajo a la cabeza muchas cosas de entonces, y una aventura muy rara, misteriosa, que nunca he podido olvidar. Esta mañana, de camino hacia aquí, he decidido con-tárosla, aunque siga sin encontrarle ex-plicación. A lo mejor os la cuento para volver a escuchármela a mí mismo, para seguir intentando entenderla.

Se acercó a la pizarra y trazó una especie de circunferencia, como si fuese a componer un diagrama, pero enseguida nos dimos cuenta de que era un dibujo sin objeto, un puro garabato, pues mientras hablaba fue dibujando

rayas alrededor sin ton ni son.-Llevábamos siendo amigos

varios cursos. Héctor, Antonio, Luis, a éste siempre le llamábamos Beli, una abreviatura del apellido, y yo. Íbamos juntos al cine, al río, de paseo, jugá-bamos entre nosotros a los juegos de cada temporada, al fútbol, nos pasába-mos los apuntes, intentábamos ayudar-nos en los exámenes.

Soltó la tiza y volvió a apoyar-se en su mesa. En medio de la pizarra quedó pintado un sol deforme.

-Aquel curso vino al instituto, a la clase anterior a la nuestra, el herma-no de Héctor, Fidel, al que acabaríamos llamando Fidelín. Sabíamos que Héctor tenía un hermano pero nunca le pre-guntábamos por él, porque se decía que aquel chico no estaba bien, y que por eso lo tenían interno en un colegio es-pecial, pero aquel año lo pasaron a los cursos normales. Que el chico no esta-ba bien se notaba enseguida, en cuan-to se le oía hablar. Era bastante alto, más que la mayoría de los de su edad, un poco gordo, con unos andares muy desmañados, y tenía cierta dificultad para hablar y para entender las cosas. El mismo día que llegó, uno de los ma-yores, con el que tropezó en el recreo, le dio un empujón llamándole subnor-mal, retrasado mental. Héctor, que lo oyó, se lanzó contra él como un rayo y empezaron a darse puñetazos. A Héc-tor le costó sangrar por la nariz y a su contrincante un ojo morado, y ambos fueron castigados, pero nadie volvió a tratar mal a Fidelín. Héctor decía que su hermano era un inocente, que es como llamaban antes en los pueblos a esos chicos. “Mi hermano es un inocente, y a los inocentes hay que respetarlos”, de-cía. “Mi hermano no se mete con nadie, y nadie tiene derecho a meterse con él”. Su afán de proteger a Fidelín llegó a tal punto que lo incorporó a nuestra pan-dilla. Lo llevaba con nosotros a jugar al fútbol y lo ponía de árbitro, menos

Jose María Merino ha demostrado su maestría para aproximarse a lo misterioso y para cruzar los límites siempre inquietantes que separan la vigilia del sueño. Tiene en su haber el Premio Nacional de la Crítica (1986), el Nacional de Literatura Juvenil (1992) y el Miguel Delibes (1996). Entre sus muchos libros destacamos un pionero libro de poseía, Sitio de Tarifa (1972), y otros muchos libros de prosa, La orilla oscura, El oro de los sueños, El heredero, Ficción continua, Cuentos de los días raros, Cuentos del libro de la noche, etc. La reseña crítica del último libro citado, realizada por el profesor Tomás-Néstor Martínez, fue publicada en el nº 7 del Año VI (Abril-2006) de La Mandrágora. Y si todo va bien, el 9 de febrero José María Merino ofecerá una charla-coloquio en nuestro Centro.

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Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ] La Mandragora

mal que no le hacíamos caso, al cine, de paseo, a la feria, cuando la había. Así, Fidelín se convirtió en otro miembro del grupo, y al fin nos acostumbramos a su extraña forma de andar y de hablar, a sus ocurrencias, que nos hacían reír sin remedio, y el propio Héctor acabó tolerando nuestras burlas amistosas ha-cia su hermano. Por ejemplo, cuando le explicaron en clase la fotosíntesis, nos

contó que las plantas respiraban como nosotros, que si nos fijábamos bien se podía ver que cada hoja se hincha y se deshincha, y que los árboles hacen rui-do de soltar el aire, de vez en cuando. A veces se ponía a hablar con los bichos, una hormiga, una oruga, un escarabajo, a preguntarles cómo se encontraban, qué habían comido, que qué tal la fami-lia. Una vez, en navidades, fuimos a la iglesia de San Francisco, que ponía un belén muy celebrado, y se echó a llorar porque decía que el buey del portal te-nía los ojos demasiados tristes. Otra vez que fuimos al río a pescar, nos amargó

la tarde, porque, según él, aquellos bar-bos que habíamos sacado estaban gri-tando de sentir que se ahogaban fuera del agua. En algunas ocasiones se exal-taba un poco, y aquella fue una de ellas, y Héctor dijo que se lo iba a llevar a casa para que le diesen una pastilla, pero an-tes tuvimos que devolver la pesca al río. A veces hacía cosas raras, a lo mejor el parque estaba solitario y él echaba

a correr como si persiguiese una pelota real, o se ponía a hablar como si conversase con alguien, miran-do a un punto vacío. Pero, con sus rarezas, era un compañero dócil, pacífico y alegre.

E r a bastante raro que un profesor, aunque fuese

don Miguel Sierra, se pusiese a contar-nos historias de su vida, de manera que todos estábamos pendientes de sus pa-labras.

-La historia que os voy a con-tar sucedió aquel mismo curso o al si-guiente, ya no estoy seguro. En el ins-tituto habíamos hecho una excursión a un paraje de montes carcomidos que son el resultado de la minería del oro en tiempo de los romanos, hace dos mil años. Lo llaman Las Médulas. Es un lu-gar extraño, silencioso, muy solitario. Entre grupos de árboles se alzan, como esqueletos de tierra de color amarillen-

to, los restos de las grandes montañas desaparecidas. Para extraer el oro, en aquellas montañas se perforaban largos túneles, con trabajo muy duro de escla-vos, y luego se hacía entrar por allí a presión agua que llegaba a través de un sistema de canales que también los es-clavos habían excavado en la roca viva de las montañas circundantes. El agua derrumbaba los túneles y arrastraba la tierra hasta unos enormes lavaderos en que quedaban depositadas las pepitas de oro. El lugar estimuló nuestra imagi-nación, pues mis amigos y yo pensába-mos que sin duda en aquella tierra debía de quedar todavía oro, mucho oro. De modo que nos propusimos buscarlo.

El recuerdo de aquellas lejanas ilusiones le hizo sonreír. Guardó silencio y se puso a mirarnos otra vez de uno en uno, como si se preguntase cuál podía ser la quimera en que soñaba cada uno de nosotros. No había risitas, ni comen-tarios, nadie se movía. Aquellas confi-dencias insólitas nos estaban resultando demasiado sorprendentes.

-Aprovechamos otra excursión escolar. Mentimos en casa. Ya sé que esto que os digo no resulta muy ejem-plar, pero así fue. Coincidiendo con el tiempo de la excursión verdadera, de la oficial, y empleando el dinero en la nuestra, nosotros nos iríamos a los vie-jos restos de las minas romanas. Con-seguimos unas tiendas de campaña pequeñas, sacos de dormir para todos. Calculamos la comida necesaria, el agua. Llevaríamos azadas, palas de jardín, ce-dazos, linternas, pilas. El viaje fue una odisea, dos autobuses primero, con un largo tiempo de trasbordo entre uno y otro, luego una interminable caminata

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NARRADORES ACTUALES

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Las Médulas

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con todo a cuestas. Mientras tanto, le íbamos contando a Fidelín el objetivo de nuestra excursión, le hablábamos de los canales, del agua que había hecho derrumbarse las galerías y que arras-traba la tierra en torrentes de arenas auríferas, de los esclavos sudorosos, de los soldados vigilantes, del oro que al cabo brillaría en los grandes depósitos, una vez arrancado de la tierra. No po-díamos saber si era consciente de nues-tras referencias a un tiempo tan lejano, el mismo tiempo en que había nacido Jesucristo, pero él nos escuchaba con interés, se contagiaba de nuestro en-tusiasmo de buscadores de aquel oro con que estaban hechos los anillos de matrimonio, los pendientes y las pulse-ras de nuestras madres y hermanas, los cálices de las iglesias, las monedas de las leyendas. Llegamos al lugar bastan-te tarde. El sol declinante iluminaba los picos de aquellos montes roídos y les hacía parecer los dientes de una enor-me dentadura abierta en el valle.

Se levantó de nuevo para acercarse a la pizarra y guardó silencio mientras dibujaba unas siluetas que-bradas, acaso las de aquellos montes con aspecto de grandes dientes pun-tiagudos y llenos de caries. Contempló unos instantes lo que había dibujado, dejó la tiza, y antes de volver a sentar-se se limpió cuidadosamente los dedos con el trapo.

-Cuando empezamos a mon-tar las tiendas, comenzó a manifestar-se el desasosiego de Fidelín. Se había acercado a una parte del monte en que se abría la enorme boca de una de las antiguas galerías, pero volvió corriendo a donde estábamos. “El agua, el agua” balbuceaba, “aquí las tiendas no, por aquí pasa el agua, nos llevará, nos aho-

garemos”. Le aseguramos que eso era imposible, que hacía cientos y cientos de años que ningún agua que no fuese la de la lluvia mojaba aquellos parajes, pero se puso tan nervioso, que Héctor nos pidió que cambiásemos el emplaza-miento de las tiendas para que se tran-quilizase.

Buscamos otro sitio y no lo en-contramos tan llano. Sin embargo, tuvi-mos que aguantarnos. Estábamos arre-pentidos de haberle contado nuestro proyecto a Fidelín con tanto fervor, pues sentíamos que habíamos sido nosotros mismos los causantes de aquella actitud suya. Mientras acabábamos de montar las tiendas y de ordenar las cosas, Fide-lín volvió a merodear por el bosquecillo. Héctor le había dicho que no fuese le-jos, que no se apartase mucho de noso-tros, y regresó al cabo de un rato, muy excitado. “¡Los esclavos!”, gritaba “¡los esclavos!”. Parecía despavorido. “¡Hay muchos, muchos! ¡Los atan con cade-nas para llevarlos a dormir, les dan de cenar un pedazo de pan!”. “Vale, Fidelín, ahora vamos a cenar nosotros”, le dijo Héctor, pero Fidelín nos hizo seguirle, mientras corría con sus andares bam-boleantes. El sol ya se había puesto y había una opacidad azulada, una bruma ligerísima embalsada entre las masas picudas de los montes arruinados. Fide-

lín señalaba aquella opa-cidad como si mostrase algo muy in teresan-te. “Los sol-dados, los e s c l avos ”, murmuraba, pero allí no había otra cosa que ár-boles, rocas, y la oscuri-dad que iba

depositándose en silencio sobre todas las cosas. Regresamos con él al cam-pamento, pero parecía muy nervioso, y Héctor estaba contrariado. “Mira que si hoy le da uno de sus ataques aquí, lejos de todo el mundo, sin pastillas”. Pero al cabo Fidelín dejó de hablar de aquellas cosas, de los esclavos desarrapados, de los soldados con sus lanzas y es-cudos. Hicimos una hoguera, cenamos con hambre unos bocadillos. Yo creo que sentíamos la aventura como un sa-bor, como un tacto en la piel. Salió una luna enorme, al principio rojiza, luego amarillenta, por fin blanca como nieve, que llenó el paraje de claroscuros, de sombras movedizas. Empezaban a oírse cantos o graznidos de pájaros, aleteos, crujidos en la maleza, ruidos de insec-tos, sonidos en lo oscuro que nos in-quietaban, aunque disimulásemos.

La narración del profesor Sie-rra se había hecho más lenta y parecía recrearse en la memoria de aquel ano-checer. Tras una pausa, se puso de pie para reclinar otra vez el cuerpo en la mesa, cruzado de brazos y de piernas.

-Acordamos el plan del día siguiente: penetrar en alguna de las grandes cuevas, cavar, cerner la tierra cavada en busca de las riquísimas pe-pitas. A la luz de la hoguera los ojos de Fidelín brillaban muy abiertos, como si permaneciese pasmado por alguna vi-sión. Después de un rato, seguros de que la jornada próxima estaría llena de estupendos hallazgos áureos, nos acos-tamos. Estaban en la tienda más peque-ña Héctor y Fidelín, y en la otra Antonio, Luis Belinchón y yo. Creo que a todos nos costó un poco quedarnos dormidos, porque aquellos murmullos del monte parecían dar señal de muchas presen-cias acechantes, y la lona de la tienda, iluminada por la luna, mantenía sobre nuestras cabezas un raro fulgor. Pero al fin caímos en el sueño. Nos despertó de repente la voz de Héctor, que llamaba repetidamente a su hermano, y luego

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NARRADORES ACTUALES

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Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ] La MandragoraNARRADORES ACTUALES

sonó la cremallera de nuestra tienda. El tono de la voz de Héctor daba señal de su inquietud: “¡Fidelín no está en la tienda, ni alrededor! ¡Ha desaparecido!” gritaba. Salimos de los sacos, nos abri-gamos un poco, cogimos las linternas. Ante la noche, a la vez luminosa y lle-na de sombras indescifrables, nos sen-tíamos confusos, desorientados. “¡Hay que encontrarlo!”, decía Héctor. Nos separamos y recorrimos el lugar lla-mándole a voces, pero no contestaba. La búsqueda duró bastante tiempo, y a veces nos encontrábamos los propios buscadores, sobresaltándonos, pues no conseguíamos identificarnos en lo oscu-ro. Después de un rato bastante largo volvimos a concentrarnos en el cam-pamento. Héctor propuso ir al pueblo a pedir ayuda. Los demás no sabíamos qué hacer. La noche se había puesto fresca y yo, entre el frío y el sueño, te-nía una fuerte sensación de pesadilla. Cuando habíamos decidido que iríamos al pueblo Héctor y yo, y que los demás permanecerían en el campamento, con un fuego encendido para señalar el lu-gar, se escuchó la voz de Fidelín. Estaba en el borde del bosquecillo, mirándonos con los mismos ojos desorbitados que había mostrado a la luz de la hoguera. Musitaba palabras ininteligibles y sufría una fuerte tiritona. Héctor le obligó a acostarse, nos acostamos todos, y nos quedamos durmiendo hasta que el sol estuvo muy arriba.

El profesor Sierra había baja-do de la tarima y estuvo moviéndose con parsimonia por los pasillos entre los pupitres, deteniéndo-se de vez en cuando para mirarnos de cerca, como si estuvie-se hablando con cada uno de nosotros. Volvió a su-bir a la tari-ma, se apoyó otra vez en su mesa y se frotó las manos con lentitud.

-Os preguntaréis a dónde quie-ro ir a parar. Bueno, la aventura, así contada, parece que no tiene nada de particular, y estoy seguro de que bas-tantes de vosotros, chicos o chicas, habéis vivido alguna noche semejan-

te. Pero aquella vez sucedió algo que no consigo explicarme, algo que me ha hecho evocar aquella noche con viveza, cuando supe que el pobre Fidelín había muerto. Os dije que dormimos hasta la media mañana. Nos despertamos con hambre. El sol tan cálido y el descan-so nos habían puesto de buen humor y acosábamos entre risas a Fidelín para que nos contase en qué discoteca o club de alterne se había metido. Él nos mi-raba un poco aturdido, porque no en-tendía nuestras bromas. Luego, cuando ya no le hacíamos caso, dijo que había encontrado el oro. Así lo dijo: “Encontré el oro”. Era una salida tan rara, que los ojos de todos nosotros quedaron fijos en él. “Lo tienen en unas cajas de hierro muy grandes. Hay allí muchos solda-dos, pero no me cogieron. Estaban allí mismo, al lado mío, pero no me dijeron nada, como si no me viesen”. Metió en-tonces la mano en un bolsillo del pan-talón y sacó algo que brillaba en su pal-ma. “Os las traje de recuerdo, las más gordas que encontré. Una para Héctor, otra para Antonio, otra para Miguel, otra para Beli”. Eran cuatro piedrecitas doradas, del tamaño de avellanas.

En la clase había eso que se llama verdadera expectación, aunque luego supe que, como yo, muchos pen-saban que el profesor Sierra nos estaba gastando una broma. El caso es que se desabrochó la camisa, sujetó una cade-na que llevaba al cuello y, tras soltarla, nos enseñó un pequeño colgante dora-do.

-Aquí está la mía. Echarle un vistazo, si q u e r é i s , írosla pa-sando. Oro puro, ma-cizo. Ese fue el oro que con-seguimos, aunque yo no puedo i m a g i n a r de dónde lo sacó el pobre Fide-

lín. Y ahora que lo he vuelto a recordar, pienso que acaso lo más razonable sea no seguir dándole vueltas al asunto. ●

© Ministerio de Educación y Ciencia

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La Mandragora Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ]

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por Iván García

DESDE EL OJO DEL HEAVY

BLIND GUARDIANHe escuchado el nuevo disco de los Blind, el grupo germano varía ligeramente su estilo, pero yo que también he escuchado bastante Blind Guardian digo que en muchas canciones queda precioso, a destacar creo que Turn The Page, canción con esos motivos medievales que caracterizan muchas de las canciones de los Blind, y una canción preciosa: Carry The Blessed Home; en esta canción ponen voces y arreglos para que dé un resultado precioso, con una estructura muy melódica, os aseguro que Blind Guardian con sus letras sobre dragones e historias épicas con canciones como ésta puede llegar a enamorar hasta a la persona que más aborrezca el heavy, por eso animo a escuchar de todo pero para aquel que sea cerrado cerrado… En pocas palabras, un gran trabajo aunque no tan bueno como los demás. Aun así, Notable

(Dedicado a alguien que quiero mucho)

▼▼▼▼▼

Estoy hasta la cebolla y cada rato que pasa se me va más la olla, me paro a pensar y escucho una voz que me dice: estás como una grandísima mierda. No gano, nunca gano, y ya no es que pierda, son los palos que me llevo. Otro lunes más, lo mismo de siempre, me paro a pensar y escucho, escucho el aire y si me quedo un rato más, escucho hasta el tiempo pasar. No puedo parar, pues la rutina me ha logrado llevar, voy lejos, muy lejos, pero despierto y sigo aquí. Atrapado y sin salida, y si la hay no la encuentro, y si la encuentro está cerrada. Me gustaría que cambiara pero no me da la gana, pudiéndolo cambiar no lo hago, y si lo intento siempre sale mal. Me paro a pensar y es-cucho, escucho por escuchar pues no oigo, no, a mi oído no le pasa nada, es de más adentro...

Arriba, levanta, quita las legañas, desperézate, nosotros te esperamos. Ya sale el sol y con él las esperanzas. Miras a tu alrededor buscando unos ojos que te devuelvan la mirada, bus-cas y hallas, ahí está ella de pie, sentada, tumbada y de todos los colores, no te importa y te acercas, su fragancia te embriaga, y ya no paras, ya no escuchas los palos, ahora besos son, y sí, todos te los llevas tú. La salida no la buscas, y si la encuentras la tapias, no quieres salir. No oyes nada y no te importa, ni tampo-co puedes ver, los sentidos desaparecen pero sientes más que nunca. Ya no paras ni escuchas, y sólo ella...

A TI QUE UN DÍA CREÍ QUE ME QUERÍAS…

Fdo: SCG

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La Mandrágora del ‘León Felipe’ está disponible en internet en la página del Instituto:

http://centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2/

Santi en Córdoba con un Picasso descorazonador

Pág. 27 I. E. S. León Felipe – Benavente http://centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2

Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ] La MandragoraAGENDA, CONCURSO LITERARIO

−> Día 2: Viaje organizado por el Dpto. de Fran-cés a Valladolid para ver una obra de tea-tro. Para los alumnos de 3º y 4º de E.S.O.

−> Día 9: Dentro del programa «Encuentros Li-terarios en los I.E.S.» que auspicia el Minis-terio de Cultura a través de la Dirección Ge-neral del Libro, Archivos y Bibliotecas, el es-critor José María Merino dará una charla coloquio en el Aula de Usos Múltiples.

Para alumnos de 4º de E.S.O.Hora: 12,30 aprox.

−> Día 26: Jornada de puertas abiertas de la Universidad de Salamanca.

Viajarán a Salamanca alumnos de 2º de Bachillerato.

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FEBRERO:

BASES1.- Podrán participar todos aquellos alumnos que cursan sus estudios de Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato y Ciclos Formativos en los Centros de la Provincia de Zamora.

2.- El tema de la presente edición será de libre elección tanto en prosa como en verso.

3.- Los trabajos se presentarán escritos a máquina a doble espacio y por una sola cara, o impresos con procesador de textos interlineado a 1,5 líneas. En ambos casos, la extensión no habrá de sobrepasar los diez folios para la prosa y cincuenta versos para la poesía.

4.- Se otorgarán DOS PREMIOS:

1º Prosa...............150 euros

1º Poesía..............150 euros

Los trabajos se presentarán en lengua castellana.

5.- Los trabajos se presentarán firmados con seudónimo y para man-tener el anonimato, incluirán un sobre cerrado que contenga los datos personales del autor, domicilio y Centro donde cursa sus estudios. En el exterior del sobre, figurará únicamente el seudónimo y el título del trabajo.

6.- El plazo de prsentación finalizará el día 9 de abril de 2007.

Resolución del jurado: 16 de abril.

Entrega de premios: 20 de abril.

7.- Los trabajos se presentarán en mano o por correo en:

I.E.S. “León Felipe”

Avda. Federico Silva, 46

49600 BENAVENTE (Zamora)

8.- Los trabajos premiados serán propiedad del Instituto. Los no premia-dos podrán retirarse dentro del mes siguiente al fallo.

9.- El Jurado se reserva el derecho de resolver cuantas dudas se pre-senten. Su fallo será inapelable, sometiéndose todo concursante a estas bases.

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La Mandragora Año V I I ~ Nº 5 ~ Feb re ro / 2007 [ # 7 9 ]

Pág. 28I. E. S. León Felipe – Benavente

«La estación de los amores,viene y va,y los deseos no envejecen, a pesar de la edad.Si pienso en cómo he malgastado yo mi tiempo,que no volverá, no regresará, más.La estación de los amores, viene y va,y llegará sin avisar, ya verás, te sorprenderá.»

La canción es de Franco Battiato, el compositor e intérprete italiano afincado en el nomadismo músical. El disco: Ecos de danzas sufí, de 1985.

Es tan cierto como el calentamiento global que la estación de los amores sigue yendo y viniendo: en billetes con versos encendidos y febriles, de una caligrafía temblorosa, o en billetes de curso legal, con el número nítidamente estampado en las dos caras del papel.

Viene y va, pero no podemos bañarnos, ay, dos veces en el mismo río ni en el mismo mar. Por eso a los ‘amores ola’, de hola y adiós, de ida y vuelta, se les debe llamar con propiedad ‘amares’. Febrero es testigo.

El-del-fin