Upload
others
View
1
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
Facultad de Ciencias Humanas – Sede Quequén
Tesis de Licenciatura en Turismo
“Del turismo de elites al turismo de masas. Historia,
turismo y patrimonio: el caso de Necochea (1900-
1976)”
Tesistas: Nielsen, Mariel; Rodriguez, Luz Alihuén
Director: Dr. Juan Manuel Padrón
Codirectora: Dra. Valeria Palavecino
Tandil, Junio 2016
I
Resumen
El presente trabajo pretende aportar elementos descriptivos y explicativos que permitan
revalorizar la historia necochense y su patrimionio, a partir de entender la historia de la
ciudad y el rol que jugó el turismo durante el siglo XX. Se toma como tema central de
estudio el impacto que tuvo el pasaje de un “turismo de elite” a un “turismo de masas”
en los destinos de “sol y playa” en la Argentina del siglo XX. Dicha problemática será
abordada a partir del caso de la ciudad de Necochea en el período comprendido entre
comienzos del siglo XX y 1976. De esta manera se plantea como hipótesis que el pasaje
de un turismo de elite a un turismo de masas en el periodo antes mencionado, supuso en
el caso de Necochea cambios importantes en lo espacial y material, en las pautas de
sociabilidad y en la definición de una identidad local que abandonó sus referencias
elitistas para adoptar, no sin tensiones, un universo popular acorde a las nuevas formas
del turismo. Para ello se recurrió a entrevistas orales a individuos relacionados con la
historia necochense, especialmente con el campo del turismo, y se analizaron
publicaciones periódicas referidas a la historia de Necochea.
II
Agradecimientos
En primer lugar, queremos agradecer la presente Tesis de Grado a nuestro director Dr. Juan
Manuel Padrón y codirectora Dra. Valeria Palavecino, quienes nos guiaron y apoyaron en este
proyecto, confiando siempre en nosotras, y junto a ellos, con esfuerzo, paciencia y mucho
esmero, hoy pudimos llegar a la meta. A Valeria Capristo, por todo su apoyo y acompañamiento
en nuestra carrera.
También a aquellos amigos y familiares que estuvieron a nuestro lado y creyeron en nosotras,
principalmente a nuestros padres, que gracias a ellos y a la educación que nos brindaron hoy
llegamos a esta instancia.
No podemos dejar de mencionar a todas aquellas personas que, de un modo u otro, participaron
de este trabajo y lo hicieron posible. Sobre todo, a todos aquellos que prestaron su tiempo para
las entrevistas: Alberto, Felipe, Néstor, Daniel, “Beba”, Nilda y Juan. A los encargados de la
Biblioteca Popular “Andrés Ferreyra”. A Jorge Freitas, por su disposición a brindarnos
materiales para este trabajo.
Sin más, y no menos importante, esta tesis está dedicada a cada una de nosotras, compañeras y
amigas incondicionales, que sin el mutuo acompañamiento este camino indudablemente no
hubiera sido el mismo. Llegamos, y al fin lo logramos.
Luz y Mariel.
III
Índice
Introducción 1
Estado de la cuestión 3
Marco teórico metodológico 6
Lineamientos metodológicos 10
Organización de la tesis 12
Capítulo 1: Argentina, Necochea y el turismo de los años treinta a los
setenta 14
Argentina, de la crisis de los años treinta al advenimiento del
peronismo 14
Los años del peronismo 16
América Latina y la Argentina de los sesenta a los setenta 18
La ciudad de Necochea, de sus orígenes a los años treinta 20
Los años del peronismo en Necochea 23
Necochea, de la Revolución Libertadora a la dictadura de 1976 27
Una historia del turismo 30
El turismo en Argentina hasta 1976 34
Capítulo 2: Playas, hoteles y transportes. Del turismo de elite al turismo de
masas. El caso de Necochea 38
“Llegar a destino”: transporte y turistas 38
La hotelería en Necochea: de la fundación a los años setenta 44
“De la Rambla a la playa”: cambios en las formas de
sociabilidad 52
Turismo social y políticas estatales: el caso de Necochea 60
Capítulo 3: Entre el “centro viejo” y la “villa balnearia” 67
El desarrollo urbanístico hasta los años setenta 67
Los orígenes de Necochea, la villa balnearia y el turismo hasta
los años cuarenta: hotelería, balnearios y transporte 73
Necochea, la villa y el turismo entre los dos peronismos: un
paisaje que se modifica 79
IV
La Construcción Horizontal y su impacto en el Turismo 82
Las Percepciones sobre lo Viejo y lo Nuevo 86
Capítulo 4: Fiestas, festivales y turismo 92
El caso del Festival de Espectáculos para Niños 94
El Festival, entre el turismo y el arte 97
De carnavales, letras y juventud 106
Conclusiones 112
Bibliografía 115
Entrevistas orales 115
Fuentes éditas 115
Libros, capítulos de libros y artículos en revistas científicas 116
1
Introducción
Necochea es una ciudad costera ubicada al sureste de la provincia de Buenos Aires, que
cuenta con un litoral marítimo extenso y paisajes naturales que han atraído, a lo largo de
la historia, gran cantidad de visitantes. Esta zona tuvo relevancia económica tanto por
las tierras que la rodeaban y por su puerto, emplazado sobre la desembocadura del río
Quequén, como también por las posibilidades que sus playas brindaban para la actividad
turística.
Quien en la actualidad llega a la ciudad, especialmente en la temporada estival, se
encuentra con un universo espacial y social escindido. Por un lado, el reconocido por los
turistas como “centro viejo”, núcleo originario de la ciudad emplazado a poco menos de
una legua de la zona costera. Por el otro el “centro nuevo” o la “villa”, ubicado sobre la
costa atlántica, más dinámico y moderno durante el verano, centro de la actividad
turística y acceso directo a la zona de playas. Entre ellos una ciudad que parece
unificarlo todo, pero que no logra romper con esa dicotomía evidente para los visitantes.
Ahora bien, ¿cómo se construyó esa escisión? ¿Es una percepción que sólo tiene
sustento en una mirada del espacio urbano? ¿O tiene raíces más profundas ligadas a
aspectos sociales, culturales, identitarios y patrimoniales de la propia historia de la
ciudad? ¿Hasta dónde el turismo –y su desarrollo a lo largo del siglo XX–, influyó en
esta construcción colectiva que define esa territorialidad? Estos son algunos de los
interrogantes que nos han permitido comenzar a pensar, definir y redefinir esta
investigación.
Históricamente, el turismo en Necochea ha constituido una actividad económica y social
importante para la ciudad, aunque sólo se valorizó el recurso “playas”. Sin embargo, el
partido y la ciudad poseen recursos naturales y culturales, tangibles e intangibles, que
no han sido reconocidos por los diferentes actores ligados a la actividad turística. La
historia de la ciudad y el rol –fundamental– que cumplió en ella el turismo de “sol y
playas” pueden ser un campo fructífero para entender estas ausencias, y aún para dar
posibles respuestas a los interrogantes anteriormente planteados.
Llama la atención, además, la ausencia de “historias” sobre la ciudad de Necochea, que
han venido a ser suplantadas por crónicas periodísticas, o relatos parciales producto de
la pluma de historiadores aficionados o periodistas interesados en aspectos puntuales de
la historia local. Incluso en el campo de la historia del turismo, el lugar que ocupa la
2
ciudad es absolutamente marginal, eclipsada por la “Perla del Atlántico”, la ciudad de
Mar del Plata. Necochea es, en ese sentido, una ciudad escindida en lo espacial, sin una
historia que dé cuenta de esa realidad1.
En ese sentido, esta investigación de carácter histórico busca aportar algunos elementos
descriptivos y explicativos que permitan revalorizar la historia necochense y su
patrimonio, a partir de entender la historia de la ciudad y el rol que jugó el turismo – y
sus cambios – durante el siglo XX. Toma como tema central de estudio el impacto que
tuvo el pasaje de un “turismo de elites” a un “turismo de masas” en los destinos de “sol
y playa” en la Argentina del siglo XX, en especial en la constitución del patrimonio
tangible e intangible de los espacios que fueron afectados por dicho pasaje.
La problemática antes presentada se analizará a partir del caso de la ciudad de Necochea
en el período comprendido entre comienzos del siglo XX –momento en el que se
consolida un turismo de élite en los destinos turísticos de “sol y playa”– y 1976 –punto
de quiebre institucional y social del país, que marcará el fin del modelo tradicional de
turismo de masas–.
De esta manera, planteamos cómo hipótesis que el pasaje de un turismo de elite a un
turismo de masas en el período antes mencionado, supuso en el caso de Necochea
cambios importantes en lo espacial y material, en las pautas de sociabilidad y en la
definición de una identidad local que abandonó sus referencias elitistas para adoptar, no
sin tensiones, un universo popular acorde a las nuevas formas del turismo. Es decir, ese
pasaje supuso la modificación sustantiva del patrimonio –tangible e intangible– local, e
impactó en la construcción de la identidad necochense, muchos de cuyos rasgos pueden
visualizarse en la actualidad.
En ese sentido, acordamos con la Convención de la UNESCO (1972) en que “los
Estados deben hacer que el patrimonio cultural cumpla una función en la vida colectiva
de los pueblos”, pero para que ello sea posible debe tenerse en cuenta que:
*Sólo se protege lo que se conoce: es necesario localizar, delimitar, documentar
e inventariar los bienes culturales;
*Sólo se conoce lo que se comprende: se debe evaluar, estudiar y comprender la
significación histórica y actual de dichos bienes;
1 Debemos destacar que aquí no tomaremos como tema de estudio otra separación espacial que ha
marcado la historia de la ciudad: aquella que nace en la existencia del Río Quequén, y en la orilla opuesta
la ciudad homónima, albergue del puerto e histórica reclamante de “autonomía”.
3
*Sólo se comprende lo que se analiza: es necesario investigar, preservar,
conservar, proteger y engrandecer los bienes culturales;
*Sólo se analiza lo que se valora: implica restaurar, rehabilitar, poner en valor,
interpretar y difundir dichos bienes.
Si el objetivo general de este trabajo es aportar a la historia del turismo en la Argentina
del siglo XX y su impacto en el acervo patrimonial, se plantean objetivos específicos
que, desde lo micro, permitan acercarnos a ese objetivo general. De esta forma, esta
investigación intenta aportar un conocimiento que permita –desde sus modestos
alcances– conocer, comprender y, por tanto, proteger el patrimonio necochense, tanto
tangible como intangible, aportando elementos para comprender los cambios históricos
e identitarios de la ciudad. Por otro lado, y como presentaremos en los lineamientos
teórico metodológicos, esta tesis intenta recuperar no solo las fuentes tradicionales con
las que se manejan los historiadores (publicaciones, memorias, documentos escritos),
sino la voz de los actores involucrados con esa historia, individuos que de una u otra
forma han tenido una participación directa en la historia del turismo en Necochea.
Estado de la cuestión
En general, existe un creciente número de investigaciones que dan cuenta de la historia
del turismo en el mundo. En los últimos años esos trabajos no sólo se han multiplicado,
sino que, de la mano de una renovación historiográfica significativa, han visto modificar
sus campos de análisis. Aun así, como destaca Elisa Pastoriza (2012),
“la historia del turismo no ha sido un objeto apreciado por la historiografía en
general y prácticamente desconocido en el escenario nacional. Es relativamente
reciente el interés de los historiadores sociales por estas problemáticas
relacionadas con el esparcimiento popular y el debate del ocio y la recreación. Y,
si bien, durante los últimos años se ha llegado a reconocer las oportunidades que
otorga ampliar el interés en las problemáticas que presentan su exploración, su
conocimiento todavía es muy irregular. La mayoría de los historiadores ven la
historia del turismo como un tema frívolo, una actividad meramente lúdica y algo
que no es digno de estudios académicos”.
A pesar de esto, como la misma autora destaca, en los últimos años se viene dando un
cambio en el mundo anglosajón y europeo que rescata la historia del turismo atendiendo
a analizar las vacaciones, el ocio, la sociabilidad, el consumo y el esparcimiento
popular. Este interés se apoya en un cambio historiográfico que pone en la agenda de la
4
nueva historia al individuo y el consumo, sin descuidar un vocabulario clásico centrado
en la idea de clases, rangos y categorías sociales. Como destacan la propia Pastoriza y
Melina Piglia en un trabajo colectivo, actualmente
“los estudios sobre el turismo pueden aportar matices, puntos de vista, a través de
miradas no tradicionales, a los debates sobre el Estado, las políticas públicas, la
sociedad civil, la modernización, la construcción de la identidad y sobre la
cuestión referente a los territorios nacionales” (2012)
En este sentido, nos interesa para nuestro trabajo los aportes que, desde la historia del
turismo se dan para la construcción de las identidades, y la revalorización del
patrimonio tangible e intangible. Entendemos que no todos estos trabajos son una
referencia directa para esta investigación, por lo que nos interesa mencionar algunos
que, por indagar cuestiones como el ocio, las identidades locales en localidades costeras
turísticas, o la relación entre patrimonio y turismo, pueden aportar cuestiones
importantes para el presente trabajo de investigación.
En ese sentido, para el caso de la ciudad de Necochea no se encuentran antecedentes en
este tipo de investigación. Sin embargo, podemos nombrar diferentes trabajos realizados
para ciudades turísticas de la costa argentina. Uno de ellos es la compilación organizada
por Graciela Zuppa (2004), la cual aborda la historia de las transformaciones sociales
que condujeron al sustento del tiempo libre en Mar del Plata. El libro reconoce en el
concepto de sociabilidad una herramienta central para analizar las relaciones que los
individuos establecen en los espacios de ocio. A partir de diferentes trabajos, se indagan
las experiencias que los sujetos obtenían en dichos encuentros, buscando reconstruir las
formas en que desarrollaban actividades significativas en el plano del ocio.
En otro estudio Pastoriza (2002a) muestra la historia de varias ciudades turísticas
costeras (Mar del Plata, Viña del Mar y Montevideo) de aspectos tan disimiles como los
espacios de consumo social, de sociabilidad, de encuentro entre lo público y lo privado.
Varios de estos trabajos, centrados fundamentalmente en el caso de Mar del Plata, dan
cuenta de algunas de las características que mencionamos. Destacamos a los fines de
nuestra investigación el de la propia Pastoriza (2002b), que indaga sobre los planes de
acceso al turismo social que puso en práctica el peronismo, y que incluía no sólo la
activa participación del estado nacional y provincial, sino de sectores privados y de
organizaciones obreras interesados en la ampliación del turismo entre las masas
trabajadoras. Una de sus hipótesis, por demás sugerente, es que
5
“el hecho de que en la Argentina no prevaleciera la tesitura de fundar nuevos
centros alternativos de turismo para las clases medias o trabajadoras, lo que
hubiese permitido a las aristocracias porteñas mantener su reducto. Por el
contrario, la tendencia fue adoptar y transformar lo existente imprimiéndole su
propio sello” (p. 106)
Por otro lado, el trabajo destaca las continuidades que existieron entre los gobiernos de
los años treinta y el peronismo, que profundizó un proceso de expansión del acceso al
ocio en la ciudad balnearia que ya existía. Y aún más, ese proceso no supuso la
expulsión de los sectores de la elite de la ciudad, ni su ocupación por los sectores
trabajadores, sino una amalgama que tuvo en los sectores medios a sus principales
beneficiarios.
Más recientemente, la misma autora construye breves relatos en base a testimonios, que
reponen la vivencia de una ciudad, Mar del Plata, en el período que va de la década del
’30 hasta la actualidad. Este último libro es muy útil para nuestra investigación ya que la
metodología de trabajo utilizada puede ser una importante fuente de referencia para
trabajar las entrevistas. Por otro lado, aunque la ciudad de Mar del Plata ha presentado
un desarrollo turístico diferente al necochense, se puede utilizar dicho desarrollo como
punto de referencia para analizar el pasado de nuestra ciudad (Pastoriza, 2009).
Más cerca en el tiempo Pastoriza abordó una breve historia del turismo en la Argentina,
en la cual el caso de Necochea encuentra un lugar en un capítulo dedicado a los pueblos
pampeanos que “miran al mar” (2011). En el trabajo se destaca la evolución general del
turismo en la Argentina, poniéndose el acento en el pasaje de un turismo de elites a un
turismo de masas en la primera mitad del siglo XX. En el mismo se pone atención a
varios fenómenos que modificaron significativamente el turismo en la Argentina: el
descubrimiento del mar como destino de ocio por parte de las elites; la diversificación
de los espacios de turismo con el auge del turismo de “sierra”; el creciente rol estatal
como facilitador del turismo a partir de los años treinta; y la “democratización del ocio”
–y el turismo– con la llegada del peronismo. Para el caso necochense, Pastoriza destaca
que el desarrollo turístico de esta ciudad estuvo condicionado por la experiencia
marplatense, que fue la que impuso las vacaciones en la playa. Además, es importante
destacar que tanto Necochea como Quequén, se planificaron como ciudades ligadas a la
economía agroexportadora, y solo el desarrollo posterior de una verdadera “industria del
ocio”, modificó la economía de la primera, mientras que la segunda pasó a convertirse
con la construcción del puerto en una ciudad industrial y de servicios.
6
Otros estudios sobre la historia del turismo en la Argentina provenientes del campo de
los estudios sobre el turismo, como los de Noemí Wallingre (2007) y Regina Schlüter
(2003), aportan una mirada más general y de largo plazo, más centrada en un análisis de
la oferta y la demanda turística, y el rol estatal en su promoción, en el caso de la
primera; o en el rescate de un proceso de reemplazo del turismo de playas por el turismo
rural u otras formas de turismo alternativo en el comienzo del siglo XXI, en el caso de
la segunda. Poco y nada aportan sus trabajos sobre el caso de Necochea, que queda
relegada en los análisis a ser un simple apéndice de Mar del Plata en las inclinaciones de
los turistas argentinos.
En resumen, esta breve reseña de los principales estudios sobre la historia del turismo
en la Argentina da cuenta de un campo del conocimiento histórico con un desarrollo aún
limitado, en donde los avances que se han presentado están limitados fundamentalmente
a la primera parte del siglo XX. En ese sentido, los estudios de caso pueden aportar
información e hipótesis interesantes que pueden complejizar los avances que se han
dado hasta este momento.
Marco teórico metodológico
Uno de los conceptos que serán utilizados en esta tesis es el de patrimonio. Según
Almirón, Bertoncello y Troncoso (2006), el patrimonio suele ser entendido como el
acervo de una sociedad, acumulado por tradición o herencia y que es compartido por los
miembros de la misma. El mismo es definido por criterios de obsolescencia, nobleza o
escasez. En esta concepción el patrimonio adquiere un carácter estático, lo cual es
puesto en cuestionamiento por algunos autores, ya que resaltan los procesos sociales
que se encuentran implícitos en la condición de patrimonio. Desde esta perspectiva,
Prats (1998) señala que el patrimonio es resultado de procesos de activación patrimonial
que consisten en la “legitimación de unos referentes simbólicos a partir de unas fuentes
de autoridad (de sacralidad si se les prefiere llamar así) extra-culturales, esenciales y,
por tanto, inmutables” (p.64). Para este autor los criterios de obsolescencia, nobleza o
escasez no son válidos en la activación del patrimonio, aunque sí lo son la naturaleza, la
genialidad o la historia. Cualquier cosa que contenga estas características es
potencialmente patrimonializable, y una vez que son “activados” como patrimonio
pasan a formar parte de los repertorios patrimoniales existentes.
Prats agrega que se trata de un proceso de selección definido por valores, ideas e
intereses contemporáneos, y llevado a cabo por aquellos actores sociales con el
7
suficiente poder para lograrlo, aunque se pretenda legitimar dicho proceso mediante la
imagen de sujeto colectivo. Son los expertos y los científicos quienes cuentan con la
capacidad de proponer interpretaciones y significados para establecer esos nuevos
repertorios patrimoniales. De esta forma, se entiende que el patrimonio no lo es por sus
características intrínsecas sino por el resultado de la intencionalidad de determinados
individuos que logran imponer su posición y la cristalizan en el objeto patrimonializado.
Una vez convertido en patrimonio se carga de valor y universalidad al objeto que
aparentemente le eran propias.
Es desde lo anterior que se puede considerar al patrimonio como un espacio de conflicto
ya que lo que se define como patrimonio universal y compartido por todos, puede no
serlo por todos los sectores de la misma sociedad. Desde el punto de vista de María Luz
Endere (2010), hoy en día la visión del patrimonio es más amplia y flexible que antes,
ya que se considera tanto lo monumental, como lo que se encuentra debajo de la tierra y
las aguas, y también lo natural. A esto se agrega que la protección de un monumento
requiere también de la protección del entorno natural en el que se encuentra emplazado,
en concordancia con la Carta de Venecia (ICOMOS, 1964).
La comprensión de los recursos culturales y naturales que se encuentran diseminados en
el paisaje ha tenido grandes consecuencias en la categorización de lo que se considera
patrimonio. Algunos países consideran áreas protegidas aquellos sitios con mayor grado
de intervención humana, mientras que comenzó a desarrollarse el concepto de paisaje
para poder clasificar de manera más adecuada aquellos sitios que no eran estrictamente
naturales ni culturales. Es por esto que el Comité del Patrimonio Mundial incorporó en
1992 el concepto de sitios mixtos, entendiéndose “aquellos bienes culturales que
representan el trabajo conjunto del hombre y la naturaleza” y que “ilustran la
evolución de la sociedad humana y sus asentamientos a lo largo del tiempo…” (Endere,
2010: 29).
Según la autora, el patrimonio debe dejar de ser considerado como algo estático para
tornarse dinámico, como un proceso que abarca todo aquello que se encuentra
influenciado por los grupos humanos y que se considera digno de ser preservado.
Un ejemplo pertinente es el Patrimonio Intangible. En los últimos años se ha progresado
en el reconocimiento del patrimonio intangible, el cual ha sido protegido a nivel
internacional por la Convención de la UNESCO de 2003, por lo que debe protegerse la
cultura material de una comunidad como también sus conocimientos ancestrales,
técnicas, rituales, música, memoria oral, etc. Estos son los aspectos intangibles de la
8
cultura que le proveen de un sentimiento de identidad y continuidad a través del tiempo.
Finalmente, la autora plantea que
“el patrimonio está formado por aquellos bienes tangibles o intangibles que una
comunidad o, al menos determinados sectores de ella, eligen proteger como
testimonios del pasado y desean transmitir a las generaciones venideras. Por eso
suele afirmarse que el patrimonio no es sino una construcción social que se hace
desde el presente con una fuerte intencionalidad respecto de lo que se desea
preservar” (p. 29).
A continuación, presentaremos algunas categorizaciones que dan cuenta de la
diversidad de posibilidades que encontramos a la hora de referenciarnos en el
patrimonio, y que serán tenidos en cuenta en el presente trabajo. En ese sentido, por
Patrimonio Cultural entendemos al que, según Crespi Vallbona y Planells Costa (2003),
“engloba la literatura, el arte, los monumentos, los museos y los ecomuseos, la
arquitectura religiosa, civil, militar, industrial o popular, la música, las danzas,
las celebraciones festivas, las costumbres, la gastronomía, las leyendas, los
rituales, etc., es decir, todo el conjunto de elementos simbólicos que ayudan a
configurar la identidad cultural del territorio en el que se hallan, una vez
legitimados socialmente” (p. 13).
Por sus características este se puede dividir en patrimonio cultural intangible
(inmaterial) y tangible (material). Según la Convención para la Salvaguarda del
Patrimonio Cultural aprobada por la UNESCO en 2003, el primero hace referencia a los
usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas, instrumentos, objetos,
artefactos y espacios culturales que le son inherentes, que las comunidades, los grupos,
y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio
cultural. Este tipo de patrimonio se transmite de generación en generación, es recreado
constantemente por las comunidades y los grupos en función de su entorno, su
interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y
continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la
creatividad humana. El patrimonio intangible está fuertemente asociado a la identidad, y
brinda a toda población local un sentimiento de identidad y continuidad con su pasado.
El segundo comprende, según Convención para la Protección del Patrimonio Mundial
Cultural y Natural de 1972, los bienes culturales “inestimables e irremplazables” de la
humanidad, que representan una simbología histórico-cultural particular para los
habitantes de una cierta comunidad. El mismo abarca monumentos (obras
arquitectónicas, esculturas, pinturas y obras de carácter arqueológico), conjuntos
9
(construcciones aisladas o reunidas), lugares (obras del hombre y la naturaleza) y
artefactos culturales.
Otro concepto central para nuestra investigación es el de turismo. Debido a que el
estudio del turismo es un fenómeno reciente y multidisciplinario, no existe una
definición compartida por todos, sino que cada ciencia desde la que se lo aborda plantea
una conceptualización desde su punto de vista. La Organización Mundial de Turismo ha
aportado una definición oficial, según la cual
“el turismo comprende las actividades que realizan las personas durante sus viajes
y estancias en lugares distintos a los de su entorno habitual, por un periodo
inferior a un año, con fines de ocio, por negocio y otros motivos” (Sancho, 1998:
46).
Se trata de una definición amplia y flexible, que da cuenta de las principales
características del turismo: enumera los posibles elementos motivadores del viaje;
delimita el arco temporal a menos de un año; define la actividad desarrollada antes y
durante el periodo de la estancia; y localiza la actividad turística como una actividad
realizada por “fuera de su entorno habitual”.
Independientemente de la definición que tomemos para conceptualizar el turismo,
entendemos que ella debe tomar en cuenta varias cuestiones centrales. En primer lugar,
cuando hablamos de turismo existe un movimiento físico de los turistas que se
desplazan fuera de su lugar de residencia. En segundo lugar, comprende el viaje hacia el
destino como las actividades que se realizan en este, durante una estancia en el destino
que no puede ser permanente –es decir está acotada en el tiempo–. Y por último, abarca
los servicios, productos e infraestructura creados para satisfacer las necesidades de los
turistas. Como plantean Da Cunha y Campodónico (2005),
“el turismo puede ser concebido como un fenómeno social que implica el
acondicionamiento de recursos naturales para la explotación racional y la
instrumentación de diversos servicios con el objetivo de satisfacer las necesidades
de los consumidores, pero también como un fenómeno económico que genera
necesariamente la construcción de instalaciones recreativas, el acondicionamiento
de hoteles y otros servicios, ampliando el uso del espacio en un proceso de
generación de empleos y de nuevas fuentes de ingreso” (p. 42).
El turismo debe ser considerado, de esta forma, un hecho social que tiene un impacto
directo tanto en el que disfruta como turista de un tiempo de ocio en un espacio ajeno al
que habitualmente transita, como en los espacios –y sus habitantes– que reciben ese
movimiento.
10
Por turismo social entenderemos a aquel “subvencionado por el Estado para las
personas de menores recursos o de las asociaciones de trabajadores”, y que nace
después de la Segunda Guerra Mundial en diferentes países con la implementación de
las vacaciones pagas (Acebo Ibañez y Schlüter, 2012: 459). Como dato distintivo no
busca el fin de lucro y está destinado a los extractos más débiles de la sociedad, o para a
aquellos que poseen algún tipo de limitación psicofísica para su práctica.
Por otro lado, debemos destacar una clara distinción que es fundamental a los fines de
nuestra tesis, y que implica al turismo de elites del turismo de masas. El primero se
referiría, según aprecia Bertoncello para el caso argentino de comienzos del siglo XX, al
“practicado sólo por los sectores sociales más acomodados de la población,
quienes emulando comportamientos sociales de grupos europeos con los que se
identifican, comienzan a viajar con fines turísticos hacia algunos lugares del país.
El turismo tiene para estos grupos una clara función social, en la medida en que se
trata de una práctica compartida que define y refuerza el grupo de pertenencia y
establece claras distinciones respecto de los otros; en gran medida, es una
práctica social complementaria a otras que, con roles similares, conforman los
hábitos de recreación de estos grupos […] Forma parte, en definitiva, de los
hábitos y costumbres que se definen como “civilizados” y que establecen claras
distinciones sociales respecto de quienes no los practican, algo fundamental en un
grupo que está definiendo su propio lugar social, en el contexto de una sociedad
atravesada por la inmigración masiva y tensada por los procesos de integración
nacional” (2006: 319-320).
Mientras que por el segundo entendemos, siguiendo a Noemí Wallingre, al que
“se caracteriza por el gran número de personas que lo realizan y que da lugar al
desarrollo de grandes centros turísticos. Esta modalidad comenzó a partir de la
Segunda Guerra Mundial, cuando se inició el desarrollo de un turismo más
accesible y las personas accedieron al derecho de disfrutar de vacaciones pagas”
(2012: 25).
Lineamientos metodológicos
Esta investigación es de carácter cualitativo. En ese sentido, la investigación cualitativa
problematiza las formas en las que los individuos y los grupos constituyen e interpretan
a las organizaciones y a las sociedades. Su intención es entender los acontecimientos,
acciones, normas, valores, etc., desde la perspectiva de los propios sujetos que las
producen y experimentan, tratando de captar la perspectiva del actor y la comprensión
11
de quienes están siendo estudiados. La metodología elegida en el momento de diseño de
la investigación exigirá una revisión constante durante el transcurso del trabajo ya que,
como el objeto no puede ser bien entendido desde el comienzo, tampoco es posible
encontrar por adelantado las formas óptimas para su estudio.
En este sentido, en esta investigación avanzaremos sobre dos campos diferenciados,
aunque complementarios para nuestro caso, de metodología de recolección de datos y
análisis de los mismos. Por un lado, recurriremos a entrevistas orales a individuos
relacionados con la historia necochense, especialmente con el campo del turismo. Para
nuestro estudio hemos apelado a entrevistas no estructuradas, de carácter abierto, que
nos permitirán indagar las temáticas trabajadas en esta tesis, como así también las
historias de vida de nuestros entrevistados, fundamentales para entender su percepción
de esos relatos.
Si bien esta investigación no puede ser englobada dentro de lo que se denomina
“historia oral”, sí reconoce algunas de las características que esta presenta y que
creemos importantes para pensar nuestra investigación. En ese sentido, compartimos la
visión de algunos historiadores que la consideran una forma de aproximación a los
sectores sociales “sin historia”, centrada en el rescate de la memoria colectiva social e
individual.
La historia oral es una forma muy útil para aproximarse al estudio de la subjetividad de
los grupos sociales, trazar la permanencia de tradiciones, sentidos, prácticas comunes,
realizar análisis en profundidad de ese sentido común que marca los comportamientos
humanos tomando en cuenta su evolución en una época histórica determinada.
Esta técnica de investigación consiste en la recolección de testimonios orales,
anécdotas, canciones, cuentos, folclore, poemas, entre otras formas de transmisión oral.
No es importante la veracidad de los testimonios sino la posibilidad de indagar sobre su
sentido a través del tiempo. Cada testimonio marca diferencias y similitudes en la
memoria2 de las personas, que está marcada fuertemente por la experiencia de vida, la
actual postura política e inclusive su clase social (Moss, Portelli, Fraser, et. al., 1991).
Entendemos que a través de la oralidad se trata de disparar la memoria para construir
una fuente que nos aporte a lograr una forma más completa de comprensión del proceso
social. También proveerá de una fuente al investigador para aprehender tanto la
2 La memoria de los individuos es selectiva, lo que significa que de hecho tienen memoria ya que el
olvido es constitutivo de la memoria. Lo que precisamente da interés al testimonio orales la relación
entre el recuerdo espontáneo, el recuerdo solicitado y exhumado y el silencio. La ausencia es tan
significativa como la presencia. (Joutard, 1984).
12
subjetividad de una época, como para percibir una serie de datos que de otra manera no
han quedado registrados.
En nuestro caso tomaremos los testimonios de aquellas personas que hayan estado
vinculadas al turismo, ya sea desde la actividad hotelera –central para nuestro tema de
estudio–, como de aquellos ligados a las políticas públicas –funcionarios públicos del
período– e historiadores locales. La lista de entrevistados está integrada por:
Alonso, María Angélica, viuda de Faidella (alias Beba). Dueña de Hotel Plaza.
Echeverría, Alberto. Dueño del Hotel Trocadero.
Ferrelli, Daniel. Expresidente del ENTUR [Ente Necochea de Turismo].
Izzo, Nestor. Expropietario del Balneario Izzo.
Muguerza, Felipe (alias Gogui). Ex - Secretario de Turismo de Necochea.
Ratti, Juan. Historiador amateur local.
Rodriguez, Nilda. Ex – mucama Hotel Trocadero.
Por otro lado, analizaremos publicaciones referidas a la historia de Necochea,
especialmente las publicaciones periódicas del período estudiado, en particular anuarios
periodísticos, revistas, folletería, etc., fuentes que nos permitirán reconstruir la historia
de la ciudad y el partido de Necochea, huérfana aún de una historia (véase Bibliografía).
Además, trabajaremos con imágenes de la ciudad –fotografías, postales turísticas,
imágenes reproducidas en los medios periodísticos– que permiten percibir los cambios
analizados, y complejizar en muchas ocasiones las explicaciones brindadas.
Organización de la tesis
La presente tesis está organizada en cuatro capítulos, conclusiones y bibliografía –
además de la presente introducción–. En el Capítulo 1–titulado “Argentina, Necochea
y el turismo de los treinta a los setenta”– contextualizaremos el trabajo de investigación,
haciendo una breve presentación de la historia argentina para el período estudiado –
ubicándola en Latinoamérica y el mundo–, para luego hacer una breve presentación de
la historia de la ciudad de Necochea. Cerramos el capítulo con una introducción a la
historia del turismo a nivel mundial y argentino.
El Capítulo 2–titulado “Playas, hoteles y transportes. Del turismo de elite al turismo de
masas. El caso de Necochea”– está centrado en el análisis del pasaje de un turismo de
elites a un turismo de masas en la ciudad de Necochea. Este análisis se centra en
13
describir algunos de los elementos que permitieron el desarrollo del turismo de masas
en la ciudad –transporte, hotelería, formas de sociabilidad, y el rol estatal–.
El Capítulo 3–titulado “Entre el centro viejo y la villa balnearia”– se centra en describir
y analizar los cambios que se dieron en la ciudad de Necochea, en especial en la
espacialidad que une el viejo casco urbano con la villa marítima. Lo viejo y lo nuevo
son presentados en el análisis de los cambios que se dieron en la grilla urbana, y en el
desarrollo –no siempre controlado– de nuevas edificaciones y espacios verdes, y como
esto impacto en el desarrollo patrimonial de la ciudad.
Por último, en el Capítulo 4–titulado “Fiestas, festivales y turismo”– se analiza uno de
los exponentes más importantes del patrimonio intangible necochense, el Festival de
Espectáculos para Niños, su relación con el turismo y el impacto que tuvo para la
ciudad. La tesis termina con las Conclusiones, apartado en el que retomamos las
conclusiones presentadas en los diferentes capítulos y avanzamos algunas posibles
líneas de investigación a desarrollar en futuras investigaciones.
14
CAPÍTULO 1: Argentina, Necochea y el turismo de los años treinta a
los setenta
Argentina, de la crisis de los años treinta al advenimiento del peronismo
El golpe de septiembre de 1930 que acabó con el gobierno de Yrigoyen fue un punto de
quiebre para la historia argentina. El primer golpe militar, pobremente organizado y con
un apoyo pasivo de sectores opositores al radicalismo, lograba desplazarlo del poder,
inaugurando un ciclo de intervenciones militares que culminarían 40 años después con
el golpe de marzo de 1976. El golpe abrió una serie de disputas que, lejos de poder
resumirse entre un enfrentamiento entre “autoritarios” y “democráticos”, como ha
planteado Cattaruzza (2009), involucró a diversos actores que dirimieron sus conflictos
en el plano social, económico, político y cultural.
En términos políticos, los años treinta estuvieron marcados por un intento de los
sectores conservadores de retomar el lugar preponderante que la reforma de 1912 y las
elecciones posteriores le habían arrebatado. La lucha entre dos sectores – uno
corporativista apoyado en el propio presidente Uriburu y en sectores nacionalistas; otro
defensor de la democracia y la institucionalidad, conformado por los partidos
tradicionales y los medios de comunicación masivos– terminó en el triunfo de éste
último, que gobernó hasta 1943 con la proscripción de la Unión Cívica Radical, el
partido del derrocado Yrigoyen, y cuando esta fue levantada por medio del llamado
“fraude patriótico”.
El ciclo se cerraría en Junio de 1943, cuando el vicepresidente en ejercicio, el
conservador Castillo intentó imponer un sucesor conservador favorable al bando aliado
en la guerra que se desarrollaba a nivel mundial. El veto de las Fuerzas Armadas,
abiertamente pro-fascistas, culminó en un nuevo golpe de Estado, antesala directa de la
llegada de Perón al poder. Este era uno de los militares más destacados en la
organización del golpe de 1943, cuyo poder se cimentó al reorganizar la Secretaría de
Trabajo y lograr el apoyo de amplios sectores trabajadores y sindicales, los que le
reconocían una política de reconocimiento de derechos laborales inédita en el país.
Luego de un confuso episodio en octubre de 1945, en el que Perón fue detenido por los
sectores liberales de las Fuerzas Armadas y “rescatado” por las movilizaciones obreras
15
del día 17, las elecciones de 1946 confirmaron su lugar preponderante en la política
nacional.
En el plano económico, la Argentina no escapó a las restricciones que la crisis de 1929
impuso a las economías latinoamericanas. Según Gaggero y otros, esto se tradujo en una
disminución del valor y volumen de las exportaciones, lo que obligó a producir
localmente todos aquellos productos que antes eran importados, generando una
importante caída de las divisas. Muchos países optaron por subir los aranceles
aduaneros, controlar las divisas y depreciar la moneda (2004: 167). Este proceso llevó a
que se desarrollaran todas las ramas de la industria que antes constituían la mayoría de
las importaciones de los países de la región, como, por ejemplo, industria liviana,
artefactos para el hogar y textiles. Este tipo de industria requería tecnología simple,
siendo extensivas en el uso de mano de obra. Como consecuencia se percibió el
aumento acelerado de la urbanización.
En la Argentina la crisis de 19291, que se extendió hasta entrados los años treinta,
supuso una redefinición de la economía argentina. Como plantea Cattaruzza,
“las transformaciones que tuvieron lugar en la economía en torno a la crisis de
1929 fueron muy importantes, y terminarían por cambiar durante varias décadas
el eje de la economía argentina, que se desplazó de la venta de productos
primarios en el mercado internacional a la producción destinada al mercado
interno, con una marcada presencia de la industria” (2009: 164).
Si bien la exportación de productos agropecuarios no desapareció, tuvo un lugar menos
relevante que en los años previos. Fue el crecimiento industrial cimentado en la
sustitución de importaciones donde se dio el cambio más importante, crecimiento que se
vio acompañado por ciertas medidas de protección arancelaria promovidas por los
gobiernos del período.
En el plano social, una mayor participación de los sectores trabajadores en la
cotidianidad de las grandes ciudades marcó un cambio significativo con el pasado. A
este se le sumó una caída importante de la inmigración ultramarina, movimiento que no
afectó la población de las grandes ciudades, cuya población se vio alimentada por
1 La crisis económica que se abrió en 1929 en los Estados Unidos, con la caída de la Bolsa, se extendió a
todo el mundo y afectó a la mayor parte de las economías mundiales a lo largo de la década siguiente,
reduciendo el comercio mundial y generando una recesión importante; véase Hobsbawm (1998).
16
migrantes internos, provenientes de las zonas rurales del interior. Este proceso se debe,
en palabras de Lila Caimari, a
“la fuerza inédita que en los años treinta ejerce el imán de las grandes ciudades se
explica por su coincidencia con un ciclo rural expulsivo: la declinante demanda de
mano de obra de una agricultura que se ha ido transformando en tecnológica –aun
parcialmente–, el fin del proyecto de las colonias agrarias inmigratorias, la
decadencia del arriendo que históricamente había vinculado explotación y
asentamiento, un nuevo patrón de mudanza de productores a las ciudades
cercanas…” (2012:197).
Por otro lado, desde comienzos de los años treinta se empieza a hacer evidente una
mejora general en el bienestar de amplios sectores de la sociedad, en especial de los
trabajadores urbanos, proceso que se verá expandido durante los años del peronismo.
Esta “democratización del bienestar” comienza a manifestarse con fuerza en el acceso
que tienen estos sectores a formas de divertimento antes vedadas, como el cine y el
teatro. Los sectores medios lograron ya en los años treinta acceder a vacaciones, con la
posibilidad de conocer los destinos turísticos antes exclusivos de las elites.
Los años del peronismo
Como hemos mencionado, la llegada al poder de los militares en 1943 supuso el
ascenso político de Perón, en especial desde su accionar en la Secretaria de Trabajo y
Bienestar Social, nueva denominación del viejo Departamento Nacional de Trabajo.
Desde allí su principal objetivo era resolver conflictos laborales y organizar los
sindicatos, reconociendo los reclamos y necesidades de las organizaciones obreras. A un
año del golpe de estado Perón se había transformado en la principal figura del régimen
militar, siendo sus únicos oponentes para este momento el Departamento de Estado
norteamericano, los radicales y los medios gráficos liberales. Sin embargo, su detención
en octubre de 1945 marcó un quiebre importante, demostrando a amplios sectores el
ascenso que tenía el coronel entre los sectores obreros. Esto mismo fue lo que lo llevó,
meses después, inesperadamente a la presidencia del país.
En su mandato aplicó ciertas reformas laborales que beneficiaron en gran medida a la
clase obrera, reformas que entendían que “las poblaciones no podían estar condenadas
a sufrir la desocupación o la miseria, sino que la acción estatal debía evitarlas”
(Cattaruzza, 2009: 208), y buscaban “prevenir la radicalización de los conflictos y la
17
propagación del comunismo” (Torre y de Riz, 2002: 60). Así, el gobierno peronista
llevó a cabo una política económica cuyos tres objetivos principales eran: fomentar una
distribución más equitativa de la renta nacional; el establecimiento de un sistema de
incentivos que premiara las actividades orientadas al mercado interno y desestimulara la
producción dirigida a los mercados internacionales; y la expansión del gasto público,
que reforzaba el papel del Estado en la producción y la distribución. Perón escogió la
continuación de la industrialización liviana ya que era más congruente con una
distribución progresiva de la renta. Esta política económica del peronismo no fue fruto
de una estrategia económica deliberada, sino de la combinación de una serie de
circunstancias favorables que no se volverían a repetir en la historia de la economía del
país, la cual se vio beneficiada por los crecientes ingresos fiscales, la masificación del
ahorro institucionalizado, y la evolución del mercado internacional de la posguerra
(Torre y de Riz, 2002: 60-61).
Por otro lado, la política laboral de Perón tenía como objetivo hacer extensivo el sistema
de pensiones a todos los trabajadores empleados del comercio y la industria,
introduciendo las indemnizaciones por despido y las vacaciones pagas. Además, se
dictaron varios decretos que reforzaron las mejoras hacia los sectores trabajadores:
aumentos salariales, protección de la estabilidad laboral, extensión de las jubilaciones,
aguinaldo, entre otros.
La democratización del bienestar antes mencionada tuvo, en ese contexto, su momento
de mayor esplendor. El turismo fue en ese sentido la imagen más clara de una escala de
expansión novedosa. Como refleja Caimari en cifras, la progresión va de “65.000
turistas en 1930, 380.000 diez años después, y 1 millón a las puertas de 1950”
(2012:243). Fue el turismo social el que mejor refleja un logro para los sectores
trabajadores que pueden aspirar a los beneficios que ya tenía una parte importante de las
clases medias, que sin embargo les es imposible conseguir sin esa activa acción estatal.
Aun así, para comienzos de los años cincuenta la crisis del régimen era evidente. Los
cambios a nivel mundial, con el fin de la bonanza que había significado la neutralidad
en la Segunda Guerra Mundial, más una serie de malas cosechas – que afectaban el
bienestar económico estatal – culminaron en un abierto enfrentamiento con los sectores
opositores, que con el activo apoyo de la Iglesia y de los militares derrocaron al
gobierno en septiembre de 1955.
18
América Latina y la Argentina de los sesenta a los setenta
La denominada Guerra Fría se inició en 1947, y supuso un estado de constante tensión
entre los Estados Unidos y la URSS –así como con los bloques liderados por cada uno
de ellos– motivado, principalmente, por sus pretensiones hegemónicas, generando así
un sistema internacional bipolar, caracterizado por
“1) elevada concentración militar en ambos bloques; 2) intensa campaña
propagandística en contra del otro; 3) rechazo de forma general del compromiso y
la negociación, sustituidos por la polémica y la denuncia; 4) conflicto entre
capitalismo y socialismo que tuvo su expresión en situaciones revolucionarias en
el tercer mundo; 5) ejercicio de una política de represión y persecución de
aquellos sospechosos de colaborar o simpatizar con el enemigo; 6) confrontación
Este-Oeste que se impuso sobre cualquier otro aspecto de las relaciones
internacionales.” (Gaggero y otros, 2004: 227).
La Revolución Cubana condicionó el futuro de Latinoamérica en ese contexto. El
triunfo revolucionario y su paso a la órbita soviética llevaron a los Estados Unidos a
tomar medidas concretas para evitar la expansión del comunismo por la región. Por un
lado, intentó aplicar reformas modernizadoras en América Latina, planteando un
programa que relacionaba la ayuda económica masiva para América Latina, con el
fortalecimiento de “reformas democráticas”. Este programa fue llamado “Alianza para
el Progreso”, e incluía como metas económicas la importancia de la diversificación
económica a través de la acelerada industrialización, el aumento de la producción
agrícola, y la creación de acuerdos para alcanzar estabilidad en los precios. Su fracaso
alentó a los sectores más duros del gobierno norteamericano a impulsar la Doctrina de
Seguridad Nacional, que influiría en la formación de militares de las naciones
sudamericanas, fomentando una guerra contra el comunismo desde los aspectos
políticos, ideológicos, militares y económicos (Gaggero y otros: 2004).
La consecuencia de estas medidas fue que a partir de la década del 60 en varios países
latinoamericanos fueron impuestos regímenes represivos mediante golpes militares,
donde las decisiones eran tomadas por los altos mandos militares, por ejemplo, Brasil en
1964, Argentina en 1966 y 1976, y Chile en 1973. La modernización económica y la
eliminación del peligro comunista solo podía ser llevada adelante por la fuerza, contexto
que limitó considerablemente el desarrollo de democracias y permitió la represión de
19
todo tipo de manifestación opositora –ya sea en el plano económico, político o cultural–
a los regímenes instaurados por la fuerza.
En la Argentina esos procesos se manifestaron con una creciente inestabilidad política,
social y económica, que impidió la consolidación de un régimen democrático viable. La
proscripción del peronismo fue un factor central en la vida política hasta 1973, cuando
el propio Perón logró regresar de su exilio y ser elegido presidente por tercera vez. En el
plano económico, los objetivos de quienes habían derrocado al líder peronista en 1955
se resumían en defender el retorno a la estrategia económica basada en el libre cambio,
con el fin a corto plazo de ajustar la economía para compensar el déficit de la balanza de
pagos, y a largo plazo recrear la estructura económica y el equilibrio político y social
anterior a la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, el período se caracterizó por la pervivencia del peronismo y el fracaso de
los sucesivos experimentos políticos y económicos, entre los que se destacó el modelo
desarrollista encarado desde el gobierno de Arturo Frondizi. Aún cuando éste último
intentó morigerar la represión de los simpatizantes del líder exiliado, sus políticas
económicas tendientes a la modernización industrial y los límites a las negociaciones
con los sectores trabajadores, terminaron por mellar al gobierno, que no pudo resolver el
problema del peronismo y fue desplazado por las Fuerzas Armadas. La crisis política
posterior, que incluyó enfrentamientos abiertos entre diferentes sectores militares,
culminó en 1966 con la llegada al poder del general Onganía, quien representaba de
manera acabada el modelo del militar fomentado por los Estados Unidos para el
continente, es decir, portador de ideas modernizadoras en lo político y económico, y
“paladín” del anticomunismo.
El nuevo gobierno basó su gestión en un plan de tres etapas: la económica, que estaba
orientada a alcanzar la estabilidad y modernización del país; la social, que consistía en
la distribución de los beneficios recogidos durante la primera etapa; y por último la
política, que marcaría el fin de la revolución y se transferiría el poder a organizaciones
auténticamente representativas, en el marco de un sistema corporativista. Su fracaso fue
evidente para 1969. Como ha planteado Vicente Palermo, luego de la implantación de
un orden a través de la represión (intervención de universidades, abolición del derecho a
huelga, disolución de asociaciones estudiantiles, apego a una moral cristiana, entre otras
medidas) “es la fórmula política la que, si por un lado hace posible la implementación
20
de una gestión económica de ésta índole2, por otro lado estalla debido a su propia
orientación represiva” (2012: 50). La crisis sobreviene cuando la oposición de
trabajadores y universitarios –con la consiguiente represión por parte del gobierno–,
demostró la debilidad del elenco gubernamental, que terminó siendo cooptado por los
sectores liberales y antiperonistas del Ejército3. Un último intento de retorno a la
democracia sin el peronismo fracasó en 1972, abriendo las puertas del regreso de Perón
a la presidencia.
Luego de un breve interregno de Héctor Cámpora –elegido presidente por la prohibición
que alcanzaba a Perón de participar en las elecciones–, el líder peronista llevó adelante
un gobierno cuyo objetivo era alcanzar una “democracia integrada”, en la cual se
colocaba a los grupos de interés y los partidos políticos en igualdad de condiciones
(Torre y de Riz, 2002: 120-121). La firma de un “pacto social” intentó ordenar una
economía jaqueada y limitar la protesta social, aunque sin éxito. La muerte de Perón no
hizo más que acelerar la descomposición política –con el enfrentamiento entre los
sectores de la izquierda y la derecha peronista–, económica –con una descomposición
del poder adquisitivo de los sectores trabajadores en aumento y un progresivo
endeudamiento estatal– y social –con la creciente represión de los sectores opositores al
gobierno–. El clima de inestabilidad culminó en marzo de 1976, con un golpe de estado
que inauguraría la dictadura más sangrienta de la historia del país.
La ciudad de Necochea, de sus orígenes a los años treinta
Antes de la llegada de los españoles, el territorio del actual partido de Necochea se
encontraba poblado por grupos cazadores-recolectores nómadas que ocupaban el
territorio pampeano desde unos 14000 años antes del presente. La costa fue un espacio
propicio para que estos grupos encontraran rodados costeros con los cuales fabricar sus
artefactos líticos –armas y herramientas cortantes, entre otros–, aunque en los tres
milenios previos a la llegada de los españoles la vida se desarrollaba primordialmente
2 Durante el “onganiato” hubo continuidad económica con el pasado, en lo referido al modelo de
desarrollo con el comando del Estado. Las medidas centrales fueron un fuerte proteccionismo, privilegio
del sector industrial y expansión de la estrategia desarrollista, donde se alentaba la producción de insumos
intermedios, bienes de capital y disciplinando la fuerza laboral, alentando la productividad y el control de
la puja distributiva (Palermo, 2012: 50)
3 La oposición nació en la provincia de Córdoba, donde los obreros del sector automotriz y siderúrgico,
con el apoyo del estudiantado universitario, protagonizaron el “Cordobazo”, verdadera revuelta popular
que minó el poder del gobierno de Onganía.
21
en la llanura y las visitas a las costas, registradas en la dieta de estos grupos, eran
marginal (Politis, 2012). A partir de la llegada de los españoles estas sociedades
indígenas sufrieron cambios profundos, entre los que se destacó el uso del caballo y el
desarrollo de un sistema de cacicazgos que, débil en un principio, terminó siendo muy
poderoso para el siglo XVIII. En paralelo, se dio una fuerte militarización como
respuesta a la presión del estado colonial, primero, y republicano después. Además, los
contactos con los europeos fomentaron en estos grupos nuevas pautas de consumo
socioculturales, que se incrementaron desde el siglo XVII, con el fin de las guerras entre
españoles y araucanos en Chile.
De este período datan los primeros contactos de los españoles con el territorio del actual
partido de Necochea. El jesuita José Cardiel fue el primero en incursionar por el sudeste
de la provincia de Buenos Aires, en el año 1748, llegando hasta la desembocadura del
río Quequén Grande, y fue quien efectuó los primeros trabajos de cartografía de la
región, advirtiendo la fertilidad de las tierras y su aptitud para los cultivos y la cría de
ganado. Sin embargo, no fue hasta el año 1820 que se comenzó a poblar el sudeste de la
provincia. Con el inicio de la organización nacional comenzó la creación de los
partidos, siendo fundado el partido de Necochea en 1865. No obstante, uno de los
principales problemas que inquietaba a los pobladores seguía existiendo: los malones
indígenas, que causaban estragos en las poblaciones, llevándose enorme cantidad de
ganado y mujeres. Por lo tanto, se creía necesaria la creación de un pueblo que
aglutinara a la población, protegiéndola de dichos ataques indígenas.
Es así entonces que en 1871 Ignacio Murga4 empezó a reclamar la fundación de un
pueblo que fuera cabecera del partido (véase Imagen 1.1). Debido a que ningún
asentamiento poblacional podía prescindir de un elemento vital como es el agua, se
determinó que la zona ideal a poblarse sería aquella adyacente al río Quequén Grande,
en cercanías del Océano Atlántico. Un hecho fortuito reactivó la necesidad de
consolidar un poblado estable en la región: el naufragio de un velero llamado “El
Filántropo” sobre la costa del paraje Médano Blanco, que transportaba carga para el
puerto de Bahía Blanca en pleno invierno. El desamparo de las costas en la región, en
especial por la falta de asentamientos efectivos, llevó a que los pobladores de la zona
4 Nacido en Dolores el 19 de Julio de 1842, su nombre completo era Ángel José Ignacio Murga. Era hijo
de Segundo Murga – tucumano de origen – y Carmen Picado – hija de un importante terrateniente -. Fue
el primer intendente de la ciudad de Necochea, juez de paz, y concejal por el conservadurismo. Falleció a
los 76 años en Buenos Aires, el 5 de Mayo de 1918.
22
reactivaran su pedido de consolidación de una cabecera de partido. El naufragio impulsó
una serie de reuniones entre estos, que culminaron en la redacción de petitorio dirigido a
las autoridades porteñas y platenses solicitando la creación de un pueblo. Se
encontraban entre los firmantes Ángel I. Murga (comandante de Guardias Nacionales) y
Victorio de la Canal (Juez de Paz). No obstante, las gestiones se vieron aplazadas por la
acción de los malones indígenas sobre la zona. Varios años después, en 1877, Ángel I.
Murga convocó a un nuevo encuentro de vecinos, donde se confió a Murga la tarea de
entrevistar a funcionarios del gobierno. Se comprometería todo el apoyo electoral al
partido político que se propusiera llevar a cabo el proyecto. Fue de esta manera como
los doctores Dardo Rocha y Aristóbulo del Valle se involucraron en la cuestión quienes,
luego de una serie de tropiezos burocráticos, procedieron a la expropiación de dos
leguas cuadradas pertenecientes a Don Eustaquio Díaz Vélez.
Por decreto del 8 de junio de 1881 se encomendó al agrimensor José María Muñiz la
tarea del trazado de la planta urbana y aledaños. La fundación del pueblo se dio el 12 de
octubre del mismo año. Su desarrollo estuvo marcado por dos hitos fundamentales, en
palabra de Pastoriza: la llegada del ferrocarril en 1892 y la construcción del puerto
Quequén en 1911 (2001: 68). Junto a esto en 1890 nació el balneario, ubicándose el
mismo sobre la costa atlántica a más de 4 kilómetros de la ciudad, sobre una franja de 4
manzanas ubicadas sobre la costa. La Villa Díaz Vélez, tal la denominación que tuvo
desde sus orígenes, tenía sin embargo un origen previo, por la acción de emprendedores
privados como el inmigrante vasco Juan Azúa, quien había construido un hotel y un
balneario en 1884. Con el paso del tiempo el balneario se fue poblando gradualmente,
con una edificación de estilos variados. El balneario contó con una Rambla Municipal
que oficiaba como un centro social. Hacia el año 1914 existía un tranvía que unía el
centro de la ciudad con el balneario, además de varios hoteles y un casino (Pastoriza.
2001:70).
23
Imagen 1.1: Ángel José Ignacio Murga
Fuente: http://www.juanjoseflores.com.ar/2014/01/murga-83-anos-en-el-olvido.html
El crecimiento de la ciudad en las primeras décadas del siglo XX se vio coronado en los
años treinta cuando tanto el Estado nacional como el provincial promovieron varias
acciones modernizadoras que afectaría directamente el desarrollo de la ciudad. Por un
lado, se mejoraron los medios de transporte que unían a la ciudad con el resto del
territorio; por otro, en 1938 se construyó un camino costero que unía la zona portuaria
con la villa y la ciudad, y el Estado provincial inició un plan de remodelación urbana
que implicó la ampliación de la Rambla, donde se construiría un nuevo paseo comercial.
Además, se construyó el Palacio Municipal, se modernizaron las plazas y el sanatorio
municipal, se creó el cementerio y se pavimentaron las calles principales (Pastoriza.
2001:71). Para fines de la década del treinta, el casco urbano de la ciudad se encontraba
consolidado, y era la villa balnearia la que comenzaba a desarrollarse con necesidades
concretas de modernizar sus instalaciones.
Los años del peronismo en Necochea
Los años que van de 1945 a 1955 se caracterizaron por el gran impulso económico que
experimentó la ciudad, gracias a la industria pesquera, la actividad portuaria –en
24
especial la exportación de cereales–, la actividad turística y la producción agrícola
ganadera de la región.
La actividad portuaria era una de las principales fuentes de ingresos y trabajo para la
ciudad. Aún así, el puerto Quequén requería ciertas modificaciones en su estructura para
asegurar el óptimo funcionamiento de la actividad ya que, tanto el escaso calado del
canal de acceso junto con la constante afluencia de bancos de arena y la escasa
extensión de sus muelles, hacían que se torne difícil el acceso de los barcos de ultramar,
desviándolos hacia otros puertos más accesibles. Por otro lado, la actividad pesquera era
importante, y lo obtenido se enviaba a la ciudad de Buenos Aires, reservándose algunas
especies para las fábricas de conserva y manipulación del pescado que funcionaba en
dicho puerto, industria fundamental durante el período que mantenía una producción
tanto para el mercado interno como para el externo.
En cuanto a la actividad turística, a pesar de no haberse realizado grandes obras de
mejoramiento del balneario Villa Díaz Vélez por lo menos por 10 años, la afluencia de
turistas a las playas necochenses se acrecentó año a año. En concordancia con dicho
crecimiento, se sumaban periódicamente nuevos establecimientos de hospedaje,
contribuyendo así al progreso y comodidad del balneario. La gran afluencia turística se
debía a diferentes motivos, entre los que se destacaban la seguridad de sus playas, su
amplitud, su suave declive, la conexión de la ciudad con los principales centros urbanos
del país, y ya con el peronismo la incorporación del balneario en los planes de turismo
social.
La inestabilidad política en la conducción del partido de Necochea no fue un
impedimento para su desarrollo.5 En estas décadas la Villa Díaz Vélez tuvo un proceso
de mejoramiento notorio, que incluyó la expropiación de tierras costeras para ampliar el
balneario hacia el sur, y la urbanización de la zona. Una parte de los gastos de este
proceso estuvo asignado a las ganancias que obtenía el fisco con el casino de la ciudad.
Pero además los privados, a través de la Asociación de Fomento de Necochea, tuvieron
una activa participación en este desarrollo, mejorando los caminos de acceso a la Villa y
5 Durante los gobiernos peronistas (1945 – 1955), se sucedieron 12 comisionados e intendentes. Ellos
fueron: Nestor Montangero (03/03/45 – 04/10/45), Hernani Morgante (02/02/46 – 26/04/46), Humberto
Bonaura (26/04/46 – 19/07/46), Antonino Ugo (19/07/46 – 31/05/47), Ernesto Presa (10/08/47 –
03/02/48), Eulogio Bengochea (03/02/48 – 05/04/48), Francisco Fusté Padrós (05/04/48 – 01/05/48), José
Brun (01/05/48 – 17/12/49), Andrés Villanueva del Gage (17/12/49 – 01/05/50), José Marchetti (01/05/50
– 19/01/52), Lerio Rossi (19/01/52 – 02/05/52) y Rodolfo Juvencio Arce (02/05/52 – 22/09/55).
25
aquellos que la comunicaban con todo el frente costero. Con Ernesto Presa de
comisionado se mejoraron las comunicaciones viales entre la ciudad y la costa, en
especial entre la estación ferroviaria y la urbanización costera. En enero de 1948, se
sancionó una ordenanza municipal que establecía la ampliación de la planta urbana y la
Villa Díaz Vélez, tarea que estaba a cargo de la Dirección de Pavimentación de la
Provincia. Además, se desarrollaba un amplio programa de instalación de cloacas, que
pretendía mejorar sensiblemente la vida en la ciudad. Otra mejora importante para la
ciudad fue el Plan de Pavimentación Urbana y Suburbana de Necochea de 1949, que
pretendía ampliar los afirmados existentes en la ciudad y la zona del balneario.
En este período, la Villa Díaz Vélez poseía sólo 500 metros de frente marítimo, debido
a la existencia del parque que ponía freno al avance urbano. Se hacía necesaria una
expansión que posibilitara el aprovechamiento de las playas en toda su extensión, por lo
que se propuso extender la avenida costanera y lotear los espacios a su vera. La ley de
forestación y urbanización puso en manos del Instituto Inversor de la Provincia de
Buenos Aires la tarea de mejorar y estimular el desarrollo de zonas afectadas a la
actividad turística. Dicho Instituto procedería en Necochea a urbanizar, subdividir y
vender en lotes las tierras que expropiaría el estado bonaerense para ampliar el
balneario. Se reservaron los espacios para obras públicas proyectadas con anterioridad,
como el edificio destinado a Hotel Provincial y Casino (Anuario Necochea, 1950: 37).
Durante los años del peronismo, los primeros días de diciembre comenzaban a arribar a
Necochea los primeros contingentes de turismo social. Cada grupo de turistas,
beneficiarios de este sistema oficial, permanecería en la ciudad por espacio de 10 días.
Los turnos se iban renovando sucesivamente hasta finales de marzo. La organización
del sistema estaba a cargo de la Dirección de Turismo y Parques de la Provincia, la cual
realizó oportunamente los contratos de alojamiento con la industria hotelera –que
ofrecía tarifas especiales–, por intermedio de la Asociación de Hoteles y Afines de
Necochea.
A comienzos de los años cincuenta, la ciudad experimentó una alta demanda por parte
del turismo social, que demostró la gran aceptación que tuvo el balneario. Durante los
meses de diciembre, enero y febrero llegaron a la ciudad contingentes patrocinados por
la provincia de Buenos Aires, con el slogan “Usted se paga el pasaje, la Provincia el
Hospedaje”, que permitieron la prolongación de la temporada hasta finales del mes de
marzo generando temporadas muy exitosas en lo económico, en especial para aquellos
26
hoteles que albergaban dichos contingentes (Getino, 2002: 180). Aún cuando estos
planes de los gobiernos peronistas buscaron fomentar una oferta turística amplia, que
incluyera los destinos serranos, el éxito que experimentaban las playas marítimas de la
provincia frente a estos obligaron a mejorar y ampliar sus comodidades de hospedaje.
José Marchetti, intendente entre 1950 y 1952, dictó una de las ordenanzas más
importantes del período en la que disponía la adhesión de la Municipalidad de Necochea
al proyecto de la Dirección de Pavimentación de la Provincia sobre la construcción de
afirmado y obras conexas en la segunda parte de la avenida costanera, en un tramo de
10 cuadras. Esta gestión estaba basada en la Ley Provincial 3.928 que establecía que la
tierra expropiada por el fisco, frente al mar se fraccionaría y vendería en subasta
pública. La ley citada disponía que la diferencia que se obtuviera entre el precio de
adquisición por parte del gobierno y el que arrojara la subasta se emplearía íntegramente
en Necochea, en obras de urbanización del balneario, caminos, hoteles, campamentos de
turismo, un nuevo casino y servicios de asistencia social. En 1951 comenzó el proceso
de urbanización del Parque Díaz Vélez, terreno expropiado por el gobierno provincial
para la ampliación del balneario (Anuario Necochea, 1951:103).
En cuanto a la ordenación edilicia se reglamentaron las actividades de los corredores de
hoteles, los que debían inscribirse en un registro municipal y cumplir con los requisitos
mínimos para cumplir con su funcionamiento según las leyes vigentes. Además, se dio
un proceso de reordenamiento territorial, que incluyó un amplio estudio realizado por la
Oficina de Obras Públicas y Catastro municipal en donde se establecieron cambios en
la nomenclatura de las calles. Esto incluyó que a cada calle se le otorgó un número y
denominación, una numeración domiciliaria ascendiente en función de la continuidad de
las denominaciones de las calles, legislación que se ampliaría con el crecimiento de la
planta urbana. Por otro lado, entre 1951 y 1955 se dieron marcha a obras de mejora en
la zona portuaria, que incluyeron la construcción y prolongación de las escolleras que
protegían el ingreso a la zona portuaria. En 1954 se construyó un nuevo puente que unía
la ciudad con el puerto, sobre el río Quequén, lo que facilitaba el ingreso automotor a la
zona portuaria. Las exportaciones marítimas mejoraron sensiblemente, cuando la
exportación de granos superó el millón de toneladas, en especial con cereales como el
trigo y la avena.
27
Necochea, de la Revolución Libertadora a la dictadura de 1976
La Revolución Libertadora se hizo con el poder municipal en Necochea el día 22 de
septiembre de 1955, cuando tropas al mando del capitán de corbeta Rafael González
Ardalur tomaron posesión de la intendencia municipal y la comisaría. Las primeras
medidas tendieron a “limpiar” toda manifestación del peronismo, como retratos, bustos,
escudos partidarios y demás símbolos, que eran arrojados por las ventanas a la calle.
Aquellos empleados municipales que no acataron las órdenes fueron detenidos y
trasladados a la comisaría.
La Intervención Federal en la provincia otorgó a la comuna necochense una partida de
1.000.000 de pesos para la construcción de edificios que funcionarían como
delegaciones municipales, que incluyó una serie de mejoras en el alumbrado público y
en el pavimentado de arterias fundamentales de la ciudad. Para 1958, las elecciones
pusieron fin a la intervención militar, y fue elegido intendente Edgardo Hugo Yelpo,
candidato de la Unión Cívica Radical Intransigente6. Una de sus primeras acciones fue
la constitución de la Comisión Municipal de Turismo, cuya función primordial era el
fomento del turismo en la ciudad. En ese sentido, en 1961 se desarrolló la primera
edición del Festival Infantil, que incluía diversas actividades culturales infantiles. Las
actividades en favor del turismo incluyeron medidas tildadas de modernistas, como la
demolición de los hoteles Paris Hotel y Necochea Hotel, que fueron un importante
impacto para el patrimonio local.
Por otro lado, durante el gobierno de Yelpo se realizaron diversos trabajos de
pavimentación en la zona céntrica de la ciudad, fueron declaradas oficialmente iniciadas
las obras de la central termoeléctrica provincial, empresa que generó una nueva fuente
de trabajo muy valorada hasta la actualidad, y se concluyeron las obras ampliatorias del
elevador terminal del Puerto Quequén, comenzadas en 1952.
Durante el gobierno militar iniciado en 1962 se dio la remodelación integral de la
diagonal San Martín, arteria que unía la Villa Balnearia y la ciudad de Necochea, se
ampliaron otras arterias, se instalaron sistemas de cloacas y tendido telefónico. Las
6 Entre 1955 y 1976 se sucedieron los siguientes intendentes: Rafael González Aldalur (22/09/1955 –
13/04/1956), Jorge Isaac Soldavini (13/04/1956 – 02/05/1958), Edgardo Hugo Yelpo (02/05/1958 –
01/09/1962, UCRI), Noberto Echegoyen (01/09/1962 – 27/12/1962), Osvaldo Mascardi (28/12/1962 –
12/10/1963, Partido Federal), Edgardo Hugo Yelpo (12/10/1963 – 13/07/1966, UCRI), Carlos Alberto
Ceretti ( 13/071966 – 30/07/1966), Norberto Echegoyen (30/07/1966 – 20/12/1968), Alberto Percario
(20/12/1968 – 25/05/1973), Juan José Laterza (31/05/1973 – 08/09/1973, PJ) y Edgardo Hugo Yelpo
(08/09/1977 – 10/05/1976).
28
elecciones permitieron a Yelpo volver a la intendencia en 1963. El nuevo gobierno
mantuvo la política de mejora de la ciudad, que incluyó la inauguración de la Terminal
de Ómnibus de la ciudad en 1965. El estallido revolucionario de 1966 dispuso la
cesantía de las autoridades, y su reemplazo por el comisionado interino Teniente
coronel Carlos Alberto Cereti, quien fue reemplazado en julio por el doctor Norberto J.
Echegoyen, con el cargo de intendente municipal.
La reorganización de la oferta hotelera sindical, promovida desde el gobierno nacional
en busca del apoyo de los sectores sindicales, permitió un crecimiento turístico
importante en los primeros años del gobierno de Onganía, que en la temporada 1967/68
se reflejaba en 69000 turistas más que en la temporada 1965/66. Además, en 1968 se
puso la piedra fundamental del edificio del Casino, único por su estructura en
Sudamérica, y se clausuró definitivamente la estación ferroviaria de la ciudad. Por otro
lado, se comenzó con la remodelación de la avenida 59, lo que supuso reestructurar la
Rambla para habilitar espacios para el estacionamiento vehicular. La muerte de
Echegoyen permitió la llegada al municipio de Alberto Percario, quien al desarrollar
una política de modernización de la zona balnearia, destruyó el patrimonio
arquitectónico de la ciudad: se demolieron la rambla, las casonas y el primer palacio
municipal (véase Imagen 1.2). Por otro lado, se creó el Museo Histórico Regional, que
se ubicaría en la casona de los Díaz Vélez en medio del Parque Lillo, con el objetivo de
rescatar, preservar y hacer conocer la historia necochense. Así, entre los años 1970 y
1973 se terminó de consolidar el casco “histórico” de la ciudad, mientras que la
edificación en el sector del balneario comenzaba a hacerse más densa. En ese contexto,
la construcción del edificio del Casino y el aumento del poder adquisitivo general
fueron dos factores muy importantes que provocaron gran afluencia turística.
29
Imagen 1.2: Alberto Percario
Fuente: http://www.ecosdiariosweb.com.ar/u/fotografias/m/2014/10/30/f700x390-8547_47565_46.jpg
En 1973, con las elecciones que abrieron el regreso del peronismo al gobierno, asumió
Hugo Yelpo como intendente municipal. Ese mismo año se inauguró la primera etapa
del complejo casino, que comprendía la sala de juegos, la confitería y los locales
comerciales, cuya segunda etapa fue concluida en 1975, que comprendía el salón
auditórium, una boite, una pileta de natación, obras de acceso y estacionamiento, y de
parquización. En paralelo, se dio entre los años 1973 y 1976 un crecimiento importante
de las edificaciones en altura de viviendas multifamiliares en la zona del balneario; lo
que implicó un crecimiento de la infraestructura sin precedentes, sin el control estatal
necesario ni un plan urbano específico que estableciese las normas edilicias a seguir. El
golpe de estado de marzo de 1976, rompió con la experiencia democrática nacida en
1973, aunque en la ciudad la intendencia de Yelpo se extendió por unos meses más.
Este breve recorrido por la historia de Necochea hasta el golpe de 1976 debe
complementarse con un dato que permite entender el desarrollo del partido de Necochea
a lo largo del período estudiado: su población. Según los datos expuestos en el Cuadro
1.1, la población del partido tuvo un crecimiento importante hasta comienzos de los
años cincuenta, cuando la misma se estabilizó. En términos de división por sexos, hasta
los años sesenta existió una clara predominancia de los hombres, que sólo se revirtió en
30
el censo de 1970. En general, estos datos muestran un comienzo ligado
fundamentalmente a las actividades agrarias, en donde la mano de obra masculina era
fundamental. Ya para los años cuarenta esa realidad había cambiado significativamente:
a la actividad portuaria se debe sumar la turística, y el crecimiento de la población
femenina había logrado equilibrar a la masculina.
Cuadro 1.1: Población de la ciudad de Necochea y la Pcia. de Buenos Aires (1869-
1970)
Censo Necochea Pcia. de Buenos Aires
Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total
1869 816 313 1129 274021 221086 495107
1881 2156 1205 3361 296681 229900 526581
1895 5657 4400 10057 514955 406213 921168
1914 12030 9262 21292 1148998 917950 2066948
1947 26159 23290 49449 2244510 2029364 4273874
1960 22219 21281 43500 3424199 3324571 6766108
1970 25571 25574 51145 4410679 4363850 8774529
Fuente: Datos de estadísticas de Censo 1869, 1881, 1895, 1914, 1947, 1960 y 1970.
Una historia del turismo
Si bien el turismo como lo conocemos en la actualidad es un fenómeno reciente como
práctica social institucionalizada que responde a cambios en las estructuras sociales a
partir de los años 50, existen antecedentes de viajes de placer en la antigüedad, donde el
empleo de tiempo libre para el disfrute era una práctica exclusiva de la aristocracia de
turno (Getino, 2002: 29). Uno de los primeros antecedentes de la práctica turística
fueron los viajes con motivos religiosos de la época medieval, donde los peregrinos se
dirigían hacia lugares que eran considerados santos, como Roma o Santiago de
Compostela. En el Renacimiento se priorizó, como refiere Getino, “la idea de que la
verdad reside fuera de la mente y el espíritu y obliga a explorar y comprender la
experiencia humana más que la divina.” (2002: 31). La necesidad de conocimiento de
los hombres llevó a las personas, sobre todo en el siglo XVII con el surgimiento de la
burguesía, a interesarse más por visitar grandes centros culturales, como fue el caso de
Italia.
31
Pero fue la “revolución industrial” y los “viajes de descubrimiento” las que permitieron
el desarrollo del proto-turismo. Como plantea Marc Boyer,
“Se puede observar una concordancia temporal entre el desarrollo de la
«civilización industrial» y los grandes descubrimientos del viaje, ambos fenómenos
británicos, lo que da pie a poder hablar de una «Revolución turística». Las
diferentes fases del pre-turismo primero y del turismo después son contemporáneas
de las eras paleo y neo-industriales. De hecho, la palabra turista apareció en los
años treinta del siglo XIX, aunque el fenómeno existía con anterioridad.” (2002:
18)
En el siglo XVIII surge el “grand tour”, que consistía en un viaje de varios meses con
finalidades tanto culturales, educativas y políticas para aquellos miembros de la
burguesía europea que podían costeárselo. Este viaje se creía imprescindible en el
proceso de formación de los hombres. Pero no fue sino hasta la Revolución Industrial, a
comienzos del siglo XIX, que gracias a las grandes innovaciones tecnológicas y al
desarrollo de transportes e infraestructura hotelera, que comenzó a insertarse la práctica
turística en el tiempo de las “minorías privilegiadas”, en especial de la clase media
(Getino, 2002: 32).
Con el desarrollo de las tecnologías de transporte, en especial del ferrocarril, se
acortaron las distancias y por lo tanto los tiempos y costos que implicaban los viajes. Es
por eso que el acceso a las prácticas turísticas dejó de ser exclusivo de la nobleza para
pasar a ser una práctica más generalizada en la sociedad. Fue en Gran Bretaña donde
surgió el término “turista”, que deviene del concepto “grand tour”.
El primer antecedente de viajes organizados, o “paquetes”, se lo debemos al gran
pionero de la actividad turística Thomas Cook, que en 1841 movilizó alrededor de 600
personas con el fin de asistir a un congreso. De esta forma realizó el primer viaje en
grupo con fines lucrativos. Cinco años más tarde, organizó el primer viaje guiado y en
1851 creó la agencia de viajes “Thomas Cook and Son”, que pronto se expandió,
estableciendo oficinas en cerca de 70 países. Cook introdujo poco tiempo más tarde los
viajes individuales con todos los gastos incluidos y los cheques de viajero.
Este desarrollo turístico al que hacemos mención, responde al desenvolvimiento de los
países europeos y de mayor poder a nivel mundial. En Latinoamérica no existían
grandes hoteles, ni agencias de viajes. Las clases adineradas latinoamericanas preferían
viajar a Europa en lugar de recorrer el territorio de sus países. Además, no existía un
32
“turismo receptivo”, ya que sólo llegaban al país inmigrantes de las zonas pobres de
Europa buscando la construcción de un futuro próspero, o simplemente escapando de
los conflictos bélicos europeos.
A fines del siglo XIX en Europa, donde predominaba el turismo de tipo “termal”,
comenzó a tomar lugar el turismo de “sol y playa”, siendo las playas cálidas del Mar
Mediterráneo el principal destino. A ello favorecía el avance tecnológico en los
transportes, destacando en primer lugar los ferrocarriles y luego el automóvil. En este
período se comenzaron a fundar asociaciones en relación con el turismo, como por
ejemplo la “Unión Internacional de Organismos Oficiales de Publicidad Turística”, que
luego de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en la “Unión Internacional de
Organismos Internacionales de Turismo”. Si bien este período se caracterizó por la
instalación de grandes hoteles como el Boston Hotel o el Ritz Carlton, en Europa
también se comenzó a establecer una serie de hoteles de categorías más bajas que serían
la base del turismo de masas del siglo XX (Getino, 2002: 35).
Durante la primera mitad del siglo XX se dio una transición entre el turismo de elite y el
de masas. Fueron muchos los factores que facilitaron el desarrollo de la actividad: la
construcción de nuevas rutas, las mejoras en los ferrocarriles, la generalización del uso
del automóvil y la ampliación de las posibilidades de uso del transporte aéreo, entre
otros. Por esto la población de aquellos países más industrializados de la época comenzó
a disfrutar de mejores condiciones de vida, como por ejemplo la instauración del
domingo como día de descanso, y a partir de 1918 la conquista de la jornada laboral de
8 horas, aún cuando tardó algunas décadas más en extenderse a otros países. Es preciso
destacar que en el año 1936 se incorporó en algunas legislaciones el derecho a las
vacaciones pagas, que en las dos décadas posteriores sería común en todas las
legislaciones europeas y de otras regiones del mundo (Getino, 2002: 36).
Cómo plantea Bertram M. Gordon, con un turismo en crecimiento, su papel como
fuerza económica se ganó reconocimiento político y la intervención del Estado en su
promoción, la que creció durante la primera mitad del siglo XX. Algunos ejemplos
europeos dan cuenta de esto. Así por ejemplo, en 1910 Francia estableció una Office
National du Tourisme para auspiciar el turismo. Las leyes francesas permitieron
organizar el funcionamiento de balnearios, hoteles de salud y centros turísticos. En 1935
se fundó el Commissariat au Tourisme, y al año siguiente el gobierno del Frente
Popular inauguró las vacaciones pagadas, que junto al desarrollo de los albergues
33
Juveniles, propiciaron los viajes por todas las regiones del propio país. El Dopolavoro
en la Italia Fascista y el Kraft durch Freude en la Alemania nazi, fueron ambas
organizadas con agendas para promocionar los crecientes sentimientos de comunidad
nacional, y directamente el turismo en estas naciones. Incluso la Unión Soviética, a
pesar de su preocupación por el trabajo, creó Intourist, una asociación de viajes durante
los años de entre guerras. En el caso británico, desde finales de la década del treinta se
multiplicaron las vacaciones “todo en uno” –alojamientos en chalet, servicio de comida
en restaurante y actividades de ocio en el mismo lugar–, con todos los servicios por una
libra al día. En 1937 nació el primer campamento de vacaciones comercial, los que se
multiplicaron en los años posteriores, permitiendo el alojamiento de 500.000 turistas
para 1939. En 1938 el gobierno británico aprobó la ley “Vacaciones con paga”, lo que
permitió incrementar la posibilidad de viajes turísticos –aún de corta escala– para
muchos trabajadores británicos (2002: 132-134).
Estos cambios crearon industrias locales de hoteles, tabernas y libros de guía, y fue la
propia Liga de Naciones –antecedente de la actual Organización de las Naciones
Unidas– la que reconoció el crecimiento del turismo cuando en 1937 definió como
turista a “alguien que viaja por placer, abandona su lugar de residencia habitual
durante más de veinticuatro horas y menos de un año; siendo excursiones los viajes de
menos de veinticuatro horas”. La Segunda Guerra Mundial interrumpió los programas
turísticos, aunque no terminó con el espíritu turístico. Primero los alemanes y luego los
norteamericanos recorrieron Francia no sólo como soldados en guerra, sino también
como curiosos “turistas” con sus cámaras en mano. Luego de la guerra, se dio un
despegue del turismo en todo el continente, en especial con la aparición de autos baratos
–los Renault 4CV y el Citroën 2CV franceses fueron emblemáticos– y los primeros
paquetes de vacaciones en avión. Aún así, el tren seguía siendo el medio de transporte
favorito, seguido por el transporte automotor. La recuperación económica de la post-
guerra de mediados de los años 50, junto con la estabilidad política y económica
generada por la Guerra Fría, contribuyeron a un enorme crecimiento del turismo.
Posteriormente, el abaratamiento de los costos de avión multiplicaron los viajes
transoceánicos (Gordon, 2002: 135-136).
El rápido desarrollo turístico, que tiene efectos tanto en la economía, el empleo, la
cultura como en el medio ambiente, llevó a la necesidad de normar la actividad. Con
este fin se fueron conformando a lo largo de los años diversos organismos
34
internacionales como la Organización Mundial del Turismo (OMT), la UNESCO, el
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo Monetario
Internacional (FMI), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (CNUCED), la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), entre otros.
El turismo en Argentina hasta 1976
Como se mencionó en el apartado anterior, según explica Getino, los antecedentes del
turismo en América Latina respondían a la llegada de inmigrantes con el anhelo de
forjar un futuro mejor para sus familias, aunque para ello debieran invertir su vida en
trabajos “casi de esclavos” (2002: 176). Sin embargo, los que comenzaron a utilizar en
los países latinoamericanos la actividad turística como disfrute del ocio y tiempo libre
fueron los sectores sociales más acomodados de la población, es decir, las elites dueñas
del poder político y económico. El turismo formaba parte de los hábitos y costumbres
que se definían como “civilizados”, por lo que tenía para estos grupos una función
social muy importante, “ya que se trata de una práctica compartida que define y
refuerza el grupo de pertenencia y establece claras distinciones respecto de los otros”
(Bertoncello, 2006: 320).
En este contexto, los destinos principales eran lugares de playa, montaña, aquellos con
grandes paisajes, y los que se asemejaran a los destinos turísticos europeos. Sin
embargo, estos atractivos funcionaban como contexto de la experiencia turística. Es
decir, el recurso turístico funcionaba como lugar de reunión o aquel sitio que permitía a
las personas mostrarse frente a otras. En la definición de los destinos turísticos
predilectos tuvo, también, gran injerencia el desarrollo de los medios de transporte
como el ferrocarril. Por último, cabe destacar que el “Grand Hotel” era el alojamiento
clave de este tipo de turismo. Hacia fines del siglo XIX Mar del Plata constituía el
principal destino turístico de elite, junto con las sierras de Córdoba y los centros
termales.
Como refleja Pastoriza (2011), en la Argentina la experiencia del veraneo fue anterior a
lo que se denominó turismo. Como la autora destaca, el veraneo
35
“implicó la invención de las clases altas de una cultura que comprendió, para el
caso de las riberas marítimas, primero la contemplación y apropiación del paisaje
costero para luego incorporar las rutinas de los baños marítimos. También para el
disfrute de las sierras, en especial de las cordobesas, sucedió un proceso
semejante. La vinculación con la naturaleza se conjugaba con una intensa vida
social, combinando sensaciones muy atrayentes: lo sublime ante un bello paisaje y
el vértigo de una acentuada sociabilidad. El veraneo duraba aproximadamente
tres meses y fue practicado principalmente por las capas más altas de la sociedad.
A medida que esta cultura fue alcanzando a nuevos sectores sociales, se amplía y
el veraneo se torna en turismo. En efecto, entre los años veinte y treinta, de la
mano de la democratización social, aparece el término turismo asociado a la
apropiación de las clases medias de la cultura de la playa” (pp. 29-30).
Así, durante los años veinte, y con la consolidación de sectores medios urbanos, más la
difusión del transporte automotor, la divulgación de diferentes destinos turísticos y la
acción estatal – muy limitada aún –, el turismo comenzó a tener ciertos rasgos de
masividad. En 1930 comenzaron a darse grandes cambios estructurales en el ámbito
laboral del país que, años más tarde, iban a desencadenar la expansión de la práctica
turística a las clases sociales menos acomodadas. Entre dichos cambios podemos
mencionar la obtención de la ley de descanso del sábado por la tarde, la limitación del
horario de trabajo tanto diario como semanal, y las vacaciones pagas. Un ejemplo de la
acción estatal en favor del turismo fue la gobernación de Manuel Fresco en la Provincia
de Buenos Aires, a partir de medidas tendientes a mejorar la llegada a los centros
turísticos y, en el caso de Mar del Plata, a una serie de obras públicas que mejoraran las
condiciones de la ciudad como destino turístico.
El periodo peronista fue paradigmático para el desarrollo turístico del país,
principalmente a través de la oferta de turismo social, definido por Getino como aquel
que
“facilita el acceso al turismo a un segmento de la población con escasos recursos
y permite direccionar la demanda turística en tiempo y espacio, aumentando el
nivel de actividad del sector al disminuir el problema de la estacionalidad de la
demanda, buscando extender los plazos de descanso a lo largo del año” (2002:
215).
Este proyecto turístico era administrado por el gobierno peronista, a través de la
consolidación de los sindicatos, que además de defender a los trabajadores, en muchos
36
casos ofrecían servicios turísticos a sus afiliados. Fue de esta forma que los sectores
obreros y aquellos que integraban la clase media-baja pudieron acceder de forma masiva
al turismo. El auge del transporte automotor tuvo gran injerencia en el desarrollo
turístico del país, gracias a la mayor libertad de traslado que brindaba frente al
ferrocarril (Bertoncello, 2006: 322).
Se trató de cambios sociales que generaron la modificación profunda en algunos
destinos consolidados, así como también permitieron que muchos otros destinos fueran
sumándose al mapa turístico argentino, como por ejemplo los Parques Nacionales. Mar
del Plata fue uno de los destinos turísticos que más profundos cambios sufrió, pasando
de ser un destino exclusivo de elite, a ser el principal destino masivo de “sol y playa”
del país. Con la sanción de la Ley de Propiedad Horizontal y créditos que ofrecía el
Banco Hipotecario a muy baja tasa, muchos turistas pudieron adquirir la tan ansiada
“casa de vacaciones”, y de esta forma miles de departamentos fueron construidos en los
destinos estivales en tiempo record (Getino, 2009: 180).
El fin del gobierno de Perón en 1955, por medio de un golpe militar, instauró un
gobierno que se encargó de desmantelar las políticas que fomentaban el turismo social.
De hecho, se sucedieron dos décadas en las cuales el turismo no tuvo ningún lugar de
privilegio en las políticas de gobierno. En 1956 se creó por decreto-ley la Dirección
Nacional de Turismo (DNT), que dependía de la Secretaría de Transportes del
Ministerio de Obras y Servicios Públicos. No fue sino hasta finales de la década del 60
que se dispuso por ley la transferencia de la DNT a la recién creada Secretaría de
Difusión y Turismo, con la intención de incentivar las inversiones en infraestructura
turística y promover la imagen del país en el exterior, todo esto en el marco de un
proyecto desarrollista que buscaba la atracción de inversiones extranjeras. (Getino,
2002: 181). Sin embargo, los incentivos al turismo interno fueron escasos.
A partir de 1970 el gobierno militar sancionó leyes de fomento turístico que estaban
orientadas a promover el turismo internacional en ciertas zonas de Argentina,
estableciendo el quite de impuestos para aquellas empresas tanto nacionales como
extranjeras que invirtieran en la construcción, equipamiento o explotación de
establecimientos hoteleros. Se creó la Subsecretaría de Turismo. Más tarde, con el
nuevo gobierno de Perón, se trató de recuperar el papel del turismo social y el turismo
interno mediante proyectos orientados a fortalecer los servicios del sector. Se creó
también un plan trienal que tenía como objetivos la reconstrucción y la liberación
37
nacional, pero no pudo ser llevado a cabo debido al golpe militar de marzo de 1976. A
partir de entonces, el objetivo del gobierno militar sería promover el turismo
internacional receptivo, y de esta forma atraer visitantes con alta capacidad de gasto
diario. También se promovía el turismo externo, que se sustentaba en una moneda fuerte
que animaba los viajes e inversiones en el exterior (Getino, 2002: 183).
38
Capítulo 2: Playas, hoteles y transportes. Del turismo de elite al
turismo de masas. El caso de Necochea
“Llegar a destino”: transporte y turistas
El desarrollo turístico de la ciudad de Necochea no puede disociarse del desarrollo de
una red de transportes que desde mediados del siglo XIX comenzó a afianzarse en el
territorio pampeano. La expansión de la frontera agrícola, con la consiguiente expulsión
violenta de los pueblos indígenas que habitaban el territorio, fue acompañada del
desarrollo de una red de caminos y vías que tenían como principal función comunicar el
interior productivo con el puerto porteño.
En ese proceso de desarrollo de los medios de transporte en la región, el ferrocarril
cumplió un rol fundamental. Aún cuando su origen puede ligarse directamente con el
transporte de bienes primarios y mercaderías, los nexos entre su desarrollo y el turismo
no fueron menores. El ferrocarril representó el principal medio de transporte en el
veraneo de las élites que a fines del siglo XIX comenzaron a vacacionar en el país,
como consecuencia de la Primera Guerra Mundial y su coyuntura, que interrumpió los
viajes de las élites a Europa y favoreció el turismo interno, principalmente a la costa
bonaerense y a las sierras de Córdoba. En ese proceso, la primera ciudad en adquirir
relevancia a nivel nacional fue Mar del Plata, donde llegaban las familias en tren desde
Buenos Aires para pasar la temporada estival.
La extensión de las líneas ferroviarias en la provincia de Buenos Aires siguió un patrón
radial centrado en el puerto porteño. Los ramales que se extendieron hasta la ciudad de
Necochea se originaron en el ramal Buenos Aires – Chascomús de 1865, perteneciente
al Ferrocarril del Sud. Este ramal se extendió hasta Ayacucho en 1880, y recién 12 años
después alcanzó desde Balcarce a Quequén (agosto de 1892) y Necochea (agosto de
1894). La llegada del ferrocarril supuso el declive de las líneas de diligencias que aún
operaban en la zona, que dejaron de hacer los recorridos más extensos (con Tandil o
Ayacucho), para concentrase en el espacio más cercano, mientras el desarrollo del
sistema automotriz se lo permitió.1
1 El último servicio de diligencias data de comienzos de los años cuarenta, cuando las galeras propiedad
de Santagata, que unía Necochea con San Martín (Partido de Lobería), dejaron de circular; (Centenario de
la fundación de Necochea 1881-1981, Ecos Diarios, 12 de Octubre de 1981: 34).
39
Antes de la extensión de la línea hasta Necochea, los pasajeros debían cruzar el río en
balsa, y de allí continuar en carreta. El 1 de agosto de 1894 el tren cruzó el río a la altura
del paso Cardiel, donde funcionaba la antigua balsa, y la estación fue construida en la
actual calle 62, entre 49 y 43. Esto motivo que el centro de la ciudad se corriera en
dirección a la propia estación (véase Imagen 2.1). El impacto del ferrocarril se hizo
sentir en todo el partido de Necochea, ya que con las sucesivas ampliaciones de
diferentes ramales nacieron varios poblados rurales, como Nicanor Olivera, Claraz, Juan
N. Fernández y Ramón Santamarina, todos en 1908. Por último, el tren alcanzó el nuevo
puerto de Quequén en 1922.
Imagen 2.1: Legada del Primer tren a Necochea 1894
Fuente: Pinceladas de Historia y Actualidad, Ayer y Hoy. Ecos Diarios 12 de Octubre 1996.
Para mediados del siglo XX, después de la nacionalización de los ferrocarriles por parte
del gobierno peronista, existían 10 servicios de trenes entre la ciudad de Buenos Aires y
Necochea, los que tardaban entre 8 y 12 horas en hacer el recorrido. Para 1950 se
incluyó un servicio de tren diesel, el cual podía hacer el mismo recorrido en apenas 6
horas. Esto supuso una gran circulación de personas durante el período, producto en
buena parte del impulso que se le dio al turismo. Sin embargo, en 1964 el Estado
Nacional a través de Ferrocarriles Argentinos, decidió el cierre de la estación de
Necochea, aduciendo cuestiones de seguridad en el cruce del puente sobre el río. Así,
los trenes tuvieron como terminal a la estación de Quequén.
40
El otro medio de transporte por excelencia fue el automotor. Como ha mostrado Ospital
(2005), la rápida proliferación del automóvil en el período de entreguerras generó una
cierta democratización del turismo, ya que permitió que otros sectores sociales viajaran
por el país, evitando el monopolio que tenía el ferrocarril y los hoteles que se
encontraban vinculados a estos. Aún así, existían problemas concretos que limitaban esa
expansión. Por un lado, el pobre desarrollo de una red de caminos acordes para los
vehículos de la época. Por otro lado, los altos costos de éstos y de su mantenimiento,
que los hacían inaccesibles para los sectores medios bajos. Y por último, allí donde los
automotores podían llegar – tal es el caso de ciudades como Mar del Plata – seguían
siendo lugares de turismo limitados a una elite a la cual los sectores medios no tenían
acceso.
La sanción de la Ley de Vialidad 11.658 en octubre de 1932, llevó de unos escasos
2.000 Km. de caminos de tránsito permanente en 1931, a 30000 Km. para 1944, gracias
a la activa acción estatal. Según Ballent (2005), “la obra vial suscitaba una enorme
adhesión, ignorada únicamente por las empresas de ferrocarriles, que asistían no sin
resistencias a la consolidación de un enemigo al que suponían mortal”. Si en un
comienzo esa obra se centró en la mejora de la red caminera por la necesidad de
modernizar un servicio retrasado, pronto encontró excusas significativas para llevar
adelante su cruzada. El turismo fue una de ellas. Entendido como un sector de la
economía con altas potencialidades, en especial en plena crisis de los años treinta, el
Estado actuó en consonancia para atar el desarrollo caminero a ocio de amplios sectores
de la población. Además, los discursos oficiales se encargaron de compatibilizar el
transporte de la producción agropecuaria y el turismo, destacando que no eran objetivos
incompatibles para una red vial.
De esta forma, los caminos sin polvo y sin barro dejaron paso a red de rutas
permanentes que permitían un flujo constante de turistas y visitantes entre los
principales puntos del país. La Ruta 2 que unía Buenos Aires y Mar del Plata fue el
símbolo de la nueva época, con su inauguración en 1938. En ese contexto, Ballent
destaca que
“uno de los aspectos más destacables de la extensión del turismo en relación con
el automóvil consistía en la propuesta de nuevas modalidades de desarrollo,
entendiendo al auto como transporte privado –familiar–, que daba la posibilidad
41
de establecer un nuevo tipo de relación con la naturaleza o con los lugares
turísticos, permitiendo desplazamientos de enorme libertad.” (2005)
En este contexto las mejoras en los caminos que permitían acceder a la ciudad no se
hicieron esperar. La Ruta 88 que unía Mar del Plata con la ciudad nació como camino
en 1908 por iniciativa del Touring Club Argentino, y recién en 1943 se realizó una obra
de hormigón de apenas 3 metros de ancho, que si bien mejoraba significativamente el
transito obligaba a los autos a abandonar el camino al encontrarse con circulación en el
sentido opuesto. Recién a fines de los años cincuenta se haría un nuevo carril que
permitiría un tránsito fluido2. La Ruta 227 une la ciudad de Necochea con la Ruta
Nacional 226, conectando la ciudad con Tandil y Balcarce. Para los años setenta solo se
encontraba asfaltado el trayecto que unía Quequén con la ciudad de Lobería. Las
mismas características presentaban las rutas 86 (provincial) y 228 (nacional), que unen
la ciudad con la región. En general, estas vías de comunicación estaban pensadas para
acercar la producción agrícola al puerto de Quequén, aún cuando el turismo se viera
favorecido y fuera la escusa fundamental para que el Touring Club Argentino y el
Automóvil Club Argentino reclamara la acción estatal para mejorar sus condiciones.
Como plantea Piglia (2014), este desarrollo en la red vial, junto al desarrollo hotelero y
turístico, con una fuerte impronta estatal fue fundamental para modificar el perfil
productivo de muchas regiones y afianzar el perfil turístico de otras. Dentro de este
grupo se encontraba la ciudad de Necochea, que llegado el peronismo al poder pudo
articular un desarrollo turístico sin precedentes sustentado en una infraestructura
consolidada. En este contexto, ¿cuál fue el impacto de los diferentes medios de
transporte en el turismo en Necochea? En el caso de ferrocarril, para comienzos de los
años treinta este no era para nada despreciable. Con un desarrollo limitado del
transporte automotor, el número de viajeros que llegaban a la ciudad eran de
aproximadamente 10.000, de los cuales un número importante eran turistas, según
señalaban los anales del Ferrocarril del Sud.
Entrados los años cuarenta este número creció significativamente con la multiplicación
del número de servicios que se ofrecían. Aún así, la competencia del automotor y de los
servicios de ómnibus se sintió profundamente. Así, en el año 1951 la Asociación de
Fomento de Necochea, con la colaboración del Ferrocarril Nacional General Roca y de
2“Nuestra portada: Camino Mar del Plata-Necochea”, en Vialidad. Revista de la Dirección de Vialidad,
Año 3, Nro. 8, Julio-Agosto-Septiembre 1959, p. 86.
42
algunas de las empresas de ómnibus, dio a conocer las cifras de la afluencia de turistas
que se registró en la ciudad durante el período comprendido entre el 15 de diciembre de
1949 y el 31 marzo de 1950, es decir el período estival. Según esos datos, habían
llegado por ferrocarril 28.500 pasajeros, por ómnibus 97.800; en automóvil 10.000. En
total eran 130.300 visitantes (Anuario Necochea, 1951: 61).
La corriente turística más importante provenía de la Capital Federal y zona del Gran
Buenos Aires, formando el 65% del total. Bahía Blanca y La Pampa seguían en orden
de importancia, y luego la zona del sudeste bonaerense (Anuario Necochea, 1950: 35).
Néstor Izzo, hijo de los propietarios del entonces famoso balneario "Izzo", ubicado en la
actual Avenida 2 entre Calles 83 y 81, plantea que la ciudad recibía muchos veraneantes
de Capital Federal así como de Mendoza y Tucumán3; aunque también llegaban turistas
de ciudades del interior del país, como de Córdoba capital y de Rosario, según recuerda
Beba4. Una parte importante de ese turismo se desarrolló a partir de la implementación
de tarifas sociales, especialmente en el ferrocarril. Como destaca Pastoriza (2008), se
propiciaron paquetes de viajes baratos con boletos económicos con acuerdos con las
empresas de transporte, con descuentos de entre un 15 y 25%. Además, desde los años
cincuenta comenzaron a circular servicios ferroviarios rápidos con una tarifa “turista”,
que además de contar con precios promocionales incluía beneficios para los viajantes.
Beba Faidella, miembro de la familia propietaria del “Hotel Plaza”, recuerda que desde
los primeros años de la década del 50, los turistas viajaban a Necochea en tren, con gran
cantidad de equipaje, grandes baúles y se hospedaban por un mes. 5 Echeverría coincide
con Faidella, y remarca que los trenes funcionaban muy bien, con un promedio de 6
horas y media en el recorrido que unía Buenos Aires – Necochea.
Ahora bien, ¿quiénes eran esos turistas? Según el mismo Echeverría, cuya familia era
propietaria del “Hotel Trocadero”, el turismo que recibía el balneario en las primeras
décadas del siglo XX se trataba de un turismo de elite con largas estadías: "...eran
largas estadías normalmente, mínimo casi un promedio de 15 a 20 días, pero había
gente que se quedaba dos meses y había gente que se quedaba 45 días, ¿no?..."6
3 Entrevista a Néstor Izzo, Necochea, 30 de octubre de 2012.
4 Entrevista a Beba Faidella, Necochea, 31 de mayo de 2013.
5 Entrevista a Beba Faidella, Necochea, 31 de mayo de 2013.
6 Entrevista con Alberto Echeverría, Necochea, 24 de octubre 2012.
43
Todos nuestros entrevistados refieren como los principales visitantes de Necochea a los
miembros de la colectividad judía, probablemente muchos de ellos de la Capital
Federal. La señora de Faidella resalta que la elite porteña visitaba la ciudad en el mes de
enero, mientras que los miembros de la colectividad judía lo hacían en el mes de
febrero. Así, como relata Alberto Echeverría,
"... nosotros teníamos mucha colectividad judía, la colectividad judía que había
entrado al mundo... que había llegado acá como inmigrante y había entrado al
mundo industrial, ¿no? Es decir, ehh... y al mundo de las joyas y, es decir, la
Calle Libertad en Buenos Aires que es una Calle de joyerías […] bueno, ehh...
era gente ehh... eran nuevos ricos... "7
Para Néstor Izzo, los judíos a pesar de ser una comunidad importante para el turismo
local, muchas veces eran discriminados. Sus recuerdos dan cuenta de esto, con un
discurso que no es ajeno a esa discriminación:
"... Nosotros teníamos unos judíos que eran criollos, la verdad eran criollos
[…] y venían toda la vida, toda la vida vinieron ahí […] un poquito los echaron
de Necochea... no los trataban muy bien... y el judío era el que tenía... el que
tenía la plata..."
Beba Faidella rescata el alto nivel socio-económico de muchos de esos turistas, entre los
que vuelve a destacar a los de la comunidad judía:
"... en esa época la gente venía en tren, no me lo... eso sí que no me lo olvido
nunca, que venían con los baúles el 2 de enero, por ejemplo, y se iban el 30 de
enero […] eso esa la gente que tenía mucho dinero que ehh... que podía salir de
vacaciones todo el mes de enero. […] todo el mes de febrero venia toda la gente
que era judía, todos judíos porque ellos cerraban todo el mes de febrero las
fábricas, las empresas, todos los negocios y venían, y se quedaban acá un
mes..."
Sin embargo, sería erróneo limitar el flujo de turistas a una elite porteña. Los años
cuarenta fueron, en ese sentido, un punto de quiebre, ya que con el impulso estatal
comenzó a consolidarse un turismo social que privilegiaba a los sectores medios y
trabajadores. Para conocer el impacto de ese cambio es necesario entender, además de
los cambios que presentamos sobre los medios de transporte, los cambios que se dieron
en la hotelería.
7 Entrevista con Alberto Echeverría, Necochea, 24 de octubre 2012.
44
La hotelería en Necochea: de la fundación a los años setenta
Como hemos hecho referencia en el capítulo anterior, la ciudad de Necochea fue
fundada como cabecera del partido homónimo en 1881, gracias al impulso de la
economía agroexportadora que se desarrollaba en Argentina. Al definirse su trazado
urbano, el centro administrativo y social fue instalado a más de tres kilómetros del mar,
lo que se atribuye a uno de los fundadores de la misma, Francisco Baño, quién habría
sugerido separar dicho espacio de la costa por una franja de al menos 30 o 40 cuadras,
para evitar las molestias constantes que los médanos y el viento podían causar en los
habitantes del nuevo ejido.8
Pocos años más tarde, en 1884, gracias a la iniciativa de Julián Azúa vecino que firma el
acta de fundación de la ciudad, se dan los primeros pasos hacia el nacimiento del
balneario. Azúa, quién se refería a las playas necochenses como “La Perla del Océano”,
dedicó todos sus esfuerzos a mejorar las condiciones de acceso al mar. El denominado
por los vecinos de la naciente ciudad “loco de la costa”, fue un pionero del turismo al
fundar ese mismo año el primer hotel sobre el litoral del pueblo: “La Perla del San
Sebastián Argentino” (véase Imagen 2.2 y 2.3), luego renombrado como “Gran Hotel
San Sebastián Argentino”, y junto con éste el primer balneario, el “Balneario Azúa”,
que llegó a contar con 48 casillas de baño de madera.
Como refiere Bertoncello (2006), a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX se
desarrolló un tipo de turismo llamado de "elite", monopolizado por los miembros de la
alta sociedad como práctica social que afianzaba el sentido de pertenencia a un grupo y
marcaba la distinción con otros. El “Grand hotel” fue el alojamiento típico de este tipo
de turismo, siendo éste el núcleo de reunión social por excelencia del momento en las
ciudades turísticas. Para Bertoncello estos eran los grandes hoteles integrales típicos de
la época, donde el huésped disponía de todos los servicios necesarios para disfrutar de la
8 En su libro “Horas perdidas”, Baño relata que a finales del mes de septiembre de 1881 el grupo de
fundadores, entre ellos Ángel y Segundo Murga, Victorio de la Canal, José González, Nicanor Duarte,
José Querencio, José María Muñiz, y el propio Baño, se dirigieron desde la sede de las autoridades del
partido situada en Médano Blanco a la desembocadura del Río Quequén Grande, para cumplir con el
decreto de fundación de la cabecera de partido. Una vez en el lugar, se suscitó una extensa discusión
acerca de la ubicación del nuevo pueblo. La mayoría consideraba que debía ser fundado lo más cerca
posible del océano. Sin embargo, Baño que conocía la dinámica de la arena que se encontraba en
desplazamiento permanente, evaluó que esto constituiría una molestia constante para los futuros
pobladores. Es por ello que sostuvo la conveniencia de ubicarlo a 30 o 40 cuadras tierra adentro,
sugerencia que fue aceptada por el agrimensor Muñiz y el señor Murga, asignándole a Baño el honor de
plantar la primer bandera en el futuro lugar de fundación (Centenario de la fundación de Necochea 1881-
1981, Ecos Diarios, 12 de Octubre de 1981: 12).
45
mejor manera posible su estadía. Esos primeros emprendimientos, como el de Azua,
bien pueden ubicarse dentro de esta categoría.
Imagen 2.2: Hotel San Sebastián Argentino
Fuente: Centenario de la Fundación de Necochea, Ecos Diarios 1981.
Imagen 2.3: Rambla Balneario San Sebastián Argentino
Fuente: archivo personal.
Pastoriza (2008) explica que, con la llegada del turismo social, los grandes hoteles
comenzaron a desaparecer debido al cambio en las modalidades de alojamiento que
comenzaron a desarrollar los turistas, como la compra o alquiler de departamentos o
46
casas para el veraneo, así como también el surgimiento de la hotelería sindical en los
años cuarenta. Para el caso de Mar del Plata, el mayor ingreso de veraneantes implicó
un cambio en la hotelería privada que llevó al declive de los grandes hoteles de lujo.
Necochea experimentó un proceso similar, dónde los grandes hoteles de las primeras
décadas dejaron de ser funcionales a los requerimientos de las masas turísticas, por lo
que en la mayoría de los casos fueron demolidos para construir en su lugar edificios de
departamentos u hoteles de menor jerarquía. Sin embargo, la autora resalta que desde
mediados de la década del 30 se podían encontrar distintas categorías de hoteles,
situándose el mayor consumo en las categorías intermedias.
Alberto Echeverría y Beba Faidella recuerdan que a mediados de la década del 40 el
hospedaje en Necochea era ciento por ciento hotelero, y no existían alternativas de
alojamiento extra-hotelero, es decir, alojamiento en departamentos o casas de veraneo
particulares. Además, los turistas demostraban gran fidelidad al destino vacacional y al
hotel, ya que año a año repetían su elección.9 La historia de la hotelería en Necochea
había comenzado con los orígenes del poblado. El primer hotel de la ciudad fue el Hotel
El Progreso, ubicado cerca de la plaza e inaugurado en el año 1882. Si bien no era un
hotel emplazado en la villa costera, el mismo permitía la llegada de los primeros
visitantes que, atraídos por las costas locales, hacían sus primeras experiencias
turísticas.
El primer hotel en la zona costera fue La Perla del San Sebastián Argentino, construido
por un inmigrante vasco, Julián Azúa, apodado “el loco”. Este desarrolló el primer
emprendimiento que para 1887 contaba con 48 casillas de baño en las playas y el
tamaño del propio hotel se había expandido, para recibir un número creciente de
visitantes. Paralelamente en la zona céntrica de la ciudad nacía la Fonda de Chaparro
(1885), que posteriormente se convertiría en el Gran Hotel de la Amistad, manejado por
pobladores de las ciudades de Maipú y Dolores recién llegados a la ciudad. Uno de
ellos, Juan Marino, se haría cargo posteriormente de la administración del mismo, a la
vez que alquilaría el local costero a Azua, convirtiéndose con el tiempo en un verdadero
empresario del rubro, quizás uno de los más importantes con el paso de los años.
En 1890 nacía en la ciudad el Hotel Liverpool, espacio en donde se desarrolló una
importante actividad cultural, social y política de la ciudad. Con actividades similares
9 Entrevista a Beba Faidella, Necochea, 31 de mayo de 2013; entrevista con Alberto Echeverría,
Necochea, 24 de octubre 2012.
47
pueden destacarse espacios como el Hotel Necochea de 1908; La Perla Hotel Marino,
nacido como una construcción en madera que entre 1910 y 1911 que se convirtió en una
construcción de materiales tiempo después; el Hotel San Martin nacido en el año 1928.
En la década del 40 funcionaba el Hotel Moderno y el Hotel Trocadero. Como se
recordaba a comienzos de los años treinta,
“…los hoteles siempre esplendorosos, no omiten esfuerzos ni sacrificios con tal de
brindar al veraneante los halagos de una vida confortable y entretenida. Salas de
entretenimientos, bares y bibliotecas, son los que disponen los hoteles para
comodidad y distinción de sus huéspedes…” (Revista Necochea, Cincuentenario de
su Fundación, 1931).
Para comienzos de los años cincuenta los hoteles más importantes eran San Sebastián
Argentino, La Perla Hotel Marino, Royal Hotel, Atlántico Hotel y Necochea Hotel. Se
trataba de hoteles integrales, que brindaban servicio de pensión completa, la que incluía
desayuno, almuerzo y cena. Entre los servicios adicionales que ofrecían estaban los
salones de esparcimiento para adultos y para niños, salones comedor, salones de fiestas,
orquesta, bar, canchas de tenis, canchas de golf, parques de juegos infantiles, garaje para
autos, y hasta balneario propio en algunos casos (Centenario de la Fundación de
Necochea, 1981:178).
El Hotel San Sebastián Argentino fue primer hotel que abrió sus puertas al público en la
actual Avenida 2 y esquina 87, en el incipiente balneario, construido por Julián Azúa
aunque con el paso de los años fue cambiando de dueños y arrendatarios. A fines de la
primer década de 1900 fue adquirido por Tomás Albistur, empresario de Bahía Blanca,
y luego arrendado en 1911 por la familia Roqués, proveniente de la ciudad de Dolores,
quienes lo renombraron como Hotel París, comprando su edificio en 1918. Diez años
más tarde sus propietarios construyeron el primer piso, ampliación que le permitió
contar con 120 habitaciones y 50 baños. El Hotel Paris brindo sus servicios hasta el año
1960 cuando cerró sus puertas (Centenario de la Fundación de Necochea, 1981:178).
El hotel La Perla Hotel Marino, actualmente el hotel más antiguo del balneario, fue
construido por Delarregui en 1887 y arrendado por Juan Marino y su esposa Genoveva
Piloni, quienes en la década de 1890 compraron el establecimiento En un principio fue
construido en madera y llamado La Perla General Díaz Vélez, pero para 1910 fue
trasladado a su actual edificio. Durante casi veinte años mantuvo sólo una planta baja,
hasta que en 1930 fue construido el primer piso. Las sucesivas ampliaciones y
48
remodelaciones le permitieron contar con 100 habitaciones (véase Imagen 2.4). Situado
a 100 metros del mar, poseía balneario propio, hall, terraza, gran comedor, salón de
baile, orquesta, juegos para niños y cancha de golf. Una vez fallecidos sus dueños
originales, el hotel quedó en manos de sus herederos, quienes mantuvieron la empresa
familiar (Centenario de la Fundación de Necochea, 1981:178).
Imagen 2.4: Hotel La Perla Hotel Marino (1930)
Fuente: Centenario de la Fundación de Necochea, Ecos Diarios 1981.
Imagen 2.5: Hotel Necochea (1930)
Fuente: Revista Necochea, Cincuentenario de su Fundación, 1931.
El Hotel Necochea fue construido en el año 1908. En su momento de mayor esplendor
fue un lujoso hotel que contaba con más de 100 habitaciones, grandes salones de fiesta,
49
orquesta, canchas de tenis, parque de juegos infantiles, garaje para autos, restaurant a la
carta bajo la dirección del Restaurante Ferrari de Buenos Aires, y fue sede del primer
casino oficial de la ciudad. A principios de 1912 se inauguró allí una sala de cine
Lepage, que alcanzó gran éxito debido a su calidad de reproducción (véase Imagen 2.5).
Fue demolido, junto con el Hotel Paris en el año 1961 (Centenario de la Fundación de
Necochea, 1981:178).
Por su parte el Hotel Atlántico inaugurado en 1928 por los señores Faidella y
Fernández, ocupaba toda una manzana frente a la actual plaza San Martín (véase
Imagen 2.6). Contaba con más de 100 habitaciones, con capacidad para 300 pasajeros,
baño privado con agua fría y caliente, gran comedor, salón de fiestas, bar, amplias
galerías, gran patio central y salón para fumadores. Luego de más de cuarenta años de
actividad cerró sus puertas debido al loteo que dio lugar al progreso del balneario con la
construcción de grandes edificios y comercios (Centenario de la Fundación de
Necochea, 1981:179).
Imagen 2.6: Hotel Atlántico (1930)
Fuente: Revista Necochea, Cincuentenario de su Fundación, 1931.
Por último el Hotel Royal, construido en 1929 era un edificio de seis pisos en los cuales
se encontraban 250 habitaciones con baño privado en cada una, baños calientes de agua
de mar, solárium, grandes salones comedores y una lujosa Boîte llamada Aldea Tropical
y más adelante renombrada como Casablanca (véase Imagen 2.7). Poseía un túnel que
comunicaba el hotel directamente con la playa, pasando por debajo de la Avenida
costanera. A principios de la década del 30, en los meses de enero, febrero y marzo eran
50
contratados reconocidos artistas del Teatro Colón y Teatro Nacional de Buenos Aires,
que ofrecían charlas y conciertos para los huéspedes en los diferentes salones del hotel.
Fue sede del Casino de la ciudad entre los años 1956 y 1958, el cuál permaneció allí
hasta que fue construido su edificio propio en los años 70. Este pintoresco hotel
funcionó como tal hasta 1958, cuando se convirtió en un edificio de departamentos
(Centenario de la Fundación de Necochea, 1981:179).
Imagen 2.7: Hotel Royal (1930)
Fuente: Revista Necochea, Cincuentenario de su Fundación, 1931.
Como hemos observado, el perfil de hoteles destinados a la elite veraneante dominante a
comienzos de los años treinta comenzó a modificarse unos años después (véase Imagen
2.8). El ocaso de muchos de estos grandes hoteles, pensados para un turismo de elite, se
dio como puede observarse a partir de los años cincuenta. La mayoría de los hoteles
antes mencionados o se reconvirtieron en edificios de departamentos o fueron
demolidos frente al avance de la zona balnearia. Sin duda que los cambios que se
experimentaron en el turismo desde los años cuarenta, con la irrupción del turismo de
masas fomentado por el Estado peronista tuvo un impacto directo en estos
51
emprendimientos. El nuevo turismo reclamaba nuevas formas de alojamiento y
diversión.
Imagen 2.8: Área del balneario con los primeros hoteles (circa 1930)
Fuente: Revista Necochea, Cincuentenario de su Fundación, 1931.
Aún así, ya antes de los años cuarenta existía una oferta hotelera de menores
dimensiones, orientada a un turismo de clase media y media baja, o para los sectores
trabajadores acomodados. Entre estos hoteles se destacaban De las Brisas, Plaza y
Trocadero. El primero propiedad de Serafín Faidella fue arrendado por Segundo
Echeverría, estaba ubicado en las actuales Calles 4 esquina 85. El Plaza era propiedad
de José Faidella y abrió sus puertas en 1933, existiendo en la actualidad bajo la
dirección de la señora Beba Alonso, viuda de Faidella (véase Imagen 2.9). Finalmente,
el hotel Trocadero fue inaugurado por su propietario Manuel E. Mas, y poco tiempo
después arrendado por Segundo Echeverría; funcionó hasta el año 1979 para dar paso a
la construcción el actual Paseo Centenario.
A finales de la década del 60 se construyó una gran cantidad de hoteles, todos
orientados a un turismo de masas. Entre esos hoteles de destacaron el Corona, León
Tres Reyes, Almería, Argentino, Bahía, Compostela, Continental, España, Gala, Hostal
del Rey, Infriccioli, Corrientes, Internacional, Las Brisas, Necochea, Real, Las Olas,
Venezia, entre otros. Si bien se trataba de hoteles más sencillos, con menor cantidad de
servicios que los grandes hoteles de la primera mitad del siglo, no dejaban de brindar
servicios adicionales para el nuevo tipo de veraneante que llegaba a la ciudad.
En resumen, los cambios que se dieron en la hotelería respondieron a múltiples
estímulos. Sin duda el impulso estatal a un turismo de masas fue una variable
52
importante para entender el lento remplazo de los viejos hoteles pensados para las elites
por otros que, si bien ofrecían servicios variados, estaban pensados para los sectores
medios y trabajadores. Además, las conductas de los veraneantes fueron modificándose,
y con ellas los diferentes servicios debieron evolucionar para adaptarse a los
requerimientos de la demanda. Fueron cambios que modificaron la fisonomía del
balneario, con la desaparición de grandes hoteles y la aparición de nuevos y más
pequeños establecimientos hoteleros, y que reafirmaron a Necochea como una de las
opciones turísticas más importantes detrás de Mar del Plata.
Imagen 2.9: Hotel Plaza (década 1950)
Fuente: archivo personal.
“De la Rambla a la playa”: cambios en las formas de sociabilidad
Hemos visto como el turismo, los transportes y la hotelería tuvieron una íntima relación
durante el siglo XX. Otro elemento que se vio modificado con los cambios que se
dieron en el turismo fueron las formas de sociabilidad en Necochea. En ese sentido, es
importante remarcar que la vida social jugaba un papel muy importante en el veraneo de
los turistas. Los actores ligados a la actividad turística reconocieron desde siempre esto
y actuaron en consecuencia. Así, en la primera mitad del siglo XX los hoteles
organizaban grandes fiestas en sus salones para huéspedes e invitados (véase Imagen
2.10). Dichas fiestas y bailes servían como espacio de sociabilidad, con un fuerte
carácter familiar en donde los jóvenes eran presentados en sociedad. Alberto Echeverría
recuerda que las fiestas que brindaba el Hotel Marino servían para la presentación de las
53
jóvenes, las que recibían un carnet de baile, que consistía en una tarjeta dónde cada
joven que deseaba bailar con ella debía anotarse:
“Ehh... ese hotel [Marino] organizaba bailes y daba un carnecito de baile que yo
no no… se los quise guardar y mostrárselo a ustedes porque, es decir, se
organizaba el baile y había que anotarse ehh, para pedir el baile a una chica en el
ca… cada chica tenía un carnet de baile no?? Entonces se anotaba eh… como un
turno… […] Porque las chicas tenían que rotar, no bailar siempre con el mismo…
si vos querías bailar con el mismo era como que ya estabas como de novio… y ya
lo tenías que… quedabas como desubicada ahí entendés?”10
Imagen 2.10: Bailes de Carnavales en el Hotel Necochea (fines años 1920)
Fuente: Revista Necochea, Cincuentenario de su Fundación, 1931.
Si bien los hoteles eran un espacio primordial para la sociabilidad necochense en los
años cincuenta, especialmente en la época estival, otros espacios relevantes para los
visitantes eran los diferentes paseos que caracterizaban la grilla urbana y suburbana de
la ciudad balneario. Hasta los años cuarenta, aproximadamente, Echeverría recuerda que
uno de los paseos más importantes de aquellos años era el tramo que unía la Avenida 10
y el puerto de la ciudad. Este se desarrollaba en sulqui, cruzando por un puente de
madera que conectaba directamente con la playa de la ciudad de Quequén. De allí el
10 Entrevista con Alberto Echeverría, Necochea, 24 de octubre 2012.
54
visitante podía acercarse a la escollera norte, donde se “bajaba” a tomar mate y comer
“cornalitos” fritos, comida típica de la zona y del período. Entre las actividades de los
veraneantes no faltaban los paseos en caballo. Echeverría recuerda que luego del
almuerzo, en el horario de la siesta, era muy común que los jóvenes salieran en grupo
hasta el hoy Parque Miguel Lillo y alquilaran un grupo de caballos y salieran todos
juntos a recorrer la zona.
“…era muy usado el paseo en caballos, es decir, en barra de caballos, o sea, se
salía… los muchachos y las chicas salían en grupo… [… ] era una cosa ehh…
informal, que se hacían… espontáneamente. Pero era muy usual, es decir que…
venir a veranear y… y salir dos o tres veces en caballo…”11
Otros paseos importantes eran la vera del Río Quequén, en especial en la zona de
cascadas y los manantiales. La costa ofrecía paisajes alternativos a las playas, ubicados
a cierta distancia de la zona céntrica. Sin embargo, aquí el paseo más importante como
marco de reunión social por excelencia fue la Rambla Municipal. La misma se
encontraba sobre la Avenida Costanera y la actual Calle 83. Había sido remodelada en
los años veinte, siendo su cambio más importante el abandono de la madera en su
estructura. En los años 30 la Rambla era una galería comercial que daba cierre al paseo
por la Calle 13, paseo comercial de no más de 100 metros ubicado a metros del mar
(véase Imagen 2.11).12 Izzo, con una sonrisa en el rostro, nos explica que todos iban allí
pues era el lugar donde estaba la confitería Belmar.13 Como refiere Echeverría, esta era
un “lugar de contacto” de sociabilidad, en especial entre los jóvenes. Allí estos podían
disfrutar de distintos juegos de mesa, se tocaba el piano y otros instrumentos musicales
y, por las noches, se convertía en un espacio bailable.14
11 Ibidem.
12 En la actualidad, renombrado como Calle 83, se ha ampliado a un paseo de 250 metros, siendo su tramo
más importante el que se encuentra frente a la Plaza San Martín.
13 Entrevista a Néstor Izzo, Necochea, 30 de octubre de 2012.
14 Entrevista con Alberto Echeverría, Necochea, 24 de octubre 2012.
55
Imagen 2.11: Rambla Necochea desde la playa (década de 1940)
Fuente: archivo personal.
Durante el día, la Rambla sumaba una nueva funcionalidad: en su parte inferior, de lado
del mar, representaba un refugio contra el sol para los veraneantes. Se trataba de una
construcción de cemento elevada alrededor de 5 metros sobre el nivel de la playa. Juan
Ratti, historiador de la ciudad, explica que la Rambla era el centro del pueblo, es decir,
el centro de aquella parte de la ciudad ubicada en medio de la playa. Allí la gente podía
encontrar todo lo que necesitaba, y su existencia evitaba caminar varias cuadras para
conseguirlo, o muchas veces trasladarse a la lejanía del centro viejo. En la Rambla
existía la que, para muchos de nuestros entrevistados, era una de las mejores confiterías
de Necochea, la confitería Belmar antes mencionada (véase Imagen 2.12). La misma
estaba orientada a sectores de clase media y alta, los que se congregaban durante todo el
día: por la mañana y tarde las familias, y por la tarde – noche los jóvenes. Era
considerado un lugar de contacto social informal, sin necesidad de asistir a salones de
baile, que según Echeverría eran pocos y cerraban muy temprano, a las dos de la
mañana. 15
15 Ibidem.
56
Imagen 2.12: Confitería Belmar – Rambla Necochea (década de 1950)
Fuente: archivo personal.
Imagen 2.13: Postal de la época – Rambla Necochea (enero 1959)
Fuente: Ecos diarios, Anuario 99, “Imágenes de fin de siglo”, febrero 2000.
57
Por otro lado, buena parte de los negocios que se encontraban en ese espacio tenían
como objetivo fundamental brindar servicios al turista. Así, por ejemplo, se podían
encontrar allí sucursales del Banco Nación, las oficinas del Correo, el local de la Unión
Telefónica, etc. (véase imágenes 2.13 y 2.14). Su desaparición, a comienzos de la
década del 70, supuso un golpe significativo para el paisaje de la costa de la ciudad. Y
este golpe se trasladó a la memoria de los lugareños. Como recuerda Néstor Izzo, "...el
paseo de la Rambla era hermoso, todos los negocios, era otra cosa. Y vino no sé, no me
acuerdo quien fue el que la volteo y... la cosa es que no la tendría que haber
volteado."16 A las razones de índole estructurales, que llevaban a autoridades
municipales a sostener que los cimientos de la construcción no soportarían por mucho
tiempo el peso del edificio, se le sumaron opiniones que veían en el viejo edificio una
vestigio del pasado ajeno a la modernidad a la que aspiraba la ciudad. En palabras de
Muguerza “ya no eran de tanta categoría, eran bastante viejitos ya”.17 Por lo tanto,
desde la Secretaría de Obras Públicas del Municipio se tomó la decisión de demoler el
edificio principal, quedando en pie sólo la base de la estructura, tal y como podemos
apreciarlo en la actualidad.18
Imagen 2.14: Imagen aérea Rambla Necochea (década de 1960)
Fuente: archivo personal.
16 Entrevista a Néstor Izzo, Necochea, 30 de octubre de 2012.
17 Entrevista con Muguerza, Necochea, 3 de Julio de 2013.
18 El cuestionamiento que los necochenses se hacían por aquellos años es el mismo que se hacen hoy en
día: tanto desde lo estético como desde lo funcional, la estructura de la rambla está totalmente
desaprovechada, dando una triste imagen de abandono.
58
Aún cuando las voces que se alzaron contra el derribo de parte de la Rambla no fueron
pocas, lo cierto es que esto fue llevado adelante debido a que aquellas prácticas de
sociabilidad que habían pervivido con fuerza hasta comienzos de los años cincuenta
aproximadamente, no tenían el mismo peso 20 años después. Aquí debemos destacar
que la rambla no era el único atractivo que visitaban los turistas, y con la llegada del
turismo social en los años peronistas otros espacios comenzaron a cobrar importancia.
Sin duda los balnearios seguían manteniendo un lugar privilegiado en la elección de los
turistas (véase Imagen 2.15). Para los años sesenta existían varios balnearios, entre los
que se destacaban aquellos cuya actividad se había iniciado unas décadas antes: el
Balneario Marino, nacido en 1910 junto con la construcción de La Perla Hotel Marino,
el cual brindaba servicios a los huéspedes del hotel; el Balneario Modelo, creado en
1926 y funcionó hasta mediados de la década del 70; el Balneario Serrano, que fue la
continuación del antiguo Balneario Paris, y funcionó desde la década del 40 hasta fines
de la primer década del siglo XXI; el Balneario Ricci, construido en 1935, y el
Balneario Izzo, que comenzó a funcionar en la década de 1940.
¿Qué características tenían esos balnearios? Néstor Izzo recuerda que la actividad de los
balnearios a mediados de siglo era bien distinta a la de hoy en día. Recuerda que
existían casillas de madera que oficiaban de vestuarios, ya que la gente se cambiaba sus
ropas por el traje de baño en la misma playa. Dichas casillas poseían ruedas, por lo que
al finalizar la temporada de verano eran trasladadas de tiro por un caballo y colocadas
frente al antiguo Hotel Necochea. Según Izzo, el balneario de su padre comenzó con tres
carpas y tres sombrillas, pero que con el paso del tiempo fue creciendo y haciéndose
conocido entre los turistas, hasta alcanzar entre 150 y 200 sombrillas. Los servicios que
se brindaban en el establecimiento eran variados, desde el alquiler de trajes de baño – ya
que era común que los veraneantes no poseyeran trajes de baño propios–, hasta el uso de
vestuarios y duchas de agua fría. Con posteriores remodelaciones las casillas de baño
fueron retiradas y se construyó un edificio de mampostería que poseía servicio de agua
caliente. Por otro lado, las sombrillas debían ser colocadas cada día dependiendo de la
marea. En el caso de las carpas las mismas eran acomodadas en forma de “u”, para que
entrara la mayor cantidad posible en un espacio reducido (Véase imágenes 2.16 y 2.17).
La precariedad de esos emprendimientos se observa en el propio relato de Izzo, cuando
recuerda que cuando llegaban nuevos clientes y las carpas ya se encontraban alquiladas
59
en su totalidad, su madre “cosía nuevas carpas en el momento, por lo que en
aproximadamente una hora los clientes tenían su carpa colocada sobre la arena”. 19
Imagen 2.15: Casillas de madera (década de 1930)
Fuente: Revista Necochea, Cincuentenario de su Fundación, 1931.
Imagen 2.16: Disposición de sombrillas en Balneario Izzo (década de 1940)
Fuente: Propia.
19 Entrevista a Néstor Izzo, Necochea, 30 de octubre de 2012.
60
Imagen 2.17: Bajo la arcada del Balneario Izzo, su propietario (década de 1940)
Fuente: Propia.
Turismo social y políticas estatales: el caso de Necochea
Hemos destacado en este capítulo tres elementos que definieron el turismo en Necochea
desde comienzos de siglo XX hasta los años sesenta. Tanto los cambios en los medios
de transporte, como en la hotelería y en el uso de las playas, son elementos
fundamentales para entender el turismo de “sol y playa” y las posibilidades que tiene
para desarrollarse. Sin embargo, es necesario analizar un cuarto elemento que nos
permitirá tener una mirada más completa de ese fenómeno: el rol estatal en la definición
y promoción turística, y su impacto en los rasgos que esta asume.
Como hemos visto, desde los años treinta y durante todo el período que estudiamos, el
turismo fue cambiando en la ciudad y con ello la tipología de turista. Como explicamos
en el capítulo anterior, el turismo social comenzó a desarrollarse gracias al aporte de los
sindicatos y los convenios que estos tenían tanto con distintos hoteles de la Costa
Atlántica, como de los destinos serranos del interior de la provincia. A finales de la
década del 40 el gobierno impulsó medidas favorables al turismo que tenían como fin
facilitar a aquellas personas de bajos recursos el acceso a las vacaciones en los destinos
61
turísticos del interior. Se trataba de planes en los que el gobierno brindaba alojamiento
gratuito y los veraneantes sólo debían abonar el transporte, que en un principio se
trataba del ferrocarril, aunque más adelante incorporó el ómnibus.
El programa de turismo social fue presentado en 1945 en el contexto de la sanción del
decreto 1740 mediante el cual se otorgaba el derecho a las vacaciones remuneradas
obligatorias, así como los decretos que establecían el salario mínimo, vital y móvil, el
Sueldo Anual Complementario y la creación del Instituto Nacional de Remuneraciones.
Según Pastoriza (2008), las políticas de turismo social debían asegurar el alojamiento
gratuito, por lo que se implementaron tres modalidades de hospedaje diferentes pero
relacionadas entre sí: las colonias de vacaciones y hoteles que administraba la
Fundación Eva Perón, los contratos con los gobiernos provinciales y la hotelería privada
para brindar alojamiento gratuito a diferentes contingentes, y la hotelería sindical por
medio de la compra o alquiler de hoteles. Otro pilar fundamental del plan fue la
extensión de las licencias pagas por vacaciones obligatorias a los trabajadores.
La implementación de estas políticas tuvo en la niñez un referente fundamental. En ese
sentido, el edificio de la Colonia Marítima de Niños Débiles, construido en 1928,
permitió la llegada de importantes grupos de niños que pasaban sus vacaciones en la
ciudad.20 En el mismo se daba alojamiento durante las vacaciones a contingentes de
niños que participaban en programas de turismo social, divididos en cuatro grupos, los
cuales comenzaban a llegar los primeros días de diciembre hasta la primera quincena de
marzo. El edificio tenía una capacidad para albergar 864 niños, los cuales eran divididos
en pabellones iguales (véase Imagen 2.18). Poseía capilla donde se celebraba misa
semanalmente, amplios salones para números artísticos, sala de estar, de juego, dos
comedores, servicio médico permanente y un pabellón de enfermería, lavadero
automático, equipo de costureras, entre otros servicios (Anuario Necochea, 1967/68:63).
20 En 1923 el Dr. Leopoldo Bard, diputado nacional por la Unión Cívica Radical, propuso la creación una
Colonia Marítima de Niños Débiles en Necochea, lo que se concretó en 1928 con un edificio de estilo
académico afrancesado o neoclásico. En marzo de 1928 recibió su primer contingente de 180 niños.
62
Imagen 2.18: Colonia de niños débiles (década de 1960)
Fuente: archivo personal.
Según relata Felipe Muguerza, Secretario de Turismo de la ciudad entre los años 1966 y
1973, estas políticas se mantuvieron incluso después de la caída del peronismo en 1955.
Después del golpe de 1966, a la Colonia llegaban contingentes de alrededor de mil
niños de la ciudad de Buenos Aires, que se iban renovando cada 15 días. Este turismo
social fue impulsado por el Ministerio de Bienestar Social de la Nación, según recuerda
Muguerza, quién señala que el Ministro de Bienestar de la Nación Julio Álvarez había
creado un plan nacional con el fin de brindar acceso al turismo a personas que, de otro
modo, no hubieran podido acceder. De hecho, Muguerza asegura que era el mismo
municipio de Necochea quien solicitaba al gobierno nacional que envíen contingentes a
la ciudad.
Otro de los planes de veraneo fue el implementado por la Dirección de Turismo y
Parques de la Provincia de Buenos Aires durante los años del peronismo, el llamado
Plan de Turismo Escolar, para el cual el Ministerio de Educación realizaba la selección
de los alumnos a los cuales alcanzaría el beneficio, que constaba de una estadía gratuita
para los niños en edad escolar de veinte días en hoteles de Necochea y Tandil,
brindando a cada beneficiario pasajes de primera clase, asistencia médica, asistencia a
actos recreativos y culturales organizados especialmente para ellos (Anuario Necochea,
1954:65). Alberto Echeverría, por otro lado, recuerda los planes que creó Eva Perón,
llamados "Evita", que traían niños en forma gratuita, ya que según sus palabras “la
63
economía daba en esa época” (véase Imagen 2.19). Según nos comenta Alberto, el
gobierno de Perón contrató hoteles de forma permanente, para que reciban de forma
exclusiva contingentes de turismo social. Entre ellos recuerda al Hotel Mayo, el Hotel
Lido y el Hotel Milesi.21
Imagen 2.19: Niños de la Colonia de paseo por la playa
Fuente: Ecos diarios, Anuario 99, “Imágenes de fin de siglo”, febrero 2000.
¿Cuál fue el impacto de esas nuevas formas de turismo social en la ciudad de
Necochea? Para nuestros entrevistados las percepciones del impacto de estas políticas
son encontradas. Para aquellos que administraban hoteles, su impacto fue muy
perjudicial para Necochea, ya que los turistas tradicionales comenzaron a alejarse de la
ciudad hacia otros destinos más exclusivos. Para Echeverría, por ejemplo, Necochea era
un destino turístico bien posicionado: “...Necochea era exclusivista, ¿no? ehh... no era
exclusivista porque lo exclusivo es cuando te separa, y en ese momento no existía otro
veraneo que para esa gente que estaba bien...”22. Así mientras reconoce que parte del
público de “elite” siguió visitando Necochea en sus vacaciones, una parte se desplazó a
destinos más novedosos y exclusivos, como Pinamar. En su caso, estos cambios se
percibieron en diversas alteraciones en su actividad. Por un lado, el nuevo turista con
menor capacidad de gasto comenzó a pedir planes de comidas de media pensión
(desayuno y cena), frente a la oferta de pensión completa (desayuno, almuerzo y cena)
21 Entrevista con Alberto Echeverría, Necochea, 24 de octubre 2012.
22 Ibidem.
64
existente hasta entonces; por otro, las estadías comenzaron a disminuir. Como
consecuencia, una parte importante de los hoteles comenzaron a ofrecer alojamiento
sólo con desayuno, abriendo el restaurant a la carta con el objetivo de captar público
externo al hotel.
En el caso de los Faidella, propietarios del Hotel Plaza, debieron cerrar definitivamente
el restaurant, para reducir costos. Según relata Beba Faidella, el Hotel Plaza recibía
contingentes de turismo social, aunque considera que este cambio en el perfil turístico
fue “malo” para la ciudad. Como explica los turistas que accedían a vacacionar en la
ciudad a través de los planes del gobierno, pertenecían a un nivel económico muy bajo,
lo cual no le aportaba beneficios económicos a Necochea. Ella argumenta que los
turistas que solían visitar la ciudad dejaron de hacerlo con la llegada del turismo social.
Sin embargo, agrega, otro motivo por el cual los visitantes adinerados comenzaron a
elegir otros destinos fue el mal trato por parte de los mismos necochenses: "...Muchos
ehh... se creían que teníamos la mina de oro y... por ejemplo la ehh... empezaron a
este... a esquivar a los judíos y eso fue para nosotros muy malo, los judíos se fueron a
Miramar."23
Néstor Izzo coincide en parte con Beba, ya que, aunque él no cree que la llegada del
turismo social a Necochea haya sido lo que afectó negativamente a la actividad turística,
considera que los necochenses no querían a los judíos y por ese motivo se fueron yendo.
De hecho, Izzo no percibió al turismo social como un movimiento masivo en la ciudad,
sino que, según recuerda, sólo llegaban contingentes de niños a la colonia de vacaciones
y, en ocasiones, también sus padres. Así, según sus palabras, “Necochea fue perdiendo
(al turismo de elite) porque lo perdimos nosotros”.24
Tanto Izzo como Muguerza creen que es erróneo, y fundado en alguna forma de
discriminación de índole social, suponer que fue el turismo social el que generó un
cambio “negativo” en la actividad turística en Necochea. Referenciándose en el
presente, y en un posible futuro, Muguerza comenta:
"...si yo pensara así me sentiría muy mal... no, no, no, yo creo que además
Necochea no tiene que ser para una elite, vos tenés que apuntarle alto a eso
para que la gente traiga dinero a Necochea y, y, y después de aquí vos tenés que
23 Entrevista a Beba Faidella, Necochea, 31 de mayo de 2013.
24 Entrevista a Néstor Izzo, Necochea, 30 de octubre de 2012.
65
crear las condiciones para que esto no sea solamente para los ricos porque si
haces eso creo que estamos todos equivocados ¿no?...”25
En resumen, siguiendo a Bertoncello (2006) podemos afirmar que las transformaciones
que se dieron en las prácticas de turismo se debieron no solo al cambio social que
implicó el turismo social, sino también a otros cambios sociales como fue el
surgimiento y expansión del automóvil, junto con la consolidación de nuevos caminos
que permitían acceder a nuevos destinos dónde el ferrocarril no llegaba. Este fenómeno
generó que aquellos turistas que anteriormente visitaban los destinos tradicionales en
tren u ómnibus, al adquirir un vehículo propio pudieran animarse a conocer nuevos
destinos aún sin explotar, tal como los pueblos de la Costa Atlántica, Pinamar y Villa
Gesell, alterando así al mapa turístico tradicional de la Argentina, donde los destinos
tradicionales de mar y sierra se modificaron y nuevos destinos fueron consolidándose en
un nuevo mapa del turismo en el país. Como refiere Pastoriza (2008),
“…al hasta entonces casi único servicio de transporte, el ferrocarril, puerta de
entrada a la mayoría de los centros recreativos del país, se sumaron el ómnibus y
el automóvil. En los cuarenta, unos 480.000 vehículos transitaban las carreteras
nacionales, permitiendo la llegada a lugares recónditos. El viaje y el
conocimiento, en especial a las sierras de Córdoba y a las playas atlánticas, se
transformaba en un sueño posible…”
En nuestro estudio debemos incluir como factores adicionales que modificaron las
prácticas de turismo el desarrollo de un sistema hotelero que viró de una hotelería
destinada a las elites, modelo que pervivió con fuerza hasta los años cuarenta, a una
hotelería destinada a los sectores medios, bajos y trabajadores, que se convirtieron en
usuarios fundamentales del turismo social promovido desde el Estado
fundamentalmente después de la llegada del peronismo al poder. Junto a esto la
participación de niños y jóvenes en colonias de vacaciones o en el llamado “turismo
escolar” reforzó ese proceso de cambio. En paralelo, las mejoras en el acceso a las
playas y la multiplicación de balnearios destinados a los nuevos turistas, permitieron y
afianzaron esos cambios en el perfil del turismo que llegaba a la ciudad balnearia.
Por último, las ya mencionadas políticas sociales estatales que tendieron a democratizar
el acceso a las vacaciones y a la posibilidad de movilizarse a los principales centros
25 Entrevista con Muguerza, Necochea, 3 de Julio de 2013.
66
turísticos nacionales. En ese sentido, Necochea fue uno de los destinos beneficiados,
modificando significativamente las prácticas y la fisonomía de la ciudad.
67
Capítulo 3: Entre el “centro viejo” y la “villa balnearia”
La ciudad de Necochea desde el momento de su fundación se fue transformando en un
atractivo para aquellas personas que buscaban playas tranquilas. Llegar a la ciudad a
comienzos del siglo XX era encontrarse con una amplia avenida que unía el centro de la
ciudad con la villa, distancia que se recorría, luego de descender del tren, por un tranvía
eléctrico, rápido y económico. Transitar la avenida principal era, para el visitante, llegar
a una villa con escasa vegetación, muy pocas construcciones edilicias y mucha gente
disfrutando de la Rambla y su sombra. Esa imagen icónica fue mutando a lo largo del
siglo XX, en especial luego de la llegada del peronismo al poder.
En el presente capítulo analizaremos cómo se constituyó espacialmente la ciudad
balnearia, y cómo la contraposición de dos espacios, el viejo centro de la ciudad y la
villa balnearia Díaz Vélez, marcaron la identidad de la ciudad y las características que
asumió la actividad turística.
El desarrollo urbanístico hasta los años setenta
La ciudad de Necochea nació con dos límites claros, por un lado el río Quequén y por el
otro el mar. Como muchas ciudades de la pampa bonaerense su crecimiento se centró en
los alrededores de la Plaza Central, al menos en sus primeros diez años de existencia.
Para 1914 ese radio se había extendido hacia la zona del río, hacia la zona en que se
ubicaba la balsa que permitía cruzarlo y llegar a Quequén – especialmente después de
1892 con la llegada del ferrocarril a la misma. En esta primera época la zona de la Villa
Díaz Vélez no pasaba de ser un pequeño conglomerado de construcciones a las que se
podía acceder por senderos (Carrera y otros, 1981: 285).
Después de 1914 con la llegada del tren a la ciudad, se dan dos procesos concatenados.
Por un lado, la zona urbanizada se extiende de la zona de la plaza central a la calle 62,
que permitía llegar hasta la nueva estación ferroviaria emplazada en la ciudad. Esta calle
además albergó el primer tranvía. Por otro lado, comienza a desarrollarse la villa
balnearia, lo que exige mejorar las comunicaciones con ésta, lo cual se concreta con la
Diagonal San Martín y la llegada del tranvía a la misma. Para fines de los años veinte
este medio de transporte fue reemplazado por el colectivo, y la calle 62 comenzó a
68
declinar su importancia frente a la calle 59, la cual cobró especial significancia por unir
el centro de la ciudad con el puerto y el balneario.
Imagen 3.1: Diagonal San Martín (circa 1947)
Fuente: archivo personal.
Este desarrollo espacial se vio completado a partir de 1945, cuando el centro de la
ciudad quedó unido tanto con la villa balnearia por medio de la Diagonal San Martín
(véase Imagen 3.1), como la villa con el puerto y Quequén por la Avenida 10. Pero fue
otro el gran cambio urbanístico para la ciudad: la creación del Parque “Miguel Lillo”, a
partir de la expropiación de tierras a la familia Díaz Vélez. Este período, que bien
podría extenderse hasta comienzos de 1980, se caracterizó por la expansión de la zona
portuaria y balnearia.
Sin embargo, después de la caída de Illia la ciudad tendió a estancarse, pues son pocas
las obras públicas que se desarrollaron. Entre estas se destacaron el nuevo edificio del
Casino y el puente Ezcurra, que reemplazó al primitivo puente del Puerto (véase Imagen
3.2). Otro de los elementos característicos de este período fue el desarrollo de dos
pequeños centros comerciales en la zona portuaria y en el balneario, que se convertiría
en un “segundo” centro para la ciudad. Este crecimiento, en especial en la zona
balnearia, tendió a ser descontrolado después de 1970, cuando se hizo necesario un plan
urbanístico que regulara la multiplicación de viviendas multifamiliares y la construcción
de los primeros edificios sobre la costa (Carrera y otros, 1981: 286).
69
Imagen 3.2: Puente Ezcurra – Puente del Puerto – Elevador terminal del puerto (Circa 1969)
Fuente: Archivo personal.
Si nos detenemos en la descripción que realizaron los miembros del Equipo de
Preservación, Planificación y Diseño Ambiental a comienzos de los años ochenta, la
expansión de la ciudad y los lazos que la unían a la villa Balnearia, encontramos un
desarrollo que hasta mediados del siglo XX estuvo caracterizado por el lento pero
constante poblamiento del viejo centro de la ciudad, y una modesta concentración
urbana tanto en la zona balnearia como en las arterias que conectaba esta con el centro.
Como podemos observar en los Mapas 3.1, 3.2, 3.3 y 3.4, entre 1881 y 1945 fue en la
ciudad donde se concentró el mayor impulso urbanístico, y para el final de este ciclo la
villa balnearia apenas había logrado un pequeño desarrollo. Esa expansión territorial fue
posible por el desarrollo de los medios de transporte, que facilitaron enormemente la
conexión entre el centro de la ciudad y la zona balnearia, y entre esta y otros espacios
importantes de la ciudad, como el puerto y Quequén.
Fue el peronismo quien dio un fuerte impulso urbanístico a la villa balnearia, en
especial con el desarrollo de una mayor infraestructura que soportara el turismo (véase
Mapa 3.5, el trazado urbanístico en 1950). De esta época es el Parque Miguel Lillo antes
mencionado. El mismo nació con la expropiación por ley de las tierras de Díaz Vélez,
se convirtió en reserva forestal y espacio de esparcimiento para turistas y necochenses.
Su función primigenia fue la de fijar las dunas.
70
Mapa 3.1: Necochea y la villa balnearia (1881-1894)
Fuente: Carreras y otros (1981: 286)
Mapa 3.2: Necochea y la villa balnearia (1894-1914)
Fuente: Carreras y otros (1981: 286)
71
Mapa 3: Necochea y la villa balnearia (1914-1927)
Fuente: Carrera y otros (1981: 287)
Mapa 3.4: Necochea y la villa balnearia (1927-1945)
Fuente: Carrera y otros (1981: 287)
72
Mapa 3.5: Necochea y la villa balnearia (década 1950)
Fuente: Archivo propio
73
Los orígenes de Necochea, la villa balnearia y el turismo hasta los años cuarenta:
hotelería, balnearios y transporte
A partir del año 1913 la ciudad comenzó a desarrollar grandes obras gracias a dos
resortes económicos poderosos que le permitían llegar a esa situación de prosperidad:
por un lado el puerto, y por el otro los balnearios. El puerto era considerado uno de los
principales soportes económicos de la ciudad de Necochea. Emplazado en la ciudad de
Quequén, sobre la desembocadura del río homónimo, es terminado para mediados de
los años diez, después de varios fracasos. En esos años se convierte en una salida
privilegiada para los granos y vacunos que reclama la Europa en guerra, beneficiando la
actividad económica de la ciudad y toda la región. Para fines de los años veinte el
caudal de comercio que debe soportar obliga a solicitar su ampliación que, aprobada por
el gobierno de Yrigoyen, es abandonada luego de su derrocamiento (Di Bartolo, 1981:
129-132)
La otra de las columnas que sostenían económicamente a la ciudad fue el balneario,
considerado como un “balneario moderno”, ya que el confort y las comodidades del
mismo satisfacían las exigencias de la vida moderna, incluyendo detalles de sus gustos
y costumbres, sin empobrecer sus cualidades naturales. Sin embargo, con el paso de los
años los afanes exagerados de modernización usurparon a la naturaleza sus mayores
atractivos, transformando radicalmente el paisaje de la villa balnearia. Como marcaban
los relatos a cincuenta años de la fundación de la ciudad, “estos arrebatos de
modernización que se desatan en nombre del progreso, un aspecto que se halla en
abierta contradicción con su finalidad esencial, que no es otra que la muy justa y
respetable de disfrutar ampliamente de los beneficios que se persiguen con una
permanencia a orillas del mar” (Revista Necochea, 1931).
En 1929 se inauguraba la actual Av. Costanera con la denominación de 9 de julio de
1816. La misma estaba pavimentada para 1931, y permitía la circulación de numerosos
vehículos que llevaban a los veraneantes a disfrutar de las playas y las atracciones de la
villa, que para esos años incluían un cine y diversos bares. Aun cuando la urbanización
debió esperar hasta 1945, los balnearios tenían un desarrollo significativo en esos años.
El primer balneario databa de 1884, cuando Julián Azua construyó junto al hotel La
Perla de San Sebastián Argentino un balneario que contaba con numerosas casillas de
madera. A este emprendimiento se sumó el de Juan Marino que asoció su hotel de
madera a un emprendimiento balneario de significativa importancia hasta bien entrados
74
los años treinta. Posteriormente estos emprendimientos quedaron en manos de Ernesto
Marino y de Antonio Izzo.
En 1915 se instaló la Rambla de Sala y Bruno Más, construida de madera con
plataforma y casillas de madera. La misma subsistió hasta 1921 cuando un incendio la
destruyó. En ese período se multiplicaron los emprendimientos privados, que
acompañaban el desarrollo de los balnearios municipales, y eran el sostén de las
actividades estivales. Para 1927 existían dos ramblas, una privada y otra municipal. Fue
esta última la que tuvo mayor importancia, y en las décadas siguientes siguió
expandiéndose, terminándose las obras para comienzos de los años cuarenta. La misma
contaba con galerías comerciales en la planta alta y salones de baile en el nivel de la
playa (Véase Imágenes 3.3 y 3.4).
Sin duda que ese desarrollo modernizador que despertaba el recelo de muchos
necochenses a comienzos de los años treinta, no puede despegarse de la importancia que
iba desarrollando la actividad turística en la ciudad balnearia. En ese sentido,
entendemos que el turismo es aquella actividad con gran potencial para generar
beneficios, ya sean sociales o económicos. A su vez, cumple con un rol efectivo en el
caso de la pobreza, el desarrollo sustentable, el crecimiento económico, la creación de
empleo y el intercambio cultural entre países. El turismo en relación a la ciudad de
Necochea y a todos los territorios donde se desarrolla, se lo considera una actividad
complementaria, como se mencionó en capítulos anteriores, porque integra a todos los
sectores económicamente activos, como la ganadería, la agricultura, la pesca, etc.,
uniendo los esfuerzos provenientes de los sectores público y privado.
75
Imagen 3.3: Detalle de las Ramblas y la Villa en 1927
Fuente: Archivo personal.
Imagen 3.4: Detalle de las Ramblas y la Villa hacia fines de la década de 1940
Fuente: “Centenario de la Fundación de Necochea”, Ecos Diarios 1981.
76
La actividad turística representa una oportunidad para nuevos negocios, la promoción y
difusión de la cultura y la distribución de la renta, además de actuar como herramienta
auxiliar para la preservación del medioambiente y del patrimonio histórico (Correa,
2010: 44). Se debe destacar también que un producto turístico es aquel que articula
sobre tres elementos fundamentales como lo son el alojamiento, el transporte y el ocio,
sin olvidar la relación sistemática entre los mismos para poder dar lugar a la actividad
turística. En ese sentido, pensar a Necochea como centro turístico exige redimensionar
históricamente estos elementos, historiando el proceso de constitución del mismo. De
esta forma es necesario pensar la relación que existió entre el poblado propiamente
dicho y el balneario, atractivo turístico fundamental de la ciudad.
Como hemos mencionado, el balneario nació por iniciativa privada en el año 1884,
distanciado del centro original de la ciudad. En paralelo comenzaron a inaugurarse
hoteles de diferente índole contribuyendo a la comodidad y al progreso del mismo, y
con el paso de los años este se fue poblando gradualmente. Junto al desarrollo de la
hotelería se multiplicaron las casas de veraneo y las construcciones horizontales, que
permitieron expandir el turismo y dar respuesta a una llegada creciente de nuevos
veraneantes. Tanto la zona del Centro como la de la Villa fueron escenario de la
creación de edificios que acompañarían la actividad turística, además de paseos
tradicionales, como la Rambla Municipal, que fue uno de los principales atractivos
turísticos en aquellos años. Sin embargo, este proceso no estuvo exento de conflictos, en
especial desde comienzos de los años diez cuando se comenzó a planificar la división
del ejido que pretendía dar vida a un pueblo balneario entre Necochea y el mar.
Aun cuando habían fracasado los intentos originales de ubicar la ciudad sobre la costa,
para 1901 Eustaquio Díaz Vélez había comenzado las gestiones para fundar un pueblo
entre Necochea y el océano. En febrero de 1902 se presentó el primer proyecto, que fue
rechazado por el Departamento de Ingenieros de la Provincia de Buenos Aires. Recién
en 1927 cuando se aprobó el ensanche del ejido de Necochea en 10.000 hectáreas, los
herederos de Díaz Vélez aceptaron el ensanche de la villa, y una década después estos
solicitaron la aprobación de la división de tierras en ésta. La dirección de Geodesia
aprobó el proyecto, pero la Municipalidad de Necochea se opuso, por considerarse que
la “subdivisión es inconveniente para una ciudad balnearia cuya población estable y de
temporada no es de gran densidad”, considerando que era inútil la ampliación de la
zona balnearia en “regiones actualmente despobladas” (Flores, 2015a).
77
Aun cuando la Dirección de Geodesia siguió fomentando el proyecto, y el Consejo de
Obras Públicas de la Provincia consideró que podían aprobarse las subdivisiones
propuestas, la Municipalidad de Necochea, por presión de la Asociación de Fomento y
de la Cámara Comercial local, se opuso al proyecto. Recién en 1945 las autoridades
municipales y entidades locales comenzaron a exigir la aprobación del proyecto de
expropiación de las tierras, que se daría con la llegada del peronismo al poder.
Además del desarrollo hotelero y edilicio, y de la posibilidad de ampliar el ejido de la
villa, el turismo se vio beneficiado por la expansión de los medios de transporte. En este
sentido, dos procesos fueron fundamentales para el desarrollo urbano y turístico de
Necochea y su villa balnearia. El primero, el desarrollo de transportes más eficientes y
veloces para comunicar la ciudad con el exterior y con la villa oceánica. Durante el siglo
XIX llegar hasta el partido de Necochea, fundado en 1865, suponía pasar de 8 a 10 días
en galeras desde Buenos Aires. La extensión de las líneas ferroviarias acortó
sensiblemente estas distancias, hasta que en 1892 éste llegó a Quequén, y dos años
después se inauguró la estación de Necochea. De esta forma, las comunicaciones con el
resto de la provincia se hicieron más frecuentes y rápidas, permitiendo la llegada de
visitantes en tiempo record para la época.
Internamente, el desarrollo del tranvía a partir de 1921 fue de suma importancia para
unir la ciudad con la villa balnearia. Este servicio existió hasta 1938 cuando las vías y la
infraestructura del mismo fueron levantadas, liberando a la Diagonal San Martín para el
servicio automotor (véase Imagen 3.5). En este sentido, el desarrollo del sistema vial
argentino y la mejora en las calles de la ciudad – en especial con la pavimentación de la
zona céntrica desde 1935 –, terminaron por definir la fisonomía del transporte inter e
intra urbano. Desde comienzos de los años cuarenta se empezaron a desarrollar las
líneas de ómnibus que unían la ciudad con el resto de la provincia, compartiendo con el
ferrocarril el rol fundamental de movilizar a visitantes y turistas hacia la ciudad.
78
Imagen 3.5: Tranvía en Diagonal Atlántida (circa 1930)
Fuente: http://www.busarg.com.ar/historia/necochea/21.jpg
En segundo lugar, el desarrollo de la infraestructura caminera y ferroviaria fue central
para afianzar este proceso. Así, salvar el río Quequén fue el gran desafío entre fines del
siglo XIX y 1930. El primer puente ferroviario data de 1894, aunque su construcción
había comenzado en 1890 (véase Imagen 3.6).
Imagen 3.6: Tren cruzando el puente ferroviario Quequén - Necochea
Fuente: Archivo personal.
79
Hasta 1929 cuando se inaugura el Puente Colgante Hipólito Irigoyen, una imagen
central de la iconografía de la ciudad, el paso del río se daba a través de los pasos
Cardiel y Gil por medio de balsas, o por algunos puentes de menor importancia que
fueron destruidos por el río. La inauguración del puente supuso una mejora significativa
en las comunicaciones con la vecina Quequén y el resto de la provincia (Flores, 2015b)
(véase Imagen 3.7). Poco antes se había inaugurado el Puente del Puerto o Viejo Puente,
que existió hasta fines de los años sesenta. Además, el desarrollo automotor supuso la
pavimentación de buena parte de las calles de la ciudad, y para comienzos de los años
cuarenta este proceso alcanzó la diagonal que unía la ciudad con la villa.
Imagen 3.7: Inauguración del Puente Colgante (1928)
Fuente: http://museodn.com/2012/02/25/inauguracion-del-puente-colgante/
Necochea, la villa y el turismo entre los dos peronismos: un paisaje que se modifica
La llegada del peronismo al poder supuso algunos cambios fundamentales en el paisaje
de la ciudad. Como hemos mencionado, el desarrollo del ejido de la villa a comienzos
de los años cuarenta fue el punto culminante de una expansión de la zona costera a la
luz de un crecimiento turístico significativo.
80
Este desarrollo y la masiva llegada de turistas obligaron a modificar en los años
posteriores la fisonomía de la ciudad. Aparte de los grandes hoteles que la gente podía
disfrutar, se extendieron los balnearios y los servicios que estos prestaban. El Estado
tomó las riendas de los cambios que ese proceso de expansión requería. En ese sentido,
la creación de un espacio verde para la ciudad en la zona costera, que además sirvieran
para fijar las dunas de arena, se vio concretado en 1948 con la inauguración del ya
mencionado Parque Miguel Lillo.
El parque fue creado para contrarrestar las dificultades que traía la arena a la ciudad,
dado los constantes vientos que azotaban la costa. Constaba de 450 hectáreas
expropiadas a la familia Díaz Vélez, posteriormente ampliadas con 150 hectáreas más
donadas por la Provincia de Buenos Aires. Posteriormente el Ministerio de Asuntos
Agrarios llevó adelante la tarea de fijación de dunas, creándose el Vivero Dunícola y
Estación Forestal Eva Perón. Además, la fijación del sistema de dunas frontales
aseguraba el tamaño y la calidad de las playas.
En 1955 se sustituyó la denominación Vivero Dunícola y Estación Forestal Eva Perón
por el de Parque Miguel Lillo. Comenzaron en paralelo los intentos de desarrollo
inmobiliario en la zona, que tuveron la resistencia de los vecinos de la villa. Así, por
ejemplo, en los años sesenta nace la Primera Comisión de Amigos del Parque Provincial
Miguel Lillo. Además de ser un paseo obligado para el turismo, alberga un Anfiteatro
con capacidad para 1500 espectadores que fue escenario de acontecimientos artísticos
de gran jerarquía, y la vieja casona de los Díaz Vélez, verdadera joya de arquitectura
colonial, transformada en Complejo Museológico donde funcionan el Histórico –
Regional Bromatológico y de Ciencias Naturales.
Otro hito en ese proceso fue la inauguración del Casino el día 9 de febrero de 1973
frente al mar, con parte de su entorno resuelto por el escenario natural que brindaba el
Parque Miguel Lillo (véase Imagen 3.8). El edificio contaba con una sala de teatro, una
pileta, salas de juego, confitería, restaurant, galería comercial, bowling, bar, sala de
billares, pista de patinaje, dependencias para la administración, vivienda del personal
superior y hall central de entrada. Su construcción estuvo a cargo del Estado Nacional, a
través de la Dirección de Arquitectura, dependiente del Ministerio de Obras Públicas y
la ejecución de la obra fue responsabilidad de la empresa Seminara. La segunda etapa
tuvo como principal concreción el salón auditórium inaugurado en enero de 1975.
Formaron parte de la ampliación del complejo una boite, pileta de natación, la
81
parquización y obras de acceso. Rápidamente el edificio se convirtió en un ícono de la
ciudad –junto al Puente colgante–, convirtiéndose en una de las imágenes que definía la
identidad de la ciudad.
Imagen 3.8: Complejo Turístico “Casino de Necochea” (años setenta)
Fuente: archivo propio.
En resumen, el desarrollo de la hotelería, del ejido de la villa y de los balnearios, más
las importantes obras que se dieron en los años posteriores al peronismo marcaron la
importancia que tomó la villa balnearia frente al viejo centro. Con el paso de los años
las principales obras edilicias y de infraestructura se desarrollaron en esta parte de
Necochea, denominado por los lugareños como “centro nuevo”, debido a la importancia
que tenía la actividad turística para con el lugar. Este desarrollo estimuló que los
veraneantes eligieran instalarse en este sector y no en el “centro viejo”, como se
denominaba al centro comercial del poblado original, que estaba más alejado de las
actividades recreativas.
La evolución de los distintos elementos relacionados con el turismo muestra que, si bien
es necesario que una ciudad tenga ciertas condiciones mínimas para transformarse en un
destino turístico, el desarrollo de esta industria tiene mucho de estrategia y también de
inversión por parte de actores públicos y privados. El turismo parte de la existencia de
un lugar y de la voluntad de desplazamiento por parte de otros. Como plantea Ana
Correa, esto está lejos de ser un fenómeno espontáneo. El crecimiento y desarrollo
depende de la sistematización de los recursos, la planificación y la gestión relacionados
82
con los recursos, los mercados potenciales, la infraestructura y la necesidad de una
localidad de tener al turismo como un elemento para el desarrollo económico (Correa,
2010:40).
La Construcción Horizontal y su impacto en el Turismo
En el año 1948 se sancionó la ley 13512 de Propiedad Horizontal, promulgada el 13 de
octubre y publicada el 18 de octubre del mencionado año.1 En Necochea su aplicación
comenzó a ser efectiva con los primeros edificios sobre la costa, y tenía como función
fundamental regular las relaciones entre los propietarios de pisos o departamentos, o
posibles inquilinos. Las construcciones edilicias eran uno de los factores más
importantes que desarrollaba el turismo en la villa. Como marca Pastoriza, analizando el
caso de la ciudad de Mar del Plata donde se construyó más del 50 por ciento del parque
habitacional actual en lo que va del año 1950 al 1970, estas décadas transformaron el
frente marítimo en un muro de edificios, siendo este el lugar privilegiado por los turistas
para pasar sus vacaciones. Los habitantes locales eran los que, con una propiedad
adquirida de antemano, vaciaban sus casas o chalets en el verano para alquilarlos, con el
objetivo de tener una ganancia extra y ofrecer el servicio de la cercanía al mar
(Pastoriza, 2002:102-103).
Esto fue una de las causas principales de por qué el turismo se situaba en esta parte de la
ciudad. Además, fue causa directa para que la gran mayoría de los turistas pasaran aquí
sus vacaciones, al igual que los residentes que tenían su casa en el centro viejo y se iban
por la temporada a vivir a la villa, o los alquilaban para poder sustentar los gastos en el
invierno. Esto también afectaba indirectamente a los hoteles de la ciudad, ya que los
turistas que eran clientes permanentes de la hotelería, cambiaban sus costumbres
habituales y pasaban a alquilar un departamento para disfrutar sus días en Necochea.
Echeverría, uno de nuestros entrevistados, nos comentaba que, por los años 60
aproximadamente, “…con el alquiler de los mismos, el veraneante ahorraba dinero, no
porque le guste a la mujer, ella prefiere un hotel para que la atiendan…”2
1 Legislación sobre Propiedad Horizontal, Cátedra: Actos de Levantamiento Parcelario. Departamento de
Ingeniería en Agrimensura. Facultad de Ingeniería. Universidad Nacional de San Juan. Alfredo Mario
Laplagne, Ingeniero Agrimensor Mat 1489.
2 Entrevista con Alberto Echeverría, Necochea, 29 de octubre 2012.
83
El turista ahorraba dinero en el alojamiento y repartía lo que le quedaba para los demás
prestadores de servicios turísticos (gastronomía, paseos, etc.). Esto era muy favorable
para la zona de la playa, ya que la gente prefería alojarse en sus cercanías y dejar su
dinero también allí en otras actividades. Pero no era muy conveniente para los hoteles,
porque los edificios iban creciendo con la demanda, y esa era una competencia que,
desde la mirada de los hoteleros, tenía claros visos de deslealtad. Como nos comentaba
Echeverría,
“… en febrero te alquilaban por día también… es una competencia casi desleal
para la hotelería porque ¿qué pasa? La hotelería tiene una economía blanqueada,
todo el personal está en blanco… al Estado el hotel le conviene… un departamento
lo único que vos le podes poner es un impuesto acá en la playa…”3
Para algunos de nuestros entrevistados la escasa política de preservación de muchas
casas antiguas de familias que venían a veranear todos los años, de mucho valor
patrimonial, frente al avance edilicio y de pubs sin ninguna zonificación previa, fueron
desastrosas para la zona aledaña a la playa. En este caso, los edificios eran, por un lado,
favorables para todos aquellos turistas que querían alojarse en la villa, pero por el otro
lado, teniendo en cuenta la destrucción patrimonial que sufrió dicho espacio, más la
escasa planificación por parte de los ámbitos estatales, afectaron la actividad hotelera
que debió retirase por los ruidos de los pubs a zonas alejadas de la playa. Como plantea
Echeverría, el avance de la modernidad con los pubs, los chalets y los comercios
anularon la expansión de inversiones reales, que podrían haber encontrado en el rubro
hotelero un espacio de canalización fundamental.
En ese contexto, desde los años cincuenta y sesenta se dio la llegada masiva de las
clases medias a los balnearios argentinos. El ritmo de un estribillo muy popular en
aquellos años, “A Mar del Plata yo me quiero ir” y su posterior “¡Qué lindo que es
estar en Mar del Plata!”, condensaba el deseo de millones de hombres y mujeres que
en los días tórridos del verano porteño podían concretar el sueño de conocer el
balneario, como plantean Carlos Larrinaga y Elisa Pastoriza (2009: 308). Según
Rodolfo Bertoncello (2006:328), se puede decir que la práctica turística se afirma como
algo natural y necesario para sectores cada vez más amplios de la sociedad y, al mismo
tiempo, como algo posible y efectivamente experimentado. Según Pastoriza, Necochea
fue una de las ciudades afectadas positiva e indirectamente por el veraneo en Mar del
3 Entrevista con Alberto Echeverría, Necochea, 29 de octubre 2012.
84
Plata. Este popular balneario aparece como un símbolo no solo de diversión y descanso,
sino también como el ámbito donde pueden expresarse las ambiciones de progreso
social (2002: 106). Esta ciudad fue uno de los centros emisores del turismo, y gracias a
su desarrollo turístico Necochea es hoy en día elegida por muchos turistas que prefieren
veranear y alojarse en esta ciudad.
El avance edilicio dio respuesta a ese crecimiento del turismo, y se manifestó en la
construcción de edificios horizontales de relevancia. Fue así que nacieron edificaciones
de envergadura como el Hotel Horizonte, y los edificios Aconcagua, Tres Arroyos y
Buenos Aires (véase Imágenes 3.9 y 3.10). Estos edificios permitieron un número
importante de propietarios que elegían un lugar privilegiado para habitar, frente al mar.
Sin embargo, el proceso no estuvo exento de problemas, ya que como se ha
mencionado, ese desarrollo edilicio no respetó la vieja fisonomía de la villa, que
lentamente fue desapareciendo con los viejos edificios demolidos (véase Imagen 3.11).
Imagen 3.9: Frente marítimo de Necochea (años sesenta)
Fuente: Detalle de postal, archivo propio.
85
Imagen 3.10: Frente marítimo de Necochea (años sesenta)
Fuente: Detalle de postal, archivo propio.
Imagen 3.11: Frente marítimo de Necochea (década del 70)
Fuente: “Centenario de la Fundación de Necochea”, Ecos Diarios, 1981.
86
Las Percepciones sobre lo Viejo y lo Nuevo
Juan Ratti, historiador de la ciudad de Necochea, recordaba que en el año 1946 todos los
hoteles estaban situados en la zona de la villa balnearia, ya que tenían convenios con los
sindicatos. Estos hoteles eran verdaderos emprendimientos económicos y turísticos que
incluían sus propios balnearios y estaban a la vanguardia de los cambios tecnológicos.
Como recuerda de aquella época,
“…el hotel inclusive te ofrecía alquilarte una carpa o una sombrilla, en un
balneario en la cual estaba permanentemente relacionado, todo el año, si no era
por cuestiones familiares era por cuestiones de amistad o por cuestiones de
tiempo. Por ejemplo, el Royal tenía hasta su propio balneario, el Moderno lo tenía,
y el Marino lo tenía…”4
En concordancia con Ratti, Echeverría recordaba que “el balneario Royal era el
balneario privado al principio del hotel Royal… era un hotel que tenía ascensores con
ascensoristas permanentes que manejaban una palanca y subía y bajaba”. Esta oferta
era respondida con cierta fidelidad por parte de los turistas que año a año visitaban los
mismos locales. Como el mismo Echeverría recordaba, “la gente era fiel a cada hotel
[…] no existían departamentos extra-hoteleros, era cien por cien hotelería”.5
No es simple coincidencia que los hoteles que ofrecían este servicio se encontraran en la
zona del balneario, sino todo lo contrario, sus dueños reconocían las potencialidades de
esta ubicación y la necesidad de multiplicar las ofertas a los turistas. En ese sentido,
como el propio Ratti señala, a esta parte de la ciudad se la podía caracterizar como “la
más audaz” en lo que se refiere al negocio: “…el turismo produjo la ola que se volcó a
un lugar que antes no existía gente, que eran las playas de la costa bonaerense…”.6
Para él fue el turismo el gran impulsor de la ciudad, y en especial de la villa. Algunos de
sus paseos, como la Rambla, eran el refugio de las clases medias y medias altas, que
todavía elegían Necochea a comienzos de los años cuarenta como espacio de veraneo.
Por su parte, Néstor Izzo, otro de los entrevistados, concuerda con Ratti en marcar la
Rambla como uno de los atractivos más importantes de la ciudad.7 Según ambos, en
esos años eran los sectores medios y altos los que permitieron el desarrollo turístico de
4 Entrevista con Juan Ratti, Necochea, 7 de junio 2013.
5 Entrevista con Alberto Echeverría, Necochea, 29 de octubre 2012.
6 Entrevista con Juan Ratti, Necochea, 7 de junio 2013.
7 Entrevista a Néstor Izzo, Necochea, 30 de octubre de 2012.
87
la ciudad y la villa, y la infraestructura que sostuvo ese turismo era un buen ejemplo de
sus gustos.
Todo se situaba en la villa: los hoteles más nuevos, ubicados la mayoría en calles
impares para encontrar más fácil el mar; el viejo casino como “el lugar de encuentro”,
según lo relata Daniel;8 el Parque Miguel Lillo y la Rambla, todos espacios visitados
asiduamente por los veraneantes. Los años cuarenta y cincuenta fueron un punto de
inflexión. Aquí comienza el cambio de la demanda turística. Ratti nos argumentaba que
“la rambla no era para cualquiera”, dejando al desnudo una concepción elitista del
turismo, que terminaría con el advenimiento del turismo social y la democratización del
acceso a los espacios públicos.9
Haciendo referencia al “Hotel Paris” – situado en la Villa Díaz Vélez –, Ratti rememora
que ahí se “terminaba el mundo”, ya que la calle 89 terminaba allí. La villa se limitaba
a unas pocas calles y toda la gente se situaba en ellas, en ese lugar popular. En el mismo
sentido se expresaba Nilda Rodríguez, para quien la vieja Necochea se encontraba
geográficamente y simbólicamente “lejos”
“...la gente cuando preguntaba decíamos que allá estaba todo lo de antes, lo viejo
de antes, los negocios grandes, el banco, la Municipalidad, la parroquia, todas
esas cosas que acá recién se estaba iniciando. Esto después iba a ser Necochea
nueva…”10
Esta percepción del espacio geográfico era reafirmada por todos los entrevistados, para
quienes el “centro viejo” se lo conocía como aquel olvidado por la gente, y el “centro
nuevo” y su playa como el lugar popular, el lugar donde se encontraban las
construcciones más nuevas y modernas, donde el turista elegía pasar sus vacaciones,
donde la actividad en temporada estival se lleva a cabo.
De todas maneras, no debemos olvidar que no todo se situaba en la villa. En el “centro
viejo” de Necochea también había grandes hoteles, en donde los turistas de mayores
recursos se daban el lujo de alojarse, aun teniendo las playas a solo seis kilómetros de
distancia. Izzo recuerda que al centro viejo no lo conocían mucho, que la gente solo iba
a él los días feos para distraerse y escapar del frío de la playa. Ahí se encontraban las
8 Entrevista con Daniel Ferrelli, Necochea, 15 de octubre 2012.
9 Entrevista con Juan Ratti, Necochea, 7 de junio 2013.
10 Entrevista con Nilda Rodriguez, Necochea,
88
cosas más baratas, porque “en la playa te cobraban más caro y eso también
perjudicaba a los comerciantes de la villa”.11
Daniel Ferrelli recordaba a la villa como “hermosa” y destacaba que por las noches esta
transformaba dos de sus calles en peatonal, cosa que no sucedía con el centro viejo. No
solo nos podía argumentar eso, sino que también nos decía que la misma era muy
prolija en aquella época, el orden y la limpieza que había era “increíble”, destacando
que eso le gustaba mucho a la gente porque Necochea era una ciudad que poseía una
oferta muy variada y cumplía con las expectativas del momento, generando así turistas
fieles verano a verano. En sus recuerdos Daniel destaca, en relación al “centro viejo”,
que “el centro se mantenía más apartado de lo que era la colonia turística aunque a la
gente siempre le gustaba ir y ver los negocios”.12
Esto es una clara visión de lo que sucedía antes y de cómo los turistas mismos
diferenciaban el centro viejo como aquello tradicional y a la villa como algo
contemporáneo y popular, “…todo lo que estaba relacionado con el turista era acá…”,
señala Daniel, ubicándose geográficamente en la villa balnearia. Aquí también asistía
mucha gente famosa, lo que atraía mayor número de turistas. Según Izzo, su padre
invitaba jugadores de futbol famosos a su hotel, lo que le permitía promocionar su
establecimiento. Claramente el nivel socioeconómico de quienes asistían a la villa
balnearia hasta los años cuarenta era muy elevado, y eso le daba un prestigio importante
a la zona de la playa. No solo en su hotel se situaba la “alta sociedad”, sino también en
otros hoteles ubicados en la zona de la villa.
Por otro lado, la zona de la villa tenía servicios que la diferenciaban del casco viejo de
la ciudad, y que apuntaban a brindar el mayor confort y entretenimiento a los turistas.
Un claro ejemplo de esto eran los paseos en sulquis, que según Echeverría eran
alquilados en la zona y permitía recorrer la Av. 10 hasta la zona del puerto. En ese
sentido, esas ofertas recreativas diferenciadas marcaban una clara competencia entre
ambos espacios por brindar entretenimientos a los veraneantes, aunque también eran un
reflejo de universos diferentes de visitantes. Como recuerda Alberto Echeverría, “el
11 Entrevista a Néstor Izzo, Necochea, 30 de octubre de 2012.
12 Entrevista con Daniel Ferrelli, Necochea, 15 de octubre 2012.
89
centro y la playa en esos años era competitivo […] la gente de la playa era de la playa
y la del centro era la del centro”.13
Según nuestro entrevistado, la gente del centro eran aquellos que representaban al
campo, en la mentalidad de los habitantes de la villa, y la gente de la villa representaba
el turismo. Esta distinción incluía como corolario, según nuestro entrevistado, que la
gente del campo no quería mucho al turista, ya que durante el verano los lugares se
colmaban de gente y los que vivían en la ciudad todo el año debían adaptarse a los
nuevos movimientos turísticos de la Necochea veraniega. Una anécdota del propio
Echeverría ilustra esta adaptación siempre conflictiva: al tener un restaurant, una noche
estival llegó uno de sus proveedores –cliente habitual de su local– estando el salón
repleto de turistas, por lo que Alberto tuvo que disculparse e informarle que sería
imposible atenderlo. El cliente que concurría durante todo el año al local se enojó
aduciendo que fuera del verano era muy bien atendido y se retiró del local. Este parecía
ser el comportamiento promedio del necochense, que según el propio entrevistado
detestaba al turista y se sentía invadido por él. Sin embargo, para Echeverría la gente no
podía entender la importancia del turismo, que según él
“…es el aguinaldo de todo comercio de Necochea, todo comercio estable, pero a
su vez el hecho de estar separado la playa del centro, hubiera sido ideal que
hubiera existido un solo centro, porque hizo que acá en la playa no existiesen los
negocios consolidados, porque acá tienen que vivir solamente de lo que generan
en el verano y en el invierno nada casi, entonces, eso es un combo que lleva a que
haya inversiones de calidad, fíjese que en el centro los negocios son de calidad,
acá no son de calidad. Eso fue una gran contra para la ciudad de Necochea y yo
creo que es uno de los factores que llevó también a que la ciudad no se
desarrollase en una oferta atractiva y que no tengamos el mejor público…”14
Según nuestro entrevistado lo que estaba en juego era una percepción diferenciada – y
contrapuesta – de los efectos del turismo en la economía de la ciudad. Mientras que para
los habitantes de la villa la actividad turística era el motor de las inversiones de la
ciudad, aquellos que tenían sus actividades en el centro viejo – mayoritariamente
comerciantes – entendían que esas inversiones se limitaban a la zona balnearia, y el
turismo sólo traía una invasión indeseable para la tranquilidad de la ciudad.
13 Entrevista con Alberto Echeverría, Necochea, 29 de octubre 2012.
14 Ibidem.
90
Es difícil limitar estas reflexiones al pasado. Sin duda nuestros entrevistados reflexionan
a partir de comparar ese pasado, muchas veces indefinido, con un presente más
complejo. Según Echeverría, en el pasado sólo la burguesía necochense mantenía un
contacto fluido con los turistas, en especial durante los años del turismo de masas. El
retroceso de estas modalidades de turismo –tanto el de elite como el de masas – trajo
aparejado un turismo de corto plazo, que además no hace grandes distinciones entre la
vieja ciudad y la zona balnearia. Debido a este cambio de turismo se modificaron las
percepciones sobre la ciudad. Ya no existía una diferencia entre ambos espacios, porque
como el mismo Echeverría nos explicaba
“…La gente en aquellos últimos años y hoy en día aprovechan al máximo los días
feos para ir al centro, e incluso no hay turista que no se haga una recorrida. En
verano es fantástico ver como el centro se mueve, así que la historia ha cambiado,
pero el público también ha cambiado…”15
Felipe “Gogui” Muguerza retoma esas diferencias entre el viejo centro y la zona
balnearia. Para él viejo centro era la zona tradicional, donde la gente de campo – “gente
adinerada”- tenía mayor influencia, mientras que la villa era un espacio ocupado por
individuos con una mentalidad progresista y colaborativa. Como Muguerza expresaba,
“…había muchísima gente en la villa pero lo cierto es que también era muy
pujante el conjunto de comerciantes… había mucha gente que todos los de la villa
trabajaban pero incansablemente en mejorar las cosas… y el centro era más
tradicional, como que realmente tenía una orientación distinta… la gente del
centro en aquel momento era la gente del campo…”16
En resumen, el crecimiento de Necochea estuvo marcado por la dicotomía entre un
núcleo original, más tarde conocido como el “viejo centro”, y la zona del balneario,
originalmente reconocida como la Villa Díaz Vélez. El crecimiento urbanístico y los
lazos materiales y simbólicos que se dieron entre ambos espacios fueron elementos
centrales para comprender la construcción de la identidad necochense.
En ese sentido, tres elementos fueron centrales para entender la urbanización de la
ciudad y la villa, y la tensión siempre latente entre ambos espacios: la hotelería, los
15 Ibidem.
16 Entrevista con Muguerza, Necochea, 3 de Julio de 2013.
91
balnearios y el transporte. Difícilmente el desarrollo turístico de la ciudad pueda ser
entendido por fuera de la iteración de estos elementos. Así, si el transporte permitió
acercar la ciudad al mar, la hotelería y los balnearios tendieron a separarla, ubicando la
modernidad que estos trasmitían por fuera del viejo núcleo poblacional. De esta forma,
las tensiones que existieron desde el comienzo mismo del desarrollo urbanístico de la
villa, expresados cabalmente en la negación de un ejido urbano para la zona balnearia,
se extendieron en el tiempo con el afianzamiento de dos modelos de desarrollo
contrapuestos. Mientras el “centro viejo” tendió a asociarse con el mundo rural y
conservador, el turismo y lo innovador se identificaron con el espacio del balneario.
Ese conflicto pareció comenzar a definirse con el peronismo, cuando la zona balnearia
fue favorecida con nuevos espacios de ocio –el Parque Miguel Lillo como principal
atractivo– y un muro edilicio en el frente marítimo que, si bien realzaba los rasgos de
modernidad de la ciudad, producía fuertes tensiones entre los principales actores
sociales y económicos que sostenían el desarrollo turístico. Además, las festividades y
los espacios de sociabilidad quedaron concentrados en la zona balnearia, profundizando
un proceso que se había iniciado unas décadas antes con los primeros balnearios y la
construcción de la Rambla.
Esos cambios materiales tuvieron su correlato en las percepciones de los diferentes
actores. El relato de aquellos que estuvieron ligados a la actividad turística,
especialmente a la hotelera, rescata esa dicotomía como un elemento constitutivo de la
identidad necochense. Lo viejo y lo nuevo, la modernidad y la tradición, eran algunas de
las caras que expresaban esa realidad, y que escondían fuertes tensiones que nunca
afloraron abiertamente pero que expresaban el resquemor de muchos habitantes de la
ciudad frente a la villa y los turistas que la visitaban. Si en el plano material ciudad y
villa se había fundido en una misma grilla urbana, en el plano simbólico ese proceso
tendió a crear una brecha que se hizo cada vez más amplia, y que expresaba –incluso
desde los silencios– dos modelos de desarrollo – urbano y socioeconómico –
encontrados.
92
Capítulo 4: Fiestas, festivales y turismo
El verano de 1962 no fue como otro para los necochenses y los turistas que habían
llegado hasta la ciudad. A mediados de enero se desarrollaba el Primer Festival Infantil
en la ciudad, festival que intentaba nuclear la actividad teatral destinada a los niños a
nivel nacional e internacional. ¿Cuáles fueron las razones que decidieron la realización
de dicho festival? ¿Quiénes eran los responsables directos de ese proyecto y que
esperaban de él? ¿Qué impacto tuvieron dichos festivales en el turismo necochense, y
¿Cómo se articularon con las festividades ya presentes?
La práctica turística se asocia a un vasto conjunto de actividades económicas, que en
buena parte están vinculadas a la prestación de servicios imprescindibles para el
turismo: transporte, hotelería, restaurantes, servicios recreativos, etc. Como expresa
Bertoncello, esto implica “la intervención de un conjunto de agentes económicos que,
como tales, orientan sus acciones en pos de la obtención de un beneficio económico”.
Así, se puede afirmar que el turismo implica un conjunto de consumos que dan lugar a
actividades económicas diversas (viajar, alojarse, alimentarse, etc.) (2002:34-35).
En ese contexto, el llamado “turismo de sol y playa” se ha convertido en un
dinamizador de las actividades económicas en aquellos destinos que poseen las
condiciones para desarrollarlo. Aún así, este tipo de turismo afronta serias dificultades,
ligadas unas a la estacionalidad de este tipo de turismo, y otras al lugar que los turistas
asignan al espacio a nivel regional. En ambos casos se han desarrollado estrategias que
han permitido superar estas limitaciones. Como han planteado García y García (2003),
una de las alternativas a la estacionalidad ha sido el desarrollo y la potencialización de
fiestas populares y festividades culturales que buscan ampliar, por fuera de la época
estival, las potencialidades de esos destinos turísticos.
Pero además, estas prácticas pueden ser pensadas también para entender como los
diferentes actores ligados a la actividad turística (fundamentalmente los prestadores),
configuran estrategias tendientes a realzar las potencialidades del destino turístico en el
cual desarrollan sus actividades. Como plantean los autores antes mencionados,
“la celebración de este tipo de eventos culturales puede ser el factor determinante
en la elección de dicho destino, ya que, bien por el atractivo del festival en sí
mismo, bien por el hecho de servir de complemento a la oferta genérica del destino
turístico considerado, se estará en condiciones de dar satisfacción a las
93
expectativas de unos turistas, que cada vez se muestran más exigentes, que están
mejor informados y que son conocedores de las diferentes posibilidades que les
presentan destinos turísticos alternativos” (p. 101).
En este sentido, es necesario definir qué entendemos por fiesta y qué por festival,
objetos del análisis de este capítulo. La bibliografía sobre fiestas es muy amplia, buena
parte de la misma remite a alguna de las festividades más significativas de las
comunidades humanas, tal es el caso de los carnavales, festividades arquetípicas que
permiten enumerar algunas de las características fundamentales de las fiestas. Para
nuestro trabajo compartiremos una definición amplia planteada por Olga Pizano
Mallarino y otros (2004), según la cual las fiestas
“son construcciones míticas simbólicas en las que se manifiestan las creencias,
mitos, concepciones de la vida y del mundo, y los imaginarios colectivos y están
asociadas a algunas etapas del ciclo vital, de la economía, de las creencias
religiosas, de la política y de otras motivaciones humanas. Se transmiten por
tradición y son originales y propias de una sociedad, en un espacio y un tiempo
determinados” (p.20).
Según estos autores, en las fiestas hay un sujeto celebrante que las dota de significado, y
un objeto celebrado evocado por medio de ritos y símbolos. Las fiestas pueden
movilizar desde grupos pequeños (las familias) hasta colectividades mayores, y en todos
los casos se definen a partir de crear un tiempo distinto al normal, que rompe con las
jerarquías y los códigos comunicativos y de conducta tradicionales, reemplazándolos
por otros transitorios. El lugar donde se desarrollan se convierte en un espacio
ceremonial, y lo que es importante para nuestro trabajo, “la fiesta es la identificación
que hace que los celebrantes tengan sentido de pertenencia y hospitalidad hacia los
visitantes” (p. 21).
A diferencia de estas, pero sin dejar de formar parte de una tipología festiva, los
festivales pueden ser definidos, según Szabó (2010), desde dos perspectivas: una de
carácter cultural/antropológico, se refiere a “una celebración periódica hecha de una
multiplicidad de formas rituales y eventos que directa o indirectamente afectan a todos
los miembros de una comunidad y que de manera explícita o implícita, muestra los
valores de base, la ideología, la visión del mundo que es compartida por miembros de
la comunidad y que son la base de su identidad social”; la otra, entendida como
definición aplicada (técnica) entiende a los festivales como “una serie de eventos
94
festivos o especiales… con al menos 3 programas; preparado para una audiencia;
organizado periódicamente; con una fecha clara de inicio y finalización; sus objetivos
principales son la mediación de los valores y la experiencia comunitaria.” (pp. 2-3). A
los fines de este análisis, entendemos que es necesario abordar el concepto de festivales
desde una mirada totalizadora, que tome en cuenta las dos dimensiones antes
mencionadas.
El caso del Festival de Espectáculos para Niños
El Festival Infantil de Necochea, como se lo conoció popularmente, surgió a partir de un
proyecto de la Junta Vecinal de Playas de Necochea, presentado en marzo de 1961. La
iniciativa originaria proponía la realización de diversos espectáculos destinados a la
infancia, con un claro fin de promover, además de las actividades culturales, el turismo.
Junto a la Junta Vecinal, participó activamente en el proyecto la Comisión Municipal de
Turismo, y contó con el auspicio de la Lotería de Beneficencia y Casinos, el Instituto
Cinematográfico Argentino, el Fondo Nacional de las Artes y el Comité Argentino para
la UNESCO.
El 5 de enero de 1962 se inauguró el Primer Festival de Espectáculos para Niños, que se
inició, como se haría en ediciones posteriores, con un desfile de carrozas cuya temática
cambiaba año a año (véase Imagen 4.1). Las actividades se desarrollaban en su mayoría
en el Parque Miguel Lillo, y abarcaban desde teatro, cine, títeres, danza, canto, música y
artes plásticas, como así también actividades deportivas y de recreación. En los años
posteriores, se fueron incorporando otras actividades, como el Certamen Nacional de
Autores de Teatro para Niños (1968), Certamen de la Canción Infantil (1970), y el
Congreso Nacional del Niño y el Espectáculo Público (1970) y el Primer Congreso
Internacional de Cine para la Juventud1.
1En 1973, la Asociación de Teatro para la Infancia y la Juventud de España, publicaba una reseña de la
décima edición del Festival, celebrada en 1971, en donde destacaba la importancia de dicho festival en la
promoción del teatro y las actividades culturales entre los niños. Véase “Festivales de Espectáculos para
niños. Necochea - 1962/71”, en Boletín Iberoamericano de Teatro para la Infancia y la Juventud, núm. 2
(octubre 1973), Madrid.
95
Imagen 4.1: Primer afiche del Festival Infantil. Año 1962
Fuente: www.necochea.gov.ar (consulta Julio de 2015)
El rol de los prestadores de servicios turísticos en la organización del festival fue muy
importante. En principio, no buscaban réditos económicos al propiciar dicho festival,
como no lo hacían con las diversas fiestas populares que apoyaban, sino publicidad para
sus actividades, ya que estas fiestas atraían mucha gente y el boca en boca era la mejor
publicidad, porque no solo permitían dinamizar la ciudad y la actividad turística, sino
también unir a la gente que trabajaba en estos rubros y tenía directa injerencia en esos
festivales.
Dicho interés en la publicidad de esas actividades festivas no parece ser un elemento
menor en el apoyo que los prestadores de servicios turísticos les brindaron a las mismas.
Como menciona Octavio Getino (2002), la publicidad de ciertas imágenes turísticas a
través de los medios inducen en la expectativa que puede tener el individuo en el
momento de tomar decisiones sobre un lugar de destino, pero de igual manera, esa
expectativa y la imagen que le es inherente incide a su vez en las ofertas promovidas, lo
cual obliga a estudios periódicos y permanentes sobre la evolución de la demanda. (p.
41).
96
El destino turístico no sólo se construye de publicidad, gente y turismo. Para poder
analizar esta perspectiva Ana Correa señala que la evolución de los distintos elementos
relacionados con el turismo nos muestra que si bien es necesario tener algunas
condiciones mínimas para transformarse en un destino turístico, el desarrollo de esta
industria tiene mucho de estrategia, y también de inversión por parte de actores públicos
o privados. El turismo parte de la existencia de un lugar y de la voluntad de
desplazamiento de los potenciales turistas. Pero está lejos de ser un fenómeno
espontaneo: el crecimiento y desarrollo depende de la sistematización de los recursos,
los mercados potenciales, la infraestructura y la necesidad de una localidad de tener al
turismo como un elemento para el desarrollo económico (2010:40).
En este caso, nos encontramos con una ciudad que iba evolucionando con el pasar de los
años, ya no sólo desde lo económico, sino también en lo que se refiere al empuje
cooperativo para la creación de infraestructuras relacionadas a la actividad turística. Los
eventos culturales no fueron ajenos a esa evolución y transformación de la ciudad.
Como plantea Correa, siguiendo a Charles Landry, Necochea podría ser caracterizada
como “ciudad creativa”, si atendemos a tres dimensiones presentes en su historia
turística y cultural: primero, se construyó sobre la idea de la creatividad como un
instrumento de desarrollo urbano, donde las ciudades creativas son capaces de encontrar
soluciones nuevas para problemas cotidianos; segundo, se basan en el uso de
actividades e industrias culturales ya que están referidas a cierto dinamismo en el sector
creativo productivo; y tercero, tienen la capacidad de atraer competencias creativas, es
decir, recursos humanos creativos. Efectivamente, la capacidad de una ciudad para ser
innovadora está relacionada con la capacidad de entrenar, mantener y atraer a esta nueva
“clase” social, que tiene el conocimiento y las habilidades requeridas en los sectores
creativos intensivos de avanzada, que son los que crean mayor valor y promueven
competitividad en las economías contemporáneas (2010:65-66).
En ese sentido, la iniciativa desarrollada desde comienzos de los años sesenta en
Necochea, particularmente desde los espacios relacionados a los prestadores de
servicios turísticos, buscaron innovar en el plano cultural para apuntalar el desarrollo
integral de la ciudad. En ese sentido, el festival como espacio de fomento del
entretenimiento y formación de los niños buscó además promover el desarrollo artístico
local, con acciones como la atracción de escuelas de teatro nacionales y regionales, y la
invitación de personalidades reconocidas de quehacer artístico, que ponían a la ciudad
97
en el centro del interés cultural nacional. Este desarrollo, apoyado en las competencias
de un sector determinado, en este caso el cultural-artístico, fue vital además para
fomentar el crecimiento económico de la ciudad, ya que aportó recursos económicos
extras a las actividades turísticas ya existentes. En este sentido, como propone Ana
Correa, el turismo puede aportar una contribución vital al crecimiento de los países en
vías de desarrollo, ya que es una industria que ofrece múltiples ventajas a dichos países,
no solo por la inyección directa de recursos, sino por la posibilidad de generar
encadenamientos productivos con otras industrias locales y por la capacidad de generar
empleo genuino local de distintos tipos de calificación (2010: 71-75). En nuestro caso,
ese desarrollo turístico fue acompañado por estrategias tendientes a potenciar el
desarrollo integral de la ciudad, donde la cultura cumplía no solo funciones accesorias a
la industria turística, sino que tenía un valor intrínseco potenciador del desarrollo local.
Como veremos, aún cuando esto no fue la estrategia central de las acciones de los
actores que propiciaban estas festividades, fue una consecuencia inmediata de éstas.
El Festival, entre el turismo y el arte
Como mencionamos, el Festival Infantil nació con la idea de potenciar las actividades
culturales y artísticas en el período estival. Al crearlo, se buscaba el desarrollo de
actividades y eventos destinados a los niños, tanto necochenses como turistas,
multiplicando la realización de espectáculos con fines de promocionar la ciudad de
Necochea. La intención del festival era abarcar una amplia gama de disciplinas del arte,
como el teatro, mímica, cine, danza, canto, etc., que pudieran atraer al niño para su
diversión y desarrollo.
¿Cuáles fueron las razones que llevaron a pensar el festival? La temporada en esos años
comenzaba alrededor del 15 de enero y se extendía hasta finales de marzo, cuando
venían familias tradicionales que vacacionaban todo el mes. En consecuencia, se creía
que era necesario extender aunque sea una semana más la temporada, y por ese motivo
se pensó en algún tipo de festival que permitiera aprovechar las primeras semanas del
nuevo año. Como recuerda Alberto Echeverría,
“…El tradicional Festival Infantil de Necochea surgió a partir de un proyecto
de la Junta Vecinal Playas de Necochea, presentado en marzo de 1961. Esta
iniciativa proponía la realización de espectáculos destinados a la infancia con
fines de promoción turística. La Junta Vecinal de entonces, con la idea del
98
farmacéutico Sr. Gauna, junto a Pepe Faidella, hotelero, y Mircoli,
comerciante, pensaron en la idea de extender la temporada de Verano, ya que
los primeros días de Enero no venía la cantidad de familias deseadas, y tener
algo que fuera gratuito para el público podría ser interesante. Contactaron al
Prof. Roberto Castiglioni2, una persona con muchos contactos en el mundo de la
cultura y el espectáculo teatral […] Así que se consiguieron auspiciantes que
permitió en esos gloriosos primeros años, que se autofinanciara sin costos
locales y no solo esto, sino que permitió traer artistas de real valía [a los] que
estar en el Festival les significaba un “cartel” para su proyección posterior…”3
Beba Alonso, viuda de Faidella, una de las entrevistadas, recuerda las fiestas como algo
muy positivo para el balneario, donde mucha gente importante participaba de los
eventos. También recordaba que las fiestas populares no solo sucedían en la playa, sino
que también se llevaban a cabo en la zona del centro de la ciudad, como por ejemplo las
fiestas en la Municipalidad, que le daban mucha vida a Necochea y a la vez atraían
gente hasta aquí. Por su parte Juan Ratti recordaba al festival infantil como “una de las
cosas más importantes en este país…”.4
Todos los entrevistados coinciden en que el festival se realizaba para promocionar
Necochea, y la gente que participaba en él siempre buscaba algo más para hacer. Como
ya se mencionó, todos coincidían en que otro de los objetivos que se lograba con estas
fiestas era adelantar y extender la temporada. Aún así, Izzo remarcaba que la gente
venía a Necochea por la playa, no por un carnaval. Parece innegable que para todos
aquellos que recuerdan el origen del festival, el turismo de “sol y playa” es fundamental,
y la fiesta es un elemento más que intenta condicionar dicho turismo. Muguerza los
plantea claramente cuando, al referirse a los creadores del festival y sus motivaciones,
expresa que “cuando ellos deciden hacer el festival infantil lo hacen para tratar de
2Otra versión pone a Castiglioni como responsable directo de la creación del Festival. Según Guillermo
Aníbal Ignacio, ex director de Ecos Diarios de Necochea, Castiglioni llevó la propuesta al intendente
municipal Edgardo Hugo Yelpo, quien habría visto la potencialidad del festival y habría derivado su
organización a la junta Vecinal de Playas. Castiglioni sería años más tarde promotor principal de la
Primera Feria del Libro de Buenos Aires (1975). Véase Correa, Miguel: “El verdadero y desconocido
creador del Festival de Espectáculos para Niños”, disponible en
http://www.politicanecochea.com.ar/content/el-verdadero-y-desconocido-creador-del-festival-de-
espect%C3%A1culos-para-ni%C3%B1os#.VWX5WBvbKP8 (consultado en mayo de 2015).
3Entrevista con Alberto Echeverría, Necochea, 29 de octubre 2012.
4Entrevista con Juan Ratti, Necochea, 7 de junio 2013.
99
adelantar la temporada […] entonces adelantaban dos semanas la venida de gente a
Necochea…”5
Además, todos nuestros entrevistados parecen coincidir en que en aquella época, era
central el trabajo conjunto de todas las personas que colaboraban para la realización del
evento, quienes buscaban comprometer a todas las instituciones locales para su
concreción. De esa manera todos se iban insertando en el mundo del turismo,
reconociendo su potencialidad y promoviendo su desarrollo, ya que todos contribuían
con su aporte al festival a su desarrollo. Así, por ejemplo, la hotelería colaboraba
brindando el alojamiento de manera gratuita para algunos de los famosos que acudían a
la ciudad para asistir al festival.
Imagen 4.2: Banderín del Primer Festival de Espectáculos para Niños
Fuente: www.necochea.gov.ar
No se puede dejar de mencionar, como recuerda Alberto Echeverría, que el festival
recibía muchas subvenciones, por lo tanto, era gratis en todas sus actividades. Muguerza
concuerda en esto, recordando que tanto el Ministerio de Bienestar Social, el Ministerio
de Educación a través de la Subsecretaria de Cultura, el Fondo Nacional de las Artes, la
Lotería Nacional y Casinos ponían “fortuna para el Festival”, lo que permitía que el
5Entrevista con Muguerza, Necochea, 3 de Julio de 2013.
100
aporte de los necochenses, en especial los prestadores turísticos, fueran mínimos. Como
menciona Echeverría,
“…La Comisión Municipal de Turismo, con el auspicio de la Lotería de
Beneficencia y Casinos, el Instituto Cinematográfico Argentino, el Fondo
Nacional de las Artes y el Comité Argentino para la UNESCO, trabajaron para
hacer realidad esa idea, repetimos a costos cero, o de valor irrelevante. En
épocas más duras económicamente también con otros métodos, pero también
con capacidad, se creó una Comisión específica del Festival Infantil, y el Sr.
Samuel Freiler y el Agr. Marchetti, pusieron lo suyo...”6
Este apoyo económico, se veía potenciado por el impacto que tenía en la prensa local y
nacional el festival. Diversos críticos y corresponsales participaban del mismo, y
convertían sus crónicas en publicidad gratuita para la ciudad. Tanto Muguerza como
Echeverría recordaban lo mismo, siendo el primero el que destacaba que “…acá los
diarios importantes del país, Clarín, La Prensa, La Razón, La Nación, mandaban todos
los periodistas especializados destacados a Necochea durante quince días a cubrir el
festival…”7.
La publicidad no se limitaba a los grandes medios nacionales. No debemos olvidar que
en aquellos años acudían a la ciudad diferentes artistas para participar del evento. Estos
eran los más importantes y destacados del espectáculo para niños, entre los que se
destacaron Leda Valladares y Maria Elena Walsh en 1962, Mané Bernardo y Sarah
Bianchi o Javier Villafañe y sus títeres, quienes participaron del festival hasta 1976,
cuando el golpe militar censuró su participación (véase Imágenes 4.3 y 4.4). Todos eran
recibidos por los prestadores hoteleros, quienes brindaban las plazas para su alojamiento
a cambio de la promoción que esto significaba para sus establecimientos. Como
recuerda Alberto Echeverría,
“…el éxito del festival era la calidad de los que venían […] María Elena Walsh,
Leda Valladares, Roberto Bles, Pipo Pescador, Hugo Midon, eran monstruos del
espectáculo para niños […] participaron o estuvieron presentes de alguna manera
durante las 51 ediciones de una festividad popular que es parte de la identidad de
6Texto entregado por el Sr. Echeverría el día 29 de Octubre de 2012.
7Entrevista con Muguerza, Necochea, 3 de Julio de 2013.
101
los necochenses. Varias generaciones fueron marcadas a lo largo de los años por
sus ricas manifestaciones artísticas de gran nivel…”8
En el mismo sentido se manifestaba Muguerza, quien recordaba que “venían en esos
momentos en los primeros festivales, los más altos exponentes de la cultura nacional…
Lo mejor de lo mejor ha pasado por aquí…”9. Los restaurantes, por ejemplo, también
colaboraban, ya que proveían almuerzos y cenas gratuitamente para artistas y críticos.
En general, todos los prestadores de servicios en aquellos años colaboraban de forma
conjunta y muy activa para hacer posible el festival y con ello contribuían en la
extraordinaria promoción de la ciudad. Como resume Muguerza, “la gente colaboraba,
los chicos colaboraban […] todo el mundo ponía su granito de arena porque sabían
que era para Necochea…”10.
Imagen 4.3: Leda Valladares y María Elena Walsh con autoridades del Festival (1962)
Fuente: www.necochea.gov.ar
8Entrevista con Alberto Echeverría, Necochea, 29 de octubre 2012.
9Entrevista con Muguerza, Necochea, 3 de Julio de 2013.
10Entrevista con Muguerza, Necochea, 3 de Julio de 2013.
102
Imagén 4.4: Leda Valladares y María Elena Walsh en el escenario (1962)
Fuente: www.necochea.gov.ar
Daniel Ferrelli, niño en los inicios del Festival, nos comentaba que el esfuerzo que
realizaban las instituciones era muy grande ya que era una fiesta muy importante. Como
recuerda, “…el festival infantil era un festival importante… y eran fiestas que se
desarrollaban en lo que es la Villa Balnearia no?...”11. En aquel momento el Festival
tenía alcance Internacional, porque no solo iba gente cercana a la ciudad o gente que
llegaba a este por medio de las competencias que se realizaban a nivel nacional y
provincial, sino que también acudían artistas de Brasil, y delegaciones de Valparaíso y
Concepción, Chile. Esto iba acompañado de la retribución que otros festivales o eventos
tenía para con las autoridades del festival necochense. Así, por ejemplo, Muguerza
recuerda que,
“…mira cómo será de importante esto que en el año 1967 nos invitan, como
invitados especiales en Argentina, única institución que fue invitada a Ecuador-
Quito a un congreso de la COTAL (Confederación de Organizaciones Turísticas
para América Latina) […] y ahí sabes la promoción que se hizo…”12
11Entrevista con Daniel Ferrelli, Necochea, 15 de octubre 2012.
12Entrevista con Muguerza, Necochea, 3 de Julio de 2013.
103
El impacto del festival fue también importante a nivel nacional. Basta mencionar que
quienes participaban del festival teatral provenían de una competencia que se realizaba a
nivel nacional, en cada provincia. Necochea era referencia en el teatro infantil, y ocupar
un lugar en su programación era sinónimo de reconocimiento a nivel nacional. En este
sentido Muguerza destaca que,
“…durante todo el invierno la Subsecretaria de Cultura de la Nación a través
de la Jefatura de Teatro, en relación con las provincias, se hacían competencias
en cada una de ellas, y después por regiones se nucleaban los grupos de teatro
[…] se juntaban los ganadores de las competencias provinciales para competir
quien ganaría el Elefante de Oro…”13
Las compañías de teatro no recibían dinero para acudir a la ciudad, asistían y
participaban para lograr reconocimiento, y si ganaban el Elefante de Oro, el premio
mayor del festival, obtenían muchísima más publicidad (véase Imagen 4.5). Dicho
premio, simbolizado en la figura de un elefante, acompañó al festival desde sus
orígenes.
Imagen 4.5: Elefante de marfil, símbolo del Festival Infantil
Fuente: propiedad de Beba Alonso, Viuda de Faidella.
13Entrevista con Muguerza, Necochea, 3 de Julio de 2013.
104
El impacto que tenía el festival entre el público era muy importante. Si regionalmente
era llevado a diversas localidades del partido de Necochea, como recodaba Muguerza, a
nivel nacional no tenía nada que envidiar a otros festivales que, sin ser una competencia
(tal es el caso del Festival de Cosquín, desde mediados de los años sesenta),
comenzaban a destacarse en el plano cultural y artístico. El festival no sólo era
reconocido por la gente que vivía todo el año en Necochea, sino también por todos
aquellos que acudían con el anhelo de vivir esa experiencia que todos comentaban.
Como recuerda Beba Alonso, “venían los mejores periodistas […] venían los mejores
fotógrafos”14. Esto se debía, como recuerda Muguerza, al grado de profesionalismo e
inversión que tenían los espectáculos. Según este, la estructura sobre la que se montaban
los espectáculos no existía en ningún lado. Por ese motivo Necochea atraía mucha
gente, y “trascendió Cosquín y todo eso […] era una cosa monstruosa la cantidad de
gente que venía…”15.
Imagen 4.6: La elefanta Mara, símbolo durante los primeros años del festival, sobre la
Rambla Municipal.
Fuente: http://i55.tinypic.com/339n9mc.jpg (consulta mayo de 2015)
Sin embargo, el éxito de los primeros años y la activa participación de los diferentes
actores involucrados en el festival dejo paso a un paulatino declive. Según Beba Alonso,
14Entrevista a Beba Faidella, Necochea, 31 de mayo de 2013.
15Entrevista con Muguerza, Necochea, 3 de Julio de 2013.
105
a la repetición artística se le sumó que muchos de los organizadores pioneros se fueron
alejando del festival, lo que trajo serios problemas organizativos. Para Beba, “la gente
no se comprometió como se debía haber comprometido.”16, y en palabras de Muguerza,
“se perdió toda esa organización…”17.
Imagen 4.7: Imagen propagandística de Necochea
Fuente: colección propia
En cambio, Daniel Ferrelli argumenta que, con el tiempo, el festival dejó de ser una
fiesta organizada por los empresarios, y que su politización inició la crisis. Los
prestadores turísticos lentamente dejaron de participar, y todo el sostén económico del
festival se trasladó al estado municipal, que además perdió el apoyo del estado
provincial y nacional a comienzos de los sesenta. En este contexto, Echeverría destaca
que desde el municipio “hicieron lo que pudieron pero tuvieron merito también, pero
ya era decadente…”18.
Por otro lado, el propio Echeverría remarca otra posible explicación a la decadencia del
festival. Según él, los avances tecnológicos asestaron un golpe significativo al arte del
festival: “en ese momento no existía Disney Word […] hoy día quien no ha ido lo ve
por televisión… el chico esta con las computadoras, con los videos juegos…”19
16Entrevista a Beba Faidella, Necochea, 31 de mayo de 2013.
17Entrevista con Muguerza, Necochea, 3 de Julio de 2013.
18Entrevista con Alberto Echeverría, Necochea, 29 de octubre 2012.
19Entrevista con Alberto Echeverría, Necochea, 29 de octubre 2012.
106
Es posible, sin embargo, esbozar algún tipo de explicación alternativa. Como plantea
Bertoncello, con el paso de los años, el turismo ha ido cambiando paulatinamente, y se
ha desarrollado lo que podría denominarse turismo postfordista en donde los destinos
tradicionales del turismo masivo sufren un deterioro o degradación, al tiempo que se
asiste al surgimiento y expansión de modalidades turísticas alternativas, orientadas a
demandas puntuales y específicas, sumamente fragmentadas y heterogéneas en términos
de atractivos, prácticas y demandantes, como así también territoriales. Además, las
sociedades atraviesan también profundas transformaciones en términos de ideas y
representaciones, y la búsqueda de la satisfacción personal parece predominar por
encima de los encuadres o pertenencias colectivas. La convivencia de estas nuevas
modalidades con las tradicionales, que no han desaparecido de un día para el otro, hace
que el panorama general del turismo se vuelva aún más complejo y heterogéneo, y más
difícil de comprender (2002: 37-39, 45).
En resumen, para comienzos de los años setenta comenzaron a percibirse signos de
desgaste en la organización del festival infantil, signos provenientes tanto de la falta de
apoyo oficial como del desinterés creciente de muchos de los actores involucrados en su
organización, en parte por lo que denominaban la intromisión de la política, en parte por
el creciente desinterés de los privados en el sostenimiento del mismo. Si bien no
desapareció, después de 1976 su crisis se hizo evidente, y solo luego de 1983
comenzaría a recuperar parte del esplendor conseguido en sus años fundacionales.
De carnavales, letras y juventud
No sólo el Festival Infantil se desarrollaba en la zona del balneario, sino también el
carnaval y los corsos. Como recordaba Daniel Ferrelli, estos se vivían con mucha
alegría, y como plantea Néstor Izzo, era un momento en el cual los necochenses podían
compartir con los turistas un espacio de diversión y alegría. Según sus palabras, “la
gente era más divertida, yo cuando estaba en el balneario me acuerdo que se jugaba al
carnaval con los turistas.”20 En concordancia con Izzo, Nilda Rodríguez comentó que
las fiestas del carnaval se llevaban a cabo desde la playa hasta el centro, por el
boulevard de la ciudad.
20Entrevista a Néstor Izzo, Necochea, 30 de octubre de 2012.
107
Sin embargo, no eran los únicos momentos festivos de la ciudad. Otra de las fiestas
recordadas por Echeverría fue la Fiesta de las Letras. En el año 1964, este evento trajo
la “elite de las letras argentinas”. Su nacimiento se produjo cuando algunos de los
mentores del Festival Infantil, entre ellos Gauna, junto a Pepe Faidella y Mercuri
entusiasmaron al ya mencionado Castiglioni para desarrollar esta actividad. Según una
crónica actual, la primera Fiesta de las Letras tuvo como centro a la Gran Galería
Central, donde se realizaron conferencias, mesas redondas, exposiciones y ferias de
libros, además de concursos para nuevos autores, que eran juzgados por jurados
especiales y a sus ganadores se les publicaban sus trabajos. El primer invitado fue Jorge
Luis Borges, al que le siguieron literatos de los más diversos orígenes ideológicos y de
géneros: Victoria Ocampo, Silvina Bullrich. Abelardo Arias, Ernesto Sábato, Manuel
Mujica Lainez, Federico Peltzer, María Esther de Miguel, Martha Lynch, Hermes
Villordo, Abel Posse, Joaquín Gómez Bass, Rubén Vela, Arturo López Peña, María
Elena Walsh, María Fux, Leopoldo Marechal, Bernardo Verbistky, María Inés Ure,
Armando Tejada Gómez, Ricardo Halac y Mempo Giardinelli
Dicha fiesta permitió, por un lado, reflexionar sobre las letras en la Argentina de
mediados de los sesenta, pero además fomentó que necochenses y turistas se
encontraran con sus escritores favoritos en las calles de la ciudad turística. Además, este
festival fue muy importante en el plano publicitario, ya que dio a conocer la ciudad en
los principales medios del país, inaugurando una forma de encuentro literario que
posteriormente otras ciudades turísticas repetirían, tal es el caso de Bariloche. Como
recuerda Echeverría, “la patente del primer lugar en hacer la fiesta de las letras fue
Necochea […] había candidatos al Premio Nobel!!!”21
La Fiesta Nacional de las Letras, en principio organizada por una comisión especial con
apoyo de la filial local de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores), se efectuó
ininterrumpidamente hasta el año 1975 contando con diversos escenarios, como la vieja
biblioteca de calle 62 entre 55 y 57 y el Salón Auditorium de la Municipalidad. Se
reactivó en los años ochenta, para renacer en los años noventa, siguiendo hasta la
actualidad, aunque con un impacto y brillo mucho menor que en sus comienzos22.
21Entrevista con Alberto Echeverría, Necochea, 29 de octubre 2012.
22Véase Flores (2014a).
108
Por último, es importante destacar la Fiesta de la Juventud, que comenzó a organizarse
en 1969, siendo su primera edición en diciembre de ese año (véase Imagen 4.8). Según
relata Muguerza esta se creó con el fin de poder entretener o movilizar a la juventud de
la ciudad, ya que había un Festival para niños, pero los jóvenes no tenían ningún
espacio de reunión. Según nuestro entrevistado, la fiesta fue organizada por la Comisión
de Turismo, con el apoyo de muchos artífices del Festival Infantil.
Imagen 4.8: Banderín 1° Fiesta de la Juventud
Fuente: colección propia.
La misma era organizada en conjunto con diferentes instituciones de la ciudad, entre las
que destacaban los colegios secundarios, y desde sus inicios fue pensada como una
continuación “generacional” del Festival Infantil. Como recuerda Muguerza,
“estábamos trabajando una barbaridad para todos los chicos, para los niños, y se me
ocurrió Necochea tiene también juventud! […] esas cosas estaban organizadas con
todos los colegios…”23
La fiesta, que en su segunda edición de 1970 se denominaba era “Fiesta de la juventud.
Música beat junto al mar”, juntaba jóvenes de todo el país que, atraídos por los grupos
musicales del momento, participaban de un evento que duraba tres días, y cuyos puntos
de reunión eran las playas y los diferentes pubs de la época: La fiesta continuaba en los
23Entrevista con Muguerza, Necochea, 3 de Julio de 2013.
109
boliches de moda de ese momento: Loko's, Noi, UFA y Rimini. El festival beat se
desarrollaba en el Cine Ocean. Además de la elección de la reina, se realizaban debates
y encuentros de jóvenes en las playas. La principal atracción de la fiesta era, sin duda,
las diferentes bandas que participaban del evento, entre las que se destacaron El Trio
Galleta en su segunda edición y algunas bandas locales, como recuerda Muguerza: “el
Trío Galleta por ejemplo, eran conjuntos importantísimos que nosotros traíamos
inclusive aquí sin que nos costara nada”24.
Según un cronista de la época, la fiesta modificaba la fisonomía de la época, y convertía
a la ciudad de “diciembre” en la ciudad de “febrero”, en referencia al movimiento
turístico que dicha actividad promovía fuera de los meses tradicionales:
“Que me cuenta de Necochea, del fin de semana, la gente y el tiempo y todo lo
que coadyuvó a que nos sintiéramos en febrero al mirar la 83 y ver el
movimiento que no solamente se circunscribió a nuestra calle-calle, sino que
llegó hasta la ancha 79, la quieta (pero no tanto) 81, y se hizo sentir
continuamente en la 85 […] Necochea sirvió como nexo entre jóvenes que de
otra forma tal vez nunca hubiesen tenido oportunidad de saber de los otros. Y la
opinión de quienes participaron en este encuentro es unánime: que se repita”.
Pocos días después, el mismo cronista reconocía el carácter promocional del turismo
que tenía la nueva fiesta, al sentenciar que “si juzgamos el aspecto promocional como
necochenses, el mismo fue ampliamente cumplido. Antes y durante la realización de la
Fiesta de la Juventud. Y seguramente, los jóvenes seguirán hablando del evento y por
ende de Necochea”25.
Aún así, otras crónicas, más cercanas a las experiencias de los jóvenes participantes de
todo el país eran más críticas, desnudaban el desinterés de éstos, y las limitaciones del
propio festival. Una larga entrevista, tomada del número 10 de la Colección Alquitrán,
en junio de 1971, una revista de Editorial Álamos, que creemos interesante reproducir,
da cuenta de esa apatía:
“-¿Cómo te sentís en Necochea?
-Bien, me gusta, pero todos creíamos que era una ciudad más grande, pero las
playas son una maravilla aunque hace frío y no pueda darme un buen
chapuzón…
24Entrevista con Muguerza, Necochea, 3 de Julio de 2013.
25Reproducido en Flores (2014b).
110
-¿Qué opinás del Festival?
-Creí que iba a ser diferente, que iba a haber muchísima gente…
-¿Te aburrís?
-Aburrir… no me aburro porque converso con mis compañeros… pero quisiera
volver a Mendoza, yo tengo novia y…
-¿Estás arrepentido de haber viajado?
-No, no estoy arrepentido porque pude conocer Necochea y la Dirección de
Turismo nos “aguanta” a todos nosotros, es todo gratis, pero yo que sé, estoy
medio mareado, yo quisiera volver a Mendoza.
Luis, organista del conjunto Formación 2000, cara de niño, cabello muy largo y
rodeado de miradas agresivas y estudiosas.
-¿Cómo te sentís en Necochea?
-Mal, no hay turistas y los pobladores y delegaciones no están acostumbrados
parecería a ver tipos como yo, inclusive les hice un chiste inocente y se la
tomaron para otro lado y andan diciendo que fumamos marihuana, están locos y
aburridos.
Nos niegan, nos tratan con frialdad e indiferencia. No pasó nada, estamos
cansados, agotados de tocar tanto y de tanto aburrimiento, estamos fundidos…
Un turista. Uno de los pocos turistas, bluejeans, chicles, patillas… etc.etc.
-¿Qué hacés en Necochea?
-Vine a veranear y a ver lo que pasaba con un amigo, pero fracasamos, hace
frío y aquí hay poco para ver. Creo que nos vamos mañana al mediodía a
Gesell, esperaba encontrar un festival monstruo, más grande que los que se
hacen en Buenos Aires, no hay nada, además la gente es muy fría aquí, deben
estar también desilusionados porque vino poca gente, bueno…
Llega el amigo, saludan, prenden cigarrillos… y se van.”26
Según esa misma crónica, el festival estaba lejos de satisfacer a sus destinatarios, a los
organizadores y a la propia movida musical beat nacional. Como refleja la crónica,
“los jóvenes, al ser testigos de espectáculos repetidos y de calidad dudosa,
optaron por concurrir cada vez en menor número y deambular insistentemente
por los alrededores de la rambla y calles cercanas, otros, se reunían a tomar
café en los “boliches” adyacentes, dando de esta manera la única pauta de
movimiento o de fiesta dentro de un disociado clima festivalero”.27
Solo el propio Municipio, a instancias de la Dirección de Turismo, se encargaba de
realzar el festival, con gacetillas destinadas a la prensa nacional en las cuales se jactaba
de que “la cosa está en Necochea”.
26Citada en http://www.revistalatia.com.ar/archives/863 (visitada en mayo de 2015).
27Citada en http://www.revistalatia.com.ar/archives/863 (visitada en mayo de 2015).
111
En resumen, en este capítulo hemos analizado el lugar que ocuparon las fiestas y
festivales en la definición de un perfil turístico en la ciudad de Necochea. En este
sentido, hemos visto como estas actividades estuvieron directamente relacionadas con la
actividad turística, ya sea por el impulso deliberado de la comunidad como por la acción
–u omisión– del Estado. Así, muchas de estas actividades buscaron desde un principio
potenciar la oferta cultural de la ciudad, como una forma de diversificar una oferta
turística limitada al llamado turismo de “sol y playa”. Muchos de nuestros entrevistados
refirmaron la idea de pensar estas fiestas como una forma de extender la temporada,
estrategia que intentaba multiplicar el potencial turístico de la ciudad. Sin embargo,
creemos que otra razón que llevó a generar este tipo de eventos fue la necesidad de
concebir una oferta que permitiera “competir” con Mar del Plata, destino turístico
estival por excelencia del país. Era necesario reafirmar una identidad alternativa que
ubicara a Necochea en igualdad de condiciones frente a la “Perla del Atlántico”.
En ese sentido, se impuso la idea de que el turista debía ser seducido con una oferta que
incluyera formas de esparcimiento y sociabilidad ajena a las actividades estrictamente
estivales. El Festival de Espectáculos para Niños, los carnavales o la Fiesta de la
Juventud, fueron organizados en este sentido, aún cuando los mismos permitieron un
desarrollo artístico y cultural significativo que puso a la ciudad en la consideración
nacional, en especial en el caso del rápidamente reconocido como “festival infantil de
teatro”. La cuestión era, como reafirmaba la gacetilla municipal antes mencionada,
potenciar la idea de que “la cosa estaba en Necochea”.
112
Conclusiones
En la presente tesis hemos planteado el análisis del impacto del pasaje de un turismo de elite a
uno de masas en las ciudades de turismo de “sol y playa” en Argentina, y cómo ese pasaje
afectó la historia, el patrimonio y la identidad en dichos espacios. Para esto centramos nuestro
análisis en la ciudad de Necochea en el período comprendido entre comienzos del siglo XX y
1976, momento de quiebre institucional y de crisis del modelo de turismo de masas
tradicional. En nuestro caso plateamos como hipótesis de trabajo la idea que ese pasaje antes
mencionado supuso, en el caso de Necochea, cambios importantes en lo espacial y material,
en las pautas de sociabilidad y en la definición de una identidad local que abandonó sus
referencias elitistas para adoptar, no sin tensiones, un universo popular acorde a las nuevas
formas del turismo. Es decir, ese pasaje supuso la modificación sustantiva del patrimonio –
tangible e intangible– local, e impactó en la construcción de la identidad necochense, muchos
de cuyos rasgos pueden visualizarse en la actualidad.
Si ubicamos el caso de Necochea en la historia del turismo, estamos frente a un claro caso de
destino turístico de “sol y playa” que no estuvo aislado del desarrollo que esta actividad tuvo
en el mundo y particularmente en la Argentina. En este sentido, en el Capítulo 2 mostramos
cómo el avance del turismo de “sol y playa” estuvo íntimamente relacionado con el desarrollo
del transporte –ferroviario y automotor–, la hotelería y los balnearios. Así, al impulso privado
original, se le sumó el rol fundamental del Estado que promovió el desarrollo en
infraestructura. En las décadas del treinta y cuarenta esta participación estatal se amplió
significativamente, ya que se convirtió en activo promotor del turismo de masas, en especial
con la llegada del peronismo al poder.
Esto tuvo un impacto directo en ciudades como Necochea, que vieron modificarse tanto su
paisaje urbano como las prácticas de sociabilidad predominantes. Los viejos hoteles
destinados a las elites dejaron paso a espacios destinados al turismo de masas, y las playas
comenzaron a verse pobladas de jóvenes y niños beneficiados por las políticas de turismo
social. Los espacios de sociabilidad comenzaron a experimentar cambios significativos. Si la
Rambla era el espacio por antonomasia de la sociabilidad de las elites hasta los años treinta,
entre 1940 y 1970 su lugar central en la vida del balneario se vio eclipsado por la aparición de
otros espacios –el Parque Miguel Lillo, un nuevo centro comercial, un nuevo edificio del
Casino– que modificaron las pautas de sociabilidad y el paisaje urbano.
113
En el Capítulo 3 analizamos cómo el crecimiento de Necochea estuvo marcado por la
dicotomía entre un núcleo original –“el centro viejo”–, y la zona del balneario, originalmente
reconocida como la Villa Díaz Vélez. La relación entre ambos espacios, tanto en el plano
material como simbólico, marcaron la construcción de la identidad necochense. Nuevamente
aquí el transporte, los balnearios y el desarrollo hotelero jugaron un rol singular en esa
dicotomía, ya que si el primero tendió a unir materialmente ambos espacios, el creciente
desarrollo hotelero y de infraestructura en balnearios reforzaron la imagen de la zona costera
como núcleo moderno de la ciudad. La identidad necochense se referencio, así, en dos
espacios contrapuestos: el “centro viejo” asociado con el mundo rural y conservador; el
“espacio del balneario” con el turismo y lo innovador. De esta forma, si en el plano material
ciudad y villa se había fundido en una misma grilla urbana, en el plano simbólico ese proceso
tendió a crear una brecha que se hizo cada vez más amplia, y que expresaba dos modelos de
desarrollo –urbano y socioeconómico– encontrados.
Por último, en el Capítulo 4 analizamos el lugar que ocuparon las fiestas y festivales en la
definición de un perfil turístico en la ciudad de Necochea, especialmente desde los años
sesenta. Estas actividades buscaron potenciar la oferta cultural de la ciudad, como una forma
de diversificar una oferta turística limitada al llamado turismo de “sol y playa”, con menor o
mayor participación estatal. Ya sea por extender la temporada veraniega, como por competir
en ofertas culturales con otros destinos como Mar del Plata, la implementación de estos
festivales modificó ciertos aspectos de la identidad necochense. Sin duda, el desarrollo del
patrimonio intangible en la ciudad tuvo con el Festival de Espectáculos para Niños, los
carnavales o la Fiesta de la Juventud, un punto de inflexión importante, poniendo a la ciudad
en la consideración nacional.
Si retomamos algunos de los interrogantes que nos planteamos al comienzo de esta tesis, es
importante remarcar que la construcción de la identidad necochense se construyó sobre la
base de una escisión que no solo estuvo referenciada en una cuestión espacial –aún cuando
esta fue importante desde los orígenes de una ciudad apartada de la línea costera–. El
desarrollo del turismo y los cambios que este imprimió en la ciudad –tanto en el plano
material como de la sociabilidad– fue una fuente fundamental de esa construcción. El pasaje
de un turismo de elites a un turismo de masas supuso cambios significativos a lo largo del
siglo XX, que en el caso de Necochea implicaron el abandono de un modelo de desarrollo
turístico que priorizaba el ocio de los sectores dominantes de la sociedad argentina hasta los
114
años treinta, por otro en donde, al amparo de las políticas sociales estatales, amplios sectores
de la sociedad alcanzarían los beneficios de la “democratización del bienestar”. Esto fue
paralelo a un lento declive de la ciudad como destino turístico bonaerense, especialmente
después de la caída del peronismo. Quienes de alguna manera fueron testigos –y activos
partícipes– de ese proceso, ya sea por tener directa injerencia en las políticas estatales o por
participar de la actividad turística de la ciudad, presentan relatos encontrados sobre el mismo.
Si por un lado rescatan las formas en que los principales actores vinculados a la ciudad se
adoptaron a la nueva situación –por ejemplo, con la activación de festivales culturales–, por
otro anhelan un pasado que no volverá, que se expresa en la “pérdida” de ciertas formas de
sociabilidad y en los espacios en la que esta se desarrollaba –la Rambla sería un ejemplo
paradigmático–.
Sin duda este trabajo es una mirada parcial sobre este tema, y no avanza sobre temáticas que
seguramente son fundamentales para entender la actualidad de Necochea como ciudad
turística. En ese sentido, sería necesario avanzar en los años posteriores a los trabajados en
esta tesis, para comprender cómo las políticas represivas llevadas adelante por la última
dictadura militar primero, y las políticas neoliberales después, marcaron la identidad local, e
impactaron en el desarrollo patrimonial de la ciudad. Es necesario adentrarse también en la
relación que la ciudad estableció con Quequén, espacio urbano que se definió como
complemento económico y social de la misma. También es preciso continuar en el estudio del
lugar que ocuparon los sectores populares en la historia necochense, recuperando su voz y su
historia.
En resumen, a partir de lo expuesto en este trabajo, podemos reafirmar nuestra hipótesis,
dónde el pasaje de un turismo de elite a un turismo de masas en los años que van de 1930 a
1976, supuso, en el caso de Necochea, cambios importantes en lo espacial, en las pautas de
sociabilidad y en la definición de una identidad local que abandonó sus referencias elitistas
para adoptar, no sin tensiones, un universo popular acorde a las nuevas formas de turismo. Y
este proceso supuso tensiones, definiciones y continuas redefiniciones de una identidad que
tiene en el turismo de “sol y playa” uno de sus elementos definitorios.
115
Bibliografía
Entrevistas orales
Alonso, María Angélica, viuda de Faidella (alias Beba). Dueña de Hotel Plaza.
Echeverría, Alberto. Dueño Hotel Trocadero.
Ferrelli, Daniel. Expresidente de ENTUR [Ente Necochea de Turismo].
Izzo, Nestor. Expropietario del Balneario Izzo.
Muguerza, Felipe (alias Gogui). Ex - Secretario de Turismo de Necochea.
Ratti, Juan. Historiador amateur local.
Rodriguez, Nilda. Ex – mucama Hotel Trocadero.
Fuentes éditas
Anuario Ecos Diarios (1956-1970), 27 de junio de 1971.
Anuario Necochea 1950 – “Año del Libertador San Martín” – Nro. XV, Ecos
Diarios.
Anuario Necochea 1951 – Nro. XVI, Ecos Diarios.
Anuario Necochea 1954 - Nro. XVIII, Ecos Diarios.
Anuario Necochea 1967/68 – Nro. XXII, Segunda época “Todo lo nuestro en la
foto y el comentario”, Ecos Diarios.
Anuario 99 – “Imágenes de fin de siglo”, Ecos diarios, febrero 2000.
Centenario de la fundación de Necochea 1881-1981, Ecos Diarios, 12 de
Octubre de 1981, Segunda Edición.
Diario de los 120 años de Necochea. Ecos Diarios. 1881 – 12 de octubre 2001,
Tomo 1.
Diario de los 120 años de Necochea. Ecos Diarios. 1881 – 16 de noviembre
2001, Tomo 2.
Festivales de Espectáculos para niños. Necochea - 1962/71, en Boletín
Iberoamericano de Teatro para la Infancia y la Juventud, núm. 2 (octubre 1973),
Madrid.
Gran Libro del milenio, Ecos Diarios, 31 de diciembre de 1999.
Murad, Miguel Ángel (1980), “Necochea: Las 100 fotos de los 100 años”.
116
Nuestra portada: Camino Mar del Plata-Necochea, en Vialidad. Revista de la
Dirección de Vialidad, Año 3, Nro. 8, Julio-Agosto-Septiembre 1959, p. 86
Pinceladas de Historia y Actualidad, Ayer y Hoy, Ecos Diarios, 12 de Octubre
1996.
Revista Ilustrada Necochea, Año X, diciembre de 1950, Nro. 10, Capital
Federal.
Revista Necochea. Cincuentenario de su Fundación, Necochea, 1931.
Usina de Datos de la Usina Popular Cooperativa (1998), “El parque Miguel
Lillo”. El parque y la ciudad. Fundación. Crecimiento y dimensiones. Acerca de
nuestro pueblo.
Libros, capítulos de libros y artículos en revistas científicas
Acebo Ibañez, Enrique del y Regina Schlüter (2012), Diccionario de
Turismo, Buenos Aires, Claridad.
Almirón, Analía, Rodolfo Bertoncello, y Claudia Troncoso (2006), “Turismo,
patrimonio y territorio. Una discusión de sus relaciones a partir de casos de
Argentina”, en Estudios y Perspectivas en Turismo, Vol.15, Nro.2, Buenos
Aires, CIET, pp. 101-124
Ballent, Anahi (2005), “Kilómetro cero: la construcción del universo simbólico
del camino en la Argentina de los años treinta”, en Boletín del Instituto de
Historia Argentina y Americana. Dr. Emilio Ravignani, Nro.27, Buenos Aires.
Bertoncello, Rodolfo (2002), “Turismo y territorio. Otras prácticas, otras
miradas”, en Revista APORTES y Trasnferencias, Año 6, Nro. 2, Mar del Plata,
pp. 29-50.
Bertoncello, Rodolfo (2006), “Turismo, territorio y sociedad. El mapa turístico
de la Argentina”, en Amalia Inés Geraiges de Lemos, Mónica Arroyo, María
Laura Silveira, América Latina: cidade, campo e turismo, Sao Paulo,
CLASCSO.
Bethell, Leslie (2002), Historia de América Latina. El Cono Sur desde 1930.
Vol. 15, Barcelona, Crítica.
117
Boyer, Marc (2002), “El turismo en Europa, de la Edad Moderna al Siglo XX”,
en Historia Contemporánea, Nro. 25, San Sebastián, Universidad del País
Vascos, pp. 13-31.
Caimari, Lila (2012), “Población y sociedad”, en Alejandro Cattaruzza
(coord.), Argentina. Mirando hacia adentro. Tomo 4_1930/1960, Madrid,
Fundación MAPFRE – Taurus.
Carrera, Ricardo y otros (1981), “Breve historia urbana de Necochea –
Quequén”, en Ecos Diarios, 1881-1981. Centenario de Necochea. Exposición
histórica, política, social y económica de su evolución, Necochea.
Cattaruzza, Alejandro (2009), Historia de la Argentina, 1916-1955, Buenos
Aires, Siglo Veintiuno Editores.
Correa, Ana (2010), Ciudades, turismo y cultura, Buenos Aires, La Crujía
Ediciones.
Correa, Miguel (2013), “El verdadero y desconocido creador del Festival de
Espectáculos para Niños”, disponible en
http://www.politicanecochea.com.ar/content/el-verdadero-y-desconocido-
creador-del-festival-de-espect%C3%A1culos-para-
ni%C3%B1os#.VWX5WBvbKP8 (consultado en mayo de 2015)
Crespi Vallbona, Montserrat y Margarita Planells Costa (2003), Patrimonio
Cultural, Madrid, Editorial Síntesis.
Da Cunha, Nelly y Rossana Campodónico (2005), “Aportes al estudio
comparativo del turismo en el Cono Sur (1900-1930)”, en América Latina en la
Historia Económica, Nro. 24, México, Instituto de Investigaciones Dr. José
María Luis Mora.
Di Bartolo, Roberto (1981), “El rol fundamental de Puerto Quequén”, en
EcosDiarios, 1881-1981. Centenario de Necochea. Exposición histórica,
política, social y económica de su evolución, Necochea.
Endere, María Luz (2010), “Algunas reflexiones acerca del patrimonio”, en
Endere, María Luz y José Luis Prado (ed.), Patrimonio, ciencia y comunidad. Su
abordaje en los partidos de Azul, Olavarría y Tandil, Olavarría, INCUAPA –
UNCPBA.
Flores, Juan José (2014a), “Casi un cuento de Borges en Necochea”, en
EcosDiarios.com, Necochea; http://www.ecosdiariosweb.com.ar/nuestra-
118
historia/2014/7/23/casi-cuento-borges-necochea-29862.html (última visita mayo
de 2015).
Flores, Juan José (2014b), “Seiscientos jóvenes invadían la ciudad”, en
EcosDiarios.com; http://www.ecosdiariosweb.com.ar/nuestra-
historia/2014/1/22/seiscientos-jovenes-invadian-ciudad-499.html (última visita
mayo de 2015).
Flores, Juan José (2015a), “El largo camino hacia la ciudad turística”, en Ecos
Diarios, Necochea, http://www.ecosdiariosweb.com.ar/nuestra-
historia/2015/1/28/largo-camino-hacia-ciudad-turistica-34228.html (visitada 28
de octubre de 2015).
Flores, Juan José (2015b), “La ciudad debió esperar 46 años por el puente”, en
en Ecos Diarios, Necochea, http://www.ecosdiariosweb.com.ar/nuestra-
historia/2015/7/22/ciudad-debio-esperar-anos-puente-38081.html (Visitada 29
de octubre de 2015).
Gagero, Horacio y otros (2004), Historia de América en los siglos XIX y XX,
Buenos Aires, Aique.
García Sánchez, Antonio y Francisco Javier Alburquerque García (2003),
“El turismo cultural y el de sol y playa: ¿sustitutivos o complementarios?”, en
Cuadernos de Turismo, Murcia, Universidad de Murcia, Nro. 11, pp. 97-105.
Getino, Octavio (2002), Turismo. Entre el ocio y el neg-ocio. Identidad cultural
y desarrollo económico en América Latina y el Mercosur, Buenos Aires,
Ediciones Ciccus.
Gordon, Bertram M. (2002), “El turismo de masas: un concepto problemático
en la historia del Siglo XX”, en Historia Contemporanea, Nro. 25, San
Sebastián, Universidad del País Vascos, pp. 125-156.
Hobsbawm, Eric (1998), Historia del Siglo XX, Buenos Aires, Crítica.
Joutard, Philippe (1984), El tratamiento del documento oral, en Revista
Debats, Nro. 10, Valencia, Institución Alfonso El Magnánimo.
Larrinaga, Carlos y Elisa Pastoriza (2009), “Dos balnearios atlánticos entre el
fin de siglo y la crisis del treinta, San Sebastián y Mar del Plata. Un ejercicio
comparativo”, en Historia Contemporanea, Nro. 38, San Sebastián, España, pp.
277-310.
119
Moss, William, A. Portelli, Ronald Fraser et. al. (1991), La historia oral,
Buenos Aires, Centro Editor de America Latina.
Ospital, María Silvia (2005), “Turismo y territorio nacional en Argentina.
Actores sociales y políticas públicas, 1920 – 1940”, en Revista E.I.A.L, Vol. 16,
Nro. 2, http://www7.tau.ac.il/ojs/index.php/eial/article/view/346/315.
Palermo, Vicente (2012), “La vida política”, en Plotkin, Mariano Ben (coord.),
Argentina. La búsqueda de la democracia 1960-2000, Madrid, Mapfre-Taurus,
pp. 37-93.
Pastoriza, Elisa (2002a), Las puertas del mar. Consumo, ocio y política en Mar
del Plata, Montevideo y Viña del Mar, Buenos Aires, Biblios – UNMdP.
Pastoriza, Elisa (2002b), “Turismo social y acceso al ocio: el arribo a la ciudad
balnearia durante las décadas peronistas”, en Pastoriza, Elisa (Ed.) (2002), Las
puertas del mar. Consumo, ocio y política en Mar del Plata, Montevideo y Viña
del Mar, Buenos Aires, Biblios – UNMdP, pp. 89-113.
Pastoriza, Elisa (2008), “El turismo social en la Argentina durante el primer
peronismo. Mar del Plata, la conquista de las vacaciones y los nuevos rituales
obreros, 1943-1955”, en Nuevo Mundo Mundos Nuevos, en línea
http://nuevomundo.revues.org/36472
Pastoriza, Elisa (2009), Un mar de memoria: historias e imágenes de Mar del
Plata, Buenos Aires, Edhasa.
Pastoriza, Elisa (2011), La conquista de las vacaciones. Breve historia del
turismo en la Argentina, Buenos Aires, Edhasa.
Pastoriza, Elisa (2012), “Nuevos objetos de la historia: los estudios históricos
en perspectiva comparada”, en Anuario IHES, Nro. 27, Tandil, 2012.
Pastoriza, Elisa y Melina Piglia (2012), “Dossier: El turismo como campo de
reflexión (indagación) histórica: políticas públicas, prácticas y representaciones.
Introducción”, en Registros, Año 8, Nro. 9, Mar del Plata.
Piglia, Melina (2014), Autos, rutas y turismo. El Automóvil Club Argentino y el
Estado, Buenos Aires, Siglo XXI Editores.
Pizano Mallarino, Olga y otros (2004), La fiesta, la otra cara del patrimonio.
Valoración de su impacto económico, cultural y social, Bogotá, Edición del
Convenio Andrés Bello.
120
Politis, Gustavo (2012), “Las poblaciones prehispánicas”, en Otero, Hernán
(Dir.), Historia de la Provincia de Buenos Aires. Tomo 1: Población, ambiente y
territorio, Buenos Aires, Edhasa – UNIPE, pp. 211-248.
Prats, Llorenç (1998), “El concepto del Patrimonio Cultural”, en Política y
sociedad, pp. 63-76.
Sancho, Amparo (1998), Introducción al turismo, Madrid, OMT.
Schlüter, Regina C. (2003), El turismo en la Argentina. Del balneario al
campo, Buenos Aires, CIET.
Szabó, János Zoltán (2010), “La investigación acerca de los festivales”, en
Boletín GC:
Gestión Cultural, Nº 19: Observatorios culturales en el mundo (Enero),
disponible en http://www.gestioncultural.org/gc/boletin/files/bgc19-JZSzabo.pdf
(visitado en abril de 2015).
Torre, Juan Carlos y Liliana de Riz (2002), “Argentina, 1946 c. – 1990”, en
Bethell, Leslie (Ed.), Historia de América Latina. Tomo XV. El Cono Sur desde
1930, Barcelona, Crítica, pp. 60-155.
Vieytes, Rut (2004), Metodología de la Investigación en Organizaciones,
Mercado y Sociedad. Epistemología y Técnicas, Buenos Aires, Editorial de las
Ciencias.
Wallingre, Noemí (2007), Historia del turismo argentino, Buenos Aires,
Ediciones Turísticas.
Wallingre, Noemí (2012), Problemas Turísticos Contemporáneos, Bernal,
Universidad Virtual de Quilmes.
Zuppa, Graciela (edit.) (2004), Prácticas de sociabilidad en un escenario
argentino: Mar del Plata 1870-1970, Mar del Plata, Universidad Nacional de
Mar del Plata.