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de ser un acto puro o una transformación incorporal; el 20 de noviembre 1923...11 Los agenciamientos no cesan de variar, de estar ellos mismos sometidos a transformaciones. En primer lugar, hay que hacer intervenir las circunstancias: Benveniste muestra perfectamente que un enunciado performativo no es nada al margen de las circunstancias que hacen que lo sea. Cualquiera puede gritar “decreto la movilización genera”, pero es un acto de infantilismo o de demencia, y no un acto de enunciación, si no hay una variable efectuada que da derecho a enunciar. Y lo mismo puede decirse de “te amo”, que no tiene ni sentido ni sujeto, ni destinatario, al margen de las circunstancias que no se contentan con hacerlo creíble, sino que lo convierten en un verdadero agenciamiento, un marcador de poder, incluso en el caso de un amor desgraciado (también por voluntad de poder se obedece...). Ahora bien, el término general de circunstancias no debe hacernos creer que se trata únicamente de circunstancias externas: “Lo juro” no es lo mismo si se dice en familia, que si se dice en la escuela, en un amor, en el seno de una sociedad secreta, al tribunal: no es lo mismo, pero tampoco es el mismo enunciado; no es la misma situación de cuerpos, pero tampoco es la misma transformación incorporal. La transformación se dice de los cuerpos, pero ella misma es incorporal, interna a la enunciación. Hay variables de expresión que ponen la lengua en relación con el afuera, pero precisamente porque son inmanentes a la lengua. Mientras que la lingüística siga hablando de constantes, fonologías, morfológicas o sintácticas, está relacionando el enunciado con un significante y la enunciación con un sujeto, falla así el agenciamiento, remite las circunstancias al exterior, encierra la lengua en sí misma y convierte a la pragmática en un residuo. de ser un acto puro o una transformación incorporal; el 20 de noviembre 1923...11 Los agenciamientos no cesan de variar, de estar ellos mismos sometidos a transformaciones. En primer lugar, hay que hacer intervenir las circunstancias: Benveniste muestra perfectamente que un enunciado performativo no es nada al margen de las circunstancias que hacen que lo sea. Cualquiera puede gritar “decreto la movilización genera”, pero es un acto de infantilismo o de demencia, y no un acto de enunciación, si no hay una variable efectuada que da derecho a enunciar. Y lo mismo puede decirse de “te amo”, que no tiene ni sentido

Delñleuze Fragmento Sin Ordenar

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de ser un acto puro o una transformación incorporal; el 20 de noviembre 1923...11

Los agenciamientos no cesan de variar, de estar ellos mismos sometidos a transformaciones. En primerlugar, hay que hacer intervenir las circunstancias: Benveniste muestra perfectamente que un enunciadoperformativo no es nada al margen de las circunstancias que hacen que lo sea. Cualquiera puede gritar “decretola movilización genera”, pero es un acto de infantilismo o de demencia, y no un acto de enunciación, si no hayuna variable efectuada que da derecho a enunciar. Y lo mismo puede decirse de “te amo”, que no tiene ni sentidoni sujeto, ni destinatario, al margen de las circunstancias que no se contentan con hacerlo creíble, sino que loconvierten en un verdadero agenciamiento, un marcador de poder, incluso en el caso de un amor desgraciado(también por voluntad de poder se obedece...). Ahora bien, el término general de circunstancias no debehacernos creer que se trata únicamente de circunstancias externas: “Lo juro” no es lo mismo si se dice en familia,que si se dice en la escuela, en un amor, en el seno de una sociedad secreta, al tribunal: no es lo mismo, perotampoco es el mismo enunciado; no es la misma situación de cuerpos, pero tampoco es la misma transformaciónincorporal. La transformación se dice de los cuerpos, pero ella misma es incorporal, interna a la enunciación.Hay variables de expresión que ponen la lengua en relación con el afuera, pero precisamente porque soninmanentes a la lengua. Mientras que la lingüística siga hablando de constantes, fonologías, morfológicas osintácticas, está relacionando el enunciado con un significante y la enunciación con un sujeto, falla así elagenciamiento, remite las circunstancias al exterior, encierra la lengua en sí misma y convierte a la pragmáticaen un residuo. de ser un acto puro o una transformación incorporal; el 20 de noviembre 1923...11

Los agenciamientos no cesan de variar, de estar ellos mismos sometidos a transformaciones. En primerlugar, hay que hacer intervenir las circunstancias: Benveniste muestra perfectamente que un enunciadoperformativo no es nada al margen de las circunstancias que hacen que lo sea. Cualquiera puede gritar “decretola movilización genera”, pero es un acto de infantilismo o de demencia, y no un acto de enunciación, si no hayuna variable efectuada que da derecho a enunciar. Y lo mismo puede decirse de “te amo”, que no tiene ni sentidoni sujeto, ni destinatario, al margen de las circunstancias que no se contentan con hacerlo creíble, sino que loconvierten en un verdadero agenciamiento, un marcador de poder, incluso en el caso de un amor desgraciado(también por voluntad de poder se obedece...). Ahora bien, el término general de circunstancias no debehacernos creer que se trata únicamente de circunstancias externas: “Lo juro” no es lo mismo si se dice en familia,que si se dice en la escuela, en un amor, en el seno de una sociedad secreta, al tribunal: no es lo mismo, pero

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tampoco es el mismo enunciado; no es la misma situación de cuerpos, pero tampoco es la misma transformaciónincorporal. La transformación se dice de los cuerpos, pero ella misma es incorporal, interna a la enunciación.Hay variables de expresión que ponen la lengua en relación con el afuera, pero precisamente porque soninmanentes a la lengua. Mientras que la lingüística siga hablando de constantes, fonologías, morfológicas osintácticas, está relacionando el enunciado con un significante y la enunciación con un sujeto, falla así elagenciamiento, remite las circunstancias al exterior, encierra la lengua en sí misma y convierte a la pragmáticaen un residuo. de ser un acto puro o una transformación incorporal; el 20 de noviembre 1923...11

Los agenciamientos no cesan de variar, de estar ellos mismos sometidos a transformaciones. En primerlugar, hay que hacer intervenir las circunstancias: Benveniste muestra perfectamente que un enunciadoperformativo no es nada al margen de las circunstancias que hacen que lo sea. Cualquiera puede gritar “decretola movilización genera”, pero es un acto de infantilismo o de demencia, y no un acto de enunciación, si no hayuna variable efectuada que da derecho a enunciar. Y lo mismo puede decirse de “te amo”, que no tiene ni sentidoni sujeto, ni destinatario, al margen de las circunstancias que no se contentan con hacerlo creíble, sino que loconvierten en un verdadero agenciamiento, un marcador de poder, incluso en el caso de un amor desgraciado(también por voluntad de poder se obedece...). Ahora bien, el término general de circunstancias no debehacernos creer que se trata únicamente de circunstancias externas: “Lo juro” no es lo mismo si se dice en familia,que si se dice en la escuela, en un amor, en el seno de una sociedad secreta, al tribunal: no es lo mismo, perotampoco es el mismo enunciado; no es la misma situación de cuerpos, pero tampoco es la misma transformaciónincorporal. La transformación se dice de los cuerpos, pero ella misma es incorporal, interna a la enunciación.Hay variables de expresión que ponen la lengua en relación con el afuera, pero precisamente porque soninmanentes a la lengua. Mientras que la lingüística siga hablando de constantes, fonologías, morfológicas osintácticas, está relacionando el enunciado con un significante y la enunciación con un sujeto, falla así elagenciamiento, remite las circunstancias al exterior, encierra la lengua en sí misma y convierte a la pragmáticaen un residuo.