Democracia. No promete nada a nadie, pero exige mucho a todos / Gustavo Zagrebelsky [2008]

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  • 8/6/2019 Democracia. No promete nada a nadie, pero exige mucho a todos / Gustavo Zagrebelsky [2008]

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    DEMO CRACIA. NO PROM ETE NADA A NADIE,PERO EXIGE MUCHO D E TODOS

    Cuando se habla de democracia y se la quiere defender de las insidiascotidianas, normalmente se evita afrontar el problema ms importante.De hecho, se calla sobre la cuestin presente en la premisa. La prime-ra cuestin no es si se puede ensear qu es o cul es el espritu de lademocracia, sino si existen argumentos para mostrar que se debe ser de-mcrata y si, por tanto, sobre la base de estos argumentos, la adhesina la democracia puede ser o no objeto de enseanza como ideal polticoo virtud pblica que honrar y traducir en la prctica.De este modo nos situamos por completo en el centro de un argumen-to tpicamente socrtico. Si slo algunos y no todos tienen predispo-sicin para la virtud poltica, entonces los primeros estarn destinados agobernar y los segundos a obedecer; la democracia ser un experimentocontra la naturaleza destinado a tener una vida breve y a producir un grandao. La democracia estara indefensa en las manos de mayoras de igno-rantes sin capacidad poltica, en la mejor de las hiptesis; de malvados demente criminal, en la peor. El mito de Protgoras cuenta que Prometeo,tras haber distribuido a los seres vivientes a cuenta de los dioses to-das las facultades necesarias para la felicidad, se dio cuenta de que a loshombres les faltaba la eubola, la cordura para las decisiones comunes.Por tanto, ellos fundaban ciudades para defenderse de los peligros de lavida ferina, pero una vez reunidos explotaban los disensos, y nuevamentese disolvan y perecan.

    Zeus, entonces, temi que sucumbiera toda nuestra especie, y envi a Her-mes para que trajera a los hombres el sentido moral y la justicia, para quehubiera orden en las ciudades y ligaduras acordes de amistad. Le pregunt,entonces, Hermes a Zeus de qu modo dara el sentido moral y la justicia a

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    los hombres : Los reparto como estn repartidos los conocimientos? aEst'nrepartidos as: uno solo hombre que domine la medicina vale para muchoparticulares; y lo mismo los otros profesionales. Tambin ahora la justiciamucho sel sentido moral los infundir as a los humanos, o se los reparto a todos?. Atodos respondi Zeus, y que todos sean partcipes. Pues no habra ciuda-des si slo algunos de ellos participaran, como ocurre con los otros c onoci-mientos. Adems, establece una ley de mi parte: que al incapaz de participardel honor y la justicia lo eliminen como a una enfermedad de la ciudad1.Por tanto, segn Platn, todos tenemos la capacidad para las virtu-des polticas. Es suficiente con que las conozcamos. Esta era la convic-cin socrtica: la virtud existe por s misma, todos la pueden conocer, ydado que nadie es malvado sino por ignorancia, todo lo necesario para

    ser virtuosos es el recto conocimiento.Nosotros sabemos que desgraciadamente no es as, que Scrates ye-rra tanto porque las virtudes no son realidades objetivas sino valoressubjetivos como porque en cualquier caso, en la naturaleza humana, elconocimiento no coincide en absoluto con la conciencia: se puede sermalvado con la plena conciencia de serlo. Si no es, por tanto, el conoci-miento lo que funda la adhesin a la virtud, podra ser la utilidad? Esdecir, podemos intentar promover adhesiones a la democracia mos-trando sus ventajas? Por desgracia, tambin aqu la respuesta es negativa.Si nos referimos a bienes comunes como, por ejemplo, el crecimientoeconmico, la promocin de las artes y las ciencias, la pacfica convi-vencia y la seguridad pblica como frutos beneficiosos de la democracia,no podemos dejar de sealar que existen momentos crticos en los queprecisamente para garantizar dichos frutos cuando parecen desapare-cer estamos dispuestos a limitar la democracia, o incluso a renunciar aella ponindonos en las salvadoras manos de alguien que decida por to-dos nosotros. Por lo que una fundacin slo instrumental y utilitarista dela democracia podra revelarse un suicidio. Por tanto, ni existencialismoal estilo de Scrates, ni mero utilitarismo en la pedagoga democrtica.Qu opinar, entonces, sin caer en la meliflua, ideolgica y al final falsa yco ntraproducente propaganda de un valor? Quien tiene alguna experi en -cia en la enseanza de temas polticos y constitucionales precisamente,la legalidad, la libertad, la solidaridad, la democracia conoce bien estepeligro. Un peligro que implica tambin una contradiccin: cualquiersistema de gobierno, excepto la democracia, puede hacer uso de la pro-paganda. En toda propaganda est implcita una tentativa de violencia

    1. Platn, Protgoras, en d., Dilogos, Gredos, Mad rid, 1981, pp. 526-527.

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    sobre la libertad de la conciencia del otro. La democracia es un dilo-go paritario y, si quiere seguir siendo tal, debe desarrollarse deponien-do todo instrumento de presin. En primer lugar, la presin material,como la que viene de la violencia y de las armas; y, en segundo lugar,tambin la presin moral, como la que se puede ejercer en la relacinasimtrica de autoridad-sujecin que se crea cuando las relaciones entrepadres e hijos, entre maestros y discpulos, degeneran en autoritarismo.Una relacin que puede llevar a la falta de respeto y a contradecir lalibertad y la democracia.Dndole vueltas al tema, no encuentro otro fundamento de la de-mocracia que ste solo que ahora expongo. Solo, pero grande: el respetode uno mismo. La democracia es la nica forma de rgimen poltico querespeta mi dignidad en la esfera pblica, me reconoce la capacidad dediscutir y decidir sobre mi existencia en relacin con los dems. Ningnotro tipo de rgimen me da este reconocimiento, ya que me consideraindigno de autonoma fuera de mi estrecho crculo de relaciones pura-mente privadas. Es por esto cosa importante que la Iglesia catlica,si bien era en sus orgenes favorable a regmenes polticos autocrticos yms tarde indiferente mientras se respetaran sus derechos y su derechonatural, ha condenado finalmente las dictaduras (Concilio Vaticano II,Gaudium et spes, 75) y ha afirmado su preferencia por la democracia(ibid., 32), teniendo siempre en cuenta la relacin entre sta y la digni-dad humana, uno de los pilares de su enseanza social actual.Pero no es suficiente el respeto de uno mismo; tambin es necesarioel respeto en los dems de la misma dignidad que nos reconocemos anosotros mismos. El lema de la democracia no puede ser otro que ste:Respeta la dignidad del prjimo como la tuya propia. De hecho, elrespeto slo de s mismo y el desprecio por los dems lleva no a la demo-cracia sino a la lucha por la afirmacin de la propia autocracia para evi-tar la necesidad y la limitacin de la necesaria recproca coordinacin.Este respeto es algo moralmente elevado, pero no necesariamenteincontestable. Se puede respetar la dignidad de uno mismo y, de estemodo, tambin la de los dems; pero tambin puede haber buenas razo-nes para despreciarse a s mismo y a los dems: razones personales quehunden sus races en historias personales. Pero, adems, pueden darserazones universales, como las ofrecidas por las religiones que frente aDios aniquilan al ser humano, pecador desde su origen e indigno deconducirse a s mismo. De este modo, predisponen y facilitan formas

    de gobierno teocrticas o autocrticas de base religiosa. Tambin sobreeste tema la historia menos reciente de la Iglesia catlica y de sus rela-ciones con la autoridad poltica es instructiva. Y lo son tambin algunas

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    cin de los regmenes democrticos a las plutocracias; y de aqu la iden-tificacin de la democracia ideal universal con un rgimen nuestro,de los fuertes y de los ricos que en ocasiones creen poder imponerse conel instrumento tpico de los prepotentes: la guerra.stas son algunas de las muchas promesas incumplidas. Pero qusignifica esta expresin?, no esconde un malentendido? Es una manerade hablar que puede desorientar. Es como si en un tiempo pasado hu-biramos confiado en la democracia esperando una contrapartida, y portanto, pudiramos lamentarnos si nuestras expectativas hubieran sidodesilusionadas. Pero la democracia no es una Alcina o una Circe". Lademocracia no nos ha dicho venid conmigo y os prometo una vida deamorosas delicias, y despus se hubiera descubierto que no es sino unarepulsiva bruja que nos somete a una vida animal. La democracia no esalgo independiente y fuera de nosotros; peor para nosotros si nos hemosdesilusionado. No es lcito hablar de promesas incumplidas de o por lademocracia, como si nos hubiera pedido fiarnos de ella y despus dichaconfianza se hubiera revelado vana. La democracia no promete nada anadie, pero exige mucho de todos. No es un dolo sino un ideal que secorresponde con una idea de la dignidad humana. Su recompensa esten su realizacin. Si estamos desilusionados es por la ilusin sobre la fa-cilidad de la tarea. Si hemos perdido confianza es porque desconfiamosde nosotros mismos. Las promesas son las que nos hemos hecho entrenosotros, afirmando querer la democracia (artculo 1 de la Constitucinitaliana); y si no han sido cumplidas es porque hemos faltado a nuestraspropias promesas. Es aqu, en la diferencia entre aquello a lo que aspi-ramos y la dura realidad de las cosas, donde se conecta de forma naturalnuestro tema: la pedagoga democrtica, ensear democracia.El espritu actual frente a estas desilusiones no es ciertamente aqueltriunfal de hace cincuenta aos cuando se celebraba la victoria de lasdemocracias sobre los totalitarismos. En 1951, pocos aos despus delfinal de la segunda guerra mundial, se celebr un simposio promovidopor la UNESCO en el que participaron un centenar de estudiosos detodo el mundo y de toda orientacin poltica. En aquellos aos, y porprimera vez en la historia de la humanidad, la democracia reciba elreconocimiento de nica concrecin ideal de todos los sistemas de or-ganizacin poltica y social, y se converta en la categora sobre la quecolocar, y con la que valorar, todas las acciones, los pensamientos y las" Alcina es el nombre de un personaje de inspiracin mitolgica de la obra deLudovico Ariosto Orlando Furioso, Editoria Nacional, Madrid, 1984. Circe es el nombrede una semidiosa griega nombrada en la Odisea. [N. del T.

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    relaciones polticas. Pareca la sntesis de todo lo que es bello y buenode la vida colectiva. Ningn rgimen, capitalista o socialista, liberal osocial, pluralista o de partido nico, representativo o basado en la auto-investidura carismtica, etc., pensaba renunciar a autoproclamarse de-mocrtico. El problema de la adhesin pareca universalmente resuelto.Desde entonces, sin embargo, debera haber sido claro precisamentepor aquella ilimitada adhesin que el noble concepto estaba siendosometido a una tal dilatacin como para perder su significado, no sloanaltico sino tambin ideal. De este modo, desde dicho momento sepredispona dicho concepto a la corrupcin y a prestar bajos favores aquien quisiera disfrazarse de demcrata para sus propios fines. Aquelespritu triunfante ya no existe, y nos damos cada vez ms cuenta deque la democracia exige reconstruccin donde es necesario recuperarposiciones y resistencia donde haya algo que salvaguardar. Cadavez somos ms conscientes de la necesidad de afrontar macrodificulta-des, mientras que la democracia sigue estando a la altura nicamentepara afrontar microdificultades.Pero qu otra cosa podemos hacer sino considerar que la difusindel apego a la dignidad de las personas, al valor de la democracia y alas acciones que de ella derivan, se puede generalizar hasta el punto deinsidiar, a su vez, a las insidias que la amenazan?