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19 Nº 268 Abril 2013 Derecho Penal del Trabajo y de la Seguridad Social Internacional 1. Perplejidades a. La mención de un Derecho Penal del Trabajo y la Segu- ridad Social invoca una curiosa variedad de ideas. Están en primer lugar las de desconfianza o abierto rechazo. Tras el asombro inicial, pueden encontrarse las reacciones adversas de variados órdenes. Desde el ámbito sindical la frecuente penalización de la actividad gremial o del ejercicio del derecho de huelga genera un rechazo casi reflejo. Desde el sector empresarial, se imaginan a legiones de empleadores arrastrados en galeras a las plazas para su ejecución por incumplimientos laborales o de la seguridad social. Los profesionales penalistas imaginan su campo invadido (o sustraído) por laboralistas ávidos de nuevas fuentes de trabajo una vez que la flexibilización laboral acotó su ámbito de actuación. Los académicos adivinan una amenaza para la paz de los tradicionales planes de estudio. La natural molicie de asumir alguna desestabi- lización doctrinaria, la división de trabajo judicial y, en fin, la resistencia a compartir y confrontar instituciones jurídicas objeto de múltiples visiones, conspiran contra la aceptación del tema del título. En cambio, quienes parten del concepto apriorístico de que el derecho es un todo, asienten con sana curiosidad a permitirnos algunos avances que pasamos a exponer. b. La inquietud por indagar la materia surgió de diversas fuentes. La primera es de carácter académico. En España e Italia está a disposición una interesante bibliografía (hasta con tratados sobre la materia) (1) y es común incluir en cursos sobre Derecho Penal Económico, Derecho Penal de los negocios (2) , Derecho de Empresa o Derecho del Trabajo los delitos contra los derechos de los trabajadores en el plano individual o colectivo, el Derecho Penal del Trabajo o el Derecho Penal de la Seguridad Social (3) . Ello contrasta notoriamente, con la ausencia de indagatorios nacionales de carácter actual. Otra fuente es el seguimiento de la evolución normativa nacional del pasado próximo. En la década pasada, en forma paralela a la explosión de reglas destinadas a la persecución de la irregularidad laboral (4) , se gestaron numerosas figuras penales específicas ligadas a la evasión de ingresos de aportes de la seguridad social o al fun- cionamiento del sistema previsional como las incluidas en la ley 24.241 (DT, 1993-B, 1482) que creó el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones o en la ley 24.769, Régimen Penal Tributario. A la punición de conductas evasivas de la ley 23.660 (DT, 1989-A, 50) de Seguro Nacional de Salud se agregaron la persecución penal de los incumplimientos de los deberes de asistencia médica y farmacéutica y a la omisión de declaración y pago de aportes en el marco de la ley sobre riesgos de trabajo ley 24.557 (DT, 1995-B, 1980). Ello importó un giro penalizador específico ligado a las relaciones laborales. De tal forma se ha conformado un pequeño cuerpo de Derecho Penal de la Seguridad Social. Esta capa normativa se agregó a las figuras penales que se relacionan y operan teniendo como centro de imputación el contrato individual de trabajo como el abuso sexual in- cluyendo la relación de dependencia como medio comisivo según ley 25.087 de 1999 (DT, 1999-A, 1154); las viejas (aunque no tan usadas) protecciones penales del patrimonio del trabajador como es el caso de las retenciones o apro- piaciones ilegales o administración fraudulenta de aportes o el abuso de firma en blanco que se glosan ahora con el nuevo vaciamiento y desnaturalización de la empresa potenciado por el inc. 6 del art. 173 del CP incorporado por ley 25.662 de 2003 o los delitos ligados a la libertad Mauricio César Arese Doctor en Derecho por la Universidad Nacional de Córdoba. Especialista en “Relaciones laborales, empleo y protección social en la globalización”, Universidad de Castilla La Mancha, España. Profesor adjunto de la Cátedra de Derecho del Trabajo y Seguridad Nacional, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Vocal de cámara por concurso de la Sala VII de la Cámara del Trabajo de Córdoba, Argentina.

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19Nº 268 Abril 2013

Derecho Penal del Trabajo y de la Seguridad Social

Internacional

1. Perplejidades

a. La mención de un Derecho Penal del Trabajo y la Segu-ridad Social invoca una curiosa variedad de ideas. Están en primer lugar las de desconfianza o abierto rechazo. Tras el asombro inicial, pueden encontrarse las reacciones adversas de variados órdenes. Desde el ámbito sindical la frecuente penalización de la actividad gremial o del ejercicio del derecho de huelga genera un rechazo casi reflejo. Desde el sector empresarial, se imaginan a legiones de empleadores arrastrados en galeras a las plazas para su ejecución por incumplimientos laborales o de la seguridad social. Los profesionales penalistas imaginan su campo invadido (o sustraído) por laboralistas ávidos de nuevas fuentes de trabajo una vez que la flexibilización laboral acotó su ámbito de actuación. Los académicos adivinan una amenaza para la paz de los tradicionales planes de estudio. La natural molicie de asumir alguna desestabi-lización doctrinaria, la división de trabajo judicial y, en fin, la resistencia a compartir y confrontar instituciones jurídicas objeto de múltiples visiones, conspiran contra la aceptación del tema del título. En cambio, quienes parten del concepto apriorístico de que el derecho es un todo, asienten con sana curiosidad a permitirnos algunos avances que pasamos a exponer.

b. La inquietud por indagar la materia surgió de diversas fuentes. La primera es de carácter académico. En España e Italia está a disposición una interesante bibliografía (hasta con tratados sobre la materia) (1) y es común incluir en cursos sobre Derecho Penal Económico, Derecho Penal de los negocios (2), Derecho de Empresa o Derecho del Trabajo los delitos contra los derechos de los trabajadores en el plano individual o colectivo, el Derecho Penal del Trabajo

o el Derecho Penal de la Seguridad Social (3). Ello contrasta notoriamente, con la ausencia de indagatorios nacionales de carácter actual.

Otra fuente es el seguimiento de la evolución normativa nacional del pasado próximo. En la década pasada, en forma paralela a la explosión de reglas destinadas a la persecución de la irregularidad laboral (4), se gestaron numerosas figuras penales específicas ligadas a la evasión de ingresos de aportes de la seguridad social o al fun-cionamiento del sistema previsional como las incluidas en la ley 24.241 (DT, 1993-B, 1482) que creó el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones o en la ley 24.769, Régimen Penal Tributario. A la punición de conductas evasivas de la ley 23.660 (DT, 1989-A, 50) de Seguro Nacional de Salud se agregaron la persecución penal de los incumplimientos de los deberes de asistencia médica y farmacéutica y a la omisión de declaración y pago de aportes en el marco de la ley sobre riesgos de trabajo ley 24.557 (DT, 1995-B, 1980). Ello importó un giro penalizador específico ligado a las relaciones laborales. De tal forma se ha conformado un pequeño cuerpo de Derecho Penal de la Seguridad Social.

Esta capa normativa se agregó a las figuras penales que se relacionan y operan teniendo como centro de imputación el contrato individual de trabajo como el abuso sexual in-cluyendo la relación de dependencia como medio comisivo según ley 25.087 de 1999 (DT, 1999-A, 1154); las viejas (aunque no tan usadas) protecciones penales del patrimonio del trabajador como es el caso de las retenciones o apro-piaciones ilegales o administración fraudulenta de aportes o el abuso de firma en blanco que se glosan ahora con el nuevo vaciamiento y desnaturalización de la empresa potenciado por el inc. 6 del art. 173 del CP incorporado por ley 25.662 de 2003 o los delitos ligados a la libertad

Mauricio César AreseDoctor en Derecho por la Universidad Nacional de Córdoba. Especialista en “Relaciones laborales, empleo y protección social en la globalización”,

Universidad de Castilla La Mancha, España. Profesor adjunto de la Cátedra de Derecho del Trabajo y Seguridad Nacional, Facultad de Derecho y Ciencias

Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Vocal de cámara por concurso de la Sala VII de la Cámara del Trabajo de Córdoba, Argentina.

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personal del ciudadano trabajador con nuevas formas co-misivas (por ejemplo el correo electrónico) y la violación del secreto en bancos de datos personales agregado por ley 24.286. Todo ello mientras permanece incólume la figura especial referida al ámbito del art. 158 CP referida a los delitos contra la libertad de trabajo o asociación y otras figuras relativas a las relaciones de trabajo que se verán con algún detalle.

c. Resulta entonces que a poco que se recorran estas normas se encontrará algo más que simples vasos comunicantes o interrelaciones entre dos disciplinas que en toda escuela de derecho aparecen como autónomas, el Derecho Penal y el Derecho del Trabajo y la Seguridad Social. Por todo ello, no es para alterarse imaginando algún alumbramien-to que altere la ciencia o los programas de cursado de derecho, pero sí senderos para una incursión en estas relaciones desde la visión laboralista, haciendo viviseccio-nes seguramente no muy prolijas de objetos de estudio e intentando de relacionar instituciones con el alerta de la duplicidad de visión jurídica. Tal vez se acepte finalmente la profundización de esta franja transversal del derecho. Ese es el intento.

2. Algunos antecedentes

Desde el fondo de la historia del derecho pueden surgir datos acerca de la incriminación de conductas laborales. El código babilónico Hammurabí, el derecho hebraico, el código de Manú traen datos al respecto (5), pero el carácter de cosa que el derecho romano otorgaba a los trabajado-res manuales no libres (esclavos) omitía toda referencia al respecto.

El surgimiento del movimiento sindical ligado a la indus-trialización hizo que se acudiera al Derecho Penal como forma de tratamiento del fenómeno sindical. En Inglaterra se sancionó penalmente el delito de conspiracy cometido al incurrirse en una coalición obrera, hasta su abolición en 1894. El delito de piquetear (picketing) persistió hasta 1875 para quedar reducido a los actos violentos. Similar proceso se registra en Francia hasta la derogación del derecho de coalición y de huelga en 1864.

En nuestro país a comienzos del siglo pasado el movimiento sindical sostenido por la inmigración europea fue perseguido con políticas represivas que no ahorraron el recurso penalizador. En 1902 con la ley 4144 de Residencia, la actividad laboral colectiva fue repetidamente objeto de represión penal. De he-cho el art. 158 del CP supervivió desde 1921 complementado en repetidas etapas con profusión de normas de “emergencia” que acotaron el ejercicio de libertades sindicales que simultá-neamente eran reconocidas en el mundo como integrativas de los derechos humanos esenciales.

La etapa represiva laboral más notoria puede encontrarse en época no muy remota. Se extendió entre 1976 y 1983 cuando la dictadura militar suspendió la actividad sindical

(dec. 9/76) y el derecho de huelga (ley 21.261 -DT, 1976-286-) llegando a intervenir decenas de sindicatos en los que se instalaron interventores militares, se reformaron más de cincuenta artículos de la LCT (DT, t.o. 1976-238) (todos en sentido peyorativo para los trabajadores) y se derogaron y modificaron convenciones colectivas acordadas algunas poco tiempo antes entre las partes en la negociación colectiva respectiva. La andanada desregulada y represiva laboral se completó con la ley 21.400 (DT, 1976-612) que creó nu-merosos tipos delictivos laborales entre los que sobresalían la instigación a la huelga y al lock out (cierre patronal), el incumplimiento de la conciliación laboral y el despido por detención ilegal dispuesto por la ley 21.400 (6). Obviamen-te que esta normativa represiva penal fue revisada con el advenimiento de la democracia.

Ahora bien, mientras en derecho comparado puede encon-trarse un conjunto normativo penal específico referido al mundo del trabajo y sus instituciones esenciales (libertad sindical y transgresiones al deber de seguridad, por lo menos), no resulta tan clara su aceptación en Argentina. Es que el quiebre del tono progresista y acumulativo del Derecho del Trabajo a mediados de la década de los 70 y la estructural revisión peyorativa de normas, fue acompañado con una criminalización de algunas de sus instituciones esenciales (el derecho de huelga y la li-bertad sindical de asociación). Este proceso no fue objeto de revisión posterior al regreso a la democracia (1983) sino en cuanto a la derogación de normas represivas penales y algunas instituciones colectivas.

Luego, la flexibilización laboral de los noventa (disminución de protección frente al ingreso y egreso de los puestos de trabajo, básicamente) fue acompañada transaccionalmente con una dura y rígida en la persecución privada (no pública como advertiremos) de la evasión y defectos de registración laboral. Sobre el avasallador fenómeno de irregularidad laboral se llevó a montar un drástico sistema de indemnizaciones destinadas a su persecución ley de empleo 24.013 (DT, 1991-B, 2333), las leyes 25.323 (DT, 2000-B, 2017) y 25.345 (DT, 2000-B, 2397) que hasta ahora no han dado resultados.

El Código Penal sólo estableció algunas figuras que rozan el trabajo dependiente en su faz individual aunque sí en el actuar colectivo. Tanto el Código Penal como la ley de contrato de trabajo 20.744 se han abstenido de tales prescripciones. Las leyes de Higiene y Seguridad en el Trabajo 19.587 (DT, 1972-394) y la ley sobre riesgos de trabajo 24.557 ignoran la persecución penal de incumplimientos de normas esenciales de protección de la integridad física.

La anunciada revisión integral del Código Penal Argentino no debería eludir la consideración del lugar que las relaciones de trabajo tienen en sus reglas comparando el diverso tratamiento dado en la legislación comparada.

3. Experiencias académicas recientes

Durante el año académico 2004 se desarrollaron dos expe-riencias académicas respecto del Derecho Penal del Trabajo y

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la Seguridad Social. En la Facultad de Derecho de la Univer-sidad Nacional de Buenos Aires mediante un curso de post grado dirigido por la doctora Estela M. Ferreyrós y en la que se abordaron temas.

En la Universidad Nacional de Córdoba el desarrollo fue distinto. Se le dio forma de materia opcional dentro de la carrera de grado Abogacía y fue desarrollada en un trimestre (7). En este caso el programa siguió los contenidos de manera paralela entre los objetos jurídicos protegidos penalmente según la sistemática del código punitivo y las ramas individual, colectiva y de la seguridad social que tradicionalmente se han implantado en nuestra disciplina.

En virtud de tratarse de una disciplina experimental –para darle un nombre– los cursantes acompañaron la experiencia académica con la realización de trabajos de investigación que se sumaron a los ensayos aportados por una decena de profesores de las cátedras de Derecho del Trabajo y de Derecho Penal (8). De tal forma, el ingreso de la materia al ámbito académico sienta un precedente de desarrollo disciplinario incipiente pero que no debe pasar inadvertido.

4. Denominación y autonomía

a. Con distintas denominaciones como “Derecho Penal Laboral”, “Derecho Penal del Trabajo”, el más alongado “Derecho Penal del Trabajo y la Seguridad Social” o el hasta el inespecífico “Derecho Social Penal”, se viene a connotar un poco apresuradamente la existencia de una rama autónoma del derecho. Si por el contrario se apunta a un Derecho Penal Disciplinario dentro del con-trato individual de trabajo, se podría hablar de Derecho Disciplinario o Contravencional del Trabajo. Esta última denominación sin embargo puede quedar reservada para una parte del estudio (9).

En alguna época se insinuó la posibilidad de lanzar la autonomía del estudio que nos ocupa como rama autó-noma. En Méjico, Trueba Urbina afirmaba (10): “El derecho Penal y el Derecho del Trabajo son disciplinas jurídicas autónomas, con principios, doctrinas, contenido, institucio-nes propias, pero enlazadas en su acción conjunta por la biología, la sociología, la economía y la filosofía. Cuando el derecho es ineficaz para conservar inalterable el orden jurídico de las relaciones del trabajo, viene en su auxilio el Derecho Penal con su sistemática dominadora, rígido e inalterable. Y en este momento las corrientes científicas de las dos disciplinas se amalgaman, sus elementos actúan conjuntamente a fin de realizar la seguridad de la tutela jurídica; de tal modo que reafirma la fuerza del Derecho y la efectividad práctica de la norma. Sucede lo mismo cuando dos ríos se confunden en uno solo: se forma una corriente más caudalosa y potente. En consecuencia al desembocar el Derecho Penal y el Derecho Laboral en el vértice de las relaciones de trabajo, surge una nueva concepción jurídica, el Derecho Penal Laboral”. De tal forma, sostenía que los conceptos clásicos del Derecho

Penal como responsabilidad, tipicidad, peligrosidad, etc. deben ser influidos por la doctrina laboralista.

Entre nosotros, Mariano Tissembaum, supo advertir sobre una vinculación cada vez más estrecha entre ambas ramas al incluir el derecho laboral normas criminales destinadas a asegurar su tutela (11).

b. Si bien como se dijo, existe una amplia bibliografía en derecho meridional europeo, no es posible encontrar en el derecho argentino investigaciones actuales sobre la materia. Aún así, era habitual mencionar su existencia a mediados de los años 50 aunque las fuentes utilizadas eran igual-mente italianas y españolas, fundamentalmente. De hecho, Cabanellas incluyó un extenso capítulo en su tratado de comienzos de los años 60.

Sin embargo, hoy no es posible encontrar un cuerpo norma-tivo, un sistema de normas o un nivel de codificación acep-table ya que para construir nuestro estudio se deben reunir fuentes positivas de diverso orden. Tampoco hay posibilidad de enunciar principios, procedimientos o fueros propios (12), porque se deberá cabalgar necesariamente entre dos órdenes que, inclusive pueden llegar a presentarse como contradicto-rios según se verá luego.

Se puede sí aceptar un estudio sistemático de las normas penales que giran alrededor del fenómeno del trabajo, lo que le otorga cierta autonomía académica o de estudio para acompañar la tarea de desarrollo del fuero especializado en lo penal económico y la actividad legislativa destinada a una adecuada protección penal de los derechos constitucionales ligados al trabajo y la seguridad social (13).

El Código Penal Argentino contempla la diversidad de formas de punición en tanto se atente contra la vida, la integridad física, la honra, la libertad, etc. de los traba-jadores. Pero sin adoptar en ningún caso tipos o figuras especiales. En general están subsumidas en la condición de ciudadano. La pregunta es si se justifica la generación de un capítulo especial dentro del plexo penal argentino destinado a la protección del trabajador en cuanto se afecte su libertad, genérica o sindical; integridad psicofísica dada la inmensidad del riesgo laboral y de los siniestros que ge-nera (rápidamente: de dos a tres muertos por día), derechos previsionales, el fraude en sus derechos con motivo del contrato de trabajo o en tanto puede ser objeto de actos discriminatorios.

Un dato importante es el de España, donde desde 1995 se consolidó un microsistema normativo coherente con dos títulos del Código Penal: “De los delitos contra la hacien-da pública y contra la seguridad social” y “De los delitos contra los derechos de los trabajadores” que dio cuerpo y autonomía académica al Derecho Penal del Trabajo (y si se quiere, de la Seguridad Social).

c. Un estudio transversal del derecho ofrece riesgos como la desestructuración de disciplinas que han tenido una evolu-ción o desarrollo propios ciertamente sobre bases sólidas

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como lo son la del Derecho del Trabajo y el Derecho Penal. Con todo, la subversión o el esfumado de las fronteras disciplinarias es también un fenómeno advertible en el derecho contemporáneo: Derecho de la Empresa, Derecho de los Negocios, Derecho Penal Económico, Derecho de las Organizaciones, Derecho de la Negociación, etc. son intentos integradores. De otro lado, desde hace tiempo se ha advertido sobre la existencia de componentes de de-recho público y privado interrelacionados en el Derecho del Trabajo sin causar estupor al respecto. Sin caer en la muletilla de que el derecho es un todo que podría llegar a insinuar la existencia de un gran legislador con alguna coherencia, no hay dudas de que la excesiva especializa-ción en el derecho conspira contra un buen ejercicio de la abogacía.

d. Puede cuestionarse la necesidad de diferenciar estudios y normas porque su eficacia real es bastante acotada. Pues bien, sabemos que la actividad punitiva del estado tiene una función simbólica y preventiva que ayuda al cum-plimiento voluntario de las reglas establecidas conforme el modelo de organización y de sociedad impuesto. En algunos ámbitos de la disciplina que tratamos de estudiar se pone en juego la integridad física y la subsistencia alimentaria de miles de personas como lo es el caso de las transgresiones a los deberes de higiene y seguridad o del cumplimiento de las obligaciones con los sistemas de obras sociales o previsional.

Dar espacios de estudio propio a esos problemas es una for-ma de potenciar la eficacia de las normas como instrumento destinado a conformar una sociedad más justa. Con todo, sólo el desarrollo normativo y procesal autónomo judicial futuro sumado a estos estudios diferenciados podrán insinuar una ruptura de amarras para ir generando un espacio dis-ciplinario distinto y con autonomía didáctica y académica. Por el momento, ello sólo apenas se ha insinuado.

5. Concepto

a. Las definiciones del Derecho Penal del Trabajo consultan la realidad normativa que le toca vivir en cada sistema y época normativa. Por lo tanto, debe realizarse una primera precisión ligada al estudio del tema propuesto. Pueden encontrarse en viejos manuales españoles e italianos con-ceptos de Derecho Penal del Trabajo que están bañados de ideología fascista que otorgaba una gran importancia a la penalización de conductas patronales y obreras contrarias al orden estatal. Así por ejemplo, se lo consideraba un complejo de normas jurídico penales dirigidas a tutelar la economía pública a través de la incriminación de la activi-dad individual tendiente a alterar arbitrariamente la relación entre capital y trabajo, el orden y la disciplina del trabajo con peligro y daño para la normalidad productiva (14). Es que la legislación vigente no admitía el ejercicio del derecho de huelga y del lock out por atentar contra la economía

pública; el trabajo es considerado un deber social inalterable al igual que la continuidad de la producción (15).

b. Entre nosotros y de otros tiempos, podemos rescatar la de-finición de Cabanellas que explica que es “el ordenamiento jurídico relativo a las acciones u omisiones voluntarias sancionadas por la ley penal y que guardan relación con actividad laboral”(16). Krotoschin sintetizaba la disciplina diciendo que es “el conjunto de normas jurídico-penales, de carácter represivo, destinadas a defender, en primer tér-mino el orden jurídico laboral público contra actividades individuales que alteren arbitrariamente ese orden”(17).

Más cerca, en la etapa contemporánea Arroyo Zapatero lo define como el conjunto de preceptos penales creados para garantizar la efectividad de las normas declarativas y ordenadoras destinadas a tutelar a los trabajadores (18). A este concepto, Baylos y Terradillos le observan que los preceptos penales funcionan como garantes del tipo de normalidad en los lugares de producción sancionada legal y jurispru-dencialmente (19). De tal manera se resalta una dicotomía o contradicción que encerraría indefectiblemente este objeto de estudio.

También en la actualidad, Montemarano entiende que el Derecho Penal del Trabajo es el conjunto de normas pena-les generadoras de tutela de los intereses regulados en la relación de trabajo y en las normas penales especiales que la legislación en materia de trabajo instituyen en resguardo de sus preceptos (20). Pero de otro lado Romagnoli y Ghessi observan que es junto con el derecho administrativo del trabajo una mera “convenciónlingüística” de utilidad prác-tica para identificar una temática determinada en estado de alumbramiento, es decir un “derecho baby”(21), pero dentro de un sarcófago sagrado donde se expía su mala conciencia (22).

Naturalmente que la valoración sobre la operatividad, la dirección normativa, los objetos jurídicos protegidos y hasta la finalidad de esta disciplina nos internan en arenas doc-trinarias movedizas o contradictorias. No hay duda que el mundo del trabajo registra tensiones y mutaciones, ascenso de instituciones que luego se opacan conforme la evolución misma de su objeto de estudio y las fuerzas que gobiernan la realidad socia. El Derecho Penal igualmente se direcciona muchas veces según la idea de control y disciplina social del Estado que se privilegia en cada época.

Es por ello que provisoriamente y para no incurrir en va-loraciones que por el momento no puedan ser objetivas, se puede concluir en que estamos ante conjunto de nor-mas incriminatorias cuyo contenido preceptivo se refiere a la materia de las relaciones sindicales, a la tutela de la relación de trabajo, a la observancia de las disposiciones previsionales o, dando vuelta palabras simplemente, el es-tudio del conjunto de normas y principios penales referidos a las relaciones individuales y colectivas de trabajo y al cumplimiento con las obligaciones y el funcionamiento de la seguridad social.

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6. Contenidos

Pero ha propuesto la división del Derecho Penal del Tra-bajo en tres subramas: a) derecho penal sindical (cuestiones ligadas la libertad sindical y de huelga); b) derecho penal del trabajo en sentido estricto (sanciones de incumplimientos con reglas de higiene y seguridad y accidentes y enfermedades del trabajo; discriminación laboral, etc.) y c) derecho penal de la seguridad social (23).

En ese orden de ideas, pueden ordenarse sus reglas conti-nuando la división tradicional del Derecho del Trabajo, hablán-dose entonces un derecho penal laboral del trabajo en el plano individual, un derecho penal laboral en las relaciones colectivas de trabajo y el derecho penal de la seguridad social, lo que coincide con la tradicional división del Derecho del Trabajo y la Seguridad Social (derecho individual, colectivo y seguridad social) y la sistemática de los bienes jurídicos protegidos del derecho penal (24). Debería agregarse un derecho sancionatorio administrativo.

En el plano de las relaciones individuales de trabajo, se debe abordar los delitos contra las personas con motivo del contrato individual de trabajo en lo que hace en principio a su integridad física (lesiones y muerte dolosa o culposa) y los atentados contra la integridad sexual en los que se encuentra la relación de dependencia como ámbito comi-sivo de delitos. Otro tema de estudio es el de la libertad personal y la relación de trabajo como lo son la situación de los menores que trabajan forzadamente, la privaciones de la libertad personal, las renuncias laborales obligadas, el derecho a la intimidad en el contrato individual de trabajo (controles personales, la violación de secretos y el correo electrónico, el acceso ilegítimo a un banco de datos perso-nales) y la discriminación laboral.

También deberá figurar en la indagatoria, el patrimonio material e inmaterial de los trabajadores como bien jurídico protegido penal y laboral como en el caso de los casos de las extorsiones laborales, las adulteraciones registrales de la relación laboral, la actuación del empleador como agente de retención de los fondos de terceros que no integran la seguridad social, el fraude y la crisis societarios y el vaciamiento de empresas, el fraude contra el comercio y la industria, la protección de los bienes inmateriales como en el caso de las invenciones del trabajador, el derecho a la utilización de la imagen y a la propiedad intelectual.

En otro orden de ideas, deberán considerarse los derechos y obligaciones en el contrato de trabajo y el poder disciplinario del empleador, las suspensiones precautorias y preventivas por motivos penales así como las responsabilidades hacia tercero en el decurso del contrato individual del trabajo (choferes, profesionales, periodistas, etc.).

En el plano de las relaciones colectivas, deberá considerarse primero el fenómeno del conflicto como lo es el caso de los delitos durante la huelga como la ocupación de establecimien-tos, la huelga en servicios esenciales, los variados enfoques delictivos del conflicto social, el caso de los funcionarios

públicos y el fenómeno de la continuidad de las empresas cerradas o con procesos falenciales. En la misma parte, deberá estudiarse los atentados contra la libertad de sindicalización y las múltiples conductas posibles.

El análisis del derecho penal de la seguridad debe co-menzar necesariamente por establecer los objetos jurídicos de protección penal. El Régimen Penal Tributario se detiene especialmente en la represión de conductas referidas a la evasión de fondos de la seguridad social con una diversidad de conductas solamente empalidecidas por la profusión de figuras aludidas en el sistema integrado de jubilaciones y pensiones.

La ley de riesgos de trabajo ha considerado una media docena de figuras penales aplicables y las leyes de obras so-ciales y de seguro de salud completan el plexo de normas de la seguridad social que merecen tratamiento penal.

Para concluir, el tratamiento administrativo de la persecución de la evasión de la seguridad social, los regímenes sanciona-torios y los procedimientos respectivos integran un orden de reglas ligadas a la represión contravencional que igualmente integran la materia.

Ciertamente, una profundización del tema no dejaría de lado otros variadísimos aspectos criminales pero es de tener en cuenta que un estudio apenas profundizado de esas insti-tuciones ya ha traído material suficiente como para justificar en definitiva la diferenciación que aquí se propone.

Finalmente, sabemos de las reservas que se realizan al poner el eje sobre el objeto jurídico protegido por su carácter mudable y relativo y subordinado de manera especial a las ideas políticas sociales del momento (25). Pero el concepto de daño social y la consecuente protección de bienes jurídicos guía las políticas normativas desde siempre (26) y constituye la legitimación material del derecho penal (27).

7. Operatividad y perspectivas

Una conjunción de factores opera contra la operatividad de la persecución penal ligadas a las relaciones de trabajo. Estamos ante una forma de criminalidad ligada generalmente a sociedades comerciales, mediante conductas aceptadas o no condenadas socialmente y con infractores de “cuello blanco”, esto es, que no pertenecen a las capas sociales inferiores de la sociedad, objeto de persecución primordial del sistema penal argentino lo que es constatable con visitar cualquier cárcel.

Pero además, porque conspira contra su eficacia al menos en lo que se relaciona con materias recaudatorias, la falta de montaje de fueros con funcionarios especializados; la inade-cuación de figuras penales generales a hechos del mundo del trabajo; la subestimación del rigor legis como forma de pauta de conducta social y finalmente la ineficacia del sistema penal. Tan solo el riesgo de la prejudicialidad penal ahuyenta o atempera el impulso penalizador. Entre el fuero laboral que adolece de efectos desreguladores laborales por mora pero que da respuestas a todas las causas que se tramitan por el

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principio procesal de oficio y la segura prescripción de la causa sin preso y sin querellante del fuero penal se adivina el camino elegido.

Por lo demás, la preservación del trabajo dependiente frente a la crisis ocupacional y la generación intencional del prejuicio acerca de los presuntos altos costos laborales de Argentina y de los impuestos al trabajo ha llevado a que se amortigüe la persecución penal de conductas a ve-ces claramente delictivas. De tal forma es evidente y debe reconocerse una disociación del derecho vigente con su actuación práctica que, de todos modos, es tan mudable como lo son los paradigmas sociales de conducta en cada época determinada.

Pero de otro lado, no hay dudas de que se ha profundiza-do la persecución penal de conductas ligadas a la evasión de obligaciones de la seguridad social y de fraudes societarios. Contrasta en cambio la evolución del derecho colectivo e individual del trabajo y una paralela consagración de objetos jurídicos de protección penal como pueden ser determinados derechos colectivos, la intimidad o los derechos individuales patrimoniales de los trabajadores, tal como se advirtió en alguna legislación comparada europea.

Si se advertían bases para un estudio diferenciado de las relaciones entre las ramas penal y laboral, la necesaria revisión de los valores sociales susceptibles de protección sancionatoria conforme se insinuó, habilitaría definitivamente a pensar en una ampliación de los campos comunes. Por ello, porque existen sorprendente cantidad de posiblidad de operatividad entrelazada y porque ya no existen estancos jurídicos donde se hace fuertes aisladamente determinadas especialidades, estudiar un Derecho Penal del Trabajo y la Seguridad Social se justifica no es sólo un ejercicio académico.

Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723)

NOTAS

(1) Ver extensas reseñas de bibliografía en BAYLOS, Antonio y TERRA-DILLOS, José, “Derecho Penal del Trabajo”, Trotta, Madrid, 1998, PERA, Giuseppe, “Diritto del Laboro”, Cedam, Padova, 1996, p. 607, MONTEMARANO, Armando, “Diritto Penale del Penale del Laboro”, 25 ore, Roma, 2000; entre los más lejanos en el tiempo, CABANELLAS, Guillermo, “Introducción al Derecho Laboral”, v. II, Omeba, Bs. As., 1960 y GARCIA, ABELLAN, Juan, “Derecho Penal del Trabajo”, EISA, Madrid, 1955, entre otros. Además la revista Derecho Social, Ed. Bomarzo, Albacete, España, publica frecuen-temente ensayos sobre el tema.

(2) CARRERA, Daniel P. y VAZQUEZ, Humberto (Dir.) titulan así una obra colectiva que comprende los delitos contra la propiedad intelectual e industrial, crédito e inversión, cheques, lavado de dinero, contrabando, delitos informático, delitos tributarios y previsionales, Ed. Astrea, Bs. As., 2004.

(3) Por ejemplo el Curso de Post Grado de especialización en Derecho Penal Económico de la Universidad de Castilla La Macha, España, año 2001.

(4) El proceso se inauguró con la ley nacional de empleo 24.013 que creó un capítulo especial al respecto; se continuó con las leyes 25.323 y la ley 25.345 que modificó la ley de contrato de trabajo 20.744 al incluir la persecución especial de la irregularidad en los arts. 80 y 132 bis. Por ley 25.250 se unificó el régimen sancionatorio laboral y por ley 25.250 se creó el Sistema Nacional de Inspección

del Trabajo y la Seguridad Social que debió interconectarse con la AFIP para el combate al empleo no registrado; se creó la Clave de Alta Temprana destinada a ingresar al trabajador a la registración inmediata, etc.

(5) TANDREDI, Gati, “Sviluppo storico del diritto penale del laboro”, Gius-tizia Penale, 1936, citado por VANNINI, O., op. cit. nota 8, p. 271.

(6) Si se consulta cualquier repertorio jurisprudencial uno puede asom-brarse por el fuerte respaldo jurisprudencial que logró la ley de facto 21.400 convalidándose los despidos con causa (sin indemnización) de trabajadores detenidos y aún de desaparecidos.

(7) El autor de esta nota estuvo a cargo de la programación, dictado y evaluación de la materia y participaron como profesores invitados Raúl Altamira Gigena, Marcelo Casarín, Pablo Martín Grassis, Carlos Lazcano, Carlos Palacio Laje, María Estela Piña, Jorge Jerónimo Sappia, Carlos A. Toselli y Darío Vezzaro de las cátedras Derecho del Trabajo y la Seguridad Social y Derecho Penal, con la coordinación de Juan Ignacio Ferrer.

(8) Lo producido junto con el material jurisprudencial y de investigación fue reunido en un disco compacto editado por la propia Facultad de Derecho como experiencia académica.

(9) Así lo hizo GARCIA ABELLAN, op. cit. p. 49.(10) “Derecho Penal del Trabajo”, Ec. Botas, México 1948, citado por CHA-

CON, Nelson, “Los aspectos penales de la legislación del trabajo”, XI Congreso Internacional del Derecho Comparado, Caracas, Venezuela, 1987 y GARCIA ABELLAN, Juan, “Derecho Penal del Trabajo”, EISA, Madrid, 1955.

(11) Idem anterior.(12) De alguna manera podría equipararse a la carencia de autonomía

del Derecho Penal Económico con respecto al Derecho Penal, aun-que aquí se ha generado ya un fuero especial propio que justifica la especialización que se ha venido operando en los últimos años entre los profesionales del derecho y de las ciencias económicas, imprescindibles para profundizar muchos aspectos de la materia.

(13) Por las leyes 8835 de 1999 y 9122 de 2003 se creó, otorgó com-petencia y organizó el Fuero Penal Económico de la Provincia de Córdoba. Interviene en la investigación y juzgamiento de un amplio espectro de delitos como las estafas y defraudaciones, quebrados y deudores punibles, malversación de caudales públicos, delitos contra la fe pública, los fraudes al comercio y a la industria, etc..

(14) VANNINI, O., “Il diritto del laboro nei suoi ordinamenti speciali, Diritto penale del laboro”, Cedam, Padova, 1938, p. 271. En este mismo tratado se estudia el “Diritto coloniali del laboro”.

(15) El código Rocco (1926) anuncia la suspensión del “derecho de au-todefensa” y penaliza la huelga y el cierre patronal.

(16) CABANELLAS, Guillermo, “Introducción al Derecho Laboral”, p. 506, v. II, Omeba, Bs. As. 1960.

(17) “Instituciones de Derecho del Trabajo”, Bs. As., 1948, t. II, p. 305, citado por CABANELLAS.

(18) ARROYO ZAPATERO, Luis, “Manual de derecho penal del trabajo”, Barcelona, 1988, p. 10, citado por BAYLOS, Antonio y TERRADILLOS, José, op. cit., p. 31

(19) BAYLOS-TERRADILLO, op. cit., p. 31.(20) MONTEMARANO, Armando, “Diritto penale del laboro”, p. 1, Ed., 24

ore, Milano, 2000.(21) ROMAGNOLI, U. y GHEZZI, G., “Il rapporto di laboro”, p. 397,

Zanichelli, Bologna, 1999.(22) Expresión atribuida a ROMAGNOLI-GHESSI por BAYLOS-TERRADILLOS,

op. cit., p. 45.(23) PERA, Giuseppe, op. cit., p. 607. Incluye un título completo denomi-

nado “Diritto penale del laboro”.(24) Según GARCIA ABELLAN, op. cit., p. 28, el profesor francés Vouin

realizó una sistematización similar.(25) NUÑEZ, Ricardo, “Derecho Penal Argentino”, t. I, p. 16, EBA, Bs. As.,

1959.(26) BECCARIA, Césare, “De los delitos y las penas”, Ed. Alianza, Madrid,

1968, 37.(27) JAKOBS, Günther, “Derecho Penal”, Marcial Pons, p. 55, Madrid, 1995.