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Entre más justo, simple y cercano
sea el Derecho de una nación,
más oportunidades habrá de
entenderlo y seguirlo, de
prosperar y vivir en paz.
© 2010 Fundación Derecho Justo. Todos los derechos reservados. El punto de vista expresado por el autor en este documento, no necesariamente refleja la línea editorial de la Fundación Derecho Justo.
Para ver este documento en medio electrónico, visitar www.derechojusto.org
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DERECHOS FUNDAMENTALES DE LAS
PERSONAS JURÍDICAS
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1. Introducción
En una democracia constitucional el estado
debe proteger las libertades básicas para que
los individuos puedan alcanzar sus intereses.
Estos intereses y objetivos, fundamento de la
realización de la persona, tanto en el campo
individual como social, pueden ser alcanzados
de diferentes maneras para lo cual las
personas son liberes en elegir tanto los
intereses como los medios para conseguirlos,
siempre que, siguiendo a Rawls, sean
compatibles con un ámbito igual de libertades
de cada una de las demás personas. Los
derechos fundamentales constitucionales son
límites al poder del estado y las actividades de
los ciudadanos que garantizan determinados
ámbitos de libertad e intereses básicos de las
personas. Tradicionalmente se ha entendido
que los derechos fundamentales son los
derechos de libertad y autonomía tales como
la vida, la integridad personal, la igualdad,
libertad de expresión, debido proceso etc. Sin
embargo, desde la segunda mitad del siglo XX
se ha visto una extensión de derechos
fundamentales tanto en contenido como en
extensión. Es así como, una de las corrientes
de dicha extensión es la ampliación de
titulares de derechos; en efecto ya no es solo
el hombre, individualmente considerado,
quien es titular de libertades y derechos
básicos, se reconoce ahora a los grupos y las
colectividades e inclusive al pueblo como
titulares de derechos constitucionales,
convirtiendo en problemática la tarea de
identificar cuáles de ellos son fundamentales.
En este sentido, en los últimos años ha
ingresado en la discusión constitucional la
pregunta de si las personas jurídicas
(personas colectivas) pueden o no ser titulares
de derechos fundamentales. Algunas
constituciones, como la alemana reconocen
expresamente que "los derechos
fundamentales rigen también para las
personas jurídicas”. La Constitución Política
colombiana de 1991 (en adelante C.P),
incorporo diferentes disposiciones que
manifiestan la extensión de derechos
fundamentales, sin embargo guardo silencio
en cuanto a la titularidad de derechos
fundamentales por parte de las personas
jurídicas. En este trabajo se indagara la
solución que ha dado la jurisprudencia
constitucional colombiana sobre el tema de la
titularidad de derechos fundamentales de las
personas jurídicas ante la falta de una
disposición constitucional expresa que
reconozca dicha titularidad.
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2. Justificación de la
titularidad de derechos
fundamentales de las
personas jurídicas
Tradicionalmente el derecho positivo ha
reconocido que existen entidades diferentes a
la del hombre a las que se les reconoce
capacidad para adquirir derechos y contraer
obligaciones, o sea que existen personas
diferentes a la del ser humano. Es así como
los códigos civiles de tradición continental han
reconocido que las personas jurídicas son
entes susceptibles de adquirir derechos y
contraer obligaciones. Sin embargo, a pesar
del reconocimiento legal de esta figura, no es
clara la razón por la cual se hace este
reconocimiento, mucho menos si se pretende
reconocerles derechos fundamentales.
Quienes niegan la posibilidad de conceder la
titularidad de derechos fundamentales a las
personas jurídicas, consideran que dichos
derechos son estrictamente humanos e
individuales, lo anterior de conformidad con la
filosofía que inspiró las primeras
constituciones y declaraciones de derechos.
Así, se entiende que los derechos están
estrictamente ligados a la dignidad de la
persona humana como individuo, manifestada
en la autonomía para elegir libre y
responsablemente la forma de vida con el
consiguiente respeto por los mismos derechos
y libertades de los demás. Desde este punto
de vista, las personas jurídicas pueden llegar
a jugar un papel importante dentro de los
derechos fundamentales pero solo como
representantes de derechos ajenos,
especialmente cuando están en juego los
derechos de sus miembros, y el hecho que se
conceda la legitimación a las personas
jurídicas para exigir el respeto por derechos
de individuos, como lo hace el art. 86 de la
C.P, no implica que ella sea titular de derecho
fundamental alguno.
En la práctica constitucional colombiana, dado
que la constitución no reconoce expresamente
la titularidad de derechos fundamentales de
las personas jurídicas, la Corte Suprema de
justicia ha defendido la tesis negativa sobre la
titularidad de derechos fundamentales por las
personas jurídicas. Según esta Corte, el
constituyente del 91 no extendió las garantías
fundamentales a los entes que el hombre
crea, como las personas jurídicas, los cuales
adquieren o pierden el reconocimiento de su
capacidad como titulares de derechos y
obligaciones por la exclusiva voluntad
humana. El argumento de la Corte Suprema
se sintetiza en asegurar que, de conformidad
con la filosofía que inspiró la creación de los
derechos fundamentales, estos solo pueden
ser gozados por la persona humana.i Ahora, si
bien es cierto que no es evidente la
justificación de la titularidad de las personas
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jurídicas de derechos fundamentales, la Corte
Suprema y en general el argumento
individualista, es superficial y anacrónico.
Primero porque confunde la noción de
derechos humanos, que son derechos
exclusivamente morales, con la noción de
derechos constitucionales fundamentales
positivos. Mientras los primeros se predican
exclusivamente del hombre, los segundos,
según la configuración del derecho positivo
del ordenamiento que se estudie, se pueden
predicar o no de entes diferente de la persona
humana. No quiero decir que los derechos
fundamentales positivos no tengan que ser
justificados moramente sino que no hay
motivos o razones morales, para que el
derecho positivo no reconozca tales derechos
a las personas colectivas.
Como se dijo, a pesar de que no haya una
prohibición moral para dicho reconocimiento,
ello no significa que esta tarea sea sencilla y
evidente, y no es adecuado llegar a la
conclusión de la legitimidad del
reconocimiento de derechos fundamentales a
las personas colectivas por vía de descarte del
argumento negativo. Debe existir un
argumento positivo que justifique el
reconocimiento. Además, veremos como la
titularidad de derechos fundamentales por las
personas jurídicas tiene justificación moral -y
hasta necesidad- dentro de una democracia
constitucional
De forma contraria al argumento de la Corte
Suprema de Justicia, la Corte Constitucional
defiende una tesis positiva sobre la titularidad
de derechos fundamentales por las personas
jurídicas. En efecto, la Corte Constitucional ha
defendido una “tesis extendida” de los
derechos fundamentales, mediante la cual se
incluye dentro de los titulares, además de la
persona humana, a las personas jurídicas. En
repetidas oportunidades La Corte ha
argumentado como el art. 86 de la C.P
consagra genéricamente el derecho de toda
persona a iniciar la acción de tutela, son
titulares de dicha acción todas las personas,
que en el derecho colombiano son las
naturales y las jurídicas de conformidad con lo
dispuesto en el Código Civil.ii Este argumento
recurre a un razonamiento errado, pues del
hecho que se de legitimidad procesal para
iniciar acciones para la protección de
derechos fundamentales no implica que se
reconozca su titularidad, o en otras palabras
“es una norma de legitimación procesal y no
de atribución o reconocimiento de titularidad
de derechos”iii. Por ello, este argumento no
desvirtúa la legitimidad de la tesis negativa
defendida por la Corte Suprema por lo que se
debe recurrir a otro tipo de razonamiento que
justifique la tesis extendida de titularidad de
derechos fundamentales. Además lo que
pretendemos encontrar es un principio que
justifique, dentro de una democracia
constitucional, el reconocimiento de derechos
fundamentales a las personas jurídicas, y el
hecho de recurrir a una interpretación
dogmática de la cláusula constitucional del
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Art. 86, no ayuda en dicho propósito.
Ante este problema la Corte recurre a dos
tipos de argumentos que ella misma clasifica
como necesidad y otros de conveniencia. En
cuanto a los primeros, afirma que las
personas jurídicas “no son una fantasía sino
un concepto jurídico con sustento en la
realidad de la personalidad humana. Esta
forma “realista” de concebir las personas
jurídicas, considera que la entidad de la
persona colectiva se convierte en una
“realidad” autónoma que se independiza de la
persona humana. En este primer orden
argumentativo agrega que, es necesario que
el ordenamiento jurídico proteja la razón
común en el hombre, siendo la persona
jurídica uno de los medios más adecuados
para ello, pues vincula a los hombres en sus
intereses comunes, “con el fin de que puedan
actuar en la sociedad en condiciones de plena
seguridad y responsabilidad”. La propuesta
teórica de la Corte concibe una teoría realista
mixta, pues además de asimilar las personas
jurídicas a la realidad de la persona humana
entiende a la razón como una “idea fuerza”
que se independiza de los individuos que
comparten determinados intereses. Esta
teoría realista de las personas jurídicas es en
realidad una concepción fantasiosa al
pretender justificar determinado concepto sin
una comprobación empírica, convirtiéndose
en una propuesta vaga y si mucho pictórica de
tal fenómeno.iv
Por su parte, en los argumentos de
conveniencia, se señala que la persona
jurídica permite realizar actividades que
requieren la unión de personas y capitales
que de otra manera no seria posible realizar,
además, se permite a los grupos actuar con
independencia gracias a la cohesión que le es
otorgada en consecuencia de su autonomía
de conformidad con el argumento de
necesidad. Agrega la Corte que el
reconocimiento de personas colectivas
asegura intereses y actividades mas allá de
los límites temporales de la vida humana, así,
“la persona jurídica se torna en la continuidad
de una función realizadora y en la solidez de
un fin legítimo” sin lo cual no se podría
alcanzar. Por ultimo, la Corte asegura que la
persona permite destinar patrimonios para
lograr determinados fines, sin que los
aportantes sufran las contingencias de la
actividadv.
En definitiva, la Corte, dadas las dificultades
para que se atribuyan determinadas
“realidades” sobre hechos que nos son
posibles de determinar empíricamente,
recurre al segundo tipo de argumentos, los
cuales, al ser hechos no pueden ser razones
para justificar la titularidad de derechos, pues
se requiere de un argumento moral para
lograr tal cometido, mas aun si se pretende
justificar la titularidad de derechos
constitucionales que en definitiva son
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derechos morales. En efecto, el argumento
pretende defender la idea de que las
personas jurídicas tienen una identidad moral
que las hace per se titulares de derechos al
concebirlas como reflejos de ciertos rasgos
que las hacen similares a la persona humana,
pero, como ya se dijo, este argumento no es
comprobable empíricamente, con lo cual la
corte pretende justificar en la idea de la
independencia de la razón compartida por la
cual fue creada. A diferencia de lo expuesto,
creemos que es correcto entender a la
persona jurídica como un concepto complejo
que cumple diferentes funciones en distintos
contextos y cuya justificación no es entonces
una realidad incomprobable, ni la vida
independiente de cierta razón, sino la
necesidad del ordenamiento jurídico de
garantizar la vida grupal y social de los
individuos y en general los valores y principios
que justifican una democracia constitucional.
Es decir, dado que la persona jurídica es
expresión de diferentes funciones y en
diferentes contextos, su fundamento es la
propia dignidad del hombre, su autonomía y
libertad para perseguir y alcanzar diferentes
propósitos en la vida social, y el hecho de
reconocerles derechos fundamentales es una
herramienta del derecho positiva para
potencializar los derechos ideales. De forma
similar, aunque sin desarrollar a profundidad
el argumento, la Corte ha afirmado que los
derechos fundamentales no tienen sustento
únicamente en la persona como individuo
humano sino en las distintas formas de vida
colectiva, grupal y social, en donde el
individuo pretende alcanzar intereses
colectivos o individuales con la colaboración
de otros; de esta manera las personas
jurídicas vienen a ser proyecciones del ser
humano que surgen de acciones de este, que
tienen un patrimonio, autonomía y una
identidad propia, por lo tanto, los derechos
fundamentales deben entenderse como
aquellos que confieren legitimidad al
ordenamiento jurídico, pues son un
reconocimiento que hace el derecho positivo
de unos bienes que son necesarios para la
proyección de la persona humana en sus
relaciones sociales.
En desarrollo de lo hasta acá expuesto, y dado
que la sociabilidad y solidaridad del hombre
debe ser fomentada por el derecho positivo y
no limitada por un indebido individualismo, de
allí que, dado que el hombre se realiza como
persona en la colectividad, se necesita de una
protección del derecho en el aspecto colectivo
del hombrevi. En otras palabras se reconocen
derechos fundamentales a las personas
jurídicos dado que son una forma de
experiencia colectiva del ser humano que el
derecho debe cultivar y proteger, y en la cual
es ser humano se proyecta y busca intereses
que el derecho debe proteger y fomentar.
Por otra parte, existen derecho y libertades
básicos que no se predican de características
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sustanciales de los titulares sino que protegen
situaciones objetivas procedimentales y que
deben ser garantizados a cualquiera que el
ordenamiento jurídico haya dado la capacidad
para participar de dichos procesos. Dichos
derechos contienen, en palabras de la Corte
Constitucional “principios objetivos de
procedimiento de carácter universal,
aplicables a los procesos judiciales y
administrativos, y a los cuales puede apelarse
indistintamente por parte de las personas
naturales o jurídicas, públicas o privadas” viiEn
efecto, los derechos que la corte justifica
como “principios objetivos de procedimiento
de carácter universal” deben ser aplicados
dentro de cualquier contexto por lo que no hay
razón alguna para no reconocer la titularidad
de dichos derechos (por ejemplo el debido
proceso) a las personas jurídicas.
En conclusión, el argumento según el
cual se concibe a la persona jurídica como
realidad autónoma, es errado por ser
fantasioso por no tener comprobación
empírica y por pretender fundamentar el
reconocimiento de derechos fundamentales a
las personas jurídicas en una entidad
abstracta. La persona jurídica es por el
contrario un concepto creado por el derecho
positivo dándole algunas características del
individuo (por ejemplo autonomía y libertad),
cuya justificación radica en el hecho que
cumple, de diferentes formas y en diferentes
contextos, la función de proyectar y encauzar
proyectos colectivos en que se ven
comprometidos derechos constitucionales-
morales de las personas. No queremos decir
que las personas jurídicas sean simples
representantes de los derechos individuales
de los miembros, sino que la justificación de
los derechos de que son titulares no se
fundamenta en un derecho moral de la
persona jurídica sino en derechos morales de
los hombres ya sea como individuos o como
grupo y que las personas jurídicas son
proyecciones de los derechos de la persona
humana sea como individuo o en sociedad,
por lo que se hace necesario reconocer la
titularidad de derechos fundamentales de las
personas jurídicas para proteger los intereses
y derechos de las personas y ampliar la
eficacia de los mismos “más allá del ámbito
de lo privado y de lo subjetivo para ocupar un
ámbito colectivo y social”viii.
3. Límites a la titularidad
de derechos
fundamentales de las
personas jurídicas
En el titulo anterior se concluyó que las
personas jurídicas son titulares de derechos
positivos, incluso fundamentales, sin
embargo, y aun cuando se reconozca que las
personas colectivas pueden ser titulares de de
tales derechos, ello no implica que lo puedan
ser de todos los reconocidos por la Carta. En
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efecto, el tipo de justificación que concluimos
nos da de por si la idea de los limites que
deben existir sobre los derechos
fundamentales de la persona jurídica; o sea
que si el ejercicio del derecho no implica la
potenciación, proyección y ampliación de
derechos ideales de la persona humana no
habría razón para reconocerlo como derecho
fundamental de la persona colectiva. Además,
existen otros derechos, que por su propia
naturaleza, no le son predicables de la
persona jurídica, como es el caso del derecho
a la vida y la libertad de locomoción. En este
orden de ideas podríamos concluir que los
limites a los derechos fundamentales de las
personas jurídicas esta dado. primero por
razones de índole normativo, cuando no se
puede justificar el derecho en el principio
moral que legitima el reconocimiento de la
titularidad de derechos fundamentales de la
persona jurídica; y segundo, por razones de
imposibilidad material dadas las
peculiaridades de la persona jurídica.
En este sentido, en la sentencia T-411
de 1992, una de las primeras sobre el tema,
la Corte parte de la diferenciación entre
derechos personalísimos “que se predican
exclusivamente de la persona humana”
(derecho a la vida, prohibición de desaparición
forzada, torturas, tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes, el derecho a la
intimidad familiar, entre otros). Este tipo de
derechos no pueden ser reconocidos a las
personas jurídicas por razones de
imposibilidad material, pues tales derechos
tienen un sustento fáctico necesario para la
titularidad del derecho. Sin embargo, para la
Corte, las personas jurídicas son titulares de
derechos fundamentales indirectamente en
aras de proteger los derechos fundamentales
de las personas naturales asociadas a la
persona colectiva. En este caso, a pesar de lo
dicho por la Corte, la persona jurídica no es
titular de derechos fundamentales sino que
adquiere legitimidad procesal para iniciar la
acción tendiente a la protección de tales
derechos, lo que no implica titularidad. Por
otra parte la Corte ha expresado que la
persona jurídica es titular de derechos
fundamentales directamente, o sea
autónomamente, siempre “que esos derechos
por su naturaleza sean ejercitables por ellas
mismas según su propia naturaleza social y
según el derecho de que se trateix. Sin
embargo esta concepción es bastante oscura
y posiblemente irrelevante, si entendemos
que para justificar determinado derecho no
basta que el derecho sea ejercitable sino que
además cumpla con los parámetros del
principio justificativo que hemos expuesto o
sea que cumpla con las razones de índole
normativa. Así, por ejemplo se ha discutido si
las personas jurídicas tienen derecho al buen
nombre, ante lo cual la Corte no ha definido
una posición clara. Este tribunal ha afirmado
que, dado que le derecho al buen nombre se
deriva directamente de la dignidad humana,
las personas jurídicas no pueden ser titulares
de este derechox. Sin embargo, en otra
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ocasión, sin ninguna argumentación
especifica, afirmo que, como las personas son
titulares de derechos fundamentales, también
lo son del derecho a la intimidad y al buen
nombrexi. Para resolver este problema
debemos recurrir al principio justificativo que
hemos defendido, ante lo cual, es evidente
que para que una persona jurídica cumpla su
función debe gozar de buen crédito sin el cual
la eficacia de sus actividades y por ende la
proyección de derechos ideales se vería
mermada. Ante ello el derecho debe proteger
el nombre de las personas jurídicas pero no
entendido como emanación de la dignidad de
la persona jurídica sino de la protección de la
actividad que ella realiza. Otro caso
problemático que puede ser solucionado
aplicando el principio que hemos defendido es
el de si las personas jurídicas de derecho
público son titulares de derechos
fundamentales. La Corte Constitucional
defiende la idea según la cual las personas
jurídicas de derecho público son titulares de
derechos fundamentales siempre que se
ajusten a su naturaleza, actividad y funciones,
en razón a que, las actuaciones de sus
órganos repercuten en los intereses y
derechos de las personas. La Tesis de la Corte
es extremadamente amplia en reconocimiento
de los derechos fundamentales a las personas
jurídicas de derechos publico pues son pocos
los casos en que las actuaciones de las
personas de derecho público repercuten en el
interés o derechos de las personas, ante lo
cual se podría concluir que las personas
jurídicas de derecho público están en un plano
de igualdad de derechos con las de derecho
privado. Este plano de igualdad no tiene
justificación en cuanto a los derechos
fundamentales, en razón a que las personas
de derecho público son en realidad las
destinatarias de los derechos fundamentales,
por lo que no parece coherente que sean
titulares y destinatarias de derechosxii; o en
otras palabras que los derechos
fundamentales ya no solo son atributos de los
individuos contra el poder sino del poder
contra el poder. En efecto debe existir una
diferencia de reconocimiento entre los
derechos fundamentales de las personas
jurídicas de derecho público y las de derecho
privado, dado que mientras las segundas
están dispuestas para el desarrollo de los
derechos de las personas, las primeras son
consecuencias del poder público. Por lo tanto,
las personas de derecho público pueden ser
titulares de derecho fundamentales cuando su
actividad está directamente vinculada con la
promoción y defensa de derechos
fundamentales de las personas privadas o
cuando el ejercicio del derecho contiene
“principios objetivos de procedimiento de
carácter universal, aplicables a los procesos
judiciales y administrativos, y a los cuales
puede apelarse indistintamente por parte de
las personas naturales o jurídicas, públicas o
privadas” de la forma como lo explicamos en
la primera parte de este trabajo.
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4. Conclusión
Las personas jurídicas, como concepto creado
por el derecho positivo, que refleja variadas
funciones, de diferentes formas y en
diferentes contextos, debe ser titular de
derechos fundamentales que sirvan para
proteger, fomentar y ampliar la eficacia de los
derechos constitucionales de la persona
humana como un aspecto de su vida grupal y
colectiva en la cual, la persona jurídica es un
proyección de intereses y derechos
fundamentales. Además, no hay razón alguna
para negarles la titularidad de derechos que
garantizan situaciones objetivas
procedimentales (por ejemplo el derecho al
debido proceso). Por lo tanto, dado que en la
C.P de 1991 no existe disposición expresa que
reconozca o prohíba la titularidad de derechos
fundamentales por las personas jurídicas, la
práctica constitucional se encuentra
legitimada para reconocer dicha titularidad.
Sin embargo, a pesar que se reconozca que
las personas jurídicas tienen derechos
fundamentales, este reconocimiento tiene
límites. Estos límites están dados por razones
de índole normativo, cuando no se puede
justificar el derecho en el principio moral que
legitima el reconocimiento de la titularidad de
derechos fundamentales de la persona
jurídica (por ejemplo reconocer derechos
fundamentales a personas jurídicas de
derecho público); y segundo, por razones de
imposibilidad material dadas las
peculiaridades de la persona jurídica (por
ejemplo reconocer las personas el derecho a
la libre locomoción).
Fabio Enrique Pulido Ortíz
2009
i Corte Suprema de Justicia, Sala Civil, Sentencias 994 de 22 de junio de 1994 y 3927 del 16 de julio de 1997; igualmente ver Corte Constitucional, Sentencia T-200 de 2004, en la que este tribunal revoca una decisión de la Corte Suprema por fundamentarse en los argumentos expuestos.
ii Ver sentencias T-411 de 1992, T-496 de 1992, T-051 de 1993,
iii Ángel J. Gómez Montoso. La Titularidad De Derechos Fundamentales Por Personas Jurídicas (Análisis De La Jurisprudencia Del Tribunal Constitucional Español)
iv En cuanto a las diferentes posiciones doctrinarias que justifican y explican las personas jurídicas, me he basado en Carlos S. Nino, Introducción al Análisis del Derecho, Buenos Aires, Ed. Astrea, 2005.
www.derechojusto.org
v Este complejo de argumentos es desarrollado por la Corte Constitucional en la sentencia T-396 de
1993. "
vi Ver entre otras, las sentencias T-201 de 1993, T-396 de 1993, T-142 de 1996. De forma similar la jurisprudencia española, cuya constitución tampoco manifiesta expresamente la titularidad de derecho fundamentales de las personas jurídicas, ha manifestado que “la plena efectividad de los derechos fundamentales exige reconocer que la titularidad de los mismos no corresponde sólo a los individuos aisladamente considerados, sino también en cuanto se encuentran insertos en grupos y organizaciones, cuya finalidad sea específicamente la de defender determinados ámbitos de libertad o realizar los intereses y los valores que forman el sustrato último del derecho fundamental…se afirma la necesidad de reconocer derechos fundamentales a las personas jurídicas para garantizar en definitiva los derechos fundamentales de los ciudadanos (la organización no sólo como resultado del ejercicio de los derechos sino también como medio y como titular)…”.( Sentencia del Tribunal Constitucional español 64/1988 citada por Ángel J. Gómez Montoso. La Titularidad De Derechos Fundamentales Por Personas Jurídicas)
vii Corte Constitucional, Sentencia C-360 de 1996.
viii Ángel J. Gómez Montoso. La Titularidad De Derechos Fundamentales por Personas Jurídicas
ix Ver Corte Constitucional, Sentencias T-133 de 1995, T-138 de 1995, T-411 de 1992, SU-182 de 1998, T-415 de 1999, entre otras.
x Ver Corte Constitucional, Sentencia T-472 de 1996.
xi Ver Corte Constitucional Sentencia T-462 de 1997
xii Estudios Constitucionales, Revista del Centro de Estudios Constitucionales, Universidad de Talca, Chile, Pág. 195