Derechos Humanos, Inclusión y Discapacidad

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    DERECHOS HUMANOS,inclusin y discapacidadApuntes para debatir desde una experiencia de intervencin psicosocial:San Jos Tenango, Oax.

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    DAEA Centro de Investigacin e Intervencin Psicosocial A.C.

    Gabriel Mancera 740 BColonia del Valle, CP 03100,

    Delegacin Benito Jurez.Mxico, Distrito FederalTels. (01 55) 55 43 63 54 y 55 43 63 54Pgina web: www.centrodaea.org

    Todos los derechos reservados

    Publicado por: DAEA Centro de Investigacin e Intervencin Psicosocial A.C.Autores: Carolina Recio, Paola Sesia, Juan Lpez y Roberto Manero.Colaboradores de DAEA: Ana Karla Enrquez, Ana Lorena Gmez, Sol GonzlezEgua, Joel Cullar Lpez, Carolina Recio y Tajn Villagmez.Coordinador: Tajn Villagmez Velzquez

    Diseo:

    Algunas de las fotografias son del Proyecto Piloto de Atencin Integral para Niasy Nios con Discapacidad en Comunidades Rurales Sistema DIF Oaxaca-CIESAS/UNICEF.

    Mxico 2010

    Con el auspicio del Instituto Nacional de Desarrollo Social, INDESOL.

    MEDIOScomunes

    Nota de la Edicin:Las citas que aparecen en los mrgenes delcompendio son:

    Courtis, Christian, 2010, Discapacidad ydiscriminacin: los desafos de la inclusin

    social, en Fuentes, Mario Luis y Szekely,Miguel (Comp), Un nuevo rostro en elespejo: percepciones de la discriminacinen Mxico. Centro de Estudios EspinozaYglesias. Mxico

    Liebel, Manfred y Marta Martnez Muoz(coord.), 2009, Infancia y derechos huma-nos. Hacia una ciudadana participante y

    protagnica.IFEJANT, Lima, Per.

    Nussbaum, Martha C., 2007, Las fronterasde la justicia. Consideraciones sobre laexclusin. Paids, Espaa.

    Nussbaum, Martha C., 2006, El ocul-tamiento de lo humano. Repugnancia,vergenza y ley. Katz, Argentina.

    Palacios, Agustina y Javier Romaach,2006, El modelo de la diversidad. La Bioti-ca y los Derechos Humanos como herra-mientas para alcanzar la plena dignidad enla diversidad funcional. Ediciones Diversitas-

    AIES, Espaa.

    Agradecemos a Adriana Soto el habernosproporcionado esta informacin.

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    4Presentacin6Introduccin

    11Roberto Manero25Juan Lpez41Carolina Recio49Paola Sesia

    DERECHOS HUMANOS,inclusin y discapacidadApuntes para debatir desde una experiencia de intervencin psicosocial:San Jos Tenango, Oax.

    ndice

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    El texto que tiene en sus manos, Derechos humanos, inclusin y discapacidad, apuntes para debatir desdeuna experiencia de intervencin psicosocial: San Jos Tenango, Oax., es un compendio de artculos que surgeen el marco del proyecto Njte ja chotay jtin que en mazateco significa El lugar donde aprendemostodos. El Proyecto formalmente dio inicio en enero del 2010, y es resultado de la estrecha colaboracin que

    han mantenido desde hace dos aos DAEA Centro de Investigacin Psicosocial A. C., UNICEF, el Centro deInvestigaciones y Estudios Superiores en Antropologa Social Unidad Pacfico Sur, CIESAS, el DIF estatal y,principalmente, el municipio de San Jos Tenango (Presidente Municipal, la Presidenta del DIF municipal yel Cabildo) ubicado en la regin mazateca del estado de Oaxaca. Para la ejecucin del Proyecto se cont conapoyo financiero del Instituto de Desarrollo Social, INDESOL.

    Ante un contexto donde las personas con discapacidad (PCD) son un sector de la poblacin que se enfrenta auna visin despersonalizada y excluyente por parte de la sociedad, que las esconde, las etiqueta y las estigma-

    tiza, es importante reivindicarlas como personas, con nombre y cara, con potencialidades y como participantesactivos en sus familias y comunidades. Para ello es necesario desplegar una serie de esfuerzos que documen-ten la situacin de las personas con discapacidad, especficamente en aquellos lugares donde menos infor-macin se tiene como es el caso de comunidades rurales, indgenas y sumidas invariablemente en situacionesde pobreza extrema. Nuestro esfuerzo se encamina a tal propsito con el nimo de implementar estrategiasde inclusin comunitaria para la difusin y promocin de los derechos de las personas con discapacidad y ascontribuir en la construccin de una cultura de paz y equidad.

    Fue en San Jos Tenango, comunidad oaxaquea del Pueblo Indgena Mazateco, donde hemos estado reali-zando nuestra labor. Ah entramos en contacto con autoridades municipales con quienes desarrollamos unaserie de actividades que convocaron a la poblacin local consistentes, entre otras cosas, en talleres de forma-cin tanto a personas con discapacidad, familiares con personas con discapacidad, as como a promotores. Esostalleres versaron temas como el de la inclusin social y los derechos humanos. Con el conjunto de actores quehan intervenido en la experiencia, hemos detonado asimismo un proceso de reflexin de las diferentes formasen las que se expresa la exclusin y de cules son las alternativas para eliminar las barreras y los obstculos

    Presentacin

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    que la sociedad ha erigido para marginar a las personas con discapacidad de la convivencia social y deldisfrute de los bienes culturales y econmicos que se han alcanzado para el resto de la poblacin,particularmente en lo concerniente al acceso a espacios comunitarios, educativos, deportivos, culturales,laborales o de participacin poltica. Para nosotros, disear una propuesta de intervencin para la inclusin

    comunitaria, implica proponer nuevas formas de relacin, en donde se reconozca y valore la sabidurade cada miembro de la comunidad, aportando ideas, sueos e intereses que favorezcan la recomposicincomunitaria basada en un enfoque de derechos y que elimine aquellas barreras, si es necesario a partir denuevas leyes y de una clara definicin de polticas pblicas que han brillado por su ausencia en lascomunidades rurales e indgenas.

    El material que presentamos es un aporte a nuestras reflexiones, intenta enriquecer la experiencia a la luzde otras opiniones, de otras voces que se enuncian desde la academia o bien desde el compromiso de la

    sociedad civil organizada atenta a la exigencia democrtica por el respeto a los derechos humanos. Estamosconvencidas que es a partir del dilogo con diversos actores del escenario poltico, social, acadmico yeconmico que se pueden alimentar y tejer nuevas redes que contribuyan a la generacin de nuevosconocimientos, de nuevas frmulas, para hacer viable proyectos de inclusin donde estn representadastodas las formas de diversidad social.

    En ese sentido ofrecemos un modesto homenaje y agradecemos la colaboracin desinteresada, siempreproactiva, de Carolina Recio, Paola Sesia, Juan Lpez y Roberto Manero, con cuyos aportes intelectuales,compilamos el texto que ahora ofrecemos, seguras de su valiosa contribucin al debate que el tema de lainclusin social para personas con discapacidad merece.

    Equipo DAEA Centro de Investigacin e Intervencin Psicosocial A. C.

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    Inserto en el proyecto El lugar en donde aprendemos todos,cuyo objeto es construir estrategias de inclusin comunitaria parapromover los derechos de las personas con discapacidad, este Com-pendio de artculos intenta plasmar una serie de preocupacionestericas, metodolgicas y sobre todo tcnicas y prcticas, respectode la inclusin de personas con discapacidad en diversos mbitos dela vida social, comunitaria y familiar.

    La preocupacin que anima el proyecto es sin duda el de lainclusin social en un contexto que pone en relieve la cuestin delas relaciones comunitarias y su trato a personas con discapacidad.Con esa idea, hemos articulado el Compendio a partir del anlisissobre la pertinencia de mecanismos de intervencin psicosocialcomo alternativa terica y prctica para el fortalecimiento de la

    cohesin social ah donde el deterioro de las relaciones es cada vezms patente y donde la huella de la modernizacin des-civilizatoriaha asentado su ley y su orden.

    Nos hemos preguntado sobre cules son las implicaciones y lasconsecuencias de un planteamiento que pone al frente la necesidadde restablecer el tejido social a partir del respeto por los derechoshumanos. Qu medidas es necesario tomar o adoptar para revertir

    las diversas situaciones de exclusin a otras donde prevalezca elacuerdo conjunto y socialmente aceptado de formas civilizato-rias nuevas, digamos que democrticas, donde las personas condiscapacidad sean reconocidas como sujetos de derecho. Donde lasociedad y el Estado provean de las condiciones ptimas para elejercicio pleno de los derechos de las personas con discapacidad, deforma incluyente, participativa e integral.

    Estamos convencidos que el tema de la discapacidad es uno queinvolucra la participacin del conjunto social y por lo tanto nose basa en el principio de la exclusin, sino en la aceptacin ypor ende, en la produccin de nuevos sentidos comunitarios en

    los que la discapacidad deje de ser un obstculo para conver-tirse en una condicin y una herramienta socialmente til, deconfiguracin societal de un nuevo tipo de identidad colectiva.Identidad que ofrece la posibilidad de mirarse uno mismo enel otro y viceversa como posibilidad de proyecto y de trnsitohacia l.

    Introduccin Debemos reconocerlas muchas deficiencias,

    discapacidades, necesidades ydependencias que experimentan

    los seres humanos normales,y, por lo tanto, la continuidad

    que existe entre las vidasnormales y las de aquellas

    personas que padecen

    deficiencias permanentes.Martha C. Nussbaum.

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    El proyecto que se antoja como el de una utopa posible, pero queen realidad est ms cerca si y slo s todos los actores adoptan lasmedidas que histricamente les corresponde realizar, por ejem-plo: marcos normativos, obediencia a los Pactos y ConvencionesInternacionales sobre los Derechos Humanos, armonizacin contodos los ordenamientos legales del pas, en todos los nivelesinstitucionales transversales y en todos los rdenes de gobiernoverticales (federacin, estado y municipio); reconocimiento aquienes implementen medidas de inclusin en espacios pblicospara personas con discapacidad, esto es escuelas, centros laborales,etctera; animacin y capacitacin a la poblacin en general para

    un acercamiento definitivamente inclusivo, y para nada caritativo,respecto a las personas con discapacidad; apertura de espaciosde participacin poltica para la personas con discapacidad y engeneral la implementacin de polticas pblicas que humanicen yfomenten una cultura de relacin con las personas con discapacidadinclusiva y tolerante de la diversidad social toda.

    En sntesis, somos de la idea que una utopa posible de tal tipo,

    coloca en el centro del debate el reconocimiento de las personas

    con discapacidad como sujetos de derechos en la medida en quesistemticamente les son negados. Reivindicar esos derechos, eco-nmicos, sociales y polticos, supone prefigurar y configurar polticaspblicas que favorezcan condiciones para el ejercicio de aquellaidentidad colectiva nueva, recproca, y permita la conversin de laspersonas con discapacidad a la plenitud ciudadana que le ha sidoobstruida, vale decir, negada.

    Nuestra propuesta aborda el fenmeno de la discapacidad no comouna cuestin fortuita y azarosa, a la que estamos expuestos todos,sino como causa y resultado del papel que el Estado ha adoptado,

    o no, para prevenirla, comprenderla o incorporarla como parteconstitutiva de las relaciones sociales. No es indiferente, sino todolo contrario, de la evaluacin sistemtica de las condiciones decontexto, como la pobreza, la injusticia, la inequidad y, en suma lainiquidad, como factores estructurales que determinan comporta-mientos especficos y perversos hacia las personas con discapacidady donde el Estado ha tenido una actuacin omisa y complaciente.

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    El periplo que hemos diseado para el tratamiento de los temas yproblemas que han atrado nuestra reflexin, est basado en laspropias contribuciones que cada autor aport desde su mbito de

    trabajo.En principio Roberto Manero nos ofrece el trnsito terico, meto-dolgico y prctico de la intervencin psicosocial, que supone larevisin de diversos enfoques de la produccin de conocimientosntimamente ligada al uso de ciertas tcnicas y herramientas derecoleccin y anlisis de datos, pero tambin al devenir mismo dela ciencia social en el mbito concreto de sus objetos de estudio.

    Refiere en todo caso, al cuestionamiento sobre la pertinencia de lainvestigacin social de implicarse en la configuracin en el diseo,o directamente en la transformacin misma de la realidad que diceestudiar, o en el que para algunos podra ser el imperativo ticode slo describirla objetivamente. Para ello, realiza un recorridosinttico y esclarecedor de lo que ha sido el trayecto biogrfico de laciencia social y sugiere la emergencia de la intervencin psicosocialcomo nuevo paradigma del actuar cientfico.

    Por otro lado, propone lneas de anlisis sobre la dicotomainclusin-exclusin al profundizar en sus contenidos. De esta refieresu inevitable asociacin con la marginalidad y con su implacabledeterminacin del sujeto humillado y abyecto. He ah la construc-cin social del sujeto excluido y fracasado donde no hay salida, nioportuna ni mucho menos digna, para la persona estigmatizada

    por el poder supremo de una sociedad acrtica y descompuesta.En contraste, problematiza la inclusin, desde la perspectiva de ladesafiliacin y el desarraigo. Una manera diferente de pensar ladesterritorializacin de los sujetos en un mundo donde la identidadesta condenada a la perdida inevitable y permanente.

    En la misma perspectiva, la contribucin de Juan Lpez Villanuevainvita a pensar la inclusin social desde su antnimo, la exclusin,

    de la que afirma es la moneda de cambio de todas las relaciones

    sociales. Sugiere una revisin sistemtica sobre las responsabi-lidades del Estado en la configuracin del complejo sistema deexclusin-discriminacin en el que estamos insertos, y pondera

    positivamente el papel que la sociedad civil organizada tiene en elimpulso de polticas pblicas basadas en la intervencin psicosocial.

    El itinerario que establece para desarrollar su propuesta parte de laDeclaracin Universal de los Derechos Humanos y pasa por el PactoInternacional de los Derechos Econmicos, Sociales y Culturales,adems de otros instrumentos jurdicos internacionales, paraafirmar que en ellos no se fomenta necesariamente la inclusin

    social de los grupos que generalmente pretende proteger. Adems,tras un recorrido histrico de la formacin econmica mexicana,demuestra el surgimiento y desarrollo de las condiciones de margi-nalidad y exclusin que caracterizan a nuestra sociedad hoy y desdehace cinco siglos. Mismo que es imposible revertir a menos que seimplementen polticas pblicas consecuentes con las necesidadesestructurales de la poblacin histricamente desplazada de losbeneficios que el desarrollo ha otorgado a un grupo exclusivo yminoritario, entre los cuales por supuesto no se encuentran laspersonas con discapacidad.

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    Carolina Recio, por su parte, aborda el tema de la discapacidaddesde una sugerente perspectiva: la del imaginario social, la delas representaciones que subyacen en mitos, cuentos y leyendaspero que imprimen una lgica permanente en el comportamientocolectivo que a su vez reproduce estigmas de exclusin y, por quno, de horror y miedo. Nos invita a pensar la discapacidad comoproducto de una ecuacin bilateral, relacional estrictamente, dondela sociedad es condicionante del fenmeno de la discapacidad y queen esa medida tiene responsabilidades, me atrevera a decir queticas, para superar esa mirada miope e individualista que se ciernesobre la discapacidad y la hace inamovible, permanente.

    Recio sita la base de su propuesta en la rehabilitacin. Cuestionacmo se ha definido en el sistema excluyente en que vivimos ypropone mecanismos esperanzadores para hacer de la rehabilita-cin una prctica que verdaderamente encamine a la sociedad a unsendero de inclusin definitiva. Tal es la promesa que se adivinaen la posibilidad de hacer efectivo el principio democrtico de laconstruccin ciudadana en pleno.

    El Compendio cierra con un artculo que recoge las vicisitudes delProyecto desarrollado en San Jos Tenango. Paola Sesia nos invitaa pensar el desarrollo del modelo de exclusin ligado al proceso deexpansin capitalista. En su recorrido nos ilustra sobre el surgi-miento de los derechos humanos y parte de sus respectivos PactosInternacionales. Y articula su marco conceptual a la naturaleza del

    Proyecto que resea del siguiente modo: En municipios rurales eindgenas de muy bajo ndice de Desarrollo Humano se dise yse ha implementado de manera piloto un proyecto integral quepromueve a nivel comunitario la transmisin de informacin, ladeteccin, el diagnstico, la rehabilitacin, la no discriminacin y lainclusin social de nios, nias y adolescentes que tienen disca-pacidad. Lo cual se ha logrando a travs de: a) la sensibilizacin

    comunitaria dirigida a nios y nias con y sin discapacidad, susfamilias, autoridades municipales y locales, personal de salud ymaestros/as; y b) la atencin personalizada a cada persona condiscapacidad para promover un diagnstico oportuno, su canaliza-cin de ser necesaria, la rehabilitacin familiar y comunitaria contcnicas sencillas y auxiliares de bajo costo y la inclusin social en lavida familiar, comunitaria y, de ser posible, educativa, como sujetossociales con plenos derechos.

    Sesia reconoce que lo novedoso del Proyecto reside en su susten-tabilidad en el espacio local y las posibilidades reales que tiene

    para ser replicado en otros municipios con perfiles similares. Enparticular, si las autoridades convienen en convertirlo en programapblico, institucionalizndolo con presupuesto asignado en gastocorriente.

    Confiamos en que el conjunto de los artculos aqu compendiados,contribuirn no slo a la reflexin crtica sobre las posibilidadestericas y prcticas de la intervencin psicosocial, sino que tambin

    aportarn elementos sustantivos para encuadrar el trabajo queDAEA despliega en San Jos Tenango, Oax., fomentando el debatepblico de la discapacidad con una perspectiva que supone lainclusin, el enfoque de derechos humanos y el reclamo democr-tico, ejes articuladores de la sociedad que queremos, deseamos yconstruiremos juntos, desde la diversidad social toda. Sea.

    Tajn Villagmez VelzquezCoordinador de la Edicin

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    LA INTERVENCINPSICOSOCIALEN CONTEXTOS DE

    EXCLUSIN-INCLUSIN

    DERECHOS HUMANOS,inclusin y discapacidadApuntes para debatir desde una experiencia de intervencin psicosocial:San Jos Tenango, Oax.

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    IntroduccinEl tema de la intervencin psicosocial es importante desde diversos puntos de vista. Junto con otras formas, como la antropolgica, socio-lgica y de trabajo social, la psicosocial es una de las propuestas de intervencin especializada en el campo de lo social. Estamos lejos delmomento y de las posiciones que rechazan la intervencin de los especialistas en la realidad social. Incluso en las formas de investigacinms abstracta, el campo social, los terrenos de intervencin estn presentes, aunque sea de manera indirecta.

    Actualmente, esta parecera una discusin superada, que ha quedado en el pasado. Sin embargo, en los diversos modos de intervencinen lo social estn presentes los viejos proyectos que de alguna manera subtendan aquellos debates. Ahora esos debates han logradoencontrar algunos de los hitos fundamentales alrededor de su accin, en funcin del proyecto intelectual que inspira cada tendencia yforma de intervencin. En ese sentido, el anlisis de las implicaciones del especialista interviniente resulta fundamental en el proceso deintervencin.

    1 Doctor en CIencias de la Educacin, Profesor-investigador del Departamento de Educacin y Comunicacin. Universidad Autnoma Metropolita-

    na-Xochimilco.

    LA INTERVENCIN PSICOSOCIALEN CONTEXTOS DE

    EXCLUSIN-INCLUSINDr. Roberto Manero Brito 1

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    2 Ahora se puede intervenir para cualquier cosa: para mejorar la autoestima, para lograr una mejor gestin de los conflictos, para lograr unabuena espiritualidad, etc. Cualquier finalidad es vlida, se encuentra legitimada. Esto remite a su equivalencia. Parecera que cualquier formade intervencin redunda en lo mismo. No existira, en este punto, posibilidad de experimentar la alteridad.3 En este punto, no debemos confundir la perspectiva multirreferencial desarrollada por Ardoino (1988), del eclecticismo, ni con las diversas

    formas de interdisciplinariedad, multidisciplinariedad, transdisciplinariedad, etc.

    Por otro lado, el momento actual, en el que se ha reivindicado lapertinencia de los mtodos cualitativos de investigacin, en el quelos grandes relatos y las formas clausuradas del futuro se encuen-

    tran en declive, y las perspectivas teleolgicas de la accin han am-pliado casi ilimitadamente su panorama2, es importante tambindiscriminar la singularidad del proyecto que distingue y anima loque denominamos intervencin psicosocial. En esta colaboracin,pretendo abordar algunos elementos que nos podran permitir unaacotacin en ese sentido.

    La intervencin en contextos de inclusin-exclusin supone tambin

    la contextualizacin de la problemtica desde los campos discipli-narios pertinentes, especialmente si pensamos en una intervencinpsicosocial. Los fenmenos de exclusin-inclusin social no sonfenmenos que puedan ser estudiados desde una perspectivamonorreferencial. Al contrario, es necesario el concurso de diversasdisciplinas para una mejor comprensin y elucidacin de la proble-mtica que dichos fenmenos plantean. Por ello, es importante quedicha comprensin designe los campos tericos y los terrenos de in-tervencin desde una perspectiva multirreferencial3 , que sea capazde lograr el concurso y la discriminacin de las diversas perspectivasy enfoques en la comprensin de dichos fenmenos.

    Desde las diferentes perspectivas disciplinarias es posible ir deno-minando la problemtica de diferente manera, y tambin plantearnudos tericos especficos desde los cuales sea posible establecer

    estrategias de intervencin. As, desde ciertas aproximacionessera fundamental lograr una inteligencia colectiva de la alteri-dad, mientras que desde otras posiblemente fuera indispensabletrabajar en torno a los procesos de afiliacin y desafiliacin social,

    que determinaran los ejes posibles de una intervencin enlas lgicas de exclusin-inclusin.

    Indudablemente, entre dichas problemticas hay nudos yrelaciones sumamente intrincadas. No obstante, es impor-

    tante discriminarlas, irlas diferenciando y partir de ello enlos procesos de elucidacin.

    Por ltimo, tanto las formas de intervencin como larelevancia y la perspectiva desde la cual se construye laproblemtica de la exclusin-inclusin, son elementosque requieren ser historizados. Dicho de otra manera,ambas problemticas son procesos que se desarrollan en eltiempo, que tienen sus extensiones y sus ritmos singulares,y es en ese proceso en el que debemos entender nuestraparticipacin.

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    Intervenir o no intervenir. All radica la cuestin. Estamos ante unavieja problemtica, casi tan vieja como la existencia misma delespecialista. Varios autores han insistido que la moderna figura del

    intelectual (en su doble posicin de intelligentsia tcnica e intelec-tualidad crtica) deriva de cambios importantes en la constitucin delas sociedades, y el papel que en stas juega el conocimiento.

    En ese sentido, varios historiadores insisten en la explosin de lossaberes sobre lo social en la medida en la que lo social mismo sefue creando. Es decir, lo que desde las Ciencias Sociales llamamos losocial, y lo extendemos hasta los principios de la historia humana,

    adquiere sentido nicamente en relacin a las profundas modifi-caciones y transformaciones sociales que se experimentaron desdeel S. XVIII hasta nuestros das. En estas transformaciones, lo socialfue abrindose paso a costa de lo poltico (cfr. Donzelot, 1994). Estainvencin de lo socialno slo tuvo efectos en la gestin del objetosocial por parte del Estado, sino que tambin impact de maneradefinitiva el conocimiento de lo humano, y se fundaron o crearon

    las Ciencias Sociales.

    Desde su origen, las Ciencias Sociales estuvieron confrontadas conuna serie de encargos oficiales, estatales, en el sentido de estable-

    cer los campos prcticos y de conocimiento que permitieran unagestin ms econmica (desde el punto de vista monetario, perotambin de una economa del poder) del control social y de la in-tervencin por parte del Estado.

    Pero por otro lado estaba tambin el debate alrededor de la colo-cacin del intelectual o del filsofo, que tena en los planteamientosmarxistas (especialmente en la tesis XI sobre Feuerbach) uno de sus

    puntos nodales. El filsofo o el intelectual no podan situarse fueradel campo social que intentaban dilucidar. Eran parte integrantedel campo que pretendan objetivar. Esta situacin especial serafundante en las Ciencias Sociales, y les dara su forma especial ysu estilo. En las Ciencias Sociales, el sujeto observador es parte delcampo que pretende observar. De all que su propia accino inaccin- es parte del campo observable

    El contexto de la intervencin psicosocialEl especialista y el intelectual

    Si se desea construir una sociedad en la quetodos quepamos cuando seamos mayores yentremos a formar parte del colectivo de la

    diversidad funcional. Si se desea que la diver-sidad funcional no represente una desventaja

    social ni un elemento de discriminacin, sedebe ir cambiando desde hoy la visin sobre

    la diversidad funcional y la dignidad en laque se sustenta.

    Agustina Palacios y Javier Romaach

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    El llamado marxista a conocer al mundo transformndolo permeindudablemente las Ciencias Sociales, y fue confrontado tanto porla Sociologa como por la Antropologa, disciplinas que nacieron enrespuesta al campo politizado por el marxismo, y que estuvierondestinadas a hacer emerger en ese campo poltico lo social comofenmeno objetivable y susceptible de ser estudiado como cosa(cfr. Durkheim, 1979), es decir, despolitizndolo. La intervencindel intelectual y del especialista entonces se desplaza, desde unquehacer poltico hacia un ejercicio tcnico sobre la poblacin.

    Sin embargo, esta divisin en la perspectiva sobre el campo social

    se revierte sobre los propios campos disciplinarios del marxismoy las nacientes Ciencias Sociales. Va apareciendo de esta maneraun marxismo desmilenarizado, un marxismo que reniega de suspropias races militantes: ese marxismo afectivizado y movilizadopor capas psicolgicas profundas(Mhlmann, 1968), ese marxis-mo como movimiento, que va siendo sustituido por un marxismopositivo, calcado sobre las Ciencias Sociales que se haba dedicado acriticar (Gouldner, 1983).

    A su vez, en las Ciencias Sociales, va apareciendo una figurade intelectual y de especialista que basa su conocimiento en laintervencin en lo social, y que desde all recupera una vocacintransformadora del campo en el que interviene. No podramosentender buena parte de los debates de las Ciencias Socialesactuales en abstraccin de esta tensin fundamental que est

    desde su nacimiento.

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    Distinguir las formas de intervencin y el tipo de conocimientoque deriva de cada una de ellas resulta una tarea indispensable,especialmente en la actualidad, en la que bajo el rubro de losconocimientos que surgen en la posmodernidad, en la cada de losgrandes relatos, en el auge de las metodologas cualitativas, etc.,

    tendemos a confundir y a englobar bajo un mismo rubro formas deintervencin diversas. Es importante, entonces, hacer un ejerciciode discriminacin y caracterizacin de las especificidades de lo quedenominamos intervencin psicosocial.

    Inicialmente, el objeto de la intervencin psicosocial fue dibujndosea la par de otro tipo de intervenciones, especialmente en TrabajoSocial, en Sociologa y en Antropologa. La forma de intervencinpsicosocial pareca situarse en torno a algunos objetos privilegiados:desde las interacciones en la fbrica o la empresa (Elton Mayo),hasta el trabajo en el terreno de la salud mental comunitaria.Indudablemente, el objeto de la intervencin psicosocial estabapermeado por el manto asistencialista que desde entonces y hastala fecha cubre la profesin. 4

    4 En entrevista con el Dr. Rogelio Daz Guerrero fundador de la Psicologa Social acadmica en nuestro pas- Csar Carrascoza refiere el plantea-miento de que, en ltima instancia, toda la Psicologa, incluso la experimental, est dirigida finalmente hacia la clnica, a la necesidad de asistir ycurar la enfermedad psicolgica (comunicacin personal).5 Mucho se ha escrito en relacin a la intervencin psicosocial como forma de prevencin de la enfermedad mental, de la delincuencia, etc. El elementoque sealamos es que el referente fundamental sigue siendo asistencial. Evitar que aparezca la locura o la delincuencia, en ese sentido, no difiere en

    nada a tratar de curarlas.

    La intervencin psicosocial frente aotras formas de intervencin

    Desde esta perspectiva, el modelo mdico preventivo (prevencinprimaria, secundaria y terciaria), sera una forma de intervenirpsicosocialmente, an cuando el eje de la intervencin seguirasiendo el proceso de salud-enfermedad, ncleo fundamental en lainstitucin asistencial. 5

    Sin embargo, poco a poco los objetos de intervencin fueroncoincidiendo en el terreno social. De esa manera, el estudio, porejemplo, de la violencia juvenil en las bandas o pandillas fue unlugar de confluencia de diversas formas de intervencin. Psiclo-gos, socilogos, antroplogos y trabajadores sociales, entre otros,intervinieron en estas realidades desde sus propias perspectivas. Yase tratara de la prevencin de la violencia como elemento de saludmental, como fenmeno sociolgico de la juventud, como caracters-tica microcultural, como caracterstica de cierta convivencia barrialo comunitaria, los jvenes fueron intervenidos produciendo sujetosde conocimiento que se superponan unos a otros. La realidad no seadaptaba al conocimiento compartimentado del saber disciplinario.Surge as, a la par de la necesidad de articular formas coherentesde intervencin, las utopas en torno a la unificacin de las Ciencias

    Sociales como sustento de los proyectos multi, inter o transdiscipli-narios.

    El espacio pblico es una proyeccin de

    nuestras ideas sobre la inclusin.

    Martha C. Nussbaum.

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    Otro aspecto, determinado tambin por su origen histrico, para la

    discriminacin de las diversas formas de intervencin profesional,tiene que ver con el mtodo. Es casi un lugar comn el plantea-miento respecto a la posicin instituyente del Estado en torno a lasformas de intervencin. Todas ellas resultan de encargos de Estadoen funcin de su gestin de lo social. Sin embargo, las diversasdisciplinas han respondido de maneras distintas a dichos encargos.Una de las caractersticas singulares de la intervencin psicosociales precisamente la de derivar del mtodo clnico. Mtodo que en

    muchas ocasiones es descrito ms como un arte que como mtodo

    propiamente cientfico, fue normalmente rechazado para lainvestigacin cientfica en Ciencias Sociales, especialmenteen momentos en los que su cientificidad se entenda ms enfuncin de su posibilidad de emular los criterios presentesen las ciencias duras, que en la reflexin sobre su espe-cificidad y la complejidad y opacidad de sus objetos (cfr.Ardoino, op.cit.).

    La vocacin clnica (en sentido metodolgico) de la inter-vencin psicosocial, vocacin que haba heredado de la me-dicina y en general de la lgica asistencialista, le permiti ir

    generando formas de apropiacin tanto de mtodos comode teoras sobre las colectividades. Uno de los momentosms importantes en este sentido fue la cuestin de lainvestigacin-accin.El devenir de este mtodo muestraclaramente cmo dos universos que tuvieron orgenes dis-miles (uno en la prctica asistencial, otro en el laboratorio),se van subsumiendo de acuerdo a una lgica de dominio.6

    El descubrimiento en la Antropologa y en la Sociologa7de la potencia de la subjetividad, entendida tanto en susexpresiones individuales como colectivas, trajo consigo lainvencin y revaloracin de los mtodos cualitativos (Taylory Bogdan, 1987). Ya no todo era contar y medir, o realizarla mgica transformacin de lo cualitativo en cuantitativo.Tampoco se trataba ya de llegar al tan ansiado matrimoniode la complementariedad cuanticuali La investigacincualitativa volteaba hacia algunas de las tcnicas que desdehaca mucho tiempo eran corrientes en los mtodos clnicos.Se abandon la encuesta, la construccin de indicadores,

    6 En ocasiones, el dominio en dicho mtodo estaba en funcin del encargo cientfico, y la investiga-cin-accin se constitua ms bien como unlaboratorio volcado en las calles: tal es el caso de la tra-bajo de Lewin, creador de este mtodo, en su investigacin sobre los hbitos alimenticiosde las muje-res norteamericanas. En las antpodas, la investigacin-accin participativa que explicita Orlando Fals-Borda o, en su caso, el mismoPaulo Freire, privilegia el polo de la accin colectiva para la transforma-cin de las realidades de pobreza y marginacin.

    7 Al decir de muchos socilogos y antroplogos, resulta muy difcil trazar una lnea divisoria entre am-bas disciplinas.

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    la cuantificacin de esos indicadores y su tratamiento estadstico,y se inici el trabajo con la entrevista a profundidad, la entrevistagrupal, el anlisis de discurso, la observacin etnogrfica, etc.

    No se trataba pura y simplemente de reacomodar los viejosmtodos para las nuevas investigaciones. Se trat de una verda-dera reinvencin, en la cual el proyecto mismo de la intervencinse encontraba transvasado. La entrevista psicolgica, en la cual seincluye la entrevista a entidades colectivas como el pequeo grupo,se sustentaba no tanto en la adquisicin o produccin de datostiles para la investigacin, sino en un proceso de interaccin y la

    puesta en juego de la intersubjetividad entre el entrevistador y elentrevistado. Este juego sutil y asimtrico supona cierta responsa-bilidad del entrevistador: toda entrevista supona una devolucindel entrevistador, devolucin que deba ser calibrada en relacin alas posibilidades y procesos subjetivos del entrevistado.

    La colocacin asimtrica del entrevistador, en las diferentesvariaciones de la entrevista, en la coordinacin de los grupos, en

    la indagacin de los diferentes ele mentos latentes, implcitos, nodichos, bien pronto fue cuestionada por el anlisis de la contra-transferencia del investigador y, posteriormente, por el anlisis desus impli-caciones (Lourau, 1989). Sin embargo, la intervencinpsicosocial inspirada en la clnica ya haba dado un paso que ladiferenciaba de los mtodos ms acadmicos: en la investigacinacadmica que predominaba en los mbitos sociolgicos y antropo-

    lgicos, la indagacin del terreno estaba orientada esencialmente ala produccin de datos, discursos, textos y/o narraciones que debe-ran ser procesados, interpretados, analizados y sintetizados en elgabinete del investigador, en ausencia de los propios sujetos de lainvestigacin; posteriormente, sera posible comunicar o compartircon ellos los resultados que arrojaba el proceso de investigacin.La intervencin psicosocial, al contrario, supona otra colocacin

    del especialista o investigador. ste se colocaba al lado, acompa-ando un proceso colectivo de accin y produccin de saberes yconocimiento. El mtodo clnico planteaba una asimetra que, sinembargo, deba jugarse en el terreno mismo, con los colectivos olos sujetos de la intervencin. El proceso de indagacin del sujeto(individual o colectivo)

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    de la intervencin no slo se alimentaba de la reflexin en torno asu accin en la realidad, sino tambin de la perspectiva, planteadadesde cierta exterioridad, que le proporcionaba el investigador,especialista o interviniente. La intervencin en el Trabajo Socialparticipa, por lo menos parcialmente, de esta perspectiva.

    Por ello, estos tipos de intervencin producen saberes y conocimien-tos a partir del terreno, y desde el terreno mismo.

    8 En los cuales el mtodo clnico estuvo presente como fundamento.

    El proceso de indagacin es colectivo, y por eso puede serlegtimamente caracterizado como una investigacin colec-tiva. Sus particularidades la sitan en el cuestionamiento dela investigacin acadmica, y prcticamente como un ana-lizador, en ocasiones bastante virulento, de las dinmicasde la institucin cientfica. Al lado de la investigacin queprocede de una militancia reflexiva, la investigacin clnica

    que deriva de la intervencin psicosocial no solamente seconstituye como un mtodo distinto y crtico en relacin alas formas ms acadmicas dominantes en los mtodoscualitativos, sino que produce saberes desde un proyectosocial y de conocimiento diferente a los proyectos implcitosde las formas dominantes de la academia y la institucincientfica.

    Con el tiempo, la intervencin psicosocial llega a partici-par de la lgica presen-te en la investigacin acadmica.Incorpora los mtodos cualitativos8 y abandona pau-latinamente sus particularidades en torno a los procesosindividuales y colectivos. Por su parte, en el corazn mismode los grupos de practicantes de la intervencin sociolgicay antropolgica, van surgiendo reflexiones que las sitan

    muy cerca de los procesos descritos en relacin a la inter-vencin psicosocial; surge una Sociologa clnica, paralela alos proyectos planteados en el Anlisis Institucional y ciertasantropologas crticas.

    Una poltica social inclusiva para laspersonas con discapacidad requiere

    tambin ciertas formas de redistri-

    bucin, en especial las destinadasa cubrir necesidades propias de laspersonas con discapacidad que pue-dan compensar las desventajas que

    el medio social genera, y a permitir elacceso a ayudas tcnicas que permi-

    tan potenciar sus capacidades.

    Christian Courtis

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    Exclusin de qu, inclusin en dnde. Exclusin-inclusin seran, en ltimo anlisis, categoras bastante cuestionables una vez que profundi-zamos un poco en sus contenidos. Efectivamente, exclusin-inclusin son cuestiones que nos remiten a cierta tautologa, que fue claramentevisualizada por Sartre (1985).

    En sus Cuestiones sobre el mtodo, cuando realiza la crtica de los planteamientos gestlticos en la obra de Kurt Lewin, Sartre estableceque no se puede estar fuera de un grupo sin estar dentro de otro. Este aspecto es fundamental para la problemtica que nos ocupa, la dela exclusin-inclusin. Dicho de otra manera, exclusin-inclusinoculta el trnsito permanente entre categoras y grupos, la creacin deformas sociales y una cuestin fundamental, que es la abyeccinde ciertas categoras y grupos sociales en la institucin de la marginalidad.

    Asimismo, estamos obligados a caracterizar esa normalidad, esas formas instituidas desde las cuales se eyecta o se abyecta a aquellosque sern designados desde la marginalidad, la ex-clusin y la abyeccin.

    La problemtica de la exclusinSe trabaja normalmente con este concepto, la exclusin, en elsentido de arrojar al sujeto de los espacios de satisfaccin de ciertasnecesidades bsicas. La exclusin es exclusin de los beneficios

    que el desarrollo social y econmico aporta a las personas. Estosbeneficios no se reparten de manera equitativa en la sociedad, yla distribucin desigual genera formas de exclusin de partes de lapoblacin.

    Pero hacia dnde se excluye a estos sujetos? No es un vaco designificacin. La exclusin no es aventar a estos sujetos a un limbo,a una situacin poco definida. Al contrario, la exclusin es siemprearrojar a sus vctimas a un espacio conocido y bastante temido: elespacio de la pobreza, de la indigencia, de la miseria. Es evidenteque existe una resonancia de las significaciones religiosas: es elinfierno de la carencia. Esta fantasa infernal es cultivada desdela ms temprana socializacin, y se constituye como amenazapermanente.

    Por ello ser excluido no significa nicamente la repeticin de la

    Los procesos de exclusin-inclusin

    posicin edpica: al contrario, la exclusin edpica slo cobra sudimensin en el trasfondo de esta construccin infernal del mundode la miseria y de la pobreza, de las distintas formas de indigencia.

    La exclusin es necesaria, ya que el mundo de lo incluido, lanormalidad, slo puede trazarse a partir de su contraste, es decir,depende de la construccin de ese infierno. En ese sentido, todossomos hijos de este infierno. Ese mundo no slo se construye comoel negativo del mundo del confort. Implica otra fantasa, implicala creacin de nuevas categoras a partir de las fantasas msaterradoras. La miseria no es nicamente una condicin o conse-cuencia de un sistema desigual e injusto. El mundo de la miseria es

    una creacin humana, es un contenido diferenciado que construyey articula no slo al sujeto miserable, sino tambin a aqul que nolo es.

    El mundo de la miseria y de la marginalidad supone, para suconstruccin, la necesaria articulacin con las fantasas infantilesmas aterrorizantes.

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    Debemos temer la marginalidad. La insatisfaccin no es nicamen-te carencia de satisfactores, sino tambin construcciones imaginariasque actan sobre el psiquismo, y que se constituyen como verdade-ros mitos que pesan y subyugan a los colectivos marginados. Tal esel sentido del estigma.

    El sujeto marginado es siempre un sujeto estigmatizado.Ya Goffman (1989) planteaba algunas de las caractersticas delproceso de estigmatizacin. El estigma confronta siempre las dife-rencias, las carencias, la rareza. Estas diferencias son el eje sobre el

    que se atrae las fantasas ms horrorosas y desastrosas. Eso quese deposita sobre la vctima es precisamente lo abyecto. Lo abyectoes, en una parte, el desecho, lo que se desecha, lo inservible. Es loque el cuerpo desecha, y lo abyecta. La abyeccin del cuerpo es loque define la suciedad y el asco. Es casi como una gnesis psicoso-cial del asco y de lo abominable.

    La exclusin, entonces, est dominada por el mbito de lo abyecto,de lo desechado y lo sucio (casi equivalente a lo miserable).El acto de exclusin, el ejercicio colectivo de la exclusin, no esposible sin la construccin de este mbito abyecto. Porque es desdela abyeccin que pudo plantearse el contenido del insulto y de lahumillacin. Es una degradacin de lo considerado humano.El ser humillado ha sido degradado en la escala humana. Por eso

    la abyeccin resulta humillante. El sujeto se identifica a lo abyecto:es mierda, es gargajo, pestilente Se construye colectivamente elmundo de lo abyecto, y con esto inventamos nuestro infierno.

    La problemtica de la exclusin se construye entonces como castigoy como humillacin. El sujeto excluido se constituye como un sujetohumillado y abyecto, y desde ese momento operarn mecanismosde estigmatizacin que le impedirn rear-ticularse en el mundo dela normalidad. Su universo ya es otro. Mecanismos de desidentifi-cacin e identificacin, interiorizacin, introyeccin, permitirn eso

    que Eribon (2004) define como la subjetivacin de la abyeccin:el sujeto abyecto se transforma en eso que le han asignado. Parael excluido, incorporarse al infierno, escoger el mal, no es una trans-gresin. Es asumir lo que la sociedad ha hecho de l (Sartre insistiren este punto). Opera entonces el nuevo sujeto, la invencin socialdel sujeto excluido, marginado. Ignorar la constitucin subjetiva de

    la exclusin es condenar al fracaso cualquier intervencin en estembito.

    La exclusin y la ignorancia se hanretroalimentado en un crculo vicioso: la

    tendencia a vincular a las personas con discapa-cidad con estereotipos negativos revierte en el

    reforzamiento de su exclusin

    Christian Courtis

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    La problemtica de la inclusinPor ello tambin la inclusin es problemtica. Es una mudanzacompleta del sujeto de la abyeccin. La problemtica de la inclusin

    plantea un doble juego: es el desarraigo del sujeto excluido, y almismo tiempo la creacin de una inteligencia de la alteridad.

    El mundo de la normalidad no nos remite nicamente a la cuestinestadstica. La normalidad se instituye, es un universo ajeno al su-jeto abyecto, al sujeto que proviene del otro lado o del otro mundode la normalidad. En un momento dado, el sujeto abyecto, se quepadece la secuela de sus discapacidades, de sus diferencias, est

    invitado a desarmar aquello que le permiti sobrevivir: volverse esoExclusin de qu, inclusin en dnde. Exclusin-inclusin seran,en ltimo anlisis, categoras bastante cuestionables una vez queprofundizamos un poco en sus contenidos. Efectivamente, exclusin-inclusin son cuestiones que nos remiten a cierta tautologa, quefue claramente visualizada por Sartre (1985)

    La problemtica de la inclusin podra trabajarse desde la perspec-tiva de Robert Castel (1991). Este socilogo acu el concepto dedesafiliacin para caracterizar el proceso de profunda y progresivamarginalizacin que desemboca en la indigencia. La desafiliacines una secuela de la violencia ejercida contra ciertos miembrosde la sociedad. Poco a poco se van aislando, y en la medida quepierden sus vnculos (en la medida en la que se van transformandoen pharmaks, de acuerdo al planteamiento de Girard [2002]),

    van constituyndose como indigentes, como esos sujetos que hanperdido toda pertenencia, y se van desafiliando de sus grupossecundarios, primarios, en fin, de su propia vida. Sujetos que hanrenunciado a su existencia social, que han sido enajenados de supersonalidad social. No son nada.

    Volver a ser alguien? Reincorporarse? Desandar el camino de ladesafiliacin? Reafiliarse? Ser posible este camino sin la prdidade la memoria? Cmo mudar, entonces, este sujeto? Sin embargo,hay una pregunta anterior: quin desea incluirlo? De quin es lademanda?

    No podemos, sin embargo, quedarnos sin hacer nada. Es insopor-table la vista de los efectos de la violencia social sobre los exclui-dos, sobre los abyectos. Es insoportable la vista de esos cuerposdistorsionados, marcados, sealados. Es la visin del monstruo,de lo monstruoso. Pero no slo eso. No hablan, no oyen, no ven.

    Estn marcados por el disde la discapacidad. Carecen de algu-nas capacidades, o simplemente carecen de capacidad. Pero esimportante que esta asignacin est planteada siempre desde elnegativo, desde la falta. Por ello evolucionamos hacia las capacida-desdiferentes, que finalmente nunca llegamos a conocer. Se vuelcala lgica del eufemismo. Simplemente suavizamos eso que est all,inconmovible: la abyeccin.

    Algunos quieren trabajar, algunos quieren gozar, quieren ser trata-dos como iguales (no son iguales). Y ya tenemos algunas respues-tas. No se trata de igualdad: es equidad. Debemos incorporarlos anuestro mundo, debemos incluirlos, posiblemente sin integrarlos.9Debemos incorporarlos a nuestro mundo sin obligarlos a renunciara sus propias caractersticas. Para ello debemos dejar de reducirlosa sus capacidades(dis, diferentes, o como se les quiera llamar).

    Eso resulta imposible en nuestro mundo, puesto que este mundosupone la abyeccin y la humillacin como condicin de construccinde nuestra normalidad. Incluir la abyeccin es destruir nuestromundo, y all est lo difcil. Castoriadis (1975) plantea que la ruptu-ra de la clausura no es un acto de voluntad. Es una posibilidad que

    9 Las polticas integracionistas con los indgenas fueron acciones terribles con las culturas aborgenes. Se produjo verdaderos genocidios con las

    comunidades y pueblos indgenas, tratando de integrarlos a la sociedad.

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    no procede de ninguna demanda del sujeto (individual o colectivo).La ruptura de la clausura es una condicin que se impone, en lainstitucin del individuo social y de nuestras sociedades. Aunquesiempre tendemos a estructurar nuevas clausuras, como las propias

    de la normalidad.

    No es primera vez que se intenta romper dichas clausuras. Laproblemtica del racismo, de la inclusin multirracial, la proble-mtica indigenista, la cuestin de la multi e interculturalidad, de lahomosexualidad y la diversidad sexual son algunas de las cuestio-nes en donde se han enfrentado situaciones similares. No dejamos

    de abyectar, de humillar, de producir pharmaks, pero debemosaprender a vivir con ellos. No hay aceptacin, pero debemos empe-zar por la tolerancia.

    el mundo de la normalidad. Esta aberracin se yergue frente alsujeto: le muestra en un espejo distorsionado el rostro llagado delpropio sufrimiento proyectado: la pesadilla es propia.

    Por ello la demanda de inclusin proviene necesariamente de unmundo en ruinas, de un mundo virulentamente desconstruido porsus propios analizadores. No estamos ni siquiera en condiciones deinventarnos una utopa. La inclusin, las sociedades o comunidadesincluyentes se pueden organizar a partir del estupor que produce laprdida:

    10 Que en este sentido debemos diferenciarlas muy cuidadosamente de las potencias verdaderamente destructivas de los mecanismos instituidos.

    No se trata tampoco de habitar el mundo de la abyeccin, de lamarginalidad. El Anlisis Institucional nos muestra la potenciaantiinstitucional de la desviacin: la accin de los analizadores.Verdaderas potencias desconstructivas.10 La desconstruccin denuestra normalidad no es posible sin la destruccin del mundoabyecto de la marginacin. Los analizadores de nuestro mundonos invaden, nos desconstruyen. El pobrecito no slo ridiculizay humilla al sujeto de la abyeccin. Tambin resulta aberrante en

    La idea aparentemente tan simple e incuestionable de que los otrosson simplemente otros, es una creacin histrica que va contra lacorriente de las tendencias espontneas a la institucin de lasociedad. Los otros casi siempre han sido instituidos como inferio-res. Todo lo cual no es una fatalidad, o una necesidad lgica, essimplemente la probabilidad extrema, la propensin natural delas instituciones humanas. (Castoriadis, 1990:28)

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    Bibliografa

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    REFLEXIONES SOBRE LAINCLUSIN SOCIAL DE LASPERSONAS CON DISCAPACIDAD

    DERECHOS HUMANOS,inclusin y discapacidadApuntes para debatir desde una experiencia de intervencin psicosocial:

    San Jos Tenango, Oax.

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    IntroduccinLa inclusin social debiera ser considerada como un tema transversal, pero su sola cita en un contexto como el mexicano permite supo-ner que su antnimo -la exclusin- es la moneda de cambio en las relaciones sociales de todos sus componentes. Desde esa perspectivaabordar el tema de la inclusin social de las personas con discapacidad (PCD, en lo sucesivo), partiendo de lo general a lo particular, y de

    lo abstracto a lo concreto, considerando como tiro de piedra y gua, lo que podemos considerar como un hecho social: la exclusin generali-zada como caracterstica y constante de los componentes del gran colectivo.

    1 Defensor y promotor de Derechos humanos especializado en el rea de teora del gnero, prevencin de la tortura, derechos de los PueblosIndgenas y de las personas con discapacidad. Encargado de la redaccin del informe sombra de la Coalicin Mxico por los Derechos de las Per-sonas con Discapacidad y del Informe especial de la Comisin de Derechos Humanos de San Luis Potos, relativo a la problemtica de los Pueblos

    Indgenas en la Huasteca Potosina, 2004.)

    REFLEXIONES SOBRE LAINCLUSIN SOCIAL DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD

    Juan Lpez Villanueva1

    Al final de este ensayo har una conexin con el tema de la atencin psicosocial hacia las PCD, como uno de los pendientes ms acuciantespor parte del Estado. Pero tambin como una propuesta de accin social caracterizada por el empuje de la sociedad civil organizada. Peroantes de abordar esta posibilidad es importante reflexionar acerca del gran sistema excluyente-discriminatorio que tiende a dejar en surodar a un sinnmero de personas fuera de la dinmica social laboral, educativa, de salud, cultural, etc.

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    Con ello, se genera inevitablemente un fenmeno poco considerado no slo por el Estado, sino tambin por las organizaciones de lasociedad civil. Uno de los pendientes del Estado mexicano (y en general de todos los Estados) es que ante un sistema que va triturandoseres humanos, excluyndolos del desarrollo y de la sociedad, es imprescindible que asuma una poltica pblica de atencin psicosocial.Pero la sociedad civil organizada tambin puede hacer de ella una herramienta que propicie el cambio social, que supere la antinomia queprevalece como arquetipo civilizatorio: el sistema de exclusin-discriminacin milenario.

    Panptica de la exclusinLa Convencin sobre los Derechos de las PCD (La Convencin) refiere a modo de principios el de la inclusin social: la participacin einclusin plenas y efectivas en la sociedad. Al hilo de este principio, es de resaltar el contenido del artculo 29 de la Declaracin Universalde Derechos Humanos que parece sugerir que la inclusin social es un deber social, ms que un derecho para las PCD. La sociedad tiene

    el deber de propiciar y practicar la inclusin, invirtiendo lo quehabitualmente se considera de manera pasiva, incluir al otro:

    Artculo 29. 1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad,puesto que slo en ella puede desarrollar libre y plenamente supersonalidad.

    En efecto, un modo de leer este artculo es que la PCD no se sitanicamente en el plano de un derecho desde la persona: tambinen el de un deber, desde el colectivo: incluirle en la sociedad. Enese sentido, la sociedad debe ser inclusiva como conditio sine quanonpara desarrollar plenamente a la PCD; para la persona es underecho y para el colectivo, un deber. Sin embargo, una lectura a

    conciencia de la generalidad de los instrumentos internacionalesnos mostrar que el concepto inclusin no est clara ni directamen-te referido, muy por el contrario.

    La exclusin, aunque tampoco est claramente referida, es unriesgo conceptual en algunos instrumentos internacionales y

    lamentablemente esa es una de las deficiencias del sistemade derechos humanos muy pocas veces analizada. Tomemospor ejemplo los artculos 12 y 13 del Pacto Internacional deDerechos Civiles y Polticos (1973):

    Artculo 12 1. Toda persona que se halle legalmente en elterritorio de un Estado tendr derecho a circular libremen

    te por l y a escoger libremente en l su residencia.

    Artculo 13 El extranjeroque se halle legalmente en elterritorio de un Estado Parte en el presente Pacto slo podrser expulsado de l en cumplimiento de una decisin adop-

    tada conforme a la ley; y, a menos que razones imperiosasde seguridad nacional se opongan a ello, se permitir a talextranjero exponer las razones que lo asistan en contra desu expulsin, as como someter su caso a revisin ante laautoridad competente o bien ante la persona o personas

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    designadas especialmente por dicha autoridad competente, y hacer-se representar con tal fin ante ellas.

    A pesar de que el artculo 23 del Pacto establece la prohibicin

    absoluta de la discriminacin, este par de artculos significan sinnecesidad de mucho anlisis que hay personas que pueden no tenerla calidad de legales, y por ende deducirse su ilegalidad, y que

    quienes tengan esta calidad no podrn ejercer el derecho a la librecirculacin, so pena de su expulsin por su condicin de ilegalidad.

    Esa es la base que a la vez que forma parte del sistema toralde derechos humanos, justifica la punibilidad de la migracin:abiertamente abre la posibilidad de que un extranjero con estanciano legal pueda ser perseguido y expulsado del pas en el que seencuentre, PCD incluidas. Eso no es inclusin. Al menos en este casoes exclusin pura, en la nervatura de los derechos humanos.

    Por seguir con el tema de las personas migrantes, el sistema univer-sal de derechos humanos tiene en su haber la llamada Convencinde 1990, misma que refiere un problema parecido: tutelar de mododistinto entre los derechos de los trabajadores migrantes documen-tadosque a los indocumentados.

    Inclusive, cuando sean los migrantes son detenidos, sern pues-tos en lugares diferentes a las personas condenadas o sujetas aproceso, abriendo con ello no slo la exclusin de la migracinindocumentada, sino la propia criminalizacin y las detenciones que

    se reputan de arbitrarias, as como la privacin ilegal de la libertadque puede prolongarse por meses . 2

    Conclusin: las personas migrantes indocumentadas estn excluidasde la proteccin internacional de los derechos humanos.

    En el caso de los derechos de los Pueblos Indgenas, llama la aten-cin cmo la exclusin form parte del sistema de Naciones Unidasdurante muchos aos. El Convenio 169 sobre Pueblos Indgenas yTribales desde 1989 habla mucho de la exclusin que ha caracteri-zado a la sociedad internacional: la OIT es una instancia adoptiva,sin que su origen ni objeto coincidan con el tema laboral, tanto quelos propios beneficiados deben acudir a la instancia internacional atravs de una organizacin sindical.

    2 Recordemos que el sistema jurdico mexicano garantiza a nivel constitucional en su artculo 14 que nadie podr ser privado de la libertad,sino mediante juicio seguido ante tribunales previamente establecidos en los que se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento.

    A pesar de esto, los inmigrantes indocumentados pueden pasar meses privados de su libertad sin que tribunal alguno haya determinado elfundamento de la detencin.

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    En ese sentido, tampoco este segmento social ha merecido serincluido en el selecto grupo de las Convenciones de derechos huma-nos, quizs porque reconocer sus derechos vaya en detrimento dela manera en que la riqueza se irgui tras los siglos de conquista y

    dominacin, traducidos en el despojo, el exterminio, la colonizaciny la condena secular al subdesarrollo y la miseria extrema.

    Como estos, hay muchos ejemplos de cmo el sistema universal oregional de derechos humanos no fomenta la inclusin social de losgrupos que generalmente pretende proteger. Pero aqu es precisodejar de lado la universalidad no inclusiva que dolorosamentele caracteriza para poder centrarnos en el tema de las PCD, suinclusin social y su atencin psicosocial, para lo cual partiremostomando como base las siguientes preguntas:

    Laestructuraeconmicamexicanaesdenaturalezainclusiva?

    Existenpolticaspblicasypresupuestariasquefomen

    ten el tema de la inclusin social a nivel general o, en loparticular, hacia las PCD? Y,

    Laatencinpsicosocialformapartedelesquemadeproteccin de la Convencin?

    En la construccin del entorno social,fsico y mental, ha primado la discrimi-

    nacin de todo aquel que es diferente,adoptando actitudes de negligencia,explotacin, arrinconamiento, nega-

    cin de derechos, asignando papelespasivos y de esclavitud y generando

    conflictos. Basta recordar las discrimina-ciones y abusos que han sufrido y sufren

    diariamente los indgenas americanos,

    las mujeres y hombres de raza negra,las mujeres y hombres sin recursoseconmicos, las mujeres, explotacin de

    nios, inmigrantes, etc.

    Agustina Palacios y Javier Romaach

    Durante siglos, las personas con dis-capacidad han sido segregadas, exclui-das y postergadas. La discapacidad haconstituido en el pasado y en alguna

    medida sigue constituyendo- un motivopara la negacin de la titularidad de

    derechos o bien para su ejercicio.

    Christian Courtis

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    Naturaleza del sistema econmico mexicanoLa sociedad mexicana sigue la sinergia del sistema de generacinde riqueza hegemnico instituido hace milenios, pero sper-desarrollado hace ms de dos siglos: la explotacin humana y de lanaturaleza, en funcin de la generacin de riqueza a travs de lamercanca.

    Nuestra sociedad no puede, al menos por ahora, cambiar estacircunstancia porque ni siquiera hemos llegado al grado de percibiry razonar la realidad que vivimos, por lo que la sociedad mexicana,y aun la mundial, sigue fijando su atencin en los efectos, y no en

    el proceso y las causas profundas que los devienen. La exclusin noes un capricho de ciertas sociedades, ni una sinrazn de la civiliza-cin, es el efecto de la sinergia provocada por la gran estructura degeneracin de riqueza, basada en la explotacin humana.

    En ese sentido, tras las triada revolucionaria del siglo XVIII (Laindependencia de Estados Unidos de Norteamrica, la RevolucinFrancesa y la Revolucin Industrial), una parte del continente

    europeo y el explosivo nacimiento de los Estados Unidos aceleraronel futuro de la civilizacin en los siguientes dos siglos, basado en lamadre de todas las exclusiones: la explotacin humana, argamasade toda generacin de riqueza.

    Lenta pero inexorablemente el resto del mundo fue carcomido poreste sistema, hasta la actual fase de globalizacin. A dos siglos del

    florecimiento de la hegemona capitalista, el planeta se encuentraen un colapso ecolgico y su poblacin humana, en una secueladiscriminatoria/ excluyente generalizada.

    Cabe aclarar que lo acontecido con el nuevo orden mundial alfinalizar el siglo XVIII no fue por generacin espontnea. El procesoexcluyente/discriminatorio nicamente tuvo un cambio cualitativo:aceler y radicaliz la antiqusima sociedad clasista, en la que por

    centurias sent sus reales en una espesa nata social en cuya superfi-cie pervivan las clases ms acomodadas, suturadas por fuerosy ttulos nobiliarios, barridos por las tres grandes revolucionessupra-referidas.

    Mxico no es la excepcin. Tras el sometimiento de todas lasculturas autctonas, la sumisin al nuevo orden occidental tuvo porprincipal caracterstica lo que ahora conocemos como sistema exclu-yente, y que en los aos posteriores a la conformacin de la NuevaEspaa se tradujo en la segmentacin del sistema de posesin dela tierra, el desmembramiento de la superestructura autctona, laesclavitud y el exterminio sistemtico de los focos de resistencia.

    El barrido social del conquistador fue puntualmente denunciado poruna de las mentes ms preclaras de lo que ahora llamamos sistema

    universal de los derechos humanos: Bartolom De Las Casas. Dehecho, el concepto de la exclusin resuena como un eufemismo,frente a la tragedia humanitaria que signific en Amrica laapropiacin europea. Los tres siglos posteriores a la conquista sonun recuento puntual de la base discriminatoria y excluyente, que nodesaparecieron del todo en los posteriores periodos de la nacienteRepblica.

    Uno de los contrapesos conceptuales de las revoluciones socialesde finales del siglo XVIII lo fue la aparicin de los estamentos em-brionarios de los derechos humanos: la Declaracin de Virginia de1776 y la Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano

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    de 1789. En Mxico, esta influencia puede apreciarse desde losprimeros ejercicios constitucionales y en las mismas proclamas deHidalgo y Morelos.

    Sin embargo, al igual que en Estados Unidos y en Francia, elsistema discriminatorio/excluyente tena una dinmica irresistible eineludible, porque su base econmica y productiva negaba y niegainefablemente las tesis de igualdad e inclusin que caracterizaal discurso de los derechos humanos. El antecedente clsico delsistema de defensa de los derechos humanos en Mxico es la Pro-curadura de los Pobres, impulsada por Ponciano Arriaga en SanLuis Potos, en 1847. Este sistema mantena entonces la dicotomaactual: la pobreza, asumida desde la perspectiva de la igualdad yla inclusin, pilares actuales de los derechos humanos.

    Poco de lo acontecido en los doscientos aos de independencia hasignificado un ejercicio republicano para una democracia inclusiva.Todos los nmeros apuntan en contra de este objetivo. Antes de laRevolucin Mexicana, las condiciones de pervivencia de la inmensa

    poblacin indgena no se diferenciaba en gran medida del rgimencolonial. A 200 aos de la proclamacin de la Independencia, el

    corte de caja es un dficit generalizado en la poblacin con atrona-dores cifras de pobreza y por ende de la exclusin de un inmensamayora (23 millones de personas en pobreza alimentaria, segn elCONEVAL), desempleo3 , y alta morbilidad materno infantil.4

    Tras cinco siglos de exclusin social, no podemos suponer que lainercia pueda cambiar simplemente por decreto, o por la herman-dad de Naciones Unidas, a travs de la instrumentacin internacio-nal de los derechos humanos. En un contexto de profunda des-igualdad social, los factores que desencadenan la exclusin se venagudizados cada da. Y, en el caso de las PCD, de ninguna formason la excepcin, particularmente por cuanto hace a los rubros deaccesibilidad, personalidad jurdica, empleo, salud y educacin. Ladinmica social no permite que la poblacin que vive alguna disca-pacidad tenga mayores facilidades que el gran cmulo del colectivoque no participa de los beneficios del reparto de riqueza.

    Polticas pblicas y presupuestarias en Mxico

    La manera en que un Estado abate los agravios del sistema exclu-sivo-discriminatorio mundial es a travs de las polticas pblicas ypresupuestarias, generalmente paliativas o de corte asistencialista,sin atender el proceso social excluyente, nicamente asumiendolos efectos. En el caso de Mxico, cuatro son los documentos queenmarcaran la funcin regulatoria del Estado:

    LaConvencin,comomarcoterico-jurdicodeconsenso

    internacional;LaConstitucin,comomarcoregulatorioanivelnacional;ElPlanNacionaldeDesarrollo,cuyoorigenconstitucionalobligaa que el Estado delinee su estrategia general; yElProgramaNacionaldeDerechosHumanos,supuestoarquetipo que pretende coincidir con los compromisos asumidosante la comunidad internacional de naciones.

    Una poltica destinada a la inclusinde las personas con discapacidad en

    todas las esferas de la vida social debeponer nfasis en la eliminacin de pro-hibiciones legales, estereotipos sociales

    y barreras fsicas y comunicacionalessocialmente creadas, que impiden a laspersonas con discapacidad llevar delan-te de la manera ms plena su potencial

    y autonoma en todos esos mbitos.

    Christian Courtis

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    Si queremos indagar cunto hace el Gobierno de Mxico para en-frentar el sistema excluyente-discriminatorio, veamos cmo articulasu ejercicio pblico, a travs de polticas estructurales, con perspec-tiva social de mediano y largo plazo, y mediante la colaboracin

    interinstitucional en sus tres niveles: federal, federativo y local.

    La clave del entendimiento de esta realidad consiste en no dejarde lado el anlisis estructural: cmo una sociedad integralmenteexcluyente y discriminatoria, pretende aminorar (jams, desapare-cer) las distancias entre las clases sociales extremas. Veamos, pues,qu refieren estas cuatro instancias y si entre ellas hay una lneaconducente que permita afirmar que, al menos, se busca paliardicha distancia, para evitar los riesgos de los estallidos sociales.

    La Convencin obliga al Estado mexicano a adoptar todas lasmedidas legislativas, administrativas o de otra ndole que seanpertinentes para hacer efectivos los derechos reconocidos. Bsica-mente, eso implica dos procesos pblicos: armonizacin legislativa yestructuracin estratgica de polticas pblicas y presupuestales.

    La preeminencia constitucional hace que la Convencin sea leysuprema de toda la Unin en el sistema jurdico nacional, segnsu artculo 133. La Constitucin tambin determina que el Estadoorganizar un sistema de planeacin democrtica (Art. 26).

    3 Segn cifras del INEGI, el desempleo abierto en Mxico es del 5.3 de la PEA (tambin, segn cifras del INEGI la poblacin con discapacidad enMxico es del 1.8%), cifra inexplicable si tomamos en cuenta que en Espaa es del 19.79%; en Estados Unidos, de 9.6% oficial, pero se estimauna cifra real del 17%. La OIT ha informado que la cifra de desempleo mundial en 2009 fue de casi 212 millones de personas, lo que significaun promedio de 6%.4 Alianza Cvica document en 2009 que los ndices porcentuales de morbilidad materna en la Montaa de Guerrero, en el periodo 2005-2007fue de 122.47 muertes por cada nueve mil nacimientos, mientras que a nivel estatal mantuvo la cifra en el mismo lapso de 74.21 por cada diez

    mil nacimientos.

    Tambin refiere que Los fines del proyecto nacional contenidos enesta Constitucin determinarn los objetivos de la planeacin me-diante un plan nacional de desarrollo al que se sujetarn obligato-riamente los programas de la Administracin Pblica Federal. As,

    tenemos que existen dos presupuestos bsicos para que el Gobiernode Mxico haga planeacin denominada democrtica en materia delos derechos de las PCD: la Convencin y la Constitucin. La prime-ra, en un contexto de vigencia universal y la segunda, convalidandoa la primera y definiendo la naturaleza y los alcances de dichaplaneacin. Lo que sigue es que el Plan Nacional de Desarrollo led sentido a esta base doble.

    Al respecto, de una lectura atenta al Plan Nacional de Desarrollo2006-2012 resalta la manera en que redacta su prembulo. Eltitular del Poder Ejecutivo sostiene que el PND es:

    El principal instrumento del Gobierno de la Repblicapara reducir las desigualdades y construir un mejor pas es el gastopblico. Es imperativo que, en esta perspectiva, se gaste mejor y de

    forma transparente, y que el gasto se oriente efectivamente a laspersonas, a las familias y a las comunidades que ms lo necesitan.

    La mejor forma para comprender lasexpresiones de vida de las personases tomar en cuenta su lugar social

    y ponderar su relacin conlos rdenes sociales.

    Manfred Liebel y Marta Martnez Muoz

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    El PND contiene una declaracin inicial en el captulo de igualdadde oportunidades, en el sentido de que el pas tiene una

    Enorme deuda con los mexicanos que viven en condi-ciones de pobreza y marginacin; atenderlos es prioridad de este

    gobierno.

    Por ello, se propone una poltica social integral que,primero, articule los programas y acciones de gobierno desde susdiferentes mbitos de accin y, segundo, promueva la coordinaciny la participacin de los otros rdenes de gobierno y de la sociedad.

    En el contenido nuclear, el PND establece en su estrategia 17.2 loconcerniente a las PCD:

    ESTRATEGIA 17.2 Avanzar en el concepto de seguridadsocial para ampliar el alcance y cobertura de los programas degobierno enfocados a la proteccin de grupos vulnerables.

    De acuerdo con la Organizacin Mundial de la Salud, se

    estima que cuando menos el 10% de los mexicanos vive con algunadiscapacidad fsica, mental o sensorial. Por esta razn se promoverla incorporacin de las PCD a los diferentes programas sociales quellevan a cabo los tres rdenes de gobierno. Se fortalecer la coordina-cin de la Administracin Pblica Federal con los gobiernos estatalesy municipales, con el propsito de brindar un apoyo lo ms integralposible y descartando la posibilidad de incurrir en duplicidades deatencin.

    En ese mismo tenor, la estrategia 17.6 dispone otorgar apoyointegral a las PCD para su integracin en las actividades produc-tivas y culturales, con plenos derechos e independencia. En ella,establece acciones diferenciadas acordes al tipo de discapacidad con

    el objeto de lograr un mayor acceso a los servicios de salud. Losconceptos propuestos son: oportunidades de recreacin e insercinen el mercado laboral, as como la inclusin de las PCDen el diseode las polticas pblicas. Esta estrategia hace varios trazos, de losque vale la pena verificar si hay visos de implementacin, he aqualgunos incisos que por su importancia me atrevo a reproducir casien su totalidad:

    5 La Convencin es muy cuidadosa con el uso de este trmino, prevaleciendo el de inclusin, trmino que utiliza en siete ocasiones.

    En lugar de ver la discapacidad como desviacin, eldesarrollo de una sociedad inclusiva requiere entender

    la discapacidad en trminos de diversidad: una sociedad

    pluralista se caracteriza por evitar la uniformidad forzada, y

    comprender y valorar las diferencias.

    Christian Courtis

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    a. Estructurar un proceso de armonizacin legislativa a finde hacer vigente la Convencin (que correspondecon el contenido del artculo 4.1.a de la Convencin);

    b. Realizacin de un diagnstico nacional y de un censosobre las PCD y de sus familias (Artculo 31 de la Convencin);

    c.Acciones de prevencin de la discapacidad, paragarantizar el acceso a servicios de calidad que propiciensu inclusin social y su desarrollo pleno.

    d. Equiparar y facilitar integracin plena, mediante unsistema de la salud integral, con nfasis en lasalud sexual y reproductiva;

    e. Promover la construccin de viviendas, infraestructuraurbana, instalaciones escolares y de salud adaptadas;

    f. Fortalecimiento de estmulos fiscales para las empresas

    que ofrezcan oportunidades de empleoa personas con alguna discapacidad.

    g. Incrementar la accesibilidad fsica de las PCDpara el trnsito y el uso de los espacios urbanos;

    h. Promover la realizacin de investigaciones yla capacitacin de profesionales y servidores pblicos;

    i. Garantizar (estrategia 17.7) la disponibilidad e instru-mentacin para un diagnstico y canalizacin temprana.

    Como podr observarse, hay una ilacin mnima entre la Conven-cin, la Constitucin y el PND, apenas suficiente para delinear unaplaneacin pero no estratgica y menos an democrtica, comodispone la propia Constitucin. En mi opinin, lo que contiene el

    PND es una enunciacin de objetivos y algunos principios, pero noes precisamente una planeacin democrtica, y tampoco alcanza auna planeacin estratgica en la que se establezcan plazos, respon-sables, prioridades, as como medicin de resultados. Aparentemen-te el PND, deja esta labor al detalle de cada Secretara de Estado,lo cual abre el riesgo de que cada instancia interprete de manerainconexa el modo en que la planeacin se convierte en democrtica,lo que podemos decir que ha sucedido, a todas luces.

    La inclusin educativa, por ejemplo, est prevista en el artculo 24de la Convencin. En l, se refiere abiertamente sobre este concepto

    y se hace una interesante propuesta: la educacin deber ser per-manente y acompaar todo el proceso de vida de la persona condiscapacidad. En 1994 el Estado mexicano dio un golpe de timn,hacia un sistema educativo nacional, que se apartaba claramentedel sistema heterogneo previo, cuya principal caracterstica era laeducacin especial, destinada principalmente para PCD.

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    No obstante lo anterior, es posible afirmar que la vigencia del mo-delo referido no ha llegado a convertirse en realidad. En todo caso,la parte de mayor avance lo constituyen los Centros de AtencinMltiple (conocidos como CAM), pero cuyos logros no necesaria-

    mente significan cambios cualitativos en relacin con la inclusineducativa. En este tema, las propias organizaciones civiles tienenuna fuerte cobertura a nivel nacional que prestan diversos serviciostendientes tambin a cumplir lo establecido en el artculo 24 de laConvencin.

    En el caso de la inclusin laboral, la situacin deja mucho qudesear. El artculo 27 de la Convencin hace tambin clara alusina la inclusin de las PCD en torno a este derecho; particularmentedicho artculo establece el concepto de un entorno laboral inclusivo.En el inciso g, la Convencin refiere que los Estados parte debernemplear a PCD en el sector pblico.

    A pesar de ello, pocas son las instancias pblicas que tienen unapoltica pblica inclusiva que garantice la no discriminacin en

    torno a las PCD, y que permita darle sentido al inciso g del artculo27 de la Convencin. Qu puede pedir el Estado mexicano a losempleadores privados, cuando su poltica de inclusin laboral es tanpequea y desarticulada?

    Ejemplo de ello es que la Comisin Nacional de los Derechos Hu-manos, instancia que uno supondra tiene mayor sensibilidad en eltema, nicamente tiene en su nmina tres empleados pblicos con

    discapacidad, de un total de 1090 6, lo cual representa el 0.003%de insercin laboral inclusiva, a favor de las PCD.

    La Secretara de Trabajo y Previsin Social, report medianteel sistema INFOMEX que tiene un porcentaje de 0.35%, con 16personas registradas como servidores pblicos con algn tipo dediscapacidad, lo que significa que dicha instancia tiene una plantilla

    de 4800 empleados pblicos, dato que no fue aportado por lainstancia pblica consultada.

    De la lectura del Plan Nacional de Desarrollo no se colige la exis-

    tencia de una planeacin democrtica, dirigida a la implementacinde polticas pblicas en materia de inclusin laboral para PCD.Tampoco se advierte que haya una conexin entre dicho Plan y loscontenidos de la Convencin, por lo que si se analizara la maneraen que el Estado mexicano intenta abordar la inclusin social con

    la totalidad de derechos reconocidos por la Convencin, segura-mente obtendremos resultados similares: no hay polticas pblicasestructurales a favor de las PCD y cada instancia acta de manerainconexa, con el resto de la estructura de Estado, generando unaaccin estatal ajena a los dictados de la Convencin.

    Hasta ahora hemos hablado de la gran estructura excluyente-

    discriminatoria que caracteriza a la sociedad mexicana, as comode la manera en que el propio sistema de derechos humanos noes necesariamente congruente con la pretendida inclusin social,y las inconsistencias en la instrumentacin de las polticas pblicasestructurales. Abordemos ahora un tema poco comn, pero trascen-dental para la sociedad en general y particularmente importantepara las PCD y para sus familias: la atencin psicosocial.

    6 Datos obtenidos mediante el sistema INFOMEX, el 13 de agosto de 2010.

    l l l d d l f l

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    La atencin psicosocial y la ConvencinComo advert al principio, consider oportuno hacer un breve recuen-to del devenir histrico y de las caractersticas generales de nuestrosistema civilizatorio actual. Sostengo que dicho sistema tiene diversascaractersticas ominosas, entre ellas una de las ms evidentes es quese trata de un sistema de naturaleza excluyente-discriminatorio. Lassecuelas de esa esencia trasminan toda nuestra cotidianeidad, comopudimos ver en las caractersticas del sistema poltico nacional, y en lamanera en que estructura su planeacin democrtica, desde la propiaConstitucin y en su Plan Nacional de Desarrollo, particularmente enla atencin de las PCD.

    Considero que un sistema civilizatorio como el que menciono, contales caractersticas, est condenado a bsicamente dos destinos,

    uno excluyente del otro: o termina por poner en riesgo de extincina la humanidad y a la inmensa mayora de especies que pueblan laTierra; o logra cambiar su base conceptual de explotacin, sinni-mo del sistema excluyente-discriminatorio y detiene la dinmicadestructora en la que ahora nos encontramos. En ese sentido, esposible afirmar que la humanidad precisa de distintas estrategia deabordaje al gran problema en el que nos encontramos, una de esasherramientas puede serlo la atencin psicosocial.

    En la medida que esa atencin psicosocial, signifique que laspersonas a las que va destinada entiendan su situacin y las dejeen posibilidad de remontar su circunstancia, podr considerarse deutilidad social plena. Con esto quiero decir que la asistencia psicoso-

    cial debe considerar a la PCD no slo en su entorno psicofsicoinmediato, sino en su participacin en el cambio social, tendentea desmontar la gran estructura de explotacin, que conduce a laexclusin-discriminacin a la que hemos hecho referencia y que havictimizado no solamente a la PCD, sino a su entorno familiar ysocial, de manera generalizada.

    Opt por tomar como referente a la Convencin, por ser el docu-mento de proteccin que ms consenso ha generado a nivel inter-nacional, adems de que su estructura es una de las ms elabora-das. Adicionalmente, es producto de los esfuerzos del Gobierno deMxico y cuyo impacto ha sido notable. Prcticamente puede decirseque estamos ante un instrumento internacional ideado, deliberadoy adoptado en el siglo XXI. Este instrumento internacional parecieraque contempla la asistencia psicosocial de la PCD en su artculo 16,

    en la proteccin contra la explotacin, la violencia y el abuso:4. Los Estados Partes tomarn todas las medidas perti-

    nentes para promover la recuperacin fsica, cognitiva y psicolgica,la rehabilitacin y la reintegracin social de las personas condiscapacidad que sean vctimas de cualquier forma de explotacin,violencia o abuso, incluso mediante la prestacin de servicios deproteccin. Dicha recuperacin e integracin tendrn lugar en un

    entorno que sea favorable para la salud, el bienestar, la autoes-tima, la dignidad y la autonoma de la persona y que tenga encuenta las necesidades especficas del gnero y la edad.

    Como puede leerse, este artculo parte de la premisa de que elEstado deber promover la recuperacin psicolgica, nicamentecuando se acredite la explotacin, la violencia o el abuso, en lo quepodramos denominar una asistencia victimal, dirigida a las PCD.

    E l i i i d l d l L i i l b d d i d l E d

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    En esta lgica si no son vctimas de algunos de esos supuestos, elEstado no estar obligado a promover la recuperacin psicolgica,como si pudiera verse por separado la explotacin generalizada dela poblacin y la explotacin especfica de las PCD.

    Dicho de otra manera, estoy en condicin de afirmar que laConvencin no abarca la intervencin psicosocial, sino que apenasla aborda como una terapia pos-trauma y no como una posibilidadde prevencin y toma de conciencia. Este concepto la toma de con-ciencia- aludido por la Convencin en el artculo 8, es ms afn a laatencin psicosocial que lo reproducido por el artculo 16.4. La tomade conciencia es en donde debiera verse inserta la intervencin psi-cosocial, y ya no necesariamente desde una perspectiva de reaccin,sino desde la accin preventiva que no necesariamente es labor delEstado, tambin puede y debe serlo de la sociedad en su conjunto,

    para lo cual la propia sociedad debe formar auto-organizacin.

    La toma de conciencia equivale ms a la intervencin psicosocialque a la recuperacin psicolgica, en donde no puede aducirse confacilidad que la organizacin social tenga un papel preponderanteque acuerpe el proceso de sanacin, ya no slo de la persona, sinode la sociedad en su conjunto.

    La toma conciencia es labor de todos y no nicamente del Estado,segn se advierte de la lectura de uno de los compromisos de losEstados, en la primera parte del artculo 8 de la Convencin:

    Sensibilizar a la sociedad, incluso a nivel familiar, paraque tome mayor conciencia respecto de las personas con discapa-cidad y fomentar el respeto de los derechos y la dignidad de estaspersonas;

    En el esquema estructural de la Convencin, sus redactores noconsideraron el concepto de la asistencia psicosocial, porque quizssimplemente no se les ocurri. De una lectura cuidadosa delinstrumento internacional, veremos que la salud psicofsica de laPCD solo est entendida como reactiva a una circunstancia de su

    victimizacin, sin apreciar la posibilidad de una labor proactiva, quesin duda estn realizando diversas organizaciones a nivel mundial.Como hemos referido ms arriba, el concepto de la toma de con-ciencia es aquiescente con el de la asistencia psicosocial, pero no esexactamente lo que este concepto refiere, y tampoco queda sugeridaeste tipo de asistencia en el prembulo del instrumento referido.

    d f l P t i t i d l i t t t

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    Consideraciones finalesComo podemos apreciar, de la larga cadena de la fenomenologadel sistema excluyente-discriminatorio, que inicia en las racesmismas del actual sistema civilizatorio, basado en la entronizacinde la explotacin humana y la depredacin absurda del medioambiente, a travs de la apropiacin del trabajo del otro, de laesclavitud, la servidumbre y las modernas prcticas de explotacinlaboral, la exclusin abarca sin duda a las PCD.

    Una de las caractersticas de este gran sistema fallido es la faltade condicionantes sociales que faciliten la toma de conciencia de

    la sociedad en su conjunto y en particular de las PCD. Asumida demanera crtica, la asistencia psicosocial puede ser una condicionan-te para tal efecto, si logra tener las caractersticas indicadas queapunten hacia lo contemplado por el artculo 8 de la Convencin: latoma de conciencia.

    La toma de conciencia es el preludio de los cambios cualitativos enuna sociedad, en un grupo social, en la persona. Buena parte del

    esquema terico para la consecucin de este concepto se explicacon las bases aportadas por Paulo Freire, particularmente en elsentido de que el proceso de liberacin de la persona precisa partirdesde su propia experiencia en un camino que inicia con la toma deconciencia, pasa por la liberacin de la persona y no termina, mien-tras persistan las condiciones de opresin y discriminacin que hanacompaado a la humanidad a travs de casi toda su existencia.

    La cuestin es si la asistencia psicosocial ha desarrollado sus marcostericos enfilados en esa direccin, o acaso se identifican mscon la tendencia reactiva que se aprecia en el artculo 16.4 de laConvencin: la atencin psicolgica para las PCD con el objetivo derehabilitar y reintegrar a las vctimas de los abusos a sus derechoshuman