Upload
fundamerced
View
1.287
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
DERECHOS HUMANOS Y DEMOCRACIA
Por JAIME VARGAS 1
RESUMEN
La relación existente entre Derechos Humanos y Democracia viene dada por la
preeminencia conferida al individuo en sí mismo considerado, en vez de conferírsela a la
sociedad o al Estado; en lo atinente a los Derechos Humanos, el Estado debe garantizarle al
individuo la existencia de determinadas condiciones para así posibilitar el libre
desenvolvimiento y desarrollo de su personalidad; en lo tocante a la Democracia, compete
al individuo la conducción de la cosa pública, mediante su participación protagónica, y al
Estado rendirle cuentas al individuo. Sin embargo, es ésta una nueva concepción que ha
surgido por la evolución misma de los derechos que paulatina y progresivamente se le han
venido reconociendo al individuo pero que en la praxis resulta obstaculizada debido a la
condición humana misma, proclive a incumplir la Ley a causa de impulsos innatos cuyo
autodominio y control debería ser inculcado mediante proceso de socialización. De allí que
mientras el individuo manifieste libremente su conducta impulsiva sin ser disuadido a
reprimirla, persistirá entonces la violencia en toda interacción social, afectando la
coexistencia social e impidiendo la convivencia social pacífica; y estando afectadas tanto la
coexistencia como la convivencia, afectadas estarán también esas condiciones de paz y de
orden que el Estado debe garantizarle a todo individuo para que pueda desenvolverse y
desarrollarse. Urge entonces la disciplina, único modo de conjugar armónicamente la
voluntad y el esfuerzo de todos los miembros de una sociedad; y esa disciplina sólo podrá
ser obtenida cuándo todos y cada uno de los miembros de esa sociedad cumplan cabalmente
los designios de la Ley, y la impunidad sea intolerada.
De modo pues, ese irrestricto respeto a la Ley pudiera evitar igualmente la
degeneración de la democracia en demagogia, preservándola. Se torna necesario entonces
inculcar en el individuo los principios y valores que le permitirán dominar su conducta
impulsiva, refrenando sus reacciones, y que posibilitarán coexistir socialmente y convivir
pacíficamente en sociedad, mediante una socialización que propicie adquisición de
competencias específicas para saber convivir y saber ser.
PALABRAS CLAVES: Derechos Humanos, Democracia, Violencia, Coexistencia Social,
Convivencia Social Pacífica, Socialización, Respeto a la Ley.
1 Abogado, egresado de la UCAB, Director General de FUNDAMERCED. Ponencia presentada en la
Primera Jornada de Actualización en Educación Universitaria y Administración Tributaria, de la Universidad
Nacional Experimental Simón Rodríguez, (UNESR), 21 de abril de 2012.
2
DERECHOS HUMANOS Y DEMOCRACIA
Los Derechos Humanos y la Democracia son expresiones cuya relación está en el
Estado de Derecho, y cuya función viene dada por el Derecho mismo y sus fines y
fundamentos. Los Derechos Humanos, de una parte, constituyen el cúmulo de condiciones
cuya existencia debe garantizarle el Estado al individuo para que éste pueda desenvolverse
y desarrollarse libremente; en tanto que la Democracia, como forma de gobierno, se supone
constituye el estado ideal en dónde podrían y deberían desenvolverse y desarrollarse esos
individuos, ejerciendo efectivamente sus derechos, disfrutándolos.
Empero, tanto esos Derechos Humanos como esa Democracia dependen de un Estado
de Derecho, y éste a su vez depende del Derecho, pues es éste quién regula el
comportamiento mediante normas cuyo cumplimiento exige coactiva y coercitivamente.
En condiciones anómicas o anárquicas, cada quién actuaría a su libre arbitrio, y sería
inexistente la paz y el orden social; e imperando el caos, sería precaria la existencia misma
tanto del individuo como de toda forma de agrupación social. Sin embargo, como quiera
que el ser humano tiende a agruparse y formar grupos sociales, imperceptiblemente
estructurados en clases y jerarquías, entonces el Derecho procura conjugar armónicamente
todas las fuerzas individuales inmersas dentro de ese grupo social determinado para que
entre todos alcancen un propósito común, regulando el comportamiento individual de cada
uno de los miembros de esa sociedad, pero comienza a conjugarlas cómo acto reflexivo,
para evitar la muerte y la destrucción, del modo cómo nos enseña Hobbes2, evitando la
violencia por miedo al poder ajeno, y nos ratifica Kant3, celebrando armisticios: La
violencia es innata en el humano, pero la puede reprimir, voluntariamente o no; de allí que
advirtamos entonces sea totalmente falsa la romántica idea rousseauniana del buen salvaje4,
y que la sociedad surja a partir de un pacto, pero como suma de las voluntades individuales
libres que deciden actuar conjuntamente con el propósito de obtener ventajas comunes,
evitando todo acto hostil.
De manera pues, sí los fines del Derecho son integrar armónica, disciplinada y
conjugadamente las fuerzas individuales de cada quién, para que conviviendo
pacíficamente, todos obtengan y alcancen un bien común, el Derecho tendrá entonces como
fundamento el Orden, la Coexistencia y la Paz, único modo de alcanzar entonces un Estado
de Derecho, conformado a su vez por la Justicia, la Seguridad y el Bien Común.
Ahora bién, siendo que la existencia de ese Estado de Derecho depende de la
coexistencia y la convivencia pacífica de todos los miembros de la sociedad, es la razón por
la cual son de obligatorio cumplimiento las normas jurídicas, para así asegurar al menos la
pacificidad de esa convivencia a que nos obliga la coexistencia social, confiriéndoles
carácter de coercibles; esto es, susceptibles de obligar a su propio cumplimiento,
imponiendo sanción. No obstante, aún así son incumplidas, debido a que la condición
humana misma es proclive a la violencia, a imponer su voluntad arbitrariamente a otro,
2 Del Ciudadano
3 De la paz perpetua
4 El Contrato Social
3
ejerciendo ilegítimamente la fuerza, así sea psicológica o emocionalmente, y que pudiera
verse reflejado hasta en el modo de comunicarnos cotidianamente. Por tanto, es evidente
entonces que toda socialización debería propiciar en el individuo competencias para
convivir socialmente, para manejar situaciones conflictivas y para desenvolverse en
democracia, derivándolas de dos pilares de la educación: Del aprender a vivir juntos y del
aprender a ser.
Tenemos así entonces que formalmente sería inexistente toda desigualdad, que todos
tendríamos la misma oportunidad para desenvolvernos y desarrollarnos libremente y que
todos podríamos participar en los asuntos públicos, pero que no podemos siquiera coexistir
pacíficamente ni en el seno de nuestras propias familias ni en nuestras propias comunidades
dónde estudiamos, trabajamos o vivimos, pero aún así día tras día insistimos en exigir
reconocimiento a la existencia de una larguísima retahíla de cada vez nuevos derechos. E
insistimos fanáticamente en el reconocimiento de esos derechos olvidando que el
cumplimiento de la Ley es la única garantía de esa paz y orden social requeridos
necesariamente para convivir pacíficamente y alcanzar el desarrollo individual que
escojamos, y olvidando asimismo que sólo la Democracia como forma de gobierno
aseguraría esa posibilidad de desarrollo personal por predominar en ella el individuo
respecto a la sociedad y respecto al Estado, por no saber convivir tampoco en democracia,
debido a que cotidianamente nos comportamos autoritaria, despótica y abusivamente. De
allí que el cumplimiento de la Ley sea necesario, así como es necesario igualmente el
castigo en caso de incumplimiento de la Ley, no tanto para evitar la impunidad sino para
disuadir a su cumplimiento, y así evitar la anarquía.
Por consiguiente, más que enseñar y saber en que consiste la virtud y el honor, urge
más bién respetemos la Ley, pues la disciplina es orgullo de los hombres libres.
Como segunda consecuencia, para convivir en democracia primeramente hemos de
coexistir pacíficamente, refrenando y reprimiendo nuestra agresividad, para así abstenernos
de violencia y de todo acto hostil; por ello, dado que los Derechos Humanos operan
respecto al Estado, no respecto a otro individuo, quién transgreda el derecho ajeno será reo
de delito común, no un transgresor de derechos humanos; y, por ende, convivir en
democracia implica que el individuo se interrelacionará socialmente con sus iguales, no con
una entelequia: Tendrá que saber convivir con otros.
En tercero y último lugar, para convivir en democracia, la impunidad debe ser
evitada; la tolerancia y la empatía sólo deberían ser aplicadas respecto a las diferencias
susceptibles de discriminación entre los individuos, no para hacernos cómplices de actos
reñidos con la Ley. Todo comportamiento ilegal debe ser sancionado.
Finalmente, como colofón, es necesario conozcamos cuáles son nuestros derechos,
pero mucho más importante es que cumplamos nuestro deber primordial, respetar la Ley,
pues de su estricta observancia y cumplimiento depende la existencia misma del Estado de
Derecho que nos garantizará la existencia de esas condiciones de paz y de orden que nos
permitirán desarrollarnos libremente, respeto éste que principia por comunicarnos
pacíficamente con otros, para así coexistir y convivir pacíficamente en sociedad.