DESARROLLO URBANO MADRID HASTA 1830.pdf

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    Introduccin al desarrollo urbano de Madrid hasta 1830P e d r o Navascus Pa l ac i oCatedrtico de Historia del Arte de la Escuela Tcnica Superior de Arquitectura de MadridMiembro Numerario del Instituto de Estudios Madrileos

    Edad MediaNo exist iendo duda alguna sobre la considerable ent idad deMadrid durante la Edad Media, como ncleo urbano de ciertacomplej idad, tanto en la etapa musulmana como en el perodocrist iano, son muchas, por el contrario, las incgni tas an porresolver acerca del aspecto f s ico de su conf iguracin urbana.En e fecto , cono cemos que Mad r id (Mayr i t ) fue fundac in i slmica debida al emir Mur^ammad I (852-886), que la fort i f ic,agregndola al sistema defensivo que protega el val le del Tajode las incursiones crist ianas que, procedentes del Norte, l legaban a t ravs de la sierra de Guadarrama. Sabemos igualmenteque su papel estratgico exiga una local izacin abrupta comolo es la elevada meseta que emerge entre el valle del ro Manzanares, la profunda cuenca de la cal le de Segovia y el ant iguoarroyo del Arenal, cuyo recuerdo perdura igualmente en la calle desu nombre. All se encontraba la ciudadela o almudayna junto ala que creci la ciudad propiamente dicha o medina, ocupando el terreno de perf i l ms suave al Este de aqulla. La extensin de la almudayna y medina puede calcularse en unas 8 y26 hectreas respect ivamente, pero donde comienzan las dudases en el t razado del recinto fort i f icado, su recorrido, cronologa, dist r ibucin interior de la poblacin, etc.No es di f c i l imaginar, sin embargo, que la almudayna estuvieraespecialmente protegida, como ncleo mi l i tar que era, que lamedina contara con una red viaria de carcter desigual y tortuosa, casero apretado, ausencia de grandes espacios abiertosdentro de la poblacin, existencia de una mezqui ta mayor, pequeo zoco, es decir, que Madrid mostrara aquel los elementoscaracterst icos de otras ciudades hispano-musulmanas anlogas. La razn mi l i tar de su asentamiento, as como el carctercampesino de los pobladores de la medina, no incl ina a pensaren un Madrid con personal idad urbanst ica notable, fuera de loya indicado, ni con construcciones de inters a excepcin de surecia mu ral la. Es aqu y en funcin de la mural la cuand o se produce un hecho de inters para el futuro desarrol lo urbanst icode Madrid, pues de las puertas abiertas en su recinto part anlos caminos principales y secundarios hacia los lugares inmed ia tos.

    Estos caminos, inicialmente extramuros, se i ran convirpaulat inamente en las cal les principales de los dist intossanches que conoci Madrid, siendo sta la conversiun camino rural en va urbana una constante en la morfde la futura ciudad. El lo puede constatarse ya en la confcin del l lamado Arrabal, que creci durante la BajaMedia al otro lado de la muralla, sobre el actual eje de laMayor, entre la ant igua Puerta de Guadalajara y la que mara Puerta del Sol. Desde aqu parta el camino de AlcHenares, futura cal le de Alcal y carretera de Aragn.Algo anlogo sucedi en t iempos dist intos sobre los accelas puertas de aquel recinto islmico que, a raz de la toToledo (1085) por Al fonso VI , pas a manos crist ianasservando su f isonoma y nombres. Algunos de stos aconservan en la toponimia como nico enlace histricaquel Madrid medieval: Puerta de la Vega (en la Cuesta demo nombre), Puerta de Moros (plaza del mismo nombre),ta Cerrada (plaza de igual denominacin), Puerta de Gujara (desaparecida, sobre la calle Mayor a la altura de la CaSan Miguel) y Puerta de Balnad (desaparecida, coinciaproximadamente con el solar del actual Teatro Real). Ant i ot ra puerta l lamada de la Alm ude na y luego conocidArco de Santa Mara, abierta en la mural la que separaba lazaba o ciudadela de la medina, encontrndose igualmenbre la actual cal le Mayor, en su conf luencia aproximada calle del Factor.La maqueta de Len Gi l de Palacio permite ver restos imptes de este ant iguo recinto fort i f icado, que ya sufr i de ademol iciones hasta las ms recientes, de 1953, l levadas ajunto al viaducto de Segovia. No obstante an se contest imonios de un inters extraordinario especialmenaparecidos en 1975 junto a la Cuesta de la Vega de amural la que tantas veces aparece ci tada en el Fuero de (1202) , o torgado por A l fonso VII I , en el que se insiste soneces idad de su reconst rucc in y am pl iac in.Este l t imo trmino, el de ampl iacin, plantea desde muyprano el hecho de la existencia de una poblacin extra

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    que fue crec iendo de forma muy cons iderab le y progres iva durante los siglos XI I I , XIV y XV, conf igurndose as el l lamadoarrabal que, bajo Enrique IV (1454-1475), l leg a duplicar lasuperf ic ie de la ant igua ciuda d hispan omu sulma na. El mo tor deeste crecimiento, al margen de algunos hechos pol t icos comola reunin f recuente de Cortes en Madrid que inaugur Fernando IV a comienzos del siglo XIV, fue sin duda el estableci m iento de un mercado f ranco y dos ord inar ios en Madr id , concedidos por Enrique IV, quien adems mostr su predi leccinpor la ciudad a t ravs de fundaciones como la del monasteriode San Jern imo, cuyo reg io pat ronazgo segu i r an manten iendo los Reyes Catl icos.La f isonoma de este arrabal era de carcter desigual y disperso,si rviendo de elemento aglut inante las iglesias extramuros deSan Mart n, San Gins y Santa Cruz. Estos barrios estuvieron,incluso, separados entre s , hasta que su crecimiento los fueconvirt iendo en un ncleo que se fue acercando a la mural la dela vi l la para ocupar, primero, los muladares y huertas que mantenan despejada y visible aqul la, y cegar, despus, el foso ocava que protega exteriormente la mural la. Entre los pet icionarios que a comienzos del siglo XVI pidieron l icencia para cegarel foso, se encuentra doa Beatriz Gal indo que, al fundar elHospi tal de La Lat ina, contr ibua a f ijar el crecim iento de Madrid en di reccin Sur. Todo esto exigi una nueva cerca, consimples f ines f iscales y no mi l i tares, que englobara a estos barr ios o pueblas, dando lugar a las nuevas puertas que, aproxi madamente, fueron Puerta de San Francisco o de La Lat ina (enla desembocadura de la calle de Toledo sobre la plaza de la Cebada), Puerta de Atocha ? (a la altura de la actual plazade Jacinto Benavente), Puerta del Sol (hoy plaza del mismonombre) y Puerta de Santo Domingo (junto al desaparecidomonasterio que dio su nombre a la actual plaza). No obstantean quedaban fuera de la cerca del arrabal ncleos importantescomo el del monasterio de San Francisco o el que aglut inaba laiglesia de San Mil ln ante la Puerta de La Latina.

    Siglo XVIDurante este siglo, Madrid conoci su conversin de Vi l la enCorte, poniendo as f in a una primera etapa de su historia en laque a las funciones mi l i tares iniciales se haban sumado las demerc ado. A ho ra, bajo Fel ipe I I , Mad rid iba a asumir ot ras dendole polt ica al f i jarse la Corte en la ciudad, con todas lasconsecuenc ias que este hecho desencaden y que, lg icamenteiban a afectar a su estructura urbana de una forma muy di recta.El propio Carlos V haba demostrado un claro inters por Madr id , quizs atrado por los cotos de caza inmediatos (El Pardo,Galapagar, Valdemoro, Aranjuez, etc. ), y sabemos de sus estancias en el ant iguo alczar medieval que decidi t ransformary ampliar, para lo cual hubo ya de iniciar unos derribos para poderformar una plaza y su acceso. Este hecho, el cuidar la imagenurbana de la morada del Csar, que contara ahora con una fachada de cierta nobleza, aunque todava conservaba su apariencia medieval por ot ros f lancos, despert un cierto deseo deemulacin por parte de algunos part iculares, apareciendo entonces los primeros palacios urbanos que cuidaron tanto su ar

    qui tectura interna como externa (casa que luego albergconvento de las Descalzas Reales, la l lamada de Cisnerocon pat io plateresco al comienzo de la cal le de SegoviaEl lo coincide con la serie larga de fundaciones rel igiosatacando entre las part iculares la Capi l la del Obispo, queuna act iv idad edi l ic ia notable en el perodo carol lno (1517al t i empo que muest ran la pr imera arqu i tec tura monusurgida en la ciudad. Que Madrid Iniciaba una t ransfode cierta consideracin bajo Carlos V lo atest igua, iguala actuacin sobre la Puerta de Guadalajara que, si biendo derribarse como se pretenda, al menos se ensanchque pudieran pasar holgadamente los carruajes. Ms al lanecdt ico del hecho, el lo tendra una repercusin imen el viejo tej ido urbano medieval , ya que abra paso af ico rodado de mayor volumen, inyectando una fuerza den la ciudad que obl igar a derribos y nuevas al ineaciomo las efectuadas en las inmediaciones de la Puerta delajara que, junto a las mencionadas de la plaza del alczlas primeras intervenciones sobre el casco medieval .No conocemos n ingn p lano de la c iudad en este mopero s algo de su aspecto fsico al f inal de la poca los V, coincidiendo con los primeros aos del reinado pe I I (1556-1598). Se t rata de las conocidas vistas deque se conservan en la Bibl ioteca Nacional de Viena, muy probableme nte a l p in tor f l amenco An tn van degaerde, de hacia 1563-1570. En ellas, adems de la citadma del Alczar, lo ms sorprendente resul ta ser la exalcanzada por el casero madri leo, ms all de la ceArrabal. En aquellas fechas Felipe II ya haba trasladado te a Madrid (1561), in icindose un proceso de crecabso lu tamente ext raord inar io , tanto por su magni tud coel t iempo breve en el que se produjo. El lo exigi una accontrol urbano que fue siempre muy a la zaga de una realidd iar iamente, desbordaba cua lqu ier prev is in. A lgunos administrativos, como la organizacin de la l impieza de las cde las medidas de carcter profi lctico, como las tomadas ala epidemia de 1566, nos permiten conocer la divisin intnueve cuarteles y el alcance del permetro real de la ciudf i j def ini t ivamente una provisin del Consejo de Cast i l laLos nuevos l mi tes suponan una ampl iacin considerablsuperf ic ie de la poblacin, la cual creca en di reccin forma dominante, y en menor cuant a hacia el Sur. Las puertas seran las de Toledo, Antn Mart n o Atocha, ANueva del Sol, San Luis (?) en la que confluan los camHortaleza y Fuencarral , subsist iendo la Puerta de Sanmingo abierta en la anterior cerca del Arrabal .Esta nueva del imi tacin intentaba controlar la cal idad def icacin en el interior de la ciudad, al t iempo que buscpedir nuevas construcciones fuera de estos l mi tes. Ni lolo ot ro se consigui, hasta tal punto que hacia 1590 Maba crecido de un modo alarmante, acercndose al pque la ciudad tendra bajo Fel ipe IV. Efect ivamente, Mas de tener una poblacin aproximada de 20.000 habi tacomienzo del reinado de Fel ipe I I , a contar con unos 6la muerte del monarca. El nmero de sus edi f ic ios tamtripl ic desde unos t res mi l a algo ms de ocho mi l . La

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    dan una idea cuant i tat iva de este crecimiento que, cual i tat ivamente, se intent f iscal izar a t ravs de la creacin de una especie de junta de urbanism o cono cida c om o Ju nta de pol ica yornato pbl ico (1590), cuyo comet ido consist a en procurarque aya la l impieza, ornato y pul ic ia que combiene a la vi l lade Madrid, La act iv idad de la Junta fue grande, ya que, a fal tade unas ordenanzas de edi f icacin, deba velar por la arqui tectura de la ciudad. En este sent ido hizo pbl ico el conocidoBando de pol ica (1591), rei terando la prohibicin de edi f icarfuera de los l mi tes arr iba sealados, as como la obl igatoriedadde presentar la traza de los nuevos edif icios que se hicierendentro de la poblacin, para obtener la l icencia pert inente. Deeste modo quera evi tarse el aspecto mezquino del casero madri leo que, a travs de las l lamadas casas a la malicia intentaba eludir la enojosa carga que sobre la poblacin de Madridhaba cado con el Aposentamiento de Corte, en forma dehospedaje forzos o.El nomb ramiento de Francisco de Mora como Maest ro mayorde las obras que se hicieren en esta Vil la por encargo de laJunta (1592), inauguraba la f igura del arqui tecto municipal ,con gran responsabi l idad en el futuro arqui tectnico y urbanst ico de la ciudad. Detrs de toda esta act iv idad hay que ver,asimismo, al propio Fel ipe I I y a su arqui tecto Juan de Herrera,a quienes se debe un plan de reformas interiores entre las quedestacan las nuevas al ineaciones de las cal les de Atocha, Segovia y Mayor. La de Segovia se convert i r a ahora en el ingresoprincipal de la Corte, a eje con el colosal puente de Segovia sobre el ro Manzanares. Asimismo, la reforma de la cal le Mayorcontemplaba al t iempo la remodelacin de la plaza del Arrabalo Mayor (1581) que supone el primer paso hacia la total regula-r izacin de aquel punto neurlgico del comercio madri leo.

    Siglo XVIILa muerte de Herrera (1597) seguida de la de Felipe II (1598) yel traslado de la Corte a Valladolid (1601-1606) bajo Felipe III(1598-1621), supusieron la paral izacin de cuantos proyectosurbanst icos se haban iniciado aos atrs, l legando incluso a di solverse la eficaz Junta de polica y ornato. A raz de la vueltade la Corte a Madrid aqul la reinici su act iv idad (1608) gracias al celo del arqui tecto Francisco de Mora, quien aparece enla documentacin del Archivo de Vi l la no slo dando las t razasde los nuevos edi f ic ios, para que sus alzados tuvieran una mn ima d ign idad y homogeneidad, s ino proponiendo constantesreformas urbanst icas y nuevas al ineaciones en lo ms viejo dela ciudad medieval (cal le que va desde Sant iuste a Santa Mara, calle que entra en la puerta de Guadalajara a la de Sant iago, etc. ), s iendo su actuacin en este aspecto decisiva c o n t r ibuy end o a desdibujar los rasgos medievales del ncleo inicial .Fel ipe I I I , como ya lo haban hecho sus antecesores, atendi deun modo especial al eje de la cal le Mayor y sus adyacentes,donde todava exist an bastantes solares por construi r lo cualparece muy mal para el ornato de un lugar tan grandioso comoes ste (F. de Mora). Todo el empeo puesto por el rey y lajunta de urbanismo en la reedi f icacin segn las normas deM ora , en el respeto de las nuevas al ineaciones, etc. , choc con

    la act i tud de los part iculares (muchos que labran toman de las calles sin pagarlo, adems que no labran con el oconveniente), que actuaron por su cuenta de tal modo como Mora apuntaba en 1610, habiendo en esta Cortechas obras, cada uno labra como se le antoja y de aqu que unas casas queden bajas y ot ras al tas, unas afuera y adentro que causa gran deformidad. Esto muestra la impcia ante el control de la arqui tectura de la ciudad que conal terminar el reinado de Felipe III , con unos 9.500 edif iciosLa obra, entre arqui tectnica y urbanst ica, ms importaneste perodo fue la conf iguracin def ini t iva de la Plaza Mas como la ordenacin de las calles inmediatas, que repetmisma t ipologa de fachadas con soportales y balconesguiendo el proyecto de Juan Gmez de Mora (1617). La Mayor se convirt i en el espacio pbl ico ms importantM adr i d , tanto por el carcter vario de sus funciones comel movimiento mercant i l que en el la tena lugar, const i tuyun modelo urbano de excepcional inters.La propia importancia de la Plaza Mayor podra considecomo termmetro para medir el auge de la ciudad que iculminar con Fel ipe IV (1621-1665), bajo cuyo reinado Malcanz su mximo desarrol lo en el siglo X V I I , l legando atener dentro de su cerca una poblacin de algo ms de 10habi tantes y unos 11.000 edi f ic ios. Dicha cerca, as como etal le de la dist r ibucin interior de la Vi l la, la conocemosgran exact i tud gracias al plano levantado por el portugudro Texeira (1656), que puede considerarse como una dobras ms logradas de la cartograf a urbana de la Edad Mna . En el plano de Texeira se pone de mani f iesto, una vezla cont inua conversin de los ant iguos caminos rurales enurbanas, destacando con fuerza la de Atocha, en di recciconvento de este nombre, y la de Alcal. Al Norte y Suambas vas y con las cal les que iban buscando otras di recc(Fuencarral , Hortaleza, Toledo, etc. ) se fue tej iendo la natural (M ol ina) que creci de forma orgnica a espaldacualquier planteam iento urbano pre vio, dando lugar a contes encuentros b f idos (Chueca). Entre las novedades imptes que incluye el plano de Texeira se encuentra el conjunedif icios y jardines del Palacio del Buen Retiro, que no apaan en el anterior plano de Wit (1635), y que supondr unrrera para el crecimiento de la ciudad por el borde orientamism o Texeira m uestra la -Real Casa de Cam po y el conde casas, huertas y jardines que ms adelante se conocermo Montaa del Prncipe Po.En cuanto al interior de la poblacin, adems de sealar lt imas novedades arqui tectnicas y urbanst icas (nueva facdel Alczar, Crcel de Corte, Plaza Mayor, etc.), l lama lacin el nmero elevado de conjuntos conventuales ( igclaustro, jardn y huerta) que dieron al Madrid de los Auel carcter de una ciudad conventual . Baste recordar suscuenta y siete conventos, de rel igiosos y rel igiosas, ademlas dieciocho parroquias y sus anejos, sin olvidar los diechospi tales que contaban igualmente con su capi l la corrediente. El lo proporcionaba a la ciudad un curioso perf i l det iagudas torres y campanarios que todava conserva en medida el modelo de Gil de Palacio, el cua l , salvo las lgi

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    importantes modificaciones que la ciudad sufrira hasta 1830,resulta ser un inapreciable complemento en relieve del plano deTexeira. Otro de los aspectos a tener en cuenta en este planoes la poca entidad de la arquitectura domstica, surgida en elborde de las manzanas, dejando por lo general espacios abiertos en el interior, resultando as una trama urbana con un altondice de porosidad.Igualmente hay que destacar que, bajo Felipe IV, Madrid contpor vez primera con unas ordenanzas debidas a Juan de Torija(Tratado breve sobre las ordenanzas de la Villa de Madrid ypolica de ella, Madrid, 1661), en las que se intenta fijar unanormativa sobre problemas de ndole prctica que surgan adiario en la ciudad (conduccin de aguas, medianeras, chimeneas, tasaciones, casas ruinosas, etc.). Alguno de sus captulosnos permiten comprobar el peso especfico de los monasteriosen sta que hemos llamado ciudad conventual, ya que las edificaciones de su entorno tenan que guardar una especial normativa en cuanto a alturas y huecos, para evitar vistas sobre elrecinto de clausura (Torija, cap. XXIII: En qu forma se ha delabrar en frente de Monasterios, para que no sean registrados).Desgraciadamente aquellas ordenanzas nunca llegaron a estaren vigor, ni siquiera cuando el arquitecto Teodoro Ardemans,Maestro mayor de Madrid, prepar una nueva edicin a comienzos del siglo XVIII (Declaracin y extensin sobre las Ordenanzas que escribi Juan de Torija..., Madrid, 1719). Poraquellas fechas ya se haban producido acontecimientos polticos de primer orden que afectaron muy vivamente a la ciudad,al recibir ahora a la nueva dinasta de los Borbones.

    Siglo XVIIILa actividad desplegada por los monarcas que sucedieron enel trono a la Casa de Austria (Felipe V, Fernando VI y Carlos IIImuy especialmente) fue extraordinaria. De ello da buena cuentala serie de planos de la ciudad que, tras los primeros de TomsLpez, Chalmandrier (1761) y Espinosa de los Monteros (1769),culmina en el de 1785 hecho por el propio gegrafo Toms Lpez. Los cambios y actuaciones urbansticas se suceden con talrapidez que cada uno de estos planos invalida al anterior, en elsentido de mostrar una imagen de la ciudad ms acorde con lasltimas novedades. Las ms notables comienzan en el perodo1715-1729, durante el cual fue Corregidor de Madrid don Francisco Antonio Salcedo y Aguirre, marqus del Vadillo, que cont con la extraordinaria colaboracin del gran arquitecto Pedrode Ribera. Durante estos aos se resolvi el paso del Manzanares por el sur de la ciudad con el monumental puente de Toledoque se converta as en uno de los accesos ms notables deMadrid. Igualmente se orden el paseo de La Florida, ms conocido como paseo de la Virgen del Puerto, que vena a unir elpuente de Segovia con el camino de El Pardo y la entrada aMadrid por la Puerta de San Vicente, que tambin traz Ribera.En el interior surgieron nuevas fuentes monumentales, como laconservada de la Fama, grandes edificios como el Cuartel deConde Duque, o el mismo Hospicio, sede del actual MuseoMunicipal; en una palabra, una de las etapas ms felices de la

    historia de Madrid que, desgraciadamente, ha desaparesu casi totalidad, restando los muones arquitectnicomonumento, pero perdindose la realidad primaria dma urbana para la que fueron creados. La prdida de bientes urbanos creados en este momento por Riberaarquitectos contemporneos, resulta especialmente por cuanto se trataba de mbitos surgidos sobre parmtradicin propia, de los que despus se reneg, en benlas nuevas imgenes arquitectnicas y urbansticas ditaliano y francs que surgirn en las dcadas siguientesBajo este mismo reinado de Felipe V (1701-1746) se prhecho importante y fortuito, el incendio del Alczar (17tuvo fuertes repercusiones urbansticas. De una parte, tecto Filippo Juvarra propuso para el nuevo Palacio Altos de San Bernardino, lo cual, de haberse llevadohabra descompensado en parte la trama viaria de Mase haba do formando exclusivamente en direccin al como ncleo de atraccin primario convertido en centrozado hacia el oeste de la ciudad. Por otro lado, la insistemonarca por ocupar el mismo solar del antiguo AlczaAustrias con el Nuevo Palacio, oblig a definir aqulzona noble, lo cual exiga a su vez un tratamiento especentorno (cuesta de San Vicente, futura calle de Bailellerizas, cuarteles, casas de oficios, viaducto sobre la Segovia, plaza de la Armera, plaza de Oriente, Teatjardines del Campo del Moro, Catedral, etc.) que tardcho tiempo en consolidarse y para el que ya presentapuestas de gran inters Sachetti, Ventura Rodrguez y No debe omitirse tampoco la atencin dispensada, tanto pe V como por Fernando VI (1746-1759), al Buen Retiro,que pudo convertirse en residencia permanente de los men el caso de haber prosperado el proyecto del arquitectoRobert de Cotte (1714-1715). No obstante, y a raz del mencionado del Alczar, los reyes habitaron el Buen Rsi bien no modificaron sustancialmente su arquitecturanunciaron a actuar sobre los jardines donde incluyeron temas franceses como lo era el bello parterre, tal y comva puede verse en el modelo de Len Gil de Palacio.En el interior de la ciudad se levantaron nuevos edificioel conjunto de las Salesas Reales, que es un buen ejela accin urbanstica desde la arquitectura, pues, comcomprobarse en el citado modelo de Gil de Palacio, antesia adems de contar con su propio comps se foplaza semicircular tan sencilla como atractiva que contrealzar los valores de la fachada de Santa Brbara. Fueciudad surgi la Plaza de Toros, junto a la Puerta de Alcro lo ms singular fue la actuacin y arreglo de las tapcuidado puesto en algunos accesos, destacando el del Plas Delicias que con otros dos ramales, tambin arconfluan a modo de tridente ante la Puerta de Atocha .Finalmente debe recordarse que bajo Fernando VI se cnitivamente la Real Academia de Bellas Artes de San Fecorporacin que se convirti en portavoz de las nuevataciones que, en el orden de las ideas y gusto artstico, ron aquella Europa de la Ilustracin. La ciudad-capital e

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    como smbolo y expresin de la monarqua i lust rada interesv ivamente en nuest ra Academia, y a t ravs de hombres comoAntonio Ponz se puso de mani f iesto la inquietud por alcanzaruna imagen fsica para Madrid ms all de la que tena comosimple Vi l la y Corte. Este fue precisamente el comet ido de Carlos I I I (1759-1788), bajo cuyo reinado Madrid conoci las pautasurbanst icas ya ensayadas en otras capi tales de Europa. El lo resul ta evidente en el t ratamiento peri frico de ia ciudad, dondepuertas, accesos y paseos arbolados dieron al entorno inmediato de Madrid un porte monumental , s i bien en el interior dela poblacin se produca un inmediato cambio de escala, rototan slo en actuaciones aisladas que buscaban aquel mdulofuerte como lo pueden ser el Saln del Prado de Hermosi l la, elprt ico cubierto proyectado por Ventura Rodrguez, los nuevosedi f ic ios de gran tal la como los emprendidos por Sabat ini (RealAduana hoy Min is ter io de Hac ienda, Hosp i ta l Genera l ,etctera) y Juan de Vi l lanueva (Museo de Ciencias Naturales hoy Museo del Prado , Observator io , e tc . ) .Los planos ci tados de Espinosa y Toms Lpez, basados en lostrabajos fundamentales de la Planimetra General de Madrid,recogen e fect i vamente un c in turn de Madr id arbo lado que incluye el Buen Ret i ro, en cuyas inmediaciones se alza ya la soberbia Puerta de Alcal que t razara Sabat ini , al t iempo que estemismo arqui tecto sust i tua la de San Vicente hecha por Ribera.Ambas puertas, junto con la de Atocha, sern las t res puertasmonumentales de la ciudad. La de Toledo era todava de menorent idad arqui tectnica pero, en cambio, sus accesos podancompet i r e incluso superar en acierto a las dems entradas deMadrid, con el magn f ico diseo de la t r ip le conf luencia delPaseo de los Olmos, Paseo de los Ocho Hilos (hi leras de rboles) y Paseo de los Pontones. El Paseo de las Acacias, lasactuales Rondas, el Canal del Manzanares, etc. , daran a estazona Sur de Madrid un aspecto magn f ico que hubiramos deseado conservar.Por parte de la nobleza se advierte un cierto protagonismo quecontribuy tambin a la mejora del interior de la poblacin conla con struc cin de nuevos palacios que , en su mayor p arte,buscaban rodearse de unos jardines separados de la cal le pormedio de verjas y no de al tas tapias, siguiendo el ejemplo delcambio que se haba hecho en el cerramiento del Buen Ret i ro,con lo que el aspecto de las cal les inmediatas ganaba notablemente. Este fue el caso de los palacios de Buenavista. Vil la-hermosa y Li r ia, entre otros.La organizacin de la ciudad pas entonces de tener doce cuarteles o departamentos a contar con ocho, los cuales se subdi-vidan a su vez en ocho barrios cada uno. Los cuarteles quedaban a cargo de los Alcaldes de la Casa y Corte, mientras lossegundos dependan de los l lamados Alcaldes de Barrio. Madridl leg en estos aos a tener una poblacin de cerca de 150.000habi tantes que ocupaban algo ms de 7.500 casas, dist r ibuidasen 557 manzanas. Resul ta de inters comprobar que en estemomento el 35 por 100 de aquel los inmuebles eran bienes eclesist icos y que el segundo lugar lo ocupaba la nobleza t i tu ladacon el 11 por 100 de aqullos, lo cual refleja muy f ielmente laorganizacin social pese a la cris is que atraviesa la propia sociedad estamental en el siglo X VI I I .

    Carlos IV (1788-1808) dedic ms atencin a los R.ealesque a int roducir cambios y mejoras en la ciudad, entre razones porque an haba que l levar a buen trmino muchalas obras iniciadas bajo su antecesor. Sin embargo, al t iempo de comenzar su mandato, se produjo un pavoroso idio en la Plaza Mayor (1790), perdindose gran parte de eafectando a un total de 52 casas, lo cual obl ig a un reteamiento de toda la zona. Esto corri a cargo del arquiJuan de Vi l lanueva quien, adems de int roducir modi f icacy cerrar totalm ente la plaza tal y com o hoy la vem os, reuna Instruccin para la nueva edi f icacin que evi tara lapropagacin del fuego. El lo vino a const i tui r una suerte ddenanzas de edi f icacin que hizo pensar en poner en vigoant iguas Ordenanzas de Madrid publ icadas por Ardemalas que ahora se aadira el Bando sobre incendios hpbl ico en noviembre de 1790.

    El perodo 1800-1830Al comenzar el siglo, Madrid segua teniendo 557 manzanasalbergaban una poblacin cada vez mayor, est imndose eces en unos 175.000 habi tantes. Los problemas administ rase hacan cada vez ms complejos por lo que, a part i r de se rehizo la antigua divisin en cuarteles que l legaron aahora diez. Sin embargo, la Guerra de Independencia esta relat iva prosperidad de Madrid que iba a cono cer, ot ras ciudades, unos aos cr t icos. Pero no deja de ser pajico que a pesar de la brevedad del reinado del Rey In(1808-1813), aqul los fueron unos aos importantes para banismo mad ri leo, ya que Jos Bo napa rte l lev a cabo lCarlos III no tuvo t iempo de hacer y Carlos IV no l legplantearse: la reforma interior de Madrid. Esta no obedeun plan general , s ino a la modi f icacin parcial de ciertas zen las que fueron surgiendo pequeas plazas que le val ieBonaparte el apodo de rey plazuelas. Dichos espacios sesiguieron t ras una pol t ica de expropiaciones y derribosafect a iglesias, conventos y part iculares. Entre las primdesaparecieron la de San Mart n, San I ldefonso, San MigSant iago, y de los segundos se derribaron los de Santa l ina, Santa Ana, Premonstratenses y Pasin. Muchos de dieron lugar a las actuales plazas que l levan su nombre (A n a , San Miguel , Mostenses) o bien han recibido otro prior (Santa Catal ina-Plaza de las Cortes). Asimismo se proa un extenso derribo, que, como los anteriores, puede apreen la maqueta de Gil de Palacio, en la zona que se conoluego como plaza de Oriente, desapareciendo la iglesia deJuan, el convento de San Gi l , muchas casas part iculareJuego de la Pelota, Bibl ioteca Real , Jardn de la Priora, Cdel Peral , cal les de la Parra, del Buey, del Tesoro, del Carde San Bartolom, etc. , de tal modo que en muy poco t iperdi vigencia el ci tado plano de Toms Lpez.La ambicin de una intervencin profunda qued t runcadla brevedad y di f ic i l s imas ci rcunstancias pol t icas del reinaJos Bonaparte, quien slo pudo ver los derribos y las mnamente ordenadas plazas de Santa Ana y de San Miguel.

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    poco pas de s imple proyecto la magnf ica propuesta de suarquitecto Silvestre Prez, de unir el Palacio Real con la iglesiade San Francisco el Grande que ahora hara las veces de Saln de Cortes a travs de una serie de plazas magnficas, inc luyendo igualmente un soberbio v iaducto sobre la cal le deSegov ia .Cuando Fernando Vil regres a Madrid (1814) el aspecto de laciudad dejaba mucho que desear, s iendo especia lmente problemtica la zona de la plaza de Oriente, sobre cuyo solar sepens en una plaza circular y porticada presidida por el TeatroReal. El proyecto se encarg al arqui tecto de Palacio, Is idroGonzlez Velzquez, pero no l leg a ser nunca una realidadcompleta. La di f c i l s i tuacin de las arcas munic ipales tampocohizo posib le la in ic iat iva del Ayuntamiento en otros sectores,conformndose con sufragar los gastos de la magnf ica Puertade Toledo, proyectada por e l entonces Maestro mayor de Mad r i d , Anton io Lpez Aguado, que es una de las l t imas novedades recogidas por e l modelo de Madrid.

    Len Gil de Palacio y el modelo de MadridEste modelo, tantas veces c i tado, es obra excepcional de LenGil de Palacio (Barcelona, 1778-Segovia, 1849), quien desdemuy temprano se fami l iar iz con los estudios de Matemtica yDeline acin de P lanos y Perfi les de obras, prim ero a ttulo part icular y luego como Cadete en la Real Academia Mi l i tar Facultativa de Barcelona (1799). Ms tarde ingres en el Real Cuerpode Art i l ler a con el nombramiento de Teniente (1805), t ras e l correspondiente examen en el Colegio de Art i l ler a de Segovia.Interv ino act ivamente en la Guerra de Independencia, conociendo var ios dest inos (Teruel , Valencia, La Corua) despusde haber part ic ipado en la batal la de Bai len, sumando un tota lde veint ids acciones de guerra que le dejaron honrosas c icatr ices, segn sus propias palabras. Las ms profundas, f s icasy morales, se las produjo su accin en La Corua frente a losfranceses al f inal del Trienio Liberal (1823). En efecto, ademsde ser her ido gravemente, hubo de pasar un t iempo en s i tuac in de indef in ido hasta que se produjese el proceso de depuracin. Este t iempo lo hubo de pasar en Vai ladol id donde hizo o present un modelo de la Torre de Hrcules de La Corua,que es la primera noticia que nos ha l legado de su arte y vocacin por este t ipo de trabajos.En Vai ladol id construy igualmente, y en un t iempo muy breve,el rel ieve topogrf ico-geogrf ico de la c iudad que le val i serrecibido por la Real Academia de la Pursima Concepcin de esta c iudad, en cal idad de Acadmico honorar io (1828). Estaexperiencia result ser decisiva para el encargo que el directorGeneral de Arti l lera hizo a Gil de Palacio, a fines de 1828, de laconstruccin del modelo de Madrid. Encargo que el propioFernando Vi l refrenda en una Real Orden de 13 de noviembrede 1828. El inters personal del monarca queda de manifiesto en lacomunicacin hecha al Ayuntamiento de Madrid (19-1-1829) en laque se dice que deseando Su Majestad que no haya el menorobstculo para l levar a cabo el expresado modelo, se ha serv idoresolver que por parte de las autoridades militares, civiles y dePol ic a de esta Corte, no se le ponga impedimento alguno al

    referido don Len Gil de Palacio en las operacionesc i n , nivelacin, observacin y sacar copias de los sitios ya Reales o ya particulares de esta poblacin y suEl modelo, a escala 1:864, se termin en 1830, en rcord de veint i t rs meses. Su ejecucin coincid i censo a Tenien te Coronel Co ma ndan te de Batal lCuerpo de Art i l ler a, que marca el comienzo del recoy proteccin real que Gi l de Palacio conoci desde enGil de Palacio fue sin duda el inspirador de la creaciGabinete de Modelos Geomtr icos Topogrf icos, qudo Vi l fund def in i t ivamente en 1832, haciendo a Gi l su d irector. Al l se reunieron algunas de sus propias ccomo los ya c i tados modelos de la Torre de Hrculesl id , el de Madrid, el del Real Sitio de Aranjuez (183Casa de Ca mpo , y e l f in s imo m odelo del Mon aster iocorial que Gil de Palacio present a la Real AcademiaArtes de San Femando. Esta corporacin, est imandde aquel la obra, nombr a Gi l de Palacio Acadmicoy de M rito por la Ar qui tect ura (29-11-1832). Aq uellode Gil de Palacio en nada desmerecan del formidpor Juvarra para el Palacio Real, que igualmente se junto con otras piezas de gran inters en aquel Real Gahubiera l legado a ser el prim ero de su clase (Maque prct icamente sucumbi a la muerte de su inman tenedor, desperdigndose despus las val ioss iall reunidas.El inters de este conjunto perdido puede medirse cdo el modelo de Madrid que es referencia obl igada r iadores y urbanistas, ya que nos ha transmit ido una de la ciudad al f inal del reinado de Fernando Vil, al los retoques sufr idos poster iormente por la maquetatados por su restaurador Sr. Brunet. Puede decirse qde un momento cr t ico en la h istor ia del urbanismo pues la maqueta se realiza en vsperas de la gran c in que supondrn las intervenciones der ivadas de lt izacin eclesistica (1835-1836), y que no se interrumentablemente, hasta nuestros mismos das.Aquel Madrid que plasm Gil de Palacio, en 1830, seno con el Manual de Madrid, de Ramn de Mesonnos, aparecido en 1831. De ste sacamos algunos hacen an ms vivo el modelo de Gil de Palacio. Lade Madrid ascenda entonces a 211.127 habi tantes, aun total de 8.000 casas que, a su vez, estaban distribuimanzanas. El descenso del nmero de estas lt imaprecisamente a los derr ibos efectuados por Jos Administrat ivamente seguan en v igor los d iez cuarteen 1802, con un total de 64 barrios. Sus calles summs 4 plazas y 79 plazuelas. Existan 17 parroquias, 38de religiosos, 32 de religiosas, 18 hospitales, 3 hobeatero, una casa de nios expsitos, 4 crceles, prelera, 3 casas de reclusin para m ujere s, 16 coleg ios,rios, Estudios Generales de San Is idro, 9 academias,cas pbl icas, 2 museos de pinturas, uno de Cienciasotro Mi l i tar , p laza de toros, 2 teatros, 5 puertas realellos, 33 fuentes pblicas y cerca de 700 particularesprct icamente comprobable en el soberbio modelo de

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    El casco antiguo.Esta panormica recoge el ncleo ms viejo de Madrid. La ciudad medieval, con su arrabal, vena a ocupar esta zona tantas veces reformada pmente. Los tres grandes espacios libres que destacan entre el apretado y desordenado casero, han tenido una gestacin muy distinta. Junto apuede verse la huella reciente que dejaron las demoliciones de Jos Bonaparte, donde luego surgira la plaza de Oriente y el Teatro Real. LMayor, por el contrario, muestra su severa regularidad. De ella parte la calle de Toledo que, despus de pasar por San Isidro hoy catedraldrid, se desva hacia el Hospital de La Latina para desembocar en la plaza irregular de la Cebada. Espacio ste que ha servido de mercadsu origen, siendo el nico resto de aquellas eras, muladares y lagunillas que haba extramuros. En los aos de Gil de Palacio todava se conseiglesia de Nuestra Seora de Gracia (manzana nmero 103), en la esquina que separa la plaza de la Cebada de la Puerta de Moros. Entre los ms recientes que se han incorporado al modelo se encuentra la nueva Iglesia de Santiago, de espaldas a la plaza de Oriente.

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    Plaza Mayor.La plaza Mayor comenz siendo la plaza del arrabal gue ya Felipe II intent regularizar encargando el proyecto a Juan de Herrera. Pero ellhasta que Juan Gmez de Mora, bajo Felipe III, hizo una nueva traza de gran unidad y belleza que convirti a la plaza en el modelo leo por excelencia. El conjunto sufri gravemente tras el incendio de 1790, siendo Juan de Villanueva el encargado de darle la fisontiene. Cuando Gil de Palacio estaba construyendo su modelo las obras de la plaza no se haban concluido, quedando, como se puealgunas partes por cerrar. La calle Mayor, con su anchura y regularidad, destaca sobre el ddalo de callejuelas inmediatas. La Cava de la calle de Cuchilleros nos llevan desde Puerta Cerrada hasta el solar de la iglesia de San Miguel, derribada por Jos Bonaparte, sugrecorrido la direccin de la antigua muralla. Entre las realidades desaparecidas se deben citar la iglesia de Santo Toms, junto al actualAsuntos Exteriores, la frontera iglesia de Santa Cruz, el convento de San Felipe Neri, esquinado sobre la calle Mayor y el palacio de Oltima.

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    Calle de Atocha desde el Jardn Botnico.La calle de Atocha se form sobre el antiguo camino que llevaba a la ermita, luego convento, de este nombre. Fue una de las calles mamplias de la ciudad, y pona en rpida comunicacin la entrada por la puerta de Atocha con la plaza Mayor. En ella se instalaron, desdtiguo, los hospitales ms importantes de Madrid, comenzando por el propio Hospital General que, en el modelo, muestra el proyecto monumenbado de Sabatini. Curiosamente la numeracin de las manzanas de Madrid comenzaban en el mismo Hospital General que lleva el nCalle arriba se encontraban el Hospital de la Pasin, el de Convalecientes, el de Nuestra Seora del Amor de Dios, ms conocido comoMartn y que dio nombre a la plazuela Inmediata, y el de Montserrat para los naturales de Aragn. Estos dos ltimos, prcticamente ebien visibles en el modelo. Dentro del tringulo, formado por Atocha, Huertas y Prado, se encontraba el ms modesto Hospital de lo(manzana nmero 256). Frente al Museo del Prado la gran manzana (nmero 233) compuesta por las Iglesias, casas conventuales y hueTrinitarios Descalzos, capilla de Jess Nazareno y Capuchinos del Prado. Ms all las nuevas casas surgidas tras el derribo del conventCatalina y la futura plaza de las Cortes. Por encima del Hospital General el convento de Santa Isabel y su calle.

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    Red de San Luis,Es ste un caso arquetpico en la estructura arterial de Madrid, en la que los antiguos caminos vecinales se convierten en vas urbanas de cslido. La necesidad de entrar en la ciudad por una de las puertas abiertas en la cerca y el origen distanciado de estos caminos, les hace cen un punto determinado dando lugar a lo que el profesor Chueca ha llamado el bivio, esto es, la unin de tres calles formando tres nguloagudo y dos obtusos. La calle de Hortaleza, ms recta que la de Fuencarral, conduce desde la Red de San Luis a la Puerta de Santa Brbara, mque la de Fuencarral se dirige hacia la Puerta de los Pozos. Aba jo, a la derecha , se ve la calle de Alcal con la Real Adua na hoy M inisterio cienda, Real Academia de Bellas Artes y el desaparecido convento de las Vallecas. A la izquierda de la Red se ve la Iglesia que le dio el nde San Luis. Toda esta zona sufri una gran transformacin a raz de la desamortizacin eclesistica y del lamentable trazado de la Gran Vellos desaparecieron el convento de Caballero de Gracia, monasterio de San Basilio, Capuchinos de la Paciencia, etc., todos ellos con fachadaen el modelo de Madrid.

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    El Buen Retiro.Entre las zonas de Madrid que ms cambios y dao han sufrido, desde el modelo de Gil de Palacio hasta nuestros das, se encuentra el Readel Buen Retiro. El conjunto, ya muy deteriorado en aquel momento, permite distinguir con claridad el monasterio de San Jernimo, a espaldMuseo del Prado que se une al Jardn Botnico, el Casn y parterre, la plaza grande con el ala del Saln de Reinos hoy Museo del Ejrcitgran estanque con el Embarcadero Real que acababa de construir Isidro Gonzlez Velzquez, etc. Al final del reinado de Isabel II fue secciuna gran parte de este conjunto para convertirla en solares edificables, abrindose la calle de Granada, hoy Alfonso XII, desde la Puerta de En esta imagen puede verse igualmente la manzana 276, junto a la Plaza de Toros, en la que se encontraba el Psito Real, el convento de tinos Recoletos y la huerta de San Felipe Neri. El Prado de Recoletos, con la puerta de este nombre, y el Saln del Prado, eran el paseo mmoso de Madrid. Junto a la Cibeles se alza el nuevo palacio de Buenavista.

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    * Sobre Len Gil de Palacio Vid . su Expediente personal en el Adel Palacio Real, Seccin Personal, caja 433/7, y en el ArchiVil la, Legajo 1-42-98 (Real Orden nombrando al Capitn de Ardon Len Gil de Palacio para la construccin del modelo de estay su s co n to rn o s ) .