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DEVOCIONAL 4 Decide: ¡O enemigo o amigo de Cristo! TEXTO: Marcos 3:20-35 EXPOSICIÓN: Este pasaje nos habla de los parientes de Jesús y de los escribas. Estos acusan a Jesús de que estaba poseído por “Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios” (v.22). Pero Jesús con unas pocas palabras desbarata su razonamiento y se declara como el más fuerte que entra en la casa del fuerte, esto es, en el mundo dominado por el demonio, para atar al fuerte y salvar a los hombres (v.23-27) Por eso, los que no aceptan esta salvación y, más aún, piensan que todo lo que Jesús hace es obra del demonio, se ponen en la imposibilidad total de salvarse, es decir, cometen el pecado contra el Espíritu Santo. Este pecado consiste en rechazar la salvación ofrecida por Cristo; y el que la rechaza es evidente que no se salva. Afortunadamente, no eran así todos los que rodeaban a Jesús, y el Evangelio, para mostrarnos el reverso de la moneda, junto a este triste hecho nos presenta otro en que se nos habla de los parientes de Jesús. Estos, habiendo oído decir a la gente que estaba fuera de sí, y que ni siquiera tenía tiempo para comer, vinieron desde Nazaret a hacerle una visita y encontrándole rodeado de tanta gente, le hicieron pasar aviso de que lo esperaban fuera del tumulto de la gente. Pero Jesús, volviendo su mirada sobre los que estaban sentados a su alrededor, señala como sus parientes verdaderos a “todo aquel que hace la voluntad de Dios” (Mar 3:34-35) EXPLICACIÓN: Hasta el momento de la venida de Cristo, el mundo había estado dominado por el poder del Diablo. Su poder no es visible. Algunos incluso se ríen al pensar que el Diablo existe pero la realidad es que sí existe y, lo que es peor, ejerce una influencia mala sobre los hombres, incluido tú, aunque no seas consciente de ello. La realidad invisible es que hay un “espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efe 2:2). Ese “espíritu” sigue hoy en día actuando pero la buena noticia es que gracias a Cristo ya no actúa a sus anchas. Ese espíritu es el que nos incita al pecado, al egoísmo, a la malicia. Si sucumbimos, trae consecuencias muy negativas para nosotros y para otros. El pecado nos destruye por dentro y afecta negativamente a nuestro alrededor. En lugar de las satisfacciones que promete, trae malestar y tristeza. Practicar el pecado es unirse a las filas del diablo, “porque el diablo peca desde el principio”. El diablo, aunque quisiera, no podría hacer el bien. Dios no lo perdonó, y quedó condenado a hacer lo malo sin posibilidad de cambio. El diablo no puede ser feliz porque es incapaz de hacer el bien. Sin embargo, Dios es feliz porque es el Bien y de él solo sale lo bueno. La buena noticia es que ahora, por medio de la fe en el Señor, hay posibilidad de salir del ámbito y del dominio del diablo y encontrar la felicidad que nace de hacer lo bueno, la voluntad de Dios. “Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1Jn 3:8). Cristo, que es más fuerte que “el Fuerte” y le dice al diablo: ¡Se acabó. No vas a seguir haciendo más daño!

DEVOCIONAL 4

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Devocional Marcos

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Page 1: DEVOCIONAL 4

DEVOCIONAL 4 Decide: ¡O enemigo o amigo de Cristo!

TEXTO: Marcos 3:20-35

EXPOSICIÓN: Este pasaje nos habla de los parientes de Jesús y de los escribas. Estos acusan a Jesús de que

estaba poseído por “Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios”

(v.22). Pero Jesús con unas pocas palabras desbarata su razonamiento y se declara como el

más fuerte que entra en la casa del fuerte, esto es, en el mundo dominado por el demonio, para

atar al fuerte y salvar a los hombres (v.23-27) Por eso, los que no aceptan esta salvación y, más

aún, piensan que todo lo que Jesús hace es obra del demonio, se ponen en la imposibilidad total

de salvarse, es decir, cometen el pecado contra el Espíritu Santo. Este pecado consiste en

rechazar la salvación ofrecida por Cristo; y el que la rechaza es evidente que no se salva.

Afortunadamente, no eran así todos los que rodeaban a Jesús, y el Evangelio, para mostrarnos

el reverso de la moneda, junto a este triste hecho nos presenta otro en que se nos habla de los

parientes de Jesús. Estos, habiendo oído decir a la gente que estaba fuera de sí, y que ni

siquiera tenía tiempo para comer, vinieron desde Nazaret a hacerle una visita y encontrándole

rodeado de tanta gente, le hicieron pasar aviso de que lo esperaban fuera del tumulto de la

gente. Pero Jesús, volviendo su mirada sobre los que estaban sentados a su alrededor, señala

como sus parientes verdaderos a “todo aquel que hace la voluntad de Dios” (Mar 3:34-35)

EXPLICACIÓN: Hasta el momento de la venida de Cristo, el mundo había estado dominado por el poder del

Diablo. Su poder no es visible. Algunos incluso se ríen al pensar que el Diablo existe pero la

realidad es que sí existe y, lo que es peor, ejerce una influencia mala sobre los hombres, incluido

tú, aunque no seas consciente de ello. La realidad invisible es que hay un “espíritu que ahora

opera en los hijos de desobediencia” (Efe 2:2). Ese “espíritu” sigue hoy en día actuando pero la

buena noticia es que gracias a Cristo ya no actúa a sus anchas.

Ese espíritu es el que nos incita al pecado, al egoísmo, a la malicia. Si sucumbimos, trae

consecuencias muy negativas para nosotros y para otros. El pecado nos destruye por dentro y

afecta negativamente a nuestro alrededor. En lugar de las satisfacciones que promete, trae

malestar y tristeza. Practicar el pecado es unirse a las filas del diablo, “porque el diablo peca

desde el principio”. El diablo, aunque quisiera, no podría hacer el bien. Dios no lo perdonó, y

quedó condenado a hacer lo malo sin posibilidad de cambio. El diablo no puede ser feliz porque

es incapaz de hacer el bien. Sin embargo, Dios es feliz porque es el Bien y de él solo sale lo

bueno.

La buena noticia es que ahora, por medio de la fe en el Señor, hay posibilidad de salir del ámbito

y del dominio del diablo y encontrar la felicidad que nace de hacer lo bueno, la voluntad de Dios.

“Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1Jn 3:8). Cristo, que es

más fuerte que “el Fuerte” y le dice al diablo: ¡Se acabó. No vas a seguir haciendo más daño!

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Pero para esto, tenemos que unirnos a Cristo. Por la fe, Dios nos “ha libra de la potestad de las

tinieblas, y nos traslada al reino de su amado Hijo” (Col 1:13). ¿Cómo ocurre esto?

En nuestro relato vemos otro grupo de gente: aquellos que le buscan (v.32). Le dicen: “Tu madre

y tus hermanos están afuera, y te buscan”. Pero la respuesta de Jesús da a entender que el

parentesco físico no es lo importante. No se trata solo de ser un seguidor de Jesús. Si acepto por

fe su modo de vida y obedezco sus mandatos, se me da el privilegio no solo de ser su seguidor

sino en hacerme parte de su familia. Hay pues una unión afectiva muy estrecha y cercana. Tú te

haces hermano de Jesús, lo cual significa ser como él.

APLICACIÓN: Este parentesco con Jesús supone en mí una exigencia continua en mi vida, que me mantenga

en constante relación con Cristo. Cada día tengo que hacer realidad mi parentesco con Cristo.

Tengo que demostrar cada día que yo soy su hermano. ¿Pero cómo? El mismo me lo dice: “todo

aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre” (Mar 3:35)

Si en tu casa eres dado a la rebeldía, a criticar a tus padres y a querer salirte siempre con la

tuya, Jesús diría: “¡Ese no es mi hermano! porque mi hermano honra y respeta a sus padres”

Si eres dado a la mentira y al engaño, Jesús diría: “¡Ese no es mi hermano! Porque mi hermano

habla la verdad y es honesto”

Si eres dado a reírte de los demás y a ridiculizarlos, Jesús diría: “¡Ese no es mi hermano! Porque

mi hermano intenta hacer sentir bien al otro y disimular sus defectos”

Quizás tú mismo has experimentado que cuando en alguna ocasión tu propio hermano o

hermana han hecho lo correcto, te has sentido orgulloso de él o ella; pero cuando han hecho

algo malo, te has sentido avergonzado de ser su hermano. ¿Hay algo en tu vida que haría

avergonzar a Jesús?