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  • EL TRATADO DE MADRID DE 1750(SU CAUSA. SU CELEBRACIN. SU FRACASO)

    Traemos hoy a las pginas de Mundo His-pnico el ltimo trabajo de una ilustre per-sonalidad-uruguaya, el Excmo. Sr. D. VirgilioS'ampognaro, que falleci al servicio de supas, en Madrid, en noviembre del ao pasado,ejerciendo con celo ejemplar el cargo de En-viado Extraordinario y Ministro Plenipoten-ciario de la Repblica uruguaya.

    Gran amigo de Espaa, senta por su histo-ria, verdadera atraccin, que le llev a, ahon-dar repetidas veces en su estudio, especial-mente en aquellas cuestiones ms afines a sudoble condicin de gegrafo y diplomtico. Unfruto de sus actividades en este sentido loconstituye el presente ensayo.

    La REVISTA DE ESTUDIOS POLTICOS rinde alpublicarlo postumamente un fervoroso ho-menaje a sil' memoria.

    El 13 de enero de 1750, Espaa y Portugal firmaronen Madrid un Convenio por el cual se deslindaban los do-minios de Ultramar de las dos potencias marineras y co-lonizadoras. Al documento se le dio la forma de un trata-do de lmites, y se le llam Tratado de Madrid o Tra-tado de Permuta.

    El instrumento, redactado en forma solemne, consta deun prembulo y veintisis artculos. Fue debidamente per-feccionado, siendo rectificado por Espaa el 8 de febrerodel mismo 1750 y por Portugal el 26, tambin del mismomes y ao, y entr inmediatamente en vigencia.

    Existiendo como exista en pleno vigor un pactoanlogo, que llenaba ampliamente su objeto, por culesmotivos los dos Estados emprendieron el ajuste de un nue-vo acuerdo ? Qu necesidad los movi ? Cul fue la cau-sa ? Cmo se celebr el nuevo pacto y qu resultado yconsecuencias tuvo ?

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    A satisfacer esta curiosidad histrica tiende el presentetrabajo.

    En el momento de iniciarlo creo conveniente para me-jor fijar las ideas anteponer unas precisiones respecto ala naturaleza de un tratado de lmite y al movimiento y es-tado de la situacin internacional en los dominios ultrama-rinos de Espaa y Portugal, desde el Descubrimiento has-ta 1750, precisiones es cierto elementales, pero asimis-mo tiles por lo aclaratorias.

    Un tratado de lmites comprende en esencia la fija-cin del alcance territorial de una comunidad; es decir, elestablecimiento de la zona que separa dos soberanas. Porconsiguiente, un Convenio internacional de tal naturalezatiende principalmente a la determinacin de la frontera,rgano perifrico de la comunidad, o del Estado, rganoesencial, pues sin l no se concibe el territorio, elemen-to fundamental concurrente con la poblacin y con la aso-ciacin poltica a la existencia del Estado.

    Luego el anlisis de un acto diplomtico de esta espe-cie puede dividirse en dos partes: el proceso de su forma-cin y la modalidad de su estructura. El estudio histricoy el estudio analtico. Nosotros, con estas lneas, perse-guimos la primera de estas finalidades.

    LA CAUSA

    La frontera entre, las posesiones espaolas y portugue-sas en Amrica estaba fijada desde 1493 por el Laudo pon-tificio promulgado a raz del descubrimiento colombino, esdecir, desde, antes del descubrimiento de tierra firme, o sea,del pas en cuestin; dndose la singularidad de tener des-linde dominios an inexistentes. La famosa linea delPapa, el meridiano que eligi Alejandro VI para delimi-tar los dos dominios, deba correr de polo a polo cienleguas al Oeste de las Islas Azores, segn la correspon-diente Bula Apostlica lanzada a la Cristiandad el 3 demayo del referido 1493. Bula que adjudic a Espaa todas184

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    las tierras descubiertas y a descubrirse situadas en el Oestede dicho meridiano, y a Portugal, todas las situadas al Este.

    Pertenece esta divisa al tipo de frontera astronmica,siendo la primera de su especie, y constituye una fronteracientfica, porque al determinar con claridad el dominio,fija al mismo tiempo con toda precisin el eje centralde demarcacin. Es la frontera por excelencia.

    Aquel Papa, tremendo, pero sabio, al escoger tal arbi-trio traz una divisoria, adems de cientfica, justa, razo-nable y prudente. Justa, porque distribua los dos hemisfe-rios respetando la zona donde adquirieran gloria las dospotencias marineras, y respetando al mismo tiempo la po-sesin de las conquistas de ambas; razonable, porque te-na en cuenta los radios de accin o zonas de influencia decada parte; y prudente, porque dejaba una gran faja demar abierto a ambos lados, evitando as el contacto y, porconsecuencia, los choques futuros. De haberse mantenidola divisoria de Rodrigo Borja, se hubiesen evitado todas lasguerras de fronteras que asolaron peridicamente, durantesiglos, aquellas regiones.

    Pero al ao siguiente, la lnea del Papa fue desplazada.Portugal, aguzando su penetrante ojo geogrfico, tratde obtener que la lnea de marcacin como se la llam,se corriese ms al Oeste, y para conseguir ese cambio re-curri a su habilsima diplomacia.

    Ruy de Souza, por Portugal, y Henrique Henrquez,por Espaa, negociaron el desplazamiento en Medina delCampo, primero, y en Tordesillas, despus; consiguiendoel plenipotenciario portugus el 7 de junio de 1494, en estaltima localidad, la firma de un convenio, por el cual secorra el meridiano del Papa doscientas setenta leguas msal Oeste, quedando, por consiguiente, la nueva divisoriaconstituida tambin por un meridiano' a trescientas se-tenta leguas de las Azores.

    A esta nueva, raya se le llam lnea de demarcacinpara diferenciarla de la caducada, aun cuando es conocidageneralmente por Meridiano de Tordesillas.

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    El instrumento, debidamente ratificado por las dos par-tes, entr de inmediato en plena vigencia.

    Este desplazamiento de frontera, inocuo al parecer, tuvouna trascendencia enorme: el meridiano ya no caa todol en el Atlntico, interceptaba el Continente americano endos puntos, de manera que segregaba un tringulo territo-rial que, por quedar al Este de la lnea, pasaba a ser por-tugus, avanzando en lo que se llamaba entonces Mar deEspaa (aquesto Mar di Spagna, sealan Las cartas ita-lianas de la poca).

    El desplazamiento de la lnea de demarcacin obtenidoen Tordesillas permiti a Portugal poner pie en Amrica,dando as nacimiento al Brasil como pas de origen por-tugus.

    El 29 de marzo de 1541 daba fondo en una caleta de-signada con el nombre de Cananea, pequeo puerto situa-do a inmediaciones de la actual ciudad de Santos enton-ces Costa de San Vicente (Brasil), Alvar Nez Cabezade Vaca nombrado por Carlos V, Adelantado del Rode la Plata, el segundo de esta jerarqua. El ilustre viaje-ro, que ya se haba distinguido en la parte septentrionalde Amrica, vena al frente de una expedicin, compuestapor dos navios, una carabela, 400 soldados, 250 fusilerosy 36 caballos. Desembarc, despleg el pendn de Casti-lla y, en nombre de su Rey, tom posesin de aquellas tie-rras que ya eran espaolas de derecho, por cuanto estabanal Oeste de la divisa, pues el Meridiano de Tordesillas, ensu parte meridional, interceptaba precisamente en aquel pun-to (altura de Santos) el Continente americano.

    Despus de llenado tal requisito, el Adelantado se tras-lad a la cercana Isla de Santa Catalina, de la cual se po-sesion tambin, plantando el rollo de posesin con elsegundo escudo de Castilla, y por fin, regresando a tierrafirme, inici una marcha fantstica, rumbo al Oeste. Subia la Sierra, descendi por el Iguaz, atraves el Paran,se intern en la selva y lleg a la Asuncin del Paraguayel 1 de marzo de 1548. Durante todo ese trayecto, de msde cuatrocientas leguas, recorrido por' plantas espaolas,

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    fue tomando posesin de los territorios que cruzaba ennombre de los reyes de Castilla.

    El itinerario heroico de Alvar Nez constituye una ver-dadera demarcacin de frontera: la ms gallarda de las de-marcaciones.

    Por ese entonces, Carlos V dispuso que en el sitio ac-tualmente ocupado por la ciudad brasilea de Para fueseelevada una columna de mrmol como seal posesoria, loque as se hizo. El sitio elegido por el Emperador para laubicacin del hito fronterizo corresponde precisamente,tambin, al punto donde el referido meridiano interceptael Continente americano en su parte Norte.

    El Meridiano de Tordesillas, el Meridiano-frontera, di-visa de derecho, qued perfeccionado ; su traza fijada, enel terreno, y la frontera, demarcada y caracterizada por lasseales colocadas en las dos intersecciones de esa lnea rec-ta, Norte-Sur (Par-Santos). Alcanz, pues, adems, la con-dicin de divisa de hecho.

    A continuacin celebrronse varios actos internaciona-les que, al referirse a la situacin limtrofe establecida enTordesillas, la confirman.

    Estos actos son, cronolgicamente, los siguientes:En 1668, Tratado de Paz entre Espaa y Portugal, con

    la mediacin de Inglaterra, firmado en el Convento de SanEloy (Lisboa).

    En 1681, Tratado provisional entre Espaa y Portugal.En 1701, Tratado de Alianza entre Espaa y Portugal,

    con la garanta de Francia.En 1703, Tratado de Lisboa, entre Portugal, Austria,

    Inglaterra y Francia.En 1705, Guerra de Sucesin de Espaa.En 1715, Tratado de Utrech, entre Espaa y Portugal.En 1737, Armisticio de Pars, entre Espaa y Portugal,

    con a mediacin de Francia, Inglaterra y Holanda.Luego., en 1750, la frontera en vigencia reconocida por

    las dos Altas Partes era la demarcada por el meridiano encuestin.

    Tal era la situacin posesoria en enero de 1750, cuando187

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    el nuevo Tratado vino a modificarla. Por l, Portugal cedaa Espaa la Colonia del Sacramento, pequea ciudad si-tuada sobre la margen izquierda del ro de la Plata, a cam-bio de los Siete Pueblos de las Misiones Orientales, ubi-cados a inmediaciones de la margen izquierda del ro Uru-guay, y por l quedaba borrado el Meridiano de Tordesillascomo lmite fronterizo, que lo fue hasta entonces. Y en sus-titucin de esa lnea de Tordesillas que se anulaba elTratado fij el deslinde de una nueva divisoria, que en al-gunos puntos entraba millares de kilmetros en terri-torios de Espaa.

    Era, y todava en parte es, creencia muy difundidaque la realizacin de este Convenio se haba hecho indis-pensable para Espaa, por cuanto precisaba normalizar susituacin limtrofe, y de paso aprovechara el nuevo Tratadopara obtener condiciones ventajosas.

    Se arga que los diversos actos internacionales escalo-nados entre 1529 (Escritura de Zaragoza) y 1737 (Armisti-cio de Pars) haban introducido la confusin y el desorden,y que tan slo despus de 1748, debido a la paz de Aquis-grn, pudo Espaa dedicar toda su atencin a las posesionesde Amrica, empezando su labor en tal sentido al concertarcon el vecino un Tratado de lmites que despejase y diesefijeza a la divisoria. Creencia errnea.

    Basndome en un examen prolijo y desapasionado de ladocumentacin que existe al respecto, me permito disentirde esta generalizada opinin.

    Espaa, en 1750, no tena ninguna necesidad de fijar osistematizar la frontera de sus dominios en Amrica; esafrontera estaba ya perfectamente fijada de derecho desdefines del siglo xv, y de hecho desde el primer tercio del si-glo xvi, como se ha visto. Los actos internacionales con-certados entre 1529 y 1737 no introdujeron ninguna confu-sin en la situacin limtrofe de los dominios americanos elos Estados ibricos, pues todos ellos partan de la base dela situacin existente desde 1494. Aprovechando la paz deAquisgrn, que permiti a Espaa dedicarse a las pose-siones de Ultramar, lo natural hubiese sido prestar aten-

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    cin a sus derechos claramente fijados, y sostenerlos, y noajustar un pacto que, sin motivo admisible, le cercenaba elterritorio en ms de seis millones de kilmetros cuadrados.Beneficio enorme que obtuvo la otra parte, pues no tanslo con ese pacto confirm actos ilegales, como veremosa continuacin, sino que, adems, transform aquella colo-nia lusitana en uno de. los mayores imperios del mundo.

    Y aun cuando el Tratado de Madrid no tuvo al finandamiento, por haber sido anulado once aos despus dela firma, dicha anulacin no impidi que el instrumento que-dase en potencia latente y, obrando como sedimento de acu-mulacin, reviviese en 1777 por el Tratado de San Ildefon-so, de tan formidable manera, que los lmites actuales delBrasil son con muy cortas diferencias en la sola parte me-ridional exactamente los mismos que fij el anulado Tra-tado de Madrid.

    Las circunstancias apuntadas y las incidencias que voya exponer demostrarn, as lo espero, la exactitud de loaseverado respecto a lo errneo de la opinin generalizada.

    Desde principos del siglo xvn, y tal vez desde antes, lospobladores de la colonia portuguesa de Santa Cruz, es de-cir, del primer ncleo de lo que despus fue el Brasil, o seael tringulo territorial que queda al Este del Mediterrneo-frontera, se haban dedicado a incursionar en territorio es-paol con el objeto de capturar indg'enas, conducirlos a lacosta, y venderlos como esclavos, al mismo tiempo que ibanbuscando piedras preciosas principalmente esmeraldas,que existan en algunos parajes del interior.

    Los que se dedicaban a tal trfico eran, en su mayora,los llamados mamelucos o bandeiras, y, una vez orga-nizados, emprendan la marcha a la orden de un jefe queellos mismos se designaban.

    Esos bandeirantes, as llamados porque en sus andan-zas llevaban a vanguardia una bandera, cometan las mayo-res atrocidades, y en sus entradas penetraban a veceshasta millares de kilmetros.

    Llegaron a ser tan frecuentes y comunes esas verdade-ras invasiones hasta causar perjuicios de todo orden, algu-

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  • MUSTDO HISPNICO

    nos graves, especialmente cuando empezaron a fijarse portiempo indefinido en los lugares que les parecan ms pro-picios, creando ncleos de poblacin, verdaderas bases dedonde irradiaban para cometer sus fechoras.

    Durante un tiempo estos desafueros tenan la excusa deser ocasionados por gente maleante, gente sin ley, de lapeor especie, pero el asunto tom otro cariz en 1737, encuyo ao el brigadier portugus Silva Pez, es decir, unaautoridad, un personaje oficial, se, adue por sorpresa dela barra del ro Grande, en la provincia espaola de SanPedro, hoy Estado brasileo de Ro Grande del Sur, forti-ficndose all y fundando un ncleo urbano que llam SanPedro, la actual ciudad de Ro Grande do Sul, con la cualvino a dominar una extensa zona, toda ella situada al Oestedel Meridiano-frontera, luego en territorio de Espaa.

    Por aquella poca los jesutas haban organizado en todauna extensa zona suramericana las llamadas misiones, queeran unos ncleos entre urbanos y rurales, donde reunany afincaban grupos de indios guaranes an semisalvajes,caracterizndolos y civilizndolos de tal manera, que en pocotiempo quedaban transformados en elementos de orden, su-misos y trabajadores. Dichas misiones estaban organizadasadmirablemente; los indios, dirigidos por esos religiosos,trabajaban en la agricultura y en pequeas industrias, cu-briendo ampliamente sus necesidades y viviendo en paz yprosperidad. Los jesutas haban instituido una especie degobierno teortico, que en aquel ambiente y poca dio ex-celentes resultados.

    De estas numerosas misiones, las ms importantes y msprsperas eran unas situadas a inmediaciones de la margenizquierda del ro Uruguay; constituan siete ncleos, orga-nizados en siete pueblos, y se conocan por los Siete Pue-blos de las Misiones Orientales. Por desgracia para esosmismos pueblos, se haba corrido la voz que en aquellasmisiones se encontraban minas de oro muy ricas, las que,explotadas en secreto, estaban enriqueciendo fabulosamen-te a los jesutas ; lo cual era inexacto, pues en aquella re-gin nunca existi ninguna mina.

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    Sobre el Ro de la Plata, en territorio hoy uruguayo,frente por frente a Buenos Aires, existe una pequea ciudad,pequea pero de larga y muy sacudida historia: la Coloniadel Sacramento, fundada antes que Montevideo y que fue du-rante ms de un siglo la. manzana de la discordia entre Kspa-a y Portugal. En pleno territorio espaol, Portugal la fun-d y ocup, para utilizarla como puesto militar avanzadoen el Plata, siendo adems aprovechada por algunos aven-tureros y maleantes como base de contrabando, ejercido engran escala y con fuertes ingresos, en perjuicio del Fiscoespaol. Tal situacin dur un tiempo, hasta que .Espaa,reaccionando, resolvi fundar a unos T8O kilmetros aguasabajo, sobre el mismo Ro de la Plata, un puesto military martimo en la entonces desierta baha de Montevideo,para anular, o por lo menos estorbar, la accin de la Co-lonia.

    En 1726, Bruno Mauricio de Zabala cumpli la orden, ysurgi as la futura capital del futuro Uruguay, que empe-z por ser una plaza fuerte espaola. Con eso, la atormen-tada Colonia del Sacramento perdi para Portugal todaimportancia, pues con Montevideo a vanguardia y BuenosAires a la espalda, los canales de acceso a la disputada ciu-dad quedaban bloqueados por la accin de los barcos es-paoles estacionados en ambos acostaderos y por tierra esdecir, el flanco lo constitua un inmenso territorio des-poblado, sin dominio alguno portugus, recorrido por fuer-zas de caballera de Espaa, como ser, entre otras, el fa-moso Regimiento de Blandengues, con lo cual resultaba yaimposible, o por lo menos muy difcil, el ejercicio del con-trabando.

    Desde el punto de vista militar, la Colonia perdi tam-bin, y por las mismas razones, toda importancia. Cercadapor tierra, y por mar, alejada millares de kilmetros de subase brasilea, limitada a los escasos recursos que podaobtener dentro de su exiguo recinto, encerrada en l, quedreducida para Portugal a un punto perdido en el Sur.Portugal no tena ya, pues, ningn inters en conservarla.

    Luego, mediante un acto internacional, estructurado de

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    manera conveniente, aprovechando con habilidad las cir-cunstancias favorables, Portugal podra intentar, con pro-babilidades de xito, el ajuste de un arreglo que transfor-mase en legal una situacin ilegal: dar por buenas las in-cursiones de los mamelucos ; posesionarse de los territo-rios por ellos invadidos; legalizar el arrebato de Silva Pez,anexionndose la zona correspondiente, y ocupar, en fin,las Misiones Orientales, aduendose, de las supuestas mi-nas de oro.

    Es cierto que en compensacin ceda a Espaa la Colo-nia del Sacramento, con su ejido, y la isla de San Gabriel;pero como he dicho ceda algo que ya no le interesaba:una insignificante ciudad, poco ms que una aldea, con suejido, que, cuando mucho, llegara a unos quinientos kil-metros cuadrados, y una isla desierta, con unos escasos cen-tenares de kilmetros de. superficie, obteniendo, en cambio,adems de las ventajas enumeradas, territorios tan vastos,que por el Norte llagaban hasta Venezuela y las Guayanas ;por el Centro, hasta el Per, y por el Sur, ocupaba espaciosque abarcan los actuales Estados brasileos de Santa Ca-talina, Paran y Ro Grande.

    Semejante conjunto de circunstancias evidencia que todaslas ventajas del Convenio caan pesadamente del lado por-tugus.

    LA GENERACIN

    Y el Convenio empez a negociarse, actuando por Es-paa el Ministro de Estado, Jos de Carvajal y Lancaster, ypor Portugal, el maestre de campo Thomez da Silva Telles,vizconde de Villa Nova de Cerveira.

    Estos fueron los gestores ostensibles; pero el verdaderoautor, el que organiz el trabajo, interviniendo en formadecisiva, fue el clebre Alexandre de Guzmao, el llamadoabuelo de los diplomticos brasileos.. Este braslico,como entonces se designaba en Lisboa a los nativos de lacolonia Guzmao haba nacido en Santos, se haba im-puesto por su extraordinaria capacidad diplomtica y cient-fica. La Corte lusitana lo consideraba tan precioso elemento.

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    que el Rey Joao V lo design su secretario. Es, en realidad,el verdadero autor del Tratado de Madrid. Los brasileos loconsideraban por ello, y con toda justicia, el mayor obrerode la grandeza territorial del Brasil.

    Guzmao empez por dividir su trabajo en dos partes:una confabulacin de palacio de Madrid y un trabajo car-togrfico en Lisboa. Supo utilizar hbilmente en Madrid lascamarillas palatinas y aprovecharse de las ventajas que leproporcionaba el matrimonio de. Fernando VI con la Infan-ta D.a Brbara de Portugal, y en la intriga palaciega consi-gui oponer al marqus de la Ensenada, que vea claro,el ministro Carvajal, de vistas menores. (Ensenada cay pocodespus, en 1754, debido precisamente a otra intriga pala-ciega, dirigida sta por Ricardo Wall.)

    En Lisboa construy, y probablemente dibuj l mismo,un mapa, que por cierto tiene, con relacin a la poca,hasta valor geodsico, segn lo comprob despus EmileLevasseur, del Instituto de Francia. En el mapa traz continta carmn, que aun hoy se percibe claramente, la lneade frontera por l ideada, que era la que deba negociarse.De ese documento cartogrfico manuscrito sac una copiaexactamente igual, tambin manuscrita, destinando un ejem-plar al plenipotenciario portugus y el otro al espaol. Sonlos famosos Mapas de las Cortes, con referencia a Ma-drid y Lisboa, dibujados en 1749, es decir, el ao anterioral de la firma del acto. Tiene el siguiente rtulo, colocadoen el ngulo inferior derecho, escrito con la letra bastardi-Ua usual en la poca: Mapa dos confins de Brazil con astrras da Coroa de Espanha na Amrica Meridional.Feitono anno 1749. En el- dorso del ejemplar destinado a Lis-boa tiene una larga anotacin, referente al significado de lalnea en carmn, que seala, la divisa; anotacin que existe"tambin en el otro ejemplar destinado a Madrid, pero msbreve, y que no es traduccin exacta de la portuguesa, comodeba; sin embargo, ambos ejemplares lucen las firmas deihomez da Silva Telles y de Joscph de Carvajal y Lancaster.

    El Mapa de las Cortes es el nico documento grficose utiliz en la. negociacin : sobre l se gestion y dis-

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    cuti la trascendental delimitacin. De los dos ejemplares,uno est en Pars, custodiado en la mapoteca del Ministeriode Neg'ocios Extranjeros.

    La obra de Alejandro de Guzmn cristaliz el 13 de ene-ro de 1750 con la firma del Pacto. En este trabajo, el secre-tario de joao V pliso en evidencia sus dotes de agudo di-plomtico y experto gegrafo, y si como es probablees l el que al Tratado de Madrid llam tambin Tratadode Permuta, debe pasar a la historia, adems, como ungran ironista.

    Firmado y perfeccionado, el Tratado entr en plena vi-gencia, quedando anulado el Convenio de Tordesillas, y porconsiguiente, el Meridiano-frontera. Comenz a regir enton-ces la nueva divisoria, minuciosamente descrita en detalleen el articulado del documento.

    Haba llegado, pues, el momento de transportar sobre elterreno la nueva divisa. Con tal fin, las partes contratantesse preocuparon de constituir la Comisin Mixta Demarcado-ra, dando la mayor importancia al nombramiento de los res-pectivos comisarios. Espaa design al marqus de Valde-lirios, ministro del Consejo de Indias, y Portugal al generalGmez Freir de Andrada, capitn general del Janeiro, comoentonces se deca.

    Estos nombramientos dan entrada en Amrica a un nue-vo dignatario de complejo carcter diplomtico, tcnico ymilitar al mismo tiempo. Ejerci extraordinariamente influen-cia en las relaciones internacionales; de su accin dependael cumplimiento o no de un pacto ; de su habilidad y mane-jos, el alcance- territorial de los Estados. Me refiero al an-tigaio comisario de limites.

    En atencin al poder considerable de este agente, queagrand o empequeeci a su voluntad la extensin de lassoberanas, considero encuadrado un esbozo de tan singularfigura de otros tiempos.

    Los comisarios demarcadores de lmites de entonces eranunos grandes hidalgos, solemnes y ceremoniosos, personajesde primera fila en sus respectivas Cortes, donde disfrutabande la privanza del Soberano. Antes de salir para dar co-

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    niienzo a su misin, considerada elevadsinia, y que les pro-porcionaba cuantiosos provechos y sealados honores, re-ciban en numerosos pliegos abtind.ant.es y minuciosas ins-trucciones, clasificadas en generales o pblicas, a cote-jarse con las del colega: en reservadas aparentemente,destinadas a ser exhibidas en momentos difciles, simulandodebilidad, candidez o abandono, con el fin de conseguir so-luciones buscadas; en reservadas, verdaderas, donde es-taba consignado lo que en realidad se deseaba, y, por fina veces, en algunas de emergencia, cuidadosamenteencerradas en pliegos lacrados y sellados con las armas rea-les, que nicamente podan ser abiertos en circunstancias es-peciales establecidas en los sobres. Eran ardides de la di-plomacia de la poca ; suponemos que en el fondo un tantoingenuos, porque ambos fidalgfos deban sospecharse la re-cproca.

    Pertrechado con tan curioso y complicado bagaje, el dig-natario emprenda un viaje a su remoto destino, y desde elmomento de su reunin con el colega su principal cuidadoestribaba en conservar una ininterrurnpida guardia de s mis-mo : en no abandonarse en ningn instante.

    Los dos simtricos ambos recprocamente ilustres, vivan bajo una perpetua y disimulada observacin, tratandosiempre de sacar ventaja a costa del otro, y a fuerza de as-tucia y artimaas sorprenderse mutuamente y procediendocomo principio invariable con absoluta mala fe. Llenos dereticencias, pesaban las palabras, los puntos y las comas deltexto de los tratados e instrucciones, dndole, cuando po-dan; interpretaciones sofsticas en beneficio propio. Todoesto encubierto por grandes modales, palaciegas reveren-cias, visitas protocolarias, llenas de fausto, a los campamen-tos ; gastos amplios y frases campanudas.

    Viajaban con grande squito y numeroso contingente mi-litar. En sus Estados mayores, conjuntamente con los ge-grafos, los astrnomos, los pilotos, los archivistas, forma-ban a menudo pintores y msicos. Nunca faltaba la repre-sentacin eclesistica, el capelln trashumante, que dispo-nia de un altar porttil, y a veces hasta de verdaderas capi-

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    Has rodantes, instaladas sobre carretas arrastradas porbueyes.

    Para sus observaciones, los operadores utilizaban comogonimetro el clsico astrolabio de mar, nico instrumentocon que contaban, lo mismo para tomar medidas angulareshorizontales que para determinar la altura de un astro, ysorprende y hasta admira cmo con aparatos tan imper-fectos alcanzaran en general resiiltados a/preciables.

    Hombres de valimiento y extraa mezcla la de estos as-tutos comisarios de Lmites, que deban reunir en una mis-ma envoltura, mundana y seorial, el gegrafo versado enlas ciencias, el militar osado y de resistencia probada y eldiplmata artero y tortuoso de la antigua escuela florentina.

    El 27 de enero de 1752 llegaba a Montevideo, a bordodel navio de guerra San Peregrino, el comisario espaol;vena a iniciar sus funciones sobre el terreno.

    Para ello deba ajustarse a las instrucciones que traa dela Corte, y no me refiero a aquellas complicadas que acabode mencionar, sino a unas instrucciones comunes, imparti-das a los dos comisarios por igual.

    En este caso los Gobiernos prestaron un gran cuidado ala redaccin del documento concedindole tal importancia,hasta transformarlo en un nuevo Tratado especial llamado"precisamente Tratado de las Instrucciones, que fue firma-do en Madrid el 17 de enero de 1751. Comprende 37 artcu-los, ms un suplemento de cinco artculos agregado al proto-colo principal el 17 de abril, y ms otro suplemento de cua-tro artculos agregado el 18 de mayo, siempre del mismoao 51. Todo ello sin perjuicio de unas instrucciones espe-ciales dictadas para los Comisarios sustitutos, es decir, lossegundos puestos al frente de las tres partidas en queestaba dividida la Comisin de cada pas.

    Este Tratado de las Instrucciones constitua un trabajodetallista y completsimo exclusivamente de la Cancillerade Lisboa, a pesar de tener destino comn a ambas Co-misiones.

    Reviste inters dar una ligera idea del articulado de estedocumento. El artculo i. fija el lugar donde deban en-196

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    contrarse ambos Comisarios y reunir sus respectivas Comi-siones. El artculo 5.0 trata del ceremonial diplomtico a se-guir entre las dos Comisiones, requisito que le merece grancuidado. El artculo 8. dice: Los Comisarios Jefes despa-charn tres "partidas" ("tropas" en el texto portugus) deComisarios sustitutos, astrnomos, ingenieros y gegrafos,con sus capellanes, cirujanos, escoltas y gente de servicio,lo cual da una idea de la importancia de cada partida o sub-comisin. El artculo g. fracciona la lnea a demarcar ensegmentos, destinndole las subcomisiones que deben reco-rrerlos. Y, por fin, el artculo 25 contiene este original con-cepto : Los Comisarios, gegrafos y dems personas inte-ligentes, etc.

    En Montevideo, el Comisario espaol ultim los apron-tes para la marcha, y encaminse, con su Comisin, al pun-to fijado para la reunin de los dos Comisarios, que estabasituado entre el Arroyo Chuy y el Cerro Navarro (hoy te-rritorio uruguayo). El 1 de septiembre de 1752 se avistaronambas Comisiones a inmediaciones del citado cerro, arroyopor medio, que Valdelirio empez a cruzar metido, a faltade botes, en una pelota de cuero, lo cual, visto por GmezFreir, que se hallaba a caballo en la otra margen del cursodel agua, hinc espuelas, se azot a la corriente y con ele-gante g-allarda oblig al colega a retroceder, regresandoambos a tierra, donde, despus de ceremoniosos saludos ygalantes frases de bienvenida y feliz encuentro, se celebrla primera conferencia de Comisarios de Lmites que sopor-t el Nuevo Continente.

    Septiembre transcurri en plena fraternidad y galantera,organizndose en ambos campamentos fiestas, bailes, sere-natas y banquetes. Y as se lleg el 1 de octubre, en cuyoda ambos Comisarios celebraron una sesin solemne en pre-sencia de las Comisiones en pleno ; exhibironse recproca-mente sus plenos poderes, y, programando el trabajo, lademarcacin empez.

    El 19 de, octubre de 1752 colocse el primer hito fronte-rizo, llamado marco, designacin aportuguesada que per-siste hasta hoy, el cual marco constituye la primera seal

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    divisoria levantada por dicha Comisin Mixta. Est empla-zado en la ribera, del Atlntico, sobre la costa hoy uru-guaya de Castillos Grandes, en la cresta de un barrancoelevado, que entonces se, llamaba Buena Vista o Pende Castillos, hoy conocido por Punta del Diablo.

    Continuse la demarcacin y caracterizacin, asentndo-se hasta tres marcos ms. listas cuatro seales, llamadasprincipales, eran de mrmol y fueron tradas de Lisboa ;tenan grabadas las armas de Espaa y de Portugal en lasrespectivas caras, y ostentaban adems una leyenda en latn.Pero poco a poco surgieron dificultades ; primero de ordentopogrfico: los accidentes en el terreno no correspondancon los dibujados en las cartas ; los rumbos y las distanciasno concordaban; los nombres no coincidan. Despus sepresentaban divergencias de orden interpretativo. Todo esoocasionaba discusiones, demoras, rozamientos. Y as, se fuellegando lentamente, con interrupciones, hasta un parajetierra adentro llamado Santa. Tecla, a inmediaciones de laactual ciudad de Bag, hoy brasilea.

    Tales contratiempos perjudicaron la marcha de esa apa-ratosa Comisin Mixta, la primera que oper sobre el terre-no en Amrica, pues la de los doce cosmgrafos de Bada-joz no alcanz a salir de esa ciudad, donde empezaron yconcluyeron sus reuniones, que slo lo fueron de gabinete.

    En Santa Tecla, la Comisin tuvo que detenerse, por losprolegmenos de la llamada Guerra Guarantica, es decir,por la sublevacin de los indios guaranes de las MisionesOrientales, que no queran pasar al dominio portugus comolo estipulaba el Tratado ; guerra y disturbios provocadospor ese mismo Tratado, concertado precisamente para evi-tarlos. Y en esa altura de Santa Tecla los trabajos de. de-marcacin quedaron suspendidos.

    A mediados de 1758, a los seis aos de iniciadas las an-teriores operaciones, se intent reunir nuevamente a las dosComisiones y reanudar los trabajos, pero sin? xito. Nuevasdificultades, algunas ficticias y buscadas, se presentaron:las discusiones, los aplazamientos se reprodujeron; hastaX98

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    que. en 1761, un nuevo Tratado vino a anular y dejar sinefecto el de 1750.

    EL FRACASO APARENTE

    El 12 de febrero de 1761 se firm en el Real Sitio deEl Pardo un Convenio por el cual las dos Monarquas anu-laron el Tratado de Madrid, como tambin todos los acuer-dos, protocolos, actas, etc., referentes al mismo.

    Este Convenio de El Pardo, llamado tambin Tratadode Anulacin, es sobrio ; consta de un prembulo y tresartculos.

    El prembulo afirma que el Tratado que se anula, en lu-gar de la mayor armona que se buscaba con l, produjo efec-tos contrarios, y lo dice con las siguientes palabras : El re-ferido Tratado de lmites (se refiere al de Madrid), estipu-lado sustancial y positivamente para establecer una perfectaarmona entre las dos Coronas y una inalterable unin entresus vasallos, por el contrario, desde el ao 1752 ha dado ydar en lo futuro muchos y muy frecuentes motivos de con-troversias y contestaciones opuestas a tan loables fines;sobre este claro conocimiento los Serensimos Reyes, demutuo acuerdo, y prefiriendo a todo y cualesquiera otrosintereses el de hacer y cesar y remover, hasta la ms remo-ta ocasin que pueda alterar, etc.

    El artculo i. est redactado as: El Tratado de limi-tes de Asia y Amrica, firmado en Madrid el 13 de enerode 1750, queda en fuerza del presente cancelado, casado yanulado, como si nunca hubiera existido ni hubiese sido eje-cutado, y todas las cosas pertenecientes a los lmites deAmrica y Asia se restituyen a los trminos de los Tratados,Pactos y Convenios celebrados antes del ao 1750, etc.

    El artculo 2.0 dispone el cese de los trabajos de demar-cacin y la vuelta a la primitiva situacin de fronteras ; y elltimo artculo, el 3.0, se ocupa de las ratificaciones, las quedeban canjearse en el plazo de un mes.

    . Con este acto se vuelve, pues, a la frontera astronmicade Tordesillas. El famoso Tratado de Madrid o de Perniu-

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    ta haba fracasado. Fracas, sin embargo, tan slo en teo-ra ; el malogro fue ficticio, nada ms que aparente.

    Las entradas al Oeste del Meridiano continuaron, yhasta con mayor actividad que antes, principalmente en lacuenca amaznica y en la parte meridional, y las Misiones,de los jesutas quedaron destruidas. El clebre meridianoresult en la prctica una lnea tan. imaginaria como inope-rante.

    Y esta situacin dur hasta 1777, en cuyo ao, debido ala accin militar de Ceballos, se ajust un nuevo Pacto : elTratado de San Ildefonso. Pero la victoriosa expedicindel formidable castellano no fue aprovechada. Como he di-cho, ese Tratado de San Ildefonso, o de La Granja, esta-blece, con una pequea diferencia en la parte meridional,los mismos lmites que los impuestos por Alejandro de Guz-mn veintisiete aos antes.

    El Tratado de Madrid, como el guerrero de la leyenda,ganaba batallas despus de muerto. Y refuerza lo originalde' esta situacin tan contradictoria entre el derecho y elhecho el haberse ajustado entre 1761 y 1777 dos actos di-plomticos que pretendan robustecer la situacin de dere-cho, insistiendo en el respeto que deba guardarse al Meri-diano de Tordesillas, a esa maltrecho meridiano que. exista,pero no obraba. Estos dos actos son el Pacto de Familiay el Segundo Tratado de Pars.

    A los pocos meses de firmado el Tratado de Anulacin,y precisamente el 15 de agosto de 1761, se firm el Conve-nio conocido por Pacto de Familia. Es un Tratado secre-to de alianza perpetua ofensiva y defensiva, concluido entreEspaa y Francia, con la adhesin de las dos Sicilias y Par-ma, es decir, entre Soberanos pertenecientes a la Casa de losBarbones, circunstancia de parentesco invocada en el docu-mento que dio lugar al nombre con el cual se le designa.

    La idea del Pacto pertenece a Grimaldi, cuyas simpataspor Francia lograron convencer a Carlos III para buscar porese lado el apoyo que necesitaba su poltica exterior. El ob-jeto fundamental del acuerdo era el de garantizar a los Sobe-ranos de Francia y de. Espaa la integridad de sus territo-

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    ros, tanto metropolitanos como de Ultramar, prestndoseen caso necesario ayuda mutua. Del lado espaol robusteceel Convenio de El Pardo, afirmando la anulacin del Trata-do de Madrid, y por ello Francia se compromete a ayudara Espaa a sostener sus derechos al Meridiano de Torde-sillas con el concurso de la fuerza militar, que en el casodeba comprender doce navios y seis fragatas.

    Ese Pacto de Familia tuvo gran trascendencia : de larranca la tenaz guerra martima entre ingleses y espao-les, activada en Londres con extraordinaria energa porPitt.

    El Segundo Tratado de Pars o Tratado definitivo dePaz, fue firmado en la capital de Francia el 10 de febrerode 1763. Se caracteriza por la solemnidad que se le dio ypor su extensin. En el artculo 2 confirma y renueva elTratado de Anulacin y el derecho de Espaa al tantas ve-ces citado Meridiano de Tordesillas.

    Como ya lo expres, toda esa actividad cancilleresca nopas de una demostracin de buenas intenciones. La realidadfue otra, bien distinta; la sombra de Alexandre de Guztnnfallecido poco despus de realizada su obra maestra se-gua mandando.

    Concluir destacando el poder de supervivencia que, apesar de las anulaciones, alcanzan los ajustes re '.-anrile-ra cuando por su estructura sagaz obran como sedimentosde acumulacin.

    Dos actos internacionales iniciados, construidos y conte-nidos por la diplomacia portuguesa tuvieron, a pesar de suanulacin posterior, decisiva. influencia en los destinos dela Amrica Meridional: el Meridiano de Tordesillas, quehizo surgir un dominio portugus en territorio espaol, y elTratado de Madrid, que transform ese dominio de Ultra-mar en un colosal imperio de origen portugus.

    VIRGILIO SAMPOGNAEO ({).

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