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De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas, estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva indígena (1900 -1960) Diana Patricia González Rojas Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Económicas Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales Bogotá, Colombia 2021

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De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción

colectiva indígena (1900-1960)

Diana Patricia González Rojas

Universidad Nacional de Colombia

Facultad de Ciencias Económicas

Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales

Bogotá, Colombia

2021

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De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción

colectiva indígena (1900-1960)

Diana Patricia González Rojas

Tesis o trabajo de investigación presentada(o) como requisito parcial para optar al título

de:

Magister en Estudios Políticos

Director:

Mgtr. François Correa Rubio

Línea de Investigación:

Línea de Cultura Política y Conflicto

Facultad de Ciencias Económicas

Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales IEPRI

Bogotá, Colombia

2021

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Esa categoría colonial (los indios) se aplicó

indiscriminadamente a toda la población

aborigen, sin tomar en cuenta ninguna de las

profundas diferencias que separaban a los

distintos pueblos y sin hacer concesión a las

identidades preexistentes. (…) Así, todos los

pueblos aborígenes quedan equiparados,

porque lo que cuenta es la relación de

dominio colonial en la que sólo caben dos

polos antagónicos, excluyentes y necesarios:

el dominador y el dominado, el superior y el

inferior, la verdad y el error.

En el orden colonial el indio es el vencido, el

colonizado. Todos los dominados, real o

potencialmente, son indios: los incas y los

piles, los labradores y los cazadores, los

nómadas y los sedentarios, los guerreros y

los sacerdotes; los que ya están sojuzgados y

los que habitan más allá de la frontera

colonial, siempre en expansión; los próximos,

los conocidos sólo por referencias y los que

apenas se imaginan o se intuyen. De una

sola vez, al mismo tiempo, todos los

habitantes del mundo americano precolonial

entran en la historia europea ocupando un

mismo sitio y designados con un mismo

término: nace el indio, y su gran madre y

comadrona es el dominio colonial.

Guillermo Bonfil Batalla (1972)

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Declaración de obra original

Yo declaro lo siguiente:

He leído el Acuerdo 035 de 2003 del Consejo Académico de la Universidad Nacional.

«Reglamento sobre propiedad intelectual» y la Normatividad Nacional relacionada al

respeto de los derechos de autor. Esta disertación representa mi trabajo original, excepto

donde he reconocido las ideas, las palabras, o materiales de otros autores.

Cuando se han presentado ideas o palabras de otros autores en esta disertación, he

realizado su respectivo reconocimiento aplicando correctamente los esquemas de citas y

referencias bibliográficas en el estilo requerido.

He obtenido el permiso del autor o editor para incluir cualquier material con derechos de

autor (por ejemplo, tablas, figuras, instrumentos de encuesta o grandes porciones de

texto).

Por último, he sometido esta disertación a la herramienta de integridad académica,

definida por la universidad.

________________________________

Diana Patricia González Rojas

Page 8: Diana Patricia González Rojas - repositorio.unal.edu.co

Agradecimientos

El ingreso a este posgrado y el desarrollo de esta investigación, se dio gracias a la

lectura de unas copias de cartas manuscritas de Manuel Quintín Lame, pertenecientes al

Fondo Ministerio de Gobierno – División de Asuntos Indígenas que reposan actualmente

en el Archivo General de la Nación, mientras me desempeñaba a describir otros fondos

documentales. El encuentro con los manuscritos de Quintín Lame, me llevaron a indagar

sobre los referentes identitarios de las comunidades indígenas en la primera mitad del

siglo XX, con el afán de comprender de una mirada global la dinámica que se develaban

en esos documentos. Agradezco al Archivo General de la Nación y a sus funcionarios del

área de descripción la disposición de estos documentos.

Espero a través de este trabajo retribuir al conocimiento de la lucha incesante por el

reconocimiento de la diferencia, el cual ha sido realizado gracias a la guía y dirección del

profesor François Correa, del Departamento de Antropología. Por otra parte, quisiera

hacer mención especial a la cátedra de la profesora Julie Massal sobre Acción Colectiva

y Movimientos Sociales, perteneciente a la Maestría en Estudios Políticos de la

Universidad Nacional, la cual me permitió establecer un esquema de análisis a los casos

estudiados.

Agradecimientos infinitos a mi familia de quienes siempre he contado con su apoyo,

compañía y alegría. A mis amigos, un agradecimiento muy especial por quienes me han

acompañado en el camino, de quienes atesoro los consejos, los momentos felices y los

aprendizajes.

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Resumen y Abstract IX

Resumen

De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas, estructuras

de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva indígena (1900-

1960)

*Descripción:

Esta investigación examina la acción colectiva indígena a partir de los elementos que

surgen del análisis del origen y el desarrollo de los movimientos sociales, factores como

las oportunidades políticas, las estructuras de movilización y los procesos enmarcadores

desarrollados en diferentes lugares del país entre 1900 y 1960. A partir de las fuentes de

archivo producidas por las entidades estatales, la investigación identificó tres momentos

en la configuración del Estado y las políticas de incorporación al proyecto de nación de

los grupos indígenas, las cuales buscaban la reducción del elemento nativo y la

supresión de la propiedad colectiva. Si bien, sobre la temática ha sido destacada la

movilización social protagonizada por Manuel Quintín Lame, la revisión de fuentes

primarias permitió identificar otro tipo de manifestaciones asociadas a la defensa del

territorio indígena, junto con otro tipo de características propias de la esfera local lo que

configuró en cada región una problemática distinta. Este proceso cambió en parte

alrededor de 1960, con la corriente del cooperativismo incorporada como política para el

campo donde se consideran un potencial las comunidades y las tierras colectivas.

Palabras clave: Acción colectiva, movilización indígena, marcos interpretativos,

oportunidades políticas, estructuras de movilización.

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X De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas, estructuras de

movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Abstract

From the savage who were reduced to civilized life. Political opportunities,

mobilization structures and processes included on indigenous collective action

(1900-1960)

*Description:

This research examines the indigenous collective action based on the elements

originated from the analysis of the arising and development of social movements, such as

political opportunities, mobilization structures, and framing processes developed in

different parts of Colombia between 1900 and 1960. From archival sources of

government entities, the investigation identified three moments in the configuration of the

State and the incorporation of indigenous groups into that nation project, with the object

of reduce the native element and suppress the collective property. Although, in the

subject of this work, the social mobilization led by Manuel Quintín Lame has been

highlighted, the review of primary sources allowed identifying another types of

manifestations associated with the defense of indigenous territory, as well with other

types of characteristics typical of the local sphere, that configured a different problem in

each region. This process changed in part ceased around 1960, under the trend of

cooperativism incorporated as a policy for the nation’s countryside in wish communities

and collective lands are considered a potential.

Keywords: Collective action, indigenous mobilization, interpretive frameworks, political

opportunities, mobilization structures

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Contenido XI

Contenido

Pág.

1. Aproximación teórica al estudio de la movilización indígena y la identidad étnica ................................................................................................................................ 7

1.1 La acción colectiva y los movimientos sociales .................................................. 8 1.1.1 Puntos de convergencia y diferencia entre las corrientes teóricas de los movimientos sociales y la acción colectiva ................................................................. 9 1.1.2 Cultura, identidad y elementos enmarcadores ............................................... 10 1.1.3 La identidad en la acción colectiva y los movimientos sociales ...................... 12

1.2 Consideraciones sobre el movimiento indígena en el estudio de la acción colectiva ...................................................................................................................... 14

1.2.1 La identidad étnica, la etnicidad y lo étnico .................................................... 19 1.2.2 Los estudios sobre el Movimiento Indígena en Colombia .............................. 22

2. El indígena en la formación de la nación e instauración del proyecto centralista (1810-1930) ..................................................................................................................... 27

2.1 La formación del Estado durante el siglo XIX ........................................................ 28 2.2 La infructuosa transformación de indios en ciudadanos en los primeros años de la República .................................................................................................................... 29

2.2.1 De indios a indígenas ...................................................................................... 29 2.2.2 Misiones, pueblos y entregas de tierras para la transformación de Indios Gentiles o tribus indígenas ....................................................................................... 32 2.2.3 La categorización de los indígenas. La Ley 89 de 1890 y su Decreto Reglamentario 74 de 1898. Definición de los “civilizados”, los “semicivilizados” y los “salvajes” .................................................................................................................. 34

Tribus bárbaras o salvajes ................................................................................... 35 Semicivilizados .................................................................................................... 36 Los Civilizados ..................................................................................................... 37

2.2.4 El evolucionismo cultural en la definición de las razas y el desarrollo de la colonización ............................................................................................................. 38

2.3 La Hegemonía Conservadora y su política sobre la tierra y los indígenas ........ 40 2.3.1 La política sobre los indígenas semisalvajes durante la hegemonía conservadora ........................................................................................................... 41

Comisiones Divisoras de Terrenos de Resguardos Indígenas ............................. 43 2.3.2 Las obras de civilización y la autocolonización de los territorios de los indígenas salvajes .................................................................................................... 44

2.4 Las manifestaciones en la esfera local ............................................................. 46 2.4.1 Indígenas de las Llanuras del Caribe ............................................................. 48

Oportunidades Políticas y las Constricciones....................................................... 49 Las Estructuras de Movilización, la “Sociedad de Indígenas de Guazo” .............. 50 Los procesos enmarcadores ................................................................................ 52

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XII Título de la tesis o trabajo de investigación

El pasado como justificación del derecho ..........................................................52 Su concepción de la Comunidad ........................................................................53 El manejo de la opinión ......................................................................................54

2.4.2 De la creación de Tulenega a la lucha por el resguardo .................................58 Oportunidades Políticas y Constricciones. Entre la puja del centralismo, federalismo y el proceso independentista ............................................................. 60

Entre el federalismo y el centralismo..................................................................60 El proceso de separación de Panamá ................................................................61

Las estructuras de Movilización ............................................................................ 62 El liderazgo de los caciques cunas ....................................................................63 El liderazgo del Cacique Iñapaquiña ..................................................................64 Las gestiones del Cacique William Oquelele Smith ............................................65 Ley 60 de 1916 ..................................................................................................65 La continuación por parte de Cacique Díaz Granados .......................................66

Procesos enmarcadores ....................................................................................... 67 El pasado indígena y su lugar como colonos, en la raíz de su derecho .............67 El patriotismo y la colonización antioqueña en la apropiación del territorio por parte del Estado .................................................................................................68 Cuestionar el liderazgo, estrategia para negar los derechos ..............................70

2.4.3 La quintinada ..................................................................................................71 Las oportunidades políticas y constricciones ........................................................ 72

Las normas a favor de la división de resguardos ...............................................73 La persecución hacia sus miembros ..................................................................73 Las alianzas con partidos políticos .....................................................................74

Las estructuras de movilización ............................................................................ 75 Organizaciones de base local ............................................................................75 Acciones conjuntas entre cabildos .....................................................................76 Conformación de Organizaciones Supra étnicos 1919 .......................................77 La Creación de San José de Indios ...................................................................78

Procesos enmarcadores ....................................................................................... 79 Escritos de Manuel Quintín Lame entre 1916 a 1930. Características principales79 Estrategia performativa, Lame el Mariscal, segundo libertador, el predestinado 81 Los estereotipos sobre lo indígena y los “otros” en el discurso de Lame ............81 Cuestionar la indianidad como estrategia para desestimar su causa .................82 Estrategia de la Prensa. El atraso y la locura en el proyecto Lamista ................83 Ideas propagadas a través de la prensa sobre el problema del resguardo ........83

3. Las organizaciones indígenas durante la República Liberal (1930-1946) ...........89 3.1 La transición hacia la República Liberal ................................................................. 90

3.1.1 Las dependencias encargadas de la parcelación de los resguardos ................92 El Ministerio de la Economía Nacional a cargo de la parcelación de Resguardos 93 Los ajustes a las Comisiones Divisoras de Terrenos de Resguardos Indígenas .. 94 La negación, o declaración de inexistente, como estrategia de despojo ............... 95

3.2 La institucionalización de la “cuestión indígena” ............................................... 97 3.2.1 Primer Congreso Indigenista de Pátzcuaro, (México 1940) y creación del Instituto Indigenista Colombiano ...............................................................................97 3.2.2 La visión del indígena desde la perspectiva de los funcionarios del Ministerio de la Economía Nacional ...............................................................................................98 3.2.3 Indigenismo en Colombia ............................................................................. 100

3.3 Creación del Partido Comunista ...................................................................... 101 3.4 Manifestaciones nacionales de acción colectiva indígena ............................... 102

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Contenido XIII

3.4.1 La influencia del Partido Comunista en la movilización social indígena ....... 102 3.4.2 Federación Nacional Campesina e Indígena ............................................... 105

3.5 Las manifestaciones locales de los actores indígenas ....................................106 3.5.1 Indígenas de las Llanuras del Caribe - San Antonio del Peñón ..................... 108

Oportunidades políticas y las Constricciones ......................................................108 Las Estructuras de Movilización ..........................................................................109

Junta del Resguardo de Indígenas de San Antonio del Peñón ........................ 109 Cabildo Indígena de San Antonio del Peñón ................................................... 111

Los Procesos Enmarcadores ..............................................................................113 La negación de la indigeneidad ....................................................................... 114 El comunismo y el delito para negar el derecho .............................................. 116

3.5.2 Lucha por los resguardos Cunas, en el contexto de la pérdida de Panamá . 116 Oportunidades políticas y constricciones ............................................................118 Las estructuras de Movilización ..........................................................................119

Caciques individuales- Arturo Chovil ............................................................... 119 Los procesos enmarcadores ...............................................................................120

La ocupación indígena contraria a la colonización productiva ......................... 120 La autonomía .................................................................................................. 121

3.5.3 Caso Quintín Lame Gran Resguardo de Ortega y Chaparral -El Lamismo .. 122 Oportunidades políticas y constricciones ............................................................123 Las estructuras de movilización ..........................................................................124

Sindicato Indígena Nacional ............................................................................ 125 Cabildo del Gran resguardo de Ortega y Chaparral ......................................... 126

Los procesos enmarcadores ...............................................................................126 El apego a la ley como instrumento de justicia ................................................ 127 La estigmatización y señalamiento de los indígenas como comunistas ........... 127 Las bases de la autoidentificación indígena en Lame ...................................... 128 Cuestionar la indigeneidad y convertir a Lame en un problema social............. 129

3.5.4 Caso división de los territorios de los Yanaconas ........................................ 131 Oportunidades políticas y constricciones ............................................................133

Autoridades locales a favor de la continuación del resguardo ......................... 133 Las estructuras de movilización ..........................................................................134

Administradores y Junta a cargo de los bienes de la comunidad ..................... 134 Los procesos enmarcadores ...............................................................................134

La división de resguardos y la falta de instrucción como causas de la degeneración de la raza .................................................................................. 134 El rol de los partidos políticos en la supresión de resguardos ......................... 135

3.5.5 Los resguardos del Departamento del Cauca .............................................. 136 Oportunidades Políticas y constricciones ............................................................137

Establecimiento de Oficinas especiales para el tratamiento de los indígenas a nivel departamental y municipal ...................................................................... 138

Las Estructuras de Movilización ..........................................................................140 Federación Indígena del Cauca (1938) ........................................................... 140 Conferencia Departamental Indígena, Campesina y Obrera en 1940 .............. 140

Los Procesos Enmarcadores ..............................................................................141 Entre la definición de Campesinos o indígenas: .............................................. 141 El rol de los partidos políticos .......................................................................... 143 La situación de la segunda guerra mundial en la interpretación de la situación del resguardo .................................................................................................. 144

3.5.6 Resguardos de Nariño ................................................................................. 144 Oportunidades políticas y constricciones ............................................................145

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XIV Título de la tesis o trabajo de investigación

Ajustes en la definición de los miembros de las comunidades a través de las normas 146 Asignación de tierras adicionales ante la estreches de los resguardos ............ 146 El impacto de las Comisiones Divisoras ........................................................... 147 La declaratoria de resguardos como inexistentes como estrategia de despojo 149

Las estructuras de movilización .......................................................................... 149 Los procesos enmarcadores .............................................................................. 150

Quitar lo salvaje a la categoría Indígena .......................................................... 150 El rol de los partidos políticos........................................................................... 152

4. El silencio y el resurgimiento de la cuestión indígena (1946-1960) ...................... 157 4.1 Intensificación y crudeza de la violencia bipartidista ............................................ 159 4.2 Las ciencias sociales en la intervención del mejoramiento de la sociedad........... 160 4.3 Continuación en el proceso de división de resguardos y el giro en la concepción de las tierras comunales ................................................................................................. 161

4.3.1 Ley 81 de 1958 el fomento agropecuario de las Parcialidades indígenas ...... 162 4.3.2 Instituto Indigenista Colombiano .................................................................... 163 4.3.3 La campesinización del indígena y el régimen comunal para los colonos ...... 165

4.4 Las manifestaciones indígenas en el contexto local ............................................ 167 4.4.1 Oportunidades políticas y constricciones ....................................................... 168

Desarrollo de La Violencia .................................................................................. 168 Oficinas especializadas en “Asuntos Indígenas” .............................................. 169 Acciones contra a los miembros de las comunidades ...................................... 170 La división de resguardos mediante el desconocimiento de títulos .................. 170 Un resguardo que sólo existió en el papel ....................................................... 173

4.4.2 Las estructuras de Movilización ..................................................................... 174 Gran comunidad de Cultivadores Agrícolas Industriales .................................. 174

4.4.3 Los procesos enmarcadores .......................................................................... 175 Del resguardo al terreno laborista, de comuneros a trabajadores .................... 175 Entre el estereotipo indígena y la negación de la identidad .............................. 176

5. Conclusiones y recomendaciones ......................................................................... 181 5.2 Conclusiones .................................................................................................. 181 5.2 Recomendaciones .......................................................................................... 189

Bibliografía ................................................................................................................... 191 Fuentes de archivo ................................................................................................. 191 Fuentes primarias, normas impresas ...................................................................... 193 Fuentes primarias impresas .................................................................................... 197 Bibliografía Secundaria ........................................................................................... 200

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Contenido XV

Lista de figuras

Pág. Figura 2-1 Ubicación espacial de los casos abordados en el capítulo 2 ......................... 47

Figura 2-2 Impreso "Se acabaron los indios de Guazo" .................................................. 55

Figura 2-3 Padrón de la Parcialidad de Indígenas de Guazo. Dueños de los terrenos

de su resguardo (Fragmento) ......................................................................................... 56

Figura 2-4 Carátula Segunda copia de la Protocolización del acta de instalación del

antiguo y pequeño Cabildo de la parcialidad de indígenas de Guazo ............................. 57

Figura 2-5 "De Colombia" .......................................................................................... 69

Figura 3-1 Fragmento de membrete de oficio de la Federación Nacional Campesina e

Indígena 105

Figura 3-2 Ubicación espacial de los casos abordados en el capítulo 3 ........................107

Figura 3-3 Junta de Resguardos de Indígenas El Peñón. Sello de oficio remitido al

Alcalde Municipal del Distrito de Bodega Central ..........................................................110

Figura 3-4 Sellos usados por los miembros del Resguardo de Indígenas del Peñón en

oficios .................................................................................................................112

Figura 3-5 Impreso "La llamada PARCIALIDAD de Indígenas de El Peñón ES DEL

ESTADO” .................................................................................................................115

Figura 3-6 “El último jefe indígena reclama justicia a los poderes centrales” y “El indio

Don Quintín” .................................................................................................................129

Figura 3-7 Circular Número 3. Impreso del Departamento ........................................139

Figura 3-8 Plan de Labores y Orden del Día del Comité Organizador de la Conferencia

Departamental Indígena Campesina y Obrera, 1940 .....................................................141

Figura 3-9 Carátula de la documentación enviada por la parcialidad de Tangua en

diciembre de 1939 .........................................................................................................151

Figura 4-1 Organización de interna de la División de Recursos Naturales, Ministerio de

Agricultura y Ganadería (1951) .....................................................................................161

Figura 4-2 Nota al interior del expediente realizada en 1963 .........................................172

Figura 4-3 "Botanilla" Copia de la Escritura del Resguardo de Botanilla 1582 ...............173

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Contenido XVI

Lista de tablas

Pág.

Tabla 2-1: Resumen Indígenas de las llanuras del Caribe – Santa Ana de Guazo ..... 48

Tabla 2-2 Resumen de Tulenega a la conformación del resguardo ........................... 58

Tabla 2-3 Resumen La quintinada ............................................................................. 72

Tabla 3-1 Resumen Indígenas del Caribe - San Antonio del Peñón ........................ 108

Tabla 3-2 Resumen Lucha por los resguardos Cunas ............................................ 116

Tabla 3-3 Despoblamiento y desplazamiento de las comunidades kunas en Urabá

(1880-1983) ................................................................................................................ 117

Tabla 3-4 Resumen Resguardo Ortega y Chaparral ................................................ 122

Tabla 3-5 Resumen División de territorios yanaconas ............................................. 132

Tabla 3-6 Resumen Resguardos del Departamento del Cauca ............................... 137

Tabla 3-7 Resumen Situación Resguardos de Nariño ............................................ 144

Tabla 4-1 Resumen Movilización Indígena 1948 - 1960........................................... 167

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Contenido XVII

Lista de Símbolos y abreviaturas

Abreviaturas

Abreviatura Término

AGN Archivo General de la Nación

AO. Sección archivos oficiales

MGOB. Ministerio de Gobierno

SAA. Sección archivos anexo

f. folio

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Introducción

En América Latina, la formación de los Estados nacionales posterior a las guerras

independentistas generó disputas frente a la abolición de los regímenes comunales de

propiedad colectiva de las tierras, lo que dio paso a que estos, o bien se condicionaran

conforme al nuevo contexto, o bien establecieran la lucha de varios campesinos

indígenas en algunos países andinos en defensa de estos regímenes (Larson, 2004). La

transición entre el periodo colonial y la creación de los estados nacionales, propició

transformaciones en la ocupación del territorio; mientras que en un principio el resguardo

fue exclusivo para la población indígena, a finales del siglo XVIII, éstos incluyeron

colonos pobres y nativos de otros pueblos en calidad de agregados, configurándose así

en espacios que desarrollaron relaciones interétnicas, desvirtuando las posiciones

esencialistas que buscaban la conservación inmutable de las comunidades,

permaneciendo inalterables hasta el siglo XX.

Es así como el proceso independentista en el siglo XIX, expresa el proyecto de la

configuración de una república, en sus formas de gobierno, sus instituciones, el

establecimiento de normas que hicieran viable un nuevo gobierno. De estas dinámicas no

se escapa la discusión sobre que se debe hacer con los indios, una categoría nacida en

el orden colonial, la cual no sólo señalaba un segmento de la población, sino un espacio

asignado en el orden español, donde los resguardos a partir del trabajo de la tierra

garantizaban la supervivencia del grupo de nativos, el tributo del encomendero, el

sostenimiento del doctrinero y el orden colonial, a partir de la segregación de los grupos.

Contrario a la división formal del espacio y de los pobladores, el surgimiento del proyecto

de las naciones recientemente independizadas, intentaron incorporar los territorios de

resguardos y sus pobladores a partir de la supresión de resguardos y la categoría de

indios. Es así como todo el siglo XIX refleja parte de esa política puesta en marcha con

impactos distintos por diferentes causas como los diferentes grados que tuvo el orden

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2 Introducción

colonial en cada región, los elementos culturales de los grupos, su forma de organización

y las dinámicas locales, en especial durante el establecimiento de estados federales

donde la maniobra de estos cambios estuvo en manos de las mandatarios locales. En

algunos territorios, la preeminencia de la población indígena fue disuelta con la supresión

de resguardos, y en otros casos, a pesar de las presiones ejercidas sobre la

desintegración de las tierras comunales, sus pobladores lograron conservar la idea de

comunidad allí presente.

La supresión de las tierras comunales desde el siglo XIX hasta el XX, no fue una acción

estatal exclusiva de Colombia; a su vez, las comunidades indígenas respondieron a

través de diferentes estrategias de resistencia. Con el propósito de comprender las

acciones en las que las comunidades indígenas se organizaron con el propósito de

mantener el dominio de sus tierras, el reconocimiento de sus resguardos y participar o no

en los procesos de división de las tierras comunales, en el primer capítulo de este trabajo

se realiza una reflexión sobre la acción colectiva desde las corrientes teóricas

preponderantes, donde el tema de la identidad es un punto de discusión entre sus

teóricos.

Al contar los grupos indígenas en algunos casos con una identificación de comunidad

manifestada en el transcurso de la acción, se ha hecho énfasis del papel de la identidad

en la acción colectiva, las particularidades de la identidad étnica y la etnicidad. Este

capítulo concluye con los estudios de los movimientos indígenas en Colombia; al

ubicarse los análisis de las movilizaciones indígenas sucedidas a partir de la década de

1970, han sido comprendidos como la emergencia de un nuevo actor social.

Sobre esa “emergencia” o aparición del actor indígena, nos propusimos en los tres

capítulos siguientes exponer cómo se fue configurando la política del estado frente a los

grupos indígenas y los resguardos desde finales del siglo XX hasta 1960, y a su vez,

cómo se presentaron las respuestas de diferentes grupos indígenas. Para ello, se

tomaron como grandes referentes de las transformaciones sociales y políticas, las

transiciones en la toma del poder que se presentaron entre los dos partidos políticos,

conservador, liberal y el peso de la violencia bipartidista desde finales de la década de

1940.

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Introducción 3

En el capítulo dos, se expone como a través de la norma, se transforma el indio en

indígena en la concepción del estado; para los nativos residentes en áreas fronterizas y

periféricas se proyectaron una serie de propuestas para incorporarlos en los nuevos

estados; en los grupos más cercanos a los centros urbanos, se estimuló la división de

resguardos. A finales del siglo XIX se establece un estatuto único, la Ley 89 de 1890 para

el tratamiento de tres categorías de indígenas, los salvajes, los semicivilizados y los

civilizados, la cual estableció un límite para lograr la división de resguardos; esta norma

iba a la par que se implantaba un estado centralista, el cual en los primeros treinta años

del siglo XX, la iglesia tenía un papel importante en la incorporación de los indígenas,

acorde con la concepción del orden en el ideal del Partido Conservador que conservó el

poder en esas décadas, y primaba un discurso evolucionista en la comprensión de la

“cuestión indígena”, siendo una de las propuestas de cambio, la supresión por medio del

mestizaje. En este capítulo se analizan tres casos en los que se muestran las tres facetas

en las que la Ley 89 de 1890; por una parte, desconoció acuerdos previos gestionados

por los líderes del territorio Cuna, para que fuera respetado el dominio de su territorio; en

segundo lugar estableció una forma de organización administrativa de los resguardos

suprimiendo formas distintas, como el establecimiento de juntas, diferentes a los cabildos

en un resguardo de las llanuras del caribe; finalmente, la misma ley fue interpretada a

beneficio de las comunidades del suroccidente del país.

El tercer capítulo expone los cambios presentados cuando el Partido Liberal llega al

poder. En este periodo, continúa la política de supresión de resguardos con la creación

de comisiones repartidoras, a su vez para integrarlo a la nación, la estrategia no estaba

en el mestizaje, sino en la educación. En contraste con el fuerte discurso racista contra el

elemento indígena componente de la nación, en estos años surge el indigenismo, una

forma de valorar el pasado indígena en los referentes de los pilares de la nación, para lo

cual se establecen instituciones académicas especializadas en la comprensión de los

grupos étnicos. Por otra parte, algunos miembros de las comunidades indígenas, se

incorporaron a las filas del Partido Comunista lo que generó la conformación de

estructuras como los sindicatos, ligas agrarias y federaciones, pero a su vez fue motivo

de la disolución de alianzas entre los líderes. En este periodo continuamos con la

exposición del caso de los territorios pertenecientes a los cunas, un reguardo de las

llanuras del caribe y parte del desplazamiento del lamismo a acompañar la lucha del gran

resguardo de Ortega y Chaparral. Se presentan los casos de los indígenas Yanaconas, y

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4 Introducción

la fuerte presión en los lugares que contaban en el siglo XX con un gran número de

resguardos de origen colonial, correspondiente a los departamentos de Cauca y Nariño.

En el cuarto capítulo, se cubre un periodo de grandes transformaciones; regresa el

Partido Conservador al poder, por un tiempo, siendo tomado posteriormente por un

general con la anuencia de los dos partidos tradicionales y una transición con una junta

militar, para establecer un común acuerdo entre los líderes de los dos partidos. En este

periodo, se reducen las manifestaciones de resistencia de las comunidades indígenas y

por el contrario, se hace masiva la declaratoria de inexistencia de resguardos para

facilitar su desintegración, por parte del Ministerio de la Economía Nacional. Gracias al

contexto internacional, y al rol desempeñado por algunos intelectuales, se crean al

interior de las dependencias del gobierno central una oficina encargada de mejorar las

condiciones de vida de los indígenas. Al finalizar la década de 1950 se produce un giro

en la concepción del resguardo, no como un obstáculo para el progreso de la nación,

sino que su base colectiva era un soporte para desarrollar el cooperativismo. En este

capítulo final, las acciones colectivas indígenas no tuvieron mayor registro entre los

expedientes revisados. Finalmente el documento expone una serie de conclusiones

resultado de la investigación, sobre la acción colectiva indígena y la política sobre los

indígenas.

Para el análisis de los casos locales, hemos buscado identificar algunos elementos

claves en medio de la divergencia de problemáticas; por una parte las oportunidades

políticas y constricciones, entendidas estas como coyunturas políticas locales o

nacionales que facilitaron o limitaron la acción, las estructuras de movilización, donde los

grupos étnicos tomaron tipos de disposición organizacional y los procesos enmarcadores,

donde establecieron los referentes de su lucha y de los grupos contrarios.

Con el interés de conocer esas dinámicas entre los grupos indígenas y el estado, el

archivo abordado para esta investigación corresponde a las transferencias realizadas en

su momento por el Ministerio del Interior, correspondientes a las Transferencias

Secundarias No. 55 de 1998 y No. 107 de 2007 al Archivo General de la Nación AGN,

documentación que por su valor histórico fue entregado a esa entidad. Inicialmente, fue

identificada con el código de referencia CO.AGN.SR.60A.30. No obstante, conforme a los

ajustes del Cuadro de Clasificación del AGN, actualmente corresponde a la Sección 7

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Introducción 5

Archivos Oficiales, Ministerio de Gobierno, el cual puede ser consultado a través de la

Consulta de documentos históricos en línea, con el código de referencia

CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3, correspondiente a la División de Asuntos Indígenas. Cada

uno de los expedientes consultados registra la referencia específica.

Es importante destacar que la oficina de la Sección de Asuntos Indígenas, fue creada

hasta 1958. No obstante, los documentos transferidos fueron emitidos muchos años

antes, desde el año 1904, lo cual correspondía a diferentes despachos como el Ministerio

de la Economía Nacional y el Ministerio de Industrias y Trabajo, en los que se encuentran

memoriales, telegramas y otros documentos producidos por estas oficinas en sus

comunicaciones con las poblaciones en cuestión y con las autoridades locales al

respecto. Con el fin de conocer estos procesos, inicialmente se seleccionaron los casos

y, a través de los folios de diferentes expedientes, se fue reconstruyendo la historia de

esos encuentros entre el Estado Nacional y las comunidades indígenas, los cuales fueron

complementados con algunas referencias de archivo, y registros provenientes del sitio

web www.proyectoquintinlame.org, junto con investigaciones al respecto y documentos

publicados.

Esta investigación espera aportar a la comprensión del actor indígena en la movilización

social, así como la revisión de enunciaciones donde ubican la emergencia de la alteridad

al final del siglo XX.

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1. Aproximación teórica al estudio de la movilización indígena y la identidad étnica

El estudio de la acción colectiva, los movimientos sociales y la identidad, han sido tema

de interés por diferentes disciplinas académicas de las ciencias humanas y sociales,

siendo abordado por los aspectos individuales o colectivos, desde la psicología social, la

ciencia política y la sociología. En este capítulo, abordaremos los aspectos teóricos más

significativos sobre las manifestaciones de acción colectiva indígenas, los cuales serán el

punto de partida para aproximarnos al objetivo de esta investigación. De manera general,

la primera parte referirá a las corrientes más conocidas sobre el estudio de la

movilización social, sus divergencias y los enfoque establecidos por sus principales

exponentes; en segundo lugar, se presentará un panorama general sobre el estudio de la

movilización indígena, y su lugar en la comprensión de la acción colectiva, ya sea como

exponente de uno de los nuevos movimientos sociales surgidos a partir de la década de

1970, o como una nueva ola de anteriores luchas.

Al poseer estas movilizaciones un actor colectivo reconocido, la tercera parte tratará

sobre el lugar de la identidad en la formación de los movimientos sociales, su momento

de aparición y la discusión sobre su instrumentalización.

Para finalizar, se propondrán cuáles han sido las conclusiones sobre la acción colectiva

indígena a nivel latinoamericano y en particular, para el caso colombiano.

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8 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

1.1 La acción colectiva y los movimientos sociales

Desde el siglo XIX inició formalmente el estudio de las emociones en la movilización

social y la acción colectiva, concebidas inicialmente como el movimiento de masas o

multitudes, que actuaban de forma irracional como instintos reprimidos y violentos; por su

parte, el marxismo aportó la importancia de la organización y la ideología, encaminada a

establecer una “clase”. Posteriormente, ya en las primeras décadas del siglo XX en

Estados Unidos la Escuela de Chicago atendió el comportamiento colectivo a partir de la

psicología.

Gracias a los aportes de otras ciencias como la sociología y la historia, se fueron

demarcando principalmente dos vertientes teóricas: la teoría de la movilización de

recursos y la del enfoque de los nuevos movimientos sociales o paradigma de la

identidad1 , perspectivas desarrolladas tanto en Estados Unidos como en Europa

(McAdam, McCarthy, Zald, 1999), las cuales no se encuentran completamente en orillas

opuestas conforme a otros autores (Cohen, 1995).

La primera corriente, de la Movilización de Recursos, se fundamenta a su vez en la teoría

de la elección racional, donde el actor social actúa conforme a la posibilidad de recibir

beneficios individuales; en esta corriente se pueden distinguir tres enfoques: el que

destaca la lógica utilitaria individualista encabezado por autores como Olson; el enfoque

empresarial organizacional de McCarthy, Zald y el modelo de conflicto político de Charles

Tilly, Oberschall, Gamson y Tarrow (Cohen, 1995). Por su parte, la corriente denominada

de los nuevos movimientos sociales surge como respuesta a la crisis del modelo clásico

marxista para interpretar las nuevas formas de acción colectiva surgidas desde la década

de 1960, donde la identidad no se limita a la clase, el interlocutor es la sociedad civil y los

aliados no son los partidos políticos. La principal crítica hecha a la primera corriente

corresponde a que deja a un lado los estímulos no económicos que incitan a la

movilización; por su parte, al paradigma de la identidad, se le alega dejar a un lado el

1 Para otros autores, se pueden reconocer tres enfoques teóricos (teoría de la elección racional, la perspectiva de la movilización de los recursos y el paradigma de la identidad) (Castillo, 2006). Así mismo, algunos establecen esta propuesta en tres paradigmas: la movilización de recursos, el proceso político y los procesos enmarcadores (Delgado, 2007)

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Capítulo 1 9

“cómo” de la movilización, además de tener una “miopía del presente”, al presentarse

formas contemporáneas de acción en fenómenos históricos previos.

Sin embargo, entre las corrientes expuestas hay puentes de encuentro que nos permiten

establecer cercanías entre autores y así considerar los aportes que uno y otro enfoque

aporta al desarrollo de esta investigación, sobre el estudio de la acción colectiva en los

grupos indígenas.

1.1.1 Puntos de convergencia y diferencia entre las corrientes teóricas de los movimientos sociales y la acción colectiva

En términos generales, el movimiento social es una modalidad de acción colectiva.

Charles Tilly define la acción colectiva como la acción llevada a cabo por un grupo de

personas que comparten intereses, están organizados en grupos más o menos formales

y que ponen en marcha acciones, bajo una estructura política que facilitará o dificultará

su influencia, entendida esta como el contexto en el cual influirá el éxito o fracaso de la

acción colectiva (1978).

Tilly define el movimiento social como “un fenómeno de opinión de masa perjudicada,

movilizada en contacto con las autoridades” (Tilly, 1978 en Melucci, 1999:41), el cual

nace como una forma distintiva de la política en Europa y América del Norte durante el

siglo XIX y en el siglo XX en estados considerados democráticos. Éstos difieren de otras

manifestaciones colectivas como los “movimientos” (como formas de opinión de masa),

organizaciones de protesta (como formas de organizaciones sociales) y actos de protesta

(como formas de acción) (Cohen, 1995).

De la misma forma que Charles Tilly ubica la formación de los movimientos sociales en

estados considerados democráticos, Alain Touraine identifica tres tipos de movimientos:

societales, culturales e históricos, los cuales establecen una secuencia cuyo desarrollo

es posible en países centrales, mientras que, en economías periféricas o regímenes

autoritarios, las divisiones entre estos tres tipos de movimientos son débiles o

inexistentes (2000).

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10 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Alberto Melucci, cercano a la corriente del paradigma de la identidad, su definición de

movimiento social lo acerca a la perspectiva del conflicto político; este autor define los

movimientos sociales como “sistemas de acción que operan en un campo sistémico de

posibilidades y límites (…). El modo en que los movimientos definen su acción es el nexo

concreto entre orientaciones y oportunidades/constricciones sistémicas” (Melucci,

1999:37), siendo la organización el punto clave en la observación; para Melucci, el

interés se concentra en el proceso, donde el movimiento es un resultado, más que un

punto de partida.

Cada una de las corrientes ha hecho su propio programa de investigación, a partir de los

elementos considerados para el estudio de los movimientos sociales. En ellos se

encuentran los elementos enmarcadores para la perspectiva del conflicto político, y la

identidad para la corriente de los nuevos movimientos sociales. Si bien en las dos

corrientes anteriormente descritas, tanto la cultura como la identidad se incluyen en la

formación de un movimiento social, proveyendo incluso formas específicas de

organización y lucha, ninguno de los dos enfoques provee un acceso metodológico

adecuado (Cohen, 1995).

1.1.2 Cultura, identidad y elementos enmarcadores

Gracias a los aportes hechos por disciplinas como la antropología, la literatura, entre

otras, al estudio de la acción colectiva, cobra interés la experiencia social y la

configuración de las relaciones sociales concebidas y significadas por un actor colectivo

(Escobar, Álvarez, Dagnino, 2001; Zald, 1999).

Mayer Zald (1999) ha identificado cuatro enfoques en el estudio de los movimientos

sociales a partir de los aportes hechos por las ciencias sociales sobre el estudio de la

cultura y el lenguaje; un primer enfoque estimulado por la antropología atendiendo a las

continuidades culturales y los sistemas de significados que se concentró en el análisis en

profundidad sobre la cultura y los símbolos; el segundo enfoque generado a partir de la

psicología social, la obra sociológica de Goffman y el interaccionismo simbólico, destaca

en el análisis de los marcos, los roles y los procesos cognitivos implicados en la

interpretación, clasificación y caracterización del comportamiento y las situaciones, lo

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Capítulo 1 11

cual ha sido aplicado por Snow y Gamson; el tercer enfoque, soportado en los aportes

hechos por la teoría literaria y las teorías de la persuasión, se interesa en los recursos

dramatúrgicos y retóricos usados por los actores involucrados en los movimientos

sociales con el propósito de interpretar el mundo y convencer a sus audiencias,

estudiadas por Murray Edelman y Joseph Gusfield; por último, el cuarto enfoque incluye

en el análisis de la cultura, la comprensión de los cambios e innovaciones generados en

los movimientos, usando nociones como repertorios de acción y protesta y herramientas

culturales de las cuales emergen las ideas compartidas y socialmente construidas para

explicar la acción colectiva, planteamiento en el que se destaca el sociólogo Charles Tilly.

Entre la construcción de la identidad y la comprensión de la situación por parte del actor

colectivo versan las dos corrientes sobre el estudio de los movimientos sociales. En el

paradigma de la identidad, para autores como Melucci, la solidaridad, el desarrollo de un

conflicto y el rompimiento con los límites del sistema en que ocurre la acción, son las tres

dimensiones que componen el movimiento social; de estas dimensiones, la solidaridad se

comprende como la capacidad de los actores de reconocerse a sí mismos y como

miembros del mismo sistema de relaciones sociales, lo cual tiene lugar en el campo de la

acción. Conforme a lo anterior, la definición del actor, o la identidad, se produce en la

interacción, las negociaciones, y como resultado de las orientaciones opuestas (Melucci,

1999).

Por su parte, para Alain Touraine, un movimiento social es a la vez un conflicto social y

un proyecto cultural, donde tienen lugar los procesos de subjetivización y las dinámicas

de construcción identitaria. (Castillo, 2006).

En Mayer Zald, es a través de la cultura, la ideología y los marcos interpretativos, que se

dota de sentido a los objetos y acciones; en particular, la cultura es el conjunto

compartido de creencias y formas de ver el mundo, propios de un grupo o sociedad, la

ideología es el conjunto de creencias que sirven para justificar u oponerse a un orden

político determinado y los marcos son metáforas específicas, representaciones

simbólicas e indicaciones cognitivas utilizadas para presentar conductas y eventos de

forma evaluativa y sugerir formas de acción alternativas (Zald, 1999).

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12 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

A partir de la formulación teórica de los marcos interpretativos, algunos autores han

generado una propuesta metodológica en el análisis del surgimiento y desarrollo de los

movimientos sociales, reconociendo tres grupos de factores: las oportunidades políticas

(la estructura de oportunidades políticas y las constricciones que tienen que afrontar los

movimientos sociales), las estructuras de movilización (formas de organización formales

como informales) y los procesos enmarcadores (entendidos como los procesos colectivos

de interpretación, atribución y construcción social que median entre la oportunidad y la

acción). Estos tres factores son de interés en el análisis del movimiento, ya sea en su

origen, o para un movimiento ya organizado, dado que la acción colectiva depende de los

significados compartidos, el uso que realizan sus organizadores y la crítica que puede

recibir (McCarthy, McAdam y Zald, 1999).

Dos conceptos adicionales, son de interés para esta investigación: la alineación de

marcos y el concepto de identidad colectiva. Sobre el primero, se define como el conjunto

de elementos con los que cuentan los individuos para dar sentido a una situación

(Goffman, 1974 en Montes, 2012) en el cual el movimiento trata de conectar su marco

con las interpretaciones subjetivas de los potenciales participantes. Con respecto al

concepto de identidad colectiva, su formación es una tarea principal para los grupos de

participantes que constituyen un movimiento social, cuyo proceso implica definirse como

grupo, desarrollar concepciones del mundo, metas y opiniones compartidas sobre el

entorno social y establecer las posibilidades y límites de la acción colectiva (Melucci,

1989 en Klandermans, 2001). En este último concepto, es importante detenernos para

indagar sobre la identidad en las diferentes corrientes que estudian los movimientos

sociales.

1.1.3 La identidad en la acción colectiva y los movimientos sociales

Desde principios del siglo XX, la pregunta por la generación de una identificación

colectiva constituyó parte de los cuestionamientos iniciales en el análisis de la

movilización; en estos primeros años conforme a un enfoque marxista, se partía de la

categoría de clase asociada principalmente a movimientos obreros y socialistas; esta

categoría a partir de la segunda mitad del siglo XX, resultaba inapropiada con las

transformaciones estructurales y las formas de acción colectiva emergentes a partir de

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Capítulo 1 13

ese momento; para otras identidades, basadas en el parentesco o la tribu, fueron

identificados con la remanencia de las sociedades primitivas (Hobsbawn, 1959 (2001).

Las discusiones sobre el estudio de la identidad corresponden al momento de su

surgimiento y cómo éste se da entre un nivel organizativo y un nivel individual, siendo

estas construidas y reconstruidas continuamente (Klandermans, 2001). Entre los teóricos

de la corriente del paradigma de la identidad, Touraine, al identificar los movimientos

sociales a partir de la formación de la identidad colectiva y de autorreconocimiento del

movimiento, incluye como un elemento básico para su estudio la conformación de su

oposición y la caracterización del adversario (1987). Por su parte, para Melucci, tanto la

formación de significados de conciencia, solidaridad e identidad se desarrollan a partir de

las dinámicas internas entre los miembros de la colectividad y con el sistema exterior

compuesto de los competidores, aliados y el aparato de control social; en su

planteamiento, la identidad de un movimiento social, no es un dato o una esencia, sino el

resultado de intercambios, negociaciones, decisiones y conflictos entre diversos actores,

tanto aliados como adversarios y, especialmente, la reacción del sistema político y del

aparato de control social, lo que determina un campo de oportunidades y limitaciones en

el cual el actor colectivo adopta una forma, se perpetúa o cambia (Melucci, 1999). Por su

parte para Pizzorno, la identidad se encuentra en la etapa intermedia entre la solidaridad

y el instrumentalismo, ya que a partir de ella calcula los costos y beneficios de la acción

colectiva, siendo entonces la definición de la identidad uno de los objetivos que busca el

movimiento social definiendo así sus negociaciones e intercambios futuros (Pizzorno,

1994, en Castillo, 2006).

Del otro lado, en la corriente de movilización de recursos, para el modelo de intercambio

político Charles Tilly concibe la creación de la identidad a partir de las interacciones con

los demás, generadas en transacciones sociales establecidas a partir de las relaciones

contingentes y negociadas entre los seres humanos; dichas transacciones se basan en

recuerdos, expectativas, acuerdos, derechos y obligaciones, donde los actores

involucrados reconocen su aplicación; del mismo autor, el concepto de catnet (término

resultado de la fusión entre category (categoría) y net (red) se resume como la relación

existente entre una categoría social y una identidad colectiva. (Klandermans, 2001). Las

críticas a este planteamiento, cuestionan en que se deja a lado el cuándo y el por qué

una característica compartida se convierte en el reconocimiento de los miembros del

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14 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

grupo, y la solidaridad sobre cómo los intereses colectivos son reconocidos, interpretados

y permiten generar lealtad y compromiso (Cohen, 1995).

El análisis de la acción colectiva indígena incluye dos problemas: su definición como

movimiento social, y el surgimiento de la identidad. Por una parte, ambas corrientes

sobre los movimientos sociales sostienen que éstos son formas de acción colectiva

posibles en países centrales o estados considerados democráticos; así mismo, respecto

a la emergencia de la identidad, para la corriente de los nuevos movimientos sociales,

ésta emerge una vez la categoría de clase resulta inoperante en estas identidades,

donde los desafíos son distintos a los desarrollados en décadas anteriores, viéndose

incluso como un recurso estratégico, una base para organizarse de uno u otro modo.

Recientemente, desde los Estudios Culturales se cuestionan los supuestos teóricos y

epistemológicos de las teorías de los movimientos sociales, ya que al mantener en el

planteamiento un pensamiento dicotómico entre centro y periferia, suprime el potencial

de las luchas periféricas como actores críticos de la modernidad; ante esto, su propuesta

es reinterpretar la modernidad a la luz de la experiencia colonial y visibilizar sus

contribuciones al análisis de la acción colectiva, desde el momento en que la modernidad

ha tenido un sentido mundial, a partir del momento en que Europa ha tenido una posición

centralizada en la configuración del Sistema-Mundo, siendo la colonialidad, la otra cara

de la modernidad. Ante la crisis del desarrollismo iniciado en Latinoamérica a finales de

la década de 1970 manifestándose en la generación de un gran número de movimientos

sociales (Flórez-Flórez, 2005), también invita al análisis de los dispositivos de poder

enfocados en crear identidades homogéneas, junto a una gobernabilidad externa que

dispone asegurar el flujo de riqueza desde la periferia al centro (Castro-Gómez, 2000 En

Flórez-Flórez, 2005). Sobre la manera en que se ha abordado la acción colectiva

indígena, nos dedicaremos en la próxima sección.

1.2 Consideraciones sobre el movimiento indígena en el estudio de la acción colectiva

Frente a la comprensión de las acciones colectivas indígenas, hay dos aspectos que

generan discusión; en primer lugar, si son movimientos sociales las rebeliones primitivas

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Capítulo 1 15

(Hobsbawn, 1959) ya que al presentarse en las naciones de la llamada periferia,

conforme a algunas definiciones, éstos no tienen posibilidades de existencia en este tipo

de estados; en segundo lugar, la movilización indígena, conforme a la corriente de los

nuevos movimientos sociales o paradigma de la identidad, ha determinado su aparición a

partir de la segunda mitad del siglo XX a manera de un “despertar indígena”.

De estos dos cuestionamientos resulta pertinente la crítica hecha por los estudios

culturales al plantear la reinterpretación de la modernidad a partir de la experiencia

colonial; conforme a lo anterior, es necesario cuestionar el momento en que surge la

movilización indígena, explicado principalmente por la corriente del paradigma de la

identidad a partir del desplazamiento del movimiento obrero, ante una nueva situación

global del capitalismo y la aparición de demandas sobre derechos individuales y

colectivos (Correa, 2011). Es así como la modernidad ha sido empleada en diferentes

momentos para acuñar las progresivas transformaciones del capitalismo acorde con el

contexto histórico; en un primer momento, se usaba para referir al progreso encarnado

en el estado nacional, posteriormente en el imperio del capitalismo y últimamente en la

difusa y neutral “globalización” (Correa, 2006).

Como parte de la discusión que aborda este trabajo, discute algunas afirmaciones

hechas a partir de la corriente de los nuevos movimientos sociales, en las que se

desconoce la historia particular de los grupos indígenas en América Latina; el llamado

“despertar indígena” ha sido comprendido como una politización de las identidades en

respuesta a la subordinación o la asimilación impuesta por los estados y que emerge

ante un escenario en pro de la movilización indígena a escala internacional, por su

relación con la defensa de la diversidad cultural y los recursos naturales (Gros, 2010);

también se indica que corresponde a un movimiento de movimientos, al estar compuesto

de luchas dispersas, estructuradas y poco institucionalizadas, poco significativas en la

solidez de su organización y orientación, superando la victimización a través de la

movilización, siendo ésta resultado de las políticas indigenistas de asimilación, al ser

herederos de las reformas políticas que brindaron educación y del sindicalismo (Le Bot,

2013).

Parte de estos estudios afirman una reindianización per se, al ser analizadas las

características étnicas presupuestas (como la conservación de lenguas nativas, ritos e

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16 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

indumentaria o las facilidades que proporciona una identidad étnica en un contexto

político) y que ésta es una expresión de resistencia a la modernidad, donde la identidad

es un medio en la consecución de beneficios (Bengoa, 2000; Gros, 1991, 2010).

Frente a la posición anterior, coincidimos con la propuesta de Miguel Bartolomé, al

considerar que contrario del llamado “despertar indígena”, las manifestaciones de estos

grupos corresponden a la redefinición o reestructuración de sus experiencias previas, la

reformulación de las tradiciones existentes para hacerlas más eficientes dentro del nuevo

sistema de articulación interétnica (Bartolomé, 2006). Es así, que las banderas de lucha

actuales han sido redefinidas a partir de las conquistas logradas en el pasado; si bien es

difícil sostener una línea única de acción colectiva en momentos y contextos tan distantes

y diferentes entre sí, los sujetos hacen uso y reinterpretación de la historia para

fundamentar su lucha política actual (Bello, 2004).

Por otra parte, cuestionar la aparición de los movimientos emergentes en la década de

1970 en América Latina permitió concluir que parte de sus reivindicaciones tenían origen

en procesos desarrollados en la región desde el siglo XIX ligados principalmente al

despojo de tierras que se evidenciaron desde esa época respuestas organizadas,

portando la identidad indígena en todo el proceso que llevó la introducción del modelo

liberal en el siglo XIX, y la consecuente conversión de indios a ciudadanos, así como el

despojo de sus tierras comunales (Reina, Velasco, 1997).

Otros autores establecen que las movilizaciones de indígenas corresponden a la cuarta

ola de movilizaciones indígenas. La primera ola ocurrió en el siglo XVI, poco después de

la conquista europea; la segunda ocurrió durante el régimen borbónico finalizando el siglo

XVIII; la tercera aconteció durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX y la

"cuarta ola" comenzó en la década de los setenta del siglo pasado (Trejo, 2000).

Siendo objeto de esta investigación las acciones colectivas indígenas de la primera mitad

del siglo XX, tanto las luchas como los actores y demás manifestaciones rastreadas a

través de las evidencias de archivo, hacen parte del proceso de reestructuración de las

luchas centenarias, cuyas continuidades emergen a partir de la lucha por la tierra, frente

a la desintegración de los resguardos conforme a las políticas liberales establecidas en el

siglo XIX, los alcances que tuvo la estrategia en cada región y, ya a finales de ese siglo,

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Capítulo 1 17

el establecimiento de una política única de supresión de tierras comunales y tratamiento

a los indígenas con la expedición de la Ley 89 de 1890. Si bien las banderas de lucha

actuales reclaman la identidad cultural, éstas no pueden ser comprendidas sin la

trayectoria de siglos anteriores donde en la lucha por su existencia destacaba la disputa

por la tierra, base de la supervivencia grupal e individual; al reducir la acción de estos

movimientos a lo cultural o identitario, podría dejar a un lado la importancia de la

contradicción estructural e histórica presente en sus luchas: la condición de exclusión

social, cultural, política y económica (González, 2010). Las movilizaciones de las últimas

décadas del siglo XX son el reflejo de la ampliación de sus reivindicaciones inicialmente

de tipo material, a una lucha por los derechos posmateriales relacionados con ejercicios

de la ciudadanía (Stavenhagen, 1994 y Gurr, 1995, en Gómez, 2002)

Desde el siglo XIX en América Latina, la participación de la comunidad indígena en la

conformación de los estados nacionales se manifestó a través de alianzas con poderes

regionales, así como expresiones de diversas formas de identidades y “reformulación de

sus identidades” (Reina, Velasco, 1997). A pesar de que el proyecto liberal decimonónico

presente en las naciones emergentes excluía a los indios de la modernidad, no logró la

homogeneización, resultando así manifestaciones de rebelión, resistencia y separatismo

étnico y posicionamiento donde estas comunidades estaban integradas en las economías

regionales; por ejemplo en Bolivia, la expansión del latifundio en el altiplano paceño, a

costa de las tierras de comunidad a finales del siglo XIX, llevó a que los indígenas se

opusieran por medios legales y establecieran alianzas con partidos políticos, pero ante el

fracaso de las acciones algunos se lanzaron a la rebelión; ante políticas semejantes en el

Perú entre 1826 y 1854, los indígenas buscaron a través de medios legales el

cumplimiento de la entrega de tierras, estrategia complementada con la denuncia

periodística; en el norte de Brasil, la economía de plantación implementada en la zona,

llevó a que los indígenas de las zonas selváticas se aliaran con los campesinos; en otros

casos, para conservar parte de una autonomía indígena los zapotecas a mediados del

siglo XIX, se convirtieron en intermediarios entre el mundo urbano y comercial, logrando

prevalecer en la región el orgullo de la pertenencia a una etnia2.

2 Ver las contribuciones hechas por diferentes autores en el libro La Reindianización de América, Siglo XIX (Reina, 1997)

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18 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Un proceso sin precedentes, fue la llamada Guerra de Castas acontecida en la península

de Yucatán (1847-1901), donde los mayas de la región resistieron todos los intentos de

pacificación; luego de que México lograra su independencia, a los mayas de la región les

impusieron tributos frente a los cuales caudillos militares a cambio de su apoyo,

prometieron suprimir. Ante el incumplimiento, explotación y usurpación de las tierras, los

mayas intentaron rebelarse, siendo sofocada dicha rebelión al fusilar a sus jefes. La

rebelión armada que se inició en 1847, luchó por mantener la independencia, librarse del

yugo de los hacendados, y adoptaron el culto religioso-militar de la Cruz parlante, a

manera de oráculo: Finalmente, el fin de este levantamiento fue propiciado por la

demarcación de los límites entre México y Belice a principios de la década de 1890

(Rugeley, 1997).

Otra categoría ha sido agregada a la comprensión de luchas colectivas indígenas, siendo

denominadas movimientos socio religiosos; en el caso del chaco argentino, los registros

sobre rebelión indígena datan de 1874 cuyas comunidades constituyeron organizaciones

pan indígenas en confrontación directa contra las tropas del ejército, desarrollando a la

par procesos de reconstrucción identitaria que incluyeron elementos religiosos y políticos

(Tamagno, Maidana, Martínez, 2015)

Estos antecedentes muestran que ha sido una miopía del presente considerar que el

actor indígena movilizado surge en la segunda mitad del siglo XX cuando las luchas

sociales populares, protagonizadas principalmente por campesinos y obreros cesan. La

categoría de campesino, en su acepción como tal, no cuestiona la transferencia del

término creado en la realidad europea, y su connotación feudal, no explica las variadas

formaciones sociales y culturales de Latinoamérica (Radding, 1997), donde el

campesinado tiene una base indígena.

Ahora bien, es necesario considerar como elemento de análisis la identidad indígena, en

el estudio de la acción colectiva, los movimientos sociales, y en particular, en la primera

mitad del siglo XX, momento en que las luchas agrarias contaban con asociaciones

indígenas y campesinas, lo que ha llevado a afirmar que con la fundación de

organizaciones como el Concejo Regional Indígena del Cauca CRIC, en 1970 se facilitó

la “creación” de una identidad común distinta de la de los campesinos, los obreros o los

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Capítulo 1 19

revolucionarios de la izquierda (Archila, 2010, en González, 2010), tema que será

abordado en la siguiente sección.

1.2.1 La identidad étnica, la etnicidad y lo étnico

Frente a la identificación a través de una categoría como indígena, emerge la cuestión de

la identidad étnica. De acuerdo con Bartolomé se pueden reconocer cuatro tipos de

aproximaciones teóricas a las identidades étnicas: primordialistas, instrumentalistas e

interaccionistas y constructivistas. A grandes rasgos, el enfoque primordialista, destaca la

importancia de los lazos grupales basados en elementos objetivos como la sangre, la

lengua y las costumbres, donde la adscripción étnica no es materia de elección; la

aproximación instrumentalista considera la identidad étnica un recurso para la

movilización política, donde un grupo étnico funciona como un grupo de interés, cuyos

miembros manipulan sus formas culturales (parentescos, mitos, ritos, etc.) para competir

o defender dichos intereses. Las dos últimas formas de aproximaciones teóricas se

acercan un poco, al reconocer las dinámicas internas y externas del grupo; el enfoque

interaccionista, establece el grupo étnico como una forma de organización orientada a

regular la interacción social a través de la presencia de fronteras generando así

categorías de auto adscripción y de reconocimiento por otros, donde sus referentes

culturales son altamente variables ya que las identificaciones étnicas no se vinculan

necesariamente con un patrimonio cultural exclusivo, son producto de las circunstancias

sociales y de la interacción; por último, enfoque constructivista sostiene que toda

identidad es construida históricamente, relacional, contingente, situacional, incompleta,

fracturada, y siempre está en proceso, nunca está definida completamente (2006).

Cada una de estas cuatro corrientes cuentan con una serie de críticas, al comprender o

no los contextos, su posibilidad infinita de manipulación, la poca importancia a los

elementos simbólicos, o al ser equiparadas con el imaginario de los estados nacionales;

al enfoque primordialista, se le tacha de dejar a un lado los contextos económicos y

políticos, la interacción con otros grupos que contribuyen a la construcción de un

“nosotros” y “otros”, y a desconocer el papel del Estado; a la tendencia instrumentalista,

si bien algunos estudios mostraron que las identidades étnicas pueden manipularse, no

descarta su presencia antes y después de su “manipulación”, donde los costos de asumir

una identidad contradice la lógica de la ganancia, al morir sus miembros por la causa; al

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20 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

interaccionismo se le acusa haber olvidado las referencias de las contradicciones

económicas al interior, con el exterior del grupo y el Estado, la poca importancia dada a

los sistemas simbólicos, y la atribución errada de que este actor es completamente libre

en hacer sus selecciones; finalmente, al constructivismo, se le atribuye realizar

formulaciones teóricas semejantes a los elementos constitutivos de una nación, donde

las etnias y las naciones no son unidades equivalentes (Bartolomé, 2006). En este último

enfoque constructivista, se ubica la propuesta de Frederick Barth referida como

circunstancialismo, donde la identidad étnica es producto de las circunstancias sociales y

de la interacción; en este caso, los individuos mantienen sus identidades tanto como las

circunstancias se los permitan (Barth, 1969, en Hutchinson, Smith 1996).

Para Bello cuyo planteamiento cuestiona las tendencias primordialista e instrumental,

sostiene que la identidad étnica es un proceso socialmente construido y estructurado en

permanente transmutación, y la cultura como acciones y objetos significativos

socialmente estructurados, la política de los movimientos indígenas y sus expresiones de

demanda, surgen de contextos específicos y no como esencias ahistóricas o primordiales

(Bello, 2004). En la misma línea se encuentra la definición de G. Giménez, donde las

identidades étnicas son “un conjunto de repertorios culturales interiorizados, valorizados

y relativamente estabilizados, por medio de los cuales los actores sociales se reconocen

entre sí, demarcan sus fronteras y se distinguen de los demás actores dentro de un

espacio históricamente específico y socialmente estructurado” (2002 en Bello, 2004:31).

Conforme a los planteamientos anteriores, las identidades no son esencias innatas

dadas, sino el resultado de un proceso social en construcción en el cual se incluyen

componentes como la definición del individuo o grupo, asumiendo ciertas cualidades en

términos de categorías sociales compartidas, la evidencia material que proporciona los

elementos vitales de autorreconocimeinto (el individuo es todo lo que puede decir que es

suyo), y la existencia de "otros" cuyas opiniones acerca de nosotros internalizamos o de

quienes se toman préstamos para luego transformarlos con la intención que ante sus

ojos nos percibamos completamente distintos (Larraín, 2000, 2005).

De acuerdo con Bartolomé, las identidades étnicas al ser construidas en cada momento

histórico, no pueden ser objeto de un análisis valorativo por parte del investigador ya que

ésta es vivida por sus protagonistas y ésta puede ser movilizada a nivel instrumental para

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Capítulo 1 21

obtener algún recurso en disputa (2006). Este último aspecto, sobre el uso de la

identidad, nos permite hablar de la etnicidad, la cual es la identidad en acción, la cual

supone una orientación a fines y con ese objetivo se pueden modificar las características

del grupo en cuestión, a través de faccionalismos o alianzas, como comportamiento

coyuntural; el grupo organiza socialmente su identidad étnica, por lo general con

referencia al Estado y otros grupos que poseen identidades sociales diferentes (Bello,

2004).

Contrario a algunos autores que indican la emergencia de la etnicidad se da en el marco

de un estado nacional (Cohen, 1969 en Hutchinson, Smith, 1996), soportado en el

principio de organización política surgido con la modernidad, Bartolomé afirma que las

identidades y las etnicidades que las expresan, son preexistentes a la modernidad y a la

globalización capitalista contemporáneas, pero la actual dinámica comunicativa favorece

su visualización de tal manera que pareciera constituir un novedoso fenómeno

contemporáneo. (Bartolomé, 2006).

En esta propuesta, la identidad se enmarca entre varias tendencias de los estudios de los

movimientos sociales; si bien en el enfoque de la movilización de recursos donde se da

por hecho la existencia de un actor, o del intercambio político, de la existencia de una

categoría, coincidimos en que la definición de indígena nace desde un orden colonial, del

cual se formaron relaciones entre sí y con sus contrarios. Coincidimos en que el debate

no se ubica en la existencia de si existe una identidad esencial única, ya que el

significado de indígena, negro, hombre, mujer, europeo o americano está sujeto a

continuo cambio, presentado en condiciones históricas específicas que son atravesadas

por relaciones de poder. Por otra parte, esta categoría, ha sido resignificada con el paso

del tiempo, tanto por sus miembros, como por los demás actores presentes en los

escenarios en que se han ubicado estos actores colectivos, los cuales han sido usados

para designar una situación de marginalización en los diferentes proyectos de

modernización del estado colombiano y cuya categoría no suprime las diferencias

presentes entre los grupos.

Por tanto, en el estudio de la identidad, es importante establecer la relación entre las

prácticas y los discursos que sustentaron las acciones. La mirada sobre estos aspectos

permite la configuración entre las comunidades y su posición frente al Estado, para

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22 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

rastrear las permanencias, los cambios, los préstamos y transformaciones surgidas a

través de las relaciones. Es a partir de la tendencia del proceso político donde la

identidad hace parte de los procesos enmarcadores, mientras que la estructura de

oportunidad política refiere a las características catalizadoras del contexto en el que se

desarrollan los movimientos y la estructura de movilización, pregunta por la organización

de la acción colectiva; la combinación de estos tres elementos la produce, mientras que

el movimiento social se estudia como un proceso político (Cruz, 2012).

Estos referentes serán identificados a través de los registros escritos hallados en los

archivos; de las tres variables se hará énfasis en la comprensión de los procesos

enmarcadores, a partir de los discursos escritos. De acuerdo con Stuart Hall, la relación

entre el discurso y la identidad se establece porque las identidades se construyen dentro,

y no fuera del discurso, son producidas a partir de estrategias enunciativas, en ámbitos

históricos institucionales, en el seno de prácticas y formaciones discursivas específicas;

surgen además dentro del juego de modalidades concretas de poder, de forma que son

más el producto que el señalamiento de la diferencia y la exclusión, que signos de una

unidad idéntica naturalmente constituida (Hall, 1996).

1.2.2 Los estudios sobre el Movimiento Indígena en Colombia

En Colombia, hasta hace unos años, el balance historiográfico de los estudios sobre la

acción colectiva y los movimientos sociales en el siglo XX, contaban con pocas

referencias; entre ellas el estudio realizado sobre los indígenas del macizo colombiano

desde el siglo XVIII, hasta el siglo XX (Friede, 1944), presentado en un momento en

donde se discutía sobre la viabilidad de la disolución de resguardos, una vez prorrogado

el plazo de la Ley 89 de 1890, que había fijado un límite de 50 años (Art. 37, Ley 89,

1890).

Del siglo XX, de acuerdo con el estudio realizado por Archila (1994), es a partir de la

formación de los movimientos sociales de la década de 1970, como el Consejo Regional

Indígena del Cauca CRIC, donde se despierta un mayor interés por la movilización

indígena, momento en el cual se ha asumido en que los pueblos étnicos comenzaron a

tener participación en la política nacional a través de sus propias organizaciones y

basados en un discurso étnico (Archila, 1994; Ulloa, 2001). El escaso número de trabajos

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Capítulo 1 23

enfocados a las décadas anteriores a 1960, se debe posiblemente a que se ha asumido

que las demandas indígenas, estaban ligadas a las luchas campesinas antes de la

década de los sesentas (Bello, 2004; Bengoa, 2000; Gros, 1999, 2010; Massal, 2008).

Si bien Manuel Quintín Lame, protagonista de varios estudios alrededor de las

movilizaciones indígenas en el sur de Colombia durante la primera mitad del siglo XX, y

sus pensamientos plasmados en cartas o libros hechos en la década de 1930, solamente

fue hasta la década de 1970, que estos son difundidos por el encuentro o hallazgo que

hicieran en su momento académicos, los indígenas que habían acompañado su lucha

conservaban la memoria de su resistencia. Por otra parte, asumir que las demandas

indígenas estaban íntimamente ligadas a las luchas campesinas antes de la segunda

mitad del siglo XX, lleva a considerar que ambos grupos compartían intereses,

organización, estructura de oportunidad e identidad, siendo uno de los resultados de esta

investigación.

En Colombia al respecto, se ha mantenido el interés desde 1970 en investigaciones que

tienen como foco la región del Departamento del Cauca, en años anteriores a 1970

(Boza, 2013; Larson, 2004; Sanders, 2007; Troyan 2008) y del movimiento armado de

autodefensa, resultante de la dinámica local de varios años (Peñaranda, 2015). Por otra

parte, la vida y lucha de Manuel Quintín Lame también ha llevado a estudios sobre sus

demandas y formas de acción, a partir de la divulgación de sus escritos como la

publicación en 1970 de En defensa de mi raza, con notas de Gonzalo Castillo Cárdenas,

El Indio Quintín Lame de Diego Castrillón Arboleda, Un líder y su Causa de Alina López

de Rey (1990), Manuel Quintín Lame y los guerreros de Juan Tama. Multiculturalismo,

magia y resistencia de Luis Fajardo, y más recientemente, los estudios de Mónica

Espinosa en especial La civilización montés: la visión india y el trasegar de Manuel

Quintín Lame en Colombia (2009) y la compilación hecha por Julieta Lemaitre La

Quintiada (1912-1925): la rebelión indígena liderada por Manuel Quintín Lame en el

Cauca (2013), junto con un repositorio digital de los escritos de Quintín Lame proveniente

de diferentes fuentes llamado Proyecto Quintín Lame, del cual se han tomado algunos

registros para esta investigación.

Algunos trabajos recientes también han visibilizado las acciones que llevaron a los

indígenas del caribe colombiano adelantados por Sergio Solano y Roicer Flórez (2009),

quienes hacen una lectura contrastante, del proceso de extinción, y los factores que

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24 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

incidieron al respecto, tema que también será tratado en esta investigación. Bruno

Schlegelberger (1995) estudió con fuentes de archivo la resistencia de los indígenas

arahuacos frente a las comunidades religiosas, y algunas referencias a la lucha social de

base de los resguardos del sur del Tolima desde finales del siglo XIX, como la obra de

Adolfo Triana (1993).

Para este trabajo, de acuerdo con Cohen, las dos corrientes investigativas más

sobresalientes sobre la acción colectiva, poseen elementos no del todo opuestos; de

ambas corrientes nos interesa en el desarrollo de la acción colectiva de acuerdo a Tilly

(1978), la necesidad de comprender la estructura política que facilitará o dificultará su

incidencia, donde los movimientos definen su acción entre oportunidades o

constricciones (Melucci, 1999).

Coyunturas particulares, acercamientos a grupos políticos como se expondrá en los

siguientes capítulos, incidieron en la definición de la estructura de movilización, en casos

donde la forma de cabildo fue la base de la organización en la acción, en otros casos,

hubo acuerdo entre estas unidades e iniciativas de estructuras supraétnicas y con un

intento de representación nacional.

De acuerdo con Meluci, en la acción colectiva la definición del actor o la identidad, se

produce en la interacción, las negociaciones, y como resultado de las orientaciones

opuestas (Melucci, 1999). Es así como los documentos analizados nos exponen la

comprensión de la situación local, nacional y mundial por parte de los indígenas, y una

salida a la “cuestión indígena” por parte del gobierno, en el desarrollo de sus políticas de

asimilación de las comunidades étnicas. La identidad de cada grupo se encuentra en

medio de la interacción con el estado, cuyos referentes definen el ser indígena y a

pertenencia a su grupo; por otra parte definen un argumento para movilizarse, son estos

elementos enmarcadores los que establecen un escenario de un “nosotros”, un “ellos” y

la comprensión de la situación.

Cuestionamos el lugar que ambas corrientes epistemológicas dan a la acción colectiva

en la periferia, siendo asociado a países centrales; de acuerdo a los estudios culturales,

la emergencia del actor indígena se presenta en la realidad colonial, siendo ésta una

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Capítulo 1 25

faceta de la modernidad. Teniendo en cuenta lo anterior, las acciones por el

reconocimiento ante el Estado colombiano, corresponden a la redefinción y

reestructuración de sus experiencias previas, como el hecho mismo de quienes son, lo

que posiciona al indígena en una categoría antes, durante y muy seguramente después

de la acción colectiva.

No se puede negar el hecho colonial donde nace la categoría de indio, lo cual no

identifica etnicidades. Marca por el contrario un lugar, excluyente, fijo e inferior, en el

marco de las relaciones imperiales en las que nace la modernidad. En el desarrollo de la

creación de las nuevas repúblicas en América Latina, la posibilidad de incorporación del

elemento nativo, no se incluía en la diferencia sino en la supresión de la categoría, lo que

implicó incorporar a manos de mercado los resguardos. La transición entre la categoría

de indio, e indígena con sus particularidades son el punto de partida del siguiente

capítulo y las implicaciones de la configuración de un estado centralista en la

comprensión del problema indígena.

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2. El indígena en la formación de la nación e instauración del proyecto centralista (1810-1930)

“miles de salvajes que vagan por aquellos parajes no le servían a la nación

más que las fieras que rugen en sus espesos bosques”

(Fray Fidel Montclar, 1913, en Vega Cantor 2002:21)

La construcción de una nueva nación tuvo diferentes cuestiones alrededor del modelo de

estado, ciudadanía, los tipos de propiedad diferentes a la propiedad individual, y los

indios, llamados así durante la colonia, con el propósito de incorporarlos bajo un tipo de

ciudadanía diferenciada para estos grupos. Con el propósito de establecer las grandes

líneas de este proceso, en primer lugar, se expondrá el contexto sociopolítico del siglo

XIX y la formación de la República de Colombia hasta 1886, con los elementos más

significativos para el tema de interés de esta investigación, en particular con la

elaboración de la categoría de indígena. Posteriormente, se presentará el contexto

sociopolítico durante las tres primeras décadas del siglo XX, hasta cuando concluye la

etapa conocida como la Hegemonía Conservadora. A continuación se identificarán los

elementos de la política planteada a través de la normas que establecieron pautas

particulares de tratamiento a las comunidades indígenas cuyo propósito fue suprimir o

desindianizar la categoría de indígena a los descendientes de los pobladores originarios

del territorio de la República de Colombia, cuya evidencia de la política más palpable fue

la normatividad que intentó, sin total éxito, pero con consecuencias irreparables, en el

plan de desaparecer el elemento nativo en la conformación de la sociedad.

La tercera sección evidencia las estrategias indígenas rastreadas a través de

documentos de archivo, las cuales frenaron las acciones supresoras desde tres

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28 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

escenarios distintos: los líderes Cunas asentados en el Istmo de Panamá, Darién y

alrededores, la Sociedad Indígena de Guazo en las llanuras del Caribe y la mejor

conocida Quintinada, emprendida por Manuel Quintín Lame en el suroccidente del país,

el cual incluso fue denominado un conflicto de razas.

2.1 La formación del Estado durante el siglo XIX

El proceso independentista desarrollado durante las tres primeras décadas del siglo XIX

y la consecuente formación de estados nacionales estuvo sustentando en el liberalismo,

proyecto que tardó más de cien años en consolidarse, tendiendo una centuria llena de

cambios sociopolíticos durante los cuales la discusión permanente fue el modelo de

gobierno (LaRosa, Mejía, 2013).

El transcurso entre el proceso independentista, hasta el inicio del periodo conocido como

la República Liberal y su incidencia en el lugar dado a los indígenas en el proceso de

estado nación en construcción, corresponde al marco inicial del recorrido emprendido por

el Estado de suprimir el trato diferencial con los indígenas, y algunas estrategias de

resistencia, rastreadas gracias a los registros de archivo.

Entre 1810 a 1830, se inició el establecimiento de una nueva nación, definiendo unas

nuevas fronteras durante el proyecto de Estado denominado por la historiografía como la

Gran Colombia, del cual, luego de la segregación de los territorios de Venezuela y Quito,

se daría paso a la consolidación de la República de la Nueva Granada. La dinámica de la

confrontación por el modelo de estado trajo consigo una nueva constitución, contándose

para este periodo, seis constituciones, además de las establecidas durante el proceso

independentista3, las cuales incluyeron modificaciones en general del nombre la Nación,

en la estructura del Estado, la forma de gobierno, entre otros aspectos.

Sobre este último, el centralismo, fue predominante y ampliamente favorecedor del poder

ejecutivo, con algunos giros hacia el federalismo, surgido a partir de la promulgación de

3 Constitución Política de la República de Colombia de 1830; Constitución del Estado de la Nueva Granada de 1832; Constitución política de la Nueva Granada de 1853; Constitución política para la Confederación Granadina de 1858, Constitución Política de los Estados Unidos de Colombia de 1863; Constitución política de la República de Colombia de 1886. Se excluyen las concebidas para un estado en particular.

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Capítulo 2 29

la Constitución de 1853, cuando se otorgó organización autónoma a las Provincias,

siendo reducido este poder local progresivamente, con las constituciones de 1858 y

1863, las cuales otorgaron potestad al poder central, cuyo retorno al centralismo se

generó a partir de la Constitución de 1886. A pesar de las diferencias, tanto el

centralismo como el federalismo, compartieron la concepción en que debían ser

ciudadanos quienes conformaran la nación, tema que será desarrollado posteriormente.

2.2 La infructuosa transformación de indios en ciudadanos en los primeros años de la República

La ciudadanía concebida en los años de formación de la nación, contenía entre los

principios liberales ser la propiedad la base de todos los derechos de los ciudadanos y lo

que establecía además el valor de la igualdad en sentido jurídico, entre otros aspectos

(Castillo, 2006; Vega Bendezú, 2013). Bajo esta premisa, indígenas y las tribus estaban

excluidos, ya que esta se basaba en que el individuo tuviera la subsistencia asegurada,

no estuviera sujeto a otro como sirviente o de jornalero, saber leer y escribir y ser casado

o mayor de veintiún años, como la Constitución Neogranadina de 1832 hasta que en la

Constitución de 1853 redujo como requisito, ser varón mayor de veintiún años y estar o

haber estado casado. Finalmente, la Constitución que rigió por más de 100 años

proclamada en 1886 determinó la ciudadanía para los varones mayores de veintiún con

ocupación lícita de subsistencia (LaRosa, Mejía, 2013).

A continuación, se expone como la categoría de indio configurada durante el orden

colonial, es transformada a lo largo del siglo XIX, incluyendo además disposiciones

específicas sobre los resguardos y los territorios que habitaban las comunidades

indígenas.

2.2.1 De indios a indígenas

En los primeros años del proceso independentista, los términos de “indios y naturales”4

se siguieron usando sin cuestionamiento alguno. Para 1821, el término “indígena”

comenzó a referirse en la norma, y aunque aún hoy se sigue usando indistintamente,

4 Como eran designados en las primeras normas de la naciente república (Decreto 24 de septiembre de 1810 y Decreto 5 de julio de 1820)

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30 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

ambos términos tienen un significado distinto; mientras que la palabra indio, tiene su

origen en la denominación que dieron los españoles a la población americana y que

posee una connotación de inferioridad, nace de un contexto colonial y refiere a quien

pertenece a las indias5, el término indígena, significa de allí o primitivo habitante de un

lugar, vocablo que se tiene noticia fue registrado en el Diccionario de la Real Academia a

partir de 1803 (Clarín, 2013).

Posteriormente, a mediados del siglo XIX es común encontrar la referencia en las leyes y

decretos las palabras “indígenas y tribus”6 y terminando la centuria con la nominación de

“tribus salvajes, semisalvajes y comunidades indígenas reducidas a la vida civil”7,

términos a los cuales se asociaron una serie de prácticas para cambiar sus formas de

vida y así lograr su supresión, acompañado de una serie de reformas a las tierras

conocidas como resguardos y colonización de baldíos.

En la visión de los formadores del Estado, las tierras comunales como los resguardos

desajustaban la concepción del ciudadano, y es por eso por lo que desde los primeros

años de la independencia fue fomentada su división desde 1810 restringiéndoles la

posibilidad de enajenarlas, donarlas o desprenderse (Art. 2 Decreto de 24 de septiembre

de 1810, en Roldán, 1983), concediéndoles la posibilidad de dedicarse al comercio,

ejercer la industria y talentos (Decreto 5 de julio de 1820). Además de la división de las

tierras, las disposiciones suprimieron la tributación indígena (Ley de 11 de octubre de

5 Indio del Latín Indicus. Diccionario de Autoridades (1734) Tomo IV. Consultado en http://web.frl.es/DA.html 6 El término indígena se encuentra en la Ley de 11 de octubre de 1821 “Los indígenas de Colombia, llamados indios en el código español” (Art. 1), algunas veces asociado al término tribus o gentiles (Ley 30 de julio de 1824, Decreto 29 de abril de 1826, Decreto 11 de julio de 1826 Decreto 15 de octubre de 1828, Circular 14 de marzo de 1829, Ley 6 de marzo de 1832, Decreto 9 de abril de 1832, Decreto del 16 de marzo de 1832, Ley 15 de mayo de 1833, Ley 2 de junio de 1834, Decreto 21 de noviembre de 1835, Decreto 27 de noviembre de 1835, Decreto 14 de noviembre de 1836, Decreto 29 de diciembre de 1837, Decreto 7 de diciembre de 1838, Ley de 28 de mayo de 1840, Decreto 28 de abril de 1842, Ley del 23 de junio de 1843, Ley 17 de 11 de mayo de 1844, Decreto 23 de abril de 1846, Ley 29 de marzo de 1848, Ley 29 de mayo de 1849 y Ley 22 de junio de 1850 7Ley 29 de marzo de 1848, Ley 29 de mayo de 1849, Ley 22 de junio de 1850, Ley 20 de mayo de 1851, Ley de 12 de abril de 1852, Ley 7 de marzo de 1860, Ley 5 de junio de 1868, Ley 4 de junio de 1870, Ley 1 de julio de 1870, Ley 11 de 27 de abril de 1874, Ley 53 de 20 de junio de 1874, Ley 66 de 1 de julio de 1874, Ley 99 de 3 de julio de 1876, Ley 1 de 13 de enero de 1887, Ley 153 de 24 de agosto de 1887, Ley 35 de 27 de febrero 1888 y Ley 89 de 1890

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Capítulo 2 31

1821) contribución reinstaurada en 1828 como Contribución Personal, el cual fue

suprimido finalmente en 1832.

Las posibilidades que permitiría la división incluían el sostenimiento de la escuela, el

pago de los maestros8, financiar la propia parcelación y determinar quienes tenían

derecho para sí o su familia de recibir parte de la repartición del territorio, a través de

censos o listados elaborados por Gobernadores, Jefes Políticos y demás subalternos, los

cuales debían ser aprobados por el cabildo (Ley 2 de marzo de 1932 en Roldán, 1983 y

Decreto 9 de abril de 1932, En Chaux, 1931, T.VI).

Para 1834 se define que el tributo, es lo que da derecho al resguardo (Ley de 2 de junio

de 1834). Por otra parte, se señaló que las parroquias de indígenas que no contaran con

resguardo, se les entregarían baldíos en el lugar donde se asentaran (Art. 10, Ley de 2

de junio de 1834, En Chaux, 1931, T.VI); las que contaban con resguardo, su división

sería encargada a las Cámaras Provinciales y los jefes políticos por medio de

agrimensores (En Chaux, 1931, T.VI). No obstante, al año siguiente se emitieron varios

decretos suspendiendo la repartición de resguardos de la Provincia de Cartagena

(Decreto 21 de noviembre de 1835), Provincia de Riohacha (Decreto 27 de noviembre de

1835), Provincia de Chocó (Decreto 14 de noviembre de 1836), Cantones de Pasto y

Túquerres (Decreto 29 de diciembre de 1837) y Cantón de Neiva (Decreto 7 de diciembre

de 1838) (En Chaux, 1931, T.VI).

La Constitución de 1843, redujo aún más la ciudadanía, al asignarla a los varones de 21

años, alfabetos y dueños de bienes raíces superiores a 300 pesos o receptores de renta

anual mayor a 150 pesos. En ese año la Ley les permitió a los indígenas arrendar sus

tierras con presencia del personero, y nombrar un procurador para promover algún

negocio (Ley del 23 de junio de 1843, En Chaux, 1931, T.VI).

En 1850 en la reorganización del régimen político y militar, se le asigna a las Cámaras de

las Provincias, arreglar el repartimiento, adjudicación y libre enajenación de los

resguardos “para disponer de sus propiedades del mismo modo y por los propios títulos

que los demás granadinos” (Art. 4, Ley 22 de junio de 1850)

8 Circular 14 de marzo de 1829, En Chaux, 1931, T.VI:279)

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32 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

La constitución neogranadina dio inicio al federalismo en 1853. Con algunas diferencias,

durante el régimen federal, en el altiplano cundiboyacense, los antiguos resguardos

fueron divididos y con diferentes maniobras quedaron en manos de curas, los propios

agrimensores o topógrafos encargados de las divisiones además con la parcelación

fueron costeadas escuelas de instrucción pública (García-Mejía, 1989; Mayorga, 2012),

permitiendo la venta de las tierras a partir de 1851 y fue propuesta como ley nacional en

1864 (Safford, 1991).

2.2.2 Misiones, pueblos y entregas de tierras para la transformación de Indios Gentiles o tribus indígenas

Por otra parte, fuera de los indígenas que residían en resguardos, a partir de 1824 se

establece una categoría adicional, la correspondiente a tribus indígenas o gentiles, de las

cuales se propende por fomentar la civilización y abandonar la vida salvaje a través de la

fundación de poblaciones nuevas con participación de colonos, extranjeros y locales, y la

organización de las misiones, proceso que fue intensificándose a la marcha con que

corría el siglo XIX. El término gentil se asociaba al idólatra o pagano que no reconocía ni

ofrecía culto al “verdadero Dios” (Real Academia Española, 1734), mientras que tribu

refería a una de las partes en que se divide el pueblo, como el pueblo de Israel (Real

Academia Española, 1739); su asociación a un grupo de familias que obedecen a un jefe

se referencia en diccionarios solamente hasta 1925.

Las normas dirigidas a estos grupos buscaron principalmente su reducción a la vida civil

y su civilización, la cual contó con diferencias regionales. En 1824 los llamados “guajiros,

cunas, caroníes, andaquíes, mosquitos, guaraunos, marañones y otros confinantes”, aún

en gentilismo y errantes, se propuso su reducción a través de misiones católicas y el

fomento de la religión, el comercio y la civilización (Art. 1, Ley del 30 de julio de 1824 en

Roldán, 1983), entrega de alrededor de doscientas fanegadas, (Art. 1 Decreto 18 de

septiembre de 1824 en Roldán, 1983). En 1849 para los distritos parroquiales de la

Provincia del Casanare y Territorio de San Martín, se destinaría la entrega de baldíos

(Ley 29 de mayo de 1849. En Chaux, 1931, T.VI), ratificado por la Ley del 5 de 1868

asignando hasta 25 hectáreas por familia (Correa, 1992). En la década de 1860, el

gobierno continuó con la entrega de tierras baldías a los grupos que abandonaran la vida

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Capítulo 2 33

errante con 25 hectáreas (Ley 5 de junio de 1868, revocada por la Ley del 4 de junio de

1870 En: Chaux, 1931, T.VI)

La transformación de estos grupos estaría a cargo de misiones y colegios de misión9.

Para su sostenimiento, se destinó la producción de haciendas, donde los religiosos

rendían cuenta al Obispo (Decreto de 16 de marzo de 1832 y Ley 15 de mayo de 1833,

En Chaux, 1931, T.VI), definiéndose a posterioridad la organización y el pago respectivo

(Ley 17 de 11 de mayo de 1844). No obstante, en la Provincia del Chocó, se nombraron

corregidores de indígenas (Decreto 23 de abril de 1846) destinándose para el

sostenimiento de párroco, preceptor y corregidor una contribución personal aportada por

los nativos con edad entre 18 a 50 años (Decreto de marzo 29 de 1848, Chaux, 1931,

T.VI) a pesar de que la contribución personal se había suprimido.

Hasta el año 1874, se estableció una Junta General para “inspeccionar, dirigir y

reglamentar la reducción y civilización de los indígenas del respectivo territorio” (Art.2,

Ley 66 de 1 de julio de 1874), con participación de religiosos de las misiones, y personas

nombradas por el Poder Ejecutivo de la Unión, las cuales se destinarían a los territorios

de San Martín, Casanare, La Goajira, Sierra Nevada y Motilones, las del Darién, los

cunas del Chocó y las tribus del territorio del Caquetá (Art. 4, Ley 66 de 1 de julio de

1874).

La intención de ubicar poblaciones donde convivieran los indios gentiles y personas no

indígenas era influenciar lo suficiente “hasta que los indígenas contraigan los hábitos

propios de la sociedad” (Art. 5 Decreto 11 de julio de 1826 en Roldán, 1983:48), incluso,

promocionando la introducción de extranjeros, como en la Península de la Guajira (Ley

20 de mayo de 1851 y Ley 12 de abril de 1852, En Chaux, 1931, T.VI). La norma que

proyectó una colonización de nuevo con espacios diferenciados entre indios y civilizados

correspondió a la Ley 11 del 27 de abril de 1874 aplicable a Casanare y San Martín. (Art.

11. Ley 11 de 27 de abril de 1874, En Chaux, 1931, T.VI:301).

9 Para este tipo de poblaciones se fomentó el establecimiento de pueblos, de misiones, el sostenimiento de parroquias de indígenas y colegios de misión en territorios como la Provincia de Casanare, Casanare, San Martín, Andaquí, Mocoa, Goajira y Veraguas (Decreto del 28 de abril de 1942 y Ley 15 de junio de 1853, en Chaux, 1931, T.VI)

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34 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

En el sur del país por otra parte, se fomentó la navegación por los ríos Putumayo y Napo

para establecer dos o más colonias (Ley 53 de 20 de junio de 1874. En Chaux, 1931,

T.VI). Posteriormente se permitió al Ejecutivo contratar compañías para realizar el

fomento, colonización y civilización de los indígenas en la hoya del Sarare, para

establecerlas en misiones (Ley 99 de 3 de junio de 1876).Un caso especial fue la

expedición de la Ley 45 del 4 de junio de 1870, que dio paso a la creación de la Comarca

de Tulenega, por medio del Decreto 29 de abril de 1871.

En resumen, las normas dirigidas a las tribus indígenas, indios gentiles, inicialmente, y de

las tribus indígenas (1824), indígenas gentiles (1826), indígenas errantes (1832),

indígenas salvajes (1848), tribus salvajes y familias de indígenas no civilizados (1860 y

siguientes), consideraron la reducción con la creación de poblaciones, con participación

de población “civilizada”, extranjeros, con la participación de Misioneros, ya fueran

pagados por medio de la producción de las haciendas, ya con los tributos dados por los

indígenas o las contribuciones hechas por el estado.

2.2.3 La categorización de los indígenas. La Ley 89 de 1890 y su Decreto Reglamentario 74 de 1898. Definición de los “civilizados”, los “semicivilizados” y los “salvajes”

La guerra civil de 1885 llevó a la pérdida del poder de los liberales, lo que dio paso a un

proceso de centralismo y de casi medio siglo de políticas de corte conservador, periodos

conocidos como La Regeneración y la Hegemonía Conservadora hasta 1930. El

centralismo y la filosofía del estado quedaron plasmados en la Constitución de 1886,

donde se le devolvió el poder a la Iglesia Católica de controlar la educación, estar exenta

de impuestos, además del control total de las misiones y asignar parte del erario para su

sostenimiento tanto de las misiones como de los misioneros en diferentes sectores del

país, con la libertad de celebrar convenios, sin autorización de Congreso asignando a

perpetuidad una suma anual líquida, dando paso al Convenio del 31 de diciembre de

1887 (Ley 153 de 24 de agosto de 1887 y Ley 35 de 27 de febrero de 1888).

Esta transición entre federalismo y centralismo requirió una reforma constitucional para

unificar códigos y leyes nacionales. La Ley 89 de 1890, fue resultado de este proceso,

cuyos antecedentes se pueden rastrear en la Ley 90 de 1859 emitida por el Estado del

Cauca, el cual abarcaba lo que conocemos hoy como Chocó, Valle, Nariño, Caquetá y

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Capítulo 2 35

Putumayo. El proyecto presentado por el Ministro de Gobierno contenía un artículo único,

y fue entregado a una Comisión Especial, la cual propuso hacer extensiva la idea

comunidades o tribus indígenas, se agregaron los demás Artículos que referían además

a grupos con un grado de civilización “uniforme y adelantado” (Mayorga, 2013).

En el desarrollo del proyecto, el Estado fue definido como hispanodescendiente, y

fuertemente católico, y con la norma se preveía el inicio (o la continuación) de una nueva

“conquista por medio de misioneros” (Guerrero y Torres, 1890, en Mayorga, 2013:164).

En la ponencia, los indígenas fueron definidos como “restos de la raza americana”, la

cual había sido desposeída, y su protección se argumentaba en ser brazo poderoso para

la riqueza pública, especialmente para la agricultura (Mayorga, 2013).

De acuerdo con Fernando Mayorga, a partir de la expedición del Código Civil de 1887 y

la expedición de la Ley 89 de 1890 se definieron tres categorías diferenciadas, a las

cuales les señaló diferente marco regulatorio: los civilizados regidos por el Código Civil

adoptado en 1887, o entendidos como “las comunidades indígenas ya reducidas a la vida

civil”, los semicivilizados para quienes se asignó un régimen especial precisado entre los

Artículos 2 al 42 de la Ley 89, correspondiente a los que se encontraban en transición a

la “vida civilizada”, y los salvajes regidos por las normas definidas por el gobierno en

acuerdo con la autoridad eclesiástica (2013).

Tribus bárbaras o salvajes

La Ley 89 de 1890, dio vía libre para entregar la incorporación de estos grupos a la

sociedad, la cual “el Gobierno, de acuerdo con la Autoridad eclesiástica, determinará

la manera como esas incipientes sociedades deban ser gobernadas” (Congreso de

Colombia, Art. 1, Ley 89 de 1890). Y quizá en este primer artículo, se revela la

premisa evolucionista que soporta el tipo de tratamiento a “incipientes sociedades”,

donde incipientes, significa “Lo que empieza. Aplícase freqüentemente al que sabe

poco, ó es poco diestro en alguna ciencia, ó arte, por haberse exercitado en ellas

poco tiempo” (Real Academia Española, 1817).

Para estas tribus, la autoridad eclesiástica determinaría como debían ser

gobernadas, lo cual fue reforzado por la firma del Concordato con el Vaticano en 1887

para promover las misiones católicas y la expedición de la Ley 72 de 1892, la cual

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36 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

concedió a los misioneros facultades extraordinarias para ejercer autoridad civil, penal y

judicial sobre los indígenas “hasta que saliendo de su estado salvaje, a juicio del Poder

Ejecutivo, estén en capacidad de ser gobernados por esas leyes nacionales” (Ley 72 de

1892 en Vega Cantor, 2002:19)

Se consideró la religión como una vía de transformación de estos grupos, inclusive de su

corrección o regeneramiento moral de los indígenas, ya que, al imputárseles alguna pena

corporal, se rebajaría si eran catequizados y bautizados los nativos (Art. 320, Ley 153 de

24 de agosto de 1887. En Chaux, 1931, T.VI) y se asignarían un rubro fijo para su

sostenimiento. La reestructuración de las misiones se asignó a diferentes comunidades

religiosas: “el Caquetá, Putumayo y Amazonas, y la Guajira al cuidado de los padres

capuchinos; Casanare con los candelarios; San Martín con los Monfortianos; Chocó y

Darién con los claretianos o cordimarianos” (Vega Bendezú, 2013:89).

Semicivilizados

Con respecto a los resguardos de indígenas, la Ley 89 de 1890 dio un compás de espera

a la división de los resguardos, brindando estabilidad al régimen comunal de tierras,

librándolas de las liquidaciones repentinas, declarándolas inembargables, inajenables e

imprescriptibles (Congreso de Colombia, Numeral 7 del Art. 7 de la Ley 89 de 1890). La

división solamente se solicitaría ante el Juez del Circuito, por todos los miembros del

Cabildo menor de la parcialidad, y con el apoyo o voluntad de la mayoría absoluta de los

indígenas cuyos nombres figuren en la lista o padrón aprobado (Congreso de Colombia,

Numeral 2, Art. 30 de la Ley 89 de 1890).

Por otra parte, otorgó unas funciones precisas a los Cabildos como entes representativos

de las comunidades encargados de resolver problemas internos y la asignación de lotes

de usufructo (Pineda, 2002, Roque, 1983); anteriormente, para legislación emitida hasta

esa fecha, el cabildo fue un administrador de los bienes de la comunidad (Ley 11 de

octubre de 1821), encargado de celar la conducta, apoyar la labor del recaudador de la

contribución personal, dar aviso al sacerdote para dar noticia de un enfermo (Decreto 15

de octubre de 1828), aprobar las divisiones realizadas por agrimensores (Ley 6 de marzo

de 1832) o la aquiescencia de los listados de las “parroquias de indígenas” hechos por

los Jefes Políticos (Decreto 9 de abril de 1832). En esta Ley, el cabildo debía formar y

custodiar el censo, protocolizar en notaría títulos y documentos pertenecientes a la

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Capítulo 2 37

comunidad, formar y custodiar el cuadro de asignaciones de solares, distribuir con

aprobación del alcalde las porciones del resguardo que se mantengan en común,

procurar se respete la posesión por familia, arrendar bosques o terrenos que no estén

poseídos e impedir la venta, arriendo o hipoteca de algún resguardo (Congreso de

Colombia, Art. 7, Ley 89 de 1890).

Con respecto a su categoría jurídica, los miembros de la parcialidad serían ciudadanos

(Art. 4, Ley 89 de 1890), pero ejercerían una ciudadanía diferenciada frente al resto de la

sociedad, ya que eran considerados pobres de solemnidad, en pleitos, contestación y

demandas de resguardos desde 1834 (Art. 16, Ley 2 de junio de 1834) reiterado en la

Ley 89 de 1890, lo que les permitiría gestionar en papel común, considerados menores

de edad para el manejo de las porciones de resguardo (Art. 40, Ley 89 de 1890).

En general, la Constitución de 1886 establecía la ciudadanía para los “colombianos

varones mayores de veintiún años que ejerzan profesión, arte u oficio, o tengan

ocupación lícita u otro medio legítimo y conocido de subsistencia” (Art. 15 Constitución

Política de la República de Colombia, 1886), los cuales podrían elegir Consejeros

municipales y Diputados a las Asambleas departamentales, pero para cargos como

Electores, quienes elegían Presidente y Vicepresidente, sólo podrían hacerlo quienes

supieran leer y escribir, o tener una renta anual de quinientos pesos o propiedad

inmueble de mil quinientos (Arts. 172 y 173, Constitución Política de la República de

Colombia, 1886).

Los Civilizados

Este grupo estaría comprendido por los que no estuvieran en resguardos, ya que para

ellos aplicaban el Código Civil adoptado en 1887 en el cual se determinó que códigos

civiles, de comercio, penal, judicial, fiscal y militar, como a los demás habitantes del país,

en una etapa de unificación posterior a los gobiernos federales los cuales generaron su

propia normatividad (Consejo Nacional Legislativo, Ley 57 de 1887)

La norma no describe mayores datos a quienes refiere, pero se puede inferir, que

correspondió a aquellos grupos que habían parcelado sus resguardos con anterioridad, y

cuyas costumbres no diferían un campesinado pobre, lo cual se usaría en las próximas

décadas para negar la otredad de estos grupos.

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38 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

2.2.4 El evolucionismo cultural en la definición de las razas y el desarrollo de la colonización

La idea de progreso y evolución se consideraban parte de un mismo programa de

transformación social para líderes políticos y científicos de inicios del siglo XIX. El cambio

se lograría a través del mestizaje, o por la acción de comunidades religiosas. Líderes

destacados como Miguel Antonio Caro concebían la manera de superar la barbarie a

través de los misioneros siendo el progreso una añadidura prometida por Cristo (Vega

Bendezú, 2013), mientras que Rafael Uribe Uribe ante la presencia de misioneros y la

mezcla con blancos, se transformarían los indios en campesinos (Vega Cantor, 2002).

A diferencia del siglo XIX, la transformación no sólo consistió en la liberación de las

tierras del régimen del resguardo, sino en cambiar la composición biológica del nativo a

través del mestizaje; si bien durante la normatividad del siglo XIX se proponía que la

presencia de colonos, y en algunos casos extranjeros en los poblados indígenas, éstos

se sugerían que iban a cambiar sus costumbres por influjo, pero no se contemplaba el

mestizaje como una solución. Este cambio en la concepción del “problema indígena” es

resultado de la influencia del discurso de la raza, el cual permeó el ambiente social y

político de la Colombia de las primeras décadas del siglo XX, donde la comprensión del

problema y proponer una solución se definía en ese mismo campo (McGraw, 2007).

Junto a la concepción del problema de la raza, los científicos de la época apuntan a la

influencia del medio ambiente como un factor que incide en la degeneración física, moral

e intelectual de Colombia, concepción compartida por políticos ubicados en orillas

opuestas como el conservador Laureano Gómez y el liberal Luis López de Mesa (Díaz,

2008). Así las cosas, las discusiones se dirigían a establecer si el mestizaje debía

hacerse con trabajadores europeos blancos, descartando a los asiáticos, o con

connacionales con gran contenido racial español como los santandereanos, antioqueños

y bogotanos (Vega Bendezú, 2013). La discusión incluía posiciones desde la academia

como la posición del médico Miguel Jiménez López, quien presentaba al indígena como

el resultado de una evolución incompleta y cuyas costumbres generaba una

descendencia degenerada (Torres, 2001).

En las discusiones sobre la raza, se ubicaron cuestiones como lo salvaje, el canibalismo,

puestos aún en concepciones binarias de conquista y civilización; en este contexto, las

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Capítulo 2 39

expediciones de los caucheros se consideraron parte de la empresa inacabada de la

conquista, solicitando que se les reconociera su aporte al servicio de la civilización en

América incluso en monumentos (Villegas, Yunis, 1974)10, además del exiguo interés que

se le prestó a los conflictos entre caucheros e indígenas y las denuncias de las

crueldades cometidas por la Casa Arana en la región amazónica11, hasta su liquidación

en 1911 cuando se divulgan las crueldades cometidas.

El trato violento hacia los indígenas era justificado como estrategia de sometimiento de a

los grupos de guajiros o los motilones (Vega Cantor, 2002), registrándose noticias sobre

la venta de nativos en 1904 y disputas contra la administración de las salinas de Manaure

entre 1923 y 1925, alcanzando a señalar una posible “rebelión de los indios de la Guajira”

bajo el supuesto anuncio de que arrasarían la Nación, solicitando doscientos hombres de

la región para establecer orden (Villegas, Yunis, 1974)12.

El racismo frente a las comunidades indígenas no era algo oculto; la prensa de la época

destacaba como incomprensible que regiones como la Guajira y el Atrato estuvieran

pobladas por indígenas (Estrada, 1990)13. Los asesinatos contra indígenas en zona de

colonización de los Llanos Orientales, desde 1910 se tiene noticia de la cacería de

indígenas guahibos14 y la eliminación sistemática ejecutada por colonos (Villegas, Yunis,

1974), lo cual no tuvo mayor trascendencia, y fue únicamente hasta 1968 que se realizan

investigaciones judiciales al respecto (Gómez, 1991).

10 Ver los artículos transcritos en la publicación Sucesos Colombianos “La Conquista del Caquetá”, edición del 12 de octubre de 1904 y “Monumento a los Hermanos Reyes” edición del 16 de Abril de 1907 publicados originalmente en el periódico El Nuevo Tiempo (Villegas, Yunis, 1974) 11 Ver los artículos transcritos “Enfrentamiento entre Indios y Caucheros” edición del 23 de Enero de 1911, y “Se Liquida la Casa Arana”, edición del 7 de noviembre de 1911, publicados originalmente en el periódico La Gaceta Republicana (Villegas, Yunis, 1974) 12 Ver los artículos “Se agrava la rebelión de los indios de la Guajira. Informan viajeros comerciantes” edición del 21 de diciembre de 1925 publicado originalmente en el periódico El Tiempo; “Indígenas de la Guajira son Vendidos como Esclavos” edición del 22 de octubre 22 de 1904 publicado originalmente en el periódico El Nuevo Tiempo; “Indígenas de la Guajira son vendidos como esclavos” edición del 22 de octubre de 1904 del periódico El Nuevo Tiempo; “Violenta sublevación de los indios Guajiros” edición de julio de 1923 del periódico El Tiempo; “Se agrava la rebelión de los indios de la Guajira. Informan viajeros comerciantes” edición del 21 de diciembre de 1925 del Periódico El Tiempo (Villegas, Yunis, 1974). 13 Ver “Hay que colonizar” edición del 15 de julio de 1926 del periódico El Tiempo (Estrada, 1990) 14 Ver “A Favor de los Indígenas” edición del 7 de enero de 1905; “Cacería de Indígenas Guahibos” edición del 6 de Septiembre de 1910 y “Enfrentamientos entre Guahibos y llaneros del Pore” edición del 10 de septiembre de 1910 del periódico El Nuevo Tiempo (Villegas, Yunis (1974)

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40 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Por otra parte, los abusos de los misioneros denunciados por enviados indígenas que se

trasladaron hasta Bogotá provenientes del Valle del Sibundoy en 1911 y los dos viajes de

los nativos provenientes de San Sebastián de Rábago en 1916 y 1924 (Vega Cantor,

2002), no cambiaron significativamente el tratamiento dado por el Gobierno a sus

acuerdos con las misiones.

2.3 La Hegemonía Conservadora y su política sobre la tierra y los indígenas

Los conflictos partidistas continuaron a la par de que el proyecto centralista intentaba

establecerse, desencadenando una guerra civil conocida como la Guerra de los Mil Días,

de la cual salió victorioso el Partido Conservador, concluyendo la disputa militar en

noviembre de 1902. Las elecciones presidenciales inmediatamente siguientes, fueron

ganadas por Rafael Reyes, en una contienda donde no hubo participación del Partido

Liberal; Reyes recibió un país en ruinas, clausuró el Congreso, decretó Estado de Sitio y

convocó una Asamblea Nacional Constituyente y Legislativa la cual asumió las facultades

del Congreso entre 1905 y 1909 (Ríos, 1991). Entre estos años sucede la separación de

Panamá, cuya indemnización financió parte del desarrollo y modernización del país,

aumentándose las zonas urbanas, ante el arribo de campesinos sin tierra a las ciudades.

Hubo cambios políticos administrativos, como el aumento de número de departamentos,

como consecuencia de la división del Cauca en 1905, cuya élite al perder el acceso a las

reservas auríferas del Choco procuró formar haciendas ganaderas especialmente en la

zona de Tierradentro (Vega Cantor, 2002). Es en estos primeros treinta años donde la

incipiente industrialización contribuye a la formación del movimiento obrero.

El pilar de desarrollo en este periodo fue la expansión de la frontera agrícola hacia los

baldíos (Machado, 2009), cuyo saneo y registro de la propiedad era complejo por los

costos y el cambio permanente de las instancias encargadas de estos bienes (Palacios,

2011). Los llamados baldíos era el centro del conflicto entre campesinos, colonos,

terratenientes e indígenas, considerando estimular en esas regiones la inmigración

extranjera y local, el establecimiento de colonias agrícolas y militares, y la reducción de

los indígenas a la vida civilizada a través de las misiones (Montalvo, 1914).

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Capítulo 2 41

En el gobierno de Miguel Abadía Méndez (1926-1930), se desarrolló una gran crisis en el

campo ante la escasez de mano de obra debido a su inmigración hacia las zonas

urbanas, el aumento de reivindicaciones de aparceros y jornaleros y la inconformidad se

manifestaron a través de las huelgas, la cuales fueron reprimidas fuertemente por el

gobierno. En general, las administraciones conservadoras fueron sordas a los reclamos

de colonos y campesinos sin tierras, lo que permitió que algunas fuerzas políticas como

el Partido Socialista Revolucionario desarrollara labores de organización sindical y

política entre campesinos, jornaleros e indígenas, fomentando la organización de ligas y

sindicatos agrarios. Todas las manifestaciones sociales se vieron acorraladas ante la

respuesta del gobierno al promulgar la Ley 69 de 1928, la cual declaraba delito

agruparse, reunirse o asociarse “con el fin de provocar o fomentar la abolición o el

desconocimiento, por medios subversivos, del derecho de propiedad o de la institución

de la familia” (Art. 1 numeral 2, Ley 69 de 1928). Según Espinosa a esta Ley se le

conoció como “Ley Heroica”, que declaró ilegales al socialismo y a los sindicatos

bolcheviques o comunistas, sustentado en que dichas organizaciones atacaban los

sentimientos y nociones de patria, rechazaban la religión católica, los valores familiares y

la propiedad privada, fomentando el desorden y la sedición (Espinosa, 2009). La

represión con la cual respondió el gobierno conservador a la agitación social fue

aprovechada por los liberales quienes empezaron a dar su apoyo a los grupos de

izquierda, posibilitando así un cambio en el poder.

2.3.1 La política sobre los indígenas semisalvajes durante la hegemonía conservadora

La injerencia de las disposiciones de los gobiernos establecidos durante este periodo,

impactó la manera de heredar los derechos y pertenencia a la comunidad, las funciones

de los cabildos, y, sobre todo, aumentaron la presión sobre la división de resguardos, a

pesar del compás de espera dada por la Ley 89 de 1890.

Sobre la pertenencia a las parcialidades, la Ley 89 indicó que un indígena que no sea hijo

de familia, casado o mayor de 18 años se le reconocería derecho (Art. 20 Ley 89 de

1890); mientras que para el Departamento del Cauca (y también para Nariño, al

pertenecer a este departamento) en 1898, el Decreto 74 del 1 de enero de 1898,

determinó la manera como hacer sucesión de los derechos indígenas en casos

particulares, cuando hubiera unión con personas no indígenas, y modificado

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42 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

posteriormente con el Decreto No. 127 de 1911, discriminando los casos conforme a si

fuera el varón o la mujer el indígena.

Las funciones de los Cabildos, también fueron ajustadas en las normas generadas

durante la Hegemonía Conservadora, frente a lo determinado por la Ley 89 de 1890

expuesto entre los artículos 3 al 11, mientras que el Decreto 74 de 1898 de la

Gobernación del Cauca incluyó que los censos debían enviar copia auténtica al Alcalde

del Distrito y en las parcialidades que a 1898 no tuviesen censo, los alcaldes ayudarían

en su formación, con plazo de 6 meses a partir de la expedición de la norma y decretó

que los Gobernadores de indígenas no podrían ser reelegidos ya que podría propiciar

“cacicazgos a la usanza antigua” (Considerando 3, Decreto 162 de 1920).

En estos primeros años se intentó reversar parte de los lineamientos dados por la Ley 89

de 1890; por ejemplo, durante la presidencia de José Manuel Marroquín se expidió la Ley

13 de 1903, por la cual se ordenaba a la comunidad indígena de Timbío (Cauca) repartir

las tierras en un plazo de dos años, justificado en su instrucción y adelanto

(Considerando 1, Ley 13 de 1903) con el riesgo que se declararan ejidos si no podían

demostrar el vínculo entre los reclamantes y los ancestros, la cual fue prontamente

derogada por la Ley 5 de 1904.

La Asamblea Nacional Constituyente y Legislativa que asumió las facultades del

congreso clausurado por Reyes, expidió la Ley 55 de 1905 la cual ratificó y confirmó las

declaratorias de la vacancia de los resguardos de indígenas y reconoció las ventas

efectuadas en subasta pública (Mayorga, 1994), donde los distritos agraciados

respetarían los derechos de los indígenas residentes en ellos (Arts. 2 y 3 de la Ley 55 de

1905) para lo cual debían crear las pruebas justificativas de su derecho (Arts. 4 de la Ley

55 de 1905). A diferencia de la Ley 89 de 1890, donde necesitaba el acuerdo de todos

los miembros del Cabildo y de la mayoría de los indígenas para solicitar su división, con

esta Ley, se podía pedir la división o venta por solicitud de uno o varios comuneros (Art.

6. Ley 55 de 1905).

Otra de las normas que intentó agilizar el proceso de división de resguardos, frente a los

requerimientos hechos por la Ley 89 de 1890, fue la Ley 104 de 1919 “por la cual se

dispone la división de algunos terrenos de resguardo”, expedida durante la

administración del presidente Marco Fidel Suarez, posiblemente como reacción contra la

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Capítulo 2 43

rebelión de los terrajeros del Cauca, dirigida por Manuel Quintín Lame, quienes entre

1914 y 1918 habían disputado con las elites caucanas la propiedad sobre la tierra

(Pineda, 2009), dando plazo de seis meses para formar el censo de las parcialidades

indígenas ubicadas en los límites del municipio de la capital de Departamento, provincia

o de lo que fuese antes de la extinción de dicha entidad (Art. 1 Ley 104 de 1919), siendo

los concejos municipales los encargados de aprobar el censo y atender reclamos de

exclusiones o inclusiones indebidas (Art. 2 Ley 104 de 1919). Esta Ley estableció

castigos a quienes bloquearan la acción divisora de resguardos, con la advertencia de

entregarles la mitad de la porción de resguardo, o vender la mitad de los lotes de subasta

pública, empleando los rubros en la instrucción primaria de la misma parcialidad o del

distrito correspondiente (Art. 11 de la Ley 104 de 1919) con excepción de los

departamentos de Nariño, Caldas y Cauca, y permitido para ser aplicado en todo el país

por la Ley 38 de 1921.

Una manera de suprimir, los resguardos de comunidades disminuidas en el número de

sus miembros, fue el artículo que determinó la extinción de parcialidades o resguardos de

indígenas que estuvieran compuestos por menos de treinta familias o doscientas

personas “de esa raza”, cuya declaración sería hecha por el Juez del Circuito,

determinándose la división de las tierras entre los indígenas pertenecientes a la misma

(Art. 12 Ley 104 de 1919), lo cual posiblemente correspondió a casos como el de los

indígenas de Guazo, el cual será expuesto en la próxima sección.

Así mismo, en 1923 al Ministerio de Gobierno se le encargó la protección de Indígenas y

sus resguardos (Art. 20, Decreto 1704 de 1923).

Comisiones Divisoras de Terrenos de Resguardos Indígenas

En el gobierno de Miguel Abadía Méndez, en 1927 se establecieron Comisiones

Divisoras de Terrenos de Resguardos Indígenas, a las que se les encargó la función de

hacer el censo o padrón de los miembros de la parcialidad de indígenas, examen de los

títulos de propiedad, levantamiento y adjudicación de lotes entre los indígenas (Arts. 2-4,

Ley 19 de 1927) y se destinarían terrenos para instrucción pública, beneficencia,

mercado, carnicerías, servicios públicos y un lote para beneficio de la iglesia parroquial

(Arts. 8 y 9, Ley 19 de 1927). La comisión tenía máximo un año para llevar a cabo la

división, de lo contrario, sería reemplazada (Arts. 6 y 7, Ley 19 de 1927).

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44 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Entre los cambios establecidos para realizar con éxito las divisiones de resguardo, estas

Comisiones estarían a cargo de la Nación, y cada una de ellas estaría conformada de un

abogado, un ingeniero y un práctico conocedor del resguardo nombrado por el

Gobernador del Departamento (Art. 1, Ley 19 de 1927). Por otra parte, los asuntos

iniciados ante el Poder Judicial, pasarían a la Comisión (Art. 10, Ley 19 de 1927)

mientras que las controversias sobre los límites del resguardo con propiedades

particulares o sobre dominio de porciones, se decidirían en juicios de arbitramento

También determinó qué acciones se debían instaurar por las partes ante el Tribunal

Superior del Distrito respectivo y en caso tal de no hacerlo en el término de tiempo seria

materia del Tribunal Superior con intervención del Ministerio Público (Arts. 10-23, Ley 19

de 1927), aunque la parcialidad indígena sería representada por el Presidente de la

Comisión Partidora, para los trámites del juicio y una vez fallado el juicio arbitral, su

sentencia seria apelable ante el Tribunal Superior del Distrito Judicial. Las dudas o

dificultades serían resueltas por la gobernación del departamento.

De esta última norma se destaca la asociación que se hace del indígena a la condición

de vivir en resguardo, y es que una vez concluida la división “los miembros de la

parcialidad dueños del resguardo pasan a la condición común de nacionales

colombianos, en cuanto a las personas y en cuanto a los bienes” (Art. 29, Ley 19 de

1927). No obstante los “indígenas” no podrían vender los lotes que se les adjudicaran en

los quince años siguientes a la división, sino con sujeción a las formalidades del artículo

40 de la Ley 89 de 1890 (Art. 34, Ley 19 de 1927).

2.3.2 Las obras de civilización y la autocolonización de los territorios de los indígenas salvajes

Si bien la pretensión de la Ley 89 de 1890, fue establecer la administración y tratamiento

de los indígenas y resguardos, el artículo 1 es el único que se dedica a los salvajes,

destinados a misiones desde mediados del siglo XIX. Del erario se asignaron montos

para la misión destinada a la reducción de los indios motilones y la diócesis de Socorro

encargada de la reducción y catequización de los indios del Carare y Opón (Ley 64 del 7

de noviembre de 1914 y Ley 52 de 1915). Por su parte el gobierno del Departamento de

Antioquia entregó sueldos y baldíos a la misión de la Hermana Laura para fundar una

misión en Dabeiba (Ordenanza 17 del 30 de marzo de 1914).

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Capítulo 2 45

En estos territorios donde se ubicaban las tribus salvajes, como las que se asentaban en

Caquetá, Putumayo, Sierra Nevada y Motilones, se implementaron por ley los

Comisarios, con funciones semejantes a los Cabildos de la Ley 89 de 1890, a quienes se

les encargó la moralidad y progreso material del pueblo, aplicar castigo a los

involucrados en riñas y contraventores de la moralidad y remitir a autoridad blanca tanto

a indígenas como a blancos que hubiesen cometido falta de mayor gravedad, propender

por los asentamientos y la instrucción religiosa, formar el censo, registrar la asignación

de solares (Decreto 1484 del 23 de diciembre de 1914). Semejantes determinaciones

fueron hechas para los “indígenas no civilizados” del Vaupés con la diferencia que no se

indica un corregidor, sino que los misioneros actuarían como directores y protectores de

indígenas, e impedirían el traslado de nativos para trabajar en las caucherías (Decreto

614 de 13 de abril de 1918). Lineamientos semejantes también fueron fijados para las

misiones de Indígenas de la Prefectura de Urabá (Ministerio de Gobierno, Decreto 706 de

1931 del Ministerio de Gobierno) y para el Caquetá y Putumayo (Decreto 1484 de 1914).

Es importante destacar que a diferencia del siglo XIX, donde se fomentaba la

colonización con extranjeros, el Ministerio de Agricultura, creado a partir de la Ley 25 de

1913, emitió normas sobre la colonización de territorios ocupados por indígenas, “por

medio del elemento nativo, capaz de competir en fuerza y en inteligencia con el

extranjero, y superior a éste en vitalidad, por estar ya acostumbrado a la inclemencia del

clima y a todas las demás penalidades inherentes a nuestra zona” (Delgado, 1915:79) lo

que se definió como autocolonización, y por el contrario tanto autoridades civiles y

religiosas debían impedir los asentamientos de civilizados y extranjeros (Decreto 614 de

13 de abril de 1918 y Decreto 706 de 1931 del Ministerio de Gobierno); inclusive, en la

norma destinada a la administración en el Caquetá, los indígenas son denominados

también como colonos (Decreto 1484 de 1914).

Para 1917, el Ministro de Agricultura Luis Montoya consideraba la repartición de tierras

de gran interés ya que allí se basaban los derechos, y a su vez era la tierra la base del

establecimiento social y uno de los medios más fáciles de civilización, teniendo como

efecto la repartición de la tierra el efecto de mejorar la raza indígena, al satisfacer la

alimentación (Montoya, 1917)

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46 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

2.4 Las manifestaciones en la esfera local

En las zonas de “baldíos” o de frontera, donde residían los indígenas sin que se les haya

asignado resguardo alguno, los nativos se enfrentaron a empresarios y colonos, en

primer lugar, de recursos naturales explotables como el caucho, la tagua, maderas finas,

y posteriormente por empresas extranjeras que propendían por la extracción de

hidrocarburos; fue así como Yariguíes fueron presionados por la Tropical Oil Company;

los Motilones se enfrentaron a la South American Gulf Oil Company (SA GOC) y la

Colombiana Petroleum Company COLPET, desde finales de la década de 1920, cuyas

acciones de defensa manifestadas en ataques o emboscadas contra los colonos, eran

manifestados como expresión de la barbarie y el carácter feroz e irredimible de los

“salvajes” (Vega Cantor, 2002). La atención del gobierno en esos territorios, basada en el

interés de atraer capitales extranjeros al país, fomentó la explotación de recursos

naturales, en particular petróleo, oro y productos agrícolas, con alto beneficio para los

inversionistas principalmente norteamericanos. En estas zonas también se establecieron

colonias penales y agrícolas, y se estimuló la inmigración de obreros y empresarios

extranjeros para establecer cultivos e industrias.

En los años veinte en los llanos orientales, se fomentó la colonización buscando la

navegabilidad de sus ríos, la apertura de caminos hacia el interior y promoviendo que los

productores de las salinas próximas se “dedicaran a la reducción de indios” y mejoras de

ganados (Machado, 2009).

Hubo procesos que normalizarían las expropiaciones realizadas desde el siglo XIX, como

el caso de los resguardos de los indígenas residentes en el noroccidente del

Departamento de Antioquia, donde en 1920 se normalizó la liquidación del régimen

comunal del Valle del Murri, a partir de la legislación del extinto Estado Soberano de

Antioquia (Ley 189 del 21 de junio de 1884) en el cual una vez liquidada la propiedad

comunal, se duplicó la población de colonos al pasar de 7000 a 14000 personas entre

1918 y 1928 (Gálvez, 1990).

Teniendo en cuenta los antecedentes políticos, sociales y legales, en este apartado se

recogen de manera sintética los tres factores a analizar para comprender el desarrollo de

la acción colectiva y los movimientos sociales, como es la identificación de las

oportunidades políticas, las estructuras de movilización y los procesos enmarcadores,

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Capítulo 2 47

conforme con la propuesta de McCarthy, McAdam y Zald, (1999) a través de las

referencias rastreadas a partir de los archivos, fuentes primarias impresas y trabajos

académicos. En particular, referido a los procesos enmarcadores, nos detendremos para

reconocer e identificar la incidencia y los elementos que hicieron parte del discurso tanto

de los indígenas, como de los funcionarios del estado del poder local o nacional,

destacando parte de la historia de la zona, y el contexto en el que emergieron las

manifestaciones de acción colectiva, para tres casos cuya denominación y ubicación se

presenta en la Figura 2-1

Figura 2-1 Ubicación espacial de los casos abordados en el capítulo 2

Fuente: Elaborado a partir de Google Maps © 2020 Google. INEGI

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48 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

2.4.1 Indígenas de las Llanuras del Caribe

Con el propósito de resumir las características generales de cada caso, y permitir una

síntesis comparativa por cada uno se presentará la Tabla 2-1 en la que se registren las

características generales de cada caso, tres factores a analizar para comprender el

desarrollo de la acción colectiva y los movimientos sociales, así como las fechas en que

se registran este tipo de manifestaciones

Tabla 2-1: Resumen Indígenas de las llanuras del Caribe – Santa Ana de Guazo

Año 1859-1873 1899-1921

Características

Resguardos con escasos números de personas, por huidas ante la mala calidad de tierras para cultivo, y con varios pueblos agregados

Pocos residentes de la comunidad en el resguardo, el cual estaba arrendado a vecinos principalmente de Magangué

Las oportunidades políticas y

constricciones

Oportunidades políticas

• Administración del presidente Juan José Nieto (1859-1864) del Estado de Bolívar, defendió el resguardo

• Asamblea legislativa emite ley para defenderlo

• Relaciones con políticos influyentes como Manuel Amador Fierro (Presidente del Estado de Bolívar entre 1867-1870), quien fue su abogado en 1875

Oportunidades políticas

• Los indígenas, a partir de los Arts. 23 y 35 de la Ley 89 de 189015, promueven la nulidad de las ventas; elaboran además el padrón o censo de la comunidad, destacándose en las acciones Paulino Arraut

• Sentencia del Tribunal de Bolívar del año 1908, que desconoció la cesión hecha por la Nación de un resguardo al Municipio de Magangué, siendo usada como argumento para que así se declarara inviable la Resolución 8 de 1899

Constricciones

• Instancias gubernamentales negaban la existencia de indígenas

• Procesos de división desde el siglo XIX

• Presión por parte de ganaderos

Constricciones

• Oposición por parte de los vecinos que ocupaban parte del resguardo

• El contenido del Art. 14 de la Ley 89 de 1890, fue base para emitir la Resolución 8 de 1899 que desconoció el resguardo, el cabildo, entre otros.

• Ante la demanda de nulidad elevada por la comunidad de Guazo, fue consultada al Ministro de Agricultura y Comercio instando a la municipalidad a practicar las diligencias pertinentes para entrar en posesión material de los terrenos.

• La sentencia a favor del Municipio fue publicada el 1921.

Las estructuras de movilización

• Registro de acciones frente a autoridades judiciales como comunidad para preservar el resguardo a pesar de presión de ganaderos

• Vías de hecho como destrucción de sementeras, sacrificio de reses, incluso homicidios

• La comunidad continuó organizada en tormo al Cabildo, a pesar de que en 1908 la Resolución 8 de 1899, desconoció el resguardo, el cabildo y la comunidad indígena

15 El Art. 23 de la Ley 89 de 1890 indicaba que los cabildos de indígenas pueden personas por sí o por

apoderado, ante las autoridades a nombre de sus respectivas comunidades, para promover la nulidad o rescisión de las ventas realizadas y de cualquier negociación en que la comunidad haya sufrido perjuicio.

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Capítulo 2 49

• En 1873 se consolida en la “Sociedad indígenas de Guazo”, la cual no reemplaza el cabildo

Procesos enmarcadores

• Identidad indígena, con respaldo para reclamar sus resguardos, basados en sacrificios realizados en la defensa de la independencia y de la república, y no en el origen de sus ancestros

• Panfletos resumiendo la causa en contra, o divulgando el listado de los miembros de la comunidad

En la Costa Caribe, los resguardos tuvieron una dinámica distinta a los ubicados en la

región andina colombiana, ya que no tuvieron el mismo desarrollo y su desintegración

inició en el siglo XVIII, provocado posiblemente por su escasez o el reducido número de

personas (González Luna, 1981). En esta investigación nos referiremos a dos resguardos

de las llanuras del Caribe; en este capítulo se tratará el caso de Resguardo de Santa Ana

de Guazo ubicado junto a Mompox, y en el siguiente capítulo corresponderá a San

Antonio del Peñón cercano a Tamalameque, los cuales fueron seleccionados conforme a

la documentación disponible.

El Resguardo de Santa Ana de Guazo, del cual se tienen referencias alrededor del año

1610, estaba ubicado en tierras estériles y pantanosas factor que posiblemente incidió en

las huidas constantes de los indios para no pagar tributo, como lo indican las quejas y

solicitudes de reducción de tributo presentadas en el siglo XVII y XVIII. Conforme a lo

anterior, para el siglo XVIII fueron agregadas 11 parejas con sus hijos de Santa Ana de

Guazo a San Antonio del Peñón (González, 1981), zona que se encontraba rodeada por

minas, región conocida como el “Hato de Loba”, o “Tierras de Loba”, merced entregada

por el Rey y que posteriormente fue comprado por norteamericanos (Fals, 1979). Los

resguardos comenzaron a ser parcelados en el siglo XIX, al emitirse disposiciones sobre

tierras vírgenes realengas y territorios indígenas y ventas o arrendamiento por parte de

los cabildos (Fals, 1984).

Oportunidades Políticas y las Constricciones

Las manifestaciones de lucha rastreadas a través de las fuentes se ubican en el proceso

de transición del sistema centralista instaurado desde los orígenes de la República de

Colombia, al estado federalista, el cual otorgó mayor autonomía a los departamentos

convertidos en Estados. Las ideas fundamentadas en el liberalismo, el cual hizo curso

desde inicios del siglo XIX, promoviendo la división de los Resguardos, a mediados del

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50 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

mismo siglo XIX, fueron reforzadas con la emisión de la Ley del 20 de mayo de 1850, que

les asignó a las Cámaras de Provincia realizar la libre facultad de enajenación de los

resguardos. La propiedad se concibió como un derecho individual, reconocido por el

Gobierno Central y por los Gobiernos de cada uno de los Estados, tanto en la carta

magna que dio origen a la Confederación Granadina en 1858 (Numeral 3, Art. 56,

Capítulo V De los Derechos Individuales) como en la Constitución Política de los Estados

Unidos de Colombia de 1863 (Numeral 5, Art. 15, Sección II Garantía de los Derechos

Individuales), lo que permitía que la propiedad raíz fuera enajenable y divisible a voluntad

exclusiva del propietario. Este aspecto sobre la propiedad, también se incluyó en la

Constitución del Estado de Bolívar de 1863. No obstante, las élites tomaron diferentes

posiciones.

El giro lo va a efectuar el mandato del presidente del Estado de Bolívar Juan José Nieto

entre 1859 y 1864, quien defendió el resguardo señalando que “arrebatarle en beneficio

de unos pocos el único pedazo de tierra que los conquistadores de estos pueblos, (…)

sería una iniquidad que no podría justificarse con la constitución” (Flórez, 2009:55). De

acuerdo con lo anterior, la Asamblea Legislativa aprobó una Ley para empadronar las

familias, protocolizar los títulos de propiedad o reconstruirlos, averiguar sobre los

terrenos usurpados, declarar nulo cualquier contrato, establecer el valor de

arrendamiento de tierras y nombrar al procurador general del Estado como representante

de los indígenas; una vez el presidente Nieto fue depuesto de su cargo, se aumentó la

presión por la disolución, lo que desencadenó en enfrentamientos, argumentando la

división en la supresión simbólica del elemento indígena, afirmando la inexistencia de

indígenas, porque su población era mestiza; ser indígena lo relacionaron con un ser

inferior, razón por la cual siempre serían robados (Flórez, 2009).

Las Estructuras de Movilización, la “Sociedad de Indígenas de Guazo”

Inicialmente la presión ejercida para la disolución llevó a que cada comunidad tratara de

mantener el resguardo como elemento articulador. Una parte de las acciones

adelantadas por estos grupos, según la investigación de Flórez, se encaminó en el uso

de vías de hecho como la destrucción de sementeras, sacrificio de reses, incluso

homicidios, junto con vías legales presentando el caso frente a autoridades judiciales

como comunidad y no como individuos. Este no fue un caso aislado, ya que acciones

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Capítulo 2 51

semejantes se presentaron en los resguardos de Tubará, y en cercanías de Chinú,

Lorica, Corozal, Barranquilla, Mompox y Magangué ante la presión ejercida por la

incipiente actividad ganadera de la región (2009).

De acuerdo con Flórez, uno de los resguardos emblemáticos por su capacidad

organizativa, su conocimiento sobre las leyes y el desarrollo de la política fue el

correspondiente a Guazo en la provincia de Magangué, que conformó en 1873, la

“Sociedad de Indígenas de Guazo”, para defender las tierras objeto de intereses de los

ganaderos. Esta Sociedad estaba conformada por cinco miembros (presidente,

vicepresidente, procurador, tesorero y un vocal) y organizaba al pequeño cabildo el cual

presentaba requerimiento ante las autoridades locales.

Entre sus estrategias políticas, una destacada fue aunar relaciones con políticos

influyentes como Manuel Amador Fierro (Presidente del Estado de Bolívar entre 1867-

1870), quien asumió su defensa como abogado en 1875, luego de que el gobierno

nacional declarara baldíos algunos resguardos de la provincia de Mompox. (Flórez,

2009).

Luego de resistir a la presión generada por la expansión de las actividades ganaderas en

la región, con el propósito de resolver algunas cuestiones con los ocupantes de sus

terrenos, la Sociedad de Indígenas de Guazo, presentó la solicitud respectiva al Juez de

la Provincia, para que realizara el deslinde del resguardo, con el fin de que los ocupantes

de los terrenos cancelaran sus cuentas atrasadas. Estos a su vez, denunciaron la

inconstitucionalidad de la Sociedad y el Cabildo frente a la autoridad que presidía al

concejo municipal (Flórez, 2009). Aunque no se conoce el alcance de este proceso, años

más tarde se presenta de nuevo el conflicto con la autoridad local para su

reconocimiento.

En 1899, el Gobierno de Cartagena, procedió a desconocer la comunidad, el resguardo,

el cabildo de Guazo, y la validez de la representación de la comunidad hecha por Paulino

Arraut; por medio de la Resolución del 8 de junio de 1899, expedida por la Prefectura de

la Provincia de Magangué, y aprobada por la Gobernación; en consecuencia, las tierras

del resguardo fueron declaradas ejidos del Corregimiento del Retiro, con el argumento de

que sólo se encontraron en visita ocular cuatro familias “auténticas”, respaldado en el Art.

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52 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

14 de la Ley 89 de 189016. El Juez declaró la inexistencia del Cabildo, basándose en los

informes brindados por el Alcalde y el Presidente del Concejo Municipal, donde se indica

que no habían sido reconocidos por el cabildo cesante, no fueron presentados ante la

Alcaldía, y no expusieron los contratos de arrendamientos, ni la distribución de los

terrenos del común del resguardo.

(…) todo lo cual demuestra que no hay tal parcialidad ni tal Cabildo, pues de otra

manera le habrían dado cumplimiento a la ley. ¿Para qué se escribieron los

artículos 3 a 7 de la Ley 89 de 1890, si no fue para darle estricto cumplimiento?

(Zúñiga, 2017:57)

Al declarar el Juez la inexistencia de Cabildo y la Parcialidad, declaró inválido el poder

dado a Paulino Arraut, por no estar constituido el Cabildo conforme al artículo 3 de la Ley

89 de 1890 a pesar de que Arraut presentó copias de las actas del Cabildo, éstas según

el juez, no tenían mérito probatorio (Zúñiga, 2017).

Los procesos enmarcadores

El pasado como justificación del derecho

En defensa de sus derechos, los miembros de la Sociedad de Indígenas de Guazo,

apelaron al pasado para justificar su derecho al resguardo; este pasado no se refería a

los tiempos de la conquista, sino a su participación en la defensa de la independencia y

de la República. El derecho a la tierra se sustentó en la conquista emprendida por sus

ancestros en tiempos de la Colonia, siendo tributarios del Rey de España, y, según su

interpretación, el reconocimiento hecho por la República de Colombia:

El goce a las tierras o sus resguardos que la ley “primera”, parte sexta, tratado

primero de la recopilación granadina, por la cual nos donó nuestro magnánimo

16 El Art. 14 de la Ley 89 de 1890, señalaba que: “Cuando no se pueda averiguar o descubrir cuáles son los indígenas o sus descendientes que tienen derecho al Resguardo, el Prefecto de la Provincia respectiva, hechas las indagaciones convenientes, declarará que tales resguardos pertenecen como ejidos a la población que en ellos o a sus inmediaciones esté situada. La resolución del Prefecto será sometida a la aprobación del Gobernador del Departamento”

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Capítulo 2 53

gobierno, y cuyos resguardos conquistaron para sí y sus hijos nuestros padres a

fuerza de sacrificios en tiempos de la colonia, como conquistados y tributarios por

el rey de España, y posteriormente por la guerra magna de la independencia que

dio por feliz resultado la gran República de Colombia, la que haciendo justicia

reconoció nuestros derechos y nos dejó en el pleno goce de ellos; hoy con más

ensanche el sistema republicano, por medio de la federación en los Estados

Unidos de Colombia, la más liberal constitución de la unión colombiana y la del

Estado de Bolívar, a quien tenemos el honor de pertenecer, equiparándonos en

derechos a todos los colombianos, nos ha dado libertad amplia para repre-

sentarlos, sacándonos del pupilaje a que tenían sometidos a todos los indígenas

[…] (A.H.C., Manuscritos, Fondo Gobernación, Sección Hacienda, caja N.º 23,

julio 29 de 1873. En Flórez, 2009: 67)

Caso semejante se presentó con el Resguardo de Malambo que en 1869 fue agregado al

distrito de Soledad, a lo que los indígenas decidieron escribir un memorial al Presidente

del Estado Manuel Amador Fierro (quien fuera luego el abogado del resguardo de Guazo

en 1875), basando su derecho en el sacrificio mantenido para lograr la Independencia,

frente a la reconquista adelantada por Morillo y realizada por Morales, donde “pasó por

encima de los cadáveres de nuestros padres […] trescientas víctimas insepultas

estuvieron por algunos días dando testimonio de nuestra lealtad a la causa de la libertad

e independencia” (Flórez, 2009:68), y cuya demanda tuvo resultado exitoso llevando a

que obtuvieran respuesta favorable de Amador Fierro, solicitando a la Asamblea

Legislativa el restablecimiento del Distrito de Malambo.

Su concepción de la Comunidad

Una de las motivaciones esgrimidas en la Constitución de su propia Sociedad era

“favorecer momentáneamente a la comunidad de la forma que se ha reunido para

oponerse a las miras de los que pretenden usurpar sus derechos” (A.H.C., Manuscritos,

Fondo Gobernación, Sección Hacienda, caja Nº 23, abril 3 de 1873, En Flórez, 2009:64).

Pero ¿cuál era su concepción de comunidad a partir de estos documentos? En la

“Constitución de la Sociedad de indígenas de la Aldea de Guazo” se definió quienes eran

sus miembros:

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54 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

la Sociedad […] se compone de los indios reducidos o conquistados de los

antiguos y extinguidos pueblos nombrados Loba, Pansegua, Jegua, Guallacán,

todos reducidos al de Guazo; todos indígenas, hombres y mujeres, residentes o

ausentes, con tal que sean ascendientes o descendientes de éstos mismos

pueblos. (A.H.C., Manuscritos, Fondo Gobernación, Sección Hacienda, Caja Nº

23, abril 3 de 1873., En Flórez, 2009: 64-65)

Así, definían unos vínculos más allá de la esfera inmediatamente local, y se extendía a

los ancestros inmediatos y descendientes de los miembros de varios pueblos que habían

sido agregados, tanto residentes o ausentes. Los vínculos entre los antiguos pueblos

extinguidos se generaron a partir de un hecho en la administración colonial, como la

agregación de pueblos, y no refieren necesariamente a una caracterización en

comunidad étnica alguna.

La Resolución del 8 de junio de 1899, desconoció la manera en que la propia comunidad,

a través de la Constitución de la Sociedad, establecía la pertenencia al resguardo para

residentes y no residentes, ya que la Resolución recalcaba que el Cabildo no cumplía

con el Art. 7 de la Ley 89 de 1890, sobre el manejo del censo, teniendo en cuenta que

muchos de los miembros eran “naturales” de otros lugares lejanos (Zúñiga, 2017)

El manejo de la opinión

Fracciones de estas sentencias y la Resolución del 8 de junio de 1899 la cual declaró

inexistente la comunidad, el cabildo, la parcialidad y la nulidad de un poder, a partir de

una interpretación y aplicación del Art. 14 de la Ley 89 de 1890, además de determinar el

territorio de la comunidad como ejidos del Corregimiento del Retiro, entre otros

documentos y la sentencia final que ratificó el fallo, fueron publicados en un impreso

dirigido a la población en general titulado “Se acabaron los indios de Guazo” presentado

un fragmento en la Figura 2-2 al cual posteriormente los indígenas le darían su

respuesta. Este fue elaborado por un defensor de los intereses del municipio Manuel

García Gordon:

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Capítulo 2 55

Figura 2-2 Impreso "Se acabaron los indios de Guazo"

Fuente: Biblioteca Nacional. Colección D. Samper, Sala 2A, 8413

Si bien la Resolución del 8 de junio de 1899, se sustentaba en el Art. 14 de la Ley 89 de

1890, la comunidad a su vez se apropió de lo determinado por la misma norma en el Art.

35, por el cual los indígenas del Resguardo de Guazo elaboraron un Padrón Indígena, el

cual fue impreso y repartido, titulado “PADRON DE LA PARCIALIDAD DE INDÍGENAS

DE GUAZO Dueños de los terrenos de su resguardo” Figura 2-3 el cual iba dirigido al

Consejo Municipal del Distrito, realizado el 3 de septiembre de 1905, registrándose así

por lo menos 12 familias, y asociados a cada uno su cónyuge y descendientes. El

impreso fue realizado el 9 de noviembre de 1912 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//13.3.5 f.

198r). CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//13.3.5.

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56 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Figura 2-3 Padrón de la Parcialidad de Indígenas de Guazo. Dueños de los terrenos

de su resguardo (Fragmento)

Fuente: Fotografía del expediente CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//13.3.5 f.198r

En el documento, a pesar de la declaratoria de nulidad, realizada en 1899, aún se

registra el personal que conformaba el Cabildo compuesto por Presidente,

Vicepresidente, Teniente, Regidor Principal, Secretario y Gobernador Paulino Arraut. En

el expediente formado en años posteriores en el Ministerio de la Economía Nacional,

incluyó entre otros documentos copia de la Protocolización del Acta de instalación del

antiguo y pequeño cabildo de la parcialidad de indígenas de Guazo de 1912

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//13.3.5 f.199-201). Así, que a pesar de ser “suprimidos”

por orden judicial, la comunidad continuaba su proceso de reconocimiento de derechos

sobre los resguardos.

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Capítulo 2 57

Figura 2-4 Carátula Segunda copia de la Protocolización del acta de instalación del antiguo y pequeño Cabildo de la parcialidad de indígenas de Guazo

Fuente: documento del expediente CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//13.3.5 f.199

En este último documento Figura 2-4, el cabildo por el poder conferido por el Art. 23 de la

Ley 89 de 189017, indica las acciones a realizar por Paulino Arraut, como promover la

nulidad de las ventas o contratos y de cualquier negociación en que la comunidad

hubiese sufrido perjuicio (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1 100r). Posteriormente, se

conoce que Arraut apoyándose en una sentencia del Tribunal de Bolívar del año 1908, en

la que se desconoció la cesión hecha por la Nación al Municipio de Magangué al ser

declarada ilegal, continuó ejerciendo la administración de los terrenos y también

17 El Art. 23 de la Ley 89 de 1890 indica: “Los Cabildos de indígenas pueden personas por sí o por

apoderado, ante las autoridades a nombre de sus respectivas comunidades, para promover la nulidad o rescisión de las ventas que se hayan hecho contra las disposiciones de leyes preexistentes, o que se hagan en contravención a las presente; para decir la nulidad de los contratos a virtud de los cuales se hayan hipotecado las tierras del Resguardo; y, en general, de cualesquiera negociaciones en que la comunidad haya sufrido perjuicio de que pueda reclamar legalmente”

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58 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

demandó al Municipio, solicitando la declaratoria de nulidad de la escritura por la cual la

Nación le cedía las tierras del resguardo al municipio. Esta demanda fue elevada como

consulta ante el Ministro de Agricultura y Comercio el cual instó a la municipalidad a

practicar las diligencias pertinentes para entrar en posesión material de los terrenos

(CO.AGN.SR/MINFOM-DEP-BALDIOS: SR.59. T 184, f. 443r). Con el fin de que se diera

a conocer la sentencia a favor del Municipio, el Concejo Municipal de Magangué aprobó

su publicación el 9 de agosto de 1921.

En el expediente, no se encuentran más documentos al respecto, pero según algunos

memoriales dirigidos en 1939 por los lamistas, se infiere que el proceso siguió su curso,

emitiéndose una sentencia por el Honorable Tribunal de Bolívar a favor de los indios de

Guazo para que elaboraran el padrón general18

2.4.2 De la creación de Tulenega a la lucha por el resguardo

Durante la época colonial los indígenas cunas se mantuvieron al margen del dominio del

imperio español, para quienes el río Atrato era la frontera del control colonial frente al

territorio ocupado entre emberas y cunas y, con posterioridad, con la colonia escocesa de

Nueva Caledonia de 1699 que excluyó la posibilidad de alguna incursión extranjera en el

Darién a partir del tratado de paz entre indígenas y españoles de 1787. Es importante

advertir estos antecedentes ya que en este territorio no hubo asignación de resguardos y

los españoles no fueron los únicos que intentaron tener el dominio, sino que el territorio

fue disputado, además, contra corsarios o contrabandistas. Fue tal la situación de la

frontera como un territorio infranqueable, que al momento de generarse las guerras de

independencia el Darién parecía abandonado.

Tabla 2-2 Resumen de Tulenega a la conformación del resguardo

Año Antes de 1887 Después de 1887

Características

Territorio inconquistable por los españoles. No hubo adjudicación de resguardos en el periodo colonial. “Tribus errantes”

Territorio ocupado por colonos que arribaron a la región, involucrados en economías extractivas No se conoce el proceso de disminución de población, aunque hay registro sobre procesos de

18 Documentación Indígena del Sur del Tolima. CD/RAM. Documentos de Quintín Lame. Cartas a diferentes

entes. 1924 – 1939, 1951 – 1957. Folios 48 – 49. Consultado en www.proyectoquintinlame.org

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Capítulo 2 59

No se conoce datos precisos del número de habitantes indígenas; pocos colonos provenientes del interior.

despoblamiento y desplazamiento

Las oportunidades

políticas y constricciones

Oportunidades

• Durante el periodo federalista, con los Estados Unidos de Colombia se fomenta la entrega de tierras, a los indígenas que dejaran la vida errante.

• El Estado de la Unión y el Estado de Panamá emiten leyes que permiten la creación de Tulenega (Decreto 29 de abril de 1871), resultado de las solicitudes constantes de caciques cunas

Oportunidades

• El proceso de independentista de Panamá llevó a que el gobierno de Colombia intentara congraciarse con los indígenas de la región

• Se expide la Ley 60 de 1916, la cual fue gestionada por el cacique William Oquelele

Constricciones

• Desde 1824 se emitieron políticas dirigidas a su reducción a través de misiones, comercio y civilización

• En 1873, el territorio del Darién fue cedido al poder central, sería colonizado con población que se dedicara a actividades extractivas, apoyados con la fuerza pública.

Constricciones

• Unificación de leyes. Se expide la Ley 89 de 1890. Se desconoce el Decreto 29 de abril de 1871

• Separación de Panamá aumenta la rivalidad entre caciques. Gobierno colombiano intentaba congraciarse con autoridades indígenas

Las estructuras de movilización

• Unión de caciques cunas que incluye desde el archipiélago de San Blas hasta el Darién

• Caciques cunas que poseen cada uno su agenda. Uno, busca apoyo o beneficio de cada gobierno (colombiano y panameño); otro, se encarga de recurrir a las instancias de poder local y nacional.

Procesos enmarcadores

• Solicitud de reconocimiento de autonomía. En

ningún momento se cuestionó su indianidad

• Piden se realice la asignación de resguardo

conforme a la Ley.

• Es cuestionada la indianidad del Cacique

William Oquelele

Desde el proceso independentista, grupos denominados como “gentiles y errantes”

estarían a cargo de misiones religiosas, con el propósito de incorporarles en la religión, el

comercio y la civilización (Art. 1, Ley del 30 de julio de 1824 en Roldán, 1983), en los

cuales el gobierno usó como estímulo aparente la entrega de tierras baldías para que

estos grupos abandonaran su andar errante (Art. 1 Decreto 18 de septiembre de 1824 y

Ley 5 de junio de 1868. En Roldán, 1983 y Chaux, 1931), cuando en realidad estaban

ejerciendo posesión sobre territorios no colonizados por el antiguo poder imperial

colonial. Acuerdos incumplidos como el reconocimiento de la Comarca de Tulenega,

pactos en espacios para desarrollar procesos de explotación de recursos, confrontación

directa, un proceso independentista y la asignación de resguardo en papel, pero sin ser

delimitado en el espacio geográfico, son los elementos generales que hacen parte de

esta historia, en donde cada logro de los liderazgos nativos, fueron desconocidos

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60 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

constantemente. El resumen del caso de los indígenas cunas se presenta de forma

resumida en la Tabla 2-2

Oportunidades Políticas y Constricciones. Entre la puja del centralismo, federalismo y el proceso independentista

Entre el federalismo y el centralismo

A finales del siglo XIX, de la puja entre un proyecto federal o centralista, se desarrollaron

algunos cambios locales en la organización de las comunidades denominadas como

gentiles. Durante la puesta en marcha del proyecto federal fue posible que se propiciara

una oportunidad política de reconocimiento de gobierno propio, como el caso de la

expedición de la Ley del 4 de junio de 1870, la cual dio paso a la creación de la Comarca

de Tulenega, por medio del Decreto del 29 de abril de 1871, donde en aquel entonces el

Estado de Panamá resolvió la reducción a la vida civil y la colonización del territorio, de

las tribus ubicadas entre el Darién y el archipiélago de San Blas, instituyendo colonias

agrícolas, fomentando la atención a la población colona y mediando con la población

civilizada (Asamblea Constituyente del Estado Soberano de Panamá, Ley 17 de 27 de

noviembre de 1873). La expedición de los decretos y normas mencionados

anteriormente, fueron el resultado de la lucha de líderes cuna de la región, lo cual se

explicará en la sección estructuras de movilización.

El proyecto federal, recibía de nuevo control del poder central al haber cedido el territorio

del Darién en 1874, con el fin de reducir y civilizar la población salvaje, ubicando en la

región “población civilizada que explota los bosques” apoyados por la fuerza pública

(Congreso de los Estados Unidos de Colombia, Art. 20, Ley 66 de 1 de julio de 1874,

acatada por el Estado Soberano de Panamá. Asamblea Legislativa del Estado Soberano

de Panamá, Ley 2 de 1874). Así mismo se estableció una Junta General para

inspeccionar, dirigir y reglamentar la reducción y civilización de los indígenas del

respectivo territorio.

La ocupación de los bosques para explotación de recursos naturales, generó un

enfrentamiento en 1875 contra una expedición del gobierno, quienes fueron derrotados

por los “salvajes” solo por efecto de la sorpresa, conforme a un informe rendido al

Presidente Santiago Pérez por parte de las autoridades del istmo (Bermúdez, 1875 citado

por Morales, 1995).

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Capítulo 2 61

En contra del proceso de reconocimiento de autonomía y control sobre su territorio, se

indica además otro conflicto generado en 1886; al territorio arribó una cuadrilla de 120

colonos provenientes de Barú y Cartagena, acordando con los cunas la explotación por

un mes, lo cual fue prolongado de manera deliberada, aprovechando las consecuencias

de una epidemia de sarampión que diezmo la población indígena. Un año después, los

caciques exigieron la salida de los tagüeros, pero los colonos ya contaban con el

respaldo y protección del presidente Rafael Núñez quien ordenó el traslado al a zona de

conflicto de la cañonera La Popa y trescientos infantes de marina. Aunque no hubo

confrontación, se estableció un pacto entre las partes (Escobar, 1999).

El proceso de separación de Panamá

El acuerdo que suspendió la confrontación entre colonos e indígenas de 1887, fue

desconocido, y una vez separado el territorio del Istmo, por medio de apoderado, los

indígenas solicitaron la titulación de la tierra conocida como La Playona, amparados en el

acuerdo de 1887, el derecho de propiedad sustentado en la Ley 61 de 1874 y la Ley 48

de 1882 sobre adjudicación de baldíos, junto con el fuero de la Ley 89 de 1880. Esta

solicitud es negada, con el argumento de que los indígenas habían abandonado estas

tierras hacía más de veinte años, expediente que hizo curso tanto en el Ministerio de

Gobierno, como en el Ministerio de Obras Públicas, quienes solicitaron al inspector de la

región de la declaratoria como propiedad nacional (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.1 f.

47-48). Estas tierras fueron finalmente denunciadas por la Sociedad Abuchar Hermanos

a título de cultivadores, quienes recibieron la adjudicación de 2531 hectáreas en mayo de

1920 (González, 2012).

Para la administración del lugar, la Prefectura de Urabá fue encargada a la Comunidad

de Carmelitas Descalzos, quienes entregaban a los indígenas pólvora, municiones y le

apoyaron en la escritura de cartas y solicitudes a Bogotá (González, 2012).

Los intentos débiles de ejercer soberanía sobre el territorio del istmo, se manifestaron a

partir de dos estrategias: el traslado de tropas de dos mil hombres a Titumate y Acandí

en 1904 bajo el mando del Inspector General Daniel Ortiz y acercarse a los indígenas de

la región mediante la circulación de un periódico llamado “La Reintegración”, y

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62 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

congraciándose con el cacique Iñapaquiña, llevándolo a Titumate, siendo recibido con

honores militares, trato que también recibía del lado panameño (González, 2012). En

1908 el traslado de tropa a Juradó y al puerto Fernández Madrid, fomentó el

desplazamiento de comunidades indígenas del Darién a San Blas.

La adhesión a la causa colombiana, o a la independencia de Panamá por parte de los

cunas, dependía únicamente del reconocimiento de la autonomía territorial de los nativos,

tal como lo notó en 1910 el General Justiniano Jaramillo encargado de proyectar una

frontera: “Es preciso hacer anotar que su patriotismo se limita a solicitar de Colombia la

garantía de su propiedad territorial, a cambio de defender de los americanos y

panameños la vastísima región que ocupan” (Jaramillo, 1910:18).

En los años siguientes, la lucha por la garantía de su propiedad territorial, se transforma

en la necesidad de que se les asigne un resguardo. Es posible que la Ley 60 de 1916,

promovida por el representante chocoano José Vicente Garcés Navas contó con la

agencia al respecto hecha por el cacique cuna William Oquelele, a quien una vez

aprobada la norma, remitió a Garcés Navas una nota de agradecimiento “por su interés

de ayudarlos” (González, 2012:197); esta Ley especificaba en el artículo 2 el compromiso

de “enviar comisarios, agrimensores y maestros a las tribus de los Cunas del Darién

como medidas de amparo y civilización. Conforme a esta Ley, en 1918 William Oquelele

(¿) Smith19 remite al Ministro de Agricultura y Comercio un censo donde se registraron

328 individuos, solicitando se provea el resguardo indígena (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//1.1.2 f. 100r). No obstante, esta asignación correspondió únicamente al documento, ya

que los resguardos no fueron delimitados, ni respetados por los colonos.

Las estructuras de Movilización

Entre el siglo XIX y los primeros años del siglo XX, se presentaron una serie de cambios

que transformaron la organización interna entre los vínculos de los caciques, o, por lo

menos, lo que se establece a través de los documentos de archivo y la prensa. Vale la

19 Quien posiblemente sea el mismo Cacique Oquelele, quien en otros memoriales se denomina William Oquelele Smith),

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Capítulo 2 63

pena recordar, que este caso corresponde a una comunidad sin resguardo, ni con

organización de cabildo, lo que evidencia otro tipo de estructuras conforme a los usos y

costumbres de estas comunidades.

El liderazgo de los caciques cunas

Ante los abusos cometidos por los colonos que habían llegado a la región para explotar

tagua, coco y caucho, en 1870 veintiocho (28) caciques se reunieron a deliberar en

Ticuco con el fin de elegir los cuatro caciques comisionados que se encargarían de

reunirse con el gobierno de la Unión en Bogotá, partiendo en julio de 1870 desde el

Darién, y llegando 125 días después a Bogotá en noviembre del mismo año, falleciendo

uno de sus miembros en esa travesía. El resultado de la reunión con Eustorgio Salgar,

presidente de los Estados Unidos de Colombia y con el Secretario del Interior, fue el

compromiso del poder central de protegerlos, garantizar la propiedad de sus viviendas y

cultivos y los derechos de caza y pesca en tierras y aguas de dominio público (Morales,

1995).

En dicho encuentro, también se denunciaron las agresiones recibidas por parte de

comerciantes y por los miembros de la expedición encargados de planear un canal

interoceánico, manifestando así su deseo de vivir bajo las leyes de los Estados Unidos

de Colombia”, lo cual quedó plasmado en parte del acuerdo (Secretaría de lo Interior i

Relaciones Esteriores, 1871). El gobierno les “concedía” en propiedad veinte hectáreas

por familia, se comprometía a nombrar un agente que controlara la llegada de colonos

interesados en la explotación de caucho, tagua y raicilla con licencia expedida por el

gobierno de la unión, mientras que los colombianos podrían instalarse en los pueblos

Cuna, talar árboles, criar animales y establecer escuelas siempre y cuando no fueran en

tierras adjudicadas a los indígenas (Morales, 1995).

En curso de la negociación, fue expedido el Decreto del 29 de abril de 1871, el cual

reconoció la ocupación de los nativos del espacio denominado Tulenega, que

comprendía los caseríos de Acandí, Ungía, entre otros hasta San Blas (Art. 2, Decreto

1871). En la zona se establecería un Comisario Nacional, encargado de controlar las

agresiones hacia o generada contra los tule, ser juez de paz, introducirlos en el credo

católico previa aprobación de los indígenas, así como levantar la corografía de Tulenega

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64 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

y asignar las veinte fanegadas por familia (Art. 8, Decreto del 29 de abril de 1871).

El liderazgo del Cacique Iñapaquiña

El Decreto del 29 de abril de 1871, no fue cumplido por el gobierno del Estado de la

Unión; no hubo asignación a los indígenas de las 20 hectáreas, y, por otra parte, los

documentos de archivo, mencionan un altercado entre colonos y nativos en 1887, por

causas semejantes a las presentadas en 1870. A través de los documentos de archivo,

se percibe el liderazgo asumido, o la representación reconocida por el Estado

colombiano del Cacique Iñapaquiña. La disputa entre colonos e indígenas estuvo a punto

de desencadenar un enfrentamiento militar, el cual fue contenido por medio de un

acuerdo hecho en 1887 entre nativos y colonos. El documento, transcrito entre un

expediente de 1904, se aclaraba que entre las partes (indígenas y colonos) no se

molestarían en la explotación de bosques nacionales, se comprometían a mantener

relaciones de comercio lícito, acatar las decisiones del gobierno y señaló la franja

comprendida entre el Cabo Tiburón y la boca de Tanela para ser ocupada por los vecinos

de Acandí sin vulnerar los límites (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.1 Folio 44 r y v). Por

otro lado, el cacique Iñapaquiña fue remitido a Cartagena donde fue recibido con honores

y nombrado General (González, 2003).

En medio del proceso independentista de Panamá, el gobierno colombiano intentó

congraciarse con los indígenas, el cacique Iñapaquiña recibía honores militares en 1904

como un intento de recuperar el control. En 1910, el mismo cacique, se trasladó a Bogotá

con el capitán indígena Aquiles Burgos, para realizar solicitudes al gobierno central.

Estas demandas quedaron registradas en el reporte de una reunión donde se solicitaba

el nombramiento de agentes de gobierno, gestionar el arribo de buques por el Atrato a

los puertos de Sasardí y Acandí, armas para garantizar la soberanía de Colombia en el

Darién y el compromiso de parte del gobierno de abstenerse de realizar adjudicaciones

de territorios ocupados por el grupo a empresas extranjeras. Así mismo, el Cacique

Iñapaquiña pidió para él y su acompañante un bastón de lujo con una insignia de dos

bastones cruzados y la inscripción de Unión (CO.AGN.SAA-II.23.7.7.2.3.1 f. 17 r).

La adhesión a la causa colombiana de parte de esta cacique, fue puesta en entredicho

posteriormente, ya que en 1912 Iñapaquiña visitó tanto al presidente colombiano como al

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Capítulo 2 65

panameño, y reconoció la soberanía del istmo en 1913 (González, 2003). Por otra parte,

en medio del proceso de separación, se pronunció una supuesta rivalidad entre los

caciques Iñapaquiña y William Oquelele Smith, ubicando uno u otro a favor o no de la

separación de Panamá. Aún en 1919, Iñapaquiña, residente en Sasardí por medio de su

secretario, publicaba en la prensa cartagenera, y posteriormente a nivel nacional, las

denuncias sobre los atropellos sufridos por los nativos en las costas de San Blas, al

parecer por mantener erguido el pabellón nacional colombiano, solicitando entonces, que

de los asuntos pendientes con Estados Unidos “no se pierda de vista nuestra vida,

nuestra situación y la mejora de nuestro porvenir” (Guerrero, 1919).

Las gestiones del Cacique William Oquelele Smith

Los registros relativos al cacique William (Guillermo) Oquelele Smith, son rastreados a

partir de 1915, de quien se registra como “Capitán de los indios cunas”, a través de un

memorial dirigido a la Procuraduría General de la Nación, donde denunciaba el despojo

de los territorios de la comunidad (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 64-67). Como

estrategia de disuasión, el Intendente de Chocó ante el Ministro de Agricultura y

Comercio, desmintió las afirmaciones de Oquelele, a partir de la información recibida por

la Alcaldía Municipal del Distrito de Acandí (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f 80-90).

En otras comunicaciones dirigidas además a la Cámara de Representantes, solicitaba

que se les midiera y registrara el territorio conforme a la ley (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//1.1.2 f. 79r).

Ley 60 de 1916

Es posible que el cacique Oquelele, quien en varias oportunidades se trasladó a Bogotá,

gestionara a través del representante chocoano José Vicente Garcés Navas, promotor de

la Ley 60 de 1913, la demarcación de resguardos en territorios baldíos a razón de veinte

(20) hectáreas por cabeza, asunto tratado anteriormente. Su gestión logra la expedición

por parte del Ministerio de Agricultura y Comercio de la Resolución 229 de 1918 (20 de

septiembre), como bien se le reconoce en los considerandos de esa disposición; en la

misma Ley se le encarga al Prefecto la verificación de la demarcación del Resguardo de

Indígenas de la Parcialidad de Tolo y sus agregaciones (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//1.1.2 f.117r). Posteriormente la Intendencia Nacional de Chocó emitió la Resolución 56

de 1918 (noviembre 16 de 1918), la cual se resolvió que la Prefectura del Darién

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66 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

cumpliera la Resolución 229 de 1918 con prontitud con el propósito de dar tranquilidad a

las tribus a cargo de Oquelele y las comandadas por el Cacique Iñapaquiña,

considerados errantes. Su área, se estimaba en 6560 hectáreas, y con el propósito de

que fuera permanente, estarían en la demarcación el Ingeniero de la Intendencia, el

Prefecto y el Cacique Oquelele (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 ff.120 r-121r).

El 25 de marzo de 1919, el Ministerio de Agricultura y Comercio emite la Resolución No.

251 de 1919 por la cual se delimita el resguardo a la Parcialidad del Tolo en Caimán

Nuevo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.1.1 f. 11r). Quedaron entonces, según las

Resoluciones, dos resguardos; uno ubicado en la Provincia del Darién, y dependiente de

la Intendencia Nacional de Chocó (Resolución 229 de 1918) y el de Caimán Nuevo

ubicado en la banda oriental del Golfo de Urabá, bajo jurisdicción de la gobernación de

Antioquia (Resolución 251 de 1919). A los pocos meses muere el Cacique William

Oquelele, sin ver los resguardos delimitados.

La continuación por parte de Cacique Díaz Granados

La causa de Oquelele es seguida por su sucesor el Cacique Díaz Granados, de quien se

dice fue educado en Cartagena por una familia de la cual tomó el nombre, fue ayudante y

traductor de Iñapaquiña y según Daniel Morales Ortiz, de su regreso de Bogotá, llegó con

“tendencias reformadoras de usos y costumbres” (González, 2012:204) a partir de 1919

Díaz Granados continúa con la solicitud de la demarcación del Resguardo ante el

Ministerio de Agricultura, la cual fue rechazada al afirmar este despacho que no había

recursos suficientes y que se solicitarían el próximo Congreso

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.128r). Frente a esta situación Díaz Granados,

manifiesta su desilusión frente al gobierno y pide el reconocimiento del territorio en

términos de protección ante el despojo “que es lo único que nos queda de nuestros

antiguos vastos dominios y de nuestros derechos de aborígenes” (CO.AGN.SR/MINFOM-

DEP-BALDIOS: SR.59. T 44, f. 349. En González, 2012, Tomo II: 198).

Así como lo hizo en su momento el Cacique Oquelele Smith, Díaz pidió entrega de tierras

para dar hospitalidad a un grupo proveniente de San Blas (AGN. Fondo Ministerio de

Industrias Baldíos T. 44 f. 335 En González, 2012). A pesar de que fue demarcado uno

de los resguardos, fue registrado como provisional, y luego declarado inválido por el

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Capítulo 2 67

Ministerio de Industrias al remitir un croquis, y no un plano, como era requerido,

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 138r).

Desde 1922, se registra el acompañamiento y el apoyo de los miembros de la comunidad

de Carmelitas Descalzos encargados de la Prefectura de Urabá, acompañando y

representando al grupo en Bogotá, ante el Ministerio de Agricultura y Comercio

manifestando su oposición en la entrega de tierras indígenas para la agroindustria,

especialmente a empresas bananeras; parte de estos terrenos pasarían más tarde a

manos de la United Fruit Company, lugar donde residían seis pueblos cunas, según la

queja presentada por el cacique cuna Tomás Carranza (sucesor de Díaz Granados)

(González, 2012). También continuaban solicitando los títulos definitivos de las

adjudicaciones hechas en el territorio de Acandí (CO.AGN.SR/MINFOM-DEP-BALDIOS:

SR.59, T.186, f.61), dejando sobre el encuentro con el ministro, una nota sobre la

disposición para atenderlos.

Procesos enmarcadores

En esta sección se registran los discursos asociados al caso particular sobre las

comunidades indígenas residentes en la frontera con Panamá y sus líderes. En contraste

con el caso anterior, la causa de la soberanía colombiana y el pasado, fueron elementos

constantes, tanto en las manifestaciones hechas por los líderes indígenas, como por

funcionarios y políticos colombianos.

El pasado indígena y su lugar como colonos, en la raíz de su

derecho

En los memoriales presentados por los indígenas, o en su nombre, para solicitar amparo

y protección para las personas y bienes de la comunidad, la argumentación fue

sustentada en su ancestralidad y con el propósito de “conservar la pureza de la raza” era

necesario resolver los asuntos de las tierras para su subsistencia al ser “ejemplares de la

raza primitiva que luchó con los conquistadores y facilitó a Balboa el descubrimiento del

Océano Pacífico” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.65r y 66r).

Estos argumentos planteados en los escritos, fueron trasladados en algunos casos

directamente por el Cacique William Oquelele, quien menciona haberse trasladado a la

ciudad de Bogotá con este propósito, sustentando su derecho en ser Cacique de la

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68 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

comunidad que “habita de tiempo inmemorial en la región del Darién”. Anterior a la

expedición de la Ley 60 de 1916, el Cacique Oquelele justifica su derecho la justificación

de su derecho la presenta al haber sido la comunidad la que sembrara los cocoteros,

cultivos de café, cacao, caña, maíz y árboles frutales, además de las casas de

habitación, adquiriendo así el “derecho de colonos, además de los derechos que la Ley

reconoce especialmente a los indígenas” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 76).

Posteriormente, en 1918, invoca la Ley 60 de 1916, que destaca el argumento de su

derecho en ser parte de los vestigios de la raza aborigen, la cual había dado pruebas de

su patriotismo, a pesar del abandono y las persecuciones de las cuales había sido

víctima (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 100r). En estas demandas ya no se

encuentra referencia a los acuerdos adelantados en 1870, ni en 1887, sino en los

derechos, primero como colonos, y luego como indígenas, siendo los cunas

especialmente referidos en la Ley 60 de 1916 (Artículo 2).

El patriotismo y la colonización antioqueña en la apropiación del

territorio por parte del Estado

La coyuntura particular de la segregación de Panamá generó una serie de discursos

alrededor del patriotismo, que a su vez, permitieron el afloramiento de una serie de

prejuicios racistas, y donde la presencia indígena fue un factor que supuestamente

propició la separación del territorio. Todos estos elementos expuestos en la prensa y en

las comunicaciones oficiales, justificaban la colonización con otro tipo de gentes.

Durante 1904, la prensa registraba la adhesión o resistencia a la causa colombiana por

parte de los caciques indígenas20, pero no registraba las visitas adelantadas por los

caciques cunas a Bogotá reclamando los derechos sobre las tierras; es así como para la

visita realizada en agosto de 1909 se menciona que el cacique Iñapaquiña y su

20 Este es un grupo de titulares al respecto “El cacique de los indios cunas se declara colombiano” (publicado originalmente en El Nuevo Tiempo, 10 de Febrero de 1904) “Atrato. Acuerdo entre el cacique indígena y el general que comanda los expedicionarios” (publicado originalmente en El Nuevo Tiempo, 25 de febrero de 1904, en Villegas, Yunis, 1974), “Se Enfrentan expedicionarios e Indígenas. Combates entre tropas colombianas y la población indígena de San Blas” (El Nuevo Tiempo, 10 de marzo de 1904), los cuales se encuentran referidos en Villegas, Yunis (1974).

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Capítulo 2 69

ayudante, Bernardo Elmen se trasladaron a Bogotá a “expresar su deseo de hacerse

colombianos, porque no soportan la crueldad de la bota yanqui” (Santos, 2016); por otra

parte, señalaban una rivalidad entre los jefes cunas, generada a partir de la separación

de Panamá, donde la muerte del Cacique Oquelele es destacada por medios

internacionales subrayando únicamente una supuesta adhesión a la causa colombiana,

como se registra en la Figura 2-5

Figura 2-5 "De Colombia"

Fuente: La Emigración Española Vida Española en el Extranjero. Revista Quincenal de Emigración y colonias. (Edición Madrid 15 de Julio de 1919) Año VII, Número 13, página

100

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70 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Para 1910, ya una vez segregado el territorio del istmo, sin que Colombia lo hubiera

reconocido como país, en los ejercicios de soberanía del Estado, la comisión del General

Jaramillo, les atribuía a los indígenas un egoísmo natural, falta de aspiraciones ni

industria y quienes “esperan impasibles la extinción de su raza” (Jaramillo, 1910:18) lo

cual había sido un elemento clave en el proceso separatista, imaginario que luego sería

repetido unos años después. El señalado egoísmo, también fue destacado en 1916, por

el alcalde de Acandí, quien usa ese prejuicio para desmentir las denuncias de despojo

elevadas, señalando un sentimiento de indolencia y “egoísmo propio de su raza”

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 87r).

Reconocidos los límites entre Panamá y Colombia por la Ley 53 de 1924, las razones de

su separación continuaban siendo parte de las discusiones de la época, por la cual no

pasó inadvertida la raza indígena. Un intelectual como el antioqueño Luis López de

Mesa, consideraba que la raza, y otros aspectos como la educación y la economía eran

factores influyentes en el desarrollo del país. Sobre la región en particular, en 1930 en su

columna periódica Introducción a la Historia de la Cultura en Colombia, expuso que parte

de las razones de la pérdida de Panamá se dio por la falta de “una raza orgullosamente

enamorada de su espíritu” al no haber elemento latino (López de Mesa, 1930),

planteamiento consecuente con la propuesta hecha de fundar colonias o asentamientos

con colonos seleccionados de “buena raza”, para colonizar la zona del Atrato (López de

Mesa, 1927 en González, 2012).

Colonizar la región con una buena raza, no era una propuesta nueva; en una comisión

adelantada por miembros de la Asamblea Departamental de Antioquia en 1914 a la

región del Darién, señaló que esta zona se encontraba en el mismo estado de los

“primeros descubridores y conquistadores de Antioquia (…) para el establecimiento y

multiplicación de nuestra raza”, siendo los elegidos de realizar dicha labor, campesinos

antioqueños “sanos y valientes” (Asamblea Departamental de Antioquia, 1914). La

frontera fue finalmente delimitada finalmente entre 1935 y 1937 (González, 2012)

Cuestionar el liderazgo, estrategia para negar los derechos

Además de los prejuicios en general sobre la población indígena, destacando un

supuesto egoísmo y falta de industria, los señalamientos directos contra los caciques, los

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Capítulo 2 71

muestran como personas que se aprovechaban de los demás miembros de la

comunidad, aspecto que será constante en la manera de deslegitimar las solicitudes

presentadas por indígenas, o de quienes lo hicieran a su nombre, como se presentará en

los siguientes capítulos.

En este caso particular el encargado de la Intendencia del Chocó, remite al Ministro de

Agricultura y Comercio, la información brindada por el alcalde de Acandí en 1916, en

donde los reclamos hechos por el cacique de la ocupación de tierras son desmentidos

por la declaración juramentada de cinco testigos, además de unas apreciaciones

personales sobre el cacique Oquelele:

Este es un indio que en los primeros años de su adolescencia se embarcó en la

Costa de San Blas en un buque de alto bordo que lo llevo a muchas capitales de

los E.U de A. y de allí a otras de Europa en cuyos viajes empleó 17 años. Hace

apenas dos que regresó a la / choza de sus coterráneos, trayendo como único

patrimonio las costumbres habituales del hombre que ha vivido con gente

civilizada, pero con la determinación de vivir a espensas (sic) de los que ha

adoptado por sus siervos. De lo cual se desprende que para ir a pasear a Bogotá

constantemente con los recursos que en suma considerable le proporcionan todos

los indios, inventa ocupaciones o despojos de los terrenos que ellos ocupan,

haciéndoles entender que va en defensa de esos terrenos

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 80r-81r).

2.4.3 La quintinada

Con este nombre se le ha designado a la movilización indígena liderada por Manuel

Quintín Lame desarrollada entre 1910 a 1921 aproximadamente; las acciones

involucradas se desarrollaron no solo en el Cauca, de donde era originario Lame, sino

que también tuvo manifestaciones en los departamentos del Huila y el Sur del Tolima,

enarbolando la defensa y recuperación de los resguardos cuyo resumen se presenta en

la Tabla 2-3.

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72 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Tabla 2-3 Resumen La quintinada

Año 1910-1921 1922-1930

Características

• La lucha integró en torno a demandas comunes a indígenas de resguardo y los que no pertenecían a ellos, alrededor del peonaje y la terrajería

• Aumento en la presión por la tierra ante la división del gran departamento del Cauca

• Gran número de resguardos persistentes desde el periodo colonial

• Se trasladan las actividades a los Departamentos del Huila y Tolima

Las oportunidades políticas y constricciones

Oportunidades Políticas

• Movimiento lejano a los partidos políticos

• Descontento en general por el pago de terraje

Oportunidades Políticas

• Acercamiento al Partido Socialista

• Participación en el Segundo Congreso Obrero realizado en julio de 1925

• Creación de la “Confederación Obrera Nacional” siendo Lame su vicepresidente

Constricciones

• Facción de indígenas liderados por Pío Collo, apoyaron a hacendados y gobierno local

• Arrestos sucesivos a Lame y sus seguidores, lo que le impidió participar en el Tercer Congreso Obrero

Constricciones

• En 1928 se expide la Ley de Defensa Social, donde cualquier actividad socialista era considerada ilegal

Las estructuras de movilización

• 1910-1914 Organizaciones de base municipal reclamando por el pago del terraje

• Cabildos de Huila, Cauca, Tolima y Nariño, en asambleas eligieron a Lame como su jefe, representante y defensor legal en 1916.

• Creación de la Junta Indígena de Colombia

• Permanencia de la Junta Indígena y del Consejo Indio de Indias

Procesos enmarcadores

• Divulgación del pensamiento de Manuel Quintín Lame sobre: rechazo a los partidos políticos tradicionales, ser el elegido, segundo libertador y héroe de hermanos indígenas

• Blancos y mestizos causantes de la expropiación indígena

• Constante respeto a la Ley

• Vestir como militar y ser llamado mariscal

• A partir de la salida de la cárcel en 1922, ubica la desobediencia por encima de la ley, cuando la norma es injusta

• Vestir de blanco y considerar la naturaleza educadora, por encima de la civilización

Las oportunidades políticas y constricciones

La región del antiguo Gran Cauca, la cual comprendía gran parte del sur y occidente del

país, mantuvo varios resguardos de origen colonial sin dividir, a diferencia de la situación

presentada en el altiplano cundiboyacense, donde la mayoría de los territorios comunales

fueron divididos. La separación administrativa del territorio ocurrida en los primeros años

del siglo XX, debilitó la élite payanesa al reducir su acceso sobre las minas y la tierra,

generando así mayor presión sobre la fuerza de trabajo indígena, junto con la ampliación

de la ganadería extensiva convirtiéndose esta en el soporte de su economía. A diferencia

de los dos casos anteriormente expuestos, por la actividad agrícola, los dos partidos

políticos tradicionales de Colombia destacaban la importancia de promover la integración

de la economía colombiana al mercado externo, enfocada en lo agrícola; no obstante, las

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Capítulo 2 73

exportaciones fueron muy bajas entre 1850 y 1930. Una limitación para la expansión de

esa actividad era explicada por el gran número de resguardos de origen colonial

persistentes en la región; ante esta presión, los reclamos no demoraron y se dio paso a

las reclamaciones de los indígenas. En este caso, vamos a tratar lo relacionado

directamente con Manuel Quintín Lame, ya que su liderazgo incluyó comunidades de

otros departamentos; en el siguiente capítulo haremos referencia a las comunidades del

Cauca.

Las normas a favor de la división de resguardos

Como fue mencionado anteriormente, la expedición de la Ley 55 de 1905, norma por la

cual se ratificaba las vacancias de globos de terrenos conocidos como Resguardos de

Indígenas, se generó una serie de revueltas cuyas manifestaciones fueron opuestas al

terraje y liquidación de resguardos. Éstas a su vez fueron respondidas con el

encarcelamiento de varios de sus líderes, generándose en la opinión pública ideas de

que los indígenas eran subversivos, durante el desarrollo de los levantamientos

indígenas.

La persecución hacia sus miembros

En esta etapa de la Quintinada, Manuel Quintín Lame y sus seguidores fueron varias

veces apresados; en 1915 fueron procesados bajo el delito "rebelión contra el Gobierno"

con su hermano y cinco indígenas más; el levantamiento indígena es frustrado, pero se

decía que sus proclamas eran la separación de los blancos y elegir mariscal a Lame.

Sin embargo, esto no detuvo las movilizaciones; en 1916, desde el municipio de

Tierradentro se organizó el levantamiento que culminó con la toma del municipio de

Belalcázar, siendo apresado Lame en el mes de junio de dicho año. Entre sus opositores,

había también indígenas como Pio Collo quien estaba al mando de un grupo indígena

armado promovido por hacendados y por el gobierno, llevando preso a Rosalino Yajimbó,

líder cercano a Lame, quien fallecería en la cárcel de Popayán. En mayo de 1917 fue

nuevamente apresado con sus compañeros en el municipio de Cajibío, permaneciendo

detenido hasta 1921 (Espinosa, 2009).

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74 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

La disputa entre Lame y Pío Collo, ha sido interpretado como una disputa que nacía de

las redes clientelares instauradas por los dos partidos tradicionales en Tierradentro. Pío

Collo, había participado en la Guerra de los Mil Días como coronel liberal, perteneciente

a Belalcázar, siendo gobernador del cabildo en 1904; al saber leer y escribir, fue apoyo

en procedimientos legales como el registro en notaría de los títulos de los resguardos de

Avirama, Togoima, Belalcázar y San José en 1911; también dirigió un levantamiento con

miembros de las comunidades de Tálaga y Cohetando, además de líderes negros de El

Salado y Símbola en 1932. También estuvo involucrado en la rebelión hecha en 1950

con los indígenas de Pitayó y Tacueyó, cuya cohesión posiblemente se debía a la

adscripción al partido liberal, lo cual ha sido develado a partir de las fuentes

documentales del Archivo Central del Cauca (Boza, 2013)

El panorama de la persecución no cambió una vez salió Lame de la cárcel, no obstante,

cambió el escenario de su lucha; en 1922 es de nuevo apresado por un levantamiento

indígena en el Caguán; en 1923 se le acusa de haber decretado en el municipio de

Ortega en Estado de Sitio y se le detiene al considerarlo responsable de los homicidios

realizados por sus "ayudantes" en el Huila y Tolima; otro de sus compañeros de lucha en

estos años hasta 1930, José Gonzalo Sánchez fue apresado en 1923. Por otra parte, se

desarrollaron durante estos años las masacres contra indígenas en 1922 en el sitio Los

Limpios (Huila) y en 1931 en San José de Indias (Tolima) (Espinosa, 2009).

Las alianzas con partidos políticos

Debido a que Lame se reconocía como miembro del partido Conservador, parte de sus

proclamas eran publicadas en periódicos de filiación conservadora. Una vez sale Lame

de la cárcel, junto con José Gonzalo Sánchez, manifiestan la necesidad de acceder a un

cargo representativo en el Congreso. El Partido Socialista Colombiano fue fundado en

1919 pero fue diluido; luego, en 1924 sus líderes al lograr el acercamiento para el

Segundo Congreso Obrero realizado en julio de 1925, permitieron la creación de la

“Confederación Obrera Nacional” la cual representaba artesanos, mujeres, movimiento

campesino, sindicalismo y sectores populares, siendo su vicepresidente Quintín Lame,

incluyendo además una comisión especial sobre la cuestión indígena. Entre 1926 fue

denominado Partido Socialista Revolucionario, incorporando en la agenda la

reivindicación de los pueblos indígenas, formándose a partir de ese momento Ligas en

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Capítulo 2 75

todo el país como la Liga Indígena de la Unión de Trabajadores del Magdalena formada

en Simonarua (Schlegelberger, 1995).

Lastimosamente para el Tercer Congreso Obrero Lame no pudo estar presente por

encontrarse preso en Ortega. Varios miembros de la Confederación Obrera fueron

arrestados por difusión de ideas socialistas entre 1925 a 1930 (Uribe, 2010). En 1926, el

Partido Socialista se transformó en el Partido Socialista Revolucionario y logra la

afiliación a la Internacional Sindical Roja.

El contexto de la época no fue lo más favorable para la movilización social en general; en

1928 durante el gobierno de Miguel Abadía Méndez, se expidió la “Ley de Defensa

Social”, la cual declaró subversiva toda actividad antipatronal o antigubernamental,

declarando ilegal el socialismo y los sindicatos bolcheviques o comunistas, sustentado en

que dichas organizaciones atacaban los sentimientos y nociones de patria, difundían el

rechazo a la religión católica, los valores familiares y la propiedad privada, fomentando el

desorden y la sedición (Espinosa, 2009).

Para 1930, los principales líderes Quintín Lame y José Gonzalo Sánchez toman rumbos

distintos; en 1930 se disuelve el Partido Socialista Revolucionario y se crea el Partido

Comunista. Por su parte, Lame quedo activo en Ortega, mientras Sánchez y Eutiquio

Timoté continuaron en Coyaima y Natagaima defendiendo las ligas agrarias.

Las estructuras de movilización

En particular durante la Quintinada, se llevaron a cabo diferentes manifestaciones, cuya

alineación estuvo a cargo de organizaciones de base local, como de organizaciones que

superaron el nivel municipal y departamental, aspecto significativo de esta época.

Organizaciones de base local

El ya antes mencionado Manuel Quintín Lame Chantre, uno de los principales líderes,

nació en 1883, en el sitio El Borbollón de la hacienda Polindara, posteriormente anexada

a la Hacienda San Isidro en 1894; era descendiente de indígenas Nasa y guambianos,

conociendo de primera mano la situación de los terrazgueros. Luego de que su familia

recibiera ataques por ser cercanos al partido conservador y de haber estado bajo el

mando del General Carlos Albán de quien recibiría varias lecciones, al retornar al Cauca,

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76 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

pidió encierro (terraje) en la hacienda San Isidro para asentarse con su esposa y su hija,

momento desde el cual inició el rechazo al pago del terraje (Espinosa, 2009).

En las primeras movilizaciones, se registran acciones de parte de terrazgueros,

entendido como indígenas que hacían uso de un espacio para habitar y tener un

pequeño cultivo de subsistencia en una hacienda, a cambio de pagar tres o más días de

trabajo para el dueño del predio, sin recibir pago, o reconocimiento de las mejoras. Ya en

1910 en las haciendas de Tierradentro, en Belalcázar y San Isidro, se registraron

manifestaciones alusivas a la resistencia del terraje (Espinosa, 2009). Desde este año

Lame tuvo un rol activo en la organización entre miembros de resguardos y terrazgueros

de San Isidro, Puracé-Coconuco, Caloto, Inzá y Páez. Al año siguiente, Lame es

nombrado Jefe Representante y Defensor general de los indios del Cabildo de San Isidro.

Entre 1913 y 1914 las protestas contra el pago del terraje se llevaron a cabo desde

Totoró y Cajibío hasta Sotará. Al poco tiempo, se pasó de la negativa del pago del terraje

a la lucha del rechazo a las políticas de disolución de los resguardos.

Acciones conjuntas entre cabildos

Las acciones que se presentan a partir de 1914, incluyeron tomas de municipios,

anuncios de levantamientos, algunos aplacados al apresar a los líderes. Estos hechos

tuvieron repercusión nacional, y en los años siguientes serían mencionados por otras

comunidades, recordando así la idea de una gran movilización. La primera movilización

correspondió a la toma pacífica de Paniquitá, que contó con la participación de

doscientos (200) indígenas, donde se rechazaba la ocupación de los resguardos por

parte de mestizos y el fomento de la ocupación estimulado por comunidades religiosas;

en este caso gracias a que hubo una coordinación de varias parcialidades del

Departamento del Cauca, la masa movilizada recibía con júbilo a Quintín Lame, contando

además con la participación de Rosalino Yajimbo, líder liberal veterano de la Guerra de

los Mil Días, quien atrajo a los miembros que se opusieron a la fundación del poblado de

Belalcázar, por parte de las familias Valencia, Mosquera y Lemus (Espinosa, 2009).

En noviembre de 1916 se lleva a cabo la toma de Inzá, la cual convocó a mil quinientos

(1500) indígenas, con lo cual se esperaba impedir la ocupación de tierras de resguardo;

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Capítulo 2 77

este hecho desencadenó una confrontación, que dio como resultado el asesinato de

cinco indígenas y catorce heridos. En la proclama de plaza pública, Lame se

autoproclamó el segundo libertador, y se equiparó con el sabio y mártir Caldas, siendo

ovacionado entre música de flautas y guitarras.

Luego de esta fecha, se anunció en enero de 1917 un levantamiento para recuperar las

tierras, el gobierno local solicitó apoyo en policía. Se presenta un ataque en mayo de

1917en Belalcázar, siendo capturado Lame, permaneciendo en prisión sin juicio hasta

1921; fueron apresados además Rosalino Yajimbo y más de 35 indígenas que hacían

parte del movimiento.

Conformación de Organizaciones Supra étnicos 1919

Durante el tiempo en que Lame permanece en prisión, José Gonzalo Sánchez adelanta

otras acciones, como la realización del Comité Indígena de Colombia en agosto de 1919

y la creación de la Junta Indígena de Colombia. Al año siguiente estableció el Consejo

Indio de Indias conformado por José Gonzalo Sánchez, EutiquioTimoté y Julio Niquinás

García, el cual estaría encargado de “guardar y hacer guardar, respetar y hacer respetar,

cumplir y hacer cumplir las leyes y demás bienes y costumbres que existen de los

indígenas de la República, como a favor y completo bienestar de nuestros Cabildos en

cumplimiento de nuestros deberes” (En Espinosa, 2009:144). Esta corporación se hizo

con el apoyo de los cabildos indígenas de Calibío, Totoró, Paniquitá, Chero, Jambaló,

Quichaya, Ortega, El Dinde, Guanacas, Pedregal, Caguán, y de otras comunidades del

Cauca, Valle, Huila y Tolima (Espinosa, 2009); su protocolización estuvo respaldada por

un memorial dirigido al presidente de la República en el que se daba aviso de la creación

de la Junta Indígena de Colombia, el cual estaba acompañado por la firma de más de

1500 indígenas, pidiendo el reconocimiento de esta organización y exigiendo que se les

dejara de llamar sediciosos. Desde ese momento se tiene registro de formas de

organización y movilización supra étnicas (Triana, 1993, en Espinosa, 2009).

Además de esta organización, para 1924 las comunidades de Ortega y Chaparral

conceden poder general la Lame y a Sánchez para ser representados ante autoridades

gubernamentales y judiciales, entre otras comunidades.

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78 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Otras acciones adelantadas entre 1925 y 1928, correspondieron a los recursos

presentados por José Gonzalo Sánchez para declarar inconstitucionales las Leyes 55 de

1905, Ley 104 de 1919, Ley 32 de 1920 y la Ley 38 de 1921, con las que se promulgaba

la división de los resguardos, violatorias del artículo 31 de la Constitución de 1886, en el

que se indicaba que los derechos adquiridos con justo título conforme a las leyes civiles

por personas naturales o jurídicas, no podrían ser desconocidos ni vulnerados por leyes

posteriores (Art. 31, Constitución de la República de Colombia, 1886). La Corte Suprema

de Justicia destacó que esas normas, buscaban la desintegración “pero sometiéndolas

por altas consideraciones de orden público a la división y distribución entre sus

miembros” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.1, f.3r). La solicitud fue negada por la

Corte, destacando el inconveniente de la venta de los resguardos “permitiéndola luego,

bajo las mismas condiciones a que están sometidos los incapaces, reproduciendo al

efecto el Art. 7 de la Ley 2 de 1832 altamente protectora de la raza indígena”

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.1, f.3r).

La Creación de San José de Indios

En 1923, en el sitio de Llanogrande se realizó una minga para construir el pueblo de San

José de Indias, el cual hasta 1931 fue el epicentro de la movilización y organización de

las redes de cabildos, desarrollando una autonomía política, además de ser un lugar

donde realizaban manifestaciones culturales propias. El proyecto de un espacio

autónomo fue verificado por el Secretario de Gobierno de Tolima en 1924, quien al

visitarlo por comisión del a Gobernación, encontró alrededor de 500 indígenas

organizados, quienes reconocían como jefe a Quintín Lame, además de tener presidente,

vicepresidente y alcalde de la parcialidad; a pesar de que el funcionario departamental

les expusiera a los indígenas las quejas hechas por los habitantes de Ortega sobre la

mala conducta de los nativos y de que sus nombramientos no tenían razón de ser, dado

que la única autoridad legal era el Administrador General de la Comunidad, y que allí no

había indios sino individuos civilizados. Ante los rumores de que allí se propagaban ideas

contra los propietarios, cualquier movilización debía ser contenida. Este caserío sería el

escenario de una masacre posterior, cuando fueron atacados el 31 de enero de 1931 en

los preparativos de las elecciones a la Asamblea Departamental, dando como resultado

seis indígenas asesinados y nueve heridos; hubo varios arrestos, entre estos Lame a

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Capítulo 2 79

quien además golpearon y amarraron al árbol de la plaza central de Ortega (Espinosa,

2009). Posteriormente, en el lugar fue destruida la escuela.

Procesos enmarcadores

Además de las corrientes políticas e intelectuales ya expuestas anteriormente frente a la

cuestión indígena, también vamos a encontrar proclamas hechas por el líder más

significativo en este periodo como fue Manuel Quintín Lame, así como las noticias que se

generaban alrededor de sus actos y las manifestaciones del gobierno sobre su lucha. A

diferencia de los casos anteriormente presentados, la acción constante de Lame y sus

seguidores, la publicación de sus escritos y la generación de un discurso “oficial” sobre

él, permiten ver la dinámica del discurso y su función en términos de los procesos

enmarcadores.

Escritos de Manuel Quintín Lame entre 1916 a 1930. Características

principales

• La referencia al pasado: En sus escritos como Luz Indígena en Colombia de 1916,

los referentes al pasado incluyen la referencia sobre pertenecer a la “raza amarilla”

descendiente de los antiguos poseedores del suelo americano, al que llama

guananchí; en el mismo texto también destaca el aporte de los indígenas del Cauca a

la “epopeya americana”. (Sánchez, Molina, 2010). Posteriormente en 1927, destaca

como base de su derecho el ser descendiente de “nuestros primeros padres” quienes

fueron puestos por la providencia como “dueños y señores sobre este suelo” (Vega

Cantor, 2002:255) cuyo despojo originario lo establece repetidamente en 1492

(Lemaitre, 2013).

• Proyecto de autonomía indígena: De los primeros escritos que se conocen de Quintín

Lame es la carta de 1915 dirigida a sus hermanos, en la que manifiesta su proyecto:

“reintegración e independencia de toda la raza amarilla con la blanca” (Sánchez,

Molina, 2010:58) en el contexto de la convocatoria a una manifestación en Cajibío.

Esta idea continuaría en el texto denominado Circular, dirigido a los gobernadores

indígenas, declarándose el héroe para formar con sus “hermanos” formar “nuestro

moderno imperio” (Sánchez, Molina, 2010:46).

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80 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Este aspecto es significativo en el discurso de Lame, al no referirse únicamente a un

pueblo, sino que crea una hermandad cuyo vínculo es la raza y, donde él es su

héroe, haciendo uso de elementos religiosos católicos invocando la divina

providencia, para legitimar su discurso, lo cual ya ha sido indicado por otros

investigadores.

• Contra los partidos tradicionales: Desde 1916, en Luz Indígena en Colombia, exponía

y denunciaba la manipulación de los miembros de los partidos políticos durante las

elecciones, manipulación dela cual él mismo fue objeto, cuando apoyó a un senador

en su campaña, y una vez fue Gobernador lo expropió (Sánchez, Molina, 2010). Así

mismo, en dos notas periodísticas de 1916 publicadas en El Cauca Liberal, en la nota

sobre la proclama hecha en Carrillo frente a trescientos (300) indígenas, expuso la

necesidad de trabajar por un candidato indígena y no votar por ningún candidato

blanco (Sánchez, Molina, 2010:51). En 1927, establecía el origen español de los dos

partidos tradicionales, siendo éstos los responsables de la ruina en que se

encontraban los indígenas, al arruinar las propiedades territoriales y los cultivos de

los indígenas en Colombia, Perú, Ecuador y Chile (Vega Cantor, 2002).

• Contra la disolución de resguardos: En Luz Indígena en Colombia dirige su discurso a

los miembros de los pequeños cabildos para fomentar el rechazo a las

determinaciones de las alcaldías municipales de los distritos, recordándoles la

facultad que tiene el cabildo cesante al nombrar su sucesor, contrario a las

atribuciones que estaban tomando alcaldes municipales (Sánchez, Molina, 2010). Al

salir de la reclusión, expone en 1922 su proclama Por mi desventurada Raza, en

donde refiere a que los resguardos son protegidos por la propiedad privada, la cual a

su vez es protegida por la Constitución, por el código civil y la propiedad colectiva;

además del argumento sobre el respaldo de la ley en materia de resguardo,

menciona la existencia de un derecho indígena, el cual es anterior y superior al

Estado y al derecho occidental, perteneciente al conocimiento y civilización

“universal”.

• La defensa de la ley y la desobediencia como camino de la justicia: Así como

mencionaba el derecho indígena, luego de haber salido de reclusión, y al trasladarse

a departamento del Tolima, el concepto de justicia, incluye la posibilidad de

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Capítulo 2 81

desobedecer la Ley, lo cual según Lemaitre, era un planteamiento semejante al

expuesto por Jaime Balmes jurista de lectura obligatoria en la época, en el que “el

corazón indígena” mencionado por Lame se equipara con la razón natural, como

protesta frente a lo que se considera obligatorio lo injusto, absurdo e inocuo (2013). A

su vez, el despojo de las tierras había sido contra “toda justicia y contra toda ley”

(Sánchez, Molina, 2010:55) En el texto titulado Movimiento de Mujeres Indígenas,

ubica la justicia, por encima de la Ley, donde la desobediencia a la norma debe darse

cuando la injusticia es evidente, o cuando se decretan leyes que contradicen las

“leyes naturales y divinas” (Sánchez, Molina, 2010:34).

Estrategia performativa, Lame el Mariscal, segundo libertador, el

predestinado

Lame hizo uso de elementos que establecía una imagen de autoridad, entre sus

semejantes y que, con los años aumentó su reconocimiento mezclando representaciones

legales, elementos religiosos y arquetipos de héroes de historia patria. En primer lugar,

se hace nombrar Jefe Representante y Defensor General de los indios, iniciando con el

Cabildo de San Isidro (1914) y “defensor legal y representante de los cabildos de indios”.

En estos primeros años, durante la quintinada en repetidas oportunidades portó un

uniforme militar, siendo llamado Mariscal, y aparecía acompañado de una mujer llevando

el código civil, entre otros documentos, a manera de amanuense. En la toma de Inzá de

1916, se autodeclaró como el segundo libertador destinado a sacar de la esclavitud a la

raza indígena, siendo la encarnación del héroe local “el sabio y mártir Caldas” (Villegas,

Yunis, 1974: 270). También en sus proclamas de 1916 se definió como el escogido y

predestinado por Dios (Sánchez, Molina, 2010).

Posterior a su reclusión, comenzaría a usar trajes blancos, y en 1927 mencionaría la

educación dada por la naturaleza de la cual era portador como una luz recibida en los

“solitarios bosques cubiertos por corpulentas selvas” (Vega Cantor, 2002:255).

Los estereotipos sobre lo indígena y los “otros” en el discurso de

Lame

Parte de las atribuciones negativas atribuidas a la categoría de indígena se incluyen en el

discurso de Quintín Lame, tal como la debilidad siendo la causa de que los blancos

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82 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

lograron el despojo (Sánchez, Molina, 2010:55). Sin embargo, esta debilidad no

correspondía a la raza indígena, ya que en su interpretación “los blancos” temen que los

indígenas fueran fuertes y tomaran posición de las tierras despojadas, sin seguir

apropiándose de su trabajo (Vega Cantor, 2002); así mismo define a los indígenas como

víctimas de los atropellos de la raza blanca y de las autoridades en su escrito de 1916

Luz Indígena en Colombia. En oposición a lo indígena menciona los perjuicios causados

por la raza blanca y mestiza, quienes hacen de los indios a su antojo formando latifundios

“en nuestro propio suelo” (Sánchez, Molina, 2010:37), asociados con la civilización,

siendo los “explotadores, calumniadores, usureros y ladrones, quienes han alcoholizado

a los indígenas para usurparle los bienes” (Sánchez, Molina, 2010:29)

Cuestionar la indianidad como estrategia para desestimar su causa

Entre 1914 y 1930, Quintín Lame no era precisamente el prototipo del paradigma

indígena infundado en la opinión, ya que no pertenecía a un resguardo, era

completamente católico, alfabeto, interlocutor directo y contestatario con las autoridades

locales y del nivel central. Desde las primeras manifestaciones realizadas en público por

Quintín Lame, se comenzó a cuestionar su indianidad en 1914 por el Gobierno Central al

ser descrito como “hombre libre, perfectamente vago y ocioso, hijo de padre que es ya

propietario y que por consiguiente no paga tributo a patrón alguno ni a ninguna

parcialidad” (En Lemaitre, 2013: 228).

Para 1916, el Gobernador del Cauca comunicó al presidente de la República, que Lame

“promovía la guerra de razas” en los departamentos del sur como Cauca, Valle, Tolima,

Huila y Nariño (Bacca, 2013). En 1919 era cuestionada su indianidad, señalándolo como

un delincuente, que no pertenecía a resguardo, y que además era hijo de un propietario

de tierras descendiente de “razas negra e india” (Espinosa, 2009:137).

Los miembros del movimiento, desde la prensa eran referidos como personas de “raza

inferior”, “gentes ignorantes” con ambición y odios atacarían contra “ciudadanos

trabajadores honorables y pudientes” (“Frutos de la Impunidad. Amenaza de los indios”,

Opiniones (1917), en www.proyectoquintinlame.org), refiriéndose a Rosalino Yajimbo y

los demás indígenas seguidores como rebeldes y malhechores.

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Capítulo 2 83

Estrategia de la Prensa. El atraso y la locura en el proyecto Lamista

La prensa dedicó varias hojas a Lame a través de una estrategia de predicación,

entendida como el etiquetado de los actores sociales de forma más o menos positiva o

negativa, más o menos desaprobadora o apreciativa. En 1914 de manera tangencial se

refería a la lucha como “Fanatismos atávicos arraigados en el corazón de la raza”,

señalando una herencia remota que se oponían a los “principios transformadores y

positivos que determinan el verdadero progreso” (Opiniones, 1914 en Espinosa,

2009:123).

También se usan apelativos de locura y alucinaciones de Lame, ausencia de lógica y

sentido común (Opiniones. “Legítima defensa del indio Lame” en

www.proyectoquintinlame.org), y se le describía como un predestinado vulgar y

monstruoso. Entre las publicaciones se le acusa de asesino, de haber saqueado y

quemado los archivos de Belalcázar, Tálaga, Vitoncó; de ser causante de sembrar la

intranquilidad y temor en núcleos de raza blanca. Sobre su presidio, la prensa lo

mencionó como un “tigre enjaulado” o “célebre embaucador en poder de la autoridad que

debe juzgarlo” (Opiniones, “La cuestión palpitante”. En www.proyectoquintinlame.org). Al

ser apresado de nuevo en 1923, la prensa afirmó que había perdido su poder, quedando

“vencido al cortarle los cabellos” (En Villegas, Yunis, 1974) señalando que los súbditos

no le obedecen.

Ideas propagadas a través de la prensa sobre el problema del

resguardo

Sobre la cuestión indígena, un periódico de circulación local en 1917, desestimaba el

argumento de los indígenas de indicar como primera escritura de propiedad, lo

mencionado en la Biblia a partir de la frase “poblarás y poseerás la tierra” tomando de

nuevo el imaginario de la conquista a que los indígenas cruzaban desnudos los bosques

sin ánimo de permanecer y cultivar la tierra, y los conquistadores tenían derecho a

hacerse dueños. Para fortalecer su idea de la conquista justa recrea un diálogo

imaginado entre un curador indígena y Cristóbal Colón, en el cual aparecen de nuevo

asignadas características asociadas a lo indígena como el salvajismo, el canibalismo, la

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84 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

esclavitud, el machismo, entre otros (Opiniones, “La cuestión indígena”. En

www.proyectoquintinlame.org).

Para 1917, la teatralización del hecho de la Conquista justa afirmaba que había una

prevalencia del blanco frente al indio, siendo la razón de ser de los resguardos,

permanecer aislados mutuamente, y donde el blanco representa la inteligencia, mientras

que los indígenas serían el cuerpo (Opiniones “La cuestión indígena”. En

www.proyectoquintinlame.org). La formación de la nación se comparaba con la

constitución de un cuerpo social heterogéneo, conformado por las tres razas (blanca,

negra e india), donde la raza blanca debería ubicarse en la cabeza, y donde las razas

antagónicas son un obstáculo para la armonía nacional, siendo la única salida el

mestizaje; la voluntad nacional ubicaría a la raza blanca en la cabeza, siendo las razas

antagónicas un obstáculo para la armonía nacional, las cuales debían mezclarse para

formar un compuesto semejante al de la población antioqueña (…) (Opiniones. En

www.proyectoquintinlame.org). En este cuerpo, el resguardo se equipara con una

gangrena que podría acabar con el país; al ser el mestizaje la solución a ese cuerpo

social heterogéneo, el resguardo era un obstáculo para llevar a cabo la mezcla,

convirtiendo los territorios en “republiquitas comunistas y diminutas” (Opiniones. En

www.proyectoquintinlame.org).

Desde los inicios de la formación de la República de Colombia, a partir de principios

liberales, la propiedad constituyó la base de la ciudadanía. Los resguardos asignados a

las comunidades ubicadas en áreas cercanas a los centros urbanos habían garantizado

durante el orden colonial el sostenimiento inmediato de encomenderos y doctrineros, y

mantener al margen a la población indígena, pero lo suficientemente cercana como mano

de obra.

La política indigenista se dividió en dos; por un lado, a partir de un ideal liberal asignar las

tierras a las comunidades para garantizar su supervivencia, de allí la limitación a que se

pudieran enajenar inmediatamente, y dejar las tierras a merced del mercado. En el

tratamiento de los indígenas, comprendido como el natural del lugar, se buscó

transformar las formas de vida y así lograr la supresión; con la división y venta de

algunas secciones del resguardo, se costearían las escuelas de instrucción pública,

mientras que los indígenas gentiles o tribus estarían bajo la custodia de la iglesia

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Capítulo 2 85

católica, la cual se encargaría de su transformación en ciudadano, estimulando el

establecimiento de pueblos con la entrega de un número de hasta 25 hectáreas a

quienes abandonaran la vida errante, y en el mejor de los casos lograr la permanencia

con otros no indígenas, inclusive extranjeros, con el fin de que incorporaran otros hábitos.

En esta política de estado, el indígena era una categoría destinada a desaparecer a partir

de la propiedad, la instrucción y la religión. Con normas destinadas a grupos errantes y

con el estímulo de suprimir los resguardos, luego de un largo proceso hacia la

centralización, se emite la Ley 89 de 1890. De acuerdo a sus promotores, el Estado se

definió a sí mismo como hispanodescendiente y católico, cuya incorporación de las

tierras de resguardo y de los indígenas estableció un estatuto de protección en beneficio

de la riqueza pública, especialmente para la agricultura. Las categorías de tribu,

semicivilizados y civilizados, son el reflejo de una concepción evolucionista del ser

indígena y de ubicar el Estado hispanodescendiente en una escala superior, siendo la

iglesia católica la destinada entre grupos gentiles y errantes lograr alguna transformación.

La violencia no estaba excluida como estrategia de sometimiento; se propuso entonces

dar un reconocimiento a los colonizadores del Caquetá por sus hazañas y los abusos de

los misioneros denunciados por comisiones de indígenas tanto del Valle del Sibundoy y

la Sierra Nevada de Santa Marta, no tuvo repercusiones ni discusiones sobre la entrega

a la Iglesia la transformación del indígena. El mestizaje se vislumbraba como una salida a

la realidad indígena, donde se discutía con que “raza” o grupo, daría mejores resultados

y concluyera esa “evolución incompleta” (Torres, 2001).

Entonces, a pesar de que la Ley 89 de 1890 no fue precisamente una norma destinada

para la conservación de los resguardos, si representó mayores garantías frente a la

legislación posterior que intentó acelerar la supresión de resguardos, dando un lugar

especial a los cabildos. Definida la categoría de semicivilizados para las comunidades

que aún se mantenían a partir del usufructo del resguardo, la política fue mucho más

incisiva en suprimirlos ya que los censos debían ser avalados por el alcalde, dando

plazos de seis meses para su elaboración, insumo necesario para realizar la parcelación.

Durante la hegemonía conservadora se expidieron normas que buscaron de forma

acelerada la parcelación de resguardos; por ejemplo justificando la segregación por la

“instrucción y adelanto” de la comunidad de Timbío (Cauca) la Ley 13 de 1903 daba un

plazo para llevar a cabo la división. A su vez, la Ley 55 de 1905, declaró vacantes los

resguardos de indígenas e hizo reconocimiento de las ventas realizadas y con la solicitud

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86 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

de varios indígenas se podía solicitar su división, contrario a la Ley 89 donde todos los

cabildantes tenían que estar de acuerdo; mayor presión y castigo incluyó la Ley 104 de

1919 donde quienes bloquearan esa acción divisora se les entregaría la mitad de la

porción de resguardo que les perteneciera; la misma Ley declararía la supresión de

parcialidades o resguardos con un número de treinta familias. Este periodo terminaría

con la emisión de la Ley 19 de 1927 con la que se creaban Comisiones Divisoras de

Resguardos a cargo de la nación, las cuales harían el censo, quitando esa potestad a los

Cabildos; le otorgó a la Comisión, resolver los asuntos que hubieran sido iniciados en el

poder judicial.

Para los llamados salvajes por la Ley 89 de 1890, se asignaron recursos para las

misiones religiosas encargadas de la reducción y catequización de los indígenas. La

colonización fue fomentada, pero con el elemento nativo. La mejora de la raza se

garantizaría con la repartición de las tierras, al lograr su satisfacer su alimentación.

De los tres casos expuestos dos de ellas tuvieron mayores logros durante el estado

federal. En el caso del resguardo de Santa Ana de Guazo, la administración local

favoreció por un tiempo la permanencia de los resguardos, incluso, políticos influyentes

estuvieron a cargo de su defensa.

La aplicación e interpretación de las leyes se configura en un escenario de disputa;

mientras que la Ley 89 de 1890 fue usada por los indígenas para declarar nulas las

ventas realizadas, la misma norma fue usada por el gobierno para expedir la resolución

que desconocía su resguardo y cabildo. A su vez, esa unificación dejó sin peso el

Decreto 29 de abril de 1871 logrado por la gestión de los indígenas ante el Estado.

La Ley 89 de 1890 estableció una manera única de ser reconocida la organización

indígena, a través de la figura de cabildo; hubo formas distintas como la Sociedad

Indígenas de Guazo que funcionó de manera paralela, caso semejante al de San Antonio

del Peñón, el cual será objeto de análisis en el capítulo siguiente.

Otras leyes fueron resultado de la gestión de los caciques, como la Ley 60 de 1916

donde se asignaban tierras a los indígenas como resguardos. No obstante, su real

reconocimiento se quedó en trámites administrativos perdiendo así su eficacia.

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Capítulo 2 87

Los discursos en los que legitimaban su acción y la defensa de su derecho, se basaba en

un aporte de la comunidad, ya fuera para el caso de la conquista, como los antecesores

en el caso Cuna, el aporte a la Independencia, en el caso de Santa Ana de Guazo, y ser

parte de la raza originaria de América, en el caso de Quintín Lame.

La comunidad, o los vínculos entre pueblos, no se limitaron a una caracterización étnica,

sino que derivaron del hecho colonial, donde los pueblos agregados a su jurisdicción

hacían parte de su comunidad como el caso de Santa Ana de Guazo. A diferencia el

caso cuna, a finales del siglo XIX, muestra la organización de varios cacicazgos a cargo

de un líder superior; no obstante la coyuntura de la segregación de Panamá hace que

esta comunidad se divida entre los acercamientos a una u otra nación.

Uno de los casos de los cuales tuvo mayor difusión, fueron las movilizaciones

fomentadas por Manuel Quintín Lame. En principio rechazando el pago del terraje,

posteriormente se dirige la lucha por el reconocimiento de los resguardos. Convocando

inicialmente a los cabildos, se proyecta como un líder en representación de todos los

semejantes del país, creando la Junta Indígena de Colombia; a través de asambleas se

fue difundiendo su programa político, el cual tuvo como limitación la persecución que

realizaban en su contra, siendo apresado varios años.

El periodo siguiente va a contar con otros apoyos y retos en el reconocimiento de los

territorios indígenas, no sin antes advertir, que la política de supresión de resguardos no

tenía marcha atrás.

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3. Las organizaciones indígenas durante la República Liberal (1930-1946)

Este periodo, contará con un tratamiento distinto a la protesta social, el trabajo en el

campo, y la educación como estrategia eugenésica para lograr la incorporación de la

población indígena. Es así como la política de supresión de resguardos sigue su curso y

se emiten normas para dejar en el poder ejecutivo la posibilidad de declarar inexistentes

los resguardos; se crea además un ambiente académico propicio para discutir la cuestión

indígena a partir de la incorporación de instituciones que comprendieran el pasado y la

realidad de los nativos.

En la primera parte trataremos de forma general los aspectos más significativos de los

mandatos liberales, y cómo se presentó la institucionalización de las áreas encargadas

de dividir los resguardos; a continuación cómo fue comprendido en Colombia el

indigenismo y sus consecuencias a largo plazo y la creación del Partido Comunista, cuyo

vínculo marcó la diferencia entre líderes y por otro lado, se creó una plataforma política

donde el elemento indígena tuvo un escenario distinto.

Ante una mayor presión para dividir los resguardos, se ve reflejada una mayor acción por

parte de las comunidades indígenas, por una parte de resistencia ante la política de

desintegración de resguardos, cumpliéndose el plazo dado por la Ley 89 de 1890 para

realizar la división de los resguardos y por otro lado, acogerse a la división.

En este periodo se presenta con mayor fuerza tanto la influencia del Partido Comunista

para tener una plataforma de lucha nacional, evidenciada en organizaciones de

indígenas y campesinos, principalmente del suroccidente del país. En las

manifestaciones locales de la acción colectiva indígena, se exponen seis casos; los tres

primeros corresponden a las problemáticas de las llanuras del Caribe, los Cunas y

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90 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Quintín Lame en el Gran Resguardo de Ortega y Chaparral, cuya primera parte se

presentó en el capítulo anterior; el caso de San Antonio del Peñón, el cual tenía una

disputa semejante al del Resguardo de Santa Ana de Guazo, en el que contaban con una

organización distinta al cabildo; los indígenas Cunas en el proceso del reconocimiento del

resguardo de reciente creación y las acciones no públicas que adelantaran Quintín Lame

y los miembros de la comunidad del Gran Resguardo de Ortega y Chaparral; a

continuación se presentará la respuesta dada por el gobierno central a la división de

tierras comunales, que no eran resguardos para el caso de los Yanaconas, razón por la

cual fue tomada en una sección distinta; finalmente, se presenta el avance presentado en

el proceso de división de resguardos pertenecientes a los departamentos de Cauca y

Nariño, donde fueron declarados varios resguardos inexistentes.

3.1 La transición hacia la República Liberal

El país va a contar a finales de la década de 1920 con una serie de factores que dieron

paso al poder por parte del Partido Liberal; el incipiente proceso de industrialización se ve

afectado por el declive de los precios de los productos de EEUU y Europa y los obreros

retornaron al campo con un capital político diferente, cuestionando la validez de los

títulos y las condiciones de trabajo en las haciendas. La caída del mercado de valores en

1929 influyó en la culminación del periodo conocido como la Hegemonía Conservadora y

el consiguiente ascenso del Partido Liberal al poder (González González, 2014).

De este periodo, el mandato de Alfonso López Pumarejo, conocido como La Revolución

en Marcha (1934-1938) estableció propiedad como un derecho fundamental, pero con

una función social, se implantó la libertad de enseñanza y se proclamó el derecho al

trabajo; en este periodo se promulgó la Ley 200 de 1936, la cual estableció el

reconocimiento de la propiedad bajo un título. En contraste con el manejo dado por los

gobiernos conservadores a la protesta social, los mandatos liberales intentaron convertir

al Estado en un árbitro regulador de los conflictos sociales, creándose la Confederación

de Trabajadores de Colombia, con el propósito de reducir el campo al Partido Comunista

el cual había logrado la conformación de sindicatos.

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Capítulo 3 91

Posteriormente, en el segundo mandato de López Pumarejo (1942-1945) los gremios

empresariales logran reducir la acción estatal, recibió un intento de golpe militar en Pasto

(1944) y se agudiza la división del Partido Liberal (González González, 2014). Con la

renuncia de López, Alberto Lleras Camargo asume el poder en julio de 1945 y la división

interna del partido liberal, abrió el camino para el regreso del conservatismo en la figura

de Mariano Ospina Pérez (1946-1950) quien intentó gobernar con el partido opositor. Por

el contrario, en el campo la pugna entre liberales y conservadores cada vez se hizo más

fuerte, agudizándose aún más como reacción al Bogotazo en abril de 1948 con el

asesinato de Jorge Eliécer Gaitán (Martz, 1969).

Durante la administración de los liberales en la presidencia, se promovió la participación

política popular, la movilización de masas, la organización del sindicalismo, se promueve

la calle como escenario de la participación política y se intenta consolidar la soberanía

del Estado y la autonomía de la educación frente a la Iglesia. En este periodo, la

educación se convierte en un pilar importante de la política social, fundándose la Escuela

Normal Superior (1936) y el Instituto Etnológico Nacional (1941). A diferencia del periodo

anterior, se fue estableciendo la idea de la educación como el factor transformador de la

sociedad, sin dejar atrás el discurso racial. De acuerdo con Díaz, la concepción de

modernidad pasa de una concepción evolutiva biológica, a una línea progresiva

sociopolítica, donde el “otro” se concibe como una masa inculta tradicional e ignorante de

las modernas técnicas de trabajo y de gobierno (2008).

El proyecto liberal buscó transformar la economía, conforme a la Convención Liberal de

1935, dependiente principalmente de la hacienda. Estas reformas no fueron bien

recibidas por los terratenientes, argumentando la defensa del sagrado derecho de

propiedad. La emisión de la Ley 200 de 1936, facilitó la entrega de baldíos, con la

condición de explotarlos en un plazo de cinco años, de lo contrario, retornarían al dominio

de la nación, plazo ampliado en cinco años más por efecto de la Ley 100 de 1944

(Arango, 2014).

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92 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

3.1.1 Las dependencias encargadas de la parcelación de los resguardos

Durante varios años el asunto indígena estuvo en el orden de diferentes carteras.

Inicialmente bajo función del Ministerio de Gobierno desde 1923, le fue encargada la

función de protección de Indígenas y sus resguardos (Art. 20, Decreto 1704 de 1923).

Desde 1928, el Ministerio de Industrias y Trabajo, por disposición del Decreto 837 del 8

de mayo de 1928, la antigua sección 4ª fue denominada Departamento de Baldíos,

bosques nacionales y aguas de uso público, asociada al manejo de Resguardos.

Posteriormente, por el Decreto 769 de 1930 le fue incorporada la Oficina de Colonización

e Inmigración y en 1933, por el Decreto 1808 del 2 de noviembre de 1933, se le adscribió

a este Ministerio, todo lo relativo a resguardos de indígenas (Hernández, 1935) hasta

1937. Entre las memorias dirigidas al Congreso, se destacó como parte de la gestión, la

remisión de una circular dirigida a los Gobernadores, con el fin de conocer la aplicación

del artículo 41 de la Ley 89 de 1890, y la expedición del Decreto 406 del 2 de marzo de

1936, por el cual se asignaron extensiones de terrenos baldíos a comunidades indígenas

del Departamento de Nariño.

Lo relativo a resguardos de indígenas, pasaron del Ministerio de Industrias y Trabajo al

Ministerio de Agricultura y Comercio, al cual se le agregaron dos secciones con sus

respectivas funciones (Decreto 205, 1937), le fue incorporado el Departamento de

Intendencias y Comisarias que funcionaba en el Ministerio de Gobierno, así como la

Dirección General de Tierras, Aguas y Bosques, perteneciente al Ministerio de Industrias

y Trabajo, dependencia encargada de los resguardos.

Esta organización no duró por mucho tiempo, ya que en agosto de 1938 por la Ley 96,

fue creado el Ministerio de la Economía Nacional, resultado de la fusión entre los

Ministerios de Industria y Trabajo y el de Agricultura y Comercio (Ley 96, 1938).

Conforme a la memoria expuesta al Congreso, la idea de su creación se generó para

estimular la producción para satisfacer sus propias necesidades, en vez de atender los

vaivenes mundiales. En palabras del ministro sobre los indígenas “de esta última clase

iletrada y en desamparo, depende el futuro de prosperidad de toda nación” (López, 1940,

T.I:9), donde la producción y la industrialización sería la única posibilidad de brindar

economía. En Inzá, por ejemplo, se compraron terrenos y se fundaron granjas al servicio

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Capítulo 3 93

de los indígenas de Tierradentro, lo cual se realizó en varios lugares del país. En su

organización interna, al Departamento de Tierras (y Bosques posteriormente), fue

dedicado exclusivamente el estudio de la situación jurídica de la propiedad; de ahí resultó

la estadística de los resguardos de indígenas, creándose además una comisión exclusiva

para dividir el resguardo de San Lorenzo, Caldas (López, 1940). En 1941, el ramo de

Resguardo de Indígenas fue trasladado de la Sección de Colonización, a la Sección de

Baldíos por el Decreto 234 del 31 de enero, orgánico de ese Departamento, en donde se

generaron los primeros consolidados de resguardos a nivel nacional, departamental y

municipal (Arango, 1942). El proceso que perseguía la comisión sería parcelar, o repeler

el estado irregular de la propiedad, cuya promesa anunciada, era el adelanto que se

daría en todo orden.

En 1947, el Ministerio de la Economía Nacional, fue transformado en el Ministerio de

Comercio e Industrias y al tiempo se creó el Ministerio de Agricultura y Ganadería (Ley

75, 1947), al cual fue trasladado el Departamento de Tierras y Colonización, elevándose

a la categoría de División (Ángel, 1951).

El Ministerio de la Economía Nacional a cargo de la parcelación de Resguardos

Publicada desde 1937 la Revista Tierras y Agua, fue el órgano de publicidad de los

Departamentos de Tierras y Aguas, perteneciente inicialmente al Ministerio de Agricultura

y Ganadería, y posteriormente al Ministerio de la Economía Nacional. Su publicación se

dio hasta el año 1948 aproximadamente, y ocasionalmente, en ella se registraba parte de

las respuestas emitidas ante la solicitud o rechazo a la política de resguardos por parte

de las poblaciones indígenas. Los números 63 y 64 correspondientes a marzo y abril de

1944 de esta publicación, fueron dedicados a la exposición sobre los resguardos, cuyo

número fue titulado “Problema Indígena en Colombia”. Por medio de esta publicación, se

difundieron los argumentos a favor de la parcelación de los resguardos, en especial de su

encargado Honorio Pérez Salazar, quien también dictaba conferencias en la Biblioteca

Nacional al respecto. En sus exposiciones se hacían afirmaciones como: “el estado de

postración física y mental de nuestros indios de resguardo”, para lo cual se requería “la

urgencia de buscar medios distintos a la institución del resguardo, que los libere de la

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94 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

ominosa dependencia del Cabildo y de ciertos representantes de la Iglesia” (Pérez, sf.

:185)

Los ajustes a las Comisiones Divisoras de Terrenos de Resguardos Indígenas

Desde la expedición de la Ley 19 de 1927, se ordenó la división de Resguardos a través

de las Comisiones Partidoras, las cuales en su acción encontraron dificultades, como los

casos en que hallaban que los indígenas cultivaban una parte en tierra fría y otra en tierra

caliente, la identificación de los comuneros de los resguardos y la falta de registros de las

asignaciones hechas por el cabildo, como en el caso de Silvia, Cauca

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.4, f.70 -104r).

Posteriormente, esto fue modificado por el Decreto 1421 de 1940, en el cual el Ministerio

de la Economía al decretar la división de un resguardo, determinaría el plazo asignado

para la comisión repartidora; las dudas o dificultades sería resueltas por el Ministerio de

la Economía Nacional, quien actuaría con base a los “legítimos títulos y teniendo en la

mira, además, los fines económicos y sociales de la apropiación del suelo” (Arts. 4 - 8,

Decreto 1421, 1940) y determinaría si un resguardo podía seguir existiendo o no. Los

gastos, nombramientos y las sanciones del personal dependían del gobierno central,

contrario a la norma anterior, donde eran las gobernaciones de los departamentos; por

otra parte, se crearon Tribunales de Arbitramento, los cuales funcionarían donde lo

determinara la comisión.

El cambio más significativo, fue dejar a consideración del Ministerio de la Economía,

declarar la existencia o no de una comunidad, destacando su titular, la presencia de

personas que cultivaban zonas baldías o fundos en comunidad civil, usurpando una

condición racial y una categoría civil (López, 1940). Con esta norma se vieron altamente

impactados los departamentos de Nariño, Cauca y Caldas, ya que la liquidación y

parcelación de los resguardos estuvo enmarcada en la imposición de los principios

económicos liberales del librecambio, de la modernización y de la propiedad privada

sobre la tierra (Perugache, 2015).

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Capítulo 3 95

Parte de los antecedentes de esta norma se gestaron a partir de la experiencia del primer

proceso de parcelación de resguardos desarrollado en la parcialidad de San Lorenzo, el

cual fue adelantado, según el despacho, por la solicitud de su Cabildo, a través del

Decreto 2454 de 1939, creándose una comisión cuya actividad se proyectaba para ser

concluida en 1941. Un primer balance de la situación de los resguardos lo realizarían los

encargados del Departamento de Tierras y Bosques del Ministerio de la Economía,

consolidando datos de números de resguardo por departamento, municipio y el área

total; del recuento hecho, se registraron 177 resguardos presentes principalmente en los

departamentos de Nariño y Cauca, con un total de 91000 personas (Roldán, 1941); en

este listado, no se reportaron resguardos referidos en este trabajo de los departamentos

de Bolívar ni Tolima, mientras que si se registraron los correspondientes a Acandí y

Turbo.

En 1943 el Ministro de la Economía Nacional, destacó que el problema de los resguardos

indígenas era de gran importancia, pero frente a la “población colombiana” era mínima su

proporción, estableciendo dos categorías: la población indígena no civilizada, y el indio

civilizado; en su exposición destacó que el labriego de origen indio que constituye “una

raza mestiza” a cuyo esfuerzo se debía la grandeza y prosperidad del país (Rivas, 1943).

La negación, o declaración de inexistente, como estrategia de despojo

Siendo facultado el Ministerio de la Economía Nacional para declarar inexistente un

resguardo, inició la extinción en los departamentos de Caldas, Cauca y Nariño,

desconociendo los títulos que presentaron las comunidades, donde las tierras fueron

consideradas baldías y los indígenas que las ocupaban fueron asimilados como colonos

a quienes se les podía reconocer sus cultivos o mejoras; anteriormente, la competencia

para definir la propiedad de las comunidades indígenas sobre sus tierras de Resguardo

estaba radicada en los jueces.

El inicio de las declaratorias de inexistencia para parcelar los resguardos correspondió en

el Departamento de Caldas, al Resguardo de San Lorenzo (Ministerio de la Economía,

Resolución 1, 1943) y con argumentos semejantes, se extinguieron cuatro resguardos del

Departamento del Cauca: Turmina, Tálaga, Guanacas y Cohetando

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96 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1 f. 131r.). El texto de la declaratoria de la inexistencia

del Resguardo de San Lorenzo, fue aplicado como plantilla en casi todas las resoluciones

de su tipo, señalando el resguardo como una prisión o límite infranqueable, para la

apertura de crédito y oportunidad de cambio de las comunidades para modernizarse,

como se refleja en el acto administrativo del Resguardo de Tálaga:

(…) Las instituciones oficiales de crédito que tanto han beneficiado a la clase

campesina capaz, podrán entonces sí entrar a la parcialidad de San Lorenzo-

encerrada hasta ahora dentro de la muralla china de la incapacidad- a ofrecerles a

sus miembros ayuda en dinero, herramientas implementos agrícolas y demás

elementos que le permitan al indígena cambiar sus groseros y primitivos

instrumentos de trabajo por otros más eficaces y modernos, con el consiguiente

alivio para su fatigosa brega (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//11.1.2, f. 124r )

Entre los considerandos de cada una de las Resoluciones emitidas, se reitera la facilidad

de asignar las tierras como si se tratara de colonos: “los indígenas que quedaran

automáticamente liberados del imperio de la Ley 89 de 1890”. La Ley 89 de 1890,

establecía cómo contrarrestar la pérdida de títulos originales, pero estos fueron

desconocidos por el Ministerio (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//11.1.2 f. 119 r y

CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1 f 108 r-111r). Con esta estrategia fueron declarados

inexistentes los resguardos de Catambuco, Pandiaco y Tangua, del Departamento de

Nariño (Tamayo, 1945).

Ante las críticas sobre la parcelación de los resguardos, en especial sobre la adquisición

por latifundistas de las tierras y la inminente pérdida de las tierras para los indígenas, el

director del Departamento de Tierras Honorio Pérez Salazar, indicaba que su solución

estaba en el artículo 24 de la Ley 100 de 1944, donde lo adjudicado resultado de una

división, se constituía en patrimonio familiar inadjudicable e inembargable (Tamayo,

1945), siendo esta disposición, la manera de controlar la presión de quienes pretendían

adquirirlos y la solución por los que se oponían a la medida de liquidación (López, 1946,

T.I). No obstante, la declaratoria de patrimonio familiar, no impedía que se hicieran

efectivas sobre las parcelas, las obligaciones contractuales, ya que en el artículo 25 de la

misma Ley, se indica que ese patrimonio familiar se extinguía “cuando todos los

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Capítulo 3 97

comuneros lleguen a la mayor edad”, lo cual constituía un plazo corto, en que estas

tierras podrían hacer parte del mercado.

3.2 La institucionalización de la “cuestión indígena”

Dos elementos se incluyen en esta sección sobre el tratamiento de la problemática de lo

indígena a nivel americano, lo cual tuvo repercusiones a nivel nacional, desde una

perspectiva un poco más académica: la creación del Instituto Indigenista Colombiano y la

versión local de la corriente del Indigenismo.

3.2.1 Primer Congreso Indigenista de Pátzcuaro, (México 1940) y creación del Instituto Indigenista Colombiano

El desarrollo de este Congreso, tuvo repercusiones tanto inmediatas como tardías en el

país, en la definición de la política indigenista. Resultado de este primer congreso fue la

conformación del Instituto Indigenista Interamericano (1940) con sede en México. Para

este Instituto, la problemática indígena no estaba lejos de una comprensión cercana al

campesinado, promoviendo una campaña continental que cubriera estos dos grupos,

como defensa de la vitalidad de los pueblos autóctonos del hemisferio americano. A partir

del desarrollo del congreso en Pátzcuaro, se crearon diferentes Institutos en el continente

americano; para 1944, el Instituto Indigenista del Ecuador, se pronunció frente al caso de

la división de las parcialidades de Tierradentro, en el que dirige una comunicación al

gobierno de Colombia exponiendo los perjuicios de la división de resguardos ya que

significaba la destrucción de las comunidades indígenas por la ruptura del nexo

asociativo con la tierra comunal (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.4, f.67r).

La idea de la semejanza entre los campesinos y los indígenas era compartida por

Institutos Indigenistas (Troyan, 2008) y por académicos al considerar que al haber

perdido su lengua aborigen se confundían con la población rural mestiza (Fajardo, 1979

en DANE 2007). En los registros oficiales se tenían criterios distintos; mientras que en el

Tolima, se tomaba como indígena a los registrados en los padrones, cuya certificación

era expedida por el Presidente del Cabildo, en la Gobernación de Caldas, se definían

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98 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

como individuos que compartieran creencias, idioma, costumbres y que poseyeran

territorio no interrumpido por propiedad particular (Correa, 1992).

El Instituto Indigenista de Colombia desde 1943 reunió a los miembros del Instituto

Etnológico Nacional, y a otros intelectuales, quienes mantenían una postura crítica del

gobierno sobre la política de división de resguardos; a través de éste, Antonio García y

Hernández de Alba en comunicación al Ministerio de la Economía en 1944, pedían

acciones que garantizaran la incorporación de los indígenas, donde las tierras colectivas

hacían parte del cooperativismo tradicional; sin embargo, compartían la concepción del

indígena como un ser ignorante, explicado por el abandono, desencadenando el abuso

de blancos y mestizos, autoridades y civiles, y no por el hecho de vivir en comunidad

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f.208r y 209r).

Posteriormente, el Instituto Indigenista de Colombia en 1958 es vinculado a la

administración pública (Art.. 11, Ley 81 de 1958), resultado de las recomendaciones de

aquel Primer Congreso Indigenista de Pátzcuaro realizado en 1940, con el objetivo de

mejorar las condiciones de vida y reivindicar el derecho frente a la tierra.

3.2.2 La visión del indígena desde la perspectiva de los funcionarios del Ministerio de la Economía Nacional

Conforme con el desmonte de la economía de antaño, desde la Convención Liberal de

1935 se buscó dividir latifundios de terratenientes y resguardos indígenas, siendo estos

últimos considerados una herencia colonial que limitaba a los miembros de la comunidad

y las regiones al limitar el uso de la tierra. Además de la división, el gobierno liberal

incluyó la comisión de especialistas para transformar la situación. En el caso particular

del Departamento del Cauca, en 1939 fue enviado por el Ministerio de la Economía

Nacional al abogado Adolfo Romero quien concluiría que los indígenas se encontraban al

mismo nivel de los campesinos, siendo el régimen comunitario desastroso, inconveniente

para el progreso y foco de permanente de agitaciones campesinas

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f. 52-59r).

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Capítulo 3 99

El informe de la comisión se acompaña de apreciaciones racistas sobre los indígenas

como “raza indolente, rutinaria y desprovista de toda iniciativa”

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f. 59r), cuya única solución era la propiedad

individual. En los años siguientes, si bien se reconocieron características socioculturales

diferenciadoras entre campesinos e indígenas, éstas se describían en términos

despectivos y problemáticos. En una visita realizada en 1943 el funcionario Víctor

Gutiérrez Velásquez como Abogado de islas y Resguardos de Indígenas, refirió a las

costumbres de indígenas como un asunto poco práctico imposibles de revivir y “sin que

por ello vinieran a obtener ventaja ninguna apreciable sus miembros”

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f.131r), donde el nivel cultural de la población

aborigen equivalía a la de los “campesinos ignorantes”, quienes vivían bajo el mismo

régimen civil de los demás ciudadanos (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f. 105r-

106r).

Gutiérrez, equiparó el resguardo, a una comunidad “ligados por identidad de creencias,

lengua, tradiciones, costumbres, etc. que posee en propiedad una porción de terreno

más o menos extensa y continua, cuyo régimen jurídico y administrativo se regula por

disposiciones especiales” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f 102r). A pesar de la

imprecisión al definir resguardo como una comunidad, y no como un tipo de propiedad

proveniente desde la colonia, se destaca la focalización sobre algunos aspectos

culturales que vinculan a los individuos que conforman la comunidad. Su solución se

seguía planteando a través de la parcelación y su incorporación a la economía nacional

“a una vida de adelanto material y social, en la cual podrían aprovechar todo el acervo de

conocimientos, riquezas y comodidades que la humanidad ha conquistado en su lucha

continua por progresar” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f.131r).

Para declarar la existencia de una comunidad indígena, Víctor Gutiérrez manifestó la

necesidad de que el Ministerio de la Economía lo realizara, al considerar que algunas

veces esa “usurpaba una condición racial y una supuesta categoría civil”

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f 109 y 110r) a partir de su experiencia en

Tierradentro, donde aún los pobladores hablaban una lengua distinta, conforme a su

observación (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f.131-137r).

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100 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Junto a la constante afirmación sobre la necesidad de parcelar los resguardos, otra de

las estrategias propuestas por los funcionarios para crear iniciativas de “progreso”, fue

comparar las diferencias existentes con otras regiones, lo que los llevó a definir la

propuesta de apertura de zonas colonizables dentro de los resguardos para lograr así la

inmigración de elementos de raza blanca, “que poco a poco iría haciendo desaparecer el

origen primitivo indígena” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f 156r). Los principales

referentes sobre las bondades de ese campesinado blanco eran departamentos de

Caldas, Antioquia y Santander, donde hubo presencia afluencia de sangre, en mayor

parte española, “donde el campesino es casi blanco” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//2.4.1, f .148r). Es así como permanece la estrategia vía el mestizaje, para suprimir el

elemento indígena.

3.2.3 Indigenismo en Colombia

A partir de 1930, en Latinoamérica se propuso la integración de los grupos indígenas en

el proyecto de la construcción de una identidad nacional donde los grupos prehispánicos

se interpretaron como grandes civilizaciones antiguas, lo que fue conocido como el

Indigenismo (Botero, 2006; Favré, 2007). Sus manifestaciones se expresaron a través de

la literatura, las artes plásticas y el impulso al desarrollo de expediciones arqueológicas y

etnográficas, creando en 1941 el Instituto Etnológico Nacional contando con la asesoría

del Dr. Paul Rivet (director exiliado del Musée de l'Homme en París).

Otra faceta, fue el indigenismo político cuya discusión principal fue la tenencia de la tierra

desde diferentes afiliaciones políticas; por ejemplo, en el Periódico Tierra, vocero del

Partido Comunista, líderes indígenas tuvieron aparición, manifestando su oposición a la

política de división de resguardos. Posición semejante sostenían algunos académicos

como el economista Antonio García quien combinó sus estudios sobre las comunidades

indígenas, colaboró con la fundación de la Liga de Campesinos del Cauca, quien sería

apresado varias veces; Juan Friede también ha sido considerado un indigenista, cuyo

argumento contra la disolución de resguardos lo sostenía a través de la naturalización del

vínculo con la tierra en los indígenas, siendo lo único que les permitía preservar su

identidad (Troyan, 2008).

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Capítulo 3 101

A favor de la división de los resguardos se encontraba el funcionario Honorio Pérez

Salazar quien estuviera a cargo del Departamento de Tierras y Aguas del Ministerio de la

Economía Nacional, cuya postura influyó en varias decisiones sobre tenencia de la tierra.

Por medio de la publicación Revista Tierras y Aguas, se exponían posturas cuestionando

las posturas de los indigenistas como Antonio García, con afirmaciones cargadas de

argumentos racistas, donde los indígenas serán los mismos de ayer y que por su

ignorancia perpetuaban al “indígena del imperio del instinto”; en su interpretación, los

indigenistas querían “resucitar legendarias tradiciones” sin reflexionar las ventajas de la

incorporación y asimilación a la vida civilizada para aprovechar los logros de la

humanidad (Gutiérrez, 1944:60-61).

3.3 Creación del Partido Comunista

La participación indígena en la década de 1920 en el Partido Socialista Revolucionario

permitió desarrollar esfuerzos organizativos en la movilización campesina e indígena. En

1930, el ala más radical se consolidó como Partido Comunista el cual se dedicó a apoyar

principalmente a los arrendatarios que luchaban por las condiciones de sus contratos y a

los indígenas en la recuperación de sus tierras comunales (González González, 2014). A

diferencia de la estrategia del Partido Conservador, en el gobierno de Olaya Herrera

contrarrestó la influencia comunista autorizando la sindicalización de los trabajadores

urbanos y rurales ligados al Partido Liberal, generándose a su vez agrupaciones de estas

organizaciones con diferentes enfoques como la Unión Nacional Izquierdista

Revolucionaria (Unir), el Partido Agrario Nacional (PAN), y posteriormente, las Ligas

Agrarias de la Casa Liberal.

En las filas del Partido Comunista continuaron participando indígenas como José

Gonzalo Sánchez, César Niño de la Sierra Nevada de Santa Marta y Eutiquio Timoté

quien fuera el candidato para la contienda presidencial de 1934. A pesar de la

continuidad de la lucha indígena al interior de este partido, en 1938 reconocen durante el

III Congreso del Trabajo realizado en Cali, el poco avance en la problemática de

recuperación de tierras (Villanueva, 1993).

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102 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

La permanencia de José Gonzalo Sánchez y Eutiquio Timoté en las filas del Partido

Comunista, significó la diferencia y separación entre estos líderes y Manuel Quintín

Lame.

3.4 Manifestaciones nacionales de acción colectiva indígena

En este periodo, las acciones indígenas estuvieron asociadas a las luchas agrarias

desarrolladas en el campo, guiadas y promovidas desde la década de 1920 por el Partido

Socialista Revolucionario, y posteriormente, por el Partido Comunista y la captación

realizada por el Partido Liberal de estas manifestaciones de descontento agrario. En el

campo se encontraban diferentes tipos de relaciones de producción, donde se

encontraban colonos, arrendatarios, trabajadores agrícolas, peones e indígenas, quienes

disputaban el acceso a la tierra, o de estos últimos, el reconocimiento de sus resguardos,

con terratenientes, los cuales muchas veces no poseían títulos legales de sus

posesiones.

Entre las primeras organizaciones campesinas e indígenas que se generaron a partir de

la segunda década del siglo XX, correspondieron a los reductos indígenas y trabajadores

de plantaciones de banano, de café y en zonas de frontera agrícola (Sánchez, 1977).

3.4.1 La influencia del Partido Comunista en la movilización social indígena

A diferencia de las luchas de los años veinte, las cuales correspondían más a

manifestaciones espontáneas, posteriormente, se fue generando una lucha organizada

(Sánchez, 1977), en parte influenciada por el Partido Comunista, corporación, que

postuló al indígena Eutiquio Timoté como candidato presidencial en 1934. Las críticas de

la prensa no se hicieron esperar, al considerarlo un “anónimo” generando poco impacto a

su contendor, comparando la situación con el pasaje del Quijote al ser desafiado por el

Caballero del Bosque (“Eutiquio Timoté”. El Tiempo 1934, 7 de enero) y una crónica en

verso de Federico Rivas Aldana Fray Lejón haciendo ironía de su apoyo a Timoté (El

Tiempo, 1934, 18 de enero). En las urnas frente a Alfonso López, Timoté obtuvo apenas

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Capítulo 3 103

el 0,5% de los votos a favor de López en una contienda donde no participó el Partido

Conservador, argumentando falta de garantías.

El vínculo con el Partido Comunista, se junta a la lucha del campesinado y obrera, de la

mano de José Gonzalo Sánchez y Dimas Luna. Lame buscó otros rumbos a partir de la

creación del Partido Comunista. A su vez el gobierno expidió la Ley 83 de 1931 con la

que propuso organizar los sindicatos para realizar una transición entre las demandas de

diferentes sectores económicos, entre esos el agro, por un medio controlado por el

estado, no sin antes reconocer, que antes de esta Ley ya había formación de Ligas

Campesinas cercanas al Partido Comunista, el cual incluía una línea de acción destinada

a la región del Cauca (Sánchez, 1977).

Otro espacio significativo de construcción de lucha por los territorios con el Partido

Comunista fue el desarrollo del III Congreso del Trabajo (1938) realizado en Cali, evento

que contó con la participación de José Gonzalo Sánchez, Eutiquio Timoté y el indígena

arhuaco César Niño. En el periódico Tierra, se recogieron algunas expresiones propias

de las propuestas de estos líderes; Niño destacaba las necesidades de los diferentes

grupos que habitan la Sierra Nevada de Santa Marta, la necesidad de las vías de

comunicación para salir a los mercados, la organización de escuelas propias, los

resguardos y especialmente la abolición de orfelinatos manejados por los Capuchinos

(Villanueva, 1993).

La situación en la Sierra, además de la presión de los colonos, era la injerencia de los

misioneros, razón por la cual se generó la Liga Campesina Indígena de la Sierra Nevada,

reconociendo que era el Partido, el defensor de las reivindicaciones indígenas y “nuestra

autodeterminación de la nacionalidad indígena” (Villanueva, 1993:174). Conforme a lo

afirmado por Niño, la autodeterminación era el propósito de su lucha, aún al interior del

Partido. Presencia de otras ligas en la misma región, corresponde a la Liga indígena de

la Unión de Trabajadores del Magdalena, formada en 1926 en Simonarúa (Las Cuevas)

(Schlegelberger, 1995).

En marco del este Congreso, fue presentada La Plataforma de Lucha en pro de las

masas indígenas de Colombia, de José Gonzalo Sánchez, la cual constaba de 14 puntos,

donde el tema más persistente fue la derogatoria de leyes que propendían por la división

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104 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

o venta de resguardos, creación de nuevos resguardos, nulidad de ventas e imposición

de multas a quienes pretendieron realizarlo, recuperación de todos los resguardos

suprimidos desde que fueron objeto de su liquidación, y explotar de manera individual o

colectivo las riquezas minerales presentes en sus territorios para su propio beneficio. La

educación, estaba incluida en la plataforma de lucha, solicitando la creación de una

Sección Indígena en el Ministerio de Educación sin injerencia de las misiones católicas,

el estudio por una comisión oficial del registro y enseñanza de las lenguas indígenas, y

organización de escuelas en los resguardos, centros culturales, así como la lucha por la

higiene y ayuda médica para indígenas y campesinos (Villanueva, 1993).

En La Plataforma de Lucha, se pedía imposición de multas a quienes perturbaran la

elección de los cabildos con fines partidistas, la designación de un tesorero y un

secretario por cada resguardo; por otra parte, se pedía reconocimiento para el Cabildo

Indígena del Tolima y su figura de Gobernador. Los tres temas restantes en la Plataforma

referían a la abolición del trabajo gratuito que no fuera para beneficio propio o de su

organización, la posibilidad de tomar préstamos de manera individual o colectiva a la

Caja de Crédito Agrario Industrial y Minero, y libertad para presos políticos, obreros,

campesinos e indígenas (Villanueva, 1993).

La participación del indígena arhuaco César Niño, no se ubica en una condición de ser

inferior, sino como representante de un grupo que aporta al país en un sentido de

“solidaridad en la lucha por una Colombia mejor” (Villanueva, 1993: 174). Así mismo

expone para el periódico una reafirmación de sus valores culturales de su tradición y su

religión, llamándole naturalista. Por otra parte, conforme a la situación de la época,

identificaba el fascismo como heredero de los encomenderos, al desconocer los

derechos de los pueblos débiles (Villanueva, 1993:179). Poseía una visión integradora

sobre lo indígena, al interpretar la situación del pueblo de Atánquez, como la de los

indígenas del Tolima y de gran parte del Cauca, quienes se encontraban asimilados por

la civilización blanca y habían perdido su lengua y “la mayor parte de sus peculiaridades

nacionales” (Villanueva, 1993: 176).

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Capítulo 3 105

3.4.2 Federación Nacional Campesina e Indígena

A partir de las fuentes revisadas, es difícil comprender el vínculo entre esta corporación y

una posible antecesora como fue la inicialmente denominada Federación Indígena del

Cauca (1938-1945?), de la cual se tiene noticia, fue formada en Campo Alegre, Totoró

(Cauca) el 8 de agosto de 1938, la cual será abordada en la sección correspondiente a

las manifestaciones locales de los actores indígenas en el Departamento del Cauca.

Conforme a lo indicado en el membrete de sus comunicaciones como se observa en la

Figura 3-1, el comité de esta Federación fue nombrado en la Primera Convención

Nacional Campesina e Indígena realizado en octubre 12 de 1942. Sus oficinas se

encontraban ubicadas en el centro de Bogotá, y había adquirido personería jurídica en

1944.

Figura 3-1 Fragmento de membrete de oficio de la Federación Nacional Campesina e

Indígena

Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//11.1.2 f. 133r

En 1946, a través de la Federación del Cauca21, Sánchez manifiesta su respaldo al

Presidente López ante el golpe fallido en Pasto; aprovecha para solicitar extender el

plazo para realizar la división de los resguardos y ampliar la vigencia del Decreto Ley

1778 de 1944, para suspender los lanzamientos en el campo hasta el fin de la guerra

mundial. En su escrito reitera la lucha contra el nazi-fascismo y el respaldo a la

democracia, siendo los indígenas “las masas más avanzadas de la población”

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f.235).

21 No ha sido posible determinar si los dos nombres Federación Nacional Indígena y Federación

Departamental Indígena y Campesina de Cauca, refieren a la misma organización, o por el contrario, fue la transformación del grupo original

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106 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

La dinámica internacional y nacional era traducida en las prácticas locales, donde una

garantía de la democracia, se traducía en luchar contra los focos reaccionarios pro-nazis

(mundial) y los golpes de estado (nacional) godo falangistas; señaló como obstáculo la

intervención de religiosos y tinterillos para que los indígenas adquirieran conciencia de

clase. En particular sobre los resguardos, pedía la suspensión de la división y asistencia

en la producción agrícola a través de semillas, herramientas, abonos, cooperativas y

crédito a largo plazo. Un aspecto muy importante de la propuesta hecha por Gonzalo

Sánchez, fue proponer la transformación de los cabildos por medio de la constitución de

ligas indígenas en cada resguardo, las cuales darían los lineamientos en su

administración y producción económica (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f.235).

Al iniciar la declaratoria de inexistencia de algunos resguardos, la Federación inició

acciones; el presidente del Comité Ejecutivo de la Federación Víctor Merchán en 1945

solicitó copias al Ministro de Economía de la declaratoria de inexistencia con el fin de

resolver inquietudes (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f. 235v) sin que se conozca la

respuesta brindada por el Ministerio. También expuso denuncia ante el Ministerio de la

Economía sobre la usurpación de tierras pertenecientes al resguardo de Ortega y

Chaparral, pidiendo un delegado para suspender el lanzamiento

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2, f. 142-143).

Esta Federación también logró ser convocada en el desarrollo del Decreto 2873 de 1945,

“Por el cual se promulga el modelo de contrato presuntivo de aparcería”, en la cual

también participó la Sociedad de Agricultores y la Federación de Cafeteros

(Considerandos, Decreto 2873 de 1945), pero en particular sobre la lucha contra la

división de resguardos no fueron evidenciados a través de las fuentes revisadas.

3.5 Las manifestaciones locales de los actores indígenas

Este periodo fue dinámico en término de participación indígena a través de los vínculos

con los partidos políticos; no obstante, las dinámicas locales contaron con velocidades

distintas frente a los procesos desarrollados con anterioridad, o llegaron a su letargo.

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Capítulo 3 107

Como fue mencionado anteriormente, en este capítulo nos referiremos a seis casos, tres

de ellos fueron tratados en el capítulo anterior y su ubicación aproximada se registra en

la siguiente imagen Figura 3-2.

Figura 3-2 Ubicación espacial de los casos abordados en el capítulo 3

Fuente: Elaborado a partir de Google Maps © 2020 Google. INEGI

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108 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

3.5.1 Indígenas de las Llanuras del Caribe - San Antonio del Peñón

En la sección anterior, sobre esta región se expuso el caso del Resguardo de Santa Ana

de Guazo, y por la disponibilidad de documentos, se expone a continuación el

correspondiente al resguardo de San Antonio del Peñón referenciado en documentos

históricos desde la segunda mitad del siglo XVIII, a cuyo deslinde y amojonamiento se

opusieron los nativos (González Luna, 1981). Este resguardo incluía la isla de Papayal, la

cual se encontraba entre la jurisdicción del Distrito de San Martín de Loba y Bodega

Central, junto al cauce del Río Magdalena, cuya dinámica se expone y sintetiza en la

Tabla 3-1

Tabla 3-1 Resumen Indígenas del Caribe - San Antonio del Peñón

Año 1930-1940

Características

• Resguardos con un reducido número de pobladores

• Parte de la tierra se encontraba arrendada a vecinos

• Linderos coincidían con el predio conocido como Tierras de Loma

• Se hallaban constituidos en Junta de Resguardo, contrario a la Ley 89 de 1890’, que estableció la figura

Las oportunidades políticas y constricciones

Oportunidades Políticas

• A diferencia de la mayoría de los grupos indígenas de la época, poseían los títulos de los resguardos

• Normatividad favorable a nivel departamental, lo cual les permitía cobrar impuesto de catastro y semovientes

• Miembros de la Junta poseían gran conocimiento de la ley

Constricciones

• Grupos de vecinos que se encontraban de arrendatarios en secciones del territorio, interpusieron recursos para que se declara extinto el resguardo y para negar personería jurídica a organización de la Junta

• Señalamientos de malhechores y usurpadores de la categoría de indígena por parte de autoridades locales

Las estructuras de movilización

• Junta de Resguardos de Indígenas El Peñón (¿1922-1939)

• Cabildo del Resguardo de Indígenas de El Peñón (1940- )

Procesos enmarcadores

• Se encuentran referencias de cómo se buscó negar su indigeneidad y fueron señalados como malhechores y comunistas, percepciones que eran divulgadas a través de impresos que circulaban en la región y al gobierno central

Oportunidades políticas y las Constricciones

La definición de los linderos, así como su naturaleza jurídica, fue un elemento

problemático en el reconocimiento sobre el resguardo. Conforme a la descripción de los

documentos de archivo, el resguardo de San Antonio del Peñón fue adjudicado a finales

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Capítulo 3 109

del periodo colonial, el cual no fue deslindado, y parte del terreno coincidía con un predio

conocido como Tierras de Loba, el cual fue adquirido posteriormente por la empresa

American Colombian Corporation. La empresa basaba su propiedad en títulos de 1637,

comprobando su posesión mediante declaraciones ante un juzgado de Mompóx. Por su

parte, ante las demandas hechas por el representante de la empresa, el Estado mantenía

que éste correspondía a un bien de la nación, ya que según el Código Fiscal de la época,

al estar la Isla de Papayal ubicada en los ríos navegables por buques de más de ciento

cincuenta toneladas, se consideraban propiedad de la Nación, y para su explotación se

firmó un contrato de arrendamiento de bosques nacionales en 1920 con el General

Daniel Vila situados en esa Isla (Consejo de Estado, Sentencia, 1923).

Frente a estas tres posibilidades jurídicas, de ser un resguardo de origen colonial, de

hacer parte de merced de tierra a un bien de la nación, se sumaba además las disputas

frente a los pequeños arrendatarios de la Isla de Papayal quienes pagaban arriendo a los

miembros del resguardo. Esta situación llevó a revisar los títulos de resguardo y la

indigeneidad de sus comuneros; las Tierras de Loba e Isla de Papayal estuvieron en

constante disputa no sólo entre la Junta o Pequeño Cabildo del Resguardo de San

Antonio del Peñón y la compañía, sino que además contó con la disputa de los colonos

organizados desde 1914 en Juntas de defensa territorial, y las concesiones a terceros

particulares. Ante los cobros exigidos por la Junta del Resguardo, en 1931 los vecinos

solicitaron aclaración al Ministro de Industrias, si la Isla de Papayal correspondía o no a

un resguardo de indígenas (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.16r). Finalmente, la

compañía se retiró definitivamente en 1949 cuando hicieron las ventas parciales de su

terreno (Fals, 1984).

Las Estructuras de Movilización

La pesquisa adelantada por el Ministerio de Agricultura y Comercio en 1922, fue

adelantada por pequeños arrendatarios ante el cobro hecho por la explotación de

bosques Naturales (CO.AGN.SR/MINFOM-DEP-BALDIOS: SR.59. T 185, f. 159-162),

quienes consideraban que eran tierras comunales y de uso público

(CO.AGN.SR/MINFOM-DEP-BALDIOS: SR.59, T. 185, f. 202), identificando allí, que el

Resguardo era representado por una Junta.

Junta del Resguardo de Indígenas de San Antonio del Peñón

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110 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Figura 3-3 Junta de Resguardos de Indígenas El Peñón. Sello de oficio remitido al

Alcalde Municipal del Distrito de Bodega Central

Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1 f. 2

En 1931, el Personero de la Junta de Representante del Resguardo de Indígenas dio

aviso al Alcalde Municipal de Bodega Central, la realización de un recorrido con el fin de

cobrar los impuestos de catastro y semovientes. Sr Alcalde Municipal del Distrito de

Bodega Central, así como de los nombramientos de Subjuntas en Río viejo, Regidor, San

Antonio, etc., exigiendo del alcalde “nos dé todas las garantías necesarias para mis

representados, así lo exige de Sr. Ministro de Gobierno y no tuvo inconveniente en

concederla” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f. 2r y v). Es así como en 1931, se

infiere que este resguardo no estaba organizado alrededor de un cabildo, y estaba

organizado por una Junta de Resguardo Figura 3-3, la cual estaba conformada por una

serie de Subjuntas y en su composición interna se encontraba una personería.

Esta Junta contaba además con Personería Jurídica, cuya existencia estaba respaldada

en actos administrativos aprobados por la Gobernación del Departamento de Bolívar y

por copia de los títulos autenticados del Archivo Nacional, con autorización del Ministerio

de Gobierno, y protocolizados conforme a la Ley 89 de 1890 en escritura pública No. 152

en la Notaría del Circuito de Mompox” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f. 5r y v).

Copia de estos documentos fueron remitidos al Ministerio de Industrias en 1931 por parte

de la Junta, conforme al Artículo 20 del Decreto Ejecutivo Número 150 del 28 de enero

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Capítulo 3 111

de 1928 referido a la revisión de títulos de propiedad otorgados antes de 1874 con el fin

de ser tenidos en cuenta para la explotación de hidrocarburos y arrendamientos

realizados en el lugar, y la presentación de títulos en áreas de explotación petrolera

determinada por la Ley 84 de 1927 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.11r). El

Ministro de Industrias Francisco José Chaux negó la solicitud, argumentando que no se

demostró la existencia del resguardo, ni el carácter de Presidente de la Junta,

desconoció el poder del doctor Alberto Zuleta Ángel para representar el resguardo

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.29r -30v) y los documentos no fueron devueltos

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.32v).

El fundamento del Ministerio de Industrias para desconocer el resguardo, se sustentaba

en la información suministrada por el Alcalde de Mompox y el Gobernador de Bolívar,

quienes no reconocían la existencia del resguardo, ya que no se gobernaban con cabildo

conforme a la Ley 89, sino por medio de la Junta (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1,

f.25r).

La personería jurídica de la Junta también tuvo riesgo de continuidad, ya que los vecinos

solicitaron su retiro en 1927, al señalar a sus miembros de realizar ataques a mano

armada, petición que fue rechazada. El objetivo registrado en la constitución de la Junta

correspondía a colectar dinero entre los habitantes de la Isla de Papayal y los vecinos del

Corregimiento de El Peñón, para nombrar una persona encargada de conseguir el título

del Resguardo (Resolución 2 sobre personería jurídica, enero 11 de 1927 en Diario

Oficial 20397).

Diez años después, la resolución fue revocada por la Resolución Ejecutiva No. 44 de

1937 argumentando que la Junta Colectiva del Resguardo de Indígenas de San Antonio

de El Peñón, así como la de Jegua, eran un estorbo para la administración, ya que sus

actuaciones no se ajustaban a los fines de su creación y que cometían actos de

insubordinación contra las autoridades legítimas, conforme a la información dada por el

alcalde de San Martín de Loba y el gobernador de Bolívar (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//13.3.5 f. 191r).

Cabildo Indígena de San Antonio del Peñón

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112 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Ante el retiro de la Personería Jurídica, la Junta comenzó a designarse como Pequeño

Cabildo del Resguardo de Indígenas de San Antonio del Peñón, siendo su presidente

Juan de Dios Jaraba (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f. 40 y 41) en reemplazo de la

junta como se observa, entre otras cosas en el sello con el cual remitían sus

comunicaciones, detalles incluidos en la Figura 3-4. En la averiguación realizada por el

Ministerio de la Economía Nacional en 1939 al alcalde de San Martín de Loba, se

constató que en la alcaldía reposaban los libros de actas de las sesiones de cabildo, el

libro de resoluciones para distribución de terrenos del resguardo entre los comuneros, el

censo de la parcialidad por familias, el copiador de “oficios y despachos relacionados con

la defensa y guarda de los derechos de la Parcialidad”, tesorería, y un tomo en el que se

incluía el título de propiedad protocolizado en la Notaría de Mompox, el cual fue tomado

del Archivo Nacional (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.50r). Por su parte el

Personero Municipal de San Martín de Loba advierte al Ministro de Gobierno y al

Procurador General de la Nación que el deslinde de las tierras del resguardo no se había

realizado (CO. AGC. 60A.30.2.1.1, f.44r, 45r).

Figura 3-4 Sellos usados por los miembros del Resguardo de Indígenas del Peñón en oficios

Sello del Resguardo de Indígenas en oficio de 1940.

Fíjese el ocultamiento de la Palabra Junta de

anteriores sellos

Sello del oficio emitido el 12 de noviembre 12 de

1941

Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.60r y f.93r, respectivamente

En 1940 el presidente del cabildo Juan de Dios Jarava, pide al Ministerio de la Economía

la presencia de un visitador de la Sección de Colonización para pedir la nulidad de

ventas, hipotecas u otra serie de contratos (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f. 62r y

63r). Ante la información solicitada por el Ministerio, informa la remisión de las escrituras

protocolizadas en notaría, el censo con el registro de 446 personas en 70 familias, la

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Capítulo 3 113

relación de 25 personas de “raza extraña a la indígena” con posesiones en el resguardo

desde 1901, y la denuncia del castigo impuesto por el alcalde de San Martín al colocarle

en el cepo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f. 78r-81r). Las notas manuscritas sobre

los documentos indican que los papeles adjuntos al oficio dirigido por el pequeño cabildo

no fueron enviados, por decisión del alcalde de San Martín de Loba quien accedió a la

sugerencia hecha por los notarios de Mompox y el Banco, afirmando que los datos eran

inexactos y que varias personas allí registradas provenían de diferentes lugares,

pretendiendo ampararse en la denominación de indígena para no contribuir los impuestos

municipales (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.82-88r).

Tener unos títulos de resguardo tampoco y organizarse alrededor de la figura del cabildo,

no impidió que fueran desconocidos por las autoridades locales, ya que el alcalde de San

Martín de Loba, se negaba en dar posesión al pequeño cabildo Indígena

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.84r y 85r) y en 1940 el gobernador de Bolívar pidió

se declarara extinta la Parcialidad de indígenas de San Antonio del Peñón, ante Juez del

Circuito conforme a la Ley 104 de 1919. No obstante, el cabildo continuaba haciendo

cobro de arriendo a los vecinos que explotaban los bosques de la Isla de Papayal e

interponían recursos para oponerse a la entrega de un baldío identificado como García

Peña, al no tener el Ministerio potestad para decidir sobre el pleito entre la comunidad y

la Compañía American Colombian Corporation, conforme al Art. 1521 del Código Civil

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f. 97v-99r).

A diferencia de otros casos, donde se desconocen las normas que aplican, Juan de Dios

Jaraba presidente del Cabildo, conocía de la legislación de baldíos y determinaciones

sobre el cobro de impuestos, respaldado por una autorización dada por el gobierno local,

la protocolización de los títulos, y el manejo del código civil para restringir la entrega de

un baldío.

Los Procesos Enmarcadores

Como fue expuesto en líneas anteriores, una de las estrategias para desconocer los

derechos de los indígenas sobre el territorio, a pesar de que contaban con los títulos

protocolizados, fue desconocer su forma de organización inicialmente, acusarlos de

malhechores y finalmente cuestionar la indigeneidad. En este proceso, los oficios fueron

escritos o firmados por Juan de Dios Jaraba, los cuales referían principalmente a las

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114 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

leyes en que se sustentaba su derecho. No hay mención sobre el pasado como en los

casos vistos anteriormente, ya que emplearon las herramientas legales de la época, para

hacer reconocer el resguardo, cobrar a arrendatarios el catastro y semovientes y detener

la asignación de supuestos baldíos.

En estos documentos, se evidenciaron principalmente los argumentos esgrimidos por los

lugareños y por las autoridades locales para negar su derecho, basándose

principalmente en cuestionar la indigeneidad.

La negación de la indigeneidad

En los argumentos expuestos por los vecinos se encuentran varios elementos cargados

de racismo, en especial señalando que los miembros del resguardo correspondían a

gente civilizada. Con el fin de que le fuera retirada la personería jurídica a la Junta, los

vecinos afirmaron que su conformación era irregular puesto que allí las familias indígenas

no existían y que allí habitaba “gente civilizada de las distintas razas que forma la gran

familia colombiana y que mora no en las selvas sino en las poblaciones”

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f. 14-15). Pedían además se declarara su extinción

al estar compuesta por menos de treinta familias, conforme a la Ley 104 de 1919.

Su postura no sólo se quedó en un oficio ante la Procuraduría, sino que pusieron a

circular en junio de 1931 un impreso titulado “La llamada PARCIALIDAD de Indígenas de

El Peñón ES DEL ESTADO”, el cual se presenta en la Figura 3-5. Negaba además la

existencia de los indígenas con una estrategia metafórica, donde al haber llamado el

político liberal Luis E. Nieto Caballero al Río Magdalena como el Padre de la Patria, ya

que por él había entrado la civilización y el progreso, demostraría que no había tribus en

la isla de Papayal (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.103r).

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Capítulo 3 115

Figura 3-5 Impreso "La llamada PARCIALIDAD de Indígenas de El Peñón ES DEL ESTADO”

Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.103r

En 1940, también es negada la indigenidad por parte del Gobernador del Departamento

de Bolívar, ante la consulta hecha por el Ministerio de la Economía, señalando que estos

individuos eran antioqueños, quienes usurpaban una condición racial y una categoría,

razón por la cual solicitaban la declaratoria de su extinción “no son precisamente

individuos de raza indígena, sino audaces ciudadanos completamente civilizados”,

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.56-58).

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116 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

El comunismo y el delito para negar el derecho

Como fue mencionado anteriormente, uno de los argumentos usados por los vecinos

para cancelar la Personería Jurídica de la Junta, fue acusar a los miembros de la

corporación de tener sumarios por ataque a mano armada en cuadrilla de malhechores y

por otros delitos, además de quejas expuestas al Ministerio de Gobierno, sustentado en

un certificado emitido por el alcalde de San Martín de Loba, lo cual fue desmentido por

certificaciones expuestas por jueces de circuito de Mompox y de El Banco, certificación

del alcalde de El Banco y declaraciones rendidas ante el Juez Municipal de El Banco,

fueron desmentidas dichas acusaciones, y por ende, rechazada la solicitud de

cancelación de la personería jurídica (Resolución 2 sobre personería jurídica, enero 11

de 1927 en Diario Oficial 20397).

También señalaron que la Junta estaba organizada a un “sistema implantado en la Rusia

actual” integrada por vándalos que no se consideraban obligados a observar las leyes de

la República, y cuyo interés era hacer dinero (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.15v)

Así mismo, en el impreso anteriormente expuesto, se señaló con nombres propios a los

miembros de la Junta de atentar contra la propiedad raíz de personas naturales o

jurídicas (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.1.1, f.103r)

3.5.2 Lucha por los resguardos Cunas, en el contexto de la pérdida de Panamá

En este capítulo continuaremos con la lucha adelantada por los caciques sobre el

reconocimiento del territorio y cómo la lectura de la pérdida de Panamá, involucró

supuestos cargados de racismo, en medio de un contexto de una zona en pleno auge de

colonización y explotación de recursos naturales, características que se resumen en la

Tabla 3-2.

Tabla 3-2 Resumen Lucha por los resguardos Cunas

Año 1931-1948

Características

• Procesos de asignación de resguardos suspendidos

• Zona de frontera con Panamá, donde residirán miembros de la comunidad

• Región destinada para colonización por parte de pobladores provenientes de Córdoba y Chocó. Inicio del desarrollo de la agroindustria

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Capítulo 3 117

• Grave reducción demográfica. Para la fecha se registra apenas el diez por ciento de la población indicada a principios del siglo XX

Las oportunidades políticas y constricciones

Oportunidades Políticas

• En Panamá recibieron una reserva y luego una comarca titulando 235.700 hectáreas bajo el concepto de “territorio comunitario administrado autónomamente”

Constricciones

• Administración dada a los Misioneros de la Prefectura Apostólica de Urabá. Conducción de los niños al internado de indios en San José de Turbo.

• Administraciones locales a favor de la colonización de la región

Las estructuras de movilización

• Liderazgos locales que actuaban personalmente

Procesos enmarcadores

• Autonomía: Conclusión a la que llegaron lugareños y militares en la región, por su respaldo a favor de Colombia

• Estereotipos de raza argumentan la reducción demográfica

El espacio al cual refiere los documentos se circunscribe al área del Darién y los

diferentes asentamientos indígenas en la región, los cuales comenzaron a ser invadidos

desde finales del siglo XIX, como fue expuesto en el capítulo anterior. La apertura de

nuevas vías de comunicación como la construcción de la carretera Medellín-Turbo en

1926 facilitó el arribo de colonos provenientes principalmente de los departamentos de

Chocó y Córdoba, quienes se trasladaron ante el auge de varios ingenios (Alí, 2010).

Con el arribo de pobladores a esta región, alrededor de 1920 se incrementaron las

epidemias en la región, y para 1930 los cunas se replegaron en unos pocos pueblos

hacia el Río Tanela y Tolo, mientras que otros se desplazaron hacia Panamá; los

asentamientos en Arquía, en el Darién y Caimán viejo en el Urabá contaron con una

presión mayor sobre la tierra (González, 2012).

Como punto importante para entender la dinámica que se presentaba en esta región, los

datos reconstruidos por Maurizio Alí de la Tabla 3-3 muestra el hilo cronológico de la

despoblación de algunos sitios causados principalmente por epidemias y colonización.

Tabla 3-3 Despoblamiento y desplazamiento de las comunidades kunas en Urabá (1880-1983)

Denominación actual Año de abandono Causa del abandono

Sautatá 1880 Desconocido

Tolo 1887 Explotación de la Tagua

Acandí 1887 Explotación de la Tagua

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118 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Capurganá 1920? Venta de las tierras

Sapzurro 1920? Venta de las tierras

Peye 1920? Instalación del Ingenio Sautatá

Tigle 1925 Epidemia de Sarampión

Cuque 1930 Epidemia de Sarampión

Tanela 1935 Epidemia de Sarampión

Unguía 1940 Instalación del Ingenio Sautatá, Explotación minera (oro), cultivo de azúcar, cacao

Fuente: En Estado de sitio: los kunas en Urabá (Alí, 2010:49).

Junto a los procesos de colonización por extracción de recursos naturales como la tagua,

a partir de la década de 1920 se presenta la instalación de ingenios agrícolas, empresas

madereras y extracción de minerales de oro por parte de comerciantes antioqueños,

estimulado por la ubicación de una subagencia de la Caja-Agraria en 1941 en la región.

Posteriormente, a la zona llegaron grupos embera dobidá provenientes de Panamá,

quienes se instalaron en la zona del Río San Juan y al Río Tolo, por un tiempo y

posteriormente desplazados por la violencia política de los años cuarenta, quedando las

tierras en poder de colonos (González, 2012)

Oportunidades políticas y constricciones

Las características propias de la región, su carácter fronterizo y la concepción del

tratamiento a la población indígena en calidad de tribu, o como indios no civilizados,

determinó su administración bajo el gobierno y amparo de los misioneros de la Prefectura

Apostólica de Urabá, a quienes se les encargó la función de formar centros de población,

hacer las demarcaciones de los territorios y administrar justicia aplicando castigos y

protegerlos de los “llamados civilizados” (Presidencia de la República, Decreto 706,

1931).

Sobre sus terrenos, como se expuso en el capítulo anterior, no fueron considerados los

acuerdos del siglo XIX, referidos a la creación del territorio de Tulenega y la propiedad

sobre los terrenos conocidos como La Playona. A su vez, la demarcación de los

resguardos comprendida en la Resolución 229 de 1919 para la Parcialidad del Tolo, aún

no había concluido el proceso administrativo, siendo sus tierras de nuevo invadidas; el

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Capítulo 3 119

Prefecto Apostólico de Urabá solicitó al Ministro de Industrias en 1933 la facultad para

demarcar los resguardos, al no contar con documento o título que les permitiera a los

indígenas acreditar la posesión de las tierras, siendo las demarcaciones hechas

invadidas por los civilizados, ocasionado por la despoblación indígena a causa de la

mortalidad y el aumento en la presión por la tierra para el cultivo de cacao, quedando los

baldíos a manos de los civilizados (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.149-159r).

Mientras en la República de Colombia las quejas de los indígenas Cunas no lograban su

propósito, entre 1925 y 1930 se llevaron a cabo en Panamá las revueltas indígenas que

lograron la entrega de una reserva y luego una comarca titulando 235.700 hectáreas bajo

el concepto de “territorio comunitario administrado autónomamente” (Alí, 2010).

Para 1936, se intentó demarcar los resguardos, pero antes de indicar el lugar, se destaca

que la extensión estimada inicialmente (en 1918) no era necesaria al haberse reducido la

población de 330 unidades a una decena (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 158r).

En la ubicación del lugar contó con la participación del Inspector de Bosques Nacionales,

el Prefecto de Urabá y el Cacique Arturo Chovil; no obstante en la demarcación del sitio,

se hizo bajo el criterio del Inspector de Bosques, quien decidió alejarlo del lugar que

había establecido Monseñor, espacio de ocupación y cultivo corroborado por el cacique

Chovil, al encontrarse cercano al corregimiento de Ungía, al encontrarse cercano a las

minas de oro de Cuqué, limitando el desarrollo del asentamiento urbano

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 160 r-161 r).

Las estructuras de Movilización

En el capítulo anterior, se expuso cómo se mantenía la coordinación de las acciones del

grupo por parte de los caciques congregados alrededor de un líder principal. Por el

contrario, en este periodo, junto a la reducción demográfica, se presentan acciones de

defensa del territorio por parte de caciques locales.

Caciques individuales- Arturo Chovil

Este cacique aparece entre la documentación de archivo en las diligencias de asignación

del resguardo; no obstante, es importante destacar que los misioneros intentaron

condicionar la entrega de los territorios a la remisión de los infantes al internado de indios

en San José de Turbo y a la escuela de las Hermanas Misioneras

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.163r). El territorio asignado correspondía a 5000

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120 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

hectáreas, pero gran parte de su extensión no era apto para la agricultura al ser

anegadizo y rocalloso; el intendente le encarga al cacique Arturo Chovil la asignación de

las porciones de tierra (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.161r- 162r). El proceso de

asignación de resguardo concluía con una resolución expedida por el Ministerio de

Industrias y Trabajo, cuya oficialización del trámite dependía del envío de los documentos

por parte de la comunidad demostrando que las tierras eran baldías, no existían mina de

aluvión, islas o playones y que no había colonos conforme a la determinación del Decreto

1667 del 11 de julio de 1936 con el cual se otorgaban terrenos para la parcialidad de

Arquía (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.170r).

Para 1943 conforme a la información indagada por el Ministerio de la Economía Nacional,

destaca que no existe un cabildo, siendo la autoridad el cacique

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.1.1 f. 27 y 28r)

Los procesos enmarcadores

La ocupación indígena contraria a la colonización productiva

El problema de la raza como razón del estancamiento de la región, era esgrimido por los

funcionarios locales, quienes apoyaban la delimitación de los resguardos, con el fin de

que liberaran las tierras que tenían una “ocupación improductiva” por parte de las

parcialidades indígenas y así destinarlos a la agricultura y ganadería

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 157r ). Al no poseer título limitaban la colonización

de tierras que no dejaban cultivar ni adquirir para los colonos, como destacó el Prefecto

de Urabá, (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.154r) y costumbres como el abandono

de la plantación perteneciente a un indio muerto, limitaba el desarrollo agrícola como lo

expuso el Intendente de Chocó (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.154r).

Conforme a la información expuesta por el Secretario de Gobierno del Departamento de

Chocó, los indígenas se encontraban diseminados, no podrían constituir una parcialidad

contándose alrededor de 7660 nativos que convivían en las cabeceras de los ríos con

elementos civilizados de quienes destacó que hacían las solicitudes de baldíos como

cualquier colono (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f. 217r ).

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Capítulo 3 121

Por otra parte, sobre la reducción demográfica fue explicada por la falta de

prescripciones higiénicas (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.151r) reduciéndose

alrededor del 97% de personas, justificando la ocupación de las tierras, siendo asunto de

la Dirección Nacional de Higiene la remisión de medicinas apropiadas para evitar que las

enfermedades continuaran diezmándolos como la tuberculosis y el paludismo

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 f.161r- 162r)

La autonomía

Son escasas las exposiciones de los indígenas de esta región registradas en los

documentos sobre el origen de su derecho y la autonomía con la cual vivían. En la

indagación hecha por el Ministerio de la Economía Nacional en 1939 preguntó al capitán

de cunas en Caimán Nuevo Pedro Estrada A. Capielli, quien con el apoyo de un

intérprete, afirma el origen de su derecho al ser descendiente de sus antepasados desde

la conquista, siento el territorio un “pequeño rincón que nos quedó del Gran Territorio

Sur-Americano que nos perteneció antes de la Conquista” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//4.1.1 f. 21r). A la pregunta relativa a la división del resguardo, el capitán expone con

términos sencillos como encuentran en su comunidad todo lo que necesitan:

SEXTO: En mi concepto nuestro resguardo, deslindado como está no necesita

hacerle división conforme a nueva ley, porque nosotros vivimos en él en perenne

y completa armonía como en familia, llevando una vida tranquila de paz y justicia

distributiva, sin necesidad de que en nuestros asuntos / intervenga elemento de

afuera para arreglarlos, porque nosotros mismos los arreglamos amigable y

equitativamente, pues aunque somos ignorantes, no salvajes, no se presentan

problemas de difícil solución como entre los que se dicen civilizados, y con

nuestro hábito de cultivar la tierra, fomentar la cría y ejercer la pesca y la caza,

atendemos a todas nuestras necesidades y la de nuestros semejantes cuando

llegue el caso; no tenemos necesidad de médicos, porque los hay, tenemos Curas

que nos bauticen, nos casen y pidan a Dios nos libre de las calamidades que se

presentan. Cada uno de nosotros es jefe de la familia en su casa, y todos en

general obedecen al Capitán como Jefe de la Tribu. Cada uno hace sus vestidos

que confecciona al estilo de los de la gente civilizada, sabe hacerse los enseres

que necesita su casa como carpintero y no necesitamos establecimientos de

castigo ninguna, porque entre nosotros no se suceden hechos de sangre ni de

ninguna otra clase que haya que sancionar, pues vivimos como en familia, como

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122 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

dije antes, y nuestras costumbres son muy sanas (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//4.1.1 f. 21 y 22r)

Se destaca de su exposición la diferencia que hace entre ser ignorante y busca

desmarcarse de la categoría de salvaje, asociado a quien no puede resolver sus

problemas.

3.5.3 Caso Quintín Lame Gran Resguardo de Ortega y Chaparral -El Lamismo

Como se mencionó desde el capítulo anterior, Quintín Lame se trasladó a Ortega y

Chaparral para participar en el reconocimiento del resguardo de Ortega y Chaparral, el

cual cuenta con antecedentes presentados anteriormente. Hasta 1948 tanto Lame como

los demás miembros del resguardo sufrieron presión al ser señalados como comunistas,

y atribuyéndoles delitos. El resumen se presenta en la Tabla 3-4

Tabla 3-4 Resumen Resguardo Ortega y Chaparral

Año 1930-1948

Características

• Resguardos Coyaima y Natagaima de origen colonial (asignados en 1621), fueron objeto de división y segregación de porciones durante la administración del Estado Soberano del Tolima.

• Tierras de interés por parte de la Shell en la década de 1940

Las oportunidades políticas y constricciones

Oportunidades Políticas

• El 1 de enero de 1939, durante el gobierno de Eduardo Santos se ordenó la elección del cabildo del gran resguardo de Ortega y Chaparral

• Se realiza una comisión científica, encontrando que toda su población era indígena

Constricciones

• Desde finales del siglo XIX, el gobierno local había declarado que no había indígenas por medio de la Resolución de agosto 17 de 1891 de la Gobernación del Tolima

• Manifestaciones públicas terminan en confrontación con la policía, resultando una gran cantidad de indígenas muertos o apresados

• Encarcelamiento de sus líderes

• Es asaltada y destruida la población de San José de Indios en 1931

• Estigmatización de comunismo tanto a Lame como a los comuneros del Resguardo

Las estructuras de movilización

• Purificación Silva y una comisión, en asamblea general eligieron un cabildo, con el fin de reconstruir el resguardo de Ortega y Chaparral

• Cabildos se adscriben al Sindicato de Agricultores indígenas de Ortega y Chaparral

• Se organiza el Cabildo del Gran Resguardo de Ortega y Chaparral

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Capítulo 3 123

Procesos enmarcadores

• El uso de la ley para legitimar los derechos

• Indigeneidad tanto de Lame como de los miembros del resguardo era cuestionada

• Existían grupos a favor y en contra de la parcelación de resguardos

• Eran identificados como Civilizados, si correspondía a un asunto de segregación de tierras; pero para castigos y establecer conexiones con el comunismo, continuaban el uso peyorativo de indios

Oportunidades políticas y constricciones

Las tierras del resguardo de Ortega y Chaparral, fueron asignadas en 1621 como

resguardo, pero comenzaron a tener segregaciones desde 1834, intensificada durante la

vigencia del Estado Soberano del Tolima ya que a través de la Ley 12 de 1877 se

incorporaron modificaciones al Código Civil, siendo el poder ejecutivo el encargado de

elaboración de los censos. Luego de ser expedida la Ley 89 de 1890 los naturales

asumieron una reducción en la presión para dividir las tierras, pero los fiscales de circuito

la aplicaron con el fin de lograr con hacendados conciliaciones por la ocupación (Triana,

1993).

Ante esta situación, Purificación Silva como administrador se trasladó con una comisión a

Bogotá, contactándose con la Sociedad Protectora de Indígenas, decidiendo constituir

una asamblea general y elegir un cabildo conforme a la Ley 89 de 1890; no obstante, la

gobernación del Tolima intentó dejar sin base la determinación al expedir la Resolución

de agosto 17 de 1891, en la cual declaraba que en el Departamento no había indígenas,

pues los que quedaban eran ya civilizados (Triana, 1993); esta resolución también fue la

justificación para que el gobernador se negara a autorizar la elaboración del censo de

indígenas, a pesar de que el título colonial fue protocolizado por el administrador en

1926.

Luego de ser desterrado del Departamento del Cauca, Quintín Lame se trasladó al

Departamento del Tolima en 1920, adhiriéndose la lucha que llevaba varios años por la

recuperación de los resguardos fijados en 1621.De acuerdo con Triana, la fragmentación

del movimiento indígena en el Tolima se sucedió tempranamente cuando por una parte

Lame fue reconocido como Jefe supremo y a Gonzalo Sánchez como apoderado,

trabajando en el proceso de reconocimiento de la comunidad de Ortega y Chaparral, en

Coyaima y Yaguara los activistas del Partido realizaron un trabajo de agitación agraria, lo

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124 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

que significó la fragmentación temprana del movimiento indígena del Tolima

(Triana,1993).

En la información suministrada por los documentos, las denuncias de desalojo eran

constantes, además pedían protección frente a las ventas de productos como café y

ganado vacuno (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 f.10-15r). El limbo de la situación

jurídica era tal que mientras en 1934, el Procurador General de la Nación informaba que

no existían documentos relativos a la división y partición del resguardo, por parte del

Ministerio de Industrias les exigían aportar los documentos del resguardo

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 f.35r). Por otra parte, se negaba la segregación de

una parte del resguardo para pagar a Quintín Lame por sus servicios en 1938

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 f. 85), hasta que en 1947 el funcionario del

Departamento de Tierras indica que no interviene en la autorización de venta para pagar

honorarios a persona alguna (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2 f. 175r).

Las estructuras de movilización

En 1931 se presentaron manifestaciones públicas protagonizadas por indígenas, de

quienes se dice iban armados, las cuales desataron una confrontación con la Policía; se

tiene registro que hubo situaciones semejantes en la plaza de Coyaima el 31 de mayo de

1931, donde murieron más de veinte indígenas y varios fueron llevados presos y en

Ortega a partir de una reunión programada por Lame también dejó un saldo de un saldo

de 17 muertos y 37 heridos (Triana, 1993).

De la agitación presenciada en Ortega, posteriormente los indígenas organizaron una

marcha del silencio en la plaza de Ortega, la cual fue reprimida por su alcalde. En estos

hechos a Lame particularmente, le fue quemada la casa y le robaron el ganado, luego fue

apresado, amarrado y no le fueron suministrados alimentos ni bebidas durante tres días

(Triana, 1993).

Ese mismo año el poblado de San José de Indias fundado en 1923 siendo uno de los

sitios importantes para el desarrollo de la movilización indígena, fue atacado por un grupo

de liberales, dejando seis muertos y cuarenta y nueve heridos; como consecuencia del

hecho Lame fue amarrado a un árbol en la plaza central de Ortega y posteriormente

arrestado y trasladado a Ibagué con sus seguidores (Espinosa, 2009).

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Capítulo 3 125

Entre todas estas situaciones, se desarrollaron dos estructuras que les permitieron a los

indígenas lograr parte de su reconocimiento.

Sindicato Indígena Nacional

En octubre de 1934, fue desarrollada la primera asamblea del Sindicato Indígena

Nacional. Resultado de la reunión, fue la comunicación denunciando la destrucción y

quema de las escuelas construidas por ellos en Guaipá y San José de Indios, y la multa

imputada a los maestros (Espinosa, 2009). En asamblea los 3861 asistentes eligieron los

representantes al Sindicato Indígena Nacional, cuyo planteamiento principal fue

“defender las leyes sobre resguardos y la constitución nacional cueste lo que nos cueste”

(Espinosa, 2009:176-177).

A través del Sindicato, elevaron solicitudes al Ministerio de Industrias y Trabajo en 1935

para que se reconociera la comunidad, reiterando el señalamiento del resguardo, la

elección de cabildo y gobernador, lo cual para el ministerio no constituía una comunidad

indígena (Espinosa, 2009) lo cual fue ratificado por la Resolución No. 2 de 1935

comunicada al alcalde de Ortega (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 f.40r) siendo

necesaria para la acreditación del Resguardo, comprobar su existencia

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2 f. 225r).

Lame, sobre la existencia del Resguardo, insistía en que se debía demostrar si las

segregaciones se habían hecho legítimamente en juicios de División y Partición,

dispuesto así por la Ley 89 de 1890 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 f. 50r). Para la

década de 1940, Lame y sus colaboradores continuaron con la defensa y reconstrucción

del Gran Resguardo de Ortega y Chaparral solicitando al Juez Municipal en 1940 un

interrogatorio para conocer si la finca “Tambillo”, se había llevado a cabo juicio de

división y mesuramiento (En www.proyectoquintinlame.org).

Acciones colectivas como la toma de tierras que habían conformado los resguardos, eran

anunciados por Quintín Lame al Ministerio de Agricultura y Comercio y fueron reportados

por la prensa nacional; las comunicaciones explicaban los motivos y argumentos de la

toma de tierras como la expropiación ilegal hecha por particulares con acuerdo de las

autoridades locales en 1938, destacando que esos predios correspondían a lo

comprendido en los documentos que acreditaban los resguardos

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 f 77r; 30.6.2.2 f.25r). Por su parte la prensa

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126 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

anunciaba la ocupación de dos haciendas por parte de Lame con doscientos indígenas

más (Villegas, Yunis, 1974). Esta acción terminaría con el apresamiento de Quintín,

quien denunció la mutilación del expediente (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 f.124r)

Cabildo del Gran resguardo de Ortega y Chaparral

De acuerdo con Espinosa, parte de la estrategia para lograr el reconocimiento del Gran

Resguardo Indígena de Ortega y Chaparral, fue conformar cabildos agrupados en el

Sindicato, fomentando la construcción de casas para las reuniones comunales y realizar

el empadronamiento ante el término del plazo determinado por la Ley 89 de 1890 para

que se decretaran la división de los resguardos a cumplirse en 1940, estrategia que tuvo

el propósito de que el alto gobierno percibiera que en Ortega había un resguardo

indígena (Espinosa, 2009).

A pesar de las objeciones recibidas con anterioridad, el 1 de enero de 1939, se ordenó la

elección del cabildo del gran resguardo de Ortega y Chaparral (Triana, 1943). Al mes

siguiente Quintín Lame informó al Ministro de la Economía Nacional, la organización de

las 26 fracciones que constituían los Resguardos de Ortega y Chaparral y la

conformación del cabildo por 12 miembros, organizados en cuatro comisiones; solicitó a

su vez se le informara al Personero de Ortega y Chaparral, las acciones para defender el

resguardo como prohibir las actuaciones de los jueces municipales de Ortega y

Chaparral, los desahucios y lanzamientos, y la operación del Juez de Tierras. (En

www.proyectoquintinlame.org). Este reconocimiento también contó con obstáculos, ya

que en 1939 se expidió un auto que reversaba el reconocimiento, el cual fue apelado

ante el Consejo de Estado (En www.proyectoquintinlame.org).

Los procesos enmarcadores

En este periodo es constante la referencia en los escritos de Quintín Lame al ubicar el 12

de octubre como el día que se arrebata la soberanía indígena; también incluye en su

narrativa elementos religiosos católicos como Adán y Eva y tres reyes magos,

atribuyéndoles el rol de ser la civilización y la justicia.

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Capítulo 3 127

Lame se identificaba a sí mismo como el salvador de la “raza indígena”, y sus

compañeros de lucha también le atribuyeron cualidades especiales, como de haber sido

instruido por la naturaleza, de quien se decía escribía al revés y destacando su

“patriotismo incansable”.

El apego a la ley como instrumento de justicia

Parte de la estrategia discursiva de Quintín Lame, correspondía a una interpretación

favorable de la aplicación de partes de la Ley 89 de 1890, el Código Judicial y el Código

Civil. De la sentencia dictada a favor de los Indígenas de Guazo por parte del Tribunal de

Bolívar, esta fue invocada con el fin de autorizar la elaboración del censo (En

www.proyectoquintinlame.org).

De acuerdo a lo anterior, Quintín Lame no sólo hizo de la Ley 89 de 1890 una

herramienta para que fueran reconocidos algunos derechos; conocía este líder los

Códigos y estaría al tanto de las Sentencias, que le permitirían reclamar los derechos.

La estigmatización y señalamiento de los indígenas como

comunistas

Tener sangre indígena casi pura era un factor que los hacía proclives a las promesas de

comunistas, como era interpretado por el Secretario de Gobierno del Tolima sobre la

celebración del día de los trabajadores realizado el 1 de mayo de 1931 en Coyaima; no

obstante, en su idea se conjugaba una idea racista en la que eran incapaces de

comprender su teoría “decididos partidarios de la revolución campesina que anuncian los

discípulos de los soviets” (En Espinosa, 2009:174-175).

La candidatura de Eutiquio Timoté para la presidencia por el Partido Comunista en el año

de 1934, fue expuesta por la prensa con mofa al comparar la faena entre el candidato del

Partido Liberal Alfonso López y Timoté semejante al Quijote y Sansón Carrasco, a través

del Caballero de los Espejos o el Caballero de los Bosques (El Tiempo, 1934). Al

mantener el Partido Liberal con las mayorías en el Congreso, la candidatura de Timoté,

resultó más simbólica que un contendor real, ya que los liberales obtuvieron casi el

99.64% del porcentaje de los votos válidos (Credencial Historia, 1916).

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128 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

La estigmatización de los indígenas como comunistas, también llegó a definir así a

Quintín Lame por parte del alcalde de Ortega en 1938, ante los anuncios de toma de los

terrenos determinados en el título de resguardo de Ortega y Chaparral. El funcionario se

refirió a Lame como “agitador comunista”, quien explota a los indígenas, provocándolos

para cometer vías de hecho realizando ocupaciones (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2

f.39 r y 40r)

Las bases de la autoidentificación indígena en Lame

Lame argumenta en sus escritos sobre su identidad indígena ubicándose como

descendiente de los indígenas que pagaron tributo a la corona española en 1606, año en

el que fue definido el resguardo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 f 63r; 30.6.2.2 f. 85r)

sin mencionar a que espacio hacía referencia.

Identificar a los indígenas incluía un sesgo racista ya que al presentar ante notario el

título en 1937, los naturales no indicaron que eran indígenas y fueron tomadas como

personas hábiles, o “civilmente consideradas” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1 f 73r );

por su parte Lame, también asocia atributos a la categoría de indígena, como seres

ignorantes, débiles o sencillos, lo que permitía el abuso de las autoridades locales

violando sus propiedades (En www.proyectoquintinlame.org).

Las acciones de Lame lo llevaron a espacios académicos, como un ser mítico, como un

rezago de quien fuera un “temido caudillo de los indios”; desde 1942 era invitado a dictar

conferencias en el Instituto Etnológico Nacional y en 1943 acompañado de Gregorio

Hernández de Alba fue objeto de reportajes periodísticos, donde la denuncia de los

remates de las propiedades en el resguardo indígena de Ortega pasa a un segundo

plano, y se destaca como un antiguo “forajido y temible bandolero indígena” o un

“inventor de píldoras, ungüentos y panaceas vegetales, promotor de reivindicaciones

indigenistas” (El Tiempo, 1943), aquí presentamos apenas dos reportes periodísticos de

las actividades que realizaba Lame en Bogotá al respecto en la Figura 3-6

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Capítulo 3 129

Figura 3-6 “El último jefe indígena reclama justicia a los poderes centrales” y “El indio Don Quintín”

Fuente: Fragmento “El último Jefe…” en diario El Tiempo (1943, 18 de enero) y "El Indio

Don Quintín" El Tiempo (1943, 18 de enero).

Expone así que Quintín Lame es un indígena desadaptado andando con desconocidos e

ignorados. Sugiere su escritor la necesidad de dictar una “legislación especial a la

educación y rescate a los indios” (El Tiempo, 1943)

Cuestionar la indigeneidad y convertir a Lame en un problema social

El anuncio de las acciones colectivas como el bloqueo del remate de unas tierras a

realizar por el juez municipal de Ortega en 1937, la táctica para sublimar las operaciones,

el Personero señaló que Lame no había comprobado ser indígena, era originario del

Cauca y contaba con escasos seguidores (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.3.1, f. 46-50).

Al año siguiente para el Ministerio de Agricultura y Comercio, la identidad que

reclamaban los indígenas a través del Sindicato, sólo buscaban no pagar al Tesorero de

Ortega del cobro de catastro, al corresponder a un baldío (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//6.2.2 f. 72-90r ).

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130 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Cuestionar su origen indígena también fue usado por la Secretaría de la Gobernación del

Tolima en 1938, reiterándole que las comunicaciones debían hacerse en papel sellado,

como el resto de ciudadanos, y las cuales no serían atendidas “mientras se obstine en

actuar como indígena representante de un resguardo al cual no pertenece y en el que no

tiene ningún interés legítimo” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 f.95r ) reiterando que

eran los Protectores de Indígenas y Procuradores conforme a la Ley 83 de 1936

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 f.130r) eran los representantes designados por la

Ley.

En junio de 1938 al ser arrestado Quintín Lame bajo el cargo de vagancia

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 f.102r), el Secretario de Gobierno del Tolima, lo

describió como un “Problema Social”, de quien dijo era oriundo del Valle del Cauca, y

cuya tesis era que el resguardo se conservaba incólume, encargándose de inculcar odio

y desconfianza hacia mestizos y blancos, desacato a las providencias judiciales o

administrativas y desconociendo el derecho de propiedad (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//6.2.2 f.159r). Para ahondar en su descrédito realiza un resumen de los sumarios

seguidos a Lame desde 1938 hasta noviembre de 1943, entre los delitos que se le

acusaba figura vagancia y maleante, asalto en cuadrilla, amancebamiento, soborno,

asonada, homicidio, heridas, suposición de títulos, mitín, sedición y tumulto, hurto, abuso

de confianza, incendio, daños en propiedad ajena, y condena de confinamiento en la

Colonia Agrícola Penal, el cual fue revocado (En www.proyectoquintinlame.org).

El principal argumento con el que contaban los representantes del gobierno a nivel

central y municipal en 1943, era haber pasado del resguardo a comunidad civil en 1835,

generándose un tránsito entre semisalvajes a civilizados lo cual era sostenido por el

Personero de Chaparral y funcionarios del Ministerio de la Economía Nacional

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2 f. 75, 118-119).

La idea fue complementada posteriormente con el estudio realizado en 1944 por Víctor

Gutiérrez sobre los títulos de resguardo de Ortega y Chaparral, afirmando que “han sido

siempre civilizados” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 f.174r). Su argumento se

basaba en la sucesión reconstruida por un abogado de la Shell desde el siglo XVII hasta

1835, al haber ejercido los indígenas sus derechos de ciudadanos, vendiendo tierras sin

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Capítulo 3 131

tutor o protector, pagando contribuciones, sufragando en elecciones y desempeñando

empleos públicos (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.2.2 f.159r).

Ante esa negación de su condición como indígenas, alrededor de 1943 fue realizada una

Comisión Arqueológica Sanguínea encomendada por el Ministerio de Educación

Nacional a Alicia Dussan de Reichel y Reichel Dolmatoff, para determinar la existencia de

un núcleo indígena pijao (Dussan, Reichel –Dolmatoff, 1944) adelantada en los

municipios de Ortega, Coyaima y Natagaima. Los resultados corroboraron la existencia

de un “núcleo primitivo y puro de los aborígenes (…) a pesar del contacto con la

civilización que los rodea, han conservado su integridad suerológica primitiva” (Dussan,

Reichel –Dolmatoff, 1944: 519).

La pesquisa contrariaba científicamente el argumento usado por los funcionarios del

Ministerio de la Economía. Pese a esto, para 1946 el Cabildo aún no era reconocido por

las autoridades municipales de Ortega, y los lamistas declarados eran objeto de castigo

correspondiente a una multa de 100 pesos y 60 días trabajos forzosos arreglando las

calles de Ortega (En www.proyectoquintinlame.org) y las reclamaciones de Lame no eran

recibidas por los funcionarios del gobierno central (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2 f.

162r)

Haciendo un recuento de todo el trasegar de esta lucha, a pesar de que se admitiera la

elección de cabildo en 1931, y que se indicara que los resguardos no habían tenido

división, en 1946 el Ministerio afirmo que no había resguardo y por tanto, no había

indígenas (En www.proyectoquintinlame.org)

3.5.4 Caso división de los territorios de los Yanaconas

En esta sección nos referiremos a los asuntos correspondientes a comunidades

indígenas, en cuyos documentos asociados se han referido específicamente como

Yanaconas; en particular, fueron revisados documentos que refieren a la Comunidad

Indígenas de las Pavas, ubicada en el Municipio de La Cumbre, Valle del Cauca; la

Parcialidad de Indígenas de Rioblanco, del Distrito municipal de Sotará y el Resguardo

de Caquiona en Almaguer, estos dos últimos ubicados en el Departamento del Cauca,

del cual se presenta un resumen en la Tabla 3-5 de cuáles fueron las características del

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132 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

proceso de división de sus tierras, que como se anotó anteriormente, no correspondían a

resguardos.

Tabla 3-5 Resumen División de territorios yanaconas

Año 1931-1943

Características

• Comunidades ubicadas en tierras entregadas como merced por las autoridades coloniales, o adquiridas por un antecesor indígena

• No todos contaban con los títulos originarios

• No se desarrolló actividad de Comisión Divisora por falta de presupuesto

Las oportunidades políticas y constricciones

Oportunidades Políticas

• No correspondían a resguardos

• Autoridades locales no indígenas se manifestaron en contra de la parcelación de los resguardos

Constricciones

• Solicitud de la iglesia requiriendo la división

Las estructuras de movilización

• Cada comunidad estaba a cargo de un administrador o un cabildo. No se indica una organización superior

Procesos enmarcadores

• Existían grupos a favor y en contra de la parcelación de resguardos

Se ha hecho una sección aparte de las condiciones de los resguardos del Departamento

del Cauca por dos situaciones particulares; la primera, es que su etnónimo se encuentra

registrado en algunos documentos lo que marca una diferencia con los demás procesos

de la región; la segunda, corresponde con la naturaleza jurídica de sus tierras comunales

donde éstas no correspondían a resguardos, ya que algunos fueron adquiridos por

compra o como merced entregada a un ancestro común.

Sobre su etnónimo, el término Yanacona ha sido cuestionado como identificador de una

etnia, afirmando que corresponde a un proceso de reindigenización (Zambrano, 1992,

1993, 2000) o como parte de un proceso de reafirmación identitaria de una población

campesina (Gros, 1999, 2001). El término se debate entre la identificación de los

naturales traídos por Sebastián de Belalcázar proveniente de Quito a finales de 1536

como indios de servicio (Friede, 1972 en Matallana 2013), o una avanzada de los

dominios de Túpac Yupanqui. El desconocimiento sobre el origen de estos grupos ha

llevado a afirmar que son un grupo étnico diferenciado a finales de la década de 1980

(López, 1999).

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Capítulo 3 133

Del tipo de propiedad de sus tierras, en algunos casos no correspondía a los resguardos

conforme al derecho indiano; muestra de ello, es el caso del supuesto Resguardo de

Caquiona en Almaguer, cuyas tierras fueron compradas por el cacique Sebastián Inca de

Salazar para el beneficio de sus “indios caciques combes y la familia de Juan Ambrosio

Omne Inca de Salazar Cacique Primero del pueblo de Santa María de Caquiona”

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.4.2 f.169r) transacción realizada en el siglo XVIII, el

cual fue incluido en la investigación adelantada por Friede en el Macizo colombiano

(1944). En el caso de la comunidad de las Pavas, las tierras correspondían a la real

provisión solicitadas en 1640 por Don Pascual de Supía Indio principal a beneficio propio

y de sus consortes indios Yanaconas, las cuales fueron disputadas con el alférez de Cali

quien en 1670 intentó apoderarse de ellas (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.1.2 f.51r y v).

La producción documental fue generada posiblemente a partir de la emisión de la Ley 19

de 1927, la cual buscó parcelar los resguardos. Si bien el gobierno reconocía que estas

tierras no poseían la naturaleza jurídica de los resguardos, les dio un tratamiento similar,

ya que las comunidades solicitaban en algunos casos el reconocimiento de las

adjudicaciones hechas por el cabildo (en los casos que existían), sin terminar el régimen

de comunidad (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.4.2 f.173r).

Oportunidades políticas y constricciones

Autoridades locales a favor de la continuación del resguardo

A diferencia de la mayoría de los casos revisados tanto para la región, como para el resto

del país, el Concejo Municipal de Sotará manifestó su respaldo sobre la continuidad del

resguardo de Ríoblanco y del resto del Departamento del Cauca ante el Ministerio de la

Economía Nacional, por medio de una proposición del Concejo hecha en noviembre de

1943 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 247r), lo cual coincidía con la oposición a la

división por parte del Cabildo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 269r).

No obstante, la iglesia, la cual no tenía injerencia en los asuntos de la comunidad, solicitó

ante el Ministerio su parcelación para 1953 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 259r).

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134 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Las estructuras de movilización

Administradores y Junta a cargo de los bienes de la comunidad

Así como el caso presentado con la comunidad de San Antonio del Peñón, la comunidad

indígena de Las Pavas en 1935 estaba organizada por medio de un administrador a

cargo de la vigilancia de los bienes de la comunidad, asesorado por una junta integrada

por varios miembros de la misma comunidad (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.1.2 f.44r);

posteriormente, para 1939 se menciona la administración por parte del Cabildo.

En la comunidad de Rioblanco se menciona la administración por medio del cabildo

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 F 222r). En algunos casos, tanto las juntas como los

cabildos defendían la política de división de las tierras comunales. En este caso,

particularmente el Concejo Municipal de Sotará, al cual pertenecía Rioblanco, se

manifestó en contra de la parcelación, argumentando el reducido tamaño de la

parcialidad, además de no poseer el título en 1939 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 F

222r).

Los procesos enmarcadores

Entre estas comunidades se encontraban posiciones opuestas frente a la parcelación de

los resguardos, interpretaciones sobre su posición en el conjunto de la nación y las

consecuencias de pertenecer a un partido político, contrario a la línea del gobierno. A

favor de la división de resguardos, la comunidad indígena de Las Pavas solicitó la acción

de la Comisión Divisora, expresando la necesidad de su acción ante la ocupación

realizada por particulares en 1935 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.1.2 f. 43r) como una

posible medida ante la usurpación, adaptando el argumento que la división estimulaba

sentimientos de progreso y mejoramiento (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//6.1.2 f. 38v). La

organización de una comisión no llegó a buen término, por falta de partidas

presupuestales.

La división de resguardos y la falta de instrucción como causas de la

degeneración de la raza

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Capítulo 3 135

Las condiciones de vida, la forma de trabajo, la falta de “verdad religiosa”, y la

expropiación causada por ricos y acomodados, generaría la degeneración de la raza y su

inminente desaparición, según lo exponía el presidente del Cabildo de Rioblanco en

1939, lo cual generaría perjuicio de la Nación. La respuesta al problema era la instrucción

en la “verdad religiosa, se nos enseñe el alto idioma y nos instruyan en los deberes y

derechos (ilegible) a la vida ciudadana” y suspender la desposesión de la tierra para

lograr asemejarse al común de los colombianos y así contribuir a la nación

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 231r y v).

Obdulio Palechor como representante de Rioblanco, en oficio dirigido a Eduardo Santos

en su exposición fue más incisivo frente a las condiciones económicas, situación que ha

llevado a los indígenas a ser el:

(…) pueblo melancólico, triste que vejeta y va desapareciendo en medio de la

miseria de lo que se considera tan preta (sic) que, a medida que se haga menor

nuestra población la isla será más pobre y desaparecerá de ella su antigua alegría

nativa (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 231v)

Así mismo, como lo presenció el funcionario del Ministerio de la Economía Nacional en

visita adelantada en la región de Tierradentro y algunas interpretaciones hechas por la

Federación Indígena Nacional sobre la situación mundial frente a los problemas locales,

Palechor en la misiva remitida al presidente Eduardo Santos criticó el modelo económico

que había fomentado la riqueza pública y particular, argumentando y exponiendo la

legislación del periodo republicano y el perjuicio de la creación de latifundios a partir de

los resguardos de Cundinamarca, Boyacá y Santander “semejante a lo sucedido en

Roma e Irlanda” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 230v ).

El rol de los partidos políticos en la supresión de resguardos

En la interpretación hecha por Palechor sobre la emisión de las leyes que favorecían la

división de resguardos, se incluye la idea de una venganza al ser “nuestra raza”

perteneciente al partido Liberal; su argumento se sustentaba en que normas como la Ley

55 de 1905, fue una extralimitación “en sentido de decidir legislativamente un asunto de

carácter exclusivamente judicial” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 231-233v):

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136 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

No pasó, sin embargo, en lo dicho; la Ley 55 de 1905 todavía atentó vengarse

en otra forma después de pasada la guerra de los mil días quiso acabar con

nuestros derechos nada más porque casi toda nuestra raza pertenecía a

sangre Liberal, decimos esto con toda la claridad y franqueza no por

aprovecharnos de alguna cuestión, si no puramente porque cierto

pertenecemos a (¿?) de las ideas del liberalismo, písele a quien le pise

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 233v )

Sobre la Ley 89 de 1890, la señala como contradictoria, porque a pesar de reconocer la

inferioridad de la raza indígena para el manejo de los resguardos, fijó plazos para su

división (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 234r).

3.5.5 Los resguardos del Departamento del Cauca

A partir de otras investigaciones, se puede afirmar que durante el siglo XIX, el Gran

Cauca, ante las políticas de división de resguardos, sus defensores establecieron

estrategias para mantener su continuidad acercándose a los partidos tradicionales, a su

conveniencia; por ejemplo, en 1849 cuando los liberales llegaron al poder y manifestaron

el interés de dividir los resguardos, los indígenas se ubicaron del lado de los

conservadores en las guerras civiles entre 1851 y 1854, lo que llevó a que en Túquerres

y Pasto, se aprobara una ley que permitía la existencia indefinida de los resguardos y su

gobernador conservador ordenó su devolución así hubieran sido vendidas. De acuerdo

con Sanders, esta alianza se frustró con la estrategia de la Asamblea Departamental, que

aprobó la Ley 90 de 1859, firmada por Mosquera, la cual ponía fin a los ataques contra

los resguardos y reconoció expresamente la autoridad de los cabildos pequeños para

gobernar la vida indígena; no obstante, ante una ley de 1873 que suprimía la Ley 90, los

indígenas manifestaron su respaldo a quien la derogara. En ese año, el presidente del

Estado del Cauca Julián Trujillo acabó con la Ley que derogaba la Ley 90, lo que hizo

que los indígenas fueron neutrales ante las guerras civiles de 1876-1877, 1879 y 1885.

Este investigador ha encontrado que antes de 1860, las peticiones referían a una

comunidad; luego de este año se presentan escritos en nombre de varios cabildos,

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Capítulo 3 137

exponiendo una identidad indígena que no se oponía al ser del ciudadano granadino,

(Sanders, 2007).

Una vez es dividido el Departamento del Cauca a inicios del siglo XX y al segregarse los

territorios de los nuevos departamentos y una gran parte de los territorios nacionales, la

población local se interesó más por las industrias agrícolas ante el retiro del territorio

minero, aumentándose la presión por la tierra.

En el conjunto de documentos revisados, se destacan los registros a partir de 1930,

cuyas características se presentan de manera resumida en la Tabla 3-6

Tabla 3-6 Resumen Resguardos del Departamento del Cauca

Año 1930-1948

Características • Gran número de resguardos, con tierra disponible

Las oportunidades políticas y constricciones

Oportunidades Políticas

• Acompañamiento de algunos miembros del Partido Comunista

• Difusión contraria a la política de parcelación realizada por la Confederación de Trabajadores Colombianos y la Federación Nacional Campesina e Indígena

• En 1936 es creada la Jefatura de Negocios de Indígenas del Cauca y sección departamental que fomentara su división en Silvia, Cauca

• Por cuenta del Decreto 35 de 1941 (febrero 1) expedido por la Gobernación del Departamento del Cauca, se estableció la prórroga por diez años para la división de los Resguardos, ante el vencimiento de la Ley 89 de 1890 establecido para la división

Constricciones

• Al iniciar el siglo XX hubo procesos de expropiación y colonización promovidos por comunidades religiosas

• Gobiernos locales partidarios de la división de resguardos

Las estructuras de movilización

• 1938 creación de la Federación Indígena del Cauca. Luego es llamada Federación Departamental Indígena y campesina del Cauca

• 1940 se desarrolla la Conferencia Departamental Indígena, Campesina y Obrera

Procesos enmarcadores

• Discusión si correspondían a indígenas o campesinos

• La pertenencia a los partidos políticos como la causa de su situación de desventaja

• Situación del avance del fascismo en Europa y África, se interpretaba como parte del avance del imperialismo, semejante a la ocupación hecha por los terratenientes en los resguardos

Oportunidades Políticas y constricciones

En la zona hubo procesos de expropiación y colonización promovidos por comunidades

religiosas, como en Tierradentro, donde el pueblito de la sal fue convertido en 1907 en el

municipio de Belalcázar, segregando tres cuartas partes del territorio (Ángel, 2012). En

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138 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

oposición a ello, hubo manifestaciones indígenas en contra de las acciones de la

Comisión Partidora en Calibío para 1928 (Villegas, Yunis, 1974).

Luego de la conocida Quintinada, en el departamento, continuó trabajando José Gonzalo

Sánchez como miembro del Partido Comunista. Una vez se emite la Ley 19 de 1927, se

incrementó el interés por llevar a cabo la división en los departamentos del Cauca y

Nariño. Para 1938 el Concejo Municipal de Silvia solicitó se desarrollara una Comisión

divisora en el oriente caucano, la cual tuvo dificultades procedimentales, al encontrar que

los indigenas cultivaban una parte en tierra fría y otra en tierra caliente, la definición de

quienes eran los beneficiarios y la falta de registros de las asignaciones hechas por el

cabildo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.4, f.70 -104r).

Para Tierradentro fue creada la Comisión por Decreto 918 de 1944, pero tuvo problemas

administrativos como la falta del nombramiento del ingeniero, el retiro del dibujante y el

trabajo limitado del abogado y el pagador, causando así la desintegración de la

Comisión. En la región eran llevadas a cabo conferencias de “política comunista”,

contrarias a la política de parcelación del gobierno, realizadas por la Confederación de

Trabajadores Colombianos y la Federación Nacional Campesina e Indígena,

especialmente del dirigente agrario y político comunista Víctor Julio Merchant, según el

informe del abogado miembro de la comisión (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.4, f.104-

114r).

Establecimiento de Oficinas especiales para el tratamiento de los

indígenas a nivel departamental y municipal

En el Departamento del Cauca, por Ordenanza 44 de 1936 fue creada la Jefatura de

Negocios de Indígenas del Cauca “con la mira exclusiva de buscar tan forma efectiva la

elevación del nivel de vida de los grupos aborígenes y su asimilación a la masa general

civilizada” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1 F 12r), la cual estuvo a cargo de Gerardo

Cabrera Moreno. En el impreso por el cual se hizo difusión de la noticia de su creación,

se señala que los indígenas constituían principalmente el grupo de terrazgueros,

arrendatarios, aparceros, y cuya separación de la tierra, creaba los conflictos de

contenido social; no obstante, en el escrito no se hace mención de los resguardos, el cual

se presenta en la Figura 3-7:

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Capítulo 3 139

Figura 3-7 Circular Número 3. Impreso del Departamento

Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1 f. 12r

También en Silvia su Concejo por medio del Decreto 700 de 1936 creó una sección

especial encargada para la división de resguardos, con el argumento de que el gran

número de pobladores indígenas era la causa del supuesto atraso, al ser “refractarios a

la civilización, al trabajo, a las industrias, y hostiles a las personas de otras razas”

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.2.4. f. 57r). El Decreto incluía obligaciones al Cabildo

como presentar al Concejo Municipal las adjudicaciones de tierra deslindadas, el

nombramiento de un tesorero o síndico entre otras.

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140 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Las Estructuras de Movilización

A partir de 1930, se encuentran tanto manifestaciones a favor, como en contra de la

división de los resguardos. De éstos primer grupo se destacan las argumentaciones

cimentadas en contra de la consideración de seres inferiores; el grado de civilización, la

facilidad de crédito y el plazo de cincuenta años a punto por cumplirse establecido por la

Ley 89 de 1890, posiciones cercanas a los argumentos presentados por los funcionarios

del Ministerio de la Economía Nacional.

El segundo grupo, tuvo manifestaciones individuales, por pueblo, y en este periodo, hay

evidencias de congregaciones alrededor de la agenda del Partido Comunista y los líderes

indígenas que se mantenían vinculados.

Federación Indígena del Cauca (1938)

Esta Federación fue conformada en Campo Alegre, Totoró (Cauca) el 8 de agosto de

1938 y su formación fue anunciada al expresiente López a través del periódico Tierra

(Villanueva, 1993). Las comunicaciones emitidas desde esta Federación, no sólo se

encargaban de las luchas indígenas en el país, sino también para respaldar a los pueblos

en lucha de la ocupación de alemanes e italianos en el contexto de la segunda guerra

mundial (Arenas, 2008). La necesidad de la tierra, fue interpretada por los miembros de

la Federación como una situación semejante a la invasión italiana de Etiopía y España,

por parte del imperialismo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 f.56r).

El contexto de la segunda guerra mundial y la ocupación de las tierras por cuenta de los

terratenientes, interpretadas como parte del avance imperialista, fue una visión expuesta

por la Federación, y compartida por algunos comuneros, como se expondrá en los

procesos enmarcadores.

Conferencia Departamental Indígena, Campesina y Obrera en 1940

En noviembre de 1940, se desarrolló la Conferencia Departamental Indígena, Campesina

y Obrera en Popayán, cuyo propósito central fue luchar contra la división de los

resguardos, con participación de las Ligas indígenas y campesinas, las cuales estaban

encargadas de exponer las experiencias alrededor de la división de los resguardos y la

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Capítulo 3 141

liquidación del Cabildo. Contrario al discurso liberal de la época, para sus promotores

como José Gonzalo Sánchez, el resguardo brindaba amplias garantías económicas y

seguridad ante la codicia latifundista (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1 f. 70).

El informe General sobre los Cabildos indígenas estaba a cargo de José G. Sánchez, y

otros se encargarían del “Movimiento Sindical Indígena y Campesino del Departamento”

La Plataforma General de Lucha y la declaración de Principios de la Raza Indígena,

serían el resultado de los informes. No obstante, no hay registro de sus resultados y sus

conclusiones, solo el volante de la agenda presentado en la Figura 3-8.

Figura 3-8 Plan de Labores y Orden del Día del Comité Organizador de la Conferencia Departamental Indígena Campesina y Obrera, 1940

Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1, f.70

Los Procesos Enmarcadores

Entre la definición de Campesinos o indígenas:

En 1936 el gobernador del Cauca indicó que el indígena era como un campesino, pero

preso del sistema comunal, donde la parcelación sería benéfica para la “economía

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142 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

general y de la raza campesina” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f. 22r). En los años

siguientes otro gobernador reiteraba la condición de inferioridad del indígena, solicitando

escuelas vocacionales, facilidades de crédito y acción de las comisiones divisoras

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f. 184r-198r).

Por su parte, a partir de la visita realizada en el municipio de Silvia en 1938, el

funcionario del Ministerio de la Economía Nacional, reiteraba que el problema era la

ignorancia de los indígenas, y el problema agrario sólo existía en la mente de sus

consejeros (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1 f. 40r-41r)

Tanto la categoría de indígenas como de campesinos, fue usada por los funcionarios del

Ministerio de Economía encargados de dividir las acciones para adelantar la división de

resguardos en la década de 1940, donde su definición de resguardo era sinónimo de

comunidad, la cual era definida por un grupo ligado a través de creencias, tradiciones y

costumbres, como lo observado por un funcionario en Tierradentro

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1f. 102-137r ). En 1943 se remite otra comisión a la

misma región donde emergen nuevamente los argumentos racistas a favor de la división

de resguardos, donde se afirma que la abulia22 era natural en el indígena y su situación

se agravaba por la falta de alimentación nutritiva y el abuso del alcohol y la coca; en

contraste, los indígenas de La Laguna en Inzá a quienes se les había conferido títulos

“tienen capacidad de consumo, se dan vida mejor y como tienen halago en su trabajo,

aprovechan mejor el tiempo que los indígenas malgasten ingiriendo chicha y dándose

vida miserable” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1f.141r )

Por otra parte, la identificación de los miembros de las comunidades como campesinos o

“clase campesina”; en el caso de los indígenas de Ricaurte y Tálaga de Belalcázar y Alto

del Rey en El Tambo solicitaron la división como medida para dar tranquilidad y progreso

al pueblo, ante su grado de civilización y cercanía del plazo fijado por la Ley 89 de 1890

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 146r; CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.4.1, f. 21v-

34r). Su discurso sobre la ciudadanía no esperaban la prórroga de la Ley 89 de 1890,

considerándose “mayores de edad y con aptitud para el manejo de nuestros intereses”

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 207r-208r), con un avance semejante al de la

22 Pasividad, desinterés, falta de voluntad. Consultado en RAE http://dle.rae.es/?id=0DYwS2u

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Capítulo 3 143

“clase campesina” y donde la convivencia con el elemento blanco había dado paso al

mestizaje (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//11.1.2 f. 111r y v). Las solicitudes de división

incluían argumentos a favor del progreso local, de la nación y la posibilidad de acceder a

los créditos de la Caja de Crédito Agrario (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//11.1.2 f. 112r).

Argumentos como los mencionados anteriormente, fueron expuestos por la parcialidad

de Poblazón en 1943 afirmando que su grado cultural era exactamente igual al de los

campesinos de los alrededores de Popayán (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1 f. 151r).

Entre 1941 y 1944 el Cabildo de la Parcialidad de Cohetando también se manifestaban a

favor de la división de los resguardos con argumentos semejantes a los expuestos

anteriormente (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1 f. 4v - 5r; 88 r - 103r)23

Para funcionarios como el abogado de parcelaciones Víctor Gutiérrez, con excepción de

las llamadas tribus indígenas del Amazonas, Putumayo, los Motilones, el campesinado

era uno solo en cultura, nivel económico y aspiraciones; no obstante, incluye que la raza

si es problemática, ya que la llamada “clase campesina” es mestiza y mulata cuyas

fusiones consideraba problemáticas. Así como se ha expuesto en otros casos, hace uso

del imaginario del campesino casi blanco, como un ser de maravillosas características

físicas e intelectuales, presentes en los departamentos de Caldas, Antioquia y Santander

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1 f.148r)

El rol de los partidos políticos

La filiación partidista se encontraba en el centro del debate sobre la interpretación de la

expropiación de la Hacienda El Chimán en 1938; para 1897 el Ministerio de Hacienda

había adjudicado a la parcialidad trescientas treinta (330) hectáreas y entre 1911 a 1912

habían gestionado ante el Ministerio de Obras Públicas la inclusión de los terrenos

denominados Chimán el cual fue posteriormente apropiado por otras personas

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1 f. 40r-41r). En la carta dirigida al Presidente Eduardo

Santos, los indígenas pedían justicia al haber sido sometidos como “esclavos” y ser

23 El resguardo de Cohetando fue declarado inexistente a través de la Resolución 5 de 1944 del Ministerio de la Economía Nacional; no obstante, en 1945 y 1946, e incluso en 1963, continuaba sin dividirse (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1 F 142r-153r), dejando a sus miembros en un limbo.

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144 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

“elementos adictos incondicionalmente al gobierno Liberal” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//8.3.2 f.163r).

La situación de la segunda guerra mundial en la interpretación de la

situación del resguardo

La visión de la Federación Indígena del Cauca sobre la necesidad de la tierra frente a la

presión fascista e imperialista en el contexto de la segunda guerra mundial, era

compartida por comuneros del resguardo de Calderas (Inzá) conforme a lo declarado por

un comunero al abogado de resguardos en comisión a quien le sugería comunicarle al

presidente que hiciera llegar la guerra, donde había gente dispuesta a pelear

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//2.4.1, f 149r). Más allá del espíritu bélico destacado por el

visitador, se subraya la idea de la comprensión de un problema local enlazado a una

situación mundial, así su correlación no sea clara. Así, en una comunicación de la

Federación ante la invasión italiana de Etiopía y España, por parte del imperialismo; en la

misiva correspondiente cerraba con la frase: “El grito del indio es hoy: tierra libre de amos

y capataces” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 f.56 r).

3.5.6 Resguardos de Nariño

El proceso de conquista y colonia en el valle de Atriz, generó un fuerte descenso

demográfico, generándose hasta el siglo XVIII su recuperación. Durante el proceso

independentista, apoyaron la realeza, lo que ha sido interpretado como una estrategia

para mantener los resguardos. Al pertenecer durante varios años el territorio del

Departamento de Nariño al Cauca, compartió situaciones semejantes frente al

tratamiento de las tierras colectivas de la región presentada en la anterior sección, siendo

los dos departamentos que poseían el mayor número de resguardos. A continuación se

presenta un resumen de las características más generales con respecto al Departamento

de Nariño Tabla 3-7.

Tabla 3-7 Resumen Situación Resguardos de Nariño

Año 1930-1946

Características

• Gran número de resguardos, con poca tierra disponible

• Procesos de parcelación de resguardos se aceleraron a partir de 1943, hasta 1958, como consecuencia de la integración de la ciudad de Pasto al país por el conflicto

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Capítulo 3 145

sostenido contra Perú

Las oportunidades políticas y constricciones

Oportunidades Políticas

• Decreto 406 de 1936 (Ministerio de Industrias y Trabajo) se designaron tierras para las comunidades del Departamento de Nariño

• Ley 71 de 1943 (Congreso de Colombia) el Estado compra el territorio de Campanero para adjudicarlo a sus poseedores

Constricciones

• Decreto 74 de 1898 (Gobernación del Cauca) y Resolución 859 de 1925 (Gobernación de Nariño) determinaron cómo se definía quien pertenecía o no a la comunidad

• Resistencia de los funcionarios locales a realizar la asignación conforme al Decreto 406 de 1936, expidiendo la Resolución del 15 de marzo de 1938

Las estructuras de movilización

• Cabildos locales los cuales fueron gravemente afectados una vez se declaraban inexistentes los resguardos

Procesos enmarcadores

• Indígenas, pero no salvajes

• La pertenencia a los partidos políticos y su interpretación sobre la supresión de resguardos

La emisión del Decreto 1421 de 1940 facilitó la acción de las comisiones partidoras

establecidas por la Ley 19 de 1927, cuando los miembros de los cabildos comenzaron a

solicitar la división de sus resguardos (Perugache, 2015). Iniciado el proceso de división,

algunas veces no concluían exitosamente al no contar con los miembros completos de la

comisión (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 f.120r). Una situación más difícil para los

indígenas, es que una vez declarados inexistentes los resguardos para así facilitar su

división, quedaban en un limbo, ya que no contaban con la administración del Cabildo

para la distribución de la tierra, ya no eran regidos por la Ley 89 de 1890 y continuaban

sin acceder a préstamos, conforme a un informe de la Comisión Divisora (Perugache,

2014).

Oportunidades políticas y constricciones

Gran parte de los resguardos permanecían vigentes una vez iniciado el siglo XX. A

diferencia del Departamento del Cauca, los funcionarios en diferentes comisiones,

destacaron la falta de tierras para los indígenas. Por otra parte, hubo determinaciones

departamentales que intentaron fijar quienes eran los miembros de los resguardos, y

quienes perdían su calidad como tal.

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146 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Ajustes en la definición de los miembros de las comunidades a

través de las normas

En desarrollo de la Ley 89 de 1890, conforme a las atribuciones dadas por el artículo 41

de la misma norma, el gobernador del Departamento del Cauca (en el cual se incluía el

de Nariño) expidió el Decreto 74 de 1898 (Roldán, 1983), el cual hacía precisiones sobre

la organización de los cabildos, resguardos, sucesión y protección de indígenas; de este

decreto el artículo 98 estableció que la mujer indígena casada con varón no indígena, o

de otra parcialidad perdería su condición a la parcialidad, mientras que sus hijos

heredarían la situación del padre, lineamiento que complicó la autonomía en la manera

de identificar los miembros de la comunidad y quienes tendrían derecho a una parcela

como sucedió con la Comunidad de Tangua en 1934 quienes solicitaban la división del

resguardo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 f. 112-113).

El decreto anterior fue ajustado posteriormente en el Departamento de Nariño con la

emisión de la Resolución 859 de 1925 (referido también como Resolución 859 de 1926)

determinando que los hijos resultantes del matrimonio de una indígena con un individuo

de raza distinta, siguen la condición de la madre y le suceden en los derechos que ella

tiene adquirido en los bienes de la comunidad, y el individuo que perteneciendo a la Raza

blanca se case con india de parcialidad, no es sino mero administrador de la porción de

terreno, advirtiendo que los hijos resultantes mantendrían el derecho a participar de los

terrenos poseídos por su madre (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 f.125v -127r)

Asignación de tierras adicionales ante la estreches de los resguardos

En 1936, como resultado de la comisión realizada por un funcionario del Ministerio de

Industrias y Trabajo, concluyeron que las tierras que ocupaban eran insuficientes. Ante

esto, se determinó aumentar los terrenos ocupados por las parcialidades, asignando una

serie de baldíos ubicados en inmediaciones de la laguna de La Cocha, en el

Corregimiento de La Victoria en el Municipio de Ipiales, en las vertientes del Río Telembí,

en los páramos de Guaspuscal y sus aledaños, del Municipio de Funes, e incluso, en la

Comisaría Especial del Putumayo y en el Municipio de Santa Rosa del Departamento del

Cauca, de acuerdo al Decreto 406 de 1936 (Ministerio de Industrias y Trabajo).

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Capítulo 3 147

El derecho a las tierras no estaba garantizado por la emisión del decreto, ya que cada

parcialidad debería localizar y amojonar la extensión asignada, enviar al Ministerio de

Industrias y Trabajo los planos correspondientes, con una información sumaria en la que

se demostrara que los terrenos fueran baldíos y sin evidencia de minas de aluvión en

explotación, bosques nacionales, islas o playones, ni colonos. Más de la mitad asignada

a cada parcialidad se consideraría como terreno de resguardo y el resto podría ser

ocupado por los miembros de la parcialidad en calidad de colonos conforme a la Ley 47

de 1926, y una vez aprobados los documentos, posteriormente se expediría una

resolución donde se determinaría la extensión del terreno.

La puesta en realidad del Decreto, contó con varios problemas; por una parte, la acción

de autoridades locales, como en el caso denunciado por la comunidad de Botanilla en

1939 quienes a pesar de haber enviado los documentos hacía dos años, habían sido

expulsados del terreno por el Juez de Tierras, quien había dictado lanzamiento y prendió

fuego a la colonia séptima (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.3.1 f.26).

El otro problema fue la resistencia desde el escenario local; un periódico regional afirmó

la adulteración de un decreto en la gobernación para adjudicar como baldíos terrenos de

propiedad particular24. Ante esta presión, la Gobernación de Nariño emitió la Resolución

del 15 de marzo de 1938, prohibiéndole al ingeniero Niño adjudicar baldíos en

Campanero (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//5.3.4 f. 78r).

Posteriormente, el terreno fue adquirido por el gobierno mediante la Ley 71 de 1943

(Congreso de Colombia) ocupado por varias colonias indígenas declarándolo de utilidad

pública, cuya titulación fue posible hasta febrero de 1947 cuando se estableció contrato

entre el Gobernador de Nariño y Jorge Lima por el traspaso a la nación del lote

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 f. 129-134).

El impacto de las Comisiones Divisoras

En el Departamento de Nariño, a pesar del gran número de indígenas, de la estreches de

los resguardos, los procesos de parcelación se aceleraron a partir de 1943, hasta 1958,

24 “El Gobierno Nacional se empeña en crear problemas sociales en Nariño” nota de prensa incluida en el expediente (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 f. 90)

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148 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

consecuencia de la integración de la ciudad de Pasto al país por el conflicto sostenido

contra Perú, facilitado gracias al Decreto 1421 de 1940, cuya expedición fue recibida con

júbilo, por senadores, y alcaldes municipales como de parcialidades manifestado al

gobierno nacional por medio de un telegrama en el cual se menciona de dicho decreto

“EL CUAL HACE REDENCIÓN VIDA PROLETARIADO” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//3.4.3 f. 133r)

Antes de 1940, en la esfera departamental y municipal había declaraciones de

funcionarios públicos en contra de la disolución de los resguardos, pero con argumentos

cargados de prejuicios, presentando un futuro donde los indígenas venderían los terrenos

y se convertirían en “parásitos sociales” dada la “atávica tendencia al alcoholismo”

(Perugache, 2015).

La expedición del Decreto legislativo 1421 de 1940, generó una activación en la dinámica

de la división de los resguardos, expidiéndose un gran número de resoluciones

declarándolos inexistentes, lo cual, semejante a la situación del departamento del Cauca

dejó en un vacío jurídico y en desamparo a varias comunidades transformando el

resguardo como un baldío y desmembrando la organización de base como los cabildos,

los cuales no podían continuar con sus funciones.

Las solicitudes hechas por las comunidades, no fueron del todo libres en su decisión; en

el expediente se menciona la incidencia de los funcionarios del Ministerio de Industrias y

Trabajo quienes sugerían solicitar la propiedad por medio del cabildo o de forma

individual, ofreciéndoles los esqueletos de los memoriales al no contar con los títulos de

los resguardos, a pesar de que el artículo 12 de la Ley 89 de 1890 se indicaba cómo

proceder (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 f. 172r).

El “esqueleto” de las resoluciones que declararon inexistentes los resguardos fue la

resolución correspondiente a la declaratoria de inexistencia de San Lorenzo en el

Departamento del Cauca, continuando con la parcialidad de Tangua del Departamento

de Nariño (Ministerio de la Economía Nacional, Resolución No. 2 del 1 de septiembre de

1943). La primera parte de la resolución como los “considerandos” eran los mismos, los

cuales reflejaron una concepción racista peyorativa del indígena, donde los nativos

actuales estaban lejos de “aquellos indígenas sumidos aún en las penumbras del instinto

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Capítulo 3 149

ciego, lejos de las luces de la civilización y desvinculados totalmente de la vida de

relación que condiciona el régimen jurídico, comercial, industrial, etc.”, al haber logrado

un nivel cultural, contacto con la civilización, una asimilación de las costumbres comunes

y un continuo intercambio comercial, con los blancos y mestizos, identificándolos con

este último grupo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 f. 217v-218r) suprimiendo así la

categoría de indígena. La parcelación, según los considerandos del Ministerio plasmados

en la resolución, permitía mantener la organización familiar, su composición étnica y la

conformación de cooperativas atender en forma comunal a los intereses económicos del

núcleo por medio de cooperativas imposible de organizar sin dividirse

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 f. 217v-218r).

Una vez parcelados, los terrenos quedaron reducidos a pequeñas parcelas como en el

caso del Resguardo de Angano, donde se repartieron lotes entre 500 a 700 metros

cuadrados; en Obonuco, 70 hectáreas fueron divididas entre 200 familias; en Jongovito

84 hectáreas fueron repartidas entre 100 familias, resultando parcelas de un cuarto de

hectárea o una hectárea; en Gualmatán resultaron parcelas de 1 a 3 hectáreas. (Fals,

1959)

La declaratoria de resguardos como inexistentes como estrategia de

despojo

Las estructuras de movilización

Las solicitudes dirigidas por los miembros de los resguardos, se hacía por parte del

Cabildo de cada una de las parcialidades. En términos generales los documentos no

refieren a un grupo encargado de coordinar las acciones. Esta organización de base

sufrió un gran impacto al declarar los resguardos inexistentes para su división, ya que en

la visión del Ministerio, no tenían a cargo la adjudicación de tierras mientras llegaba la

Comisión (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 f. 153). Por otra parte, autoridades locales

intentaron actuar al interior de la elección de los cabildos para proteger los bienes de los

blancos (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 f. 221-223).

La vulnerabilidad a la que eran entregadas las comunidades al declararse inexistente los

resguardos, se evidenció rápidamente; después de haber sido declarado inexistente la

parcialidad de Tangua, su alcalde denunció la determinación hecha por el Concejo

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150 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Municipal al determinar que no existía poseedor, los terrenos se destinarían para

construir plazas o edificios públicos o venta (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 f. 228r).

A pesar de la denuncia hecha, el Ministerio exige la entrega del archivo del cabildo en

1945 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 f. 236r).

En otras parcialidades, se declaraba que el cabildo quedaba cesante “porque no se

puede gobernar lo que no existe ni puede haber gobernantes sin gobernados”

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 f. 53r), como en las parcialidades de Jenoy,

Catambuco y Pejendino donde debían entregar la casa del cabildo (Perugache, 2015) y

Pejendino, ante la consulta sobre si una vez declarado inexistente, el cabildo quedaba

cesante.

Los procesos enmarcadores

En el Departamento de Nariño fueron numerosas las solicitudes de división de resguardo

por parte de las comunidades, lo que fue interpretado por Fals Borda como un “mestizaje

social” (1959), mientras que otros lo interpretan como el resultado de la persuasión hecha

por las autoridades gubernamentales con el propósito de acceder a beneficios como las

facilidades en los créditos (Perugache, 2015).

Quitar lo salvaje a la categoría Indígena

La categoría de indígena, no se destinaba únicamente a la pertenencia del resguardo. En

Nariño se registró la obligación en realizar trabajos forzosos, como el arreglo de caminos,

la exigencia del pago de la cuota militar entre otras contribuciones forzosas

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 f. 113v). Al declararse extinto un resguardo, las

autoridades locales continuaron haciendo uso de la mano de obra indígena, como lo

sucedido en Obonuco en 1950, dos años después de haber sido declarado extinto,

fueron convocados los naturales para el trabajo vecinal (Perugache, 2015).

Parte de los argumentos expuestos por las comunidades para realizar la parcelación de

resguardos, era el rechazo a ser tratados conforme a la Ley 89 de 1890, alegando su

grado de cultura y civilización, la capacidad para administrar sus bienes, no como

menores de edad, como lo realizado por el cabildo de Mocondino ante el Ministerio de

Economía Nacional en 1947 (Perugache, 2014). Conforme con Perugache, es relativa la

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Capítulo 3 151

señalada desindigenización o el “mestizaje social” ya que en los memoriales, se

denominaban a sí mismos como “indígenas civilizados” o “campesinos indígenas”, donde

lo que rechazan es el prejuicio sobre lo indio asociado a lo salvaje (2014). Se oponían a

ser considerados menores de edad, como los indígenas de Tangua en 1943 quienes

manifestaron tener mayores capacidades para manejar con provecho la tierra

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.4.1 f.185r), documentos presentados ante el Ministerio

del Trabajo Figura 3-9; en 1946 la parcialidad de Pejendino rechazan la Ley 89 de 1890

basada en una “capitis diminutio”25 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.1 f. 20r-21r)

aplicable a los indígenas, palabras retomadas por los miembros del Resguardo de

Botanilla en 1949, destacando que están al nivel común de los ciudadanos

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.3.1 f.78v-79r).

Figura 3-9 Carátula de la documentación enviada por la parcialidad de Tangua en diciembre de 1939

Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3

Los indígenas de Tangua, para ampliar las tierras de resguardo argumentaron el derecho

a haber trabajado las tierras “que uno las ha sacado de la selva, del abismo de los

pantanales, de la nada” amparándose en el código civil de la época, y leyes sobre

baldíos (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 f.112-113).

25 Disminución de la capacidad jurídica de una persona que se producía por la pérdida de uno o varios de los "status" propios de ésta, dando por tanto lugar, a tres tipos diferentes de capitis deminutio: máxima, media y mínima. Disminución de la capacidad o cambio de la situación jurídica del individuo. Cualquiera de las alteraciones que un individuo puede experimentar en su status personarum (libertatis, civitatis, familiae) Consultado en Capitis Deminutio (Derecho Romano) https://glosarios.servidor-alicante.com

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152 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

En 1944 de las metáforas más comunes para representar la función de las razas en el

país fue a través de un cuerpo; los miembros de los resguardos de Jongovito,

Gualmatán, y Botanilla se identificaron como el brazo fuerte:

Nosotros por nuestra condición humilde, no seremos el cerebro, ni el corazón de

la República, pero en cambio por nuestro trabajo y esfuerzo tesonero y constante,

somos el brazo fuerte de nuestra patria y por este y porque queremos trabajo para

que haya más tranquilidad, armonía y progreso (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//7.3.1 f. 65v)

El rol de los partidos políticos

Varias situaciones presentadas con los resguardos, fueron interpretadas por los

comuneros como retaliación del bando contrario; en general, los miembros de las

comunidades se declaraban abiertamente liberales, inicialmente.

Por ejemplo, la entrega de los baldíos en inmediaciones de la Laguna de la Cocha, en

1937 fue interpretado como un acto del Partido Liberal contra la expansión del

imperialismo, consecuente con la idea de que la propiedad se extendía hasta que llegara

el hombre con su trabajo (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 f.56r). En otro caso

particular, la comunidad de Tangua en 1935 y en 1943 por medio de sus escritos daban

vivas al Partido Liberal (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//3.4.3 f. 177 r y v; 30.4.4.1 f. 185r).

Los ataques sufridos por la comunidad de Botanilla en 1944 denunciados al presidente

Alfonso López, ante el despojo hecho por el Juez de Tierras y asesinatos a miembros de

la comunidad, señalaron por ser perpetrados por los “fusiles de la República” por parte de

los godos o conservadores, acusándolos de mandar quemar casas y enseres

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 f.131).

Pero parte de ese discurso de apoyo al partido liberal cambiaría una vez el escenario

político fue modificado a partir de las elecciones de 1946, cuando retornan los

conservadores con Mariano Ospina Pérez. En 1950, el cabildo de Consacá afirmó que

personas de raza blanca quienes hicieron la solicitud de la división, se hicieron a tierras

bajo el “régimen liberal de 1930 a 1946” donde varios arrendatarios se hicieron pasar por

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Capítulo 3 153

indígenas (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 f.77v) y en 1951 a los suplantadores los

señalaron de ser de tendencia comunista (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 f.116r);

prueba de ello, se soportaba en que uno de los solicitantes era blanco y quien se

desempeñó como Jefe del Resguardo de Rentas obstaculizando la votación para

presidente en la cual quedó elegido Mariano Ospina Pérez, autor del decreto de la

extinción de resguardos (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1, f. 139v).

Las críticas al gobierno liberal continuaron, recordando la respuesta dada por el partido

conservador frente a las acciones de Quintín Lame, destacando que no fue perseguido” a

sangre y fuego al caudillo de las indiadas de Tierradentro”, mientras que bajo el gobierno

liberal, habían sido sacados de sus tierras (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.2.1 f. 131-

132).

El manejo de la protesta social por parte del Partido Liberal limitó el campo de acción a

los comunistas, los cuales años antes a partir del Partido Socialista Revolucionario

habían logrado establecerse como una alternativa ante la demanda de obreros,

campesinos sin tierra e indígenas. En la década de 1940 también se encuentra un

escenario internacional en donde se discute el problema indígena semejante al del

campesinado, como se propuso en el Primer Congreso Indigenista en Pátzcuaro. Lo

anterior, junto con la creación del Instituto Etnológico Nacional y el Instituto Indigenista de

Colombia supuso una discusión más académica en términos de la problemática indígena,

cuyas conclusiones se enfocaron a considerar que la situación del indígena como un ser

ignorante a causa del abandono y no por el hecho de vivir en comunidad.

En el contexto mundial, la creación del Ministerio de la Economía Nacional y su interés

de dar respuesta a las necesidades del Estado a partir de la industria y la agricultura

propia, en el que la prosperidad de la nación dependía del tratamiento a la población

indígena, y la producción, de la fragmentación de resguardos. Posteriormente, creado el

Ministerio de la Agricultura y Ganadería se le encargaría el problema de los resguardos a

través del Departamento de Tierras. Junto al estereotipo del indígena, sin evolución

completa, se le consideraba un ser postrado y limitado física y mentalmente, marcando la

diferencia con el campesinado blanco presente en Cundinamarca, Santander y Antioquia,

para lo cual la idea de fomento del mestizaje no estaba desechada. Las posturas

negativas hacia los cabildos los presentaban como un rezago con una autoridad mal

manejada. Las Comisiones Divisoras en este periodo recibieron mayor apoyo del

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154 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

gobierno nacional, dependiendo del presupuesto de la nación, y con la potestad asignada

al Ministerio de la Economía Nacional de declarar inexistente los resguardos; sin

embargo, en la mayoría el proceso quedaba sin culminar hasta la declaratoria de

inexistencia, bajo la premisa que estaban usurpando una “condición racial y una

categoría civil”, dejando en un limbo a las comunidades sobre las mejoras hechas y el

Cabildo, sin funciones. Sin embargo, declarar que no existían indígenas, ya la estrategia

había sido utilizada por el Gobernador del Tolima con el propósito de desconocer las

medidas que requería la venta de secciones del resguardo, posibilitando la separación.

El argumento esgrimido del estado avanzado y la posibilidad de mantenerse en la

sociedad quedando sin peso la categoría de indígena y sin futuro el resguardo, las

autoridades locales continuaron tratando a los indígenas con una categoría adversa, ya

que seguían siendo convocados a trabajos forzosos como en el Departamento de Nariño.

O sea, no eran indígenas para dividir los resguardos declarándolos inexistente y por estar

en un grado avanzado de civilización, pero seguían siéndolo para realizar trabajos

forzosos. En otros casos, se les quiere desprestigiar atribuyéndole delitos, señalándolos

de usurpar la categoría de indígena, o componer cuadrillas de malhechores, o resumir

todos los procesos, como hicieron con Lame.

A pesar de que no hubo mayor avance en detener el proceso de desintegración de los

resguardos, estar al interior del Partido Comunista permitió lograr espacios de encuentro

y de exposición para plantear sus propósitos. En el escenario del III Congreso del

Trabajo en Cali de 1938, a pesar de que se reconoce los pocos avances del Partido

Comunista con respecto a la recuperación de tierras, nos permite identificar otros

propósitos que perseguían los líderes indígenas, como el arhuaco Niño destaca a

autodeterminación de la nacionalidad indígena y una valoración a sus tradiciones que él

mismo llamó naturalista, sin que ello se hiciera por fuera del Partido Comunista; Gonzalo

Sánchez por su parte reúne una serie de planteamientos como la protección a los

antiguos y la creación de nuevos resguardos, una educación lejos de las misiones

católicas, enseñanza de las lenguas nativas y atención a indígenas y campesinos

además de explotar las riquezas minerales en beneficio propio. Otro de los líderes que

refiere a autonomía, corresponde al capitán de los cunas Pedro Estrada quien refiere a la

autonomía que tienen, de atender sus necesidades en la comunidad de su territorio.

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Capítulo 3 155

La constitución de Ligas indígenas, como organizaciones de base, que incluso el mismo

Sánchez propuso como reemplazo a los cabildos, y las organizaciones departamentales

y nacionales; a través de ellas expresaron cuestiones no sólo relacionada con la

desintegración de resguardos en una perspectiva local sino que se enmarcan en una

perspectiva mundial junto a otros problemas como el por ejemplo, la Federación Nacional

Campesina e Indígena, como su manifestación contra el nazi-fascismo y el apoyo a

López, entre las cartas que fueron remitidas a los ministerios. No obstante, en algunos

casos expuestos, sufrieron la estigmatización al señalarlos de comunistas, tanto Lame y

los indígenas de Ortega y Chaparral, como de San Antonio del Peñón.

Hubo casos en donde se observa una reducción de la organización local; hasta inicios

del siglo XX los indígenas cunas eran representados por un Cacique quien establecía

conversación directa con presidentes, generales y ministros, pero una vez se da la

división de Panamá, posiblemente ante la baja demográfica en el lado colombiano y la

alta presión por tierras por parte de colonos, se ve reducido la capacidad de los caciques,

trasladándose a la capital acompañados de religiosos, siendo estos últimos importantes

en la delimitación de resguardos.

Por otra parte, a pesar de tener situaciones semejantes, los indígenas de Santa Ana de

Guazo, tratado en el capítulo anterior, y San Antonio del Peñón, no se evidenció una

intención de unirse ante contextos parecidos.

El caso de los indígenas Yanaconas, si bien no eran resguardos, ante la usurpación que

sufrían, algunos solicitaron la disolución del título colectivo adquirido por compra o por

merced en el periodo colonial. En este caso, su indigeneidad no es cuestionada.

Los indígenas de Nariño, en algunos casos solicitaron la división, por la dificultad de

mantener las mejoras del terreno asignado; por otra parte, hacen la distinción frente a la

carga negativa de invalidez del indígena, refiriéndose en algunos casos como

campesinos indígenas; semejante cuestionamiento realiza el capitán de los cunas, donde

hace una distinción entre ser ignorante, y ser salvajes, en oposición a la civilización.

Por último, además del señalamiento de los indígenas como comunistas, los indígenas

hicieron su interpretación sobre la emisión y aplicación de las leyes como retaliación a

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156 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

ser abiertamente liberales. Compararon los indígenas de Nariño y Cauca la persecución

a que eran sometidos, frente a lo que ellos consideraron menos violento de lo que fueron

los gobiernos conservadores contra Quintín Lame.

En el siguiente capítulo la atmósfera creada por la violencia, posiblemente generó una

reducción en las manifestaciones locales. Es aquí donde se presenta un giro, tanto de la

posición del gobierno, como los procesos enmarcadores y los referentes presentados en

las escasas referencias del siguiente periodo.

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4. El silencio y el resurgimiento de la cuestión indígena (1946-1960)

En este periodo se presentan dos elementos que transformaron la concepción de los

indígenas y sus resguardos aspecto que será tratado en la primera parte; el primer

elemento, es la intensificación y crudeza de la violencia bipartidista despertada después

del asesinado del caudillo Jorge Eliécer Gaitán en 1948 y la lucha contra el comunismo y

el viraje de la investigación social en la comprensión de las comunidades indígenas en

general, donde la división de los resguardos tendría su giro.

A continuación presentaremos la política indigenista del periodo, y las modificaciones de

la administración nacional con respecto a la política indígena, creándose una oficina

especializada para su tratamiento. A diferencia de los periodos anteriores, los registros

sobre las dinámicas entre el Estado y las comunidades indígenas, del archivo revisado se

redujo considerablemente26, proponiendo una sola sección para exponer los casos en

que se evidenció la participación de las comunidades, que tipo de organización

adquirieron y que nombres adoptaron para un escenario distinto. En estos registros se

encuentra cómo se equipara el resguardo con valores semejantes al cooperativismo, la

política de campesinización del indígena y cómo la violencia permea las dinámicas

locales de comprensión del “otro”, del enemigo.

Las discusiones internas en el Partido Liberal permitieron el regreso del conservatismo

con Mariano Ospina Pérez (1946-1950) quien intentó gobernar con el partido opositor,

nombrando seis liberales en el gabinete; sin embargo, la representatividad de los

liberales en el gobierno de Ospina no redujo la violencia que ya se percibía en el campo,

26 Los registros de estos años se redujeron significativamente. Esto pudo corresponder a un cambio en las dinámicas locales donde el conflicto armado se desarrolló ampliamente en el campo, o quizá a la determinación del Ministerio de Gobierno, el cual declaró archivo muerto a los archivos entre 1948 a 1958 (Sánchez, 2014)

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158 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

y su máxima expresión llegó con el asesinato de Gaitán en 1948 (Martz, 1969), donde el

presidente Ospina tomó decisiones que no redujeron la crudeza de los enfrentamientos.

El corto mandato de Laureano Gómez entre 1950 y 1951, inició presentando su modelo

de nación el cual establecía la unión entre la iglesia católica y el Estado, y propuso

reanudar los vínculos con España. Por otra parte, presentó una reforma constitucional

donde proponía reducir el sufragio, con el argumento de que la inteligencia no estaba

repartida en partes iguales en la sociedad, reduciendo por otras cualidades el derecho al

voto (Martz, 1969). Ante las reformas constitucionales y el rompimiento entre los grupos

al interior del conservatismo fue tomado el poder por Gustavo Rojas Pinilla el 13 de junio

de 1953, con apoyo de conservadores y liberales.

Durante el mandato de Gómez, se creó un ambiente propicio para la inversión extranjera,

y estableció un comité de desarrollo encargado de estudiar futuros problemas

económicos. Al tomar el poder Rojas Pinilla organizó una Comisión de Estudios

Constitucionales con lo que se proponía mantener el papel de la Iglesia, se organizaría

un nuevo cuerpo legislativo y representativo y se formaría un sistema judicial

incorruptible.

Una vez Rojas concluye el periodo presidencial de Laureano Gómez, fue elegido para el

periodo de 1954-1958, intentando ser reelegido hasta 1962, pero la oposición que se

encontraba en los dos partidos tradicionales y los militares, designaron una Junta Militar

en su reemplazo (Martz, 1969) y posteriormente la implementación del Frente Nacional

en 1958.

Durante la administración de Rojas Pinilla, se creó el Instituto de Colonización e

Inmigración, cuyo objetivo fue “fomentar el progreso económico y social de las partes

menos desarrolladas del país a través de centros de colonización y de una política de

estímulo a la inmigración” (Presidente de la República, Decreto 1894 de 1953), la cual

tenía a cargo la sección de Colonización, destinada a adelantar estudios de terrenos

baldíos para analizar la calidad de las tierras, vías de comunicación y necesidades

higiénicas, los cuales serían entregados a quienes se encontraran ocupándolos, o a

agricultores o ganaderos e inmigrantes seleccionados, además de fomentar las

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Capítulo 4 159

cooperativas de producción. Este impulso al cooperativismo, reduce en parte la

promoción del individualismo tanto de las actividades económicas, como las sociales.

Luego de la violencia, siendo Alberto Lleras Camargo el primer mandatario del Frente

Nacional estableció el Departamento de Rehabilitación y el Consejo Directivo de

Rehabilitación, encargado del fortalecimiento de las fuerzas de seguridad rurales (Martz,

1969), además de incorporar el programa de Juntas de Acción Comunal con el fin de

disminuir costos en programas sociales y logrando mayor integración popular a las

políticas del Estado.

4.1 Intensificación y crudeza de la violencia bipartidista

Ante el incremento de los hechos violentos, el presidente Ospina Pérez en noviembre de

1949 declaró el Estado de Sitio (Decreto número 3518 de 9 de noviembre de 1949),

permaneciendo así por 8 años, lo cual implicó suspender los órganos parlamentarios, se

procedió a censurar la prensa, prohibió todas las reuniones o manifestaciones públicas,

entregó plenos poderes a los gobernadores departamentales y decretó una suspensión

de las legislaturas departamentales y municipales (Martz, 1969). Con Laureano Gómez,

se agudizaron estas medidas, donde las leyes a favor del sindicalismo fueron canceladas

y los sindicatos independientes fueron derrocados, se incrementó la censura a la prensa,

la radio y el cine, y entregándoseles mayores prerrogativas a los militares (Martz, 1969).

Laureano Gómez siendo uno de los principales líderes conservadores, y quien ejerció

durante un corto tiempo la presidencia de la república, equiparó al comunismo con el

Partido Liberal; usando la figura del monstruo del basilisco afirmaba que el cuerpo

correspondía al liberalismo, mientras que su cabeza era comunista (Martz, 1969). El

comunismo se identificó como el gran enemigo a atacar, incluso Rojas Pinilla lo prohibió

el 4 de septiembre de 1954, asemejándolo a credos distintos al católico como el

protestantismo cuya difusión fue prohibida en las zonas identificadas como Territorios de

Misiones Católicas (Martz, 1969). En este contexto, se configura la pobreza como

problema (reduciendo la eficacia del discurso alrededor de la raza), ya que establecía las

condiciones necesarias para que el comunismo echara raíces, reduciendo las

posibilidades de desarrollo, coincidente con la nueva geopolítica presentada a partir de la

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160 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

finalización de la Segunda Guerra Mundial, donde el desarrollo era el patrón principal del

bienestar para el tercer mundo, evitando así la llegada del comunismo.

Con el establecimiento de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la

Conferencia Panamericana del mes de abril de 1948, se consagró el anticomunismo

como doctrina política y militar oficial de todos los países americanos (Caballero, 2016).

4.2 Las ciencias sociales en la intervención del mejoramiento de la sociedad

En el periodo anterior se presentó cómo el Partido Liberal creó diferentes instituciones de

instrucción pública con enfoque en ciencias sociales con el propósito de comprender la

realidad colombiana, lo cual fue un pilar de las reformas liberales en educación

estableciendo así la Escuela Normal Superior en 1936, el Instituto Etnológico Nacional en

1941 y el Instituto de Antropología Social en 1946. No obstante, una vez retornan los

conservadores al poder en 1946, la Escuela es liquidada y sus institutos anexos fueron

transformados en 1951. De acuerdo con Pulido, la Escuela Normal Superior fue objeto de

ataques por supuestas afiliaciones liberales e izquierdistas siendo disuelta al poco tiempo

(2020).

Luego en 1952 fue establecido el Instituto Colombiano de Antropología, dependiente del

Ministerio de Educación Nacional, en el que se integraron el Servicio de Arqueología, el

Instituto Etnológica Nacional y el Instituto de Antropología Social (Decreto Número 2190

de 1952). A la par que estos institutos se transformaban, se encontraba en ascenso la

formalización de la disciplina de la sociología; en 1950 fue creado el Instituto Colombiano

de Sociología conformado por abogados y geógrafos y al finalizar la década se crearon

institutos y facultades de sociología como en 1958 el Instituto de investigaciones

Socioreligiosas, el Centro de Investigación y Acción Social en 1959 y para el mismo año

las facultades de sociología en la Universidad Javeriana, la Universidad Bolivariana y el

Departamento de Sociología de la Universidad Nacional (Restrepo, 2002).

Desde años anteriores, adelantar colonizaciones planificadas, fueron desarrolladas a

partir de los aportes de profesionales que hicieron investigaciones de corte sociológico,

por ejemplo en el Instituto de Parcelaciones, Colonización y Defensa Forestal el cual

buscaba afianzar la estabilidad social mediante el aumento de los propietarios rurales,

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Capítulo 4 161

quedando a cargo de la colonización de las tierras baldías y parcelación de las tierras

incultas o insuficientemente explotadas (Presidente de la República, Decreto 1483 de

1948).

4.3 Continuación en el proceso de división de resguardos y el giro en la concepción de las tierras comunales

Para 1951, la oficina encargada de los resguardos indígenas se encontraba al interior de

la Sección de Baldíos y Colonización, perteneciente a la División de Recursos Naturales,

al interior del Ministerio de la Agricultura y Ganadería, como se presenta en la Figura 4-1

incluida en la memoria presentada al Congreso

Figura 4-1 Organización de interna de la División de Recursos Naturales, Ministerio de Agricultura y Ganadería (1951)

Fuente: Ángel (1951:27)

Conforme a la exposición del Ministro, la acción emprendida para la defensa del

“patrimonio de los indígenas ya civilizados” a esa división le correspondió “extinguir

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162 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

aquellas parcialidades de indígenas cuyos miembros estén en capacidad de desarrollar

la riqueza agrícola o pecuaria de sus terrenos” (Ángel, 1951:98), destacando que ya no

estarían sometidos al Cabildo, con libertad para trabajar y disfrutar de sus bienes.

El giro en el tratamiento en la política sobre los resguardos y las comunidades indígenas

se presenta en 1958 donde uno de los funcionarios del Departamento de Recursos

Naturales anota que fue equivocada la extinción indiscriminada llevada a cabo en años

anteriores, ya que se requería estudiar “la situación cultural, económica y social de cada

núcleo de indígenas antes de proceder a dividir dichas comunidades” (Bedoya, en Mejía,

1958, Tomo I:167) siendo necesario contar en casos en que su nivel cultural lo exigiera.

De acuerdo a lo anterior, se suprimió la Comisión Adjudicadora que se encontraba en

Caldono (Cauca), y se procedió a crear un Resguardo de Indígenas en el Valle del

Sibundoy (Putumayo); a su vez, se consideró que comunidades indígenas

“completamente civilizadas, como las que existen en el Departamento de Nariño” el

régimen comunal les era perjudicial.

4.3.1 Ley 81 de 1958 el fomento agropecuario de las Parcialidades indígenas

Esta Ley incluyó a la división de resguardos, entre otras medidas para transformar la vida

de los indígenas, como la erradicación de la pobreza en términos de desarrollo, a partir

del fomento del crédito, cooperativas, acceso a técnicas, incorporación de áreas de

resguardos y racionalización en la distribución interna de la tierra (Roldan, 1983). La

política sobre la parcelación de resguardos fue modificada al intentar involucrar las

ciencias sociales; determinó que en cada departamento con diez o más parcialidades

indígenas (resguardos) se establecería una oficina llamada Sección de Negocios

Indígenas dependiente del Ministerio de Agricultura y Ganadería (creado en 1947),

encargada de conocer en segunda y última instancia los litigios o asuntos de

conocimiento de los alcaldes en primera instancia, actuar como mediadora en los litigios

entre dos o más parcialidades o resguardos y vigilar tanto la elección del cabildo, como

las adjudicaciones y censos elaborados por ellos. Así mismo, se le encargó estudiar el

grado de cultura y condiciones de vida de los indígenas e incorporar el saber técnico

sobre cultivos, desarraigar el cultivo de coca, propiciar la formación de cooperativas de

producción y de consumo en las parcialidades, solicitar la cooperación de los organismos

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Capítulo 4 163

oficiales especializados para las campañas de protección, defensa y mejoramiento de las

condiciones de vida y fomentar la incorporación a los resguardos de familias o elementos

de otras parcialidades superpoblados o insuficientes para el trabajo agrícola “en lo

posible, dentro de la misma zona o región buscando la identidad o mayor semejanza de

dialectos, religión y costumbres entra las parcialidades sobre las cuales ha de recaer la

medida” (Artículo 3 , Ley 81 de 1958, en Roldán, 1983).

Las parcialidades indígenas que no presentaran títulos del Estado o de la Corona y no

presentaran prueba supletoria en el plazo de cinco años, se considerarían como terrenos

baldíos y estarían sujetos a las disposiciones sobre la materia (Artículo 9, Ley 81de 1958,

en Roldán, 1983). En este caso particular, legalizan lo que ya se venía haciendo desde

1943, donde se declaraba la inexistencia del resguardo, se declaraban como baldíos,

suprimiendo así el proceso establecido por el Artículo 12 de la Ley 89 de 1890, donde en

caso de pérdida de títulos, entraría a comprobar derecho sobre el resguardo por

posesión.

Con esta norma también se promulgó la creación de un Fondo de Fomento Agropecuario

de las parcialidades indígenas destinado a adquirir ganado, herramienta y maquinaria

agrícola para vendérselos a los indígenas miembros de una parcialidad (Parágrafo 3 de

Artículo 5 de la Ley 81 de 1958, en Roldán, 1983).

Este giro es reconocido por el Ministro de Agricultura en 1959, quien manifestó que, en el

afán de parcelar los resguardos, se estaba terminando con el “valioso espíritu de

comunidad que caracteriza a los miembros de esa raza” (Arango, 1959: XVII).

4.3.2 Instituto Indigenista Colombiano

El Instituto como tal había sido creado desde 1943 (llamado inicialmente Instituto

Indigenista de Colombia) y su vinculación con la administración pública, se da con el

Artículo 11 de la Ley 81 de 1958. Su creación fue resultado de las recomendaciones del

Primer Congreso Indigenista de Pátzcuaro realizado en 1940, con el objetivo de mejorar

las condiciones de vida y reivindicar el derecho frente a la tierra. Otro antecedente que se

establece en el cambio del tratamiento a la población indígena, es la firma de la Ley 28

de 1959 “por la cual se aprueba la Convención para la prevención y la sanción del delito

de genocidio”.

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164 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

Este Instituto contó con la participación de los primeros etnólogos egresados de la

Escuela Normal Superior y otros intelectuales indigenistas, quienes sostenían que las

precarias condiciones de vida de los indígenas era resultado de su sometimiento a

formas de economía precapitalista, la privatización por parte del Estado de sus tierras

reduciéndoles a la servidumbre y paupérrimas condiciones de vida (Correa, Acero, 2013).

En su instalación para 1959 y su vinculación a la administración pública, hubo

participación de académicos como Orlando Fals Borda y Gregorio Hernández de Alba

quienes se desempeñaban en ese momento como funcionarios del Ministerio de

Agricultura, el director del Instituto Indigenista, varios ministros, autoridades eclesiásticas,

el embajador de México y Luis Duque Gómez del Instituto Colombiano de Antropología.

No hubo participación de los indígenas. Hernández de Alba, en este evento anunció un

proyecto para formar promotores indígenas, resumió las labores adelantadas en la

constitución de comisiones de mejoramiento indígena, en coordinación de los equipos

polivalentes del Servicio Nacional de Asistencia Social SAS y de la Oficina de

Rehabilitación, con el fin de establecer grupos vocacionales especiales para indígenas en

algunos sitios del departamento del Cauca (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//17.3.1 f. 91r).

En Poblazón (Popayán) Hernández de Alba, dio aviso de la creación de un puesto

especial dependiente de la Seccional Nacional del Resguardo de Indígenas, conformado

por un Abogado Jefe, dos técnicos agropecuarios, un veterinario, una mejoradora de

hogar y una secretaria general quienes a través de las visitas, determinarían las

necesidades de cada resguardo y proporcionarían la maquinaria, insumos agrícolas y

préstamos a través de la Caja de Crédito Agrario, en colaboración con las Oficinas de

Rehabilitación del departamento y entendimiento con el Instituto Indigenista

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//17.3.1 f. 35r ).

Esta oficina fue establecida en la Sección de Asistencia Indígena de la División de

Extensión Agropecuaria del Ministerio de Agricultura, y posteriormente trasladada al

Ministerio de Gobierno, siendo denominada División de Asuntos Indígenas, organizada

en las secciones de Resguardos y Parcialidades, de Protección Indígena y Jefatura de

Comisiones (Correa, 2007).

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Capítulo 4 165

De las pocas opiniones que se encuentran desde los indígenas de este Instituto, se

destaca la expresión de los miembros del cabildo de indígenas de Ortega y Parte de

Chaparral, quienes afirmaron que se sentían poco respaldados por el Instituto, ya que

según su opinión “se convirtió en aleteos de brujas y no en defensa nuestra” (AGN,

MinInterior, DAI. Caja 86. Legajo 1158. Folio 93 – 131. En

“www.proyectoquintinlame.org”).

4.3.3 La campesinización del indígena y el régimen comunal para los colonos

Hernández de Alba en 1959, señaló lo errático que había sido la política de parcelación

de resguardos, adelantada principalmente en Nariño y Cauca al ser declarados los

resguardos como baldíos; por el contrario, anunció que el propósito sería “hacer que los

indígenas vivan en una forma mejor, en su resguardo” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//17.3.1 f. 91r).

Fals Borda por su parte, criticó el proceso de desintegración de resguardos a partir del

Decreto Ley 1421 de 1940 el cual convirtió los resguardos en baldíos y a los indígenas

en simples ocupantes o colonos. Se propuso rectificar esa política, con el propósito de

“salvar los últimos restos de espíritu comunal que aún quedan en las gentes campesinas

(énfasis mío) del sur del país” (Fals, 1959: XII). La campesinización de los indígenas

hecha por Fals Borda, no fue un asunto únicamente discursivo; para Fals en Nariño

sucedió un proceso de “mestización biológica y social” ya que no se trataban de

“indígenas puros” sino mestizos, quienes buscaron mayor identificación con el blanco,

convirtiéndose en empresarios particulares, librándose de formas tradicionales de

explotar la tierra, adoptando nuevos sistemas agrícolas (Fals, 1959).

Por otra parte, se fomentó el cooperativismo, en oposición al individualismo, como

política del Ministerio de Agricultura ya que, en la visión de Fals Borda, también la

división había creado minifundios y la pérdida de sentido colectivo para el usufructo de la

tierra (1959). Semejante a las Oficinas de Indígenas, se implantó en las zonas de

colonización ubicadas en la margen derecha del río Ariari, Sarare, Caquetá, Lebrija y

Sumapaz una oficina dotada de personal como ingenieros agrónomos, mejoradoras de

hogar y expertos; los colonos destinados a aquellas zonas serían seleccionados a través

de criterios sociales y comunales, los antecedentes y condiciones físicas. De estos

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166 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

colonos, se esperaba fueran receptivos ante el cooperativismo, recomendando la

adopción del régimen comunal, el cual facilitaba una organización más efectiva y más

productiva, fomentando el sentido de grupo y de interés común (Ministerio de Agricultura,

1959).

Contrario a lo generado en toda la política del siglo XIX y la mitad del XX, había que

desarraigar la idea de que la propiedad privada de la tierra era el factor primordial de

libertad económica y social, ya que, según estos nuevos expertos, generaría a la larga el

empobrecimiento progresivo, su desnutrición, la destrucción de la familia y del grupo o

colectividad a la cual pertenece: “El tener libertad para sufrir hambres y ruinas debe ser

arrancada de la conciencia del campesino colombiano” (Ministerio de Agricultura,

1959:64).

Equipos de funcionarios especializados en adelantar campañas de educación y asesoría

técnica agropecuaria, fueron implementados tanto para mejorar las condiciones de la

población indígena, como para “rehabilitar” regiones afectada por la violencia. En 1959

Gregorio Hernández de Alba, encargado de la sección de asuntos indígenas es

comisionado para establecer el Centro de Mejoramiento Indígena contemplado en el

Programa Andino de la OIT entre otros con el cabildo de Guambía y autoridades

departamentales (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//15.3.1 f. 69r). Se adelantó además, una

comisión para estudiar el fenómeno de la “Colonización Espontánea”, concluyendo que

en el norte del Departamento del Cauca, se dio a partir de un título considerado apócrifo,

pero su existencia, los cabildos y la ocupación de a tierra eran hechos reconocidos. La

propuesta para este espacio era lograr una acción conjunta de las distintas agencias del

Estado, que incluía campaña de educación con asesoría de técnica agropecuarios,

desarrollo de las pequeñas industrias domésticas tradicionales, aprovechamiento del

sentido de comunidad de los grupos indígenas para establecer racional y paulatinamente

sistemas de cooperativismo en los aspectos de producción y consumo, campañas

sanitarias comenzando por la inmunización especialmente de la población infantil y

construcción de vías de acceso (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.6, f. 156r)

A su vez, en 1958 se creó la Comisión Especial de Rehabilitación (Decreto 1718 de

1958), cuyo propósito era iniciar la rehabilitación de las regiones afectadas por la

violencia. Se propuso establecer equipos polivalentes en los municipios más afectados

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Capítulo 4 167

por la violencia donde no se había levantado el estado de sitio como Rioblanco,

Chaparral, Dolores, Ceilán-Bugalagrande y Páez Belalcázar; el equipo estaría

conformado por un médico, dos expertos agrícolas, una mejoradora de hogar y una

enfermera visitadora (Ministerio de Gobierno, Artículo 2, Decreto 2701 de 1959). En

ambos casos la estrategia fue incorporar un equipo especial para implementar asesores

que elevaran las condiciones de vida.

4.4 Las manifestaciones indígenas en el contexto local

Como se mencionó anteriormente, los registros sobre este periodo en los expedientes

revisados disminuyeron, lo cual puede explicarse a las tensiones presentadas en el

campo a partir del incremento de los hechos violentos en el campo, el cambio a la

atención de los resguardos frente a la violencia o la declaratoria de archivos muertos

entre 1948 a 1958 (Sánchez, 2014). Los aspectos más significativos se resumen en la

Tabla 4-1.

Tabla 4-1 Resumen Movilización Indígena 1948 - 1960

Año 1948-1960

Características • Periodo en el que se desarrolló la etapa de La Violencia

• Apresamiento de líderes indígenas en 1948

Las oportunidades políticas y constricciones

Oportunidades Políticas

• Desarrollo del Instituto Indigenista Colombiano

• Inclusión de estudios sociales en los procesos de colonización

• Expedición de la Ley 81 de 1958 del fomento agropecuario a las parcialidades indígenas

Constricciones

• Rechazo por parte de autoridades locales recibir denuncias sobre quejas de viviendas y sementeras o robo de productos, en el caso del Resguardo de Ortega y Chaparral

• Apresamiento de miembros de la comunidad de Ortega y Chaparral en 1953

• Desconocimiento de títulos (Caldono)

• Pérdida de la eficacia de una resolución en que se reconocían ciertos resguardos (Cuna) e invasión por parte de los desplazados de La Violencia

• Acusaciones de ser mandados por la “chusma”

• Correlación entre las acciones entre autoridades locales y “ricos y millonarios”

Las estructuras de movilización

• Cabildos y caciques actuando de forma individual

• Gran Comunidad de Cultivadores Agrícolas Industriales.

• Cooperativa Agro-pecuaria comunal de Yaguará

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168 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

4.4.1 Oportunidades políticas y constricciones

Desarrollo de La Violencia

Con el término La Violencia, se le ha llamado a la etapa desplegada entre 1946 y 1958,

en la cual se mezclaron diferentes tipos de hechos ya manifestados en las décadas

anteriores distinguiéndose dos bandos cada uno identificado por cada partido político

tradicional. Esto generó un desplazamiento forzado e invasiones ilegales en las ciudades,

al presentar menos riesgo que el campo. Por otra parte, En las altas esferas del poder la

pugna entre liberales y conservadores no dio espera, llegando incluso a enfrentarse con

armas en el recinto del Congreso.

Además del gran número de asesinatos, los escasos años del gobierno de Gómez se

destacaron por intentar instaurar una república indisociable del catolicismo, los ataques a

la prensa, atentados contra líderes liberales y el recrudecimiento en las formas de

realizar los asesinatos en los campos generaron una atmósfera donde la contienda

política tomó el primer renglón en los intereses de las pugnas sociales. En el reducido

número de documentos, se desataca el señalamiento del “enemigo” como comunista, ser

liberal como causa del olvido del Estado.

Así como se presentaba la diferencia de los partidos políticos entre Pío Collo y Quintín

Lame, esta diferencia aún a finales de la primera mitad del siglo XX donde los diferentes

municipios o parcialidades, los cuales estaban adscritos a uno u otro partido. Las

agresiones estuvieron presentes, donde los ataques violentos estuvieron presentes con

la participación de la iglesia, la cual fue parte agitadora de las acciones y de quien el

imaginario indígena no era favorecedor (Peñaranda, 2015). De acuerdo con Peñaranda,

el Cauca no fue la ínsula de paz durante la década de 1940 y 1950, en donde circularon

todo tipo de actores armados. Ambos partidos se disputaban a los indígenas como

objetos de movilización electoral y para incluirlos en sus filas de ataque. Se presentó el

caso que un alcalde conservador en Belacázar con ayuda del alcalde de la Plata dotaron

Procesos enmarcadores

• Quintín Lame, se autoidentifica como Gobernador de la parcialidad de la Gran Comunidad

• Ratifica Lame su diferencia con los Comunistas y demuestra afinidad por Rojas Pinilla

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Capítulo 4 169

y adiestraron 200 nativos de Avirama siendo la fuerza visible de la represión

conservadora; la respuesta no se hizo esperar y un grupo de insurgentes liberales

conformados por trabajadores afiliados a la CTC junto con pastores protestantes que

movilizaron población indígena y negra de diferentes municipios fueron asaltadas las

poblaciones de Belalcázar, Tóez e Irlanda. Desde los templos religiosos se promovía la

violencia contra comunistas fomentando escuadrones de los llamados pájaros; figuras

como Enrique Vallejo, Obispo de Belalcázar, además de fomentar la violencia, hasta el

fin de su mandato en 1977, controló la educación impartida a los paeces, se opuso a la

educación bilingüe y fue un opositor a las actividades del CRIC (Peñaranda 2015).

Oficinas especializadas en “Asuntos Indígenas”

Al finalizar el año de 1958, fue expedida la Ley de fomento agropecuario de las

parcialidades indígenas, en las que se trasladaban algunas funciones para con los

cabildos y resguardos a la Sección de Negocios Indígenas que debía implementarse en

los departamentos con diez o más parcialidades, dependiente del Ministerio de

Agricultura y Ganadería. En estas oficinas la división de los resguardos no fue su

propósito, sino su fomento agropecuario representado en el fomento de caminos, el

reparto o adjudicación de semovientes, herramientas, semillas abonos, maquinaria y el

suministro de elementos dispuestos por el Fondo de Fomento Agropecuario. Así mismo,

llevarían la personería de las parcialidades para reclamar la devolución de las tierras

privadas por actos de violencia y fomentar cooperativas de producción y consumo

(Artículo 3, Ley 81 de 1958). La división solo podía ser decretara en común acuerdo por

la totalidad del cabildo, respaldada por las dos terceras partes de los indígenas.

En 1960, la Sección de Asistencia Indígena fue trasladada como División de Asuntos

Indígenas al Ministerio de Gobierno, la cual funcionó con tres secciones: Protección de

Indígenas, Jefatura de Comisiones y Comisiones de Asistencia y Protección Indígena, y a

su vez se definió la organización del Instituto Indigenista Colombiano (Ministerio de

Gobierno, Decreto 1634 de 1960).

Conforme a los memoriales de los indígenas enviados en la época, depositaron la

confianza en que sus funcionarios darían fin a los problemas presentados durante varios

años, en particular sobre los resguardos, como se expondrá luego.

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170 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

Acciones contra a los miembros de las comunidades

Entre 1946 y 1953, Lame y sus colaboradores continuaron con la lucha por el

reconocimiento del Resguardo ante el Ministerio de Economía y al Procurador de Tierras,

pero desde 1945 los efectos de la violencia partidista se sintieron en todas las

comunidades de la zona (Espinosa, 2009). Frente a los problemas de usurpación

realizado por vecinos, el problema se agravó por la usurpación realizada por la

Compañía Texas. Para 1947, también se registra la detención de un gran número de

indígenas en la Cárcel de Ortega (En www.proyectoquintinlame.org.)

En este periodo, se registraron denuncias de los abusos cometidos por funcionarios

locales sobre el cobro de impuestos, apresamiento de indígenas y presión para dividir las

tierras. Varios indígenas de Ortega, de apellido Tique fueron apresados al negarse a

firmar un documento sobre la parcelación de tierras en 1948. Así como en años

anteriores, los indígenas alegaban estar eximidos del cobro de catastro, en 1950 se

reiteraba que debían entregar los títulos correspondientes, o desarrollar el proceso

conforme al artículo 12 de la Ley 89 de 1890 (En www.proyectoquintinlame.org).

Manuel Quintín Lame también denunció frente al Ministerio de Agronomía, los remates

hechos sobre sus cosechas y vivienda por ser supuestamente deudor del impuesto

predial y el lazareto, a pesar de que el resguardo no había sido parcelado, entre otros

agravios denunciados como desahucios y expropiaciones cometidos contra los indígenas

(En www.proyectoquintinlame.org). Para 1953, los indígenas de Ortega, denuncian la

actuación de los funcionarios locales y autoridades judiciales, quienes se negaban a

recibir memoriales denunciando las agresiones de las cuales eran objeto como la quema

de sus viviendas, sementeras, robos de productos agrícolas, todo esto con concierto del

Inspector de Policía Municipal. Entre los hechos relatados, se destaca el apresamiento

de una familia indígena por más de siete meses imponiéndoles una multa y del

apresamiento de Quintín Lame por ocho 8 meses en el calabozo (En

www.proyectoquintinlame.org).

La división de resguardos mediante el desconocimiento de títulos

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Capítulo 4 171

El argumento de que no existía la entidad jurídica del resguardo, y que estas tierras

serían baldías con el fin de facilitar la división y los miembros de la parcialidad como

colonos cultivadores en suelo de la Nación también fue adoptado por el Ministro de

Agricultura del gobierno de Rojas Pinilla, el Brigadier Arturo Chary

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.3.1 f.164v). Posteriormente, parte del Departamento

del Cauca, se establecieron zonas de rehabilitación, destinada en sectores afectadas

especialmente por la violencia.

Continuando con los procesos de división de resguardo sucedió con el resguardo de

Caldono, declarado inexistente por Resolución 36 del 14 de noviembre de 1953, cuya

comunidad, a pesar de haber presentado copia de la escritura pública de 1881, fue

declarada apócrifa según sentencia del Juzgado superior y Tribunal Superior de Popayán

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.3.1 f.161v). La resolución inicial incluyó linderos de

otros resguardos de Pueblonuevo, Pioyá, Jambaló, Qhichaya, Quizgó, Penevio y

Guambía, situación que fue del conocimiento del Jefe de la Comisión Divisora, quien

consideraba una ventaja esa situación, justificando así la liquidación de dos o más

resguardos.

Los linderos fueron corregidos en una resolución posterior (Resolución 38 de abril 29 de

1954) incluyendo únicamente Caldono. No obstante, como sucedió en el Departamento

de Nariño, el proceso de la parcelación fue suspendido en 1955, al ser trasladada la

Comisión a los llanos orientales, quedando los indígenas en el limbo

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//10.3.1 f. 182-255 r).

En la declaratoria de extinción del Resguardo de Consacá por medio de la Resolución

No. 29 de Diciembre 5 de 1950, se presentaron varias incongruencias. Se argumentó que

la declaratoria de extinción en una supuesta solicitud hecha por los miembros del

Cabildo, y que los títulos presentados por esa corporación no cumplían con lo señalado

en el artículo 12 de la Ley de 1890 (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 f. 63-69); no

obstante, una vez expedida la resolución de extinción, miembros del Cabildo presentan

su oposición a la misma, argumentando que la solicitud fue elevada por personas no

indígenas, y la escritura entregada correspondía al documento auténtico, el cual no

podría ser desmentido por una resolución sino por una autoridad competente

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 f.75r-81r)

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172 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

Figura 4-2 Nota al interior del expediente realizada en 1963

Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 f.62r

A pesar de las objeciones manifestadas por miembros del cabildo, el Ministerio de

Agricultura, fue confirmada por medio de la Resolución 32 del 7 de mayo de 1951,

ajustando los linderos y refiriéndose a la escritura como una colección de datos de

interés histórico, cuestionando que los cabildantes deseaban era mantener un “gobierno

despótico” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.2.1 f.125v ). La nota presentada en la Figura

4-2, recoge la observación hecha por un funcionario en 1963, donde se menciona que

arbitrariamente el ministerio desconoció la escritura, a partir de una provisión real de

Fernando VII.

Situación semejante fue presentada en el caso de la comunidad de Botanilla; la solicitud

de división se acompañó con la transcripción del título colonial cuyo extracto se presenta

en la Figura 4-3, expedido originalmente en 1582, junto con copia de otros documentos

del siglo XVII sobre la Cacica María de Falconi y su hijo, frente a los pleitos por tierras

con otras comunidades (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.3.1 f. 50-53).

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Capítulo 4 173

Figura 4-3 "Botanilla" Copia de la Escritura del Resguardo de Botanilla 1582

Fuente: CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//7.3.1 f.54r

No obstante, el Ministerio determina que no se tiene título de resguardo, y se declara su

supresión por medio de la Resolución 20 de 1949 del Ministerio de Agricultura y

Ganadería, afirmando que se carecían de títulos originarios “y que en consecuencia, sus

terrenos no han salido todavía del patrimonio del Estado” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//7.3.1 f.88r).

Un resguardo que sólo existió en el papel

El caso de los indígenas Cunas, el cual ha sido analizado desde el capítulo 2 de esta

investigación, recorriendo la lucha desde finales del siglo XIX, a partir de 1950 la región

vive otro periodo de colonización, causada por causa de la violencia política de 1947 a

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174 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

1957 (González, 2012). En la delimitación del Resguardo del Tolo, a partir de la

Resolución 251 de 1919, aún para 1958 el cacique de los indios cunas Eduardo Uribe

manifestó que los “particulares o civilizados” fueron invadiendo las tierras, pidiendo al

gobierno central, el llamado a los funcionarios de Turbo para que notificara a los

invasores (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.1.1 f. 34v).

En 1960, la queja es presentada de nuevo por el cacique de Turbo César Castrillón al

Jefe de la División de Asuntos Indígenas Hernández de Alba, quien oficia al Alcalde de

Turbo pidiendo el cumplimiento de las Leyes, solicitándole la información de familias,

colonos que ocupan los terrenos (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//4.1.1 f. 40r-49r).

De acuerdo con González, el Decreto 1667 de 1936 (Ministerio de Industrias y Trabajo),

perdió la eficacia jurídica por no darse el cumplimiento de los requisitos en él

establecidos, ni al obedecer lo consagrado en la Ley 97 de 1946 (Congreso de Colombia)

y al no reconocérseles el resguardo; varios de ellos migraron hacia Panamá en la década

de 1960 y sólo hasta 1979 fue reconocida la Reserva de la comunidad Cuna de Arquía

(2012).

4.4.2 Las estructuras de Movilización

En este periodo las comunicaciones hechas por las comunidades, fueron emitidas

principalmente por los cabildos. A nivel macro, o con un rótulo diferente al Cabildo entre

las comunidades de Ortega y Chaparral hubo una serie de modificaciones para

designarse a sí mismos.

Gran comunidad de Cultivadores Agrícolas Industriales

Los registros sobre las acciones de Manuel Quintín Lame, son escasas a partir de 1946

hasta su deceso en 1967; para este periodo se destaca la denominación de una “gran

comunidad de empresarios agrícolas”, siendo Lame el gobernador de esa Gran

Comunidad.

Para 1961, a pesar de estar organizados en Cooperativa, el Cabildo ratifica su posición

como su Consejo Administrativo a través de una comunicación de la Parcialidad Indígena

de Chaparral ante la Superintendencia de Cooperativas Nacionales, con el objeto de

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Capítulo 4 175

obtener crédito de la Caja de Crédito Agrario. Por otra parte, solicitaron en el mismo año

a la División de Asuntos indígenas la formación de un Cabildo de la Gran Comunidad,

reconocer el fuero de la Cooperativa Agro-pecuaria comunal de Yaguará, y apoyo a los

créditos para adelantar cultivos mecanizados comunales (En

www.proyectoquintinlame.org).

Los cambios incluyeron en la cambio del uso del término resguardo, por el de terrenos

laboristas, lo cual se presenta a continuación.

4.4.3 Los procesos enmarcadores

Del resguardo al terreno laborista, de comuneros a trabajadores

En 1953, las denuncias hechas por el cabildo de Indígenas de los Resguardos de Ortega

y parte del Chaparral al Ministerio de la Agricultura, referían a la quema de documentos

de las acciones hechas sobre los “terrenos laboristas” del resguardo (En

www.proyectoquintinlame.org). Según la información expuesta por los indígenas, el

alcalde del Municipio de Ortega afirmaba que era “la chusma” la que mandaba a los

“trabajadores laboristas Indígenas”, frente la denuncia de los indígenas contra los “ricos

millonarios de Ortega” señalándolos de envenenar las aguas de las Arroceras de la

Hacienda del Porvenir situadas cerca de la población de Ortega (En

www.proyectoquintinlame.org).

Así mismo, en el señalamiento de sus adversarios también pasaron por el tamizaje de los

bandoleros de la época; en una queja presentada en 1961, la parcialidad de indígenas de

Yaguará de Chaparral, se queja de las argucias hechas por la Caja del Crédito Agrario

para que los indígenas vendieran sus derechos comunales con el fin de obtener un

préstamo, acusando a tres indígenas de conspirar en contra de la comunidad en los

siguientes términos: “Indio judas de su raza, ayudantes de la cuadrilla de ladrones, busco

las toldas de los equipos de auto-defensa de los yaguaras, calarmas, las hermosas,

ataques al cabildo y a la cooperativa” (En www.proyectoquintinlame.org). Con esta

presunción, la comunidad retiró a estos miembros la categoría de “comuneros” (En

www.proyectoquintinlame.org).

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176 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

Trabajadores y terrenos laboristas tomaron el lugar de indígenas y resguardo. Por otra

parte, se destaca cómo la violencia había permeado los conflictos locales, el

señalamiento entre unos y otros de grupos alzados en armas. La situación de la

violencia, también impactó la vida de las comunidades indígenas; un ejemplo de ello fue

la queja manifestada por los indígenas de la Parcialidad de Ricaurte en 1960 de no ser

beneficiados por el Plan de Rehabilitación para el Cauca, ya que el gobierno beneficiaba

y ayudaba especialmente a “los conservadores parcelados”, y a los de Ricaurte y San

Luis por ser “totalmente liberales” no había adelanto en las acciones del Plan.

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.3.1 f. 201v.)

Por su parte Quintín Lame en 1954 se autoidentificaba como Gobernador de la Gran

Comunidad de Cultivadores Agrícolas Industriales, y como defensor, ya no de indígenas

sino de “un puñado de hombres analfabetas dueños y señores de los terrenos del

resguardo de Ortega y parte del Chaparral Departamento del Tolima”

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2, f. 183-198).

Entre el estereotipo indígena y la negación de la identidad

En esta sección presentamos dos casos frente al estereotipo que se mantenían alrededor

del ser indígena; el primero refiere a los indígenas de las llanuras del Caribe y Manuel

Quintín Lame en sus últimos años.

Sobre el primer caso, miembros de la Comunidad de Indígenas de San Antonio del

Peñón en 1959 se dirigieron a Bogotá, para dirigirse a la Jefatura de Resguardos, con el

fin de organizarse como resguardo de Indígenas, rechazando la parcelación de sus

tierras; es de recordar, que esta comunidad mantenía los títulos del resguardo,

registrados en notaría; presentaron además quejas contra los cobros de catastro y

predial, apoyo para la expulsión de extraños y la construcción de una escuela para niñas.

Gracias al Acta de la Visita, podemos identificar que estos individuos no correspondían a

líderes indígenas dedicados a la agricultura; por el contrario, eran indígenas y comuneros

y domiciliados en Bogotá, dos estudiantes universitarios y un abogado en ejercicio. Junto

a ellos se encontraba el Presidente del Cabildo del Peñón Juan de Dios Jaraba, quien

adelantó varias de las reclamaciones a fin de que fueran reconocidos como resguardo y

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Capítulo 4 177

cabildo. (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.3 f. 74r)

Hernández de Alba les corrobora que no hay comprobante sobre alguna disolución o

parcelación del Resguardo, solicitándoles, reanudar la elaboración del censo, elección

del cabildo y la asignación de las parcelas de manera equitativa; Hernández informa al

alcalde municipal de Bodega Central, la visita de la Comunidad y la existencia de todo un

archivo sobre ese resguardo, el cabildo y demás documentos

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.3 f.76r ).

La misma comunidad, se dirige a la Procuraduría, quejándose de que las autoridades

locales habían desconocido las órdenes emitidas desde 1931 por el Ministerio de

Gobierno para dar posesión al Pequeño Cabildo y los injustificados cobros de usufructo y

catastro (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.3 f.88r-90r).

Una de las formas para negar la base de su derecho, fue negando su indigeneidad, lo

cual, como se presentó en el capítulo anterior; en el caso de los indígenas de San

Antonio, el Comité Conservador de la región, los señalaba que no eran indígenas sino

“antisociales” dedicados a atacar a los conservadores, y que el líder de la comisión era

un “cuatrero, redicidor (sic), prófugo de un Juzgado de Instrucción Criminal de

Barranquilla”. Hernández sugiere tratarse el asunto en la Junta de Rehabilitación

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.3 f.81r- 86r). Después de que desde la Gobernador

del Departamento de Bolívar se realizara una revisión al respecto, concluyeron que no

existió resguardo de indígenas (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.3 f. 97r),

transcribiendo el Artículo 2 de la Ley 55 de 1905, concerniente a la cesión hecha por la

nación a los distritos municipales de los terrenos indígenas ubicados dentro de su

jurisdicción, a pesar de que conocía los títulos del resguardo

(CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//20.2.3 f.105r).

Ante esto, Hernández de Alba persuade a los miembros de la comunidad de San Antonio

del Peñón, como “descendientes directos de los Indígenas”, para encontrar una salida

“legal y fácil” que les permitiera estar tranquilos en la posesión de tierras. Según los

documentos, el resguardo agrupaba para ese momento cuatrocientas cuarenta y dos

(442) personas correspondientes a setenta y nueve familias (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-

3//20.2.3 f. 111r-113r). Los documentos revisados no indican que sucedió finalmente con

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178 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

el resguardo y las referencias secundarias sobre Isla de Papayal incluye el predio de Las

Pavas el cual ha estado en el epicentro del conflicto armado reciente (Molano, 2009)27.

En este caso, Hernández de Alba, no los reconoce como indígenas, sino como

descendientes de naturales, a pesar de que ellos querían continuar con la forma de

Resguardo.

Hernández de Alba en 1958 luego de realizar una visita al sur del Tolima se refirió a

Lame como un líder que ha venido a menos, ya que según él, “ha pasado de jefe

revolucionario simpatizante del comunismo, del socialismo, del liberalismo y ahora jefe

conservador y clerical” (Espinosa, 2009:17), a pesar de que Lame siempre presentó sus

creencias religiosas católicas por encima de varios ideales políticos e ideológicos.

Consecuente con lo anterior, en 1954 Lame respalda su apoyo al Presidente Rojas Pinilla

quien ante el rumor de la realización de una huelga, Lame desiste de hacerla

comunicándoselo al Ministerio de Agricultura. De acuerdo a sus declaraciones, la afinidad

con Rojas Pinilla se da conforme a sus creencias religiosas: “porque yo soy apostólico

Romano defensor de la Iglesia, como lo es el primer magistrado de la Nación colombiana

señor excelentísimo Rojas Pinilla” (CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2 f.198r-199r).

El retorno del Partido Conservador al poder, la agudización de la violencia y la

persecución y estigmatización del comunismo, constituyen los elementos políticos más

importantes del periodo expuesto. Algunas estructuras de movilización formadas en años

anteriores como los Sindicatos y las Federaciones, en este periodo se desdibujan

posiblemente por la asociación al comunismo, y la censura impuesta, siendo más

marcada a partir del gobierno de Laureano Gómez.

En este periodo se unifican o consolidan instituciones especializadas en la comprensión

desde las ciencias humanas de los problemas sociales; es así como se establecen el

Instituto Colombiano de Antropología y el Instituto Colombiano de Sociología. Al interior

27 Lo que sucedió posteriormente, acerca del reconocimiento y parcelación del Resguardo, aún no

es concluyente las fuentes documentales revisadas. Las transacciones, traspasos o ventas que se realizaran después no son objeto de este trabajo; sin embargo, posteriormente, la situación se hizo más compleja ya que en el centro de la Isla de Papayal se encuentra la famosa Hacienda las Pavas, sitio donde se han vivido los problemas de violencia en el país, cuyas cultivadores fueron desplazados por un grupo paramilitar Las Pavas: Crónica de un desalojo. Columna de Alfredo Molano 1 de agosto de 2009.

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Capítulo 4 179

de la estructura del estado, se crea una oficina especializada en el tratamiento de los

resguardos y de los indígenas como fue la Sección de Asuntos Indígenas y se incorpora

a la estructura del Estado el Instituto Indigenista de Colombia.

Las políticas destinadas al tratamiento de la población indígena intentaría fomentar la

producción a partir de capacitación y entrega de herramientas, fomento del crédito,

semejante a los programas dirigidos a la población campesina presente en las zonas

donde la violencia fue permanente. La propiedad comunal deja de ser un problema, para

ser considerada la base del cooperativismo, el cual se fomenta finalizando la década de

1950.

La contienda bipartidista del periodo se refleja especialmente en el Departamento del

Cauca, ya que antes de 1948 las parcialidades se encontraban vinculados a uno de los

dos partidos políticos; una vez se incrementa la violencia, los indígenas van a hacer parte

de los grupos de ataque tanto de los conservadores como de los liberales. En su

comprensión sobre la situación de agravio que había permanecido durante años, se

interpretaba por su pertenencia a uno de los dos partidos políticos, dependiendo del

caso.

Con respecto al comunismo, además del señalamiento y censura realizado desde las

altas esferas del poder, en algunas comunicaciones también usaban la categoría de

“comunista” o “bandoleros” para señalar a los miembros no deseables de la comunidad,

como se presentó en los resguardos de Nariño y la distinción que hizo Lame con

respecto a ellos. La categoría de “comuneros” por parte de la parcialidad de indígenas de

Yaguará de Chaparral, fue retirada de los señalados. Las ligas y federaciones

organizadas en el periodo anterior con apoyo del Partido Comunista dejan de ser

mencionadas en este periodo.

Hubo un manejo arbitrario por parte del gobierno nacional para reconocer los títulos de

resguardos coloniales, algunos de ellos fueron declarados “inexistentes” y de ellos los

refieren como un conjunto de datos históricos. Los procesos de parcelación sin concluir

dejaron a los indígenas anteriormente pertenecientes a resguardos en el limbo. De las

comunidades con resguardo asignado en el siglo XX, tampoco logró completarse el

proceso, perdiendo el esfuerzo de varios años en el desgaste de trámites administrativos.

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180 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

Finalmente, el cambio entre la promoción de la división de los resguardos, frente a la

permanencia de los resguardos soportado en la idea de cooperativismo que se da por

hecho como un elemento presente entre las comunidades indígenas, corresponde al giro

en considerar la división como la salida a la situación de pobreza del indígena,

impulsando nuevas técnicas agrícolas, semejante al tratamiento que daban a los

campesinos.

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5. Conclusiones y recomendaciones

5.2 Conclusiones

El hecho colonial comprendido como una faceta de la modernidad, es donde nace la

categoría de indio, asignándole un lugar inferior, fijo y excluyente de los beneficios de la

población de origen europeo. A partir de ello, el sistema económico mundial otorgó a las

colonias de los antiguos imperios monárquicos la integración a partir de una posición

económica colonial, la cual se ha ido transformando. Se propone que las acciones

presentadas entre finales del siglo XIX hasta la década de 1940 por parte de las

comunidades indígenas, corresponden a una serie de ajustes y acomodamiento de los

intereses grupales al escenario de la acción colectiva y otros actores como partidos

políticos, frentes de colonización, grupos económicos, entre otros. Es así como la

definición del actor indígena o su identidad se produce en la interacción, las

negociaciones, y como resultado de las orientaciones opuestas (Melucci, 1999).

La etnicidad, entendida como la identidad en acción la cual supone la orientación a fines

incluyendo las modificaciones de las características de los grupos, con referencia al

estado y otros grupos sociales con identidades sociales diferentes, debe comprenderse

en tanto el estado colombiano es cambiante, así como los grupos indígenas tienen

dinámicas internas. Conforme a lo anterior, es por eso que cada capítulo desarrolló los

aspectos sociales y políticos más significativos; a su vez, se propuso comprender los

datos a partir de la identificación de las oportunidades políticas y los constreñimientos,

las estructuras de movilización y los procesos enmarcadores. Es así como los registros

presentados en este trabajo, corresponden a la redefinición y reestructuración de sus

experiencias previas, como el hecho mismo de quienes son, lo que posicionó al indígena

en una categoría antes, durante y muy seguramente después de la acción colectiva.

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182 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

La movilización social indígena no nace como desplazamiento del obrero. Su etnicidad

está presente desde el siglo XIX, momento desde el cual se buscaron suprimir los

resguardos y la categoría de indígena. Coincidimos en otras posturas académicas sobre

la movilización indígena, en que las manifestaciones del siglo XIX y la primera mitad del

siglo XX son respuesta a la política de supresión de resguardos; las demandas de este

periodo se enfocaron en mantener las tierras comunales o que les fueran asignadas. La

defensa del gobierno propio y el reconocimiento de su aporte en la construcción de la

nación, han sido parte de sus reivindicaciones, aún en proceso de hacerlo realidad.

La intención de registrar diferentes áreas del territorio nacional, sin perder de vista

espacios de movilización frecuente como el Cauca y el Tolima, permitió distinguir

situaciones diversas con respecto a diferentes grupos indígenas. En ellos, el resguardo

es un remanente colonial como espacio de subsistencia a partir del trabajo agrícola (en el

caso de los grupos ubicados en los Andes) o como un territorio administrado para

generar recursos a partir del arrendamiento (caso de las llanuras del caribe), el

tratamiento de resguardo a territorios adquiridos por medio de compra o merced de

ancestros indígenas (el caso de Yanaconas), y la situación de las comunidades

indígenas en zonas de frontera ocupadas por colonos estimulados por actividades

económicas extractivistas a finales del siglo XIX (como el territorio del Darién). Entre

estos casos se encuentran elementos comunes y divergencias en medio de las

transformaciones del Estado y sus instituciones en materia de resguardos, y la relación

de los grupos con otros actores sociales como partidos políticos, comunidades religiosas,

entre otros.

Sobre las oportunidades políticas y constricciones podemos afirmar que entre el siglo XIX

y 1958 la política del estado sobre el tratamiento de los indígenas, iban dirigidos

principalmente a la supresión de las tierras colectivas o resguardos. La historia de los

grupos indígenas en las nuevas naciones estaba proyectada para ser desaparecidos

como categoría con trato diferencial, y con el propósito de incorporar las tierras colectivas

en la dinámica del mercado. Durante el tiempo que el Estado colombiano tuvo gobiernos

federales, las acciones de parcelación se redujeron o aumentaron, provocando dinámicas

locales donde algunos grupos lograron, por lo menos en los documentos, establecer el

reconocimiento de la posesión de territorios y autonomía como en el caso de los Cunas o

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5. Conclusiones 183

mantener los resguardos para poder arrendarlos. El centralismo desarrollado a finales del

siglo XIX, desconoció las diferencias ya elaboradas desde el establecimiento de las

colonias, como las políticas locales definidas para cada estado, estableciendo un estatuto

único de administración de los indígenas, la Ley 89 de 1890.

La Ley 89, fue creada con el fin de suplir las diferencias locales de la división de

resguardos en el estado centralista. También definió tres tipos de indígenas, los salvajes

fueron puestos para la administración de comunidades religiosas, mientras que los

semisalvajes, estarían en transición de ser reducidos totalmente a la vida civilizada, y

bajo la premisa que la propiedad individual, al dividir los resguardos, le permitiría seguir

el camino a la civilización. Fue creada con el propósito de suprimir los resguardos en un

término de cincuenta años, asignando unas tareas con ese fin al cabildo; permitiría la

transición, pero no defendía la propiedad colectiva, incluso, la misma norma los ubica en

términos de usufructuarios de los resguardos. A pesar del propósito de la norma, los

indígenas como Quintín Lame se afianzaron a ella en su propia interpretación sobre las

tareas del cabildo, y los procedimientos para que fueran reconocidos los resguardos que

ya habían sobrevivido a 80 años de proceso de división. También los indígenas dieron un

giro al propósito y destino de que la Ley 89 tenía para los cabildos, y es que esta forma

de organización se fue fortaleciendo, a partir del reconocimiento que hizo la Ley de “las

facultades que les hayan transmitido sus usos y estatutos particulares con los

resguardos” (Artículo 4). De parte de las comunidades indígenas hubo defensa de la Ley

89, ya que las normas posteriores expedidas durante la hegemonía conservadora y la

república liberal buscaron acelerar el proceso de división de las tierras comunales

designando comisiones divisoras y apartando del aparato judicial las decisiones sobre las

diferencias o discusiones sobre los títulos.

La Ley 89 también estableció una forma de administración interna de los resguardos

como fueron los cabildos (Artículo 3), con funciones dirigidas a la administración interna

de preservar el orden en la medida de que se presentaran las condiciones de realizar la

respectiva división. Definió así un interlocutor legal, una particular forma de organización

interna de las comunidades indígenas que aún se mantenían en los resguardos, en la

que se determinaron las formas de elección, los libros y registros sobre la asignación de

tierras, además del reconocimiento que debían recibir de los alcaldes del distrito, quienes

en varias oportunidades conforme a esta investigación se negaron a dar su aval. Formas

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184 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

distintas como Sociedades y Juntas, presentes en las comunidades de las llanuras del

Caribe y en el Tolima se convirtieron en Cabildos, o crearon estos últimos, al solicitar el

Estado colombiano esta forma de administración como interlocutor legal con el propósito

de que no fuera negada su categoría como indígenas; desde 1890 fue sometida su

organización a los requerimientos que exigía el reconocimiento por parte del gobierno

nacional; por una parte, indígenas organizados a través de organizaciones distintas o

complementarias al cabildo como Juntas, caso presentado con la Junta General de

Comuneros del Resguardo del Municipio de Ortega (Espinosa, 2009) y la Junta de

Resguardos de Indígenas El Peñón, o la Sociedad de indígenas de Guazo y ante la

negativa de su reconocimiento, buscaron afianzarlos o destacarlos realizando lo que

refería a su competencia. Esta Ley 89 también fue usada por parte de los vecinos no

indígenas, con el fin de que se les desconociera la categoría de indígena (como el

Artículo 14).

El giro se presenta a finales de la década de 1950, cuando el cooperativismo se

consideró un valor superior al individualismo el cual fue promovido para procesos de

colonización y como una ventaja existente en los resguardos, por parte del Ministerio de

Agricultura, siendo posiblemente el resultado del ingreso de funcionarios formados en

Ciencias Humanas como el sociólogo Orlando Fals Borda, y etnólogo Gregorio

Hernández de Alba, afirmando lo errado de la política de la división de resguardos,

generando minifundios y la pérdida de sentido colectivo para obtener el usufructo de la

tierra.

En el escenario legal, los indígenas también fueron partícipes, de la emisión de las leyes;

la anterior constitución de la Comarca de Tulenega, por medio del Decreto 29 de abril de

1871, fue el resultado del encargo realizado por los caciques tules, y la emisión de la Ley

60 de 1916, fue logrado gracias a la permanente lucha sobre la definición de un territorio

propio en un área de apertura de colonización en la zona del Darién, resultado de la

gestión hecha por el cacique William Oquelele tal como se reconoce en los

considerandos como su promotor, y no como una oportunidad política que supieron leer

los líderes indígenas. En el caso de los cunas se refleja especialmente el legalismo como

una forma de condicionar las sociedades indígenas, al lograr unas aparentes reglas de

juego sin salida, donde el árbitro es el Estado. Luego de que el gobierno centralista

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5. Conclusiones 185

ignorara todos estos acuerdos, la lucha de las comunidades a través de sus caciques, se

enfocó hacia el reconocimiento de un resguardo, tipo de institución que en la región no

tuvo cabida durante el periodo colonial en este territorio, lo cual también quedó para el

registro en un proyecto y no en una realidad, ya que los resguardos no fueron

reconocidos hasta la segunda mitad del siglo XX.

En ese legalismo, de acuerdo con Jimeno, la ley tiene un papel subordinado frente al

andamiaje burocrático. Las aparentes reglas de juego son un espejismo que ilusiona y

frustra en un juego circular (1981). Presentar los documentos requisito para que fuera

reconocido el resguardo y demostrar que no se habían llevado a cabo procesos de

división, tampoco garantizó el reconocimiento del derecho; hemos expuesto situaciones

en las que los documentos fueron declarados apócrifos, colección de datos históricos y

los resguardos inexistentes, transformando el carácter del tipo de propiedad y ciudadanía

a partir de la expedición del Decreto 1421 de 1940 donde el Ministerio de la Economía

tuvo la potestad de declarar la existencia o inexistencia, teniendo la potestad de convertir

los resguardos en baldíos y los indígenas en colonos.

De los elementos comunes, la estrategia de suprimir tanto resguardos como indígenas,

fue poner en entre dicho su existencia. Es decir, los indígenas en algunos casos tenía

que comprobar su calidad de indígena, o como una forma de demostrar que el derecho

reclamado no estaba fundamentado, los funcionarios cuestionaron las identidades de los

representantes como Lame, William Oquelele, o el conjunto de los miembros de la

Comunidad de Ortega y Chaparral, San Antonio del Peñón o del resguardo de Santa Ana

de Guazo. Cuestionar su carácter de indígena, a partir de su grado avanzado y la

capacidad de compartir con otros grupos, fue uno de los argumentos usados en las

resoluciones que declararon inexistentes algunos resguardos principalmente del

suroccidente del país. No obstante, seguían siendo indígenas para conducirlos a realizar

trabajos forzosos, o ignorando sus denuncias.

La declaratoria de inexistencia, transformó los resguardos en baldíos ocupados, los

indígenas en colonos y los cabildos, al no existir el resguardo, quedaban sin función.

Objeto de estas supresiones fueron principalmente los resguardos de los departamentos

del Cauca y Nariño, los cuales tampoco lograban la tan anunciada seguridad jurídica, ya

que años después del proceso de división continuaban, residiendo en un resguardo

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186 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

declarado inexistente y con un cabildo sin fuero, siendo una situación más inconveniente

que la anterior.

Entre las estructuras de movilización, si bien hay referencias de coordinación entre

cabildos incluso desde el siglo XIX, especialmente en el departamento del Cauca, y la

Quintinada rechazando inicialmente el pago de terrajes, durante las primeras décadas se

encuentran las posibilidades de acción que tuvieron los indígenas a través del Partido

Socialista Revolucionario y con el Partido Comunista, en el establecimiento de espacios

de encuentro y de intercambio de ideas con campesinos sin tierras, colonos y obreros.

De ello se establecen Ligas, Sindicatos y Federaciones las cuales tuvieron injerencia en

la elaboración de normas, especialmente en los grupos del suroccidente colombiano.

Posteriormente, la asociación de algunos miembros indígenas al comunismo, se tradujo

en el señalamiento, y en algunos casos, su separación de la comunidad, situación

presentada desde la década de 1950. La Federación Nacional Campesina e Indígena, la

cual adquirió personería jurídica en 1944 fue una plataforma donde se realizaban

declaraciones de respaldo político, solicitar la ampliación del plazo establecido por la Ley

89 para dividir los resguardos y difundían una lectura particular de la situación de los

resguardos en el contexto de la segunda guerra mundial. Gonzálo Sánchez, quien hiciera

parte de ella, propuso la transformación de los cabildos en ligas indígenas para cada

resguardo, las cuales darían los lineamientos en su administración y producción

económica. Luego del proceso de estigmatización del comunismo, la comunidad de

Ortega y Chaparral se identificaría para esta época como Gran comunidad de

Cultivadores Agrícolas Industriales, sin mencionar su categoría de indígena.

En los casos de Nariño y las llanuras del Caribe, no se identificaron plataformas de

representación por encima del resguardo, cada comunidad expresaba su situación por sí

misma. Los indígenas cunas por su parte de las reuniones de varios caciques,

posiblemente por la división de Panamá la capacidad de acción de los caciques locales

se fue reduciendo.

Las formas organizativas no solo surgieron de la relación con el comunismo. Se

intentaron crear organismos que representaran el total de los indígenas como el Comité

Indígena de Colombia, en el que se establece la Junta Indígena de Colombia, el Consejo

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5. Conclusiones 187

Indio de Indias, al cual se le encargaría cumplir leyes, respeto por los bienes, costumbres

y respaldos de los cabildos (Espinosa, 2009) dando origen a organizaciones

supraétnicas. Estas instancias de gobierno propio, fueron complementadas con la

construcción de un proyecto fundacional del ser de vida indígena, distinto a herencias

coloniales como el resguardo; el pueblo de San José de Indias creado en 1923 fue la

materialización de un proyecto propio, el cual incluía una escuela, espacio que fue

destruido y quemado en una masacre ocurrida en el lugar en 1931. En fin, el proyecto del

Lamismo además de la recuperación de las tierras comunales, incluyó un proyecto

cultural y político destinado a transformar la visión del indígena de sí mismo.

Finalmente, en los procesos enmarcadores, el derecho expuesto por los indígenas en

sus memoriales sobre el acceso a la tierra tiene diferentes referentes históricos. Por una

parte Lame expone el argumento de descender de los tributarios del rey y descender de

los primeros pobladores y de habitar desde tiempo inmemorial de las tierras americanas.

En el caso de Santa Ana de Guazo en sus antecedentes del Siglo XIX, se basan en el

sacrificio realizado en defensa de la independencia. Los cunas lo cimientan en el apoyo

dado a Balboa en el descubrimiento del Océano Pacífico. En general, todos se

consideran que han aportado a la historia de Colombia, desde la prehistoria, la conquista,

la colonia y la independencia.

Otro elemento común es la asociación del indígena a la categoría de un ser sin evolución

completa, conforme a los discursos racistas presentes desde el siglo XIX. Causa del

atraso en el desarrollo de la nación o de la pérdida de Panamá era la existencia de

indígenas. Conservadores, liberales y académicos promovieron su transformación

inicialmente por el mestizaje, luego con la introducción de nuevas prácticas educativas e

implementación de técnicas agrícolas para superar la pobreza en que se hallaban

sometidos. La valoración negativa del indígena también fue usada por líderes como

Lame quienes destacaban la pobreza e ignorancia en que se hallaban sumergidos,

donde él se posicionó como un salvador o redentor. La categoría de indígena se

establece casi como un estadio en la evolución, la cual se superaría con el mestizaje

biológico, la religión católica, la adopción de la propiedad individual, la educación, el

conocimiento de técnicas agrícolas o un mestizaje social, creando así un indígena

civilizado. No obstante desde algunos líderes hubo una valoración del ser indígena como

lo hizo Lame en sus escritos o César Niño en sus declaraciones a la Revista Tierra,

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188 De los salvajes reducidos a la vida civilizada. Oportunidades políticas,

estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

Título de la tesis o trabajo de investigación

destacando un ser naturalista, o ser portadores de una civilización originada en la

naturaleza.

Los indígenas de Nariño en los memoriales se referían a sí mismos como campesinos

indígenas, reiterando en sus escritos la capacidad de desarrollar sus acciones y no como

un ser en proceso de maduración, como un menor de edad, cuyas decisiones deben

estar apoyadas. Así mismo, en la ocupación o transformación de estas comunidades en

campesinas, emergió el ideal del campesinado blanco, semejante al presente en

Santander, Caldas y Antioquia, donde las bondades con las que los describían partían de

una composición de sangre principalmente de ancestro español. La categoría de

indígena se ligaba desde el gobierno y gran parte de la sociedad a la ignorancia. Pocos

indígenas se cuentan formados en universidad, pero los documentos así lo registran, lo

cual para el mismo Hernández de Alba se refería a ellos como “descendientes” y no

como indígenas, manteniendo así un estereotipo de inferioridad del indígena.

La relación con el Partido Comunista, si bien no logró limitar la aplicación de la política de

la división de resguardos, por el contrario, parte de la interpretación sobre la necesidad

de la tierra, fue ligado a una comprensión mayor del sistema mundo, teniendo en cuenta

la dinámica de la segunda guerra mundial y los acontecimientos locales.

En el último periodo, donde la violencia bipartidista ocupa la atención nacional, se

radicaliza la estigmatización del comunismo; con las escasas referencias al respecto, los

registros incluyen denuncias al gobierno nacional los abusos a los que eran sometidos,

las detenciones contra sus líderes y la invasión de sus campos especialmente en el caso

del resguardo de Ortega y Chaparral, reclamos que acababan siendo decididas por las

autoridades locales, ya que desde el gobierno central solicitaban información a los

funcionarios municipales, tomando la decisión a partir de los datos suministrados por

estos últimos.

Para concluir, es importante cuestionarnos si al declararse como indígena representaba

una ventaja significativa que permitiera el reconocimiento de sus derechos. Nos

apresuramos a afirmar que identificarse como tal, era la posibilidad menos ventajosa

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5. Conclusiones 189

frente a otras categorías como campesino o colono para el reconocimiento de sus tierras.

Para los gobiernos a nivel local o nacional, eran reconocidos como civilizados, para

ciertas causas seguirían siendo indígenas en casos como la conducción a la construcción

de caminos como lo presentado en el Departamento de Nariño.

5.2 Recomendaciones

El archivo analizado presenta las manifestaciones realizadas frente al gobierno nacional,

en el que se procura mantener una postura única por parte del grupo. Sin embargo en la

comprensión de la acción colectiva, sería importante conocer cómo se llega al consenso,

que tipo de discusiones se presentaron, como se tomaron las decisiones, que retos

identificaron para superar la adversidad. Para responder esas preguntas se requiere

indagar los archivos de las comunidades o realizar procesos de memoria al interior de la

organización de cada comunidad.

Page 208: Diana Patricia González Rojas - repositorio.unal.edu.co
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estructuras de movilización y procesos enmarcadores en la acción colectiva

CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//9.1.2 Adjudicación Baldíos de Ortega y Chaparral

CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//8.3.1 [Extinción Resguardo Cohetando Cauca]

CO.AGN.AO/100.MGOB[2]-3//1.1.2 Resguardos indígenas de Toló y sus

agregaciones en la Provincia del Darién, Intendencia del Chocó

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