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91 El vocabulario cnstIano, ha recibido el influjo de ambos Testamentos? Tal influencia sera normal, si uno piensa que los cristianos entendan, lean y meditaban las Escrituras. A Bartir del siglo IV, los futuros monjes incluso aprendan a leer con los Salmos y los Evangelios. El NT ha proporcionado a la catequesis, la liturgia, la plegaria, la exgesis y la teologa cristianas todo un material lxico, a veces comn con el vocabulario del AT. De ah el vocabulario del camino, el deseo de Dios, la esperanza, la consolacin, las metforas del ensanchamiento del corazn del hombre, la humildad, el oprobio, la vergenza, el exilio del justo aqu abajo, las asechanzas, la persecucin por los inicuos. De ah el vocabulario de la Lev v de su meditacin. O incluso la metfora' de la oveja y el pastor. Otra parte del material lxico de los cristianos viene especficamente del NT, como el vocabulario de la resurreccin en trminos de cuerpo animado y de cuerpo espiritual. Existe una influencia directa del vocabulario bblico de los LXX en el lxico de los cristianos, sin la mediacin del NT? Es la cuestin planteada por M. Harl (La Bible des peres, 243-262) a propsito del Salterio. Un trmino del vocabulario acerca del tiempo de Sal 118,62, mesonyktion, sirve para designar una de las siete horas de la oracin monstica. Otros tres trminos pasaron al vocabulario espiritual: adoleskhia, para designar no la charlatanera,como en griego clsico, sino la meditacin de la Lev; akedia, en el sentido de tristeza del alma: depresin, se prefiri a la palabra griega mucho ms corriente ademonia, bajo el influjo de Sal 119,28. Por ltimo, tapeilll5sis, en el sentido de humildad y no de bajeza, se debe seguramente al Salterio. La teologa cristiana permite comprobar los lmites de la influencia de la Biblia en el vocabulario cristiano. Muchos conceptos teolgicos no son de origen escriturario. Es el caso en particular de hOll1oousios, adoptado por el concilio de Nicea (d. supra). Bibl. M. HARL, en La Rible et les ?eres, Pars 1971. 234-262. B) El tiempo cristiano. a) El tiempo de la historia. La Biblia proporciona un marco al desarrollo de la historia del mundo, que empieza en el da uno del Gnesis. Al menos para los griegos de los tres primeros siglos, se da una concepcin septenaria de la historia, concebida como hebdmada o semana de milenios, conforme a los siete das del relato de la creacin de Gnesis. Pero, desde el comienzo del siglo m, algunos padres griegos abandonaron el concordismo entre los relatos bblicos y la historia. Para Orgenes, existen mundos, eones, sucesivos, aunque no define su contenido, ni se pronuncia sobre su du- Antigedad cristiana y Biblia racin. Para los capadocios, los siete das no corresponden a perodos de la historia. Basilio se apoya sobre el texto mismo del Gnesis, que habla de da uno, y no de da primero, para desarrollar el tema de la mnada dentro de una perspectiva escatolgica. Lo que la Biblia distingue es este mundo y el futuro (d. J. Danilou). b) El tiempo de la vida. No hay ningn momento de la vida de los cristianos que escape a la Escritura. - La lectura de las Escrituras. El judasmo conoca dos ciclos de lecturas: uno de tres aos (o tres aos y medio), palestinense, y otro de un ao, babilnico. Influyeron estos usos en los primeros cristianos? Segn Justino (Apologa, 1,67,3-6), en el oficio dominical se leen las memorias de los apstoles (es decir, los Evangelios) y los escritos de los profetas (es decir, el AT). Pero no sabemos si se lean las Escrituras por entero, ni en cunto tiempo. Gracias a P. Nautin, se sabe que en la poca de Orgenes y durante el siglo IV existan tres clases de asambleas litrgicas: las asambleas no eucarsticas de las maanas de los das feriales, la asamblea eucarstica del domingo por la maana, y las asambleas eucarsticas de los mircoles y viernes por la tarde. Existen tres ciclos concomitantes de lecturas y homilas: el A T se lea y explicaba todos los das v el ciclo recomenzaba cada tres aos; el Evangelio slo se lea y expona en las asambleas eucarsticas que tenan lugar tres veces por semana; el Apstol. .. constitua un ciclo aparte, seguramente de 3 aos (P. Nautin, Origene, p. 400). A fines del siglo IV y principios del v, la liturgia de Jerusaln descansa sobre un ciclo anual: la conocemos por el leccionario de Jerusaln. que poseemos en armenio y que ha estudiado C. Renoux. La lectura de la Biblia forma parte de seis oficios distintos (por ejemplo, las asambleas eucarsticas del domingo, las estaciones conmemorativas o las reuniones para la catequesis). El leccionario contiene 260 percopas, de las cuales 98 provienen del AT, 90 de los Evangelios y 72 de Act y cartas. La liturgia de Jerusaln no testimonia la existencia de un ciclo completo de lectura de las Escrituras, sino la prctica de pasajes escogidos. Con todo, hay una lectura semicontinua en determinadas fiestas. Durante la cuaresma se lee x 1.1-5,3; Jl, Dt 6,4b-l1,25 (excepto 8.2-10), Job 6,2-21,34 (excepto los discursos de los amigos), Is 40,1-47,4 (con algunas omisiones). Durante la semana santa se leen largas percopas de Gn y el relato de la pasin en los cuatro Evangelios. Por Pascua se lee Act 1,114 Y durante la semana de Pascua, Act 2.226,7, as como Sant. El orden de las lecturas es el siguiente: el AT, luego el Apstol, por ltimo los Evangelios.