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Diego Ramírez - Revista Realidad Económica...Diego Ramírez 7 En breve aparecerá el libro "Horacio Giberti: memorias de un imprescindible", de Diego Ramírez, coeditado por el Centro

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INSTITUTO ARGENTINO PARA ELDESARROLLOECONÓMICO

Presidente honorario:Salvador María Lozada

Presidente:Sergio Carpenter Vallejos

Vicepresidente:Alfredo T. GarcíaSecretaria:Lucía VeraProsecretaria:Marisa DuarteTesorero:Eduardo KanevskyProtesorero:Ricardo LaurnagarayVocales Titulares:Roberto GómezAlberto RosenthalJuan Carlos AmigoCarlos ZaietzPedro EtchichuryDaniel RascovschiHoracio RovelliJosé María CardoVocales Suplentes:Ariel SlipakFlora LosadaTeresa HerreraAlberto UrthiagueComisión revisora de cuentas:Enrique JardelGabriela Vítola

Nº 2571º de enero al 15 de febrero de 2011

Editor responsable:Instituto Argentino para elDesarrollo Económico (IADE)

Director:Juan Carlos Amigo

Comité Editorial:Enrique O. ArceoEduardo BasualdoAlfredo Eric CalcagnoDina FoguelmanRoberto GómezMabel ManzanalMiguel Teubal

Registro Nacional de laPropiedad Intelectual Nº 133452Los artículos pueden ser librementereproducidos con sólo acreditar aRealidad Económica como fuentede origen, salvo indicación en con-trario. La responsabilidad de los ar-tículos firmados recae de maneraexclusiva sobre sus autores y sucontenido no refleja, necesariamen-te, el criterio de la dirección.Pedido de suscripción NacionalValor de la suscripción

8 números/1 año $250ExteriorPrecio del ejemplar (vía aérea) US$18Suscripción anual (vía aérea) US$150

Impreso en Publimprent S.A., Cóndor 1785 - Cdad. de Buenos Aires.tel. 4918-2061/2

ISSN 0325-1926

rrrreeee aaaallll iiiiddddaaaadddd eeeecccc oooonnnnóóóómmmmiiii ccccaaaa

realidadeconómicaRevista de economía editada por el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE) HipólitoYrigoyen 1116 - 4º piso (C1086AAT) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Teléfonos y Fax:(54 11) 4381-7380/9337 - correo electrónico: [email protected], [email protected] -http://www.iade.org.ar

Ilustración de tapa: Luis Seoane, Teatro Municipal General San Martín

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A n t i c i p o

Horacio Giberti: memorias de un imprescindibleHoracio Giberti: memorias de un imprescindibleDiego Ramír ez 7

En breve aparecerá el libro "Horacio Giberti: memorias de un imprescindible", de DiegoRamírez, coeditado por el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, la UniversidadNacional de Quilmes, la Fundación Trabajo, Estado y Producción (FETYP) y el InstitutoArgentino para el Desarrollo Económico (IADE), con la colaboración del Fondo Nacionalde las Artes (FNA). El autor cuenta que, luego de la aceptación de Giberti,

Comenzamos la tarea el 9 de febrero de 2008, con el primer registro de audio, y mantuvimos las reu-niones al menos una vez por semana hasta agosto de ese mismo año. En total se acumularon unas 40horas de grabación que dieron como resultado unas 900 páginas de material para el posterior trabajode edición. Horacio prefirió de entrada que el formato de sus memorias fuera el de una conversación, enla que procuré intervenir lo menos posible. Un diálogo supone a dos interlocutores equivalentes, y noestaba en mí la idea de equipararme con él. Creo que el resultado es más bien el de una entrevista, yél también hubiera estado de acuerdo con esta definición.

Una segunda etapa que nos propusimos, una vez hecha la primera edición de su relato, consistía en revi-sar el material del vasto archivo documental que Giberti conservaba y mantenía perfectamente ordena-do y clasificado por lo menos desde la década del cuarenta del siglo pasado. […] Dadas nuestras limi-taciones de tiempo, desde el inicio habíamos estimado que el trabajo podía estar concluido hacia agostode 2009. En abril de ese año, el material que integraría cada capítulo había sido seleccionado y yo, des-pués de mucho trabajo, había podido concluir el segundo capítulo, el primero en terminarse.

Fui a su casa para leerle el material y aclarar algunas dudas -como ciertas fechas y nombres-. Horaciome dio su aprobación sobre el texto. De dos formas: una, la más previsible, señalándome que estabaconforme con el resultado. La segunda, que confieso no esperaba, fue altamente emotiva. Al escuchar elrelato de su propia vida, Horacio se conmovió y revivió aquellos años.

A partir de entonces, avancé con los restantes capítulos, que luego leeríamos juntos, para finalmente com-pletar su testimonio con el material de archivo. No pudo ser. Horacio, que había cumplido 91 años enenero de 2009, falleció el 25 de julio. […] En esta tarea me es imprescindible agradecer la enorme cola-boración de personas que contribuyeron a que estas memorias pudieran terminarse. […] Por último,una referencia al porqué del título de estas memorias, que seguramente sería otro si hubiera podido deci-dirlo Horacio Giberti. Esa tarea recayó en mí. Consideré que la vida de Horacio en todos los ámbitosen los que se desempeñó encajaba a la perfección con el concepto que Bertolt Brecht utilizó para definira los hombres imprescindibles: "los que luchan toda la vida".

RE reproduce seguidamente algunos fragmentos del capítulo X "Un período intenso.1973-1974"

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C á t e d r a l i b r e H o r a c i o G i b e r t i

La consolidación de la expansión agrícola en laLa consolidación de la expansión agrícola en laposconvertibilidadposconvertibilidad

Nico lás Ar ceo 28El complejo agroalimentario posee una incidencia significativa en la economía

argentina, la cual se intensificó sensiblemente en el marco de la nueva estructurade precios relativos gestada tras el colapso del régimen de convertibilidad. Sinembargo, a pesar de la notable expansión de la agricultura pampeana, el complejoagroindustrial no presentó un nivel de crecimiento que le permitiera constituirsenuevamente en el motor del desarrollo económico, tal como había acontecidodurante el modelo agroexportador. Es más, en el marco de la extraordinaria recu-peración económica verificada en la posconvertibilidad, no sólo no lideró dichoproceso sino que su contribución al crecimiento fue por demás escasa, fenómenoque pone en evidencia su incapacidad para liderar un proceso de desarrollo sus-tentable en el largo plazo.

C ú p u l a e m p r e s a r i a

Reinversión de utilidades y formación de capitalReinversión de utilidades y formación de capitalen un grupo selecto de grandes firmas (1998-en un grupo selecto de grandes firmas (1998-2009)2009)

Danie l Az piazu - Pablo Danie l Manzane l l i

56En los últimos años queda de manifiesto una marcada reticencia inversora de las

grandes empresas en la Argentina, muy particularmente si se atiende a su inserciónen contextos de reordenamiento macroeconómico y de franca recuperación de laeconomía. En términos generales, la dinámica de la inversión ha tendido a com-portarse de manera procíclica, con un descenso que fue ligeramente más pronun-ciado que la recuperación ulterior (hasta 2008 y el inicio de la crisis económicainternacional) a favor de, por un lado, el nuevo escenario macroeconómico inter-no e internacional y, por otro, los recursos provenientes de las altas tasas de renta-bilidad obtenidas.

Al analizar el alto grado de concentración económica que se ve reflejado en elposicionamiento de las grandes corporaciones analizadas en este artículo y a las, enbuena parte del período, extraordinarias rentabilidades obtenidas por las mismas,resulta casi sorprendente la escasa propensión inversora de estas empresas, atentoa los propios estímulos de "mercado".

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Si bien la Evaluación de Impactos Ambientales (EIA) realizada en tiempo y forma es nece-saria, en muchos casos no es suficiente. La EIA en contextos transfronterizos no sólo debe-rá satisfacer los requerimientos legales y de los procedimientos, sino que también servirápara mejorar los proyectos, evitar o reducir impactos, permitir la participación pública sig-nificativa y la cooperación y entendimiento entre países vecinos. De cualquier manera, unasolución mucho más eficiente sería efectuar el análisis en etapas anteriores de la planifica-ción. Es aquí donde aparece la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE). La EAE es enton-ces, un proceso de integración, en el que se incorporan las consideraciones ambientales enla formulación y ejecución de políticas, planes y programas (PPP) inherentes a la gestiónpública y, al igual que la EIA, ayuda en la toma de decisiones. Es, como la EIA, una herra-mienta para la evaluación de impactos. La EAE busca soluciones en momentos en que aúnson relativamente fáciles de encontrar. Tiene que ver con conceptos y valores, más que concuestiones técnicas o geográficas. Es preciso interpretar que en un proceso de evaluaciónestratégica se debe asignar mucho valor a los mecanismos de comunicación y a las comuni-dades afectadas.

M e d i o a m b i e n t e

La Evaluación de Impactos Ambientales (EIA)La Evaluación de Impactos Ambientales (EIA)en espacios transfronterizos y la Evaluaciónen espacios transfronterizos y la EvaluaciónAmbiental Estratégica (EAE)Ambiental Estratégica (EAE)

Er nes to Pi r i l l o99

I nve s t i g a c i ó n

Diferencias de tasas de plusvalor y su relaciónDiferencias de tasas de plusvalor y su relacióncon las diferencias de productividad: evidenciascon las diferencias de productividad: evidenciasde una paradojade una paradoja

B. Glor ia Mar t ínez Gonzál ez

82La productividad es una variable central para el problema de las diferencias de tasa de plus-

valor entre países pues la tasa de plusvalor depende de la productividad y de los salarios rea-les. Los hallazgos empíricos que en este artículo se exponen, plantean una pregunta com-pleja a la teoría: si dentro de los países desarrollados hay una correspondencia positiva entre productivi-dad y tasa de plusvalor ¿por qué los países atrasados tienen tasas de plusvalor más altas que los países avan-zados?

En este trabajo se proporciona evidencia de que los bloques de países menos productivostienen una tasa de plusvalor más elevada o, por lo menos, no menor que la correspondien-te a los bloques de países más productivos. Sin embargo, se muestra también que dentro debloques sí se da la correspondencia entre productividad y tasa de plusvalor.

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L e y d e g l a c i a r e s

La protección de los glaciaresLa protección de los glaciaresDavid L. Iud 112

Luego de presentarse un análisis de legislación ambiental comparada en el nivel global, eneste artículo se sugiere que, una vez promulgada la ley 26.339 de Presupuestos Mínimos deProtección Ambiental de Glaciares, la Argentina puede haberse convertido en "el primerpaís del mundo en contar con un cuerpo legal que específicamente protege los glaciares ysu ámbito periglaciar en su calidad de geoforma". Los glaciares y sus áreas periféricas, elambiente periglaciar y/o el permafrost sobre el que se sustentan, constituyen geoformas quecumplen funciones ecológicas diversas, que exceden en mucho la reserva estratégica deaguas. A esa función, por sí sola imprescindible y merecedora de tutela legal, deben agre-garse también la biodiversidad, la formación de suelos e incluso se han mencionado indiciosde la presunta relación entre ciclos epidémicos y glaciaciones, a tenor de la posible libera-ción de microorganismos asociada con su fusión. La actividad humana amenaza los glacia-res por múltiples vías: la creciente quema de combustibles fósiles es generadora de sedi-mentos eólicos que, al modificar el albedo de los glaciares, aceleran su fusión; el cambio cli-mático, que es efecto de la misma causa, por vía del incremento de CO2 en la atmósferaactúa combinadamente incrementando el retroceso glaciario por simple elevación de tem-peratura media. Es preocupante la ausencia en el debate público acerca de este asunto y lasimplicancias estratégicas de naturaleza geopolítica que el mismo tiene: la República soportala ocupación de territorios insulares en los que una explotación de recursos naturales enáreas glaciarias podría tener serias consecuencias para el patrimonio nacional.

E c o n o m í a y p o l í t i c a

El Ingreso Universal de Arrow y DebreuEl Ingreso Universal de Arrow y Debreu

Nico lás Dvoskin 138Podemos afirmar que el devenir del neoliberalismo generó transformaciones

mucho más profundas que las reformas institucionales en favor del libre mercado.Estas fueron acompañadas por cambios en las formas de pensar, de expresarse yde comunicarse. El Ingreso Universal recogió los catastróficos resultados del neo-liberalismo en materia de indicadores sociales, mas su fundamentación teórica -porno decir su ideología latente- está muy fuertemente embebida en el pensamientoneoliberal, con lo que no la concebimos como una superación de este último sino,por lo contrario, como una forma de expresión maquillada de sus ideas principa-les.

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I A D E ActividadesActividades 159

Elena ChiozzaElena Chiozza

El Instituto Argentino para el Desarrollo Económico adhie-re al duelo por el fallecimiento de la prestigiosa geógrafaElena Chiozza, acontecido el pasado 8 de enero, a sus 91años de edad.Vinculada durante muchos años a nuestra institución, en la

cual dictó cursos, y entusiasta difusora de RealidadEconómica fue, según destaca el Centro de EstudiosAlexander von Humboldt -del que fue nombrada MiembroHonorario- "partícipe y directora de obras como LaArgentina. Suma de Geografía, El País de los Argentinos ydel Atlas Total de la República Argentina, entre otras desta-cadas publicaciones y recibió el Doctorado Honoris Causade la Universidad Nacional de Luján y de la UniversidadNacional del Comahue, Argentina".Nos sumamos a sus colegas y alumnos, quienes en las

menciones de estos días, destacan su espíritu de trabajo, sucalidad académica y su calidez como docente, cualidadesque la convierten en un "ejemplo para las nuevas genera-ciones de geógrafos".

Ins t i tu to Ar gent ino para e l Desar r o l l o Económico

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Horacio Giberti: Horacio Giberti: memorias de un imprescindiblememorias de un imprescindible

Anticipo

Acaba de aparecer el libro "Horacio Giberti: memorias de un imprescindible", de Diego Ramírez, coedi-tado por el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, la Universidad Nacional de Quilmes, laFundación Trabajo, Estado y Producción (FETYP) y el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico(IADE), con la colaboración del Fondo Nacional de las Artes (FNA). El autor cuenta que, luego de la acep-tación de Giberti,

Comenzamos la tarea el 9 de febrero de 2008, con el primer registro de audio, y mantuvimos las reuniones al menosuna vez por semana hasta agosto de ese mismo año. En total se acumularon unas 40 horas de grabación que die-ron como resultado unas 900 páginas de material para el posterior trabajo de edición.Horacio prefirió de entrada que el formato de sus memorias fuera el de una conversación, en la que procuré inter-venir lo menos posible. Un diálogo supone a dos interlocutores equivalentes, y no estaba en mí la idea de equipa-rarme con él. Creo que el resultado es más bien el de una entrevista, y él también hubiera estado de acuerdo conesta definición.Una segunda etapa que nos propusimos, una vez hecha la primera edición de su relato, consistía en revisar elmaterial del vasto archivo documental que Giberti conservaba y mantenía perfectamente ordenado y clasificadopor lo menos desde la década del cuarenta del siglo pasado. […]Dadas nuestras limitaciones de tiempo, desde el inicio habíamos estimado que el trabajo podía estar concluidohacia agosto de 2009. En abril de ese año, el material que integraría cada capítulo había sido seleccionado y yo,después de mucho trabajo, había podido concluir el segundo capítulo, el primero en terminarse.Fui a su casa para leerle el material y aclarar algunas dudas -como ciertas fechas y nombres-. Horacio me dio suaprobación sobre el texto. De dos formas: una, la más previsible, señalándome que estaba conforme con el resul-tado. La segunda, que confieso no esperaba, fue altamente emotiva. Al escuchar el relato de su propia vida,Horacio se conmovió y revivió aquellos años.A partir de entonces, avancé con los restantes capítulos, que luego leeríamos juntos, para finalmente completar sutestimonio con el material de archivo. No pudo ser.Horacio, que había cumplido 91 años en enero de 2009, falleció el 25 de julio. […]En esta tarea me es imprescindible agradecer la enorme colaboración de personas que contribuyeron a que estasmemorias pudieran terminarse. […]Por último, una referencia al porqué del título de estas memorias, que seguramente sería otro si hubiera podidodecidirlo Horacio Giberti. Esa tarea recayó en mí. Consideré que la vida de Horacio en todos los ámbitos en los quese desempeñó encajaba a la perfección con el concepto que Bertolt Brecht utilizó para definir a los hombresimprescindibles: "los que luchan toda la vida".

RE reproduce seguidamente algunos fragmentos del capítulo X "Un período intenso. 1973-1974"

Diego Ramír ez

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8 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

¿Por qué estaba tan seguro?Sucedió que toda la izquierda,

digamos la JP y demás, se com-portó como si ya hubiera unarevolución ganada. En realidad,recién había que empezar a con-seguir adeptos para una revolu-ción, es decir, convencer a lagente de los beneficios de unarevolución. Pero como ellos consi-deraban que ya estaba ganada larevolución, creían que era cues-tión de llegar al Gobierno y actuar,dando por sentado que tenían ungran apoyo popular. Y a mí meparecía que el Gobierno cierta-mente tenía un gran apoyo popu-lar, pero no para hacer un progra-ma extremo de izquierda, sinopara hacer un programa, tal vezde cambio, pero muy moderado.Lamentablemente, eso se confir-mó. Yo, de cualquier manera, meembarqué en el programa porquesi bien fríamente pensaba así,también estaba convencido deque si uno no intenta hacer algo,nunca lo hace. Así que valía lapena. Pero íntimamente estabaseguro de que no podría llevarloadelante. Por eso, incluso fui muyrígido con el Proyecto de LeyAgraria, y no acepté la mayorparte de las modificaciones quepidió la Comisión de PolíticasConcertadas. Me decían que aflo-jara para conseguir el apoyo detodos ellos, y yo me negué ahacerlo. Porque sabía que con elapoyo de todos ellos o sin suapoyo, la ley no se iba a aplicar. Yentonces me pareció que eramejor dejarla así y pasar a la his-

toria, en todo caso, con el proyec-to original y no con una modifica-ción que igual no se iba a aplicar.Así que solo acepté algunas modi-ficaciones pequeñas. Por ejem-plo, la ley establecía que deacuerdo con la productividad delcampo, la expropiación se pagabaen efectivo o en bonos. Los cam-pos de baja productividad recibíanmuy poco dinero en efectivo ymucho en bonos; y los de nulaproductividad no recibían nada,simplemente el Gobierno asumíala propiedad de la tierra. Yo acep-té una pequeña modificación detanto por ciento en bonos y tantopor ciento en dinero. Pero eso novariaba el sentido profundo deque si la tierra no cumple la fun-ción social, se pierde la propie-dad. Yo creo que ese fue el meo-llo central por el cual fue tan resis-tida la ley. Nadie lo hizo explícitoen esos términos porque no que-daba bien.

¿Alguna vez le confió a Gelbardesa sensación que tenía?

No. Yo creo que si le decía eso aGelbard, me sacaba a patadas.Me pareció que no lo debía decir.Pero, además, comprendí queGelbard sinceramente creía en elrespaldo que iba a tener la ley, yno era una persona de cambiar deideas cuando las tenía bien asen-tadas. Era permeable cuandotenía dudas o quería aprenderalgo, entonces era muy permea-ble; pero con las ideas que teníaasentadas era imposible que cam-biara.

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9Un período intenso 1973-1974

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10 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

¿Y la CGT cómo respondió enrelación a la Ley Agraria?

La apoyaron –creo que a rega-ñadientes– porque era la orden,pero en el fondo, cuando se plan-teó la gran discusión, se pusierondel otro lado. La CGT tuvo unaposición de lo más curiosa.Primero, en la Comisión dePolíticas Concertadas, el repre-sentante obrero de la CGT aprobóen general y en particular la LeyAgraria, y sacaron una declara-ción pública de adhesión firmadapor el secretario de prensa. Perocuando en el ínterin las relacionesde fuerza fueron cambiando–seguramente ya había muertoPerón porque ya nosotros estába-mos al borde de la renuncia, yLópez Rega1 encumbrado– elloscambiaron su posición. Y enton-ces la CGT saca otro comunicadodiciendo que no puede apoyar elproyecto porque lo desconoce. Locual era un absurdo grande comouna casa porque su representantelo había aprobado en la Comisiónde Políticas Concertadas, dicien-do además –en el primer comuni-cado– que ese era el espíritu del

peronismo. Curiosamente las dosnotas estaba firmadas por elmismo secretario.

En realidad yo creo que la CGT,sincera y francamente, no estuvode acuerdo con el gabinete deGelbard, ni con su política. Alhablar del gabinete de Gelbardme refiero a un ala política dentrodel peronismo de Perón. Del otrolado estaban los viejos dirigentes–diría “comercializados”–, variosde la CGT, y todos esos funciona-rios que habían llegado al peronis-mo simplemente para beneficiar-se. Pero en un comienzo, en losgrandes lineamientos implemen-tados por Gelbard, nos apoyaban–se oponían en pequeñeces,nada más– porque nosotros habí-amos entrado en el gobierno bajola sombrilla de Perón, que mane-jaba al movimiento obrero y leimpedía oponerse a la CGE, y nosmovíamos dentro de toda unacuestión programática formalmen-te muy aceptada, y además santi-ficada por Perón. La CGT nopodía mirar para otro lado.

1 José López Rega (1916-1989), apodado “el Brujo” por sus inclinaciones al esoteris-mo, fue el secretario de Perón en el exilio, ministro de Cámpora y luego del propioPerón, cuya muerte lo consolidó como el hombre fuerte del gobierno de Isabel (MaríaEstela Martínez de Perón). Bajo su ala se creó la organización paramilitar de ultra-derecha Triple A –a la que se le atribuyen unos 400 crímenes políticos– que sobre elfinal de los días de poder del temido ministro integraban unos 200 civiles. Haciamediados de julio de 1975, “(…) políticamente cercado, sin el apoyo del sector militarque había tolerado sus andanzas y las de la Triple A, y que ya intuía y preparaba elgolpe del 24 de marzo de 1976, peleado para siempre con los dirigentes gremialesque en algún momento lo habían apoyado, López Rega estaba obligado a abandonarel país”. Amato, Alberto y Braslavsky, Guido. “El día que cayó López Rega”, en Clarín,Buenos Aires, 28/06/1998.

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11Un período intenso 1973-1974

Reflexiones sobre lafunción pública

Dijo que se propusieron deentrada –aunque después nohubiera tiempo– metas producti-vas. ¿Cuáles eran los objetivosmarcados en la Comisión?

Los objetivos que se señalabanen el documento de la Comisiónno tenían mucho rigor en su base.En realidad fueron redactadosrápidamente por D’Adamo paraavanzar en la convocatoria a laComisión.

En materia ganadera se intervinoen los precios que, como dije, sehabían disparado mucho, y teníanefecto inflacionario. El rodeonacional debía rondar por esosaños en unos sesenta millones decabezas, y en el corto o medianoplazo no había un peligro de faltade stock vacuno. Perón le dijo undía a un periodista que había quellegar a cien millones de cabezasde ganado; y unos días despuésese mismo periodista me pregun-tó: “Dígame, ¿cómo van a hacerpara llegar a los cien millones decabezas?”. Yo no sabía cómohacer porque era una meta absur-da, una cosa era aumentar lasexistencias y otra llegar a seme-jante cifra. Y tampoco sabía cómohacer para no desmentir alPresidente; confieso que le di unasanata imposible, dije cualquiercosa.

Por otra parte si bien los preciosde la hacienda se habían reduci-do, seguían siendo favorables

para el ganadero. Desde luegoque todos los productores protes-taban que perdían plata, pero esoes un folklore: toda la vida handicho que perdían plata, pero ine-xorablemente llega un momentoen que añoran tiempos pasados,en los que ya aseguraban queestaban en el quebranto. Peromás allá de eso, nosotros creía-mos que los precios eran razona-bles. Lo que buscábamos era unequilibrio de precios entre agricul-tura y ganadería, y en general coninstrumentos conocidos: el crédi-to, la cuestión impositiva, el ase-soramiento técnico.

¿El asesoramiento técnico quéera: aumentar el índice de preñez,mejorar la sanidad?

Claro. Nuestro índice de preñezgeneral es ridículamente bajo –sibien ahora mejoró un poco, siguesiendo bajo–, está en el orden delsesenta por ciento –no muchomás– cuando en las condicionesargentinas debería estar en elochenta por ciento, y lo cierto esque mucha gente que trabaja bientiene más de eso. Esa sola mejo-ra implica un aumento impresio-nante de producción y en un plazorelativamente corto, en muy pocosaños. Con la inseminación artifi-cial bien dirigida puede haber unaumento sustancial de las paricio-nes en dos o tres años comomucho.

¿Y la ganancia de kilo de carnepor hectárea?

El manejo en general de la gana-dería era deficiente. Creo que

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12 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

ahora se ha mejorado. Es decir,hay un sector bastante grande–que no es una elite– que trabajamucho mejor que antes; perotodavía queda una gran rémora,una cantidad de gente que siguetrabajando como hace veinteaños, y que es a quienes hay queimpulsar para que cambien.

¿Cómo encararon el problemasanitario con la aftosa?

Eso fue un gran despelote. Yocreo que por primera vez se hizoun control verdaderamente efecti-vo de la eficiencia de las vacunas,y se llegó a la conclusión de queeran muy malas. Creo que no pro-ducían mala vacuna deliberada-mente sino que como descuida-ban las técnicas de elaboración,las vacunas eran poco efectivas.El organismo que las aprobaba, elSenasa, aplicaba una forma tradi-cional de verificación: se inyectala vacuna a un grupo de animales–a un grupo se lo vacuna y a otrono– después a todos se les inyec-ta el virus de la aftosa, y luego seve qué cantidad de animales seinfectan y qué cantidad no. Esasmismas pruebas hechas pornosotros en nuestro gobierno lle-garon a la conclusión de que elochenta por ciento de las vacunasno eran efectivas. Todos los ensa-yos que hicimos nos daban esacantidad absurda de ineficiencia;entonces se decomisaba toda lapartida, lo cual produjo un impor-tante déficit de vacunas –que detodos modos tampoco servían–.Esto generó un problema a loslaboratorios que pusieron el grito

en el cielo y se agarraron de cual-quier argumento, como por ejem-plo que no podíamos intervenirporque éramos “juez y parte”.Pero claro que detrás de eso semovía mucha plata.

¿Y los productores qué decían?Bueno, ridículamente, por ejem-

plo la Sociedad Rural y las entida-des tradicionales –escandalizadostambién– apoyaron a los laborato-rios. Decían que nosotros creába-mos un problema porque no podí-an vacunar a los animales. Eranvacunas que por otra parte paga-ba el productor y no servían paranada. Una cosa verdaderamenteabsurda. Nunca entendí por quétomaron esa posición –salvo porpuro gorilismo, para golpearnos anosotros– porque afectaban suspropios intereses. Se armó unescándalo tan grande queGelbard se asustó –porque llega-ron a cuestionar el procedimientode la verificación de las vacunas–y, en contra de lo que me pareciórazonable, estableció una comi-sión de notables para que estudia-ra el caso. Esa comisión estabaencabezada por (Bernardo)Houssay que en mi opinión –pormás Premio Nobel que fuera– notenía capacidad para juzgar unavacuna de aftosa. Pero lo quequería Gelbard era nombrar unacomisión absolutamente incues-tionable en su capacidad técnicaque dictaminara si el proceso deanálisis era bueno o no.

Cuando se armó este lío y empe-zaron a aparecer solicitadas en

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13Un período intenso 1973-1974

contra del procedimiento de verifi-cación, nuestros funcionarios delSenasa se achicaron, se asusta-ron y cedieron a la presión; eranincapaces de mantenerse en laposición, preferían decir que erauna farsa lo que habían hecho.Camberos y yo estuvimos conellos –él les dijo de todo, porqueademás me los había recomenda-do– y para mí fue un momentomuy fulero porque, si bien yo nolos conocía, los había respaldado.Además me parecía que eranhonestos y eficientes técnicamen-te, pero desde el punto de vistaético, digamos, aflojaron un poco.

¿Y ellos reconocieron el error?Nadie reconoce el error, pero

aceptaron cabizbajos los repro-ches de Camberos, que no fueronpocos. Y luego, siguieron en loscargos porque analizamos que silos sacábamos a ellos, a quiénponíamos…, y además no erabueno sacarlos a ellos en elmomento en que se nos objetaba.Es lo de siempre: cuando a unfuncionario se lo objeta, si uno losaca, da la razón.

¿Cómo terminó el asunto?No terminó; cuando nosotros

renunciamos, todavía se estabadebatiendo. Pero lo cierto es quea partir de entonces los laborato-rios –si bien protestaron y seasustaron– cambiaron sus equi-

pos, se modernizaron y trabajaronbien, y empezó a producirse unavacuna relativamente eficiente. Yentonces se empieza a notar unamejora sensible en las curvas deinfección de los animales. Luego,la Argentina llegó a ser un país sinaftosa vacunando. Por otra parte,las vacunas fueron evolucionandotambién. El INTA hizo la vacunaoleosa, que es más efectiva y conun período de protección másamplio. Con el tiempo, laArgentina llegó a ser también paíslibre de aftosa sin vacunación,pero eso fue un disparate.

¿Por qué un disparate?Fue un disparate porque verda-

deramente había todavía posibili-dades de infección. En laArgentina, si no se combate laaftosa en los países limítrofes, esmuy difícil mantener la sanidadinterna. Primero por el contraban-do –donde la cuarentena del ani-mal no se respeta– y luego por-que, aunque no hubiera contra-bando y en las aduanas se con-trolara bien, el virus es fácilmentetransportable por las personas, enlos zapatos sin ir más lejos. Demanera que si la aftosa está gene-ralizada en los países vecinos esmuy difícil contenerla en la fronte-ra. Claro que un disparate mayorfue que el gobierno negara des-pués los focos de aftosa.2

2 La declaración del estatus de país libre de aftosa sin vacunación fue en mayo de1999, último año de gestión de Carlos Menem. Comenzó a regir un año despuésdurante la presidencia de Fernando de La Rúa, cuyo secretario de Agricultura eraAntonio Berhongaray. Apenas seis meses gozó la Argentina del estatus sanitario yaque el virus ingresó al país –presumiblemente por un contrabando desde Paraguay–

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Chile tiene la categoría de paíslibre sin vacunación.

Pero Chile tiene una barreranatural como la cordillera con laque es fácil combatir el contraban-do porque solo pueden entrar ani-males por los pasos; y el límitenorte es un salitral por donde esdifícil llevar a los animales conarreo. Lo mismo ocurre por ejem-plo con Panamá con respecto aColombia. Colombia es un paíscon aftosa y Panamá está libre deaftosa, pero la única posibilidadde entrar en Panamá por tierra espasando por los pantanos delDarién, una zona extremadamen-te pantanosa donde no se puedearriar animales; entonces, a pesarde que hay aftosa en territoriolimítrofe, Panamá está libre delvirus.

Estados Unidos y México selibraron de aftosa. México es uncaso curioso. Hace muchos añoshizo una muy buena campaña delucha anti-aftosa con vacunaargentina, una campaña muy

enérgica, donde además se usórifle sanitario. A los animales quetenían aftosa los mataron, e inclu-so mataron a unos cuantos veteri-narios. Hay un monumento enMéxico que recuerda a los veteri-narios caídos en la lucha anti-afto-sa, porque los productores se laagarraban contra ellos.

Dijo antes sobre las autoridadesdel Senasa: “si los sacábamos aellos a quién poníamos”. Es unaduda que aflora cada vez quehabla de una designación, y queno es la primera vez que escuchode alguien que ha participado enun gobierno. ¿Tan difícil es nom-brar funcionarios políticos?

Es que en realidad para gober-nar en serio se necesita tener ungran equipo de gente.Generalmente se piensa que unpartido asciende al gobierno ytiene un grupo político que lorodea, y con eso es suficiente. Enrealidad, en los países modernosse necesita un gran equipo técni-co que viabilice las ideas políticas

y rápidamente se propagó en un rodeo inerme. La primera reacción del gobierno fuela de negar la aparición de focos de aftosa, ante el temor del cierre de los mercadosinternacionales. La misma oposición peronista vaciló también sobre los rumores cadavez más intensos que aseguraban la reinfección del rodeo nacional en la inteligenciade preservar los principales mercados internacionales. Tras negar que se estuvieravacunando el ganado clandestinamente, el entonces vicegobernador de la provinciade Buenos Aires, Felipe Solá, declaraba: “Este tema de la aftosa y de la vacunaciónno es un problema de corrupción o de coimas. No es un tema moral, es un problemade posibilidades comerciales. No está en juego la ética”. Nasif, Carlos E. “Berhongarayy Solá negaron que se vacune contra la aftosa”, en La Nación, Buenos Aires,30/08/2000. Todo se derrumbó en marzo de 2001 cuando las autoridades no pudieronya ocultar el hecho. La crisis por la actividad viral duró hasta octubre de 2002. Luegola Argentina recuperó el estatus de país libre de aftosa pero con vacunación. Tras elepisodio se repitieron dos focos de actividad viral, uno en 2003 en la provincia deSalta, y el segundo en 2006 en la provincia de Corrientes.

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–y que incluso diga si ciertasideas son viables o no– y que,además, ese equipo no solo tengacapacidad técnica sino tambiénhonradez política. Yo puedo tenerel mejor sabio como colaborador,pero si políticamente no compartemis ideas, subrepticiamente melleva la contra o no hace lo quedebería hacer. Por entonces falta-ba –y creo que no hay todavía niremotamente– una cantidad sufi-ciente de técnicos buenos y com-prometidos políticamente, comopara servir de apoyo pleno a ungobierno que quiera hacer cam-bios profundos. Porque los cam-bios profundos no son solo políti-cos, sino que necesitan casi siem-pre una base técnica.

¿Cree que esa carencia, aúnhoy, es uno de los problemasclave de la Argentina?

Sí. De cualquier manera, insisto,los cambios hay que intentarhacerlos aunque uno no tenga lacantidad suficiente de gente, peropartiendo de que es una debilidad.Remontar eso cuesta trabajo por-que a veces –sin querer– se metela pata terriblemente; y cuandohay que luchar contra interesescreados, cometer un error se pagamuy caro.

Volviendo a lo estrictamenteganadero: los problemas y loscuellos de botella entre produc-ción y precio persisten. Incluso sesigue hablando de falta de trans-parencia en la comercialización; y,de hecho, el rodeo se mantiene enel mismo nivel –o menos– que

hace treinta años. ¿Es tan com-plejo de resolver este problema?¿Tiene que ver con la carencia defuncionarios que señala?

En realidad, cuando uno se ponea pensar, los problemas de ahorason prácticamente los mismosque teníamos hace treinta años,tan poco hemos avanzado. Esopodría disparar una resignación:“Bueno, esto no tiene arreglo”.Pero yo creo que la única salidaes pelearla. Lo que pasa es queen nuestro país generalmente lospolitizados actúan y los no politi-zados se quedan en su casa. Ysuele suceder que los buenos téc-nicos son no politizados, y que lospolitizados no confían en los técni-cos, o les parece que solo soncuestiones políticas, no técnicas.

¿Hay un problema de comunica-ción entonces?

Hay un problema de comunica-ción, y un problema de formación.Pienso que en muchas carrerasse forma a la gente para el ejerci-cio profesional individual, y nopara el ejercicio social. Por ejem-plo, en Agronomía ahora es cadavez más común que se piense enun ingeniero agrónomo al frentede una empresa o asesorandoempresas; no se piensa en uningeniero agrónomo en la funciónpública con obligaciones sociales.

De allí la importancia que tiene lapolítica estudiantil, como primerospalotes en la formación políticapara el que va a ser un técnico…

Sí. Yo entré en la vida políticavía actuación estudiantil, y creo

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que es la vía natural lógica y quehay que fomentar. Ahí uno se vaformando y además va siendo unmiembro activo de esa propia uni-versidad. Se cometen errores por-que en general la gente jovenquiere lo perfecto, no se resigna alo posible, y me parece bien. Peroes bueno que uno se forme en lavida política incluso ya en el cole-gio secundario, que ya haya cen-tros de estudiantes, son pasosque se van dando, aun con todoslos errores que se cometen a esaedad, porque generalmente losmuchachos son demasiado extre-mistas o simplistas. Si uno nocomete errores de joven loscomete de grande que es muchopeor, porque de joven se tienepoca capacidad para modificar lascosas. Pero si se comenten losmismos errores de grande, cuan-do se tiene capacidad para modi-ficar las cosas, ahí viene lo trági-co.

¿Esta desconexión entre lo polí-tico y lo técnico puede ser una delas resultantes de la historia delsiglo XX en la Argentina, con inte-rrupciones recurrentes en losgobiernos democráticos?

Sí. Yo creo que casi siempre losestudios universitarios se orienta-ron –como decía– a formar profe-sionales en el ejercicio individualde la profesión, y no profesionalesque pudieran servir en la funciónde Gobierno. Y eso me pareceque es muy serio. Sobre todo enla Universidad Pública. En las pri-vadas tiene más sentido, y paraalgo se crearon; además les con-

viene tener equipos formadosdentro de sus ideas. Pero laUniversidad Pública creo que ten-dría que orientarse fundamental-mente a cubrir el déficit que seña-laba, y lamentablemente no ocu-rre así. Entonces faltan profesio-nales con una formación que lespermita desempeñarse con elcompromiso que exige la funciónpública. Desde luego que una vezque uno entra en la función públi-ca tiene también que hacer unacarrera y capacitarse, pero si unono tiene un mínimo de conoci-mientos empieza mal; se suponeque si uno entra en la funciónpública ya debería tener una for-mación mínima –que en estemomento difícilmente existe–. Y siuno quiere una política dirigistatiene que tener buenos dirigentes,que no solo estudien políticamen-te las cosas sino que aporten lasposibilidades técnicas reales paralograr objetivos. Hay que decirtambién que los partidos políticospadecen ese déficit, deberían serformadores de opinión y hoy sonreceptores de opinión. En generallos partidos hacen una encuesta,si tienen plata, y luego obran enfunción de lo que allí se recoge.Yo creo que un partido políticotiene que intentar orientar a lagente en una determinadacorriente, que puede ser mayorita-ria o minoritaria o lo que fuere, notomar automáticamente lo quedice la mayoría y aprobarlo. Ahíhay un déficit muy serio.

Volviendo al tema ganadero,¿cómo cree que debería encarar-

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se la política ganadera y de car-nes, un problema que no deberíaser tan complejo y que no tienesolución en décadas?

Hay un interesante trabajo quehizo AACREA –que no se puedencalificar de izquierda ni muchomenos– que estudia las deficien-cias de los procesos en la produc-ción de carne en todas las etapas.Allí se analiza desde la producciónde ganado hasta la venta de carneminorista, y se señalan las defi-ciencias que tiene cada uno de losintegrantes de la cadena –no defi-ciencias estructurales sino relati-vamente instrumentales, salva-bles en el corto plazo– y el trabajocuantifica lo que se puede ganarcorrigiendo esos errores. Se llegaa una conclusión fabulosa devarios miles de millones depesos.3 Creo que la pérdida repre-sentaba algo así como un veinte otreinta por ciento del precio delproducto final. Eso quiere decirque podríamos vender carne alpúblico más barata, pagándole elmismo dinero al ganadero produc-tor. O bien podríamos aumentarlemucho el precio al productor sinaumentar el precio de la carne alconsumidor. Creo que si hubiera

una voluntad política de llevarlo ala práctica, desde un punto devista instrumental eso podríahacerse.

Al no ser cuestiones estructura-les, habría un cambio bastanterápido…

Muchas de las deficiencias encierto sector de la industria frigorí-fica se pueden corregir simple-mente por la vía de los inspecto-res –que revisan la sanidad perodescuidan a lo mejor otros aspec-tos–; otras requieren ciertas medi-das de gobierno, porque haymucha gente que aunque se lesdemuestre que pueden ganarmás, prefieren ganar lo mismo contal de no cambiar. Si aun con ladeficiencia se gana más o menosbien “para qué me voy a romper elcoco entrando en unas técnicasque no conozco mucho”; sobretodo cuando esa mayor gananciapuede estar sujeta a un perfeccio-namiento técnico, estudiar más ocontratar gente.

En una palabra, invertir.Invertir, sí. En definitiva una falta

de eficiencia operativa se pagacon costos altos. Lo que pasa esque quienes son reticentes al

3 El estudio de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de ExperimentaciónAgropecuaria (AACREA) realizado por Fernando Canosa en 2006 desnudó connúmeros la ineficiencia. Desde el campo hasta los frigoríficos la pérdida representa-ba $1.635 millones. El desposte en supermercados y carnicerías (en lugar de frigorí-ficos con ciclo más eficiente) arrojaba un costo de $690 millones extra. La distribuciónde carne bajo el esquema de la media res, en lugar de cortes, daba una pérdida de$650 millones. Una mala comercialización de subproductos (grasa, sangre, cuero,huesos) dejaba un saldo negativo de $297 millones. Todas esas fallas inherentes a lacadena de ganados y carnes, y la responsabilidad del propio sector, generaban uncosto adicional de $3.272 millones.

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cambio, transfieren el alto costofruto de su deficiencia al consumi-dor; es más cómodo transferir loscostos que bajarlos.

Eso requiere un cambio de men-talidad, ya en sí mismo revolucio-nario…

Aunque parezca tan elementalsería revolucionario efectivamen-te, y sin dudas tendría grandesresistencias aun de aquellos quepueden ser los beneficiarios. Enrealidad, cuando la gente se resis-te a adoptar nuevas técnicas, estáperjudicándose a sí misma.Incluso se ha llegado al absurdode gente que se resiste a vacu-narse –que es mucho más serioque ganar menos–. Por eso, unapolítica en la dirección que esta-mos hablando tiene que tenerciertos aspectos: conviene expli-carle a la gente el porqué de lascosas, pero hay veces en que nobasta la explicación, hay que apli-car medidas coercitivas –coerciti-vas en el buen sentido, no que sele ocurran a un funcionario arbitra-riamente sino que apunten enbeneficio de la comunidad– por-que si confiamos solo en que lagente de por sí va a cambiar, nofunciona.

La política de carnes

¿Cuáles eran las principalesdirectivas a cumplir desde laJNC?

La decisión era transparentar losmercados –tanto el de carnescomo el de granos, pero en las

carnes posiblemente hubiera másurgencia– y mantener un nivel deprecios razonable: que los pro-ductores pudieran producir peroque los consumidores tambiénpudieran consumir. Esas, diga-mos, eran las líneas orientadorasy para todo. Hay que recordar quela JNC era un organismo que fun-cionaba con un directorio donde elcontrol no lo ejercía el Estado sinoque estaba en manos del sectorprivado. Cuando asumimos elgobierno en el 73, modificamospor ley la constitución del directo-rio –al igual que en la JNG– demanera que el control del organis-mo pasó al sector público.Entendíamos que las Juntas eraninstrumentos de gobierno que nodebían ser conducidos por lasempresas privadas interesadasen el negocio. Entonces yaValente trabajó en una JNC muydistinta a la anterior, con capaci-dad de dirección. La otra modifica-ción importante fue que se amplia-ron las funciones de la JNC parala intervención en el mercadointerno. La Junta anterior se inte-resaba más por el comercio exte-rior, mientras que el mercadointerno quedaba liberado un pocoa su suerte, que es decir controla-do por intereses económicos muyfuertes. Pero a partir del 73 sepuso énfasis en el mercado localporque interesaba controlar elprecio interno de la carne por elimpacto que tenía en la inflación.Esa fue posiblemente una de lascausas que le costó la vida aGastón Valente: el ataque le vino

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después de una muy intrincadadiscusión con uno de los gremiosque nucleaba a los intermediariosmatarifes.

De modo que en la JNC el acen-to se puso en reordenar el comer-cio interior, pero quedó inconclu-so. Y después se desbarrancó.

¿Y en la comercialización cómointervenía, cómo operaba?

Bueno, fundamentalmente enfijación de precios. También en lareglamentación de las comerciali-zaciones, en las tipificaciones, enlos aspectos que ordenan unacomercialización, que son distin-tos de aquellos que fijan o deter-minan precio. Se intervenía en lasdos cosas, pero especialmente enlos precios. En realidad, la regla-mentación existente era bastantebuena en cuanto a la tipificación yotras cosas, pero era débil enmateria de contrarrestar los oligo-polios.

¿Compraba hacienda la Junta?No llegó a hacerlo, pero tenía la

facultad. Algunas veces se ame-nazó con comprar hacienda peroa sabiendas de que era un ama-gue que esperábamos que moti-vara una reacción en el mercado;nuestro temor era que si teníamosque materializarla qué íbamos ahacer con la hacienda.

Con la modificación hecha a laJNC empieza la gran pelea por elprecio del ganado, la reglamenta-ción de los mercados, la participa-ción de los matarifes, el encauza-miento de los frigoríficos, toda esa

política ganadera. Que era más omenos la de siempre, solo queordenarlo era una tarea enorme.Simplemente ordenar el comerciointerno es una hazaña desde lafunción pública porque hay todoun sistema enquistado en dondese mueve mucha plata y no esfácil intervenir. Hay una concen-tración de pocos grupos en cadauno de los segmentos de la cade-na. Después de esa primeraetapa, luego de la muerte deValente, ya con Pereda, el proble-ma inflacionario empezó a estallaren el precio de la carne.

¿Por qué es tan difícil de solu-cionar ese problema en el merca-do de carne?

Desde luego que es un negociodonde corre el dinero y haymuchos intereses. Pero tambiéncreo que no hay una voluntad polí-tica para solucionarlo. Pienso queademás de los intereses económi-cos, hay todo un aparato decomercialización –en los granos,en la carne, en las hortalizas, enlas frutas– que tiene enormesvicios y donde hay grupos muysólidos que concentran las manio-bras. Y tradicionalmente se tomaesa posición: “¡Qué le vamos ahacer!”.

¿Es una cuestión de desidiameramente?

Se mezcla la desidia y el temor.Por otro lado, aunque no me cons-te, uno se pregunta por la conni-vencia de intereses. En algúnmomento empecé a pensar si esposible que por indolencia, por no

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querer meterse en un problemacomplicado, no se haga nada. Porejemplo, la idea de vender lacarne en trozos a salida del frigo-rífico en lugar de la media res, esdifícil de aplicar. Tiene sus bemo-les, los carniceros y muchosmayoristas de la carne van adeclarar una guerra sin cuartel: esla desaparición en buena parte desu función y la pérdida de sunegocio. Aclaro que estamoshablando de una cosa relativa-mente chiquita en la actividad dela carne. Hay cosas mucho másgordas que sanear. En aquel tiem-po –y supongo que tambiénahora– la faena de ganado y lacomercialización en negro teníanun volumen nada despreciable.

Es decir, hay una mezcla de inte-reses que van desde el temor defuncionarios de turno a posiblescasos de complicidad. Yo, enmuchas oportunidades, no solo enmi paso por la Secretaría sinomucho antes y mucho después,encontraba increíble esa respues-ta: “Fue siempre así, ¿cómo lovamos a cambiar?”.

Un ejemplo, pero en frutas y hor-talizas, fue cuando se constituyóel nuevo Mercado Central: se dis-cutió un año entre los distintosgrupos de interés. El objetivo erasanearlo, cambiarlo, transparentarla comercialización, pero lo ciertoes que en el Mercado Central deahora ocurre más o menos lomismo que antes. La idea era muybuena porque se iba a concentrarallí toda la comercialización delgran Buenos Aires –que luego

funcionaría como un centro dedifusión– y así, al concentrar enun ámbito público, con rematespúblicos y demás, se saneaba lacomercialización, la cuestiónimpositiva; entonces, se facilitó lainstalación de agencias de losbancos para que la gente quecomercializaba no tuviera nisiquiera que moverse, podíadepositar, sacar dinero o lo quefuera, en las sucursales ahí. Peroeso implicaba que iban a desapa-recer todos los mercados mayo-ristas que había “periféricos”, yque iba a terminar un gran margende comercialización abusivo.Traducido al mercado de carnes,estos mayoristas se asemejan a lafigura de los matarifes, que no soneconómicamente chiquitos, y sonaudaces en sus arremetidas. Alfinal, esa gente fue pervirtiendo elMercado, e impidió que se cum-pliera con sus funciones origina-les. Y casi tácitamente se aceptaque siga un sistema tan malocomo el anterior.

Otra idea que había era haceruna tipificación de frutas y hortali-zas, lo que permite un remate sinpresencia de la mercadería: unopuede vender tomate y lechuga,de clase tal y cual, directamentesin verla porque rige un criterio detipificación conocido por todos. Encambio, las clasificaciones querigen ahora son las que hacen lospropios intermediarios, general-mente en su beneficio, y ademásen una forma que no admite inter-vención oficial, porque son cate-gorías vagas. Han establecido

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que la “manzana especial” es“especial” porque lo dicen ellos,no hay una definición precisaacerca de los requisitos que debecumplir. De manera que el siste-ma se presta también para que alcomprar se pague una calidad porotra. Cierta vez tuve una circuns-tancial relación con un puesterodel Mercado, así se les llama, que

estaba en sociedad con otro. Y undía me dijo con la mayor naturali-dad: “Y claro, al principio tuve quetragármelo bastante a mi socio, sino, no podía capitalizarme”, creoque sirve de ejemplo.

¿Esa política de precios máxi-mos para la hacienda cómo secomplementaba con el aumentode la producción?

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Bueno, en ese momento elaumento del rodeo no era tan acu-ciante como ahora. Es decir, laproducción de ganado que había,sin duda alguna era convenienteaumentarla, pero no se creaba elcuello de botella que puede haberahora, cuando verdaderamente elsaldo exportable es poco. Lo quepasa es que actualmente lasexportaciones de carne juegan unpapel muy pequeño en la balanzacomercial y antes jugaban un rolmuy importante. Entonces, quefaltara hacienda en esos años eraun problema crítico, en cambioahora se puede resolver en formamás drástica cerrando la exporta-ción. Yo no digo que esté biencerrar la exportación, sino queantes eso era directamente impo-sible. Pero como ahora la exporta-ción de carne no gravita delmismo modo, si se cierra la expor-tación, la balanza de pagos no sealtera. Pero reitero, no había unainmediata limitación en cuanto alstock de cabezas.

¿Pero en el mediano o largoplazo se iba a producir?

Sí, sí, desde luego, a largo plazosí.

Porque a precios contenidosobviamente el consumo iba aavanzar y además había aumen-tos salariales.

El consumo era más alto queahora: debía de estar en ochentakilos anuales por habitante, por lomenos. Y si consideramos lasotras carnes, puede que a cienkilos por persona. Igualmente en

ese momento el rodeo era altoporque precisamente los precioshabían impulsado a la ganaderíaenormemente, en detrimento de laagricultura.

Otra institución que existía enaquellos años era la CAP(Corporación Argentina deProductores de Carne) que tuvosu lugar en la polémica del nego-cio de la carne.

La CAP justamente se intervinocuando asumimos el gobierno. LaCAP estaba en una de las tantassituaciones de disputas en cuantoa su manejo y la forma en queestaba exportando, porque enrigor –y así lo puso en evidencia laintervención– la CAP hacía exac-tamente lo mismo que hicieron losfrigoríficos en la primera mitad delsiglo veinte: declaraba un precio yvendía a otro.

La CAP se crea en la década deltreinta, poco después de la JNC,precisamente la ley de la Juntaabría la posibilidad de crear laCAP. Pero no una sola CAP,podía haber un número ilimitadode CAP, solo que nunca hubomás que una. La idea original eraque a través de la CAP los gana-deros comercializaran la hacien-da, faenaran y exportaran; enalgún momento se pensó en abrirtambién carnicerías pero eso noprosperó. Se constituyó como unaespecie de cooperativa cuyosrecursos se originaban en unaretención del uno o uno y mediopor ciento de la venta del ganado.Cada ganadero tenía acciones y

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las autoridades de la CAP seconstituían por asamblea deaccionistas. Vale decir, la CAP erauna entidad de los ganaderos, ymanejada por ellos mismos; elEstado allí no tenía un asiento nidecisión. Sí tenía capacidad deintervención y, de hecho, la CAPfue varias veces intervenida. Peroel sistema de decisión asamblea-ria era del tipo cooperativo: unhombre, un voto. Después deunos años, por influencia de losgrandes ganaderos se reglamentóel sistema de votación de accio-nistas, y se desfiguró totalmenteel sentido anterior. Entonces sedividieron en clases de accionis-tas conforme a categorías dondeel grupo de la SRA y de CRA seaseguraran el control de la CAPfrente a pequeños ganaderos quese habían incorporado en formarelativamente creciente. Estosúltimos eran chacareros –prove-nientes de FAA y Coninagro– quehabían prosperado en agricultura,pasaron a ser propietarios y habí-an incursionado en la actividadpecuaria generalmente con explo-taciones mixtas.

¿El funcionamiento de la CAPcomo empresa testigo operaba enfunción del mercado externo,interno o de ambos?

En principio solo se ocupó delcomercio exterior, pero a partir del43 –con una modificación pordecreto del gobierno de facto–cuando aparece la figura dePerón, se encarga a la CAP unplan de abaratamiento para

fomentar el consumo interno decarne. Hasta ese momento laCAP había servido para demos-trar qué precio podían pagar losfrigoríficos al ganadero en rela-ción al mercado externo, pero elingreso al mercado interno atabaun poco de manos a los hacenda-dos porque ya la CAP –como unfrigorífico– debía vender la carnea un precio relativamente bajopara consumo popular. Esto seacentuó más en 1946, cuandoPerón llegó a la presidencia. Peroluego del golpe del 55 se volvió lamirada al mercado externo, inclu-so la CAP constituyó una socie-dad inglesa. En el 56 se volvió a laliberación del comercio de carnes,y las exportaciones al ReinoUnido se liquidaban, a los finesfiscales, bajo el régimen de con-signación. Se abonaba un porcen-taje de un valor estimado de lacarne, y las autoridades argenti-nas tomaban como referencia lacotización en el mercado inglés(Smithfield) que era controladopor los importadores con posibili-dad de manipular el precio. Enconclusión, el precio declarado alos fines fiscales era inferior alreal. Y en esas operaciones parti-cipaba la CAP que gozaba de uncupo en el Comité de Fletes paraenviar carne al Reino Unido. Endefinitiva, había una modalidadsimilar a la de la época deLisandro de la Torre (para evadirimpuestos) solo que ahora la CAPfuncionaba como un frigoríficomanejado por los ganaderos. Demanera que el destino para el que

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había sido creada la CAP de seruna empresa testigo de los frigorí-ficos –que siempre ocultaban susbalances– que pudiera mostrarcuáles eran los costos de la pro-ducción, y verificar que a determi-nado nivel de costos la empresafuncionaba, desapareció.

Por la inserción de los producto-res más chicos en la actividadganadera, tanto las cooperativascomo la Federación Agrariaempezaron a interesarse muchoen el problema de las carnes,paralelamente a su ingreso en laCAP. Hubo grandes y reñidasvotaciones a lo largo de variosaños –que es un poco lo que rela-to en la edición actualizada de laHistoria económica de la ganade-ría argentina–, hasta que en 1964los representantes del cooperati-vismo –incluida la FAA– llegaron atener el control de la CAP;Volando fue incluso uno de losque tuvo mucha participación.Después de toda esa larga luchapara sacarle el poder a laSociedad Rural –que en realidadmanejaba la CAP en forma bas-tante armoniosa con los frigorífi-cos– se suponía que surgiría unanueva CAP en manos del coope-rativismo. Pero increíblementeterminaron haciendo lo mismoque los frigoríficos.

Al final se produjo la interven-ción, y se abrió una investigaciónjudicial durante uno de los gobier-no militares, antes del 73. Fue unlargo proceso que concluyó en1977 cuando se le impuso a la

CAP una fuerte multa por evasiónde divisas en los años sesenta.Incluso ya durante la última dicta-dura militar hubo una larga discu-sión acerca de qué se hacía conla CAP, hasta que finalmente seliquidó.

Política de granos

¿En cuanto a la política de gra-nos y la JNG cómo se manejaron?

Con la JNG pasaba más omenos lo mismo que con la JNC–aunque tienen un origen distin-to–, funcionaba bien en cuanto alas normas de comercialización,pero en materia de fijación de pre-cios era distinto a la JNC.

En realidad, muchos años antesde que se modificara la ley y seestableciera la Junta Nacional deGranos y de Carnes con ese nom-bre, existió una Junta Reguladorade Granos que era la que fijabalos precios, y la ComisiónNacional de Granos y Elevadoresera la que normaba el sistema decomercialización. Luego, las doscosas pasaron a estar integradasen la Junta Nacional de Granos.

En el 73, para el caso de los gra-nos se adoptó una política decomercialización estatal, lo que–como dije antes– no se llegó ahacer con la carne. El Estadocompraba los granos a un precioque fijaba el gobierno, en funciónde una política, y los exportabamediante convenios bilateralesdonde el precio ya lo dictaba elmercado internacional. Para con-

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cretar esa exportación se utilizabael aparato comercializador exis-tente pagándole una comisión alas empresas cerealeras. Es decirque esas firmas pasaron a seragentes de exportación en lugarde exportadores; se utilizaba suinfraestructura y se les pagabapor ese servicio, pero el manejodel dinero era estatal.

¿Y en función de qué se fijaba elprecio?

Nosotros –no sé si bien o mal–estudiábamos los costos empe-zando de abajo, se llegaba así aun precio razonable que asegura-ba una rentabilidad. Es claro quecuando la comercialización eraestatal no era cuestión de estudiarmárgenes sino de estudiar la con-veniencia frente al mercado, quees algo más complejo. Sobre labase de los costos y el preciointernacional estaba la bandadentro de la cual teníamos quefijar precio. Pero al ser la comer-cialización estatal, tanto lasganancias como las pérdidas–producto de subas o bajas deprecios internacionales– lasabsorbía el Estado. Con la carneeso no ocurría, allí la pérdida o laganancia la tomaba el sector pri-vado.

No hacía mucho que se habíapasado del sistema de granoembolsado a la comercialización agranel, y todos los elevadoreseran estatales. El sistema a granelexigía una gran capacidad dealmacenamiento en silos, y habíaun déficit enorme de almacena-

miento fruto de la demora enabandonar el sistema de bolsas.En ese tiempo habría una capaci-dad de acopio total que rondaríala cuarta parte de la cosecha, yademás una insuficiencia en eltransporte, generalmente en ferro-carril, que era un flete más baratoque el camión, que era privado.

¿Quiere decir que la fijación deprecio para el grano podía ser unpoco más baja aun porque elcosto del transporte era menor?

Sí, y además los ferrocarrileseran estatales, entonces se podíaestablecer un flete más caro omás barato, no tanto en funcióndel costo del transporte, sino enfunción del objetivo económico.En cambio los camiones –comoes el transporte mayoritariamenteahora– eran todos de propiedadprivada y no se podía manejar latarifa. Ese instrumento de trans-porte barato hoy se perdió por laprivatización. El famoso asunto deque los ferrocarriles estatales sondeficitarios, es relativo. Primero,que en todo el mundo los ferroca-rriles son bastante deficitarios auncuando sean particulares, y des-pués que en última instancia elflete caro o el flete barato hay quecompararlo teniendo en cuenta,no el flete en sí, sino el efecto enla economía global. Porque unflete barato que estimula unamayor producción compensa entérminos agregados la pérdidaque puede surgir del flete barato.Es muy simplista considerar aisla-damente el déficit o la ganancia

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26 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

–en este caso del ferrocarril– si nose tiene en cuenta el análisis eco-nómico en su conjunto.

¿Y cuáles fueron los problemasprincipales que debió afrontar esaJNG?

El grueso de los problemas esta-ba lisa y llanamente en la fijaciónde precio para comprar al produc-tor. Los precios de exportación, alchacarero le interesaban poco; leimportaba el precio que le iban apagar a él. Ahí siempre tuvimosconflictos, tuvimos permanentesprotestas porque cualquier precioque se fije, para los productoreses bajo.

Pero creo que, en general, lapolítica agropecuaria que segui-mos nosotros, aun con preciosdirigidos, no fue mala. Años des-pués, el Banco Ganadero creóuna sección especial de estudiosque, durante una década aproxi-madamente, realizó informesanuales con el valor de la produc-ción y su comparación retrospecti-va. Y ahí se ve claramente que, sibien fue escaso el período en queestuvimos, durante ese tiempoaumentó mucho el valor de la pro-ducción agropecuaria; así quenuestra política tan mala no era.También aumentó el valor de latierra, lo cual indica que aquelloque nos endilgaban de que intro-ducíamos inestabilidad, que sedesalentaba la inversión, erafalso. Un poco lo que se diceahora.

De ese estudio surge ademásotra cosa. Durante nuestro gobier-

no aumentó proporcionalmentemucho más el valor de la produc-ción agropecuaria en las áreas nopampeanas que en las pampea-nas. Y fue así porque nosotrosseguíamos una política deliberadade precios para favorecer a lasregiones extra-pampeanas, queconsiderábamos que estabanrelegadas; eran las regiones mar-ginales, y diría más que margina-les. Se dio, por ejemplo, el casodel algodón, que me produjo unalarga discusión con un muchachode las Ligas porque él considera-ba el precio insuficiente; y resultóque la superficie sembradaaumentó en esos años, con locual el precio no debía de ser tanmalo. Esa política deliberada serefleja claramente en este estudiodel Banco Ganadero. Así que yopuedo decir con una base estadís-tica –y una estadística no genera-da por el gobierno– que aumentóel valor de la producción agrope-cuaria y que aumentó más el valorde la producción agropecuariaextra-pampeana, es decir que sehabía iniciado un proceso deredistribución del ingreso.

En cuanto a la política exporta-dora, ¿cómo se definían los desti-nos?

El comercio se hacía general-mente por convenios bilateralesque llevaba a cabo la JNG enrepresentación del gobiernoargentino. Pero los contratosinternacionales se hacían a nivelministerial; no era en el ámbito dela Secretaría de Agricultura dondese efectuaban esas misiones.

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27Un período intenso 1973-1974

En realidad, fue un objetivogeneral de aquel gobierno abrirlas relaciones comerciales, espe-cialmente a toda la EuropaOriental, el bloque soviético, eltercer mundo y Cuba, que eranpaíses o regiones que estaban enexpansión. Eran todos mercadosque ya se veía que se iban aexpandir mucho más que los tradi-cionales. Todo eso era parte deuna política oficial general que nola manejábamos ninguno denosotros, desde luego. Se amplióel espectro del comercio para lle-varlo más allá de los mercadostradicionales. Y en esos países,por su estructura política, no tení-an exportadores e importadoresprivados, de manera que por esola mayoría de los intercambioseran relaciones de gobierno agobierno.

Entonces, en esos acuerdosentre países se establecían losproductos en los que había interéspor comerciar, luego se procurabaestablecer convenios determinan-do cuotas para los productos, ydespués venía la negociación delos precios, donde intervenía ple-namente la JNG. En el caso de losgranos la Junta centraba suacción en esas relaciones interna-cionales y en la fijación de los pre-cios internos –no los fijaba laJunta sino que los precios inter-nos los fijaba un decreto y luego laJunta los ejecutaba– pero desdeluego que todo eso tenía detrásuna elaboración para establecerel nivel de precios adecuado. Elnivel de precios internos era inde-

pendiente del nivel de preciosexternos, los precios internos semanejaban en función precisa-mente de lo que convenía desdeel punto de vista de la rentabilidadde los productores pero tambiénde la conveniencia la política, porejemplo si se quería estimular uncultivo más que otro.

¿Y con cuánta anticipación sepactaban los precios internaciona-les con la contraparte?

Podía hacerse en cualquiermomento del año según encontrá-ramos la contraparte, ya fueraantes, durante o después de lacosecha.

Y la fijación del precio al produc-tor, ¿con qué anticipación sehacía?

Procurábamos hacerla con ciertaanticipación al momento de siem-bra para que los chacareros, losagricultores, pudieran planificar eluso de su tierra. De modo que almomento de sembrar sabían cuáliba a ser el precio que iban a tenerpor la cosecha. Por eso habíadesaparecido el mercado a térmi-no, no había incertidumbre con elprecio.

¿Y eso generó un conflicto?Por lo menos visible no.

Supongo que no le habrá caídonada bien a la gente que estabavinculada con el mercado a térmi-no, pero no hubo ninguna mani-festación exterior en contra. Hoysería un poco más complicado,me parece.

[...]

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28

La consolidación de laLa consolidación de laexpansión agrícola en laexpansión agrícola en laposconvertibilidad*posconvertibilidad*

Cátedra libre Horacio Giberti

* Este trabajo comprende la exposición del autor en la mesa de debate “El desarrolloagrario argentino”, organizada por la Cátedra Libre de Estudios Agrarios “Ing. HoracioGiberti” el 8 de septiembre de 2010 en el Centro Cultural Paco Urondo, Facultad deFilosofía y Letras de las Universidad de Buenos Aires.

** Investigador del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina(CIFRA) y del Área de Economía y Tecnología de la FLACSO.

El complejo agroalimentario posee una incidencia significa-tiva en la economía argentina, la cual se intensificó sensible-mente en el marco de la nueva estructura de precios relativosgestada tras el colapso del régimen de convertibilidad. Sinembargo, a pesar de la notable expansión de la agriculturapampeana, el complejo agroindustrial no presentó un nivelde crecimiento que le permitiera constituirse nuevamente enel motor del desarrollo económico, tal como había aconteci-do durante el modelo agroexportador. Es más, en el marco dela extraordinaria recuperación económica verificada en laposconvertibilidad, no sólo no lideró dicho proceso sino quesu contribución al crecimiento fue por demás escasa, fenó-meno que pone en evidencia su incapacidad para liderar unproceso de desarrollo sustentable en el largo plazo.

Nico lás Ar ceo**

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29El agro en la posconvertibilidad

Introducción

La interrupción del modelo susti-tutivo de importaciones a media-dos de los años setenta y sureemplazo por un patrón de acu-mulación basado sobre la “valori-zación financiera1 produjo, a tra-vés de la subordinación de la eco-nomía real a la evolución de losfenómenos financieros, una trans-formación drástica de las relacio-nes económicas y sociales impe-rantes en la economía argentinahasta ese momento, proceso delcual no estuvo exento el sectoragropecuario pampeano. Históri-camente el uso de la tierra endicho sector, garantizados losniveles mínimos de rentabilidad,estuvo determinado por la estruc-tura de precios relativos entre laproducción agrícola y ganadera.Sin embargo, la reforma financie-ra de 1977 transformó abrupta-mente esta lógica de comporta-miento, al incluir un nuevo precioen la determinación del uso de latierra, que no estuvo dado ya sólopor la evolución de los preciosrelativos entre la producciónganadera y la agrícola, sino entretres precios: agrícolas, ganaderosy rendimientos financieros.

La ventaja relativa de los rendi-mientos financieros sobre los pre-cios agrícolas y los ganaderosimpulsó, salvo años excepciona-

les, una subutilización del uso delsuelo en el largo plazo, cuyocorrelato fue la salida sistemáticade recursos del sector agropecua-rio pampeano hacia la actividadfinanciera. De esta forma, tantodurante la segunda mitad de losaños setenta como a lo largo delos años ochenta, se asistió a unacontracción simultánea del stockde ganado vacuno y de la superfi-cie destinada a la agricultura.

Desde mediados de la décadade los noventa, el aumento de losprecios internacionales, en un pri-mer momento, y posteriormente laconsolidación de un nuevo paque-te tecnológico en la producciónagraria pampeana posibilitaron elinicio de una etapa de notable cre-cimiento del área agrícola, la cualsigue vigente en la actualidad. Enefecto, a lo largo de la posconver-tibilidad (2002-2010) se mantuvie-ron las tendencias presentes en laactividad agraria profundizándosela expansión del área implantaday de los volúmenes de produc-ción.

En dicho marco, este trabajotiene por objetivo indagar acercade las características que presen-tó la producción agraria pampea-na tras el colapso del régimen deconvertibilidad a través de tresplanos de análisis estrechamentevinculados entre sí. Se debe se-ñalar, que dichos planos de análi-

1 Sobre las características y la evolución del patrón de acumulación sustentado sobrela valorización financiera (1976-2001) consultar: Basualdo, E. (2006), “Estudios dehistoria económica argentina. Desde mediados del siglo XX a la actualidad”, FLACSO-Siglo XXI, Buenos Aires.

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30 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

sis se corresponden con las tressecciones en las que está divididoeste trabajo.

En primer término, se analiza larelevancia que exhibió el comple-jo agroalimentario en la economíaargentina desde el abandono delmodelo sustitutivo de importacio-nes a mediados de los añossetenta. A la vez, se indaga conparticular atención el papel quedesempeñó dicho sector en unade las etapas de mayor crecimien-to económico de la historia denuestro país, como fue la poscon-vertibilidad (2002-2010).

En la segunda sección del traba-jo se evalúan las principalescaracterísticas que presentó laproducción agraria a lo largo de laposconvertibilidad. En particular,se analiza la evolución que regis-tró la rentabilidad en el sectoragrario en comparación con loacontecido durante la vigencia delrégimen de convertibilidad. A lavez, se intenta determinar el ori-gen del sensible incremento quese verificó en la rentabilidad, así

como su evolución luego de laderogación de la Resolución Nº125.2

En la tercera sección se realizauna sucinta caracterización acer-ca de las distintas fracciones delcapital agrario que lideraron laexpansión de la agricultura pam-peana desde mediados de ladécada de los noventa. En parti-cular, se pretende determinar laincidencia de los capitales extra-sectoriales en dicha producción.

1. La relevancia del complejo agroalimentarioen la economía argentina

El abandono del modelo sustitu-tivo de importaciones a mediadosde los años setenta supuso unadrástica modificación en la lógicade acumulación en el sector agro-pecuario, proceso que redundó enuna sensible contracción de laganadería y en una disminucióndel área sembrada durante buenaparte de la valorización financie-ra.3

2 La resolución 125 del ministerio de Economía del mes de marzo de 2008 implicabael abandono de un nivel de retenciones basado sobre alícuotas fijas a la exportaciónde granos y su reemplazo por una alícuota móvil en función de la evolución de losprecios internacionales de cada uno de los cultivos. Dicha resolución determinaba enlos hechos un aumento en el valor de las alícuotas a la exportación de granos, en par-ticular en el caso de la producción sojera. Ante la oposición que suscitó en el ámbitoagrario fue derogada a mediados del año 2008.

3 Durante los 17 años que median entre la Reforma Financiera de 1977 y el año 1994,el sector agropecuario pampeano transfirió recursos al resto de la economía a travésde las colocaciones en el sector financiero, pasando a ser la renta financiera un com-ponente relevante de la tasa de ganancia sectorial. Dicho proceso fue acompañadopor una disminución del área sembrada real y por una sensible contracción del stockde ganado vacuno. Sobre la base de la información oficial se constata de una mane-ra contundente una inédita reducción del stock ganadero entre 1977 y 1988, que pasó

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31El agro en la posconvertibilidad

Si bien el modelo de aperturaexterna, desregulación y financie-rización de la estructura económi-ca llevado adelante por la dictadu-ra militar (y consolidado posterior-mente en la década del noventa)tenía por objetivo central el desa-rrollo de los sectores que -como elagrario- presentaban “ventajascomparativas” en el nivel interna-cional, estas actividades no logra-ron constituirse como un nuevoeje del proceso de acumulación.

Por lo contrario, en el contextode desmantelamiento de laestructura industrial gestada a lolargo del período sustitutivo, elsector agropecuario se expandióa tasas que no permitieron revertirsensiblemente su pérdida deimportancia relativa en la econo-mía argentina a lo largo del perío-do precedente. Durante la valori-zación financiera (1976-2001) elsector agropecuario creció a una

tasa anual acumulativa del 1,9%,ritmo sólo levemente superior al1,7% anual al que se habíaexpandido durante la segundafase del modelo sustitutivo deimportaciones (1958-1976).

Más allá de las bajas tasas decrecimiento, el desmantelamientode la producción manufacturera alo largo de la valorización financie-ra, fenómeno que se expresó enuna caída del 0,5% anual acumu-lativa de esta actividad, posibilitóel mantenimiento y el leve incre-mento de la participación de laproducción agropecuaria en elProducto Interno Bruto (PIB) -aprecios constantes-, que se incre-mentó del 9,5% en 1977 al 10,7%en 2001 (gráfico Nº 1).4

El colapso del régimen de con-vertibilidad a finales de 2001 con-dujo a una abrupta transformaciónde la estructura de precios relati-vos y a una revalorización de la

de 61,1 millones de cabezas a sólo 47,1 millones. Si bien en el primer quinquenio delos años noventa el stock volvió a incrementarse, siempre se mantuvo claramente pordebajo del valor de los años setenta, ya que en 1994 llegó sólo a los 53,2 millones decabezas.

4 A fin de analizar la evolución de la economía argentina y del valor agregado genera-do en el sector agropecuario e industrial se procedió a elaborar una serie con las tasasde crecimiento a precios constantes para el período comprendido entre los años 1900y 2001. Dicha serie se preparó sobre la base de las siguientes fuentes de información:a) Para el período comprendido entre los años 1900 y 1950 se utilizó la serie de PIBa precios constantes de 1950 publicada por la CEPAL en 1958: b) Para el período1950-1973 se utilizó la serie de PIB a precios constantes de 1960 publicada por elBCRA en 1975; c) Para el período 1973-1980 se utilizó la serie de PIB a precios cons-tantes publicada por Ferreres (2005) sobre la base de información del BCRA; d) Parael período 1980-2001 se utilizó la serie de PIB empalmada a precios constantes de1993 publicada por el Ministerio de Economía. Se debe resaltar que se considerócomo producción agropecuaria la información correspondiente a la rama Agricultura,Ganadería, Silvicultura y Pesca para el período comprendido entre los años 1951 y2001. En tanto, la información referente al período 1900-1950 corresponde sólo a laproducción agropecuaria.

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32 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

producción agropecuaria en térmi-nos de su participación en el PIB(en términos corrientes) con res-pecto a la etapa previa. El sectorproductor primario (rama Agricul-tura, Ganadería, Caza y Silvicul-tura) pasó a representar, en pro-medio, el 8,7% del PIB a precioscorrientes entre 2002 y 2010, entanto que los sectores industrialesasociados con la producción agro-pecuaria explicaron un 6,4% adi-

cional del producto en dicho perí-odo.

Por lo tanto, evaluado a precioscorrientes, el complejo agroindus-trial en su conjunto supuso en pro-medio el 15,0% del valor agrega-do generado en la economíaargentina durante la posconverti-bilidad (2002-2010). Indudable-mente, la importancia de este sec-tor se incrementó significativa-mente en la etapa posterior a la

5 La elaboración de una serie con la participación de cada sector en el PIB durante elperíodo 1900-2001 se realizó sobre la participación que registró cada uno de los sec-tores en el año 1900, y luego se analizó su modificación a través de las tasas de cre-cimiento sectoriales.

6 Al respecto consultar: Ferreres, O. (2005), “Dos siglos de economía argentina, 1810-2004”, Fundación Norte y Sur, Buenos Aires.

Gráfico Nº 1. Evolución de la participación de la rama Agricultura,Ganadería, Silvicultura y Pesca en el Producto Interno Bruto a precios cons-tantes, 1900-20015 (en porcentajes)

Fuente: Elaboración propia sobre información de la CEPAL, el BCRA, Ferreres (2005)6

y Ministerio de Economía.

10,79,5

32,8

25,9

19,4

24,5

16,8

9,0

22,8

0

5

10

15

20

25

30

35

1900

1905

1910

1915

1920

1925

1930

1935

1940

1945

1950

1955

1960

1965

1970

1975

1980

1985

1990

1995

2000

Enpo

rcent

ajes

(%)

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33El agro en la posconvertibilidad

devaluación, como consecuenciade la elevación del tipo de cambioy el encarecimiento de los bienestransables -como los productosagropecuarios- con respecto a losno transables. Sin embargo, sedebe remarcar que el peso delcomplejo alimentario en términosdel PIB a precios constantes nopresentó mayores variaciones, yaque pasó del 9,7% durante lavigencia del régimen de converti-bilidad al 9,8% en el período com-prendido entre los años 2002 y

2010. Este comportamiento obe-dece a que el incremento de larelevancia del complejo agroin-dustrial en la economía argentinaa lo largo de la posconvertibilidadobedeció centralmente a la modifi-cación de la estructura de preciosrelativos.

Por otro lado, si bien la importan-cia del complejo agroindustrial enla economía argentina se acre-centó como resultado de la nuevaestructura de precios relativos, su

Gráfico Nº 2. Participación de la rama Agricultura, Ganadería, Caza ySilvicultura y del complejo agroindustrial en el PIB (a precios corrientes),1993-2010.(en porcentajes)

Nota: Como complejo agroindustrial se consideró la rama Agricultura, Ganadería,Caza y Silvicultura y las ramas 15 y 16 de la industria manufacturera. La informacióncorrespondiente a 2010 se estimó sobre los tres primeros trimestres del año.Fuente: Elaboración propia sobre datos del Ministerio de Economía.

5,0

4,9 5,1 5,

4

5,0

5,0

4,3 4,5

9,8 9,9

9,4

8,4

7,5

8,4 8,

8

6,7

9,19,

5

9,4 9,

7 10,0

9,4

9,5

8,8

8,9

16,7 17

,2

16,2

14,8

13,5 13

,9 14,7

13,1

15,1

4,3

8,9

0

2

4

6

8

10

12

14

16

18

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

Par

ticip

ació

nen

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IB(%

)

Agricultura, ganadería, caza y silvicultura Total complejo agroalimentar io

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34 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

contribución al crecimiento delconjunto de la economía fue limi-tada debido a su menor ritmo deexpansión relativo. Mientras queel complejo agroindustrial seincrementó a una tasa anual acu-mulativa del 5,2% en la poscon-vertibilidad (2002-2010), el con-junto de la economía lo hizo al7,6% anual. El crecimiento agre-gado de la economía argentinafue motorizado por la industriamanufacturera, que se expandióal 8,1% anual, compensando deesta forma el menor dinamismoque presentó el complejo agroin-dustrial. Es más, en las ramas dela industria manufacturera que nopertenecen al complejo agroin-dustrial se registró una tasa decrecimiento anual acumulativa del8,8% en el período mencionado.

Las menores tasas de crecimien-to del complejo agroindustrial sereflejaron en una contribuciónmarginal a la expansión del con-junto de la economía argentinadurante este período. En efecto, elcomplejo agroindustrial explicó,en forma directa, sólo el 7,0% delcrecimiento que experimentó laeconomía en el período compren-dido entre los años 2002 y 2010,contribución que contrasta con lade las ramas de la industria manu-facturera no pertenecientes alcomplejo agroindustrial, que die-ron cuenta del 12,8% del creci-miento.

Si bien era esperable que en unprimer momento el crecimiento delas actividades agroindustrialesfuera inferior al verificado en el

conjunto de la economía argenti-na, ya que fueron poco afectadasen el marco de la crisis final delrégimen de convertibilidad, luegode la fase inicial de recuperacióneconómica sus tasas de creci-miento deberían haberse acerca-do a las del conjunto de la econo-mía.

Sin embargo, eso no ocurrió, yaque dicho sector exhibió menorestasas de crecimiento que el con-junto de la economía argentinaincluso tras el vertiginoso ascensoque experimentaron los preciosinternacionales de los productosagrarios, crisis financiera median-te, desde el año 2007. En efecto,en el período comprendido entrelos años 2007 y 2010 el complejoagroalimentario creció a una tasaanual acumulativa del 3,8%, mien-tras que la economía en su con-junto se expandió al 5,5% anual(cuadro Nº 1). De todas formas,el bajo dinamismo del complejoagroalimentario en este períodopuede estar asociado, al menosparcialmente, con la profundasequía que afectó a la producciónagropecuaria en los años 2008 y2009.

El bajo dinamismo del sectoragroindustrial durante la poscon-vertibilidad, en términos de suaporte al crecimiento agregado dela economía, no se replicó en elcaso de la evolución de las ventasexternas. Efectivamente, estesector no sólo mantuvo su pre-ponderancia como el principalproveedor de divisas de la econo-mía, sino que incrementó su parti-

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35El agro en la posconvertibilidad

cipación en las exportaciones, enun contexto de fuerte aumento delas ventas al exterior. Durante elperíodo comprendido entre losaños 2002 y 2010, las exportacio-nes totales, en valores corrientes,se expandieron a una tasa anualacumulativa del 13,1%, en tantoque las correspondientes al com-plejo agroindustrial lo hicieron auna tasa del 13,8%. De este mo-do, la participación de las exporta-ciones del complejo agroindustrialen relación con el total se incre-mentaron del 50,4% en 2002 al53,1% en 2010 (gráfico Nº 3).7

Se debe señalar que tras casi

una década de haberse adoptadoun nuevo patrón de crecimientono se verificó una modificación dela estructura exportadora, la cualsigue estando sustentada sobreproductos de bajo valor agregado.Es más, al analizarse la evoluciónde las exportaciones de bienesdel complejo agroindustrial seobserva que la expansión de lasventas externas de los productosprimarios fue levemente más ele-vada que la que exhibieron lasmanufacturas de origen agrope-cuario; en ambos casos, el ritmode crecimiento se ubicó por enci-ma de las exportaciones totales.

Cuadro Nº 1. Tasa anual acumulativa de crecimiento y contribución al cre-cimiento del conjunto de la economía argentina, del complejo agroindustrialy del resto de la industria manufacturera, 2002-2010 (en porcentajes)

Nota: (1) Comprende la rama Agricultura, Ganadería, Caza y Silvicultura y las subra-mas 15 y 16 de la industria manufacturera; (2) No incluye las subramas 15 y 16 de laindustria manufacturera; (3) La información correspondiente a 2010 se estimó sobrela base de los tres primeros trimestres del año.Fuente: Elaboración propia sobre datos del Ministerio de Economía.

Año

Tasa de crecimiento (%) Contribución al crecimiento(%)

Conjunto dela economía

argentina

Complejoagroindustrial

(1)

Resto de laindustria

manufacture-ra (2)

Complejoagroindustrial

(1)

Resto de laindustria

manufacture-ra (2)

2002- 2006 8,9 5,6 12,9 6,6 16,12007-2010 (3) 5,5 3,8 3,8 6,6 8,32002-2010 (3) 7,6 5,2 8,8 7,0 12,8

7 De todas formas, se debe resaltar que la pérdida de importancia relativa del comple-jo agroindustrial en las exportaciones totales a lo largo del régimen de convertibilidadno estuvo asociada con un incremento sustancial de las exportaciones de origenindustrial. Por el contrario, fueron desplazadas por otras producciones primarias(principalmente combustibles y energía), que pasaron de representar del 9,4% de lasexportaciones totales en 1993 al 18% en 2001.

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36 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

En síntesis, a pesar de la notableexpansión de la agricultura pam-peana desde mediados de ladécada de los noventa el comple-jo agroindustrial no presentó unnivel de crecimiento que le permi-tiera constituirse nuevamente enel motor del desarrollo económico,tal como había acontecido duran-te el modelo agroexportador. Esmás, en el marco de la extraordi-naria recuperación económicaverificada en la posconvertibili-dad, no sólo no lideró dicho pro-

ceso sino que su contribución fuepor demás escasa, fenómeno quepone en evidencia su incapacidadpara liderar un proceso de desa-rrollo sustentable en el largo pla-zo.

Por otro lado, la extraordinariaexpansión de la agricultura pam-peana registrada desde mediadosde la década de los noventa sus-tentada sobre la elevación en losrendimientos por hectárea, perotambién en un notorio aumentodel área implantada, difícilmente

Gráfico Nº 3. Evolución de las exportaciones del complejo agroindustrial yde su participación en las exportaciones totales, 1993-2010. (en millones dedólares y porcentajes)

Nota: La información correspondiente al 2010 se estimó sobre la base de los once pri-meros meses del año.Fuente: Elaboración propia sobre la base de información del Ministerio de Economía.

8.168

9.480

12.19

214

.161

14.64

414

.838

12.84

3

12.83

713

.086

12.92

615

.857

18.04

2

20.17

322

.413

29.97

338

.461

29.29

3

36.44

1

62,3

59,5

56,155,0

49,2

53,8 53,754,9

53,1

52,652,2

48,7 48,2

55,4

58,2

0

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Exportaciones del complejo agroalimentarioParticipación del complejo agroalimentario en las exportaciones totales

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pueda repetirse en los próximosaños. El incremento de la produc-ción agrícola estará limitada segu-ramente por la evolución de losrendimientos por hectárea, ya queen el marco de las tecnologíasdisponibles no quedan superficiessignificativas capaces de ser vol-cadas a la agricultura.

2. La profundización de laexpansión agrícola en laposconvertibilidad

El colapso del régimen de con-vertibilidad y -con él- el abandonodel régimen de valorización finan-ciera instaurado por la dictaduramilitar a mediados de los añossetenta produjo alteraciones sus-tantivas en la distribución delexcedente agropecuario, aunqueno implicó una modificación de lastendencias observadas desdemediados de los años noventa enla producción agropecuaria pam-peana.

Desde ese momento, se asistióal inició de una de las fases decrecimiento de la producción agrí-cola más notables de la historiaargentina. Dicho proceso se origi-nó centralmente en la vertiginosaexpansión del área sembrada concereales y oleaginosas, la cualpasó de 19,6 millones de hectáre-as en la campaña 1993/94 a casi30 millones en la campaña2009/10, a la vez que los rendi-mientos por hectárea se elevaron

a una tasa anual acumulativa del2,5 or ciento.

De esta forma, se revirtió elestancamiento que había presen-tado el área agrícola desde elabandono del modelo sustitutivode importaciones, cuando la ren-tabilidad de las colocaciones en elsistema financiero superó a laverificada en la producción agro-pecuaria, determinando una con-tracción de la producción agrícolapotencial y una inédita disminu-ción del stock de ganado vacuno.

El sensible incremento que expe-rimentaron a mediados de losaños noventa los precios interna-cionales de los productos agríco-las posibilitó la prevalencia deniveles de rentabilidad en estaactividad superiores a los registra-dos en la esfera financiera, proce-so que se tradujo en un persisten-te incremento de la superficiesembrada. Si bien a partir de 1997se asistió a una nueva reducciónen el precio internacional de losproductos exportados por nuestropaís esto no trajo aparejada unanueva fase de contracción delárea agrícola. Por lo contrario, elproceso de expansión continuó,producto de la persistencia de ele-vadas tasas de rentabilidad, apesar de la sobrevaluación de lamoneda, como consecuencia delas agudas modificaciones tecno-lógicas acontecidas en el sectoragropecuario pampeano en aque-llos años8.

37El agro en la posconvertibilidad

8 Al respecto se puede consultar: Rodríguez, J. (2008), “Consecuencias económicas dela soja transgénica. Argentina 1996-2006”, CLACSO – Ediciones Cooperativas,Buenos Aires.

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38 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

La adopción de un nuevo paque-te tecnológico estuvo asociadocon la difusión de la soja genéti-camente modificada (soja RR),proceso que posibilitó un incre-mento en la rentabilidad de la pro-ducción sojera. A la vez, se masi-ficó la utilización de fertilizantes,tendientes a mantener los nivelesde rendimiento, y se generalizó lasiembra directa que, si bien sehabía desarrollado en la décadade los ochenta, fue con la propa-gación de las semillas transgéni-cas -resistentes al glifosato- cuan-do tuvo una difusión masiva antela caída en los costos que implica-ba su utilización.9

Por lo tanto, la adopción de lasoja RR determinó la incorpora-ción progresiva de un nuevopaquete tecnológico en el sectoragropecuario basado sobre ladifusión masiva de la siembradirecta, del uso de herbicidas -gli-fosato- y de fertilizantes requeri-dos para mantener y elevar losniveles de rendimientos. Estas

modificaciones permitieron unareducción en los costos de pro-ducción por hectárea que com-pensó la caída en los preciosinternacionales pero tambiénposibilitó un significativo incre-mento en los rendimientos, proce-sos que operaron en el manteni-miento en los niveles de rentabili-dad.

Sin embargo, los efectos de laadopción del nuevo paquete tec-nológico no se agotaron en lareducción de los costos de pro-ducción sino que también produje-ron una potenciación de las eco-nomías de escala vigentes en laproducción agropecuaria, procesoque de todas formas se venía pro-duciendo en las décadas prece-dentes, aunque es en los añosnoventa cuando adquiere mayorsignificación10. Una prueba indi-recta de la centralidad que asu-men las economías internas y ex-ternas de escala a lo largo de esteperíodo radica en el tamaño me-dio que alcanzan las nuevas for-

9 La semilla de soja RR tuvo una rápida difusión alcanzando al 57,1% de las semillas uti-lizadas en la campaña 1998/99. Dicha semilla es resistente al glifosato (herbicida queelimina prácticamente la competencia por el uso del suelo), lo que permitió el despla-zamiento del paquete de herbicidas utilizados hasta ese momento cuya aplicaciónimplicaba mayores costos. En tanto, que la reducción de costos en la siembra directaestá determinada por el menor gasto en combustible y mano de obra, a la vez quereduce los tiempos de siembra con respecto a la siembra tradicional y disminuye la ero-sión de los suelos. Al respecto se puede consultar: Bisang, R. (2008), “El desarrolloagropecuario en las últimas décadas: ¿Volver a creer?” en “Crisis, recuperación y nue-vos dilemas. La economía argentina 2002-2007”, Buenos Aires, CEPAL.

10 Un análisis empírico acerca de las economías internas a escala en los grandes pro-pietarios bonaerenses se encuentra en: Basualdo, E. y Arceo, N. (2005), “Incidencia ycaracterísticas de los grandes propietarios bonaerenses durante el régimen deConvertibilidad”, Revista Desarrollo Económico Nº 177, Instituto de DesarrolloEconómico y Social (IDES), Buenos Aires.

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39El agro en la posconvertibilidad

mas de producción que comien-zan a tomar forma hacia media-dos de la década de los noventa,es decir, los Fondos de InversiónAgrícola y los pools de siembra.Los mismos tienden a explotarextensas superficies de tierraspara poder obtener las gananciasderivadas de las economías deescala. En otras palabras, imitan alos grandes productores paraapropiarse de la tasa y la masa deganancias asociadas con la explo-tación de grandes extensiones detierra.

En síntesis, el aumento de losprecios de los productos agrícolasde exportación, en un primer mo-mento y, posteriormente, la adop-ción de un nuevo paquete tecno-lógico, permitieron un significativoincremento en la rentabilidad rela-tiva de la producción agrícola, quese plasmó en una enérgica expan-sión de la superficie cultivada concereales y oleaginosas.

Como se mencionó, la adopciónde un nuevo patrón de crecimien-to tras el colapso del régimen deconvertibilidad, basado sobre elsostenimiento de un tipo de cam-bio elevado, no produjo modifica-

ciones sustantivas en las tenden-cias registradas en la produccióndel sector agropecuario pampea-no desde mediados de los añosnoventa. Sin embargo, la nuevaestructura de precios relativosposibilitó un notorio incremento dela rentabilidad de la producciónagrícola, a pesar de la aplicaciónde retenciones a las exportacio-nes desde comienzos de 2002. Asu vez, la persistencia de reduci-das tasas de interés en el merca-do local (por lo general negativasen términos reales) reafirmó latendencia creciente de la rentabili-dad relativa de la agricultura res-pecto de la ganadería y las colo-caciones financieras.

Los márgenes brutos por hectá-rea se elevaron significativamentetras la devaluación, superando losvalores registrados en el prome-dio del régimen de convertibili-dad11. En otras palabras, el nuevo“modelo productivo” permitió unamayor apropiación del excedenteagrario por parte de los producto-res, que vieron incrementadossensiblemente sus márgenes bru-tos de producción desde los 209dólares constantes por hectárea

11 El margen bruto es un indicador de la rentabilidad obtenida por el productor y surgede la diferencia entre ingresos brutos y gastos directos. Sin embargo, no contemplalos gastos de estructura, impuestos fijos ni amortizaciones. A su vez, se debe señalarque los modelos utilizados fueron elaborados sobre la información de la revistaMárgenes Agropecuarios y representan a una unidad de producción típica de la regiónpampeana, esto no implica que no haya productores que obtengan mayores o meno-res márgenes de rentabilidad de los aquí expuestos. A su vez, los modelos utilizadossuponen un nivel de rendimientos por hectárea prácticamente constante a lo largo delas distintas campañas; esta salvedad es relevante en el contexto de la aguda sequíaque acompañó la campaña 2008/09 y determinó una significativa reducción en losrendimientos por hectárea.

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40 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

durante el régimen de convertibili-dad hasta los 272 dólares en elperíodo comprendido entre losaños 2002 y 2010. De todas for-mas, los márgenes alcanzadostras la devaluación de la monedano superaron los registrados amediados de los años noventa,momento en que los precios inter-nacionales resultaron extraordina-riamente elevados para los princi-pales cultivos de exportación(gráfico Nº 4).

Se debe señalar que, al menoshasta 2006, el incremento de larentabilidad agraria no obedeció ala existencia de una coyunturainternacional excepcionalmentefavorable, tal como se sostienedesde diversas entidades del sec-tor, sino a la reducción de los cos-tos de producción en dólarescomo consecuencia del nuevopatrón de crecimiento cuyo ejecentral fue el mantenimiento de untipo de cambio competitivo. En

Gráfico Nº 4. Evolución de los márgenes brutos en la producción agrícola,1991 – 2010 (en dólares constantes de 2010 por hectárea)

Nota: El margen agrícola se estimó sobre base del promedio ponderado por superfi-cie de los principales cuatro cultivos pampeanos. La estimación en dólares constantesse realizó utilizando el índice de precios mayoristas de los Estados Unidos. Fuente: Elaboración propia sobre la Revista Márgenes Agropecuarios, INDEC yMinisterio de Economía.

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efecto, el precio de exportación endólares constantes de los cuatroprincipales cultivos pampeanos(ponderados según la superficiesembrada) se ubicó en el período2002-2006 un 2,9% por debajo delvalor registrado durante la décadade los noventa (gráfico Nº 5). A lavez, los costos por hectárea fue-ron 17,3% inferiores -en dólaresconstantes- a los existentes

durante el régimen de convertibili-dad, permitiendo una mejora enlos márgenes agrícolas por hectá-rea a pesar de la contracción delos precios internacionales.

La modificación de las condicio-nes imperantes en el mercadomundial condujo desde 2007 a unvertiginoso ascenso en los preciosde los productos agrarios, proce-so que, crisis financiera mediante,

41El agro en la posconvertibilidad

Gráfico Nº 5. Evolución del precio FOB - Puertos Argentinos de los cuatroprincipales cultivos de exportación, 1990-2010 (en dólares constantes del2010)

Nota: La estimación del precio FOB – Puertos Argentinos de los principales cuatro cul-tivos de exportación (Girasol, Maíz, Trigo y Soja) se realizó sobre la base de la pon-deración de cada uno de ellos según su superficie sembrada. La estimación en dóla-res constantes se realizó utilizando el índice de precios mayoristas de los EstadosUnidos.Fuente: Elaboración propia sobre información del Ministerio de Agricultura, Ganaderíay Pesca y de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

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posibilitó -aún en un contexto depaulatina apreciación del tipo decambio- la elevación de los nive-les de rentabilidad en la produc-ción agrícola. En el año 2010, losmárgenes brutos por hectárea enla producción agrícola evaluadosen dólares constantes fueron un10,6% más altos que los registra-dos en el período comprendidoentre los años 2002 y 2006, cuan-do ya eran de por sí muy elevadosen términos históricos. De todasformas, no superaron los verifica-dos en el año 2008 en el marcodel boom de los precios agrícolasen la antesala de la crisis interna-cional.

En síntesis, a lo largo de la pos-convertibilidad se verificó un noto-rio incremento en la rentabilidadde la producción agrícola. En unaprimera etapa, dicho procesoestuvo asociado con la presenciade un tipo de cambio real excep-cionalmente elevado, en tanto quedesde 2007 el sostenimiento enlos niveles de rentabilidad estuvodeterminado por la sensible eleva-ción de los precios de los produc-tos agrícolas en el mercado mun-dial. Es más, la subida de los pre-cios internacionales a lo largo delos últimos meses permite preverno sólo el mantenimiento sinotambién el aumento en los nivelesde rentabilidad agrícola a lo largodel presente año.

En el caso del principal cultivo deexportación de nuestro país -lasoja- la recuperación tras la crisisinternacional ha sido vertiginosa,

determinando que el precio deeste producto se ubique a finalesdel 2010 un 86,4% por encima delos valores prevalecientes a co-mienzos del años 2007. Se debeseñalar que la derogación delrégimen de retenciones móviles(resolución 125 del Ministerio deEconomía) en el año 2008 deter-minó que los productores agrariosfueran los mayores beneficiariosde la elevación de los preciosinternacionales. A la vez, el man-tenimiento de la alícuota a laexportación de granos condujo ala elevación del precio interno dedichos productos ante la suba queregistraron los precios internacio-nales. De todas formas, la apre-ciación tendencial que registró eltipo de cambio desde 2007 impi-dió que la elevación de los preciosinternacionales se tradujera en unaumento de la rentabilidad de laproducción agrícola, la cual semantiene de todas formas enniveles históricamente muy eleva-dos.

Hasta el momento se evaluó larentabilidad de la producción agrí-cola en dólares constantes, esdecir sin considerar la capacidadadquisitiva de dichos niveles derentabilidad en el mercado local.Sin embargo, la nueva estructurade precios relativos gestada trasla devaluación de la moneda acomienzos de 2002 determinóque el incremento de la rentabili-dad en dólares de la producciónagraria se tradujera en un extraor-dinario aumento de su capacidadadquisitiva en la economía local.

42 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

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En este sentido, al considerar losmárgenes brutos en pesos cons-tantes, se observa que los mis-mos pasaron de un promedio de581 pesos por hectárea durante elrégimen de convertibilidad a 1.432pesos en el período 2002-2010.Es decir, el margen agrícola enpesos constantes en la poscon-vertibilidad prácticamente triplicólos valores verificados durante laetapa previa (gráfico Nº 6).

A diferencia de cuando se consi-deran los márgenes de rentabili-dad agrícola en dólares constan-tes, se observa que su capacidadadquisitiva en la economía localse redujo sensiblemente en el año2010 con respecto a lo acontecidoen el período 2002-2006. En efec-to, los niveles de rentabilidad en2010 se ubicaron casi un 30% pordebajo de lo acontecido en el perí-odo 2002-2006, producto de la

43El agro en la posconvertibilidad

Gráfico Nº 6. Evolución de los márgenes brutos en la producción agrícola,1991 – 2010 (en pesos constantes de 2010 por hectárea)

Nota: El margen agrícola se estimó sobre la base del promedio ponderado por super-ficie de los principales cuatro cultivos pampeanos. La estimación en pesos constan-tes se realizó sobre la base del IPC-INDEC para el período 1991-2006; con posterio-ridad a esa fecha se utilizó el IPC - 7 Provincias elaborado por el CENDA.Fuente: Elaboración propia sobre la Revista Márgenes Agropecuarios, INDEC,CENDA y Ministerio de Economía.

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paulatina apreciación del tipo decambio real registrada desdemediados de 2007. De todas for-mas, los niveles de rentabilidad enla producción agrícola, evaluadosen pesos constantes, continúansiendo extraordinariamente eleva-dos en términos históricos, supe-rando en un 81,3% a los márge-nes promedio registrados durantela vigencia del régimen de conver-tibilidad.

Se debe señalar que la elevaciónde los precios internacionales delos principales cultivos de exporta-

ción desde 2007 permitió amorti-guar la contracción de los márge-nes agrícolas, evaluados segúnsu capacidad adquisitiva en laeconomía local, como consecuen-cia de la paulatina apreciaciónverificada en el tipo de cambioreal a lo largo de los últimos años.

Por otro lado, el incremento de larentabilidad en la esfera agrope-cuaria y las menores oportunida-des de inversión en el mercadofinanciero local condujeron a unsensible incremento en el valor delas tierras agrícolas pampeanas.

44 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

Gráfico Nº 7. Evolución del precio de la tierra en la zona núcleo de la regiónpampeana, 1990-2010 (en dólares corrientes)

Nota: El valor de la tierra en la zona núcleo pampeana corresponde a la zona maice-ra. *La información del año 2010 corresponde al mes de noviembre.Fuente: Elaboración propia sobre la Revista Márgenes Agropecuarios.

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En el caso de la zona núcleo elprecio promedio por hectáreapasó de 3.109 dólares durante lavigencia del régimen de converti-bilidad a casi 14.000 dólares en elaño 2010 (gráfico Nº 7). A la vez,la pesificación de los préstamosen la economía local tras el colap-so del régimen de convertibilidadsignificó una transferencia adicio-nal de ingresos al sector agrope-cuario. Los productores vieronlicuados sus pasivos con el siste-ma financiero como consecuenciade la pesificación asimétrica, pro-ceso que posibilitó una reducciónen la morosidad de los préstamosal sector primario que pasó del53,7% en 2002 al 8,8% en 200512.

Por lo tanto, el nuevo patrón decrecimiento adoptado tras el co-lapso del régimen de convertibili-dad no sólo supuso una mayorrentabilidad de la producción agrí-cola, sino que además fue acom-pañada por una elevada gananciapatrimonial.

En este contexto, se profundizóla fase de expansión agrícolavigente desde mediados de ladécada del noventa, a través deun significativo incremento en lasuperficie sembrada y en la pro-ducción. La superficie destinada a

la producción de cereales y olea-ginosas se elevó desde los 26,3millones de hectáreas en la cam-paña 2000/01 a 32,6 millones dehectáreas en 2007/08, para redu-cirse posteriormente hasta pocomás de 30 millones de hectáreasen las dos campañas subsiguien-tes (gráfico Nº 8).

Este proceso se reflejó -a suvez- en un incremento en los volú-menes de producción, que pasa-ron de 67,4 millones de toneladasen la campaña 2000/01 a 96,3millones en la campaña2007/2008, fruto del aumentotanto de la superficie sembradacomo de los rendimientos por hec-tárea, los cuales se incrementarona una tasa anual acumulativa del1,9%.13 Se debe destacar quecomparando las campañas2000/01 y 2009/10, el 50,5% delincremento de la producción obe-deció a la expansión del áreasembrada, en tanto que el aumen-to en los rendimientos por hectá-rea explican el 49,5% restante.14

El crecimiento de la superficiesembrada obedeció centralmentea la expansión de la superficiesojera, en tanto que se verificóuna aguda disminución del áreatriguera a lo largo de las dos últi-

45El agro en la posconvertibilidad

12 Al respecto consultar Bisang, R. (2008).13 Se debe señalar que la aguda contracción que registró la producción de cereales y o-

leaginosas en la campaña 2008/09 estuvo asociada con la profunda sequía que afec-tó al sector en dicho período.

14 Esta estimación se realizó calculando lo que se habría producido en la campaña2009/10 de haberse mantenido la superficie sembrada inalterada con respecto a lacampaña 2000/01. La diferencia entre la producción estimada y la real es la atribuibleal incremento de la superficie sembrada en este período.

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mas campañas (2008/09 y2009/10) y permaneció estable lasuperficie destinada a la produc-ción maicera. Se debe señalar,que la superficie sembrada consoja pasó de representar el 40,5%del área implantada con cerealesy oleaginosas en la campaña2000/01 al 60,3% en la campaña2009/10, poniendo en evidencia laprofundización de la expansiónsojera en la posconvertibilidad.

3. Las distintas fraccionesde la burguesía agrariaque lideraron la expansióndel área agrícola

En las secciones precedentes seevaluó el comportamiento de laproducción agraria pampeana a lolargo de la posconvertibilidad,aunque aún nada se dijo acercadel sujeto social que lideró el pro-ceso de expansión del área agrí-cola verificado desde mediadosde la década de los noventa.

46 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

Gráfico Nº 8. Evolución de la superficie sembrada y de la producción decereales y oleaginosas, 2000/01-2009/10 (en millones de hectáreas y tone-ladas)

Fuente: Elaboración propia sobre la base de información del Ministerio de Agricultura,Ganadería y Pesca de la Nación.

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Superficie sembrada Producción

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En primer lugar, se debe enfati-zar que, como se mencionó, elcrecimiento de estas actividadesfue acompañado por una sensiblepotenciación en las economías deescala en la producción agrope-cuaria, como resultado de las nue-vas formas de trabajo y de la in-corporación de tecnologías. A suvez, los efectos de esas nuevastransformaciones tecnológicas yproductivas se vieron potenciadaspor los efectos que produjeron lasprivatizaciones de los serviciospúblicos en el agro pampeano,que devinieron en un nuevo factorpara reducir los costos (elevar larentabilidad) de los grandes pro-ductores pampeanos.15

Una prueba indirecta de la cen-tralidad que asumieron las econo-mías de escala durante este perí-odo es el tamaño medio quealcanzaron las nuevas formas deproducción mediante las cualesse incorporaron al quehacer agro-pecuario capitales “extrasectoria-les” (fondos de inversión agrícolay pools de siembra).16 La apariciónde estos fondos puso en eviden-cia la profunda transformaciónque estaba aconteciendo en esos

años en la producción agropecua-ria, fundamentalmente pampeana:el sector ya no expulsaba recur-sos sino que absorbía los exce-dentes financieros generados porel conjunto de la economía.

Desde diversos ámbitos se coin-cidió en afirmar que esta nuevaforma de producción se habíaconstituido en un actor central dela producción agrícola pampeanay que había generado, en elmarco del incremento en las esca-las óptimas de producción, el des-plazamiento de los pequeños ymedianos productores medianteel arrendamiento de sus tierras.Esta caracterización de la situa-ción social agraria implicaría pos-tular que el liderazgo de estanueva forma de producción des-plazó a la figura del propietariocomo el principal protagonistaproductivo y que, tan importantecomo esto, produjo la disoluciónde los grandes propietarios o que,al menos, significó que ya no par-ticipaban mayoritariamente de lasproducciones sectoriales más ren-tables. Es indudable que esta lec-tura posibilita la alianza políticaentre las distintas fracciones del

47El agro en la posconvertibilidad

15 Al respecto se puede consultar: CIFRA (2010), “Transformaciones estructurales en elagro pampeano. La consolidación del bloque agrario en la argentina”, Documento deTrabajo Nº 1, Buenos Aires.

16 Al respecto, Barsky, O. y Dávila, M. (2008:96), “La rebelión del campo. Historia delconflicto agrario argentino”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, reconocen las difi-cultades para establecer la cantidad de hectáreas que se trabajan bajo esta forma deorganización empresaria, aunque presentan algunas estimaciones: “Según AACREA,se estima que la superficie se había quintuplicado (de 400.000 hectáreas en 1997, a2 millones en 2002). Según Gustavo López, consultor de Agritrend en la Argentina,los pools o fondos siembran entre el 6% y el 10% de la superficie total de 31 millonesde hectáreas, es decir entre 1,8 y 3 millones de hectáreas”.

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capital agrario contra un enemigocomún, ajeno al sector, como esel capital financiero, que se expre-saría a través de los pool de siem-bra.

Sin embargo, más allá de lasrazones políticas, debe indagarseen la veracidad de estos argu-mentos. El estudio de la importan-cia diferencial que asumen las dis-tintas fracciones del capital agra-rio en la región pampeana enfren-ta la dificultad de la inexistenciade información básica al respecto.Igualmente, es posible realizaruna aproximación a esta proble-mática mediante el análisis de lainformación correspondiente a loscensos agropecuarios de los años1988 y 200217, en donde se puedeconstatar la importancia que aúnmantienen los grandes propieta-rios pampeanos, y al mismo tiem-po identificar las transformacionesestructurales que posibilitaron elsurgimiento del bloque agrario.18

La primera comprobación queprovee la evidencia es que el pro-pietario rural seguía siendo el pro-tagonista decisivo de la produc-ción agropecuaria pampeana enplena fase de expansión agrícola(2002). Efectivamente, los propie-

tarios trabajaban el 89,9% de lasuperficie agropecuaria en 1988 yel 86,5% en 2002, lo cual indica laposición privilegiada que tienenlos propietarios en ambos releva-mientos censales respecto a lasrestantes formas de tenencia(cuadro Nº 2).

Pese a esta significativa estabili-dad, es preciso reparar en unaserie de alteraciones que refuer-zan el protagonismo que tradicio-nalmente ejercieron los propieta-rios pero que, al mismo tiempo,introduce nuevas facetas. En estesentido, es revelador observarque la superficie trabajada poraquellos propietarios que sóloexplotan sus tierras descendiómuy marcadamente (9,5 millonesde hectáreas), mientras que la delos propietarios que además deexplotar sus tierras trabajan otrasse incrementó en forma ostensible(en más de 5 millones de hectáre-as). La importancia de este últimogrupo se pone de manifiestocuando se constata que son los“tomadores de tierras” más rele-vantes de la región pampeana,superando a quienes son “arren-datarios puros”, entre los que seencuentran los pools de siembrapertenecientes al sector financie-

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17 Si bien se realizó posteriormente un nuevo Censo Nacional Agropecuario en el año2008, la información relevada presenta serias falencias ante la falta de respuestasdebido al enfrentamiento suscitado en torno de la resolución 125; pero, por sobre todo,por la pérdida de credibilidad del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos tras suintervención en el año 2007.

18 Al respecto se puede consultar: Basualdo, E. (2010), “Los propietarios de la tierra y laseconomías de escala, sustentos del paradigma sojero en la argentina”, RevistaDesarrollo Económico Nº 197, Instituto para el Desarrollo Económico y Social (IDES),Buenos Aires.

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ro. Este fenómeno se observa alconfrontarse la superficie tomadaen arrendamiento en el año 2002por los propietarios y por quienesno lo son (11,5 y 9,3 millones dehectáreas, respectivamente).19

El cuadro Nº 3 permite profundi-zar en las características que asu-men los arrendamientos durantelas últimas décadas. Por un lado,allí se aprecia el importante incre-mento de su incidencia relativa

entre los dos relevamientos cen-sales (del 22,1% al 30,4% entre1988 y 2002). Por otra parte, secorrobora que ese importanteaumento relativo no alteró la inci-dencia de los propietarios en latoma de tierras, que pasó del54,2% del total del área arrendadaen 1988 al 55,5% en 2002.

Más allá de la contundencia deestas evidencias en indicar la tras-cendencia del propietario, cabe la

49El agro en la posconvertibilidad

Cuadro Nº 2. Distribución de la tierra de la región pampeana según la formade tenencia de la tierra, 1988 y 2002 (en millones de hectáreas y porcenta-jes)

Notas: (1) Comprende las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Santa Fe, Córdobay Entre Ríos; (2) La mención a los arrendamientos involucra tanto a las tierras arren-dadas como a la aparcería, el contrato accidental, etc.Fuente: Elaborado sobre la base de los Censos Nacionales Agropecuarios de 1988 y2002.

1988 2002 Diferencia 2002-1988En millo-nes de

hectáreas%

En millo-nes de

hectáreas%

En millo-nes de

hectáreas%

Total RegiónPampeana(1) 70,7 100,0 68,4 100,0 -2,4 -3,4

1.Tierras trabajadas porlos Propietarios 63,6 89,9 59,1 86,5 -4,5 -7,0

1.1. Propietarios que notoman tierra 44,1 62,3 34,5 50,5 -9,5 -21,6

1.2. Propietarios quetoman tierra 19,5 27,6 24,6 36,0 5,1 25,9

- Propias 11,1 15,7 13,1 19,1 2,0 18,0- Arrendadas 8,5 12,0 11,5 16,9 3,1 36,2

2.Tierra trabajadas por nopropietarios: 7,2 10,1 9,3 13,5 2,1 29,3

19 Se debe destacar, que de acuerdo con el formulario censal de 2002, el propietario deuna provincia pampeana que toma tierra en arriendo en otra de la misma región no seregistra como tal sino como un productor arrendatario sin tierra propia. Se trata de uncriterio censal digno de tenerse en cuenta porque implica una subestimación conside-rable de la superficie arrendada por los propietarios, ya que de acuerdo con infor-mantes calificados no se trata de una práctica inusual.

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posibilidad de que, pese a la esca-sa incidencia que alcanzan los“arrendatarios puros” en términosde superficie, la misma se con-centre en el arrendamiento degrandes extensiones. Si estofuera así no se revertirían losresultados globales pero sería unsigno inequívoco de la presenciade los pools de siembra conforma-dos por el capital financiero. Sinembargo, las estadísticas censa-les muestran que no ocurre dichoproceso, ya que en las explotacio-nes mayores a las 10.000 hectá-reas la incidencia de los propieta-rios que toman tierras en arriendoaumenta (gráfico Nº 9).

Por otra parte, es muy relevanteel hecho de que más de la mitadde la superficie arrendada por pro-pietarios de campos se concentreen predios de hasta 1.500 hectá-reas (6,2 millones de hectáreas

sobre un total de 11,5 millones dehectáreas arrendadas por propie-tarios), ya que presumiblementeen esos tamaños predomina latoma de tierras por parte de lospequeños y medianos propieta-rios pampeanos.

En consecuencia, la informacióncensal permite inferir que la nuevaforma de producción agrícola queconstituyen los pools de siembraestá vinculada primordialmentecon los propios propietarios pam-peanos cualquiera sea su tamaño.Por lo tanto, los pools que fueronorganizados por el sector financie-ro tienen escasa significación.

Esta conclusión, por otra parte,es plausible en una etapa donderigió una elevada rentabilidad, quese fue incrementando sustancial-mente a medida que se extendióla superficie trabajada, debido al

50 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

Cuadro Nº 3. Incidencia y composición de los arrendamientos en la regiónpampeana, 1988 y 2002 (en millones de hectáreas y porcentajes)

Notas: (1) Comprende las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Santa Fe, Córdobay Entre Ríos; (2) La mención a los arrendamientos involucra tanto a las tierras arren-dadas como a la aparcería, el contrato accidental, etc.Fuente: Elaborado sobre la base de los Censos Nacionales Agropecuarios de 1988 y2002.

1988 2002 Variación(%)

2002/1988En millonesde hectáre-

as%

En millonesde hectáre-

as%

% Arrendamiento /Superficie total 22,1 30,4

Total arrendamientos 15,6 100,0 20,8 100,0 33,0Arrendamiento depropietarios 8,5 54,2 11,5 55,5 36,2

Arrendamiento de nopropietarios 7,2 45,8 9,3 44,5 29,3

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descenso de los costos de pro-ducción. En este escenario, esesperable que tanto los pequeñosy medianos propietarios como losgrandes arrienden tierra para tra-bajarla, buscando reducir el costopor hectárea y de esa manera ele-var sustancialmente su rentabili-dad. Finalmente, es relevantedestacar que no hay indicios deque la situación vigente en 2002se haya modificado sustancial-mente con posterioridad, ya que

durante ese año ya estaba enmarcha la expansión agrícola contoda intensidad.

De todas formas, si bien el pro-pietario rural continuó desempe-ñando un rol decisivo en la fasede expansión de la producciónagrícola, esto no implicó que nose hayan producido transforma-ciones sustanciales en la estructu-ra social agraria en las últimasdécadas. El incremento de las

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Gráfico Nº 9. Evolución de los distintos tipos de arrendamiento según estra-to de superficie, año 2002 (en millones de hectáreas)

Notas: (1) Comprende las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Santa Fe, Córdobay Entre Ríos; (2) La mención a los arrendamientos involucra tanto a las tierras arren-dadas como a la aparcería, el contrato accidental, etc.Fuente: Elaborado sobre la base de los Censos Nacionales Agropecuarios de 1988 y2002.

4,8

5,9

3,1

2,31,9

2,5

3,7

1,5 1,6

1,1 1,22,3 2,3

1,31,5

1,2

0,7

2,8

0,0

1,0

2,0

3,0

4,0

5,0

6,0

7,0

Has

ta50

0ha

.

De

500

a1.

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ha.

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1.50

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2.5

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Total arrenda mie ntos Propietar ios No p ropietar io s

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escalas óptimas de produccióncondujo a la paulatina consolida-ción de una fracción rentista en elcapital agrario en este período.Los pequeños productores agro-pecuarios que no disponen desuficientes tierras ni del capitalrequerido para arrendar y producirbajo escalas óptimas de produc-ción debieron arrendar sus tierras,mientras que aquellos con capitalsuficiente estuvieron en condicio-nes de superar los problemas deescala a través de la incorpora-ción bajo arriendo de nuevasáreas. En este marco, comenza-ron a consolidarse dos fraccionesentre los pequeños y medianospropietarios: los que otorgan latierra en arriendo y los que salen aarrendar para superar la limitaciónde la escala.

En este contexto de centraliza-ción de la producción agropecua-ria se verificó una disminución decasi 88 mil explotaciones entre losaños 1988 y 2002, proceso queseguramente fue acompañadopor la desaparición de numerosospequeños propietarios.20 Sinembargo, hasta mediados de losaños noventa no se produjo unproceso generalizado de concen-tración de la superficie agrope-

cuaria, al menos en el núcleo pro-ductivo de la región pampeana.21

Los elevados valores alcanza-dos por los arrendamientos, sobretodo en la posconvertibilidad,indudablemente fueron determi-nantes en el mantenimiento desus tierras por parte de aquellospequeños y medianos producto-res que no disponen de capitalsuficiente para arrendar mayoressuperficies y alcanzar de esamanera escalas mínimas de pro-ducción. En este sentido, se debeenfatizar que el valor de los arren-damientos se sustentó en losextraordinarios niveles de rentabi-lidad alcanzados en la producciónagropecuaria, en particular la agrí-cola, a lo largo de los últimosaños. Por lo tanto, en el caso deregistrarse una sensible disminu-ción de la rentabilidad de la pro-ducción agrícola, la caída en elvalor de los arrendamientos posi-blemente determinará el inicio deun nuevo proceso de concentra-ción de la tierra en el ámbito rural.

4. Síntesis y conclusiones

El complejo agroalimentario po-see una incidencia significativa enla economía argentina, la cual se

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20 Según el Censo Nacional Agropecuario realizado por el INDEC el número de explota-ciones agropecuarias (EAP) pasó de 421.221 en 1988 a 333.533 en 2002. No obstan-te, se debe recalcar que la unidad de análisis de los censos no es la propiedad sino elestablecimiento productivo, con lo cual la reducción en el número de pequeños pro-pietarios sólo puede considerarse como una hipótesis.

21 Basualdo, E., Bang, J. y Arceo, N. (1999): “Las compraventas de tierras en la provin-cia de Buenos Aires durante el auge de las transferencias de capital en la argentina”en Desarrollo Económico Nº 155, Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES),Buenos Aires

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intensificó sensiblemente en elmarco de la nueva estructura deprecios relativos gestada tras elcolapso del régimen de convertibi-lidad. Sin embargo, a pesar de lanotable expansión de la agricultu-ra pampeana, el complejo agroin-dustrial no presentó un nivel decrecimiento que le permitieraconstituirse nuevamente en elmotor del desarrollo económico,tal como había acontecido duran-te el modelo agroexportador. Esmás, en el marco de la extraordi-naria recuperación económicaverificada en la posconvertibili-dad, no sólo no lideró dicho pro-ceso sino que su contribución alcrecimiento fue por demás esca-sa, fenómeno que pone en evi-dencia su incapacidad para liderarun proceso de desarrollo susten-table en el largo plazo.

Como se analizó, la adopción deun nuevo patrón de crecimientotras el colapso del régimen deconvertibilidad produjo alteracio-nes sustantivas en la distribucióndel excedente en el sector agro-pecuario pampeano, aunque noimplicó una modificación de lastendencias observadas desdemediados de los años noventa enla producción sectorial, cuando seasistió al inicio de una etapa devertiginoso crecimiento del áreasembrada y de la producción.

La devaluación de la moneda yel posterior mantenimiento de untipo de cambio competitivo, impli-có un sensible incremento de larentabilidad de la producción agrí-

cola, a pesar de la aplicación deretenciones a las exportacionesdesde el año 2002. En otras pala-bras, el nuevo “modelo producti-vo” permitió una mayor apropia-ción del excedente agrario porparte de los productores, que vie-ron incrementados sensiblementesus márgenes brutos de produc-ción desde los 209 dólares cons-tantes por hectárea durante elrégimen de convertibilidad hastalos 272 dólares en el período com-prendido entre los años 2002 y2010.

Sin embargo, esa elevada renta-bilidad en dólares no da cuentadel extraordinario incremento desu capacidad adquisitiva local. Alevaluar los márgenes brutos enpesos constantes, es decir segúnsu capacidad adquisitiva en elmercado local, se observa que losmismos pasaron de un promediode 581 pesos por hectárea duran-te el régimen de convertibilidad a1.432 pesos en el período 2002-2010. Es decir, el margen agrícolaen pesos constantes prácticamen-te triplicó los valores verificadosdurante la etapa previa.

Se debe resaltar que la eleva-ción de la rentabilidad de la pro-ducción agrícola, al menos hastael año 2006, fue una consecuen-cia directa de la política económi-ca, ya que hasta dicha fecha losprecios internacionales de losprincipales cultivos de exportaciónse mantuvieron por debajo delnivel que habían exhibido en pro-medio durante régimen de conver-

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tibilidad. Por lo tanto, el incremen-to de la rentabilidad agraria noobedeció a la existencia de unacoyuntura internacional excepcio-nalmente favorable, tal como sesostiene desde diversas entida-des del sector, sino a la reducciónde los costos de producción endólares como consecuencia delnuevo patrón de crecimiento cuyoeje central fue el mantenimientode un tipo de cambio competitivo.

La modificación de las condicio-nes imperantes en el mercadomundial condujo desde 2007 a unvertiginoso ascenso en los preciosde los productos agrarios, proce-so que, crisis financiera median-te, posibilitó -aun en un contextode paulatina apreciación del tipode cambio- el sostenimiento delos niveles de rentabilidad en laproducción agrícola.

Por otro lado, a lo largo de lasúltimas décadas las transforma-ciones tecnológicas y las nuevasformas de trabajo, así como algu-nas de las privatizaciones de lasempresas públicas, impulsaron unsalto cuantitativo en las economí-as de escala que de por sí siem-pre caracterizaron a la producciónagropecuaria pampeana, poten-ciando la importancia de la granpropiedad sectorial. Es indudable,que dicho proceso motorizó unnotorio incremento de los arrenda-mientos en la región pampeana,posibilitando a las diversas entida-des del sector señalar reiterada-mente que los pools de siembra ylos fondos de inversión agrícolas

organizados por agentes financie-ros extrasectoriales desplazabana los verdaderos productorespampeanos.

Sin embargo, como se analizó,las evidencias censales desmien-ten esta caracterización, ya quelos propietarios continuaban con-trolando, ya sea a través de lapropiedad o el arrendamiento detierras, el 86,5% de la superficieagropecuaria pampeana en el año2002. En consecuencia, las evi-dencias disponibles indican quemayoritariamente los pools desiembra y los fondos de inversiónagrícola no pertenecen a fraccio-nes del capital extrasectoriales,sino a los propios propietariosagropecuarios pampeanos.

Por último, la derogación de laresolución 125 significó una victo-ria relevante por parte de los sec-tores agrarios, tanto en términospolíticos como económicos, másaún en un contexto de incrementoen los precios internacionales delos principales cultivos agrícolasde exportación. Sin embargo, laderogación de dicha resolución noimplicó el total abandono por partede las autoridades nacionales depolíticas tendientes a garantizar laestabilidad de los precios domés-ticos, en el marco de una sensiblerecuperación de los precios agrí-colas en el mercado mundial.

En este sentido, la imposibilidadde modificar, por razones de índo-le político, el valor de la alícuotade las retenciones condujo a unacreciente intervención, por parte

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de las autoridades nacionales, enel mercado triguero a través de lainstrumentación de restricciones alas exportaciones de este produc-to, que de todas formas existíandesde 2006. Si bien en el actualcontexto internacional resultaesencial la intervención estatal enpos de garantizar la estabilidad delos precios domésticos de los pro-ductos alimentarios, la restriccióna las exportaciones trigueras distade ser un instrumento eficientepara alcanzar este objetivo.

Las restricciones a las exporta-ciones de este producto limitan lacompetencia entre las grandesempresas exportadoras y los moli-nos determinando una sensiblecontracción en el precio percibidopor el productor, cuyo efectosobre los precios domésticos es,como mínimo, dudoso. Es más,

estas medidas no hacen más queincrementar la capacidad oligopó-lica en la fijación de los preciosdomésticos de las grandes expor-tadoras y la industria molinera,proceso que se traduce en unaelevación en sus niveles de renta-bilidad.

En este contexto, se requiere delestablecimiento de políticas quepermitan la diferenciación del pre-cio local del vigente en el mercadointernacional, a la vez que garan-ticen previsibilidad en la evoluciónde los niveles de rentabilidad ymayor transparencia y competen-cia en los mercados agrarios. Másaún, cuando a lo largo de las últi-mas campañas se asistió a unaumento en la rentabilidad relativade la producción sojera con res-pecto a las restantes produccio-nes pampeanas.

55El agro en la posconvertibilidad

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Reinversión de utilidades y Reinversión de utilidades y formación de capitalformación de capital en un grupoen un gruposelecto de grandes firmas (1998-2009)selecto de grandes firmas (1998-2009)**

Cúpula empresaria

* Este trabajo se realizó en el marco del PICT-2008-0406; “La industria argentina en laposconvertibilidad: continuidades y rupturas en la dinámica y la estructura del sector”Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.

** Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONI-CET) y del Área de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana deCiencias Sociales (FLACSO)-Sede Académica Argentina.

***Becario de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, en el Área deEconomía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLAC-SO)-Sede Académica Argentina.

En los últimos años queda de manifiesto una marcada reticenciainversora de las grandes empresas en la Argentina, muy particular-mente si se atiende a su inserción en contextos de reordenamientomacroeconómico y de franca recuperación de la economía. En térmi-nos generales, la dinámica de la inversión ha tendido a comportarsede manera procíclica, con un descenso que fue ligeramente más pro-nunciado que la recuperación ulterior (hasta 2008 y el inicio de la cri-sis económica internacional) a favor de, por un lado, el nuevo esce-nario macroeconómico interno e internacional y, por otro, los recur-sos provenientes de las altas tasas de rentabilidad obtenidas.

Al analizar el alto grado de concentración económica que se vereflejado en el posicionamiento de las grandes corporaciones anali-zadas en este artículo y a las, en buena parte del período, extraordi-narias rentabilidades obtenidas por las mismas, resulta casi sorpren-dente la escasa propensión inversora de estas empresas, atento a lospropios estímulos de "mercado".

Danie l Az piazu **Pablo Danie l Manzane l l i***

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57Reinversión de utilidades

I. Presentación

Los distintos escenarios macroe-conómicos que se sucedieron enlos últimos años y que tuvieroncomo punto de inflexión, tras cua-tro años de recesión económica(1999-2002), la devaluación de lamoneda local y la consecuentealteración de los precios relativosde la economía, emergen comoun período de sumo interés parael abordaje de una de las varia-bles más relevantes para el desa-rrollo económico: la formación decapital. Más aún cuando la econo-mía argentina de la posconvertibi-lidad experimentó un aceleradociclo expansivo, con elevadosmárgenes de ganancia y una cre-ciente utilización de la capacidadinstalada. En efecto, se trata deuna fase con potencialidades –porsus condiciones favorables– parala inversión reproductiva y, porende, para el crecimiento de largoplazo de la economía.

En este marco, y con el objeto deaportar algunos elementos de jui-cio para tan crucial problemática,cobra especial relevancia avanzarsobre el análisis de la inversión deuna selección de grandes firmas.A tal fin, el universo de estudioestá conformado por todas aque-llas empresas que cotizan en laBolsa de Comercio de BuenosAires en el período 1998 a 2009 yque, al mismo tiempo, formaban

parte de la cúpula empresaria1 delpaís en 2008. De esa muestra (41corporaciones) se identificaron, asu vez, dos subconjuntos: el delas grandes empresas industriales(19) y las no fabriles (22 firmas).

En cuanto al objeto de estudio,cabe remarcar que la estructuraeconómica argentina se caracteri-za por una fuerte concentraciónen la cúpula empresaria, tenden-cia que se ha profundizado en elmarco de las transformaciones enel escenario macroeconómico dela posconvertibilidad. Si bien esteproceso trae aparejados efectosde muy diversa índole en materiade crecimiento, desde el punto devista analítico ese elevado gradode concentración permite, efec-tuando el seguimiento de lasempresas de mayor tamaño, cap-tar factores determinantes en ladinámica del conjunto de la eco-nomía argentina.

Al respecto, una posibilidad dedimensionar la significación eco-nómica real de la cúpula empresa-ria integrada por las 200 mayoresfirmas del país consiste en la con-frontación de los montos agrega-dos de sus ventas anuales con elrespectivo Valor Bruto de laProducción (VBP) a precioscorrientes2. Ello no haría más quereflejar, en última instancia, laevolución del grado de concentra-ción global de la economía argen-tina durante el período 1993-

1 Se trata de las 200 empresas de mayor facturación del país, de acuerdo con la infor-mación del Área de Economía y Tecnología de la FLACSO.

2 INDEC, Dirección Nacional de Cuentas Nacionales.

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20083 (en tanto lo permite la exis-tencia de información homogéneapara tal horizonte temporal).

Como se desprende del cuadroNº 1, el VBP a precios corrientesde la economía argentina creció,entre 1993 y 2008, a una tasamedia anual de 10,7%; porcentualque se contrae ligeramente si seconsidera el VBP del resto de lasactividades económicas conexclusión (al igual que en la propiabase de la información de las ven-tas de la cúpula) del sector agro-pecuario, caza, silvicultura, pescae intermediación financiera4:10,4% anual acumulativo. Enambos casos se trata de tasasanuales que se ubican en torno delas dos terceras partes del ritmoevidenciado por las ventas de lacúpula empresaria (14,8%). Enese sentido, estas últimas repre-

sentan alrededor del 16%-20%del VBP total durante el quinque-nio 1993-1997 (18% a 22%, en elcaso del VBP “acotado”, sin consi-derar los sectores agropecuario yfinanciero); porcentual que seubica en torno del 22%-23% (o24%-25%, respectivamente) en elcuatrienio 1998-2001 (desplieguede la fase terminal del régimen deconvertibilidad); para estabilizarseen un estadio muy superior en laposconvertibilidad (2003-2008)donde las ventas de las 200empresas más grandes del paísrepresentan alrededor del 28%-29% del VBP (o entre 31%-33%del VBP “acotado”), después dehaber alcanzado sus respectivospicos extremos en el año de lasalida del régimen de conversiónfija (32,9% y 37,9%, respectiva-mente5).

3 Antes que nada cabe introducir dos breves digresiones metodológicas respecto a cier-tos supuestos implícitos –que, igualmente, no invalidan los resultados de la confron-tación de tales variables–. En primer lugar, la consideración de que la facturaciónagregada de la cúpula empresaria no difiere mayormente del valor de produccióngenerado por las mismas. En otras palabras, ello desatiende la posibilidad cierta (muyparticularmente durante la vigencia de la convertibilidad) de que las ventas de lasgrandes firmas incluyan una proporción vinculada con la comercialización de bienesfinales importados y/o de producción de terceros (por ende, no serían parte constituti-va del respectivo VBP). Sin embargo, a los fines analíticos, la adopción de tal supues-to no afecta los resultados agregados respecto a la trascendencia económica de lacúpula empresaria y, menos aún, su evolución durante el horizonte temporal de aná-lisis (o, en otras palabras, esas posibles diferencias son marginales en el plano agre-gado). En segundo término, cabría realizar idénticas consideraciones respecto de laincidencia de la variación de stocks o diferencias entre el valor de la producción endeterminado año y su realización efectiva –o no– en el mismo. En este caso se asumeque la potencial discrepancia asociada con las variaciones interanuales de stocksresulta marginal o insignificante en términos generales al cabo de una década ymedia.

4 Al igual que en el caso de la Encuesta Nacional a Grandes Empresas (ENGE) quereleva anualmente el INDEC, quedan excluidas las grandes firmas agropecuarias yfinancieras de la cúpula empresaria en la Base de Datos del Área de Economía yTecnología de la FLACSO.

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59Reinversión de utilidades

Así, resulta irrefutable que, enprimer lugar, la participación delas 200 empresas más grandesdel país en la generación de rique-zas es por demás significativa y,en segundo término, que la mismaha sido creciente, con un abruptoincremento en el crítico año 2002,

para luego morigerarse y estabili-zarse en un estadio inferior al dedicho año, pero muy por encimadel predominante durante lavigencia de la convertibilidad6.

En síntesis, mientras en 1993 lafacturación de las 200 mayoresempresas del país representaban

5 La implosión del esquema convertible (inicios de 2002) fue, como era de esperar, trau-mática y profundamente regresiva. Los bruscos e intensos cambios en la estructurade precios relativos de la economía, incluyendo sobre todo al tipo de cambio y losingresos de los asalariados, devinieron en una profunda crisis económica (caída supe-rior al 10% en el PIB total y en el correspondiente a la industria), convulsionados rea-comodamientos en los senderos de los diferentes sectores de actividad, y una pro-nunciada retracción de los salarios reales (superior al 30%).

6 Al decir de Kalecki, 1995, pp. 18-19: “En consecuencia, el grado de monopolio tiendea elevarse durante la depresión de la actividad económica general, y a volver a dis-minuir durante el período de auge”.

Cuadro Nº 1. Argentina. Presencia de las ventas de la cúpula empresariaen el valor bruto de la producción, según grandes agregados, 1993-2008(millones de pesos corrientes y porcentajes)

1 Excluye Agricultura, ganadería, caza y silvicultura; pesca e intermediación financiera.Fuente: elaboración propia sobre la base de la información del Área de Economía yTecnología de la FLACSO e INDEC

Año Ventas de laCúpula (I) VBP (II) Relación (I)

/ (II) VBP (1) (III) Relación (I)/ (III)

1993 62.309,4 379.961,2 16,4 348.099,6 17,91994 73.571,7 413.032,1 17,8 378.668,3 19,41995 79.946,0 415.758,5 19,2 378.864,2 21,11996 84.929,0 439.400,8 19,3 399.529,8 21,31997 95.530,5 472.646,0 20,2 432.040,4 22,11998 103.366,5 479.977,5 21,5 437.647,4 23,61999 100.358,8 451.040,9 22,3 412.556,2 24,32000 103.678,1 452.368,9 22,9 413.169,7 25,12001 97.599,6 428.565,1 22,8 388.329,0 25,12002 183.388,2 557.242,6 32,9 483.970,4 37,92003 190.902,3 667.264,8 28,6 588.911,4 32,42004 222.558,8 787.946,5 28,2 697.468,8 31,92005 262.361,9 930.665,8 28,2 830.752,1 31,62006 324.531,4 1.127.849,1 28,8 1.012.130,6 32,12007 403.813,9 1.386.738,9 29,1 1.233.296,2 32,72008 491.713,8 1.737.471,8 28,3 1.539.750,1 31,9

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60 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

el 16,4% del VBP (y el 17,9% delVBP “acotado”), quince años des-pués tal concentración de la pro-ducción se incrementó en alrede-dor de 12 puntos porcentuales(14, en el “acotado”), al tiempoque persisten los sesgos concen-tradores subyacentes en los añosnoventa pero en un nuevo nivel(muy superior) después de losprofundos reacomodamientos quetrajo aparejada la salida del régi-men de convertibilidad.

Como se señaló, el objeto deestudio de este ensayo constituyeun subuniverso de este núcleocentral de la economía argentina,conformado por aquellas corpora-ciones que cotizan sus accionesen la Bolsa de Comercio de

Buenos Aires y formaban parte dela cúpula empresaria en 2008. Entanto se trata de una muestra inte-grada por 41 grandes firmas queson parte constitutiva de las 200mayores empresas del país en elaño 2008 (y de los subconjuntosde las 19 industriales y las 22 nofabriles), resulta pertinente inda-gar en torno de la representativi-dad de las compañías selecciona-das en términos de la facturacióny las utilidades de las 500 grandesempresas relevadas, anualmente,por la Encuesta Nacional aGrandes Empresas (ENGE) delINDEC (cuadro Nº 2).

Como se desprende de tales evi-dencias empíricas, la participa-ción de las empresas del panel

Cuadro Nº 2. Argentina. Cobertura y representatividad de las empresasseleccionadas de mayor facturación del país, 2008 (millones de pesoscorrientes y porcentajes)

* Corresponde a las 302 industriales que forman parte de las 500 empresas más gran-des del país en 2008.** Corresponde a las 198 empresas no industriales que forman parte de las 500empresas más grandes del país en 2008.Fuente: Área de Economía y Tecnología de la FLACSO sobre la base de informaciónde Economática y de la ENGE-INDEC

Ventas Utilidades

mill. $ % mill. $ %

Cúpula empresaria 171.062 30,6 16.493 25,8

ENGE TOTAL 559.576 100,0 63.942 100,0

Cúpula emp. industriales 87.664 24,4 10.442 26,9

ENGE INDUSTRIA* 359.012 100,0 38.800 100,0

Cúpula emp. no industriales 83.399 41,6 6.051 24,1

ENGE NO INDUSTRIA** 200.564 100,0 25.142 100,0

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61Reinversión de utilidades

que integran la cúpula de las 200de mayores ventas representanpoco más del 30% del valor deproducción relevado por la ENGE;al tiempo que explican poco másde la cuarta parte de las utilidadesde estas últimas7. Por su parte, decircunscribir la ponderación alámbito industrial, las 19 grandesfirmas manufactureras que inte-gran el panel explican alrededorde 24%/27% de los respectivosregistros correspondientes a las302 compañías industriales capta-das por la ENGE en 2008.Finalmente, el peso relativo de las22 grandes compañías no indus-triales del panel en las 198 firmassimilares que relevó la ENGE en2008, alcanza el 41,6% en térmi-nos de facturación y el 24,1%sobre las utilidades.

Dicho esto, en las páginassiguientes se persigue un doblepropósito. Por un lado, efectuaruna aproximación a la evolución

de la inversión en los subconjun-tos de empresas (industriales y nofabriles) en el período 1998-20098

y, por otro, utilizar analíticamentela información proporcionada porlos balances, lo que representa unavance en materia de estudios dela inversión, en tanto la mayorparte de los realizados sobre eltema remiten a la informaciónpublicada por las Cuentas Nacio-nales o la Encuesta Nacional aGrandes Empresas (ENGE). Enese sentido, al margen de unospocos estudios que han procura-do organizar los datos de balan-ces para dar cuenta de fenóme-nos particulares de la economíaargentina, en general esa valiosainformación (particularmente, lareferida a las grandes firmas) noha sido mayormente utilizada parael análisis económico9.

En ese marco, en la próximasección, se pasa revista a los prin-cipales indicadores de performan-

7 Cabe aclarar que se tomaron en consideración los balances consolidados de esas 41corporaciones, por lo que quedan incluidas las firmas sobre las que aquellas ejercenun control accionario mayoritario. En otras palabras, las grandes empresas de lamuestra controlan un mayor número de compañías y presentan sus estados conta-bles bajo la forma de grupos o conglomerados empresariales, por lo cual la informa-ción contable bajo análisis supone una superior cobertura relativa que la que supon-dría la sola consideración de los balances individuales de las mismas. Así, por ejem-plo, Telecom Argentina S.A. incorpora en su balance consolidado a Núcleo, MicroSistemas, Telecom Personal, Publicom, Telecom Argentina USA. No así, a sus vin-culadas INTELSAT, Nahuelsat y Latin American Nautilius. En el sitio de Internethttp://www.bolsar.com/ se accede al detalle del conjunto de firmas controladas y vin-culadas de cada una de las empresas que cotizan en la Bolsa de Valores de BuenosAires. Ello permite contar con una mayor riqueza potencial de análisis.

8 El horizonte temporal del presente análisis (1998-2009) involucra desde el inicio de lafase recesiva que preanunciaba el colapso de la convertibilidad hasta el último añodisponible en la base de información (Economática) sobre la que se estructura partefundamental de este trabajo.

9 Damill y Fanelli, 1988; Coloma, 1993; Azpiazu, et. al., 2009; Tavosnanska, 2010.

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62 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

ce (ventas y utilidades) de lasempresas de la muestra y, esen-cialmente, se identifican las ten-dencias dominantes durante lavigencia de la convertibilidad y enla posconvertibilidad. Ello emergecomo el escenario general en elque se inscribe el estudio de laevolución y la dinámica de la for-mación de capital de tales gran-des corporaciones; tema que esabordado en la tercera sección.En la siguiente se contrasta y ana-liza el respectivo comportamientode la inversión y de las rentabili-dades empresarias. La problemá-tica de la reinversión de las utili-dades es objeto de análisis en laquinta sección. Por último, seextraen una serie de inferencias yreflexiones en torno de los patro-nes de desempeño de las grandescorporaciones en materia de for-mación de capital en lo que cabríacaracterizar como un fenómenode reticencia inversora, aun encontextos de franca y sostenidaexpansión de la economía y laindustria argentinas.

II. Performance de las corporaciones de la muestra: ventas y utilidades

Con el fin de interpretar en formaacabada el comportamiento de la

inversión a través del selectogrupo de grandes empresas queconstituye el objeto de estudio delpresente ensayo, se deben consi-derar, también, otras dimensionesde análisis que contextualizan eldesempeño de esas corporacio-nes; más precisamente las que sevinculan con sus ventas y utilida-des durante el período 1998-2009.

En términos agregados y consi-deradas a precios constantes de199810, las ventas de las 41empresas del panel denotan unleve sesgo decreciente en los últi-mos años de vigencia de la con-vertibilidad (1998-2001). Más alláde la recuperación de la factura-ción global en 2002 –enmarcadaen convulsionados reacomoda-mientos de la estructura de pre-cios relativos– es recién a partirde 2004 cuando (contrastandocon el comportamiento macroeco-nómico, donde la reactivación dela economía se hace evidentedesde 2003) tales ventas se ins-criben en un franco y sostenidocrecimiento hasta alcanzar en2008 su punto más alto de la serie(46.241 millones de pesos de1998), y luego decaer 13,3% en2009, en el marco del estanca-miento de la economía local,estrechamente asociado a la cri-sis económica internacional que,

10 La transformación de precios corrientes a constantes se realizó a través de la utiliza-ción de diversos precios sectoriales: el índice de precios mayoristas (IPM) general, elIPM de los productos manufacturados, el IPM de la energía eléctrica, el IPM de petró-leo crudo y gas natural y el índice de costo de la construcción (ICC). En virtud de ello,el resultado global es el ponderado de la aplicación de los distintos deflactores de pre-cios.

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63Reinversión de utilidades

igualmente, no la afectó sobrema-nera en el plano agregado (gráfi-co Nº 1).

De resultas de tales comporta-mientos, si bien la tasa de creci-miento anual acumulativa de lasventas ha sido del 3,1% entre1998 y 2009, ha presentado mar-cadas diferencias entre los distin-tos regímenes económicos: -2,4%entre 1998 y 2001 (convertibili-dad) y 2,7% entre 2002 y 2009(posconvertibilidad). A su vez, sise acota el análisis al período demayor crecimiento de la poscon-vertibilidad (2003-2008) se advier-te una acelerada expansión de lasventas agregadas (10,4% anualacumulativo).

Por su parte, el comportamientode la ganancia neta11 remite abajas y decrecientes masas deutilidades en el período recesivode la Convertibilidad (entre 1998 y2001 descienden en 78,0%),alcanzando su valor extremo en2002, donde las pérdidas conta-bles ascienden a más de 8 milmillones de pesos de 1998.Posteriormente, la recuperaciónque experimenta la economíaargentina desde 2003 derivó enelevadas y crecientes rentabilida-des agregadas (hasta 2005 lavariación alcanzó al 112,9% res-pecto de 2003), para luego decaerligeramente en 2007 (-6,5% res-pecto al año anterior), y con

Gráfico Nº 1. Argentina. Evolución de las ventas y las utilidades de las 41corporaciones del panel, 1998-2009 (millones de pesos constantes de 1998)

Fuente: elaboración propia sobre información de Economática

28.66926.126

33.32430.377

34.817

42.56640.096

37.376

28.17226.68427.097

46.241

2.614

1.324 1.500574

-8.374

2.527 2.904

5.380 5.6175.250

4.455

2.956

-50.000

-40.000

-30.000

-20.000

-10.000

0

10.000

20.000

30.000

40.000

50.000

1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

vent

asen

millo

nes

depe

sos

cons

tant

esde

1998

-10.000

-8.000

-6.000

-4.000

-2.000

0

2.000

4.000

6.000

8.000

10.000

utilid

ades

enm

illone

sde

peso

sco

nsta

ntes

de19

98

Ventas (eje izq.)Utilidades (eje der.)

11 Utilidades después de impuestos, intereses, depreciaciones y amortizaciones.

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64 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

mayor intensidad en el último bie-nio (en 2009 la masa de utilidadescayó un 43,7% respecto de 2007).No obstante, cabe resaltar queaun en este último año –en elmarco de la recesión mundial ysus impactos locales– las ganan-cias fueron más altas que en elmejor año (1998) previo a 2002 yque, a su vez, los registros del últi-mo cuatrienio (2006-2009) seencuentran muy por encima de loscorrespondientes a los últimosaños de la vigencia del régimende conversión fija con el dólarestadounidense (1998-2001).

De diferenciarse los dos subcon-juntos (industriales y no fabriles)de corporaciones que conformanla muestra, las 19 grandes com-

pañías que integran el primero deesos subgrupos revelan, durantela fase final de la convertibilidad,un comportamiento asimilable aldel panel en su conjunto. Paradó-jicamente en el año de la crisisfinal de dicho régimen como, muyparticularmente, en el crítico 2002-de salida devaluatoria-, la factu-ración de las mismas revela uncrecimiento asentado sobre elcomportamiento de algunas gran-des firmas fabriles que pudieroneludir la contracción del mercadointerno a partir de incrementossustantivos en los respectivoscoeficientes de exportación. Setrata de, entre otras, empresastales como Siderar, Molinos Ríode la Plata, Arcor, Acindar,

Gráfico Nº 2. Argentina. Evolución de las ventas y las utilidades de las 19 fir-mas industriales y de las 22 no industriales del panel que integran la cúpulaempresaria, 1998-2009 (millones de pesos constantes de 1998)

Fuente: elaboración propia sobre información de Economática

19.696

22.856

19.36317.952

15.388

15.373

9.307

28.607

17.240

15.460

186

-651 -538

2.4331.781

1.522

2.428

-7.836

470

2.284

1.5041.047 1.176

-30.000

-20.000

-10.000

0

10.000

20.000

30.000

1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

vent

asen

millo

nes

depe

sos

cons

tant

esde

1998

-8.000

-6.000

-4.000

-2.000

0

2.000

4.000

6.000

8.000

utilid

ades

enm

illone

sde

peso

sco

nsta

ntes

de19

98

V tas 19 emp. indus triales (eje izq.)V tas 22 emp. no indus triales (eje izq.)Util. 19 emp. indus triales (eje der.)Util. 22 emp. no industriales (eje der.)

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Ledesma, Aluar. Luego de unaligera retracción en 2003, las ven-tas agregadas de ese núcleoreducido, pero significativo, decorporaciones fabriles se inscri-ben en un notable crecimiento apunto tal que los registros de 2008más que duplican los de 2003.

Cabe señalar que, durante laposconvertibilidad, el ritmo de cre-cimiento de las ventas de las 19grandes empresas fabriles esconsiderablemente más acelera-do que el de las 41 firmas delpanel. Tanto es así que la tasaanual acumulativa de tales firmasevidenció un crecimiento de10,2% entre 2003 y 2009 y, si seacota al período de mayor creci-miento industrial (2003-2008), esabuena performance de las empre-sas industriales se ve reflejada enla consiguiente tasa de crecimien-to: 17,5%. Es decir: 4,1 y 7,1 pun-tos porcentuales más que la tasaanual acumulativa de las 41empresas del panel en los respec-tivos períodos considerados.

Este acelerado crecimiento delas empresas industriales en laposconvertibilidad contrasta conel de las firmas no industriales, apunto tal que a partir de 2004 lafacturación agregada en las com-pañías manufactureras es por pri-meras vez, y durante todos losaños posteriores, superior a la delas 22 no fabriles. Estas últimasexperimentaron una tendencialevemente decreciente de susventas entre 1998 y 2005, paraluego ascender (también ligera-mente, a favor del desempeño de,

entre otras, Telecom, Telefónicade Argentina, Endesa y CentralPuerto) en los años siguientes,pero nunca alcanzando los resul-tados de las grandes empresasindustriales.

Este distinto efecto del régimenposconvertible, es la resultantedel reordenamiento de los preciosrelativos de la economía y de laredefinición –virtual congelamien-to de las tarifas– de las ventas y,en particular, de la rentabilidad enlos servicios públicos privatiza-dos. En efecto, como puedeobservarse en el gráfico Nº 2, sibien, en términos reales, la masade ganancias de las 22 empresasno industriales fue más elevadaque la de las 19 industrialesdurante la fase final del régimenconvertible, desde 2003 –tras elderrape de la rentabilidad de lasfirmas no industriales en 2002– lamasa de utilidades netas de lasindustriales fue sistemáticamentesuperior a la que registran las fir-mas que no se desempeñan en elámbito fabril.

No obstante, cabe señalar tam-bién que en el bienio 2007-2008decrecen las ganancias de ambossubgrupos del panel, y, en 2009,producto –entre otras cosas– delos coletazos de la crisis mundial,las firmas fabriles registran unacaída acentuada de sus utilida-des, en el marco de una ligerarecomposición de la rentabilidadde las empresas no industrialesdel panel (particularmente, lasgrandes telefónicas).

65Reinversión de utilidades

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66 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

III. Evolución y dinámica dela formación de capital

Aun cuando, en la generalidadde los casos, el proceso de inver-sión microeconómico (formula-ción, maduración, financiamientoy puesta en marcha) está condi-cionado por múltiples factores, loscambiantes escenarios macro ymesoeconómicos que han tenidolugar en las últimas décadas ge-neraron, indudablemente, efectosdiversos sobre la dinámica y lascaracterísticas que adquiere laformación de capital.

Desde los aportes teóricos deKeynes se han enfatizado loscomponentes de incertidumbreque atraviesa a todo proceso deadquisición y puesta en funciona-miento de activos fijos, así comolos aspectos vinculados a la “irre-versibilidad de la inversión”.Diversos estudios muestran, a suvez, que la “preferencia por laliquidez” también ha operadocomo factor clave para la financia-rización de la gestión empresaria,incluso por parte de firmas o gru-pos económicos con una claraimpronta productiva, esto es, uncorrimiento del eje de lo producti-vo hacia lo financiero como princi-pal fuente de ganancias microeco-nómicas12.

Al respecto, las característicasque asumió la valorización del

capital durante largos años mani-fiestan racionalidades que, evi-dentemente, se superponen ymuchas veces dejan de lado labúsqueda de ganancias a partirde la ampliación de la capacidadproductiva y/o mediante el desa-rrollo de competencias tecnológi-cas13. Por otra parte, cabe apuntarque, en la medida en que las con-diciones de inestabilidad tienden aser pautas más bien recurrentesen las economías periféricas, noresulta sorprendente que lasempresas busquen fuentes devalorización alternativas a partirde otros mecanismos que aportena su masa o tasa de beneficios,tales como marcos normativospreferenciales o rentas institucio-nales (regímenes de promociónregional, industrial, petrolero,minero, etc.); protección arancela-ria e incluso restricción y virtualprohibición de las importacionescompetitivas; despliegue de activi-dades con ventajas comparativaspara la producción de bienes pri-marios, entre otros.

A esto se suma otro factor, desuma relevancia en tales econo-mías, que puede alterar el “nor-mal” comportamiento de la inver-sión o, como se dijo, el que persi-gue maximizar los beneficios apartir del incremento de la produc-tividad media de los mercados enque operan. Se trata de los efec-tos de la oligopolización de los

12 Véase Basualdo, 2001. También, para el caso francés, Serfati, 2001. 13 Nochteff, 1994, plantea la importancia de la búsqueda de rentas tecnológicas en el

modelo de desarrollo, donde la innovación desempeña un rol central en la búsquedade beneficios.

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67Reinversión de utilidades

mercados sobre el volumen de lainversión, es decir, que talesempresas monopolísticas y/u oli-gopolísticas14, las que se apropiande la mayor parte de las utilida-des, pueden no encontrar lucrati-vo invertirlas ni en sus propiasempresas por la falta de compe-tencia ni en otras esferas de laeconomía dado que las tasas ymasas de ganancia pueden serefectivamente más bajas que lasdeseadas y/o las que le ofrecensu colocación en circuitos finan-cieros.

En este marco, un estudio siste-mático de la inversión de lasempresas representa un aportesignificativo, pues permite efec-tuar el seguimiento de la amplia-ción de capacidad instalada real,la cual, en última instancia, repre-senta el soporte material del apa-rato productivo. Cobra entoncesparticular interés la pregunta acer-ca de cuándo, quiénes dentro delas que cotizan en el mercado devalores y de las que integran lacúpula empresaria, se embarca-ron en inversiones productivas.

Una primera aproximación altema la brinda la evolución de lainversión bruta y la neta de lasgrandes corporaciones del panelentre 1998 y 2009 (gráfico Nº 3).En el caso de la inversión bruta o(en términos contables) comprade bienes de uso se verifica unasostenida caída desde que se ini-ció la crisis final del régimen de

convertibilidad (1998) que seextiende hasta, incluso, el año2003 (la recuperación de la activi-dad económica registrada desdemediados de 2002 pudo ser aten-dida con una mayor utilización dela capacidad instalada). Así, entre1998 y 2003 se manifiesta unaretracción de casi el 70% en losrecursos orientados a la comprade bienes de uso. Recién a partirde 2004 se revierte este compor-tamiento hasta alcanzar en 2008un nivel que, con excepción delprimer año de la serie, es el máxi-mo registro de todo el períodobajo análisis. En 2009, en conso-nancia con los impactos localesde la crisis económica internacio-nal, decae ligeramente la forma-ción bruta de capital de las empre-sas de la muestra.

Por su parte, como podría pre-verse, el comportamiento de lainversión neta guarda cierta simili-tud, en cuanto a grandes sesgos otendencias, con el de la inversiónbruta salvo, muy particularmente,en el último año de la serie (des-pués de alcanzar su pico más altoen 2008) donde mientras la forma-ción de capital decae el 30,7%, entérminos de la inversión neta lacaída se eleva a casi el 90%. Muyprobablemente dicho comporta-miento diferencial, en términos deintensidad, responda al papel queha asumido el incentivo promocio-nal de amortización aceleradaotorgado, en el marco de la ley Nº25.92415, a varias de las corpora-

14 Ver, entre otros, Baran, 1959 y Kalecki, 1995. 15 Ver Azpiazu, 2008.

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68 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

ciones de la muestra (como, entreotras, Aluar, Molinos Río de laPlata, Siderca, Siderar, RenaultArgentina, Acindar); integrantes,todas ellas, de la cúpula empresa-ria.

De todas maneras y antes deindagar respecto a la presencia –ono– de disímiles patrones de com-portamiento entre las industrialesy las no fabriles, cabe resaltar unfenómeno particularmente signifi-cativo: en los dos últimos años devigencia del régimen convertible,así como en el primer cuatrieniode la posconvertibilidad, la inver-sión neta es negativa o, en otraspalabras, la formación bruta decapital resultó insuficiente para,tan siquiera, mantener el acervo

de capital preexistente en lasempresas de la muestra. Se trata,sin duda, de una atipicidad, muyparticularmente si se consideraque el fenómeno se extiendehasta el año 2005, cuando ya eramás que evidente la reactivaciónde la economía argentina, la de sumercado interno y la de la deman-da internacional (con crecientesniveles de precios) de los bienesen los que se concentran lasexportaciones del país.

La diferenciación entre las gran-des industriales y las no fabrilesproporciona algunos elementosde juicio adicionales en torno delos respectivos senderos evoluti-vos de la inversión (acotados, porahora, en cuanto se restringen al

Gráfico Nº 3. Argentina. Evolución de la inversión bruta y neta de las corpo-raciones del panel que integran la cúpula empresaria, 1998-2009 (millonesde pesos constantes de 1998)

Fuente: elaboración propia sobre información de Economática

5.736

3.607

2.7862.511

3.212

4.102

3.184

1.803

433

-79 -226

-2.652 -2.717

-1.368

-173

756 800

1.401

145

3.928

1.750

3.532

4.2984.598

-3.500

-2.500

-1.500

-500

500

1.500

2.500

3.500

4.500

5.500

6.500

1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

millo

nes

depe

sos

cons

tant

esde

1998

Inversión bruta Inversión neta

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69Reinversión de utilidades

campo estricto de la formación decapital –bruta y neta–, indepen-diente de sus relaciones con otrasvariables). Así, durante la vigenciadel régimen convertible, la inver-sión bruta decae sostenidamenteen ambos subconjuntos pero, sibien la de las no industriales (fun-damentalmente, empresas presta-doras de servicios públicos ypetroleras) es aún más pronuncia-da, se ubica entre 5 y 6,5 vecespor encima de la realizada por lasgrandes firmas industriales. En laposconvertibilidad, como productode una creciente –aunque conciertas fluctuaciones interanua-les– inversión por parte de lasindustriales, tal brecha se estre-cha significativamente, a punto tal

que en 2006, los recursos asigna-dos a la formación de capital soncasi similares en ambos subcon-juntos de corporaciones (gráficoNº 4). Hasta allí podría interpretar-se que, en consonancia con lasalteraciones en el escenario ma-croeconómico y con las consi-guientes potencialidades de creci-miento de los distintos sectores deactividad, son las grandes firmasindustriales las que revelan unmayor dinamismo relativo encuanto a la formación bruta decapital en la posconvertibilidad.

Ritmos de depreciación del capi-tal mediante (y del respectivostock acumulado) y nuevas com-pras de bienes de uso, la evolu-ción de la inversión neta resulta

Gráfico Nº 4. Argentina. Evolución de la inversión bruta y neta de las 19 fir-mas industriales y de las 22 no industriales del panel que integran la cúpulaempresaria, 1998-2009 (millones de pesos constantes de 1998)

Fuente: elaboración propia sobre información de Economática

1.065

293

-341

2.012

1.261

1.780

1.401

488510

1.915

959 773 7836911.092

- 47

549

-396

4.777

1.811

2.3232.683

2.120

3.053

192618109

-336

-1.308

-2.273

1.510

115

-2.320

-3.000

-2.000

-1.000

0

1.000

2.000

3.000

4.000

5.000

1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

millo

nes

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sos

cons

tant

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1998

Inversión bruta 19 emp. Indus trialesInversión neta 19 emp. Indus trialesInversión bruta 22 emp. no indus trialesInversión neta 22 emp. no indus triales

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70 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

relativamente consistente conesas diferencias de comporta-miento entre el “antes” y el “des-pués” de la crisis final del régimenconvertible, según se trate degrandes firmas industriales o no.Así, en el caso de las primeras, laprofundización del proceso dedesindustrialización y de crisissectorial en los finales del régimende convertibilidad devino en laincapacidad de sostener el propiodesgaste del acervo de capital(inversión neta negativa); fenóme-no que se extiende hasta 2004, yaavanzado el proceso de reactiva-ción fabril, donde los altos nivelesde ociosidad de la capacidad pro-ductiva permitieron afrontar talrecuperación sectorial. Si bien setrata, en términos agregados (in-cluye al año 2009) de relativamen-te bajos montos, la expansión dela formación bruta de capitalrecién remite a una inversión netapositiva en el cuatrienio 2005 a2008.

Distinta es la situación en el casode las grandes corporaciones nofabriles donde asumen un papelprotagónico las empresas resul-tantes del vasto proceso de priva-tización de los años noventa y laalteración radical de su contextooperativo en la posconvertiblidad.Es, precisamente, en esos largosprimeros años desde la implosióndel régimen de conversión fija y elinicio de un dilatado proceso derenegociación de los contratos,con el cuasi congelamiento tarifa-rio, cuando las mismas registranuna inversión neta negativa (en

realidad, 2002 a 2006; con nivelespor demás significativos en el pri-mer trienio). Tal comportamientose ve parcialmente interrumpidoen el bienio 2007-2008, en el quese amplía el –disminuido, por eldesgaste de ese lustro– stock decapital, para luego retornar a valo-res negativos en 2009.

De todas maneras, más allá delos matices que derivan de los dis-tintos escenarios macroeconómi-cos y el correspondiente contextooperativo de las grandes empre-sas, según sectores de actividad,no deja de resultar sorprendentela presencia de un número impor-tante (aunque no necesariamentecontemporáneos) de ejemplos enlos que la formación bruta de capi-tal no alcanzó a compensar ladepreciación del propio stock o,en otros términos, la no reposicióndel acervo de capital.

IV. Acumulación de capital ytasa de ganancia

Hasta aquí, en lo esencial, se hadescrito la evolución de las distin-tas variables (o rubros contables)de interés (ventas, utilidades,inversión bruta y neta) sin prestarmayor atención analítica a susinterrelaciones. Se trata, en estasección, de abordar dicha temáti-ca, sin duda la de mayor riquezainterpretativa.

Al respecto, la sostenida caídade la inversión bruta entre 1998 y2003, su posterior considerablerecuperación hasta 2008 y la con-

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tracción en 2009, suponen uncomportamiento relativamenteasimilable de la tasa de inversiónsobre ventas (decae de 20,0% a7,6% entre 1998 y 2003, pasa aubicarse en torno al 12% en eltrienio 2006-2008, y se contrae a9,3% en 2009). En ese sentido,queda de manifiesto la sensibili-dad de esta variable ante las fluc-tuaciones en el régimen de acu-mulación o, más precisamente,del ciclo económico. El procesode formación de capital se mues-tra como altamente dependientedel contexto en el que se desen-vuelve con los matices que leimprimen, por ejemplo, la utiliza-ción de capacidad ociosa –en losinicios de la posconvertibilidad,por ejemplo–, las expectativaslocales en un turbulento escenariointernacional, las consiguienteposibilidades de potenciar lasventajas competitivas asociadascon la constelación de recursosnaturales, entre otros. Los nivelesde esta tasa se comportan delmismo modo que la formación decapital, aunque con una diferenciano menos importante: la recupera-ción de la tasa de inversión sobreventas (2003-2008) muestra sermás lenta que la de la formaciónde capital, al tiempo que la retrac-ción registrada en 2009 resultamás intensa en términos de lacompra de bienes de uso (gráficoNº 5).

A juicio de Kalecki, las empresasllevan sus planes de inversión, en

el corto plazo, “hasta el puntodonde las mismas dejan de serredituables ya sea a causa delreducido mercado de los produc-tos de la empresa o del ‘riesgocreciente’ y la limitación del mer-cado de capital. En tal caso, setomarán nuevas decisiones deinvertir sólo si, en el período con-siderado, ocurren cambios en lasituación económica que ensan-chen los límites que aquellos fac-tores han impuesto a los planesde inversión... [a saber:] a) acu-mulación bruta de capital por lasempresas mediante parte de susganancias corrientes, es decir,sus ahorros brutos corrientes, y b)variaciones de las ganancias y delacervo de capital fijo que determi-nan conjuntamente variaciones dela tasa de ganancias”.16

Sin embargo, de confrontarse losregistros de la tasa de inversióncon los correspondientes a la tasade ganancia (neta) sobre ventasde las compañías de la muestrasurgen algunas interesantes infe-rencias para el caso estudiado. Enefecto, en el marco de la acelera-da recuperación de la economíaargentina, es en el quinquenio2003 a 2007 donde, a diferenciade los años precedentes, la tasade inversión bruta de las empre-sas de la muestra se ubica siste-máticamente por debajo de la res-pectiva tasa de utilidades netasanuales. Es decir, que las “inver-siones redituables” y/o el “ahorrobruto de las empresas” y/o el

71Reinversión de utilidades

16 Kalecki, 1995, pp. 97-98.

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“aumento de las ganancias porunidad de tiempo”, en una situa-ción económica favorable (inclusocon bajas tasas de interés), noindujeron un incremento propor-cional de la tasa de decisiones deinversión.

No sucede lo propio en los añosprevios a 2003, ni en los posterio-res a 2007. En ese sentido, el pro-ceso de acumulación y reproduc-ción del capital de tales firmasparecería encontrar, en los últi-mos años de la convertibilidad yen los de la pasada década, disí-miles formas de materializarse.Léase, en la fase final de la con-

vertibilidad (fuga de capitales) yen los inicios de la posconvertibili-dad (recomposición del patrimo-nio con mayor utilización de lacapacidad ociosa). En los añosrecientes, en el marco de la crisiseconómica internacional y losconflictos económicos y socialeslocales –tema agropecuario, lock-out patronal, recomposición sala-rial–, la fuga de capitales y/o suatesoramiento en función de lasllamadas ”expectativas raciona-les” y/o como forma de presiónsobre la formulación de las políti-cas públicas17, incidieron en elmismo sentido.

72 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

17 Al respecto, cabe traer a colación las palabras del presidente de Techint (Paolo Rocca)en el cierre del 9º seminario Propymes (programa de cooperación entre las pequeñas

Gráfico Nº 5. Argentina. Evolución de la inversión bruta, de la tasa de inver-sión sobre ventas, de la tasas de ganancia (neta y bruta) sobre ventas de lascorporaciones del panel que integran la cúpula empresaria, 1998-2009 (millo-nes de pesos constantes de 1998 y porcentajes)

Fuente: elaboración propia sobre información de Economática

1.065

293

-341

2.012

1.261

1.780

1.401

488510

1.915

959 773 7836911.092

- 47

549

-396

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1.811

2.3232.683

2.120

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192618109

-336

-1.308

-2.273

1.510

115

-2.320

-3.000

-2.000

-1.000

0

1.000

2.000

3.000

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5.000

1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

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1998

Inversión bruta 19 emp. Indus trialesInversión neta 19 emp. Indus trialesInversión bruta 22 emp. no indus trialesInversión neta 22 emp. no indus triales

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Al respecto, el crítico y atípicoaño 2002 (donde las corporacio-nes de la muestra registran con-siderables pérdidas netas), supo-ne un punto de quiebre que, porejemplo, estaría reflejando que apartir de allí y hasta 2007, estasgrandes empresas contaron conla posibilidad cierta de autofinan-ciar la totalidad de la formación decapital o, en otras palabras, que lamasa de utilidades obtenida supe-ra, más o menos, con holgura laigualmente creciente inversión delas mismas.

Ese peculiar fenómeno (inver-sión bruta por debajo de la masade utilidades netas durante elquinquenio de más aceleradoritmo de crecimiento de la econo-mía argentina al cabo de casi tresdécadas) está fuertementeinfluenciado por el patrón de com-portamiento de las grandes corpo-raciones industriales, precisamen-te el sector que motorizó esa nota-ble recuperación económica. Esmás, en el caso de esas 19 firmasindustriales tal relación emergecomo una constante que seextiende hasta, incluso, el año2009 (cuadro Nº 3). En otraspalabras, es recién en 2004 cuan-

do se hace evidente la recupera-ción de la inversión bruta para, deallí en más y hasta 2008, canali-zarse crecientes recursos hacia lacompra de bienes de uso; a puntotal que los registros de ese últimoaño casi llegan a duplicar, siem-pre a precios constantes de 1998,a los del inicio de la serie bajoanálisis. La posterior caída de laformación bruta de capital en2009 (igualmente, tales valoressuperan a los de 1998) respondea una convergencia de razones,tales como el relativo estanca-miento local, la crisis económicainternacional, la retracción en lamasa de utilidades y, esencial-mente, la actitud reticente (frentea la inversión de riesgo) del granempresariado fabril18.

No acontece lo propio en elámbito de las grandes corporacio-nes no fabriles donde en sólo dosaños (2003 y 2005) el alicaído (enrelación a los registros de la con-vertibilidad) proceso de inversiónbruta se ubica por debajo de lasrespectivas tasas de ganancias.En ese marco se conjugan dosfenómenos que, a la vez, seencuentran contextualizados porlos demorados procesos de rene-

73Reinversión de utilidades

y medianas empresas clientes y proveedoras del Grupo Techint): “Falta inversión, loque es sinónimo de que falta confianza… vemos que las empresas perciben oportu-nidades pero dudan en invertir… De poco sirve estimular la economía si no hay ensimultáneo un estímulo a la inversión, que sirve para controlar la inflación” (cursiva delos autores). Ver edición de Clarín del 15/12/10.

18 Vale resaltar, al respecto, que sistemáticamente, entre 2003 y 2009, los montos asig-nados a la compra de bienes de uso se ubican muy por debajo (en 2006, no alcanzana representar el 50%) de las ganancias netas o, en otras palabras, la capacidad deautofinanciamiento resultó más que suficiente –incluso, en 2009– para sustentar lasinversiones de las grandes corporaciones.

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gociación con buena parte de lasempresas (privatizadas) que inte-gran el subconjunto. Por un lado,tasas de rentabilidad inferiores, engeneral, en la posconvertibildad, alas internalizadas por las indus-triales y, por otro, por la propianaturaleza de las actividades aso-ciadas a infraestructura básica,con alta densidad de capital (E-denor, Edesur, Transener, Trans-portadora de Gas del Norte, entreotras), las tasas de inversión –con

excepción de 2003– siempresuperan el 12% de las ventas, aunen la posconvertibilidad en esemuy distinto escenario y contextooperativo en el que se desempe-ñan.

En suma, más allá de los mati-ces que quedan de manifiestoentre los dos subconjuntos degrandes corporaciones (industria-les y no fabriles) del panel, lavisión que surge de los estados

74 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

Cuadro Nº 3. Argentina. Evolución de la inversión bruta, de la tasa de inver-sión sobre ventas, de la tasas de ganancia neta sobre ventas de las 22 fir-mas no industriales y de las 19 industriales del panel que integran la cúpulaempresaria, 1998-2009 (millones de pesos constantes de 1998 y porcenta-jes)

Fuente: elaboración propia sobre información de Economática

22 firmas no industriales 19 firmas industriales

Inversiónbruta /ventas

Ganancianeta /ventas

Compra debienes de

uso

Inversiónbruta / ventas

Ganancianeta / ventas

Compra debienes de

uso

(%) (mill.$) (%) (mill.$)

1998 24,7 12,5 4.776,6 10,3 2,0 959,3

1999 18,8 9,4 3.595,6 8,8 -5,6 702,5

2000 17,0 10,7 3.123,8 6,3 -3,3 482,9

2001 17,9 7,3 3.053,0 5,5 -7,4 479,4

2002 12,0 -23,3 2.012,5 5,0 -3,5 773,1

2003 9,9 13,6 1.261,3 3,8 7,9 488,4

2004 12,7 10,7 1.650,9 5,6 15,7 859,8

2005 13,9 17,0 1.811,1 7,1 15,7 1.401,2

2006 16,0 12,0 2.020,3 8,7 18,8 1.907,7

2007 16,2 9,5 2.322,5 6,9 15,1 1.779,7

2008 17,0 7,3 2.683,1 6,7 11,9 1.914,9

2009 13,5 8,2 2.119,6 4,7 7,8 1.064,7

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contables de las mismas remite auna franca recuperación de losmárgenes de rentabilidad en laposconvertibilidad, al tiempo quela formación de capital no parece-ría condecirse con lo que, en teo-ría, cabría esperar en un escena-rio de notable expansión de laeconomía, por lo menos en lo ati-nente a su intensidad relativa.

V. El talón de Aquiles de laposconvertibilidad: lareinversión de utilidades

Hasta aquí se han podido cons-tatar ciertos fenómenos relativa-mente atípicos: elevados márge-nes de rentabilidad en la poscon-vertibilidad que superan la rela-ción compra de bienes deuso/ventas (como ”proxy” de tasade inversión); sostenida recupera-ción del mercado interno y de lascolocaciones externas con, tam-bién, relativamente escaso impac-to sobre la formación de capital(los altos niveles de ociosidad pre-vios de la capacidad productivapermitieron postergar la formula-ción y maduración de nuevos pro-yectos de inversión); políticas depromoción o estímulo de la inver-sión que han terminado por resul-tar superfluas o redundantes entérminos de los “dictados del mer-cado”19; entre otros.

Ello remite a un tema no menor.En la medida en que la relaciónentre las ganancias y las inversio-nes netas tiende a reflejar el ritmo

de acumulación y reproducciónreal del capital, cabe reflexionarrespecto a su evolución compara-da, tanto para las 41 grandes cor-poraciones bajo análisis, comopara los subconjuntos delimitadosa partir de su inserción, o no, en laactividad industrial. Se trata, enotras palabras, de confrontar eseritmo real de acumulación (inver-sión bruta menos depreciacionesdel capital) con las consiguientesutilidades netas o, en otras pala-bras, mediaciones sobreentendi-das, al papel de la reinversión delos beneficios en el ámbito de lasgrandes corporaciones, núcleocentral de la concentración econó-mica en la Argentina.

Si bien, en términos generales elcomportamiento de la inversiónneta acompañó, a grandes ras-gos, como tendencia, el desempe-ño de la compra de bienes de uso,en el sexenio 2000 a 2005, lasmismas no alcanzaron a compen-sar el desgaste de capital (enotras palabras, se registra unainversión neta negativa). Mientrasen los finales de la convertibilidadello no hace más que reflejar larespuesta empresaria a la críticasituación de la macroeconomía, lapaulatina recuperación de la for-mación bruta del capital en la pos-convertibilidad recién deviene enniveles positivos en términos deinversión neta en el año 2006, unavez agotadas las posibilidades deresponder a la reactivación de laeconomía con un mayor grado de

75Reinversión de utilidades

19 Azpiazu, op.cit.

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utilización de la capacidad instala-da. De allí en más queda de mani-fiesto un sesgo creciente hasta2008 (con excepción de 1998, elmayor registro en el horizontetemporal bajo análisis) para luegodecaer (como la mayor parte delas variables) en el último año dela serie (gráfico Nº 6).

Por su parte, puede advertirseque el comportamiento de las utili-dades netas guarda cierta corres-pondencia con el de la inversiónneta. No obstante, con la únicaexcepción del crítico 2002, lamasa de ganancias siempre se hamantenido muy por encima de laformación neta de capital, particu-larmente durante la posconvertibi-lidad, cuando los beneficios netosson –por demás– significativos20.

En efecto, en el bienio 1998-1999 queda de manifiesto un mar-cado sesgo decreciente en la tasade reinversión de las utilidadesnetas (en consonancia con eldesempeño macroeconómico enlos últimos años de vigencia delrégimen de convertibilidad), unatípico sexenio contemporáneo ala crisis de dicho régimen y a laconvulsionada salida del mismo y,recién, una clara tendencia cre-ciente (agotadas las posibilidadesde mayor grado de utilización de

la capacidad instalada) de dichatasa que se extiende hasta el año2008. La posterior caída de lamisma respondería, como seseñaló, al estancamiento de laeconomía local asociado a la cri-sis económica internacional y auna importante alza de las amorti-zaciones que, muy posiblemente,esté asociada con los beneficiospromocionales (amortización ace-lerada) concedidos en el marco dela ley 25.924 a varias de lasempresas del panel (las grandesindustriales). De todas maneras,no puede dejar de remarcarseque, con excepción del crítico año2002, siempre la inversión neta seubica muy por debajo de las res-pectivas utilidades netas.

Como se señaló en la secciónanterior, en el ámbito de las gran-des corporaciones no industrialesdel panel tienen una presenciadecisiva algunas prestatarias deservicios públicos privatizadoscomo también las petroleras. Enambos casos, las indivisibilidadesde la inversión y los propiosrequerimientos de mantenimientode la infraestructura, en un caso, yde las actividades de exploracióny explotación, en el segundo,remiten a ciertos niveles mínimos(importantes) de formación decapital, aun en un escenario,

76 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

20 Al considerar los elevados márgenes de ganancia durante la posconvertibilidad y laescasa canalización de los mismos a la implementación de nuevos planes de inver-sión, resulta interesante una reciente reflexión de Paolo Rocca, presidente del GrupoTechint, en la 16a. Conferencia de la Unión Industrial Argentina: “Tenemos que podercontratar empleados tercerizados para desarrollar nuevos proyectos; los excesivoscostos laborales sólo hacen que crezca el empleo en negro”. Ver edición de Clarín del20/11/10.

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como el de las privatizadas, depérdida de buena parte de los pri-vilegios de los que gozaron en losaños noventa. Si bien la inversiónneta es decreciente en los últimosaños de la vigencia del régimenconvertible, y con una mayorintensidad relativa que la de idén-tico comportamiento de las utilida-des netas (gráfico Nº 7), reciénse torna negativa a partir de laimplosión de la convertibilidad(2002); fenómeno que se extiende–aminorándose a partir de 2004–hasta 2006. En suma, a pesar delas decrecientes (respecto de laconvertibilidad) masas de benefi-cios netos, el proceso de desin-versión o de caída del acervo decapital se restringe a un quinque-

nio en tanto, la posterior recupera-ción de la formación neta de capi-tal se extiende hasta el último añode la serie con, incluso, una tasade reinversión de utilidades quealcanza al 59% en 2008.

Por último, el comportamiento dela inversión neta de las firmasindustriales del panel denota, entérminos generales, una muypobre actitud empresaria en térmi-nos de incrementos reales de lacapacidad productiva (en siete delos doce años que cubre el hori-zonte temporal de análisis, lainversión bruta no alcanzó a com-pensar la depreciación del stockde capital) que, más allá del añode inicio de la serie, sólo en el

77Reinversión de utilidades

Gráfico Nº 6. Argentina. Evolución de la inversión neta y la ganancia netade las corporaciones del panel que integran la cúpula empresaria, 1998-2009 (millones de pesos constantes de 1998)

Fuente: elaboración propia sobre información de Economática

2.614

1.324 1.500574

2.5272.904

5.380 5.6175.250

4.455

2.956

1.803

433-79 -226

-2.652 -2.717

-1.368

-173756 800

1.401

-8.374

145

-10.000

-8.000

-6.000

-4.000

-2.000

0

2.000

4.000

6.000

8.000

1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

millo

nes

depe

sos

cons

tant

esde

1998

Ganancia netaInversión neta

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cuatrienio 2005 a 2008 registravalores positivos, con un registromáximo en 2006, precisamenteaquel en que se internalizaron lasmayores masas de utilidadesnetas (4.113 millones de pesos de1998). Si bien, como se comentó,la crisis internacional desencade-nada en el segundo semestre de2008, tuvo sus impactos sobre losflujos internacionales de mercan-cías, el estancamiento de la eco-nomía argentina durante 2009, laincidencia de incentivos industria-les como el de la amortización

acelerada de las inversiones son,entre los principales, algunos delos factores que coadyuvan aexplicar (particularmente en el últi-mo año de la serie cuando, aligual que en el período 1999 a2004, se verifica una inversiónneta negativa) la reticente actitudempresaria frente a la canaliza-ción de recursos a la inversión. Larelativamente escasa orientaciónde recursos a la formación decapital subyace, con sus matices,a lo largo de todo el período bajoanálisis. Al respecto, como hipóte-

78 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

Gráfico Nº 7. Argentina. Evolución de la inversión neta y la ganancia neta delas de las 22 firmas no industriales y de las 19 industriales del panel que inte-gran la cúpula empresaria, 1998-2009 (millones de pesos constantes de1998)

Fuente: elaboración propia sobre información de Economática

2.428

1.225

4701.047

-2.273

-1.308-722

109

1.522

1.176

2.284

-7.836

192115

1.5101.781

3.4074.113

2.433

-538

186-47

-396

293

-10.000

-8.000

-6.000

-4.000

-2.000

0

2.000

4.000

6.000

1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

millo

nes

depe

sos

cons

tant

esde

1998

Ganancia neta 22 emp. no industriales

Inversión neta 22 emp. no industr iales

Ganancia neta 19 emp. industr ialesInversión neta 19 emp. industriales

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sis que demandaría otros estudiosadicionales como para poder sercomprobada podría plantearseque, como gran parte de lasempresas fabriles consideradasse posicionan como fuertementeoligopólicas en sus respectivosmercados, el sobredimensiona-miento de la capacidad productivay la consiguiente generación debarreras al ingreso, les ha permiti-do responder adecuadamente almayor nivel de la demanda sin porello ver afectadas en lo más míni-mo su posición oligopólica y,como derivación de ella, la apro-piación de ganancias extraordina-rias con bajos niveles de inver-sión21. Así, por ejemplo, el año enel que se registra (en consonanciacon el desempeño de la industrialocal) el mayor nivel de inversiónneta (2006), el monto involucradorepresenta apenas el 26,6% delas respectivas ganancias.

VI. Reflexiones finales

Resulta conveniente recapitularel propósito planteado al inicio deeste ensayo: el estudio de lainversión en el período 1998-2009a partir de la consideración de unnúcleo seleccionado –y, trascen-dente en términos económicos–de grandes firmas que, ademásde ser parte constitutiva de la eliteempresaria del país, cotizan susacciones en la Bolsa de Valoresde Buenos Aires.

En relación con el comporta-

miento de los niveles de inversiónbruta en las corporaciones de lamuestra (todas ellas integrantesde la cúpula empresaria del país),se observa una fuerte recupera-ción a partir de 2004, un año des-pués de que dicho fenómeno que-dara de manifiesto en lo relativo alcrecimiento sostenido e ininte-rrumpido, hasta 2008, del PIBagregado y del industrial, asícomo de una fenomenal recompo-sición de la tasa de ganancia. Esarezagada reacción empresariafrente a la reactivación económicaestá íntimamente asociada con laposibilidad de responder a las cre-cientes demandas (internas yexternas) a partir de un mayorgrado de utilización de la capaci-dad productiva (dados los altosmárgenes acumulados en losrecesivos años previos y a la pro-pia estrategia de buena parte delos oligopolios que conforman elobjeto bajo estudio). Es más, en elquinquenio 2003 a 2007, la ascen-dente masa de recursos orientadaa la formación de capital se ubicasiempre por debajo (único períodoen que se registra el fenómeno)de las no menos expansivasmasas de utilidades netas o, enotras palabras, la recomposiciónde los beneficios empresarios per-mitió, con holgura, financiar lasconsiguientes compras de bienesde uso. Asimismo, es dable resal-tar que en esos años el aumentoen los niveles de inversión de lasempresas es mayor que el incre-mento de la tasa de inversión

79Reinversión de utilidades

21 Ver, entre otros, Sylos Labini, 1964 y Possas, 1985,

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sobre ventas; es decir incremen-taron más su facturación (y susmárgenes de rentabilidad) que suformación de capital.

La señalada capacidad ociosa(generación madurativa de barre-ras al ingreso en el caso demuchos de los oligopolios queconforman el panel de empresasbajo análisis) permitió postergar lacanalización de recursos hacia lainversión en el marco de excep-cionales y crecientes masas ytasas de ganancias sobre ventas.

Antes de incorporar una reflexiónestilizada sobre el comportamien-to de la inversión neta o la amplia-ción efectiva de la capacidad pro-ductiva, cabe referirse al últimoaño bajo análisis donde, en elmarco de condiciones externasdesfavorables (crisis económicainternacional) con sus repercusio-nes locales, decaen todas lasvariables bajo análisis (ventas,masas y tasas de ganancia, inver-sión bruta y neta).

Las referencias previas sobre larelativamente escasa (atento alcontexto operativo en el que seenmarca) orientación de recursosa la inversión queda claramentereflejado en un fenómeno nocomún: en seis de los doce añosbajo análisis (en el caso de lasgrandes empresas industrialesson siete los años) la formaciónbruta no resultó suficiente comopara compensar la depreciacióndel acervo de capital o, en otraspalabras, la inversión neta resultónegativa. A la vez, en el planoagregado, en sólo cuatro años

(2005 a 2008) se evidencia uncierto sesgo creciente en la forma-ción neta de capital que, con algu-nos matices, también se reprodu-ce en el ámbito fabril.

En suma, en los últimos añosqueda de manifiesto una marcadareticencia inversora de las gran-des empresas en la Argentina,muy particularmente si se atiendea su inserción en contextos dereordenamiento macroeconómicoy de franca recuperación de laeconomía (contando, incluso,muchas de ellas con beneficiosfiscales de dudosa efectividad realen términos sociales).

Por otra parte, vale señalar que,en términos generales, la dinámi-ca de la inversión ha tendido acomportarse de manera procícli-ca, con un descenso que fue lige-ramente más pronunciado que larecuperación ulterior (hasta 2008y el inicio de la crisis económicainternacional) a favor de, por unlado, el nuevo escenario macroe-conómico interno e internacionaly, por otro, los recursos prove-nientes de las altas tasas de ren-tabilidad obtenidas.

En fin, considerando el altogrado de concentración económi-ca que se ve reflejado en el posi-cionamiento de las grandes cor-poraciones bajo análisis y a las,en buena parte del período, extra-ordinarias rentabilidades obteni-das por las mismas, resulta casisorprendente la escasa propen-sión inversora de estas empresas,atento a los propios estímulos de“mercado”.

80 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

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81Reinversión de utilidades

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82

Diferencias de tasas de Diferencias de tasas de plusvalor y su relación con lasplusvalor y su relación con lasdiferencias de productividad: diferencias de productividad: evidencias de una paradojaevidencias de una paradoja

Investigación

* Profesora titular B de tiempo completo del Departamento de Economía de la Univer-sidad Autónoma Metropolitana, Ciudad de México. e-mail: [email protected]@xanum.uam.mx

La productividad es una variable central para el problemade las diferencias de tasa de plusvalor entre países pues latasa de plusvalor depende de la productividad y de los sala-rios reales. Los hallazgos empíricos que en este artículo seexponen, plantean una pregunta compleja a la teoría: sidentro de los países desarrollados hay una corresponden-cia positiva entre productividad y tasa de plusvalor ¿porqué los países atrasados tienen tasas de plusvalor másaltas que los países avanzados?

En este trabajo se proporciona evidencia de que los blo-ques de países menos productivos tienen una tasa de plus-valor más elevada o, por lo menos, no menor que la corres-pondiente a los bloques de países más productivos. Sinembargo, se muestra también que dentro de bloques sí seda la correspondencia entre productividad y tasa de plus-valor.

B. Glor ia Mar t ínez Gonzál ez *

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83Productividad y tasas de plusvalor

Introducción

En este artículo se aborda el pro-blema de las diferencias de tasasde plusvalor entre países y surelación con las diferencias deproductividad. Se exponen desa-rrollos empíricos propios, los cua-les constituyen un conjunto deresultados inesperados propiciospara desarrollar la teoría del plus-valor.

En primer lugar, se tratan algu-nos aspectos teóricos relaciona-dos con dichos desarrollos y ensegundo término, se reseñanalgunos hallazgos propios inicia-les sobre las diferencias de tasasde plusvalor entre países conbase sobre las estimaciones dediferentes autores y estimacionespropias para el caso de México.

En tercer lugar, se exponen nue-vos exámenes sobre las diferen-cias de tasas de plusvalor usandoel recíproco de una variable proxy:la participación salarial, para unamuestra grande de países. Sepresentan los principales resulta-dos de la relación entre la partici-pación salarial y la productividadcon base sobre pruebas chi cua-drada y análisis de cluster. Asi-mismo se exponen con más deta-lle resultados del análisis de larelación entre la tasa de plusvalory la productividad con base sobreun modelo econométrico de panelde efectos fijos.

En cuarto lugar, se aborda cómolos ingresos de los trabajadorespor cuenta propia afectan las esti-

maciones de las diferenciasnacionales de tasas de plusvalor.Se pone énfasis en el caso deMéxico.

Finalmente se enuncian algunasconclusiones y perspectivas deeste trabajo.

I. Aspectos teóricos sobrediferencias de tasas deplusvalor entre países

1. Valor y productividadAutores como Jacques Gouver-

neur (2002), José Valenzuela(1986) y Alejandro Valle (1998)concuerdan en términos genera-les en sus consideraciones sobrela productividad. Hay diferenciasentre ellos cuando tratan el pro-blema de cómo medir la producti-vidad pero se trata de problemasresolubles porque comparten labase común de la teoría marxistadel valor.

La idea de que la productividades el recíproco del valor seencuentra en los trabajos de lostres autores. Quiere decir que esel recíproco del tiempo de trabajosocialmente necesario para pro-ducir una mercancía. Valle (1998)desarrolla esta concepción de laproductividad. Si se trata de unacanasta de mercancías será unpromedio ponderado de los valo-res de dichos bienes, con basesobre las cantidades de los bienesconsiderados. Los cambios en laproductividad del trabajo en elnivel agregado, miden aproxima-damente los cambios en el recí-

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84 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

proco del valor de una canastamediante un índice de Pasche. Laproductividad varía por cambiosen la cantidad de trabajo vivo o demedios de producción, y por cam-bios de la productividad en la pro-ducción de dichos medios.

La productividad, concebidacomo recíproco del valor, implicala interrelación de las eficacias detrabajo con las que se producentodas las mercancías, pues elvalor de una mercancía o de unacanasta de mercancías es el tra-bajo directa e indirectamente gas-tado en su producción. Esta con-cepción de la productividad impli-ca que el carácter social del traba-jo se expresa en el valor de lamercancía y que la productividadestá socialmente determinada.Valle (1998) demuestra que elcociente de productividades labo-rales entre dos países a paridadde poder adquisitivo (PPA) es unaaproximación al cociente de pro-ductividades entre esos países,productores de la canasta con lacual se calcula la PPA.

La ecuación 1 expresa que elcociente de los productos internosbrutos por trabajador a precioscorrientes en una moneda comúnes igual al cociente de productivi-dades

Donde

yA : vector columna que denotauna canasta de mercancías portrabajador en el país A

yB : vector columna que denotauna canasta de mercancías portrabajador en el país B

PA : vector renglón con los pre-cios de la canasta yA

PB : vector renglón con los pre-cios de la canasta yB

zcBA*: tasa de cambio de pari-dad de poder adquisitivo, definidaen términos de una canasta quese produce en AΠΠAA: productividad con la cual se

produce yA en el país AΠΠBA: productividad con la cual se

produce yA en el país BDe lo anterior resulta una forma

consistente de comparar producti-vidades entre países dentro de lateoría marxista del valor.

2. Ley general de la acumulación

En la ley general de la acumula-ción planteada por la teoría mar-xista existe una tendencia domi-nante: el crecimiento de la compo-sición orgánica de capital y, comoconsecuencia, la generación deuna sobrepoblación excedentariaen relación con las necesidadesde valorización del capital. Talcrecimiento de la composiciónorgánica se vuelve un obstáculopara la acumulación, mientras queexisten tendencias contrarrestan-tes subordinadas que la favore-

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85Productividad y tasas de plusvalor

cen: el aumento del trabajo asala-riado y, por tanto, del capital varia-ble; el aumento absoluto del capi-tal constante; el aumento de laproductividad; la desvalorizaciónde la fuerza de trabajo; y elaumento de la tasa de plusvalorpero también del salario real.

Se ha visto que en la literaturaque parte de Marx, sobre la leygeneral de la acumulación, comoen Shaikh (1990), Guerrero (2005:1989), Devine (2005), Luis Gill(2002), Cockshott et. al. (1995) yValle (2005), predomina la idea deuna composición orgánica cre-ciente aunque con énfasis endiversos aspectos de la ley: lageneración de una poblaciónexcedentaria, la mecanización, laconcentración y centralización decapital, etc. Valle (2005) sostieneque el capitalismo necesita inde-pendizar la acumulación del creci-miento de la población, aumentarla productividad de manera que seincremente la composición delcapital. Argumenta que de acuer-do con Marx, la elección racionalde técnicas sólo es la que maximi-za ganancias y eleva la composi-ción orgánica. Por ende, el cam-bio técnico que independiza elritmo de acumulación del creci-miento de la población trabajado-ra requiere que la composicióntécnica del capital crezca más quela fuerza de trabajo, y del aumen-to de la tasa de plusvalor, siempreque permita elevar o, al menos,mantener la tasa de ganancia.

3. Tasa de plusvalor y productividad

A partir de las interpretacionesde la ley general de la acumula-ción dichas previamente, se pos-tula la que aquí se denomina laconjetura de Marx sobre explota-ción y productividad entre países:la acumulación de capital involu-cra el crecimiento de la productivi-dad, la composición orgánica y latasa de plusvalor. El desarrollodel capitalismo precisa de unaumento de la composición orgá-nica del capital el cual conlleva unaumento de la tasa de explotaciónpara contrarrestar el efecto nega-tivo de dicho aumento sobre latasa de ganancia. Es razonableesperar una correspondenciadirecta entre tasa de plusvalor yproductividad porque es perfecta-mente plausible suponer que lospaíses más productivos poseanun volumen mayor de medios deproducción en valor con respectoal trabajo vivo y ello exige unatasa de plusvalor mayor que laprevaleciente en países menosproductivos y con composiciónorgánica menor. Adicionalmente,la mayor composición orgánicadel capital generalmente significamayor productividad y ello posibi-lita un salario más alto junto conuna mayor explotación.1

4. Trabajo improductivoPara analizar la tasa de plusvalor

es esencial examinar la cuestióndel trabajo productivo e improduc-

1 Se puede ver el desarrollo argumental de esta idea en Martínez González, 2006.

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86 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

tivo. El problema de la diferenciaentre ambos tipos de trabajo tienegran importancia práctica pues ladelimitación del trabajo productivoen cualquier país hace posiblecuantificar la renta nacional, elcapital variable, la masa y tasa deplusvalor, la composición de capi-tal, la masa y tasa de ganancia yla tasa de acumulación, todos loscuales dependen de la concep-ción subyacente de trabajo pro-ductivo. Existen muchas dificulta-des para definir al trabajo impro-ductivo; dichas dificultades se per-ciben desde las ideas planteadaspor Marx. Al parecer se trata deun problema no resuelto en la teo-ría pues se puede aceptar más deuna definición si se toma comobase su carácter práctico. Marxseñalaba que los trabajadoresque se contratan en actividadesde la circulación ceden un plustra-bajo que al capitalista individual,le permite apropiarse de una partede plusvalor social.2

En este artículo se ha adoptadoel enfoque de acuerdo con el cualel trabajo efectuado en la esferade la circulación de mercancías -que para muchos autores predo-mina en las actividades delcomercio y las finanzas- y en lasupervisión de trabajo productivose paga con el plusvalor. El capi-tal constante de actividades im-productivas se financia tambiéncon parte del plusvalor. Adicional-mente se concibe que más allá de

nomenclaturas y clasificacionesde cierto tipo de trabajo, es preci-so analizar los efectos del mismoen el funcionamiento del capitalis-mo o en ciertos aspectos de éste.

La explicación de muchos pro-blemas económicos varía segúnse distinga o no el trabajo impro-ductivo del trabajo productivo,como es el caso del comporta-miento de la tasa de plusvalor ode la tasa de ganancia. Por ejem-plo, los autores que hacen dichadistinción obtienen una tasa cre-ciente de plusvalor, mientras quequienes la ignoran o no la hacenpor no considerarla útil, encuen-tran una tasa no creciente de plus-valor.3

No obstante esta toma de postu-ra, se debe insistir en que en laactualidad persiste mucha discu-sión sobre la naturaleza impro-ductiva o productiva de estas acti-vidades y hay varios trabajos queintentan clarificar el concepto detrabajo productivo en Marx. Entrelos que tratan el problema de ladistinción entre trabajo productivoe improductivo se destacan los deGuerrero (1989 y 1990), quienefectúa una extensa revisiónsobre el debate teórico.

5. Trabajo autónomoEl ingreso de los trabajadores

autónomos como parte constituti-va del valor agregado de una eco-nomía representa un problema

2 Se puede ver una ilustración del debate en Martínez González, 1999.3 Véanse, por ejemplo, Moseley, 1991 y Martínez González ,1990 para un análisis

sobre estudios de la tasa de plusvalor en México, EUA y Puerto Rico.

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87Productividad y tasas de plusvalor

para la teoría marxista en lo queconcierne a la estimación de latasa de plusvalor. Tal tipo deingreso está incluido en los exce-dentes de operación y ello condu-ce a una sobrestimación de dichatasa. Ésta es mayor en estima-ciones de tasas de plusvalor depaíses atrasados que en lascorrespondientes a países desa-rrollados debido al más alto por-centaje que representan los traba-jadores autónomos en la pobla-ción trabajadora total: en 2009 erade 32% en los países atrasados,mientras que en los desarrolladosera de 10 por ciento.4

Diversos autores, Shaikh yTonak (1994) y quienes siguen sumetodología, distribuyen el montode ingresos de trabajadores autó-nomos entre las formas moneta-rias de capital variable y plusvalorpara estimar la tasa de plusvalor.No obstante constituir un enfoquepredominante, es incorrecto, puesal proceder así, se trata al trabajoautónomo como un trabajo sujetoa explotación. No se ha encontra-do que tales autores expliciten susrazones teóricas. Parece habermás bien consideraciones prácti-cas cuando lo hacen así, pues loque pretenden es no tratar estetipo de ingresos en su totalidadcomo ganancias capitalistas.

En este trabajo se compartió elenfoque alternativo: el que usanGuerrero y Cámara (GuerreroJiménez, 1989, Cámara Izquier-do, 2003), de acuerdo con el cuallos ingresos de los trabajadoresautónomos no son ni capital varia-ble ni plusvalor, de manera que serequiere estimar una tasa de plus-valor ajustada, es decir, es nece-sario excluir dichos ingresos delanálisis.5

II. Evidencia empírica de laparadoja de la relaciónentre tasa de plusvalor yproductividad entre países

1. AntecedentesMéxico y Estados Unidos

Se utilizaron estimaciones pro-pias de tasa de plusvalor moneta-ria para la economía no agrícolaen México y las estimacioneshechas por Fred Moseley (1991)de tasa de plusvalor para toda laeconomía en EUA. Se mostró quela tasa de plusvalor en EUA esmás baja que la correspondiente aMéxico entre 1960 y 1987 comose puede ver en el gráfico Nº 1.La razón de ambas tasas perma-neció dos a uno hasta 1982. Talrazón aumentó a tres a uno en lossiguientes años y hasta 1987.

4 Datos de Organización Internacional del Trabajo. “Global employment trends”,http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—-dgreports/—-comm/documents/publica-tion/wcms_101461.pdf Consultado, 18 de enero 2009.

5 Vease una revisión de los problemas teóricos y prácticos que implica el ingreso de lostrabajadores autónomos para la estimación de la tasa de plusvalor en MartínezGonzález, 2005

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88 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

ManufacturaTambién se examinaron las

tasas de plusvalor de la industriamanufacturera de 20 países en unaño. Sobre la base de tablas decontingencia, se obtuvieron dosbloques de países: de alta produc-tividad y baja tasa de plusvalor yde baja productividad y alta tasade plusvalor. Se encontró que,entre bloques, a mayor productivi-dad menor es la tasa de plusvalory que, dentro de bloques, a mayorproductividad, mayor es la tasa deplusvalor. De manera que losresultados sugerían que los traba-jadores de los países atrasadosson más explotados que los de lospaíses desarrollados. En la pre-sente investigación se han efec-tuado pruebas chi cuadrada queconfirman aquéllos resultados.

Cabe destacar que aquellosresultados no contradicen sinoque restringen la validez de laidea de Marx acerca de que amayor productividad mayor tasade plusvalor, pues la corroboranparcialmente al ser observadadicha relación dentro de bloquesde países.

Economías totalesEn una etapa siguiente de la

investigación, se analizaron eco-nomías totales. Sólo se examina-ron cinco países para una serie deaños, dentro de aquéllos seincluía únicamente a Méxicocomo país atrasado y los resulta-dos reforzaban los hallazgos habi-dos en la manufactura: queMéxico, el país atrasado, se sepa-raba de los países desarrolladoscomo un país de productividadbaja y de tasa de plusvalor alta y

Gráfico Nº 1. Tasas de plusvalor México 1960-90 EUA 1960-87

Fuente: Elaboración propia sobre Martínez Gloria (1996)

0

1

2

3

4

5

6

7

8

1960

1962

1964

1966

1968

1970

1972

1974

1976

1978

1980

1982

1984

1986

1988

1990

Tasa

de pl

usva

lor

México EUA

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89Productividad y tasas de plusvalor

que entre los desarrollados, losmás productivos, tienen tasas deplusvalor más altas que los

menos productivos, lo cual sepuede observar en los gráficosNº 2 y Nº 3.

Gráfico Nº 2. Tasas de plusvalor. México y países seleccionados, 1960-1994

Fuente: Tomada de Martínez, Gloria (1999: 167)

0

1

2

3

4

5

6

7

8

1960

1962

1964

1966

1968

1970

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1974

1976

1978

1980

1982

1984

1986

1988

1990

1992

1994

Tasa

de pl

usva

lor

Méx Ven EUA Canadá RU Japón

Gráfico Nº 3. Relación entre productividad y tasa de plusvalor monetaria.Países seleccionados 1980

Fuente: Tomada de Martínez, Gloria (1999: 168)

0

0,5

1

1,5

2

2,5

3

3,5

4

4,5

0 5 10 15 20 25 30 35miles de dólares por trabajador

Mexico

Reino Unido

Japón

Estados Unidos

Tasa

de pl

usva

lor

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90 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

2. Nuevos resultados deexámenes empíricos

Pruebas chi cuadrada de larelación entre participaciónsalarial y productividad

Como se decía más arriba, larelación inversa entre productivi-dad y tasa de plusvalor en paísescon niveles de productividad muydesiguales se cumplió para laseconomías de México y EstadosUnidos. De ese examen surgióuna idea que pareció útil: quizá laparticipación salarial permita lle-gar a conclusiones análogas a lasque nos llevaba la tasa de plusva-lor. La participación salarial podríaser una variable proxy del salariorelativo, el cual guarda una rela-ción inversa con la tasa de plus-valor. Así que se decidió utilizar laparticipación salarial, variablerelacionada inversamente con latasa de plusvalor.

Al reorientar el análisis a la rela-ción entre participación salarial yproductividad se pudieron incor-porar muchos más países. Condicho enfoque aumentó dramáti-camente el número de observa-ciones pues se pudieron usar losdatos de cuentas nacionales com-pilados por las Naciones Unidaspara unos cien países. Se exami-nó la relación entre productividady participación salarial que se con-jeturaba podría ser positiva entrebloques de países construidossegún niveles de productividad,como expresión de que los traba-jadores de los países atrasadosson más explotados, o que la tasa

de plusvalor es mayor en estospaíses que en los desarrollados.

Los resultados basados sobrepruebas chi cuadrada permitenafirmar que estadísticamente, lospaíses con productividad baja sonpaíses con participación salarialbaja, mientras que los países conproductividad alta son países conparticipación salarial alta. Dichosresultados son coincidentes conlos anteriores, notablemente cla-ros sobre que la relación entreproductividad y participación sala-rial entre bloques de países debaja o alta productividad, y contra-rias a los esperables con basesobre la teoría marxista de la acu-mulación. Es decir, suponiendoque la participación salarial es unavariable aproximada del recíprocode la tasa de plusvalor, ésta resul-ta más alta en los países de pro-ductividad baja y participaciónsalarial baja, en relación con la delos países de productividad alta yparticipación salarial alta.

Adicionalmente, con base sobretres niveles de productividad, sehallaron las siguientes diferenciasde participación salarial entre paí-ses: (1) países con productividadalta y participación salarial alta;(2) países con productividad bajay participación salarial baja; y (3)países con productividad mediaque se distribuyen muy igualitaria-mente en países con participaciónsalarial alta o baja.

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Análisis de cluster de larelación entre participaciónsalarial y productividad

La agrupación de países quearroja el análisis de cluster coinci-de con la basada sobre criterioseconómicos que se usó en el aná-lisis con chi cuadrada, especial-mente cuando se trata de los paí-ses avanzados. Así, los resulta-dos de dicho análisis de clusterson consistentes con los anterio-res: suponiendo que la participa-ción salarial es una variable apro-ximada del recíproco de la tasa deplusvalor, la participación salariales más baja (o el recíproco de laparticipación salarial, la tasa deplusvalor, es más alta) en los paí-ses con productividad baja que enlos países con productividad alta.

Análisis de panel de efectosfijos de la relación entretasa de plusvalor y productividad

En este trabajo se examinarondirectamente tasas de plusvalor yproductividades, como se hizocon México y EUA, pero con máspaíses. Con base sobre las esti-maciones de tasa de plusvalor dedistintos autores para los corres-pondientes 7 países de estudio yen estimaciones de Penn WorldTable Mark 6.1 de productividad aparidad de poder adquisitivo, sehizo un análisis econométrico dela relación entre tasa de plusvalory productividad.

Se examinó con la técnica depanel la relación entre tasa de

plusvalor y productividad para unamuestra muy pequeña de 6 ó 7países. Los modelos de panelcombinan análisis de corte trans-versal y de series de tiempo.

El análisis corrobora la relaciónpositiva entre tasa de plusvalor yproductividad. Apoya los resulta-dos previos de Martínez: lo quedebería ser de acuerdo con la teo-ría de la acumulación no lo es. Latasa de plusvalor de los paísessubdesarrollados y menos pro-ductivos (México y Venezuela), noes más baja que la correspondien-te a los países desarrollados(Estados Unidos, Reino Unido,Nueva Zelanda y Japón) conexcepción de Canadá y Japón enrelación con Venezuela. Esto sepuede apreciar en el gráfico Nº 4.

a) Al incluir la tasa de plusvalor de México sinajustar

Sobre la base de este modelo,se encuentra una relación positivaentre tasa de plusvalor y producti-vidad en el conjunto de paísesexaminados, y los niveles de tasade plusvalor están individualmen-te diferenciados, especialmente elcorrespondiente a México, conrespecto a los de los otros países.Suponiendo cambios iguales en latasa de plusvalor ante cambios enla productividad en cada país, laTP de México presenta un efectopropio sobre su nivel considera-blemente más alto respecto de loscorrespondientes a los otros paí-ses. Se corroboran la relaciónpositiva entre tasa de plusvalor y

91Productividad y tasas de plusvalor

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92 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

productividad conforme con lateoría marxista de la acumulacióny la conjetura propia según la cuallos países atrasados, con bajaproductividad, tienen alta tasa deplusvalor en el grupo de paísesconformado por México, EUA,Canadá, Reino Unido, NuevaZelanda y Japón.

b) Al incluir las tasas de plusvalor ajustadas deMéxico y Venezuela

Para ajustar los excedentes deoperación de las cuentas naciona-les, mediante la exclusión de losingresos de los trabajadores autó-nomos, se juzgó conveniente tra-bajar con las cuentas nacionalespor sectores institucionales. Seencontró que en el nivel desagre-gado por sectores de actividad

económica, no hay perfecta com-patibilidad con el Sistema deCuentas Nacionales por lo que seha tenido que hacer un ajuste delos datos provenientes de esteúltimo sobre la base del Sistemade Cuentas Institucionales.

En lo que respecta a Venezuela,se hizo un ajuste propio, análogoal de México, sobre la base de lasestimaciones de Juan Mateo(2003) para obtener la tasa deplusvalor no petrolera ajustada.

De acuerdo con los resultadosde este análisis, la existencia detrabajadores autónomos cambiael nivel de la tasa de plusvalor enMéxico. Sin embargo, se siguemanteniendo una conclusión pre-via: el país atrasado, México,resulta más explotado que el paísadelantado, Estados Unidos6. Los

Gráfico Nº 4. Tasas de plusvalor. Países seleccionados, 1960-95 (02)

Fuente: elaboración propia con base en estimaciones propias para México y deMoseley (1991) para Estados Unidos (EU), de Murray (1993) para Canadá, deCockshott (1995) para Reino Unido (RU), de Kalmans (1992) para Japón, de Cronin(1998) para Nueva Zelanda y Mateo (2003) para Venezuela.

00,5

11,5

22,5

33,5

44,5

1960

1963

1966

1969

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1978

1981

1984

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1990

1993

1996

1999

2002

2005

Tasa

de pl

usva

lor

EUA Canadá RU Nueva ZelJapón Méx Ven

6 Se puede ver en Martínez (2005) una discusión amplia sobre aspectos teóricos yempíricos del problema del ingreso de los trabajadores autónomos en la estimaciónde tasas de plusvalor.

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93Productividad y tasas de plusvalor

resultados basados sobre elmodelo de panel de efectos fijoscorroboran la relación positivaentre tasa de plusvalor y producti-vidad conforme con la teoría mar-xista de la acumulación, pero nocorroboran la conjetura que sededuce de la misma teoría, deacuerdo con la cual los paísesatrasados, menos productivos,tienen una tasa de plusvalor másbaja que la de los países avanza-dos, más productivos; corroboranparcialmente la conjetura propiasegún la cual los países atrasa-dos, con baja productividad, tie-nen alta tasa de plusvalor pues esapoyada por el caso de México,mientras que sólo es apoyadaparcialmente por el caso deVenezuela, ya que se cumple enrelación con Estados Unidos,Reino Unido y Nueva Zelandapero no en relación con Canadá yJapón (cuadro Nº 1).

Para llegar a estos resultados seanalizó la metodología de Shaikhy Tonak (1994). Se sostuvo quedicho enfoque es incorrecto enrelación con los ingresos de lostrabajadores autónomos pues dis-tribuye éstos entre capital variabley plusvalor para estimar la tasa de

plusvalor. Los autores que siguendicha metodología tratan así altrabajo autónomo como un trabajosujeto a explotación, con basesobre consideraciones prácticas yno sobre razones teóricas. Eneste trabajo se ha compartido elenfoque alternativo: el que usanGuerrero (1989) y Cámara (2003),de acuerdo con el cual, los ingre-sos de los trabajadores autóno-mos no son ni capital variable niplusvalor, de manera que paraestimar la tasa de plusvalor esnecesario excluir dichos ingresosdel análisis.

El conjunto de resultados parececontravenir la lógica impecable deMarx: la mayor productividad pre-cisa de una composición orgánicamás elevada y ello exige unamayor tasa de plusvalor. ¿Por quéentonces empíricamente resultanmás altas las tasas de plusvaloren México que las de países designificativamente mayor producti-vidad? Esta pregunta puede plan-tearse mucho más firmementedespués de este trabajo. No setiene una respuesta a dicha pre-gunta, pero es importante desta-car que la investigación científicaavanza generalmente con base

Cuadro Nº 1. Estimadores (intercepto) del modelo de panel de efectos fijoscon ponderación en corte transversal de países seleccionados. Período1950-2000

Fuente: Martínez Gloria (2006: cuadro 2 del apéndice 5)

EUA Canadá ReinoUnido

NuevaZelanda Japón México Venezuela

α 0.47 1.81 0.35 0.47 1.4 2.4 0.66

αMex/ αi 5.11 1.33 6.86 5.11 1.71 1 3.63

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94 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

sobre preguntas formuladas clara-mente.

Si los resultados que aquí sepresentan son una norma delcapitalismo contemporáneo y nouna excepción, además de tratarde entender por qué opera así elcapitalismo, se tienen que exami-nar las explicaciones convencio-nales según las cuales, por ejem-plo, en México falta excedente ypor ello deben atraerse inversión yahorro foráneos.

Conclusiones: necesidad deuna explicación

Es posible que algunos proble-mas detectados en esta investiga-ción compelan a refinar los resul-tados pero no los cambiarían cua-litativamente, así que es indispen-sable explicar por qué lo razona-ble no ocurre, ¿por qué no se dala correspondencia entre producti-vidad y tasa de plusvalor entrebloques de países con diferenciassignificativas de productividad?

Resumen de la idea básica:entre países la mayor productivi-dad se consigue mediante unmayor valor de los medios de pro-ducción empleados. Consecuen-temente, para mantener la tasa deganancia, el capital requiere deuna mayor tasa de plusvalor. Demanera que a mayor productivi-dad deberá corresponder unamayor tasa de plusvalor.

Se ha mostrado que eso no ocu-rre: los bloques de países menosproductivos tienen una tasa de

plusvalor más elevada o, por lomenos, no menor de la de los paí-ses más productivos. Sin embar-go, dentro de bloques sí se da lacorrespondencia entre productivi-dad y tasa de plusvalor. Hubierasido más fácil de explicar que nose encontrara correspondenciaentre productividad y explotaciónen ningún nivel. No siendo así, laexplicación debe responder a queentre bloques de países actúa almenos una variable que no lohace dentro de los bloques.

Esta variable explicativa puedeser, por ejemplo, de tipo político:los países más productivos pue-den imponerle precios bajos a lospaíses menos productivos y dete-riorar los términos de intercambio.Ello puede explicar una mayortasa de plusvalor en esos países.Ésta era una de las ideas delintercambio desigual, conPrebicsh y Emmanuel como expo-nentes notables. Se deberá traba-jar en el futuro retomando investi-gaciones que muestran un reno-vado interés por las cuestionesdel intercambio desigual, porejemplo, la de Heintz (2003).

Puede haber más de una varia-ble contribuyendo a la explicación.Otra de tipo político, que se refie-re directamente a la lucha de cla-ses: la situación y lucha de los tra-bajadores asalariados. En el capí-tulo VI de su libro Beyond Capital,Michael Lebowitz (2003) aborda eltema de los salarios y la relaciónde éstos con la lucha de clases.Sostiene que en El capital se ana-

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95Productividad y tasas de plusvalor

liza el tema suponiendo comodada la cantidad de medios desubsistencia que el trabajadornecesita para reproducir su fuerzade trabajo. De esa manera no seda cabida al análisis de los efec-tos de la lucha de clases sobre lossalarios. Lebowitz explora en elmismo capítulo qué ocurre cuan-do se abandona dicha hipótesis ysostiene que sólo entonces se veclara esta relación.

Para el autor, en El Capital, Marxdejó de lado lo que tenía que vercon los salarios reales o el nivelde necesidades que los trabajado-res pueden satisfacer en lugar deinvestigar los efectos de la luchade clases sobre los salarios.Establece que, por consecuencia,respecto de los salarios, Marxsólo analizó explícitamente elefecto del aumento de la producti-vidad sobre el valor de la fuerzade trabajo. Sin embargo, no igno-raba que había otras explicacio-nes de los cambios que podíansufrir los salarios, por ejemplo, lacompetencia de los trabajadoresdesempleados dispuestos areemplazar de inmediato a los tra-bajadores que pudiesen ser des-pedidos.

Con base sobre la consideraciónde que Marx no terminó este aná-lisis, es decir, no trató el patrón denecesidades como variable,Lebowitz se propone continuar elproyecto de Marx considerandolas combinaciones que éste noexploró. El autor destaca la rele-vancia de trabajar con la hipótesisde que tanto la productividad

como el patrón de necesidadesson magnitudes variables. Sinduda, ésta constituye otra veta deanálisis en la búsqueda de laexplicación de las diferencias detasas de plusvalor entre países.

Otra idea que se debería anali-zar para una explicación es la dela desigualdad salarial. Un proble-ma teórico relevante es la desi-gualdad salarial para trabajadoresdel mismo grado de calificacióndentro de los EUA. HowardBotwinick (1993) explica la persis-tente desigualdad salarial dentrode EUA y critica tanto las explica-ciones neoclásicas como las delos radicals sobre la segmenta-ción del mercado laboral. Bot-winick utiliza la “ley general de laacumulación capitalista” para con-cluir que las diferencias salarialesson un resultado normal de la acu-mulación y no una anomalía. Esposible que en trabajos de estetalante se encuentre al menos unaparte de la explicación de loshallazgos sobre tasa de plusvalory productividad que se hanexpuesto aquí y para ello trabajoscomo el de Bina et al (1996)serán, sin duda, de utilidad.

Finalmente otra faceta obligadapara explicar los resultados deesta investigación tiene que venirpor el lado de la composiciónorgánica del capital. Los paísesatrasados no producen una parteimportante de los medios de pro-ducción utilizados. ¿Cómo afectaeso a su composición orgánica?Si atendemos a los críticos delmarxismo, la teoría marxista no

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96 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

puede tratar los problemas delcomercio internacional (por ejem-plo Steedman, 2000). Pero Valle(2006) plantea que el problemadel comercio internacional si sepuede resolver dentro de la teoríadel valor y plantea una vía paracalcular la composición orgánicaen el caso que se importenmedios de producción. Ello lleva apostular que la relación entrecomposición orgánica y producti-vidad en el nivel internacional esmás compleja que dentro de unaeconomía nacional.

La desigualdad en la distribucióndel ingreso hace que los pobresde países de ingresos medios,

como México y el Brasil, tenganingresos por debajo de los queocupan su misma posición en ladistribución del ingreso de paísestres veces más pobres en ingresomedio. Es muy probable que esascaracterísticas sean parte de unaexplicación del principal resultadode esta tesis.

En resumen, es altamente posi-ble que cuando se avance en unaexplicación para la falta de corres-pondencia entre productividad yexplotación se encuentre unaexplicación multicausal y que lascausas del fenómeno consignadoaquí abran, a su vez, nuevas líne-as.

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97Productividad y tasas de plusvalor

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98 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

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99

La Evaluación de ImpactosLa Evaluación de ImpactosAmbientales (EIA) en espaciosAmbientales (EIA) en espaciostransfronterizos y la Evaluacióntransfronterizos y la EvaluaciónAmbiental Estratégica (EAE)Ambiental Estratégica (EAE)

Medio ambiente

* Ingeniero Agrónomo, Magíster en Genética. Profesor de Evaluación de ImpactosAmbientales (EIA), de Gestión Ambiental y Coordinador de la Comisión de EstudiosAmbientales (CESAM) en la Facultad de Ingeniería de la UBA. Miembro de la IAIA(International Association for Impact Assessment).

Si bien la Evaluación de Impactos Ambientales (EIA) realizada en tiem-po y forma es necesaria, en muchos casos no es suficiente. La EIA encontextos transfronterizos no sólo deberá satisfacer los requerimientoslegales y de los procedimientos, sino que también servirá para mejorarlos proyectos, evitar o reducir impactos, permitir la participación públi-ca significativa y la cooperación y entendimiento entre países vecinos.

De cualquier manera, una solución mucho más eficiente sería efectuarel análisis en etapas anteriores de la planificación. Es aquí donde apare-ce la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE).

La EAE es entonces, un proceso de integración, en el que se incorpo-ran las consideraciones ambientales en la formulación y ejecución depolíticas, planes y programas (PPP) inherentes a la gestión pública y, aligual que la EIA, ayuda en la toma de decisiones. Es, como la EIA, unaherramienta para la evaluación de impactos.

La EAE busca soluciones en momentos en que aún son relativamentefáciles de encontrar. Tiene que ver con conceptos y valores, más quecon cuestiones técnicas o geográficas. Es preciso interpretar que en unproceso de evaluación estratégica se debe asignar mucho valor a losmecanismos de comunicación y a las comunidades afectadas.

Er nes to Pi r i l l o*

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100 realidad económica 257 1º de enero/15 de febrero de 2011

Impactos transfronterizos

En 2007, y debido fundamental-mente al conflicto suscitado entrela República Oriental del Uruguayy la República Argentina por lainstalación de una fábrica de pro-ducción de pasta celulósica (co-nocidas como “pasteras”), escribí-amos en un artículo de RealidadEconómica1, acerca de la Evalua-ción de Impactos Ambientales(EIA). Mencionábamos que unmal planteo y manejo en las eta-pas iniciales de los estudios parala instalación de esa planta, hací-an prever un final incierto.Lamentablemente, el conflictosigue abierto (Pirillo, 2007).

El pasado 19 de abril, la CorteInternacional de la Haya, a la queacudió la Argentina, falló a favorde ésta en lo que se refiere alicumplimiento de los procedimien-tos establecidos en el Digestosobre el uso y aprovechamientodel río de la Comisión Administra-dora del Río Uruguay (CARU) deconformidad con el Estatuto(1975) del mismo río, por parte delUruguay, si bien reconoció (afavor de Uruguay) que no habíamuestras de contaminación, hastael momento, vinculada con la ope-ración de la fábrica.

Decíamos también, en el mismoartículo, que en caso de que sepersistiera con la idea de llevaradelante un proyecto de ese tipo,el mismo debería ser modificadoy/o adecuado a las recomendacio-

nes que pudieran surgir de unaEIA completa en donde se evalua-ran distintas alternativas de locali-zación, procesos, escalas, etc.con toda la gama de posiblesimpactos positivos y negativossobre el medio físico, antrópico ysus interrelaciones, y realizadopor instituciones y profesionalesde ambos países.

El requerimiento de EIA es exigi-do por la ley de Impacto Ambientalde la República Oriental del Uru-guay (ley 16.466 del 9/01/94) y,para el caso de Botnia, localizadasobre las márgenes del ríoUruguay, por lo establecido en elDigesto sobre el uso y aprovecha-miento del río de la ComisiónAdministradora del Río Uruguay(CARU) de conformidad con elEstatuto del mismo río.

Según lo expresado por autori-dades argentinas de aquel mo-mento, se habrían incumplido pro-mesas, especialmente en cuantoa la entrega de la documentaciónreferida al proyecto para su res-pectivo estudio, además de que laparte uruguaya habría tomadodecisiones de forma unilateral.

Por su parte el presidente del U-ruguay, le promete en ese enton-ces al presidente argentino notomar decisiones sin cumplir conlo indicado en el Digesto del RíoUruguay. En ese momento ya sehabía firmado el decreto que auto-rizaba la construcción de la plan-ta. (Bullrich, 2007).

1 La EIA y un Modelo de Desarrollo Local. Realidad Económica Nº 225.

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101Evaluaciones ambientales

Por otro lado, y en lo que res-pecta a los Estudios de ImpactosAmbientales presentados ante laDINAMA (Dirección Nacional deMedio Ambiente del Uruguay), porparte de Botnia, para la autoriza-ción de la etapa de construcción,los mismos fueron poco satisfac-torios y con datos imprecisos(Cura, et al 2006). Es así que laAutoridad le solicita más de 30condiciones adicionales a lasacciones ya comprometidas quela empresa debería cumplimentarantes del inicio de la etapa deconstrucción, como presentaciónde un Plan de Gestión Ambiental(PGA), notificación acerca del ini-cio de la construcción, un PGA pa-ra la etapa de operación, progra-ma de seguimiento y monitoreo devariables, que deberían comenzarcon anterioridad suficiente comopara tener al menos un año demediciones previo al inicio de laetapa de construcción, etc.

Se hace notar que cuando la au-toridad ambiental uruguaya hizoestas solicitudes, en febrero de2005, la planta ya estaba en avan-zado proceso de construcción…

Cuestiones similares fueron rea-lizadas con respecto al puerto. LaDINAMA expresó en ese momen-to:

“En referencia al proyecto de puerto,el mismo tiene carencias importan-tes en su definición como proyecto,lo que no permite una correcta eva-luación de los impactos. El análisispresentado, en la información com-plementaria, no ha considerado as-pectos ya comunicados en el estudio

de impacto, entre ellos los referidosa la importancia biológica del sitio, loque se considera una omisión impor-tante en la evaluación. A su vez elemplazamiento del puerto incorporauna perturbación en la componentehidrodinámica de la costa, lo que nohan sido tenido en cuenta en losmodelos utilizados para la descargade efluentes, ni en el análisis deimpactos”. (DINAMA – 10/04).

Más adelante informa:“En los documentos aportados porBotnia durante el proceso de evalua-ción de impactos se identificaron va-cíos de información, contradicciones(incluso dentro del mismo documen-to) y respuestas dispersas y pocosatisfactorias. La información recibi-da se caracterizó además por sermuy voluminosa y a la vez pococlara, reiterativa y en ocasiones su-perflua y de escasa calidad. Todo loexpuesto resultó en un claro y reite-rado entorpecimiento del proceso deevaluación.” (DINAMA - 02/05).

Por último, el canciller del U-ruguay declara públicamente quela instalación de dos fábricas (enese momento ENCE y Botnia) depasta celulósica “no tiene marchaatrás, porque es una decisiónsoberana del gobierno uruguayo”.Se hace notar que en ese momen-to estaba trabajando la ComisiónMixta que los presidentes deambos países habían acordadoformar. (Diario Clarín, 2006).

Días pasados, se ha tomadoconocimiento de que la finlandesaStora Enso, juntamente con la chi-lena Arauco, iniciará “un estudiode factibilidad detallado para lainstalación de una fábrica en Pun-

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ta Pereira, ubicada en el departa-mento de Colonia, de cara al Ríode la Plata, con una inversión esti-mada de 2.000 millones de dóla-res, según dichos del director eje-cutivo de grupo, Jouko Karvinen.(Clarín, 2010). Stora Enso y Arau-co adquirieron en mayo de 2009 lamayoría de las actividades deENCE en el Uruguay, que incluyeademás, unas 136.000 hectáreasforestales.

Por su parte, el intendente deColonia, Walter Zimmer, expresó“faltan unos cuantos puntos quese deben acordar con el gobiernonacional y con el gobierno depar-tamental’’ antes de que se concre-te el negocio. “Sin embargo, se

sigue con los movimientos de tie-rra y relleno’’ (Clarín, 2010).

El lugar es que el había sido ele-gido por la compañía españolaENCE, como alternativa para lalocalización de la planta que, enun principio se iba a instalar enFray Bentos juntamente con la deBotnia.

Lamentablemente, a estas de-claraciones desafortunadas delIntendente de Colonia y del direc-tor ejecutivo del grupo inversor, sele sumó la del Gerente Generalde Stora Enso, cuando afirmó quela ubicación de la planta se cam-biará exclusivamente por razonestécnicas y no por cuestiones polí-ticas (Clarín, 2009).

Gráfico Nº1. Resumen de las principales fases en el proceso de instalaciónde las “pasteras” y principales causas del conflicto. (Pirillo, E. 2007)

DESARROLLO FORESTAL URUGUAYO

DECISIÓN INSTALACION PASTERAS

REQUERIMIENTOS

Ley EIA (R.O.Uruguay)

Digesto del uso del Río (CARU) – Estatuto del Río Uruguay

ONG s regionales, ciudadanía, productores locales, etc.

E.I.A.

Promesas incumplidas

Presentación de datos técnicos imprecisos y poco confiables

Estudios de impactos ambientales poco satisfactorios

No tratado como un proyecto fronterizo

Ausencia de etapas de participación de las comunidades directamente afectadas

El problema fue manejado por las Cancillerías

En la Argentina no tomó parte la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sostenible

Declaraciones públicas inapropiadas

Se pasó del análisis técnico al campo político

CONFLICTO INTERNACIONAL

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103Evaluaciones ambientales

Nuevamente, tal como sucedióen el caso de Botnia, pareceríaque las autoridades públicas y pri-vadas uruguayas continúan con elmodus operandi anterior, o sea,decisiones unilaterales y negocia-ciones con el hecho consumado.Si bien la nueva planta se erigiríaen las orillas del Río de la Plata,mucho más ancho y de otra diná-mica, la situación es similar, encuanto a que es una región fronte-riza.

Actualmente, y a partir del fallode la Corte Internacional de la Ha-ya, con respecto a Botnia sobre elRío Uruguay, queda muy claroque en contextos transfronterizos,ninguna de las partes debe aban-donar la colaboración mutua,especialmente en las etapas pre-vias.

Posteriormente, y en el caso dela construcción, se deberán llevara cabo programas de monitoreo yseguimiento de los parámetros decalidad de agua, aire, suelo, dedemanda de mano de obra, activi-dades comerciales, movimientode poblaciones, etc. por sólo citaralgunas, por parte de los organis-mos correspondientes, que bienpodrían ser la CARU (ComisiónAdministradora del Río Uruguay),para el caso de Botnia y la CARP(Comisión Administradora del Ríode la Plata), para el caso del

nuevo emprendimiento Stora-Enso (FREPLATA, 2005).

Las EIAs en contextos transfron-terizos no sólo deberán satisfacerlos requerimientos legales y deprocedimientos, sino que tambiénservirán para mejorar los proyec-tos, evitar o reducir impactos, per-mitir la participación pública signi-ficativa y la cooperación y entendi-miento entre países vecinos.

La EIA en contextos transfronterizos

En febrero de 1991, en la ciudadfinlandesa de Espoo, 29 países dela Comunidad Europea, firmaronla Convención sobre Evaluaciónde Impactos Ambientales (EIA) enContextos Transfronterizos, másconocida como Espoo Conven-tion.

Se considera el primer tratadointernacional que define las obli-gaciones y los derechos de lospaíses firmantes, con respecto alos impactos transfronterizos2. Lamisma entró en actividad en se-tiembre de 1997.

Hasta el momento, laConvention está solamente abier-ta a los 56 países miembros de laUNECE (United Nations Econo-mic Commission for Europe) y 41países la han ratificado. Si bien seha planteado hacerla extensiva a

2 Por “impacto transfronterizo” se entiende todo impacto no necesariamente de natura-leza global, dentro de una zona bajo la jurisdicción de una de las Partes y que hayasido causado por una actividad propuesta cuyo origen físico esté ubicado total o par-cialmente dentro de una zona situada bajo la jurisdicción de otra Parte.

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cualquier país miembro deNaciones Unidas e incluirla en elprotocolo para la EvaluaciónAmbiental Estratégica (EAE),todavía no ha entrado en vigorninguna de las dos propuestas(UNECE, 2008).

En el fallo respecto de Botnia, elTribunal especifica que este trata-do no es de aplicación debido aque los países en litigio (la Ar-gen-tina y el Uruguay) no son signata-rios del mismo. Es de hacer notarque el Estatuto del Río Uruguay,del año 1975, es pionero enmuchas de las cuestiones que sepresentan en la Espoo Conven-tion como, por ejemplo, la salva-guardia de la vida humana, apro-vechamiento de las aguas, recur-sos del lecho y del subsuelo, con-servación de otros recursos natu-rales, contaminación, etc., endonde las partes se prestaránmutua colaboración. (Estatuto.1975).

En su artículo 2, la Convention,expresa: “Las Partes, individual ocolectivamente, adoptarán todaslas medidas que sean apropiadasy efectivas para prevenir, reducir ycontrolar el impacto medioam-biental transfronterizo de carácterperjudicial y magnitud apreciableque resulte de actividades previs-tas”.

La Espoo Convention define co-mo impacto medioambiental acualquier efecto causado por una

actividad sobre el ambiente, inclu-yendo la salud humana y la segu-ridad, la flora, la fauna, suelo, airey agua, clima, paisaje y monu-mentos históricos u otras estructu-ras físicas o la interacción entreesos factores; además incluye,efectos (impactos) sobre la heren-cia cultural y condiciones socio-económicas resultantes de lasalteraciones de esos factores.

Posteriormente, institucionalizaun procedimiento que permita laparticipación pública y la prepara-ción de la documentación de EIA yexpresa más adelante que laparte de origen3 velará porque serealice una EIA antes de que seadopte una decisión respecto dela autorización y brindará al públi-co en las zonas susceptibles deser afectadas, la oportunidad departicipar en los procedimientospertinentes de EIA, de modo talque las oportunidades que seofrezca al público de la Parte afec-tada sea equivalente a la ofrecidaal público de la Parte de origen.

El proceso de notificación sepuede resumir en el gráfico Nº2.

El proceso se pararía en la etapade notificación, en el caso en elcual el país de origen notifique y laparte afectada no esté interesadaen participar. Por su parte, laetapa de participación públicapuede incluir varias reuniones.

En otras palabras, para laszonas transfronterizas el enfoque,

3 Por “parte de origen” se entiende la Parte/s en cuya jurisdicción se ha de llevar a cabouna actividad propuesta;

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105Evaluaciones ambientales

a ambos lados de la frontera, de-berá ser el mismo, respetando loslímites administrativos en un prin-cipio, pero tendiendo a un enfo-que global, que teniendo en cuen-ta dichos límites, trata de atenuar-los con las mejores estrategias decolaboración mutua. Al decir deMaria del Rosario Partidario(2004) “la cuestión clave es no ha-cer distinción en los procesos dedecisión entre las áreas afecta-das, a ambos lados de las fronte-ras, debiendo comprometerse elPaís de origen a involucrar alpúblico y a las autoridades de laparte afectada, en el proceso deEIA que está llevando a cabo”.

Al estar involucrado más de unpaís, existen algunos puntos críti-

cos que deberán tenerse en cuen-ta. Por ejemplo, se deberá definirlas metodologías a utilizar, comoasí también los mecanismos departicipación pública, de modo deuniformar los procedimientos. O-tro punto clave es que la respon-sabilidad deberá caer sobre lasautoridades ambientales, las cua-les, muy probablemente, puedanformar un grupo de trabajo conintegrantes de los países involu-crados y manteniendo a las Can-cillerías sólo como vehículos y nocomo protagonistas. “Es de vitalimportancia el intercambio deinformación previo y la participa-ción de las comunidades en todoel proceso, pero fundamentalmen-te en etapas tempranas” (Alber-garia y Fidelis. 2005).

Gráfico Nº 2. Proceso lógico (reducido) en la implementación de la EspooConvención. (UNECE,1996)

Iniciación por el país de origen

Iniciación por el País afectado

NOTIFICACIÓNConfirmación de la aplicación de la

Espoo Convention

Transmisión de InformaciónPreparación de la documentación de

EIADistribución de la EIA para las

autoridades y público de las partes afectadas

PARTICIPACIÓN PÚBLICA

CONSULTA ENTRE LAS PARTES

DECISIÓN FINAL

TRANSMISIÓN DE LA DOCUMENTACIÓN FINAL

ANALISIS POST-PROYECTO

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Un caso en donde la EIA en con-textos transfronterizos se presen-ta en toda su amplitud es la cons-trucción de un gasoducto de 1.200km de longitud entre Europa occi-dental y Rusia, sobre el Mar Bál-tico con una capacidad de 55 billo-nes de m3/año y un costo de 5billones de euros, aproximada-mente.

Se siguieron los procedimientosdel apéndice I de la Espoo Con-vention. Las partes de origen erancuatro y los países involucradosnueve, por lo que tradujeron el tra-bajo en 10 idiomas para que todostuvieran la oportunidad de partici-par con el conocimiento adecuadodel tema.

Se recibieron 50 comentariosque la empresa analizó para suposible inclusión en el documentode EIA. Hubo consultas prove-nientes de todos los países involu-crados y los principales proble-mas tuvieron que ver con minas,municiones, riesgo para la fauna yhábitats naturales, y se demanda-ron rutas alternativas. Se detecta-ron más de 100.000 minas explo-sivas provenientes de los conflic-tos bélicos -podría haber muchasmás- y se identificaron más de2.000 áreas naturales.

Gracias a los comentarios pre-sentados se comenzaron a estu-diar las rutas alternativas. Proce-dimientos coordinados pudieroncambiar los proyectos y hacer unaEIA posible. (Jerdenius, 2007).

En relación con otro caso, en lazona del sudeste europeo, recuer-

do que tuve la oportunidad decharlar con la representante delministerio del Ambiente de Bulg-aria y Jefa de Grupo de Trabajosobre EIA bajo la Espoo Conven-tion, luego de la presentación desu trabajo en el Congreso de laIAIA de 2007 (Grigorova, Vania.2007). Ella me dijo que el proble-ma principal quetuvieron fue lasituación creada por las distintaslenguas de las partes intervinien-tes, que hizo complicada la nego-ciación en las distintas etapas departicipación. Se debería aprove-char la ausencia de esta dificultadentre nuestros pueblos. Nuestroidioma común debería ser un fac-tor positivo para el logro del enten-dimiento, como por otra parte, loha sido históricamente.

Evaluación AmbientalEstratégica (EAE)

Si bien la Evaluación de Impac-tos Ambientales (EIA) realizadaen tiempo y forma es necesaria,en muchos casos no es suficiente,estén o no en contextos transfron-terizos. La EIA, como hemos yadicho, trata a los proyectos enforma individual, y evalúa losimpactos ambientales específicos.Por lo tanto, la mayor parte de lasveces no tiene en cuenta losimpactos sinérgicos y/o acumula-tivos derivados de la actuación devarios proyectos en su conjunto.

Un modo de soslayar este incon-veniente es, obviamente, la reali-zación de una EIA del grupo de

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107Evaluaciones ambientales

proyectos involucrados, evaluan-do todo el conjunto de proyectossimultáneamente. Una soluciónmucho más eficiente y, además,más simple sería efectuar el análi-sis en etapas anteriores de la pla-nificación. Es aquí donde aparecela Evaluación Ambiental Estraté-gica (EAE).

Cuando recién se comenzaba ahablar de EAE se la considerócomo un “proceso sistemático yformalizado para la evaluación deimpactos ambientales en el nivelde políticas, planes y programas”.Actualmente, se llegó a un con-cepto más moderno de “procesosistemático de evaluación a esta-dos tempranos en las etapas detoma de decisiones, de la calidadambiental y de sus consecuen-cias, de visiones alternativas eintenciones de desarrollo, incor-poradas en los proyectos de polí-ticas, planes y programas, asegu-rando así una integración comple-ta de las consideraciones biofísi-cas, económicas, sociales y políti-cas” (Sadler y Verheem, 1996;Partidário, 1999)

La Evaluación Ambiental Estra-tégica (EAE) es, entonces, un pro-ceso de integración, en el que seincorporan las consideracionesambientales en la formulación yejecución de políticas, planes yprogramas (PPP) propios de lagestión pública y, al igual que laEIA, ayuda en la toma de decisio-nes. Es, como la EIA, una herra-mienta para la evaluación deimpactos (IAIA, 2002; SEA, 2005;Pirillo, 2009).

La EAE se aplica a Políticas,Planes y Programas (PPP) conuna perspectiva estratégica, am-plia y de largo plazo. Ocurre enuna etapa inicial de la planifica-ción estratégica, considera unaamplia gama de escenarios alter-nativos, es (a diferencia de la EIA)independiente de cualquier pro-yecto específico, pone énfasis encumplir objetivos ambientales,económicos y sociales equilibra-dos, en PPP e incorpora la eva-luación de los impactos acumulati-vos.

Una EAE de buena calidad infor-ma a los tomadores de decisionesy público afectado sobre la soste-nibilidad de decisiones estratégi-cas, facilita la búsqueda de lasmejores alternativas y asegura unproceso de toma de decisionesdemocrático. Esto contribuye a lacredibilidad de las decisiones yayuda a mejorar la eficiencia entiempo y dinero de los proyectosque vendrán (IAIA, 2002).

La EAE busca soluciones enmomentos en que aún son relati-vamente fáciles de encontrar.Tiene que ver con conceptos y va-lores, más que con cuestionestécnicas o geográficas. Es precisointerpretar que en un proceso deevaluación estratégica se debeasignar mucho valor a los meca-nismos de comunicación y a lascomunidades afectadas.

Debido a que a estos niveles setrabaja con altos grados de incer-tidumbre, como así también deimponderables inherentes a la

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búsqueda de satisfacción de lascomunidades involucradas, noexiste una EAE igual a otra. Tieneque ver con cada región involucra-da, cada sociedad, cada historiade los pueblos. Se deberá aban-donar el tradicional enfoque a tra-vés de las provincias para pasar aun enfoque regional (o ecorregio-nal) donde la prioridad no sea ladivisión administrativo-política, si-no la unidad funcional ambiental.El análisis ambiental requiere uncambio en el modo de pensar yplanificar (Pirillo, 2007).

Son muchos los países que hanadoptado la implementación de laEAE dentro de sus procesos deplanificación estratégica. Por e-jemplo, en Canadá, además delos requerimientos nacionales e-xisten procedimientos regionales.En el Reino Unido está muy ligadaa los planes regionales de uso dela tierra y a los sectores de trans-porte y energía, al igual que enHolanda. En Estados Unidos estádifundida por sectores y en el nivelde planes y programas, por sólocitar algunos ejemplos. El Progra-ma de la Naciones Unidas para elDesarrollo (PNUD) desde 1995incorpora las cuestiones ambien-tales como una herramienta deplanificación.

El mismo enfoque se podría utili-zar en los casos de planificaciónen espacios transfronterizos,entre países vecinos. Así como seplantea el análisis entre regionesdentro de un mismo país (o bien,ecorregiones) la historia y la estre-

cha relación con la RepúblicaOriental del Uruguay, deberíahacer posible la conformación deuna Unidad Ejecutiva (bien puedeser la misma CARU ya estableci-da) para el estudio de situacionessimilares, en donde se analicenlas políticas que se piensan llevara cabo en dichos espacios,teniendo en cuenta los posiblesimpactos (positivos y negativos)sobre el medio natural y antrópicoy sus interrelaciones.

Procesos poco transparentes enlas etapas de aprobación de lasEIA, posibilidad de participaciónde las comunidades casi inexis-tente en las etapas previas,durante y posterior a la insercióndel proyecto, posibilidades decontaminación de agua, aire ysuelos, reducido consenso de lascomunidades locales afectadas,conjuntamente con promesas degrandes beneficios económicos ysociales no obtenidos, por ejem-plo, han provocado que comuni-dades de todo el país se autocon-vocaran y se manifestaran solici-tando la puesta en marcha depolíticas nacionales y regionalesgenuinamente participativas

Es esta Evaluación Estratégicala que están demandando losvecinos de la Asamblea de Gua-leguaychú en los últimos años,como antes lo hicieron tambiénlos vecinos de Esquel para resistirla extracción de oro en el patio desu ciudad, o como lo están ha-ciendo los pobladores del “Fa-matina no se toca” o los de Andal-

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109Evaluaciones ambientales

galá, o las madres Jachaleras olos Jóvenes de Santa María, o lasAsambleas de Autoconvocados alo largo de todo el país, que seofrecen como último eslabón alEstado ausente o muchas vecescómplice de “los que vienen delmás allá”, al decir de Galeano.(Galeano, 1984)

A la falta de conocimiento técni-co suficientemente adecuado enla mayoría de los casos, el cono-cimiento que poseen estas organi-zaciones ciudadanas es el trans-mitido desde sus ancestros, a tra-vés de muchas generaciones,especialmente referido a la pro-tección de los recursos naturalesy a sus costumbres y culturas. Unsaber que puede carecer de cono-cimientos técnicos de última ge-neración pero que posee todo elbagaje del conocimiento del lugar,mucho más cercano e integrado asu medio y que debe ser escucha-do y tenido en cuenta, previamen-te a la toma de decisiones. Es elEstado, a través de sus institucio-nes, el que debe incluir dentro de

ese proceso a los pobladores di-recta e indirectamente afectados,armando talleres participativos,consultas a lo largo de todo el pro-ceso de estudios, habilitación deaudiencias públicas, realizandotareas de control y monitoreo, etc.

Es de esperar no escuchar másde parte de nuestras autoridadesque “nosotros lo vamos a hacerpues somos soberanos”. La sobe-ranía, desde un punto de vistaambiental en general y de los im-pactos ambientales en particular,tiene otro significado. El enfoquedeberá ser integrador en todosentido y con visión estratégica.Para ello es necesario pensar conamplitud, con visión de largoplazo, buscando opciones, con in-tervenciones flexibles. El ambien-te es parte de la economía y de lasociedad y la realidad indica quelos mejores resultados se encuen-tran actuando en conjunto y coo-perativamente, no singularmente,como nos tienen acostumbrados.

Diciembre 2010

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112

La protección de La protección de los glaciareslos glaciares

Ley de glaciares

* Ingeniero Químico por la Universidad Nacional de la Patagonia S.J.B., y Abogado por la UBA.Especialista en Derecho Ambiental, miembro de diversas entidades profesionales y académicasespecializadas en esa disciplina. Es docente de la Facultad de Derecho de la UBA, Cátedras deDerecho de los Recursos Naturales y Derecho Ambiental Actualizado.

Luego de presentarse un análisis de legislación ambiental comparada enel nivel global, en este artículo se sugiere que, una vez promulgada la ley26.339 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de Glaciares, laArgentina puede haberse convertido en "el primer país del mundo en con-tar con un cuerpo legal que específicamente protege los glaciares y suámbito periglaciar en su calidad de geoforma". Los glaciares y sus áreasperiféricas, el ambiente periglaciar y/o el permafrost sobre el que se sus-tentan, constituyen geoformas que cumplen funciones ecológicas diver-sas, que exceden en mucho la reserva estratégica de aguas. A esa función,por sí sola imprescindible y merecedora de tutela legal, deben agregarsetambién la biodiversidad, la formación de suelos e incluso se han mencio-nado indicios de la presunta relación entre ciclos epidémicos y glaciacio-nes, a tenor de la posible liberación de microorganismos asociada con sufusión. La actividad humana amenaza los glaciares por múltiples vías: lacreciente quema de combustibles fósiles es generadora de sedimentoseólicos que, al modificar el albedo de los glaciares, aceleran su fusión; elcambio climático, que es efecto de la misma causa, por vía del incrementode CO2 en la atmósfera actúa combinadamente incrementando el retrocesoglaciario por simple elevación de temperatura media. Es preocupante laausencia en el debate público acerca de este asunto y las implicanciasestratégicas de naturaleza geopolítica que el mismo tiene: la Repúblicasoporta la ocupación de territorios insulares en los que una explotación derecursos naturales en áreas glaciarias podría tener serias consecuenciaspara el patrimonio nacional.

David L. Iud*

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113Política ambiental

1. Introducción

El 30 de septiembre de 2010 elCongreso Nacional sancionó la ley26.639 de Presupuestos Mínimos deProtección Ambiental de Glaciares.Fue promulgada mediante su publica-ción en el Boletín Oficial del28/10/2010.

Una semana después, un fallo delJuzgado Federal de San Juan, en unademanda incoada por entidadesempresarias y gremiales de esaProvincia y algunas nacionales(Asociación Obrera Minera, CámaraArgentina de la Construcción) contrael Estado Nacional, suspendió lavigencia de la Ley. Casi enseguida,otros dos fallos del mismo juzgado, encausas abiertas por empresas conce-sionarias mineras en territorio sanjua-nino también contra el EstadoNacional, repitieron la suspensión.

El trámite institucional de la ley llevómás de dos años. Atravesó la sanciónde una primera ley (26.418), que fuevetada por el Poder EjecutivoNacional (decreto 1.837/08). Casiinmediatamente al veto ingresaron aambas cámaras del Congreso dosnuevos proyectos de ley, práctica-mente iguales entre sí. Uno de ellos,presentado por el diputado Bonasso(que ingresó con el bloque oficialista)en su cámara, prácticamente igual ala ley que había sido vetada. El otro,presentado por el senador Filmus (ofi-cialista) en su cámara, se distinguedel anterior por un solo aspecto sus-tancial: omite la protección del ámbitodenominado “periglaciar”.

En los meses anteriores a la sanciónde la ley, las Legislaturas de variasprovincias sancionaron leyes localesde protección ambiental de glaciares.Santa Cruz, ley 6.850; Salta, ley7.625; Jujuy, ley 5.647; La Rioja, ley

8.763; San Juan, ley 8.144. Todas lasleyes son similares entre sí y guardanestrecha similitud con la aprobada enel orden nacional.

Este panorama de coincidenciaentre múltiples textos legales no secondice con la agitada discusión polí-tica desatada en torno de esta cues-tión, y airados cruces entre partidariosde uno u otro proyecto.

Por otra parte, en las legislaturasprovinciales que aprobaron leyeslocales de protección de glaciares, yen los medios políticos alineados conlas mayorías parlamentarias en esaslegislaturas, se acusa a los sostene-dores de la posición más protectivade pretender estrangular el crecimien-to y desarrollo económico de sus pro-vincias, al tiempo que se quita entidada las advertencias sobre los riesgosde permitir la actividad minera en lasáreas periglaciares.

Ríos de tinta han corrido por laspáginas de todos los medios escritosdel país sobre esta cuestión. El deba-te ocupó horas centrales en los pro-gramas políticos de los medios audio-visuales. Sin embargo, a la hora detratar de desmenuzar los fundamen-tos de cada una de las posturas, lasrazones desde las cuales, en la bús-queda de una conclusión razonada seadvierte que, tanto del lado de losambientalistas más duros, partidariosde la prohibición total de actividadesen áreas glaciarias y periglaciarias,como del lado de los celosos defen-sores del dominio provincial sobre losrecursos naturales, quizá por la espe-cificidad del tema en cuestión y lapoca -o nula- difusión pública que losaspectos profundos han tenido hastaahora, es difícil encontrar argumentosque vayan mas allá de los enunciadosy los razonamientos básicos.

Este trabajo se propone un acerca-

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miento a esa complejidad y al esta-blecimiento de una conexión entre lassituaciones de hecho propias de losecosistemas glaciarios y el mandatode protección ambiental establecidopor la Constitución de la RepúblicaArgentina.

2. Los ecosistemas glaciarios

El Diccionario de la Real AcademiaEspañola, 22ª edición, dice que “gla-ciar” es una “masa de hielo acumula-da en las zonas de las cordilleras porencima del límite de las nieves perpe-tuas y cuya parte inferior se deslizamuy lentamente, como si fuese un ríode hielo”.

Ahora bien, el objeto de la protec-ción jurídica establecida por la ley noes el glaciar, concebido como catego-ría o “accidente” geográfico, comogeoforma en sí misma. Lo que la leyprotege son, en general, los ecosiste-mas, y en este caso particular, los gla-ciarios.

Resulta entonces, como necesidadprevia, tener en mira la definición deecosistema. Dice Valls que los ecosis-temas son “un conjunto homogéneode seres vivos intensamente interrela-cionados entre sí y con su base topo-gráfica que los sustenta” (Valls, 2001:26)

El conocimiento vulgar, y comohemos visto, también la acepcióndada a la palabra por la AcademiaEspañola, hace abstracción de orga-nismos vivos relacionados con el hielode los glaciares. Sin embargo, ellosexisten. Su hábitat y su metabolismoson críticos a la hora de explicar losglaciares como sistemas dinámicos,cosa que trataremos de hacer a conti-nuación.

Existen diferentes tipos de glaciares.Iza y Rovere los clasifican en dosgrandes tipos, según su temperatura:polares y templados (Iza y Róvere)Los primeros, ubicados en los corres-pondientes casquetes, y los segun-dos, en todo el resto del globo terres-tre. La diferencia sustancial entreambos es que en los “polares” lamasa de hielo se encuentra a tempe-raturas inferiores a la temperatura decongelación correspondiente a la pre-sión de cada punto. En los templados,en cambio, la masa de hielo seencuentra en el punto de congelación,que simultáneamente es el punto defusión, en toda su masa.

Hodson et al. coinciden (Hodson,Anesio, Tranter, 2008: 45), pero desa-gregan el segundo tipo en “politérmi-cos” y “templados” propiamentedichos. Se trata de dos subtipos quecorresponden a glaciares situados enlatitudes cercanas a los casquetespolares (politérmicos) y los situadosen otras latitudes, donde su ocurren-cia tiene que ver con la altura sobre elnivel del mar. La diferencia entreambos radica en su régimen hídrico.

Los glaciares presentan tres am-bientes diferenciados, el ambientesupra glaciar, que comprende la capade nieve que lo cubre y la superficiede hielo, el ambiente intraglacial, lamasa de hielo por debajo de la super-ficie y por encima de la interfase hielo-roca del fondo del glaciar; y por últi-mo, el ambiente basal, la interfasehielo-roca, particularmente importanteporque es allí donde se verifica elfenómeno de avance del glaciar, suje-to especial de protección en todas lasleyes -la nacional y las provinciales-sancionadas.

En los tres ambientes hay intensavida microbiana, formas virales eincluso formas elementales de ADN.

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Esa vida está estrechamente vincula-da tanto con el balance térmico(balance de energía; el calor es unaforma de energía en tránsito y la tem-peratura es su manifestación sensi-ble) y el régimen hídrico. Lo que dis-tingue a los glaciares “politérmicos”de los “templados propiamentedichos” es el régimen hídrico. El agua,en estado líquido, es esencial para lavida microbiana. A su vez, la vidamicrobiana metaboliza carbono, nitró-geno y fósforo que obtiene de diver-sas fuentes, entre ellas, la “cryoconi-ta”, polvillo atmosférico eólico, trans-portado por los vientos, como vere-mos mas adelante, de importancia crí-tica para explicar tanto la absorciónde energía por el glaciar (y por ello, sutasa de fusión) como el ingreso denutrientes que la red hídrica de cana-lículos lleva al interior del glaciar eincluso al ámbito basal.

Todo ello es, en el glaciar, el “con-junto homogéneo de seres vivosintensamente interrelacionados entresí y con su base topográfica” del quenos habla Valls como ecosistema.

Nos dice la ley 25.675 artículo 27que “daño ambiental” es “toda altera-ción relevante que modifique negati-vamente el ambiente, sus recursos, elequilibrio de los ecosistemas”. El artí-culo 3 de esta ley, llamada por elCongreso Nacional ley general deAmbiente y que rige en todo el país,dice que sus disposiciones son deorden público y que “se utilizará parala interpretación de la legislaciónespecífica sobre la materia”, razónpor la cual la doctrina y la jurispruden-cia han interpretado de manera pacífi-ca y unánime que ella es de jerarquíasuperior a toda legislación ambiental,sea ella nacional, provincial o munici-pal.

Así las cosas, podemos anticipar

que, definido el ecosistema (el con-junto de la vida y el sustrato, el hielo,la roca, el agua) toda alteración quemodifique su equilibrio, constituyedaño ambiental. Obsérvese: no amérito de la ley 26.339 de ProtecciónAmbiental de Glaciares (que elJuzgado federal de San Juan ha sus-pendido en 1ª instancia) sino a méritode la ley general del Ambiente,25.675, que tiene jerarquía superior, yque ni los actores en las causas inco-adas en San Juan, ni el fallo, hanobjetado.

No es objeto de este trabajo desme-nuzar en detalle la ecología de los gla-ciares. Sin embargo, antes de dejareste tema, resulta imprescindible darcuenta de algunos aspectos de lacuestión que explican por qué esnecesaria la protección de los glacia-res, no ya desde la perspectiva aca-démica, sino desde una perspectivamás comprensible para el común, laperspectiva desde la cual se constitu-yen los valores garantizados por laConstitución y tutelados por las leyes:la preservación de los recursos natu-rales como fuente insustituible de laactividad económica de la Nación, deltrabajo de sus habitantes y del accesoa bienes y servicios indispensables yla salud pública.

El ambiente supraglaciarRecibe la insolación, energía aporta-

da por el sol que incide sobre lasuperficie. Por ello, el balance térmicoque en los ecosistemas glaciarios seplantea de manera diferente en cadauno de los ambientes, el supraglaciar,el intraglaciar y el basal, tiene en elambiente supraglacial mayor impor-tancia, como controlante de la fusión,el derretimiento.

El aporte de energía de la insolaciónpuede ser calculado teniendo en

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cuenta la influencia de la atmosfera, lalatitud, la altitud y la época del año(Bernard, Menguy y Schwartz, 1982).Pero hay un aspecto más, absoluta-mente crítico en los ecosistemas gla-ciarios, que debe ser tenido en cuen-ta para evaluar el balance térmico enla superficie del glaciar y sus efectosen cuanto a derretimiento del hielo: elalbedo. Una parte de la energía inci-dente es reflejada por la superficieque la recibe, y la parte restante esabsorbida. “Se llama albedo a la frac-ción de energía incidente difundidapor un cuerpo luminoso” (Bernard,Menguy y Schwartz, 1982: 51). Elalbedo es la capacidad de una super-ficie de reflejar energía, puesta ennúmeros. A mayor albedo, menorabsorción de los glaciares. A menoralbedo, mayor absorción. El máximode absorción posible es el que corres-ponde al “cuerpo negro”. Mediante laaplicación de leyes naturales conoci-das1, puede calcularse la parte deenergía que un “cuerpo negro” refleja.

¿Qué es lo que distingue una super-ficie cualquiera de un cuerpo negro,en términos de cálculo matemático?El albedo. Incorporando el albedo quecorresponde al glaciar como factor deponderación en la fórmula de StefanBoltzmann, podemos calcular su emi-sividad. La radiación absorbida (queinduce el derretimiento) queda enton-ces determinada por la diferenciaentre la radiación incidente y la refle-jada. De allí que todo aquello quereduzca la reflectividad de la superfi-cie del glaciar, algo que se mide por el

albedo, producirá una modificación“negativa del ambiente”, un cambio enel equilibrio del ecosistema: el derreti-miento del glaciar por encima de sutasa natural llegando incluso a afectarsu capacidad de recarga: si derritemás de lo que el glaciar puede repro-ducir estacionalmente, produce suretroceso. Tal, lo que la Ley Generalde Ambiente busca evitar, y tutela,definiendo el daño ambiental2.

Ahora que comprendemos uno delos mecanismos posibles que llevan alretroceso de los glaciares, trataremosde explicar cómo funciona esto en lapráctica, en relación con las activida-des humanas, particularmente enrelación con la quema de combusti-bles fósiles y la minería a cielo abier-to.

La “cryoconita” está compuesta porpartículas de polvo atmosférico, quellevan consigo vida bacteriana.Arrastradas por los vientos, se posansobre la superficie del glaciar y provo-can un efecto sobre el ecosistema. Esobvio que estas partículas, notoria-mente más oscura que la prístinasuperficie del hielo, tienen diferentepoder reflectivo que la superficie delglaciar: absorben más radiación. Araíz de ello, elevan su temperatura, secalientan, y transmiten esta energía alhielo que las rodea provocando sufusión. Eso provoca el derretimientodel hielo en la base del sitio dondeeste polvo atmosférico se ha deposi-tado, con la consiguiente formaciónde agua. Va formándose un hoyo, enel cual hay agua, pero además hay

1 La ley de Stefan y Boltzmann, producto de la medición de la radiación reflejada por el cuerponegro, en 1878 por Josef Stefan, complementada por los descubrimientos de Ludwig Boltzmannpoco después. La emisividad del cuerpo negro (la energía que refleja) es proporcional a la 4ªpotencia de la temperatura absoluta (escala Kelvin) de su superficie. Boltzmann descubrió, jus-tamente la “constante de proporcionalidad” y expreso su descubrimiento matemáticamente:W=?T4. Puede encontrarse en incontables obras de física. Mencionamos una como fuenteSears, 1959: 355.

2 LGA, 25.675, Art. 27, citado.

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otro fenómeno concomitante: el desa-rrollo de la vida bacteriana, por laabundancia de agua y la temperaturaque lo permite (si hay agua, la tempe-ratura está por encima de cero grado.El calentamiento solar hace el resto.Las diminutas partículas de polvoatmosférico comienzan a recubrirsede una capa donde bulle la vida bac-teriana y viral. Si la temperatura des-ciende se produce una recristaliza-ción de hielo que forma una tapa, y elhoyo de cryoconita pasa a estar cerra-do. Pero, la vida en su interior conti-núa. El esquema de estos diferentestipos de hoyos de cryoconita se pre-senta en el gráfico Nº 1.

El polvo atmosférico que se deposi-ta en los glaciares viene contaminadocon restos de hollín provenientes dela intensa y universal utilización decombustibles fósiles para la genera-

ción de energía. Esto constituye unmecanismo de derretimiento de gla-ciares que tiene la misma causa quela elevación de temperatura globalque es efecto del incremento del por-centaje de CO2 en la atmósfera, perodebe observarse que el derretimientono opera exclusivamente por efectode la elevación de temperatura, sinopor vía de un mecanismo autónomo,que se ha explicado.

Además, se advierte enseguida quela inmediatez de operaciones genera-doras de polvo en suspensión, comoes la remoción de enormes cantida-des de escombro que constituye latécnica de explotación de la minería acielo abierto, potenciará enormemen-te este fenómeno. La deposición dematerial particulado sobre la superfi-cie del glaciar, altera el albedo3 de susuperficie, incrementa la cantidad de

3 Hodson et. al.,2008: 43, tabla Nº 1, ofrecen datos de mediciones concretas hechas en glaciaresde diversas partes del mundo que dan fundamento a lo expuesto. Por ejemplo: Glaciar Tyndall,Patagonia chilena, pocos kilómetros al suroeste del Glaciar Perito Moreno, Calafate, Pcia. deSanta Cruz, porcentaje de energía reflejado en la cryoconita, 48%, o sea, absorción, 52%, medi-ción del año 2001. En la Antártida, Glaciar Mc Murdo, sector Antártico Nueva Zelanda, se detec-

Gráfico Nº 1.

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energía absorbida y promueve unamayor fusión. Opera alterando elequilibrio de la ecuación de balancetérmico de la superficie

QF + QS + QL = Qw + QP + QcQF: calor disponible para la fusión

del hielo, el derretimiento; QS: Calor sensible, es el que requie-

re el hielo que se encontrara a unatemperatura inferior a cero grado paraalcanzar esa temperatura, la de fusión

QL: Calor latente, el que requierecada gramo de hielo que ya seencuentra a cero grado, para pasardel estado sólido al líquido

Qw: calor incidente por radiaciónsolar

QP: Calor de precipitación. La ener-gía, en forma de temperatura, quetrae consigo lo que cae sobre lasuperficie, precipita. El polvo atmosfé-rico, por ejemplo.

Qc: Calor de conducción. Aporte deenergía al glaciar por esa vía, desdesus contornos, a mayor temperatura.

A la izquierda del signo “=”, los pro-cesos que consumen energía llevan-do a la fusión del hielo. A la derecha,los que aportan energía. En estecaso, la precipitación de polvo atmos-férico incrementa la fusión por doblevía: 1º, porque aumenta Qw, la ener-gía incidente que se absorbe, ya que,

como se ha visto disminuye la capaci-dad del glaciar de reflejar esa energía;2º, por el propio aporte de energíaque trae consigo. Resultado: crece eltérmino a la izquierda del “=” y haymas fusión.

El ambiente intraglaciar Aun en las extremas condiciones del

interior de los glaciares, hay vida.Está comprobada la existencia de for-mas bacterianas y virósicas. Ahorabien: estas formas elementales devida, que son las que caracterizan elecosistema intraglaciario, se dan por-que disponen de los dos soportesbásicos sin los cuales su existenciano sería posible: agua y nutrientes. Elagua, líquida, proviene de la red decanales y conductos que a partir delas grietas superficiales atraviesantoda la masa del glaciar hasta llegar alambiente basal (del que hablaremosdespués). Son esas mismas corrien-tes las que arrastran los nutrientes,básicamente restos orgánicos quecontienen carbono y azufre. El equili-brio del régimen hídrico al interior delglaciar, su equilibrio es sustancial aefectos de su conservación. Unaumento de la fusión en la superficiedel glaciar, significa mayor arrastre denutrientes y mayor volumen de aguaen el interior, lo cual cambia su equili-brio. El gráfico Nº 2 ilustra el régimenhídrico en un glaciar templado, quecomprende el ambiente intraglaciar.

tó en 2006, reflectividad de la cryoconita 60%, absorción 40%. En cambio, la reflectividad delhielo es mucho mayor. En el caso de reflectividad global de superficies glaciarias, Dumont,Arnaud y Six, en su trabajo “Retrieval of glacier surface albedo using terrestrial photography”determinaron, en el Glaciar Saint Sorlin, Alpes Occidentales, el 18/8/2006 (pico del verano bore-al), porcentajes de reflexión de entre el 80% y 90% (absorción sólo de entre el 20% y el 10% dela energía incidente). En el hielo marino (témpanos) cubiertos de nieve, la reflectividad es aúnmayor, situándose en el 92%, lo que implica una absorción de solo el 8% de la radiación inci-dente. Recordemos, el ambiente marino se caracteriza por la ausencia de polvo atmosférico.Puede inferirse entonces la magnitud del impacto ambiental que causa sobre los glaciares elmaterial particulado propio de la actividad minera.

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119Política ambiental

Un aspecto ciertamente inquietanterespecto de la hipótesis del derreti-miento glaciario tiene que ver con laliberación de bacterias y virus quepodrían estar confinados en el interiorde los glaciares, quizás con potencia-lidad para provocar la reaparición deenfermedades ya desaparecidas.

Efectivamente, esta hipótesis hasido expuesta (Rogers et al., 20044)puntualizando que entre los virus ybacterias con capacidad de sobreviviren los ecosistemas glaciarios incluyenlos de la gripe, poliomielitis, enferme-dades humanas, pero también otrosvirus que podrían producir ingentesdaños económicos. Por ejemplo,tobamoviruses, que afectan cultivosdiversos (papa, tomates y otros) o cal-civirus, que afecta a animales.

Se han analizado posibles coinci-dencias entre los ciclos de enferme-dades virósicas y ciclos glaciares(Smith et al. , 20045) Más aún, se hadicho que estos cuerpos helados fun-cionan como “museos de hielo conte-niendo registros de la evolución yvariabilidad de hábitats de nuestroplaneta” (Priscu, Christner, Foreman yRoyston-Bishop, 2007) que cierta-mente incluyen formas vivas de bac-terias y virus. Las mismas fuentesexplican esta conservación, quepodría extenderse por millones deaños, en el impacto del prolongadoalmacenamiento en ambientes extre-madamente fríos, sobre los procesosmetabólicos, impacto que se reflejaen una sensible baja de actividadcompatible con la preservación enesos hábitats tan extremos.

Gráfico Nº 2

4 Citado por Hodson et al., 2008: 535 Citado por Hodson, 2008: 53

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El ambiente basal En la base del glaciar tiene lugar el

desplazamiento del mismo. De parti-cular importancia jurídica, ya que dicela ley 26.639, artículo 6º “En los gla-ciares quedan prohibidas las activida-des que puedan afectar su condiciónnatural o las funciones señaladas enel artículo 1º, impliquen su destruc-ción o traslado o interfieran en suavance”.

El gráfico Nº 2 muestra la interrela-ción entre los tres ecosistemas exis-tentes en un glaciar, y explica tambiénlas vías de acceso de formas bacte-rianas y virósicas al ecosistema basaldel glaciar. El metabolismo de esasformas de vida interviene activamenteen el fenómeno de desplazamientodel glaciar. También aquí, hay bacte-rias metanogénicas, alimentándosede fuentes de carbono que ingresancomo sedimentos que son arrastra-dos por el agua que atraviesa el cuer-po del hielo, además de virus e inclu-so formas elementales de ADN. Se haestudiado en particular la sensibilidadde este ecosistema basal al “pH”, el“potencial hidrógeno”, la acidez oalcalinidad del medio acuoso en elque se desarrolla (Hodson et al.,2008: 55). El aporte de elementosextraños (metales, productos quími-cos) que haga variar estas condicio-nes, alteraría el equilibrio del ecosis-tema, concretando la obstaculizacióno, al menos, la alteración de condicio-nes respecto del avance del glaciar,prevenido por la ley.

A tenor de las investigaciones cita-das, ha sido superado el modelomeramente físico de avance del gla-ciar, que postulaba el avance debidoa la fusión ocurrida a temperaturaspor debajo del cero grado centígrado,a tenor del conocido descenso del

punto de fusión del agua en funciónde la presión. Dicho modelo postulabaque en condiciones de intensa pre-sión existentes en la base de los gla-ciares, presiones debidas al peso dela masa de hielo que allí apoya, seproducía fusión por esa presión, y quesobre esa lámina liquida se desliza elglaciar.

La demostración de la existencia devida microbiana ha permitido tambiénprobar el rol central de los microorga-nismos y virus en el complejo sistemaque incluye no sólo los factores deíndole exclusivamente física, sinotambién los químico-biológicos: elcalor producido por el metabolismo delas bacterias, que también producefusión junto con la fijación de carbonoy nitrógeno de estas últimas.

3. El ambiente periglaciar

La cuestión de la protección o no delambiente periglaciar, su inclusión enel área en la cual queda vedada laactividad económica, especialmentela minera y con la sola excepción dela turística, ha sido particularmentecontrovertida y conflictiva.

Los proyectos presentados por elsenador Filmus y el diputado Bonassotenían como principal diferencia quemientras el primero excluía de la pro-tección el área periglaciar, el segundo(que finalmente resultó aprobadomerced a un acuerdo con el senadorFilmus) establece la prohibición deactividades también en el área peri-glaciar.

A continuación se demostrará quelas leyes provinciales de protecciónde glaciares sancionadas -por ejem-plo, la 8.144 de San Juan- coincidenen este aspecto con el proyectoFilmus.

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A tal efecto, trataremos previamen-te, en este párrafo, de aportar algunosconceptos sobre la naturaleza y fun-ciones ecológicas de las áreas peri-glaciares, de modo tal que la adhe-sión a una u otra postura pueda surgircomo conclusión razonada.

El concepto periglaciar (Trombotto,2000: 34) “originalmente se aplicópara describir los procesos climáticosy geomorfológicos en áreas cercanasa hielo pleistoceno”6. El concepto fueluego complementado para forjar unconcepto más amplio, que incluye lareferencia a bajas temperaturas, esta-bleciendo que cuando suelos, inclu-yendo roca y material orgánico, per-manecen en o debajo del cero gradopor dos años consecutivos, es llama-do permafrost. Así lo encontramoshabitualmente en fuentes técnicas eninglés (Associate Committee onGeotechnical Research, 1988), cana-dienses (Canadá tiene en condiciónde permafrost la mayor parte de suterritorio nacional).

En otras fuentes aparece la denomi-nación “glaciares de escombros”(Brenning, 2003), que en realidad serefiere a la “capa activa” del ambienteperiglaciar. Pero es preciso aclarar unpoco estos conceptos.

Las áreas de permafrost, igualmentea las periglaciares, se caracterizanpor la formación de espacios “modela-dos” (patterned ground). En estasáreas se repiten formas rocosas queparecen haber sido producidas por larepetición de un molde: fajas, círcu-los, polígonos. Son estas formas a las

que en algunas fuentes se aludecomo “glaciares de roca”. Su ocurren-cia se explica por el fenómeno cíclicode cristalización y fusión estacional delos hielos que, combinado con otrosagentes erosivos y la estructura cris-talina de las rocas, da ese resultado.

Trombotto, por su parte, define los“glaciares de roca” como “mesofor-mas criogénicas lobulares o en formade lengua que expresan la deforma-ción plástica y resbalamiento del per-mafrost de montaña” (Trombotto,2000: 46) Estas geoformas -ambienteperiglaciar / permafrost / glaciares deroca- presentan en zonas de pendien-te diversos procesos que dan lugar ala formación de suelos y paisajes,algunos de ellos con efectos amuchos kilómetros de distancia dellugar en que se encuentran.

Al analizar los procesos que se danen el área periglaciar, asociados conel cíclico derretimiento y recristaliza-ción de los hielos, se describen losfenómenos de “solifluxión” y “geliflu-xión”. Se trata de deslizamientos desuelos que tienen lugar por la accióncombinada de la gravedad y el hieloen su ciclo de cristalización-fusión, enzonas de pendiente. Es decir, el fenó-meno descripto por Trombotto paradefinir los “glaciares de roca”.

Se comprende entonces que elámbito periglaciar está imbricado conel concepto de permafrost que com-prende el suelo y material rocoso con-gelado, incluso en profundidad, comose muestra en el gráfico Nº 3.

121Política ambiental

6 Pleistoceno es la era geológica en las que se produjeron las glaciaciones. Muy extensa, abarcaun periodo que comienza hace aproximadamente 1.800.000 años y termina hace 12.000 años,datación que marca la época de retiro de los hielos hacia los casquetes polares con la configu-ración que conocemos actualmente. Durante las glaciaciones del pleistoceno el hielo polar avan-zó cubriendo toda Europa, gran parte de América del Norte, y por el sur, el territorio de nuestropaís. Los glaciares remanentes en las alturas de los Andes son referidos como “hielo pleistoce-no” aludiendo a su origen. A su vez, se utilizó esa referencia para acuñar el término “periglaciar”.

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Las áreas pequeñas, de azul inten-so, en la ladera de la montaña, repre-sentan el glaciar; el área celeste, es elpermafrost. En el talud de la montaña,la longitud que va desde el límite delazul intenso con el celeste hasta ellímite del celeste con el verde, es elárea periglaciar. Pero, ese área secorresponde con un espacio de per-mafrost bajo la superficie, hasta ciertaprofundidad: el límite del celeste conel verde (Gruber).

Expresado de esa forma, teniendoen cuenta que para otras fuentes el“permafrost de montaña” es, justa-mente, el ámbito periglaciar, se inter-preta que las tres denominacionesaluden a geoformas imbricadas entresí.

Más aún si tomamos nota de que lasolifluxión describe el deslizamientode suelos en el ámbito periglaciar,mientras gelifluxión se usa para elmismo fenómeno (deslizamiento desuelos) en el permafrost, que puedeocurrir incluso en un espacio pordebajo de la superficie. Nótese: esta-mos hablando de una suerte de“avance” de masas de “suelo”.

La parte del permafrost -o del ámbi-to periglaciar- donde esto tiene lugar,se denomina capa activa. Es un con-cepto de sustancial importancia parapoder hacer una correcta interpreta-ción de la ley, ya que es mencionadocomo condición para la protección demanera expresa, en las leyes provin-ciales (en páginas anteriores se ade-lantó que se buscaría demostrar queellas también protegen el érea peri-glaciar).

Cuando la ley nacional y las leyesprovinciales -veremos más adelante-se refieren alternativamente al “ámbi-to periglaciar” y a “glaciares de roca”lo hacen a las geoformas aquí expli-cadas. Y cuando imponen como con-dición para recibir la protección “quese encuentren activas”, se refiere aque la “solifluxión”, la “gelifluxion”, laproducción de geoformas modeladas,estén teniendo lugar.

Ello implica el transporte de todo loque allí haya. Y eso incluirá, porsupuesto, los elementos extraños alecosistema original, en el caso de queellos fueran aportados. Pero, además,en la hipótesis de la realización de

Gráfico Nº 3

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123Política ambiental

minería a cielo abierto en estas áreas,esto significa lisa y llanamente lasupresión del ecosistema, que dejade cumplir su función ecológica (for-mación de suelos) porque sencilla-mente desaparece.

Si se tiene en cuenta que los cono-cidos “mallines” o “vegas” (el primertérmino, usado por los pobladorespatagónicos, el segundo, en Mendozay más al norte, y también en Chile)son suelos formados por mediaciónde la capa activa de las áreas perigla-ciares, se comprenderá mejor laimportancia estratégica de la conser-vación de estas últimas. Estamoshablando de ambientes húmedos deextraordinaria biodiversidad y fertili-dad, nacientes de ríos, lugares dondese localiza la agricultura en zonasandinas muy apreciadas. El Bolsón, ysu zona aledaña ya en la provincia delChubut, “El Hoyo” y “Golondrinas”,apreciada por su producción de lúpu-lo y frutos rojos es un área de malli-nes.

Cercano al valle de Las Leñas exis-ten fértiles zonas que allí son llama-das “vegas”. Se trata de suelos, eco-sistemas, formados por la actividadde los ámbitos periglaciares, en pro-cesos geológicos vivos, que quedarí-an truncos en las áreas donde estosecosistemas fueran removidos.

4. La legislación protectivaen la Argentina: leyeslocales, la ley nacional.Interpretación comparada

La Argentina, al ser una repúblicarepresentativa y federal (CN, artículo1), tiene una estructura normativacaracterizada por la delegación, porparte de las provincias a la Nación, dedeterminadas facultades y la reserva,

por parte de las provincias, de todaslas facultades no delegadas. En el sis-tema delegativo tradicional de laConstitución de 1853/60 la delegaciónhecha por las provincias a la Naciónera “íntegra” en cada caso. A méritodel artículo 75 inc. 12 CN (artículo 67en la Constitución de 1860) las pro-vincias delegaron en la Nación lafacultad de legislar en materia civil,penal, minera y otras. No puede nin-guna provincia sancionar ninguna leyque modifique, condicione o altere elCódigo Civil o el Penal. Inversamente,las provincias no delegaron la facultadde sancionar leyes de procedimiento.Por ello, cada provincia sanciona supropio código de procedimiento y laNación no puede interferir.

Pero, en 1994, en la reforma de laConstitución, las provincias efectua-ron una nueva delegación apelando aun sistema distinto: las leyes dePresupuestos Mínimos, que las pro-vincias pueden complementar (artícu-lo 41, CN), con la condición de que su“piso” de protección no sea inferior alestablecido por el Congreso Nacionalal sancionar la correspondiente ley dePresupuestos Mínimos.

Esto es lo que explica que haya unaley de Presupuestos Mínimos deResiduos Sólidos Urbanos (25.916) ycada provincia tenga además la suya,que legisla sobre lo mismo. O quehaya una ley de PresupuestosMínimos de Protección de BosquesNativos (26.331) y que esa misma leyexpresamente mande que cada pro-vincia sancione la suya. Y que, ade-más, la CSJN en un conocido fallo(Salas, Dino c/Salta s/Amparo) lehaya ordenado a la provincia de Salta,ante su demora en sancionarla, que lohaga.

En el caso de la ley de Glaciaresfunciona de la misma forma. Por tal

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motivo, durante 2010, cinco provin-cias sancionaron sus leyes locales deprotección de glaciares. Santa Cruz,ley 6.850; San Juan, ley 8.144; LaRioja, ley 8.763; Salta, ley 7.625 yJujuy, ley 5.647.

Todas estas leyes locales fueronsancionadas antes de la sanción de laley nacional, que fue promulgada el28 de octubre de 2010 mediante supublicación en el Boletín Oficial26.639. Es la novena ley dePresupuestos Mínimos de ProtecciónAmbiental que sanciona el CongresoNacional7.

Las leyes son muy similares entre sí.En su interpretación es preciso teneren claro el significado de los concep-tos técnicos que se manejan.

A efectos de introducirnos en suanálisis, presentamos a continuaciónun cuadro comparativo entre la LeyNacional y las leyes locales de Salta ySan Juan

En el caso de las dos leyes compa-radas provinciales, en general, susartículos son idénticos. Por tal motivo,hemos unificado la exposición enesos casos (gráfico Nº 4).

4. Interpretación y comentarios

a) Objeto de la protección: si biense ha instalado en el público la impor-tancia de los glaciares como reservade agua dulce y reguladores de cuen-cas y recarga de acuíferos, hemos

visto que sus funciones ecológicasexceden en mucho esa cuestión. Ental sentido, circunscribir la cuestión delos glaciares a su aspecto hídrico, esparcializar la cuestión. Acierta el legis-lador nacional cuando incluye a la bio-diversidad en el objeto protegido. Ellegislador provincial lo omite, pero talomisión no quita efecto a la protecciónque, por estar impuesta por una ley dePresupuestos Mínimos, rige en todoel país, como explicamos más arriba,a tenor del tipo de delegación legisla-tiva inserto en el artículo 41 CN. Laley se encuentra en este aspecto ple-namente vigente en todo el territorionacional. Como veremos, los fallosdel Juzgado Federal de San Juan nosuspendieron la vigencia del artículo 1de la ley (sólo lo hicieron con los arts.2, 3, 5, 6, 7 y 15).

b) Ámbito de aplicación: con fun-damento en lo expuesto en el punto 2del presente trabajo, “Ecosistemasglaciarios”, es nuestra opinión que noexisten diferencias entre las leyes, yaque por una vía u otra, el ámbito peri-glaciario está incluido en la protecciónen todas ellas. Ello así, porque lasleyes provinciales mencionan expre-samente los “glaciares de roca” y losincluyen en la protección con la condi-ción de que “se encuentren activos”.Tal descripción es coincidente con elconcepto de “ámbito periglaciar”(como se ha explicado). Más aún, sise incluye en el texto -como lo hacenlas leyes provinciales- la condición de“actividad”, que no es otra cosa quealudir a las funciones ecológicas de

7 Las otras son: 25.612, Residuos de Actividades Industriales y de Servicios; 25.670, erradicacióndel PCB; 25.675 ley general de Ambiente; 25.688, de Protección Ambiental de Aguas; 25.831,de Acceso a la Información Pública Ambiental; 25.916 de Residuos Sólidos Urbanos (domicilia-rios); 26.331, de Protección Ambiental de Bosques Nativos y 26.562, de Control de Actividadesde Quema (surgida como consecuencia de las quemas de pastizales en el Delta del Paraná queafectaron la la Ciudad de Buenos Aires en 2008)

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Gráfico Nº 4. Leyes de glaciares. Comparación entre ley nacional y leyeslocales de Salta y San Juan

LEY NACIONAL 26.639 Ley de Salta, 7526 Ley de San Juan 8144

Objeto

Protege los glaciares y elámbito peri glaciar comofuente de agua y biodiversi-dad, información científicay turismo. Los declara bie-nes del dominio publico

Art. 1º Protege los glaciares como fuente de agua (omitela biodiversidad). Los declara bienes del dominio públicoprovincial. No menciona en este articulo el ámbito peri-glaciar pero igualmente queda incluido por lo establecidoen Art. 2º

Ámbito deaplicación

Art. 2. Define los glaciares(al incluir en la definición el“material detrítico rocoso”incluye los “glaciares deescombros” lo cual implicaincluir el ámbito periglaciar)

Art. 2. Hace una definición por enumeración incluyendoglaciares descubiertos, cubiertos y “de roca” a condiciónde que estén activos (de esta forma incluye el ámbitoperi-glaciar, ya que, hemos visto, es lo mismo que glaciarde roca activo)

Prohibición deactividades

Art. 6 Explotación minera ehidrocarburífera, y libera-ción de productos químicoso contaminantes, prohibidaen ámbitos glaciar y peri-glaciar. Construcciones einstalaciones industriales,solo prohibidas en el ámbi-to glaciar (permitidas en elperi-glaciar, sujetas a eva-luación de impacto ambien-tal EIA)

Art. 6º. Prohíbe las actividades que impliquen “destruc-ción o traslado del glaciar” o que impidan su avance (ladeterminación de cuando una actividad implica eso, esmateria del EIA, evaluado por la autoridad que designa laprovincia)

Evaluación deImpactoAmbiental

Art. 7º. Fulmina a las activi-dades prohibidas estable-ciendo que directamenteno sustancian EIA, porestar prohibidas. Para elresto de las actividades, laspermitidas, establece elEIA

Art. 7º. Dispone el EIA para todo emprendimiento en lasáreas protegidas. Establece el contenido mínimo de losEstudios de Impacto Ambiental, mediante diez paráme-tros que obligatoriamente deben estar desarrollados enel estudio

Autoridad competente

La ley nacional las distin-gue, delegando en cadajurisdicción (Art. 9º) ladesignación de la autoridadcompetente, pero reser-vándose (Art. 10º) laAutoridad de Aplicación encabeza de la autoridadambiental nacional

Arts. 9º y 10º de la ley. Nodistingue entre autoridadde aplicación y autoridadcompetente. Designa auto-ridad de Aplicación alMinisterio de Ambiente dela Provincia (Art. 9º) y en elArt. 10º le fija la competen-cia

Arts. 9º y 10º de la ley. Nodistingue entre autoridadde aplicación y autoridadcompetente. Designa auto-ridad de Aplicación alConsejo de Protección deGlaciares de la Provincia(que crea, Art. 9º) y en elArt. 10º le fija la competen-cia

Autoridad de aplicación

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formación de suelos, particularmentemediante los procesos de “solifluxión”y “gelifluxión”, más arriba explicados.

c) Prohibiciones - evaluación deimpacto ambiental8: es necesariointerpretar estos dos aspectos demanera conglobada. Ello así, porquemientras la ley nacional 26.639 esta-blece una “prohibición tarifada”, exclu-yendo en forma directa y previa a todaactividad incluida en el listado deprohibiciones del artículo 6º, en cam-bio las leyes provinciales someten aEvaluación de Impacto Ambiental atodos los emprendimientos que sepresenten, aun cuando se desprendade su propio título que ellos seencuentran dentro del listado deprohibiciones del artículo 6º. Así lascosas, que se les aplique o no laprohibición pasa a ser materia discre-cional, sujeta al criterio de oportuni-dad, mérito y conveniencia, de laautoridad de aplicación que estasleyes provinciales designan. Va desuyo que consideramos, también eneste caso, que esta disposición esinválida, a mérito de la jerarquía supe-rior de las leyes de PresupuestosMínimos de Protección Ambiental, porlo que establece la ley 26.639.

d) Autoridad de aplicación- autori-dad competente: la distinción quehace el legislador nacional, deja, ennuestra opinión, a las autoridadesprovinciales sometidas a la autoridadsuperior de la autoridad ambientalnacional, la Secretaría de Ambiente yDesarrollo Sustentable de la Nación.Ello así, de la interpretación del signi-ficado de una “autoridad de aplica-

ción” diferenciada de la “autoridadcompetente”. En la legislación, ladesignación de una autoridad de apli-cación siempre va acompañada de laexplicitación de sus funciones. Esdecir que la naturaleza y alcance de laautoridad de aplicación se define encada caso. No ha ocurrido así en estecaso, por lo que podría inferirse quese trata de la autoridad “encargada deaplicar la ley”, a partir del análisis delas palabras que componen la expre-sión. En efecto “autoridad” es quientiene “autorictas”, poder, potestad,facultad, legitimidad (Diccionario RAE22ª ed.) Sería entonces quien tiene elpoder de aplicar la Ley. En ese enten-dimiento, sus decisiones serían obli-gatorias para los administrados, inclu-yendo en ello a las autoridades pro-vinciales (a mérito del juego constitu-cional de toda ley de PresupuestosMínimos). En la eventualidad denegativa de la autoridad provincial acumplir lo dispuesto por la autoridadde aplicación nacional, esta dispon-dría del acceso a la jurisdicción (quetendría que ser federal).

e) Inventario de glaciares: lasleyes (todas ellas) en su artículo 3ºcrean el inventario de glaciares; en el4º disponen a cargo de quién estarásu confección y qué deberá contener;en el 5º fijan el plazo de realización.La identidad es total, con la lógicadiferencia de la autoridad de aplica-ción y el alcance territorial. El inventa-rio nacional abarca todo el país (conlo cual quedarían incluidos los glacia-res de las Islas del Atlántico Sur y laAntártida, como se verá más abajo) y

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8 Es preciso tener presente que “Evaluación de Impacto Ambiental” no es lo mismo que “Estudiode Impacto Ambiental”. En efecto, “Evaluación de Impacto Ambiental” es un procedimiento admi-nistrativo, que habitualmente tiene cuatro pasos (Estudio de Impacto Ambiental; DictamenTécnico; Audiencia Pública y Declaración de Impacto Ambiental), mientras, como queda dicho dela enumeración anterior, Estudio de Impacto Ambiental es el documento que constituye el primerpaso del procedimiento administrativo EIA

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se establece que lo debe realizar elorganismo nacional competente, elIANIGLA, Instituto Argentino deNivología, Glaciología y CienciasAmbientales. Las leyes provinciales,en cambio, encargan el inventario alas autoridades de aplicación quedesignan, autorizándolas a suscribirlos convenios que fueren necesarioscon los organismos nacionales. La leyde Salta, expresamente, mencionacomo sujeto de tales convenios, alIANIGLA.

f) Bien del dominio público delEstado: Un aspecto jurídicamenterelevante, que es mencionado portodas las leyes sobre el tema, es elcarácter de “bien de dominio público”con formulaciones diversas.

La ley de San Juan los establececomo “bien del dominio público delEstado provincial” para enseguidaaludir a la condición de “dueño origi-nario” que el Estado provincial osten-taría sobre los glaciares.9 En nuestraopinión esto es un error, y el texto dela ley es autocontradictorio.

La ley de Salta, en tanto, los definecomo “Bienes del dominio público pro-vincial”. No cabe otra interpretaciónque la de “dominio público del Estadoprovincial”.

La ley nacional, que tiene jerarquíasuperior, como hemos visto, losdeclara “bienes de carácter público”

Ahora bien, dice el Código Civil, artí-culo 2.340 que son bienes del dominiopúblico del Estado “Los ríos, sus cau-ces, las demás aguas que corren porcauces naturales y toda otra agua quetenga o adquiera la aptitud de satisfa-cer usos de interés general, compren-diéndose las aguas subterráneas…”(Inc. 3º).

Sobre esto, hay que hacer algunaspuntualizaciones.

f.1) La aptitud del agua de fusión delos glaciares para satisfacer uso deinterés general es palmaria y eviden-te. Los glaciares, como se ha visto,comprenden agua líquida en susuperficie, en su interior y en su base.El ámbito periglaciar cumple su fun-ción ecológica merced a la sucesiva ycíclica fusión y recristalización, dedonde se sigue que comprenden tam-bién agua líquida. Más aún, la imbri-cación de los “glaciares de roca”, elámbito periglaciar con los “mallines” o“vegas”, como se ha explicado, termi-na, en forma definitiva, de subsumirlos glaciares y el ámbito periglaciardentro del conjunto de los bienes deldominio público del Estado.

127Política ambiental

9 En nuestra opinión esto es un error, a tenor del cual, la ley deviene, en ese punto autocontradic-toria. Los bienes del dominio público del Estado, dice la doctrina pacíficamente y consagra lajurisprudencia sin controversia, no pueden ser de propiedad de nadie, y por la tanto, mal puedehaber nadie que ostente frente a ellos la calidad de “dueño”. El “dueño” en relación a una cosainmueble (como los glaciares) es titular de un derecho real que es inadmisible en el caso deldominio publico del Estado, porque, reitero, dice unánimemente la doctrina y la jurisprudencia,esos bienes son del pueblo como sujeto colectivo, tiene como destino el uso, goce y disfrute porel pueblo, y frente a ellos el Estado tiene como obligación ejercer su poder de policía para quetal uso, goce y disfrute se concrete y llegue a todos los individuos del pueblo que deseen haceruso. Así, también, unánimemente, es concebido en la legislación comparada, como veremos másadelante. Por lo tanto, hablar de la condición de “dueño” del Estado respecto de un bien del domi-nio público, es una contradicción. El Estado sólo es dueño de los bienes que integran su domi-nio privado, que están expresamente definidos por nuestro código civil, pero jamás de los bienesdel dominio público.

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f.2) Significado de bien del “dominiopúblico del estado”: son bienes desti-nados al uso y goce por el pueblo, esdecir, el público. El Estado no ostentasu propiedad -si así fuera no seríanbienes del “dominio público” delEstado, sino bienes del “dominio pri-vado” del Estado, definidos exhausti-vamente por artículo 2342 CC-. En talorden de ideas, el Estado ejercesobre los bienes de su dominio públi-co, el poder de policía que le compe-te con el objeto de asegurar, para elpueblo, el uso y goce que es su desti-no.

f.3) ¿Qué Estado? El provincial quecorresponda, sin duda a mérito delcarácter federal de la República. Sinembargo, no pueden las provinciaslegislar sobre este aspecto -la natura-leza pública de estos bienes- porqueles está vedado a mérito del artículo126 CN “Las provincias no ejercen elpoder delegado a la Nación”. Se tratade legislación civil, y las provinciashan delegado a la Nación la facultadde legislar en materia civil, artículo 75inc. 12 CN (es facultad del Congresode la Nación dictar el Código Civil). Enresumen los glaciares integran eldominio público del Estado de las pro-vincias, porque así lo dice el CódigoCivil, pero por eso mismo, no les espermitido a ellas legislar al respecto.Lo establecido al respecto por lasleyes locales es nulo.

f.4) Con mayor razón, sería de insa-nable nulidad el texto del artículo 1 ley8.144 prov. de San Juan que dice“Los glaciares existentes en el territo-rio de la Provincia constituyen Bienesdel Dominio Público del EstadoProvincial, como dueño originario delos recursos naturales que se encuen-tran en su territorio” por las razonesya expuestas. En la República Ar-gentina nadie es dueño del agua que

corre por los ríos, ni la que puede for-mar los ríos (como los glaciares), ni elagua subterránea. Es pública parauso y goce del pueblo. Contraria-mente, si fuera “dueño”, el Estadopodría enajenarla. Por ejemplo, ven-derla a las empresas mineras paraque, haciendo uso de las facultadesque el artículo 17 CN otorga a todapersona en las cosas que son de supropiedad excluya de su uso y goce atoda persona reservándola exclusiva-mente para sus propios fines. Esto esuna enormidad jurídica absolutamen-te inaceptable. Por eso, es imposibleinterpretar el “dominio originario delos recursos naturales” aplicado alagua en la forma en que pretende ellegislador sanjuanino en la ley 8.144.

5. La actividad jurisdiccional posterior ala sanción

Los fallos del Juzgado federal de San Juan.Suspensión de la ley

La ley 26.639 fue publicada en elBoletín Oficial de la Nación el jueves28 de octubre de 2010. El martes 2 denoviembre, el tercer día hábil y 5º díacorrido posterior a la publicación,cuando la ley aún no era obligatoria, amérito del artículo 2 CC (“Las leyes noson obligatorias sino después de supublicación y desde el día que deter-minen. Si no designan tiempo, seránobligatorias después de los ocho díassiguientes al de su publicación oficial”La ley 26.339 no designa tiempo devigencia.) el Juzgado Federal de SanJuan suspendió la vigencia de losarts. 2, 3, 5, 6, 7 y 15 de la ley 26.639,en autos “AOMA y otros c/Estadonacional p/acción de inconstitucionali-dad”. Seis días después repitió la sus-pensión en sendas medidas cautela-

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res, ambas el mismo día, 8/11/2010,en autos “Barrick Gold c/EstadoNacional p/Ordinario” y “Minera Goldc/Estado Nacional p/Ordinario”

Los tres fallos son idénticos. Tienenla misma cantidad de considerandos,llegan a la misma conclusión, dispo-nen la misma medida. Los “conside-randos” son iguales textualmente, seadvierte la copia automática, el habi-tual “copiar y pegar” hecho con el pro-cesador de texto usual.

En la primera de las causas accio-nan varias entidades sindicales(AOMA Nacional y AOMA SeccionalSan Juan, CGT Seccional San Juan)y dos cámaras empresarias, Cámarade Servicios Mineros de San Juan yCámara Argentina de laConstrucción)

En la segunda de las causas, accio-na la empresa concesionaria minerade la mina “Veladero”, Minera GoldArgentina Sociedad Anónima. En latercera, accionan la empresa conce-sionaria minera de la mina PascuaLama (Barrick Exploraciones Argen-tinas S.A.) y una empresa del mismogrupo, Barrick Gold Corp. (EmpresaMinera Argentina S.A.).

En las tres causas se pide lo mismo:se declare la inconstitucionalidad dela ley 26.639 de PresupuestosMínimos de Protección de Glaciares,incluyendo en cada una de las tresdemandas un pedido de medida cau-telar, la suspensión de la vigencia dedicha ley. Eso es lo que, en los trescasos, concede el juez.

Respecto del artículo 6º de la ley -uno de los que suspende- el juez noconstruye una fundamentación pro-pia. Se limita a reproducir uno de losconsiderandos del decreto 1.837/08,por el cual la Presidenta vetó en sumomento la ley 26.418. No dejamos

de observar que el artículo 6º de la ley26418 y el artículo 6º de la ley 26639son idénticos. Lo transcribimos a con-tinuación:

“Artículo 6º Actividades prohibidas.En los glaciares quedan prohibidaslas actividades que puedan afectarsu condición natural o las funcionesseñaladas en el artículo 1º, las queimpliquen su destrucción o trasladoo interfieran en su avance, en parti-cular las siguientes:a) La liberación, dispersión o dispo-sición de sustancias o elementoscontaminantes, productos químicoso residuos de cualquier naturaleza ovolumen. Se incluyen en dicha res-tricción aquellas que se desarrollenen el ambiente periglacial;b) La construcción de obras de ar-quitectura o infraestructura conexcepción de aquellas necesariaspara la investigación científica y lasprevenciones de riesgos;c) La exploración y explotación mi-nera e hidrocarburífera. Se incluyenen dicha restricción aquellas que sedesarrollen en el ambiente perigla-cial;d) La instalación de industrias odesarrollo de obras o actividadesindustriales.”Ahora bien, dice también el juez que

la ley de la provincia de San Juan8.144, garantiza que no habrá conta-minación.

Transcribimos lo que dice el artículo6º ley 8.144 prov. de San Juan:

“Artículo 6º. Prohibición. Quedaprohibida toda actividad que impli-que la destrucción o el traslado delos glaciares incluidos en elInventario Provincial de Glaciares ointerfiera en su avance, afectandolas funciones señaladas en el artícu-

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lo 1º, todo lo cual será determinadopor la correspondiente evaluaciónde impacto ambiental referida en elartículo 7º.Si el lector realiza la comparación

exegética literal entre el texto de la leynacional y el texto de la ley local,surge con claridad que el “umbral” deprotección de la ley nacional es másexigente que el de la ley local.

Sin embargo, si se realiza una inter-pretación lógico-conceptual y doctri-nal de ambas leyes, y se comparanlos resultados, se verá que ambasdicen lo mismo. Trataré de explicarlo.

a) Interferencia en el avance del gla-ciar: ambas leyes fulminan de prohibi-ción toda actividad cuyos efectos ten-gan ese resultado. Obsérvese que sise realizara minería a cielo abierto y/oexplotación hidrocarburífera en elárea periglaciar, el glaciar no tendríaadonde avanzar, porque el terrenosobre el cual debería hacerlo, siguien-do la pendiente natural, habría desa-parecido. Se constituye así la “interfe-rencia en el avance” que fulmina la leyprovincial que el juez considera comogarantía ambiental.

b) Destrucción del glaciar: La reali-zación de operaciones mineras a cieloabierto en el área periglaciar caracte-rizada por la producción de enormescantidades de material particulado,tendría inevitablemente como efectola potenciación de los volúmenes decryoconita que se depositen en el gla-ciar, porque así es como ocurren lascosas en la naturaleza (artículo 901,Código Civil). En ese orden de ideas,el seguro incremento de sedimentossobre el glaciar, con su consecuenciade modificación negativa del albedodel glaciar (más absorción de energíasolar) tendría como efecto una mayortasa de fusión de hielos, acelerando elretroceso del glaciar, o sea, su des-

trucción. De tal modo, aun con el textode la ley 8.144 de la provincia, esasoperaciones no deberían ser permiti-das por la Autoridad de Aplicación.

c) Afectación de las funciones des-criptas en artículo 1 ley 8.144: se tratade la función ecológica de reserva deagua y recarga de acuíferos. Digamosque tal objeto es exacta y literalmenteidéntico al establecido por artículo 1ºley 26.339. Las dos leyes dicen lomismo.

La recarga de acuíferos opera porinfiltración del agua que llega al eco-sistema basal atravesando el cuerpodel glaciar, con origen en el ecosiste-ma supra-glaciar, su superficie. Ahorabien: la cantidad de agua que puedeatravesar el glaciar de esa forma estádeterminada por la estructura de lasgrietas y canalículos que lo atraviesany el equilibrio hídrico que allí se cons-tituye. Si la tasa de derretimiento seincrementa, generándose más volu-men en la unidad de tiempo, simple-mente lo que ocurrirá es un incremen-to del volumen de escurrimientosuperficial. El volumen en exceso,que escurre por pendiente, se perde-rá porque no podrá ser repuesto amérito del retroceso del glaciar causa-do por el fenómeno que antes descri-bíamos (entre otros). Así las cosas, elproceso de recarga de acuífero quedaafectado en cuanto se amenaza sucontinuidad por el proceso de retroce-so combinado con el mayor escurri-miento superficial.

Por razones de brevedad, no puederealizarse el mismo razonamientopara otros desarrollos desplegadospor el juez como argumentos (no loson, en nuestra opinión).

Como había anticipado, las leyesson iguales, y la protección del ámbi-to periglaciar también está prevista enlas leyes provinciales.

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Reitera el juzgador la misma estruc-tura consistente en insistir en el análi-sis exegético-literal y abstenerse delexamen conceptual.

Pero, además, hay otro aspecto quedebe observarse.

Reiteradamente, se toma el juzga-dor del decreto 1.837/08 de laPresidenta, que fue dictado en otromomento temporal, en otra circuns-tancia política, y que además, no fuereiterado por la Presidenta.

Pero no es todo: la propia provinciade San Juan (y otras) han tomado laestructura básica de la ley que enaquel momento vetó la Presidenta, yhan sancionado leyes locales simila-res y en gran medida idénticas. LaPresidenta ha rectificado su decisiónanterior, manifestando de maneraexpresa que no volvería a vetar losancionado por el Congreso, y, abs-trayéndose de todo ello, es el juez elque intenta hacer cobrar virtualidad alo que la Presidenta ha dicho que yano la tiene, con el condimento adicio-nal de que las Legislaturas provincia-les, incluso la de su propia provincia,han hecho suyas estas normas.

Estos tres fallos -que en realidad sonuno solo, porque son idénticos, copia-dos, cambiando en cada caso losnombres de los actores, y la clausulade contracautela10- adolecen de lafalta de un requisito excluyente: noson conclusión razonada del derecho.

Luego de un análisis minucioso, quetenga en cuenta todos los hechos, lasleyes naturales que los gobiernan ylos factores intervinientes en esteasunto, particularmente el plexo jurídi-

co normativo en su totalidad, resultaimposible encontrar una lógica argu-mental que los sostenga.

6. La proyección geopolíticade la protección de losglaciares: un aspectoausente en el debate

El largo debate sobre la ley deGlaciares, comenzado antes de 2006y que todavía continúa, los numero-sos documentos e incluso los fallosque en el escenario de este debatehan sobrevenido, como hemos vistoen el punto anterior, no mencionan unaspecto cuya omisión no puedo dejarde destacar: la cuestión de los glacia-res en los espacios insulares austra-les de nuestra soberanía y laAntártida.

Los glaciares cubren el 56% de laisla principal de las Georgias del Sur.En cuanto a las Sandwich del Sur, laprincipal isla del archipiélago,Montagu, “está extensamente glacia-da, con aproximadamente el 90% dela isla cubierta de hielo permanente.Las pendientes son generalmentegraduales y a menudo llegan al maren suaves escalones de roca ohielo11”. Las Islas Orcadas, ya dentrodel Círculo Polar Antártico, efectiva-mente ocupadas por la RepúblicaArgentina desde 1904, son abundan-tes en glaciares.

Debe observarse que los glaciaresexistentes en esta región son de tipopolar e incluyen la biodiversidad y losecosistemas propios de tal especie deglaciares. La Argentina no sólo tiene

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10 Eximió de ella a los sindicatos y las cámaras empresarias, y fijó $ 500.000 a Minera GoldArgentina S.A., y $ 1.000.000 a Barrick Gold)

11 “The Islands Encyclopedia”, disponible en http://www.oceandots.com/southern/south-sand-wich/montagu.php

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glaciares en su parte andina continen-tal, como es el caso de Bolivia, Perú,Ecuador o Colombia, que no cuentancon glaciares polares y politérmicos.

La vigencia de derecho de la ley26.639, sancionada por el Congreso,en todo el territorio nacional, incluso elocupado por Gran Bretaña, es indis-cutible. Ello confiere derecho a incluirentre lo reclamado el daño ambientaleventualmente causado al infringir lasdisposiciones de dicha ley.

Restringir la discusión de la cuestiónde los glaciares exclusivamente a losintereses provinciales es un errorestratégico y geopolítico considera-ble. Pone en riesgo la soberaníanacional en áreas en conflicto con lapotencia extranjera ocupante, al pri-var de derecho a la República sobreun aspecto sustancial de sus recursosnaturales. Curiosamente, lo que contanto énfasis los defensores de algu-nas pretensiones provinciales dicendefender.

7. La legislación comparada

La legislación específica protectivade glaciares en el mundo es muyescasa.

La protección surge, generalmente,por aplicación de leyes ambientalesgenerales, aún en el caso de estadosque se encuentran en un ámbito neta-mente glaciario. En otros casos, elinstrumento de la protección es ladeclaración como “parque nacional”del área correspondiente al o los gla-ciares.

Es el caso de las Islas Svalbard, undepartamento de Noruega situado en

el ártico y, por lo tanto, cubierto deglaciares en una parte significativa desu territorio. Sin embargo, el estatutoprotectivo surge de su SvalbardEnvironmental Protection Act12 de lacual emana el principio genérico deproteger todos los hábitats y todos losecosistemas mediante el estableci-miento de “áreas protegidas” (cap. 3).Aun en este caso, no encontramosuna ley de protección de glaciares.

Francia, país que al tener jurisdic-ción sobre los Alpes cuenta en suespacio territorial con importantes gla-ciares, y que además sobresale en lalegislación comparada en materiaambiental por ser uno de los pocoscasos en el mundo donde se ha san-cionado y se encuentra vigente unminucioso código de derecho ambien-tal (Code de l´Environnement13), nocuenta, dentro de ese código, conlegislación específica protectiva delos glaciares. La protección debeinvocarse por vía interpretativa de dis-posiciones generales del código yleyes especiales (Por ejemplo, la “Leyde la Montaña”, de 1985, que estable-ce un estatuto especial para losambientes montañosos, los define yles crea instituciones propias)

En otros casos, se ha establecidoun protección indirecta, como es ladeclaración de “Patrimonio de laHumanidad” respecto del glaciarSermeq Kujalleq, en Groenlandia; osu declaración como “monumentonacional”, caso de la ComunidadAutónoma de Aragón, España, quepor ley 2 de 199014 declaró a los gla-ciares pirenaicos de su jurisdicción enesa condición, sometiendo todo inicia-tiva en esos lugares a un estatutoespecial.

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12 Sitio web oficial del gobierno de Noruega, www.regjeringen.no/en/doc/law 13 Sitio oficial del gobierno de Francia www.legifrance.gouv.fr 14 Sitio oficial de las Cortes de la Comunidad Autónoma de Aragón, http://basas.cortesaragon.es

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En América del Sur existen glaciaresen toda la cordillera andina, desdeVenezuela hasta Tierra del Fuego.Veamos rápidamente el estatuto pro-tectivo de los glaciares de los paísescon jurisdicción sobre la región andi-na, de norte a sur.

Los únicos glaciares de Venezuelase encuentran sobre los picos Bolívar,Humboldt y Bonpland, los tres en laSierra Nevada de Mérida, La protec-ción de este último vestigio (totalizanentre los tres menos de un kilómetrocuadrado) (Iza y Rovere) ha sidodeclararlos Parque Nacional de laSierra Nevada, comprendiendo lostres picos.

En Colombia se llama “nevados” alos glaciares. Los ecosistemas peri-glaciarios tienen allí característicaspropias relacionadas con la altura enla latitud tropical y se los llama “pára-mos”. La ley 99 de 1993, ley generalde Ambiente de Colombia, artículo6115 los declara de “interés ecológiconacional” destinados prioritariamentea la actividad agropecuaria y forestal.No hay legislación específica de pro-tección de glaciares.

Ecuador tiene un área total aproxi-mada de 86 km2 de glaciares. No tienelegislación protectiva específica. Laprotección surge por un artículo de suCódigo Civil (604)16, que declara a los“nevados” como bienes nacionales deuso público. Es lo que aquí llamaría-mos “bien de dominio público delEstado”. La diferencia con nuestrocódigo civil, artículo 2.340, es que en

nuestro caso, la condición de bien deldominio público del Estado viene porvía interpretativa, y en cambio en elcaso del Código Civil ecuatoriano, esexpresa. Dice así “artículo 604: se lla-man bienes nacionales aquellos cuyodominio pertenece a la nación toda. Siademás su uso pertenece a todos loshabitantes de la nación, como el decalles, plazas, puentes y caminos, elmar adyacente y sus playas, se lla-man bienes nacionales de uso públicoo bienes públicos. Asimismo, losnevados perpetuos y las zonas deterritorio situadas a más de 4.500metros de altura sobre el nivel delmar”. Es interesante observar cómo elconcepto de bien del dominio públicodel Estado, lo que pertenece a lanación, que no es otra cosa que elpueblo como persona colectiva y estádestinado al uso colectivo, se encuen-tra aquí de manera expresa. Sinembargo, Ecuador no tiene una leyespecífica de protección de glaciares.En el caso particular de Ecuador, surecientemente modificada Constitu-ción establece la personalidad jurídicade la “Pacha Mama” (la madre tierra,artículo 71) y habilita a toda persona aaccionar subrogándola (artículo 71, 2ºpárrafo)17. En ese entendimiento, yteniendo presente que la cultura andi-na considera a la naturaleza en suconjunto como constitutiva de laPacha Mama, es necesario decir -esteóricamente posible dentro del plexonormativo ecuatoriano a partir de sunueva constitución-, que frente a unaacción que sea considerada agresión

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15 Sitio web oficial de la Alcaidía Mayor de Bogotá, www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur 16 Código Civil del Ecuador, Revista Judicial, www.derechoecuador.com 17 Const. Ecuador, art. 71: “La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene

derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de susciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos. Toda persona, comunidad, pueblo onacionalidad podrá exigir a la autoridad pública el cumplimiento de los derechos de la naturale-za. Para aplicar e interpretar estos derechos se observaran los principios establecidos en laConstitución, en lo que proceda.”

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a los glaciares, sea incoada unaacción judicial por la vía descripta.

En Perú, donde el área cubierta deglaciares es significativamente másimportante (18 macizos andinos,1.600 km2 aproximadamente en 1997)(Iza y Rovere: 37) la protección a losglaciares se encuentra en el decretoley 17.752 de 196918. Esa ley, en suartículo 4º incluye expresamente a los“nevados y glaciares” (inc. “e”) en elámbito material de aplicación de lanorma. Por lo tanto, se le aplicantodas las disposiciones contenidas enel articulado de la ley. El artículo 22,por ejemplo, prohíbe expresamente elvertido de “residuos sólidos, líquidos ogaseosos que puedan contaminar”.También en el caso de Perú, como seve, la protección se instrumenta poraplicación de normas jurídicas gene-rales, no hay legislación específica deglaciares.

En Bolivia la protección también pro-viene de la regulación del agua, con-tenida en la ley de Medio Ambiente1.333 (1992). En su artículo 36 seincluyen las “aguas en todos sus esta-dos” como bienes del dominio origina-rio del Estado, imponiendo su protec-ción y conservación. El artículo 39faculta al Estado a controlar “el verti-do de cualquier sustancia o residuolíquido, sólido y gaseoso que cause opueda causar la contaminación de lasaguas o la degradación de su entor-no.”19. Bolivia no tiene legislaciónespecífica de glaciares.

Chile es el país de América del Surque mayor cantidad y extensión deglaciares tiene, estimada en 20.575km2 (Iza y Rovere: 24). Incluso su pro-

pio nombre en lengua aymara, “Chili”significa “confín helado”20.

Sin embargo, ninguna menciónexpresa se encuentra en la legislaciónchilena vigente respecto de los glacia-res, ni con ese nombre ni como “neva-dos”.

El Código de Aguas chileno, vigente,decreto con fuerza de ley (DFL)1.12221 del 29/10/1981 (gobierno defacto del general Pinochet) divide lasaguas en “marítimas y terrestres”(artículo 1º), establece como sujeto deaplicación del código sólo a las terres-tres, y al enumerar las fuentes deaguas, que clasifica en naturales yartificiales, solo menciona “lagos,lagunas, pantanos, charcas, aguadas,ciénagas, estanques o embalses”.Ninguna mención ni directa ni indirec-ta a glaciares.

Hubo en el parlamento chileno unproyecto de ley de Glaciares. Iniciati-va del senador por Aysen AntonioHorvarth Kiss, fue presentado el16/5/2006 y nunca se transformó enley. Actualmente, informa el Senadode Chile a través de su sitio web ofi-cial22, que el proyecto fue archivado.Vale decir que ese proyecto, en reali-dad no vedaba la “remoción de masasde hielo” del glaciar como “actividadesindustriales”, o la actividad industrialque sea “fuente de polvo u otro conta-minante industrial, distante a menosde 10 km de un glaciar” (artículo 2º,inc. “f”) sino que lo somete a un “estu-dio de impacto ambiental”. Como seve, se trató de un intento de regula-ción sumamente cauto. Aun así, nologró consenso para convertirse enley.

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18 Centro Peruano de Estudios Sociales, “CEPES”, www.cepes.org.pe 19 Sitio oficial del Congreso de Bolivia http://www.congreso.gov.bo/leyes/1333.htm 20 Proyecto de Ley de Glaciares del Senador Antonio Horvarth Kiss21 Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 22 http://sil.senado.cl

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8. Conclusión

- Los glaciares y sus áreas periféri-cas, el ambiente periglaciar y/o elpermafrost sobre el que se susten-tan, constituyen geoformas quecumplen funciones ecológicasdiversas.

- Esas funciones ecológicas excedenen mucho la reserva estratégica deaguas. A esa función, por sí soloimprescindible y merecedora detutela legal, deben agregarse tam-bién la biodiversidad (a través de lavida bacteriana que albergan), laformación de suelos (a través de laactividad del ámbito periglaciar) eincluso se han mencionado indiciosde la presunta relación entre ciclosepidémicos y glaciaciones, a tenorde la posible liberación de microor-ganismos asociada a su fusión.

- La actividad humana amenaza losglaciares por múltiples vías: la cre-ciente quema de combustibles fósi-les es generadora de sedimentoseólicos (cryoconita) que al modificarel albedo de los glaciares aceleransu fusión, el cambio climático quees efecto de la misma causa por víadel incremento de CO2 en la atmós-fera actúa combinadamente incre-mentando el retroceso glaciario porsimple elevación de temperaturamedia.

- La eventual realización de opera-ciones de remoción de grandesmasas de roca y tierra, constitutivade la tecnología denominada glo-balmente “minería a cielo abierto”con su aumento de material particu-lado suspendido en la atmósfera,en áreas cercanas a los glaciares,incrementa sensiblemente los pro-cesos aquí descriptos.

- La realización de dichas activida-

des de remoción en áreas peri-gla-ciares, directamente destruye unageoforma que cumple una funciónecológica como creadora de eco-sistemas (por ejemplo, los mallinesy vegas, que no son otra cosa quehumedales de montaña, protegidospor la convención Ramsar).

- A pesar de los peligros que entra-ñan las amenazas a los glaciares,la legislación comparada muestramuy escasos y dispersos intentosregulatorios protectivos, en generalindirectos.

- La Argentina quizás se haya con-vertido, a tenor de la ley 26.639, enel primer país del mundo en contarcon un cuerpo legal que específica-mente protege los glaciares y suámbito peri-glaciar en su calidad degeoforma, de manera autónoma, yno como derivación de la proteccióngenérica otorgada por leyes am-bientales o más aún, leyes civiles.

- Frente a dicha iniciativa legislativa,aparece la concesión judicial demedidas cautelares, sin argumenta-ción propia, en una decisión queademás no se presenta como con-clusión razonada del derecho.

- Por otra parte, la decisión judicialignora que la ley 25.675 contieneidéntica normativa en cuanto a laobligatoriedad del EIA que tanto cri-tica en la ley 26.339, la que sus-pende. Estando vigente la ley25.675, igualmente podrían objetar-se desde dicha normativa las activi-dades a cuya protección atendió elfallo del Juzgado federal de SanJuan.

- Tampoco se sostiene el argumentoque aparece subyacente en dichadecisión judicial, respecto de unasupuesta imperativa necesidad dedesarrollar recursos mineros en

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áreas periglaciarias, tema sobre elque no tiene sentido que me extien-da en este artículo, ya que lo hanhecho especialistas en economía(yo no lo soy) con admirable preci-sión y solvencia (Narodowsky yGarnero, 2010) .

- Es preocupante la ausencia en eldebate público generado por esteasunto, de las implicancias estraté-gicas de naturaleza geopolítica queel mismo tiene: la República sopor-ta la ocupación de territorios insula-res en los que una explotación derecursos naturales en áreas glacia-

rias podría tener serias consecuen-cias para el patrimonio nacional. Amás de ello, a tenor de la larga eininterrumpida presencia de laRepública en la Antártida, mayorreservorio mundial de glaciares,permafrost e incluso lagos subgla-ciares, un ecosistema cuyas carac-terísticas no se han expuesto enrazón de la brevedad, no se com-prende cómo no haya estado endebate la proyección que la Ley26.639 tiene en este sentido para ladefensa de la soberanía nacional.

Febrero 2011

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El Ingreso Universal El Ingreso Universal de Arrow y Debreu*de Arrow y Debreu*

Política y economía

* Son bienvenidas todas las críticas y sugerencias a la dirección de correo electró[email protected]

** Licenciado en Economía y en Ciencia Política (UBA), Maestrando en HistoriaEconómica y de las Políticas Económicas (UBA), Docente FCE-UBA y FCS-UBA,Asistente de Investigación SEPHILA-FFyL-UBA, Candidato a Becario Doctoral CEIL-PIETTE (CONICET). Integrante del Grupo de Estudios del IADE.

Podemos afirmar que el devenir del neoliberalismogeneró transformaciones mucho más profundas quelas reformas institucionales en favor del libre mercado.Estas fueron acompañadas por cambios en las formasde pensar, de expresarse y de comunicarse. El IngresoUniversal recogió los catastróficos resultados del neo-liberalismo en materia de indicadores sociales, mas sufundamentación teórica -por no decir su ideologíalatente- está muy fuertemente embebida en el pensa-miento neoliberal, con lo que no la concebimos comouna superación de este último sino, por lo contrario,como una forma de expresión maquillada de sus ideasprincipales.

Nico lás Dvoskin**

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139El Ingreso Universal

Introducción: la búsquedadel bienestar social

La pregunta por el bienestarsocial es uno de los vínculos másrecurrentes entre las cienciassociales y las premisas éticas.Muy posiblemente, detrás delpensamiento de todo cientistasocial esté la pretensión de contri-buir, a su manera, con el bienestarsocial. Aun más, posiblementedetrás de los argumentos de todoencargado de tomar decisionesde políticas públicas subyazgauna referencia a garantizar el bie-nestar de la sociedad. Sin embar-go, a lo largo de los tiempos, loslugares y los modos de pensar elconcepto de bienestar social haido mutando. Más aun han idomutando las respuestas que sehan propuesto a fin de alcanzar -oal menos aproximarse- al preten-dido paraíso del bienestar social.

Más allá de que se elaborencomplejos índices para estableceren qué países se está más cercadel bienestar social respecto deotros, nunca alcanza el mero pen-samiento de las ciencias socialespara entender el concepto. Lo quepara algunos es bienestar no lo espara otros, y si bien podemos afir-mar que ciertos criterios de medi-ción tienen una pretensión deobjetividad no del todo falaz(como por ejemplo, la utilizaciónde la esperanza de vida al nacercomo indicador de bienestar),detrás de toda construcción con-ceptual del bienestar social seesconden premisas éticas. Más

allá de que incluso desde lamisma semántica del término estoes ineludible (bienestar deriva dela palabra “bien”, que es justa-mente la principal valoración deun juicio ético), detrás de la bús-queda del bienestar social siem-pre habrá concepciones acercade qué es una sociedad buena,qué es un mundo bueno, qué esun hombre bueno, e incluso -tra-yendo a colación la principal pre-gunta de la ética kantiana- qué esuna acción moralmente buena.

Al rechazar los postulados deuna ética universal y apriorística,entendemos que todo juicio éticoestá necesariamente mediado porlos principios ideológicos de cadamomento histórico. De este modo,si en algún momento fue entendi-da como moralmente buena todaacción que se circunscribiera conlos dogmas celestiales, en otromomento se entendió como mo-ralmente buena toda acción quecontribuyese al progreso de lahumanidad en su conjunto.Entonces, el camino del bienestarsocial -ahora sí siguiendo a Kant-no puede autonomizarse delcamino en pos de la realización deuna vida moralmente buena.

Sin pretender realizar aquí unagenealogía del concepto de bie-nestar social, podemos arriesgarque con el devenir del siglo XXeste concepto toma una fuerzanunca antes conocida, en la medi-da en que la entrada al siglo XXtambién puede ser pensada -siguiendo a Antonio Annino-como el surgimiento de la demo-

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cracia como principal categoría dela política (Annino, 2010:2). El bie-nestar social, entonces, ya nopuede fundirse en las premisasdel mero orden social -propio de laética tomista que reinó hasta losalbores de la modernidad- ni tam-poco en las del liberalismo deci-monónico, para el cual el bienes-tar sólo podía pensarse comozanahoria de la acción o comodevenir futuro, pero nunca comoun derecho. De allí, que democra-cia y liberalismo hayan estadoenemistados hasta entrado elsiglo XX (Annino, 2010:2). Lademocracia como ideología pre-dominante obliga al siglo XX apensar el bienestar social en clavede derechos, más precisamentede derechos sociales. No casual-mente los momentos de mayorexpansión de lo que hoy conoce-mos como democracia de masascoinciden con los de mayor garan-tía mundial de este tipo de dere-chos. La famosa frase de EvaPerón “donde existe una necesi-dad, nace un derecho” es indiso-ciable de la democracia.

Si el siglo XX necesariamentenos lleva a discutir propuestaspara alcanzar el bienestar socialen clave de derechos sociales, losenormes vaivenes del siglo sontambién variaciones en lo que seconcibe como derechos y en elcamino mediante el cual alcanzar-los. Particularmente el siglo XXes, además del siglo de la demo-cracia, el siglo del neoliberalismoy, como si fuera poco, de un tipode neoliberalismo -en especial

desde mediados de los años ’80-que reclama para sí el monopoliodel concepto de democracia. Elderrumbe del otro tipo de demo-cracia no hace más que agigantareste reclamo. Esto no puede sinoproducir un estallido conceptual,una crisis terminal de la tríadaderechos-bienestar-democracia.

Frente a esta crisis es que sur-gen desde las academias delmundo propuestas para recons-truir los caminos del bienestarsocial. Una de ellas es la autode-nominada alternativa del IngresoUniversal, también conocido co-mo Ingreso Básico o Ingreso Ciu-dadano, originalmente presentadopor los sociólogos holandesesRobert van der Veen y Philippevan Parijs en 1986. Esta alternati-va consiste, principalmente, en laentrega a todos los ciudadanos dedeterminado territorio de una can-tidad de dinero equivalente a lacanasta básica de bienes. De estamanera, se entiende que se solu-cionarán los problemas endóge-nos de una economía crudamentecapitalista sin caer en las inefi-ciencias y rigideces de las estruc-turas estatales de bienestar. En elfamoso ensayo disparador de ladiscusión, llamado Un caminocapitalista hacia el comunismo(1986), van der Veen y van Parijsafirman creer que, ante la crisis delos socialismos reales, “hay otrocamino hacia delante, una alter-nativa radical al socialismo, quecombina factibilidad y deseabili-dad en dimensiones sorprenden-tes y que, por lo tanto, vale la pe-

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na considerar” (van der Veen yvan Parijs, 1986a: 635). Se trata,según los autores, de una pro-puesta “económicamente factibley éticamente deseable” (van derVeen y van Parijs, 1986a: 636).Precisamente a partir de estosdos principios es que se encuadrael presente trabajo: ¿qué signifi-can realmente el deseo ético y lafactibilidad económica? Respectode lo primero, las líneas prece-dentes ya han iluminado sobre-manera la imposibilidad de queuna premisa ética sea objetiva yuniversal. Respecto de lo segun-do, es donde más fuertemente ha-remos hincapié: ¿qué escuelas depensamiento económico ponen elacento en la factibilidad de unamedida y hasta qué punto puedela factibilidad convertirse en unlímite a la conquista de derechos?Sin ir más lejos, ¿pueden convivirla búsqueda de la factibilidad y lapretensión de que las necesida-des constituyen derechos? Expre-sado de otro modo: ¿la preguntapor la factibilidad no tiene, a suvez, una dimensión propiamenteética?

A lo largo de este pequeño ensa-yo pretendemos, entonces, explo-rar los fundamentos económicosque subyacen detrás de la pro-puesta que se supone a sí mismaéticamente deseable del IngresoUniversal, para así desnudar quétipo de concepciones acerca delbienestar social devienen de ella.

El fin de la providencia y elnuevo reino del mercado

El tema que nos convoca en esteartículo necesariamente debe si-tuarse en la crisis de los Estadosde Bienestar en Europa durantelos años ’70 y ’80, ya que es ellala que dispara, como afirmamosantes, el estallido del consenso deposguerra, la nueva hegemoníaneoliberal y, consecuentemente,el surgimiento de propuestas quepretendan hacer frente a la nuevarealidad. El modelo del Estado deBienestar será el punto de refe-rencia a partir del cual analizare-mos las transformaciones acaeci-das durante la égida del neolibe-ralismo y, también, las reformasque, como el Ingreso Universal,son indisociables de esta coyuntu-ra histórica.

Sin pretender realizar aquí unadescripción exhaustiva de losEstados de Bienestar -muy disími-les entre sí-, comenzamos esteacápite presentando este modelode articulación entre sociedad yEstado, en la medida en que estonos facilitará la definición de loselementos centrales del quiebreanteriormente citado. La especifi-cación del paradigma del bienes-tar puede situarse en el análisisde las sociedades europeas conti-nentales entre 1950 y 1970. Sibien los modelos son heterogéne-os, decidimos partir -justamentepara proponer contrapuntos teóri-cos y no divergencias sobre casosempíricos- de las mismas referen-cias que van der Veen y van Pa-

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rijs: un tipo ideal de Estado deBienestar de la Europa continen-tal.

En términos estrictamente eco-nómicos, nos referimos a un mo-delo definido por Benjamin Coriat(1992) como la “era de la produc-ción en serie de productos indife-renciados” (Coriat, 1992:23) o“edad de oro del fordismo” (Coriat,1992:24). Sin la necesidad decaer en las explicaciones deldeterminismo tecnológico, asumi-mos como referencia necesaria elhecho de que las formas de pro-ducción del período en cuestiónrequieren una producción masivapara aprovechar al máximo la pro-ductividad potencial. Ello devieneen la necesidad de un consumomasivo que pueda comprar el pro-ducto en cuestión y, por ende, loselevados salarios y la alta tasa deocupación que permitan a lamayoría de la población acceder aun nivel de ingresos con poder decompra. De allí surge la afirma-ción de Alain Lipietz (1997),siguiendo el conocido modeloesquemático de Amit Bhaduri yStephen Marglin (1990), de que“la demanda estaba tirada por lossalarios” (Gartman, 1998:3).

De este modo, el propio sistemade producción incorporaba, no sincontradicciones, las precondicio-nes de una sociedad inclusiva. ElEstado de Bienestar también pue-de ser leído como la forma políticade canalización de las necesida-des de este sistema productivo.En contraposición con el pasadoliberal, en el que se entendía que

la configuración del rol del Estadohabría de ser únicamente la de lagarantía de las condiciones jurídi-cas de la libre empresa privada,este sistema requiere un tipo depresencia mucho mayor, en lamedida en que en este caso lamera agregación de voluntadesindividuales que buscan maximi-zar su beneficio no conduce albienestar general.

Al empresario individual le con-viene pagar salarios bajos y quetodos los demás empresariospaguen salarios altos. La imposi-bilidad de una lógica atomística detoma de decisiones se vuelve deeste modo evidente. Un Estadoque garantice, a través de nego-ciaciones tripartitas y sistemas deprotección social, que todos -ocasi todos- tengan un salario sufi-cientemente alto pasa a ser unanecesidad de la sustentabilidaddel sistema.

A su vez, los mecanismos detransferencia de recursos propiosde este modelo son principalmen-te dos: las jubilaciones y los segu-ros de desempleo. El primero, pa-ra que el trabajador siga teniendopoder de compra una vez retiradode la población económicamenteactiva. El segundo, para que eltrabajador retenga su poder decompra mientras se mueve de untrabajo a otro. En todos los casos,se trata de sistemas contributivosdonde son los propios trabajado-res los que financian su seguridadsocial, mas con el paraguas delEstado.

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143El Ingreso Universal

Sin embargo, como afirmamosen la introducción, el Estado deBienestar conlleva una dimensiónmás: la democracia como ideolo-gía. Uno de los principales cimien-tos de este modelo se vincula conlos derechos de ciudadanía. Asícomo en el siglo XIX liberal alcan-zaban los derechos civiles queresguardan la propiedad privada,y alrededor del cambio de siglo severificó la necesidad de salva-guardarlos configurando derechospolíticos, la segunda posguerraincorpora dos dimensiones quecambian el eje del concepto dederecho: los derechos sociales ylos derechos humanos. Se cons-truyó un criterio de ciudadaníaampliada que dotó de legitimidada los Estados para intervenir en laeconomía no sólo siguiendo laspautas de la sintonía fina macroe-conómica, sino construyendomarcos normativos que, antetodo, resaltaran la figura del dere-cho colectivo. De este modo, laconstrucción conceptual de la se-cuencia de derechos de ThomasMarshall (1950) nos parece erró-nea, en la medida en que estosúltimos derechos -sobre todo losderechos humanos- no debenpensarse como acumulaciónsobre los anteriores, sino como uncambio de eje respecto al sujetoposeedor de los mismos y al tipode legitimidad que ellos confieren.

Se podría afirmar que mientraslas condiciones económicas -sobre todo, del mundo de la pro-ducción- de los párrafos anterio-res se cumplan, no habrá contra-

dicción con las prerrogativas deciudadanía expuestas. ¿Qué ocu-rre con ellas cuando la estructuraeconómica empieza a mostrarcontradicciones?

Daniel Azpiazu, Eduardo Ba-sualdo y Hugo Nochteff (1988) a-firman que “hacia fines de la déca-da de 1960 se comenzó a percibiruna caída del ritmo de acumula-ción de capital que […] indica unagotamiento de las potencialida-des del paradigma tecnológico -económico dominante” (Azpiazu,Basualdo y Nochteff, 1988:18).David Gartman (1998) agrega que“a diferencia del relativamenteigualitario mercado fordista, dirigi-do al amplio grupo de ingresosmedios, el mercado posfordista esfragmentado y desigual” (Gart-man, 1998:125).

Las propias contradicciones -olímites- de los Estados de Bie-nestar abren la puerta al retorno,más salvaje que nunca, de laspremisas liberales. Lo que antesera seguridad social pasa a serconsiderado un desincentivo altrabajo -aquí la figura principal esel seguro por desempleo-. Lo queera la regulación estatal pasa aentenderse como la ineficienciade las oxidadas burocracias. Lasnegociaciones tripartitas se con-vierten en restricciones sindicalesal aumento del empleo. Las em-presas estatales de serviciospúblicos se convierten en el sím-bolo de la ineficiencia estatal. Ensíntesis, se configura un paradig-ma que resalta los criterios queexpusiera treinta años antes

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Friedrich von Hayek (1947), se-gún los cuales toda lógica contra-ria al libre mercado no es otracosa que un camino de servidum-bre y, más explícitamente, “cual-quier intento de intervenir […] pri-va a la competencia de su facultadpara realizar una efectiva coordi-nación de los esfuerzos individua-les” (von Hayek, 1947: 38).

Lo que propone entonces el neo-liberalismo es el fin de las instan-cias reguladoras, mediadoras,organizadoras y, en gran medidaplanificadoras de las institucionesno mercantiles que componían lassociedades de la época. No essólo un ataque al Estado por suineficiencia, sino, ante todo, unataque a las capacidades organi-zativas extramercantiles de la so-ciedad.

¿Qué hacer entonces con la bús-queda del bienestar? Si bien losaugurios neoliberales tendieron aplantear que toda intervenciónsería innecesaria -cuya principalreferencia es, indudablemente, laobra de Francis Fukuyama(1989)-, rápidamente quedó de-mostrado que, por lo menos en elcorto plazo, no se podría garanti-zar el bienestar de toda la pobla-ción. De este modo, frente a lapretendida ineficiencia de las rígi-das estructuras del período ante-rior, se propone una reforma delas políticas de bienestar que,ante todo, no obstruya el funcio-namiento de los mercados libera-dos. Joel Handler y Amanda Bab-cock (2006) resumen con preci-sión este viraje:

“Al participar en actividades labora-les o relacionadas con el trabajo, lossocialmente excluidos […] se con-vierten en incluidos. Los ciudadanostienen responsabilidades. La ciuda-danía social pasa de status a contra-to.” (Handler y Babcock, 2006: 3)

Esta transformación de los crite-rios de ciudadanía no puede sinodeformar la legitimidad de la de-mocracia. Si antes democraciaera inclusión social, hoy democra-cia se convierte, de acuerdo conel paradigma neoinstitucionalista,en un mero compendio de reglasde juego (Sartori, 2003). La demo-cracia se restringe a la esfera dela competencia electoral y olvidasus prerrogativas colectivas. Enotras palabras, la nueva democra-cia se desprende de la últimageneración de derechos y sólo secimenta en los derechos civiles ypolíticos, aquellos capaces de sin-tetizarse en reglas mínimas, másallá de las cuales ha de regir lamás plena libertad individual.Cuando Handler y Babcock plan-tean que la ciudadanía se convier-te en un contrato, se refieren aque ella pasa a ser voluntaria,fragmentaria y parcial; es decir, entérminos del debate introductorioal presente trabajo, que deja deser una condición necesaria delbienestar social.

¿Cuál es el elemento central quepermite que una política públicano interfiera en la dinámica de losmercados? Pues bien, nos referi-mos al incentivo individual. El pa-radigma neoliberal plantea que lasestructuras de intervención de los

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Estados de Bienestar desincenti-vaban el esfuerzo individual algarantizar comodidades sin sucorrespondiente contraparte. Enotras palabras, establecían unadiferenciación entre la retribuciónal trabajo (salario) y la contribu-ción del mismo (productividadmarginal), que generaba ineficien-cias insostenibles en el largoplazo. Por supuesto, detrás estála pretensión de que en un merca-do libre estos tenderán no sólo aigualarse, sino a hacerlo estable-ciendo un nivel de pleno empleo.La propuesta de política de bie-nestar neoliberal, entonces, radi-ca en garantizar condiciones devida a toda la población sin gene-rar este hiato entre contribución yretribución. Es decir, las políticaspúblicas deben consistir, ante to-do, en menúes de incentivos a laspersonas, de modo que siempreprefieran ofrecer su fuerza de tra-bajo en el mercado a participarcomo beneficiarios de los progra-mas públicos.

De este modo, los programassociales del neoliberalismo -queen los países en desarrollo tuvie-ron su apogeo en la segundamitad de la década de los ’90- sonestilizadamente focalizados, tran-sitorios y voluntarios, con el obje-tivo explícito de combatir losnúcleos más duros de la exclusiónsocial y que los beneficiarios sereposicionen rápidamente en elmercado de trabajo convencional.En cuanto a la seguridad social,las reformas tendieron a eliminar

el estatus contributivo colectivodel sistema para transformarlo enuno de capitalización, según elcual, en su versión más exagera-da, no se trata de que el trabaja-dor conserve su ingreso despuésde retirado sino de que el indivi-duo, si así lo desea, deposite suahorro en una caja que, con inte-reses, le retribuirá su inversión enel futuro. El trabajador aseguradose convierte en prestamista. Así,la seguridad social de hoy pasa adepender de las expectativas indi-viduales sobre las ganancias demañana.

Es precisamente en este contex-to en que se desarrolla la iniciativadel Ingreso Universal. Ante la opo-sición de los modelos del Estadode Bienestar y del neoliberalismo,van der Veen y van Parijs creenque han encontrado una fórmulaque evite los inconvenientes deambos. En los próximos acápitesveremos qué fundamentos se es-conden detrás.

Del debate político a lateoría económica

La teoría económica jugó unpapel imprescindible en la funda-mentación de las reformas pues-tas en práctica con el devenir delneoliberalismo. Así como el mar-ginalismo de la primera hora ci-mentó en términos teóricos laconstrucción del mundo liberal de-cimonónico, no es casual que lasreformas tendientes a destruir alos Estados de Bienestar hayan

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sido contemporáneas del antikey-nesianismo monetarista y, másadelante, de la incorporación delas expectativas racionales en elanálisis económico. Sin embargo,en este trabajo pretendemoshacer referencia a un momentointermedio de la tradición margi-nalista, durante el cual esta esta-ba alejada de las discusiones dela macroeconomía y recluida enuna microeconomía que operócomo refugio. Nos referimos aldesarrollo de la escuela neoclási-ca de los años ’50, caracterizadopor la pretensión de recuperar -con mayor rispidez matemática- lanoción de equilibrio general quehabía caracterizado al marginalis-mo walrasiano y que había sidodesplazada durante la égida delmarginalismo de Marshall.

En particular, una de las ramasmediante las cuales se desarrollóla escuela neoclásica en esteperíodo -signado por la hegemo-nía del keynesianismo en la ma-croeconomía- es la de la teoría delbienestar. En ella, entre quienesmás se destacan se encuentranlos economistas de la Universidadde Chicago Kenneth Arrow yGerard Debreu. En un trabajopublicado en 1954 ellos afirman losiguiente:

“Es bien sabido que, bajo determina-dos supuestos sobre las preferen-cias de los consumidores y las posi-bilidades de producción de los pro-ductores, la asignación de recursosen una economía competitiva esóptima en el sentido de Pareto […],y al revés toda asignación Pareto-

óptima de recursos puede ser alcan-zada por un equilibrio competitivo.”(Arrow y Debreu, 1954: 265).

Más adelante, en el mismo tra-bajo, los autores afirman que deaquella afirmación se derivarándos teoremas, uno en cada senti-do de la causalidad expresada, yque, incluso, para el caso delsegundo de ellos se podrán suavi-zar los supuestos respecto de laposibilidad de sustitución perfectaen la esfera de la producción (A-rrow y Debreu, 1954: 266). Enrealidad, según afirman los pro-pios Arrow y Debreu, estas con-clusiones ya habían sido anuncia-das por Abraham Wald en 1936,pero este no había podido llegar auna demostración matemáticaaún (Wald, 1951: 403). De estemodo, el énfasis de Arrow y De-breu es estrictamente matemáti-co. Esto no es casual: frente a lacrisis teórica que había desatadola crisis del ’30, y el nuevo para-digma inaugurado por Keynes -o,sin pretender entrar en esta discu-sión, por quienes afirmaron inter-pretar la obra de Keynes-, la teo-ría neoclásica no podía hacerreferencia a la empiria ni muchomenos a la historia. Los neoclási-cos encontraron su refugio en lacomplejización matemática, con lapretensión de demostrar medianteteoremas lo que había sido enun-ciado por los primeros marginalis-tas ochenta años antes. De he-cho, en otro trabajo publicado elmismo año, Gerard Debreu afirmaque lo que hacen los dos teore-mas es dar sustento lógico-mate-

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mático a “antiguas creencias de laeconomía” (Debreu, 1954: 588).Sin embargo, detrás de lasdemostraciones existen funda-mentos teóricos que incluso difie-ren parcialmente de aquellosexpuestos por los neoclásicos quesí harán uso de la empiria, preci-samente ante la crisis de los Es-tados de Bienestar.

De hecho, podemos afirmar quees el primero de los teoremas(aquel que afirma que todo equili-brio al que se accede competitiva-mente reúne los criterios de opti-malidad paretiana) (Arrow y De-breu, 1954: 279) el que se inscri-be casi linealmente en la tradiciónabierta por Walras y continuadapor Wald. El segundo de ellos(aquel que afirma que a todo equi-librio óptimo se puede accedermediante mecanismos competiti-vos de mercado, y que por endehabilita la redistribución inicial dedotaciones, ya que aun así elresultado será eficiente -Arrow yDebreu, 1954: 281-), más allá deinscribirse en la misma línea defundamentos teóricos, incorporauna dimensión nueva al darle a laescuela neoclásica otro elementoen términos de distribución delingreso. Así como los criterios pa-retianos de optimalidad no intro-ducen ninguno de validez distribu-tivo, este segundo teorema pre-tende validar la lógica de los mer-cados competitivos tanto desde laoptimalidad de Pareto comodesde la pretensión de una socie-dad igualitaria. No es casualidadque la preocupación de los neo-

clásicos por la distribución delingreso sea justamente durante laformación de los Estados deBienestar y, sobre todo, tras la en-trada en vigor de los nuevos tiposde derechos que introdujimosanteriormente.

Los dos teoremas del bienestar,entonces, configuran la demostra-ción de que las economías demercado son el camino ineludiblehacia el bienestar social. En equi-librio, los excesos de demanda detodos los mercados se igualan acero, con lo que todos los merca-dos se vacían, cumpliéndose lasprerrogativas de la economía wal-rasiana de intercambio puro. Deesta manera, entre otras conclu-siones, se llega a que el equilibrioalcanzado mediante la competen-cia es tal que hay pleno empleode todos los factores de produc-ción, incluyendo el trabajo. Se tra-ta de una argumentación que, aligual que toda la teoría neoclási-ca, se sostiene en la ley de Say.Esto quiere decir que no es nece-saria la intervención externa almercado para garantizar el plenoempleo. En todo caso, a partir delsegundo teorema podemos pen-sar que el pleno empleo al que sellegará incluirá una distribucióndel ingreso no deseada, con loque ella podrá modificarse. Decualquier manera, resulta notorioque la escuela neoclásica busca,a partir de esta economía del bie-nestar, apropiarse de criterios delegitimación de los fundamentosteóricos que le eran propios aotras escuelas y ajenos a ella: es

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de por sí novedoso el solo hechode que un neoclásico mencione lapalabra bienestar.

Vale la pena resaltar otro de lossupuestos mencionados por losautores, pues será de extrema uti-lidad a la hora de comparar estosteoremas con la problemática delbienestar presentada al inicio deltrabajo. Arrow y Debreu señalanque “para tener equilibrio, es ne-cesario que todo individuo poseaalgún activo o sea capaz de ofre-cer cierto trabajo que comande unprecio positivo en el equilibrio”(Arrow y Debreu, 1954: 270). Deaquí surgen dos conclusiones. Laprimera es que la oferta de traba-jo lleva al equilibrio -lo cual nohace más que confirmar el plenoempleo en el mercado de trabajocomo consecuencia de este mo-delo-. La segunda es que quiennada puede ofrecer obstaculiza elproceso de acceso al equilibrio.De este modo, mientras todos ten-gan algo que ofrecer, habrá equili-brio (y recordemos la valoraciónpositiva que tiene el concepto deequilibrio en este enfoque teóri-co).

Si bien esta economía del bie-nestar ha sido interpretada mu-chas veces como la autorizaciónde la teoría neoclásica para laintervención del Estado en la eco-nomía, rápidamente vemos queésta es extremadamente limitada.Al reconocerse únicamente laposibilidad de modificar dotacio-nes iniciales, se entiende que elrol de lo extra mercantil -en este

caso, el Estado- ha de ser extraeconómico. Esto es, se permiteuna instancia no mercantil deredistribución de dotaciones, masde ninguna manera se ponen enjuego los procedimientos mercan-tiles posteriores. Es decir, el roldel Estado sigue siendo absoluta-mente limitado, y la caracteriza-ción del mercado como único a-signador eficiente de recursossigue vigente.

¿De qué manera se produce,entonces, la trayectoria teóricaque va desde la economía neoclá-sica del bienestar al monetarismoque fundamentará las estrategiasde reestructuración puestas enpráctica por el neoliberalismo?¿En qué medida este último senutrirá de los desarrollos teóricosde sus predecesores?

Pues bien, si suponemos que eltrabajo académico que inaugurólas críticas a la macroeconomíakeynesiana y a los Estados deBienestar es el de Milton Fried-man (1970), el trayecto es bastan-te simple. Friedman afirma que elproblema de la macroeconomíakeynesiana está en el ajuste haciael largo plazo, donde ha de tener-se en cuenta el marco conceptualde la teoría cuantitativa del dinero(Friedman, 1970: 223). Si bien lateoría keynesiana podía servirpara determinar los niveles nomi-nales de las variables en el cortoplazo, esta esencializaba las rigi-deces de precios y salarios. Alpreguntarse entonces qué marcoteórico sí permite acceder a los

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resultados de largo plazo de lasvariables nominales con el apoyode la teoría cuantitativa del dinero,la vinculación entre Arrow yDebreu y el monetarismo de losaños ’70 se vuelve evidente:

“Al menos existe una bien desarro-llada teoría económica, resumida enlas ecuaciones walrasianas de equi-librio general, que explica qué deter-mina el nivel de producto, de mane-ra tal que las ecuaciones elegidaspara el análisis pueden ser conside-radas como un subconjunto de unsistema completo. Es por eso que[…] esencialmente todos los econo-mistas teóricos, más allá de quémodelo prefieran para el análisis decorto plazo, aceptan la teoría cuanti-tativa del dinero, completada por lasecuaciones walrasianas, como váli-da para el equilibrio de largo plazo.”(Friedman, 1970: 222)

Friedman reclama, entonces, elretorno a Walras. A su vez, fueronArrow y Debreu quienes, desdesus teoremas, permitieron demos-trar matemáticamente los postula-dos walrasianos. De este modo,en gran medida el fundamentoteórico de la avanzada monetaris-ta contra el keynesianismo en-cuentra sus cimientos en los apor-tes de la economía del bienestar.Friedman no tiene que demostrarla conveniencia de sus propues-tas, simplemente recupera elmarco teórico para el cual Arrow yDebreu han demostrado, dieciséisaños antes, lo óptimo de sussugerencias y prescripciones.

El desarmadero del IngresoUniversal

La pregunta que sigue pareceser evidente: ¿en qué medida eldevenir teórico desarrollado en elapartado anterior se relaciona conlas propuestas de Ingreso U-niversal que presentamos en elinicio de ese trabajo?

Para responder a esta pregunta,comenzamos desarrollando conmayor precisión la propuesta delIngreso Universal. Al respecto,Van der Veen y van Parijs (1986b)sintetizan su sugerencia de lasiguiente manera:

“Lo que llamamos ‘primera transi-ción’ se refiere al movimiento delcapitalismo de Estado de Bienestaral capitalismo de la beca universal,es decir del reemplazo de un granconjunto de actuales acuerdos deseguridad social y legislación laboralen países capitalistas avanzadospor un monto suficiente que cubralas necesidades fundamentales yque sea otorgado de modo total-mente incondicional a todo indivi-duo.” (van der Veen y van Parijs,1986b: 723)

Sin embargo, los autores preten-den inscribir su propuesta no en eldebate acerca de la pertinencia delos Estados de Bienestar sino enel seno de las discusiones sobrela viabilidad del socialismo. Sin irmás lejos, afirman que sus suge-rencias “son completamente con-sistentes con las últimas visionesde Marx sobre el tipo de futuro porel que habría que luchar, así comocon su proclama de que son las

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condiciones materiales lo que de-termina qué luchas tienen sentidohistórico” (van der Veen y vanParijs, 1986a: 635). De estemodo, la ‘segunda transición’ pro-puesta no es otra que el caminohacia el comunismo: una socie-dad en la que rija el lema “a cadacual según sus necesidades, decada cual según sus capacida-des” (van der Veen y van Parijs,1986b: 723).

Joseph Carens (1986) intentóresponderles inscribiendo precisa-mente su crítica en la pretensiónde alineamiento con el pensa-miento de Marx que van der Veeny van Parijs esgrimieron. El plan-teo de Carens se sintetiza en quela propuesta presentada no prestaatención a los sentimientos depertenencia colectivos ni a cues-tiones morales vinculadas con lasolidaridad interpersonal (Carens,1986: 679). La respuesta de vander Veen y van Parjis, justamente,da cuenta del marco teórico sobreel que se establece su propuesta.Ellos señalan que esta “enfática-mente no consiste en cambiosmotivacionales sino en reformasinstitucionales” (van der Veen yvan Parijs, 1986b: 724).

De este modo, el camino hacia elbienestar social tiene como únicacondición la transformación de lasinstituciones, y la conducta huma-na habrá de adaptarse a ello sindificultades. En la construcción deuna sociedad igualitaria, no jue-gan ningún papel los sentimientosde pertenencia colectivos. Si exa-

jeramos el argumento, podemosplantear que si la reforma de lasinstituciones es suficiente, no haynecesidad de garantizar dere-chos. Si los derechos de ciudada-nía constituyeron un sentido depertenencia legitimado por el valorde la democracia, esto ya no esnecesario en la sociedad ideal. Sila propuesta es que cada indivi-duo haga lo que quiera, no sonnecesarios los canales interperso-nales que, precisamente, constitu-yen la dimensión real de la demo-cracia.

Van der Veen y van Parijs tam-bién afirman que es necesariosostener una estructura de seguri-dad social basada sobre la libreelección individual debido a que“las necesidades fundamentalesdependen de las preferencias dela gente (ambiciones, deseos,etc.)” (van der Veen y van Parijs,1986b: 729). De este modo, seentiende que los sistemas homo-géneos de seguridad social de losEstados de Bienestar -análogos alos sistemas de producción debienes homogéneos del fordismo-no permiten canalizar la diversi-dad de preferencias individuales.Cuando van der Veen y van Parijsse preguntan cuál es el sentido deproducir sino consumir, y cuál esel sentido de consumir sino deri-var utilidad del consumo (Van derVeen y van Parijs, 1986a: 639),están orientando el sentido de laacción humana como colectivo ala satisfacción de los deseos indi-viduales. De esta manera resultaevidente la necesidad de reempla-

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zar las estructuras de seguridadsocial que limitan la decisión indi-vidual. Sin embargo, ¿no resultacontradictorio afirmar que laacción económica tiene comoobjetivo la satisfacción individualy, a la vez, afirmar la adhesión almaterialismo histórico de Marx?En todo caso, ¿no estarán utili-zando una definición demasiadovaga de materialismo? Cuandoafirman que el aumento de la pro-ductividad del trabajo sólo tienesentido si la tasa de impacienciaes igual a cero -es decir, si sevaloran subjetivamente de igualmodo el consumo futuro y el con-sumo presente (van der Veen yvan Parijs, 1986a: 640), ¿no seestá entrando en contradiccióncon la tendencia al desarrollo delas fuerzas productivas que, se-gún el materialismo histórico, con-figura en parte el vector de trans-formaciones de las sociedadeshumanas?

Vemos, entonces, que los funda-mentos económicos de los auto-res coinciden con lo que común-mente llamamos ‘teoría neoclási-ca del consumidor’, según la cualla economía se mueve de acuerdocon las preferencias individualesde consumo. A su vez, van derVeen y van Parijs señalan que“hay, claramente, un trade-off en-tre la libertad para satisfacer lasnecesidades y la libertad por ocio”(van der Veen y van Parijs, 1986a:651-652). La similitud con el nú-cleo de la curva de oferta de tra-bajo neoclásica -según la cual lostrabajadores toman una decisión

óptima entre la utilidad del consu-mo proveniente del salario y la uti-lidad del tiempo libre- es evidente.Entonces, desde el punto de vistadel consumidor, tanto la demandade bienes como la oferta de traba-jo -es decir, los momentos de de-cisión de los trabajadores- estánfundamentados exclusivamentedesde la lógica de maximizaciónneoclásica.

La fundamentación de la ofertade trabajo se refuerza con otroargumento. Van der Veen y vanParijs esgrimen que “para una tec-nología dada, un patrón dado depreferencias entre ingreso y ocio,y una dada fuerza de trabajo,podemos obtener la cantidad deesfuerzo emanado por la pobla-ción y consecuentemente el pro-ducto total” (van der Veen y vanParijs, 1986a: 646). Aquí no sólose refuerzan los argumentosconstitutivos de la oferta de traba-jo, sino que se entiende que ella,en conjunción con la tecnologíadada -que configura la demandade trabajo- y el número de traba-jadores, determina el nivel de pro-ducto. Esto no es otra cosa que elmercado de trabajo neoclásico ensu expresión más pura, la cual,como ya demostró Keynes (1936),se sostiene en la ley de Say,según la cual en equilibrio no exis-te desempleo involuntario.

Más allá de señalar, en la intro-ducción del acápite referido a lapropuesta en sí, que una rentagarantizada equivalente al pro-ducto bruto per cápita generaría“semejante caída drástica en la

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oferta de trabajo y capital y, por lotanto, en el tamaño del productosocial, que el producto per cápita[…] no alcanzaría a cubrir lasnecesidades básicas” (van derVeen y van Parijs, 1986a: 644), enlo que sigue del trabajo y de lasrespuestas a las críticas esgrimi-das en otros artículos no hay nin-guna referencia a la posibilidad deque el producto se reduzca a tra-vés de la implementación delIngreso Universal. De este modo,naturalmente la propuesta altera-ría la distribución del ingreso, perose mantendría el pleno empleo detodos los factores. Están inhibidasde antemano todas las insuficien-cias posibles de demanda efecti-va. De este modo, a menos deque se trate de un caso extremo,el nivel de producto seguiríaestando determinado por los pará-metros de oferta y demanda -tec-nología y preferencias- y por lasdotaciones de factores.

¿Y qué es lo que diferencia alcaso extremo presentado de otrasposibilidades? Pues bien, que enel caso en el que el reparto seaigualitario no existe ningún incen-tivo al esfuerzo, con lo que que-dan virtualmente anulados los me-canismos de mercado que seguían por él. En cuanto el ingresogarantizado disminuye, reaparecela dicotomía ocio-consumo, seconstruye un mercado de trabajocon salario de equilibrio, y se res-tablece el pleno empleo de la eco-nomía. Aquí, sin mencionarlo, vander Veen y van Parijs están reto-mando a Alfred Marshall (1890)

cuando afirmaba que la economíaes el proceso de síntesis de dosfuerzas opuestas: “las que impe-len al hombre a ejercer esfuerzosy sacrificios económicos, y las quele retraen de ello” (Marshall, 1948:270). El caso extremo propuestoanula esta síntesis, con lo que, ala vez, queda anulada la econo-mía. Cuando hay economía, hayequilibrio con pleno empleo. Enotras palabras, el planteo, sinmencionarlo, reproduce la vigen-cia de la ley de Say.

Como cierre del presente aparta-do retomamos la pregunta centralde este trabajo: ¿cuál es la teoríaeconómica que ha fundamentadocon mayor precisión la propuestadel Ingreso Universal? Pues bien,entendemos que, como anticipá-ramos en el título del trabajo, setrata de la teoría neoclásica delbienestar que se sintetiza en losdos teoremas de Kenneth Arrow yGerard Debreu (1954).

Ya nos hemos referido a la simi-litud de los supuestos básicos deambos modelos (tecnología, pre-ferencias y dotaciones iniciales).Mientras que Arrow y Debreu pre-suponen un mercado competitivo,van der Veen y van Parijs recla-man, como parte de su propuesta,la eliminación de obstáculos admi-nistrativos, la anulación de lalegislación de salario mínimo y lasupresión del retiro obligatorio poredad (van der Veen y van Parijs,1986a: 643-644). Es decir, recla-man libertad de mercado, en es-pecial en el mercado de trabajo.

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Aunque, sin mencionarlo, se re-produce la lógica de las críticasdel neoliberalismo a las instanciasde representación sindical y, con-secuentemente, a las conquistasde derechos sociales. Si las rigi-deces de la seguridad social sonentendidas como derechos con-quistados, van der Veen y vanParijs proponen suprimirlos.

Sin embargo, el punto de contac-to central que queremos mostraren este trabajo se relaciona con lapropuesta en sí. La hipótesis prin-cipal del presente ensayo es queel fundamento económico delIngreso Universal es el segundoteorema del bienestar de Arrow yDebreu. Así como en el teoremase entiende que una redistribuciónpremercantil -y por ende antieco-nómica- de las dotaciones inicia-les puede redundar en un equili-brio competitivo eficiente a la vezque equitativo, en la propuesta delIngreso Universal se plantea quetodo el andamiaje de la seguridadsocial del siglo XX podría serreemplazado por una renta garan-tizada, luego de la cual sí operenmercados liberados. En amboscasos, el momento de interven-ción -estatal o no- es previo almercado. Financiarlo con unimpuesto progresivo a la renta,como proponen van Parijs y vander Veen (1986b: 730), no es otracosa que generar una redistribu-ción de las dotaciones iniciales delos agentes, ahora medidas endinero. Si en un libre mercadoconvencional los agentes poseendotaciones de trabajo, tierra y

capital que ofrecen en los distintosmercados para alcanzar un equili-brio con pleno empleo de cadauno de los factores, en un libremercado con Ingreso Universalsimplemente se alteran las dota-ciones iniciales, al transferirseparte de la retribución a los facto-res del período pasado a agentescuya retribución haya sido menor.De este modo, una renta garanti-zada financiada con los impuestosa la renta del período anterior noes otra cosa que una alteración delas dotaciones iniciales. La diná-mica que le sigue a la entrega dela renta garantizada, el momentoque sí es de mercado -y, podría-mos arriesgar, desde esta pers-pectiva, el verdadero momentoeconómico- se comporta, como yavimos, de la misma manera que ellibre mercado neoclásico -esto es,de acuerdo con el primer teorema,alcanzando un equilibrio eficienteen sentido de Pareto-.

Queda claro que en este ensayono estamos dudando del potencialredistributivo e igualador en térmi-nos de ingresos de la propuestadel Ingreso Universal. Pero tam-poco ponemos en duda las consi-deraciones redistributivas delsegundo teorema de Arrow y De-breu. Lo que pretendemos remar-car es la coincidencia en la funda-mentación teórica de ambosmodelos. En particular, lo que cri-ticamos aquí es, ante todo, la ten-dencia natural al pleno empleo detoda economía de mercado, y elhecho general de que la libre com-petencia lleve al bienestar gene-

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ral. El teorema y la propuestacomparten supuestos, métodos,fundamentos y conclusiones.Entendemos que ha quedado sufi-cientemente claro que nosotrosno compartimos ninguno de ellos.Sin embargo, no ha sido el puntocentral de este trabajo oponernuestra visión a ella, sino simple-mente mostrar la coincidenciaentre uno y otro planteo. En sínte-sis, lo que pretendimos demostraraquí es que la propuesta delIngreso Universal es, ante todo,una propuesta neowalrasiana.

Conclusiones: volver a buscar el bienestar social

En un trabajo posterior, Philippevan Parijs (1995) resume en treslas características de lo que élentiende como una sociedad libre:1. Hay una estructura de dere-

chos que se hace cumplir.2. En esta estructura cada perso-

na es dueña de sí misma.3. En esta estructura cada perso-

na tiene la mayor oportunidadposible para hacer lo que de-see (van Parijs, 1995: 25)

Ciertamente, resulta evidente laidentificación de estas tres condi-ciones con los criterios esgrimidospor John Locke en su Segundotratado sobre el gobierno civil,quien, al proponer desde la filoso-fía política la inalienabilidad de losderechos a la libertad, la propie-dad y la felicidad, dio pie a todo eldevenir del pensamiento liberal.

A partir de estas condiciones

podemos leer, entonces, qué con-cepción acerca del bienestarsocial es la que se sostiene en laobra de van Parijs. Partiendo de laafirmación del propio van Parijs(1992) de que una sociedad justano es otra cosa que una sociedadlibre, Gijs van Donselaar (1998)sugiere que la propuesta de vanParijs se basa sobre una concep-ción normativa de la libertad -según la cual la libertad se midepor el rango de acciones permiti-das-, pero no en una concepciónpositiva de la libertad que permitallegar al criterio de libertad real(van Donselaar, 1998: 322). Se-gún este criterio, la libertad es en-tendida como el principal mediopara alcanzar el bienestar, pero,paradójicamente, este bienestarno es necesariamente el de lalibertad real. De hecho, van Parijs(1992) define libertad real como“llevar la propia vida como unoquiera” (van Parijs, 1992: 470).Según los criterios esgrimidos porvan Donselaar, la identificación dela libertad real con la autonomíade la voluntad conlleva la confu-sión entre libertad real y libertadsocial (van Donselaar, 1998: 317),y, en realidad, más allá de hacer-se explícitas las críticas a los cri-terios formalistas acerca de lalibertad, se reproduce un criterionormativo de la misma.

Más aún, el propio van Parijspropone una concepción del pro-greso de la humanidad en el quela implementación del IngresoUniversal opera como etapa nece-saria:

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“La introducción de un ingresoincondicional debe ser vista no comoel desmantelamiento sino como laculminación del Estado deBienestar, preparada por los logrosde este del mismo modo en que laabolición de la esclavitud o la intro-ducción del sufragio universal habí-an sido preparadas, y hechas posi-bles, por conquistas parciales ante-riores.” (van Parijs, 1992: 465)

Nosotros sostenemos queentender la negación de un proce-so como su culminación acumula-tiva no es otra cosa que una fala-cia argumentativa. El IngresoUniversal no se sostiene sobre lasconquistas del Estado de Bienes-tar, sino que, al liberalizar los mer-cados, se propone destruirlas.Aun más, en términos de dere-chos, propone erradicar las con-quistas sociales que constituyeronla tercera generación de derechosen la genealogía de ThomasMarshall. De cualquier manera,comprendemos la pretensión devan Parijs de inscribir su propues-ta en una filosofía de la historia yreconocemos su diferencia con lamayoría de los propagandistas delneoliberalismo -en especial losseguidores de Hayek-, los cualesveían al Estado de Bienestar co-mo un retroceso en la historia delprogreso humano. Sin embargo,en términos de construcción con-ceptual, no podemos dejar deseñalar que este reconocimientode las bondades del Estado deBienestar no se condice con losfundamentos económicos sobrelos que se sostiene su argumentogeneral.

Van Parijs también se reconocedeudor del criterio del bienestarconocido como leximin, cuyo prin-cipal exponente es el filósofo nor-teamericano John Rawls (1971).De acuerdo con este criterio, elbienestar debe ser medido en tér-minos de la situación del individuoque peor esté. A partir de este cri-terio, van Parijs pretende demos-trar que su propuesta del IngresoUniversal es la que maximiza elleximin, accediendo así al máximobienestar en términos de Rawls.Más allá de la discusión sobre siesta pretensión se cumple o no entérminos teóricos, lo cierto es queel criterio del leximin ha sido unelemento usual de los argumentosneoclásicos del bienestar, en lamedida en que éste no necesitarelacionarse a una filosofía de lahistoria, puede fundarse sobre lasituación individual y no requierecriterios objetivos de validación.En gran medida, el mero hecho dereivindicar el leximin de Rawls co-mo fuente de la validez de la pro-puesta da cuenta de los criteriossobre los cuales su argumentoestá sostenido.

Otro elemento que vale la penaconsiderar se relaciona con la rup-tura de la tríada derechos-bienes-tar-democracia que, según pre-sentamos en la introducción deeste trabajo, aconteció con el des-membramiento de los Estados deBienestar. Podemos preguntarnosahora si el Ingreso Universal devan der Veen y van Parijs puede,en alguna medida, restablecer lavigencia del triángulo roto. La res-

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puesta, en este caso, resulta sen-cilla. Si bien, como ya afirmamos,el Ingreso Universal acarreadeterminado criterio de bienestarsocial, este es completamentedisociable de la democracia y losderechos.

En términos de derechos, lostres elementos que componenuna sociedad libre -y por lo tantojusta- reconocen una reivindica-ción de los derechos civiles, aque-llos que aseguran la propiedadprivada y constituyen la condiciónde posibilidad del libre mercado.Sin embargo, no sólo los demásderechos no son necesarios, sinoque, como ya mostramos antes,para muchos derechos socialesse reclama la erradicación.

¿Qué ocurre con la democracia?Pues bien, podemos arriesgar queen este caso ni siquiera la defini-ción institucionalista de democra-cia en sentido minimalista se con-vierte en condición necesaria. Adiferencia de las propuestas desocialismo de mercado -a las quevan der Veen y van Parijs explíci-tamente pretenden oponerse- enlas que la respuesta a la crisis delos Estados de Bienestar tomacomo condición necesaria el esta-blecimiento de canales de deci-sión democráticos en todos lossentidos, el Ingreso Universal niexpone condiciones necesariasde democracia ni ésta puedededucirse de la argumentación engeneral. Podríamos afirmar que elIngreso Universal es indiferente alrégimen político -del mismo modo

que el primer neoliberalismo, ins-taurado en los países en desarro-llo mediante regímenes autorita-rios-.

Sin embargo, lo que más nosinteresa en términos de democra-cia es entenderla en su concep-ción amplia, es decir, aquella en laque ésta es considerada ante todocomo ideología principal de la vidasocial, aquella que constituye laciudadanía real en las sociedadesmodernas. Es aquí donde encon-tramos la mayor distancia entre lapropuesta del Ingreso Universal yla idea de democracia. La destruc-ción de las instancias colectivasde toma de decisiones económi-cas -condición necesaria del libremercado- tiende a desarmar losmecanismos de construcción delos sentidos colectivos de perte-nencia que necesita la democra-cia para que la categoría de ciu-dadanía no sea un mero recursoimaginario. De este modo, aquínos proponemos ampliar la críticade Pierre Rosanvallon (1995),quien plantea que la destrucciónde las estructuras de seguridadsocial del Estado de Bienestaraniquila uno de los elementoscentrales de esta sociedad, quees la identificación colectiva con eltrabajo. El Ingreso Universal, alcorroer los procesos de identifica-ción social, conlleva la desarticu-lación y fragmentación de lassociedades. Aquí, a partir de lanoción que hemos esbozadodesde el inicio de este trabajosegún la cual la ideología demo-crática incorpora estas dimensio-

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nes de identificación colectiva,entendemos que el IngresoUniversal resulta nocivo para eldevenir de la democracia en lassociedades modernas.

En síntesis, podemos afirmarque el devenir del neoliberalismogeneró transformaciones muchomás profundas que las reformasinstitucionales en favor del libremercado. Estas fueron acompa-ñadas por cambios en las formasde pensar, de expresarse y de co-

municarse. El Ingreso Universalrecogió los catastróficos resulta-dos del neoliberalismo en materiade indicadores sociales, mas sufundamentación teórica -por nodecir su ideología latente- estámuy fuertemente embebida por elpensamiento neoliberal, con loque no la concebimos como unasuperación de este último sino,por lo contrario, como una formade expresión maquillada de susideas principales.

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159Actividades del IADE

InstitutoArgentino parael DesarrolloEconómico

actividades

20 DE ENERO DE 2011 Inauguración nueva sede del Centro de Estudios Econoómicos y Sociales (CEES)Debate sobre coyuntura

Juan Carlos AmigoRivadavia 298 - Temperley - Pcia. de Buenos Aires

2 DE DICIEMBRECharla - Grupo de Estudios del IADEAnálisis del Proyecto de Presupuesto Nacional 2011

Horacio Rovelli10 DE NOVIEMBRE

Cátedra Libre de Estudios Agrarios “Ing. Horacio Giberti”Las organizaciones agrarias en la Argentina

Panelistas: María Isabel Tort - José Luis Livolti - Helena Alapín - Carlos Makler

Moderador: Daniel Slutzky28 DE OCTUBRE

Charla - Grupo de Estudios del IADESistemas alternativos de remuneración al trabajo. Participación delos trabajadores en las ganancias de las empresas

Nicolás Dvoskin13 DE OCTUBRE

Cátedra Libre de Estudios Agrarios “Ing. Horacio Giberti”¿Dos Argentinas agropecuarias?

Panelistas: Susana Aparicio - Martín Piñeiro - Carlos ReborattiModeradora: Susana Soverna

20 DE SEPTIEMBREJornada organizada por la Asociación de Médicos Jubilados de Mar del Plata Situación económica actual y su influencia sobre los sistemasprevisionales

Sergio Carpenter 15 DE SEPTIEMBRE

Charla¿Qué diría Agosti? Debates sobre la democracia en AméricaLatina

Panelistas: Daniel Campione - Alexia Massholer- Laura Lifschitz13 DE SEPTIEMBRE

Charla - Grupo de Estudios del IADE Minería en la argentina ¿Modelo Potosí?

Roberto Adaro8 DE SEPTIEMBRE

Cátedra Libre de Estudios Agrarios “Ing. Horacio Giberti”El desarrollo agrario argentino

Panelistas: Daniel Crispiani - Nicolás Arceo - Javier RodríguezModeradora: Marcela Román

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9 AL 11 DE SETIEMBREIV Encuentro Internacional de Economía Política y DerechosHumanos Organizan: Madres de Plaza de Mayo, a través de su Universidad Popular y CEMOPAdhiere y convoca: IADE / Realidad Económica

11 DE AGOSTOPresentación de la Cátedra Libre de Estudios Agrarios "Ing. Horacio Giberti"

14 DE JULIOCharla - Grupo de Estudios del IADE Las consecuencias de distintos patrones de crecimiento sobre el mercado de trabajo

Luis Campos - Mariana L. González- Marcela Sacavini2 DE JUNIO

Seminario "Teorías sobre el Ciclo Económico" Presentación del número 250 de Realidad Económica (IADE),en el año de su 40º aniversario

Coordinador: Héctor Bazque Disertantes: Martín Kalos - Ariel Slipak3 DE MAYO

Charla - Grupo de Estudios del IADE Asignación Universal por Hijo para Protección Social

Sergio Carpenter19 DE MAYO

Charla - Grupo de Estudios del IADELey de Servicios Financieros para el Desarrollo

Alfredo T. García24 DE ABRIL

Seminario político-empresarialInforme de coyuntura

Juan Carlos AmigoAnálisis político nacional e internacional

Atilio Borón26 DE MARZO

Presentación del artículo publicado en Realidad Económica 249Mauricio Macri y la Pedagogía de la Injusticia

Tito Nenna, Stella Maldonado, Pablo Imen16 DE FEBRERO

Charla debateHaití y centroamérica: historias de sangre y dolor

Horacio Ballester13 DE ENERO

Charla debateEcología política de la minería en América latina.Securitización de los recursos naturales y los nuevos enclaves mineros: el caso de América latina

Gian Carlo Delgado Ramos

INFORMES (54 11) 4381-9337/7380/4076 fax 4381-2158

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