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Dios Camina

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SÆ& R a f a e l , d e S i v a t t e

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DIOS CAMINA CON LOS POBRES Introducción al Antiguo y Nuevo Testamento

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Rafael de Sivatte

Dios camina con los pobresIntroducción al Antiguo

y Nuevo Testamento

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D. R. (ci 2008 Rafael de Sivatte D. R. © 2008 UCA Editores

Vicerrectoría de Proyección Social

UCA EditoresUniversidad Centroamericana ".losó Simeón Cañas"Apartado postal 01-575San Salvador, El Salvador. ControaméricaTelefono y fax: (503) 22 10 66 50wvv w.uraeditorcs.coni.sv

1.1 edición 19971.1 reimpresión 20002 .1 reimpresión 2008

'¿30S624d Sivatte, Rafael de

Dios camina con los pobres : introducción al antiguo y nuevo sv testamento / Rafael Sivatte. - la. ed. - San Salvador, El

Salv.: UCA Editores, 1997 {impresión de 2008).341 p. ; 21 cm. + 8 h. plegs. - (Colección teología

latinoamericana: v. 22)

Segunda reimpresión de la primera edición.

ISBN 978-99923-59-11-2

1. Teología bíblica. 2. Biblia A.T. 3. Biblia N.T. I. Título.

Derechos reservados. Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra, por cualquier medio, sin la autorización escrita de UCA Editores. (? ) 2008.

Impreso en El Salvador por Talleres Gráficos UCA, 2008.

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Indice

Prólogo ................................................................................................... 17

PRIMERA PARTE: ANTIGUO TESTAMENTO

Introducción.......................................................................................... 25

1. El imprescindible cambio de m entalidad................... 252. Una definición descriptiva del Antiguo Testamento... 263. Distribución de los libros del Antiguo

Testamento según la Biblia hebrea y los L X X ........ 27

I. Marco histórico-geográfico, tradicionesy redacción del Antiguo T estam ento ................................. 291.1. In troducción..................................................................... 291.2. Marco geográfico y cultural de los

grupos hebreos y del pueblo de Israel...................... 301.3. Grandes etapas de la prehistoria

e historia de Is ra e l ......................................................... 321.4. Resúmenes históricos y de la formación

de las tradiciones y los libros b íb lico s ..................... 35

II. El núcleo de la fe de Israel................................................... 372.1. El punto de p artid a ......................................................... 372.2. Desarrollo y actualización del núcleo de la f e ........ 392.3. Expresión escrita de la experiencia de fe ................. 402.4. El Dios de Israel y los dioses locales ....................... 40

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III. Redacción de los creyentes en la épocade Salomón (los J) de Génesis 1-1 i ................................... 433.1. Introducción.................................................................... 433.2. Unas palabras sobre las dos tradiciones................... 443.3. La redacción J y su época............................................. 453.4. Los J: denuncia, anuncio y esperanza....................... 50

IV. Las redacciones yahvista (J) y elohista (E)de Génesis 12-50.................................................................... 554.1. “Historias” teo lóg icas................................................... 554.2. Los antepasados, vistos por el

sacerdotal (P) desde el exilio....................................... 554.3. La historia vista por el yahvista (J) desde la

época del esplendor salomónico del sur de Israel.. 564.4. La historia vista por el elohista desde la cultura

agraria y paganizada del reino del norte (Israel).... 564.5. Metodología literaria en las grandes síntesis

J, E y P: sentido global de los ciclos patriarcales... 584.6. Finalidad global, pero con “ciclos”

y “personajes clave’' independientes........................ 60

V. Las redacciones J y E del libro del Exodo....................... 655.1. In troducción..................................................................... 655.2. Vayamos por partes... empecemos por el pueblo

del é x o d o ......................................................................... 665.3. El personaje M oisés....................................................... 675.4. La legislación en torno al S in a í.................................. 685.5. Las señales o p lagas....................................................... 695.6. Las fiestas relacionadas con el éxodo........................ 705.7. El desierto y el camino hacia la tierra........................ 725.8. El Dios revelado en el éxodo....................................... 73

VI. Amos, Oseas y el espíritu del D euteronom io ............... . 796.1. In troducción..................................................................... 796.2. Los últimos años de Israel: apogeo y fracaso.......... 806.3. La respuesta de los creyentes en Y ah v ch ................ 82

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6.3.1. El Movimiento dePredicadores Deuteronómicos (M P D )....... 82

6.3.2. Los profetas Amos y O seas.......................... 856.3.3. Características del movimiento profètico.. 856.3.4. Profecía oral y escritos profeticos.............. 876.3.5. Las cuatro etapas del profetism o................ 886.3.6. El profeta A m o s ............................................. 886.3.7. El libro de A m o s ............................................ 896.3.8. La actuación y el mensaje de A m os........... 906.3.9. El profeta O seas............................................... 956.3.10. El libro de O seas............................................. 956.3.11. La actuación y el mensaje de O seas........... 96

VIL Isaías y Miqueas, primeros profetas del reinodel sur en relación con la casa real de David................... 1017.1. Introducción...................................................................... 1017.2. El personaje Isaías........................................................... 101

7.2.1. La vocación de Isaías..................................... 1027.3. El personaje M iqueas.................................................... 1047.4. Las grandes etapas de las

actividades de Isaías y M iqueas.................................. 1047.4.1. La primera actividad (740-736)................... 1047.4.2. La segunda actividad (736-716)................. 1067.4.3. La tercera actividad (716-687).................... 110

7.5. El contenido de la actividadprofètica de Isaías y M iqueas...................................... 1137.5.1. La actividad profètica de Isa ías................... 1137.5.2. La actividad profètica de Miqueas.............. 114

7.6. En la escuela de Isaías:Déutero-Isaías y T rito -Isa ías...................................... 114

VIII. Redacción de la primera edición del Deuteronomioy de la historia deuteronomista y Sofonías....................... 1178.1. Introducción y marco histórico.................................... 1178.2. La “reforma” del rey Jo s ía s ......................................... 1188.3. La aportación del profeta S ofonías............................ 1198.4. Esquema h istó rico .......................................................... 120

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IX. Los tiempos de Jeremías y Ezequiel(Jeremías, Nahúm, Habacuc, Ezequiel y Baruc)........... 1219.1. Introducción y marco histórico................................. 1219.2. La vocación de Jeremías.......................................... 1229.3. Cronología y localización de las actividades

proféticas de Jeremías, Nahúm, Habacuc y Ezequiel.... 1239.4. Desarrollo de las actividades

proféticas (628-582 a. C.)........................................ 1249.4.1. Primera actividad

de Jeremías en Anatot (628-622 a. C .)....... 1249.4.2. El poema interpretativo

de Nahúm (612 a. C .) ................................... 1269.4.3. Segunda actividad de Jeremías

en Jerusalén (609-604 a. C .)........................ 1279.4.4. Las preguntas y respuestas

de Habacuc (604 a. C .) ................................. 1309.4.5. La tercera actividad de Jeremías

en Jerusalén (593-587 a. C .)........................ 1309.4.6. La primera actividad de Ezequiel

en el exilio (593-587 a. C .)........................... 1359.4.7. La segunda actividad de Ezequiel

en el exilio (587 a. C ) ................................... 1369.4.8. La cuarta actividad de Jeremías

en Jerusalén (587 a. C .) ................................ 1379.4.9. La quinta actividad de Jeremías

en Egipto (582 a. C .) ................................... 1389.4.10. La tercera actividad de Ezequiel

en el exilio (582 a. C .)................................. 1389.5. La actividad y el mensaje de Jeremías.................. 1399.6. Jeremías, Ezequiel y sus seguidores...................... 140

X. El exilio: el escrito sacerdotal, la segunda ediciónde la obra deuteronomista y el Segundo Isaías.............. 14110.1. Contexto histórico y situación

anímica de los exiliados.......................................... 14110.2. El grupo sacerdotal ( P ) .......................................... 143

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10.3. La obra exílica de los discípulosde la escuela deuteronómica............................... 147

10.4. El Segundo Isaías o Déutero-Isaías.................... 15110.4.1. El contexto histórico de su actividad.... 15110.4.2. Continuación de la primera parte

del libro de Isaías (Primer Isaías).......... 15110.4.3. El Segundo Isaías.................................... 152

XI. El postexilio: la época persa........................................... 15711.1. La situación histórica........................................... 157

11.1.1. El significado del exiliopara los retornados................................... 157

11.1.2. La diáspora.............................................. 15811.1.3. Los que habían permanecido en la “tierra”. 15911.1.4. Los levitas............................................... 159

11.2. Actuación de algunos profetas............................ 16011.3. Actuación de los sabios....................................... 162

11.3.1. Introducción............................................. 16211.3.2. La experiencia sapiencial

en los países vecinos.............................. 16311.3.3. Los inicios de la experiencia

sapiencial en Israel.................................. 16411.3.4. La evolución en el cultivo

de la sabiduría de Israel........................... 16511.3.4.1. Desde el punto de vista

de la cronología....................... 16511.3.4.2. Desde el punto de vista

del contenido y de la forma .... 16511.3.5. Los cuatro pasos de este proceso........... 166

11.3.5.1. Proverbios: colecciones II(Pr 10,1-22,16) y V (Pr 25-29)... 166

11.3.5.2. Proverbios: colección I (Pr 1-9). 16611.3.5.3. Jesús hijo de Sirac o Eclesiástico. 16711.3.5.4. Libro de la Sabiduría............... 168

11.3.6. Los problemas más existencialestratados por los sabios............................ 169

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113.6.1. El planteamiento del problema. 169113.6.2. Los intentos de solución....... ..170

113.7. Libros que afrontan el problema de lajusticia de Dios y la teologíade la retribución........................................171113.7.1. Jo b .......................................... ..17111.3.7.2. Qohelet o Eclesiastés...............172

11.3.8. La fe en la otra v id a ................................17311.3.9. Conclusión............................................. ..17311.3.10. Los sabios de Israel en la

época persa del postexilio..................... ..17411.4. La actuación de los levitas.....................................177

11.4.1. Los énfasis en la historia cronista........ ..17711.4.2. Correctivos en y a la historia cronista . 179

XII. El postexilio: la época helenista........................................18312.1. Judea bajo los helenistas ptolomeos egipcios.... 18312.2. Judea bajo los helenistas seléucidas sirios........ ..18512.3. Judea “autónoma” bajo

la monarquía macabea-hasmonea...................... ..18812.4. Judea bajo el dominio romano........................... ..18912.5. Resumen............................................................... ..190

Anexo sobre los libros de los Salmos....................................... ..1911. Introducción........................................ ................. ..1912. Los diferentes géneros literarios...........................1922.1. Aspectos introductorios....................................... ..192

2.1.1. Súplicas.................................................. ..1932.1.2. Acciones de gracias..................................1942.1.3. Himnos..................... ......... ........................1952.1.4. Aclamaciones a Yahveh re y ...................1962.1.5. Reales mesiánicos....................................1962.1.6. Cánticos de S ion .................... ............... ..1972.1.7. Huésped de Yahveh.................................1982.1.8. Alianza......................................................199

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2.1.9. Proféticos................................................. 1992.1.10. Sapienciales............................................. 2002.1.11. Litúrgicos................................................. 2012.1.12. Peregrinaje.............................................. 2012.1.13. Graduales o de las subidas.................... 202

3. Los diferentes mensajes espirituales.................. 2033.1. Aspectos introductorios........................................ 2033.2. Ambito religioso o de las relaciones

más explícitas con Dios....................................... 2053.2.1. Exodo y alianza...................................... 2063.2.2. Presencia de Dios en Sión..................... 2063.2.3. Dios es rey ............................................... 2083.2.4. Dios, señor de la creación..................... 2083.2.5. Señor que se relaciona amorosamente .. 210

3.3. Ambito internacional........................................... 2103.3.1. Súplicas colectivas................................. 2113.3.2. Acciones de gracias colectivas.............. 2173.3.3. Dios estará con el mesías...................... 217

3.4. Ambito intranacional o social............................. 2193.4.1. Constatación de la situación y

esperanza en la actuación de D io s....... 2193.4.2. El papel del “mesías” ............................. 2213.4.3. Declaración de felicidad y vida

para quienes trabajan por la justicia..... 2223.5. Ambito personal................................................... 222

3.5.1. Salmos de reconocimiento del propio pecado y de las propias limitaciones ydel perdón gratuito y amoroso de Dios.... 223

3.5.2. Salmos de súplica del justoperseguido por los injustos.................... 223

3.5.3. Salmos de súplica del justoperseguido por sus mismos compañeros . 224

3.5.4. Salmos que expresan lastentaciones del justo perseguido............ 225

3.5.5. Salmos de súplica de ayuda a Diosen el compromiso por vivir según é l .... 225

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3.5.6. Confianza liberadora y alegre................2263.5.7. Salmos que expresan la felicidad

del justo.....................................................227

Conclusión..........................................................................227

SEGUNDA PARTE: NUEVO TESTAMENTO

Introducción................................................................................. .235

XIII. Etapas de la formación del Nuevo Testamento..............23713.1. Jesús de Nazaret (6 a. C. - 30 d. C .) ..................... .23713.2. Nacen las comunidades (30-70 d. C .)................... .23713.3. Redacción de los escritos (70-100 d. C .)...............238

XIV. Las comunidades cristianas............................................. ..24114.1. Situación social, económica

y política en el imperio romano........................... ..24114.2. La situación en Judea............................................. .24314.3. El cristianismo en relación con el judaismo......... .24714.4. La vida de las comunidades.....................................24814.5. Dos textos, dos comunidades...................................24914.6. Algunas preguntas................................................... ..251

XV. La predicación misionera................................................. ..25315.1. Diferentes imágenes................................................ ..25315.2. Diferentes géneros literarios....................................256

15.2.1. Profesiones de fe: 1 Corintios 15, 1-14 .. 25615.2.2. Himnos: Filipenses 2, 6-11..................... ..25715.2.3. Relatos de celebración de

peregrinaje al sepulcro vacío: Marcos16,1-8........................................................ ..258

15.2.4. Relatos de aparición para constituir testigos: comparación de Mateo 28,16-20 y Lucas 24, 36-53............................259

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15.2.5. Relatos de aparición como experiencia cristiana: comparación de Lucas 24,13-35 con Hechos 8, 26-40..................... ..259

15.2.6. Exhortaciones paulinas..............................26015.3. La predicación de la resurrección hoy................ ..261

XVI. Cartas a las diferentes comunidades.................................26316.1. Enlace con el tema anterior.................................. ..26316.2. Saulo o Pablo de T arso ........................................ ..26416.3. Las cuatro etapas de sus cartas...............................26516.4. Las dos cartas más antiguas hablan

de esperanza (Corintios, año 51 d. C. ¿ ? ) .............26516.5. La salvación por Jesucristo en comunidad,

tema de las cinco grandes cartas......................... ..26716.5.1. 1 Corintios...................................................26716.5.2. 2 Corintios...................................................27016.5.3. Gálatas....................................................... ..27116.5.4. Romanos......................................................27216.5.5. Filipenses.....................................................274

16.6. La función y tarea de Cristoen el mundo, visto desde la cautividad............... ..27516.6.1. Filemón...................................................... ..27516.6.2. Colosenses...................................................27616.6.3. Efesios....................................................... ..278

16.7. La preocupación por la fe yla iglesia en las cartas pastorales.......................... ..279

16.8. El sermón a los Hebreosy las cartas “católicas” ......................................... ..27916.8.1. Hebreos...................................................... ..28016.8.2. Santiago.......................................................28016.8.3. 1 Pedro...................................................... ..28116.8.4. Judas.......................................................... .28216.8.5. 2 Pedro.......................................................282

XVII. Algunas secuencias previas a la redacciónde los evangelios............................................................. .285

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17.1. El anuncio del reinado de Diosy las señales del reino............................................ 28617.1.1. Estudio de una narración

de milagro: la tempestad........................ 28817.1.2. Algunas conclusiones

sobre el significado del milagro.............. 29217.1.3. Actualidad de los milagros...................... 292

17.2. La buena noticia de las bienaventuranzas......... 29317.2.1. Las bienaventuranzas en su contexto.... 29317.2.2. Comparación de las

bienaventuranzas de Mateo y Lucas..... 29617.2.3. Comparación de las bienaventuranzas

comunes a Mateo y Lucas con otrostextos bíblicos.......................................... 297

17.2.4. El reto de las bienaventuranzas.............. 29717.3. Las parábolas como análisis sobre el propio

comportamiento y la conversión ante el reino..... 29817.4. La vida cristiana significada

y celebrada en el cu lto ......................................... 300

XVIII. La redacción de los cuatro evangelios......................... 30518.1. El evangelio de M arcos....... ............................... 305

18.1.1. Señales que causan admiración................30618.1.2. Las controversias..................................... .30818.1.3. Las llamadas a seguir a Jesús..................31018.1.4. El lanzamiento hacia los paganos........... .31318.1.5. Las órdenes de callar

o el “secreto mesiánico”.......................... 31318.2. El evangelio de Mateo.......................................... 315

18.2.1. Jesús va siendo reconocidocomo el Hijo amado de Dios.................. 316

18.2.2. Jesús anuncia y enseña con sus discursosel mundo nuevo de Dios, es decir, el reino 318

18.2.3. Jesús pasa por dondepasó el pueblo y cumple la ley............... 320

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18.2.4. Jesús, con su resurrección,abre el final de los tiempos.................... 321

18.2.5. Jesús llama a la comunidad eclesial a vivir como pueblo nuevo y como señal del reinoya inaugurado........................................... 322

18.2.6. Apéndice sobre el relato de la infancia.. 32318.3. La obra de Lucas

(el evangelio y el libro de los Hechos)............... 32318.3.1. La geografía............................................ 32518.3.2. Tres grandes tiempos “históricos” ........ 32618.3.3. Dios visita a su pueblo,

por medio de su profeta Jesús................. 32618.3.4. Jesús, lleno del Espíritu, es fiel a la misión

del Padre y anuncia así la buena noticia ... 32818.3.5. Jesús manifiesta la ternura del Padre

hacia los pobres y marginados............... 32818.3.6. La opción preferencial de Dios

por los pobres................................................. 32918.3.7. Los pastores, los marginados,

los samaritanos, los otros pueblos... escuchan la buena noticia y la ponen en práctica................................................ 329

18.4. El evangelio y las cartas de Juan........................ 33118.4.1. La hora de Jesús es su pasión y resurrección 33218.4.2. Los signos de la hora de Jesús............... 33418.4.3. Estudio de Juan 6: el pan de v ida......... 33518.4.4. El discurso de despedida: Juan 13-17.... 33618.4.5. La concreción de la experiencia

cristiana puesta a prueba......................... 33618.4.6. Unas pocas palabras sobre el Apocalipsis. 337

Conclusión ................................................................... 338Anexos

Cronología............................................................ 345

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Prólogo

La Biblia es fundamental para la fe cristiana. En el Antiguo Testamento se narra la historia de un pueblo al que Dios animó y acompañó en su camino de liberación de la esclavitud y con el que hizo una alianza. De ese pueblo surgirá Jesús (el Mesías, el Siervo de Yahveh, el Hijo del hombre), quien traerá la liberación definiti­va y realizará la nueva y definitiva alianza. El Nuevo Testamento da testimonio de Jesús de Nazaret (el Cristo, el nuevo ser humano, el Hijo de Dios), al que no se puede comprender en profundidad sin comprender la historia y el pueblo del que surgió.

En América Latina, además, la Biblia tiene importancia funda­mental para orientar los procesos liberadores de los pueblos, su necesidad y justicia, también sus peligros y, en cualquier caso, la marcha de todo un pueblo hacia Dios y con Dios. La liberación y el desierto, la alianza y la idolatría, la denuncia y la consolación profètica son realidades que iluminan el caminar de los pueblos latinoamericanos hacia el reino de Dios y hacia el Cristo que lo anuncia e inicia.

El Antiguo y el Nuevo Testamento tienen que ser leídos, medi­tados y vividos; pero necesitan también una explicación. La larga historia —unos dos mil años— que recorren, la diversidad de li­bros que los componen, los diferentes géneros literarios que utili­zan (histórico, profètico, sapiencial, apocalíptico), la mentalidad específica del pueblo judío, exigen una introdución a la totalidad de la Biblia.

Esto ha hecho Rafael de Sivatte en este libro. Presenta de for­ma introductoria, práctica, clara y pedagógica los escritos del con­junto de la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento. Su finalidad no

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es tanto la erudición académica, sino la introducción fundamental al mundo, a la historia y la teología de los diferentes libros de la Biblia, de modo que éstos hablen al mundo de hoy y que los creyentes, los pobres sobre todo, puedan encontrar en ellos la pala­bra de Dios.

Este libro puede ser usado en cursos de teología y es especial­mente útil para los grupos de reflexión bíblica y sus dirigentes. Por ello, con su publicación se pretende brindar un servicio a to­dos los que desde la reflexión, la práctica y la vida de las comuni­dades desean trabajar por la verdadera liberación y la construcción de una Iglesia de los pobres.

Centro Pastoral Monseñor Romero San Salvador, 15 de septiembre de 1996

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Mapas

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Tauro

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Dura-Europos.

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Babilonia

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ORIENTE ANTIGUO

250 Km

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Primera parte Antiguo Testamento

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Introducción

I. El imprescindible cambio de mentalidad

Para entender la Biblia es preciso tener en cuenta la mentalidad y el modo de ser de los hebreos, el uso que hacen de las palabras, las intenciones de sus escritos, etcétera. Esto los diferencia mucho de la llamada mentalidad occidental, que más bien depende de la cultura griega.

Al griego le gusta la armonía y desea aclarar los misterios. Le gusta que todas las cosas puedan ser entendidas y explicadas a los demás de manera racional. Por ello intenta encontrar el orden de todas las cosas, aunque se trate de un orden abstracto y conceptual que no responda a la realidad existencial.

El hebreo, en cambio, tiene más interés por la realidad que por la verdad. Y entiende por realidad aquello que, vivido por el ser huma­no, lo hace cambiar y actuar, y que hace que también los otros cam­bien y actúen. Por ello se preocupa por explicar la experiencia (la única verdad para él), a fin de que el otro, el interlocutor o lector, cambie de vida y actúe de un modo nuevo. La mentalidad del hebreo, por tanto, es existencial. Ve al ser humano, más que como sujeto de acciones, como sujeto de responsabilidades.

La Biblia, por consiguiente, es un libro de experiencia personal: un libro en el que lós autores muestran las experiencias personales y dan testimonio de éstas en forma de historia. En este sentido, su concepción de la historia es completamente distinta de la nuestra (por ejemplo, designan naciones y tribus como si fueran personas; tienen muy en cuenta el sentido etimológico de las palabras a la hora de dar nombre a una nación, un antepasado, una tribu; ponen el nombre que mejor pueda significar la realidad profunda de la nación, el antepasa­do o la tribu en cuestión; etcétera).

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De cara, pues, a descubrir el contenido, para entender la buena noticia de un texto bíblico es importantísimo no quedarse con la ex­presión puramente literaria: hay que saber ver la manera oriental y hebrea de dar testimonio de las cosas, su forma de expresar la reali­dad; en una palabra, el género y las formas literarias que se utilizan en cada texto.

Vamos a comenzar con el Antiguo Testamento, aunque muchas de las cosas que digamos de éste son también aplicables al Nuevo Testamento.

2. Una definición descriptiva del Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento es como un espejo en el cual encontramos reflejados diferentes tiempos, culturas, situaciones, etcétera. Debe­mos, por lo tanto, separar la línea común y las novedades que apare­cen pero sin perder la visión de conjunto.

El Antiguo Testamento es una biblioteca en la que se encuentran libros de diferentes tiempos y géneros literarios. Debemos, por lo tanto, conocer la situación e intención de cada libro o fragmento.

El Antiguo Testamento es un conjunto de libros testimoniales, no científicos, cuya pretensión fundamental consiste en dar testimonio de experiencias vividas. Debemos, por lo tanto, metemos en la piel de quienes nos dan tales testimonios.

El Antiguo Testamento es un conjunto de libros escritos con men­talidad semítica, en donde importa más la realidad (aquello que vivi­do hace cambiar y actuar) que la verdad lógica y demostrable.

El Antiguo Testamento es un conjunto de libros escritos de for­ma semítica, es decir, con imágenes y ejemplos más que con concep­tos abstractos.

El Antiguo Testamento es, por lo tanto, un conjunto de libros con experiencias o sucesos que se convierten en realidad para alguien y lo transforman, vividos por diferentes grupos a lo largo de varios siglos, coloreados por algunas experiencias básicas, especialmente la de la liberación de un dominio y esclavitud, testimoniados por los creyentes con la intención de convertir y transformar al interlocutor o al lector, y expresados de un modo semítico.

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3. Distribución de los libros del Antiguo Testamento según la Biblia hebrea y según los l x x

liihliü hebrea

I-ALKYl'ii cl principio (Gènesi?») lisUi» son los nombres (Exodo)I Jumó a Motsés (Levitico)lin cl dcsierlo (Numeros)lÌNhts son las palabras (Deuteronomio)

I OS PROFETAS ANTERIORESJllMIl1JlK’lTSSminici {1 y 2)Kcycs ( I y 2)

IO S PKOIliTAS POSTERIORESIhMds Jv remitís

h t* 12 profetas (Oseas, Joel, Amós, Abdíus, iiiruis. Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Aneo, Z aorías, M alaquias)

IO S ESCRITOS Salmos o Alabanzas JobProverbiosKut( untar de los Cantares <>ilu‘lct o líclcsiasiés 1 jiitientacionesl'sler (estos cinco últimos son los cinco rollos leídos en Ilis fiestas judías)Daniell'sdras y N ehem ías ( ‘iónicas ( I y 2)

Versión griega de ios LXX

LEGISLACION E HISTORIAGénesisExodoLevíticoNúmerosDeuteronomioJosuéJuecesRutLos cuatro libros de los reinos (I y 2: Samuel; 3 y 4; Reyes)Paralipómenos (I y 2)[Esdras l: apócrifo]Esdras 2: Esdras y NehemíasEster (con fragmentos propios del griego)Judit*Tobías*Macabeos (I y 2)*[Macabeos 3 y 4: apócrifos)

POETAS Y PROFETAS Salmos|Odas: apócrifo]Proverbios de Salomón EclesiastésCantar de los Cantares JobEl libro de la Sabiduría o Sabiduría de Salomón* Eclesiástico o Sabiduría del Sirácida*[Salmos de Salomón: apócrifo|Los doce profetas m enores (O seas, Amos, Miqucas, Joel, Abdías, Jonás, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Agco, Zacarías, Malaquías)IsaíasJeremíasBaruc(Baruc 1-5)*LamentacionesCarta de Jeremías (Baruc 6)*EzequictSusana (Daniel 13)*Daniel 1-12 (menos 3, 24-90)Daniel 3, 24-90*Ucl y el Dragón (Daniel 14)*

101 NÍgno (*) significa que el libro en cuestión sólo está en los lxx, en griego. Estos libros son considerados inspirados, y son llamados “deuterocanónicos” por los católicos; los protestantes, rn cambio, los consideran y los llaman “apócrifos” (ios católicos reservan el nombre de “apócri­fos” para los libros que los protestantes llaman “pseudoepígrafos”).

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Marco histérico-geográfico, tradiciones y redacción del Antiguo Testamento

I

1.1. Introducción

Cuando leemos el Antiguo Testamento, tenemos una primera impresión de hallarnos ante una historia seguida y sagrada de un pueblo, una historia que es totalmente diferente a la de cualquier otro pueblo, una historia en la que los milagros y la ruptura de las leyes de la naturaleza están a la orden del día. Y, sin embargo, por poca crítica literaria que hagamos, salta inmediatamente a la vista que nos hallamos ante un conjunto de historias de diferentes gru­pos, épocas y experiencias tenidas en situaciones concretas acerca del estilo de actuar de Dios y de su modo de relacionarse la huma­nidad y con el pueblo.

No se trata, por tanto, de una historia sino de testimonios de experiencias de la historia. No se trata de un grupo único (Adán, Noé, Abrahán, Moisés, David...) ni de historias entendidas en el sentido occidental-griego, es decir, que traten de explicar las cosas tal como sucedieron.

En realidad, se trata de grupos diferentes que entraron en con­tacto por diversas circunstancias y empezaron una historia en co­mún, llegando cada grupo a aceptar como propios los aconteci­mientos vividos por los otros grupos.

En estos acontecimientos y en esta historia en común, la gente que más tarde formaría Israel fue descubriendo, poco a poco, la acción de Dios y su relación con los hombres y mujeres del mun-

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do. También, poco a poco, fue formulando y redactando sus expe­riencias de fe. Así nacieron diferentes tradiciones, más tarde re­dactadas en unión de las propias de otros pueblos, en forma de narraciones históricas. Todo este conjunto fue constantemente ac­tualizado.

Así, pues —y resumiendo—, se puede decir que la humanidad descubrió y sigue descubriendo a Dios en la propia historia; pero, sobre todo, lo que descubre es su línea y su estilo fiel de actuar. Y esto lo descubre en un lugar y un tiempo concretos, en un marco geográfico y un marco histórico concretos. De ahí la importancia que tiene conocer el marco geográfico y el ambiente histórico en que se desarrollaron la vida y la fe de Israel.

1.2. Marco geográfico y cultural de los grupos hebreos y del pueblo de Israel

En la prehistoria del pueblo de Israel encontramos una serie de grupos a los que llamamos —quizá con mucha impropiedad— “hebreos”, que vivieron entre los imperios y reinos del llamado “Creciente fértil” y que, por lo tanto, sufrieron algunas influencias de ellos. Me refiero a grupos de estilo nomádico, semisedentario y emigrante. Cada grupo tenía un estilo de vida y, además, caracte­rísticas que lo diferenciaban de los otros.

Los nómadas, por ejemplo, vivían con ciertas inseguridades y al mismo tiempo buscando siempre algo mejor. Su inconformismo y su convicción de que nada que se ha alcanzado ya puede ser lo definitivo, los hacía relativizar el temor ante lo desconocido y el riesgo inherente a su manera de vivir. Algunos de estos grupos nómadas fueron experimentando la presencia de un dios que era nómada como ellos y que los acompañaba continuamente en su caminar por el desierto.

Los semisedentarios, a su vez, tenían una fuerte tensión hacia un estilo de vida más seguro, más estable. Su preocupación estaba en conocer los secretos de la agricultura, la ganadería y de todo lo relacionado con ellas (clima, agua, tierra). Algunos grupos

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scmisedentaríos fueron experimentando la presencia de un dios que donaba la tierra, que la bendecía, que fecundaba los campos y los ganados.

Los emigrantes, por su parte, se habían tenido que desarraigar, por varias razones, de su estilo de vida anterior, y habían tenido que buscar otra forma de vida en la que dependían totalmente de Im acogida tenida en otros lugares hacia los que no habían tenido más remedio que emigrar y en los que, frecuentemente, se habían convertido en trabajadores forzados o esclavos. Algunos de estos grupos emigrantes fueron experimentando la presencia de un dios que era emigrante como ellos y que no podía soportar la inhumanidad que suponía la esclavitud.

Pues bien, algunos grupos —y también el Israel que se formó a partir de ellos— habían entrado en contacto con los grandes impe­rios mesopotámico y egipcio, se habían desplazado por terrenos o ciudades-estado cananeos o habían experimentado la cercanía de pequeños reinos como Aram, Fenicia, Amón, Moab, Edom y l'ili.stea. La influencia de todos éstos fue asimilada en algunos ca­sos, al menos en parte, y rechazada totalmente en otros.

Pero, ¿cuáles fueron estas influencias? La de Egipto, su visión fundamentalmente optimista de la realidad, a partir la experiencia benéfica del dios sol, del dios Nilo, de la luz, de las inundaciones benéficas de la tierra, la divinidad como garante de una ética más o menos humana y como legisladora en favor de la felicidad de los hombres y mujeres egipcios. La de Mesopotamia, su visión princi­palmente pesimista de la realidad, a partir de la experiencia maléfica de los dioses envidiosos, celosos y partidistas, que toman a los seres humanos como esclavos a su servicio y, además, los castigan con inundaciones y diluvios cuando no los sirven como ellos quieren. La de Canaán y los países limítrofes, con su depen­dencia total de la agricultura y la ganadería y con su visión jerár­quica de la sociedad, su importante concepción de dioses fundantes de la autoridad del poder y dioses de la fecundidad, que esperan recibir dones de los seres humanos para devolver a cam­bio sus beneficios.

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Así, pues, en este marco geográfico y cultural se desarrolló la prehistoria y la historia de Israel.

1.3. Grandes etapas de la prehistoria e historia de Israel

Pero, ¿cuáles fueron las grandes etapas de la historia de los grupos “hebreos” y del pueblo de Israel?

Debemos empezar hacia el año 3000 antes de Cristo. En ese entonces, el dominio del Creciente fértil y, en concreto, sobre las costas sirocananeas, Egipto y Mesopotamia, era alterno. En Canaán encontram os grupos nómadas, seminómadas, semisedentarios y sedentarios.

Hacia el año 1800 se producen, por toda aquella zona, grandes movimientos migratorios en dos direcciones: hacia el sur de Canaán, donde conviven con grupos sedentarios, y hacia Egipto, aprovechando que en dicho país dominaban por entonces unos grupos asiáticos denominados “híksos”, muy favorables a los inmigrantes.

En el año 1500 se inicia en Egipto un nuevo imperio (véase Tutankamon), que consigue dominar a los hiksos y sus favoreci­dos y apoderarse prácticamente de todo el Creciente fértil y, por lo tanto, de la tierra de Canaán. Este nuevo imperio comenzó a hacer grandes construcciones con el dinero de los impuestos y la mano de obra extranjera muy barata.

El año 1250 señala el comienzo de la decadencia egipcia. Egip­to deja de tener la fuerza suficiente para dominar Canaán y otros reinos y para mantener extranjeros esclavos en el propio país: éstos emigran, huyen o son expulsados. Canaán libre se convierte en foco de atención para muchos grupos de aquellos “salidos” de Egipto, los cuales se sitúan allí junto a grupos nómadas, semisedentarios y seden­tarios. En la parte norte y centro de Canaán se sitúan más bien los antiguos esclavos de Egipto; en el sur, los antiguos nómadas, y en la costa, los semisedentarios y los filisteos. ¡Todos han vivido una au­téntica liberación del dominio imperial egipcio!

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En torno al año 1100, en la zona cananea, algunos empiezan a hacer alianzas con grupos afines que han vivido realidades pareci­das, en medio de otros grupos que les son hostiles.

El año 1000 ve nacer un nuevo grupo o país, llamado Israel, que se organiza monárquicamente con Saúl, David y Salomón. Es (a reunión de diferentes grupos, mentalidades y experiencias, que llega a su máximo apogeo en el nuevo pequeño imperio de Salomón. En este tiempo, sin embargo, ya empiezan los primeros brotes revolucionarios en la parte central y norteña del país, que se siente muy marginada por el gobierno de Salomón, centrado casi exclusivamente en la parte sur del país.

Cuando Salomón muere, en el año 931, el país acaba separán­dose en dos: surgen así los dos reinos, el de Israel o del norte y ©1 de Judá o del sur, que se alian y luchan entre sí, que sufren las presiones de las grandes potencias y pasan momentos de toda cla­se, unos mejores y otros peores.

De estos dos reinos, el primero en caer es el de Israel o del norte. En el año 721, los mesopotamio-asirios invaden y colonizan el reino de Israel.

El reino de Judá soporta algo más las presiones de los imperios pero, finalmente, en torno al año 587, cae bajo el imperio mesopotamio-babilonio, el cual, además, va deportando en dife­rentes oleadas a los judíos, llevándolos al exilio, en Babilonia.

Pero también al imperio babilonio le llega su turno. El empera­dor medopersa, Ciro el Grande, lo vence (año 538). La política tle Ciro es de repatriación de los deportados. Muchos judíos retornan a la antigua tierra de Judá, aunque otros permanecen en el lugar donde habían sido deportados, en Babilonia, o en los lugares adonde habían huido cuando Babilonia había invadido Judá, es decir, en Egipto, Siria y Asia menor. Comienza así lo que se llama el “ju­daismo” y la “diáspora”. Vivan donde vivan, los judíos se sienten unidos a otros judíos de otros lugares por las costumbres, la lectu­ra de la palabra de Dios en las sinagogas, la unión espiritual a Jerusalén y su nuevo templo. Se da una búsqueda profunda y una recuperación de la propia identidad judía, aunque a costa, en niu-

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chos casos, de un gran hermetismo de los judíos respecto a otros pueblos y de la pérdida, por lo tanto, del papel de Israel en cuanto a dar testimonio ante las otras naciones de su experiencia de la presencia de Dios en la historia.

La siguiente etapa de la historia del pueblo judío comienza con la entrada en escena del emperador Alejandro el Magno, un rey proveniente de la zona grecomacedonia, que llegó a hacerse dueño y señor de todo el Creciente fértil* desde Egipto hasta la India. Esto ocurre hacia el año 336.

A su muerte —parece que es asesinado—, en el año 323, sus generales se reparten el impesio. En lo que a la comunidad judía se refiere, la zona de Judá queda, por el momento, bajo el dominio de helenistas egipcios, los lágidas o ptolomeos. Estos se muestran muy tolerantes con los judíos, con su cultura y su religión; tanto que incluso parece que les financian la traducción a) griego de la Biblia hebrea (la versión de los l x x )*

Pero hacia el año 200 se da un enfrentamiento entre los hele­nistas egipcios y los helenistas sirios, los seléucidas o antíocos, venciendo estos últimos. La zona judía pasa entonces del dominio helenista egipcio al dominio helenista sirio. Este empieza a ejercer cada vez mayor presión sobre los judíos con la intención de acabar de una vez por todas con su cultura, su religión y su idiosincrasia que obstaculizan la dominación completa del pueblo judío.

La presión llega a su punto culminante con Antíoco IV, hacia el año 175. Molesto con el pueblo judío porque éste ha tomado partido por los romanos en un enfrentamiento entre éstos y Antíoco, comienza una fuerte helenización del puebk) judío, apo­yándose en las desuniones internas existentes entre algunos grupos judíos (por ejemplo, los tobíadas y los oníadas). Persigue además con todas sus fuerzas a todos aquellos que no aceptan tal helenización: empiezan a darse muertes martiriales y se levanta un movimiento de resistencia (véase los Macabeos) que en algunos casos es muy activa y guerrera y en otros es más pasiva, pero no por ello menos militante.

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Hacia el año 145 los Macabeos consiguen una cierta autono­mía, dando inicio a la monarquía hasmonea. Esta dinastía se deja llevar, poco después de fundada, por la corrupción y los métodos violentos, provocando que algunos grupos de los que la han apo­yado en sus inicios se separen, dando origen así al grupo de los “fariseos”. En contraposición a éstos, las grandes familias sacerdotales, los saduceos, siguen dejándose llevar por sus ansias de poder y dinero, que los convierten en grandes corruptos y colaboracionistas de quienes les pueden conceder tal poder.

Así se viven años de gran decadencia en Judea. La entrada más explícita de Roma en la zona la encuentra totalmente debilitada y hace fácil que Pompeyo entre en Jerusalén y convierta a Judea en provincia romana en el año 63.

Más tarde, en el año 37, un tal Herodes, idumeo, que se ha casado por conveniencia con una descendiente de la familia hasmonea consigue que Roma lo apoye en sus pretensiones de poder y se constituye en rey de Judea, bajo la supervisión romana por supuesto, y su reinado dura hasta su muerte en el año 4 antes de Cristo. Una vez muerto Herodes, los romanos dejan que sus hijos reinen en las regiones menos conflictivas e importantes, como Perea o Galilea, pero ejercen directamente el poder sobre la parte de Judea. En este ambiente nace (el año 6 antes de Cristo), vive y muere Jesús de Nazaret.

1.4. Resúmenes históricos y de la formación de las tradiciones y los libros bíblicos

En esta historia algunos grupos primero e Israel después van Icniendo experiencias sobre el estilo de actuar de Dios y van dan­do testimonio de ellas, en las diferentes tradiciones y libros del Antiguo Testamento. Veámoslo en esquema para pasar, en los ca­pítulos siguientes, a verlo de un modo más detallado.

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El núcleo de la fe de IsraelII

2.1. El punto de partida

Como se ha dicho antes, el Antiguo Testamento es un conjunto de libros que explicitan y desarrollan la experiencia de fe que ha reunido a diferentes grupos en una única nación, en torno a un Dios. En realidad, se pasó de grupos diferentes a unión y vida peculiar; esto, a partir de afinidades entre los diferentes grupos y de la experiencia común unificadora y coloreadora.

Pero, ¿dónde está la experiencia común capaz de unificar gru­pos tan diferentes?

Parece que una forma de encontrarla es mediante el examen de algunos textos que, de algún modo, expresan aquella experiencia creyente común.

Nos puede ayudar ver que también en el Nuevo Testamento se dan algunos textos en los que aparece ese núcleo de la fe de los primeros cristianos, a partir del cual más tarde se fue narrando el acontecimiento Jesús, explicitándolo cada vez más con los recuerdos de sus hechos y palabras, explicitación motivada por las nuevas situaciones que fueron viviendo las comunidades y por las preguntas que éstas se fueron haciendo.

Puede ser interesante hacer la práctica de leer y comparar 1 Corintios 15, 3-8; Hechos 2, 22-24; 3, 12-16; 10, 36-43. Se trata de descubrir en estos textos lo que en ellos se repite, que sería el núcleo de la fe neotestamentaria, y de constatar en qué líneas van las explicitaciones y ampliaciones que aparecen en

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los mismos. Se trata, finalmente, de caer en la cuenta de que la redacción de los evangelios es, en último término, una expli- citación de dicho núcleo de la fe.

También en el Antiguo Testamento se encuentra una serie de textos en los que se repite una serie de acontecimientos que pare­cen fundamentales en la conciencia creyente de Israel. Se trata de acciones de gracias, himnos de alabanza, oraciones y reflexiones sapienciales.

Puede ser bueno constatar lo anterior en algunos textos como Exodo 15; Salmo 78 (señales liberadoras de Dios y elección de Judá y David); Salmo 105 (antepasados, éxodo y tierra); Salmo 106 (liberación de Egipto, infidelidades y recuerdo de la alianza); Salmo 114 (salida de Egipto, camino hacia Síón y paso por el Jordán); Salmo 136 (creación, liberación de Egipto, desierto, tie­rra, liberación de los enemigos y donación de pan a todos); Sabi­duría 16-19 (reflexión sobre las plagas de Egipto); Nehemías 9, 5-37 (oración en que se recuerda la historia de salvación); Isaías 63, 7-64, 11 (meditaciones sobre la historia de Israel).

Pero es sobre todo en las profesiones de fe donde aparecen aquellos hechos históricos que se hicieron significativos e interpelantes para la gente, que fueron lugar de encuentro con Dios: en ellas aparece el núcleo de la fe y también la tendencia de ampliar y explicitar tal núcleo a raíz de las nuevas realidades vivi­das por el pueblo.

Se trata de comparar más detenidamente estas tres profesiones de fe: Deuteronomio 6, 20-25; 26, 1-11; Josué 24, 1-18. Se trata de ver en ellas lo que se repite y, por consiguiente, lo que sería el núcleo fundamental de la fe y aquello que claramente es una am­pliación y explicitación que puede responder al contexto vital en el cual se hacía cada profesión de fe o a la necesidad que iba surgiendo históricamente de explicitar más la experiencia de fe.

De todo ello se concluye que el punto de partida de la expe­riencia que la humanidad tiene de Dios en el Antiguo Testamento es un pequeño hecho histórico sin aparente importancia (la conse­cución de la libertad por diferentes grupos oprimidos bajo el poder

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de los egipcios, hacia el año 1200 a. C.). Pues bien, parece que en culo hecho histórico el ser humano descubre la acción de Dios y empieza a creer: es el núcleo de la fe. También parecen formar parte de este núcleo de la fe algunas experiencias nomádicas (Dios acompaña en el riesgo) y algunas experiencias semisedentarias (Dios dona bondadosamente la tierra y bendice fecundando).

Después, y a medida que el pueblo fue viviendo otras experien­cias, dificultades, crisis, etcétera, tuvo que reflexionar, profundi­zar, actualizar, radicalizar, conservar y detectar las nuevas exigen­cias de su fe en Dios; tuvo también que descubrir y combatir los peligros de degradar dicha fe y de ser infiel a Dios. Por esto ve­nios que el Antiguo Testamento abarca más de lo que aparece en el núcleo de la fe: los orígenes, la ampliación patriarcal, el desier­to, el Sinaí, los profetas, los sabios, las oraciones. Se ha dado, pues, un proceso de desarrollo a partir del núcleo.

De este proceso de desarrollo del núcleo es del que da testimo­nio el conjunto de libros del Antiguo Testamento. Pero esto no se realizó en un momento dado de la historia, sino a través de toda la historia del pueblo de Israel y en diferentes líneas.

2.2. Desarrollo y actualización del núcleo de la fe

¿Cuáles son estas líneas? Situar en sus orígenes aquellas cosas que fueron fundamentales en un momento dado de la historia; ha­cer lo propio con los antepasados; ubicar en el Sinaí todo lo rela­cionado1 con las normas de la vida y la convivencia del pueblo; desenmascarar cuanto no estuviera de acuerdo con el núcleo; anunciar las nuevas situaciones salvíficas; exhortar a actitudes hu­manas coherentes con la fe de cada momento; componer poemas y oraciones para la celebración litúrgica...

Dicho de otra forma: en cada nuevo momento de crisis y maduración, los creyentes fueron respondiendo con una nueva loma de posición, subrayando lo propio de su fe y las consecuen­cias que de ésta se desprendían. Los hechos históricos, pues, fue­ron comprendidos como el lugar donde Dios se va manifestando

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tal como es, tal como actúa y tal como quiere que la humanidad viva.

23 . Expresión escrita de la experiencia de fe

De esta manera se fue enriqueciendo el testimonio bíblico, has­ta llegar a la redacción del conjunto que ahora forma el Antiguo Testamento. Cada tradición, cada grupo de creyentes concretos, cada generación volvió a releer la experiencia nuclear de la fe, teniendo en cuenta la situación real, las necesidades, los errores, el progreso. Para ello echaron mano de relatos ya existentes, ponién­dolos en forma de historia unificada, de palabras nuevas de los profetas, de reflexiones sapienciales, etcétera.

Así se va formando el Antiguo Testamento, como testimonio de Jo que se ha experimentado y como respuesta creyente ante lo experimentado.

Lo importante, pues, es el núcleo; el resto es explicitación, ac­tualización. Pero en todo caso lo que se va descubriendo es la continuidad en el estilo de actuar de Dios. Un estilo de actuar, a partir del hecho que da color a todos los demás hechos (el acom­pañamiento en la consecución de la libertad), que distingue al Dios de Israel de los dioses de otros países del Creciente fértil, contemporáneos de Israel.

2.4. El Dios de Israel y los dioses locales

En las religiones mesopotámicas, egipcias y cananeas, los dio­ses recurren muy frecuentemente a las fuerzas impersonales de la naturaleza, por medio de las cuales dominan a la humanidad. Dado que estas fuerzas naturales son cíclicas (se repiten), los seres hu­manos creen que pueden violentarlas, manipularlas y dominarlas, mediante actos cúlticos y ritos que contenten a los dioses y les fuercen a actuar. Estos son los dioses típicos de una religión se­dentaria.

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üi Dios de Israel, por el contrario, es un Dios vinculado a las personas, un Dios que vive con los hombres y mujeres, que se linee presente en la historia y los pequeños hechos de la vida; un Dios que continúa siendo nómada a pesar de las nuevas circuns­tancias sedentarias de su pueblo; un Dios que no acepta la menor manipulación y desea seguir siendo compañero de camino del pue­blo.

Así, pues, lo fundamental de la experiencia de fe de Israel es el doNcubrimiento de un Dios no dominado por los seres humanos; uu Dios sin templo, superior a la naturaleza, comprometido con la humanidad, nómada, compañero, liberador, dinámico.

Sería importante aquí hacer una actualización y preguntarse por la importancia que tiene para la vida del creyente y del pueblo que Dios no se manifieste de una manera abstracta, sino que lo vaya haciendo en la historia y la vida de los seres huma­nos.

También sería bueno preguntarse cuál es hoy el núcleo de nuestra fe y cuáles son las actualizaciones y nuevas exigencias de este núcleo.

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Redacción de los creyentes en la época de Salomón (los J)

de Génesis 1-11

III

3.1. Introducción

El hecho de que la Biblia comience por estos capítulos que hablan de los tiempos originarios (y el hecho de que también no- Notros iniciemos nuestro itinerario por estos mismos capítulos) po­drid inducir al error de pensar que nos hallamos ante los textos más antiguos del Antiguo Testamento, y no es así. También hay que evitar creer que estos capítulos fueron escritos por una sola mano y con la intención de explicar cómo comenzaron el mundo y I» humanidad.

No fueron los primeros textos bíblicos en ser escritos (ya he­mos visto que la primitiva fe de Israel no incluía estos orígenes). Parece, por ejemplo, que antes que Génesis 1-11 ya se compusie­ron algunos cantos que celebraban la experiencia compartida por lodos los grupos de que Dios se había hecho presente en la historia como acompañante en la liberación del dominio egipcio y como donador de la tierra.

Puede ser interesante leer aquí Exodo 15 y Jueces 5, donde aparecen dos cantos de acción de gracias, el primero más referi­do a la liberación y al paso del mar Rojo, y el segundo más referido a la donación y el reparto de la tierra, que posiblemen­te, en su parte original, son los textos más antiguos del Anti­guo Testamento.

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Tampoco fueron obra de una solo autor. Ya veremos que al menos dos autores o grupos han tenido que ver con la redacción de la historia de los orígenes.

No se trata tampoco de un escrito histórico-científico para ex-' plicar cómo comenzaron el mundo y los pueblos, aunque de hecho encontramos en Génesis 1-11 muchas concepciones científicas del entorno.

Hay que decir, en primer lugar, que Génesis 1-11 es producto de muchas tradiciones que corresponden a muchos pueblos orien­tales. Estas fueron reunidas, sobre todo, por dos grupos de creyen­tes en dos momentos diferentes de la vida del pueblo de Dios:

— hacia el año 950 a. C. por creyentes “yahvistas” (J), en la corte del rey Salomón en Jerusalén;

— y alrededor del año 550 a. C. por creyentes “sacerdotales” (P), en el exilio de Babilonia, siendo estos últimos los responsa­bles de la redacción definitiva de los cinco primeros libros del Antiguo Testamento.

3.2. Unas palabras sobre las dos tradiciones

Tanto los “yahvistas” (J) como los “sacerdotales” (P) tenían fe en el mismo Dios: Yahveh. Sin embargo, la intención que los guiaba respectivamente a la hora de recoger las tradiciones más antiguas no era la misma, como tampoco lo era la realidad que vivían unos y otros. Dicho de otra forma: cada tradición (J y P) reflejaba una experiencia distinta de las relaciones Dios-ser huma­no, y cada una tenía, asimismo, una intención teológica distinta. Aquí vamos a dejar de lado, de momento, la redacción P, pero volveremos a ella en su momento cronológico.

Una pregunta que nos podemos hacer es por qué vamos a re­flexionar sobre ambas redacciones (J y P) por separado, siendo así que en el actual texto de la Biblia están unidas. La respuesta es muy sencilla: porque lo que pretendemos aquí es seguir el mismo camino evolutivo-progresivo que siguió Israel en sus complejas relaciones con el Dios Yahveh liberador.

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3.3. La redacción J y su época

Antes de ver la época de la redacción J, el tiempo del rey Salomón, es conveniente ver cómo Israel llegó a organizarse monárquicamente con Saúl, David y Salomón.

Tras la llegada a la tierra de Canaán de los diferentes grupos de los que hablábamos en temas anteriores, comenzó un proceso de cierta unión y de organización conjunta, en forma de confedera­ción libre de los grupos tribales.

La vida junto a pueblos que ya estaban organizados más establemente de un modo monárquico los hizo pensar que también a ellos les iría mejor si dejaban de gobernarse por jueces libertadores y elegían reyes, que sólo se dedicasen a gobernar. Esto, sin embargo, no es bien visto por todos y surgen inmediatamente grupos "profeticos”, que ponen muchos “peros” a la institución monárquica un Israel. Algunos textos reflejan seguramente tal postura.

Puede ser bueno aquí analizar los siguientes tres textos: Jueces 9;1 Samuel 8; Deuteronomio 17, 14-20. En ellos aparece una críticaa Ki monarquía, al menos tal como ésta se había concretizado enlos pueblos de aquella zona del Creciente fértil.

En todo caso, la monarquía empezó: Saúl fue el primer intento Nerio por instaurarla; David fue el primer rey estable y aceptado inús o menos por todos los grupos, que con sus conquistas estable­ció unas fronteras seguras a Israel; Salomón fue el gran consol idador del reino.

Centrémonos ahora en Salomón. Este rey organizó una corte humanista y cultural. Se rodeó de sabios' tanto del propio país como de países extranjeros y favoreció una gran actividad litera-

I lili mi libro Sabiduría de Israel, ¿conformismo o liberación? (UCA Editores, San Salvador, 1992), trato mucho más largamente el tema de los libros sapienciales del Antiguo Testamento. También en el presente libro, más ade­lante, en el Capítulo 11 -apartados 3.1. a 3.9., introduzco más globalmente el lema de las sentencias y las reflexiones escritas por los sabios de Israel a lo liirgo de toda la historia del pueblo de Dios.

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ria. En su tiempo se empezaron a redactar algunos fragmentos y unidades del Antiguo Testamento.

En primer lugar, su interés por la historiografía lo llevó a favo­recer la redacción de la historia de la sucesión al trono de David que aparece en 2 Samuel 9-20 y 1 Reyes 1-2, así como la historia de José de Génesis 37-50. Estas dos historias están escritas en un estilo típicamente sapiencial, en cuanto que aparecen como dos historias típicamente humanas (movidas por pasiones, odios, amo­res, sufrimientos, venganzas, etcétera) por medio de las cuales Dios va escribiendo la historia de salvación, la historia en que va mostrando su presencia misteriosa, que apuesta, en último térmi­no, por la salvación.

Léase, por ejemplo, Génesis 45, 1-15 y 50, 15-21, textos en los que se muestra esta presencia misteriosa y, en último término, salvífica de Dios en la historia humana.

También empezó a recopilar sentencias que el pueblo había formulado a partir de la experiencia de la naturaleza y de la vida tanto individual como social y otras que los sabios de la corte habían confeccionado también a partir de las mismas experiencias. Estas sentencias y refranes tenían como última finalidad enseñar cuáles son los principios para vivir sabiamente, que es lo mismo que decir ética o humanamente, para ordenar la propia vida y vivir así con felicidad. Quedan así acentuados y contrapuestos los valo­res y antivalores humanos: verdad, honradez, piedad, justicia, sabi­duría, fraternidad, diligencia... por una parte; falsedad, hipocresía, impiedad, injusticia, necedad, egoísmo, haraganería... por la otra. En las colecciones más antiguas de Proverbios (10, 1-22, 16 y 25, 1-29, 27) encontramos esa recopilación de sentencias y refranes populares y cortesanos, hecha en tiempo de Salomón.

Puede ser bueno leer algunas de tales sentencias para constatar lo original de esa recopilación.

La gran lección que nos dejó Salomón al fomentar la historiografía y recopilar los proverbios es que “Dios se manifiesta y se hace presente en la historia y la vida humana”. Esta es la gran lección de los sapienciales, que posteriormente se irá desarrolian-

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do y concretando en otras situaciones humanas nuevas, como son la deJ amor, la de Ja injusticia, la del dolor, la del sinsentido de la vida y la de la muerte,

Pero junto a todo esto, la corte de Salomón vivió de muchas in­coherencias que levantaron la respuesta de muchos creyentes, quienes intentaron desenmascararlas y cambiarlas, A esos creyentes son a quienes al principio de este capítulo hemos llamado “y ah vistas” (J). Veamos ahora cuáles fueron esas circunstancias incoherentes.

Ante todo, se debe tener en cuenta que en tiempo de Salomón todavía estaba muy presente la época de David, con todos sus «Npcctos positivos (su capacidad para unificar a todos los grupos en torno a la fe en Yahveh y a un proyecto común nacional y fraternal, su gran deseo de vivir según la voluntad de Dios y su preocupación por la justicia), pero también con los negativos. En­tre estos últimos se pueden destacar tres al menos que, sin duda, estaban en la memoria de Israel cuando empezó a reinar Salomón. Kl primero es el deseo del rey David de construir un templo, si­guiendo el ejemplo del resto de los países, que convertían los san­tuarios en auténticas prisiones y lugares para manipular a Dios (véase 2S 7). El segundo es el adulterio y el posterior asesinato de un cortesano, cometidos por David, movido por su pasión, su te­mor a ser descubierto, su orgullo y su tentación despótica (véase 2S 11-12). El tercero es la orden de hacer un censo, cuya finalidad ora conocer el número exacto de soldados de los que podría dispo­ner en caso de guerra, demostrando así el control que podía tener wihre sus vidas, cosa que sólo es propia de Dios (véase 2S 24). En Ion tres casos, la conducta de David levanta la protesta de Dios por medio de profetas. En todo caso, es indudable que tales casos seguían presentes en la memoria de Israel, en tiempos de Salomón.

Pero, ¿cuáles fueron las grandes tentaciones y caídas de la cor­lo y del gobierno de Salomón? Podrían resumirse en tres tentacio­nes y caídas.

l<a primera es de tipo religioso. Consistió en el intento de manipu­lar a Dios desde el templo y desde el culto y en la conversión del templo en un instrumento al servicio del gobierno real y del prestigio

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del rey ante las naciones (en el templo se acostumbraba introducir las imágenes de los dioses de los pueblos vencidos o aliados; cuantas más imágenes, mayor el prestigio). Ya nos podemos imaginar qué relación tan falsa con Dios fue trayendo todo lo anterior.

La segunda es de tipo antropológico. Consistió en la tendencia a* divinizar al ser humano y a divinizar sobre todo al poder, enfrentando a Dios y a la humanidad, como si para afirmar a ésta fuera necesario negar a aquél (de hecho, parece que Salomón utilizó como signo del poder una pequeña vara en forma de serpiente, una señal convencio­nal de la divinidad, signo bastante común observado entre los faraones egipcios).

La tercera es de tipo humano social. Consistió en el empobreci­miento y la falta de respeto a los pobres, provocado por los fuertes impuestos con que gravó al pueblo (que recién se empezaba a establecer). Estos impuestos tenían como objetivo financiar una serie de realidades que permitían que el rey y su corte, gracias a una serie de muestras externas de poder y riqueza, pudiesen gozar de gran prestigio y respeto en el interior del país y, sobre todo, internacionalmente. Estas muestras externas serían, por ejemplo, el templo, el palacio real, el ejército, la numerosa corte real y la reina, el harem, etc. Todo esto produjo, repito, un empobrecimien­to brutal de las mayorías, el cual las llevó al borde de la agonía y la muerte; de ninguna manera se puede hablar de que en aquel tiempo las mayorías gozasen de una vida digna.

Estas tentaciones y caídas contrastaban totalmente con la expe­riencia de fe vivida y con lo que a partir de dicha experiencia se había ido descubriendo sobre la voluntad de Dios para su pueblo y la huma­nidad entera. Dicho de otro modo, ¿cómo compaginar la experiencia de que Dios quiere la liberación y llama a la creación de una nueva humanidad, a una relación que se base en la fraternidad y en el amor, con las experiencias cotidianas de carácter negativo? Es evidente que el pueblo —sedentarizado, establecido en la tierra, institucionalizado, con una estructura monárquica, absolutizador de realidades materiales como la tierra y el dinero, factor de injusticias y violencias, etcéte­ra— es el mismo pueblo que ha experimentado una y mil veces al

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Dios benefactor. Ese Dios que, a pesar de todo, parece que sigue untándolo y que le ha reservado la tarea de conducir a todos los pueblos a aquella misma experiencia de fe.

Los creyentes de la tradición J reflexionan sobre estas realida­des tan contradictorias que hacen referencia a las relaciones exis­tentes entre Dios, el ser humano y el mundo. Pero no sólo re­flexionan, sino que, profetizan, es decir, predican y anuncian una realidad mejor: la de que el ser humano está llamado a ser perfec- lo, a vivir en relación de amistad con Dios y las demás personas.

Pero, ¿cómo lo hacen? A partir de narraciones antiguas propias y de otros pueblos sobre los orígenes, los antepasados y los san­tuarios escriben una primera ampliación del núcleo de la fe, en forma de historia de los orígenes, de los patriarcas y del éxodo. Y esto lo hacen con la intención de iluminar la situación que se está viviendo, profundizar en la fe, denunciar las incoherencias y pre­sentar las relaciones ideales Dios-ser humano-mundo.

El método que utilizan es la compilación de historias antiguas que en su origen habían sido compuestas con intenciones propias. Por ejemplo, explicar la aspiración humana a la divinización y la inmortalidad (los dos árboles en el jardín de Edén: el del conoci­miento del bien y del mal y el de la vida), la enemistad tradicional entre los pastores y los agricultores (los dos hermanos: el pastor y el agricultor, Abel y Caín), el origen de las tribus (las primeras genealogías), la institución del vengador de sangre (la señal o ta- luaje en el cuerpo de Caín), el fenómeno de las catátrofes natura­les (el diluvio), el inicio de las ciudades y del progreso (la ciudad de Babel), las torres de culto a Dios (la torre de Babel).

A continuación ordenan dichas historias, prescindiendo funda­mentalmente de sus intenciones primitivas, utilizando un esquema propio que repiten en todas ellas (bendición de Dios, tentación y caída, consecuencias, señal de misericordia de Dios). Es importan­te, pues, descubrir el núcleo de esta redacción y distinguirlo de las tradiciones que los J utilizan como vehículo de su anuncio nclualizador de la salvación.

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De este modo dejan bien subrayado el mensaje que pretenden transmitir: la situación real del ser humano desde siempre, peca­dor, pero llamado, la urgencia de una actuación nueva y definitiva de Dios para salir del impasse y la exhortación a la obediencia fiel y confiada como modo de realización plena de los seres humanos.

Comienzan así a escribir su historia con la historia de los oríge­nes, que continuarán luego con la patriarcal y la del éxodo.

3.4. Los J: denuncia, anuncio y esperanza

Los J explican así la situación de pecado en aquel tiempo. Expli­can que el ser humano, puesto en una determinada situación, tiene la posibilidad de caer en el pecado. Pero también anuncian que el peca­do nunca es la última palabra, que siempre se abre una nueva salida. Con este último término pretenden decirnos que el ser humano es así, que esta realidad contradictoria caracteriza al ser humano. Estamos, pues, ante una especie de etiología (explicación popular de las causas de la existencia de algo) de la actuación de la humanidad, una actua­ción frecuentemente de pecado, pero que sigue abierta a una posibili­dad de actuación nueva y santa, tal como aparece en la historia patriarcal con la que los J continuarán su historia, y de la que Génesis 1-11 es un prólogo dramático excelente.

Puede ser bueno analizar brevemente algunos textos de la historia de los orígenes para descubrir mejor cuál es su mensaje. Empece­mos con la historia del paraíso y la caída en Génesis 2, 4b - 3, 24.

Vemos un primer cuadro en el que se presenta más bien la reali­dad de bendición de Dios sobre los seres humanos. Se dice que la realidad será fruto de la colaboración de Dios y del hombre y que el ser humano vivo es una combinación de la tierra y del aliento de Dios. Se narra después cómo Dios se preocupa por construir la habitación del universo y del jardín para que la humanidad se encuentre a gusto, se realíce trabajándolos y dominándolos y pue­da tener una relación humana profunda (Gn 2, 4b-9a. 15-24). En este primer cuadro tres cosas llaman la atención: (1) se empieza a nombrar a Dios como Yahveh-Dios; (2) el avance que se hace del

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tema de la caída (véanse los vv. 9b.l6-17.25) y (3) la delimitación geográfica del paraíso parece indicar que se está hablando del mundo entero conocido por aquel entonces (véanse los w . 10-14).

Bn un segundo cuadro se presenta el proceso de tentación, des­crito con gran simbolismo y con gran finura psicológica, en el que la falsedad está presente en todos sus momentos. El ser humano se va adhiriendo a dicha falsedad y, finalmente, cree que lo falso y lo malo es bueno para él, cree en último término que su ansia de llegar a convertirse en Dios la puede llenar sin Dios y dejando de ser persona humana (véase Gn 3, l-6a).

H1 tercer cuadro es el de la caída, que se narra de un modo muy uencillo y rápido (véase el v. 6b), y de las consecuencias funestas para el ser humano en sus relaciones con Dios, en sus relaciones interhumanas y en sus relaciones con el mundo que lo rodea (véanse los w . 7-13). Se describen también como consecuencias de lu caída, aunque en realidad no lo son, algunas realidades que resultan misteriosas o problemáticas para el ser humano y a las que éste intenta dar una explicación a partir de los orígenes del ser humano, como son la naturaleza extraña de la serpiente, el dolor en el parto, la frecuente conversión de la relación amorosa en una relación de dominio y la dificultad que existe para conseguir el sustento diario (véanse los w . 14.16-19).

U1 cuarto cuadro, que cierra la narración, insiste en las señales ile misericordia que Dios sigue dando a pesar de todo: anuncia que el mal no ha vencido, sino que lo bueno que se encuentra en la humanidad librará una lucha a muerte con el mal, declara que la vida continuará a partir de la humanidad, se preocupa por el bienestar del ser humano y, finalmente, lo resitúa en el mundo real ya que él es el único en quien el ser humano se puede ir realizando, puede llegar a ser Dios y hacerse inmortal, tal como Dios quiere que sea (véanse los w . 15.20-24).

A la narración anterior le siguen otras que presentan el mismo marco esquemático; entre éstas, la de Caín y Abel. El contexto literario en que está situada es el del relato del paraíso, la tenta­ción y la caída (Gn 2, 4b - 3, 24) y el de la descendencia de Caín,

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con sus dos aspectos, el del progreso de la humanidad y el aumen­to del pecado y de la violencia, aunque al final aparece una nueva señal de la misericordia de Dios (Gn 4, 17-26).

En este contexto, en un primer cuadro, se presentan los personajes en una situación de bendición y felicidad (Gn 4, l-4a). A conti­nuación comienza y se desarrolla la acción en tres pasos: el proceso de tentación sufrido por Caín (Gn 4, 4b-7), su caída en la misma (Gn 4, 8) y las consecuencias que ésta conlleva (Gn 4, w. 9-12). El cuadro que cierra el relato, su desenlace, nos desconcierta, ya que nos esperaríamos a un Dios castigando con la muerte al asesino Caín y nos encontramos en cambio a un Dios que, a pesar del juicio severísimo contra Caín, evita que las consecuencias de su acción fratricida se desarrollen hasta el final e inicien una cadena de violencia sin fin (Gn 4, 13-16).

Posiblemente en este relato se han reunido relatos más antiguos que pretendían explicar popularmente el por qué de algunas reali­dades (etiología), como la existencia de dos culturas tan diferentes, como la de los pastores nómadas y la de los agricultores semisedentarios, el origen de los sacrificios cúlticos de las primi­cias en agradecimiento a la divinidad, la situación nomádica de los quenitas o descendientes de Caín y la finalidad de los tatuajes tribales en relación con la institución de la venganza de sangre.

La intención, sin embargo, de los J al incluir todas estas narracio­nes en un relato único parece ser otra: subrayar el propio esquema teológico (bendición, tentación, caída, consecuencias, nuevos sig­nos de misericordia y bendición) y presentar, siempre en los tiem­pos críticos del rey Salomón, un pequeño tratado sobre el pecado, donde aparece la libertad del ser humano, la gravedad del pecado que se convierte en clamor a Dios, las consecuencias cósmicas y humanas de la actividad humana y el talante misericordioso de Dios. En último término, el mensaje profundo que intentan trans­mitir estos creyentes del tiempo de Salomón es que la humanidad goza de libertad y capacidad para optar y, por lo tanto, no está abocada fatalmente al pecado, que el pecado de violencia asesina es el más grave y el origen de tantos otros males '(el ser humano

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comienza a morir porque mata), que el conjunto de la realidad cjueda trastocado por el pecado humano y que Dios sigue lla­mando a la vida y defendiéndola.

Obviamente, este mensaje transciende el tiempo para e! que fue escrito, ya que en lo profundo se encuentran el ser humano de entonces y el de ahora; hoy aquel relato sigue afirmando que Dios no puede soportar el clamor de la sangre derramada, que ese cla­mor siempre arranca la acción justa de Dios, que la muerte entra en nuestra realidad porque el ser humano es capaz de matar y de hecho lo hace, que todo queda maldito por tal acción humana, que Dios sigue llamando a los asesinos a no matar.

Sería importante relacionar todo lo anterior, todo lo que se afirma en estos relatos sobre el “primer Adam”, con la persona de Jesucristo, el “nuevo Adam”, y también relacionarlo con la realidad auténtica del ser humano hoy.

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Las redacciones yahvista (J) y elohista (E) de Génesis 12-50

IV

4.1. “Historias” teológicas

lin Génesis 12-50 nos encontramos con una serie de historias acerca de unos personajes primitivos, los antepasados. Da la im­presión de que se nos explica quiénes fueron los antepasados de iNiael y las vicisitudes que tuvieron que soportar. Pero no es así. Las historias de los patriarcas no son historia como tal (es decir, no pretenden explicar lo que sucedió exactamente con los antepa­sados de Israel ni fueron escritas en la época en que vivieron los personajes a los que se refieren).

lin cambio, sí son “historias teológicas”, es decir, historias ba­sadas en tradiciones muy antiguas, referidas a diversos jefes de clanes, en las que se efectúa una “profundización de la fe” y se subraya aquello que sigue siendo válido y fundamental para la vida de fe.

4.2. Los antepasados, vistos por el sacerdotal (P) desde el exilio

Al igual que sucede en Génesis 1-11, la redacción definitiva de eslas historias la hizo el sacerdotal (P), hacia el año 550 a. C., en los tiempos del exilio, atribuyendo a los antepasados —según el clásico sistema oriental— los asuntos y problemas propios y fun­damentales de la generación contemporánea al momento de la ci­tada redacción. Pero ahora no vamos a hablar de P. Lo haremos cuando llegue su momento.

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Antes de esta redacción definitiva se habían hecho al menos otras dos. ¿Cuál era su intención? Como siempre, la de actualizar el núcleo de fe del que hablábamos anteriormente, la de salir al paso de las crisis de fe del pueblo y la de fundamentar en el pasado la fe en Yahveh.

4.3. La historia vista por el yahvista (J) desde la época del esplendor salomónico del sur de Israel

En primer lugar, situémonos. Estamos en la parte sur de Israel, la del departamento de Judá, en torno al año 950 a. C. Hace ya algunos años se ha llegado a la fe en Yahveh, ese Dios tan pecu­liar, tan distinto de otros dioses; ese Dios que acompaña, que libe­ra, que está con la humanidad. Pero comienzan los problemas. Los seres humanos, cada vez más sedentarizados, sienten la tentación de la autosuficiencia, del orgullo, de la estabilidad, de la seguri­dad..., tal como hemos visto en el tema anterior. Y surgen los creyentes de la escuela J, que vuelven a insistir en el significado de la fe en Yahveh. La historia de los orígenes nos dejaba con la impresión de que la tentación y el pecado de la humanidad eran tan grandes que no había solución para ellos. En la historia de los patriarcas, sin embargo, los J nos dicen que sí la hay. ¿Cómo lo hacen?

Conocen muchas tradiciones antiguas vinculadas a determinados santuarios y lugares sagrados, pero especialmente relacionadas con un personaje al que consideran su antepasado: Abraham. Entonces, aprovechan esas tradiciones y las redactan en forma de biografía del personaje, subrayando sus relaciones con Yahveh, con los demás se­res humanos y con la tierra. Tampoco les son del todo desconocidos otros personajes (por ejemplo, Jacob, José, etc.) por lo que también dicen algo acerca de ellos, pero sin extenderse demasiado.

4.4. La historia vista por el elohista desde la cultura agraria y paganizada del reino del norte (Israel)

Como sabemos, a la muerte de Salomón, en el 931, se dio el gran cisma entre el norte y el sur —la unión sólo duró 75 años— y

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n c constituyeron dos reinos independientes: el del norte, que recibe el nombre de Israel, y el del sur, que recibe el nombre de Judá.

Hacia el año 850 a. C., en Israel reina Ajab. Su reinado presen­il! una serie de obstáculos muy serios para el desarrollo de la fe en Yahveh. La fe en los baales se va introduciendo y con ella la religión de la fecundidad y del autoritarismo despótico. Se va fa­voreciendo así un culto religioso cuya pretensión es la de tener a Dios en las propias manos y forzarlo a actuar según la voluntad humana. Los ritos de la prostitución sagrada, que buscan excitar la sexualidad de Dios para que fecunde la tierra, y el sacrificio de los primogénitos dejan clara la voluntad manipuladora de los seres humanos sobre Dios. Por otra parte, la concepción verticalista y Jerárquica de la divinidad se convierte en la base y fundamento de ln concepción despótica y autoritaria del poder del rey y sus corte­amos. Todo esto dificulta en gran manera la realización de la so­ciedad fraterna] que se podía esperar de la experiencia de un Dios liberador. Los ritos externos toman el lugar del compromiso cre­yente en la existencia de cada día (véase IR 17; 18; 21).

Surgen, en consecuencia, profetas como Elias, quienes se cons­tituyen en luchadores en favor de Yahveh como el único Dios milénticamente benéfico y liberador y en defensores de la vida de los seres humanos y de sus derechos. Surge también el movimien­to clohista (E) que va a intentar salir al paso de toda la problemáti­ca religiosa y social presente en aquella situación. Los elohistas (!•), pues, creyentes del reino del norte (Israel), se encuentran ha­cia el año 850 a. C. con problemas similares a los del reino del Niir, agravados por el hecho de que la religión cananea está más arraigada en su zona que en la de los vecinos del sur; es mayor, por lo tanto, el peligro de paganizar a Yahveh. Luchan, en conse­cuencia, con todas sus fuerzas para salvar la primitiva experiencia de fe, la experiencia de Yahveh, el Dios liberador.

Y lo hacen, como hemos visto también en el caso de los J, reco­giendo una serie de antiguas tradiciones sagradas, especialmente rela­cionadas con un personaje al que consideran su antepasado principal: Jacob o lsrael. Aprovechan dichas tradiciones y las van redactando en forma de narración biográfica, en la que subrayan de modo

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especial las relaciones mantenidas por Dios con el pueblo y sobre todo su actuación misteriosa y su guía providente.

En esquema, podríamos representarlo como sigue:

Abraham Jacob

Tradición sur (yahvista) Tradición norte (elohista)

Dios se comunica directamente Dios se comunica siempre através de intermediarios(ángeles, sueños, etc.)

El centro es el Dios nómada EJ centro es el Dios liberador

Ambos grupos comparten experiencias en Canaán.

Todo lo anterior quiere decir que, cuando leemos las historias de los patriarcas, no debemos hacerlo a la luz del tiempo más o menos prehistórico de Israel, sino a la luz de un ísrael ya estable­cido en la tierra, que intenta resolver una serie de problemas hu­manos y de fe que tiene planteados.

4.5. Metodología literaria en las grandes síntesis J, E y P: sen­tido global de los ciclos patriarcales

Demos un paso más. Cada ciclo (de Abraham, de Isaac, de Jacob, etc.) está vinculado a un santuario y unas tradiciones con­cretas. Primitivamente, la pequeña historia de cada ciclo tenía la finalidad de explicar una costumbre, una norma, un hecho curioso, una manifestación de la divinidad, etc., que se recordaba en una zona o un lugar concreto.

Estas finalidades concretas (por ejemplo, la prohibición de sacrifi­car primogénitos a la divinidad, en el texto del sacrificio de Isaac) quedaron después asumidas por una finalidad mayor que las unifica­ba (en el caso citado, la promesa de bendición, como consecuencia de

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lu fidelidad y la obediencia del ser humano a Dios). Incluso narracio­nes que en principio hablaban de divinidades que nada tenían que ver con Yahveh, el Dios liberador, fueron después “bautizadas” e incor­poradas a las tradiciones de fe más propias de Israel, tomando así un HNpccto muy diferente, mucho más amplio y universal.

Así, pues, los ciclos patriarcales, partiendo de una enorme di­versidad de tradiciones e intenciones, llegaron finalmente a adqui­rir un sentido nuevo y unitario.

lista unificación la hicieron en primer lugar los J; más tarde, los E y, posteriormente, los P siguieron en la misma línea. Pero, ¿cómo consiguieron tal unificación?, ¿qué esquemas unificadores siguieron?

Usaron, en primer lugar, el que se puede llamar “esquema fa­miliar”. Este consiste en escribir en forma de relato familiar la realidad de los diferentes grupos que forman un pueblo y sus Inlerrelaciones con otros grupos afines. Y así, por ejemplo, desde i*l Israel del tiempo de Salomón se ordenan familiarmente los dife­rentes grupos que lo conforman, teniendo en cuenta la importancia y la antigüedad de los mismos. Abraham, entonces, es presentado como el padre de Isaac; Isaac, como el padre de Jacob o Israel; <Ste, como el padre de doce hijos, entre los que destacan Judá (el representante del sur de Canaán), José y sus hijos Efraím y Manases (los representantes del centro de Canaán), y Zabulón y Neftalí (los representantes del norte de Canaán): en todos estos personajes están resumidos los antepasados de Israel. En este reía­lo familiar entran también personajes que representan a pueblos que, sin formar parte de Israel, tenían alguna cercanía o afinidad, luí es el caso de los antepasados de los amonitas y moabitas, vecinos de Israel, Amón y Moab, hijos de Lot, un pariente cercano »Muque no directo de Abraham; del antepasado de los grupos ismaelitas, Ismael, no hermano, pero sí hermanastro de Isaac; del antepasado de los edomitas, Esaú, hermano conflictivo de Jacob.

El segundo esquema del que echaron mano fue el de las “pere­grinaciones cúlticas”. Este consiste en subrayar que los diferentes personajes del esquema anterior pasan por algunos de los santua- nos cananeos más importantes, donde dan culto a Yahveh.

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El tercer esquema es el “cúltico salvífico” Este consiste en que las diferentes leyendas cúlticas que fundamentaban los santuarios antes mencionados, con el paso de los personajes también antes mencionados, fueron enriquecidas y referidas a la historia de sal­vación del pueblo de Dios. Dicho de otro modo, se fue subrayando que si Dios se manifiesta a un personaje es siempre para llamarloo darle una misión salvífica; es decir, que el lugar de culto no sólo recuerda que Dios se hace presente allí, sino sobre todo que Dios se ha comprometido y se compromete con la salvación de su pue­blo por medio del personaje al que llama o al que envía.

Finalmente, el cuarto esquema es el de “las promesas”. Este consiste en que se hace notar que las historias de todos los antepa­sados de Israel se mueven por las promesas hechas por Dios y que los seres humanos van experimentando que éstas se realizan en la propia historia: son promesas de bendición, de descendencia y de tierra. Las promesas no sólo alcanzan a todos los personajes men­cionados, sino que también se repiten cuando es necesario, es de­cir, cuando su cumplimiento se ha puesto en peligro gravemente. Estas promesas, que en un principio tenían un sentido inmediato, porque se esperaba su inminente cumplimiento, cuando son exa­minadas desde la experiencia de una tierra propia, pero nunca de­finitiva; de una descendencia importante, pero nunca superior a la de otros pueblos; de una bendición, sí, pero llena de situaciones contradictorias; y sobre todo, cuando se examinan desde la expe­riencia de una demora en su cumplimiento y de una situación de esclavitud, entonces, se enriquecen y van adquiriendo un sentido cada vez más universal y más propio de la fe en Yahveh. Dejan de ser promesas hechas a un grupo concreto, para convertirse en pro­mesas a todo un pueblo y en relación a todos los pueblos.

4.6. Finalidad global, pero con “ciclos” y “personajes clave” independientes

En cualquier caso, sin embargo, cada ciclo o personaje conser­va una cierta independencia y expresa algún aspecto diferente de la fe del pueblo en Yahveh. Así, por ejemplo,

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— Abraham manifestará el aspecto enigmático y misterioso del retraso en el cumplimiento de las promesas. El pueblo de Israel tendrá que asumir continuamente este misterio y vivir siempre en esta provisionalidad y actitud de fe.

— Jacob manifestará el carácter de oscuridad de la actuación de Yahveh a través de la vida de los seres humanos.

— José, en cambio, manifestará la aceptación de fe de que la historia de Dios se escribe en las historias plenamente humanas. Dicho de otro modo: Dios se sirve de la manera humana de actuar, pura poder manifestar mejor que no hay más que una historia, la de ta salvación, que es la única que importa de verdad.

Las historias patriarcales, pues, se convierten en motivo de predicación y anuncio, a las siempre nuevas generaciones, del esti­lo de actuación de Dios y de las nuevas exigencias que esta actua­ción comporta. Son un grito, un llamamiento a vivir siempre con la esperanza de que las promesas se cumplirán y, al mismo tiem­po, con la convicción de que nunca se llegan a cumplir del todo, n í i i o que debemos vivir aguardando siempre un cumplimiento más perfecto. Este es el Dios vivo que aparece en estas historias y que Huma a creer en la vida y a vivirla.

Expresándolo esquemáticamente, sería como sigue:

Núcleo fundamental de la fe: Dios personal, guía y liberador

(t t upo de A braham Grupo de Jacob

Dios personal y guía Dios liberadorSur (1800-1200) Norte (1400-1200)

Luchan contra el diossedentario cananeo

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Unión político religiosa de los dos grupos: hacia el año 1000 a. C.

J: 950 a. C. E: 850 a. C.

(Escribe todas las tradiciones (Escribe todas las tradicionespropias del sur) propias del norte)

Puede ser bueno analizar aquí un par de textos como ejemplo del tratamiento que han hecho los J y los E de estas historias de los antepasados y del uso de los esquemas unificadores por los mis­mos.

El primer ejemplo es el de Génesis 13, 1-18 que corresponde al movimiento creyente J. Se habla aquí de cómo empezaron las disputas entre los pastores de Abraham y los de su pariente Lot, porque la tierra donde se movían no era suficiente para poder subsistir los rebaños y las familias de uno y otro. Ante esta situación se dice que Abraham no quiere tales disputas “fraternales” y decide ofrecerle a su pariente las tierras que él escoja. Lot, antepasado de Ammón y Moab, elige las fértiles tierras donde se desarrollaron estos dos pequeños países no is­raelitas, pero sí relacionados con Israel los cuales, gracias a Abraham, recibieron la bendición de Dios (esquema familiar). El personaje Abraham se queda con la peor parte, mostrando así su jerarquía de valores (la paz fraternal vale más que nada) y su confianza en Yahveh. Abraham además va pasando por dife­rentes lugares sagrados cananeos que son reconvertidos en luga­res sagrados en recuerdo de la manifestación de Yahveh (esque­ma de peregrinaciones cúlticas); además estos lugares sagrados son relacionados con llamadas y promesas divinas de salvación (esquema cúltico salvífico). En último término, cuando se pone en peligro o en crisis el futuro del grupo, porque Abraham renuncia a la tierra buena y fértil que le había sido prometida, Yahveh le vuelve a renovar las promesas (esquema de renova­ción de promesas).

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Otro ejemplo sería el de Génesis 22, el no sacrificio de Abraham. En él encontramos dos narraciones, una J y otra E, dominando en el conjunto esta última.

La J insiste en el tema de la fundamentación del lugar sagrado donde se estaba levantando el templo de Jerusalén: aquél no era cualquier lugar, sino que era el sitio donde Yahveh había mostra­do una vez más su fidelidad a su pueblo y su compromiso de salvación (esquema de peregrinaciones cúlticas y esquema cúltico salvífico). También insiste J en que cuando parece que Dios exige cosas que ponen en serio peligro la realización de las promesas — en este caso, la de descendencia— , en último término, Yahveh las renueva (esquema de renovación de las promesas).

1.a narración E, en cambio, pretende eliminar la falsa idea, unida a la religión de la fertilidad cananea, de que Dios exige sacrifi­cios, incluso el de los primogénitos varones, para bendecir. Abraham representa así al pueblo de Israel que continuamente y más en el tiempo del rey Ajab tuvo la tentación de dejarse llevar por las costumbres y los cultos cananeos. La narración afirma con toda claridad que Dios no quiere de ningún modo tales cultos, sino que él apuesta por la vida y la gratuidad en las relaciones con la humanidad. Aparte de este mensaje cen­tral, también aprovecha para relacionar en torno al lugar sagra­do de Bersheba (esquema de peregrinaciones cúlticas y esque­ma cúltico salvífico) a los dos grupos: el de Abraham y el de Isaac (esquema familiar).

En su conjunto, pues, estas historias de los antepasados dominadas |Kir los aspectos contradictorios y por el aparente fracaso de las promesas nos transmiten varios mensajes importantes que paso a (■numerar brevemente: el proyecto de Dios es desde siempre, la bendición es superior al pecado, es una bendición además que alcanza a todas las naciones, el pueblo es llamado a la fidelidad y a la confianza en un Dios que camina con él y que quiere la relación y la vida de los seres humanos, las promesas se van realizando humana y no mágicamente, la humanidad siempre se relaciona ion Dios aunque de un modo misterioso, la historia humana es

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lugar donde se va haciendo realidad la historia de salvación, la fe es capaz de superar las dificultades máximas ya que Dios aprieta pero no ahoga, las promesas que empiezan a referirse a un peque­ño grupo están abiertas a todos los pueblos.

Sería bueno acabar haciendo un intento para actualizar estos mensajes de las historias patriarcales.

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dacciones J y E del libro del ExodoV

0.1. Introducción

Nos encontramos ante las mismas circunstancias que motivaron Iun redacciones yahvista (J) y elohista (E) de las historias de los ttnlcpasados, es decir, en unas circunstancias de cierta estabilidad, do cierta posesión de la tierra, de cierta seguridad. Y ello, tanto en Judá (J) como en Israel (E). Dejamos de lado ahora la obra de los Niiccrdotales (P) —ya que la trataremos cuando hablemos del exilio—, aunque tendremos que hacer algunas alusiones a ella, así como a la cuarta tradición, la deuteronómica (D), cuando nos inte- roNC hacer alguna comparación entre las cuatro tradiciones.

Decíamos que las historias de los orígenes y los patriarcas eran Mitipl¡aciones y explicitaciones del núcleo fundamental de la fe de IndicI, provocadas por las nuevas circunstancias que se iban pre- Nonlando; su objeto consistía en poner en claro aquello que se consideraba básico para poder decir que se seguía creyendo en el Yiihvctí salvador y liberador.

lil presente tema se centra en el hecho mismo de la liberación, reflexionado con la intención, eso sí, de que iluminase las nuevas Nlltuicioncs que se iban viviendo. Aquí vamos a ser más sintéticos, (Mies, aunque con matices, todos los relatos de los diferentes movi­mientos creyentes tienen mucho en común. Vamos, pues, a re­flexionar sobre el pueblo del éxodo, el personaje Moisés, la legis- hu'íón en torno al Sinaí, las señales o plagas, las fiestas relaciona­das con el éxodo, el desierto y el camino hacia la tierra y sobre el Dios revelado en el éxodo.

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5.2. Vayamos por partes... empecemos por el pueblo del éxodo

¿Qué base histórica existe? Es obvio que tan sólo unos pocos antepasados de quienes después iban a formar el conjunto de Israel vivieron la experiencia de haberse liberado de la opresión y del dominio de la superpotencia egipcia. Por otra parte, está demostra­do que un grupo de emigrantes que había ido a parar a Egipto y que, para ganarse la vida, había tenido que hacer trabajos forza­dos, en un momento dado huyó y se estableció en la tierra de Canaán, mezclándose con otros grupos que habían tenido también experiencias similares de dominación por parte de los egipcios, formando así el pueblo de Israel.

Hay que decir también que esta experiencia de liberación no fue exclusiva de este pequeño grupo. Otros (los filisteos, por ejem­plo) también vivieron cosas parecidas.

Pero lo importante y definitivo es, por una parte, que algunos de aquellos grupos comprendieron la profundidad de lo que había ocurrido: no se habrían podido liberar si no hubiera sido por la fuerza de su Dios, el cual se había comprometido con ellos y les había acompañado en su historia. Y, por otra parte, cuando aque­llos grupos se mezclaron con otros y formaron un único pueblo, supieron ver en las diferentes experiencias de los distintos grupos unificados el origen de su unidad y su realidad presente: en el fondo, todos habían sido nómadas y habían caminado acompaña­dos por el Dios nómada, todos habían recibido el don de la tierra y las bendiciones de Dios, todos habían vivido la dominación egip­cia, todos habían salido de Egipto, todos habían caminado por el desierto, todos habían entrado en la tierra y siempre con la fuerza de su Dios.

Así, pues, cuando se habla del pueblo del éxodo se está hablan­do de ciertos grupos que viven una cierta historia de paso de la dominación a la liberación y la libertad — unos, en forma de ex­pulsión (Ex 12, 33; 12, 39); otros, en forma de salida ordenada o movimiento migratorio (Ex 12, 35; 13, 17ss); unos terceros, en forma de huida (Ex 12, 42; 14, 5)— , que comparten la experiencia del Dios de la vida y de la liberación con experiencias parecidas

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lltf lü retirada egipcia de los oasis (Qades Bamea) y de las fronteras,

3U0 comienzan en la tierra nueva de Canaán un proceso de unión, que Wde esta unión reinterpretan la historia del nacimiento de Israel

9 W IH ) epopeya vivida por todos y encaminada a la formación del |HJ0hlo, que descubren la necesidad de asumir una legislación o cons- llludón legal que ayude a la vida en común a partir de las costumbres y leyes de los diferentes grupos previos (véase el decálogo en Exodo 20 y el código de la alianza en Exodo 20-23).

lin el fondo, se afirma la experiencia de que todo ha ido enca­minado a la formación de Israel, la dominación egipcia, la libera­ción de tal dominación por parte de los diferentes grupos. Y, en consecuencia, se llega a afirmar que todo Israel había bajado a Itglplo, todo Israel había salido de Egipto y todo Israel había subi­do por el desierto hacia la nueva tierra.

JU. El personaje Moisés

También aparece aquí una figura histórica concreta y un pro­gresivo proceso de idealización y enriquecimiento de dicha figura. I ¿i que interesaba no era tanto el papel que había desempeñado el personaje histórico en el momento de la liberación del dominio egipcio, sino el papel siempre nuevo que seguía desempeñando en cutía época de la vida del pueblo. Dicho de otro modo: es muy posible que históricamente existieran muchos personajes que tu­vieron una gran importancia en la formación del pueblo; pero to­dos ellos habrían quedado simplificados en uno solo, el cual habría Nohrcsalido y se habría convertido en el símbolo de la unidad del pueblo creyente y, por lo tanto, en la persona en relación con la cual hc referirían en el futuro todas las cosas más fundamentales para la vida humana y creyente de Israel. Surge ahora la pregunta sobre qué nizones hicieron posible tal simplificación de varios en un único personaje. Nos atrevemos a decir que algunas características co­munes a todos ellos: la fe en un Dios que quería la libertad, las dotes de líder, la sensibilidad hacia los problemas humanos y ha­cia la justicia, la capacidad de escucha a lo que parecía decir Dios, In preocupación por transmitir al pueblo la experiencia de Dios y

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por hacer posible la salvación, la preocupación por dejar una legis­lación que hiciera posible la continuidad de la vida del pueblo.

En todo caso, en el personaje Moisés se habría recogido todo lo relacionado con la formación y la fundamentación del pueblo a lo largo de la historia. También se habrían recogido en Moisés los diferentes ministerios esenciales de cada generación, viéndole como el iniciador de los mismos. Y así, en el año 950 a. C., los J lo habrían visto como un ser humano que, al igual que el pueblo, es espectador y proel amador de las obras que Yahveh va realizan­do. En el año 850 a. C., los E lo habrían visto como un interme­diario — instrumento de Dios que realiza obras prodigiosas con ayuda del báculo recibido del mismo Dios— ; su figura mag­nificada contrasta en este caso con la de su hermano Aarón, quien es presentado normalmente por los E como el que duda de Dios. En el año 750 a. C., el movimiento de predicadores deuteronó- micos (D) lo habría visto como el iniciador del profetismo, enten­diendo por profeta a quien habla en lugar de Dios, a quien interce­de por el pueblo, a quien toma una postura solidaria y vicaria en relación al pueblo que sufre. En el año 550 a. C., finalmente, los P lo habrían visto como una especie de semidiós, tan en contacto con Dios que su rostro resplandece y tiene que tapárselo para que el pueblo pueda mirarlo; su hermano Aarón, en este caso, aparece, con el báculo de Moisés en sus manos, como su sacerdote y profe­ta.

Podemos decir, resumiendo, que tras la visión de un único Moisés se da la realidad de varios Moisés o líderes liberadores de los diferentes grupos y que, después, cada generación también vio a Moisés a su propia manera, actualizando su figura y su función.

5.4. La legislación en torno al Sinaí

Este tema va unido al anterior. El Sinaí es presentado como el lugar donde Dios manifiesta su voluntad en forma de leyes y, por lo tanto, el lugar donde son situadas todas las legislaciones que en algún momento de la prehistoria o de la historia de) pueblo hayan sido o sigan siendo importantes.

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lin este marco son situadas las diferentes legislaciones o constitu­ciones legales del pueblo de Israel. Enumerémoslas por orden cronológico y de acuerdo con sus autores: el decálogo ritual de los J (Lx 34), el decálogo ético de los E (Ex 20), el código de la alianza de Io n E (Ex 20-23), el decálogo ético social de los D (Dt 5), el código deulcronómico de los D (Dt 12-26), la ley de santidad de los P (Lv 17-25), la ley de la pureza de los P (Lv 11-16), la ley del sacerdocio Üo los P (Lv 8-10) y la ley de los sacrificios de los P (Lv 1-7).

Todas estas legislaciones, de diferentes momentos de la historia do Israel, intentaban salvaguardar el modo como debe vivir cada generación para ser coherente con la experiencia de fe.

M . Las señales o plagas

¿Oué hay detrás de las llamadas “plagas de Egipto”? Se puede decir que por plagas de Egipto entendemos una serie de fenóme­nos naturales que los grupos reconocieron como señales de Yahveh poderoso y liberador. Alguna tradición, por su parte, las vio como castigos o golpes que Yahveh da, ante la dureza y la violencia del faraón de Egipto, para flexibilizar su postura y con- neguir así, en último término, la liberación del pueblo. Las diferen­tes tradiciones las usaron, además, como medio narrativo para ex­presar la voluntad decidida de Yahveh de estar presente en el pro­ceso liberador de los grupos dominados.

Precisamente porque se trataba de un lenguaje, se dio una cier- tu tendencia en las diferentes escuelas a aumentar y amplificar dichas plagas; era el modo que tenían de decir que Dios era muy |h ule roso y que su decisión de acompañar al pueblo en su proceso liberador era firme y real.

Todas las plagas en su conjunto expresan que lo mismo que es hjilvífico y liberador para el pueblo pobre y oprimido es ruinoso pin a el rico y opresor.

Todo queda resumido en el paso del mar Rojo, que se convierte en caos para los egipcios y en liberación y puerta hacia la tierra pura los israelitas. En este paso es bueno caer en la cuenta de que

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las imágenes utilizadas por las diferentes tradiciones de fe no son iguales; es una muestra más de que cada tradición actualiza y adapta el lenguaje al máximo con la intención de que su genera­ción lo pueda entender perfectamente. Se habla, por ejemplo, en una versión — posiblemente mezcla de J y E— de que Yahveh, sirviéndose del viento, seca el mar (véase Ex 14, 21b.25); mientras que en otra —de los P— se habla de que Dios, sirviéndose de un fuerte viento, abre un camino en medio del mar, formando las aguas dos murallas, una a cada lado del camino (véase Ex 14, 16.21c.22.26ss).

5.6. Las fiestas relacionadas con el éxodo

La primera de estas fiestas es la de pascua. Su origen no estaba relacionado con la liberación de Egipto, sino que era mucho más antiguo: se trataba del sacrificio de comunión realizado por los pastores al ponerse en camino para pedir que Dios los protegiese contra el maligno a lo largo del camino que estaban a punto de iniciar, con la convicción de que Dios aceptaba ponerse en camino con ellos y convertirse, por lo tanto, en nómada como ellos. Quizá algunas de las experiencias de liberación del dominio egipcio co­incidieron con algunos de estos sacrificios de comunión; esta coin­cidencia y la convicción de que Dios los había acompañado en su camino liberador habrían hecho posible relacionar tales sacrificios con la salida de la esclavitud.

La segunda de estas fiestas es la de los ázimos. Tampoco su origen estaba relacionado con la liberación de Egipto, sino que era también más antiguo: se trataba de la fiesta que celebraba el inicio del año nuevo de los agricultores, en ei tiempo de la siembra. En esta fiesta, nada del año anterior era utilizado; lo nuevo que se esperaba era lo central. Por eso, en los días de la fiesta no se consumía pan fermentado, ya que hacerlo supondría utilizar la le­vadura del año anterior y, por lo tanto, algo viejo. Lo que se cele­braba es que Dios estaba dispuesto y comprometido a comenzar un nuevo año con su pueblo, llenándolo de bendiciones. Quizá también en este caso algunas de las experiencias de liberación del

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dominio egipcio vividas sobre todo por algunos grupos wmisedentarizados pudieron coincidir con su celebración de la fíenla de los ázimos. Esta fiesta quedó, en consecuencia, unida a dichas experiencias; además, el hecho de que, según algunas tradicio­nes, la liberación había sido en forma de huida y que en una huida normalmente no se tiene mucho tiempo para recoger las cosas y qui-

se tiene que abandonar a medio hacer “la pasta del pan” o se la llene que llevar sin que todavía haya podido fermentar, hacía todavía más verosímil la conexión entre la experiencia de éxodo y comer pan nIii levadura, propio de la fiesta de los ázimos.

La tercera fiesta es la del rescate de los primogénitos. Posible- menle su origen es, en este caso, posterior al acontecimiento de la liberación. Quizá estamos ante la institución de una fiesta "untibaal”, en la que se celebra que el Dios revelado en el éxodo, el Dios liberador, el Dios de la vida, no quiere de ningún modo que le ofrezcan (os primogénitos, a semejanza de “baal”, sino que quiere que los rescaten y en su lugar ofrezcan un cordero (véase lo que se explica en Génesis 22 sobre el no sacrificio de Isaac). La iii/ón por la cual esta fiesta quedó unida al acontecimiento del (íxodo es bastante claro: en primer lugar, porque en el éxodo se manifiesta el Dios de la vida como contrapuesto a los dioses que quieren muerte; y, en segundo lugar, porque se presta a enlazar Inertemente este rescate de la vida de los primogénitos hebreos nin la muerte del primogénito del faraón, muerte posiblemente magnificada en el texto, cuando se habla de la muerte de todos los primogénitos de Egipto, y muerte que bien pudo ser histórica y aprovechada por algunos grupos de esclavos para escapar.

Para completar este tema, debemos decir que no sólo estas fies- las quedaron relacionadas con la realidad iniciadora de la existen­cia del pueblo de Dios, sino que la mayoría de las fiestas israelitas i interiores o posteriores, por no decir todas, acabaron por ser refe­ridas a dicha realidad del éxodo.

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5.7. El desierto y el camino hacia la tierra

Tiene una base histórica: las dificultades concretas que encuentran algunos grupos hasta llegar a la tierra y establecerse en ella; dificulta­des que provocan el desánimo, la desconfianza y la crisis, pero que se van superando poco a poco. Va creciendo la conciencia, además, esta superación es posible gracias a que Dios los acompaña.

También este hecho es reformulado a la luz de la fe y las crisis sufridas por el pueblo. Este empieza a vivir en la tierra de un modo estable y con unas instituciones que le proporcionan seguri­dad. Pero corre el inmenso peligro de institucionalizarse y olvidar­se de Yahveh, que es un Dios nómada, que no desea ser encerrado en un santuario ni ser manipulado.

El desierto se convierte en el lugar teológico de las tentaciones sufridas por el pueblo en la tierra de rechazar a aquel Dios salva­dor y en quien se debe confiar, y de querer cambiar el camino humano y, por lo tanto, costoso hacia la tierra, por un camino fácil y rápido, manipulando a Dios para llegar lo antes posible a una situación de seguridad, estabilidad y sedentarización. Dicho de otro modo, el pueblo ya en la tierra siente la tentación de exigir privilegios a Dios, de conseguir de él rápidamente lo definitivo, de alcanzar poder incluso sobre Dios. Sitúa, entonces, estas tentacio­nes en sus antepasados, en el desierto. Es decir, todos los que viven en la tierra lo colocan teológicamente en el desierto. Colo­can las caídas continuas en las tentaciones, aunque también colo­can las otras experiencias de maduración de la fe y de acompaña­miento de Dios, a pesar de todo.

El desierto es visto, pues, como lugar de prueba, de tentación y aprendizaje, escuela donde se aprende a vivir de acuerdo con la vocación peculiar a la que ha sido llamado Israel. En todo caso, cada tradición, cada época y cada grupo de creyentes verá el de­sierto con matices diferentes. Algunos profetas, por ejemplo, lle­garán a verlo como lugar imprescindible para madurar en la fe y en el amor a Dios. Otros testimonios bíblicos lo verán como lugar de institucionalización de la vida de la comunidad, como lugar de descubrimiento de Dios y su providencia.

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Y» nc ve cuán rica es la temática del camino por el desierto y su ftlgnifícado teológico.

Resumiendo, la historicidad de las circunstancias concretas del Ilumino por el desierto es lo de menos. Lo importante es que el (íoulcrto se convierte en un muestrario vivo de los peligros que“ ulompre corre el pueblo y de los avances a los que siempre está Humado; un pueblo, que ha sido liberado, que debe vivir con liber- lid y gratuidad y debe actuar liberadoramente.

líl desierto es, pues, la manera de explicar la realidad del pue­blo; es lugar de peligros, lugar de intervención de Dios, lugar de relución con Dios, lugar de infidelidad del pueblo, lugar de ntndurución de la experiencia de Dios.

C ada tradición lo ve de una manera peculiar, como ya se ha ilk'lio antes. Podemos decir esquemáticamente que los J y E lo coimideran como lugar de dificultades y peligros; los D, como llltiur de la tentación, de la prueba, de la enseñanza, de la purifica­ción; los profetas, como lugar de la buena relación con Dios, de la purilicación, de la maduración de la experiencia de Dios; los P, como lugar de la ley o de la voluntad de Dios.

M . Kl Dios revelado en el éxodo

Ya hemos dicho que hasta el éxodo no existía la experiencia retil de un Dios que se relaciona con el ser humano para salvar, es ilttcir, la experiencia del Dios Yahveh.

lis importante tener en cuenta que el hecho del éxodo, tal como hon ha sido presentado, se inicia con la constatación de que el pueblo está oprimido y de que Yahveh no puede soportar tal opre- ulón, por lo que envía a Moisés para liberarlo.

Así, pues, el Dios del éxodo queda unido esencialmente a la experiencia de liberación. Y por esto, a partir de la constitución riel pueblo en torno a la experiencia de liberación, éste siempre se u*íierc a la experiencia del Dios Yahveh, liberador, la cual unifica cualquier otra experiencia de Dios. Esta experiencia se expresa uní; el pueblo aparece como un pueblo oprimido, eleva su clamor

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que llega hasta el cielo, Yahveh escucha el clamor, toma la deci­sión de liberar y llama, en consecuencia, a alguien, a un liberador, para que realice la acción. Pero, ¿quién es y cómo actúa este Dios?

Puede ser bueno analizar un texto fundamental, el de Exodo 3, 1-15, en el cual aparece con mucha claridad el estilo de Dios que se revela en el éxodo. De hecho este texto es una mezcla, sobre todo, de la tradición J y de la tradición E. Sólo un par de medios versículos (6a y 15b) pertenecen a la tradición P propia del exilio.

Se puede decir que el relato que domina es el de los E (en torno al reinado de Ajab en el reino del norte), cuyo tema es el de la vocación y del envío del liberador. A este relato corresponde­rían los versículos 1.2 (“ángel”).4b.6b.9-15a.l5b (“me ha en­viado a ustedes”).

Comienza con la presentación del personaje que va a ser envia­do, del lugar sagrado donde va a tener lugar la vocación (véase esquema de peregrinaciones cúlticas y esquema cúltico saíví- fico) y de quién va a hacer la llamada. En consonancia con los E, que siempre nombran intermediarios en la relación entre Dios y los seres humanos, se habla del “ángel” de Yahveh. Nos esperaríamos la expresión “ángel de Dios”, típicamente E, pero en cambio se nos habla de “ángel de Yahveh”, expresión que mezcla el modo de hablar de los E y de los J; es una muestra, quizá, de cómo este texto de Exodo 3, 1-15 fue desde muy pronto patrimonio común de todas las tradiciones de fe y de lo fundamental que fue para todas ellas.

Sigue a continuación la llamada con la típica repetición del nombre ("Moisés, Moisés”), la respuesta inicial del ser llamado (“Heme aquí”) y el respeto ante lo que se comprende como la presencia de Dios (“Moisés se cubrió el rostro porque temía ver a Dios”). Dios entonces le explica a Moisés cómo el clamor de los oprimidos ha llegado hasta él y lo envía a liberar (Moisés sera el instrumento de la liberación, tema típicamente E). Las dificultades propuestas por el enviado, que aparecen siempre en la forma literaria de “vocación”, se siguen.

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1.a primera dificultad se basa en la debilidad que siente Moisés ante la gran tarea que le proponen. La respuesta de Dios alude u la presencia permanente de él junto a Moisés (“Yo estaré”, tengase en cuenta que en esta afirmación Dios de algún modo ya está diciendo algo sobre su nombre: en hebreo “Yo estaré” suena así: ehyeh -la misma raíz que la de Yahveh).

I,a segunda dificultad de Moisés se basa en la poca credibilidad que tendrá ante los grupos oprimidos si no les sabe concretar el nombre de Dios al que deben invocar cuando encuentren difi­cultades en la empresa liberadora. Aquí aparece algo que es común a todos los pueblos de la zona en que se movió el pue­blo de Israel. Todos aquellos pueblos siempre desearon conocer el nombre de Dios, convencidos de que con ello podrían domi­nar y manipular a la divinidad; en varios textos bíblicos apare­ce este mismo deseo (véase Gn 32, 30; Ex 33, 18-34, 5; Je 13, 17-25). La respuesta de Dios ("yo seré el que estaré”: ehyeh asher ehyeh) no va tanto en la línea de decir exactamente su nombre cuanto en la de manifestar cuál es su estilo de actuar y su compromiso. En realidad, dice mucho más que su nombre, pero dice algo que exige del ser humano fe y confianza (véanse los últimos textos citados en los que de algún modo se dice que Dios no quiere dar su nombre, no quiere dejar ver su cara, pero bendice, actúa y envía un libertador). Se da, pues, una manifes­tación solemne pero una manifestación ligada a la actuación histórica de este Dios, una manifestación, por lo tanto, abierta, incompleta, perfectible.

Profundicemos todavía un poco más en esto. A lo largo de la historia se han dado varias interpretaciones a la respuesta de Dios. Las principales son las siguientes: interpretación evasiva (no les voy a decir quién soy), interpretación ontològica (soy el que es por sí mismo y que no necesita de nadie para existir), interpretación causativa (soy quien hace que los seres sean), interpretación histórico salvifica (estoy presente en la historia para salvar), interpretación escatològica (estaré cada vez de un modo más nuevo y definitivo en la historia).

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¿Qué podemos decir sobre estas interpretaciones? Que en el nombre de Yahveh se quiere recoger algo de todas estas inter­pretaciones: Dios está presente de un modo activo en la reali­dad, Dios actúa siempre de una manera nueva en la historia, Dios es y será fiel a su compromiso, lo propio de Dios es la actuación gratuita y llena de libertad y, por lo tanto, no va a declarar un nombre exacto que pueda ser invocado y manipula­do. En resumen, podemos decir que lo importante no es que Dios manifieste su nombre, sino que manifieste su estilo, su manera de ser y actuar. Dicho estilo y dicha manera de actuar van ligados a una acción salvífica. Dios salva y no puede dejar de salvar. Este es el Dios que aquí se nos presenta. Y al mismo tiempo se nos llama la atención acerca del peligro que supone el mitificarlo. Yahveh no lo desea, y por ello se autodefine como el que está metido de lleno en la historia, una historia que progresa y que, por lo tanto, siempre nos va mostrando aspectos nuevos de Dios.

El segundo relato corresponde a la tradición J del tiempo de Salomón, en torno a la construcción del templo de Jerusalén. Está formado por los versículos 2-4a.5.7-8. Se trata fundamen­talmente de una leyenda cúltica en relación con un santuario (¿el de Jerusalén?), tierra sagrada, en el que uno no puede po­ner los pies si no se descalza y en el que el fuego permanece siempre encendido. Lo importante es que, siguiendo el esque­ma cúltico salvífico at que hemos hecho alusión anteriormente, dicho santuario es relacionado con una manifestación de Dios en la que se presenta como el que ha visto la opresión del pueblo, como el que no puede soportarla y como el que, por consiguiente, decide bajar para liberar a su pueblo y conducirlo a una tierra buena y espaciosa. Este es el Dios al que se debe dar culto y recordar.

¿Qué decir del verso 12b (“y ésta será para ti la señal de que yo te envío: cuando hayas sacado al pueblo de Egipto darán culto a Dios en este monte”). Con este verso los dos relatos, el J y el E, quedan totalmente en conexión, ya que el monte en el que Dios se ha manifestado para enviar a Moisés a liberar al pueblo

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se convierte en un lugar sagrado, un lugar de culto a dicho Dios actuante y salvador en la historia, un lugar recuerdo y compromi­so de la liberación.

Nos quedan todavía en el texto un par de medios versículos, el 6a y el 15b, que parecen salirse del estilo de los dos relatos anteriores. Parece que son obra de la tradición P, que escribe desde el exilio, lu cual quiere subrayar, como ya veremos en su momento, que el Dios que se manifiesta en el éxodo es el mismo que siempre se ha manifestado en la prehistoria y la historia del pueblo, es e] Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Es el mismo que se manifestará en el exilio volviendo a conducir a su pueblo hacia la tierra.

Podría ser interesante aquí hacer una actualización, a partir de la propia experiencia y comprensión de la realidad, de lo que puede significar para nuestros días tanto la experiencia de éxodo como la de desierto.

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Amos, Oseas y el espíritu del Deuteronomio

VI

M . Introducción

I Insta ahora hemos considerado las experiencias clave de la fe lie Israel. Hemos visto las dos primeras redacciones (J y E) y t'rtinn referían a los orígenes, a los antepasados y a Moisés todo vimnto era fundamental para salvar la fe originaria en medio de las lluevas circunstancias, plagadas de peligros y tentaciones, y para tH'Unilizar la experiencia de fe.

Nos situamos ahora unos años más tarde (hacia el 750 a. C.), tMi el reino del norte o Israel, donde asistimos a una nueva actua­ción actualizadora de la fe por parte de grupos y personalidades creyentes. Me estoy refiriendo a las predicaciones y exhortaciones recocidas en el núcleo del libro del Deuteronomio y en los libros »le los profetas Amos y Oseas.

Recordemos por un momento la historia anterior. Ya sabemos (juc, a partir del año 930 a. C., el reino de David se dividió en dos: vi reino del norte (Israel) y el del sur (Judá). Las causas principá­i s de esta separación serían las siguientes: originariamente siem­pre habían existido dos grupos diferentes en cuanto a política, reli­gión y vitalmente, y tan sólo el buen criterio de David había hecho (»nsible la unión; el hijo de David, Salomón, fue en la línea de los déspotas orientales (centralización de todo en Jerusalén, recauda­ción de impuestos para pagar la burocracia central y los gastos de lit corle, etc.); el nieto de David, Roboam, no hizo sino acentuar osla línea despótica (véase 1R 12, 1-33); antes del cisma final, se

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dieron varios movimientos de revuelta (véase 2S 20, 1-2; IR 11, 26-40).

A partir de esta separación, el reino del norte —que es el que nos interesa— recomenzó una vida propia: políticamente (capital en Siquem —que luego pasaría a Samaría—, límites territoriales pro­pios, etc.), dinásticamente (diferentes líneas dinásticas), tradicional­mente (éxodo, pueblo salvado, etc.) y cúbicamente (santuarios pro­pios). Esta vida propia se prolongó hasta la caída del reino y de su capital en el año 721 a. C., a manos de los asir ios. Tuvo momentos excelentes (la formación de las tradiciones elohistas y deuteronómicas, la actuación creyente de algunos profetas como Elias, Eliseo, etc.) y momentos nefastos (los reyes idólatras, las gue­rras contra el reino del sur, las violencias, etcétera).

6.2. Los últimos años de Israel: apogeo y fracaso

Situémonos ahora en los últimos 60 años de la vida de Israel. En el año 784 comienza a reinar Jeroboam II (véase 2R 14, 23-29). Su reinado fue próspero en muchos sentidos, pero funesto desde el punto de vista de la fe en Yahveh. Y esta ambigüedad se puede ver en casi todos los ámbitos.

Políticamente, aprovechando la decadencia de Asiria y la esta­bilidad interna, Jeroboam II ensanchó los límites territoriales de Israel, hasta llegar a los de David. Lo negativo fue que el senti­miento de seguridad y orgullo nacional, el deseo de posesión y la ambición crecieron desmesuradamente.

Económicamente, la riqueza nacional, especialmente entre los burócratas, comerciantes y banqueros de la capital y de otras ciu­dades aumentó. Lo negativo fue que los campesinos se empobre­cieron paulatinamente. Muchas causas favorecieron este empobre­cimiento, entre éstas, estar siempre pendientes de la meteorología, verse forzados a recurrir a los créditos bancarios con altos intere­ses, ser engañados con frecuencia en sus transacciones comercia­les por los comerciantes de la ciudad y no poder luchar contra la estructura burocrática y judicial de la capital.

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Socialmente se fue creando un sistema de dos grupos sociales R)Uy separados: los ciudadanos urbanos (más “cultos” y con mayo­ral recursos y posibilidades) y los ciudadanos rurales (más “incul- ||W" y con escasas posibilidades). Lo más negativo fue que en el fbndo muchos ciudadanos rurales no tuvieron más remedio, para RObrovivir, que hacerse esclavos y servidores de los urbanos.

Judicialmente apareció un sistema cada vez más organizado y Mlructurado; dejaron de ser las personas de mayor autoridad moral (lintro del grupo las que ayudaron a que hubiese justicia y comen- IKÍ un sistema profesional para administrarla. Lo negativo fue que In jUNticia dejó de estar en manos de personas con este carisma y M convirtió en una profesión y un modo de ganarse la vida, lo UUNl dio pie a muchas situaciones de corrupción e injusticia ins­titucionalizadas.

Religiosamente fue aumentando un clima de seguridad nacio- IMl, basada en la elección divina. Esta elección divina se fue en­tendiendo como un privilegio que daba derechos (“ya que Dios los Hnhfa elegido estaba obligado a ayudarlos incluso en sus proyectos militares imperialistas, en sus guerras”). De lo que se trataba en­tonces era de ganarse de algún modo a Dios, de mantenerlo del propio lado, de contentarlo. Para ello, lo importante era crear san­tuarios suntuosos y realizar actos de culto lo más vistosos posible y ritos de fecundidad para excitar a Dios y obligarlo a fecundar la llerru, tal como hacían los adoradores de Baal. Lo negativo fue que la concepción religiosa fue alienando cada vez más a la socie- dud y dejó de ser interpeladora de la vida entera. Muchas realida- ÜOH injustas, muchas ambiciones, muchos egoísmos fueron oculta­do* bajo dicha concepción que podríamos llamar “nacional yahvista”.

l odo lo anterior se dio más o menos hasta el 745 a. C. A partir lie este año, es decir, a partir de la muerte del rey Jeroboam II, la reulidiid cambió profundamente, como consecuencia posiblemente de lodo lo analizado anteriormente: comenzó una gran inestabili­dad política, se empezaron a dar continuos golpes de Estado, se lecrudeció la gran dependencia en relación con Asiria o Egipto,

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hubo una guerra contra Judá que dio excusa a Asiría para entrar en la zona, defender a su “aliado” Judá y acabar con el reino de Israel.

6.3. La respuesta de los creyentes en Yahveh

Como se ha podido ver, la situación fue de apogeo —a la cual siguieron el gran fracaso y la ruina— y, al mismo tiempo, de enorme peligro para la fe. Se precisaba una gran profundización en las grandes experiencias vividas para poder vencer las tentacio­nes, superar las crisis, descubrir las nuevas exigencias existenciales de la fe, etc.

Surgieron así grupos de creyentes y personajes proféticos que comenzaron a denunciar sin cortapisas los errores, a exhortar al cambio y anunciar las nuevas y esperadas relaciones con Dios. Me refiero a los predicadores del núcleo de lo que después sería el libro del Deuteronomio, así como a los profetas Amos y Oseas.

6.3.1. El Movimiento de Predicadores Deuteronómicos (MPD)

Los predicadores del espíritu deuteronómico, en las circunstancias históricas antes citadas (monarquía estable, posesión de la tierra, san­tuarios y culto ritual, problemas sociales, etc.), trataron de poner de nuevo las cosas en su sitio desde el punto de vista de la coherencia de la fe y de la vida. Con su predicación intentaron imbuir a la gente del espíritu más primigenio y conjugar la fe en Yahveh con las nuevas situaciones sedentarias, las cuales habían llevado a exageraciones y al establecimiento de unas normas de culto y de conducta que olvidaban que nada tiene valor si no está motivado por una actitud de fe y de amor en relación con Dios y el ser humano.

En la Biblia actual, sus predicaciones se encuentran fundamen­talmente en el libro del Deuteronomio. En dichas predicaciones utilizan un esquema conocido por el pueblo: el de la renovación de la alianza, cuyos elementos principales son:

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1. autopresentación de Yahveh y de sus beneficios,

2. consecuencias y exigencias que de esto se desprenden,

3. llamada a la aceptación y al compromiso,

4. declaración de bendiciones y maldiciones que seguirán si...

Se sirven además de una ficción histórica que se centra en tres »ispéelos:

1. Se finge que es Moisés mismo quien está predicando a los nntcpasados del pueblo para avisarles de los peligros para la fe que vun a vivir cuando se sedentaricen y posean una tierra; en reali­dad, es el movimiento de predicadores deuteronómicos el que está «visando de las caídas que Israel está sufriendo ante las tentacio­nes de la sedentarización.

2. Se insiste en que es “hoy” y “aquí”, es decir, en los años en tumo al reinado de Jeroboam II y en la tierra de Canaán, cuando y dnmle las palabras de los predicadores tienen pleno sentido y ac-1 nulidad; de este modo se hace partícipe al pueblo en Canaán y hujo Jeroboam II de la experiencia del pasado, la de la liberación y lu infidelidad.

3. Se toma al pueblo como un conjunto, como un “tú” (véanse fus muchas veces en que aparecen frases como la siguiente: “y ulmrn tú, Israel”); se pretende de este modo ayudar a Israel a recu­perar su sentido unitario y colectivo, su sentido de unidad comuni- tmia (en el libro actual del Deuteronomio se encuentran muchos (mementos más modernos en los cuales ya no se habla al pueblo ilc “lú”, sino de “ustedes”)

Se tracataría aquí de leer algunos textos que parecen corresponder a aquellas primeras predicaciones deuteronómicas, en torno a la renovación de la alianza para poder descubrir así los puntos cen-i rales de tales predicaciones. Véase, por ejemplo, Deuteronomio 6,1-13; 9, 1-6; 10, 12-I5a.20-22; 11, 1; 27, 9-10.14-26; 28, 1-2;W, 11-14.

lin estos textos se subraya muy especialmente lo siguiente: la necesi- dad de amar al Dios liberador, guía y donador de la tierra; la llamada a

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recordar su fidelidad y a responder, por lo tanto, con la propia fidelidad a la voluntad de Dios que se concreta en relaciones auténticas con él y con los prójimos; las diferentes concreciones de dicha fideli­dad; el reconocimiento de su pequeñez y de que no es por sus méritos propios por los que ahora están y poseen la tierra; la comprensión auténtica de la elección (la elección significa un amor inmenso que Dios les ha tenido por ser los más despreciados y miserables, con la intención de que a partir de ello den testimo­nio, ante todos los pueblos, de este Dios).

También sería bueno leer Deuteronomio 16, 9-15, fijándose espe­cialmente en ios versos 11.12.14, y preguntarse si lo que domina las predicaciones deuteronómicas, como se ha dicho muchas veces, es el tono ritualista o si éstas insisten en otros aspectos; si es así, ¿cuáles serían estos aspectos?

Como síntesis final, se puede decir que las grandes afirmacio­nes generales del movimiento de predicadores deuteronómicos son las siguientes:

1. Yahveh es el único Dios liberador y el único donador de la tierra (no se deben dejar llevar por la ideología de la “guerra san­ta”, ni por el orgullo nacional, ni por la ambición de poseer tierra).

2. Es necesario, en consecuencia, tenerlo siempre muy presente y recordar su acompañamiento en la historia de liberación.

3. Ante la fidelidad de Dios parece que la única respuesta posi­ble es cumplir fielmente con su voluntad, una voluntad que se concreta en la Constitución “deuteronómica” de Israel.

4. Lo anterior debe ser entendido en el marco de la actitud fundamental que se espera del creyente: la de “amar a Dios con todo el corazón...”.

5. La fe en este Dios y el amor a él tienen un criterio de verifi­cación: la actuación en la vida diaria, en las relaciones con los demás y, especialmente, en la solidaridad y la defensa del débil y marginado.

Si se repasan las condiciones en que se dieron estas predi­caciones veremos cómo las grandes afirmaciones anteriores son

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una respuesta de fe ante la realidad. De hecho, el movimiento de predicadores deuteronómicos no pudo Jlegar muy a fondo en la transformación radical de Israel que pretendía, porque a los pocos años de iniciar su actividad el reino fue invadido por los asirios y convertido para siempre en una provincia del imperio mesopo- lámico. Este hecho obligó a dicho movimiento a huir al sur, a iudá, donde, como veremos más adelante, alguien, el rey lizequías, lo estaba esperando con los brazos abiertos.

Sería bueno aquí intentar actualizar lo anterior, es decir, ver nuestras realidades y sus puntos semejantes a las del tiempo de Jeroboam II, en el reino de Israel, y también la posible actuali­dad del mensaje de los predicadores deuteronómicos.

ft.3.2. Los profetas Amos y Oseas

Decíamos antes que junto a este movimiento de predicadores ilcuteronómicos surgieron también algunas personalidades proféticas a las que les tocó vivir las mismas circunstancias que a Ion primeros y que se presentaron en público más o menos con las mismas intenciones que éstos, aunque haciendo uso de un estilo illl'erente, más directo y personal. Me refiero a los profetas Amos y Oseas.

AJJ. Características del movimiento profetico

l*ero antes de hablar de ellos, es conveniente abrir un pequeño paréntesis para decir algo sobre el movimiento profètico en gene­rili y sobre el mismo en Israel.

Digamos, ante todo, que lo más típico de los profetas no es que watt previsores del futuro, sino que, en nombre de la experiencia ile fe, interpreten el presente de la realidad que vive el pueblo; y que, en nombre de la misma experiencia de la fidelidad de Dios,

«(reven a anunciar esperanzas para el futuro.

1(1 movimiento profètico no es original de Israel. Es patrimonio tle muchos pueblos y, en concreto, de muchos de sus vecinos. En

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este movimiento internacional profètico se da una evolución: de ser personajes o grupos más o menos extravagantes que actúan en estado de delirio o éxtasis, los profetas pasan a ser personajes más profesio­nales, ligados a las cortes de los reyes (son sus consultores y los consagradores de la dinastía) y a los santuarios cúlticos (donde dan respuesta a las consultas de los sacerdotes y del pueblo). En definiti­va, nos hallamos ante unas figuras institucionales y oficiales.

También en Israel se da una evolución dentro del movimiento profètico: de personajes más folklóricos, extravagantes y extáticos, pasan a ser personajes más dinámicos, más encarnados, más perso­nales y más existenciales.

Ello no obsta para que, junto a estos últimos profetas (que podría­mos llamar “vocacionales” o por vocación), sigan siempre coexistien­do en Israel otros a quienes podríamos dar el apelativo de “profesio­nales” o profetas de profesión. Este hecho originará fuertes tensiones entre profetas; tensiones que jamás desaparecerán del todo.

No es posible encontrar un único criterio que sirviese para poder distinguir a unos profetas de otros. Si bien es verdad que se dan unas líneas que pudieron ayudar a discernir la verdad o la falsedad de los profetas: la fidelidad a la experiencia de fe en Yahveh, la integración de dicha experiencia de fe y de una vida coherente con ella, la profundización en el análisis de la realidad histórica y de los signos de los tiempos.

Es im portante, para acabar esta breve introducción al profetismo, señalar algunos puntos en común que se dan en todos los profetas bíblicos:

— están arraigados y fundamentados en la fe en Yahveh, acom­pañante de la liberación del dominio egipcio y fiel siempre en su compromiso con la historia de su pueblo;

— están siempre abiertos a un permanente diálogo con Dios y, por lo tanto, dispuestos a escuchar sus nuevas palabras;

— son personajes “encarnados” en la realidad y metidos de lleno en la historia;

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- actúan siempre en las situaciones críticas de cualquier tipo (cuando las personas se sienten demasiado seguras o estables,i liando se cometen injusticias en la sociedad, cuando la gente se olvida de la peculiaridad de su fe y sus costumbres);

- se preocupan por la suerte del pueblo y por su futuro;

unen en sus propias personas lo más íntimamente que pue­den la fe confesada y la vida, y exhortan a quienes los escuchanii hacer lo mismo; en esta línea resulta significativo todo lo que dicen sobre la necesidad de que la vida cúltica y de compromi­so por la justicia vayan totalmente a la par;

proclaman su mensaje no sólo con sus palabras de denuncia, de anuncio y de esperanza, sino también con su propia vida y (on los actos simbólicos que realizan.

A.J.4. Profecía oral y escritos proféticos

Digamos ahora unas palabras acerca de los escritos de los pro- lelas. Estos, en principio, no eran escritores, sino que pronuncia- hiin palabras y realizaban acciones para anunciar su mensaje. Se- írin el endurecimiento de sus oyentes, su convicción de que las palabras proféticas tienen valor para el futuro, y la persecución y dificultad para hablar en público, las causas que harán necesario |>ouer por escrito las palabras y las acciones de estos personajes.

Sería bueno leer aquí tres textos que nos explican por qué se empezaron a poner por escrito fas palabras de los profetas: me ir fiero a Isaías 8, 11-16; Isaías 30, 8; Jeremías 36.

Los escritos proféticos, por lo tanto, son el producto de una recopilación ordenación y selección (realizadas por los discípulos Y seguidores de los profetas) de los anuncios y las actuaciones de los profetas. Esto explica muchas cosas: la aparición de ciertos esquemas artificiales en los libros, las notables actualizaciones he­chas de los mensajes proféticos, las glosas explicativas que encon- liamos en los libros, etc.

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6.3.5. Las cuatro etapas del profetismo

1. Profetismo primitivo: profetas extáticos, en delirio, folclóricos (¿Samuel, Elias y Eliseo?).

2. Profetismo clásico o preexílico: profetas denunciadores y anunciadores (Amos, Oseas, Isaías, Miqueas, Sofonías, Nahúm, ¿Habacuc?, Jeremías).

3. Profetismo exílico: profetas de reflexión, consoladores y animadores (Jeremías, Ezequiel, segundo Isaías).

4. Profetismo postexílico: profetas restauradores y animadores del judaismo (Ageo, Zacarías, Abdías, Malaquías, Tercer Isaías, Joel).

6.3.6. El profeta Amos

Pero hablemos ya del primer profeta que posee las citadas ca­racterísticas y que actuó en las circunstancias que hemos descrito en las páginas anteriores: Amós.

Amos era un campesino —pastor y agricultor— de un pueble- cito situado en el desierto de Judá, al sur de Jerusalén. Al princi­pio, por lo tanto, era un creyente perteneciente a la tradición del sur, es decir, a la tradición J.

Parece ser que sus contactos con el norte se iniciaron con oca­sión de sus viajes a la capital para vender sus productos. Acudía, sobre todo, a Samaría, la capital del reino del norte, porque dicha ciudad, dada la situación, se prestaba más a hacer buenos negocios en los intercambios comerciales. Estos contactos le hicieron des­cubrir el abismo existente entre las exigencias propias de la fe en Yahveh y la realidad que se vivía en Samaría.

Su sensibilidad humana, análisis de la realidad y capacidad de encuentro con Dios y su voluntad en el silencio del desierto lo prepararon espiritual y humanamente para el ministerio profètico para el que después se sintió llamado por Yahveh.

Tras la llamada comenzó a aprovechar las grandes concentra­ciones religiosas en los santuarios propiciados por el rey para de-

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nunciar. El poder no tardó en oponérsele con fuerza, en perseguir­lo y, posiblemente, en sacárselo de en medio.

El análisis de Amos 7, 10-17 puede mostramos bien especialmen­te dos cosas: la persecución que se levantó en contra del profeta y los diferentes puntos de vista sobre lo que es un profeta (el punto de vista oficial y el punto de vista del que ha sido llamado).

En los versos 10 y 11, Amasias, el sacerdote de uno de los grandes santuarios, el de Betel, acusa a Amos ante el rey, Jeroboam II, diciendo que aquél conspira contra éste y contra el reino con sus duras palabras de denuncia y amenaza. Pide, en consecuencia, la actuación rápida por parte del poder para que Amos sea acallado.

El mismo sacerdote, Amasias, pasa a continuación, en los versos12 y 13, a intentar acallar y expulsar él mismo al profeta, tratán­dolo de profeta profesional o mercenario, despreciándolo además por extranjero (recordemos que, efectivamente, Amós era del reino de Judá y estaba hablando en el reino de Israel) y haciéndole ver que sus palabras no deben ser pronunciadas y menos todavía en un santuario que es "del rey y casa del reino". Como se ve, su concep­ción de la religión, de los santuarios y del profetismo deja mucho que desear.

La respuesta de Amós no se hace esperar y se basa en su propia manera de ver la llamada profètica. En los versos 14 y 15, Amós se defiende de que se le haya caracterizado como profeta mercena­rio y afirma que su profesión no es el profetismo, sino el trabajo en el campo como pastor y agricultor y que desde dicho trabajo ha sentido el llamado de Dios a profetizar a su pueblo.

Acaba, en los versos 16 y 17, con la gran amenaza contra el sacer­dote, ya que ha intentado hacer callar al profeta.

6.3.7. El libro de AmósEn primer lugar, debemos decir que son los discípulos de

Amós los que fueron reuniendo, ordenando, explicando y actuali­zando las palabras pronunciadas por el profeta. Es más, posible­mente este trabajo lo hicieron de un modo más sistemático en

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Judá, adonde tuvieron que huir tras la caída de Samaría en el año 722 y en donde fueron muy bien recibidos por el reformista rey Ezequías, quien comenzó a reinar en Jerusaién hacia el año 716. Esto se nota por los pequeños o grandes añadidos que hacen refe­rencia a Judá y no al reino del norte o Isarel.

El libro, tal como ahora lo conocemos, puede dividirse en cua­tro partes. La primera (1, 3-2, 16) es un durísimo juicio contra las naciones limítrofes de Israel y también, y sobre todo — y esto es algo que no se esperaban sus oyentes, que pensaban que los ata­ques sólo irían dirigidos contra los enemigos— es un durísimo juicio contra el propio Israel. La segunda (3, 1-6, 14) es funda­mentalmente una colección de denuncias y amenazas a Israel más explícitas y concretas que las de la primera parte; esta colección está ordenada artificialmente por sus discípulos. La tercera (7, 1-9, 10) está formada por cinco visiones —con algunos añadi­dos— en las que el profeta contempla la sentencia dada contra el pueblo pecador y experimenta cuál es su papel de profeta en esta situación crítica. La cuarta, finalmente (9, 11-15), es una visión llena de esperanza en el futuro (debemos decir, de todas maneras, que esta cuarta parte es posiblemente la menos propia del profeta, la cual ha sido incluida aquí por sus discípulos a la luz de la fe, continuamente experimentada, en la fidelidad permanente de Yahveh).

6.3.8. La actuación y el mensaje de Amos

Resumamos brevemente, para concluir, en qué consiste la ac­tuación y el mensaje de Amós.

Comienza anunciando el juicio con diferentes imágenes: guerra, sequía, castigo, visita y, especialmente, la imagen del día de Yahveh, día que, en aquellas circunstancias, no podía ser sino de castigo. Todo esto aparece con claridad, por ejemplo, en Amós 5,18-20.

A continuación da los motivos de dicho juicio. Quizá una de las cosas más originales de Amós es que une, como motivos del juicio, los pecados cúbicos y los pecados social’es, y también que

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insiste en que el que Dios haya hecho cosas grandes por su pueblo no es motivo de orgullo para éste último, sino que es fuente de responsabilidad.

lis importante analizar aquí el texto de Amos 2, 6-16.

Ln primer lugar se debe señalar el contexto más amplio de dicho texto, el cual comienza en Amos 1,3- Seis países vecinos de Israel (quizá en la predicación de Amos sólo se mencionaban cuatro, los cuatro puntos cardinales, a los que fueron añadidos dos más para que sumaran en total “siete”) son juzgados y sentenciados por Yahveh. El esquema literario que se sigue en estos juicios es el mismo. Se comienza con una fórmula general en que se dice que la sentencia es inflexible “por los muchos y crecientes crímenes de tal o cual país”. A continuación sigue la concreción de dichos crímenes. Tratándose en la mayoría de los casos de países “no creyentes" en Yahveh, los crímenes acusados son de lesa humani­dad, son violaciones fortísimas a los derechos humanos (“triturar con trillos de hierro a Galaad”, “haber deportado poblaciones en­teras para entregarlas a Edom”, haber perseguido con espada a su hermano ahogando toda piedad”, “haber reventado a las mujeres encinta de Galaad”, “haber quemado hasta calcinar los huesos del rey de Edom"). Tras los crímenes se dicta la sentencia condenato­ria.

Así se llega a Amos 2, 6. El inicio ha sido semejante al de los profetas profesionales: éstos siempre empezaban amenazando y acusando a los enemigos de quien les había contratado y acababan alabando y bendiciendo a este último.

Viene entonces la bomba para Israel. Amos, a partir de 2, 6, acusa y sentencia también a Israel. Y lo hace con más dureza que en los casos anteriores, aunque los crímenes denunciados no son objetiva­mente tan graves. La fórmula inicial usada es la misma que al referirse a los otros países.

Pasa luego a la acusación más detallada: la injusticia y la venalidad de los jueces en los tribunales (con el agravante de que les basta recibir una mínima cantidad para dejarse corromper); la opresión y la muerte de los pobres para conseguir el propio enriquecimien­

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to y vida de lujo; la relación incestuosa de padre e hijo con la sirvienta de la casa a la que se considera un objeto más de ésta, profanando así el nombre de Dios; la celebración, por parte de los ricos acreedores, de fiestas religiosas al anochecer, utilizando las ropas que los pobres han tenido que dar como prenda de sus deudas y que según la ley, aquellos les deberían haber devuelto (el altar, junto al que celebran dichas fiestas, se convierte, en conse­cuencia, en “cualquier altar”); las multas injustas puestas por los jueces para, con su producto, celebrar fiestas religiosas en la casa de “su” dios (no es que no se trate del Dios Yahveh, sino que por la injusticia ya Dios no quiere saber nada de ellos); la coacción ejercida sobre los profetas, para que dejen de hablar en nombre de Yahveh, y sobre los nazireos, para que dejen de ser testimonio viviente de la existencia nomádica, llena de austeridad y de con­fianza en Dios.

El profeta explica a continuación la gravedad de tales crímenes, insistiendo en las acciones salvadoras que Dios había realizado con su pueblo (éxodo, guía por el desierto, tierra); estas acciones mos­traban el gran amor de Dios para con su pueblo maltratado, pero este amor estaba exigiendo responsabilidad. Acaba con fuertes amenazas contra su pueblo.

Exhorta después y llama a la conversión para tratar de evitar el juicio. Pero una conversión existencia! que no se base en el culto, sino en obrar el bien y la justicia.

Ilumina lo anterior el texto de Amos 4, 4-5; 5, 4-6.14-15; 5, 21-25.

Comienza irónicamente llamando a visitar los principales santua­rios del país, cometiendo así, dice el profeta, “un acto de rebeldía contra Yahveh”, algo que “les gusta a ellos”, pero no a Yahveh. Sigue después diciendo que no vayan a dichos santuarios ni los busquen, ya que no servirán de seguridad, sino que busquen a Yahveh, si es que quieren vivir. Exhorta a continuación a “buscar” (sigue utilizando este verbo y además en conexión con “para vi­vir”) “el bien y no el mal” “para que vivan” y Yahveh esté con ellos tal como ellos van diciendo. Da un paso más y llama a odiar

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el mal y a amar el bien, concretando este amar el bien en implan­tar el juicio en los tribunales de justicia; de esta manera, afirma, es posible que Yahveh tenga misericordia del “resto de José”. El profeta acaba este denso discurso colocándose en el interior de Yahveh y descubriendo lo que Dios piensa sobre una posible solu­ción sólo cúltica a los problemas de Israel: de ningún modo acepta tal solución, como tampoco la aceptó en el camino por el desierto, sino que con toda dureza la rechaza, para afirmar, en último tér­mino, que lo que Dios quiere es el juicio y la justicia.

¿Piensa Amos que tal conversión es posible? Más bien está convencido de que, dada la trayectoria impenitente de Israel a pe­sar de que Dios le ha ido enviando signos continuos para provocar la conversión (“¡y ustedes no han vuelto a mí!, oráculo de Yahveh”), no se puede pensar en una solución global para todo Israel (véase Amos 4, 6-12). Parece como que Amos va cayendo en la cuenta de que su mensaje debe irse endureciendo más y más, dada la dureza de Israel.

Puede ser interesante ver aquí el esquema de las visiones de Amos, en la tercera parte.

Las dos primeras visiones (7, 1-3-4-6) comienzan con una vi­sión de la destrucción futura, a la que responde el profeta con una intercesión (¡son tan pequeños!); Yahveh confiesa arrepen­tirse del mal que iba a permitir.

Las dos siguientes (7, 7-8; 8, 1-3) comienzan también con una visión de la destrucción futura, a la que en este caso responde el profeta con una aceptación y el convencimiento de que ya no hay remedio posible.

La última visión (9, 1-4) comienza con una visión de Dios en la que el profeta recibe la orden de que colabore con Dios mismo en la destrucción de Israel.

Posiblemente este desarrollo de las visiones responde a que el profeta fue comprendiendo que, dada la tenacidad de Israel en su compromiso con el mal, ya nada se podía hacer.

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En todo caso, sólo aquellos que no intenten manipular o violentar a Dios, se convertirán en el “resto de Yahveh”, con el que Dios está dispuesto a continuar caminando.

Son significativos en este sentido algunos textos de Amos (3,12; 5, 1-3; 9-7-10) en los que habla de un "resto” pequeñísi­mo, constituido por aquellos que en ningún momento se sien­ten con derechos sobre Dios o seguros o privilegiados por la elección de Dios, sino que saben que el amor desmesurado que Dios les ha tenido y Ies tiene es fuente de responsabilidad y de existencia coherente con ese amor de Dios.

Hasta aquí sería el mensaje de Amos, un mensaje, como se ve, duro para Israel. ¿Qué decir entonces del final actual del libro de Amos, en el que parece que el profeta afirma que Dios está dispuesto a cambiar totalmente su duro mensaje para Israel? No cabe duda que Amos 9, 11-15 es una adición que data del tiempo en que se aplica­ron al reino de Judá las palabras del profeta, dirigidas en un primer momento a Israel. Con dicha adición se estaba queriendo decir que todavía existía esperanza para Judá si escuchaba el llamado a la con­versión.

Tres imágenes se utilizan en Amos 9, 11-15 que claramente hacen referencia a un tiempo posterior al del Amos “histórico”.

En primer lugar, la de la reconstrucción de la casa de David en ruinas, imagen que nada tiene que ver con el reino de Israel del tiempo de Amos, sino que alude al reino de Judá de unos años después, cuando se estaba dando la caída de dicho reino y de dicha dinastía.

La segunda imagen utilizada es la de la realización de un paraíso agrícola, imagen también propia de Judá y de los tiempos en que por la guerra que posteriormente se dio los campos estaban siendo arrasados.

La última imagen es la del retorno de los deportados de Israel y la de su asentamiento para siempre en la tierra imagen que también se refiere a los años en que Israel ya ha caído en manos del imperio asirio y expresa la esperanza de que todo puede volver a ser como en los tiempos mejores, tanto para Israel como para Judá.

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6.3.9. El profeta Oseas

Las circunstancias históricas en las que actúa Oseas son, funda­mentalmente, las mismas que veíamos al hablar de la tradición deuteronómica y de Amós. Tan sólo se da una diferencia algo Importante: Amós actuó durante un tiempo muy breve; fue expul­sado. Oseas, en cambio, actuó hasta el final del reino del norte o Israel. Esto quiere decir que, además de las circunstancias ya co­mentadas, Oseas vivió los últimos años de dicho reino, que se caracterizaron por las luchas internas en la corte de Samaría y los consiguientes asesinatos y violencias.

Con respecto a su persona podemos decir que se diferencia de Amós en el hecho de pertenecer realmente a la tradición del norte (es decir, a la tradición E y D), aparte de ser más suave y poético 1*11 la forma de formular sus amenazas y acusaciones. Esto posible­mente le permitió ser mejor aceptado.

En todo caso, parece que fue un campesino procedente de Is­rael y que no tuvo mucha suerte en lo que se refiere a sus relacio­nes familiares con su esposa y sus hijos. Esto último tendrá bas- limle importancia para el mensaje que deberá transmitir Oseas.

6..V10. El libro de Oseas

Tal como hoy lo conocemos, podemos dividir el libro de Oseas a i tres partes: la primera (1, 2-3, 5) es la narración de la vida matrimonial y familiar del profeta, como imagen y ejemplo de lo que en realidad sucede en las relaciones entre Yahveh y su pueblo. La segunda (4, 1-14, 1) es la explicitación de esa imagen aplicada u Israel, sobresaliendo en ella el anuncio del juicio, debido a las t i tul in uas infidelidades del pueblo, y la fidelidad de Yahveh a su rompromiso de salvar al pueblo en el futuro. La tercera (14, 2-9) es la exhortación a la conversión de Israel y el anuncio de que Yuliveh es y será fiel y que, consiguientemente, ama al pueblo.

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6.3.11. La actuación y el mensaje de Oseas

La actuación y el mensaje de Oseas se enmarcan en dos reali­dades vividas por el profeta, que se convierten en símbolo para el pueblo de Israel. Es lo que aparece en Oseas 1-3 (insistencia en la vivencia matrimonial) y en Oseas 11, 1-9; 12, 10-11 (insistencia en la vivencia paterno-filial).

Es importante analizar de un modo sencillo los dos textos ante­riores.

En Oseas 1-3 se narra su matrimonio con una mujer que des­pués caerá en la prostitución sagrada.

Se recogen los tres nombres simbólicos que se ponen a sus hijos: Yizreel o valle de la masacre (aludiendo al derramamien­to de sangre con el que empezó la dinastía reinante en el valle de Yizreel, y que se vuelve amenazante contra la misma), No-compadecida (haciendo referencia a la amenaza de que Dios ya no tendrá misericordia de su pueblo) y No-mi- pueblo (en relación a la aparente decisión de Dios de romper la alianza con Israel).

La inminente separación de Yahveh y de Israel es el tema con el que comienza el texto, para dar paso a continuación a un bellísimo poema en el que Oseas (en realidad está hablando Dios) recrimina a su esposa por su infidelidad y por irse tras otros señores. El profeta pasa adelante y muestra su gran indig­nación y una cólera tal que lo lleva a amenazar de muerte a su esposa, comprendiendo que esto mismo es lo que siente Dios por su pueblo Israel, aunque descubriendo también que Dios, a pesar de todo, está dispuesto a recomenzar con su pueblo en el desierto la relación de amor y hace nuevas llamadas de amor, aun cuando su pueblo todavía es pecador.

El profeta, entonces, decide hacer lo mismo que Dios y llama de nuevo a su esposa y la enamora de nuevo. La vida del profeta y la de Dios están totalmente unidas en una misma suerte. A partir de ahí, la relación primera vuelve y los hijos reciben nuevos nombres que están anunciando el cambio: en vez de

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Yizreel, valle de la cosecha; en vez de No- compadecida, Com­padecida; en vez de No-mi-pueblo, Tú eres mi pueblo (una adición posterior profundiza en estos nombres y dice que serán llamados “Hijos del Dios vivo”).

En el otro texto, Oseas 11, 1-9; 12, 10-11, se habla de cómo Dios es semejante a un padre y una madre que se ha preocupa­do desmesuradamemente por sus hijos, les ha enseñado a cami­nar, a comer. Se dice a continuación que a pesar de todo el cariño demostrado por Dios y cuanto más Dios hacía lo posible porque su pueblo se sintiera amado por él, más Israel se escapa­ba y se alejaba. Ante esta actitud de su pueblo, Dios, lleno de ira, parece que se va a dejar llevar por la misma y va a desha­cerse de su hijo Israel. Pero no. El texto vuelve a constatar que el amor de Dios es demasiado grande, que sus entrañas se le descomponen cuando piensa en hacerle daño a su pueblo y que no puede dejar de enternecerse por él. Se vuelca en amor apa­sionado con la esperanza de que Israel se convierta y se vuelque también hacia su Dios.

¿Cómo desarrolla Oseas el mensaje anterior? Parte del hecho de que siempre es. Yahveh quien toma la iniciativa de amar, tal como lo demostró en la liberación de Egipto. Constata después que el pueblo casi siempre ha reaccionado y sigue reaccionando de un modo negativo: infidelidad, imjusticia, culto alienante, fratricidio, luchas cortesanas, violencias, desconocimiento de Yahveh, abandono de Dios. Anuncia, como consecuencia, el casti­go provocado por Yahveh, pero subrayando que se trata de un castigo “pedagógico”: Israel será llevado al desierto para ser puri­ficado, para que pueda preparar una relación más profunda con Yahveh. Oseas llama a dejarse ganar por esta relación cada vez más plena de amor entre Yahveh y el pueblo llamado a la conver­sión; llama, en consecuencia, a una conversión total.

Todo este mensaje de Oseas queda enmarcado, como ya se ha dicho antes, en las dos imágenes de las que se vale el profeta: la del matrimonio, con todas sus dificultades, y la de las relaciones paterno materno-filiales, con todos sus elementos de crisis.

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Al tratar la llamada a la conversión y la respuesta a dicha lla­mada, Oseas tiene dos textos de gran interés. En el primero, Oseas 6, 1-6, habla de la falsa conversión de Israel, mientras que en el segundo, Oseas 14, 2-9, lo hace de la auténtica. Veámoslos.

En Oseas 6, 1-3, el profeta está escuchando el inicio de una liturgia penitencial en la que el pueblo parece que se autoexhorta a "volver” a Yahveh. La apariencia es que lo hace con sinceridad y con confianza en Dios; la realidad, como se desprende del contex­to, es muy diferente. En primer lugar, las expresiones “él ha des­garrado... él ha herido” son la muestra de que se está cul- pabilizando a Dios por todo lo que le está ocurriendo al pueblo, sin pararse éste a pensar que él es el responsable auténtico de lo que le está ocurriendo. En segundo lugar, las expresiones “él nos curará... el nos vendará. Dentro de dos días nos dará la vida, al tercer día nos hará resurgir... cierta como la aurora es su salida; vendrá a nosotros como la lluvia temprana, como la lluvia tardía que riega la tierra” aparentemente denotan confianza; en realidad, son una muestra de la convicción de Israel de que Dios está obli­gado a ayudarlo y no tiene más remedio que hacerlo. Esto hace inauténticas la afirmación “en su presencia viviremos” y la autoexhortación “Conozcamos, corramos al conocimiento de Yahveh”.

De ahí que la reacción de Yahveh por medio del profeta sea muy dura y exigente en los versos que siguen, Oseas 6, 4- 6. En estos versos se nos muestra un Dios medio frustrado, que cae en la cuenta de que la conversión y el amor de Israel son muy débiles, que explica por esto su dureza pedagógica y vuelve a recordar a su pueblo en qué consiste la auténtica respuesta a la llamada a la conversión (“amor y no sacrificio, conocimiento de Dios más que holocaustos”).

A esta falsa conversión en Oseas 6, 1 -6, se contrapone la auténtica en Oseas 14, 2-9- En este texto se expresa el futuro que espera el profeta para Israel. El profeta comienza (Oseas 14, 2-4) llamando a Israel a volver a Dios, reconociendo las propias culpas y compro­metiéndose con palabras penitenciales por las que el pueblo pide

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F

lardón, rechaza coda confianza en las realidades idolátricas y pro­clama el modo de actuar de Dios (“en quien halla compasión el huérfano”).

Ante esto, Yahveh no se resiste más, sino que (Oseas 14, 5-9) toma su compromiso de sanar al pueblo, de amarlo gratuitamente, ile hacerlo arraigar y fructificar, demostrando así que Dios no es una realidad idolátrica, sino una persona viva, que da vida.

Queda claro, pues, que tanto la tradición D como Amos y Oseas poseen una misma fe, se encuentran ante unas mismas reali­dades, hablan al pueblo, lo llaman a la conversión y anuncian la nueva salvación. Las diferencias proceden de las carcaterísticas personales, de los géneros literarios empleados y de la situación vital desde la que actúa cada cual.

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Isaías y Miqueas, primeros profetas del reino del sur en relación

con la casa real de David

VII

7.1. Introducción

Ya hemos visto la actuación de los predicadores deutero- nómicos, así como la de Amos y Oseas, en el reino del norte.

Ahora nos encontramos con que en los mismos años, en el ivi no del sur aparecen otros profetas como Isaías y Miqueas, los cuales, aparte de otros mensajes comunes a la predicación de Amos y Oseas —en cuanto que las circunstancias y la fe eran parecidas—, subrayan aspectos peculiares y nuevos en relación con la fe y la vida.

Las peculiaridades proceden de varios “capítulos”: en primer lugar, de ciertas diferencias personales y de coyuntura de estos dos profetas en relación a Amos y Oseas; y, en segundo lugar, de la peculiar relación que los profetas del sur tienen con las fuertes instituciones y las realidades propias de Judá, como el templo, la ciudad de Sión y la dinastía davídica; se trata de una relación critica y utópica frente a los sentimientos de seguridad religiosa, militar y política que llevaban consigo dichas instituciones.

7.2. El personaje Isaías

Isaías nace en Jerusalén en el año 765 a. C., en el seno de una familia culta y relacionada con la corte. Su experiencia de voca-

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ción la vive en torno al año 740 a. C , cuando muere el rey Ozías, tras 41 años de reinado próspero (realización de grandes obras públicas, consolidación de un fuerte ejército, aumento de la seguri­dad nacional y política, centralización y consolidación de la reli­gión en el templo y el culto). Vive, pues, en un ambiente institu­cional, aunque sin perder la capacidad para relativizar lo institucional, poniéndolo al servicio y como señal de lo definitivo.

7.2.1. La vocación de Isaías

Como he dicho antes, Isaías recibe su vocación el año 740, año de la muerte del rey Ozías y de la subida al trono de Jotán. Jotán es buena persona, pero no tiene aptitudes para dominar la nueva y tensa situación (Asiria está presionando, lo cual provoca tensiones internas —unos desean aliarse con Egipto en contra de Asiria, y otros no— y externas —Israel y Siria tratan de implicar a Judá en una coalición antiasiria). El desconcierto en Judá aumenta en to­dos los niveles. En esta situación, Isaías (y Miqueas también) sien­te su vocación.

Pero, antes de seguir adelante, digamos unas palabras acerca de la experiencia y los relatos de vocación profètica. La experiencia de vocación es lo que siente el profeta el día en que se decide a hablar en nombre de Dios. El relato de vocación, en cambio, es la expresión literaria de dicha experiencia y va dirigido a los lectores del profeta. Es, por lo tanto, la “credencial” del profeta ante los lectores. Por lo general, esta credencial es escrita cuando el profeta tiene mucho tiempo de estar actuando y cuando se empiezan a escribir sus palabras. Esto explica el hecho de que, en el relato de vocación, muchas veces se hayan añadido aspectos y vivencias que no corresponden al momento mismo de la vocación, sino que hacen referencia a experiencias tenidas por el profeta a lo largo de su actividad. De hecho, el relato de vocación estricto, sin estos añadidos, tiene un esquema fijo, que es el siguiente:

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— experiencia sensitiva de Dios (visual, auditiva, táctil...);

— el profeta expresa una dificultad;

— solución de la citada dificultad;

— cierta “consagración";

— misión.

Este esquema, repetido en muchas ocasiones (anunciación, mi­sión, etc.), es, por consiguiente, un género literario que no preten­de expresar al pie de la letra lo sucedido, sino lo experimentado por el profeta.

En Isaías, el relato de vocación no aparece en el capítulo 1, como suele suceder, sino en el capítulo 6. La razón de ello es, posiblemente, que en el capítulo 7 comienza el llamado libro de limmanuel, que contiene las palabras más originales y más difíci­les de aceptar de este profeta. Las palabras, por lo tanto, que nece­sitan más credenciales. Este es el papel que desempeña el relato de vocación en el capítulo 6.

Puede ser interesante hacer el análisis del relato de vocación de Isaías. Comienza con la situación histórica (v. la). Pasa a conti­nuación a relatar la experiencia tenida por el profeta, en forma de visión y diálogo en el marco del templo (vv. lb-4). Acto seguido, el profeta presenta la dificultad, que en este caso con­siste en el temor ante la visión de Dios y en el sentimiento de pequeñez e impureza ante el Dios grande y santo (v. 5). Dios, entonces, por medio de uno de sus mensajeros, purifica la boca del profeta y lo prepara para la misión (w . 6-7). Acaba el relato propiamente tal con la aceptación de la misión por parte del profeta (w . 8-9a). Hasta aquí, el relato de vocación de Isaías sin adiciones.

Tenemos a continuación algunas adiciones que tienen en cuen­ta muchas cosas vividas por el profeta en su ministerio, muchas reacciones del pueblo a su palabra, muchas situaciones históri­cas sucedidas entre la experiencia de vocación del profeta y el relato de vocación del mismo.

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La primera adición se encuentra en los vv. 9 b -10. En ella se recoge la reacción negativa que Judá ha tenido frente a la pala­bra de los profetas y se quiere provocar una nueva reacción positiva de parte de los destinatarios del relato de vocación, haciéndoles ver que Dios ya tiene previsto que no escucharán y que en realidad se están engañando a ellos mismos y no a Dios.

La segunda adición, la de los vv. 11-13, tiene en cuenta la llamada guerra entre la coalición Siria-Filistea-Israel y el reino de Judá, la devastación que se dio en dicha guerra y la esperan­za originada por el nacimiento del rey de Jerusalén, signo de que, a pesar de todo, Dios sigue estando con ellos.

7.3. El personaje Miqueas

Parece que Miqueas fue un campesino de la zona de Belén, al sur de Jerusalén. Por cultura, vive una gran oposición a las tradi­ciones cortesanas y burguesas de Jerusalén. Relativiza, en conse­cuencia, nomadizándolas, las tradiciones institucionales de Judá. Las denuncia y anima a la esperanza basándose en la experiencia de fidelidad de Dios. Comienza a profundizar en la imagen de un Dios pastor, que envía a un pastor para guiar a su rebaño.

7.4. Las grandes etapas de las actividades de Isaías y Miqueas

7.4.1. La primera actividad (740-736)

Después de la vocación, comienza la primera actividad de Isaías (entre los años 740 y 736), que aparece recogida, en su mayor parte, en los cinco primeros capítulos del libro. Estamos en el reinado de Jotán quien, tras el largo reinado de su padre Ozías, ante la guerra fría de las dos potencias (asiria y egipcia) y ante las presiones de la coalición antiasiria, muestra su ineptitud y su falta de autoridad para gobernar y mantener a su pueblo en paz y en justicia. No sabe favorecer a las mayorías pobres de su reino, al obedecer a los dictados económicos de los organismos internacio­nales y de las potencias de su tiempo.

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En este contexto, el profeta acusa a Judá por su radical infideli- dnd (Is 1, 2-3), que se concreta en actitudes tales como el egoísmo Ambicioso, el alcoholismo irresponsable, la mentira, la injusticia, el dictado de leyes inicuas, el menosprecio de Yahveh (Is 5, 8-24; 10, 1-4)), actitudes asesinas que no pueden ocultarse bajo el for­malismo cúltico de los sacrificios, las ofrendas, las oraciones en el Icmplo, las fiestas litúrgicas (Is 1, 10-15), sino que tienen que ser lotulmente eliminadas por medio de una conversión y un compro­miso de vida nueva (Is 1, 16-17), a los que corresponderá el per­dón generoso y la fidelidad de Yahveh (Is 1, 18-20). Esta tensión ridclidad-infidelidad queda expresada en la “canción de la viña” (Is 5, 1-7), en la que aparecen las relaciones entre Dios y su pue­blo, cómo el profeta toma partido por Dios, cómo obliga a Judá a Implicarse en la sentencia justa sobre algo o alguien que no ha respondido a las expectativas y cómo queda abierta la puerta de la conversión (por ello no se lleva hasta el final la comparación del castigo de la viña frustrante en relación con el pueblo de Judá).

Dentro de esta primera actividad de Isaías, tal vez deban in­cluirse algunos oráculos dirigidos contra Samaría (Israel), debido a sus presiones sobre Judá y al hecho de haber incurrido en la idola­tría y la injusticia (véase Is 1, 29-31; 2, 6-22).

Al mismo tiempo Miqueas comienza con su primera actividad. Varios textos de su libro corresponden a la misma. El profeta de­nuncia la ambición de quienes piensan continuamente en cómo apoderarse de los campos y de las casas (Mi 2, 1-2); denuncia la opresión de los jefes que desuellan y se comen vivo a su pueblo, la injusticia, la violencia y la corrupción de los responsables de la socie­dad (Mi 3, 1-12); denuncia el fraude de los comerciantes (Mi 6, lM2); denuncia finalmente la injusticia y la falsedad que corroen los fundamentos del país (Mi 7, 1-6). A raíz de todo lo anterior, el profe­ta nos describe el pleito que Yahveh mismo entabla con su pueblo, el cual se puede analizar a continuación (Mi 6, 1-8).

En forma de juicio se pone a las colinas y montes del país como acusados, testigos y jueces del pleito que Yahveh tiene con su pueblo (Mi 6, 1-2). Dramatizando, es Yahveh mismo quien le

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pregunta en juicio qué mal le ha hecho (¿la liberación de Egip­to?, ¿el paso del Jordán y la conquista de la tierra?) para que el pueblo haya respondido con tanta infidelidad (Mi 6, 3-5). El pueblo, “golpeado” por las palabras fuertes de Yahveh, busca la salida a la situación, preguntándose si no será suficiente una salida de tipo cúltico (Mi 6, 6-7). El texto acaba con una res­puesta tajante y clara del profeta: el único camino de conver­sión pasa por la práctica de la justicia, el amor solidario y lleno de misericordia, y el dar cada día pasos por el mismo lugar por donde pasa Dios, con sencillez y humildad (Mi 6, 8).

¿Cuáles serían las pretensiones de Isaías y Miqueas en esta pri­mera actividad? Creo que no queda ninguna duda de que estos dos profetas lo que pretenden conseguir en este primer mo­mento es la conversión sincera de su pueblo, una conversión que pasa por la justicia y por la solidaridad y no por los actos cúlticos en el templo.

7.4.2. La segunda actividad (736-716)

La segunda actividad de Isaías (entre los años 736 y 716) co­mienza cuando asciende al trono el hijo de Jotán, Ajaz. La situa­ción es la siguiente: la falta de carácter de Jotán ha conducido a Jerusalén a una situación caótica (véase Is 3, 1 -24). Por otra parte, Ajaz se ve presionado por Siria e Israel para que entre a formar parte de la coalición contra Asiría. Pero, al resistirse a ello, es atacado precisamente por Siria e Israel (guerra siro-efraimita). La reacción de Ajaz desmerece de la fe y la línea davídicas: tiene miedo y se dedica a prácticas idolátricas de tipo mágico para for­zar la acción de Yahveh en su favor, solicitando además la ayuda de Asiria (véase 2R 16, 1-19), ayuda que le será concedida, pero que en poco tiempo convertirá a Judá en tributaria suya. Ajaz, pues, hará que la nación caiga en la esclavitud nacional y religio­sa. Esta es la situación que provocará el retorno a la actividad profètica de Isaías, el cual atacará al rey por su falta de fe y por su idolatría.

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De esta segunda actividad nos da cuenta la mayor parte del llamado “libro de Emmanuel” (Dios con nosotros), es decir: Isaías 7, 1-12, 6 y otros fragmentos. Podríamos decir que se dan dos mensajes o intenciones de distinto nivel: uno más concreto, que hace referencia al presente, y otro más relacionado con el futuro. Al primer nivel corresponden, sobre todo, las palabras dichas al rey a propósito de la espera de un hijo (Is 7, 1-17), que es visto como una señal de que Dios sigue con su pueblo y como funda­mento de la esperanza de que Yahveh habrá de estar con él. La conclusión es que tienen que apoyarse en Yahveh y no en otras seguridades: Yahveh está a punto de regresar con poder en favor de su pueblo, que en aquel momento se ve atacado por Damasco y Samaría (véase Is 8, 1-10). El segundo nivel, más relacionado con el futuro, está contenido en una serie de textos también de Isaías (Is 8, 23b - 9, 6; 10, 33-11, 9; véanse también 2, 1-5; 4, 2-3), en los que se vuelve a llamar a la confianza en Yahveh; pero a una confianza no sólo en el presente, sino también en el futuro, ya que, ¡i pesar de las desgracias que puedan sobrevenir, Yahveh, en cual­quier caso, está comprometido con el pueblo, con el “resto”, con el rey futuro o mesías salvador.

Tras el anuncio de que el inminente nacimiento del heredero de la corona es señal de que Dios sigue con nosotros, con su pueblo, Isaías descubre y proclama que la fidelidad de Dios va mucho más allá y que así como la opresión del pueblo de Dios viene de la invasión asiría que comienza por el norte de Israel (Galilea, Zabulón, Neftalí, el camino del mar, el distrito de los gentiles), ese mismo norte de Israel será el primero en experi­mentar la liberación, liberación que tiene tres señales: el fin de la opresión asiría, la desaparición de la guerra y de las posibili­dades de guerra, el nacimiento de un rey que con su actuación en favor de la justicia y de la paz será la demostración palpable de que Dios sigue con su pueblo (Is 8, 23b-9, 6).

En Isaías 10, 33-11, 9 se sigue profundizando en lo anterior y se proclama, con una imagen sacada del mundo vegetal, que de los grandes árboles caídos desde el norte hacia el sur por la invasión asiría surgirá un pequeño retoño, un “nuevo” David,

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lleno de Dios, el cual será realmente justo y pacificador e instaurará así un reino, el de Dios, en el que ya no habrá mal alguno porque todo él estará desbordado de la presencia de Dios (Is 10, 33-11, 9).

Posiblemente Isaías 2, 1-5, donde se anuncia la consecución de la paz ideal, basada en la justicia y la reunión de todos los pueblos, es una nueva profundización de los dos textos analiza­dos anteriormente.

Así, pues, Isaías, de un anuncio concreto de esperanza para el presente, ha dado el salto a un anuncio más amplio de esperanza, que llama a superar toda situación adversa.

En el mismo momento en que nos encontramos a Isaías y sus anuncios anteriores, también sigue realizando su labor profética Aliqueas, en su segunda actividad. Su mensaje será parecido al de Isaías, aunque quizá su lenguaje tenga diferencias. En último tér­mino, hablará de esperanza, confianza y nueva liberación.

Puede ser bueno analizar aquí el texto de Miqueas 4, 14-5, 5. Es un texto, como todos los de Miqueas, lleno de adiciones, glosas y reinterpretaciones actualizadoras. Posiblemente el texto original se encuentre en Miqueas 4, 14; 5, 1.3a.4a.5b. Si se lee seguido se cae en la cuenta del mensaje que nos quiere transmitir.

Contrapone, en primer lugar, la fortaleza de Jerusalén y todas las nuevas fortificaciones que se están construyendo, a raíz de la gue­rra siro-efraimita, y la sencillez, pequenez y debilidad de la pacífi­ca aldea de Belén, lugar de origen de la casa del pequeño David.

Miqueas en medio de aquella situación de guerra de Judá contra Israel y Aram afirma que de la pequeña aldea de Belén surgirá el que gobernara a todo Israel, otro David por tanto y no sencilla­mente un descendiente de David, que será un buen pastor para su pueblo, que producirá la paz y librará del imperio de Asiría cuan­do éste invada el país (tal como ocurrió por entonces cuando Asiría aprovechó la llamada de auxilio que le hizo Judá contra quienes lo estaban atacando para invadir toda la zona).

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Las afirmaciones de Miqueas, pues, van en la misma línea que las tic Isaías. Anuncia que la salvación vendrá desde la pequeñez de Belén, lugar originario de David y de toda su dinastía, y, en concreto, no sencillamente de un descendiente de David, sino de un nuevo David, “otro” David.

Digamos ahora unas breves palabras de las adiciones que se en­cuentran en este texto de Miqueas y que pretenden vincular el anuncio central antes analizado con otras realidades históricas que son también signo de la presencia de Dios en la historia.

La del verso 2a habla del tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz y posiblemente es una relectura que alude, en la línea de Isaías, al nacimiento del heredero del trono de David, señal de otro ungido de Dios que sí salvará a su pueblo.

La del verso 2b alude al retorno a la tierra de Israel de los desterrados por Asiria y a la reunión de Israel y Judá.

La del verso 3b es una relectura de tono universalista que abre el horizonte de la salvación desde Belén a todos los pueblos.

La de 4b-5a, finalmente, puede ser una relectura inspirada en el modo de salvación del tiempo de los jueces de Israel, puesto que afirma la salvación, exílica y postexílica, del pueblo de Dios de todos los imperios opresores del mismo.

Resumiendo, la gran fe de Miqueas se centra en la venida de un nuevo David, un David humilde, en el que Yahveh expresa­rá su fidelidad al pueblo y su presencia liberadora en la histo­ria. En consecuencia, la esperanza de la humanidad debe des­cansar en esto y no en otras seguridades y grandezas externas.

Así, pues, con Isaías y Miqueas comienza esta línea mesiánica, tan fundamental para entender el estilo de actuación de Dios, Pa­dre de Jesucristo.

Esta segunda actividad de Isaías y Miqueas en el tiempo de la guerra siro-efraimita acaba cuando, en el año 721, el imperio Asirio, llamado por Judá, invade toda la franja cananea, entre el Jordán y el mar Mediterráneo, acaba con Aram e Israel, y desapa­rece el motivo de desconfianza del rey Ajaz (parece que el oráculo

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de advertencia a Samaría — Isaías 28, 1-6— también es de Isaías y de esta misma época). En todo caso, sin embargo, comienza para Judá y su capital Jerusalén una etapa de solapado vasallaje en relación a Asiría. A los cuatro o cinco años de ocurrido esto sube al trono de Jerusalén Ezequías, hijo de Ajaz.

7.43. La tercera actividad (716-687)

En el año 716, cuando sube al trono Ezequías, comienza la tercera actividad de Isaías, que se prolongará, más o menos, hasta el año 701.

Ezequías fue un buen rey. Un rey reformista, en sintonía con las palabras y el espíritu de Isaías. Comenzó impulsando una re­forma en Jerusalén de la que es una señal manifiesta la destrucción de la serpiente de bronce que estaba en el templo (2R 18, 4), que pasaba por ser aquella que Moisés había hecho construir en el desierto para solucionar el problema de las serpientes venenosas (Nm 21, 4-9), y que parece que había llegado a recibir culto idolátrico en el templo de Jerusalen (véase Sb 16, 6-7).

Fruto de esta pequeña reforma en Jerusalén es la reunión, favore­cida por el rey, de las tradiciones Yahvista (J), del sur, y elohista (E), del norte, en un único escrito; el apoyo a los discípulos de Amos, de Oseas y del movimiento deuteronómico, quienes venían huyendo del Israel invadido por Asiría y que en Jerusalén se dispusieron a poner por escrito los textos de sus “maestros”; y, finalmente, la recopilación de las máximas y sentencias de la sabiduría popular sobre la vida y la conducta humana en las colecciones más antiguas del libro de los Proverbios (Pr 22,17-24,34; 30,1-31, 9)'.

1. En mi libro La sabiduría de Israel, ¿conformismo o liberación?, UCA Edito­res, San Salvador, 1992, y en la pequeña introducción a la actuación de los sabios que aparece más abajo en el presente libro, en el capítulo 13, en los apartados 3.1. a 3.9., se puede ver más globalmente y con algo de profundi­dad todo el movimiento de los sabios de Israel y su importancia en el Anti­guo Testamento.

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Durante su reinado, Egipto de nuevo intenta formar una coalición contra Asiría, manipulando a los pequeños estados. El profeta adopta una actitud sumamente crítica con respecto a Egipto y con la citada coalición. La misma actitud mantiene en relación a la otra superpo- Icncia (Asiría) y a la propia seguridad de Judá, basada en las. fortificaciones de Jerusalén y en la fuerza de las armas. Isaías mira lodo ello como algo idolátrico que, por lo tanto, no puede producir Hiilvación de verdad, ya que finalmente los ídolos siempre acaban cayendo y, con ellos, quienes se apoyaron en ellos (véase Is 10, VI 5.24-27; 14, 3-23.24-32; 19, 1-14; 20, 1-6; 28, 14-22; 30, 1-7; 31, 1-3).

Así, pues, los primeros años de Ezequías (716-705) se caracte­rizan por las fuertes presiones egipcias sobre él para conseguir que rompiera su vasallaje a Asiria y para que le pusiera a este imperio lodas las dificultades posibles. El rey Ezequías, sin embargo, apo­yado por el profeta Isaías, resistió durante bastante tiempo y se mantuvo lo más independiente posible. Se puede hablar incluso de un tiempo de autodeterminación, a pesar del vasallaje que Asiria había impuesto a su padre Ajaz.

El profeta Isaías influyó bastante en esta postura de nutodeterminación respecto a Asiria y de resistencia a las presio­nes egipcias, con sus palabras en contra de Jas alianzas con las superpotencias, a las cuales califica como alianzas idolátricas.

Aquí sería bueno leer algunos textos que insisten en esta idea, como serían Isaías 19, 1-14; 28, 14-20; 30, 1-5; 31, 1-3- En alguno de éstos, sobre todo, se insiste en que descansar en las alianzas y el armamento de las superpotencias es como apoyarse en un dios falso que no puede salvar y que, en último término, provocará la caída de quien se ha apoyado en él.

Hacia el año 705, sin embargo, se dio un fuerte cambio interna­cional que produjo una gran crisis en Jerusalén. El rey de Asiria muere y Ezequías, instigado, sin duda, por el imperio egipcio, cree i|ue ha llegado el momento de deshacerse totalmente del soberano ¡isirio. En consecuencia, se subleva contra Asiria, fortificando Je- rusa lén (Is 22, 1-14), y la reacción de Asiria no se deja esperar. El

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nuevo emperador asirio, Senaquerib, viene con todos sus ejércitos contra Jerusalén y el pavor y la desconfianza se apoderan del rey Ezequías, de su ejército y del pueblo entero.

Pero cuando la ciudad está a punto de caer en manos del ene­migo, Isaías vuelve a desconcertar con su mensaje de esperanza, haciendo ver que Asiría no es Dios y que va a pagar caro su orgullo, su autosuficiencia, su crueldad en el trato a las naciones vencidas, su creencia de que puede disponer de la vida y de la muerte de los demás como si fuese Dios. El papel de Isaías, pues, consiste, en aquel momento, en fomentar de nuevo la confianza sólo en Yahveh (Is 1, 4-9; 10, 5-15.27b-34; 14, 24-27).

Puede ser bueno analizar en esta línea textos como Isaías 10, 5-15.24-27; 14, 3-23-24-27, en los que aparece cómo el mis­mo orgullo del imperio lo hará tropezar y caer. En último término, el mensaje que quiere transmitir Isaías es que deben confiar de nuevo en Yahveh, vivir en su presencia cada día,, unirse como pueblo fraternal; si hacen todo esto, Jerusalén no caerá en manos de Asiria y ésta se retirará humillada.

En esta ocasión tiene éxito y el rey Ezequías acaba afirmándose en Dios. Esto aparece explicado en Isaías 36-39 (copia de 2R 18, 13-20, 19). Senaquerib se retira, Ezequías vive en paz e Isaías des­aparece de la escena, a la espera de que suba al trono de Jerusalén el hijo de Ezequías, Manasés, y lo persiga hasta asesinarlo, como re­cuerda la tradición judía, en la obra apócrifa Vida de los profetas.

Posiblemente también Miqueas tiene una tercera actividad, en­caminada también a derrumbar toda posible seguridad basada en las alianzas, en las armas y la misma fortificación de Sión. Textos como Miqueas 3, 12 (“Por eso, por culpa de ustedes, Sión será un campo que se ara, Jerusalén se hará un montón de ruinas y el monte de la Casa un otero salvaje”), según testimonio de Jeremías 26, 18-19, son de este tiempo.

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7.5. El contenido de la actividad profètica de Isaías y Miqueas

Una vez que hemos visto cómo los anuncios de los profetas res­ponden a las diferentes circunstancias históricas, merece la pena que sinteticemos de algún modo su mensaje para que quede más claro.

7.5.1. La actividad profètica de Isaías

¿Cuál es el mensaje de Isaías?

Respecto a Dios: es transcendente, está fuera del mundo y del ser humano a los que supera; pero al mismo tiempo, es inmanente, está dentro del mundo, comprometido con el mundo y con la persona humana. Para Isaías, Dios es el Santo y exige, para relacionarse con la humanidad, la santificación del hombre; pero no una santificación por medio de ritos, sino por medio de una vida perfecta y santa.

Respecto al pueblo elegido: Yahveh lo ha elegido y lo gobierna. (¡I pueblo tiene un papel que desempeñar de cara a los demás pue­blos, dado que todo el mundo entra en el plan de Dios; Israel tiene, consiguientemente, una gran responsabilidad: la de dar testimonio del Dios salvador ante los demás pueblos. Pero, en realidad, el pueblo no desempeña este papel, sino que abandona y paganiza a ese Dios, lo cual origina el castigo purifícador y la formación de un “resto”, sig­no y realización de la decisión salvifica de Dios.

Respecto al Mesías: la línea davidica ininterrumpida es un sig­no del amor divino; pero Isaías es consciente de que muchos reyes son indignos y no cumplen su misión. Entonces anuncia al Mesías futuro, el que de verdad habrá de desempeñar el papel a fondo.

Respecto a Sión: por una parte, tiene un papel y una responsa­bilidad semejantes a los del pueblo; por la otra, se enorgullece y se cree autosuficiente. Yahveh permite que los pueblos la ataquen, a lin de que se humille y se ponga en su verdadero lugar. Pero, al final, Yahveh asumirá al menos la defensa de un pequeño “resto” de Sión, que volverá a tener su propio papel.

Respecto a las alianzas políticas: Isaías las ataca no en cuanto políticas, sino en cuanto que son signo de desconfianza, de preten­

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der vivir con independencia de Yahveh, de no creer que Yahveh está por encima de la realeza.

Resumiendo: Isaías es el profeta de los contrastes. Yahveh, el San­to, desea relacionarse con el hombre impuro. El pueblo elegido tiene una misión que cumplir de cara a los demás pueblos, pero no lo hace. Y, entonces, Dios lo purifica para volver a empezar con un pequeño “resto”. Tanto el rey como Sión son signos del deseo salvador de Yahveh; pero los hombres deben meterse en la dinámica de la salva­ción. No hay ninguna póliza de seguro o certificado de garantía que el hombre pueda aducir, como no sea su propio afirmarse en Yahveh, su estar lleno de esperanza y confianza en que Yahveh lo puede todo.

7.5.2. La actividad profética de Miqueas

La situación que vive Miqueas es muy parecida a la de Isaías, tanto desde el punto de vista nacional (luchas fraternas) como mo­ral (injusticias sociales, odios...) o religioso (culto alienante...).

Como persona, se parece más a Amós. Es un hombre del cam­po. Su libro es un mosaico de denuncias, amenazas de castigo y promesas. Se toma muy en serio la pasada historia de salvación y la vive como punto de partida de la historia presente y futura.

Recoge las grandes experiencias de fe de los otros profetas: la bendición de Jacob, el compromiso de Yahveh con Sión, el éxodo, el “resto”, etc.

Pero la gran fe de Miqueas la constituye la venida del nuevo David, un David humilde en quien, sin embargo, Yahveh expresa­rá su fidelidad al hombre. La esperanza del hombre ha de descan­sar en esto, no en otras seguridades externas. Así, pues, con Isaías y Miqueas comienza esta línea mesiánica, tan fundamental para entender el estilo de actuación de Dios, Padre de Jesucristo.

7*6. En la escuela de Isaías: Déutero-lsaías y Trito-lsaías

Pero la figura y la actitud de Isaías crean escuela. Esto explica el hecho de que, 150 años más tarde, en el exilio, nos encontremos con otro profeta que sigue la misma línea, actualizada a las circunstancias

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(sus palabras las encontramos, fundamentalmente, en Isaías 40-55: el Deutero-Isaías). Una vez más, y de nuevo en la tierra de Judá, hacia el año 500, otro profeta vuelve a subrayar la misma fe de Isaías, aunque adaptada a la nueva situación de la reconstrucción del pueblo (sus palabras las tenemos en Isaías 56-66, en los textos apocalípticos de Isaías 24-27 y 34-35 y en algunos fragmentos de los oráculos dirigidos a las otras naciones: Isaías 13-23 y 28-33: el Trito-isaías).

Más adelante, en la época correspondiente presentaré la actua­ción de esos profetas de la escuela de Isaías.

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ViliRedacción de la primera edición

del Deuteronomio y de la historia deuteronomista y Sofonias

8.1. Introducción y marco histórico

Veíamos cómo los continuadores del espíritu de los predicado­res deuteronómicos que actuaron en el reino del norte (Israel) poco antes de la gran crisis que había de conducir a la destrucción y des­aparición de aquel reino, tuvieron que emigrar al reino del sur (Judá), donde reinaba un rey piadoso que acogió con las manos abiertas al espíritu deuteronómico y a los predicadores que lo transmitían (tam­bién la tradición elohista encontró una buena acogida en el sur, así como también las palabras de los profetas Amos y Oseas).

El rey en cuestión era Ezequías, quien no deseaba perder la ocasión de ayudar al pueblo a profundizar en su fe. Nos hallamos en torno al año 715, y en Jerusalén también actúan los profetas Isaías y Miqueas, de los que ya hemos hablado.

Esta actitud positiva, sin embargo, no duró mucho, dado que los sucesores de dicho rey, Manasés y Amón, quienes reinaron desde el año 687 hasta el 640 y experimentaron el dominio de Asiria y las presiones de Egipto, no hicieron nada por impulsar la reforma de Ezequías ni la del espíritu deuteronómico que habían traído los emigrados, sino que hicieron todo lo contrario: institucionalizaron la religión, pusieron la fe al servicio de la insti­tución y persiguieron a los creyentes más comprometidos. La tra­dición D quedó arrinconada.

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8.2. La “reforma” del rey Josías

Tenemos que esperar hasta el año 640, cuando el rey Amón muere víctima de una conspiración cortesana y sube al trono real su hijo Josías, quien en ese momento tiene ocho años. Este es educado en la fe en Yahveh y esto hace que en el año 633, a la edad de quince años, comience una reforma política y religiosa.

Josías descubre (al efectuar obras de limpieza y restauración en el templo) unos escritos de la tradición D que se han conservado e, impulsado por el espíritu, se decide a propiciar una verdadera re­forma, la llamada reforma deuteronómica o de Josías.

El rey encarga, en consecuencia, que aquellas personas que es­tán imbuidas por las ideas deuteronómicas escriban una Constitu­ción reformada (el Código de la Alianza reformado y actualizado de acuerdo con las nuevas circunstancias) y una historia que abarque desde la llegada a la tierra de los grupos hebreos proce­dentes de Egipto hasta su época: es lo que se suele llamar la primera edición de la historia deuteronomista (partes de los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes), a la cual se añade como prólo­go la parte más primitiva del libro del Deuteronomio.

La intención de esta historia no es narrar exactamente cómo sucedieron las cosas, sino predicar, anunciar y profundizar el men­saje de salvación.

Este mensaje subraya el monoteísmo y el monolatrismo (cen­tralización de todo el culto en el templo de Jerusalén, por temor a heterodoxias existentes), otorga primacía al espíritu de amor sobre las normas concretas, afirma que la fe y la vida deben ir íntima­mente unidas, llama a la conversión existencial y a la opción por Yahveh y lo que esto significa, insiste en la importancia de ser fieles a la voluntad de Dios, contenida en la nueva Constitución deuteronómica, y anuncia la felicidad y la infelicidad, dependien­do de la respuesta dada. Una vez más, se trata de un intento para no caer en los pecados que se desprenden del sedentarismo y en una fe vacía y descomprometida.

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El punto culminante de la reforma ocurrió en el año 622, cuan­do Josías hace proclamar al pueblo reunido la nueva Constitución y la historia interpretada desde la misma.

8.3. La aportación del profeta Sofonías

Al parecer, hubo un profeta que desempeñó un importantísimo papel en la educación del niño-joven rey Josías y en la reforma deuteronómica, propiciada por él, haciendo tomar conciencia de la realidad y animando incansablemente al rey a la hora de tomar las decisiones. Se trata de Sofonías.

Sofonías aparece por aquellos años anunciando el día de Yahveh o día del juicio del universo, juicio que será destructor para los peca­dores y los responsables de la situación y salvador para todos los humildes y pobres de Yahveh (véase So 1, 2-18; 3, 1-8). Sofonías afirma que esto es posible porque en realidad a Yahveh nada se le escapa y puede pedir cuentas a las naciones opresoras y a los malos gobernantes de Jerusalén. Pero también anuncia que la venida de Yahveh será, en último término, salvífica, fuente de esperanza para todos a partir de un “resto” humilde, porque se iniciará una nueva etapa en las relaciones entre Dios y el hombre, etapa que significará el comienzo del tiempo definitivo (véase So 3, 1-8).

Dicho de otra manera, el profeta exhorta a la esperanza en el futuro definitivo, pero con la intención de mover al pueblo a cam­biar en el presente y convertirse; en tal caso, el juicio de Yahveh será realmente salvador.

Ya hemos dicho que es muy posible que la decisión de Josías en favor de la reforma estuviera en parte motivada por las palabras de este profeta. En cualquier caso, la reforma se hizo, aunque no pudo ser muy profunda porque Josías murió prematuramente, en el año 609 a. C. (en un combate contra el faraón de Egipto, quien intentaba pasar por territorios de Judá para ayudar al ya moribundo imperio asi rio contra el creciente imperio babilonio), y la reforma fue dejada de lado por su sucesor, Joaquín I, su hijo, quien fue impuesto por Egipto y, consiguientemente, se plegó a las condiciones egipcias.

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Siguieron tiempos difíciles, de luchas internas, de faltas de soli­daridad, de fe vacía y de culto carente de compromiso social. Todo acabó con la caída de Jerusalén y el exilio en Babilonia.

A pesar de todo, el espíritu deuteronómico siguió vivo en mu­chas personas y volveremos a encontrarlo en el exilio. Pero no adelantemos acontecimientos. Antes, el pueblo tendrá que escu­char las palabras de grandes profetas, quienes serán objeto de nuestra atención en el próximo capítulo.

8.4. Esquema histórico

Norte (Israel) Sur (Judá)

850: Redacción E en Samaría750: Predicaciones D en Samaría745: Amos y Oseas721: Fin del reino

720: Traslado de las tradiciones E y D, así como las de Amos y Oseas, a Jerusalén

740: Isaías y Miqueas

715: Redacción conjunta J y E en en tiempos de EzequíasRecopilación de ProverbiosRedacción de los. libros de Amos y Oseas

687: Tiempos desastrosos con Ma- nasés y Amón

633: Sofonías y la reforma de Josías627: Comienza Jeremías622: Culminación de la reforma de

Josías: la ley D la. ed. de la historia deutero- nomista: (Deuteronomio, Jo­sué, Jueces, Samuel, Reyes)

609: Muere Josías. Fin de la reforma

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Los tiempos de Jeremías y Ezequiel (Jeremías, Nahúm, Habacuc,

Ezequiel y Baruc)

IX

9.1. Introducción y marco histórico

Una vez vista la primera tanda de profetas surgidos, tanto en Israel como en Judá, en el primer gran momento de crisis, veamos ahora la segunda serie: los que surgen en los momentos críticos que anteceden a la caída del reino de Judá y el consiguiente exilio. Sin embargo, es bueno recordar todo lo explicado en el tema ante­rior sobre la actividad del profeta Sofonías y sobre la reforma deuteronómica de Josías.

Tras la muerte de Ezequías (687), último de los reyes a los que se dirigió Isaías, vino un período de 47 años (hasta el 640), en el cual reinaron Manasés y Amón, quienes vivieron condicionados por la presión asiria, tanto en el aspecto político (fueron vasallos del rey asirio) como en el religioso (tan sólo se preocuparon de lo externo y mezclaron la fe en Yahveh con la fe en las divinidades asirias).

En el año 640 subió al trono Josías (el de la reforma deuteronómica). Tenía tan sólo ocho años de edad, por lo que al principio pudo hacer poco. El ambiente estaba demasiado viciado.

Impulsado quizá por la predicación de personas como el profe­ta Sofonías y beneficiado por el debilitamiento temporal del impe­rio asirio, el año 633, Josías inició la reforma deuteronómica en Jerusalén, la cual concluyó con la promulgación de la Ley del

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Deuteronomio como ley fundamental y con la primera edición de la historia deuteronomista (622).

En este clima de reforma y esperanza en Jerusalén, a ocho kilóme­tros al norte, en el pueblo de Anatot, surgió el profeta Jeremías.

9.2. La vocación de Jeremías

Es importante tener en cuenta varias realidades en torno a la figura de Jeremías para entender mejor su actividad profètica. Je­remías es el hijo del sacerdote del santuario de Anatot y parece que, por ello, goza de una gran familiaridad de trato con Dios. Es de la casa o del departamento de Benjamín, que, a pesar de perte­necer a las tradiciones culturales y religiosas del reino del norte, es decir, de Israel, por su gran cercanía respecto a Jerusalén, depen­dió continuamente, desde el punto de vista político, del reino del sur, es decir, de Judá. Otro rasgo que tendrá importancia para en­tender su actividad es la gran sensibilidad humana y la capacidad de apasionamiento que dominan en Jeremías. Su vocación la reci­be en su casita de Anatot, cuando en Jerusalén se estaba imple­mentando la reforma deuteronómica, el año 628.

Es conveniente analizar a continuación el relato de vocación de Jeremías, en el que se refleja de algún modo, como ya se ha dicho al hablar de los relatos de vocación, la experiencia de vocación del profeta y algunas de las experiencias vividas ya por él. Está escrito siguiendo el mismo esquema de otros relatos de vocación: experiencia de Dios (1, 4-5), dificultad puesta por el profeta y solución que Dios le ofrece (1, 6-8), consagración profetica (1, 9-10), misión (1, 17).

Los restantes versículos del capítulo 1 tienen ya en cuenta mu­chas otras cosas y muchos conflictos que Jeremías tuvo que vivir en los primeros años de su segunda actividad, en Jerusa­lén (entre el año 609 y el 604, año este último en el que se pone por escrito el relato), para legitimar precisamente esta actividad conflictiva. Así, por ejemplo, las visiones en que se expresa que, a pesar de lo increíble que es, Dios hará que se

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cumpla su anuncio de Ja invasión del país desde el norte, y tam­bién las palabras de consolación y de fuerza que Dios dice a Jeremías, previendo las persecuciones y ataques que le van a venir.

9.3. Cronología y localización de las actividades proféticas de Jeremías, Nahúm, Habacuc y Ezequiel

628: Vocación de Jeremías en Anatot.

Primera actividad de Jeremías, en Anatot.

622: Traslado de Jeremías a Jerusalén.

Silencio de Jeremías en Jerusalén.

612: Actividad de Nahúm.

609: Segunda actividad de Jeremías, en Jerusalén, en tiempos de! rey Joaquín I.

604: Jeremías clandestino, en Jerusalén, dicta mensajes.

Actividad de Habacuc.

598: Babilonia invade Jerusalén y deja libre a Jeremías.

Deportación de las minorías a Babilonia (Ezequiel).

Silencio de Jeremías en Jerusalén.

593: Tercera actividad de Jeremías, en Jerusalén, en tiempos del rey Sedecías.

Jeremías perseguido y encarcelado en Jerusalén.

Primera actividad de Ezequiel, en el exilio, en Babilonia.

587: Caída definitiva de Jerusalén en manos de Babilonia.

Liberación de Jeremías por Babilonia.

Deportación masiva de judíos a Babilonia.

Segunda actividad de Ezequiel, en el exilio, en Babilonia.

Cuarta actividad de Jeremías, en Jerusalén, en tiempos del gobernador judío Godolías.

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582: Asesinato de Godolías a manos de unos nacionalistas judíos.

Huida de un grupo de judíos a Egipto por miedo a represa­lias.

Jeremías llevado como rehén a Egipto.

Quinta actividad de Jeremías en Egipto.

Tercera actividad de Ezequiel, en el exilio, en Babilonia.

9.4. Desarrollo de las actividades proféticas (628-582 a. C.)

9.4.1. Primera actividad de Jeremías en Anatot (628-622 a. C.)

Después de su experiencia de vocación, Jeremías va a iniciar su primera actividad. Esta no va a tener lugar en Jerusalén, sino en Anatot. Se debe recordar que Jeremías era hijo de un sacerdote de Anatot, aldea cercana a Jerusalén, pero perteneciente a la tribu de Benjamín, es decir, al grupo del norte y, por lo tanto, a las tradi­ciones de fe del norte (elohista, Oseas, Deuteronomio). De ahí que gozara de una cierta independencia religiosa y cultural respecto a Jerusalén.

Esto, unido al hecho de que en Jerusalén ya corrían aires reformistas en el momento de la vocación de Jeremías, explicaría que la primera actividad del profeta no se dirigiera a los habitantes de Judá, sino al disperso resto de israelitas (del reino del norte), necesitado como nunca de una palabra profètica, es decir, de una palabra de parte de Yahveh, en aquellas críticas circunstancias.

Esta primera actividad (bastante pacífica) del profeta, dirigida a sus compatriotas y correligionarios, está fundamentalmente recogi­da en Jeremías 2, 1-4, 4 y 30, 1-31, 38. Los puntos básicos de esta actividad son los siguientes: recordar al pueblo su infidelidad para con Dios y con el espíritu fraternal del éxodo (Jr 2, menos los vv. 16.18.28b.36-37); llamar a la conversión (Jr 3, 1-5; 3, 19-4, 2) y anunciar una esperanza fundamental en la fidelidad que siempre observa Dios para con los hombres y en la “carta” que el propio Dios siempre se guarda escondida para sorprender a la humanidad

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con una nueva y definitiva salvación (Jr 30, 1-31, 40, menos 31, 23-26.27-28.38-40). Todo este mensaje (sobre todo las dos prime­ras partes) fue dictado más tarde por Jeremías, algo ampliado y adaptado a la realidad de Judá, cuando el profeta ya está hablando en Jerusalén.

Puede ser interesante aquí analizar el llamado poema de la con­versión que encontramos en Jeremías 3, 1-5; 3, 19-4, 2. El profeta parte de un supuesto caso jurídico de que un marido repudia a su mujer y ésta se va con otro hombre. La ley judía era clara en decir que dicha mujer nunca más podía volver a su primer marido. Aplica a continuación dicho caso a la realidad de Israel. Israel ha sido pertinaz en su infidelidad y no ha reaccionado ante el desastre que su conducta de pecado ha pro­vocado. Es más, con todo descaro, mientras pecaba, se ha dedi­cado a llamar a Dios “Padre" y ‘‘amor primero" (Jr 3, 1-5).

Dios resume entonces la situación. En los planes de Dios sí entraba y sigue entrando, a pesar de todas las traiciones sufri­das, una auténtica relación paterno-filial y conyugal entre Dios e Israel (Jr 3, 19-20).

El profeta presenta a continuación la reacción de Israel. El ca­mino de su conversión comienza con la pena y la lamentación ante lo hecho (Jr 3, 21).

Se inicia acto seguido un diálogo en el que Dios insiste al pueblo para que vuelva, prometiéndole que El está dispuesto a remediar todas sus apostasías (Jr 3, 22a), insistencia a la que responde el pueblo, presentándose ante Dios, reconociendo la falsedad de los dioses que se ha creado y que lo han llevado a la deshumanización y la injusticia, y lamentándose de no haber escuchado la voz de Yahveh (Jr 3, 22b-25). Dios concluye el diálogo recordando que si se da la conversión sincera (basada en la verdad, la justicia y el derecho), él se compromete a seguir bendiciendo a su pueblo y, por medio de él, a todos los pue­blos, éste es el destino y la función del pueblo de Dios (Jr 4, 1 - 2 ).

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Dentro de las palabras de esperanza de esta primera actividad, puede ser bueno analizar el conocido texto sobre la nueva alian­za, el de Jeremías 31, 31-34. Dios habla de unos días en que pactará con su pueblo una nueva alianza. No será igual que aquella que pactó con sus padres cuando los sacó de Egipto, pues es conocido que aquella la pudieron romper y, de hecho, la rompieron muchas veces. La novedad de la alianza no consis­te en que Dios dicte nuevas leyes, más o menos actualizadas y buenas, sino en que Dios pondrá su ley en el interior y el corazón de su pueblo y éste, dejándose llevar por sus senti­mientos y su corazón, hará siempre lo que Dios quiere que haga, dejará atrás el pecado, reconocido y perdonado, para mi­rar siempre hacia adelante y vivir siempre en la presencia de Dios y de acuerdo con él. En el fondo es una manera de plan­tear las relaciones con Dios muy diferente a la de la reforma deuteronomista de la que hemos hablado en el capítulo ante­rior, que se basaba en el cumplimiento de las leyes; aquí se trata de una interiorización de la ley, que es don de Dios.

En este tiempo se da una circunstancia que va a influir enorme­mente en el futuro del profeta. Con su reforma, Josías había cen­tralizado el culto en Jerusalén y había prohibido los cultos en los santuarios (también en el de Anatot, por consiguiente). El padre de Jeremías tuvo entonces que trasladarse a Jerusalén y ejercer su sacerdocio en el templo de esta ciudad, lo cual permitió a Jeremías entrar en contacto directo con la sociedad y las tradiciones de fe de la capital (yahvista, Isaías, Miqueas, Sofonías) y, llegado el momento, estar en condiciones de ser enviado a predicar también a los habitantes de Judá. Pero no adelantemos acontecimientos.

9.4.2. El poema interpretativo de Nahúm (612 a. C.)

Entre el año 622 (en que Jeremías se trasladó con su padre a Jerusalén) y el 609 (en que será llamado por Dios y las circunstan­cias a hablar en Jerusalén)., el profeta Jeremías se mantuvo en silencio en Jerusalén. Y esto por dos razones: porque en Jerusalén, con la reforma de Josías, ya se estaba dando una conversión a la

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vida, de acuerdo con la fe en Yahveh, y porque el profeta no era conocedor de las tradiciones culturales y religiosas de Judá y, por lo tanto, necesitaba integrarlas en su vida.

Pero en el año 612 a. C. ocurrió algo que tuvo gran importancia en la historia del profetismo. Nínive, capital de Asiría (principal enemigo de Judá) y símbolo de la opresión contra el pueblo de Judá, fue destruida por una coalición de babilonios y medos. Este hecho provocó en Jerusalén un clima de gran confianza. Nahúm lo recoge, profundiza e incluye en la experiencia de fe en Yahveh, en su cántico de alegría por la caída de Nínive. Aquél no debe interpretarse, sin embargo, como un cántico puramente nacionalis­ta y “chauvinista”, sino que tiene un sentido mucho más amplio y de fe: Yahveh es el Señor de toda la historia, sigue dominando la situación y actúa de una manera misteriosa; parece como si en algunos momentos no demostrara su amor, pero al final siempre viene a hacer justicia y a salvar. Este es el caso de Nínive, la violenta, la opresora, la injusta, cuya caída es cantada con gran alegría por ser el triunfo de Yahveh y de su justicia (véase 2, 2-3, 19; especialmente, 3,1-4).

9.43. Segunda actividad de Jeremías en Jerusalén (609-604 a. C.)

En el año 609 muere Josías al oponerse al avance de los egip­cios, que acudían en ayuda de los últimos reductos de los asirios contra Babilonia. Este hecho hace que cambie la situación en Judá, porque, aunque Babilonia vence en la batalla contra la coalición as ¡río-egipcia, Egipto queda por el momento como señor de Judá e impone como rey a uno de los hijos de Josías, Joaquín 1, quien no iba en la misma línea de su padre y tampoco era el más estimado por el pueblo. En consecuencia, la reforma de Josías es interrum­pida y adulterada; aumentan la violencia, ios intereses personales y las injusticias; y lo peor es que todas estas actitudes se disfrazan con una apariencia de fe y con un culto en el templo sumamente sofisticado, pero sin relación alguna con la vida.

Es entonces cuando el profeta Jeremías es llamado a ejercer su segunda actividad, dirigida a Judá y, de modo especial, a sus res­

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ponsables. En primer lugar, arremete contra el templo y contra el culto externo que en él se practica (Jr 7 y 26), lo cual provoca la persecución del profeta y el intento de darle muerte.

El texto más importante y posiblemente el primero de esta segun­da actividad es el de Jeremías 7, 1-15.

Tras una introducción en la que se nos dice que Jeremías recibe la orden de ir al templo y desenmascarar su verdad (Jr 7, 1-2), el profeta transmite lo que Dios dice a Jerusalén y sus habitantes.

Dios exhorta a cambiar la conducta y a adecuar ésta a la fe que se profesa, adecuación que consiste en practicar la justicia, ser solida­rios e ir tras el auténtico Dios que se les dio a conocer en la historia. Dios condiciona su presencia en medio de su pueblo a ese cambio radical de conducta, dejando de lado toda práctica religio­sa mágica que, en realidad, no conduce a nada, como nombrar con toda solemnidad el templo de Yahveh (Jr 7, 3-7).

A continuación, Dios echa en cara a su pueblo la conducta real de Judá que, fiándose de palabras engañosas, se dedica a robar, matar, adulterar, jurar en falso y seguir a dioses que nada tienen que ver con la historia del pueblo y luego va ai templo creyendo que ahí se puede comerciar con Dios la salvación (Jr 7, 8-11).

La provocación final de Dios es la que menos puede soportar Judá: le recuerda en qué han quedado el santuario de Silo del reino de Israel y el reino de Israel mismo, para acabar diciendo que con Judá y su templo pasará lo mismo por no haber hecho caso de los profetas (Jr 7, 12-15).

Hasta aquí el fuerte discurso de Jeremías en el templo y contra la falsedad del templo, pronunciado al principio del reinado de Joa­quín I.

En Jeremías 26 se nos narran las consecuencias de dicho discurso: se intentó linchar al profeta, pero gracias a la intervención de algunas personas se consiguió que se lo llevase a juicio. En éste se pidió la pena de muerte por alta traición, pero gracias a la pruden­cia de algunas personas, que pusieron algunos casos históricos de profetas que habían dicho cosas parecidas a las que acababa de

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decir Jeremías y no habían sido perseguidos, Jeremías fue absuel- to. En todo caso, queda claro que la persecución se va a hacer presente en cuanto el profeta diga lo que disgusta al poder y a los que no quieren cambiar.

A la persecución contra el profeta se unirá siempre su crisis de fe.El profeta se siente engañado por Dios y no acaba de comprender por qué lo llama, si después lo abandona y más bien parece estar a favor de los malvados. l a respuesta de Dios no suele ir en la línea de la tranquilización del profeta, sino todo lo contrario: Dios res­ponde normalmente de un modo provocativo al profeta, retándolo a seguir adelante con decisión sin tener en cuenta los riesgos, sino sólo confiando en que Dios está a su lado. Estas crisis de fe están recogidas en las llamadas “confesiones”, como la que encontramos en Jeremías 11, 18-12, 6. De ellas, el profeta suele salir fortalecido y dispuesto a seguir, aunque esto le vuelva a costar la persecución y vuelva a tener la sensación de abandono por parte de Dios.

Tras la persecución y la crisis provocada por el discurso en el templo y contra el templo, el profeta sale fortalecido y comienza a anunciar el juicio de Judá, en forma de invasión (Jr 4, 5-6, 30), la cual va concretando cada vez más, hasta llegar a anunciar quién será el protagonista: los babilonios (Jr 25, 1-13). Estos anuncios, reforzados por el acto simbólico del jarro roto a la vista de todos, en un lugar público, provocan una más intensa persecución contra el profeta, su apresamiento, una paliza por parte de la policía y una orden de “búsqueda y captura” del rey (Jr 19, 1-20, 6; 36). El profeta logra esconderse, pero sin dejar de insistir, por escrito, en los mismos anuncios (posiblemente el “rollo primitivo” de Jeremías dictado a Baruc y que se encuentra actualmente en Jeremías 1-6: vocación y palabras de examen, dirigidas original­mente a Israel y aplicadas ahora a Judá y a la llamada a la conver­sión, dirigida también originalmente a Israel y aplicada ahora a Judá y al anuncio de la invasión de su territorio).

En su escondrijo, Jeremías vuelve a preguntarse por qué todo aquello, por qué Dios parece dar la razón a los injustos (véanse las otras “confesiones” de Jeremías 15, 10-21; 17, 14-18; 18, 18-23; 20, 14-18.7-13). De este modo concluye la segunda actividad de

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Jeremías, escondido, en la clandestinidad, aunque sin dejar d transmitir sus mensajes. Tendrá que esperar unos seis años par poder volver a moverse libre y públicamente; esto ocurrirá cuand Nabucodonosor invada el país y se apodere de Jerusalén, en el añ 598 a. C.

9.4.4. Las preguntas y respuestas de Habacuc (604 a. C.)

En la misma línea de las “confesiones” de Jeremías, van las reflexiones proféticas y los planteamientos que acerca del dolor y de la justicia hace a Dios el profeta Habacuc, posiblemente a cau­sa de las mismas situaciones y experiencias que las vividas por Jeremías.

Habacuc plantea a Dios el problema de los opresores (posible­mente se refiere a Joaquín 1 y a Nabucodonosor) y recibe la res­puesta de que debe aguantar con fuerza y firmeza hasta que llegue el momento en que la justicia divina se abra camino (Habacuc 1, 1-2, 4). Habacuc se reafirma en su rechazo a la opresión y la injusticia con sus fuertes maldiciones contra el opresor (Ha 2,5-20). Acaba con una oración a Yahveh en la que expresa su gran seguridad en el triunfo final de Yahveh y de su justicia contra todos los opresores (Ha 3, 1-19).

9.4.5. La tercera actividad de Jeremías en Jerusalén (593-587 a. C.)

Hacia el año 598, tras la declaración de guerra de Joaquín I contra Babilonia, Jerusalén es atacada y conquistada por Nabucodonosor, quien ordena la primera deportación de judíos a Babilonia. Entre los primeros deportados figura el sacerdote de Jerusalén, Ezequiel, quien en el exilio será llamado al profetismo para confortar a sus compatriotas, haciéndoles ver que ellos han sido escogidos por Yahveh para, después de un tiempo de purifi­cación, volver a empezar y haciéndoles ver también que Yahveh está con ellos en el exilio.

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Nabucodonosor deja en Jerusalén como rey aJ tercer hijo de Josías, Sedecías, un hombre muy débil, que no será capaz de do­minar las tensiones ni la situación de crisis que desembocará en la destrucción de Jerusalén y en el exilio de casi todos los judíos.

Los primeros años del reinado de Sedecías (598-593 a. C.) fue­ron de cierta calma, como la que suele seguir a una gran tormenta. Esto hará que Jeremías, libre de nuevo, no sienta la necesidad de hablar en Jerusalén. El golpe de la primera caída de Jerusalén había sido tan fuerte que los que habían permanecido en ella pare­cían haberlo encajado bien y estar dispuestos a no mover demasia­do las aguas, no fuese que volviesen a venir tiempos peores.

Pero en el año 593 a. C. ocurrirá algo que obligará a Jeremías a volver a hablar y que también provocará que Ezequiel, en el exilio, empiece a actuar como profeta. Egipto comienza una vez más a inquietar a los pequeños reinos desaparecidos o convertidos en vasallos por Babilonia, con el fin de animarlos a formar una coalición antibabilónica. Parece incluso que el lugar elegido para tener las reuniones secretas era Jerusalén, tal como consta en Jeremías 27, 2ss, donde se dice que en el año 593, los embajado­res de Edom, Moab, Ammón, Tiro y Sidón se reunieron en la capital de Judá. Es indudable que entre los ministros de Sedecías se encuentran algunos que están muy de acuerdo con la idea, favo­recida además por los falsos profetas. Sedecías está punto de ceder a estas presiones. Además, en el exilio también se están dando movimientos similares. Jeremías, sin embargo, ve con toda clari­dad que la rebelión contra Babilonia en aquel momento era lo peor que se podía hacer: la mira como Ja antesala de la destrucción y la muerte del pueblo. De ahí que comience su tercera actividad (593-587).

Lo primero que hace es atacar con dureza a los reyes y a los falsos profetas, a quienes considera los principales responsables de los males que han caído sobre el pueblo en el pasado y que le pueden caer ahora, si Judá se rebela contra Babilonia. Para ello reúne, en primer lugar, en una colección única, palabras sobre la monarquía davídica en general y sobre cada uno de los reyes que ha conocido: Josías, Joacaz, Joaquín I, Joaquín II y Sedecías

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(Jeremías 21, 11-23, 8). En esta colección insiste en que la funció de los reyes es favorecer la unión del pueblo con Dios y procura que el pueblo viva en justicia y que haya paz. Constata que, excepción de Josías y de Joacaz, en parte, la mayoría de los reye no han cumplido dicha función, sino que han alejado al pueblo d Dios, llevándolo a guerras suicidas, explotándolo con sus ambici nes y oprimiéndolo con sus violencias. Concluye esta colecció con unas palabras breves de estilo mesiánico, que resultan ser, po el juego que hace con el nombre del rey de aquel entonces Sedecías, una llamada al rey para que realmente desempeñe I función que Dios espera de él. En último término, la crítica a 1 monarquía que aparece en esta colección es una llamada al monar ca del momento para que no ceda a las presiones que lo empujan la guerra con Babilonia.

Analicemos el texto con el que se concluye el conjunto de oráculos sobre la monarquía» Jeremías 23, 1-8.

Comienza Dios con una lamentación y amenaza contra los pastores que no han sabido conducir al pueblo, sino que lo han oprimido (Jr23, 1-2).

Se compromete después Dios mismo a reunir a sus ovejas disper­sas y a poner al frente de ellas a pastores que sepan cuidarlas (Jr 23, 3-4).

Dios anuncia a continuación que en el futuro suscitará a la familia de David un heredero real, que será prudente, practicará el dere­cho y la justicia en la tierra y conseguirá así que el pueblo viva en paz en la tierra. Su nombre ya no será “Justicia de Yahveh” o “Que Yahveh haga justicia" (Sedecías, en hebreo túdqiyabu) sino “Yahveh, justicia nuestra” o “Yahveh, justicia para todos nosotros” (Yahveh túdqenu). Con este cambio de nombre Dios está manifes­tando qué espera del rey Sedecías en aquel momento crucial (Jr 23, 5-6).

En Jeremías 23, 7-8, que parece con toda claridad una adición posterior, Dios afirma que ya no será conocido como el que liberó de Egipto, sino como el que hizo regresar a su tierra a todos los israelitas desde los lugares a donde los habían arrojado.

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En ía misma línea de atacar a quienes considera culpables de los muchos males que caen continuamente sobre el pueblo, Jeremías reúne a continuación, en 23, 9-40, varios oráculos sobre los falsos profetas a los que acusa de corrupción general, inmorali­dad, falsedad, transmisión de un mensaje fraudulento y que lleva ul pueblo a la ruina. Pero aparte de estas duras palabras sobre los profetas, Jeremías se enfrenta con algunos de ellos de un modo directo. Los capítulos 27, 28 y 29 nos dan testimonio de ello. Veamos un resumen de su contenido.

lín Jeremías 27 se nos explica el acto simbólico que Dios pide a Jeremías. Debe ponerse un yugo sobre el cuello y luego hacérselo llegar a los embajadores de los países vecinos que están en Jerusa­lén, junto con el mensaje que explica el acto: Yahveh es señor de la creación y de la historia; ahora ha puesto todos los países en manos de su siervo Nubucodonosor; deben, pues, servirlo; si no lo sirven, les vendrá la ruina; no deben, en consecuencia, escuchar a los falsos profetas que les dan falsas esperanzas en la rebelión, ya que si se rebelan perecerán; si se mantienen bajo el yugo de Babilonia, vivirán en paz (Jr 27, 1-11).

Un mensaje parecido dirige al mismo rey Sedecías (Jr 27, 12-15). Acaba con un mensaje a los sacerdotes y al pueblo, a quienes exhorta a no confiar en que todo lo que se llevó Nabucodonosor del templo a Babilonia cuando la primera deportación vaya a ser devuelto pronto a Jerusalén. Jeremías afirma, por el contrario, que lo que quedó en Jerusalén será llevado a Babilonia (Jr 27, 16-22).

Un Jeremías 28 se narra cómo un profeta llamado Jananías se enfrenta a Jeremías por el mensaje derrotista que aparentemente éste está dando. En público, Jananías rompe el yugo de madera que Jeremías había construido y afirma que así ha roto también Dios el yugo de Babilonia. Jeremías queda desconcertado ante este anuncio que a él le gustaría que fuese verdaderamente de Dios y así lo manifiesta, pidiendo a Yahveh que lo confirme. Llega a dudar tanto que inicia la retirada. Pero Yahveh lo vuelve a llamar y lo vuelve a enviar, ahora con un yugo de hierro, para decir que no se trata de hacerse falsas ilusiones de liberación, si ésta no es la

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palabra de Dios para aquel momento. El profeta queda convencido de que se deben preparar para lo peor, que deben intentar evitarlo.

En Jeremías 29 escribe una carta a Babilonia para transmitir el mismo mensaje: no deben hacer caso de los falsos profetas de "paz", que alimentan la esperanza de pronto retorno y animan a la rebelión contra sus deportadores; deben prepararse a pasar un tiempo en el exilio, a la espera de que las cosas cambien, cuando le llegue su turno a Babilonia y ésta sea vencida por sus enemigos y Dios comience, con el resto de judíos que queden del exilio, una nueva historia (véase J r 24 y los cestos de higos). Esa carta no les sienta demasiado bien a los profetas que están en Babilonia, quie­nes envían una acusación ante los policías del templo para que apresen a Jeremías ya que, según ellos, va diciendo locuras. La petición de los falsos profetas no es atendida, pero la anécdota deja constancia de la oposición que nuevamente encuentra Jeremías cuando intenta decir lo que cree ser palabra de Dios.

Posiblemente, Jeremías envió su carta a los exiliados por medio de una embajada del rey Sedecías a Babilonia, ratificando su su­misión a Nabucodonosor, por si a éste le han llegado noticias del intento de rebelión. En todo caso, es interesante ver que, aparente­mente, sirviéndose de esa misma embajada, Jeremías envió tam­bién a alguien —como se nos narra en 51, 59-64— encargado de anunciar, con su palabra y el acto simbólico del oráculo arrojado en el Eufrates, que también Babilonia caerá en su momento. No es verdadera, por lo tanto, la acusación que continuamente se hizo contra Jeremías de que había tomado partido a favor de Babilonia y de que defendía los intereses del imperio babilonio.

Por un breve tiempo, Jeremías consigue detener la rebelión contra Babilonia, porque considera que es lo mejor para el futuro del pueblo de Judá, pero, finalmente, en el año 588, instigado posiblemente por el nuevo faraón egipcio, el rey de Jerusalén se rebela y Babilonia vuelve a atacar Judá y Jerusalén. Jeremías, tal como se narra en 34; 37-39, anima entonces a hacer las paces, diciendo que, de lo contrario, todo se irá abajo. La persecución y el peligro de muerte arrecian contra él, porque desanima a los

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moldados, porque no se acaban de cumplir sus palabras de ruina, porque sigue denunciando la hipocresía y falsedad de los cortesa­nos y porque parece pasarse al enemigo. De hecho, su realismo y ru mensaje, interpretados como colaboracionismo con el invasor, lo llevan, durante el sitio de Jerusalén, a ser encarcelado y a arros­trar el riesgo de ser ejecutado. Sus com patriotas y ‘'correligionarios” no entienden que Jeremías actúa de ese modo porque los ama y porque cree que Yahveh está presente en la historia y en aquel preciso momento está hablando de juicio salva­dor y no de falsa seguridad. Pasa, pues, sus últimos tiempos en la cárcel de Jerusalén; deberá esperar a que Nabucodonosor entre de nuevo victorioso en la ciudad para volver a recuperar la libertad, lis interesante que en los momentos más críticos del asedio de la ciudad y cuando ésta está ya a punto de caer, Jeremías comenzará a anunciar que en el futuro “de nuevo se comprarán y venderán campos y casas”, es decir, se volverá a las actividades propias del tiempo de paz (véase Jr 32).

9.4,6. La primera actividad de Ezequiel en el exilio (593-587 a. C.)

La vocación de Ezequiel tiene lugar posiblemente hacia el año 593. El relato de la misma (Ez 2, 1-3, 11) nos dice que el que agarra por dentro y dialoga con Ezequiel es el espíritu. Este lo impulsa a comer un libro lleno de “lamentaciones, gemidos y ayes” para que después lo transmita a los de su pueblo, que están en el exilio, escuchen o no escuchen sus palabras. El alimento, dice el profeta ya constituido, le resulta, a pesar de su contenido, más dulce que la miel. Por otra parte, siente que Dios le asegura su presencia y protección en medio de las dificultades y rebeldías que va a tener que soportar.

En un clima de cierta euforia y de movimientos de rebelión en el exilio, favorecido por los falsos profetas y las ideologías alienantes, que no quieren aceptar lo mucho que deben cambiar y las responsabilidades que cada persona debe aceptar, empieza su actividad, que tiene cuatro puntos principales. Primero, recuerda

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las infidelidades del pueblo en la historia, que en la visión pro- fética son en parte las causantes de la situación actual de exilio (Ez 8, 11, 16, 20, 23). Segundo, insiste en que cada persona es responsable de sus actos y en que esto es lo que hace posible la conversión y un futuro esperanzador (Ez 14, 12-23; 18). Terceror hace dudar de los falsos profetas que con sus anuncios de “seguri­dad” y “esperanza” no provocan la conversión que sería lo único que podría sacarlos de aquel atolladero (Ez 13). Anuncia, final­mente, el asedio y la caída de Jerusalén (Ez 24). Como se ve, el profeta quiere quitar toda esperanza que no esté basada en la autenticidad.

Efectivamente, la historia Ies quita la razón a los falsos profetas y se la da a él: Jerusalén cae por segunda vez, como ya hemos comentado al habjar de Jeremías. La ciudad y el templo son des­truidos, vuelve a darse una deportación algo más masiva de judíos a Babilonia y la situación en Judá se vuelve mucho más precaria e insegura. ¿Qué decir en el exilio sobre todo ello, dado que lo ocurrido en Jerusalén presagia un futuro poco esperanzador para los exiliados? Ezequiel comienza en esta circunstancia su segunda actividad.

9.4.7. La segunda actividad de Ezequiel en el exilio (587 a. C.)

En esta segunda actividad de Ezequiel, el profeta pone la insis­tencia máxima en que lo ocurrido, por misterioso que sea, no es muestra de impotencia de Dios. Es más, Ezequiel repite hasta la saciedad durante esta segunda actividad que Yahveh mismo está actuando por medio de “su siervo” Nabucodonosor; es su manera de afirmar que la historia, en último término, está controlada por Yahveh y es una historia de salvación. Como digo, éstas son las afirmaciones centrales de esta segunda actividad.

Pero, junto a esto el profeta hace tres grandes anuncios muy esperanzadores: Dios enviará nuevos y buenos pastores (Ez 34), Dios cambiará el corazón de su pueblo, que era de piedra, por un corazón de carne (Ez 36), y Dios dará nueva vida a su pueblo, tal como el profeta contempla que ocurre con todos aquellos huesos

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dispersos por el valle, que a una voz del espíritu de Dios vuelven a reunirse y a recobrar la vida (Ez 37).

A modo de ejemplo, puede ser bueno analizar uno de estos tres anuncios, el de Ezequiel 34.

En los w . 2 a 10 el profeta denuncia y amenaza a aquellos que no sólo no han sido buenos pastores, sino que se han convertido en opresores y asesinos de sus ovejas, refiriéndose a los responsables que han llevado al pueblo a la situación presente. A continuación, Dios se constituye en pastor de su pueblo y promete cuidarse de su rebaño y de cada una de sus ovejas, teniendo máximo cuidado con las más débiles y maltratadas (w. 11-16). Se compromete también a juzgar entre oveja y oveja, ya que muchas veces han sido las mismas ovejas del rebaño las que han maltratado y opri­mido a otras ovejas del mismo rebaño; se compromete a salvar a las débiles y miserables (vv. 17-22). Acaba con el anuncio del envío de un nuevo pastor que hará que todas las ovejas en el futuro vivan en seguridad y en paz (vv. 23-31).

Tras estos tres anuncios (nuevos pastores, nuevo corazón y nueva vida), el profeta afirma que todo esto se puede realizar porque Yahveh está con ellos en el exilio. Esta concepción tan revolucionaria la expresa el profeta mediante una visión en la que relata cómo “la gloria de Yahveh” va abandonando por pasos el templo y la ciudad de Jerusalén y se va yendo hasta asentarse en el exilio, junto a su pueblo deportado (véase Ez 9, 3; 10, 4.19; 11, 21; 1).

9.4.8. La cuarta actividad de Jeremías en Jerusalén (587 a. C.)

También en torno a la caída y destrucción de Jerusalén tiene lugar la cuarta actividad de Jeremías. Tomada Jerusalén, el año 587, Nabucodonosor ordena la segunda deportación a Babilonia, adonde son conducidos la mayoría de los judíos y, por supuesto, los más influyentes. A Jeremías le permite escoger entre el exilio y la permanencia en Judá con un pequeño grupo bajo la autoridad de un gobernador de Nabucodonosor. Y a pesar de su creencia en que el “resto” de Israel con el que Dios habrá de recomenzar todo

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de nuevo lo constituye el pueblo exiliado, opta por quedarse en la tierra de Judá con los más pobres —los que más lo necesitan—, comenzando así su cuarta actividad (Jr 40, 1-6), que consistirá en acompañar al pueblo y soportar con él todas las desgracias, hasta la muerte, que — ¡ironías de la vida!— le llega en Egipto. ¿Qué fue lo que sucedió?

9.4.9. La quinta actividad de Jeremías en Egipto (582 a. C.)

Como ya hemos dicho, Nabucodonosor había dejado en Judá a un pequeño grupo de judíos, entre los que se contaba Jeremías, bajo la tutela de un gobernador militar, Godolías, quien murió en un atentado a manos de un nacionalista judío. Este hecho provocó en muchos judíos el miedo a las represalias, por lo que decidieron huir a Egipto, en contra de la opinión de Jeremías, quien afirmaba que era mejor quedarse y tratar de explicar lo ocurrido a Nabucodonosor. Su opinión no prevalece y es llevado por sus compa­triotas a Egipto contra su propia voluntad. Allí tampoco permanece callado. Su palabra denuncia de nuevo los fallos y pecados de los mismo judíos, los llama a la conversión y a mantenerse fieles a Yahveh y al mismo tiempo anuncia que también Egipto será invadido por Babilonia y caerá en sus manos (Jr 40, 7-44, 30). Ni los judíos ni tampoco los egipcios quieren soportar estas últimas palabras. La tra­dición nos habla del martirio de Jeremías en Egipto.

9.4.10. La tercera actividad de Ezequiel en el exilio (582 a. C.)

Efectivamente, Babilonia siguió conquistando territorios (Egip­to incluido) y volvió a realizar una tercera deportación de judíos a Babilonia (posiblemente en represalia por el asesinato de su gober­nador en Judá). Ya no quedaban esperanzas para los judíos en el exilio de retornar a la tierra y de reconstruir el país. Pues bien, en este contexto, Ezequiel desarrolla su tercera actividad, recogida en 40-48, consistente en una serie de visiones y sueños del profeta sobre el nuevo templo reconstruido y la nueva Torah o Ley puesta en práctica, en la nueva comunidad judía también reconstruida.

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De esta actividad es especialmente interesante el capítulo 47 de Ezequiel, con su visión de la fuente de agua que surge a un lado del nuevo templo, fuente que va creciendo e inundando todo el terreno, sanando a su paso todo lo que encuentra de muerte (incluido el mar Muerto) hasta llegar a producir vida en todas partes. Una gran visión llena de esperanza para terminar la actividad de Ezequiel.

9.5. La actividad y el mensaje de Jeremías

Por lo especialmente interesante y cercano que resulta el profe­ta Jeremías, puede ser importante intentar hacer una pequeña recapitulación del mismo, sin pretender ser exhaustivos. Tratemos, pues, de sintetizar su actividad y su mensaje, subrayando los as­pectos más sobresalientes de su actuación.

Jeremías sabe “estar a todas”, consolando o acusando, según sean la actitud de sus oyentes y la realidad social.

Está en el centro exacto, entre Dios y el pueblo. Es el gran defensor de Dios ante el pueblo y el gran intercesor del pueblo ante Dios.

Es plenamente humano. Al igual que cualquier ser humano, duda ante un ministerio o servicio difícil; duda incluso de Dios; se apasiona; se lamenta de los males que ve cómo se ciernen sobre el pueblo; siente miedo; insiste; tiene valor; se fía plenamente de Dios; cree intensamente en los planes de futuro totalmente nuevos de Yahveh, etc.

Se va haciendo consciente de cómo el papel de profeta consiste en algo más que en hablar al pueblo de parte de Dios, es decir, va viendo progresivamente que su persona queda implicada y com­prometida en el mensaje. Es un paso más en la encarnación de la palabra de Dios. El profeta padece por culpa del pueblo y en favor del pueblo y consigue llegar a saber que así es como Dios salva a dicho pueblo. Este aspecto va a ser perfectamente entendido por sus seguidores, como Baruc. Este es el sentido que tienen las na­rraciones del propio Baruc sobre los acontecimientos que vivió

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Jeremías: no se trata de ninguna biografía, sino de una manera de decir que la palabra y la vida del profeta van tan unidas que no es posible entenderlas por separado. Podría añadir más aspectos, pero es suficiente.

9.6. Jeremías, Ezequiel y sus seguidores

Todos los profetas fueron reuniendo en torno a sí, sin preten­derlo, un grupo de discípulos. Ya lo veíamos en el caso de Isaías. Es más, de los dos profetas que actuaron en el reino del norte, en torno al año 740 a. C., Amos y Oseas, nos consta que sus palabras fueron escritas años más tarde, en Jerusalén, por sus discípulos; también en el caso de Jeremías y Ezequiel. El impacto que produ­jeron en algunos de sus contemporáneos fue tan grande que bas­tantes años más tarde encontramos a discípulos de los dos profetas desarrollando y actualizando sus grandes mensajes. Tal es el caso de la escuela sacerdotal (P) con concepciones muy afines a las del profeta Ezequiel, así como la dependencia respecto a Jeremías, de quienes tomaron la imagen del Siervo de Yahveh (Segundo Isaías) y de quienes compusieron las Lamentaciones, los Salmos de Sú­plica al estilo del Salmo 22 y los salmos del Justo Sufriente.

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El exilio: el escrito sacerdotal, la segunda edición de la obra

deuteronomista y el Segundo Isaías

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10.1. Contexto histórico y situación anímica de los exiliados

El pueblo judío sufrió tres deportaciones a manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia. La primera tuvo lugar el año 598 a. C. cuando Nabucodonosor, ante la rebeldía de Joaquín I (propiciada por el imperio egipcio), entró en Jerusalén, impuso como rey a un hermano de Joaquín I, Sedecías, y se llevó a Babi­lonia a Joaquín II, hijo de Joaquín I, y a algunos ministros y sacer­dotes influyentes que pudieran provocar una nueva rebelión (entre estos sacerdotes iba Ezequiel).

En Jerusalén se dieron muchas presiones sobre el rey Sedecías para que se rebelara contra Babilonia. Finalmente lo hizo, y esto provocó la segunda invasión de Nabucodonosor (587 a. C.), la segunda toma de Jerusalén, la destrucción del templo y de la ciu­dad, el ajusticiamiento de todos los hijos del rey, el encegamiento de Sedecías y la segunda deportación a Babilonia (en este caso algo más masiva) del rey ciego, de los ministros de su gobierno, de los herreros, los carpinteros, los albañiles, los técnicos, etc. Con esta segunda deportación se pretendía evitar la posibilidad de re­construcción y de resurgimiento del reino judío. En la zona judía quedó parte del pueblo campesino, bajo la autoridad de un gober­nador judío, Godolías, para que el pueblo continuase cultivando la (ierra y produciendo riqueza para el imperio. El profeta Jeremías también se quedó por propia voluntad acompañando al pueblo.

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Cinco años más tarde, en 582 a. C., un grupo de judíos preparó un atentado contra el gobernador y acabó con su vida. El regreso de Nabucodonosor era inevitable y produjo tal pavor entre algunos judíos, que decidieron buscar refugio en Egipto, llevándose consi­go, contra su voluntad, al profeta Jeremías. Efectivamente, se dio la tercera invasión de Nabucodonosor y, con ella, la tercera depor­tación de judíos a Babilonia.

El conjunto de estas tres deportaciones (598, 587, 582) produjo lo que se ha dado en llamar “el exilio de los judíos en Babilonia”.

Pero, ¿cuál era la situación anímica de los deportados en Ba­bilonia? La verdad es que, a pesar de las continuas amenazas pro- féticas, nunca habían creído acabar así. Vivieron, en consecuencia, el paso al exilio de una manera totalmente traumática. Grandes preguntas existenciales se les fueron planteando. ¿Es verdadera­mente poderoso Yahveh si no ha podido con los babilonios y sus dioses? ¿Quizá Yahveh ha dejado de quererlos y los ha abandona­do para siempre? ¿Es posible relacionarse y dar culto a Yahveh en un espacio no sagrado como la tierra babilonia y sin tener un calendario propio por el que puedan regular sus fiestas sagradas judías? ¿Siguen teniendo un papel testimonial de cara a las otras naciones, como Babilonia, siendo así que éstas les han maltratado y oprimido? ¿Pueden seguir esperando que algún día volverán a formar la comunidad del pueblo judío reconstruida, con Yahveh en medio de ella? Todas estas interrogantes eran lo suficientemen­te fuertes como para poner en crisis la fe, la esperanza y la praxis de los judíos exiliados.

Los grandes creyentes del pueblo judío tuvieron muchas difi­cultades para acompañar a éste y para ayudarlo a superar dicha crisis. Entre estos creyentes tienen especial importancia el grupo sacerdotal, los discípulos del movimiento deuteronómico y los se­guidores de la escuela de Isaías.

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10.2. El grupo sacerdotal (P)

Ya el profeta Gzequiel, miembro del grupo sacerdotal y con él llevado al exilio, había procurado acompañar a sus compatriotas, sobre todo en los primeros años del exilio, para que reflexionaran sobre lo que les había pasado, para que no desfallecieran, para que no perdieran el ánimo y la esperanza, para que se reencontrasen de nuevo en aquella circunstancia totalmente diferente con Dios sin perder de vista la posibilidad de retornar a la tierra y seguir vivien­do como pueblo de Dios.

El grupo sacerdotal siguió esta línea de Ezequiel. ¿Cómo? Puso todo su esfuerzo en reunir algunos fragmentos de los relatos de los orígenes, de los antepasados, del dominio y la liberación de Egip­to, de las tradiciones sobre el Sinaí y la alianza, y de las tradicio­nes legislativas. Hizo, por lo tanto, algo parecido a lo que ya ha­bían hecho en momentos anteriores los movimientos yahvista, elohista y deuteronómico. Con todo el material disponible, reelaboró la historia, en parte ya conocida, de Génesis, Exodo y Deuteronomio. De este modo, fue formulando sus grandes e im­portantes afirmaciones de fe para apoyar al pueblo en el exilio, entre los paganos.

Debe tenerse, pues, muy en cuenta su intención que es la de posibilitar y profundizar la fe en la situación de crisis de identidad, de descubrimiento de los valores y contravalores de los paganos, de la aparente debilidad de Yahveh, etc. Consiguientemente, no es extraño que subraye todo cuanto de alguna manera distingue al pueblo de Judá (sacerdocio, circuncisión, poder de Dios, templo, ritos, etc.). Todo esto es lo que podemos decir con respecto a la tradición sacerdotal y al papel que desempeña en los últimos años del exilio. Merece la pena, sin embargo, añadir que a esta tradi­ción P le debemos la unión última de las tradiciones anteriores (J, E, D y ella misma) y la redacción definitiva del Pentateuco, que a los pocos años (hacia el año 450 a. C.) se establece como conjunto normativo para el pueblo de Dios del postexilio.

Puede ser bueno hacer un análisis sencillo de algunos textospara descubrir esas importantes afirmaciones.

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Comencemos por Génesis 1, 1-2, 4a. Lo primero que se debe decir es que comienza como acaba: “En el principio creó Dios Jos cielos y la tierra” (1, 1), “Esos fueron Jos orígenes de Jos cielos y Ja tierra, cuando fueron creados” (2, 4a). Estamos, pues, ante una "inclu­sión” que nos señala la importancia y centralidad de lo afirmado en ella, que no es otra cosa que el poder creador de Dios.

A continuación ( l , 2) se vuelve a afirmar el poder de Dios, en este caso diciendo que Dios estaba por encima de o incluso que era el provocador del caos, de la confusión y las aguas revueltas,

Y comienzan ya las diferentes acciones de Dios en los diferentes días de la semana, acciones que suponen, entre otras cosas, el gran poder que tiene Dios: va realizando todo con el poder de su pala­bra (“Que haya... Y hubo”), va constatando que toda la obra es buena y que, por lo tanto, no se puede hablar de otro principio poderoso de la realidad que no sea el principio bueno que es Dios; va poniendo nombre con todo dominio a las diferentes realidades, va haciendo realidad y dominando todo y entre este todo están el sol y la luna, que no menciona por sus nombres ya que con esos nombres eran considerados divinidades por otras naciones; va mos­trando su poder sobre la vida, bendiciendo a los seres vivientes y dándoles capacidad de multiplicarse, crea (aquí vuelve a utilizar de nuevo el término “crear”, reservado sólo para el Dios poderoso) a los monstruos marinos, considerados dioses por otras culturas del entorno, crea (de nuevo este término especial), finalmente, a la humanidad, bendiciéndola también y dándole la tarea de dominar sobre toda la obra de Dios. La afirmación del poder de Dios es la que domina en todo lo anterior.

Otras afirmaciones del relato hacen referencia a la bondad y al amor de Dios. Entre éstas podemos señalar de nuevo la de que “Dios vio que estaba bien”, Dios bendice la vida, que va preparan­do toda la realidad para que en último término la humanidad sea la que se realice dominándola, Dios con toda solemnidad decide crear a la humanidad para que sea su imagen semejante en el mundo y para que tenga el dominio que le correspondería a Dios mismo sobre todo, que se preocupa además jx>r la alimentación de

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la humanidad y del mundo de los vivientes en general. La bondad y el amor de Dios, pues, están enraizados en el mismo origen del mundo y del ser humano.

Un tercer grupo de afirmaciones en Génesis 1 habla de la posibili­dad de dar culto a Dios en e! exilio a pesar de que aparentemente no tienen espacio sagrado, ni tiempo sagrado. En contra de esta apariencia se afirma que sf tienen un espacio sagrado: la creación con su bóveda (el cielo), sus candelabros (el sol y la luna) y su imagen (el ser humano), es el gran templo donde está Dios y donde se le puede dar culto. También se afirma que sí tienen tiempo sagrado: el paso de la tarde y de la mañana (oración ves- jiertina y oración matutina), el calendario de siete días con sus días sobresalientes (domingo o día del caos, miércoles o día de los inicios y de la creación del sol y la luna, necesarios para poder determinar cualquier calendario, viernes o día de la liberación y de la creación del ser humano, sábado o día del descanso y del recuer­do de la presencia de Dios en la creación y la historia) son sufi­cientes para poder dar culto a Dios. Cualquier tiempo es bueno para ello.

Finalmente, se afirma en Génesis 1, que toda la humanidad, todos los pueblos, el mismo pueblo de Israel, vienen de Dios y, por lo tanto, en ningún momento se puede pensar en una realidad en la que no se dé la relación Dios-pueblos-pueblo de Dios. Las genea­logías de Génesis 5 y 10 insisten en este último aspecto: todos los pueblos, incluido el pueblo de Dios, vienen del mismo Dios y están interrelacionados.

Otro texto típico del grupo sacerdotal es el de la vocación de Abraham en Génesis 17. En él, la vocación de Abraham es vista como una alianza de Dios con el patriarca. Lo que se subraya es que el Dios que hace el pacto lo es desde siempre, que desde siempre ha estado presente en la historia, que bendecirá al patriar­ca con la descendencia y la vida, que tiene poder para todo, que se compromete a cumplir la alianza y, por esta razón, pone la señal de la circuncisión como recuerdo de la alianza, ya que en el exilio aquélla se convirtió en signo distintivo del pueblo de Dios.

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Génesis 23, otro texto típico de esta corriente sacerdotal, nos narra la compra por parte de Abraham de un campo en Makpelá para que pueda servir de sepultura para su mujer Sara y para él mismo. En el momento del exilio, cuando el pueblo está sin tierra, se recuerda cómo también a Abraham le costó poseer una pequeña tierra, ¡para su sepultura!, como inicio de la posesión de la tierra prometida. Pero al final, la poseyó.

En Génesis 28, 1-9, en el contexto del exilio y con el peligro de que una mezcla tan grande entre judíos y paganos pudiera hacer que los primeros perdieran su identidad, se recuerda el encargo que hace Isaac de que la mujer de Jacob sea buscada entre las hijas del propio pueblo.

Y la manera de relatar la vocación para la misión de Moisés, en Exodo 6, 2-8, es típicamente sacerdotal. Después de recordarnos que el pueblo hebreo se ha hecho odioso a los egipcios a causa de que ha crecido por la bendición de Dios, que los egipcios maltra­tan y oprimen a los hebreos para controlar su crecimiento, que éstos gritan, se dice que Dios no puede soportar la situación y se quiere dar a conocer. Y se da a conocer a Moisés y al pueblo como el que siempre ha estado en la historia de los antepasados, con otros nombres, pero que ahora, recordando su alianza desde siem­pre, quiere comprometer su nombre, Yahveh, con la historia de liberación de su pueblo, enviando a Moisés para liberar, quiere hacer de nuevo alianza, constituyéndose en Dios del pueblo y ha­ciendo del pueblo el pueblo de Dios, y quiere dar la tierra, cum­pliendo así con toda fidelidad las promesas hechas a los padres. Esta insistencia sacerdotal en el exilio de que Dios se da a conocer en su fidelidad a sus compromisos está encaminada a hacer crecer la esperanza en Dios, en la situación vivida en el exilio.

Otra insistencia también típica del grupo sacerdotal es la de que todas las fiestas de Israel, todo culto litúrgico, no pueden ser desli­gadas del gran hecho de la liberación del dominio egipcio. Esta es la gran motivación de la existencia de las fiestas, se celebren donde y cuando se celebren.

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También se resalta en la narración sacerdotal del Exodo, y en concreto en el relato de las plagas, que van a hacer posible que Dios se dé a conocer al faraón y a su propio pueblo, el gran poder que tiene Yahveh, poder que muestra por medio de Moisés y Aarón, y la gran decisión de liberar que manifiesta. Esto en el exilio era especialmente importante.

(Jn último ejemplo de las insistencias del escrito sacerdotal en el exilio es la importancia que da a las legislaciones en torno al Sinaí y, en concreto, a la ley de santidad, puesta en vigor por dicho grupo sacerdotal. Ante la pregunta que se hace el pueblo en el exilio sobre cómo es posible vivir de acuerdo con la fe y las cos­tumbres judías estando fuera de la patria y rodeados de paganos, los sacerdotales responden que, en primer lugar, Dios quiere que lleguen a ser "santos como él mismo es santo” y que para poder alcanzar este ideal el camino del cumplimiento de la nueva Cons­titución, la ley de santidad de Levítico, es el apropiado. En ella tienen las pautas para poder llegar a alcanzar lo que Dios quiere.

Como se concluye a partir de los textos anteriores, las grandes afirmaciones que hacen los sacerdotales y con las que contestan a las grandes preguntas del pueblo en aquellos críticos momentos del exilio, son las siguientes: Dios es poderoso, Dios es bueno y ama al pueblo, Dios hace continuas alianzas con la humanidad y con su pueblo, Dios ha estado y estará siempre con ellos, Dios quiere que su pueblo sea testigo entre los otros pueblos, Dios tiene relación con todas las naciones y quiere que todas lo conozcan, Dios promete y se compromete, Dios puede recibir culto en el templo del universo (éste es el espacio sagrado) y en la vida de cada día (ésta es el tiempo sagrado).

10.3. La obra exílica de los discípulos de la escuela deuteronómica

Los deuteronomistas se hallan en las mismas circunstancias que los sacerdotales, pero su intención varía un tanto. Más que ningu­na otra cosa desean transmitir que es urgente y necesario que el pueblo se convierta, que aprenda la lección que ofrece la historia,

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que sepa confiar en que el futuro siempre queda abierto — a pesa de las dificultades del presente— y que se trata de un futuro qu ofrece más posibilidades que el pasado ya vivido. Todo lo ante rior, como se ve, está plenamente relacionado con el presente, qu el pueblo está viviendo en el exilio. Los discípulo deuteronómicos, pues, vienen a decir al pueblo que debe confia en el futuro, que no tiene por qué desanimarse, que debe luchar... porque Dios está con ellos de nuevo y lo único que les pide es que se conviertan y confíen plenamente en El.

Pero, ¿cómo transmiten este mensaje los deuteronomistas? Sen­cillam ente, recogiendo la primera edición de la historia deuteronomista, redactada en el tiempo de la reforma de Josías en Jerusalén (en torno al año 622 a. C ), y añadiéndole algunos frag­mentos, discursos y narraciones seleccionados, donde se ve con claridad el valor del mensaje que desean transmitir y su actuali­dad. Esta segunda edición de la historia deuteronomista es la que actualmente encontramos en la Biblia, en los libros de Josué, Jue­ces, Samuel y Reyes.

Así, pues, con sus añadidos, ordenaciones y selección, los deu­teronomistas hacen referencia al exilio y sobre todo a la salida del mismo, insistiéndole al pueblo principalmente en tres puntos: (a) necesita reflexionar sobre la historia del pasado y sobre su relación con el presente exílico que están viviendo; (b) debe contemplar los ejemplos de conversión en la historia pasada para preguntarse si en el presente está dispuesto a seguir dichos ejemplos y (c) tiene que estar preparado y con esperanza para vivir el futuro que ya está despuntando.

Hay varios textos de esta segunda edición de la historia deutero­nomista que son muy significativos, en relación a lo que acabo de decir.

En Deuteronomio 4, 25-31, Moisés, hablando al pueblo antes de entrar en la tierra (en realidad son los predicadores deuteronó­micos en el exilio) le explica que la ruina, el exilio, la reducción a un pequeñísimo resto y la caída en la idolatría ha estado motivado por su propia infidelidad; pero le anuncia también que en el exilio

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el pueblo volverá a buscar a Yahveh y que si lo hace con toda sinceridad, Yahveh, que es misericordioso, lo escuchará, no lo abandonará y no olvidará la alianza hecha con sus padres.

Deuteronomio 30, 1-10, por su parte, sitúa al pueblo en el exilio y le recuerda que, por muy terrible y duro que sea el destierro, Yahveh escuchará las súplicas de los arrepentidos y de los que están dispuestos a escuchar su voz y los hará retornar a la tierra, los bendecirá, los hará felices; la única exigencia, por lo tanto, para que todo ello ocurra es la conversión sincera a Yahveh con todo el corazón y con toda el alma.

Y en el discurso de despedida “deuteronómico” de Josué (en Jos 23, 12-16), les recuerda que si son infieles, Yahveh ya no estará con ellos y permitirá que desaparezcan de la tierra espléndida que les ha dado; les recuerda también que el motivo de lo que les va a ocurrir (en realidad lo que ya les ha ocurrido) no es la infidelidad de Dios, porque él siempre se ha mantenido fiel, sino su propia infidelidad. Es un llamado, pues, a entender y convertirse.

En la oración que hace el predicador deuteronómico en el exilio, convertido en Salomón, con ocasión de la dedicación del templo, el orante, en 1 Reyes 8, 46-51, le pide a Dios que si el pueblo llevado al exilio por su pecado se convierte en su corazón, se arre­piente y dirige hacia él, lo escuche, lo perdone y haga que encuen­tre gracia y compasión entre sus deportadores.

La petición hecha en la oración anterior por Salomón es escuchada por Yahveh y la conclusión de la segunda edición de la obra deuteronómica nos narra, en 2 Reyes 25, 27-30, la concesión de lo pedido, cómo el día en que subió al trono de Babilonia el sucesor de Nabucodonosor, Evil Marduk, el año 562 a. C., otorgó gracia al rey de Jerusalén Joaquín II, quien estaba prisionero, y cómo, liberándolo de la cárcel, lo convirtió en su huésped. Con esta señal de esperanza acaba toda la obra.

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Cuadro sobre las dos ediciones de la historia deuteronomista

la. edición de la historia deuteronomista

Situación: reforma de Josías (622 a. C).Problema: ¿cómo superar las tentaciones de la

sedentarización?Forma de predicar: por medio de la historia.Mensaje: un solo Dios (centralización del culto).

Todo tiene relación con Dios (coherencia fe-vida, amor a Dios-amor al hermano). La fidelidad de Dios llama a la persona a ser fiel.Todo (incluida la tierra) es don de Dios. El espíritu de las leyes es el que debe dar sentido a cualquier ley.Llamamiento a la conversión.

2a. edición de la historia deuteronomista

Situación: exilio en Babilonia (550 a. C.).Problema: crisis de fe y crisis humana entre los

exilados.Forma de predicar: también por medio de la historia. Mensaje: examen de conciencia, para comprobar si

están unidos.Reflexión sobre el sentido de los proble­mas que viven en el exilio Dios sigue estando entre ellos, a pesar de las apariencias.Llamamiento a la esperanza activa.

Nota\ Ambas ediciones toman los mismos datos históricos (desde la entrada de los grupos hebreos en la tierra de Canaan hasta el momento en que se escribe la respectiva edición), los seleccionan, ordenan y redactan, dejando ver con (oda claridad en su historia los grandes anuncios de los predicado­res deuteronómicos y de sus discípulos.

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10.4. El Segundo Isaías o Déutero-Isaías

10.4.1. El contexto histórico de su actividad

La circunstancia en que tendrá lugar la actividad del Segundo Isaías es el exilio con todas aquellas preguntas existenciales que el pueblo se hacía sobre Dios y sobre sí mismo y, además, con su resistencia a escuchar cualquier palabra que les hablase de regreso a la tierra, de reconstrucción de Jerusalén, de reinicio de la pro­pia historia comunitaria ya que, finalmente, después de mucho esfuerzo, habían conseguido adaptarse a la situación de exilio.

Pero hacia el año 562, tras la muerte de Nabucodonosor, sube Evil-Marduk. En poco tiempo se suceden varios reyes y Babilonia se debilita. Por otra parte, hacia el año 555, Ciro, un reyezuelo persa, vence al rey de Media, Astiages, y en el año 549 es procla­mado rey de medos y persas: se vislumbra así, por lo tanto, un nuevo imperio en el horizonte: el medo-persa.

Entre los exiliados surge, entonces, este gran profeta de la es­cuela de Isaías a quien se ha dado en llamar Déutero-Isaías, el cual ve en el persa Ciro un nuevo instrumento de salvación de Yahveh, una señal de su fidelidad histórica. Así se lo anuncia al pueblo, al que trata de preparar y llenar de esperanza para el regreso a la tierra, un regreso que se prevé duro y lleno de dificultades.

10.4.2. Continuación de la primera parte del libro de Isaías (Primer Isaías)

Veíamos en el capítulo 7 la actividad del profeta Isaías en Jeru­salén, durante los reinados de Jotán, Ajaz y Ezequías, entre los años 740 y 701 a. C.

Era una actividad que tenía un punto fundamental: la afirma­ción de que Yahveh, a lo largo de la historia, ha demostrado su fidelidad hacia el pueblo, hacia la humanidad. Para ello ha ¡do dando continuas señales de su fidelidad; señales que algún día serán realización plena de la fidelidad de Dios. Esta fidelidad es el fundamento de la esperanza y confianza absoluta de los hombres y

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las mujeres en Dios y es también el fundamento de la fidelid que deben evidenciar en su existencia para con Dios y para con I demás.

Este era el anuncio, la buena noticia dada por Dios a través d Isaías. Buena noticia que hacía referencia a un futuro más definiti vo, pero que se apoyaba en los signos o señales que continuamen te daba Yahveh de su fidelidad.

Como ya hemos dicho, estos anuncios de Isaías han quedado recogidos fundamentalmente en los capítulos 1 al 39 del libro del profeta Isaías. Este Isaías desapareció de la escena en torno al año 701, no sin haber conseguido antes que el rey Ezequías se afirma­ra finalmente en Dios y confiara plenamente en El, a pesar d© todas las dificultades. Parece que el sucesor de Ezequías, Manasés, acabó con la vida del profeta.

10.4.3. El Segundo Isaías

Pero con la desaparición del personaje no desapareció todo. Su figura y su actitud crearon escuela. Y esto explica el que 150 años más tarde, en el exilio, volvamos a encontrarnos con otro profeta que sigue la misma línea, si bien actualizada, del Primer Isaías: el llamado Segundo Isaías, cuyas palabras se recogen fundamental­mente en los capítulos 40 a 55 del libro de Isaías (es más, una vez regresados a la tierra, después del exilio, nos encontraremos con otro profeta de esta misma línea, al que llamaremos “Tercer Isaías”, y que abarca aproximadamente los capítulos 55 a 66 del libro de Isaías. En ese entonces, las circunstancias habrán cambia­do, pero el anuncio, la buena noticia de fondo, seguirá siendo la misma que la del Primer Isaías).

Parece que la señal que puso sobre aviso al Segundo Isaías y lo hizo descubrir que Dios estaba a punto de volver a demostrar su fidelidad, fue el debilitamiento de Babilonia y la subida de Ciro como rey medo-persa. Vio en Ciro un nuevo siervo de Yahveh, quien más adelante lo hará pensar en “otro siervo solidario y sufriente con su pueblo”, y comenzó a hablar entre sus compatriotas exilados.

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Los grandes temas del Segundo Isaías, algo sistematizados, son los siguientes:

— Dios es grande y poderoso (Is 40, 12-31; 45, 9-11), es crea­dor y señor de la historia (Is 44, 24-28), es vencedor (Is 42, 10-17), lo ha previsto todo (Is 48, 1-11), está con Israel (Is 41, 8-20; 44, 1-5; 48, 16-19), es único (Is 41, 21-29; 43, 8-12; 44,6-8), hace inútiles a los ídolos (Is 44, 9-20) y es universal (Is 45,20-25).

— Está decidido a liberar y hacer subir a su pueblo del destie­rro (Is 40, 1-11; 43, 1-7; 48, 20-22), a realizar un nuevo éxodo (Is 43, 16-21), a ayudarlo en el retorno y la reconstrucción (Is 49, K-26; 11, 10-16), a restaurar Sión (Is 51, 1-52, 12; 54, 1-10), a fundar la nueva Jerusalén (Is 54, 11-17; 60-62; 35), a realizar una salvación universal (Is 45, 14-19).

— Para ello se sirve de señales e instrumentos, como son la caída de Babilonia (Is 43, 14-15; 46, 1-47, 15), la subida de Ciro (Is 41, 1-7; 45, 1-7; 48, 12-15), el Siervo de Yahveh (Is 42, 1-9; 49, 1-7; 50, 4-11; 52, 13-53, 12).

— Ante ello, el profeta llama a reconocer y a ser agradecidos; y lo hace en forma de denuncia (Is 42, 18-25; 43, 22-28).

— Y, en último término, el profeta llama a ser fieles (Is 44,21-23), a buscar a Yahveh y a confiar en él (Is 55, 1-13).

Sería importante analizar diversos textos del Segundo Isaías. No es posible en esta introducción. Pero sí puede ser bueno hacerlo con un texto especialmente señalado, que tiene gran influjo en el Nue­vo Testamento y nuestra espiritualidad actual. Se trata de Isaías 52, 13-53, 12, el cuarto canto del Siervo de Yahveh.

En este canto, al principio y al final es Yahveh quien habla de su Siervo y afirma de él que superará los sufrimientos asumidos vo­luntariamente en favor y en lugar del pueblo y que vencerá (Is 52, 13-15; 53, 11-12). Se inicia así la línea teológica y espiritual de que la gloria, el triunfo, la resurrección, llegan siempre a través del camino de la humillación, del aparente fracaso y de la muerte solidaria.

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En Isaías 53, 1-6, parece que es la comunidad, el pueblo, quien habla, contemplando por una parte la historia de sufrimiento y de aniquilamiento del Siervo y reconociendo, por la otra, que todo lo que le ha ocurrido al Siervo ha sido por culpa de su pueblo y la solidaridad con el mismo.

Parece ser el profeta mismo el que en Isaías 53, 7-10 reflexiona sobre el mismo hecho, narrando su pasión y muerte voluntarias, a pesar de su inocencia y su justicia, y también la glorificación que Dios realizará en él.

Resumiendo, pues, el mensaje de este profeta tiene como dos grandes partes. En primer lugar, anuncia una situación completa­mente nueva, una actuación nueva de Yahveh, una renovación del pueblo, un nuevo éxodo (diferente), etc. En segundo lugar, anun­cia que esta nueva manera de salvar Yahveh al pueblo supone un nuevo paso en su encarnación entre los seres humanos; y en este sentido anuncia la salvación por medio del Siervo de Yahveh, quien está plenamente vinculado a Dios y los hombres y vive la vida humana en su más profunda realidad, por más que ello lo lleve a sufrir profundamente por culpa del pecado de los hombres y en lugar de ellos, que son sus hermanos. Es decir, la liberación pasa por un Dios que sufre y padece con los hombres, con el pueblo; un Dios que, para salvar a la humanidad, tiene que vivir con ella, sufriendo y padeciendo con ella, por ella, en favor de ella y en lugar de ella. Este doble anuncio de la fidelidad hasta el final de Dios exige como respuesta la fidelidad del pueblo.

Con este profeta concluye la segunda serie de profetas. De la tercera hablaremos en su momento, es decir, cuando los judíos reciban el permiso para regresar del exilio a la tierra y para re­construir el país. Esto tendrá lugar unos pocos años después de la actuación del Segundo Isaías.

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Cuadro sobre los profetas y las tradiciones del exilio

Sacerdotal (P) 560

Deuteronomistas 560

Gzequiel 593-582 Yahveh sigue con ellos en el exilio.Deben tener esperanza.Deben mantenerse preparados para retornar.

Dios es poderoso y quiere liberar.Dios crea y salva a toda la humani­dad.Deben mantenerse fieles y no perder su identidad, lo cual es también posi­ble en el exilio.Deben seguir dispuestos a caminar.

Deben convertirse a Dios.Deben olvidarse de las pasadas infi­delidades.Deben confiar en Dios, que está dis­puesto a recomenzar.Ya se vislumbran señales de esperan­za.

Déutero-Isaías 550 Yahveh está a punto de realizar unnuevo éxodo.Es solidario con el sufrimiento como el profeta.A través del sufrimiento se realizará

la nueva salvación, que comenzará con el regreso a la tierra.

Nos hallamos en vísperas del regreso a la tierra y hemos visto cómo algunos creyentes han desempeñado un papel importante en orden a mantener la fe del pueblo y a prepararlo para este retorno a la tierra y de, este modo, recomenzar una nueva etapa de su historia con Dios.

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El postexilio: la época persaXI

11.1. La situación histórica

Nos hallamos en el año 539 a. C. Ciro, después de vencer a Babilonia y de instaurar el gran imperio medo-persa, proclama un edicto por el que autoriza y anima a los judíos a regresar a su tierra de origen, a reconstruir Jerusalén y el templo, y a vivir se­gún su propia fe.

Pero los judíos, que ya se habían acostumbrado a vivir en Babilonia, no se deciden a regresar. Saben que sus antiguas tierras están en manos de los edomitas y los samaritanos. Necesitan áni­mo para regresar, recomenzar, reconstruir y superar las dificulta­des con las cuales se van a encontrar. Surge, entonces, una serie de profetas, sacerdotes y especialistas en la ley que conducen físi­ca y moralmente al pueblo hacia la tierra y la reconstrucción. Como siempre, los profetas lo hacen de modo directo. Los sacer­dotes y los especialistas en la ley, de un modo más indirecto, narrativo.

Pero, ¿cuáles eran el ambiente y las dificultades que vivieron los judíos cuando iniciaron el regreso y llegaron a la tierra?

11.1.1. El significado del exilio para los retornados

El exilio había significado una ruptura de Yahveh con su pue­blo. Las señales más claras de esa ruptura eran la destrucción de la monarquía, de Sión y del templo, signos de la presencia de Dios entre los judíos. Es obvio que algunas personas que poseían una fe

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profunda, como Ezequiel y los deuteronomistas, habían intentado convencer a sus compañeros en el exilio de que Dios estaba siem­pre dispuesto a vincularse de nuevo con el pueblo, y que no nece­sitaba del templo n¡ de otras estructuras externas para estar presen­te en el mundo. De este modo es como se inicia una línea en la que se empieza a dar importancia a una serie de formas de culto no relacionadas con el templo: el servicio en la sinagoga, la cir­cuncisión, la oración en común, la abstención de manjares impu­ros, el cumplimiento del sábado, la escucha de los antiguos textos de la alianza y las palabras proféticas (véase Ezequiel, la tradición P, los deuteronomistas, etc.).

Todo lo anterior hizo que, en el momento del retorno, se mani­festaran unas determinadas tendencias, fomentadas por los dirigen­tes: formación de una comunidad teocrática, es decir, dirigida por la voluntad de Dios, plasmada en la ley de Moisés y aplicada por el sumo sacerdote; aislamiento con respecto a los paganos y los samaritanos (prohibición de matrimonios mixtos) y con respecto a la historia de otros países; unión en torno al templo (cuando sea reconstruido), centro de la vida nacional; insistencia en la identi­dad propia y distanciamiento en relación a todas las demás identi­dades.

11.1.2. La diáspora

Al mismo tiempo, tenemos el llamado movimiento de la diáspora, es decir, de los judíos que, a consecuencia de la caída de Jerusalén y el consiguiente exilio, se habían dispersado por Egipto, Grecia, Siria, Babilonia, Palestina y otros países, pero que seguían conservando la misma fe en Yahveh, fundamentada en las ideas de Ezequiel, el cual había dejado muy claro que no era preciso vivir en Jerusalén para adorar a Yahveh. Es para estos judíos para quienes se hará algo más tarde la traducción al griego de la Biblia, que recibe el nombre de “versión de los Setenta” ( l x x ) , y para quienes se escribirán ciertas narraciones bíblicas de las que no poseemos otra versión más que la griega (Tobías, Judith, los dos libros de los Macabeos, algunos frag­mentos del libro de Ester y algunos libros sapienciales).

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11.1.3. Los que habían permanecido en la “tierra”

Pero volvamos a Canaán. Encontramos allí, en el momento del retorno, un grupo que hay que tener en cuenta para entender mejor algunos escritos veterotestamentarios de aquel tiempo: los samarita­nos.

Los samaritanos eran los descendientes del antiguo reino de Israel que, mezclados con los colonizadores asirios a partir del año 721 a. C., permanecieron en Samaría. Algunos eran verdaderos creyentes en Yahveh, a pesar de las dificultades. Cuando los ju­díos, tras su exilio, iniciaron su regreso a Canaán, algunos de los samaritanos se ofrecieron a ayudarlos en la reconstrucción del templo. Pero los judíos, a causa de su desconfianza, no aceptaron dicha ayuda: deseaban recomenzar con “pureza” y tenían miedo de aquellos que llevaban tantos años entre los paganos. Estos samari­tanos, marginados por los judíos, prosiguieron con su vida de fe y crecieron, parece ser, como grupo religioso cada vez más separado de los judíos, teniendo como libro base de su fe y su vida el Pentateuco (J, E, D, P), además de tener su templo propio, el de Garizim, en recuerdo de la alianza de Siquem. La enemistad, sin embargo, fue aumentando, también en la época neotestamentaria y aun después (véase Esd 4, 2; Si 50, 25; Jn 4, 9; 8, 48).

Hasta aquí, la contextualización y la situación humana del re­torno y de los primeros años del postexilio en la época persa. Veremos a continuación el servicio a la comunidad realizado por algunos grupos de creyentes.

11.1.4. Los levitas

En el retorno a la tierra y la restauración de la comunidad judía tuvo gran importancia otro grupo humano: el de los levitas. De sus orígenes no sabemos nada en concreto. Parece que su función en el pasado estuvo relacionada con el culto en los santuarios. Por ello, cuando llegó la centralización de Josías (622 a. C.) se encon­traron sin trabajo y únicamente fueron aceptados en Jerusalén como funcionarios del templo, aunque de segunda clase. Esta fue

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la razón por la cual, a la hora del regreso a la tierra, fueran muy pocos los levitas que acompañaran a los que retornaban (véase 2R 23, 8-9; Esd 8, 15-19). Pero después fueron aumentando no sólo en número, sino también en importancia. Su importancia se con­creta, hacia el año 300 a.C., en la influencia que llegan a tener en la liturgia y la música sagrada. Ya veremos que posiblemente ellos fueron los autores de algunos escritos del Antiguo Testamento, en la época persa del postexilio, en concreto, de la llamada “Obra cronista”, de la cual hablaré más adelante.

11.2. Actuación de algunos profetas

En primer lugar tenemos, hacia el año 520 a. C., a los profetas Ageo y Zacarías, cuyo mensaje principal está dirigido a animar al retorno a la tierra y a la reconstrucción de la ciudad y del templo, y presentar la visión esperanzada de la nueva Jerusalén.

También hacia el año 520 a. C., el profeta Abdías habla de la restauración y tiene palabras duras contra Edom, que sólo se expli­can si se tiene en cuenta que éste había colaborado y se había aprovechado de la ruina de Judá y su capital Jerusalén, apoderán­dose de parte de sus territorios.

Posiblemente unos años más tarde, entre el 515 y el 425 a. C., ante los abusos que se están volviendo a dar en la nueva comuni­dad judía, el profeta Malaquias, “mensajero de Yahveh”, llama a la purificación en todos los ámbitos de la vida y de la liturgia en el templo; insiste por ello en que es bueno que los judíos no se unan matrimonialmente a los samaritanos ni tampoco a las personas de otros pueblos. Todo ello con la intención de recuperar la propia identidad judía en la fe y las costumbres.

Y ya en torno al año 400 a. C., el Tercer Isaías (Isaías 55-66) interpela ante la tibieza de la comunidad judía e insiste en la nece­sidad de ser auténticos en la fe, ser auténticamente judíos, pero sin llegar a perder nunca de vista el papel universalista de su existen­cia (deben dar testimonio de su fe ante los demás pueblos para que éstos lleguen a conocer a Yahveh). Por lo tanto, el Tercer Isaías acaba anunciando una nueva realidad llena de esperanza.

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Dos textos del Tercer Isaías resultan muy significativos de su mensaje: Isaías 58 e Isaías 65, 17-25.

En Isaías 58 Yahveh encarga al profeta que denuncie al pueblo su rebeldía, a pesar de que éste dice buscar a Dios, practicar la virtud, ser justo y vivir cerca de Dios. Y para ello, el profeta debe aprovechar las preguntas que el pueblo lanza con descaro a Dios sobre el ayuno, la humillación que practican (v. 3) y el sábado que guardan (véase el v. 13). La respuesta que da Dios por medio del profeta hace referencia a que mientras realizan estos actos de culto a Dios, sólo buscan su negocio, explotan a los trabajadores, pelean con todos, se preocupan por aparecer como santos y penitentes, son opresores del prójimo, se afanan por enriquecerse (vv. 3-4.9-13).

¿Qué deben hacer, pues? Dios les recuerda con claridad lo que no quiere y lo que quiere (v. 5)- No quiere todo lo que ellos hacen. Quiere que sean liberadores de los oprimidos, que compartan el alimento, la vivienda y el vestido, que no utilicen la palabra para difamar al prójimo, sino para enaltecerlo, que sean, por lo tanto, justos, liberadores, solidarios, verdaderos (w . 6-7.9-10.13). En tal caso, Dios vuelve a prometer para el futuro su presencia salvadora en medio de su pueblo (w. 8-9a. 11-12.14).

En Isaías 65, 17-25, Dios, por medio de su profeta, insiste en las afirmaciones llenas de esperanza y salvación para el futuro: Dios creará un cielo y una tierra “nuevos”, producirá alegría y regocijo, eliminará el dolor y la muerte inesperada, hará que vivan en la propia tierra en paz y gracias al trabajo de sus manos, y escuchará la palabra de su pueblo antes que éste la pronuncie.

Por los mismos años 400 a. C., Joel anuncia el día de Yahveh como juicio salvador. El día en que Yahveh hará que triunfe definiti­vamente el bien sobre el mal, el día en que el Espíritu de Dios vendrá sobre todos, hombres y mujeres, ancianos y niños, esclavos y libres, judíos y paganos.

Todas estas promesas, así como las anteriores del Tercer Isaías, van encaminadas principalmente a interpelar a la comunidad judía en aquella hora gris que comienza a vivir, a mitad de la época persa del postexilio.

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11.3. Actuación de los sabios i

11.3.1. Introducción

Ya en varias ocasiones (en tiempo del reinado de Salomón, de Ezequías, etc.) nos ha ido apareciendo la obra de los sabios y algo hemos ido viendo de ella. Pero es indudable que la edad de oro de la sabiduría de Israel es el tiempo del postexilio.

Puede ser bueno, por lo tanto, en este momento en que estamos hablando de las actuaciones de los creyentes en el postexilio, ha­cer una introducción a “esta sabiduría cortesana y popular de Is­rael que se dedicó a unir la vida de cada día con la fe y a respon­der a los grandes problemas de la existencia”.

Efectivamente, los últimos siglos antes de Cristo son especial­mente prolíficos por lo que se refiere a la redacción de libros sapienciales que, al igual que los restantes libros bíblicos, vienen a ser una respuesta de fe ante las nuevas circunstancias, las cuales se caracterizan por la pregunta que se hacen los judíos sobre el lugar o los lugares de la presencia de Dios. La época era especialmente propicia para la reflexión sobre el pasado. En ese entonces, los persas dominan el Creciente fértil y predomina una paz relativa, al mismo tiempo que el imperio y la cultura helenista nacen y se consolidan. El helenismo sobrevalora y absolutiza la razón humana.

Enumeremos, en primer lugar, los libros que en el Antiguo Testamento se consideran sapienciales. Las tres grandes obras son los Salmos, los Proverbios y Job. Tenemos después dos obras en griego: el Eclesiástico (o Jesús hijo de Sirac o Sir àcida) y la Sabi­duría. Y por último, dos de los cinco rollos (los otros tres son: Rut, Lamentaciones y Ester) o meghillot que se leían en las fiestas judías: el Cantar de los Cantares y el Eclesiastés (o Qohelet).

Todo este conjunto representa una cuarta parte del Antiguo Testamento. ¿No resulta arriesgado pretender presentar en tan bre-

1. En el tratamiento de esta actuación de los sabios seré mucho más genérico, ya que dicha actuación la he estudiado en detalle en mi libro Los sabios de Israel, ¿conformismo o liberación? (UCA Editores, San Salvador, 1992).

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ve introducción un conjunto tan amplio? Sí..., pero no; pues la experiencia sapiencial es más fácil de entender, ya que enlaza con la experiencia humana universal. Es decir, todos los pueblos de todos los tiempos han tratado de dar una respuesta popular sapiencial a los problemas vitales, tanto los cotidianos como los que se refieren más especialmente a la existencia humana en su conjunto (el dolor, el amor, el sentido de la vida, la muerte, etc.).Y también Israel lo ha hecho en los libros sapienciales.

11.3.2. La experiencia sapiencial en los países vecinos

En Egipto y Mesopotamia encontramos muchos textos antiguos en los que, mediante fórmulas y sentencias, se expresan las reglas para vivir feliz y se plantea el sentido de la vida, la muerte, el dolor...

De una rápida lectura de estas reglas podríamos sacar una im­presión errónea de superficialidad y podríamos menospreciarlas por parecemos orientadas exclusivamente a autoprocurarse un prestigio (mediante la fidelidad, el servicio, el autodominio y la mesura en los propios actos) y referidas, por lo tanto, únicamente a la vida social e individual de la persona. Pero, si profundizamos, comprobaremos que aquellas reglas presentan un nivel moral ele­vado y observaremos también —como sucede en el caso de Egip­to— que frecuentemente hacen referencia a un dios juez supremo. Son reglas, por consiguiente, que presuponen un cierto monoteísmo, al menos práctico, y que tienen que ver con una vida humana y social relacionada con la divinidad.

Por otra parte, la presentación de los problemas más existen- ciales tampoco es superficial, sino que supone una gran profundi­dad. Otra cosa es que las soluciones ofrecidas no nos convenzan y nos resulten primitivas o ingenuas. No se puede menospreciar, por lo tanto, la literatura sapiencial extrabíblica y se debe aceptar, si se hace un análisis honesto de los textos, que la literatura sapiencial bíblica ha recibido muchas influencias de aquélla. Pero también hay que decir que la originalidad del Dios Yahveh y la peculiari­

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dad de la fe de Israel fueron decisivas en la formación de estosí libros. Por eso han dejado su impronta específica en nuestros libro sapienciales bíblicos.

11.3.3. Los inicios de la experiencia sapiencial en Israel

Posiblemente, Israel fue el pueblo, con sus dichos, chistes, acertijos, refranes, etc., que comenzó a cultivar la sabiduría. Pero hasta la época de la monarquía no se dieron pasos importantes en la formación de la literatura sapiencial. Ejemplos típicos de narra­ciones de estilo sapiencial en esta época (aparte de las colecciones que por entonces se inician de proverbios y salmos) son la historia cortesana de David (2S 9-20; 1R 1-2) y la breve novela sobre José y sus hermanos incluida en la historia yahvista (J) de los patriarcas (Gn 37-50), porque en éstas la historia avanza movida por los seres humanos (sus envidias, sus odios, sus venganzas y sus amo­res) y por los elementos de la naturaleza.

Estas narraciones sapienciales tal vez se habrían perdido de no haber sido incluidas en dos de las grandes historias proféticas: la yahvista y la deuteronomista. Lo mismo hubieran podido perderse las colecciones más antiguas de proverbios, que no mencionaban los he­chos más fundamentales de la fe de Israel, como el éxodo, la ley, la alianza, etc., si no hubiera sido porque en su interior aparecían de vez en cuando confesiones explícitas de que Yahveh Jo ve todo y es Señor de todo.

Posiblemente, al principio, hubo tensiones entre estas corrientes sapienciales y las corrientes proféticas. En el fondo, se trataba de la oposición entre el humanismo y la fe, una oposición que estaba moti­vada, en parte, por las similitudes existentes entre aquellas corrientes sapienciales de Israel y las obras sapienciales extranjeras. Todo ello dio lugar a que gran parte de la literatura sapiencial cortesana desapa­reciera con la caída de Samaría (721 a. C.) y, posteriormente, de Jerusalén (587 a. C.). De la antigua literatura sapiencial únicamente pervivió lo que de algún modo había estado incluido o relacionado con la fe.

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En todo caso, es claro que en la sabiduría de Israel se fue dando una gran evolución, a medida que la historia fue avanzando y a medida que las corrientes sapienciales fueron entrando en con­tacto y mezclando con otras corrientes propias del pueblo de Dios, como la sacerdotal y la profètica. Veamos algo de esta evolución.

11.3.4.1. Desde el punto de vista de la cronología

En la época de la monarquía, la sociedad estaba diferenciada y era pluralista. Había en ella tres grupos principales: los sacerdotes, especialmente dedicados a la liturgia y la enseñanza de la ley; los profetas, cuya función consistía en reinterpretar y actualizar la pa­labra de Dios, denunciar las actitudes y acciones que no estaban de acuerdo con ella, sacar nuevas consecuencias y exigencias de la fe, y ayudar al pueblo a seguir caminando con Dios; y, por último, los cortesanos, quienes enfrentaban su vivencia de la fe en Yahveh con una actitud humanista y sapiencia!.

En la época del postexilio, en cambio, la sociedad se volvió teocrática y prácticamente uniforme. En esta nueva sociedad, to­dos los grupos irán en la misma línea. Por lo tanto, también los sabios pondrán gran esfuerzo en orientar sus reflexiones para reavivar la fe en Yahveh. Utilizarán, en consecuencia, un lenguaje mucho más religioso, propio de la fe judía e israelita.

11.3.4.2. Desde el punto de vista del contenido y de la forma

De un contenido humano universal se fue pasando a otro más específicamente israelítico judío; de sentencias breves enunciativas y casi sin motivaciones que las apoyasen se fue pasando a otras más largas, acompañadas de exposiciones razonadas de carácter exhortativo, discursivo o contemplativo.

Veámoslo ejemplificado en cuatro pasos.

11.3.4. La evolución en el cultivo de la sabiduría de Israel

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11.3.5. Los cuatro pasos de este proceso

11.3.5.1. Proverbios: colecciones II (Pr 10, 1-22, 16) y V (P 25-29)

Como se recordará, estas colecciones ya las mencionamos en e1 capítulo tercero, al hablar de la corte de Salomón. Son de antes de exilio, de la época monárquica. Recogen sentencias y refranes en los cuales se afirma, al menos implícitamente, que Yahveh lo ve todo, que es Señor, que conoce el corazón del ser humano, que bendice con vida feliz y castiga con muerte prematura y con dolo­res. Las sentencias son normalmente enunciativas, con alguna ex­cepción de carácter exhortativo o imperativo. En algún caso se nota que la sentencia comienza ya a agrupar y elaborar temática­mente.

Los temas de estas sentencias se mueven alrededor de las dife­rentes actitudes éticas que se esperan de un ser humano para que contribuya a la construcción de una sociedad como el creador quiere: la autenticidad, la honestidad, la honradez, la prudencia, el autodominio, la diligencia, la laboriosidad, la justicia, la solidari­dad, el respeto a los marginados, etc.

Estas dos colecciones tuvieron su continuación y desarrollo en las colecciones III (Pr 22, 17-24, 22), IV (Pr 22, 23-34), VI (Pr 30, 1-14), VII (Pr 30, 15-33) y VIII (Pr 31, 1-9).

11.3.5.2. Proverbios: colección I (Pr 1-9)

Esta colección reúne sentencias posteriores al exilio, en torno al siglo V. En ella encontramos ya largas exhortaciones y descrip­ciones, cuyo orden de sucesión no siempre resulta claro. A veces es un hombre sabio quien se dirige a sus discípulos; otras veces, es la misma Sabiduría (véase Pr 1, 20-33) la que promete su espíritu a quienes se conviertan y amenaza a los pecadores diciendo que, aunque la busquen, no la encontrarán.

Se produce aquí un acercamiento entre Yahveh y la Sabiduría, la cual ya había estado junto a él en el momento de la creación y

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se interesaba por ia felicidad de los hombres y de las mujeres. Contrapuesta a esta sabiduría femenina está también la tontería femenina, que invita a seguir su camino, haciendo alusión quizá a las prostitutas sagradas, que trataban de seducir a los judíos.

Esta colección, pues, desea exhortar a no caer en las seduccio­nes y seguir a la Sabiduría, que es tanto como seguir a la vida y a Dios. Se da un cierto parentesco con los profetas y el Deute- ronomio (Dt 1-11; 28-30), en cuanto que se pone al ser humano Trente a la opción entre la vida y la muerte.

Puesta al comienzo del libro, esta colección da un nuevo senti­do a todos los proverbios y sentencias que seguirán, a pesar de que algunos de ellos tienen un carácter puramente humano. En cual­quier caso, se habla de una sabiduría universal (no específicamente vinculada a la fe judía), la cual ya se hallaba des­de el principio junto a Dios, fundamentando todas las actitudes éticas y humanas que se desprenden de los proverbios de las dos colecciones más antiguas.

Esta colección tiene su complemento en el epílogo del libro, la colección IX de Proverbios 31, 10-31, el poema de la mujer per­fecta, que se convierte en símbolo de quien hace caso de Jos pre­ceptos de la sabiduría y vive así humana y felizmente.

11.3.5.3. Jesús hijo de Sirac o Eclesiástico

Es posterior al año 200 a. C. Contiene largas exhortaciones al temor del Señor, a la paciencia, al respeto a los padres, a la mo­destia, a la compasión, a la bondad... Contiene también adverten­cias acerca de los peligros morales y el comportamiento social. Ya desde el principio de la obra se dice que la Sabiduría es divina, que está con Dios desde la creación, que es comunicada a los hombres. A quien busca la Sabiduría (Si 4, 11-19), ésta se le hace presente en su interior.

Esta Sabiduría habla de sí misma (Si 24) diciendo que se halla­ba junto a Dios, pero que quiso estar con los hombres y puso su tienda en medio del pueblo de Dios, adoptando la forma concreta

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de la ley de Moisés, mediante la cual los judíos podían mantener fieles dentro del ambiente helenista. Para los judíos, pues, la ver dadera Sabiduría no era la filosofía griega, sino la Sabiduría de Creador que habitaba en medio del pueblo fiel a través de la ley.

En este libro se habla ya explícitamente de Israel, dando un visión panorámica (Si 44-50) de los grandes sabios de la histori de Israel (los patriarcas, algunos reyes, los profetas, los sacerdotes, etc.). Y este libro va a ser muy usado por la gente piadosa comó libro de instrucción, en medio del ambiente helenista, para la prác­tica religiosa cotidiana.

11.3.5.4. Libro de la Sabiduría

Es del siglo I a. C. y figura como que es Salomón el que habla.« En la primera parte (Sb 1-5), el autor incita a los gobernantes a ser justos; anuncia la calamidad después de la muerte para los pecado-» res, mientras que los justos gozarán de la inmortalidad; y exhorta a los jefes a buscar la Sabiduría, como él mismo lo ha hecho.

En la segunda parte (Sb 6-9) explica cómo él llegó a amar la Sabiduría, cómo se la pidió a Dios, cómo le rogó que hiciera de él un buen sucesor de su padre en el gobierno de su pueblo.

En la tercera parte (Sb 10-19) contempla, aunque sin mencio­nar los nombres, algunas figuras de la historia bíblica que han sido protegidas y guiadas por la Sabiduría. La Sabiduría es, pues, el medio del que Dios se vale para conducir la historia y llevar a cabo su plan salvífico, un plan que contempla a todas las naciones y que explica el por qué de la paciencia de Dios con los pueblos pecadores como Egipto y Canaán.

El autor está formado en el helenismo y conoce las costumbres e ideas egipcias, así como el vocabulario filosófico en boga en las ciudades. Pero, sobre todo, es un judío creyente, conocedor de la fe de los padres y fiel a ella. En cualquier caso, la Sabiduría se convierte en una persona por medio de la cual Dios crea y salva (Juan y Pablo explicitarán que esta Sabiduría divina se ha manifes­tado en la persona de Jesucristo, Hijo de Dios).

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Hasta aquí los cuatro pasos que se dieron en la evolución de lo Wipiencial en Israel. Veamos a continuación cómo los sabios de lurael también se preocuparon por responder y solucionar los gran­des problemas de la existencia, como había ocurrido con otras corrientes sapienciales de los países de su alrededor.

11.3.6. Los problemas más existenciales tratados por los sabios

11.3.6.1. El planteamiento del problema

La experiencia humana nos da que, en determinados casos, las cosas le van bien a quien se comporta debidamente, porque se gana la confianza y la amistad de los demás y progresa. Pero en ni ros casos no ocurre lo mismo, sino que, por el contrario, progre­sa el que pisotea a los demás, el injusto.

Esto plantea un grave problema de justicia divina. Una prime­ra solución a este problema hubiera podido venir de la fe en que Dios habría de juzgar después de la muerte. Pero esta solución es un anacronismo, ya que Israel no llegó a creer en un “más allá” hasta mucho más tarde.

Puede ser bueno en este momento hacer un excursus sobre la con­cepción de la muerte que dominó prácticamente a lo largo de toda la historia del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento hasta el año 175 a. C.

Ahora bien, ¿qué era la muerte para los israelitas? Era algo irrevo­cable. Los muertos dejaban de tener relación con los vivos y (lo que es aún más grave) con Yahveh. Iban al Sbeol, tenebroso lugar de silencio, donde llevaban una forma de existencia sumamente pobre y disminuida (es curioso constatar que Egipto tenía una idea mucho más rica de la muerte, que hablaba de cierta relación entre vivos y muertos, de una nueva existencia). Lo más que podía hacer Yahveh era arrancar a la persona del poder que lleva al Sbeol, pero no del Sheol mismo.

Tal vez esta idea tan negativa pudiera deberse al temor de caer en las creencias egipcias; pero es más probable que se debiera al pasa­

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do nómada del pueblo, cuando encerraban a los muertos donde podían y perdían todo contacto con ellos.

Todo ello daba lugar a una sobrevaloración de la vida, que era vista como el tiempo de la relación con Yahveh. Cualquier ruptu­ra de esta relación se consideraba, por lo tanto, como un paso hacia la muerte. Sólo la vida en relación con Yahveh era plena­mente vida. La muerte era el momento en que se perdía definiti­vamente la posibilidad de tal relación. Disfrutar de una larga vida era, consiguientemente, un signo de la bendición de Yahveh y de unas buenas relaciones con él.

Por el breve excursus anterior sobre Ja concepción israelita de la muerte queda claro que la solución al problema de la justicia divina no se pudo dar en Ja línea de un retribución de Dios, un premio o castigo de Dios, después de la muerte, ya que a esta fe no se llegó, como ya se ha dicho antes, hasta el año 175 a. C.

11.3.6.2. Los intentos de solución

Volvamos, pues, de nuevo al problema planteado: el de la justi­cia y la retribución divinas. ¿Qué soluciones se daban a este pro­blema?

La corriente tradicional (hasta el siglo vil a. C.) decía que Yahveh nunca deja nada sin recompensa o castigo durante la vida. Según esto, los buenos eran felices, mientras que los malos no lo eran. Ahora bien, esto estaba en constante contradicción con la experiencia.

Con varias soluciones complementarias se intentaba salir al paso de dicha constante contradicción. La solución colectivista, por ejemplo, afirmaba que, cuando un justo padecía, era por causa del pecado de la colectividad. La solución familiar, en cambio, suponía que si el hijo padecía era por culpa de los padres; ésta era la solución que se daba a la muerte del justo Josías o a la caída de la ciudad de Sión.

Los profetas, por el contrario (especialmente Jeremías y Ezequiel), tal vez movidos también por la propia experiencia de

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padecimiento a pesar de su actitud de dedicación al servicio de Ja palabra de Yahveh, no aceptan estas soluciones, sino que hablan ile retribución personal; lo que vale, según ellos, es la opción y la respuesta personal. Se enfrentan, sin embargo, con la contradic­ción de que muchos injustos viven una larga vida llena de felici­dad y en cambio muchas personas justas viven llenas de infelici­dad, con frecuencia mueren sin haber podido gozar de la vida y van como todas al oscuro y desesperanzador SheoL

El problema se agudiza cuando a los judíos, dominados por los extranjeros después del exilio, les resulta más difícil vivir de acuerdo con sus leyes, porque quienes las cumplen padecen más y son perse­guidos mientras que quienes no las cumplen, viven mejor y son favo­recidos. Entonces, algunos apuntan a otra solución: el sufrimiento del justo es breve, del mismo modo que es breve la vida feliz del injusto. Pero tampoco esta solución resultó convincente.

Aparecen luego algunos escritos sapienciales, como Job y Qohelet. Digamos unas palabras acerca de estos dos libros, de su intención y de las soluciones que ofrecen.

11.3.7. Libros que afrontan el problema de la justicia de Dios y la teología de la retribución

11.3.7.1. Job

Datado aproximadamente en el siglo v a. C., este libro, valién­dose de la historia de un hombre abrumado por las adversidades, explica el por qué del dolor del justo.

Ante el dolor del justo Job, sus amigos, sabios y bienintencio­nados dan soluciones tradicionales y simplistas: si padece, es por­que ha pecado (aunque sea inconscientemente) o porque han peca­do sus padres o porque tiene el peligro de caer en el orgullo y la soberbia si las cosas le marchan bien.

Job, como cualquier ser humano, se rebela ante estas explica­ciones que los amigos dan a su dolor y le pide a Dios que le hable.Y entonces habla Yahveh. No da directamente ninguna solución,

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sino que habla de las maravillas que ha hecho, hace y seguir haciendo. E! ser humano tiene que saber descubrir y aceptar su pape] en esta desconcertante creación. Los esquemas de Dios no son los típicos esquemas humanos. Esto es aceptado por Job, quien se deja agarrar por el misterio, pide perdón por su arrogan­cia y, a partir de ese momento, comienza a vivir, es feliz.

El libro de Job, por lo tanto, deja la puerta abierta a un sentido positivo del dolor como camino de realización y solidaridad con el dolor del mundo y también como lugar donde se encuentra Dios. El final es la vida, pero el misterio está en el hecho de que para llegar a ella el camino es el de la muerte.

11.3.7.2. Qohelet o Eclesiastés

Plantea también el sentido de la vida, pero tampoco acepta so­luciones simplistas (el hombre no es absoluto por el hecho de ser hombre, como dicen los helenistas, sino porque se relaciona con Dios, lo cual lo hace divino).

El Qohelet parte de la experiencia de que el hombre, viva o no en la abundancia, acaba muriendo. Comparado con el universo, el ser humano es un granito de arena. Llega a la conclusión de que el ser humano debe aprovechar la vida presente, disfrutarla como lo que es; un don de Dios. Debe aceptar que hay un tiempo para cada cosa, comprometiéndose con cada uno de los momentos de su existencia.Y acaba con un canto de fe en Yahveh, que da la vida, exhortando a recibir con agradecimiento las pequeñas alegrías de la misteriosa rea­lidad.

Según todo ello, es sumamente interesante su visión joven y nada tradicional de la vida: no celebra los muchos años como coronación de una vida justa, sino que se inclina más por la juven­tud, que tiene por delante abundante vida. Además, presenta equilibradamente la postura ética (transformadora) ante la realidad y la postura estética (gozadora) ante la misma realidad. Esta visión y esta postura dificultaron bastante la aceptación y la inclusión de este libro del siglo m a. C. en el canon de los libros bíblicos.

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Nos hallamos, pues, ante una respuesta creyente (nada simplis­ta, por lo demás) al problema del sentido misterioso de la vida, don de Dios: la vida es una tarea, un compromiso humano, un riesgo, una apuesta que hace Dios por la persona humana.

11.3.8. La fe en la otra vida

Tenemos que añadir aquí que estas reflexiones sapienciales cre­yentes no constituyen la última palabra del Antiguo Testamento acerca de la vida y la muerte. Hacia el siglo 11 a. C., los creyentes del Antiguo Testamento descubren y experimentan en la fe algo más, la continuidad de la relación con Yahveh más allá de la muerte, es decir, la realidad de una vida nueva que va más allá de la propia muerte.

Ignoramos cómo pudo llegarse a esta fe. De todos modos, po­demos insinuar algunos factores que posiblemente contribuyeron a ello; la intensa experiencia de comunión con Dios en la oración, la experiencia de los salmos, que jamás puede ser quebrantada; la experiencia histórica de cómo Yahveh ha hecho resurgir al pueblo de la muerte colectiva, que lleva a la convicción profunda de que lo mismo hará con cada individuo, y la experiencia de los que han muerto por confesar su fe en Yahveh (Macabeos, mártires, etc.), unida a la experiencia de su fidelidad eterna, que confirman que, sin duda, Yahveh los hará participar, al menos a ellos, de su victo­ria final.

Como vemos, nos hallamos a las puertas del Nuevo Testamen­to. La fe ha ido madurando y descubriendo el significado de la fidelidad que Yahveh ha demostrado tener hacia la humanidad, con la que ha vivido y sigue viviendo la misma historia; es una fidelidad que supera la muerte.

11.3.9. Conclusión

Los sabios de Israel fueron descubriendo que Dios está presen­te en todas las realidades de la vida humana, desde las más coti­dianas a las más extremas. Está en nuestra actuación ética; está en

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nuestras actitudes auténticas, justas, pacificadoras, amicales, soli­darias, participativas, comunicativas; está en los momentos límites de nuestra existencia, como cuando sufrimos la injusticia, el dolor y la muerte. Dios está presente en todas estas realidades, dicen los libros sapienciales, pero lo está para ayudar a seguir adelante, a encontrar los caminos auténticos para avanzar y tener la fuerza necesaria para transformar dichas realidades en la línea de los pro­yectos de salvación que Dios tiene para la humanidad.

Creo que ha quedado suficientemente claro que la sabiduría de Israel es una sabiduría que, a pesar de las apariencias, se inscribe en el movimiento liberador del Antiguo Testamento. Dicho de otro modo, la sabiduría de Israel tiene como objeto de su reflexión la existencia de cada día. No sólo la analiza cuidadosamente, sino que también enseña a los seres humanos a vivirla y les da instru­mentos para transformarla. Su última intención, pues, es llenar la vida de Vida.

XI.3.10. Los sabios de Israel en la época persa del postexilio

Tras esta breve introducción y resumen de los libros sapienciales, volvamos ahora a nuestro recorrido históri- co-diacrónico y veamos los autores sapienciales que responden a los problemas de la vida diaria y la existencia, en la época persa del postexilio (538 a 333 a. C.).

Hacia el año 475 a. C., algunos sabios se preguntan cómo ayu­dar a los judíos a ser sabios y a vivir, por lo tanto, en la presencia de Dios. Descubren que para ello es necesario seguir los principios éticos de los antiguos proverbios recopilados en las cortes monár­quicas de Jerusalén (honradez, autenticidad, sencillez, amor a los marginados, justicia, prudencia, autodominio, etc.). Por eso añaden como prólogo a dichas recopilaciones unos textos (Proverbios 1-9), en los que personifican a la Sabiduría de Dios, quien invita a participar en su banquete, a vivir según sus consejos (los prover­bios antiguos) y ser así felices. La presentan, además, como una Sabiduría de Dios que se quiere acercar al pueblo para hacerse así más asequible al mismo y para que éste participe de ella y viva.

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También hacia el año 475 a. C. o un poco más tarde, otros uutores sapienciales, que también se preguntan por el lugar donde encontrar a Dios, recopilan una serie de antiguos poemas de amor, muchos de ellos provenientes de países extranjeros. Así componen el poema el Cantar de los Cantares. En este gran poema de amor describen los avatares y las aventuras del amor, sus dificultades, sus momentos de pasión, sus alegrías, sus penas, sus éxitos. Con un lenguaje sencillo y claro hacen una valoración de esa realidad tan humana y tan profunda que es el amor y nos dicen que donde hay auténtico amor allí está presente Dios mismo, porque Dios es amor y ha puesto el amor en los seres humanos.

Quizá algo más tarde, hacia el año 450 a. C., otros sabios, apro­vechando también poemas antiguos en los que se reflexionaba so­bre el dolor y el sentido o sinsentido del sufrimiento, componen el complejo Libro de Job. Quieren responder a varias preguntas im­portantes sobre la relación de Dios con el sufrimiento, sobre cómo compaginar la justicia de Dios y el dolor del ¡nocente, sobre si Dios quiere o permite el mal, sobre el lugar donde se encuentra Dios cuando las personas sufren, sobre a quién le corresponde luchar contra el mal y acabar con él. Para responder, presentan el caso extremo de una persona, Job, totalmente justa, sobre la que vienen todos los desastres y sufrimientos posibles. Desde el princi­pio nos dicen que la postura creyente es la de asumir dicha situa­ción con madurez, pero también intentando descubrir al mismo tiempo la posible presencia de Dios en tal situación. Nos hacen aparecer, entonces, una serie de personas sabias que intentan res­ponder al problema con soluciones tradicionales como la de que el dolor es algo permitido por Dios para que uno no caiga en el orgullo o la de que es algo producido por Dios para castigar los propios pecados o los de los antepasados o familiares. Nos van presentando al mismo tiempo las reflexiones de Job quien, desde su experiencia de un Dios misericordioso y cercano al ser humano, defiende que Dios no es como lo presentan sus amigos, que no puede estar feliz provocando, por una razón o por otra, el dolor a tantos inocentes como hay en el mundo. Ante el impasse al que se llega, nos ponen como conclusión el diálogo entre Job y sus ami­

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gos, donde Job pone ante Dios su causa y le pregunta por qué, si él antes era justo y solidario y era feliz, ahora sigue haciendo la mismo que antes en relación con la justicia y la solidaridad y, eir cambio, está lleno de dolor e infelicidad. Nos hacen entrar en es­cena, entonces, a Dios, quien sí le responde a Job —en contra de’ lo que sus amigos le decían que haría (“te destruirá”)—, diciéndo- le que el mundo es mucho más complejo de lo que nadie se imagi­na, que tiene muchos misterios que sólo Dios conoce, pero que quiere compartir con Job como con un amigo, que se rige por una serie de leyes naturales y por la libertad del ser humano ante las que Dios se ha autolimitado y, por lo tanto, no puede hacer nada/ que contiene mal y dolor y que, precisamente, la tarea del ser humano consiste en ir conociendo y dominando este mundo, po­niendo todo al servicio del bien y de la felicidad, colaborando así en la obra creadora e histórica de Dios. Concluyen su obra ponién- ■ donos delante un Job que acepta el reto y se entrega con confianza a realizar su tarea junto con Dios. Nos dicen, en último término, que Dios ha estado siempre y se compromete a seguir estando junto a Job, el justo sufriente.

Entre los libros sapienciales redactados en la época persa del : postexilio y posiblemente también en la helenista que veremos en el tema siguiente (por lo tanto, entre los años 500 y 150 a. C.) i podemos situar los Libros de los Salmos. Inspirados muchos de ellos en otras oraciones comunitarias y personales más antiguas, se fueron convirtiendo en los libros oficiales de oración de la comu­nidad judía. En ellos se recogen los momentos de la existencia y de la experiencia histórica y se afirma confiadamente que Dios ¡ está presente en todos ellos: en los de dudas idolátricas, la expe­riencia de la presencia de Dios en la historia y la creación, en los de dificultades y tentaciones, en los de celebración agresión de los i enemigos, en los de dolor, muerte y vida2.

2. En el anexo que se encuentra al final de esta primera parte se encuentra la explicación sobre los libros de los Salmos. Una exposición mas detallada se puede ver en mi libro La sabiduría de Israel, ¿conformismo o liberación?, citado antes.

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Esta es más o menos la situación existente durante los 250 primeros años del postexilio, en los que el pueblo judío luchó por vivir de nuevo en la tierra, de acuerdo con la antigua fe. Ya hemos visto cómo algunos profetas y sabios lo ayudaron, pero también he indicado antes que hubo otro grupo de creyentes que también ayu­dó mucho, aunque de un modo diferente.

Me refiero a los levitas y a su obra histórica, denominada “Cro­nista”. Esta obra está formada por los dos libros de las Crónicas (a los cuales a veces se les llama “Paralipómenos”), Esdras y Nehemías. Sus autores intentaron hacer lo que ya habían hecho en otros tiempos los deuteronomistas: aprovechando una vSerie de do­cumentos, listas y anales históricos, componer una gran obra histó­rica que sirva como vehículo actualizador de la fe de su tiempo y de la vida que había que llevar, según la voluntad de Yahveh.

Los autores levitas de la obra cronista se caracterizan por su interés en la liturgia, considerada como vínculo de unión entre los creyentes; por su afirmación de que únicamente la comunidad ju­día —y no la de los samaritanos— representa la continuidad del pueblo elegido en la época antigua y por su exhortación a hacer realidad en la tierra el reino de Dios, la sociedad teocrática. Por eso, inician su historia con Adán y la concluyen con las normas de Esdras y Nehemías para constituir la comunidad judía postexílica como pueblo de Dios. De esta manera, expresan y consolidan la fe entre los miembros del pueblo.

Y esto lo hacen dividiendo su obra en dos grandes partes: el conjunto que forman las Crónicas y el que forman Esdras y Nehe­mías.

11.4.1. Los énfasis en la historia cronista

Examinando el plan de la obra cronista, queda patente su inten­ción: nueve capítulos para las genealogías desde Adán hasta Da­vid, veinte capítulos dedicados a David y su obra litúrgica, otros nueve capítulos dedicados a Salomón y su templo, y veintisiete

11.4. La actuación de los levitas

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capítulos destinados únicamente a los reyes de Judá, especialmen« te a sus reformas religiosas y litúrgicas, el exilio, el edicto de Ciro, el regreso, la oposición de los samaritanos, la reorganización polí­tica y religiosa por medio de Esdras y Nehemías (templo, pascua, ley, fiesta de expiación, ley de matrimonios), las normas sociales de la nueva comunidad judía y su formación en torno a la ley, la decisión de amurallar Jerusalén, la alabanza de la unidad del pue­blo, la corrección de los abusos (en relación al sábado y a los matrimonios mixtos).

Con ello subrayan que sólo Judá es la verdadera teocracia; que sólo David, Salomón y sus sucesores han estado en el trono de Yahveh; que quienes verdaderamente importan son los reyes que han manifestado interés por el culto y el templo, como David y Salomón; que quienes han retornado del exilio son descendientes del antiguo reino de Judá; que deben mantenerse puros en su ju- ; daísmo; etc.

Su intención se observa mucho mejor cuando se examina la forma que tienen de narrar cosas que ya habían sido narradas en la | historia deuteronomista. Es evidente la idealización que hacen de David (con todo Israel conquistó Jerusalén: véase 1 Cro 11, 1-9); j su interés por el culto y el templo (véase 1 Cro 13; 15; 16; 21-29; ] 2 Cro 1-9); su valoración de la alabanza y el sacrificio en honor de j Yahveh, así como de la oración como centro de la vida de la comunidad judía (véase 1 Cro 29, 10-20; 2 Cro 20); su menospre­cio general por los samaritanos (a los que menciona peyorativa­mente y a regañadientes (véase 2 Cro 13, 4-12); su interpretación de la lepra de Ozías como castigo por una falta de tipo cúltico (veáse 2 Cro 26, 1-23 en contraposición a 2R 14, 21-22; 15, 1-7); el énfasis en Ja oración de Esdras (véase Esd 9, 6-15) y su presen­tación de la época ideal cuando Judá e Israel formaban una unidad y un único reino (véase Ne 12, 44-13, 3).

En medio de este complejo conjunto, los cronistas seleccionan y mezclan una serie de datos para subrayar lo que desean. Uno de los ejemplos más claros es el siguiente: el Esdras histórico era jurista y sacerdote y anhelaba la pureza del culto y de la raza; Nehemías, en cambio, era más bien un dirigente político que de­

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seaba proteger la ciudad contra los dos pueblos vecinos y formar una comunidad independiente. Los cronistas barajan los datos y nos dan una imagen coherente de la fundación de la nueva comu­nidad teocrática (aparte de que únicamente se fijan en el aspecto religioso del entorno y no dicen nada, por ejemplo, de la posible conveniencia histórico política para Persia de establecer un dique —Judá— frente a Egipto).

Ayudan así a subrayar aspectos fundamentales del postexilio como la creación de la comunidad teocrática (el reino de Dios en la tierra), la importancia de la interpretación de la ley por los sa­cerdotes, la unión en torno al templo y a la liturgia* la conexión con el pasado (el reino de Judá), la separación de los paganos y el odio a los samaritanos.

Repitamos, en cualquier caso, que la intención de los cronistas es claramente creyente y consiste en cimentar el judaismo en la fe y en una vida en común y con garantías de continuidad. También debemos decir, sin embargo, que toda esta gran obra de fe de los cronistas pone en peligro algunos aspectos esenciales de la fe, ya que contiene ciertas ambigüedades y, sobre todo, puede conducir a un cierto particularismo, a un racismo, a un sentimiento de que la salvación depende tan sólo de pertenecer o no al pueblo elegido, a una cerrazón.

11.4.2. Correctivos en y a la historia cronista

Por estos peligros, en la misma obra cronista y en otros libros y narraciones de la época se escriben algunos datos y argumentos, orientados a servir de correctivo a dichos peligros.

En la misma obra cronista encontramos ya algunos pequeños correctivos: se idealiza, por ejemplo, la antigua unión entre Israel (Samaría) y Judá (Jerusalén) (véase 2 Cro 19, 1-4; 30, 1-14) y se descubren valores en los samaritanos cuando se comportan con misericordia en relación con los judíos heridos y prisioneros tras la derrota militar sufrida frente a los israelitas (véase 2 Cro 28, 9-15).

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También en esta misma línea se deben mencionar los libros da Jonás y Rut, ambos pertenecientes a la época que estamos comen4 tando, a pesar del momento en que imaginativamente se sitúa su acción (el de la prepotencia de Asiria —antes, por lo tanto, del aña 612, cuando cayó Nínive— y la época de los Jueces —hacia el año 1000 a. C.—, respectivamente).

El Libro de Jonás es una historia didáctica en la que se utiliza , la “pseudonimia” y la “ficción histórica”. El lenguaje y la situa­ción recuerdan a Jeremías y los Salmos postexílicos y, sin embar­go, la acción se coloca mucho antes, en tiempos de Jeroboam II (véase 2R 14, 25), cuando aún Nínive es una ciudad próspera.

El argumento es el siguiente: Jonás recibe la misión de hablar a Nínive. No quiere ir (es judío y sospecha que Dios se puede vol­ver atrás de su castigo proyectado contra Nínive); quiere escapar lo más lejos posible en barca (hacia Tarsis). Se desencadena la í tempestad o la cólera de Dios. Los paganos que van en la barca descubren que es por culpa de Jonás, se escandalizan de su rebel­día y, a pesar de ser paganos, muestran buenos sentimientos, in- j tentando salvarlo y acaban dando culto a Yahveh. Finalmente, no pueden hacer otra cosa que arrojar a Jonás al mar. Yahveh envía un pez que se traga a Jonás. La muerte parece triunfar (tres días y tres noches). Jonás es liberado de la muerte y da gracias a Dios, quien le renueva la misión. Jonás obedece, esperando que Dios castigue a los paganos. Nínive se convierte y Dios perdona, pero Jonás se enfada por la misericordia divina e intenta suicidarse en í el desierto. Dios lo protege con la sombra de un arbusto y Jonás se reconcilia con Dios, quien lo vuelve a poner a prueba, haciendo morir el arbusto que había hecho crecer. Jonás vuelve a enfadarse con Dios, quien saca la lección: así como Jonás se preocupa por la I muerte de un arbusto por el que no había hecho nada, ¿cómo no se j va a preocupar Yahveh por la muerte de tantas personas a las que quiere, aunque no sean judías?

La intención del Libro de Jonás es manifiesta: también los pa- i ganos, incluida la odiosa Asiria, están llamados a la salvación por |Yahveh. Los judíos, consiguientemente, no pueden cerrarse, sino i que deben desempeñar su papel de dar a conocer y ser transmiso­

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res de la bendición universal de Yahveh. Y su mensaje sobre Dios es igualmente claro: Dios es un Dios de amor y no hace acepción de personas. ¿Quiénes son, pues, los judíos para poner límites a la salvación y la misericordia de Dios?

Algo parecido podemos decir del Libro de Rut, que nos presen­ta la modélica historia de la bisabuela de David, una mujer buení- sima que cumplió estrictamente las normas de Israel para dar des­cendencia a una familia de Judá, que había quedado truncada por la muerte. Pues bien, ésta tan bondadosa bisabuela de David — personaje tan importante para la historia de salvación de Judá—, resulta que no pertenecía al pueblo escogido, sino que era de Moab. La conclusión a que quería llegar esta historia es evidente: ¿a qué venía aquella legislación tan cerrada y tan erróneamente interpretada de prohibir los matrimonios mixtos, siendo así que David debía su existencia a una unión de este tipo? Dicho de otro modo: la salvación no dependía de la raza, sino de la apertura a la voluntad de Dios y a la salvación que ofrecía Yahveh cada día y a cada persona, fuese de donde fuese.

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El postexilio: la época helenistaXII

Al imperio persa siguió el helenista. Alejandro el Magno de Macedonia en torno al año 333 a. C. fue apoderándose de los territorios griegos y también de los del antiguo imperio medo per­sa. Por primera vez, una cultura que venía de occidente se apode­raba de aquella zona que va desde Grecia hasta Mesopotamia y que tiene como límites Egipto, por el sur, y Medo Persia e India por el oriente. Empezó así el gran imperio helenista.

Pero Alejandro murió en circunstancias muy dudosas (posible­mente a manos de algunos de los generales de su ejército, que ambicionaban su poder). Cuatro de sus generales se dividieron el imperio. En relación a la comunidad judía no nos interesan en este momento los generales que se quedaron con Macedonia y Grecia, sino el general Lagios, quien se quedó con la parte egipcia del imperio helenista, y el general Seleuco, que se quedó con la parte siria y mesopotamia del imperio helenista. Esta división del impe­rio helenista se dio en torno al año 323 a. C.

12.1. Judea bajo los helenistas ptolomeos egipcios

Desde el año 323 hasta el año 200 a. C., la comunidad judía quedó bajo el dominio de los lágidas (o ptolomeos) de Egipto. Estos se caracterizaron por una cierta tolerancia y por apoyar la formación de colonias judías en diversas partes de su imperio. Es más, incluso parece que fue un rey de esta dinastía quien se pre­ocupó por financiar la traducción del Antiguo Testamento al grie­go, escribiéndose así la llamada versión de los l x x .

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A pesar de todo, se puede hablar de que esta época fue para los i judíos una de poca brillantez; más aún, corrieron el peligro de que su fe se fuese disolviendo poco a poco en la cultura helenista (quizá, precisamente, porque no hubo persecución alguna).

Para salir al paso de tal situación algunos creyentes quisieron ayudar con sus escritos. A este período pertenecen dos obras j

sapienciales1 y una obra narrativa. Veámoslas brevemente.

Hacia el año 275 a. C., un sabio escribe el Qohelet o j Eclesiastés. Frente a diversas posturas absolutizadoras, integristas j o maximalistas, que pretenden explicar la realidad, cada una a su \ modo (religioso, humanista, racionalista, fatalista, tecnócrata, ! epicúreo, estoico, mistérico...), el Qohelet relativiza dichas postu­ras y subraya que lo importante es vivir cada momento con toda intensidad y fuerza, ya que la vida y cada momento de ella son el don mayor que Dios nos da, el saber gozar dej compromiso ético.

Una lectura rápida de algunos textos (Qo 1, 12-2, 26; 5, 9-6,12; 11, 7-12, 8) nos podría ayudar a descubrir el diálogo relativizador que Qohelet entabla con las diferentes posturas absolutizadoras de su tiempo y su gran fe en que lo único que vale la pena de verdad, el único absoluto en cada momento, es la vida que Dios nos da, vivida según su voluntad.

Hacia el año 200 a. C., otro sabio, el Jesús hijo de Sira o Eclesiástico, se preocupa también por Ja educación de los jóvenes judíos, atraídos por Ja cultura y la religión helenistas. Presenta a los jóvenes judíos, con un lenguaje y algunos temas típicamente helenistas, la fe y la cultura judías tradicionales, con la intención de que aquéllos se sientan atraídos por la propia historia y manera de vivir, optando así con sabiduría y siendo plenamente felices.

Este libro posiblemente fue traducido al griego en Egipto, por un nieto del autor, hacia el año 130 a. C.

1. No profundizo en el lema, porque éste se encuentra desarrollado en mi libro Sabiduría de Israel, ¿conformismo o liberación?, citado antes.

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Las sentencias reunidas por temas sobre las actitudes que hacen a los judíos humanos y coherentes con su fe (honradez, auten­ticidad, verdad, justicia, solidaridad con los pobres, discerni­miento, etc.) están motivadas por largas reflexiones sobre el origen de dichas sentencias, que no es otro que la Sabiduría de Dios, quien quiere compartir su existencia con la de su pueblo y quien le hace descubrir a éste que no existe diferencia entre dichas sentencias y las normas de la ley.

También hacia el año 200 a. C. se escribe el relato de Tobit. En relación con el libro de la sabiduría de Ajikar, presenta el modelo de hombre judío que se mantiene fiel, a pesar del ambiente hostil. Es una obra llena de confianza en Dios, de honradez y de espíritu compasivo. Presenta también a una mujer atormentada por el su­frimiento, al ver muertos a sus siete maridos, en el primer día después de la boda, pero que confía en Dios. Yahveh decide ben­decir a ambas familias por medio de su enviado Rafael. Todo aca­ba felizmente. La lección es que vivir como un buen judío y resis­tir las tentaciones con la oración y la vida llena de buenas obras, produce la felicidad final.

Puede ayudar a descubrir el espíritu del libro de Tobit la lectu­ra de algunos textos en donde se mezclan las enseñanzas para aprender a vivir como judíos y la ejemplaridad judía de los personajes que aparecen en la narración. Entre estos textos, véa­se Tobit 1, 15-20; 2, 1-8; 12, 1-21.

12.2. Judea bajo los helenistas seléucidas sirios

En principio, como hemos visto, el helenismo se había mostra­do bastante respetuoso con la fe de los judíos. Pero hacia el año 200 a. C. hubo cambios importantes que afectaron a la comunjdad judía. Los ptolomeos egipcios y los seléucidas sirios se enfrentan por su enorme deseo de tener un dominio mayor sobre todo el Creciente fértil. Los seléucidas vencen y la comunidad judía queda bajo su poder. Estos van a ser mucho más impositivos y opresores con los judíos de lo que lo habían sido los ptolomeos, dado que, en esta confrontación entre ptolomeos y seléucidas, los judíos se

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habían puesto del lado de los primeros, quienes finalmente resulta­ron derrotados.

Los seléucidas, especialmente hacia el año 167 a. C. con Antíoco IV, comienzan a ejercer grandes presiones y a perseguir a los judíos, considerados sus enemigos; saquean el templo y lo de­dican al dios griego Zeus Olímpico, con la intención de helenizar hasta la misma fe en Yahveh. A excepción de algún pequeño gru­po colaboracionista (especialmente el de una de las familias sacerdotales muy oportunista), los judíos se resistieron. Tres obras veterotestamentarias apoyan dicha resistencia.

Hacia el año 165 a. C. se escribe el libro de Ester. En una historia de intrigas palaciegas, Dios, casi sin ser nombrado (como no sea en añadidos de la versión griega), salva nuevamente a sus pueblo por medio de una mujer sensible y de su tío, dos judíos buenos y piadosos, dispuestos a jugarse la vida antes que renegar de la propia fe. La lección que nos da esta obra es que es bueno resistir ya sea activa o pasivamente, que se debe confiar siempre en la liberación, que Dios pide fidelidad y firmeza y salva no por el poder de las armas, sino a través de la debilidad.

También hacia el año 165 a. C. se escribe el Segundo libro de los Macabeos} en el cual se nos narran los primeros años de resis­tencia contra Antíoco IV Epifanes. El libro, en su conjunto, es una alabanza al templo judío, el cual ha sido profanado y nos muestra el ejemplo de quienes resisten activa y pasivamente. Pretende enfervorizar a los judíos de la diáspora y a todos los que pasan dificultades por la persecución y la presión helenistas. En este cli­ma de persecución y muerte, los perseguidos y los mártires co­mienzan a confesar la fe en la resurrección (véase 2 M 7, 6.9.11.14.22-23.28-29.33.36).

El tercer libro, escrito en el año 165 a. C., es el apocalíptico Daniel. Está escrito en medio de la persecución helenista, pero la acción relatada tiene lugar en un tiempo muy anterior, que no es el real, el de los emperadores Nabucodonosor y Baltasar. Se usa, por lo tanto, como en todo libro apocalíptico propio de la resistencia, la “pseudonimia”, unos nombres por otros.

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Daniel tiene dos grandes partes. En una se nos pone el ejemplo de varios personajes que se oponen a la voluntad del emperador o de quienes tienen malas intenciones, porque aquélla va contra la propia fe. Los desobedientes son condenados a muerte (los tres jóvenes, Daniel, Susana), pero ellos ponen toda su confianza en la justicia y la salvación de Dios y, por eso mismo, siempre son liberados del mal y la muerte. Nos habla, pues, de quienes gracias a su resistencia y fidelidad a Dios se salvan (véase Dn 3; 6; 13).

Forman otra parte importante del libro las diferentes visiones apocalípticas de Daniel, especialmente la de la estatua (Dn 2) y la de las bestias (Dn 7), que simbolizan los diferentes imperios que habían existido sucesivamente hasta el momento en que se escri­bieron esas visiones. Todos los imperios parecían invencibles y, sin embargo, siempre han acabado cayendo. ¿Qué pasará con el imperio seléucida, cuyo poder opresor y asesino están soportando y que una vez más parece que no puede ser derrocado? En último término, en las dos visiones se nos habla de algo que produce la caída definitiva de dicho imperio: la piedra que alguien (Dios ayu­dado por los seres humanos) hace que se deslice y baje por la montaña hasta derribar la estatua y la figura de alguien parecido a un ser humano, que desciende desde Dios y acaba venciendo a todos los imperios bestiales y opresores y estableciendo su imperio invencible (el del Hijo del Hombre), en el que los santos del Altí­simo vivirán para siempre (de nuevo aparece la afirmación de otra vida definitiva que trasciende la propia muerte, para los que han luchado hasta entregar la vida en favor de la vida —véase también Daniel 8-12).

Como se ve, estos libros nos reflejan las diferentes opciones posibles que se dieron en aquella época ante la persecución a muerte de los helenistas seléucidas, unas para rechazarlas y otras para alabarlas. Y es que ante dicha situación, muchos judíos creye­ron que lo mejor era plegarse a la nueva fe y cultura. Otros, en cambio, viendo el peligro que ello suponía para la fe, adoptaron una actitud de resistencia, con diversas formas: o bien la lucha armada y guerrillera contra el opresor antes que renegar de la fe, aun a costa de la propia vida; o bien la resistencia pasiva, basada

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en la esperanza de la victoria definitiva futura y en una vida llena de buenas obras y espíritu de oración.

En todo caso, las dos opciones para la resistencia aparecen en los libros como complementarias y ambas apoyan la perseverancia en la propia fe. Estas opciones sirven también para predicar a los creyentes que se encuentran en dificultades por ser fieles a Yahveh. La esperanza en la victoria futura y definitiva de Yahveh y en ia resurrección a la que el propio Yahveh llamará a sus fieles es el gran fundamento sobre el cual reposan y deben resposar la fe y la vida (acorde con la fe) del pueblo que padece dificultades.

12.3. Judea “autónoma” bajo la monarquía macabea-has- monea

En medio de los últimos años del imperio helenista comenza­ron a aparecer en el horizonte los romanos. Pero, de momento, esto no condicionó excesivamente a los judíos, quienes después de su lucha de resistencia habían conseguido la victoria sobre los seléucidas y una cierta autonomía con la monarquía teocrática macabeo-hasmonea. Esta monarquía, por su parte, se sostuvo a base de alianzas.

No obstante lo anterior, apareció un grave problema. Después 1del triunfo sobre los helenistas, los judíos se empezaron a adorme- jcer y a perder su vigor. Empezaron a caer, además, en el mundo 1de la corrupción del poder. Era necesario robustecerse en la fe. j

Con esta intención se escribieron dos obras en este tiempo.

Hacia el año 150 a. C., el Libro de Judit nos presenta a una mujer llena de amor y sensibilidad ante el sufrimiento del pueblo, i Viendo que éste no tiene arrestos para sobrevivir y vencer, ella se entrega con todas sus fuerzas a la liberación de sus compatriotas y pone todos los medios a su alcance (fidelidad a Dios, purificación, oración, prudencia humana y astucia) para ello. Y lo consigue aca­bando con la vida del general del ejército invasor. Se debe subra­yar también que esta obra, animadora y esperanzadora, tiene un tono universalista muy interesante: la acción liberadora en favor

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de los judíos tiene lugar en Betulia, una ciudad samaritana, y es un ammonita el que descubre el sentido religioso de la acción de Dios (Jdt 5, 5-21).

Poco antes del año 100 a. C., en el Primer libro de los Maca- beos se narran de nuevo las gestas macabeas contra los helenistas seléucidas, para fundamentar y exhortar a seguir siempre luchando por mantenerse fieles contra la romanización, que empieza a dejar­se sentir y que se prevé cada vez más fuerte. Este libro tiene, pues, también como intención el enfervorizar y entusiasmar de nuevo al pueblo para que viva de un modo propio y coherente con la expe­riencia de fe.

12.4. Judea bajo el dominio romano

Hacia el año 100 a. C. empieza la intensificación del dominio romano. Las tentaciones y los desánimos se agudizan ante las difi­cultades que vienen de la implantación de la fe y de la cultura romanas.

En este contexto, se escribe el libro de Baruc, en el que se nos habla de la vida judía en la diáspora, donde se valora la ley, la oración y la esperanza mesiánica.

Y hacia el 50 a. C., cuando el dominio romano se intensifica al máximo, se escribe el libro de la Sabiduría2 también para ayudar a la fe de los judíos en la diáspora, presionados por las culturas extranjeras. Este libro resulta ser, en consecuencia, un canto a la fidelidad y la sabiduría judías, a la vanidad de los ídolos y la vida estúpida e injusta de quienes dejan al Dios verdadero para irse tras otros dioses. En él se afirma que Dios premiará a los justos más allá de la muerte y para siempre, y se afirma que si Dios no des­truye a la primera a los injustos es porque tiene paciencia con ellos y porque quiere darles oportunidad para salvarse.

2. Recuerdo de nuevo que no voy a dedicar mucho al tratamento del libro d ela Sabiduría ya que ya ha sido tratado en mi libro La Sabiduría de Israel, ¿con­formismo o liberación?, UCA Editores, San Salvador 1992, y en el presente libro en los apartados 11.3.1. a 11.3.9.

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El mensaje principal de la mayor parte de estos escritos sapienciales y narrativos de los últimos siglos antes de Cristo in­tenta responder a la gran crisis de fe provocada por la persecución, al intento por debilitar dicha fe, a la tentación de desconfianza en Yahveh y a la duda acerca de si Dios es realmente poderoso y desea salvar. La respuesta dada por medio de dichos libros es que Dios sigue siendo poderoso y señor de todo, que está presente en toda realidad humana e histórica, que ama con ternura y anhela salvar y que, por consiguiente, salvará de una manera definitiva. Este es el fundamento de la vida futura del pueblo: vida de fe, de esperanza y de compromiso de amor.

Nos hallamos, pues, a las puertas del Nuevo Testamento.

12.5. Resumen

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Anexo sobre los libros de los Salmos

1. Introducción

¿Por qué poner un anexo relativamente largo sobre los libros de los Salmos a los libros sapienciales? Esta pregunta se la puede hacer más de un lector o lectora al llegar a este punto. La respues­ta es sencilla. Los libros de los Salmos presentan un resumen de la espiritualidad veterotestamentaria y son una introducción a la ex­periencia espiritual de fe del Nuevo Testamento. Precisamente por eso, los salmos son utilizados continuamente por muchísimas per­sonas y comunidades como oraciones para relacionarse con Dios, en las diferentes circunstancias de la vida.

La vinculación con los libros sapienciales es la siguiente. Si en éstos veíamos reflejada toda la vida diaria del pueblo creyente (sus dificultades, sus tentaciones, sus dudas, sus preguntas, sus confian­zas, sus alegrías y sus proyectos), en los libros de los Salmos encontramos, en forma de oración, una síntesis de dicha vida y una respuesta al Dios descubierto como presente en toda la exis­tencia y como quien llama siempre a seguir adelante.

Así, pues, dado que en los libros de los Salmos se recogen experiencias de fe y respuestas creyentes del pueblo de Dios a lo largo de toda su historia y que en ellos encontramos un resumen, una síntesis, de toda la existencia de fe y de los principales proble­mas que se Ies fueron planteando a los creyentes de Israel, y al mismo tiempo, las respuestas que fueron dando, he querido dejar para este anexo la lectura de los salmos como espiritualidad de la liberación.

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Dividiré esta introducción a los libros de los salmos en dos partes. En la primera, me centraré en el estudio de los diferentes géneros literarios utilizados en los salmos; en la segunda, en cam­bio, en sus diferentes mensajes espirituales.

2. Los diferentes géneros literarios

2.1. Aspectos introductorios

Hay varias posibles divisiones de los libros de los Salmos. Al­gunos los dividen simplemente en cinco libros (I: 1-41, II: 42-72, III: 73-89, IV: 90-106, V: 107-150); otros distinguen, siguiendo las tradiciones de fe, en colección J y E (J: I, IV y V; E: II y III); una tercera posbilidad es fijarse en los personajes a quienes son atribuidos y así se puede hablar de los salmos de David (l, 51-70, 138-144), de los hijos de Coré (42-49, 84-85, 87-88) y de Asaf (50, 73-83); y, finalmente, teniendo en cuenta el uso litúrgico, se pueden clasificar en salmos graduales (120-134) y en salmos alleluyáticos (105-107, 111-118, 135-136, 146-150).

En relación con los personajes a quienes son atribuidos algunos vsalmos, conviene decir que dichas atribuciones son honoríficas, es decir, recuerdan a personajes famosos e influyentes en el campo de la música litúrgica y la oración.

Sobre la datación, existen opiniones muy diferentes. Hay quie­nes opinan que la mayoría es del tiempo del rey David (siglo x a. C.). Otros los sitúan entre los siglos vn y n a. C., es decir, entre las dos renovaciones del templo de Jerusalén, la del rey Josías (en el año 622 a. C.) y la de los macabeos (hacia el año 165 a. C.). Finalmente, en lo personal, pienso que los salmos actuales son \ todos postexílicos (siglos v i - ii a. C.), aunque quizá estén inspirados ¡ en salmos antiguos. \

Sobre su situación en la vida (Sitz im Leben), también hay dis- i cusión. Hay quienes ven en su origen la oración individual y per- j sonal, que más tarde fue aplicada a la comunidad; hay quienes, en ] cambio, afirman que su situación en la vida está relacionada con la

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liturgia y la oración comunitarias, que quieren ser expresión de las situaciones de la vida cotidiana y también de las situaciones “límite”, tanto de las personas como de la comunidad. No es fácil zanjar esta discusión. Posiblemente ambas opiniones tienen algo de razón.

En cuanto a su forma se debe decir, en primer lugar, que es poética. Por lo tanto, una forma en la cual el plano dramático no es igual al real (cuando se habla, por ejemplo, en algunos salmos de que el suplicante es un leproso, posiblemente no se está que­riendo decir que lo sea de verdad, sino que el estado de ánimo, de la persona o de la comunidad, es como el de un leproso). También se debe decir que dicha forma está diversificada en géneros. Por eso, es necesario detectar el género de que se trata en cada caso, pues así se capta la intención y el contenido de cada salmo.

2.1.1. Súplicas

Prehistoria del género

En el Antiguo Testamento encontramos con frecuencia este tipo de oraciones, muy relacionadas con las confesiones de Jeremías. Consisten en una petición de favor, unida a una promesa de acción de gracias, que se da en situaciones críticas, privadas o públicas (¿lamentaciones?) y en las cuales se expresa una relación de dependencia, de ponerse bajo la protección de Dios, y un cam­bio de postura física y existencial.

Estructura del género

Las súplicas suelen tener la siguiente estructura. Comienzan con una introducción (invocación, autopresentación, petición general). Viene a continuación la parte central (exposición del caso concreto y de los motivos de confianza, que suelen ser o bien la grandeza y el amor de Dios o bien la pequeñez del ser humano). Se cierran normal­mente con una conclusión hímnica, en la que se afirma que él quiere y puede ayudar. A veces se concluye con una promesa de acción de gracias.

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Contenido del género

Es típico del contenido de las súplicas la aceptación de relación salvífica en un momento crítico, la convicción de que Dios no quiere el mal, el recuerdo del compromiso de Dios en la lucha contra el mal, el compromiso del orante en la misma lucha y el cambio interior: de desesperanza a confianza.

Salmos pertenecientes a este género

Los salmos más representativos de este género aparecen en itálica y los inspirados en Jeremías se distinguen por Jr: 3, 4, 5, 6, 7, 9-10,11, 12,13, 16, 17, 22 Jr, 23,25, 26, 21,28, 30 Jr, 31 Jr, 32Jr,35Jr, 36, 38 Jr, 39 Jr, 40 Jr, 41 Jr, 42, 43, 44, 51, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58,59, 60, 61, 62, 63, 64, 69 Jr, 70 Jr, 71 Jr, 74, 77, 1-11, 79, 80, 83, 85, 86, 88 Jr, 90, 91, 94, 102 Jr, 106, 109, 119, 120, 121, 123, 125, 126, 129,130, 131,137, 140, 141, 142, 143.

2.1.2. Acciones de gracias

Prehistoria del género

Normalmente, en el Antiguo Testamento, las “acciones de gra­cias” siguen al favor recibido con ocasión de la súplica y a menu­do van unidas al sacrificio de gracias que se ha prometido en la súplica. En ellas se recuerdan los favores que ya se han recibido y se comparte con la comunidad, especialmente con los pobres, el banquete de acción de gracias.

Estructura del género

En general se suele partir de la descripción del camino hacía el altar y del encuentro con sus ministros. A ellos sigue la invitación a unirse a la acción y a celebrar los favores de Yahveh. A continuación se relata la intervención divina por la cual se dan gracias. En algunas ocasiones se saca la lección sapiencial: Dios quiere y puede salvar al

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justo. Finalmente se hace referencia al banquete-sacrificio, deseando provecho y paz a quienes se ha invitado a compartirlo.

Contenido del género

En los salmos de acción de gracias suele darse el reconoci­miento del paso de la nada, de la esclavitud, del pecado y de la muerte al todo, de la libertad, la gracia y la vida. Aparecen tam­bién muestras de alegría comunitaria por la salvación. Finalmente se da el compromiso de que todos, especialmente los pobres, parti­cipen en la celebración.

Salmos pertenecientes a este género

Los salmos más representativos de este género aparecen en itálica: ó, 10, 1-11, 18, 21, 22, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 38, 39, 40, 41, 65, 66, 13ss, 67, 68, 69, 70, 71, 73, 88, 92, 102, 103, 107, 109, 116, 118, 124, 128, 138, 144.

2.1.3. Himnos

Estructura del género

Estos salmos suelen tener las siguientes partes: la invitación a la alabanza, el cuerpo del himno, en el cual se dan los motivos de la alabanza, que no son otros que las actuaciones creadora e histórico-salvífica, y la conclusión.

Contenido del género

El punto esencial del contenido de este tipo de salmo es —en relación al Segundo Isaías, para quien crear es igual a salvar o liberar— la alabanza a Yahveh, porque ama, creando y salvando.

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Salmos pertenecientes a este género

Los salmos más representativos de este género aparecen en itá­lica. Aquellos de clara inspiración en el Déutero-ísaías están mar­cados (Dtls).

Salmos: 8, 19, 1-7, 29, 33, 46, 47, 48, 65, 66, 1-12, 68, 76, 77, 14ss, 84, 87, 89, 92 Dtls, 93-100 Dtls, 103, 104, 105, 106, 111, 113, 114, 117, 122, 129, 134, 135, 136, 138, 139, 145, 146a, 150.

2.1.4. Aclamaciones a Yahveh rey

Estructura del género

La estructura toma como modelo la ceremonia de la investidura del rey o alguna de sus partes (la procesión al templo, la instala­ción en el trono, la aclamación, el homenaje y los títulos), pero aplicado a Yahveh y su arca.

Contenido del género

Este tipo de salmos suele contener el reconocimiento y la cele­bración (no ia investidura propiamente dicha) de Yahveh rey, la proclamación de confianza en su acción y la aceptación de las consecuencias de su reinado.

Salmos pertenecientes a este género

Los salmos más representativos de este género aparecen en itálica: 24, 29, 47, 68, 93, 95, 96 a 99, 100, 102.

2.1.5. Reales mesiánicos

Estructura del género

La estructura toma como modelo, alguno de los diferentes actos, en el templo y el palacio, de la entronización del rey: la consagración

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por un sacerdote, los aplausos, la instai ación en el trono, la entrega de las insignias, la sumisión de los nobles, el homenaje de los embajado­res, el programa de gobierno y el oráculo profètico de shalom (paz).

Las partes del modelo que suelen utilizarse sobre todo son el oráculo de shalom con la proclamación de filiación divina, los deseos de shalom (victoria, paz, justicia, defensa de los pobres, felicidad para todos) y el programa de gobierno, todo aplicado al mesías, al ungido de Yahveh.

Contenido del género

Son puntos esenciales del contenido de este tipo de salmos el recuerdo de las promesas mesiánicas, la confianza y la esperanza en su cumplimiento y el recuerdo de los compromisos que com­portan dichas promesas (la defensa de los pobres, la salvación, la liberación, la paz y la justicia).

Salmos pertenecientes a este género

Los salmos más representativos de este género aparecen, a con­tinuación, en itálica: 2, 18, 20, 21, 28, 45, 61, 63, 72, 89, 101, 110, 132, 144.

2.1.6. Cánticos de Sión

Estructura del género

La estructura de los cánticos de Sión se parece a la de los himnos, aunque falta la invitación a la alabanza. El motivo de alabanza, en este caso, es la misma ciudad de Sión y el haber sido elegida por Dios. Por esto, con frecuencia, estos salmos presentan una cierta dramatización de una procesión o toma de posesión pacífica de la ciudad.

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Situación en la vida (Sitz im Leben) del género j

Es la fiesta de las tiendas (ocho días en tiendas), en recuerdo del j pasado y como acción de gracias por la unidad en tomo a Sión. j

¡Contenido del género j

Los puntos esenciales del contenido de este tipo de salmos son > la alegría por la presencia de Yahveh entre ellos, el recuerdo de las ' diferentes presencias de Yahveh en la historia, y el anuncio de la subida definitiva y universal a la ciudad de Dios al final de los tiempos.

Salmos pertenecientes a este género

Los salmos más representativos de este género aparecen en itálica: 46, 47, 48, 76, 84, 87, 122, 132.

2.1.7. Huésped de Yahveh

Situación en la vida (Sitz im Leben) del género

Búsqueda de asilo en el santuario cuando uno se siente perse­guido o desanimado.

Estructura del género

Este tipo de salmos presenta como estructura la oposición entre la confianza del perseguido que está cerca de Yahveh y la segura infelicidad y muerte del injusto.

Contenido del género

La felicidad por estar cerca de Yahveh, en su casa, y la seguri­dad de que las persecuciones y dificultades nada pueden contra ¡ aquel que ha sido recibido como huésped por Yahveh.

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Salmos pertenecientes a este género

Los salmos más representativos de este género aparecen en itálica: 3, 4, 5, 11, 12, 16, 23, 27, 31, 36, 42-43, 49, 52, 61-63, 73, 91, 121, 125, 131, 139.

2.1.8. Alianza

Situación en la Vida (Sitz im Leben) del género

Es la renovación de la alianza y su ritual.

Estructura del género

En este tipo de salmos suele aparecer alguna parte del ritual de renovación de la alianza (exhortación a la renovación, recuerdo de los hechos salvíficos, recuerdo de la fidelidad de Dios y la infide­lidad del pueblo, anuncio de bendiciones y maldiciones).

Contenido del género

En este tipo de salmos se recuerda la fidelidad de Dios y la llamada a responder con fidelidad.

Salmos pertenecientes a este género

Los salmos más representativos de este género aparecen en itálica: 1, 9-10, 19, 8ss, 25, 34, 37, 50, 78, 81, 95, 100, 105, 106,111, 112, 114, 115, 119, 135, 136, 145.

2.1.9. Profé ticos

Estructura del género

Es diversa según se centre el salmo en la exhortación profètica, el juicio profètico o el recuerdo profètico del pecado.

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Contenido del género

Es el propio de los profetas: denuncia, llamada a la conversión y a la opción, y anuncio de esperanza.

Salmos pertenecientes a este género

Los salmos más representativos de este género aparecen en itálica: 2, 9-10, 11, 12, 14, 28, 50, 52, 53, 55, 58, 59, 60, 62, 64, 75, 82, 83, 94.

2.1.10. Sapienciales

Estructura del género

Es variable, según la forma sapiencial que se adopte: el catálo­go de enseñanzas, la declaración de la felicidad del justo, el interrogante sobre el dolor del justo, la forma alefática.

Contenido del género

La aceptación ante Dios de las enseñanzas básicas sobre el comportamiento ético, el triunfo de la justicia, el dolor y el amor misterioso de Dios.

Salmos pertenecientes a este género

Hay que tener en cuenta que no existen salmos sapienciales puros, sino que lo sapiencial aparece con frecuencia en muchos de los textos. Los salmos más representativos de este género son los siguientes: 1,32, 34, 37, 49, 111, 112, 127, ¿128?, ¿133?

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2.1.11. Litúrgicos

Peculiaridad y estructura del género

Son salmos que han sido adaptados a actos litúrgicos comunita­rios y, por lo tanto, estructuralmente. Se da la repetición de la tonada, la letanía y la procesión, formas típicamente apropiadas para el uso litúrgico.

Salmos pertenecientes a este género

Muchos salmos tienen forma litúrgica, aunque su contenido no es típicamente litúrgico. Los salmos más representativos de este género son los siguientes: 12, 15, 20, 24, 50, 54, 56, 57, 60, 67, 75, 81, 85, ¿107?, 108, 115, 118, 119, 121, 127, 128, 132, 134-136, ¿144?

2.1.12. Peregrinaje

Situación en la vida (Sitz im Leben) del género

La llegada de los peregrinos a las puertas de Jerusalén.

Estructura del género

Estructuralmente, en este tipo de salmos suele darse la excla­mación de gozo, los saludos, la catequesis, la oración por la ciu­dad y la bienvenida por parte de los ciudadanos.

Contenido del género

En estos salmos se subraya la superación de las dificultades y de los pecados para poderse reunir fraternalmente en la presencia de Yahveh.

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Salmos pertenecientes a este género

Los salmos más representativos de este género son los siguien­tes: 15, 84, 122.

2.1.13. Graduales o de las subidas

Situación en la Vida (Sitz im Leben) del género

Las diferentes etapas de la subida a Jerusalén: la despedida, el camino y sus peligros, los dones llevados, la alegría al llegar a Jerusalén y la bendición por parte de los que están en la ciudad.

Estructura del género

Es una estructura apropiada para cada etapa de la subida. Suele ser rítmica, breve y sencilla.

Contenido del género

Tienen un contenido literal, la alegría y la fuerza en el caminar hacia Jerusalén; y otro más simbólico, la subida de Egipto y de Babilonia a la Jerusalén de la libertad y la fraternidad y a la ciudad definitiva. Estos salmos tratan de mantener la tensión y la esperan­za escato lógicas.

Salmos pertenecientes a este género

Los salmos más representativos de este género están en itálica: 120-134, 137.

Tras este recorrido por los diferentes géneros literarios de los salmos, nos vamos a centrar a continuación en sus mensajes espi­rituales y sus temáticas.

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3. Los diferentes mensajes espirituales

3.1. Aspectos introductorios

El punto de partida para comprender mejor el mensaje de los Salmos es la existencia de Israel. Israel surgió a partir de una experiencia de liberación de un dominio opresor (el egipcio), he­cha por diversos grupos, en la que fueron descubriendo un Dios, que está con quienes se liberan. Nació así una conciencia de pue­blo y de la necesidad de vivir coherentemente respecto a lo experi­mentado, y nació también la conciencia de una misión testimonial respecto a las naciones: descubrieron que debían dar testimonio de cómo era Dios y, algo también muy importante, de qué estilo de vida exigía la fe en él.

La historia de Israel, por lo tanto, se movió desde su origen entre la llamada a vivir en la libertad y las tentaciones propias, o provocadas por otros, a volver a caer en la esclavitud. El Antiguo Testamento es un testimonio de dicha tensión y de cómo los cre­yentes fueron ayudando a seguir en medio de ella.

Esta tensión se dio en varios ámbitos de la vida de Israel: el religioso (los dioses de otros pueblos, que esclavizaban), el inter­nacional (la dependencia idolátrica respecto a las naciones), el na­cional (la injusticia y la explotación) y el individual (la persecu­ción y el dolor del inocente, y la sensación de ser abandonado de Dios).

Toda esta vida (de amenazas, tensiones y confianzas) es la que quedó reflejada en las oraciones sálmicas, en las que se pone ante Dios dicha vida, llena de acción. En consecuencia, los Salmos son un resumen de la experiencia bíblica, responden a situaciones existenciales concretas (aunque éstas son difíciles de delimitar, dado que en cada salmo se da una continua actualización), resu­men la Biblia, pues están en relación con la “ley”, los “profetas” y los “sapienciales”, y son como la respuesta del pueblo de Dios en relación a todos los momentos de su vida y su historia, una res­puesta que se convierte en palabra de Dios.

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En su origen, los Salmos nacerían posiblemente de circunstan­cias concretas de un individuo o de un grupo y más tarde habrían sido vistos como expresión de las nuevas vivencias de la comuni­dad. Esto explica que en cada salmo se puedan dar diversos nive­les. Esto hace que sean muy actuales, y al mismo tiempo, que sea difícil detectar el momento concreto de cada uno. En todo caso, los Salmos son reflejo de la vida entera de quien los creó y los utilizó. Por consiquiente, siguen siendo utilizables a condición de que quien lo haga viva auténticamente su fe. Son, pues, un buen termómetro de la vida de fe.

Pero antes de comenzar, debemos salvar una dificultad que mu­chas veces se presenta. Muchos opinan que los Salmos ya están superados, que la espiritualidad del Nuevo Testamento los hace innecesarios. A este respecto, me parece muy iluminador el si­guiente texto de Bonhóffer:

A menudo constato hasta qué punto pienso y siento según el Antiguo Testamento; durante los últimos meses lo he leído con mucha más frecuencia que el Nuevo Testamento. Sólo cuando se conoce la inefabilidad del nombre de Dios se puede pronunciar de una vez el nombre de Jesucristo; sólo cuando se ama tanto la vida y la tierra que todo parece acabarse y perderse con ellas, nos está permitido creer en la resurrección de los muertos y en un mundo nuevo; sólo cuando nos sometemos a la ley de Dios, podemos hablar alguna vez de gracia; y sólo cuando la cólera y la venganza de Dios contra sus enemigos son aceptadas como realidades váli­das, puede sentir nuestro corazón algo de perdón y de amor hacia los enemigos. Quien quiere ser y sentir demasiado rápidamente y directamente según el Nuevo Testamento, no es, en mi opinión, un cristiano. No podemos ni debemos pronunciar la última pala­bra antes de la penúltima. Vivimos en los tiempos penúltimos, mientras creemos y esperamos en los últimos (Resistencia y sumisión, carta del 5 de diciembre de 1943).

Este texto nos pone en guardia contra querer quemar etapas, creer ya superada la etapa del Antiguo Testamento, el despreciar, en nombre de la “sensibilidad cristiana”, el realismo y la sinceri­

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dad de los sentimientos del pueblo, expresados en los Salmos y que chocan contra “aquélla”. Este texto, por otra parte, nos anima a descubrir en los Salmos nuestro caminar, nuestra espiritualidad (marcados también por luchas, esperanzas, derrotas y victorias) hasta que llegue la total comunión con Jesucristo, en su reino.

Comencemos, pues. Vamos a analizar los cuatro ámbitos antes anotados. Vamos a ver cómo en los Salmos la vida se hace ora­ción (recuerdo y compromiso) y a descubrir la espiritualidad de liberación contenida en ellos. Vamos, finalmente, a intentar leerlos desde hoy, dejándonos ayudar por la lectura que de ellos hacen las comunidades vivas.

3.2. Ambito religioso o de las relaciones más explícitas con Dios

En contacto con otros pueblos, Israel corre el peligro de caer en la esclavitud de unas divinidades despóticas, mercantilistas y deshumanizadoras. Son las divinidades que exigen para sí mismas el sacrificio de lo mejor, incluso de los primogénitos, las que fun­damentan el despotismo de la monarquía y la opresión de los po­bres.

Ante este peligro, los creyentes ayudan a profundizar en la ex­periencia del Dios liberador y en la relación religiosa que dicha experiencia supone. También son de gran ayuda las oraciones per­sonales y comunitarias, que recogen dicha experiencia y la res­puesta esperada.

En este ámbito, pues, los Salmos son una plegaria que intenta liberar de los dioses falsos; que recuerda y pone en relación con el Dios liberador, acompañante, presente en medio de ellos, rey de un reino de libertad, creador de un mundo hecho para la realiza­ción de todos; que compromete a vivir libremente, en coherencia con el Dios que se recuerda.

Cinco son los grandes temas explícitamente religiosos objeto de recuerdo y compromiso en los Salmos.

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3.2.1. Exodo y alianza

Coloco estos Salmos en primer lugar porque el éxodo y la alianza constituyen el punto nuclear de la existencia y la fe de Israel y porque es lo que lo distingue de cualquier otro pueblo.

Salmo 77, 12-21: en un contexto de súplica por la crisis pro­vocada por el exilio, una crisis perfectamente expresada en la pregunta “¿nos ha abandonado Dios?”, en este salmo se respon­de que no, porque lo propio de Dios es liberar y hacerlo real­mente y porque la relación entre Dios y el pueblo se basa en la liberación, alcanzada entre ambos.

Salmo 78: en un contexto de renovación de la alianza rota, se insiste en la conversión y se hace una fuerte exhortación a ella.El motivo que se da es la acción repetida de Dios a lo largo de la historia, una acción liberadora que llama a la conversión (veánse los w . 5a.12-l6.23-29.42b- 55.65-72).

Salmo 81: en un contexto parecido al del salmo anterior, es decir, de una fiesta de renovación de la alianza, quiere subrayar que vivir según la experiencia de liberación lleva a una vida plenamente feliz.

Salmo 105: en el postexilio y en relación con la alianza, se recuerda de nuevo a Dios, siempre fiel a su compromiso, que ha ido haciendo actos liberadores en la historia.

Salmo 114: en relación con la alianza, se celebra que Dios pon­ga siempre todo al servicio de la liberación.

Salmo 136: en el postexilio y en relación con la alianza, se recuerdan las actuaciones liberadoras de Dios, las cuales son muestras de su amor y de su estilo liberador.

3.2.2. Presencia de Dios en Sión

Otra experiencia fundamental sobre Dios recogida en los Sal­mos es que está presente en Jerusalén y, sobre todo, en medio de su pueblo. Nos ayuda a descubrir, además, cómo es y cuál es el estilo de Dios. Esta experiencia es causa de alegría y compromiso

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de vida para que de verdad Dios pueda estar siempre presente en medio de su pueblo.

Salmo 48: posiblemente situado en el contexto de la reconstruc­ción de Sión después del exilio, en la época de Nehemías, recoge la experiencia vivida hacia el año 700 a. C. cuando los asirios quisieron conquistar Jerusalén, pero no pudieron.

El análisis de este salmo nos puede ayudar a descubrir mejor su contenido: w . 2-4: grande es Yahveh y grande es Sión; 5-8: los enemigos fracasan en su intento por entrar en Sión (¿se alude aquí a la coalición y a la guerra siró— efraimita contra Jerusalén del año 735 a. C. o a la invasión asiria y al asedio de Jerusalén, en tiempo de Ezequías, en los años 704-702 a. C.?); 9-12: Dios está presente sobre todo en forma de amor y justicia; 13-14: se mani­fiesta un gran gozo (¿por la reconstrucción de Nehemías?); I4b-15: se concluye que “así es Dios y así actúa Dios en la histo­ria”.

Así, pues, en este salmo, Israel vuelve a descubrir al Dios que continúa siendo liberador, que es fiel, que se convierte en un casti­llo para su pueblo, que hace inútiles todos los esfuerzos de sus enemigos. Este salmo libera de todo miedo, basándose en el hecho de un Dios que hace alianza con su pueblo, que está presente en Sión y que no abandona nunca a su pueblo.

Salmo 84: en cuanto a su género literario es una mezcla de himno, salmo de peregrinación y salmo de la presencia de Dios en Sión. Propone la gran alegría por encontrarse dentro del templo, en la presencia del Señor, y por haber experimentado el acompañamien­to de Dios a lo largo de todo el camino.

Salmo 122: también en este caso el género literario es una mezcla de himno, de salmo para el camino o la peregrinación y de alaban­za por la presencia de Dios en Sión. En él se muestra la gran alegría por ir a Jerusalén y al templo de Dios. Pero, ¿qué es lo que produce esa gran alegría? Que en Jerusalén se hace la justicia, se trabaja por la paz y se vive la felicidad. Todo esto hace de Jerusa­lén una ciudad liberadora.

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Salmo 125: en el contexto de un salmo gradual, para los momen­tos en los cuales los peregrinos encontraban fuertes dificultades para seguir el camino hacia Jerusalén. Hace una cierta extrapolación y aplica el contenido a quienes desconfían y no avanzan, a quienes caen esclavos de sus miedos.

3.23 . Dios es rey

Estos salmos, que suelen tener algo de himnos o alabanzas, suelen servirse, como escenificación dramática, de algunos de los pasos que se seguían en la coronación de los reyes. Se habla de Yahveh, modelo para los gobernantes, y del reino de Yahveh, imagen de la utopía.

Salmo 97: es posible que el contexto existencial de este salmo sea el del retorno del exilio en Babilonia. En este posible contexto, el salmo se desarrolla de la manera siguiente: w . 1: invitación a la alegría, porque Dios viene como rey; 2-6: se afirma que los pilares de su trono son la creación y los actos salvíficos y liberadores; 7-8: se dice cuál es la reacción de los idólatras y la de Sión; 9-11: se dan los motivos de alabanza, es decir, que viene con poder y para salvar; 12: concluye con una nueva invitación a alegrarse.

Este salmo, pues, niega, en primer lugar, la posibilidad de cual­quier otra divinidad, afirma después la soberanía única de Dios, para acabar concluyendo que las divinidades esclavizan y oprimen y que, en cambio, sólo Dios libera y salva.

Véanse también los salmos 98 y 99.

3.2.4. Dios, señor de la creación

En realidad, Israel tuvo mucho cuidado en no aceptar a la pri­mera la afirmación de que Yahveh es creador de todo. Quizás porque dicha afirmación la veía muy unida a la religión cananea, ya que los cananeos tenían como uno de sus dogmas fundamenta­les el de la divinidad o las divinidades creadoras. Israel llegó a aceptar esto, cuando vio que ya no había peligro de interpretar esta afirmación como un mito fuera de la historia, es decir, cuando ya

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la experiencia de liberación fue tan central en su vida que el hecho de un Dios creador pudo ser entendido como que Dios inició la historia de salvación de la humanidad con la creación. La crea­ción, por lo tanto, no era un acto ocurrido en el mundo mítico de los dioses, sino que había ocurrido en la historia.

Los salmos, pues, que tienen como centro a Dios, señor de la creación, se convierten en una especie de defensa de un Dios his­tórico, contra toda mitificación de la naturaleza y la fecundidad de la tierra, tan propia de los pueblos cananeos.

Salmo 8: en un contexto himnico, en los versos 2 y 10 se encuen­tra el lema del salmo, la alabanza del nombre de Dios. Se dan a continuación los motivos de tal alabanza, que no son otros que la creación misma (w. 2b-5) y la creación del ser humano y, además de ello, la tarea encomendada a él en la misma creación (w. 6-9).

Salmo 104: se trata de un salmo que tiene relación con el himno a Athon del faraón Akenathon. En él se desmitifican todas las reali­dades en cuanto que son creaturas de Dios, que hablan de él y lo señalan, pero no son él.

Salmo 135: en los w . 1-4 de este himno encontramos la ip.vitvi- ción a la alabanza y el motivo principal: Dios es bueno y ha amado preferencialmente. Se pasa a continuación a otros motivos más concr-icc: ‘¿zvl por encima de todos los dioses (v. 5), ha creado (w. 6-7), ha sacado de Egipto (w. 8-9), ha conducido a la tierra (w. 10-12), es salvador (vv. 13-14), su acción deja en ridiculo a los ídolos que nada pueden (w. 15- 18). Concluye con una nueva invitación final a la alabanza (w. 19-20) y con una alabanza final.

La conclusión de este himno es que el Señor es grande mientras que los ídolos nada valen y quedan, por consiguiente, desautoriza­dos.

Salmo 146: es un himno con dos adaptaciones. La primera es una llamada a la confianza (w. 3-5) y la segunda, una constatación uc que Yahveh rey es quien hace todo aquello que se alaba en ei salmo (v. 10). Su contenido es el siguiente: se parte de una invita­ción para alabar a Dios a la que sigue un compromiso de hacerlo

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(w. 1-2), se da el primer motivo que es el de la creación (v. 6a), se añade el segundo motivo que es el de la salvación de los pobres (w. 6b-9).

Véanse también los salmos 19, 33, 113 y 136.

3.2.5. Señor que se relaciona amorosamente

Tras los salmos de los cuatro apartados anteriores, en los cuales el denominador común es la alabanza a Dios por sus acciones, su creación, su liberación, su realeza, su ley y presencia en medio de su pueblo, recogemos aquí un salmo que puede hacer de síntesis conclusiva de los mismos. Se trata del Salmo 103.

Se trata de una mezcla de himno y acción de gracias, cuyo contenido se desarrolla de la siguiente manera. En primer lu­gar, la invitación a la alabanza, en los w . 1-2, que tiene su inclusión en los w . 20-22, donde se vuelve a hacer una invita­ción conclusiva a toda la creación para que alabe al Señor. El punto central está constituido por los diferentes motivos que se dan para tal alabanza: motivos personales de agradecimiento (w. 3-5); motivos generales de alabanza como son la justicia de Dios, su solidaridad, su perdón, su amor, su ternura y su com­prensión de la debilidad humana (w. 6-14); ha hecho alianza y se mantiene fiel con un ser que él sabe que es débil, pero del que espera que responda con fidelidad (w. 15-18); es rey (v.l9X

En este salmo, pues, aparece la síntesis de lo que Israel ha descubierto sobre su Dios y cuya afirmación es desmitificad ora y desenmascaradora de cualquier otro dios o imagen de dios que no responda a la experiencia creyente. Y esta síntesis no se centra en otra cosa que en el amor de Dios. Dios es amor y misericordia, y éste es el gran motivo para alabar a Dios.

3.3. Ambito internacional

Como se sabe, el origen de la existencia de Israel está en la liberación de diversos grupos, dominados por el imperio egipcio

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hacia los años 1300-1250 a. C. En este hecho histórico, algunos descubren la presencia de Dios y le cantan “dando gracias”. En esta línea estaría el texto de Exodo 15, el canto tras el paso del mar Rojo, en el cual se dice que Dios trastoca los planes de los opresores y se pone de parte de los oprimidos, quienes se liberan. También se pueden colocar aquí los himnos del apartado anterior, que afirman que Dios es “así”, es decir, liberador.

Pero con la llegada a la tierra no se acaban las esclavitudes. Israel vive en continuas situaciones de servidumbre respecto a las otras naciones que lo rodean. Esto se debe, en parte, a su situación geográfica. Esta servidumbre toma diferentes formas: la de un vasallaje humillante y empobrecedor respecto a las superpotencias; la de un vasallaje a menudo buscado por los propios reyes de Israel para conquistar el poder, mantenerse en él y defenderse de los enemigos; la de una invasión y colonización del país, convir­tiéndose éste en una provincia más de la superpotencia dominadora; la de una deportación y el exilio consiguiente.

Y, ¿qué consecuencias lleva consigo dicha esclavitud? Lleva con­sigo la imposición de dioses extranjeros, la aceptación de alianzas como si estas fuesen con dioses que salvan, la concepción guerrera de la existencia y la historia, y un estilo de vida cada vez menos inspira­do en la experiencia liberadora. Tal esclavitud pone en juego y peli­gro la propia existencia de Israel, el propio estilo de vida, la propia fe peculiar, el propio papel testimonial respecto a las naciones.

Es, por lo tanto, natural que si los Salmos son la expresión de la vida, este aspecto tan importante y comprometido de la vida de Israel quede reflejado en ellos. Esto ocurre sobre todo en las “sú­plicas del pueblo o súplicas colectivas”, en las “acciones de gracias comunitarias” y en algunos fragmentos de los Salmos del “mesías salvador del pueblo desvalido”. Veamos algunos ejemplos.

3.3.1. Súplicas colectivas

Todas suelen tener una estructura semejante; invocación, queja, petición, (motivos de confianza) y (anticipación de la acción de

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gracias que seguirá). Pero entre estas súplicas podemos distinguir varias clases.

(a) Súplicas del pueblo inocente

Salmo 44: recoge una de cantas situaciones, donde la opresión internacional parece indicar que Dios ha abandonado al pueblo “inocente”. El punto de arranque lo encontramos en el v. 2, en el cual se recuerda la voluntad salvadora de Dios y su realiza­ción en el pasado. La tradición ha transmitido las antiguas gestas de Dios, cuando el pueblo llegó hasta la tierra y se fue situando. En los vv. 3-5 se profundiza cuál es la intención de Dios: conseguir que “vivan libres”, ponerse completamente al servicio del amor al pueblo, demostrar de una vez por todas que tener tierra no dependió de la espada o del poder, sino de la voluntad de Dios. El v. 6 subraya la identificación entre Dios y el pueblo, la causa de Dios y la causa del pueblo, y presenta la acción conjunta de Dios y el pueblo contra los ene­migos comunes. En el v. 7 encontramos un pequeño paréntesis en el que se aplica al “yo individual” que no se debe poner la confianza en las armas. Se insiste a continuación, en el v. 8, en que la fuerza sólo viene de Dios y sólo él realiza la salvación, el Todo lo anterior producía una realidad y un compromiso de alabanza.

Pero viene a continuación el contrapunto. Se habla del presen­te. En éste, aparentemente, ocurre todo lo contrario. Y esto en perjuicio no sólo del pueblo inocente, sino tembién del mismo Dios: la causa de ambos sale perjudicada. Esta experiencia es desarrollada del modo siguiente. En los vv. 10-11 se constata que Dios parece haber abandonado al pueblo; éste está como ...uerro, ya que Dios lo ha dispersado (v. 12). ¿Qué ha ganado Dios mn Mr--! v^nra de su nuncio'’ Mr.da en absoluto (v. ’ V». Lo único que ha conseguido es que todos los vecinos se rían de él (vv. 14-15). Volvemos» a encontrar aquí un nuevo paréntesis en el que se apiiean al "yo individual" las burlas anteriores (vv. 16-17). La pregunta que surge entonces es por qué. ¿Es porque se han olvidado o traicionado a Dios y a su alianza? No, es la

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respuesta; no se han alejado, no se han olvidado, no han dado culto a otros dioses. Sufren, por lo tanto, ellos que son inocen­tes y mueren precisamente por ser fíeles a Dios (vv. 18-23).

Se levanta, entonces, una interpelación a Dios, fundamentada en la confianza de que no puede ser verdad, no puede ser posi­ble que Dios abandone a los inocentes. La interpelación toma la forma de un grito al Señor para que despierte, ya que no es posible que Dios abandone a quienes sufren y se ponen en situación de duelo y súplica; se le grita con toda confianza para que venga a defender y liberar por el amor que tiene al pueblo (w . 24-27).

¿A qué situación responde este salmo? A una situación de dis­persión, que parece negar la fidelidad de un Dios que había comprometido su nombre en la liberación de unos grupos para que formasen una nación, testimonio vivo de un Dios que no soporta la opresión de los débiles por parte de los poderosos. “Yo estaré presente en su historia y así seré", había dicho Dios en el momento en que se les había manifestado, cuando la liberación de Egipto. Pero, ¿lo estaba ahora? Es posible que se esté haciendo referencia al tiempo del exilio babilónico o quizá al de la revuelta macabea contra los opresores, cuando la crisis estuvo a punto de acabar con el pueblo de Dios, diluyéndolo en la cultura y la concepción global griega.

¿Cuál es la oración del pueblo en esta situación? Sigue los si­guientes pasos: (1) recuerda las actuaciones pasadas y los pro­yectos de Dios; (2) recuerda la unión de proyectos e intereses entre Dios y el pueblo; (3) relativiza todos los medios de poder que se suelen utilizar en cualquier empresa, exhortando a no confiar en las armas y en el poder porque éstos no producen salvación integral; (4) pregunta por el significado y la razón del sufrimiento del pueblo pobre e inocente, que llega a morir siendo fiel a Dios y sin haber abandonado o traicionado su alianza; (5) interpela a Dios que parece haber abandonado al pueblo sin razón, que no gana nada con lo que le está ocurrien­do al pueblo y cuyo nombre queda en entredicho, ya que se

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burlan del pueblo y, por consiguiente, se burlan de Dios mis­mo; (6) grita al amor de Dios, a lo que hace que Dios sea Dios; y (7) confía en que todo será para mayor gloria de Dios, en que, en último término, se mostrará una vez más cuál es el proyecto y la intención de Dios, la vida y no la muerte del débil que está indefenso.

Salmo 60: parece que este salmo está en relación con la derrota ante los filisteos y edomitas. El pueblo muestra su confianza en que Dios puede y quiere salvar y en que, por lo tanto, salvará. El motivo principal de esta nueva actuación de Dios está en que ellos no son poderosos, sino débiles y maltratados. Este salmo, por consiguiente, refleja muy bien la espiritualidad de los pueblos pobres y oprimidos, los cuales están en manos de los fuertes, que se aprovechan de ellos: “Dios está con los débi­les a quienes quiere salvar de los fuertes”.

Salmo 74: este salmo puede estar en relación con la destrucción de Jerusalén por los babilonios o con la opresión helenista. Empieza en el v. 1 preguntando por el abandono y el aparente rigor de Dios. En el v. 2, le recuerda a Dios su alianza y su compromiso de estar en Sión. Constata luego, en los vv. 3-9, la realidad, es decir, que quienes están presentes en Sión son los enemigos. En los vv. 10-11 pregunta el por qué de este insulto del enemigo contra el pueblo y contra Dios mismo, por qué Dios deja que esto ocurra, siendo así que lo que está en juego es el mismo nombre de Dios. Se le recuerdan a Dios sus accio­nes y su poder (vv. 12-17), para recordarle después que su nombre es insultado cuando los indefensos son oprimidos por los poderosos (“el enemigo te insulta”, “desprecia tu nombre”, “todo el día el injusto te insulta”) y para llamarlo, finalmente, a la acción (“no olvides tus favores”, "piensa en la alianza que tú hiciste”, "defiende tu causa").

Uno de los puntos más importantes de este salmo es que en él se identifican la causa de Dios y la de los pobres e inocentes. Estaría en la línea de lo que dice Ezequiel cuando habla de que la gloria de Dios es despreciada por dos motivos: porque se

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identifica con el honor del pueblo pobre y porque Dios com­promete históricamente su nombre con la gloria del pueblo. Ahora, pues, los pueblos opresores y todas las naciones creen que Dios ha faltado gravemente a su compromiso.

Estos salmos o súplicas del pueblo inocente se pueden actuali­zar. Pero esto sólo es posible si se hace desde la conciencia de crisis y no desde la autosuficiencia de la abundancia, la riqueza y el poder alienantes; desde la convicción de lo mucho que nos falta para que nuestros proyectos sean los de Dios; desde los pueblos inocentes que sufren la opresión de los poderosos y no desde estos últimos, que ponen su fuerza y seguridad en tener y ejercer el poder y se creen dioses con derecho sobre la vida y la dignidad de los pobres; desde nuestra solidaridad real con los pobres e inocen­tes que sufren, y desde nuestro compartir su causa como la propia causa, como la causa de Dios por la que vale la pena dar la vida; desde nuestra identificación real con los países pobres que sí pue­den orar a Dios así; desde nuestro abajamiento solidario, semejan­te al de Jesús (ver Flp 2).

Desde estas situaciones se le pueden recordar a Dios sus pro­yectos y sus compromisos de acompañar a quienes luchan por la libertad, se puede discernir si nuestros proyectos y compromisos van en la línea de los de Dios, se puede interpelar a Dios para que actúe en favor de su gloria y de la vida del pobre, se puede dar testimonio de cómo es Dios y cuál es su voluntad, se puede traba­jar con esperanza para que los pueblos y los grupos inocentes recobren la dignidad y la vida, ya que esto es lo que sin duda quiere Dios.

(b) Súplicas del pueblo que se sabe culpable

Estas súplicas profundizan en el estilo de Dios. Incluso cuando parece que el dolor proviene del pecado del pueblo que es castiga­do, los salmistas llegan a descubrir que Dios no es así, no es un Dios “castigador”, sino todo lo contrario.

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Salmo 79- en relación posiblemente con la caída de Jerusalén. Empieza en los vv. 1-4 con la situación de ruina y desolación. Ante ello, el salmista se hace la pregunta, en el v. 5, sobre si Dios es un Dios severo y riguroso. Parece que a esta pregunta se debe responder afirmativamente porque, como se dice en los vv. 6 -10a, no parece estar actuando de acuerdo con lo que espe­raríamos de su bondad. Parece un Dios riguroso que castiga por el pecado, un Dios que no se compadece de los débiles; su nombre, en consecuencia, no es honrado, su amor y manera de ser no pueden ser reconocidos por los pueblos. A pesar de todo, en los vv. 10b-12 se muestra la confianza en que Dios volverá a actuar pidiendo cuentas por la sangre derramada, escuchando el llanto de los cautivos, liberando a los presos condenados a muerte, defendiendo al pueblo a pesar de sus pecados. La con­fianza lleva a la petición de que, en efecto, actúe de esta mane­ra. Se acaba, en el v. 13, con un compromiso para alabar y dar gracias.

Salmo 85: el contexto parece ser el de las dificultades para retornar del exilio. Se comienza recordando el pasado y cómo Dios siempre ha honrado a su pueblo (vv. 2-4). Se pide a conti­nuación que ahora haga los mismo, a pesar de la poca vida del pueblo y de su pecado, motivando esta petición en que el rigor y la muerte no son lo propio de Dios y en que lo propio de Dios, en cambio, es el amor y la salvación (vv. 5-8). A esta petición, Dios responde en el v. 9 que su palabra es de conver­sión y de paz. Esto provoca que se comience a hablar del futuro de Dios con su pueblo. Se dice que Dios está cerca para salvar, que su gloria habitará en el país y que cohabitarán la fidelidad y el amor, la bondad y la pa2.

¿Cómo actualizar este salmo? La lección que nos da es que no se trata de manipular los sentimientos de culpabilidad e inten­tar justificar el dolor como “castigo justo” de Dios por nuestro pecado (en esta línea irían muchas interpretaciones de las catás­trofes naturales, las epidemias y las guerras); se trata, en cam­bio, de descubrir que en la actuación histórica de Dios (una actuación liberadora y misericordiosa) está la clave de interpre-

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tación de cómo es Dios, cuál es su estilo de obrar, qué línea de acción futura podemos prever por parte de Dios y cuál es su voluntad respecto a nosotros, personal y estructuralmente (con­versión, reconciliación y utopía).

(c) Súplicas para conseguir el apasionamiento de Dios

En el fondo, aquí encontramos salmos que lo único que piden es que Dios “se muestre tal como es”. Con esto sería suficiente. Véanse los salmos 77 y 83.

3.3.2. Acciones de gracias colectivas

En estos salmos se afirma que Dios, a lo largo de toda la histo­ria, ha tomado partido en favor de los tratados injustamente, en favor de su vida y no de su muerte. Por esto se dan gracias en las acciones de gracias colectivas.

Salmo 9- en los w . 5-7 se empieza reconociendo que Dios siempre ha sido un juez justísimo y ha tenido en cuenta cómo los pueblos han destruido injustamente a sus pueblo. Se afirma a continuación, en los w , 8-14, que lo será también ahora y en el futuro con el pueblo maltratado, con el pueblo que lo busca, con el pueblo indefenso que clama, con el pueblo que es lleva­do a la muerte por sus enemigos. Estos, los opresores, caerán en las trampas que han puesto al desvalido, mientras que éste nunca será defraudado (vv. 15-19)- La petición final (vv. 20-21) hace referencia a que los seres humanos no triunfen en el mal y a que aprendan de una vez por siempre que no son Dios, sino sólo seres humanos. Veánse los salmos 66 y 118

33 3 . Dios estará con el mesías

Encontramos en algunos salmos algunos fragmentos en que se habla de la acción del ungido de Dios en favor del pueblo desvali­do. La afirmación es que Dios lo hará triunfar a él y a su misión.

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Salmo 72: se trata o bien de una oración por el mesías o bien de un retrato-robot del mismo. En todo caso, el papel que se le asigna al mesías es el mismo.

Se pide que haga justicia a todos los humildes (vv. 1-2), que favorezca la paz y la justicia en favor de los pobres, y esto de una manera duradera y efectiva (w . 3-7), que extienda su reino (vv. 8-11), que cumpla su papel social liberando al pobre, apia­dándose del débil, rescatando su alma de la opresión, enrique­ciendo al pobre, bendiciéndolo y orando por él (w . 12-15), que consiga crear un reino paradisíaco (v. 16), que sea bendito por Dios y que así en él sean benditas todas las naciones (v. 17): En los vv. 18-19 se hace una doxología final.

Puede ser que algunas de estas peticiones no lo sean. Se trataría entonces de afirmaciones de lo que Dios quiere para su ungido y de lo que, por lo tanto, será.

Véanse también los salmos 20, 6-10; 21, 9-13; 89, 23-26; 110, 5-6; 132, 18.

Como conclusión de todos estos salmos que hacen referencia al ámbito internacional, se llega a afirmar que el pueblo se mantiene firme en su fe y su estilo de vida. El Salmo 137 es muy iluminador en este sentido.

Salmo 137: tiene relación con la destrucción de Jerusalén y con el exilio. En este contexto se expresa la fidelidad a Sión y a Dios, en medio de una opresión fortísima, expresada en forma de una liturgia de duelo y lamentación.

Se parte de una situación desoladora, en la cual se añora a Sión estando en el exilio. Esta situación se dramatiza usando unas imágenes muy significativas: se han dejado los instrumentos musicales colgados, sin uso, de las ramas de unos sauces “lloro­nes”. Esta situación se agudiza al máximo cuando, por si fuera poco, los enemigos que los han deportado les piden que canten (vv. 1-3).

Se expresa luego la gran fidelidad a Jerusalén, manteniendo el silencio como gesto político. Efectivamente, cantar en tal sitúa-

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ción sería folklórico, sería contrario a la vida; se trata de seguir recordando a Sión como estilo de vida. Cantar sería banalizar a Sión, que sigue siendo proyecto de vida y vale más que Babilonia con todas sus riquezas (vv. 4-6).

Se acaba interpelando a Yahveh, ya que es su mismo nombre el que está cuestionado, con la confianza de que, en último térmi­no, no triunfará la opresión y todo aquello que quieren impo­ner al pueblo de Dios.

3.4. Ambito intranacional o social

Hay salmos que recogen otra situación importante de la vida del pueblo. Aquella en la cual el pueblo, con su vida y sus relacio­nes interhumanas, puede transparentar el estilo de ser y actuar de Dios; o bien la situación en la cual el pueblo puede ofuscarlos u opacarlos.

El pueblo que había surgido de la experiencia de liberación, lo había hecho con una fuerte conciencia de pueblo fraternal y soli­dario. En la historia hubo de todo. Momentos en que hubo una gran falta de fraternidad y solidaridad, y otros en que parecieron acentuarse los caminos a seguir para dar testimonio del estilo de Dios y la respuesta que él esperaba.

Los libros bíblicos son la prueba y el testimonio de lo anterior. Los salmos también recogen estas situaciones y estos caminos a seguir. Lo podemos ver en tres puntos: constatación de la situa­ción y de la esperanza en que Dios actúe como es (a veces se insiste en la situación, a veces en la acción de Dios); papel del rey mesías en la tarea transformadora y declaración de felicidad y vida para los que trabajan en favor de la justicia.

3.4.X. Constatación de la situación y esperanza en la actuación de Dios

El pueblo de Israel vivió muchos problemas de injusticia e insolidaridad. A menudo los provocaron la monarquía y todo lo que ella implica (el pueblo a su servicio, los impuestos, el recluta­

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miento del personal militar y cortesano, la opresión y la violencia contra quienes no están de acuerdo), la clase aristocrática (los sa­cerdotes, los militares y los consejeros del rey se van enriquecien­do a costa del pueblo y gracias a su postura siempre en favor del poder del rey), los jueces (se dejan comprar y dan la razón a quien no la tiene), los poderes económicos (convierten a los campesinos insolventes en sus esclavos), la religión (se centra en actos de culto y en sacrificios y sirve de tapadera de los problemas, incluso después del exilio se hacen ayunos y penitencias, pero cada uno sigue haciendo lo que le parece). Como resultado de este proceso, los pobres se fueron haciendo cada vez más pobres y los ricos más ricos.

Esta situación, denunciada continuamente por los profetas, es constatada en muchos salmos como punto de partida para pasar, después, a la súplica para que Dios actúe como es y tome así postura. Dios opta en favor de los que sufren, considera a los pobres como su “pan sagrado”, humilla a los poderosos y ensalza a los humildes. En estos salmos se insiste a veces en la constatación de la situación, a veces en la esperanza de que Dios actúe como es, a veces en la descripción de cómo es el estilo de Dios, a veces en todo ello. Hagamos un breve análisis de algunos de estos salmos.

Salmo 10: este salmo es una mezcla de súplica, de salmo de alianza y de salmo profetico. Comienza con una invocación y una súplica general (v. 1) a la que sigue un análisis de la con­ducta de los injustos: su ambición y su avidez de riquezas son el motor de la acción del explotador del pobre y del desvalido, sus técnicas son el engaño, las especulaciones, la violencia y la coacción, el fruto de su acción es la opresión del pobre; atre­viéndose, además, a afirmar que “a Dios nada de lo anterior le importa en absoluto (vv. 2-11). En consecuencia, pide a Dios que actúe según su estilo de siempre (vv. 12-13). Acaba alter­nando las súplicas para que Dios actúe con los motivos de d i­chas súplicas. Se le pide y se le recuerda su manera de ser: mira las penas y sufrimientos, las toma entre sus manos, recoge al indefenso y al huérfano que se abandonan, puede desarmar al

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malvado y hacerlo responder, puede escuchar el deseo del inde­fenso, fortalecer su corazón, hacerle justicia, darle valor ante cualquiera que pretenda hacerle mal (vv. 14-18).

Salmo 12: ante las acciones de los malvados (ya no se encuentra bondad, fidelidad y autenticidad, sino todo lo contrario, es de­cir, hipocresía y adulación), se suplica a Dios que actúe tal como él acostumbra a hacerlo, es decir, levantándose para salvar del peligro a desvalidos y pobres, haciendo vanos todos los es­fuerzos y todas las maquinaciones de los injustos, enalteciendo a los humillados y despreciados (w . 6-9).

Salmo 62: relacionado de alguna manera con el profetismo. Comienza declarando la felicidad cerca de Dios (vv. 2-3) para presentar luego cuáles son las aciones del injusto y de quien no está próximo a Dios: intentos para hacer caer al otro, engaños, hipocresía y falsedad (vv. 4-5). Se vuelve a proclamar la felici­dad de quien está cerca de Dios (vv. 6-9) para acabar presen­tando, por una parte, las acciones de los injustos: apariencia, adquisición de riquezas robando, colocación del corazón en las riquezas (vv. 10-11); y, por la otra, la acción de Dios en contra de ellos (vv. 12-13).

Salmo 82: comienza afirmando que la postura de Dios es hacer justicia (v. 1) e interpelando a los injustos: dan sentencias in­justas, favorecen a los culpables, abandonan a los débiles, huér­fanos, pobres, desvalidos e indigentes (vv. 2-4). Se creen dioses, pero Dios los hará caer y morir. Esta es la confianza que tienen los inocentes (vv. 5-7). En el v. 8 se acaba suplicando para que Dios actúe así.

Véanse también los salmos 11, 14, 34, 50, 52, 58, 73, 75, 94, 113 y 146.

3.4.2. El papel del “mesías”

Una mediación importante en esta transformación social que Dios quiere realizar es el “mesías”. Ya los textos proféticos llama­dos “mesiánicos” hablan de que vendrá a realizar la paz justa den­

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tro del pueblo y la paz más amplia entre las naciones. Este es uno de los papeles fundamentales de los reyes, pero éstos a menudo no cumplen con él.

Varios salmos recogen esta temática: 45, 72 y 101.

3.4.3. Declaración de felicidad y vida para quienes trabajan por la justicia

Con estos salmos se llama a todos a cambiar las cosas y a actuar en la misma dirección de Dios. Se proclama que con ello se es auténticamente feliz.

Salmo l: en este salmo, relacionado con las bendiciones y mal­diciones propias de la realización de una alianza, en los w . 1-3 se declaran la felicidad y el éxito del justo así como también la infelicidad y el fracaso del injusto (w . 4-5). El motivo que se da es que Dios toma partido por el justo (v. 6).

Salmo 15: en este salmo de peregrinación, se pregunta, en el v.1, quién está con Dios. La respuesta la encontramos en los vv.2-5a, donde se presenta un catálogo de acciones justas que unen a Dios y producen alegría y felicidad. Se concluye que quien así actúa se mantendrá siempre firme.

Véanse los salmos 14, 7; 34, 13-15; 52, 10-11; 62, 2-3.6-9 y 72.

3.5. Ambito personal

Hemos visto que la oración sálmica es liberadora de la religión idolátrica que esclaviza de las opresiones internacionales y de las rupturas de la fraternidad. Ahora nos queda ver cómo también expresa la liberación de las esclavitudes personales (que tienen muchas formas y raíces) y cómo expresa la felicidad de quienes viven liberados con el Señor. Veámoslo en siete apartados.

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3.5.1. Salmos de reconocimiento del propio pecado y de las propias limitaciones y del perdón gratuito y amoroso de Dios

El punto de partida es la realidad del propio pecado y de la propia debilidad. Esta realidad nos suele bloquear y paralizar, no nos deja caminar libremente, nos llena de miedos, nos conduce a la propia muerte.

¿Qué podemos hacer frente a ello? ¿Hacer caso de quienes piensan que no sirve de nada rehacer nuestra relación con Dios? ¿Reconocer lo que tenemos de negativo, aceptarlo y ponerlo ante la presencia de un Dios que sabemos que perdona? Quien hace esto último queda libre del pecado y de sus limitaciones y vive a Dios en él y en su actuación.

Salmo 6: este salmo subraya los motivos dados: la propia debi­lidad, la bondad de Dios, la imposibilidad para servir a Dios una vez muertos y el peligro de que Dios no se muestre como es.

Salmo 51: subraya el reconocimiento del pecado y de la justicia de Dios si se decidiese a castigar, la petición de misericordia y de cambio total en él, que equivale a salvar; el compromiso de anunciar la liberación del pecado y de celebrarla.

Véanse los salmos 32, 38 y 130.

3.5.2. Salmos de súplica del justo perseguido por los iivjustos

Son muy numerosos. Se suele partir de la persecución violenta del justo, se constata la dureza de la persecución capaz de llevar a la muerte, se siente con frecuencia el abandono de Dios y se supli­ca, finalmente, a Dios para que acabe con la situación y con los injustos que la provocan (ver las imprecaciones). La súplica está fundamentada en la propia debilidad, en la manera de ser de Dios, que se observa en sus acciones pasadas, en las burlas contra el inocente y, por lo tanto, contra Dios mismo. A continuación suele adoptar el compromiso para acabar con el mal, afirmando en últi­mo término la confianza en el Señor.

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Salmo 22: es el famoso salmo de Jesús en la cruz. El punto de partida es la súplica ante el abandono de Dios (vv. 2-4). Aban­dono que se vive más agudamente al tener en cuenta sus accio­nes pasadas (vv. 5-6). Se llega a presentar la situación como desesperada (vv. 7-9) y se suplica con fuerza, ya que Dios cono­ce profundamente al salmista (vv. 10-11). En los vv. 12-19 se hace una nueva presentación de la situación desesperada, a la que sigue, en los vv. 20-22, una nueva súplica. El salmo acaba con una promesa de acción de gracias (vv. 23.26-27), una ala­banza a Dios (vv. 24-25), una constatación del papel testimo­nial ante las naciones (vv. 28-30a) y un compromiso a seguir dando gracias (vv. 30b-32).

Salmo 140: se trata de una súplica contra los injustos que quie­ren hacer caer en la trampa, de una súplica confiada en que Dios no satisfacerá los planes de los malvados y que, por lo tanto, en último término, caerán los injustos y se levantarán los justos.

Véanse también los salmos 3, 5, 17, 27, 35, 54, 59, 71 y 109.

3.5.3. Salmos de súplica del justo perseguido por sus mismos compañeros

Este es el caso más doloroso, pues se trata de la persecución producida por amigos y compañeros. Tiene cierta relación con la experiencia del profeta Jeremías, perseguido por sacerdotes, pa­rientes y profetas. Jesús mismo, cuando habla de las persecucio­nes, también alude a estas experiencias.

Es por otra parte un tema muy actual: tantas incomprensiones de quienes dentro de la misma comunidad eclesial no piensan lo mismo y persiguen a quienes intentan dar respuesta a los proble­mas de los más pobres.

Quizá el Salmo 55 es el más significativo y el mejor ejemplo de ello. Subraya el terror del justo ante las maldiciones que se lanzan en contra suya y de las cuales no puede huir; se siente rodeado por los injustos, que a veces son sus mismos compañeros. El problema

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está en que casi no cae en la cuenta, pues lo hacen a escondidas y ¡están tan cercanos a él! Pide, entonces, que Dios acabe con sus planes y persecuciones y tome partido a favor de los justos que confían en él. Acaba con un fuerte acto de confianza.

3.5.4. Salmos que expresan las tentaciones del justo perseguido

El punto de partida es el desconcierto del justo perseguido, quien ve cómo los injustos triunfan en todo y cómo los justos fracasan también en todo. Esto provoca la tentación del justo, quien piensa que quizá sería más feliz si se dejase llevar por la ambición, la violencia, la agresividad y la falta de escrúpulos. Es una tentación muy actual de los inocentes y justos, en la que conti­nuamente se cae. Pero al fin se acaba con una acto de confianza y con la afirmación de que Dios está con los justos.

Salmo 36: subraya la tentación porque la actitud del malvado pone en duda el amor de Dios a la justicia y al que la practica.En último término, la tentación es vencida afirmando que el amor que Dios tiene a sus fieles lo demuestra dándoles la victo­ria a costa de los injustos.

Salmo 73: parte de la victoria sobre la tentación, en la cual ha estado a punto de caer. Esta última consiste en pensar que Dios no parece darse cuenta de lo que sucede, puesto que los injus­tos tienen éxito. El salmista opina, entonces, que es mejor ser como ellos, pero cae en la cuenta de que la prosperidad de los injustos es sólo aparente. Acaba optando radicalmente por Dios y su liberación.

Véanse también los salmos 37 y 39-

3.5.5. Salmos de súplica de ayuda a Dios en el compromiso por vivir según él

Encontramos unos cuantos salmos que expresan la confianza en que Dios contará al salmista entre los justos, la definición de la justicia y el deseo de seguir viviendo según lo que Dios quiere.

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Salmo 26: una súplica a partir de una actitud de confianza e inocencia personal. Es una petición de liberación y misericor­dia. A aquélla sigue un compromiso de vida, con la seguridad de recibir la bendición de Dios.

Salmo 139: tras una larga introducción en que se subraya que Dios conoce por dentro la realidad de las personas (vv. 1-18), suplica en contra de los malvados, convirtiendo tal súplica en un compromiso de lucha (w . 19-22), En el fondo es una súpli­ca a Dios para que continúe ayudando a vivir según él (w . 23-24).

3.5.6. Confianza liberadora y alegre

Estos salmos parten de una situación desesperada y casi de muerte. El que se encuentra en esta situación comienza a continua­ción a hacer auténticos actos y declaraciones de confianza. Acaba afirmando que la victoria y el triunfo son de quien confía profun­damente en Dios.

Salmo 23: comienza con una acto de confianza (w . 1-2). Con­fiesa, en medio de situaciones de peligro y de enemigos, que su experiencia es la de un Dios que aguanta y sostiene (w . 4-5). Acaba afirmando que la compañía de la bondad y del amor de Dios es la que produce auténtica vida (v. 6).

Salmo 31: es una súplica confiada en la que se parte de una declaración de confianza, la cual se basa en las actuaciones de Dios en el pasado. El problema que se presenta después es que, con frecuencia, la desgracia llena la vida de los justos. Surge entonces una súplica confiada a la que sigue la seguridad de que Dios ha escuchado la plegaria. Se exhorta, en último térmi­no, a que todos confíen en él.

Véanse también los salmos 4, 13, 30, 40, 2-11, 88, 91» 116,142 y 143.

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La confianza que libera de las penas y de la muerte produce, en último término, la felicidad plena del justo. Por consiguiente, es declarado feliz quien vive honradamente, en la presencia de Dios. Estamos, pues, ante una vida plenamente liberada.

Salmo 84: afirma que la vida en la casa del Señor hace feliz: libera de miedos y conformismos, y compromete a vivir con toda honradez.

Salmo 112: a la pregunta de quién es feliz y quién no lo es, responde que es feliz quien vive de acuerdo con Dios, quien es, por lo tanto, justo y solidario. Vivir así produce la mayor liber­tad y alegría.

Véanse también los salmos 127 y 128.

Conclusión

Este recorrido por los diferentes salmos y por su poder liberador de todas las esclavitudes que dominan a la humanidad puede tener su conclusión en un salmo, el 103, en el cual se alaba a Dios absolutamente por todo, porque todo es don del amor de Dios, un amor liberador.

Dicho amor se manifiesta en la liberación personal, en la libe­ración social, en la manifestación del estilo de Dios, en su perdón, en su amor inmenso, en sus entrañas de misericordia, en su amor por siempre, en su poder. Es este amor, en último término, el que hace feliz y da la libertad de hijos de Dios.

3.5.7. Salmos que expresan la felicidad del justo

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Segunda parte Nuevo Testamento

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Introducción

Hemos hecho un recorrido por toda la historia del pueblo de Dios del Antiguo Testamento y hemos ido descubriendo un estilo peculiar de actuar y de ser de Dios: un Dios que, dado que su pueblo vive entre las esperanzas y las desilusiones, ía libertad y las esclavitudes, el amor y el odio, la solidaridad y el individualismo, se esfuerza continuamente por acercarse a dicho pueblo, por acompañarlo en sus luchas por la liberación, por caminar con él.

A lo largo del itinerario, hemos ¡do viendo cómo las esperanzas del pueblo de Dios se fueron concretando en algunas figuras como la del ungido de Dios (el Mesías que instaurará un reinado de justicia y paz), el siervo de Yahveh (el íntimo de Dios, quien se acerca tanto al dolor del pueblo para acompañarlo, que llega a morir para evitar que el pueblo muera y sufra), el hijo del Hombre (quien ante la prepotencia de los imperios que persiguen y matan a los justos viene desde Dios, desde lo alto, para acabar con dichos imperios e instaurar el único imperio, que no se basa en otra fuer­za que en la de la justicia, la solidaridad, la pacificación y el amor), la Sabiduría de Dios (esa otra manera que tiene Dios para introducirse en la realidad de los miembros de su pueblo y ayudar­los a vivir, alcanzando la sabiduría, para ayudarlos a vivir como seres humanos al modo divino, es decir, según su voluntad).

En este clima de esperanza, preparado por toda la historia de Dios con su pueblo, va a surgir Jesús de Nazaret, el Dios cercano a la humanidad, el rey de ese nuevo mundo de justicia y paz, el compañero inseparable del pueblo sufriente, el triunfador sobre todos los imperios opresores e instaurador de un nuevo y definiti­vo imperio del amor, el portador de una nueva sabiduría de Dios

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para nuestra vida, el Dios realmente con nosotros, el Dios hecho carne nuestra.

El Nuevo Testamento es el conjunto de libros en los que se da testimonio de este Jesús de Nazaret, de este hombre en quien sus seguidores fueron reconociendo a Dios, al Señor que siempre esta­rá con su pueblo.

Vamos a ir viendo cómo se fue escribiendo el Nuevo Testa­mento y cuáles fueron las etapas de su formación.

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XIIIEtapas de la formación del Nuevo Testamento

13.1. Jesús de Nazaret (6 a. C. - 30 d. C.)

Nace en el reinado de Herodes el Grande, hacia el año 6 a. C. Sus padres forman parte del grupo de los pobres de Yahveh, que esperaban la “nueva visita de Dios a su pueblo y la instauración de su reinado”. Lo educan como judío religioso y cumplidor de la voluntad de Dios, expresada en la ley.

Alrededor de los años 27 ó 28 d. C. inicia una cierta actuación pública, parece que después de recibir el bautismo de Juan. Algu­nos lo siguen, movidos posiblemente por su anuncio, con palabras y con vida, del inicio del reinado de Dios.

Este anuncio, juntamente con el de la paternidad de Dios, y los actos y las palabras proféticas y liberadoras de las personas, espe­cialmente de los pobres y marginados, provocan la incomprensión y la hostilidad de muchos de sus compatriotas, los cuales lo llevan al martirio y a la muerte, posiblemente en el año 30 d. C.

13.2. Nacen las comunidades (30-70 d. C.)

Algunos de sus seguidores comienzan a experimentar en su interior que la fuerza y el espíritu de Jesús viven, que Jesús vive nuevamente y de una manera nueva en medio de ellos. Se forman así los primeros grupos de “testimonios de Jesús resucitado”, no separados aún de los judíos. Estos grupos o primeras comunidades van viendo que las palabras y las acciones de Jesús, entendidas

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desde la experiencia de la resurrección, los interpelan e iluminan su vida concreta. Jesús, resurrección y vida propia son los tres puntos de referencia de su empezar a hablar sobre la buena noticia de Jesús.

Empiezan a predicar y anunciar a Jesús resucitado a los judíos primero y después a los paganos.

Comienzan también a celebrar litúrgicamente al resucitado y alrededor de estas celebraciones reúnen muchos recuerdos históri­cos de Jesús.

Comienzan, finalmente, a enseñar a los nuevos seguidores los hechos y las palabras de Jesús, iluminadores de las nuevas cir­cunstancias.

Se van añadiendo nuevos discípulos y seguidores y se van ex­tendiendo las comunidades. Pablo tiene un papel muy importante en el crecimiento de las comunidades, especialmente en el mundo pagano. El concilio de Jerusalén (50 d. C.) es fundamental tam­bién en esta línea de no poner obstáculos a los paganos que sien­tan el llamado a entrar en la Iglesia.

Con el fin de consolidar las comunidades en medio de los mu­chos problemas que se les presentan, Pablo, entre los años 51 y 63 d. C., escribe sus cartas. Más tarde aparecen otras cartas a nombre del mismo Pablo, de Juan, Pedro, Jaime y Judas.

Poco a poco, el judaismo oficial va rechazando a los cristianos.

El año 70 d. C., destruida Jerusalén, un grupo de fariseos, reu­nidos en Yamnia, dan nueva vida al judaismo y establecen el ca­non del Antiguo Testamento. Se da la ruptura total con los segui­dores de Jesús.

13.3. Redacción de los escritos (70-100 d. C.)

Ya circulaban muchas tradiciones sobre Jesús, sobre sus pala­bras y hechos. Cuatro comunidades fueron redactando en forma de “buena noticia”, de evangelio, su testimonio.

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La de Marcos, hacia el año 70 d. C., recoge la predicación de Pedro en Roma, mostrando que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Esto por medio de señales que causan admiración, los “milagros”.

Lucas, hacia el año 85 d. C., es escrito en y para las comunida­des venidas del paganismno. Se muestra cómo Dios visita a su pueblo y viene para manifestar su ternura.

También en torno a la comunidad de Lucas se redacta el libro de los Hechos, en el cual se muestra cómo la buena noticia es dada por todas partes, predicada por los apóstoles.

Mateo, también hacia el año 85 d. C., en una comunidad que en parte está formada por antiguos judíos, presenta cómo en Jesús se cumple la Sagrada Escritura. Ataca duramente a los fariseos, con quienes tenían graves conflictos.

Las comunidades de Lucas y Mateo profundizan en el misterio de Jesús y se remontan hasta su infancia, iluminada siempre por la vida y la resurrección de Jesús.

Juan y su comunidad, hacia el año 100 d. C., meditan sobre Jesús, palabra de Dios y muestran cómo el crucificado, el “exalta­do”, vive y da su Espíritu; presentan la fe como fuente de nueva visión.

La comunidad del Apocalipsis presenta, finalmente, a Jesús como término de la historia, como triunfador sobre todo mal, lo cual debe animar en medio de las dificultades y debe ayudar a los seguidores a mantenerse fieles.

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XIVLas comunidades cristianas

Hemos visto la importancia que tuvieron las comunidades de cara a la formación del Nuevo Testamento y cómo su vida concre­ta las obligó a fijarse en Jesús y la riqueza de sus divérsas dimen­siones. Ahora es bueno que intentemos conocer un poco mejor la vida y el entorno de aquellas comunidades.

14.1. Situación social, económica y política en el imperio romano

En la parte occidental del imperio romano se habla latín; en la parte oriental, griego, y en la franja siro-palestina, arameo, pero en la liturgia judía se utiliza el hebreo.

El imperio romano está organizado en provincias, gobernadas por un procónsul, un legado o un prefecto o gobernador. Algunas provincias relativamente autónomas son gobernadas por reyes o etnarcas, impuestos o apoyados por Roma. El imperio cuenta con buenas comunicaciones terrestres y marítimas. El cambio de domi­cilio es frecuente. Todos los ciudadanos romanos pueden apelar al “césar”, última instancia judicial. Se pagan impuestos directos por las personas y sus propiedades, e indirectos sobre el comercio y las aduanas (empresas de recaudadores de impuestos o publícanos).

La población de Roma y Alejandría oscilaba entre uno y dos millones. Antioquía, Tarso, Corinto y Efeso tenían medio millón cada una. Jerusalén tenía 50 mil habitantes y en las grandes fiestas llegaba a tener hasta 200 mil. Eran ciudadanos romanos los naci­dos en Roma, en una familia libre, los hijos de los colonos roma­

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nos y quienes compraban la ciudadanía. Había esclavos de muchas clases; los mejor tratados eran los artesanos y los médicos.

En Roma, predominaba el ateísmo, pero se profesaba una reli­gión “oficial”. Algunos reflexionaban filosóficamente y otros per­tenecían a las llamadas religiones mistéricas. En las provincias con­quistadas, la población debe abandonar la religión nacional y adoptar la oficial romana.

En Judea (Palestina desde el año 135 d, C.) había medio millón de habitantes, mientras que en la diàspora (Babilonia, Alejandría, etc.), de siete a ocho millones (el 10 por ciento de la población del imperio romano). Los judíos consiguieron algunos privilegios de los romanos: no estaban obligados a prestar servicio militar, respe­to al sábado, impuesto anual del templo y doble jurisdicción, la del emperador romano y la del sanedrín. El cristianismo al principio fue considerado como una secta judía y respetado como tal, pero cuando se separó del judaismo, fue perseguido.

Leyendo algunos textos del Nuevo Testamento, se pueden constatar los datos señalados más arriba.

En Lucas 3, 1-2 aparecen mencionados el emperador, el procu­rador de Judea y los jefes de los sacerdotes.

En Hechos 16, 35-39 se menciona a los pretores (magistrados o jueces en el agora), a los lictores (inspectores que mandaron tortu­rar a Pablo para sacar información; también lo hacían como castigo) y al carcelero.

En Hechos 18, 2-26 se dice que Aquila era del Ponto, que acababa de llegar de Italia, de donde había sido expulsado por el emperador. Aparece en la sinagoga de Efeso cuando llegó Apolo. Se constata así la gran facilidad para migrar.

En Hechos 24, 1-25, 12 se habla del procurador Félix, un hombre caprichoso, quien, por una parte, quiere que Pablo le pague algo y, por otra parte, quiere quedar bien con los judíos; del procu­rador Porcio Festo, de los sumos sacerdotes y de los principales de los judíos. Se habla también de que los judíos tienen alguna autoridad para juzgar a Pablo ante el procurador por lo que ha

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dicho sobre la ley, el templo y el César, y de que el procurador quiere congraciarse con los judíos, pero al final no lo puede hacer, ya que Pablo apela al tribunal del César.

14.2. La situación en Judea

Una de las actividades más importantes es la agricultura. Culti­van trigo y cebada (la siembra se hace en octubre y noviembre y la cosecha se recoge entre pascua y pentecostés), olivos e higueras (cuyos frutos son exportados), viñas, verduras, dátiles, bálsamo y rosas. Crían camellos, asnos, ovejas y caballos. Dentro de las acti­vidades industriales se encuentran la pesca, la construcción y la artesanía (joyería y textiles). El comercio exterior estaba en manos de grandes comerciantes.

Hay una minoría muy rica, de la cual forman parte los miem­bros de la corte, de la aristocracia sacerdotal, los grandes comer­ciantes, los jefes de los recaudadores de impuestos y los latifundis­tas galileos. La clase media la conforman los artesanos, los sacer­dotes del pueblo y los pequeños terratenientes endeudados. Los obreros y jornaleros con facilidad se convierten en mendigos o esclavos. Los enfermos viven de la limosna, que es considerada un deber religioso.

Entre los grupos sociales, en primer lugar, se encuentra el cle­ro. Forman parte de él los grandes sacerdotes responsables del templo, pertenecientes a cuatro familias saduceas. Están bien re­munerados y tienen mucho poder. Después están los sacerdotes rurales (el padre de Juan el Bautista), unos 7 mil, divididos en veinticuatro secciones. Ejercen sus funciones en el templo por tur­no, una semana al año y en las tres fiestas de peregrinación. Entre ellos se escoge por suerte al encargado de ofrecer el incienso (difí­cil que uno pudiese repetir). Son bastante pobres. De entre ellos, los más instruidos son los escribas. Finalmente, están los levitas, subalternos del templo (unos diez mil).

Un segundo grupo social importante es el de los ancianos, una especie de aristocracia laica. Algunos son jefes del pueblo, otros

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pertenecen a grupos de burgueses ricos y otros, finalmente, son miembros del senado o sanedrín.

El tercer grupo social es el de los escribas o doctores de la ley. La mayoría son laicos fariseos. Por lo general no acostumbran a ser ricos. Son los intérpretes oficiales de la ley e influyen en los conflictos de la vida ordinaria y en los tribunales. Una de sus misiones es que todos conozcan Ja ley que deben cumplir.

Finalmente, están los publícanos, los auxiliares de los recauda­dores de impuestos. Son judíos, pero pro-romanos. Abusan para ganar más.

Entre los grupos religiosos se encuentran, en primer lugar, los fariseos (separados de los asmoneos). Son fieles cumplidores de la ley, confían en los méritos propios. Salvaron el judaismo después del año 70 d. C. Son unos seis mil.

Siguen los saduceos, aristócratas sacerdotes, conservadores (sólo aceptan el Pentateuco, no tienen fe en la resurrección ni en los espíritus), oportunistas, opositores de Jesús y del cristianismo, y desaparecieron después del año 70 d. C.

En tercer lugar, están los esenios, quienes viven purificándose en el desierto de Judá, preparándose así para la venida del reinado de Dios. Sus instalaciones —el monasterio— fueron destruidas ha­cia el año 70 d. C. Viven una espiritualidad de lucha contra los hijos de las tinieblas, siguiendo las doctrinas de la justicia, a la espera de la venida del gran maestro de justicia definitivo.

Los bautistas realizan el rito de iniciación o de perdón, contra­rios al templo y a los sacrificios cruentos. Tienen cierta relación con grupos llamados “nazireos”. De entre ellos sobrevivió el gru­po de Juan.

El pueblo de la tierra está conformado por la gente sencilla e ignorante de la ley, considerada impura y despreciada, porque no podía cumplir la ley en su totalidad.

Los nazarenos es el nombre que los judíos dan en alguna oca­sión a los seguidores de Jesús de Nazaret.

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Los samaritanos siguen su Pentateuco. Tienen el templo de Garizim. Son despreciados por los judíos. Los cristianos comien­zan entre ellos.

Los paganos relacionados con el judaismo o bien son prosélitos que aceptan la ley judía y todas sus prácticas o bien son temerosos de Dios, quienes no se llegan a circuncidar, pero aceptan la fe judía.

A nivel político están los colaboradores de los romanos, es de­cir, los ricos, el alto clero y los herodianos (de Herodes de Galilea). En la resistencia se encuentran los fariseos, los zelotas y los sicarios.

El templo es la institución más importante del judaismo. Res­taurado por Herodes, está conformado por las secciones siguien­tes: el santísimo (antes el arca) a donde sólo podía entrar el gran sacerdote; el Yom kippur, el patio de los sacerdotes (alrededor del altar); el patio de Israel (sólo para los hombres judíos); el patio de las mujeres y el patio de los gentiles o paganos. En el altar se sacrificaba un cordero por la mañana y otro por la tarde; también hay sacrificios privados. En los días de fiesta hay mucho movi­miento en el templo. Hasta su desaparición, en el templo se sacri­fica al cordero pascual, en una sala donde se reunía el sanedrín. En el templo también hay mucha actividad económica.

En la sinagoga se reúnen los creyentes que no pueden ir al templo continuamente. Hay culto tres veces al día, la plegaria (tres grandes bendiciones, “escucha, Israel”, dieciocho bendiciones por las maravillas de Dios con su pueblo) y enseñanza (lectura de la ley, iluminación profética, homilía) a cargo de cualquier fiel, pero sobre todo de los escribas y fariseos.

Hay tres grandes fiestas de peregrinación al templo: pascua (en la tarde del 14 del mes de nisan se sacrifica el cordero; aj anoche­cer se lo comen en recuerdo del éxodo), pentecostés (primero fue la fiesta de la cosecha o de las semanas; después, la de la alianza o de la donación de la ley) y las tiendas (recuerdo de la estancia en el desierto y de la donación de Sión, lugar de la presencia de Dios).

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Además, está la fiesta de Yom kippur o día de la purificación o expiación (el gran sacerdote entra en el lugar santísimo para con­seguir la expiación del pueblo), Ros hashana o día primero del año, Hanuka o día de la dedicación (recuerdo de la purificación del templo hecha por Judas Macabeo, el año 164 a. C.), Purim o día de las suertes (recuerdo de la salvación por obra de Ester; una especie de carnaval), el sábado: descanso y alabanza por la crea­ción y la salvación.

El sanedrín (sentarse juntos) está formado por 71 miembros (ancianos, grandes sacerdotes saduceos y algunos escribas fari­seos). Es presidido por el sumo sacerdote y se reúne dos veces por semana. Fue instituido en el siglo i a. C. Al principio ejerció el poder político (leyes, policía, condena a muerte, aunque no la eje­cución) y fue la corte suprema religiosa (calendario, vida religio­sa); después del año 70 d. C., sólo tuvo poder religioso. En cada población se formaron pequeños sanedrines.

Leyendo algunos textos neotestamentarios se pueden constatar algunas de las cosas arriba mencionadas.

En Marcos 12, 13-17, se dice que los grandes sacerdotes, los escribas y los ancianos envían contra Jesús a los fariseos y hero- dianos; se dice también que buscan motivos "romanos" para poderlo condenar a muerte.

En Mateo 23, 23, Jesús acusa a los escribas y fariseos porque descuidan lo más importante de la ley: la justicia, la misericor­dia y la fe.

En Lucas 23, 1.7.12, se menciona al gobernador Pilato. Se dice que Jesús es enviado a Herodes porque era proveniente de Galilea. Se habla de que los dos poderes estaban en tensión, pero que se unen. Se afirma que Pilato era el único que tenía autoridad para poder crucificar.

En Lucas 23, 50, aparece José de Arimatea, que parece formar parte del Consejo o Sanedrín.

En Juan 1, 46, se dice que Nazaret no tenía buena fama entre los judíos.

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En Juan 4, 9, se menciona la enemistad entre judíos y samari- tanos.

14.3. El cristianismo en relación con el judaismo

Las comunidades cristianas nacen dentro del judaismo. En al­gunos momentos tuvieron buenas relaciones. Poco a poco, sin em­bargo, se fueron separando. Es necesario, pues, conocer algo sobre el judaismo.

Antes deí año 70 d. C. (destrucción del templo y dispersión de los judíos) hubo muchos grupos dentro del judaismo (los seguido­res de Jesús era uno más).

Después del año 70 d. C., desaparecen los saduceos y esenios. Los fariseos, sin embargo, se mantienen firmes en la fe y en la vida de piedad. Se reúnen en Yamnia y reorganizan el judaismo (unificación del calendario, canon del Antiguo Testamento). Cada vez se comportan con más dureza con los seguidores de Jesús y, finalmente, los expulsan de las sinagogas. Esto explica la presenta­ción, en el evangelio de Mateo sobre todo, de la dureza de Jesús contra los fariseos y al mismo tiempo la presentación de Jesús como un maestro de la ley, que profundiza las mejores enseñanzas fariseas —véase Mateo 5, el sermón de la montaña— y que apoya también la vida creyente como lo hacían los fariseos sobre las tres grandes columnas de la justicia, de las buenas obras y del culto auténtico.

Leyendo algunos textos neotestamentarios se pueden constatar algunos de los datos mencionados más arriba. Por ejemplo, los grupos principales que aparecen, sus actuaciones y la actitud que toman frente a la “secta de los nazarenos”.

En Marcos 11, 15s, se menciona a los cambistas y también a los grandes sacerdotes y escribas. Estos dos últimos grupos son carac­terizados como los que quieren acabar con Jesús.

En Lucas 4, l6ss, aparece la sinagoga como el lugar donde se explica la palabra.

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En Hechos 5, 33-39, se nombra a los grandes sacerdotes de la secta de los saduceos, al gran sanedrín encargado de juzgar la ortodoxia de las doctrinas y al fariseo Gamaliel dentro del sanedrín. Se dice que los grandes sacerdotes y el gran sanedrín desean matar a Jesús.

En Hechos 19, 1-7, se habla de los bautistas (quienes practican un bautismo de conversión y purificación) y de su relación con los nazarenos.

Finalmente, en Hechos 23, 6-10, es mencionado de nuevo el sanedrín, formado por saduceos y fariseos, y se habla también de los escribas del partido de los fariseos.

14.4. La vida de las comunidades

Las comunidades de seguidores de Jesús se fueron distanciando cada vez más de los judíos y fueron adquiriendo un modo propio de vivir. También se debe decir que muy pronto comenzaron a tener problemas y dificultades, los cuales sus dirigentes tuvieron que resolver.

En algunos textos del Nuevo Testamento aparecen las dificulta­des de las primeras comunidades y los puntos considerados esen­ciales para que aquellas comunidades fueran auténticas comunida­des cristianas.

En 1 Corintios 11,1 7ss, se habla de los abusos que se come­tían en las eucaristías.

En 1 Corintios 5, se menciona el caso de un incestuoso, quien cohabita con su madrastra (algo que estaba permitido por los romanos y tolerado por los rabinos, pero de ningún modo acep­tado por los seguidores de Jesús).

En Mateo 18, 15-22, se dice que hay tres realidades esenciales para que la comunidad cristiana funcione: la corrección fraterna, la oración en común y el perdón de las ofensas.

Finalmente, en Hechos 16, 30-34, también se habla de rea­lidades importantes para la comunidad Cristina; menciona: la

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fe, el anuncio de la palabra del Señor, las obras de misericordia, el bautismo y la celebración festiva y alegre.

14.5. Dos textos, dos comunidades

A veces tenemos la impresión de que la primitiva comunidad cris­tiana fue muy uniforme, como si el lugar y las circunstancias so­ciales y económicas no influyesen. Por eso puede ser bueno cons­tatar, estudiando algunos textos del Nuevo Testamento, que cada comunidad tomó su estilo dependiendo de muchas circunstancias. Vamos a fijarnos en dos tipos de comunidad: la que queda refleja­da en los textos de Hechos 2, 42-47; 4, 32-35; 5, 12-16, y la comu­nidad en un ambiente pagano que aparece en la carta a Filemón.

En Hechos 2, 42-47; 4, 32-35; 5, 12-16, aparecen varios temas comunes, algunos de los cuales parecen tener bastante impor­tancia. Se habla de la enseñanza de los apóstoles, la distribución de limosnas, la fracción del pan, las oraciones, las señales he­chas por los seguidores de Jesús, la solidaridad al compartir los bienes, las visitas al templo, partir el pan por las casas, alimen­tarse con alegría y la simplicidad de corazón, la alabanza a Dios, la buena fama que se fueron creando entre todos, dar testimonio de la resurrección, tener un solo corazón y una sola alma, el universalismo, la capacidad de curar enfermos. Todo esto nos dice algo de la vida de la primitiva comunidad que aparece en estos textos de Hechos.

Viendo también otros textos complementarios que nos hablan de aquellas comunidades que se movían en ambiente judío, se pueden confirmar las mismas actividades que ya constatábamos en ios textos anteriores. Se habla de la generosidad de Bernabé y del fraude de Ananías y Safira para no tener que compartir todo con los más pobres (Hcho 4, 32-5, 11), de las visitas al templo (Hch 3, 1), la plegaria por los perseguidos y la alabanza a Dios por la liberación de los mismos (Hch 4, 23-31), el castigo de los fraudulentos (Hch 5, 1-11), la fracción del pan, la resu­rrección del joven muerto y la homilía (Hch 20, 7-12), la resu­rrección, dar testimonio, la predicación del reino, la preo-

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cupación por la comunidad, la generosidad de los ministros, la ayuda a los débiles (Hch 20, 22-35), la eucaristía (1 Co 11, 17-34).

A la vista de todo lo anterior sería bueno preguntarse qué tra­zos acercan estos tipos de comunidad a la comunidad judía y cuáles los distinguen.

Es importante ver ahora otro tipo de comunidad cristiana pri­mitiva, el de una comunidad en ambiente pagano, tal como lo refleja la carta a Filemón.

En dicha carta se habla de otro tipo de actividades y de otros puntos considerados esenciales, como la caridad, la fe en Jesús, la fraternidad y hospitalidad. También se explica alguno de los problemas que se plantea a las comunidades en aquellos am­bientes, como Ja esclavitud (algo común y aceptado en el mun­do pagano de la época) y cómo surgieron algunos principios desde la experiencia cristiana, como la fraternidad, el cual, a la larga, declara la institución de la esclavitud como no propia de creyentes en Jesucristo.

Otros textos presentan algunos complementos a dicho princi­pio, los cuales ayudaron a llegar a tal conclusión.

En 1 Corintios 7, 20-23, se exhorta a que cada uno acepte lo que es: si es esclavo, sí pero libre para el Señor; si libre, sí pero esclavo del Señor. Se hace, pues, una gran relativización de todo en relación con Jesús.

En Efesios 6, 5-9, se les pide a los esclavos que obedezcan a los amos por obediencia a Cristo y a los amos que respeten a los esclavos por causa de Jesucristo, el único amo que no hace acepción de personas.

En Colosenses 3» 22-4, 1, también se acepta la esclavitud, pero relativizando, recordando en último término que todos tene­mos un único amo y llamando a ser justos, ya que, al final, el Señor hará justicia.

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En Gáiatas 3, 28, se relativiza al máximo la esclavitud, dicien­do que ya no hay esclavos ni libres, sino que todos son uno en Cristo Jesús.

En Romanos 12, 10, se insiste en que amar más al otro que a uno mismo es central en el cristiano.

En Efesios 4, 1-6, finalmente, se subraya el hecho de que hay un solo Señor. Esta es la relativización máxima de la esclavitud y de cualquier otro intento de señorío sobre los demás.

14.6. Algunas preguntas

Al acabar este tema de las primeras comunidades sería intere­sante intentar responder a las siguientes preguntas:

¿Qué te impresiona de aquellas comunidades?

¿Cuáles son los puntos de referencia para las mismas?

¿Cuáles deben ser nuestros puntos de referencia para poder ha­blar de que somos comunidad cristiana?

¿Se podría poner algún ejemplo actual de comunidades cristia­nas tal como han quedado dibujadas arriba?

Un diálogo en grupo sobre estas preguntas podría ser muy fe­cundo.

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XVLa predicación misionera

A partir del año 30 d. C., el cristianismo se va extendiendo (por 1 Tesalonicenses nos consta la existencia de una comunidad cris­tiana a 1,500 kms. de Jerusalén, hacia el año 50). De esto podemos deducir que la predicación apostólica comenzó a dar frutos muy pronto. No sabemos demasiado bien cómo hacían los apóstoles para difundir la buena noticia de Jesús. Pero conocemos mejor el contenido de su predicación.

¿Tenemos un libro con las fórmulas mediante las cuales procla­maban lo esencial de la fe? No. Pero a través de las cartas y los evangelios podemos descubrir algunas de esas fórmulas. Veremos así que siempre hacían referencia al acontecimiento de la resurrec­ción de Jesús, el crucificado.

Este acontecimiento, sin embargo, era tan rico que los primeros cristianos hicieron uso de diferentes imágenes para hablar de él y lo expresaron mediante diferentes géneros literarios.

15.1. Diferentes imágenes

Es importante descubrir las diferentes imágenes utilizadas por los apóstoles, para de este modo caer en la cuenta de que no siem­pre es fácil expresar un acontecimiento experimentado y para no confundir el acontecimiento que vivieron y nos querían transmitir con el lenguaje utilizado, el cual no siempre expresa de la manera más precisa y adecuada aquello que se quiere transmitir.

También es importante descubrir que las imágenes utilizadas por los apóstoles a menudo dependen de otras imágenes que ya

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están en el Antiguo Testamento. Es fundamental, por lo tanto, re­cordar qué querían decir esas imágenes del Antiguo Testamento.

Finalmente, anotar que esas imágenes se pueden resumir en diferentes tipos de imagen, cada uno de los cuales intenta subrayar un aspecto del riquísimo acontecimiento de la resurrección. Los tipos de imágenes y los aspectos que subrayan son los siguientes: el tipo histórico (antes y después de la muerte) subraya la conti­nuidad; el apocalíptico (de abajo hacia arriba), el cambio, la trans­formación, el triunfo; el vital (vida, muerte y nacimiento), en rela­ción con la vida humana; el teofánico (aparecer, dejarse ver), la iniciativa de Dios, la experiencia interior y la misión; y el tipo cronológico (al tercer día), la definitividad final y la resurrección universal.

Conviene quizá explicar un poco más cómo se llegó al signifi­cado de esta expresión de tipo cronológico. El punto de partida es el texto de Oseas 6, 1 -2, en el cual se dice que “dentro de dos días nos dará la vida, al tercer día nos hará resurgir”. Se está aludiendo a un breve espacio de tiempo. El Targum ha interpretado esta ex­presión diciendo que “nos hará revivir el día de los consuelos que vendrán, el día en que haga revivir a los muertos y en que nos resucitará y viviremos con él”. También se debe tener en cuenta la interpretación que hacen los rabinos de Génesis 22, 4, sobre el tercer día como aquel día en el cual “se vuelva la vida a los muer­tos”, tal como está en Oseas.

En tiempo de Jesús, teniendo en cuenta todo lo anterior, la expresión “al tercer día” había llegado a significar el día de la resurrección universal al final de los tiempos, resurrección de la que son una expresión plástica el texto de Mateo 27, 52-53, en el cual se dice que “se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecie­ron a muchos”, y los textos en que se dice que las mujeres y los apóstoles encontraron la tumba vacía. Con ello se habría llegado “al tercer día”, el día del inicio de la resurrección universal y definitiva.

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Sería importante leer algunos textos (Hch 2, 23-24; 2, 32-36; 3, 13-15; 25, 19; 1 Ts 4, 14; Rm 10, 9; 14, 9; Flp 2, 9; Col 1, 18; Hb 7, 25; 1 P l, 21; 3, 18; Le 24, 5) e intentar responder a las siguientes preguntas: (a) ¿qué imágenes aparecen?; (b) ¿en­cuentras alguna relación con algunas imágenes del Antiguo Testamento?; (c) teniendo en cuenta lo que se ha dicho de los diferentes tipos, ¿qué crees que querían expresar los apóstoles cuando anunciaban el acontecimiento de la resurrección?; y (d) ¿cómo expresarías tú el mismo acontecimiento?

Haciendo el análisis de dichos textos vemos que en Hechos 2, 23-24, se dice que Jesús fue entregado, sabiéndolo Dios, que lo mataron en la cruz, que Dios lo resucitó y lo liberó del Hades. En Hechos 2, 32-36, que Dios resucitó a Jesús, que Dios ha hecho Señor y Mesías a Jesús al que los judíos crucificaron. En Hechos 3, 13, que Dios ha glorificado a su siervo, entregado por los judíos y renegado por los mismos. En Hechos 3, 15, que mataron al jefe que lleva a la vida, que Dios lo resucitó de entre los muertos. En Hechos 25, 19, que se dieron controver­sias sobre Jesús, un difunto que Pablo sostenía que estaba vivo. En 1 Tesalonicenses 4, 14, que Jesús murió y resucitó. En Romanos 10, 9, que Jesús es Señor, que Dios lo resucitó de la muerte, que la salvación viene por la fe en este acontecimiento. En Romanos 14, 9, que el Mesías murió y recobró la vida. En Filipenses 2, 9, que Dios lo ensalzó sobre todo y le dio un nombre sobre cualquier otro nombre. En Colosenses 1, 18, que fue el primero en nacer de la muerte. En Hebreos 7, 25, que Cristo siempre está vivo para interceder. En 1 Pedro 1, 21, que Dios le ha resucitado de entre los muertos y que le ha dado la gloria. En 1 Pedro 3, 18, que sufrió la muerte en su cuerpo, pero que recibió la vida por el Espíritu. En Lucas 24, 5, que no deben seguir buscando entre los muertos al que está vivo.

Intentemos ahora responder a las preguntas que nos hacíamos. Observemos, en primer lugar, las imágenes que aparecen en los textos anteriores: Dios le ha resucitado, le ha hecho resurgir de la tumba y despertar del sueño de la muerte, le ha librado de los dolores del Hades, le ha exaltado como Señor y Mesías, ha

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glorificado a su Siervo, está vivo, ha recobrado la vida, es Señor, le ha ensalzado sobre todo, le ha dado un nombre que está sobre todo otro nombre, ha venido de la muerte, vive, ha reci­bido la vida por el Espíritu, le ha dado la gloria. Como se ve las imágenes utilizadas son de diferentes tipos.

En segundo lugar, nos preguntamos si algunas de dichas imá­genes son propias del Antiguo Testamento y llegamos a la con­clusión de que al menos algunas sí lo son, por ejemplo, la del Siervo de Yahveh glorificado y la del Hijo del Hombre exalta­do después de haber triunfado sobre la muerte.

AI hablar de la resurrección, los apóstoles quieren decir, entre otras cosas, que ha retornado a la vida (se subraya la continui­dad, “es el mismo”) y que ha entrado en la gloria (se subraya la nueva vida que ha comenzado con su resurrección).

Sería importante que respondiéramos a la última pregunta so­bre cómo expresaríamos ahora el mismo acontecimiento de modo personal.

15.2. Diferentes géneros literarios

Los primeros cristianos vivieron en seguida el acontecimiento de la resurrección como el punto central de su fe y su vida. Esto hizo que comenzasen a componer textos donde apareciese dicho acontecimiento. A cada situación vital correspondía un género lite­rario diferente, una manera distinta de expresarlo.

Ahora analizaremos un ejemplo de cada género literario, lo cual nos puede ayudar nuevamente a descubrir la centralidad del acontecimiento y a desentrañar un poco más su significado para las primeras comunidades y para nosotros.

15.2.1. Profesiones de fe: 1 Corintios 15,1-14

Lo primero que se debe decir es que Pablo había fundado esta comunidad hacia el año 51 d. C. y que le escribe esta carta hacia la pascua del año 57 d. C.

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¿Por qué Pablo cita en el contexto del capítulo 15 esta profe­sión de fe? Los corintios dudan de la resurrección de los muer­tos. Dudan de la resurrección de Cristo. Tienen una fe vacía.De hecho, la resurrección de Jesús es presentada como primicia de nuestra resurrección.

¿Que importancia puede tener el uso de tiempos diferentes en esta profesión de fe ("murió y fue sepultado”: en griego y en aoristo, que equivale a nuestro pretérito indefinido; “ha resuci­tado”: en griego, en perfecto, que equivale a nuestro pretérito perfecto)? “Murió y fue sepultado”, en aoristo o indefinido, indica que la acción pasó en un momento determinado y se acabó; "ha resucitado”, en perfecto, indica que sigue vivo, que la acción perdura.

¿En qué sentido se puede decir que la resurrección y también la muerte "cumplen las Escrituras”? Porque hacen referencia a la muerte y exaltación del Siervo de Yahveh (véase Isaías 52, 13-53, 12).

¿Puedes distinguir entre las afirmaciones históricas (lo que to­dos pudieron comprobar) y las afirmaciones de la fe (sólo per­ceptibles para ésta)? ¿Qué nos puede decir esta distinción? Son afirmaciones comprobables por todos que “murió y fue sepulta­do”. Son afirmaciones sólo perceptibles por la fe que “ha resuci­tado y se ha dejado ver” y que eso ha ocurrido “al tercer día", iniciando así la resurrección universal y definitiva.

15.2.2. Himnos: Filipenses 2, 6-11

¿Cuál es la acción de los diferentes personajes que aparecen? En primer lugar, Jesús, quien no se aferró a su igualdad con Dios, sino que se abajó, tomando la condición de siervo, semejante a Jos seres humanos, y se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. El segundo protagonista es Dios, quien lo ha exaltado y ha concedido un nombre que está por encima de cual­quier otro nombre. Finalmente, todos los seres que son llamados a adorarlo, a confesar que es Señor y a glorificar al Padre.

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¿Con qué imágenes se expresa el acontecimiento pascual? Con las de exaltación y donación del título de “Señor”.

¿Cómo puede iluminar el misterio de Cristo la oposición exis­tente en el himno entre Adán y el Siervo de Yahveh? Adán, de condición humana, quiso ser como Dios, sin obedecer. Jesús, en cambio, de condición divina, acepta obedecer, como siervo, a los proyectos de divinizar al ser humano gratuitamente y pasa por esta voluntad de Dios como primero que acepta a fondo la humanidad. Son iluminadores los versos 7 y 9. El verso 7 (“se abajó haciéndo­se semejante a los seres humanos”) está en relación al Siervo de Isaías 53, 12, quien tendrá parte entre los grandes, quien se ha entregado a la muerte, quien ha sido contado entre los infieles y quien llevaba sobre sí los pecados de la humanidad e intercedía por los pecadores. El verso 9 (“le ha exaltado”) está en relación también con el Siervo de Isaías 52, 13, quien prosperará, se eleva­rá, será exaltado y será puesto muy arriba. Dios, por lo tanto, salva al mundo desobediente, pero por medio de un acto de obediencia y de solidaridad total con la humanidad pecadora: la muerte de Jesús es la prueba de ello. Dios salva por medio del Siervo.

15.2.3. Relatos de celebración de peregrinaje al sepulcro va­cío: Marcos 16,1-8

¿Qué nos puede estar diciendo la oposición existente en este texto entre el sábado y pasado el sábado o domingo, entre la oscu­ridad y la salida del sol, entre el sepulcro cerrado y el sepulcro abierto, entre el lugar donde lo pusieron y no está en este lugar, entre Jerusalén y Galilea, entre ungir el cuerpo y ha resucitado? Nos quiere decir que la resurrección inicia un nuevo tiempo, de luminosidad, abierto, de presencia universal del resucitado, de sa­lida hacia afuera del judaismo, de vida.

¿Qué transformación o cambio se nos pide? ¿Que peregrinaje? No se trata de dar culto a un difunto. Tampoco se trata de ver a un resucitado. Se trata de creer en el anuncio de la nueva vida y anunciarlo hasta el final del espacio y del tiempo.

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15.2.4. Relatos de aparición para constituir testigos: compara­ción de Mateo 28,16-20 y Lucas 24,36-53

¿Encuentras en los dos textos los esquemas “antes-después”, “abajo-arriba”? Sí. El primero, de carácter cronológico, subraya la continuidad; el segundo, de carácter apocalíptico, subraya la exal­tación, el cambio, la transformación.

¿Qué esquema utiliza sobre todo Mateo? ¿Qué papel juega la duda en este último texto? Utiliza sobre todo el esquema de exal­tación: mención de la montaña, lo adoran, se les acercó (véase Dn 7), se le ha dado todo poder en el cielo y la tierra (véase de nuevo Dn 7). Se añade a este esquema el tema de la duda para introducir de alguna manera el otro esquema, el de “antes-después”, el de la resurrección, el de la continuidad.

¿Qué esquemas utiliza Lucas? En los versos 36 a 43 se habla de que Jesús se deja ver, pero ellos dudan, afirmando así que no estamos ante una ilusión colectiva y que se da una continuidad entre el Jesús muerto y el Cristo resucitado (es el mismo cuerpo). En los versos 44 a 49 se dice que todo ocurre según las Escrituras y que Jesús se los explica así. En los versos 50 a 53 se narra que el Señor se eleva hacia el cielo y que los discípulos lo adoran (esque­ma de exaltación, “abajo-arriba”).

¿Se trata de dos acontecimientos o de uno solo, relatado con dos imágenes? Se trata de un único acontecimiento, formulado con dos imágenes para expresar así que en dicho acontecimiento se da continuidad y novedad.

¿A qué llama en los dos casos la aparición? A la misión, a dar testimonio.

15.2.5. Relatos de aparición como experiencia cristiana: com­paración de Lucas 24,13-35 con Hechos 8,26-40

En estos dos textos la pregunta es “¿cómo encontrar hoy al Señor Jesús?”. Para responder, se dan tres elementos esenciales: el conocimiento de la vida terrena de Jesús, las Escrituras, y los sa­cramentos.

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¿Qué respuesta da Lucas a la mencionada pregunta, en estos dos textos? En el primero, los discípulos de Emaús conocían la vida de Jesús, pero no entendían. Las Escrituras clarifican. El sa­cramento los hace reconocer. En el sacramento está vivo. En el segundo, el etíope conoce las Escrituras, pero no les encuentra el sentido. Estas deben ser relacionadas con la vida de Jesús. Felipe lo hace con sus testimonios. En este ocasión, el sacramento es la culminación de la fe en Jesús. En todo caso, en los dos textos se les abren los ojos a quienes no podían ver ni entender; y esto por iniciativa de Jesús mismo o por envío que hace el Espíritu de Jesús. Se dan, pues, tres elementos interrelacionados (el uno lleva al otro, aunque el orden del proceso no siempre es el mismo): la vida de Jesús, las Escrituras y los sacramentos de Jesús resucitado. El medio para reconocer a Jesús puede ser uno u otro.

¿En qué sentido tiene validez para nosotros? ¿Es así nuestra experiencia cristiana? Sí tiene algo en común. Estos tres elementos son fundamentales para nuestra experiencia de fe, pero el inicio de nuestro proceso de fe puede ser también variado: cada persona tiene su punto de partida. Este puede estar en las Escrituras o en los testimonios sobre la vida de Jesús.

15.2.6. Exhortaciones paulinas

Pablo subraya e! nexo existente entre los acontecimientos de Jesús (murió, fue entregado, sufrió, fue crucificado, fue muerto, fue sepultado/ha resucitado, fue despertado, fue vivificado, se apa­reció, se manifestó) y los del cristiano solidario con El (muere con, sufre con, es crucificado con, es sepultado con / es despertado con, es vivificado con, se manifiesta con, es glorificado con, está sentado con El en el cielo).

¿Se han dado ya todos estos acontecimientos en Jesús y en el cristiano? ¿Aún no? En Jesús, sí. En nosotros, se están comenzan­do a dar. Están en camino.

¿Encuentras en tu existencia cristiana y en la práctica de los sacramentos esta tensión? ¿En qué sentido? La vida cristiana y los

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sacramentos son reflejo del resucitado, pero no son su realidad total.

15.3. La predicación de la resurrección hoy

Sería bueno responder a una serie de preguntas actualizadoras, como por ejemplo:

1. ¿Es central la resurrección en tu experiencia?

2. ¿Cómo se puede vivir y anunciar en tiempo de muerte?

3. ¿Que relación tiene con el reino anunciado por Jesús?

4. ¿A qué te llama el acontecimiento de la resurrección?

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a

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XVICartas a las diferentes comunidades

16.1. Enlace con el tema anterior

Los primeros seguidores de Jesús ya han hecho la experiencia pascual: celebran festivamente, anuncian, instruyen catequética- mente, profesan la fe, cantan, cuentan, explican que Jesús vive de nuevo y de una manera nueva.

Muchos judíos, samaritanos y galileos se empiezan a reunir a su alrededor. Después lo harán los judíos de la diáspora, los prosélitos, los temerosos de Dios, algunos gentiles de buena vo­luntad, etc., a quienes comenzó a llegar la predicación misionera de aquellos primeros seguidores. La buena noticia de Jesús se es­parce por todas partes. Los discípulos de Jesús y muchos otros sienten la llamada misionera y la siguen a lo largo de todo el imperio romano.

Los predicadores van fundando comunidades con las que conti­nuamente tienen contacto, especialmente mediante sus cartas. Es­tas servirán para profundizar en el mensaje anunciado y resolver los problemas concretos que se irán planteando a las comunidades creyentes, tanto desde el punto de vista de la doctrina como del de la práctica.

Uno de los predicadores que más influencia tuvo en la funda­ción y consolidación de las comunidades, y también en la pro- fundización de la fe en Jesucristo, fue Saulo o Pablo de Tarso. El inició, además, los contactos epistolares con sus comunidades; otros, apóstoles o fundadores de comunidades, seguirán más tarde su ejemplo.

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Nace en Tarso (Cilicia), al norte de Antioquía, ciudad universi­taria de unos 300,000 habitantes, hacia el año 6 d. C. Tarso es un lugar de paso entre el occidente y el oriente del imperio romano. De familia judía, tiene, sin embargo, también la ciudadanía roma-» na. Estudia en Jerusalén, en la escuela farisaica del gran maestro (rabí) Gamaliel, y en la universidad de Tarso.

El año 36 d. C. vuelve a Jerusalén y se encuentra con la predicación de Pedro y otros, en la que hablan de un tal Jesús, que ha resucitado después de haber sido ajusticiado por los judíos. Pablo descubre que aquella predicación atenta contra la más pura fe judía. Se decide a actuar y después de asistir a la muerte y martirio de Esteban, se dirige a Damasco para acabar con los se­guidores de Jesús. En el camino tiene la experiencia de la resu­rrección de Jesús y toda su existencia cambia. A partir de este momento será el gran propagandista y teólogo de Jesucristo.

Sería bueno leer Hechos 9, 1-19; 22, 5-16; 26, 10-18; y Gálatas 1, 12-17. Son textos en los que de alguna manera se intenta recoger aquella experiencia de la resurrección de Jesús, experiencia que convierte a Pablo profundamente y cambia to­talmente su existencia.

Durante quince años predica en Tarso. Pasa después a Antioquía, la gran ciudad de Asia Menor. Las dificultades puestas por los judíos a la buena noticia de Jesús hacen que Pablo profun­dice cada vez más en la dimensión universal de aquella buena noticia, dedicándose con más insistencia a esparcirla entre los paganos y a fundar comunidades cristianas, integradas por antiguos gentiles.

El concilio de Jerusalén, en el año 50 d. C., le da la razón y acepta que los paganos no tienen que hacerse judíos antes de reci­bir el bautismo cristiano. A pesar de algunas dificultades por parte de algunos judaizantes, quienes querían imponer algunas prácticas judías a los nuevos cristianos, Pablo, en la línea del concilio, se lanza a la formación de comunidades cristianas en Asia Menor, Grecia y Roma, defendiendo la independencia del cristianismo en relación con el judaismo.

16.2. Saulo o Pablo de Tarso

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Desde el año 51 d. C. hasta e! 67 d. C. (cuando es martirizado en Roma) su tarea se centra en consolidar las comunidades crea­das, escribiéndoles cartas (doctrinales y prácticas), ya desde los lugares a donde llegó en sus viajes misioneros, ya desde los luga­res donde sufrió la cautividad.

16.3. Las cuatro etapas de sus cartas

La primera etapa es la de 1 y 2 Tesalonicenses (año 51): recoge los grandes temas del anuncio evangélico, viviendo en la esperan­za de la venida próxima de Cristo.

La segunda etapa es la de 1 y 2 Corintios, Gálatas, Filipenses y Romanos (56-58 d. C.j: se pregunta sobre cómo quedar justificado y ser salvado y responde diciendo que no por lo que se hace (las obras y la práctica de la ley), sino por la fe en Cristo y, en conse­cuencia, por la vida comunitaria cristiana coherente.

La tercera etapa es la de Colosenses, Efesios y Filemón (61-63 d. C.)\ escritas desde la cautividad en Roma. Descubren el lugar y el papel de Cristo en la historia y el universo.

La cuarta etapa es la de Tito, 1 y 2 Timoteo: escritas poco antes del año 67 d. C. o por un discípulo después de su muerte. Son las llamadas “cartas pastorales”, que muestran la preocupación por organizar la Iglesia y mantener puro “el depósito de la fe”.

16.4. Las dos cartas más antiguas hablan de esperanza (Corintios, año 51 d. C. ¿?)

Los tesalonicenses vivían apasionados por la buena noticia de Jesucristo y por su “próxima” parusía o venida. Esto los hacía desinteresarse de la vida y del trabajo. Pablo les hace ver que se debe vivir, a pesar de que el Señor esté cerca, como si quedase una eternidad. También insiste en que es poco importante saber cómo será el final; lo único realmente importante es estar conven­cidos en la fe de que después de morir estarán siempre con el Señor.

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Otro tema iniciado en estas cartas, desarrollado después en otras, es el del ministerio apostólico: consiste en predicar la pala­bra, exige seguridad y fidelidad, debe ser auténtico y desinteresado.

Dentro de este conjunto, es interesante ver cómo entiende Pa­blo la vida cristiana.

Para ello puede ser interesante analizar 1 Tesalonicenses 5, 1-22, donde se descubre cuál es la visión de Pablo sobre la parusía y cómo debe ser la vida cristiana en medio de esta situación. Subraya que el día del Señor vendrá de un modo inesperado, aunque para el creyente no será algo negativo, ya que siempre esta preparado y en la luz. Exhorta, en consecuencia, a estar preparados y vigilantes, a vivir juntos con el Señor y a seguirse edificando mutuamente. Concreta, a continuación, algo más cómo se debe vivir: teniendo en consideración a los que traba­jan y sus pastores, estimándoles con amor por su trabajo, vi­viendo en paz unos con otros, amonestando a los que se des­vían, animando y sosteniendo a los débiles, teniendo paciencia con todos, procurando el bien incluso de aquellos que han pro­ducido mal, viviendo alegres, orando constantemente, no aho­gando al Espíritu, discerniendo. Ante la venida inesperada e inminente del Señor no se trata, pues, de descuidar la vida diaria, sino de procurar que ésta sea cada vez más coherente con la fe.

Otro texto importante es el de 2 Tesalonicenses 2, 13-3, 15. Algunas preguntas nos pueden ayudar a analizarlo. ¿Qué pro­yecto tiene Dios para el ser humano? Los ha elegido para que obtengan la salvación, los ha llamado para que consigan la glo­ria de Jesucristo, nuestro Señor y Dios Padre los ha amado, Ies ha dado un consuelo eterno y una buena esperanza, es fiel, Ies dará fortaleza, los guardará del “maligno”, quiere que en sus corazones prevalezcan el amor de Dios y la paciencia de Cristo.

¿En qué se traduce la acogida de la palabra en la vida? En la santificación del Espíritu, la fe en la verdad, mantenerse firmes, conservar las enseñanzas transmitidas, en el consuelo del cora­zón, la confirmación en obras y doctrinas buenas, la oración por la propagación y glorificación de ía palabra, la plegaria por el

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perseguido, en encaminar los corazones hacia el amor y la pa­ciencia de Cristo, no tratar con el vago e incoherente con la doctrina recibida, vivir siguiendo el ejemplo de Pablo trabaja­dor y apóstol, trabajar a la espera del final, obrar bien, corregir al que no lo hace, tratarlo como hermano y no como enemigo ayudándolo a descubrir el pecado.

¿Qué deben hacer para superar los desórdenes de la comuni­dad? Ayudar a descubrir el pecado, apartar al pecador tempo­ralmente para que se convierta y corregir fraternalmente.

¿Qué actualidad tiene esta lectura para nosotros? Dar gracias por ser llamados, responder a la invitación, mantenernos en la fe, la esperanza y el amor, orar por la extensión de la buena noticia y por los perseguidos, ser solidarios.

16.5. La salvación por Jesucristo en comunidad, tema de las cinco grandes cartas

Lo que preocupa a Pablo en esta etapa es responder a la cues­tión, nada teórica, de qué significa “ser salvado por Jesucristo”. En este contexto, Pablo se pregunta si sigue siendo válida la alianza unilateral de Dios con Abraham, si la alianza bilateral hecha entre Moisés y Dios, que tiene su manifestación en la ley, es la que salva y cuál es el papel de la ley en el pasado y la actualidad.

Pablo va dando respuesta a estas grandes preguntas en las cinco grandes cartas, escritas entre el año 56 y el 58.

16.5.1. 1 Corintios

Corinto era una ciudad de unos 600,000 habitantes, de los cua­les unos 400,000 eran esclavos. Con la predicación del evangelio había habido un cambio radical y predomina un gran entusiasmo cristiano. Pero iban surgiendo muchos problemas concretos (dis­putas entre los cristianos, algunos ponen en duda (a resurrección, a menudo la celebración de la eucaristía no responde a una comu­nión y una solidaridad, los carismas vistosos y extraordinarios son

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supervalorados, pero no así la caridad silenciosa, etcétera). Pablo responde y hace ver cómo ser cristiano exige un cambio radical y un nuevo estilo de vida.

Es bueno analizar 1 Corintios 1, 17-3, 4 y ver la contraposición que Pablo hace entre la sabiduría del mundo y la sabiduría cristiana: Cristo envió a Pablo para predicar el evangelio, pero no con palabras sabias, para predicar la cruz y su locura que es sabiduría y fuerza de Dios, para predicar sin señales ni discur­sos sabios (como piden los judíos y los griegos) a Cristo crucifi­cado; Cristo ha elegido y llamado no a los sabios ni a los pode­rosos, sino a los débiles y lo despreciable del mundo; Pablo se presentó ante los corintios no con la sabiduría del mundo, sino con la de Dios, que consiste en dejarse conducir por su Espíritu al servicio de un mundo sin envidias ni discordias o desuniones.

Otro texto importante para analizar es el de 1 Corintios 12, 1-14, 12. Puede ser bueno para desentrañarlo responder a algu­nas preguntas. ¿Qué concepción tiene Pablo de la Iglesia? Es el cuerpo de Cristo, del que los cristianos de Corinto son parte.En él hay funciones diversas, dadas por Dios (lista jerarquizada: apóstoles, profetas, maestros, hacedores de milagros, sanario- nes, ayuda, gobierno, don de lenguas), aunque no todos lo pue­den todo (no todos apóstoles, no todos profetas, no todos doc­tores, no todos hacedores de milagros, no todos sanadores, no todos habladores en lenguas — aquí no menciona la ayuda y el gobierno mencionados antes— , no todos intérpretes — una función nueva que no aparece en la lista anterior), pero en el que todos deben aspirar a las gracias más grandes y al camino más excelente del que se hablará más abajo.

¿Qué debe hacer el cristiano en el interior de la comunidad? Debe aprovechar el don recibido y desempeñar la función para la que el Señor lo ha llamado.

¿Qué son los carismas? ¿Son buenos? ¿Se deben buscar? Los carismas son un don recibido por Dios para el bien de la comu­nidad (no son lo mismo que los ministerios, que son funciones concretas que se le piden a un miembro). Son buenos y señal

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del don de Dios. Deben ser buscados, tal como dice Pablo (“aspiren a los carismas más grandes, busquen el amor, aspiren a los dones espirituales”).

¿Cuál es el carisma más importante y qué características tiene? Es el del amor. Es un carisma que todos reciben y que es fuente de inspiración de todos los otros (hablar lenguas, profecía, co­nocimiento de los misterios, fe integral, distribución de los bienes entre los pobres» entrega al martirio). El amor es pacien­te, bondadoso, no tiene envidia, no se vanagloria, no tiene or­gullo, no es insolente, no actúa por propio interés, no es irritable, no tiene en cuenta el mal, no se alegra con la injusti­cia, sino con la verdad, todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca pasará como pasarán otros carismas (profecía, lenguas, ciencia), que son parciales y no absolutos ni perfectos como él. Compara aquéllos y éste al niño y al adulto, al mirar por medio de un espejo o por medio de enigmas o ver cara a cara, al conocer en parte o total y perfectamente.

¿Qué decir entonces de la relación entre el amor y los dones espirituales? Pablo invita a buscar el amor y a aspirar a los dones espirituales, especialmente al de la profecía — orientado ai servicio de la humanidad— más que el de don de lenguas — dirigido a Dios. Fundamenta su preferencia en que profetizar edifica, exhorta y consuela a la asamblea, mientras que el don de lenguas sólo edifica a quien lo posee. Concluye, en conse­cuencia, que es mejor profetizar que hablar lenguas, a no ser que este último don vaya acompañado del don de interpreta­ción para que así también se edifique la asamblea.

¿Cuál es el criterio para descubrir que un carisma viene del Espíritu? Viene del Espíritu cuando edifica a la comunidad (como es el caso de la revelación, la ciencia, la profecía y la doctrina). Pablo compara los carismas con los instrumentos musicales, pues si éstos no dan la nota correcta crean confusión; lo mismo sucede, por ejemplo, con el que habla lenguas, pero no edifica.

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16.5.2. 2 Corintios

En Corinto, algunos comenzaban a poner en duda la auto­ridad de Pablo. El se defiende diciendo que no hace más que cum­plir un ministerio que ha recibido, en medio de la propia debilidad. Sabe de la gran responsabilidad del ministerio, ya que fuerza a los oyentes a una opción, con o contra Cristo. Esta opción transforma toda la vida y nos hace una nueva creación. Las muchas tribula­ciones que caracterizan la vida del apóstol y del cristiano deben ser consideradas como una participación en las tribulaciones de Cristo: son camino de vida y salvación.

Hay varios textos que nos pueden ayudar a comprender mejor lo que se acaba de decir.

¿Qué dice, por ejemplo, en 2 Corintios 4, 7-18, sobre el minis­terio? Habla de que llevamos el tesoro del mensaje en vasijas de barro, de que estamos llenos de tribulaciones y debilidades, pero también de esperanza y vida.

Y sigue hablando del ministerio en 2 Corintios 5, 11-6, 10, textos sobre el que nos podemos hacer algunas preguntas para desentrañarlo mejor, como por ejemplo, ¿en qué fundamenta Pablo su apasionamiento por el ministerio? Lo fundamenta en el amor que Cristo nos tiene, ya que murió para que tengamos vida, en su llamada a ser nuevas criaturas, en el deseo de Dios de reconciliación, en el sentimiento de que es embajador de Cristo, en haberse hecho Jesús pecado por nosotros y la certeza de que ha llegado el día de la salvación.

¿A qué debe estar dispuesto el apóstol? A los sufrimientos, las tribulaciones, las necesidades, las angustias, los golpes, las pri­siones, los disturbios, las fatigas, los desvelos, los ayunos, la pureza, la ciencia, la longanimidad, la benignidad, la abundancia del Espíritu, la caridad no fingida, la palabra de verdad, al poder de Dios, a las armas de la justicia, a la gloria e ignomi­nia, a la mala y buena fama, a ser considerado impostor, a estar a punto de morir, a ser castigados, afligidos y a vivir pobre­mente y sin nada.

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¿Qué hace Dios con nosotros y por nuestro medio? Realizar el ministerio de la reconciliación y ayudar a responder a la gracia de Dios.

Y en 2 Corintios 11, 16-12, 18, Pablo defiende su propio mi­nisterio. Pablo hace ver a los corintios que hacen caso de algu­nos “superapóstoles” quienes se presentan con base en las apa­riencias, quieren dominar y para ello se enorgullecen de todos sus méritos y virtudes; les hace ver, repito, que también él, puestos a hablar humanamente, tiene muchas cosas de las que gloriarse: como ellos es hebreo, es israelita, es de la descenden­cia de Abraham, es ministro de Cristo, es probado en cárceles, ha sufrido azotes, ha pasado por todos Jos peligros posibles, ha sido víctima del hambre y del frío, y responsable y solidario con todas las iglesias, ha recibido revelaciones, vivido en ia propia carne todas las flaquezas y debilidades, realizado señales y prodigios admirables. Como apóstol, sigue Pablo, sólo se ha distinguido de los “superapóstoles" en no haberles resultado gravoso económicamente a las comunidades y las diferentes iglesias; cosa que no se puede decir de los “superapóstoles”.

Uno de los temas importantes de 2 Corintios es la reflexión de Pablo sobre su ministerio, a raíz de los ataques que le hacen o de los intentos de otros ministros por desprestigiarlo. Esta reflexión nos sirve para analizar los criterios de evaluación de un auténtico apóstol y ministro de Jesús.

16.53. Gálatas

Los habitantes de Galacia habían recibido con mucho entusias­mo el evangelio y la liberación que suponía. Pero algunos, los judaizantes, habían comenzado a inquietarlos, diciendo que tam­bién y previamente tenían que cumplir algunas prácticas judías. La carta a los Gálatas pone freno a estos “inquietadores”. Resulta ser así un canto a la libertad de los hijos de Dios. Pablo defiende su postura afirmando que Cristo mismo le ha dado y encargado este evangelio, esta buena noticia, de la importancia de la fe en Jesús, de la libertad radical del cristiano (éste sólo tiene una ley interior

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—el Espíritu—, que le va diciendo qué debe hacer y qué estilo de vida debe tener).

Puede ser un buen ejemplo de todo lo anterior el texto de Gálatas 5. Para analizarlo mejor conviene responder a las si­guientes preguntas: ¿cuál es el problema latente en este texto?En primer lugar, la tentación del yugo de la esclavitud de la circuncisión, la esclavitud de la ley, el intento de los judai­zantes por judaizar el cristianismo, las habladurías que corrían sobre que Pablo predicaba la circuncisión, las peleas que ello ocasionaba y la caída en las “obras de la carne”.

¿Qué solución da Pablo? Afirma que Cristo nos ha liberado para la libertad, que la justicia se realiza en virtud de la fe, que es una fe que actúa por el amor, no hace caso de quienes en nombre de las prácticas judías se escandalizan de la salvación por la fe en el crucificado, que la libertad es para servir con amor y, finalmente, señala la necesidad de crucificar la carne y hacer las “obras del Espíritu”.

¿Vivimos situaciones parecidas? En muchos casos sí, cuando ponemos la salvación en el culto, en los ritos, en el templo y en prácticas concretas. Quizá también, por la llamada que supone Gálatas 5, a que concretemos la novedad de nuestra vida en el Espíritu.

16.5.4. Romanos

Pablo, en esta carta, desarrolla los mismos principios, pero más ampliamente, que en Gálatas. La línea de sus afirmaciones es la siguiente. Todos somos pecadores; todos necesitamos ser salvados en Jesús. Por el bautismo somos una creación nueva, pues estamos unidos a Jesús, nuevo Adán, muerto y resucitado. A pesar de esto, en nuestro interior notamos una fuerte división: hacemos el mal que no querríamos y no hacemos el bien que querríamos. Pero el Espíritu nos reunifica y nos hace decir a Dios, Padre. Los israelitas han rechazado esta gran buena noticia de Jesús, pero también ellos

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recibirán la salvación cuando acepten a Jesús y su buena noticia, cuando se dejen llevar por el Espíritu.

En Romanos 12-15, la parte moral o práctica de la carta, saca las consecuencias.

Conviene analizar algunos textos para poder profundizar un poco en esta carta.

En Romanos 3, 9-20, encontramos un resumen de la primera parte de la carta (véase 1, 16-3, 8), donde dice que tanto genti­les como judíos — estos últimos a pesar de la ley, de la circun­cisión y de las promesas— están bajo la cólera de Dios, Con­cluye que todos son pecadores y que la ley no sirve para salvar, sino para hacerles conscientes de su pecado.

En Romanos 4, 18-25, afirma que lo que salvó a Abraham no fue realizar las obras de la ley, sino tener fe, confiar en que la palabra de Dios siempre se puede cumplir, por imposible que parezca esto. Se afirma también que a nosotros nos salva la fe y la confianza en Aquel que resucitó de entre los muertos a Jesu­cristo muerto por nuestros pecados.

En Romanos 5, 12-21, compara el pecado y la muerte de Adán, por los que entró el pecado y la muerte para toda la humanidad, con la gracia y la vida de Jesús, por los que entró también para toda la humanidad de los creyentes la gracia y la vida. La diferencia está en que la gracia y vida de Jesús vinie­ron sobre una realidad en que fue abundando el pecado, en que se fueron incrementando los pecados; por esto Pablo puede de­cir que donde abundó el pecado y la muerte sobreabundó la gracia y la vida en Cristo Jesús.

Veamos ahora algo más a fondo el importante texto de Roma­nos 7, 14-8, 39, respondiendo a algunas preguntas. ¿Cuál es el problema del ser humano? Su rompimiento interior, la obra del pecado en él, estar sujeto a la ley de la carne, del pecado y de la muerte, el frecuente odio a Dios.

¿Qué hace el Espíritu en nosotros? Nos libera de la ley de la carne para que nos podamos sujetar a la ley del espíritu, habita

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en nosotros y nos hace vivir, nos convierte en hijos de Dios y en herederos suyos.

¿Que proyecto tiene Dios sobre la creación y sobre nosotros? Tiene un proyecto de glorificación, de hacer nacer una nueva creación, de ayudar a nuestra debilidad, de interceder por noso­tros, de actuar en favor de los que lo aman y responden a su llamada, de hacernos imagen de su Hijo, el ser humano nuevo.

¿Por qué sabemos que triunfaremos? Porque Dios nos ama, porque ha entregado a su Hijo por amor, porque éste ha muerto y ha resucitado, porque tenemos la certeza de que nada — absoluta­mente nada— puede separarnos del amor de Cristo Jesús.

16.5.5. Filipenses

Encarcelado por los romanos en Efeso y habiendo pasado fuer­tes crisis, Pablo abre su corazón a sus queridos filipenses y les deja ver cómo continúa apasionado por Jesucristo y qué sentido da a su propia vida y a la incomprensión y persecución. Les pide que también ellos sigan viviendo fraternalmente y den así testimonio del evangelio con la propia vida en seguimiento de las huellas de Jesús, quien se hizo “nada” para que nosotros llegásemos a ser “todo” (véase Flp 2, 1-11).

Es bueno desentrañar un texto de esta carta para poder así comprenderla mejor. Veamos Filipenses 1, 12-26.

¿Qué le pasa aquí a Pablo? Está encarcelado. Tiene claro que está sufriendo las cadenas por Cristo. Es ejemplo que da fuerza a los hermanos.

¿Qué le preocupa? La existencia de predicadores por rivalidad.

¿Qué quiere por encima de todo? Que Jesús sea anunciado. Todo es relativo, incluso la vida o la muerte, con tal de que Jesús sea anunciado.

¿Cómo asume sus sufrimientos? Asume su vida entera y tam­bién sus sufrimientos como lugar de la glorificación de Cristo. Pablo está dispuesto a todo, a vida o muerte, con tal que Cristo

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sea anunciado y la comunidad crezca en su fe y su vida cristia­na.

¿Cuál es su esperanza? Que toda ía vida pueda estar al servicio del evangelio y que él mismo pueda estar cerca de los filipenses para el progreso y gozo de su fe.

En último término sería bueno preguntarse cómo actualizar este texto en la propia vida y la de nuestras comunidades.

16.6. La función y tarea de Cristo en el mundo, visto desde la cautividad

Pablo está encarcelado primero en Cesarea (del 58 al 60 d. C.) y después en Roma (del 61 al 63 d. C.). En esta situación profun­diza en el misterio de Cristo.

Hasta ahora se había centrado sobre todo en la función de Cris­to en relación con la comunidad de los llamados y salvados por Dios. Ahora, a causa de este tiempo de reflexión forzada y por el peligro de herejía entre los colosenses, se pregunta por la función de Cristo en relación con el mundo entero y el conjunto de la historia de la humanidad. Llega así a descubrir el auténtico lugar de Jesús en la salvación del universo.

Desde Roma, al parecer, escribe las llamadas “cartas de la cau­tividad”: a Filemón, los colosenses y los efesios (esta última se duda si fue escrita por un discípulo de Pablo, recogiendo las ideas maestras de la carta a los colosenses).

16.6.1. Filemón

Se trata de una carta muy personal, que alude a un grave pro­blema que tenía planteado la Iglesia, que se movía en ambiente pagano: la esclavitud.

El interés de la carta es grande, tanto porque trata del problema mencionado como porque nos muestra en qué actitudes y acciones ponían el acento las comunidades cristianas nacidas en el ambiente

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pagano: la fe en Jesús, el amor, la fraternidad, la acogida, la hospi­talidad, etc.

En relación al problema de la esclavitud, ya vimos antes que Pablo no reclama su supresión. Pero hablando de la igualdad y la fraternidad de todos, señores y esclavos, en Jesucristo, pone una* bomba de tiempo a la institución de la esclavitud, la cual, a la larga, será condenada como anticristiana y antihumana.

Es bueno leer la carta a Filemón y constatar lo anterior.

16.6.2. Colosenses

Los cristianos de Colosas parece que tenían el peligro de creer, siguiendo algunas doctrinas judaizantes, que Jesús, el Cristo, era una más de las potencias celestiales, ángeles o fuerzas ocultas, que servían de intermediarias entre Dios y los seres humanos.

Pablo, utilizando la doctrina del Antiguo Testamento sobre la sabiduría de Dios (sabiduría que está al lado de Dios, con la que Dios ha creado todas las cosas, que ha sido enviada a vivir en medio de los seres humanos para que éstos la puedan recibir y compartir), sitúa a Cristo en relación al Padre (es el Hijo en quien está la plenitud de la divinidad) y en relación al mundo (todo ha sido creado por El y para El).

La consecuencia que se sigue es que cuando, en y con nuestra vida, construimos el mundo, estamos construyendo el reino, el Cristo completo.

Para profundizar en el contenido de esta carta es bueno analizar un par de textos, respondiendo a algunas preguntas.

Veamos en primer lugar Colosenses 1, 15-20. Constatemos, en primer lugar, las preposiciones que se utilizan y los títulos, algunos del Antiguo Testamento, que se dan a Cristo. Recoja­mos algunas expresiones: “antes de toda la creación”, “en El fueron creadas todas las cosas”, “por El todo ha sido creado”, “todo ha sido destinado a El”, “antes de todas las cosas”, “pri­mogénito entre los muertos”, “el primero en todo”, “en El toda

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la plenitud”, “reconciliar todo por medio de El”, “destinar todo a El", “pacificar con la sangre todo lo que hay en la tierra y en los cielos”.

¿Cuál es el lugar y el papel de Cristo en el universo? Es la imagen de Dios y el primogénito de toda la creación. Todas las cosas fueron creadas en El, por El, para El y todas las cosas subsisten en El.

¿Cuál es el lugar y el papel de Cristo en la humanidad, reconci­liada con Dios? El es la cabeza del cuerpo, de la Iglesia, es el principio, es el primer resucitado para que los demás también resuciten, es el ser humano pleno, es el que reconcilia todo con Dios, es el pacificador de todo con su sangre.

Veamos ahora Colosenses 3, 1-17. ¿En qué se fundamenta la vida cristiana? En la resurrección, en la muerte y en el oculta - miento de la vida con Cristo; en el haber sido elegidos, santos y amados de Dios; en el perdón de Dios; en el llamado a formar un solo cuerpo; en la unión con Cristo.

¿Qué actitudes y acciones exige la vida cristiana? Buscar y aspi­rar a las cosas de arriba, despojarse del hombre viejo y vestirse del hombre nuevo, hacer morir los miembros terrenales (forni­cación, impureza, pasión, malos deseos, codicia e idolatría), deshacerse de los vicios (ira, indignación, malicia, ultrajes, pa­labras deshonestas, mentiras), no hacer diferencias (entre griego y judío, circunciso e incircunciso, extranjero, escita, esclavo y libre), revestirse de buenos sentimientos (de compasión, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia), sopor­tarse, perdonarse, tener amor que es la perfección, adquirir la paz de Cristo, formar un solo cuerpo, ser agradecidos, dejar que la palabra de Cristo habite en uno, instruirse y corregirse, can­tar y dar gracias a Dios por medio de Jesucristo.

En último término sería bueno reflexionar sobre qué cosas del fragmento leído parecen especialmente actuales.

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16.6.3. Efesios

Aquí Pablo, o un discípulo, hace una síntesis de su pensamien­to.

El proyecto de Dios es reunir a toda la humanidad en un único pueblo, reconciliado con El. Este pueblo es el cuerpo de Cristo (con esta imagen subraya la unidad entre la Iglesia y Cristo) y es también la esposa de Cristo (con esta imagen subraya la dualidad y la relación) comprada con su sangre. En Cristo ha comenzado ya la reconciliación del mundo con Dios y de los seres humanos entre sí.

El análisis de algunos textos nos puede ayudar en la profun- dización del contenido de esta carta.

¿A qué exhorta en Efesios 4, 1-16 a la comunidad eclesial? A comportarse de acuerdo con la vocación recibida (humildad, mansedumbre y paciencia), a soportarse con amor, conservar la unidad en el vínculo de la paz (un solo cuerpo, un solo espíritu, un solo bautismo...), servir el carisma recibido (apóstol, profe­ta, evangelista, pastor, maestro...), organizar a los cristianos para ir construyendo y desarrollar el cuerpo de Cristo, dejar de ser niños que se dejan llevar por cualquier doctrina, vivir según la verdad, crecer por el amor, mantenerse unidos a la cabeza de Cristo.

En Efesios 5, 21-6, 9, ¿qué principios de moral aparecen en estos preceptos concretos sobre la familia? Sumisión de unos a otros en el temor de Cristo, sumisión de las mujeres a sus maridos como la Iglesia al Señor, amor de los maridos a sus mujeres como Cristo a la Iglesia y como aman a su propio cuerpo, respeto mutuo, obediencia de los hijos a los padres, comprensión de los hijos por parte de los padres instruyéndolos y corrigiéndolos según el Señor, obediencia de los esclavos a sus amos con respeto y sencillez, respeto y sencillez en la relación de autoridad de los amos para con los esclavos, trato igualitario con todos.

¿Cómo se puede concretar, según Efesios 6, 10-20, el combate espiritual? Fortalecerse en el Señor y en su poder, revestirse de

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las armas de Dios (verdad, justicia, celo por el evangelio de la paz, fe, salvación, palabra de Dios, oración, súplica, intercesión por los demás) para la lucha a muerte contra los poderes del mal, para poder resistir y mantenerse firmes, para apagar los dardos encendidos del Maligno, para que le sea concedida al apóstol la valentía en el anuncio del evangelio.

16.7. La preocupación por la fe y la iglesia en las cartas pastorales

Las llamadas “cartas pastorales” (1 y 2 a Timoteo y a Tito), escritas posiblemente por algunos discípulos de Pablo hacia el año 67 d. C. (año del martirio de Pablo en Roma), son una especie de testamento espiritual del apóstol.

Muestran su preocupación porque se mantenga siempre la fe en Jesucristo, recibida de los apóstoles, los cuales comienzan ya a desaparecer. También expresan la organización y la estructuración de los diferentes ministerios dentro de la Iglesia. Y nos transmiten, finalmente, gracias a los cánticos que citan, las alabanzas de la antigua Iglesia dirigidas a Jesucristo.

Puede ser bueno ver, como ejemplo, el texto de 2 Timoteo 1, 6-14, y preguntarnos sobre las consecuencias que debe tener la fe. Estas consecuencias serían: fortaleza, caridad, amonestación; no vergüenza en dar testimonio; disposición a sufrir con forta­leza; responder con fidelidad a la misión sin miedo a los sufri­mientos; confiar en quien se ha creído; seguir las palabras reci­bidas de san Pablo; guardar el buen depósito mediante el Espí­ritu.

16.8. El sermón a los Hebreos y las cartas “católicas”

También otros apóstoles o sus discípulos hicieron escritos de circunstancia, saliendo al paso de problemas doctrinales o morales de las primeras comunidades cristianas. Tenemos así el “sermón” a los Hebreos y el conjunto de las llamadas “cartas católicas”: Santiago, 1 y 2 de Pedro, Judas y 1, 2 y 3 de Juan.

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Digamos unas palabras sobre estos escritos, pero dejando para después (cuando veamos el evangelio de Juan) sus tres cartas.

16.8.1. Hebreos

Se trata de un sermón escrito posiblemente por un discípulo de Pablo, hacia el año 70 d. C. Está dirigido a unos cristianos venidos del judaismo, que se encuentran algo desorientados. Por un lado, añoran las bonitas prácticas cúlticas judías; pero por la otra, sufren persecución a causa de la fe y, además, pueden preveer nuevas dificultades. No acaban de aterrizar como cristianos.

Se les convida a poner los ojos en Cristo, el sumo sacerdote. El ha entrado en el lugar santísimo del templo de una vez por todas, ofreciendo la propia vida para obtener el perdón de los pecados y la reconciliación definitiva. Ha abierto así para siempre la puerta y el camino hacia Dios. Se les exhorta, en consecuencia a, con los ojos fijos en El, caminar, con confianza y resistencia, sin añoran­zas ni miedos.

Como ejemplo se puede analizar Hebreos 4, 14-5, 10, tratando de responder a la pregunta sobre cuál es el papel de Jesucristo, pontífice, y cómo lo vive. Cristo, el pontífice, es probado en todo, a excepción del pecado; es llamado por Dios mismo para ser pontífice; ante el sufrimiento solidario intenso ha respondi­do con clamor, lágrimas, plegarias y súplicas; ha obedecido a pesar de los sufrimientos; así es causa de salvación eterna; se constituye de este modo en nuevo y único sacerdote.

16.8.2. Santiago

Se trata de una carta atribuida a Santiago “hermano del Señor”, obispo de Jerusalén, lapidado por los judíos el año 62 d. C. (No se debe identificar, pues, este Santiago con el hermano de Juan e hijo de Zebedeo, Santiago el apóstol, muerto por Herodes el año 44 d. C., ni tampoco, parece, con el otro Santiago, el de Alfeo, que aparece mencionado también como apóstol de Jesús).

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La carta podría haber sido escrita por aquel Santiago, pariente de Jesús, quien tuvo mucha importancia dentro de la Iglesia de Jerusalén, poco antes de su lapidación (es decir, poco antes del año 62 d. C.), o bien por sus discípulos años después.

En la línea más pura de los profetas de Israel, subraya la co­nexión que debe haber entre la fe y las obras, sobre todo las obras en favor de los más pobres. Si no se dan estas obras, si no se es justo, quiere decir que la fe no es auténtica.

Se puede profundizar en esta carta leyendo Santiago 2, 1-26 e intentando responder a las siguientes preguntas. ¿Cómo articula Santiago la fe y las obras? No se debe hacer distinción entre pobres y ricos en las asambleas, pues los pobres han sido escogidos por Dios y son herederos del reino. Es necesario esti­mar al prójimo sin hacer distinción. Faltar a un mandamiento de la ley es faltar a toda ella. La única ley es la de la misericor­dia. La fe viva consiste en una fe que se desarrolla en obras. Si no, somos como los demonios que tienen fe, pero no obran en consecuencia. No fue así con Abraham, quien creyó y confió queriendo sacrificar a su hijo Isaac y esta obra nacida de la fe lo justificó. Polemiza así contra quienes pensaban que sólo la fe era necesaria para la salvación.

¿Qué dice sobre los pobres y los ricos (véase también San­tiago 5, 1-6)? La riqueza no sirve de nada. Se convertirá en testimonio en contra de quien la tiene, porque se consigue a cosca del empobrecimiento de los obreros.

16.8.3. 1 Pedro

La carta fue escrita en Roma, hacia el año 64 d. C. (año del martirio de Pedro). Es una especie de catcquesis bautismal, dirigi­da a todos los cristianos dispersos por el mundo, la gran fraterni­dad unida por la fe y el comportamiento moral y social.

En la parte doctrinal presenta al nuevo pueblo de Dios, en éxodo, fundamentado en la piedra angular, Jesús, el Siervo, recha­zado por los constructores; con El se forma el edificio. En la se-

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gunda parte saca las consecuencias prácticas: deben comportarse bien entre los no creyentes, dando así testimonio de la propia fe y “edificando”.

Profundicemos algo en esta carta leyendo algunos fragmentos y respondiendo a la preguntas siguientes.

¿A qué es convidado el bautizado en 1 Pedro 2, 1-10? A re­nunciar a toda maldad, falsedad, hipocresía, envidia, maledi­cencia; a desear la fe pura y crecer; a acercarse a la piedra viva; a ser piedra de una construcción; a ser sacerdotes; a estar abier­to a la palabra; a formar pueblo para anunciar las maravillas.

¿En qué consiste el testimonio de fe según 1 Pedro 3, 15-16?En dar culto y respetar a Cristo en el corazón, en dar razón de la esperanza, en hacer todo con dulzura y respeto, en tener una buena conciencia.

16.8.4. Judas

La carta fue escrita hacia los años 70-80 d. C. Utiliza muchos textos judíos contemporáneos para prevenir a los cristianos contra falsas teologías y doctrinas.

Para comprender mejor esta carta leamos Judas 17-23 y res­pondamos a las siguientes preguntas. ¿Qué situaciones tiene presentes? Un ambiente de personas sarcásticas, que se dedican a crear divisiones y parecen vivir una vida exclusivamente natu­ral sin espíritu alguno.

¿Qué recomendaciones prácticas da? Edificar sobre la fe, orar en el Espíritu, mantenerse en el amor, esperar la bondad de Jesucristo, ayudar a los que vacilan, salvar a los que caen en el fuego, tener piedad de los pecadores pero no del pecado.

16.8.5. 2 Pedro

Carta escrita hacia el año 110 d. C. y puesta a nombre de Pedro. Invita a los cristianos a ser fieles a su vocación, a pesar de los falsos predicadores y del retraso de la venida de Cristo.

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Para profundizar algo en el contenido de esta carta podemos leer 2 Pedro 1, 16-21 y preguntarnos qué papel juegan aquí la transfiguración y las Escrituras. Estas realidades son presenta­das como testimonio de algo que se ha experimentado y como transmisión de una palabra profética. Por otra parte, se insiste en que las Escrituras y toda profecía han sido inspiradas por Dios a personas humanas. Iluminan, por lo tanto, la conducta de los cristianos en medio de los falsos predicadores y del retra­so de la venida del Señor.

Puede ser muy bueno actualizar este texto.

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XVIIAlgunas secuencias previas a la redacción

de los evangelios

Hemos hablado de la formación y consolidación de comunida­des apostólicas. Hemos visto también cómo, por medio de las car­tas, los “fundadores” de las comunidades mantenían contacto con éstas e iban repondiendo a sus dificultades, tanto desde el punto de vista de la doctrina como desde la práctica.

A partir del año 50 d. C., sin embargo, empiezan a desaparecer los testimonios más directos de Jesús, nacen comunidades fuera del círculo judío — las cuales necesitan profundizar cada vez más en lo que significa ser cristiano—, los grupos cristianos se extien­den por todas partes, las persecuciones y la muerte se hacen muy presentes en sus vidas. Todo esto provoca el interés por recoger todos los datos posibles sobre Jesús. Se van formando así peque­ñas secuencias o unidades, con las cuales, más tarde, diferentes comunidades escribirán los evangelios, teniendo en cuenta los pro­blemas peculiares de cada comunidad.

El orden de las secuencias posiblemente fue el siguiente: muerte-resurrección, pasión, hechos, parábolas, dichos o palabras, infancia u orígenes. Las secuencias, sin embargo, fueron formadas a partir de otras unidades o fragmentos más pequeños.

Dedicaremos este capítulo a ver algunas de estas unidades o fragmentos más importantes, los cuales resultaron especialmente iluminadores para las comunidades de los primeros tiempos.

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. Tanto Juan Bautista como Jesús hablan de que “se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios”. Pero, ¿qué quieren decir con el anuncio del reino? Era normal que utilizasen esta imagen. ¿Por qué? Porque así retoman una imagen del Antiguo Testamento.

¿Qué debía hacer el rey según el Antiguo Testamento? Dos eran sus funciones principales: liberar al pueblo de todos sus ene­migos y hacer reinar la justicia en su interior, defendiendo a los pobres que no tienen voz ni defensor. Al proceder de esta forma, estaba iniciando el reinado de Dios, un reinado cada vez más uni­versal y definitivo.

Desaparecida la institución monárquica en Israel, los profetas habían centrado su atención en la imagen del “mesías” y del “hijo del hombre”. Este establecería el reinado de Dios con sus actos y palabras, purificando al pueblo y destruyendo a los pecadores.

Juan cree reconocer en Jesús al “mesías”, pero duda porque sus acciones y palabras no acaban de adaptarse a lo que Juan y otros esperan: ¡recibe a los pecadores!, ¡se niega a juzgar!, ¡no habla de liberar de los romanos! Juan entonces pregunta. Jesús responde con unas acciones que “señalan” la realización del reinado de Dios.

Es iluminador leer Lucas 4, 16-21 y 7, 11-23 y responder a las siguientes preguntas.

¿Qué papel juegan estas acciones de Jesús en relación al reino?Las acciones de Jesús señalan que el reino ya ha comenzado y hoy se ha cumplido, que ha aparecido un gran profeta, que Dios ha visitado a su pueblo, que Jesús es el enviado de Dios.Y las señales son que los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos son purificados, los sordos escuchan, los muertos resu­citan, los desventurados reciben el anuncio del mensaje gozoso.

¿Cómo enlaza el evangelio estas acciones con las esperanzas del Antiguo Testamento? Las enlaza con Isaías 61, 1-2, que apunta a los tiempos mesiánicos (“me ha enviado a llevar el mensaje gozoso a los desventurados, anunciar a los cautivos la libertad, anunciar a los ciegos la recuperación de su vista, poner en li­

17.1. El anuncio del reinado de Dios y las señales del reino

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bertad a ios oprimidos, proclamar una año de gracia del Se­ñor”). También las enlaza con esperanzas aparecidas en otros textos del Antiguo Testamento como Sofonías 2, 3 (“busquen a Yahveh todos los humildes”), 1 Reyes 17, 10-24 (Elias resucita al hijo de la viuda: “lo entregó a su madre”), 2 Reyes 4, 21-38 (Elíseo resucita a un muerto), 2 Reyes 13, 20s (un cadáver resucita sólo por el contacto con los huesos de Elíseo), Isaías 26, 19 (los muertos y los cadáveres volverán a la vida y se despertarán), Isaías 29, 18-19 (sordos, ciegos, alegría de los desvalidos, fiesta de los pobres), Isaías 35, 5-6 (ciegos, sordos, cojos, mudos, agua en el desierto, corrientes en la estepa), Isaías 42, 7 (ojos a los ciegos, sacar del calabozo al preso, liberar de la cárcel a los que viven en tinieblas). Estas son las esperanzas para los tiempos mesiánicos que el evangelio enlaza con las accio­nes de Jesús.

Se nos plantea así la problemática de los milagros y su relación con el reinado de Dios. Para profundizar en esta problemática tan importante en los evangelios, estudiaremos la narración de un mi­lagro, sacaremos algunas conclusiones sobre su significado y, fi­nalmente, veremos su actualidad.

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17.1.1. Estudio de una narración de milagro: la tempestad

Mateo 8,18-27 Marcos 4,35-41 Lucas 8,22-25

35 Esle día, al atardecer, les dice: “Pasemos a la otra orilla”.

18 Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla.

19 Y un escriba se acercó y le dijo: “Maestro, te seguiré adon­dequiera que vayas”.

20 Dícele Jesús: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo dei hombre no tiene donde reclinar la cabeza”.

21 Otro de los discípulos le dijo: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”.

22 Díceie Jesús: “Sígueme, y deja que los muertos entienen a sus muertos”.

23 Subió a la barca y sus discí­pulos le siguieron.

24 De pronto se levantó en el mar una agitación (o seísmo) tan grande que la barca queda­ba tapai'a por las olas; pero él estaba dormido.

25 Acercándose ellos le des­pertaron diciendo: “ ¡Señor, sál­vanos, que perecemos!”.

26 Dice les: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”. Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevi­no una gran bonanza.

36 Despiden a la gente y le lle­van en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él.

37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suer­te que ya se anegaba la barca.

38 El estaba en popa, durmien­do sobre un cabezal. Le des­piertan

y le dicen: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?” .

39 El, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar:

“ ¡Calla, enmudece!” El viento

se calmó y sobrevino una gran bonanza.

22 Sucedió que cierto día subió a una barca con sus discípulos, y les dijo: “Pasemos a la otra orilla del lago". Y se hicieron a la mar.

23 Mientras ellos navegaban, se durmió. Se abatió sobre el lago una borrasca; se inunda­ban y estaban en peligro.

24 Entonces, acercándose, le despertaron, diciendo: “ ¡Maes­tro, Maestro, que perecemos!”. El, habiéndose despertado, in­crepó al viento y al oleaje, que amainaron, y sobrevino la bo­nanza.

25 Entonces les dijo: “¿Dónde está su fe?”. Ellos, llenos de te­mor, se decían entre sí maravi­llados: “Pues, ¿quién es éste, que impera a los vientos y al agua, y le obedecen?”.

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Comparando los tres textos, ¿cuáles son las características de cada uno?

Marcos 4, 35: “Pasemos a la otra orilla” (la parte pagana), que puede significar el interés de Marcos por los paganos. Escribe en Roma.

Marcos 4, 39: “...increpó al viento y dijo al mar: “¡Calla, en­mudece!”, que es el mismo lenguaje que se utiliza en el caso de la expulsión de un demonio y que puede significar que este hecho es visto por Marcos como una señal de que el reino ya empieza a realizarse.

Marcos 4, 40: “¿Por qué están con tanto miedo? ¿Cómo no tienen fe?”, que puede significar que este verso, posi­blemente redaccional, quiere interpelar a los creyen­tes que flaquean por la persecución.

Marcos 5, Iss: Jesús libera a un endemoniado, que puede signi­ficar que se preocupa constantemente por hacer seña­les de liberación de demonios, o sea, señales del reino.

Lucas 8, 23: “se inundaban y estaban en peligro”, que puede significar, comparando éste con los otros dos relatos, que lo que le interesa de verdad no es la barca, sino los discípulos.

Lucas 8, 24: “¡Maestro, Maestro, que perecemos!”, fórmula que nos hace descubrir que Lucas pone el acento (véase en Lucas 5, 5; 8, 45; 9, 33.49; 17, 13, la rela­ción entre “maestro”, palabra de Dios, poder y libera­ción de demonios) en este relato en un Jesús que ante el clamor de la debilidad, ante la llamada confiada, no puede dejar de actuar.

Mateo 8, 19-22: es un añadido sobre el seguimiento, en el que, teniendo en cuenta 8, 23 (“subió a la barca y sus dis­cípulos le siguieron”), parece que se quiere insistir en que el seguimiento de Jesús y las dificultades son dos realidades que van unidas.

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Mateo 8, 24: “...una gran agitación (o seísmo)”, que es una palabra típica de Mateo para hablar del final de los tiempos: por ejemplo, con la agitación o seísmo de la cruz, los muertos resucitan, los paganos reconocen al Hijo de Dios; con la agitación o seísmo de la resu­rrección los enemigos quedan como muertos; Jerusa- lén queda agitada o convulsionada cuando entra Jesús como si entrase a la gloria final. La barca “agitada” representa a la Iglesia que va camino de la gloria del final de los tiempos y a cuyos miembros se les pide crecer en la fe en su seguimiento de Jesús.

Mateo 8, 25: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”, que es una invocación claramente litúrgica y que, por lo tanto, nos insinúa una de las grandes preocupaciones de este evangelio que es la de la vida eclesial y, dentro de ésta, la de la vida litúrgica de la comunidad.

Mateo 8, 26: “...hombres de poca fe”, que nos vuelve a indicar la necesidad de que la Iglesia, agitada por las dificul­tades, sea consciente de la importancia de la fe.

Mateo 8, 27: “Y aquellos hombres, maravillados...”, que hace referencia a que lo primero que produce el “milagro” es la maravilla y la admiración, de las cuales puede pasarse a la fe.

Hecho este estudio de los textos, ¿se puede decir que se da en los tres relatos el típico molde o modelo de milagro, con sus cinco puntos? He aquí dicho modelo: introducción para presentar el caso; petición de intervención, con algunas muestras de confianza; intervención de aquél a quien se ha pedido ayuda; resultado produ­cido y reacción de los expectadores: miedo, admiración...

El modelo se cumple, pero con algunas diferencias. Los tres relatos siguen el mismo patrón, pero con diferencias o acentos particulares.

Mateo: se tiene que seguir a Jesús como un discípulo en este difícil camino;

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seísmo significa agitación de los poderes del mal que preanuncian los tiempos finales;

la nave (una) es Ja Iglesia en peligro externo e interno, pero en camino hacia el triunfo final;

“Señor, ¡sálvanos!” es la plegaria de la Iglesia; se fundamenta la oración litúrgica;

el miedo de los creyentes es poca fe;

las personas se maravillan, incluso los no creyentes, viendo cómo se puede aguantar la barca de la Iglesia en medio del mal.

Marcos: habla de la orilla pagana;

habla de “naves”, por tanto, no habla de Iglesia;

habla a la tempestad como acostumbra a hacer en las expulsiones de demonios;

en el verso 40 se dice que los creyentes tienen mie­do; no queda claro por qué, ya que creen en Jesús;

si se elimina el verso 40, se les está diciendo a todos quién es Jesús; y esto antes de la pascua;

a continuación sigue una curación de un endemoniado; se está queriendo decir que la lucha contra el mal da miedo.

Lucas: muestra la preocupación de Jesús por losdiscípulos, quienes navegan y corren peligro;

Jesús aparece como un maestro poderoso en relación a la palabra (“porque tú lo dices, echaré al agua las redes”, ver 5, 5), en relación al poder (el que sale de él y cura, ver 8, 45), en relación a la curación de un endemoniado (ver 9, 49), en relación a los leprosos que serán curados (ver 17, 13).

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17.1.2. Algunas conclusiones sobre el significado del milagro

El milagro es una señal que para el no creyente es cuestión, es pregunta, pero para el creyente es mensaje, es anuncio.

En relación al milagro de la tempestad, la comunidad primitiva le dio los dos sentidos. Encontramos en él una auténtica evolución de sentido. Veámosla.

Marcos, sin el verso 40, utiliza el molde de narración de mila­gro, dirigido a discípulos aún sin fe, quienes se cuestionan; pero también se dirige a todos para que todos se cuestionen.

Marcos, con el verso 40, le da el tono de catequesis, dirigida a creyentes que saben quién es Jesús, pero tienen miedo, no tienen demasiada fe.

Mateo convierte el milagro en una catequesis ampliada, dirigi­da a discípulos que siguen a Jesús en la barca-iglesia, agitada por los poderes del maligno, que amenazan en el tiempo final, que oran dentro de la barca-iglesia y a los que Jesús pide cuentas por su poca fe y su miedo a ir por todas partes. También está dirigida a los no creyentes para que se pregunten.

Lucas también convierte el milagro en una catequesis ampliada sobre la seguridad que da la fe en el poder del maestro y en su palabra profètica.

Lo que interesa, pues, no es lo que ocurrió realmente, sino las preguntas que suscitó la acción de Jesús y el mensaje que los creyentes fueron descubriendo en los milagros.

17.1.3. Actualidad de los milagros

Recogemos a continuación las afirmaciones básicas que se pue­den hacer sobre el sentido de los milagros:

a los milagros son señales que quieren decir algo;

• sólo los puede reconocer el creyente;

• son pregunta y cuestión para el no creyente;

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• necesitan ser interpretados por el creyente;

• son señales y no demostraciones;

• de momento producen o deben producir admiración;

• más adelante pueden ser explicados;

• pero ya han producido la pregunta o el anuncio.

Puede ser interesante, para profundizar en este tema, intentar responder a algunas preguntas.

¿Cómo definirías los milagros? Son una acción extraordinaria, que hace que nos preguntemos. Una acción, por lo tanto, que llama la atención; para quien ya cree, le señala una realidad.

¿Qué es lo esencial del milagro? Que señale alguna realidad más profunda al creyente y que provoque una pregunta al no creyente.

¿Qué actuaciones podrían resultar hoy "extraordinarias”, para provocar la pregunta de los no creyentes y para mostrar que el reinado de Dios ya ha empezado en concreto en nuestro m un­do? Se pueden poner algunos ejemplos, como son, gestos de perdón y reconciliación, gestos de entrega de la vida, gestos de gratuidad, gestos de solidaridad, gestos de renuncia a tener miedo de ponerse a favor de los demás.

¿Cómo podemos “ser milagro” que señale al reino y a la pater­nidad de Dios? Viviendo con actitudes fraternales, solidarias, generosas, misericordiosas, pacificadoras, justas, compasivas, etc.

17.2. La buena noticia de las bienaventuranzas

17.2.1. Las bienaventuranzas en su contexto

Ya hemos visto antes cómo las cartas eran una especie de catequesis actualizada, dirigida a las diferentes comunidades. También en los evangelios encontramos algunas de estas catequesis, especialmente en los discursos de Jesús.

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Jesús hizo algunos discursos. Pero los que tenemos actualmente en los evangelios son posiblemente fruto de la recopilación de frases pronunciadas en diferentes ocasiones por el mismo Jesús, hecha por las comunidades. Tal es el caso, parece, del sermón de la montaña, que encontramos en Mateo 5-7 y del sermón del llano que encontramos en Lucas 6, 20-49.

Es probable que existiese previamente un discurso, construido por la comunidad, el cual debía recoger predicaciones, sentencias y enseñanzas, más o menos largas, de Jesús. Este discurso origina­rio debía ser como una especie de catecismo o presentación de la doctrina cristiana, que, además, era comparada con la del judaismo de los fariseos de Yamnia.

A partir de esto, Mateo habría ampliado las enseñanzas para su comunidad, reuniendo en cinco grandes sermones las muchas pa­labras dispersas de Jesús (el sermón de la montaña sería un ejem­plo de ello). Lucas, en cambio, habría reducido aquella especie de discurso catequético originario, dejando para otros lugares de su evangelio algunas de las enseñanzas y sentencias de Jesús (esto explica que su sermón del llano sea mucho más breve que el de la montaña de Mateo).

Pero, ¿qué papel juegan en los dos evangelios en cuestión los dos sermones? En Mateo, el sermón es un discurso y un programa; acentúa sus consecuencias prácticas y pone ejemplos de su aplica­ción posible. En Lucas, en cambio, el sermón resulta mucho más breve y mantiene así el carácter de “evangelio”, de proclamación de la buena noticia (de hecho, Lucas tiene su discurso-programa en Lucas 4, 16-30); centra toda su catequesis sobre la buena noti­cia en el amor y la exigencia de vivir de una manera totalmente nueva. Este es el sentido de las dos catequesis adaptadas que en­contramos en los dos sermones mencionados.

Los dos sermones, sin embargo, comienzan por las bienaven­turanzas. Puede ser una muestra de la importancia que éstas tuvie­ron desde el principio para la catequización de los primeros cris­tianos.

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Hagamos, pues, una breve en primer lugar los dos textos reflexión sobre ellas. Veamos

Mateo 5,1-12

1 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.

2 Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:

3 "Bienaventurados los pobres de es­píritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

4 Bienaventurados los mansos, porque ellos posseerán en herencia la tierra.

5 Bienaventurados los que lloran, por­que ellos serán consolados.

6 Bienaventurados los que tienen ham­bre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.

7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

8 Bienaventurados los limpios de co­razón, porque ellos verán a Dios.

9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

11 Bienaventurados serán cuando les injurien, y les persigan y digan con mentira toda clase de mal contra uste­des por mi causa.

12 Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los ciclos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes.

Lucas 6,17. 20-26

17 Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedum­bre del pueblo, de toda Judea, de Jeru- salén y de la región costera de Tiro y Sidón.

20 Y él, alzando los ojos hacia sus dis­cípulos, decía: “Bienaventurados los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios.

21 Bienaventurados los que tienen hambre ahora, porque serán saciados. Bienaventurados los que lloran ahora, porque reirán.

22 Bienaventurados serán ustedes cuando los hombres les odien, cuando les expulsen, les injurien y proscriban el nombre de ustedes como malo, por causa del Hijo del hombre.

23 Alégrense ese día y salten de gozo, que su recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.

24 “Pero ¡ay de ustedes, los ricos!, porque han recibido su consuelo.

25 ¡Ay de ustedes, los que ahora están hartos!, porque tendrán hambre. ¡Ay de los que ríen ahora!, porque tendrán aflicción y llanto.

26 ¡Ay cuando todos los hombres ha­blen bien de ustedes!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas.

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17.2.2. Comparación de las bienaventuranzas de Mateo y Lucas

Tras la comparación de unas y otras, notando cuáles son las coincidencias y las diferencias (en lo que coinciden, lo que es propio de Mateo y lo que es propio de Lucas), sería bueno respon­der a las siguientes preguntas.

¿A quién parece que van dirigidas las de Lucas? Dado que parecen presuponer la experiencia de los discípulos (la pobreza, el hambre, el llanto, el odio, la expulsión, los insultos y la difama­ción), van dirigidas a los discípulos.

¿A quién parece que van dirigidas las de Mateo? A todos los hombres y mujeres. De hecho, los discípulos y la Iglesia son sa­cramento del reino y de salvación para toda la humanidad.

¿Qué añaden las de Mateo a las de Lucas, teniendo en cuenta también los textos de 1 Corintios 13, 3 y Mateo 11, 29? Parece que las bienaventuranzas de Mateo añaden una cierta espiritualización y una insistencia en las disposiciones del cora­zón, en la línea de lo que se dice en 1 Corintios 13, 3 y Mateo 11, 29. En 1 Corintios 13, 3, se dice que si una persona distribuyese todos sus bienes entre los pobres, pero no tuviese amor, de nada le serviría; en Mateo 11, 29, Jesús exhorta a tomar su yugo y a ha­cerse discípulos de él, que es bueno y sencillo de corazón, y afir­ma que así sus espíritus encontrarán reposo. No se trata, pues, de ahogar al otro con nuestra limosna, por ejemplo, sino que se trata de hacer las acciones solidarias con todo el corazón.

¿Qué nos puede querer decir la coincidencia entre Mateo 5, 11-12 y Lucas 6, 22-23? Nos puede querer decir que la persecu­ción por el nombre de Jesús fue lo normal en la mayoría de las comunidades desde el principio y que se dio una cierta conciencia del papel profètico del cristianismo y de la persecución que presu­pone.

¿Qué papel juegan las amenazas de Lucas 6, 24-26? Son para subrayar más la contraposición real que se da en la sociedad y ante la cual Dios toma parte, como se canta también en el Magníficat.

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17.2.3. Comparación de las bienaventuranzas comunes a Mateo y Lucas con otros textos bíblicos

Es bueno leer los siguientes textos que parecen hablar de reali-! dades relacionadas con las bienaventuranzas.ii • Mateo 11, 2-6: obras de Jesús que revelan que es el mesías.

• Lucas 7, 11-23: resurrección del hijo de una viuda como una de las obras que revelan que es el mesías.

• Isaías 26, 19: vida para los muertos.

• Isaías 29, 18-19: buena noticia para los sordos, los ciegos, los desvalidos, los pobres de la tierra.

• Isaías 35, 5-6: buena noticia para los ciegos, los sordos, los cojos, los muertos, el agua en el desierto.

• Isaías 49, 9: liberación de los encarcelados.

• Isaías 52, 7: el mensajero de la buena noticia de que el rey ya reina.

• Isaías 61, 1: dar la buena noticia a los pobres, vendar los corazones rotos, dar franquicia y libertad a los cautivos, pro­clamar el año de gracia de parte de Yahveh.

¿A qué se une la venida del reino de Dios? A todos los cam­bios anunciados en los textos anteriores, los cuales están relacio­nados con los que Jesús anuncia en las bienaventuranzas.

¿Qué Dios nos anuncia Jesús por medio de las bienaventu­ranzas? Un Dios de los pobres, de los maltratados, de los margina­dos, de los desconsolados, de los encarcelados, etc., que por medio del mesías y de sus discípulos viene a cambiar las cosas, instau­rando el reino de justicia, de solidaridad, de amor.

17.2.4. El reto de las bienaventuranzas

Si Jesús es, por medio de las bienaventuranzas, anunciador e inaugurador del reino, ¿cuál es el papel del cristiano? Anunciar la realidad de Jesús como buena noticia y como él pasar por el mun­do haciendo realidad este reino inaugurado.

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¿Cómo se puede concretar el servicio del cristiano al reino? Participando en programas políticos, sociales y económicos en la línea del reino, trabajando siempre con la mirada puesta en el rei­no como inspirador, escogiendo la profesión y el trabajo, teniendo en cuenta a los pobres, siendo justo y solidario, haciendo obras de pacificación, siendo verdadero y auténtico.

¿Se propone una renuncia o... (véase Mateo 13, 44-46)? Se propone felicidad y no renuncia. Es la alegría de quien ha encon­trado el reino, de quien ha llegado a descubrir el amor y la comu­nión.

¿Se trata de servir al reino o... (véase Mateo 5, 13-16)? Se trata de dar testimonio del reino. Algunos ya han hecho esta opción de ser buena noticia para los pobres y se han convertido así en sal, luz, señal y testimonio del Padre.

17.3. Las parábolas como análisis sobre el propio comporta­miento y la conversión ante el reino

Jesús utilizó muchas parábolas para mover los corazones de los oyentes y llevarlos a la acción. Pero, ¿qué es una parábola? Es una comparación, en forma de historia, que tiene como finalidad hacer pensar de un modo global sobre el propio comportamiento y llevar a un cambio de conducta. Se puede resumir con la siguiente for­mulación: “igual que el personaje de la historia hace tal cosa, del mismo modo hace Dios y tienes que hacer tú”.

Normalmente, en las parábolas se utilizan ejemplos de la vida normal que no tienen ninguna dificultad en ser aceptados por el oyente. En algunos casos, sin embargo, lo que se dice en tales ejemplos resulta algo difícil de aceptar o, en todo caso, algo cho­cante. Son las llamadas Parabel por los investigadores alemanes, cuyo propósito es cuestionar con más fuerza y dar un mensaje sobre Dios o sobre la conducta humana de tal forma que se salen de lo que nosotros llamaríamos “normal”.

Parecida a las parábolas es la “alegoría”. Se trata también de una historia, pero que busca enseñar, hacer comprender, algunos

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detalles de la realidad. En esta historia, cada uno de los personajes y de las realidades que la componen tiene un significado simbólico y quiere expresar más detalladamente la realidad.

Posiblemente Jesús, en principio, casi sólo utilizó parábolas (quizá con algunos rasgos alegóricos). En los evangelios, sin em­bargo, tenemos una auténtica relectura —y en muchos casos una alegorización— de las parábolas, motivada por las siguientes razo­nes: el cambio de auditorio: primero, judíos; después, cristianos; la luz de la pascua de resurrección: antes de pascua, Dios y su reino; despues de pascua, Jesús que inaugura el reino; el sentido de otras parábolas ilumina el sentido de una parábola relacionada con ellas; y, finalmente, el contexto en el que ha estado situada una parábola o un conjunto de parábolas en los evangelios, puede cambiar algo el sentido (por ejemplo, Marcos y Lucas ponen el capítulo de las parábolas al inicio de la predicación de Jesús en Galilea: son así una manera sencilla de presentar el reino; Mateo, en cambio, lo sitúa cuando al final la gente empieza a abandonar a Jesús: son así la última advertencia y amenaza ante la cerrazón).

La mayoría de las parábolas presenta el reino de Dios y el comportamiento que se debe tener ante su llegada. Mateo (véanse las siete parábolas en Mateo 13) insiste en la presentación del reino, distinguiendo tres realidades: el reino de Dios (al final de los tiempos: sólo participarán de él los justos, ya está inaugurado, ya actúa), el reino del Cristo o del hijo del hombre (entre la resu­rrección y el final de los tiempos: están mezclados justos y peca­dores, al final Cristo lo entregará al Padre) y la Iglesia (no identifi­cada con el reino de Dios ni con el de Cristo, lugar al interior del reino de Cristo, donde él ejercita plenamente su acción, señal y testimonio del reino).

Lucas, en cambio, insiste en el comportamiento del discípulo: debe desconfiar del dinero y de las preocupaciones materiales, debe orar con insistencia, debe sentirse y hacerse prójimo de to­dos, debe modelar la propia conducta de acuerdo a la del Padre que perdona y ama.

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Para profundizar en el modo en que las parábolas transmiten el mensaje es bueno responder a las siguientes preguntas.

¿Qué se quiere decir sobre el reino en Mateo 13, 31-33.44-46? Que no hay proporción entre el presente y el reino que será, que de lo pequeño viene io grande, que vale más que nada en el mundo tanto que el que lo descubre no tiene sensación de renuncia, que se debe dejar absolutamente todo para poder po­seer el reino.

¿Qué se quiere decir sobre el reino en Lucas 10, 30-37? En la parábola inicial, que todos estamos llamados a hacernos prójimos del que está en necesidad. En la alegoría, que los “religiosos oficia­les” con frecuencia no descubren lo esencial, sino que se van por las ramas y que los marginados son los primeros en el reino.

17.4. La vida cristiana significada y celebrada en el culto

“Culto”, entre muchos de nosotros, evoca un conjunto de ritos y ceremonias. Entre los judíos, en cambio, y entre los primeros cristianos evocaba vida de cada día. El auténtico culto que recla­maban los profetas era, como ya veíamos en el Antiguo Testamen­to, el derecho y la justicia, el amor y no los sacrificios (véase Miqueas 6, 8).

Todas las bendiciones, indispensables en la plegaria judía, ha­cían referencia a la existencia y cada acción del día; eran una expresión de que todo se vivía como acción de gracias, como “eucaristía”. También las comidas, el compartir el pan bendecido, eran actos religiosos que llevaban a aceptar y agradecer el don de la vida divina.

Los primeros cristianos consideraron desde el principio que su sacrificio era la propia existencia vivida como obediencia de fe, como Jesús. Esto, sin embargo, lo significaron y celebraron en el mundo de la liturgia, entendida de una manera existencial: plega­rias, Padrenuestro, eucaristía, etc.

Esta unión de vida diaria y culto quedó clara en la eucaristía, tal como la celebraban: presencia de Jesús que entrega su vida y

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compromete a los celebrantes a entregar la propia vida y la comu­nión y participación. De hecho, la última cena fue entendida en seguida como una comida que hacía referencia a la muerte de Jesús: bien como cena de despedida en que se hacen los últimos encargos y exhortaciones, bien como cena cúltica o gesta profètico, que realiza por adelantado la entrega total de la vida en favor de los demás.

Todo esto queda insinuado ya en los textos que hablan de la institución de la eucaristía. Comparémoslos, reflexionemos sobre ellos descubramos el sentido y dejémonos interpelar.

Marcos 14,22-25

22 Y mientras estaban co­miendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo:

“Tomen, ésíe es mi cuer­po”.

23 Tomó luego una aspa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron lodos de ella,

24 Y les dijo: “Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos.

25 Yo les aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios".

Mateo 26,26-29

26 Mientras estaban co­miendo, lomó Jesús pan ylo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípu­los, dijo: “Tomen, coman, éste es mi cuerpo”.

27 Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: “Beban de ella lodos,

28 porque esta es mi san­gre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de ios pea- dos.

29 Y les digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquél en que lo beba con ustedes, nuevo, en ei Reino de mí Padre”.

Lucas 22,14-20

14 Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles;

15 y les dijo: “Con ansia he deseado comer esta Pascua con ustedes antes de padecer;

16 porque les digo que ya no la comeré mis hasta que halle su cumplimien­to en el Reino de Dios”.

17 Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: “Tomen esto y re­pártanlo entre ustedes;

18 porque les digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios”.

19 Tomó luego pan, y, da­das las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Este es mi cuerpo que es entre­gado por ustedes; hagan esto en recuerdo mío",

20 De igual modo, des­pués de cenar, la

1 Corintios 11,23-26

23 Porque yo recibí del Señor lo que les he trans­mitido; que el Señor Je­sús, la noche en que fue entregado, tomó pan,

24 y después de dar gra­cias, lo partió y dijo: “Este es mi cuerpo que se da por ustedes; hagan esto en recuerdo mío”.

25 Asimismo también la copa después de cenar di­ciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza en mi san­gre. Cuantas veces la bebieren, háganlo en re­cuerdo mío".

26 Pues cada vez que co­men esle pan y beben esla copa, anuncian la muerte del Señor, hasta que ven­

ga.

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Haciendo una primera comparación podemos ver que Marcos y Mateo van unidos: hacen alusión a Exodo 24, 4-8, donde se habla de la sangre de la alianza, separan el cuerpo y la sangre, haciendo alusión al sacrificio cúltico de la ley mosaica (véase Lv 17, 5-6; Dt 12, 27), utilizan, en relación a la línea profètica, la expresión “por muchos”, e insinúan que se trata de una despedida, en la que se exhorta a la esperanza definitiva. Podemos ver también que Lucas y 1 Corintios también van unidos: tienen como transfondo textos como Isaías 53, 12; 42, 6; 49, 8; Jeremías 31, 31-34. Estos textos aluden con la palabra “cuerpo” al Cristo como siervo total y con la palabra “sangre” al Cristo como mártir total, hacen inter­cambiables dichos términos, relacionándolos con la entrega martirial del siervo. Ambos términos hacen referencia al sacrificio cúltico (Lucas, utilizando la palabra “derramada” y 1 Corintios relacionado con los banquetes sagrados de 1 Corintios 10, 14-22), insinúan que se trata de una despedida como memorial del reino definitivo.

Leyendo después Marcos 14, 25; Mateo 26, 29; Lucas 22,15-18.21-38; Juan 13, 1-17; es bueno responderá las siguien­tes preguntas.

¿Se trata de una cena de despedida? ¿Qué recomendaciones se hacen? En el texto de Lucas 22, 15-18.21-38, se habla del “deseo de comer la pascua antes de padecer”, “pascua que no comerá hasta el reino de Dios”, “copa de despedida que deben repartir”, “un final que llega por traición”, “recomendaciones sobre el servicio ya que Jesús es el más grande y en cambio sirve”, “promesa de que estarán con él en el reino”, “toque de atención sobre la debilidad de Pedro y de todos”, “recomenda­ciones para la hora de la prueba en la que ya no tendrán la defensa de Jesús”. En el de Marcos 14, 25, se habla de “despedida”,"del último beber juntos” con un cierto matiz escatològico. En Mateo 26, 29, se habla de “despedida”, “promesa de beber con ustedes” con cierto matiz también escatologico. Y en Juan 13, 1-17, se habla de “recomendación de servirse”, “amor como señal de reconocimiento de que son discípulos de Jesús”, “dis­curso de despedida y oración por ellos”, “promesa del Espíritu”,

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“exhortación a mantenerse unidos a él", “aviso de persecucio­nes”, “despedida y consuelo”. Despedida, pues, ante la muerte violenta y a traición que se le avecina, oración por sus seguido­res, aviso de la debilidad en que se encontrarán, recomendacio­nes a ser fuertes en la hora de la prueba y a mantenerse unidos, exhortación al amor y al servicio, promesas del Espíritu y de gozo futuro del reino.

Leyendo Marcos 14, 22-24; Mateo 26, 26-29; Lucas 22, 19-20; Juan 13» 1-17 es bueno responder a las siguientes preguntas.

¿Se trata de una cena-gesto profètico? ¿Qué anuncia? ¿En qué insisten Marcos y Mateo, si se tiene en cuenta Exodo 24, 4-8? ¿En qué insisten Lucas y 1 Corintios, si se tiene en cuenta Jeremías 31, 31-34; Isaías 42, 6; 49, 8; 53, 12? En Lucas 22, 19-20 , se habla de “cuerpo que se entrega”, de “copa que es nueva alianza en mi sangre”. En Marcos 14, 22-24 y Mateo 26, 26-29, se habla de “sangre de la alianza derramada por todos”. En Juan 13, 1-17, se habla de “entrega en el servicio”. Vemos, pues, que se trata de un gesto que anuncia profèticamente la entrega del cuerpo y de la sangre.

Vemos también que Mateo y Marcos insisten en el sacrificio cúltico que realiza la alianza, ral como también aparece insi­nuado en el “derramada por ustedes” de Lucas. Es significativa en este punto la referencia que se hace a textos como el de Exodo 24, 4-8 (“Entonces escribió Moisés todas las palabras de Yahveh; y, levantándose de mañana, alzó al pie del monte un altar y doce estelas por las doce tribus de Israel. Luego mandó a algunos jóvenes, de los israelitas, que ofreciesen holocaustos e inmolaran novillos como sacrificios de comunión para Yahveh. Tomó Moisés la mitad de la sangre y la echó en vasijas; la otra mitad la derramó sobre el altar. Tomó después el libro de la Alianza y lo leyó ante el pueblo, que respondió: “Obedecere­mos y haremos todo cuanto ha dicho Yahveh. Entonces tomó Moisés la sangre, roció con ella al pueblo y dijo: Esta es la sangre de la Alianza que Yahveh ha hecho con vosotros, según todas estas palabras”).

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Lucas y 1 Corintios, en cambio, insisten en la donación que hace de sí mismo el profeta mártir. Gracias a él se realizará finalmente la nueva alianza. Es significativa, en este sentido, la referencia que se hace a textos como Jeremías 31, 31-34 (anun­cio de la nueva alianza), Isaías 42, 6 (“te he formado como alianza del pueblo, luz de las naciones...”), Isaías 49, 8 (“destinado a ser alianza del pueblo, a restaurar el país...”), Isaías 53, 12 (“llevará los pecados de la m ultitud”, “se ha entregado a la muerte”).

En todo caso se da una cierta tendencia a unir los dos sentidos, tendencia que se puede ver en el “por todos” con sentido pro- fético de Mateo y Marcos, y en la expresión "sangre derramada” de Lucas y 1 Corintios, en referencia al sacrificio cúltico de 1 Corintios 10, 14-22.

Por lo tanto, se dan recomendaciones de despedida, relación entre sacrificio de Jesús y alianza, relación entre gesto profético de la entrega y nueva alianza, alusión a lo escatológico del reinado de Dios. Conviene tener en cuenta la fórmula actual: “Esto es mi cuerpo entregado por ustedes”, "Esto es mi sangre, sangre de la alianza nueva y de siempre, derramada por ustedes y por toda la humanidad para el perdón de los pecados”. Con­viene también tener en cuenta el texto de Juan en el que se habla de gesto de entrega total de amor unido a las recomenda­ciones y avisos de despedida.

¿Qué significa y que celebra la eucaristía cristiana? La entrega de Jesús a la muerte para hacer una nueva alianza de vida nueva y que pide la unión real de todos (véase 1 Co 11).

¿A qué nos compromete? A hacer memoria, un hacer que va unido al compromiso de vida. A vivir con una entrega total a la comunidad.

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XVIIILa redacción de los cuatro evangelios

Como ya se ha dicho antes, los cuatro evangelios son la recopi­lación de materiales tradicionales sobre Jesús (anuncio de la resu­rrección, relato de la pasión, narración de hechos, colección de palabras, enseñanza sobre los orígenes de Jesús), recopilación he­cha desde la experiencia de la resurrección y glorificación de Je­sús, el crucificado, hecha desde la vida y los problemas concretos de las comunidades cristianas diversas, hecha desde el recuerdo de Jesús, aportado por sus seguidores y testigos. Cada evangelio, pues, tiene detrás una comunidad cristiana, con sus peculiaridades, la cual busca en Jesús, en sus hechos y palabras, luz para la propia vida cristiana. Veámoslo.

18.1. £1 evangelio de Marcos

Se trata de una comunidad situada en Roma, en torno a Pedro, entre el año 64 (martirio de Pedro) y el 70 (caída y destrucción de Jerusalén). Está formada sobre todo por antiguos paganos (véase Marcos 7, 3-4, donde se explican las costumbres judías, que los paganos desconocen; no ocurre así en el paralelo correspondiente de Mateo 15, 1-9). Vive perseguida y con graves problemas para poder vivir y proclamar su fe. Tiene, en consecuencia, el peligro de alienarse, refugiándose en la gloria y el triunfo de Jesús.

El evangelio escrito en esta comunidad tiene unas característi­cas propias. En primer lugar, una narración muy popular nos pre­senta a un Jesús muy humano y cercano a las personas y a todas las realidades.

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En segundo lugar, en él, la buena noticia no es tanto la ense­ñanza en forma de palabras como Jesús mismo con sus actos liberadores. Estos actos son su gran enseñanza.

En tercer lugar, el texto utiliza la geografía en un sentido teológico: opone Jerusalén (la elegida, pero que rechaza la predicación de Jesús) a Galilea (la de los gentiles, la despreciada, donde Jesús realiza los actos esenciales); opone también la parte judía del lago de Genesaret (donde los discípulos se encuentran a gusto) a la parte pagana (a donde Jesús quiere llevarlos continua­mente). Quizá nos está hablando así —y fundamentándolo en Je­sús— del impulso misionero hacia los paganos.

En cuarto lugar, la confesión final ante la cruz, del soldado pagano, “este hombre era Hijo de Dios”, tiene gran importancia.

En quinto lugar, el llamado “secreto mesiánico”, es decir, las continuas negativas de Jesús a que lo proclamen mesías, también es sumamente importante. Este “secreto” sirve para subrayar que el misterio de Jesús sólo puede ser reconocido en la cruz y no en la gloria.

Finalmente, insiste en la necesidad de seguir el camino pascual de Jesús, el cual pasa por la muerte y la resurrección.

Todas estas características responden al tipo de comunidad de Marcos.

Veamos a continuación algunos de los textos más significativos de este evangelio, en los que van apareciendo sus temas caracterís­ticos y peculiares.

18.1.1. Señales que causan admiración

Jesús realiza acciones que quieren decir más de lo que se ve a simple vista. Son señales que provocan la fe en aquel que está abierto, liberan a los seres humanos, anuncian la llegada del reino y de los tiempos mesiánicos, enseñan que ya se está haciendo realidad el reino. No son el lugar donde se descubre a Jesús y su reino, sino que “señalan” el combate final contra los poderes del mal y el triunfo de la cruz.

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Para constatar esto, puede ser bueno leer algunos textos del evangelio de Marcos, respondiendo a algunas preguntas.

Marcos 1, 21-28: “...enseñaba... precisamente había en su sina­goga un hombre poseído por un espíritu inmundo... Jesús le conminó... el espíritu salió de él... todos se preguntaban... una doctrina nueva...”.

¿Cómo y cuál es la doctrina enseñada por Jesús aquí? Su doctri­na es la acción de liberar de los espíritus impuros, que es señal del reino.

¿Qué preguntan el espíritu impuro y los espectadores? El espí­ritu impuro pregunta: “¿Has venido a perdernos?”. La respues­ta implícita de Jesús es que sí. Los espectadores se preguntan sobre la doctrina, llena de autoridad, de la liberación de los espíritus impuros e, implícitamente, sobre su posible sentido del reino. En realidad, se responden que es una doctrina nueva, llena de autoridad, y que está señalando al reino.

¿Hasta cuándo impedirá Jesús que se descubra su identidad? Hasta la cruz.

¿Qué señalan ésta y otras expulsiones de demonios? Que el reino ya se ha empezado a abrir paso.

Marcos 2, 3-5a. 11-12: la curación de un paralítico. ¿Se dan los elementos típicos de un relato de milagro, tal y como veíamos en el modelo explicado antes (situación, petición, acción de Jesús, realización, reacción de los presentes)? Si se elimina la “controversia" que aparece en los w . 5b-10, se trata del típico relato de “milagro": situación y petición implícita, acción in­mediata de Jesús, realización del milagro, admiración y glorifi­cación de Dios.

¿Cómo se expresa físicamente el cambio de posición del paralí­tico? Se habla de un nuevo hombre que, lleno de alegría, se levantó.

¿Qué actitud se presupone en los que cargan al paralítico? Una actitud de fe.

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¿Qué provoca en los espectadores la acción de Jesús? Provoca admiración y glorificación de Dios (paso a la fe en Dios).

Teniendo en cuenta que el “levántate” y el "se levantó” son la traducción de la misma palabra griega que significa “resucitar”,¿de qué es señal esta acción de Jesús? Es señal de lá nueva vida del reino que comienza ya.

¿Qué nos dice? Que debemos levantar o ayudar a levantar a los que están caídos, trabajar por la persona nueva, eliminar los miedos y las esclavitudes de los demás, trabajar por la vida digna y llena de salud corporal y moral.

18.1.2. Las controversias

Son un género literario utilizado por los “rabinos” para presen­tar una enseñanza importante, que exigía a los presentes ponerse a favor o en contra.

En el caso de los evangelios, acostumbra tener el siguiente es­quema: un gesto o una frase de Jesús provoca extrañeza, a menudo fingida, en los presentes; comienza el debate, normalmente en for­ma de preguntas y aparece, finalmente, el auténtico punto de la discusión, que pide una toma de postura y provoca con frecuencia la división.

Marcos, en el contexto de una comunidad perseguida, utiliza mucho este género literario para subrayar que las enseñanzas de Jesús llevan a la salvación, pero pasando por la cruz.

Para profundizar en las controversias es bueno ver algunos tex­tos y responder algunas preguntas.

Marcos 2, 5b-10: a raíz de la curación de un paralítico. ¿Qué hecho o palabra provoca la controversia? La controversia es pro­vocada por las palabras “hijo, te son perdonados los pecados”.

¿Puede tener un valor simbólico la posición física de los escri­bas? La posición física de estar sentados en sus cátedras puede significar que no quieren cambiar, que no están abiertos a la voluntad de Dios.

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Teniendo en cuenca que la expresión aparentemente impersonal “te son perdonados los pecados” quiere decir “Dios te perdona los pecados”, ¿a qué viene el escándalo de los escribas (véase el v. 10 y su referencia a Daniel 7, 13-14)? El perdón de los pecados que es propio de Dios, Jesús lo toma como Hijo del hombre a quien, según Daniel 7, aquél ha entregado el poder de juzgar (Daniel 7, 14: "A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás”).

Aquí los escribas piensan interiormente (en Marcos 14, 64 lo dirán abiertamente) que Jesús “blasfema”. ¿Qué nos quiere de­cir Marcos por medio de esta controversia? Que todo esto es lo que conduce día a día a Jesús a la cruz.

¿Cuál es la enseñanza final, que resulta tan escandalosa para los judíos? Que el Hijo del hombre tiene poder para perdonar los pecados, cosa que es sólo propia de Dios.

¿Qué nos dice? Que Jesús ha venido para ofrecernos una salud integral de la persona, “material” y “espiritual”, “corporal" y “moral”.

Marcos 2, 16-17: al ver los escribas y los fariseos que comía con los pecadores y publicanos, decían a los discípulos: “¿Qué? ¿Es que come con los publicanos y pecadores?”. Al oír esto Jesús, les dice: “No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”.

¿Qué hecho o palabra provoca la controversia? La provoca su comer con los pecadores y publicanos, el haber llamado a Leví.

¿Qué enseñanza acentúa Jesús? Que ha venido para llamar a los pecadores.

¿Qué nos dice hoy? Que los considerados pecadores son los privi­legiados del reino y que Dios quiere por encima de todo la reconciliación y el perdón de quienes han reconocido su pecado.

Marcos 3, 1-6: curación en sábado y en la sinagoga del hombre de la mano paralizada.

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¿Qué hace Jesús en el v. 1 y qué hacen los fariseos en el v. 6a? Jesús entra en la sinagoga, lugar de la ley, donde los fariseos están asentados; los fariseos salen.

¿Qué hecho o palabra provoca la controversia? La curación de un hombre en sábado.

Si la sinagoga era el lugar de la ley, ¿qué enseñanza quiere dar Jesús por medio de esta controversia? Quiere enseñar que el hombre está por encima de la ley, que sacar el mal del mundo es algo prioritario.

Teniendo en cuenta que en el v. 3 Jesús dice al enfermo "leván­tate ahí en medio”, ¿a qué hace referencia Jesús? De hecho Jesús con el “levántate ahí en medio” está haciendo referencia a que para aquel enfermo Jesús trae una nueva vida y está hacien­do referencia también a que Jesús es el Señor de la ley porque lo levanta (resucita) como sólo lo puede hacer Dios.

Teniendo en cuenta el "para poder acusarle” del v. 2 y también Marcos 15, 3-4, ¿qué quiere decir esta controversia sobre la causa de la muerte de Jesús (véase también la decisión de “eli­minarle” en el v. 6)? Las acusaciones del final comienzan en el interior de los fariseos, quienes se encierran en la ley y no aceptan que la salvación pasa por Jesús y por la postura que se tome ante las personas en necesidad.

18.1.3. Las llamadas a seguir a Jesús

Si los cristianos de Roma encontraban muchas dificultades para vivir como tales, no es de extrañar la insistencia del evangelio de Marcos en la necesidad de seguir a Jesús. Lo único importante para el cristiano es seguir el camino de Jesús, ir detrás de él, superar las dificultades y cadenas que lo tienen atado.

Es así, además, como se da testimonio del Cristo y como se cumple la tarea misionera encargada por Jesús a sus seguidores.

Para poder profundizar en lo anterior es bueno leer algunos textos del evangelio de Marcos y responder a algunas preguntas.

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Marcos 1, 16-20: vocación de ios cuatro primeros discípulos. ¿Con qué finalidad llama Jesús a los cuatro primeros discípulos (véase Marcos 1, 14-15: después que Juan fue entregado, mar­chó Jesús a Galilea, y proclamaba la Buena Nueva de Dios: 15. “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca; con­viértanse y crean en la Buena Nueva”)? Los llama para hacerlos pescadores de hombres, es decir, para anunciar el reino y la llamada a la conversión.

¿Se dan los tres tiempos típicos de los relatos de vocación de los discípulos (mirada, llamada, respuesta)? Sí: vio... los lla­mó... lo siguieron.

Teniendo en cuenta los siguientes simbolismos (número 4 = 4 puntos cardinales; agua del lago = lugar de los poderes del mal), ¿qué se quiere decir sobre la llamada de Jesús, sobre sus efectos en la vida de los discípulos y sobre la misión a realizar? Jesús llama a la universalidad de la salvación, a salir de los poderes del mal y ayudar a salir de los mismos a otros, a cam­biar radicalmente la vida.

Marcos 2, 13-15: vocación de Leví. ¿Se dan los tres tiempos típicos mencionados en el texto anterior? Sí: vio... le dice: “sí­gueme”... se levantó y lo siguió.

Teniendo en cuenta que el texto dice “les enseñaba”, ¿cuál te parece la enseñanza principal? En este caso, la enseñanza es la llamada al pecador Leví y, por medio de él, a todos los pecado­res para que lo sigan.

Esta vocación provoca ia controversia de Marcos 2, 16-17 (16. Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y publícanos, decían a los discípulos: “¿Qué? ¿Es que come con los publícanos y pecadores? 17. Al oír esto Jesús, les dice: “No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”). ¿Qué se nos quiere decir, pues, mediante la unión de la llamada de Leví y de la controversia? Que Jesús ha venido a salvar a los pecadores y se sienta con ellos a la mesa.

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Marcos 10, 17-34: la llamada del joven rico, la advertencia sobre el peligro de las riquezas, la recompensa prometida a quienes lo dan todo, el tercer anuncio de la pasión.

¿Cuál es el camino que comienza a hacer Jesús con sus discípu­los? Es el camino hacia Jerusalén y la cruz.

¿Cuáles son las características de este camino? Cumplir los mandamientos, seguir a Jesús dejándolo todo, desprenderse de las riquezas, confiar en Dios para el que aun lo imposible es posible, morir, vivir una nueva vida.

¿Cuáles son las respuestas posibles a la llamada a seguir? El no del joven rico; el sí de los discípulos.

¿Se dice de alguna manera que la llamada de Jesús es la de Dios? Sí, ya que primero pregunta al joven rico por qué le llama bueno cuando bueno sólo es Dios y después le contesta llamándolo.

¿Cómo vivía todo esto la comunidad de Marcos? ¿Y nosotros? En medio de dificultades para seguir a Jesús se sentía llamada a no tener miedo e ir por el camino por el que él ya ha pasado. Nosotros.,.

Marcos 10, 46-52: el ciego de Jericó. ¿Se da completo el mode­lo de relato de milagro? Hay una petición de intervención lar­ga, no se da reacción final, sino que acaba con la acción de Jesús y la respuesta del ciego en forma de seguimiento. Posiblemente es algo diferente al género relato de milagro, porque debía servir para otra cosa que para lo que sirven los relatos de milagro.

¿Cómo iluminan la intención que tiene este relato (téngase en cuenta también el hecho de que se trata de un ciego) su contexto anterior (vv. 35-45: la petición de los hijos de Zebedeo y la necesidad de ser servidores de los demás) y su contexto posterior ("se acercaban a Jerusalén”)? Los discípulos van camino a Jeru­salén, pero no ven; y Jesús así cómo le preguntará al ciego de nacimiento en el verso 51 “¿qué quieres que te haga?", les pre­guntará a los ciegos hijos de Zebedeo (v. 36) “¿qué quieren que les conceda?”. Al llegar a Jerusalén, la gence lo recibirá triun-

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falmente y le llamará “hijo de David”, pero sin caer en la cuen­ta, sin ver con claridad las consecuencias de lo que dicen. Por los dos contextos, pues, vemos que se nos dice que a todos les cuesta ver el camino de la cruz.

¿En qué sentido el ciego puede ser modelo para los discípulos y para la comunidad de Marcos, cuando aquéllos están a punto de entrar en Jerusalén y ésta vive en plena persecución? En el sentido de que el ciego sin ver da a Jesús el título de “hijo de David” y por tanto ve. De hecho, Jesús no le dice "mira”, sino “camina” (véase el v. 52), y él lo deja todo para apoderarse de Jesús.

¿Qué significa, en consecuencia, ser cristiano? Ser cristiano significa...

18.1.4. El lanzamiento hacia los paganos

Se dan algunas señales que parecen insinuar esta misión universal. Por ejemplo, la geografía de este evangelio, la confesión de fe del soldado pagano al pie de la cruz, el encargo dado a las mujeres por el joven de la tumba vacía, etc.

Puede ser bueno para profundizar en este aspecto, hacerse la siguiente pregunta: ¿en qué sentido se puede decir esto o qué importancia tiene?

18.1.5. Las órdenes de callar o el “secreto mesiánico”

A menudo Jesús, después de haber hecho un gesto que provoca admiración e incluso confesión de su identidad, hace callar. Un caso muy típico es el de los demonios, siempre dispuestos a decir quién es Jesús y siempre silenciados por Jesús. En otros casos, como en Marcos 8, 27-33 (la profesión de fe de Pedro, el primer anuncio de la pasión y la tentación de Jesús por medio de Pedro), Jesús provoca la confesión, hace callar después y acaba enseñando y puntualizando en qué sentido es el Mesías-Hijo del hombre.

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En todo caso, parece que sólo acepta la confesión cuando lo están condenando (Marcos 14, 61-62: 61. Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?” 62. Y dijo Jesús: “Sí, yo soy, y verán al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo”.) o cuando ya está muerto en la cruz (Marcos 15, 39: “Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”).

Para profundizar en este aspecto es bueno intentar responder a algunas preguntas.

Teniendo en cuenca estos textos y también la insistencia de Marcos en que el “Mesías salvador es el que sufre la pasión”, ¿qué se quiere decir sobre Jesús y su manera de salvar? Que la manera de salvar de Jesús es la del “siervo” y que no se descu­bre la auténtica realidad de Jesús, sino hasta el momento en que se mira a Jesús en la cruz.

¿Qué se quería decir en la comunidad de Marcos sobre la vida y la misión de Jesús? Que la vida y la misión de Jesús no se completan hasta que vive la muerte en cruz. La cruz devela el sentido de la vida y la misión de Jesús que no son otros que el de la fidelidad a la voluntad de Dios y el de la solidaridad con la humanidad sufriente.

¿Qué se nos quiere decir a nosotros?

Para terminar sería bueno sintetizar los temas más importantes del evangelio de Marcos. El tema de las señales que van anun­ciando el triunfo contra los poderes del mal en la cruz, el de la necesidad del seguimiento de Jesús hasta la cruz para poder vencer el mal, el de la urgencia de dar testimonio ante los no creyentes, el de la cruz como develadora del sentido de la vida de Jesús y de la nuestra.

Sería también bueno intentar descubrir su actualidad. En una realidad llena de conflictos, de alienaciones, de triunfalismos y de palabrería, este evangelio nos remite al seguimiento de Je-

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sus, al valor de la fidelidad a Dios, a la solidaridad hasta lacruz, a la importancia del testimonio de vida, al encuentro dela verdad de la vida en la entrega hasta la muerte por los demás.

18.2. El evangelio de Mateo

Este evangelio surge en una comunidad situada en la zona siro-palestina (¿en Peí.la?), entre los años 80 y 90. Quizá está formada sobre todo por antiguos judíos, prosélitos o temerosos de Dios, convertidos al crstianismo. Vive en conflicto con los fariseos (los cristianos ya han sido expulsados de sus sinagogas). Se man­tiene abierta a los paganos, porque sabe que Jesús les ha abierto el reino. Se siente zarandeada como una barca por la tempestad de las persecuciones, de los martirios y también por el miedo a lan­zarse al mar del mundo. Está preocupada por organizarse como nuevo pueblo de Dios con una nueva ley, una nueva relación con Dios y una nueva realidad comunitaria.

El evangelio escrito en esta comunidad tiene sus propias carac­terísticas. En primer lugar, tiene en cuenta el Antiguo Testamento y el mundo de los judíos. He aquí algunos datos que nos sirven como ejemplo: muchas citas de cumplimiento del Antiguo Testa­mento; habla del reino de los cielos y no del reino de Dios, ya que los judíos no quieren nombrar a Dios; insiste en problemas judíos como la limosna, los sacrificios y Jas leyes; presenta a la comuni­dad primitiva como un nuevo pueblo de Dios y a Jesús como un nuevo Moisés — que enseña, dirige y acompaña a su pueblo— , como escriba, rabí, que sabe interpretar el Antiguo Testamento; muestra interés por la doctrina más que por los hechos —en esta línea se encuentra la reunión, en cinco discursos, de muchas pala­bras de Jesús, a semejanza de los discursos de Moisés; presenta la infancia de Jesús en relación con el nacimiento del pueblo de Is­rael; agrupa el material siguiendo los números sagrados de los judíos: siete peticiones en el Padrenuestro, siete parábolas, siete panes, siete cestos, tres tentaciones, tres buenas obras (limosna, plegaria y ayuno), tres diezmos.

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También en este evangelio la geografía tiene sentido teológico. Galilea es importante, pero judía; no contrapone Galilea a Jerusa- lén; durante su ministerio, Jesús no sale de Galilea y envía a predi­car sólo entre los judíos; después de la resurrección, Galilea se convierte en la tierra de apertura al mundo; la misión universal de los discípulos se hace en Galilea.

Finalmente, muestra preocupación por crear una nueva Iglesia, un nuevo pueblo de Dios; organización, vida fraternal, corrección fraterna, aspectos doctrinales, liturgia e Iglesia como esbozo del reino de los cielos.

Veamos ahora algunos textos más significativos del evangelio de Mateo, en los cuales van apareciendo sus temas característicos y más peculiares.

18.2.1. Jesús va siendo reconocido como el Hyo amado de Dios

Para profundizar en este tema conviene ver algunos textos e intentar responder a algunas preguntas.

Mateo 3, 13-17: el bautismo de Jesús. ¿Quiénes están presentes en esta escena? Quienes vienen a bautizarse porque son pecadores.

¿Qué se puede querer decir con esto? Que la manera de salvar de Jesús es la del que se introduce entre los pecadores y se solida­riza con ellos para, desde dentro, apoyarlos en su conversión.

¿Aparecen dos maneras de entender el mesianismo en el diálogo con Juan? ¿Cuáles son? En efecto, Juan espera un mesías glorioso; Jesús ve que lo importante es cumplir la voluntad de Dios, que es que los pecadores lleguen a convertirse y se salven. El hecho de que se cite Isaías 42, 1 (“He aquí mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma. He puesto mi espíri­tu sobre él: dictará ley a las naciones”) en boca de la paloma, ¿qué nos está queriendo decir? Nos está diciendo que Jesús es el siervo de Dios, el elegido, que salvará a la humanidad como el siervo.

El “abrise el cielo” — que es propio de las visiones apocalíp­ticas— , ¿qué nos puede querer decir? Que comienza ya el final, la venida de quien triunfará.

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¿Nos compromete a algo toda esta escena? Nos compromete a optar por un mesianismo, no desde la fuerza, sino desde el servicio diario; a esperar firmemente en el triunfo; a seguir a Jesús en este servicio y en esta esperanza.

Mateo 17, 1-9-' la transfiguración de Jesús. ¿Qué encontramos en el texto justo antes y justo después de esta escena? Antes, la necesidad de estar dispuestos a morir como el mesías-siervo. Después, la insinuación de la muerte del bautista, presagio de la muerte de Jesús.

¿Qué puede iluminar la luz de la transfiguración en medio de los dos contextos, el anterior y el posterior, hace poco constata­dos? Puede dar luz y sobre todo fuerzas para aceptar la pasión cuando ésta llegue y seguir adelante sin miedo.

Mateo 27, 54: “Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios”.

¿En qué sentido la frase “Verdaderamente éste era Hijo de Dios" sólo se podía decir en el momento de la muerte de Jesús? En realidad, sólo se podía hacer tal confesión cuando él ha entrega­do totalmente la vida, cuando ha muerto de un modo divino y absoluto, cuando ha triunfado sobre la muerte pasando por ella.

¿Qué puede significar esto? Que con esta entrega, esta muerte y este triunfo se ha entrado en la dimensión de lo divino, ha comenzado ya el reino, han irrumpido los últimos tiempos.

Mateó 28, 16-20: la manifestación en Galilea y la misión uni­versal. ¿Dónde tiene lugar esta escena? En Galilea, lugar de los paganos, y en la montaña, lugar desde el que Moisés dictó la ley.

¿Cómo entendió la comunidad su tarea a partir de la resurrec­ción de Jesús? La entendió como donación de testimonio del triunfo de Jesús y como misión de anunciar la buena noticia a todas las gentes.

El “yo estaré con ustedes”, ¿a qué nombre de Dios del Antiguo Testamento nos remite? Al nombre de Dios mismo, Yahveh,

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que significa “él estará”, que quiere decir que Jesús es Dios, que sigue estando y se compromete a estar siempre con su nuevo pueblo, la Iglesia.

¿A qué nos interpela o llama esta escena? A la misión universal de anunciar la buena noticia del triunfo de Dios sobre todo mal y sobre toda clase de muerte.

18.2.2. Jesús anuncia y enseña con sus discursos el mundo nuevo de Dios, es decir, el reino

Para profundizar en este tema es bueno leer algunos textos y responder a algunas preguntas.

En el contexto ya conocido de la bienaventuranzas, encontra­mos en Mateo 6, 7-15 el “Padre nuestro”.

Comparar este Padre nuestro con el de Lucas 11, 2-4 (“2. El les dijo: Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, 3- danos cada día nuestro pan cotidiano, 4. y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdona­mos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación”), que es mucho más breve, y tener en cuenta Jos textos de Mar­cos 14, 36 (Y decía: “¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú ”); Romanos 8, 15 (“Pues no recibieron un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibieron un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Pa­dre!”); Gálatas 4, 6 (“La prueba de que somos hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!”); Ezequiel 20, 41 (“Como calmante aro­ma yo les acogeré amorosamente, cuando les haya hecho salir de entre los pueblos, y les reúna de en medio de los países en los que han sido dispersados; y por ustedes me mostraré santo a los ojos de las naciones”); Ezequiel 36, 20-21 (“Y en las nacio­nes donde llegaron, profanaron mi santo nombre, haciendo que se dijera a propósito de ellos: Son el pueblo de Yahveh, y han tenido que salir de su tierra. Pero yo he tenido consideración a

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mi santo nombre que la casa de Israel profanó entre las nacio­nes adonde había ido”); Mateo 18, 14 ("De la misma manera, no es voluntad de su Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños”); Efesios 1, 9-10 (“9* dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano, 10. para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra”); 1 Timoteo 2, 4 ("...que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad”); Juan 6, 39-40 (“39. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. 40. Porque ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día”).

¿Cuáles son las peticiones fundamentales de esta plegaria? El cum plim iento de la voluntad de Dios, expresado en la santificación de su nombre y la venida de su reino, la donación del pan, el perdón de los pecados y la defensa de la tentación.

Teniendo en cuenta cómo siguen los dos evangelios (Mateo 6, 14-15: “14. Que si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, les perdonará también a ustedes su Padre celestial; 15. pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre perdonará sus ofensas”; y Lucas 11, 5-13: “5. Les dijo también: Si uno de ustedes tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: Amigo, préstame tres panes, 6. porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle, 7. y aquél, desde dentro, le responde: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos, 8. les aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite. 9- Yo les digo: Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá. 10. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 11. ¿Qué padre hay entre ustedes que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; 12. o, si pide un huevo, le

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da un escorpión? 13. Si, pues, ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!”), ¿por qué enseña Jesús esta plegaria en los dos evangelios? La enseña en Mateo para fundamentar la praxis del perdón comunitario y en Lucas, en cambio, para mostrar la manera misericordiosa de ser y de ac­tuar del Padre.

¿A qué nos compromete? A trabajar por el reino, a trabajar para que Dios sea reconocido, a trabajar por el pan de cada día para todos, a trabajar por la reconciliación, a trabajar para ven­cer al Maligno.

18.2.3. Jesús pasa por donde pasó el pueblo y cumple la ley

Para profundizar en este tema conviene leer algunos textos, respondiendo a algunas preguntas.

Mateo 4, 1-11: las tentaciones en el desierto. ¿En qué sentido se puede decir que Jesús es el nuevo pueblo de Dios? Jesús pasa como ei pueblo por el desierto y por las tentaciones; donde el pueblo fue vencido, Jesús triunfa sobre el tentador.

¿Cuáles son las tres tentaciones de Jesús, teniendo en cuenta las citas del Deuteronomio que hacen referencia a las tentaciones del pueblo en el desierto — Deuteronomio 8, 3; Exodo 16 (el manná); Deuteronomio 6, 16; Exodo 17 (las aguas de Massá); Deuteronomio 6, 13; Exodo 32 (el becerro de oro) y Exodo 23, 24; 34, 13-17 (otros dioses)— y teniendo en cuenta también la alusión mesiánica del salmo citado (91, 11-12)? Son las tenta­ciones de un mesianismo basado en la elección, un mesianismo de prestigio, un mesianismo de poder y no de servicio.

¿Son éstas nuestras tentaciones? Se parecen a nuestras tentacio­nes como Iglesia y como cristianos cuando queremos ahorrarnos el día a día de nuestra divinización, cuando queremos utilizar medios que nos den prestigio, cuando queremos el poder. Y todo ello bajo la apariencia de bien y de beneficio misionero.

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Lectura rápida del sermón del monte de Mateo 5-7. ¿Qué hace Jesús respecto a la ley del Antiguo Testamento? La profundiza, la supera, la lleva a su total cumplimiento y hace descubrir su sentido auténtico.

¿Aparece un espíritu nuevo que hace más referencia a las acti­tudes internas que al cumplimiento concreto de las leyes? Efec­tivamente, es una ley en la que lo que cuentan no son tanto los actos externos cuanto las actitudes internas que dan sentido a los actos.

18.2.4. Jesús, con su resurrección, abre el final de los tiempos

Para profundizar en este tema conviene leer algunos textos y responder a algunas preguntas.

En Mateo 8, 29 (“Y se pusieron a gritar: ¿Qué tenemos noso­tros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentar­nos antes de tiempo?”); Mateo 21, 20 (“Al verlo los discípulos se maravillaron y decían: ¿Cómo al momento quedó seca la higuera?”, y esto en un contexto del juicio); Mateo 27, 51 (“En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron"); Mateo 27, 54 (“Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios”); Mateo 28,2 (“De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Angel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella”); Mateo 28, 4 (“Los guardias, atemoriza­dos ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muer­tos”), aparece el término “seísmo” o “terremoto” con un valor simbólico, como una realidad que provoca una serie de trans­formaciones profundas. Teniendo en cuenta que Mateo 24, 7 (“Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá en diversos lugares hambre y terremotos”) daba como señal del final de los tiempos que habría “seísmos”, responde a las siguientes preguntas.

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¿Qué nos quiere decir sobre la resurrección y el final de los tiempos? Que la resurrección de Jesús inicia ya el final de los tiempos, los tiempos definitivos.

¿Qué efectos produce este inicio del final de los tiempos? La resurrección, la vida y el triunfo sobre el Maligno.

¿Cómo vivimos esta realidad quienes estamos en la barca de la comunidad eclesial? Viviendo la tensión entre el movimiento y Ja paz.

¿A qué nos compromete este inicio del final de los tiempos? A obrar en consecuencia, es decir, como resucitados, como perso­nas llenas de vida y productoras de vida.

18.2.5. Jesús llama a la comunidad eclesial a vivir como pue­blo nuevo y como señal del reino ya inaugurado

Para profundizar en este tema conviene trabajar algunos textos, respondiendo a algunas preguntas.

Mateo 16, 13-28: la profesión de fe de Pedro, el primer anun­cio de la pasión y las condiciones para seguir a Jesús. ¿A qué debe estar dispuesta la comunidad eclesial? A confesar a Jesús, a luchar contra el reino de la muerte, a seguir a Jesús en su camino, a dar la vida entera.

¿Qué papel le corresponde a Pedro? Confortar y dar fuerza a sus compañeros de misión.

¿De qué mesianismo debe ser anunciadora la comunidad? De un mesianismo de acompañamiento, de donación de la vida, de servicio, de esperanza en el triunfo definitivo.

Mateo 18, 1-9-15-22: el que se hace como niño es el mayor en el reino de los cielos, la gravedad del escándalo, la corrección fraterna, la oración en común y el perdón de las ofensas.

¿Cuáles son las normas básicas de esta regla comunitaria? Ha­cerse como niños, sin buscar la gloria. Acoger. Hacer todo en favor del reino. Buscar la oveja perdida. Corregirse fraternal­mente. Perdonarse.

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¿Podríamos aplicar estas normas a nuestros días y a nuestra vida comunitaria? Sí. Se trata de perdonar, de respetar a los pequeños, de unirse a Jesús.

Mateo 28, 16-20: la manifestación en Galilea y la misión uni­versal. ¿Cómo podemos vivir nosotros hoy esta misión evangelizadora? Dando la buena noticia del Padre que ama a todas las naciones, no encerrándonos en nuestra casa, dejándo­nos acompañar por él.

18.2.6. Apéndice sobre el relato de la infancia

Quizá vale la pena decir unas palabras sobre Mateo 1-2, el relato de la infancia. Se trata de un prólogo teológico (como Lucas 1-2; Marcos 1, 1 y Juan 1, 1-18), donde se recogen ya los grandes temas que después aparecerán en el evangelio.

Jesús es el mesías, el hijo de David, la nueva creación (véase la genealogía y compárese Mateo 1, 1 con Génesis 5, 1).

Es hijo de David por voluntad salvífica de Dios mismo (véase el anuncio a José y la cita de Isaías 7, 14).

Es el reconocido por los paganos y rechazado por los suyos (véase el relato de los magos y compárese con Miqueas 5, 1; 2 Samuel 5, 2).

Es el nuevo Moisés al que se intenta eliminar, pero que, final­mente, triunfará de la muerte y hará que de las lágrimas salga la consolación (véase la masacre de los niños y compárese con Jeremías 31,15).

Es el nuevo pueblo que va a Egipto y vive el nuevo éxodo hacia la tierra de Nazaret (véase la huida a Egipto y el retorno a Nazaret y compárese con Oseas 11,1; Isaías 42, 6; Isaías 49, 6).

18.3. La obra de Lucas (el evangelio y el libro de los Hechos)

La obra de Lucas surge en una comunidad situada en territorio pagano, de influencia greco-romana, entre los años 80 y 90 d. C.

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Está formada por antiguos paganos “helenistas”, quienes pueden encontrar dificultades para comprender algunas realidades tal y como las expresaban los semitas, como por ejemplo la resurrec­ción, el título de “mesías”, la transfiguración (¿cómo la meta­morfosis de las divinidades griegas?).

Se siente en alianza con Dios no por nacimiento, sino por gra­cia. Repasa las Escrituras, porque en ellas aparece el designio “histórico” amoroso de Dios (el tema de la historia es muy fami­liar a la comunidad de Lucas). Descubre el papel fundamental del Espíritu como guía de la acción de Jesús, como transmitido por los apóstoles y como el que reúne a la comunidad. Movida por el mismo Espíritu, se siente lanzada hacia sus hermanos paganos, con un universalismo muy natural. Vive en medio de la compleji­dad de una sociedad en la que se dan grandes diferencias sociales entre los enriquecidos y los empobrecidos.

El evangelio y el libro de los Hechos, escritos en esta comuni­dad, tienen unas características propias. En primer lugar, el buen uso del griego y la preocupación por la claridad. En segundo lu­gar, una buena imitación del lenguaje de la Biblia griega (los l x x )

con sus semitismos (véase Lucas 1-2).

En tercer lugar, a imitación de los escritores griegos, usa pe­queños sumarios o resúmenes con la intención de subrayar lo que se considera importante. Por ejemplo, los tres sumarios del libro de los Hechos sobre la vida comunitaria, los frecuentes sumarios sobre el crecimiento de la palabra de Dios, la repetición de la expresión “subir a Jerusalén” y las generalizaciones sobre los efec­tos que tiene en el público la acción de Jesús, en palabras y obras.

En cuarto lugar, se preocupa, de acuerdo con la historiografía griega, por situar los acontecimientos en la historia. Asimismo, se observa cierto desconocimiento de Palestina y su medio ambiente: manera de construir las casas, el clima, etc. Cuando desconoce la fecha, usa formulaciones generales (“un día”).

En quinto lugar, muestra una gran sensibilidad y ternura en relación a los pobres, los pecadores, las mujeres, los niños y los marginados.

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Finalmente, insistencia en algunos puntos, teniendo en cuenta el entorno griego: importancia de las actividades “corporales” de Jesús, también después de la resurrección (contra el desprecio de la filosofía griega en relación al cuerpo); Jesús, único Señor, inclu­so antes de su muerte y resurrección (contra los emperadores y poderosos del mundo, que se autoproclamaban “señores”); Jesús, eje de la historia de la humanidad, y Jerusalén, centro de toda la historia (véase la importancia dada por los griegos a la historia); el Espíritu libre derramado sobre Jesús y sobre la Iglesia transforma y salva a los miembros de las nuevas comunidades (contra quienes creen que la salvación es exclusiva en favor de los miembros de un pueblo); Jesús es tierno y misericordioso, preferencialmente, en relación a los marginados, a los pecadores, a los pobres (contra las tendencias judaizantes y sociales que decían que la visita salvífica de Dios sólo tenía relación con los judíos cumplidores de la ley, los puros y los ricos).

Los grandes temas presentes y subrayados en la obra de Lucas, de acuerdo con todo lo que se ha constatado antes, los podemos ver a continuación.

18.3.1. La geografía

Jerusalén es el centro desde el cual se extiende la buena noticia a Judea, Samaría, Roma, etc.

Todo lo que se refiere a Jesús comienza en el templo (el anun­cio del nacimiento de Juan Bautista) y acaba también en el templo (después de la ascensión los apóstoles van a Jerusalén y al tem­plo).

La infancia de Jesús comienza y acaba en Nazaret, pasando por Jerusalén y Belén (nacimiento) y teniendo su punto álgido en la escena de Jesús en el templo de Jerusalén, entre los doctores de la ley.

Las tentaciones de Jesús en este evangelio acaban en Jerusalén.

Las experiencias de resurrección se tienen todas en torno a Je­rusalén. En este evangelio no se ordena a los discípulos que vayan

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a Galilea, sino que se les recuerda lo que Jesús había dicho en Galilea (véase Lucas 24, 6: “No está aquí, ha resucitado. Recuer­den cómo les habló cuando estaba todavía en Galilea”).

Toda la vida de Jesús es como una gran subida a Jerusalén para pasar la pascua; desde Jerusalén comenzará la extensión hacia los paganos (vése el libro de los Hechos).

18.3.2. Tres grandes tiempos “históricos”

El tiempo de la promesa, el del Antiguo Testamento que se cumple hoy (véase Juan Bautista y la genealogía hasta Adán).

El tiempo de Jesús: él, en Galilea, en la sinagoga, anuncia su misterio pascual; sube, como siervo de Yahveh, hacia Jerusalén, hacia su misterio pascual. El mismo día de pascua se les manifies­ta y sube al cielo.

El tiempo de la Iglesia: la buena noticia se abre a los paganos y se comienzan a formar comunidades por todas partes.

18.3.3. Dios visita a su pueblo, por medio de su profeta Jesús

Para profundizar en este tema conviene leer algunos textos y responder a algunas preguntas.

Lucas 7, 11-17: la resurrección del hijo de la viuda de Naím. ¿Cuál es la actitud de Jesús ante la situación? Se compadeció, dijo palabra de paz, se acercó, tocó el féretro, llamó a la viuda, devolvió la palabra al difunto, devolvió al difunto a la familia.

¿Cuáles son los efectos de la acción de Jesús en relación con el hijo y la madre? En relación con el hijo, dar la vida y la pala­bra. En esto consiste la buena noticia de la vida. En relación con la madre, hacer que recobre al hijo lleno de vida.

¿Qué produce en el público? Miedo, glorificación de Dios (“un profeta se ha levantado” y “Dios ha visitado a su pueblo”) y propagación de lo ocurrido.

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¿Qué nos enseña a nosotros? Que Dios es compasivo, que Dios da la vida, que Dios envía a anunciar la vida, que Jesús es Dios mismo que nos visita.

Lucas 24, 13-35: los discípulos de Emaús. ¿Qué provoca Jesús en los discípulos de Emaús? Reconocimiento, fe, iluminación de todo el pasado.

¿Qué pasos da o cómo lo hace? Poniéndose a su lado, hablando de las Escrituras y de la realidad de lo que ha pasado, compar­tiendo el pan del sacramento, donde queda claro el sentido de la entrega.

¿Qué nos puede enseñar a nosotros esta escena? Que lo tenemos delante y no lo reconocemos, que las Escrituras tienen un gran valor para reconocer la presencia de Dios, que la Eucaristía es lugar de reconocimiento de Dios entre nosotros.

Lucas 24, 44-49: últimas instrucciones a los apóstoles. ¿Qué hace aquí Jesús a los once apóstoles? Les explica el cumpli­miento de las Escrituras, abre su inteligencia para que lo com­prendan, les hace descubrir que la muerte lleva a la resurrec­ción y que era necesaria la predicación de esto como señal de la visita de Dios, los convierte en testigos y les promete la asis­tencia de la fuerza del Padre.

¿A qué los llama? A predicar la conversión a todos, a ser sus testigos y esperar la fuerza y bendición de Dios.

En los tres textos anteriores, ¿en qué sentido Dios visita a su pueblo y en qué sentido Jesús es profeta? En el sentido de que ha venido para salvar, consolar y hablar.

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18.3.4. Jesús, Heno del Espíritu, es fiel a la misión del Padre y anuncia así la buena noticia

Para profundizar en este tema conviene analizar algunos textos, respondiendo a algunas preguntas.

Lucas 4, 1-13- las tentaciones de Jesús. Teniendo en cuenta que estas tentaciones, en el evangelio de Lucas, acaban en Jerusalén, ¿cómo sintetizarías las tentaciones de Jesús y su triunfo sobre ellas? Expresan la fidelidad a la misión de salvar como siervo.El punto culminante es Jerusalén y la cruz. El triunfo real pasa por la cruz. En Getsemaní, Jesús tendrá la misma tentación.

Lucas 4, 16-21: Jesús en la sinagoga de Nazaret. Teniendo en cuenta que la cita de Isaías (61, 1-2) presente en este texto hace referencia al “siervo de Yahveh", ¿por dónde se anuncia que pasará la misión de Jesús? Por la muerte, por la entrega total de la vida a la misión.

¿Cuál es la tarea concreta y la misión de Jesús? La de hacer actos de solidaridad y justicia.

¿Encuentras en el libro de los Hechos semejanzas entre la mi­sión de Jesús y la de los primeros cristianos? El Espíritu baja sobre ellos, sana enfermos y pone los bienes en común, de tal modo que no había pobres entre ellos.

18.3.5. Jesús manifiesta la ternura del Padre hacia los pobres y marginados

Para profundizar en este tema conviene analizar algunos textos, respondiendo a algunas preguntas.

Lucas 10, 29-37: la parábola del buen samaritano. ¿A qué pre­gunta responde esta parábola de Jesús? A la de quién es mi prójimo, a la de si debo amar a todo el mundo. ¿Cuál es aquí la enseñanza principal de Jesús? La de la necesidad de hacerse próximo al que está en necesidad.

Lucas 15, 1-32: las tres parábolas de la misericordia (la oveja perdida, la dracma perdida y el padre misericordioso). ¿Qué

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hecho provocan estas parábolas de Jesús? Las críticas que hacen algunos, porque come con pecadores. ¿En qué personaje se pone el acento? En el amo, el padre, que es misericordioso y sale al encuentro del que estaba perdido. ¿Qué nos dicen sobre Dios? Que es un Padre misericordioso, que se preocupa prefe- rencialmente del que está perdido.

Lucas 19, 1-10: Zaqueo. ¿Cuál es la actitud inicial de Zaqueo?La de curiosidad. ¿Qué hace Jesús? Lo mira y lo invita a que lo deje entrar en su vida. ¿Qué produce en Zaqueo esta acción de Jesús? Un cambio de vida hacia la justicia y solidaridad.

Teniendo en cuenta la imagen que nos dan de Dios los tres textos estudiados, ¿a qué nos comprometen? A acercarnos, ser misericordiosos, ayudar a cambiar y a hacer que Jesús entre en la vida de los pecadores para que lo sientan cercano.

18.3.6. La opción preferencial de Dios por los pobres

Para profundizar en este tema conviene leer, entre otros textos, Lucas 1, 46-55 respondiendo a algunas preguntas.

Lucas 1, 46-55: el “magníficat”. ¿Quién es el actor protagonista de este cántico? Dios. ¿En favor de quién actúa? En favor de los pobres, de los sencillos y de los humildes como María. ¿Qué mueve su acción? El clamor de los maltratados y oprimidos por la injusticia. ¿A qué nos llama a nosotros? A obrar como él, en favor de los pobres, los sencillos, los tratados injustamente, los oprimidos, para intentar liberarlos y hacer justicia en su favor.

18.3.7. Los pastores, los marginados, los samaritanos, los otros pueblos... escuchan la buena noticia y la ponen en práctica

Para profundizar en este cema conviene leer algunos textos, respondiendo a algunas preguntas.

Lucas 2, 1-20: el nacimiento de Jesús y la visita de los pastores. ¿Cuál es la reacción de los pastores ante el anuncio de los ánge-

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les? El deseo de llegar a Belén para ver lo que ha ocurrido (no dicen “para ver si es verdad que ha ocurrido”), ir de prisa, regresar glorificando a Dios. ¿En qué es comparable su actitud a la de María? En que es una actitud de confianza y disposición.

Lucas 17, 11-19: los diez leprosos. ¿Qué título dan a Jesús los leprosos y qué evoca este título? Le dan el título de Jesús, Maestro, título que evoca la confianza en lo que significa el nombre (“Yahveh salva”); evoca también reconocimiento de po­der y está en relación con la compasión y la misericordia de Dios.

¿Qué hace el samaritano ante Jesús? Se postra, cosa que sólo se hace ante Dios, y da gracias.

Teniendo en cuenta Hechos 8, 4-8 (Felipe en Samaría), Hechos 8, 26-40 (Felipe bautiza a un eunuco), Hechos 9, 31 (“las igle­sias por entonces gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaría; se edificaban y progresaban en el temor del Señor y estaban llenas de la consolación del Espíritu Santo”), ¿qué nos enseña esta escena? Nos enseña que la Iglesia está llamada a abrirse a todas las naciones y nos habla de cómo la Buena N oti­cia de Jesús fue siendo recibida por los paganos, por los samari- tanos y cómo fue progresando a partir de Judea hacia las dife­rentes partes del imperio romano, pasando por Samaría y Galilea.

Para terminar sería bueno intentar hacer la síntesis de los prin­cipales aspectos de nuestra misión como cristianos. Se podría hablar de la misericordia, de la preocupación por los pobres y marginados, el reconocimiento y la aceptación de Jesús en las Escrituras y en los sacramentos, la necesidad de dar testimonio, la cruz como camino para el triunfo, la tarea liberadora, la necesidad de hacerse próximo a todo aquel que está sufriendo, la revolución de la realidad injusta, la valoración máxima de los más sencillos, el universalismo de la salvación, etc.

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La obra joannea surge en una comunidad en relación con el apóstol Juan, pero de difícil localización (quizá en Efeso, en el Asia Menor). Teniendo en cuenta las preocupaciones que aparecen en el evangelio y en las cartas, podemos definir algunos rasgos de la mencionada comunidad. Se encuentra en un ambiente griego (véase todo lo que se dice sobre el logos o la palabra). Transpira cultura judía. Lo vemos porque habla del éxodo, el cordero pascual, el manná, el agua de vida, la viña, el pastor, la luz. Lo vemos también porque Jesús, cuando habla, utiliza con frecuencia la expresión “Yo soy” el pastor, la puerta, la vida, el pan... y esta expresión tiene como fondo la expresión “Yo estaré” o “El (Dios) estará”, expresión que parece ser la traducción más atinada del nombre de Dios “Yahveh”.

Tiene relación con grupos e ideas esenias. Nos lo muestra, por ejemplo, la expresión “el espíritu conduce a la verdad” y también el dualismo entre la luz y las tinieblas, entre la verdad y la falsedad.

Se mueve también en un medio en el que el gnosticismo tiene una cierta importancia. De hecho, se contrapone a él, que habla de la adquisición de la salvación por medio del conocimiento, reser­vado a los iniciados, y afirma, en cambio, que Jesús es el único que revela los secretos del Padre, el único mediador entre Dios y los seres humanos, palabra hecha carne real, palabra dirigida a todos y no sólo a unos pocos iniciados.

Posiblemente esta comunidad escribiría el evangelio entre los años 95 y 100 d. C.

Estos escritos —el evangelio y las cartas de Juan— tienen unas características propias que corresponden también al ambiente en que se movió la mencionada comunidad.

En primer lugar, prefiere los temas sencillos de la vida de cada día (la vida, el amor, la muerte, la libertad, el pan, el agua, la luz), por medio de los cuales nos introduce en los misterios ocultos. Los usa como símbolos que nos unen al mundo de Dios.

18.4. El evangelio y las cartas de Juan

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En segundo lugar, su pensamiento evoluciona en forma de es­piral. Se van repitiendo los temas, pero cada vez con mayor pro­fundidad.

En tercer lugar, muestra gusto por las síntesis (grandes discur­sos temáticos, reunión de milagros reconocidos por la fe y que hacen “ver”, síntesis de la pascua en que la cruz y la muerte ya son la gloria y la exaltación, “la hora de Jesús” como tema unita­rio en el evangelio).

En cuarto lugar, insiste en los aspectos cronológicos, geográfi­cos e históricos, que hacen referencia a la vida “carnal” de Jesús. Jesús no es una idea, un espíritu que se mueve fuera del tiempo y del espacio.

Finalmente, doble sentido de algunas palabras (judíos son los habitantes de Judea, pero en algunos casos, judíos son aquellos que no aceptan a Jesús, sean de Judea o no; el mundo equivale a la humanidad amada por Dios; pero en algunos casos, es el enemigo de Cristo).

Los grandes temas presentes en los escritos joanneos son los siguientes.

18.4.1. La hora de Jesús es su pasión y resurrección

Es el tema fundamental, que ocupa la segunda parte del evan­gelio (Juan 13-20). Aquí aparece lo que es central en el misterio de Jesús (de hecho, Juan 1-12, el llamado “el libro de los signos”, es la preparación para que los discípulos —los cristianos— lle­guen a comprender la hora de Jesús).

Nos quiere decir que Jesús, el crucificado, está vivo, es Señor y nos da su Espíritu.

Para profundizar en este tema conviene analizar algunos textos,respondiendo a algunas preguntas.

Juan 19, 25-30: últimos momentos de vida de Jesús en la cruzjunto a su madre. ¿Qué puede querer decir con la palabra diri­gida a María y Juan, teniendo en cuenta que tanto aquí como

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en las bodas de Caná, Jesús llama a su madre “mujer" y que esta expresión tiene relación con Génesis 3, 15 (enemistad en­tre la descendencia de la mujer y el mal), con Isaías 7, 14 (la mujer-joven madre del ungido o mesías) y con Isaías 54, l (madre del pueblo nuevo)? Puede querer decir que a partir de la muerte de Jesús comienza el nuevo pueblo salvado por el mesías, la nueva humanidad, la nueva creación, el triunfo sobre la muerte para todos los creyentes ya que Juan es tomado aquí como el tipo del creyente.

Teniendo en cuenta que en los salmos 22, 16 y 69, 22, se nos habla de la sed del justo sufriente, ¿cuál es la preocupación que tiene el evangelio de Juan al poner en boca de Jesús la expre­sión “tengo sed” y qué nos quiere decir con tal expresión? Es la preocupación por mostrar que Jesús lleva a término su misión y que en la cruz culmina la obra encargada por Dios a Jesús.

Con el “todo se ha cumplido”, ¿qué nos quiere decir el evange­lista sobre la muerte de Jesús? Que Jesús majestuosamente va dando los pasos necesarios y que la muerte tiene que pedir permiso a Jesús para hacerse efectiva en él.

¿Qué doble sentido puede tener la expresión “entregó el espíri­tu ”? Significa, por una parte, que Jesús muere y, por otra parte, que Jesús, al entregar la vida, al morir, da vida a los demás.

Confrontando Ezequiel 47, 2 y Zacarías 13, 1, que hablan del agua de vida y de purificación, ¿qué nos quiere decir Juan con la sangre y el agua que salen del costado abierto de Jesús? Nos quiere decir que el Espíritu entregado a la comunidad está en relación con el agua del bautismo y la sangre de la eucaristía y que del bautismo y de la eucaristía nace la comunidad llevada por el Espíritu.

Juan 20, 19-29: manifestaciones a los discípulos, sin Tomás y con Tomás. ¿Por qué te parece que se pone en domingo esta aparición? Lucas pone una aparición a los once, en Jerusalén, enlazada con la misión. Mateo pone una manifestación a los once en Galilea, vinculada con la misión. Juan, en cambio, coloca dos apariciones separadas por una semana. De hecho, el

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domingo era el día en que se celebraba la resurrección de Jesús.La repetición de las apariciones en día domingo está señalando el aspecto repetitivo de la celebración.

¿Quién toma la iniciativa? Jesús, pero insistiendo en su conti­nuidad.

¿Qué tipifica Tomás con su duda y reconocimiento posterior? Tipifica al que duda, pero acaba reconociendo; por lo tanto, la realidad de los creyentes que tienen grandes dificultades para aceptar la resurrección corporal. También tipifica la necesidad de que el testigo tenga una fe probada, una nueva visión.

¿Qué nos quiere decir Juan en 20, 22-23? Ya que esta apari­ción, en el evangelio, toma el lugar de la experiencia de Pente­costés, quiere decir que con la resurrección, el Espíritu viene sobre la Iglesia y que la resurrección y la venida del Espíritu se relacionan con el sacramento del perdón.

¿Qué nos dice sobre ver y creer? Que el que llega a creer en la resurrección, comienza a tener una nueva visión de la realidad y comienza a dar testimonio de esta nueva realidad.

¿Por qué insiste en el aspecto carnal del cuerpo resucitado? Por subrayar la continuidad del resucitado con Jesús, frente a las ideas gnósticas y espiritualistas, que hablaban de total ruptura.De este modo está diciendo que es el Jesús histórico el que ha resucitado, el que ha triunfado, y no una idea.

18.4.2. Los signos de la hora de Jesús

Los doce primeros capítulos forman el llamado “libro de los signos”. Nos transmiten dos años y medio de la vida de Jesús, en que va preparando a los discípulos para que no se escandalicen de su hora y descubran el sentido profundo de su pascua.

Por medio de hechos y palabras, Jesús va señalando hacia la Pascua, hacia el cumplimiento de la misión que el Padre le ha encargado. En Juan 1-6, los signos anuncian la vida que Dios da. En Juan 7-12, Jesús se encuentra enfrentado a los que quieren su

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muerte. En “la hora”, Jesús morirá pero, en realidad, la muerte dará vida a los creyentes; los que realmente morirán son los que lo han matado.

Todo esto se nos va explicando en esta primera parte.

Para profundizar en este tema, conviene estudiar Juan 2, 1-12 (la boda de Cana), respondiendo a las siguientes preguntas. Te­niendo en cuenta que Juan comienza su evangelio como el Gé­nesis (“en el principio”), teniendo en cuenta también que este milagro tiene lugar dentro de la semana inaugural del ministe­rio de Jesús y que sitúa las bodas “el tercer día”, ¿qué nos puede querer decir globalmente la escena? Si el tercer día es el de la manifestación definitiva de la gloria, este relato nos está seña­lando ya la resurrección como nueva creación por medio de Jesús.

En la mentalidad del Antiguo Testamento, ¿a qué se refiere cuando el evangelio de Juan nos habla de un banquete y del vino? Se refiere a los tiempos mesiánicos, al reinado de Dios para siempre, a la nueva alianza en Jesús.

¿Qué se nos quiere decir con el hecho de que María estaba allí, como estará también al pie de la cruz? Que María es la mujer, la nueva Eva, la primera creyente que se fía y confía en Jesús, incluso cuando éste está a punto de morir.

¿Cuál es su actitud en relación al misterio de Jesús? Su actitud en relación al misterio de Jesús es la de fe y confianza a partir de los signos que señalan a dicho misterio. Cree, por tanto, antes de ver.

¿Es la misma que la de los discípulos? No. Los discípulos ven la señal y sólo cuando llegue a la gloria de la pascua creerán.

18.4.3. Estudio de Juan 6: el pan de vida

Está en el centro del libro de los signos. En Juan 5 se nos habla de la incredulidad de los judíos; en Juan 6 se nos habla de la de los galileos y también de la fe del pequeño grupo. Sin embargo, Jesús alude ya al traidor (ya está presente la hora de Jesús).

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No se sabe qué pasó exactamente en la multiplicación de los panes, pero lo que está claro es que algo produjo admiración y se convirtió en signo. A continuación lo quieren hacer rey, porque se esperaba que el “mesías” diera alimento a las multitudes. Se nos dice que es el mesías, pero de una manera inesperada.

Viene entonces el paseo sobre el agua y la autoafirmación “yo soy”. Es presentado como el paseo de Dios en toda su gloria y con toda la autoridad. Se prepara así el difícil discurso sobre el pan; difícil, quiero decir, de aceptar.

Y nos encontramos con el discurso sobre el pan. Jesús es el pan, es eucaristía, es entrega y servicio total (véase el lavatorio de los pies, puesto por Juan en el lugar en que los otros evangelistas colocan la institución de la eucaristía). Comer de este pan compro­mete y exige una toma de postura. La reacción no se deja esperar. Las opiniones se dividen. Unos se alejan, otros creen. Ya se prefi­gura “la hora de Jesús”, la hora de la verdad, la hora en que debe­mos optar. La hora de Jesús, pues, ya está en este momento, y siempre, presente.

18.4.4. El discurso de despedida: Juan 13-17

Se dice lo esencial del misterio de Cristo y del papel de los cristianos. Jesús viene del Padre y vuelve a él. Viene a los discípu­los y los conduce al Padre, por medio de su Espíritu. Es necesario permanecer unidos a Jesús como la cepa y los sarmientos, mante­nerse firmes — llenos del espíritu— ante el mundo. Deben hacer nacer, en medio del sufrimiento y de la pasión, a Cristo en el mundo. Tienen la garantía de la presencia viva y la intercesión de Jesús, para que puedan ir cumpliendo su misión.

18.4.5. La concreción de la experiencia cristiana puesta a prueba

Es uno de los temas principales de la primera carta de Juan. Dios nos ha amado el primero; el Espíritu nos da la certeza. El quiere la plena comunión con él, la superación de todo pecado que

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impida la comunión. La autentificación, sin embargo, de esta ple­na comunión con Dios es la comunión con el prójimo.

Para profundizar en este tema, conviene analizar 1 Juan 4, 7-21 (en la fuente de la caridad) y responder a las siguientes preguntas. ¿Qué dice este fragmento y qué nos dice a nosotros? Que nos debemos amar, porque el amor es propio de Dios. Que quien no ama no ha conocido a Dios, ya que Dios es amor. Que Dios ha mostrado su amor enviando a su hijo para dar vida. Que Dios ha tomado la iniciativa. Que por este amor de Dios también nosotros nos debemos amar. Que si amamos, él está en nosotros. Que si lo confesamos, él está en nosotros. Que su amor nos hace confiar hasta el final sin temer nada. Que el amor a Dios y el amor al hermano son inseparables.

18.4.6. Unas pocas palabras sobre el Apocalipsis

La situación en la que se escribe el Apocalipsis es la siguiente: las comunidades tenían algunas dificultades internas y también ex­ternas, provocadas por las persecuciones del imperio. La pregunta que surgía entre ellas era si todo había sido un fracaso.

El libro del Apocalipsis o de la Revelación responde siguiendo el estilo típicamente apocalíptico: utiliza el pseudónimo Juan, se sirve de los símbolos e imágenes (números, colores, bestias, luga­res imaginarios, personajes fantasmagóricos, visiones, etc.), pre­senta simbólicamente la historia pasada llena de opresores que van cayendo para incrementar la esperanza, fundamentada en que siempre la justicia ha vencido y vencerá sobre la injusticia, habla del presente de un modo velado y codificado para que sólo los creyentes perseguidos —y no los perseguidores— puedan com­prender el mensaje de esperanza y liberación que les ayude a lu­char y superar las dificultades que tienen delante.

El mensaje de fondo que intenta transmitir es que desde el principio Dios ha tenido y mantenido su proyecto salvífico para la humanidad y el mundo entero. Este proyecto, a pesar de las apa­riencias negativas, se ha hecho realidad. Mejor dicho, lo ha hecho

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realidad el Cristo y sigue activo. Ahora son ellos, los seguidores de Cristo, quienes lo deben realizar. Para ello deben dar tres pasos: examinar la conducta (Apocalipsis 1-3: cartas a las iglesias), resis­tir (Apocalipsis 4-20), esperar activamente la novedad y el triunfo (Apocalipsis 21-22).

Un texto muy significativo para leer y reflexionar es Apoca­lipsis 21, 1-7: "1. Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva — porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya. 2. Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusa- lén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo. 3. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: Esta es la morada de Dios con los hom­bres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él Dios — con— ellos, será su Dios. 4. Y enjugará toda lágri­ma de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado. 5. Entonces dijo el que está sentado en el trono: Mira que hago un mun­do nuevo. Y añadió: Escribe: Estas son palabras ciertas y ver­daderas. 6. Me dijo también: Hecho está: yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin; al que tenga sed, yo le daré del manantial del agua de la vida gratis. 7. Esta será la herencia del vencedor: yo seré Dios para él, y él será hijo para m í”.

En este texto se habla de un cielo nuevo y de una tierra nueva, un mundo en el que desaparece el mal y todas su señales, unos nuevos desposorios con Dios, una nueva alianza por la que Dios tiene una nueva presencia entre ellos y pro­duce alegría y consolación, una sociedad nueva, centrada en Jesucristo, quien da el agua de la vida y del espíritu, inaugu­rando así el tiempo mesiánico, una realidad en la cual, final­mente, Dios se muestra como auténtico padre y madre y el pueblo y la humanidad como hijos muy queridos.

Conclusión

Hemos hecho un largo camino a través del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento.

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Hemos dicho que el Antiguo Testamento es una biblioteca tes­timonial, es decir, una biblioteca en la que aparecen los diferentes testimonios de fe, dados por los creyentes de Israel, en medio de las siempre nuevas circunstancias que les tocó vivir y de acuerdo con ellas.

Nuestro punto de partida ha sido el descubrimiento de cómo, en un momento de su historia, el pueblo de Dios tuvo la experien­cia de que Yahveh estaba interesado en convivir históricamente con los seres humanos, los cuales empezaron entonces a entender que Dios tenía un estilo y un modo de ser absolutamente peculia­res y únicos.

Este estilo de Dios, únicamente detectable en sus actuaciones históricas y salvíficas, era la gran revelación que Dios deseaba hacer a los hombres y mujeres, su palabra, su mensaje, que iba siendo entendido por éstos, a medida que la vida iba evolucionan­do, las circunstancias históricas iban cambiando y las personas humanas iban capacitándose para profundizar en lo que significaba el que Dios fuese dándoseles a conocer históricamente.

Este Dios, que desde el principio se les había manifestado como un Dios “compañero de fatigas”, como un Dios luchador por la libertad total del hombre y, consiguientemente, como un Dios nómada, vivo, sorprendente y comprometido con la suerte del pue­blo, este Dios —decíamos— quería seguir siendo de ese modo y no estaba dispuesto a las manipulaciones.

En consecuencia, el Antiguo Testamento era testimonio de esta lucha de Dios y sus más fieles creyentes por no incurrir en un estilo de religión sedentaria y mítica y por conservar el estilo de una fe en Dios viva, rica, creativa, histórica, personal, liberadora, comprometida e interpeladora, dado que así era el estilo de Dios.

Dicho de otro modo, hemos recorrido toda la historia del pue­blo de Dios del Antiguo Testamento y hemos ido descubriendo un estilo peculiar de actuar y de ser de Dios: un Dios que ante su pueblo, que vive entre las esperanzas y las desilusiones, la libertad y las esclavitudes, el amor y el odio, la solidaridad y el individua­lismo... hace continuamente el esfuerzo por acercarse a dicho pue­

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blo, por acompañarlo en sus luchas por la liberación, por caminar con él.

A lo largo del itinerario hemos ido viendo cómo las esperanzas del pueblo de Dios se fueron concretando en algunas figuras como la del ungido de Dios (el Mesías, que instaurará un reinado de justicia y de paz), el siervo de Yahveh (el íntimo de Dios, que se acerca tanto al dolor del pueblo para acompañarlo que llega a morir para evitar que el pueblo muera y sufra), el hijo del Hombre (el que ante la prepotencia de los imperios, que persiguen y matan a los justos, viene desde Dios, desde lo alto, para acabar con di­chos imperios e instaurar el único imperio que no se basa en otra fuerza que en la de la justicia, la solidaridad, la pacificación y el amor), la Sabiduría de Dios (esa otra manera, que tiene Dios de introducirse en la realidad de las personas de su pueblo y de ayu­darlas a vivir, alcanzando la sabiduría, a vivir como seres humanos al modo divino, es decir, según su voluntad).

Quienes fueron aceptando este estilo de Dios y de la fe en él, se fueron capacitando para aceptar el testimonio, la palabra y la encarnación definitiva de Dios entre los hombres y Jas mujeres, es decir, la vida de Jesús, que venía a mostrar el amor fiel del Padre, siempre con la humanidad; del Hijo, hermano entre los hermanos y las hermanas; y deJ Espíritu, que permanece entre las personas que forman el pueblo, constantemente en camino hacia el reino.

En un clima de esperanza, preparado por toda la historia de Dios con su pueblo, hemos visto cómo surgía Jesús de Nazaret, el Dios cercano a la humanidad, el rey de ese nuevo mundo de justi­cia y paz, el compañéro inseparable del pueblo sufriente, el triun­fador sobre todos los imperios opresores e instaurador de un nuevo y definitivo imperio del amor, el portador de una nueva sabiduría de Dios para nuestra vida, el Dios realmente con nosotros, el Dios hecho carne nuestra.

Hemos constatado, en último término, que el Nuevo Testamen­to es el conjunto de libros en los que se da testimonio de este Jesús de Nazaret, de este hombre en el que sus seguidores fueron reconociendo a Dios, al Señor que siempre estará con su pueblo, al

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Emmanuel (Dios con nosotros). Hemos descubierto también que este testimonio ha ido siendo dado a través de las vicisitudes de la historia de los seguidores de Jesús, los cuales han ido recordando, desde sus circunstancias concretas y desde sus necesidades, los principales acontecimientos (muerte y resurrección), los hechos, las señales, las palabras, los ejemplos, los orígenes de Jesús y han ido así escribiendo, poco a poco, las diferentes partes y los dife­rentes libros del Nuevo Testamento.

Resumiendo, podemos decir que el estilo de Dios que hemos descubierto en toda la historia del pueblo ha sido el de un Dios que se ha manifestado en el pasado, permaneciendo y caminando con su pueblo, que en cada generación se hace presente estando y caminando con su pueblo, que se compromete a seguir siempre estando y caminando con su pueblo hasta los tiempos definitivos, que ya han empezado, pero que todavía se están realizando.

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AnexosCronología

Page 337: Dios Camina

Años Egipto Mesopotamia Canaán Preescritura Libros históricos Libros proféticos Libros sapienciales

3000 Inicio de la Era de Bronce

Súmenos y acadios Cananeosseminómadas

Imperio Antiguo

Escritura yconstruccionesm enfíticas

! 2000

1700

1500

1400

Imperio Medio

Controla las costas siro- cananeas (mercenarios de Sinuhé)

Los hiksos

Buen trato a los Inmigrantes de Canaán y otros países(¿Jacob...?)

Imperio Nuevo

Domina sobre Siria y Canaán

Nueva capital: El Am arna

S úm enos

Am orreos

Hammurabi

Migraciones de grupos a Canaán (¿Abraham...?)

Gruposprocedentes deMesopotamia(¿Abraham ...?)

Grupos nómadas conviven con sedentarios (¿Isaac...? )

Algunos grupos emigran a Egipto (¿Jacob...? )

Putijapá, rey en Jerusaién

Poemas acadios de la creación y del diluvio

Tradiciones de santuarios cananeos y de antepasados: nómadas, sedentarios y em igrantes

1350

1300

Nuevo dios: Atón

Tutankhamon

Guerra contra los h itita s

Los hititas

Alianza con los h itita s

Guerra contra los egipcios

Alianza con los egipcios

Cartas de El Amarna: los habiru (¿hebreos?)

Tablasalfabéticas de U g a rit

Tablas de Sati i y de Ramsés II

Construcción de Pl-Ram sés por los inmigrantes hechos esclavos

Page 338: Dios Camina

Años Egipto Mesopotamia Canaán P reescritura Libros históricos Libros prof éticos Libros sapienciales

1250 Meneptah Fortalecimiento de Grupos hebreosA s ir ía entran, por

D ebilitam iento etapas, en Canaán(¿Jo sué ?)

Esclavos huyen o emigran, por etapas, hacia Canaán (¿M oisés?)

1200 Inicio de la Era de Hierro

Pueblos del mar (f ilis te o s ) procedentes de las costas de Grecia son derrotados en su intento de invadir Egipto

F iliste o s, rechazados por Egipto, se establecen en las costas del sur de Canaán

Tradiciones sobre el éxodo, Moisés y la alianza

1100 Dominio de Asirla Luchas entrecananeos, hebreos, filisteos, etc.

1050 Decae Asiría

Nacen los reinos arameos(Dam asco, Jamat, Babilonia, etc.)

Santuario de Silo (¿ Ju e ce s? )

Tradiciones sobre escaramuzas de ocupación (¿Josué?, ¿Jueces?)

1030 Instauración de lamonarquía: Saúl, primer rey hebreo, toda via ca rism à tico (¿S a m ue l?)

1000 David, gran rey,domina Canaán

Conquista Jerusalén y la hace capital de todo el reino de Is rae l

Page 339: Dios Camina

Años Egipto Mesopotamia Canaán Preescritura Libros históricos Libros proféticos Libros sapienciales

950 S a lo m ó n crea Redacción yahvista (J) en Recopilación de proverbios

corte al estilo Jerusalén

o rie nta l, Composición de

fom entando Redacción de la historia de algunos salmos

cultura y David y de la ascensión de

com ercio Salomón al trono

Construcción deltem plo

931 Dominio de Asamblea deEgipto Siquem

Sesonk 1 saquea Cism a norte-surel templo (lista (Is ra e l-Ju d á )de Kamak)

Is r a e l (N o rte ) J u t t i (S u r)

Israel se instituye con Siquem como capital y los santuarios de Dan y Betel

Judá se instituye con Jerusalén como capital y con su santuario principal en la misma ciudad

Luchas Luchasfra tr ic id a s fra tr ic id a sin te rm ite n te s inte rm ite nte s

885 Asiría despierta O m rf funda Sam aría

870 D ebilitam iento de Egipto

Pequeño resurgimiento de Asiría

Controla Moab. J o s a f a tA ca b fomenta la Controlaidolatria, con Edom. Hacetemplos a Baal y alianza conenfrentando una Acab reacción y ah vista (¿ E lia s ? )

860 Leyendas sobre personajes como Elias y Eliseo

850 Asiría domina Pequeñas luchas Pequeñas entre Israel, luchas entre Judá. Moab, Edom, Israel. Judá, Galaad... Moab. Edom,

Galaad...

Redacción elohista (E ) en Samarla

El profeta político Elias

Page 340: Dios Camina

Años Egipto Mesopotamia Canaán Preescritura Libros históricos Libros proféticos Libros sapienciales

Decadencia de Siria Is r a e l (N o rte ) J u d á (S ur)

Reacción yahvista Reacciónen Israel y Judá

Siguen las luchas entre Israel y Judá

yahvista en Israel y Judá

Siguen las luchas entre Israel y Judá

Luchas internas Asiria decae Inicia el apogeo Inicia el en Israel y Judá, apogeo en con J e r o b o a m II Israel y Judá, y O z í s s con

J e r o b o a mII y O z í a s

750

745 Apogeo de Asiria

740 Expansión y dominio de Asiria sobre Siria, Israel, etc.

Cambios dedin astiacontinuos

Inestabilidad de J o t a m

735 Unión con Siria, contra Judá, que no quiere aliarse con ellos contra A s ir ia

A c a z pide ayuda a Asiria. a costa de grandes trib u to s

731

721

Asiria conquista Damasco, capital de S iria

Sargón II de Asiría conquista Sam aría y Ja m a t

O te a * hace a lianza con Egipto

Sam aría es colonizada por Asiria

Am os y Oseas en Israel

Predicaciones deuteronóm icas en Israel (M P D)

Acaba la acción de Amós

Vocación de Isaías en Jerusalén

Com ienza también Miqueas en Judá

Oseas sigue actuando en Israel

Isaías y Miqueas siguen actuando

Acaba acción de Oseas en Is rae l

Fin del reino del norte, Israel

Page 341: Dios Camina

Años Egipto Mesopotamia Canaán Preescritura Libros históricos Libros prof éticos Libros sapienciales

720

716

700

Es derrotado por Asiria derrota a Egipto A s ir ía y conquista las costas

fHisteas y ciudades ju d ia s

C a n a in (Ju d á )

E x e q u ia s teme y pide ayuda a Egipto, a costa de grandes tributos

Egipto ayuda a Asiria ataca a Jerusalén Judá intenta Jerusalén rebelarse

Asiria se retira sin contra Asiriapoder conquistarJerusalén

Traslado de E, MPD y discípulos de Amós y Oseas a Judá

Isaías sigue actuando en Judá

También lo hace Miqueas

Isaias sigue actuando

Acaba la acción de Isaias

Redacción J ♦ E Redacción de Amós y Oseas Recopilación de proverbios

Redacción de Isaías y Miqueas

650

Asiria conquista parte M a n a s i s de Egipto. asesina a Isaías

Recibe tributos de Judá y otros países

Cam paña contra Egipto

Años malos para Judá con Manasés y Amón

Egipto inicia su liberación de A s ir ia

Asiria profundiza en la Relativa paz en cultura y deja la guerra Judá

630 Asiria decae Judá se apodera de terrenos del antiguo Israel, con el joven rey Jo s ía s

Actúa Sofonías, formando al joven rey Josías

Redacción de Sofonías

Reforma de Jo sía s

628 Com ienza Jeremías en terrenos del antiguo Israel

622 Com ienza la dinastía neobabílonía

Culmina la reforma de Josías: Ley

612 Babilonia destruye Nínive, capital de Asiria

Ayuda a Asiria Uttimos intentos de J o s ía s intenta contra el imperio Asiría por mantenerse frenar a Egipto y babilonio muere

Babilonia venceEgipto se retira

Se acaba la reform a

Silencio de Jeremias Primera edición de la obradeuteronom ista(Dt, Jos, Je, Sa, Re)

Jerem ías vuelve a actuar y es perseguido

Na hum canta la caída de Nínive

Se queja ante y de Dios

Egipto impone a Joaquín I

Page 342: Dios Camina

Años Egipto Mesopotamia Canaán Preescritura Libros históricos Libros profétlCM U fcftt M p llM ia lu

605

601

600

598

593

588

587

582

Vencem om entánea­mente a Babilonia

Babilonia vence a Egipto Judá pasa a ser y se apodera de la costa vasallo siro-cananea de Babilonia

Derrota de Babilonia en Egipto

Joaquín 1 serebela contra Babilonia

Jere m ias

Habacuc plantea justicia de Dios ante la maldad

Clandestinidad de Jerem ías

Prim er rollo del libro de Jeremías

Habacuc

Babilonia presiona sobre Judá

Ataca y conquista Jerusalén

Primera deportación

Impone a Sedecías, hijo de Josías, como rey de Judá

Babilonia conquista Judá y destruye Jerusalén y el templo

Segunda deportación

Breve reinado de Joaquín II

Son deportados el rey. los sacerdotes, Ezequiel

S edecías,vasallo de Babilonia

Intentos de rebelióncontra Babilonia

Sedecías se rebela

Godolfas esdejado en Judá, al cuidado de cam pesinos

Son deportados Sedecías y otros muchos

Represalias de Babilonia N acionalista mataa Godolías

Tercera deportaciónMuchos huyen a Egiptoy se llevan a Jere m ías

Com ienza la tradición sacerdotal (P ), sobre todo en el exilio

Com ienza Ezequiel en el exilio

Vuelve Jerem ías, llamando a paz en Jerusalén

Jerem ías llama a paz

Jerem ías es perseguido

Jerem ías sigue acompañando al pueblo en Judá

Jeremías es asesinado en Egipto

Ezequiel

Jere m ías

Ezequiel

Jere m ías

Ezequiel

Jere m ías

Ezequiel

Jere m ías

Ezequiel

Page 343: Dios Camina

Años Egipto Mesopotamia Canaán Preescritura Libros históricos Libros proféticos Libros sapienciales

561

555

539

Un nuevo rey babilonio indulta a Joaquín II

C on Ciro inicia el imperio medo-persa

Nueva esperanza entre los judíos

Ciro conquista Babilonia Lento retorno

Ciro libera a los deportados

R econstrucción de Jerusalén y del tem plo

Momentos de desánim o

Segundo Isaías Segunda edición de la obra Segundo Isaíasdeuteronom ista(Dt, Jos, Je, Sa, Re)

Redacción P (reúne J, E, D)

538

5 20

Egipto cae bajo Cam bises conquista Importante papel el imperio persa, Egipto de Esdras yhasta el año 400 Nehem ías

Zacarías y Ageo animan a la reconstrucción

Zacarías y Ageo

500

450

400

Guerras médicas

Batalla de Maratón

Colonia judía en Colonia judia en Egipto: diàspora Babilonia: diàspora

Egipto comienza a liberarse de los persas

Dificultades en la reconstrucción del judaismo

Com ienza la diáspora y el judaismo

Cierta autonomía dela comunidad ju d ía

Abdías y Malaquías

Tercer Isaías

C om ienza la recopilación de la obra cronista:Cro, Esd, Ne

El Pentateuco es reconocido como ley oficial del judaism o

Abdtas y Malaquías

Tercer Isaias

Algunos salmos y proverbios

Job

Cantar de los cantares

3 5 0 Organizaciónteo crá tica

Redacción definitiva de la obra cronista

Joe l Rut y Jonás

333 Comienza el imperio helénico con la victoria de Alejandro Magno sobre Egipto, Mesopotamia, Canaán, etc. 323 Muere (asesinado) Alejandro Magno, y sus generales se disputan y dividen el imperio

Dominio de los Dominio de los Judea eslágidas seléucidas o antíocos en sometida a loso ptolomeos en Babilonia y Siria lágidas, que seEgipto m uestran

tolerantes con los judíos

Page 344: Dios Camina

Años Egipto Mesopotamia Canaán Preescritura Libros históricos Libros proféticos Libros sapienciales

300

285

200

Versión griega de lo s l x x

Predominio deEgiptosobreMesopotamia

Egipto pierde hegemonía

Los l x x se van difundiendo

Siria vence a Egipto y domina sobre Canaán

Judá es sometida a los seléucidas de Siria, quienes, al principio, respetan el estado teocrático

Tob ía s

Eclesiastés o Oohelet

Eclesiástico o Jesús hijo de S ira

Ester

175 Siria quiere heienizar Jerusalén: intento de paganizar el templo

Persecusión

Los seléucidas sonvencidospor los macabeos

Poco a poco,a ctivahelenización

Com ienza la resistencia para conservar la independencia: macabeos, fariseos, esenios (saduceos)

Se consigue la independencia

Dinastía macabea o hasmonea

Narración de las gestas de los macabeos

Visiones de Daniel

2 Macabeos Daniel

129 Decadencia por luchas internas

Decadencia por corrupción de los sucesores

100 Roma se va metiendo e influye indirectamente en los países 1 Macabeos Judlt

63 Pompeyo de Roma se apodera del imperio seléucida

Jerusalén cae en poder de Roma, pero conserva cierta autonomía

SO Roma domina todo el ‘Creciente fértil": Egipto.Mesopotamia, Canaán, etc. Procuradores romanos

Libro de la Sabiduría