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DIOS Y LA LEY DEL MAS FUERTE INTRODUCCION : Los naturalistas noruegos acuñaron la frase la ley del mas fuerte en el que en una manada hay un macho o hembra de mas alto rango que domina sobre todos este se conoce como alfa y a partir de ahí comienza un descenso hasta llegar al omega. El problema con esta ley es que el macho o hembra omega se enseñorea de los demás y en un gallinero por ejemplo el pollo alfa es el descarga su furia a picotazos sobre los otros pollos y el pobre pollo omega es el que recibe la descarga de los picotazos de todos. En su ultima cena con los discípulos Jesús enseño que el está en contra de la ley del mas fuerte. “pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven, y el que dirige, como el que sirve” Sn Lucas 22:26. . La ley del más fuerte es parte de la vida. Y hasta cierto punto, así debe ser. Hay que saber quién está a cargo de las cosas. Los sistemas de jerarquía nos ayudan a entender cuál es nuestro lugar. El problema con la ley del más fuerte no es el orden. El problema son los picotazos. Por esa razón Dios dice que en el amor no hay lugar para la ley del más fuerte. Jesús no toleraría tal forma de

Dios y La Ley Del Mas Fuerte

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DIOS Y LA LEY DEL MAS FUERTE

INTRODUCCION : Los naturalistas noruegos acuñaron la frase la ley del

mas fuerte en el que en una manada hay un macho o hembra de mas

alto rango que domina sobre todos este se conoce como alfa y a

partir de ahí comienza un descenso hasta llegar al omega. El

problema con esta ley es que el macho o hembra omega se

enseñorea de los demás y en un gallinero por ejemplo el pollo alfa es

el descarga su furia a picotazos sobre los otros pollos y el pobre pollo

omega es el que recibe la descarga de los picotazos de todos. En su

ultima cena con los discípulos Jesús enseño que el está en contra de

la ley del mas fuerte. “pero no así vosotros, sino que el mayor entre

vosotros sea como el más joven, y el que dirige, como el que sirve” Sn

Lucas 22:26. . La ley del más fuerte es parte de la vida. Y hasta cierto punto,

así debe ser. Hay que saber quién está a cargo de las cosas. Los sistemas

de jerarquía nos ayudan a entender cuál es nuestro lugar. El problema con

la ley del más fuerte no es el orden. El problema son los picotazos.

Por esa razón Dios dice que en el amor no hay lugar para la ley del más fuerte. Jesús no toleraría tal forma de pensar. Esa mentalidad de corral puede darse en una granja, pero no en su reino. Escucha lo que dice sobre las aves alfa de su época:

Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. ( Mt 23.5–7 )

Veamos que piensa Jesus de la ley del mas fuerte:

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Jesus la invirtió: 1) Invirtió la ley del más fuerte. Mientras que otros trataban de ascender, él descendía.

Tu actitud debería ser la misma que la de Cristo Jesús:Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el

cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. ( Fil 2.5–8 ) Se humilló a sí mismo. Pasó de darle órdenes a los ángeles, a dormir sobre paja. De sostener las estrellas, a tomarle el dedo a María. La palma que sostenía el universo recibió el clavo de un soldado.¿Por qué? Porque eso es lo que hace el amor. Anteponer al amado.

Tu alma era más importante que su sangre. Tu vida eterna era más importante que su vida en la tierra. Tu lugar en el cielo era más importante para él que su lugar en el cielo, así que renunció a su lugar para que tú tuvieras el tuyo.

Te amó hasta ese punto y porque te ama, eres de suma importancia para él.

Cristo asume una posición opuesta al corral. Señala al gorrión, el pájaro menos valioso de su tiempo y dice: «¿No se venden cinco gorriones por dos moneditas? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos. Así mismo sucede con ustedes: aun los cabellos de su cabeza están contados. No tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones» ( Lc 12.6–7 NVI ).

Dios se acuerda de los pajaritos del mundo. Nosotros nos acordamos de las águilas. Hacemos estatuas de bronce de los halcones y les ponemos su nombre a nuestros equipos deportivos. Pero Dios se fija en los gorriones. Encuentra tiempo para los niños y considera a los leprosos. Le ofrece una segunda oportunidad a la mujer adúltera, y al ladrón en la cruz le hace una invitación personal. Cristo da una atención especial a los desalentados y caídos, y nos insta a seguir su ejemplo. «Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos» ( Lc 14.13 ).

Si quieres seguir el ejemplo de Jesus necesitas hacer algunas cosas:

1) Anteponer a otros. Esther Kim sabe lo que significa esto. Por trece años tuvo un sueño. Las Olimpiadas de verano. Quería representar a los Estados Unidos en el equipo de tae kwon do.

Desde los ocho años, pasó cada hora disponible entrenando esta disciplina. De hecho, fue en una práctica que conoció a mejor amiga, Kay Poe. Las dos trabajaron muy duro y por tanto tiempo, que a nadie le extrañó que ambas calificaran para la eliminatorias olímpicas del 2000 en Colorado Springs.

Todo el mundo, sin embargo, se sorprendió que las pusieran a ambas en la misma división. Nunca habían competido una contra

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otra, pero cuando el número de divisiones se redujo, se dieron cuenta que estaban en la misma categoría. Era cuestión de unos cuantos eventos para que tuvieran que encontrarse en la misma colchoneta. Una iba a perder y la otra iba a ganar. Sólo una podría ir a Australia.

Como si el momento necesitara más drama, dos sucesos pusieron a Esther Kim en una posición muy difícil. Primero, su amiga Kay se lastimó una pierna en la competencia justo antes de la de ellas. Kay apenas podía andar y mucho menos competir. Debido a esto, Esther podía derrotar a su amiga sin mucho esfuerzo.

Pero también había una segunda verdad. Esther sabía que Kay era la mejor peleadora. Si se aprovechaba de su amiga lastimada, la mejor atleta se quedaría en casa.¿Qué hizo entonces? Esther entró al piso de competencia y saludó

a su amiga y oponente. Ambas sabían lo que significaba ese gesto. Esther renunció a su lugar. Consideró que la causa era más importante que el crédito.

Este es un buen momento para algunas preguntas directas: ¿Qué es más importante para ti, que noten tu presencia o que se haga el trabajo? Cuando un hermano o hermana recibe algún tipo de honor, ¿te alegras o te pones celoso? ¿Tienes la misma actitud de Jesús? ¿Consideras a otros más importantes que tú?

2) Acepta tu parte en su plan. Dios usa a gente como Bob Russell para ilustrar este tipo de amor. Bob ministra en la Iglesia Cristiana del Sureste en Louisville, Kentucky. Cuando comenzó su servicio en 1966, la iglesia tenía 125 miembros y Bob tenía veintidós años. Durante los treinta y cinco últimos años Dios ha convertido su iglesia en una de las más grandes y mejores congregaciones. Más de 16.000 personas se congregan los fines de semana para adorar a Dios en uno de los varios servicios.

En 1989 Bob tomó una decisión que sorprendió a muchos observadores. Anunció que iba a compartir las tareas de predicación con un predicador de veintisiete años. Él y Dave Stone comenzarían a alternarse los sermones a la iglesia. Según el plan que anunciaron, cada año Bob predicaría menos y Dave predicaría más. De esta manera, Bob tendría más tiempo para dirigir la iglesia, y la iglesia tendría un sucesor con experiencia.

No todo el mundo puede hacer esto. Grandes egos en iglesias pequeñas han luchado por ocupar el púlpito. Pero Bob entiende el peligro de la ley del más fuerte, y es lo suficientemente humilde como para invertirla.

La verdadera humildad no es pensar que vales menos, sino pensar apropiadamente de ti. El corazón humilde no dice: «No puedo hacer nada», sino «no puedo hacerlo todo. Sé cuál es mi parte y me alegra hacerla».

Cuando Pablo escribe « consideren a los demás como superiores a ustedes mismo» ( Fil 2.3 , NVI ), emplea un verbo que significa «calcular», «pensar». La palabra implica un juicio consciente que se apoya en factores ponderados cuidadosamente. Considerar a otros

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mejor que a ti mismo, entonces, no es decir que no hay lugar para ti; es reconocer tu lugar. «A cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno» ( Ro 12.3 ).

3) Apúrate en aplaudir los éxitos de otros. A los romanos Pablo les da este consejo: «Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros» ( Ro 12.10 ).

William Barclay nos habla de un educador muy respetado que vivió en el siglo pasado. No sólo era conocido por sus éxitos, sino también por la forma en que los manejaba. En cierta ocasión, cuando subió a una tarima para tomar su asiento, el público se dio cuenta quién era y comenzó a aplaudir. Sorprendido, se dio vuelta y le pidió al hombre que estaba detrás de él que se adelantara. Entonces comenzó a aplaudir al hombre, asumiendo que el aplauso era para él. El hombre estaba bastante dispuesto a compartirlo.

El corazón humilde honra a otros.Una vez más, ¿no es Jesús nuestro mejor ejemplo? Se alegraba con

que lo conocieran como un carpintero. Feliz de que lo confundieran con un jardinero. Sirvió a sus discípulos al lavarles los pies. Nos sirve a nosotros haciendo lo mismo. Todas las mañanas nos regala la belleza. Todos los Sabados nos llama a su mesa. Cada momento habita en nuestros corazones. ¿Y acaso no habla del día en que él «se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles» ( Lc 12.37 )?

Si Jesús tiene tanta disposición para honrarnos, ¿no podemos hacer lo mismo por otros? Haz de la gente una prioridad. Acepta tu parte en su plan. Apúrate en compartir los aplausos. Y, más que nada, considera a los otros más importantes que tú. El amor lo hace. Porque el amor «El amor no es jactancioso ni orgulloso» ( 1 Co 13.4 ).

Hay alguien juntando todas estas piezas. Sus pensamientos son más o menos estos: Si te considero más importante que yo … y tú crees que soy más importante que tú … y él cree que ella es más importante que é l… y ella cree que él es más importante que ella … entonces al final, todo el mundo se siente importante pero nadie se comporta como si lo fuera.

CONCLUSION: Jesus en la ultima noche con sus discípulos se detuvo para darnos una lección de vida, el mayor es el que sirve. ¿Queremos nosotros tomar el desafió de ser como Jesus?