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PÁGINA.10 PÁGINA.7 Jueves,21demarzode2013,AñoXXII,número860 La.cara . y.la.cruz. «Vis.a.vis».en.prisión ¿es.lícita.su.grabación? PÁGINA.2 Director:Javier.Moscoso.del.Prado Directoraadjunta:.Mabel.Inda.Errea CasoKrombach- Bamberski:30 añosdespués Consecuencias deltransfuguismo político

Director: Javier.Moscoso.del.Prado Jueves …sin parangón en Derecho comparado. Entre los recogidos se encuentra lógicamente la intimidad, uno de los más afectados por la privación

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Page 1: Director: Javier.Moscoso.del.Prado Jueves …sin parangón en Derecho comparado. Entre los recogidos se encuentra lógicamente la intimidad, uno de los más afectados por la privación

SUMARIO

�� OPINIÓN.................................. 2

�� INFORMACIÓN........................ 4

�� ANÁLISIS................................. 5

�� ENTREVISTA............................ 8

�� GESTIÓN.DEL.DESPACHO....... 11

�� CRÓNICA.DE.TRIBUNALES.....12

�� LA.LUPA.................................14

�� TELARAÑA.............................15

�� CEDIN.....................................16

Jueves,�5�de�diciembre�de�2012,�Año�XXI,�número�854Director:�Javier.Moscoso.del.Prado

Directora�adjunta:.Mabel.Inda.Errea

PÁGINA.10 PÁGINA.7

Jueves,�21�de�marzo�de�2013,�Año�XXII,�número�860

La.cara.y.la.cruz.«Vis.a.vis».en.prisión

¿es.lícita.su.grabación?PÁGINA.2

Director:�Javier.Moscoso.del.PradoDirectora�adjunta:.Mabel.Inda.Errea

Caso�Krombach-Bamberski:�30�años�después

Por�María.Jesús.Raimundo.Rodríguez

PÁGINA.6 PÁGINA.10

COMENTARIO.DE.LEGISLACIÓN

PYMES:�mayor�optimización�en�la�fusiónPor. Francesc. A.. Baygual. Davoust� y�Oscar.Calsamiglia.Mendlewicz

Entrada�y�registro�en�despachos�de�abogados

Consecuencias�del�transfuguismo�político

COMENTARIO.DE.JURISPRUDENCIA

PÁGINAS.8-9

«El CGPJ es un órgano político que defiende la independencia judicial frente a los demás poderes del Estado»

En�este�número�de�Actualidad�Jurídica�Aranzadi�hemos�tenido�la�oportunidad�de�hablar�con�Gonzalo.Moliner,�Presidente�del�Consejo�General�del�Poder�Judicial�y�del�Tribunal�Supremo.�Moliner,�con�una�experiencia�de�más�de�cuarenta�años�de�ejercicio�profesional,�destaca�a�los�laboralistas�españoles�«muy�bien�preparados�jurídicamente,�pioneros�a�la�hora�de�explorar�méto-dos�de�conciliación�y�arbitraje,�que�hoy�nos�parecen�fundamentales�para�modernizar�la�Justicia�española».

Page 2: Director: Javier.Moscoso.del.Prado Jueves …sin parangón en Derecho comparado. Entre los recogidos se encuentra lógicamente la intimidad, uno de los más afectados por la privación

2  | OPINIÓN Actualidad�Jurídica�Aranzadi,�núm.�86021 de marzo de 2013

OPINIÓN

Director:.Javier�Moscoso�del�Prado..Directora.adjunta:.Mabel�Inda�Errea..Coordinación.contenidos:. Inés�Larrayoz�Sola�y�Mercedes�García�Quintas..Redacción.y.diseño:.Thomson�Reuters�Aranzadi..Publicidad:�Jesús�Cadenas.�Impri-me:. Rodona� Industria� Gráfica� S.L.� Editorial� Aranzadi� S.A.,� Camino� de� Galar,� núm.� 15,� 31190-Cizur� Menor� (Navarra),�Tel.:� 902� 444� 144.� Depósito. Legal:� NA-85-1995� –� ISSN� 1132-0257.� Contacto:� [email protected]..

La�expresa�reseña�a�la�pervivencia�de�los�derechos�en�el�ámbito�penitenciario�contenida�constitucio-nalmente�nos�dotó�de�un�precepto�singular�y�casi�sin� parangón� en� Derecho� comparado.� Entre� los�recogidos�se�encuentra�lógicamente�la�intimidad,�uno� de� los� más� afectados� por� la� privación� de� li-bertad;�como�se�apuntó�en�la�STC�89/1987,�preci-samente�al�hilo�de�las�comunicaciones�íntimas�de�los�reclusos,�la�afección�que�la�reclusión�conlleva�en�la�intimidad,�reducida�casi�al�ámbito�de�la�vida�interior,�es�sin�duda�una�de�las�consecuencias�más�dolorosas� de� tal� privación.�Tanto� es� así� que� mu-chas�de�las�actuaciones�que�de�manera�ordinaria�se� consideran� privadas� e� íntimas,� se� encuentran�no�sólo�expuestas�sino�incluso�necesitadas�de�au-torización.

Es�evidente� la� importancia�que�conllevan� los�vis a vis,�tema�objeto�de�atención�en�múltiples�as-pectos�por�nuestros�tribunales,�bien�por�la�prácti-ca�de�medidas�de�seguridad�antes�o�tras�su�cele-bración,�las�previsiones�sobre�su�ámbito�subjetivo,�límites�de�credibilidad�del�concepto�allegado,�etc.

En�el�caso�aquí�comentado�nos�encontramos�con�la�grabación�sonora�de�una�comunicación�ín-tima�de�una�interna�con�su�pareja�investigada�por�prevaricación� administrativa� y� malversación� de�fondos�públicos.�Un�tema�complicado�de�abordar�en�tan�pocas�líneas,�al�entrecruzar�ópticas�proce-sal�y�penitenciaria,�siendo�esta�segunda�en�la�que�nos�centraremos�esencialmente�pues�es�a�nuestro�juicio�la�que�tiene�mayor�enjundia.

El�TS,�al�abordar�la�intervención�de�la�persona�investigada�no�parece�dar�valor�añadido�a�esta�in-tervención�pues�a�su�juicio�no�difiere�de�las�carac-terísticas�e�incluso�en�ocasiones�de�los�contenidos�que�pueden�obtenerse�por�ejemplo�en�intervencio-nes�telefónicas�genéricas.�

Aunque�en�algún�concreto�supuesto�ello�pu-diera� ser� cierto,� primero� tendría� más� cercanía� a�una�suerte�de�intervención�en�domicilio�u�otro�lu-gar�cerrado�(celda,�en�su�caso),�y�segundo,�se�trata�de�una�comunicación�singular�que�pese�a�tener�tal�rúbrica�en�la�LGP�excede�con�mucho�el�significado�comunicar�que�ofrece�la�RAE.�

Mayores�prevenciones�parece�tomar�respecto�de�la�pareja�sentimental�–interna�en�centro�peni-tenciario–� de� la� persona� investigada.�Y� decimos�parece,�porque�si�bien�el�FJ�5�del�ATS�comienza�con� un� aparentemente� tranquilizador� «distinto,�

sin�embargo,�es�lo�que�acontece�con�la�injerencia�que�se�produce�en� los�derechos�a� la� intimidad�y�al�secreto�de�las�comunicaciones»�(de�la�interna�–no� investigada–,� insistamos),� la� conclusión� a�la� que� se� llega� o� quiere� llegar� en� su� voluntaris-mo�(no�olvidemos�lo�que�se�ventila�en�el�proceso)�es� la�misma:�cabe�intervenir� las�comunicaciones�íntimas�de�una�persona�interna�en�un�centro�pe-nitenciario.

Una�cuestión�de�la�que�absolutamente�discre-pamos.�Las�exigencias�de�espacio� impiden�desa-rrollar�más�nuestros�argumentos,�aunque�llevado�al�extremo�el�guión�del�ATS�¿por�qué�quedarnos�ahí�simplemente?�¿no�es�acaso�posible�comunicar�por� medios� no� sonoros� alguna� información� que�pueda� considerarse� de� interés� en� esa� investiga-ción� de� malversación� de� fondos?� (ni� siquiera� es-tamos�hablando�de�asesinato,�secuestro,�acto�de�prevención�de�delito�de� terrorismo…� la� [des]pro-porcionalidad�quizá�tenga�también�algo�que�decir�aquí)�¿por�qué�no�autorizar�una�grabación�visual�por�si�de�otro�modo�se�produce�esa�transmisión�de�información?�

Creemos�sinceramente�que�son�muchas�las�ra-zones�para�sustentar�que�en�modo�alguno�puede�autorizarse�una�grabación�de�estas�características�por�más�que�el�TS,�en�lo�que�a�la�perspectiva�peni-tenciaria�hace�referencia,�quiera�ver�una�argumen-tación�a�mayor�abundamiento�en�la�remisión�del�art.�53.1�LGP�(las�comunicaciones�se�celebrarán�de�manera�que�se�respete�al�máximo�la�intimidad�sin�más� restricciones,� en� cuanto� a� las� personas� y� al�modo,�que� las� impuestas�por� razones�de�seguri-dad,� de� interés� de� tratamiento� y� del� buen� orden�del�establecimiento).�Mas,�«personas»�y�«modo»,�pues� no� olvidemos,� la� suspensión� e� intervención�es�objeto�del�art.�51.5.�

Nada� mejor� para� terminar� estas� telegráficas�notas�que�recordar�la�propia�STC�87/1989�donde�se�apuntó�que�se�pueden,�tal�vez,�considerar� ile-gítimas,�como�violación�de�la�intimidad�y�por�eso�también� degradantes,� aquellas� medidas� que� la�reduzcan�más�allá�de�lo�que�la�ordenada�vida�de�la� prisión� requiere,� relaciones� que� precisamente�por�exigencias�de� lo�dispuesto� en�el�art.� 18.1�CE,�han�de�desarrollarse,�cuando�son�autorizadas,�en�condiciones�que�salvaguarden�la�dignidad�de�las�personas�implicadas,�con�el�mayor�respeto�a� la�intimidad.

Derecho�y�realidad�se�asemejan�a�dos�bombos�de� lotería� navideña� asimétricos� que� nunca�llegan�a�acoplarse,�de�un�lado�del�silogismo�hallamos� las�circunstancias�personales�y�so-ciales� mientras� del� otro,� más� pequeño� –el�ordenamiento� jurídico–� ofrece� las� respues-tas� normativas.� La� justicia� pasa� por� sopesar�(suum cuique tribuere)�cada�caso�concreto�ad hoc y case by case�eludiendo�apriorísticamen-te� las� respuestas� rígidas� y� testarudas.� Hasta�la� ciencia� empírica� (principio� de� incertidum-bre�de�Heisenberg)�admite�cierto�halo�de�error.�No�es�fácil�dar�sistemáticamente�en�Derecho�una� respuesta� categórica� a� cada� supuesto�concreto.�

No� obstante,� una� actuación� jurídica� de�esta�índole�consistente�en�autorizar�grabacio-nes�en�el�marco�de�unas�relaciones�vis a vis,�debe�ser�reputada�cuando�menos�de�arriesga-da,�y�parece�palmario�confinarla�a�situaciones�absolutamente� límites� o� de� una� gravedad�extraordinaria.� De� otro� lado,� no� se� pueden�equiparar� las� filmaciones� de� imagen� con� las�captaciones�de�sonido,�sólo�éstas�fueron�obje-to�de�autorización.�

El� supuesto� fáctico� nos� avoca� al� mundo�penitenciario� donde� según� la� STC� 89/1987,�(caso�«Comunicaciones� íntimas�de� los�reclu-sos»)�la�afección�que�la�reclusión�conlleva�en�la� intimidad,� comporta� que� quede� reducida�casi�al�ámbito�de�la�vida�interior.�La�Comisión�Europea� de� DDHH,� y� más� concretamente� su�Decisión�de�15-5-1980,�caso�McFeeley�v.�Rei-no�Unido,�consideró�que�las�medidas�de�regis-tro� personal� constituían� un� medio� necesario�en�los�casos�en�que�existieran�situaciones�ex-cepcionales�en�el�centro�penitenciario.�Si�bien�tampoco�hay�que�olvidar�que�la�justicia�no�se�detiene�en�la�puerta�de�las�prisiones�(STEDH�Campbell�y�Fell).�En�relación�a�la�proporciona-lidad,�hay�que�apuntar�el�daño�que�la�corrup-ción� política� está� generando� al� tejido� social�del�país�no�necesita�comentarios�añadidos.

Repasando�someramente�la�jurispruden-cia�hallamos�que�el�Pleno�de�la�Sala�2ª�de�30-6-1997� sobre� filmaciones� en� aseos� públicos:�«los�lavabos�públicos�son�lugares�que�afectan�

a�la�intimidad�de�las�personas,�por�lo�que�no�cabe�situar�en�ellos�aparatos�que�recojan�las�imágenes� de� dichas� personas,� sin. autoriza-ción. judicial».� Anteriormente� la� STS� (2ª)� de�5-5-1997�(García�Calvo)�llegaba�incluso�a�au-torizar�la�filmación�–no�la�mera�grabación�de�sonido–�sin�autorización�judicial.�Otro�aspec-to�a�considerar,�apuntado�por�la�resolución,�es�que�la�deficiente�regulación�normativa�en�esta�área�avoca�al�Juez�a�cubrir�la�laguna�jurídica�existente.� Parafraseando� a� Muñoz� Conde,�cuando�la�«ley»�es�el�objeto�de�la�vinculación�del� juez,�ésta�puede�ser�controlada�de�algún�modo;�pero�cuando�el�objeto�de�esa�vincula-ción�es�el�«derecho»,�el�control�de�la�misma�se�difumina�y�pierde�esos�precisos�contornos.�Así� en� la� STS� 101/2012,� se� declara� que� una�falta�de�acierto�en� la� interpretación�de� la� le-galidad� no� trueca� en� arbitraria� una� decisión�judicial.�

Nos�hallamos�ante�un�tipo�delicado,�sobre�todo�en�su�modalidad� imprudente� la�cual�es�casi�completamente�desconocida�en�el�dere-cho� comparado,� pues� se� puede� llegar� a� ins-trumentalizar�para�recortar�la�independencia�judicial,�generando�un�ambiente�generalizado�de� sospecha� criminal� sobre� aquellas� resolu-ciones�judiciales�que�se�aparten�de�la�ortodo-xia� oficial,� abortando� todo� brote� de� creación�de�nuevas�líneas�de�jurisprudencia�con�lo�que�se�congela�y�empobrece�el�Ordenamiento.�

En� una� sociedad� democrática� avanzada�los� tipos� penales� deben� ser� analizados� bajo�un� prisma� restrictivo� «por� libertate»,� la� dra-coniana�respuesta�penal�se�limita�a�su�rol�de�«ultima�ratio».�La�taxatividad�en� la�exégesis�de� los�tipos�penales�compele�a�no�reprochar�penalmente� a� un� Tribunal� por� una� decisión�declarada� posteriormente� desacertada� si� su�criterio�tiene�fundamentos�de�peso�y�es�avala-do�de�algún�modo�por�una�línea�jurispruden-cial,�perseguir�las�resoluciones�judiciales�que�se�reputan�desatinadas,�utilizar�la�vara�penal�para�reprimir� lo�que�no�dejan�ser� interpreta-ciones� comporta� poner� en� tela� del� juicio� la�labor�imparcial�del�juez�y�su�función�cardinal�como�clave�de�bóveda�del�Estado�de�derecho.

Faustino.Gudín.Rodríguez-Magariños.Magistrado/ Doctor en derecho

Fernando.Reviriego.Picón.Profesor Titular de Derecho Constitucional. UNED

El.derecho.a.la.intimidad.y.los.vis a vis.en.los..centros.penitenciarios.*

LA.CARA.Y.LA.CRUZ

Justicia�penal�negociada.�Conformidad�premiadaJOSé.DOMINGO.MONFORTE

Abogado.

C onfesar� lo� hechos,� asumir� sus�consecuencias,�reparar�el�daño�devolviendo�el�monto�dinerario�

sustraído,�distraído,�desviado�o�apro-piado� y� pedir� perdón� a� la� víctima,� en�nuestro�sistema�legal�tiene�el�premio�de� un� trato� penal� más� favorable� –al�igual�que�en�los�países�de�nuestro�en-torno� europeo–� por� la� influencia� del�sistema� jurídico� norteamericano� que�engendra� un� proceso� penal� consen-suado,�bajo�un��criterio�marcadamen-te�utilitarista,� �por�el�que�se� logra� la�eficiencia�y�agilidad�del�sistema�judi-cial,� el� cortoplacismo� resolutivo� y� el�pago�de�las�responsabilidades�civiles,�sustituyendo� cuando� no� sacrificando�el� principio� de� legalidad� por� el� prin-cipio� de� oportunidad.� En� EE.UU.� la�mayor�parte�de�los�procesos�penales�vienen�a�resolverse�mediante�la�solu-

ción�negociada�a�la�que�se�denomina�plea bargaining,� que� consiste� en� el�acuerdo� de� declararse� culpable� que,�previo�al�juicio,�negocian�el�Ministerio�Público� y� el� abogado� de� la� defensa,�siendo� la� proporción� de� plea bargai-ning�frente�al�juicio�oral�de�10�a�1.�

Acusación�y�defensa,�en�definitiva,�negocian� atenuantes� que� rebajen� la�pena� logrando� conformidad� en� unos�delitos,� expulsan� de� la� acusación�otros� y,� en� definitiva,� en� momento�anterior� al� enjuiciamiento� presentan�al� Juez� una� verdad� formal,� aceptada�por� el� acusado� en� una� suerte� de� in�totum�sobre�lo�que�pide�la�acusación�(que�previamente�se�ha�consensuado)�vinculando� al� Juez� al� que� convierten�en�cautivo�del�acuerdo�sin�capacidad�alguna�de�reacción.

Los� casos� que� actualmente� des-piertan� la� atención� e� indignación� de�la� ciudadanía� (corrupción,� tráfico� de�influencias,� delito� fiscal…)� y� que� sin-gularmente�afectan�a�políticos�y�per-sonas� de� alta� esfera� y� relevancia� so-cial,��plantean�la�duda�de�si�sería�una�forma� solutiva� eficaz� y� satisfactoria�la� conformidad� premiada� o,� si� por� el�contrario,�se�podría�pervertir�el�siste-ma� procesal� penal� y� quebrantar� con�el� acuerdo� y� la� pena� consensuada� la�legalidad�penal.

Pensemos�ante�la�gravedad�de�los�hechos,� la� certeza� interna� de� culpa�de�quien� los�ha�cometido,�unido�a� la�realidad�que�muestra�y�hace�visible�la�investigación,�la�vía�del�consenso�con�la� acusación� y� la� transacción� penal.�¿Sería� una� opción� legal?� ¿Resultaría��socialmente�aceptable?�¿Se�cumpliría�con� dicha� pena� premiada� la� función�resocializadora� que� debe� cumplir� el�castigo�penal?.

Por� más� que� pueda� extrañar,�nuestro� sistema� procesal� admite,�premia� y� potencia� la� justicia� consen-suada,�la�reconoce�como�una�legítima�opción,�la�considera�socialmente�ade-cuada� y� le� otorga� la� función� resocia-lizadora�de� la�pena,�alineándose�con�la� tendencia� norteamericana� de� la�privatización� del� proceso� penal� que�conlleva� la� solución� negociada� del�conflicto,� siguiendo� la� Recomenda-ción� del� Consejo� de� Ministros� de� Eu-ropa� (87)� 18,� de� 17� de� septiembre� de�1987� que� para� superar� la� denomina-da� crisis� de� la� justicia� penal� sugiere,�entre� otras� medidas,� que� los� Esta-dos� incorporen� a� sus� ordenamientos�«procedimientos� de� naturaleza� tran-saccional».�La�recomendación�ha�sido�cumplida�por��el�legislador�español�en�las� sucesivas� reformas� introducidas�en�el�sistema�procesal�penal,� incluso�

desde�la�Fiscalía�General�del�Estado,�a� través�de� la�Circular� 1/1989,�se�es-timula�el�reforzamiento�del�consenso�penal�y�cambios�de�actuaciones�en�los�fiscales,�procurando� la�simplificación�de� los� procedimientos,� promoviendo�soluciones�facilitadoras�de�la�senten-cia� dentro� de� los� márgenes� del� arbi-trio�legal.�

El� Derecho� procesal� alemán�«absprache»� admite� el� sobresei-miento� bajo� condición,� con� acuerdo�del�acusado�y�reparación�del�daño,�al�igual�que�Francia,�con� la�descalifica-ción� subordinada� al� acuerdo.� Portu-gal,� con� la� «suspensao� provisória� do�proceso».�En�Italia�«patteggiamenti»�la�pena�se�impone�conforme�al�acuer-do.�En�todos�los�países�de�nuestro�en-torno�europeo,��el�acuerdo�entre�acu-sación�y�defensa�vincula�al�Juez,�que�destila�una�sentencia�de�conformidad�con�el�acuerdo.

El� culpable,� en� definitiva,� se� re-dime� aceptando� negociadamente� la�pena�y�compensando�a� la�víctima,� lo�que�por�lo�general�conllevará�la�con-formidad�premiada�de�no�de�perder�ni�verse�privado�de�su� libertad.�Pedir�el�perdón,� además,� servirá� para� aliviar��el� estado� emocional� del� sentimiento�invalidante� de� la� culpa� de� quien� así�se�siente.

Nuestro�sistema�procesal�admite,�premia�y�potencia�la�justicia�consensuada.

*�Ver�la�pág.�12�de�Crónica�de�Tribunales.