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DISCIPLINA POSITIVA
Begoña Beatriz Miguel Pérez
Orientadora Educativa
¿QUÉ ES UNA CONDUCTA?
Todo lo que hace un ser humano se llama COMPORTAMIENTO O CONDUCTA (moverse, hablar, reír, llorar, jugar, comer...)
La persona está continuamente produciendo conductas, casi todas ellas son APRENDIDAS. Todo se aprende (aptitudes,
habilidades, pensamientos, actitudes, conducta que valoramos como adecuada, comportamientos inadecuados…).
Si todo se aprende, también se puede aprender a desaprender. → Necesidad de conocer los principios que rigen el
aprendizaje y la modificación de conducta.
¿SE PUEDE MEJORAR LA CONDUCTA?
Los padres, maestros y otras personas de la comunidad intervenimos de manera decisiva en ese largo y complejo aprendizaje
tanto de las habilidades como de las conductas. Cuando un niño nace apenas sabe realizar nada; todas las habilidades las tiene que
ir aprendiendo; y la mayoría de los problemas de conducta que los niños presentan (rabietas, agresiones, peleas, miedos, timidez,
desobediencia, problemas con la comida…) también los aprenden, no nacen con ellos. Y también en ese aprendizaje intervenimos
activamente nosotros.
POSIBILIDADES DE APRENDIZAJE DE UNA PERSONA
DOTACIÓN ESTIMULACIÓN DESARROLLO
INICIAL (educación, ambiente, ALCANZADO
(genéticamente expectativas) determinada)
gama de posibilidades
¿CÓMO INTERVENIR ANTE LOS PROBLEMAS DE CONDUCTA?
1) Definición adecuada de las conductas: Para poder enfrentarnos con algo que queremos cambiar o enseñar debemos realizar
en primer lugar una definición clara, fácilmente entendible de esa conducta. Por ello, a la definición anterior habría que
añadir que conducta es todo lo que hace un ser humano que puede ser observado objetivamente, sin hacer suposiciones y/o
valoraciones subjetivas (esto nos informa dónde se encuentra el niño respecto al aprendizaje que le queremos enseñar y de
cuáles son las dificultades por las que atraviesa).
2) No es posible solucionar de golpe todos los problemas de conducta ni enseñar todas las habilidades al mismo tiempo.
Elegir aquello que sea más importante o más grave según sea el problema o habilidad a enseñar y aquello que está a su
alcance en estos momentos (lo que sabe realizar con algo de ayuda).
3) Determinar su línea base, es decir, cómo está en estos momentos, de dónde partimos. Para ello, conviene observar el
comportamiento de nuestro hijo (a lo largo del día o en momentos y situaciones concretas) y registrar (apuntar) la
frecuencia y la duración de esa conducta observada durante una semana antes de empezar el programa específico para
cambiarlo o para enseñar la conducta (es como hacer una foto del comportamiento del niño antes y después, con objeto de
poder juzgar si la forma de abordar el problema ha tenido éxito o si el programa tendría que sufrir cambios). Nos interesa
conocer cuántas veces realiza esa conducta (al día, durante la comida…), cuánto tiempo emplea en ella (p. ej., cuánto tiempo
pasa tirado en el suelo llorando, cuánto tiempo se está quieto…), la intensidad (cantidad de comida que toma, cuánto grita…)
y el registro de intervalos o secuencias (momentos de día en qué ocurren).
4) Análisis funcional de la conducta (analizar las circunstancias ambientales): identificar la relación que existe entre
antecedentes-conducta-consecuentes, para formular adecuadamente hipótesis acerca de las condiciones que están
influyendo. Se trata de describir lo más objetivamente posible la hora, lugar, personas y relaciones de las personas cuando
ocurre la conducta que se está observando.
Conducta: Negarse a acostarse.
ANTECEDENTES (Qué hora era, dónde estaba,
con quién, qué ocurrió
antes…)
CONDUCTA (Describir)
CONSECUENCIA (Qué ocurre a continuación, cómo
reaccionamos ante la conducta del
niño, qué obtiene el niño)
LLlega la hora de acostarse,
estamos los tres en el salón,
la ponemos el pijama, la
damos un beso y las buenas
noches y dejamos a la niña
en la cama.
L La niña llora mientras la acostamos y
40” más en la cama.
L La madre la manda levantarse y va a la
tele.
Así pues, para observar una conducta hay que fijarse en una cosa muy concreta (no quiere levantarse de la cama,
se muerde las uñas, se pelea con los hermanos…), durante un tiempo determinado (a la hora de comer, cuando está jugando
en el parque, a la hora de acostarse…) y anotar cada vez que ocurre la conducta que estamos observando, la reacción de las
personas que le rodean y cualquier detalle que consideremos de interés.
5) Establecer qué ayudas precisa en un principio (verbales, físicas, gestuales… y de técnicas de modificación de
conducta). ¿Cómo lo hacemos?: procedimientos, técnicas a utilizar: reforzadores (cuáles y cuándo aplicarlos), personas
implicadas, procedimiento a seguir (secuencia de actuación).
6) Evaluación: Resultados que se van obteniendo. Uso de registros que nos ayuden a observar y anotar los cambios que
tienen lugar en la conducta del niño a raíz de la aplicación del programa.
1 PASO: DEFINICIÓN DE CONDUCTAS
Son definiciones
CONCRETAS y ESPECÍFICAS
Son definiciones
IMPRECISAS
Hemos observado que:
1. Pedro se levanta de la
mesa a la hora de la comida. 2. Rosi chilla y pega
cuando sus padres le insisten en
que haga algo que ella se ha negado.
3. Eduardo emplea una
hora y media para vestirse por las mañanas, si no se le ayuda.
4. Miguel se sienta en una silla y se balancea de un lado para otro.
5. Luisa empuja y tira a su hermano cada vez que éste le quita su juguete favorito.
6. Siempre que su madre le deja en el colegio, Javi se
echa a llorar y está llorando durante 5 minutos.
7. Feli durante la hora
de clase se levanta unas 5 veces para ir a charlar con la compañera
del fondo. 8. Carmen en el recreo
suele estar sola, apartada de los
demás.
Queremos que: 1. Antonio juegue en la
calle con otros niños. 2. Laura sepa cruzar la
calle respetando las señales de tráfico.
Hemos observado que: 1. Pedro es "muy movido".
2. Rosi es "neurótica" y coge "rabietas".
3. Eduardo es "perezoso".
4. Miguel "vive en su propio
mundo". 5. Luisa es "agresiva" e
"inmadura".
6. Javi es "hiperactivo".
7. Feli es "dependiente" e "infantil".
8. Carmen es "muy tímida"
Queremos que:
1. Antonio sea más sociable.
2. Laura cruce la calle con cuidado.
3. Marta conteste a los
saludos. 4. Manuel haga las
camas.
5. Pedro se abotone solo (los botones de delante).
6. María se defienda cuando la insultan.
7. Juan salude a la profesora al entrar en clase.
8. Pilar conteste cuando un compañero le pregunta.
3. Marta sea más educada. 4. Manuel ayude en casa.
5. Pedro se vista correctamente.
6. María sea más valiente.
7. Juan no sea tan tímido.
8. Pilar sea más simpática.
Las etiquetas ("apático", “no para quieto”, "malo", "neurótico", "egoísta", “nunca hace nada limpio”, “ha salido a su
padre”…) o atribuirlo todo a un déficit que padece el niño (“Ya se sabe, como es un TDAH…) son interpretaciones precipitadas,
y generalizaciones inexactas y vagas, que plantean la conducta del niño como una cuestión meramente individual e interna (sin
considerar la influencia del ambiente que le rodea) y como algo inalterable y frente a lo cual no hay nada que hacer ("Este
chico es así, qué le vamos a hacer") y, por consiguiente, no abren ningún camino de intervención… y nos quedamos en un estado
de insatisfacción o frustración y frecuentemente caemos en dar “palos de ciego”, es decir, en procedimientos de cambio
inadecuados: castigos indiscriminados, sermones, voces… o en la sobreprotección o permisividad y en no hacer nada para
mejorar la situación.
2º PASO: ANÁLISIS DE….
Fecha:………………. OBSERVADOR: ………………….. CONDUCTA: …………………………………………. ANTECEDENTES: ¿Qué pasó antes?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿con quién? CONDUCTA: Describir.
CONSECUENCIAS: ¿Qué pasó después?, ¿cómo reaccionamos los adultos?, ¿qué obtiene el niño?.
3º PASO: CONOCER Y APLICAR TÉCNICAS DE MODIFICACIÓN DE CONDUCTA
PROCEDIMIENTOS PARA AUMENTAR UNA CONDUCTA Procedimientos
¿Cómo se hace?
Ejemplos
1. ANTECEDENTES
FAVORABLES
2. REFUERZO POSITIVO,
reforzador positivo,
consecuencia positiva.
3. APROXIMACIONES
SUCESIVAS, MOLDEADO,
moldeamiento o secuenciación
en pasos de una conducta
4. MODELADO, enseñanza por
modelos o aprendizaje por
imitación
5. ADVERTENCIA DE TIEMPO
O AVISO PREVIO .
Preparar condiciones favorables para el aprendizaje de una conducta.
Presentar o dar una recompensa tan pronto como se presenta una
conducta deseada. Toda conducta que es alabada/premiada tiende a
repetirse.
Se recompensan aproximaciones sucesivas a la conducta correcta que
se desea conseguir. División de la conducta en conductas más
sencillas. Refuerzo positivo de conductas aproximadas.
Dar la oportunidad al niño de observar en una persona significativa
para él la conducta que se desea conseguir.
Avisar (para que se vaya haciendo a la idea) unos minutos antes de
que le vamos a pedir que realice determinada actividad.
Explicarle lo que queremos que haga. Presentar bien una comida. Dar un caramelo a un niño cuando ha terminado un trabajo. Felicitar a un niño por ayudar a un compañero. Atención, elogios, sonrisas, dejarle jugar... Un niño presenta respuestas de ansiedad ante la relación con los demás. Reforzar: - Saludar a los compañeros.
- Sentarse cerca de otros. - Hablar con los demás en grupo cuando le preguntan. - Cuando inicie una conversación. Cuando un alumno está trabajando correctamente y le felicitamos por ello delante de un alumno que habitualmente no trabaja. “Vete recogiendo”, “Dentro de 5 minutos te irás a la cama”.
6. SEÑALES O ESTÍMULOS
DISCRIMINATIVOS,
AYUDAS FÍSICAS Y
VERBALES.
7. REFUERZO NEGATIVO,
ALIVIO O CONDUCTA DE
EVITACIÓN
8. PRINCIPIO DE PREMACK O
"LEY DE LA ABUELA"
9. CONTRATO
Señales que anuncian lo que ocurrirá a continuación. Estímulos
discriminativos o señales, instrucciones verbales, ayuda física.
Se retira o quita un hecho, objeto o estímulo aversivo que antecede a
la respuesta (con el fin de que el sujeto repita esa conducta a fin de
evitar ese estímulo desagradable).
Utilizar la conducta de alta frecuencia de aparición como recompensa
para la conducta de baja frecuencia: si algo le cuesta hacerlo,
anunciarle que cuando acabe tendrá un premio determinado.
Acordar por escrito los compromisos del niño y los premios que lo
padres le darán, así como la forma de registro que se llevará.
Un cartel con la tarea desglosada de lo que va a realizar (p. ej., los pasos que hay que seguir para lavarse:
arremangarse, abrir el grifo...); fotos con las actividades que va a realizar por la mañana (“agenda”); una cara sonriente; un signo; una frase... Reducir la velocidad para evitar que nos pongan una multa. Llegar a la hora a clase para que no me hagan un parte. Hacer la tarea para que no me pongan un negativo. Juan podrá ver TV después de recoger los juguetes. "Hasta que no termines, no saldrás”; “Cuando acabes esto, jugarás a X” (a algo que le gusta). Poner por escrito y firmar la conducta positiva que el niño va a realizar o a aprender, los premios que ganará y el sistema de recogida de puntos.
1. EL REFUERZO POSITIVO
Es administrar una consecuencia positiva, recompensa o premio tan pronto como se
emite una conducta determinada. Consecuencias positivas pueden ser todo aquello que
satisfaga al niño y que, administrado después de una conducta, favorece el que esa
conducta se repita.
POSIBLES TIPOS DE REFUERZOS POSITIVOS O PREMIOS
A) REFUERZOS O REFORZADORES SOCIALES
Se resumen en que otras personas le prestan atención al niño. La atención de los adultos
es un poderoso reforzador para los niños. Consiste en obtener alabanzas, muestras de
cariño, atención, reconocimiento de la labor o tarea…:
- Comentario positivo, frases de elogio, aprobación, alabanza y felicitación, y
expresiones de satisfacción: ¡Qué bien!, Estamos muy contentos contigo, Estupendo,
Excelente, Es exactamente eso...
- Contacto físico, besos, abrazos, caricias, sonrisa, palmadita en el hombro o la espalda,
estrechar la mano, guiño, mirada, gestos de asentimiento, la proximidad física, dedicarle
atención…
- Reconocimiento individual, reconocimiento ante otras personas, comentarios
favorables de un compañero, constituirse como modelo de…, saberse elegido para
determinadas actividades, recibir atención de los compañeros…
B) RECOMPENSAS PRIMARIAS (ALIMENTOS Y BEBIDAS)
- Comidas, bebidas, postres… que al niño le gusten.
- Golosinas o chucherías preferidos por el niño: caramelos, chupa-chus, gominolas,
"gusanitos", patatas fritas, chocolate con churros, galletitas, helados, chicles…
C) REFORZADORES MATERIALES O DE REPUESTO (cosas inmediatamente tangibles, valoradas por sí mismas)
- Regalarle objetos que le gustan: juguetes, posters, adornos para su habitación, discos,
puzzles, construcciones, juegos recreativos, muñecos, cuentos, cuentos de pegatinas,
tebeos, revistas, útiles de escritura (lápiz, pintura, rotulador, sacapuntas, goma…),
cuadernos de pintar, plastilina, recortables, globos, pelotas, llaveros, cromos, canicas,
"tazos", pegatinas, comprarle ropa…
D) REFORZADORES GENERALES O REFUERZOS MONEDA (DINERO, PUNTOS
O FICHAS – ECONOMÍA DE FICHAS-)
Puede comprar con ellos cualquier cosa que quiera, son canjeables: pueden ser
utilizados para "comprar" muchas otras clases de recompensas. Su valor reside en que
pueden ser cambiados por un objeto o actividad.
- Obtener dinero como premio.
- Programa de puntos o economía de fichas: darle puntos o fichas que canjeará por otras
cosas posteriormente. Pueden ser: estrellas, puntos, gomets, fichas, colorear un tramo de
un camino dividido en casillas. Cuando logre X puntos o estrellas... logrará tal premio.
¿Qué deberá comprar con los puntos y/o dinero obtenido?: cualquier cosa que le guste
(y, por tanto, sirva de refuerzo).
E) REFORZADORES DE ACTIVIDAD
Poder realizar algo que al niño le guste hacer:
- Dejarle jugar.
- Excursiones, ir de paseo con, ayudar a hacer un postre…
- "Privilegios" de los fines de semana: salir de paseo, cine, vídeo, TV, excursiones al
campo, ir a jugar al parque, ir a pescar con sus padres, jugar a la soga, salir con la bici,
ir a la piscina, ir a Burgos, ir a jugar con los primos… Actividades como juegos de
ordenador o video-consola, juegos de mesa, etc.
- Conseguir (con el logro de X puntos) el pase de la piscina de La Calabaza o ir de
campamento.
- Darle encargos y responsabilidades ("Como has hecho muy bien X, veo que puedo
confiar en ti y te voy a mandar que me hagas el recado Y", limpiar las tortugas, p. ej.).
- En el colegio: cualquier actividad que al niño le guste o le haga sentirse feliz podemos
utilizarla como premio: salir unos minutos al patio, disfrutar de tiempo libre (ir a jugar a
la alfombra…), pintar o colorear, sentarse junto a… o con…, escuchar música, ver o
leer un cuento, ser el encargado de…, repartir los folios, recoger los cuadernos, borrar la
pizarra, ayudar al profesor en…, formar un grupo de …, ser el responsable de…, hacer
recados, ser el primero en…, hacer algún juego o deporte, ser el portavoz de…, tiempo
de descanso, juegos didácticos, juegos recreativos, reducción de la cantidad de tarea,
ampliación de la tarea (agradable), salir a la pizarra, compartir algo con un compañero,
cantar, recitar, bailar, demostrar habilidades, contar chistes u otras cosas, dirigir
actividades de grupo, etc.
F) LOGRAR QUE EL PROPIO NIÑO SE AUTORREFUERCE:
- REFUERZOS INTRÍNSECOS: Cuando una actividad le gusta produce el deseo de
continuar con ella. Hay que procurar que las tareas de aprendizaje que le proponemos
sean reforzantes en sí mismas. Las actividades, los ejercicios deben estar ajustados a las
posibilidades del niño concreto al que se lo proponemos, y así su realización y
asimilación serán refuerzos intrínsecos.
- REFUERZOS INTERNOS: cuando las consecuencias o refuerzos positivos se los
suministra el niño a sí mismo, diciéndose palabras de elogio, pensando bien de sí
mismo: sentimiento de orgullo, satisfacción por la tarea realizada, ser más rápido o
mejor…, parecerse a…, pensamientos positivos, haber superado una meta, tener
contento al profesor, tener contento a algún amigo o compañero, tener contentos a los
padres, experimentar un éxito, sentirse a gusto, estar alegre, fantasías agradables… Es
importante fomentar en los niños, sirviendo nosotros de ejemplo, la habilidad de
reforzarse a sí mismo por lo que hacen bien.
CONDICIONES NECESARIAS PARA LA ADMINISTRACIÓN DEL REFUERZO POSITIVO
1. Los refuerzos deben darse INMEDIATAMENTE DESPUÉS de la conducta o
mientras ésta ocurre; fundamentalmente si los niños son pequeños y en los primeros
pasos del aprendizaje. Las promesas de refuerzos futuros (bicicleta al final de
curso…) son pocos eficaces. (Cuando no tenemos el objeto del premio, los puntos,
fichas o dinero dados de inmediato son eficaces como sustitutivo).
2. Los refuerzos deben ser COSAS QUE VERDADERAMENTE GUSTEN O
INTERESEN A LA PERSONA QUE LOS RECIBE. Lo que sirve en un caso
puede ser inútil en otro. Ningún reforzador tiene valor absoluto: un caramelo, un
juguete, salir al recreo, una caricia.... no son sin más refuerzos. El carácter
reforzador de cada uno de estos elementos lo definimos al comprobar que la
conducta a la que siguen se repite, se reafirma.
Para cada persona los premios son distintos. Conviene hacer una lista de cosas que
sepamos que son recompensa para el niño de un modo específico: qué tipo de alimentos
y golosinas, qué tipo de elogio, de juego o actividad… en definitiva, cosas que de
verdad le motiven. Del mismo modo, establecer, claramente, cuándo le vamos a dar
puntos o cuántos puntos requiere para conseguir las recompensas que espera alcanzar.
3. Estos refuerzos deberán conseguirse por la conducta concreta que deseamos que
aprenda habitualmente. No "regalárselos" sin haberlos ganado él.
4. Siempre que sea posible debemos utilizar:
Refuerzos sociales (la atención, el afecto, que nos hagan caso... es un premio que
interesa siempre, la recompensa más preciada, que a todos les gusta).
Refuerzos naturales: los que se dan en el entorno natural, habitual (ir a los
columpios, jugar en el parque, que padres y profesores le dediquen un tiempo de
atención…)
Refuerzos de actividades.
5. Hemos de evitar caer en el error de saciar al niño con la aplicación repetitiva y
monótona de la misma recompensa. Por ello, es importante el establecimiento de un
menú variado de refuerzos. Los refuerzos sociales son muy eficaces (la atención, el
afecto, el que nos hagan caso… es la mejor recompensa y a todos nos gusta), son
fáciles de usar y en cualquier momento. No obstante, pueden llevar a la saciedad
cuando se dispensan en exceso (los niños captan la insinceridad rápidamente); por
consiguiente, conviene usar distintos tipos de elogios y alabanzas (no siempre la
misma frase).
6. Para que un niño aprenda a comportarse de manera adecuada le reforzaremos la
conducta adecuada, pero no la contraria. Si queremos que Antonio coma solo, le
prestaremos atención y le elogiaremos cuando esté comiendo solo, pero no le
prestaremos atención cuando no coma, se distraiga o pida que le demos de comer.
No hay que reforzar inadvertidamente las conductas inadecuadas: a veces
dedicamos mucha atención a las conductas molestas e inadecuadas (razonamientos,
amenazas, etc., intentando convencer a nuestros niños que no deben comportarse
así). Nuestros sermones son refuerzos positivos, atención, que están reafirmando las
conductas que queremos corregir. Otras veces, al elogiar una conducta positiva
cometemos el error de, a la vez, recordar o mencionar conductas inadecuadas
pasadas.
IMPORTANCIA DEL REFUERZO SOCIAL
A lo largo del día, tanto los niños como los adultos, recibimos muchos reforzadores
sociales (atención, miradas, abrazos, sonrisas, caricias, aprobación, elogio,
interés... y también reprobación, crítica, desinterés...). Cada contacto con los demás
es un reforzador que alimenta, corrige o inhibe nuestra conducta.
Por el número de veces que se da y por su mismo carácter es el tipo de
reforzamiento más determinante de nuestra conducta, de nuestra personalidad.
Tenemos que aprender a ser buenos dispensadores de refuerzo social:
- Acertar a que cada contacto con nuestros hijos sea un reforzador positivo de
conductas adecuadas.
- Ignorar conductas inadecuadas.
El refuerzo social positivo a conductas adecuadas es tan importante para el
desarrollo del niño como el agua y la luz para las plantas (camino rey para lograr
personas equilibradas, seguras y autónomas).
Existe el riesgo de que los niños que más refuerzos positivos a conductas
adecuadas necesitarían sean los que menos los obtengan (malos comportamientos,
avances lentos, descolgados académicos, huraños, menos afectivos...).
DEL REFUERZO FIJO AL INTERMITENTE
1) Durante las etapas iniciales del proceso de establecimiento de una conducta, ésta
debe ser reforzada cada vez que se da.
2) Cuando la conducta deseada se da con una frecuencia satisfactoria, el refuerzo será
más eficaz si se da sólo de vez en cuando (reforzamiento intermitente). Esto
contribuye a que se siga dando incluso en condiciones distintas a las de su
adquisición.
2. TÉCNICA DEL MOLDEAMIENTO (MOLDEADO, APROXIMACIONES SUCESIVAS O SECUENCIACIÓN EN PASOS DE UNA CONDUCTA)
El moldeamiento consiste en descomponer el objetivo que deseamos conseguir
(la conducta terminal) en varias conductas o aprendizajes intermedios (dividirla en
conductas más simples o metas más cortas), de manera que dicho aprendizaje pueda ir
sucediéndose paso a paso.
Para enseñar por moldeamiento es necesario respetar los siguientes pasos:
1º) Definir muy concretamente el objetivo final (conducta terminal).
2º) Desmenuzar dicho objetivo en conductas más simples.
3º) Partir de lo que el niño ya sabe hacer.
4º) Al principio, prestar la ayuda que sea preciso (verbal, física, señales, el
ejemplo…), e irla retirando progresivamente.
5º) Reforzar cualquier avance, por mínimo que parezca. Reforzar conductas
sencillas que supongan un camino a conductas más complejas.
Ejemplo de secuenciación en pasos de una conducta
La conducta objetivo (o terminal) es: Lavarse las manos.
La conducta objetivo elegida se descompone en los siguientes pasos:
1. Arremangarse las mangas.
2. Abrir el grifo.
3. Coger el jabón y enjabonarse.
4. Dejar el jabón.
5. Aclararse.
6. Cerrar el grifo.
Nota: A su vez, cada uno de estos pasos lo podemos subdividir en varios subpasos o
peldaños (de menos a más dificultad, y de más ayuda a menos).
3. MODELADO O ENSEÑANZA POR MODELOS: LOS NIÑOS TAMBIÉN
APRENDEN POR IMITACIÓN Consiste en dar la oportunidad al niño de observar en una persona significativa para
él la conducta nueva que se desea conseguir.
Una de las circunstancias antecedentes que más influyen en lo que los niños hacen,
piensan y sienten son los ejemplos que observan en los demás niños, en sus padres, en
sus maestros o los modelos simbólicos (películas, cuentos, historias conradas). Si
queremos ayudarles de manera efectiva, además de ser adecuados dispensadores de
refuerzos positivos, tenemos que convertirnos en modelos o referentes apropiados para
ellos, “predicando con el ejemplo”.
Los niños aprenden a hacer, sentir y pensar más bien aquello que ven y oyen que
aquello que les ordenamos que hagan. Así suele ocurrir cuando les decimos a gritos que
hablen en voz baja, cuando les decimos que no fumen mientras sostenemos un cigarrillo
en la mano, cuando les pedimos que nos escuchen y nosotros no les escuchamos,
cuando les prohibimos que peguen a los demás mientras les estamos dando una bofetada
o unos azotes; cuando les decimos que sean optimistas y que se animen mientras
nosotros lo vemos todo muy negro, cuando les pedimos que no tengan miedo mientras
nosotros temblamos de miedo, etc.
4- CAMBIO DE ESTÍMULOS O CAMBIAR LOS ANTECEDENTES
Se trata de cambiar los antecedentes que controlan las condiciones que hacen aparecer
la conducta indeseable. Hay que observar cuáles son los antecedentes que favorecen la
aparición de una conducta inapropiada, para cambiarlos.
1. Cambiar el escenario
Si las insistencias de la madre de Antonio y otras
circunstancias (escasez de tiempo…) hacen más
probable que éste tarde en arreglarse por la mañana,
sería conveniente suprimirlas e introducir cambios en
la situación. Dichos cambios (“despertarle unos
minutos antes”, “pedirle de buenos modos que
colabore con ella y señalando un tiempo fijo para que
se arregle”, “ofrecerle una recompensa o sorpresa si
se viste y asea solo”, etc.) harían muy improbable la
ocurrencia de la conducta inadecuada.
Para saber qué cambios hacer en la situación donde aparece el problema puede
ser útil analizar cuáles y cómo son las situaciones en que el problema no aparece.
2. Empezar por lo más fácil e ir poco a poco (moldeamiento)
Si un niño tiene miedo a la oscuridad quizás tengamos que
reforzarle cuando sea capaz de estar tranquilamente en una
habitación sin luz durante el día, antes de pretender que deje de
asustarse en una habitación oscura y por la noche. Del mismo
modo, en lugar de pretender que un niño “tímido” juegue con todos
los niños o que salude con soltura a los adultos, debemos de tratar
primero de que se relacione con algún amigo que le invite a casa y
de que diga al menos “hola” al vecino de al lado.
3. Enseñarle nuevas habilidades
Si en lugar de hacer reproches, les damos la
oportunidad de aprender habilidades nuevas (ir
aprendiendo a asearse y vestirse, nuevos juegos,
normas de cortesía, autoinstrucciones…) y les damos
cordialmente sugerencias de cómo obrar en una
circunstancia determinada, estaremos evitando los
problemas derivados de la falta de esas habilidades,
sobre todo si reforzamos sus primeros éxitos en el
aprendizaje (moldeamiento).
4. Realización de juegos, ejercicio y relajación, y ambiente de calma
La práctica de juegos y la realización de ejercicio físico oxigena el cerebro y
descarga tensiones, y contribuye a que el niño tenga menos conductas disruptivas o
inadecuadas. Del mismo modo, el entrenamiento en relajación le ayuda a estar más
tranquilo y autocontrolarse mejor. Igualmente, un ambiente familiar de calma, positivo
y valorizante, dedicando tiempo y atención al niño, constituyen un marco idóneo para
hacer más improbable la aparición de conductas inadecuadas.
5. Dar ejemplo (aprendizaje por imitación o modelado)
Un antecedente fundamental en el
aprendizaje de cualquier conducta o
habilidad nueva de nuestros hijos es un
modelo de la misma que podemos ofrecerle
mediante nuestro propio comportamiento o
el de sus hermanos u otros compañeros.
5- RETIRADA DE LA ATENCIÓN O EXTINCIÓN:
Una conducta que no va seguida de consecuencias agradables, cada vez se produce
menos, hasta extinguirse.
- Ignorar totalmente, no prestar atención a la conducta inadecuada de un niño es una
forma de extinción. Hay que actuar como si la conducta que se quiere suprimir no
hubiera ocurrido, para que el niño comprenda que actuando de ese modo ya no obtiene
la recompensa de nuestra atención. La suspensión del reforzamiento debe ser completa
(no hacer ni caso, no inmutarse ni una sola vez, no realizar gesto ni comentario
alguno… pues basta un gesto, una mirada o un comentario para que el niño logre su
objetivo de llamar la atención y se refuerce esa conducta).
- Antes de aplicarse debe realizarse un cuidadoso examen, minucioso y detallado para
identificar los posibles reforzadores o consecuencias que pudieran estar manteniendo
una conducta problema. Identificando el reforzador, bastará con suprimirlo para que ea
conducta desaparezca gradualmente. Se trata de retirar la atención a esas conductas
(mirando a otra parte, marchándonos a otro lugar…) Recordemos que sermonear, gritar,
poner cara de desaprobación mirando al niño, etc. son modos de prestar atención y, por
tanto, de reforzar conductas que no deseamos.
- Será más efectivo cuando se preste atención positiva a otras conductas alternativas a la
que se quiere eliminar. Es decir, hay que ignorar las conductas negativas y reforzar otras
conductas del niño que son positivas. A veces reforzamos poco las conductas adecuadas
(damos por sentado que los niños las deben emitir): es importante no olvidar atender,
premiar, reforzar las conductas positivas y los aprendizajes ya establecidos.
- Tener en cuenta que al principio es muy probable que se produzca un aumento de las
conductas negativas (como si el niño no acabara de creerse que con sus conductas
perturbadoras no logra la atención).
6- REFORZAMIENTO DE CONDUCTAS INCOMPATIBLES
A fin de que la técnica de ignorar las conductas no deseadas resulte mucho más
eficaz es muy conveniente reforzar, prestar atención, a las conductas positivas. Se trata
de recompensar otras conductas incompatibles con la que se va a suprimir:
- Se refuerza activamente la conducta incompatible elegida.
- No se aplica ningún tipo de consecuencia a la conducta que se quiere eliminar (se
ignora por completo).
a) Debemos estar atentos a “sorprender” y reforzar a nuestros hijos cuando
muestren conductas positivas o contrarias a aquellas que queremos eliminar.
b) También los padres podemos favorecer y ponerle en situaciones de prácticas
positivas, favoreciendo que el niño practique durante periodos de tiempo
determinados conductas que son físicamente incompatibles con la conducta
inapropiada. Se le asocia advertencia verbal. Por ejemplo, si un niño realiza
encargos que le hacemos y se lo reforzamos… es más improbable que se
dedique a tener rabietas.
Haz ahora una lista de varias conductas positivas y competentes que realiza
durante el día tu hijo y trata de dedicar, a partir de hoy, más tiempo a “pillarle” en ellas
y a reforzarlas, en vez de atender a las conductas inadecuadas. Los resultados pueden
ser sorprendentes.
Debemos reforzar sus conductas positivas sin añadir reproches o comentarios
sobre la conducta inadecuada (como cuando decimos: “Hoy estás muy bien, si no fuera
por lo que me haces sufrir otras veces…”).
7- CÓMO USAR LA TÉCNICA DE AISLAMIENTO (o tiempo fuera)
La mayoría de las técnicas de modificación de conducta no son nuevas. La del
aislamiento (tiempo fuera, mandar al rincón, poner de cara a la pared o fuera de juego)
lleva mucho tiempo utilizándose. Se utiliza cuando, aun conociendo el reforzador que
mantiene la conducta, no podemos suspender su administración (cuando es difícil
ignorar la conducta del niño, bien porque “el prestar atención” o “no prestar atención”
no depende de nosotros – atención de otros niños – o bien porque existe la necesidad de
su interrupción inmediata - ej.: agresión a otro niño -). En estos casos puede ser muy útil
sacar al niño de la situación donde muestra su conducta y trasladarle a un lugar donde
no exista la posibilidad de obtener reforzamiento.
Hay algunas condiciones para usar esta técnica correctamente:
- Haberle explicado al niño previamente las reglas de estar en el rincón o de cara a la pared.- En
un momento tranquilo antes de tener que usar esta técnica, se debe decir al niño que se le
mandará al rincón si continúa desobedeciendo. Explíquele que esto le ayudará a romper con este
hábito. A continuación persevere con la técnica cada vez que el comportamiento se repita.
Al principio se debe aplicar el mandarle al rincón solamente para un comportamiento. Cuando
haya cambiado dicho comportamiento, úselo para otro. Si se usa para muchos comportamientos
incorrectos al mismo tiempo, el niño se confundirá, preguntándose por qué está en el rincón en
ese momento. Además, el tiempo en el rincón, como cualquier técnica de castigo, pierde su
eficacia al utilizarla demasiadas veces.
- Elegir cuidadosamente el rincón o fuera de juego.- Para que se eficaz, la técnica del
aislamiento el niño tiene que sentir que le falta algo mejor de lo que está experimentando en el
rincón. Por lo tanto, el lugar debe ser un sitio aislado y aburrido (no cruel, oscuro o tenebroso:
simplemente aburrido). Un “rincón de meditación o para reflexionar” puede ser cualquier lugar
de la casa que no sea interesante o que esté apartado de la zona principal de la actividad
familiar. El lugar en sí tiene menos importancia que el hecho de que el niño prefiera estar en
otro sitio. Si el niño quiere ver un programa de TV, jugar con su hermano o montar en bici,
incluso una habitación llena de juguetes es un buen lugar para funcionar como rincón.
Hay cuatro formas básicas de aplicar el aislamiento: colocarle de cara a la pared, mandarle a un
rincón sin estímulos de la habitación en la que estamos, colocarlo en otra habitación, e incluso
puede ser suficiente retirar el material que le gusta hasta que cese la conducta.
- El traslado debe ser inmediato a que ocurra la conducta inadecuada y debe hacerse con calma
y firmeza: sin gritos, sin mostrar irritación, y sin agresión, y anunciando el objetivo y tiempo
que durará (“Cuando dejes de gritar y estés tranquilo, podrás salir del cuarto”). No es un castigo
ni una venganza; no se trata de descargar un momento de enfado nuestro. Recordar que lo
importante es que no se le dé atención al niño cuando se aplica el aislamiento (nada de
sermones…) y que él no encuentre tampoco otros estímulos o recompensas.
- Asignar un tiempo máximo para el rincón según la edad del niño.- Largos periodos de tiempo
en una habitación o semanas de encierro resultan inútiles, ya que provocan resentimientos en el
niño y no mejoran el comportamiento. Un periodo de apartamiento corto normalmente funciona
bien y dura sólo pocos minutos. Un niño no debe estar en el rincón nunca más minutos de los
años que tiene; para un niño de 5 años estar 5 minutos sin hacer nada es un largo periodo de
tiempo. Interrumpe su actividad, pero al mismo tiempo le proporciona la oportunidad de
serenarse y de dejar de hacer aquello por lo cual ha sido enviado al rincón.
- Añada minutos si hay resistencia.- Un periodo de tiempo corto también da ventaja a los
padres. Si se tienen dificultades para poner al niño en el rincón o para mantenerlo allí, se debe
añadir un minuto de tiempo por cada instante de resistencia. Si el niño se niega a ir al rincón, se
le debe llevar allí y decirle: “Ahora es un minuto más”. Vigílele si es necesario. Si se va sin
permiso, se le debe volver a llevar y castigarle con otro minuto. Intente no sobrepasar las tres
penalizaciones de un minuto, ya que en esta etapa será más eficaz añadir otra consecuencia.
- Añadir consecuencias de apoyo para la resistencia excesiva.- Si se llega a un punto en el que
es necesario un apoyo para las palabras y acciones paternas, se puede informar al niño de que, si
no cumple su tiempo en el rincón, perderá su juguete favorito o un privilegio durante unos días.
Sea consecuente con ello. A menudo, la resistencia se hará menor al saber que existe una
consecuencia de apoyo.
Puede ser útil utilizar el reloj de la cocina (controlar los minutos que pasan con el reloj de
pared). Dígale al niño cuanto tiempo debe quedarse en el rincón y que cuando pase el tiempo y
se le avise (o suene el timbre) puede regresar si se ha tranquilizado. Si se ha añadido tiempo,
volver a poner el minutero. Si todavía no se ha tranquilizado cuando se haya cumplido el
tiempo, no permita que se vaya hasta que se haya controlado.
- No permitir que el tiempo fuera de juego (en el rincón) se convierta en una manera de evitar
responsabilidades.- Cuando el tiempo se cumpla se debe hacer que el niño haga lo que se le
pidió que hiciera antes de comenzar el tiempo fuera de juego o que adopte el comportamiento
apropiado. Esto también funcionará mejor cuando el niño esté desando reintegrarse en la
actividad de la que ha estado privado.
8- ADVERTENCIA DE TIEMPO LIMITADO
Ante conductas exigentes o amenazas (por ej., que el niño quiera coger
insistentemente algo que se le ha prohibido), los padres pueden intentar responder
ignorando la conducta (no mirando ni siquiera la niño y haciendo otras cosas). No
obstante, si la exigencia o amenaza continúa, se le puede hacer una advertencia y poner
un tiempo límite para que deje de producirse esa conducta: “Ya sabes la regla: espero
que empieces a obedecer antes de un minuto o te quedarás sin ver la tele esta tarde”. Los
padres han enunciado tres cosas que el niño tiene que saber: la regla, el límite de
tiempo y las consecuencias. Durante el tiempo concedido al niño para que reflexione,
el progenitor ignora la conducta del niño y da recompensas sociales, así como
proximidad física a su hermano si se está portando bien; pero deberá evitar decir: “ Luis,
me alegro de que tú sepas jugar portándote bien y obedezcas, no como hacen otros”.
Este último tipo de comentario debe evitarse, porque incrementa la confrontación y
constituye un refuerzo a su conducta inadecuada.
Si el niño finalmente obedece, aunque sea en el último momento del plazo dado,
no le pasará nada, y se le reforzará el hecho de haber obedecido (“Muy bien, me alegro
de que lo hayas comprendido”); si no obedece, se le aplicará la sanción anunciada.
Algunas veces hace falta una cierta flexibilidad al definir qué es lo que
constituye la reiteración de la exigencia o la amenaza (los murmullos en voz baja y las
referencias indirectas por parte del niño deberán ser ignoradas en general).
9- EL CASTIGO
SON CASTIGOS:
Palabras ofensivas: “Eres más tonto…”, “Te voy a dar…”;
Bofetadas…
Encierros en lugares amenazantes;
Burlas e ironías.
… Todo ello consigue, a veces, la desaparición momentánea de la conducta
problemática, sobre todo si ese castigo se administra de forma intensa e inmediatamente
después de la conducta.
INCONVENIENTES Y DESVENTAJAS DEL CASTIGO
Puede ocasionar daños físicos y morales: si cuando le castigan saca la conclusión
de que no le quieren, que estorba en casa, que no hace nada bien, que “es malo”…
se vuelve inseguro, angustiado, huidizo… sufre mucho.
El niño aprende a castigar, aprende a agredir (provoca agresividad en el
castigado: contra el que castiga, contra iguales, contra inferiores, contra otras
cosas…).
Las relaciones entre castigante y castigado se deterioran (se tiende a escapar de
la persona que castiga y de ese lugar).
Puede funcionar como reforzador positivo: el niño consigue atención (“Me han
regañado por gritar, pero al fin me hicieron caso”).
Sólo funciona mientras está presente el castigador y tiene un efecto pasajero:
el efecto de algunos castigos sobre la conducta inadecuada es transitorio; la
suprime de momento, pero el niño la vuelve a repetir una y otra vez. Esto ocasiona
una mayor frecuencia y dureza del castigo y un “acostumbramiento” del niño y del
adulto al mismo, pero sin modificar de modo permanente su conducta.
No enseña a construir conductas nuevas adecuadas: el castigo puede suprimir
conductas inadecuadas, pero por sí solo no sirve para construir un repertorio de
conductas adecuadas.
- Puede ser necesario en determinadas ocasiones excepcionales (p. ej., cuando la
propia vida del niño esté en peligro, y ello pueda evitarse recurriendo al castigo; o si
en un lugar público el niño persiste, a pesar de todos nuestros intentos, en una
conducta negativa, suele ser necesario obligarle por la fuerza, si bien del modo más
discreto posible). REGLAS:
Es el último recurso (una vez agotados los demás) y excepcional (sólo muy de
tarde en tarde).
No amenazar si no se va a cumplir.
Castigar inmediatamente a continuación de la conducta inadecuada.
Decirle por qué se le castiga, la conducta determinada y por qué no debe hacerlo.
Cada vez que se le castigue, utilizar las mismas palabras.
Sin mezcla de ira y sin humillarle ante los demás.
Indicarle a la vez la conducta adecuada.
Dejar claro: No eres malo, hiciste esto mal.
RECUERDA… 1. El comportamiento (lo que el niño piensa, siente y hace) y los problemas de
comportamiento se aprenden.
2. La manera más eficaz de cambiar el comportamiento de un niño es cambiar el
modo de actuar y reaccionar de los que le rodeamos.
3. La observación y la descripción clara y precisa de las conductas es un método
muy necesario para comprender el comportamiento de nuestros hijos y para conocer
qué cambios debemos introducir en la situación y en nuestros propios
comportamientos para ayudarles a cambiar.
4. Para ayudarles a cambiar debemos conocer con claridad LO QUE NO DEBEMOS
HACER:
a) El dramatismo y el derrotismo, la irritación, el nerviosismo, los gritos,
amenazas o arranques de cólera lo único que hacen es agravar el problema e
impedirnos pensar en su solución o mejora y, además, no olvidemos que
estamos sirviendo de modelos.
b) No debemos intentar persuadir mediante sermones, acusaciones o reproches,
ni intentar hacerles sentirse culpables.
c) No debemos utilizar castigos físicos.
d) No debemos acompañar de críticas nuestros halagos y recompensas.
e) No debemos poner etiquetas.
5. Para ayudar a cambiar a nuestros hijos también conviene saber LO QUE
DEBEMOS HACER:
a) Sólo intervenimos eficazmente en los problemas de conducta de nuestros hijos si
adoptamos una actitud serena y pensando en las alternativas de cambio
(antecedentes y consecuentes).
b) Debemos prestar atención a sus comportamientos positivos, y no a los
negativos:
Proporcionarles atención y reforzarles cuando se comporten adecuadamente:
sorprenderles comportándose adecuadamente. Acompañar siempre cualquier refuerzo
de refuerzo social positivo.
Debemos ignorar, cuando sea posible, las conductas inadecuadas.
c) Predicar con el ejemplo: recordar que nuestros hijos imitan nuestro modo de
pensar, sentir y actuar. Importancia de ser modelos de calma y autocontrol,
transmitirles confianza y autoestima. No culpabilizarnos ni abrumarnos (propiciar
situaciones gratificantes y lúdicas, tanto para los niños como para los propios padres).
d) Necesidad de concretar:
Establecer normas (pocas y claras), concertar y dejar bien claro qué queda prohibido o
mandado bajo castigo.
Dar a conocer y explicar las consecuencias: concretar los premios y sanciones que se
aplicarán.
Establecer claramente las ayudas (físicas, verbales y gestuales) que se van a
proporcionar.
e) Uso adecuado de las consecuencias (recompensas y sanciones):
Prepararlas de antemano.
Utilizar los intereses del niño como elementos motivadores para cumplir las normas
(como premios y castigos).
Usarlas inmediatamente después de que observemos la conducta.
Cumplirlas, tal como estaba establecido (tanto premios como sanciones); aplicar las
sanciones de un modo tranquilo.
f) Coherencia y coordinación. Es fundamental:
El acuerdo entre los padres [ver página siguiente].
El acuerdo y la coordinación entre los padres y el colegio (en los objetivos, las
ayudas, la gradación y las consecuencias aplicadas). Conveniencia de reuniones
periódicas padres-colegio.
Reaccionar siempre de la misma forma ante una conducta: que la misma conducta
de un niño obtenga las mismas consecuencias (que no influyan las variaciones de
humor de los adultos… pues esto llena de desconcierto al niño).
g) Gradación y persistencia:
Importancia de descomponer la conducta en pasos pequeños, y con objetivos
adecuados a la edad y capacidades del niño (ni exigencia excesiva ni
sobreprotección).
Se necesita paciencia y constancia: el aprendizaje puede ser lento y necesitar mucha
repetición.
Cuando hayamos iniciado este nuevo modo de comportarnos debemos persistir en él
(los cambios no se producen de inmediato, y la eficacia de los procedimientos de
enseñanza se basa en la regularidad y constancia). Consistencia y persistencia.
Optimismo (expectativas adecuadas, pero positivas, transmitiéndole al niño la
esperanza de que puede llegar a hacer las cosas bien).