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Exposición del discurso del método, René Descartes, breve resumen. Filosofía Moderna.
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René Descartes (1596-1650)
• Nació el 31 de marzo de 1596 en la Turena francesa. Pertenecía a una familia de la baja nobleza, su padre era consejero en el Parlamento de Bretaña.
• Fue criado en casa de su abuela materna ya que su madre murió al poco tiempo de dar a luz.
• Estudió Derecho en la Universidad de Poitiers. Según la propia confesión dice que las enseñanzas del colegio le decepcionaron, debido a las numerosas lagunas que presentaban los saberes recibidos, a excepción de las matemáticas, en donde veía la posibilidad de encontrar un verdadero saber.
Terminados sus estudios Descartes comienza un período de viajes, apartándose de las aulas, convencido de no poder encontrar en ellas el verdadero saber
• Se enrola en 1618, en Holanda, en las tropas de Maurice de Nassau.
• Conoce a Isaac Beeckman con quien escribe pequeños trabajos sobre física.
• Continúa sus investigaciones en geometría, álgebra y mecánica, buscando un método "científico" y universal.
• El10 de noviembre de 1619 tiene tres sueños sucesivos que interpreta como un mensaje del cielo para consagrarse a su misión filosófica.
Es reconocido por:
• ”El discurso del método”• "La Dióptrica”• "Meteoros” • "La Geometría”
El éxito le conduce a dedicarse completamente a la filosofía. Publica en 1641, en latín, la "Meditaciones sobre la filosofía primera", más conocida como Las Meditaciones metafísicas.
Capítulo uno: las ciencias
Y no sé de otras cualidades sino ésas, que contribuyan a la perfección del ingenio”.
“Por mi parte, nunca he presumido de poseer un ingenio más perfecto que los ingenios comunes; hasta he deseado muchas veces tener el pensamiento tan rápido, o la imaginación tan clara y distinta, o la memoria tan amplia y presente como algunos otros.
Las ciencias
“Sabía que la elocuencia posee fuerzas y bellezas incomparables.Que la poesía tiene delicadezas y suavidades que arrebatanQue en las matemáticas hay sutilísimas invenciones que pueden ser de mucho servicio, tanto para satisfacer a los curiosos, como para facilitar las artes todas y disminuir el trabajo de los hombres.Que la teología enseña a ganar el cielo.Que la filosofía proporciona medios para hablar con verosimilitud de todas las cosas y recomendarse a la admiración de los menos sabios.Que la jurisprudencia, la medicina y demás ciencias honran y enriquecen a quienes las cultivan”.
La poesía
• Estimaba en mucho la elocuencia y era un enamorado de la poesía; pero pensaba que una y otra son dotes del ingenio más que frutos del estudio.
• Los que imaginan las más agradables invenciones, sabiéndolas expresar con mayor ornato y suavidad, serán siempre los mejores poetas, aun cuando desconozcan el arte poética.
Las matemáticas
• Gustaba sobre todo de las matemáticas, por la certeza y evidencia que poseen sus razones; pero aun no advertía cuál era su verdadero uso.
Teología• Profesaba una gran reverencia por nuestra teología y, como
cualquier otro, pretendía yo ganar el cielo. Pero habiendo aprendido, como cosa muy cierta, que el camino de la salvación está tan abierto para los ignorantes como para los doctos.
Filosofía• Ha sido cultivada por los más excelentes ingenios que
han vivido desde hace siglos, y, sin embargo, nada hay en ella que no sea objeto de disputa y, por consiguiente, dudoso, no tenía yo la presunción de esperar acertar mejor que los demás.
Las ciencias
• “En lo que toca a las malas doctrinas, pensaba que ya conocía bastante bien su valor, para no dejarme burlar ni por las promesas de un alquimista, ni por las predicciones de un astrólogo, ni por los engaños de un mago, ni por los artificios o la presunción de los que profesan saber más de lo que saben”.
Las ciencias• “Aprendí a no creer con demasiada firmeza en lo que sólo el
ejemplo y la costumbre me habían persuadido; y así me libraba poco a poco de muchos errores, que pueden oscurecer nuestra luz natural y tornarnos menos aptos para escuchar la voz de la razón”.
• “… Resolvíme un día a estudiar también en mí mismo y a emplear todas las fuerzas de mi ingenio en la elección de la senda que debía seguir; lo cual me salió mucho mejor, según creo, que si no me hubiese nunca alejado de mi tierra y de mis libros”.
Parte 3: MORAL PROVISIONAL
MÁXIMAS: -“Seguir las leyes y las costumbres de mi país.” (Pág. 51)- Teniendo en cuenta la religión.- Basándose en las opiniones de los más
sensatos.- Observando las acciones de los mismos. Fijarse
más en lo que hacen que en lo que dicen.
2. “Ser en mis acciones lo más firme y resuelto que pudiera y seguir tan constante en las más dudosas opiniones.” (Pág. 52)
- Discernir sobre las opiniones dudosas y convertirlas en muy ciertas.
- No dejar que cualquier circunstancia te haga cambiar de acción.
- Perseverar en las acciones.
3. “Procurar siempre vencerme a mí mismo antes que a la fortuna, y alterar mis deseos antes que el orden del mundo, y generalmente acostumbrarme a creer que nada hay que esté enteramente en nuestro poder sino nuestros propios pensamientos.” (Pág. 53)
• Las anteriores máximas sirvieron para instruirse y educarse.
• Cada hombre tiene la capacidad de discernir lo verdadero de lo falso.
• Basta juzgar bien para actuar bien, y juzgar lo mejor que se pueda para obrar también lo mejor que se pueda.
• Intentaba examinar todas las proposiciones, dudosas o ciertas.
• Hasta de las más dudosas podía sacar algo cierto aunque sólo fuera que no hay nada de cierto en ellas.
• Al derrumbar unas opiniones falsas siempre queda algún aprendizaje, alguna experiencia.
René buscaba encontrar una filosofía más cierta que vulgar.
Por esto, dudaba de las opiniones de los demás sin decir que las suyas eran las ciertas.
Decidió irse a un país lejano, donde no tenía relación con nadie, a comprobar esas opiniones y seguir instruyéndose en la filosofía.
4to capitulo
En la cuarta parte hallamos lo más interesante y
conocido del Discurso del método: el encuentro con la
certeza, con la primera afirmación indubitable. La
proyección de la duda sobre la forma en que percibimos
el mundo, sobre la fiabilidad de los sentidos (vemos
doblarse una vara al introducirla en el agua)
La misma existencia de este mundo exterior (imposibilidad
de distinguir la vigilia del sueño) e incluso sobre las mismas
verdades racionales (mediante la hipótesis de un genio
maligno que deliberadamente nos engaña) es la que
llevará a la primera certeza, a la roca firme sobre la que
levantar el edificio del conocimiento humano.
Frase Célebre• Descartes nota que, en efecto, podemos dudar de todo,
pero no podemos dudar de que dudamos, y, como dudar es
pensar, no podemos dudar de que pensamos. El pensamiento es
nuestra primera certidumbre, y nos lleva a la
certidumbre de nuestra existencia: "Pienso,
luego existo".
El hombre existe al menos como cosa pensante. La existencia del pensamiento es un concepto claro y distinto, una verdad evidente que sirve como punto de partida.
Lo perfecto e imperfecto
Cuando, tratando de llegar a una certeza, dudamos, estamos
intentando superar un estado imperfecto y alcanzar otro perfecto
que aún no poseemos. Pero la idea de perfección (sin la cual el
hombre no podría tener idea de su imperfección en cuanto sujeto
que duda, que se equivoca) no puede venir del pensamiento, que
es imperfecto, sino de un ser perfecto: Dios.
Dios es el ser perfecto
Dios es el ser perfecto que ha puesto en nuestro pensamiento la
idea de perfección. Se trata de la versión cartesiana del
argumento ontológico de San Anselmo de Canterbury: la idea que
tenemos de Dios encierra ya en sí misma su existencia, puesto
que no podría
poseer la suma perfección si le faltase
alguna cualidad; si le faltase la cualidad de
existir, ya no sería perfecto.
La existencia nuestra vs Dios
De nuestra propia existencia y de la existencia de Dios se
desprende que el mundo exterior, diferente de nosotros, también
existe. Si el mundo no existiese, Dios nos estaría engañando,
haciéndonos aparecer como existente un mundo que no existe;
pero Dios, siendo como es perfecto, no puede engañar: el
engaño y la falsedad son imperfecciones, y no pueden ser
atributos de un ente supremo perfectísimo.
ConclusiónPor lo tanto, concluye Descartes, el mundo exterior existe y podemos confiar (aunque críticamente) en el testimonio de los sentidos.