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DOCTORADO HONORIS CAUSA
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Palabras de Carlos Argüello Gómez
En esta ocasión tan importante en mi vida, no puedo dejar de recordar que
mi relación con la UCA y más generalmente con la Compañía de Jesús viene
desde muy atrás. Mi papá y sus hermanos estudiaron en el Colegio
Centroamérica, uno de ellos, el Padre Federico Argüello Solórzano fue
sacerdote jesuita.
Por mi parte, entré con mucho entusiasmo al Colegio Centroamérica y
guardo gratísimos recuerdos de mis compañeros y de mis profesores Padres
Llasera, Hergueta, Zubizarreta, Caballero, y laicos como el Dr. Fernando
Cuadra y Don Francisco López. En fin, tantas otras buenas y sacrificadas
personas que el tiempo no permite mencionar.
Entré a la UCA en 1965 a estudiar derecho logrando pasar la gran barrera
de entrada que era Introducción al Estudio del Derecho que impartía el Dr.
Ernesto Castillo. Tuvimos excelentes profesores particulares entre los que
recuerdo además del Dr. Castillo en Introducción, al Dr. Danilo Manzanares
en Derecho Civil, al Dr. Edgard Sotomayor Valdivia en Penal, al Dr. Rodolfo
Sandino en Laboral y al Dr. Juan Bautista Arríen en filosofía. Pero también
tuvimos excelentes profesores que eran en esa época altos funcionarios
públicos como el Profesor de Derecho Internacional Público y Privado, Dr.
Alejandro Montiel Argüello, en esa época Presidente de la Corte Suprema de
Justicia.
En este punto quisiera a manera de paréntesis señalar que es una lástima
que de 1979 a la fecha, muy pocos altos funcionarios en ejercicio se tomen la
molestia de impartir clases. Creo que fue un error apartarse de las
universidades pues también siguen ampliando sus conocimientos y su
sensibilidad los propios docentes. En los años 60, además del Dr. Montiel
Argüello, impartían clases los Dres. Rodolfo Emilio Fiallos del Banco
Nacional, Dr. Gonzalo Meneses Ocón del Banco Central y el Dr. Felipe
Rodriguez Serrano, Magistrado de la Corte Suprema. Ojalá los altos
funcionarios de hoy regresaran a esta importante tarea.
Después de graduarme de abogado tuve la suerte de trabajar con un gran
jurista y maestro, el Dr. Félix Esteban Guandique, quien me ayudó a
terminar mi formación jurídica especialmente en el campo del derecho
procesal que aunque era derecho procesal civil, me ha sido de gran utilidad
en el manejo de los litigios internacionales.
Mi conexión con la UCA se mantuvo un tiempo después de graduado ya que
a mediados de los 70 se me asignaron las cátedras de Derecho Civil que
impartía el Dr. Guillermo Argüello Poessy ya que en esa época él tuvo que
retirarse a vivir fuera de Managua.
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Finalmente, veintitantos años en el futuro, tuve el gran honor de haber sido
llamado por el Padre Gorostiaga para ser Decano de la Facultad de Derecho
de ésta mi Universidad. Cargo que ejercí de 1997 al 2000 con el enorme
apoyo cariñoso del Rector, Padre Valdés y de los entonces Vicerrectores Dra.
Mayra Luz Pérez y del recordado Roberto Zarruck.
No puedo dejar de mencionar que recibo con especial entusiasmo este honor
porque me hace sentir por un momento cerca del Papa Francisco a quien
todos vemos y escuchamos con esperanza y admiración.
Considero que este honor que hoy estoy recibiendo es un honor que se lo
debo entero a Nicaragua, a la educación que he tenido el privilegio de haber
recibido y a la revolución sandinista que abrió nuevos horizontes para los
nicaragüenses.
La Revolución me dio la oportunidad de trabajar y completar mi educación
con eminentes profesores y abogados especialistas en derecho internacional,
como Sir Ian Brownlie, Catedrático de la Universidad de Oxford, y Abram
Chayes, catedrático de la Universidad de Harvard, ya fallecidos. También con
colegas brillantes y entonces jóvenes como Paul Reichler, abogado
Norteamericano, Alain Pellet, Catedrático de la Universidad de Paris Ouest -
Nanterre La Défense, y Antonio Remiro Brotóns Catedrático de la
Universidad Autónoma de Madrid. De todos y con todos he aprendido
mucho.
En estos tiempos que corren, la soberanía como atributo fundamental de los
Estados está en plena crisis, ignorando a la ONU se declaran estados de
guerra permanentes para pretender tener autoridad y justificación para
matar a cualquier persona en cualquier parte del mundo, se encarcela sin
juicio ni plazo de encierro, se ha torturado con impunidad cobijandose en
hipócritas eufemismos, se detiene en pleno vuelo a un Presidente
Latinoamericano como si fuera un criminal y, aún los Estados poderosos
están siendo ultrajados con sofisticados e invasivos sistemas de espionaje.
Ante esta crisis moral y de principios la única defensa es exigir el respeto al
derecho internacional público que es el que rige la conducta de los Estados.
Teniendo eso en cuenta, pensé que el enfoque que podría darle a estas
palabras sería tratar de resaltar la importancia que Nicaragua le ha venido
dando al derecho internacional desde 1979, así como el impacto que ha
tenido Nicaragua en ese campo de vital importancia para la convivencia
internacional. En el mundo globalizado tal vez Nicaragua no tenga capacidad
de competir en tecnología, pero si lo ha hecho en el campo del derecho
particularmente del derecho internacional público.
DOCTORADO HONORIS CAUSA
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Por razones de tiempo no podré abordar todas las cuestiones internacionales
en que he participado en representación de Nicaragua. Me limitaré a hablar
un poco del primer caso que llevamos a la CIJ en contra de EEUU y al último
asunto resuelto por la Corte en el caso contra Colombia.
Por eso, dejaremos de lado otros asuntos también muy interesantes tales
como la demanda a Honduras de 1986 por el uso de su territorio y su
participación en las acciones armadas en contra de Nicaragua en el que por
primera vez se invocó con éxito el Pacto de Bogotá para establecer la
jurisdicción de la Corte; la intervención de Nicaragua en 1989 en el caso
entre El Salvador y Honduras que fue la primer solicitud de intervención en
ser admitida por la Corte Internacional de Justicia. (Entre paréntesis valga
recordar que en 2010 tanto Honduras como Costa Rica intentaron intervenir
en el caso de Nicaragua contra Colombia pretendiendo basarse en el
antecedente de Nicaragua, pero fueron desestimados); la demanda de
delimitación marítima con Honduras en que prevaleció la tesis Nicaragüense
de que el límite debía seguir la bisectriz del ángulo formado por la dirección
general de las costas; y el primer caso con Costa Rica sobre la navegación
armada que pretendía este país en el Río San Juan.
Pero las gestiones en que me ha tocado actuar como representante de
Nicaragua no han sido todas litigiosas. En 1987 propuse que Nicaragua
gestionara ante el Movimiento no Alineado a fin de que presentara una
propuesta ante la Asamblea General de la ONU para que Declarase un
Decenio de Derecho Internacional. La idea era que este decenio culminaría
con el centenario de la primera conferencia de Paz de La Haya de 1899 y
parte fundamental del declaratorio del decenio era que se manifestara el
deseo y se hicieran gestiones para que los países del mundo aceptaran la
jurisdicción obligatoria de la Corte Internacional de Justicia. Este asunto lo
discutimos incluso en una cumbre ministerial especial del Movimiento No
Alineado que de manera sin precedentes se llevó a cabo en la sede de la
Corte Internacional en La Haya, es decir, en un país no miembro del
Movimiento. La propuesta de Nicaragua se adoptó y la Asamblea de la ONU,
el 17 de Noviembre de 1989 decreto el Decenio. La lástima de este asunto es
que a los pocos meses vino el cambio de Gobierno en Nicaragua y el nuevo
Gobierno, ocupado en otros asuntos, participó poco en el trabajo del
Decenio. Si hubiésemos continuado activos en el desarrollo del mismo, estoy
seguro que el Decenio hubiera tenido mayor beligerancia de la que
finalmente tuvo y ciertamente Nicaragua hubiera tenido un rol relevante.
Hoy el Decenio ha adquirido muchos padres putativos y el rol de Nicaragua
ha pasado al olvido.
DOCTORADO HONORIS CAUSA
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CASO NICARAGUA CONTRA EEUU
Como es bien conocido, después de la elección del Presidente Reagan en
Noviembre de 1980, las relaciones de su país con Nicaragua se deterioraron
rápidamente. Sabemos por documentos que fueron saliendo a luz a lo largo
de los años, que desde el inicio de su Presidencia Reagan había autorizado
tomar todas las medidas necesarias para derrocar al Gobierno de Nicaragua.
Para 1983 la guerra no declarada del Presidente Reagan había recrudecido
grandemente. En el Congreso de los EEUU se discutía en cámara abierta el
tanto y el cuanto de los fondos que serían asignados para obtener el cambio
de régimen en Nicaragua.
El Padre Miguel D´Escoto, Canciller de Nicaragua, coleccionaba y analizaba
los editoriales de los principales periódicos del mundo y particularmente de
EEUU. El resaltaba que lo chocante era que nadie decía una palabra de que
eso que se discutía públicamente en el Congreso de EEUU era una violación
a los principios más fundamentales del Derecho Internacional: el no uso de
la fuerza y la no intervención en los asuntos internos de otros Estados. El
Derecho Internacional aparentemente no existía en las noticias. En fin, era
tratado como un asunto de política interna de EEUU. Las implicaciones de
esto creo que movieron al Padre D´Escoto a promover activamente la
demanda para recordarle al mundo que existía el derecho internacional y
que este debía de ser respetado incluso por los más poderosos.
En fin, el caso se presentó y se desarrolló en varias fases. Una de las fases
decisivas culminó el 26 de Noviembre de 1984 cuando la Corte falló que
tenía jurisdicción para conocer del asunto y que el caso era admisible. A
partir de ese momento EEUU, que venía defendiéndose con el auxilio de una
brigada de abogados, anunció que no seguiría según sus palabras
“participando” en el juicio. La razón de esto era evidente. Todas las pruebas
de lo que EEUU estaba haciendo eran públicas y no tenían defensa en
derecho. Su única posibilidad de escapar la condena era convencer a la
Corte que no aceptara la jurisdicción. Cuando eso fallo, se retiraron pues
sabían que la sentencia de fondo inevitablemente los condenaría.
Y así fue. La sentencia se dictó el 27 de Junio de 1986 y declaró que EEUU
había violado todas las reglas fundamentales del derecho internacional que
Nicaragua había alegado.
Muchos juristas conservadores criticaron y siguen criticando a la Corte por
no haber evitado el problema utilizando cualquier razón para no admitir la
jurisdicción. Y muchos lo siguen haciendo a pesar de que la percepción en el
mundo sobre el trabajo de la Corte cambió radicalmente con la sentencia
dictada en este caso.
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El 20 de Diciembre de 1974 la Corte había desestimado sendas demandas de
Australia y Nueva Zelanda en contra de Francia por los ensayos nucleares a
cielo abierto llevados a cabo por este país en el Pacífico Sur. Esta decisión
fue percibida por muchos países como un intento de evadir un problema
políticamente complicado y desanimó a muchos países a recurrir a la Corte.
A finales de los setenta la Corte prácticamente no tenía trabajo. El boletín
judicial del año 1978 solo contiene una Ordenanza de 5 páginas. Esa fue su
labor de un año. Después del caso de Nicaragua, todo ha cambiado y la
Corte ha tenido más casos en los últimos 20 años que en los casi 50 años
anteriores.
La verdad es que el caso de Nicaragua puso a la Corte nuevamente en la
mira de los Estados como un medio pacífico muy adecuado para resolver las
controversias internacionales. Nuestra América ha sido de los más asiduos
usuarios de la Corte. En los últimos 10 años, además de los casos de
Nicaragua con Honduras, Colombia y Costa Rica, se han ventilado o están
en curso casos involucrando a Argentina, Uruguay, Perú, Chile y Bolivia.
CASO DE NICARAGUA CONTRA COLOMBIA
Pasando al caso de Colombia debo decir que, a pesar de ser asesor legal de
la Junta de Gobierno entre 1979 Y 1980, no tuve nada que ver con la
declaratoria de nulidad e invalidez del tratado Bárcenas Meneses-Esguerra
que fue publicada por la Junta el 4 de Febrero de 1980. Sin embargo, dado
mi cargo, observé la lectura de la declaratoria desde un lugar privilegiado en
el mezanine de la Casa de Gobierno. Y para evitar confusión digo que, como
todo el pueblo de Nicaragua en esos momentos, aplaudí y celebré el gesto.
Desafortunadamente, la situación por la que atravesó Nicaragua en el
transcurso de los años 80, no permitió que se avanzara en el diferendo con
Colombia. Esto ha sido interpretado por algunos como una muestra de
debilidad del Gobierno de entonces. Por el contrario, creo que fue una señal
de honestidad política de no querer exponer el territorio nacional con fines
políticos. Si el Gobierno no hubiera tenido entereza hubiera fácilmente
negociado acuerdos con sus vecinos para evitar las enormes presiones a las
que estaba siendo sometido.
A partir de 1990, fue posible volver la vista de nuevo a los temas territoriales
que habían sido vehementes puestos en la picota en los 80. Así, a mediados
de 1992 el nuevo Canciller de Doña Violeta, mi recordado amigo Ernesto
Leal, también ex alumno de los Jesuitas, me ofreció que organizara y
dirigiera una Oficina Territorial que quería establecer en la Cancillería. No
acepté la oferta de dirigir la oficina pero si de organizarla y de preparar los
estudios sobre los temas territoriales que fueran necesarios, varios de los
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cuales ya tenía algo avanzados. Organizamos la Oficina y la Dra. Esperanza
Cuan fue la primera directora. Asimismo preparé estudios sobre las
diferentes políticas que debían de seguirse con los vecinos con los que
teníamos o podríamos tener diferendos territoriales.
Fue en esa ocasión que presenté al Canciller un extenso estudio de más de
cien páginas sobre la situación con Colombia. Cito a continuación algunos
párrafos de la primera página de ese documento que entregué a mediados de
1992 en que se analiza cual debía de ser la postura ante la situación con
Colombia y preguntaba:
¨Ahora, qué es lo que verdaderamente le interesa a Nicaragua?
Evidentemente el enorme diferendo no consiste en determinar la soberanía
sobre 17 millas cuadradas de superficie terrestre, sino en la determinación
de la soberanía sobre espacios que a la fecha del Tratado de 1928, no
existían jurídicamente o no eran reconocidos: mar territorial de 12 millas,
zona contigua, plataforma continental y zona económica exclusiva. Frente al
valor de esos espacios marinos, la soberanía sobre San Andrés resulta
realmente secundaria. Como ya señalamos, y veremos en la tercera parte de
estas notas, la soberanía sobre el Archipiélago de San Andrés no conlleva la
soberanía sobre los espacios marinos que el derecho moderno reconoce a los
estados ribereños. Un estudio cuidadoso del nuevo derecho del mar - sobre
todo tal y como ha venido siendo interpretado por los tribunales
internacionales en los últimos 25 años- lleva a la conclusión que aun
cuando algún tribunal internacional reafirmara la vigencia y validez del
Tratado en referencia (el Tratado Bárcenas-Esguerra de 1928), difícilmente
pudiera obtener Colombia una declaración que reconociera plenos efectos a
esos cayos e islas para generar derechos sobre la plataforma continental y
demás espacios marinos que los rodean”.
Esta posición que presenté al Gobierno tuvo varios flancos de ataque. Unos
porque que creían que se menospreciaba el reclamo de soberanía sobre las
islas y otros porque creían que debía de abandonarse por completo el
reclamo de soberanía sobre las islas ya que era una causa perdida y sería un
lastre en cualquier juicio. Estos últimos eran los más beligerantes pues en el
fondo lo que querían era que se dejara sin efecto la Declaratoria de Nulidad
de 1980.
Aunque estábamos conscientes que era casi imposible que la Declaratoria de
nulidad prosperara ante la Corte dado el estado actual de desarrollo del
derecho internacional, los alegatos y exposición de los hechos nos serviría,
como en efecto nos sirvió, para presentar ante la Corte las circunstancias en
que Nicaragua fue obligada a firmar ese instrumento y que Colombia no era
la soberana originaria de esos mares.
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Para la aceptación de esta propuesta, que nunca antes se había plantado en
esos términos, y ante los diferentes criterios que con fuerza reaccionaron
contra ella, fue determinante el hecho de que las Autoridades del Frente
Sandinista siempre me dieron su respaldo y que, dentro de la comisión de
cancillería, estuviera presente el Dr. Alejandro Montiel Argüello que también
respaldaba mi posición. Además, el Canciller Leal era una persona muy
inteligente y con gran sentido común y comprendió la importancia de darle
un nuevo enfoque al problema con Colombia.
Por eso, me ha dado satisfacción saber ahora después de dictada la
Sentencia de Noviembre de 2012, que las conclusiones a las que había
llegado hace 20 años aparentemente coinciden con las conclusiones a las
que llegó una comisión de expertos internacionales contratados por
Colombia en 1995 de acuerdo con declaraciones dadas recientemente por
Ernesto Samper, Presidente de ese país en aquella época. Esa comisión
estuvo encabezada nada menos que por el ex Presidente de Colombia que fue
el que concibió y puso en marcha la política de expansión marítima de esa
nación, Don Alfonso López Michelsen, y estuvo integrada por eminentes
juristas internacionales como Prosper Weil, Sir Arthur Watts y Santiago
Torrez Bernardez. (20-6-13 Trinchera de la Noticia)
A la vista de los hechos y razonamientos anteriores, resulta insensato e
irónico que ahora después del fallo de La Haya del 2012 vengan las
autoridades de Colombia a decir que el resultado de la Sentencia era
inesperado para ellos.
Los pormenores de la Sentencia han sido ampliamente discutidos y no
quiero entrar a repetir detalles. Sin embargo, creo oportuno hacer una
especie de paréntesis final dentro de esta exposición para señalar que uno de
los argumentos que utilizamos hace 10 años en la Memoria de Nicaragua
contra Colombia para demostrar el interés de EEUU para que la Nicaragua
sometida y ocupada firmara el Tratado de 1928, fue porque EEUU estaba
interesado en construir un canal por Nicaragua en aquella época. Si bien el
canal de Panamá se había inaugurado en 1914 ya a mediados de los años 20
EEUU había llegado a la conclusión de que para fines de los años 30 el canal
de Panamá no daría abasto para el comercio internacional. Por eso en Marzo
de 1929 el Congreso de EEUU tomó una decisión conjunta con el Senado
que fue aprobada por el Presidente de EEUU en la que se ordenaba el inicio
de estudios para un canal interoceánico por Nicaragua. El resultado de este
estudio fue presentado al Congreso de los EEUU el 10 de Diciembre de 1931
con la conclusión de que el canal era factible y no involucraba problemas
que no pudieran resolverse con éxito. Sin embargo, la recomendación de la
Comisión del Canal fue que “con las condiciones actuales del comercio
internacional, la necesidad de economizar los gastos públicos y el hecho de
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que ahora el tráfico por el canal de Panamá se encuentra a un 50% de su
capacidad…no era necesario de momento tomar nuevas medidas.”
Lo que sucedió mientras se hacían los estudios en Nicaragua por los
ingenieros militares de EEUU a fin de los años 20, es que vino el desplome
financiero y comercial internacional que inició a fines de 1929, el comercio
internacional se vino abajo y no había necesidad inmediata de un nuevo
canal. Luego vino la segunda guerra mundial y las cosas quedaron como
están actualmente. Todos estos detalles con las respectivas referencias a las
fuentes de donde se tomaron los datos y citas se encuentran en la Memoria
de Nicaragua que la Corte hizo pública desde en junio del 2007
Hago este paréntesis no solo por estar el tema en constante discusión sino
también por la increíble torpeza y descortesía de las afirmaciones de ciertos
personajes colombianos que atribuyen la sentencia de la Corte Internacional
a influencias indebidas por el interés del canal. Y quiero decirlo claro, que en
la historia de la construcción de un canal por Nicaragua la más flagrante, no
influencia indebida, sino uso de la fuerza para lograr sus propósitos, fue la
de EEUU para lograr la firma del Tratado de 1928 y dejar el campo listo para
el canal que deseaban abrir por Nicaragua.
Si Colombia desea leer la historia de un canal que se iba a construir por
Nicaragua, que lean la Memoria que la han tenido en su poder por más de
10 años.
Muchas gracias.