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Discurso N° 10 "Defensa jurídica de una decisión soberana y en derecho del Estado ecuatoriano"

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Discurso N° 10 "Defensa jurídica de una decisión soberana y en derecho del Estado ecuatoriano"

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Presentación del libro Caso OXY: Defensa jurídica de una decisión soberana y en derecho del Estado ecuatorianoQuito, 17 de octubre de 2014

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El objetivo de la publicación Caso Oxy: Defensa jurídica de una decisión soberana y en derecho del Estado ecuatoriano, no es otro que el de poner a

disposición de los lectores, dentro y fuera del Ecuador, una memoria histórica de los hechos, y sobre todo del derecho aplicable, en la forma como fue argumentado durante el proceso arbitral, así como durante la etapa de anulación, que espera una decisión en los próximos meses de parte del Comité de Anulación, nombrado para el efecto por el Centro CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones).

Durante los seis años de ejercicio de la defensa del Estado, desde que fuera nombrado por la Asamblea Nacional Constituyente, en abril de 2008, uno de los más grandes retos que debí asumir como Procurador General del Estado fue el hacerme cargo del proceso de arbitraje internacional, planteado por la empresa norteamericana Occidental Petroleum Company contra la República del Ecuador, con motivo de la declaratoria de caducidad del contrato para la exploración y explotación del Bloque 15. Nunca antes un caso de esta importancia, complejidad y cuantificación económica había sido manejado por la defensa del Estado.

Durante mi primera reunión con el Presidente de la República, Economista Rafael Correa Delgado, luego de haber sido designado por la Asamblea Nacional Constituyente, fue clara la importancia que el Gobierno Nacional daba al caso OXY, como un proceso emblemático para la defensa de una causa de interés nacional, como parte de una visión hacia el fortalecimiento de la protección de los intereses del Estado desde su defensa judicial, en la cual el interés público se defiende como propio. Un llamado así, más allá del gran honor y del enorme reto profesional, se convirtió en un elevado compromiso con el país.

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Llegué en un momento clave en la discusión de la jurisdicción del Tribunal Arbitral bajo el convenio CIADI. Asumí el cargo días antes de la fecha fijada por el Tribunal para la presentación del memorial de fondo y un mes antes de la fecha de la audiencia de jurisdicción prevista para fines de mayo en París.

Dos semanas antes de mi posesión como Procurador, mi antecesor había incorporado al equipo de defensa a una segunda firma internacional de abogados, Dechert LLP, que vino a sumarse a Squire Sanders LLP, que venía ya trabajando con la Procuraduría desde el año 2007. Y si bien se trataba de dos firmas de abogados de gran prestigio en el mundo del arbitraje internacional, la inesperada salida del anterior Procurador no permitió que estos grupos de profesionales de alto nivel, pero cada uno con estructuras y sistemas de trabajo propios, hubieran tenido la oportunidad de empezar a trabajar como equipo. Este fue el primer reto que encontré a mi llegada. Una semana antes de viajar a París, una reunión en Quito con Eduardo Silva Romero y George Von Mehren, líderes de los equipos de cada firma, nos permitió sentar las bases para una fructífera relación profesional, que ahora hace posible que presentemos a ustedes el resultado de una defensa sólida en la presentación de los hechos y los argumentos jurídicos, que exponemos con absoluta transparencia para conocimiento general.

El caso OXY marca la dura historia de un Estado soberano y su lucha dentro de un sistema de administración de justicia internacional, diseñado por y para los inversionistas y la defensa de sus intereses. El desarrollo de este proceso de arbitraje de inversiones dentro de un sistema que presta pocas seguridades a los Estados receptores de inversión, y poca deferencia para el ejercicio del poder regulador del Estado y para su legislación interna e incluso para los acuerdos de inversión, bajo el paraguas de tratados bilaterales de protección de inversiones celebrados con más entusiasmo que conocimiento por nuestros propios países, refleja un esquema de inseguridad jurídica tal, que finalmente deberá cambiar o estará destinado al fracaso. La historia y el desarrollo de esta controversia, que ustedes podrán conocer con detalle, gracias a esta publicación, son un claro ejemplo de las falencias del sistema.

El Estado ecuatoriano no ha escatimado esfuerzo alguno en la defensa de este proceso arbitral. Todos los hechos, argumentos y pruebas fueron presentados y defendidos con oportunidad y solidez jurídica. Aunque en su momento el Estado no designó su árbitro –como podía hacerlo de acuerdo con las reglas CIADI–, como parte de su estrategia inicial para oponerse al arbitraje, posteriormente la defensa del Estado decidió intervenir en todas y cada una de las etapas

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del proceso, bajo protesta y con reserva de sus derechos, pero presentando contundentes argumentos tanto en materia de jurisdicción como en los méritos de la controversia. La comparecencia del Ecuador siempre partió de su objeción a la jurisdicción, tal como en el derecho procesal ecuatoriano es posible la oposición de competencia al momento de comparecer a juicio, sin que ello signifique una renuncia a tal excepción.

En esta publicación, por motivos de espacio, la presentación de los argumentos se hará partiendo de la presentación del caso en anulación. Lo absurdo y arbitrario del Laudo, en parte revelado en el durísimo voto disidente de la profesora Stern, nos permite presentarlo de esta forma, abordando los puntos más importantes de la controversia, incluidos en la solicitud de anulación del Laudo presentada por el Estado, de manera que su lectura pueda ser comprensible al lector, aun para quienes no son abogados o especialistas en arbitraje de inversiones.

Pero antes de entrar en el análisis de los argumentos de derecho, hemos creído que nada puede reflejar con mayor claridad la razón que le asiste al Ecuador, que el relato de los hechos, tal y como sucedieron y de la forma en la cual le fueron presentados al Tribunal. La lectura de los hechos nos da una visión clara y contundente de la manera en que actuó Occidental, ocultando una cesión de derechos no autorizada por el Estado, cuando contractual y legalmente debió obtenerla, habiendo conocido y aceptado las consecuencias de su acción y, lo que lo hace aún más grave, habiendo conocido y pactado los efectos de tal omisión en el contrato que suscribió con el Estado. La lectura de los hechos hará inentendible la decisión del Tribunal, como lo fue para el equipo de defensa estatal.

Es imposible en una publicación como ésta abordar al mínimo detalle todos y cada uno de los argumentos jurídicos expuestos a lo largo de más de siete años de debate legal, en un proceso sin precedentes no solo para el Ecuador, sino en toda la historia del arbitraje internacional de inversiones. Un proceso con nueve audiencias orales e interminables memoriales escritos, muchos de ellos más extensos que esta publicación, simplemente desbordan cualquier intento editorial. Esta publicación, sin embargo, tiene por objeto servir de memoria histórica del ejercicio de una defensa profesional y responsable, que, a pesar del respaldo de los hechos y los argumentos legales, ha debido llegar hasta la etapa de anulación del Laudo, cuando el proceso nunca debió pasar de la etapa de jurisdicción.

Al lector le parecerá increíble que, pese a que el contrato previó expresamente

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que la declaratoria de caducidad no sea materia arbitrable, el Tribunal unánimemente haya encontrado que podía declararse competente y argumentar para ello simplemente que la exclusión de la arbitrabilidad no estuvo incluida en la cláusula que contiene el compromiso arbitral. El lector se preguntará entonces, ¿qué quisieron decir los contratantes cuando expresaron que la caducidad no era arbitrable? Así de claro, así de sencillo, esa declaración expresa de voluntad por parte de los contratantes no tuvo significado para el Tribunal Arbitral del caso OXY. Esa decisión, absurda y arbitraria, llevó al Tribunal a dictar un Laudo que incluye la mayor condena que se haya mandado a pagar a un Estado en la historia del arbitraje bajo reglas CIADI.

Por si esto fuera poco, el Tribunal comete el gravísimo error de no respetar el período de enfriamiento de seis meses, previsto en el Tratado Bilateral de Promoción y Protección de Inversiones suscrito entre el Ecuador y los Estados Unidos, al permitir que Occidental haya presentado su demanda de arbitraje solo dos días después de declarada la caducidad, cuando el convenio preveía seis meses de espera, subestimando lo acordado por los países signatarios del Tratado. Otros Tribunales CIADI han reconocido ya que esta exigencia es parte del consentimiento para el arbitraje y, por tanto, un requisito para la jurisdicción del Tribunal.

Y si bien esta historia de desaciertos se inicia con una poco elaborada motivación, el Tribunal se reservó para más adelante sus errores más graves, que incluyen interpretaciones absurdas y contradictorias, al punto de que uno de los coárbitros, la profesora Stern, en un insólito pronunciamiento disidente, revela la imposibilidad de seguir el razonamiento del punto A al B. El lenguaje del disenso de la profesora Stern evidencia aún más el derecho del Ecuador de obtener una declaratoria de nulidad del Laudo arbitral.

Increíblemente, la mayoría del Tribunal acepta que OXY cedió el 40% de sus derechos a un tercero, sin contar con la autorización de la autoridad estatal exigida por la ley y, sin embargo, a efectos de indemnizarlo por el 100% de sus derechos, declara inexistente la cesión, interpretando la ley ecuatoriana, para concluir que la nulidad a la que se refiere la Ley de Hidrocarburos se produce automáticamente, equivaliendo a inexistencia, todo ello agravado por el hecho de que el titular de esos derechos no estaba amparado por el Tratado Bilateral de Protección de Inversiones suscrito entre el Ecuador y los Estados Unidos, por no ser un nacional de los Estados suscriptores.

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La controversia jurídica sigue en la etapa de anulación del Laudo solicitada por el Ecuador y se espera que concluya en este mismo año, una vez que ha terminado su sustanciación ante el Comité de Anulación nombrado por el Centro CIADI. De los argumentos de las partes, del Laudo del Tribunal Arbitral, de la opinión parcialmente disidente de la profesora Stern y de lo que resuelva el Comité de Anulación, se seguirá hablando por muchos años en el Sistema de Solución de Controversias Inversionista-Estado. Tal vez esta sea la oportunidad del propio sistema para que los cambios necesarios surjan desde adentro.

Esta publicación responde a la credibilidad de los argumentos expuestos por la defensa del Ecuador a lo largo de un proceso que ha durado más de ocho años. Un abogado no puede asegurar el resultado de un juicio a su cliente; tiene prohibición legal expresa para hacerlo. No voy a hacerlo. Pero sí puedo asegurar que la defensa del Estado hizo un gran trabajo y actuó con capacidad profesional y con lealtad con su representado. Esta publicación es un testimonio de ese trabajo y del compromiso de la Procuraduría General del Estado y de su equipo de abogados con los grandes intereses del país.

Esta es la historia de la defensa legal de una decisión soberana, que no hizo otra cosa que aplicar la ley y el contrato. Es una historia que los ecuatorianos debemos conocer. Actuamos bajo la ley y nos defendimos bajo el amparo del derecho. Cumplimos con nuestra responsabilidad histórica. Solo queda pendiente la justicia y aún es posible obtenerla.

La publicación que ponemos hoy a su consideración, es un esfuerzo editorial que pretende dar a conocer la lucha de un Estado y del equipo de abogados que tuvo la responsabilidad de representarlo.

Pero este esfuerzo no hubiera sido posible sin la decisión política de asegurar al Estado una defensa consistente, que privilegiará el interés del país. La presencia en este acto del señor Presidente Rafael Correa, así como su preocupación y seguimiento constante a los avances de los resultados de las controversias internacionales a cargo de la Procuraduría General del Estado, reflejan el compromiso de su Gobierno con una política de fortalecimiento y protección a los intereses nacionales y a la vez constituyen un honor para el equipo de defensa del Estado que me ha correspondido liderar; esto por supuesto se convirtió para nosotros en un elevado compromiso con el país.

Mi agradecimiento también a todos los abogados y asistentes legales de la

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Procuraduría General del Estado y de las firmas de abogados que fueron parte de nuestro equipo de trabajo, por un trabajo profesional a nivel de excelencia. Mi reconocimiento a los expertos legales y técnicos, a los testigos de hechos y a todos quienes asumieron la responsabilidad de contribuir con la defensa del Estado.

Los invitamos a ver las intervenciones completas del Procurador General del Estado, doctor Diego García Carrión, y del Presidente de la República, economista Rafael Correa Delgado, en la página web de la PGE . Igualmente, se encuentra a disposición de todas las personas interesadas el libro completo Caso Oxy: Defensa Jurídica de una Decisión Soberana y en Derecho del Estado Ecuatoriano, tanto en su versión en español , como en inglés .

Este trabajo ha sido presentado con notable éxito en Estados Unidos, en el mes de noviembre, en el marco de la reunión anual de la Cámara de Comercio Internacional (ICC) en Miami y en la Facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown en Washington ; y, en el mes de diciembre, en París, Francia, en la Universidad La Sorbonne .

Dr. Diego García Carrión PROCURADOR GENERAL DEL ESTADO

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Queridos compatriotas:

Desde instancias hegemónicas mundiales se nos ha impuesto a los países en desarrollo, con sutileza o descaro, tratados de protección de inversiones vinculados a instancias de juzgamiento amañadas.

Los litigios de poderosas empresas transnacionales contra Estados soberanos se dirimen muchas veces en cortes como el CIADI, que sin tapujos ni disimulo se auto-atribuyen competencias, para terminar favoreciendo desembozadamente a las transnacionales, en parte porque los jueces cobran por causas evacuadas y están dispuestos a hacer buenos oficios ante esas empresas para que les otorguen más casos.

No hay sino que leer este libro, Caso Oxy: Defensa jurídica de una decisión soberana y en derecho del Estado ecuatoriano, del Procurador de nuestro país, para descubrir que fue así como el estólido tribunal del CIADI actuó en el Caso Oxy fuera de competencia, porque en el contrato de explotación de hidrocarburos que Oxy aceptó, nunca convino que una eventual caducidad fuera sometida a estos tribunales arbitrales espurios, sino a la justicia ecuatoriana, a la que después desconoció a conveniencia.

Se evidencian las irregularidades porque el CIADI actuó fuera de plazo al no reconocer los seis meses que debían pasar para plantear un caso ante ese tribunal, pero quizá lo más grave, porque resolvió aviesamente contra ley expresa en el Laudo Arbitral emitido: lo que se ha juzgado no es si Oxy cometió una infracción,

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que indudablemente la cometió, sino que se ha juzgado la ley ecuatoriana, la ley de un país soberano.

En efecto, el Laudo reconoce que Oxy actuó en violación de nuestra ley de hidrocarburos, cuando transfirió derechos a un tercero, en este caso AEC (la petrolera Alberta Energy Corporation), filial de la canadiense Encana, sin cumplir con su obligación contractual de dar aviso del particular al Estado ecuatoriano, e incluso admite que la caducidad del contrato era consecuente, según se establecía en el contrato y en la Ley de hidrocarburos.

Pero a continuación, el dictamen da un giro de 180 grados, y de manera absurda concluye que esta infracción —nada menos que el traspaso no reportado de acciones— no había causado daño al Estado ecuatoriano, y que la compañía habría actuado por desconocimiento, no por mala fe, y que la sanción es desproporcionada a la infracción cometida.

Todo esto es falso. La Ley tiene su razón de ser: en concordancia con el Derecho Internacional, busca ejercer soberanía sobre nuestros recursos no renovables, que no son cualquier mercancía, sino bienes estratégicos. Además, la ley establece que con el traspaso de acciones, el Estado puede renegociar los contratos en condiciones más favorables. ¡Por supuesto que hubo un perjuicio al Estado! Pero incluso si no lo hubiera habido, la simpática teoría jurídica del tribunal equivale a decir que todos nos podemos pasar la luz roja, que si no causamos ningún accidente, no existe infracción. ¡Inaudito!

El segundo engaño: El Laudo plantea que Oxy incumplió la ley por simple imprudencia, y excusa a la compañía con el argumento por demás deleznable y pueril de que: “se trataba de empresarios petroleros con experiencia, para quienes las formalidades legales no eran tan importantes como las realidades empresariales de la transacción”.

Es decir, el laudo pretende hacer creer que una de las compañías más poderosas del mundo, con centenas de abogados a su servicio, actuó por desconocimiento y sin mala fe, lo cual —dicho sea de paso— no la eximiría de sus responsabilidades.

Todos sabemos que es imposible, y que la realidad es tan solo el desprecio que estas transnacionales sienten por nuestras leyes y países, prevalidos de una tradición de abusos e impunidad.

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El Laudo emitido no se sustenta en esos cuerpos legales, sino en una evidente empatía con la transnacional, a la que consideran demasiado afectada porque según ellos nuestras leyes son demasiado duras… ¡Nuevamente inaudito! Estos Tratados de Protección de Inversiones supuestamente establecen obligaciones recíprocas entre los Estados firmantes. Imagínense por un instante que ante una infracción legal de una compañía ecuatoriana en Estados Unidos, esta argumente en su defensa que sí cometió una infracción, pero que desconocía la ley, y que la ley es demasiado dura... ¿Qué juez estadounidense le va a hacer el más mínimo caso a una defensa legal tan disparatada? ¿Cuándo va Estados Unidos a aceptar que instancias jurídicas extranjeras juzguen sus leyes? Pero eso es precisamente lo que está haciendo en el Caso Oxy el tribunal arbitral.

Pero además este Laudo en contra de Ecuador otorga a la transnacional demandante una de las indemnizaciones más elevadas en toda la historia del arbitraje internacional, y lo hace basándose en un modelo de flujo de caja, lo cual infringe los principios de la ley internacional aplicable para la evaluación de daños.

En el Laudo se pretende que Ecuador pague a favor de Oxy una astronómica indemnización de 1,7 miles de millones de dólares, mucho más que nuestro presupuesto anual en salud, a pesar de reconocer que nosotros llevamos la razón jurídica, porque esa compañía irrespetó en nuestro país los términos del contrato firmado con el Estado ecuatoriano y la ley ecuatoriana.

Tal es el exceso, que le dictaminan valores que van más allá de los pedidos por Oxy, porque el cálculo se basa en el 100% de acciones de la compañía, desconociendo ese 40% de acciones transferidas a Alberta Energy Corporation, que originó la caducidad.

Lo anterior quiere decir que el Laudo entrega una indemnización a Alberta Energy Corporation por el 40% de las acciones que le fueron indebidamente transferidas por Oxy, es decir, indemniza a una empresa que jamás litigó ni reclamó indemnización alguna.

El atraco es tan evidente que sobre este Laudo se ha manifestado; cito: “Los actos ilícitos de la Oxy, que violan el derecho ecuatoriano, se han subestimado groseramente y no se ha tenido en cuenta adecuadamente la importancia que

¿Cuándo va Estados Unidos a aceptar que instancias jurídicas extranjeras juzguen

sus leyes?

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tiene para cada Estado la observancia de su orden jurídico por parte de empresas extranjeras”.

Y continúo citando: “El laudo de mayoría es tan escandaloso en términos jurídicos, y contradictorio en los términos jurídicos también, que no tengo otra alternativa que manifestar mis discrepancias”.

Estas citas y expresiones no son el grito indignado de algún funcionario patriota del Gobierno ecuatoriano, sino el inusual voto salvado de la árbitro Brigitte Stern, sorprendida por el descaro del írrito pronunciamiento.

Que nadie se engañe: los Tratados Bilaterales de Inversión (los famosos TBI) y los correspondientes centros de arbitraje, son tan solo la expresión de un orden mundial no solamente injusto, sino inmoral, donde todo está en función del capital.

De hecho, en América Latina el capital tiene más derechos que los seres humanos, porque si aquí se comente un atropello a los Derechos Humanos, antes de llegar a la Corte Interamericana en San José de Costa Rica, se tienen que agotar todas las instancias internas jurídicas nacionales; pero una transnacional sin ningún trámite, en función de estos TBI, puede llevar a un Estado soberano instancias arbitrales, donde todo está en función del gran capital.

Otro ejemplo es el caso de la petrolera Chevron, la tercera compañía más grande de Estados Unidos, la cual compró a la petrolera Texaco que operó en Ecuador hasta 1992. Chevron fue demandada hace aproximadamente quince años (Chevron-Texaco) por comunidades indígenas amazónicas afectadas por la contaminación dejada por Texaco; se trataba de un caso judicial estrictamente privado: comunidades amazónicas versus Chevron-Texaco.

Chevron se pasó la década pasada luchando para que no se la juzgara en cortes de Nueva York —lugar de domicilio de la empresa— sino donde supuestamente se había cometido la infracción, es decir Sucumbíos, provincia del Ecuador, y como perdió, se ha pasado esta década destrozando a esas mismas cortes que con tanto entusiasmo defendió cuando creía que podía comprarlas…

Y como retaliación a que perdió su juicio, además de una campaña mundial de desprestigio contra Ecuador, nos demanda ante otro centro de arbitraje, en este caso bajo las normas del UNCITRAL [Comisión de las Naciones Unidas para el

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Derecho Mercantil Internacional, CNUDMI], de las Naciones Unidas, invocando el Tratado de Protección Recíproca de Inversiones con Estados Unidos; pero, en primer lugar, el tratado no aplica para un juicio entre privados y, en segundo lugar, lo más grave, Chevron-Texaco dejó el país en 1992 y el tratado con Estados Unidos recién entró en vigencia en 1997, cinco años después.

Pese a todo esto, en forma inaudita el tribunal se declara competente y, más aún, ordena detener la sentencia dictada en cortes ecuatorianas contra Chevron. Es decir, nuevamente se acabó la soberanía del país, se acabó la independencia de nuestras cortes.

¿Cuál es la realidad? Que estos tratados de Protección Recíproca de Inversiones impuestos sobre todo en los años noventa, en plena larga y triste noche neoliberal, aceptados por gobiernos entreguistas en nuestro país, son un verdadero atentado a la soberanía, además de existir multimillonarios negocios alrededor de todos estos casos y conflictos.

El informe publicado por el Transnational Institute (TNI) y el Corporate Europe Observatory (CEO) titulado Cuando la injusticia es negocio, señala que un selecto grupo de abogados y árbitros internacionales se están enriqueciendo a partir de las disputas entre inversores y Estados en los tribunales internacionales, también señala que promueven activa y permanentemente nuevos casos y: “cabildean en contra de toda reforma a favor del interés público”.

Cecilia Olivet, uruguaya, una de las autoras del informe, afirma que: “La presunta imparcialidad e independencia del arbitraje de inversiones es totalmente ilusoria. Los gobiernos tienen las manos atadas. Mientras que las multinacionales se benefician (...), un pequeño grupo de firmas de abogados incita a las corporaciones a demandar a gobiernos”.

La investigadora asegura que: “un grupo de árbitros usa su influencia para garantizar que las normas del sistema no dejen de beneficiar a los inversores y las demandas contra gobiernos sigan generando millones de dólares”.

Estos tristemente célebres TBI, —Tratados Bilaterales de Inversiones— que a finales del siglo XX infestaron nuestra región, son puro y simple neocolonialismo y la expresión más clara del imperio del capital.

Es una razón más por lo que la integración de nuestros pueblos es tan necesaria:

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Separados, el capital será el que nos imponga sus condiciones; unidos, seremos nosotros quienes impondremos las condiciones al capital.

Sin embargo, hemos avanzado: en abril del año pasado se concretó en Guayaquil la Primera Reunión Ministerial de Estados de América Latina afectados por los intereses de las transnacionales, con la participación de Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, República Dominicana, Venezuela, San Vicente y Las Granadinas, Argentina, Guatemala, El Salvador, Honduras y México.

Los gobiernos asumieron el compromiso de acelerar la implementación del Centro de Solución de Disputas de la UNASUR, para terminar con manipulaciones de tribunales como el CIADI.

Además, el 6 de mayo de 2013 el gobierno ecuatoriano creó CAITISA, Comisión para la Auditoría de los Tratados de Protección Recíproca de Inversiones y del Sistema de Arbitraje Internacional en Materia de Inversiones. Sus miembros analizan el proceso de negociación de los TBI y otros acuerdos de inversión suscritos por el país, así como, la validez y pertinencia de laudos y decisiones emitidas por del sistema de arbitraje internacional.

La Comisión está conformada por expertos de: Colombia, Argentina, México, Paraguay, Australia, Uruguay y Ecuador. Y trabaja en tres ejes: primero, los tratados bilaterales de protección recíproca de inversiones de Ecuador; segundo, el sistema de arbitraje de inversiones y los casos en contra del país; y tercero, la relación entre los TBI, inversión extranjera y modelos de desarrollo. Sus descubrimientos sorprenderán al mundo, en especial la descarada vinculación de los árbitros con las trasnacionales y particularmente las petroleras.

Queridas amigas, amigos, ciudadanas y ciudadanos:

La presentación de este libro constituye un alegato jurídico e histórico irrebatible a favor de la soberanía y el derecho de los pueblos, y nos guía paso a paso a través de la sólida defensa de los intereses del Estado ecuatoriano, en cada una de las instancias de este inaudito proceso.

Si nuestros pueblos están separados, el capital será el que nos imponga sus

condiciones. Unidos impondremos

nosotros las condiciones al

capital.

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Sus páginas traslucen la profunda vocación patriótica de nuestro equipo jurídico, liderado con firmeza por el Procurador General del Estado, doctor Diego García Carrión; el país reconoce los méritos nuestro Procurador y de cada uno de los miembros de su equipo y nos sentimos orgullosos de su brillante defensa a favor de los intereses del Ecuador.

Lamentablemente, en el injusto e inmoral orden mundial, bajo el imperio del capital, es irrelevante quien tenga la razón, porque parafraseando a Trasímaco, la supuesta justicia internacional es tan solo la conveniencia del más fuerte.

Romper este neocolonialismo, liberarnos con la integración del imperio del capital y, soñando un poco más alto, lograr un mundo donde por fin exista la justicia, será alcanzar nuestra segunda y definitiva Independencia.

Muchas gracias a todas y a todos.

Rafael Correa Delgado

PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR

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