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DISTRIBUCIÓN DE POLYLEPIS - infobosques.com · A la Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales (ONERN); al personal de la Dirección Forestal Ings. Francisco Reátegui,

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DISTRIBUCIÓN DE POLYLEPIS EN EL SUR DE PUNO

Ernesto Yallico

Proyecto Arbolandino Apoyo al Desarrollo Forestal Comunal de la Región Altoandina Apartado 965 Correo Central Puno, Perú

ÍNDICE AGRADECIMIENTOS 9 PRESENTACIÓN 13 EL ÁREA DE ESTUDIO

Generalidades 15 Sistemas climáticos 16 Precipitación 17 Temperatura 17 Modificadores de precipitación y temperatura 19

El Lago Titicaca Cordilleras y lomadas

EL GENERO Polylepts

Distribución geográfica 23 Distribución altitudinal 24 Especies de Polylepts en el Perú 27 Extensión de los bosques de Polyiepts en el Perú 28

Polylepis incana EN EL SUR DE PUNO

Distribución geográfica 30 Efectos geomorfológlcos 31

Cerros con afloramientos rocosos Valles glaciares o valles en "U" Cerros con acantilados

Exposición 33 Suelos 34 Condicionantes climáticos 36

Temperatura Precipitación

Características de los bosque 39 Vegetación acompañante Estructura del bosque

Aprovechamiento de los bosques Distribución alütudinal Algunas características dendrométricas

Polylepis tomentella EN EL SUR DE PUNO

Distribución geográfica 48 Efectos geomorfológlcos 48 Exposición 49 Suelos 50 Condicionantes climáticos 50

Temperatura Precipitación

Características de los bosques 51 Vegetación acompañante Estructura del bosque Aprovechamiento de los bosques Distribución altitudinal Algunas características dendrométricas

Disminución de los bosques de P. tomentella en Lampa 58 LOS BOSQUES DE Polylepis EN EL SUR DE PUNO

Factores que condicionan su ocurrencia 61 Temperatura, exposición y pedregosidad Geología y suelo Temperatura y precipitación

Características de los bosques 78 Vegetación acompañante La fauna de los queñuales Dendrometrfa y estructura de los queñuales

Aprovechamiento de los bosques 87 La ganadería, el fuego y los queñuales La agricultura y los queñuales

Desaparición de los bosques 93 Leña y carbón La acüvlc' ' inera La actividad ganadera Demografía, agricultura y bosques

Bosques aislados 103

EL FUTURO DE LAS ESPECIES DE Polylepis EN EL PERÚ Direcciones para futuras investigaciones 107 Legislación aplicada a los bosques de Polylepis 110 El futuro de las queñuas 112

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 115 BIBLIOGRAFÍA 118 ANEXOS 123 1. Principales especies de plantas alimenticias andinas 125 2. Especies de Polylepis en el Perú 126 3. Precipitación promedio anual y temperaturas máximas y mínimas en el área de estudio 129 4. Resumen de evaluaciones a queñuales naturales de Lampa 132 5. Disposiciones legales relacionadas con la veda de 133 géneros leñeros y carboneros 6. Otros bosques andinos desaparecidos o en proceso de extinción sobre los 3800 msnm 134 7. Mapas de ubicación de queñuales en el sur de Puno (memoria explicativa) 137

AGRADECIMIENTOS

Mi sincero agradecimiento a las personas naturales y jurídicas seguidamente detalladas, sin ningún orden de prioridad:

- Al personal del Proyecto ARBOLANDINO por el eficaz apoyo moral y logístico

- A Rubén Cachicatari y Salomón Quilca, compañeros durante el trabajo de campo; atentos y eficaces en todo momento

- A los innumerables campesinos desconocidos que nos brindaron la información correcta de los pueblos, de los caminos, del nombre de los cerros, etc.

- A quienes nos acogieron en los caseríos o pueblos desprovistos de hospedaje, superando el celo generado por la situación socio-política de la región. Entre ellos, la familia Tuco de la comunidad de Túpala y el señor Eleuterio Cacho de Santa Lucía

- A Zenón Calisaya conocedor de su cultura Aymara, siempre solícito y amable a nuestras consultas

- Al Ejército peruano por su comprensión y aliento al trabajo que realizamos

- Al Ing. Patrick Mertens por sus consejos para este trabajo - Al Centro de Datos para la Conservación del Perú, por los informes de

ubicación de bosques; al Ing. Carlos Ponce. - A Edgardo Méndez, natural de Lampa, amplio conocedor de su tierra y

cultura. Su conocimiento acerca de los bosques de Polylepis -fruto de sus incansables expediciones- ayudó muchísimo en este trabajo

- A la Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales (ONERN); al personal de la Dirección Forestal Ings. Francisco Reátegui, Humberto León, Hornero Chaccha y Víctor Grande; en especial a Luis Rosemberg y Hubert Portuguez, quienes actuaron como coordinadores del Convenio ONERN - ARBOLANDINO y supervisaron los trabajos cartográficos; a los Ings. Hugo Huamarú de la Dirección de Geología, Walter Huamaní de la Dirección de Ecología, Félix Urcuhuaranga de la Dirección de Suelos y Alfredo Chang de la Dirección de Agrostología, por sus valiosos aportes; a trabajadores de la Dirección de Cartografía

- A quienes corrigieron los textos, Ing. Víctor Grande de ONERN e Ings.

Charles Cartón y Luis Flores de ARBOLANDINO - Al Dr. Daniel Marmillod por su constante apoyo y seguimiento al

trabajo - A Rocío Ravello, quien tipeó el trabajo en los paréntesis de tiempo del

siempre ocupado PUBLIFOR; a la editora. Lie. Elizabeth Mora. - A Edmundo y Alejandra Martínez, Dr. Robín Foster, Zenith Batista y

Néllda Gómez, maestros con la computadora - A todo el personal de REDINFOR y a la Sra. Rosa Urrunaga del

CEPLAM por el préstamo de valiosos documentos - A Cecilia Macera, asistente de campo y gabinete

El esforzado campesino de los altos andes puneños, usuarios obligados de la leña y otros productos de la queñua A las valientes mujeres, guardabosques “ad honoren” de su queñuales de Cabana y Condorire

PRESENTACIÓN

Durante el trabajo de campo, los campesinos de Puno reiteradamente preguntaron.... "¿Para qué quieren un mapa de los queñuales?"

El mapa de los bosques de queñuas (Polylepis sp.) se hace para saber dónde se ubican estas formaciones vegetales y qué especies las componen; para ver cuales son los que cuentan con vías de acceso, y así planificar las acciones de recolección de semillas o material propagativo de una determinada especie; para ayudar en la planificación de futuros estudios ecológicos, saber cuáles bosques son más vulnerables a los agentes depredadores y planificar acciones de conservación y control.

Indirectamente, el mapa sirve para cumplir con los mandatos legales de la Ley Forestal y de Fauna Silvestre (Ley 21147), que junto con su antecesor el Decreto Supremo ?16 (del 12 de abril de 1940), encomienda se levante el Catastro de Bosques del Perú.

Este trabajo no sólo consistió en un mapeo de bosques de Polylepis en el sur de Puno; también se aprovecharon las salidas al campo para estudiar los cambios que han sufrido estos bosques, como consecuencia de un incontrolado uso doméstico e industrial; asimismo, se ha tratado de determinar las razones de su particular ocurrencia. Se espera que el producto no sirva sólo para recordarnos -de aquí a un tiempo- dónde existieron y cómo fueron los bosques de este género.

Esta obra es abundante en comentarios, muchos a nivel de hipótesis; cosa nada rara en especies poco atendidas pero siempre reclamadas y citadas. Al presentar esta obra, el Proyecto "Apoyo al desarrollo forestal comunal en la región altoandina (ARBOLANDINO)" tiene como propósito crear inquietudes en los futuros Investigadores, en los centros de investigación y educación forestal, y en las autoridades, para que tomen conciencia de la tarea forestal que los altos Andes esperan.

Ing. Luis Flores Cuba Ing. Charles Cartón Director Nacional ARBOLANDINO Asesor técnico principal

EL ÁREA DE ESTUDIO

GENERALIDADES

El departamento de Puno es eminentemente altoandino (sobre 3800 msnm), aunque una pequeña porción de su territorio noreste es selvática. Gran parte de su extensión se compone de llanuras y montañas cuyos picos más altos llegan a 5200 m de elevación.

Desde el sur, dos cordilleras Ingresan al Perú, una de Chile y otra de Bolivia: la Cordillera Occidental y la Cordillera Real. La primera delimita políticamente al Departamento de Puno en su sección oeste, y entre las dos forman parte de su límite norte con el Nudo de Vilcanota.

La Cordillera Occidental alberga en estas secciones gran cantidad de volcanes Inactivos que en épocas pasadas ayudaron a moldear el paisaje actual del departamento, y especialmente su extremo suroccidental, donde se la conoce con el nombre de Cordillera Volcánica.

El nombre de Altiplano para este territorio puede dar una Idea equivocada de la configuración topográfica del área. Si bien existen grandes planicies (Meseta del Collao), sobre todo hacia el norte y lugares adyacentes al lago Titicaca, también hay una serie de cordilleras de poca extensión que en su mayoría corresponden a prolongaciones de la Cordillera Occidental, las que dan la verdadera configuración del área que nos ocupa. Es en el conjunto de este complejo de cordilleras que encontraremos los bosques naturales de Polylepis en Puno; las planicies están exentas de ellos.

Los alrededores del lago Titicaca son conocidos como una de las áreas más densamente pobladas del Perú. La ocupación histórica de estas áreas data de unos 8000 años. Actualmente, se pueden delimitar dos sectores culturales con bastante precisión; al norte de la ciudad de Puno, el dominio quechua y al sur el aymara. A este último corresponde en gran parte el territorio del presente estudio.

Puno se encuentra entre los departamentos más pobres del Perú. Los pobladores del área en estudio se dedican principalmente a la ganadería, aprovechando los pastos naturales; la agricultura se practica únicamente en los alrededores del lago Titicaca. Gran parte de la población rural emplea la queñua y otras especies leñosas, y aún el estiércol, para cocinar sus alimentos y procurarse calor.

El clima en el Altiplano del departamento de Puno es muy variable. Los datos registrados varían bastante de año en año y de un lugar a otro. Sin embargo, existen varios factores que condicionan tal variabilidad.

SISTEMAS CLIMÁTICOS

En la circulación atmosférica general, la presencia de zonas de alta y baja presión en los trópicos y la posición fluctuante en la Zona. de Convergencia Intertropical cerca de la línea equinoxíal producen diferentes patrones de precipitación, nubosidad y viento. Durante los meses de verano, callentes y lluviosos, una zona extensa de presión baja se forma en Brasil y se extiende sobre casi todo el Perú. Algunos autores sugieren que esta corresponde íntegramente a la Zona de Convergencia Intertropical; otros sostienen que ambas son claramente diferentes. El resultado es, sin embargo, una zona de intensa precipitación sobre la cuenca amazónica que Incluye una pequeña sección nororiental del departamento de Puno. La mayor parte de las precipitaciones en el área de estudio provienen del flujo suroriental; sin embargo gran parte de la humedad se pierde al encontrarse con las primeras elevaciones andinas antes de llegar al Altiplano. El calentamiento extremo de la superficie en el Altiplano ocasiona que las masas de aire húmedo del flujo suroriental se eleven en forma de

células convectivas, alcanzando en ciertos casos una altura suficiente para su condensación y posterior precipitación. Por consiguiente, la estación lluviosa (de diciembre a marzo) se caracteriza por tormentas convectivas localizadas altamente variables.

Durante los meses de invierno, fríos y secos (junio. Julio y agosto), la zona de Convergencia Intertropical se extiende como una faja estrecha a lo largo de la línea equinoxial; el flujo del aire en el Altiplano contiene poca humedad. El fuerte calentamiento de la superficie aún tiene lugar, lo que ocasiona la formación de células convectivas. Sin embargo, debido al bajo contenido de humedad en el aire, sólo se forman algunas nubes que producen escasa o nula precipitación. La intensa convección causa los fuertes vientos de la tarde en los meses de Invierno.

PRECIPITACIÓN

La precipitación promedio anual en el Altiplano es bastante baja (507 mm), comparada con, por ejemplo, los 5400 mm en una porción de la cuenca amazónica en el mismo Puno.

En la Fig. 1 se presentan dos cortes curvos que ilustran los cambios en la cantidad de precipitación según altitud; como se ve, el lago Titicaca registra los más altos valores en el corte A.A. Hacia el noroeste. la precipitación se incrementa dada la presencia del lago y vientos del flujo suroriental que arrastran humedad a estos sectores. Luego de cruzar la Cordillera Oriental se aprecia un incremento notable de precipitación en la Selva Alta puneña.

TEMPERATURA

Una masa de aire callente con una temperatura de 32°C a nivel del mar, se enfriaría hasta 8-9°C si se elevara hasta el Altiplano; en consecuencia, la temperatura del aire es siempre baja en Puno.

Todos los procesos biológicos son sensibles a la temperatura. Cada especie vegetal se desarrolla dentro de un rango limitado de temperatura. Para altitudes sobre los 4000 msnm no deberían esperarse árboles; sin embargo, algunas de las especies de Polylepis ocurren. El rango óptimo de temperatura para estas especies se desconoce, pero se tienen algunos estimados como se verá más adelante.

Las temperaturas de la caseta meteorológica en Puno deben ser consideradas con cuidado, ya que la temperatura en las hojas de una planta o en la superficie del suelo en una tarde soleada puede ser 15 a 20°C más alta que la registrada en la caseta; asimismo, las temperaturas nocturnas en la superficie del suelo son hasta 10oC más bajas. Luego, las heladas en la superficie ocurren más frecuentemente de lo que se puede verificar con los registros de la caseta. De hecho, la frecuencia de heladas a 10 cm del suelo puede ser hasta dos veces más que en la caseta a 1,5 m de altura.

MODIFICADORES DE PRECIPITACIÓN Y TEMPERATURA

El Lago Titicaca

Doce ríos principales llegan al Titicaca y uno le sirve de drenaje, aunque el 90% del agua que sale del lago, lo hace en forma de evaporación. Esto ocasiona que las áreas circundantes muestren significativamente más nubes y precipitación que otras partes del Altiplano; de hecho, los más altos valores de precipitación se dan en el mismo lago.

Los vientos predominantes en la época de lluvia provienen del flujo suroriental y arrastran gran cantidad de humedad al pasar sobre el lago; esa humedad se precipita luego en el noroccidente del lago, por lo que esta región alcanza valores de precipitación mucho más altos que las áreas no afectadas por este fenómeno.

De igual manera, el lago modera la temperatura del aire por su capacidad de añadir o disipar el calor del aire. El efecto

termorregulador del Titicaca se nota también en las cercanías y hacia el noroccidente, como en el caso de las precipitaciones Inducidas por el flujo del aire suroriental.

El periodo libre de heladas (registradas en caseta meteorológica) varía de 30 a 180 días en el área de estudio. El periodo más largo -180 días- está limitado a un par de kilómetros del lago Titicaca. Un periodo de 150 días libres de heladas cubre una superficie mayor y delimita el tamaño aproximado de la extensión que ocupa el área utilizada para cultivos agrícolas.

La Fig. 2 presenta el área favorecida con incrementos de lluvias a consecuencia del lago Titicaca y el flujo suroriental. Las sinuosidades de las isolíneas y de los límites del área favorecida por las lluvias se deben principalmente a la fisiografía del terreno. En sitios montañosos y con afloramientos rocosos, dentro de los límites del área favorecida, Polylepis incana se asienta óptimamente; más allá de estos límites, su ocurrencia disminuye pero son otras queñuas las que comienzan a ganar terreno, tal como P.tomentella que "domina" el sur de Puno.

En las áreas que se benefician de la influencia pluvial y térmica del lago. varias especies de árboles y otras plantas cultivadas propias de reglones más bajas se desarrollan con relativo éxito. Mientras nos alejamos del Titicaca, se necesitarán artificios silviculturales para hacer prosperar a los árboles plantados aún cuando fueran nativos de la reglón. Así, se requerirán de pequeñas paredes alrededor del plantón para superar las heladas y evitar la deshidratación por vientos fríos y secos, característicos de los altos Andes.

Cordilleras y lomadas

Las nubes que lograron pasar la Cordillera Oriental -empujadas por el flujo suroriental- se elevan cuando alcanzan la Cordillera Occidental, se condensan y se precipitan en forma de lluvia, o más comúnmente granizada o nevada, pues algunas de estas montañas sobrepasan los 5000 msnm. Por esta razón, el flanco este de la Cordillera Occidental es más húmedo que el flanco oeste, donde la precipitación es cada vez

más baja conforme se acerca al mar. La explicación de la sequedad en esta vertiente tiene que ver con las aguas frías de la corriente marina de Humboldt, que motivan escasa evaporación, gran estabilidad atmosférica y ocurrencia de una persistente Inversión térmica durante todo el año. Las precipitaciones en la vertiente del Pacífico ocurren gracias a la humedad que el flujo surorlental hizo pasar por encima la Cordillera Occidental.

En las latitudes del área de estudio (16o - 17o20'S). la exposición de los terrenos es importante. Las laderas que miran al norte registra mayores temperaturas que sus homólogas sureñas debido a la exposición al sol. En estas áreas, donde las condiciones para el desarrollo de la vida se extremizan, cualquier pequeña ventaja de sitio o clima será eficientemente aprovechado por las plantas.

El área de estudio, las heladas ocurren con mayor frecuencia en planicies y zonas de poca altitud. A estas áreas bajas que reciben y acumulan el aire frío se les llama bolsones o lagunas de aire frío. Las temperaturas encima dé estos bolsones son más cálidas; por ello los sembríos y plantaciones en laderas están menos propensos a las heladas que las de los llanos. Así, muchas áreas agrícolas y boscosas se desarrollan Justo encima del nivel de estas lagunas de aire frío en una especie de cinturón térmico.

La pedregosidad o afloramientos rocosos (microflsigrafla) juegan un papel importante al retener el calor diurno que modifica las condiciones frígidas nocturnas, y por ende, un poco los niveles del cinturón térmico. Los árboles de Polylepis en el área de estudio utilizan eficientemente esta estrategia de "reserva de calor" por lo que su distribución está influenciada por la presencia de afloramientos rocosos. La pedregosidad además, sirve para mejorar las condiciones de las plantas ubicadas en sus cercanías, al comportarse como barreras que disminuyen los nocivos efectos de los vientos fríos y desecantes del Altiplano.

EL GÉNERO Poplylepis

DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA

Las poblaciones del género Polylepis están confinadas a los Andes tropicales y subtropicales sudamericanos. No existen mapas fltogeográflcos detallados para el género; sin embargo, para tener una idea de su distribución general son suficientes los orígenes de las muestras botánicas recolectadas.

Los bosques de Polylepis no siempre son homogéneos', a veces muestran mezclas de árboles de dos especies o se acompañan con otras especies arbóreas. La identificación de las muestras de Polylepis en el área estudiada fue difícil, especialmente para discriminar algunas procedentes de bosques compuestos por dos especies.

Mediante las descripciones de Simpson (1979), se tiene que algunas de las características de P. fricaría y P. tomentella se traslapan; por esa razón en este estudio se tomaron al menos tres muestras con tres repeticiones por árbol. Así se pudo determinar la identidad de la especie componente de los bosques: en el norte del área estudiada, la especie componente es P. incana y en el sur P. tomentella, con un área central de traslapo en la sección norte del Cerro San Francisco de Pataqueña, cercano al poblado de Condorire. En ella sin embargo,

Fjeldsa (1987) registró bosques de P. incana y P. weberbaueri en Huansala, Ancash y en el Pueblo Quechuas, Oyón, Lima; P. incana y P. racemosa en Lago Querococcha, Ancash; P. incana y P. besseri en la Quebrada Cceufta, Ayacucho; P. besseri y P. tomentella en ceno Keuiñal entre Arani y Vacas, Bolivia y P. besseri y P. australis entre los cerros Canto Monte y Misque, Bolivia. P. pauta ocurre en San Martín junto con 19 especies arbóreas según la clasificación altitudinal de Young y León (1988).

se nota la presencia de un mayor número de individuos de P. tomentella con lo que se deduce que este cerro es el límite de distribución sur de P. Incana en Puno.

Simpson (1979) también encontró problemas de Identificación parecidos entre estas dos especies en Cochabamba, Bolivia. Según Simpson, Polylepis íncana ha sido el epíteto más erróneamente aplicado en el género, ya que ha sido usado para casi cualquier espécimen con un simple par de foliolos, o para la mayoría de especímenes para los cuales un nombre no era aparente. Parte del problema es que P. íncana forma el centro de un complejo de especies, muchas de las cuales parecen formar híbridos en el Perú central. Otro posible centro de hibridación sería una gran área comprendida entre los departamento de Cusco y Puno.

SÍmpson (1979) considera la existencia de 15 especies en el género Polylepis, las cuales ocurren en las cercanías de la Cordillera de los Andes por encima de los 1800 msnm. El Cuadro 1 presenta la distribución de las especies por países.

DISTRIBUCIÓN ALTITUDINAL

La mayoría de las especies se encuentran en el rango alitudinal de 3000 a 3200 msnm. Hacia abajo y hacia arriba de este rango, el número de especies del género disminuye. La especie con registros a menores elevaciones es P. australis, a poco menos de 1800 msnm en Córdova, Argentina. La especie registrada a mayor altitud es P. tomentella en el volcán Samaja, Bollvla a 5200 msnm (Fig. 3)

Los datos de la Fig, 3 son relativos, ya que existe un registro de colección de P. austrcdis a 1000 msnm en Saladillo, Argentina (Mayer 1984) citado por SÍmpson (1979). Kurtz (1904). Baez (1939) y Cabrera (1958, 1971, 1976) citados por Cantero y Blanco (1987) dan rangos altitudinales disímiles para esta especie: 1700-2000. 1000-2200 y 1900-3000, respectivamente. Con la información de Cantero y Blanco (1987) se sugiere que la altitud mínima estaría a poco menos de 1800 msnm.

Podrían ocurrir otras variaciones en la medida a que se produzcan nuevos registros; sin embargo estos cambios seguramente han de ser mínimos. Los nuevos registros deberían más bien estar enfocados a la búsqueda del rango altitudinal óptimo para una especie dada. La figura muestra los límites altitudinales en los cuales se han reportado las especies; las altitudes óptimas para cada una de ellas deberá suponerse.

ESPECIES DE Polylepis EN EL PERÚ

Distintos herbarios y profesionales forestales todavía no están de acuerdo con la taxonomía de las especies y menos aún sobre el número de especies en el Perú. Este estudio toma como referencia las descripciones de Simpson (1979), cuyos resultados se plasman en el Cuadro 1

Polylepis pauta parece ser la especie con la distribución de mayor amplitud en el Perú. En el pasado, esta especie se habría distribuido en una franja casi continua a lo largo del flanco oeste de la cordillera oriental, en la parte superior de los bosques de nubes y formando el ecotono Selva Alta-pastos de puna. Hoy en día, esta población esta reducida a lugares donde la presión cultural humana ha tenido poco impacto. Por ejemplo, se le ha registrado en las secciones altas de los Parques Nacionales del Manu (Cusco) y Río Abiseo (San Martín). En Puno es posible todavía encontrar algunos relictos en la Cordillera de Carabaya (cerros Queuñocunca y Queñaccacca). Por otra parte, en la zona limítrofe entre los departamentos de Cusco y Puno se sospecha la presencia de P. pepei (Anexo 2).

Las especies espontáneas confirmadas dentro del área de estudio son: P. íncana y P. tomentella; P. besseri con pocos individuos en el extremo norte y probablemente también al sur, P. racemosa con muy pocos Individuos al extremo norte. Esta última especie, junto con P. incana, aparentemente han sido las más cultivadas por los campesinos en Perú en razón a la mayor facilidad de ser propagadas.

EXTENSIÓN DE LOS BOSQUES DE Polylepís EN EL PERÚ

Una recopilación de los datos de la extensión de bosque de Polylepis a partir de los estudios de la ONERN se presenta en el Cuadro 2.

Este cuadro constituye una recopilación de estudios con diferentes niveles de detalle (estudio de reconocimiento y semidetalle). e incluye solamente las áreas que los técnicos de la ONERN han cubierto. Se sabe, por ejemplo, que en Apurímac también existen bosques de este género que no han sido mapeados; entonces, en la elaboración del Cuadro se ha preferido no estimar su superficie sino sólo registrar datos de los bosques efectivamente observados.

Considerando las limitaciones del cuadro y conociendo la presencia de bosques en otros departamentos, se concluye que el género se encuentra en la mayoría de los departamentos del Perú (18 registros probados). La superficie de queñuales en el Perú se estima en 100 000 ha, siendo probablemente P. pauta la especie de mayor población y la de más difícil evaluación por estar casi siempre mezclada con vegetación de Selva Alta.

La cifra estimada aparentemente gigantesca no debería causar tranquilidad; se recordará que el término "queñuas" involucra -en el caso peruano- diez especies diferentes y que no todas tienen poblaciones extensas. No se trata de conservar una o dos de ellas como representantes de todo el género, sino a cada una de ellas, pues individualmente tendrán sus particulares adaptaciones ecológicas.

Polylepis incana EN EL SUR DE PUNO

DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA

La especie se encuentra en la sección norte del área de estudio, en los bosques de

- la provincia de Lampa - Cabana, provincia de San Román - Juli, provincia de Chucuito - Sillustani y Mesarapata cerca de Vilque, provincia de Puno

Las áreas donde ocurre la especie presentan pendientes de 50-68% y un alto grado de pedregosidad. La ausencia natural P. incana en la planicies se debería a:

- La alta frecuencia de heladas. En las planicies, las temperaturas registradas en casetas meteorológicas son hasta 10°C más altas que en la superficie del suelo; en razón de las temperaturas registradas es entonces de suponer que a nivel del suelo no existe prácticamente ningún día libre de heladas, a menos que estemos cerca a un agente atemperador como el lago Titicaca.

- La falta de pedregosidad o afloramientos rocosos que ofrezcan a las plántulas abrigo contra los vientos fríos y secos, que ayuden ° mantener la humedad y que capten la radiación solar para. irradiarla de noche, atemperando el ambiente. Las plántulas de regeneración natural al germinar parecen no soportar el micro clima de la superficie del suelo en los llanos púnenos. Los pocos árboles cultivados en las llanuras han prosperado gracias a que han sido plantados con su corteza papirácea bien desarrollada y son comúnmente protegidos con muros de piedra y barro.

- El anegamiento frecuente causado por la presencia de una napa freática alta. Cerca de "cursos de agua rápida" se encuentran árboles de P. incana más no cerca de ríos, humedales o lagos de las planicies. En algunos sectores, además, la concentración de sales debe provocar

- intoxicación.

EFECTOS GEOMORFOLOGICOS

Con base en las observaciones anteriores, se han identificado tres formaciones flsiográflcas o combinaciones de ellas en las que es posible encontrar los bosques de P. íncana: a) cerros con afloramientos rocosos, b) valles glaciares o valles en "U", c) cerros con acantilados.

Cerro con afloramientos rocosos

Estos sistemas montañosos pueden tener gran parte de su superficie con cubierta vegetal de pastos y otras rastreras características de los altos Andes. Sin embargo, los lugares con afloramientos rocosos son los únicos donde es posible encontrar árboles de Polylepis. Ejemplo de estas zonas rocosas son el cerro Luntu Luntune en Palca (Lampa), el cerro Pucarani y otros cercanos a la capital de la provincia de Lampa. En estos bosques, se cumple casi a perfección la proporción directa: a mayor superficie de afloramientos, mayor superficie de bosque. Estos cerros pueden presentarse aislados o en sistemas cordilleranos (Fig. 4).

Valles glaciares o valles en "U"

En este tipo de accidente geográfico, los árboles tienden a ubicarse en ambas laderas del valle glaciar, aprovechando hasta los últimos intersticios dejados por las fisuras rocosas desde las partes medias de las laderas hasta los suelos más profundos de la base del valle; sin embargo, no llegan a establecerse en la sección aplanada cuyo suelo está dominado por gramíneas. Ejemplos de este tipo de bosque son los de Pumahuasi y los de Huallane, ambos en la provincia de Lampa (Fig. 5).

Cerros con acantilados

En este caso. el alcantilado puede constituirse en la misma elevación, formando una meseta o aparecer dentro de la configuración de un cerro más grande como una terraza estructural. Los materiales acumulados al pie del acantilado forman pendientes con abundante pedregosidad (derrubios), donde pueden desarrollarse bosques de Polylepis. Ejemplos de este tipo de localización de queñuales son el cerro Yacaré al oeste de la ciudad de Juli, el lado norte del cerro San Francisco de Pataqueña y el cerro Condorire2 al oeste del poblado de Condorire (Fig. 6).

El distrito de Palca en la provincia de Lampa aparenta ser el lugar donde se encuentran los mejores ejemplos de correlación entre actividad volcánica y presencia de bosques. Tobas volcánicas de color blanquecino y cremoso ligeramente alteradas se encuentran por los alrededores formando estructuras columnares. Se necesitaría caracterizar los sustratos geológicos de los bosques de Polylepis en Puno para intentar explicar su ocurrencia.

EXPOSICIÓN

Cuando se observan las exposiciones de los bosques de P. incana, estas no parecen tener patrones; pero examinando los mapas logrados, se nota cierta correlación entre la dirección de los vientos predominantes y la exposición de los bosques. La exposición, al igual que los otros condicionantes, no determina por sí sola la aparición de una especie; es más bien la interrelacción de condicionantes la que finalmente determina la aptitud para su presencia.

A pesar de la diversidad de exposiciones en las que ocurre P. incana en el sur de Puno. se ha notado que la especie prospera mejor en sotavento, en cerros con acantilados y con exposición norte y noroeste donde se encuentran individuos más vigorosos y bosques más densos. Los vientos en el Altiplano son fríos y desecantes, de allí su alta influencia en la presencia y desarrollo de los bosques. En Puno, los vientos predominantes provienen del suroriente; sin embargo es

necesario tener en cuenta que aparte del flujo general de vientos, existen cambios locales en la velocidad y dirección de vientos; por lo que con fines prácticos se deberá confiar primeramente en los datos obtenidos, como lo recomienda Grace (1988) para propósitos agrícolas. En resumen, la exposición de los bosques en el Altiplano puneño está condicionada no solo por la cantidad de insolación recibida por las laderas donde se ubican, sino también por la dirección de los vientos predominantes que 'reacomodan' los efectos de la insolación.

Los bosques de Juli (cerro Yacaré), como ejemplo de buena representación, y los bosques muy ralos en los cerros Caramoco y Viacha situados en el último tercio del camino de la ciudad de Lampa al pueblo de Palca, han sido tomados como modelos para establecer el tipo ideal de exposición para P. íncana. Todos estos cerros presentan acantilados y derrubios al pie.

SUELOS

Siltanen et al. (1987), evaluando la producción de blomasa en función del suelo en rodales de Polylepis incana en Lampa, encontraron lo siguiente:

a) Las queñuas se encuentran en las serles de suelos de origen residual; es decir formados ín sítu (ONERN, 1965). El origen de estas series es variable pero mayormente volcánico (en cuatro de los seis casos estudiados); los otros dos materiales del suelo que mencionan son arenisca/lutita y arenisca.

b) El análisis mecánico muestra las siguientes proporciones: arena 50-74%, arcilla 3-6% y limo 20-30%.

c) Se da una mayor variación en la proporción de arena y una tendencia a un contenido de arcilla un poco más alto en suelos con bosque (dentro del escaso porcentaje que muestran). Los niveles de limo son muy parecidos en promedio en todos los sitios estudiados.

d) La textura es variable, desde franco arenoso a franco arcilloso.

e) Existe una correlación entre la fertilidad del horizonte A del suelo y la producción de biomasa. Esto podría ser consecuencia de las raíces superficiales de las queñuas; sin embargo, la correlación no es muy clara en tres de los seis bosques estudiados.

f) Aparentemente el crecimiento de la queñua es favorecido por niveles altos de potasio y una capacidad de intercambio catiónico de hasta 1418 ppm y 21.6 meq/100 g.

g) La profundidad del suelo no es determinante para la presencia de bosques de Polylepis. aunque sí influye en su productividad.

h) Mediante diagramas de fertilidad modificados por Van Hoof (1978) y Cari (1988), de seis ejes o escalas con los factores en estudio (pH, M.0.%, N%, Pppm, Kppm y CIC) y evaluando el área de Interconexión de los valores obtenidos, se llega a una expresión numérica que representa la fertilidad relativa. Así, encontraron que el promedio de fertilidad relativa de los lugares con bosque es de 375, y de sólo 166 en sitios sin bosque.

Cabala (1973) al estudiar los suelos forestales del sector de Cara Cara, al norte de la ciudad de Lampa y contiguos a nuestra área de estudio, determinó lo siguiente:

i) Los suelos son superficiales.

j) El contenido de materia orgánica en el suelo forestal fluctúa entre 6% y 32% y el pH entre 5,0 y 6,6. En este estudio el valor del pH alcanzó 6,0.

k) El nitrógeno asimilable es en promedio 36 kg/ha, al fósforo le corresponde 200 kg/ha y al potasio 182 kg/ha.

Urcuhuaranga2 opina respecto al punto (a) que según sus observaciones, los suelos de queñuales pueden ser de origen glaciar

2 Urcuhuaranga, F. 1989. Dirección de Suelos, ONERN. Comunicación personal.

(morrenas), residual (areniscas) y coluvio aluviales de material volcánico y sedimentario, pero no necesariamente suelos volcánicos. Además. hace notar que hay contradicción en cuanto al análisis mecánico (b) y la textura de suelos (d) pues con 3-6% de arcilla no se podría tener texturas franco arcillosas. Respecto del contenido de potasio (f). considera que a las especies de Polylepis les favorece un contenido bajo de este elemento, y pone de ejemplo el punto (k) que registra 182 kg/ha considerado bajo en términos técnicos. Según Urcuhuaranga los suelos de queñuales requerirían potasio disponible en menos de 300 kg/ha.

CONDICIONANTES CLIMÁTICOS

En vista de la ausencia de datos meteorológicos reales tomados dentro o en cercanías de los bosques, se presentan algunas especulaciones de sus probables efectos.

Temperatura

Los bosques aparecerían dentro de rangos termales; en el área de estudio el límite termal inferior condicionaría la presencia del bosque.

Para efectos de explicación, se usará un paisaje teórico del Altiplano (Fig. 7). En este paisaje se consideran áreas cordilleranas o montañosas a aquellas que tienen altas pendientes y sobresalen fácilmente en el paisaje por sus elevaciones de más de 50 m sobre los llanos o planicies; estas áreas tienen buen drenaje y por lo general muestran afloramientos rocosos. Las lomadas altas son ondulaciones en los llanos que sobresalen en poco más de 25 m de alto; las pendientes no son pronunciadas, los suelos presentan buen drenaje y algunas de sus cumbres muestran afloramientos rocosos. Los llanos son áreas planas o ligeramente onduladas con pendientes promedio de 4%; en ellas discurren los ríos y hay humedales. Estas áreas tienen suelos por lo general mal drenados y en algunos casos, altas concentraciones de sales.

Por la noche, el aire frío fluye hacia los llanos o planicies, donde se forma una suerte de bolsón o laguna de aire frío, encima de cuyos bordes comienza el bosque. En estos lugares, las temperaturas permiten prosperar a las plántulas de regeneración natural. El bosque ocurre como si hubiese sido plantado sobre una línea casi a nivel, que es la forma que tomaría la línea de igual temperatura o Isoterma. Como se verá más adelante, también existe la posibilidad de que esta línea de la base del bosque sea quizás, producto del nivel hasta el cual retrocedieron los bosques por efecto de la expansión de los cultivos practicados en los terrenos ubicados por debajo de ellos.

Los llanos o planicies siempre habrían estado exentos de árboles debido a los efectos de las lagunas de aire frío. en cuyo fondo quizás se registren hasta -35 °C en las noches más frías. En los bosques situados por encima del límite térmico, la temperatura desciende alrededor de -15°C en situaciones extremas.

Los valores de temperatura que se dan son ensayos teóricos, basados en observaciones realizadas en los bosques de Lampa cercanos a las planicies entre Juliaca y Pucará.

Las cumbres de lomadas altas pueden estar por encima del límite térmico y poseer bosques ralos si los otros condicionantes son favorables. No obstante, en este estudio solo se encontró una lomada alta con muy pocos árboles de queñua. aún cuando presentaba grandes afloramientos rocosos columnares (al oeste de la Intersección de los ríos Chocaña y Chilacache. a unos 10 km río arriba de Huanacamaya, inmediaciones del cerro San Francisco de Pataqueña. Mazo Cruz).

Precipitación

Los alrededores del lago Titicaca y las áreas beneficiadas por los vientos que arrastran humedad del lago, son los que registran los mayores valores de precipitación del Altiplano puneño. En la época de lluvias, el flujo de vientos proviene del sureste; por tanto el sector noroccidcntal, en el cual se encuentra la provincia de Lampa, recibe mayores cantidades de lluvia.

Teóricamente, la cota de precipitación media anual de 500 mm marcaría el área de distribución límite de Polylepis Incana; sus bosques estarían bien representados solamente a partir de 550 mm de precipitación.

CARACTERÍSTICAS DE LOS BOSQUES

Vegetación acompañante

Velásquez (1987) estudió la flora de los queñuales de Lampa; dado el predominio de P. tncana en esta provincia se le tomará como referencia. Velásquez determinó 210 especies repartidas en 145 géneros y 64 familias. Las familias mejor representadas fueron: Poaceae (gramíneas) con 34 especies, Asteracea (compuestas) con 34 especies, Fabaceae (leguminosas) con 13 especies y Brassicaccae con 8 especies.

El análisis de frecuencia absoluta y relativa señala las especies de mayores índices: GnaphaHum purpurea. Valeriana raalcata, Hordeum muticum,Vasquezla titicacensis,Festuca orthophylla.Bacharis incarum. Lepechinia meyenil, Perezia multffiora, Galinsoga mandonii, Polylepis sp, Chuquíaoga jussieui, Eupatorium stembergianum, Plantago montícola, Stipa ichu, Múhienbergia llgularis, Stipa obtusa. Festuca dolichophylla, Ephedra rupestrts, Stevia mandonoo. Trifolium repens, Achryrocline ramosissima, Nasella publifora, Chenopodium ambrosloldes, Bouguerla nubicola, Capsella bursa-pastorís. Erodium cicutarum. Satureja Brevicalix, Trifolium amabüe, Muerdenbeckia volcánica, Eragrostis nigricans, Gentiana postrata, Hellotropium sp., Relbunium ciliatum , Hypochoerís taraxacoides, Muhiembergia peruviana, Siphocampylus tupaeformís, Senecio vulgaris, Calamagrostis heterophylla.

El análisis del cuadro-inventario señala a las siguientes como abundantes: Muhienbergia ligularis, Bouteloua stmplex, Stipa obtusa,Polypongon menspellensis. Vicia gramínea, Stipa Ichu, Eragrostis nigricans, Stipa inconspicua, Calamagrostis heterophylla. Festuca orthophylla, Hordeum mutlcum, Muhienbergia cillata, Poa annua,

Festuca dolichophylla, Muhtenbergia peruviana, Eragrostis lucida, Pipbochaetum sp., Paspalum pigmaeum, Hypochoeris microphylla, Solanum nigrum, Vasquezia titicacensis, Steuia mandeníi, Alchemilla erodtffolla, Peperonla peruviana, Usnea rúbtginea, Achyrocitne ramosissima, Ephedra rupestris. OpuntiaJIocosa, Galinsoga mandonü, Valeriana radicata, Notholaena nivea, Peperonia verruculosa, CapseU.a bursa-pastorís, Gnaphaltum purpurea, Calamagrostis vicunarum.

En este trabajo se propone a la especie Chuquiraga jussleut Gmelln, como una planta indicadora de la calidad de sitio para establecer plantaciones de P. incana.

Estructura del bosque

Para estudiar la estructura de los bosques se han incluido figuras que muestran al semidetalle partes representativas de bosques de queñuas que serán útiles en las comparaciones que se hagan entre ellos. Así la Fig. 8a muestra un perfil de la estructura del bosque sin incluir las plántulas menores o Iguales a 50 cm de altura; sólo se representaron las ramas más conspicuas y sus sinuosidades simplificadamente.

Los ejemplos precedentes corresponden a las partes altas del bosque de Pumahuasi o Pomasi en Lampa (4300 msnm aproximadamente), y se utilizó por ser uno de los que muestra menos intervención humana. La intervención o uso de los bosques de Polylepis cambia totalmente su configuración estructural. Por ejemplo, si se observa el perfil estructural del bosque de Cabana, Provincia de San Román a 3950 msnm, se verá que la altura del bosque es sensiblemente menor que en Pumahuasi (compare Figs. 8a y 9a). Además casi no es posible ver los fustes de los árboles, ya sea porque han sido cortados o porque el follaje los cubre totalmente. El tipo de extracción -mayormente leñera- 1os achaparra.

La Fig. 8b representa la proyección de copas de los árboles muestreados. El contorno de las copas es más complejo y muchas de ellas pueden dejar pasar la luz del sol en forma directa.

La Fig. 8c muestra la distribución de los árboles con alturas mayores a 50 cm, pudiendo también ser plantas producto de acodos naturales. Los círculos representan los diámetros a 0.3 m del suelo; el diámetro más grande en esta parcela de evaluación es de 70 cm.

La Fig. 8d muestra la distribución de las plántulas de queñua menores o Iguales a 50 cm de altura. Las plántulas nuevas producto de acodos naturales, originados por ramas que se alargan sobre el suelo y enraizan, se representan en la figura dentro de círculos punteados.

Los acodos naturales aparentemente surgen cuando una plántula germinada sufre daños en su tallo principal lo que la obliga a ramificarse. Las ramificaciones muy cercanas al suelo pueden formar sístema radicular, este sistema de propagación vegetativa "natural" no se ha estudiado bien y no se conoce si puede conducir a tener árboles grandes o solamente matas de hasta un metro, como parece ser el caso.

Posiblemente por su mayor accesibilidad (cercanía al poblado de Cabana) y pequeña extensión, este bosque ha sido fuertemente utilizado. Los fustes mayores de 1,5 m de altura son escasos, las ramas inferiores prácticamente rastrean el suelo y en muchos casos han formado esquejes o acodos naturales que dificultan la evaluación como plántulas individuales. Note también, que gran parte del follaje de este bosque está en contacto con el suelo y que sus alturas han cambiado por intervención humana.

La proyección de copas del bosque de Cabana se tomó con el follaje del tronco "padre" más el de sus rebrotes por esqueje (Fig. 9b). Es necesario aclarar que la parcela de evaluación del bosque de Cabana se ubicó en el lugar más protegido del viento, donde potenclalmente pudo haber llegado a parecerse al bosque de Pumahuasi; la parte desprotegida muestra árboles achaparrados naturalmente.

Lo achaparrado del bosque de Cabana es la razón por la que muestra una apariencia más densa; ya que al visitarlo, uno camina más

entre ramas y follaje que debajo de ellos, como se haría en el bosque de Pumahuasi.

Aprovechamiento de los bosques

La única posibilidad de conocer los volúmenes de P. incana aprovechados en el área de estudio y su destino es urgando en las crónicas u otros documentos relacionados con el comercio y/o transporte de leña de queñua hacia los hornos de fundición de minerales en la época colonial y determinar indirectamente el volumen de madera usada, así como aproximados sobre la extensión de los bosques en ese entonces. La arqueología, o las ciencias sociales en general, tienen mucho que aportar al respecto.

En la provincia de Lampa habrían existido hornos de fundición de minerales en Palca, Campaque, Umpucay Lamparaquén (Flores, 1928). La concentración de estos ingenios mineros en la provincia obedecieron seguramente a la disponibilidad de minerales y leña. Al referirse a las queñuas. Flores dice:"... se beneficia leña y carbón, cuya fabricación ha creado una industria pequeña, y de buenos beneficios".

Durante el trabajo de campo se captó información de los lugareños sobre el consumo y comercialización de leña en el área. Así, se habla de una disminución de la densidad y desaparición de los bosques del sector de Cantanani cercanos al pueblo de Palca. Según un campesino3, los queñuales que rodeaban su casa fueron en algunos casos perdiendo densidad y en otros desapareciendo a consecuencia de la fabricación de carbón de leña.

Actualmente ya no se comercializa la leña como se solía hacer en los mercados pueblerinos hasta hace diez años. La policía comenzó a hacer cumplir la veda para Polylepis al haber sido declaradas en vía de extinción en 19734. Sin embargo, aún se continúa fabricando carbón de estos árboles en diferentes puntos de Lampa, y cada cierto tiempo vienen compradores de Arequipa a llevarse el producto por camionadas. Es decir, el comercio comunal-rural de leña ha sido controlado, pero no el comercio industrial que seguramente Involucra cantidades mayores.

Aún en lugares aparentemente Inaccesibles por la distancia a los centros poblados, no ha sido posible encontrar ningún bosque o sector del mismo que no muestre rasgos de haber sido aprovechado. Es frecuente encontrar ramas de hasta 8 cm de diámetro rotas manualmente por flexión y torción, o árboles que sufrieron cortes o

3 Sr. Faustino Méndez Méndez. Profesor cesante, 52 años de edad natural de Puno. 4 Decreto Supremo N 1014-73-AG del 31 de octubre 1973. Esta es en realidad la segunda veda, en 1943 se había decretado una veda para los bosques de queñuas en Puno (D.S: N 532 del 29 de mayo de 1943).

quebraduras causadas por serruchos, machetes, hachas, barretas lijuñas y sogas5, como consecuencia de la extracción de leña.

El uso de queñuas por parte de los campesinos de Lampa continúa, aunque sin su faceta mercantil de ferias pueblerinas como antaño. El lector de Lampa pertenece a la sección cultural quechua del área de estudio. Esta sección parece ser la única que participa del Llantakuy, palabra quechua con la que se designa a la actividad de recolección y transporte de leña dentro de un elaborado sistema de retribuciones económicas y sociales. El Uantakuy ocurre por varios motivos sociales y económicos; por ejemplo, cuando un niño recibe su primer corte ceremonial de cabello (Rutuchi), lo cual implica que exista un padrino y los compadres. El padrino tiene la obligación de regalar algo útil a su ahijado, dos cabezas de ganado por ejemplo; a su vez, los padres del niño realizan un Uantakuy (recolecta y transporte de leña a la casa del padrino), como una forma de retribuir las atenciones. Claro está. las fórmulas sociales indican que primero deberá entregarse la leña para obtener el regalo del padrino.

El llantakuy parece estar restringido al noroeste de Lampa (pueblo de Paratia), pero pareciera que variantes de esta actividad existen también en Acobamba, Huancavellca y en Ancash, a varios cientos de kilóetros de Puno. Entonces, es probable que esta actividad pudo haber estado difundida en el mundo quechua y hoy solo queden resagos en los lugares donde aún existen áreas boscosas y reductos quechuas, como parece ser el caso de Paratia.

E1 uso de queñua como material de construcción apenas si ha tenido algún efecto en el bosque; en muchas de las casas de la ciudad de Lampa el soporte de los tejados es de queñua; pero estos maderos no han sido cambiados desde que fueron construidos en la época colonial

5 Las lijuñas son pequeñas herramientas usadas en el aporque manual de tubérculos; también es utilizada para proveerse de leña. Tienen una lámina de fierro con la que se efectúan los cortes. Las sogas se utilizan para atar, tirar y quebrar o ayudar al corte de las ramas con diversas herramientas. Normalmente se requieren más de dos personas en las operaciones de extracción de leña con ayuda de sogas.

o principios de la época republicana6. Hoy en día, las nuevas construcciones utilizan maderos de eucalipto en su mayor parte, el cual ha desplazado a la queñua en este uso.

Muchos de los lugares donde se encuentran bosques de P. tncana están asociados a áreas en las cuales se practicó la agricultura, ya sea en el mismo bosque o en sus cercanías. Así, es posible encontrar terrazas pequeñas en bosques con pedregosidades excesiva, y terrazas largas en bosques con pedregosidad reducida y suelo trabajable. Las paredes de sostén de las terrazas no son muy elaboradas y parecen datar del preincanato; seguramente se utilizaron las áreas boscosas para aprovechar sus características climáticas y edáficas. Muchas de estas terrazas han sido abandonadas y el bosque ha ganado terreno nuevamente como lo observaron Siltanen et al. (1987) y Fjeldsa (1987) en los bosques del sector de Cara Cara, Lampa.

En el cerro Huallatane, a 10 km al norte de la ciudad de Lampa, las plantas de papa (Solanum tuberosum) cultivadas cerca de árboles. relictos de un bosque de queñua, muestran un desarrollo más vigoroso que sus homologas alejadas de los árboles. Observaciones similares se han hecho en Bollvia7. Por su parte, en Oyón, Lima y en las partes altas del valle del Huallaga, Pasco, Fjeldsa (1987) ha observado áreas de cultivo alternadas con bosques de Polylepis mezcladas con otras especies arbóreas y arbustivas.

Algunos bosques de P. tncana en Lampa muestran en su interior ruinas de "chullpas" o almacenes, habitaciones, etc; sin embargo, todavía no se han hecho estudios completos de arqueología que establezcan la relación entre las antiguas culturas andinas y los bosques dentro de los cuales hoy se encuentran estas ruinas. Por el momento, se puede adelantar la especulación que eran parte del complejo sistema de colonias o "islas ecológicas" occidentales del pueblo

6 Méndez, E. 1989. Estudiante de la Universidad Nacional Agraria La Molina. Comunicación personal. 7 Mertens, P. 1989 . Bruselas, Bélgica. Comunicación personal. 46

Aymarae antes de la expansión paulatina de la cultura quechua desde el Inicio del Imperio Incaico hasta sus actuales asientos.

Distribución altítudinal

Los valores extremos de altitud hallados para P. incana son 2100 y 4500 msnm. Se supone, entonces, que el rango altitudinal óptimo debe estar entre 3000 y 4400 msnm.

Algunas características dendrométricas

Los árboles de P. incana más altos encontrados en bosque naturales fueron de 5,5 m con diámetros de 70 cm. En condiciones cultivadas8, la altura máxima observada fue de 10,8 m y el diámetro máximo de 80 cm. Los valores dendrométricos máximos para el género deben estar alrededor de los registrados por Fjeldsa (1987) en la quebrada Pucavado de la Cordillera Blanca (Ancash): 18 m de altura y 90 cm de diámetro.

8 Los Lupacas, uno de los reinos más importantes de los 16 que conformaron la sociedad aymara, tenían colonias a 40 o 50 días de viaje. Desde las orillas del lago Titicaca hasta los primeros bosques de P.incana de Lampa se necesita poco menos de un día de camino. 9 Ex-hacienda Llungo, al noreste de las ruinas de Sillustani, Puno. Los árboles se localizan en una sección baja de paisaje y deben recibir la influencia benéfica de la humedad de la Laguna Umayo.

Polylepis tomentella EN EL SUR DE PUNO

DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA

Los bosques de P. tomentella se distribuyen en la sección sur del área de estudio. Los lugares en los que se encuentra esta especie son:

- Santa Rosa de Juli - Queñoapacheta. Pizacoma - Cerro Llallauhua y adyacentes - Sector Pampa del Capazo

Al Igual que P. Incana. todos los bosques de P. tomentella se encuentran en pendientes que, en este caso. oscilan entre 48 y 62%, La pedregosidad también tiene una relación directa con la ocurrencia del bosque; en muchos sectores estudiados, como el de Queñoapacheta en Pizacoma. hay un límite claro con el área de planicies o fondos de quebradas y valles; por tanto, el ecotono bosques-pastos es muy claro y corto, reduciéndose algunas veces a dos metros. Las planicies estarían exentas de bosques de P. tomentella por las mismas razones estipuladas para P. Incana.

El material de la pedregosidad y afloramientos rocosos está compuesto de rocas ígneas producto de la actividad volcánica de eras geológicas pasadas que caracterizaron el área. más aún al suroeste puneño.

EFECTOS GEOMORFOLOGICOS

Esta zona muestra características geológicas correlacionadas con la bosques de P. tomentella. La roca madre y la pedregosidad de los cerros está conformada casi exclusivamente de rocas ígneas de color rosado,

muy porosas que denotan la actividad volcánica de expulsión de estos materiales mezclados con gases que formaron los agujeros. El resto de los materiales son rocas sedimentarias.

Para los bosques de P. tomentella se reconocen dos formaciones geológicas características: a) cerros con afloramientos rocosos y b) cerros con fallas verticales; ambos con pedregosidad de rocas ígneas. Estos dos tipos de formaciones ya ha sido descritas en la sección de P. incana; aquí se describirá sólo la primera por ser la más común y presentar algunas particularidades con esta especie.

Cerros con afloramientos rocosos

Los afloramientos en este caso se presentan mayormente en las cumbres y laderas empinadas y sinuosas de los cerros, dejando libres de pedregosidad a los pequeños vallecitos que surgen entre ellos y que suelen estar dominados por gramíneas.

El bosque de P. tomentella ocupa las áreas pedregosas que salen de las zonas montañosas y llegan hasta las lomadas altas, dejando Ubres las demás secciones de lomada alta sin pedregosidad. Esto demuestra la importancia de la pedregosidad en la ocurrencia de la especie. Contrariamente a lo que ocurre con P. incana, estos bosques no tienden a agruparse en el fondo de quebraditas que se forman al encontrarse las sinuosidades de los cerros, sino que utilizan casi exclusivamente el "lomo" de las sinuosidades y aún la cumbre de los cerros con afloramientos rocosos.

EXPOSICIÓN

En el caso de P. tomentella, la exposición está mejor definida que para P. incana. En general, los bosques de P. tomentella presentan exposición este y se ubican en las montañas que forman la Cordillera Occidental. Pareciera que las precipitaciones orográflcas que ocurren en el área determinan su ocurrencia. Detalles de las ocurrencias particulares de estos bosques se verán en el capítulo siguiente.

SUELOS

No se conocen estudios de suelos en los bosques de Polylepis tomentella; por el momento sólo se pueden proponer algunas hipótesis:

a) Los suelos serían series formadas in situ. de origen volcánico y de buen drenaje.

b) El horizonte superficial (horizonte A) de los bosques de P. tomentella sería sensiblemente más delgado que los de P. tncana. pero con similar capacidad de intercambio caüónico.

c) La fertilidad relativa de los suelos sería similar en promedio a los de P. íncana.

Los valores de pH registrados en este estudios muestran un promedio de 4,7 en el horizonte superficial, o sea, más ácidos que en los bosques de P. Incana.

CONDICIONANTES CLIMÁTICOS

Con base en los escasos datos meteorológicos del área de estudio (más aún para los sitios de ocurrencia de P. tomentella) y la limitación de tener a las estaciones de control alejadas de los bosques, se presentan a continuación algunos supuestos.

Temperatura

Polylepis tomentella sería capaz de soportar temperaturas extremas mínimas y máximas récord para el desarrollo arbóreo en los Andes: -30°C a 28°C en los habitats más difíciles y de -20 a 20°C en habitáis donde frecuentemente ocurre. Los cambios extremos de temperatura en el habitat de P. tomentella se pueden presentar en periodos muy cortos (horas) y son difíciles de predecir. Sin duda, este árbol ocupa el área andina térmicamente más difícil.

Los extremos de temperatura propuestos no son promedios sino extremos absolutos. Temperaturas por debajo del mínimo planteado Imposibilitarían el Implante natural de P. tomentella: asimismo, temperaturas superiores al máximo formarían habitats desventajosos. pero no Imposibilitarían el enclave de esta especie.

Precipitación

En términos de necesidades hídricas, P. tomentella también muestra características excepcionales al asentarse en las áreas altoandinas más desfavorecidas con precipitaciones. La cuota mínima requerida es 250 mm de precipitación promedio anual, pero a partir de 300 mm comenzarían a ocurrir bosques mejor representados. En el Altiplano. los 680 mm de precipitación marcarían el límite de distribución de P. tomentella; arriba de estos valores la competencia de otras plantas u otras especies de Polylepis no le darían oportunidad de implantarse.

Seguramente la pedregosidad que evita la evaporación de la escasa humedad permite la presencia de P. tomentella. Falta conocer si esta especie obtendría cuotas hídricas adicionales por escorrentía o bancos de niebla.

CARACTERÍSTICAS DE LOS BOSQUES

Vegetación acompañante

Evaluaciones de la vegetación herbácea en un bosque del extremo sur de Puno (ladera norte de cerro Chila, al sur de la Pampa del Capazo) a 4400 msnm determinaron que la cobertura de la vegetación no arbórea es bajísima -de 20 a 45% del suelo- existiendo abundante pedregosidad (Chang10). Todo esto contrasta fuertemente con las áreas de planicies no montañosas con coberturas de vegetación más

10 Chang, A. 1969. Dirección de Agrostología, ONERN. Comunicación personal.

densas y casi Ubres de pedregosidad. Dentro de esta baja representación agrostológlca, los pastos predominantes son Calamagrostis heterophylla y Calarncigrostis vicunarum. Acompañan a estos pastos Werneria sp.. Sttpa ichu, Eleocharis albtbracteata, Plantago rígida, Carex ecuadorica, Alchemilla pinnata, Nototriche sp. o turpas cuyas raíces parecen gustar a las vicuñas. También presente la almohadillada Picnophyllum sp.

En este estudio se encontraron, además, la yareta (Azorella sp.) con tanta o más abundancia que los árboles de P. tomentella entre los cuales se halla en el cerro Carahura al este de la laguna Loriscota, cerca del límite entre los departamentos de Puno y Moquegua a 4550 msnm. En el trabajo de fotointerpretación, las yaretas fueron equivocadamente marcadas como parte del bosque de P. tomentella, y aún en el trabajo de comprobación de campo; sólo de cerca fue posible distinguir la diferencia.

Entre las plantas comunes en los bosques de P. tomentella se encontró la canlla (Margyrtcarpus strictus), individuos aislados de tola (Parctstrephia lepidophylla) y huirá huirá (Achyrocline alata). Lupinus sp.. de llamativas inflorescencias amarillas (Cerro San Francisco de Piñón), raramente se encuentra dentro de estos bosques.

La especie Chuquiraga Jussieui se ha propuesto como planta indicadora de sitios aptos para P. incana; por contraposición, en el área de estudio se puede afirmar que los lugares donde ya no se encuentra esta planta son aptos para bosques o plantaciones de P. tomentella.

Estructura del bosque

No fue posible encontrar bosques poco aprovechados; luego, las figuras de representación de los bosques tendrán este sesgo, sin embargo son ilustrativas pues presentan la realidad. Los ejemplos son tomados de los bosques de San Francisco de Piñón en Santa Rosa de Juli a 4300 msnm, aproximadamente. En este acápite se utilizó la misma metodología que para los bosques de P. incana.

La figura 10a muestra el perfil de la estructura del bosque sin considerar las plántulas menores de 50 cm de altura. Una de las características más saltantes de este tipo de bosque en su poca altura (2 m en promedio), con arbolillos de copa globosa y compacta. Se ha dibujado también el único árbol muerto que permanecía en pie -extrañamente con pocos daños* que se encontró en todo el área de estudio. Su muerte no parece deberse a la vejez (tiene 20 cm de diámetro en el cuello), sino más bien a las apenas perceptibles huellas de quemaduras que mostraba.

La Fig. 10b representa la proyección de copas de los árboles muestreados de más de 50 cm de altura. Como puede observarse, la forma de las copas es circular en la mayoría de los casos (compare con Fig. 8b y 9b). La parcela de evaluación se estableció en uno de los sectores más densos del bosque de P. tomentella. La densidad de los bosques de esta especie rara vez llega a ser como el muestreado; una muestra de densidad pobre sería el sector comprendido entre los metrajes 6 al 12, y uno denso los metrajes superiores. Los bosques de densidad aún más pobre deberían estudiarse para determinar si tal ocurrencia es natural o creada por el hombre.

La Fig. 10c muestra la distribución de los árboles con alturas mayores a 50 cm. El diámetro máximo fue solamente de 25 cm. Los círculos punteados son grupos de plantas en los que se encuentran plántulas por acodo menores y mayores de 50 cm. Las representaciones del diámetro con una "X" son árboles muertos; por ejemplo, en el metraje 2 al 4 aparece un par muy juntos a los cuales también se encerró en un círculo punteado pues muestran su separación desde la base, como si fuesen resultado del desarrollo de plántulas por acodo.

La Fig. 10d muestra la distribución de las plántulas menores o iguales a 50 cm de altura. Nótese que existe un aumento en el número de plantas de "acodos naturales" con respecto al bosque de Pumahuasi (compare con Fig. 8d).

Estos bosques, al igual que los de P. incana, sufren los efectos de la extracción leñera, mayormente manual (roturas por flexión o torción).

lo cual ha achaparrado a muchos individuos dando como resultado que algunas de sus ramas inferiores se arrastren por el suelo y formen acodos naturales. También existen individuos de porte superior; debajo de ellos se encuentra abundante regeneración natural formando un círculo casi perfecto y compacto de plántulas; no obstante, esas plántulas parecen ser más bien producto de sistemas de propagación vegetativa dada su presentación un tanto rastrera, antes que erguida como debería presentarse un individuo nacido de semilla. Sin embargo, no se encontraron ramas bajas que pudieron haber dado origen a estas plántulas por acodos, y lamentablemente los árboles se encuentran muy maltratados como para obtener conclusiones definitivas.

Aprovechamiento de los bosques

Para conocer el uso histórico de los bosques de P. tomentella, es preciso, tal como en el caso de P. incana, revisar documentos de la colonia relacionados con el transporte, comercio e impuestos pagados con leña. Sin embargo, para P. tomentella quedan todavía reminiscencias de este transporte y comercio de la época colonial, aunque no se puede asegurar que antes de la colonia no se estuviera haciendo lo mismo.

Los arrieros fueron los tradicionales transportistas y a veces comerciantes de infinidad de productos -entre ellos la leña- en la época colonial. En el área estudiada, los arrieros todavía proveen de leña a mercados donde ofrecen sus productos en días fijos. Además de leña. también ofrecen otros combustibles no fósiles, como estiércol de diferentes animales, paja y otros arbustos leñosos.

La leña de queñua es extraída y transportada desde los bosques de Condorire y Santa Rosa de Juli hasta los mercados de Yunguyo. Tanapaca y Chaca Chaca en la provincia de Chuculto. El transporte de leña se hace a lomo de llamas y se necesitan de dos a cuatro días de Jornada para cubrir la ruta. Los arrieros tienen fechas muy precisas en las que se trasladan a colectar y transportar la leña de queñua. Sus planes están fijados con meses de anterioridad, pero siempre coinciden con los días de feria en los pueblos mencionados.

Los poblados de Santa Rosa de Juli y Mazo Cruz son los centros del comercio de carbón y leña de queñua; en los meses de estío se transportan grandes cantidades (camionadas). Varias guarniciones del Ejército Peruano en el sur de Puno también utilizan leña de los bosques de queñua.

El poblado de Pizacoma está relativamente cerca del bosque de Queñoapacheta; en este poblado se conserva parcialmente una antigua técnica para la construcción de estructuras de soporte de techos. Estas estructuras están hechas de una mezcla de arcilla y chillihua (Festuca doltchophylla?) comprimida en moldes curvos que producen arcos para sostener el techo. Estas estructuras reemplazan o prescinden del uso de ramas o troncos de árboles. Averiguar por qué se desarrolló esta tecnología, teniendo bosques relativamente cerca, podría ofrecer alguna visión del uso pasado de los bosques por parte de los lugareños.

En el pasado, la deificación de algunas montañas pudo también haber contribuido a la no utilización o a un uso restringido de los bosques allí existentes. Esta deificación" de las montañas correspondería a la tónica general de la Sierra peruana, donde se consideran morada de lo sagrado y divinidades en sí.

Su vinculación con los pueblos pastores era muy marcada en el siglo XVI. En crónicas y versiones orales se nos habla de los cerros como propietarios de los animales silvestres y protectores de las recuas domésticas, como fuente o lugar de creación de la flora, fauna y aún del hombre mismo. Considerando que muchos de los bosques de P. tomentella están cerca o entre las principales montañas de la Cordillera Occidental, su estudio merecería alguna atención. Ansien (1986) ha presentado evidencias de cómo árboles y montañas tenían valores míticos en el pensamiento andino; las relaciones míticas de cerro-bosque-agua harían aún más importantes estos elementos en la economía del incanato y darían posibles herramientas para utilizarlas en la educación amblental-rural.

11 Millones (1975) estudió el caso de deificación del contrafuerte Solimana en el sur de la Cordillera Occidental aproximadamente entre el límite político departamental de Puno y Arequipa. La literatura de las ciencias sociales andinas tiene muchos ejemplos más por revisar.

Las acciones de la Iglesia católica para extirpar Idolatrías en los siglos XVI y XVII incluían la sustitución de divinidades, poniendo cruces en los adoratorios de las abras de los caminos (apachetas12), cumbres de montañas sagradas, etc. Además, se trató de cambiar los nombres autóctonos por nombres de santos; cuatro cerros cercanos a Mazo Cruz y Santa Rosa de Juli tienen nombres autóctonos precedidos por el de un mismo santo: San Francisco de Orcarara, San Francisco de Piñón, San Francisco de Pataqueña y San Francisco de Pachapaque. Estos son los únicos cerros con denominaciones castellanas, los demás del área y en muchos kilómetros a la redonda tienen nombres vernáculos en quechua y aymara. Es muy posible que estos cerros hayan sido santuarios, y por lo tanto, recibido un trato especial con los bosques que aún hoy sustentan.

En Lampa, un lugareño que sirvió de guía al bosque de Vila Vila objetó la extracción de muestras botánicas de los árboles de queñua, pues antes había que pedir permiso al cerro. Así, sacó un poco del fiambre, lo repartió e instruyó como ofrendar al cerro. Después de la ofrenda se pudo sacar las muestras botánicas sin temor a enfermar o sufrir accidentes por causa del cerro.

Algunos árboles viejos de queñua reciben un trato especial al ser considerados "abuelos", oráculos y cuidadores del ganado, tal como lo reporta Anslón (1986) para el Callejón de Conchucos. Ancash. El temor de cortar árboles viejos de Polylepis en Puno fue registrado por Pulgar (1967) citado por Sympson (1979).

La distribución de P. tomentella en el área de estudio corresponde más o menos al área de influencia aymara. En estos bosques no ha sido posible determinar su utilización bajo presiones de índole cultural como con el Llantakuy, que parece ser más bien una actividad practicada exclusivamente por el sector cultural quechua (norte del área de estudio). Sin embargo, todos los bosques visitados presentan huellas de haber sido utilizados y de haber sido Incendiados total o parcialmente.

12 Queñoapacheta (Queñoa=Polylepis; apacheta=adoratorio). En la cima del cerro Yacaré, Juli (con bosques de P. incaná) se observan varios montículos de piedra que serían apachetas; es posible que en cada bosque cercano a caseríos o pueblos hayan apachetas con diferente grado de vigencia.

Distribución altitudinal

Los límites mínimos y máximos altitudinales para P. tomentella son 3100 y 5200 msnm. El Altiplano puneño está sobre los 3800 msnm y algunas de sus montañas sobrepasan los 5000 metros de altitud. Para los bosques observados, la altitud de ocurrencia se encuentra entre los 4000 a 4700 msnm aproximadamente.

Algunas características dendrométricas

Un ejemplar de hasta 4 m de altura fue encontrado en el cerro Tancapata, a 4200 msnm; el diámetro más grande encontrado fue el de un tocón de 50 cm de alto, que medía en promedio 50 cm de diámetro (excéntrica de 40 x 60 cm), en el cerro San Francisco de Piñón a 4300 msnm. Estos valores contrastan fuertemente con la gran masa boscosa de P. tomentella que tiene valores dendrométricos reducidos; no obstante, nos hacen suponer que de comenzar un programa de plantaciones podrían obtenerse ejemplares superiores.

DISMINUCIÓN DE LOS BOSQUES DE P. tomentella EN LAMPA

Según las observaciones realizadas, se puede afirmar que los bosques no sólo se reducen por los bordes o flancos más accesibles, sino que también hay una disminución paralela dentro del bosque. Así, pueden existir bosques que aparentemente no han sufrido disminución de tamaño si fuesen observados mediante fotografías aéreas en lapsos largos de tiempo (décadas por ejemplo); pero internamente han sido carcomidos por el cáncer leñero y carbonero que poco a poco va disminuyendo la densidad del bosque. Los leñadores y carboneros extraen los árboles más fáciles de cortar, que generalmente son los de diámetro mediano. Estos serían los árboles que mejores semillas producen para la posible regeneración del bosque. Los árboles muy

maduros tienen por lo general semillas con bajo poder germinativo y cuando mueran serán de todos modos utilizados por los explotadores. Luego, en los bosques van quedando rebrotes muy pobres, plántulas a partir de acodos y algunos árboles sobremaduros.

Para conocer algunas características de desaparición de los queñuales en Lampa se analizará la Fig. 11 construida con información del Anexo 4. El estrato inferior tiene un diámetro promedio mayor al estrato medio, debido presuntamente a que los árboles que han sido aprovechados son achaparrados por el uso, y aún con una edad mayor a árboles del estrato medio, quedan siempre en el inferior. Evidentemente la estratificación no muestra los estados de desarrollo del bosque sino sólo los tamaños registrados a la hora de su análisis.

El número de árboles talados por hectárea es consistentemente mayor en los estratos más bajos, debido a que la actual extracción es manual y/o con herramientas simples; además, motivos culturales Impedirían que se corten los árboles más grandes. Esta situación no va a ser perenne; es de esperar que los móviles culturales comiencen a usar métodos de cosecha más destructivos como el hacha o sogas Jaladas por varias personas para quebrar o ayudar al corte de troncos o ramas gruesas.

El volumen por hectárea del estrato superior es casi igual a la suma de los dos estratos restantes; este estrato, junto con el intermedio, tienen la superficie boscosa más grande. El bajo valor del estrato inferior impulsaría a los extractores manuales a usar una mayor superficie de bosque.

La extracción manual de leña no desaparece al árbol, sólo lo achaparra. El bosque explotado así no tiene un frente de avance de deforestación, pues esta ocurre internamente en casi toda su superficie. La explotación de queñua para carbón en cambio, se movería progresivamente produciendo claros distinguibles y con un frente de avance comenzando por los lugares más accesibles.

No se dispone de datos de reducción de estos bosques en el tiempo, que son los que darían una imagen real del problema (árboles talados/ha/año, m2 intervenidos/ha/año, m3 extraídos/ha/año, hectáreas desaparecidas/año, etc.). El único modo de obtener información confiable es establecer parcelas permanentes para la evaluación del uso. Estas parcelas pueden ser establecidas en los bosques de Juli, SUlustanl. Challapalca, Huallane, Pumahuasi y bosques cercanos a la capital de Lampa.

Las fotografías aéreas de propósitos generales para la evaluación de reducción de poblaciones de bosques sirven siempre y cuando se logre traslapar series de tomas de años diferentes en un mismo lugar. Aún así. el bosque maltratado y achaparrado visto desde el aire no muestra diferencias, comparado con un bosque sin daños. Una evaluación de este tipo en bosques de P. tomentella sería aún más difícil debido a los árboles pequeños y de baja densidad.

LOS BOSQUES DE Polylepis EN EL SUR DE PUNO

La extensión de los queñuales del sur de Puno los sitúa entre los bosques más grandes del Perú, y aún de Sudamérica. Considerando las tendencias de composición de especies se tiene que P. incana cubre 9272 ha y P. tomentella 6436 ha. totalizando 15708 ha de queñuales confirmados por el trabajo de campo. A nivel de fotointerpretación (sin confirmar) quedan 7504 ha de P. incana y 9568 ha de P. tomentella: sumando estos dos últimos, resultan 17072 ha. El total de bosques connfirmados y sin confirmar suma 32780 ha.

FACTORES QUE CONDICIONAN SU OCURRENCIA

Muchos datos de campo son necesarios para saber finalmente qué factores condicionan la presencia de bosques de Polylepis en Puno, o en otras áreas. Por el momento, sólo se pueden adelantar hipótesis con base en las observaciones de diversos investigadores.

Temperatura, exposición y pedregosidad

La forma de las curvas típicas de la temperatura en la superficie del suelo y la del aire a lo largo del día (24 horas) en el Altiplano muestra que las temperaturas nocturnas de la superficie son a menudo de 5 a 6°C menores que las temperaturas del aire. Sin embargo, los registros de estos mismos parámetros en un cerro pueden diferir por cuanto las masas de aire frío y pesado tienden a fluir cuesta abajo por la noche. Así, con los datos de temperatura de los cerros se obtendría una figura de curvas más parecidas a las que ocurrirían cerca a un bosque de Polylepis.

En Puno, cambios de 5 a 10°C pueden ocurrir aún en el lapso de una hora. La variación más grande ocurre en la superficie, especialmente si una nube produce sombra por lo menos durante una hora. En los lugares con poca cubierta vegetal, como en algunos bosques de P. tomentella, temperaturas extremadamente altas pueden ocurrir (45-55°C) en y cerca de la superficie. Además, una variación de 40°C en la temperatura máxima diaria puede también ocurrir en la superficie del suelo; en el aire y dentro del suelo (-20 cm) las amplitudes son menores como se muestran en la Fig. 12.

Las temperaturas de las laderas con exposición norte, respecto de sus homologas del sur. muestran:

- temperaturas del aire 1 ó 2°C más altas, excepto en las primeras horas del día (O a 6 am).

- temperaturas de la superficie a menudo 4-6°C superiores - temperaturas del suelo a -20 cm, 4°C más cálidas.

Las plántulas de P. íncana recién germinadas son muy pequeñas. Si la semilla mide aproximadamente 2 mm de largo y 1 mm de ancho y pesa en promedio 0.01 g, y además su poder germinativo es bajísimo (en Puno 2-4% según Reynel, 1988), las plántulas deben enfrentar condiciones extremas y más que todo cambios bruscos. De allí la importancia de la exposición, pedregosidad y ubicación del bosque sobre el límite térmico inferior.

En forma natural, las queñuas no prosperarían en áreas de planicies debido a las temperaturas mínimas extremas; algunas especies. además, encontrarían restricciones en cuanto al tipo de reacción del suelo. Sin embargo, algunas especies (P. incana) podrían ser plantadas, y seguramente con ciertas ventajas en productividad como las de aprovechar suelos más profundos. Se esperaría que las plántulas en el vivero hayan desarrollado su corteza papirácea que constituye un aislante térmico o se utilizaría en el campo cualquier artificio para protegerlas del frío. Según Pretell et al. (1985) las queñuas en sitios relativamente favorables deben tener al plantarlas un mínimo de 50 cm de altura. En cambio, para sitios muy fríos que presentan heladas fuertes es necesario instalar plantas de 12 a 24 meses de edad, con 1 m o más de altura y provistas de pan de tierra.

Los plantones de P. tncana protegidos por paredes o muros de chacras alcanzan hasta el doble de crecimiento de los establecidos a campo abierto (Reynel, 1988). La pedregosidad es una forma natural y aleatoria, que a manera de paredes o muros, protege a la planta de vientos desecantes y heladas, proporciona calor por las noches al irradiar el captado en el día, y conserva la escasa humedad de esos ambientes en épocas de estío. La pedregosidad es por lo tanto un factor que contribuye a mejorar el sitio con calor y humedad; la exposición norte mejora aún mas la temperatura que las plantas necesitan.

En páginas precedentes se presentó la configuración de los bosques cuando están en áreas donde se forman lagunas de aire frío (Fig. 7). Ahora, se analizarán los bosques en áreas que no tienen planicies o cuencas donde se deposite el aire frío nocturno. En la Fig. 13 se representa la Cordillera Occidental, cuyo flanco este mostraría bosques ubicados encima de la Isoterma crítica al encontrarse contigua a zonas donde el aire puede empozarse, mientras que su flanco oeste mostraría bosques distribuidos en rangos verticales más amplios, pues el aire frío de la noche fluiría cuesta abajo sin depositarse; en consecuencia, el bosque seguiría extendiéndose cuesta abajo hasta que la calidad de sitio y la competencia con otras especies se lo permitan. Los bosques con exposición oeste suelen retener una mayor cantidad de agua al no estar expuestos al sol las primeras horas del día. Esta situación puede hacer que determinados bosques con esta ventaja se sitúen en áreas bajas de la Cordillera Occidental, donde todavía se espera tener áreas con vegetación xerofítica. Los bosques de este tipo tienen densidad y composición florística y faunística menores que sus similares del otro flanco, como ya fuera observado por Fjeldsa (1987) en sus estudios de la avifauna.

Representación altitudinal de los bosques de P. fncona y P. tomentella sobre los 3800 msnm

La Fig. 14 representa en forma teórica, el caso de P. incana. El cerro A localizado contiguo a las planicies muestra bosques ubicados encima de la Isoterma crítica. Algunas pequeñas partes del bosque pueden descender debajo de este límite si es que se presentan afloramientos rocosos prominentes. Este cerro además muestra la cumbre exenta de bosque por falta de una adecuada profundidad de suelo y/o pedregosidad, de tal modo que el bosque en su configuración total se localiza solamente en una franja.

El cerro B tiene la misma altura que A pero muestra árboles solamente en la cumbre por contener afloramientos rocosos. En la montaña C. entre 3900 y 4200 msnm aproximadamente, los bosques tienden a ser compactos, más arriba, el bosque comienza a desagregarse restringiéndose a microclimas cada vez más favorables. A partir de los 4200 msnm ya no es posible encontrar grandes bosques. sólo ocurren pequeños rodales. A los 4500 msnm únicamente se pueden encontrar árboles muy separados entre sí y de mala conformación reflejando los efectos de las heladas.

La Fig. 15 muestra el caso teórico de P. tomentella. El cerro o volcán apagado A está ubicado contiguo a planicies donde se acumula aire frío por las noches; por tanto, los bosques aparecen a partir de un límite térmico ubicado alrededor de los 4000 msnm. La sección de bosques continuos llega a los 4300 msnm aproximadamente, y por lo tanto la cumbre de cerro A no tiene bosques bien representados.

El cerro B muestra afloramientos rocosos aún en la cima, propiciando una distribución uniforme de los bosques. La cota de 4300 msnm sería el límite superior donde el bosque comienza a desagregarse. tal como se nota en E. El cerro B muestra, además, una proyección de pedregosidad (C) en la que el bosque desciende por debajo de su límite térmico.

El cerro D tiene las mismas características que B, excepto que los afloramientos rocosos no se dan en la cumbre, y por lo tanto allí no se encuentra el bosque. Finalmente, el cerro E muestra cómo a los 4600 msnm todos los bosques que aparezcan ya serían pequeños rodales aprovechando de los microcllmas más favorecidos, hasta que a los 5200 se encuentran sólo bosquetes y árboles aislados.

Configuración de la distribución altitudinal de los bosques según la exposición

No todos los cerros tienen sitios aptos para la instalación de bosques, ya que cualquiera de los condicionantes puede fallar. Los bosques no ocurren tan simplemente como en los ejemplos anteriores, en los cuales no se considera el factor exposición. Para ilustrar este factor se representa un cerro idealizado, en el cual se muestran curvas de nivel pero sin valores pues se utilizarán para explicar a la vez la ocurrencia de los tipos de bosque de las dos especies.

La Fig. 16 muestra un cerro del sur de Puno; en sus partes bajas se pueden encontrar bosques en casi todas la exposiciones. La exposición sur es quizás la más desfavorecida, pero aún así es posible encontrar bosques en caso que reciban frontalmente flujos de aire húmedo, tengan sus propias fuentes de agua u ocurran detrás de cerros o lomadas altas que los protejan parcialmente de los vientos sureños (fríos y desecantes).

Sólo en la ladera norte los bosques pueden ascender hasta sus límites de ocurrencia altitudinal y siguiendo el mismo proceso de desagregamiento indicado en las Figs. 14 y 15. Una combinación favorable de todos los condicionantes hará que se tenga un sitio apto para el bosque, pero este no necesariamente tiene que ocurrir.

Suelos y geomorfología

Monasterio (1980) ha hecho notar la íntima relación entre las características geológicas y el enclave de bosques de P. sericea en Venezuela. Urcuhuranga, muestreando suelos de Puno en zonas de cordillera y en planicies (Cuadro 3). supone con base en las diferencias encontradas que Polylepis no se habría extendido en todo el Altiplano sino sólo en áreas cordilleranas.

Fjeldsa (1987) ha supuesto la extinción de queñuales en algunos sitios mediante la observación de suelos parecidos a aquellos forestados. Sil tañen et al. (1987) también supuso la desaparición de estos bosques, al encontrar que un lugar en estudio tenía una fertilidad relativa característica de aquellos con queñuales. Por tanto, estos tipos

de análisis edafológicos prometenser útiles para detectar nuevos sitios de plantación forestal o aquellos forestados anteriormente, hoy desprovistos de árboles.

En los altos Andes las características litológicas y edafológicas son fácilmente observables. El material madre y el suelo casi siempre están juntos y pueden ser aprovechados ventajosamente para el mapeo de probables áreas de plantaciones forestales.

Las características geomorfológlcas descritas en relación con los bosques de Polyiepts sp. en Puno deberían ser estudiadas al menos reglonalmente, debido a que los acantilados que forman mesetas parecen ser exclusivos del sur del Perú (Puno, Arequipa, Moquegua, Tacna). Los valles glaciares tampoco deberían tomarse como característica general para todo el país. Si se compara el valle glaciar de Pumahuasi con su conocido homólogo Llanganuco en Ancash, se observa que el ancho, lltología y disposición de los bosques varían ligeramente. Por tanto, si bien son características a tener en cuenta, es necesario determinar reglonalmente a qué tipo geomorfológlco se asocian estos bosques.

Los acantilados, además de ofrecer un pie de monte pedregoso requerido por los queñuales, acumulan calor y precipitación que favorecen su desarrollo. Si se considera que la pared del acantilado almacena calor solar, al igual que cualquier otra roca, una inclinación adecuada de la pared con exposición favorable multiplicaría sus efectos. El calor acumulado por el acantilado durante el día ascendería al ponerse el sol y se encontraría con el aire frío que desciende por la ladera; el aire frío, por tanto, no resbalaría directamente al bosque sino que pasaría por encima, mientras que en el bosque una célula de aire callente estaría circulando. La eficiencia y los alcances de esta célula determinarían también el tamaño del bosque; además, la circulación de aire callente podría en algunos casos mantener en el bosque bancos de niebla con adicionales efectos benéficos.

De la misma manera, al pie del acantilado se concentran las aguas que escurren sobre la pared como consecuencia directa de las lluvias o de la cscorrcntía de las aguas procedentes de las laderas superiores del cerro. Estas aguas proveen mayor humedad a los derrubios donde se desarrollan los queñuales. Estas cantidades extras de agua se acumularían en la masa de rocas y suelos (derrubios) debajo de la falla.

La influencia benéfica de las rocas para el bosque es indiscutible. Los experimentos de Smith (1977) resumidos en el Cuadro 4 son reveladores al respecto. Un año después del trasplante de P. sericea en Venezuela, sólo sobrevivieron plántulas localizadas entre rocas acondicionadas para el experimento. En este tratamiento, los valores de humedad del suelo durante la estación seca fueron superiores a los valores alcanzados en los otros tratamientos.

Walter y Medina (1969) citados por Simpson (1979) hacen notar que los intersticios entre rocas permiten que el aire callente penetre a profundidades de un metro o más; esto ayudaría a las plántulas con raíces superficiales a penetrar y absorber agua del suelo, que en condiciones altoandinas se encuentra entre O y 4°C.

Temperatura y precipitación

Para analizar la ocurrencia de bosques de queñua en el sur de Puno en función de la temperatura y la precipitación se presenta la

Fig. 17. Los rangos ilustrados son teóricos, aunque la Información se haya obtenido mediante observaciones de campo, comparaciones de sitios de ocurrencia de Polylepis con Isoyetas y revisión de los estudios meteorológicos en el Altiplano. El Anexo 3 explica la construcción de la figura; los datos verdaderos deberían lograrse con investigaciones de campo.

De acuerdo con la figura, P. tomentella tendría un rango de distribución con amplitudes más grandes entre los extremos de temperatura y con amplitudes reducidas entre los extremos de precipitación. Esta especie podría entonces colonizar uno de los ambientes más áridos y fríos de los Andes; parece improbable que otra especie soporte tales condiciones características del sur andino peruano. Por otra parte, el mínimo anual de precipitación requerida por P. tncana estaría alrededor de 500 mm; sin embargo, podría colonizar ambientes más húmedos: hasta 900 mm en Puno y hasta 2000 mm en otras regiones del país. Se puede también observar que esta especie necesitaría ambientes más abrigados que P. tomentella. Su gran amplitud alütudinal, la mayor del género, y sus bajos requerimientos de precipitación harían de esta especie una de las más ampliamente distribuidas en el Perú (Anexo 2).

Como se ve, es importante conocer la identidad y las exigencias de las especies para explicar situaciones de ocurrencia y para escoger la especie más adecuada cuando uno quiere emprender un programa de forestación. Los híbridos que pareciera ocurren naturalmente en el área de estudio representan una interesante posibilidad para la silvicultura. Por ejemplo un híbrido de P. incana y de P. tomentella permitiría quizás aprovechar el tamaño grande del primero y la resistencia al frío y a la sequía del segundo.

Las trampas de humedad

Se llaman así a las concavidades de los sistemas montañosos cuya disposición induce la concentración de la humedad y de las precipitaciones. Las trampas de humedad explicarían la presencia y la distribución de los bosques de P. incana en la provincia de Lampa.

El funcionamiento de las trampas de humedad se ilustra en la Fig. 18, la que representa los accidentes geográficos causantes del fenómeno. En la época de lluvias, los vientos predominantes provienen del suroriente y al pasar por encima del lago Titicaca arrastran humedad. Los vientos húmedos al salir del lago atraviesan grandes planicies hasta chocar con las primeras montañas de la provincia de Lampa, las cuales constituyen un obstáculo o trampa de humedad, como la cordillera B. Su forma de herradura con la sección cóncava orientada hacia los vientos húmedos incrementa el afecto de concentración. En esa primera trampa de humedad se estimularían precipitaciones orográficas suficientes como para sustentar bosquetes de P. incana con exposiciones este, y aún sur dadas las condiciones mejoradas.

En la trampa de humedad B las precipitaciones serían de poca cuantía por cuanto las montañas no son muy altas (100-200 m sobre las planicies). Es posible que los bosques mismos puedan condensar un poco de humedad en los días de máxima humedad altiplánica. La formación de zonas de convergencia de masas de aire callente ascendentes y masas de aire frío descendentes, para lograr condensaciones, tiene más sustento pero no tanto como en la reglón montañosa detrás de estas primeras montañas y más aún, en la trampa de humedad A.

La trampa de humedad A esta compuesta, a diferencia de B, de grandes montañas que en su mayor parte sobrepasan los 5000 msnm. El extenso y complejo sistema de bosques de la provincia de Lampa al parecer está restringido a la influencia de esta trampa de humedad con mucho mayor consistencia que en sistemas montañosos tipo B.

Para mostrar el efecto de la trampa de humedad A sobre la presencia de bosques de P. tncand, considérese el caso del valle glaciar de Pumahuasi con bosques y su homólogo Salto Cocha exento de ellos. Al igual que en el estudio de cuencas pares, en este caso se escogieron dos valles glaciares muy parecidos en tamaño, localizados uno detrás de otro y que prácticamente sólo se diferencian por su ubicación respecto de la trampa de humedad A (Fig. 19).

El valle glaciar de Pumahuasi contiene uno de los bosques de Polylepis mejor representados de la provincia de Lampa. Justamente detrás y a poca distancia de la montaña que contiene las nacientes de este valle, se encuentra otro valle glaciar muy parecido pero sin bosques. Los deshielos de la montaña que dan hacia Salto Cocha forman una laguna glaciar que drena hacia el sur, a través de un paisaje árido y frío. A lo largo de casi 100 km hasta llegar al poblado de Santa Lucía, no se encuentran huellas de prácticas agrícolas en estos paisajes. Los campesinos saben que esta área apenas si soporta el pastoreo por camélidos sudamericanos. El cambio de clima, flora y fauna es evidente de uno a otro lado a la trampa de humedad.

Tales cambios se deben probablemente a las trampas de humedad que permiten pasar muy poca o ninguna humedad hacia el otro flanco de las montañas, propiciando áreas áridas por un lado, y áreas más húmedas y temperaturas más benignas por el otro. Este flanco mantiene agricultura o huellas de haber sido practicada anteriormente.

Los bosques dentro del área de influencia de las trampas de humedad no necesariamente son continuos, ya que dependen de la

conjugación favorable de los factores condicionantes. En este caso, las trampas de humedad sólo sirven para Incrementar las cuotas de precipitación -y en pequeña medida, condensación en el mismo bosque-que son eficientemente aprovechadas por P. incana.

Ya sea que se demuestre o no la consistencia de las explicaciones de las trampas de humedad, los valles glaciares de Salto Cocha y Pumahuasi deberían ser mejor estudiados, pues es posible que con ellos se obtengan elementos de juicio que amplíen nuestra visión de la ocurrencia de bosques de Polylepis.

Los mapas de bosques son de gran ayuda para explicar su ocurrencia. Si este trabajo se hubiera Iniciado con un recorrido en el campo tomando datos Individuales de cada bosque, difícilmente se podría haber llegado a detectar esta forma de ocurrencia de bosques. Un trabajo previo de fotointerpretaclón permitió planificar el trabajo de campo para comprobar la "teoría de las trampas de humedad", antes que un viaje a tientas para "ver qué se podría descubrir". Los mapas muestran la distribución de los bosques junto con su fisiografía, así sería posible descubrir este u otros fenómenos en otras partes de los Andes. Si además se superponen mapas de suelo, geología, etc. muchas más relaciones podrían descubrirse y con todas ellas, optimizar los viajes al campo y conocer mejor estos bosques.

Consistencia de las trampas de humedad

La hipótesis de las trampas de humedad en Lampa sólo puede ser consistente si los vientos predominantes en la época de lluvias provienen efectivamente del suroriente y cruzan en esa dirección el lago Titicaca, tal como lo afirman Willis (1927), citado por el Instituto Nacional Forestal y de Fauna (1985) y Grace (1988). Las escalas comunes de los mapas que presentan la dirección de las masas de aire no son adecuadas para conclusiones definitivas. Según Grace (1988), la dirección y las velocidades del viento son extremadamente variables en el Altiplano, por lo que se debe tener cuidado al utilizar cualquier información sobre vientos para fines agrícolas. Sólo se debe confiar, con fines prácticos, en la información obtenida "in situ".

Los vientos registrados en el aeropuerto de Juliaca serían una indicación de la posibilidad de un segundo frente de masa de aire hacia las trampas de humedad que complementarían la acción del flujo suroriental. En este caso, se trata de masas de aire que vienen del este, fuera del lago Titicaca. En la época de lluvias estos vientos registran las mayores frecuencias, en promedio 45% anual; seguido por los vientos del norte con un promedio de frecuencias de 32% anual.

Otro posible asidero, para la teoría de las trampas de humedad serían los sistemas montañosos que flanquean el lago Titicaca y que "canalizarían" al flujo surorlental aumentando la eficiencia de recepción de humedad en las trampas. En la Fig. 18 se ha sombreado el sistema montañoso de canalización.

En Puno, los campesinos hacen notar que cuando llegan las nubes, los pueblos que tienen muchos árboles son los primeros beneficiados, pues dicen que los árboles atraen la lluvia (Anslón, 1986). Las explicaciones que dan los campesinos ante este fenómeno sería una combinación de saber científico y tradicional: formación de un microclima que concentra la humedad, ¿trampas de humedad?, el árbol atrae el agua porque está vivo.

CARACTERÍSTICAS DE LOS BOSQUES

Supóngase un área teórica con las características que se muestran en la Fig. 20 (recuadro A) comprendida entre tres cerritos que forman una Y. Los cerros tienen pedregosidad y el fondo de las quebradas, suelos más profundos que han escondido los afloramientos. Sin considerar la exposición o requerimientos mínimos de precipitación, se tendría que:

Si el área teórica estuviese ocupada por P. incana, los individuos se distribuirían como en el recuadro B; es decir que los árboles ocuparían el área con más suelo y más humedad, dejando las cumbres rocosas casi desnudas.

- Si el paisaje en cuestión estuviera ocupado por P. tomentella. ocurriría algo como el recuadro C; el fondo de las quebradas casi no tienen árboles y son más bien, las áreas con pedregosidad y afloramientos rocosos los que resultan ocupados.

- Los árboles de P. tricaría al agruparse en las quebradas formarían masas densas; a la distancia o con fotografías aéreas se distinguirían fácilmente como manchas oscuras que resaltan en el paisaje, y más aún. si los alrededores mostrasen gramíneas estiadas, ya que el género es siempre verde.

- Los árboles de P. tomentella se distribuirían por lo general más uniformemente, mantendrían la baja densidad que los caracteriza por todo el cerro, aún en las cumbres no muy elevadas. A la distancia, o con fotografías aéreas, serían difíciles de distinguir o confundibles con otras especies debido a que estos bosques, además de ralos, están compuestos por árboles pequeños.

La observación de estas características puede ayudar a la fotointerpretación de bosques, a considerar la necesidad de trabajos de comprobación de campo y que las áreas que se protejan para conservar especies de Polylepis no sólo deben incluir aquellas vistosas o atractivas al turismo.

Vegetación acompañante

Los trabajos de Monasterio (1980) con P. sericea en Venezuela revelaron que estos bosques presentan una gran homogeneidad estructural y florística. A partir de este trabajo se puede sustentar la importancia del estudio florístico de los bosques de Polylepis, con ellos posiblemente se puedan descubrir plantas indicadoras confiables, no sólo de la aptitud de sitio para una determinada especie, sino también plantas cuyas poblaciones brinden índices complementarlos del estado de conservación del bosque al que están asociados y/o agentes perturbadores o devastadores (pastoreo, fuego, tala) y su grado de impacto.

Se espera también que con estudios de flora de los bosques se pueda llegar a conocer los patógenos o plantas parásitas que afectan a las especies de Polylepis para así estar preparados a posibles problemas en plantaciones. Venero y Macedo (1983), por ejemplo, han registrado la hemiparásita Psftacanthus cunifolius (Loranthaceace). Un estudio etnobotánico de los bosques mostraría seguramente -aparte de las queñuas- algunas plantas medicinales, comestibles o de alguna forma promisorias económicamente para la economía de los pueblos que las utilizan. Además, los estudios de estructura del bosque podrían servir para lograr comparaciones del estado de uso y/o diferentes configuraciones naturales de los bosques.

En el Altiplano existen algunas plantas que podrían considerarse indicadoras de sitio para Polylepis. Así, la densidad y el tamaño de las plantas de quishuara (Chuquiragaju.ssieu.i Gmelin) en una determinada localidad indicarían la potencialidad del sitio para P. incana.. Los mejores ejemplares de quishuara, expresados por su tamaño de hasta 2 m de altura, se encontrarían asociados a los lugares donde mejor se desarrolla P. incana (Pumahuasi y Huallane, por ejemplo, ambos en Lampa). En contraposición los lugares con quishuaras pequeñas y con poblaciones menos densas surgieren sitios de menor calidad indicando el límite de distribución altiplánica de la especie.

El principal inconveniente para usar Ch. jussieul como planta indicadora es su amplio uso como leña. Al igual que otros arbustos leñeros, la quishuara es extraída para combustible desde la raíz. Su ausencia en algún lugar podría deberse a sobreexplotaclón. antes que a un indicio de inaptitud del sitio. Las ventajas de esta especie serían su fácil identificación, tamaño relativamente grande para localizarla e identificarla aún a distancia gracias a los vivos colores de sus flores; según Reynel (1988) esta especie florece en setiembre, octubre y enero. Otro de los inconvenientes de Ch. jusseleul como especie asociada a P. incana es que se encuentra a partir de 3500 msnm aproximadamente, y se desconoce si se distribuye en todo el país. Por el contrario, P. incana llega a asentarse desde 2100 msnm y es posible encontrarla por el norte aún en Ecuador. De todos modos, en áreas con clima crítico como Puno sería de utilidad si funcionase su aptitud indicadora.

Encontrar un conjunto de plantas indicadoras de sitio para Polylepis incana o P. tomentella sería lo ideal. En el caso de P. incana y para el Altiplano solamente, otra posible especie indicadora de sitio podría ser el mullu mullu (Ribes brachybotrys). Iniclalmente no se evaluó pues en apariencia solo ocurre en las áreas montañosas cercanas al lago Titicaca y algunos bosques naturales de P. Incana. Fuera de estos sitios, su pobre desarrollo es una desventaja para identificar un posible sitio de plantación alejado del lago Titicaca o de bosques naturales. Según Reynel (1988), esta especie está restringida al Altiplano de Puno.

Los musgos también se asocian con frecuencia a los bosques de P. incana; en los de P. tomentella son rarísimos. Los bosques más húmedos y densos de P. incana pueden inclusive mostrarlos en las ramas de los árboles viejos y tapizar gran parte del suelo. Los musgos difícilmente se pueden tomar como indicadores de sitio porque desaparecen Junto con el bosque o quedan demasiado escondidos y pobremente representados para fines prácticos. Su tamaño es obviamente otra gran desventaja; sin embargo, vale la pena destacar que los musgos parecen ser determinantes para la germinación adecuada de la semilla de Polylepis, como para el posterior éxito de la plántula. Una semilla entre musgos tendría humedad constante o por periodos más largos que en un sitio sin estas briófltas; además los beneficios termorreguladores que el musgo ofrece, permitirán a la plántula desarrollarse hasta que alcance el tamaño necesario para valerse por sí misma. El éxito de las semillas germinadas en bosques naturales es un tema medular a tratar acerca de la conservación del bosque; por tanto, todo aquello que signifique posible ventaja para la plántula recién germinada, merece estudiarse más profunda y urgentemente.

La fauna de los queñuales

No se han desarrollado estudios completos de la fauna de los bosques altoandinos, pero los más detallados corresponden al campo ornitológico. Fjcídsa (1989), por ejemplo, habla de aves propias de estos bosques, como aquellas que buscan insectos y arácnidos entre la corteza papirácea de Polylepis: Oreomanes Jraseri, Leptasthenura

xenothorax y dos especies de Cranloleuca; O. fraseri constituye el único caso en el mundo de un ave exclusivamente restringida a un habitat. Entre el follaje de pequeña altura se encuentra Anairetes alpinus; comiendo semillas de queñuas, Carduelis crassirostris; Chalcostigma stanleyi, Xenodacnis parina y Poospiza alticola comen las secreciones azucaradas y áfidos de los arbustos asociados. Aparte de las especializadas, más de 100 aves visitan los bosques de Polylepis; un amplio rango de especies se localizan al borde de los habitats adyacentes, aparentemente listas para invadir los queñuales cuando convenga, para la época de anidación o como refugio. Por ejemplo. Grallaria andícola, aún cuando toma orugas e insectos en el musgo o pastos cortos, difícilmente se mueve más de 100 metros lejos de los queñuales. Muchos picaflores, aún sin depender de Polylepis. se congregan en queñuales para sacar ventaja de la enredaderas (Loasa, Passiflora,Salptchroa) y muérdagos en flor. Existe al menos un caso de simbiosis entre Ampellón (zaratornis) stresemanni, especializado en frutos del muérdago Trítertx que crece especialmente en Polylepis. También algunas especies de Cranloleuca se favorecen al alimentarse sobre troncos de Polylepis o en las masas densas de ramilla muertas en el follaje interior. Especies de Leptasthenura y Anairetes alpinus se alimentan, en cambio, en las ramas exteriores.

Hoy, ya no se puede dudar de la extinción de especies de aves juntamente con los queñuales; aunque igualmente debe suceder con otros géneros de plantas y animales aún no investigados. Ciertas polillas de estos bosques muestran por ejemplo adaptaciones de mimetismo a los troncos de queñua; y al menos en febrero, entrar a un queñual es entrar a una nube de mosquitos que viven en él y aparentemente sólo en él, sin importar si el bosque se encuentra a más de 4000 msnm.

La corteza papirácea de P. incana es cortada por abejorros para construir sus cocones, los cuales son buscados por los pobladores en Cusco y Puno para sacar la miel chancacas que es poca, pero considerando que fue lograda a 3900 msnm vale la pena tomarla en cuenta, más aún en ambientes económicamente restringidos como Puno.

Los canasteros, (Astfienes sp.), son aves que miden unos 15 cm -incluyendo la cola- pero construyen sus nidos de hasta 60 cm de largo en las partes altas de los árboles y colgados lo más lejos del tronco principal y del suelo. Aún con este tamaño, el nido es en cierto modo mimético dentro del queñual debido a que en su construcción los pájaros utilizan, por lo visto, solamente ramitas de Polylepis. Nidos como este y otros más son fácil presa del fuego; además, los incendios privan de sustento, y aún de material de construcción para los nidos, amén del daño que también causan a los demás componentes faunísticos y florísticos del bosque.

Pumahuasi significa casa del puma en quechua. En el queñual que sustenta el lugar, una pastora indicó con precisión cuando había muerto el último felino (hace 6 años). Pumas y zorros han sido perseguidos, desde el incanato. La degradación de sus habituales centros de caza, pasturas y bosques hizo que tuvieran que buscar su sustento acercándose a los centros poblados o estancias de los pastores. La reacción del hombre ha sido obvia.

Venero y Macedo (1983). aparte de los mamíferos ya citados, observaron en queñuales a Conepatus rex, Lagidium peruanum. Odocolleus virginianus. Lama guanicoe, Vicugna vicugna. Auslyscomís pictus y Akodon bolluiensts: reptiles como Tachymenis peruviana y Llolaemus spp. y batracios como Bufo spinolosus; insectos en estado larvario de cerambícidos y elatéridos en el tronco de las queñuas. Citan además a Spinus magellanicus, Spinus atratus, Phrygilus plebejus, Thraupís bonariensis y Phrygilus atratus, como aves que se alimentan de brotes tiernos de la queñua.

Para que los queñuales se engranen mejor dentro de la economía campesina y sean instrumento de desarrollo es importante que el bosque brinde algo más que leña; máxime si se toma en cuenta que los productos de animales domésticos que los campesinos crían no son aprovechados por ellos: carne, leche y huevos sirven para satisfacer el mercado citadino. Por otra parte, la cantidad de proteínas de origen silvestre que el poblador andino consume debe ser de todos modos muy reducida.

Dendrometría y estructura de los queñuales

Las queñuas son conocidas por su lento crecimiento, mala forma y alturas y diámetros nada Impresionantes. Sin embargo, en el transcurso del trabajo de campo se encontraron algunos datos poco concordantes con esa Idea. Así, en una escuela de Lampa, un árbol de qucñua que -según los lugareños- tenía 68 años al ser cortado, presentó un diámetro a la altura del pecho de 57 cm y altura de 12 m según la medición de las trozas encontradas.

Tratando de minimizar las cantidades, se calculará el volumen del árbol como si fuese un cono de 12 m de alto y 57 cm de diámetro en la base.

v(cono) = l/3 n r2h = l/12 n d2 h

de donde v = '/12 x 3.14 x (0,57)2 x 12 = 1,02 m3

Supongamos un rodal de queñuas maduros con un distanciamiento de 7 m x 7 m, lo que les permite tener una cima desarrollada con ramas de 3 m. Cada árbol dispone teóricamente de una superficie de 7 m x 7 m = 49 m2 El número de árboles por hectárea es entonces:

10 000 m2 : 49 m2 = 204

Con 204 árboles/ha y un volumen individual a los 68 años de 1,02 m3, tendríamos 208 m3/ha. El incremento promedio anual en volumen sería 208 m3/ha: 68 años = 3 m3/ha/año. En estos cálculos no se han considerado las ramas13. En condiciones naturales y para la misma provincia, Siltanen et al. (1987) encontraron un máximo de 215 m3/ha (Fig. 17).

13 Velásquez (1988) reporta para queñuales espontáneos de Lampa un distanciamiento promedio de 3,06 m y diámetro promedio de 0,201 m para el estrato dominante.

El árbol de la escuela de Lampa tenía fuste recto y ramas recién a los seis metros de altura, oponiéndose a la forma de casi todos los árboles espontáneos con ramificación cercana al suelo y fuste sinuoso. Luego, surge la duda de si estas formas retorcidas y ramificadas son espontáneas o producto de daños al ápice, sean por efectos naturales (heladas, ramoneo de fauna silvestre, barrenadores, etc) y/o producto de actividades humanas. Un árbol bien cuidado como el de esta escuela podría mejorar su forma y expectativas maderables.

En un estudio preliminar. Aróstegui y Sato (1968) informan que la madera de Polylepis es fácil de trabajar al cepillado y al aserrado, de buen comportamiento al torneado y lijado pero si se quiere utilizar para parquet genera hasta 80% de desperdicios por la forma retorcida del tronco, así como por defectos durante el secado, debido a las tensiones producidas por las sinuosidades del tronco. Comparándola con otras maderas, los autores citados tampoco recomiendan su uso en mangos de herramientas por su baja resistencia a la dureza, tenacidad y mal comportamiento al secado. Esto por cierto no es impedimento alguno para ser utilizado excelentemente para la construcción de herramientas y otros artículos domésticos rurales y artesanías.

Barreda (1951) estimó en 160 a 200 años el tiempo necesario para que el árbol alcance 50 cm de diámetro, aunque no se menciona el método de cálculo. Zarate (1982) dice que los anillos de crecimiento son indistinguibles. Si la información presentada sobre el árbol de Lampa es correcta se necesitaron sólo 68 años para sobrepasar los 50 cm. Aunque tiene mucho que ver con la calidad de sitio, bien vale la pena no tener siempre la pesimista idea de bajos rendimientos con las queñuas.

Datos compilados por Pretell et al. (1985) dan a conocer que los crecimientos en altura más comunes están entre 10 a 30 cm/año; con adición de N mineral el crecimiento puede incrementarse en un 50% o en 100% con paredes de protección. Asimismo, se lograron crecimientos de 1 m/año con podas de raíces pero en suelos de platabandas. Si bien el árbol crece lentamente, estos datos sugieren que un manejo silvicultural adecuado aceleraría el desarrollo de Polylepis.

Para muchos de los ensayos no se han considerado las identificaciones taxonómicas de las especies, ni la climatología del lugar en forma rigurosa. De tal modo que sólo se puede suponer que los datos varían con el clima y la especie. En el Anexo 4 se muestra lo que se conoce hoy de la variación de crecimiento en altura de las especies; variaciones de velocidad de crecimiento, en biomasa total, etc., también son de esperarse.

APROVECHAMIENTO DE LOS BOSQUES

La ganadería, el fuego y los queñuales

En el área de estudio no se encontró un bosque que no mostrara huellas de haber sido quemado total o parcialmente. Los móviles para estos incendios tendrían motivos culturales y de orden económico.

La noche que precede al 24 de junio los pastores andinos suelen encender fogatas más grandes que las usuales; esa noche parece "hacerse" lícito también incendiar pastizales y bosques sin medir las consecuencias. La costumbre de quemar los pastos parece haberse heredado de los españoles quienes en la noche de San Juan (24 de junio), recordando las costumbres de su terruño, incendiaban la cobertura de los cerros. La legislación Inca prohibía quemar los pastos; por ello, es difícil que esta costumbre sea un resago de los rituales con fuego que hacían los incas.

La quema de los pastos naturales altoandinos en los meses de verano (agosto, septembre) es otra costumbre muy difundida entre los ganaderos de la sierra. La quema se hace con el propósito de inducir el rebrote de los pastos resecos y así proveer a sus animales de fuentes alimenticias frescas y suaves. El ganado nativo no parece necesitar de estas prácticas que afectan la diversidad florística (en cantidad y calidad) de las pasturas y también a los bosques altoandinos al ser alcanzados por el fuego.

Entre los pastores responsables del cuidado de los animales -no siempre suyos- el bosque no tiene buen prestigio. Suelen verlo como escondrijo de animales dañinos al ganado (zorros y pumas), como lugares en los cuales se extravían los animales y/o pierden lana al enredarse con las ramas. Sin embargo, los dueños de ganado y bosques a la vez, tienen otra visión, pues en épocas de sequía los ganaderos se ven obligados a vender o beneficiar sus animales, mientras que aquellos que tienen bosques los hacen pastar en él, aprovechando la vegetación que el queñual puede mantener aceptablemente fresca. Además hoy por hoy, las poblaciones de zorros y especialmente pumas han quedado ostensiblemente reducidas; así, los bosques tienen mejor imagen entre los ganaderos, pero los incendios continúan.

Los árboles de queñuas parecen ser relativamente resistentes a los incendios. En el bosque de Juli se pudo observar un árbol de queñua totalmente detallado por una quema; sin embargo, unos vigorosos rebrotes comenzaban a surgir de entre las ramas aparentemente muertas. El daño más grande causado por los incendios se da en las plántulas de regeneración natural. Un bosque de Polylepis pauta con poca intervención humana y antes de haberse incendiado en Accanaco. Cusco, presentaba plántulas regeneradas naturalmente en números apreclablemente mayores que los bosques de Puno. En Venezuela, Huek (1961) citado por Brandbyge et al. (1986) registró una densidad de 100-150 plántulas por m2 en un bosque no perturbado de P. sertcea;además estos últimos autores registraron un promedio de 14 plántulas (mayores de 6 cm de longitud) por ma en un bosque de P. incana ligeramente alterado en Pichincha, Ecuador. Las marcadas diferencias entre las épocas seca y húmeda en los Andes harían necesario mencionar en cual de ellas se hizo el conteo, y si son plántulas menores de un año. Para las de mayor edad, deberían incluirse rangos de tamaño Iguales o mayores a un año de crecimiento.

En general, los bosques de queñuas no son quemados ex profeso, sino como consecuencia de la quema de los pastos altoandinos. Sin embargo, entre los sectores menos densos de los bosques en el área de estudio es posible encontrar algunos árboles quemados intencional y aisladamente. Se presume que esas quemas sirven para facilitar la

extracción de las ramas y fustes del árbol escogido, dado el bajo contenido de humedad se facilita la extracción a mano.

En Lampa se reconoce el valor y la importancia de los bosques; precisamente por ello en el proceso de Reforma Agraria y en los litigios de tierras u otros asuntos, los bosques han sido presa del fuego intencional, para privar a los "nuevos dueños" de los recursos que el bosque proporciona, como plantas medicinales para los seres humanos y el ganado14. Por su parte. Cabala (1973) explica -también para Lampa- que se producen incendios intencionales, tala y quema de tocones del bosque, aunque no da las razones.

Los pastores de ganado lanar -especialmente ovino- son los que más se preocupan por que sus animales no ingresen a los bosques densos y achaparrados, pues pierden lana al quedar enredada entre las ramas. Las bromelláceas espinadas de los Andes, especialmente del género Puya. han venido siendo quemadas por los pastores por el problema que les ocasiona. Los bosques de queñuas estarían también siendo presionados de esta forma.

La palatabidad de las queñuas para el ganado y fauna silvestre todavía no fue estudiada. Por el momento, las primeras versiones recogidas indican que entre los animales domésticos la llama y la alpaca ramonean el árbol, más no así el ganado introducido; sin embargo, estos últimos serían dañinos por el pisoteo. En cuanto a los herbívoros silvestres, algunas vicuñas son vistas ocasionalmente en los bosques ralos y achaparrados de P. tomentello. puesto que prefieren los lugares con buena visibilidad y pocos obstáculos. Las vizcachas [Lagidium peruanum), en cambio, son componentes faunísticos infaltables de todos los bosques ubicados lejos de asentamientos humanos. Sin embargo, de ninguno de estos animales silvestres se conoce si ramonean los árboles o contribuyen al decremento de las plántulas de regeneración natural.

" Méndez, F. 1989. Profesor cesante. Puno. Comunicación personal.

Para permitir la regeneración del bosque de Lampa, Fjeldsa (1987) ha recomendado la rotación de áreas de pastoreo y el uso de quemas solamente en los pastizales. Por otra parte, la posibilidad de establecer sistemas silvopastorlles entre árboles plantados de queñua -después de previos estudios de palatabilldad- también está abierta, si se considera la ventaja de la calidad de suelo de los bosques de Polylepis. su capacidad de mantener la vegetación acompañante más fresca y la capacidad termorreguladora del entorno que beneficiaría a los animales.

Ciertamente lo mejor no es que los animales domésticos se acerquen al bosque sino que por el contrario, se alejen de él. Es por la degradación de los pastos que los pastores y los mismos animales tienden a acercarse a los bosques en busca de forraje fresco, palatable y eventualmente más nutritivo. La solución tampoco está en las quemas controladas de las pasturas, pues parecen un caro y peligroso paleativo temporal del problema. La solución para la problemática de los ganaderos y los bosques está en la mejora de los pastos y en el escoger el mejor ganado para esos pastizales.

El manejo de pasturas en la reglón altoandina ha sido poco racional, dando lugar a que las especies de alta palatabilldad y con mayor valor nutritivo tiendan a desaparecer. Los extensos pastizales altoandinos se han empobrecido; no obstante, este recurso natural todavía representa una esperanza para las empobrecidas reglones altoandinas, pues es suceptible de ser recuperado y aún mejorado. Entre las medidas que se podrían recomendar (haciendo eco parcial de ONERN, 1985) para el área de estudio estarían:

Uso de cercos. Los cercos alambrados o de madera son caros, los construidos con piedras o los cercos vivos con especies altas, infranqueables y no palatables parecen ser la solución (Colleüa spinosissima, Cantua buxtfolla, Chuquiraga Jussieui. Buddiefa coriácea).

Los árboles achaparrados de Polytepts incana y P. tomentello. son Infranqueables para el ganado; además de servir como cerco vivo, también servirían como proveedores de leña y/o cortinas rompe vientos.

Fertilización.- Con el uso de estiércol del ganado se puede mejorar la productividad de estos suelos con pasturas. Lamentablemente, la urgencia de combustible para las necesidades domésticas diarlas del campesino hacen que el estiércol sea quemado. El abastecimiento de leña no solamente es útil para satisfacer la urgente necesidad de combustible, sino también para mejorar indirectamente la producción de pastos, la ganadería y aún la agricultura.

Riego.- Las precipitaciones son escasas, pero es posible recuperar y mejorar los sistemas de riegos de pastizales practicados en algunos sectores de Puno por parte de los ganaderos, quienes mediante el agua de los deshielos manejan grandes extensiones de terreno. convirtíéndolos principalmente en "bofedales", que son mantos ondulantes de una Juncácea (Distichia muscoldes) que aparentemente es muy nutritiva y palatable para los camélidos sudamericanos.

Finalmente, hay que agregar que los cercos son Inútiles sin rotaciones y viceversa, al menos para una ganadería más grande que la de subsistencia. Las prácticas de manejo de pasturas roturando el suelo no serán necesarias en cuanto se usen los animales correctos para el suelo adecuado. La sustitución de vacunos, ovinos y otros animales exóticos por camélidos sudamericanos seguramente será lenta y en algunos casos Improcedente por motivos económicos y culturales.

Quizás los carboneros y leñadores puedan ser controlados si se les brindan recursos alternativos, más la problemática de los ganaderos andinos frente a los queñuales representaría el reto más grande que queda por delante.

La agricultura y los queñuales

La agricultura parece haber contribuido también a la disminución de los bosques de queñuas, aunque más lentamente que el fuego y la extracción leñera.

El que los bosques aparezcan en bandas intermedias de algunos cerros podría no sólo deberse a factores de sitio, sino también a la acción de la agricultura. En el bosque de Juli, por ejemplo, las paredes de delimitación parcelarla (pircas) llegan hasta el mismo bosque y en algunos casos hasta se internan en él. Algunos árboles han quedado dentro de estas paredes y rodeados de surcos de cultivo. Con el tiempo, presumiblemente serán cortados para dar paso a la agricultura. En los bosques del sector de Lampa, se encuentran vestigios apenas visibles de lo que habrían sido paredes de delimitación de parcelas de cultivo, de cuidado de ganado o muros de andenes Justo debajo de algunos bosques.

A la agricultura cerca o entre queñuales no habría por que mirarla de manera pesimista. Por el contrario, estos sistemas de cultivo que se han dado antes, deberían servir como modelos para posibles sistemas agroforestales. La táctica consistiría en crear nuevos bosques y/o continuar utilizando aquellos que tradiclonalmente han sido utilizados sin aparente peligro para la masa boscosa. Por cierto, estas prácticas agrosilvícolas deberían restringirse a las área con alta influencia cultural y reservarse áreas naturales boscosas en los lugares que así lo ameriten. La concepción proteccionista de los bosques intangibles para preservar especies y el equilibrio ecológico debe cambiarse por conceptos conservacionistas de uso racional y preservación de especies y medio ambiente.

Fjeldsa (1987) pone como ejemplos de posibles modelos de uso sostenido de queñuales a las áreas culturales de los queñuales de Oyón, Lima y las partes altas del valle del Huallaga, Pasco, donde se viene practicando agricultura en bosque.

Existen no menos de diez especies de plantas alimenticias cultivables a altitudes Iguales o mayores de 3800 msnm (Anexo 1). Si además se

consideran algunas variedades de estos cultivares, las posibilidades de combinación para lograr diferentes sistemas agrosilviculturales se incrementan.

DESAPARICIÓN DE LOS BOSQUES

Los ejemplos de bosques que se convirtieron en pastizales o sabanas, producto principalmente de tala y quema practicada por el hombre para procurarse más lugares de cultivo y pastoreo se van acumulando alrededor del mundo. El paisaje altandino se enmarca dentro de estas discutidas tesis. Los extensos pajonales que dominan el paisaje altoandino no serían característica prístina.

Según Guillet (1985) hay ahora más aceptación de parte de ecólogos y geógrafos por la tesis de que los Andes Centrales estaban cubiertos de bosques antes de la expansión humana. Los ecólogos que toman la posición de la existencia de bosques aborígenes más grandes son generalmente seguidores del método Holdridge que se basa en datos de precipitación y temperatura para predecir determinadas formaciones vegetales. En la perspectiva de la escuela Holdridge, dadas las condiciones climáticas de los Andes Centrales, una gran parte de la Sierra hubiera estado cubierta de bosques en tiempos pasados; tales áreas incluyen la cuenca del lago Titicaca y muchas otras secciones de los valles y punas de la Sierra.

Brandbyge et al. (1986) muestran una fotogafía de una reglón andina ecuatoriana anteriormente poblada de bosques y hoy convertida en páramo (Las Minas. Provincia de Tungurahua). Por su parte. White (1982), citado por Guillet (1985), suministra datos que muestran que el mosaico de vegetación de la alta puna andina, que consiste en estepas, prados alfombrados y pajonales, es el resultado de la actividad humana; en muchos casos esa vegetación ha reemplazado a los bosques.

Estudios botánicos recientes en el Ecuador muestran que los páramos de los Andes del norte estuvieron una vez dominados, entre otros tipos de vegetación, por bosques de Polylepis sobre el límite de la

verdadera vegetación alpina. Las pasturas pueden haber ocurrido localmente como un estado sucesional después de erupciones volcánicas. La actual amplia ocurrencia de pasturas y vegetación de Espeletla. aparentemente es el resultado de roso. tala para leña y pastoreo por muchos siglos (La Gaard. citado por Fjeldsa, 1988).

La puna, particularmente la del Altiplano peruano-boliviano, sería una pastura creada por actividades humanas en cientos, si no miles de años. Originalmente habría estado cubierta de arbustos siempreverdes y leñosas dominantes como Polylepis, Buddieja, Puya raimondit y especies de Chuquiraga, según Ellemberg (1985) citado por Simpson (1979). El primer autor no está en desacuerdo con que las poblaciones de Polylepis estén restringidas a pendientes con microclimas especiales al haber notado algunos árboles creciendo en un área a nivel. La tala de árboles, aclareo de bosques para pasturas y la destrucción de plántulas por animales domesticados habrían reducido los bosques a pendientes inaccesibles. Troll (1959) y Simpson (1979) citados por Fjeldsa (1988) se oponen a este punto de vista y creen que los bosques están asociados a climas locales que crean correspondientes a altitudes inferiores, por ejemplo en hondonadas rocosas y taludes escarpados. con circulación de aire o bancos de niebla nocturnos. Sin embargo, el autor que los cita piensa que estas explicaciones ecológicas aparentes de la distribución de bosques de gran altura pueden ser resultado de la falta de interés en la agricultura y pastoreo en estas áreas rocosas.

Las observaciones hechas para este trabajo se ajustan a la tesis de "Condiciones correspondientes a altitudes inferiores" para el desarrollo de Polylepis, pero sólo en apariencia. Considérense, por ejemplo, los cambios bruscos de temperatura de un lugar encima de 4000 msnm; aún cuando los habitáis donde ocurre Polylepis posean características que aminoren estos efectos, no por ello ese difícil ambiente para el desarrollo arbóreo desaparece. Luego, algunas especies de Polylepis estarían perfectamente adaptadas a grandes altitudes mediante adaptaciones morfológicas y fisiológicas que los géneros que se dan en altitudes inferiores no poseen. Así las queñuas no serían plantas advenedizas que aprovechan de hábitats altos con climas parecidos a la de zonas más bajas, sino mas bien, son árboles que estando adaptados a grandes altitudes pueden aprovechar pisos mas bajos.

Otras plantas altoandinas que conviven con Polylepis y que aparentemente no tienen elaboradas adaptaciones morfológicas y fisiológlcas desaparecerían de no cobijarse entre queñuas.

Los bancos de niebla nocturnos serían característica de sólo algunos queñuales altoandinos con exposición y topografía favorables para estos fenómenos. La mayoría de los bosques no se favorecerían de estos bancos de niebla y si se presentasen erráticamente unas pocas veces al año serían de poca ayuda. Por otro lado. existen queñuales que no soportarían la ausencia de nieblas la mayor parte del año, tal como P. pauta.

Un rodal de P. tomentella en un microclima a 5200 msnm tendría un sitio climáticamente parecido en una zona un tanto mas baja, pero aun así difícil para el desarrollo arbóreo. Luego, la tesis de la presencia de queñuales altoandinos en sitios con climas de condiciones similares pero en altitudes inferiores, deberá ser observada con ciertas restricciones considerándose la especie y lugar en el que se está trabajando.

Las consideraciones climáticas propuestas aquí (las plántulas de Polylepis no resistirían las temperaturas mínimas extremas de la mayoría de planicies del altiplano), las edafológlcas de Urcuhuaranga que restringen los bosques a sólo ciertas pendientes con características no presentes en suelos de llanuras y las de Monasterio (1980) de geología especial para el enclave de Polylepis sericea indican que los bosques no tuvieron por qué extenderse en todos los Andes y pasturas actuales. La generalización de ocurrencia del género hechas con observaciones sobre pocas o una especie determinada complican el entendimiento del por qué de su aparición fragmentada como el de su enclave.

En realidad, sí ha existido interés por desarrollar agricultura y ganadería en áreas rocosas donde se encuentran los bosques, pero los ejemplos actuales están aislados. En este trabajo se hipotetiza que fue en los bosques de Polylepis donde habría nacido la agricultura y posiblemente la ganadería en los Andes sur peruanos, y que si bien es cierto fueron luego abandonados cuando las técnicas agropecuarias se perfeccionaron y se descubrieron áreas más fácilmente trabajables, sufrieron varios embates a través del tiempo. Como prueba están las

huellas de andenerías, que también han sido notadas por Fjeldsa (1987). El bosque ha vuelto a desarrollarse en lugares en los cuales había sido talado para dar paso a la agricultura; en algunos casos, la intervención dejó algunos bosques remanentes; en otras áreas el bosque habría sido exterminado o reducido a unos pocos árboles sobremaduros y maltrechos como para proveer semillas con al menos aceptable poder germinativo. En el primer caso, es cuestión de tiempo -una vez cesada la intervención- para que el bosque repueble sus asientos anteriores, y en el otro. es cuestión de tiempo para que esa población desaparezca definitiva y naturalmente.

La competencia que puedan producir los pastos altoandinos a los bosques que tratan de retomar las áreas de los cuales fueron borrados todavía es discutible. Por una parte, están los ejemplos de innumerables bosques en forma de "manchas" aisladas rompiendo la monotonía de grandes pastizales, los cuales no permitirán al bosque volver a sus antiguos asientos, manteniéndolo sólo en las áreas donde ha podido seguir compitiendo con los pastos que lo rodean. A esto se suma la práctica silvicultural (Reynel. 1988) de las acciones de forestación y reforestación que recomienda eliminar el pasto alrededor del hoyo del plantón en una área de hasta un metro de diámetro para evitar la competencia. Smith (1977) sugirió que la competencia interespecífica podría prevenir el establecimiento de Polylepis en suelos con pastos, pero Fjeldsa (1987) los reporta creciendo bien aún en pastos densos. Las especies de Polylepis y los lugares examinados por estos autores fueron distintos (P. sericea en Venezuela y P. besseri en Bolivia), pero al tratarse de una cuestión intergenérica es de esperarse alguna similitud de comportamiento con estudios posteriores.

Siempre tratando de acercamos al área y especies que nos ocupan se identifican a continuación los elementos, motivos o razones principales por las cuales los bosques de Puno han venido reduciéndose.

Leña y carbón

Durante la realización de este trabajo se captaron versiones de desaparición y disminución de la densidad de bosques de Polylepis.

Esto se debe a extractores de madera para la fabricación de carbón y en menor proporción a los leñadores. Los leñadores de uso doméstico mayormente realizan la extracción a mano y a veces con la ayuda de pequeñas herramientas. Troncos de diámetros mayores a 8 cm comienzan a presentar problemas para su corta, trozado y transporte; por ello, generalmente utilizan ramas de diámetros menores y más aún si la extracción es exclusivamente manual. Reynel (1988) identifica a P. incana como una especie leñera poco usada por la dificultad de su cosecha. Existen otras 15 especies -hasta hoy identificadas- para el sur de Puno que se pueden usar alternativamente a la queñua.

Los carboneros, por el contrario, requieren de ramas o fustes gruesos para obtener un producto aceptable mercantilmente. Por tanto, se ven precisados -en la mayoría de los casos- a talar el árbol entero. La extracción leñera para uso doméstico no elimina el árbol, sólo lo achaparra y cambia la configuración del bosque; los carboneros, en cambio, sí hacen desaparecer al árbol y por lo tanto, al bosque.

Existen también otras clases de leñadores a los que se ha convenido en llamar arrieros-leñadores y leñadores industriales, los cuales procuran llevar ramas gruesas de diámetros mayores a 5 cm o rajas de madera a los centros de venta o de consumo. Los arrieros-leñadores son aquellos que transportan leña a lomo de llamas a mercados de consumo comunal rural. Entre los leñadores industriales están los camioneros que transportan la leña a otros lugares para hacer carbón o a mercados comunales rurales. Entre estos últimos también están incluidos los leñadores del Ejército Peruano que recolectan leña par sus guarniciones cada vez que lo necesitan. Los leñadores de este tipo ponen en peligro al bosque en mayor grado, dependiendo de las cantidades de leña involcradas y la frecuencia de su accionar.

La fabricación de carbón de queñuas comenzaría en el siglo XVI o XVII. Escritores de la época colonial ya hablan de la fabricación de este producto con las especies que nos ocupan. En la época republicana las cantidades habrían disminuido, pero continuó la secuencia tal como lo atestigua una monografía de la provincia de Lampa de 1928. Hoy en día, las fábricas de carbón continúan trabajando y quizás con un impulso mayor desde mediados de la década de los 60 cuando ocurrió

el "boom de los pollos a la brasa", un plato de lujo para la clase media peruana, que sería casi una analogía de las hamburguesas americanas y la desaparición de bosques amazónicos.

La actividad minera

Los troncos de queñua han sido utilizados para apuntalar los socavones de las minas metalíferas posiblemente desde la época incaica hasta que últimamente comenzaron a ser reemplazados por el eucalipto. En el pasado, este uso y otros de naturaleza minera no parecen haber afectado mucho a los bosques hasta el descubrimiento en 1545 del yacimiento de plata de Potosí, el más grande del mundo. Es poco probable que vigas de apuntalamiento hayan sido trasladadas de Puno al Potosí, más sí carbón y leña. Las cantidades de leña y carbón que utilizaron las labores de explotación de este yacimiento fueron de hecho, muy superiores a las necesidades de las minas de oro de Puno, descubiertas alrededor de 1563.

Potosí se convirtió a principios del siglo XVI en una de la ciudades más grandes de su tiempo con 150 000 habitantes, cuando Madrid sólo tenía 105 000 (Macera, 1985). En 1599 se requerían turnos de 4000 llamas para atender Potosí. En 1630 se había elevado a 5000, pero además se usaban 30 000 llamas para atender la actividad civil y comercial. En ese entonces se contabilizaron 209 900 cargas de leña. 69 450 cargas de carbón y 800 000 cargas de ichu (Antúnez de Mayólo, 1981). Además, Dolifus (1981) menciona que a comienzos del siglo XVI, 600 000 cargas de llamas llevaban al Potosí guano de estos mismos animales para ser usado como combustible.

Las fuentes examinadas no explican si es leña de queñua la que se transportaba al Potosí, pero es casi seguro que ese fue el caso, dadas la excelentes características caloríficas de esta madera que la harían muy solicitada en las labores de fundición del mineral. Prueba de ello sería un escrito de 1885 que narra que las queñuas servían para fundir metales de la minas de Huancavelica. En este caso, era el mineral el que se llevaba a fundir a los bosques situados a 40-50 km de distancia. Según Frimer y Moller (1989), en la quebrada Rurichinchay, Ancash, la queñua

se continúa utilizando como leña para fundir plata, a pesar de la doble prohibición legal (veda de Polyiepts y estar dentro del Parque Nacional del Huascarán). ¿Resagos de lo que fuera hace siglos?; esta pareciera ser la razón, pues el carbón mineral es un recurso bien representado en Ancash.

No es posible saber cuánta madera había en una carga de leña para así estimar la cantidad de bosques intervenidos. La dlílcultad crece si aceptamos la existencia en el pasado de llamas especiales para este tipo de transporte. En el Collao, se dice, existieron llamas más grandes y robustas que las actuales. La existencia y correcta ubicación de estas llamas habrían sido confirmada por los estudios osteológicos realizados por Wing (1975) citado por Antúnez de Mayolo (1981). Los testimonios aseveran que tales llamas cargaban de 7 a 8 arrobas, en comparación con las 3 a 4 arrobas que cargan hoy según Concha (1975).

La actividad ganadera

Las quemas de los pastos altoandinos suelen afectar a los bosques de Polylepis. Estas quemas, para permitir a la ganadería andina obtener pastos suaves y frescos, es una costumbre practicada desde la llegada de los animales europeos de pastura. Antúnez de Mayolo (1981) explica que en la legislación inca existieron disposiciones que prohibían la quema de los pastos y la tala de los árboles. El virrey Toledo recogió esta última y prohibió la tala de los árboles que en forma masiva efectuaban los hispanos para alimentar los hogares de minas y poblados; empero no hace referencia a la quema de pastos, bien sea porque en aquel entonces aún no se los quemaba o por estar acostumbrado a verlos quemar en la noche de San Juan en España.

La ganadería nativa parece no necesitar de quemas para procurar pastos a los animales en la época de estío. La presencia de animales domesticados en el Altiplano nunca habría ocasionado problemas ecológicos sino hasta después de la llegada de la ganadería española, cuando comenzó a usarse el estiércol como combustible, comenzando la degradación de pastos, y así se cierra el círculo vicioso. La quema de pastos sería también el resultado del olvido de prácticas antiguamente

utilizadas por los ganaderos para procurar vegetación suave y palatable a sus animales durante todo el año, tal como el uso de pequeñas obras de Irrigación de pastos, como las que aún se observan en Huanaca-maya, en las faldas del Cerro San Francisco de Pataqueña cercano al poblado de Condorire. Palacios (1977), estudiando pastores aymaras en Chichillapi. cerca de Santa Rosa de Juli, indica que los bofedales en el peor de los casos sostendrían tres alpacas por hectárea y que los pastores reconocen que el ganado cuidado allí producen más tiempo. El mismo autor presenta evidencias de técnicas rudimentarias de rotación de pasturas sin uso de cercos. ¿Será el sur occidente de Puno un lugar propicio para observar y recuperar prácticas de manejo de pasturas y animales domésticos?.

Todavía no se sabe mucho sobre la palatabilldad de las queñuas para la ganadería altoandina como para tener referencia de su incidencia en la regeneración de los bosques del Polylepis.

Para el caso de quemas de pasturas que hagan "retroceder" bosques aledaños -no necesariamente de queñuas- se pueden tomar como ejemplos los incendios de pastizales de las partes altas del Parque Nacional Río Abiseo. donde Young y León (1988) indican que los pastores de ganado vacuno se ven precisados a quemar los pastos cada 1-3 años para evitar a sus animales el tener que comer pastos pobres en nutrimentos y de hojas duras. La quema mantiene fragmentado a los bosquecillos de este parque nacional, matando los arbustos y arbolillos que hubieran regenerado en los pajonales. Las especies que tienen la yemas protegidas, como las gramíneas, rebrotan con facilidad, siendo así favorecidas en su dominancia. A veces el incendio penetra en el bosque continuo y paradójicamente destruye lo que es uno de los bosques más húmedos en el Perú, reduciendo en tal vez 500 m de altitud el límite superior de este bosque montano. En estos bosques, Polylepis pauta ocupa un sitio (entre 3350 y 2750 msnm) junto con otras 18 arbóreas. Así, la quema de pastos altoandinos no sólo afecta a los bosques enclavados en los Andes, sino también a varias otras especies arbóreas y arbustivas de otros ecosistemas como en la Selva Alta.

Demografía, agricultura y bosques

Investigaciones recientes de arqueólogos sugieren un patrón de deforestación desde el pie de las laderas hacia arriba. Al principio, los núcleos de agricultores se ubicaron en los suelos fértiles y aluviales de los pisos de los valles donde es mayor el potencial para la agricultura, más tarde las comunidades empezaron a subir hacia las laderas; con los pueblos ya grandes, la tendencia creciente fue de situarse sobre las lomas de las cuencas a elevaciones de 3700 a 4000 msnm. Cerca a estos pueblos fortificados, grandes extensiones de andenes reemplazaron probablemente a los bosques en las laderas (Guillet, 1985).

En este trabajo se sugiere que el proceso inicial en la zona altoandina habría sido opuesto; es decir, desde la cumbre de los cerros hacia abajo. Aunque no documentada, esta hipótesis se sustenta en que el eje principal de transición del nomadismo al sedentarismo, y conjuntamente con el desarrollo de los principios de la agricultura, habrían sido los bosques altoandinos, y dentro de ellos, con mucha mayor seguridad, los queñuales.

Tomando como base las ideas de Holdridge (1982) sobre como el hombre extendió sus áreas de dominio, la historia del hombre andino se trazaría así. El hombre andino cazador y recolector hacía incursiones cortas durante los meses en que el clima lo permitía, a las partes altas de los Andes. Los viajes prolongados estimularían o ampliarían el uso del vestido (cada vez más perfeccionado para enfrentar climas andinos adversos), y el uso del fuego. Cuando estos elementos fueron bien dominados, le permitieron explorar y ocupar zonas de vida con climas más fríos, aún cuando todavía fueran cazadores -recolectores.

El hombre de aquel entonces debió percatarse que los bosques de queñuas eran sitios ideales donde albergarse durante sus incursiones, pues le ofrecían leña, protección contra vientos -en general un clima atemperado respecto a las áreas circundantes-, varias plantas alimenticias, animales de caza, productos de fauna para colectar (miel, huevos, caracoles). Los bosques de Puno, por su ubicación en cerros

con acantilados, pudieron ofrecer también cuevas o roquedales suficientemente grandes donde procurarse un lugar habitable.

Los bosques de queñuas son islas de diversidad biológica en los altos Andes, contrastando fuertemente con su entorno. Así, el antiguo hombre andino habría podido primero colectar y luego comenzar a cultivar géneros de plantas que aún hoy se encuentran silvestres en estos bosques (recursos genéticos de valor desconocido) y que a la vez están entre los principales cultivos de los altos Andes, como son k'ela, kheackea o tarwl [Lupinus sp.). las papas (Solanum sp.), las cañihuas y quinuas (Chenopodiu.m sp.) y algunas Oxalidáceas (Anexo 1). La mayoría de estas especies y varias otras de los bosques son además medicinales.

Después de haber desarrollado los principios de la agricultura y quizás ganadería, el hombre pudo comenzar a trasladarse a zonas como las orillas del lago Titicaca donde encontró que si bien no había diversidad de plantas, ellas podían ser trasladadas y mejorar en algunos aspectos la práctica de la agricultura por la menor pcdregosidad (importante cuando aún no se habían desarrollado bien las herramientas agrícolas), las áreas de cultivo podían extenderse fácilmente, tenían una fertilidad comparable a los bosques, precipitaciones más altas y clima termorregulado por el lago.

La agricultura parece haberse desarrollado inicialmente cerca de la línea unitaria de evapotranspiración potencial del diagrama para la clasificación de zonas de vida de Holdridge (1982), o en las planicies aluviales provistas de napas freáticas altas, ubicadas en la zona de vida adyacentes más secas. De cualquier manera, parece lógico suponer que el primer cultivo de plantas que luego eran cosechadas se confinó a suelos de alta fertilidad y a climas en donde el aclareo de las tierras y la ludia contra la malezas, es decir contra la sucesión natural, no presentaba mayores dificultades. Los queñuales cumplen con estos "requisitos".

Es posible que al movilizarse a otras zonas más convenientes, para cada vez mayor número de personas, los bosques ya habían sufrido cierto grado de deterioro proporcional a los índices demográficos de

aquel entonces. Tales movilizaciones debieron ser totales y los bosques tuvieron cierto tiempo para recuperarse. Los movimientos seguramente no fueron solamente horizontales, sino también hacia zonas más bajas, ya sea trasladando los cultivos, encontrando otros, etc; fue entonces que también comenzaron a deforestarse las zonas bajas.

En un inicio, las movilizaciones serían más que nada para controlar cada vez más pisos ecológicos por razones de alta densidad poblacional en el primer lugar ocupado. Estas fueron también razones para retomar o volver a los bosques, y ya con conciencia del valor del recurso suelo, comenzar a construir andenes. Aún así, las laderas debajo del bosque (donde aparentemente era mejor tener las áreas de cultivo) no eran muchas y por ello se tomaron también las planicies en las cuales se comenzó a cultivar, tratando de Imitar la acción termorreguladora del lago por medio de huaro-huaros para prevenir el daño por heladas a los cultivos. Ejemplos de cerros con bosques, andenes y huaro-huaros se ven al norte de la ciudad de Lampa.

Cuando la densidad poblacional aumentó debido a menores riesgos de caza y abundancia de alimentos y medicinas, el control de territorios se hizo necesario y conflictivo. Varias etnias tratarían de subir, bajar o trasladarse horizontalmente para controlar áreas ya en posesión de otros grupos. Los litigios y guerras debieron ser frecuentes; la construcción de fortificaciones debió ser la característica de esos tiempos. Si con esas edificaciones se destruyeron bosques, es asunto discutible.

Hasta aquí, vemos que los bosques pudieron haber sufrido y aún sufren varios embates, a veces hasta su extinción total. Los traslados de poblaciones habrían sido en varias direcciones, pero dado que se iniciarían arriba, el patrón fue primero hacia abajo para confundirse luego en complejas historias por el control de pisos ecológicos.

BOSQUES AISLADOS

Difícilmente podrían haber existido bosques continuos en los altos Andes. La fragmentación siempre debió ocurrir, aunque no se niega la

existencia de mayor cantidad de bosques mucho más grandes que los actuales. Los bosques de Polylepis fragmentados y muy distantes entre sí en todo los Andes sufrieron el proceso de degradación y retroceso debido a actividades humanas; sin embargo, esta es sólo una explicación parcial del fenómeno si se considera la vastedad de la serranías y que no todas las áreas cumplen con los condicionantes para el enclave de Polylepis. Sin duda, el fuego y la tala debieron ser factores importantes, pero no la explicación definitiva ni única de este fenómeno.

Monasterio (1980), trabajando con P. sericea en Venezuela, encontró que el carácter insular de estos bosques no se debe necesariamente a la acción humana, y que al menos en ese país, se había exagerado la magnitud de la destrucción pre y posthispánica, aunque no niega la existencia de casos locales muy particulares de sobreexplotación. En Venezuela, los bosques de Polylepis no se encuentran distribuidos al azar sino en correlación directa con ciertos habitats, sitios no afectados por el avance ni el retroceso de los glaciares; o sea los afloramientos rocosos usurados que a manera de islas emergentes no fueron esculpidos ni erosionados por la marcha de los glaciares. También existen habitats equivalentes de formación más reciente, como los derrubios periglaciales de bloques grandes que cubren las paredes empinadas de los circos o valles glaciares. Nunca se encuentra Polylepis sobre rocas aborregadas ni en ningún otro tipo de modelado de escultura o erosión glacial; estos son del dominio de Espeletia. género que desplazó a Polylepis hacia "islas refugio" con diferentes condiciones de temperatura, geología y disponibilidad de agua.

Estudios de variaciones geográficas de poblaciones de aves relacionadas con bosques de Polylepis [Polloxolmis ruftpennis} sugieren que si bien hubo reducción de bosques por actividades humanas, la fragmentación no habría sido causada exclusivamente por el hombre, sino más bien por cambios climáticos y topográficos de eras geológicas lejanas. Los cambios climáticos concordarían bien con el paradigma de la reducción y expansión de habitats boscosos del Pleistoceno (Fjeldsa, 1989; 1990).

La dispersión de semillas de Polylepis parece haberse hecho mediante los frutos alados o espinosos en la lana de camélidos antes que a través de aves"; por lo tanto, pueden ocurrir bosques aislados sin necesariamente haber estado unidos alguna vez.

Un estudio paleontológico panandino de los camélidos sudamericanos y de las aves corredoras como el suri [Pterocnemia pennata) seguramente mostraría su presencia en buena parte de los altos Andes. Estos animales están perfectamente adaptados para vivir en planicies o terrenos ondulados en los cuales tienen ventaja competitiva por su cuello largo para observación y habilidad para correr. Mientras más árboles hubiera, tanto menor habría sido su capacidad para desenvolverse en el bosque; es posible entonces, que los bosques de Polylepis hayan ocupado solamente las áreas cordilleranas, mientras que las planicies, valles anchos o cuencas de lagos estaban casi con el mismo paisaje que muestran hoy (dominadas por gramíneas y/o arbustos leñosos especializados en planicies) y con fauna como la vicuña y suri adaptados para vivir y competir allí.

Aún antes de la llegada de los españoles, el territorio peruano ya habría perdido muchos de sus bosques; prueba de ello serían las disposiciones reales del incanato prohibiendo la quema de pastos y tala de árboles. En el tiempo de los incas las avalanchas por deforestación eran ya conocidas; sin embargo, tenían explicaciones mitológicas antes que ecológicas. Resagos de esos mitos quizás todavía subsistan en el Perú andino, razón por la cual algunos campesinos no entienden el papel de los bosques en la conservación, mejora de los suelos y en la regulación del régimen hídrico.

Ansien (1986) hace notar que los dibujos y textos de las crónicas de la época colonial no muestran o hablan de grandes bosques en las serranías sino de pequeñas arboledas en áreas "abiertas". No se puede asegurar si con la presencia española a partir del siglo XVI los bosques se redujeron más que antes, lo cierto es que sí hubo daños y la

15 El ave Carduelis crassirostris se alimenta de semillas de Polylepis, aunque no se conoce su efectividad como dispersen-. Sus hábitos sedentarios (aparentemente no dejan sus pequeñas "islas habitats" ni en las tormentas de nieve) la condicionaría a dispersiones locales.

composición florística y faunístíca de los Andes fue cambiada y/o reducida. Los bosques cordilleranos que habrían existido, tampoco tendrían una masa densa y continua; los bosques de la provincia de Lampa serían un ejemplo aproximado de lo que fueron los lugares cordilleranos más boscosos de aquel entonces; es decir, sectores densos, ralos y áreas libres, aún en la cordillera.

No ha sido correcto tratar de explicar la ocurrencia de bosques del género Polylepis con observaciones relativas a unas cuantas especies. A pesar de tener algunas características similares, los bosques de queñuas de diferentes especies presentan particularidades propias, como son sus estructuras, sus valores dendrométricos y plantas asociadas y lo más importante quizás, las exigencias edáflcas que no permiten a todas las especies establecerse en sitios similares.

Los bosques del extremo sur occidental del departamento de Puno se localizan en su mayoría en cerros que forman el límite con Moquegua; estos mostrarían como eran los bosques hace unos 500 años. A lo largo de casi 50 km de cordillera existen siete lugares más o menos equidistantes cuyos nombres denotan la presencia de bosques de queñuas (cerro Queñuamolloco, nevado Queñuamolloco, quebrada Queuñane, cerro queuñasirca, etc.). Si los bosques hubiesen sido continuos en este sector de la cordillera, los lugares no habrían tomado estos nombres, pues no denotaría una característica saltante. Esto refuerza la idea de que siempre hubo manchales de queñua que impulsaron a los antiguos habitantes de la región a usar esta característica para denominar algunos sitios.

La toponimia puede también ayudamos a "encontrar" bosques desaparecidos. Todos los lugares con nombres relativos a la queñua que se pudo visitar tenían bosques, a excepción del poblado de Queñuane. localizado entre Pomata y Yunguyo. La ladera norte del cerro Ccapla -en cuyas faldas se encuentran Queñuane- tiene todos los condicionantes teóricos favorables para asentar bosques de queñuas y es probable que en el pasado allí haya existido uno.

EL FUTURO DE LAS ESPECIES DE Polylepis EN EL PERÚ

DIRECCIONES PARA FUTURAS INVESTIGACIONES

Se ha propuesto que los queñuales de Lampa sean convertidos en parque nacional (Cabala, 1973) y reserva nacional (Velásquez, 1989); este último autor recomienda inclusive el traslado de suris (Pterocnemia pennata) a Lampa. De estas aves solo quedan 18 en Moquegua (Fjeldsa, 1987). y en la comunidad campesina de Túpala (provincia de Chuculto) se protegen algunos suris, lamentablemente sin criterios de manejo.

En el sur de Puno y en partes altas de Tacna y Moquegua existen habitats que aparentan ser ideales para proteger queñuales, suris, vicuñas y tolares. Estos paisajes no muestran una gran diversidad biológica, si se comparan con otras, ni paisajes espectaculares u obras humanas dignas de admiración; pero no por ello deben ser desmerecidas para recuperar poblaciones de las especies citadas.

Fjeldsa (1987. 1989) ha identificado y propuesto proteger las áreas de mas alta diversidad biológica en algunos pocos queñuales en la Cordillera Blanca. Ancash; Cordillera de Vilcanota, Cusco y Oyón. Lima. El Perú tendría en estos bosques las mejores muestras de biodiversidad andina sobre los 3500 msnm, y alejadas de las áreas de influencia de la Selva Alta. Los queñuales citados merecen un tratamiento de intangibilidad, dada su naturaleza no repetible en otros queñuales degradados en diferentes proporciones. Igual estatus merecerían las poblaciones de Polylepis de especie endémicas o aquellas pobremente representadas en el Perú, aún si tuviesen baja diversidad biológica. Existen muchos bosques pequeños aislados, cada uno con entornos

sociales de características propias; los diversos tratamientos a los que se acomodarían pueden hacerse mediante la declaración de reservas locales, como la mejor garantía de que sean protegidos por sus más seguros e Inmediatos defensores: los usuarios del recurso.

El Perú, a pesar de contar con amplios paisajes altoandinos y muchas ciudades allí asentadas, cuenta con pocas estaciones de estudio en la zona. Por lo general, estas tienen propósitos específicos, están modestamente dotadas, y por ende, incapacitadas para cubrir la gran variedad de recursos naturales y grupos humanos que viven allí. Los estudios en ciencias naturales y sociales son caros, difíciles, lentos e imprecisos de no contar con estaciones de estudio bien ubicadas y dotadas.

Para abordar la problemática del desconocimiento de Polylepis, como el de otros géneros de interés en los Andes, será necesario establecer parcelas de monitoreo y rodales de investigación, que además se pueden aprovechar para actividades de entrenamiento y capacitación de personal forestal.

No existe una estrategia ni una política concertada de las instituciones forestales que trabajan en la Sierra. Cada cual ha puesto en práctica lo que parece correcto y han sido pocas las oportunidades formales de intercambio o transmisión de experiencias. La escasa investigación forestal andina no siempre se debe a falta de recursos, sino también a falta de entrenamiento y mística y a prejuicios profesionales. De poco servirán listas de temas prior-izados por investigar y planes de acciones forestales a realizar, si antes no se consideran los aspectos antedichos.

En el caso de Polylepis, la concertación puede dar como fruto la Investigación internacional de especies poco representadas. P. sertacea, por ejemplo, podría ser estudiada por varios países a la vez, aprovechando su amplia distribución.

Si bien el género Polylepis puede emplazarse en un amplio rango de condiciones edafológicas y climáticas, sus especies muestran tener rangos más restringidos. La respuesta a este tema con un

acercamiento geomorfológico-edafológico promete resultados más aplicables que los exclusivamente edafológicos.

Estudiando la evolución climática y geológica de los Andes, es posible conocer mejor en qué medida el hombre fue responsable de la desaparición de bosques altoandinos. La geología también podría mostrar la influencia del lago Balliviam -del cual el Titicaca sería sólo una porción drenada- en la distribución de queñuales en gran parte del actual Altiplano en eras geológicas pasadas.

Aunque es lamentable no tener debidamente documentadas las técnicas y experiencias sociológicas para comunicarse y desarrollar actividades forestales con los campesinos en los Andes, estas han tenido notables avances en la última década. Sin embargo, aún con experiencias forestales tangibles, la necesidad de realizar plantaciones forestales parece no haber calado en los campesinos ni en algunas autoridades. Tampoco se ha asegurado la continuidad de los trabajos al retirarse la asistencia técnica y/o económica. Hasta hoy, la plantación de árboles ya ha Ingresado de algún modo en la economía campesina de los Andes pero aún no se ha consolidado, y en todos los casos, las labores forestales preconizadas hoy día no se adaptan a las tradicionales formas de trabajo andino que parecen caracterizarse por festivas y muchas veces mitológicas connotaciones. Así, el tratar de crear un "plantakuy" en la economía y calendario agrícola merece muchos estudios sociológicos y forestales antes que un apresurado dictamen político. Los queñuales naturales no podrán soportar indefinidamente el aprovechamiento, aún si es exclusivamente rural, dado el crecimiento demográfico. Las plantaciones se hacen necesarias pero no siempre mediante asistencia.

¿Por cuánto tiempo más estará vigente el pensamiento andino mitológico, al menos en aspectos forestales? Las personas de menor edad que creen en la mitología andina como patrones de conducta y decisión alcanzan ya los 40 años; cada vez es mayor el número de jóvenes que no las toman en serio. Una vez desaparecidos los posesionarlos de estas formas de pensamiento, no queda ninguna garantía de que continúe siendo el motor principal o parcial del actuar en el ámbito rural. Así, en 30 años este tipo de ideas será más del

recuerdo que una forma de vivir y actuar. ¿Cuánto de lo considerado mitológico tiene connotaciones sabias de dominio y respeto por la naturaleza?, ¿cuáles manifestaciones han sido rescatadas?, ¿valdrá la pena o es conveniente servirse de este tipo de pensamiento en acciones de educación forestal rural?

El género Polylepis es sólo una parte del problema de deforestación en los Andes. El género Escallonia, por ejemplo, se encuentra en peor situación debido a la industria de los pollos a la brasa en el Cusco. Esta industria Involucra buena cantidad de insumes nacionales, no sólo en el proceso mismo de la preparación, sino en la construcción de implementos necesarios para ello; debería, entonces, ser estudiada para tomar las previsiones del caso antes que suprimirla por ser responsable parcial de la desaparición de bosques andinos.

La búsqueda de recursos alternativos a la queñua implica no sólo trabajar con otras especies leñeras ni sólo en el campo forestal. Existen fuentes de energía opcionales, se puede optimizar el uso de las actuales, de otros materiales y técnicas de construcción para el ámbito rural, que prescindan de las queñuas, o por lo menos aminoren los efectos devastadores.

Finalmente, es necesario centrar los estudios de los queñuales en la satisfacción de las necesidades rurales y la conservación de las especies del género.

LEGISLACIÓN APLICADA A LOS BOSQUES DE POLYLEPIS

No son documentos únicos ni relativamente recientes los mandatos legales intentando frenar el uso de carbón o leña de géneros con poblaciones en peligro de desaparición (Polylepis sp.. Azorella sp., Prosopis sp.). Una pequeña colección de estas disposiciones se presenta en el Anexo 6; ninguna de ellas ha tenido el efecto deseado. En resumen, las causas del fracaso de disposiciones legales serían la inadecuada difusión, fallas en el control del cumplimiento y falta de estudios básicos para abordar el problema y adecuar la legislación.

Las disposiciones legales deberían encargar a las dependencias forestales la difusión a las comunidades campesinas en cuya jurisdicción hay queñuales. Este es seguramente un proceso lento pero más efectivo que el dar por entendido que todas las personas en el Perú leen el diarlo oficial. Las comunidades campesinas necesitan sentirse amparadas para defender sus recursos contra foráneos que explotan o mandan explotar sus queñuales. Algunos campesinos de Lampa, por ejemplo, saben que la tala de queñuas está prohibida, pero desconocen qué hacer y en qué documento legal apoyarse para formular una denuncia a la Policía o aún contra ella. Por ello, las dependencias forestales deberían, además de difundir los dispositivos legales, informar del procedimiento de denuncia ante varias instancias.

Los municipios también deberían tener una ardua labor con los consumidores del carbón y los carboneros. Las disposiciones legales deberían prohibir no solo la tala de árboles sino la elaboración y comercialización del carbón. Sin embargo, la ley no debe prohibir "todo uso"; la utilización de productos de los bosques con fines medicinales o rituales debería estar permitida.

La nueva legislación deberá prestar especial atención a los arrieros. Ellos han sido históricamente los dinamizadores de una de las más delicadas economías en el área de estudio, y por ende del Perú. El arriero visita periódicamente aquellos caseríos que no cuentan con vías de fácil acceso y se encarga de proveer al caserío de bienes de consumo.

Prohibir el arrieraje de leña sin previo estudio podría traer funestas consecuencias para algunos de los caseríos, ya que la recolección de leña es parte del circuito del arriero. Sería conveniente elaborar un registro de los arrieros actuales y comenzar a estudiar sin demora si es más conveniente compensar económicamente parte del circuito que ahora haría sin leña, o si es posible permitirle el uso a base de cuotas mínimas, diámetros mínimos de corta de ramas, prohibir el uso de ciertas herramientas y algunas prácticas dañinas a los queñuales. Otra posibilidad sería sustituir la leña por otros combustibles.

Los escasos conocimientos actuales muestran que no es sólo a los árboles de Polylepis a los que hay que proteger; ellos se encuentran

relacionados con fauna y flora particulares. Con más estudios, el perfecionamicnto de la legislación llevará a promulgar decretos a favor de los queñuales como ecosistemas, antes que sólo como una agrupación de árboles. Tampoco podrá olvidarse que en el campo florístico, además de las queñuas, existen otras especies por las cuales preocuparse. La siguiente es una escueta lista de los géneros andinos afectados por quemas o por extracción leñera: Puya sp., Azorella sp. (casi extinta en área de estudio), Balbisia sp. (sólo en vertiente pacífica de la Cordillera Occidental Sur), Parastrephta lepidophylla. Ribes brachybotrys, Dtpiostephtum tovart y Satureja boliviana.

En toda la Sierra, los combustibles naturales renovables (herbáceas, arbustivas y árboles leñeros, además de estiércol de ganado) son pésimamente utilizados. Por tanto, la legislación no sólo debería prohibir su maltrato, sino alentar el estudio del problema y promover el uso de recursos alternativos.

EL FUTURO DE LAS QUEÑUAS

Los queñuales no son solo unos árboles de Polylepis sino un conjunto interrelaclonado de flora y fauna. Entonces, ¿cómo salvar a los queñuales? Este género es dicogámico (Pretell et al., 1985), con polinización anemóflia; es decir, que aquellas poblaciones reducidas a unos pocos árboles por hectárea desaparecerán tarde o temprano, en razón de su modo de reproducirse, aún cuando cesen por completo los daños. Aparentemente en los bosques grandes y bien representados se encuentran semillas viables; sin embargo, el cáncer interno de la sobreutilización los va consumiendo y muchos bosques ya no muestran la estructura que los caracterizaba. Aún en áreas naturales protegidas como en el Parque Nacional Huascarán, la tala para la fundición de minerales, cocción de alimentos, calefacción, fabricación de muebles, y los incendios así como el pastoreo continúan implacablemente.

Tres especies endémicas de queñuas ocurren en el Perú, dos de ellas en áreas muy restringidas (Anexo 2). El tamaño de las poblaciones y el grado de Intervención en las mismas es información desconocida.

La silvicultura de las especies dificultosamente se va esbozando, no se conoce con seguridad de sus respuestas ante los tratamientos pues casi siempre han sido tratadas como género y no como especies diferentes.

En gran parte, corresponde a la inteligencia peruana cambiar el oscuro panorama de los queñuales, salvarlos y convertirlos en instrumento de desarrollo de los pueblos altoandinos. El camino a seguir debe considerar tres aspectos básicos: control. Investigación y educación.

Controlar a los "leñadores industriales", los mayores destructores. es perfectamente posible. Las autoridades pueden montar operativos para decomisar productos, amonestar y multar a los carboneros, que no parecen ser muchos y son conocidos localmente. Los gobiernos ediles deberán ser alertados de la venta ilegal de carbón y leña a los restaurantes y pollerías, y de su libre expendio en mercados. El Ejército Peruano, ejemplarmente, dejará de usar los queñuales y. aunque no le corresponda, quizás ayude a controlarlos. El personal de la Policía Nacional Forestal es constantemente cambiado de puesto de control rural; esto dificulta su conocimiento de las especies de flora y fauna a controlar. Este problema puede salvarse fácilmente con breves muestrarios permanentes, al menos de las especies que son factibles, en los centros de entrenamiento y control. Las comunidades campesinas dueñas de queñuales deben ser informadas formalmente del problema; ellos, dependiendo de su nivel de organización y limitaciones propias, pueden coadyuvar y quizás convertirse en los mejores guardianes de "sus" recursos. Por cierto, la responsabilidad debe ser compartida y no cargada exclusiva o mayoritariamente en ellos.

La educación y diálogos con los "dueños" de los queñuales. para que aprendan a valorarlos y así evitar los incendios y la sobreexplotaclón se hace necesaria. Los conocimientos generados por las investigaciones también deberán ser utilizados con fines educativos.

En suma, los queñuales se pueden salvar y a la vez apoyar el desarrollo de los postergados pueblos altoandinos.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

1. En el área de estudio se encuentran dos tendencias generales en cuanto a las especies que componen los bosques. Tomando como referencia al poblado de Mazo Cruz. Chucuito se tiene al norte P. incana y al sur P. tomentella. Se necesitan estudios botánicos más detallados para el área de estudio; varias subespecies pueden estar ocurriendo.

Los queñuales no siempre son homogéneos; existen mezclas y aparentemente también hibridizaciones. Al extremo norte se encuentran P. besseri y P. racemosa; el primero posiblemente también en el extremo sur, pero ambos representados con pocos individuos.

En Puno ocurrirían hasta seis especies: las cuatro ya confirmadas, más P. pauta y P. pepei, sin confirmar. Puno sería el segundo departamento junto con Ancash. con la mayor diversidad en el género después del Cusco.

2. Se estiman 100 000 ha de queñuales en el Perú; P. pauta tendría la mayor extensión boscosa pero también la más difícil de evaluar. No se conoce el tamaño de las poblaciones ni su localizaclón. Se sugiere elaborar un registro de la ubicación, superficie y estado de conservación de estos bosques, además del establecimiento de un sistema de parcelas de monitoreo.

3. El Perú tiene la más alta diversidad de especies del género Polylepis (10 de las 15) y el mayor grado de endemismo (3 especies), aunque dos de las endémicas con poblaciones muy restringidas.

En 18 departamentos del Perú se registró al menos una especie de queñua. Polyiepís incana y P. racemosa son las especies con más alta frecuencia de ocurrencia por departamentos (9) y aparentemente también han sido las más cultivadas por los campesinos dadas sus buenas características propagativas.

Se necesitan estudios de la distribución y estado de conservación, especialmente de aquellas con bajas frecuencias por departamento, por ejemplo P. pepei (Cusco) y las endémicas P. multyuga (Amazonas, Cajamarca) y P. subsericons (Ayacucho, Cusco, Huancavelica). Sería conveniente reconfirmar la ocurrencia por departamentos de todas las especies debido a que algunos de los registros datan de 1850.

4. Ningún herbario peruano cuenta con buenas colecciones botánicas de referencia para Polylepis; igual suerte deben tener muchos otros géneros del ámbito andino. La determinación de las queñuas es particularmente difícil si se consideran sus múltiples variantes morfológicas (¿variedades, subespecies?) y sus posibles híbridos naturales. Una de las primeras tareas de las instituciones forestales de la Sierra será elaborar un índice sistemático de las especies, establecer sus propias colecciones botánicas y mantener buenos registros de origen y destino del material propagativo.

5. Los bosques más pequeños dentro del área de estudio merecen mayor atención en los trabajos de dinámica y utilización de los bosques, dado que están ubicados en áreas muy cercanas a centros de población. Estos bosques se pueden monitorear fácilmente; algunos como el de Sillustani, por su facilidad de acceso y contigüidad a los muy visitados restos arqueológicos del lugar, podrían ser usados con propósitos de educación ambiental.

6. El Perú, a pesar de ser un país andino, no cuenta con un sistema de estaciones de estudio en los altos Andes. Su establecimiento es impostergable y sus beneficios en materia educativa, conocimiento de los recursos naturales y características sociales de la región son obvios.

El olvido de las serranías ha generado problemas no sólo en esta reglón; hoy es el responsable de gran parte de la problemática ecológica y social que se vive en la región costera y amazónica.

7. Es posible que en el Perú y en otros países andinos todavía se puedan encontrar algunas especies de Polylepis con poblaciones poco intervenidas o partes de ellas en relativo buen estado de conservación. Esas poblaciones podrían ser empleadas en estudios ecológicos comparativos y mejorar así el conocimiento general de estos ecosistemas.

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ANEXOS

Las probabilidades de ocurrencia se basan en la existencia de habitáis aparentes para la ocurrencia natural de una determinada especie, no en principios matemáticos puros. Los totales no incluyen las probabilidades teóricas (con números en el cuadro).

Las latitudes aproximadas del ámbito andino (sobre 1800 msnm) de estos departamentos son:

Amazonas 60-0720´ Junín 10°45'-12°38' Ancash8°-10°50' La Libertad 7035'-8020' Apurímac 15°20'-11°50' Lima 10°40'-13°30' Arequipa 14°30' Moquegua l5°55'-17°35' Ayacucho 11°15'.15°30' Pasco 9°30'-11° Cajamarca 4°30'-7°45' Plura 4°20'-6°00'. Cusco 11°10'-15°20' Puno 13°.00'.17°20' Huancavelica 11°50'-14°5' San Martín 70-90 Huánuco 8°30'-10°30' Tacna 16°55'-18° Ica 13°-15°30'

Nótese la alta difusión de P. incana y P. racemosa. la escasa difusión de P. pepel y la preocupante distribución de las endémicas P. multifuga y P. subsericans. El departamento de lea es el único de la lista sin registros probados. Todas estas citas necesitan comprobación, algunas se hicieron con datos de colección de 1850.

Para la Fig. 17 se desarrolló un método artificial para ubicar aproximadamente el rango de precipitación y temperaturas extremas bajo las cuales prosperan P. tncana y P. tomentella. Los valores de las células se calibraron en las escalas confrontando los valores de precipitación y extremos de temperatura de un lugar con una determinada especie. Así por ejemplo, los lugares asociados a P. tomentella tienen valores desde 366 a 534 mm de precipitación promedio al año, pero la célula se recalibró en un rango más amplio confrontando las isoyetas, isotermas y la ubicación de los bosques en el mapa. La ubicación y tamaño de células puede recalibrarse conforme se adquiera información meteorológica de mejor calidad.

Anexo 5

Disposiciones legales relacionadas con la veda de géneros leñeros y carboneros

Algarrobos (Pirosopís sp.)

- Resolución Suprema Na 658-70-AG del 7 de agosto de 1970 - Resolución Suprema Na 953-73-AG del 21 de agosto de 1973 - Resolución Suprema Na 0144-74-AG del 13 de febrero de 1982 - Resolución Directoral Na 024-82-AG DGFF del 30 de Junio de 1982

Queñua (Polylepis sp.)

- Decreto Supremo Na 532 del 29 de mayo de 1943 - Decreto Supremo Na 1014-73-AG del 31 de octubre de 1973

Yareta (Azorella sp)

- Decreto Supremo Na 345 del 9 de julio de 1942

Anexo 6

Otros bosques andinos desaparecidos o en proceso de extinción sobre los 3800 msnm

Según Guillet (1985), la extensa reglón que sirve de cuenca al Titicaca y se prolonga en la altiplanicie boliviana del Collao. tomó ese nombre por el árbol "colle" (Buddieja coriácea) que hoy sólo existe cultivada en la región. Aquí más bien se sugiere que la reglón tomó el nombre de los Collas, uno de los dos señoríos más poderosos y renombrados de entre los 16 reinos o señoríos aymaras. En el siglo XIV la reglón fue conquistada por los incas denominándola Collasuyo. Posteriormente y después de la llegada de los españoles la región habría tomado el nombre del Collao.

Nuestro desacuerdo con que la región haya tomado el nombre común de esta especie no significa que estemos en desacuerdo con la posible existencia de sus bosques en el pasado. Si los campesinos antiguos y contemporáneos no hubiesen sabido cultivarla, de seguro hubiese desaparecido, pues actualmente se duda que existan bosques naturales. De ser así, esta especie sería una prueba irrefutable de la desaparición de bosques en los Andes ya que de algún bosque deben haber salido los patrones para propagarlos. Aquellos bosques de B. coriácea identificados como naturales deberán ser revisados cuidadosamente para verificar que no se encuentren, por ejemplo, sobre ruinas de corrales prehispánicos, en los cuales el hombre los propagaría para mejorar el ambiente para sus animales. Aparentemente esta especie puede regenerar naturalmente por semilla; los corrales abandonados pueden mostrar un bosque que no sería remanente de uno mayor sino el propiciado voluntarla o involuntariamente por el hombre.

El género Buddieja está representado con 20 especies en el Perú (Venero y Macedo, 1983) y es casi seguro que cada una de ellas pobremente representadas en bosques naturales. Fjeldsa (1987) registró a 4150 msnm en Quebrada Conde, Querococha, Ancash, lo que quizás sea el último bosque natural de B. incana. Desde luego, surge la duda de si en el pasado esta especie formaba también una población de bosques más grande. Junto con Polylepis sobre los 3800 msnm.

El género Gynoxys frecuentemente mencionado en asociación con bosques de Polylepis podría no estar siendo bien calificado. Fjeldsa (1987) ha registrado un bosque de Gynoxys en la quebrada Pucavado, Ancash (¿también el último bosque?) y aunque mezclado con P. weberbaueri podría indicar que en realidad la especie pudo haber formado bosques más grandes -no necesariamente asociado a bosques de Polylepis- y que actualmente sólo se encuentren unos pocos individuos dentro de queñuales haciendo pensar que se trata de un árbol asociado, antes que "refugiado". En los bosques evaluados en Puno no fue posible encontrar otras arbóreas que no sean Polylepis.

Otra especie en peligro de extinción es Puya rciimondü (tica-tica); una gigantesca bromeliácea altoandina que a veces también se encuentra mezclada con queñuales. Sus poblaciones van disminuyendo cada vez más dado que los pastores las queman para que sus espinas no hagan perder lana a sus animales. Las puyas tienen 41 especies registradas en el Perú (Soukup, 1970) y la mayoría de las que pertenecen al ámbito altoandino son tratadas igual o peor que su más conspicuo miembro (P. ralmondi) que es la única en la cual se ha centrado la atención de los observadores y conservacionistas.

El género Azorella (yaretas) ha sido casi totalmente extinguido en Puno y otras áreas andinas. Soukup (1970) informa de sus excelentes características caloríficas, por lo cual fue usado como leña en el Potosí; en 1944 se registraba su uso para mover locomotoras de los ferrocarriles de Cusco a Puno y Arequipa y el de Arica a La Paz. además de ser usado en la fundición de minerales y como combustible doméstico e industrial.

Poblaciones más grandes de todos los géneros mencionados debieron existir junto con los bosques también más grandes de Polylepis en Puno y otros departamentos. Las poblaciones de las mencionadas especies tendrán que ser evaluadas y estudiadas al igual que las queñuas pues comparten similitudes en cuanto a reducción de poblaciones.

Si bien pueden no haber bosques naturales de Polylepis u otras arbóreas en planicies, otros grupos de plantas leñosas parecen especializarse en ellas. Las tolas (Displostephtum tovari Cuatr. y Parastrephia lepídophyla (Wedd.) Cabrera) ocurren en el ámbito de estudio y aparentemente mejor donde la densidad por habitante es

menor. Estas especies deben haber ayudado a disminuir la presión leñera sobre los bosques de queñuas en el sur peruano, pues Inclusive presentan ventajas sobre estas: son más abundantes, más accesibles, arden verdes, son fáciles de transportar y cosechar. Según Reynel (1988) estas dos especies Junto Satureja boliviana (Benth) Briq. no parecen compensarse naturalmente en muchas de las zonas observadas en el ámbito de estudio.

Anexo 7

Mapas de ubicación de queñuales en el sur de Puno (memoria explicativa)

ARBOLANDINO es un proyecto de forestería social que trabaja en el sur del departamento de Puno. Su área de acción, más algunas adyacentes donde se suele colectar material propagativo, fueron cubiertas en un mapeo de los bosques de Polylepis.

El trabajo se ejecutó en tres etapas. En una primera fase se mapearon los bosques que mediante fotointerpretación' se Iban encontrando. Se usaron mapas de escala 1:200 000. Los lugares en los que a priori no se pudo determinar si había bosques o características del paisaje parecidas a estos fueron marcados para verificar en la fase de campo.

En la sección sur del área de estudio, varias localizaciones de aparente presencia de bosques de Polylepis fueron marcadas haciendo uso de toponimia del lugar: queñoapacheta, queñoasirca, etc. Algunas de estas áreas eran identificadas como "tolares o quishuarales2 por técnicos de la ONERN. así que también fueron marcadas como sitios por verificar.

La fase de campo tuvo una duración de 26 días, entre el 13 de marzo al 7 de abril de 1989. Mediante recorridos en camioneta se verificaba en el mapa base la existencia de los bosques consignados.

Las revisiones y comprobaciones, en la mayoría de los casos, se llevaron a cabo sólo en las áreas con aceptables condiciones de carreteras y desde ellas. En unos pocos casos se hicieron expediciones a pie para confirmar la presencia de bosques alejados de las carreteras (bosques de Huallane, sector oeste del cerro Queñoapacheta). Se hicieron colectas de material botánico para determinar la tendencia general de la composición de los bosques,

1 Fotografías aéreas (blanco y negro). Escala promedio 1:40 000. Instituto Geográfico Nacional. 2 Tolares = poblaciones de tola (Diplostephium tovari y Parastrephia lepidophylla Quishuarales = poblaciones de Chuquiraga jusseieui.)

medidas de pH en el horizonte superficial del suelo, estado de conservación general del bosque y otras anotaciones.

Algunos sitios fueron descartados como asentamiento de bosques pues se trataba probablemente de pasturas incendiadas en el momento de la toma de la fotografía aérea. Los lugareños confirmaron su Inexistencia al menos hasta antes del año en que se tomaron las fotografías. Bosques muy extensos pero ralos y con árboles pequeños fueron encontrados sobre todo en el sur del área de estudio. Algunas de estas áreas habían sido confundidas con talares y quishuarales. En las partes altas de la Cordillera Occidental, la distinción entre bosques de queñuas (Polylepis sp.) y rodales de yaretas (Azorella sp.) fue muy difícil a la distancia, aún en esta fase.

Los sectores boscosos cerca de las instalaciones del Ejército Peruano fueron brevemente revisadas, excepto el cerro San Francisco de Piñón, en Santa Rosa de Juli.

Los bosques muy pequeños cuya Inclusión sería minúscula en la escala del mapa publicado fueron marcados con círculos de color para facilitar su ubicación. Áreas de interés relacionadas con la problemática de las queñuas fueron indicadas por si posteriormente se desea realizar estudios allí.

Con la información verificada se preparó un nuevo mapa base y, se volvió a fotointerpretar el área para aproximarse más al tamaño real de los bosques con los nuevos criterios adquiridos.

Con las muestras botánicas se determinó la tendencia general de la composición de los bosques. La determinaciones botánicas se hicieron con base en la última revisión del género Polylepis de Sympson (1979).

El criterio para la delimitación de la superficie de bosque fue sectores ralos y/o con árboles menores de 1.5 m. Sectores con árboles demasiado dispersos fueron consignados con una simbología especial. Para el Perú, todavía no existen criterios bien definidos para los niveles de estudio en la Sierra (estudios de reconocimiento, semidetallados, detallados). Es decir, parámetros que identifiquen qué requisitos son necesarios para que un estudio sea considerado dentro de uno de estos niveles o categorías, ni definiciones oficiales de qué se considera un bosque, sector arbolado, chaparral u otro.