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curso llevado con rios burga, ciencias sociales
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diversidad de caminos para avanzar
Hemos visto que en todo el mundo las personas hoy son más saludables, más educadas y más ricas que nunca. Pero el progreso a lo largo de los últimos 40 años no ha
sido igual para todos. Los avances han llegado demasiado lentos para los habitantes
de algunos países y regiones y en algunos lugares, incluso ha habido retrocesos.
El progreso ha ocurrido en un contexto de
creciente democratización formal, aunque
también de mayores desigualdades en algunas dimensiones del desarrollo humano, tanto
entre países como al interior de ellos. Muchas
personas continúan careciendo de poder polí-
tico, y la sostenibilidad de los actuales patrones de producción y consumo es precaria. Estas
observaciones, que se explorarán en el capítulo
4, matizan seriamente cualquier conclusión con
respecto al progreso mundial.
Aún así, los avances en salud, educación e
ingresos han ampliado las libertades de miles
de millones de personas para disfrutar de una
vida significativa. Este capítulo busca profundizar nuestro entendimiento de las causas de este
progreso.
El capítulo 2 destaca dos características
clave de la evolución del desarrollo humano en
los últimos 40 años. La primera de ellas es que el
progreso ha sido casi universal y sólo tres países
dentro de la muestra de 135 naciones tienen un
Índice de Desarrollo Humano (IDH) inferior
al de 1970. La segunda es que la variabilidad en
los resultados entre países ha sido enorme, ya
que algunos progresan rápidamente, mientras
otros han avanzado bastante menos. La simultaneidad de estas dos tendencias descarta algunas
explicaciones. Por ejemplo, si países con puntos
de partida similares hubieran progresado a la
misma velocidad, esto indicaría que han dominado fuerzas globales. Como contraparte, si
algunos países hubieran avanzado y otros retrocedido, pero sin cambios en los logros globales
promedio, esto indicaría que los principales
motores fueron las fuerzas nacionales (diversas
políticas o reformas institucionales).
La experiencia sugiere que las fuerzas mundiales han hecho más factible el progreso de
países que se encuentran en cualquier nivel de
desarrollo, pero que no todos han aprovechado
de igual manera dichas oportunidades. Por lo
tanto, la pregunta obvia sería ¿por qué algunos
países logran captar oportunidades globales y
otros no? Este capítulo ofrece algunas respuestas a esta trascendental pregunta.
El capítulo también busca explicar una de
las conclusiones más reveladoras de la investigación sobre desarrollo humano de los últimos
años: no existe una correlación significativa
entre crecimiento económico y avances en salud
y educación. Comprender este fenómeno es de
gran importancia al momento de formular polí-
ticas de desarrollo.
La explicación que ofrecemos resalta el
aumento sin precedentes del intercambio de
ideas entre los países, desde tecnologías para
mantener la salud hasta ideales políticos democráticos y prácticas productivas más eficientes.
Muchas innovaciones han permitido a los paí-
ses mejorar sus indicadores de salud y educación a muy bajo costo, lo que explicaría la asociación, cada vez más débil, entre crecimiento
y las dimensiones del desarrollo humano no
relacionadas con el ingreso. En otras palabras,
el progreso a lo largo del tiempo ha ido dependiendo cada vez más de cómo los países explotan estas ideas y las diferencias entre un país y
otro se deben, en parte, a la variabilidad de las
instituciones y del contrato social subyacente.
Con esto, no pretendemos desestimar la
importancia del crecimiento. El enfoque de
desarrollo humano reconoce la contribución
de los ingresos y el control que ejercen sobre
los recursos, y su incidencia en el aumento de
las capacidades de las personas a través de la
alimentación, el abrigo y mayores oportunidades. La trascendencia del ingreso se reconoce
al incluirlo, junto con la salud y la educación,
entre las dimensiones básicas del IDH.
Este capítulo analiza los factores determinantes del progreso en estas tres dimensiones.
La política, la desigualdad y las instituciones,
entre otras, se incluyen en tanto permiten explicar el progreso en salud, educación e ingresos.
Sin embargo, no haremos ningún intento por
explicar por qué la democracia se ha expandido
o por qué la producción se ha tornado progresivamente más insostenible. Estas preguntas vitales ameritan estudios más profundos y deberán
abordarse en Informes futuros.
Comenzamos destacando algunos de los
principales aspectos del desarrollo humano en
los últimos 40 años, centrándonos en el progreso
global junto con variabilidad local y la falta de
correlación entre los avances en las dimensiones del desarrollo humano vinculadas y no vinculadas con el ingreso. Luego examinamos los
impulsores clave de las tendencias mundiales en
cada uno de los componentes del IDH, así como
los factores determinantes del desempeño en
cada país. Por último, analizamos cómo encajan
los resultados en el contexto más amplio de las
interacciones entre mercados y Estados.
crecimiento económico y desarrollo humano,
un rompecabezas
El capítulo 2 identifica, junto con los resultados
del progreso mundial y la variabilidad local, la
relación entre los logros en el crecimiento de los
ingresos y el progreso en otras dimensiones del
IDH. Concluimos que el crecimiento promedio
de los ingresos ha sido alto, pero con grandes
variaciones entre un país y otro, mientras que
el progreso en salud y educación ha sido más
homogéneo y sostenido. Muchas naciones en
desarrollo han alcanzado niveles de salud y educación similares a los observados en países desarrollados; sin embargo, saltar la valla que separa
a los países de ingresos bajos de los de ingresos
altos es mucho más difícil. Por lo tanto, los paí-
ses han alcanzado este mayor nivel de desempeño en el IDH a través de dos vías generales:
rápido aumento de los ingresos o avances excepcionales en salud y educación.
Estos resultados sugieren que los motores
tras los avances en salud y educación en los últimos 40 años no son los mismos que los que han
promovido el aumento del ingreso. Si así fuera,
habría más coincidencias. Sin embargo, como
hemos observado, ése no es el caso. Entonces,
exploraremos en mayor profundidad el vínculo
entre crecimiento y desarrollo humano.
el crecimiento económico
no siempre va a la par con
el desarrollo humano
¿Qué nos dicen las pruebas de los últimos 40
años sobre la relación entre crecimiento y cambios en el desarrollo humano?
La figura 3.1 presenta el resultado elemental. El panel izquierdo muestra una asociación
positiva, aunque con importantes variaciones,
que sugiere una relación positiva entre crecimiento y avances en desarrollo humano
1
.
Sin embargo, hay que recordar que el
ingreso forma parte del IDH; por ende, podemos deducir que un tercio de los cambios en
el IDH se deben al crecimiento económico, lo
cual asegura una asociación positiva. Un ejercicio más útil sería comparar el crecimiento
del ingreso con los cambios en las dimensiones
del desarrollo humano no relacionadas con el
ingreso. Esto lo hacemos empleando un índice
similar al IDH, pero que sólo incluye indicadores de salud y educación para comparar
estos cambios con el crecimiento económico.
El IDH no referido al ingreso se presenta en el
panel derecho de la figura 3.1. La correlación
débil relación entre cambios en salud y educación, y crecimiento
económico, 1970-2010
Estudios anteriores han llegado a las mismas conclusiones. Uno de los primeros académicos en investigar este vínculo de manera
sistemática fue el demógrafo estadounidense
Samuel Preston, quien en su emblemático artí-
culo publicado en 1975 indicó que no existía
una correlación estadísticamente significativa
entre cambios en el ingreso y cambios en la
esperanza de vida durante un período de 30
años para 30 países
3
.
Otros investigadores llegaron a la misma
conclusión a medida que fue aumentando la
disponibilidad de información. En un artí-
culo publicado en 1999, titulado “Life during
Growth” (La vida durante el crecimiento),
William Easterly constató que el vínculo
entre crecimiento e indicadores de calidad de
vida, como salud, educación, libertad política,
conflicto y desigualdad, era particularmente
débil
4
. François Bourguignon, director de la
Escuela de Economía de París, junto a varios
colegas africanos y europeos concluyeron que
“la correlación entre el crecimiento del PIB per
cápita y las dimensiones no relacionadas con el
ingreso [Objetivos de Desarrollo del Milenio]
es prácticamente nula”
5
. Más recientemente,
un economista del Banco Mundial, Charles
Kenny, reafirmó la falta de correlación entre las
mejoras en la esperanza de vida y el crecimiento,
empleando tanto una muestra grande de paí-
ses para un período de 25 años como una más
pequeña, pero cubriendo un período mucho
más prolongado
6
.
Varios ejemplos corroboran estos resultados. En particular, comparemos la situación de
China, la economía de mayor crecimiento del
mundo en los últimos 30 años, con la de Túnez.
En 1970, una niña nacida en Túnez tenía una
esperanza de vida de 55 años, en tanto que en
China, era de 63 años. Desde entonces, el PIB
per cápita de China ha crecido a una velocidad vertiginosa de 8% al año, mientras que en
Túnez ha crecido sólo al 3%. No obstante, una
niña que nace hoy en Túnez tiene una esperanza de vida de 76 años, un año más que si
hubiera nacido en China. Y mientras sólo 52%
de los niños tunecinos estaba matriculado en la
escuela en 1970, hoy la tasa de matriculación
bruta alcanza el 78%, un índice considerablemente mayor que el de China (68%).
Existen otros ejemplos interesantes de paí-
ses cuyas economías se han contraído en los
últimos 40 años. Si el crecimiento económico
fuera imprescindible para avanzar en salud y
educación, los países con un PIB decreciente
no podrían progresar en estas dos dimensiones. Pero no es así: Irán, Togo y Venezuela han
registrado disminuciones en sus ingresos, no
obstante, la esperanza de vida ha aumentado
14 años en promedio y la tasa de matriculación
escolar bruta, en 31 puntos porcentuales, en
promedio, desde 1970
7
.
Este resultado es producto de la ausencia
de un vínculo entre los cambios en los ingresos
(crecimiento) y los cambios en las dimensiones
del desarrollo humano no relacionadas con el
ingreso. Sin embargo, no invalida un hecho
fundamental: existe una correlación positiva e
importante entre los niveles de ingreso y los niveles de salud y educación. A
continuación exploraremos cómo compatibilizar estos dos hechos.
explicación del enigma
El enigma persiste. Aunque existe poca correlación entre el crecimiento del ingreso y los cambios en salud y educación, hay una marcada relación entre los niveles nacionales de ingresos y
los niveles nacionales de salud y educación. Esta
situación también se observa a nivel individual
y familiar, como ha sido demostrado en múltiples estudios. ¿Cómo compatibilizar esto con
la falta de correlación entre los cambios con el
transcurso del tiempo?
En primer lugar, la correlación no implica
causalidad en una dirección específica
8
. Aún si
existiera una relación causal, el rumbo es desconocido: los ingresos más altos podrían mejorar
la calidad de vida, o bien las mejoras en salud y
educación podrían aumentar la productividad
de la sociedad.
En segunda instancia, la falta de correlación
en los cambios pone en duda si una instantánea
del mundo en un momento específico refleja
correctamente la relación entre las variables.
Podemos arrojar luz sobre el enigma al observar
que, en el transcurso del tiempo, la relación entre
las dimensiones de ingreso y aquellas no referidas al ingreso del desarrollo humano ha tenido
un movimiento ascendente (figura 3.2). Si bien
quienes residen en los países más ricos gozan, en
general, de mejor salud y más educación, el progreso alcanzado por quienes viven en países de
los distintos niveles de ingreso también es gracias
al aumento de los niveles de salud y educación.
Además de esta tendencia ascendente, estas relaciones se han nivelado, es decir, los países más
pobres han experimentado avances en la salud y
educación mayores que los países más ricos.
todos los países pueden ofrecer hoy mejor salud y más educación
Una explicación para este enigma podría
ser que la mayor riqueza demora en traducirse
en mejores resultados en salud y educación, ya
que los rezagos son grandes y variables
9
. Esto
justificaría la débil correlación: puede que no
haya transcurrido el tiempo suficiente para que
los cambios en los ingresos produzcan efectos
positivos en otras dimensiones del desarrollo
humano. Sin embargo, esta interpretación no se
defiende tan bien cuando se trata de períodos
prolongados. La figura 3.1 muestra que la falta
de correlación se advierte en una amplia muestra de 135 países a lo largo de 40 años, tiempo
suficiente para que el aumento de los ingresos
hubiera dado lugar a avances en salud y educación a nivel nacional, o para que una disminución en los ingresos se tradujese en resultados
cada vez peores en salud y educación.
Otra explicación es que los procesos que
han permitido progresar en salud y educación
en países que hoy son ricos difieren de aquellos que ocurren en los países en desarrollo. La
hipótesis de un proceso evolutivo de desarrollo
sugiere que la correlación entre los niveles es
una instantánea que refleja un pasado en el cual
los países que se hicieron ricos eran los únicos
capaces de pagar el alto costo de los avances en
ambos sectores. Pero los avances tecnológicos y
los cambios en las estructuras sociales, que se
examinarán a continuación, permiten avances
considerables incluso en los países más pobres.
Analizamos varias explicaciones posibles
para los cambios en salud e ingresos en el transcurso de los últimos 40 años (recuadro 3.1). Los
resultados sugieren que los países con niveles
bajos y medios de desarrollo humano podrían
alcanzar niveles más altos de salud mediante
intervenciones de bajo costo. Pero, a medida
que los países van alcanzando niveles más altos
de desarrollo, los avances dependen de tecnologías más caras, y los ingresos vuelven a cobrar
importancia. Por lo tanto, los resultados concuerdan con la hipótesis de oportunidades y
procesos de desarrollo cambiantes.
¿mayor riqueza es sinónimo de mejor salud?
Los países con ingresos per cápita más altos suelen tener mayor esperanza de vida.
Pero la correlación, positiva y significativa, que existe entre ingresos y esperanza de
vida no explicaría los cambios en los últimos 40 años. ¿Qué hay detrás de esta aparente
contradicción?
Se han planteado varias teorías. Los cambios en el tiempo podrían estar dominados
por factores de corto plazo, si es que la salud reacciona lentamente a cambios en los
ingresos. Pero la falta de correlación se extiende por más de 40 años, tiempo más que
suficiente para que los mayores ingresos produzcan algún impacto en la salud. Por otro
lado, podría ser que la asociación positiva entre ingresos y esperanza de vida se haya
debilitado y que la evolución de esta variable ocurra independientemente de los ingresos. En los estudios
preliminares para este Informe se investigaron sistemáticamente
otras teorías.
En primer lugar, realizamos dos simulaciones para determinar el tipo de modelo que
podría replicar las principales características de los datos: uno en el cual la relación convencional se mantiene y otro en el cual se desarticula. Se obtuvieron resultados mixtos:
la hipótesis “a mayor riqueza, mejor salud” explicaría los niveles en ciertos momentos
específicos, pero no los cambios. La hipótesis de la desarticulación explica los cambios,
pero no los niveles.
Luego exploramos otra teoría: ¿qué pasa si la hipótesis “a mayor riqueza, mejor salud”
se cumple sólo en aquellos países que alcanzan un nivel suficientemente alto de desarrollo y no en los países menos desarrollados? Esta hipótesis mixta, que distingue entre
los países que se encuentran por debajo y por encima del umbral de alrededor de 0,5
del IDH, explicaría tanto la asociación entre los niveles como la falta de asociación entre
los cambios en el tiempo.
Fuente: Georgiadis, Pineda y Rodríguez, 2010; Pritchett y Summers, 1996; Pritchett y Viarengo, 2010