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Dos filas de personas pasan junto al féretro de Franco, expuesto en el Palacio de Oriente de Madrid desde el día de su muerte hasta su entierro, celebrado en el Valle de los Caídos el 23 de noviembre de 1975. / EFE EL MUNDO / VIERNES 18 DE NOVIEMBRE DE 2005 DOCUMENTOS 1975 / 20-N / 2005 EL 20 DE NOVIEMBRE DE 1975 ESPAÑA CONTUVO LA RESPIRACION MIENTRAS ARIAS NAVARRO HACIA EL ANUNCIO QUE TODO EL PAIS AGUARDABA CON TEMOR, DOLOR O ESPERANZA: «FRANCO HA MUERTO». YA HAN PASADO 30 AÑOS AGONIA Y MUERTE DE UN DICTADOR

DOCUMENTOS · taba el monitor», recuerda el doc-tor Mínguez, «a los presentes se lesencogíaelcorazón.Peronohi-zo ninguna alteración que permi-tiera sospechar que estaba te-niendo

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Dos filas de personas pasan junto al féretro de Franco, expuesto en el Palacio de Oriente de Madrid desde el día de su muerte hasta su entierro, celebrado en el Valle de los Caídos el 23 de noviembre de 1975. / EFE

E L M U N D O / V I E R N E S 1 8 D E N O V I E M B R E D E 2 0 0 5

DOCUMENTOS1975 / 20-N / 2005EL 20 DE NOVIEMBRE DE 1975 ESPAÑA CONTUVO LA RESPIRACION MIENTRAS ARIAS NAVARRO HACIA EL ANUNCIOQUE TODO EL PAIS AGUARDABA CON TEMOR, DOLOR O ESPERANZA: «FRANCO HAMUERTO». YA HAN PASADO 30 AÑOS

AGONIAY MUERTE DE UNDICTADOR

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2 EL MUNDO, VIERNES 18 DE NOVIEMBRE DE 2005

n la tarde del 19 de no-viembre de 1975, en el in-terior del ascensor quelleva directamente a lasexta planta de la CiudadSanitaria de La Paz, don-de Franco está ingresadoy agoniza brutalmentesin que la muerte se deci-

da a librarle de ese interminabletormento, se produce una brevísi-ma pero significativa conversaciónentre Don Juan Carlos de Borbóny Cristóbal Martínez Bordiú:

–Esta situación es insostenible–dice el Príncipe, por entonces jefede Estado en funciones.

–Vuestra Alteza tiene razón. Nose preocupe –responde el yerno deFranco, médico cardiólogo que haasumido personalmente toda laresponsabilidad de dirigir lo rela-tivo al cuidado del enfermo.

En el momento en que esa bre-vísima conversación se celebra enun ascensor hospitalario, se cum-plen ya cinco semanas de agoníafísica y política; de sobresaltos so-bre la salud del enfermo; de incer-tidumbres sobre el futuro de Espa-ña; de maniobras al más alto nivelpara que ese futuro político quedefirmemente en manos de quienesse consideran albaceas del gene-ral; y de conflictos internacionalesde extraordinario riesgo que hanpuesto a España en el disparaderode una guerra con Marruecos queel Ejército español habría ganadorápida y fácilmente pero que deninguna manera nuestro país po-día ni quería afrontar.

Cinco semanas interminablesen las que todo en España es unapura incógnita y ninguna soluciónaparece ni clara ni cercana. Ni si-quiera la de que el Príncipe de Es-paña llegue a suceder a Franco demanera efectiva y real en la Jefa-tura del Estado.

El inicio de ese instante termi-nal que se va a producir, por fin,pocas horas después de la conver-sación entre Don Juan Carlos deBorbón y el marqués de Villaverde

había tenido lugar mucho antes deque ninguno de los protagonistasdel drama lo sospechara y cuandotodavía el general gozaba de unaaparente buena salud, dentro deldeterioro propio de sus casi 83años dominados por un muy evi-dente Parkinson.

Franco se pone enfermo congripe un 12 de octubre de 1975 ytres días más tarde los cardiólogosde La Paz descubren, por pura ca-sualidad, que esa noche ha sufridoun infarto y que, además, no es elprimero. Dos semanas atrás, y se-gún su propia confesión, el gene-ral ya había tenido unos síntomascomo los que ahora congreganjunto a su cama a cinco médicosque intentan convencerle, sin éxi-to, de que no se levante y de que sevaya olvidando de seguir con sushabituales obligaciones.

En esos momentos, el país ig-nora por completo que Franco es-tá enfermo y que en el Palacio deEl Pardo se está concentrando ensecreto un puñado de los mejorescardiólogos y analistas de Madrid.Y lo seguirá ignorando durantemuchos días más. Pero muy lejosde allí, en Marruecos, el rey Has-san II capta fulminantemente alvuelo que ésta es la ocasión propi-cia para poner en marcha su plany lograr su gran objetivo: hacersecon el Sáhara español a cambio denada. Hassan IIprevé, y prevébien, que el decli-ve del dictador vaa debilitar ex-traordinariamen-te a la clase políti-ca española y va asumir al Gobiernoen un estado depánico paralizante. El rey de Ma-rruecos quiere impedir a toda cos-ta que España cumpla con el com-promiso asumido ante el pueblosaharaui y ante la ONU de garan-tizar su derecho a su libre autode-terminación. Existe incluso un do-cumento firmado por el propio

Franco en el que se propone alpueblo saharaui un Estatuto deAutonomía que le reconoce comoúnico propietario de sus enormesrecursos naturales –fosfatos, hie-rro, pesca, aguas subterráneas– yque se ofrece como un paso previopara el ejercicio de su derecho a laautodeterminación.

Pero Hassan II está dispuesto aimpedir como sea que se lleve acabo semejante plan. Lo que quie-re es forzar a España a que le en-tregue directamente el territorio.Y ésta es la ocasión perfecta paralograrlo. El rey de Marruecos lle-va meses concentrando tropas ensu frontera con el Sáhara sin quelos servicios de información fran-ceses y estadounidenses haganllegar a Madrid la más mínima in-dicación de lo que se está fraguan-do ni del propósito político queanima al rey alauí.

El 16 de octubre, con Francopugnando con los médicos por le-vantarse de la cama, Hassan IIanuncia por la televisión de supaís la Marcha Verde sobre elSáhara. Y aclara que van a sermás de 300.000 marroquíes civi-les y desarmados los que van amarchar pacíficamente sobe unterritorio que el rey ya advierteque considera propio. Al otro ladode la frontera del Sáhara españolhay en ese momento alrededor de

20.000 soldados marroquíes. Aeste lado, España tiene otros20.000 hombres «mucho mejorpreparados», según dice el gober-nador general del Sáhara, el ge-neral Gómez de Salazar, «conmás potencia de fuego, mejor ar-mamento, mejor instrucción, me-

jor preparación física y una moralelevadísima».

El 17 de octubre es viernes y,por tanto, hay Consejo de Minis-tros. Franco se empeña en presi-dirlo a pesar de que los médicos leexplican que puede morirse encualquier momento. Es inútil. Seniega incluso a trasladarse en si-lla de ruedas hasta el salón delConsejo. Al final, los médicos op-tan por controlar por telemetríasu corazón durante el tiempo quedure la reunión. Ellos se instalanen una habitación contigua frentea un monitor que registrará cual-quier alteración del corazón deFranco. Le advierten, de todosmodos, que si detectan cualquieranomalía van a entrar inmediata-mente en la sala del consejo y levan a tumbar en el suelo porquedispondrán de apenas 30 segun-dos para intentar salvarle la vida.«Porque, si no, se nos muere», leexplica el doctor Pozuelo. Empie-za el consejo. «Cada vez que sal-taba el monitor», recuerda el doc-tor Mínguez, «a los presentes seles encogía el corazón. Pero no hi-zo ninguna alteración que permi-tiera sospechar que estaba te-niendo episodios de angina».

El Consejo aborda cuestionesrelativas al Sáhara pero no seplantea la amenaza de la MarchaVerde: el presidente del Gobierno,

Arias Navarro, yaha sido advertidopor los doctores deque procure evi-tarle sobresaltos algeneral. De todosmodos, Franco seentera muy prontode lo que tramaHassan II porque,

sin encomendarse a nadie y deso-yendo los consejos de sus colegas,el marqués de Villaverde se lo hacontado todo. Es en esos díascuando el general escribe a manosu testamento político, ése que el20 de noviembre leerá en televi-sión un sollozante Arias Navarro,

y deja las cuartillas discretamenteescondidas bajo unos papeles enla mesa de su despacho. Luego,cuando todo empeore, mandará asu hija Carmen a que rescate elmanuscrito para añadirle algunasprecisiones.

Mientras tanto, el Consejo deSeguridad de Naciones Unidas sereúne el 20 de octubre en sesiónde urgencia a petición de España.«Queremos pedir amparo a esteConsejo de Seguridad», dice elembajador español Jaime de Pi-niés. «No me sirve de nada el quese me diga que [los participantesen la Marcha Verde] abrigan pro-pósitos pacíficos. El que abriguepropósitos pacíficos que se quedeen su casa. El territorio al norte dela frontera [del Sáhara español]está sembrado de minas. Nosotrosqueremos prevenir antes que re-parar. Quisiéramos que Su Majes-tad el rey de Marruecos desista desu proyectada invasión».

El 21 de octubre es una jornadadramática. España está a punto deentrar en una guerra con Marrue-cos porque el Ejército español nopuede hacer otra cosa sino defen-der con las armas el territorio cuyacustodia tiene encomendada. El je-fe del Estado puede morir de unmomento a otro. El Gobierno estáparalizado ante semejante panora-ma. Y nadie informa a los españo-les de lo que está ocurriendo.

En la madrugada de ese mismodía 21, Franco ha sufrido una an-gina posinfarto de pronóstico gra-vísimo. Los médicos están aterro-rizados también porque, a esas al-turas, la enfermedad del jefe delEstado sigue siendo un secreto entodo el país y ellos temen que seles pueda morir en cualquier mo-mento sin que exista constanciaalguna ni de la realidad de la si-tuación ni de la actuación queellos están llevando a cabo. Asípues, en cuanto logran estabilizaral enfermo pasadas las dos de lamadrugada deciden llamar por te-léfono a Arias Navarro, le sacan

LA AGONIA / LOS ULTIMOS DIAS DE LA VIDA DE FRANCO SUMIERON AL PAIS EN UN ESTADO DE PARALISIS E INCERTI-DUMBRE QUE MARRUECOS SUPO APROVECHAR PARA FORZAR A ESPAÑA A ABANDONAR SU COMPROMISO DE TRABA-

LAS ULTIMAS BATALLASDEL GENERAL

VICTORIA PREGO

E

Franco fue un hombre eminentementesano hasta casi el final de sus días.Durante mucho tiempo sólo se le conocióla enfermedad de Parkinson, que le fuedetectada en 1964, pero que se guardó en

el más absoluto de los secretos, aunque eltemblor de su mano derecha empezó muypronto a hacer evidente ante la opiniónpública la existencia del mal. Pero supunto más débil, el que le hizo sufrirdurante toda su vida y el que incluso llegóa condicionar algunas de sus decisionespolíticas de mayor trascendencia fue laboca. La boca y la dentadura. Franco seausentó dos veces en toda su vida de lareunión del Consejo de Ministros. Laprimera fue en noviembre de 1959 porculpa de una gripe. La segunda fue enmayo de 1973 por un problema en la boca.El doctor Julio González Iglesias,estomatólogo y profesor de la Facultad de

Odontología de Madrid, depositario de lostestimonios y la documentación de losmédicos y dentistas que trataron a Francoa lo largo de toda su vida, relata en unlibro titulado Los dientes de Franco, (Ed.Fénix, 1996) cómo el general fue víctimade infecciones y caries que le hicieronperder dientes y muelas hasta quedar, enel momento de su muerte, con un solodiente, un colmillo, el canino superiorizquierdo, que fue la única pieza propiaque Franco se llevó a la tumba. Por sifuera poco, el general padeció «ominosasenfermedades en la mucosa de la lengua,el paladar y las mejillas y sufrióreiteradamente», dice el doctor González

«Mientras el país aún ignora que Franco estáenfermo, el rey de Marruecos capta enseguidaque está ante la ocasión propicia para hacersecon el Sáhara español a cambio de nada»

30 AÑOS DE LA MUERTE DE FRANCO

LOS DIENTESDE FRANCOVICTORIA PREGO

En una de susprimeras estanciasen el hospital deLa Paz, Franco semuestra sonriente.Casi todos losdientes que dejaver en esta foto,captada el 17 dejulio de 1974, eranpostizos. Cuandomurió sólo lequedabaun colmillo. / EFE

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3EL MUNDO, VIERNES 18 DE NOVIEMBRE DE 2005

de la cama, le ponen al corrientede lo que acaba de ocurrir y le ci-tan para el día siguiente. Quierendarle toda la información queellos creen que, como presidentedel Gobierno, debe tener.

Inmediatamente después de re-cibir la llamada telefónica de losdoctores, Arias telefonea al minis-tro del Movimiento, José Solís, y leconvoca a su despacho. Son lascinco de la mañana. «Allí estabanArias y el ministro de la Presiden-cia», contó años más tarde Solís,«y Arias me dice: ‘El jefe del Esta-do ha tenido una fuerte recaída,otro ataque al corazón. Por lo tan-to, yo no puedo moverme. Quieroencomendarte una misión ante elrey Hassan. Sales en avión dentrode un momento. Tu objetivo es elsiguiente. Primero, conseguir, sipuedes, que la Marcha Verde nosalga y no se acerque a nuestrasfronteras. Segundo, si eso no esposible, procura que la Marcha só-lo se adentre unos cientos de me-tros, pero sin llegar a los camposminados ni a las posiciones ocupa-das por nuestro Ejército. Tercero,si eso tampoco es posible, procuraque se retrase un poco la Marcha afin de que podamos negociar’».

Aquí es cuando se hace eviden-te hasta qué punto el Gobierno es-pañol está dispuesto a lo que sea,incluida la cesión del Sáhara, contal de no seguir padeciendo la pre-sión que el rey de Marruecos apli-ca con fría e implacable precisiónsobre un país cuyo jefe de Estadose está muriendo y que de ningu-na manera podría soportar el re-greso a casa de un Ejército gana-dor en una guerra no buscada yposteriormente derrotado trasuna retirada vergonzante que to-dos sabían ya inevitable.

Todo eso lo conoce perfecta-mente Hasán II, que va a seguir ju-gando sus bazas hasta conseguirllevar al Gobierno español a la si-tuación de angustia y paroxismo ala que finalmente llega. CuandoSolís es recibido por el rey, escu-cha dos respuestas de la máximatrascendencia. Una, que la MarchaVerde va a salir de todas maneras yque él mismo, el propio rey, va aencabezarla. Y dos, y esto es lo queinteresa a Hasán por encima de to-do, que antes de 48 horas llegará aMadrid un enviado suyo para ini-ciar las negociaciones.

España sigue manteniendo ofi-cialmente su compromiso de apo-yar la autodeterminación delSáhara Occidental, pero el 24 de

JAR EN FAVOR DE LA AUTODETERMINACION DEL SAHARA ESPAÑOL. MIENTRAS TODO ESO SUCEDIA, ENTRE LAS BAMBA-LINAS DEL PODER DEL REGIMEN SE LIBRABA UNA TERCERA Y SORDA BATALLA POR EL CONTROL DEL FUTURO POLITICO

Iglesias, «la pugnacidad de los hongos queincluso llegaron a poner en peligro supropia vida». Eso ocurrió en mayo de1973. El doctor Juan José Iveas lediagnosticó entonces una infeccióncausada por hongos cándida albicans, queempeoró con los días, le llenó la boca deúlceras y le produjo multitud de vesículas.Los médicos que le atendían se dieroncuenta de que a la candidiasisdiagnosticada se había sumado otroproceso infeccioso, un «exantema fijomedicamentoso» que suele ser benigno enla infancia pero que es de suma gravedaden la ancianidad. «Los doctores Lucas, Gily yo mismo», dice el doctor Iveas,

«suponíamos que si en pocas horas norespondía al tratamiento podía ocurrir lopeor». Franco fue consciente de la graveenfermedad que padecía porque fueinformado de que el proceso podíaextendérsele a otras mucosas,especialmente a la bronquial y a lapulmonar, lo cual acabaría con su vida. Eltratamiento que había que aplicar era muydoloroso porque la boca de Franco estabacompletamente ulcerada y llena de pielescolgantes que había que arrancar. Pero seaplicó con éxito. A esas alturas de la vida,a Franco ya no le quedaban más que cincopiezas propias en la boca: tres arriba y dosabajo. «Bien poca cosa», comenta el

doctor González Iglesias. Y es entoncescuando Franco, con 81 años cumplidos, sedecide por fin a resolver el siempreespinoso asunto de su sustitución en lastareas de Gobierno en caso de que élresulte incapaz de continuar con ellas.Don Juan Carlos de Borbón había sido yadesignado en 1968 sucesor de Franco atítulo de Rey, pero los contadospersonajes del entorno del general que seatreven a hablarle del futuro le aconsejanque deje las tareas de Gobierno en otrasmanos y se dedique a descansar. Se tratade que, llegado el momento, el Rey reine,pero sea el Movimiento el que gobierne.Sin duda, hubo muchas otras razones que

pesaron en el ánimo del general a la horade designar por primera vez a unpresidente del Gobierno. Pero ésta de sugrave enfermedad fue una de ellas. Variosdías antes de que la decisión se hicierapública, Franco le dijo a su odontólogo yamigo Juan José Iveas: «Pepe, he seguidovuestro consejo, el de Vicente [su médicopersonal] y el tuyo, y voy a descansar unpoco. He nombrado a Carrero Blancopresidente de Gobierno». Esto sucede el 8de junio de 1973. Seis meses más tarde, el20 de diciembre, el coche en el que viajaCarrero salta por los aires a causa de unabomba colocada por ETA. El almirantemuere en el acto.

Franco, en la habitación de La Paz durante los últimos días de su vida. Las fotos las hizo su yerno, Cristóbal Martínez Bordiú, para «dar testimonio ante la Historia».

30 AÑOS DE LA MUERTE DE FRANCO

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4 EL MUNDO, VIERNES 18 DE NOVIEMBRE DE 2005

LA MUERTE / LA ENFERMEDAD DE FRANCO SE MANTUVO EN RIGUROSO SECRETO DURANTE DIEZ DIAS, HASTA QUELOS MEDICOS QUE LE ATENDIAN FORZARON AL GOBIERNO A DAR CUENTA DE LA SITUACION. ESE AFAN DE OCULTACION Y

octubre el ministro marroquí deExteriores, Ahmed Laraki, «llegaa Madrid con una idea clara: latransferencia, sin más, del territo-rio, y que la Marcha Verde no esnegociable», recordaba PedroCortina Mauri, entonces ministrode Asuntos Exteriores. Las nego-ciaciones para la cesión del Sáha-ra comienzan, pues, ese día, peroel Gobierno también esconde alpaís esa verdad.

Franco agoniza. La insistenciade los médicos ante el presidenteArias logra que, por fin, se informeal país de la situación, aunque se laenvuelve en medias verdades quepretenden ocultar la realidad. Tan-to es así que los doctores que atien-den a Franco optan por elaborarun documento, que entregan antenotario, contando lo que de verdadha estado sucediendo esos días de-trás de los muros de El Pardo.

El 30 de octubre el Príncipe seve en la necesidad de asumir, porsegunda vez en año y medio, laJefatura interina del Estado: esevidente que la situación deFranco es irreversible y si, por-que no pueda ser evitado, hayque entrar en guerra con Ma-rruecos, alguien tiene que firmaresa declaración terrible, indesea-ble y trascendental.

Las masas marroquíes están yaconcentradas en Tarfaya, la últi-ma localidad antes de la fronteradel Sáhara, y sólo esperan una or-den de su rey para marchar sobreterritorio español. «A nosotros loúnico que nos hacía falta», contóluego el general Gómez de Sala-zar, gobernador general y jefe delMando Unificado del Sáhara enaquellos momentos, «era saberqué cantidad de gente venía y có-mo iban a entrar, si solos o contropas». Más que nada porque lossoldados españoles se disponen a

defender con las armas el territo-rio y necesitan saber a qué clasede enemigo se enfrentan.

El 2 de noviembre de 1975,Franco, que sigue en El Pardo, su-fre una hemorragia incontenible.La situación es catastrófica. «Se letrasfundía, pero sangraba. San-graba mucho más que la capaci-dad que teníamos nosotros detransfundirle», recuerda el cardió-logo Vital Aza. Después de unasrápidas y dramáticas deliberacio-nes, se decideoperar a Francoallí mismo, en elbotiquín del Regi-miento de laGuardia de El Par-do, un cuartuchocochambroso quellevaba muchosaños cerrado. Rá-pidamente se limpia aquello porencima y se dispone a toda veloci-dad algo parecido a una «mesa deoperaciones». Una vez dispuestomalamente lo imprescindible paraoperar, llega el momento de tras-ladar a Franco hasta allí. Y es en-tonces cuando se produce una delas escenas más inauditas de laHistoria contemporánea de Espa-ña: como las escaleras desde suhabitación no permiten el giro deuna camilla, se decide transportaral jefe del Estado envuelto en unade las alfombras del cuarto. Y así,envuelto en una alfombra, san-grando de una manera brutal ycompletamente desnudo, es comollega Franco hasta la mesa de ope-raciones.

La intervención empieza a lasnueve media de la noche. Al otrolado del improvisado quirófanohay 24 especialistas preparadospara intervenir. El campo de ope-raciones se ilumina con flexos demesa que los propios cirujanossostienen con la mano. Todos los

cables están tendidos por el sue-lo, chisporroteando por el contac-to con los líquidos del aspirador,que se vierten allí mismo. Y enplena operación se funden losplomos. Todo queda completa-mente a oscuras mientras el en-fermo permanece sobre aquellamesa con el vientre abierto. Des-pués de que el electricista delpueblo de El Pardo, que es sacadode la cama con urgencia absoluta,consigue arreglar la avería, se da

la orden de que todas las luces delRegimiento permanezcan apaga-das, de modo que toda la potenciaeléctrica disponible esté al servi-cio del cuartucho donde estánoperando a Franco. La interven-ción, apagón incluido, dura treshoras, tras las que, inexplicable-mente, Franco sale vivo.

Al día siguiente, 3 de noviem-bre, y mientras el jefe del Estadoespañol se recupera de la opera-ción a vida o muerte que se le aca-ba de practicar en esas increíblescondiciones, el primer ministromarroquí, Ahmed Osman, llega aMadrid. Ese día Marruecos acuer-da con el Gobierno que el Ejércitoespañol se retire de la fronterasiete kilómetros hacia el interior ydeje libre una zona desmilitariza-da. La Marcha Verde entrará ensuelo español, permanecerá enesa franja un máximo de 48 horasy luego se retirará. Después, seiniciarán las negociaciones oficia-les entre España y Marruecos. ElGobierno de Arias acepta.

Dos días después, el 5 de no-viembre, Franco vuelve a estar ensituación crítica, pero esta vez losmédicos se niegan en redondo arepetir la espeluznante escena dedías anteriores y se lo llevan a LaPaz para operarle de nuevo.

En la mañana del día 6, y mien-tras en Madrid se espera de unmomento a otro la noticia de lamuerte del general, 400.000 ma-rroquíes, aparentemente civiles yaparentemente desarmados, cru-

zan la alambradaque marca la fron-tera del Sáhara es-pañol y avanzanhacia el interior dela zona que elEjército ha dejadolibre. Pero no sedetienen ensegui-da: al contrario,

avanzan tres kilómetros y siguencaminando entre gritos y cancio-nes mientras se acercan peligrosa-mente al primer campo minado.Detrás de ese campo, hay otrasdos zonas de minas y, aún másatrás, están instaladas las bateríasespañolas, listas para disparar. Lamultitud sigue avanzando.

Es en esas horas dramáticascuando el embajador de Españaen Rabat recibe un mensaje delGobierno marroquí para que lotraslade con la máxima urgencia aMadrid. El mensaje dice lo si-guiente: primero, el acuerdo tácitopara que la Marcha Verde quededetenida en la zona desmilitariza-da queda sin efecto; segundo, laMarcha continuará su avance aldía siguiente, 7 de noviembre, amenos que surja «algún elementonuevo» que permita reanudar deinmediato las negociaciones para«tratar de la transferencia de la so-beranía del Sáhara» a manos ma-rroquíes; tercero, si las negocia-ciones aludidas no tienen lugar, la

multitud seguirá avanzando haciala línea de defensa establecida porel Ejército español; cuarto, Ma-rruecos ha calculado que, en esecaso, se van a producir no menosde 30.000 bajas civiles, porque ci-viles son los hombres y mujeresque avanzan cantando por el de-sierto hacia los campos de minas yque van a caer inexorablementebajo el fuego del Ejército español;quinto, en ese caso, el Ejército ma-rroquí se vería obligado a respon-der, con lo que se entraría automá-ticamente en una situación de gue-rra; y sexto y definitivo para lograrentender el auténtico calado de lajugada, Marruecos rechaza todaposible intervención de NacionesUnidas en el asunto.

Se trata de un ultimátum en to-da regla. Un ultimátum aplicadoademás en el momento más críti-co posible; cuando España enteracontiene el aliento mientras espe-ra noticias del hombre que agoni-za en una UVI del hospital de LaPaz; sabiendo que el país entra enun delicadísimo proceso de cam-bio de régimen político y sin tenerla más mínima seguridad de cómose va a plantear el futuro inmedia-to. Lo que los españoles, y el Go-bierno tienen en ese momento esvértigo. Ni más ni menos.

En medio de semejante situa-ción, el Ministerio de Exterioresresponde a Rabat que si Marrue-cos decide que la Marcha Verdetraspase la linea que le fue marca-da, deberá atenerse a las conse-cuencias. Pero añade, y esto es losustantivo de la cuestión, que silas masas se retiran en el plazoprevisto de 24 horas, las negocia-ciones pueden empezar. Marrue-cos acepta de inmediato. Pero, enuna apuesta de riesgo infinito queda idea de hasta qué punto está se-guro de salir vencedor, Hassan IIordena que la Marcha Verde per-

«Franco es trasladado envuelto en unaalfombra hasta un cuartucho del Regimientode El Pardo para ser operado por primera vez ydurante la intervención se funden los plomos»

Franco y Don Juan Carlos en el balcón de la Plaza de Oriente el 1 de octubre de 1975, en el acto de «afirmación patriótica» tras los fusilamientos de septiembre. Fue su última aparición pública. / AFP

30 AÑOS DE LA MUERTE DE FRANCO

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5EL MUNDO, VIERNES 18 DE NOVIEMBRE DE 2005

JOAQUIN BARDAVIOl doctor Antonio Piga,profesor titular de Medi-cina Legal de la Univer-sidad de Alcalá de Hena-res, tenía 35 años en1975. Hoy es el único su-perviviente de los cuatroforenses que trabajaron

sobre el cadáver de Franco paraembalsamarlo. Por aquel entoncesdirigía el Centro Nacional de Es-pecialidades Quirúrgicas de la Se-guridad Social. El día 20 de octu-bre recibió en su despacho la visitadel doctor Vicente Pozuelo, jefe deEndocrinología y médico del Ge-neralísimo –aún no se había cons-tituido todavía el equipo que mástarde se llamó «habitual»–.

PREGUNTA.– ¿Se habló delembalsamamiento del cadáver deFranco,porque quizá el doctorPozuelo intuía que la vida deFranco tocaba fondo?

RESPUESTA.– Sí. Quería queestuviera cubierta esa eventuali-dad y me dijo, apelando a la confi-dencia, que debía estar preparadopersonal forense dirigido por mipadre Bonifacio, catedrático deMedicina Legal de la UniversidadComplutense –a quien no queríavisitar para no levantar sospe-chas–, yo mismo y los ayudantesque consideráramos oportunos–los doctores Martínez Piñeiro yHaro Espín–. Pozuelo pensaba se-riamente en un desenlace próxi-mo. Y eso que Franco no había te-nido los episodios gástricos que leiban a llevarle a tres operaciones.

P.– Y ¿se constituyó el equipoen emergencia armada?

R.– Pues sí. Al no existir móvi-les en aquel tiempo, quedamos enestar localizados o en usar lo quese llamaba buscadores. Por miparte cargué literalmente todo elequipo en el maletero de mi cochepara llevarlo a La Paz en cuantofuéramos avisados. Anduve asícargado por Madrid en mis des-plazamientos habituales desdeprimeros de noviembre hasta elmismo día 20.

P.– Un equipo pesado.R.– Sobre todo por los botello-

nes de conservantes. Lo demáseran bisturíes, bomba de inyec-ción, agujas, cánulas, material desutura, batas y poco más.

P.– ¿Y por qué cargar con todosesos avíos? En La Paz habría ma-terial para semejante menester.

R.– Naturalmente. Pero no que-ríamos alertar. Si avisábamos alhospital para que tuvieran prepa-rados tales o cuales útiles para em-balsamar, era como decir que seesperaba una muerte próxima. Yeso hubiera trascendido. Además,estábamos familiarizados connuestro material y no queríamosarriesgarnos a echar en falta algoen el último momento.

P.– ¿Hubo alguna tentación deembalsamar el cuerpo de Franco

para su exposición permanente opara mantenerlo en la tumba co-mo en vida?

R.– De ninguna manera. No seplanteó un embalsamamiento alestilo de Lenin o de Eva Perón.Preguntamos al doctor Pozuelopor el tiempo de exposición del ca-dáver para utilizar una u otra téc-nica. Dijo que desde su falleci-miento hasta ser enterrado no pa-saría más de una semana. Tam-bién se le inquirió sobre en el es-pacio en el que sería expuesto,sobre el tipo de luz, el ambiente, sitendría que soportar flashes o fo-cos, etcétera, cuestiones muy im-portantes para usar uno u otro mé-todo y para la coloración de la piel.Sabiendo que sería el Palacio deOriente –en un salón de grandesproporciones– y calculando otrotipo de factores, decidimos cómoactuar. Es en palacio donde lo ma-quillamos, en lo que iba a ser la ca-pilla ardiente, una vez colocados yencendidos los focos bajo los que

iba a estar expuesto, porque el as-pecto depende de la luminosidaddel ambiente. En definitiva, unasimple conservación temporal. Enpoco más de una semana el cuer-po entraría lentamente en deseca-ción y momificación.

P.– Y llegó el día.R.– El día 19 de noviembre me

llamó el doctor Pozuelo. No puedodecir la hora con exactitud, aun-que sería alrededor de las once dela noche. Me dijo que estuviéra-mos preparados para hacer el tra-bajo que nos había encomendado.Alerté a mi padre y a los otros doc-tores. Obviamente, ni se nos ocu-rrió acostarnos porque entendi-mos perfectamente que nuestraintervención iba a ser inminente.Sobre las doce y media volvió a so-nar el teléfono de mi casa. Alguiense identificó como miembro de laCasa Civil del Generalísimo y medijo que salía un coche hacia micasa para conducirnos a La Paz.Yo fui en mi coche porque llevaba

el equipo y tuve que recoger a mipadre y a los otros dos doctores.Entramos en el hospital por un ac-ceso restringido y al llegar al pisosólo vimos a una enfermera quenos llevó hasta la habitación deFranco. La planta parecía desierta.

P.– ¿No aparecieron Villaverdeo Pozuelo?

R.– En las tres horas que perma-necimos interviniendo, no vimos aningún médico. Encontramos aFranco con la cara descubierta ycon el semblante de paz propio dela relajación cadavérica. Trajeronuna mesa para colocar el instru-mental. Sobre el cuerpo desnudoen la cama, empezamos a trabajarsobre la una y media. Después detres operaciones hay cortes en lared vascular y los líquidos que in-yectamos no circulan bien. Más in-cisiones, más puntos de inyecciónintraarterial y en cavidades toráci-ca y abdominal. El conservante en-tra por las carótidas, las axilares yla femoral. Trabajamos tres horasporque tuvimos que comprobar elendurecimiento del cadáver. Co-mo a las cuatro y media ya había-mos terminado. Al salir, estaba enel pasillo un jefe militar que nosacompañó hasta el ascensor. Loque quedaba de Franco quedó ensoledad. O así nos lo pareció.

P.– Supongo que cuando se en-teraron de que oficialmente Fran-co murió a las cinco y veinticincose asombrarían. Y también cuandoPozuelo y algún otro médico ade-lantó el fallecimiento, pasadosunos años, en unas tres horas.

R.– Pensamos que sus razonestendrían. Más que nada para quetodos descansaran y afrontar me-jor los duros días siguientes. Y pa-ra poner en marcha con tranquili-dad la Operación Lucero, que con-templaba protocolo y seguridad.No vimos otra razón.

P.– Según su opinión, ¿a qué ho-ra murió Franco?

R.– Creo que cuando me llamóel doctor Pozuelo sobre las oncepara que estuviéramos prepara-dos, Franco estaba desenchufado yen muerte cerebral a la espera deconfirmación de diagnóstico de fa-llecimiento y, por sus circunstan-cias de edad y sus antecedentes pa-tológicos, podría realizarse en muypoco tiempo. Yo tengo la convic-ción de que Franco murió en lasdos últimas horas del 19 de no-viembre de 1975.

Lo dice un experto forense quemaneja una lógica que combinamedicina y cronología y que tuvoen sus manos los restos desnudosde quien fue protagonista de casi40 años de la Historia de España.Y que vigorizó sus despojos y lequitó la traza cadavérica del ros-tro para tenerlo expuesto a la cu-riosidad o a la pena del gentío.Franco murió el 19 de noviembre.En fin, no es un certificado peroes una certidumbre.

LA DECISION INICIAL DEL PROPIO FRANCO DE NO ACUDIR A UN HOSPITAL FUERON LA CAUSA DE QUE FUERA SOMETIDOA UNA PRIMERA OPERACION DE URGENCIA EN CONDICIONES TERCERMUNDISTAS EN EL PROPIO PALACIO DE EL PARDO

ANTONIO PIGA / Médico forense que participó en el embalsamamiento

«TENGO LA CONVICCION DE QUEFRANCO MURIO EL 19 DE NOVIEMBRE»

E

«Desde primeros de noviembre y hasta elmismo día 20, me desplazaba por Madrid en micoche con todo el equipo forense en el maleteropara llevarlo a La Paz en cuanto fuera avisado»

manezca todavía dentro de suelo es-pañol. Y consigue lo que busca: queel ministro Antonio Carro corra de-salado a Agadir a suplicar al rey queordene la retirada ya mismo «todavez que ya ha conseguido sus objeti-vos». Y tanto que sí. Hassan II le en-trega una carta en la que deja claroque «el arreglo definitivo del proble-ma del Sáhara significa la entregapor el Estado español a Marruecos yMauritania de todas las responsabi-lidades y la autoridad civil y militarque ejerce en el Sáhara Occidental».Es decir, el puro y simple abandono.

El 9 de noviembre de 1975 el reyde Marruecos anuncia la retiradade la Marcha Verde y el 14 de no-viembre, con Franco todavía vivopero en manos de la muerte, Espa-ña firma la Declaración de Madrid,por la que entrega la administra-ción del Sáhara a Marruecos yMauritania –un mero comparsa deRabat– y se compromete a ponerfin a la presencia española en el te-rritorio antes del 28 de febrero de1976. Se acabó. Hassan II ha gana-do de plano la partida.

Y sin embargo no es esto lo másgrave y trascendental que sucedeesos días en esa España interior-mente agitada y en absoluta sereni-dad aparente. Entre las bambalinasdel poder se está librando en eseinstante otra batalla sorda e impor-tantísima para el futuro, de la quedepende que Don Juan Carlos deBorbón tenga una cierta capacidadde movimiento cuando se haga car-go definitivamente de la Jefaturadel Estado o, por el contrario, quedecon las manos «atadas y bien ata-das» para intentar encauzar haciala democracia el futuro del país.

Ocurre que el Rey va a tener muyserias dificultades para cambiar aquienes ocupan la cúspide del po-der en el aparato del Estado: el pre-sidente del Gobierno y el presidentede las Cortes y del Consejo del Rei-no. El jefe del Gobierno, Arias Na-varro, ha sido nombrado por Fran-co en 1974 por un periodo de cincoaños. Es decir, que puede mante-nerse en el cargo hasta 1979. Encambio, el mandato del presidentede las Cortes y del Consejo del Rei-no Alejandro Rodríguez de Valcár-cel expira justamente el 26 de no-viembre. Si, llegado ese día, Francotodavía vive, toda la estructura delrégimen considerará lo más naturalque su mandato quede prorrogadootros seis años, es decir, hasta fina-les de 1981. Y éste es el interés, y elesfuerzo, de muchos en aquellos dí-as turbulentos.

En la tarde del 19 de noviembre,después de esa conversación en elascensor que lleva a la sexta plantade La Paz, los médicos que atiendenal general son conminados por elmarqués de Villaverde a marcharsea sus casas. «Sobre las 12 de la no-che», recuerda el doctor Palma Gá-miz (El paciente de El Pardo ed. ReyLear, página 205), «Cristóbal adoptóuna actitud extraña, hasta un poconerviosa, incluso incorrecta, echán-donos materialmente a todos, ex-cepto, como es obvio, a los de guar-dia [...] La verdad es que no podíaentender por qué hacía aquello».

Esa misma noche Franco deja deexistir. Su terrible agonía acaba porfin en las primeras horas de la ma-drugada del 20 de noviembre de1975, hace ahora 30 años.

El forense Antonio Piga, sentado en la mesa de su despacho. / ALBERTO CUELLAR

30 AÑOS DE LA MUERTE DE FRANCO

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6 EL MUNDO, VIERNES 18 DE NOVIEMBRE DE 2005

l día que murió Franco,los franquistas creían te-ner atado el futuro, losaperturistas y la oposi-ción moderada del inte-rior esperaban que lasuerte facilitara el cambiode régimen, la oposiciónde izquierda creía llegado

el momento de la ruptura y el Prínci-pe guardaba cuidadosamente susplanes de las miradas de unos yotros. Uno de los hombres clave dela Transición, Torcuato FernándezMiranda, ya estaba colaborando dis-cretamente para el gran cambio, pe-ro quien sería el gestor de la refor-ma, Adolfo Suárez, no pasaba depromesa y no estaba muy cerca delcentro del poder. Todo daría unvuelco en poco tiempo. Mientrastanto, el 20-N veinte personajes sepresentaban ante el futuro con muydistintas perspectivas y con muydistintas intenciones.

CARLOS ARIAS NAVARRO

QUISO CONTROLAREL FRANQUISMOEn la mañana del 20 de noviembre,anuncia por televisión la muerte deFranco y rompe en un sollozo. Erapresidente del Gobierno contra todopronóstico. Franco lo había nom-brado tras el atentado de ETA con-tra el anterior presidente, Luis Ca-rrero Blanco, cuando todo el mundopensaba que sería destituido puesera el responsable de la seguridadcomo ministro de la Gobernación.

Arias se consideraba albacea delrégimen y no se le pasó por la ima-ginación dimitir para facilitar que elnuevo Rey compusiera con manoslibres su Gobierno. Por el contrario,pretendió custodiar el posfranquis-mo con la aplicación de alguna re-forma para que permaneciera loesencial. Al comenzar a ejercer suPresidencia, despertó cierta espe-ranza con un proyecto político en elque ofreció algunas señales apertu-ristas y que dio lugar a lo que se lla-mó el espíritu del 12 de febrero (porel día en que lo presentó), peropronto la presión del franquismo ra-dical dio al traste con todo ello.

El propio Arias era un franquistarecalcitrante y obligó al Rey a desti-tuirlo. Tras formar un nuevo Gobier-no en diciembre con varios nombressugeridos por el Monarca, Don JuanCarlos le pidió que dimitiera, a lo queno pudo negarse. Fue el 1 de julio de1976. Arias pasó a un silencioso reti-ro y en noviembre de 1989 falleció.

MARCELINO CAMACHO

EL LIDER SINDICALDELOSCOMUNISTASEra el líder indiscutible del sindicatocomunista Comisiones Obreras, encuya fundación en los años 60 parti-cipó. Cuando murió Franco, estabaen la cárcel condenado en el que fuefamoso Proceso 1001 contra los diri-gentes del sindicato, obviamente

clandestino en aquel tiempo. La pri-mera vez que visitó la cárcel fue en1967. Pese a su clandestinidad, eraconocida su lucha contra el régi-men. Fue también conocida su per-tenencia al Comité Central del PCEdurante una reunión celebrada enRoma. Salió de la cárcel con la pri-mera amnistía concedida en laTransición y dirigió durante variosaños el sindicato. Hoy vive retirado,a sus 87 años.

MANUELDIEZALEGRIA

LAESPERANZAMILITAR FRUSTRADAEra el militar con más prestigio en-tre quienes deseaban una evolu-ción del régimen. Culto, moderado,profesional, aperturista, cuandomurió Franco había sido apartadode la jefatura del Alto Estado Ma-yor, a la que había accedido en1969. Nunca se explicaron las razo-nes de la destitución, pero se enten-dió que el entorno de Franco queríadesembarazarse de un militar mo-lesto. Era muy próximo a GutiérrezMellado, el militar que, muertoFranco, ayudaría a Suárez a la con-ducción de la Transición. Díez Ale-gría perteneció a la Real AcademiaEspañola. Murió en febrero de

1987, a los 81 años, tras haber sidoembajador en El Cairo.

DON JUAN DE BORBON

EL HEREDERO QUENO PUDO REINARDon Juan de Borbón, heredero deAlfonso XIII y padre del entoncesPríncipe de España, vivía en Estoril,Portugal, en un exilio que se habíaendurecido a mediados del año1975, en que el Gobierno le prohibiópisar territorio español en respuestaa unas declaraciones críticas contraFranco. Esperanza de la Monarquíademocrática, desde tierras lusasejercía una labor de oposición aFranco y de asesoramiento a su hijo.Convencido de que no podría rei-nar, se centraba en el éxito de su hi-jo, que tenía la dificilísima tarea deromper el círculo franquista tejidoen torno a él para construir una Mo-narquía al servicio de todos los es-pañoles. Falleció en abril de 1993.

DON JUAN CARLOS DE BORBON

HIZO LA MONARQUIAQUE NO QUERIA FRANCOEra la gran incógnita. Los franquis-tas querían hacer de él el Rey delMovimiento, cumpliendo el deseo

de Franco, que le había puesto en elTrono para que continuara su obra.La oposición de izquierdas descon-fiaba de sus intenciones y de su ca-pacidad, y algunos dirigentes llega-ron a despreciarlo como una alterna-tiva inviable. La oposición moderadadel interior escondía una cierta espe-ranza en que la sucesión resultaseeficaz. Y Don Juan, que esperaba po-der regresar pronto de Estoril, soña-ba con hacer realidad su ilusión deuna Monarquía parlamentaria.

Don Juan Carlos, Príncipe de Es-paña –título franquista sustitutivodel tradicional Príncipe de Astu-rias–, había mantenido ya contac-tos con muchos representantes dela España real, incluidos los enemi-gos de Franco y guardaba en silen-cio sus planes. Si el franquismo ra-dical los hubiera conocido, no ha-bría podido sostener Don Juan Car-los la corona sobre su cabeza.

Lo consiguió tras desembarazarsede Arias y confiar en un político ines-perado (Adolfo Suárez) y en un ar-quitecto incógnito (Fernández Mi-randa), procedentes todos del fran-quismo, y contactar con la oposición,para llevar a la práctica el compromi-so –divisa paterna– de ser Rey paratodos. Treinta años después de lamuerte de Franco cumple 30 años

como Rey constitucional de una Mo-narquía parlamentaria, que no es loque Franco quería.

VICENTE ENRIQUE Y TARANCON

EL APERTURISMO DELA IGLESIA CATOLICAEl cardenal de Madrid había traba-jado por alejar a la Iglesia españoladel compromiso de la cruzada paraconstruir una misión pastoral dedi-cada a todos. Por eso, el franquismomás montaraz había mostrado suenojo acuñando el grito «Tarancón,al paredón». En la misa de la coro-nación de Don Juan Carlos, pronun-ció una homilía que fue símbolo delaperturismo de la Iglesia y que faci-litó el camino hacia la Transición.Tarancón fue una de las eficaces bi-sagras entre el franquismo y el futu-ro. Murió en noviembre de 1994, alos 87 años.

JOSE ANTONIO GIRON

EL ALMA DEL‘BUNKER’ FRANQUISTAEx ministro de Franco, era el guar-dián del franquismo ortodoxo, el excombatiente firme, el alma del bún-ker. Se había adoptado esta palabra,búnker, para señalar en medios pe-riodísticos y políticos a los franquis-tas recalcitrantes. Un documentosuyo contra la apertura, apodado gi-ronazo, era referente del grupo, quese alineaba en torno al periódicoArriba y, luego, al diario El Alcázar.Girón murió en agosto de 1995.

ADOLFO SUAREZ

ESPERANDOTIEMPOS MEJORESCuando muere Franco, Adolfo Suá-rez es un político que pasa los díascomo delegado del Gobierno en laCompañía Telefónica, esperandotiempos mejores, desde que su jefe,Herrero Tejedor, ministro del Movi-miento, falleciera en accidente detráfico cinco meses antes. Suárezera su segundo. El veterano fran-quista que ocupó luego el Ministe-rio, José Solís, quiso contar con él,pero declinó el ofrecimiento. Almismo tiempo, preside una asocia-ción política llamada Unión delPueblo Español.

Adolfo Suárez era uno de los jó-venes políticos reformistas queapuntaban como promesas para elfuturo, pero hasta ese momento nohabía tenido mucha suerte. Se dijoque Carrero había pensado en élpara un Ministerio en 1973, pero enla combinación final no encontróhueco. El más notable cargo quehabía desempeñado hasta entoncesera el de director general de Radio-difusión y Televisión. Su gestión ha-bía sido generalmente bien conside-rada y además él mostraba nuevasmaneras y parecía destinado a másaltos vuelos.

Pero nadie podía sospechar queesos vuelos le llevaran hasta la Pre-

LOS PROTAGONISTAS / LA DESAPARICION DEL CAUDILLO HIZO EMERGER UN PUÑADO DE PERSONAJES OCULTOS HASTAESE MOMENTO ENTRE LOS CORTINAJES DEL REGIMEN O EN EL OSCURO ANONIMATO DE LA OPOSICION. LA MUERTE DE FRANCO

NOMBRES PARA LA HISTORIAJUSTINO SINOVA

E

Felipe González y Alfonso Guerra cantan ‘La Internacional’ con el puño en alto durante el Congreso del PSOE de 1976.

Isidoro era Felipe González, un abogado sevillanoque en los años finales del franquismo empezó a serconocido en pequeños círculos políticos como el diri-gente del histórico partido Socialista, y que usaba esealias. El 20-N era ya secretario general del partido,elegido en un congreso celebrado en 1974 en Sures-nes, a las afueras de París. Su mano derecha era yaentonces Andrés, alias de Alfonso Guerra. La activi-dad política de Isidoro, que trabajaba en un despacholaboralista de Sevilla, era de algún modo tolerada,

pues era prudente y suave, y nada tenía que ver conla desplegada por el PCE. Muerto Franco, Gonzálezpasó a ser un referente necesario, con su entoncesinseparable Alfonso Guerra, y sólo siete años des-pués se alzó con una victoria electoral por mayoríaabsoluta. Con 63 años, vive en Madrid apartado de lapolítica (renunció a seguir en el Parlamento) y viajapor el mundo pronunciando conferencias. Guerratiene 65 años y preside la Comisión Constitucionaldel Congreso.

‘ISIDORO’ Y ‘ANDRES’

LA OPOSICION SOCIALISTA

30 AÑOS DE LA MUERTE DE FRANCO

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7EL MUNDO, VIERNES 18 DE NOVIEMBRE DE 2005

FUE PARA TODOS ELLOS EL INICIO DE UNA INQUIETANTE PARTIDA DE AJEDREZ POR LA HERENCIA DEL DICTADOR. ABANDERA-DOSDE LAREFORMA, LARUPTURAOLAREACCION, TODOSELLOSSONYAPORDERECHOPROPIO FIGURASDENUESTRAHISTORIA

sidencia del Gobierno, como loprueba la decepción que causó sunombramiento cuando por fin elRey pudo librarse de Arias. La im-presión más extendida era que elmonarca había cometido un graveerror al confiar en un franquista quese había movido en cargos de segun-da fila. Por otra parte, su imagen dereformista no daba confianza alConsejo del Reino, cuyo dictamenera paso previo a su designación, ycostó incluir su nombre en la ternapreceptiva. Miguel Primo de Rivera,amigo del Rey, tuvo que emplearse afondo para lograrlo. Sin embargo,poco después, empezó a sorprendera unos y a enojar a otros, a quienes letenían simplemente por un franquis-ta. En poco tiempo culminaría su la-bor de gestor valiente y democráticode la Transición. Con 73 años viveretirado en Madrid.

GONZALO FERNANDEZ DE LAMORA

EL CREPUSCULODE LAS IDEOLOGIASFue uno de los ministros más inteli-gentes y significativos de Franco,muy conocido por su teoría del cre-púsculo de las ideologías, que expu-so en un libro en 1965, y por su defi-nición del franquismo como el Esta-do de obras, al basar la legitimidaddel régimen en las obras públicasrealizadas. Ejerció un franquismocon modos educados, pero cuandocesó en el Gobierno, en 1973, volvióa la carrera diplomática y dejó la po-lítica de primera fila. Diputado en laprimera legislatura democrática,acabó también separándose del sis-tema. Falleció en 2002.

TORCUATO FERNANEZMIRANDA

EL CEREBRODE LA TRANSICIONEl Príncipe tenía un as en la mangaque se llamaba Torcuato FernándezMiranda, fino jurista y hábil político.Nada hacía presagiar que quien ha-bía sido ministro del Movimiento –elpartido único de Franco– fuera lagran esperanza para desenredar lamadeja del régimen franquista. Eldía en que murió Franco, ejercía co-mo presidente del Banco de CréditoLocal. Había sido enviado allí, enti-dad pública, por Arias, después deque sonara para sucesor de Carreroy fallaran todas las previsiones ytambién los deseos del futuro Rey.

Desde la presidencia del banco,alejado de la gestión política, Fer-nández Miranda se veía con el Prín-cipe sin llamar la atención de nadie,y en esas conversaciones iban perfi-lando el esquema de lo que luego se-ría la gran operación de la Transi-ción. En un principio, Don JuanCarlos lo quería al frente de su Go-bierno, pero después vieron que laPresidencia de las Cortes era un lu-gar más útil para manejar los hilosde la construcción de la democracia.Este cargo llevaba aparejado el de laPresidencia del Consejo del Reino,órgano entonces inevitable si sequería cumplir las leyes vigentes.

Fernández Miranda no se sintiósuficientemente bien tratado por elGobierno una vez culminada laTransición y acabó trabajando enun bufete que le facilitó Rafael RuizGallardón. Poco después, en julio de1980, durante un viaje a Londres, fa-lleció. Contaba 65 años de edad.

MANUEL FRAGA

LA ESPERANZADE LOS REFORMISTASUn mes antes de la muerte deFranco, dimitió como embajadoren Londres, adonde había llegadoen 1973. Fraga regresó a Españapara intentar desempeñar un deci-sivo papel para el futuro, despuésde que durante su estancia enGran Bretaña se hubiera converti-do en una gran esperanza para elposfranquismo. Era el reformistaque más confianza despertaba.Fue vicepresidente en el primerGobierno de la Monarquía, conArias, pero luego discrepó de laoportunidad que se le daba a Adol-fo Suárez. Disconforme con algu-nos rumbos de la Transición, fun-dó Alianza Popular y se dedicó alpartido. Tiene 83 años y vive enGalicia, donde es jefe de la oposi-ción al Gobierno autonómico.

NICOLAS FRANCO PASCUAL DE POBIL

GESTIONES DISCRETASPARA EL PRINCIPESobrino de Franco, hijo de su her-mano Nicolás, es el miembro de lafamilia con más proyección exte-rior y política. En 1974 realizó unaencuesta confidencial para el Prín-cipe entre miembros de la oposi-ción antifranquista y mantuvo en-cuentros discretos con personali-dades americanas para explicarlos planes de Don Juan Carlos. Fueuno de los hombres que, desde lasombra, contribuyó a facilitar alfuturo Rey su difícil tránsito haciael futuro. Tiene 68 años y se dedicaa actividades empresariales.

LAUREANO LOPEZ RODO

INFLUENCIAEN LA SOMBRALa muerte de Franco le sorprendiócomo embajador en Viena, des-pués de haber desempeñado unainfluyente carrera política junto aCarrero Blanco como promotor deldesarrollo económico. Luego fueministro de Asuntos Exteriores. Elmás notable de los ministros tec-

nócratas, desempeñó influenciapolítica cerca del Príncipe, por cu-ya designación como heredero tra-bajó a fondo. Escribió un notablelibro sobre la salida monárquicadel franquismo. Hombre de ex-traordinaria capacidad de trabajo,permaneció siempre en un segun-do plano discreto, que no revelabael nivel de su influencia. Fallecióen 2000, con 80 años.

CRISTOBAL MARTINEZ BORDIU

DECLINO PRONTOSU ESTRELLAYerno de Franco, casado con suúnica hija, Carmen, dirigió el equi-po de doctores que atendió al dic-tador en su enfermedad de 1974 y

participó en el que le atendió hastasu muerte. Jefe de Servicio de Ci-rugía en la Seguridad Social, rea-lizó el primer trasplante de cora-zón en España, pero su pacientemurió a las 24 horas. Ejerció unafuerte influencia social. Su hijaprimogénita se casó con Alfonsode Borbón Dampierre y duranteun tiempo contempló la posibili-dad de que su suegro cambiara lasentonces llamadas previsiones su-cesorias. Muerto Franco, su estre-lla declinó rápidamente. Quiso de-dicarse a la política y perdió unavotación, precisamente frente aSuárez, para cubrir una vacantedel Consejo Nacional del Movi-miento. Falleció en febrero de1998, con 76 años.

PEDRO NIETO ANTUNEZ

EL MILITARDE CONFIANZAAlmirante, era el prototipo de mili-tar inmovilista con fidelidad abso-luta a su jefe y estrechas relacionescon la familia. Se le considerabaun hombre de plena confianza. Mi-nistro de Marina en los años 60,Franco barajó nombrarle presiden-te de Gobierno tras Carrero. Su co-nocido acceso a El Pardo le distin-guía de otros militares duros, co-mo Carlos Iniesta Cano, más rela-cionados con el búnker. Falleció alos 80 años en diciembre de 1978.

BLAS PIÑAR

EL MAS EXALTADODE LOS FRANQUISTASEl político franquista más radical,hasta el punto de que a Franco le pa-recía «un exaltado». Esa fue la razónque le dio a Carrero para rechazarsu propuesta de nombrarle ministrode Justicia, según desveló López Ro-dó en sus Memorias. Cuando murióFranco era el más notorio ultradere-chista, beligerante contra cualquierevolución del sistema. Fundó el gru-po político Fuerza Nueva –no llama-do partido pues estaban prohibidosdurante el franquismo– que editabala revista del mismo nombre. De éles la expresión «prensa canallesca»,dirigida a los periódicos que lucha-ban por abrir los cauces informati-vos. Su éxito político era escaso. Yaen la democracia se presentó a laselecciones y su grupo ganó un esca-ño. Participó en la primera legisla-tura pero, desencantado, se retiróde la política. Tiene 87 años y viveen Madrid.

ALEJANDRO RODRIGUEZDE VALCARCEL

CON SU MANDATOEXPIRO EL REGIMEN

Era presidente de las Cortes cuan-do murió Franco. Fuerzas fran-quistas deseaban que el falleci-miento se retrasara para facilitar larenovación de su mandato, cons-cientes de que coronado el Prínci-pe su continuación era imposible.Cesó, en efecto, pocos días des-pués de muerto el dictador y supuesto lo ocupó Fernández Miran-da para articular el desmontaje delrégimen y caminar hacia una de-mocracia. Valcárcel sólo tuvo tiem-po de tomar juramento al Rey el 22de noviembre y poco más. Retiradode la vida pública, falleció a los 59años en octubre de 1976.

JOAQUIN RUIZ-GIMENEZ

GRAN PALADIN DELA OPOSICION INTERNAMinistro de Franco en los 50, desti-tuido en 1956 tras los primeros dis-turbios estudiantiles, se distanciapoco a poco hasta convertirse enuna voz crítica. Cuando Franco de-saparece, ha desarrollado una am-plia labor de oposición interna, cu-ya acción más relevante es la crea-ción de Cuadernos para el Diálogo,revista mensual que congrega a laoposición de todos los colores. Elex ministro es una cara relevantede la diversa oposición moderadadel interior. Ruiz Giménez tiene 92años y vive en Madrid.

Desde París, era el gran enemigo del franquismo. En esta ciudad estabaradicada la dirección del Partido Comunista de España, de la que fuemuchos años secretario general. La figura de Carrillo se reforzaba con lade Dolores Ibárruri, La Pasionaria, presidente del partido y residente enMoscú. Bajo su dirección, el PCE fue la oposición antifranquista mejororganizada, siempre con acciones clandestinas. Carrillo sorprendió a todoel mundo con su pacto de colaboración con Adolfo Suárez para facilitar laTransición, tras entrar clandestinamente en España. Con 90 añoscumplidos, vive en Madrid, milita en el PSOE y tiene escasa presenciapública. Pasionaria murió en noviembre de 1989.

Santiago Carrillo abraza a Dolores Ibárruri tras una reunión del PCE. / PLANO MEDIO

SANTIAGO CARRILLO Y ‘LA PASIONARIA’

LA VERDADERA OPOSICION A FRANCO

30 AÑOS DE LA MUERTE DE FRANCO

C. Arias Navarro. M. Camacho. M. Díez Alegría. D. Juan de Borbón. Juan Carlos I. V. E. y Tarancón.

JoséAntonioGirón. Adolfo Suárez. G. F. de la Mora. T. Fdez. Miranda. Manuel Fraga. Nicolás Franco.

L. López Rodó. CristóbalM.Bordiú. P. Nieto Antúnez. Blas Piñar. A. R. de Valcárcel. J. Ruiz-Giménez.

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8 EL MUNDO, VIERNES 18 DE NOVIEMBRE DE 2005

Eran las 10.00 horas del 20 de noviembrede 1975. La calle hervía ya en rumorescuando Carlos Arias Navarro, presidentedel Gobierno, lanzó el mensaje a través deTelevisión Española, entonces la única, y

de las emisoras de radio. Con vozentrecortada, ojos llorosos y un sollozoahogado, Arias anunció el fallecimiento deFranco y leyó el testamento político deldictador. Este fue su mensaje íntegro.«Españoles: Franco ha muerto.El hombre de excepción que ante Dios yante la Historia asumió la inmensaresponsabilidad del más exigente ysacrificado servicio a España ha entregadosu vida, quemada día a día, hora a hora, enel cumplimiento de una misióntrascendental. Yo sé queen estos momentos mi voz llegará avuestros hogares entrecortada yconfundida por el murmullo de

vuestros sollozos y vuestras plegarias.Es natural. Es el llanto de España, quesiente como nunca la angustia infinita desu orfandad. Es la hora del dolor y de latristeza, pero no es la hora del abatimientoni de la desesperanza. Es cierto queFranco, el que durante tantos años fuenuestro caudillo, ya no está entre nosotros,pero nos deja su obra, nos queda suejemplo, nos lega un mandato histórico deinexcusable cumplimiento. Porque fuitestigo de su última jornada de trabajo,cuando ya la muerte había hecho presa ensu corazón, puedo aseguraros que paravosotros y para España fue su últimopensamiento, plasmado en el mensaje en

que nuestro caudillo se despide de estaEspaña a la que tanto quiso y tanapasionadamente sirvió:‘Españoles: Al llegar para mí la hora derendir la vida ante el Altísimo ycomparecer ante su inapelable juicio, pidoa Dios que me acoja benigno a supresencia, pues quise vivir y morir comocatólico. En el nombre de Cristo me honroy ha sido mi voluntad constante ser hijofiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir.Pido perdón a todos, como de todocorazón perdono a cuantos se declararonmis enemigos, sin que yo los tuviera comotales. Creo y deseo no haber tenido otrosque aquéllos que lo fueron de España, a la

EL FUTURO / AL CALOR DE LA TORTUOSA AGONIA DEL DICTADOR LAS DIFERENTES FAMILIAS DEL MOVIMIENTO TUVIE-RON TIEMPO DE CONSPIRAR CON LA VISTA PUESTA EN UN FUTURO INCIERTO. SIN EMBARGO, LAS PRIMERAS DECISIONES

30 AÑOS DE LA MUERTE DE FRANCO

«ESPAÑOLES:FRANCOHA MUERTO...»

las 10 de la mañana del14 de noviembre, conFranco a punto de afron-tar su tercera y últimaintervención quirúrgica,estaba convocada unareunión preparatoria delConsejo de Ministros. Elvicepresidente García

Hernández le comunica al Gobier-no que comenzarían sin el presi-dente, sin precisar motivo. La se-sión se celebra a jornada partida ya última hora de la tarde un orde-nanza avisa a los ministros milita-res de que el presidente quiere ver-los en su despacho. El resto de losmiembros del Gobierno se alboro-taron. ¿Había muerto Franco?

No. Ocurría que Arias estaba he-cho un basilisco. «A mí no se mehace esto», les dijo a dos tenientesgenerales y a un almirante pálidosy confundidos. La bronca la reci-bían por haber acudido a la llama-da del Príncipe, jefe de Estado enfunciones, para comunicarles queiba a enviar al teniente general DíezAlegría a París para que hablaracon Don Juan y evitar un manifies-to el día de la muerte de Franco.Arias se sintió preterido, abroncó li-teralmente por teléfono a Don JuanCarlos y le presentó su dimisión.Fue como una bofetada. Y una de-mostración de quién mandaba enEspaña. Aquello se arregló al día si-guiente a través del marqués deMondéjar, jefe de la Casa del Prín-cipe. Pero Arias se aseguró la per-manencia. Por si había dudas.

Y las había habido. Desde hacíaun año, Don Juan Carlos barajabala posibilidad de destituir a Ariascuando el Generalísimo falleciera.Estaban en el secreto principal-mente Torcuato Fernández Miran-da, el ministro de Relaciones Sindi-cales Alejandro Fernández Sordo yManuel de Prado. Quienes imagi-naban esa trama enviaban nom-bres de posibles presidenciables,algunos absolutamente desconoci-dos en la política. Tomó cuerpo unretrato robot –hombre no adscrito aun grupo o corriente del Movimien-to, con experiencia pública, con só-lidos conocimientos económicos yotros aspectos– que daba el perfil

del ex ministro de Industria JoséMaría López de Letona, lo que sebautizó como operación Lolita. Sinembargo, el franquismo oficial ybuena parte de los militares prontohicieron ver que Arias, como élmismo decía, estaba «atornillado»al sillón porque había sido ungidopor el Caudillo. No había nada másque hablar.

Aunque hubiera partes médicossuavizados y algunas declaracionesoptimistas, en el ambiente de Espa-ña se presagiaba elluto o la luz y encualquier caso laincertidumbre deun futuro cercano.Por fin llegaba lahora en que Espa-ña iba a enfrentar-se a lo incógnito.Pocos pensabanque las instituciones del Régimenpodrían aguantar la muerte de sufundador y tampoco confiaban enlas ataduras de las que había habla-do el Generalísimo como garantíatestamentaria. Los hombres delMovimiento conspiraban dentro desus corrientes de opinión y sus lími-

tes falangistas, democristianos, tec-nócratas, tradicionalistas o ultris-tas. Pero aplazaban sus batallas pa-ra el después. El relucir de los cu-chillos no era propicio en la antecá-mara de la muerte. Lo propio eraafilarlos para defenderse de quie-nes quisieran invadir el enorme co-to que era el Estado del 18 de Julio.Unos para transformarlo lentamen-te. Otros para petrificarlo.

Franco había nombrado presi-dente del Gobierno a Carlos Arias

el 2 de enero de 1974 tras el asesi-nato del almirante Carrero por unplazo de cinco años. Y en noviem-bre de aquel 1975 no llegaba si-quiera a dos en el desempeño delcargo. Por lo tanto, los hombres delMovimiento tenían por único obje-tivo que Arias no fuera relevado

por el Rey, a quien no se considera-ba legitimado para ejercer ese actode autoridad, puesto que era senci-llamente un heredero, un relevistaque toma el testigo de los Princi-pios Fundamentales que había ju-rado ante las Cortes el 22 de juliode 1969 al ser investido Príncipe deEspaña y sucesor a la jefatura delEstado. La indiferencia con que elentorno de El Pardo trataba alPríncipe cuando visitaba la clínicapara interesarse por la salud del

Generalísimo –co-mo reveló el doctorCabrero no hacemucho en este mis-mo periódico– erauna señal clara deque se pensaba deque no iban a cam-biar las cosas. Ha-bría otro jefe del

Estado, pero, por encima de él, se-guían estando las mismas institu-ciones. Por si esto fuera poco, eracreencia extendida que era unhombre sin carácter y bobalicón.

Así, mientras los franquistas noconspiraban porque se sentían se-guros –hacía tiempo que Alfonso

de Borbón Dampierre había dejadode ser una amenaza– y en todo ca-so ya tendrían tiempo de pelearseentre ellos, Don Juan Carlos sí in-trigó. En el interior lo vino hacien-do principalmente con José Joa-quín Puig de la Bellacasa, quien letendió no pocos puentes con laoposición moderada para demos-trar su visión de una futura Españademocrática. En el exterior y du-rante el último mes de la vida deFranco, Manuel de Prado y Colónde Carvajal se entrevistó con Gis-card y con Henry Kissinger paratransmitirles las intenciones delPríncipe y pedir su apoyo desde elprimer día, además de la asistenciadel máximo rango a la Coronación.Prado era ya por entonces el amigode Don Juan Carlos. Es sabido queAdolfo Suárez comentó al menosen una ocasión entre personas deconfianza que el Rey sólo es amigode Prado aunque se deje quererpor otros que por algunos gestoscreen tener su amistad.

Franco murió en figura military, aunque resulte patético por suestado, con las botas puestas. Y siel Rey pudo tutelar la reforma polí-tica y después la Constitución y sudesarrollo, fue porque Franco le le-gó las cuatro estrellas de capitángeneral. Ese legado le permitiócuadrar a generales, amilanar al-gunos cuarteles y despejar, estavez sí porque no hubo revanchas,el paso alegre de la paz.

La cruel intriga que al parecer seurdió fue dejar a Franco en el esta-do vegetativo en el que se encontra-ba una semana más hasta que fuerareelegido presidente de las Cortes ydel Consejo del Reino Rodríguez deValcárcel o colocar en estos pues-tos a otro adicto. Todo parece indi-car que Carmen Franco, la hija delGeneralísimo, se opuso y se le dejóextinguir. En tan solo siete meses,las familias del Movimiento se de-sorientarían y, bajo la batuta deFernández-Miranda como jurista yAdolfo Suárez como ejecutivo, sefueron encarrilando las cosas. Sihubo cuchillos afilados, los más re-calcitrantes los utilizaron en sugran mayoría, con el patriotismodel samurai, para inmolarse.

ULTIMAS INTRIGAS POLITICASJOAQUIN BARDAVIO

A

Adolfo Suárez jura como presidente el 5 de julio de 1976 ante el Rey y su mentor, Torcuato Fernández Miranda.

«Falangistas, democristianos, tecnócratasy tradicionalistas aplazaban sus batallaspara después. El relucir de los cuchillos no erapropicio en la antecámara de la muerte»

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9EL MUNDO, VIERNES 18 DE NOVIEMBRE DE 2005

DE DON JUAN CARLOS CONFIRMARON LO QUE PARA MUCHOS YA ERA EVIDENTE: QUE ERA INVIABLE UN FRANQUISMOSIN FRANCO. LOS CINCO ULTIMOS FUSILAMIENTOS DE SEPTIEMBRE FUERON EL CANTO DEL CISNE DE LA DICTADURA

que amo hasta el último momento y a laque prometí servir hasta el último alientode mi vida, que ya sé próximo.Quiero agradecer a cuantos hancolaborado con entusiasmo, entrega yabnegación en la gran empresa de haceruna España unida, grande y libre.Por el amor que siento por nuestra patria,os pido que perseveréis en la unidad y enla paz y que rodeéis al futuro Rey deEspaña, Don Juan Carlos de Borbón,del mismo afecto y lealtad que a mí mehabéis brindado y le prestéis, en todomomento, el mismo apoyo decolaboración que de vosotros he tenido.No olvidéis que los enemigos de España y

de la civilización cristiana están alerta.Velad también vosotros y deponed, frentea los supremos intereses de la Patria y delpueblo español, toda mira personal. Nocejéis en alcanzar la justicia social y lacultura para todos los hombres de Españay haced de ello vuestro primordialobjetivo. Mantened la unidad de lastierras de España exaltando la ricamultiplicidad de sus regiones como fuentede fortaleza de la unidad de la patria.Quisiera, en mi último momento, unir losnombres de Dios y de España y abrazarosa todos para gritar juntos, por última vez,en los umbrales de mi muerte: ¡ArribaEspaña! ¡Viva España!’».

30 AÑOS DE LA MUERTE DE FRANCO

El presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, anuncia el 20 de diciembre de 1975 la muerte de Franco.

e contó una amiga re-portera, de cuyo nom-bre sería incorrectoacordarse, que nuncasintió un verdaderoorgasmo hasta la ma-drugada en la que supadre estaba de cuer-po presente. «Tengo

sentimiento de culpa, pero así fue».No estoy muy seguro de quién meavisó de la muerte de Franco a lassiete o las ocho de la mañana del20 de noviembre de 1975. Creo quefue Enrique Guerrero, un exiliadodel PCE encargado de la LibreríaEspañola en Lisboa, donde se reu-nía la Junta Democrática. Yo dor-mía en uno de aquellos grandes ho-teles de Lisboa que también ocupa-ron los emigrantes que vinieron deAngola y Mozambique. Antes ha-bía estado viviendo en una de lashabitaciones José Agustín Goytiso-lo. Aquel ser encantador escribióun poema, que me dedicó, en el quehablaba de los galgos, dálmatas, af-ganos, chihuahuas y otros perrosde lujo que merodeaban alrededorde los restaurantes de lujo no enbusca de los huesos y de las sobrassino en busca de sus dueños, quehabían huido cuando estalló la Re-volución de los Claveles llevándoselos tractores y los caballos y deján-dose en Lisboa las amantes y losperros.

Había trasnochado en el Casinode Estoril, tenía resaca, era mi pri-mer sueño. Recuerdo que seguídurmiendo con verdadero deleite.En mi caso no era la muerte del pa-dre la que me producía sensaciónde éxtasis como a aquella compa-ñera que hubiera fascinado a La-cán. En aquel tiempo Franco ya noera la imagen del padre sino la delabuelo con la boca abierta, comolos toros antes de doblar. En las fo-tos se le veía en zapatillas y conta-ban que para hacer gimnasia o pa-sear en sus últimos días le ponían eldisco de «soy valiente y leal legio-nario».

Treinta años después me acuer-do más del Franco de mi niñez conuna borla extraña, como la largamecha de un chisquero de piedra,por la pierna abajo de caqui; la

veíamos todas las mañanas de es-carcha cuando llegábamos a la es-cuela con la toza para la estufa. Du-rante toda nuestra niñez, la voz afe-minada de Franco hablaba en todoslos partes. Lo veía en los escapara-tes cuando viajaba en bicicleta a laciudad, bajo palio en el NO-DO, entodos los sellos y monedas. Treintaaños después he objetivado aquellaépoca y la recuerdo con una espe-cie de tristeza y de culpa. No sé porqué, pero no éramos infames los ni-ños que no sabíamos lo que habíapasado en la guerra. Estábamos enla edad de los porqués, pero nuncanos contaron nuestros padres ni

nuestros abuelos ni nuestros veci-nos por qué ponían el dedo en laboca diciéndonos «chistt» si pre-guntábamos por las cruces de pie-dra o por los hombres que se mo-rían años después tísicos en las me-cedoras mientras escuchaban la Pi-renaica o por los disparos que escu-chábamos en los vallejos, más alláde la aldea, cuando los maquis.Después, algunos hombres más ha-bladores nos lo contaron: en lascarnicerías colgaban a los curasabiertos en canal como a los gorri-nos el día de la matanza y a los tresaños los charcos de la carnicería secuajaban en las cunetas. Lo peor de

la dictadura de la pos-guerra, además delhambre, no fue la cruel-dad. «Más abominable»,dice Borges, «es el he-cho de que fomenta laidiotez». La idiotez, elmiedo, la culpa, la am-nesia, los chistes o lashazañas de aquel soca-rrón gallego al quecuando cazaba palomasen las colinas de El Par-do le estalló la escopetaen la mano izquierda yfue trasladado al hospi-tal. Uno de los médicoscomentó entonces conla enfermera lo muchoque el paciente se pare-cía a Franco y el generalrespondió: «Eso dicenalgunos».

Tiene huevos queademás de aguantar 40años de represión yadoctrinamiento nos re-gañen porque Francomuriera en la cama. Co-mo si el hecho de sobre-vivir no hubiera sidouna heroicidad.

Aquella mañana en-tre sueños supe queFranco había palmado ytendría que ser otro elque le pusiera el birretea los cardenales, el quepescara el pez espada ynos dijera cada Navidadque estábamos rodea-dos de rojos y de maso-

nes. Dormí placidamente porque lamuerte de Franco estaba cantadadesde el verano, cuando ingresó enel hospital desfalleciente, desfigu-rado. Contaron que el dolor de pier-na era debido a la presión de la ca-ña de pescar y a que durante elMundial de fútbol de 1974 perma-neció sentado junto al televisor. Se-gún Paul Preston, «mirando todos ycada uno de los partidos que se ha-bían transmitido». «Vestido con tra-je de calle y zapatillas, inconscientede la presencia de quienes le salu-daban, un Franco titubeante pare-cía entonces cualquier cosa menosun despiadado dictador». El mar-

qués de Villaverde se hallaba en Fi-lipinas en el certamen de MissMundo mientras las úlceras gástri-cas y los derrames se lo iban llevan-do a la diestra del Padre. Ya no po-día hacer ni el medio swing del golfy la mirada de general victorioso,fría, fija, distante, indescifrable, sevolvió perdida y blanda. Volvía asonreír, pero no como cuando lellamaban Cerillito en Africa.

Claro que entonces ya no éra-mos inocentes. Nos apareábamosbajo el Guernica, sabíamos que lahistoria de la dictadura estaba es-crita en las tapias de los cemente-rios, sabíamos que el general afri-cano de batín que inauguraba pan-tanos y nos hablaba de la pertinazsequía rodeado de médicos nos ha-bía gobernado como un sargentode guardia mientras media Españaocupaba la España entera y los tre-nes y los metros olían a miseria, se-gún escribía Gil de Biedma. Nos en-teramos del exilio, soñábamos conla democracia, estábamos tocandofondo. Juan Carlos presidía las reu-niones del Gobierno porque Francose moría, pero recobró de pronto lasalud y el 26 de septiembre dio suconformidad a cinco sentencias demuerte. Al amanecer fueron ejecu-tados y pocas semanas después elgeneral moriría no con la tranquili-dad de un santo, sino rodeado decables, en la celda de tortura, conlas paredes y las alfombras empa-padas en sangre.

Realmente, Franco no murió el20 de noviembre. Era un muerto depie en la plaza de Oriente, un es-pectro cuando su agonía se retrans-mitía como un partido de fútbol; nose extinguió en noviembre sino enseptiembre, cuando con mano deparkinson firmó la sentencia demuerte a cinco personas a pesar deque se colgaron a sus botas pidien-do clemencia el Papa, Don Juan deBorbón, su propio hermano Nico-lás y toda España, todo Madrid, enuna noche de angustia y de llanto.Todos los pueblos libres retiraronsus embajadores en Madrid. Sali-mos a la calle pidiendo piedad a unhombre muerto. Pero a Franco, in-cluso antes de la muerte, no le fun-cionaba el corazón.

FALLECIO DESPUES DEMUERTORAUL DEL POZO

M

Pintadas en las calles de Lisboa contra los últimos fusilamientos del régimen de Franco. / EFE

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10 EL MUNDO, VIERNES 18 DE NOVIEMBRE DE 2005

¿Desde cuándo tenía Franco previsto quese le enterrara en el Valle de los Caídos?¿Había dejado alguna disposición escritaque lo indicara así? Por lo que se refiere ala primera pregunta, existe el testimonio

verbal del segundo arquitecto del Valle delos Caídos, Diego Méndez, recogido porsu hijo, según el cual, enterrado ya JoséAntonio Primo de Rivera al pie del altarmayor, un día Franco cogió del brazo alarquitecto, le llevó consigo al otro lado delaltar y, señalándole el suelo únicamente ledijo: «Yo, aquí».Nadie más tuvo noticia deese deseo de Franco. Tampoco su familia.Por esa razón, en relación con la segundapregunta, la de si dejó escrita algunadisposición en ese sentido, la respuesta esno. Al contrario, Franco tenía compradadesde hacía años una parcela en elcementerio de El Pardo, con cabida paraél y para toda su familia. El hecho de que

tras su muerte Franco fuera enterrado enel mismo lugar en que lo se hallaban losrestos de José Antonio Primo de Rivera,pero al otro lado del altar de la basílica, sedebió a una decisión adoptada por elGobierno en los días en que el jefe delEstado se debatía ya entre la vida y lamuerte. El actual abad del Valle de losCaídos, el benedictino Anselmo Alvarez,cuenta que, en esos días, el presidenteCarlos Arias Navarro estuvo indagandoante los familiares más directos delgeneral por si alguno de ellos guardabaalguna disposición escrita o si le constabala voluntad del Caudillo para después desu muerte. No había nada. Fue entonces

cuando Arias, tras haber consultado conel Príncipe –quien se mostró de acuerdocon la idea y se encargó de pedir elpermiso al abad de entonces para llevarlaa cabo– dispuso que Franco fueraenterrado en el interior de la basílica queél había mandado construir en 1939, altérmino de la Guerra Civil. El problemaera que en aquel momento en el Valle delos Caídos no había nada previsto paraesa eventualidad, cuenta hoy el abad. Elsuelo del altar mayor no estaba dispuestopara ninguna otra tumba que no fuera laque ya existía, la del fundador de FalangeEspañola. Hubo, pues, que mandar hacerun sitio a toda prisa para el cuerpo del ya

LA HERENCIA / MUCHO SE HA ESCRITO EN ESTAS TRES DECADAS SOBRE EL LEGADO POLITICO DEL DICTADOR. PARAUNOS, SU FERREA CONCEPCION DEL ESTADO AUN CONTINUA LASTRANDO NUESTRO DIA A DIA. PARA OTROS, SIN EMBARGO,

30 AÑOS DE LA MUERTE DE FRANCO

na pregunta cuya res-puesta tuve tan claraque la publiqué todavíaen vida de Franco, a cu-ya persona y cuyo régi-men fui conscientemen-te leal de principio a fin.La frase de Franco sobreel futuro de España –«to-

do está atado y bien atado»– es au-téntica y respondía a una convic-ción profunda, pero puede ser inter-pretada de diversas maneras.

En mi libro Historia básica de laEspaña actual, cuya primera edi-ción apareció en diciembre de 1974en la Editorial Planeta –es decir, unaño antes de la muerte de Franco–,cité en la página 512, dentro de unejercicio de prospectiva, la frase deFranco «todo está atado y bien ata-do» como una de las posibilidadespara el futuro inmediato. Y la co-menté con sentido muy crítico: «Losproblemas interiores y exterioresque se alzan sobre el camino de laEspaña actual hacia el futuro soninmensos. En el orden interior esosproblemas se resumen en el tránsi-to necesario desde un régimen ori-ginado en una Guerra Civil, confi-gurado con predominio de la autori-dad sobre la libertad y en medio deuna desconfianza constitutiva hacialo democrático hasta un régimennacido por una parte de sí mismo,pero con un horizonte francamentedemocrático con los menos adjeti-vos posibles, porque la experienciaconvulsa de medio siglo universalha demostrado que no existe unatercera vía entre el totalitarismo y lademocracia, aunque nada impideuna evolución realista de uno a otrosistema, sobre todo cuando tal evo-lución parece ser, como hemos insi-nuado, el sentido político profundopara la reconversión histórica delpresente régimen español. Al con-sumarse ese proceso de evolución,esta ‘dictadura constituyente y dedesarrollo’ (Fernández Carvajal),podrían abordarse en forma actuallos permanentes problemas de laEspaña contemporánea, con posibi-lidades de encauzamiento definiti-vo por vía de síntesis, no por solu-ciones disruptivas y sangrientas. Laproblemática regional, la sindical y

la articulación política, hoy un tantoanquilosadas desde las esperanzaspopulares de 1966, constituyen qui-zás el núcleo más importante y ur-gente de las cuestiones que encau-zar y resolver a una convincente luzdemocrática, aunque, zanjado engran parte por la propia Iglesia elproblema del reaccionarismo políti-cocultural de base religiosa, es po-sible que la tarea de más fondo queaguarda al pueblo español sea, jun-to a una renovación política efecti-va, una inserción cultural profunday completa. El enemigo de una yotra no es más que el miedo inmovi-lista, disfrazado de verbalismo fal-seador, apto sólo para consolidarlos residuos de un totalitarismo confraseología cansina y trasnochadaque ni siquiera convence ya a susportavoces. El inaudito verano de1974, en que una parte resentida ymiedosa de la clase política ha in-

ventado a la vez el fascismo, la de-mocracia búlgara y la resurrecciónde Calomarde, parece augurio pesi-mista si no trágico. Pero España semerece mucho más y va a tenerlo».

Cuando se escribían las líneasanteriores, un intelectual del régi-men de Franco de clara y honda in-teligencia, Gonzalo Fernández de laMora, escribió una frase célebre:«Después de Franco, las institucio-nes». Es decir, las instituciones delrégimen. Nunca estuve de acuerdocon ese pronóstico. Tras haber con-tribuido seriamente a la aperturadel régimen en el sentido que el Rey–entonces Príncipe– señalaba, esdecir, en sentido abiertamente de-mocrático, recibí la honrosa pro-puesta de ingresar en el ConsejoNacional y, todavía más tarde, en elConsejo del Reino. Agradecí since-ramente el ofrecimiento, pero no loacepté; creía estar seguro de queesas instituciones eran la continui-

dad del franquismo y en el mismo li-bro del que he tomado los párrafosanteriores escribí lo que sigue: «Apesar de todos los juegos de pala-bras que se han prodigado sobre eltema, a la vista de las primeras pers-pectivas históricas sobre las posibi-lidades españolas de futuro, parecemás probable que no habrá en Es-paña un franquismo sin Franco, nisiquiera en el sentido específico delgaullismo francés posterior a DeGaulle. Entre otras razones porque

el gaullismo era y es un partido y elfranquismo, a pesar de su innegablevocación de totalidad y continui-dad, es ante todo una época. Estono quiere decir que con la desapari-ción física de Franco quede borradasu influencia sobre el futuro de Es-paña; muy al contrario, su influen-cia será profunda y duradera y, enalgunos aspectos esenciales, negati-vos y positivos, definitiva».

Ahora, 30 años después de lamuerte de Franco, estoy seguro de

que a él se debe la más honda ycompleta transformación social,económica, cultural y política quejamás se haya producido en la His-toria de España: la tesis no es mía,se ha formulado en el espléndido li-bro de un antifranquista, el profesorAntonio Domínguez Ortiz, España,3.000 años de Historia, y estoy total-mente de acuerdo con ella.

La segunda contribución decisi-va de Franco a la Historia de Espa-ña, que en cierto sentido conectacon la anterior, es que Franco ha si-do el creador de una realidad espa-ñola inexistente entes de él: unagran clase media que ha permitidola articulación de un Estado moder-no y un sistema democrático. Noquiere esto decir, como me ha re-prochado alguna vez el profesorElías Díaz, que Franco fuera un de-mócrata; nunca lo fue desde el 18de julio de 1936. Pero sin ser un de-mócrata sí que puso los fundamen-tos para que España pudiera darse,por el impulso del Rey, un régimendemocrático. Negarlo sería una co-losal injusticia.

Ahora, entre las aberraciones yla paranoia de la actual direcciónsocialista de signo secesionista ymasónico –hay que llamar a las co-sas por su nombre– un elementoesencial del legado de Franco, sutestamento sobre la unidad de Es-paña consagrado luego en la Cons-titución de 1978, se encuentra nosólo en peligro mortal sino en tran-ce de desaparición. La LOE masóni-ca y letal puede sumirnos, gracias ala señora San Segundo y al presi-dente del Gobierno, en una situa-ción cultural prerromana. La sece-sión de las ridículas naciones deVasconia y Cataluña –que jamásexistieron en la Historia– es un saltomortal desde la Constitución a losreinos de taifas. En varios artículosde la Constitución se describen, contodo detalle, los remedios. Dios sal-ve al Rey, Dios salve a España.

Ricardo de la Cierva es historiador yperiodista. Durante el franquismofue presidente del Instituto Nacionaldel Libro Español. En 1980 fue nom-brado ministro de Cultura por Adol-fo Suárez.

¿ATADO Y BIEN ATADO?RICARDO DE LA CIERVA

U

La policía supervisa la retirada de la estatua de Franco el pasado 17 demarzo. / AFP

«Sin ser un demócrata,puso las bases paraque en España pudieradarse una democracia»

UNA LAPIDACOMPARTIDAVICTORIA PREGO

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11EL MUNDO, VIERNES 18 DE NOVIEMBRE DE 2005

SU ACCION DE GOBIERNO CREO EL CALDO DE CULTIVO PARA LA DEMOCRACIA. SU OTRA HERENCIA, LA INTIMA, GIRO ENTORNO A PERSONAJES TAN ATRABILIARIOS COMO LA ‘NIETISIMA’ CARMENMARTINEZ BORDIU O EL MARQUES DE VILLAVERDE

30 AÑOS DE LA MUERTE DE FRANCO

moribundo general. Se abrió una tumba yse encargó una losa. Pero quieneshicieron el encargo se encontraron con lasorpresa de que esa losa ya existía, queestaba hecha. El granito de alta calidades algo que abunda en esa zona de lasierra madrileña. Y, muchos años antes,cuando los restos de José Antonio Primode Rivera fueron trasladados en abril de1959 a la basílica del Valle, el marmolistade El Escorial había realizado para esatumba una lápida que, desgraciadamentepara él, resultó demasiado pequeña parael hueco preparado. Tuvo, pues, quehacer con urgencia otra, la que hoy cubrela tumba del líder falangista. Pero el

artesano no se deshizo de la anterior.Una pieza de ese tamaño y de ese grosorno es fácilmente encajable en ningunaotra tumba. Quizá por esa razón, o quizápor motivos de otra índole, el caso es quela losa preparada para cubrir los restosde José Antonio no fue reutilizada ydurmió durante más de 15 años en eltaller del maestro cantero. Hasta queFranco muere. En ese momento, elhombre recibe de nuevo el encargo depreparar con urgencia una losa idénticaa la de Primo de Rivera. Sólo que no latuvo que preparar: ya la tenía hecha.Cuenta el abad del Valle de los Caídosque el hueco para la tumba de Franco se

hizo, por lo tanto, a la medida y de ladimensión exacta de aquella lápida deJosé Antonio que ya estaba hecha.Sobre el granito de esa losa estángrabadas solamente dos palabras:Francisco Franco. Eso por la parte quese ve. La pregunta inmediata al abad fue:¿Y por el otro lado? ¿Es posible que esalápida de 1.500 kilos de peso llevegrabado por un lado un nombre,Francisco Franco y, por el otro, JoséAntonio? No se sabe. Puede que no, perotambién puede que sí. Si así fuera,estaríamos ante una de esas jugadassimbólicas con que las que la Historiatantas veces nos asombra.

l general no venía de lapata del Cid, pero lo supocompensar. Fue abuelode María del CarmenMartínez Bordiú y casiabuelo de Jimmy JiménezArnau, suegro del mar-ques de Villaverde y bisa-buelo de Luis Alfonso de

Borbón. Un poco más y se sale. Aello contribuyó sin duda la genéticade su esposa Carmen Collares –tam-bién conocida por su verdaderonombre, Carmen Polo–, una asturia-na que se empleó a fondo en deco-rar la austeridad de Franco con elprotocolario de las familias rancias.Hasta que ella tomó las riendas de lahistoria, el arbol genealógico deFranco era enclenque y poco lucidi-to. Sólo su hermano Ramón (el avia-dor) y su hermana Pilar, una mujerpopulista que se paseaba por los pe-riódicos escupiendo titulares simpá-ticos, pusieron un toque de vistosi-dad en la anodina existencia del co-mandantín gallego.

Franco y Carmen Polo solo tuvie-ron una hija: Carmencita. Las leyen-das urbanas se inspiraron en dificul-tades de la pareja para procrear. Losdictadores clásicos siempre han si-do buenos sementales, pero a Fran-co no le salían las cuentas de lahombría. En otras palabras: le falta-ban huevos. Fuera cierto o no, Fran-co se encargó de transmitir a los es-pañoles el amor por la familia nu-merosa. Y la primera que recogióesa enseñanza fue su propia hija,que se casó con un aristócrata delargo recorrido sexual.

El marqués de Villaverde era unbala, pero dio mucho juego. La faltade libertad de expresión no siemprepudo contener las plumas de los pe-riodistas, que a menudo lo convirtie-ron en blanco de sus ironías. Se tra-taba de críticas livianas, pequeñasandanadas que hacían referencia asu aspecto frívolo y a su ligereza pro-fesional. Poca cosa comparado conlo que se lleva ahora. Por suerte paraél, aún no había nacido la telebasura.

Se llamaba Cristóbal MartinezBordiú y era un figura porque habíaconquistado el corazón del mejorpartido de España: CarmencitaFranco Polo, una jovencita risueña,

presumida y con los dientes como sumadre. El marqués puso el título yella, todo lo demás. La boda no fueun bombazo (aún no existían las ex-clusivas) pero sentó las bases de unfuturo animado por el desfile deflashes. Cristóbal Martínez Bordiú(para situarnos: tío de Pocholo) eraguapetón, pinture-ro y vividor. Antesde que se inventa-ran los aparatos derayos UVA, él yaconocía los secre-tos del eterno bron-ceado. Cristóbalhabía estudiadocardiología y consi-guió un hospital para operar a susanchas. Allí jugaba a transplantarcorazones, deseoso de emular aChristian Barnard, artífice del pri-mer transplante y más figura que él.Cristóbal operaba, se hacía fotos yluego volvía a operar y a hacerse fo-tos, pero poco se sabía de sus opera-dos. Cristóbal no era un hombre po-seído por una vocación extraordina-ria, pero la vanidad le daba alas yperseguía el protagonismo. Fue im-

pulsor del Incosol. El día de su inau-guración consiguió arrastrar a Mar-bella a su suegro. Toda una proeza,ya que a esas alturas Franco cuidabala seguridad y no salía ni a la puertade El Pardo. En Marbella, el mar-qués iba siempre de fiesta en fiesta(rodeado de señoritas estupendas),

vestía kaftanes y tramaba negocioscon el banquero Ignacio Coca.

El marqués y su señora tuvieronsiete hijos, de los cuales algunos ad-quirieron nombradía. Fue el caso deMaría del Carmen, que creció juntoa los fotógrafos de la revista Hola yles cogió afición. Todos los años, lastres cármenes (Carmen Polo, Car-men Franco y María del CarmenMartínez) celebraban su onomásticaen los jardines del Pardo y obsequia-

ban a los españoles con su abultadasonrisa. Aquello sirvió de gran entre-namiento para la nietísima. Fue se-guramente la misma sonrisa que lededicó a Don Alfonso de BorbónDampierre (primo del entoncesPríncipe Juan Carlos) cuando añosmás tarde se cruzó en su camino.

Franco vio el cieloabierto. Se casaronen El Pardo, pero yaera tarde y el rumbode la Historia no pu-do torcerse. Alfonsoy María del Carmenpasaron a ostentarel título de duquesde Cadiz y se mar-

charon de embajadores a Estocol-mo. Allí, entre las nieves, germinó laprimera languidez matrimonial.

La pareja duró un asalto. MariCarmen le plantó cara al aburri-miento fugándose con un anticuariofrancés que parecía su padre. Elfranquismo no pudo con ella. DonAlfonso, presa de la desolación, serefugió en los niños y en la volup-tuosidad de una actriz llamada Mir-ta Miller. Pero su vida ya estaba sen-

tenciada. Un accidente de tráfico se-gó la vida del mayor de los hijos. Elpropio Alfonso perecería despuésen Colorado, en accidente de esquí.La tragedia lo salpicaba todo, peroMari Carmen no regresó a España.Tenía una nueva hija y permaneciójunto al anticuario hasta que cono-ció a un apuesto arquitecto italiano.

Franco deseaba perpetuarse, pe-ro su apellido estaba atascado al notener descendencia masculina. Deahí que fijara los ojos en el mayor delos nietos, al que hizo depositario delapellido y hoy se llama como el dic-tador: Francisco Franco. De todoslos nietos era el más turbio. Huía dela fama, pero sus tropelías siempreterminaban saliendo a la luz. Teníaveleidades de cazador furtivo, vivióen el Chile de Pinochet y cambió depareja. Un prenda. La abuela Colla-res murió de vieja, pero sus nietospudieron haberla matado a disgus-tos. En sus últimos años tuvo tiempopara rezar por la salvación de todos.

Carmen Franco, la hija del gene-ral, recogió la antorcha política y du-rante un tiempo presidió funerales ymanifestaciones ultraderechistas.Entre manifestación y manifesta-ción, viajaba a Miami y se estiraba lacara. Un día terminaron las mani-festaciones, pero ella siguió viajan-do y operándose hasta adquirir la fi-sonomía de una momia. Era el es-pectro del pasado. Hoy, elevada a lacategoría de duquesa de Franco, laúnica hija del general vive discreta-mente en Madrid, juega a las cartascon las amigas y de vez en cuandoparticipa en obras benéficas. Uno delos últimos motivos de celebraciónfamiliar fue la boda de su nieto LuisAlfonso de Borbón con MargaritaVargas. Carmen Franco lució susmejores joyas para estar a tono conla contraparte, unos venezolanos demuchísimos posibles. A ella siemprele han gustado las joyas. Como a sumadre. Una vez, en plena Transi-ción, fue detenida en Barajas cuandotrataba de sacar del país una valiosacolección de objetos, todos ellos re-galos de Estado. Dicen que iba a Sui-za. Y dicen también (la chistografíapopular es abundante) que su inten-ción era hacerse un portentoso co-llar de relojes. Todo se hereda.

LA FAMILIA Y NADIE MASCARMEN RIGALT

E

Franco, padrino en la boda deAlfonso deBorbón con su nieta Carmen. Lamadrina fue lamadre del novio, EmanuelaDampierre. /EFE

«Franco transmitió a los españoles el amor porla familia numerosa. Y la primera que recogióesa enseñanza fue su propia hija, que se casócon un aristócrata de largo recorrido sexual»

Enprimerplano,la tumbadelgeneral Francoenel interiorde la iglesiadelValle delosCaídos.Alotro ladodelaltar sehalla elsepulcrodeJoséAntonioPrimodeRivera. /AP

Page 12: DOCUMENTOS · taba el monitor», recuerda el doc-tor Mínguez, «a los presentes se lesencogíaelcorazón.Peronohi-zo ninguna alteración que permi-tiera sospechar que estaba te-niendo

12 EL MUNDO, VIERNES 18 DE NOVIEMBRE DE 2005

BAJE A POR EL PERIODICO COMO TODOS LOS DIAS, AL QUIOSCO DE CARLOS MAURRAS. LA GENTEHACIA COLA PARA LA PRENSA Y YO TUVE QUE RECIBIR CINCUENTA VECES EN POCOS METROSla noticia de que había muerto Franco. Entre elpersonal aún no se había decidido si aquello habíaque tomarlo como un luto o como una fiesta. Cru-cé a la cafetería Oliveri, donde me sentaba todaslas mañanas a leer la prensa y escribir mi artículo.

do que una noche salió por la tele despidiéndose del gentío. La revolución españolaiba a morir antes de empezar.

Gobernaban la cosa hombres que no habíamos visto nunca. Yo sólo recordaba a unpersonaje afilado, buido, creo que asturiano, que había sido ministro de Trabajo o porahí. A veces nos daba charlas en el Club de Prensa, calle de Pinar, y rozaba en ellas unsocialismo innominado y venidero. Luego sería el que se inventó todo el invento y ledijo a Don Juan Carlos: «Majestad, creo que tengo lo que me habéis pedido».

Lo que le había pedido Juan Carlos a Fernández Miranda era una tríada de nom-bres donde crepitaban un católico del Ya que había sido ministro, mi amigo Areílza,con quien tantas veces cenamos en su casa, y Adolfo Suárez, el flecha desconocidoque luego resultó el hombre decisivo.

Pero lo que más se veía en La Moncloa era la melena rubísima de Carmen Díez deRivera, un cerebro político como el de su sedicente padre. Muchas de las ideas quemovieron aquella actualidad fueron de Carmen antes que de Adolfo. Ella le desacon-sejó crear un partido político y presentarse a las elecciones. Pero ese partido se hizo yfue la UCD.

El 20 de noviembre, día feriado por la muerte de Franco, no fue un solo día sinouna sucesión de éxtasis madrileño donde siempre era de día o siempre de noche. Fo-tógrafos del mundo entero y televisiones arborescentes prolongaban la luz o la som-bra culebreando entre las inmensas masas de españoles que no sabían si lloraban asu ídolo cruel o reían de aquella forma rara por el advenimiento del caos.

De todo aquello nacería no un pensamiento político sino un pensador novelescoque se hizo rico y famoso sacando novelas para el franquismo acumulativo: FernandoVizcaíno Casas. Coincidimos en un tren de cercanías y me dijo:

–Umbral, me voy a morir, tengo ya setenta y trece años.Como era una edad absurda, Vizcaíno no se murió sino que vivió de explotar la nos-

talgia de los españoles por el César Visionario. Hoy vemos todo aquello como un díacelérico e interminable, con una ancha luz de cementerio. Adolfo Suárez metió a todoslos falangistas en el Senado y les hizo aprobar por unanimidad el paso de la dictaduraa la monarquía democrática. Se aplaudieron a sí mismos sin saber lo que aplaudían y amí me lo dijo el poeta Eladio Cabañero: «Aplauden como procuradores».

A Rosón, todo un hombre, me lo encontré en Radio Madrid, en la Gran Vía, y tuvela sensación de que perdíamos a uno de los pocos hombres fanáticamente honestosque tenía el llamado Movimiento. Efectivamente, Rosón murió al poco tiempo, decáncer pulmonar, cuando ya había pasado el vía crucis de su inventado romance conSalomé, a la que decían que había situado en Eurovisión, vestida como un perro de la-nas, para ganar el galardón y demostrar al mundo que España seguía viva. Emilio Ro-mero hacía teoría política en su despacho, tratando de explicar lo inexplicable, peroSuárez cerró la prensa del Movimiento, Pueblo y Arriba, y mandó a su casa a los di-rectores. Con una prensa libre e improvisada empezaba la democracia, pero los con-movidos españoles seguían comprando el Marca, que en Getafe se decía La Marca.

La Montarco volvía a ser la mujer mejor vestida de España. Tete Montoliú, comoera ciego, no vio la muerte de Franco, pero hizo jazz toda la noche y le salió más finoque nunca. Rafael Alberti volvió pronto y Camilo José Cela me dijo: «He visto a tuamigo Alberti, con la melena y el mambo de palmeras. Parece la encargada de una ca-sa de putas de Ceuta». En España seguía sonando la eterna mazurca para dos muer-tos, que son el rojo y el otro.

En Oliveri había poca gente porque era más temprano que de costumbre, como si lamuerte del Caudillo hubiera parado los relojes de Madrid.

Yo había tenido gripe por aquellos días y me lo contó Alfonso Sánchez cuando fue averme:

–Me lo dicen todos los días en el periódico: «Politiza la columna, Alfonso, politiza lacolumna». Así que la otra tarde me fui al hospital para ambientarme un poco, pero vi ve-nir por un largo pasillo a un anciano con batín y zapatillas. Coño, me dije cuando estabamás cerca, pero si ése es Franco. Me dio tanto miedo encontrarme a solas con Franco enun pasillo de hospital que di media vuelta y salí corriendo para el periódico para poner-me a la máquina y escribirlo.

Alfonso debía estar equivocado porque por aquellas fechas Franco estaba ya metidoen El Pardo como para siempre y no se paseaba por ningún sitio porque los caudillos fa-llecidos no se pasean.

Más que información sobre un suceso tan aburrido y esperado, yo buscaba en los pe-riódicos una nota peculiar, particular, dentro de mi estilo, para desarrollarla en la colum-na. A veces hay en los periódicos pequeñas notas en torno a las cuales se multiplica la in-formación primaveralmente y entonces da gusto escribir. Pero eso no se produjo hastadías más tarde, en el entierro del Caudillo, cuando apareció un caballo guapo y solitariodetrás del féretro. Dijeron que era el caballo de Franco, que había hecho un número defidelidad como el de Kennedy. Luego se supo que era el caballo de un soldado desvane-cido. Franco nunca había hecho literatura, pero a mí me dio su anécdota póstuma.

Poco más tarde metieron a Franco en el Valle de los Caídos y fue cuando Damián Ra-bal me dijo aquello: «Mira, Umbral, yo pasé en una semana de los chicharros al caviar».

Efectivamente, Damián Rabal cumplía Redención de Penas por el Trabajo, pero erauno de los que se escaparon en camiseta y nadie preguntó por ellos. Luego hizo muchacarrera con el cine de su hermano Paco. El gran luto nacional, el «salmantino luto», quedijera Neruda, empezó el mismo 20 de noviembre, cuando Carmina Ordóñez, la mujermás guapa de España, se vistió de Fuerza Nueva. Era como si se hubiese cruzado el en-tierro de su Excelencia con la romería del Rocío. En general, todas las mujeres de la fa-milia, al tomar el luto tomaban un cierto aire folclórico que es cosa ínsita en la mujer es-pañola. Fue todo como una navidad anticipada. Los rojocomunistas se fueron a comer alos mesones de El Pardo, para estar más cerca del muerto. Toda la noche se oyeron gui-tarras y soldados en el pueblo de El Pardo.

Fue una fecha que duró muchos días y unos salían de derechas y otros de izquierdas.Lo más bonito era la Plaza de Oriente con sus colas de público que querían darle la manoal Jefe. Todos los días le preguntaba yo a Adolfo Suárez cuándo iba a haber eleccionesen España: «Muy pronto, Umbral, muy pronto. No te impacientes».

Pero la Marina odiaba a Suárez con odio familiar y alguien habló de fusilarle, de mo-

LA NOCHE TRISTE DEL CAUDILLOPOR FRANCISCO UMBRAL

Vista del Valle de los Caídos, una obra faraónica destinada a ensalzar la figura de Francisco Franco, donde resposan sus restos y los del fundador de FalangeEspañola, JoséAntonio PrimodeRivera. /REUTERS

30 AÑOS DE LA MUERTE DE FRANCO