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✒ José María Sadia Desde que comenzara a seguir los pasos

del sacerdote José María Pilón en la investi-gación de fenómenos paranormales décadas atrás, Sol Blanco-Soler se ha enfrentado a multitud de casos que encuentran respuesta en la parapsicología, «una ciencia no experi-mental, como muchas otras». Blanco-Soler ha heredado del padre Pilón la coordinación del grupo Hepta, un conjunto multidiscipli-nar de personas que investigan fenómenos extraños cuando son requeridos e intentan ayudar a las personas implicadas, porque «hoy por hoy, es más absurdo no creer en estos sucesos que hacerlo».

—Háblenos de la andadura del grupo Hepta de investigación parapsicológica.

—Es un grupo que fundó en 1987 el padre Pilón siguiendo las normas de Estados Unidos para la investigación de fenómenos paranormales. Compren-dieron que eran tan com-plejos, que se hacía nece-saria la participación de personas de varios ámbitos y no un único investigador. Reunió en el grupo Hepta a varios conocidos: dos físicos, un arquitecto, una sensitiva y yo —que lleva-ba varios años aprendien-do con él— y que actual-mente soy la coordinadora. Me encargo de los archi-vos de los casos, elaboro los documentos y, sobre todo, mi función está en discernir qué casos mere-cen una investigación.

—Realizan una labor de ayuda a personas que detectan en sus hogares cosas que no entienden…

—A menudo nos lla-man y nos dicen: «No sé si usted se va a creer lo que le voy a contar…». A partir de ahí, intentamos saber si lo que nos cuentan pueden ser hechos paranormales.

—Porque partimos de que el fenómeno para-normal existe y se investi-ga…

—El fenómeno para-

normal existe y la prueba es que existe una ciencia, la parapsicología, que fuera de nuestro país está reconocida con cátedras. No es una ciencia experimental, pero muchas otras tampoco lo son: la educación o la psicología. La propia medicina hace tres-cientos años era algo muy distinto, por no hablar de la física. Otra cosa es que a los fenómenos paranormales unos les dan un significado diferente al de otros. Dentro de las corrientes que existen, particularmente, me inclino por pensar que muchos de ellos están causados por el más allá, pero otros tienen su explicación sin ir demasiado lejos.

—¿Con qué objetivo ha escrito «Cróni-cas del Más Allá»?

—Todos tenemos un viaje hacia la muer-te. El que no cree en nada, se irá a la nada. A los que somos creyentes en una u otra reli-gión, este libro les ilustra para que no este-

mos tan faltos de infor-mación. La gente puede creer o no lo que yo escribo, pero la informa-ción ya la tienen ahí.

—Los testimonios que presenta en su libro contravienen la pers-pectiva generalizada de la sociedad acerca de la muerte, ¿no cree?

—En la actualidad, nos movemos entre distintas corrientes de pensamiento y asistimos a un mundo en constante cambio. Hasta la teoría de la Rela-tividad de Einstein se puede poner en duda por los recientes experimen-tos con partículas subató-micas, que indican que las leyes del macrocosmos y del microcosmos son dis-tintas. Si todo esto está variando a una velocidad tan enorme, si cosas que creíamos tan seguras ya no lo son, creo que ya escapamos del antiguo positivismo exacerbado. Si incluso nos dicen que el tiempo es elástico —que no hay pasado, presente y futuro— debe-

mos estar abiertos y tener en cuenta el mundo de las creencias además de la propia ciencia.

—Habla de los canales de comunica-ción con las personas que ya han falleci-do, ¿cuáles serían las principales vías?

—Fundamentalmente, las comunicacio-nes proceden de una mediumnidad física —el ser humano como médium— o instru-mental, a través de cintas magnetofónicas, la televisión, el ordenador, el teléfono… En este segundo caso, no hay un ser humano que pueda interferir.

—En «Crónicas del Más Allá» hay tes-timonios verdaderamente extraordina-rios, ¿a usted también le causaron impre-sión cuando los conoció?

—He trufado el libro de casos reales, algunos de ellos los hemos vivido en prime-ra persona. Los cuento tal y como los recibi-mos y los averiguamos. A la gente les pue-den parecer extraordinarios, pero quiero que sepan que se pueden llegar a vivir.

—El capítulo cinco habla del célebre «túnel» y la «luz» que perciben las perso-

● «Me queda el interrogante de qué querían expresar los niños que dejaron impresas sus manos en aquella caravana» ● «Estoy segura de que tras la muerte hay otra vida y mi libro da instrucciones para que no lleguemos perdidos»

«Los sucesos paranormales tras la tragedia del río Órbigo merecen una investigación»

❜❜Por mi familia, sé que cuando llega el momento de la muerte, personas queridas que ya no están entre nosotros vienen a buscarte

Sol Blanco-Soler

Experta en parapsicología y autora del libro «Crónicas del Más Allá»

II / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 9 de octubre de 2011

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nas cuando llega el final de sus vidas… —Este trabajo empieza cuando se acaba

ese túnel. Todos los libros del conocido psi-quiatra Raymond Moody sobre las llamadas experiencias cercanas a la muerte de perso-nas que estuvieron a punto de fallecer coin-ciden en la percepción de un túnel, un puen-te o una fase intermedia entre el más acá y el más allá, que acaban con la percepción de la luz. Las comunicaciones con personas falle-cidas te llevan más allá de esa luz y eso es lo verdaderamente interesante de mi trabajo.

—Usted participó en un debate televisi-vo sobre supuestos sucesos paranormales en el río Órbigo. Desconocedora de la tra-gedia que hace 32 años se llevó la vida de 49 personas al precipitarse un autobús escolar al agua, una familia acampó en las orillas del río y sintió repetidos y violentos golpes por la noche en su caravana. La mañana siguiente, percibieron las huellas de manos pequeñas, de niños, plasmadas en el exterior de la roulotte, pero allí no había nadie. ¿Qué opinión tiene de aquel caso?

—Todos los lugares donde ha habido grandes desastres, de muerte, queda una impregnación terrible, como es el caso de Belchite, donde Paloma Navarrete, nuestra sensitiva, nos hablaba de todos esos senti-mientos que quedan en suspensión. Basta que una persona llegue allí con una cierta sensibilidad, descodifique esa información, y la comprenda. En los programas de tele-visión únicamente se cuenta lo que allí pasó, como en la tragedia del Órbigo. Cuando al grupo Hepta se le presenta un caso así, seguimos adelante para saber por qué esta familia que estaba allí de una manera accidental sufrió estos fenómenos en su caravana. ¿Qué querían decirnos esos niños con las huellas de sus manos peque-ñas? Todo eso lo tienes que averiguar con una investigación in situ y con una ayuda por parte de gente sensitiva que vaya allí a hacer grabaciones para conocer los moti-vos. No podemos solucionar los casos, si desconocemos el porqué y el quién. El caso del Órbigo es curiosísimo, me queda el gran interrogante. ¿Por qué dejaron allí sus huellas si esos niños llevaban muchísimos años muertos? ¿Se han quedado allí en el

lugar? ¿Para qué? ¿Quieren que se sepa algo que desconocemos? Esa es la parte de la investigación de ese caso que debía haberse continuado.

—Cerca de la provincia de Zamora, llegaron a investigar sucesos extraños en el Castillo de Buen Amor como repetidas llamadas telefónicas durante la noche sin motivo alguno, ¿lo recuerda?

—Piedad Cavero y yo dormimos en la habitación conflictiva y no tuvimos suerte. Lo que sí percibimos fue un campo magné-tico muy alterado en el Castillo. Paloma Navarrete vio cosas que habían sucedido hace tiempo, pero allí no hubo grandes fenó-menos paranormales.

—En el llamado caso del «Podólogo asesino», en Madrid, sí que hubo mucho que contar. Recuérdenos cómo lo vivió el grupo Hepta.

—Este señor asesinó a una empleada y a su novio en la consulta para luego quitarse la vida. Los dueños del apartamento en el que ejercía la actividad nos encargaron que des-cubriéramos si había quedado alguna pre-sencia atrapada allí. La escena fue dantesca. La entrada fue aterradora. El piso aún estaba sin limpiar, las paredes llenas de sangre, el olor era horroroso y Paloma Navarrete tuvo incluso que salirse de allí.

—El «Expediente Vallecas» es otro de los célebres que suele contar. Una niña muere y la madre, aterrada, cree que intenta «vengarse» de ella desde la otra vida…

—Nosotros hemos vivido unos «polter-geist» de campeonato, de caernos cristales, caerse las lámparas, desenroscarse las bom-billas… Y eso sí que pueda impactarte. El hecho de que un armario se abra y que se

perciban ruidos en una pared lo puede pro-ducir una persona viva. Y ésa fue la explica-ción de esta madre que había perdido a su hija adolescente, estaba histérica y toda la tensión la desprendía moviendo las puertas de un armario.

—Después de una vida dedicada a la parapsicología, ¿en qué cree Sol Blanco-Soler?

—Soy creyente, soy católica y voy a misa, aunque tengo unas ideas muy libera-les por mi formación. No me cuesta ningún trabajo creer en un más allá. El creer que hay algo más tras la muerte no es único en mí, sino que lo comparten millones de per-sonas. Esta creencia es un mensaje de espe-ranza, más todavía en la actual sociedad y los problemas a los que nos enfrentamos. Allí veremos a nuestros familiares, nuestros amigos, nuestras mascotas… Todas las cre-encias coinciden en que el amor prevalece y que, tal como te comportes aquí, vivirás el más allá.

—Su libro trae esperanza… —Tengo gran esperanza en el más allá.

Es como al nacer, el niño está muy a gusto en el vientre de su madre y no quiere salir, pero luego a nuestro mundo. La muerte debe de ser algo parecido. He vivido cómo familiares que estaban cerca de morir, me decían que personas ya fallecidas les venían a buscar y al día siguiente ya habían ido con ellas. Parece que es cierto que quienes te esperan en la otra vida, vienen a buscarte.

✒ J. M. S. Prologado por el investigador turolense Javier

Sierra, el libro «Crónicas del Más Allá» reúne decenas de testimonios «desde el otro lado» que «demuestran que morir es sencillamente otra manera de vivir, un viaje que todos haremos sin maletas ni billetes de vuelta, y en el que todo comienza para siempre», reza en el documento promocional del volumen que edita Atanor y que ha salido de forma reciente a la venta.

Algunos de los casos que aparecen refleja-dos en sus páginas han sido investigados por el

grupo Hepta de investigación parapsicológica, que acumula varias décadas de vida. Tipos de comunicación con el más allá y percepciones de personas que ya han superado el trance de la muerte que «la gente se puede creer o no, pero que están ahí», apunta Sol Blanco Soler. La profesora recopila también información que el psiquiatra Raymond Moody puso de moda en occidente en los años setenta con la publica-ción de «Vida después de la vida», donde reco-pilaba testimonios de personas que habían esta-do a punto de fallecer.

La experta en parapsicología y miembro del grupo Hepta Sol Blanco-Soler.

Fenómenos

Portada del libro de Sol Blanco-Soler.

Violentos golpes durante la noche en una caravana junto al río Órbigo

✒ J. M. S. El diez de abril de 1979, un autobús de escolares

vigueses se precipitó al agua. Fallecieron 49 perso-nas entre alumnos y profesores. Fue uno de los sucesos más trágicos de la provincia y conmocionó a todo el país en plenas vacaciones de Semana Santa. Hace escasos meses, un programa de televi-sión recogió el testimonio del miembro de una familia que, ajena al accidente, notó violentos golpe durante la noche que pasaron a bordo de una caravana junto al río Órbigo. Pese a que intentaron identificar si había alguien en el exterior, el esfuer-zo fue en balde. Al día siguiente, la caravana apa-reció impregnada de huellas de manos pequeñas, como de niños, informó el testigo.Escena de la misa en memoria a los fallecidos del río Órbigo.

Decenas de testimonios de personas que se comunican con fallecidos por diversos canales

▼ Revelaciones Consulta otras entrevistas y reportajes en revelaciones.net y en Facebook.

laopiniondezamora.es

dominical / IIIDomingo, 9 de octubre de 2011 / LA OPINION-EL CORREO

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El intercambio mercantil o comercial en-tre los dos reinos de la Península Ibérica se controlaba a través de los servicios aduane-ros, alfandegas en Portugal, pero la vigilan-cia, control y decomiso de los productos que no pasaban por los filtros reglamentarios es-taba encomendado en el siglo XVIII al Res-guardo de la Ronda, personal armado que cumplía su misión en las zonas fronterizas co-mo lo era Fermoselle.

Un siglo después se reestructuró y pasó a denominarse Cuerpo de Carabineros del Rei-no (la carabina era el arma reglamentaria), pa-ra concluir integrándose en la Guardia Civil sobre 1950.

Relacionado con el tema en cuestión pre-sentamos hoy la documentación que sigue:

«En la villa de Fermoselle a 14 de mayo de 1747 ante mi el escribano y testigos pareció presente Juan Martín de Celis, vecino de es-ta villa y dijo:

Que hoy, día de la fecha, por Don Pedro Lestanche, Cabo-Teniente del Resguardo de la Ronda Volante que hay en ella se ha deco-misado y dado por decomiso tres pedazos de suela colorada del Brasil, que sin guía ni des-pacho encontró a Manuel Oliveras, natural del lugar de Garçón, en el reino de Portugal, a cuyo tiempo de la aprehensión, el dicho Oli-veras confesó que en otras ocasiones que ha-bía venido a la Aduana de esta villa había de-jado de manifestar en cada vez otra tanta por-ción como la que hoy se le ha apresado y por esta razón y hasta que se le afiance lo retiene en la cárcel pública, y todas sus mercancías.

Y enterado el otorgante de lo referido y del daño o provecho que se le puede ocasionar, deseando no se le siga ninguno al dicho Oli-veras en su detención, usando del derecho que le corresponde otorgaba y otorgó:

Que se obligaba con su persona y bienes presentes y futuros a que dará y pagará, lla-namente y sin pleito alguno todo cuanto so-bre el asunto referido fuere juzgado y senten-ciado contra el dicho Oliveras, para lo cual di-jo haría e hizo de causa ajena suya propia y al cumplimiento de todo ello se obligó, con re-nunciación de leyes y poderío a Justicia de su fuero competente y especialmente se some-tía y sometió al fuero y jurisdicción del señor Superintendente General de la ciudad de Za-mora y demás señores Jueces que de dicha causa conozcan o deban conocer, para que le compelan al cumplimiento de lo referido co-mo si fuera por sentencia definitiva de Juez competente pasada en cosa juzgada en que lo recibe.

Y así lo otorgó ante el presente escribano y testigos, que lo fueron José González de Domingo, Manuel Margallo, vecinos de esta villa y Antonio Colunga, residente en ella y miembro de dicha Ronda y el otorgante, a quien yo el escribano doy fe conozco, no lo firmó porque dijo no saber, a su ruego lo fir-mó uno de dichos testigos y yo el escribano en fe de ello. Ante mí: Pedro Bayón Cantala-piedra». (1)

A mediados del siglo XVIII los compo-nentes de la Ronda del Resguardo o del Res-guardo de la Ronda, que ambas formas se uti-lizaban, tenía el carácter de volante, que se-gún el diccionario significa «que va o se lleva de una parte a otra sin sitio o asiento fijo».

Referido a Fermoselle entendemos que permaneció en el tiempo como sede perma-nente de dicha Ronda aunque el territorio asignado abarcaba una amplia zona que bien

podía incluir pueblos de la provincia de Sala-manca, y el nombre de volante también cabe para entender que disponían de caballos para permitirle movilidad y rapidez en sus actua-ciones.

La palabra Ronda equivale a «patrulla des-tinada a vigilar las calles o a recorrer los pues-tos exteriores de una plaza o zona». Y Res-guardo viene a ser: «La guarda o custodia de un paraje, un litoral o una frontera para que no se introduzca contrabando o matute (pasar géneros en una población sin pagar el im-puesto de consumos)».

Y por lo referido en el escrito nos entera-mos de que el jefe o comandante de puesto de este cuerpo de control aduanero es Don Pe-dro Lestanche, que ha decomisado o requisa-do tres pedazos de suela del Brasil, sin haber pasado el control correspondiente en la ofici-na recaudatoria instalada en la frontera de la villa.

El detenido en el término y jurisdicción de Fermoselle es el portugués Manuel Oliveras, natural de la población de Garçón, próxima a Alcañices, que declara haber pasado en otras

ocasiones otras tantas piezas, por lo que es apresado y llevado a la cárcel pública en es-pera de la fianza necesaria, que la hace Juan Martín de Celis, vecino de Fermoselle pero natural de Villarino de Aires, que se obliga con sus bienes a que pagará cuanto fuere juz-gado y sentenciado contra el referido Olive-ras, siendo testigos José González de Do-mingo, Manuel Margallo (apellido) y el miembro de la Ronda con destino en la loca-lidad Antonio Colunga, que con toda seguri-dad sería de origen asturiano.

Días después se hace la fianza correspon-diente, que dice así:

«En la villa de Fermoselle a 25 de mayo de 1747, ante mí el escribano pareció presente Juan Martín de Celis, vecino de esta villa y dijo:

Que en el día 22 del corriente Manuel Oli-vera, natural del lugar de Garçón, en el reino de Portugal, registró en la Aduana de Villari-no dos caballerías de mayor y una carga ma-yor de zumaque para conducirlo a dicho rei-no de Portugal y al tiempo que el susodicho llegó a la Barca con lo referido y la guía y despacho parece que por Don Pedro Lestan-che, cabo-teniente de la Ronda Volante y los ministros de su comando después de varias alteraciones se le apresó y trajo a esta villa pretendiendo darle decomiso.

Y habiéndose hecho varias justificaciones, hoy día de la fecha, por el dicho Manuel de Olivera se ha presentado pedimento en el que pidió y se ha mandado que dando fianza, has-ta la concurrente, cantidad del valor de dichas caballerías y zumaque se vuelvan y entreguen al dicho Manuel Olivera, dándose por éste el recibo correspondiente, como todo consta de los autos que pasan por testimonio del pre-sente escribano, a que se remite.

Y enterado de lo referido como mejor ha-ya lugar en derecho y siendo cierto, del que me compete a mí el otorgante en este caso, por la presente me obligo con mi persona y bienes presentes y futuros a que siempre que por dicho Don Pedro Lestanche y demás se-ñores Jueces competentes en dicha causa le sea mandado aprontar volver dichas caballe-rías y 18,5 arrobas de zumaque lo hará llana-mente y sin pleito alguno o en su lugar 500 reales de vellón en que dichos machos han si-do tasados por Manuel Domínguez, maestro

herrador y albéitar en esta villa y más 40 rea-les en que se ha estimado el referido zuma-que....

Y así lo otorgó ante el presente escribano y testigos, que lo fueron Francisco-Antonio Girón, Manuel-Antonio Girón y Juan Mayor Serrano, vecinos de esta villa, y el otorgante, a quien doy fe conozco, que dijo no saber fir-mar y a su ruego lo firmó un testigo y yo el escribano en fe de ello. Ante mí: Pedro Ba-yón Cantalapiedra». (2)

El otorgante y fiador Juan Martín de Celis declara en esta ocasión que el detenido Ma-nuel Oliveras había registrado en la Aduana de Villarino dos caballerías y una carga de zu-maque para pasarlo a su lugar de proceden-cia, Garyon, pero cuando llegó a la Barca (en-tendemos quiere referirse al paso de Múrce-na) con las caballerías y cargamento, debidamente provisto de la guía y despacho correspondiente, fue objeto de alteraciones y apresado por Don Pedro Lestanche, en cali-dad de jefe de la Ronda del Resguardo y asis-tido por varios ministros o agentes a sus ór-denes con la intención de darle decomiso, que significa condenarle a pena de perdimiento de la cosa en que incurre el que comercia en gé-neros prohibidos.

Consta de forma fehaciente que el deteni-do reclama le sean devueltas las dos caba-llerías y la carga de zumaque retenida por haber hecho efectivo el importe tasado de lo aprehendido y por la probada fianza llevada a cabo por el fiador Martín de Celis ante el señor escribano del n° de Fermoselle Don Pedro Bayón Cantalapiedra, de cuya entre-ga hará en su momento el correspondiente recibo.

El otorgante, en su propio nombre, se com-promete y obliga con su persona y bienes su-ficientes a que en el momento que el referido Cabo-Teniente del Resguardo o cualquier otro Juez competente mándase devolver las caballerías o las 18,5 arrobas (212,75 kilos) de zumaque lo haría, o que en su lugar paga-ría los 500 reales en que fueron tasados por el maestro herrador y albéitar (veterinario) de la villa los animales de carga, más 40 reales del valor de la mercadería (planta de cuyo fruto se extrae un jugo rojo rico en tanino y que se empleaba como curtiente).

Como testigo de peso encontramos a Fran-cisco-Antonio Girón, escribano del nº, públi-co, real y perpetuo de millones desde 1734 a 1744.

En 1737 regenta las dos escribanías nume-rarias de Fermoselle, la de Manuel Rodríguez Arellano y Pedro Sandoval y Montejo, escri-banos de ella, por la suspensión de oficios de estos, y su hijo Manuel Antonio, Abogado de los Reales Consejos de S. M. y Procurador de Causas de la Audiencia de Fermoselle, com-ponentes de una larga saga de notarios cuyo apellido se perdió al fin en su vecindario.

Otro de los hijos de Francisco-Antonio Gi-rón fue José-Antonio, que ejerció en la villa los mismos cargos y títulos que su padre y fue también escribano de Ayuntamiento. Tomó posesión en 1771 y se jubiló en 1801, ejer-ciendo a lo largo de 31 años, falleciendo el 12 se septiembre de 1805.

En su testamento ante Manuel Regidor, su sobrino, manda vender una viña y otra a Las Lanchas o San Roque, que linda con la de los olivos llamada del Penado y su precio se re-parta, por el párroco, guardián del convento de franciscanos y el clérigo más anciano, en-tre los pobres, no bajando de 20 reales a cada uno con tal que no tengan lazo de oro, ni he-billas de plata, pues teniéndola sea nula con obligación de restituir.

Fuente:

(1) A.H.P.ZA. n° 8.717. Folio 61. Año 1747 (2) A.H.P.ZA. n° 8.717. Folio 62. Año 1747

El intercambio comercial en la villa

✒ Manuel Rivera Lozano

❜❜La palabra ronda equivale a «patrulla destinada a vigilar las calles o a recorrer los puestos exteriores de una plaza o zona». Y resguardo viene a ser: «la guarda o custodia de un paraje, un litoral o una frontera para que no se introduzca contrabando o matute»

Fuerzas de la Guardia Civil y de Fronteras reunidas en Bemposta, junto con representantes del Ayuntamiento de Fermoselle, año 1950.

Fermoselle en la historia IV / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 9 de octubre de 2011

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Con estas pequeñas y no tan pequeñas curiosidades del pasado, llegamos al co-mienzo del año 1946, con la pérdida de una persona la cual había sido de las más populares en nuestra ciudad duran-te aquella primera mitad del pasado S.XX. Llamado Baldomero García, po-seía la Administración de Lotería del Estado, estando situada en la parte que da a Santa Clara del edificio despareci-do, en cuyo lugar fue construido el que hoy conocemos con el nombre de Edi-ficio García Casado. Son varias las vie-jas fotografías que se conservan, en las que se ve la puerta de la Lotería a rebo-sar de público, celebrando «la caída» de algún premio gordo.

Además de eso, Baldomero García era hombre muy entendido en tauroma-quia, así como un gran experto en rela-ciones públicas; apareciendo fotografia-do más de una vez con primeras autori-dades, incluso con zamoranos relevantes a nivel nacional. Hombre alegre y ame-no tertuliano, muy querido en la ciudad, su entierro fue una masiva manifestación de duelo. Había sido una de esas perso-nas que no pasan a la gran historia, pero sí a estas pequeñas curiosidades ciuda-danas que los considerados historiado-res no suelen relatar, olvidándose así del entrañable cariño y las añoradas viven-cias que el pasado suelen dejar en la me-moria de los llamados ciudadanos de a pie, por considerar no son suficiente-mente importantes como para pasar al eterno recuerdo; olvidando aquel viejo dicho: «grano a grano se hace granero».

Por esas fechas y hasta hacía poco tiempo, en plena calle de Santa Clara, frente a la hoy Librería PYA, habían estado instalados los comedores del lla-mado Auxilio Social, lugar donde po-bres y vagabundos se acercaban en bus-ca de algo que comer. Una vez despare-cidos, en su lugar fue construido modernísimo comercio con dos puertas y llamativos escaparates, dedicado a mercería y perfumería, llamada «La Perla»; junto a él, otro de tejidos y con-fecciones, llamado «El Mundo».

Como veréis, en medio de un gran cúmulo de dificultades y necesidades la ciudad trataba de olvidar, aunque muy lentamente, esas grandes pesadillas que había vivido durante demasiado tiem-po; pero como a todo se acostumbra el ser humano, lo importante era superar tantas dificultades, con la cercanía de un futuro falto de las normas básicas para una razonable libertad.

La llegada de la primavera trajo una popular curiosidad, la cual perdurará para siempre en la memoria de todos los que la conocimos, fue la siguiente: En medio de la Plaza Mayor se cons-truyeron unos modernos urinarios pú-blicos subterráneos, cuyo techo levan-taba una cuarta aproximadamente sobre el nivel del suelo exterior, estando fa-bricado con redondos y muy fuertes cristales, parecidos a cubos de botellas, con el fin de facilitar luz al interior. Poseían dos escaleras para bajar, una como entrada para mujeres y la otra para hombres. Sus dimensiones totales eran 12 metros de largo y 4,20 de ancho. Las señoras poseían dos servi-

cios, los caballeros cuatro, y diez uri-narios; más dos cuartos de aseo. El costo de la obra ascendió a 105.000 pesetas.

Por aquellos días había llegado a la ciudad la fama de un niño llamado Artu-rito Pomar, considerado un prodigio del ajedrez; fue el españolito que causó sen-sación en el mundo entero; su fama y la del torero Manolete distraían las mentes, olvidando por momentos la cruda reali-dad, muchas veces ignorada, debido al control que estaban sometidos los me-dios de comunicación; pero lo cierto era que una vez finalizada la guerra mundial, la ONU manifestó que España no podía entrar a formar parte de ella; Francia ce-rró sus fronteras pirenaicas, y juntamen-te con los gobiernos británico y norte-americano, hicieron público que apoya-rían al gobierno español se promulgase una ley de amnistía y convocara eleccio-nes libres.

Este delicado tema y la primera huel-ga general de la postguerra, acaecida aquellos días de enero de 46, fueron ab-solutamente prohibido publicarlo en me-dios de comunicación. Si los españoles querían informarse de la realidad, tenían que sintonizar emisoras extranjeras emi-tiendo para España; la más popular fue Radio Pirenaica, que transmitía por onda corta desde Rusia.

A pesar de estar perseguido por la ley el estraperlo constituía la forma de fácil enriquecimiento para algunos aprove-chados oportunistas, quienes dirigían sus propias bandas; una verdadera pesadilla de la postguerra. Los primeros intentos de desmontarlo fueron inútiles, pues es-taban involucrados elementos de las al-tas esferas del poder.

Cambiando a un tema más agradable, aquellos días veraniegos de referido año 1946, los zamoranos al igual que el res-to de españoles, no por tan indeseable si-tuación dejaban de cantar, haciéndose popular la canción titulada «La Pelona», que competía con otra titulada «La vaca lechera». Esta segunda terminó siendo una verdadera pesadilla para los adultos, que constantemente oían cantar a la gen-te menuda aquello tan popular: «Tengo una vaca lechera; no es una vaca cual-quiera; me da leche merengada; ay que vaca tan salda, tolón tolón». Y así cons-tantemente.

Con la llegada de aquel otoño se llevó a cabo la pavimentación de nuestra prin-cipal calle de Santa Clara; por fin desa-parecería el empedrado traído de la zo-na de Montamarta y Castrotorafe. Pero con este cambio surgió una nueva curio-sidad: debido a la abundancia de perros en la ciudad, cuando ya tenían termina-do un liso plano llegaban los canes y pi-saban, quedando marcadas las huellas en el cemento, teniendo que coger un pe-queño recipiente que llamaban «cueza», llenarlo con dicho material y taparlas una por una: «lo que origina mayor gas-to de material y pérdida de tiempo de los obreros; no teniendo en cuenta a la hora de confeccionar el presupuesto». Trans-curre un mes: «Se ha terminado de echar la capa de cemento en nuestra calle prin-cipal; la segunda capa se echará en estos días; según los entendidos, como será de asfalto, quedará una Santa Clara con el pavimento negro, pero muy lisita. Al mismo tiempo quedará nuestra calle exenta de uno de sus problemas durante siglos en días de lluvia; y es que están co-locando los llamados tragantes de agua».

Aquel día de Nochebuena de citado año 1946 cayó en nuestra ciudad una ne-vada de casi diez centímetros, como no se recordaba. Y falleció don Federico Cantero Villamil, prestigioso zamorano, ingeniero de caminos y fundador de la primera fábrica de producción de energía eléctrica «El Porvenir de Zamora». Asi-mismo fue partícipe del proyecto ferro-viario de la línea Zamora-Orense.

Urinarios en medio de la Plaza Mayor

✒ José-Manuel García Rubio

Aquellas curiosidades del pasado

El costo de la obra ascendió a 105.000 pesetas; las instalaciones eran subterráneas y públicas y con dos escaleras, una de entrada para hombres y otra para mujeres

❜❜Con la llegada de aquel otoño se llevó a cabo la pavimentación de nuestra principal calle de Santa Clara; por fin desaparecería el empedrado traído de la zona de Montamarta y Castrotorafe

Foto de la Plaza Mayor; en la parte inferior se ven las escaleras de acceso a los urinarios públicos.(●) Foto L. O. Z.

dominical / VDomingo, 9 de octubre de 2011 / LA OPINION-EL CORREO

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Estaba delante de la tele viendo la pelí-cula de la boda de la anciana duquesa de Alba y el funcionario Alfonso, convertido hoy por mor del «braguetazo» en duque consorte, cuando me acordé de aquella bo-da que me hizo vivir los momentos más horribles de mi juventud.

Se casaba mi tío Aurelio que, como Alfonso, tenía corridos los sesenta aunque estaba peor conservado, porque no era fun-cionario y gastaba los días en el campo con la boina calada hasta el tuétano. La afortunada era una señorona que vivía en la calle Desengaño, viuda de un funerario y con un capitalito de importancia.

Doña Amelia, que así se llamaba la se-ñora, era más joven que la duquesa de Al-ba. Solo tenía ochenta y cuatro años, aun-que conservaba mejor los labios y peor los dientes. Bueno, peor a simple vista no, porque eran nacarados y níveos como co-pos de algodón. Pero si los visuales pro-fundizaban, descubrías una caverna de dientes bailarines que toda la noche dor-mían en una pista de agua sobre la mesilla de noche, sazonados con bicarbonato.

Recuerdo que, camino de la iglesia, fui a un bar que había en el número 13 de la mentada calle Desengaño llamado «La Al-hambra», aunque no eran andaluces. Pedí un café con un pincho de tortilla. Saqué del bolso mi frasquito de sacarina y eché unas gotas.

Cuando acabé, caminé hacia el templo. A punto de entrar, sentí un fuerte dolor de vientre, acompañado por unos ruidos que alertaban a todos los transeúntes. Instinti-vamente eché mano al bolso y saqué las gotas. No eran de sacarina. Eran las gotas de evacuol para ir al servicio.

Me di la vuelta en busca de un alivio. Encontré un banco que había en un pe-queño jardín. Presioné el trasero contra él tratando de sujetar la tortilla que quería echarse fuera, fuera como fuera. Supe que si quería mantenerla a raya, no podría le-vantarme. Cuando la tripa aflojó, volví al bar. Tenía que ir al servicio antes de dejar la señal de mi dolor en los calzoncillos.

Entré en el váter. Era de esos sin taza. Casi fue mejor. Los otros me daban grima al sentarme. Me quité la chaqueta del tra-je y fui a colgarla en la puerta. Pero no ha-bía percha. La colgué en la cisterna que era de esas que cuelgan como una espada en-cima de tu cabeza.

Cuando acabé observé que no había pa-pel. Me limpié con el pañuelo y lo arrojé al váter. Al tirar de la cadena me percaté de que se había atascado. El agua comenzó a invadir el suelo. Cogí la chaqueta y salí co-rriendo perseguido por el agua.

Al momento llegaba a la iglesia. Había mucha gente. Caminé por la alfombra que había en el pasillo intentando alcanzar la parte de adelante, la que ocupábamos los familiares. Enseguida vi que mis zapatos estaban dejando las huellas indefectibles del agua sucia del váter.

Me acerqué a una orilla y restregué la suela contra el suelo. Era demasiado tarde. Don Práxedes el cura se acercó a mí y me mandó salir con cajas destempladas. Le parecía una falta de respeto que hubiera in-vadido la iglesia de un olor a coliflor coci-da que hacía que la gente tuviera que ta-parse la nariz.

Salí y me limpié en un seto que había al lado. Regresé, ya limpio. La ceremonia continuaba. Me senté en el primer banco, junto a mi prima Maribel. En todo el acto no le quité el ojo de encima de sus precio-sas rodillas.

Cuando el cura le preguntó a doña Ame-lia, la novia, si quería a mi tío, ella no dijo ni que sí ni que no, porque la nívea denta-dura postiza se le atragantó en la boca y hubo de arrodillarse en el reclinatorio con la cabeza inclinada hacia abajo para no ahogarse.

Mi tío se quedó muerto. Pensó que a ella se le habían atravesado las intenciones

La frase Si haces algo, hazlo.

PLAUTO

DELFÍN RODRÍGUEZ

ASISTÍ A LA BODA DE MI TÍO, TAN MAYOR COMO EL MARIDO DE LA DE ALBA Y DE MI FUTURA TÍA, TAL QUE LA DUQUESA. ESTO ES LO QUE PASÓ.

delfinario

Una boda de mucha edad

A LOS POBRES AUTÓNOMOS, QUE SUFREN EL RIGOR DE LA INJUSTICIA.

«Caminé hacia el templo. A punto de

entrar, sentí un fuerte dolor de

vientre, acompañado por unos ruidos que alertaban a los transeúntes»

«Cuando el cura le preguntó a la novia si quería a mi tío, no dijo ni que sí ni que no, porque la nívea dentadura

postiza se le atragantó hasta

asfixiarla»

VI / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 9 de octubre de 2011

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de casarse con él más que la denta-dura y comenzó a palidecer. Yo me acerqué al lugar de los hechos. Doña Amelia pugnaba por empujar la den-tadura a su sitio, pero parecía que no acertaba.

Mi tío clavó la rodilla en tierra y le miró la cara desde abajo. Dijo: se está ahogando, se está ahogando… Y un médico de las últimas filas, don Fulgencio de la Paz de Dios, se acer-có raudo.

Cuando llegó, a mi tío se le había caído el peluquín. El médico, que co-menzaba a hacerle maniobras en la boca a mi futura tía, lo pisó y se res-baló, porque era de nylon y resbala-ba mucho. Cayó de culo, pero sin mayores consecuencias. Yo lo agarré por el sobaco y lo ayudé a levantar-se.

Al fin la dentadura quedó engan-chada. Confieso que la iglesia se por-tó muy bien. No se oía ni una mosca. Solo un leve aplauso cuando vieron que las maniobras del médico habían tenido éxito. A doña Amelia se le te-nía mucho respeto y todo el mundo sabía que cuando se le desabrochaba la dentadura había que tener cuida-do.

El cura continuó, pero anuló el momento de la comunión. Temía que si obligaba a doña Amelia a abrir la boca, la dentadura saldría de nuevo por los aires y entonces la gente co-

menzaría a hacer chanzas, que ya se sabe cómo es la gente. Además, do-ña Amelia se lo había dicho muchas veces: “Don Práxedes, cuando usted vea que la dentadura me baila, no dé la comunión...”.

Y así se hacía, porque doña Ame-lia aportaba siempre mucho al cepi-llo de la iglesia y a la cestita limos-nera que el cura pasaba siempre al ofertorio y se la tenía en mucha con-sideración.

Al fin concluyó la misa y nos diri-gimos a los salones Torres, de la pla-za de las Ventas, al convite. Mi tío, para entonces, ya iba con la cabeza al relente, con el peluquín en el bol-so porque había un día con un fuerte ventarrón y temía que se le volara la prótesis.

De primero había langostinos con mahonesa. Y la mala suerte quiso que al comer el primero, a la novia volviera a bailarle la dentadura. Se ve que al quedar lubricada con la mahonesa resbalaba más. Mi madre estaba a la derecha de mi tío y yo al lado de mi madre. Oí como le decía: hermana, a esta vamos a tener que atarle la dentadura con un alambre de esas de los tapones de la sidra El Gaitero…

Yo no sé si fueron los langostinos o qué, pero me volvieron los retorti-jones. Y de nuevo tuve que salir al váter. Cuando volví ya estaban con

el postre. No sabía que me había de-morado tanto.

Salí a bailar luego con mi prima Maribel la de mi tío Elías, esa en la que había posado la mirada en sus rodillas. A pesar de que era familia me gustaba mucho. Tenía una cintu-ra de avispa muy bonita y unos ojos verdes como pintados con titanlux. La invité a dar un paseo para que vie-ra las lámparas de araña del restau-rante, que eran impresionantes. De-bajo de una de ella quise cogerle la mano.

Me arreó un guantazo y me dijo, oye que somos primos. Pero me lo dijo así, sonriendo. Yo lo intenté de nuevo y ella se arqueó hacia atrás sin demasiada convicción. Cuando noté el elástico de su braguita sobre mi cintura, todo mi ser se removió. Y las tripas volvieron a crujir.

La magia se apagó con el ruido de mis tripas al tiempo que bajo la lám-para resonó un desagradable ruidillo y comenzó a flotar un tufo que subió trepando hasta la lámpara después de dejar invadido el pasillo.

Mi prima Maribel se tapó la nariz, me dio un empujón y me dijo: pri-mo, eres un cerdo… Y volvió al sa-lón. Cuando yo regresé apretándome la tripa, bailaba el cha-cha-cha con mi primo José Manuel.

[email protected]

A mí, los que como método de argumentación insultan, me dan mucha pena. Responden a tu artículo o tus palabras con razonamientos que na-da tienen que ver con el tema. Los que eso hacen, protagonizan un cúmulo de insidias e insultos a los que lo único que puedes hacer es oídos sor-dos.

Cuando entre las personas que opinan de lo que tú opinas, llegan a las manos entre ellos, me provoca muchísima más tristeza. En los artícu-los, yo me expongo con nombre y apellidos y he de tragar con que me insulten de forma anónima. Pero que entre dos anónimos, sin conocerse, se pongan a caldo, me da vértigo.

A veces creo que en los foros solo debería de participar quien estuviera identificado. Ignoro por qué la mayoría prefieren el anonimato. Exponer a cuerpo descubierto las ideas es muy sano. A menudo tengo que reconocer que coin-cido con lo que muchas personas opinan de mis escritos.

La reflexión sobre otras opiniones te llevan a hacer cambiar la tuya. Nada es o no debe ser ina-movible en el pensamiento. Solo los que se man-tienen fijos en la idea corren el riesgo de conver-tirse en sectarios.

Días pasados un necio, entendiendo por un ne-cio una persona que se limita a dar por cierta una mentira, decía aquí mismo que yo hablaba mu-cho de lo feo que era que el Partido Socialista tra-jera un «cunero» como el ministro Antonio Ca-macho a Zamora, sin mencionar al «cunero del PP» Gustavo de Arístegui. Quien alguna vez lee lo que escribo sabe que no solo he criticado lo que el PP hizo, sino que he manifestado que se-ría terrible que el PP volviera a hacer lo mismo.

La cosa de los «cuneros» es, creo yo, absolu-tamente legítima. Debemos superar los provin-cianismos que nos llevan a que en nuestra tierra no pise nadie que no sea de ella. Es un error. Bienvenidos los que vengan a traer y aportar. Yo he criticado que vengan los que no saben de no-sotros y nuestras necesidades ni de la misa la me-dia. O de aquellos como en el caso de Camacho que solo vienen para que le sirvamos de escudo ante la Justicia por el feo asunto del chivatazo a ETA.

Me llena de orgullo y satisfacción, que diría el otro, que si llega el caso me pongan a caldo por ideas equivocadas o discursos erróneos, pero no en razón a mi vida personal o mi familia, que es solo mía y a la que no expongo ni en este ni en ningún otro foro.

Algún titiritero, lo digo porque hace torpes equilibrios en el alambre de la maledicencia, ha dicho que soy un «miembro activo del PP» y algún miembro activo del PP ha dicho que soy un «rojo mierda». Eso es estupendo porque, proba-blemente, no sea ni lo uno ni lo otro y las dos co-sas al mismo tiempo.

Muy a menudo me encuentro con correos di-rigidos a mi dirección llenos de cordura y edu-cación. Procuro contestar a todos. Y más de uno y más de una docena sabe que pedir perdón, en mí, es cosa muy natural. Yerro tanto que recono-cer la razón a quien la tiene, lejos de vértigo, me produce un gran placer: supone sacarme de uno de mis yerros, que intento no repetir.

Todo está siempre en continuo movimiento. De ahí que el que ayer era de un partido, se vuel-va de otro. Y el que, en un status social pensaba de una manera, en otro piense de la contraria. Todo es fruto del color del cristal con el que mi-ramos las cosas. Lo único cierto es que el respe-to debe primar siempre sobre la opinión. Una justa opinión expresada con odio e insulto, es una opinión que debiera descansar en el cesto de la basura.

El insulto como argumento

Puerta óptima dominical

dominical / VIIDomingo, 9 de octubre de 2011 / LA OPINION-EL CORREO

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XII / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 9 de octubre de 2011

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dominical / XIIIDomingo, 9 de octubre de 2011 / LA OPINION-EL CORREO

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Carmina y Lázaro celebraron con sus familiares sus Bodas de Oro el pasado 15 de septiembre. A la cita no faltaron ni sus hijos ni sus nietos, que quisieron celebrar con ellos toda una vida de amor y fe-licidad compartida.

Cincuenta años de felicidad

Belisario y Elvira celebraron el pasado 24 de septiembre sus cincuenta años de matrimo-nio con toda su familia. Después de celebrar una eucaristía en la iglesia de Moreruela de Tá-bara, la feliz pareja invitó a todos a una comida en el Mesón de la Encomienda, donde juntos disfrutaron de una feliz jornada familiar.

Bodas de Oro de Belisario y ElviraLos descendientes de Paulino Iglesias y Jacinto González se reunieron para cele-

brar un día familiar. El acto principal fue en la iglesia de San Vicente, realizando una ofrenda a los patronos Virgen de la Concha, del Yermo, San Ildefonso y San Atilano. La celebración coincidió con el sexto centenario de Nuestra Madre de las Angustias.

Reunión familiar de Iglesias-González

Los cinco hermanos López (Erundina, Lupe, Meli, Anselma y Alfonso) celebraron un emotivo encuentro familiar en el que apenas faltaron hijos, nietos y bisnietos, reuniéndose 64 miembros de la familia. El lugar de encuentro fue Molezuelas, cuna de la familia, donde aprovecharon la sobremesa para ponerse al día y re-cordar viejos tiempos. Por la tarde, continuaron la reunión en Sanabria, con una gran cena en La Chopera.

Los López García, en Molezuelas de la Carballeda

La cofradía de Nuestra Señora de la Peña de Francia disfrutó recientemente de una excursión a la loca-lidad de Medina de Rioseco, donde un nutrido grupo de hermanos visitó la última edición de Las Edades del Hombre, también presente en Medina del Campo. También aprovecharon para visitar otros museos de las localidades, como el de Semana Santa en Medina de Rioseco, donde se hicieron esta fotografía.

Visita a Medina de RiosecoLa Asociación Zamorana de Encajeras ha hecho entrega de un

valiosa toalla, como premio del sorteo especial con motivo del X encuentro de encajeras. En la foto, los premiados muestran orgullo-sos el obsequio acompañados de la presidenta de la asociación.

Un premio que ni bordado

Mis fotos Para aparecer en esta sección pueden enviar sus fotos a [email protected]

Los jóvenes Ángel y Sonia decidieron recientemente dar el paso y convertirse en matrimonio, tras una celebración familiar que comen-zó en la iglesia de San Juan, donde se dieron el «sí, quiero». Ahora disfrutan de una luna de miel en Lanzarote, Grecia y Turquía.

Enlace de Ángel y Sonia

XVI / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 9 de octubre de 2011