8
Año 5 - N o 47 Octubre 2009 $ 5 PERIÓDICO MENSUAL DE CULTURA COLECCIONABLE DISPONIBLE EN PUESTOS DE DIARIOS Y REVISTAS DE TODO EL P AÍS DECLARADO DE INTERÉS CULTURAL POR LA SUBSECRETARÍA DE CULTURA DE MAR DEL PLATA AUSPICIADO POR LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE JUJUY EDICION NACIONAL VISITAS Por Daniel Adrián Madeiro (Argentina) Pag. 3 GEORG FRIEDRICH HAENDEL, 250 º ANIVERSARIO (5º Parte) Por Prof. Leonardo Chanú (Argentina) Pág. 4 UN PUENTE AL PASADO Por Prof. Liliana Claudia Fernández (Argentina) Pág. 4 CONCIENCIA Y REALIDAD Por Javier Cintas Gallardo (España) Pág. 5 ATAHUALPA YUPANQUI UNA LEYENDA ARGENTINA Por Arturo Zeballos (Argentina) Pág. 6 MADAGASCAR, LA ISLA ROJA TULEAR-IFATY Por Lic. Alvaro Mones (Alemania) Pág. 7 COLUMNAS Pág. 8 Por Ana Leguísamo Rameau Caperucita Roja en los bosques de Palermo Por Santiago Federico Richetti El arte y la vida Por Laura Pisani “Poemas” NOTAS “MUSICALES” EN PLAYA GRANDE. LIMA, PERU Por Lic. Víctor Falcón Huayta (Perú) Pág. 2

Domine Cultural 47

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Publicación de música, arte, religión y cultura, que se distribuye en los puestos de diarios y revistas de la Argentina.

Citation preview

Page 1: Domine Cultural 47

Año 5 - No 47Octubre 2009

$ 5 PERIÓDICO MENSUAL DE CULTURA COLECCIONABLEDISPONIBLE EN PUESTOS DE DIARIOS Y REVISTAS

DE TODO EL PAÍS

DECLARADO DE INTERÉS CULTURAL POR LA SUBSECRETARÍA DE CULTURA DE MAR DEL PLATAAUSPICIADO POR LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE JUJUY

EDICION NACIONAL

VISITASPor Daniel Adrián Madeiro (Argentina) Pag. 3

GEORG FRIEDRICH HAENDEL, 250 º ANIVERSARIO (5º Parte)Por Prof. Leonardo Chanú (Argentina) Pág. 4

UN PUENTE AL PASADOPor Prof. Liliana Claudia Fernández (Argentina) Pág. 4

CONCIENCIA Y REALIDADPor Javier Cintas Gallardo (España) Pág. 5

ATAHUALPA YUPANQUI UNALEYENDA ARGENTINAPor Arturo Zeballos (Argentina) Pág. 6

MADAGASCAR, LA ISLA ROJATULEAR-IFATYPor Lic. Alvaro Mones (Alemania) Pág. 7

COLUMNAS Pág. 8Por Ana Leguísamo RameauCaperucita Roja en los bosques de Palermo

Por Santiago Federico Richetti El arte y la vida

Por Laura Pisani“Poemas”

NOTAS “MUSICALES” EN PLAYA GRANDE. LIMA, PERUPor Lic. Víctor Falcón Huayta (Perú) Pág. 2

Page 2: Domine Cultural 47

2

Sarmiento 1459 (1042) Bs. As.Tel.:4371-8481 / 4374-8048 / 4373-0745

E-mail:[email protected]

Mad

eras

Bando

neon

es

1. El espacio, el tiempo yla gente

La mayor parte de la costa delPerú es desértica, con un litoral deaguas frías y de playas con varia-das características. Arenales ycerros carentes de vegetación enuna franja que muestra una grada-ción de sur a norte (seco a máshúmedo) y que al Oeste limita conel Océano Pacífico y al Esteasciende paulatinamente hacia lasestribaciones cordilleranas a tra-vés de pasajes formados porvalles-quebradas de torrentososríos de caudal estacional que bajande las altas sierras, estructurandouna columna vertebral que recorreel país longitudinalmente de Sur aNorte. El flanco Este de esta cor-dillera está ocupado por un bosquehúmedo que desciende al llanoamazónico tropical y exuberante.Esta geografía configura una seriezonas ecológicas que el hombreandino-amazónico supo aprove-char para crear civilización desdeque hace más de diez mil añosocupó esta parte de América. Eneste escenario de la costa peruanano extrañan las localidades nom-bradas como “río seco” o “playagrande”.

Fig. 1. Vista actual del litoral frente al sitioarqueológico “Playa Grande”. Nótense el baln-eario y las islas que se observan desde la costa.

Foto: V.F.H.

A mediados de la década de loscincuenta del siglo pasado elarqueólogo de la Universidad deYale, Louis M. Stumer se empeñóen realizar una serie de prospec-ciones y excavaciones en sitiosarqueológicos de la costa centraldel Perú para estructurar un cua-

dro cronológico-cultural que dieracuenta de las ocupaciones huma-nas de los primeros siglos despuésde Cristo (Stumer, 1953). Elentonces despoblado litoral alnorte de la ciudad de Lima aúnguardaba los restos intactos de unantiguo pueblo de esta época, ínti-mamente vinculado al mar y a losvalles de los ríos Chillón, Rímac yLurín que, asimismo, había hechoproductivos a través de extensasredes de canales que expandíanferaces campos de cultivo. Estepueblo, cuyos restos ahora losarqueólogos llamamos “culturaLima” (ca. 200-650 d.C.), interac-tuaba activamente con comunida-des serranas de las alturas, inter-cambiando productos alimenticioso artesanales y demarcando unterritorio diferenciado, en unregionalismo que ha primado engran parte de la historia precolom-bina del Perú.

Fig. 2. Excavaciones de Louis M. Stumer enPlaya Grande en 1952 (Stumer, 1953).

2. La música y el hombreandino

La música no estuvo ausente eneste escenario y entre estos acto-res. El hombre costeño de la cul-tura Lima la tuvo presente en losmomentos más importantes de suciclo vital y en eventos comunalestrascendentes de su modo de vida,expresando melodías que tal veznunca podamos oír nuevamente,pero cuyos ecos percibimos a tra-vés de los instrumentos musicales

que sobrevivieron al tiempo y losaislados sonidos que hoy arranca-mos de ellos. Sin embargo, comotodo objeto arqueológico asociadoen un contexto recuperado cientí-ficamente, el instrumento musicalnos puede decir algo más; nospuede dar indicios de las diferen-tes dimensiones culturales quetuvo para sus creadores y sobresus diferentes valores de uso,como por ejemplo, servir de ofren-da a un ser querido, siempre pre-maturamente fallecido, como es elcaso que trataremos ahora.

Fig. 3. Excavaciones del Proyecto Arqueológicode Investigación “Playa Grande 2,000” en elsector del Pozo Cisterna. Los arqueólogosMartín García Godos y Marco Goldhausen

extraen un cántaro muy cercano al entierro delinfante (E:1). Foto: V.F.H.

Los instrumentos de vientocomo flautas y huayllaquepas(trompetas de concha) estuvieronentre las preferidas de las gentesdel Ande. Los museos peruanosconservan variados ejemplares deaspectos técnicos sorprendentes yde singular belleza en su decora-ción. Asimismo, ocasionalmentelos arqueólogos realizamos hallaz-gos en donde los instrumentosmusicales ocupan un lugar desta-cado, sea en contextos mortuorioso rituales. Esto sucedió una maña-na de invierno del año 2000 mien-tras excavábamos en “PlayaGrande”, un importante sitioarqueológico de la cultura Limaahora ocupado por el balneario deSanta Rosa. Casi cincuenta añosdespués que Louis M. Stumerhiciera lo mismo en lo que enton-ces era un arenal desértico frenteal mar del Pacífico; entonces, des-cubrió los entierros que son consi-

derados a la fecha los más “ricos”de esta cultura, por haber conteni-do objetos y artefactos de materia-les exóticos a esta parte de la fran-ja costera del Perú (Stumer, 1952;Barraza, 2000). El escenario habíacambiado, ahora excavábamosentre casas de playa de un balnea-rio hasta hace unas décadas exclu-sivo y hoy convertido en un distri-to de rápido crecimiento poblacio-nal; siguiendo la tendencia delcrecimiento desmesurado de laciudad de Lima.

Fig. 4. Botella antropomorfa silbadora (mujer).Recuperada por Louis M. Stumer en PlayaGrande (Balneario de Santa Rosa) en 1952.

Foto: V.F.H.

3. El niño y la flautaLas circunstancias en las que

recuperamos el entierro de un niñode la cultura Lima y la discusiónde su cronología han sido publica-das hace unos años (Falcón,2004). Sin embargo, para este casobasta decir que se trataba de uninfante de más o menos dos añosde edad, amortajado y depositadoen un simple forado cavado en laarena, atado a una pequeña cami-lla o litera depositada boca abajo ycon la cabeza del niño hacia el Sur,como era la costumbre de estepueblo precolombino durante losprimeros siglos de nuestra era.Previamente, debajo de la cabeza

se habían colocado dos pequeñosobjetos de cerámica, una vasijaminiatura en forma de cántaro yuna flauta globular (comúnmenteconocida como “ocarina”) paraacompañar al pequeño difunto.Acaso para que no le faltara unjuguete y sus melodías favoritasen la otra vida.

Fig. 5. Tumba del entierro del infante que con-tenía la flauta de Playa Grande. La flecha roji-

blanca señala el Norte. Foto: V.F.H.

Porque las gentes del Ande nomorían, pasaban a otra vida, consus objetos más queridos y endonde desempeñaban iguales rolesque en su comunidad y, porsupuesto, también disfrutaban dela música, la danza, la fiesta, de laalegría en fin; o tal vez debemosdecir, sin fin. En un infra-mundo(Ukhupacha lo llamaron los incasen runasimi o quechua) conmuchos pasajes hacia el nuestro yhacia donde los vivos podíamoscomunicarnos permanentemente,sin intermediarios, para pedir quenuestros difuntos padres interven-gan en favor de nuestra vida en elKaypacha (el mundo de los vivos,este mundo). Que diferencia conla concepción de la muerte actualen donde no hay comunicaciónposible o se necesitan intermedia-rios, no habiendo lugar para losfavores de nuestros difuntos queesperan pasivos nuestros recuer-dos. Podría decirse que el hombreandino-amazónico “aprendió amorir”, como se muere ahora, conla llegada de los europeos.

Pero volvamos al tema de nues-tro interés, el instrumento musicalaerófono que, obviamente, elpequeño no usaba pero tal vez sí

NOTAS “MUSICALES” EN PLAYAGRANDE. LIMA, PERU POR LIC. VÍCTOR FALCÓN HUAYTA

Page 3: Domine Cultural 47

3

escuchaba al soplo e inspiraciónde sus padres. Técnicamente, sedenomina como flauta globular yestá confeccionado de cerámicaque, a su vez, está decorada. Sucuerpo es cilíndrico con longitu-des máximas (largo y ancho) deaproximadamente 4.5 cm en pro-medio. Posee cinco orificios dedigitación en diversas partes delcuerpo incluyendo el centro de loscírculos opuestos, vale decir, enlos extremos del cuerpo cilíndricoy un orifico de insuflación demayor dimensión ubicado a laparte central-superior del cuerpodel cilindro. Presenta una decora-ción que cubre el instrumentocompletamente que consta de unpersonaje antropomorfo de trazosimple, esquemático y de colorrojo sangre con fondo negro, cuyacabeza y pies se proyectan delcuerpo del cilindro, es decir, pre-sentan relieve. En la otra mitad dela pieza se disponen líneas rectasen negro y blanco sobre fondo rojoque configuran un diseño deaspecto geométrico y que ocultauna serpiente estilizada; uno delos principales íconos sagrados deesta cultura y asociada al culto alagua; pues entre los pueblos andi-no-amazónicos el agua, la natura-leza toda, era sagrada.

Fig. 6. Ofrendas del entierro del infante dePlaya Grande. Vasija en miniatura y la flauta

globular mostrando sus lados lateral y anterior,con la representación antropomorfa con cabeza

y piernas proyectándose en relieve fuera delcuerpo cilíndrico del instrumento musical.

Foto: V.F.H.

Los colores preferidos de los

artífices de la cultura Lima fueronel anaranjado, el blanco, el negro,el rojo y, a veces, podían usar tam-bién el violeta. Como resultaobvio, nuestra flauta globular noestá afinada a la escala musicaloccidental, posee notas propias yseguramente emitió tambiénmelodías propias que hoy sola-mente podemos intuir a través delas improvisaciones que nuestrosactuales músicos logran obteneren sus experimentaciones sonorasdigitando sus diversos orificios yregistrando las notas a través deafinadores electrónicos para obte-ner una equivalencia que puedaser expresada en la escala musicalmoderna y así lograr un registrográfico que pueda ser entendidouniversalmente. Es una piezaúnica para el estudio de la músicade esta cultura, aunque este tipo deflauta está relativamente presenteen todas las culturas andinas pre-colombinas.

Fig. 7. Flauta globular de Playa Grandemostrando su lado posterior. Nótese la deco-

ración y dos orificios: el superior y más grandede insuflación y el inferior y más pequeño de

digitación. Foto: V.F.H.

Agradecimientos:Agradecemos a los colegasarqueólogos que nos apoyaronen la temporada de campo delProyecto Playa Grande 2000 yel asesoramiento musical deMilano Trejo Huayta delMuseo Nacional deArqueología, Antropología e

Historia del Perú y DimitriManga de la Escuela Nacionalde Folklore de Lima.

Por Lic. Víctor Falcón [email protected]

Bibliografía Barraza Lescano, Sergio. 2000.

“Las excavaciones de Louis Stumer enPlaya Grande (1952): una aproxima-ción a las prácticas funerarias Lima”.Boletín del Instituto Riva-Agüero.

Pontificia Universidad Católica delPerú, 27: 25-76. Lima.

Falcón Huayta, Victor. 2004.“Morir en Playa Grande. El rescate deun entierro de la cultura Lima”. Imagende la Muerte. Primer CongresoLatinoamericano de Ciencias Socialesy Humanidades. Leonardini, N.Rodríguez, D. y Cabanillas, F. (Comp.).UNMSM. pp. 23-37. Lima.

2003.“El motivo interlocking a tra-vés del ídolo de Playa Grande”.Arqueológicas. Nº 26: 163-178.Revista de Investigaciones del Museo

Nacional de Arqueología Antropologíae Historia del Perú.

2000. “Playa Grande: entre la aldeay el santuario ¿Un caso de interpreta-ción arqueológica ambigua?”.Arqueológicas. N° 24: 53-61. Revistade Investigaciones del Museo Nacionalde Arqueología Antropología e Historiadel Perú.

Stumer, Louis M. 1953.“PlayaGrande: Primitive Elegance in Pre-Tiahuanaco Peru”. Archaeology. Vol.6(1): 42-48.

Golpean a la puerta. Hoy son los católicos que,

amablemente, me entregan unfolleto sobre las actividades de laparroquia.

Otras veces se trata de losevangelistas, los testigos, losmormones.

No se da con los judíos o losislámicos simplemente porqueno acostumbran prédicas domi-ciliarias.

Desde siempre me gustaintercambiar ideas con ellos.

Quizá es más apropiado decirescucharlos con atención y for-mularles con suavidad algunapregunta.

Como suele suceder con lamayoría de nosotros, los huma-nos, a ellos les encanta que losescuchemos. No sucede igual ala hora de tener que oírnos. Enespecial si es para expresarlesopiniones contrarias.

Sin lugar a dudas, en el campode las ideas son pocos los indivi-duos (y aun menos los grupos)

que están dispues-tos a examinar sintemor sus creen-cias, sus postula-dos, el modocaracterístico dever una realidad enparticular.

Uno se cierra.Una ilusión llama-da “tengo la ver-dad” nos apartacon recelo de losopuestos.

No es razonablepretender quetodos lleguemos apensar y sentirigual; ni siquieraes necesario.

Pero vendría muy bien convi-vir sin temor y con la menteabierta y bien dispuesta paraenterarse porqué no sentimos nipensamos igual y ver, en mediode todas esas diferencias, quetenemos puntos en común. Paraeste caso podríamos citar el

amor a DIOS y al prójimo.Hasta podríamos tener la

valentía de preguntarnos por quéen lugar de enfatizar las diferen-cias para separarnos, no acentua-mos nuestros puntos coinciden-tes para unirnos en un mismopropósito: el bien común.

VISITAS POR DANIEL ADRIÁN MADEIRO

Con lentitud me saqué los anteojos, exhalé sobre sus cristales y los limpié suavemente con la franela. No sirvió para nada. Al ponérmelos comprobé que todo, absolutamente todo, seguía igual.

Falsa expectativa

Page 4: Domine Cultural 47

Luego de una larga jornadalaboral, un porteño se toma el 12como lo hace todos los días.Aunque el viaje no es largo, hoyestá decidido a terminar las últi-mas páginas de una novela duran-te el trayecto de regreso a casa.Pasa el tiempo, anochece, el colec-tivo se hamaca y el laburante cabe-cea, sus párpados luchan, perofinalmente se duerme. Lo despier-ta la voz del colectivero diciéndo-le que el recorrido ha finalizado,que están en Puente Pueyrredón ydebe descender. Aturdido, buscan-do componerse un poco, miracomo el colectivo se aleja mien-tras tantea sus bolsillos tratandode encontrar alguna moneda parapoder tomarse otro colectivo quelo lleve de vuelta a la paradadonde debería haberse bajado.Cuando levanta la vista ve unparedón que llama su atención:

“Restaurant El Puentecito. Abiertolas 24 horas”. Decide ir en esadirección, de todas formas se acer-ca la hora de cenar y no es malaidea cambiar de rutina de vez encuando. Abre la puerta, y seencuentra con un local largo y aus-tero, de mesas con manteles rojos,saleros de plástico y carta de suge-rencias escrita a mano. Esta histo-ria podría continuar, pero mejor

que leerla es vivirla en persona,ahí nomás, a la vera del Riachueloen la esquina de Luján y Vieytes,cerca del viejo puente Pueyrredón.En ese lugar hay un bodegón quesiempre estuvo, que siempre está,donde se sigue respirando un airede fonda que viene de otros tiem-pos. Para hablar de El Puentecitotenemos que irnos allá hacia el año1750, a una vieja pulpería donde

los gauchos distraían el paso de lashoras entre ginebra y ginebra. Máshacia acá en 1873, la vieja pulpe-ría se transformaría en una fonda ala que concurrían los lecheros vas-cos de la zona para jugar a la pelo-ta en un frontón. Todavía se con-serva algo de aquellos tiempos,como ser rastros de una pieza en lacual los hombres se sentaban enrueda a tomar mate. También hayun pozo en el patio, que aún sesigue utilizando para mantenerfresco el vino. El Puentecito es unclásico de Buenos Aires, una joyi-ta sobreviviente de aquella épocade esplendor en la que Vieytes erael paso obligado de la ciudad haciael sur. Hoy continúa atendido pormozos de la vieja escuela comocorresponde a un establecimientode sus características, y permane-ce abierto las 24 horas ofreciendoabundantes porciones, ideales para

disfrutar entre amigos o en fami-lia. El menú, bien de fonda, ofreceentre otros conejito saltado al vinoblanco, tallarines con calamares,filet de bacalao fresco a la gallega,paella mixta y canelones prepara-dos en casa. También mejillones ala provenzal, rabas, salmón, y car-nes de exportación a la parrilla, sinolvidar el tradicional pollo alPuentecito con papas a la españo-la. Todo hecho en el momento.Algunas veces desearíamos nodespertar de algunos sueños, y aveces soñamos con los ojos abier-tos. Cualquiera sea el caso, bastacon tomarse el 12 y despertar en laúltima parada, donde ElPuentecito nos está esperando.

Dirección: Vieytes y Luján.Barracas (junto al antiguo PuentePueyrredón).

4

DISTRIBUCION DE MATERIALES ELECTRICOS

J.B. Alberdi 5544(1440) Capital Federal

Tel.: 4682-1659 / 4635-9186E-mail: [email protected]

www.megaluzonline.com.ar

Artesanías Alberdide Pablo A. Groba

Maderera Artística - SOMOS FABRICANTESDamos cursos – Fabricamos: barrales de madera y toda su

línea. Cortes y calados a pedidoJ. B. Alberdi 5734/40

Tel.: 4635-5783PRODUCTO ARGENTINO

GEORG FRIEDRICH HAENDEL, 250º ANIVERSARIO (5ª PARTE) POR PROF. LEONARDO CHANÚ

UN PUENTE AL PASADO POR PROF. LILIANA CLAUDIA FERNÁNDEZ

En el otoño de 1706 Haendelllegó a Italia. Primero visitóFlorencia, tal y como era el deseode Fernando de Médicis, pudiendoconsultar allí la importante biblio-

teca musicalde éste. Tomacontacto concompositorescomo Lotti,Vivaldi yA l b i n o n i( Ve n e c i a ) ,P e r t i(Florencia), yAlessandro yD o m e n i c oS c a r l a t t i ,C a l d a r a ,Corelli yP a s q u i n i( R o m a ) .Haendel nocarecía ni dei n v e n t i v amelódica nidestreza con-trapuntística,

pero sí del estilo “cantabile” de lamelodía, idioma inconfundible delbel canto italiano”. De Florenciamarcha a Roma, donde encontróapoyo en los cardenales Pamphili,

Colonna y Ottoboni, y en el mar-qués Francesco Ruspoli. EnRoma también entró en contactocon un grupo de aristócratas, artis-tas y músicos que se hacían llamarla academia Arcadia, pretendíanmejorar el gusto artístico, susmiembros tenían apodos pastorilesy fingían vivir en una atmósferaidílica y alejada de la realidad, eneste entorno llegaría a dominar loque se convertiría en uno de losrecursos fundamentales de sumúsica: la pastoral idílica y la con-templación de la naturaleza. Elencuentro entre Haendel yScarlatti, se encuentra caracteriza-do por su famoso “enfrentamien-to” al clavicémbalo y al órgano, enuna reunión organizada por elCardenal Ottoboni y cuenta queScarlatti “se quedó tan sorprendi-do con su manera de tocar, que lesiguió por toda Italia, y nunca sesintió más feliz como cuando esta-ba con él...”

Luego se trasladó a Florenciapara producir su primera ópera ita-

liana, “Rodrigo”, que se estrenó en1707 en el teatro Via di Cocomerobajo el patrocinio del príncipeFernando de Médicis, utilizandoen esta ópera música procedentede su “Almira” y de “Octavia” deKeiser. El Papa había prohibidolas óperas en Roma, así que losoratorios y las cantatas, escenifi-cados a la manera de aquéllas, fue-ron sus sucedáneos. El 26 dediciembre de 1709, se estrenó congran éxito “Agrippina” en S.Giovanni Crisostomo de Venecia,compuesta a partir de materialextraído de obras anteriores, nosólo de Haendel sino también deKeiser, manteniéndose en carteldurante 27 representaciones con-secutivas; un bajo cómico inter-pretó al Emperador Claudio, elúnico castrato que interveníarepresentó el papel del Nerón ado-lescente y en el papel protagonistaintervino Margarita Durastante,quien se turnaba en noches alter-nas con Elena Croce. El libretohabía sido escrito por el Cardenal,

y virrey de Nápoles, VicenzoGrimani, quien también era pro-pietario del teatro. En Agrippina,Haendel despliega una asombrosavariedad de tipos y formas que vandesde los solos de carácter espon-táneo y los recitativos de conjunto,hasta los recitativos de carácterafectivo con acompañamiento,grandes arias de coloratura en laforma grandilocuente da capo ysencillas canciones de danza detono pegadizo y popular. Se sabeque Haendel se sentía incluso inte-resado por materiales tan elemen-tales como los pregones callejeroscomo posible material melódicopara su música. El éxito inmedia-to de Agrippina se debió a la fres-cura de invención melódica y almodo, deliberadamente juguetóndel autor de apoderarse de lasideas convencionales. Estas erandel dominio público de los com-positores del siglo XVIII y su inte-rés musical reside en el tratamien-to imaginativo que les dioHaendel.

Page 5: Domine Cultural 47

El otro día me encontraba conun antiguo amigo de mi adoles-cencia, con el que compartí múl-tiples y nuevas experiencias detodo tipo. Hacía unos 7 años queno lo veía, y sin embargo, loencontré francamente rejuveneci-do, tanto por la imagen corporal,por su vestimenta, incluso suforma de expresarse me pareciómucho más juvenil.

Recuerdo que la última vez lo vimás envejecido. Con la alegría delmomento y ya que teníamos dispo-nibles unos 20 minutos (¡todo unlujo! con las prisas de hoy que vivi-mos...) nos fuimos al bar de laesquina y nos tomamos unas cañi-tas y así aprovechar para ponernosal día de cómo nos iba la vida.

Al volver a casa, aún con elgrato recuerdo de este encuentro,me puse a ojear un antiguo núme-ro de una revista científica. En unode sus artículos se hablaba de lafísica cuántica, de la ilusión de larealidad que nos rodea, del pasodel tiempo aún no siendo unamagnitud absoluta, etc.

Leí que Einstein nos enseñó quenuestro cuerpo, como cualquierobjeto material, es una ilusión, oque, cuando estamos receptivos ainvestigar y profundizar otros pla-nos no vistos en nuestro cuerpo, escuando descubrimos el inmensopotencial creador interno.

Por ejemplo, cualquier pensa-miento o creencia que tangamossobre cualquier aspecto de lascosas o de la vida en general,influye también sobre nuestroproceso de envejecimiento, yaque de alguna forma u otra, nues-tras células son conscientes yobedecen a estas premisas quecontinuamente les suministramosy obran en consecuencia; esto es,si estamos en un entorno hostil,saturado de situaciones más omenos estresantes, todo ellopuede ocasionar y desencadenaruna catástrofe en nuestras defen-sas y sistema inmunológico,haciéndonos más débiles por con-siguiente.

Se puede caer dentro de estaespiral, y ser víctima de un ataquecardíaco, o incrementar el riesgo

de sufrir un tumor maligno. O sepuede originar un estado psíquico– físico que desemboca en unastasas de supervivencias escasas.

De manera inversa y por elmismo proceso, cuando estamospletóricos, entusiastas y como sesuele decir en un lenguaje colo-quial cargados de energía positiva,(o cuando estamos enamora-dos…ahora que recuerdo, miamigo me habló de una nuevachica que había conocido...), se veclaramente fortalecido nuestro sis-tema de defensas, con todos losenormes beneficios a todos losniveles que esto lleva consigo.

Pero quizás lo más importanteque se deriva de los procesos ante-riormente descritos es que no sepuede delimitar de manera perfec-ta y matemática las fronteras entrelo Biológico y lo Psíquico.¿Cuántas veces evocamos en unaespecie de espiral de locura quenos destruye, el recuerdo de unmal momento, de una crisis, deuna desgracia sufrida, (o que vivi-mos como intensa subjetivamen-te, ya que, lo que para uno sea dra-

mático, sea más tolerable o supe-rable por otro individuo) y esemero recuerdo provoca, el mismointenso dolor como si lo estuviéra-mos sufriendo en ese preciso ins-tante? ¿Somos conscientes de quenuestro organismo en cada recuer-do evocador, digamos negativo alcual lo forzamos y sometemos, seve inundado de las mismas sustan-cias nocivas y potencialmentepeligrosas que cuando lo vivimos“realmente” (aunque ambos pro-cesos son reales en cuanto a susefectos), y que todo ello nos supo-ne multiplicar de forma constantelos riesgos de, otra vez, padecernuevas amenazas?

Pienso que el envejecimientodepende mucho más de lo que cre-emos, en nuestro propio estado deconciencia, de nuestras creenciasacerca de nosotros mismos, y quepor tanto, podemos acelerarlo (si

sometemos a nuestro cuerpo a losdesórdenes anteriormente descri-tos), o darle la vuelta al proceso,o incluso revertirlo.

Si bien es cierto que el paradig-ma actual médico tiende más a con-siderar a nuestro cuerpo como unamáquina biológica, y a la mentecomo un subproducto de ésta (no ala inversa) cada vez más va aflo-rando e instaurándose un nuevoparadigma, cuyas principalesbases, y de una manera resumida,sería que el mundo que nos rodea yque percibimos, depende delobservador. La química de nuestroscuerpos y su mejor o peor estado deconservación por consiguiente, esel resultado de la conciencia delcuerpo, de nuestros deseos, pensa-mientos y emociones.

En definitiva, podríamos decirque todos nosotros tenemos unavisión personal e independiente

acerca del mundo y de nosotrosmismos, que cada uno de nosotroscomparte y vive en un universo /mundo no extrapolable al de nues-tro vecino, y que nuestra coorde-nadas temporales ni son las mis-mas que la de nuestros congéne-res, o que incluso ésta cambianpara nosotros mismos, dependien-do que dejemos de ser merosobservadores de una gigantescarepresentación que nos rodea alláfuera, y seamos actores con con-ciencia, y que ésta afecte y modi-fique a su vez el escenario que nosalberga.

Como decía Paul Eluard: “Hayotros mundos..., pero están en éste”

5

Av. Alberdi 5450 4684-1122

AV. J. B. ALBERDI 5500(1440) CAPITAL FEDERAL

TEL.: 4683-9401

CONSULTORIO / PELUQUERIA CANINATIENDA DE MASCOTAS

e-mail: [email protected].: 011-4659-6551 / Av. Rivadavia 16.122 - HAEDO

Tel.: 011-4483-5290 / Buen Viaje 683 - MORÓN

AlgarroboFortaleza

CONCIENCIA Y REALIDAD POR JAVIER CINTAS GALLARDO

Page 6: Domine Cultural 47

La mezcla indio y español dioalgunos artistas de una calidad líricay musical extrema. Entre estos gran-des músicos, hay uno que se destacapor su compromiso, por la forma detrazar con su pincel encordado laproblemática y realidad del hombrede campo. Héctor Roberto Chaveronació en 1908 en la Provincia deBuenos Aires, más precisamente enla ciudad agrícola y ganadera dePergamino y durante la adolescen-cia viviendo en Agustín Roca-Junínadoptó el seudónimo Atahualpa alque le agregaba su apellido Chaveroy de esta manera firmaba sus prime-ros poemas o escritos. Años mastarde cuando descubre el verdaderosignificado, el gran artista se auto-nombraría Atahualpa Yupanqui porel cual todos lo hemos conocido yhoy admiramos entrañablemente.

La guitarra fue su constantecompañera. Aunque primeramen-te, con sólo 7 años intentó estudiarel Violín y solo pudo algunosaños. Temas de la Pampa, estilos yvidalitas deseaba extraer del ins-trumento, pero al ver que no domi-naba la técnica y que su maestro,el Padre Rosaenz ,catalán -quiénen algún momento lo sorprendió alniño y renegó de su música autóc-tona- decidió abandonar y comen-zó a tomar clases de guitarra con elmaestro Bautista Almirón, y allíquedó marcado a fuego su destinoy su vocación...así contabaYupanqui su vivencia: “Muchasmañanas, la guitarra de BautistaAlmirón llenaba la casa y los rosa-les del patio con los Estudios, unode ellos el bautizado como “LaGota de Agua” de Fernando Sor,

otras piezas de Napoleón Coste,con difíciles y prodigiosas obrasde los pianistas españoles IsaacAlbeniz y Enrique Granados.También la belleza de las obraspara guitarra de don FranciscoTárrega, el pequeño Robertoamaba las transcripciones deEmilio Pujol, Schubert, Liszt,Beethoven, Bach, Schumann quela guitarra íntima de don Bautista,único maestro que por aquellosaños derramaba en las tardes de supueblo elegido.

Don Ata describe muy bien conestas palabras esos hechos. “Todala literatura guitarrística pasabapor la oscura guitarra del maestroAlmirón, como derramando ben-diciones sobre el mundo nuevo deun muchacho de campo, que pene-traba en un continente encantado,sintiendo que esa música, en sucorazón, se tornaba tan sagradaque igualaba en virtud al cantarsolitario de los gauchos” (“Elcanto del viento”, II).

Entre los antepasados del granmaestro criollo se encontrabanindios, criollos y vascos: Así descri-bía su descendencia ante el mundo:

“En aquellos pagos delPergamino nací, para sumarme ala parentela de los Chavero dellejano Loreto santiagueño, deVilla Mercedes de San Luis, de laruinosa capilla serrana de AltaGracia. Me galopaban en la san-gre trescientos años de América,desde que don Diego Abad MartínChavero llegó para abatir quebra-chos y algarrobos y hacer puertasy columnas para iglesias y capi-llas (...) Por el lado materno vengode Regino Haram, de Guipúzcoa,

quien se planta en medio de lapampa, levanta su casona, y acer-ca a su vida a los Guevaras, a losCollazo, gentes ‘muy de antes’ ...”(“El canto del viento”, I ).

Sobre cuando se abrió cami-no a la vida solo, en su juventud,Félix Luna señala que resulta impo-sible seguir en detalle el itinerario:“Son años y años de andar de aquípara allá, pasando a veces por unpueblo u otro, deteniéndose otrasveces por años en cualquier lugar”.En esos años de adolescencia ycomienzo de madurez, además de sutrabajo como músico, se desempeñóen distintos oficios para ganarse lavida. Fue así, entre otras cosas,hachero, arriero, cargador de car-bón, entregador de telegramas, ofi-cial de escribanía, corrector de prue-bas y periodista. Hay una anécdotariquísima en este último oficio:Encontrándose en la ciudad deRosario, donde se desempeñabacomo periodista en un diario dirigi-do por Manolo Rodríguez Araya, lellegó la noticia de la muerte de sumaestro de guitarra, BautistaAlmirón, y el encargo del directordel diario de escribir una crónicasobre su fallecimiento. DonAtahualpa escribe que sintió: “Sentado frente a una máquina deescribir, rodeado de muchachos quetrabajaban cada cual su tema, quegritaban cosas y nombres y depor-tes, y telefoneaban afiebradamente,estaba mi corazón desolado. ¡ Y tanlejos de ahí !.

¡Qué selva de guitarras enlutadascontemplaban mis ojos en la noche!

El destino quiso que fuera yo,aquel chango lleno de pampa ytimidez, quien escribiera una sem-

blanza del maestro.“De un tirón, como si me hubie-

ra abierto las venas, me desangréen la crónica. Hablé de su capaazul y su chambergo, de su guitarray de su estampa de músico román-tico, sólo comparable a AgustínBarrios en el sueño y el impulso.

(...) Y luego caminé, no sé pordónde, en la ciudad desconocida.Revivía uno a uno, los detalles demi conocimiento del maestroAlmirón. Tenía necesidad de nom-brarlo para mí solo en la noche. Yno me animé a verlo muerto.Quiero creer que sigue por ahí,trajinando mundo con su capa ysu guitarra y su arrogancia” (“Elcanto del viento”, IV).

Una lectura trascendental paratodos aquellos que quieran conocermás la obra de Yupanqui. Otro libromuy conocido, no de él pero sísobre él es Tierra que Anda,Historia de un Trovador. En estaobra el cura Fernando Boasso rese-ña la vida de Atahualpa basándoseen los escritos, canciones y artícu-los periodísticos. Es un texto inte-resante para conocer qué se decíasobre él cuando estaba en vida.

Estimado lector, tal vezleyendo las páginas del payadorPerseguido encuentre en más deuna oportunidad, el nombre de“Pablo del Cerro” en algunas delas canciones interpretadas porYupanqui también. Se trata delseudónimo artístico de quien fuerasu entrañable compañera en casitoda su vida, nada más y nadamenos que una mujer admirable,talentosa pianista, buena esposa desu admirado compañero y cari-ñosa madre del pequeño Roberto,

el Kollita- Antonieta Paula PepinFitzpatrick de Chavero, la quedejó un grupo de aproximadamen-te 40 composiciones. Ella se fuede este mundo el 14 de noviembrede 1990 y dejo en Yupanqui unincontrolable dolor por su partida.Don Ata sobrevivió solo casi dosaños más. Su fallecimiento enNimes Francia ocurrió el 23 demayo de 1992 y seguro que estemaravilloso artista aún hoy siguerecorriendo los caminos del hom-bre, de su tierra, de su América,sólo que ahora, desde la ausencia. En estos últimos años han apareci-do numerosas ediciones de susgrabaciones, sus libros, biografí-as creadas por notables escritoresy como novedad y primicia debe-mos mencionar ULTIMAMENTEque desde el FONDO DE GES-TION CULTURAL y PATRIMO-NIO DEL MUNICIPIO DE PER-GAMINO, su ciudad natal se edi-tará la obra completa para Guitarrasola en partituras, trabajo quedesde 1980 viene recopilando elguitarrista Arturo Zeballos a travésde grabaciones del maestro. Enseptiembre se presentará el volu-men 1 que comprende 18 piezasno editadas antes y ya está en ela-boración los volúmenes 2 y 3.Estelibro Contiene prólogos del desta-cado periodista y amigo deYupanqui, prof SebastiánDominguez y ha sido traducido alingles por Alberto Ghini y Juan B.Rodriguez mientras que al idiomafrancés fueron traducidas porRoberto Kolla Chavero, presiden-te de la Fundación AtahualpaYupanqui e hijo del inmortal fol-clorista Argentino.

6

ATAHUALPA YUPANQUIUNA LEYENDA ARGENTINA HACIA AMERICA TODA

POR ARTURO ZEBALLOS

Page 7: Domine Cultural 47

El vuelo desde Morondava hastaTuléar -Toliara en malgache- nosllevó exactamente una hora hasta queaterrizamos en el aeropuerto de estaúltima. Ahí nos esperaba Mamy, aquien ya conocíamos de nuestro pri-mer día en Tana y será nuestro guíapor el resto del viaje.

La ciudad fue fundada en 1895,cuenta con algo más de 100.000 habi-tantes; en ella nace (o muere) la RutaNacional N° 7 que atraviesa el paíshasta Antananarivo. En realidad nues-tro destino no es quedarnos aquí, sinotrasladarnos a Ifaty, una localidad bal-neario a unos 40 km hacia el norte,sobre el Canal de Mozambique. Laruta es tan mala como las anteriores ynos llevó casi dos horas recorrer esos40 km... Lo que nos atrae ahí no sonlas playas, sino conocer esta regiónárida y su matorral espinoso caracte-rístico. Aquí el promedio anual de llu-via es de 150 mm. Es invierno y lasnoches y madrugadas son bastantefrías.

Toda la región está poblada por laetnia Vezo, pescadores nómades, aun-que muchos ya no se dedican a lapesca y creo que no hay más nóma-des. Por ejemplo, en un pueblo de lasafueras de Tuléar se dedican a produ-cir casas prefabricadas de madera ypaja, de tipo tradicional (1). “A ojo”parecen tener unos 3x4 m y se vendena 40.000 Ariary, es decir unos 16Euros.

Un poco más adelante nos cruza-mos con un desfile multicolor deescolares, festejando el Día de laIndependencia.

Finalmente, llegamos al Hotel dela Plage y nos instalamos en nuestrobungalow ubicado directamente sobrela playa. Aquí tenemos todas las

comodidades: baño sin puerta ni toa-llas de mano pero con agua calientey un ropero, con cuatro perchas!Desde las reposeras de nuestra terra-cita privada tenemos una buena vista.Podemos observar las diferenciasentre pleamar (2) y bajamar (3), queen Tuléar llega a más de 3 m, y cons-tatar que la playa no sirve para baños,ya que hay que caminar un kilómetrocon el agua a la rodilla hasta la barrade arrecifes de coral o contratar unaembarcación (con pleamar) para quelo lleve a uno. Del otro lado del arre-cife están los tiburones... Eso sí, losponientes son hermosos (4). Por laplaya hay un desfile permanente degente, que uno se pregunta ¿de dóndevienen y a dónde van?

En la recepción-comedor del hotelme encontré con un huevo reconstrui-do con fragmentos de cáscaras dediferentes ejemplares, de la llamada“ave elefante” (Aepyornis sp., 5). Esun ave no-voladora extinguida, dehasta unos 3 m de alto y con las patassumamente robustas. Se supone quese extinguieron recién en el sigloXVI, seguramente como consecuen-cia de la presencia humana, sea comodepredadores directos o indirectos(perros, cerdos, etc.).

Al día siguiente vamos a visitar elJardín Botánico y ReservaOrnitológica Reniala. En malgache,“renala” o “reniala” es el nombre querecibe el baobab, cualquiera sea suespecie. Salimos a las 5 de la maña-na para aprovechar las primeras horasy ver los pájaros, pero el guía-ornitó-logo apareció tardísimo y, además dehabernos perdido el desayuno, prác-ticamente no vimos nada de la avifau-na. En cambio, en compañia deClovis (6), el guía-botánico, pudimos

ver una buena cantidad de plantasxerófitas. Este Clovis, según noscontó, también tiene su historia.Aprendió francés en una escuelamisionera, chapucea inglés, francés,italiano y alguna cosa más, como paramanejarse como guía en la reserva(nos preguntó muchas palabras enespañol para agregarlas a su vocabu-lario). Trabajaba en una mina de zafi-ros cerca de Isalo, hasta que sederrumbó una galería, donde casimuere enterrado, razón por la queabandonó el oficio. Es así que termi-nó como guía del Jardín Botánico.

Este pequeño parque privadoconsta de 50 há que las compró unfrancés para salvar la vegetación ori-ginal de la región de la destruccióntotal, pero lo administra la comuni-dad. Así encontramos el “vontake”,una especie de Pachypodium (7), bao-babs, (Adansonia sp.), algunos consus ramas llenas de frutos y líquenescon la luna en menguante de fondo(8) y un líquen que alguien que sepamás podrá identificar (9). Una crucí-fera bastante parecida a nuestra “espi-na de la cruz”, el “sogno” (Didiereamadagascariensis, 10), una de las dosespecies del género de una familia deplantas suculentas espinosas endémi-ca de Madagascar, que puede llegar a6 m de altura.

La destrucción de los manglares esterrible. Aquí están conformados fun-damentalmente dos especies de árbo-les, la más alta, “hafihafy”,Avicennia marina, y la más baja y dehojas verde brillante, “songely”,Sonneratia alba (11). Por debajo delos árboles se observan los “(p)neu-matóforos”, que no son otra cosa que“respiraderos” (en realidad raíces congeotropismo negativo) de las raíces

que quedan sumergidas. Las aplica-ciones son muy variadas, y van desdela construcción de botes y casas, cer-cos, tallado en madera, la corteza paraextracción de tanino, o la que le daeste buen señor, que todos los díascorta dos atados como los que vemospara alimento de sus diez cabras: unatado para el “almuerzo” y otro parala “cena” (12). A este paso, pese aestar protegido por ley, poca vida lequeda al manglar... y menos a sushabitantes como este pez góbido deunos 13 cm de largo cuya capacidadde respiración cutánea le permite per-manecer largo tiempo fuera del aguasiempre que se conserve húmedo(Periophthalmus sp., 13) o a las gar-zas que suelen/solían anidar ahí. Nopudimos ver un solo cangrejo, aunquealguno debe quedar...

En un pueblo en las cercanías delhotel nos encontramos con un músicocon su guitarra, indudablemente case-ra (14), pasamos frente a una “confi-tería”, una tienda de modas y unacarnicería autóctona -los patos no sonparte del comercio- (15). Tambiénvimos obreros en plena construcciónde un techo; la herramienta más utili-zada es el hacha de mano (16). Lapaja para el quinchado, previo a sucolocación, la empapan en agua delocéano.

Terminada nuestra estadía en Ifaty,rumbo a Tuléar cruzamos un puente-cito que no inspira mucha confianza.En Tuléar nos volvemos a encontrarcon Mamy, que nos esperaba frente alcorreo (paositra, se pronuncia pustra).En el cyber del correo la velocidadconexión era tan lenta que desistí deusarlo. Como a las 11 dejamos Tuléarrumbo a Isalo, pero la crónica quedapara la próxima entrega.

7

Periódico de culturaAño 5 N º 47

Buenos Aires, octubre de 2009

Directores PropietariosDaniel CabrioWalter FidaDiego Liotto

CorrectoraProf. Liliana C. Fernández

Diseño gráficoPablo Messil

Departamento LegalDr. Germán Liotto

Departamento Contable:Cr. Maximiliano Stekelorum

Asesor comercialDante Bordet

Colaboradores Alemania:

Alvaro MonesJulia von Mylius

Argentina:Héctor Álvarez Castillo

Arq. Damián BurjaLeonardo Chanú

Vanesa Cordantonopulos José María De Lorenzis

Marcelo GallianoDr. Jorge Alberto Kulemeyer

Prof. Jorgelina LiottoAdrián Madeiro

Armando MaroneseDra. Patricia Silvana Minuchin

Lic. Marcelo Manson Lic. Mirta Narosky

Osvaldo Pérez Echegaray Dr. Roberto Edelmiro Porcel

Prof. Mercedes PuenteAna Leguísamo Rameau

Santiago Federico Richetti Axel I. Rozen

Natalia Cháneton TácaksNilda Urquiza

Dra. Cristina VollenweidenManlio E. Wydler

Chile Alejandro Escobar Lobos

Colombia Sebastián Rojas

Costa Rica Juan Gabriel Vallejo

Cuba Armando Rodríguez Alonso

Yudelkis Calaña Guevara Rossana Lorenzo Rodríguez

Rep. Dominicana Dr. Carlos E. De los Santos

EEUU Fabián Banga

Geovanny A. Barrantes Escocia

Lic. Mariano ScolariEspaña

Daniel S. PoloProf. Juan Carlos Ruiz Franco

Julia Aída Tellarini Alberto Turón Lanuza

México Gustavo Cortéz García

Dr. Marcos Cueva Perus Perú

Hugo Che Piu Deza Victor Falcón Huayta

Uruguay Prof. Jorge Sapka

Venezuela Osmel Mauricio Brito Bigott

RedacciónIrigoyen 791 (1407). Capital Federal

Tel: 4567-4700E-mail: [email protected]: www.periodicodomine.com.ar

Interior del país:Distribuidora de Revistas Bertrán SAC

Av. Vélez Sársfield 19501285-Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Teléfonos: 4303-1870 al 75

ImpresiónAgencia periodística Cid. Av. de Mayo 666

Tel: 4343-0886/2364/1903

Registro de Propiedad Intelectual Nro. 404298

Los artículos firmados son exclusiva respon-sabilidad de los autores, y no expresan nece-sariamente la opinión del Grupo Editorial.

La reproducción total o parcial de los artí-culos aquí publicados está permitida, siem-

pre que se mencione la fuente. El GrupoEditorial no garantiza los servicios y pro-

ductos ofrecidos en los espacios de publici-dad. La calidad de los mismos corre por

cuenta de los anunciantes.Domine Cultural no asume compromisosde publicación ni devolución de los mate-

riales que se reciban.

Estudio Jurídico Puente - Macías

Don Bosco 3571 2º "5" Capital Federal Tel: 4863-8190

MADAGASCAR, LA ISLA ROJA.TULÉAR-IFATY POR ALVARO MONES

1 2 3 4 5 6 7 8

9 10 11 12 13 14 15 16

Page 8: Domine Cultural 47

8

Cont ra tac iones : Te l : (0054 -11) 4635 -4410 / Web: www. t r iodomine .com.ar / E -mai l : t r iodomine@gmai l . com

LA COLUMNA DE ANA LEGUISAMO RAMEAUEL ARTE Y LA VIDA

La relación arte y vida es hoyun lugar común en el discursosobre el arte. Ya a comienzos delpasado siglo Voloshinov, teóricomarxista ruso, perteneciente alfamoso círculo de Bajtín, se dedi-ca a analizar este vínculo proble-mático en su trabajo El discurso dela vida y el discurso de la poesía,donde considera al arte como unproducto ideológico sobre el cualactúa el medio social extra-artísti-co y que, debido a su naturalezasociológica, interactúa con otrasformaciones de dicho medio. Enconsecuencia, podemos decir queel arte, en tanto producto cultural,es inseparable de la vida humana,que se desarrolla ella también cul-turalmente.

Pero el problema viene demucho antes. Recordemos el anti-guo mito de Pigmaleón, ese escul-tor griego que, tras haber creado laescultura de la mujer más bella delmundo, soñó que la misma cobra-ba vida y que se enamoraba de él.Al despertar la diosa Afrodita,conmovida por el sueño del escul-tor, la transformó el una mujer real

para que éstepudiera amarla yprotegerla y asíPigmaleón, talcomo lo relataOvidio, “se diri-gió a la estatua y,al tocarla, lepareció que esta-ba caliente, queel marfil seablandaba”.

Es cierto queel arte y la vidavan unidos, talcomo planteaVoloshinov; perotambién es ver-dad que aquél, dado su caráctercontemplativo, ha mantenido cier-ta relación de distanciamiento conésta. Esa distancia es lo que hanintentado abolir algunos artistasdel siglo XX reemplazando lasformas tradicionales del arte,como la pintura, por intervencio-nes en la vida misma: performan-ces, happenings, modificacionesdel espacio público, etc. Hoy endía esa belleza propia de la escul-

tura griega no es más condiciónnecesaria del arte: “lo feo” se hafiltrado en el terreno de lo estético-¿quién podría hablar de belleza enla obra de Beuys o en la música deStockhausen? Y, sin embargo,nadie podría decir que no es arte-y la vida cotidiana, tal como anali-za Gianni Vattimo, se ha estetiza-do casi por completo.

[email protected]

Trío de Guitarras

IntérpretesDaniel Cabrio – Walter Fida – Diego Liotto

Es normal que me encuentre con elArquitecto Oscar Arias, cada vez queambos disponemos de tiempo. Lo quepuede resultar un tanto curioso es saberque hemos estado charlando en unaplaza de la Avenida Figueroa Alcortasobre la vida de Caperucita Roja. Estaniña del cuento infantil guarda una his-toria de memoria especial en nuestra ciu-dad. Sepan entonces que hubo un escul-tor en Buenos Aires que levantó unmonumento en su homenaje (y vaya siella se lo merece pues entró, desde tiem-pos remotos, en la vida pequeña de cadauno de nosotros hasta la actualidad).

Esta estatua a Caperucita Roja estáemplazada sobre Av. Sarmiento, entreAv. Libertador y Av. Figueroa Alcorta.Fue realizada por el escultor francésJuan Mario Carlus en 1937. Ésto se pro-dujo durante su visita a la Argentina.Su primer emplazamiento fue hasta1972, precisamente en Plaza Lavalle.Luego la mudanza dio lugar hacia unsitio ideal: los bosques de Palermo. Supequeña placa de bronce tuvo que serrepuesta por una de cemento.

Como es sabido, en Buenos Aires,son muchos los irrespetuosos que, conun sentimiento anti cultural, insultan,vilipendian y destruyen nuestro patri-monio. Tal es el caso de CaperucitaRoja, quien ha recibido agravios a tra-vés de graffitis e incluso se la ha queri-do raptar. Otro dato que aporta a nues-tra cultura universal es el hecho queesta escultura es la única dedicada, entodo el mundo, a la gran CaperucitaRoja. Si usted viaja lejos a donde quie-ra, jamás encontrará un monumentoinspirado en ella. Caperucita ancló enBuenos Aires para quedarse.

De acuerdo como la imaginóCharles Perrault, en el S.XVII, autortambién del “Gato con botas”, ella llevasu canasta con un frasco de dulce y unatorta. En su mano se vislumbra un ramode flores para su abuela, pero desdeatrás acecha el lobo.

Según la teoría políticamentecorrecta de James Finn Garner (la cualha despertado duras críticas sobre elclásico cuento de Caperucita Roja)dice que muchas personas creían que elbosque era un lugar siniestro y peligro-so, por lo que jamás se aventuraban enél. Caperucita Roja, por el contrario,poseía la suficiente confianza en suincipiente sexualidad como para evitarverse intimidada por una imaginería tanobviamente freudiana.

De camino a casa de su abuela,Caperucita Roja se vio abordada por unlobo que le preguntó qué llevaba en lacesta. Ella respondió y luego el loboprosiguió la charla.

-No sé si sabes, querida -dijo ellobo-, que es peligroso para una niñapequeña recorrer sola estos bosques.

Y Caperucita respondió:-Encuentro esa observación sexista y

en extremo insultante, pero haré casoomiso de ella debido a tu tradicional con-dición de proscrito social y a la perspecti-va existencial -en tu caso propia y global-mente válida- que la angustia que tal con-dición te produce te ha llevado a desarro-llar. Y ahora, si me perdonas, debo conti-nuar mi camino.

Caperucita Roja enfiló nuevamente alsendero. Pero el lobo, liberado por su con-dición de segregado social de esa esclavadependencia del pensamiento lineal tanpropia de Occidente, conocía una rutamás rápida para llegar a casa de la abue-la. Tras irrumpir bruscamente en ella,devoró a la anciana, adoptando con ellouna línea de conducta completamente

válida para cualquier carnívoro. A conti-nuación, inmune a las rígidas nocionestradicionales de lo masculino y lo feme-nino, se puso el camisón de la abuela y seacurrucó en el lecho. Caperucita Rojaentró en la cabaña y dijo:

-Abuela, te he traído algunas chu-cherías bajas en calorías y en sodio enreconocimiento a tu papel de sabia ygenerosa matriarca.

-Acércate más, criatura, para quepueda verte -dijo suavemente el lobodesde el lecho.

-¡Oh! -repuso Caperucita-. Habíaolvidado que visualmente eres tan limi-tada como un topo. Pero, abuela, ¡quéojos tan grandes tienes!

-Han visto mucho y han perdonadomucho, querida.

-Y, abuela, ¡qué nariz tan grande tie-nes!... relativamente hablando, claro está,y a su modo indudablemente atractiva.

-Ha olido mucho y ha perdonadomucho, querida.

-Y... ¡abuela, qué dientes tan gran-des tienes! – a lo que respondió el lobo:

-Soy feliz de ser quien soy y lo quesoy -y, saltando de la cama, aferró aCaperucita Roja con sus garras, dis-puesto a devorarla.

Caperucita gritó; no como resultadode la aparente tendencia del lobo haciael travestismo, sino por la deliberadainvasión que había realizado de su espa-cio personal.

Sus gritos llegaron a oídos de unoperario de la industria maderera (o téc-nico en combustibles vegetales, comoél mismo prefería considerarse) quepasaba por allí. Al entrar en la cabaña,advirtió el revuelo y trató de intervenir.Pero apenas había alzado su hachacuando tanto el lobo como CaperucitaRoja se detuvieron simultáneamente.

-¿Puede saberse con exactitud quécree usted que está haciendo? -inquirióCaperucita.

El operario maderero parpadeó eintentó responder, pero las palabras noacudían a sus labios.

-¡Se cree acaso que puede irrumpiraquí como un Dueño y Señor y delegarsu capacidad de reflexión en el armaque lleva consigo! -prosiguióCaperucita-. ¡Sexista! ¡Racista! ¿Cómose atreve a dar por hecho que las muje-res y los lobos no son capaces de resol-ver sus propias diferencias sin la ayudade un hombre?

Al oír el apasionado discurso deCaperucita, la abuela saltó de la panzadel lobo, arrebató el hacha al operariomaderero y le cortó la cabeza.Concluida la odisea, Caperucita, laabuela y el lobo creyeron experimentarcierta afinidad en sus objetivos, deci-dieron instaurar una forma alternativade comunidad basada en la cooperacióny el respeto mutuo y, juntos, vivieronfelices en los bosques para siempre.

Agradecimientos al ArquitectoOscar Arias.Fuente: James Finn Garner“Cuentos infantiles políticamentecorrectos”. Circe, bna,1998.

Caperucita Roja en los bosques de Palermo

Mínimos I

II

Cuando se apague la columna de la noche

para qué ver si estamos todos ciegos

la luz no duda solamente existe

en selvas silenciosamente exuberantes

ahí te espero

SANTIAGO FEDERICO RICHETTI

Joseph Beuys. El silencio de Duchamp está sobrevalorado