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Domingo XIX del Tiempo Ordinario
Recordemos la semana pasada
• “Caía la noche”:
Oscuridad.
Dudas.
Falta de fe y confianza.
Dificultades.
→ • La misma realidad.
Vientos huracanados y terremotos.
Fuego: conflictos bélicos.
Olas que sacuden la barca: Ébola.
Vientos contrarios y la noche: inundaciones y sequías
La respuesta de Dios
• Creemos que estamos perdidos. Pero no es así. Dios aparece en medio de estos escenarios. Así le pasó a Elías y a los apóstoles.
Jesús aparece diciendo: “Tranquilícense y no teman. Soy yo”.
Jesús está con nosotros • Aparece Jesús diciendo: “Yo soy”, es decir,
el Dios que tiene como esencia misma ser el amor.
• Dios no huye, no deja sola a la humanidad, es el Dios que camina con nosotros en la inseguridad de la vida, en la tormenta y la noche.
Jesús camina sobre el agua
• Las profundidades del mar son signo del mal: lo que no se conoce, lo que asusta: las enfermedades, la muerte, los problemas.
• Cristo ha vencido: es el Resucitado, por eso vence todo mal en el mundo. Por eso se acerca, para recordarnos que Él es la Vida, la Luz, la Paz.
¿Por qué no reconocemos a Jesús? • Los discípulos ven un fantasma. No
reconocemos la presencia de Jesús porque:
Tendemos a racionalizarlo todo: nos parece imposible que el bien pueda manifestarse en medio de las malas noticias. Nos falta la mirada de la fe.
Veamos los hechos
• Para que los discípulos comprendieran que no era la fuerza del viento sino la poca fe y la racionalización lo que produce el peligro. Por eso le dice a Pedro: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?
• ¿Por qué Jesús no calmó primero los vientos y se dejó reconocer por los discípulos?
• Dios actúa, pero sin nuestra cooperación es difícil dar con las soluciones a las
tempestades humanas, pues somos nosotros mismos quienes las provocamos.
• La prueba es que aun después que el Señor tomó de la mano a Pedro, dejó que siguiera soplando el viento, pues estando la fe firme, el viento no puede hacer daño alguno.
Hay que aprender a caminar sobre las aguas
“Pedro bajó de la barca y empezó a caminar sobre el agua, pero empezó a hundirse”.
Es necesario “caminar sobre las aguas”: La vida tiene
“muchos oleajes”, muchos vientos en contra, pero
tenemos que avanzar, aunque sintamos el piso moverse,
pues el Señor sostiene nuestra vida.
Paz serenante de Jesús • Pedro se empezó a
hundir porque en lugar de poner su mirada (confianza) en Jesús, se “sumergió” en el agua de las tragedias y eso lo desconcentró de su objetivo: llegar a Jesús.
• Aunque se turbe el mundo entero, Cristo es mi muro y mi defensa. Es su promesa. ¿Recuerdas a San Pablo el domingo anterior?:
• “Nada podrá apartarnos del amor de Dios”.
¿Cómo salir a flote?
Intensificar la oración. Buscar la dirección espiritual y la confesión. Evitar toda ocasión de pecado. Obedecer con prontitud y docilidad de
corazón a la Palabra de Dios. Confiar en Dios siempre, aunque no se vea la
calma alrededor.