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Don Pasquale 1 DON PASQUALE Página 2 Ficha artística Páginas 3-5 Resumen y argumento Páginas 6-8 Don Pasquale, Víctor Sánchez Página 9 Reírse del final, Andrea De Rosa Páginas 10-15 Biografías

DON PASQUALE - teatro-real.com · Don Pasquale 2 DON PASQUALE Gaetano Donizetti (1797-1848) Dramma buffo en tres actos Libreto de Michele Accursi, basado en el libreto de Angelo Anelli

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Don Pasquale

1

DON PASQUALE

Página 2 Ficha artística

Páginas 3-5 Resumen y argumento

Páginas 6-8 Don Pasquale, Víctor Sánchez

Página 9 Reírse del final, Andrea De Rosa

Páginas 10-15 Biografías

Don Pasquale

2

DON PASQUALE Gaetano Donizetti (1797-1848)

Dramma buffo en tres actos

Libreto de Michele Accursi, basado en el libreto de Angelo Anelli para la ópera Ser Marcantonio de Stefano Pavesi

Nueva producción en el Teatro Real procedente del Festival de Ravenna

Director musical Riccardo Muti

Director de escena Andrea De Rosa

Escenógrafo Italo Grassi

Figurinista Gabriella Pescucci

Iluminador Pasquale Mari

Director del coro Andrés Máspero

Asistente del director de escena Maria Grazia Martelli

Asistente de la figurinista Laura Lo Surdo

Asistente del iluminador Lucio Sabatino

Maestros repetidores Speranza Scappucci, Riccardo Bini

Reparto

Don Pasquale Nicola Alaimo

Ernesto Dmitry Korchak

Norina Eleonora Buratto

Doctor Malatesta Alessandro Luongo

Un notario (Carlotto) Davide Luciano

Coro Titular del Teatro Real (Coro Intermezzo) Orchestra Giovanile Luigi Cherubini

Figuración Luis Guijarro, Silvina Mañanes, Javier Páez, Mundo Prieto, Pepe Rey, Javier Tabernig

Edición Don Pasquale de Gaetano Donizetti Libreto de Michele Accursi Revisión a cargo de Mario Parenti Casa Ricordi SRL (Milán)

Duración aproximada Actos primero y segundo: 1 hora y 20 min. Pausa de 25 min. Acto tercero: 45 min.

Fechas 13, 15, 17, 19 de mayo 2013 20.00 horas; domingos, 18.00 horas

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RESUMEN

Desde la commedia dell’arte como base del dramatis personae a la crítica de las costumbres sociales, Don Pasquale plantea una

reflexión contemporánea sobre los procedimientos de la ópera bufa derivada de Carlo Goldoni: una trama intemporal en un

ambiente cotidiano. La escena se centra en cuatro personajes: el dominante y descabellado Don Pasquale, los enamorados

Ernesto y Norina, y el Doctor Malatesta, en su tradicional papel de regidor y comentador de las intrigas. Donizetti buscó una

reforma de la ópera cómica equiparable a la que había transformado el melodramma serio italiano; para ello, ideó una comedia

de costumbres sociales en la que procedimientos de sólida raigambre, como los dúos bufos y los finales en forma de rondó,

apareciesen junto a nuevas ideas musicales que potenciaran la caricatura y la comicidad de los personajes.

Entre los numerosos dúos destacan el interpretado por Norina y el Doctor Malatesta, que funge como final del acto primero, así

como la disputa entre Norina y Don Pasquale al inicio del acto tercero. Otra innovación, que acoge una de las tendencias de

mayor peso en el melodramma serio a partir de los años cincuenta, consiste en otorgar a la orquesta la primacía del discurso

musical y en consecuencia de la configuración melódica: en virtud de un uso muy diferenciado de los instrumentos, que

comentan cada suceso sobre el escenario, los diálogos parecen surgir como conversaciones espontáneas, mientras que las voces

se adaptan a las ideas musicales preexistentes en la orquesta.

El componente grotesco, una de las señas de identidad del género bufo dieciochesco, recibe asimismo una atención muy

singular por parte de Donizetti, al poner de manifiesto la irregularidad de los versos, la perturbación del ritmo, las aceleraciones

precipitadas e incluso cierta ironía enunciada desde la orquesta sobre los momentos sentimentales de la trama. Epígono

conclusivo de un género en su época de último estertor, Don Pasquale se estrenó el 3 de enero de 1843 en el Théâtre-Italien de

París, lejos de una Italia que volvía la espalda a los géneros cómicos a favor de los colores sombríos de los dramas de Bellini y del

joven Verdi. En su humanización compasiva de los personajes cómicos disolvía Donizetti los estereotipos de una género caduco y

con ello ponía un encomiable punto final al ímpetu bufo que había transformado la ópera durante todo el siglo anterior.

Gabriel Menéndez Torrellas

Don Pasquale

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ARGUMENTO

Acto primero

Sala en casa de Don Pasquale

Don Pasquale da Corneto, viejo y rico solterón, espera con ansiedad al Doctor Malatesta, amigo suyo y de su sobrino Ernesto. A

su llegada, el Doctor anuncia que por fin ha encontrado una esposa para Don Pasquale, que contempla la idea de casarse y

desheredar a Ernesto que, enamorado de la joven viuda Norina, rechaza a la vieja y rica solterona que le ofrece su tío. La novia,

de quien el Doctor Malatesta se apresura a destacar sus virtudes, no es otra que la hermana del mismo Doctor, Sofronia, hasta

entonces recluida en un convento. Don Pasquale está feliz con esta noticia, así que le insiste al Doctor para que traiga a su

hermana con el fin de despachar el matrimonio, y le comunica a Ernesto la noticia. Este, sorprendido en un primer momento por

la próxima boda de su tío, luego se desespera, al no poder ofrecer a Norina una vida feliz y al verse traicionado por su amigo el

Doctor Malatesta.

Sala en casa de Norina

Norina, que se muestra interesada en la lectura de una historia de amor, reflexiona sobre las habilidades de las mujeres para

seducir a los hombres. En ese momento recibe una carta en la que Ernesto le anuncia que quiere irse de Roma y de Italia, lo que

la inquieta, pero la pronta llegada del Doctor Malatesta logra tranquilizarla: el Doctor ha urdido un engaño en el que la joven

tomará parte; Norina se hará pasar por Sofronia y se casará –de forma ficticia– con Don Pasquale, y luego lo hará enloquecer con

el fin de hacer que la repudie y que luego permita que Ernesto se case con su amada. Norina recibe con alegría la propuesta del

Doctor Malatesta, y comienza a ensayar su papel.

Acto segundo

Sala en casa de Don Pasquale

Ernesto, con el corazón roto, se prepara para irse. Entretanto, Don Pasquale, ya vestido de gala, espera ansioso a la novia

prometida, que llega tapada con un velo y temblorosa junto al Doctor Malatesta. Norina-Sofronia actúa como una consumada

actriz: se muestra tímida, inexperta, silenciosa, ahorrativa... Don Pasquale es conquistado, pero le ruega que se quite el velo y al

ver su rostro se sorprende por la belleza de la novia, así que inmediatamente pide que llamen al notario para firmar el contrato

nupcial. El notario, que llega al instante, no es otro que Carlotto, primo del Doctor Malatesta. Apenas se firma el contrato en el

que participa como testigo el propio Ernesto –se da de repente un cambio, in extremis, en el engaño urdido por el Doctor

Malatesta–, ocurre lo impredecible: la presunta Sofronia cambia de golpe su actitud, rechaza el abrazo del nuevo marido,

comienza a dar órdenes y le dice a Don Pasquale con rotundidad que de ahora en adelante ella mandará en la casa. Don

Pasquale se queda petrificado con las decisiones de la joven esposa que le dobla la paga al mayordomo, manda tomar nueva

servidumbre y compra dos calesas, caballos, muebles... Don Pasquale, que intenta en vano oponerse, se encuentra al borde del

colapso, se siente insultado por Norina-Sofronia y asiste impotente a la destrucción de su propia casa. Mientras tanto, los dos

jóvenes enamorados – encubiertos por el Doctor Malatesta, que aconseja a Don Pasquale que se retire y finja regañar a su

hermana– se intercambian dulces caricias.

Don Pasquale

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Acto tercero

Sala en casa de Don Pasquale

Don Pasquale es testigo de la confusión que reina en su casa, ahora invadida por criados y proveedores. Lo cierto es que al

principio está sorprendido, pero luego se enoja ante el montón de facturas que le toca pagar. Cuando Norina anuncia que quiere

ir al teatro, Don Pasquale se lo prohíbe pero termina por ganarse una bofetada de Norina, que, además, se burla de él. En el

momento en que sale, Norina deja caer una carta, que Don Pasquale recoge y lee; de esta forma, él descubre que se trata de una

carta del amante de Norina –de hecho, la carta forma parte del engaño urdido por el Doctor Malatesta–, así que va a ver al

Doctor Malatesta. Una vez que Don Pasquale se va, los criados empiezan a chismorrear. Ahora el Doctor Malatesta le indica a

Ernesto cómo acabar con el engaño. Cuando el joven se va, entra Don Pasquale abatido y narra al Doctor Malatesta los últimos

acontecimientos. Ambos se ponen de acuerdo para sorprender a los amantes y darles un castigo justo: Norina será repudiada,

siempre y cuando Don Pasquale dé al Doctor Malatesta plena libertad para actuar. Don Pasquale saborea ya su venganza,

mientras el Doctor Malatesta ríe de forma disimulada.

Jardín de Don Pasquale

Ernesto espera a Norina. Cuando esta llega se declaran su amor. Pero ante la llegada de Don Pasquale y el Doctor Malatesta,

Ernesto desaparece, mientras Norina se enfrenta a su marido, que busca en vano a su rival. Por fin interviene el Doctor

Malatesta: a la casa de Don Pasquale pronto llegará Norina, que se casará con Ernesto, así que Sofronia deberá abandonar el

lugar. En un primer momento, Norina-Sofronia se muestra molesta, pero acepta con la condición de poder cerciorarse de la

nueva boda. Llaman a Ernesto, al que el Doctor Malatesta anuncia su matrimonio con una renta anual de cuatro mil escudos por

parte de Don Pasquale, que quiere celebrar la boda cuanto antes. En este momento, el Doctor desvela todo el engaño: Sofronia

y Norina son la misma persona y admite haber organizado todo con un buen fin. Y después de que los jóvenes han pedido

perdón, Don Pasquale, feliz de haberse librado de Sofronia, les bendice. Al final, a Norina le toca enunciar la moraleja del cuento:

“Está débil de mollera el que de viejo se casa, pues encontrará de fijo disgustos y líos sin tasa”.

Gabriel Menéndez Torrellas

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DON PASQUALE, UNA ÓPERA BUFA ENTRE VIENA E ITALIA

Víctor Sánchez Sánchez

En el año 2009, Riccardo Muti fue invitado a dirigir el concierto de Navidad que todos los años se celebra en el Parlamento

italiano. Al frente de sus “chicos de la Cherubini”, la misma orquesta que hoy se sitúa en el foso del Teatro Real, eligió la Quinta

sinfonía de Beethoven, uno de los grandes hitos de la música occidental. Todo un símbolo de la necesidad de regeneración a

través de un proyecto que une juventud (futuro) y arte (conciencia cívica). Tras tanta solemnidad, la sorpresa llegó con la

propina: una chispeante y alegre obertura de la ópera Don Pasquale, que disfrutaron tanto los jóvenes músicos como las

numerosas autoridades asistentes. En palabras del propio Muti, la intención era “dejar a todos con una sensación de esperanza ,

de sonrisa y de una hermosa carcajada”. No se trataba simplemente de buscar un divertido toque final a un acto festivo, sino de

toda una reivindicación de la alegría como expresión de lo humano. El maestro Muti siempre ha defendido la necesidad de la

sensibilidad del sur en la configuración de la cultura musical europea. Y la ópera bufa supone un soplo de aire fresco en las

programaciones a veces excesivamente intelectualizadas de nuestros teatros líricos.

El Don Pasquale de Riccardo Muti

Don Pasquale ha sido un título fundamental en su carrera. Con él debutó en Salzburgo en 1971, siendo invitado por Karajan sin

haber cumplido los treinta años. En su autobiografía recuerda el primer ensayo con los profesores de la Filarmónica de Viena. Se

sorprendió por su sonoridad densa y poco ligera, quizás no muy apropiada para esta ópera bufa. Tras escuchar los explosivos

acordes iniciales de la sinfonía, que le sonaron “como si se bajase al infierno”, tuvo que explicarles “que Donizetti era una cosa

diferente al Verdi de Otello”. Este choque cultural norte-sur, tan enriquecedor en ambas direcciones, ha sido una de las grandes

aportaciones de Riccardo Muti. Merece la pena citar cómo describe la emoción de este primer ensayo del Don Pasquale en Viena

en sus propias palabras:

“Comenzamos. La facilidad con que los arcos cantaban era para mí una manera nueva, palpablemente diferente de la costumbre

italiana que se había formado en la ópera y en el repertorio donizettiano; pero contenía algo de oscuro y profundo que, sin

poseer nuestro brillo, daba la impresión de entrar más en el fondo de las notas. No quiero decir que comprendiesen la música

mejor que nosotros: pero la sensación de que, con su modo de tocar, hundían las raíces un poco más allá, esta sí, debo admiti r

haberla experimentado. Era el Don Pasquale, no la Séptima sinfonía de Beethoven: sin embargo, del modo en que tocaban

Donizetti, advertí las huellas sinfónicas que habían sido escondidas desde el día en que los italianos habíamos decidido hacer, de

manera exclusiva, de la música un canto más ligero. Será verdad que así estábamos más cerca del estilo y del mundo de

Donizetti, pero aquella mañana en el Sophiensaal de Viena descubrí de repente una orquesta que se acercaba a la ópera bufa de

1843 sin cortar el hilo que la unía a Haydn, Beethoven, Schumann o Brahms: un mundo lejano que estaba delante de mí,

turbándome y fascinándome al mismo tiempo. Un milagro: fue como alzar el velo que cubre un misterioso monumento el día de

su inauguración”.

[Riccardo Muti, Prima la musica, poi le parole, 2010, pp. 91-92]

Este descubrimiento ha guiado gran parte de la carrera de Muti, mostrando la italianidad de Mozart o los ecos rossinianos en la

música de Schubert. Pero también impulsando el sustrato sinfónico y la coherencia dramática de las óperas de Verdi o Rossini.

Don Pasquale

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Don Pasquale ha figurado en el repertorio de Muti, consciente de que esta ópera refleja tanto la madurez del estilo de Donizetti

como la síntesis de la larga tradición del género. El maestro ha sabido sacar de la partitura la finura del trabajo orquestal, el

dinamismo y la vivacidad de los tempi y, sobre todo, un cuidado sentido hacia el texto y la dramaturgia.

Riccardo Muti se ha enfrentado en numerosas ocasiones a Don Pasquale. En el Festival de Salzburgo fue protagonizado por

Fernando Corena y Rolando Panerai, dos de los más destacados intérpretes bufos de su época. En 1982 la grabó para EMI con

otra de sus orquestas, la Philharmonia de Londres con Sesto Bruscantini y una sorprendentemente fresca Mirella Freni. Tampoco

pudo faltar en La Scala en los años noventa con Furlanetto. Sin embargo, estamos seguros que los mejores recuerdos de Don

Pasquale los tiene con sus “muchachos de la Cherubini” tanto en el Ravenna Festival en 2006 como especialmente en el

Musikverein de Viena en 2008, un emocionante reencuentro con sus orígenes.

Don Pasquale es el canto del cisne de la ópera bufa. Su estreno en 1843 fue el último gran éxito de un género que llevaba más de

un siglo como uno de los ejes fundamentales de la historia de la ópera. Muti lo conoce muy bien a través de sus interpretaciones

de referencia de las óperas de Mozart o Rossini. Pero el maestro ha querido ir más allá indagando en la larga tradición de la

escuela napolitana, con su proyecto “Napoli e l’Europa”, que ha culminado en 2011 con I due Figaro de Mercadante. La

implicación del Festival de Pentecostés de Salzburgo surgía de la idea de rastrear el atractivo que ejerció Italia en Mozart y

reconocer la influencia universal de la música italiana. Y es que Don Pasquale constituye, seguramente sin que el maestro se

haya dado cuenta, uno de los hilos conductores de su carrera musical. Una obra en la que ha podido expresar esa síntesis norte-

sur, ese milagro que descubrió en los primeros ensayos de Viena.

Don Pasquale de Donizetti, la última gran ópera bufa

Curiosamente, Donizetti también estuvo en Viena en la época de su Don Pasquale. El empresario Merelli, que también llevaba La

Scala de Milán, le había contratado como director de la compañía de ópera italiana, para la que compuso Linda de Chamounix

(1842) y Maria di Rohan (1843). Allí fue nombrado Maestro de Cámara del Emperador, un puesto que, según cuenta con orgullo

en una carta, habían tenido “antiguamente Krommer, Mozart o Kozeluch”. Sin embargo, el contacto con la música de los clásicos

vieneses lo había tenido en su juventud a través de su maestro Simone Mayr, un bávaro que se había establecido en Bérgamo.

De hecho, su formación práctica fue la composición de nada menos que dieciocho cuartetos. Un compañero de estos años

recuerda cómo llevaba a cada reunión un cuarteto “compuesto a lo Haydn” o “a lo Beethoven”, lo que muestra tanto su facilidad

creativa como las bases clásicas de su estilo.

Don Pasquale fue un encargo para el Teatro Italiano de París, donde se estrenó con un enorme éxito en enero de 1843. Fueron

unos años en que algunos bromeaban diciendo que no existían los teatros líricos de París sino los teatros de Donizetti, ya que

había triunfado tanto en la Opéra Comique (La fille du régiment) como en la Grand Opéra (La favorite); según Berlioz, se trataba

de “una verdadera guerra de invasión”. Lógicamente el Théâtre-Italien de París era el que mantenía con mayor fuerza las

tradiciones operísticas italianas, centrándose en el repertorio rossiniano y presentando a grandes cantantes. De hecho, Don

Pasquale reunió uno de los mejores repartos de su época: Luigi Lablache (Don Pasquale), Giulia Grisi (Norina), Antonio Tamburini

(Dottore Malatesta) y el joven tenor Mario (Ernesto).

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Donizetti la había compuesto en unas pocas semanas tomando como base un viejo libreto que había triunfado en Milán treinta

años antes. El texto reunía todos los tópicos del género: un viejo cascarrabias, una boda fingida, un intrigante doctor y una

astuta protagonista femenina. El compositor se implicó activamente en el libreto, hasta el punto que el libretista (Giovanni

Ruffini) renunció a firmarlo. En la edición aparece firmado como M.A. –lo que ha llevado a que se atribuya a su agente parisino

Michele Accursi– aunque lo cierto es que el texto corresponde exclusivamente al citado Ruffi ni y al propio Donizetti. Con su

larga experiencia teatral era consciente de la importancia de la construcción del texto para el desarrollo musical y dramatúrgico,

rasgo propio de los grandes creadores de la historia de la ópera. Y es que tras la apariencia de los tópicos del género bufo se

perciben numerosos detalles de comedia fi na, bien construida, llena de emoción y sentimiento.

De hecho una lectura más profunda de Don Pasquale nos revela el trasfondo paródico del melodrama romántico. Nadie mejor

que Donizetti para reírse de lo que conocía tan bien. La aparición del tenor en la falsa boda de su amada Norina no deja de

recordarnos una de las escenas antológicas del repertorio donizettiano: el explosivo momento en que Edgardo irrumpe en la

boda de Lucía; solo que aquí Ernesto aparece providencialmente, ya que su tío Don Pasquale le necesita como testigo de la boda.

De la misma manera Norina se ríe de los amores caballerescos que lee en su presentación (“Quel guardo il cavaliere”), reacción

similar a la de Adina en L’elisir d’amore leyendo –¡sorprendente casualidad histórica!– la historia de Tristán e Isolda.

El estreno de Don Pasquale en París fue un enorme éxito; Donizetti comentó en una carta que estaba contentone.

Inmediatamente después se fue a Viena donde repitió de nuevo el triunfo. Poco después presentó en la capital austriaca Maria

di Rohan, un melodrama alabado por la prensa local ya que “había conseguido ese aura de seriedad y dignidad que están tan

próximos al carácter alemán”. Curiosamente los músicos que estaban en el foso acababan de fundar un año antes la Filarmónica

de Viena, la misma orquesta que siglo y medio después iba a hacer descubrir a Riccardo Muti la esencia clásica de Don Pasquale.

Víctor Sánchez Sánchez es musicólogo

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REÍRSE DEL FINAL

El libreto de Don Pasquale me trajo a la mente algunas memorables burlas que se cuentan en las historias del Decamerón, en la

que el efecto cómico es mucho más eficaz cuando los personajes muestran su lado ridículo a través del mecanismo despiadado

que se tensa alrededor de ellos. Considerada desde esta perspectiva, incluso la trama de Don Pasquale parece muy cruel, pero es

solo a través de esta actitud que los personajes se muestran realmente como son y actúan.

He intentado evitar la idea según la cual Don Pasquale es un personaje ridículo, lo que permite que se burlen cruelmente de él.

Su naturaleza cómica, pensé, no debería ser una premisa previa, sino, como en el Decamerón, una consecuencia del relato, del

espectáculo. De hecho, no hace falta burlarse de Don Pasquale, sino de aquellos aspectos de su vejez a los que todos tememos y

de las que todos sentimos la necesidad de liberarnos a través de la risa y la ironía. Creo que solo entonces podemos reírnos de

nosotros mismos.

Siguiendo siempre la analogía con el Decamerón –donde los narradores aparecen entre un relato y otro, haciendo resaltar sus

propias historias sobre el dramático fondo de una Florencia amenazada por la peste–, sentí la necesidad de que Don Pasquale

tuviera un espacio en el cual pudiéramos ver a los actores que representan la farsa y sus reacciones ante el juego teatral que van

desarrollando.

Traté de captar la complejidad de esta mirada, de capturar la tristeza y la melancolía del actor, del director, ante su personaje,

ante Don Pasquale, ante sí mismo... A menudo se piensa que la vida de los grandes actores se diferencia de cómo son en escena.

Pienso, en particular, en el viejo Eduardo De Filippo, que se decía que pasaba días enteros solo en su camerino para “organizar

los papeles”, ya que tenía que ser difícil llevar a escena su Luca Cupiello y hacer reír al público cada noche con un personaje que,

año tras año, se le parecía cada vez más.

Donizetti compuso la ópera pocos meses antes de ser golpeado por la enfermedad que lo llevó a la tumba. Yo no quería

descuidar este detalle biográfico con el fin de establecer una identificación, al mismo tiempo hilarante y dolorosa, entre el

compositor y su Don Pasquale, juego de espejos en el que el autor, anciano y moribundo, intenta arrancarle al público una

última risa antes de salir de la escena.

Andrea De Rosa es el director de escena de esta producción

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BIOGRAFÍAS

Riccardo Muti

Director musical

En Nápoles, ciudad donde nació, estudió piano en el Conservatorio de San Pietro a Majella con Vincenzo Vitale y obtuvo el título

con el grado de “distinción”. Continuó sus estudios en el Conservatorio Giuseppe Verdi de Milán, bajo la guía de Bruno Bettinel li

y Antonino Votto, donde obtiene el diploma en composición y dirección de orquesta. En 1967, obtiene el primer premio en el

prestigioso concurso para directores de orquesta Guido Cantelli que se celebra en Milán. Al año siguiente fue nombrado director

principal del Maggio Musicale Fiorentino, puesto que mantuvo hasta 1980. En 1971, fue invitado por Herbert von Karajan para

dirigir en el Festival de Salzburgo. En 2010 celebró sus 40 años de magnífica colaboración artística con este extraordinario

festival austriaco. Durante la década de los setenta, fue el principal director de la Philharmonia Orchestra de Londres (1972-

1982), puesto en el que sucedió a Otto Klemperer. Entre 1980 y 1992 heredó de Eugene Ormandy la dirección musical de la

Orquesta de Filadelfia. De 1986 al 2005 ha estado al frente de la dirección musical del Teatro alla Scala. Bajo su dirección se

acometieron numerosos proyectos, como por ejemplo la Trilogía Mozart-Da Ponte y el ciclo del Anillo de Wagner. Además de los

clásicos del repertorio habitual, Muti sacó a la luz numerosas obras casi olvidadas. Entre ellas destacan piezas de la escuela

napolitana del siglo XVIII, así como óperas de Gluck, Cherubini, Spontini y, más recientemente, Poulenc, el compositor de Les

dialogues des carmélites. Con esta última producción, Muti ganó el prestigioso Premio Abbiati de la crítica. El largo periodo

dedicado a la dirección musical de La Scala culminó el 7 de diciembre de 2004 con la triunfal reapertura del teatro. Para esta

ocasión Muti dirigió la ópera L’Europa riconosciuta de Antonio Salieri. Asimismo, su contribución al repertorio verdiano ha sido

excepcional. Ha dirigido Ernani, Nabucco, I vespri siciliani, La traviata, Attila, Don Carlos, Falstaff, Rigoletto, Macbeth, La forza

del destino, Il trovatore, Otello, Aida, Un ballo in maschera, I due Foscari e I masnadieri. Su permanencia en el puesto de director

musical ha sido la más larga en la historia del Teatro alla Scala.

A lo largo de su extraordinaria carrera, Riccardo Muti ha dirigido a las orquestas más importantes del mundo: desde la

Filarmónica de Berlín hasta la Bayerischer Rundfunk, pasando por la Filarmónica de Nueva York o la Orquesta Nacional de

Francia y, por supuesto también la Filarmónica de Viena, orquesta con la que mantiene una unión especial y muy estrecha, y con

la que ha actuado en el Festival de Salzburgo desde 1971. Cuando Muti fue invitado a dirigir la orquesta en el concierto de

celebración de los 150 años de la Filarmónica de Viena, le otorgaron el Anillo de Oro como símbolo de su admiración y cariño. Ha

dirigido cuatro veces el Concierto de Año Nuevo de Viena (1993, 1997, 2000 y 2004). En abril de 2003, el canal nacional de radio

francés, France Musique, transmitió una Journée Riccardo Muti, consistente en catorce horas de grabaciones de ópera y

orquesta sinfónica de todas las orquestas a las que ha dirigido a lo largo de su carrera. El 14 de diciembre de 2003, dirigió el tan

esperado concierto inaugural de La Fenice en Venecia.

En 2004, Muti fundó la Orchestra Giovanile Luigi Cherubini, formada por músicos jóvenes seleccionados por un comité

internacional de entre unos 600 instrumentistas procedentes de toda Italia. Las numerosas grabaciones de Muti, que ya eran

importantes en la década de los setenta, han recibido un gran reconocimiento en forma de premios por parte de la crítica

especializada y abarcan el repertorio clásico de ópera y orquesta sinfónica, así como obras del siglo XX.

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El espíritu cívico y social de Muti se pone de manifiesto en sus actuaciones en diferentes lugares del mundo en el marco del

proyecto del Ravenna Festival: Le vie dell’Amicizia (Los caminos de la amistad). Han tenido lugar en ciudades como Sarajevo

(1997 y 2009), Beirut (1998), Jerusalén (1999), Moscú (2000), Yerevan y Estambul (2001), Nueva York (2002), El Cairo (2003),

Damasco (2004) y El Djem (2005), Meknes (2006), Roma (2007), Mazara del Vallo (2008), Trieste (2010) y Nairobi (2011) con el

Coro y la Orquesta de la Filarmónica de la Scala, la Orquesta y Coro del Maggio Musicale Fiorentino y los Musicians of Europe

United, formación constituida con miembros de las más importantes orquestas europeas y recientemente con la Orquesta

Cherubini.

A lo largo de su carrera ha recibido numerosos premios y galardones. Ha sido nombrado Caballero de la Gran Cruz, honor

otorgado por la República de Italia; ha recibido la Gran Medalla de Oro de la ciudad de Milán y la Cruz al Mérito de la República

Federal de Alemania. Asimismo recibió del presidente Nicolas Sarkozy la Légion d’Honneur de la República de Francia y fue

nombrado Caballero del Imperio Británico por la Reina Isabel II. El Mozarteum de Salzburgo le concedió la Medalla de Plata por

su contribución a la música de Mozart. Es también miembro de honor de la Wiener Hofmusikkapelle y de la Wiener Staatsoper.

El presidente ruso, Putin, le otorgó la Orden de la Amistad, y el Estado de Israel, el Premio Wolf de las Artes. Ha recibido

igualmente títulos honoríficos de numerosas universidades italianas y extranjeras.

Ha dirigido a la Wiener Philharmoniker en el concierto inaugural con motivo de la celebración de los 250 años del nacimiento de

Mozart en el Grosses Festspielhaus de Salzburgo; en 2012, la colaboración constante e ininterrumpida entre Muti y la Wiener

Philharmoniker alcanza los 42 años. A partir de 2007, en el Festival de Pentecostés de Salzburgo, Muti inició un proyecto de cinco

años con la Orchestra Giovanile Luigi Cherubini, dedicado al redescubrimiento y valoración del patrimonio musical, operístico y

sacro de la escuela napolitana del siglo XVIII.

En la actualidad, Muti es director musical de de la Orquesta Sinfónica de Chicago, a la que se incorporó en septiembre de 2010;

ese mismo año fue nombrado “Músico del Año” por la revista Musical America. En febrero de 2011, Muti graba con la Sinfónica

de Chicago la Messa da Requiem de Verdi. Con ella, en la 53º edición de los Premios Grammy, obtuvieron dos primeros: uno al

mejor álbum de música clásica y otro por la mejor grabación coral.

En 2011, recibió en octubre el prestigioso premio Birgit Nilsson en la Ópera Real de Estocolmo, en presencia de los Reyes Carlos

XVI, Gustavo y Silvia, así como el Opera News Award en abril en Nueva York. Y en octubre el Premio Príncipe de Asturias de las

Artes en Oviedo, entregado por el Príncipe Felipe. Además fue nombrado en julio miembro de honor de la Filarmónica de Viena

y director honorario, con carácter vitalicio, en agosto de la Ópera de Roma.

En mayo de 2012 fue galardonado con la Gran Cruz de San Gregorio Magno por el Papa Benedicto XVI. En noviembre de 2012

recibió el Premio De Sica para la Música y la Laurea Honoris Causa de la Universidad IULM de Milán en Artes, Patrimonios y

Mercados. En marzo de 2013, recibió el doctorado Honoris Causa en Literatura y Cultura Comparada por la Universidad Oriental

de Nápoles. En el Teatro Real ha dirigido I due Figaro.

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Andrea De Rosa

Director de escena

Se graduó en filosofía en 1994. Ha dirigido obras de teatro como Las troyanas, Elektra, María Estuardo, Macbeth y La tempestad.

En 1994 dirigió su primera ópera, Idomeneo de Mozart. Un año después ha llevado a la escena Curlew River de Britten, en un

proyecto dedicado al mismo compositor (The Prodigal Son y The Burning Fiery Furnace). También dirigió, para el Teatro São

Carlos de Lisboa, el tríptico formado por Sancta Susanna de Hindemith, Erwartung de Schönberg e Il dissoluto assolto de Corghi.

En 2006 estrenó en Salzburgo la ópera Il matrimonio inaspettato de Paisiello, con la dirección musical de Riccardo Muti. Otros

títulos líricos que ha dirigido son Macbeth, Maria Stuarda, L’elisir d’amore, Don Pasquale, Dido and Aeneas, Satyricon de

Maderna, entre otros, c. en escenarios de Nápoles, Roma, Turín, Copenhague y Salzburgo. En fechas recientes ha dirigido Norma

en las Termas de Caracalla de Roma. De 2008 a 2011 fue director artístico del Teatro Stabile de Nápoles.

(www.andreaderosa.info)

Italo Grassi

Escenógrafo

Nació en Reggio Emilia. Se diplomó, con una tesis experimental en escenografía, en la Academia de Bellas Artes de Bolonia en

1985. Se dedicó durante algunos años a la docencia y al campo del diseño industrial. Entre 1987 y 2000 trabajó en el

departamento escenográfico del Teatro Comunale de Bolonia, del cual llegó a ser director. Ha diseñado escenografías para

teatro, ballet y ópera. Ha colaborado en títulos como Simon Boccanegra, Il trovatore, Lucia di Lammermoor, Attila, Così fan tutte

y Arlecchino de Busoni. Estos espectáculos se han visto en teatros de Alemania, Austria, Corea del Sur, Italia, Irlanda y Japón.

Actualmente es director del departamento escenográfico del Teatro del Maggio Musicale Fiorentino y profesor de escenografía

en Libera Università delle Arti (L.UN.A) de Bolonia. Recientemente ha trabajado en producciones de Cavalleria rusticana

(Génova), La traviata (Ferrara), Le nozze di Figaro (Tokio), Il viaggio a Reims (Florencia), Il trovatore (Moscú) y Rigoletto

(Ravenna). (www.italograssi.it)

Gabriella Pescucci

Figurinista

Nació en Rosignano Solvay (Livorno) y estudió en el Instituto de Arte y en la Academia de Bellas Artes de Florencia. Fue asistente

de Piero Tosi en Medea de Pasolini y Muerte en Venecia de Visconti. Emprendió en 1969 una intensa actividad como diseñadora

de vestuario para cine, que le ha valido varios de los premios internacionales más importantes en su campo. Ha colaborado con

realizadores tan prestigiosos como Fellini (La ciudad de las mujeres), Annaud (El nombre de la rosa), Scorsese (La edad de la

inocencia), Burton (Charlie y la fábrica de chocolate), Scola (Splendor), Gilliam (El secreto de los hermanos Grimm, Las aventuras

del Barón Munchausen) y Amenábar (Ágora). En el campo del teatro en prosa y de la ópera también ha colaborado con

destacados directores escénicos, como Cavani (La traviata, Cardillac, Un ballo in maschera), Ronconi (Il trovatore), Visconti

(Manon Lescaut), Asagaroff (Ernani) y Miller (La bohème) en escenarios como La Scala de Milán, la Opernhaus de Zúrich y el

Maggio Musicale Fiorentino. En fechas recientes se ha visto su trabajo en Bolonia (Pagliacci y Cavalleria rusticana).

Don Pasquale

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Pasquale Mari

Iluminador

Fue fundador de las compañías teatrales y cinematográficas Falso Movimento (1979) y Teatri Uniti (1986) con Mario Martone y

Toni Servillo. Ha colaborado con Martone en sus montajes teatrales y en 1998 en la trilogía Mozart-Da Ponte para el Teatro San

Carlo de Nápoles, a los que siguieron otras óperas como Lulu (Teatro Massimo de Palermo, 2001), Matilde di Shabran (Festival

Rossini de Pésaro, 2004), Falstaff (Champs-Élysées de Paris, 2008) y Cavalleria rusticana y Pagliacci (Scala de Milán, 2011). Con

Servillo ha colaborado en Boris Godunov (São Carlos de Lisboa, 2001), Le nozze di Figaro (La Fenice de Venecia, 2000) y L’italiana

in Algeri (Festival de Aix-en-Provence, 2006). En este campo, también ha trabajado con, Gianni Amelio (Lucia di Lammermoor),

Francesco Saponaro (Manon Lescaut) y Andrea De Rosa (Curlew River). Como director de fotografía, ha participado en películas

como Il bagno turco de Ozpetek (1996), Placido Rizzotto de Scimeca, L’uomo in più de Sorrentino, e Il regista di matrimonio y

L’ora de religione de Bellocchio. Recientemente ha colaborado con Martone en Oberto para La Scala de Milán.

Nicola Alaimo

Don Pasquale

Nació y estudió en Palermo. Ganó el concurso de canto Giuseppe di Stefano celebrado en Trapani (Sicilia), donde debutó como

Dandini (La cenerentola). Ha desarrollado una carrera internacional que le ha llevado por prestigiosos escenarios como el Teatro

alla Scala de Milán, el Metropolitan de Nueva York, la Staatsoper de Viena, la Opéra national de Paris, el Teatro dell’Opera de

Roma y los festivales de Pésaro y Salzburgo. Ha colaborado con importantes directores escénicos (Ronconi, Flimm, Miller, Pizzi) y

musicales (Muti, Mehta, Gelmetti, Campanella). Entre su amplio repertorio sobresalen los protagonistas de Don Giovanni, Gianni

Schicchi y Falstaff, así como el Conde de Luna (Il trovatore), Fra Melitone (La forza del destino), Iago (Otello), Germont (La

traviata), Paolo Albiani (Simon Boccanegra), Dulcamara (L’elisir d’amore) y Enrico (Lucia di Lammermoor). Recientes

compromisos suyos han tenido lugar en Montecarlo (Stankar de Stiffelio) y Ámsterdam (el protagonista de Guillaume Tell).

Dmitry Korchak

Ernesto

Este tenor nació en Rusia y estudió en Moscú. Premiado en concursos internacionales (Francisco Viñas 2004 y Operalia 2004) ha

sido invitado a importantes escenarios líricos del mundo, como el Teatro alla Scala de Milán (Camille de Die lustige Witwe), la

Staatsoper de Viena (Almaviva de Il barbiere di Siviglia), la Opéra national de Paris (Nemorino de L’elisir d’amore), la Semperoper

de Dresde (Fernand de La favorite), la Opernhaus de Zúrich (Tamino de Die Zauberflöte), De Munt/La Monnaie de Bruselas

(Rodrigo de Otello) y los festivales de Pésaro (Gianetto de La gazza ladra y Osiride en Mosè in Egitto) y Salzburgo (el protagonista

en Demofoonte de Jommelli). Ha colaborado con prestigiosos directores, como Barenboim, Abbado, Chailly, Mehta, Maazel y

Nagano. Entre sus recientes actuaciones destacan las ofrecidas en Viena (Lensky de Eugenio Oneguin y Don Ramiro en La

cenerentola), París (Arturo de I puritani) y Toulouse (Don Ottavio de Don Giovanni). En el Real ha cantado en L’arbore di Diana.

(www.dmitrykorchak.com)

Don Pasquale

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Eleonora Buratto

Norina

Nació en Mantua en 1982. Se diplomó en canto en el conservatorio Campiani de Mantua en 2006. Durante tres años estudió con

Luciano Pavarotti y actualmente con Paola Leolini. En 2007 ganó el concurso A. Belli del Teatro Lirico Sperimentale de Sopleto,

en donde debutó el personaje de Musetta (La bohème). Posteriormente cantó ese mismo papel en el Teatro San Carlo de

Nápoles y en el Regio de Turín; el de Glauce (Medea de Cherubini) en Cremona y el de Despina (Così fan tutte) en el Palau de les

Arts de Valencia y la Opernhaus de Zúrich. Su relación con Riccardo Muti inició en 2009, como Creusa (Demofoonte de Jommelli)

en Salzburgo y París, continuando con el personaje principal (Susanna) de I due Figaro de Mercadante. Recientemente interpretó

la Misa en Si menor de Johann Sebastian Bach con la Chicago Symphonic Orchestra, y por petición especial del Maestro Muti,

cantó Amelia (Simon Boccanegra) en el Teatro dell’Opera de Roma. En el Teatro Real ha participado en I due Figaro.

Alessandro Luongo

Doctor Malatesta

Nació en Pisa y tras ser admitido en la Opera Studio del Teatro Verdi de su ciudad natal, debutó en el 2002 en el Teatro del Giglio

de Lucca (Beaupertuis de Il cappello di paglia di Firenze). Ganador de varios concursos internacionales, entre ellos el As.Li.Co

(2005), ha interpretado varios personajes de barítono, con especial interés por el repertorio de Mozart, Rossini y Donizetti:

Conde de Almaviva (Le nozze di Figaro), Guglielmo (Così fan tutte), Dandini (La cenerentola), Figaro (Il barbiere di Siviglia),

Belcore (L’elisir d’amore), Marcello (La bohème) y el titular de Don Giovanni. Ha cantado en escenarios como el Maggio Musicale

Fiorentino, el Teatro La Fenice de Venecia, el Teatro dell’Opera de Roma, el Théâtre des Champs-Élysées de Paris, el Teatro Regio

de Turín y el Festival Puccini de Torre del Lago. Recientemente ha interpretado al Conde de Luna (Il trovatore) en el Festival de

Ravenna y Don Carlo (Ernani) en Brescia.

Davide Luciano

Un notario

Este joven barítono italiano nació en Benevento y desde niño ha estado vinculado a la música. Recibió clases de piano, bajo,

percusión y guitarra; y a los diecinueve años comenzó sus estudios de canto bajo la dirección de Gioacchino Zarrelli. En el 2012

fue premiado en el Concurso As.Li.Co. y este mismo año realizó su debut como Papageno (Die Zauberflöte). También ha sido

galardonado en el concurso internacional de Canto de Santa Chiara en Nápoles. Fue alumno en la Academia Rossiniana de

Pésaro y participó en el Festival Rossini como Don Profondo (Il viaggio a Reims). Recientemente ha participado en la producción

de L’italiana in Algeri del Circuito Lírico Lombardo, alternando los personajes de Taddeo y Haly, en los teatros de Pavía, Brescia,

Cremona, Como, Novara y Ravenna.

Don Pasquale

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Orchestra Giovanile Luigi Cherubini

Fundada por Riccardo Muti en 2004, toma el nombre de uno de los más grandes compositores de todos los tiempos en el ámbito

europeo. El conjunto tiene dos sedes, Piacenza y el Festival de Ravenna, y está formado por jóvenes instrumentistas menores de

treinta años provenientes de todas las regiones de Italia, seleccionados en cientos de audiciones realizadas por una comisión

constituida por miembros de prestigiosas orquestas europeas y presidida por el propio Muti. Además de la intensa actividad bajo

la dirección de su fundador, han colaborado con Claudio Abbado, Dennis Russell Davies, Kevin Farrell, Patrick Fournillier, Herbie

Hancock, Leónidas Kavakos, Lang Lang, Alexander Lonquich, Wayne Marshall, Kurt Masur, Krzysztof Penderecki, Giovanni

Sollima, Jurij Temirkanov e Alexander Toradze, y se han presentado en teatros de Viena, París, Madrid, Moscú, Salzburgo,

Colonia, San Petersburgo y Buenos Aires con un amplio repertorio musical que abarca del Barroco al siglo XX. Entre 2007 y 2011

ha desarrollado un importante proyecto musical, en colaboración con el Festival de Pentecostés de Salzburgo y en

coproducciones con el Festival de Ravenna, con el fin de redescubrir y difundir el patrimonio musical napolitano del siglo XVIII.

En 2008 este mismo proyecto fue premiado con el Abbiati a la mejor iniciativa musical. La gestión de la orquesta está en manos

del Ministerio de Cultura Italiano, así como la Cámara de Comercio de Piacenza, fundaciones de Piacenza y de Vigevano y la

asociación Amici dell’Orchestra Giovanile Luigi Cherubini.