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LEER, COMPRENDER, DIALOGAR 

UN MODELO DE COMENTARIO DE TEXTO

 Barba López, Débora; García Moriyón, Félix; Parra Alonso, Coral;

Sainz Benítez de Lugo, Lucía

EDICIONES DE LA TORRE

MADRID, 2011

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Proyecto Didáctico Quirón, n.º 156

©

De la obra:

Débora Barba López, Félix García Moriyón, Coral Parra Alonso y

Lucía Sainz Benítez de LugoDe esta edición:

EDICIONES DE LA TORRE

Espronceda, 20 – 28003 Madrid

Tel.: 91 692 20 34 – Fax: 91 692 48 55

[email protected]

www.edicionesdelatorre.com 

Primera edición: Abril 2011

ET Index: 551DQF32ISBN eBook: 978-84-7960-478-6

Digitalizado por:

Iris, Cultura y Comunicacion, S.L.Sorgo 45, SS28029 Madrid

El signo © (copyright ; derecho de copia) es un símbolo internacional que representa la propiedad de autor y

editor y que permite a quien lo ostenta la copia o multiplicación de un original. Por consiguiente, cualquier 

forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser 

realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO

(Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer 

copias digitales de algún fragmento de esta obra.

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

APROPIARSE DE UN TEXTO

¿Qué pretendemos con el comentario de texto?

 La comprensión: entre Interpretación y uso

 La pregunta

 El proceso de la interpretación

EL USO DE LOS TEXTOS Y SU COMENTARIO EN EL AULA

La lectura de textos en clase

Cómo se prepara un comentario de texto

 Primeros ejercicios de comentario

 Normas orientativas

Un texto y tres comentarios

LA CORRECCIÓN DEL COMENTARIO DE TEXTO

 Material para entregar a los alumnos

 Material para uso del profesorado: Desarrollo de los criterios de corrección del 

comentario de texto

Textos comentados por alumnos, calificación de los mismos y justificación de lacalificación

DESARROLLO Y VALIDACIÓN

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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INTRODUCCIÓN

 Nadie pone en duda en estos momentos que la comprensión lectora es una de las claves del

rendimiento educativo del alumnado y de su proceso de aprendizaje. Una capacidad lectora

inadecuada repercute negativamente en todas las asignaturas puesto que difícilmente va aaprender nada el alumno en Historia o Biología, en Matemáticas o en Ciencias Sociales, si no lee

 bien. No es de extrañar que se haya dedicado mucho tiempo y esfuerzo para encontrar las mejores

estrategias en la enseñanza en relación a la lectura comprensiva. Ésta supone ir más allá de la

mera capacidad de leer un texto escrito y debe incluir lo que suele llamarse alfabetización

funcional, esto es, aquel nivel de capacidad lectora gracias al cual no sólo podemos leer un texto,

sino que también entendemos lo que quiere decirnos. Basta recordar la experiencia que todos

hemos tenido de leer, por ejemplo, un prospecto de una medicina o la letra pequeña de un

contrato con un banco, para darnos cuenta de que hemos podido leer todo el texto sin problemas, pero al final hemos sido conscientes plenamente de que no habíamos entendido nada en absoluto

o bien poco. Comprender es algo más que leer.

Pero nuestro enfoque quiere dar un paso más allá. No basta con comprender, siendo esto algo

fundamental e importante. La lectura debe ser en última pero también en primera instancia un

acto de diálogo con un autor que no está presente; alguien que expone sus ideas respecto a un

 problema que le ocupa y le preocupa, un problema que despertó en su momento su curiosidad y

que provocó en él una reflexión en búsqueda de una respuesta que es precisamente la que queda

 plasmada en el texto. En este sentido, todo texto es como una instantánea que nos ofrece el estado

de un proceso de investigación, provisionalmente cerrado. Ahora bien, cada respuesta suele

normalmente provocar nuevas preguntas, en parte porque puede no ser del todo satisfactoria en

 parte porque llama la atención sobre nuevos aspectos del problema que anteriormente no estaban

 planteados. Y es ahí donde se sitúa la lectura dialógica que proponemos en este trabajo: al leer 

nos incorporamos a ese proceso en tanto y en cuanto lo que el texto propone provoca en nosotros

una apropiación de lo dicho y nos lleva a plantear nuevas preguntas que nos llevan más allá de lo

que dice el texto y, sobre todo, lo acercan a lo que aquí y ahora es importante para nosotros.

Esa es la tesis central que a continuación defendemos: leer en su sentido más profundo de la

 palabra es dialogar con un texto e indirectamente con el autor del mismo y es también apropiarse

de lo que el texto propone para incorporarlo a nuestra propia tarea personal de dotar de sentido a

la vida que llevamos y que queremos llevar, procurando al mismo tiempo enriquecerla. Esa tesis

tiene una clara consecuencia pedagógica: si queremos mejorar la comprensión lectora de nuestros

alumnos debemos insistir en esta dimensión dialógica de la lectura. De ese modo su esfuerzo

intelectual no se limitará al arduo y valioso trabajo de entender lo que otras personas han escrito,

sino que consistirá en un esfuerzo personal que merece la pena en sí mismo porque constituye unavaliosa aportación en la ardua e ineludible tarea de llegar a dotar de sentido la propia vida. Lo que

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sigue es el resultado de un trabajo que hemos desarrollado durante varios años. Todo empieza por 

la práctica de la enseñanza de la filosofía y el uso de los textos de los filósofos en el aula,

 buscando un modelo de trabajo sobre esos textos que sea realmente provechoso para los alumnos.

Al principio seguíamos algunas propuestas que gozaban de gran aceptación. Esos modelos

 planteaban un problema pues estaban pensados más para el alumnado universitario, lo que hacía

difícil su uso en el bachillerato, por lo que era necesaria una seria adaptación. Esta comenzó por 

revisar una característica de esos modelos: en general, ponían mucho énfasis en el contexto desde

el que el texto estaba escrito, exigiendo dedicar especial atención a la recogida de información

que permitiera conocer dicho contexto y, por tanto, realizar un comentario más fundamentado.

Eso tenía un doble inconveniente; el primero consistía en desviar la atención del alumno hacia

aspectos que no eran el texto en sí mismo, aunque eran importantes sin duda para una mejor 

comprensión del texto. El segundo inconveniente consistía en destacar el trabajo de recogida de

información y erudición por parte de los alumnos. Al final, apenas quedaba tiempo ni espacio

 para incluir la opinión crítica del alumno sobre el texto leído. Ambos inconvenientes, sobre todo

en este nivel educativo, repercutían negativamente en lo que nosotros considerábamos

fundamental: leer un texto equivale a dialogar con él para apropiárselo.

Con ese enfoque no era fácil aprovechar las enormes posibilidades de aprendizaje que ofrece la

lectura de textos. Poco a poco, en un proceso de ensayo y error, llegamos a definir un modelo

inicial de comentario que se situaba ya en la línea de lo que aquí planteamos. Además, la

aparición de una asignatura de filosofía en el nivel de enseñanza secundaria, la ética, reforzó la

idea de que el modelo estaba bien orientado y que era valioso no sólo para los textos de losgrandes filósofos sino para textos de estilo ensayístico en general con más posibilidades de ser 

utilizados en enseñanza secundaria obligatoria.

Puestas así las cosas, hace tres años constituimos un grupo de trabajo con el objetivo de perfilar 

dicho modelo, procurando elaborar una propuesta que mejorara su práctica en el aula y que

 pudiera ser compartida con otras personas que tienen las mismas dificultades para conseguir que

sus alumnos lean con personal provecho textos de filósofos o de ensayistas en sentido general. En

 primer lugar, comenzamos revisando los distintos modelos de comentario de texto y a partir de

ahí, el trabajo consistió en ofrecer una fundamentación de nuestra propuesta apoyados en la

abundante producción teórica que se ha dado en los últimos años en el marco global de la

hermenéutica. Eso es lo que recogemos en el primer capítulo bajo el título de «Apropiarse de un

texto», un trabajo que ya publicamos en la revista  Diálogo filosófico y que hemos revisado para

esta publicación.

En segundo lugar, analizamos a fondo el modelo que ya utilizábamos en el aula. Gracias a eso

 pudimos mejorar la propuesta, introduciendo modificaciones importantes. Revisamos además los

 procedimientos para incluir los textos en el trabajo cotidiano en el aula, sobre todo con el propósito de facilitar el aprendizaje de los alumnos. Hemos elaborado unas pautas para poder 

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trabajar con el alumnado entre las que se incluían, además de las orientaciones específicas,

algunos ejemplos realizados por nosotros mismos para que puedan ser utilizados por el alumnado

como guía de su trabajo. Eso es lo que hemos expuesto en el segundo capítulo.

Por último, nos interesaba diseñar unas pautas de corrección de la prueba que la convirtieran en

un instrumento de evaluación válido y fiable. Es decir, un instrumento que realmente midiera la

capacidad de lectura comprensiva y que, utilizado por distintas personas como instrumento de

evaluación, permitiera que los alumnos obtuvieran notas muy similares o iguales. Esto ha exigido

un largo trabajo de depuración de los criterios de evaluación así como de la aplicación práctica de

dichos criterios. El resultado de ese trabajo es el que exponemos en los capítulos 3 y 4, cerrando

nuestra aportación con una bibliografía comentada.

El grupo de trabajo ha contado siempre con el respaldo del Centro de Filosofía para Niños y el

reconocimiento oficial de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid.

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APROPIARSE DE UN TEXTO

¿Qué pretendemos con el comentario de texto?

Como ya hemos dicho, desde hace algún tiempo venimos trabajando en un modelo alternativo de

comentario de texto sustancialmente diferente a los que habitualmente se vienen proponiendo en

el ámbito educativo y académico. Algunas de las propuestas más sólidas al respecto son los

modelos presentados por Manuel Camarero, por Augusto Klapepenbach o, el más completo de los

tres, el que elaboraron Cristóbal Aguilar Jiménez y Vicente Vilana Taix.

Comenzando por la propuesta de Manuel Camarero, ésta distingue dos partes principales en el

comentario de texto. La primera de ellas consiste en la elaboración del resumen y la

determinación del tema, cuyo objetivo es la comprensión del texto. La segunda abarca lo que

 podríamos denominar propiamente “comentario de texto”, en el cual se realiza un análisis

 pormenorizado del texto examinando el significado de cada frase. Esto no deja de ser una

 paráfrasis del texto original que poco aporta, a lo sumo nos hace ser conscientes de la relación de

coherencia y cohesión de unas frases con otras, evidenciando supuestos que estaban ocultos.

También se incluye en este apartado el análisis de elementos que configuran el texto, como el

contexto (relaciones intertextuales y extratextuales) y la estructura (métrica si se trata de textos en

verso, o de contenido).

 No obstante este planteamiento adolece del defecto de tratar al texto como algo muerto y ajeno al

lector. Nosotros creemos que debe darse un paso más, estableciéndose una verdadera interacción

entre texto y lector. De acuerdo con nuestro enfoque una verdadera lectura implica que el lector se

enrede con el texto, que dialogue con él y que en este diálogo ambos queden modificados,

 produciéndose una apertura a nuevas posibilidades de sentido con respecto a la situación anterior 

al diálogo. Camarero no llega a este nivel, sino que busca una comprensión del texto lo más

 perfecta posible. Se pierde, por tanto, lo que nosotros consideramos el nivel más enriquecedor delcomentario, la posibilidad de un diálogo fecundo entre texto y lector.

El modelo que propone Augusto Klappenbach consiste en una adaptación del modelo de Oxford

 para su utilización en Secundaria. Se trata pues de un modelo más sencillo que se divide en tres

 partes bien diferenciadas. El objetivo de la primera de ellas es entender el texto: la terminología,

el tema general que trata y la idea central del texto, que será enunciada en forma de resumen. La

segunda parte versa sobre la comprensión del texto y con ella se pretende profundizar en la forma

en la que el autor desarrolla el tema, lo cual debe explicitarse indicando las ideas principales y

secundarias. La tercera parte es la del comentario propiamente dicho. El objetivo principal de esta

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última parte es contextualizar el texto tanto en la obra a la que pertenece, como en el conjunto de

las obras del autor, en el momento histórico en el que fue escrito y en el contexto ideológico del

que forma parte. Así mismo relacionar el texto con la historia del pensamiento, con otros autores

que hayan tratado de responder al mismo problema que el texto y con nuestra situación actual, es

un momento importante del comentario crítico.

Desde nuestro punto de vista este modelo de comentario de texto otorga toda la atención e

importancia del comentario a la recuperación objetiva del texto, evitando establecer un verdadero

diálogo entre el texto y el lector, tal como ocurre en el modelo anterior. El objetivo primordial de

la lectura debería ser que ésta aporte algo nuevo a quien lee el texto en la configuración de su

concepción del mundo, así como que se inserte en su experiencia concreta y vital. Sin embargo

este modelo no ofrece esta posibilidad al lector. El interés que guía el comentario se limita al

interés histórico o intelectual de conocer la postura e ideas del autor, relegando a un segundo

 plano casi inexistente la visión que el lector pueda tener acerca del tema en cuestión.

Por último, la propuesta de Cristóbal Aguilar Jiménez y Vicente Vilana Taix tiene la ventaja de

ofrecer una completa enumeración de modelos de comentario, mostrando de ese modo las

diferencias que pueden existir entre ellos. Recoge igualmente las normas del comentario

elaboradas por la Universidad de Oxford, que son las que habitualmente se utilizan como punto

de partida.

 No cabe la menor duda de que son trabajos de gran calidad que han exigido un riguroso estudio y

 preparación. Ahora bien, adolecen de un fallo fundamental que, desde nuestro punto de vista, es

decisivo para abordar correctamente el tema. En todos ellos el eje central es que el estudiante

entienda lo más adecuadamente posible lo que el autor nos quiso decir con el texto, dejando muy

 poco o ningún espacio para dar un paso más hacia la lectura dialógica.

Sin negar en ningún momento validez a estas propuestas, nuestro enfoque responde a una

inquietud básica sobre cómo leer un texto y su importancia como herramienta para generar 

 pensamiento. Todo ello, además, en el contexto del mundo educativo, en concreto en la enseñanza

secundaria.

La propuesta que presentamos a continuación parte de dos supuestos importantes. Uno de ellos,

en el que vamos a centrarnos en este trabajo, es el de nuestra comprensión de lo que implica el

acto de leer, es decir, cómo entendemos la actividad humana de la lectura. El otro supuesto

 procede de nuestra propia experiencia docente, teniendo en cuenta lo que de hecho ocurre en las

aulas cuando se leen textos con el alumnado, las dificultades que esta actividad presenta y las

ventajas que se obtienen cuando se adopta un enfoque como el que aquí esbozamos. El objetivo

fundamental de esta propuesta es que el comentario de texto sea un momento más de la reflexión

filosófica, a través del cual los alumnos se acerquen a las grandes cuestiones que se les plantean a

los seres humanos, pensando sobre ellas, a la vez que elaboran su propio pensamiento en diálogo

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con el texto. Con ello se amplían sus perspectivas, horizontes y visiones acerca del mundo y de la

vida.

¿Pero acaso no es esto lo que siempre hacemos cuando leemos algo que nos gusta, que capta

nuestra atención, que incluso llega a “transformar” nuestras vidas? ¿En qué consiste ese tipo de

lectura que tanto apreciamos? ¿Dónde reside su valor? Nuestro enfoque de la lectura es el mismo

que está en la base de la concepción del acto de leer de autores como Gadamer, Ricoeur, Bajtin,

Eco, Freire y Rorty entre otros. Aunque también es deudora de los planteamientos de la Filosofía

 para y con Niños. Es un enfoque que expusimos en su momento en un artículo titulado «¿Qué es

leer?»1 cuyas tesis Fundamentales reproducimos a continuación.

El acto de lectura, más allá de lo que se piensa cotidianamente, no es un proceso simple, sino que

tiene varios niveles. El primero es el de aquellas personas que han aprendido a identificar las

letras y las palabras y que pueden leer de corrido un texto, pero no comprenden realmente lo que

leen. A los que ocupan este nivel se les denomina analfabetos funcionales ya que, aunquedominan este primer nivel lector, no consiguen entender lo que leen. Un segundo nivel de lectura

es aquel que incluye la comprensión del contenido o del mensaje que el autor del texto pretende

transmitir. En este nivel la comprensión tiene distintos niveles que irán desde el grado cero, que

casi nunca se da, hasta la comprensión plena, que tampoco parece del todo alcanzable. El grado

cero de comprensión no parece muy creíble ya que resulta bastante improbable que no se haya

entendido nada. Lo más probable es que se haya entendido algo y esa comprensión por escasa que

sea, es el punto de partida de un buen acto lector. Una comprensión plena parece también casi

imposible, en parte porque los autores son conscientes desde la gestación del texto que esas palabras no acaban de transmitir todo lo que ellos quieren decir, y en parte también porque, como

señala Umberto Eco, una obra puede suscitar múltiples respuestas, incluso más allá de lo que su

autor estaría dispuesto a admitir de acuerdo con su voluntad significativa, lo cual no indica que

sea posible cualquier lectura.

Ahora bien, leer tiene un tercer nivel al que hacía alusión Gadamer. Dice este pensador que

escribir es crear algo para ser leído y leer es hablar en diálogo entre quien escribió el texto y quien

ahora lo lee. Tal diálogo fecundo concluye captando el sentido desde la propia interpretación.

“Leer, en definitiva, es dejar que le hablen a uno”2. Y es este el tercer nivel de lectura que, en

cierto sentido, es el primero o el fundamental. Aceptando esta tesis hasta sus últimas

consecuencias, no hay lectura si no se da el diálogo. El diálogo es la dimensión más profunda y

enriquecedora de la lectura, ya que consigue imbricar el plano significativo del texto con el de la

 propia vida. Es fundamentalmente desde este tercer plano desde el que se propone nuestro modelo

de comentario de texto.

Existe el problema de que estos tres niveles de lectura, que en ningún caso deben ir separados ya

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que son complementarios, tienden a ser enseñados y utilizados de forma separada en el proceso

de enseñanza. Es por ello que se plantea la concepción del buen acto lector como una escalada

 progresiva por estos tres niveles, y en esta escalada muchos son los que se quedan en los niveles

uno y dos. Si se integra en la enseñanza desde edades tempranas la consecución de estos tres

niveles de forma conjunta, no sólo se enseña a leer al alumnado, sino también a pensar con y

sobre un texto e incluso más allá de él.

Justamente esta idea fue la que utilizó uno de los más importantes pedagogos del siglo XX, Paulo

Freire. Este gran pedagogo brasileño entendió la lectura como un acto de crítica personal y

dialógica de lo leído y por eso enfocó el aprendizaje de la misma como un proceso de

concienciación que parte de unas palabras claves que despiertan el interés del lector. Para

lograrlo, utilizaba palabras con una gran carga significativa para los sujetos que de ese modo

servían para fomentar la reflexión y el diálogo. Freire consiguió de esta forma un abrumador éxito

en la mejora de los índices de alfabetización en Brasil. En definitiva lo que propone Freire es la

unión de la lectura con el diálogo entre iguales, encaminado a esclarecer los significados y a

 propiciar una apropiación personal del mensaje, gracias a la cual las personas recuperan o

consiguen el poder de expresar sus propias ideas y de hacer sus propias lecturas, abriendo la

 posibilidad de alcanzar un mundo dotado de sentido.

Desde este enfoque hermenéutico-pedagógico es como concebimos la lectura. Nuestro

 pensamiento sobre lo que ha de ser el comentario de texto se aparta de modelos más clásicos y

tradicionales, que conciben el acto de leer como el mero entender, pero sin salirse del propio

texto. En dichas concepciones, el texto es entendido como una entidad histórica, normalmente bien fechada y sujeta a unos condicionantes contextuales que han de tenerse en cuenta, pero ni se

toma ni se presenta a éste como un interlocutor válido con el que dialogar. De esta forma se

cancela la posibilidad de establecer un verdadero diálogo, renunciando así a que el texto se

integre en nuestro universo significativo. Por ello se debe no sólo comprender el contenido del

texto, sino dialogar con él y usarlo, tal como señala Rorty: “El uso del texto es algo que afecta a

la concepción del lector sobre quién es, para qué sirve, qué quiere hacer consigo mismo: [se trata

de] un encuentro que ha reordenado sus prioridades y propósitos, (...) que le ayuda a cambiar la

 propia vida”3.

Al esbozar esta concepción de la lectura no podemos dejar de señalar una sugerente idea

gadameriana: leer no es reconocer un mensaje fijo y objetivo, pues la lectura posee una

dimensión creadora que nunca se agota posibilitando así el realizar siempre nuevas lecturas sobre

un mismo texto. Esta dimensión va desgranando las diferentes capas significativas del texto

ofreciendo al lector la posibilidad de dialogar. Los textos vuelven a convertirse en lenguaje

hablado y, por tanto, vuelven a ser algo dialógico. Leer es siempre volver a la principal

característica del lenguaje hablado, el diálogo: «(...) cuando leo algo quisiera siempre, además,

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oírlo. De lo que se trata es, pues, de volver a convertir lo escrito en lenguaje y del oír asociado a

esa reconversión».4

Del mismo modo nos enriquecemos con la aportación de Ramón Flecha, quien pone de manifiesto

la importancia de que la lectura sea también una actividad que se hace en común. La comunidad

de lectura que se intenta conseguir se basa en varios principios, entre los que están el diálogo

igualitario y la inteligencia cultural , es decir, todas las personas tienen las mismas capacidades

 para participar en el diálogo, aunque lo muestren en contextos distintos. La persona está

capacitada para introducir nuevas afirmaciones y tomar parte en el diálogo. Por tanto, se debe dar 

en el grupo una autoconfianza interactiva, que implica tanto la confianza en que lo que uno va a

decir tiene sentido, como a la vez que lo que los demás van a decir también lo tiene, además del

reconocimiento por parte del grupo de esas capacidades.

A modo de resumen brevísimo de intenciones, concluimos señalando que lo que intentamos

conseguir es algo que creemos de gran riqueza para el alumnado: pensar dialógicamente con lostextos. Se trata de realizar una lectura profunda, que desgrana algunas de sus posibilidades

comprensivas, y en la cual el texto se torna interlocutor válido con el que dialogar. Ya no se trata

sólo de comprender lo que se dice en él sino de concebirlo como objeto de comprensión y de uso;

de uso para reflexionar y pensar con él integrándolo en nuestro conjunto de vivencias,

apropiándonoslo.

 La comprensión: entre Interpretación y uso

Detrás de la tarea de leer un texto puede haber muy distintas intenciones y propósitos. Cuando

leemos el prospecto de un medicamento pretendemos entender con exactitud y precisión el

mensaje del texto para poder seguir las indicaciones correctamente. Si leemos la carta de algún

ser querido que lleva lejos de casa mucho tiempo, intentamos ir más allá del mensaje literal para

intuir cuál es su estado de ánimo, si es feliz o si, por el contrario, la gravedad de la situación por 

la que pasa tiene más peso de lo que quiere darnos a entender.

Con independencia de cuál sea nuestra intención, siempre que iniciamos la lectura de un texto, el

conjunto de creencias que constituye nuestra concepción del mundo y de nosotros mismos se abre

y queda por un momento en suspenso, a la espera de la lectura. Después de realizarla nuestro

conjunto de creencias puede quedar inalterado o ser modificado, pero en cualquiera de los dos

casos con la lectura ampliamos el alcance de nuestra visión de las cosas al descubrir alternativas,

 perspectivas o matices que nos habían pasado desapercibidos hasta el momento.

Este proceso que tiene lugar cuando leemos un texto ha suscitado numerosas preguntas y

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 problemas. ¿Qué hemos de hacer cuándo leemos un texto: intentar descubrir la intención del autor 

y las inquietudes personales y culturales en las que se gestó la obra que nosotros leemos o por el

contrario debemos dejarnos inundar por la lectura para que ésta nos afecte y nos permita

experimentar algo no previsto de antemano?

Antes de que aparecieran las propuestas que han reivindicado el papel del lector en el acto

interpretativo, el paradigma de los estudios literarios estaba constituido por el denominado

enfoque generativo, el cual centraba toda su atención en el texto, considerado como un sistema

objetivo de informaciones, y proponía el análisis del objeto textual con total independencia del

efecto que éste pudiera provocar en el lector. Quienes adoptaban y adoptan esta postura sostienen

que la comprensión ha de consistir en la reconstrucción objetiva de las condiciones de acceso — 

contexto, función, objetivo— bajo las cuales se nos manifiesta una obra o un texto. Este modo

tradicional de afrontar la lectura de un texto, que también puede ser denominado enfoque realista

o esencialista, tiene en su base un supuesto fundamental que les permite concebir la comprensión

de este modo5. Este supuesto consiste en afirmar que existe una naturaleza o esencia de las cosas

que conocemos y que, por tanto, existe una única forma de conocer correctamente las cosas, lo

cual, trasladado a nuestro caso, equivale a afirmar que existe una única forma de interpretar 

correctamente los textos.

El principal problema que presenta esta propuesta radica en la imposibilidad de alcanzar el

contenido objetivo del texto y de reconstruir el estado originario en el que se ha gestado la obra,

que no sólo consiste en el contexto histórico, más o menos accesible a través de los siglos, sino

también en la intención de su autor, lo cual implica la imposibilidad de la comprensión misma. Almismo tiempo da por hecho que la realidad, la del propio texto, su autor y su contexto, carece de

la complejidad intrínseca que no sólo posibilita, sino que también exige una pluralidad de

enfoques interpretativos. Y ambos problemas se aplican tanto al texto y su autor como al lector, y

a sus respectivos contextos. Además, desde esta perspectiva, la comprensión del texto queda

limitada y reducida a la adquisición de un mero saber teórico, privando al texto de toda capacidad

de afectar o pertenecer a nuestro mundo.

Frente a este enfoque, a partir de los años 60-70 surgieron nuevas teorías de la lectura que

 pusieron en primer plano la función o el papel del lector dentro de la tarea interpretativa.

Conocemos estas teorías con el nombre de teorías de la recepción o, de forma más general, con el

de enfoque interpretativo, en oposición al precedente. El más importante teórico que inició la

corriente en los años 1960 es Hans Robert Jauss, quien tuvo gran influencia en las dos décadas

siguientes, si bien a nosotros nos interesa más la elaboración de la misma realizada por Umberto

Eco con sus estudios sobre "lector modelo".6 Estos autores, y otros anteriores como John Dewey,

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al que volveremos más adelante, coinciden en este propósito de rescatar la aportación creativa del

lector en el acto interpretativo y lo hacen desde perspectivas distintas. Nosotros no nos

identificamos plenamente con ninguna de ellas, sino que de cada una de estas propuestas

recogemos algunas de sus ideas.

Comenzamos por la aportación de los pragmatistas, quienes han realizado una importante labor en

el campo de la interpretación, alejándose radicalmente de las posiciones realistas, esencialistas y

cientifistas. Proponen como marco de toda indagación renunciar al objetivo de descubrir la

verdad entendida como correspondencia con la realidad, así como a contextos privilegiados desde

el punto de vista epistemológico en los que realizar la indagación, tal como podría ser la ciencia

en determinados ámbitos de investigación. Frente a la intención que tienen los realistas de aislar 

el significado del texto de todo aquello que el lector aporta a la lectura, los pragmatistas afirman

que no es posible tomar en consideración el texto como un objeto en sí mismo,

descontextualizado, sino que todo objeto está siempre contextualizado y se nos presenta asociado

a toda una serie de creencias. Desde esta perspectiva, nuestras creencias, nuestras teorías, nuestros

lenguajes, en definitiva, nuestra visión del mundo, no es algo que nos impida la nítida y verdadera

aprehensión del objeto —o del texto—, sino que, por el contrario, es aquello que nos posibilita su

significado. El pragmatismo concibe la comprensión como la relación que el lector establece

entre el significado del texto con otros textos, otras épocas, culturas o visiones del mundo. En este

sentido, lo que hacemos al conocer un objeto o al comprender un texto es insertarlo en el conjunto

de nuestras creencias sin romper la coherencia entre éstas. No obstante, si llevamos esta postura

al extremo y ciframos todo el peso de la interpretación única y exclusivamente en el lector, nosencontramos ante la dificultad de hallar un criterio con el que establecer en qué medida hemos

comprendido el texto que deseamos comentar, ya que deja en manos del receptor la entera

constitución de la obra, igualando en legitimidad todas las posibles interpretaciones e

impidiéndonos resolver el problema de la correcta interpretación de lo comprendido. Adoptar esta

 postura en el contexto del sistema educativo nos obligaría a reducir los criterios de corrección a

los aspectos formales del comentario, no pudiendo establecer que una interpretación sea más o

menos correcta que otras.

En este trabajo valoramos positivamente algunos aspectos de la propuesta de los pragmatistas,

centrándonos concretamente en la de Richard Rorty, puesto que ésta nos permite reivindicar la

espontaneidad del lector con mayor intensidad que los modelos de comentario de texto presentes

en el mercado; sin embargo, no compartimos con ellos la idea de que la función del intérprete sea

«golpear el texto hasta darle una forma que servirá para su propósito» 7. Leer textos es prestar 

atención a lo que nos dicen a la luz de nuestra experiencia, de nuestras inquietudes, de nuestros

intereses, en definitiva, de lo que cada uno de nosotros es, y el objetivo de esa lectura es un

cambio de la propia vida, de los propósitos, valores o prioridades del lector. Sin embargo, el

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hecho de que todo texto pueda ser considerado como una obra abierta, según palabras de

Umberto Eco, o como una referencia abierta, según las de Ricoeur, que el lector ha de completar 

con su interpretación, no nos debe confundir. Efectivamente todo texto tiene una pluralidad de

sentidos que los distintos lectores se encargarán de ir descubriendo con el paso del tiempo y el

discurrir de la historia, pero de ahí no se sigue que se pueda hacer lo que se quiera con el texto.

En este punto compartimos las palabras de Eco: «…lo difícil que es decir si una interpretación es

 buena o no. Sin embargo, he decidido que es posible establecer algunos límites más allá de los

cuales se puede afirmar que una interpretación determinada es mala e inverosímil. Como criterio,

mi crítica cuasi popperiana quizá sea demasiado débil, pero es suficiente para reconocer que no

es cierto que todo sirve»8.Frente a las propuestas que hemos examinado hasta ahora y que cifran

el acto de la comprensión bien en la reconstrucción objetiva del contexto de la obra y de su

significado, bien en la recreación de la obra por parte del lector, nosotros planteamos la

comprensión como un proceso dinámico que va del texto a su asimilación por parte del lector,

asimilación que ha de respetar la ley que impone el texto. Dicho con otras palabras, y siguiendo a

Umberto Eco, cuando leemos y comprendemos un texto lo que hacemos es ponernos a conversar 

con él bajo la dirección del tema que nos propone. En este sentido la conversación o el diálogo

que establecemos en la lectura, aunque está orientado por el tema del texto, es algo que sobrepasa

a sus interlocutores —texto y lector— en la medida en que están creando algo nuevo que antes no

existía, están descubriendo nuevas perspectivas o relaciones de sentido sobre el tema en cuestión.

Por eso Gadamer, máximo exponente de la filosofía hermenéutica, afirma que comprender es

 siempre el proceso de fusión de los horizontes en juego.

Gadamer define el concepto de horizonte como el ámbito de visión que abarca y encierra todo lo

que es visible desde un determinado punto, desde nuestra situación, por lo que tanto el texto como

el lector cuentan con horizontes seguramente muy distintos. La propuesta alternativa al

subjetivismo y al objetivismo radicales que realiza Gadamer implica rechazar que uno de los dos

horizontes prevalezca sobre el otro cuando se produce la comprensión.

Muchos de los modelos de comentario de texto que están en circulación proponen una

reconstrucción del horizonte histórico del texto o del autor para alcanzar la comprensión o, lo que

es lo mismo, proponen ponerse en el lugar del otro —del texto, del autor, de la época— para

entenderlos mejor. Gadamer llama a este tipo de ejercicio «desplazarse al horizonte histórico del

otro» y rechaza la posibilidad de que haciendo esto pueda haber un verdadero diálogo y una

verdadera comprensión. Cuando nos desplazamos al horizonte histórico del texto, el interés que

nos mueve es simplemente el de conocer el texto como si se tratara de un objeto dado y

formarnos una idea acerca de cuáles son sus inquietudes, sus problemas, etc., privándolo de su

 pretensión de sentido, de su pretensión de decirnos algo que nos pueda interpelar y pueda afectar 

realmente nuestra concepción del mundo y de nosotros mismos.

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Desplazarse al horizonte del otro no es un verdadero diálogo. El diálogo se establece cuando dos

interlocutores se ven afectados por un mismo problema y se proponen reflexionar conjuntamente,

desde sus horizontes particulares, para alcanzar una perspectiva más amplia que la que tenían

antes de ponerse a dialogar, y que precisamente es más amplia porque ponen en común,

contrastan o descubren cada uno de ellos un horizonte que antes ignoraban. Esto es lo que

significa fusión de horizontes: que desde nuestro propio horizonte ganamos una generalidad más

amplia, superior, que sobrepasa tanto mi visión particular como la de mi interlocutor.

La hermenéutica propone un proceso a través del cual se desarrollan el diálogo y la comprensión,

que se conoce con el nombre de «círculo hermenéutico». Este proceso debería ser enriquecido

con otros criterios que nos permitieran delimitar con más precisión el amplio ámbito de

interpretaciones plausibles de un texto, pero de momento es una aportación muy válida para este

trabajo. Según la hermenéutica, la comprensión de un texto tiene una estructura circular y

comienza cuando orientamos la mirada a la cosa misma , en nuestro caso al texto y al tema que

nos propone. A continuación, fruto de la primera lectura, proyectamos como sentido de todo el

texto el primer sentido que nos aparece. Este primer sentido se genera no sólo con la lectura del

texto, sino que en él intervienen también los prejuicios y las opiniones previas con las que

contamos antes de realizar la lectura. A partir de estos prejuicios creemos ir descubriendo ciertos

sentidos del texto que, posteriormente, con sucesivas lecturas, vamos revisando. Todas las

revisiones del primer sentido que hemos atribuido al texto reciben el nombre de anticipaciones de

 sentido y nos permiten ir depurando progresivamente los conceptos previos con otros más

adecuados hasta alcanzar la comprensión, que se da en el momento en el que las opiniones previas con las que se inicia la lectura dejan de ser arbitrarias. Todo este proceso de anticipar el

sentido del texto y de depurar o sustituir este sentido por otro más adecuado tiene lugar de forma

circular: proyectamos un sentido a partir de nuestras opiniones y conocimientos previos y después

lo contrastamos con el texto. Éste nos permite acrisolar ese sentido que hemos proyectado gracias

a que hemos descubierto algún matiz nuevo o alguna idea que antes ignorábamos, de forma que

volvemos a anticipar un sentido del texto más elaborado o completo que el anterior, para acudir al

texto de nuevo.

Gracias a la familiaridad que compartimos con el texto le prestamos atención cuando éste nos

interpela, escuchamos su llamada. Gracias a la extrañeza nos interesamos por lo que el texto

 pueda decirnos, ya que, al no identificarnos con él completamente, la lectura puede descubrirnos

 puntos, ideas, matices acerca del tema que tratamos que nosotros ignorábamos.

La segunda de las condiciones hermenéuticas consiste en la actitud de apertura que debemos tener 

frente al texto. Cuando alguien lee un texto puede adoptar tres actitudes distintas ante él. Hay

lectores que se aferran a sus concepciones previas para defenderlas frente al texto, lo cual

imposibilita un diálogo genuino, ya que impide prestar verdadera atención a lo que el texto tieneque decir. Hay otra actitud que pueden adoptar los lectores y que consiste en abandonar sus ideas

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y opiniones para no dejarse “contaminar” o influir por ellas a la hora de leer el texto. Se pretende

de esta forma alcanzar una postura más objetiva, pero esta actitud también impide el diálogo,

 puesto que priva al texto de su pretensión de decirnos algo interesante también para nosotros, para

nuestro mundo. Frente a estas dos actitudes surge una tercera: la actitud hermenéutica. Al entablar 

un diálogo según el proceso circular antes descrito lo que estamos haciendo es poner en suspenso

nuestras opiniones y creencias, pero no para neutralizarnos y llegar al texto en su objetividad, sino

 para dejarnos modificar por lo que el texto pueda decirnos. Esta actitud no equivale a deshacerse

de las opiniones previas de cada uno ni a identificarse con ellas plenamente, sino a ponerlas en

suspenso, a mantenerlas bajo la condición de escuchar al otro y de modificarlas en la medida en

que el diálogo nos haya permitido descubrir opciones más adecuadas.

Todo texto puede decirnos algo que nos resulte vitalmente interesante y que transforme nuestra

forma de ver el mundo y a nosotros mismos. Dialogar con alguien es estar dispuestos a

transformarnos. Esta es la actitud propia de la hermenéutica y del verdadero diálogo, y la que

nosotros reivindicamos como la adecuada para leer y comentar un texto.

 La pregunta

En el diálogo que el lector establece con el texto la pregunta ocupa un lugar fundamental y por 

ello, como veremos en los sucesivos apartados, ha de quedar plasmado en el comentario de texto.

Comprender la pregunta que ha guiado la reflexión de los distintos filósofos es lo que nos permite

saber a qué problemas se han enfrentado, qué respuesta proporcionaron y qué nuevas preguntas

surgieron en la reflexión. A partir de un interrogante, de una duda, se intenta proporcionar una

respuesta que a su vez dará lugar a nuevos problemas, abriéndose así el campo del conocimiento.

La filosofía tiene su origen en aquellos interrogantes radicales que afectan al ser humano, a los

cuales necesita dar respuesta para completar su imagen del mundo y su propia experiencia. Ésta

se muestra fracturada o incompleta en algún sentido o ámbito, razón por la cual necesita poner en

marcha el pensamiento. ¿Cuál es el origen de la naturaleza? ¿Cómo es posible el movimiento?¿Qué es la justicia? ¿Cómo se ha de configurar una sociedad justa? ¿Cómo actuar moralmente

 bien?… Éstas son cuestiones que han surgido con gran fuerza en distintas épocas demandando

una respuesta. Y a partir de estas preguntas y problemas que se van imponiendo a la propia

conciencia se desarrolla la reflexión filosófica, dándose distintas respuestas que, a su vez, darán

lugar a nuevas inquietudes. Esto sucede a lo largo de toda la historia de la filosofía, ya que detrás

de cada autor se encuentran unos conflictos, unos problemas, a los cuales se ha visto impelido a

dar solución. Surgen así nuevas matizaciones y distintas cuestiones que van encaminando la

reflexión por uno u otro ámbito del conocimiento. Cada época e incluso cada filósofo poseedistintas inquietudes y se plantea preguntas distintas según sea su experiencia vital; es por ello

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que comprender la pregunta que ha dado origen a distintas teorías se torna necesario para

comprender dichas teorías. No obstante, el papel de la pregunta no se agota en la comprensión de

la posición del autor frente a ella. El texto suscita en cada lector distintas cuestiones según las

 propias inquietudes, expectativas y situación vital, siendo éstas las que precisamente abren la

interpretación y el diálogo con el texto, que es propiamente lo que adquiere mayor peso en la

concepción de la lectura que estamos defendiendo. Estos son los elementos previos mediante los

cuales el lector se acerca al texto y lo convierte en algo pertinente en su propia vida.

La pregunta es lo que permite que el texto nos interpele aquí y ahora, en nuestra propia

experiencia. Éste nos lanza interrogantes relevantes y con sentido que no están prefijados por las

 pretensiones del autor, posibilitando la apropiación del texto por parte de cada lector. El sentido

del texto se torna así mucho más amplio que el que le otorgó su autor, surgiendo múltiples

interpretaciones con cada nueva lectura.

De esta forma, encontramos que la dialéctica del preguntar se vuelve condición de lacomprensión y de la interpretación, y en definitiva, de la apropiación del texto. Plantear las

 propias preguntas e inquietudes con relación al texto es lo que posibilita que podamos adquirir 

una lectura relevante que aporte nuevas formas de configurar y enriquecer la propia experiencia.

En este aspecto podemos citar a Gadamer, quien afirma lo siguiente: «Lo que hay al principio es

más bien la pregunta que el texto nos plantea a nosotros, nuestra propia afección por la palabra de

la tradición, de modo que su comprensión implica siempre la tarea de la automediación histórica

del presente con la tradición».9

Desarrollaremos estas ideas trayendo a colación las concepciones socráticas del diálogo y

 platónicas de la dialéctica, así como la hermenéutica gadameriana. Pero antes de pasar a ello, para

explicar la importancia de la lógica de las preguntas mencionaremos un ejemplo que Bergson

 propone para distinguir dos formas distintas de conocimiento: la idea y la vivencia. Según el autor 

francés tenemos dos formas de conocer París; la primera forma es través del estudio de los mapas

y las fotos de sus calles, a través de las descripciones hechas en los libros sobre su estructura o

 paisaje, mediante los cuales conseguimos una idea clara y detallada de la ciudad. La segunda

forma de conocerlo es paseando veinte minutos por algunos de los distintos lugares de la ciudad.

En el primer caso tendremos un concepto, una idea de París quizás más amplia que en la segunda

forma, pero sólo paseando por sus calles podremos tener la vivencia de París, pasando a formar 

 parte de nuestro ser y de nuestra propia vida.

Aplicado este ejemplo a nuestra concepción de la lectura, solamente conoceremos los problemas

y las preguntas a las que se enfrenta la filosofía a través de vivencias que nos acerquen a ellos y

nos haga sentirlos como propios. Comprender la pregunta a la que el texto responde y sobre todo

formular nuestras propias preguntas al respecto adentrándonos así en la reflexión, es lo que nos

 permite enfrentarnos a los problemas filosóficos y tomar conciencia de su importancia y

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 pertinencia, adquiriendo verdadera relevancia en nuestra vida.

Según lo dicho hasta ahora, podemos afirmar que comprender un texto requiere comprender la

 pregunta a la que el texto mismo responde, siendo éste una de las posibles respuestas dadas a la

 pregunta. A su vez, al comprender la pregunta nos preguntamos a nosotros mismos sobre ella para

saber si los supuestos de los que el texto parte son o no correctos, si responde a la pregunta o sólo

en parte, convirtiéndose el acercamiento al texto en una lectura crítica. Esto nos permite ir más

allá de una consideración del lenguaje como pura apertura de mundos, en la línea de Heidegger y

Rorty, lo que lo convierte en inconmensurable y renuente a la crítica. El lenguaje, analizado desde

un naturalismo débil y desde un realismo no representacionalista, como hace Habermas 10, es una

forma de habérselas con el mundo y en ese sentido se requieren procesos de argumentación que

 justifiquen la validez y normatividad de lo dicho por el autor. Por otra parte, sólo cuando la

lectura provoca en nosotros distintas preguntas y líneas de lectura conectando con nuestro propio

horizonte vital, podemos decir que la lectura ha sido relevante. Una pregunta es tanto más

relevante en la medida en que despierta nuevos interrogantes a los que tendremos que buscar 

nuevas respuestas. La pregunta es en definitiva lo que permite avanzar en el conocimiento, es lo

que inicia el pensamiento en busca de solución, lo que en un primer momento nos despierta la

curiosidad y nos insta a introducir orden y claridad en la comprensión que tenemos de ellas. Todo

el enfoque constructivista del proceso de aprendizaje mantiene como uno de los ejes

fundamentales de su aportación esta dialéctica entre la pregunta y la respuesta. El aprendizaje se

da precisamente porque los seres humanos desde su nacimiento sien-ten curiosidad por el mundo

que les rodea y además mantienen con ese mundo una relación problemática. Esto les obliga a ir formulando teorías que les permitan relacionarse con el mundo, teorías que despiertan nuevas

curiosidades y nuevos problemas a los que tendrán que dar solución con nuevas y más ajustadas

teorías en un proceso indefinido muy bien expuesto por Guy Claxton11. Dando un paso más en

nuestro análisis de las condiciones de posibilidad de la dialéctica de preguntas y respuestas, lo

 primero que encontramos es la actitud de asombro, convirtiéndose en el motor privilegiado de la

reflexión filosófica. El asombro es lo que posibilita que la experiencia común, cotidiana, pueda

tornase problemática. Es la actitud que permite tomar conciencia de los problemas que escapan de

nuestro conocimiento y de nuestro control, así como formular preguntas al respecto abriendoespacio a la cuestionabilidad de las propias ideas y creencias. Permite que aquello que

anteriormente nos parecía fuera de todo cuestionamiento se presente ahora como incierto,

 problemático y no cotidiano, ante lo cual necesitamos urgentemente dar una respuesta.

La segunda condición de posibilidad del preguntar es el reconocimiento del propio no saber.

Solamente cuando reconocemos que no sabemos estamos en condiciones de buscar la verdad y el

conocimiento. Cuando creemos saber sobre un tema, nos impedimos avanzar o profundizar en el

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mismo, pues creemos estar en posesión de la verdad y consideramos innecesario hacer el más

mínimo esfuerzo para buscar aquello que ya se posee. Es por ello que la pregunta constituye la

apertura al conocimiento.

El reconocimiento de la ignorancia abre la puerta a la curiosidad y el deseo de saber, lo que se

expresa en la formulación de una pregunta y en el inicio de un proceso de reflexión. La ironía y la

mayéutica, dos elementos claves del diálogo socrático, constituyen todavía hoy un paradigma de

la estrecha relación entre ignorancia y aprendizaje, pregunta y reflexión. Platón nos ofrece un

 buen ejemplo del diálogo socrático en el  Menón. Sócrates comienza preguntando si la virtud es

enseñable, pero de inmediato destaca que respuesta requiere en primer lugar resolver una

 pregunta previa: saber qué es la virtud. Una vez planteadas tales cuestiones, el interlocutor del

filósofo va dando distintas definiciones que Sócrates va desmontando hasta que le hace

reconocer no saber qué es la virtud, quedando solamente en pie la pregunta.

Es en ese momento cuando se inicia el camino hacia el saber, ya que sin el cuestionamiento delas propias opiniones y el reconocimiento de la propia ignorancia en el tema no se realiza ningún

esfuerzo en conocer. Solamente quien admite que no sabe y tiene preguntas está en condiciones

de iniciar el camino de la reflexión y del aprendizaje. En esto precisamente consiste la actitud de

apertura ante el texto: tenemos que estar dispuestos a dejarnos decir algo por él, partir de la base

de que nos puede enriquecer y aportar nuevos puntos de vista completando nuestra idea sobre el

tema en cuestión.

La pregunta requiere, por tanto, reconocer que la respuesta no está fijada, es decir, reconocer 

la cuestionabilidad de aquello por lo que se pregunta. Es por ello que no todas las preguntas

son verdaderas preguntas; aquellas de las que ya conocemos de antemano la respuesta

(preguntas pedagógicas, retóricas) no lo son. Siguiendo en este sen tido a Gadamer, podemos

decir que sólo en la medida en que aquello por lo que preguntamos posee algún tipo de

cuestionabilidad para nosotros ante lo cual no tenemos una respuesta definitiva, podemos hablar 

de verdaderas preguntas.

En la medida en que preguntar pone de manifiesto un aspecto problemático en aquello por lo que

se pregunta, implica poner en cuestión los supuestos previos de los que se parte sobre el propiotema. Con las preguntas sometemos a revisión las opiniones que tenemos al respecto, pero

también poseen una vertiente positiva: el que sabe preguntar hace un esfuerzo riguroso por hallar 

una respuesta argumentada, esto es, basada en los mejores argumentos disponibles y eso es lo que

exige Sócrates de sus interlocutores. En la respuesta solo avanzamos en nuestro conocimiento si

vamos más allá de la pura opinión y ofrecemos argumentos y contraargumentos, es decir, si

exponemos en qué nos basamos y por qué no estamos dispuestos a admitir otras respuestas. Y

además, como bien subraya Habermas, en ese proceso de argumentación adoptamos el punto de

vista de una comunidad intersubjetiva dispuesta a aceptar la fuerza probatoria de los argumentos.

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Y es este juego de argumentos y contraargumentos, de preguntas y respuestas, lo que abre el

diálogo con el texto. Habíamos dicho que un mismo texto puede suscitar múltiples preguntas

según el lector que lo lea, pero hemos de tener en cuenta que hay un marco delimitado por el

 propio texto que, aunque es bastante amplio, permite que haya preguntas pertinentes y no

 pertinentes. Las preguntas no pertinentes difícilmente podrán dar pie a un diálogo con el texto;

éste queda olvidado y la reflexión sigue al margen de él. En este caso las pretensiones de sentido

del texto son puestas en suspenso, quedando vedada la posibilidad de que el texto pueda

completar nuestro conocimiento del tema en cuestión. El texto se convierte en un mero pretexto

 para dar pie a nuestra propia opinión que puede estar, sin duda, muy bien argumentada, pero no

venir a cuento. Es importante reconocer el papel del lector en el acto de lectura, pero no podemos

olvidar que tenemos un texto con unas determinadas pretensiones de sentido que tenemos que

interpretar. Concluyendo, podemos decir que sólo comprendiendo la pregunta a la que un texto

responde podremos comprender cómo el texto es una posible respuesta a tal pregunta y en qué

medida es satisfactoria. Pero la importancia de lógica de la pregunta y respuesta no se agota

aquí, sino que toda respuesta es fecunda en la medida en que genera nuevas preguntas que

conectan con los intereses de cada lector. Es por ello por lo que leer un texto es en definitiva,

apropiarse de él, hacer nuestros los problemas que suscita y comprenderlos en la experiencia de

nuestro propio horizonte vital siempre enriquecido por el horizonte del propio texto.

 El proceso de la interpretación

Para continuar con nuestra tarea de exponer cómo debemos plantearnos la lectura y el comentario

de un texto parece necesario delimitar con precisión qué es un texto, dado que el término se

maneja en la actualidad con gran generosidad semántica. Entendemos por texto algo hablado o

escrito en un determinado contexto, con preferencia además por el texto escrito, aunque no

debemos olvidar el origen del mismo como un texto inicialmente hablado. Acotado así el

término, es necesario dar un paso más y establecer distinciones entre los diferentes tipos de

textos. Podemos hablar de este modo de textos «poéticos», «jurídicos», «periodísticos»,«filosóficos», o también podemos hablar de textos «medievales», «barrocos», «de Cervantes» o

«de Kant». En todos estos casos estamos utilizando ciertas invariantes que nos permiten precisar 

algo más, estableciendo algunas diferencias que, por otro lado, nos avisan ya sobre determinadas

 peculiaridades que debemos tener en cuenta al abordar su lectura y comprensión. Un texto

 poético, por ejemplo, siempre exige un mayor esfuerzo de atención, mientras que un texto

 periodístico puede leerse en «diagonal», lo que bastaría para recabar la información que nos está

trasmitiendo. En este trabajo nosotros nos centramos en textos «ensayísticos» y, más en concreto,

en textos «filosóficos». Al margen de importantes precisiones que podríamos hacer, entendemos por tales aquellos textos en los que se trasmite un conjunto de ideas abstractas sobre la realidad,

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con especial presencia de elementos expositivos y argumentativos. En todo texto podemos

encontrar un conjunto de relaciones jerárquicamente estructuradas, en las que hay una mezcla de

orden y sorpresa, siendo está última imprescindible para dar paso a una apropiación del texto por 

el lector que vaya más allá de la pura recepción de una información. Textos absolutamente

ordenados, como las guías telefónicas, no dejan prácticamente ningún margen a la receptividad

creativa del lector. No es eso lo que ocurre con textos ensayísticos, aunque no todos ofrecen el

mismo margen a la sorpresa. Esto da paso a afirmar al mismo tiempo que un texto, como precisa

Roland Barthes, es siempre pluralidad irreductible, una pluralidad que nada tiene que ver con la

ambigüedad, sino más bien con la consideración del texto como un tejido en el que se entretejen

«citas, referencias, ecos: lenguajes culturales (¿qué lenguaje puede no serlo?), antecedentes o

contemporáneos, que lo atraviesan de lado a lado en una amplia estereofonía»12.

El texto se presenta además como fragmento con vida propia que se independiza del autor que lo

ha producido. Siguiendo una vez más a Barthes, podemos decir que la obra es propiedad de un

autor, pero el texto no lo es. La metáfora que mejor desvela lo que es un texto es la de la red,

 puesto que podemos considerarlo precisamente como una red, un espacio en el que se entrecruzan

 pluralidad de escrituras con múltiples dimensiones procedentes de los mil focos en los que se

configura la cultura. Bien lo veía Bajtin, para el que cada individuo se constituye como colectivo

de numerosos “yoes”, es el resultado de un diálogo permanente con muchas otras voces

 procedentes del pasado y de otros ámbitos de la cultura y la ideología. Es el sujeto social el que

está detrás de todo texto, destacando de ese modo la polifonía como expresión de la multiplicidad

de actores que confluyen en la producción y recepción de un texto.La lectura se sitúa, por tanto, en una relación dialógica en la que participan diferentes voces,

siendo el autor del texto y el lector dos de las voces posibles, pero no únicas, como veremos más

adelante. Al mismo tiempo, siguiendo a Bajtin, la relación objetiva manifiesta que el signo es algo

ideológico, por lo que en ningún caso es un reflejo inocente de la realidad. Es más bien un

fenómeno complejo que «refleja y refracta» la urdimbre social. Es el contexto en el que se sitúa,

su específica circunstancia, lo que le lleva a significar una o muchas cosas, y hace de él algo

semánticamente inacabado, dinámico y abierto, por lo que en sí mismo tiene la capacidad de

generar informaciones distintas a receptores diferentes.

 No es de extrañar, por todo lo anterior, que tanto Barthes como Bajtin, pero también los grandes

autores de la hermenéutica actual —ahí están las aportaciones de Gadamer o Eco— hayan

subrayado la importancia del lector, que tiene un papel activo en la tarea de leer. Esta pasa a ser 

un trabajo, un juego, producción, práctica, de tal modo que ya no hay una gran distancia entre el

acto de escribir y el acto de leer, pues entre ambos se establece una continuidad de actividad

significante. Todo texto exige del lector una colaboración práctica que va más allá del esfuerzo

encaminado a su comprensión directa y constituye una invitación a producir el texto en una

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versión específica, a ejecutarlo, construyendo o deconstruyendo el juego de ausencias y

 presencias. Lo que sobre todo se pide del lector, en un genuino acto creativo, es que se apropie

del texto, que le haga decir lo que, sin su activa implicación, nunca habría dicho.

Es lo que con anterioridad hemos expuesto al hablar del uso de los textos. Leer es sobre todo usar,

como bien indicaron en su momento los pragmatistas, y también muchos de los primeros autores

dedicados a la hermenéutica, ya desde los tiempos del cristianismo inicial enfrentado a la tarea de

cómo entender los textos bíblicos. Y el texto es, al final, de quien lo usa y lo necesita. Al usarlo,

le damos una vida nueva que nos es completamente propia y personal. Dewey, reflexionando

sobre los grandes problemas de la estética, destacaba del mismo modo que toda obra de arte, toda

obra creativa, es siempre una obra abierta a la espera de ser recogida por un «espectador».

 Ninguna obra de arte está terminada mientras no ha sido recibida por un espectador que la hace

suya y la dota de un significado desde un horizonte único, o desde su personal perspectiva. El

acto creativo que acompaña a toda obra de arte no se reduce al que en su momento llevó a cabo el

autor de la misma, sino que sigue en el que hace quien la contempla o, en este caso, la lee.

Este enfoque nos permite situar en sus justos límites la comprensión de un texto, entendida esta

como saber lo que el texto «realmente» dice. Derrida ya nos avisaba de la dificultad de acceder a

ese algo «realmente» dicho, residuo de una metafísica de la presencia que ya no es sencillo, ni

siquiera posible, sostener 13. No obstante hay algo obvio: la comprensión de lo que un texto dice es

condición necesaria, pero no debe ponerse como condición previa. La comprensión es un paso en

un proceso mucho más largo de la interpretación, que no debe verse como un proceso lineal, sino

más bien como una espiral en la que se va progresando con sucesivos círculos que avanzan yretroceden. Una mínima comprensión es necesaria de entrada, porque de otro modo sería

imposible aproximarse a un texto. Nada podemos hacer, por ejemplo, cuando se nos ofrece un

texto en un idioma que nos resulta totalmente desconocido como pudiera ser el sánscrito, del

mismo modo que es imposible un trabajo hermenéutico cuando lo comprensión inicial de lo

escrito, que se nos presenta en un lenguaje esotérico, es casi imposible. Esta última es la

sensación que puede tener cualquier lector normal ante un texto filosófico abstruso, como pueden

ser, por ejemplo, algunos textos de Heidegger: no se entiende absolutamente nada de entrada por 

lo que queda anulada la posible sorpresa que un texto provoca en nosotros.

Afirmado lo anterior, no es lícito ir mucho más allá: comprensión inicial básica, pero no

definitiva. Leer un texto nos invita a indagar en lo que el autor nos quería decir, lo que nos pide

una cierta fidelidad a lo ahí escrito y fijado. En el mejor de los casos, eso nos sitúa ante lo que los

expertos denominaban el círculo hermenéutico, con sucesivas aproximaciones a lo genuino y

original, a la dimensión persuasiva que todo texto tiene, pues un autor nos quiso trasmitir algo.

Pero sobre ese fondo inicial se levanta el interés del lector que le lleva a convertir el texto en algo

relevante para su propia experiencia personal. En el cruce de ambas perspectivas se sitúa

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igualmente lo que acabamos de decir: el texto tiene una autonomía y al mismo tiempo una

densidad de significado que permite la existencia de diversas lecturas del mismo en cada una de

las cuales se pone el énfasis en dimensiones diferentes, algunas bien distintas y distantes.

Aquellos textos y obras completas que han pasado a ser considerados como clásicos lo son

 justamente por esa riqueza significativa.

Avanzar en la comprensión y apropiación de un texto escrito es algo que tenemos que realizar en

un proceso de diálogo, tal y como lo plantean en los orígenes de la filosofía Sócrates y Platón,

 pero más todavía el primero que el segundo. Sócrates reivindicó activamente una retórica

dialógica, apoyado en su convencimiento de que el pensamiento es por naturaleza diálogo, en el

sentido socrático antes mencionado que incluye la ironía y la mayéutica, el paso constante de la

 pregunta a la respuesta y otra vez a la pregunta, rechazando una retórica excesivamente centrada

en la persuasión, esto es, en la capacidad de lograr que el receptor asuma las tesis del emisor.

Bajtin insiste en esa dimensión dialógica de la retórica socrática, que él llama heteroglosia: una

 pluralidad de voces que se esfuerzan en escuchar las diferentes perspectivas o puntos de vista con

los que se trata un problema14. Por eso Sócrates recurría a la ironía y la mayéutica como

 procedimientos coherentes con esa pluralidad de voces que deben participar en un diálogo sin la

 preocupación de alcanzar un consenso o una única comprensión del aspecto de la realidad en

discusión. Por eso mismo también es posible que se resistiera a dejar por escrito nada, algo que sí

hizo Platón. Este mantuvo en principio la estructura dialógica, recogida en la estructura formal de

sus diálogos, pero fue derivando hacia planteamientos monológicos, ya incipientes en sus

 primeras obras. En estas se da en efecto un diálogo, pero con una profunda desigualdad entre los participantes pues es Sócrates, el personaje por el que habla Platón, quien monopoliza la

discusión, de tal modo que el diálogo tiene más de retórica persuasiva que de apertura y novedad

creativa del propio proceso de pensamiento. Cierto es que Platón era consciente de lo que la

escritura puede suponer de pérdida de la dialogicidad directa que siempre mantiene la

conversación hablada, y así lo hizo constar en el bello mito de Teuth. Sin embargo, él escribió

 bastante, alejándose de la polifonía socrática, de la metáfora del carnaval como escenificación del

 pensamiento, tal y como señala Bajtin. No son del todo injustas, por tanto, las acusaciones de

Popper quien considera a Platón un caso «ejemplar» de los enemigos de la sociedad abierta. Eldiálogo exige al menos dos interlocutores que mantienen posiciones que pueden divergir o

coincidir; ambos consideran que su punto de vista es el que está bien fundamentado en

argumentos y, por tanto, debe ser aceptado, pero están abiertos a otros posibles puntos de vista,

incluso aquellos que invalidan su propia interpretación. Tal y como lo plantea Hans Albert quien

mantiene que al hablar pienso que tengo razón en los puntos de vista que mantengo y ofrezco

razones que lo prueban. Pero dialogo porque admito que quizá yo pueda estar equivocado y ser la

otra persona la que tiene razón, apoyada en mejores argumentos. Ahora bien, es incluso posible

que los dos estemos equivocados y que de la discusión surja una posible alternativa o se nos

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imponga una moratoria en la aceptación de conclusiones. Y la cuarta posibilidad tiene también

cabida: nuestros puntos de vista diferentes pueden ser complementarios, al menos en el sentido de

abordar cada uno de ellos posibles diferentes dimensiones del tema en discusión, todas ellas

válidas. De todos los diálogos posibles hay uno que tiene para nosotros especial importancia, el

diálogo filosófico. En él, además de las características propias de todo diálogo en general, que

someramente hemos expuesto en los párrafos anteriores, se dan los rasgos propios de la filosofía.

De todos los que podríamos incluir aquí, con un planteamiento exhaustivo que hiciera justicia a la

diversidad de prácticas filosóficas, conviene que destaquemos cuatro. Es el primer rasgo la

 pretensión de rigor conceptual, procurando siempre un uso matizado, preciso, claro y distinto de

los conceptos, evitando todo tipo de ambigüedades y vaguedades. El segundo rasgo alude a la

exigencia de argumentación rigurosa que pretende ir más allá de la expresión de puras opiniones;

es decir, no se admite ninguna tesis que no vaya avalada por buenas razones. En tercer lugar, es

importante llamar la atención sobre la necesidad de no dar nada por supuesto, lo que es lo mismo

que prestar atención a los supuestos de los que se parte cuando se exponen los respectivos puntos

de vista, supuestos que, como no puede ser menos, están también sujetos a argumentación. Por 

último, sin renunciar nunca a la pretensión de verdad, el diálogo filosófico se enfrenta a conceptos

muy generales y a problemas para los que no existe una solución asequible, puesto que no hay en

ese ámbito de los primeros principios y los conceptos más universales ningún criterio último al

que se pueda recurrir para zanjar definitivamente las discrepancias Leer un texto, y más todavía

comentarlo, consiste, por tanto, en establecer un diálogo en profundidad con el mismo, entendida

la profundidad como el rigor propio del diálogo filosófico. La dificultad viene dada por el hecho

de que el autor del texto no está presente para poder responder a nuestras preguntas, sin las cuales

 por otra parte tampoco se puede dar una lectura realmente comprensiva, como indican casi todos

los modelos de aprendizaje de la lectura. Es más, si llevamos hasta el final la propuesta de

Barthes o de Derrida, ni siquiera podemos hablar de un autor, dada la autonomía que adquiere el

texto en sí mismo y el papel que se reconoce al lector en la definitiva, sin dejar de ser provisional,

fijación del significado del mismo. La lectura provoca en nosotros cierta perplejidad o curiosidad

que cristaliza en la forma de una pregunta bien formulada. La «bondad» viene dada tanto por la

capacidad que tenga de abrir una reflexión rigurosa como por la relación que pueda tener con lo

que en el texto está planteado o al menos incoado. El texto, por tanto, despierta en nosotros un

 proceso de reflexión que comienza en el momento en que descubrimos que dicho texto es también

una respuesta tentativa a una pregunta que su autor se planteó.

Formulada nuestra propia pregunta, el comentario prosigue con el esfuerzo que realizamos para

darle respuesta, siguiendo las exigencias del diálogo filosófico que antes mencionábamos. Esto

es, respondemos con una tesis inicial para la que hay que aportar argumentos sólidos, pertinentes,

coherentes y relevantes. Al argumentar tenemos en cuenta lo dicho en el texto que comentamos,

es decir, volvemos en algún momento a las afirmaciones en él contenidas y a los argumentos enlos que se apoyan. Realizamos un esfuerzo de descentramiento de nuestro propio punto de vista

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 para tener en cuenta el del texto, que se incorpora a nuestra argumentación, bien sea para

refutarlo, para matizarlo o para reforzar lo que también nosotros consideramos una respuesta

adecuada. Nos tomamos en serio el texto y de ese modo evitamos realizar un puro monólogo, en

el que el texto queda reducido a pretexto para exponer nuestro punto de vista.

Cierto es que no podemos apelar al autor para validar su propia posición y sus posibles respuestas

a nuestras consideraciones, pero no es una objeción que impida la tarea, pues de aceptar que así

fuera, se podría decir lo mismo respecto al esfuerzo para saber lo que realmente dice el texto,

 posibilidad que ya hemos excluido. Así pues, el trabajo dialógico no consiste ni más ni menos que

en llevar hasta sus radicales consecuencias lo que Gadamer nos ha dicho acerca del círculo

hermenéutico y la fusión de horizontes, con planteamientos que trascienden las pretensiones

objetivistas de otras corrientes hermenéuticas. Queda igualmente refutada toda pretensión de

arbitrariedad subjetiva en el trabajo con el texto. No podemos decir lo que nos venga en gana ni

tampoco podemos hacer un uso del texto que no se someta a las referencias repetidas al mismo

 para mantener el diálogo con lo que allí se dice.

Por otra parte, para romper definitivamente con esas inadecuadas oposiciones, nuestro enfoque

del comentario apela a la intersubjetividad: la apropiación de un texto se enriquece si se realiza

desde una práctica compartida en el marco de una comunidad de investigación que incorpora el

texto a su proceso de búsqueda de la verdad. Se parte del hecho de que tanto la comprensión

como la cognición en general son construcciones compartidas por una comunidad de personas

que intercambian sus puntos de vista y los elaboran en diálogo constante con quienes les rodean.

Esa cognición social, esa mediación del nosotros en el proceso de reflexión personal, se convierteen un dique que delimita constantemente las interpretaciones que se alejan completamente de lo

que está ahí ante nosotros y nos obliga a atenernos más a ello. No implica la exigencia de alcanzar 

consensos, como en algún momento parece haber indicado Habermas, sino la exigencia de

someter las propias interpretaciones al «tribunal» de la comunidad de hablantes que interactúan

con nosotros. Las interpretaciones, gracias a ese proceso de diálogo intersubjetivo, deben ser 

verificadas en la práctica, esto es, en su capacidad de ser tenidas en consideración por aquellas

 personas con las que hablamos, y además contrastadas por su referencia a la realidad el texto que

tenemos que comentar. Así entendida la interpretación de un texto nos aproximamos a lo que en

su momento planteó Peirce y que desarrolla Habermas en su hermenéutica pragmática naturalista.

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EL USO Y COMENTARIO DE TEXTOS EN EL AULA

 La lectura de textos en clase

Siguiendo una larga tradición, la enseñanza de la filosofía ha recurrido siempre a la lectura de

textos de los autores clásicos. Eso se puede encontrar incluso en los primeros momentos del

nacimiento de la filosofía occidental, cuando ya los primeros filósofos entendían que su reflexión

 personal sólo tenía sentido en diálogo con los autores que les habían precedido o con los

contemporáneos. La escolástica medieval convirtió la lectio, seguida del comentario o disputatio,

en uno de los instrumentos fundamentales de la enseñanza en general y de la enseñanza de la

filosofía en particular. En las últimas décadas ha vuelto a crecer la importancia del uso de texto enla enseñanza del bachillerato y también en la secundaria, tanto de filósofos en el sentido clásico

como de pensadores que en la actualidad cultivan el género literario del ensayo. Esa recuperación

se ha dado en tres ámbitos muy distintos: por un lado, en el último curso de bachillerato,

formando parte de la Prueba de Acceso a la Universidad; también se utilizan con frecuencia en la

asignatura de filosofía (en la actualidad, Filosofía y Ciudadanía) de primero de bachillerato; por 

último se utiliza, aunque con menos frecuencia en la secundaria obligatoria en el marco de la

asignatura de Ética y Ciudadanía o Educación para la Ciudadanía. Los textos utilizados tienen,

como es lógico, diferente nivel de complejidad. En el último curso abordamos textos de filosofíaen sentido estricto con cierto nivel de dificultad en la comprensión y el objetivo suele ser 

 profundizar en el conocimiento de la obra de un autor. Algunos de los que están prescritos en

algunas comunidades autónomas pueden ser considerados como muy inapropiados dado que su

nivel de dificultad técnica los hace difícilmente asequibles para los alumnos los cuales deben

emplear tanto tiempo en la simple comprensión del texto en sí mismo que apenas tienen tiempo

 para establecer un diálogo con lo que el texto presenta. En primero de bachillerato se utilizan

textos diversos, algunos de ensayistas, que pueden ser de comprensión más asequible que los

anteriores; suelen introducirse para enriquecer la reflexión sobre un tema filosófico. En la

secundaria obligatoria se recurre a textos sencillos de filósofos o a textos ensayísticos variados,

como pueden ser algún artículo de opinión en la prensa o algún reportaje sobre uno de los temas

que se debaten. El modelo que nosotros proponemos se puede y se debe aplicar en los tres

ámbitos, si bien con las adaptaciones necesarias para atender las diversas exigencias de cada

etapa.

Por otra parte, los textos se pueden introducir en el aula en situaciones también diversas. Es

 posible utilizar un texto como punto de partida para la discusión filosófica en torno a un tema; en

este caso, la lectura del texto —por ejemplo, un texto de Rousseau sobre la libertad— en el que el

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autor expone su opinión sobre un tema debatible, sirve para que los alumnos inicien una discusión

sobre este tema en la que el punto de vista del autor será tanto un elemento a tener en cuenta

como una provocación que invita a la reflexión personal. No se trata, por tanto, de una tesis que

los alumnos deben aprender para luego introducirla en un ejercicio sobre el tema, sino más bien

de una tesis sobre la que los alumnos deben elaborar sus propias reflexiones. Al hilo de la

discusión será factible recabar algo más de información sobre el pensamiento del autor leído y

comentado para entender mejor lo que quería decir y para realizar una crítica más fundada de sus

opiniones, si bien no es un requisito imprescindible. Este es un buen uso que tiene sus objetivos

 bien definidos y busca sobre todo provocar la reflexión crítica del alumnado contando con lo que

la tradición filosófica ha aportado acerca de los temas debatidos.

Es posible también utilizar el texto para ilustrar o ampliar una discusión sobre un tema. Los

alumnos pueden estar discutiendo, por ejemplo, acerca de la posibilidad de los seres humanos

 para alcanzar la verdad. En un momento de la discusión la profesora reparte un texto de Gorgias

en el que el filósofo griego expone y argumenta su escepticismo y ese texto sirve para que los

alumnos descubran un punto de vista que no habían tenido en cuenta. O pueden ver en el texto la

opinión que algunos de ellos estaban defendiendo expresada de otra manera, con frecuencia de un

modo más preciso. También puede contribuir a dar un giro a la discusión al abrir perspectivas o

aspectos de la misma que habían pasado desapercibidos. Al igual que en el caso anterior, el texto

debe ser comprendido para obtener el resultado didáctico buscado, pero la relación de los

alumnos no se agota en esa comprensión sino que apunta a la apropiación personal del texto que

 pasa a integrarse sin problemas con su propia reflexión. El diálogo filosófico de un grupo de

alumnos, convertido en comunidad de investigación, se enriquece de ese modo con la

introducción de otras personas que en su momento y en sus circunstancias personales se ocuparon

de temas muy parecidos.

Un tercer uso de los textos de autores filosóficos es el que se da en cursos de historia de la

filosofía. En estos casos se concede especial importancia a profundizar en el conocimiento del

autor y de su pensamiento, lo que lleva aparejado el conocimiento del contexto en el que el autor 

reflexionó y plasmó por escrito el resultado de sus reflexiones que es lo que nosotros leemos. En

estos casos está justificado recurrir a un trabajo sobre el texto más en la línea de lo que pueden

 plantear los otros modelos de comentario puesto que en definitiva eso es lo que parece

 pretenderse. No obstante, reducir el trabajo con un texto a la pura comprensión, siendo válido e

interesante, no deja de ser empobrecedor. De hecho, ciertos autores son clásicos y los seguimos

leyendo porque sus aportaciones siguen teniendo valor para nosotros. Aceptado esto, cuanto más

logremos enlazar lo que el autor dice en el texto con lo que a nuestros alumnos les ocupa y

 preocupa, mejor comprensión del texto alcanzarán y más posibilidades tendrán de encontrar 

valiosa e interesante la lectura, que no quedará reducida a una pura tarea académica y erudita

cuya última y definitiva justificación muy posiblemente sea la obtención de una calificación afinal de curso.

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Cómo se prepara un comentario de texto

Teniendo en cuenta lo que acabamos de decir sobre cómo usar los textos en el aula para conseguir 

que los alumnos se familiaricen con su lectura, conviene dar un paso más. Es necesario evaluar elnivel que tienen los estudiantes de dominio de la lectura comprensiva y dialógica para de ese

modo saber si van avanzando; además, la evaluación en la enseñanza formal tiene una función

más técnica que es la de permitir la calificación de los alumnos durante el curso y al final del

mismo. Si decidimos evaluar a los alumnos a través de la prueba que estamos presentando, hemos

de tener claro y hemos de transmitir a los alumnos que la forma de prepararse para realizar un

comentario de texto no coincide con el trabajo que habitualmente se hace antes de un examen.

Con frecuencia, este trabajo al que nos referimos consiste en el estudio y la memorización de los

contenidos de los que uno se va a examinar, siguiendo la exposición que ofrecen los libros de

texto y otras fuentes de información. El aprendizaje logrado por el alumno se mide por la

capacidad de reproducir de manera significativa y coherente esos conocimientos memorizados. El

estudio, concebido de esta forma, no supone una preparación adecuada para realizar un

comentario de texto, dada la relevancia que, según este modelo, se otorga a la reflexión personal

que el alumno realiza en relación al texto que debe comentar.

Sin embargo, el hecho de que el mero estudio de determinados contenidos no sea, quizá, la forma

más apropiada de prepararse para realizar este tipo de prueba, no significa que no haya ninguna

forma alternativa de preparación. Haber realizado comentarios de texto en clase o en casa ayuda

sin duda a familiarizarse con la estructura formal del mismo y con las exigencias prácticas de su

realización. Por otro lado, los conocimientos adquiridos en torno al tema sobre el que trata el

texto que se propone como ejercicio son también fundamentales. Si no sabemos nada de algún

tema, no podremos comentar el texto que nos proponen. Si se trata de una prueba inicial para

determinar el nivel que tiene un grupo de alumnos en la realización de comentario de texto, será

necesario proponer un texto que aborde un tema que les resulte familiar en general a las personas

de esa edad para garantizar que poseen suficientes conocimientos sobre el tema. A lo largo de un

curso académico se van proponiendo comentarios que deben tratar sobre el tema que se esté

trabajando en el aula o que se haya trabajado ya. En estas condiciones, la realización de

comentarios es una buena prueba también para calificar académicamente a los estudiantes. Por 

descontado que se trata de una prueba que, cuando se realiza en clase, los alumnos pueden hacer 

consultando su libro de texto o su cuaderno de trabajo puesto que en este tipo de ejercicios no ha

lugar a lo que tradicionalmente se denomina copiar pues no se exige a los alumnos una

memorización en sentido estricto. Cierto es que así planteado se puede dar pie a que los alumnos

no preparen el ejercicio ya que suelen asociar la preparación de un examen con la memorizaciónde una parte del temario.

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Sin embargo, sí es necesaria una rigurosa preparación que empieza por la elaboración de un

cuaderno de clase o de trabajo. En el cuaderno, elaborado cotidianamente por los alumnos, han de

quedar recogidos los razonamientos personales, las ideas propias, breves disertaciones en las que

desarrollan su propio punto de vista, así como resúmenes de los diálogos realizados en clase. Es

importante que se recojan en el cuaderno aquellos datos o informaciones que el alumno ha ido

 buscando sobre el tema en cuestión. La creación de un cuaderno consiste en una elaboración

 personal de esas informaciones, obtenidas de fuentes externas entre las que, como no podía ser 

menos, está también el libro de texto, así como lo que los compañeros van aportando en las

discusiones en el aula más algunas posibles explicaciones del profesor. La redacción personal del

cuaderno de clase exige, por tanto, que el alumno dedique tiempo a la reflexión, al

descubrimiento y a la maduración de sus propias ideas sobre el tema que se esté tratando, así

como sobre las ideas aportadas en clase por sus compañeros y la información recabada al

respecto. Revisar lo que se ha escrito en el cuaderno y examinar la evolución de las propias ideas

y razonamientos es un ejercicio que permite al alumno conocer, fortalecer, corregir o modificar su

forma de ver el tema.

Aunque desde nuestro punto de vista carece de sentido aprenderse de memoria los datos e

informaciones recogidos en los libros de texto, toda investigación y búsqueda de información

acerca de un tema enriquece nuestro pensamiento y nuestras ideas personales, y es necesario

insistir en ello. Ya dijimos antes que una función de la lectura de textos consistía en aportar ideas

ya elaboradas por otras personas que enriquecen y facilitan nuestra reflexión. Por ello es útil que

los alumnos dediquen algún tiempo a informarse sobre el tema tratado, sobre las distintas

 posturas, sobre los descubrimientos realizados, sobre los problemas no resueltos, sobre las

implicaciones que tiene… Recopilar una serie de informaciones útiles sobre el tema no sólo

 permite un desarrollo más sólido de nuestro pensamiento, sino que también supone una fuente de

nuevos interrogantes y perplejidades que pueden ser útiles para la realización del comentario de

texto.

Con frecuencia se identifica la participación en clase con las intervenciones de los alumnos. Sin

embargo, participar no sólo es hablar, sino también escuchar y pensar sobre lo que se está

hablando. Igual que la elaboración del cuaderno de clase, realizar estas funciones de participación

en el diálogo de forma continua constituye también un ejercicio de preparación para realizar el

comentario de texto. Escuchar y considerar las ideas que aportan los compañeros permite a cada

alumno conocer puntos de vista diferentes y apropiarse de ellos, bien como argumentos que

fortalecen nuestras ideas, bien como contraejemplos o como objeciones, en el caso de que no

estemos de acuerdo con las ideas que escuchamos. Además centra el proceso educativo en el

diálogo y destaca esa intrínseca dimensión dialógica del pensamiento, lo cual, sin duda, favorece

considerablemente la asimilación personal del conocimiento, que es precisamente lo que

 pretendemos ejercitar y evaluar con los comentarios de texto.

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Otra de las posibilidades para preparar el comentario de texto es trabajar y ejercitarse en dar 

 buenas razones. Para ello es importante tratar en clase las reglas fundamentales del razonamiento,

llamando la atención de los alumnos sobre los errores argumentativos, en especial sobre las

falacias en las que todos incurrimos con facilidad. En este sentido el papel del profesor resulta

completamente fundamental; debe explicar cuando sea menester qué son las falacias, cuáles son

las más comunes y corregir una intervención de un estudiante cuando la comete. Hacer ejercicios

de razonamiento o estar atento a la cadena de razones que damos o que dan los compañeros

cuando intervienen en los diálogos, es otra forma de fortalecer nuestra capacidad de argumentar.

Puede ser útil, en este sentido, acostumbrarse a hablar, a escuchar y a reflexionar teniendo

siempre en cuenta la calidad de las razones. No es suficiente decir lo que pensamos, ni siquiera

 por qué lo pensamos; es necesario también analizar las razones que proporcionamos para sostener 

nuestro punto de vista. Para ello puede ser conveniente establecer algunos criterios que hacen que

una razón sea buena. Alguno de estos criterios puede ser que la razón se base en hechos, que sea

relevante para el tema que se discute, que sea coherente con lo que sabemos sobre el tema y que

resulte convincente para los interlocutores con los que estamos dialogando.

 Primeros ejercicios de comentario

Empezar directamente con el modelo que proponemos en este trabajo puede ser, en algunos casos,

una tarea excesivamente complicada para los alumnos, aunque es posible hacerlo después dehaber dado unas orientaciones adecuadas como las que proponemos en el siguiente apartado.

Puede ser de gran utilidad empezar, sobre todo en la enseñanza secundaria, con un texto

acompañado de algunas preguntas que, sin llegar a ser un comentario de texto en sentido estricto,

sí que exigen del alumno que profundice en la comprensión del texto, que dialogue con él en el

sentido de someter a prueba la solidez de sus argumentos y que extraiga consecuencias para su

situación personal o para la sociedad y el ambiente en el que vive. Se trata, por tanto, de una

 primera aproximación a la lectura dialógica que nos proponemos como meta. Para que quede más

claro, incluimos a continuación tres ejemplos distintos. Uno de ellos es una noticia del periódico;el segundo es un texto extraído de un libro sobre los condicionamientos sociales de la aplicación

de la justicia; el último texto es propiamente filosófico, pero sobre un tema, en principio,

asequible: la libertad de expresión.

 No resulta difícil buscar textos similares, adaptados a los temas que se estén trabajando en el aula

y con preguntas parecidas. Tampoco resultaría en absoluto complicado hacer este tipo de

ejercicios con textos entresacados de cualquiera de los libros de texto de las diferentes asignaturas

que estudian los alumnos en un curso académico.

 Comentario de texto: Análisis de una noticia

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VALENCIA (Efe). El Tribunal Superior de la Comunidad Valenciana ha reconocido que D. Juan

Sánchez Hinojosa tenía derecho a recibir una pensión de viudedad tras la muerte de su esposa,

 Dña. Magdalena García Cifuentes, quien había estado trabajando como Secretaría de Dirección

durante doce años.

 D. Juan Sánchez había reclamado al Estado la pensión de viudedad tras la muerte de su mujer,

alegando que ella había cotizado durante todos los años

de su trabajo y que la economía familiar dependía de los ingresos de ambos cónyuges. Al mismo

tiempo, la defensa del demandante alegaba que la negativa del Estado a pagar la pensión

 suponía una discriminación contra el hombre, que atentaba contra los derechos fundamentales

de la persona.

 El abogado defensor del Estado no ha hecho ningún comentario ante esta sentencia. Se ha

limitado a decir que su departamento, por indicaciones expresas del Gobierno, estudiará la

 posibilidad de recurrir la sentencia ante el tribunal Constitucional, dadas las enormes

implicaciones económicas que la misma pudiera tener.

1. Pon un título al texto, a ser posible formulado como una pregunta

2. ¿Cuáles crees que pudieron ser los argumentos del demandante para exigir el derecho a la

 pensión de viudedad?

3. ¿Cuáles crees que pudieron ser los argumentos del abogado del Estado para oponerse a la

demanda?

4. ¿La sentencia, supone una interpretación de los derechos que ya aparecen en la Constitución o

una ampliación de esos derechos?

5. ¿Consideras justa la sentencia? ¿Cuáles crees que pudieron ser las razones de los jueces?

6. ¿Es importante tener en cuenta las consecuencias económicas de la sentencia? ¿Se podría negar 

ese derecho en el caso de que no hubiera dinero para hacer frente al mismo? ¿O más bien la

sentencia obligaría a buscar los fondos necesarios para atender ese derecho, aunque fuera

necesario disminuir otros gastos?

 

Comentario de texto: Un ensayo sobre la justicia

 Las personas que pertenecen a los niveles económicos y profesionales más altos se libran de

condenas y de prisión con bastante más frecuencia que las personas de condición más baja,

incluso en el caso de igual culpabilidad. Aunque pueda parecernos una situación chocante, no es

raro puesto que pedir justicia cuesta dinero. Las personas ricas pueden contratar los mejores

abogados y, a veces, testigos favorables. Pueden ejercer sus influencias personales para evitar la

condena o la prisión, conseguir aplazamientos o recusaciones de los jueces y, en el caso de

llegar a ser declarados culpables, con frecuencia consiguen que les condenen sólo a pagar unamulta y no a prisión. Las personas pobres,

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 por el contrario, tienen más probabilidades de ser detenidas y enviadas a la cárcel al no poder 

 pagar la fianza. Sin poder político y económico, no se pueden defender a sí mismos con eficacia

cuando son juzgados y es más fácil que terminen siendo condenadas.

MAYER, KURT B.: Class and Society. Doubleday. New York, 1955. p. 35

1. Pon un título al texto, a ser posible formulado como una pregunta

2. ¿Considera el autor que la justicia se imparte imparcialmente en esta sociedad?

3. ¿Según el autor, cómo consiguen las personas ricas obtener unas ventajas ante los tribunales

que las personas más pobres no pueden conseguir?

4. ¿Es el tema central de este texto que «cuesta dinero pedir justicia»?

5. Supón que dos personas son acusadas de haber infringido la ley; una es rica y la otra es pobre.

¿Cómo podrían razonar cada una de ellas, utilizando al anterior principio («cuesta dinero pedir 

 justicia») y el hecho de ser rico o ser pobre, para deducir una conclusión que se pueda aplicar a su

 propio caso?

6. Este texto se refiere, en principio, a Estados Unidos y al año 1955. ¿Crees que lo mismo se

 puede decir de otros países, incluido España? ¿Sería más cierto en algunos países que en otros?

¿Sigue siendo cierto en estos momentos, más de cincuenta años después?

7. Si lo que dice el autor es cierto, ¿existe la justicia?

 

Comentario de texto: Un tratado de filosofía política

¿Se quiere, por el contrario, proponer a los súbditos, en lugar de la docilidad, la buena fe? ¿Se

quiere, por otra parte, que el Poder Soberano ejerza su autoridad en las mejores condiciones, sin

tener que ceder ante los movimientos sediciosos? En ese caso es indispensable que los hombres

 puedan ejercer su capacidad de juicio en plena libertad, con tal que las instituciones políticas, a

 pesar de la diversidad y el enfrentamiento de opiniones, consigan la paz. No se puede poner en

duda la excelencia de un método de gobierno caracterizado de esta manera. En él se reducirían

al mínimo los inconvenientes, pues es un método mucho más de acuerdo que ningún otro con la

naturaleza humana: en una democracia (es decir, bajo un régimen que se aleja lo menos posible

de la situación natural), todos los hombres se comprometen a actuar, pero no a juzgar y

 pensar, de común acuerdo. En otras palabras, siendo conscientes de que no es posible que todos

tengan la misma opinión, se comprometen a hacer aplicar aquella que cuenta con el apoyo del 

mayor número de sufragios; claro está, con la reserva tácita de que revocarán más adelante, en

caso de ser necesario, esta primera decisión, si creen descubrir una mejor. En una palabra,

cuanto menos conservan los hombres en un régimen político su libertad de pensar, más nos

alejamos del estado natural y, por tanto, más violento es el ejercicio del poder político.

SPINOZA, B.: Tratado teológico político. Libro XX. Garnier Flammarion. París, 1965. p.334

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1. Pon un título al texto, a ser posible formulado como una pregunta

2. Haz un resumen de las ideas fundamentales de Spinoza en este texto.

3. ¿En qué crees que se basa Spinoza para decir que un gobierno democrático es el que más se

aproxima al estado natural? ¿Qué crees que entiende él por «estado natural»?

4. ¿Estarías de acuerdo con su última afirmación? ¿Cómo intentarías probar que la desaparición

de la libertad de pensamiento conduce a un gobierno despótico y violento?

5. ¿Cuáles serían las ventajas y los inconvenientes de permitir la libertad de pensamiento en una

sociedad?

6. ¿Se deduce del texto de Spinoza que la libertad de pensamiento es una condición

necesaria de la democracia?

 Normas orientativas

Lo que va a continuación es una presentación ya directa y detallada, al menos en sus líneas

generales, del modelo de comentario que pretendemos trabajar con los alumnos. Se trata de un

texto que incluye unas normas orientadoras en las que se especifica lo que es el comentario de

texto y lo que los alumnos deben hacer. Es un documento que debe ser entregado a los alumnos y

es necesario leerlo con ellos para que les quede claro. Junto con las normas orientadoras se

 propone un modelo de comentario para que los alumnos puedan utilizarlo como referencia.Además, resultaría sumamente eficaz dedicar una clase entera a hacer un comentario delante de

los alumnos bien utilizando un retroproyector bien utilizando la pizarra. La práctica es sencilla.

Se busca un texto que se lee con los alumnos y a continuación el profesor se pone a hacer el

comentario delante de ellos. Es fundamental que vaya explicando en cada caso qué es lo que hace

y por qué lo hace, pues de ese modo hace visible el complicado proceso mental que acompaña a

la ejecución de un comentario de este tipo. En definitiva, se trata de ir más allá de mostrar el

 producto o resultado, que es lo que aparece en el ejemplo, para procurar mostrar el proceso en un

ejercicio explícito de metacognición puesto que reflexionamos sobre nuestro propio procesoreflexivo.

 

El comentario de texto: normas para su redacción

Los dos errores más corrientes cuando se hacen por primera vez comentarios de textos es

convertirlos en una paráfrasis o en un pretexto: es decir, repetir con otras palabras lo que ya dice

el texto o hablar de otra cosa que tiene poco que ver con el texto. Un tercer posible error es

entretenerse tanto en la comprensión del texto que esa tarea agote todo el contenido delcomentario. Eso sucede cuando, por ejemplo, empezamos a analizar el vocabulario, la obra del

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autor, el contexto (social, cultural, histórico, científico...), los posibles temas relacionados con el

tema planteado por el texto.

El objetivo fundamental de un comentario es intentar establecer un diálogo con el autor del texto,

y ese es, en definitiva, el objetivo de cualquier lectura. Una persona (en este caso, el autor o la

autora del texto) nos dice algo sobre un tema; eso provoca en nosotros un cierto interés que nos

lleva a plantearnos alguna pregunta nueva, o quizá simplemente hace que estemos de acuerdo o

en desacuerdo con ese punto de vista. Aclarar esa pregunta, plantear otras nuevas, argumentar el

grado de acuerdo o desacuerdo, añadir nuevos datos o enfoques sobre ese tema..., esas son las

actividades que constituyen propiamente un comentario de texto. Así pues, dialogar con el texto

es tanto el punto de partida como el punto de llegada de un comentario de texto; la comprensión

de éste es algo que se va produciendo a lo largo del diálogo. Y ese diálogo está encaminado a una

apropiación personal y significativa del texto: un texto deja de ser propiedad de su autor y pasa a

ser propiedad de quien lo lee y, por leerlo, lo interpreta y lo hace suyo.

Esa aclaración inicial nos permite sugerir cuáles deben ser los pasos que permiten elaborar un

 buen comentario:

 

1. Comprensión del texto

Desde luego, no se puede comentar un texto si no se ha entendido lo que en él se dice. La

comprensión, sin embargo, no tiene por qué ser completa y perfecta en un primer momento. Basta

con que inicialmente podamos saber de qué va el texto, qué tema

está abordando y cómo lo resuelve la autora. Es bastante posible que al final del comentario

hayamos alcanzado una comprensión mejor que la que teníamos al principio.

Aunque la comprensión nunca es definitiva y admite algunas variantes según quién esté leyendo,

debemos hacer un esfuerzo por ser lo más objetivos posibles: el autor dice lo que dice y no otras

cosas, y hay que ser respetuosos con eso que ahí está dicho. No se debe distorsionar el sentido de

fondo del texto ni tampoco la estructura o el modo en que el autor defiende lo que dice.

Por último, esa comprensión del texto debe quedar plasmada en el comentario con un breve

resumen. Este resumen debe estar redactado con las palabras propias de quien ha hecho la lectura,

lo cual supone y exige un esfuerzo de apropiación personal del contenido del texto. En el ejercicio

de comentario, el resumen constituye la primera parte, no debe ocupar mucho más de un 25% de

la extensión que tiene el texto (salvo excepciones) y contribuye con 3 puntos a la calificación

global.

 

2. Preguntas

Todo texto es la respuesta que un autor da a un problema que se le ha planteado y quiere resolver.

Es, por tanto, la respuesta a una pregunta que no aparece de manera explícita, pero que sí está

dada por supuesta. Es necesario formular esa pregunta a la que el autor está respondiendo.Contribuye con 1 punto a la calificación global.

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El siguiente paso en un comentario es formular una pregunta en la que quede recogido el interés

que ha suscitado en nosotros la lectura del texto. Sobre un mismo texto son posibles preguntas

diferentes, todas significativas, si bien es importante que la pregunta guarde estrecha relación con

el contenido del texto. En el supuesto de que la pregunta se alejara de dicho contenido, será

necesario justificar más adelante, en el comentario propiamente dicho, por qué esa es la pregunta

relevante. La pregunta debe ser el eje o hilo conductor del diálogo que va a constituir el núcleo

del comentario que hagamos a continuación; eso exige que la pregunta sea relevante, es decir, que

tenga el suficiente interés como para poder elaborar una reflexión personal. Contribuye con 1

 punto a la calificación global.

 

3. Comentario dialogado

Entramos ya en el centro del comentario, en lo que propiamente constituye un comentario de

texto; los dos apartados anteriores son meros preámbulos para iniciar el diálogo con el autor y su

texto. Como podemos suponer, el diálogo siempre será algo ficticio dado que el autor no está

 presente para contestar nuestras preguntas.

Ese diálogo tiene como objetivo, en primer lugar, indagar en lo que la autora del texto dice, en el

tema o problema que está intentando resolver. Buscamos igualmente desvelar los supuestos de los

que parte, los argumentos en los que se ha basado y las consecuencias que se pueden seguir de su

tesis. Del mismo modo debemos tener en cuenta lo que no aparece: argumentación insuficiente,

aspectos no tratados, enfoque poco adecuado del tema... Y al hacer esto estamos ya elaborando

nuestro propio punto de vista sobre el tema. Conviene eludir recursos estilísticos más bien pobres

como pueden ser: « (No) estoy de acuerdo con el autor en lo que dice en la línea siete...». Es más

adecuado, por ejemplo, emplear expresiones del tipo de: «como el autor dice...», «parece que el

autor no ha tenido en cuenta...». Eso debe terminar en la exposición de cuál es nuestro propio

 punto de vista sobre la cuestión.

Como es de suponer, no basta con exponer una opinión. Al igual que en la disertación, el peso

debe recaer en la argumentación en la que basamos nuestro punto de vista. Debe ser, por tanto,

una opinión personal expuesta con claridad y coherencia y debidamente argumentada. De ahí que

sea importante el que respete la misma estructura de la disertación: introducción con el enunciado

de nuestro punto de vista y las aclaraciones que estimemos oportunas, argumentación en la que

fundamentamos ese punto de vista y conclusión en la que recapitulamos brevemente lo dicho.

Esta última parte contribuye con 5 puntos a la calificación global de la prueba, y en ella tenemos

en cuenta también la presentación y la ortografía.

A continuación incluimos un ejemplo de comentario para que sirva de referencia.

 

 Ejemplo

«Reanudaremos nuestro razonamiento donde hicimos la disgresión anterior. No es sin razóncomo los hombres, tal como lo vemos claramente, conciben el bien y la felicidad a partir de sus

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 propias vidas. La mayoría y la gente más burda ponen la felicidad en el placer; por eso dan a

entender su amor a una vida llena de goces. Hay en efecto, tres géneros de vida que tienen una

superioridad marcada; éste que acabamos de indicar, el que tiene por objeto la vida política activa

y el que tiene por objeto la contemplación. La muchedumbre, que, evidentemente, no se distingue

en nada de los esclavos, escoge una existencia animal en su totalidad y halla una justificación de

ello en el ejemplo de los

hombres poderosos que llevan una vida a lo Sardanápalo. Los escogidos y los hombres de acción

 ponen la felicidad en los honores; ese en efecto, es, poco más o menos, el fin de la vida política;

sin embargo, este fin parece más común que el que nosotros buscamos, porque ella tiene

evidentemente más relación con los que otorgan los honores que con aquellos que los reciben.

Pero, según pensamos, el verdadero bien es individual y no es posible quitárselo a su poseedor.

Por lo demás, parece de manera clara que no se buscan los honores más que para convencerse uno

de su propio valor; por lo menos, busca uno hacerse honrar por las personas inteligentes, por los

que nos conocen y sobre la propia virtud. Es, pues, evidente que a los ojos de esta gente, por lo

menos, el mérito o la virtud es el bien superior.

(...) El tercer modo de vida es la contemplación o teórico...»

  ARISTÓTELES: Ética a Nicómaco. Lib. I, cap. V. en PANTA REI,  Antología y comentario de

textos. Barcelona: Alhambra, 1980. p. 153

 

 Resumen

Los hombres conciben el bien y la felicidad a partir de su propia vida. Hay tres géneros de vida:

a) la que lleva la muchedumbre que busca el placer, escogiendo una vida animal; b) la de los

escogidos y hombres de acción que buscan los honores que proporciona la vida política, aunque

los buscan para convencerse de su propio valor pues reconocen que la virtud es el bien superior,

 pero, a diferencia de los honores, el verdadero bien es individual y no se puede quitar; c) la que

tiene por objeto la contemplación y la teoría.

 Pregunta del texto

¿Cómo conciben la felicidad los seres humanos?

 Pregunta sugerida por el texto

¿Existen tres tipos de vida claramente diferentes?

Comentario

Es, en principio, indiscutible que los seres humanos conciben la felicidad de diferente manera, y

esas diferentes concepciones dependen probablemente, como dice Aristóteles, de la diferente

forma de vivir que tienen. No obstante, no está tan claro que podamos establecer una clasificación

 perfectamente delimitada entre tres tipos generales de vida. Más bien podemos decir que, si bien

 puede predominar una u otra característica en la forma de concebir la felicidad, en cada uno de

los estilos que podamos diferenciar están presentes características de los otros estilos.

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Sin duda hay gente que concede una importancia especial a la búsqueda del placer, a la que

dedican la mayor parte de su actividad. Ahora bien, sólo si reducimos el placer al que se obtiene

 por la satisfacción de las necesidades más elementales, algo que parece hacer Aristóteles,

 podremos decir que ese tipo de vida corresponde a una existencia burda próxima a los animales.

La obtención de honores como consecuencia de nuestra actividad política o de otro tipo

 proporciona igualmente un elevado placer, aunque sea un placer distinto al placer obtenido en

actividades más elementales. Y lo mismo podríamos decir del placer obtenido en la vida

contemplativa, que produce, cuando se lleva adelante, una honda satisfacción que supera los

 placeres producidos por otras actividades.

Es más, incluso en el supuesto de que tenga razón Aristóteles y debamos reducir el placer a algo

muy material, tanto los que se dedican a la vida política como a la contemplativa, no abandonan

completamente la búsqueda de esos placeres. Es muy posible que estén dispuestos a renunciar a

ellos en el caso de que entren en conflicto con la obtención de honores o la vida teórica, pero no

los descuidarán del todo, aunque sólo sea porque se obtienen por actividades a las que los seres

humanos no pueden renunciar completamente.

Por lo que acabo de exponer, no parece adecuado, como pretende Aristóteles, diferenciar 

nítidamente tres tipos de vida. La felicidad es un concepto muy amplio en el que deben estar 

 presentes elementos muy diversos; según nuestro modo de vida daremos mayor importancia a

unos u otros, pero nunca podremos descuidar completamente los demás, lo que hace que en toda

vida humana estén presentes diversas combinaciones de esos diversos elementos.

Un texto y tres comentarios

Venimos defendiendo que la lectura de los textos no es nunca unívoca, sino que dentro de los

márgenes que establece el propio texto, existe una pluralidad de interpretaciones posibles e

igualmente válidas. Y precisamente para ilustrar esta idea, seguidamente ofrecemos un texto y

tres posibles comentarios del mismo enfocados de forma distinta.

«Para dar la definición correcta del arte, es pues, necesario ante todo, cesar de ver en él unmanantial de placer y considerarle como una de las condiciones de la vida humana. Si se

considera así, se advierte que el arte es uno de los medios de comunicación entre los hombres.

Toda obra de arte pone en relación el hombre a quien se dirige con el que la produjo y con todos

los hombres que simultánea, anterior o posteriormente, reciben impresión de ella. La palabra que

transmite los pensamientos de los hombres es un lazo de unión entre ellos; lo mismo ocurre con el

arte. Lo que le distingue de la palabra es que ésta le sirve al hombre para transmitir a otros sus

 pensamientos, mientras que, por medio del arte, sólo le transmite sus sentimientos y emociones.

La transmisión se opera del modo siguiente:

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«Un hombre cualquiera es capaz de experimentar todos los sentimientos humanos, aunque no sea

capaz de expresarlos todos. Pero basta que otro hombre los exprese ante él, para que en seguida

los experimente él mismo, aun cuando no los haya experimentado jamás.

«Sobre esta aptitud del hombre para experimentar los sentimientos que experimenta otro está

fundada la forma de actividad que se llama arte. Pero el arte propiamente dicho no empieza hasta

que aquél experimenta una emoción, y queriendo comunicarla a otros, recurre para ello a signos

exteriores».

Leon Tolstoi: ¿Qué es el arte? Buenos Aires: Tor, 1948. Capítulo IV, pág. 4041

 

 Primer comentario

 Resumen:

El arte es un medio de comunicación con el que los hombres transmiten sentimientos y

emociones. Una obra de arte vincula a todos los hombres que tienen relación con ella; a quien la

 produce con todos aquellos que la contemplan.

La comunicación a través de la obra de arte se realiza en virtud de la capacidad que el hombre

tiene de experimentar todos los sentimientos humanos, es decir, cualquier sentimiento que otro

hombre haya experimentado. Gracias a esta capacidad es suficiente que un hombre entre en

contacto, a través de la obra de arte, con los sentimientos de otro hombre, para que los

experimente él mismo.

 

 Pregunta del texto

¿Cuál es el fundamento y la función del arte?

 

 Pregunta sugerida por el texto

¿Es suficiente que un hombre exprese un sentimiento a través de una obra de arte, para que otro

hombre, que nunca lo haya experimentado, lo experimente?

Comentario

 No siempre es suficiente contemplar una obra de arte para vivir en primera persona los

sentimientos que su creador quiso expresar en ella, sobre todo cuando estos sentimientos nos

resultan desconocidos y nuevos.

En el texto, Tolstoi afirma que, en virtud de la capacidad del hombre de experimentar todos los

sentimientos humanos, es suficiente que un hombre exprese sus sentimientos a través de una obra

de arte para que otro hombre que la contemple los experimente a su vez. Sin embargo, esto no

siempre ocurre, luego es necesario algo más para que se realice la comunicación de sentimientos.

Sin negar que cada hombre pueda experimentar todos los sentimientos humanos y que ninguno le

será ajeno, la mayoría de las veces es el reconocimiento de lo que es propio, lo que nos permite

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 profundizar, dotar de sentido, conocer, ampliar y revivir un determinado sentimiento a través de

una obra de arte.

Sin haber experimentado nunca y de ninguna forma un sentimiento, difícilmente éste podrá ser 

suscitado en la contemplación de una obra de arte, porque ésta será muda para nosotros. Quizá no

sea siempre necesario haberlo experimentado, puesto que hay veces en las que la obra de arte nos

impulsa más allá de lo conocido; sin embargo, esto no sucede fortuitamente, lo permiten y

 posibilitan las experiencias previas, las vivencias, la apertura y la receptividad de quien

contempla la obra.

La prueba de ello es que no todas las obras de arte suscitan algo o nos comunican algo al

contemplarlas. Algunas sí y otras no. Si residiera exclusivamente en el arte la función de

comunicar sentimientos entre los hombres, como afirma Tolstoi, todas las obras nos dirían algo a

todas las personas.

La obra de arte está ahí y tiene potencialmente la función de comunicar sentimientos y

emociones; ahora bien, depende de quien la recibe y la contempla el llevar a término esta función.

Por lo tanto, no sólo son necesarios el creador de la obra y la obra en sí para que el arte logre

realizar su función comunicadora; son necesarias también ciertas condiciones en quien contempla

la obra de arte.

 

Segundo comentario

 Resumen

El hombre posee diferentes medios de comunicación y el arte se cuenta como uno de ellos. Su

capacidad comunicativa se basa en la aptitud que todos los hombres tienen de experimentar todos

los sentimientos. Para despertar esta «comunicación emotiva» del arte se vale de signos

exteriores.

 Pregunta del texto

¿Cuál es la definición correcta del arte?

 Pregunta personal 

¿Es preciso algún tipo de educación para que se dé la «comunicación emotiva»? Comentario

El arte tiene la dimensión de ser un medio de «comunicación emotiva» (aunque esto no excluye

que también sea vehículo de otros tipos de comunicación) a la que el texto hace referencia.

Mi tesis defiende que este tipo de comunicación no se da en todos los casos a priori, sino que en

muchos se precisa de algún tipo de educación que te sirva para poder descifrar el mensaje de la

obra.

Difiero así de la tesis de Tolstoy que afirma que «basta que otro hombre exprese ante él algún

sentimiento para que enseguida los experimente él mismo, aunque no los haya experimentado jamás» (líneas 13 y 14).

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Aporto varias razones en las que apoyar mi tesis:

1. Aunque el hombre tenga la aptitud para que se dé de hecho esa comunicación, esto no garantiza

que tenga que darse.

Para explicarme mejor pondré un ejemplo con el lenguaje. Que el hombre tenga la capacidad del

lenguaje (aparato fonador adecuado, alta capacidad cerebral, capacidad simbólica…) esto no

determina que a priori una persona hable. Sólo un aprendizaje (sea éste del tipo que sea) garantiza

la actualización de esa capacidad. Esto mismo es lo que puede ocurrir en la “comunicación

emotiva” del arte.

2. En segundo lugar, el lenguaje artístico cuenta con sus propios códigos. Algunos de estos

códigos nos son más aprehensibles que otros, ya que puede ser que estemos más familiarizados

con ellos.

Cuando el arte está encriptado en un lenguaje que no conocemos, se ve mermada y en ocasiones

hasta imposibilitada la comunicación.

Si te hablan en un idioma que no conoces, no puedes saber qué te dicen. Si te presentan un arte

 para el que no tienes ningún tipo de herramienta interpretativa y no conoces nada de su lenguaje

icónico, lo que sientes quizás no sea lo que propiamente te sugiere el objeto artístico, sino tal vez

el producto que nace de ese sentimiento de encontrarse ante algo inaprensible para uno.

Así, las razones anteriormente expuestas vienen a apoyar la tesis que enuncié al comienzo de que

la «comunicación emotiva» del arte precisa de una educación (quizás esto sea una idea que se

 puede ampliar a todo tipo de comunicación), pues la comunicación resulta totalmente imposible

cuando el lenguaje empleado nos resulta plenamente desconocido.

Podríamos terminar con una analogía a modo de ejemplo clarificador. Si alguien nos habla en

italiano (siendo yo hablante castellano) parece que puedo llegar a entender algo de lo que me

están diciendo; pero si me hablan en chino, mi capacidad de entendimiento se reduce hasta cotas

mucho más bajas.

 

Tercer comentario

 Resumen

El arte no se define como aquello que produce placer sino como un medio de comunicación

humana que transmite emociones y sentimientos a través de signos. Gracias a él, aquel que

contempla el arte puede experimentar los mismos sentimientos expresados por el autor y su obra.

 Pregunta del texto:

¿Cómo se define el arte?

 Pregunta personal :¿Puede definirse al arte como aquella actividad que comunica los sentimientos del autor?

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Comentario

Si nos paramos a pensar qué es el arte, la primera idea que nos viene a la mente es que está

relacionado con las emociones y los sentimientos, dado que las obra de arte nos despiertan

alegría, tristeza, sobrecogimiento y a veces dolor… pero, ¿es correcta la definición que ofrece

Tolstoy en el texto?

En primer lugar, si el arte es aquello que despierta y comunica sentimientos a través de signos,

como afirma Tolstoy, el rostro de un niño llorando tendría que ser una manifestación artística,

dado que en ella hay un emisor que intenta comunicar al receptor su tristeza y además el receptor 

la experimenta. No obstante, se podría objetar que el niño no tiene la voluntad de expresar nada

artístico, y sería correcto. Proponiendo otro ejemplo, si yo realizo un dibujo en el que trato de

expresar y compartir un sentimiento,

aun cuando no domine en absoluto la técnica, ¿sería esto una obra de arte? Según la definición

ofrecida en el texto cabría decir que sí, pero nadie lo expondría en un museo ni lo alabaría, dado

que sería algo que cualquiera podría hacer.

Ejemplos de este tipo nos conducen a pensar que, si bien es cierto que el arte no deja intacta la

afectividad, esto no basta para diferenciarlo de otras actividades, luego ha de haber una

característica más que competa al arte y nos permita distinguir el arte de aquello que no lo es.

Por otra parte, Tolstoy funda su definición en la capacidad de experimentar los sentimientos que

otro expresa, pero esto no es siempre fácil, dado que una obra de arte puede despertar 

sentimientos totalmente dispares. Hay obras en las que es fácil identificar y experimentar los

sentimientos que el autor quiere comunicar, por ejemplo, fijémonos en el Guernica de Picasso.

Pero si pensamos en una obra musical, ésta puede ser el detonante de una gran variedad de

emociones alejadas de la que el autor pretendía expresar, y esto no nos impide denominarlo arte.

Recapitulando lo dicho hasta ahora, el arte despierta la afectividad, pero esto no agota su

definición. De igual modo podemos considerarlo como una forma de comunicación, siempre

teniendo en cuenta que el mensaje no es unívoco sino abierto, se concreta en cada persona. De

todo esto se desprende que la definición de arte que ofrece Tolstoy no nos permite distinguir las

manifestaciones artísticas de las que no lo son, por lo que los criterios que propone son

claramente insuficientes. Necesitamos apelar a otros criterios tales como la originalidad y otros

tantos que habría que buscar, concretar y definir.

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LA CORRECCIÓN DEL COMENTARIO DE TEXTO

 Material para entregar a los alumnos

Los criterios de corrección

1. Resumen

1.1. El resumen debe recoger objetivamente el contenido fundamental del texto.

1.2. Debe estar redactado en estilo directo y no es adecuado reproducir literalmente fragmentos

del texto.

1.3. No puede consistir en una copia de fragmentos del texto o en una paráfrasis del mismo

1.4 Dependiendo del tipo de texto, la extensión del resumen debe no sobrepasar un 25%.

2. Pregunta texto

2.1. Debe guardar estrecha relación con lo que el autor expone en el texto.

3. Pregunta personal

3.1. Tiene que ser una pregunta que plantee alguno de los temas fundamentales del texto.

3.2. La pregunta debe ser el hilo conductor del posterior comentario.

4. Comentario

4.1. Claridad4.1.1. Introducción y conclusión: es importante que el comentario esté bien construido: una

introducción y una conclusión claras que permitan ver lo que está defendiendo el alumno.

4.1.2. Continuidad: debe haber una continuidad y progresión entre los diferentes párrafos. Estos

deben además guardar alguna relación con el texto.

4.2. Ideas personales

4.2.1. El comentario debe reflejar un punto de vista personal del alumno.

4.2.2. Debe evitar recurrir exclusivamente a lo ya sabido sobre el tema planteado, o a lo dicho en

clase sin una elaboración personal.4.3. Razonamiento

4.3.1. Pertenencia relevancia: el comentario debe venir al caso, seguir el hilo conductor de la

 pregunta y plantear un tema importante respecto al texto.

4.3.2. Argumentación. Tienen que quedar claras las razones que el alumno aporta para justificar 

su opinión. Tienen que ser variadas y suficientes, incluyendo algún contraargumento.

4.3.3. El comentario es, sobre todo, un diálogo con el autor. Esto debe quedar reflejado en las

referencias al autor y su texto, con el que el alumno polemiza, ya sea para estar de acuerdo o en

desacuerdo.La Nota Total se obtiene de la siguiente manera:

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1. Cada uno de los apartados que aparecen en la tabla superior, puntúa sobre 10

2. La nota de claridad es el promedio de las notas, D y E

3. La nota de razonamiento es el promedio de las notas H, I y J

4. La nota de comentario es el promedio de las notas D, E, G, H, I y J: [(G*0,16)+(H*0,08)+

(L*0,26)]*10/6

5.La nota de Final es el promedio de A*0.3 + B*0.1 +C*0,1+F*0,16 +G*0,08 + K*0,26

Resu-men

Pregun-ta texto

Pregun-ta

 perso-nal

Intro-duccióncomen-

tario

Conti-nuidad

Clari-dad

Ideas perso-nales

Perten.

Relev.

Argu-menta-

ción

Diálo-go

Razo-namien-

to

Comen-tario

Total

A B C D E F G H I J K L M

Para hacer el ejercicio, se entrega a los alumnos una hoja con este encabezamiento, seguido del

texto que deben comentar:

Nombre: Fecha:

Resu-men

Pregun-ta

texto

Pregun-ta

 perso-nal

Intro-duccióncomen-

tario

Conti-nuida

d

Clari-dad

Ideas perso-nales

Perten.

Relev.

Argu-menta-

ción

Diálo-go

Razo-namien-

to

Comen-tario

Total Ortog Pres. Final

Para corregir el ejercicio se tiene delante la hoja con los criterios y se van puntuando las

diferentes casillas. Para hallar la nota media, lo mejor es utilizar una hoja de cálculo en la que

hemos introducido las fórmulas de cálculo expuestas en los criterios de corrección en las casillas

correspondiente. Al final hay dos casillas opcionales para la ortografía y la presentación; un

 procedimiento es puntuar en negativo, con un máximo de un punto en cada casilla. La suma final

recogería añadiría esas puntuaciones negativas a la suma total.

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 Material para uso del profesorado: Desarrollo de los criterios de corrección del comentario de

texto

A continuación, creemos conveniente incluir un breve desarrollo sobre los criterios de corrección

que pueden plantear más problemas a la hora de corregir la prueba, a saber: el diálogo, la

argumentación y las ideas personales.

Quizás uno de los criterios que entraña mayor dificultad a la hora de corregir el ejercicio es el

diálogo, debido a que no es un criterio que generalmente se tenga en cuenta en este tipo de

 pruebas. Y aunque hemos explicado brevemente en qué consiste el diálogo con el texto y en qué

elementos hemos de fijarnos para evaluar si ha habido o no diálogo, y si éste ha sido suficiente,

creemos que ayudará al profesorado un análisis más detallado de este criterio.

Igualmente estimamos oportuno completar los criterios de argumentación y de ideas personales.

El primero porque es necesario tener claro qué se entiende por una buena argumentación para así

evaluar correctamente la capacidad de razonamiento en la prueba. En cuanto a las ideas

 personales, creemos que puede ser muy útil para el profesor que corrige el comentario una

explicación más detallada de qué entender por ideas personales, dado que es un criterio que da pie

a la subjetividad en mayor medida que los demás. Y si el objetivo propuesto es presentar una

 prueba fiable y objetiva, creemos que desarrollando este criterio se consigue mayor objetividad y

fiabilidad.

 

 Diálogo

El comentario de texto ha de ser prioritariamente un diálogo entre el lector y el texto, de formaque ambos elementos, la subjetividad del que lee y aquello que se lee, han de ser dos polos

imbricados en el ejercicio del comentario. Solamente de este modo se consigue que la lectura sea

una apropiación personal de lo leído y que el lector lo incorpore a su experiencia y a su universo

de sentido. Por esta razón, el diálogo con el texto es en un criterio de corrección que hemos de

tener en cuenta a la hora de calificar un comentario.

Para evaluar si ha habido o no diálogo nos fijaremos en que éste quede reflejado en las referencias

al autor y a su texto, dado que para dialogar es necesario tomar en consideración lo que nuestro

interlocutor nos puede aportar, bien porque manifiesta una idea nueva con la que estamos deacuerdo, bien porque nos ayuda a dar más rigor a nuestras argumentaciones a la hora de rebatirlo.

Vemos pues que las referencias al texto muestran nuestro acuerdo o desacuerdo con el autor,

siendo el punto de partida junto con la pregunta que el texto nos sugiere, lo que nos permite

desarrollar la argumentación.

Por otra parte, si prescindimos de alusiones directas al texto, se corre el riesgo de que el texto sea

únicamente un pretexto para introducir las propias ideas sobre problemas o cuestiones que incluso

 pueden no tener nada que ver con lo planteado en el texto. Claramente este no es el objetivo de un

comentario y no es tampoco el objetivo que buscamos con el diálogo, que es imbricar el marcosignificativo del texto con la propia vida o experiencia personal. Si nos olvidamos de lo que nos

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aporta el autor se torna imposible el enriquecimiento que nos proporciona la lectura. Si bien es

cierto que un texto permite un marco de interpretaciones abiertas, no hay que olvidar nunca que el

texto nos dice algo acerca de algún problema, proporcionándonos un margen de sentidos

sugeridos.

En este caso, la forma de acotar ese margen de posibles interpretaciones es que se manifieste

explícitamente el desacuerdo o el acuerdo parcial o total, señalando las carencias que el texto

tiene respecto a un problema y añadiendo las sugerencias, matices y aportaciones que cada uno

estime oportuno.

Dado que el alumnado tiene a su disposición los criterios de corrección que definen qué se les va

a pedir en este ejercicio, han de tener claro que las alusiones al texto son necesarias. No es

suficiente para obtener una buena calificación en la parte del diálogo que lo que escriban tenga

relación con el texto, sino que esa relación ha de ser directa. Por esta razón, a la hora de

explicarles los criterios de corrección, el profesor hará especial hincapié en explicar qué se

entiende por comentario dialogado, con el fin de evitar que los alumnos conviertan el texto en un

 puro pretexto.

Así mismo, a través de tal explicación se intentará que los alumnos comprendan que no se les

 pide realizar una paráfrasis de lo leído, ya que de esta forma resulta difícil que los alumnos

amplíen o completen su visión de la realidad gracias a la lectura y que, en definitiva, la lectura se

convierta en un acto significativo y a la vez pertinente.

 

 Argumentación

En este criterio vamos a evaluar las razones que el alumno aporta para justificar su opinión,

teniendo en cuenta que éstas han de hacer más plausibles aquello que defendemos. Por eso, lo

 primero en lo que tenemos que fijarnos es si las distintas razones que aporta cumplen

 precisamente esa función. En este sentido, si afirmamos que todos los hombres conducen a gran

velocidad basándonos en que hemos visto dos casos de hombres conduciendo de esa forma,

vemos que la razón con la que argumentamos no cumple la función indicada, dado que no

 podemos generalizar a partir de dos únicos casos.

En segundo lugar, hemos de analizar si las razones aducidas son suficientes o si, por el contrario,

las razones ofrecidas no bastan para justificar la tesis defendida. En este sentido, es posible que el

alumno aporte una razón que defienda su tesis, pero ésta no baste para que otra persona pueda

considerar válida la tesis defendida.

En tercer lugar debemos observar si las razones son variadas, si utiliza distintas formas de

 justificar su opinión, no limitándose a un único tipo de razón. Para ello nos fijaremos en si aporta

razones que se apoyan en hechos concretos de la experiencia, si utiliza razones basadas en

 procesos inductivos que generalizan a partir de la observación de un número de casos

considerables, o por el contrario, las razones son deducidas de alguna premisa general. Por tanto,

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evaluaremos positivamente que los alumnos ofrezcan distintos tipos de razones, no limitándose a

un solo tipo de razón.

Así mismo, si lo que estamos evaluando en este punto es la argumentación, los ejemplos que

 permiten ilustrar los razonamientos a través de casos concretos de la experiencia, han de ser 

utilizados en el comentario de texto y evaluados en este criterio, pues son apoyos argumentativos

que nos permiten justificar nuestra idea o hipótesis.

Si el uso de argumentos permite, en definitiva, justificar y apoyar una tesis determinada, el uso de

contraargumentos en el comentario permite otorgar mayor fuerza y validez a las opiniones

defendidas, en la medida en que mediante ellos invalidamos la opinión contraria.

Con todo esto no pretendemos que las razones que los alumnos aportan nos convenzan

haciéndonos cambiar de opinión, dado que se puede razonar bien, aportar razones suficientes y

variadas y, sin embargo, no convencer a la otra persona de lo que nosotros pensamos. Ese no es el

objetivo que buscamos y por tanto no vamos a evaluarlo.

Hasta ahora hemos evaluado si las razones lo son verdaderamente, si éstas son variadas y

suficientes o si se utilizan estrategias de apoyo a la argumentación como son el ejemplo o el uso

de contraargumentos. Es decir, lo que se ha valorado en los párrafos anteriores es la materia del

razonamiento. Sin embargo, a pesar de la importancia de la calidad de las razones, también hemos

de tener en cuenta a la hora de corregir la forma misma del razonamiento, cómo está construido.

Para tal fin nos analizaremos si en el razonamiento aparece alguna contradicción, alguna falacia o

algún error de deducción que impida que la conclusión se siga correctamente de las premisas,

evaluando negativamente estos errores. Si, por el contrario, el razonamiento es correcto desde el

 punto de vista formal, hemos de reflejarlo en la nota con una puntuación alta, dado que si bien es

cierto que cuando se cometen errores formales en el razonamiento puntuamos negativamente,

cuando su desarrollo formal es correcto, tiende a pasar desapercibido a la hora de calificar.

 

 Ideas personales

El criterio relativo a las ideas personales tiene la función de evaluar la calidad de las ideas

expuestas por los alumnos al comentar un texto.

Hemos repetido ya varias veces al presentar el enfoque que estamos proponiendo, que la misión

de comentar un texto va más allá de la comprensión y apunta a enriquecer de alguna manera el

texto. Siendo esta la función del comentario, las ideas que éste aporte en relación al texto son

cruciales para su enriquecimiento.

Cuando hablamos de ideas personales no estamos haciendo referencia a ideas originales y

novedosas. Es difícil para cualquiera pensar cosas que nunca antes nadie haya pensado. Por tanto,

las ideas personales se caracterizan más que por su originalidad y novedad, por el hecho de que

quien las expone cree en ellas, pues se las ha apropiado a través de un proceso de reflexión y de

maduración realizado en primera persona.

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Dada esta forma de concebir las ideas personales existen algunas características que podemos

observar para reconocerlas en el comentario de un alumno.

En primer lugar podemos diferenciar ideas personales de las que no lo son por la forma en que

son expuestas. Una idea bien explicada, desarrollada suficientemente para que otros la puedan

comprender y bien argumentada, suele ser una idea personal. Lo contrario a esta forma de

exposición son frases recitadas, excesivamente breves, que no facilitan la comprensión del lector.

El vocabulario también es una señal que indica si el alumno se ha apropiado y ha «digerido» una

idea o si la está recitando de memoria.

Algunos podrían objetar que este primer rasgo que estamos indicando no es exclusivo de las ideas

 personales. Una alumna podría haber comprendido bien una idea y exponerla con claridad, lo cual

no quiere decir que su idea sea personal. Sin embargo, el esfuerzo de comprender y explicar bien

una idea muestra un ejercicio de reflexión; difícilmente podemos separar la comprensión de una

idea con nuestro posicionamiento con respecto a ella. Por este motivo consideramos que la

comprensión y la claridad de exposición son señales que normalmente pertenecen a las ideas

 personales.

Una segunda característica de las ideas personales que nos puede ayudar a identificarlas es que

existe una reflexión que las sustenta. En este caso recurrimos a la argumentación como prueba de

la apropiación de una idea por parte de un alumno. Cuando alguien sabe explicar por qué cree o

 por qué dice lo que está diciendo es porque ha pensado sobre ello y ha madurado su propia visión

o su propio punto de vista sobre el asunto.

El tercer rasgo al que podemos recurrir para identificar ideas personales es el marco general en el

que éstas están inscritas. Cuando un alumno realiza un comentario en el que se aprecian muchas y

ricas ideas personales, éstas suelen estar inscritas en un razonamiento de fondo más amplio que

las engloba, las enlaza unas con otras y les proporciona un sentido personal. No siempre los

alumnos consiguen este grado de desarrollo del comentario, pero si lo logran este elemento suele

indicar un elevado desarrollo del punto de vista personal del alumno.

Por último, nos parece importante distinguir entre ideas personales y ocurrencias personales. Hay

alumnos que son capaces de explicar bien lo que quieren decir y se les da bien argumentar, sin

embargo, lo que exponen no podríamos considerarlo ideas, propiamente dichas. Las ideas han de

aportar información, han de exponer un contenido relevante; si son huecas y en realidad no dicen

nada, no deberíamos considerarlas ideas, aunque estén bien expuestas y en apariencia bien

argumentadas.

Textos comentados por alumnos, calificación de los mismos y justificación de la calificación

A continuación incluimos dos textos comentados por distintos alumnos que han sido corregidos

 justificando la calificación que les hemos otorgado. De este modo, a través de ejemplos concretos

de comentarios corregidos, creemos que los criterios de corrección mediante los cuales evaluar y

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calificar esta prueba quedan lo suficientemente claros, definidos y concisos como para dar lugar a

una prueba válida y fiable.

 

Un texto de Bergson, comentado por el alumno A

Texto

«Es precisamente esta continuidad indivisible de cambio lo que constituye la duración verdadera.

 No puedo entrar ahora en el examen profundo de una cuestión que he tratado en otro lado. Me

limitaré, pues, a decir, para responder a quienes ven esta duración “real” no sé qué de inefable y

de misterioso, que es la cosa más clara del mundo: la duración real es lo que siempre se ha

llamado el tiempo, pero el tiempo percibido como indivisible. No estoy en desacuerdo con que el

tiempo implica sucesión. Pero que la sucesión se presente en primer lugar a nuestra conciencia

como la distinción de un “antes” y de un “después” yuxtapuestos, eso ya no podría aceptarlo.

Cuando escuchamos una melodía, tenemos la impresión más pura de sucesión que podemos tener 

 —una impresión tan alejada como es posible de la simultaneidad—, y sin embargo es la

continuidad misma de la melodía y la imposibilidad de descomponerla lo que causa en nosotros

esa impresión. Si la descomponemos en notas distintas, en tanto “antes” y “después” como nos

 plazca, estamos mezclando imágenes espaciales e impregnamos la sucesión de simultaneidad: en

el espacio, y sólo en el espacio, hay distinción nítida de partes exteriores unas a otras.

Reconozco, por otro lado, que por regla general nos colocamos en el tiempo espacializado. No

tenemos ningún interés en escuchar el zumbido ininterrumpido de la vida profunda. Y, sin

embargo, la duración real está ahí. Gracias a ellas tiene lugar en un solo y mismo tiempo los

cambios más o menos largos a que asistimos en nosotros mismos y en el mundo exterior».

Henry Bergson: “El pensamiento y el movimiento”, en  Memoria y vida. Textos escogidos por 

Gilles Deleuze, Alianza, Madrid, 1977. p. 20-21

Comentario

Resumen.

La duración real es el tiempo percibido como indivisible. Gracias a ella tienen en mimo lugar y

suceden en el mismo tiempo los cambios de la vida.

Pregunta del texto.

¿Qué es la duración real?

Pregunta personal.

¿Realmente existe un tiempo indivisible?

Respuesta a la pregunta personal.

El autor comenta en el texto, que la duración real es el tiempo, pero el tiempo percibido como

indivisible. Pero, ¿puede realmente existir un tiempo indivisible?

El tiempo siempre se ha dividido en tres partes: pasado, presente y futuro, o más bien en dos partes ya que el presente es tan efímero que no nos da tiempo a percibirlo.

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El tiempo puede sentirse y medirse cuanto está pasando. Cuando ya ha pasado, automáticamente

deja de existir. Según dice Agustín de Hipona, no existe ni el futuro, ni el pasado. Para él los

únicos tres tiempos son: presente de cosas pasadas, presente de cosas presentes y presente de

cosas futuras.

Pero esos presentes están equivocados, ya que el presente no existe porque dura tan poco que es

imposible percibirlo.

Todo lo explicado y expuesto anteriormente, viene a reforzar esa tesis de que no existe el tiempo

indivisible, ya que ese tiempo se divide en dos partes: pasado y futuro.

 

Justificación de la corrección del comentario de Bergson realizado por el alumno A

Resumen

 El resumen debe recoger objetivamente el contenido fundamental del texto. Debe estar redactado

en estilo directo y no es adecuado reproducir literalmente fragmentos del texto. No puede

consistir en una copia de fragmentos del texto o en una paráfrasis del mismo. Dependiendo del 

tipo de texto, la extensión del resumen debe no sobrepasar un 25 %.

El resumen está escrito en estilo directo y recoge el contenido fundamental del texto. Sin

embargo, es excesivamente breve y eso nos impide saber con seguridad si el alumno ha

comprendido el texto o no. Esta confusión se ve incrementada por el hecho de que las dos frases

de las que se compone el resumen están copiadas casi literalmente del texto. La brevedad hace,

también, que se pierdan detalles y matices importantes del texto. Por tanto, a pesar de que en

 principio el contenido del resumen se ajusta al contenido del texto, el resumen presenta carencias

y es bastante mejorable. Por este motivo lo hemos calificado con un 5.

Pregunta texto

 Debe guardar estrecha relación con lo que el autor expone en el texto.

La pregunta formulada por el alumno es correcta, puesto que es la pregunta principal a la que

responde el texto y recoge la problemática que éste plantea. Por este motivo la pregunta se ha

valorado con un 7.

Pregunta personal

Tiene que ser una pregunta que plantee alguno de los temas fundamentales del texto. La pregunta

debe ser el hilo conductor del posterior comentario.

La pregunta personal del alumno es pertinente en relación al texto, puesto que cuestiona una de

las tesis fundamentales del texto. Sin embargo, sólo podemos considerar parcialmente que ésta

sea el hilo del posterior comentario. Al principio del comentario el alumno empieza respondiendo

a su pregunta, pero enseguida se desvía de la cuestión y se centra en analizar distintas formas de

dividir el tiempo. Esta cuestión no está totalmente fuera de su tema, pero no la relaciona

adecuadamente y eso hace que a lo largo del comentario responde a su pregunta de forma más

 bien indirecta. Dicho esto, aunque la pregunta plantea un tema que pertenece al texto, podemos

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considerar sólo parcialmente que sea el hilo del comentario posterior. Por tanto, calificamos este

apartado con un 5.

Comentario

Claridad

 Introducción y conclusión: es importante que el comentario esté bien construido: una

introducción y una conclusión claras que permitan ver lo que está defendiendo el alumno

El comentario está bien estructurado, pues las tres partes —introducción, desarrollo y conclusión

 — se diferencian con claridad. En la introducción el alumno presenta la tesis del texto que se

dispone a cuestionar, aunque, sin embargo, no anticipa su tesis, la cual es expuesta por primera

vez en la conclusión. Este hecho hace que la introducción cumpla sólo parcialmente su función.

La conclusión sí recoge la tesis defendida, aunque deja bastante que desear en cuanto a la

continuidad con el desarrollo de la argumentación. Teniendo en cuenta las carencias señaladas

hemos calificado este apartado con un 5.

Continuidad: debe haber una continuidad y progresión entre los diferentes párrafos. Estos deben

además guardar alguna relación con el texto

Existe continuidad entre casi todos los párrafos, puesto que guardan relación entre sí. No hay

cortes bruscos en la exposición ni cambios de tema sin justificar, lo cual, por otra parte, no es

difícil de conseguir dada la brevedad del comentario. La excepción en la continuidad lo

constituye el párrafo dedicado a San Agustín, puesto que no guarda relación directa ni con el texto

ni con el comentario y el alumno no justifica ni explica por qué ha decidido citarlo. En cuanto a la

 progresión, ésta no se aprecia con claridad. Las ideas se siguen unas a otras sin un orden claro en

la exposición y en la argumentación. Por todo ello, dado que la continuidad entre los párrafos no

refleja gran esfuerzo y que la progresión entre ellos es deficiente, hemos calificado este aspecto

del comentario con un 4.

 

 Ideas personales. El comentario debe reflejar un punto de vista personal del alumno. Debe

evitar recurrir exclusivamente a lo ya sabido sobre el tema planteado, o a lo dicho en clase sin

una elaboración personal.

Las ideas personales no han de ser necesariamente originales de uno mismo. Es difícil descubrir 

ideas nuevas, que no hayan sido expuestas por otras personas antes que por nosotros. Por tanto,

más que a través de la originalidad y de la novedad, podemos identificar ideas personales a través

de la reflexión que las sustenta. Una idea se convierte en personal cuando la hacemos nuestra y

nos la apropiamos a través de la reflexión y de la experiencia personal. En las ideas del

comentario que estamos corrigiendo no se aprecia la reflexión del alumno. Las ideas no están

 bien explicadas ni desarrolladas suficientemente, y eso hace pensar que no han pasado por el

filtro de la reflexión. Por ello calificamos este apartado con un resultado insuficiente, un 4.Razonamiento

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 Pertenencia - relevancia: el comentario debe venir al caso, seguir el hilo conductor de la

 pregunta y plantear un tema importante respecto al texto

A pesar de que hemos considerado en el apartado relativo a la pregunta personal que ésta es

 pertinente en relación al texto, puesto que propone un tema importante del mismo, no podemos

decir lo mismo del desarrollo de la respuesta en relación a esa pregunta. La respuesta se articula

sobre una idea secundaria del texto que, además, no se considera en su profundidad. De hecho el

alumno cuestiona la existencia del tiempo indivisible, pero no lo hace desde la misma dimensión

a la que alude el texto, sino desde otra. Esto genera que el comentario no enriquezca el texto y

que no guarde mucha relación con él, y por ello hemos valorado leste apartado con un 4.

 

 Argumentación. Tienen que quedar claras las razones que el alumno aporta para justificar su

opinión. Tienen que ser variadas y suficientes, incluyendo algún contraargumento.

El alumno no justifica sus ideas, sino que se limita a exponerlas escuetamente. En algún momento

intenta aportar razones para sostener sus tesis, pero éstas son escasas, pobres y carecen de fuerza.

Además hay contradicciones graves en la exposición: afirma a la vez que «el tiempo puede

sentirse y medirse cuando está pasando, porque cuando ya ha pasado deja de existir» y que «el

 presente no existe porque dura tan poco que es imposible percibirlo». El ejemplo, como hemos

dicho anteriormente, no es pertinente y no cumple la función de ilustrar o aclarar lo que el alumno

está exponiendo. No hay ninguna objeción ni contraejemplo. Y por último, la conclusión

introduce un salto en la argumentación que no se justifica, lo cual genera la impresión de que se

llega a ella de forma dogmática y apriorística y no a través del razonamiento. La argumentación

del comentario es muy insuficiente y la calificamos con un 3.

 

 El comentario es, sobre todo, un diálogo con el autor. Esto debe quedar reflejado en las

referencias al autor y su texto, con el que el alumno polemiza, ya sea para estar de acuerdo o en

desacuerdo.

Una de las formas de estar segura de que el alumno está dialogando con el texto es que lo cite

directamente. En este caso, el comentario comienza con una cita de una de las tesis presentes en

el texto, tesis que el alumno pone en cuestión, sin embargo, como hemos dicho al corregir la

 pregunta personal, el alumno deja de lado el texto y la pregunta que él mismo formula y se desvía

hacia otra cuestión. Por este motivo no podemos considerar suficiente el diálogo entre el

comentario y el texto y lo calificamos con un 3.

Un texto de Ortega y Gasset, comentado por el alumno A

Texto

«En cada momento de mi vida se abren ante mí diversas posibilidades: puedo hacer esto o lo otro.

Si hago esto, seré A en el instante próximo; si hago lo otro, seré B. En este instante puede el lector dejar de leerme o seguir leyéndome. Y por escasa que sea la importancia de este ensayo, según

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haga lo uno o lo otro, el lector será A o será B, habrá hecho de sí mismo un A o un B. El hombre

es el ente que se hace a sí mismo, un ente que la ontología tradicional sólo topaba precisamente

cuando concluía y que renunciaba a entender: la causa sui sólo tenía que “esforzarse” en ser la

causa de sí mismo, pero no en determinar qué sí mismo iba a causar. Tenía, desde luego, un sí 

mimo previamente fijado e invariable, consistente, por ejemplo en infinitud.»

«Pero el hombre no sólo tiene que hacerse a sí mismo, sino que lo más grave que tiene que hacer 

es determinar lo que va a ser. Es causa sui en segunda potencia. Por una coincidencia que no es

casual, la doctrina del ser viviente sólo encuentra en la tradición como conceptos

aproximadamente utilizables los que intentó pensar la doctrina del ser divino. Si el lector ha

resuelto ahora seguir leyéndome en el próximo instante será, en última instancia, porque hacer 

eso es lo que mejor concuerda con el programa general que para su vida ha adoptado, por tanto,

con el hombre determinado que ha resuelto ser. Este programa vital es el yo de cada hombre, el

cual ha elegido entre diversas posibilidades de ser que en cada instante se abren ante él.»

José Ortega y Gasset Historia como sistema. VII. Madrid: Revista de Occidente, 1975, págs. 47ss.

 

Comentario

Resumen

El hombre es un animal que tiene la posibilidad de elegir, pero puede topar, cuando concluye y

renuncia a entender. Pero no tiene que hacer sólo eso, sino también tiene que determinarse a uno

mismo y lo que va a ser. Las elecciones se toman sólo en concordancia a su manera de ser 

determinada.

Pregunta del texto

¿Cómo toma decisiones el ser humano?

Pregunta personal

¿Está el hombre determinado?

Respuesta a la pregunta personal.

Como bien dice Ortega y Gasset, el hombre es un animal que elige caminos en cada momento de

su vida. Yo puedo elegir ahora si sigo escribiendo o no, pero ya está claro que lo voy a hacer 

 porque todo lo que soy me hace elegir.

Se sabe ya con certeza que hay genes que nos determinan el comportamiento, hay genes que nos

hacen predilectos a tener estrés, a ser violentos, obsesivos, etc., pero no sólo en los genes está la

cosa. Por ejemplo, un hombre nace en una comuna hippie

con el genoma de la violencia, y como no sea la de Manson, seguramente no se va a notar mucho.

La conducta del ser humano puede manifestarse según sus genes o no, dependiendo de los

estímulos exteriores.

Está demostrado que aunque el hombre tenga predilección por algún tipo de comportamiento, si

no recibe los estímulos medioambientales necesarios el sujeto nunca se comportará de talmanera. Si uno no sabe que es la tristeza, ¿cómo se va ha poner triste?

7/16/2019 DQF32.pdf

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Pero lo que verdaderamente pasa, es que los hombres no suelen nacer ni en comunas hippies ni en

otras sociedades aisladas del resto del mundo, y aunque nazca ahí puede también haber estímulos

imperceptibles.

Vivimos en una sociedad llena de estímulos, que nos hace aprovechar, creo, al máximo nuestra

información genética.

Viendo esto surge otra pregunta: ¿nosotros hacemos a la sociedad o es la sociedad la que nos hace

ha nosotros? En mi opinión, todo ser humano vive en simbiosis con la sociedad, necesita la

sociedad para determinarse a uno mismo, pero también el determinarse a uno mismo determina la

sociedad. Como buen ejemplo de alguien que la determinarse a uno mismo determinó a la

sociedad es Hitler. ¿qué habría pasado hoy si hubiera conseguido su sueño de ser artista?, o ¿ qué

 pasaría si alguien que tiene la capacidad de resolver todas las enfermedades del mundo eligiese

ser artista?

Aunque el autor del texto dice que el hombre puede ser un A o un B, individualmente, el hombre

no es un A o un B, no tiene dos caminos sino sólo la falsa sensación de que puede elegir, al ver 

que otras personas eligen cosas distintas de lo que le gusta.

 No doy por sentado que el hombre no toma decisiones, pero eso no quiere decir que elija. Claro

que yo me levanto por la mañana y puedo elegir estudiar, pero como soy vago prefiero ver una

 peli, leer un libro o ir de juerga dependiendo de si es fin de semana o no. Y cuando cambie no

significa que he elegido otro camino, sino que en mis genes se encontraba la información de

estudiar o los estímulos externos me hicieron cambiar.

En hombre siempre está determinado por algo y a la vez es libre, racional, pero también tiene

sentimientos, una paradoja de la naturaleza.

 

Justificación de la corrección del comentario de Ortega realizado por el alumno B

Resumen

 El resumen debe recoger objetivamente el contenido fundamental del texto. Debe estar redactado

en estilo directo y no es adecuado reproducir literalmente fragmentos del texto. No puede

consistir en una copia de fragmentos del texto o en una paráfrasis del mismo. Dependiendo del 

tipo de texto, la extensión del resumen debe no sobrepasar un 25 %.

El resumen está escrito en estilo directo y parece recoger la tesis de fondo del texto. Sin embargo,

hay imprecisiones importantes que deben ser tenidas en cuenta. En primer lugar, la frase con la

que comienza el resumen está copiada del texto, pero está copiada sin sentido. Parece como si el

alumno no hubiera entendido alguna de las palabras de la frase, pero se hubiera dado cuenta de

que ésta era importante y ha tratado de reproducirla. Por otra parte, la última frase del resumen

no se adecúa al contenido del texto, sino más bien a la tesis que el propio alumno va a defender a

lo largo del comentario. A pesar de estas dos imprecisiones que señalamos, el resumen muestra un

nivel de comprensión del texto que es suficiente para que el alumno pueda comentarlo. Por ello lohemos calificado con un 5.

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Pregunta texto

 Debe guardar estrecha relación con lo que el autor expone en el texto

La pregunta formulada por el alumno no es exactamente la pregunta a la que responde el texto,

aunque está relacionada con ella. De hecho, el problema en torno al cual gira el texto de Ortega

no es una cuestión práctica, como señala el alumno al identificar la pregunta con la forma de

tomar decisiones, sino una cuestión metafísica sobre la propia esencia del hombre que, más allá

de hacerse a uno mismo, tiene que determinar qué uno mismo quiere ser. Como la pregunta

formulada por el alumno no es aquella a la que responde el texto, ni siquiera de forma marginal,

en esta ocasión la valoración es negativa, siendo un 3 la nota que consideramos que corresponde a

este apartado.

Pregunta personal

Tiene que ser una pregunta que plantee alguno de los temas fundamentales del texto.

 La pregunta debe ser el hilo conductor del posterior comentario.

La pregunta está bien relacionada con el texto, puesto que pone en cuestión una de sus tesis más

importantes. Además, propone un tema de reflexión muy interesante y relevante en Filosofía, al

que el alumno sabe sacar partido. De hecho, a lo largo del comentario, el alumno responde a su

 pregunta muy satisfactoriamente, no dejándola de lado en ningún momento. El comentario es rico

y consigue desarrollar con mucha amplitud la pregunta. Calificamos este apartado con un 9.

 

Comentario

Claridad

 Introducción y conclusión: es importante que el comentario esté bien construido: una

introducción y una conclusión claras que permitan ver lo que está defendiendo el alumno.

En este caso, ni la introducción ni la conclusión cumplen satisfactoriamente su función. En la

introducción el alumno establece la relación entre su comentario y el texto y eso es valorado

 positivamente. Sin embargo, aunque se aprecia un esfuerzo por anticipar la tesis fundamental que

desea defender, ésta no queda expuesta con claridad. La conclusión se estructura en dos párrafos.

A lo largo del primero el alumno explica bien la tesis a la que ha llegado, pero en el segundo

evidencia la ambigüedad que caracteriza su tesis sin explicarla en modo alguno. Además

introduce un tema nuevo y eso es un error grave cuando se trata de la conclusión. Por estos

motivos la calificación estimada es un 4.

Continuidad: debe haber una continuidad y progresión entre los diferentes párrafos. Estos deben

además guardar alguna relación con el texto

Las ideas y los párrafos se siguen con continuidad unos a otros, pues están muy bien enlazados

unos con otros. Además se aprecia una clara y definida progresión en el desarrollo del

comentario, que comienza con el cuestionamiento de la libertad del hombre y concluye con la

tesis que afirma que hay una parte de nosotros que nos viene dada por los condicionantesgenéticos, culturales y sociales y otra que construimos de forma libre. Asimismo, todos los

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 párrafos guardan relación con el texto, pues, como hemos dicho al considerar la pregunta, ésta

 plantea uno de los temas fundamentales del texto y es el hilo del comentario. Por todo esto, le

hemos calificado la continuidad con un 7.

Ideas personales

Ideas personales: El comentario debe reflejar un punto de vista personal del alumno. Debe

evitar recurrir exclusivamente a lo ya sabido sobre el tema planteado, o a lo dicho en clase sin

una elaboración personal 

A lo largo del comentario el alumno expone muchas ideas importantes tanto del ámbito de la

ciencia como de la filosofía. En todas ellas se aprecia su propia reflexión. Están muy bien

explicadas, señal de que se ha apropiado de ellas, y existe un razonamiento de fondo que las

enlaza con orden, lo cual les proporciona un sentido personal. Las ideas a las que hacemos

referencia son ricas y variadas, por lo que valoramos con un 9 el desarrollo del comentario en

relación a este aspecto.

Razonamiento

 Pertenencia - relevancia: el comentario debe venir al caso, seguir el hilo conductor de la

 pregunta y plantear un tema importante respecto al texto

El comentario es pertinente en relación al texto, ya que plantea uno de sus temas fundamentales, y

es relevante, también, pues ofrece una aproximación al tema distinta de la del texto, que

enriquece y amplía la reflexión. Podemos decir que el punto de vista desde el que el alumno

comenta el texto es distinto al de Ortega, aunque no incompatible, lo cual le permite aportar 

nuevos elementos para continuar la reflexión propuesta en el texto. Además, en todo momento el

comentario sigue el hilo conductor de la pregunta, por lo que consideramos que este aspecto del

comentario es desarrollado satisfactoriamente por el alumno, siendo traducido su trabajo a la

calificación de un 8.

 Argumentación. Tienen que quedar claras las razones que el alumno aporta para justificar su

opinión. Tienen que ser variadas y suficientes, incluyendo algún contraargumento

Las tesis expuestas por el alumno están adecuadamente justificadas. El alumno aporta razones

sobre las que asienta sus tesis, y estas razones, además, están debidamente explicadas y

desarrolladas. También aporta ejemplos que logran ilustrar sus ideas. Un rasgo a destacar de la

argumentación del alumno es la calidad de su contraargumentación. El alumno confronta

 prácticamente todas sus tesis con una objeción que consigue superar matizando y precisando sus

afirmaciones, lo cual aporta solidez a la argumentación y riqueza y rigor a sus ideas. La

calificación con la que valoramos este apartado es un 9.

Diálogo: El comentario es, sobre todo, un diálogo con el autor. Esto debe quedar reflejado en

las referencias al autor y su texto, con el que el alumno polemiza, ya sea para estar de acuerdo o

en desacuerdo

El alumno cita dos veces el texto de Ortega: la primera vez al comienzo del comentario paraestablecer relación entre lo que desea exponer y el texto, y la segunda cita tiene lugar cuando está

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llegando a su propia conclusión, de forma que vuelve a establecer una relación entre lo que ya ha

expuesto y el texto. El hecho de citar el texto en esos dos momentos evidencia que éste ha sido

tenido en cuenta a lo largo de todo el desarrollo: ha sido el punto de partida y está presente en el

 punto de llegada. Esto sólo es posible si el diálogo ha sido constante, y como esto queda

demostrado en el comentario por las razones que hemos dado, valoramos el apartado con un 8.

 

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DESARROLLO Y VALIDACIÓN

Durante los últimos años hemos venido realizando correcciones de comentarios de textosiguiendo los criterios de corrección que hemos reproducido más arriba. La práctica adquiridadurante varios años proporcionaba cierta tranquilidad respecto a la validez y fiabilidad de lacorrección. Los alumnos no mostraban especiales problemas con las calificaciones obtenidas,solían apreciar los comentarios explicativos con indicaciones sobre los aspectos que debían

corregir y la práctica parecía que les permitía mejorar a lo largo del tiempo. Quedaba, noobstante, realizar un análisis más detallado para garantizar que la prueba era válida y fiable.

Por lo que se refiere a la fiabilidad, el procedimiento seguido consistió en analizar con detalle loscriterios de calificación entre los cuatro miembros del grupo, precisando lo más posible paraconseguir un acuerdo claro acerca del significado de los mismos. Además compartimos lacorrección de algunos ejercicios, comentando posteriormente las calificaciones que habíamosadjudicado a esos ejercicios para unificar criterios. Esta tarea nos permitió abordar la primar comprobación de la fiabilidad. Seleccionamos 125 ejercicios y los corregimos los cuatro; elresultado obtenido fue bastante positivo. De las nueve variables incluidas en la corrección del

comentario, obtuvimos correlaciones significativas en la mayor parte de ellas, en 52, mientras queno eran significativas en 2. Obtenida la puntuación total del ejercicio según el peso asignado acada una de las variables en le calificación global, se da una correlación significativa elevada enlas puntuaciones de los cuatro jueces, dato que refuerza aún más la fiabilidad global de la prueba.

Volvimos a comentar los resultados y los criterios de corrección, y realizamos de nuevo la

corrección de otros 47 ejercicios. Los resultados fueron muy similares, aunque se incrementaron

algo la puntuación obtenida en las correlaciones, reforzando así la significatividad de las mismas

y garantizando la fiabilidad de la prueba. Esto es, corregidas las mismas pruebas por jueces

diferentes, se obtenían puntuaciones similares. La prueba, tras estos dos análisis de las

calificaciones realizadas por jueces diferentes, puede ser considerada como una prueba fiable,

algo especialmente importante cuando se trata de pruebas abiertas como es, en definitiva, el

comentario de texto que aquí proponemos

Resumen 2 Resumen 3 Resumen 4

Resumen 1

Resumen 2

Resumen 3

,378 (**)

1

,633 (**)

,576 (**)

1

,616 (**)

,574 (**)

,745 (**)

Tabla 1

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Pregunta Texto 2 Pregunta Texto 3 Pregunta Texto 4

Pregunta Texto 1

Pregunta Texto 2

Pregunta Texto 3

,620(**)

1

,809 (**)

,567 (**)

1

,738 (**)

,719 (**)

,656 (**)

Tabla 2

Pregunta Personal 2 Pregunta Personal 3 Pregunta Personal 4

Pregunta Personal 1

Pregunta Personal 2

Pregunta Personal 3

,357

1

,491 (**)

,515 (**)

1

,181

,653 (**)

,499 (**)

Tabla 3

Claridad 2 Claridad 3 Claridad 4

Claridad

Claridad 2

Claridad 3

,635 (**)

1

,492 (**)

,430 (**)

1

,636 (**)

,691 (**)

,499 (**)

Tabla 4

Continuidad 2 Continuidad 3 Continuidad 4

Continuidad

Continuidad 2

Continuidad 3

,494 (**)

1

,518 (**)

,589 (**)

1

,611 (**)

,611 (**)

,471 (**)

Tabla 5

7/16/2019 DQF32.pdf

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Ideas Personales 2 Ideas Personales 3 Ideas Personales 4

Ideas Personales

Ideas Personales 2

Ideas Personales 3

,633 (**)

1

,461 (**)

,155

1

,494 (**)

,480 (**)

,197

Tabla 6

Pertinencia 2 Pertinencia 3 Pertinencia 4

Pertinencia

Pertinencia 2

Pertinencia 3

,501 (**)

1

,492 (**)

,499 (**)

1

,295 (*)

,393 (**)

,341 (*)

Tabla 7

Argumentación 2 Argumentación 3 Argumentación 4

Argumentación

Argumentación 2

Argumentación 3

,558 (**)

1

,529 (**)

,353 (**)

1

,520 (*)

,563 (**)

,245

Tabla 8

Diálogo 2 Diálogo 3 Diálogo 4

Diálogo

Diálogo 2

Diálogo 3

,476 (**)

1

,691 (**)

,616 (**)

1

,630 (*)

,614 (**)

,725 (**)

Tabla 9

7/16/2019 DQF32.pdf

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TOTAL 1 TOTAL 2 TOTAL 3

TOTAL

TOTAL 1

TOTAL 2

,613 (**)

1

,763 (**)

,582 (**)

1

,712 (*)

,756 (**)

,688(**)

Tabla 10

Más difícil resultaba el análisis de la validez de la prueba, puesto que no existe en principio

ninguna prueba similar consolidada en la investigación educativa. Teniendo en cuenta que el

objetivo final de esta prueba es mejorar la capacidad de lectura del alumnado y que partimos del

supuesto que leer en su sentido más pleno implica dialogar con el texto, optamos por comparar los resultados de la prueba con la prueba de comprensión lectora Lázaro. En este caso, el

resultado fue igualmente positivo, como puede verse en la tabla 11. Es interesante destacar que

las correlaciones son incluso más altas con la calificación global del ejercicio que con la que

corresponde al resumen, dado que está variable sería la que está más cerca de lo que mide la

 prueba Lázaro. Este dato podría reforzar el supuesto del que partimos, destacando que la lectura

realmente comprensiva implica desarrollar esa capacidad de dialogar con el texto.

Resumen 1 Total 1 Resumen 2 Total 2 Resumen 3 Total 3

Lázaro

Resumen 1

Total 1

Resumen 2

Total 2

,429 (**)

1

,526 (**)

,782 (**)

,401 (**)

,572 (**)

,493 (**)

,457 (**)

,492 (**)

,570 (**)

,774 (**)

1

,391 (**)

,596 (**)

,475 (**)

,601 (**)

,610 (**)

,428 (**)

,486 (**)

,545 (**)

,462 (**)

,579 (**)

Para ampliar la valoración de la validez de la prueba hemos planteado un cuestionario a los

alumnos para que nos indiquen cómo la ven ellos. Consultados 50 alumnos sobre la dificultad de

la prueba y sobre la contribución de la misma a su formación personal, la calificación promedio

fue en el primer caso de 7,2 y en el segundo de 7,1; en ambos casos se puntuaba sobre 10. Es

decir, los alumnos valoran bastante la prueba y desde luego no consideran que se trate de una

 prueba sencilla.

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Por último hemos valorado el proceso de aprendizaje en la prueba gracias a las estrategias

 pedagógicas diseñadas. En este caso hemos comparado las calificaciones obtenidas por 153

alumnos a principios de curso con las que obtuvieron a final de curso, esto es ocho meses

después. Fueron alumnos de 1º de la asignatura de filosofía en bachillerato con tres clases

semanales. La puntuación media total en la prueba inicial de octubre fue de 4,8, con una

desviación típica de 1,4. La calificación máxima fue un 9 y la mínima un 2. En la prueba final de

mayo-junio, las puntuaciones se habían incrementado de manera significativa, teniendo en cuenta

tanto la dificultad como el período de tiempo abarcado. La puntuación media fue en este caso de

5,5, con una desviación típica de 1,4, una puntuación máxima de 10 y una mínima de 3. La

ganancia nos parece importante, sobre todo teniendo en cuenta la dificultad de la prueba y el

cambio que supone respecto a lo que habitualmente hacen los alumnos. Además, como ya

comprobamos en un trabajo similar sobre la disertación con la que el comentario guarda estrecha

relación, hay alumnos que lo hacen bien de partida y otros que tiene dificultades serias también de

 partida, lo que nos obliga a ser ambiciosos en nuestra intervención educativa, pero al mismo

tiempo conscientes de que los resultados van a ser más modestos de lo que nos gustaría en un

 principio.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 BIBLIOGRAFÍA: Algunos libros comentados

 

Aguilar Jiménez, Cristóbal y Vicente Vilana Taix (1996): Teoría y práctica del comentario detexto filosófico. Madrid: Síntesis

Justifican los autores el comentario de texto por fomentar la capacidad de análisis y de síntesis, y

las de comprensión, conceptualización, reflexión, relación crítica, expresión y creatividad. Lo

 proponen como eje de una enseñanza de la filosofía en el bachillerato que supere el memorismo

de los modelos anteriores. Sin embargo, su modelo es sumamente clásico, cargando todo el peso

del trabajo del alumnado en una comprensión significativa del texto, en este caso de autores

clásicos, y dejando muy poco espacio para la apropiación personal y crítica de lo que el texto

 pueda sugerir. Incluye ejemplos de comentarios realizados y una selección de textos, así comouna presentación esquemática de otros modelos de comentario, empezando con el clásico de

Oxford.

 

Bajtin, Mijail (1991): Teoría y estética de la novela. Madrid: Taurus

La obra recoge diversos estudios de Bajtin, del que nos interesa en este caso son los dos primeros,

«El problema del contenido, el material y la forma en la creación literaria» y «La palabra en la

novela». Es en ese texto donde Bajtin desarrolla su teoría de la dialogicidad intrínseca de la

 palabra que está presente en todo texto y se manifiesta de forma más evidente en la novela,

destacando además la direccionalidad e intencionalidad de todo texto. En este está presente

además el discurso social, en el que escritor y lector participan como momentos del mismo.

 

Bolado Ocoa, G. y Santa Torre, M. A. de la:  Proyecto CITES. Comentario interactivo de textos

 filosóficos. CD-ROM. Fundación Marcelino Botín / Consejería de Educación Gobierno de

Cantabria

Es un buen y sólido trabajo sobre los comentarios, en el que se incluyen numerosos recursos para

 poder hacerlos. El modelo propuesto se centra exclusivamente en la comprensión del texto, sin

dejar ningún espacio para la reflexión personal sobre el mismo. De ahí que proponga como

momentos del comentario: 1º Identificación del autor; 2º Identificación de la obra; 3º Definición

de términos técnicos; 4º Análisis o esquematización del fragmento; 5º Explicación del texto según

los textos del autor; 6º Explicación del texto según otros textos de sus contemporáneos; 7º

explicación del texto según otros textos de la tradición filosófica.

 

Camarero, M. (1999): Introducción al comentario de texto. Madrid: Castalia.

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Expone un modelo clásico de comentario de texto, que se basa tanto en el análisis de la estructura

intratextual (ir desgranando el texto frase por frase, ver su métrica si se trata de un texto en verso

o ver su contenido si es en prosa), como el análisis de elementos externos al texto (relaciones

intertextuales y extratextuales). El objetivo es conseguir una “completa” comprensión del texto,

algo que ya hemos visto no es posible debido a las infinitas capas de sentido que presenta un

texto.

 

Claxton, G. (1995): Vivir y aprender. Psicología del desarrollo y del cambio en la vida cotidiana .

Madrid: Alianza

Este profesor de psicología de la educación en Londres ofrece una visión amplia y clara de los

 procesos de aprendizaje y desarrollo de los seres humanos, integrando perspectivas procedentes

de distintas corrientes psicológicas y educativas, como Skinner, Piaget o Bruner. Destaca sobre

todo su visión del aprendizaje como un constante proceso de elaboración de hipótesis explicativas

del mundo que nos rodea, que ponemos a prueba y revisamos para mejorar su capacidad

orientadora de nuestra comprensión del mundo y de nuestra acción sobre él.

 

Derrida, J. (1989): La deconstrucción en las fronteras de la filosofía. La retirada de la metáfora.

Barcelona: Paidós/I.C.E. U.A.B.

Libro de difícil lectura, incluye una buena introducción al pensamiento de Derrida escrita por 

Patricio Peñalver, que nos permite una mejor comprensión de la propuesta de lectura que hace

Derrida, alejada de una metafísica de la presencia. En el capítulo «La retirada de la metáfora»,

Derrida hace una exposición de su idea de la metáfora y de su propuesta de una lectura que no se

quede en la búsqueda de lo representado y presente, sino que indague en los trazos de lo ausente

gracias a un proceso de deconstrucción, recuperando al centralidad de la metáfora con su

 potencialidad polisémica y diseminadora.

 

Eco, U. (1987): Lector in fabula. La cooperación interpretativa en el texto narrativo. Barcelona:

Lumen

La tesis fuerte de Eco es que se pueden realizar ilimitadas interpretaciones de un texto aunque, sin

embargo, no toda interpretación es válida. El texto afirma lo que afirma y lo que en él está escrito

establece límites a la interpretación. La tarea de interpretar un texto no puede ser realizada al

margen del texto, sino en cooperación con él, teniendo siempre en cuenta lo que éste dice.

 —— (1992): Los límites de la interpretación. Barcelona: Lumen

Siguiendo la línea de la obra a la que acabamos de referirnos, en  Los límites de la interpretación

Eco profundiza en las restricciones, en los límites, que todo texto impone al lector y a las

interpretaciones que éste haga del texto. El texto tiene unos derechos y lo que en él se dice

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establece el ámbito de sus posibles interpretaciones. Es decir, los derechos del texto imponen

restricciones a la interpretación

 

 —— (1995): Interpretación y sobreinterpretación. Madrid: Cambridge University Press.

En esta obra se recogen las conferencias pronunciadas por Umberto Eco, Richard Rorty y

Jonathan Culler acerca de las posibilidades y de los límites de la interpretación. En el debate cada

uno de ellos adopta una postura distinta frente a este tema: por una parte, Eco defiende que no

toda interpretación es válida, sino que es necesario establecer unos criterios para que haya un

equilibrio entre lo que el texto afirma y lo que el lector interpreta, mientras que Rorty y Culler 

afirman lo contrario: lo importante es que la lectura sirva al lector, pero no es relevante

 permanecer fiel a lo que el texto dice.

 

Flecha García, José Ramón (1997): Compartiendo palabras: el aprendizaje de las personas

adultas a través del diálogo. Barcelona: Paidós

Presenta una aplicación práctica del modelo de educación dialógica de Freire a la educación de

adultos. En ella, Flecha establece una serie de principios por los que se debe regir el diálogo:

inteligencia cultural, transformación, diálogo igualitario, dimensión instrumental, creación de

sentido, solidaridad e igualdad de las diferencias. Condiciones todas ellas necesarias para que

 pueda darse el proceso educativo.

 

Freire, Pablo (2002): Pedagogía del oprimido. Madrid: Siglo XXI

Contiene valiosas ideas para convertir el proceso de enseñanza en un proceso significativo, que

lejos de una concepción bancaria haga posible una verdadera educación para la

libertad. Mención aparte merecen ideas como la educación problematizadora o los temas

 generadores, piedras angulares de su proyecto pedagógico.

 

Gadamer, H-G. (2005) Verdad y Método. Salamanca: Ediciones Sígueme.

En esta obra clave de la hermenéutica del siglo XX especialmente hemos de resaltar la segunda

 parte, concretamente el punto dos, que nos brinda conceptos centrales tales como tradición,

interpretación, diálogo o fusión de horizontes, a través de las cuales responde al problema que

 previamente se plantea: cómo es posible la comprensión.

Gadamer, H.G. (1998) Arte y verdad de la palabra. Barcelona: Paidós.

 En esta obra cabe destacar el capítulo titulado  Leer es como traducir , donde el autor subraya la

equivalencia existente entre al acto de leer y el de traducir, haciendo hincapié más en lo que se

gana en ambos casos (nuevos sentidos e interpretaciones), que en lo que se pierde (comprensión).

 Habermas, J. (2007): Verdad y justificación. Madrid: Trotta

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En el primer capítulo dialoga con diferentes tradiciones filosóficas (filosofía hermenéutica y

analítica) para ir sometiéndolas a su prisma personal, evidenciando sus aciertos y defectos a la luz

de su teoría de la racionalidad comunicativa. Analiza también la crítica de Schnädelbach con

quien debatirá que «todas las manifestaciones racionales pueden ser en principio defendidas

cuando alguien las pone en cuestión», ya que esto va en contra del concepto de racionalidad

comunicativa basado en la posibilidad de fundamentar y criticar expresiones lingüísticas y con

ello otorgar un papel clave a la racionalidad procedimental en la práctica argumentativa.

 

Klappenbach, A. (1999) Cómo estudiar filosofía y comentar un texto filosófico. Madrid:

Edinumen.

El modelo de comentario de texto propuesto por Augusto Klappenbach consiste en una adaptación

del modelo de Oxford para su utilización en Secundaria. El comentario se estructura en tres partes

que apuntan a la comprensión y contextualización del texto. bajo nuestro punto de vista, este

modelo otorga toda la atención e importancia del comentario a la recuperación objetiva del texto,

evitando establecer un verdadero diálogo entre el texto y el lector.

 

Recas, Javier (2006): «Hermenéutica crítica: seis modelos» en Muñoz, J. y Faerna, A.M. (ed.)

(2006): Caminos de la hermenéutica. Madrid: Biblioteca Nueva

Tras una introducción general al tema, el autor expone las ideas fundamentales de seis corrientes

de hermenéutica crítica: Habermas y Apel; Derrida; Ricoeur; Rorty; Vattimo. En conjunto, a pesar 

de la brevedad, constituye un apreciable trabajo.

 

Ricoeur, Paul (1995): Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido. Madrid: Siglo

XXI

Esta es otra de las obras fundamentales para comprender la corriente hermenéutica del siglo XX.

En ella desarrolla qué entiende por interpretación y cómo es ésta posible a través de los conceptos

de sentido y referencia, extraídos de la filosofía del lenguaje.

 

Rorty, R. (1995): “El progreso del pragmatista”, en: Eco, U.:  Interpretación y

 sobreinterpretación. Cambridge: Cambridge University Press

Capítulo perteneciente a la obra  Interpretación y sobreinterpretación ya comentada, en la que

Rorty trata de minimizar la importancia de la distinción entre interpretación y uso de un texto.

Desde su perspectiva lo único que puede hacerse con un texto es usarlo. Frente a esta distinción,

Rorty evidencia otra: la de la lectura metódica frente a la lectura inspirada, resultado del

encuentro entre el lector y el autor o la trama o un personaje del texto. El objetivo de esta lectura

es un cambio en la vida del lector, un cambio de prioridades, de propósitos.

 —— (1996): Objetividad, relativismo y verdad . Barcelona: Paidós

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Es una clara exposición acerca de alguno de los puntos clave del pragmatismo, como es la crítica

a las posiciones realistas y esencialistas, a la verdad como correspondencia, así como a la

existencia de contextos privilegiados para aprehender la verdad.

 

Todorov, Tzvetan (1992); Simbolismo e interpretación. Caracas: Monte Ávila

En la primera parte se recoge una teoría general del simbolismo lingüístico. Cuando nos

enfrentamos a éste fenómeno y tomamos la decisión de interpretar debemos tener en cuenta las

diferentes direcciones que puede tomar la evocación. También es sugerente la tesis de la

indeterminación constitutiva de toda evocación, que no posee el mismo grado de precisión y

certeza que tiene el encadenamiento discursivo.