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Historia Consumo de drogas El opio es el jugo de un tipo deamapola y hay registros de que sus funciones psicotrópicas eran conocidas ya en el 3.000 a.C. Utilizado como alimento, forraje o aceite, fue extendiéndose desde Oriente Medio hacia la India llegando en el siglo IX a China. A Europa Occidental no llegó terapéuticamente hasta el siglo XVI gracias al médico y alquimista suizo Paracelso que difundió el uso de la "piedra de la inmortalidad"en forma de láudano o tintura. En el siglo XIX llega a ser un gran problema sanitario en Occidente ya que la popularización en consumir opio para el ocio incrementó su adicción. De la amapola sale también la morfina que fue aislada del opio en el siglo XIX para sustituirlo junto con la codeína en los tratamientos médicos. En 1874 se creó el primer opiáceo semisintético, la heroína, que fue comercializado por la fábrica Bayer como sustitutivo del opio y la morfina en los tratamientos de deshabituación. Su alta adicción hizo que en Estados Unidos y en Inglaterra generase una fuerte adicción que fue extendiéndose por el resto del mundo. Por su parte el cannabis fue originario de Asia Central. Gracias a los registros arqueológicos podemos saber que el cannabis ya era empleado como fuente de fibras textiles en el 4.000 a.C. Sus propiedades alucinógenas probablemente fueron descubiertas por primera vez en Oriente, ya que algunos escritos chinos de hace 3.000 años indicaban que el cáñamo tomado en exceso hace ver monstruos y que si se usa largo tiempo puede comunicar con los espíritus y aligerar el cuerpo. Actualmente el cannabis es

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Historia Consumo de drogas

El opio es el jugo de un tipo deamapola y hay registros de que sus funciones psicotrópicas

eran conocidas ya en el 3.000 a.C. Utilizado como alimento, forraje o aceite, fue extendiéndose

desde Oriente Medio hacia la India llegando en el siglo IX a China. A Europa Occidental no llegó

terapéuticamente hasta el siglo XVI gracias al médico y alquimista suizo Paracelso que difundió el

uso de la "piedra de la inmortalidad"en forma de láudano o tintura. En el siglo XIX llega a ser un

gran problema sanitario en Occidente ya que la popularización en consumir opio para el ocio

incrementó su adicción.

De la amapola sale también la morfina que fue aislada del opio en el siglo XIX para

sustituirlo junto con la codeína en los tratamientos médicos. En 1874 se creó el primer opiáceo

semisintético, la heroína, que fue comercializado por la fábrica Bayer como sustitutivo del opio y

la morfina en los tratamientos de deshabituación. Su alta adicción hizo que en Estados Unidos y en

Inglaterra generase una fuerte adicción que fue extendiéndose por el resto del mundo.

Por su parte el cannabis fue originario de Asia Central. Gracias a los registros arqueológicos

podemos saber que el cannabis ya era empleado como fuente de fibras textiles en el 4.000 a.C.

Sus propiedades alucinógenas probablemente fueron descubiertas por primera vez en Oriente, ya

que algunos escritos chinos de hace 3.000 años indicaban que el cáñamo tomado en exceso hace

ver monstruos y que si se usa largo tiempo puede comunicar con los espíritus y aligerar el cuerpo.

Actualmente el cannabis es una de las drogas más consumidas en todo el mundo tanto en forma

de marihuana, hachís y aceite de hachís.

En América el uso de la coca como estimulante se remonta hacia el 5.000 a.C. La planta de la

coca crecía de manera silvestre hasta que en el siglo X comenzó a ser cultivada por los indios de

Colombia que la difundieron hacia el sur. En la cultura Inca era usada como planta sagrada en

rituales. Además como poderoso estimulante la hoja de coca era mascada por los trabajadores

para mitigar los efectos derivados de la altitud, el hambre o la fatiga y como medicina para las

molestias gastrointestinales, catarros o contusiones. La coca no se exportó a otros lugares hasta

que en el siglo XVI llegaron los españoles y se sorprendieron por sus efectos.

En el caso del tabaco, las primeras pruebas de su existencia datan de la cultura maya en el

2.000 a.C aproximadamente, aunque es probable que estuviese ya presente en las antiguas

organizaciones de Oriente. Cuando los conquistadores españoles llegaron en 1492 a Haiti

(Antiguamente Tabago) vieron sus posibles virtudes terapéuticas y la trasladaron al viejo

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continente también en el siglo XVI exportándolo a Prusia y Filipinas y de allí hacia China. Por su

parte Portugal lo exportó a Italia, África, Java, India, Japón e Irán.

Pero la droga con más adicción a lo largo y ancho del planeta es lacafeína. Aunque la planta

existía hace miles de años en Etiopía, su difusión empezó en Arabia en el siglo X. Cuenta la leyenda

que un monje al observar cómo quedaban de excitados los animales después de comer sus frutos

decidió probarlos. En el siglo XVIII el café se propagó por Europa llegando a producir el 70% de la

producción mundial.

Para entender la problemática del consumo de drogas a nivel mundial, es importante hacer

un análisis de la evolución sociocultural experimentada por la sociedad en las últimas décadas. Así

pues, los jóvenes de la década de los 80, constituyen la “generación de la droga”: niños de una

sociedad de consumo cuyos padres se socializaron en una cultura tradicional, a finales de los 70, es

el siguiente, en diferentes etapas, según Ramírez Goicoechea (1998): 1ª) Fase periférica (hasta el

inicio de los 80): la opinión social ante las drogas es de alarma. 2ª) Fase técnica (primera mitad de

la década de los 80): se intentan buscar respuestas profesionalizadas a los problemas derivados

del abuso de drogas. Continúa la preocupación social ante esta situación. 3ª) Fase estética

(segunda mitad de los 80 hasta la primera mitad de los años 90): se intenta contener la

preocupación social a través de mensajes preventivos. 4ª) Fase puritana (actualmente): según

D.Comas, apoyándose en el mito de la igualdad de derechos y deberes que asisten a los miembros

de una sociedad, se intenta extremar la cultura de rechazo a las drogas, al igual que se intenta

priorizar la interpretación de su consumo abusivo desde una elección libre e individual. Así pues,

teniendo en cuenta las pautas actuales del consumo, aportados por estudios epidemiológicos

sobre el consumo de drogas (Núñez, Soto y Castro, 1998), se señala repetidamente, que no hay

variables sociodemográficas, excepto el sexo y la edad, que nos permitan llevar a cabo un

diagnóstico aproximativo sostenido de los procesos que llevan al uso habitual de drogas en la

población.

La situación del consumo de drogas presenta un conjunto de variables e indicadores, entre

los que cabe destacar los siguientes: Existe una amplia penetración social de los consumidores de

drogas, sobre todo alcohol, tabaco y derivados del cannabis (marihuana), que no sólo presentan

altos niveles de prevalencia sino que también son percibidos por los ciudadanos como menos

peligrosas que otras. La evolución global del consumo de drogas en los últimos años, viene

determinada por la presencia de dos procesos compatibles entre sí: mientras aumenta el número

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de personas que admiten haber tenido algún consumo de drogas, sean legales o no, así como las

cantidades utilizadas por una parte importante de los consumidores habituales, decrece de forma

continuada el número de personas que utilizan drogas con frecuencia. La tendencia es más clara

entre los sectores adolescentes y juveniles de nuestra población que, como es conocido,

presentan las tasas de prevalencia más altas de consumo de drogas en su conjunto. Entre los

adolescentes y jóvenes que usan frecuentemente drogas, el consumo presenta altas cotas de

penetración, con asociaciones muy variadas, que a su vez muestran tendencias cambiantes en el

tiempo. En la actualidad, según datos de estudios, predominan los siguientes modelos de consumo

El modelo más importante, está constituido por un grupo que integra alucinógenos, anfetaminas y

drogas de síntesis, cocaína y cannabis (marihuana). El segundo modelo, está formado por la

heroína, junto con otros derivados opiáceos, la cocaína y los inhalantes.

La historia del consumo de drogas está ligada a la historia de la humanidad. Las

civilizaciones antiguas muestran evidencias de sustancias embriagantes, usadas en rituales

mágico-religiosos; medicinales, afrodisíacos, entre otros. Es propio de cada cultura, y un

vehículo para reforzar valores, identidad; transmitir y consolidar los conocimientos en las

diversas civilizaciones. A través de los siglos la droga fue cambiando su connotación

original. Los indígenas americanos conocían una gran variedad de plantas de las que en la

actualidad se extraen sustancias consideradas drogas, la usaban esencialmente para

comunicarse con los dioses, en ambientes y circunstancias específicas. En América, revela

Cartay (1991): “han nacido, para bien y para mal del mundo, tres estimulantes de fama

universal: el cacao, el tabaco y la coca” Además, muchos estimulantes de importancia

secundaria, y de usos restringidos, tales como el mate, la guaraná y el peyote. “El cacao

(Teobroma cacao) es probablemente originario de la cuenca del Alto Amazonas, que es la

región más rica en especies de ese género. Y se ha difundido en buena parte de América,

desde Amazonas hasta el sur de México” no hacen otro uso de él que chupar cuando está

madura la externa y muy sabrosa carne…»). Los indígenas de Los Andes venezolanos

preparaban una bebida de cacao llamada «chorote», que es un poderoso estimulante de

la fibra muscular. Los aztecas, 180 Teresa Salazar Morales DIKAIOSYNE N° 16 Año IX. Junio

2006 conocedores de alguna manera de este efecto, se lo administraban a los mensajeros

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de su imperio. Otra de las plantas americanas convertida hoy en día en mercancía lícita es

el tabaco (Nicotina tabacum). Fue visto por primera vez por los europeos entre el 2 y el 5

de noviembre de 1492, en la isla de Cuba, por dos marinos que acompañaban a Colón en

su primer viaje» (Cartay, 1991). En la América precolombina se usaba el tabaco de varias

maneras, aprovechándose toda la planta según sus usos: las semillas, las raíces, el tallo, las

hojas y las flores, prefiriéndose inicialmente, las hojas, y posteriormente, el tallo. Su

aplicación era medicinal y recreacional. La coca (Erythroxylum cocae) fue el estimulante

más utilizado en las regiones indígenas, particularmente en Perú y Bolivia. Sus especies

más conocidas son la Erythroxylum coca y Novogranatensevar truxillense, que han

recibido distintos nombres en las diferentes regiones. La primera referencia europea que

se hizo de la coca o «hayo» es la atribuida al padre español Ortiz, en 1499, citado por

Cartay, al describir su uso entre los nativos que poblaban las costas venezolanas. Su uso

estuvo más arraigado entre los incas, y aún entre sus predecesores que la consideraban

sagrada. Restringido a los miembros de la nobleza, se utilizaba en los rituales religiosos,

como obsequio a los visitante ilustres y con fines médicos. Se puede decir, que la coca

estaba permitida a una élite.

A partir de 1970 es cuando se acentúa en Venezuela el tráfico y consumo de drogas.

Coincide con cambios políticos, y económicos en la región, originados por la revolución

cubana, movimientos estudiantiles y sindicales. «Hasta 1960, en Venezuela, la marihuana

(Cannabis) no era considerada como un problema grave, la consumían algunos adictos de

los «barrios» (pobres) y eran considerados delincuentes» (Del Olmo, 1975). Ya en 1962

comienza a establecerse el criterio de «enfermo» a los consumidores, bajo la influencia de

Estados Unidos donde el consumo de marihuana era realmente un problema vinculado al

movimiento hippie y a la llamada Rebelión Verde, en 1967. 181 Aproximación histórica

sobre el consumo de drogas en Venezuela En nuestro país la rebelión era muy distinta;

eran las guerrillas, organizadas por movimientos políticos considerados subversivos. Sin

embargo, «el problema» de las drogas fue impuesto e importado desde Estados Unidos no

sólo a nuestro país sino a Latinoamérica. «La presión de Estados Unidos a través de los

organismos internacionales y concretamente de la Convención Unica de Viena en 1961, su

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interés por asesorar a nuestros gobiernos en la creación de Divisiones contra

Estupefacientes y el suministro masivo de publicidad sobre el tema que difunden a través

de sus embajadas, son elementos claves en la creación de nuestro problema» (Ibíd. p.90).

Dicha «asesoría» persiste hasta la actualidad, y Estados Unidos además creó la

denominada «Certificación» que se la otorgan a los países que considere que luchan

contra las drogas. El mercado ilícito de las drogas tardó varios años en prepararse y

establecerse. El joven de clase media comenzó el consumo, y los medios de comunicación

y organismos de seguridad del Estado venezolano iniciaron su campaña de «información y

orientación» que en vez de disminuirlo lo estimularon. Los organismos encargados del

control social comenzaron a montar una gran industria para hacer frente al problema

anunciado, que a su vez se transforma en publicidad. El verdadero problema de la

marihuana se creó a partir de 1970, mediante un programa contra las drogas. En la

División de Estupefacientes de la Policía Técnica Judicial, (PTJ) se comenzó a elaborar una

estadística diferenciando al consumidor del traficante. Esta policía recibe el asesoramiento

del Departamento de Justicia de Estados Unidos, además tiene una estrecha relación con

la INTERPOL. Se destacó el combate contra las drogas y se incrementó su presupuesto, sin

embargo el problema permaneció o se acentuó con el tiempo. En 1970 surge la Dirección

de Prevención del Delito, cuya función fundamental es prevenir, mediante un despliegue

publicitario de información. «Lo que no se previó en ningún momento, por ser el

problema de las drogas importado e impuesto, fue las consecuencias de esa publicidad.

Publicidad que también fue importada. La práctica demostró que al igual que en otros

países, los jóvenes no le hacen caso a esa publicidad» (Del Olmo, 1975). La difusión de

información contra las drogas fue contraria al interés original, incitó la curiosidad y

estimuló el consumo, ayudó a afianzar una cultura de las drogas. Al ser considerado el

consumidor como un enfermo, el psiquiatra sustituyó al policía, se inauguraron,

numerosos centros de tratamiento y rehabilitación que hasta ahora no han resuelto el

problema. Con el mercado de la marihuana se inició el de otras drogas como la cocaína y,

aunque en menor escala, la heroína, que genera beneficio económico no solo al traficante

y a la industria trasnacional, sino a las industrias de control social y represión así como a

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las industrias publicitarias y de comunicaciones; beneficio que además de económico es

político. «Al drogarse el joven considera que está siendo rebelde porque se le ha inculcado

la liberación a través de la droga pero esa liberación no es en realidad sino todo lo

contrario en América Latina. Es la forma más sutil de dependencia, que por lo demás

justifica su control». En los ochenta se acentuó el tráfico de cocaína controlado por

organizaciones de carácter transnacional. La coca, planta de donde se extrae la cocaína,

fue convertida en mercancía, en el modo de producción capitalista en el siglo XV, a raíz de

la conquista española y se convirtió «en espléndido negocio», hasta el punto que

Garcilazo de la Vega «la consideró la principal riqueza del Perú» (Cartay, 1992, p.106).

Aunque se masificó su uso a partir de 1858-1860 cuando Aubert Niemann obtuvo por

primera vez en Europa la cocaína (Delpirou y Labrousse, 1988). Galeano (1971) menciona

que, por su parte, los españoles en compañía de los clérigos de la iglesia católica,

estimularon su consumo, y se enriquecieron con el cultivo y comercio así como con el

pago de impuestos a la coca. A los indígenas en Bolivia y Perú se les proporcionaba coca

para aguantar las penurias del trabajo y, una vez acostumbrados, se les daba como pago.

Existe una idea equivocada acerca del consumo de coca por los indígenas americanos: los

intereses dominantes pretenden identificar o buscar similitud entre el «acullicar» con la

inhalación actual de cocaína; nada más diferente, porque aquélla solo tenía y tiene un

valor cultural y no mercantilista como la cocaína. Mirtenbaum (1989) manifiesta que

«Dentro de esta perspectiva, la producción, intercambio y consumo de coca y de la

cocaína también son dos actividades culturales distintas, sin restar importancia al hecho

de que la producción del cultivo de coca está intensamente articulada al capital financiero

del tráfico de la cocaína»

La cocaína es comercialmente la droga por excelencia, por sus efectos físicos y

psíquicos que provocan dependencia al consumidor, y por las exorbitantes ganancias que

produce. En 1974 el crimen organizado monopolizaba el negocio. Se conformaron redes

para el cultivo y transporte con los países latinoamericanos (Cartay, 1991). Existe cultivo

lícito en algunas regiones bolivianas y 183 Aproximación histórica sobre el consumo de

drogas en Venezuela peruanas, se limitó la superficie bajo cultivo y se somete la

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distribución a fiscalización del gobierno respectivo. Venezuela es por su posición

geográfica puerto y aeropuerto hacia América del Norte y Europa, especialmente de la

droga cultivada y procesada en Colombia. Aunque es innegable que también existe

consumo, como lo evidencian algunos, Pese a este panorama, el tráfico recibe duros

golpes en manos de los cuerpos de seguridad como la Guardia Nacional y otros

organismos de control social del Estado venezolano.

Teorías sobre el consumo de drogas en la adolescencia

El consumo de sustancias tóxicas por parte de los adolescentes se relaciona con

múltiples factores personales, familiares y sociales. De acuerdo con Botvin (1992), a

grandes rasgos, se podría diferenciar los factores relacionados con el consumo en

individuales y sociales, subdiviendo a su vez el entorno social en dos niveles: macrosocial

(que agrupa las influencias que operan en un contexto más amplio) y microsocial (que

hace referencia al entorno más inmediato del individuo).

Factores individuales para el consumo

Están centrados en el individuo, se refieren tanto a las características del sujeto

como a los procesos internos, y determinan una mayor o menor susceptibilidad o

vulnerabilidad a las influencias sociales que favorecen el consumo de este tipo de

sustancias (Botvin 1992).

La edad es una variable fuertemente relacionada con el consumo de drogas. La

precocidad en el uso de sustancias uno de los principales predictores del abuso en

la adolescencia. Las frecuencias de consumo más altas coinciden, generalmente,

con una mayor antigüedad en el inicio del consumo. Según Pérez-Milena, 2007,

Existe un considerable aumento del consumo en el período de transición de la

enseñanza primaria a la enseñanza secundaria, pudiendo ser ésta una etapa

vulnerable para la iniciación. La edad crítica para el inicio del consumo de drogas

podemos situarla entre los 11-12 y los 15-16 años, aproximadamente, y varía en

función de la sustancia. La relación entre los patrones de consumo y la edad se

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describe en términos de una función curvilínea, es decir, aumenta con la edad,

alcanzando su punto máximo entre los 18-24 años y posteriormente desciende.

Sexo, en algunas investigaciones se aprecian diferencias en el uso de sustancias,

generalmente los varones son más precoces y presentan un mayor consumo

habitual. Sin embargo debemos destacar que estas desigualdades han ido

descendiendo a lo largo del tiempo y para algunas sustancias el sexo ya no es una

variable discriminante en el consumo pues las diferencias no alcanzan un nivel

significativo García-Señorán, apunta que estos resultados quizás nos estén

sugiriendo que los jóvenes cada vez se distinguen menos en sus actitudes, valores

y comportamientos según el sexo.

Rasgos de personalidad han acaparado la atención de numerosos investigadores.

Los estudios sobre la personalidad del adicto son muchos y dispares sus

resultados; por una parte tenemos aquellos en que no se manifiestan rasgos

diferenciales entre los sujetos toxicómanos y los no consumidores, y otros en

donde se admite que existe una personalidad prototípica del toxicómano.

Entre las variables de personalidad que han mostrado una relación consistente con

las conductas de consumo tenemos la búsqueda de sensaciones, que parece ser la más

relevante (Luengo, 1990). Los consumidores puntúan más alto en las escalas que miden

dicho constructo que los no consumidores. La tendencia a buscar nuevas sensaciones

puede interpretarse como una reacción frente a los sentimientos de “hastío y

aburrimiento” que experimentan los consumidores; también se ha relacionado con la

necesidad real de una mayor estimulación (derivada de factores bio-fisiológicos) que

caracteriza a estos sujetos. Existen otras variables de personalidad vinculadas con el

consumo de drogas, aunque no de forma tan consistente.

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Un alto nivel de inseguridad, lo que conlleva habitualmente una baja autoestima. En

la adolescencia es frecuente que surjan dudas acerca de la propia valía. Los cambios

producidos durante esta edad pueden inducir a experimentar con drogas para tratar de

ser diferente o hacer algo que implique un riesgo. Crockett y Petersen (1993) observan un

incremento de la autoestima durante la segunda década de la vida; sin embargo esta

mejora parece ir seguida de un declive en la adolescencia temprana, particularmente en

las chicas. La baja autoestima o autoconcepto ha sido identificado como un precursor del

uso de sustancias y del comportamiento delictivo en la adolescencia en algunos estudios

(Crockett, 1993). La autoestima sería un factor de protección contra el abuso de drogas:

los jóvenes serían más resistentes y menos influenciables por la presión de sus

compañeros. Se ha comprobado que los adolescentes con un locus de control externo son

más influenciables por los amigos, favoreciendo de este modo el consumo de sustancias.

La rebeldía es un factor que sobresale consistentemente como precursor del

consumo de drogas es una predisposición hacia la rebelión, independencia y no

conformidad. Un comportamiento rebelde suele estar vinculado con el uso más frecuente

de sustancias ilegales. Igual ocurre cuando existe una baja tolerancia a la frustración. En

algunos casos, los usuarios de drogas han pasado por una situación vital estresante

incontrolable, lo que desencadena una sensación de pérdida de control sobre el medio

ambiente por parte de la persona, así como del sentido de la propia existencia y le

conduce al consumo abusivo de drogas -que sería una estrategia de afrontamiento y a la

que se recurriría cuando otras estrategias fracasan-. En otras ocasiones son personas

caprichosas que no toleran la tensión, el dolor, la frustración y las situaciones de espera.

Los rasgos depresivos de la adolescencia se agudizarían en este grupo de jóvenes que

experimentan una “crisis de identidad” más intensa y conflictiva.

Algunos autores destacan los factores cognitivos (Botvin, 1992; García-Señorán,

1994). En este grupo se incluyen conocimientos, creencias, actitudes y expectativas

relacionadas con el comportamiento en cuestión.

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Conocimientos. Las investigaciones parecen coincidir en que las personas más

conscientes de los efectos dañinos de las drogas son menos tolerantes con el uso de

sustancias y es menos probable que desarrollen la adicción. Sin embargo, no debemos

olvidar que los conocimientos sobre los daños ocasionados por las drogas jugarán un

papel poco significativo en el adolescente, si posee un bajo autoconcepto y siente la

necesidad de usar drogas para realzar su posición en el grupo. En la adolescencia, a pesar

de las advertencias de padres, profesores y profesionales de la salud, tiende a ignorarse

las consecuencias adversas relacionadas con el uso de sustancias y a sobreestimar las

capacidades para hacer frente a la destrucción personal que conlleva el uso de drogas.

Con frecuencia, los jóvenes creen que pueden controlar dicho comportamiento y

abandonarlo en el momento que lo deseen.

Creencias. Las creencias se van conformando a lo largo de todo el ciclo vital y se

verán influidas por las características de la fuente de información, la naturaleza de la

comunicación y las características del receptor. La conducta de los individuos está

regulada, al menos en gran parte, por su sistema de creencias y valores.

Actitudes. Aunque diversas investigaciones experimentales sobre la relación entre la

actitud y la conducta no muestran una correspondencia biunívoca entre las actitudes

expresadas y el comportamiento posterior, sí cabe afirmar que existe un estrecho vínculo

entre las actitudes hacia las drogas y su consumo ya que es posible encontrar

correlaciones entre unas y otras (Botvin, 1992; García-Señorán, 1994). Para Fishbein y

Ajzen (1975), las actitudes -que representarían la evaluación global de la acción por parte

del individuo y las normas subjetivas que representarían la percepción de las expectativas

de otras personas, importantes para el individuo, en relación con esa conducta en

concreto- son los principales predictores de las intenciones comporta mentales, que a su

vez son las responsables de que se produzca o no una conducta. Los autores señalan que

si se desea cambiar una conducta es necesario influir en las intenciones, lo que exige a su

vez, intervenir y cambiar las actitudes hacia la conducta y, la norma subjetiva.

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Expectativas. Existe una relación funcional entre las expectativas y el uso de drogas;

aquellos individuos que abusan de las drogas tienen unas expectativas diferentes a los que

no las utilizan respecto a los efectos de dichas sustancias (Novacek, 1991). En la medida en

que las expectativas son más positivas y el individuo espera conseguir resultados más

satisfactorios puede observarse un mayor consumo. Y por último, dentro de este apartado

nos referiremos a los factores comporta mental, que representan el grado de implicación

en diversos problemas conductuales así como en conductas desaprobadas socialmente.

Para algunos autores, el uso de sustancias forma parte de un conjunto de problemas

comporta mentales y obedece a leyes similares (Eggert, 1990; Botvin, 1992). Luengo et al.

(1990) señalan que la involucración del individuo en otro tipo de conductas desviadas

distintas a las relacionadas con el consumo es otro factor de riesgo al que no se le ha

prestado demasiada atención. “Las conductas problemáticas” a edades tempranas son un

buen predictor del consumo de drogas en la adolescencia y juventud, es más frecuente

que los consumidores de drogas estén implicados en actividades delictivas que los no

consumidores. Por otra parte, el uso de una droga es un buen predictor del uso de

cualquiera de las otras.

Factores sociales para el consumo

Estos factores son complejos, interactivos y difíciles de separar. Dentro de este

grupo diferenciaremos el nivel microsocial y macrosocial. El nivel microsocial se refiere a

aquellos contextos más inmediatos en los que el sujeto participa directamente; por

ejemplo la familia, el grupo de iguales, la escuela. Englobaría tanto las relaciones con los

demás como los modelos de comportamiento a que debe ajustarse el individuo. El nivel

macrosocial agruparía los factores de riesgo externos al individuo, de carácter

socioestructural, socioeconómico, sociocultural, que condicionan la calidad de vida e

influyen en la conducta adictiva convirtiéndola en un proceso no estático. La influencia de

dichos factores opera a un nivel más amplio.

Factores microsociales para el consumo

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Influencias parentales. La familia ejerce una gran influencia sobre el consumo de

drogas en sus miembros, puede actuar neutralizando o inhibiendo tales conductas (Dento,

1994). Según Bailey y Hubbard (1991) existen diferencias desde el punto de vista evolutivo

que influyen en la iniciación del consumo de drogas. Los padres tienen mayor influencia

en la niñez y en los adolescentes más jóvenes, ésta disminuirá progresivamente conforme

aumenta la edad. En las primeras fases de consumo, el comportamiento de los padres es

crítico, y de su actuación va a depender que el adolescente se inicie en el consumo de

cerveza, vino, experimentando cada vez con bebidas de más alta graduación. En fases

posteriores a la iniciación, la calidad de las relaciones padre-hijo cobra importancia, si los

vínculos son estrechos el consumo se frenará, de lo contrario evolucionará a formas más

graves de abuso (Rhodes, 1990). El modelo directo de los padres, las relaciones familiares

deficitarias, actitudes de sobreprotección materna con conducta paterna ineficaz,

prácticas educativas inadecuadas caracterizadas por una excesiva permisividad o dureza,

incomunicación y tensión, se encuentran relacionados con un mayor consumo de drogas

(Hualde, 1990).

Influencias de los hermanos. La presencia de hermanos mayores es un claro factor

de riesgo según Brook, 1989; y García-Señorán, 1994. Las influencias pueden deberse al

modelado directo que ejercen sobre la conducta de los más pequeños; a sus actitudes y

orientaciones hacia el consumo; juegan un papel importante en la elección de los

compañeros de sus hermanos pequeños; también pueden actuar como una fuente de

suministro de drogas. Los hermanos podrían considerarse como un subgrupo especial de

compañeros, cuya influencia sería menor que la de los propios compañeros pero mayor

que la de los padres.

Influencias de los compañeros-amigos. Los amigos desempeñan un papel muy

importante en el mundo del adolescente; este hecho ha sido demostrado repetidamente

al observar la similitud del comportamiento entre los miembros de un grupo o amigos. La

mayoría de los adolescentes que consumen drogas son introducidos en el consumo por

sus amigos, bien porque sus compañeros los presionan o porque necesitan sentirse

aceptados por su grupo. Por ello tratarán de desarrollar las actividades valoradas por sus

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compañeros, sean éstas admitidas socialmente o no. Una serie de investigaciones

detectaron la influencia de los amigos como el más claro indicador del consumo de drogas

en el adolescente. Existe una relación altamente significativa entre la interacción del

adolescente con amigos consumidores y su propio consumo.

Se ha demostrado que un adolescente que consume drogas es más probable que

tenga amigos consumidores que un no consumidor. También existe una fuerte

interrelación entre la percepción del consumo de los amigos y el consumo propio. Cuando

se producen cambios en dichas percepciones también se producen variaciones en el

consumo (Epstein, 1995). El proceso mediante el que los adolescentes son influidos por

sus iguales incluye diferentes mecanismos: el modelado o aprendizaje social parece ser el

más importante; destaca también el refuerzo selectivo de ciertas conductas del individuo

por parte de sus compañeros. Es probable que los adolescentes manifiesten un

comportamiento acorde a las normas establecidas y expresadas por el grupo, el grupo

establece sus propias normas y el sujeto que pertenece a él debe adaptarse a ellas. El

aceptar y poner en práctica sugerencias de amigos podría actuar de forma indirecta en el

comportamiento del adolescente afectando la formación de sus propias actitudes y

preferencias. Por otra parte, la reciprocidad es el corazón de la amistad e implica unas

normas, los participantes del grupo deben colaborar entre sí. Las drogas pueden

transformarse en un símbolo del grupo. Las relaciones amistosas implicarán unos

determinados comportamientos que serán vistos como elecciones personales en vez de

como una influencia social, por tanto, la influencia de los compañeros se hace más sutil y

difícil de definir.

Factores Escolares. Las variables escolares que se relacionan de forma más

significativa con el consumo de drogas son: las características de la escuela, la

insatisfacción escolar, un nivel más bajo de compromiso con las actividades académicas,

un mayor nivel de absentismo escolar y una peor ejecución académica. Todos estos

factores también inciden en el fracaso escolar. Estudios ha comprobado que los

adolescentes con mal rendimiento académico prueban antes el tabaco (Ojembarrena,

2002). Otros estudios refieren que es difícil establecer la relación causal entre el consumo

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de drogas y la existencia de consecuencias psicopatológicas en los adolescentes, pero en

lo que sí están de acuerdo varios autores es en que existe una estrecha relación entre

ambos hechos. Los consumidores crónicos de drogas presentan mayores dificultades y

problemas psicosociales, y los problemas escolares son frecuentes en la adolescencia

(Gonzalvo, 2011). En algunas ocasiones, cuando el adolescente no puede alcanzar el

mismo nivel de logro que sus compañeros, por unas causas u otras, aumenta la

probabilidad de que presente conductas problemáticas en el aula. Esta desadaptación

podría inducirle a unirse con compañeros no convencionales. Se ha detectado que en

algunas escuelas las tasas de comportamientos desviados son más bajas; estas escuelas

procuran que las clases sean relevantes e interesantes para los alumnos; a los estudiantes

se le reconocen sus avances; las relaciones entre los alumnos y profesores son

satisfactorias. Todo ello mejora el rendimiento académico, acrecienta la autoestima y

mejora el control de los alumnos sobre sí mismos. El clima escolar influye notablemente

sobre el logro académico y el comportamiento del escolar. La escuela puede ser vivida

como la primera experiencia de fracaso social generando un proceso de ruptura con el

mundo de los adultos y compañeros, llevando al joven a buscar su autoestima y

satisfacción en otros ambientes, muchas veces en la calle (Hualde, 1990).

Factores macrosociales para el consumo

Contexto social. Las drogas como un problema de salud más, tienen que ver

fundamentalmente con los estilos de vida que una población posee. Dichos estilos de vida

están condicionados por contextos económico-sociales y presentan unas características

que condicionan modelos de consumo y de respuesta social. La influencia de los modelos

sociales parece crucial en la iniciación al consumo de drogas. Ciertos hábitos y estilos de

vida se muestran como conductas de prestigio social y expresiones de placer a imitar por

los adolescentes. Otro aspecto digno de mencionarse es la “sociedad consumista” que nos

rodea: nuestro ambiente forma parte y está fuertemente enraizado en una sociedad de

consumo. Los adolescentes no son ajenos al bombardeo consumista. A pesar de su

dependencia económica hoy en día la adolescencia posee un poder adquisitivo

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mediatizado que nunca tuvo, de hecho, un sector cada vez más importante del mercado

se dirige a ellos casi en exclusiva, pues constituyen una especie de grupo o clase social. En

este contexto debe situarse también el consumo de drogas:

“por llevar el pelo de cierta manera, vestir cazadora, pantalones y zapatos

adecuados, y escuchar una música concreta o asistir a determinados conciertos. También

en determinadas circunstancias implica consumir drogas”. (Hualde, 1990).

Por otra parte, los adolescentes han asumido la “cultura”, Nuestros adolescentes

están recibiendo constantemente el mensaje de que la única forma de estar bien en la

vida, de tener marcha, es estar colocado. Estamos acostumbrados a tomar continuamente

sustancias que afectan nuestro estado de ánimo, comportamiento y percepción. La

sociedad Usa infinidad de sustancias que producen excitación, tranquilizan, ayudan a

dormir, alivian el dolor o mejoran nuestra resistencia a las enfermedades.

Constantemente nuestra sociedad incita al consumo para sentirse bien. Si ser sano en

nuestra sociedad es no tener marcha.

Disponibilidad de las sustancias. Hay una relación directa entre la disponibilidad de

las drogas y el aumento del problema en los últimos años. El alcohol, el tabaco y los

psicofármacos están al alcance de cualquier persona incluso niños, y son las sustancias

más consumidas. Cuanto mayor sea la cantidad de droga en el mercado, un número

mayor de sujetos se iniciará en el consumo, se consumirán mayores cantidades y el

número de individuos que se convertirán en consumidores habituales será mayor.

El consumo de tabaco y de alcohol se acepta por los adolescentes como una

actividad social normalizada. Su inicio se sitúa al principio de los estudios de educación

secundaria y se imitan comportamientos sociales que se equiparan con otros hábitos

consumistas, en muchas zonas la compra de alcohol y tabaco es fácil y accesible para un

menor de edad, pese a ser ilegal.

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Conclusiones

Alrededor del año 3.000 a.C ya se utilizaban algunos opiáceos: en Asia el cáñamo, en

América hojas de coca como analgésico o en la sociedad Azteca algunos hongos como el

peyote

Aunque no se conozca con exactitud cuál fue la primera droga que se usó, el alcohol

está entre las primeras ya que es probable que cuando se almacenaba la miel y ésta

fermentaba se produjese el primer vino. Desde entonces, las bebidas fermentadas han

sido consumidas a lo largo de la historia convirtiéndose en un importante comercio

colonial.

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Introducción

Las sustancias químicas psicoactivas forman parte de la cultura humana desde sus orígenes. El alcohol y el tabaco, las drogas legales en Occidente, se han visto complementadas en la segunda mitad del siglo XX por un sostenido aumento en el uso de sustancias ilegales, que fueron utilizadas fuera de Europa y Estados Unidos como los derivados del opio en el lejano Oriente, la marihuana en el norte de África, y la hoja de coca en los países andinos de Sudamérica. Su uso cada vez mayor entre los adolescentes se transformó en motivo de preocupación y luego de alarma pública en los últimos años, en la medida que su uso ha llegado a ser tan frecuente, en algunos casos, como el de las sustancias legales entre los adultos. Los adolescentes, por su parte, están muy conscientes del doble estándar con que los adultos manejan este tema, al prohibirles las sustancias químicas que los adultos no usan, pero utilizan ellos mismos las "drogas legales", sea alcohol, sea tabaco, sean sustancias psicoactivas prescritas, muchas veces, por los médicos.

El consumo de droga, especialmente si se hace en forma frecuente o excesiva en cantidad, es una típica conducta de riesgo, en el sentido que lleva a consecuencias riesgosas para la salud. Por otra parte, el enfoque de riesgo se aplica aquí en todos sus términos. Hay una concentración de conductas de riesgo entre los usuarios de droga, y la relación con varios de los factores antecedentes o de riego es muy clara y ha sido cada vez más documentada empíricamente.

En esta lección nos referiremos a los siguientes temas:

Factores de riesgo de consumo de sustancias Prevalencia del consumo de drogas Clasificación y farmacología de las principales drogas Características clínicas: etapas del consumo de sustancia Tratamiento de la drogadicción: etapas y objetivos

El consumo de drogas es un hecho antiguo. En todas las épocas los hombres han conocido - y han consumido - sustancias que hacen experimentar estados de lucidez y oscuridad mental, de excitación o de relajamiento en el ánimo, de euforia o pasividad y abulia a quien las ingiere. Se trata, como es sabido, de sustancias variadas que se engloban bajo la denominación común de drogas.

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No es un hecho nuevo el consumo de drogas, pero en nuestros días es novedosa la extensión del fenómeno, la calidad de los nuevos usuarios-la gente joven, los adolescentes- y los intentos de justificación de esta conducta.

Por tratarse de un hecho humano, el consumo de drogas tiene junto a sus aspectos médicos, psicológicos, sociales, jurídicos, etc., una dimensión moral. Esta dimensión moral es la que estudiaremos a continuación.

Antes de comenzar es oportuno hacer presente que el examen oral de un hecho significa penetrar en un orden de cosas distinto del orden en que se mueven las ciencias comúnmente llamadas positivas o experimentales: la química, la medicina, la psicología, la sociología, etc. A estas ciencias les interesan las causas y los efectos inmediatos de las cosas o de los hechos; el moralista, en cambio, se sitúa más abajo, podríamos decir, en el dominio del ser; y específicamente, del ser del hombre. Porque la ciencia moral busca la norma, el deber-ser, no arbitrario o antojadizo, sino necesario, que está vinculado al ser mismo de las cosas y del hombre.

Uno de los primeros y más graves problemas con el que se topa el moralista es el de determinar el criterio de moralidad. Arduo problema, larga y apasionadamente discutido. Sin entrar, como es lógico, en el tema y para efecto de nuestro estudio, precisemos que:

En cualquier caso, el bien de un ser debe estar vinculado a la permanencia y desarrollo de su mismo ser, no a su destrucción o negación;

El bien moral no hace excepción a este principio general;

En consecuencia, la idea que uno tenga acerca de lo que el hombre es -y deba llegar a ser- va a determinar sus criterios morales;

Somos concientes de la dificultad que entraña formular una concepción del hombre, precisamente por ser el hombre un ser libre, de algún modo creador de sí mismo-entiéndase bien, que no se deja encasillar;

Sin embargo también el hombre tiene necesidad de ser fiel a sí mismo, a su ser, a su naturaleza, a su origen y a su destino. Destino que él no inventa sino que recibe implícito en lo que es su ser y su capacidad de llegar a ser;

Fieles a la concepción occidental-cristiana pensamos en el hombre como un ser corpóreo-espiritual, racional, libre y, en definitiva, personal, hecho a imagen y semejanza del Creador y con un destino trascendente.

Siendo las cosas así, la moral tomará sus criterios de bien y mal tanto de aquello que el hombre es como de aquello que esta llamado a ser, sin que haya entre ambas cosas, como es lógico, contradicción alguna.

Aunque distinta de las ciencias experimentales, la moral no prescinde de las aportaciones que éstas realizan, sabiendo, eso sí, que sus resultados son sólo hipótesis de trabajo con validez sólo temporal. En el caso específico de las drogas, por ejemplo, le interesan los resultados de la bioquímica, la psicología, la psiquiatría, la sociología, etc., porque el efecto que éstas sustancias produzcan en el cuerpo y en la psiquis del

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hombre es uno de los elementos -es la base material- sobre los que se apoya el juicio moral.

Se ha de tener en cuenta también que siendo la moral quien hace presente al hombre su fin y la conducta para alcanzarlo, lo propio del moralista no es señalar el mal -el error o el pecado- sino el bien. Se puede decir que, propiamente, la moral es la ciencia del bien y del camino para conseguirlo.

Referencia: El consumo de drogas: una valoración moral © Apocatastasis: Literatura y Contenidos Seleccionados 

El consumo abusivo de drogas lícitas e ilícitas y su consecuencia, tanto física como emocional, representan un problema de salud pública en el ámbito mundial(1). Especialmente en la adolescencia, la experiencia de ese consumo puede constituir un marco importante en la transición, de esa etapa del desarrollo, a la vida adulta. La búsqueda de identidad y la separación gradual de los padres marcan esa fase, en la cual la familia representa tanto una fuente de apoyo y seguridad como aquella que tiene como función imponer límites(2).

El abuso de ese consumo, generalmente influenciado por pares, lleva a la ausencia de control y a consecuencias nocivas para la vida de esos adolescentes, lo que puede causar dependencia(3). Consecuentemente, los costos que el uso indebido de drogas producen son enormes, tanto en el área económica como en lo personal, familiar y social; lo que compromete a los profesionales de la salud en actividades concretas de prevención de los agravios y de promoción de la salud, en sus diferentes niveles de atención.

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La adicción no siempre corresponde a drogas ilegales y prohibidas, tales como la marihuana, cocaína y un derivado de la cocaína como el crack; diversos estudios estadísticos demuestran que el mayor consumo corresponde a drogas farmacológicas automedicadas y al alcohol, por separado o combinado con ellas(4). En la segunda encuesta nacional sobre consumo de drogas realizada en estudiantes de educación media del Ecuador, se encontró un incremento general en el consumo de drogas(5). En el presente estudio se dan a conocer los resultados más destacados de la encuesta. El primer consumo de cigarrillos es a los 13 años; el consumo de alcohol a los 13 años y 7 meses; de la marihuana a los 13 años y 2 meses y los inhalables a los 13 años y 4 meses. Se puede apreciar que la marihuana y los inhalables tienen un peso importante, puesto que su consumo aumentó en más del doble en el periodo comprendido entre 1998 y 2005. Asimismo, se detectó de manera consistente un aumento importante en la edad promedio de 13 a 18 años y que las drogas de uso ilegal tienen frecuencias de consumo menores a las legales (marihuana 4,32%, inhalantes 1,62%, cocaína 1,05% y drogas vegetales 0,88%)(5).

Independiente del origen de la droga consumida, es importante considerar los diversos factores involucrados en el proceso de toma de decisión que llevó al adolescente a realizar tal acción, para que se pueda pensar en maneras creativas de trabajo con esa población, con la finalidad de prevenir los riesgos y promover la salud.

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Los niños y adolescentes pueden estar expuestos a diversos factores de riesgo, cuya interacción influencia el abuso del consumo de drogas, tales como el ambiente familiar, las propias características de personalidad, la influencia de los pares y el ambiente social(6). Sin embargo, también se debe considerar la presencia de factores, en esos mismos dominios, que actúan como protectores, de modo a disminuir la posibilidad de consumo y favorecer el desarrollo y consolidación de estilos de vida saludables. El objetivo de este estudio fue conocer las causas predominantes y el tipo de droga más consumida por los jóvenes de 10 a 18 años, que ingresaron en una institución que acoge niños infractores, de una ciudad del Ecuador.

Resultados

La población participante fue en su totalidad del género masculino, con edad entre 10 y 17 años. Los participantes reportaran mayor incidencia del consumo de marihuana, seguida de licor e inhalantes. Según los participantes, el alto consumo de la marihuana se debe al hecho de ser más barata y el poder adquirirla en cualquier sitio. Los jóvenes relatan que los adultos les dan la droga a cambio de ayudar a venderla, especialmente afuera de los colegios. En menor proporción, consumen alcohol por ser una droga lícita y barata, además se la consigue en cualquier bar, también se puede beberla en todo lado sin que sean controlados y reprimidos. La Trique, inhalante, y el cigarrillo aparecen como las drogas menos consumidas.

El proceso de análisis cualitativo de los datos permitió la identificación de tres temas, alrededor de los cuales organizamos el material empírico: La carencia del apoyo familiar; Las influencias del entorno en que se desarrollan los jóvenes y, por último, El desconocimiento del efecto que causan las drogas y planes para el futuro. A seguir pasamos a la presentación de los mismos.

La carencia del apoyo familiar

La carencia de una estructura y del apoyo familiar fueron elementos presentes en las declaraciones de los participantes del estudio, revelada por la ausencia de uno de los padres o por desarmonía de la pareja; dificultad económica; violencia intrafamiliar, además del sentimiento de abandono, soledad y acogimiento de los padres. La interacción de esos factores, según los participantes, motivó el inicio del consumo de drogas, que los llevaron a cometer alguna infracción y, por consiguiente, a la institucionalización. Las declaraciones abajo ilustran lo expuesto:

() Mis padres se separaron, porque la maltrataba mi papá cuando llegaba borracho �delante de nosotros, porque no le guardaba comida, no dejaba dinero para compra. A mi hermana la levantaba en la madrugada cuando llegaba para que le prepare algo, y como no había que cocinar, también la maltrataba. Nos fuimos de la casa, cada cual cogió su camino. No sé de ella.

(...) Para mí el hogar es un infierno no me enseñó y me voy de la casa y afuera encuentro un hogar con mis compañeros de la chupa, o nos drogamos y encontramos placer, calor (llora).

Los datos de la investigación también revelaron el aumento de la responsabilidad de los adolescentes, delegada por sus padres, no consecuente con lo que se espera, de acuerdo con sus edades cronológicas. Según dicen los jóvenes, la situación económica desfavorable de la familia forzó a sus padres a obligar a los hijos a contribuir con la renta familiar, de modo que ingresaron en el mundo del trabajo de forma precoz. Esta

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situación favoreció la interacción con otros factores, tales como compañías inadecuadas y la disponibilidad de las drogas:

Trabajaba como cargador en el mercado, porque mis padres eran muy pobres, yo les ayudaba () me pagaban muy poco en este trabajo y � un día conocí a amigos y me dijeron: "huele esto y te vas a hacer más valiente" () y desde ese día supe que era �droga lo que olí ()�

(...) Se pelean mucho entre mis padres, por celos, pobreza y por nosotros mismos que no nos quieren o somos un estorbo, nos pegan, nos hablan con coraje, les pedimos que nos den de comer u otras cosas que necesitamos, y nos obligan a trabajar.

El menor, muchas veces sin posibilidad de responder adecuadamente a las exigencias que le plantean, tornase vulnerable al consumo de las drogas:

"Mi hermana se casó, con un viejo que me obligaba a trabajar y cada vez me pedía más plata, si quieres comer trabaja yo no soy tu padre para darte gratis la comida, si no le daba me golpeaba y por eso me fui de la casa, me uní a mis amigos" (pandillas) donde encontré un hogar, aunque en la noche sufro de frio y me pican los mosquitos pero de cansancio me duermo.

La desarticulación de los hogares, por cualquiera de las razones antes mencionadas, se mostró como un factor preponderante para que los jóvenes presentaran alteraciones afectivas, psicológicas, de formación intelectual, forzándolos a buscar refugios en actividades ilícitas, afectando a sí mismo, al núcleo familiar y a la sociedad.

Mis padres me mandan a estudiar, pero me abandonan, no se preocupan por mí, de a qué hora llego, si tengo tareas, si las hago o no. Me voy con mis amigos a vagar que es chévere, hago lo que ellos dicen, no estudio, paso, vivo la vida, me drogo y, cuando pasa el efecto de la droga, me siento solo y me quiero matar.

Las influencias del entorno en que se desarrollan los jóvenes

Gran parte de los participantes del estudio informó que, además de la falta de apoyo familiar, otros motivos les llevaron a consumir drogas. El primer de esos fue el sentimiento de soledad, al que se añade la falta de cariño de los padres, seguido de la influencia de amigos, promesas de una vida con menos dificultad, la facilidad para conseguir dinero, la curiosidad y el alejamiento de la escuela. Uno de los participantes, durante nuestro encuentro, describiendo las causas que le llevaron a consumir la droga, nos dijo: () La curiosidad, mis amigos y la facilidad para conseguir dinero. �Drogado, robé con facilidad y hago lo que quiero ().�

Otros dos adolescentes describieron situaciones que ejemplifican la influencia del ambiente en el refuerzo positivo para mantener el consumo de drogas:

(...) En mi hogar mi padre llega borracho, le pega a mi mamá porque no le da de comer, () me voy de la casa, busco un refugio y me encuentro con mis amigos, tamb� ién chupan o se drogan y me obligan a tomar o a inhalar cemento de contacto u otras sustancias que desconozco como se llaman.

() Me pagaron 200 dólares para matar a un tipo, y como yo necesitaba de ese dinero �para comprar la droga acepté. Me dieron una foto del tipo que tenía que matar y la

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dirección. Cuando ya bajaba del edificio le disparé y fallé, me escondí para que la policía no me coja, pero igual me capturaron.

La continuidad de la declaración de ese último participante evoca claramente la necesidad de ser ayudado y de encontrar caminos para realizar actividades propias de su edad, como por ejemplo frecuentar la escuela. También refleja un futuro incierto, pero con esperanza de que pueda ser diferente un día:

() No la maté (a la persona), la herí co� n un revolver que me dieron y me cogió la policía. Dicen que voy a salir pronto porque no la maté. No sé que voy hacer. Ayúdeme. Quiero estudiar y olvidarme de lo que hacía ()�

El desconocimiento del efecto que causan las drogas y planes para el futuro

Movidos por la sensación de bienestar causada por el consumo de drogas, mismo sin saber el tipo de droga, los jóvenes de ese estudio describieron adentrarse en un mundo que les parece ser aquel en que deseaban vivir. A pesar de ese sentimiento, revelan desconocer las consecuencias de ese consumo para su organismo y se involucran en un ciclo vicioso que, aunque quieran salir de él, no encuentran condiciones para eso.

(...) Me dan droga y no sé qué tipo de droga es. Muchas veces me dicen: "toma una copa", y pierdo el sentido, o me dicen: "una pitadita" y me siento como que se me sale los ojos y el corazón; me olvido que existo y, por un momento, vivo una vida que no sé cómo explicarla, no lo puedo explicar, pero después, siento morirme de tanto fumar o inhalar, pero quiero salir de este mundo tan duro (...).

La falta de conocimiento sobre los efectos producidos por las drogas en la salud de los jóvenes de ese estudio pareció abatir la sensación de bienestar buscada por la mayoría de ellos. Para los participantes, el efecto de las drogas los hace olvidar la soledad en que viven, la falta de cariño de los padres y familiares y, además, logran enmascarar el hambre que sienten. La siguiente declaración ilustra el expuesto:

Consumo licor y cigarrillo; me ahogo en el licor para olvidar el hambre, la soledad, las penas de no tener una familia () Mis padres a mi no me dan lo necesario, mejor �encuentro afuera un hogar con mis amigos (pandillas)que me dan todo ()�

Respecto a los planes para el futuro de esos jóvenes, la mayoría anhela salir de la institución en búsqueda de oportunidades que puedan ayudarles a construir una vida mejor, una familia. A pesar de ese deseo, están conscientes de que no será una tarea fácil y piden explícitamente ayuda para eso. Cuando indagados sobre ese asunto nos dijeron:

() Trabajar, aunque la vida es dura y pagan poco; dejar la droga; buscar mi familia, es �que tengo una hija y quiero darle buen ejemplo, pero necesito mucha ayuda, me siento solo.

() Necesito ayuda () Tener una familia y buscar� � trabajo. No quiero que me fichen, quiero dejar la droga. Quisiera estudiar; soy joven. ¡Qué alguien me ayude!

() Estudiar, trabajar y formar una familia que nunca tuve.�

() Buscar una familia porque me siento solo, salir a trabajar y terminar de estudiar.�

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Por otro lado, tres participantes manifestaron seguir consumiendo drogas, sin perspectivas de un futuro con posibilidades de cambios y oportunidades. El fácil acceso a las drogas parece contribuir para esa permanencia, además de la falta de un apoyo familiar y de un sentimiento de pertenencia.

() Seguir en lo mismo, no quiero trabajar, solo vagar. En este lugar no se cambia, se �fuma cigarrillo y droga a escondidas.

() S� eguir en la droga, me gusta y es más fácil adquirirla. Vendo y la consumo con lo que gano.

() Aprender a vivir con la droga no me cuesta nada; es fácil obtenerla. ¿Para qué quiero� vivir si no tengo ni padres ni hermanos?

 

Discusión

La familia es fuente de protección, afecto y seguridad para sus miembros. Es un espacio privilegiado para la socialización primaria(10), de modo que un ambiente seguro, transmite a los niños y adolescentes sus normas y valores. Como resultado de alteraciones en el equilibrio familiar, como por ejemplo en la presencia de una enfermedad o inestabilidad económica, puede ser necesario reorganizar los papeles entre sus miembros. En esos casos y en situaciones de familias con niños y adolescentes, se debe estar atento para que no ocurra sobrecarga de actividades en esa clientela. En el presente estudio, los relatos de los jóvenes revelaron aumento de sus responsabilidades en el ámbito familiar, muchas veces inapropiadas para sus edades cronológicas. La necesidad de contribuir financieramente con la renta de la familia culminó con el ingreso precoz de niños y adolescentes en el mundo del trabajo, lo que tarde o temprano contribuyó con el inicio del consumo de drogas. De la misma forma, otros estudios muestran que las familias disfuncionales desencadenan el inicio del abuso de droga y de disturbios sociales y de comportamiento entre adolescentes y adultos jóvenes(11-12).

Los jóvenes de esa investigación carecen de afecto, cariño y amor, ocasionando una formación sin valores e inestabilidad emocional y produciendo en ellos pocos mecanismos para rápidamente poder recuperarse del consumo de drogas que, al consumirlas, alivian sus angustias, frustraciones y temores, sintiéndose más capaces para enfrentar los desafíos de la vida. En las familias de los participantes aparecen el maltrato, la incomprensión, la incomunicación, el abandono y el mal ejemplo, lo que contribuyó para fragilizar el vínculo entre los jóvenes y sus familiares. Consecuentemente, el debilitamiento de esos vínculos es fuente de factores de riesgo para el inicio de desvíos(13), como por ejemplo el consumo abusivo de drogas, culminando con el abandono del hogar por los jóvenes, evidenciado en los datos de nuestra investigación. Un estudio(14)desarrollado con adolescentes colombianos también observó la asociación de factores familiares desfavorables con el mayor uso de la marihuana, además del desarrollo de trazos de personalidad propicios a la droga.

El niño en la edad escolar y adolescencia, de acuerdo a su desarrollo evolutivo, edad cronológica, a través de las relaciones interpersonales, desarrolla su conducta, personalidad y comportamiento futuro. La familia nuclear y también la extensa son importantes, porque influyen directamente en la personalidad de los jóvenes como modelos(15). En ese estudio, lo que dicen los jóvenes evidenció la falta de ese modelo, ya que el ambiente familiar carecía de uno o de ambos padres y, además, estaba

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marcado en algunas situaciones por la violencia. La ruptura de la relación del hijo con sus padres o la ausencia de uno de ellos han sido considerados factores de riesgo asociados al uso de drogas entre los jóvenes(16).

El fenómeno de las drogas en la población de jóvenes puede ser tratado bajo los conceptos de la promoción de la salud(17) y, por lo tanto, tenemos que comprenderlo como un proceso que invita al diálogo entre los varios sectores de la sociedad, en los micro y macro espacios de interacción. Esto implica una intervención integral en los factores individuales, sociales, políticos, económicos, culturales y ambientales, de manera que se potencien y desarrollen condiciones de bienestar en la población.

La promoción de la salud y la prevención del abuso del consumo de drogas deben ser comprendidas como un proceso, como una idea positiva que requiere un conocimiento y dedicación; es robustecer los aspectos positivos del ser humano, fomentando un ambiente armonioso para su desarrollo. Es importante que los profesionales de la salud, en especial la enfermera, asegure la eficacia de las intervenciones de promoción de la salud y de prevención del consumo de drogas. El cuidado se concibe como una relación reciproca, interactiva e integral, donde las experiencias vividas contemplan la interacción entre personas. Los programas de prevención deben tener como meta estimular factores que fortalezcan la protección de la salud, incluyendo la abstención o disminución de uso de drogas y la reducción de los factores de riesgo.

Al tratar del consumo de drogas entre los jóvenes, los programas de intervención deben contemplar oportunidades de discusión y ofrecimiento de informaciones sobre los efectos nocivos de las drogas, ya que es probable que muchos, entre esos jóvenes, ignoren esos efectos, como observado en esa investigación. Las informaciones deben ser compartidas en un lenguaje apropiado a la edad y cultura de la población(18); los profesionales de la salud deben considerar los varios cambios en los planes físico y psíquico por los cuales los adolescentes pasan en esta etapa del ciclo evolutivo(19) tornándolos más vulnerables, y no deben privilegiar clases sociales, ya que la literatura(20) ha demostrado que el consumo de drogas en la adolescencia puede afectar las clases más o menos favorecidas.

La familia debe ser foco de cuidado(21), ya que puede representar tanto un factor de riesgo como de protección para el consumo de drogas en niños y adolescentes. Los conceptos familiares sobre normas y límites sociales son transmitidos por la familia y esa función de la familia es resultado de la calidad de las interacciones entre sus miembros. La mala calidad de los vínculos familiares se refleja en la falta de seguridad y en la ambigüedad de los jóvenes con relación a las leyes y normas, trayendo consecuencias para la propia familia y sociedad(13). Estrategias de prevención en todos los niveles deben ser implementadas, de modo a fortalecer a las familias, en especial aquellas en situaciones de riesgo, ya que están directamente relacionadas al desarrollo saludable de sus miembros. Buscar estrategias para robustecer a los jóvenes no consumidores y detectar precozmente los ya consumidores, con vistas a la prevención de daños y secuelas, son también metas de toda la sociedad(22).

 

Conclusión

El consumo de drogas licitas e ilícitas entre jóvenes es una realidad actual y preocupante, que merece atención especial de toda la sociedad. Explorar las motivaciones que llevaron a estos jóvenes a consumir drogas contribuyó para la identificación de sus necesidades y de los espacios importantes para el cuidado de la

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salud. Se destaca la necesidad de implantar proyectos de intervención para fomentar conductas protectoras, fortaleciendo el combate del consumo de drogas en escolares y adolescentes. Acciones de promoción de la salud deben ser planeadas, ejecutadas y evaluadas, privilegiando los ambientes familiares y las interacciones entre sus miembros.

 

Consumo

Para hacer la valoración moral del consumo de drogas es necesario, previamente,

determinar en qué consiste.

Se debe reconocer que la expresión "consumo de drogas" es un término amplio que

comprende varios hechos semejantes, aún connexos, aunque diferentes entre sí.

Distingamos, por eso:

a. El consumo por razones médicas

b. El consumo ocasional. Por curiosidad, imitación, moda, etc.

c. El consumo habitual. Aquél que se da cuando se consume la droga con frecuencia,

se va aumentando la dosis, pero se puede dejar sin graves trastornos.

d. La toxicomanía. La adicción a una droga.

e. El caso específico de la marihuana.

f. El tráfico de drogas.

g. La dimensión social del consumo.

Entre los hechos señalados me parece que el consumo habitual de drogas es el que

plantea el problema moral en su forma más pura: se consume la droga consciente y

voluntariamente; se hace precisamente por los efectos que produce en el orden sensitivo,

intelectivo, vivencial; y se da la ocasión próxima de adquirir la dependencia de ella. Por

eso, éste es el caso que conviene estudiar en primer lugar. Todo lo que sobre él se diga

será la raíz de la que se nutran las soluciones a los demás problemas.

Para los efectos de su estudio moral, el consumo habitual de drogas se podría

tipificar así:

Es el acto voluntario de ingerir con cierta frecuencia alguna sustancia que tiene la

capacidad de alterar por algún tiempo los procesos naturales de la inteligencia, de la

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voluntad libre, de la afectividad y de la percepción, realizando con el fin de obtener las

sensaciones y vivencias novedosas y placenteras que le son propias. Ingestión que se sabe

que puede producir acostumbramiento o dependencia física y psíquica.

Corresponde a las ciencias positivas determinar en cada caso la cantidad y la calidad

de la alteración de los procesos interiores que se producen. Lo que parece

incontrovertible es que hay una alteración íntima que deja a la persona en una situación

anormal.

En cuanto a la finalidad perseguida, se puede distinguir entre los que busca sólo el

goce específico y los que buscan las sensaciones más profundan que lo acompañan:

libertad, comunión con los demás, ausencia, seguridad, etc.

Respecto a la dependencia o acostumbramiento, se suele decir que es aquel estado

en el cual el adicto no puede suspender el consumo sin incurrir en graves trastornos

físicos y psíquicos; y en el que, por otra parte, buscar los medios para seguir consumiendo

la droga se convierte en un asunto importante de su existencia.

Referencia: El consumo de drogas: una valoración moral

© Apocatastasis: Literatura y Contenidos Seleccionados

Conclusión

El análisis moral realizado lleva a una conclusión: la ilicitud moral del consumo de

drogas. De ahí que pueda resultar más interesante el recuento y la ordenación de los

elementos conjugados para llegar a ella.

Aunque en el trabajo no se han destacado los elementos sociales -los factores

inductivos, las presiones ambientales o las consecuencias de la familia o la comunidad-, es

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indudable son relevantes. En el orden moral es decisivo el mundo de la persona. Por eso,

el peso de la argumentación ha descansado sobre el valor, la dignidad y la grandeza de

este ser espiritual y libre que es la persona. Y esto, porque aunque hoy se habla de una

responsabilidad social - como responsabilidad de ese ente que es la sociedad - lo cierto es

que puede responder sólo quien tiene una conciencia que pueda prever y una libertad que

pueda elegir, lo que se cumple radicalmente sólo en la persona humana.

La argumentación, hemos dicho, descansa en la persona, porque es el bien

moralmente protegido. De lo que se sigue una conclusión importante: aunque en el orden

jurídico positivo sea necesario tomar medidas de prevención y/o represión, de este mal

personal y social, la solución parece estar vinculada al desarrollo de los valores de la

persona.

A modo de ejemplo se indican algunas líneas de preocupación:

Difundir un conocimiento exacto y veraz de lo que es la persona: su ser, su

dignidad, su origen, el sentido de la vida, de quehacer en la tierra, su destino

eterno.

Dar a conocer, favorecer y fomentar lo que son los valores de la persona;

específicamente lo que son las virtudes de os hombres: amor a la verdad, libertad

responsable, espíritu de servicio, sinceridad, laboriosidad, generosidad, sano

optimismo, espíritu de sacrificio, fortaleza, amabilidad, respeto, deseos de

superación, humildad, etc.

Fomentar el desarrollo de los valores esenciales de la fe y la religión, del

matrimonio, de la familia, la amistad, el amor entre el hombre y la mujer, el

trabajo honesto, etc.

Favorecer las actividades deportivas, culturales y artísticas.

Referencia: El consumo de drogas: una valoración moral

© Apocatastasis: Literatura y Contenidos Seleccionados

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CONCLUSIONES

En este campo de trabajo lo referente a los efectos causados por el consumo de drogas sobre todo a nivel de la población joven, hemos tratado de resumir nuestro punto de vista en tal sentido, aunque debemos ratificar no sólo los efectos o consecuencias en cuanto a dolencias físicas, sino los graves traumas y degradaciones éticas y morales, lo cual llena de incertidumbre el devenir de nuestros pueblos.

Debemos orientar y darle un poco más de confianza a la juventud, para que sea alejado de este terrible mal que nos afecta.

Y a manera de conclusión podemos afirmar que sólo nosotros, las personas conscientes de este mal, el Estado dominicano y la familia pueden aportar los más grandes esfuerzos para propinarle un duro golpe al consumo de estas sustancias “Malditas” que están destruyendo nuestra sociedad e integración social.

La drogadicción es un vicio que puede alcanzar a cualquier tipo de persona y se presenta más en los jóvenes por los cambios que sufren durante la adolescencia  ya que son más influenciables. Que los factores de riesgo que conocimos están muy cerca de nosotros  La información en los jóvenes de este problema es muy valiosa para que tomen conciencia de  su responsabilidad y que se da en el medio en el que vives aunque no te des cuenta. La edad de inicio en el consumo de alcohol es muy temprana oscilando entre los 15 y 20 años. Los jóvenes que comienzan a beber alcohol más pronto presentan un patrón de consumo más elevado que los que empiezan más tarde. El inicio se suele producir en las fiestas familiares, pero las primeras experiencias de borracheras tienen lugar fuera de casa junto a los amigos.

La cantidad de alcohol consumido está muy en relación con la edad, siendo los 15-18 años las edades que marcan el inicio del consumo masivo.

Hemos observado que no se tiene preferencia por ningún tipo de bebida especifica, siendo el whisky y similares la opción más elegida.

Debido a la falta de tolerancia y al consumo de otras sustancias, pequeñas cantidades de alcohol pueden producir efectos muy intensos. De todas las sustancias adictivas que se asocian al consumo juvenil de alcohol el tabaco ocupa el primer lugar seguido de la cocaína, hierba y otras drogas ilegales, destacando que en dicho consumo no existe influencia con las relaciones familiares.

Respecto a las actitudes hacia el consumo del alcohol, se muestra un mayor acuerdo con los planteamientos favorecedores del consumo de alcohol.

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Quizás mucha gente piensa que mientras que no se conviertan en alcohólicos típicos, las consecuencias de beber frecuentemente y en altas dosis no son tan alarmantes, pero los estragos del alcohol pueden ser graves y muchos de ellos irreversibles.

 El alcoholismo es una enfermedad crónica, progresiva y a menudo mortal, es un trastorno primario y no un síntoma de otras enfermedades o problemas emocionales.

Consideramos el consumo de alcohol como un gran problema de Salud Pública y por tanto la introducción de Programas de Prevención.

Consejos para jóvenesHay que tener en cuenta que todas las drogas pueden llegar a producir dependencia física y/o psíquica.

1. Las drogas producen, al ingerirlas un efecto placentero. Ese efecto placentero hace que sea muy

atractivo volver a tomarlas. El consumo continuado conlleva consigo el riesgo de convertirse en hábito o

adicción: deja de ser una decisión el consumir para pasar a ser una necesidad, una dependencia. Es

importante que mantengas espacios de relación y formas de divertirte alternativas a ir siempre colocado.

2. Una vez que empiezas a realizar un consumo continuado, la dosis habitual no te hace el mismo

efecto que antes, Es el momento de dejar de consumir y plantearse una abstinencia. Lo que ocurre es

que el cuerpo se ha acostumbrado a la sustancia y necesitas más cantidad para el mismo efecto

(tolerancia). Incrementar la dosis significará siempre un mayor riesgo.

Por todo esto y lo que has ido viendo en las páginas de información y riesgos, te aconsejamos que lo

mejor para ti y tu salud es no consumir y si te encuentras en un ambiente consumidor, ten en cuenta

esto:

Respeta la decisión de quien quiere, como de quien no quiere tomar. Ni des ni permitas que

te den la vara. Si no quieres tomar, no tomes. Decide por ti mismo y no te dejes presionar

para consumir.

Consumir drogas en situaciones donde se tiene muy fácil el acceso a ellas supone siempre

un mayor riesgo de pasarse. Por ejemplo, para quien trabaja de noche.

En momentos de dificultades personales o depresión, las drogas, lejos de ayudar, pueden

intensificar aún más la problemática y actuar como falso refugio.

Si te ves en la situación de haber probado una droga presionado por el grupo de amigos, es

el momento de que cambies de amigos y de lugares de diversión. De este modo ni ciertos

lugares ni ciertos amigos decidirán por ti.

Un mismo consumo afecta de diferente manera a diferentes personas. Es muy importante no

generalizar y dejarse llevar por cómo afecta a otra persona y pensar que nos afectará igual.

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Hay ciertos efectos secundarios o cambios de carácter que son interpretados como algo

normal cuando en realidad son advertencias que nos indican que deberíamos iniciar un

proceso de no consumo.

Con respecto a drogas ilegales no podemos saber con seguridad que pureza o efectos

potenciales tienen.

No olvides que consumir drogas ilegales en lugares públicos, puede conllevar sanciones

administrativas y/o penales.

No consumir

Ten en cuenta estas recomendaciones que deberías cumplir en todos los casos:

Conducir bajo los efectos de drogas es un riesgo para quien conduce y para los demás

Evita tomar si vas a realizar trabajos que por sí mismos ya comportan un riesgo.

Ten en cuenta que cuando se está colocado las cosas siempre se ven distintas y algunas

sustancias favorecen la agresividad a quien ya tiene carácter irritable, así que tranquilidad y

no meter a otros en malos rollos que no les van ni les vienen.

El sexo con drogas puede convertirse en un mal rollo. Puedes tener problemas con la

erección, o el orgasmo. Pero aún peor sería que te olvidaras de ponértelo o ponérselo. El

mejor sexo es el que no afecta a tu seguridad. Practica siempre sexo seguro.

El consumo limita las capacidades motoras e intelectuales y por eso no es adecuado tomarlo

cuando se debe estudiar o trabajar.

Cualquier persona que padezca de diabetes, asma, tensión arterial alta, o alguna enfermedad

cardiaca, epilepsia, o se está medicando debería de abstenerse de tomar estas sustancias.

¡¡ATENCIÓN!! ¡¡ATENCIÓN!! ¡¡ATENCIÓN!!

Si aún después de estos consejos consumes, ten en cuenta que debes reducir al máximo los riesgos de

tomar drogas para evitar males mayores. Por esto, te aconsejamos que pidas ayuda profesional o que

hables con gente que no consume, y que, en todo caso, sigas estas pautas, pero no olvides que lo

mejor que puedes hacer es no consumir:

Donde hay cánnabis pueden haber otras drogas mucho más peligrosas. Por ello es

importante tener una postura clara respecto al resto de sustancias.

El consumo diario de cánnabis puede conducir a dependencia psíquica.

Con los preparados gastronómicos se desconocen las dosis adecuadas y podemos

encontrarnos con sorpresas desagradables. Hay que saber que el cánnabis ingerido puede

tardar horas en hacer efecto.

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Uno debe decidir cuándo quiere tomar y cuándo no.

El consumo nocturno de cannabis aún facilitando la relajación para conciliar el sueño puede

dificultar un descanso adecuado del cuerpo

La marihuana es diferente que el chocolate: normalmente, no está cortada y sus efectos

pueden ser más intensos y prolongados.

Tener presente que al mezclar hachís y tabaco se toma también una de las sustancias más

adictivas que se conocen.

El consumo de cannabis con alcohol incrementa la aparición de efectos secundarios y a

elevadas dosis puede ocasionar la aparición de lipotimias por falta de oxigenación cerebral y

vómitos.

El consumo público o tenencia puede suponer una sanción administrativa aunque,

dependiendo de la cantidad hallada en la persona podrá ser acusada de tenencia por tráfico

ilegal

Las drogas no solo perjudican a la persona que las toma. A su alrededor muchas otras personas padecen sus consecuencias. Las drogas interfieren en la relación con el entorno, la familia y el trabajo, y pueden llegar a comprometer seriamente el proceso de aprendizaje, especialmente en el caso de los jóvenes y adolescentes. Además, las drogas incrementan el riesgo de sufrir todo tipo de accidentes.Por todo ello, además de las consecuencias individuales, es toda la sociedad (en mayor o menor medida) la que sufre los problemas de las drogas. Y estos problemas son de todo orden: sanitario, económico, cultural, de inseguridad, etc.

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No es extraño, por lo tanto, que las drogas supongan una preocupación colectiva ni que, para hacer frente a sus consecuencias, muchos países hayan puesto en marcha políticas de prevención y rehabilitación, con un elevado coste económico.

CLASIFICACIÓN DE LAS DROGASLa Organización Mundial de la Salud (2006), clasifica las drogas en cuatro grupos diferenciados en función del grado de peligrosidad, tomando como referencia los efectos que tienen sobre el comportamiento, la creación de dependencia y la toxicidad para el organismo. Entre ellas destacan las siguientes:1. Alucinógenas: sustancias que actúan sobre el sistema nervioso central, causando alucinaciones, ensueño. Ejemplos de estas derogas: LSD, marihuana, fenciclidina (PCP), mezcalina, peyote.2. Depresoras: sustancias que deprimen el funcionamiento del sistema nervioso central, retardando o disminuyendo la capacidad de respuesta de las funciones psíquicas y corporales. Ejemplo de estas drogas: opio y sus derivados (morfina, heroína, codeína, meperidina, metadona, fentanil), barbitúricos (tiopental, pentobarbital, secobarbital, amobarbital, barbital), benzodiacepina (alprazolam, bromazepam, clonazepam, lorazepam, diazepam, etc.) y alcohol etílico.3. Estimulantes: estimula la actividad del sistema nervioso central, significa que produce un estado de excitación o aceleración de las funciones biológicas y psicológicas. Ejemplo de estas drogas: cocaína y sus derivados, anfetaminas y sus análogos estructurales, nicotina, cafeína.4. Inhalantes: sustancias químicas de uso común, cuyos vapores al ser aspirados producen en el individuo euforia, desorientaciones, pérdida del apetito. Ejemplo de estas drogas: barnices, pegas, solventes, gasolina, tiner. Etc.

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legales-ocasionados-consumo-drogas.shtml#ixzz3qlCHupYo