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10 interviú 1 de enero de 2007 www.interviu.es interviú 11 [email protected] [ Alberto GAYO] PARA VIOLAR Hasta hace poco parecía una leyenda urbana, pero desde 2004 se han detectado en España más de treinta agresiones sexuales en las que como arma incapacitante se han utilizado drogas sedantes, hipnóticas o anestésicas. Las asociaciones de ayuda a mujeres violadas exigen que las víctimas sean sometidas siempre a análisis toxicológicos. ROHYPNOL, GHB, ESCOPOLAMINA… EL USO DE PSICOACTIVOS QUE ANULAN LA VOLUNTAD, POSIBLE ARMA EN MÁS DE 30 AGRESIONES SEXUALES EN ESPAÑA os años y medio después de la pesadilla, Sara –nombre supuesto de una treintañera alicantina– ha logrado que la Audiencia Provin- cial de Barcelona reabra su caso. En mayo de 2004, en una noche de juerga en un after-hour, Sara sólo recuerda que después de beber de una copa empezó a tambalearse, a transformarse. Una hora después, la sacaban del cuarto de baño medio desnuda, llena de golpes y con los pantalo- nes ensangrentados. No recordaba nada. Hasta hace poco estos relatos pertene- cían a la categoría de leyenda urbana: un desconocido aprovecha el despiste de una chica en la barra de una discoteca para soltar en su bebida unas gotas de un líqui- do sin color, sin sabor, sin olor. Al rato, la mujer despierta de un letargo amnésico con la huella de haber sido víctima de un asalto sexual. Se decía que el escenario eran zonas turísticas del Caribe, y los protagonistas, bandas mafiosas internacio- nales que usaban sustancias psicotrópicas para cometer tropelías… pero siempre era lejos, muy lejos. “En 2004 empezaron a llegar a nuestra Bares y discotecas han sido algunos de los lugares de ocio donde los agresores han hecho uso de sustancias psicoactivas para dejar a la víctima inconsciente, con una amnesia temporal o indefensa. Las bebidas suelen ser el principal soporte de estas drogas. SORPRESA EN LA BEBIDA 010-015_COVER 10-11 27/12/2006 14:25:40

Drogas Para Violar 2007

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Sustancias alucinógenas se utilizan para cometer delitos sexuales.

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[email protected][Alberto GAYO]

[email protected][Alberto GAYO]

PARA VIOLARHasta hace poco parecía una leyenda urbana, pero desde 2004 se han

detectado en España más de treinta agresiones sexuales en las que

como arma incapacitante se han utilizado drogas sedantes, hipnóticas

o anestésicas. Las asociaciones de ayuda a mujeres violadas exigen

que las víctimas sean sometidas siempre a análisis toxicológicos.

ROHYPNOL, GHB, ESCOPOLAMINA… EL USO DE PSICOACTIVOS QUE ANULANLA VOLUNTAD, POSIBLE ARMAEN MÁS DE 30 AGRESIONESSEXUALES EN ESPAÑA

os años y medio después de la pesadilla, Sara –nombre supuesto de una treintañera alicantina– ha logrado que la Audiencia Provin-cial de Barcelona reabra su caso. En mayo de 2004, en una noche de juerga en un after-hour, Sara sólo recuerda que después de beber de una copa empezó a tambalearse, a transformarse. Una hora después, la sacaban del cuarto de baño medio

desnuda, llena de golpes y con los pantalo-nes ensangrentados. No recordaba nada.

Hasta hace poco estos relatos pertene-cían a la categoría de leyenda urbana: un desconocido aprovecha el despiste de una chica en la barra de una discoteca para soltar en su bebida unas gotas de un líqui-do sin color, sin sabor, sin olor. Al rato, la mujer despierta de un letargo amnésico con la huella de haber sido víctima de un asalto sexual. Se decía que el escenario eran zonas turísticas del Caribe, y los protagonistas, bandas ma� osas internacio-nales que usaban sustancias psicotrópicas para cometer tropelías… pero siempre era lejos, muy lejos.

“En 2004 empezaron a llegar a nuestra

Bares y discotecas han sido algunos de los lugares de ocio donde los agresores han hecho

uso de sustancias psicoactivas para dejar a la víctima inconsciente, con una amnesia

temporal o indefensa. Las bebidas suelen ser el principal soporte de estas drogas.

SORPRESA EN LA BEBIDA

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asociación mujeres de entre 18 y 25 años con trastornos raros. Chicas que no recor-daban nada, que no eran consumidoras de drogas y que después de tomar algo en un bar aparecían en un sitio desconocido con marcas de haber sido violadas”, comenta Tina Alarcón, presidenta de la Asociación de Asistencia a Mujeres Violadas. En los últimos 24 meses, la asociación ha con-trolado 37 casos donde se supone que los agresores han usado drogas hipnóticas, sedantes, anestésicas o alucinógenas para llevar a cabo sus delitos sexuales. La mayo-ría se han producido en Madrid, Barcelona y Valencia. Aunque es ahora cuando se lan-za la voz de alarma, uno de los primeros antecedentes se produjo a � nales de 2002, cuando la policía investigó la denuncia de una mujer que perdió la consciencia mientras tomaba una copa en un bar de Madrid y despertó tumbada en un banco

con hematomas en la zona púbica y otras partes del cuerpo.

En Francia –donde el Ministerio de Sanidad ha llegado a admitir que este tipo de delito había sido subestimado– se han registrado más de 200 agresiones sexuales relacionadas con drogas en los últimos ocho años, y en Alemania más de 300 chicas llamaron en 2005 a centros de auxilio por-que creyeron haber sido violadas bajo los efectos de alguna droga. Lo mismo ocurre en el Reino Unido, con más de cien denun-cias al año, y en Estados Unidos, con casi 1.200 casos denunciados en los últimos dos

años, según la revisión realizada el pasado año por un grupo de forenses galos y publicada en la revista especializada Journal of Clinical Forensic Medicine.

En la literatura cientí� ca y entre los cuerpos de seguridad se las conoce como rape drugs (drogas de la violación), sustancias con un poder de sedación muy potente, que inca-pacitan a la víctima para defenderse, borran de su memoria lo sucedido e impiden así el esclarecimiento de lo ocurrido.

A la lista de principios activos como el � unitrazepam –ansiolítico comercializado con el nombre de Rohypnol–, sedantes hipnóticos como el zolpidem, tranquili-zantes como el trizolam y el lorazepam, y alucinógenos milenarios como la escopo-lamina –más conocida como burundanga, sobre todo en Suramérica–, se suman ahora drogas de síntesis química que se han ido haciendo un hueco en las noches de juerga, como la gammahidroxibutirato

A Sara –nombre que ha elegido para contarnos su pesadilla– no le cuesta sonreír, a pesar de todo. Tiene 30

años, es alicantina y trabaja en Madrid. En mayo de 2004 la destrozaron por dentro y por fuera. Había salido de fi esta con un grupo de amigos por discotecas de la capital catalana. “Llegamos a un ‘after-hour’ cerca del Paseo de Sant Joan, arriba era como una cafetería, pero bajando unas escaleras te encontrabas con el auténtico sarao. Había bebido, claro, estábamos de juerga y era tarde”. De re-pente, sus colegas le dicen que van a salir un momento a la calle; ella se quedó abajo, bailando. Un grupo de chicos se divertía a su alrededor, cada vez más cerca, mientras la barra se llenaba de chupitos. A partir de ese momento, Sara no se acuerda de casi nada, ha tenido que ir montando sus recuerdos pie-za a pieza gracias a los testigos del horror.

“Algo me dieron en la bebida y a los se-gundos empecé a transformarme, a tamba-learme. Uno de los chicos me agarró y me

llevó hacia la puerta del lavabo. Yo ya no era yo, pero un testigo observó cómo me resis-tía a entrar”. El supuesto agresor salió a los diez minutos sin camiseta y abrochándose los pantalones. Le dio un toque a otro de sus amigos para que pasara dentro.

Los amigos de Sara estaban cerca, pero con el jaleo del after pensaron que ella se ha-bía marchado, no intuían lo que se vivía en el cuarto de baño. El testigo y su novia estaban alucinados, subieron a la puerta y le dijeron al portero que abajo estaban violando a una chica. El portero les dijo que no se metiesen en líos, “de hecho, cuando llegó la policía había desaparecido”.

Casi una hora estuvo Sara dentro del cuarto de baño. Fuera se oían golpes, pero nadie hizo nada. “Lo siguiente que recuerdo es que me sacaban a la calle sin camiseta, con el sujetador roto y los pantalones con manchas de sangre. Mis amigos estaban histéricos, el testigo gritaba sin parar”. El informe forense le hizo llorar: cortes en la mano, en la espalda,

claración dijeron que se metían de todo menos heroína”, recuerda Sara– y se intentará un co-tejo de perfi l genético de los restos de semen encontrados en un tampón y del pantalón lleno de sangre. Aunque a Sara sí se le practicó un análisis toxicológico, las drogas que se busca-ron fueron alcohol, benzodiacepinas, cocaína y mdma (éxtasis). Sólo dio positivo al alcohol. Nada se sabe de dos de las sustancias más utilizadas para cometer estas fechorías: la es-copolamina y la gammahidroxibutirato (GHB).

Esta última se ha extendido en las noches de juerga, sobre todo en Cataluña, y a dosis altas o mezclada con alcohol puede provocar inconsciencia o estados de coma que revierten a las pocas horas y que provocan amnesia. “Tuve miedo a salir a la calle, a volver sola por la noche. Me quitaron la libertad de ser yo misma, me anularon y sé que hay unos culpables, que tienen

que pagar. Tardé semanas en reaccionar, en ser consciente de lo que habían hecho con-migo. Trabajo a destajo, incluidos los fines de semana, para pagar los gastos de dos años en abogados; sigo yendo a terapia, pero no pue-do dejar de hacer mi vida. Con mis amigas me he vuelto muy precavida y siempre les digo: «Cuidado con vuestras copas»”. La reapertura del sumario sólo le ha traído cierta paz.

huella de dedos en los brazos, moratones y hematomas por todo el cuerpo, la boca hecha polvo. No recordaba nada. Confusión, amne-sia y vergüenza se fundieron para bloquearla. A los diez días, con un atestado policial e in-formes hospitalarios, el juzgado de instrucción archivó el caso por falta de pruebas sobre un presunto delito de violencia sexual. “Una en-fermera del hospital me dijo algo que se me quedó grabado: «Muchos fines de semana tenemos a chicas que vienen como tú». No lo podía creer”.

Sara iba saliendo del letargo al mismo tiempo que la pesadilla se hacía más presente. Se marchó de Barcelona, se fue unos meses a una isla, trabajó en un crucero, se estableció en Madrid…, y mientras, psicólo-gos, psiquiatras y terapias. El pasado 10 de noviembre, la sección quinta de la Audien-cia Provincial de Barcelona decidió reabrir el caso, dos años y medio después. Ha ordenado practicar todas las pruebas necesarias para esclarecer si hubo delito sexual y si se utilizaron sustancias que facilitaron la supuesta agresión.

A su favor, Sara tiene los informes forenses que describen de forma espeluznante cómo salió de aquel cuarto de baño y el testimonio de dos testigos. Además, se interrogará a los dos supuestos agresores –“en su primera de-

“No recuerdo nada, sólo que salí machacada, con el sujetador roto y el pantalón lleno de sangre”

La Audiencia de Barcelona reabre el caso de la presunta violación de una joven alicantina

en un ‘after-hour’

PESADILLA SIN RECUERDOS

Tina Alarcón, presidenta de la Asociación de Asistencia a Mujeres Violadas, ha escuchado en su despacho denuncias de chicas muy jóvenes, muchas de ellas extranjeras.

Esta treintañera vitalista ha estado más de dos años dando tumbos judiciales. Una noche de fi esta con unos compañeros de trabajo se tornó en una pesadilla, en una agresión horrible en los lavabos de un ‘after-hour’. Poco recuerda de aquel momento.

CADA VEZ MÁS DENUNCIAS

PARA VIOLAR

“ALGO ECHARONEN MI BEBIDA;

AL MINUTOEMPECÉ A

TAMBALEARME;NO ERA YO”

EN FRANCIA HAHABIDO 200

AGRESIONES EN 8 AÑOS VINCULADAS

CON DROGAS

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(GHB) –mal llamado éxtasis líquido– y la ketamina, un anestésico veterinario.

“En los últimos años tenemos la sospe-cha de que en Madrid se han podido come-ter entre ocho y diez violaciones mediante este procedimiento, pero no hay forma de contabilizar este tipo de delitos. Sí es cierto que cuando se tiene la constancia de que la mujer no es consumidora de drogas, no ha bebido mucho y dice haber perdido el conocimiento o haber estado semiincons-ciente, todo parece indicar que le han ad-ministrado alguna droga sin saberlo para abusar de ella. Un análisis toxicológico ayudaría mucho”, explican fuentes de la Jefatura Superior de la Policía de Madrid.

La escasez de denuncias –muchas veces por la amnesia sufrida– y la ausencia de análisis de sustancias estupefacientes en el organismo frenan el esclarecimiento de este tipo de agresiones. “El protocolo que tienen policía y hospitales es realizar reco-nocimientos ginecológicos y un análisis de enfermedades infecciosas, pero muy pocas veces buscan drogas. En las violaciones, la víctima es testigo de cargo porque no suele haber testigos, pero aquí nos encontramos con mujeres que no suelen recordar nada”, dice Tina Alarcón.

Si en Francia la sustancia más común para la comisión de estos delitos es la benzodiacepina (el Rohypnol se en-

cuentra en este grupo de fármacos), en España se ha incorporado con fuerza la denominada escopolamina (burundanga en Colombia o Ecuador), un alucinógeno que se extrae de una � or. Se sospecha que la mayoría de las agresiones se han come-tido entre las mujeres de la comunidad latinoamericana.

Hace menos de un año, en Madrid, una chica colombiana de 16 llamada Jenni-fer acudió a la sede de la asociación que preside Tina Alarcón. “No quería poner denuncia, sólo contarnos que había cono-cido en un chat de internet a un chaval de su barrio, también colombiano. Intimaron y un día él la invitó a su casa a escuchar

música, a tomar algo. Ella bebe un café y lo único que recuerda es que amaneció en ropa interior, desorientada, sin saber lo que había ocurrido durante toda la no-che”, explica Alarcón.

Para ella, el uso de drogas que facilitan el asalto sexual debería ser un agravante, “in-cluso si las ha tomado volun-tariamente, porque la víctima es vulnerable y los efectos pue-den llevar a la inconsciencia y la amnesia”. Casi todas las drogas citadas anteriormente provocan la eliminación de recuerdos, somnolencia, in-comunicación, alucinaciones o vómitos. De hecho, el no saber que se ha ingerido una sustancia psicoactiva favore-ce que los efectos sean más potentes, que la sensación de conmoción y extrañeza sea mayor, y más aún si se ha consumido alcohol. Para los forenses franceses, la realización de pruebas toxi-cológicas en las primeras 24 horas es clave para aclarar estas agresiones. Estas drogas se metabolizan por la orina, el sudor o las terminales capilares.

Desde los Mossos D’Esquadra –policía autonómica catalana– se admite la exis-tencia de casos, pero también su difícil demostración. “Ha habido una especial alarma con la GHB, droga recreativa que en dosis bajas puede aumentar la sociabi-lidad y la desinhibición, pero que a dosis más altas provoca la pérdida del control temporal, de la situación y puede llegar a establecer cuadros de coma pasajeros; pero la mayoría de la veces la víctima no dice qué ha consumido, ni sabe si le han echado algo…”.

Aunque se habla casi siempre de drogas ilegales o plantas milenarias, es sin duda el alcohol la sustancia legal que más aparece en agresiones sexuales. En el Reino Unido es el elemento psicoactivo más implicado en violaciones, y en Estados Unidos apa-rece en dos terceras partes de los casos. La

GHB o el � unitrazepam sólo se detectaron en el 3 por ciento de las agresiones denunciadas. En Francia, que la víctima esté borracha es una circunstancia que agrava la pena, pero no si se demuestra que la agredida consumió, sin saberlo, algún tipo de droga. De hecho, los forenses franceses recuerdan un caso de 1996, cuando el agresor abusó de una mujer embarazada, a la que le su-ministró una droga hipnótica. Los jueces valoraron como agravante el estado de gesta-

ción y no el que fuese drogada. Los forenses terminan preguntándose

por qué una violación donde se han usado drogas para anular a la víctima se consi-dera menos grave que la violación bajo la amenaza de un arma de fuego. “¿No pue-den convertirse algunas drogas en armas químicas?”, dicen.

También llamada burundanga en Suramérica, este hipnótico se extrae de una fl or que ya se utilizaba

en las culturas precolombinas. Absorbida por la piel o mezclada con la bebida o los alimentos, puede llegar a suprimir totalmente la voluntad de la víctima en apenas unos minutos. En dosis altas puede provocar estados de coma e incluso la muerte.

Anestésico depresor que se vende bajo la falsa denominación de éxtasis líquido, cuando nada

tiene que ver con el éxtasis, un psicoestimulante. Líquido incoloro, inodoro e insípido que se ha puesto de moda en las noches de fi esta pero que a dosis al-tas puede provocar estados de coma reversibles. Se sospecha que puede estar detrás de estos delitos.

Nombre comercial de un fuerte ansiolítico que se encuadra en el grupo de las benzodiacepinas.

Sustancia sedante y depresora del sistema nervioso central, provoca una amnesia anterógrada (olvido de acontecimientos próximos). A fi nales de los 80 era la favorita de algunas prostitutas para llevar a cabo el beso del sueño (dormir al cliente para robarle).

ESCOPOLAMINA, LA DROGA QUE ANULA LA VOLUNTAD

GHB, EN LA FIESTAY EN EL DELITO

ROHYPNOL, UN ANSIOLÍTICO CON LEYENDA NEGRA

A fi nales de los 80 y los 90 se hizo famoso el beso del sueño,

la estrategia utilizada por algunas prostitutas para dormir al cliente, echándole Rohypnol u otras sustancias narcóticas, y así aprovechar y robarle. Es en esas fechas y en ese contexto de paranoia cuando aparecieron en Estados Unidos y Reino Unido unos bastoncillos que se introducían en la be-bida y avisaban de si la copa portaba alguna droga. Ahora, y ante la aparición de casos de delitos sexuales en los que se utilizan drogas alucinógenas e incapacitantes, se ha vuelto a comercializar el drink detective, una especie de test de benzodiacepinas, GHB y ketamina. Con un cuentagotas se toma una muestra de la bebida y se echa sobre un papel secante que lleva reactivos para averiguar si el contenido del vaso no es lo que parece. En España aún no se ha puesto de moda.

DEL ‘BESO DEL SUEÑO’ AL ‘DRINK DETECTIVE’ PARA VIOLAR

“SI USAR UN ARMAAGRAVA EL DELITO,¿POR QUÉ NO ELUSO DE UN ARMA

QUÍMICA COMO LAS DROGAS?”, DICENFORENSES GALOS

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