46
Número 05 Literatura Abril 2015

Duendeverde Pesadillas

Embed Size (px)

DESCRIPTION

REVISTA en Luna Llena Páginas que contienen gritos de la noche, Pesadillas nos estremece. Poesías cargadas de terror nocturno, septicemia corroyente de almas insomnes. Árboles que nos atrapan en su telaraña de ramas carbonizadas. Sueños de alcohol, memorias desgarradas, premoniciones.

Citation preview

Número 05

LiteraturaAbril 2015

KKaatthhyy:: -He cubierto los espejos de micasa. ¿Sabes por qué razón?¿Qué tengo en la cara que no quiero ver?JJeeaann: - Kathy, estás empezando aasustarme.KKaatthhyy: - Son los ojos, son los ojos...A la larga todos hacen lo mismo.JJeeaann: -¿Quieres un consejo?Deberías ir al médico.KKaatthhyy: -¿Crees que el infierno termina alos dos años? ¿Acaso lo que has hecho noestá flotando en el espacio?¿Crees que te han perdonado... por mentirde niña a tu madre, o por acostarte conhombres casados?¿O por pagar impuestos para que aCentroamérica pudieran joderla?Ven conmigo al baño.Quiero enseñarte algo.No tengas miedo.Presta mucha atención.JJeeaann: -Dios mío.KKaatthhyy: -Me estoy pudriendo.Pero no voy a morir.Podría seguir siempre así.JJeeaann: -¡Kathy!

The Addiction

The shocking film from Abel Ferrara

Don Quijote se diferencia del común de los mortales en que reconoce sin tapujos que se cree lo que lee.A. B. Vázquez. / Piensa bien y acertarás (fragmento)

Glosario nº5

EditorialPágs. 4­5

CrónicasSolferinasPágs. 6­9

Puzzle dePoemas

Págs. 10­15

El TinteroPágs. 16­23

Correo Electrónico

[email protected]

Lengua de GatoPágs. 30­31

RelatosAsombrososPágs. 32­41

Perico ComixPágs. 24­27

Pesadillas bicolores. En blanco y negro.Pesadillas multicolor.Pesadillas etílicas, grotescas. Pesadillasprehistóricas, medievales, renacentistas.Pesadillas del hombre moderno. Pesadillasen boga. Pesadillas de locos, mediocres,vulgares. Pesadillas a plena luz del día.Coleccionistas de pesadillas. Pesadillas enbocadillos; para comer y para cenar.Pesadillas colgadas de los tendales ysumergidas en el fregadero. Pesadillas enla pantalla, asomadas en ventanas, tras laspuertas de los coches. Pesadillas en lamemoria, recuerdos de pesadilla, pesadillade ruidos, olores, sabores. Colores.Pesadillas caducadas, mohosas, estancadas.Pesadillas fugitivas, acorraladas, cautivas.Pesadillas furtivas. Pesadillas mejores quesueños. Pesadillas que jamás sucederán.Pesadillas olvidadas.Pesadillas escondidas bajo la cama, anuestras espaldas, pesadillas de nuestramisma sangre. Pesadillas a la hora deldesayuno, en el té, sobre las tostadas.Pesadillas tras las cortinas, tras los muros,en la calle.Pesadillas en el mundo, un mundo depesadillas.

Lo confieso. Soy una devoradora delentejas. Desayuno con lentejas, al mediodía,como merienda. Lentejas en la noche. Solas ocon chorizo. Con pasta, arroz y, sobre todo,con nata. Y pan.

Mi dicha con las lentejas es grandiosa. Undía soleado se arruina por altas nubes grises,aquel plan con los amigos que parecía tanbueno, chafado en el último momento. Haycosas que fallan, las lentejas no es una de ellas.La cacerola, reluciente, posada sobre loshornillos, deletrea mi nombre. Aguarda por mí.Siempre.

Anoche, bueno, atarde, mientras soñaba,paseaba por un prado. El prado resultaba seruna mezcla de campo y aula de colegio. Laarquitectura de los sueños, ese gran enigma.Rodeada por alumnos desconocidos y de miantigua profesora de lengua castellana, por laque, sorprendentemente, sentía estima, veíamospastar a un rebaño de vacas. Todo era grato.La temperatura del color, la leve atmósfera…Todo me incitaba a evadirme, a soñar dentrodel propio sueño, y cuando volaba ya lejos deaquel grupo de desconocidos, oí gritos. Lasvacas, que felices pastaban jirones de hierba,

comenzaban ahora a asfixiarse. Sus robustoscuerpos comenzaban a vaciarse como si algo losexprimiera, absorbidos a través de una pajitainvisible proveniente de una gran boca. Despojosde vaca, eso era cuanto quedaba. El cuero,arrugado y seco, ondeaba como una bolsa de lacompra sobre las pezuñas de los ahora, vacantespeluches diabólicos.

El asombro era mayúsculo.-¿Qué está ocurriendo? -le pregunto a la profesora.-¿Dónde tienes los ojos, Ágata? -me responde ellacon una desquiciante tranquilidad-. Esto es lo queocurre por comer lentejas: no eres tú quién se lascome, son ellas las que se alimentan de ti.

Mi perplejidad no tenía límites. Pobres vacas…La catástrofe comenzaba a anidar en mispulmones. ¿Es que no podría volver a comerlentejas? ¿Qué clase de monstruosidad eraaquello? ¡Ser devorado por unas lentejas! Anteaquella vorágine de preguntas y angustia me revolvíentre mi cuerpo dormido y, mientras desentumecíami esqueleto, no imaginaba otra cosa que el granplato de humeantes y ennatadas lentejas sonrientesque me esperaban sobre la mesa del comedor.

Ágata

Vuelvo a dormir sintiendo la relajación visceral,acurrucada bajo las sábanas que se enredan enel capricho de mis piernas, los párpados notraicionan. Me abandono al regazo de Morfeosintiendo un profundo y abrasador sueño…era loúnico cierto en este tránsito inefable y casimortal. Ahora tengo un nítido recuerdodurmiente, como la gitana del cuadro deRosseau, primitiva, salvaje; ella duerme y el leónvisita su sueño a la luz de una luna que brilla entoda su obscenidad. Se oye el grito del vientoentre susurros y la mandolina cautiva mi mirada,sus cuerdas templadas comienzan a sonar, es unamúsica con cadencia maldita; respiran misheridas y me ahogo. De repente se enredansobre mi cuello en una especie de bailesurrealista…quieren mi porvenir y yo no puedoescapar de ellas.

Canta el gallo y despierto.

Aelita

Henri Rosseau

No hablaré para el hombre envanecidode ciencia, que sujeta su completo

mundo en la pequeña palma. Repletode razones raras que el miedo ha ido

tallando en mi razón, aún sorprendido,hablaré a quien tolere que el secretosea otra letra habitual del alfabeto

que escribe este otro mundo engrandecido.

No quiso Dios que fuese mi caminocamino de árboles, piedras y casas.

Quizá ni fue Él quien me forzó al destino

de ver a los fantasmas y sus gasasdonde otros ven los hálitos del vino.

Ojalá evitara mis noches rasas.

He dedicado muchas tardes de mi vida aponer en palabras la vida de otros.Ahora estoy cansado y triste, y veopasar las noches hasta casi el alba.Confieso (pero, ¿a quién?) que me asustala oscuridad y prefiero no tentarla conmi sueño.

Pienso que tal vez alguien escribami biografía cuando yo muera, y quealgunos la leerán. Un pequeño volumende tapas duras. Quisiera estar leyéndolaesta noche y ahorrarme así el trabajo devivirla hasta el final.

Te escribo a la luz de una vela.Leopoldo María Panero ha muerto

y su laringe pende del cuello de la Ilustre Dama-habremos de mear sobre su tumba-

una tortuga me sale de la pollacuando hacemos el amor.

Hay otra tortuga muerta en el fondo de la piscina,se va a instalar en el corazón de los inquilinoides

de este reducto de mierda.La muerte se monda de risa

y mientras tantolava sus instrumentos

en la otra mesa de trabajode este cuarto.

Hace fríoy me tengo que largar de aquí,

de la jerarquía del fracaso y sus necrópolisdesaventadas,

de esta lucha por las limosnas de la dignidadperdida por todos los tiempos antes de empezar.

Mal te escribo a la luz de una vela.No sabemos dónde estamos más allá del murmullo

del viento en la ventana,más allá de la sombra de un perro negro

que ha entrado en la habitación.

No sé a qué vine al mundo. Quizá nunca pueda saberlo,cuando menos en este estado de conciencia, vacuo, banal,donde nuestros miedos responden al roce de la luz solar conlos objetos. Hace 2 siglos la gente veía las mismastonalidades, aunque a veces me imagino el pasado en blanco ynegro, como un guiño a las películas clásicas, viejas. A esascintas mudas donde el silencio lo dice todo y todo es silencio.Supongo que habrá quien piense que una vida en blanco ynegro sería lo más cercano a una pesadilla en vida...¡adorablesignorantes! cuánto odio y mal surge de las penurias humanas,como para que tan insignificante matiz pudiera ser a bienllamado... pesadilla. En esta existencia habitamos entredelgadas líneas que separan los estados de ánimo, cuerdasinvisibles cuyo roce puede suponer el más intenso placer o lamás miserable desidia. Establecer el camino es otra de lasdecisiones a tomar, no la decisión, en sí, sino otra más, entretantas. La pesadilla más grande que he conocido es el miedo,pero éste tiene varios capítulos, diferentes, que oscilan entrein-crescendos y allegros junto a sonatas de ultratumba. Nopuedo diferenciarlos... sí, sé que existe diferencia, pero coexistirentre ellos me ha llevado a un punto de no retorno, quizácercano al destino deseado, a ese limbo donde el miedo noexiste y tus ojos pueden ver a través de las paredes. Cuandoel miedo desaparece, la mayor pesadilla es tumbada. Peropuede haber más.

Aunque sin miedo, quizá no las perciba, porque lo que deverdad exhacerba ese estado nervioso es el temor a lo que sedesconoce. Esto último quizá sea incorrecto, porque de sercierto, todo ser humano estaría muerto... ya que nuestro nivelde conocimiento universal es ínfimo. Ojalá me equivoque, yexistan humanos al corriente de las constantes vitales delcosmos. Pero lo más probable es que nadie haya llegado a esepunto. Y quizá sea más real creer que convivo con jodidoshologramas programados por un sistema operativo que no esWindows, que pensar que el odio y el miedo engendrado porla opresión del humano por el humano, es algo natural.

En el sueño no se sorprendió al verse conuna imponente rubia que vestía unajustado traje de licra roja. Hacían el amorhasta que la insoportable excitación ledespertó. En el lecho el sudor y la durezade su miembro le impidieron conciliar elsueño de nuevo. Al día siguiente conoció ala exuberante mujer de rojo en unacafetería, intimaron pronto e hicieron elamor de forma idéntica a su sueño. Esamisma noche volvió tener un sueño diáfanoy esclarecedor. Esta vez con un número delotería: el 3456. Lo buscó impaciente nadamás despertar, lo compró y no sin sorpresaganó unos cuantos millones en el sorteo dela noche. Durmió tras celebrarlo por todo loalto. Y soñó de nuevo. En el sueño veía laentrada de su propio dúplex. La reconocióal instante. Un desconocido forzaba lapuerta, subía las escaleras, con sigiloaccedía al dormitorio y ponía una suavealmohada sobre su cara. No pudo respirar,ni despertar para comprobar que lapesadilla se cumplía con toda fidelidad dedetalles.

Como si viviera en el siglo XVIIIcreo que los sueños pertenecen a la posesión espiritual

e imagino poemas con ensoñaciones de opiodonde un barco de fiebres se tambalea

bajo la tormenta

Olvido mis sueñosFuseli cabalga con un gato gris a su ladoHe visto sombras supersónicas de Bakus

atravesar el pasillo de casay luego gritar a mi padre

mientras devoraban sus sueños

Un ánima en sueños se apena de mí y me asciende a las estrellas

Plantas y animales roban mi respiración mientras duermoY la muerte se sienta en mi pecho

La muerte ha decidido sólo matar en sueños en TailandiaSin ningún motivo o razón aparente

No abras los ojosLa marca en nuestra frente

Es la de la pesadillaSangre de animales sacrificados recorren nuestras venas

No puedo cerrar los ojosHe de esperar a la tormenta

Y hay flores y cuadros con clavos colgantes Con música de juguetesonando de fondo y descalzo camino hacia el tiovivo en llamas

La vida dando vueltas en una pesadilla iluminada

Mantener el sueño diurno en la realidad se había convertido enmalsoñar mistérico

Cuando unes la noche al día ambas realidades se solapanY el tiempo se va volviendo loco, la tormenta recorriendo tu boca

Las rodillas temblando en el vendavalEspectro visitante

Música rara sonando para ti(It’s a question of time)

Se oyen risas

Una de las formas más generalizadas de una pandemiavírica, tanto en el cine como en los videojuegos, es la queataca al hombre transmutándolo en zombi.Por alguna razón, se agrupan y, sobre esto, existen opinionesdiversas, entre las que destaca un objetivo común: lasupervivencia viral. Siempre quedan vivos seres humanos queno han sido infectados, sin razón aparente, que luchan hastala histeria contra ellos, formando otro subconjunto y sedesintegran en otros grupos menores. A pesar de compartirobjetivo contrario con los errantes, el suceso los enfrenta a laaccidentalidad; el encuentro fortuito de razas, credos yformas de comunicar ideas, además de otros factores, lo quegenera un microclima de enfermos del pensamiento, es decir,homo sapiens sapiens junto a sus pulsiones e instintos, locospor apoderarse de la naturaleza muerta, por mínima que seala muestra.

Ahora bien, ¿Qué tipo de paralelismo existe entre estoscontenidos de la cultura popular y la realidad de lasjeringuillas, los focos de infección y la realidad distópica de loantedicho? Nada ¿Nada? Extended los antebrazos hacia míporque soy una guadaña deseando regar con vuestra sangresucia, llena de veneno, las flores de las tumbas. Esperando,siempre esperando a que todos los ataúdes se quebranten.

Es como la aquiescencia de la evidencia del símil existenteentre la muerte y el abandono sentimental. Ambos se hanido, jamás regresarán, pero, los invocamos continuamente enel vacío espiritual. Puedes visitar tumbas o pubs; la revelaciónserá idéntica a ver a un zombi, con suerte a un almaencadenada y podrida que te perseguirá hasta el fin de tusdías.

El hecho sin consumación, la necesidad de apropiarnos dementes ajenas, la desesperación contumaz al desprendimiento.En este caso, nos acercamos a la depresión de modogradual porque la pérdida, sea por fallecimiento oida/huída/desaparición del objeto depositario de nuestrafascinación romántica reproduce el mismo error sociológicodesde las cavernas, por ende se remite a La Horda Primordial,Freud dixit.1

De nuestras ruinas, escarbando, grosso modo, hallamosbellos los epitafios y entregamos lápidas a nuestros objetosde seducción, erróneamente, sin dilación, con poco sentido deltacto, esgrimiendo razonamientos sobre algo, en que, demodo alguno intentan, vanamente, suplir razonamientosporque como dijo Espinoza : “Nadie sabe lo que pide uncuerpo”.2

Bien, es cierto, que poco se discurre en estas páginas, sobrela experiencia como nutriente de esas básicas y mundanasprácticas que generan la cognición sobre el acto extra-sensorial del amor, la cual es de tremenda importancia eimpacto en la psicología evolutiva.

Huelga decir que ni filósofos, ni sociólogos, psicólogos yotras entidades del conocimiento desechan la figura del amor,incluyendo este contenido en la Poética Aristotélica, quiendefine entre tres clases de pensamiento al respecto:conocimiento ( theoria), acción (praxis) y realización (poiesis).3

1 El porvenir de una ilusión. Alianza editorial 1985.2 Ética, parte III, proposición II.3 Estética y Fundamentos. Monroe C. Beardsly/ John Hospers. 1997. Cátedra.

Daniel Artiles Rodríguez

Nadie sigue mis pasos, nadie me controla ni persigue. Bajo unárbol que no abriga ni protege del sol, hablo con Kelson, el árbol.Me dice que fue amigo de Nelson, el pirata, pero no le creo. Creoque es un árbol centenario muerto de asco, de aburrimiento y queha visto pasar tantas atrocidades y atardeceres muertos, comopara intentar seducirme con su demagogia. Escupo sobre sus raícesy lo rajo un poco con mi navaja, para torturarlo, para que me digala verdad y, en efecto, llora savia parecida al semen. Que bello fueaquel tiempo de la mujer harapienta, su cabello fue arrancado desus sienes en un vendaval, hace tiempo, mucho tiempo-masculló,sacudiendo las raíces.

Me alejé de sus mentiras venenosas e intentó llevar mi paso. Semovía con estruendo, derramando babas, mezcladas con tierra.Pretendiendo hacerme sombra pero, cada vez que me volvía atrás,se escondía como una sabandija infecta, ente contenedores debasura y palmeras muertas.

-Eres un mentiroso Kelson, otro puto mentiroso; no puedesmoverte.- le dije delante de todos, para que se rieran de él, pero,obtuve el efecto contrario y todos, absolutamente todos, hastapersonas de otros países se rieron de mí, de una forma cargante,enloquecida, como si se hubiera acabado el sake en Japón.Imagina un óvalo, imagina una boca con su forma tallando un gritoen Dolby. La mueca de la muerte soñando, el aullido de un terrornocturno. Imagina tu muerte y reproduce ese grito al ser víctima deun apuñalamientoObservo un combate de esgrima en el anfiteatro de Mérida. Nopuedo moverme, sólo contemplar y meditar en mi orgía noctámbula.Otra vez estaba allí, acariciándome con sus ramas. Fui estatua enfoto fija mientras me acurrucaba a su cuerpo inútil. Seguidamente,me condujo a otro sitio, otra de sus charcas de cloaca, fingiendoestar yerto en un sueño furtivo, atrapado en su aura deletéreadurante la eternidad.

"Errar cansada, largamente, estúpidamente,vagamente, e ir rodando, rodando, rodando como ruedade coche fúnebre, rodando, rodando, rodando, rodando,rodando, rodando; medir a grandes zancadas la ciudad,los barrios mediocres, otoñales, burgueses, el arrabalHEDIONDO A TRISTEZA, cuna de atardecereshorribles meretrices estúpidas, meretrices estúpidas,criminales, vagabundos y tahúres, mendigos yborrachos, estafadores pálidos de faz patológica, tontoscon las piernas tendidas al sol de los inviernos, vidapobre, vida pobre, fatigas y HAMBRE, enfermedad,ociosidad, fatalidad… … ­ y arrastrar siempre,siempre en las pupilas, siempre, un horror natural,consuetudinario y ácido como los domingos delpueblo."

"Me acuerdo de que tardé variosaños en mirar detenidamente a laluna. Su claridad estaba vedada alos niños. Nos acostaban antes deque naciera. Nos levantaban cuandoya se había ido."

E. P. GómezMe acuerdos (fragmento)

Fotograma -The Adicction-Abel Ferrara

"Tengo que escoger lo que detesto, o el

sueño, que mi inteligencia odia, o la

acción, que a mi sensibilidad repugna;

o la acción para la que no nací, o el

sueño para el que no ha nacido nadie.

Resulta que, como detesto a ambos, no

escojo ninguno; pero, como alguna vez

tengo que soñar o actuar, mezclo una

cosa con la otra."

Fernando PessoaLibro del desasosiego (fragmento)

Lentejas con nata

Lavamos las lentejas (pardinas en este

caso) y las colocamos sobre una olla

enaceitada. Las ahogamos con agua del

tiempo. Picamos una cebolla, pimientos y

chorizo. Añadimos los cachitos en una

sarten. Salpimentamos. Lo añadimos a las

lentejas que comienzan a burbujear con un

pellizco de sal y dos hojas de laurel.

Apagamos el fuego una vez que las lentejas

estén tiernas. Servimos y adornamos con

zanahoria cruda troceada mezclada con

almendra picada. Rociamos con nata líquida.

Nota: Al día siguiente siempre saben mejor.

Ingredientes:

LentejasPimientosCebollasChorizoLaurelZanahorias

NataAlmendrasSal y pimienta

Receta de Ágata

Bocaditos de plátano

Cortamos unas rebanadas de pan. Encima

dispersamos unas rodajas de plátano.

Añadimos unos cachitos de chocolate y las

metemos al horno durante diez minutos a

80º. Una vez el chocolate esté derretido,

espolvoreamos encima coco rallado y trocitos

de almendra.

Ingredientes:

PanPlátanoChocolateCoco ralladoAlmendras

Receta de Ágata

Estaba ya muy avanzado el otoño del año 2000 cuandote vi por primera vez. Apareciste en un contenedor debasura, donde algún corazón despiadado te habíadepositado a traición en busca de una muerte dura ydolorosa. Llegabas en brazos de un niño que, feliz, sedisponía a ofrecerte un hogar para que pudieras vivir tuvida de gato a tu antojo. Entonces te vi, grande, orgullosoaún en el infortunio, poderoso y fuerte. Y vi tu miradabicolor, un ojo azul, otro amarillo, que me mirabadesafiante, como queriendo decirme que no estabasvencido, que esto solo era una piedra en tu camino, que tesobraba personalidad y fuerza para esto y para más.Tenías un hogar, así que me limité a admirarte y a desearal niño una vida feliz a tu lado. Pero tu tenías otros planes.A pesar de tener un lugar donde vivir plácidamente tuatención se posó sobre mi hogar y sobre Lucas, el gatoque habitaba ya en él. Y te empeñaste en dejar clara tudecisión. Día tras día cruzabas la calle para, en cualquierdescuido, introducirte discretamente en mi casa para pasarun buen rato en ella, junto a Lucas. Finalmente loshumanos nos rendimos y, sin problemas, dejamos queformaras parte de nuestra familia.

Pasaron 9 años, años felices, años de mi juventud y detu plenitud. Disfrutabas junto a Lucas de la vida quehabías querido, por la que habías luchado. Sin embargo, aveces el destino se vuelve injusto y sin darnos tiempo apelear nos dejaste prematuramente. Al dolor de tu marchase unía la sensación de que te habías ido demasiadopronto y demasiado rápido, de que aún nos habíanquedado cosas pendientes por vivir. 9 años no fueronsuficientes para demostrarte lo muchísimo que tequeríamos en casa. Y aquel 8 de septiembre comenzamosa llorarte. Lucas te buscaba, yo te buscaba y los dos nosresignamos a tu ausencia.

El año 2013 tocaba a su fin cuando vi tu foto en lasredes sociales. En ellas se difundía a un gato con elrepetido y conocido mensaje “urgente, gato callejero muysociable, en la calle corre peligro de que le hagan daño,urge sacarlo de allí”. Tras pensar en la injusticia queconvierte la sociabilidad en una sentencia de muertecontinué con mí día a día. No es dureza, sinosupervivencia cuando se es consciente de que no sepuede llegar a todas partes. Lucas se nos iba, trascuatro años sin Blanco, de dura pelea, enfermedad trasenfermedad, todas ellas sumidas en la depresión y laapatía, decidió que ya estaba bien, que quería dejarnos ylo hizo como suelen hacerlo los gatos, casi sin avisar. Yse llevó con él lo poco que me quedaba de aquellos añosfelices de juventud.Volví a encontrarme contigo los últimos días del año,coincidimos en sala sala de espera de la clínicaveterinaria. Los peores presagios se habían cumplido yhabías pagado el precio de tu amabilidad y dulzura conlos humanos. Mientras conocía tu historia de infortuniosy sinsabores, tu salvadora te enseñaba orgullosa de tufuerza y tu belleza. Y entonces realmente te vi porprimera vez y mi corazón aún en duelo por la recientepérdida se aceleró al sentir como el tiempo volvía atrás.Allí estabas, grande, orgulloso, dispuesto a defenderte apesar de no estar en tus mejores momentos,derrochando personalidad y poderío. Vi tu mirada bicolor,un ojo azul, otro amarillo y lo supe. Otro lugar, otrascircunstancias pero tú y yo ya nos conocíamos de antes,de mucho antes.

Ya en casa no podía dejar de pensar en ti, en que eldestino nos había unido por algo, en que Blanco,sabiendo que Lucas estaba ya a su lado, te habíaenviado para terminar lo que había dejado a medias añosatrás. Pero tenías un hogar, un buen lugar donde poderser feliz y yo no podía más que recordarte y admirarteen la distancia.

Suena el teléfono, alguien pide ayuda para un gatoque no termina de adaptarse a su hogar. Respondo lapetición y te encuentro ahí. Tu humana estápreocupada, no pareces querer integrarte en la familiay hay que buscar una solución. No puedo negar máslas señales y comienzo a preparar tu llegada a casa.Como si llegaras a un sitio conocido para ti recorristela todo con confianza y directo fuiste al lugar mássoleado de la casa, como si te dispusieras a retomaralgo que dejaste pendiente.

Hoy llevas ya un año con nosotros, sinproblemas, y cada día doy gracias por haberpodido tener una segunda oportunidad. Doygracias porque, aunque sé muy bien que túeres Blacky, con tu propia individualidad y tuderecho a ser reconocido como ser único,puedo, a través de ti, cerrar una heridaabierta. En mi nombre y en el de Lucas.

Blacky

Blacky

Blacky Blanco

Blanco

María Jesús Sánchez González

Errante, surco la carretera inundada por la respiración de lasplantas. La tierra me salpica notas de colores incandescentesmientras una rueda chirría. Aprieto levemente el freno de laastronave y trago saliva. Los susurros que surgen del auricular,siempre demasiado altos, callan tras la inminente caída de la bocamusical, que se desliza de mi oreja, arrancado por la velocidad de mitrayectoria. Tras varios intentos fallidos por recuperarlo, pierdo porun instante el control de la rockrider. Zigzageo unos cuantos metroshasta que logro enderezar el manillar. Tras ser absorbida por lapendiente más pronunciada de mi habitual itinerario, cierro los ojosen busca de estrellas. Con los pulmones henchidos de música, meniego a que el roce dicte la velocidad de mi nave.

Piedras en el camino. A menudo la carretera regurgita grumospedregosos. Algunas madejas leñosas semejan lamias: mitad cuerpode mujer y mitad cuerpo de serpiente. Inmóviles, crujen bajo larueda; otras, arrastradas y siseantes, defienden lo que bailan.

Un calor ígneo comienza a subir por mis pantalones. Enemigo delo imberbe, se instala en mi cabeza. A mí no me importa: dialogocon él a pesar de su obstinación por acelerar mis pedaladas.

La ruta terregosa toca su fin. Piso suelo de ciudad y tomo airemonoxidado. Los bultos de la carretera se convierten en transeúntesplomizos, hombres y mujeres polilla que se amontonan en los bares,ante los semáforos, tras los faros de los coches.

Esquivo sus ojos rojos en lo que tarda mi transformación. Ahorasoy como uno de ellos. Una entre tantos.

Abro los ojos. No sé donde estoy... Puntos blancosparpadeando como una vieja televisión mal sintonizadaes lo único que veo. Joder... No sé donde estoy… Laimagen se vuelve más nítida y empiezo a ver baldosasblancas... Tengo oídos... sé que tengo oídos porque oigogolpear algo... un bombo con mucha reverberación... NO!Alguien golpea una puerta…. es a mi lado... en esta salade baldosas blancas... La puerta se abre…. veo todomezclado con interferencias de puntos blancos... entraun tío de camisa de tiras musculado y me agarra porlas solapas de la chupa. -Oístes neno! Ya te vale joder!Una puta hora!!! -Me levanta como si todo mi ser fueraun burdo saco de patatas... de harina.. .de otro costal...YO QUE SÉ!. Miro a donde estaba sentado y veo unataza de water, mi ingle desnuda y mis pantalones por larodilla. LO SIENTO PERO (necesito investigar). Enmedio de un mar de blanca porcelana yace unmonumento marrón a la biología, al reciclaje... CACA...siento la llamada de lo salvaje y le doy una dentellada aun zurullo marrón con granos de maíz de la ensalada deayer que sobrevivieron a la digestión como vietnamitasen un bunker, mastico y me empapo de su sabor y leplanto un morreo al de la camiseta de tiras y gorrarapera (no dije antes que tenía gorra? no sé... estoy enuna sala con baldosas blancas). Vuelvo a perder elconocimiento... me despierto ensangrentado en plenacalle... no hay baldosas, solo piedra marrón…. es jodidoubicarse entre tantos lapsus…. noto un dolor amargo enla boca... me faltan los incisivos y... LA CARTERA!

En algún momento se durmió y, soñando, sintió que alguien lo rozabasuavemente en el hombro. Tres caricias. También soñando, dijo:

—No, estoy durmiendo.Dos roces más. Esta vez le hicieron daño. Le pasó un

escalofrío por la nuca y oyó cerca de su oreja:—Hombre, no te preocupes, pues tu Señor está contigo. Yo

traigo todas las soluciones.Creyó despertar y lo vio en seguida, sentado en una silla al

lado de la cama. Vestía una túnica parda, tenía cabellera rubia, ojososcuros, labios pequeños y dos cuernecitos negros en la frente. Lepareció un diablo.

—Tú dirás —le instó.—He aquí que he venido a guiarte por el sendero, ya que llevas

un tiempo mareado. Algunas cosas son y otras no son, pero otrasdeberán ser —dijo la aparición.

Movió las alas un poco. Sus ojos brillaban, eran negros. Teníaalgunas plumas atadas con hilo de alambre y manchadas de grasa."¿A qué huele?", pensó. Era su boca: le olía el aliento. "¿Cómo lehuele el aliento con esa boca tan pequeña?"

—¿Qué supones que debo hacer? —le preguntó con desagrado.—Tu novia es una puta. Sal a la calle con un cartel que lo diga.—No puedo, está lloviendo. Se borrarían las letras. Además, sólo

tengo una camisa —mintió él, intentando zafarse.Los cuernos se hacían quizá más largos, negros, enroscaditos y

afilados.—Pues lo que es no será si la tinta es mala. Aquí te doy un

periódico para hacerte un sombrero.Le extendió un plástico arrugado con las noticias de los

muertos y los monumentos. Era pegajoso y se le adhería a las manos.Se lo pasó de una a otra, se le agarró a la barbilla y al pecho, quedóconvertido en una bola viscosa y acabó por deshacerse e impregnarleel torso desde los hombros. Se sentía mal. Tuvo otro escalofrío, enlos riñones.

—Ya lo tienes; ahora sal. El normal funcionamiento de lo propiollama a los que pueden para que hagan lo que deben.

Al hablar enseñaba los dientes. Le pareció que no se los habíalavado, pues vio sarro junto a las encías. Uno de ellos era oscuro: casino era un diente, era una gran caries. "Pero, ¿los ángeles tienencaries?", se dijo. Notó un sabor amargo en la boca y ordenó:

—Desnúdate. Quiero ver si tienes pelo en el cuerpo. Si tienespelo eres un cabrón y te mataré.

El ángel, de pronto desnudo, tenía figura de mujer con pezonesrojos y pubis lampiño. Su piel era bronceada. Sentado, cruzó laspiernas. Sus senos eran redondos e hinchados, y subían y bajaban conla respiración de la boquita pálida. Los cuernos estaban enroscadoscomo caracolillos. "¿Qué hacer?", pensó. Sentía ganas de orinar, peroaún no podía. Le pareció necesario acabar con aquello. Tenía prisa. Elángel, muy cerca, abrió las piernas despacio. La pantorrilla le rozó lacara y el vello lo arañó.

—¡Cabrón, tienes pelo! ¡Te voy a matar! —gritó él.—Me marcho, pero tu novia es una puta —dijo el ángel—. Debo

resolver algunos asuntos —y se levantó de golpe.El ángel movía un culo afeminado. Se detuvo y se peinó. Quitó

los cabellos rubios del peine y los tiró al suelo.—No puedo quedarme más porque tengo una cita —añadió.Su voz se iba haciendo cada vez más atiplada, más débil.—¡Te voy a matar, tienes pelo! —se creció él.El ángel se fue rápido, como afectado de diarrea, corriendo

con las piernas juntas. Se había dejado las alas enganchadas en lasilla; se movían como el rabo cortado de una lagartija.

—¡No salgas, te voy a matar!Se alegró de que se fuera. Tenía ganas de orinar.—¡Satanás! ¡Satanás! ¡Cabrón!Daba gritos desde la puerta de la habitación. Se sentía fuerte.—¡Te voy a matar! ¿Me oyes? ¡Te voy a matar!

fotografía: quehariaeloso.wordpress.com

www.cavalinhoart.com

Calle Sagasta, nº89, Madrid,

(frente al centro de Squash).

Teléfono: 656267096

www.cavalinhoart.comLa Planta Carnívora

Calle Sagasta, nº89, Madrid,

(frente al centro de Squash).

Teléfono: 656267096