62
  FRIEDRICH DÜRRENMATT LA VISITA DE LA VIEJA DAMA (DER BESUCH DER ALTEN DAME) COMEDIA TRÁGICA EN TRES ACTOS, CON UN EPÍLOGO Traducción del alemán por JOSÉ A. MORAL-ARROYO 

Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 1/62

 

FRIEDRICH DÜRRENMATT

LA VISITA DE LA VIEJA DAMA(DER BESUCH DER ALTEN DAME)

COMEDIA TRÁGICA EN TRES ACTOS, CON UN EPÍLOGO

Traducción del alemán por JOSÉ A. MORAL-ARROYO 

Page 2: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 2/62

PERSONAJES

Visitantes:

•  CLARA ZAJANASSIAN, nacida Waescher, multimillonaria

(Armenian-Oil). •  MARIDOS VII, VIII, IX.•  BOBBY, el Lacayo. •  TOBY y ROBY, monstruos que mastican chicle. •  KOBY y LOBY, ciegos. 

Visitados (ciudadanos de Gula.):

•  ELÍAS ILL•  SU MUJER•  SU HIJA•  SU HIJO•  EL ALCALDE•  EL PÁRROCO•  EL DOCTOR•  EL POLICÍA•  EL PRIMERO•  EL SEGUNDO•  EL TERCERO•  EL CUARTO•  EL PINTOR•  MUJER I•  MUJER II•  LUISA

 Los otros:

•  JEFE DE ESTACIÓN•  JEFE DEL TREN•  REVISOR•  RECAUDADOR

 Los meticones:

•  REPORTERO I•  REPORTERO II•  LOCUTOR•  CAMERAMAN

 Lugar: Gula, una pequeña ciudad. Época: La actual. 

 Descanso: Tras el segundo acto.

Page 3: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 3/62

 ACTO PRIMERO

 Antes de alzarse el telón se oye la campanilla de una estación. Luegose ve un cartel con la inscripción: GULA,  el nombre de la ciudad 

  provinciana que se adivina al fondo, arruinada y en decadencia. El edificio de la estación tiene también un aspecto de terrible abandono,con un horario medio desgarrado en el muro y una puerta sobre laque se lee: "Prohibida la entrada." En el centro, y también sóloinsinuada, la Avenida de la Estación, tan pobre y desolada como el resto. A la izquierda, una pobre barraca con carteles que se caen deviejos en las desnudas paredes y los consabidos letreros: "Señoras" y "Caballeros", a la izquierda y derecha, respectivamente. Un cálido sol 

de principios de otoño llena la escena. Junto a los lavabos, sentadosen un desvencijado banco, cuatro hombres. Otro vestido tanandrajosamente como los del banco, está ocupado en pintar un grancartel, escribiendo con grandes letras rojas la leyenda: "Bien venida,Clarita." Se oye el ruido atronador de un tren que pasa a toda marchasin detenerse. Los cuatro del banco siguen el movimiento del tren conla cabeza, de izquierda a derecha. El   JEFE DE ESTACIÓN saluda con lamano.

EL PRIMERO.—El "Gudrun" Hamburgo-Nápoles.EL SEGUNDO.—A las once y veintisiete pasará el rápido Venecia-Estocolmo.EL TERCERO.—Lo único que nos queda aún: ver pasar trenes.EL CUARTO.—Hace cinco años aún paraban en Gula el "Gudrun" y el"Rolando", sin contar el "Diplomático", el "Lorelei" y todos losexpresos de campanillas.EL PRIMERO.—Todos de rango internacional.EL SEGUNDO.—Ahora no paran ni los correos. ¿Para qué? Sólo un par de

bultos de mercancías y el correo de la una y trece.EL TERCERO.—Es la ruina.EL CUARTO.—La fábrica Wagner, en quiebra:EL PRIMERO.—Igual que la Bockmann.EL SEGUNDO.—Y que la fundición.EL TERCERO.—Todos viviendo del subsidio de paro.EL CUARTO.—O de la cocina de caridad.EL PRIMERO.—¿A eso llamas vivir?EL SEGUNDO.—O vegetar.EL TERCERO.—Consumirse de asco.

EL CUARTO.—Y así toda la ciudad. (Toque de campanilla.) EL SEGUNDO.—Ya era hora de que llegase la multimillonaria. Dicen que

Page 4: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 4/62

ha regalado un hospital a Kalberstadt.EL TERCERO.—Sí, y una Casa-Cuna a Kaffigen, y una iglesia a la capital.PINTOR.—Y ha encargado un retrato a ese pintamonas naturalista deZimt.EL PRIMERO.—¿Qué es eso para su dinero? Solo con la Compañía

Petrolífera Armenia, los Ferrocarriles del Pacífico, las minas de platapanamericanas y el barrio chino de Saigón, por no citar más de lo quetiene... (Se oye pasar otro tren. El JEFE DE ESTACIÓN saluda. Los cuatrodel banco siguen con la cabeza la dirección del convoy, de izquierda aderecha.) EL CUARTO.—El "Diplomático".EL PRIMERO.—Nadie puede negar que Gula era un centro cultural.EL SEGUNDO.—De los primeros.EL TERCERO.—De rango europeo.EL CUARTO.—Goethe pasó una noche aquí, en el Hostal de los

Apóstoles.EL TERCERO.—Brahms compuso un cuarteto en Gula. (Toque decampanilla.) EL SEGUNDO.—¿Y quién inventó la pólvora sino nuestro Schwarz?PINTOR.—Yo mismo. Terminar brillantemente los estudios en BellasArtes para verme ahora pintando pancartas... (Ruido de un tren quefrena. Por la izquierda aparece el JEFE DE TREN, que se supone acabadode descender.) JEFE DE TREN.—¡Guuula!EL PRIMERO.—El correo de Kaffigen. (Ha descendido sólo un viajero,

que pasa ante el banco y desaparece por la puerta de "Caballeros".) EL SEGUNDO.—Es el recaudador de impuestos.EL TERCERO.—Creo que viene a embargar el Ayuntamiento.EL CUARTO.—Eso pasa porque en política tampoco pintamos ya nada.JEFE DE ESTACIÓN.—¡Señores viajeros, al tren! (El tren parte.Procedentes de la ciudad aparecen el ALCALDE, el MAESTRO, el PÁRROCO y ELÍAS, un hombre de unos sesenta y cinco años. Todos van vestidos

 pobremente.) ALCALDE.—Nuestro ilustre huésped llegará a la una y trece en el correode Kalberstadt.

MAESTRO.—El coro mixto del Círculo Juvenil cantará un himno.PÁRROCO.—Y la única campana que aún no fue empeñada será echadaal vuelo en su honor.ALCALDE.—La Banda Municipal dará un concierto en la plaza Mayor, yel Club de Atletismo formará una pirámide dedicada a lamultimillonaria. Después habrá un banquete en el Hostal de losApóstoles. Lástima que los fondos no den para iluminar la catedral yel Ayuntamiento por la noche. (El RECAUDADOR sale de los lavabos.) RECAUDADOR.—Buenos días, señor alcalde.ALCALDE.—¿Qué se le ha perdido por la ciudad?

RECAUDADOR.—¡Bien lo sabe usted, señor alcalde! Me ha tocado ensuerte una penosa labor. Embargar toda una ciudad.

Page 5: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 5/62

ALCALDE.—Lo único que podrá llevarse del Ayuntamiento es unamáquina de escribir que no vale dos reales.RECAUDADOR.—Olvida el Museo.ALCALDE.—¿El Museo? Hace ya tres años que se lo vendimos a unnorteamericano. La caja está vacía. Aquí no hay quien pague

impuestos.RECAUDADOR.—Me permitirá que haga mis averiguaciones. Esincomprensible. Toda la nación prospera y es precisamente Gula, consus magníficas fundiciones, la que se arruina.ALCALDE.—Crea que también para nosotros resulta un misterio. Peroes así.EL PRIMERO.—La culpa es de los francmasones.EL SEGUNDO.—Una maquinación judía.EL TERCERO.—Ahí se esconde la mano de los capitalistas.EL CUARTO.—Es el comunismo internacional, que tiende sus redes.

(Toque de campanilla.) RECAUDADOR.—Algo habrá. Eso es cosa mía. Tengo ojos de lince.Echaré un vistazo a las arcas municipales, por si acaso. (Mutis.) ALCALDE.—Mejor que lo haga ahora que no después de la visita de lamultimillonaria. (El PINTOR enseña su pancarta.) ELÍAS.—¡Por Dios, alcalde! Me parece muy confianzudo eso de Clarita.Que lo cambien por "Bien venida, Clara Zajanassian".EL PRIMERO.—¡Pero si es Clarita!EL SEGUNDO.—Clarita Waescher.EL TERCERO.—Nacida en Gula.

EL CUARTO.—Su padre era albañil.PINTOR.—Lo mejor es que escriba: "Bien venida, Clara Zajanassian", alotro lado. Si la multimillonaria se conmueve, podemos dar la vuelta alcartel.EL SEGUNDO.—El "Rolando" Zurich-Hamburgo. (Un nuevo tren expresoatraviesa Gula sin detenerse.) EL TERCERO.—Exacto como siempre. Con este tren puede regularse elreloj.EL CUARTO.—Sí; ¿pero quién tiene reloj en Gula?ALCALDE.—¡Señores! La multimillonaria es nuestra última esperanza.

PÁRROCO.—¡Después de Dios!ALCALDE.—Claro.MAESTRO.—Pero Dios no paga deudas.ALCALDE.—Todo está en sus manos, don Elías. Usted era muy amigode Clara.PÁRROCO.—Después que se separaron, he oído contar ciertas cosas.¿Tiene usted algo que confesarme?ELÍAS.—Éramos los mejores amigos del mundo. Los dos jóvenes yfogosos. No hay que olvidar que yo, entonces, era muy apasionado.Ya han pasado cuarenta y cinco años y aún me parece ver cómo

Clara venía por la noche al granero de Peter, alumbrando todo con supresencia. O cómo corría descalza sobre el musgo y las hojas

Page 6: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 6/62

muertas del bosque de Weiler, con el pelo rojo suelto al aire, ágil,esbelta, delicada y condenadamente hermosa. Luego, la vida nosseparó... como tan a menudo.ALCALDE.—Necesito algunos detalles biográficos sobre la vida de laseñora Zajanassian para el discurso después del banquete. (Saca una

agenda y se dispone a escribir.) MAESTRO.—He repasado las calificaciones escolares de la época.Desgraciadamente, las notas de Clara Waescher dejaban mucho quedesear. Lo mismo puede decirse de su comportamiento. El únicoaprobado, en Zoología y Botánica.ALCALDE.—Estupendo. Un aprobado en ambas materias está pero quemuy bien.ELÍAS.—Una cosa importante: Clarita tenía un amor muy arraigado porla justicia. Recuerdo que una vez dos guardas llevaban detenido a unvagabundo y Clarita, indignada, apedreó a los policías.

ALCALDE.—Perfecto. Amor a la justicia. Eso es siempre de muchoefecto. Sin embargo, acaso fuera mejor que no mencionásemos laanécdota del vagabundo.ELÍAS.—También era muy caritativa. Todo lo que tenía lo repartía.Recuerdo que robaba patatas para una pobre viuda.ALCALDE.—Amor a la beneficencia. Esto es algo que he de resaltar sinfalta. Una cosa: ¿Recuerda alguien un edificio en la ciudad construidopor su padre? Sería un detalle conmovedor.TODOS.—No recuerdo.ALCALDE.—Bien. Por mi parte, tengo bastante. El resto es cosa de don

Elías.ELÍAS.—¡Lo sé! ¡Lo sé! Clara debía soltar algunos millones.ALCALDE.—Eso es. Millones.MAESTRO.—Pero en metálico. Una Casa-Cuna, por ejemplo, no nossacaría de miserias.ALCALDE.—Querido don Elías... Ya hace tiempo que usted es la personamás querida de Gula. Como usted sabe, en primavera termina mimandato municipal. He hablado con la oposición, y todos estamos deacuerdo en que usted sea mi sucesor en la alcaldía.ELÍAS.—Es demasiado honor...

MAESTRO.—Puedo confirmarle la noticia.ELÍAS.—Por favor, señores míos... Ante todo, tendré que hablar conClara sobre el miserable estado de nuestra ciudad.PÁRROCO.—Pero con mucho cuidado. Con mucha delicadeza.ELÍAS.—Hemos de obrar con pies de plomo, lo sé. Cuestión depsicología. Con que el recibimiento falle, puede irse todo al diablo. Labanda municipal y el coro mixto me parecen poco.ALCALDE.—Don Elías tiene razón. No olvidemos que se trata de unmomento de la mayor trascendencia. La señora Zajanassian vuelve apisar el suelo bendito de su ciudad natal. La vuelta al hogar...

Emoción reprimida, lágrimas en los ojos, Clarita hundida en lacontemplación de lo que nos es tan caro. Nosotros no podemos

Page 7: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 7/62

recibirla en mangas de camisa, como estamos ahora. Yo me pondrémi levita de ceremonia y el sombrero de copa. A mi lado, mi señorahará los honores. Delante, mis dos nietos, vestidos de blanco, larecibirán con flores. ¡Dios mío! Espero que todo marche bien. (Toquede campanilla.) EL PRIMERO.—"La Flecha Azul."EL SEGUNDO.—Rápido Roma-Estocolmo. Las once y veintisiete.PÁRROCO.—Las once y veintisiete. Aún tenemos dos horas paravestirnos de gala.ALCALDE.—Concretemos: La pancarta "Bien venida, Clara Zajanassian"se alzará, como expresión sincera de nuestro amor. (A los cuatro.)Los otros agitarán los sombreros. Pero, por favor, nada de gritarcomo cuando vino la comisión gubernamental el año pasado. Laimpresión fue tan contraproducente, que hasta hoy no hemos recibidoni un céntimo. La alegría desbordante no cuaja en esta ocasión. Es

más bien un gozo íntimo..., sollozos ahogados, la alegría por el hijopródigo que vuelve... En fin, sean naturales y dejen traslucir lacordialidad que nos llena; sobre todo, mucha cordialidad. No loolviden. Otra cosa: que todo funcione como está previsto. Nada másterminar el himno del coro mixto, ha de comenzar la campana. Antetodo, he de hacer hincapié en que... (El tronar del tren haceincomprensibles sus siguientes palabras. El tren se para con unterrible chirriar de frenos. En todos los semblantes se pinta el asombro. Los cuatro del banco se levantan de un salto.) PINTOR.—¡Se ha parado!

EL PRIMERO.—¿En Gula?EL SEGUNDO.—¡Increíble!EL TERCERO.—¡En la miserable...EL CUARTO.—...en la mezquina...EL PRIMERO.—...en la más pobretona estación de la línea Roma-Estocolmo!JEFE DE ESTACIÓN.—El mundo se ha desquiciado. "La Flecha Azul" tieneque aparecer en la curva como es su obligación, pasar como un rayoy convertirse en un punto, hasta desaparecer en dirección opuesta.(Por la derecha aparece CLARA ZAJANASSIAN. Sesenta y tres años,

 pelirroja, con un gran collar de perlas y enormes pulseras de oro,vestida exageradamente y con horribles modales; pero, acaso por ello, una mujer de mundo de pies a cabeza, llena de una graciaespecial a pesar de los detalles grotescos. Detrás viene su séquito: el LACAYO BOBY (unos ochenta años y con gafas negras), MARIDO VII (alto,esbelto, con bigote negro), con equipo completo de pescador, y JEFE

DE TREN, agitadísimo, tocado con una gorra roja, que entra el último.) CLARA.—¿Estamos en Gula?JEFE DE TREN.—¿Fue usted quien tiró del freno de alarma?CLARA.—Siempre lo hago.

JEFE DE TREN.—He de protestar enérgicamente. Sepa usted que ennuestro país no se tira del freno de alarma ni en caso de extrema

Page 8: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 8/62

necesidad. La puntualidad es el mandamiento máximo. Exijo unaaclaración.CLARA.—Mira, Moby: estamos en Gula. Reconozco el pueblo. Allí estáel bosque de Weiler, donde podrás pescar truchas y salmones.Aquello a la derecha es el tejado del granero de Peter.ELÍAS.—(Reaccionando.) ¡Clara!MAESTRO.—¡Es ella!TODOS.—Sí, es ella.MAESTRO.—¡Dios mío! Y el coro mixto no está.ALCALDE.—Ni el Club de Atletismo, ni los bomberos.PÁRROCO.—¡ Sacristán!ALCALDE.—¿Dónde está mi levita? ¡Maldita sea! El sombrero de copa.¡Rápido! Y los nietos. (El PRIMERO sale corriendo hacia la ciudad.) ALCALDE.—(Gritando.) ¡No te olvides de mi mujer!JEFE DE TREN.—Señora. Aún estoy esperando una aclaración. He de

conminarla a responder de su acto, en nombre de la Administración.CLARA.—¡No sea imbécil! ¿No ve que quiero visitar la ciudad? No meiba a tirar por la ventanilla.JEFE DE TREN.—¿Quiere decir que ha tirado de la alarma de "La FlechaAzul" solo por el capricho de visitar Gula? (El JEFE DE TREN no sabe qué

 pensar.) CLARA.—Naturalmente.JEFE DE TREN.—Muy señora mía: Si usted quiere visitar Gula, no teníamás que haber esperado en Kalberstadt el correo de las doce ycuarenta, como todo el mundo. Llegada a Gula, a la una y trece.

CLARA.—¿Ese cacharro que se va parando en cada apeadero?¿Pretende usted que me tire media hora contemplando estecondenado paisaje?JEFE DE TREN.—Esto le saldrá muy caro.CLARA.—Dale mil dólares, Boby.TODOS.—(En un susurro.) ¡Mil dólares! (El LACAYO entrega el dinero al JEFE DE TREN. ) JEFE DE TREN.—(Sin saber a qué atenerse.) Madame...CLARA.—Y otros tres mil para la Fundación de Viudas de Ferroviarios.TODOS.—¡Tres mil! (El LACAYO entrega el dinero.) 

JEFE DE TREN.—Pero esa fundación no existe, Madame...CLARA.—No importa. Creadla. (El ALCALDE habla al oído al JEFE DE TREN. ) JEFE DE TREN.—(Más confuso que nunca.) ¡Perdone la señora! ¿Es ustedClara Zajanassian? Le pido mil perdones. Siendo así, no he dichonada. Pero, por Dios. Bastaba que me hubiese dicho una palabra yhubiésemos parado en Gula. Ahí tiene su dinero. No, no... Cuatromil..., ¡imposible...!TODOS.—¡Cuatro mil!CLARA.—Guárdese esa pequeñez.TODOS.—Dice que se quede con ello.

JEFE DE TREN.—¿Desea la señora que "La Flecha Azul" espere hasta quehaya visitado Gula? La Administración estaría encantada. Permítame

Page 9: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 9/62

que le diga que el portal de la Catedral es de mucho mérito. Estilogótico..., representa el Juicio Final y...CLARA.—¡Lárguese con su tren de una vez!MARIDO VII.—(Lloriqueando.) ¡Pero vidita! La Prensa. Los periodistasestán todavía en el tren. Están cenando y no se han enterado de

nada.CLARA.—Déjales que cenen, Moby. Ahora no los necesito. Además, yase las arreglarán para aparecer. (Mientras tanto, el PRIMERO ha llegadocon la levita del ALCALDE, que se la pone y avanza solemnementehacia la señora ZAJANASSIAN. El PINTOR y el CUARTO enarbolan la

 pancarta con la inscripción "Bien venida, CLARA ZAJANASS...", quedadaincompleta por falta de tiempo.) JEFE DE ESTACIÓN.—¡Señores viajeros, al tren! (Se oye partir el tren.) JEFE DE TREN.—Si la señora tuviese la bondad de no quejarse a laAdministración... Ha sido un penoso equívoco. (El JEFE DE TREN hace

ademán de saltar a un estribo y desaparece.) ALCALDE.—Estimada señora Zajanassian: En mi calidad de alcalde deGula, tengo el inmerecido honor de daros la más cordial bienvenida avuestra patria chica. En este día, cuando... (El ruido del tren ahogalas palabras del ALCALDE, que sigue impertérrito con su discurso.) CLARA.—Muchas gracias, alcalde. Ha sido un discurso muy bonito.( CLARA se dirige a DON ELÍAS, que se siente un poco inseguro.) ELÍAS.—¡Clara!CLARA.—¡Elías!ELÍAS.—Me alegro de veras de tu vuelta.

CLARA.—Siempre lo deseé desde que abandoné Gula.ELÍAS.—(Nervioso.) Me alegro de veras, Clara.CLARA.—Yo también. ¿Has pensado en mí?ELÍAS.—Naturalmente que sí, Clara. Tú lo sabes.CLARA.—¡Fueron maravillosos los días que pasamos juntos!ELÍAS.—(Orgullosamente.) ¡Y tanto! (Dirigiéndose al MAESTRO. ) ¿Havisto? La tengo en el saco.CLARA.—Llámame como me llamabas entonces.ELÍAS.—¡Gatita mía!CLARA.—¿Y qué más?

ELÍAS.—¡Brujita de mi alma!CLARA.—¿Te acuerdas? Yo te llamaba mi pantera negra.ELÍAS.—Lo soy aún.CLARA.—No digas tonterías. Estás lleno de canas, has echado tripa ytienes nariz de borrachín.ELÍAS.—Pero tú, sí, Clara. Tú estás como siempre.CLARA.—¡Ah, bah! También yo he envejecido y engordado. Sin olvidarla pierna izquierda, que se me quedó en un accidente de auto. Desdeentonces, solo viajo en tren. ¿A que no te habías dado cuenta? Laprótesis es magnífica. ¡Mira! (Se levanta la falda y le enseña la pierna

artificial.) Funciona como una de veras.ELÍAS.—(Limpiándose el sudor.) Nunca lo habría notado.

Page 10: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 10/62

CLARA.—¿Permites que te presente a mi séptimo marido? Alfredo.(Presentando.) Un plantador de tabaco. Somos muy felices.ELÍAS.—Con mucho gusto.CLARA.—Ven aquí y saluda, Moby. En realidad se llama Pedro, peroMoby me gusta más porque hace juego con mi lacayo, que se llama

Boby. Un lacayo es algo para toda la vida, y creo que los maridos hande adaptarse a él y regirse por su nombre. ( MARIDO VII se inclinasaludando.) ¿No es un sol con su bigote tan negro? Piensa, Moby. (El MARIDO VII  pone cara de pensar.) ¡Más profundamente, Moby! (El MARIDO VII lo intenta.) ¡Aún más!MARIDO VII—Pero, vidita, sabes que no puedo. ¡De veras que no!CLARA.—Naturalmente que puedes. ¡Piensa como quiero ! (El MARIDO

VII hace otro intento. Toque de campanilla.) ¿Ves como sí quepuedes? Mira, Elías. ¿No le encuentras un algo demoníaco? Parece unbrasileño, aunque las apariencias engañan. Es un griego ortodoxo,

hijo de padre ruso. Quise que nos casase un pope legítimo. Fue unaexperiencia muy interesante. Bien, ahora me gustaría echar unvistazo a Gula. (Se pone los impertinentes, incrustados de piedras

 preciosas, y contempla los lavabos.) ¡Mira, Moby! Lo construyó mipadre. Un trabajo de primera calidad, como todo lo suyo. De niña mesolía sentar en el tejado durante horas enteras para escupir a los queentraban. Pero solo escupía a los hombres, a decir la verdad.(Mientras tanto ha llegado el coro mixto, agrupado en el fondo. El MAESTRO se adelanta, sombrero de copa en mano.) MAESTRO.—Dilecta señora nuestra: Como director del Instituto y

amante de la nunca bien ponderada musa de la música, séamepermitido agasajaros con una modesta canción folklórica,interpretada por nuestro coro mixto.CLARA.—¡Vaya por la modesta canción, maestro! (El MAESTRO toma undiapasón, da el tono y el coro comienza a cantar. En el mismomomento se oye el atronar de un nuevo tren. El JEFE DE ESTACIÓN

saluda, el coro canta desesperadamente y a toda voz y el MAESTRO semesa los cabellos a punto de llorar. Cuando el ruido del tren se

 pierde, la canción ha terminado.) ALCALDE.—(Desconsolado.) ¡Esa campana! ¿Qué pasa con esa

campana?CLARA.—¡Bravo, bravo! Muy bien cantado. Sobre todo aquel bajo conla nuez tan grande me ha gustado mucho. (El POLICÍA se abre paso

 penosamente entre la gente y se cuadra ante CLARA ZAJANASSIAN. ) POLICÍA.—Inspector Hahncke, a sus órdenes.CLARA.—Muy agradecida, pero por ahora no quiero meter en la cárcela nadie. Pero acaso tenga Gula pronto necesidad de usted. Dígame,policía: ¿Hace usted la vista gorda de cuando en cuando?POLICÍA.—¿Qué remedio, señora? ¿Qué sería de Gula, si no?CLARA.—Le aconsejo que cierre los dos ojos. (El POLICÍA no sabe qué

 pensar.) ELÍAS.—(Riendo complacientemente.) Esta Clarita no cambia. Sigue

Page 11: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 11/62

siendo la gatita de siempre. ( ELÍAS se da golpes en los muslos al reír la frase. El ALCALDE se pone el sombrero de copa del MAESTRO y empujaa sus nietos hacia CLARA. Son dos mellizos de siete años, la niña contrenzas rubias.) ALCALDE.—Permítame que le presente a mis nietos, Herminia y

Adolfito. Mi señora está al caer. (El ALCALDE, muy nervioso, se limpiael sudor de la frente. Ambos niños hacen una reverencia y entreganrosas rojas a CLARA. ) CLARA.—Le felicito por los mocosos, alcalde. ¡Tome! (Entrega las rosasal JEFE DE ESTACIÓN. El ALCALDE pasa a escondidas el sombrero de copaal PÁRROCO, el cual se lo pone y avanza.) ALCALDE.—Tengo el gusto de presentarle a nuestro párroco. (El PÁRROCO se quita el sombrero y se inclina respetuosamente.) CLARA.—¡Hombre, el párroco! ¿Usted es el que consuela a losagonizantes, si no me equivoco?

PÁRROCO.—Hago lo que está en mis manos.CLARA.—¿Consuela también a los condenados a muerte?PÁRROCO.—(Desconcertado.) En nuestro país está abolida la pena demuerte.CLARA.—Puede que se reimplante. (El PÁRROCO devuelve,consternadísimo, el sombrero de copa al ALCALDE, que se lo pone.) ELÍAS.—(Riendo.) ¡Qué cosas se te ocurren, gatita!CLARA.—¿Vamos a la ciudad? (El ALCALDE le ofrece el brazo.) ¡Quécosas se le ocurren, alcalde! ¡No creerá que voy a ir andando con miprótesis!

ALCALDE.—(Asustadísimo.) ¡Corriendo! El médico tiene un coche.(Aclara.) Un Mercedes del año treinta y dos.POLICÍA.—(Cuadrándose.) ¡A la orden, señor alcalde! Lo requisaremos.CLARA.—No hace falta. Desde que tuve el accidente solo uso litera.(Llamando.) ¡Roby! ¡Toby! ¡Venid! (Por la izquierda aparecen dosmonstruos hercúleos, mascando chicle y portando una litera. Uno delos monstruos lleva una guitarra a la espalda.) Dos "gángsteres" deSing-Sing condenados a la silla eléctrica e indultados a instanciasmías. Cada indulto me costó un millón de dólares. La litera procededel Museo del Louvre y es un regalo del presidente de la República,

un señor muy amable que tiene la misma cara que en las fotografíasde los periódicos. (Dirigiéndose a los MONSTRUOS. ) ¡A la ciudad!MONSTRUOS.—"Yes, mam."CLARA.—Primero al granero de Peter y luego al bosque de Weiler.Quiero visitar con Elías los lugares de nuestro amor juvenil. Mientras,llevad el equipaje y el ataúd al Hostal de los Apóstoles.ALCALDE.—(Desconcertado.) ¿El ataúd?CLARA.—Sí, he traído uno. Nunca se sabe y es posible que lonecesitemos. (A los MONSTRUOS. ) ¡Andando! (Los MONSTRUOS levantanla litera y hacen mutis hacia la ciudad. El ALCALDE hace una seña, y 

todos comienzan a vitorear a la multimillonaria. Los vítores se cortanen seco al aparecer dos criados cargados con un rico ataúd. En este

Page 12: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 12/62

momento empieza a sonar la única campana de la iglesia.) ALCALDE.—¡Ya era hora! (Los gulenses hacen mutis detrás del ataúd.Siguen numerosas doncellas de CLARA y mozos de cuerda con unaenorme cantidad de maletas y baúles. El POLICÍA se pone a dirigir el tráfico, y cuando todos han desaparecido hace ademán de iniciar el 

mutis. En este momento aparecen dos viejos cogidos de la mano. Losdos van vestidos con mucho esmero y hablan en voz baja, perocomprensible.) VIEJOS.—Estamos en Gula, estamos en Gula. Olemos, olemos que esel aire de Gula.POLICÍA.—¿Quiénes sois?VIEJOS.—Somos de la señora Zajanassian. Somos de la señoraZajanassian. Somos Koby y Loby.POLICÍA.—La señora Zajanassian se aloja en el Hostal de los Apóstoles.VIEJOS.—(Alegremente.) ¡Somos ciegos! ¡Somos ciegos!

POLICÍA.—¿Ciegos? Entonces os llevaré yo.VIEJOS.—Muchas gracias, señor policía, muchas gracias.POLICÍA.—(Asombrado.) ¿Cómo sabéis que soy policía, si estáisciegos?VIEJOS.—¡Por el tono! ¡Por el tono! Todos los policías hablan igual.POLICÍA.—(Desconfiado.) Mucha experiencia tenéis vosotros de laPolicía, buenos hombres.VIEJOS.—¡Nos ha tomado por hombres, nos ha tomado por hombres!POLICÍA.—¿Qué sois, si no?VIEJOS.—Ya lo verás, ya lo verás.

POLICÍA.—¡Bueno! Al menos no os falta el humor.VIEJOS.—Nos dan todos los días chuletas y jamón. Todos los días.POLICÍA.—¡Así cualquiera tiene humor! Dadme la mano. ¡Estosextranjeros tienen un humor...! (Se dirige a la ciudad con un viejo decada mano.) VIEJOS.—Llévanos con Boby y Moby, con Roby y Toby.

Cambio de escena, sin echar el telón. La fachada de la estación y loslavabos desaparecen. Interior del Hostal de los Apóstoles. Incluso

  puede verse la muestra colgando: la digna figura de un apóstol 

dorado, un emblema que cuelga en el centro de la escena. Lujoapagado por el paso del tiempo y los malos tiempos. Tododesgastado, empolvado, todo apolillado, la escayola cuarteada. Una

 procesión interminable de mozos de cuerda que llevan, primero, unagran jaula, y detrás, el equipaje. El  ALCALDE y el MAESTRO , sentados auna mesa en el primer término, a la derecha. Están bebiendo.

ALCALDE.—¡Vengan maletas! Montones y montones. Y antes hansubido una pantera negra en una jaula.MAESTRO.—Ha alquilado una habitación especial para el ataúd. ¿No le

parece raro?ALCALDE.—Las mujeres mundialmente famosas tienen sus manías.

Page 13: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 13/62

MAESTRO.—Parece que se va a quedar mucho tiempo en Gula.ALCALDE.—¡Tanto mejor! Don Elías la tiene en el saco. ¿Ha oído? Gatitamía por aquí, brujita por allá. Seguro que le saca millones. ¡A la saludde la multimillonaria, maestro! Porque sanee la factoría Bockmann.MAESTRO.—¡Y la Wagner!ALCALDE.—¡Y la fundición! Apuesto a que ahora se resuelve todo. Laiglesia parroquial, el Liceo, el nivel de vida de toda la ciudad...(Brindan.) MAESTRO.—Desde hace más de veinte años corrijo los cuadernos delatín y griego de los alumnos de Gula. Sin embargo, no tuve nuncauna idea exacta de lo que era la palabra horror hasta que vi bajar hoydel tren a la multimillonaria. Aquella figura vestida de negro me hizotemblar. Tuve y tengo la impresión de haberme topado con unaParca, con una diosa griega del destino. No debiera llamarse Clara,sino Clotos. Aunque Clotos, al menos, hila los hilos de la vida. (Llega

el POLICÍA y cuelga el casco en una percha.) POLICÍA.—¡Condenada ciudad! Aunque espero que cambie. Acabo dever a la multimillonaria y a nuestro amigo don Elías en el granero dePeter. Una escena emocionante. Los dos estaban recogidos como enuna iglesia, hasta el punto de que me dio reparo y me alejédiscretamente. Me retiré cuando salieron para el bosque de Weiler.¡No iba nadie, que digamos! Delante, la litera, don Elías al lado, ydetrás, el lacayo y el séptimo marido con la caña de pescar a cuestas.MAESTRO.—Una devoradora de hombres. El marido no pasa de ser otrolacayo.

POLICÍA.—Y luego esos dos ciegos. ¡El diablo sabrá qué pintan aquí!MAESTRO.—Los ciegos son siniestros. Algo salido del Averno.ALCALDE.—No termino de comprender qué andan buscando en elbosque de Weiler.POLICÍA.—Lo mismo que en el granero. Una peregrinación donde, porasí decir, ardió su pasión juvenil.MAESTRO.—¡La llama de la pasión! Señores, aquí encaja lo de Romeo yJulieta. Confieso que estoy emocionado. Por primera vez desde quevivo en Gula me siento próximo a la sublimidad clásica.ALCALDE.—Bien. Ahora brindemos por el bueno de don Elías, que se

toma todos los trabajos del mundo para mejorar nuestra situación.Señores: ¡Brindo por el más querido ciudadano de Gula, por mi dignosucesor!

Desaparece la decoración del Hostal. Por la izquierda aparecen loscuatro del banco de la estación y colocan, a la izquierda de la escena,un tosco banco sin labrar. El PRIMERO se sube sobre el banco con uncorazón de cartón rojo entre las manos con las letras E y C entrelazadas. Los otros tres se colocan luego en torno al banco, conramas en las manos, simulando árboles.

PRIMERO.—Somos pinos, abetos, hayas...

Page 14: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 14/62

SEGUNDO.—Somos esbeltos árboles de un verde oscuro...TERCERO.—Musgo y líquenes, tupida hierba...CUARTO.—Monte bajo y abrojos...PRIMERO.—Somos nubes y cantar de pájaros...SEGUNDO.—Espesura de la más tupida...TERCERO.—Venados y tímidos corzos...CUARTO.—Rumor de hojas y viejos sueños... (Por el fondo aparece lalitera con ELÍAS al lado. Los dos MONSTRUOS que la llevan no paran demascar. Detrás, el MARIDO VII y el LACAYO con un viejo de cada mano.) CLARA.—¡El bosque de Weiler! ¡Para, Roby! ¡Para, Toby!VIEJOS.—¡Roby, Toby, parad! ( CLARA desciende de la litera y contemplael bosque.) CLARA.—Mira, Elías: ahí está el corazón con nuestras iniciales. Casi nose ven ya. El árbol las ha separado al crecer. El tronco y las ramasson casi tan gruesos como nuestros cuerpos. ( CLARA se acerca a los

que figuran árboles.) ¡Ah la arboleda! Hacía mucho tiempo que no mepaseaba por el bosque de mi juventud, mucho tiempo que noarrastraba los pies por la hojarasca y la hiedra. Vosotros, mascadoresde chicle, podéis retiraros. Tú, Moby, puedes ir al arroyo a ver sipescas algo. (Los MONSTRUOS hacen mutis por la izquierda y el MARIDO

VII  por la derecha. CLARA se sienta.) ¡Mira, un corzo! (El TERCERO da unsalto.) ELÍAS.—Tiempo de veda. (Se sienta a su lado.) CLARA.—En aquellas rocas nos besábamos ya hace cuarenta y cincoaños. Nos amamos bajo todos estos arbustos, bajo las hayas y entre

los macizos, sobre el musgo, por todo el bosque. Yo tenía diecisieteaños y tú apenas veinte. Después te casaste con Matilde y con sumercería y yo con el viejo Zajanassian y con sus miles de millones enArmenia. Me conoció en una casa de putas de Hamburgo, donde yotrabajaba. Mi pelo rojo fue lo que atrajo a aquel abejorro dorado.ELÍAS— ¡Clara!CLARA.—¡Un Henry Clay, Boby!VIEJOS.—¡Un Henry Clay, un Henry Clay! (El LACAYO aparece con unacaja de puros, le da uno y se lo enciende.) CLARA.—Me gustan los puros. En realidad, debía fumar los de la

fábrica de mi marido, pero no tengo demasiada confianza.ELÍAS.—Si me casé con Matilde, fue por tu bien.CLARA.—Matilde tenía dinero y yo no.ELÍAS.—Pero tú eras joven y hermosa. A ti te pertenecía el futuro y yono quise ser un estorbo a tu felicidad. Por eso renuncié a ti. Setrataba de tu destino.CLARA.—El destino ha llegado ahora.ELÍAS.—Si te hubieses quedado en Gula, andarías tan arruinada comoyo.CLARA.—¿Estás arruinado?

ELÍAS.—Un tendero arruinado en una ciudad en quiebra.CLARA.—Pero yo tengo dinero.

Page 15: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 15/62

ELÍAS.—Desde que te fuiste, mi vida ha sido un infierno.CLARA.—Yo soy el infierno.ELÍAS.—Todo el día a la gresca con mi familia, que me echa en caranuestra pobreza.CLARA.—¿No te ha hecho feliz Matildita?ELÍAS.—¿Qué más da? Lo importante es que tú lo seas.CLARA.—¿Y tus hijos?ELÍAS.—No tienen ideales.CLARA.—Ya los tendrán más tarde. (Silencio. Los dos contemplan el bosque, hundidos en recuerdos.) ELÍAS.—Mi vida ha sido ridícula. Apenas si he visto otra cosa que Gula.Un viaje a Berlín y otro a Tessin, eso es todo.CLARA.—Viajar no vale la pena. Yo conozco el mundo.ELÍAS.—Tú has podido viajar siempre. Por eso lo conoces.CLARA.—Lo conozco porque me pertenece. ( ELÍAS calla y CLARA fuma.) 

ELÍAS.—Pero ahora cambiará todo.CLARA.—No lo dudes.ELÍAS.—(Espiando su reacción.) ¿Nos ayudarás?CLARA.—No soy de las que dejan que su patria chica se pudra.ELÍAS.—Necesitamos millones.CLARA.—Eso no es nada.ELÍAS.—(Entusiasmado.) ¡Gatita! (Emocionado le da una palmada enla pierna izquierda y hace un gesto de dolor.) CLARA.—¿Duele? Te has dado con un tornillo de la prótesis. (El PRIMERO

saca una llave y una pipa del bolsillo y da golpecitos con la llave en la

 pipa.) ¡Escucha! Un pájaro carpintero.ELÍAS.—Sí, nada ha cambiado. Todo sigue igual que cuando éramos jóvenes y gozábamos de nuestro amor en este bosque. El sol sobrelos árboles, como un disco de oro, los rebaños de las nubes y el gritodel cuco entre la espesura.CUARTO.—Cu-cu, cu-cu. ( ELÍAS acaricia al PRIMERO. ) ELÍAS.—La madera fría y el viento en las ramas, un murmullo como laresaca en el mar. Como antes. Todo está igual. (Los que simulanárboles susurran y mueven los brazos como ramas.) ¡Ah! ¡Si pudieseborrarse el tiempo, brujita mía! ¡Si la vida no nos hubiese separado!

CLARA.—¿Te gustaría?ELÍAS.—Es todo mi sueño. ¡Aún te amo, Clara! (Besa su manoderecha.) Tan blanca y tan fría como antes.CLARA.—Te equivocas. También es falsa. Una prótesis de marfil. ( ELÍAS

deja caer la mano, horrorizado.) ELÍAS.—Clara: ¿es que no tienes más que prótesis?CLARA.—Casi. Desde un accidente aéreo en Afganistán. Fui la únicasuperviviente. Murió hasta la tripulación, pero a mí no hay quien memate.VIEJOS.—¡No hay quien la mate! ¡No hay quien la mate!

Se oye una marcha, tocada por la Banda Municipal. Mientras, cae de

Page 16: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 16/62

nuevo la decoración del Hostal de los Apóstoles. Los gulenses colocanmesas y sillas y cubren con pobres manteles remendados y deshilachados vajilla y viandas. Una mesa en el centro, otra a laizquierda y una tercera a la derecha, paralelas al público. El  PÁRROCO

llega. Detrás, muchos gulenses, entre ellos uno vestido con "maillot" 

de gimnasta. Llegan el  ALCALDE  , el MAESTRO y el  POLICÍA. Los gulensesaplauden cuando el  ALCALDE  se aproxima a la mesa donde ya estánsentados CLARA y ELÍAS. Los árboles, recuperada su humanidad, entrelos gulenses.

ALCALDE.—Esta ovación es un homenaje a usted, estimada señoraZajanassian.CLARA.—Es la banda quien la merece, alcalde. Toca muy bien. Lapirámide humana no desdecía y era un acierto. Me gustan loshombres en "maillot". ¡Tienen un aspecto tan natural!

ALCALDE.—¿Me concede el honor de acompañarla a la mesa? (Sedirigen a la mesa del centro, donde el ALCALDE presenta a su mujer.)Mi señora. ( CLARA examina a la ALCALDESA con los impertinentes.) CLARA.—¡Pero si es Anita, la primera de nuestra clase! (El ALCALDE

 presenta a otra mujer, tan desmirriada y amargada como la suya propia.) ALCALDE.—La señora de Ill.CLARA.—Aún me acuerdo de Matilde. Me parece verla espiando a Elíaspor las cortinas de la tienda de su padre. ¡Te veo muy flaca ypaliducha, querida! (Por la derecha entra precipitadamente el DOCTOR. 

Cincuenta años, pequeño, con bigote y despeinado. Tiene la caracruzada por algunas cicatrices y lleva un frac muy viejo.) DOCTOR.—Me parece que llego a tiempo.ALCALDE.—El doctor Nüblin, nuestro médico. (El DOCTOR besa la mano aCLARA, mientras esta le examina con los impertinentes.) CLARA.—Tanto gusto. ¿Es usted quien extiende los certificados dedefunción?DOCTOR.—(Extrañado.) ¿Los certificados de defunción?CLARA.—¿Es que no se muere nadie en Gula?DOCTOR.—Desgraciadamente. Sí, los extiendo. Es una formalidad

prescrita por la ley.CLARA.—En el futuro le aconsejo pronosticar ataque al corazón.ELÍAS.—(Riendo.) ¡Esta Clara! ¡Tiene un humor delicioso! ( CLARA dejaal DOCTOR y se vuelve al ATLETA en "maillot".) CLARA.—¿Quiere repetir? (El ATLETA hace algunas figuras gimnásticas.)¡Qué músculos más maravillosos! ¿Ha estrangulado usted ya alguien?ATLETA.—(En flexión de rodillas.) ¿Cómo?CLARA.—Eche los codos hacia atrás. Así. Basta. Vaya a descansar.ELÍAS.—Esta Clara tiene un humor que hay que ver. ¿De dónde sesacará la sal?

DOCTOR.—(Aún no ha salido de su desconcierto.) No sé que le diga. Amí ese humor me pone la carne de gallina.

Page 17: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 17/62

ELÍAS.—(Secreteando.) Ha prometido millones. (El ALCALDE sienteahogos.) ALCALDE.—¿Millones?ELÍAS.—¡Millones!DOCTOR.—¡Cáspita!CLARA.—(Volviéndose a ellos.) ¿Vamos a comer?ALCALDE.—Estábamos esperando a su esposo.CLARA.—No vale la pena. Anda por ahí pescando. Además, he decididodivorciarme.ALCALDE.—¿Divorciarse?CLARA.—También será una sorpresa para Moby, que aún no sabenada. Pero he decidido casarme con un actor de cine alemán.ALCALDE.—¡Pero usted dijo antes que era muy feliz en su matrimonio!CLARA.—Todos mis matrimonios han sido felices. No se trata de serfeliz o no. Toda mi juventud he soñado con casarme en la Catedral de

Gula y me parece que no tengo por qué no realizar mis sueños juveniles. Haremos una gran ceremonia. (Se sientan todos, CLARA

entre el ALCALDE y ELÍAS. Siguen las esposas de estos dos. En la mesade la derecha, el MAESTRO, el PÁRROCO y el POLICÍA. En la de la izquierda,los cuatro. Al fondo, más invitados, con sus señoras, bajo la  pancarta"Bien venida, Clarita". El ALCALDE se levanta, con cara de ceremonia y la servilleta atada al cuello. Da unos golpes en un vaso con unacuchara para llamar la atención.) ALCALDE.—Querida señora Zajanassian, queridos gulenses todos: Haceya cuarenta y cinco años que abandonasteis nuestra amada ciudad,

esta ciudad fundada por el príncipe Carlos el "Noble", esta ciudad tanmaravillosamente asentada entre el bosque de Weiler y la hondonadade Pückenried. Cuarenta y cinco años... más de cuatro decenios, untiempo muy largo para la ausencia. Durante ese tiempo, mal le ha idoal mundo y mal nos ha ido a nosotros. En medio de todas nuestrastribulaciones, señora.... querida Clarita... (Ovación.) En medio denuestras tribulaciones, jamás os olvidamos, querida Clarita. Ni austed ni a vuestra querida y respetable familia. Vuestra madre,modelo de madres y con una salud de hierro... ( ELÍAS le dice algo al oído.) ... que el destino nos arrebató tan pronto, víctima de la artera

tuberculosis. Vuestro padre, tan popular y cuyos edificios sonadmiración de expertos y legos ( ELÍAS repite el juego.) ... que levantóese edificio de la estación que tanta atracción tiene para todos.Ambos, señora, han quedado en nuestra memoria como los mejoresentre nosotros. Usted misma, señora, corriendo por nuestras hoyarruinadas calles, con los rubios cabellos... ( ELÍAS repite el juego.) ...al aire los ígneos cabellos, ¿quién no os recuerda aún sin unsentimiento de admiración y amor? Ya en aquel entonces intuía cadauno de nosotros el encanto de vuestra personalidad. Y cada uno denosotros intuía vuestra gloriosa ascensión a la cima vertiginosa de las

más altas escalas de la humanidad. (Saca la agenda.) Jamás pudimosolvidaros. Vuestros estudios primarios y las calificaciones que aún hoy

Page 18: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 18/62

sirven de ejemplo en la boca del mentor para las jóvenesgeneraciones, sobre todo la historia natural en sus disciplinas deZoología y Botánica, cosa que habla de vuestro amor a todo locreado, a todo lo desamparado... Vuestro amor a la justicia y vuestracaridad asombraban ya entonces a vuestros paisanos... (Ovación.) Un

solo ejemplo para no herir vuestra modestia. ¿Quién, si no usted,adquiría con el fruto de su dinero, penosamente ganado, patatas parauna pobre viuda condenada al hambre? (Estruendosa ovación.) Querida señora, queridos gulenses: De aquella delicada semilla tanbien dispuesta por la sabia naturaleza, ha surgido un frutoesplendoroso. La pelirroja chiquilla se ha convertido en la dama queasombra y colma el mundo con su filantropía. Citemos solamente lasobras sociales, fruto de su generosidad; las innumerables Casas-Cunay de Maternidad, las cocinas de caridad, su labor de Mecenas del arte,los hospitales y tantos otros cuya enumeración sería demasiado

prolija. Solo me queda, queridos gulenses, pediros que os unáis a mí en el grito espontáneo y sincero de "¡Viva nuestra hija predilecta"!(Atronadores aplausos y gritos de "¡Viva!". CLARA se levanta.) CLARA.—Alcalde, gulenses todos: Estoy conmovida por ladesinteresada alegría que mi vuelta os produce. Pero he de decir queyo no era como el alcalde me ha pintado. De la escuela no he sacadomás que palizas. Las patatas las robamos Elías y yo, no para impedirque se muriese de hambre una vieja Celestina, sino porque teníamosganas de amarnos una vez en una cama, cosa más cómoda que elbosque de Weiler y el granero de Peter. Sin embargo, y para

contribuir a la alegría general, quiero anunciaros que he decididoregalar mil millones a Gula: Quinientos para la ciudad y quinientos arepartir en partes iguales entre las familias de Gula. (Silenciosepulcral.) ALCALDE.—(Tartamudeando.) ¿Mil millones? (El resto no sale de sumudo asombro.) CLARA.—Bajo una condición. (Todos empiezan a gritar sin orden ni concierto, bailan, corren, se abrazan. El ATLETA hace piruetas. ELÍAS segolpea orgullosamente el pecho.) ELÍAS.—¡No hay otra como Clarita! i Qué extraordinaria! (La besa.) 

ALCALDE.—Perdone, pero usted dijo algo de una condición.CLARA.—La diré. Doy mil millones a cambio de la justicia. (Silencio.) ALCALDE.—No comprendo lo que quiere decir.CLARA.—Lo que he dicho.ALCALDE.—¡Pero la justicia no puede comprarse...!CLARA.—Todo puede comprarse.ALCALDE.—Sigo sin comprender.CLARA.—¡Acércate, Boby! (El LACAYO se adelanta al centro de la escenay se quita las gafas.) BOBY.—No sé si me reconoceréis.

MAESTRO.—¿No es usted el juez de primera instancia?BOBY.—Exactamente. El juez Hofer. Hace cuarenta y cinco años estaba

Page 19: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 19/62

de juez en Gula, de donde salí destinado al tribunal de apelación deKalberstadt. Allí estuve hasta que hace veinticinco años la señoraZajanassian me hizo la oferta de entrar a su servicio como lacayo,cosa que acepté. Acaso les parezca una profesión indigna para ununiversitario, pero el sueldo era tan fantástico que...CLARA.—Al grano, Boby.BOBY.—Como habéis oído, la señora Zajanassian ofrece mil millones ala ciudad de Gula a cambio de que se le haga justicia. O, mejor dicho,ofrece mil millones por la reparación de una injusticia que se cometióaquí contra su persona. Don Elías, ¿tiene la bondad de acercarse?( DON ELÍAS se levanta confuso y un poco asustado.) ELÍAS.—¿Qué se me quiere?BOBY.—¡Acérquese, por favor!ELÍAS.—Está bien. (Se adelanta hacia la mesa de la derecha,encogiéndose de hombros y riendo forzadamente.) 

BOBY.—Fue en mil novecientos diez. En este año, estando yo de juezen Gula, recibí una solicitud de reconocimiento de paternidad. ClaraZajanassian, llamada entonces Clara Waescher, le acusaba a usted deser el padre de su futuro hijo. ( ELÍAS calla.) Usted, don Elías, negó lapaternidad, aportando dos testigos de descargo.ELÍAS.—Viejas historias. La juventud es alocada.CLARA.—¡Que vengan Koby y Loby! (Los dos monstruos, siempremascando, aparecen llevando de la mano a los dos viejos eunucosciegos, los cuales quedan en el centro de la escena, cogidos de lamano y sonriendo.) 

BOBY.—¿Los reconoce, don Elías? ( DON ELÍAS calla.) VIEJOS.—¡Somos Koby y Loby! ¡Somos Koby y Loby!ELÍAS.—No los conozco.VIEJOS.—¡Hemos cambiado mucho! ¡Hemos cambiado mucho!BOBY.—Decid vuestros nombres.VIEJO I.—Jacobo Huhnlein.VIEJO II.—Luis Sparr.BOBY.—¿Recuerda ahora?ELÍAS.—No los conozco de nada.BOBY.—(Dirigiéndose a los viejos.) ¿Conocéis a don Elías?

VIEJOS.—¡Somos ciegos! ¡Somos ciegos!BOBY.—¿Le reconocéis por la voz?VIEJOS.—¡Por la voz! ¡Por la voz!BOBY.—En mil novecientos diez yo era el juez y vosotros los testigos.¿Qué declarasteis bajo juramento ante el tribunal de Gula?VIEJOS.—Que nos habíamos acostado también con Clara. Que noshabíamos acostado también con Clara.BOBY.—Así declarasteis ante mí, ante el tribunal y ante Dios. ¿Era laverdad?VIEJOS.—Juramos en falso. Juramos en falso.

BOBY.—¿Por qué?VIEJOS.—Él nos compró. Él nos compró.

Page 20: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 20/62

BOBY.—¿Por cuánto?VIEJOS.—Por un litro de aguardiente. Por un litro de aguardiente.CLARA.—Contad ahora lo que os he hecho.VIEJOS.—La señora nos hizo buscar. La señora nos hizo buscar.BOBY.—Así es. La señora os hizo buscar por todo el mundo. Jacobo

había emigrado al Canadá y Luis a Australia, pero los encontró. ¿Quéos hizo?VIEJOS.—Nos entregó a Toby y Roby. Nos entregó a Toby y Roby.BOBY.—¿Y qué hicieron Toby y Roby con vosotros?VIEJOS.—Castrarnos y cegarnos. Castrarnos y cegarnos.BOBY.—Esta es la historia: Un juez, un acusado, dos testigos falsos,un fallo errado, una injusticia cometida en mil novecientos diez. ¿Noes así, demandante?CLARA.—(Levantándose.) ¡Así es!ELÍAS.—(Dando una patada en el suelo.) ¡Prescrito! El delito ya ha

prescrito. Es una historia estúpida, ya pasada.BOBY.—¿Qué ocurrió con el niño, demandante?CLARA.—(Muy bajo.) Vivió un año.BOBY.—¿Y qué fue de usted?CLARA.—Tuve que hacerme prostituta.BOBY.—¿Por qué?CLARA.—El fallo del tribunal me había estigmatizado para toda la vida.BOBY.—¿Exige la demandante una reparación?CLARA.—¡Ahora que me lo puedo permitir, sí! Mil millones para Gula sialguien asesina a Elías. (Silencio. La mujer de DON ELÍAS se lanza

sobre su marido y lo abraza con fuerza.) MUJER.—¡Elías!ELÍAS.—Pero, gatita... Tú no puedes exigir eso en serio. La vidapasa...CLARA.—La vida pasa, Elías, pero yo no olvido nada. Ni el bosque deWeiler, ni el granero de Peter, ni la cama de la viuda, ni tu traición...Ahora somos dos viejos. Tú, degenerado, y yo, despedazada por loscirujanos. Pero yo quiero arreglar cuentas. Tú escogiste la vida quequerías y me arrojaste a la mía. Hace poco decías en el bosque quete gustaría que el tiempo se aboliese. Está bien: ¡Ya está abolido!

Estamos en plena historia juvenil, con la única diferencia de queahora quiero justicia. Justicia contra mil millones. (El ALCALDE selevanta palidísimo y digno.) ALCALDE.—Señora Zajanassian, usted olvida que nos encontramos enEuropa y que no está tratando con salvajes. En nombre de la ciudadde Gula, rechazo tajantemente la oferta. La rechazo en nombre detoda la Humanidad. Antes morir de hambre que cubrirnos de sangre yde vergüenza. (Gran ovación de los gulenses.) CLARA.—Esperaré.

TELÓN 

Page 21: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 21/62

 

ACTO SEGUNDO

La ciudad, sólo insinuada. Al fondo, el Hostal de los Apóstoles por fuera. Muros decrépitos. Un balcón. A la derecha, la tienda de DON 

ELÍAS con una muestra que reza: "Comestibles y mercería." Un pobremostrador y una vacilante estantería donde se exponen pobresmercancías. Cuando alguien empuja la imaginaria puerta de la tienda,suena una campanilla. A la izquierda, otra muestra: "Policía." Debajo, una mesa-escritorio con un teléfono. Dos sillas. Es por lamañana. Los dos monstruos atraviesan la escena, en dirección al Hostal, llevando coronas mortuorias. DON ELÍAS los mira al pasar. Su

HIJA friega el piso de la tienda, mientras el HIJO se dispone a encender un cigarrillo. 

ELÍAS.—Coronas.HIJO.—Las traen todas las mañanas de la estación.ELÍAS.—Coronas para el ataúd vacío.HIJO.—No impresiona a nadie con su ataúd.ELÍAS.—Es verdad. Toda la ciudad está a mi lado. (El HIJO enciende el cigarrillo.) ¿Baja la madre a desayunar?HIJA.—No. Está cansada y dice que se queda arriba.

ELÍAS.—Ahí tenéis lo que se dice una madre modelo. Una madre comohay pocas. Hay que reconocerlo en justicia. Que se quede arriba yque se cuide. Desayunaremos nosotros juntos. ¿De acuerdo? Hacemucho tiempo que no lo hacemos. Convido a huevos y a una lata de

 jamón americano. ¿Hace? Comeremos como reyes, como en losbuenos tiempos, cuando la fundición aún trabajaba.HIJO.—Lo siento, pero me tendrás que disculpar. (Apaga el cigarrillo.) ELÍAS.—¿No quieres desayunar con nosotros?HIJO.—Me voy a la estación. Me han dicho que hay un peón enfermo yacaso haya trabajo.

ELÍAS.—Trabajar en la vía a pleno sol no es una ocupación digna paraun hijo mío.HIJO.—Mejor eso que nada. (Hace mutis. La HIJA se levanta.) HIJA.—Yo también me voy, padre.ELÍAS.—¿También tú? ¿Y adónde, si la señorita permite la pregunta?HIJA.—A la Oficina de Trabajo. A lo mejor sale algo. (La HIJA hacemutis. ELÍAS se suena, emocionado.) ELÍAS.—¡Buenos chicos tengo, buenos! (Por el balcón se oyencompases de guitarra.) Voz DE CLARA.—¡Dame la pierna, Boby!

Voz DE BOBY.—No la encuentro.Voz DE CLARA.—Mira detrás del ramo de novia, allí encima de la

Page 22: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 22/62

cómoda. (El primer cliente llega a la tienda de DON ELÍAS. Es el PRIMERO.)PRIMERO.—Buenos días.ELÍAS.—Muy buenos.PRIMERO.—Cigarrillos.ELÍAS.—¿Los de siempre?PRIMERO.—No. Una marca mejor.ELÍAS.—Son más caros.PRIMERO.—Es igual. Apunta.ELÍAS.—Lo haré por ser quien es y por el aquel de la solidaridad.PRIMERO.—Alguien toca la guitarra.ELÍAS.—Es uno de los gángsteres de Sing-Sing. (Los VIEJOS salen del hotel, llevando cañas de pescar.) VIEJOS.—Muy buenos días, Elías.ELÍAS.—¡Id al diablo!

VIEJOS.—Vamos de pesca. Vamos de pesca. (Hacen mutis por laizquierda.) PRIMERO.—Van al arroyo.ELÍAS.—Sí, con las cañas del séptimo marido.PRIMERO.—Dicen que perdió todas sus plantaciones.ELÍAS.—¡Claro! Ahora pertenecen a la multimillonaria.PRIMERO.—La boda con el octavo parece que será sonada. Ayercelebraron la petición de mano. ( CLARA aparece en el balcón. Mueve lamano derecha y la pierna izquierda mientras la guitarra acompaña el 

 presunto recitativo. Según el sentido del texto, los compases serán

de vals o retazos de himnos nacionales, etc.) CLARA.—Ya estoy montada. ¡El himno armenio, Roby! (Melodía.) Era lamúsica preferida de Zajanassian. La oía cada mañana. Aquel zorro delas finanzas era un tipo clásico con todas sus flotas petrolíferas, suscaballos de carreras y sus millones. Un maestro en el baile,conocedor de todas las diabluras. Aunque conmigo no le valió porquele calé en seguida. (Dos mujeres con lecheras.) MUJER I.—Leche, don Elías.MUJER II.—Ahí va mi cacharro.ELÍAS.—Buenos días, señoras. ¿Un litro para cada una? (Se dispone a

servir la leche.) MUJER I.—De la otra, por favor.MUJER II.—A mí también, pero dos litros. ( DON ELÍAS sirve de otrocántaro. CLARA mira con los impertinentes.) CLARA.—Hace un día estupendo. Un poco de niebla en las callejas yencima un cielo azul como los que acostumbraba pintar el conde, micuarto marido. Aunque era ministro del Exterior, tenía la manía depintar paisajes. Además hay que reconocer que su pintura eradesastrosa. (Se sienta sin muchos miramientos.) La verdad es quetodo el conde era un desastre.

MUJER I.—Un cuarto de kilo de mantequilla.MUJER II.—A mí, dos kilos de pan blanco.

Page 23: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 23/62

ELÍAS.—¡Vaya, vaya! ¿Hemos heredado?LAS DOS.—Apunte.ELÍAS.—Está bien. Uno para todos, todos para uno.MUJER I.—Una libra de chocolate.MUJER II.—A mí, dos.ELÍAS.—¿Apunto también?MUJER I.—Apunte.MUJER II.—El chocolate es para comer aquí. No lo envuelva.MUJER I.—¡Se está tan bien aquí! (Se sientan al fondo y comen.) CLARA.—¡Boby! Dame un Wiston. Ahora que estamos divorciadosprobaré los puros de mi séptimo marido. ¡Pobre Moby! ¡Lo triste quesubió al tren de Lisboa! ( BOBY le da un puro y fuego.) PRIMERO.—Ahí está esa en el balcón, tirando de puro.ELÍAS.—¡Y qué puros! Cada uno cuesta una fortuna.PRIMERO.—¡Un derroche! Debía darle vergüenza, viendo tanta miseria.

CLARA.—(Fumando.) No lo habría creído. ¡Son buenos!ELÍAS.—Esta vez no se saldrá con la suya. Yo soy un pecador, amigoHofbauer. Pero ¿quién no lo es? Fue una tontería propia de lainexperta juventud... Ahora, la forma como rechazasteis la propuestaen el Hostal de los Apóstoles, aquel momento de valentía, a pesar detoda la miseria, fue el más feliz de mi vida.CLARA.—¡Boby! Dame whisky, pero sin agua. (Llega otro cliente —el SEGUNDO— tan pobremente vestido como los demás.) SEGUNDO.—Buenos días a todos. Parece que aprieta hoy.PRIMERO.—El verano se alarga este año.

ELÍAS.—Parece que hoy es día de clientes. Antes no venía una rata,pero ahora no paran.PRIMERO.—Es la prueba de que le respaldamos por entero. Usted esuno de los nuestros. Toda la ciudad está a su lado, firme como unaroca.MUJERES.—(Comiendo chocolate.) Como una roca.SEGUNDO.—Al fin y al cabo, usted es la personalidad más estimada enGula.PRIMERO.—La más importante.SEGUNDO.—Nuestro futuro alcalde.

PRIMERO.—La próxima primavera, a la Alcaldía.MUJERES.—(Comiendo.) Eso por descontado, don Elías.SEGUNDO.—Déme una botella. ( ELÍAS toma una botella del estante.BOBY sirve "whisky" a CLARA.)CLARA.—Despierta al nuevo. No me gusta que mis maridos duermantanto.ELÍAS.—Tres diez.SEGUNDO.—No quiero de ese.ELÍAS.—Es el que tomas siempre.SEGUNDO.—Hoy quiero coñac.

ELÍAS.—¿Sabes lo que cuesta? No creo que te lo puedas permitir.SEGUNDO.—Una vez es una vez. (Atraviesa la plaza una muchacha

Page 24: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 24/62

medio desnuda, perseguida por TOBY. ) MUJER I.—(Comiendo.) Parece mentira cómo se comporta la Luisa.MUJER II.—(Comiendo.) Un verdadero escándalo. Y decir que estáprometida con ese músico rubio de la plaza... ( ELÍAS alcanza unabotella de coñac.) ELÍAS.—La botella.SEGUNDO.—Tabaco de pipa.ELÍAS.—Muy bien.SEGUNDO.—Pero de importación. ( ELÍAS hace la cuenta. El MARIDO VIII sale al balcón. Es un artista de cine alto, esbelto, bigote pelirrojo. Vacon albornoz. Puede ser representado por el mismo que encarne el 

 papel de MARIDO VII.)MARIDO VIII.—¡Qué maravilla, amor mío! Nuestro primer desayuno

 juntos. ¿No parece un sueño? El balcón, los olmos que murmuran, elcantar de la fuente, aquellas gallinas picoteando, mujeres que hablan

de sus pequeños problemas domésticos y, al fondo, la catedral.¡Delicioso!CLARA.—Siéntate y no hables tanto, Hoby. Tengo ojos para verlo yomisma. Además, la lírica no es tu fuerte.SEGUNDO.—Allí está el nuevo marido.MUJER I.—(Comiendo.) El octavo.MUJER II.—Un tipazo ese actor. Mi hija le vio de cazador furtivo en unapelícula.MUJER I.—Y yo, de cura en otra. (MARIDO VIII besa a CLARA.  Acorde deguitarra.) 

SEGUNDO.—(Escupiendo.) Con dinero se consigue todo.PRIMERO.—(Dando un puñetazo sobre el mostrador.) ¡Menos en Gula!ELÍAS.—Veintitrés ochenta.SEGUNDO.—Apunte.ELÍAS.—Esta semana haré una excepción. Pero a ver si me paga aprimeros, cuando cobre el subsidio de paro. (El SEGUNDO se dirige a la

 puerta.) ¡Señor Helmesberger! (El SEGUNDO se para y DON ELÍAS seacerca.) ¡Tiene usted zapatos nuevos!SEGUNDO.—¿Y qué? ( ELÍAS mira los pies del PRIMERO.)ELÍAS.—¡Y tú también! ¿Qué os pasa? (Dirigiéndose a las MUJERES. ) 

¿Ustedes también? ¿Por qué tenéis todos zapatos nuevos?PRIMERO.—No veo que la cosa tenga nada de particular.SEGUNDO.—No va a ir uno con los mismos zapatos toda la vida.ELÍAS.—Todo el mundo con zapatos nuevos. ¿De dónde habéis sacadoel dinero?MUJERES.—Crédito, don Elías, crédito. Todo a crédito.ELÍAS.—Ya lo veo. Igual que en mi tienda. Todo a crédito y de lomejor. Tabaco de primera, leche sin desnatar, coñac. ¿A cuento dequé tenéis de repente todos crédito en los comercios?SEGUNDO.—¿Por qué se extraña? ¿No lo tenemos en su tienda?

ELÍAS.—¿Y con qué queréis pagar? (Silencio. DON ELÍAS comienza a tirar mercancías a la cabeza de los clientes, que huyen.) ¿Con qué

Page 25: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 25/62

demonios queréis pagar? ¿Con qué dinero? (Hace mutis en latrastienda.) MARIDO VIII.—Parece que hay jaleo en la ciudad.CLARA.—Cosas de provincias.MARIDO VIII.—No sé qué ha pasado ahí en la tienda.CLARA.—Habrán discutido sobre los precios. (Fuerte acorde deguitarra. El MARIDO VIII se levanta aterrado.) MARIDO VIII.—¿Has oído, Clarita? ¡Qué horror!CLARA.—No te asustes. Es la pantera negra que bufa.MARIDO VIII.—(Asombrado.) ¿La pantera negra?CLARA.—Un regalo del rajá de Marruecos, que anda paseándose por elsalón. ¿No la has visto? Es un animal maravilloso, con unos ojos queechan chispas. Lo quiero mucho. (El POLICÍA se sienta a la mesa-escritorio y bebe cerveza. Habla lenta y reflexivamente. DON ELÍAS sedirige a él.) Puedes servir, Boby.

POLICÍA.—Buenos días, don Elías. ¿Qué hay de bueno? Siéntese. ( DONELÍAS permanece en pie.) ¿Qué le ocurre? ¡Está usted temblando!ELÍAS.—Exijo la detención inmediata de la señora Zajanassian. (El POLICÍA saca una pipa y la enciende calmosamente.) ¡Se lo exijo comofuturo alcalde!POLICÍA.—(Fumando.) Aún no lo es.ELÍAS.—¡Detenga usted a esa señora inmediatamente!POLICÍA.—Si comprendo bien, usted desea presentar una denunciacontra la señora Zajanassian. Si procede detenerla o no, es cosa queincumbe solo a la Policía. ¿De qué acusa a la señora?

ELÍAS.—De instigar a los gulenses a asesinarme.POLICÍA.—¿Y usted exige que la detenga? (Se sirve más cerveza.) CLARA.—Ahí está el correo. Ike y Nehru nos escriben felicitándonos.ELÍAS.—Es su deber.POLICÍA.—Curioso. ¡Muy curioso! (Bebe.) ELÍAS.—Es la cosa más clara del mundo.POLICÍA.—Querido don Elías: La cosa no es tan clara ni natural como leparece. Examinemos los hechos objetivamente. La señoraZajanassian ofreció a Gula mil millones... a cambio de lo que ustedsabe. Eso es un hecho. Sin embargo, no estaría legitimada una acción

policíaca contra la vieja señora. No olvide que tenemos que atenernosa la ley.ELÍAS.—Es un caso clarísimo de instigación al asesinato.POLICÍA.—Permítame que le aclare. Una instigación de tal clase solopuede ser tomada en serio si la propuesta de asesinato hubiese sidohecha en serio. Eso es claro.ELÍAS.—Sí, claro.POLICÍA.—¿Estamos en eso? La propuesta hecha por la señoraZajanassian no puede ser tomada en serio, porque la recompensa demil millones es exagerada. Usted mismo habrá de reconocerlo. Un

ofrecimiento de dos o tres mil dólares sería otra cosa. Pero los milmillones precisamente demuestran que la oferta no es ni puede ser

Page 26: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 26/62

tomada en serio. ¿Comprende? Y si la señora Zajanassian la hicieseen firme, demostraría que está loca, con lo que el caso se saldría dela jurisdicción meramente policial. ¿Comprende?ELÍAS.—Lo único que comprendo es que, loca o no loca, mi vida correpeligro. Me parece lógico.POLICÍA.—Nada de lógico. Usted no puede verse amenazado por unapropuesta, sino por la puesta en ejecución de tal propuesta.Denúncieme usted un intento real de puesta en práctica de lapropuesta, por ejemplo: indíqueme a alguien que le haya amenazadocon un fusil, y actuaré sin más consideraciones. ¡Pero ahí está! Nohay nadie en Gula que tenga el propósito de terminar con usted. Todolo contrario. La reacción en el Hostal de los Apóstoles lo prueba másque de sobra. A propósito, aún tengo que felicitarle. (Bebe.) ELÍAS.—Yo no lo veo tan claro.POLICÍA.—¿Cómo que no?

ELÍAS.—Mis clientes compran más y mejores cosas que antes.Cigarrillos de marca, licores de primera...POLICÍA.—¡Mejor para usted! Eso indica que los negocios marchan.(Bebe.) CLARA.—¡Boby! Da orden de comprar acciones Dupont.ELÍAS.—Helmesberger se permitió hoy el lujo de comprar coñac,cuando todos sabemos que desde hace cuatro años vive de labeneficencia.POLICÍA.—Espero que el coñac sea bueno. Estoy invitado hoy a sucasa. (Bebe.) 

ELÍAS.—Luego, todos andan con zapatos nuevos.POLICÍA.—¿Qué le han hecho a usted los zapatos nuevos? Yo tambiénlos tengo. (Muestra los pies.) ELÍAS.—¿También usted?POLICÍA.—¿Por qué no?ELÍAS.—(Mirando la botella.) Cerveza de importación.POLICÍA.—Me gusta más.ELÍAS.—Que yo recuerde, usted bebía antes cerveza nacional.POLICÍA.—Es una porquería. (Música de radio.) ELÍAS.—¿Oye usted?

POLICÍA.—¿Qué?ELÍAS.—Música.POLICÍA.—(Escuchando.) ¡Ah, sí! "La viuda alegre."ELÍAS.—Una radio.POLICÍA.—Es la de los Mayer. Por cierto que no debían ponerla tanalta. (Toma nota en una agenda.) ELÍAS.—¿Y desde cuándo se permiten los Mayer tener radio?POLICÍA.—Eso es cosa suya.ELÍAS.—¿Y cómo quiere usted pagar los zapatos nuevos y la cervezade importación?

POLICÍA.—Eso es cosa mía. (Suena el teléfono. El POLICÍA contesta.)¡Diga!

Page 27: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 27/62

CLARA.—Boby, telefonea a los rusos diciendo que estoy de acuerdo.POLICÍA.—Está bien. (Cuelga.) ELÍAS.—¿Y cómo pagarán mis clientes?POLICÍA.—Usted verá. Eso no es cosa mía. (Se levanta y descuelga unfusil de la pared.) ELÍAS.—A mí me importa el cómo. Para mí que quieren pagar con mipersona.POLICÍA.—Por Dios, déjese de tonterías. Nadie le quiere mal, ni leamenaza. (Comienza a cargar el fusil.) ELÍAS.—La ciudad se mete en deudas. Con las deudas y los créditosaumenta el nivel de vida y con el nivel de vida aumentan lasnecesidades y la necesidad de asesinarme para salir de apuros.Mientras tanto, la vieja no tiene más que sentarse al balcón, fumarpuros y esperar. Esperar le basta.POLICÍA.—Imaginaciones suyas.

ELÍAS.—Todo Gula espera lo mismo. (Golpea con los puños sobre lamesa para dar fuerza a sus palabras.) POLICÍA.—Me parece que usted ha bebido más de la cuenta. (Maneja el fusil.) Ya está cargado. Puede estar usted tranquilo. Aquí estoy yopara hacer respetar la ley, mantener el orden y defender a losciudadanos. Conozco mi deber. En cuanto usted tenga la menorsospecha real de una amenaza directa, la Policía estará a su lado.Puede confiar en mí a ojos cerrados.ELÍAS.—(Muy bajo.) ¿Desde cuándo tiene usted un diente de oro?POLICÍA.—¿Cómo?

ELÍAS.—¿Con que tenemos dientes de oro?POLICÍA.—¿Está usted loco? ( ELÍAS se da cuenta de que el fusil estádirigido contra él y levanta los brazos.) Ahora no tengo ganas dediscutir tonterías. Tengo que salir. A esa millonaria chalada se le haescapado el faldero. Me refiero a la pantera negra. Hay que terminarcon ella. (Hace mutis.) ELÍAS.—¡Conmigo es con quien queréis terminar, conmigo...! ( CLARA

lee una carta.) CLARA.—Mi quinto marido, el modisto, me anuncia su llegada. Hastaahora ha diseñado siempre mis trajes de boda. ¡Roby! Toca un

minué. (Suenan compases de minué.) MARIDO VIII.—Yo creí que tu quinto marido era cirujano.CLARA.—Ese era el sexto. (Abre otra carta.) Es del ex propietario delos Ferrocarriles del Oeste.MARIDO VIII.—A ese no le conozco.CLARA.—Mi cuarto marido. Ahora está arruinado y las acciones en mismanos. Le conquisté en el palacio de Buckingham.MARIDO VIII.—Perdona, pero al que conquistaste en palacio fue a lordIsmael.CLARA.—Tienes razón, Hoby. Lo había olvidado. Entonces este era mi

segundo marido. ¡Claro! Lo conocí en El Cairo. Recuerdo que nosbesamos bajo la esfinge. Una tarde inolvidable.

Page 28: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 28/62

 Cambio de escena. A la derecha, baja un letrero con la inscripción"Ayuntamiento". El TERCERO retira la caja registradora de la tienda y cambia el mostrador por un escritorio. Aparece el  ALCALDE  , coloca unrevólver sobre la mesa y se sienta. Por la izquierda, DON ELÍAS. En la

 pared del despacho del  ALCALDE cuelga un plano.

ELÍAS.—Tengo que hablar con usted.ALCALDE.—Siéntese.ELÍAS.—Quiero que hablemos de hombre a hombre, como su sucesor.ALCALDE.—Veamos. ( DON ELÍAS sigue en pie y contempla el revólver.)La pantera de la señora Zajanassian se ha escapado y hay que andarprevenido. Ahora anda rondando por la catedral.ELÍAS.—¡Sí, claro!ALCALDE.—He movilizado a todos los ciudadanos con permiso de

armas. Los niños están encerrados en la escuela.ELÍAS.—(Desconfiado.) ¿Bajo qué pretexto?ALCALDE.—Caza mayor.BOBY.—¡Señora! Acaba de llegar de Nueva York el presidente delBanco Mundial.CLARA.—Dile que hoy no recibo. Que se vuelva a Nueva York.ALCALDE.—Ahora dígame qué le pasa. Hable con toda confianza.ELÍAS.—Veo que fuma una buena marca, señor alcalde.ALCALDE.—Habano legítimo.ELÍAS.—Es bastante caro.

ALCALDE.—La calidad no tiene precio.ELÍAS.—Antes fumaba usted nacionales.ALCALDE.—Es verdad.ELÍAS.—Son mucho más baratos.ALCALDE.—Me resultaban demasiado fuertes.ELÍAS.—¿Corbata nueva?ALCALDE.—De seda natural.ELÍAS.—Me apuesto la cabeza a que tiene zapatos nuevos.ALCALDE.—¿Cómo lo sabe?ELÍAS.—Esa es la causa de mi venida.

ALCALDE.—¿Qué le ocurre? Le encuentro un poco pálido. ¿Se sientemal?ELÍAS.—Tengo miedo.ALCALDE.—¿Miedo? ¿De qué?ELÍAS.—El nivel de vida aumenta en Gula.ALCALDE.—No vendría mal que fuese cierto.ELÍAS.—Exijo la protección oficial.ALCALDE.—¿Contra quién?ELÍAS.—Usted ya me entiende, señor alcalde.ALCALDE.—¿Desconfía?

ELÍAS.—Se han ofrecido mil millones por mi cabeza.ALCALDE.—Diríjase a la Policía.

Page 29: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 29/62

ELÍAS.—Ya lo hice.ALCALDE.—¿Y no le han tranquilizado?ELÍAS.—El inspector tiene un nuevo diente de oro.ALCALDE.—¡Por Dios, don Elías! ¿Qué tiene de extraño? Usted olvidaque vivimos en Gula, una ciudad con tradición humanista. ¡Goethe no

pernoctó aquí en balde! Recuerde que Brahms compuso un cuartetoen Gula. Eso obliga. (El TERCERO viene por la izquierda con unamáquina de escribir nueva.) TERCERO.—La nueva máquina, señor alcalde. Una Remington.ALCALDE.—Llévala a la oficina. (El TERCERO hace mutis.) No merecemosesa ingratitud de que usted da muestra. Si no confía en la ciudad, nome queda sino lamentarlo, pero no me esperaba eso de usted. Al finy al cabo vivimos en un estado que respeta sus leyes.ELÍAS.—Si es así, que detengan a la señora Zajanassian.ALCALDE.—Curioso, muy curioso.

ELÍAS.—Lo mismo me dijeron en la Policía.ALCALDE.—De hombre a hombre, don Elías. El comportamiento de lavieja señora es comprensible hasta cierto punto. Usted no puedenegar haber incitado al perjurio a dos testigos y abandonado a unamuchacha en la miseria.ELÍAS.—Su miseria se cifra en miles de millones. (Silencio.) ALCALDE.—Hablemos sin tapujos.ELÍAS.—Es lo que pretendo.ALCALDE.—De hombre a hombre, como quería. Usted no tiene elderecho moral de exigir la detención de esa señora. Otra cosa:

Después de lo acaecido, es claro que usted tampoco se prestaría parasustituirme en la Alcaldía. Siento tener que decirlo, pero...ELÍAS.—¿Es una comunicación oficial?ALCALDE.—En nombre del partido.ELÍAS.—Comprendido. (Va lentamente hacia la ventana y se quedamirando a la calle, dando la espalda al ALCALDE.)ALCALDE.—El hecho de que condenemos la propuesta de la señoraZajanassian no quiere decir que nos solidaricemos con el delito quedio lugar a la propuesta. El puesto de alcalde exige uncomportamiento moral que usted no cumple, como no podrá por

menos de reconocer usted mismo. Esto no obsta para que todos,privadamente, sigamos conservándole la estima y amistad de antes.Espero que me comprenda. (Por la izquierda aparecen de nuevo ROBY

y TOBY con más coronas y entran en el Hostal.) Lo mejor será quecorramos un velo sobre el asunto. He rogado al Noticiero de Gula nomencionar nada sobre el asunto y se hará así. ( ELÍAS se vuelve.) ELÍAS.—¡Mi ataúd aguarda, alcalde! Callar me parece demasiadopeligroso.ALCALDE.—Créame si le digo que no le comprendo. Usted debía estaragradecido de que no se hable de esta triste historia.

ELÍAS.—Si no me callo, tengo aún una posibilidad de salvarme.ALCALDE.—¡Esto es el colmo! ¿Quiere decir que alguien le amenaza?

Page 30: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 30/62

ELÍAS.—Sí. Todos vosotros.ALCALDE.—(Levantándose.) ¿De quién sospecha? Diga usted unnombre y le juro que abriré una investigación, sin consideración depersona ni estado.ELÍAS.—Sospecho de todos vosotros.ALCALDE.—En nombre de toda la ciudad, protesto solemnementecontra tal calumnia.ELÍAS.—Nadie quiere matarme, pero todos esperan que lo hagaotro...; así hasta que alguien se decida.ALCALDE.—¡Usted ve visiones!ELÍAS.—Si no me equivoco, ese plano de la pared es para el nuevoAyuntamiento. (Da con el dedo sobre el plano.) ALCALDE.—¡No querrá usted prohibirnos hacer planos! Es lo único quenos queda.ELÍAS.—Estáis especulando todos con mi muerte.

ALCALDE.—¡Pero hombre de Dios! Si yo como político no tuviese elderecho a esperar tiempos mejores sin pensar al mismo tiempo encometer un delito, me retiraría inmediatamente. Puede creerme.ELÍAS.—Lo cierto es que me habéis condenado a muerte.ALCALDE.—¡Le prohíbo esas acusaciones!ELÍAS.—(Bajo.) El plano lo prueba.CLARA.—Onassis viene también. Y los duques con el Aga.MARIDO VIII.—¿Alí?CLARA.—Toda la banda de la Riviera.MARIDO VIII.—¿Muchos periodistas?

CLARA.—Vendrán de todo el mundo. Basta con que me case para quevengan en manadas. Ellos y yo nos necesitamos mutuamente. (Abreotra carta.) Del conde Holk.MARIDO VIII.—Escucha, querida: ¿Es necesario que te pases todonuestro primer desayuno juntos leyendo cartas de tus ex maridos?CLARA.—No quiero perderles la pista.MARIDO VIII.—(Doloridamente.) ¡También yo tengo problemas! (Selevanta y se queda contemplando la ciudad.) CLARA.—¿Qué te pasa? ¿Se te ha averiado el Porsche?MARIDO VIII.—Estos pueblos me matan. Claro que los olmos murmuran

y los pájaros cantan, etc..., pero ya hace media hora que hacen lomismo. La naturaleza y los habitantes se dan la mano. Paz,satisfacción..., pero qué falta de grandeza. ¡Nada de trágico! Faltatodo lo que define a una gran época... (El PÁRROCO aparece por laizquierda armado de una escopeta. Extiende un paño blanco sobre lamesa que antes sirvió de escritorio al POLICÍA y coloca una cruz encima. Luego apoya la escopeta contra la pared del Hostal. El SACRISTÁN le ayuda a ponerse el traje talar.) PÁRROCO.—Pase a la sacristía, don Elías. ( DON ELÍAS entra también por la izquierda.) Está un poco oscuro, pero hace fresco.

ELÍAS.—Perdone la molestia, señor párroco.PÁRROCO.—La casa de Dios está abierta a todos. (Se da cuenta de que

Page 31: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 31/62

DON ELÍAS mira la escopeta.) No le llame la atención la escopeta. Lapantera de la señora Zajanassian se ha escapado y anda suelta porahí. Antes estaba en el coro de la iglesia y ahora la han visto por elgranero de Peter.ELÍAS.—Busco protección.PÁRROCO.—¿Contra quién?ELÍAS.—Tengo miedo.PÁRROCO.—¿De quién?ELÍAS.—De la gente.PÁRROCO.—¿Teme que la gente le mate?ELÍAS.—Me dan caza como a una fiera.PÁRROCO.—No hay que temer a los hombres, sino a Dios, no a lamuerte corporal, sino a la del alma. (Al SACRISTÁN. ) Abróchame losbotones. (Por toda la escena aparecen gulenses armados, dispuestosa disparar. Primero, el ALCALDE; luego, el POLICÍA; los CUATRO, el PINTOR, 

el MAESTRO... Todos van estrechando el cerco.) ELÍAS.—Se trata de mi vida.PÁRROCO.—De la vida eterna.ELÍAS.—El nivel de vida sube en Gula.PÁRROCO.—Figuraciones suyas, de su mala conciencia, don Elías.ELÍAS.—Toda la ciudad está como nueva. Las muchachas se arreglan,los jóvenes llevan camisas de alegres colores... La ciudad se preparapara la gran fiesta de mi asesinato y yo me muero de miedo.PÁRROCO.—El sufrimiento purifica.ELÍAS.—Es un infierno.

PÁRROCO.—El infierno está en usted mismo. Uno envejece y creeconocer a las gentes; pero en realidad sólo nos conocemos a nosotrosmismos. Usted traicionó en su juventud a una muchacha por dinero yahora cree que todos los otros están dispuestos a traicionarle a ustedpor dinero. Usted juzga a los otros según su concepción de la vida,cosa natural. La semilla de nuestros miedos está en nuestroscorazones y en nuestros pecados. Basta con que reconozca estaverdad para librarse de su angustia. La verdad le dará las armas conque defenderse.ELÍAS.—Los Müller se han comprado una lavadora.

PÁRROCO.—No tiene por qué preocuparle.ELÍAS.—La han comprado a crédito.PÁRROCO.—Preocúpese más bien de la salvación de su alma.ELÍAS.—Mis vecinos tienen televisión.PÁRROCO.—Acuda a la oración. (Al SACRISTÁN. ) ¡El breviario! (El SACRISTÁN se lo da.) Haga examen de conciencia. Arrepiéntase paraque no le asalte el temor del mundo. Es todo lo que está en nuestrasmanos. (Silencio. Los hombres con los fusiles desaparecen. Comienzaa sonar la campana de alarma.) Excúseme, pero tengo un bautizoahora. Sacristán, déme la Biblia y el Libro de los Salmos. El niño

comienza a llorar en sus tinieblas. Hay que llevarle al único refugioseguro, dándole entrada en la única luz que ilumina el mundo.

Page 32: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 32/62

(Suena otra campana.) ELÍAS.—¡Esa campana es nueva!PÁRROCO.—¿Le gusta? El sonido es magnífico, con un tono lleno ysonoro.ELÍAS.—(Gritando.) ¡También usted, señor párroco! ¡También usted!

(El PÁRROCO se abalanza sobre DON ELÍAS y le abraza.) PÁRROCO.—¡Huya, don Elías, huya! La carne es débil. ¡Huya! En Gulacomienza a sonar la campana de la traición. Huya y no nos induzca ala tentación. (Se oyen dos tiros. DON ELÍAS se tira al suelo y el PÁRROCO

se agazapa a su lado.) ¡Huya! ¡Huya!CLARA.—Se oyen tiros, ¡Boby!BOBY.—Sí, señora.CLARA.—¿Qué pasa?BOBY.—La pantera, que se escapó.CLARA.—¿Muerta?

BOBY.—Sí, señora. Allí está, frente a la tienda de don Daniel.CLARA.—Lástima de animal. ¡Una marcha fúnebre, Roby!

ROBY  toca una marcha fúnebre en la guitarra. El balcón desaparece.Suena la campanilla de la estación. La escena como en el primer acto, si bien sin tanto aspecto de miseria. En la pared cuelga unnuevo horario, sin rasgar, mientras un cartel de vivos colores—con unradiante sol en medio—invita a los gulenses a hacer turismo en el Sur. Más carteles de turismo. Como nuevos elementos visibles:algunas grúas al fondo, junto a casas de construcción. Se oye un tren

que pasa. El  JEFE DE ESTACIÓN  saluda, como siempre. Por el fondo,mirando recelosamente en torno suyo, llega DON ELÍAS ,  con un viejomaletín en la mano. Lentamente, y como por casualidad, vanllegando gulenses por todas partes. DON ELÍAS titubea al verlos.

ALCALDE.—Buenos días.TODOS.—Buenos días.ELÍAS.—(Recelosamente.) Buenos días.MAESTRO.—¿Qué, de viaje?ELÍAS.—A la estación.

ALCALDE.—Le acompañamos.TODOS.—Sí, le acompañaremos. (Van llegando más gulenses.) ELÍAS.—Déjenlo. De veras que no vale la pena.ALCALDE.—¿De viaje?ELÍAS.—De viaje.POLICÍA.—¿Adónde?ELÍAS.—No lo sé. De Kalberstadt en adelante.MAESTRO.—Sin meta fija, entonces.ELÍAS.—Acaso a Australia. Ya me las arreglaré para encontrar dinero.TODOS.—Se va a Australia.

ALCALDE.—¿Por qué a Australia?ELÍAS.—Es aburrido pasarse la vida en el mismo sitio. (Comienza a

Page 33: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 33/62

correr hacia la estación. Todos le rodean.) ALCALDE.—¿Emigrar a Australia? ¡Pero eso es ridículo!DOCTOR.—El lugar más peligroso para usted.MAESTRO.—Recuerde que uno de los eunucos había emigrado tambiénallí.POLICÍA.—No lo dude. El lugar más seguro para usted es Gula.TODOS.—El más seguro, sin duda. ( DON ELÍAS mira angustiado en tornosuyo, como una fiera acorralada.) ELÍAS.—(En un susurro.) He escrito al gobernador.POLICÍA.—¿Y qué ha respondido?ELÍAS.—No ha respondido.MAESTRO.—De veras que no comprendo su desconfianza.ALCALDE.—Aquí nadie piensa en asesinarle.TODOS.—Naturalmente.ELÍAS.—La oficina de Correos no envió la carta al gobernador.

PINTOR.—Imposible.ALCALDE.—El funcionario de Correos es un hombre honrado.TODOS.—Muy honrado.ELÍAS.—Mirad ese cartel. (Leyendo.) "Viaje al Sur."DOCTOR.—¿Qué tiene eso de malo?ELÍAS.—(Leyendo.) "Acuda a los Festivales de la Canción."MAESTRO.—¿Y qué?ELÍAS.—Se está construyendo mucho en Gula.ALCALDE.—¿Y qué?ELÍAS.—Os veo a todos con pantalones nuevos.

PRIMERO.—¿Y qué?ELÍAS.—Que os veo prosperar a todos.TODOS.—¿Y qué? (Toque de campanilla anunciando la llegada del tren.) MAESTRO.—Como usted puede ver, todos le apreciamos.ALCALDE.—Puede decirse que toda la ciudad ha acudido a despedirle.ELÍAS.—No os lo he pedido.SEGUNDO.—Pero todos queríamos despedirle.ALCALDE.—Era un deber de amistad.TODOS.—Un deber de amistad. (Ruido de frenos. Sale el JEFE DE

ESTACIÓN y luego el REVISOR, como si acabase de saltar del tren, y grita:) ¡Gulaaaa!ALCALDE.—Ahí está su tren.TODOS.—El tren ha llegado.ALCALDE.—Bueno, don Elías. ¡Buen viaje!TODOS.—¡Buen viaje!DOCTOR.—Le deseamos mucha suerte.TODOS.—¡Que haya suerte! (Los gulenses estrechan el cerco.) ALCALDE.—El tiempo pasa. Suba al tren.POLICÍA.—Le deseo mucha suerte en Australia.

TODOS.—¡Que haya suerte! ( DON ELÍAS no se mueve y se quedamirando a sus conciudadanos.) 

Page 34: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 34/62

ELÍAS.—¿A qué habéis venido?POLICÍA.—¿A qué viene esa pregunta?JEFE DE ESTACIÓN.—¡Señores viajeros, al tren!ELÍAS.—¿Por qué me rodeáis?ALCALDE.—Nadie le rodea.ELÍAS.—¡Dejadme pasar!MAESTRO.—Pero nadie le está cerrando el paso.TODOS.—Nadie se lo cierra.ELÍAS.—Alguien me sujetará cuando suba al tren.POLICÍA.—¡No diga tonterías! ¡Suba y se convencerá de que no es así!ELÍAS.—¡Paso! (Nadie se mueve. La mayoría permanece impasible,con las manos en los bolsillos.) ALCALDE.—¡Créame que no le comprendo! Si no se va es porque noquiere. ¡Suba usted al tren, hombre de Dios!ELÍAS.—¡Fuera!

MAESTRO.—Su miedo es infantil. ( DON ELÍAS se pone de rodillas.) ELÍAS.—¿Por qué estáis tan cerca de mí?POLICÍA.—¡Este hombre se ha vuelto loco!ELÍAS.—Vosotros queréis retenerme.ALCALDE.—Suba usted al tren de una vez.TODOS.—¡Suba! ¡Suba! (Silencio.) ELÍAS.—Me sujetaréis al subir.TODOS.—(Protestando.) ¡Nadie lo hará!ELÍAS.—Estoy seguro.POLICÍA.—A este paso va a perder el tren.

MAESTRO.—¡Suba usted al tren, don Elías!ELÍAS.—Estoy seguro. ¡Lo sé! Si lo intento me sujetaréis. Estoyseguro. (El JEFE DE ESTACIÓN toca el pito y da la señal de partida. El REVISOR hace ademán de montar en marcha, mientras DON ELÍAS secubre el rostro con aire derrotado, en medio de los gulenses que lecontemplan.) POLICÍA.—¿Lo ve? Se lo ha dejado escapar. (Todos se apartan del amilanado DON ELÍAS y hacen mutis lentamente.) ELÍAS.—¡Estoy perdido!

TELÓN

Page 35: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 35/62

 ACTO TERCERO

CLARA está sentada en el granero de Peter, a la izquierda. Va vestidade novia y permanece inmóvil en su litera. A la izquierda, unaescalera de mano. Un carro de mulas y un coche. Paja. En el centro,un barrilito. Arriba cuelgan trapos viejos, sacos podridos y enormestelas de araña. BOBY  , el lacayo, aparece por el fondo.

BOBY.—¡El doctor y el maestro, señora!CLARA.—Que pasen. (Ambos entran en escena, tanteando en laoscuridad hasta que dan con la multimillonaria, inclinándose anteella. Los dos van ahora bien vestidos, con trajes de corte burgués y 

ciertos ribetes de elegancia) AMBOS.—¡Señora...!CLARA.—(Mirando con los impertinentes.) Se han manchado un poco.(Los dos se sacuden el polvo.) MAESTRO.—Le pedimos mil perdones, pero tuvimos que salvar eltílburi.CLARA.—Me he retirado al granero porque necesito tranquilidad. Laboda en la catedral me fatigó demasiado. Se ve que una ya no es tan

 joven. Siéntense ahí en el barril.MAESTRO.—Muy amable. (Se sienta, mientras el DOCTOR permanece en

 pie.) CLARA.—Aquí se asa uno, pero este granero me encanta con su olor aheno, paja y grasa. Recuerdos de otros tiempos... Aquí todo siguecomo en mi juventud.MAESTRO.—Un lugar propicio para la meditación, no hay duda. (Selimpia el sudor de la frente.) CLARA.—El párroco ha predicado muy bien.MAESTRO.—Epístola a los Corintios, versículo trece.CLARA.—También quería felicitarle a usted, maestro. El coro se haportado muy bien.

MAESTRO.—Bach. Un trozo de la Pasión de San Mateo. Pero he deconfesar que estaba y estoy aún nervioso. En la catedral estaba todala crema de las finanzas y del cine.CLARA.—Toda esa crema salió para la capital para asistir al banquete.MAESTRO.—Señora Zajanassian. No queremos hacerle perder suprecioso tiempo. Su marido estará ya impaciente.CLARA.—¿Hoby? Ya le he devuelto a su casa, con Porsche y todo.DOCTOR.—(Sin comprender.) ¿A su casa?CLARA.—Sí. Mis abogados han presentado ya la demanda de divorcio.MAESTRO.—¿Qué dirán los invitados?

CLARA.—¡Oh! Están acostumbrados. Es casi mi matrimonio más corto.Solo lo ha superado hasta ahora mi boda con lord Ismael. Pero,

Page 36: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 36/62

vamos al asunto... ¿Qué deseaban?MAESTRO.—Queríamos hablar del caso de don Elías.CLARA.—No me digan que ha muerto...MAESTRO.—¡Por Dios, señora! No olvide que somos un pueblocivilizado.CLARA.—¿Qué quieren, entonces?MAESTRO.—¡Hum! Como usted habrá visto, los gulenses han compradobastantes cosas en los últimos tiempos y...CLARA.—Muchas, diría yo... (Los dos se limpian el sudor.) ¿Muchasdeudas?MAESTRO.—Hasta la camisa.CLARA.—¿A pesar de la civilización y los ideales occidentales?MAESTRO.—El hombre es débil.DOCTOR.—Ahora llega la hora de pagar y...CLARA.—Ya sabéis la solución.

MAESTRO.—(Cobrando ánimos.) Hablemos sin rodeos, señoraZajanassian: Póngase en nuestro lugar. Hace veinte años que intentoplantar la semilla del humanismo en la ciudad. El doctor, por suparte, se pasa el día en su coche de aquí para allá, luchando casiinútilmente contra la tuberculosis y el raquitismo. ¿Por qué cree ustedque nos sometemos y estos sacrificios? ¿Por amor al dinero? ¡No locrea! Nuestros honorarios son mínimos. Yo he rechazado ascensos apuestos mucho mejores fuera de Gula. Lo mismo puede decirse deldoctor, que hoy estaría de catedrático en una universidad, si quisiera.¿Nos sacrificamos por amor a la Humanidad? Afirmarlo, sería mentira.

Si nos aferramos años y años a la ciudad —y con nosotros todos sushabitantes— es porque nadie ha perdido la esperanza de que un díarecobre su esplendor, la esperanza de que algún día vuelvan aexplotarse las numerosas riquezas de nuestro suelo, riquezasincomprensiblemente abandonadas. Como usted sabe, no somospobres. Ahí está el petróleo del valle, las inmensas riquezas minerasdel bosque. Lo que ocurre es que estamos abandonados y olvidados,sin saber por qué. Lo único que necesitamos para rehacernos soncréditos, confianza y pedidos. Esto basta para que la economía y lacultura de Gula vuelvan a ser lo que eran. Gula tiene grandes

posibilidades: la fundición, por ejemplo...DOCTOR.—Las factorías Bockmann.MAESTRO.—Las fábricas Wagner... y tantas otras. Cómprelas usted,reorganícelas y Gula volverá a su esplendor. No se trata de tirar milmillones, sino de invertir ventajosamente cien.CLARA.—Puedo tirarlos. Me quedan dos mil millones más.MAESTRO.—No nos condene a vegetar toda la vida, señoraZajanassian. No se trata de limosnas. Le ofrecemos un negocioexcelente.CLARA.—Lo sé. El negocio no sería malo.

MAESTRO.—Ya sabía yo que usted no nos dejaría en la estacada.CLARA.—Poco a poco, amigo. Aclaremos. No puedo comprar la

Page 37: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 37/62

fundición... porque es mía.MAESTRO.—¿Suya?DOCTOR.—¿También Bockmann?MAESTRO.—¿Y la Wagner?CLARA.—También. Todo Gula es mía: Todas las fábricas, todo el valle,

todo el bosque, este granero, todas las casas, todo. Mis agentescompraron todos los centros de producción de Gula y los pusieronfuera de servicio. Como veis, vuestras esperanzas eran estúpidas, tanestúpidas como ese aferrarse sin sentido a Gula. Todos los sacrificioshan sido vanos y toda vuestra vida inútil. (Silencio.) DOCTOR.—¡Eso es criminal!CLARA.—Fue en pleno invierno cuando tuve que abandonar Gula,embarazada y casi desnuda, mientras sus habitantes se reían. Mediohelada, tomé el tren para Hamburgo. Cuando el tren pasó frente aeste granero, me prometí solemnemente volver un día. ¡Aquí estoy!

Ahora soy yo la que dicta condiciones y determino el destino. (Alto.)¡Roby! ¡Toby! ¡Llevadme al Hostal de los Apóstoles! Mi noveno maridoestá a punto de llegar con sus libros y manuscritos. (Los dosmonstruos, masticando sin cesar, levantan la litera.) MAESTRO.—Señora Zajanassian, usted es una mujer herida en suamor. Usted se nos presenta ahora exigiendo una justicia absoluta, ala manera de una heroína antigua, como una Medea. El hecho decomprenderla, nos anima a exigir más de usted: Abandone el terriblepensamiento de la venganza. ¡No nos empuje al abismo! Ayude a lospobres, a los desvalidos y a los honrados a conseguir una vida

humana. ¡Esfuércese! ¡Haga vibrar la cuerda de su humanidad!CLARA.—La Humanidad, señores míos, es una cosa creada paraengordar la bolsa de los millonarios. Con el dinero que yo tengo mepuedo crear el orden que me convenga. El mundo me convirtió enuna mujer de la calle y yo haré un burdel del mundo. El que no quierareventar, que baile al ritmo que yo toco. Vosotros veréis si osconviene. Sólo es honrado quien paga..., y yo pago. Las condicionessiguen en pie: Mil millones. Gula por un asesinato. Confort por uncadáver. ¡Ahora, vamos! (Los monstruos hacen mutis con la litera.) DOCTOR.—¡Dios mío! ¿Qué hacer?

MAESTRO.—¡Lo que nos dicta la conciencia, doctor! Al fondo, a la derecha, se hace visible la tienda de DON ELÍAS , con unnuevo letrero, mostrador reluciente, registradora moderna y losestantes llenos de mercancías. Un cliente atraviesa la puerta, fingida,y se oye el sonar de una clara campanilla. Detrás del mostrador,MATILDE  ,  la mujer de DON ELÍAS.  Por la izquierda viene el  PRIMERO , vestido con un delantal de carnicero, con una mancha de sangre.

PRIMERO.—¡Vaya una fiesta! Todo el mundo se había concentrado en la

plaza de la Catedral.MATILDE.—Todo se lo debemos a Clarita, después de tantas miserias.

Page 38: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 38/62

PRIMERO.—Las damas de honor eran las más famosas artistas de cine.¡Y qué pechos!MATILDE.—Están de moda ahora.PRIMERO.—Y una nube de periodistas. Creo que pasarán por aquí.MATILDE.—Nosotros somos una familia modesta, señor Hofbauer. ¿Qué

pueden buscar los periodistas aquí?PRIMERO.—Han preguntado por la dirección. ¡Cigarrillos, por favor!MATILDE.—¿Importación?PRIMERO.—Dos paquetes de Camel. Anoche tuvimos una buena fiestaen casa de los Lehmann.MATILDE.—¿A cuenta?PRIMERO.—Sí, apunte.MATILDE.—¿Cómo van los negocios?PRIMERO.—Van tirando.MATILDE.—Nosotros tampoco nos podemos quejar.

PRIMERO.—Tengo dos chicos nuevos.MATILDE.—Yo también emplearé uno a primeros. ( LUISA, muy elegante,

 pasa de largo.) PRIMERO.—Esa se hace ilusiones. No creerá que vamos a matar a sumarido.MATILDE.—Es una sinvergüenza.PRIMERO.—¿Dónde está su marido? Hace tiempo que no se le ve.MATILDE.—Arriba. (El PRIMERO enciende un cigarrillo y escucha.) PRIMERO.—Se oyen pasos.MATILDE.—Hace días que se pasa las horas muertas de un lado a otro

de la habitación.PRIMERO.—Los remordimientos por su comportamiento con la señoraZajanassian.MATILDE.—¡Yo también sufro, no crea usted!PRIMERO.—Empujar a una muchacha a la desgracia no es moco depavo. (Decidido.) Espero que no se vaya de la lengua si vienen losperiodistas.MATILDE.—No lo hará.PRIMERO.—Con su carácter, no se sabe.MATILDE.—¡Dígamelo usted a mí!

PRIMERO.—Si intenta poner en evidencia a Clarita, contando que ellaha ofrecido tanto o cuanto por su vida, o cualquier otra fantasía,hemos de evitarlo. No por la dichosa multimillonaria (Escupe.), perohabría que contar con la indignación popular. La pobre señoraZajanassian ya ha sufrido bastante por su culpa... (Mira en tornosuyo.) ¿Es esa la única entrada a la vivienda?MATILDE.—Desgraciadamente, sí. Es poco práctico. Pero en primaveraharemos reformas.PRIMERO.—Entonces me plantaré aquí, por si las moscas. Mejor esprevenir. (El PRIMERO se coloca delante de la puerta que da a la

vivienda, cruzando los brazos como un centinela. Entra el MAESTRO.)MAESTRO.—¿Dónde está don Elías?

Page 39: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 39/62

PRIMERO.—Arriba.MAESTRO.—Aunque no sea mi costumbre, creo que hoy necesito algofuerte.MATILDE.—Ya era hora de que se acordase de nosotros. Tengo unajenjo estupendo.MAESTRO.—¡Vaya por el ajenjo!MATILDE.—(Dirigiéndose al PRIMERO. ) ¿Otra para usted?PRIMERO.—No, gracias. Tengo que salir con mi nuevo coche a la capitalpara comprar unos lechones. ( MATILDE sirve y el MAESTRO apura la copade un golpe.) MATILDE.—Está usted temblando.MAESTRO.—Me parece que bebo demasiado los últimos tiempos.MATILDE.—Una copa más no tiene importancia. (El MAESTRO escucha.) MAESTRO.—¿Se pasea?MATILDE.—Todo el día.

PRIMERO.—Dios le pedirá cuentas. (El PINTOR llega con un cuadro bajoel brazo. Traje nuevo, pañuelo al cuello, boina negra.) PINTOR.—¡Cuidado! Dos periodistas acaban de preguntarme por latienda.PRIMERO.—¡Me huele mal!PINTOR.—Haced como que no sabéis nada.PRIMERO.—Eso es.PINTOR.—Para usted, señora. Acabo de terminarlo. La pintura está aúnfresca. (Enseña el cuadro. El MAESTRO se sirve otra copa.) MATILDE.—¡Pero si es mi marido!

PINTOR.—El arte renace en Gula. ¿Qué le parece?MATILDE.—Está clavado.PINTOR.—Es óleo. Una pintura eterna.MATILDE.—Lo colgaré en el dormitorio, encima de la cama. Elíasenvejece y nunca se sabe lo que puede pasar. Siempre alegra tenerun recuerdo. (Las MUJERES I y II del segundo acto pasanelegantemente vestidas y se detienen a curiosear las mercancíasdonde se supone que está el escaparate.) PRIMERO.—¡Esas brujas! Al cine en pleno día. Miran como si fuésemostodos asesinos.

MATILDE.—¿Cuánto costaría?PINTOR.—Trescientos.MATILDE.—Ahora no podría pagarle.PINTOR.—Esperaré. No tiene importancia.MAESTRO.—¡Esos pasos! ¡Esos pasos!SEGUNDO.—¡La Prensa!PRIMERO.—¡Cuidado con la lengua! Es una cuestión de vida o muerte.PINTOR.—Andad con ojo, no se le ocurra bajar ahora.PRIMERO.—No tengáis miedo. (Los gulenses se colocan a la derecha. El MAESTRO —que ya ha vaciado media botella— se queda apoyado en el 

mostrador. Llegan dos REPORTEROS con cámaras.) REPORTERO I.—A la paz de Dios, buenas gentes.

Page 40: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 40/62

GULENSES.—Buenos días.REPORTERO I.—Primera pregunta: ¿Cómo se sienten ustedes en estedía?PRIMERO.—(Titubeando.) Nos sentimos muy honrados por la estanciade la señora Zajanassian.PINTOR.—Emocionados.SEGUNDO.—Orgullosos.REPORTERO I.—(Apuntando.) Orgullosos.REPORTERO II.—Segunda pregunta, esta para la señora del mostrador:Se dice que usted ganó la partida a la señora Zajanassian. (Silencio.Los gulenses están asustados.) MATILDE.—¿Quién lo dice? (Silencio. Los REPORTEROS escribenindiferentemente en sus "blocks".) REPORTERO I.—Los dos hombrecillos ciegos de la señora Zajanassian.(Silencio.) 

MATILDE.—(Insegura.) ¿Qué contaron?REPORTERO II.—Todo.PINTOR.—¡Maldita sea la...! (Silencio.) REPORTERO II.—¿Es verdad que hace cuarenta años Clara y elpropietario de esta tienda casi se casan? (Silencio.) MATILDE.—Es verdad.REPORTERO I.—¿Es alguno de ustedes don Elías?MATILDE.—No. Mi marido está de viaje.TODOS.—Sí. Salió de viaje.REPORTERO I.—Es igual. Podemos imaginarnos el romance. Elías y Clara

crecieron juntos, fueron juntos a la escuela, acaso eran vecinos...Paseos por el bosque, el primer beso..., un beso fraternal,naturalmente. Luego él la conoció a usted. El elemento nuevo surge,lo desconocido y se transforma en una pasión.MATILDE.—Eso es, pasión. Igualito que usted lo ha contado.REPORTERO I.—¡Experiencia, señora mía! Clara comprende, renuncia asu compañero y bendice su matrimonio de...MATILDE.—...de amor.GULENSES.—(Aliviados.) De amor.REPORTERO.—(Apuntando.) Amor. (Por la derecha aparece ROBY

llevando de la oreja a los dos eunucos.) VIEJOS.—(Llorando.) ¡No contaremos más! ¡No contaremos más! ( ROBY se los lleva hacia el fondo, donde espera TOBY con un látigo.) REPORTERO II.—No se ofenda por la pregunta, señora: ¿No se haarrepentido su marido alguna vez..., es decir..., no...?MATILDE.—El dinero solo no hace feliz.REPORTERO II.—(Escribiendo.) No hace feliz.REPORTERO I.—He aquí una verdad que el hombre moderno debíagrabarse en la frente. ( HIJO, con una chaqueta de cuero.) MATILDE.—Nuestro hijo Carlos.

REPORTEROS.—Un chicarrón.REPORTERO II.—¿Sabe algo de las relaciones...?

Page 41: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 41/62

MATILDE.—En nuestra familia no hay secretos. Nuestro lema es: "Loque Dios sabe, deben saberlo también nuestros hijos." (Entra la HIJA, con un traje de tenis y una raqueta en la mano.) Nuestra hija Otilia.REPORTERO I.—¡ Encantadora! (El MAESTRO se endereza de repente.) MAESTRO.—Gulenses: ¡Soy vuestro viejo maestro! Todos lo sabéis. He

estado bebiendo mi aguardiente y cerrado la boca ante todo. Peroahora se acabó. Ahora hablaré y contaré toda la verdad sobre lavisita de la anciana. (Se sube al barril, que ha quedado allí de laescena anterior.) PRIMERO.—¿Se ha vuelto loco?SEGUNDO.—¡Que se calle!MAESTRO.—Gulenses: Quiero proclamar la verdad a los cuatro vientos,aunque la verdad signifique nuestra ruina eterna.MATILDE.—¿No le da vergüenza emborracharse?MAESTRO.—¿Vergüenza dice usted? ¡Tú eres la que tenías que

avergonzarte, tú que te aprestas a traicionar a tu marido!HIJO.—¡Cierre el pico!PRIMERO.—¡Que se lo lleven!SEGUNDO.—¡Fuera!MAESTRO.—¡Mucho es ya lo que llevamos andado por el camino de laperdición!HIJA.—(En tono implorante.) ¡Señor maestro!MAESTRO.—Me desengañas. Tú eres la que tenía que hablar. Pero yaque no lo haces, será tu maestro quien proclame la verdad con vozde trueno. (El PINTOR le golpea con el cuadro al óleo.) 

PINTOR.—¿Es que quieres dejarme sin encargos?MAESTRO.—¡Protesto! ¡Protesto ante la opinión pública mundial! EnGula se prepara un crimen monstruoso. (En este momento losgulenses se abalanzan sobre el MAESTRO, cuando aparece DON ELÍAS, vestido con el mismo raído traje de siempre.) ELÍAS.—¿Qué significa este escándalo en mi tienda? (Los gulensesdejan al MAESTRO y miran asustadísimos a DON ELÍAS. Silencio lleno detemor.) ¿Qué hacía usted sobre el barril? (El MAESTRO sonríe a DON

ELÍAS, dichoso de no tener que ser él quien cuente la verdad.) MAESTRO.—Quería contar la verdad, Elías. Contaba a los periodistas la

pura verdad sobre lo que pasa en Gula. Con voz tronante, a lamanera de un arcángel. (Vacila.) Yo soy un humanista, amigo de laantigüedad, un admirador de Platón...ELÍAS.—¡Cállese!MAESTRO.—¿Cómo?ELÍAS.—¡Baje usted del barril!MAESTRO.—Pero la Humanidad...ELÍAS.—¡Siéntese! (Silencio.) MAESTRO.—(Herido.) ¡Sentarse! ¡Decirle al humanismo que se siente!Como usted quiera. ¡Si también usted está dispuesto a traicionar la

verdad...! (Baja del barril y se sienta en el mismo, con el cuadro aúncolgando del cuello.) 

Page 42: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 42/62

ELÍAS.—Les pido mil perdones. Este hombre está borracho.REPORTERO I.—¿Es usted don Elías?ELÍAS.—¿Qué desea?REPORTERO II.—¡Encantado de verle! Necesitamos un par de fotos. ¿Nole molesta? (Mira en torno suyo buscando el motivo.) REPORTERO I.—Comestibles, artículos de uso casero, ferretería... ¡Ya lotengo! Le fotografiaremos vendiendo un hacha.ELÍAS.—(Titubeando.) ¿Un hacha?REPORTERO II.—Sí. Haga como que vende un hacha al carnicero. Pero,por favor, ¡naturalidad! ¡Venga el hacha! El cliente sopesa el hachacon rostro pensativo, mientras usted se inclina sobre el mostradorcon cara de convencerle. ¿De acuerdo? (El REPORTERO II arregla laescena.) REPORTERO I.—Más naturalidad, señores. ¡Olviden la cámara! (Toma lafoto.) ¡Muy bien! Muchas gracias.

REPORTERO II.—Ahora pase un brazo por los hombros de su señora. Elhijo a la izquierda y la hija a la derecha. ¡Venga! Que se vea lafelicidad que les embarga. Que se note la paz interior de quedisfrutan, el contento, la tranquilidad de conciencia.REPORTERO I.—Perfecto. ¡Así! (Por la izquierda aparecen corriendo otrosfotógrafos. Antes de desaparecer, uno grita: "La ZAJANASSIAN tiene unonuevo. Se han ido a pasear al bosque.") ¿Otro marido?REPORTERO II.—Ahí hay una portada para el "Life". (Los dosdesaparecen a todo correr. En la tienda reina el silencio. El PRIMERO

tiene aún el hacha en la mano.) 

PRIMERO.—Hubo suerte.PINTOR.—Perdone usted, señor maestro, pero si hemos de arreglar elasunto sin ruido hay que callar ante la Prensa. ¿Comprende? (Hacemutis. El SEGUNDO le sigue, pero antes se para ante DON ELÍAS. ) SEGUNDO.—¡Muy bien! ¡Pero que muy bien! Has hecho bien en callarte.Nadie prestaría crédito a las palabras de un sinvergüenza como tú.(Mutis.) PRIMERO.—¡Ahora saldremos en los papeles, don Elías!ELÍAS.—¡Y tanto!PRIMERO.—La fama.

ELÍAS.—Por así decir.PRIMERO.—Déme un habano.ELÍAS.—Tenga.PRIMERO.—Apunte.ELÍAS.—Muy bien.PRIMERO.—Hablando sin rodeos: Lo que usted hizo a Clarita fue unamarranada. (Inicia el mutis.) ELÍAS.—Olvida el hacha. (El PRIMERO vacila y le devuelve el hacha.Nadie habla. El MAESTRO sigue sentado en el barril.) MAESTRO.—Le ruego que me disculpe. Había bebido demasiado y...

ELÍAS.—Comprendo, comprendo. (La familia hace mutis por laderecha.) 

Page 43: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 43/62

MAESTRO.—Sólo quería ayudarle, pero me lo impidieron a palos.Incluso usted se opuso. (Se saca el cuadro.) Sí, don Elías. LaHumanidad es un asco. Los mil millones nos queman el alma. ¿Porqué no lucha? ¡Anímese! Cuente todo a la Prensa. No le queda muchotiempo que perder.ELÍAS.—Me he cansado de luchar.MAESTRO.—(Asombrado.) ¿Qué le pasa? ¿Ha perdido la cabeza demiedo?ELÍAS.—No, pero he visto que no tengo derecho.MAESTRO.—¿Que no tiene derecho? ¿Y qué pinta el derecho para esacondenada vieja, esa puta arrastrada que cambia de marido como decamisa ante nuestros ojos?ELÍAS.—Al fin y al cabo, es mi culpa.MAESTRO.—¿Pero culpa de qué?ELÍAS.—Yo fui la causa de que Clara sea quien es y yo quien soy, un

pobre tendero de Gula. ¿Qué puedo hacer? ¿Insistir en mi inocencia?Todo lo que vemos es mi culpa: los eunucos, el juez-lacayo, el ataúd,los miles de millones... Soy un hombre sin otra salida... igual quevosotros. (Toma el retrato y lo contempla.) ¿Es mi retrato?MAESTRO.—Su mujer quería colgarlo en el dormitorio.ELÍAS.—El pintor vuelve a su pintura. (Deja el retrato sobre el mostrador. El MAESTRO se levanta, aún un poco vacilante.) MAESTRO.—Se me pasó la chispa. De repente se me ha pasado. Ya veoclaro. (Se adelanta, un poco inseguro, hacia DON ELÍAS. ) Usted tienerazón, toda la razón. Usted tiene la culpa de todo lo que pasa. Si me

lo permite, le diré algo para que no le pille de sorpresa.(Exageradamente estirado, para disimular su falta de equilibrio, seenfrenta a DON ELÍAS. ) ¡Le van a matar, don Elías! Lo sé desde elprincipio y usted lo sabe también. ¿A qué engañarse, aunque todoGula no quiere admitirlo? La tentación es demasiado grande y lamiseria extrema. Ahora sé otra cosa: Yo colaboraré en su muerte.Siento cómo se me va formando lentamente un alma de asesino yque mi fe en la Humanidad es indefensa contra este cambio. Esteconvencimiento es el que me ha llevado a la bebida. Tengo miedo,don Elías, tanto miedo como usted pueda tener. Siento que un día

cualquiera nos llegará a todos una vieja señora que nos pida cuentas.Y siento también que lo que entonces nos pase y lo que le pase austed ahora se olvidará pronto. ( DON ELÍAS ofrece una botella al MAESTRO, que la toma después de una ligera vacilación.) Apunte.(Hace mutis lentamente. La familia regresa a la tienda, mientras DON

ELÍAS contempla las nuevas instalaciones como en sueños.) ELÍAS.—¡Todo nuevo! Una tienda moderna, limpia y atractiva. Unatienda así fue el sueño de toda mi vida.(Toma la raqueta de manos de la HIJA. ) ¿Juegas ahora al tenis?HIJA.—He tomado algunas lecciones.

ELÍAS.—¿Por las mañanas? ¿Ya no vas a la Oficina de Trabajo?HIJA.—Todas mis amigas juegan al tenis. (Silencio.) 

Page 44: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 44/62

ELÍAS.—¡Te he visto pasar en auto, Carlos!HIJO.—Un "Opel-Olimpia". Muy barato.ELÍAS.—¿Cuándo has aprendido a conducir? (Silencio.) ¿Ya no buscastrabajo?HIJO.—De vez en cuando. (El HIJO coloca el barril en un rincón, para

ocultar su confusión.) ELÍAS.—Esta mañana, buscando el traje de los domingos, he visto unabrigo de piel en el armario.MATILDE.—Lo trajeron para verlo. (Silencio.) Todo el mundo vive acrédito, Elías. Tú eres el único que pareces histérico. Tus miedos sonridículos. Todo el mundo sabe que las cosas se arreglarán por lasbuenas, sin que nadie te toque un pelo. Clarita no irá hasta el fin ensus exigencias. La conozco bien y sé que tiene un corazón de oro.HIJA.—¡De veras, padre!HIJO.—Eso tienes que reconocerlo. (Silencio.) 

ELÍAS.—Hoy es domingo. Me gustaría dar una vuelta en tu coche,Carlos. ¡Que yo pruebe también nuestro auto!HIJO.—(Inseguro.) ¡Como quieras!ELÍAS.—Poneos los trajes nuevos. Daremos una vuelta todos juntos.MATILDE.—¿También yo? No me parece muy prudente.ELÍAS.—¿Por qué no? Ponte el abrigo. Es una buena ocasión deestreno. Mientras tanto, yo haré la caja. (Madre e hija hacen mutis

 por la derecha y el hijo por la izquierda. DON ELÍAS se ocupa con la cajaregistradora. Por la izquierda entra el ALCALDE con una escopeta.) ALCALDE.—Buenas tardes, don Elías. No se moleste, sólo vengo de

paso.ELÍAS.—¿Qué hay? (Silencio.) ALCALDE.—Le traigo una escopeta.ELÍAS.—Gracias.ALCALDE.—Está cargada.ELÍAS.—Es igual. No la necesito. (El ALCALDE deja la escopeta sobre el mostrador.) ALCALDE.—Esta tarde tenemos una asamblea general en el salón deactos del Hostal.ELÍAS.—Iré.

ALCALDE.—Vendrán todos y trataremos su caso. Nos ha puesto usteden un buen dilema.ELÍAS.—Lo creo.ALCALDE.—La propuesta de la vieja será rechazada.ELÍAS.—Es posible.ALCALDE.—Claro está que bien podría equivocarme.ELÍAS.—Es posible. (Silencio.) ALCALDE.—(Recelosamente.) Si fuese así: ¿Aceptaría usted lasentencia? La Prensa asistirá también.ELÍAS.—¿La Prensa?

ALCALDE.—Sí. La radio, la televisión, los noticieros cinematográficos.Una situación francamente delicada... no solo para usted, sino para

Page 45: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 45/62

todos. Como patria chica de la Zajanassian y por su matrimonio en lacatedral nos hemos hecho tan famosos que se rodará un reportajesobre las tradicionales instituciones democráticas de Gula.ELÍAS.—(Siempre ocupado en la caja.) ¿Pretenden hablarabiertamente de la propuesta de Clara?ALCALDE.—No de forma directa. Solo los iniciados sabrán de qué setrata y comprenderán el sentido oculto de la discusión.ELÍAS.—Es decir, la discusión sobre mi muerte. (Silencio.) ALCALDE.—He pensado hacerlo de forma velada. Ya he dejado traslucira la Prensa que la señora Zajanassian tiene la intención de hacer unadonación a la ciudad, donación que deberemos a usted, por suamistad juvenil con la millonaria. Esta amistad no es un secreto paranadie. Con esta fórmula, su reputación quedará limpia... pase lo quepase.ELÍAS.—¡Muy amable de su parte, señor alcalde!

ALCALDE.—Hablando claramente, le diré que no lo hago por usted, sinopor su familia, que, al fin y al cabo, no tiene la culpa de nada.ELÍAS.—Comprendo.ALCALDE.—Nosotros jugamos limpio. Espero que locomprenda y obre en consecuencia. Hasta ahora usted ha callado.Eso está bien, ¿pero quién nos garantiza que seguirá callando? Siusted tuviese la intención de hablar, tendríamos que arreglar elasunto sin sesión plenaria.ELÍAS.—Me hago cargo.ALCALDE.—¿Y...?

ELÍAS.—Me alegra oír de una vez una amenaza abierta.ALCALDE.—No se trata de amenazas. Es usted quien nos amenaza. Siusted habla, nos obligará a actuar... antes.ELÍAS.—Callaré.ALCALDE.—¿Sea cual sea la decisión de la asamblea?ELÍAS.—La acepto de antemano.ALCALDE.—Así me gusta. (Silencio.) Me alegra de veras que acepte ladecisión común. Aún queda en su alma un resto de honradez. Peroestoy pensando una cosa: ¿...no sería mejor que no hiciese faltaconvocar a sesión plenaria?

ELÍAS.—¿Quiere explicarse?ALCALDE.—Yo podría decir a la vieja dama que le habíamossentenciado y recibir el dinero. Esta solución me ha costado muchasnoches de insomnio. Usted, como hombre de honor, habría deresponder de sus actos... y poner fin voluntariamente a su vida. ¿Nole parece? Esto diría mucho en honor de su sentimiento decomunidad y de su amor a los intereses de Gula, la ciudad que le vionacer. Recapacite un poco en la miseria que nos rodea, en los niñoshambrientos...ELÍAS.—¡Ahora no os va tan mal!

ALCALDE.—¡¡Don Elías!!ELÍAS.—Mire usted, señor alcalde: Yo he pasado por todos los infiernos

Page 46: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 46/62

y sufrido todos los tormentos. He visto cómo os hundíais en deudas...cada progreso en vuestro bienestar significaba que mi muerte eramás inminente. Yo he sentido cómo la muerte me rondaba cada díamás cerca y seguramente. Si me hubieseis ahorrado estossufrimientos, podríamos hablar de escopetas. ¡Pero ahora, no! Ahora

he superado todos los temores... yo solo en una lucha infernal y noestoy dispuesto a desandar caminos. Ahora, vosotros tenéis que sermis jueces. Me someto a vuestra sentencia sin réplicas. Para mí, estoes justicia y me importa poco cómo lo consideréis vosotros. QuieraDios que podáis sobrevivir a vuestra sentencia. Podéis matarme; mees igual y no oiréis la más insignificante protesta de mi boca. Pero noesperéis que os libre de la responsabilidad de vuestros actos. ¡Eso no!(El ALCALDE toma la escopeta.) ALCALDE.—Es una lástima. Usted desprecia una oportunidad magníficade reparar una falta con un gesto y recuperar, así, algo de su

dignidad humana. Naturalmente, podía haber adivinado que eramucho exigir de una persona como usted.ELÍAS.—¿Fuego, señor alcalde? (Le da fuego. Mutis del ALCALDE. LlegaMATILDE con un abrigo de piel y la HIJA con un vestido rojo.) ¡Te sientamuy bien, Matilde!MATILDE.—Astracán.ELÍAS.—Estás hecha toda una señora.MATILDE.—Sí, pero es algo caro.ELÍAS.—¡Muy bonito tu vestido, Otilia! ¿Pero no te parece un pocoatrevido?

HIJA.—¡No tanto, padre! Tendrías que ver mi traje de noche...(Desaparece la tienda. El HIJO llega en auto.) ELÍAS.—¡Un hermoso auto! Durante toda mi vida me esforcé enahorrar para adquirir un auto como ese. Era un capricho. Ya que lotenemos, me gustaría saber cómo se siente uno dentro. Tú, Matilde,te sientas detrás conmigo y los chicos delante. (Suben al auto.) HIJO.—Verás cómo se pone en los ciento veinte.ELÍAS.—¡Por favor, no tan de prisa! Me gustaría contemplar la ciudad yel paisaje donde me he movido casi setenta años. ¡Cómo hacambiado! Humo en todas las chimeneas y las ventanas llenas de

geranios...; rosas en el parque, risas de niños, enamorados en cadarincón. ¡Oh! ¿Qué es ese edificio tan moderno?MATILDE.—Es el café de la Unión, reformado.HIJA.—Allá va el doctor con su nuevo "Mercedes".ELÍAS.—Todo parece nuevo... La colina y el valle, envueltos en un halode oro. Hermoso, ver cómo nos hundimos en las sombras y lasdejamos atrás. Y qué bien hacen las grúas de Bockmann y laschimeneas de la Wagner en contraluz.HIJO.—Vuelven a funcionar.ELÍAS.—¿Cómo dices?

Hijo.—(Alzando la voz.) Que vuelven a funcionar. (Toca la bocina.) MATILDE.—¡Qué auto más chiquitín!

Page 47: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 47/62

HIJO.—Es un "Messerschmidt". Algo para aprendices.HIJA.—¡C'est terrible!MATILDE.—Otilia estudia francés e inglés.ELÍAS.—Eso me gusta. Muy práctico. Allí está la acerería. Hacíamuchísimo tiempo que no venía por aquí.HIJO.—La van a ampliar.ELÍAS.—Habla más alto. No te entiendo.HIJO.—(Más alto.) Que la van a ampliar. Mirad, allá va Federico,adelantando a todos con su "Buick".HIJA.—¡Un nuevo rico!ELÍAS.—Sigue por la hondonada hasta el castillo. Es bonito el paisaje.Me da la impresión de no haberlo mirado bien hasta hoy. Todasaquellas nubes amontonadas como en verano.HIJA. — Podría decirse una descripción de Adalbert Stifter.ELÍAS.—¿Quién?

MATILDE.—Otilia estudia también literatura.ELÍAS.—¡Caramba!Hijo.—Ahí viene el carnicero en el nuevo "Volkswagen". Seguro, de lacapital.HIJA.—Traerá cochinillos.MATILDE.—¿Has visto qué bien conduce Carlos? Toma las curvas conmucha elegancia. Con él una no tiene miedo.HIJO.—Vamos en primera, por la cuesta.ELÍAS.—Recuerdo que me quedaba sin aliento cuando la subía a pie.MATILDE.—Ha sido una buena idea ponerme el abrigo. Parece que

refresca.ELÍAS.—Te has equivocado de camino. Por aquí se va a Kalberstadt.Da la vuelta y luego a la izquierda hacia el bosque. (El auto ruedahacia el fondo. Los CUATRO vienen con el banco de madera, perovestidos de frac, y repiten el juego de simular árboles.) PRIMERO.—Volvemos a ser pinos y abetos.SEGUNDO.—Cucos y abrojos y tímidos corzos.TERCERO.—El bosque prehistórico tan cantado por lospoetas.CUARTO.—Pero hoy violado por las bocinas de los autos. (El HIJO toca la

bocina.) HIJO.—Otra vez un gamo. Estas condenadas fieras no se mueven de lacarretera. (El TERCERO salta.) HIJA.—¡Qué mansos! Ya no temen a la gente.ELÍAS.—Párate bajo esos árboles.HIJO.—¡Parado!MATILDE.—¿Qué quieres hacer?ELÍAS.—Me daré un paseo por el bosque. (Baja del auto.) Es hermosooír desde aquí cómo suenan las campanas de Gula.HIJO.—Sí, sobre todo ahora que hay cuatro.

ELÍAS.—Todo es amarillo. Se ve que estamos en otoño. Todo cubiertode hojas, como montones de oro. (Arrastra los pies por las hojas

Page 48: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 48/62

caídas.) HIJO.—Te esperamos junto al puente.ELÍAS.—No hace falta. Iré a la ciudad por el bosque y luego a la sesiónplenaria.MATILDE.—¿Qué os parece si nos vamos nosotros hasta Kalberstadt y

vemos una película?HIJO.—¡Au revoir, paterno!HIJA.—¡So long, Dady!MATILDE.—¡Adiós! ¡Adiós! (Desaparece el auto, mientras las mujeresse despiden de DON ELÍAS con la mano. Éste se queda un momentomirando en esa dirección y luego se sienta en el banco, que seencuentra a la izquierda. Ruido del viento. Por la derecha vienen losmonstruos portando la litera en la que se halla CLARA, vestida denovia. ROBY lleva la guitarra a la espalda. Junto a la litera, va el MARIDO IX, premio Nobel, alto, esbelto, con pelo castaño y bigote.

(Puede ser interpretado por el mismo actor que encarnó los otrosmaridos.) Detrás de todos viene BOBY. ) CLARA.—Ya estamos en el bosque. ¡Parad! ( CLARA desciende de lalitera, contempla el bosque con los impertinentes y luego acaricia al PRIMERO. ) ¡ Podrido! Este árbol está comido por la polilla. (Ve a ELÍAS. ) 

¡Alfredo! Me alegro de verte. Vengo a visitar nuestro bosque.ELÍAS.—¿Has comprado el bosque también?CLARA.—¡Claro! ¿Permites que me siente?ELÍAS.—Te lo ruego. Acabo de dejar a mi familia que se iba al cine. Mihijo Carlos ha comprado un auto.

CLARA.—Es el progreso. ( CLARA se sienta a la derecha de DON ELÍAS. ) ELÍAS.—Otilia estudia literatura, francés, inglés... y yo qué sé más.CLARA.—¿Lo ves como al fin les van viniendo los ideales que lesechabas en falta? (Pausa.) ¡Ven, Zoby! Saluda. Te presento a minoveno marido, un premio Nobel.ELÍAS.—Mucho gusto.CLARA.—Lo bueno de este es la cara que pone cuando no piensa. ¡Nopienses, Zoby!MARIDO IX.—¡Pero queridita...!CLARA.—No te hagas de rogar.

MARIDO IX.—Bueno. (No piensa.) CLARA.—¿Ves qué interesante? Se le pone cara de diplomático. Merecuerda mucho al conde..., solo que ese no escribía libros. Estequiere retirarse, escribir sus memorias y administrar mis bienes.ELÍAS.—Le felicito.CLARA.—Tengo una mala conciencia. Me parece que un hombre no hade servir de ostentación, sino como objeto de uso. ¡Vete a investigar,Zoby! Las ruinas históricas están a la izquierda. (El MARIDO IX se va ahacer sus investigaciones. DON ELÍAS mira en torno suyo.) ELÍAS.—¿Dónde están los eunucos?

CLARA.—Comenzaban a irse de la lengua y los despaché esta mañanahacia Hong-Kong a uno de mis fumaderos de opio. Allí podrán fumar

Page 49: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 49/62

y soñar todo lo que quieran. Pronto les seguirá Boby, el lacayo. Ya nome sirve para nada. (Alto.) ¡Boby, dame un Romeo y Julieta! ( BOBY

avanza y le ofrece cigarrillos.) ¿Quieres fumar?ELÍAS.—Gracias. ( BOBY les da fuego. Ambos fuman.) ¡Huelen bien!CLARA.—En este bosque fumamos juntos muchas veces. ¿Te

acuerdas? Fumábamos los cigarrillos que tú comprabas o robabas enla tienda de Matilde. (El PRIMERO golpea con la llave sobre la pipa.)Otra vez el pájaro carpintero.CUARTO.—¡Cú-cú! ¡Cú-cú!ELÍAS.—Y el cuco.CLARA.—¿Te gustaría que Roby toque algo en la guitarra?ELÍAS.—Con mucho gusto.CLARA.—Toca muy bien. Necesito la música para los momentos demelancolía. La radio y los gramófonos me revientan.ELÍAS.—"El batallón marcha por los valles de África."

CLARA.—¡Eso es! Tu canción favorita. Se la enseñé al granuja de Roby.(Silencio. Mientras fuman, ROBY toca la melodía. Se oyen a intervalosel cuco, el rumor del viento y el murmullo del bosque.) ELÍAS.—Tuviste... ¡Perdona! Tuvimos un niño.CLARA.—Sí.ELÍAS.—¿Era niño o niña?CLARA.—Niña.ELÍAS.—¿Cómo la llamaste?CLARA.—Genoveva.ELÍAS.—Un nombre muy bonito.

CLARA.—No la vi más que una vez, cuando nació. Luego me laquitaron y la metieron en la Asistencia Cristiana.ELÍAS.—¿Cómo tenía los ojos?CLARA.—No los tenía abiertos aún cuando la vi.ELÍAS.—¿Y el pelo?CLARA.—Me parece que negro, pero creo que todos los recién nacidoslo tienen negro.ELÍAS.—Es verdad. (Silencio. Fuman. Ruido de guitarra.) ¿Dóndemurió?CLARA.—En la casa donde la cuidaban. He olvidado cómo se llamaban.

ELÍAS.—¿De qué?CLARA.—De meningitis. A lo mejor murió de otra cosa..., no lo sé. Melo comunicaron las autoridades.ELÍAS.—Entonces fue meningitis. Las autoridades son muy minuciosasen los detalles. (Silencio.) CLARA.—Ahora que te he contado todo lo de nuestra hija, cuéntamealgo de mí.ELÍAS.—¿Cómo de ti?CLARA.—Sí. Cómo era yo a los diecisiete años, cuando tú me amabas.ELÍAS.—Recuerdo que una vez te tuve que buscar durante mucho

tiempo. Te habías escondido y al fin te encontré oculta en el tílburi,sólo con la camisa y mordiendo una paja.

Page 50: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 50/62

CLARA.—Tú eres fuerte y valiente. Aún me parece ver cómo sacudisteal ferroviario que andaba siempre detrás de mí. Te limpié la sangrede la cara con mi falda roja. (La guitarra cesa de tocar.) La romanzaha terminado.ELÍAS.—Dile que toque "Oh dulce patria mía".CLARA.—Se la he enseñado también. (Recomienza la guitarra.) ELÍAS.—Te agradezco las coronas, crisantemos y rosas que hascomprado para mi ataúd. Se dice que ya hay dos habitaciones llenas.No habrá que seguir amontonando flores. La hora ha sonado. Hoy esla última vez que nos sentamos juntos en el bosque y escuchamos

 juntos su murmullo. Esta tarde se reúne la ciudad en sesión plenariay me condenará a muerte. Luego cumplirán la sentencia. No sé quiénlo hará ni dónde. Lo único que sé es que una vida sin objeto toca a sufin.CLARA.—Te llevaré en el ataúd a Capri. He encargado un mausoleo

magnífico en el parque de mi palacio. Los cipreses sonimpresionantes y se ve el mar.ELÍAS.—Un paisaje como sólo he visto en postales.CLARA.—El cielo es azul profundo y la vista grandiosa. Allí reposarás.Un muerto bajo un ídolo de piedra. Tu amor murió hace muchosaños, pero el mío no moría ni podía vivirse. Entonces se me convirtióen algo maligno como yo misma, venenoso hasta sus raíces, perodorado por el brillo de mis millones. Las raíces de mi venganzatendían sus tentáculos hacia tu vida..., que ahora me pertenece parasiempre. Ahora ya no hay otra salida. Ahora estás perdido. Dentro de

poco solo quedará de ti un amante muerto en mi recuerdo, unfantasma que se desvanece...ELÍAS.—Ya ha terminado la balada. (Vuelve el MARIDO IX.)CLARA.—¡Ahí viene el premio Nobel! ¿Qué tal las ruinas, Zoby?MARIDO IX.—¡Precristianas! Destruido por los hunos.CLARA.—¡Lástima! ¡Dame el brazo, Zoby! (Alto.) ¡La litera! (Sube.)¡Adiós, Elías!ELÍAS.—¡Adiós, Clara! (Los monstruos hacen mutis con la litera. DON

ELÍAS permanece sentado, mientras los CUATRO que simulan árboles sedesembarazan de las ramas.)

Cae el telón de un teatro normal, con cortinas y demás accesorios.Encima, un letrero: "SERIA ES LA VIDA, ALEGRE EL ARTE." Llega el Policía con un uniforme rutilante y se sienta junto a DON  ELÍAS.  UnLocutor de la radio comienza a hablar en el micrófono, mientras losgulenses van apareciendo. Todos van ceremoniosamente vestidos defrac. Entre la multitud, se mueven periodistas, fotógrafos y cameramans de los noticiarios y televisión.

LOCUTOR.—Queridos oyentes: Tras la visita a la Maternidad y la

interviú que el señor párroco tuvo la gentileza de concedernos,tenemos el gusto de asistir a la sesión plenaria del Ayuntamiento de

Page 51: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 51/62

Gula, una sesión que, nos dicen, será histórica. Estamos en el puntoculminante de la visita de la señora Zajanassian a esta ciudad tansimpática, tan rebosante de tradición y hospitalidad que la vio nacer.Aunque la ilustre dama no está presente, el señor alcalde hará unaimportantísima declaración en su nombre, como acabamos de saber.

Nos encontramos, señoras y señores, en el salón de actos del Hostalde los Apóstoles, un parador, queridos oyentes, que puede jactarsecomo pocos de saber qué es tradición. ¡Un Hostal en el que pernoctóuna vez ni más ni menos que el inmortal Goethe! En la escena delsalón, escena acostumbrada al brillo de los actores y al sonoro versode los poetas, se reúnen los hombres de Gula. Se trata de una viejacostumbre, como el señor alcalde tiene la amabilidad de aclararme.Las mujeres se sientan separadas de los hombres, en el patio debutacas..., también una tradición gulense, como tantas otras. En lasala reina una atmósfera solemne. La tensión se palpa. ¡Qué día para

Gula, señores radioyentes! Mis compañeros de la televisión, losrepresentantes de los noticiarios, periodistas de todo el mundo, todosconcentran hoy su atención en Gula. ¡Pero atención! El señor alcaldetoma la palabra. (El LOCUTOR va con el micrófono hacia el ALCALDE, queestá en el centro de la escena. Los gulenses se encuentran en mediocírculo a su alrededor.) ALCALDE.—Ante todo, saludo a la comunidad de Gula y declaro abiertala sesión. Orden del día: Un solo punto... ¡Tengo el indecible honor deanunciar que la señora Zajanassian, la hija de nuestro querido yllorado conciudadano, el arquitecto Gottfried Waescher, tiene la

intención de donar mil millones a la ciudad de Gula! (Agitación entrela Prensa.) Quinientos millones para la ciudad y quinientos millones arepartir entre los ciudadanos. (Silencio.) LOCUTOR.—(Con voz de circunstancias.) Queridos oyentes: ¡Unasensación como hay pocas! Una donación extraordinaria que hacericos de un golpe a los ciudadanos de Gula y constituye, al mismotiempo, uno de los experimentos sociales más interesantes denuestra época. Los gulenses están como petrificados con la noticia.En la sala puede oírse volar una mosca. Todos los rostros muestranuna felicidad y emoción indefinible...

ALCALDE.—El señor maestro tiene la palabra. (El Locutor se acerca conel micrófono al MAESTRO. ) MAESTRO.—¡Gulenses!: Antes de aceptar la donación, hemos deconsiderar una cosa vital para nosotros. La señora Zajanassianpersigue un fin determinado con esta donación. ¿Qué fin?, ospreguntaréis. ¿Se trata solamente de darnos la felicidad que el dineropuede proporcionar? ¿De inundarnos de oro, porque sí? ¿De sanear laindustria local? ¿Se trata sólo de eso? ¡Todos vosotros sabéis que noes así! La señora Zajanassian va mucho más lejos. Lo que la señoraZajanassian pretende con su lluvia de millones es la implantación de

la justicia. Su intención es que Gula se convierta en una ciudad justa.Esta exigencia nos hace vacilar y preguntarnos: ¿No fuimos justos

Page 52: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 52/62

hasta ahora?PRIMERO.—¡Nunca!SEGUNDO.—¡Toleramos un crimen!TERCERO.—¡Una sentencia errónea!CUARTO.—¡Un perjurio!

voz DE MUJER.—¡A un canalla!OTRAS VOCES.—¡Muy bien! ¡Eso!MAESTRO.—¡Ciudadanos de Gula! Esta es la triste realidad: Durantemuchos años nos acomodamos y vivimos en la injusticia. No es queyo pase por alto, ni lo pretendo, las posibilidades materiales que esosmillones traen aparejadas. No es que quiera pasar por alto que fue lamiseria la causa de la maldad. ¡No! Pero también os digo: ¡Aquí no setrata de dinero!... (Gran ovación.) ... no se trata del confort ybienestar, no se trata de lujos... Aquí se trata de si estamosdispuestos o no a realizar el ideal de la justicia. Y no solo este ideal,

sino todos aquellos que rigieron la vida de nuestros mayores y por losque nuestros mayores supieron morir, todos los ideales queconstituyen y conforman el valor intrínseco de nuestra patria... (Serepite la ovación.) Cuando se desprecia el amor al prójimo, cuando sepisa el sacrosanto mandamiento divino de amparar al débil, cuandose mancha el sacramento del matrimonio y se induce a error a la

 justicia, cuando se empuja a la miseria a una madre... (Gritos decondena.) significa que la libertad está en juego. ¡Nosotros estamosobligados a defender nuestros ideales en nombre de Dios y adefenderlos hasta la sangre si es preciso! (Ovación ensordecedora.)

La riqueza solo tiene sentido si es una fuente de gracia. "Pero soloobtendrá la gracia quien tenga hambre y sed de Gracia, hambre y sedde Justicia." Ahora, gulenses, yo os pregunto: ¿Tenéis vosotros estasansias de Gracia, esta hambre espiritual y no solo las otrasapetencias humanas, las ansias de la carne? Esta es la pregunta queos hago en mi calidad de Director del Instituto. ¡Sólo si sois incapacesde sufrir el mal, sólo si os es imposible vivir en un mundo viciado porel aire de la injusticia, podéis aceptar con la conciencia tranquila losmillones y cumplir la condición que la donación lleva implícita! ¡Estoes lo que os pido que meditéis, hombres de Gula! (Inmensa ovación

como respuesta.) LOCUTOR.—Señoras y señores: ¡Oigan la enorme ovación con que losgulenses contestan a tal discurso! Queridos radioyentes: Yo mismoestoy emocionado. El Discurso del Director del Instituto estabaimpregnado de una grandeza de espíritu como hoy día,desgraciadamente, es raro encontrar. Ha sido una magnífica lecciónde condena de los pecados de todo género, una condena de esos milpecados también que se dan en todas partes, allí donde los hombresviven en sociedad.ALCALDE.—¡Elías Ill!

LOCUTOR.—El señor alcalde vuelve a tomar la palabra...ALCALDE.—Elías Ill: He de dirigirle una pregunta. (El POLICÍA da una

Page 53: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 53/62

codazo a DON ELÍAS, que se levanta. El REPORTERO se acerca a él con el micrófono.) LOCUTOR.—Oigan ahora la voz del hombre a cuya propuesta fue hechala donación. La voz de Elías Ill, el amigo de la infancia de labenefactora, la señora Zajanassian. El señor Ill es un hombre aún

robusto a sus setenta años, un gulense modelo de gulenses. Ungulense que hoy, naturalmente, está emocionado y lleno deagradecimiento, a la par que de satisfacción tranquila...ALCALDE.—Señor Ill: Usted ha sido la razón de la donación. ¿Tieneusted plena conciencia de lo que esto significa? ( DON ELÍAS dice algoen voz baja.) LOCUTOR.—¡Hable más alto, buen hombre! Nuestros oyentes tambiéndesean enterarse.ELÍAS.—Sí.ALCALDE.—¿Está usted dispuesto a respetar nuestra decisión, ya

aceptemos o rechacemos la donación de la señora Zajanassian?ELÍAS.—¡La respeto!ALCALDE.—¿Desea alguien hacer alguna pregunta al señor Ill?(Silencio.) ¿Tiene alguien algo que objetar a la donación de la señoraZajanassian? (Silencio.) ¿Usted, señor párroco? (Silencio.) ¿LaPolicía? (Silencio.) ¿La oposición política? (Silencio.) Entoncesprocederemos a la votación. (Silencio. Solo se oye el rodar de lascámaras y el "flash" de los fotógrafos.) Los que estén por lasalvaguardia de la justicia que levanten la mano. (La levantan todos,menos DON ELÍAS. ) 

LOCUTOR.—En la sala de actos, señoras y señores, hay unrecogimiento sagrado, como de iglesia... Solo se ve un mar de manoslevantadas en una conjuración emocionante por un mundo mejor ymás justo. Sólo el hombre a quien se debe esta dicha sigue sentado,aplanado por la alegría. Su meta se ha cumplido... La donación de suamiga de la infancia ha sido acogida por unanimidad.ALCALDE.—La donación de la señora Zajanassian es aceptada porunanimidad. No por el dinero...TODOS.—No por el dinero...ALCALDE.—...sino por la justicia...

TODOS.—...sino por la justicia...ALCALDE.—...por escrúpulos de conciencia.TODOS.—...por escrúpulos de conciencia.ALCALDE.—Porque no podemos vivir si seguimos tolerando un crimenentre nosotros...TODOS.—Porque no podemos vivir si seguimos tolerando un crimenentre nosotros...ALCALDE.—...que hemos de extirpar...TODOS.—...que hemos de extirpar...ALCALDE.—...para que nuestras almas no se pierdan...

TODOS.—...para que nuestras almas no se pierdan...ALCALDE.—...ni padezcan nuestros más caros y sagrados ideales.

Page 54: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 54/62

TODOS.—...ni padezcan nuestros más caros y sagrados ideales.ELÍAS.—¡Dios mío! (Todos están en pie, con las manos solemnementelevantadas. Desgraciadamente, la cámara de uno de los noticiarioscinematográficos se atascó y no pudo recoger todo.) CAMERAMAN.—Perdone, señor alcalde. ¿Podríamos repetir el final? La

cámara no marchaba.ALCALDE.—¿Otra vez?CAMERAMAN.—Es para el noticiario.ALCALDE.—¡Está bien!CAMERAMAN.—¿Todos los focos en orden?UNA voz.—¡Sí, señor!CAMERAMAN.—¡Venga!ALCALDE.—Los que estén por la salvaguardia de la justicia quelevanten la mano. (Se repite el juego de la votación.) La donación dela señora Zajanassian es aceptada por unanimidad. No por el

dinero...TODOS.—No por el dinero...ALCALDE.—...sino por la justicia...TODOS.—...sino por la justicia...ALCALDE.—...por escrúpulos de conciencia.TODOS.—...por escrúpulos de conciencia.ALCALDE.—Porque no podemos vivir si seguimos tolerando un crimenentre nosotros...TODOS.—Porque no podemos vivir si seguimos tolerando un crimenentre nosotros...

ALCALDE.—...para que nuestras almas no se pierdan...TODOS.—...para que nuestras almas no se pierdan...ALCALDE.—...ni padezcan nuestros más caros y sagrados ideales.TODOS.—...ni padezcan nuestros más caros y sagrados ideales.(Silencio.) CAMERAMAN.—(A DON ELÍAS.) ¡Venga! ¡Ahora! (Silencio. El CAMERAMAN, un

 poco picado, dice): ¡Como usted quiera! ¡Ha sido una lástimaperderse aquel Dios mío! Era impresionante.ALCALDE.—Los señores de la Prensa, radio y televisión quedaninvitados a un vino de honor. Por favor, pasen al restaurante. Lo

mejor es que pasen por la escena. A las señoras les será servido unté en el jardín. (Todos hacen mutis, menos los hombres. DON ELÍAS selevanta y hace ademán de salir.) POLICÍA.—¡Quieto! (Hace sentar a DON ELÍAS. ) ELÍAS.—¡No querréis hacerlo ahora!POLICÍA.—Claro que sí.ELÍAS.—Creí que sería mejor en mi casa.POLICÍA.—¡Será aquí y basta!ALCALDE.—¿Queda algún extraño en la sala? ( TERCERO y CUARTO miran.) TERCERO.—Nadie.

ALCALDE.—¿Y en el anfiteatro?CUARTO.—Vacío.

Page 55: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 55/62

ALCALDE.—Cerrad las puertas y que no entre nadie. ( TERCERO y CUARTO

se dirigen a la sala.) TERCERO.—¡Cerrado!CUARTO.—¡Cerrado!ALCALDE.—Apagad la luz. La luna está llena y su luz bastará. (La

escena se oscurece. Las formas se ven un poco esfuminadas por laluz de la luna.) Formad el callejón. (Los gulenses se colocan en dosfilas. Al fondo, el ATLETA, vestido con un elegante "maillot" blanco y una banda roja cruzada sobre el pecho.) ¿Señor párroco? (El PÁRROCO

se dirige lentamente a DON ELÍAS, se sienta a su lado y habla conunción.) PÁRROCO.—Hijo mío, ha llegado la hora.ELÍAS.—Déme un cigarrillo.PÁRROCO.—¿Tiene un cigarrillo, señor alcalde?ALCALDE.—(Afectuosamente.) ¡No faltaría más! Uno de los buenos. (Da

la cajita al PÁRROCO y éste se la ofrece a DON ELÍAS que saca uncigarrillo. El POLICÍA le ofrece fuego, mientras el PÁRROCO devuelve el 

 paquete al ALCALDE. ) PÁRROCO.—Como dijo el profeta Amos...ELÍAS.—Por favor, no siga... ( DON ELÍAS fuma.) PÁRROCO.—¿No tiene miedo?ELÍAS.—Ya no. (Fuma.) PÁRROCO.—(Desconcertado.) Rezaré por usted.ELÍAS.—¡Rece usted por Gula, señor párroco! (Fuma. El PÁRROCO selevanta.) 

PÁRROCO.—¡Que Dios nos perdone! (Se coloca en la fila, con los otrosgulenses.) ALCALDE.—¡Levántese, señor Ill! ( DON ELÍAS vacila.) POLICÍA.—¡Levántate, cerdo! (El POLICÍA le levanta de un tirón.) ALCALDE.—¡Compórtese, policía!POLICÍA.—¡Perdón! Ha sido un pronto...ALCALDE.—¡Acérquese, señor Ill! ( DON ELÍAS se acerca lentamente, tirael cigarrillo y lo apaga con el pie. Luego se coloca de espaldas al 

 público, ante las dos filas de gulenses.) ¡Adelante! ( DON ELÍAS vacila denuevo.) 

POLICÍA.—¿No oyes? ( DON ELÍAS avanza lentamente entre las dos filasde gulenses silenciosos. Al fondo resalta la figura del ATLETA que seacerca. DON ELÍAS se para, da la vuelta y ve cómo las dos filas secierran despiadadamente, cortándole la retirada. Entonces, cae derodillas, cubriéndose la cara. Las dos filas se transforman en unmontón de hombres que, sin decir palabra, caen sobre DON ELÍAS. Silencio absoluto. Poco después entran en escena algunos PERIODISTAS

y se enciende la luz.) PERIODISTA I.—¿Qué pasa ahí? (El montón se deshace y los gulenses seretiran al fondo, donde permanecen inmóviles y en el más absoluto

silencio. En el centro queda solamente el DOCTOR inclinado sobre uncadáver cubierto con un mantel de dibujo escocés, como los de tantos

Page 56: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 56/62

hoteles. El DOCTOR se levanta y guarda el estetoscopio.) DOCTOR.—Ataque al corazón. (Silencio.) ALCALDE.—Muerto de alegría.PERIODISTA II.—¿Muerto de alegría?PERIODISTA I.—La vida escribe las más bellas historias. (Los dosPERIODISTAS salen corriendo hacia el fondo derecha. Por la izquierdaentra CLARA ZAJANASSIAN, seguida de BOBY. CLARA contempla el cadáver,queda un momento inmóvil y luego se dirige al centro de la escena,cara al público.) CLARA.—¡Traedlo aquí! (Los dos monstruos aparecen con una camilla,colocan el muerto y la depositan a los pies de la señora ZAJANASSIAN. Ésta, inmóvil.) ¡Descúbrele la cara, Boby! ( BOBY lo hace. CLARA

examina largo tiempo, inmóvil y sin decir palabra, el cadáver.) Vuelvea ser el que era antes, mi pantera negra. Tápalo. ( BOBY obedece.)¡Metedlo en el ataúd! (Los monstruos hacen mutis con la camilla.)

¡Llévame a mi cuarto, Boby! Que hagan las maletas. Salimosinmediatamente para Capri. ( BOBY le ofrece el brazo. CLARA comienzael mutis, hacia la izquierda. A medio camino se para y llama.) ¡Señoralcalde! (El ALCALDE se destaca lentamente de la masa de gulensessilenciosos y avanza.) El cheque. (Le da un papel y hace mutis con el LACAYO. Telón.)

Mientras el guardarropa de los ciudadanos ha ido mejorando poco a  poco, sin prisas, discretamente, pero de forma que no pueda ser   pasado por alto, la escena ha seguido el mismo ritmo, reflejando

cómo la ciudad entera ha ido subiendo escalones económicos, de lamisma forma que en un paseo por la ciudad se va a pie de losarrabales al centro, hasta llegar en la obra al marco de una ciudad moderna con buen nivel de vida cuya apoteosis se da en esta escenafinal. El antiguo mundo, pobre y gris, se ha transformado en unmundo técnico y de brillos metálicos, en riqueza que rodea el "happy-end" del nuevo mundo. Banderas, guirnaldas, carteles, luz neón, hantransformado la ruinosa estación de antes. Todos los gulenses estánvestidos de etiqueta: frac los hombres y traje de noche las mujeres,formando dos coros que se asemejan a los coros de la tragedia

griega, no ocasionalmente, sino con entero propósito, como si diesena un barco averiado la última alarma antes de ser arrastrado por lascorrientes. 

CORO I.Infinito es el mal:terribles terremotos,volcanes desatados,el mar enfurecido,las guerras que devastan,

los campos arrasadospor los tanques pesados,

Page 57: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 57/62

la seta apocalípticade las bombas atómicas.

CORO II.Pero nada peor que la pobreza,

la pobreza que no sabe de aventuras,que esclaviza a los pueblos despiadadaen monótona cadena de miserias.

MUJERES.Con las madres que ven cómo sus hijosson presas de la muerte.

HOMBRES.Con los hombres que ven en cada esquina

la traición acechando su existencia.

PRIMERO.Los hombres que marchan con los pies desnudos.

TERCERO.Con la boca reseca por la rabia.

CORO I.Con las manos vacías

frente a las muertas fábricasque ya no dan el pan.

CORO II.Con los trenes que pasan despreciandola ciudad que antes fue.

TODOS.Bienaventurados

MATILDE.los que la pía suerte

TODOS.liberó del horror.

MUJERES.Dóciles telas nos ciñen la figura.

HIJO.

La juventud conduce raudos coches.

Page 58: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 58/62

HIJA.La pelota de tenisrebota alegrementesobre la roja arena.

DOCTOR.En los blancos quirófanosopera el cirujano.

TODOS.Todas las chimeneas humean en las casas,donde hombres bien calzadosya no mascan la rabia.

MAESTRO.

Ávida aprende la juventud curiosa.

SEGUNDO.Activos industriales coleccionan tesoros.

TODOS.De Rembrandt a Rubens.

PINTOR.El bienestar se amiga con las artes.

PÁRROCO.En rebrote de fe,las tres Pascuas del añola población afluye a las iglesias.

TODOS.Y los trenes que unen a los pueblos,majestuosos y a la par veloces,no cruzan sin parar.

(El REVISOR aparece por la izquierda.) 

REVISOR.—¡Gulaaa!JEFE DE ESTACIÓN.—¡Rápido Gula-Roma! ¡Señores viajeros, al tren!¡Coches cama, a la cabeza! (Por el fondo llega CLARA ZAJANASSIAN, en lalitera, inmóvil como un viejo ídolo de piedra. Acompañada de suséquito, atraviesa entre los dos coros.) ALCALDE.—¡Ya parte!TODOS.—¡Se va la bienhechora!

HIJA.—¡Ya parte aquella que nos cubrió de bienes!TODOS.—¡Ya parte con su séquito! ( CLARA ZAJANASSIAN hace mutis por el 

Page 59: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 59/62

foro derecha, siguiéndola una larga teoría de mozos y criados, que portan el ataúd con el cuerpo de ELÍAS ILL. ) ALCALDE.—¡Por siempre viva!TODOS.—¡Ya se lleva consigo los restos del amado! (El JEFE DE ESTACIÓN

da la salida.) TODOS.—¡Que nos guarde por siempre...PÁRROCO.—Dios!TODOS.—¡Por los siglos de los siglos...ALCALDE.—el bienestar!

TODOS.Que nos guarde los bienes terrenales,que nos guarde la paz,la libertad por siempre.¡Que aleje las tinieblas

de la ciudad!Para que los dichososdisfruten de la dicharecién resucitada.

TELÓN

Page 60: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 60/62

 EPÍLOGO

  La visita de la vieja dama es una historia que transcurre en una pequeña ciudad de

Europa central y está escrita por alguien que no pretende distanciarse de sus personajes,

ya que no está seguro de que obraría de distinta forma que los gulenses en la misma

situación. Lo que la historia entrañe de más es algo que no necesita ser dicho aquí ni

resaltado en la escena, cosa esta válida también para el final de la obra. Si bien es

verdad que los gulenses hablan al final más solemnemente de lo natural y se acercan a

lo que se da en llamar poesía, ha de atribuirse solamente a que los habitantes de Gula se

han vuelto ricos y, como nuevos ricos que son, se esfuerzan por hablar de forma más

rebuscada.. En esta obra describo personas y no marionetas, una acción y no una

alegoría, un mundo y no una moral, como a veces se me achaca. No intento ni siquiera

confrontar mi obra con el mundo, ya que esto se da naturalmente de por sí, siempre que

reconozcamos y consideremos que también el público es parte y pertenece al teatro. Una

obra de teatro se limita, para mí, a las posibilidades escénicas, independientemente del

ropaje de un estilo. Cuando los cuatro gulenses miman árboles y animales en escena, no

se trata de surrealismo, sino de hacer más soportable la penosa escena de amor que se daen el bosque, es decir, el penoso acercamiento de un viejo a una dama medio inválida,

acercamiento más soportable en una atmósfera con tinte poético. Yo escribo siempre

con una confianza inmanente en el teatro y en el actor. Este es mi impulso primario. El

material me fascina. El actor necesita poco para encarnar un personaje. Solo su

epidermis, es decir, el lenguaje que, naturalmente, ha de concordar. En otras palabras:

de la misma forma que un órgano se revela exteriormente por la piel que lo cubre, la

obra de teatro se define por su lenguaje. El autor se preocupa solo del lenguaje, que es

su último resultado. Ahora bien: el autor no puede elaborar el lenguaje en sí, sino

solamente lo que hace el lenguaje; por ejemplo, el pensamiento y la acción. Solo los

diletantes se preocupan exclusivamente del lenguaje en sí y el estilo. La labor del actor,

en mi opinión, debe ser llegar al mismo resultado, es decir, a reflejar como natural lo

que es arte. La obra ha de interpretarse así como está, sin buscar segundas intenciones,

ya que lo que la obra entraña ajeno a la misma acción se dará por añadidura. No me

tengo por un autor de la vanguardia actual. Sin embargo, tengo mi propia teoría del arte

(¡hay tantas cosas que a uno le gustan!), pero la considero como una opinión privada y

Page 61: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 61/62

me guardo de decirla, ya que entonces tendría que regirme por ella, y prefiero pasar por

una naturaleza un poco desquiciada con poco sentido de las formas.

Escenifíqueseme a la manera de una obra popular, como si fuese un Nestroy consciente

de lo que hace, que esta será la mejor forma de comprenderme. En el montaje de la

obra, respétense mis ideas sin meterse a buscar tres pies al gato. Respétese también mi

transformación escénica sin pausas ni telones; interprétese la escena del auto

sencillamente, lo mejor con un auto de teatro que tenga solo lo imprescindible para la

acción: asientos, volante, parachoques... y de forma que se vea con el capó frente a los

espectadores. El asiento trasero será más alto que el delantero. Se cuidará mucho de que

el auto tenga aspecto de nuevo, como lo han de tener los zapatos amarillos, trajes y

todas las prendas que indican el progresivo confort de los gulenses. (Que conste que

esta escena no tiene nada que ver con Wilder. ¿Que a qué viene esto? Por si los

críticos.) Clara Zajanassian no corporeíza ni la Justicia con mayúscula, ni el Plan

Marshall, ni el Apocalipsis. La vieja dama es lo que es, es decir, la mujer más rica del

mundo y en condiciones, gracias a su gigantesca fortuna, de obrar como una heroína de

la tragedia griega, de la manera cruel y absoluta que podría hacerlo Medea, por ejemplo.

Hace lo que hace porque puede permitírselo. La señora Zajanassian tiene sentido del

humor, cosa que hay que reconocerle. Tampoco hay que pasar por alto la distancia que

sabe guardar ante los humanos, como si estos fuesen mercancía en venta. Sin embargo,

también guarda las distancias frente a sí misma, a la vez que posee una gracia rara, una

gracia lejana mezclada a un maligno encanto. Como la vieja dama se mueve en un mun-

do fuera del orden humano, se convierte en algo inmutable y fatal, incapaz de

desenvolvimiento, tendente, cuando más, a convertirse en un ídolo petrificado. La

señora Zajanassian es una aparición poética, como lo es todo su séquito, incluidos los

dos eunucos, los cuales no deben ser representados con desagradables voces de

castrados, sino como algo irreal, legendario, tenue y fantasmal en su dicha vegetal,

como las víctimas de una venganza absoluta, lógica como las leyes de la prehistoria.

(Para facilitar el papel, los dos eunucos pueden hablar uno cada vez, no necesitando, en

este caso, repetir cada frase.) Mientras que Clara Zajanassian es una heroína desde el

principio y lo ha sido siempre, Elías Ill, su amante, se convierte en héroe a lo largo de la

acción. En su calidad de oscuro tendero, se siente víctima al principio, sin conciencia de

lo que pasa. Culpable, reacciona aduciendo que su delito ha prescrito con el tiempo.

Elías es un hombre sencillo que lentamente, al pasar por el miedo, el horror y la

Page 62: Dürrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama

5/11/2018 D rrenmatt, Friedrich - La visita de la vieja dama - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/duerrenmatt-friedrich-la-visita-de-la-vieja-dama 62/62

resignación, llega a hacerse grande por su muerte, reconocida ya su culpa. (Su muerte

no carece de cierta monumentalidad.) Su muerte es simbólica y sin sentido al mismo

tiempo. Hubiese sido solamente simbólica si su muerte ocurriese en el reino mítico de la

antigua Polis, pero no lo es porque su historia transcurre en Gula. Rodean a los héroes

los gulenses, hombres como cualquiera de nosotros. No han de ser representados como

malvados, ni mucho menos. Al principio están firmemente decididos a rechazar la

oferta. Luego, se meten en deudas, pero no porque se propongan asesinar a Elías Ill,

sino porque en su despreocupación piensan que todo terminará del mejor modo, sin

necesidad de dramas. Así ha de entenderse y escenificarse el segundo acto, al igual que

la escena de la estación, donde la angustia existe sólo en la cabeza de Elías, el único en

comprender su situación. En la estación, los gulenses no se excitan ni insultan. El

cambio radical se da en el granero de Peter, donde la fatalidad se hace inevitable. A

partir de este momento los gulenses se van preparando para el crimen, se escandalizan

del delito de Elías, etcétera. Solo la familia Ill se aferra hasta el final a la idea de que

todo terminará bien. La familia no es malvada, sino tan débil como los demás. Se trata

de una comunidad que va cediendo lentamente a la tentación, como le pasa al maestro.

Este proceso ha de ser comprensible. La tentación es demasiado grande y la pobreza

demasiado extrema. La visita de la vieja dama es una obra donde la maldad surge; pero,

por lo mismo, no debe hacerse resaltar, sino representarse de la forma más humana, con

compasión y no con indignación por lo que pasa, pero, ¡por favor!, también con humor,

pues nada daña tanto a esta comedia, que termina tan trágicamente, como una seriedad

exagerada.

FIN DE "LA VISITA DE LA VIEJA DAMA"