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aventuras de Ripley (Sigourney Weaver), cuando ella es rescatada de un sueño profundo en una cápsula a la deriva. Esto ocurre 57 años después de que la astronauta había logrado eliminar al monstruo extraterrestre responsable de la destrucción de sus compañeros y de la nave mercante Nostromo. Para su in- dignación, la mujer se entera que la compañía está renuente a creer su ver- sión de los hechos y que en el planeta dOllde se había recogido al monstruo, se ha establecido una colonia de familias terrícolas. Ripley acepta unirse a una mi- sión militar que intenta averiguar por qué se ha perdido contacto con dicha colo- nia. Eso conduce, claro, a un violento enfrentamiento con docenas de mons- truos que han usado a los humanos como incubadoras de su especie. El director y guionista James Cameron repite el esquema argumental de su pre- decesora -el consecuente triunfo de Ri- pley sobre el enemigo- con algunos cambios. En sustitución del horror dosifi- cado en shocks, bajo una atmósfera gótica, conseguida por Ridley Scott, Aliens toma prestadas algunas conven- ciones del cine bélico, en un ritmo narra- tivo trepidante que confirma las buenas dotes técnicas de Cameron. La película no se preocupa por imitar la escalo- friante belleza de la versión original por- que no es esa su intención; este es un viaje de emociones en un modelo aus- tero: no hay tiempo para lujos. Por otro lado, se reitera la innova- ción principal de Alien en el sentido de hacer que la mujer deje su papel tradicio- nalmente pasivo dentro del género y se vuelva la figura heroica. Tan autosufi- ciente es el desempeño de Ripley en esta segunda parte, con el fin de salvar a una niña a la que ha adoptado como pro- pia, que la cinta puede interpretarse como una fantasía feminista extrema. Al final, en la pelea entre Ripley y la mamá de los aliens, el hombre se hace prescin- dible. Si de preservar la especie se trata, es un asunto de mujeres. Producto típico de los años 50, La mosca de la cabeza blanca, de Kurt Neu- mann, narraba lo que le sucedía a un científico que, por accidente, intercam- biaba cabezas con una vulgar mosca do- méstica, al experimentar con un tele- transportador de moléculas. Hoy día, la película mueve más que nada a la risa, pero no deja de tener un par de escenas inquietantes (quien la haya visto no po- drá olvidar el "Help me, help me!" del final). Casi 30 años después se ha reali- zado una segunda versión, más sofisti- cada, del mismo argumento. Ahora, la mosca se integra genéticamente al orga- nismo del infortunado científico en su paso por el teletransportador, y el hom- bre se irá transformando lentamente en un monstruo asqueroso. Ningún otro que el canadiense David Cronenberg po- dría haber dirigido La mosca, ya que el cineasta se ha especializado en retratar las mutaciones del cuerpo humano como una forma de monstruosidad mu- cho más atemorizante que cuando la amenaza es externa: el mal está dentro de nosotros. Lo mejor de La mosca está en su pri- mera mitad. Al igual que en El engendro del diablo (The Brood) y en Zona muerta, Cronenberg ha creado personajes creí- bles que le dan una base dramática al conflicto. La relación amorosa que se da entre el científico y una periodista -bien interpretados por Jeff Goldblum y Geena Davis- constituye el eje emotivo de la película. Uno en verdad lamenta la dege- neración del protagonista, porque ha ad- quirido dimensión como ser humano; su padecimiento es comparable al de una Cine SECUELAS DE HORROR Por Leonardo García Tsao Hacer una secuela, una segunda ver- sión o remake de una película de pro- bado éxito comercial se ha vuelto prác- tica común dentro de una industria, la hollywoodense sobre todo, que descon- fía de lo que pudiera ser nuevo o dife- rente y, por lo tanto susceptible al fra- caso. y el género que más se presta a esa práctica por sus cualidades intrínse- cas es el del horror. Invéntese un mons- truo o una amenaza que funcione en ta- quilla y éstos siempre podrán ser revividos en diferentes presentaciones. Además, el horror cinematográfico tiende a ser cíclico. ¿Quién, por ejemp10, lleva la cuenta de las infinitas adaptacio- nes de la historia de Drácula? ¿O la de Frankenstein? Hasta los productos me- nos meritorios se someten a la repeti- ción; por eso, la serie de Martes 13 -que nunca debió haber existido para empe- zar- ha llegado a su quinta parte, con el subtítulo de Un nuevo comienzo, des- pués que la cuarta se precipitó en lla- marse El capítulo final. Así las cosas, tres películas que parti- cipan de ese fenómeno se han distin- guido por salirse, con mayor o menor fortuna, de la fórmula. Aliens. El regreso es, desde luego, la continuación de las Aliens. E s e e n a r . I o

E I Cinesión de los hechos y que en el planeta dOllde se había recogido al monstruo, se ha establecido una colonia de familias terrícolas. Ripley acepta unirse a una mi sión militar

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Page 1: E I Cinesión de los hechos y que en el planeta dOllde se había recogido al monstruo, se ha establecido una colonia de familias terrícolas. Ripley acepta unirse a una mi sión militar

aventuras de Ripley (Sigourney Weaver),

cuando ella es rescatada de un sueñoprofundo en una cápsula a la deriva.Esto ocurre 57 años después de que laastronauta había logrado eliminar almonstruo extraterrestre responsable dela destrucción de sus compañeros y dela nave mercante Nostromo. Para su in­dignación, la mujer se entera que lacompañía está renuente a creer su ver­sión de los hechos y que en el planetadOllde se había recogido al monstruo, seha establecido una colonia de familiasterrícolas. Ripley acepta unirse a una mi­sión militar que intenta averiguar por quése ha perdido contacto con dicha colo­nia. Eso conduce, claro, a un violentoenfrentamiento con docenas de mons­truos que han usado a los humanoscomo incubadoras de su especie.

El director y guionista James Cameronrepite el esquema argumental de su pre­decesora -el consecuente triunfo de Ri­pley sobre el enemigo- con algunoscambios. En sustitución del horror dosifi­cado en shocks, bajo una atmósferagótica, conseguida por Ridley Scott,Aliens toma prestadas algunas conven­ciones del cine bélico, en un ritmo narra­tivo trepidante que confirma las buenasdotes técnicas de Cameron. La películano se preocupa por imitar la escalo­friante belleza de la versión original por­que no es esa su intención; este es unviaje de emociones en un modelo aus­tero: no hay tiempo para lujos.

Por otro lado, sí se reitera la innova­ción principal de Alien en el sentido dehacer que la mujer deje su papel tradicio­nalmente pasivo dentro del género y sevuelva la figura heroica. Tan autosufi­ciente es el desempeño de Ripley enesta segunda parte, con el fin de salvar auna niña a la que ha adoptado como pro­pia, que la cinta puede interpretarse

como una fantasía feminista extrema. Alfinal, en la pelea entre Ripley y la mamáde los aliens, el hombre se hace prescin­dible. Si de preservar la especie se trata,es un asunto de mujeres.

Producto típico de los años 50, Lamosca de la cabeza blanca, de Kurt Neu­mann, narraba lo que le sucedía a uncientífico que, por accidente, intercam­biaba cabezas con una vulgar mosca do­méstica, al experimentar con un tele­transportador de moléculas. Hoy día, lapelícula mueve más que nada a la risa,pero no deja de tener un par de escenasinquietantes (quien la haya visto no po­drá olvidar el "Help me, help me!" delfinal). Casi 30 años después se ha reali­zado una segunda versión, más sofisti­cada, del mismo argumento. Ahora, lamosca se integra genéticamente al orga­nismo del infortunado científico en supaso por el teletransportador, y el hom­bre se irá transformando lentamente enun monstruo asqueroso. Ningún otroque el canadiense David Cronenberg po­dría haber dirigido La mosca, ya que elcineasta se ha especializado en retratarlas mutaciones del cuerpo humanocomo una forma de monstruosidad mu­cho más atemorizante que cuando laamenaza es externa: el mal está dentrode nosotros.

Lo mejor de La mosca está en su pri­mera mitad. Al igual que en El engendrodel diablo (The Brood) y en Zona muerta,Cronenberg ha creado personajes creí­bles que le dan una base dramática alconflicto. La relación amorosa que se daentre el científico y una periodista -bieninterpretados por Jeff Goldblum y GeenaDavis- constituye el eje emotivo de lapelícula. Uno en verdad lamenta la dege­neración del protagonista, porque ha ad­quirido dimensión como ser humano; supadecimiento es comparable al de una

CineSECUELASDE HORROR

Por Leonardo García Tsao

Hacer una secuela, una segunda ver­sión o remake de una película de pro­bado éxito comercial se ha vuelto prác­tica común dentro de una industria, lahollywoodense sobre todo, que descon­fía de lo que pudiera ser nuevo o dife­rente y, por lo tanto susceptible al fra­caso. y el género que más se presta aesa práctica por sus cualidades intrínse­cas es el del horror. Invéntese un mons­truo o una amenaza que funcione en ta­quilla y éstos siempre podrán serrevividos en diferentes presentaciones.Además, el horror cinematográficotiende a ser cíclico. ¿Quién, por ejemp10,lleva la cuenta de las infinitas adaptacio­nes de la historia de Drácula? ¿O la deFrankenstein? Hasta los productos me­nos meritorios se someten a la repeti­ción; por eso, la serie de Martes 13 -quenunca debió haber existido para empe­zar- ha llegado a su quinta parte, con elsubtítulo de Un nuevo comienzo, des­pués que la cuarta se precipitó en lla­marse El capítulo final.

Así las cosas, tres películas que parti­cipan de ese fenómeno se han distin­guido por salirse, con mayor o menorfortuna, de la fórmula. Aliens. El regresoes, desde luego, la continuación de las

Aliens.

E s e e n a r.I o

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La Mosca. dirigida por Cronenberg

persona que ha contraído una enferme­dad incurable y misteriosa. Por desgra­cia, Cronenberg cede a su debilidad deregodearse en la representación gráficade lo repulsivo, y termina por hacer deLa mosca un escaparate de efectos nau­seabundos. En consecuencia, los perso­najes empiezan a perder forma, y en elcaso del científico esto es literal: el actorGoldblum desaparece bajo kilos de ma­quillaje que lo convierten en la versiónviscosa de alguno de los Muppets. Yapara la secuencia climática, la película sele escapa totalmente de las manos alrealizador. Mientras los efectos especia­les evidencian una limitación en el presu­puesto (o en la imaginación), la violenciagratuita es llevada a extremos que bor­dean lo irrisorio. El espectador que a es­tas alturas haga chistes sobre matamos­cas o insecticidas no será muy original,pero tampoco le faltará razón. Muchomás conmovedora resultaba la primeraversión de Neumann, en el momento enque la esposa del científico se resignabaa sacrificar a su deformado marido enuna prensa mecánica. Y no hay nada enLa mosca de Cronenberg que se grabetanto en la memoria como la célebre es­cena del "Help me".

El cineasta independiente George A.Romero ha completado su trilogía sobrelos muertos vivientes. La primera parte,La noche de los muertos, es ya un clásicodel cine de horror, e importante piedrade toque para su evolución en los 70.Dawn of the Dead (El alba de los muer­tos, aún inédita en México~ retomaba lapremisa de un mundo atacado por zom­bies caníbales para plantear una maca­bra sátira sobre la sociedad de con­sumo. Y la tercera parte, Day of cheDead (El día de los muertos), cierra el ci­clo en forma brillante. En esta ocasión,

según se muestra en la estupenda se­cuencia inicial, los zombies se han multi­plicado al grado de reducir a los huma­nos a una minoría en total desventaja.Un pequeño grupo de supervivientes in­tegrado por unos científicos -entre losque se cuenta la única mujer- y unos mi­litares, conviven en unas instalacionessubterráneas que les permite aislarse delas hordas de zonibies que merodean ellugar, atraídos por el olor a carne hu­mana. Pero lejos de ser una convivenciapacífica, hay una tensión permanenteentre científicos y militares. Los prime-

ros, bajo las órdenes de un desorbitadodoctor apodado Frankenstein, insistenen capturar y analizar ejemplares dezombies para conocer su funciona­miento; en cambio, los segundos pien­san que lo único productivo que puedehacerse con un zombie es destruirlo. Enel fondo, se trata de una pugna por elpoder, por la supremacía, y los militares-caracterizados como un puñado deRambos casi psicóticos- intentan impo­nerse por la fuerza de las armas.

En cada película de la trilogía, Romeroha demostrado ser un agudo observadorde los males de su sociedad, con unabuena mano para representarlos enforma metafórica. Así, Day of the Deades una lúcida recreación del clima reaga­niano, y su empeño en ejercer su para­noia militarista por medio de actos debravuconería. Particularmente significa­tivo en ese sentido es el personaje deSub, un zombie que es adiestrado por el"Dr. Frankenstein" a reconocer su pa­sado humano a través de reflejos condi­cionados; lo primero que hará Sub consus conocimientos readquiridos será to­mar una pistola y dispararla con tinoasombroso. No es casual tampoco quelos únicos personajes positivos, los quelogran escapar de la masacre final, seanaquellos marginados por el código mili­tar (necesariamente reaccionario y ma­chista): una mujer, un negro y un alcohó­lico. Para su gran mérito, Day of theDead revive las cualidades subversivasdel cine de horror, cuando éste ha ten­dido a conformarse con esquemas de­masiado conservadores. Ahora es deesperar que algún distribuidor compreDay of che Dead por error, confundién­dola con una de tantas películas malas

del género, para que pueda ser vista enMéxico.O

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