ECPE Zimmermann Unidad 2

Embed Size (px)

Citation preview

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    1/44

    Los liberales reformistasLa cuestin social en la Argentina

    1890-1916

    Eduardo A. Zimmermann

    Editorial Sudamericana

    Buenos Aires, 1995

    Este material se utiliza con finesexclusivamente didcticos

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    2/44

    NDICE

    Agradecimientos ........................................................................................................................ 7Abreviaturas ............................................................................................................................... 9Introduccin ............................................................................................................................. 11

    1. LA POLTICA EN EL ORDEN LIBERAL-CONSERVADOR ......................................... 21Las bases del poder poltico ........................................................................................ 21Organizacin de partidos ............................................................................................ 25Una improbable aristocracia ....................................................................................... 29

    2. EL TRASFONDO IDEOLGICO DEL REFORMISMO LIBERAL ................................ 41Los fundamentos de un orden liberal-conservador ..................................................... 41Liberalismo e intervencionismo econmico ............................................................... 45El radicalismo ............................................................................................................. 49El movimiento social catlico ..................................................................................... 52El socialismo y la burguesa inteligente .................................................................. 55

    3. LOS INTELECTUALES Y LA REFORMA SOCIAL ....................................................... 68Reforma moral, reforma poltica y reforma social ...................................................... 68El papel de los intelectuales ........................................................................................ 70El Museo Social Argentino ......................................................................................... 74

    4. EL REFORMISMO EN LAS CIENCIAS SOCIALES ....................................................... 83La sociologa y la nueva economa social ............................................................... 83El derecho y la cuestin social .................................................................................... 91El Congreso Americano de Ciencias Sociales ............................................................ 94

    5. LA SALUD PBLICA: CUESTIN RACIAL Y CUESTIN SOCIAL ........................ 101

    Medicina y salud pblica en el fin de siglo ............................................................... 101Vivienda y salud pblica ........................................................................................... 103El Estado y la salud pblica ...................................................................................... 105La degeneracin racial y el inters nacional en la salud pblica ........................... 109

    6. LA CRIMINOLOGA Y LA CRIMINALIZACIN DEL ANARQUISMO ................... 126La inmigracin y el crimen en Buenos Aires ............................................................ 126La criminologa positivista en la Argentina .............................................................. 127La cuestin obrera y el crimen .................................................................................. 131El orden pblico y la defensa social ......................................................................... 135El anarquismo y las restricciones a la inmigracin: precedentes extranjeros ........... 138

    7. LA EXCLUSIN DEL ANARQUISMO .......................................................................... 150Antecedentes de restricciones a la inmigracin y leyes dedeportacin en la Argentina ...................................................................................... 151La ley de residencia .................................................................................................. 153Otros intentos ............................................................................................................ 156La ley de defensa social ............................................................................................ 160Polica y accin judicial ............................................................................................ 161

    8. RESPUESTAS A LA CUESTIN OBRERA (I) .......................................................... 173Miguel Can y Carlos Pellegrini ............................................................................... 173El proyecto de ley nacional del trabajo de 1904 ....................................................... 178

    9. RESPUESTAS A LA CUESTIN OBRERA (II) ......................................................... 193La nueva legislacin ................................................................................................. 193El Departamento Nacional del Trabajo ..................................................................... 197

    2

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    3/44

    Soluciones al problema del desempleo.El resurgir del movimiento social catlico ............................................................... 202

    Conclusiones .......................................................................................................................... 215

    Bibliografa ............................................................................................................................ 227

    3

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    4/44

    3. LOS INTELECTUALES Y LA REFORMA SOCIAL

    Reforma moral, reforma poltica y reforma social

    Uno de los factores que impulsaron el surgimiento de la corriente reformista liberal fue el legado de

    la crisis poltica y econmica de 1890. La corrupcin administrativa, la especulacin financiera, el fraudeelectoral, el materialismo y la exagerada opulencia en las costumbres sociales, aparecieron entonces a losojos de algunos como sntomas de una declinacin moral generalizada. Muchas de estas crticas pusieron elacento en la necesidad de superar lo que observadores locales y extranjeros describieron como el srdidomaterialismo y el insaciable mercantilismo imperantes en la sociedad argentina. Algunos perciban,especialmente en Buenos Aires, una declinacin de la vida familiar, una relajacin en las reglas morales, yuna falta de sobriedad en las costumbres y hbitos sociales, que eran indicativos para estos observadoresde un grave deterioro moral.1 Como ya hemos visto, desde la perspectiva catlica esta crisis moral erainterpretada como una consecuencia directa del proceso de secularizacin desatado por el liberalismo. Desdeotro punto de vista, la preocupacin por la declinacin moral del pas era, por el contrario, prueba de losxitos obtenidos. Leopoldo Maupas, uno de los primeros profesores de sociologa en la Universidad deBuenos Aires, analizaba as las nuevas aspiraciones reformistas en 1912: hemos realizado ms o menos bien

    las aspiraciones sociales fundamentales de seguridad personal y bienestar econmico, y empezamos asuspirar por lo superfluo y ms elevado.2

    A la par de estas aspiraciones de regeneracin espiritual, el espritu reformista se centr en lanecesidad de transformar las instituciones y hbitos polticos del pas y de introducir lo que se llamaba unapoltica de principios.3Esta corriente qued eventualmente identificada con los cambios producidos por laley electoral de 1912, pero se orient tambin hacia otras propuestas de reforma poltico-institucional, entrelas cuales las concernientes a la reforma del sistema federal, planteadas principalmente por Rodolfo Rivarolay Jos Nicols Matienzo, fueron las ms importantes. En Partidos unitario y federal(1905) y Del rgimen

    federativo al unitario (1908), Rodolfo Rivarola postul la necesidad de poner punto final al experimentofederalista y de adoptar un rgimen unitario basado en la centralizacin poltica y la descentralizacinadministrativa. Esta reforma estaba estrechamente vinculada, segn Rivarola, a otras necesarias reformasinstitucionales dirigidas a transformar el rgimen electoral y el sistema presidencialista, y a reformas de tipo

    moral que apuntaban a una modificacin de la cultura cvica local. Argumentos similares, aunqueintentando rescatar una forma de federalismo atenuado, expuso Jos Nicols Matienzo en El gobiernorepresentativo federal en la Repblica Argentina.4

    Tanto Matienzo como Rivarola extendieron sus preocupaciones por la reforma institucional al debatesobre la cuestin social del cambio de siglo. Rivarola, adems de integrar numerosas instituciones vinculadascon ese debate y de dirigir la prestigiosa Revista Argentina de Ciencias Polticas, fue un precursor de lacriminologa positivista en la Argentina, que tendra gran influencia en el proceso de criminalizacin delanarquismo (vase el captulo 6). Jos Nicols Matienzo, el primer presidente del Departamento Nacional delTrabajo (DNT) creado en 1907, estableci numerosos puntos de contacto entre la reforma moral, social ypoltica. En su clsico anlisis del sistema poltico argentino de 1910, Matienzo culpaba al sentimientooligrquico por el deterioro de la moral pblica ejemplificado por las pensiones, los subsidios y otrasformas de ayudas pecuniarias con que se recargan los presupuestos. Esta misma causa explicaba muchasomisiones de la legislacin, entre ellas las que afectan a los obreros... Unos aos ms tarde, en un artculopublicado en 1915, Matienzo se explay sobre el papel que le caba a la nueva generacin surgida tras elCentenario, reflejando aun ms claramente las vinculaciones entre la reforma social y las aspiraciones a unaregeneracin de la virtud cvica en la Argentina. Esta generacin, deca Matienzo,

    concentrar sus bros en dos empresas principales. Ser una de ellas consolidar las instituciones republicanassobre la base de la pureza y libertad del sufragio popular realizando pacficamente una revolucincomplementaria de la de 1.852. Ser la otra asegurar el reinado de la justicia en la produccin y distribucin dela riqueza, a fin de evitar la explotacin del dbil por el fuerte, suavizando la lucha por la vida y dignificando lapersona humana.5

    En trminos similares, en 1909, tras el asesinato de Ramn L. Falcn, Estanislao Zeballos no dudaba

    en contar entre los orgenes de la cuestin social a la desorganizacin social, poltica y administrativa enque vivimos desde hace treinta aos, en plena desmoralizacin irrespetuosa de toda disciplina. Si bienZeballos anhelaba una vida poltica orgnica, de partidos de principios, la solucin resida tambin en

    4

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    5/44

    tornar a esta sociedad la vieja disciplina que han relajado a designio y pacientemente corrumpuit etimpera la licencia y el sensualismo de los ltimos treinta aos. Esto tornaba la forma de este pruritoridculo de aristocracia que nos domina y nos lleva a establecer divisiones sociales intolerables, prejuicioalimentado por las autoridades que se entregaban a gastos asombrosos, que no tienen ms objeto que exaltarla ya enfermiza vanidad de las llamadas gentes superiores.6

    En resumen, desde distintas perspectivas la solucin de la cuestin social fue percibida como otrafaceta del proceso de regeneracin moral y poltica que deba sanear al pas. Intelectuales y polticos

    conectaron a la cuestin social con este supuesto resquebrajamiento generalizado de la moral pblica quehaca imposible la construccin de un orden poltico sano. Como hemos mencionado, esta generacin queimpulsara la reforma moral, poltica y social del pas se identific fuertemente con los claustros acadmicosy la actividad intelectual.

    El papel de los intelectuales

    Hubo aqu un interesante paralelo con el surgimiento de tendencias reformistas entre los intelectualesnorteamericanos de fin de siglo. Richard Hofstadter ha descrito esa alienacin de los profesionales que, porun sentimiento de humillacin compartido y una oposicin comn contra la plutocracia, empuj anumerosos intelectuales norteamericanos hacia posiciones reformistas. Exista adems un inters positivo departe de estos intelectuales, en particular los asociados a centros universitarios, en la expansin delmovimiento de reforma social. El desarrollo de una nueva legislacin social y de las instituciones que debantratar los nuevos problemas sociales haca necesario el tipo de conocimiento que economistas, socilogos yjuristas podan proporcionar.7

    En la Argentina, se dieron actitudes muy similares. En un anlisis del socialismo argentino publicadoen la Revista Argentina de Ciencias Polticas en 1914, los intelectuales aparecan como un grupontidamente diferenciado, encargado de llevar adelante la transformacin institucional del pas:

    La clase dirigente en la Repblica Argentina no es monopolista, es universitaria, es profesional, es pensadora,no tiene inters en hacer causa comn con nuestra relativa plutocracia del trust y del latifundio. Su espritugubernativo debe dirigirse a difundir el bienestar en las clases trabajadoras porque se es el nico medio deformar una nacin honesta.

    Esta identificacin de una genuina clase dirigente con los claustros universitarios y los crculosintelectuales por un lado, y por el otro con las preocupaciones reformistas en materia social era compartidapor el reformista espaol Adolfo Posada, estrechamente vinculado al movimiento reformista argentino, quiensostena en 1912 que en la Argentina, a personas, y aun a personajes, de significacin social conservadora,

    pero de mucha lectura y de aspiracin cientfica(...) no les asusta nada de lo que en todas partes se producecon el nombre de reforma social...8

    Una caracterstica de esta corriente acadmica del reformismo social fue la preocupacin pororientar las incipientes ciencias sociales argentinas hacia el estudio de problemas prcticos. En 1905 Juan A.Alsina, una de las autoridades en materia de inmigracin y autor de uno de los primeros estudios sobre lascondiciones de vida de los trabajadores en la Argentina, se diriga a quienes estudiaban el Derecho y lasCiencias Sociales solicitndoles dirigir sus actuales abstracciones hacia la prctica, dedicndose a observar

    los fenmenos relacionados con el bienestar del pueblo. En trminos similares, Gregorio Aroz Alfaro, unprecursor de la higiene y la medicina social argentina, insista una dcada ms tarde en la necesidad de quela enseanza universitaria se oriente netamente del lado de las necesidades sociales, destacando los casosde las enfermedades del trabajo, la organizacin de la asistencia social, y la higiene industrial, entre otros. Lacuestin social torn ms exigente que nunca la preocupacin por pasar, en palabras de Juan ngel Martnez,de la divagacin especulativa al terreno de la ciencia experimental...9

    De este modo veremos que los acadmicos o intelectuales no se limitaron al estudio puramentecientfico de la cuestin social. Muchos interpretaron como parte de su deber el llevar sus ideas a la prcticaa travs de la creacin y direccin de nuevas instituciones estatales dedicadas a distintas reas de la reformasocial. As, Jos Mara Ramos Meja y Emilio Coni tuvieron activa participacin en la creacin y direccinde la Asistencia Pblica de Buenos Aires; Augusto Bunge y Jos Ingenieros dirigieron la Seccin de HigieneIndustrial del Departamento Nacional de Higiene, y el Instituto de Criminologa de la Penitenciara Nacional,

    respectivamente. Vnculos similares surgieron en el tratamiento de la llamada cuestin obrera, donde JosN. Matienzo y Marco M. Avellaneda, ambos catedrticos universitarios con intereses en la reforma social,actuaron como los dos primeros presidentes del Departamento Nacional del Trabajo (DNT), promoviendo la

    5

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    6/44

    incorporacin de graduados de la Facultad de Derecho a esta institucin. Algunos casos en particular puedenilustrar el funcionamiento de este proceso de reclutamiento. Alejandro Ruzo y Alejandro Unsain obtuvieronsus doctorados en la Facultad en 1906; ambos ingresaron al DNT el ao siguiente. Ruzo escribi su tesisdoctoral sobre legislacin laboral, argumentando en favor de la intervencin estatal en las relacionesindustriales y por el abandono del carcter marcadamente individualista de la legislacin civil argentina.Adems ingres como oficial del DNT tras su creacin, en 1909 pas a ser secretario a cargo de lapresidencia hasta la asuncin de Marco M. Avellaneda. Unsain fue nombrado jefe de seccin en 1909,

    convirtindose en las dcadas siguientes en un especialista renombrado en la legislacin laboral del pas.Federico Figueroa escribi en 1906 un estudio sobre las huelgas en la Argentina y las posibles soluciones alproblema. En su libro, Figueroa critic tanto la indiferencia estatal expresada en la doctrina del laissezfaire, como el exagerado intervencionismo estatal, aunque concluyendo que ninguna solucin era posiblesin la intervencin conciliadora del Estado. Finalmente, recomendaba la creacin de una oficina del trabajocomo un mecanismo adecuado para solucionar los conflictos laborales. Ingres en 1909 al DNT, siendonombrado inspector en 1912. Pablo Storni inici sus investigaciones sobre las relaciones laborales con unestudio escrito en 1904 sobre las condiciones laborales ofrecidas en las industrias de la ciudad de BuenosAires. Este informe fue ordenado por el gobierno nacional como parte de las investigaciones que serviran debase al proyecto de cdigo laboral de Joaqun V. Gonzlez. El informe de Storni es una exhaustivainvestigacin sobre la situacin de la industria en la Capital Federal, la fuerza de trabajo empleada, lossalarios y las condiciones laborales. En 1909 Storni agreg una puesta al da sobre los desarrollos entre 1904y 1909, y present el trabajo como su tesis doctoral en la Facultad de Derecho de la Universidad de BuenosAires. Ese mismo ao acompa a otros graduados de la Facultad ingresando al DNT, y all fue nombradojefe se seccin y luego inspector.10

    Joaqun V. Gonzlez ejemplific tal vez ms que nadie la vinculacin entre el mundo universitario yla reforma social. Su proyecto de cdigo laboral de 1904 se convirti en un punto de referencia inevitable entodo debate sobre la cuestin social, y en toda su obra, Gonzlez exhibi una constante preocupacin porelevar el debate al ms alto nivel, introduciendo permanentemente referencias a los ltimos desarrollos en lasciencias y polticas sociales del mundo occidental (vanse los captulos 8 y 9). Sus preocupaciones yesfuerzos encontraron una satisfactoria va de expresin en la creacin de la Universidad Nacional de LaPlata en 1905, de la cual fue el primer presidente. Algunos de los ms activos participantes en estos debates,como Jos Nicols Matienzo, Ernesto Quesada, o el socialista Enrique del Valle Iberlucea, ensearon en la

    Universidad, que se convirti en uno de los centros del reformismo. Prestigiosos acadmicos europeospasaron por La Plata invitados a dar cursos: Guglielmo Ferrero, el historiador italiano, y Enrico Ferri, lderde la escuela positivista de criminologa, visitaron la Universidad y recibieron sus doctorados honoris causaen 1907 y 1908 respectivamente.11

    De mayor trascendencia fue el programa de intercambio establecido por la Universidad de La Platacon la Universidad de Oviedo, un importante foco de la reforma social en Espaa. Hacia 1909, variosprofesores de la Universidad de Oviedo haban expresado su intencin de establecer un programa de vnculosculturales con Hispanoamrica, programa que esperaban reforzara la causa del hispanismo y larenovacin de la influencia espiritual de Espaa en Amrica.12 Joaqun V. Gonzlez fue un entusiastapartidario de tal iniciativa, y en febrero de 1909 invit a Rafael Altamira, el renombrado historiador deOviedo, a dictar un curso de tres meses en La Plata.13A su vez, la visita de Altamira sirvi para organizar elviaje de otro profesor de Oviedo, Adolfo Posada, para el ao siguiente (ambos visitantes recibieron sus

    doctorados honoris causa en La Plata). Posada, que ense derecho en Oviedo y sociologa en la Universidadde Madrid, tuvo una importante participacin; junto a su colega de Oviedo. Adolfo Buylla, en los orgenesdel Instituto de Reformas Sociales (IRS), una suerte de departamento del trabajo espaol creado en el readel Ministerio del Interior en 1903.14Su misin a la Argentina consisti en un curso de tres meses en laUniversidad de La Plata sobre poltica y gobierno, aunque sus actividades pronto fueron encarriladas hacia elestablecimiento de nuevos contactos en el campo de la reforma social. Posada conoca de cerca el trabajo deGonzlez, Alfredo Palacios, Augusto Bunge y Marco Avellaneda, presidente del DNT. El boletn del IRSsegua atentamente el progreso de la reforma social en Hispanoamrica a travs de la publicacin peridicade reportes y legislacin sancionada. El proyecto Gonzlez de 1904 fue detalladamente analizado ycomentado tanto por el boletn del IRS como en libros y artculos de Adolfo Buylla y Adolfo Posada. Posadadescribi a Gonzlez como uno de los representantes ms eminentes y decididos de la reforma social. Trassu paso por Buenos Aires, tanto Posada como Altamira quedaron convencidos de que la reforma social era

    uno de los campos ms promisorios para la cooperacin entre los dos pases: Altamira lleg a sugerir que elIRS estableciera filiales en toda Iberoamrica, mientras que Posada impuls la participacin argentina en losorganismos internacionales dedicados a la promocin y coordinacin de la reforma social.15

    6

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    7/44

    Las universidades y las nuevas instituciones estatales, sin embargo, no fueron los nicos centros deatraccin para los intelectuales con inclinaciones reformistas, ni en la Argentina ni en los pases europeosque los reformistas argentinos buscaban imitar. En el caso argentino, otra institucin con races europeas, elMuseo Social Argentino, provey otro marco institucional en el cual las nuevas corrientes intelectualesorientadas hacia la reforma social expresaron sus inquietudes.

    El Museo Social Argentino

    El Museo Social Argentino fue fundado en mayo de 1911 por Toms Amadeo, un abogado yagrnomo de Buenos Aires que vena desarrollando desde hace algn tiempo un plan para el establecimientode una institucin que se dedicara a la investigacin de los problemas vinculados a la cuestin social. La idearecibi el inmediato apoyo de numerosas instituciones y personalidades, y en agosto de 1911 el ConsejoSuperior eligi a las primeras autoridades: presidente, Emilio Frers (ex ministro de Agricultura y presidentede la Sociedad Rural Argentina, y diputado nacional); vicepresidente, Rodolfo Rivarola (prestigioso jurista,director de laRevista Argentina de Ciencias Polticas); y secretario general, el propio Amadeo. Otras figurasdel mundo intelectual y de la poltica fueron designadas en distintas comisiones, o aparecan comoadherentes a la nueva institucin: Agustn lvarez, Marco M. Avellaneda, Toms de Anchorena, Ramn J.Crcano, Alfredo Demarchi, Joaqun V. Gonzlez, Indalecio Gmez y Carlos Ibarguren, entre otros. Variosmiembros del Partido Socialista ingresaron como miembros del MSA: Augusto Bunge, Eugenio Dickmann,Alfredo Palacios, Alfredo Spinetto y Enrique del Valle Iberlucea.16

    El primer nmero del Boletn del Museo Social Argentinoexplicaba el espritu y los objetivos queguiaban a la nueva institucin. La Argentina haba alcanzado un estadio de desarrollo similar al de lasnaciones ms avanzadas, y era por lo tanto inevitable encontrar similares problemas en materia social yeconmica. En consecuencia, tambin los remedios a estos nuevos problemas deban inspirarse en laexperiencia de los pases ms desarrollados: la mayor parte de los pases cultivados posee instituciones quese refieren a la cuestin moderna por excelencia, a la magna cuestin de nuestros tiempos: la cuestinsocial. La creacin de una institucin como el MSA, en consecuencia, se justificaba por el mismo desarrollosocial y econmico del pas. Su existencia sera financiada por donaciones y contribuciones de susmiembros, aunque eventualmente recibira importantes aportes del gobierno: en 1914 los subsidios delgobierno llegaban al doble de las contribuciones de los miembros. A partir de ese momento los aportes

    gubernamentales fueron reducidos en forma drstica como parte de las medidas de austeridad tomadasdurante la crisis econmica de 1913-17, a pesar de los ruegos del presidente del MSA, Emilio Frers, alpresidente de la Repblica, Victorino de la Plaza.17Para facilitar el estudio y la divulgacin de los temasvinculados a la cuestin social, el MSA publicaba su propio boletn y mantena una bien equipada bibliotecade poltica, economa y estudios sociales.18Entre sus objetivos el MSA tena tambin la realizacin de unacampaa de divulgacin internacional sobre la Argentina, y la vinculacin del reformismo social argentinocon las instituciones internacionales dedicadas a estos temas. A tal efecto, el MSA organiz una exhibicinde las instituciones argentinas dedicadas a la economa social. en la Exposicin Internacional de Gand de1913.19

    Las vinculaciones internacionales del MSA fueron importantes desde sus mismos orgenes, dado quela institucin argentina estaba claramente inspirada en el Muse Social francs, fundado en Pars en 1894como un centro de estudios y de recoleccin de datos sobre la cuestin social, y que se convertira en un

    importante polo del reformismo social durante la Tercera Repblica.20 El BMSA apuntaba en su primernmero que la institucin argentina era un organismo anlogo al Museo Social de Pars, y rpidamente seestablecieron contactos con los colegas franceses. En 1912, Leopold Mabilleau, director del Muse parisino,fue designado miembro honorario del MSA (al igual que otras figuras vinculadas al reformismo socialeuropeo como Enrico Ferri, Max Nordau y Adolfo Posada), y un representante del organismo francs,Edmond Contand Delpech, viaj a Buenos Aires en lo que sera la primera de varias misiones decooperacin entre las dos instituciones.21 En Pars, Toms Amadeo se reuni con Mabilleau y LenBourgeois, el ministro de trabajo francs, y rpidamente se organiz una serie de conferencias de Mabilleauen Buenos Aires.

    Mabilleau lleg a Buenos Aires en julio de 1912, y dict un curso de siete conferencias sobre temasvinculados al cooperativismo, las sociedades mutuales y el seguro social, temas que conformaban el ncleodel programa reformista del Muse Social y que fueran tambin adoptados como banderas del MSA.

    Mabilleau regres a Buenos Aires al ao siguiente, nuevamente invitado por el MSA para exponer sobreMutualismo y Previsin Social. El nfasis que Mabilleau y sus colegas argentinos ponan en el papel queel cooperativismo y el mutualismo tenan como respuestas a la cuestin social, no dejaba de lado el reclamo

    7

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    8/44

    por un moderado intervencionismo estatal en materia social y econmica. Estos puntos de vista seranreforzados por las opiniones de otro invitado del MSA, Theodore Roosevelt. Roosevelt dio dos conferenciasen noviembre de 1913, en las que se declar en favor de la accin positiva del Estado en materia social.Repitiendo argumentos que en gran medida eran compartidos por la audiencia local, Roosevelt insisti enque slo la combinacin de un individualismo altruista y un moderado colectivismo poda dar respuestas alconflicto social que se originaba por las condiciones impuestas por la vida industrial moderna.22

    En esta bsqueda de un camino intermedio entre individualismo y colectivismo, el MSA volc un

    fuerte apoyo a la difusin del mutualismo en la Argentina, y el crecimiento de este movimiento hacia 1914existan ms de 1.200 sociedades con ms de medio milln de asociados fue interpretado como una sealms del avanzado desarrollo social del pas. 23 Adems de numerosas campaas de difusin sobre elmutualismo, el MSA alent la expansin de estas sociedades como una apropiada respuesta a los nuevosproblemas sociales. En tal sentido, Emilio Frers y Toms Amadeo realizaron en 1913 gestiones personalesante el ministro de Justicia, Juan M. Garro, para obtener la personera jurdica para varias asociaciones a lasque se les haba demorado tal otorgamiento. La presencia de Mabilleau en Buenos Aires sirvi comoaliciente a los mutualistas argentinos, los que podan mostrar ciertas disidencias en sus enfoques. Por unlado, Juan B. Gidice, el presidente de la Caja Internacional Mutua de Pensiones; un fondo de pensiones queen 1913 contaba con 70.000 miembros, y fuera calurosamente elogiado por Mabilleau, destac frente alvisitante la importancia del principio de los aportes individuales en lugar de estatales, para evitar los peligrosdel Estado-providencia. Por el otro, Mabilleau tambin colabor con Carlos Ibarguren, quien reemplazaraa Juan Garro como ministro de Justicia, en la redaccin de un proyecto de ley sobre la organizacin yreconocimiento legal de las asociaciones mutuales que, segn el mismo Ibarguren le manifestara alpresidente Senz Pea, sera el primer paso hacia la organizacin de un sistema universal de seguro social yuna forma de completar la democracia poltica con la democracia social fundada en la unin de loshombres, solidarizados para su recproca asistencia y ayudados eficazmente por el Estado.24

    La campaa del MSA en favor del mutualismo alcanz su pico en 1916, cuando Buenos Aires fuesede del Congreso Internacional de Mutualidad y Previsin Social. El Congreso se organiz en tres seccionescon sus respectivas comisiones de estudio: Mutualidad (Alejandro Carb, Belisario Montero, CarlosIbarguren, Toms de Veyga y Benjamn del Castillo, entre otros); Cooperativas (Alejandro Bunge, DomingoBorea, Jos Len Surez, Joaqun S. de Anchorena y Manuel Carls); y Previsin Social (Hilarin Largua,Arturo Bas, Juan G. Cafferata y E. Meyer Arana). Belisario J. Montero, que presidi las sesiones; destac la

    importancia del papel preventivo de la ayuda social: La verdadera asistencia consiste en proporcionar alpobre los medios de independizarse de ella; y por eso la beneficencia debe tener un carcter preventivo msque curativo. Hilarin Largua, presidente de la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones, reforz lainterpretacin de la asistencia social como un deber pblico, no una expresin de caridad, que otorgaba underecho positivo a los necesitados:

    Ya es tiempo de abandonar el laissez passer; laissez faire,laissez mourirde los economistas que entregaban ala caridad pblica la solucin planteada por la indigencia, para reemplazarla por la solidaridad, que es ndice dealto grado de cultura y que muestra que el necesitado puede recibir la ayuda sin sonrojarse y sin depender de lavoluntad del filntropo y como un derecho resultante de una deuda social y de una conveniencia de lamayora...25

    En 1918 Carlos Ibarguren presidi un nuevo Congreso de Mutualidad organizado por el MSA,insistiendo entonces en la necesidad de otorgar apoyo a los principios del mutualismo como un camino pararemediar el conflicto social, percibido como una amenaza aun ms grave tras la Revolucin Rusa de 1917.26

    Adems del papel que jugaron estas instituciones como focos de atraccin de reformadores conparecidas convicciones, la conexin entre las instituciones acadmicas y la reforma social tuvo otraimportante manifestacin: la transformacin del contenido de los cursos universitarios dedicados al estudiode distintas facetas de la cuestin social, principalmente en materias como sociologa y economa poltica,pero tambin en el derecho civil, donde los nuevos problemas sociales originaron importantestransformaciones tericas; la higiene y la medicina social, y la criminologa. Los captulos siguientesexaminan algunas de estas tendencias.

    NOTAS

    1Cf. Theodore Child, The Spanish-American Republics(Londres: James R. Osgood, McIlvaine & Co., 1892), pp. 341-42; Contra la plutocracia,La Nacin, 5 de noviembre de 1906, p. 7; despacho de Reginald Tower a Sir Edward Grey,

    8

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    9/44

    15 de enero de 1912, F.O. 371/1295; Londres: Public Records Office; Joaqun Rubianes, El retroceso moral de BuenosAires,RACP, vol. IV, 1912, pp. 634-652. Que este tipo de preocupaciones tena sus races en una tradicin con algnarraigo en los crculos intelectuales argentinos lo refleja el lamento del joven Miguel Can en 1872: Bellas artes, letras,pintura, poesa, msica! (...) S que todo lo bueno, noble y generoso se va; s que las ideas elevadas no encuentran ecoya en nuestra sociedad mercachiflada; sin embargo, hay un deber sagrado de propender incesantemente al retorno de losdas serenos del reinado de lo bello. Miguel Can, Positivismo (1872), en Ensayos (Buenos Aires: La Cultura

    Argentina, 1919), p. 19.2 Leopoldo Maupas, El problema moral argentino, RACP, vol. V, 1912, pp. 643-654. Sobre sus interpretacionessociolgicas puede verse L. Maupas, Realidad Social y Sociologa, Revista Jurdica y de Ciencias Sociales,vol. I,Nos. 10-11-12, 1910.3Sobre la necesidad de una poltica de principios, la Revista Argentina de Ciencias Polticas (de aqu en adelante

    RACP) se constituy en un claro exponente de esta lnea: vanse como ejemplos, Alejandro N. Peralta, El puebloquiere principios, RACP, vol. VI, 1913, pp. 133-149; R. Wilmart, Por qu no tenemos partidos polticos deprincipios,RACP, vol. VI, 1913, pp. 603-610; Jos N. Matienzo, Los deberes de la democracia, RACP, vol. VIII,1914, pp. 469-485.4 La reforma electoral de 1912 ha sido analizada en detalle por Natalio Botana, El orden conservador: La polticaargentina entre 1880 y 1916 (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1977). Para el contexto intelectual en el quesurgieron las propuestas de Rivarola y Matienzo sobre el sistema federal, vase Jos Carlos Chiaramonte y PabloBuchbinder, Provincias, caudillos, nacin y la historiografa constitucionalista argentina, 1853-1930, Documento para

    discusin interna, Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, abril de 1991.5 Jos Nicols Matienzo, El gobierno representativo federal en la Repblica Argentina (Buenos Aires: Coni Hnos.,1910), p. 184; y El gobierno de la opinin pblica,RACP, vol. X, 1915, p. 450. El papel cumplido por Matienzo en laconformacin del proceso reformista en lo poltico y lo social se complementara eventualmente con su participacin enel proceso de la reforma universitaria de 1918, al ser designado interventor en la Universidad de Crdoba por elpresidente Yrigoyen. Sobre este punto vase Juan Carlos Portantiero, Estudiantes y poltica en Amrica Latina. Elproceso de la reforma universitaria (1918-1938) (Mxico: Siglo XXI, 1978), pp. 30-57. Sobre Matienzo comopresidente del Departamento Nacional del Trabajo, vase ms adelante el captulo 9.6Estanislao S. Zeballos, El asesinato del jefe de Polica de Buenos Aires, Revista de Derecho, Historia y Letras, vol.34, 1909, ps. 599-608.7En palabras del propio Hofstadter, la reforma trajo consigo el trust de los cerebros. Richard Hofstadter, The Age of

    Reform(New York: Vintage Books, 1955), pp. 149-155.8 Osvaldo Saavedra, Partidos y programas. El socialismo, RACP, vol. VIII, 1914, pp. 35-43; Adolfo Posada, La

    Repblica. Argentina. Impresiones y comentarios. (Madrid: Librera General de Victoriano Surez, 1912), p. 297. Otroejemplo de esa interpretacin del papel que la nueva generacin deba cumplir en la regeneracin moral, poltica ysocial del pas puede verse en Jos M. Monner Sans, La funcin social de nuestra generacin, Revista deCriminologa, Psiquiatra y Medicina Legal, II, 1915, pp. 292-305. El proceso de diferenciacin social de losintelectuales en general, la aparicin de un llamado campo intelectual en la sociedad argentina de comienzos de sigloque sirvi de marco a estas opiniones es analizado por Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo en La Argentina delCentenario: campo intelectual, vida literaria y temas ideolgicos, en Altamirano y Sarlo. Ensayos argentinos. DeSarmiento a la vanguardia(Buenos Aires: CEAL, 1983), pp. 69-105. Sobre este punto vase tambin Jorge B. Rivera,La forja del escritor profesional (1900-1930). Los escritores y los nuevos medios masivos, enHistoria de la literaturaargentina(Buenos Aires: CEAL, 1980/1986), vol. 3, pp. 337-384.9 Juan A. Alsina, El obrero en la Repblica Argentina (Buenos Aires: Imprenta Calle de Mxico, 1905), p. x. Estainvestigacin fue ordenada por el Ministerio de Agricultura en 1903; detalles sobre la misma en Archivo Julio A. Roca,Legajo N. 157, Folio 101-102, Archivo General de la Nacin, Sala VII. Gregorio Aroz Alfaro, Orientacin social de

    los estudios universitarios, Revista de Filosofa, To. I, vol. 2, 1915, pp. 337-347; Juan ngel Martnez, La ley deltrabajo.Revista Nacional, vol. XXXVIII, 1904, pp. 153-158.10El informe de Storni fue publicado en la RJCS, tomo II, Nos. 4-5-6, 1908. Este informe sobre Buenos Aires no harecibido la misma atencin que los historiadores han prestado al informe que Juan Bialet Mass elabor sobre lasituacin de la clase obrera en el interior del pas, tambin a pedido del ministro Joaqun V. Gonzlez. Sobre los casosde Ruzo, Unsain, Figueroa y Storni, vase Alejandro Ruzo, Legislacin obrera. Tesis presentada para optar al grado deDoctor en Jurisprudencia, 1906. (Biblioteca Nacional: Coleccin Candioti), pp. 25-26; y su Poltica Social (BuenosAires: Talleres Grficos de L.J. Rosso y Cia., 1918);BDNT, No.11, 1909, p. 662; Federico Figueroa, Las huelgas en la

    Repblica Argentina y el modo de combatirlas(Buenos Aires: Imprenta de J. Tragant, 1906); Pablo Storni,La industriay la situacin de las clases obreras en la Capital de la Repblica. Tesis presentada para optar al grado de Doctor enJurisprudencia, 1909. (Biblioteca Nacional: Coleccin Candioti);BDNT, 19, 1911, p. 1057.11 OCJVG, vol. 15, pp. 99-108. Vase el reciente estudio de Daro Roldn, Joaqun V. Gonzlez, a propsito del

    pensamiento poltico liberal(1880-1920)(Buenos Aires: CEAL, 1993).12

    Fredrick B. Pike, Hispanismo 1898-1936. Spanish Conservatives and Liberals and Their Relations with SpanishAmerica(Notre Dame/London: University of Notre Dame Press, 1971), p. 152.

    9

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    10/44

    13 Gonzlez ofreci cubrir todos los gastos de viaje y una remuneracin mensual de 600 pesos, doble de lo queperciben por ctedra los profesores de las tres universidades argentinas. Rafael Altamira,Mi viaje a Amrica (Libro deDocumentos).(Madrid: Librera General de Victoriano Surez, 1911), pp. 38-41.14Vase Adolfo Buylla, Adolfo Posada y Luis Morote, El instituto del Trabajo. Datos para la historia de la reformasocial en Espaa (Madrid, 1902) para un estudio de los diferentes intentos por crear un departamento del trabajo enEspaa, y para las opiniones de los autores sobre la nueva legislacin social. Sobre la constitucin del Instituto de

    Reformas Sociales espaol (IRS), vase Boletn del Instituto de Reformas Sociales (Madrid), vol. 1, 1904-5, pp. 2-9:Posada fue designado jefe de seccin Bibliografia y Legislacin; y Buylla, jefe de Estadstica. Sobre el desarrollo de lalegislacin obrera en Espaa impulsada por el IRS, vase Flix Rubio Lpez de la Llave, Las Juntas de ReformasSociales y el Reformismo Social en la Restauracin (1900-1924), Revista de la Facultad de Geografa e Historia(UNED, Madrid), N. 1, 1987, pp. 59-88.15Pike,Hispanismo, pp. 155-59. Ya en 1900; varios profesores de Oviedo haban propuesto la creacin de una Oficinadel Trabajo Iberoamericana como una forma de establecer un cuerpo comn de legislacin social y obrera paraproteger a los trabajadores en Espaa e Hispanoamrica. Ver Proposiciones que presentan al CongresoHispanoamericano algunos catedrticos de la Universidad de Oviedo, firmado por Leopoldo Alas, Rafael Altamira,Adolfo Buylla, y Adolfo Posada, entre otros, en R. Altamira,Espaa en Amrica(Valencia: F. Sempere y Ca., 1909),pp. 359-66.16BMSA, vol. I (1912), N. 1, pp. 57-60.17Cf. BMSA, vol. III, N. 35-36, 1914, p. 594, sobre las finanzas del MSA, el pedido de Emilio Frers al presidente de la

    Plaza para que mantuviera la ayuda econmica al MSA puede verse en Archivo Victorino dela Plaza, Sala VII, 5.3.8,pp. 349-51, AGN.18BMSA, vol. I (1912), N. 1, pp. 5-6. En 1916 el MSA recibi en donacin del Carnegie Endowment una biblioteca dems de diez mil volmenes.BMSA, vol. y (1916), N. 55-56, pp. 289-310.19Cf. H.C. Rivarola, Exposicin Universal de Gante,RACP, vol. 5, 1912, pp. 489-91; y Museo Social Argentino, LaSection Argentine l'Exposition Internationale de Gand, 1913, p. 8.20Cf. Sanford Elwitt, Social Reform and Social Order in Late Nineteenth-Century France: The Muse Social and ItsFriends, French Historical Studies, vol. XI, N. 3, Spring 1.980, pp. 431-51; y tambin su The ThirdRepublic

    Defended.Bourgeois Reform in France,1880-1914(Baton Rouge y Londres: Louisiana State University Press, 1986),pp 155-169.21BMSA, vol. I (1912), N. 1, p. 68.22Resmenes de las conferencias de Mabilleau de 1912 fueron publicados en el BMSA, vol. I (1912), N. 9, pp. 390-406; y N. 10, pp. 441-51. La conferencia de 1913 sobre mutualismo y previsin social, enBMSA, vol. II (1913). N. 23,

    pp. 429-34; sobre Roosevelt en Buenos Aires, cf. BMSA, vol. II (1913), N. 23, p. 403; sobre Theodore Roosevelt y eldebate poltico norteamericano vase David W. Noble, The Progressive Mind, 1890-1917(Chicago: Rand McNally &Co., 1970), pp. 152-164.23Sobre el MSA y el mutualismo, cf. R. Wilmart, El movimiento mutualista, BMSA, vol. II (1913), N. 17, pp. 144-52; Arturo V. Ogando, Cooperacin y mutualismo, BMSA, vol. IV (1915), N. 39-40, pp. 193-204; Domingo Borea,La mutualidad y el cooperativismo en la Repblica Argentina, Tercer CensoNacional(Buenos Aires, 1916), vol. 10,p. 85. Las sociedades mutuales se agrupaban alrededor de la nacionalidad comn, como el caso de la italiana Unione eBenevolenza; o de oficios como en la Sociedad Tipogrfica Bonaerense; o religiosas como los Crculos de ObrerosCatlicos, o como simples instituciones que se dedicaban a atender el bienestar de sus asociados. Si bien la granmayora de los miembros pertenecan a gremios de obreros y empleados, haba una importante presencia decomerciantes, particularmente en las asociaciones espaolas, francesas e italianas, donde el sentimiento patriticocontaba tanto o ms que los beneficios materiales ofrecidos por las asociaciones. Cf. Tercer Censo Nacional, vol. 10,pp. 92-96. Sobre las asociaciones mutuales y el proceso de integracin de los inmigrantes, cf, Fernando Devoto y

    Alejandro Fernndez, Mutualismo tnico, liderazgo y participacin poltica. Algunas hiptesis de trabajo, en DiegoArmus (compilador),Mundo urbano y cultura popular(Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1990), pp. 129-152.24Sobre las gestiones de Frers y Amadeo, cf. BMSA, vol. II (1913), N. 15-16, pp. 115-17; y Un triunfo del MuseoSocial, BMSA, vol. II (1913), N. 21, pp. 328-29; las declaraciones de Gidice, en D. Borea, La mutualidad y elcooperativismo, pp. 101-107; sobre el proyecto Ibarguren, DSCS, 1913, vol. II, pp. 1036-39; Carlos Ibarguren, Lahistoria que he vivido, pp. 338-343.25Congreso Internacional de Mutualidad y Previsin Social. Celebrado en Buenos Aires del 19 al 23 de julio de 1916.

    Memoria (Buenos Aires: Talleres Grficos del Ministerio de Agricultura de la Nacin, 1917), pp. 17-26.26Ibarguren,La historia que he vivido, pp. 453-56.

    10

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    11/44

    4. EL REFORMISMO EN LAS CIENCIAS SOCIALES

    La sociologa y la nueva economa social

    El surgimiento de la sociologa como disciplina cientfica ocup un lugar de preponderancia en la

    conformacin intelectual del reformismo social. Interpretada como la ciencia general de la sociedad, se habaconstituido para muchos en el instrumento ms idneo para guiar a los gobiernos en el diseo de polticassociales exitosas. Desde esta perspectiva, seal un observador argentino, los enfoques de los conflictossociales aportados por el individualismo y el socialismo carecan de un verdadero carcter cientfico porhaber sido elaborados antes del pleno desarrollo de la sociologa.1

    La necesaria participacin de la sociologa en la elaboracin de un programa de reforma social habasido establecida por el socilogo norteamericano Lester Ward en 1883:

    Para que la legislacin progresista se convierta en un xito, toda legislatura debe antes convertirse, digamos, enuna escuela politcnica, en un laboratorio de investigacin filosfica de las leyes de la sociedad y de lanaturaleza humana (...) Ningn legislador est calificado para proponer o votar medidas destinadas a afectar losdestinos de millones de unidades sociales si no domina todo lo conocido por la ciencia de la sociedad.2

    La obra de Ward fue traducida por Adolfo Posada y recibi entusiastas comentarios en la Argentinaen 1907, en los Archivos de Psiquiatra y Criminologa, donde se destacaba el carcter reformista delenfoque, que coincida con el reflejado por el propio Posada en sus Principios de Sociologa. Posadaretornara a Ward como fuente de inspiracin en su artculo La idea moderna del Estado, publicado en la

    Revista Argentina de Ciencias Polticasen 1910, donde interpretaba al Estado como expresin e instrumentode la solidaridad social.3

    En la Argentina, la nueva ciencia fue consecuentemente proclamada como la clave para elentendimiento y la direccin racional del desarrollo social. Tras un fallido intento por establecer un cursopermanente en 1898, la primera ctedra de sociologa fue inaugurada en 1904 con el nombramiento deErnesto Quesada en la Facultad de Filosofa de la Universidad de Buenos Aires. En 1905 Quesada inaugursu curso defendiendo las credenciales cientficas de la sociologa, que haban sido puestas en duda por el

    decano saliente de la Facultad, Miguel Can.4

    Rpidamente, la expansin de los cursos acadmicos y depublicaciones especializadas consolid a la nueva disciplina en el panorama intelectual argentino decomienzos de siglo, y hacia 1913, J. A. Ferreyra elevaba a los socilogos al rango de filsofos-reyes,proclamando que el aprovechamiento integral de las energas humanas

    slo es dable a los dominadores de la especie: los socilogos tericos y prcticos. El fsico, el qumico, elmecnico, dominan las cosas y fuerzas naturales precisamente porque son superiores a ellas. El gobierno de losanimales es por eso ms fcil que el gobierno de los hombres. Por ltimo, slo las grandes naturalezas puedenutilizar las fuerzas sociales tales como son, y llevarlas hacia lo que deben ser.

    Para Ferreyra slo la sociologa producira eventualmente las bases cientficas de una nueva moral,superando as las pretensiones de las ciencias biolgicas, segn escribi en 1916:

    La sociologa llegar a constituirse en ciencia tan positiva como la qumica, de ms alta jerarqua y de ms altointers para el hombre, puesto que estudia al hombre colectivo esttico y dinmico. Slo ella podrfundamentar definitivamente una moral cientfica. La biologa sola ser impotente, y menos la qumica, porms que ambas ofrezcan bases slidas, ms o menos prximas o remotas.5

    No falt quien viera con alarma las pretensiones de la nueva ciencia y el crecimiento de cierta

    crtica sociolgica que condenaba por su falta de rigor cientfico al proceso de toma de decisiones propio delas instituciones democrticas: Quiz fuera ms eficaz la labor legislativa si se la confiara a socilogos enlugar de polticos, si fueran hechas las leyes por cuerpos cientficos en vez de cuerpos electivos. Pero nodebemos olvidar que si hombres de ciencia podran decretar mejores leyes, careceran de autoridad paraimponerlas al pueblo.6

    Dos puntos fueron recalcados una y otra vez por quienes elaboraron los principios de las incipientesciencias sociales argentinas. Primero, las ciencias sociales deban tener un carcter nacional, esto es, susproposiciones no eran universales sino limitadas por y dependientes de las caractersticas propias de cadanacin. En 1896 Paul Groussac criticaba severamente los intentos de establecer generalizaciones universales:

    11

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    12/44

    la flagrante esterilidad de las ciencias polticas y sociales sobre todo de la economa proviene de unfundamental error de mtodo: se ha generalizado antes de tiempo, se ha pretendido inducir prematura ytemerariamente, en lugar de comprobar hechos sencillos y mltiples, de observar durante aos, para deducirdespus, con precaucin paciente y sabia, verdades circunscritas y provisionales.

    Esta pretensin de dictar leyes universales, independientes de regiones y estructuras polticas, que

    haba sido impulsada, segn Groussac, por el dogmatismo escolar de Ricardo, sera gradualmente superadaa medida que se impusiera la economa poltica nacional de List o el enfoque historicista de Roscher. Entrminos similares, Marco M. Avellaneda destac en 1901 la necesidad de estudiar los nuevos problemassociales de acuerdo a nuestras modalidades y con un criterio y un espritu genuinamente argentinos,principio que muchos repetiran en aos siguientes.7 Este rechazo de toda pretensin universalistafundamentara, no slo en la Argentina, el abandono de los postulados de la economa poltica clsica enfavor de adaptaciones consideradas adecuadas a cada pas. Frente a la cuestin social, esa posturaantiuniversalista facilitara la recomendacin de la intervencin del Estado basada en verdaderos principioscientficos.

    Esto constitua el segundo de los rasgos distintivos de las propuestas que de las incipientes cienciassociales se hacan frente a los nuevos problemas: la solucin de la cuestin social resida en un moderadoprograma de reformas elaborado a la luz de la moderna ciencia social, que implicaba el abandono tanto del

    laissez faire ortodoxo como del socialismo de Estado. Ernesto Quesada en su primer curso de sociologadeclar con optimismo: la solucin de la cuestin social depende de la orientacin sociolgica y de las leyesque la nueva ciencia pueda formular... Y sobre el contenido de esas leyes, critic en su curso alindividualismo spenceriano por impedir toda perspectiva general de mejora, desde que la circunscribe a laesfera privada e individual, y porque semejante rezago del filosofismo liberalesco del siglo XVIII no secorresponda con una filosofa cientfica moderna.8

    Quesada expandi sus interpretaciones en el curso de Economa Poltica que dictaba en la Facultadde Derecho de la Universidad de La Plata a partir de 1907, y sus ideas, por ser representativas de lascorrientes intelectuales que impulsaron al reformismo social, merecen un examen ms detallado. En laconferencia inaugural de su curso, dedicado a la relacin entre la ciencia econmica y la cuestin social,Quesada defini los fines y mtodos que regan la economa poltica. El mismo trmino economa polticaera para Quesada un tanto anticuado, un legado de la escuela manchesteriana que deba a su juicio serreemplazado por el ms adecuado economa social, dada la evidente modalidad sociolgica que habaadquirido la disciplina. Este enfoque sociolgico haba surgido, segn Quesada, al reconocerse que

    cada nacin, dadas sus peculiaridades tnicas y geogrficas, presenta un aspecto propio del fenmenoeconmico, de manera que realmente existen tantas fases de nuestra ciencia como naciones...

    El enfoque sociolgico implicaba la superacin del abuso deductivo de la escuela smithiana inglesa,como del inductivo de la escuela cameralista alemana.9Sin embargo, el nfasis puesto por Quesada en elcarcter nacional de la ciencia econmica, en la necesidad de emanciparse del dogmatismo apriorstico delgabinete, y convertir al economista en un clnico del cuerpo social, revelaban que al igual que paraGroussac las preferencias de Quesada por el enfoque sociolgico se ubicaban muy cerca de los fines ymtodos de los economistas de la escuela histrica alemana. Esto quedaba confirmado por la seleccin deautores elegidos como base del curso: de las cuatro obras principales elegidas, los Principles de Marshallresultaban seleccionados como representantes de las viejas formas de la escuela ortodoxa britnica y elvisible predominio de la parte terico-lgica sobre la prctico-sociolgica, manifiesta en su abuso de lasfrmulas matemticas y grficas. Por el contrario, Quesada que por otra parte no dudaba en expresar suadmiracin por el mundo acadmico alemn en general destacaba la obra de Gustav Schmoller, Grundrissder allgemein volkswirtschaftslehre, como admirable: no conozco otro tratado que pueda comparrsele entoda la literatura econmica.10A pesar de esta admiracin, Quesada criticaba algunos excesos de la jovenescuela histrica alemana. Por una parte, algunos discpulos de Schmoller llevaban el rechazo de la teorapura a posiciones extremas, en vez de combinar la observacin emprica con la teora; por otra, el reemplazode el criterio britnico del inters individual por el criterio germnico del inters poltico y socialconduca en algunos casos a la socializacin econmica como solucin, dando origen a un intolerante

    socialismo de la ctedra.

    11

    La bsqueda de un camino intermedio entre aquellos dos extremos explica la eleccin de la tercerade las obras escogidas por Quesada: los Principes d'conomie politique de Charles Gide, el economistafrancs, promotor del mutualismo y el cooperativismo en su pas. Los economistas agrupados en torno a la

    12

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    13/44

    Revue d'Economie Politique dirigida por Gide, representaban para Quesada la reaccin cientfica detendencia sociolgica respecto de la vieja escuela optimista y clsica reflejada por el Journal des

    Economistes,escuela segn Quesada imbuida en el clsico liberalismo manchesteriano diluido en eloptimismo ingenuo de Bastiat. Estando en Pars, Quesada haba atendido los cursos de Gide y admirado susmoderadas propuestas de reforma social como un ejemplo perfecto del camino intermedio entre elindividualismo y el socialismo de Estado.12

    La cuarta obra seleccionada por Quesada era de E. R. A. Seligman, Principles of Economics.

    Seligman integraba una corriente reformista entre los economistas acadmicos norteamericanos. Fue parte deun grupo que incluy entre otros a Richard Ely, Henry Adams y John Bates Clark, quienes, tras haberestudiado por algn tiempo en Alemania, introdujeron en los Estados Unidos las ideas de la escuela histrica,impulsando as el abandono del mtodo deductivo y de los principios del laissez faire como fundamentos dela ciencia econmica. Por ltimo, para el estudio de la cuestin social argentina Quesada recomendaba a losestudiantes familiarizarse con obras como el proyecto Gonzlez de cdigo del trabajo (1904), el Informe deBialet Mass (1904), y los libros de Juan Alsina El obrero en la Repblica Argentina (1905) y JosIngenieros La legislation du travail... (1906), buscando de este modo introducir las nuevas corrientesreformistas en la economa poltica argentina.13

    Respecto al contenido del nuevo reformismo social, en diversos escritos de Quesada se aprecia suconocimiento de la evolucin de las nuevas corrientes en los Estados Unidos, Australia y Nueva Zelandia.Admiraba la obra de Carroll Wright en el Departamento del Trabajo norteamericano, y el establecimiento demecanismos de arbitraje y conciliacin laboral. La situacin en la Australasia le produca menos satisfaccin:en Nueva Zelandia se vislumbraba la imposicin tirnica de una intransigencia legislativa, que paraliza lavida misma; en Australia, muchas de las reformas alcanzadas eran de elogiar, aunque exista una peligrosaidentificacin del bien comn con el bienestar obrero (una interpretacin en el sentido socialista ).14

    Al igual que en el caso de los Estados Unidos, Quesada vea como totalmente inadecuado un anlisismarxista de la evolucin histrica argentina:

    El antagonismo social originado por el enfrentamiento de una plutocracia arrogante por un lado y unproletariado empobrecido por el otro no se presenta como un problema argentino, porque las riquezas estntodava en proceso de formacin, y cambian fcilmente de manos.

    Ya en uno de sus primeros trabajos dedicados al tema de la cuestin social, Quesada haba criticadolas pretensiones de la internacional roja, que al atacar la libertad, la propiedad y la concurrencia, que sonlos tres pilares sobre los que tiene forzosamente que descansar toda organizacin social civilizada, estabandestinadas al fracaso. En La teora y prctica de la cuestin obrera, conferencia dictada por Quesada en elInstituto General de Enseanza (una organizacin creada y apoyada por Matienzo, Quesada y otros),Quesada ampli su anlisis del marxismo en relacin con la reforma social: el progreso econmico ocurridodesde la segunda mitad del siglo 19, sumado a la accin patronal y de los gobiernos para mejorar lacondicin de los trabajadores, haba desmentido por completo las tesis de Marx:

    Considero un error fundamental el dogma marxista de la lucha de clases y del triunfo del proletariado... Estoyconvencido de que no ser una revolucin, sino una evolucin lo que caracterizar el estadio inmediato de laorganizacin social: el proletariado obrero eleva su nivel y se refunde en el pequeo capitalismo burgus,ensanchando los horizontes de la legislacin social e imperando el criterio sociolgico de la colectividad y dela solidaridad sobre el viejo criterio romanista del individualismo y del liberalismo...

    Por otra parte. Quesada se alarmaba ante el peligro de que el proceso de intervencin estatal enmateria social avanzara demasiado ambiciosamente:

    ...y a este paso, el criterio sociolgico de la solidaridad colectiva nos lleva al Estado-providencia... Tendr elEstado que encargarse a la larga tambin, no slo de educar, sino de vestir y alimentar a todos los habitantes,cuidando de ellos como si fueran pensionistas del fisco, y llegando quiz hasta darles dinero de bolsillocomo a los chicos de un colegio? La organizacin paternal de las misiones guaranticas, mansamente dirigidaspor la Compaa de Jess, constituye por ventura aquel ansiado ideal? (...) Ni tanto ni tan poco.Bien est queprime el criterio colectivo y solidarista sobre el individualismo nato, pero hay que cuidarse de lasexageraciones.15

    Interpretaciones parecidas sobre la cuestin social y sus posibles soluciones fueron compartidas porotros catedrticos de la poca. Marco M. Avellaneda, diputado nacional, luego sucesor de Jos N. Matienzo

    13

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    14/44

    en la presidencia del Departamento del Trabajo, dictaba Economa Poltica en la Facultad de Derecho de laUniversidad de Buenos Aires.16Una parte importante de su curso estaba dedicada al estudio de la CuestinObrera, estudio que deba realizarse, deca Avellaneda, esquivando los juegos verbales de losintervencionistas y los liberales economistas. La cuestin social deba interpretarse como una etapa ms deuna eterna lucha, mientras existan en el mundo pobres y ricos... ella seala hoy la emancipacin del obrero,como en su momento anunci tambin la libertad del siervo y la abolicin de la esclavitud. La solucin secentraba en el desarrollo de nuevas instituciones como las elaboradas en el Cdigo Gonzlez, muy elogiado

    por Avellaneda, para encauzar los nuevos conflictos sociales por vas pacficas: la huelga es la guerra ypuede evitarse con los mismos recursos que desviamos las batallas internacionales: el arbitraje y latransaccin!17

    Para Avellaneda, la economa poltica tena una doble misin: adems de su funcin cientfica,cumpla con una funcin militante... defensora del orden social. Como dej en claro en 1908, en suprefacio al libro de Juan B. Gonzlez sobre el costo de vida en la Argentina, la reforma social cientfica venaas a ocupar el papel que la religin haba desempeado hasta el proceso de secularizacin desatado por elEstado liberal:

    El Estado, al imponer la enseanza laica, apagando las luces del sentimiento religioso, tiene que asegurar msque nunca el bienestar del pueblo, porque es muy peligroso dejar al proletario a solas con la miseria, sin laantigua resignacin que calma y consuela!18

    Avellaneda era acompaado en la ctedra por Manuel de Iriondo, quien enfatizaba al igual que

    Avellaneda laimportancia de la accin gubernativa, dentro de lo prudencial, y sin extremar la tendencia delEstadismo...19

    Por ltimo, Enrique Ruiz Guiaz, tambin desde la ctedra de Economa Poltica de la Facultad deDerecho de Buenos Aires, mantuvo los lineamientos generales trazados por Quesada. Ruiz Guiaz marcabaen su curso la distincin hecha por Gide entre la vieja economa poltica y la economa social, que no se faen el libre juego de leyes naturales para asegurar la felicidad de los hombres, pero cree en la necesidad deuna organizacin reflexiva, racional, conforme a una cierta idea de justicia; organizacin que est en la basede todos los sistemas llamados socialistas. Haca hincapi en el carcter cientfico que deba tener lareforma social (Qu ilusin pensar que la poltica social es una mera cuestin de benevolencia; no, suorientacin est impuesta por inflexibles principios fundamentales), y, al igual que Quesada, desestimabalas posibilidades de un anlisis marxista estricto a las condiciones argentinas ya que en cada nuevo da seinvierten ms favorablemente los trminos del manifiesto de Marx: no se concentran los capitales, sino quese democratiza la propiedad a tal punto que es incalculable la proporcin de proletarios convertidos enpequeos burgueses. Por otra parte, si bien reconoca la importancia de los factores materiales yeconmicos en la historia, rechazaba la pretendida validez universal del materialismo histrico.20

    En su anlisis de las ideologas obreras, Ruiz Guiaz distingua tres corrientes importantes quellamaba sindicalismo revolucionario, reformista y conservador. El primero, identificado con la prdicaanarquista, era considerado de funesta influencia, por ser antisocial y desptico; el sindicalismo reformistaera una variante del socialismo bernsteiniano; el sindicalismo conservador responda segn Ruiz Guiaza los principios postulados por el jurista francs Len Duguit, quien prevea la progresiva sustitucin delEstado y de la lucha de clases por una sociedad constituida por sindicatos descentralizados. Esta ltima

    alternativa adoleca de un tono retrgrado y romntico, sostena Ruiz Guiaz, dada la imposibilidad deprescindir de un elemento superior dirigente y moderador. Citando a Gide, se inclinaba por elreconocimiento legal de sindicatos que eventualmente actuaran como uno de los factores preponderantes dela organizacin econmica existente.21

    Estas nuevas corrientes en sociologa y economa fueron acompaadas por el desarrollo de nuevasteoras legales en materia civil y criminal, que buscaban adecuar tradicionales instituciones jurdicas a losnuevos fenmenos sociales.

    El derecho y la cuestin social

    Existi, primeramente, una conexin directa entre la cuestin social y el derecho criminal,ejemplificada en el impacto que la escuela italiana de criminologa positiva tuvo en la Argentina. El nfasis

    puesto por esta escuela en el determinismo biolgico o social en los orgenes de la conducta criminaltransform las nociones tradicionales de responsabilidad individual y de vinculacin entre ley positiva yvaloracin moral. Si la criminalidad se originaba por factores que estaban ms all del control de los actores

    14

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    15/44

    individuales, como su constitucin biolgica o el ambiente social en el que estaban insertos, el castigo deesas conductas slo poda fundamentarse en razones de `defensa social, y esto deba ser acompaado porpolticas sociales que apuntaran a modificar aquellos factores determinantes, como una forma efectiva deprevenir el crimen (vase el captulo 6).

    Adems de estas nuevas corrientes en el derecho criminal, la cuestin social introdujo nuevosproblemas para juristas especializados en otras reas. En materia civil, temas como la responsabilidad de losempleadores por los accidentes de trabajo o la sustitucin de la nocin tradicional del contrato por

    mecanismos de negociacin colectiva, promovieron un activo debate sobre la forma en que las institucionesjurdicas deban adaptarse a los nuevos fenmenos sociales.

    Ya en 1896, en una conferencia de clausura de su Curso de Derecho Civil en la Facultad de Derechode la Universidad de Buenos Aires, Carlos Rodrguez Larreta pronosticaba sombramente: se cierne sobre elderecho civil el peligro de una gran revolucin. Los orgenes de esta revolucin deban buscarse en elvnculo que liga al positivismo con la reforma social (...) ambas tendencias estn aliadas para demoler estaorganizacin moderna que se ha levantado sobre las bases de la filosofa individualista y liberal, lo quehaca del socialismo un adversario irreconciliable del derecho civil.22

    Una mirada a las tesis doctorales presentadas en la Facultad de Derecho .de la Universidad deBuenos Aires durante los primeros aos de este siglo revela la atraccin que estos problemas ejercan sobrelos nuevos graduados. Entre 1898 y 1916 ms de 80 tesis doctorales (excluyendo aquellas que seconcentraban en el terna de la inmigracin) trataban sobre temas relacionados a la cuestin social, como laresponsabilidad legal en accidentes laborales, la naturaleza jurdica del contrato laboral, arbitraje yconciliacin en los conflictos laborales, la constitucionalidad de las leyes de expulsin de anarquistas, y elanlisis jurdico de la legislacin social y laboral. En uno de estos trabajos se conclua afirmando: lacuestin social atrae cada vez ms a las inteligencias, de tal modo que constituye el problema dominante dela actualidad. Parecida atraccin parecen haber ejercicio estos temas en la Facultad de Derecho de laUniversidad de Crdoba.23

    El contenido de las tesis seala ciertas lneas comunes: por un lado, el rechazo del laissez faireeconmico en el rea de las relaciones entre el capital y el trabajo, y su sustitucin por la intervencin estatalreguladora. Al mismo tiempo, la nueva legislacin social deba mantenerse dentro de ciertos lmites de modode evitar una exagerada injerencia estatal. Sobre este ltimo punto, Carlos Ibarguren, profesor de DerechoRomano, retomaba en 1912 las preocupaciones expresadas por Rodrguez Larreta, advirtiendo a los

    graduados de la Facultad de Derecho de Buenos Aires: nada temamos de la lucha social y democrtica sihay fuerzas compensadas y medios de refrenar sus excesos; el peligro no se centraba segn Ibarguren en losreclamos del proletariado sino en

    las utopas de los teorizadores... y en muchas de las innovaciones jurdicas que... pueden penetrar insinuantesen el nimo de magistrados o de legisladores, e iniciar, sin que la presin social 'o reclame, atrevidas reformasque trastornaran ex abrupto el orden existente.24

    Los temores de Rodrguez Larreta e Ibarguren a las reformas radicales en las instituciones jurdicas

    tradicionales eran alimentados en gran parte por el propio clima intelectual de la Facultad. Entre las tesis yamencionadas haba quien reclamaba para la legislacin civil argentina reformas fundamentales impuestaspor las exigencias de la vida moderna, insistindose en que el individualismo reinante en los Cdigos

    tiende a desaparecer. Para otro de estos autores, el colectivismo que caracterizaba a la poca implicaba unconjunto de ideas de difcil avenimiento con el concepto individual que ha presidido hasta aqu las relacioneslegales. En el terreno prctico, esta evolucin apuntaba a la introduccin del contrato colectivo de trabajocelebrado por sindicatos profesionales legalmente reconocidos por el Estado.25

    Una evolucin similar estaba teniendo lugar en la doctrina sobre la responsabilidad patronal por losaccidentes de trabajo, tema que generara una abundante discusin entre juristas. La elaboracin de lasnociones de obligacin social y riesgo profesional por juristas franceses como Maurice Hauriou yRaymond Saleilles, que culminara en la ley francesa de 1898 sobre responsabilidad patronal basada en elconcepto de risques professionels fue un importante precedente para la doctrina argentina. El concepto deriesgo profesional significaba que la responsabilidad por accidentes en el lugar de trabajo no se interpretabacomo el resultado de una falta de parte del empleador o del empleado, sino como una consecuencia de lainevitable inseguridad e impredecibilidad introducidas por la era industrial. La solucin recaa as en un

    sistema de compensacin que reconoca responsabilidad sin atribuir falta.26

    El primer proyecto argentino de legislacin sobre el tema fue presentado al Congreso Nacional en1902 por Belisario Roldn (h) y Marco M. Avellaneda. Basado en precedentes europeos, principalmente la

    15

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    16/44

    ley francesa de 1898 y la ley espaola de 1900, consagraba el principio del riesgo profesional. BelisarioRoldn (h) citaba en su apoyo el debate parlamentario francs sobre el tema:

    desde que la industria ha substituido la mquina humana por la mquina de acero, la fuerza inteligente yresponsable por la fuerza ciega e irresponsable (...) al dominio de la libertad ha sucedido el del riesgo; en otrostrminos, el problema que era antes jurdico es hoy econmico y social.

    Tambin el proyecto de Joaqun V. Gonzlez de 1904 para un cdigo laboral segua el principio deriesgo profesional en materia de accidentes de trabajo.27

    Para otros resultaba preferible una interpretacin ms amplia de las normas existentes antes que laintroduccin de nuevos principios en la legislacin y jurisprudencia argentinas. Ernesto Quesada participactivamente en este debate. Opuesto a toda modificacin sbita de las normas vigentes, proclam que lasnormas d responsabilidad del Cdigo Civil permitan la aplicacin de las doctrinas ms avanzadas, ycomo juez llev a la prctica esta interpretacin, otorgando compensacin al trabajador damnificado sinsalirse de la normativa del Cdigo.28sta fue tambin la posicin adoptada por Juan Bialet Mass en suTratado de responsabilidad civil en el Derecho Civil Argentino bajo el punto de vista de los accidentes de

    trabajo(1904): opuesto a la introduccin del concepto de riesgo profesional, por entender que tal teora slohara aumentar la ocurrencia de accidentes por estimular un falso sentimiento de confianza en los hbitosprofesionales de los trabajadores, Bialet Mass elabor una novedosa doctrina sobre la responsabilidad

    patronal basada en las normas del Cdigo Civil, por la cual ha sido sealado frecuentemente como uno de losprecursores del derecho laboral en la Argentina.29La evolucin de la doctrina y jurisprudencia, sin embargo,se orient hacia la aceptacin de los nuevos principios, yen 1915, tras la presentacin de nueve diferentesproyectos en el Congreso desde el primero de 1902, la ley 9688 substituy la nocin tradicional deresponsabilidad limitada de los empleadores por accidentes de trabajo por la ms amplia concepcin delriesgo profesional.30

    El Congreso Americano de Ciencias Sociales

    Hacia fines del perodo, la conexin entre las instituciones acadmicas y el debate sobre la cuestinsocial se haba estrechado an ms. En 1916, como parte de los festejos por el Centenario de la Declaracinde la Independencia, el gobierno argentino organiz en Tucumn un Congreso Americano de CienciasSociales. La realizacin de este tipo de congreso no era un hecho nuevo: desde 1898, cuando se realiz elprimer Congreso Cientfico Latinoamericano en Buenos Aires, las elites intelectuales argentinas habanmostrado su inclinacin hacia este tipo de encuentros. El primer Congreso Cientfico Panamericano (con laparticipacin de los Estados Unidos) celebrado en Santiago de Chile en 1908 pas varias resolucionesconcernientes a la cuestin social, y en particular, a la organizacin y regulacin de las relacionesindustriales.31

    El comit organizador del Congreso de 1916, nombrado por decreto presidencial, estaba integradopor nombres prominentes del mundo intelectual, algunos de ellos estrechamente ligados al reformismo socialargentino: Gregorio Aroz Alfaro, Carlos O. Bunge, Luis M. Drago, J. Alfredo Ferreyra, Joaqun yGonzlez, Carlos Ibarguren, Jos Ingenieros, Juan B. Justo. Jos N. Matienzo, Alfredo L. Palacios, ErnestoQuesada, Rodolfo Rivarola, Ricardo Rojas, Carlos Saavedra Lamas. Enrique del Valle Iberlucea y Estanislao

    Zeballos, entre otros.32

    El comit organiz el congreso en once secciones, que cubran el derecho civil, criminal y comercial,la economa y las finanzas pblicas, las relaciones internacionales, la inmigracin, historia y sociologa,higiene y medicina social, moral pblica, y trabajo y asistencia pblica. En la seccin sobre Trabajo,Previsin y Asistencia Social, se reunieron representantes de las distintas corrientes reformistas ocupadascon la cuestin social durante el perodo. Ernesto Quesada y Jos Ingenieros fueron designados presidente ysecretario respectivamente, aunque este ltimo renunci, siendo reemplazado por Alejandro Bunge,presidente de los Crculos de Obreros Catlicos y funcionario del Departamento del Trabajo. Entre losmiembros de esta seccin estaban Joaqun y Gonzlez, Jos N. Matienzo, Enrique Ruiz Guiaz y ManuelGlvez; tambin representaban al Departamento del Trabajo Julio B. Lezana, Alejandro Ruzo, AlejandroUnsain y Pablo Storni; por el movimiento social catlico, Miguel de Andrea, Indalecio Gmez, EmilioLamarca, Gustavo Franceschi, y, desde Crdoba, Arturo Bas, Juan Caferatta y Telasco Castellanos; por el

    Museo Social Argentino, Emilio Frers, Horacio C. Rivarola, Jos L. Surez, Carlos Ibarguren y Juan JosDaz Arana; Alfredo Demarchi representaba a la Unin Industrial Argentina; y Alfredo Palacios, Juan B.Justo, Enrique del Valle Iberlucea y Augusto Bunge, al socialismo argentino.33

    16

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    17/44

    La comisin se dedic al estudio del nivel de vida de las clases obreras y su mejoramiento a travsde la legislacin social. Numerosas propuestas apuntaron a la proteccin de las mujeres y nios, y sobre lanecesidad de mejorar el cumplimiento de la legislacin existente. Entre otros temas se discuti tambin elproblema del desempleo, las huelgas, mecanismos de conciliacin y arbitraje, la vivienda obrera, el papelque las sociedades de ayuda mutua y el seguro social obligatorio podan desempear como herramientas depoltica social, y los mestizos, la emigracin europea, y el peligro amarillo.34 En definitiva, el nfasispuesto por todos los participantes en la necesidad de sancionar una legislacin social y laboral, y en la

    creacin de nuevas instituciones estatales que dieran una respuesta cientfica a los nuevos problemassociales, resuma el enfoque que el reformismo argentino adopt hacia la cuestin social. La importancia quela higiene pblica y la medicina social haban alcanzado en el debate sobre la cuestin social, evidenciadadurante el Congreso, revelaba que adems de las ciencias sociales, otras vertientes cientficas contribuan aese debate con nuevos argumentos y enfoques sobre los problemas sociales.

    NOTAS

    1Csar Iglesias Paz,El problema social(Bs. As.: A. Moen, 1907), p. 122.2Lester Ward,Dynamic Sociology(1883), citado en Sidney Fine,Laissez Faire and the General-WelfareState. A Studyof Conflict in American Thought, 1865-1901(Ann Arbor: The University of Michigan Press, 1956), p. 258. Ward fueuna prominente figura dentro de la reaccin en las ciencias sociales norteamericanas contra la corriente spenceriana, delaissez faire liderada por William G. Sumner. Vase tambin, Henry Steele Commager, The American Mind. Aninterpretation of American Thought and Character Since the1880's. (New Haven: Yale University Press, 1950), pp.199-226. Para un anlisis de similares desarrollos intelectuales en Inglaterra, vase Reba N. Soffer, The Revolution inEnglish Social Thought, 1880-1914,AHR, vol. 75, 1969-70, pp. 1938-64; y Stefan Collini, Liberalism and Sociology.

    L.T. Hobhouse andPoliticalArgument in England 1880-1914(Cambridge: Cambridge University Press, 1979).3APyC, 1907, pp. 253-54; ibid., 1909, pp. 247-48; RACP, vol. 1, 1910, pp. 64-75. Posada tambin contribuy a losorgenes del reformismo social argentino en forma indirecta, como traductor de algunas obras claves. Adems de la obrade Ward, Posada tradujo Anton Menger, El derecho al producto ntegro del trabajo, y Woodrow Wilson, El Estado,ambos publicados en Buenos Aires.4En su discurso en el acto de transmisin del decanato, Miguel Can haba criticado la pretensin de erigir ya enciencia, con sus lneas fijas e inmutables, a un conjunto de hiptesis o de constataciones empricas, y decir sociologa,en el mismo sentido en que se dice lgebra o mecnica. (...) [N]o creamos que si se nos llena la boca con palabrasconseguimos llenar el cerebro de ideas. Miguel Can, El espritu universitario y el mtodo cientfico, enDiscursos yconferencias(Buenos Aires: La Cultura Argentina, 1919), p. 32. Sobre los orgenes de la sociologa argentina vasetambin Ricaurte Soler, El positivismo argentino (Buenos Aires: Paids, 1968); Hobart A. Spalding, Jr., ArgentinoSociology from the End of the Nineteenth Century to World War One, Documento de TrabajoN. 52 (Buenos Aires:Instituto Torcuato Di Tella, 1976, 2da. edicin); Juan C. Agulla, La experiencia generacional de la Sociologa en laRepblica Argentina. Ideas en Ciencias Sociales, N. 1, enero-marzo 1984, pp. 19-23; Carlos Barb, La presenciaitaliana en la formacin de la sociologa y las ciencias sociales argentinas, Documento de TrabajoN. 100 (BuenosAires: Instituto Torcuato Di Tella, 1988).5 J. Alfredo Ferreyra, tica Sociolgica, Revista de Ciencias Econmicas, No.4, 1913, pp. 201-207; Una ticaqumica, Revista de Filosofa, 1916, pp.178-185. Este ltimo trabajo era probablemente una respuesta a AugustoBunge, Los fundamentos biolgicos de la moral, Revista de Filosofa, 1915, pp. 69-83, donde se sostena que seraposible construir cientficamente una tica humana una vez que el conocimiento de la biologa y las ciencias naturaleshubiera alcanzado cierto desarrollo. Vase tambin sobre este tema, Ral Orgaz, Moral y Sociologa. Revista deFilosofa, 1915, pp. 403-415, y Jorge E. Dotti, Las hermanas-enemigas. Ciencia y tica en el positivismo delCentenario, en Jorge E. Dotti,Las vetas del texto, pp. 55-87.6Ernesto J.J. Bott, La crisis del parlamentarismo,Boletn del Museo Social Argentino, N. 41-42, 1915, pp. 260-285.7Paul Groussac, La paradoja de las ciencias sociales,La Biblioteca, ao I, vol. II. septiembre-diciembre de 1896, pp.309-320; Marco M. Avellaneda, Nuestros problemas. Necesidad de estudiarlos con un criterio nacionalista (1901), en

    Del camino andado. (Economa Social Argentina) (Buenos Aires: Cooperativa Editorial, 1919), p. 24. Para otrosejemplos de ese enfoque vase tambin, Juan Agustn Garca, Introduccin al estudio de las Ciencias Socialesargentinas(1899): las ciencias sociales tienen que ser, ante todo, nacionales, y como consecuencia sus proposiciones,sus verdades, son relativas y de aplicacin limitada; Matienzo.El gobierno representativo;Ral Orgaz, La sociologacomo ciencia nacional,Atlntida, vol. VI, 1912. pp. 337-349, y los trabajos de Quesada citados en pginas siguientes.8Ernesto Quesada, La Sociologa. Carcter cientfico de su enseanza, Revista de la Universidad de Buenos Aires,vol. III, 1905. p. 34;Herbert Spencer y sus doctrinas sociolgicas(Buenos Aires: Librera de J. Menndez, 1907), p 58.9

    E. Quesada,El problema nacional obrero y la ciencia econmica

    (La Plata, 1907), p. 6.10Quesada, El problema nacional obrero, p. 12. Quesada estudi algn tiempo en Alemania, su segunda esposa eraalemana, y estaba en general muy familiarizado con la vida acadmica alemana, como demostrara en su voluminosaobra La enseanza de la historia en las universidades alemanas(La Plata: Facultad de Ciencias Jurdicas y Sociales,

    17

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    18/44

    1910). Durante la Primera Guerra Mundial sus simpatas por Alemania fueron expresadas abiertamente, y en 1920Quesada don su biblioteca personal de 80.000 volmenes al Instituto Ibero-Americano de Berln. Cf. Ronald C.Newton, German Buenos Aires, 1900-1933 (Austin and London: University of Texas Press, 1977), p. 36 NicolsMatijevic, La Biblioteca de Ernesto Quesada y el Instituto Ibero-Americano de Berln Documentacin

    Bibliotecolgica, N. 33. 1972.11Quesada,El problema nacional obrero, p. 13. Sobre Gustav Schmoller y la joven escuela histrica de economa, cf.

    James J. Sheehan, The Career of Lujo Brentano. A Study of Liberalism and Social Reform inImperial Gerrnany.(Chicago: The University of Chicago Press, 1956), pp. 46-66.12 Quesada, El problema nacional obrero, pp. 16-17; La cuestin obrera y su estudio universitario (Buenos Aires:Librera de J. Menndez, 1907), reproducido en BDNT, N. 1, 1907. Sobre Gide y el reformismo social en la TerceraRepblica Francesa, cf. Judith Stone, The Search for Social Peace. Reform Legislation inFrance, 1890-1914(Albany:State University of New York Press, 1985), y Sanford Elwitt, The ThirdRepublic Defended. Bourgeois Reform inFrance, 1880-1914(Baton Rouge: Louisiana State University Press, 1986).13Sobre E.R.A. Seligman vase Sidney Fine, Laissez Faire and the General-Welfare State, pp. 198-251. Adems deestas cuatro obras bsicas, Quesada recomendaba otros autores para ser ledos como complemento: Wagner y Roscherde Alemania, los franceses Leroy-Beaulieu y Caves, los britnicos Smith, Ricardo y Mill, Seager y Fetter de los EstadosUnidos, y los austracos Bohm Bawerk y Wieser, entre otros. Quesada, El problema nacional obrero, p. 11. HenryGeorge y la escuela del single tax no parecen haber recibido mucha atencin de parte de los reformistas argentinos,aunque s hubo seguidores en crculos socialistas. Vase Rodolfo Rivarola, El Georgismo en el Ro de la Plata,

    RACP, vol. VIII, 1914, pp. 546-48; y un nmero especial de la RCE, N. 31-32, enero-febrero 1916, dedica-do algeorgismo y el impuesto nico.14Quesada,La cuestin obrera y su estudio universitario, p. 16;El problema nacional obrero, p. 20; Los fenmenossociolgicos australianos y el criterio argentino,RACP, vol. VII, 1913, pp. 145-47. Sobre la obra de Carroll Wright enel departamento del trabajo norteamericano, cf. James Leiby, Carroll Wright andLabor Reform. The Origin of LaborStatistics (Mass.: Harvard University Press, 1960), pp. 142-180. Para una interpretacin del reformismo social enAustralia y Nueva Zelandia dada por algunos de sus promotores, cf. W.P. Reeves, State Experiments in Australia and

    New Zealand(Londres: Grant Richards, 1902); y J.E. Le Rossignol y W.D. Stewart, State Socialism inNew Zealand(Londres: George G. Harrap & Co., 1911).15Quesada, The Social Evolution of the Argentina People, Annals of the American Academy of Political and SocialScience, May 1911, p. 150;La Iglesia Catlica y la cuestin social(Buenos Aires: A. Moen, editor, 1895), p. 97; Lateora y la prctica en la cuestin obrera. El marxismo a la luz de la estadstica en los comienzos del siglo(BuenosAires: A. Moen y Hno., editores, 1908). Quesada basaba gran parte de su argumento en la obra del austraco Bohm

    Bawerk, Zum Abschlus des Marxschen System, que haba a su juicio sacado a la luz serias contradiccionesexistentes enDas Kapital. Quesada,La teora y prctica, pp. 13, 28-36, 67.16Sus conferencias Puntos de vista para el estudio de la Economa Poltica (1906) y Enseanza de la EconomaPoltica (1911), parte de su curso, aparecieron publicadas en M. Avellaneda, Del camino andado.(Economa Social

    Argentina),ya citado. Resulta interesante notar que la economa poltica del ttulo de las clases se haba convertidopara Avellaneda en economa social al tiempo de la publicacin del libro (1919), confirmando tcitamente laevolucin del vocabulario ya sealada por Quesada.17Avellaneda,Del camino andado, pp. 95-101.18 Marco M. Avellaneda, Prefacio a Juan B. Gonzlez, El encarecimiento de la vida en la Repblica Argentina(Buenos Aires: Las Ciencias, 1908), pp. xii, xv.19Manuel M. de blondo, Discurso Inaugural del Curso de Economa Poltica, Revista de la Facultad deDerecho yCienciasSociales, N. 1, agosto de 1907, pp. 70-71.20Enrique Ruiz Guiaz, La Economa Poltica y la cuestin social (Conferencia inaugural del Curso de Economa

    Poltica en la Facultad de Derecho),Atlntida, vol. X, 1913, pp. 31-40; Interpretacin econmica de la historia. Teoradel materialismo histrico. (Apuntes),Atlntida, vol. VI, 1912, pp. 363-375.21E. Ruiz Guiaz, Sindicalismo revolucionario, reformista y conservador,Atlntida,vol. VII, 1912, pp. 229-242. En1926, Ruiz Guiaz critic la organizacin corporativa propuesta por el fascismo, temiendo que la predominancia desindicatos y guildas sobre la poltica parlamentaria llevara a la destruccin del rgimen democrtico. E. Ruiz Guiaz,El futuro parlamento sindicalista,La Nacin Suplemento Letras, vol. II, N. 50, 6 de junio de 1926, p. 2.22Carlos Rodrguez Larreta, El socialismo y el derecho civil,La Biblioteca, septiembre-diciembre de 1896, pp. 559-583.23La cita es de Jos Antonio Gonzlez, Las huelgas ante el derecho. Tesis presentada para optar al grado de Doctor enDerecho y Ciencias Sociales, 1906. (Biblioteca Nacional, Coleccin Candioti), p, 18. La Coleccin Candioti en laBiblioteca Nacional resulta una fuente invalorable para este tipo de anlisis. Vase tambin Marcial R. Candioti,

    Bibliografa Doctoral de la Universidad de Buenos Aires y Catlogo Cronolgico de las Tesis en su primer centenario,1821-1920. (Buenos Aires, 1920), pp. 504-564. Sobre Crdoba, cf. Tebano Castellanos, Las huelgas en la Repblica

    Argentina y modos de combatirlas. Tesis de doctorado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional deCrdoba. (Crdoba: Imprenta Mitre, 1906). El autor fue luego designado profesor de Legislacin industrial enCrdoba, y public un tratado de dos volmenes sobre la materia.

    18

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    19/44

    24Carlos Ibarguren, La sociedad argentina,Atlntida, vol. VII, 1912, pp. 353-361. Ver tambin su libro de memorias,

    La historia que he vivido(Buenos Aires: Ediciones Dictio), pp. 331-333.25David Lascano, Naturaleza Jurdica del Contrato de Trabajo.Tesis presentada para optar al grado de Doctor enJurisprudencia, 1909. (Biblioteca Nacional: Coleccin Candioti); Ramn F. Ledesma,Naturaleza Jurdicadel Contratode Trabajo.Tesis presentada para optar al grado de Doctor en Jurisprudencia, 1909. (Biblioteca Nacional: ColeccinCandioti), p. 57. Esta tesis fue supervisada por Marco M. Avellaneda, por entonces presidente del Departamento

    Nacional del Trabajo.26Sobre estos desarrollos en la doctrina legal francesa, ver Ruth Harris, Murders and Madness. Medicine, LawandSociety inthe Fin de Sicle(Oxford: Clarendon Press, 1989), pp. 105-120.27DSCD, 1902, vol. 1, pp. 118-123: Belisario Roldn (h). Discursos Completos(Buenos Aires: El Ateneo, 1929). pp.72-78, nfasis agregado; OCJPG, vol. VI, pp. 431-48.28Cf. Oliveyra C. versus Moreyra J. y Othacehe, J. por indemnizacin de daos y perjuicios, Boletn Judicial, 16 deseptiembre de 1905; E. Quesada,El problema nacional obrero, p. 20; Teora y prctica,p. 37.29Juan Bialet Mass, Los accidentes y el Cdigo Civil Argentino.BDNT, N. 20, 1912, pp. 53-71; Luis A. Despontn,Juan Bialet Mass. Precursor del Derecho del Trabajo, prlogo a J. Bialet Mass, El Estado de las clases obrerasargentinas a comienzos de siglo (Crdoba: Universidad Nacional de Crdoba, 1968), pp. 18-20; Mariano R.Tissenbaum,La Codificacin del Derecho del Trabajo ante le evolucin legislativaargentina(Santa Fe: UniversidadNacional del Litoral, 1947).30Alejandro Unsain. Principios generales de la legislacin de accidentes, y Alejandro Ruzo, Fundamentos jurdicos

    del riesgo profesional, ambos en BDNT, N. 20. 1912. Tambin, Alejandro M. Unsain, Ordenamiento de las leyesobreras argentinas(Buenos Aires: Editorial El Ateneo, 1952), p. 19. Para la sancin de la ley 9688, vase el capitulo 9.31 Sobre los Congresos Cientficos Latinoamericanos, vase Marcos Cueto, Excelencia Cientfica en la Periferia.

    Actividades Cientficas e Investigacin Biomdica en el Per 1890-1950 (Lima: GRADE-CONCYTEC, 1989); pp. 58-59; sobre las resoluciones pasadas por el Congreso de 1908, Las cuestiones sociales en el Congreso CientficoPanamericano,BDNT, N. 8, marzo 1909, pp. 95-97.32RACP, vol. X, 1915, pp. 537-535.33Congreso Americano de Ciencias Sociales,RACP, vol. XI, 1915, pp. 169-172;RJCS. vol.. XXXII, 1915, p. 630.34RJCS, vol. XXXIII, 1916, pp. 508-509.

    19

  • 8/13/2019 ECPE Zimmermann Unidad 2

    20/44

    5. LA SALUD PBLICA: CUESTIN RACIAL Y CUESTIN SOCIAL

    Medicina y salud pblica en el fin de siglo

    As como ciertos desarrollos en las ciencias sociales impulsaron la bsqueda de un camino

    intermedio entre el capitalismo y el socialismo como una forma de solucionar la cuestin social, la crecienteparticipacin del Estado en actividades asistenciales y el surgimiento y consolidacin de nuevas disciplinasvinculadas a esas actividades, como la higiene pblica y la medicina social, fueron factores de granimportancia en los orgenes de esa corriente reformista.

    Siguiendo la reorganizacin de los estudios mdicos en Buenos Aires en 1852, la segunda mitad delsiglo diecinueve se caracteriz por una importante expansin de la actividad estatal en materia de higiene ysalud pblica. La creacin del Consejo de Higiene Pblica en 1852, luego denominado DepartamentoNacional de Higiene, y de la Asistenci