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Código ISSN: 0719-7772
Editor: Jorge Castro Gárate
Contacto: [email protected]
Publicado por el Centro de Estudios Críticos del Norte – Iquique, Chile
www.cecrin.org
Esta revista está bajo Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0
Internacional.
Contenido
Chanavaya o Puerto Inglés: Su pasado histórico en el ciclo productivo del guano en el norte grande de chile
Raphael Cantillana y Elías Pizarro Pizarro
El Ateneo Obrero de Iquique
Luis Espinoza
A la luz de la victoria de Trump
Fernando García Bielsa
Editorial
Las bulladas colusiones, o acuerdos entre grupos de poder
para eliminar la competencia, parecen ser una actividad
común dentro de la gran empresa y la política. A la vez que se
siguen conociéndose casos, vemos como las encuestas
presidenciales la carrera está delimitada a Lagos, Guillier y
Piñera; el resto, no existe. Así como no existió la competencia
entre papeles higiénicos, pañales y pollos. Esta “colusión”
política no es casual. Gramsci planteó en un breve ensayo
cómo las élites buscaron mantener la lucha de clases
apaciguada a través del “acuerdo” del pensamiento de la élite
o la “filosofía” con el pensamiento de la masa o lo que
denominaba el “sentido común”, o la implantación de la
filosofía dominante en la plebe. Esta articulación la realizaba
históricamente la religión. No obstante, tuvo su debacle en los
tiempos de la victoria de la razón ilustrada y del laicismo en
los estados nacionales. La respuesta de la iglesia fue política,
con la creación de la Democracia Cristiana, agente capaz de
dar sentido católico conservador a la casta política a la
manera de la curia vaticana y a la vez, canalizador de sentido
a las masas por medio del convencimiento, la propaganda y la
coerción desde el Estado.
Esta función actualmente la canalizan por medio de la opinión
pública, concepto que encarna la construcción del sentir
común que realizan los medios masivos de comunicación. A
través de esta se busca dar cuenta de los temas que le
importan a la élite, trasplantados a la gente común y desde
donde son expertos: inseguridad, miedo y banalidad. Si los
agentes de la clase dominante redoblan esfuerzos por
engañar, tergiversar y ocultar –y nos damos cuenta de ello–,
es porque se está por buen camino. Las sorpresas buenas o
malas con victorias inesperadas de Trump a nivel mundial, y
Sharp a nivel local, nos dan indicios no de la desacertada
estadística de los centros de encuestas, sino de la
incapacidad de las élites de mantener bajo control el sentido
común desde su construcción en la opinión pública.
En Chile la unidad de las fuerzas contrarias a la clase
dominante va por un camino complejo pero inédito desde los
gobiernos de la Concertación. Como La Mancomunal,
aportaremos decididamente a esta construcción, desde la
generación y difusión de conocimiento, entregando
humildemente bases, datos y argumentos que sean alimento
al sentido común que se está despojando –felizmente– de
este traje neoliberal impuesto brutalmente y mantenida en
base al miedo, al conformismo y al vacío existencial.
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LA MANCOMUNAL Revista del Centro de Estudios Críticos del Norte –CECRIN
Chanavaya o Puerto Inglés: Su pasado histórico en el ciclo productivo del guano en el norte grande de chile
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Chanavaya o Puerto Inglés: Su pasado histórico en el ciclo productivo del
guano en el norte grande de chile
Autores: Raphael Cantillana Barañados1
Elías Pizarro Pizarro2
Resumen
En el presente artículo se aborda una recopilación etnohistórica de Chanavaya, esto con
especial énfasis en el antecedente de que esta localidad fue un importante enclave de
producción y exportación de guano fósil. Los esfuerzos por profundizar en ese pasado
histórico nos hacen analizar relatos, crónicas y producciones de los siglos XVII al XXI.
Todo ello con la intención de dejar en evidencia aspectos de la profundidad histórica de un
ciclo productivo tan relevante en el desarrollo regional y nacional del Norte Grande de
Chile. De igual forma se problematizan estos antecedentes con la intención de comprender,
a partir del ciclo productivo del guano, el patrón de asentamiento y sus particularidades en
la costa de Tarapacá. * Señalética sendero patrimonial del guano en Chanavaya 1 El autor es Magíster © en Educación y Antropólogo Social por la Universidad de Tarapacá, Arica. Académico de la Universidad Santo Tomás, Iquique. 2 Doctorando en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Académico del Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas. Facultad de Educación y Humanidades. Universidad de Tarapacá de Arica, Chile
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Palabras Clave: Chanavaya – Puerto Inglés – Norte Grande de Chile – Guano - Producción
Guanera
Abstract
In the present article is approached Chanavaya's etnohistorical summary, this with special
emphasis in the information of which this one locality was an important enclave of
production and exportation of the guano fossil. The efforts for penetrating into this
historical past make us analyze statements, chronicles and production in the XVIIth to the
XX century. All this is made with the intention of showing evidence of aspects of the
historical depth of a cycle production so relevant for the regional and national
development of the Greath North of Chile. Likewise these precedents are problematized
with the intention of understanding, from the productive cycle of the guano, the settlement
pattern and his particularities on Tarapacá's coast.
Keywords: Chanavaya, English Port, Greath North of Chile, Guano, Guano production
Introducción
El siguiente trabajo surgió en el
desarrollo de una investigación
etnográfica realizada en Chanavaya,
Iquique (2013-2014)3. Si bien esa
investigación se inclinó por otro problema
de la realidad sociocultural, fue en el
proceso investigativo que se reconocieron
dos obstáculos. En primer lugar, fueron
las escasas producciones contemporáneas
que existen en Chile respecto a los
3 La investigación de Cantillana (2013) se tituló "Conflictos por el agua en sus dimensiones sociales y culturales: el caso de la aplicación del Programa de Agua Potable Rural en Chanavaya, Iquique".
antecedentes históricos de la costa norte
del País. Mientras que por otra parte, fue
posible reconocer una disrupción
histórica de habitación en los grupos
humanos que residieron y residen en la
zona. Es decir, si bien Chanavaya fue un
importante enclave para la producción de
guano4 fósil, los actuales habitantes solo
4 En este primer acercamiento a la producción guanera en el Norte Grande de Chile, cabe introducir la discusión respecto al término que describe al guano de covaderas. Relativo a esto, la Real Academia Española (Real Academia Española 2001) define al "guano" como excremento de aves marinas utilizado con fines de cultivo. Mientras que en el Diccionario de la Lengua Quechua de Diego González (González 1608) y en el Diccionario de la Lengua Aymara de Ludovico
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conocen el pasado histórico a través de
los vestigios de la época del guano
(Imagen 1), sin embargo no tienen un
vínculo conexo con esa historicidad. Lo
anterior se debe, principalmente, a que el
patrón de asentamiento actual
corresponde a individuos que provienen
de las regiones del centro del país. Bajo
ese caso, es que son estos actuales grupos
humanos los que demandan una
profundidad histórica de su nuevo
territorio.
Imagen 1. Vestigios del Puente colgante
de Chanavaya.
Fuente: Archivo propio.
Bertonio (Bertonio 1612), la misma definición aparece ligada al término "Huano".
Chanavaya, se ubica geográficamente a
80 kilómetros al sur de Iquique. Es un
poblado costero que posee un número de
33 habitantes, cuyo sistema económico se
centra en el sector primario de extracción
a través de la comercialización de
recursos marinos. Actualmente, como
señalamos, es una caleta que se comenzó
a repoblar por buzos cazadores y
mariscadores, hace aproximadamente 30
años. Contexto que sugiere, para el
presente análisis, la división temporal en
dos períodos: el primero y central para
este artículo, el del ciclo productivo del
guano; y a posterior, la habitación actual
de la costa sur de Iquique.
Hacer una recopilación histórica de los
despojados territorios del sur del Perú y
anexados luego de la Guerra del Pacífico
a soberanía chilena resulta completamente
difícil. Sobre todo considerando de que
por décadas el Estado-nación ha ocultado
el pasado histórico de los territorios de
Tarapacá, inclusive de la bibliografía de
formación académica escolar (Méndez-
Quirós et al., 2010). Esto incluye la
política del terror llevada a cabo por los
gobiernos chilenos de la época 1880-
1920, donde se conformaron las ligas
patrióticas, en tanto grupos genocidas en
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contra de peruanos y bolivianos5, y a la
posterior política de ocultamiento por
parte del Estado de Chile (González,
2004). A pesar de estos antecedentes, en
este trabajo de historia local se hacen
esfuerzos por recuperar elementos de esa
matriz que contribuyan a la comprensión
del pasado etnohistórico del bordemar
tarapaqueño y de su patrón de
asentamiento.
El ciclo productivo del guano en la
costa de Tarapacá: antecedentes
elementales.
Más adelante están los ricos valles
de Tarapacá. Cerca de la mar, en
la comarca destos valles hay
algunas islas bien pobladas de
lobos marinos. Los naturales van a
ellas en balsas, y de las rocas que
están en sus altos traen gran
cantidad de estiércol de las aves
5 En Tarapacá, las ligas patrióticas toman fuerza hacia finales de la década de 1910 y durante toda la década siguiente. Más allá de indicarse como “grupos
genocidas”, estos pueden identificarse como grupos
espontáneos que buscaron apropiarse del territorio con base a ideas de superioridad racial y nacional, quienes operaron bajo la tolerancia del Estado de Chile. Las ligas patrióticas actuaron de acuerdo a las particularidades de los territorios, en tanto que entre Arica e Iquique existían diferencias, ya que esta primera ciudad aún estaba en litigio por anexarse al territorio nacional chileno, mientras que la segunda ya era chilena (González, 2004).
para sembrar sus maizales y
mantenimientos y hállanlo tan
provechoso que la tierra se para
con ello muy gruesa y frutífera,
siendo en la parte que lo siembran
estéril; porque si dejan de echar
deste estiércol cogen poco maíz, y
no podrían sustentarse si las aves,
posándose en aquellas rocas de las
islas de suso dichas, no dejasen lo
que después de cogido se tienen
por estimado, y como tal contratan
con ello, como cosa preciada, unos
con otros (Cieza de León, 1945,
p.211 ).
A partir de la primera mitad del siglo XIX
las costas del Norte Grande fueron una
gran zona productiva de guano fósil, ciclo
productivo que se inició durante el
Período Intermedio Tardío y Tardío (900-
1500 d.C.) extendiéndose a los períodos
de la colonia, e incluso, hasta los tiempos
actuales (Méndez-Quirós et al., 2010).
Cabe considerar que la economía
autóctona e incaica era principalmente
agraria con un sentido de retribución y
equilibrio ecológico. De tal forma, se
estructuraba una complementariedad con
las zonas costeras que aportaban, en un
proceso de intercambio con las zonas
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altas, recursos marinos y abono (guano de
ave) por materiales y alimentos de los
pisos ecológicos andinos (Guerrero, 2004;
Larraín y Bugueño, 2011). Esta tendencia
por la explotación de los recursos
costeros permitió y requirió una amplia
movilidad en la zona, lo que no solo
complementaba la verticalidad sino
también la horizontalidad (Muñoz y
Choque, 2013). Fray Reginaldo de
Lizárraga relata en su crónica de 1605
que:
En este trecho de tierra hay
algunas caletillas con poca agua
salobre donde se han recogido y
huido algunos indios pescadores,
pobres y casi desnudos; los
vestidos son de pieles de lobos
marinos y en muchas partes de
esta costa beben sangre de estos
(Larraín y Bugueño, 2011, p.2)
La recolección de información en relatos
y producciones científicas en lo que
refiere a la presencia indígena de
pescadores-recolectores en el Norte
Grande, permite obtener datos
transversales sobre demónimos,
actividades productivas y tecnologías.
Sobre todo al considerar que la presencia
en el área es parte de una
complementariedad en los patrones de
asentamientos que se remontan hacia el
Período Formativo (Hidalgo, 2004). Los
Chinchorro, los Cavancha, los
Camanchaca o los Changos, corresponden
a denominaciones de procedencia y de
origen de distintos grupos que habitaron
la costa norte de Chile, quienes
compartieron prácticas y herramientas
que son utilizadas por pescadores hasta
tiempos actuales (Chacama-Rodríguez,
comunicación personal 2013).
El patrón de residencia en los
asentamientos litorales era de un escaso
desarrollo en comparación a lo que logran
en tiempos del auge del guano. La
actividad productiva está representada,
para ese período, por el pueblo indígena
de los Changos. Van-Kessel (citado en
Guerrero, 1991), señala que el
aislamiento de las comunidades aymara
acabó con el antiguo contacto con este
grupo indígena de la costa, quienes
dejaron de existir como etnia6. No
6 Este aislamiento surge en el contexto de la colonización española, donde destacan la reducción de población y la reducción de territorio. Básicamente esto se llevó a cabo concentrando a los indígenas dispersos en los distintos pisos ecológicos de los andes, en lugares determinados a cargo de un cacique, los cuales debían rendir tributo, respeto y honra al representante de la corona y toda su burocracia (Salazar y Pinto 1999).
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obstante, Méndez-Quirós (et al., 2010),
indica que la utilización del guano es un
aspecto central para la agricultura, y que a
pesar de los cambios sufridos por el
régimen colonial, se mantienen activos
los vínculos entre los grupos de la costa.
Puesto que el régimen colonial se centró
en la extracción de minería metálica, en
momentos que el abono se continuaba
utilizando por los agricultores aymara de
las zonas altas. En este contexto se
produjo la introducción de nuevos sujetos
al ciclo productivo del guano y al
cabotaje en la región, sujetos de origen
indígena, mestizos y colonos europeos
(Méndez-Quirós et al., 2010).
Larraín (1974), utilizando una referencia
contenida en la obra de Vásquez de
Espinosa (1948) sobre el guano extraído
de la isla de Iquique, agrega que:
[...] aunque en el texto no
aparezcan en escena los Changos
pescadores, sabemos que eran
ellos, en sus balsas, los que solían
transportar dicho guano a tierra, y
de allí era cargado por los
aldeanos del interior en sus llamas
y conducidos a las quebradas de la
Pampa del Tamarugal a través de
los caminos de las pesquerías de la
costa (Larraín, 1974, p.66).
No cabe duda, sin embargo, de que los
changos –que por largo tiempo
sobrevivieron en los alrededores de
Iquique– eran allí meros instrumentos de
los mercaderes españoles quienes sin
duda controlaban estrictamente la
explotación, carga y transporte del
producto, usufructuando y
enriqueciéndose con ello.
La producción guanera toma importancia
a comienzos de 1840 con el inicio de la
República del Perú para consagrarse, en
el territorio de la costa tarapaqueña, en
1870. El repentino auge del guano
produce un impacto en el patrón de
asentamiento aumentando
explosivamente, y en concomitancia, la
mano de obra, la producción y la
inversión en infraestructura (Zolezzi,
1879). Pese al maremoto que afecto a las
costas del Norte Grande en 1877, el cual
despobló la caleta de Chanavaya, y a los
incidentes bélicos de la guerra de 1879 –
cuando Chile anexa a su territorio las
regiones de Antofagasta y Tarapacá– el
guano alcanza gran importancia mundial
en términos de cantidad y calidad.
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Pabellón de pica, que forma por el
N, la caleta de Pica, donde existe
una próspera población ocupada
con el carguío de huano, cuya
materia existía allí en abundancia i
se esplota hoy en grande escala
desde que menguó el de las islas
Chinchas [Perú] (Vargas, 1979,
p.103).
Posterior al decaimiento de las Islas
Chinchas del Perú, una efigie del guano
de covaderas, el relato anterior refleja el
esplendor alcanzado por los poblados
industriales en torno al ciclo productivo
del abono en el litoral sur de Iquique7.
Auge extractivo que no quedó alejado de
la esclavitud de indígenas y migrantes
chinos. Fue debido a la lamentable
situación económica de China
(sobreexplotación de trabajadores y
situación laboral crítica), que los
ciudadanos deciden migrar en busca de
mejores condiciones de vida, sin
embargo, el panorama local no era muy
distinto al cual escapaban los migrantes.
En el año 1850 arriban los primeros
7 Si bien profundizar en las Islas Chinchas escapa de los intereses de nuestro artículo, se debe reconocer que esa localidad peruana fue un ícono de opulencia en lo que respecta a la historia del guano en la región. Por cuanto que es posterior a su decaimiento que toman gran importancia las covaderas ubicadas en los nuevos territorios de Chile.
chinos al puerto de Iquique, contratados
como mano de obra para desempeñarse en
las tareas asociadas a la extracción y
cabotaje en las covaderas de Pabellón de
Pica, Chanavaya y Huanillos8 (Calle,
2014). Ellos, son quienes constituyen la
fuerza laboral más importante en la región
del sur del Perú y norte de Chile. Juan de
Arona (1871) señala: "No hay donde el
chino no le halles, desde el ensaque del
guano hasta el cultivo en los valles; desde
el servicio de mano, hasta el barrido de
calles [...] aún de la plebe es sirviente"
(p.71). Respecto a los vejámenes a los
que fueron sometidos los migrantes
chinos, y todos los que se desempeñaron
en ese sector productivo, destacan los
turnos de sol a sol, la escasa alimentación
y la obligación de trabajar en los
acantilados de las covaderas, teniendo
como único elemento de seguridad una
cuerda anclada a un punto de apoyo. Aún
es posible apreciar estos vestigios en
Chanavaya (Imagen 2).
8 Estas tres caletas se encuentran considerablemente próximas. De hecho, en la actualidad, se continua confundiendo los límites entre Pabellón de Pica y Chanavaya.
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Imagen 2. Vestigios guaneros de
Chanavaya: puntos de apoyo y cuerdas de
contención.
Fuente: Archivo propio.
Hasta aquí hay elementos que sugieren la
existencia de una esclavitud disfrazada,
pues no es posible afirmar una esclavitud
como tal, por motivo de que –en términos
teóricos y jurídicos abstractos– la
esclavitud se encontraba abolida en las
Repúblicas de Chile y Perú. Así lo
confirma la Constitución de Chile de
1833, consecuencia de las labores de
Andrés Bello se logran firmar los tratados
sobre la abolición de tráfico de esclavos
en territorio nacional. "En Chile no hai
esclavos i el que pise su territorio queda
libre [...] el estranjero que lo hiciere, no
puede habitar en Chile" (Congreso
Nacional de Chile, 1833). Lo anterior,
evidentemente no asegura que las
prácticas laborales y sociales que refieren
a la esclavitud se hayan extinguido, ya
que las faenas en el sector productivo de
extracción no eran remuneradas sino
tranzadas por alimentos y residencias.
Cabe recordar los hechos ocurridos en
Iquique en el año 1907, cuando producto
de demandas por empleos dignos y
salarios justos miles de obreros del salitre
fueron asesinados por el Estado de Chile,
hecho lamentable conocido como la
Masacre de la Escuela Santa María de
Iquique. Esto, ochenta años después de
abolida la esclavitud en la Nación (Devés,
1988).
Otro ejemplo de esta esclavitud
disfrazada refiere al contrato que se
establecía entre los chinos culí y su
empleador, sin embargo por la propia
naturaleza de aquel contrato, y en
términos humanos, si puede hablarse de
condiciones de esclavitud en concreto.
Esa realidad explica –en parte– que un
considerable número de migrantes culíes
apoyara las incursiones militares del
ejército chileno en pleno desarrollo de la
Guerra del Pacífico, ya que estos eran
vistos como los libertadores (Lin Chou,
2004).
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Continuando con la cronografía, el
maremoto de 1877 favorece a las
covaderas y puertos de Pabellón de Pica y
Huanillos por encontrarse emplazados
distante a la cota de inundación,
instaurándose como enclaves principales
para el embarque de guano (Méndez-
Quiros et al., 2010). En torno a estos
centros se establecen una serie de
estaciones de extracción, generando así
un dinamismo en la ocupación costera y
el patrón de asentamiento, ahora con
movilidad longitudinal9. Chanavaya, por
su parte, fue despoblado como centro
productivo y de carga, no obstante su
población se reubicó en las covaderas
aledañas.
El 9 de mayo de 1877 fue cuando el
puerto quedó totalmente arrasado por el
terremoto, incendios y posterior
maremoto. El periódico peruano El
Comercio publicó con fecha 16 de mayo
9 Se propone una movilidad longitudinal respecto a la geografía del lugar. Debido a que el bordemar tarapaqueño se emplaza entre las planicies litorales y la cordillera de la costa, permitiendo sólo una movilidad entre las caletas que se ubican en un plano longitudinal. Todo en términos de la macroforma geográfica de Chile y, en particular, de las consecuencias del terremoto y maremoto en el patrón de asentamiento de esa época. De igual forma, esta movilidad puede ser observada hasta en tiempos actuales, inclusive tiene cociente en las particularidades del nuevo patrón de asentamiento en la zona, patrón constituido por los nuevos grupos aplicados a las artes de mar.
de 1877, algunos relatos de testigos que
se encontraban en Chanavaya al momento
de la catástrofe: "pocos minutos después
del temblor, se sintió el ruido que hacia el
mar al retirarse, ruido precursor de la
inundación y casi al mismo tiempo de la
alarma dada por los playeros" (Zolezzi,
1993, p.14). Otros relatos publicados en
el periódico El Nacional (citado en
Zolezzi, 1993) narran:
Una vez que salí a la calle, vi
incendiada en su mayor parte la
población [...] el incendio había
tomado grandes proporciones. Se
oyeron voces que anunciaban que
la mar salía, como en efecto
veíamos muy cerca de nosotros el
agua [...] atravesando las calles
incendiadas hemos salido fuera de
la población, y el mar distaba de
nosotros 6 ó 7 metros. Estando
cerca del panteón observamos
como la población había quedado
en absoluta oscuridad. [...]
avanzamos 20 o 25 cuadras, hasta
la falda del cerro donde
permanecieron en unión
multitudes de personas de distintas
nacionalidades (…)
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Altamente sensible es describir el
cuadro que presentaban los
comerciantes y demás
negociantes, empleados, teniendo
la vista al lugar donde ayer
gozaban de comodidad y que una
catástrofe que muy rara vez se ve
en la vida de los pueblos los ha
reducido a la más completa
miseria (p.14).
Estos dos hitos históricos (terremoto de
1877 y la Guerra del Pacífico), si bien
marcaron el auge productivo del guano,
mas no constituyeron el factor de óbito
del ciclo productivo. El ocaso del guano,
sin embargo, se encuentra lapidado por el
cambio en los medios de producción de
Chile. Hacia 1880 el salitre se transformó
en la única fuente productiva de
relevancia regional y nacional. Por tanto
una vez que declina el auge extractivo se
produce una desfragmentación de la costa
impactando nuevamente en el patrón de
asentamiento. Se despoblaron los centros
de extracción, provocando la migración
de la población hacia los centros urbanos
en apogeo, Iquique y oficinas salitreras en
la Pampa del Tamarugal (Guerrero, 1991;
Méndez-Quirós et al., 2010).
Datos provenientes de un informante
clave que habitó en Río Seco10, indica
que hasta la primera mitad del siglo XX
aún existía poblamiento a gran escala en
la zona, población asociada a otra
actividad económica distinta al guano. Él
nació en 1936 cuando aún se mantenía
activa la economía sostenida por el
emplazamiento de un establecimiento
minero de explotación de sal en caleta
Río Seco. Este recurso, que se extraía
desde el Salar Grande a la altura de
Patillos11, era transportado a la caleta para
luego proceder a su embarque. Hacia
1950, la sostenibilidad de las labores
entró en decadencia y gran parte de la
población que hasta ese momento vivía
ligada directamente a la actividad minera,
migra hacia Iquique y otras regiones. Si
bien existía una alta población en Río
Seco, en caleta Chanavaya se encontraba
una población flotante mínima o nula en
comparación al auge del guano. El
informante relata:
[...] Sipo' yo nací acá en el 36.
Mucha gente se pregunta qué que
hacia acá la gente antes. Se
10 Caleta ubicada a 10 km al sur de Chanavaya.
11 Puerto Patillos se ubica a 71 kilómetros al sur de Iquique. Mientras que el Salar Grande se sitúa a 26 kilómetros al noreste de Patillos.
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trabajaba acá po'. La caleta,
generalmente, había una
población, podría decir cincuenta
o más familia, un total de más o
menos doscientos habitantes. Yo
recuerdo que habían hartos
trabajadores y las familias eran
grandes también. Había más
población construida [...] San
Marco no existía, eso lo formaron
los pescadores. Del tiempo que yo
le estoy hablando estaba la caleta
de Río Seco y Huanillo. Todo era
transporte por mar, llegábamos
hasta Chanavaya, todo era
transporte por mar. Cuando
queríamos ir a Iquique teníamos
que trasportarnos a Chanavaya y
después recorrer hasta Iquique en
un camión mixto de un
comerciante que nos esperaba allá,
el tría verduras y todo, y todo se
vendía allá [Chanavaya] [...] Yo
me fui de acá el año 47, ya todos
se estaban yendo, estaban
desarmando (Hombre, 78 años)12.
Si bien el establecimiento minero en Río
Seco era parte de otro ciclo productivo,
12 El relato surge en el contexto del trabajo de campo realizado en Caleta Río Seco, Iquique, en el año 2013.
fue en su decaimiento que —según lo
sugerido por los relatos— se erige el
suceso que termina por despoblar toda la
zona costera del sur de Iquique.
Recapitulando el desarrollo histórico
precedente, el territorio circundante en
que hoy en día se emplaza Chanavaya,
fue habitado por grupos indígenas hasta el
siglo XVI, momentos en que ingresa el
español produciendo un cambio drástico
en el medio sociocultural, político y
ambiental de la región. Posterior a esto se
produce la oscilación productiva del
guano, resultando de los requerimientos
de mano obra, esclavitud de indígenas,
mestizos, negros y chinos, quienes
marcan el nuevo patrón de asentamiento
de más de mil habitantes hasta 1880,
cuando comienza a ser despoblada la
costa sur de Iquique.
Chanavaya, ex Puerto Inglés.
Un mapa publicado de 1865 (Méndez-
Quirós et al., 2010) señala como Puerto
Inglés el lugar de emplazamiento actual
de Chanavaya. Luego en una publicación
de 187213 se manifiesta que "por la parte
13 El escrito fue realizado por Cosme Bueno. La referencia citada fue publicada post mortem en el año señalado (existen otras producciones con años previos de publicación pero ninguno señala la fecha del
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de la costa se hallan los cerros de
Chanavaya y Huantajalla [...] los cuales
no se trabajan por carecer de agua aquel
terreno en muchas leguas" (De Odrizola
1872, p.47). Sin embargo allí se hace
referencia a una localidad cercana a
Huantajaya, contiguo a lo que hoy es Alto
Hospicio, claramente alejado de la unidad
de estudio. Otra publicación de 1979
señala que "este Chanavaya inmediato a
Pabellón de Pica no debe confundirse con
el antiguo mineral del mismo nombre"14
(Vargas, 1979, p.103). Por lo tanto los
archivos previos mencionados hacen
referencia a un sector de yacimiento
minero al que se le adjudica el mismo
nombre. Puerto Inglés, entonces,
corresponde al nombre antiguo de
Chanavaya, así lo corrobora Billinghurst
(1886) al indicar que "la bahía conocida
actualmente con el nombre de Chanavaya,
pero cuyo primitivo nombre y verdadero
nombre es Puerto Inglés" (p.73).
Chanavaya o Puerto Inglés, son las
palabras con las que se titula este artículo.
manuscrito), desconociendo la fecha exacta del documento. Sin embargo la fecha de muerte del autor fue en 1798, suponiendo que previo al año de deceso ya existía el nombre Chanavaya. 14 El concepto de mineral utilizado en la mayoría de los relatos de los siglos pasados (XVII al XX), hacen referencia a yacimientos o campamentos mineros.
Esto fundamentalmente se debió a la
necesidad de plantear la discusión
respecto a su nombre, llegando a la
conclusión que su refundación fue parte
de un desaventurado proceso judicial el
cual termina por absolver al imputado.
Con base en lo anterior Billinghurst
(1886), señaló la normativa dispuesta por
el Gobierno del Perú, la cual disponía las
caletas en las que era posible el carguío
de guano para uso exclusivamente
agrícola. Fue en la fiscalización a uno de
los navíos atracados en Puerto Inglés que
se le sorprendió infringiendo la norma,
iniciando un sumario investigativo. Este
sumario tuvo como resultado la
absolución del imputado, ya que logró
establecer a través de testigos de que el
nombre de la caleta en la cual fue
sorprendido cargando el recurso no era
Puerto Inglés, sino Chanavaya, con lo que
no existía una infracción (Billinghurst,
1886). Es así que en las formalidades de
los documentos se constituye un
precedente para nombrar a Puerto Inglés
como Chanavaya. De todas formas, en
gran parte de los registros anteriores a
este hecho, hay ocasiones en que se le
llama Puerto Inglés o simplemente se le
reconoce por estar emplazado
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Chanavaya o Puerto Inglés: Su pasado histórico en el ciclo productivo del guano en el norte grande de chile
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inmediatamente cercano a Pabellón de
Pica.
Consideraciones finales.
Chanavaya, ex Puerto Inglés, fue un
importante centro productivo de guano
fósil que llegó a albergar –según el censo
peruano de 1876 en Zolezzi (1993)–
alrededor de 1370 habitantes. Entre su
infraestructura se destacó la existencia de
casas, almacenes, oficinas tales como la
Capitanía de Puerto, la Gobernación de
Guaneras del Sur, la Compañía de
Carguío del Guano, e inclusive, una
agencia consular de Inglaterra. Hacía el
sector portuario existían dos muelles, una
máquina condensadora de agua de mar y
un ferrocarril de 600 metros con doble vía
(Zolezzi, 1993).
Respecto al nombre de Chanavaya, es
posible encontrar en la bibliografía textos
que lo expresan con "b" o "v". Sin
embargo, como vimos en la
documentación previa, es posible
observar su nombre escrito tal como se ha
usado a lo largo de este artículo. A mayor
abundamiento, Manuel Mamani (2010),
en su estudio sobre la toponimia de la
Región de Arica y Parinacota y la Región
de Tarapacá, señala que Chanavaya es un
vocablo indeterminado, no obstante,
existe un predio pastizal que se ubica en
las pampas de Visviri15 con un nombre
similar: Ch'añawallita. Los datos nos
sugieren que el nombre puede ser
adoptado desde el idioma aymara o
quechua.
Finalmente, el período del ciclo
productivo del guano puede ser
clasificado en tres etapas. 1) Uso interno:
para la retribución y el intercambio con
los pisos ecológicos del Norte Grande. 2)
Uso externo: a partir de la intromisión de
las Repúblicas en la zona, dándose una
explotación y exportación a gran escala
del recurso, lo que logró un auge
productivo hasta su posterior
decaimiento. 3) El despoblamiento y
abandono de los centros productivos.
Actualmente, se continua extrayendo
guano de forma incipiente en las costas de
Tarapacá, mas no reúnen las condiciones
para formar nuevos establecimientos en
derredor de las covaderas de la zona, las
que aún poseen material por explotar.
Tenemos entonces que Chanavaya se
mantuvo habitada en todo el período
revisado, en oportunidades por una alta
15 Visviri es un poblado rural que se ubica en la frontera norte de Chile, limitando con Perú y Bolivia.
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población y en otras por una residencia
flotante, estacional o nula. Este último
patrón de asentamiento perduró hasta
hace treinta años atrás, cuando llegan a la
localidad las familias de buzos
mariscadores y pescadores que hoy
constituyen la Caleta de Chanavaya.
Referente a los vestigios del ciclo
productivo del guano, hoy en día existe
un precario sendero escasamente
delimitado y con una señalética en óxido
(Imagen 3). Más aún, para acceder al
puente colgante de la Imagen 1 es
necesario escalar hacia otro sendero en
altura, sin mencionar los evidentes
riesgos de realizar esto sin el quipo
adecuado, algo que no se advierte al
inicio de la ruta. Todo lo último sugiere
virtuosamente que el pasado histórico
guanero del bordemar tarapaqueño es un
patrimonio en olvido.
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El Ateneo Obrero de Iquique
Autor: Luis Espinoza Garrido1
Resumen
El artículo trata la existencia de una corta experiencia político-cultural desarrollada por
militantes ácratas en el Ateneo Obrero de Iquique entre junio de 1932 y mediados de 1934.
A pesar de la corta vida de la agrupación, su labor artística y educativa fue significativa en
el marco de construir una cultura alternativa y una labor de alfabetización en los sectores
obreros con baja escolaridad. Todo ello, sin desligarse de las tareas políticas de primer
orden como fue su decidida actividad civilista durante la caída de la dictadura militar en
octubre de 1932.
Palabras claves: Cultura popular – Ateneo Obrero – Anarquismo – Iquique
1 El autor es Periodista, colaborador del CECRIN.
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Abstract
The article deals the policy cultural short existence developed by anarchist militants in the
Ateneo Obrero in Iquique city between June of 1932 and halfway through 1934. Despite
the short life of de group, they artistic and educational job were very important in the
context of construct an alternative culture and a job of to teach to read and write to worker
class whit minimum education. Whole, it hasn`t to release of the main politics jobs were
your determined civilian activity for to overthrow of the military dictatorship in October
1932.
Keywords: popular culture – Ateneo Obrero – anarchist - Iquique
Introducción
Dentro de las numerosas corrientes
anarquistas que surgieron en Chile desde
fines del siglo XIX hasta mediados del
XX, según Ángel Capeletti (1990), hubo
tres características necesarias de advertir.
En primer lugar, que en el país la
tendencia mayoritaria entre los ácratas fue
la anarcosindicalista. En segundo
término, a diferencia de la mayoría de los
países latinoamericanos, el anarquismo no
fue la corriente mayoritaria fundacional
del movimiento obrero chileno, ya que
según el autor tuvo:
[…] una seria competencia en las
mancomunales, sindicatos
organizados territorialmente y no
por oficios, que luchan por el
logro de mejoras salariales y
reivindicaciones inmediatas y
están en manos de sectores
ideológicamente moderados,
aunque más tarde serán
sustituidos por marxistas.
(Capeletti, 1990, p.91)
Tercero, a pesar de las confrontaciones
con los trabajadores socialistas y
posteriormente con los comunistas, hubo
muchos momentos de trabajo conjunto,
ya que según enfatiza Capeletti (1990):
En Chile, más que en otros países
latinoamericanos, las sociedades
de resistencia (que poco a poco
habían sustituido a las viejas
mutualidades) presenciaron una
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El Ateneo Obrero de Iquique
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convivencia relativamente
pacífica entre anarquistas y
marxistas que hizo posible la
colaboración en los movimientos
de fuerza. (p.88)
El socialismo libertario había comenzado
su expansión en Chile a mediados de la
década de 1880 “gracias a la literatura
llegada de España y tal vez, de la
fronteriza Argentina” (Capeletti, 1990,
p.84). El primer periódico anarquista
conocido fue El Oprimido editado en
Santiago en 1893 y la primera agrupación
ácrata habría sido un núcleo que militaba
al interior del Partido Demócrata.
El historiador Julio César Jobet señala
que el grupo articulador
anarcosindicalista de Santiago estuvo
constituido por Magno Espinoza, obrero
mecánico; Marcos Yánez, relojero;
Belarmino Orellana y José Cádiz,
mueblistas; José del C. Díaz Moscoso,
obrero gráfico; Eugenio Sagredo Jiménez,
gráfico; Luis Olea, Alejandro Escobar
Carvallo, Manuel Montenegro y Nicolás
Rodríguez (Jobet, 1955). Asimismo, Jobet
considera necesario destacar que junto a
los cuadros sindicales, el anarquismo tuvo
una no despreciable cantidad de
intelectuales y estudiantes que adhirieron
a sus ideas, siendo estos últimos los
fundadores en octubre de 1906 de la
Federación de Estudiantes de Chile,
FECH, cuya primera directiva tuvo al
estudiante de medicina José Ducci como
presidente, a Carlos González de Leyes
como vicepresidente, a Guillermo
Labarca de Pedagogía como secretario, a
Carlos Valdivia de matemáticas como pro
secretario y a Javier Montero del Instituto
Agrícola como tesorero (Jobet, 1955).
Los anarcosindicalistas concentraron su
trabajo en las sociedades o sindicatos de
resistencia, combativas agrupaciones
obreras cuya primera irrupción ocurrió en
1898 entre los trabajadores de la
maestranza de los ferrocarriles de
Santiago y, muy luego, el mismo año en
Lota se fundó la Unión de Obreros de
Resistencia del Carbón, dirigida por Luis
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Morales. Asimismo, con Magno Espinoza
a la cabeza, los panificadores de
Valparaíso organizaron una escuela
nocturna en 1901 fecha en que también
nació la Sociedad de Tripulantes del
puerto, la que además creó una
cooperativa de consumo y cuyo principal
dirigente fue Manuel Guerra. De la
misma manera, en 1902 se fundó en
Santiago la Federación de Obreros de
Imprenta y en 1905 la Unión de
Resistencia de Carpinteros (Jobet, 1955).
Tanto Jobet como Capeletti enfatizan la
importancia del viaje a Chile en 1902, del
“famoso escritor libertario italiano Pedro
Gori, residente en Argentina” (Jobet,
1955, p.104). Ambos señalan que fue un
gran estímulo para el desarrollo de las
ideas libertarias en el país (Capeletti,
1990). El persistente trabajo sindical del
anarquismo siempre estuvo acompañado
de una fuerte edición de periódicos
obreros y fue así como durante las dos
primeras décadas del siglo XX editaron
innumerables publicaciones que nacieron
y se extinguieron, pero que sumadas
muestran una notable presencia de los
militantes ácratas en el país. Sobresale
entre estos editores y periodistas
populares una nueva generación
encabezada por dos mártires del
anarquismo: Julio Rebosio y José
Domingo Gómez Rojas, a los que se
suman Armando Triviño junto a los
escritores Manuel Rojas y José González
Vera. Se distinguieron entre otros el
órgano quincenal La Batalla editado en
Santiago entre 1912 y 1916, además de El
Surco editado por Rebosio y publicado
entre 1917 y 1927 en Iquique, ciudad en
la que se transformó en un fiero
contradictor de Recabarren. De la misma
manera tuvo gran repercusión el
semanario Verba Roja, también creado
por Rebosio en Valparaíso durante 1918 y
trasladado a Santiago durante 1919 siendo
editado hasta 1927 (Jobet, 1955).
A fines de 1919, se constituyó en
Santiago la Industrial Workers of the
World, IWW, organización que había
sido fundada en Estados Unidos por
Daniel de León, un abogado brasileño de
origen español, quien además fue
profesor de la Universidad de Columbia.
El 24 de diciembre de 1919 la IWW
desarrolló en Chile su primer congreso,
evento en el que acordó estructurarse
desde la base y por industrias,
determinando seis grupos básicos o
departamentos industriales: Agricultura y
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Pesca, Minas, Manufacturas,
Construcción, Transportes y
Comunicaciones y Servicios Públicos.
Con millares de afiliados mantuvo alta
presencia en gremios marítimos, gráficos,
zapateros, albañiles y estucadores. Se
declaraba una organización
revolucionaria que perseguía la supresión
del salario por medio de la unión de todos
los obreros organizados a fin de tomar
posesión de los medios de producción y
estructurar la sociedad futura. Sus
enemigos eran el capital, el gobierno y el
clero. Asimismo, sus métodos de lucha
eran la huelga, el sabotaje y el boicot.
Entre 1920 y 1926 publicó en Santiago el
periódico Acción Directa y sus
principales dirigentes fueron Juan
Gandulfo, Oscar Schnake, Augusto Pinto,
Pedro N. Arratia, Alberto Ballofet y
Benjamín Piña (Jobet, 1955).
La IWW actuó de conjunto en varias
oportunidades con la FOCH y ambas
centrales junto a la FECH, sirvieron como
base para la conformación de la Asamblea
Obrera de la Alimentación, AOA, entidad
que entre 1919 y 1920 desató fuertes
movilizaciones, especialmente en la
ciudad de Santiago. Pero a partir de 1924,
grupos anarquistas que disentían de la
estrategia de la IWW, constituyeron la
Federación Obrera Regional Chilena,
FORCH, que basó su organización en la
agrupación por territorios o regiones más
que por industrias como esta promovía.
Durante 1927, la clase dominante
necesitaba destruir el sindicalismo
rebelde y obligar a los trabajadores a
ingresar a la legalidad que emergía de la
Constitución de 1925 y aceptar un
paquete de “leyes sociales” que
institucionalizaba la acción sindical. Las
organizaciones ácratas se constituyeron
en uno de los principales objetivos a
destruir, fue así como durante la dictadura
ibañista (1927-1931) se desplegó desde el
Estado una estrategia para aniquilar a los
militantes más rebeldes que sostenían el
sindicalismo revolucionario anarquista,
pero al mismo tiempo, buscó atraer hacia
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su proyecto corporativista a la tendencia
ácrata que planteaba la acción
despolitizada en los gremios y muchos de
sus militantes terminaron aceptando la
sindicalización legal. El plan comenzó a
dar resultados lentamente, de esta forma,
la Unión Sindical de Panificadores a
mediados de los años veintes ya asumía
cierta neutralidad frente a la legislación
social definiéndose como una agrupación
evolucionista. Cuando el gobierno decidió
legislar a favor de la abolición del trabajo
nocturno en las panaderías, una vieja
aspiración del gremio que no tuvo dudas
en apoyar el sindicalismo legal. Mientras
se encarcelaba a dirigentes como Víctor
Zavala, Castor Villarín, Custodio Lepe y
Miguel Vargas durante 1929, el dirigente
colaboracionista Carlos Olguín Cerda
constituyó la Confederación Sindical de
Panificadores de Chile, la que tuvo como
antecesor al Comité Relacionador de
Panificadores, entidad que en 1928 le
había rendido un homenaje a Ibáñez al
que asistieron miles de trabajadores. El
mismo año el sindicato profesional de
panificadores de Santiago envió
delegados al Congreso Social Obrero y se
afilió en dicha fracción corporativista
(Rojas, 1999). Asimismo, en varios
agrupaciones con influencia
anarcosindicalista como la Unión de
Resistencia de Estucadores, URE; la
Federación de Obreros de Imprenta de
Chile, FOIC, la Unión Industrial del
Cuero, UICA, y el gremio del transporte
marítimo, hubo un grupo importante de
dirigentes que defendieron el
sindicalismo puro, contrario al político, o
que proponían para un futuro incierto la
posibilidad de cambiar el sistema
capitalista, mientras que en lo inmediato
planteaban la necesidad de luchar
mediante huelgas para mejorar las
condiciones socioeconómicas de los
trabajadores. Aquello fue aprovechado
por los grupos dominantes para aislar a
los rebeldes, apresarlos u obligarlos a
actuar desde una dificultosa
clandestinidad (Rojas, 1999). Sin
embargo, también fueron numerosas las
corrientes anarquistas que resistieron
entre las cuales debe mencionarse el
grupo Siempre, desbaratado en 1928 y
que se concentró en la Unión de
Resistencia de Estucadores, la Federación
de Obreros de la Imprentas y los restos de
la FORA. Estaba compuesto por Daniel
Mery, quien dirigió el periódico El
Andamio de los estucadores y Pedro
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Nolasco Arratia, Manuel García Aranda,
Abraham Díaz, Rogelio Gaete, Juan
Segundo Plaza y Félix López (Rojas,
1999). También funcionó un grupo ligado
a la IWW que constituyó un comité de
presos y desplegó conexiones hacia
provincias, en especial a San Antonio y
Valparaíso, aprovechando la influencia
que la organización seguía manteniendo
en sectores de trabajadores marítimos.
El desarrollo del proyecto corporativista
del gobierno ibañista y el desarrollo del
sindicalismo legal provocaron estragos en
el anarcosindicalismo más que la
represión, sin embargo, numeroso grupos
mantuvieron fidelidad a sus principios y
se reorganizaron una vez caída la
dictadura dando vida en noviembre de
1931, en la Convención de gremios
autónomos, a la Confederación General
de Trabajadores, CGT, institución que
luego adheriría a la Asociación
Continental Americana de Trabajadores,
ACAT, de orientación ácrata (Rojas,
1999). Uno de los dirigentes más
destacado de la CGT fue Luis Heredia.
Julio Rebosio, fundador de El Surco
La destrucción del sindicalismo rebelde
de Iquique
El proyecto político de recambio de la
clase dominante chilena que representó
Arturo Alessandri Palma en la década de
1920, tenía como condición insoslayable
la destrucción del sindicalismo rebelde y
la necesidad imperiosa de domesticarlo
bajo un paquete de leyes que permitiera
su control. Tal propósito consideraba un
proceso lento que comenzó con la
destrucción de las estructuras existentes,
el desplazamiento de sus principales
dirigentes, en especial comunistas y
anarquistas, y la formación de una
generación de líderes propensos a
desenvolver su acción en la
institucionalidad burguesa mediante el
acatamiento de lo que se denominó las
“leyes sociales”. El núcleo principal a
destruir era el sindicalismo del norte del
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país, en especial el tarapaqueño, y para
cumplir tal objetivo Alessandri planteó
una estrategia dual que consistió, en
primer lugar, en el aniquilamiento de la
Federación Obrera de Chile, FOCH, y de
la Industrial Worker of the World, IWW,
ambas con sus respectivas sedes
principales en la ciudad de Iquique. En
junio de 1925 la crisis salitrera arreciaba
y las empresas cerraban, por lo que la
orden fue desalojar las oficinas y enviar a
todos los obreros y sus familias al sur del
país. Los trabajadores resistieron tal
medida, sobre todo en la pampa salitrera
y durante junio de 1925 se generó una
insurrección armada obrera en numerosas
salitreras la que duró pocos días y
desembocó en una masacre resultando en
una derrota político-militar para el
sindicalismo rebelde. El segundo eje de la
estrategia gobiernista consistió en
desarrollar una intensa ofensiva para
implementar las “leyes sociales”,
propósito para el cual Alessandri
constituyó la Comisión Extraordinaria de
Inspectores del Trabajo, aparato estatal
destinado a implementar la nueva
legislación, resolver los conflictos
existentes y ejecutar medidas que
asegurasen la nueva institucionalización,
en definitiva crear los sindicatos legales y
destruir los libres. El proyecto de
Alessandri Palma tuvo oposición en los
sectores izquierdistas del país y también
en los conservadores que no aceptaban
los sindicatos ni siquiera amancebados,
pero además, la Derecha antirreformas
controlaba el congreso, por lo que
torpedeó permanentemente cualquier
iniciativa del gobierno. La crisis
económica se transformó en política e
intervinieron los militares en sucesivas
asonadas hasta que en 1927 el coronel
Carlos Ibáñez del Campo implantó una
dictadura que entre otras cosas, apresuró
la implementación de la “leyes sociales” y
aceleró el aniquilamiento de los
sindicatos rebeldes. Sin embargo, la crisis
de 1929 lo golpeó duramente y tras
grandes manifestaciones fue obligado a
huir a Argentina en julio de 1931. Tras
breves gobiernos de facto, Alessandri
Palma volvió a la presidencia en las
elecciones de octubre de 1932 y su
gobierno puso en una extrema defensiva a
los restos que quedaban de los obreros
rebeldes, por lo que el sindicalismo legal
se consolidó, ya que la gran mayoría de
los trabajadores aceptó participar bajo los
cánones de las “leyes sociales” cuya
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sistematización de las reglas relacionadas
con la normativa sindical se transformó
en el Código del Trabajo.
La fuerte represión ibañista en Iquique
a comienzos de 1927
La acción dictatorial de Ibáñez había
comenzado a imponerse en febrero de
1927 cuando era Ministro de Interior del
presidente Emiliano Figueroa, pero una
vez que asumió totalmente el poder en
unas amañadas elecciones en la que fue
candidato único y acaecidas en julio del
mismo año, aumentó la represión
destinada no solamente al aniquilamiento
de los sindicatos libres y las agrupaciones
comunistas y anarquistas, sino que
inclusive arremetió contra lo que
consideraba las malas costumbres del
pueblo chileno.
En Iquique las organizaciones obreras
estaban en una defensiva extrema después
de los sucesos de 1925 por lo tanto
cuando en febrero de 1927 se apresó a la
mayoría de los dirigentes comunistas y
ácratas de la provincia, el movimiento
obrero rebelde de Tarapacá estaba casi
diezmado sobreviviendo con muy pocos
militantes. Ibáñez fue claro en su
propósito, de esta manera el Intendente de
Tarapacá, Emiliano Bustos, recibió un
telegrama del ministro del Interior en el
que señalaba:
Desde hoy no habrá en Chile ni
comunismo ni anarquismo. El
control del país no pueden tenerlo
hombres justificadamente
desplazados de la cosa pública
como no lo tendrán tampoco los
que han tenido la audacia de
reemplazar nuestra bandera por el
trapo rojo. (Ministerio del
Interior, 23 de Febrero de 1927)
Nuevamente, el ya agitado 23 de febrero,
otra circular, en este caso la Nº 449,
confidencial y restringida, indicaba que:
En resguardo del orden público y
de la tranquilidad nacional se ha
ordenado el arresto de diversos
dirigentes comunistas o
anarquistas y de otras personas
peligrosas cuyos nombres tiene el
cuerpo de carabineros y las
policías fiscales, instituciones
que deben ponerlos en
conocimiento de US para que US
pueda cooperar a tal efecto.
(Ministerio del Interior, 23 de
Febrero de 1927)
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Como aplicación inmediata de esta
ordenanza en Iquique fueron allanados y
ocupados los locales de El Despertar de
los Trabajadores y de la FOCH, ubicado
en la calle Juan Martínez Nº 466 y la sede
de El Surco y la IWW que se encontraba
ubicada en Errázuriz Nº 459. La larga
lista de dirigentes detenidos era
encabezada por Braulio León Peña,
principal dirigente comunista y de la
FOCH en la provincia y por José Cortés
Molina, director del diario El Surco y
máximo dirigente de la anarquista IWW.
De ellos la policía señalaba:
Braulio León Peña, Secretario
General de la FOCH. Miembro
del Comité Ejecutivo del Partido
Comunista. Tiene gran
ascendencia entre la población
obrera por su inteligencia. Muy
peligroso.
José Cortés Molina. Anarquista
peligroso. Director del periódico
El Surco, pertenece a la IWW.
Muy peligroso”. (Ministerio del
Interior, 26 de Febrero de 1927)
El 12 de marzo asumió como intendente
interino de Tarapacá el coronel Domingo
Terán comandante de la Guarnición y el
14 del mismo mes, a instancias del
gobierno central, recibía la orden de:
[…] obtener que ningún diario o
revista de la provincia de su
mando acoja publicaciones
comunistas o anárquicas, salvo
que se trate de demostrar el
fracaso del régimen de los soviets
rusos. (Ministerio del Interior, 14
de Marzo de 1927)
La amplia ofensiva represiva debilitó en
extremo la acción política y sindical de
comunistas y ácratas, de tal manera que la
información que la policía entregó a poco
más de un mes de implementada la razzia
daba cuenta que:
Muchas sociedades de ayuda
mutua y de resistencia tienen su
vida precaria o su desaparición:
(producto de) la crisis salitrera, el
seguro obligatorio y los sucesos
últimos relativos a la eliminación
de elementos indeseables.
Numerosas sociedades han
desaparecido y otras están
representadas por simples
comités que, en el receso, señalan
su existencia y en otras, como
fin, algunos elementos gremiales
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El Ateneo Obrero de Iquique
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o de resistencia tienen sus
pequeñas reuniones en los
antiguos locales pero sin carácter
de asociación. (Ministerio del
Interior, 28 de Marzo de 1927)
El anarquismo postdictadura ibañista
en Iquique
Pese a la gran represión desatada por
Ibáñez, durante el período postdictadura
los anarquistas continuaron siendo un
grupo de importancia en el sindicalismo
revolucionario tarapaqueño. Los ácratas
se agruparon en dos núcleos, los
sobrevivientes de la antigua IWW que se
concentraban en diferentes gremios
marítimos, en especial del sindicato libre
Unión Gremial de Lancheros
destacándose el líder histórico Hipólito
Otárola quien, sin embargo,
posteriormente asumió el sindicalismo
legal convirtiéndose en el presidente del
sindicato profesional de cargadores
marítimos. Otro sindicato libre existente
era la Unión Gremial de Electricistas
liderado por Juan Campos como
presidente y Carlos Cortés como
secretario. Asimismo desde 1925
funcionaba una agilísima Unión Gremial
de choferes de autobuses de Iquique
dirigida por Pedro Fuentes. También
estaba el Gremio de Comerciantes
Ambulantes cuyo presidente era Manuel
Carvajal, vicepresidente Juan Carmona,
secretario Félix Carrasco y Tesorero
Avelino Farías. A ellos se sumaba el
gremio de albañiles y obreros de la
construcción y todos constituían los restos
del otrora poderoso anarcosindicalismo
de la provincia (El Tarapacá de Iquique,
16 de Abril de 1932). Un caso aparte fue
el de la Unión Gremial de Sastres, gremio
que ante la existencia de impugnadores
que levantaron fuertes acusaciones por la
postura filoanarquista de la agrupación,
decidió esclarecer su plataforma de
principios que contenía: 1º El gremio de
sastres no es una entidad política. 2º Su
fin de principios es el apoyo mutuo y
mantener la independencia del arte del
sastre. 3º No distingue razas, credos
políticos ni religiosos, en sus aprendices,
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maestros, cortadores y diseños. 4º No
acepta las diferencias entre hombres y
mujeres (El Tarapacá de Iquique, 28 de
Agosto de 1932).
A mediados de septiembre del ‘32 se
convocó a diversos gremios para la
fundación de una central obrera local,
citando a sus eventuales integrantes en la
sede del gremio de cargadores.
Encabezaba la convocatoria Antonio
Cárcamo, dirigente anarquista del
sindicato de lancheros, quien presidió la
reunión en la que participaron Camilo
Díaz y Luis Castillo por el gremio de
cargadores, Daniel Riquelme y José
Castro por los choferes de autobuses,
Nazario Bravo, Antonio Cárcamo, Julio
Lagos por los lancheros, José Báez y
Leoncio Varela por los fleteros, Luis
Aguirre y José Alarcón por los
carpinteros y construcción, Juan Miranda
y Víctor Gallegos por los panificadores,
Erasmo Véliz y Manuel González por los
carreteros, Carlos Corvalán y Julio Rojas
por los jornaleros y estibadores
marítimos, y Juan Ramírez por los
obreros cesantes (El Tarapacá de Iquique,
14 de Noviembre de 1932). El dos de
diciembre los periódicos señalaron la
constitución de la Unión Social de
Gremios y Sindicatos Autónomos, cuyo
presidente fue Germán Bravo y secretario
Nazario Bravo (El Tarapacá de Iquique, 2
de Diciembre de 1932).
Irrupción del Ateneo Obrero
El otro sector de anarquistas que persistía
en Tarapacá estaba compuesto por un
grupo de profesionales y obreros que
concentraba en el trabajo cultural su
principal actividad política. El 15 de junio
de 1932 en el diario El Tarapacá apareció
una citación para el día siguiente, a las
20,30 horas, en el local de la Sociedad de
Panificadores ubicada en Serrano 989,
dirigida a quienes quisieran participar en
la formación de un Ateneo Obrero. El
periódico además, traía un extenso
artículo sobre el tema titulado: “La
formación de un Ateneo Obrero de
Iquique constituye un vivo anhelo de
muchos elementos de trabajo”, añadiendo
una declaración de principios en la que se
planteaba:
Los organizadores de este centro,
creyendo conocer las causas que
determinan el descenso moral y
económico de los pueblos, y
considerando que todo principio
social tiene su emanación en el
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El Ateneo Obrero de Iquique
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hombre que es la célula de ella,
estima que empezando por
mejorar a éste mejorará la
sociedad, y con tal objeto, como
un medio para alcanzar este
anhelo, el Ateneo agrupará en su
seno a todos los hombres de
buena voluntad que tengan algo
que enseñar o algo que aprende.
(El Tarapacá de Iquique, 15 de
Junio de 1932)
Agregaba que:
Todas aquellas personas, sean
profesionales, sabios, maestros,
artistas, obreros, etc. de ambos
sexos que algún papel útil
desempeñen en la sociedad, serán
los encargados de divulgar su
saber y sus conocimientos, para
dar forma y vida a este Ateneo
que será la fuente donde nutran
su sed todas las personas que
anhelen una vida mejor. (El
Tarapacá de Iquique, 15 de Junio
de 1932)
Para ratificar dichos principios declaraba
en algunos puntos: que no profesará ni
patrocinará ningún credo político ni
religioso determinado, y cada miembro en
el seno de esta institución mantendrá la
más completa independencia moral en
recíproca tolerancia para todas las
tendencias ideológicas. Añadiendo que,
obedece a su anhelo al esclarecimiento de
todas las ideas, tratando de investigar la
verdad y manteniendo en ejercicio
permanente la más completa difusión
cultural que ilustre en el orden social,
profesional, económico, científico o
artístico. Además, enfatizaba que tomará
parte en todo género de actividad social
que preconice en sus principios un
elevado interés colectivo, para concluir
que:
Su labor se hará extensiva a todas
las organizaciones obreras o de
otro orden hasta conseguir la más
completa transformación de la
actual sociedad, propendiendo a
la formación de una entidad que
haga efectiva las aspiraciones de
nuestra declaración de principios.
(El Tarapacá de Iquique, 15 de
Junio de 1932)
El programa del Ateneo Obrero de
Iquique era ambicioso y la institución se
proponía concentrar en la asamblea el eje
rector de sus actividades con una
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presidencia rotativa designada por los
participantes. Además, anunciaba la
formación de una biblioteca de libros de
alta cultura moral, educativos y
científicos, fundando, además, una
escuela que sería atendida por personas
con voluntad desprovista de prejuicios
que educasen sin distinguir nacionalidad,
credos religiosos o colores políticos,
mientras que en la parte artística
formulaba la creación de un grupo teatral
que presentaría obras de corte social y
educativo junto a un centro musical que
daría conciertos y amenizaría
conferencias y veladas. (El Tarapacá de
Iquique, 15 de Junio de 1932)
El historiador Pedro Bravo Elizondo
señala que los gestores de la idea del
Ateneo Obrero de Iquique fueron los
tipógrafos Martín Frías y Venancio
Bravo, y que el grupo teatral pasó a
denominarse Domingo Gómez Rojas, en
homenaje al recordado estudiante y poeta
anarquista y sus principales directores
fueron el profesor primario Eulogio
Larraín Ríos y el dirigente sindical y
lanchero, Exequiel Miranda (Bravo-
Elizondo, 1991).
El cronista iquiqueño Luis Díaz Salinas
señaló posteriormente en un diario local
que “Alrededor de 1930 llegó a radicarse
en Iquique un joven profesor primario,
Eulogio Larraín, siendo destinado a
prestar sus servicios a la Escuela Nº 4
Pronto consiguió la colaboración
de varios aficionados al teatro:
Germán Bravo, Víctor Arias,
Exequiel Miranda, Luis Ruiz,
Nazario Bravo, Juan Miranda,
Luis González Zenteno, incluso
Hernán Hernández de profesión
lanchero y un cochero de apellido
Santis. Su principal colaboración
la recibió de algunas damitas
iquiqueñas, entre ellas las
hermanas Felisa y Ana Rojo,
Zunilda Rivera, Carmen Vargas,
Fresia Frías y su propia esposa,
Baldramina Pacheco. (La Estrella
de Iquique, 8 de marzo de 1984)
La noche del 31 de julio de 1932, en
plena dictadura de Carlos Dávila, en el
teatro Esmeralda ubicado en la calle del
mismo nombre y con la numeración 870,
se inauguró el Ateneo Obrero cumpliendo
estrictamente su programación en la que
destacaron los sones de una orquesta
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El Ateneo Obrero de Iquique
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como primer número para seguir con el
discurso del dirigente del sindicato de
panificadores Juan Miranda, luego se
representó la comedia crítica social
Sinvergüenzas del autor argentino Pedro
Cabral, el profesor Eulogio Larraín recitó
Los motivos del Lobo, sobresalió el canto
de Felisa Rojo y el monólogo Dum Chung
Whaja de Miguel Celis, así como el tango
Vagabundo interpretado por Zunilda
Rivera. En el humor destacó Rubén
Vargas, el tango Canto por no Llorar en
la voz de Ana Rojo, el vals Manón por
María Vega y la recitación de Llanto de
Sangre por Luis González Zenteno,
finalizando con una intervención de
Agustín Rodríguez. Fue un éxito total ya
que la concurrencia desbordó el recinto.
(El Tarapacá de Iquique, 1 de Agosto de
1932). Los éxitos siguieron inclusive con
giras efectuadas a la pampa, fue así como
el cinco de septiembre la prensa destacaba
el acierto que estaba significando la
actuación del joven actor Luis González
Zenteno, quien fue ovacionado en el
Teatro (cine) Olimpia (El Tarapacá de
Iquique, 5 de Septiembre de 1932),
destacándose luego, también por parte del
Ateneo, la organización de la “Noche
chilena” durante las fiestas patrias de
aquel año (El Tarapacá de Iquique, 24 de
Septiembre de 1932).
Guillermo Zegarra, actor del Ateneo
El ateneo y las jornadas civilistas
El dos de octubre de 1932 el Ateneo
Obrero resolvió asumir una postura
política más decidida y apoyó
ampliamente al civilismo, movimiento
generado en todo el país como producto
del rechazo que provocaba la presencia de
los militares, durante ya casi una década,
en la dirección del Estado. No era un
sentimiento menor en la provincia, ya que
en algún momento ciertas personas
habían atacado al Intendente y jefe de la
guarnición en la Plaza Prat o en otra
oportunidad vecinos habían apedreado el
regimiento Carampangue (El Tarapacá de
Iquique, 3 de Octubre de 1932). Ante
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dicha situación, el mando de la guarnición
debió autorizar a los militares a utilizar
sus yataganes y sables para defenderse
frente a los ataques que estaban
recibiendo por parte de civiles (El
Tarapacá de Iquique, 8 de Octubre de
1932).
Cuando el 26 de septiembre de 1932 el
general Pedro Vignola, comandante en
jefe de la Primera División del Ejército
con asiento en Antofagasta, decidió
subordinarse y convocar a una
movilización masiva para que el poder
volviera a la civilidad, en Iquique también
se generó una agitación intensa la que
tuvo masivas manifestaciones callejeras
fuertemente reprimidas por carabineros,
pero aquello no fue obstáculo para que en
la ciudad se activara un amplio
movimiento civilista cuyo origen se
produjo en las oficinas del diario Crítica,
en una reunión efectuada el 29 de
septiembre, a la que, según carabineros,
asistieron unas cuarenta personas, en
momentos en que ya se producían
incidentes en la plaza Condell. En la
sesión se conformó el comité cívico de la
provincia, cuyos integrantes estaban
atentos a lo que sucediera con su
homólogo de Antofagasta, el que
desplegaba una extraordinaria iniciativa.
(Intendencia de Tarapacá, Septiembre de
1932).
Durante la mañana del primero de octubre
una muchedumbre se reunió en el centro
de Iquique pidiendo la vuelta de los
militares a sus cuarteles la que fue
nuevamente reprimida por carabineros. Al
mediodía, un grupo compuesto por
alrededor de tres mil personas se trasladó
a las puertas del regimiento Carampangue
a gritar consignas solicitando hablar con
la cabeza del cuartel y jefe de plaza.
Después de incidentes menores
provocados por el apedreamiento al
reducto, los atendió un mayor quien les
explicó que el comandante se encontraba
en el Chalet Suizo, por lo que aconsejaba
que se dirigieran hacia dicho
establecimiento para que este atendiera
sus peticiones directamente. La marcha
enrumbó hacia el lugar encontrando al
alto oficial quien los atendió
parlamentando con la multitud que era
dirigida, según el parte de carabineros,
por Carlos Miñanco, exempleado de la
Notaría Subercaseaux y Manuel Aros,
quien incluso se dirigió a los
manifestantes llamándolos a no tener
miedo frente a los acontecimientos. En la
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El Ateneo Obrero de Iquique
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audiencia, el jefe de plaza solo les
concedió retirar a los carabineros de las
calles para evitar nuevos enfrentamientos
ante el enardecimiento de la gente. Todo
terminó alrededor de las 13,00 horas
(Intendencia de Tarapacá, Marzo de
1932). Durante la tarde hubo una nueva
reunión en las dependencias del diario
Crítica en la que el comité cívico decidió
tomar la iniciativa y a través de uno de
sus integrantes, Jorge Toro, caracterizado
en el informe de carabineros como un
“politiquero”, señaló que se daba como
plazo las 18,00 horas, para que los
militares de la guarnición se plegaran al
movimiento surgido en Antofagasta
(Intendencia de Tarapacá, Marzo de
1932).
La situación se tornaba cada vez más
compleja en el marco de una tendencia
generalizada que indicaba una creciente
opinión ciudadana que deseaba la vuelta
de los militares a sus cuarteles después de
casi diez años de permanencia en el
poder. El Comité Civilista de Iquique,
que tenía como presidente a José Garrido,
decidió que una delegación viajase a
Antofagasta a contactarse con quienes
mantenían la iniciativa nacional por
recuperar las formas democráticas de
gobierno sustentadas en la civilidad.
Los ateneístas no dudaron y el 2 de
octubre organizaron la “noche chilena de
obreros” solidarizando con el movimiento
de Antofagasta y declarando
públicamente que el pueblo en masa
debía acudir a rendir un homenaje al
general Vignola el más patriota militar
del ejército. Mientras, Garrido y Müller
se trasladaron hacia Antofagasta
representando el comité civilista
iquiqueño y cuando volvieron de dicha
ciudad, el 6 de octubre, anunciaron que
prontamente viajaría desde allí una
delegación compuesta por Gonzalo
Castro y el obrero marítimo Luis Aguirre.
Además, dieron cuenta de una entrevista
que sostuvieron con el general Vignola
quien acusó la indiferencia de los
militares de la guarnición de Iquique con
el movimiento antofagastino.
Prontamente realizaron un mitin y el parte
de carabineros daba cuenta que José
Talavera pronunció el discurso principal.
Al otro día, 7 de octubre, se citó a un
nuevo acto en la plaza Condell en el que
los principales oradores fueron Carlos
Müller, Luis Aguirre, José Rojo y José
Talavera (Intendencia de Tarapacá,
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Octubre de 1932), aunque ya la rebelión
de Pedro Vignola había resultado
triunfante y en Santiago el general
Bartolomé Blanche entregaba el mando a
Abraham Oyanedel, presidente de la
Corte Suprema, quien convocó a
elecciones generales para el 30 de
octubre.
Las fuerzas alessandristas y, como ya se
dijo anteriormente, los militantes
anarquistas ligados al Ateneo Obrero,
fueron quienes sustentaron políticamente
la movilización civilista en Iquique. Es
importante recordar que la mayor parte de
la dirigencia comunista iquiqueña estaba
confinada en la Isla Mocha, y el resto de
su liderazgo se encontraba clandestino.
Los relegados estaban encabezados por
Ernesto Grendy, un afamado director
teatral, dramaturgo popular y líder del
centro cultural Arte y Revolución. Todos
volvieron a Iquique a mediados de
octubre del 32 y, además de Grendy, el
resto del grupo lo integraban Gerardo
Espinoza Arancibia, Juan Corró Zamora,
José Barrera Valenzuela, Ernesto
Monárdez Astorga, Tolentino Frías
Yévenez, Honorio Velásquez Albornoz,
Pedro Gamboa Herrera y Rigoberto
Hurtado Barraza (Intendencia de
Tarapacá, Marzo de 1932).
No obstante, los anarquistas ligados al
Ateneo Obrero no fueron los únicos que
adhirieron a las jornadas, ya que al
Comité Civilista que existía en la ciudad
se incorporaron diversos delegados
obreros entre los que destacaron Luis
Aguirre y Mardonez Mujica por el gremio
de carpinteros, Erasmo Véliz por los
carreteros, Félix Carrasco y Eduardo
Osorio por los comerciantes ambulantes
José Castillo por los pescadores, por los
fleteros Luis Valverde, mientras que
Juvenal Brantes y Juan Corvalán
participaban por los estibadores
marítimos, como se puede apreciar
algunos de tendencia anarquista otros
alessandristas (Intendencia de Tarapacá,
Marzo de 1932).
En las elecciones presidenciales del 30 de
octubre de 1932 resultó vencedor Arturo
Alessandri Palma quien asumió el
gobierno el 24 de diciembre.
El 16 de diciembre del 32 el Ateneo
Obrero dio a conocer su directiva
compuesta por Néstor Ortega, René
González, Juan Miranda y Raúl Salinas
como tesorero en la única designación (El
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El Ateneo Obrero de Iquique
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Tarapacá de Iquique, 16 de Diciembre de
1932). Según Pedro Bravo-Elizondo
(1991), en lo que se refiere al Directorio
asomaba el ideario anarquista reacio a
cualquier autoridad, de esta manera la
presidencia fue rotativa y los asambleístas
designaban a la persona que presidiría
cada reunión.
Desde el Ateneo Obrero de Iquique los
ácratas emprendieron variadas
actividades, en especial exitosas Jornadas
Antialcohólicas desarrolladas a mediados
de 1933, a las que invitaron como
principal expositor al obispo católico
Carlos Labbé Márquez, excandidato a
senador por el Partido Conservador y, en
otra oportunidad, a conocidos oficiales de
carabineros (Bravo-Elizondo, 1991). Sin
duda alguna, era una aplicación
consecuente con la línea de principios
planteada en la fundación del Ateneo, la
que señalaba que no haría distinción entre
ideologías políticas ni credos religiosos.
Un cambio sustancial con relación a las
dos generaciones anteriores de ácratas en
la ciudad, la que encabezaron José Briggs
y Luis Olea desarticulada en la matanza
de la Escuela Santa María en 1907 y la
segunda, aquella a la que pertenecieron
Julio Rebosio y Carlos Garrido alrededor
de los años veinte. Prontamente esta
tercera generación, en las que destacaron
Juan Miranda, Eulogio Larraín, Luis
González Zenteno, Venancio Bravo y
Antonio Cárcamo, comenzó a ser
conocida por la ciudadanía
principalmente por sus actividades
culturales y sindicales.
El mercado dio cuenta del antiguo Teatro
Esmeralda
Luego los ácratas administrarían el Teatro
Esmeralda que pasó a denominarse Teatro
Obrero (no confundir con la Sala Obrera
que pertenecía al Partido Comunista), el
que mantenía una orquesta estable que
amenizaba las veladas como primer
número y también actuaban en él otros
conjuntos teatrales como el Juan Rafael
Allende que representó en una
oportunidad La hija rebelde (El Tarapacá
de Iquique, 4 de Enero de 1933), o el
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grupo Los copihues que estrenó El
Ladrón donde destacaron Mario Cabrera,
Juan Vargas, Rosa Castro y Guillermo
(Willy) Zegarra (El Tarapacá de Iquique,
8 de Enero de 1933).
Una de las características del Ateneo
Obrero fue la oportunidad que propició
para el surgimiento de artistas y, sobre
todo, dramaturgos populares que
irrumpieron abordando temas locales y
cotidianos en medio de una vorágine
teatral sumamente productiva. Es así
como el Conjunto de Aficionados Locales
presentaba la obra Alegría en el rancho
del obrero tipógrafo Osvaldo Guerra
destinada a resaltar los avatares de un
tema recurrente en la ciudad debido a la
crisis que azotaba la provincia de
Tarapacá. También el Domingo Gómez
Rojas desplegaba la obra No te engañes
corazón del lanchero y dirigente sindical
Nazario Bravo, obra de corte social
destinada a poner en alerta sobre las
malas madres que incentivaban en sus
hijas conductas materialistas con una
moral cuestionable (El Tarapacá de
Iquique, 13 de Enero de 1933). El mismo
Bravo luego escribió la obra El
conventillo (El Tarapacá de Iquique, 8 de
Abril de 1933), asimismo, el grupo teatral
Alborada presentó en cierta oportunidad,
en el escenario de la Unión Marítima, la
obra La ciega que murió de amor de
autoría del profesor Eulogio Larraín (El
Tarapacá de Iquique, 6 de Febrero de
1933). Para la inauguración de la semana
anti alcohólica, entre otros números, se
estrenó la obra teatral Madre desdichada
del ateneísta Pedro Asantis (El Tarapacá
de Iquique, 6 de Febrero de 1933) y para
la clausura la muestra presentada fue
Orfandad del también ateneísta Pedro
Bravo. Pero el centro cultural no se
limitaba sólo a las actividades teatrales,
ya que también impartían charlas
científicas, como la brindada a comienzos
de 1933 por el astrónomo Teodoro de
Szigethy (El Tarapacá de Iquique, 26 de
Enero de 1933). Es importante destacar
que Pedro Bravo fue el padre del
historiador Pedro Bravo-Elizondo y
Nazario Bravo su tío.
En el plano de la presencia anarquista en
Iquique, también es preciso señalar que a
comienzos de 1933 comenzó a funcionar
en el sindicato de panificadores el centro
de estudios El Esfuerzo, el que se
dedicaba a tareas de educación y que,
además, editaba la revista Ahora. El
profesor Eulogio Larraín daba clases
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El Ateneo Obrero de Iquique
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gratuitas en una escuela popular que allí
funcionaba, cuyas asignaturas eran
comunicadas extensamente en los diarios.
En cierto momento los ácratas
desarrollaron un acto cultural y social en
el que participaron los grupos teatrales
Los Bohemios y el Domingo Gómez
Rojas, elenco estable del Ateneo, siendo
el atractivo más importante para los
organizadores, la charla que impartió un
dirigente de apellido Rodríguez quien
provenía de la anarquista Confederación
General de Trabajadores con sede en
Santiago (El Tarapacá de Iquique, 13 de
Febrero de 1933).
No obstante, el segundo gobierno
alessandrista siguió utilizando la fuerza
para debilitar a sus oponentes
izquierdistas mostrando gran variedad de
recursos y fue así como, a mediados de
1934, una burda maniobra intentó
plasmarse en el concejo municipal de
Iquique que entonces se denominaba
Junta de Vecinos y cuyos integrantes eran
designados por el gobierno. En la sesión
del 15 de junio se propuso la clausura de
la Sala obrera y del Ateneo Obrero
porque supuestamente no cumplían
ciertos requisitos para su funcionamiento
como salas de arte y entretenimientos. En
efecto, la Inspección de Espectáculos y
Servicios contra Incendios del municipio
había examinado los locales concluyendo
en que no cumplían con las normas ni
condiciones de seguridad e higiene
requeridas por los reglamentos
municipales. Dicho informe sirvió como
base para que algunos integrantes de la
junta de vecinos se manifestaran por la
clausura de ambas salas. Otros, entre ellos
el regidor Eulalio Cortés y el alcalde Luis
Advis, estuvieron por morigerar tales
proposiciones, fue así como este último
ofreció los altos del antiguo mercado para
que se trasladase la biblioteca del Ateneo,
con la condición de que no se realizasen
actos. Obviamente la maniobra no
prosperó porque los grupos de izquierda
se movilizaron y una concurrida
manifestación de protesta convocada por
la FOCH en la Plaza Condell terminó con
incidentes entre los numerosos
manifestantes y la tropa montada,
inclusive con disparos al aire por parte de
la policía. En medio de las repercusiones
que había generado tal medida, Hernán
Ramírez y Eulalio Cortés, miembros de la
Junta de Vecinos, renunciaron
indeclinablemente a seguir integrándola
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(El Tarapacá de Iquique, 22 de Junio de
1933).
En Tarapacá la incursión autoritaria de
Alessandri había comenzado con los
profesores, gremio con el cual el
presidente tuvo gran recelo y a aquellos
que suponía revoltosos los destituyó sin
miramientos expulsándolos de sus
trabajos como fue el caso de la docente
Otilia Flores Torres que enseñaba en la
Escuela Nº 8 y a quien se le acusó de
subversiva (El Tarapacá de Iquique, 30 de
Enero de 1933). Más destacado fue el
caso de los maestros iquiqueños René
González, César Martínez Campos y José
Pastenes, exonerados por su activismo
político y a quienes Carlos Pizarro,
secretario general de la libertaria Unión
de Lancheros defendió enérgicamente, ya
que además de ejercer su profesión en las
escuelas estatales, impartían educación
primaria gratuita a trabajadores sin
escolaridad, como una labor del área
cultural del gremio (El Tarapacá de
Iquique, 12 de Abril de 1933).
También en diciembre del 34, la Policía
de Investigaciones informó que había
llegado desde Antofagasta el anarquista
Ernesto Ugarte Vega, agitador profesional
entre el elemento obrero quien, según los
detectives, vivía dedicado a generar
dificultades entre las masas obreras con
los patrones, fundamentándola “siempre
con un mejor bienestar económico, el que
sólo será conseguido mediante la unión
de los trabajadores en una organización
fuerte y de resistencia” (Policía de
Investigaciones, 12 de Diciembre de
1934). Empero, el Ateneo Obrero se
esforzaba en elevar el nivel educacional y
cultural de los trabajadores, por lo que
hacía esfuerzos por incorporar al máximo
de personas a su intenso quehacer,
especialmente profesionales e
intelectuales que pudiesen sostener las
actividades de enseñanza gratuita. Para
llevar a cabo tal misión sus dirigentes
reconocían que debían abarcar otras
tendencias ideológicas y sumar aliados
más allá del anarquismo, por ello en una
declaración pública expresaron que “el
Ateneo no es un órgano de resistencia”,
por el contrario, indicaban que la
amplitud de su declaración de principios
garantizaba que podían incorporarse
simplemente quienes tuvieran ganas “de
enseñar al que no sabe” (El Tarapacá de
Iquique, 8 de Junio de 1933).
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El Ateneo Obrero de Iquique
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A mediados de junio del 33, a casi un año
de su fundación, el excepcional grupo
sufrió una división y el sector disidente
organizó un Ateneo Libre de Tarapacá
que debutó inaugurando una exposición
del pintor iquiqueño Humberto Cortés
sobre caricaturas del acontecer diario (El
Tarapacá de Iquique, 19 de Junio de
1933). Este quiebre un tanto inexplicable
frente a tan exitosa aunque corta
trayectoria, ha pasado inadvertido para la
mayoría de los investigadores que han
estudiado el intenso trabajo cultural
anarquista en esos años. Sin embargo, a
pesar de la división las actividades de los
ateneístas de la calle Esmeralda
prosiguieron sin grandes dificultades, fue
así como el ácrata Leoncio Pizarro disertó
sobre Teosofía mientras que Germán
Gaete, rector del Liceo de Hombres e
integrante entusiasta del ateneo, impartió
una charla sobre la Constitución.
Igualmente el profesor Galindo,
encargado de la escuela nocturna
destacaba la regularidad de los cursos
impartidos, la alta asistencia y el aumento
de las donaciones a la biblioteca de la
institución (El Tarapacá de Iquique, 30 de
Junio de 1933).
Según Pedro Bravo-Elizondo (1991), el
Ateneo Obrero duró hasta octubre de
1934 oportunidad en que entró en receso
definitivamente, un corto recorrido para
tan extenso trabajo. En este sentido es
necesario aventurar algunas causas que
determinan tan sorprendente fin a una
iniciativa de tanta envergadura. En primer
lugar aunque los antecedentes disponibles
no son muchos, es evidente la existencia
de contradicciones internas que
provocaron la división en la mitad de su
existencia. En segundo lugar, arreció la
permanente guerra que el gobierno de
Alessandri impulsó contra las
agrupaciones obreras la que se sustentaba
en dos ejes: por un lado un fuerte control
y una implacable represión contra las
manifestaciones de oposición a su gestión
en el seno de los trabajadores organizados
y, por otro, un persistente hostigamiento a
sus expresiones culturales entendiendo
que en la medida que estas disminuyesen
se lograría debilitar las ideas que
sustentaban la acción clasista. Por último,
la actividad sindical comenzó a
reactivarse con fuerza durante 1934 por lo
que destacados ateneístas como el
profesor Eulogio Larraín, Venancio
Bravo, Luis González Zenteno y Juan
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Miranda, centraron sus energías en
fortalecer sus respectivos gremios.
Luis González Zenteno
Los ateneístas iquiqueños al
sindicalismo legal
¿Qué había quedado en Tarapacá después
del momento más crudo de la crisis? En
septiembre de 1934 cumplía labores en la
provincia Miguel Vivanco, Inspector
Visitador del Trabajo, funcionario
proveniente de Santiago y que desarrolló
una intensa fiscalización de las
actividades de su repartición, entre las
cuales estuvo la confección de un cuadro
estadístico de los centros de producción y
servicio en la provincia. El informe de
Vivanco señalaba que en la provincia
existían 95 industrias y 325 centros
comerciales (El Tarapacá de Iquique, 1°
de Agosto de 1933). Luego, el censo de la
industria salitrera de febrero del 1935
determinó que existían 9.652 obreros más
743 empleados y que en total en la pampa
tarapaqueña vivían 24.583 personas (El
Tarapacá de Iquique, 24 de Febrero de
1933). Esa era la base de la matriz
productiva sobre la cual se sostenía la
relación capital/trabajo en la provincia.
En lo que se refiere a la estrategia sindical
ácrata, las dos posturas que se
confrontaban, vale decir sindicalismo
libre versus sindicalismo
institucionalizado, tuvo en los ateneístas
una inclinación por el segundo. Fue así
como dos importantes gremios libres
decidieron legalizarse, primero lo
hicieron los gráficos quienes
constituyeron su organización frente a los
inspectores del trabajo el 16 de diciembre
de 1934, denominada Sindicato
Profesional de Obreros y Empleados de
Artes Gráficas, eligiendo como presidente
al exateneísta Venancio Bravo, secretario
a Carlos Aguilar, como tesorero a Teófilo
Méndez y directores Pedro Glasinovic y
Fermín Alfaro (El Tarapacá de Iquique,
17 de Noviembre de 1933). Asimismo, la
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47
antigua Unión gremial de carreteros
también decidió derivar a la
institucionalidad y se constituyó como el
Sindicato Profesional de Carreteros y
Transporte y Carga Unidos, cuyo
presidente fue Erasmo Véliz y secretario
Leopoldo Guzmán. Inmediatamente elevó
un petitorio solicitando el alza de tarifas,
dirigida en este caso a la Cámara de
Comercio de Tarapacá (El Tarapacá de
Iquique, 14 de Diciembre de 1933). En
diciembre fue el Sindicato Profesional de
Peluqueros el que levantó sus
reivindicaciones que contenían
principalmente la situación de las tarifas y
de los horarios de trabajo (El Tarapacá de
Iquique, 28 de Diciembre de 1933).
No obstante, los gremios que decidieron
mantenerse como libres también tuvieron
avances y estos se manifestaban tras el
propósito de desarrollar fuerza propia.
Fue el caso de la Unión gremial de
vendedores ambulantes, organización que
en un ampliado de sus bases acordó como
tarea principal la creación de una Escuela
primaria gratuita a la que concurrirían los
hijos de los asociados. Para desarrollar el
proyecto asistió a la asamblea la profesora
señorita Celeste Taccone, quien se mostró
dispuesta a asumir las tareas docentes,
actitud que espontáneamente arrancó un
cerrado aplauso. De esta manera fue
creada la Comisión de Educación del
gremio con el fin de “lograr el
mejoramiento cultural del hijo del
proletario” (El Tarapacá de Iquique, 22 de
Febrero de 1935).
En el caso de los gráficos las cosas
tomaron un tenor distinto, porque el
sindicato había presentado el petitorio de
aumento salarial a trece talleres existentes
en la ciudad y a los tres diarios
principales de la provincia: La Opinión,
Crítica y La Patria. De todos ellos,
respondió inmediatamente y en términos
positivos la firma Goodwin, aunque ponía
como condición que todos los
empresarios “sin excepción” aumentaran
los salarios. La situación adquirió ribetes
polémicos cuando el presidente del
sindicato, Venancio Bravo, dirigió una
carta pública a los propietarios del
periódico Crítica, enrostrándoles el falso
apoyo que el periódico entregó en un
editorial, lo que no correspondía con la
realidad, ya que la administración del
matutino se negaba a aumentar los
salarios de sus trabajadores, por lo que les
exigía consecuencia. Conjuntamente, al
calor del conflicto, ciertos empresarios
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gráficos de la ciudad constituyeron su
propio gremio denominado Asociación de
Impresores de Tarapacá, en la que
participaron las empresas El Porvenir,
Victoria, Iberia, Tip Top, La Moderna,
Artística, La Joya literaria, Talleres
Gráficos Toro, Moisés Castro, Augusto
Carvajal, Orlando Debia, Héctor
Marchant, Manuel Arriagada, Vicente
Rivera, Camilo Trujillo y Juan Toro.
Presidió la entidad Augusto Carvajal y su
secretario fue Héctor Marchant mientras
que Moisés Castro quedó como tesorero
(El Tarapacá de Iquique, 24 de Diciembre
de 1934).
El conflicto gráfico tuvo dos fases, la
primera abarcó la negociación con los
talleres y empresas, mientras que la
segunda se concentró en lograr un
satisfactorio acuerdo con los propietarios
de los periódicos. En el caso de los
impresores no hubo grandes
complicaciones y el acuerdo se logró en
la mesa de negociación aumentando en un
doce por ciento las tarifas que regían para
los talleres de obra comprometiéndose los
empresarios a elevar los salarios en un
plazo de tres a seis meses. Las
dificultades comenzaron cuando los
representantes de los dueños de los
periódicos se negaron a conceder un
aumento, planteando que sus balances
indicaban la imposibilidad de aumentar
los costes. No hubo acercamiento, los
obreros rechazaron el arbitraje y la huelga
se hizo efectiva el 27 de enero de 1935
(El Tarapacá de Iquique, 28 de Enero de
1935). Las partes no cedieron y la
paralización se extendió por semanas, el
13 de febrero la Inspección del Trabajo
planteó una fórmula de arbitraje que fue
aceptada por la parte patronal pero los
trabajadores la rechazaron. El 20 del
mismo mes los empresarios insistieron en
la necesidad del arbitraje y nuevamente
los obreros se negaron a tal
procedimiento. El 21 hubo una exitosa
jornada cultural solidaria con los gráficos
en el teatro Esmeralda, la exsede del
Ateneo Obrero, y la interpretación de
ritmos populares por parte de un grupo de
cantantes, una obra del profesor Eulogio
Larraín y los sones de la orquesta del
maestro Carlos Llanos, fueron los
números artísticos de mayor relevancia,
aunque lo más destacable fue el amplio
apoyo de una parte importante de la
ciudadanía al gremio en conflicto,
situación que los potenció. Los
acercamientos indicaban la posibilidad de
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elegir un personero que arbitrara con la
suficiente confianza de ambas parte, los
trabajadores propusieron al alcalde Luis
Advis Lobos pero este fue resistido por
los propietarios, quienes al mismo tiempo
presentaron a Ramón Tapia, Eduardo
Valenzuela, Esteban Sacco y Luis
Cabrera, pero ninguno fue aceptado por la
contraparte. Ante tal situación, Fernando
Rivera, el recién asumido Inspector
Provincial del Trabajo, dispuso la
conformación de un Tribunal Arbitral
para el cual los obreros nombraron a
Alberto Leight y los patrones a Antonio
Cajiao, el tercer integrante debía
designarlo el Ministerio del Trabajo, y
desde Santiago se nominó a Bernardo
Muñoz, ministro de la Corte de
Apelaciones y presidente del Tribunal de
Alzada de la provincia. El Tribunal
Arbitral decretó la reanudación de faenas
(El Tarapacá de Iquique, 14 de Febrero de
1934).
La huelga de los gráficos debe ser
contextuada en un masivo repunte del
sindicalismo iquiqueño debido a dos
hechos fundamentales: el primero fue la
lenta superación de la crisis por lo tanto el
término relativo de la enorme cesantía,
hecho que fue más auspicioso con la
eventual reactivación parcial de la
industria del salitre ante las medidas de
emergencia implementadas por
Alessandri Palma. El segundo fenómeno
fue la imposición de los sindicatos legales
que aunó a la mayoría de los trabajadores
organizados tras una misma estrategia al
debilitarse la división entre el
sindicalismo institucional y el rebelde o
libre. La antigua división generada por la
extrema ideologización en los núcleos
directivos de los sindicatos que
confrontaba a anarquistas, comunistas y
alessandristas fue siendo superada por
nuevos dirigentes que ante la fuerte
represión gobiernista, el abuso patronal y
la estrechez de las leyes laborales
necesitaba reconstruir sus estructuras con
un mínimo de unidad sin excluir a ningún
trabajador.
En octubre de 1934, aprovechando que la
Inspección Provincial del Trabajo reunía
a las directivas de todos los sindicatos
legales para mantener un férreo control
sobre sus actividades, un grupo de
dirigentes decidió quedarse después de la
sesiones con las autoridades locales para
autoconvocarse en la próxima y formar
una confederación de sindicatos legales
de Tarapacá. Lideraba la iniciativa
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Alberto Cavero presidente del sindicato
de trabajadores del ferrocarril salitrero, de
orientación liberal alessandrista, quien
además resultó elegido presidente de la
comisión organizadora de la futura
agrupación, la que también constituían
Domingo Codoceo y Juan Gallardo del
sindicato de panificadores, Eulogio
Williams del sindicato de lancheros y
José Rivera del sindicato de jornaleros y
estibadores marítimos. Todos ellos
representantes de los obreros de Iquique,
no hubo dirigentes de los empleados ni
representantes de los trabajadores
pampinos (El Tarapacá de Iquique, 18 de
Octubre de 1934).
La idea fue prendiendo, la comisión
demostró gran predisposición como
capacidad y en una reunión efectuada en
diciembre del ‘34 coincidieron en
aprovechar la ocasión que se presentaría a
mediados de enero siguiente, cuando se
juntase la totalidad de los dirigentes de
los sindicatos legales con motivo de
constituir la Junta Permanente de
Conciliación y Arbitraje, evento al que
asistirían obligatoriamente los dirigentes
salitreros, por lo que decidieron organizar
una reunión para el 14 de dicho mes al
que, asumiendo el lenguaje oficial,
denominaron Concentración de
Presidentes de Organizaciones Sindicales
de la Provincia (El Tarapacá de Iquique,
14 de Enero de 1935). La pauta de trabajo
para la reunión consideró:
1º Elaboración de los principios y
constitución de la Confederación
Sindical de Tarapacá.
2º Estudio del artículo Nº 10 del
Código del trabajo, propendiente
a su modificación de tal manera
que garantice el libre ejercicio de
los obreros en su acción sindical.
3º Reconocimiento por parte de
las leyes del trabajo de los años
de servicios de los obreros
estableciendo la indemnización al
ser despedido de su ocupación.
4º Estudio de los efectos que ha
causado la implementación del
salario mínimo.
5º Modificación de las cláusulas
del contrato de trabajo
adaptándolas conforme a las
observaciones experimentadas.
6º Estudio de la Ley 4.054 en sus
diferentes aspectos, sus
deficiencias, su atención directa
de parte de la Caja a los obreros
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enfermos de la pampa, su sistema
de subsidios, etc.
7º Problemas de la vivienda en la
que se relaciona con la salud y el
aumento creciente de las
enfermedades. Construcción en
las oficinas salitreras de plazas
deportivas, piscinas, etc.
8º Problemas de la educación.
9º Asuntos generales. (El
Tarapacá de Iquique, 14 de Enero
de 1935)
La reunión fue un éxito por lo que
decidieron como principal acuerdo
convocar para el 3 de febrero de 1935, en
el local del sindicato de ferrocarril
salitrero ubicado en Vivar 458, a la
constitución de la Confederación de
Sindicatos Legales de Tarapacá, CSLT.
Asistieron a dicho encuentro el Sindicato
industrial oficina Rosario de Huara,
Sindicato industrial oficina Mapocho,
Sindicato industrial oficina Anita,
Sindicato industrial oficina Pirineos,
Sindicato industrial oficina Peña Chica,
Sindicato industrial Ferrocarril Salitrero,
Sindicato profesional de panificadores,
Sindicato profesional de empleados
particulares, Sindicato profesional de
obreros y empleados Artes Gráficas,
Sindicato profesional de peluqueros,
Sindicato profesional de carreteros y
transporte y carga unidos, Sindicato
profesional de trabajadores de bahía y
ribera, Sindicato profesional de jornaleros
y estibadores marítimos, Sindicato
profesional de lancheros y cargadores Nº
1 y Sindicato profesional de lancheros y
cargadores Nº 2.
La directiva de la flamante confederación
estuvo constituida por:
Presidente: Alberto Cavero, presidente
sindicato industrial del Ferrocarril
Salitrero.
Vicepresidente: Tránsito Vega, presidente
sindicato industrial oficina salitrera
Mapocho.
Secretario actas: Venancio Bravo,
presidente sindicato profesional Artes
Gráficas.
Secretario correspondencia: Oscar
Hormazábal, director sindicato empleados
particulares.
Tesorero: Julio Villalba, secretario
sindicato empleados particulares.
Secretario General: el profesor Eulogio
Larraín, propuesto por Cavero y elegido
por aclamación (El Tarapacá de Iquique,
14 de Febrero de 1935).
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No obstante, un año después, en febrero
de 1936 todavía persistía la represión
contra los ácratas, ya que el diario La
Opinión fue sancionado por publicar
como noticia un manifiesto titulado “Al
pueblo”, del dirigente anarquista Antonio
Cárcamo Saldivia, en el que se incitaba a
los obreros a adherirse a la lucha
emprendida en el sur por los ferroviarios,
además de criticar al gobierno por la
implantación del impuesto del cinco por
ciento que encarecía los artículos de
primera necesidad, generando con ello
una situación de hambre y miseria que
afectaba principalmente al proletariado.
La proclama había sido reproducida en la
Imprenta Artística de propiedad de
Enrique Riveros (Policía de
Investigaciones, 11 de Febrero de 1936).
A comienzos de diciembre de 1936, casi
dos años después de la fundación de la
central de trabajadores tarapaqueños,
comenzó a prepararse en la ciudad el
congreso de unidad que reuniría a la
mayoría del sindicalismo de la provincia,
era una iniciativa que se insertaba en los
esfuerzos que se desarrollaban en todo el
país y que daría nacimiento en Santiago a
la Confederación de Trabajadores de
Chile, CTCH, el 27 de diciembre del
mismo año. La idea principal de la
directiva de la CSLT en Iquique fue
avanzar aún más de lo logrado
incorporando a todos los sectores sociales
y políticos que desarrollaban actividades
en beneficio de la clase trabajadora, ante
ello, en la convocatoria se hizo especial
hincapié en que debían participar junto a
los sindicatos legales, el mutualismo y los
gremios libres intentando avanzar al
máximo en el convergente esfuerzo. El
nombre oficial del congreso fue
Convención Provincial de Unidad
Sindical de Tarapacá, aunque los
periódicos la bautizaron como la
“convención de asalariados” y se realizó
entre el viernes 11 de diciembre y el
domingo 13, tenían derecho a acreditarse
los delegados de sindicatos, uniones
gremiales y sociedades mutuales
legalizados ante la Inspección del
Trabajo. Participaron 9 sindicatos
salitreros y 13 de Iquique, dos sociedades
mutuales y tres sindicatos libres, uno de
ellos era el gremio de la prensa
representado por Luis González Zenteno
(El Tarapacá de Iquique, 13 de Diciembre
de 1936).
De esta manera, el profesor Eulogio
Larraín, el gráfico Venancio Bravo y el
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entonces periodista popular y luego
escritor Luis González Zenteno, los tres
exateneístas, fueron activos partícipes en
el proceso de reactivación y reunificación
del sindicalismo en Tarapacá iniciado en
octubre de 1934, inmediatamente después
que el Ateneo Obrero había dejado de
funcionar.
Referencias
Bravo Elizondo, P. (1991). Raíces del
Teatro Popular en Chile; D&M,
Guatemala.
Bravo Elizondo, P. (2000). Historia y
ficción literaria sobre el Ciclo
Salitrero en Chile. Ediciones
Campvs. Iquique, Chile.
Capeletti, Á. (1990). El anarquismo en
América Latina. Editorial
Ayacucho. Caracas, Venezuela.
Jobet, J. (1955). Recabarren. Los
orígenes del movimiento obrero y
del socialismo chileno. Prensa
Latinoamericana, Santiago, Chile.
Rojas, J. (1999). La dictadura de Ibáñez y
los sindicatos (1927-1931). Portal
Memoria Chilena. DIBAM.
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Archivos históricos
Ministerio del Interior. Archivo
Intendencia de Tarapacá. Año
1927.
Archivo Intendencia de Tarapacá. Libro
Confidencial. Año 1932.
Fondo Intendencia de Tarapacá. Libro
Investigaciones 1934-1937.
Periódicos
Diario El Tarapacá de Iquique 1932,
1933, 1934, 1935, 1936.
Diario La Estrella de Iquique, 1984.
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A la luz de la victoria de Trump
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A la luz de la victoria de Trump
Autor: Fernando García Bielsa1
Introducción
Pretendemos en este, y sobre todo en un
próximo artículo, traer a colación algunos
antecedentes y elementos sobre las bases
sociales de lo que finalmente resultó la
sorpresiva elección de Donald Trump
como presidente de nuestro vecino del
norte, resultado que abre muchas
interrogantes y deja no pocas
incertidumbres.
Un hombre de la élite, un hábil demagogo
de derecha, que desarticuló los esquemas
electorales iniciales del establishment
republicano y que parecía un elemento
perturbador de las opciones primeras de
esos círculos de poder financiero y
político. Luego de servir de catalizador a
ese bochornoso y mediático espectáculo
electorero, el candidato se les fue de las
1 El autor es Analista internacional, La Habana, Cuba.
manos y recibió contra sí una
impresionante batería de acciones desde
esos mismos sectores de poder con la
intención de descarrilarlo.
Algunas razones determinantes del
resultado electoral
Aunque en un resultado bastante cerrado,
Hillary Clinton ha sido estrepitosamente
derrotada. La mayoría de las predicciones
electorales, las encuestadoras y los
medios fallaron, Y aunque volveré más
adelante sobre las fortalezas y debilidades
de la candidata demócrata antes
comenzaré por apuntar brevemente lo que
son algunos de los elementos más
evidentes de este resultado:
En primerísimo lugar se confirma el
amplio rechazo de la población a los
políticos profesionales, a los manejos en
los círculos de poder en Washington; la
revuelta latente pero abierta de la gente en
contra del establishment de gobierno,
contra la claque de profesionales que han
dominado el quehacer capitalino durante
varias décadas. Algo que ya antes de estas
elecciones había sido catalogado como el
más notable fenómeno político de la
actualidad en los EE.UU.
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Hillary es la personificación de esa
claque, mientras que el multimillonario
Trump se presentó como ajeno a esos
círculos.
Entre otros factores a su favor estuvieron:
- La centralidad de su discurso en
temas socioeconómicos muy
sensibles para el electorado, en
primer lugar el deterioro de la base
industrial del país, la fuga de
capitales y la consiguiente pérdida
de buenos empleos, sobre todo en la
zona tradicional manufacturera del
norte y centro del país, así como sus
denuncias del nefasto impacto en
ese sentido de los tratados de libre
comercio.
- Su consigna de recuperar la
grandeza del país tuvo llegada y
atrajo, por muy diversos motivos,
los sentimientos nostálgicos de
millones de estadounidenses.
- Aunque obviamente no es su
intención ni será capaz de reducir el
presupuesto militar ni el papel
agresivo de los EE.UU. en el
mundo, Trump fue efectivo, y
aparentemente en sintonía con
millones del ciudadanos, al
presentarse como partidario de
moderar las tensiones
internacionales y sus críticas al
grado y la forma en que han sido
llevadas a cabo las intervenciones
bélicas, en particular en el Oriente
Medio
- Asimismo, Trump explotó con
efectividad los elementos de
frustración y el deterioro de vida de
muchos norteamericanos blancos
que los han llevado a buscar chivos
expiatorios a sus problemas y que
se reflejan en actitudes racistas y
xenofóbicas, antiinmigrantes, que
simbolizó en los mexicanos y los
musulmanes, con lo que explotó
también el miedo al terrorismo.
Este es el asunto más comentado y
visible, el que más rechazo le ha generado
en el mundo entero, pero que le permitió
desde un primer momento atraer hacia él
la atención de los medios, el respaldo de
buena parte del electorado blanco y
desplazar a sus opositores. Pero ha sido
incorrecto y de corta vista en algunos
analistas pasar por alto el poderoso
trasfondo social de ese enfoque
intolerante de Trump.
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A la luz de la victoria de Trump
57
La inseguridad de empleos y una
economía en retroceso concurren todavía
como factores que alimentan un ambiente
político de resentimiento y tensiones
raciales que hizo cuajar con fuerza la
Nueva Derecha en los años ‘70. Una
generación y algo más de estadounidenses
han abandonado la aspiración de subir en
la “escala social” cuando por el contrario
enfrentan la inseguridad. El llamado de
Trump resonó con fuerza en muchos
blancos de ingresos medios quienes, por
diversas razones, sienten que su mundo se
está derrumbando; sectores de población
quienes observan con terror la erosión del
sueño norteamericano, pero muchos que
lo miran a través del prisma racial.
Asimismo un segmento creciente de
norteamericanos blancos que han caído en
la marginalidad o en condiciones de vida
precarias son receptivos a las ideas
conspirativas, ultranacionalistas y
racistas. Pero tampoco se puede
generalizar respecto al carácter
estrictamente conservador de esos
sentimientos y grupos, pues muchos
desean cambios radicales de la situación
que padecen y se resienten con el status
quo.
Existe una gran diversidad y
contradicciones al seno de la derecha y
sus bases sociales, así como alto grado de
confusión ideológica. Algunos analistas
estadounidenses destacan la incapacidad
de muchos de sus adherentes para
convivir con la sociedad moderna y su
propensión a vetar todo lo que perciben
como amenazas a sus modos de vida.
Para muchos está en juego nada menos
que el futuro de la sociedad y los valores
que deben prevalecer.
Dentro de ese panorama polarizado y sus
complejidades, debe apuntarse que hay
grandes sectores de la derecha, en
particular la denominada “derecha
libertaria”, que tienden a oponerse a las
intervenciones militares en el exterior y al
espionaje interno y otras restricciones de
derechos ciudadanos. Asimismo, el
encono y la fobia contra Wall Street es
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enorme, muy extendida en las bases de
los movimientos conservadores.
Convencidos de que el sistema político
está corrupto, la mayor parte de la Nueva
Derecha ha mostrado considerable
desconfianza y resentimiento hacia los
políticos o los intelectuales, incluso
conservadores, quienes han escogido
operar dentro del mismo y que, por ello,
deben hacer tratos y negociar en esos
círculos.
Otros, mediante la notable influencia que
ejercen los predicadores fundamentalistas,
el llamado Tea Party y elementos de la
derecha alternativa sobre buena parte del
Partido Republicano, lograron en los
últimos lustros un marcado efecto en el
debate legislativo y en el curso de algunos
programas presupuestarios y sociales, así
como en las legislaturas estaduales y han
logrado la aplicación – aquí o allá – de
nuevas restricciones selectivas al derecho
al voto, los derechos al aborto, el
restablecimiento de la segregación racial
en escuelas públicas, la ilegalización de
facto de la organización sindical y otros.
Son temas que abordaré en un próximo
artículo. Ahora, para terminar, vuelvo a
referirme a la candidata derrotada: Hillary
Clinton.
Tuvo varias ventajas: contar con un
nombre bien conocido, haber participado
en una anterior campaña presidencial en
2008, contar con la maquinaria completa
del Partido Demócrata a su lado, una
abrumadora ventaja de multimillonarios
fondos recaudados, el respaldo de la
mayoría de la élite económica y
financiera, y de la casi totalidad de los
medios de prensa y difusión a su favor,
así como el respaldo activo tanto del
popular senador Bernie Sanders como
del presidente Obama.
Por otro lado pesó en su contra, y mucho,
el rechazo público a los políticos
profesionales y el ser una figura que
provoca desconfianza y cuenta con un
muy alto nivel de rechazo ciudadano,
tanto por ser una figura política
tradicional como por ser considerada una
persona deshonesta, y por su historial y
tendencias en pro de una política
internacional agresiva, por todo lo cual
fue considerada finalmente como la peor
opción entre ambos candidatos.
Las revelaciones sobre los email y otros
desatinos de cuando era Secretaria de
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A la luz de la victoria de Trump
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Estado, los escándalos achacados al
expresidente Clinton, las presuntas
ilegalidades en la Fundación Clinton y
otros problemas que se avizoraban como
que serían recurrentes y perturbadores de
su gestión de gobierno, no fueron un
factor menor en la derrota.
Pocos días antes de las elecciones, Paul
Craig Roberts (2016), quien fuera alto
funcionario de gobierno, opinaba que
poderosos sectores de la oligarquía
habrían reconsiderado en las últimas
semanas su opción electoral. Que habría
primado el cálculo que Hillary, como
presidenta, probablemente estaría sujeta a
investigación durante años y que, con la
atención concentrada sobre ella en esos
asuntos, “no les serviría a los intereses de
esa oligarquía, les resultaría inservible, y
que de hecho desenterraría varias de las
conexiones de la Clinton con los oligarcas
que podrían dañarlos”. Roberts agregó
que en esa consideración oligárquica pesó
evitar que “se destruyera la reputación del
país por escoger una persona sujeta a
investigaciones por delitos de mayor
cuantía” (Craig, 4 de Noviembre de
2016).
En un próximo artículo ampliaremos
acerca de algunos recientes desarrollos y
presencia de las agrupaciones de derecha
en EE.UU. y de los sentimientos en
extensos sectores que los apoyan. Es un
tema que abordo en el marco de las
recientes elecciones pero no debe
deducirse de ello que exista identificación
alguna entre las posiciones de dichas
agrupaciones con las posiciones políticas
del presidente electo Donald Trump,
quien explotó de manera populista tales
sentimientos y reivindicaciones.
El arraigo conservador en los Estados
Unidos
La dirección general del país durante los
pasados 40 años ha propiciado un
creciente peso y poder a los políticos del
sector derechista del Partido Republicano
y a los oportunistas del Partido
Demócrata, quienes efectivamente hacen
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un trabajo similar que los otros una vez
que acceden a cargos de gobierno.
Como indicamos en un comentario
anterior, la victoria de Donald Trump en
las recientes elecciones se da en un
contexto de polarización y de aumento de
las desigualdades. En el corazón del
conflicto interno está el hecho que la
sociedad ha cambiado dramáticamente en
las últimas décadas.
El ascenso electoral del magnate
republicano se alimentó en buena medida
de las frustraciones y la reacción popular
“conservadora” que se gestó durante los
años ´70, pero que entroncan con
movimientos políticos de larga data, y
con el creciente descrédito de ambos
partidos del sistema.
La tendencia conservadora, observada
entonces en considerables segmentos de
la población norteamericana, tenía
profundas raíces históricas y se potenció a
partir de esos años al brotar nuevas
vertientes radicales en la llamada Nueva
Derecha, también como una reacción
defensiva e individualista ante la crisis de
valores sociales evidenciada desde la
década del '60 y el empuje de los
movimientos feminista y en pro de
derechos civiles de los
afronorteamericanos.
Siempre ha existido una fuerte corriente
conservadora en la política
estadounidense que se manifestó,
inclusive, entre los redactores de la
Constitución, que cobró bríos durante la
llamada ‘Reconstrucción’ posterior a la
Guerra Civil y más aún en la etapa
imperialista que se evidenció hacia 1898
en lo adelante. Paralelamente, entonces y
durante muchas décadas, adquirió
expresiones brutales como los
linchamientos y el terror del Ku Klux
Klan.
En formas menos extremas, el
conservadurismo prima en los círculos
establecidos. Fuertes corrientes de
derecha tienen presencia en ambos
partidos y son expresión de segmentos
importantes y de las políticas que
impulsan diversos entes del establishment
financiero, a veces considerado liberal y
proyectado al mundo y, por ende,
imperialistas hasta el tuétano.
Con el fin del boom económico de la
postguerra, las políticas neoliberales y el
aumento de las desigualdades, las
dislocaciones sociales acumuladas se
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hicieron evidentes, incluyendo aquellas
debidas al efecto de la globalización, la
libre movilidad de capitales y cambios
estructurales en las formas de
acumulación, los cambios en la
composición laboral, el debilitamiento del
movimiento sindical y otros.
La confianza y apoyo que los
estadounidenses habían depositado en la
gestión pública desde 1933 hasta fines de
los ‘60s se convirtió en recelo. La
inflación contribuyó a corroer la fe en el
gobierno, que aparecía incapaz de cumplir
sus promesas. Actualmente se expresa en
un extendido y fuerte rechazo a las élites
y los políticos. En ello se explica el
distanciamiento táctico que Donald
Trump marcó respecto a esos círculos de
Washington en su diseño de campaña.
En innumerables rincones del país, sobre
todo en el Medio Oeste y el Sur, las
desigualdades comenzaron a ampliarse de
forma severa, afectando incluso extensas
capas de población blanca y rural. La
miseria, desintegración social y la
impotencia están también en la base de
los recientes acontecimientos, y son
chispas que desatan la ira, esa especie de
movilización conservadora, la violencia
racista y antiinmigrantes.
Obsérvese que son situaciones
reiteradamente planteadas y explotadas
por Trump en toda su campaña.
Por otra parte, también como factor
favorable a Trump, desde la década de los
años ‘70s se había instaurado una era de
dominio republicano y de derecha en el
Sur que los demócratas no pudieron
contrarrestar ni con las presidencias de
políticos sureños como James Carter o
Bill Clinton.
Junto a ello, los últimos treinta años del
pasado siglo, en un giro notable, la
derecha había sido transformada en un
movimiento abierto, con redes imprecisas
pero extensas de afiliados y grupos
interconectados. Con capacidad de
recolectar millones de dólares en
pequeñas contribuciones hechas por
trabajadores manuales y amas de casa, la
llamada “Nueva Derecha”, con cierto
matiz neopopulista, se alimentaba del
descontento, la inseguridad y el
resentimiento; florecía gracias a la
reacción política de respuesta de un
sinnúmero de gentes ante el estado de
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cosas, contra las élites o en defensa de
valores pueblerinos.
Es casi infinita la cantidad de situaciones
y multiplicidad de asuntos, de los muchos
que polarizan internamente ese país, en
torno a los cuales se formaron entidades
de derecha o de resistencia ante nuevas
realidades, como son:
- Agrupaciones en defensa de la
familia y por derecho a la vida,
contra el aborto, los que exigen la
prédica religiosa en las escuelas
públicas;
- Opositores a la integración racial
en las barriadas y las escuelas,
contrarios a la intromisión y las
regulaciones del gobierno, contra
derechos femeninos o de los
homosexuales,
- los que defienden valores
tradicionales, los que abogan por
el derecho a portar armas de
fuego, etc.
Estos últimos tienen su fuerte en la
poderosa National Rifle Association
(NRA) y en el arraigo de los derechos a la
caza y el deporte. Actualmente hay unos
300 millones de armas de fuego en manos
privadas en Estados Unidos, muchas de
ellas diseñadas para propósitos bélicos
están disponibles para la venta individual.
Según informe del Center of Disease
Control and Prevention entre 2001 y
2013, habían muerto por armas de fuego
dentro del país 406,496 estadounidenses.
Es extendido el fenómeno del angry
white male (hombre blanco colérico) que
ha dado pie a varios de los más
connotadas acciones de violencia racista.
Asimismo se anima a sectores
desesperados a organizarse en milicias
para librar “cruzadas” de diversos tipos.
La percepción de “el mundo contra mí”,
en parte sembrado por el actuar imperial
en todos los confines y, por otro lado, las
experiencias bélicas brutales y
desmoralizantes de cientos de miles de
soldados desmovilizados y mercenarios
también se reflejan en la viciada
atmosfera nacional.
El movimiento conservador
estadounidense ha creado una especie de
universo alternativo, un conjunto de
entidades que actúan en paralelo a las
principales instituciones tradicionales de
la sociedad, aunque dedicadas al único
propósito de hacer avanzar una agenda
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política predeterminada y bastante
sectaria.
Aunque no es en lo absoluto un
movimiento unificado, hay una especie de
“mundo interior u oculto” que integran
unos cientos de fundadores, líderes de las
principales organizaciones, abogados, y
prominentes personalidades de los medios
de difusión; y por otro lado, la parte
abierta de ese movimiento conservador en
el que aparecen varios miles de
organizadores y empleados, así como
operadores de un tipo o de otro.
Esas fuerzas cuentan con sus propios
periódicos y revistas, sus estaciones de
radio o televisión locales, editoras de
libros, etc., y las huestes de a pie
acicateadas por la polarización, el recelo,
y la ira acumulada.
Convención realizada por la NRA en 2013
De modo que logran un empoderamiento,
digamos marginal, a la vez que explotan
los sentimientos de las bases populares
del partido lo que ha conllevado que
saliera a la superficie, con más fuerza, la
profunda escisión respecto a los políticos
y estructuras de dirección del Partido
Republicano, vinculados a las élites
adineradas, que durante décadas lograban
al final imponer sus dictados.
En los últimos años ese partido se
encontraba en problemas para mantener
su coalición. Incluso en la propia Cámara
de Representantes, congresistas de
derecha airados se han revirado contra el
establishment partidista y acusan a la
dirigencia del partido de debilidad y de
traicionar sus promesas a las bases.
Esa escisión se manifestó claramente
durante este proceso electoral, aunque
reflejado en quien resultó ser un hábil
manipulador de tales frustraciones, al
margen de sus aparentes torpezas y
exabruptos.
Como sabemos, esta victoria electoral
también permite al Partido Republicano
mantener el dominio de las dos cámaras
legislativas, y llevará a un reforzamiento
conservador en el Tribunal Supremo.
Debe significar para el partido cobrar un
nuevo aire, aunque se avizoran fuertes
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contradicciones en su seno después de la
polarización con que sus estructuras y
principales figuras se enfrentaron durante
la campaña al ahora presidente electo
Trump.
Estos comentarios intentan aportar
elementos acerca de esas fuerzas
organizadas de derecha y sobre el
contexto social del que se alimentan. No
identificamos a Trump totalmente con
esas corrientes ni decimos que ellas hayan
sido un único factor de su triunfo
electoral. Es más, las frustraciones,
reivindicaciones e intolerancia, así como
el empoderamiento de esos sectores,
perviven y pueden significar
complicaciones y una problemática a
enfrentar por el presidente en su período
de gobierno.
También queda por precisar su actitud y
el grado de sus vínculos con otro ámbito
muy empoderado de la extrema derecha,
en este caso en las altas esferas de
gobierno y que ha quedado fuera de
nuestro análisis: son los llamados
neoconservadores y liberales
intervencionistas que se han apoderado de
posiciones claves en el Departamento de
Estado, el Pentágono, y otros órganos de
gestión, principalmente de la política
exterior, y con los que el presidente
deberá lidiar o acoplarse. A través de esa
infiltración en la rama ejecutiva, así como
en una red de tanques pensantes, páginas
editoriales e intereses financieros han
tomado el control del aparato del diseño
de políticas.
El tema de la llamada nueva derecha es
importante no solo a la luz de este triunfo
republicano sino por ser atinente para la
comprensión de la sociedad y la política
de ese país. La prevalencia de las políticas
de derecha bastante marcadas en las
últimas décadas no significa que haya
realmente un proceso de derechización en
el país. Es importante hacer distinción
entre la derecha organizada y disímil
respecto a los millones de personas que,
dados sus miedos y frustraciones, son
conducidas a apoyar políticas gestadas
por demagogos u oligarcas. Las lógicas
del sistema han logrado traducir esas
fuerzas a nivel político nacional en un
mayor empoderamiento y predominio
derechista, principalmente a través de un
discurso populista.
La ira de muchos sectores de población
seducidos por los demagogos de derecha
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para dirigirla contra chivos expiatorios,
en realidad tiene una base social y de
rechazo a las élites, las desigualdades e
injusticias del sistema.
Varios son los analistas que ponen en
duda la suposición y la conclusión acerca
de que una amplia mayoría de los
estadounidenses se haya movido
realmente a la derecha en las últimas
décadas. Destacan que reiteradamente las
encuestas han mostrado que en buena
parte de los temas fundamentales una
notable mayoría de los estadounidenses se
sitúan a la izquierda del partido
demócrata. Agregan que el
comportamiento de la votación en base a
las escasas opciones disponibles o el
quien gana las elecciones no son buenos
indicadores del sentir de la gente, dados
los abundantes factores de manipulación
en el proceso.
Referencias
Craig, P. (4 de Noviembre de 2016). Can
the oligarchy still steal the presidential
election?. Paul Craig Roberts – Institute
for Political Economic. Recuperado de:
http://www.paulcraigroberts.org/2016/11/
04/can-the-oligarchy-still-steal-the-
presidential-election-paul-craig-roberts/