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EDUCAR PARA COMPETIR “Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida” Pitágoras Según la Real Academia Española competir es contender entre sí, aspirando unos y otros con empeño a una misma cosa. ¿Competir es una característica innata del ser humano? Robert Smith Weinberg afirma que es un proceso mental aprendido, más que innato, que recibe la influencia del ambiente social. Aunque la competencia en realidad es necesaria para el desarrollo de nuestra sociedad, el problema radica en que el abuso de este proceso mental y el papel que juega dentro del quehacer educativo. Es importante que el docente se preocupe menos por desarrollar todos los contenidos y más por lograr que sus estudiantes adquieran las competencias adecuadas para desarrollarse plenamente, pero es necesario entender que la meta debe ser formar personas competentes, no competitivas. Cuando los docentes educan para competir, la escuela se convierte en un lugar donde los niños aprenden que tienen que luchar por ser los mejores, aun a costa de traicionar los principios y valores como la honestidad, el respeto y la perseverancia, que se les han inculcado en el hogar. De esta manera, se pierde de vista el objetivo principal que es lograr el pleno desarrollo de la personalidad humana, siempre orientado al respeto a los derechos humanos, la democracia y las normas de convivencia. Es por esta razón que el objetivo del presente ensayo es brindar al lector dos razones por las que educar para competir y no para ser competente es un error del sistema educativo actual y qué puede hacer el docente corregir este error. En primer lugar, hay que entender que lo importante es que los estudiantes aprendan y no solo memoricen los contenidos

Educar Para Competir

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Cuando los docentes educan para competir, la escuela se convierte en un lugar donde los niños aprenden que tienen que luchar por ser los mejores, aun a costa de traicionar los principios y valores como la honestidad, el respeto y la perseverancia, que se les han inculcado en el hogar. De esta manera, se pierde de vista el objetivo principal de la educación que es lograr el pleno desarrollo de la personalidad humana, siempre orientado al respeto a los derechos humanos, la democracia y las normas de convivencia.

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EDUCAR PARA COMPETIR

“Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida”

Pitágoras

Según la Real Academia Española competir es contender entre sí, aspirando unos y otros con empeño a una misma cosa. ¿Competir es una característica innata del ser humano? Robert Smith Weinberg afirma que es un proceso mental aprendido, más que innato, que recibe la influencia del ambiente social. Aunque la competencia en realidad es necesaria para el desarrollo de nuestra sociedad, el problema radica en que el abuso de este proceso mental y el papel que juega dentro del quehacer educativo. Es importante que el docente se preocupe menos por desarrollar todos los contenidos y más por lograr que sus estudiantes adquieran las competencias adecuadas para desarrollarse plenamente, pero es necesario entender que la meta debe ser formar personas competentes, no competitivas.

Cuando los docentes educan para competir, la escuela se convierte en un lugar donde los niños aprenden que tienen que luchar por ser los mejores, aun a costa de traicionar los principios y valores como la honestidad, el respeto y la perseverancia, que se les han inculcado en el hogar. De esta manera, se pierde de vista el objetivo principal que es lograr el pleno desarrollo de la personalidad humana, siempre orientado al respeto a los derechos humanos, la democracia y las normas de convivencia. Es por esta razón que el objetivo del presente ensayo es brindar al lector dos razones por las que educar para competir y no para ser competente es un error del sistema educativo actual y qué puede hacer el docente corregir este error.

En primer lugar, hay que entender que lo importante es que los estudiantes aprendan y no solo memoricen los contenidos que se imparten, por lo que no es necesario someterlos a situaciones que generen estrés y crear un ambiente de tensión dentro del aula. Definitivamente, los estudiantes que trabajan a su ritmo obtendrán mejores resultados que aquellos que están enfocados en ser los mejores estudiantes de la clase. Una persona sometida a la presión de ser el mejor, es capaz de hacer cualquier cosa por conseguir su objetivo, por ejemplo, traicionar a sus amigos, hacer trampa en el examen, etc. Y finalmente el alumno terminaría por entender que todo está permitido con tal se llegue a la meta, esto sin mencionar el estrés y el nivel de frustración que puede causarle a ese individuo sino logra lo que se propuso y que puede crear a una persona con poca confianza y estima.

Esto se puede lograr si el docente, preocupado por la formación de sus estudiantes, planifica su clase cuidando no crear estrategias que puedan generar pleitos y rivalidad entre los estudiantes. Recordemos, que las competiciones no son necesariamente malas, el problema es cuando el docente permite que se salgan de control. El maestro puede reemplazar prácticas como premiar a los ganadores con otras como darse apretón de manos entre competidores y hacer hincapié que la meta era que todos aprendieran y no que alguien

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perdiera. Probablemente esto cause confusión en los alumnos que están demasiado acostumbrados a ganar, pero poco a poco su mentalidad irá cambiando.

En segundo lugar, los estudiantes son diferentes, tienen habilidades, fortalezas, problemas, necesidades y diferentes a sus demás compañeros. La educación que tiene el fin lograr que los estudiantes compitan entre sí por un puesto en el sistema en que vivimos, logra que aquellos que no logran los requerimientos que tales competiciones exigen, se sientan frustrados y confundidos. La educación debe apuntar a la atención a la diversidad, sin embargo, si esa es la meta, debemos dejar de excluir a los estudiantes que tengan dificultades para seguirles el paso a los demás.

Es interesante como los alumnos se organizan en el aula de clase, los que obtienen mejores calificaciones generalmente se sientan adelante y lo que obtienen bajas calificaciones se sientan atrás. El docente conoce esa disposición, pero rara vez presta atención a ella y toma medidas en el asunto. Es necesario que el maestro busque estrategias para que los estudiantes que realizan las actividades más rápido, que entienden mejor los temas y sacan mejores calificaciones se relacionen con aquellos a los que les cuesta más hacerlo; de esta manera se lograrían dos cosas: los estudiantes aprenderían a cooperar, se reduciría el nivel de frustración y competencia.

En conclusión, la educación debe tener por objetivo crear personas que contribuyan positivamente al desarrollo de una mejor sociedad y no individuos egoístas y competitivos que en vez de pensar en lo que le conviene a los demás, piensen en lo que le conviene a ellos. Esto solamente se puede lograr si el docente cambia su forma de pensar y comprende que no trabaja en una fábrica de productos, donde el que no aprueba los estándares de calidad debe ser rechazado; sino que trabaja con personas y que cada uno de sus alumnos es diferente. Un buen docente no debe fomentar las competencias entre estudiantes, ni tener preferencias por determinado grupo, su mirada debe estar puesta en formar individuos capaces de afrontar las dificultades de la vida, de tomar decisiones antes de actuar y de ayudar a los que les rodean.

Stefany P. Fonseca