n realidad nunca he sabido quien acuño el termino “beta” a una beta. A ver, para ir entendido, el desarrollo de

un programa de cómputo – de cualquier complejidad- requiere de muchos pasos,, algunos grandes y otros pequeños.

Hordas de ingenieros y programadores dedican semanas, meses ya veces años a terminar, un producto, pero, justo cuando están a punto de creer que observan la luz

E al final del túnel, surgen las dudas de cómo funcionara, si gustara y un largo etcétera.

De ahí que sean ofrecidas versiones “beta”, que pudieran parecerse a una casa en obra negra, bueno, no tanto, ya con algo de decoración y solo los baños funcionando, pero no al cien por ciento habitable. Hay de betas a betas, claro, e incluso existente una etapa anterior llamada “alfa” que es todavía más primitiva.

¿Que se gana con una beta? En el mundo de los intangibles y los servicios, esos productos tienen- la gran ventaja de poder ser aprobados por otros sin causar daños. No puede existir el “beta” de un automóvil, por ejemplo ya que podría tener consecuencias fatales. No así con el software, donde lo más que se puede perder es… datos y tiempo. Claro que para muchos perder datos es perder parte de su vida, pero los productores beta son anunciados como tal, sin garantía alguna de que funcionarán sin problemas

Hace años, los betas eran realmente eso. Recuerdo poder instalar diferentes versiones de paquetes que llegaban a mi oficina –sin solicitarlos- con el único interés por parte de las firmas de conocer “lo nuevo”, lo que viene, Y claro, se destinaba una buena parte del día a instalar estas cuestiones, ya que, sin duda, si se tenia una ventana de

oportunidades para poder – informar o comunicar los puntos de vista sobre el

mundo beta se da de la mano con la reciente y creciente oferta de aplicaciones a través de Internet, mejor conocidas como Web 2.