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El museo social El Alzheimer y los museos Octubre 2010

El Alzheimer y los museos. El museo social

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El museo como referente cultural y social

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El museo social

El Alzheimer y los

museos

Octubre 2010

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 2

DOCUMENTO REALIZADO POR:

Manuel García Álvarez

(Gestor del Patrimonio Cultural)

“-De ese modo –respondió Sócrates-. Estamos, sin

duda, de acuerdo en que si alguien recuerda algo tiene

que haberlo sabido antes.

-En efecto – dijo Simmias.

-¿Y no reconocemos también que cuando un

conocimiento se presenta de la siguiente manera es un

recuerdo? ¿Cuál es esa manera que digo? Esta. Cuando

al ver y oír algo, o al tener cualquier otra percepción, no

sólo se conoce la cosa de que se trata, sino también se

piensa en otra sobre la que no versa dicho conocimiento

sino otro ¿no decimos con razón que se recordó aquello

cuya idea vino a la mente?”

Platón

Fedón

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 3

Índice

1. Introducción …………………………………………………………………………………… 4

2. El punto de partida: El Museo y la Sociedad…………….…………………...... 5

2. 1. ¿Un museo para todos?..................................................…………….. 6

2.2. El museo social…………………………………………...…………………..……….….. 8

3. Proyecto Alzheimer…………………………………………..………………………....... 9

3.1. El Alzheimer.………..…………………………………….……………..……………..…. 9

3.2. El Alzheimer y los Museos………………..……………………………….………… 11

3.3 Protocolo básico……………………………………………………………………………12

3.3.1 Reunión preliminar

3.3.2 Protocolo básico

3.3.3 Diseño del programa

3.3.4 Evaluación

3.3.5 Ejecución del Programa

3.3.6 Seguimiento del Programa

4. Conclusión…………………………………………………………………………………… 20

5. Bibliografía………………………………………………………………………………….. 21

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 4

1. INTRODUCCIÓN

Existen determinadas enfermedades que con el simple hecho de

mencionarlas nos causan inquietud, el Alzheimer es una de ellas. Esta

cuestión no sólo se debe a que se manifiesta como una demencia,

caracterizada por un deterioro progresivo e irreversible de las funciones

cerebrales cognitivas que conduce a la discapacidad, y finalmente, a la

muerte, sino también al hecho de que se trate de una enfermedad de la

cual se desconocen sus causas y que afecta, no solo al enfermo, sino

también a la familia y a la sociedad.

España, con 800.000 casos, es el segundo país de Europa que

presenta un mayor número de enfermos a los que debemos añadir

200.000 casos más, que según las estimaciones aún están sin diagnosticar.

Estos porcentajes convierten al Alzheimer en una de las enfermedades de

mayor impacto social. Sin embargo, a pesar de su irreversibilidad, existen

métodos para retrasar el desarrollo de la enfermedad, uno de ellos es el

desarrollo de las funciones cognitivas, ejercitar los recuerdos y la

memoria.

Las cosas se recuerdan por contigüidad, semejanza o contraste, y

es en este sentido donde el museo puede aportar mucho para combatir la

enfermedad, con programas destinados a que los enfermos ejerciten la

memoria a través de las obras del museo, pero sobre todo, permitiendo

acercar la enfermedad a la realidad, alejarla de mitos y dar lugar a un

apoyo social al enfermo y a los familiares.

En las últimas décadas los museos se han centrado en la

obtención de un mayor número de visitantes, alejándose de los aspectos

sociales o en todo caso tratándolos de forma puntual, cuestión que en la

actualidad está dando un giro considerable, quizás fruto de la influencia

de los museos anglosajones y de la reivindicación del espacio museístico

no sólo como centro cultural, sino también como espacio social de la

comunidad.

Uno de los museos pioneros en el trabajo con enfermos de

Alzheimer ha sido el Museo de Arte Moderno de Nueva York con el

programa Metme at MoMA obteniendo resultados muy importantes que

han dado lugar a una mayor sensibilización de la enfermedad y han

reafirmado la imagen del museo, ya de por si inmejorable. Estos

programas han servido de base para elaborar un breve trabajo de cómo

acercar el Alzheimer a los museos, lo cual constituye el objetivo de las

presentes páginas.

En primer lugar realizaremos un comentario acerca de la relación

entre el museo y la sociedad. Un comentario que nos servirá de

introducción para explicar cómo y por qué el museo debe orientarse y

participar de los aspectos sociales. A continuación, proseguiremos

haciendo una breve referencia a la enfermedad de Alzheimer y su

presencia en otros proyectos y programas culturales, cuestión que se

enlaza directamente con el núcleo del presente documento, que consiste

en un protocolo básico para acercar la enfermedad al museo. Finalmente,

todo ello concluirá con una reflexión y con la bibliografía utilizada.

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 5

2. EL PUNTO DE PARTIDA: EL MUSEO Y LA SOCIEDAD

Según lo dispuesto en el artículo 59.3 de la Ley 16/1985, de 25 de

junio, del Patrimonio Histórico Español “Son Museos las instituciones de

carácter permanente que adquieren, conservan, investigan, comunican y

exhiben para fines de estudio, educación y contemplación conjuntos y

colecciones de valor histórico, artístico, científico y técnico o de cualquier

otra naturaleza cultural.”. Sin embargo, preferimos utilizar la definición

del Reglamento de Museos de Titularidad Estatal del Sistema Español de

Museos, quien en su artículo primero define al museo como “(…) las

instituciones de carácter permanente abiertas al público que, sin ánimo de

lucro y al servicio de la sociedad y su desarrollo, adquieren, conservan,

investigan, comunican y exhiben, para fines de estudio, interpretación,

educación y disfrute, bienes y colecciones de valor histórico, artístico,

científico, técnico o de cualquier otra naturaleza cultural.”1. Dicha

definición contienen la piedra angular que debe fundamentar a cualquier

museo del siglo XXI y que se establece en un único concepto, muchas

veces olvidado, y resumido en la frase “al servicio de la sociedad”.

La mejora del nivel de vida experimentado en los países

desarrollados, sobre todo a partir de los años sesenta, se ha traducido,

entre otras cosas, en un acceso generalizado de la población a la

educación, confiriendo al componente cultural un gran peso especifico.

Este proceso ha coincidido con la toma de conciencia por parte de los

organismos internacionales (UNESCO, Consejo de Europa, etc.), de la

1 Artículo 1.1 del Real Decreto 620/1987, de 10 de abril, por el que se aprueba el Reglamento de Museos de Titularidad Estatal y del Sistema Español de Museos. (BOE, 13/05/1987), modificado por Real Decreto 496/1994.

Administración (Estado y autonomías) y de los ciudadanos, sobre la

necesidad de conservar, proteger y difundir el Patrimonio Cultural.

Esta concienciación, unida al aumento de la demanda de elementos

culturales, produce, en muchas ocasiones, que el componente social haya

sido relegado por otras consideraciones de marcado carácter económico y

que tienen como objetivo principal el aumento de visitantes de los

centros culturales. Situación que ha venido a generar una considerable

acentuación de la competencia por parte de aquellas instituciones y

empresas ligadas al patrimonio cultural, de las cuales los museos no son

una excepción.

El patrimonio cultural se ha convertido en un producto de consumo

de masas que genera enormes beneficios, llegándose a adoptar

conceptos y estrategias provenientes del ámbito económico y

empresarial, y que han dado lugar a la aplicación de términos

desconocidos en el patrimonio cultural, como publico objetivo, cliente

potencial, estudio de mercado, imagen corporativa, marketing cultural,

orientación al mercado, fund-raising, etc., que en ocasiones producen el

distanciamiento de los objetivos sociales que debe tener un museo, ya

sea de titularidad pública o privada.

En otros muchos casos la aplicación de estrategias y conceptos

económicos en el ámbito museístico ha implicado una potencialización de

sus recursos y posibilidades. La diferencia reside en una gestión eficaz y

eficiente que ha sabido ver y leer los cambios y demandas sociales,

creando nuevos y atractivos servicios culturales o modernizando los ya

existentes. Así asistimos, dentro de los propios museos, a la creación de

bibliotecas, centros de documentación, cafeterías, talleres didácticos,

salas de conferencias, tiendas-librerías, sala de conciertos o museos on-

line, y de la misma forma, a la creación de planes museísticos, estudios de

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 6

mercado, imágenes corporativas, planes de comunicación… La explicación

obedece a que en los últimos años los museos están realizando un giro de

concepto destinado a aumentar y mejorar su presencia en la sociedad, ya

que, el museo puede y debe convertirse en un referente social y

educativo. En esta nueva etapa, el dialogo con la sociedad es un fin en sí

mismo, por ello cada vez mejoran más la técnicas expositivas y las

agendas culturales.

A pesar de esta concepción social del museo, a la difusión y

promoción del patrimonio, a las nuevas técnicas expositivas, a la unión de

interesantes políticas de patrocinio y mecenazgo, desarrolladas para

involucrar a particulares, a instituciones y a empresas, y que fusionan el

objetivo social y económico del museo, como las desarrolladas por el

Museo del Romanticismo, y que empiezan a ser habituales en los museos

públicos a semejanza de los anglosajones. A pesar de todo ello, hasta qué

punto los museos tienen un calado social, es decir, hasta qué punto el

museo mejora la calidad de vida de las comunidades que los acogen.

2.1 ¿Un Museo para todos?

En la actualidad los grandes museos tienen una clara orientación al

turismo cultural, siendo su objetivo el de crear exposiciones de calidad

que refuercen la marca del museo y aumenten o mantengan el número

de visitantes.

Los grandes museos poseen un plan museístico donde debe figurar el

público al que van dirigidos. Existen muchas formas de sesgo de público

objetivo, ya sea por edad, sexo, nivel de estudios, aficiones o

combinaciones de varios parámetros, según la exposición o los intereses

del museo. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones se tiende a

abarcar el mayor rango posible, intentando hacer un museo, en la medida

de lo posible, para todos.

Turistas en España (2008). Datos extraídos de (ÁLVAREZ CALDERÓN 2009)

Los grandes museos como el Prado, Reina Sofía o Guggenheim

constituyen iconos identitarios de las ciudades donde están situados, por

lo que tienen garantizados un número muy elevado de visitantes. Este

hecho produce una paradoja ya que en muchas ocasiones, quizás fruto de

esta situación, no se elaboran planes de comunicación que constituyen

una herramienta fundamental para que el museo se acerque al público.

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 7

Según el estudio realizado por Borja Puig de la Bellacasa2, consejero

delegado de Bassat Ogilvy Comunicación, la inversión en publicidad y

comunicación de museos tales como el Guggenheim, El Prado, Reina Sofía

o el MUSAC, asciende a un total de 600.000 euros para el Guggenheim,

de 1.600.000 para el Reina Sofía, de 220.000 para el MUSAC y confidencial

para el Prado. Estos recursos se invierten por parte del Guggenheim y del

Reina Sofía en dos campañas publicitarias anuales y en actividades de

RR.PP., mientras que en el caso del Museo del Prado es variable en

función de las actividades del museo, y en el del MUSAC se destina a

publicidad en radio local, internet y prensa. El dato más representativo

del estudio es que a pesar de la inversión realizada, el Museo Reina Sofía

carece de plan escrito y de departamento de comunicación, situación que

se produce en la mayoría de museos.

Museos en Madrid. Datos extraídos de (ÁLVAREZ CALDERÓN 2009)

2 (PUIG DE LA BELLACASA ,2009)

Para llegar al público hay que hacer una labor de comunicación, el

museo debe hablar… pero también escuchar, y si no se realiza está acción

el Museo no será para todos.

Un ejemplo de ello lo tenemos en sectores de la población como el de

las personas con discapacidad psíquica y física cuya accesibilidad al

museo, en la mayoría de las ocasiones, no se contempla dentro de los

planes museísticos3. Es cierto que en el caso de los discapacitados físicos

existe una normativa de accesibilidad contemplada en el Código Técnico

de la Edificación, y dirigida sobre todo, a aquellos que utilizan silla de

ruedas. Sin embargo, el cumplimiento de la norma, es en la mayoría de los

casos un mero cumplimiento de la norma: un cumplimiento de mínimos,

de insensibilidad y de falta de sentido común. La situación es más grave

para aquellos que presentan discapacidad visual ya que al no haber una

normativa, el museo en raras ocasiones está adaptado o cuenta con

espacios para dicho público. Las razones que se aducen para este último

grupo son variadas: no existe demanda de ello, la adecuación de espacios

y exposiciones es muy costosa, o que dado los avances médicos la

población invidente se ve reducida considerablemente no justificando la

inversión.

Lo cierto es que si queremos que el museo sea en verdad un museo

para todos, se deberán realizar acciones destinadas a acercar el museo a

la sociedad, y para ello, la accesibilidad debe ser un elemento

fundamental.

3 A pesar de la amplia normativa existente sobre patrimonio cultural y accesibilidad, podemos comprobar que en la mayoría de los casos no se cumple. Existen buenos trabajos para cambiar esta situación por lo que recomendamos consultar el Proyecto PATRAC (entregable 1.1 y 1.3): (http://www.recercat.net/bitstream/2072/63263/3/1+Accesibilidad+y+conservacion.pdf),(http://www.recercat.net/bitstream/2072/64561/3/2+Analisis+normativo.pdf)

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 8

2.2 El museo social

El museo debe reivindicar su papel dentro de la sociedad y

convertirse, además de un referente cultural, en uno social, capaz no sólo

de generar experiencias sino también de mejorar la calidad de vida del

visitante. Esta es una cuestión que los museos anglosajones han sabido

hacer muy bien, desarrollando acciones y proyectos que producen la

implicación de la sociedad en el museo y del museo en la sociedad.

Es cierto que existen diferencias culturales entre el mundo anglosajón

y el nuestro, que hacen que determinados proyectos no puedan ser

desarrollados en nuestro país, pero otros sí.

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 9

3. PROYECTO ALZHEIMER

La enfermedad de Alzheimer es una de las enfermedades más

demoledoras de la época actual llegando a ser calificada como una de las

epidemias del siglo. Su origen se sitúa en el envejecimiento de la

población y en el aumento de la esperanza de vida de la sociedad que ha

dado lugar a una acentuación de la enfermedad, llegándose a convertir en

un problema de salud de primer orden. Un problema de salud que implica

no sólo a familiares o al personal sanitario, sino a toda la sociedad en un

lucha por una prevención, por un diagnostico precoz y por un tratamiento

adecuado, destinado a paliar los daños que origina.

El Alzheimer se caracteriza por la disminución progresiva e irreversible

de las funciones intelectuales, de la memoria, del pensamiento y de la

personalidad, siendo la causa de demencia más importante en la

actualidad. Sin embargo, no debemos confundirnos, la demencia no es

una enfermedad psiquiátrica, ni quien la sufre es un discapacitado

mental, ni un niño.

A pesar del carácter dramático de la enfermedad existen formas de

prevenirla, de que tarde más tiempo en aparecer, pero sobre todo, de

luchar contra la falta de apoyo y comprensión al enfermo y hacia los

familiares.

En el año 2006 el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) fue

uno de los primeros museos en ofrecer programas destinados a la

accesibilidad de la colección a personas con Alzheimer y a sus cuidadores.

El primer programa se denominó Meet me at MoMA y ofreció áreas de

trabajo, exposición de obras de referencia del museo y foros destinados a

valorar, mejorar, compartir experiencias y acercar la comprensión de la

enfermedad al museo y a la sociedad. El museo se convertía en una

herramienta para el mejor tratamiento de la enfermedad: el cariño y la

comprensión, destinado a personas con estadios iníciales e intermedios

de la enfermedad, a sus cuidadores, a familiares y a ONG´S. El gran éxito

del programa se tradujo en el proyecto The MoMa Alzheimer´s Project

que junto con la MetLife Foundation se encargan, en la actualidad, de

crear recursos como publicaciones, página Web, conferencias y áreas de

trabajo destinadas al enfermo y a la comprensión de la enfermedad.

3.1 El Alzheimer

5,4 millones de ciudadanos de la Unión Europea presentan algún tipo

de demencia, siendo la más común de todas, la producida por la

enfermedad de Alzheimer que abarca cerca del 60% de todos los casos, y

afecta a una de cada 20 personas mayores de 65 años, y a una de cada 5

personas mayores del 85. Probablemente, en el año 2040 los porcentajes

lleguen a duplicarse en los países del oeste de Europa y se triplique en los

países del este.

En el Anuario de Demencias realizado en el 2006 por la Red

Internacional de Asociaciones de Alzheimer, situaba a España como el

segundo país Europeo con más casos de Alzheimer, aportando para

nuestro país cifras de 800.000 personas con dicha enfermedad y 200.000

casos sin diagnosticar. Estos datos se ven aumentados en el informe

realizado por el Ministerio de Sanidad y Política Social (MSPS) de

Evolución de los indicadores del estado de salud en España y su magnitud

en el contexto de la Unión Europea referente al año 2009 y publicados en

el 20104.

4 http://www.msc.es/estadEstudios/estadisticas/inforRecopilaciones/docs/Indicadores2009.pdf

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 10

Evolución de la esperanza de vida en España a diferentes edades, 1995-2007.

(MSPS 2009: 30)

Enfermedad de Alzheimer. Tasa de mortalidad ajustada por 100.000 habitantes.

España, 1990-2007. (MSPS 2009: 107)

El Alzheimer es una enfermedad que presenta un periodo evolutivo

variable, pudiéndose ser corto, dos o tres años, o bastante largo. En la

actualidad se considera una duración media mayor, que se estima en unos

12 años a partir del diagnóstico definitivo.

Lo más complicado del estadio inicial de la enfermedad es su

detección y diagnóstico, ya que, en muchas ocasiones pasa desapercibida

al confundirse con despistes y olvidos propios de la edad. En su estadio

inicial la enfermedad puede tener una duración aproximada de 2 a 5 años,

momento en los que comienza a producirse un deterioro progresivo de la

memoria y a aparecer las frustraciones que se unen a la tendencia al

aislamiento cuando el enfermo comienza a no recordar lo ocurrido unos

minutos antes. En esta primera etapa el enfermo mantiene sus

capacidades sociales, así como la percepción y la capacidad motora.

El segundo estadio o fase intermedia puede tener una duración de 2

a 10 años, en los que se producirá el deterioro acentuado de la memoria,

caracterizándose por la deficiencia en el lenguaje y por la falta del

recuerdo de nombres de personas o cosas cotidianas. A esta disminución

cognitiva le seguirá el deterioro de las habilidades instrumentales. La

personalidad sufrirá un menoscabo muy importante apareciendo

comportamientos repetitivos, agresividad, agitación…

En la tercera y última fase es cuando comienzan a presentarse lo

problemas neurológicos graves, incontinencia fecal y urinaria y

dependencia total para cualquier actividad.

Como todos conocemos, el Alzheimer es una enfermedad irreversible

de la que actualmente se desconocen cuáles son sus causas, sin embargo,

existen formas de retrasarla: las terapias farmacológicas y tratamientos

no farmacológicos destinados a estimular el sistema nervioso central con

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 11

la finalidad de retrasar el desarrollo de la demencia, pero sobre todo, la

comprensión y el cariño.

Es en las terapias no farmacológicas y más concretamente en la

estimulación cognitiva donde del Museo pueda aportar mucho a los

pacientes y lograr no sólo posibles retrasos del envejecimiento cerebral,

sino también, y lo que es muy importante, que los enfermos se

encuentren motivados, que no pierdan el interés por la realidad y por

aprender cosas nuevas, pero principalmente, en el apoyo social hacia el

enfermo y los familiares.

3.2 El Alzheimer y los museos

Como señala Carlos Álvarez Martín, si hay una característica del

Alzheimer es que se trata de una enfermedad que afecta no sólo al

enfermo, sino a la familia y a la sociedad en general. El deterioro

producido tendrá repercusiones en la vida personal, laboral, familiar y

social del enfermo que se harán más evidentes según avance la

enfermedad. Sin embargo, debemos señalar que de la misma forma que

la memoria no es necesaria para comprender, tampoco lo es para

disfrutar y que si la enfermedad de Alzheimer crea un trastorno de la

memoria y de la personalidad, esto no ocurre inicialmente, ni de forma

simultánea, ni en el mismo grado.

En la primera y segunda fase es muy importante averiguar qué parte

de la memoria del enfermo se conserva mejor para poder utilizarla,

realizar juegos de repetición de palabras, ejercicios de memoria para

conservar los recuerdos y habilidades como ver fotos, charlar, pintar,

hacer puzles, cantar, etc. De la misma forma es muy importante la

comunicación, que el enfermo encuentre su sitio dentro de la familia y de

la sociedad.

Está demostrado que las actividades recreativas y la ejercitación de

las funciones cognitivas como la práctica de la memoria, de la

planificación y de la atención, producen cambios en el cerebro retrasando

el deterioro del mismo por la enfermedad. Muchas de estas actividades

se pueden desarrollar con éxito en el museo a través de programas y

talleres específicos. Esta afirmación se fundamenta en programas ya

desarrollados como el ya mencionado Metme at MoMa y el Alzheimer´s

Project.

En nuestro país existen antecedentes aunque no lo suficientemente

estables como los desarrollados en Estados Unidos. Hasta hace

relativamente poco tiempo las acciones en los museos se centraban en

realizar alguna actividad puntual el 21 de septiembre, día mundial de

Alzheimer. Sin embargo a partir del año 2000 las actividades se han ido

intensificando.

En el año 2002 la Fundación La Caixa desarrolló el programa

Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas, destinado a

impulsar la investigación, la formación y la divulgación de la enfermedad.

El programa contaba con una interesante guía dirigida a los enfermos y a

sus cuidadores titulada Recordar en los museos, y cuya finalidad era que

las personas con enfermedad de Alzheimer recordaran su infancia y su

juventud a partir de la estimulación producida en la visita al museo.

En el 2006 la Xunta de Galicia presentó una iniciativa para la

utilización del patrimonio cultural como recurso terapéutico en la mejora

de la calidad de vidas de pacientes y familiares. Dicha iniciativa que

llevaba por título Lembrar no museo consistía en la creación de tres

talleres, de dos meses de duración, para que los participantes recrearan la

historia de su vida a través de murales con temáticas elaboradas a partir

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 12

de la visitas al Museo Etnológico de Ribadavia, al Museo da Escola y de la

Infancia de Pobra de Trives y al Museo do Xoguete de Allariz.

En el 2009 el Museo de Bellas Artes de Murcia en colaboración con la

Fundación Alzheimur, con la Fundación Caja Murcia y con el

Ayuntamiento de Murcia, desarrollo el Proyecto de Alzheimer en el Museo

de Bellas Artes. El proyecto estaba influenciado por Metme at MoMa y

consistía en realizar visitas guiadas a los pacientes y a sus familiares,

mostrando obras de arte previamente seleccionadas que eran explicadas

por profesionales del museo. Aunque el proyecto del MoMa servía de

referencia, el proyecto del Museo de Bellas Artes se mostraba

insuficiente al no contar con talleres y al tratarse de visitas de dos horas

de duración, una vez al mes (octubre, noviembre y diciembre).

Para que un proyecto de estas características tenga éxito no sólo hay

que contar con un equipo cualificado sino también realizar un estudio

diagnóstico, extraer conclusiones y contar con apoyos y fuentes de

financiación que le den continuidad en el tiempo. El punto de partida será

elaborar un anteproyecto y realizar un protocolo básico de actuaciones.

3.3 Protocolo básico

En el momento de crear un programa para acercar el Alzheimer a los

museos y a la sociedad debemos establecer un protocolo básico de

actuaciones. Dicho protocolo será similar a los realizados para cualquier

proyecto de gestión del patrimonio, ya que, a pesar de que cada proyecto

es diferente, todos deben responder a una serie de consideraciones

previas. Dichas consideraciones serán establecidas por los miembros del

equipo del museo:

3.3.1 Reunión preliminar

Se realizará una reunión preliminar con el equipo habitual del museo

con el fin de comenzar a abordar el proyecto y compartir impresiones.

En primer lugar, es necesario conocer bien el entorno donde vamos a

desarrollar el proyecto y elaborar unos objetivos básicos. Debemos

conocer por qué queremos desarrollar el proyecto y qué va a aportar a los

enfermos, a las familias y a la sociedad; qué esperamos conseguir y si va a

mejorar la calidad de vida de los enfermos en sus etapas iníciales e

intermedias; si va a contribuir a cambiar la concepción de la enfermedad

por parte de la sociedad; qué impacto positivo tendrá el programa para el

museo; si se van a crear puestos de trabajo estables, temporales; etc.

En segundo lugar, hay que determinar proyectos similares que hayan

tenido éxito y mejorarlos, siendo igualmente de importante el estudio y

análisis de aquellos proyectos que no se han llevado a término para

conocer las causas de su fracaso.

En tercer lugar, deberemos conocer qué tipo de financiación vamos a

emplear (pública, privada o ambas), con qué apoyos contamos

(asociaciones, fundaciones, ONG´S, Ayuntamientos, Administración,

entidades privadas) y si va a haber continuidad en esos apoyos, ya que en

ocasiones los proyectos se inician y no llegan a concluirse como resultado

de una falta de financiación continuada en el tiempo.

Todas estas preguntas deben ser respondidas y discutidas por los

miembros del equipo y por el personal directivo del museo. Si bien es

cierto, muchas de ellas se abordaran y desarrollaran durante la redacción

del proyecto, es igualmente indudable que en la reunión inicial se

establecerán las primeras pautas e intercambios de opiniones que nos

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 13

ayudaran a realizar un pequeño esquema con los objetivos iníciales, el

reparto de responsabilidades, el protocolo básico del proyecto y un

cronograma de reuniones.

3.3.2 Protocolo básico

En un protocolo básico de un proyecto, al menos se deben valorar los

siguientes aspectos:

FASE I. Definición del proyecto y decisión de acometerlo

- Denominación del proyecto.

- Fundamentación/Justificación.

- Misión/visión.

- Objetivo general.

- Objetivos específicos.

- Antecedentes del proyecto: cómo y por qué surge nuestro

proyecto y antecedentes de otros similares.

FASE II. Estudio, análisis y diagnóstico

- Análisis socio-económico.

- Análisis del territorio.

- Análisis histórico/cultural.

- Datos Medioambientales.

- Recursos del museo.

- Fichas diagnóstico.

- Identificación de los Actores Sociales: Ayuntamiento, Grupos de

Acción Local, Asociaciones de Alzheimer, Fundaciones, ONG´S,

especialistas, residencias de ancianos, hospitales, médicos,

agentes sociales, etc.

- Localización y Estudio de proyectos similares. Contacto con los

gestores de los mismos.

- Identificación o comprensión de los problemas y necesidades del

entorno donde vamos a desarrollar el programa (encuestas,

encuentros con grupos reducidos, grupos dinámicos, etc.).

- Búsqueda de posibles fuentes de financiación o colaboraciones:

Pública (administración –Estado, CCAA, Aytos.-, subvenciones,

etc.), privada (Empresas, fundaciones, obra social de entidades

bancarias, asociaciones).

- Patrocinio y Mecenazgo.

- Reunión con los agentes participantes y determinación previa de

las responsabilidades que queramos que tengan: Informa,

conoce, opina, decide, redacta o aprueba. En base a ello realizar

una matriz de responsabilidades.

- Análisis DAFO.

- Interpretación de los datos (en base a ello tomar decisiones o

reorientar el proyecto).

FASE III. Proyecto y Plan de Acción

- Metodología.

- Desarrollo del proyecto.

- Destinatarios.

- Modelo de gestión.

- Financiación (pública/privada)

- Planificación (cronograma)

- Recursos Humanos

- Difusión/comunicación

- Legislación

- Creación de página web

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 14

- Acciones de marketing.

- Presupuesto.

- Memoria informativa (clara, concisa, completa)

- C.V. y Experiencia previa para adjuntar al proyecto.

- Evaluación (antes, durante y después del proyecto).

Una vez establecido el protocolo básico de los aspectos que hay que

tratar, y del reparto de responsabilidades dentro del equipo del proyecto,

se iniciaran las respectivas fases señaladas si bien estas podrán cambiar

durante el desarrollo de las mismas y en función de las necesidades o

dificultades del proyecto.

3.3.3 Diseño del programa

El diseño del programa correspondería, en parte, a la mencionada

Fase III.

Una vez definidos los objetivos que queremos alcanzar se producirá

la redacción del contenido del programa. Dicho contenido estará

condicionado por el tamaño del museo, por la colección, por los espacios

disponibles, por el personal y por los medios logísticos, así como por los

medios económicos, si bien, con una buena gestión se pueden resolver

muchos de los inconvenientes que pudieran aparecer.

En base a las conclusiones obtenidas tras la fase de estudio, análisis y

diagnóstico se elaboraran los tipos de programas que vamos a desarrollar.

El MoMA posee dos tipos de programas, por un lado, el destinado a

grupos procedentes de organizaciones dedicadas a enfermos de

Alzheimer, centros de asistencia, residencias de ancianos, centros de día,

etc., y por otro, a los destinados a familias individuales.

El primer programa se puede ofrecer de forma regular o bajo

petición de los demandantes e incluso en el propio centro de asistencia.

Se recomienda en cualquier caso que se envíen los educadores del museo

a los propios centros donde residen los participantes en cuestión. De la

misma forma, aconsejan que se comience por un pequeño número de

organizaciones, y si el museo ya trabaja con algunas organizaciones

específicas, consultar si estas poseen una división para enfermedades de

demencia.

El segundo programa, dirigido a familias individuales, en las que una

persona con la enfermedad de Alzheimer visita el museo en compañía de

un miembro de la familia y/o su cuidador profesional (en la mayoría de los

casos suele ser la misma persona). Se recomienda comenzar por un

evento al mes y a medida que veamos el funcionamiento del programa y

la respuesta del público podremos aumentar los eventos y las visitas,

introduciendo ajustes, cambios y mejoras. Se trata de un programa en el

que los visitantes acudirían al museo en un grupo dirigido por un

educador del mismo y previa inscripción en una lista realizada por el

museo.

Actividades

¿Qué tipos de actividades específicas podemos desarrollar? Como

hemos mencionado esto dependerá de las características y de los medios

del museo, si bien en muchos casos el recurso más importante es la

imaginación del equipo del museo conjuntamente con el asesoramiento

de profesionales.

Uno de los objetivos de los programas de Alzheimer en los museos es

no sólo realizar actividades beneficiosas para el enfermo sino también

que el enfermo y la familia se encuentren socialmente integrados,

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 15

mediante el apoyo y comprensión de instituciones de prestigio como son

los museos, cuyas actividades pueden mejorar la calidad de vida de los

enfermos y de las familias. Lo habitual es enfocar las actividades en dos

sentidos:

1. Actividades destinadas a mostrar obras de arte previamente

seleccionadas y que sirvan para evocar periodos de la vida de los

enfermos, explicando brevemente las obras y haciendo

preguntas a los participantes, con lo cual activaremos la memoria

y las capacidades cognitivas.

2. También es habitual que los participantes se dirijan con

posterioridad a otros espacios donde puedan crear sus propias

obras.

Este tipo de actividades funcionan muy bien para museos de arte

contemporáneo, aunque en muchas ocasiones depende del enfoque que

utilicemos por lo que se pudieran implementar en cualquier tipo de

museo.

Horarios y tamaño de los grupos

Otro aspecto muy importante es determinar las fechas y las horas

para realizar las visitas, así como el número de participantes. Ambas

cuestiones deberán seleccionarse y ajustarse a partir de las necesidades

del museo y de los enfermos. Las visitas podrían efectuarse cuando el

museo se encuentre cerrado al público, cuando no haya muchas visitas

programadas o cuando la asistencia sea típicamente baja. De la misma

forma los horarios deberían ser consultados con los profesionales

médicos ya que lo habitual es realizarlos por la mañana y empezar por un

par de horas, una vez al mes. En cuanto al número de participantes, lo

mejor es comenzar con grupos pequeños para ver como se adapta el

programa y sobre todo porque se trata de una atención personalizada,

por lo que es recomendable grupos de 8 personas (más un familiar por

enfermo) que con el tiempo, y según el museo, podrán ir aumentando.

Personal para el programa

El personal es uno de los aspectos clave para que el programa tenga

éxito. Se debe tratar de un personal cualificado en el cual podemos

diferenciar los siguientes tipos:

Educadores: Lo ideal sería contar con educadores que tuvieran

experiencia previa con enfermos de Alzheimer, pero si este no fuera el

caso, se puede adquirir información y formación a través de cursos y con

la colaboración de instituciones dedicadas a la enfermedad o en el propio

INEM. Entre el personal del museo se pudiera elegir a aquellos de tiempo

completo, educadores independientes, etc., siempre que se sientan

cómodos con la enfermedad y que tengan experiencia con gente de

diferentes edades, así como una base solida de conocimientos de los

fondos del museos y de educación en los museos.

El educador deberá saber iniciar y mantener una conversación a la

vez que proporciona información sobre la obra de arte, y ser capaz de

generar interés con preguntas y respuestas, dando validez a las repuestas

e ideas de los participantes. Se deberá establecer un protocolo con los

aspectos y el enfoque a tratar pero bajo ningún concepto se debe realizar

un discurso aprendido.

Un educador por grupo.

Page 16: El Alzheimer y los museos. El museo social

Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 16

Personal adicional: Entre estos estarán los voluntarios de las

asociaciones de enfermos, el personal de reserva, los encargados de

realizar la inscripción de los participantes y de recibirles, el personal de

seguridad, los ayudantes del programa que deberán acompañar al

participante al baño, conseguir silla de ruedas si fuera necesario,

distribuir las etiquetas con el nombre del participante o audífonos,

incorporar al grupo al participante que llegue tarde, y aquellas funciones

que permitan controlar al grupo y ayudar al educador.

La mayoría del personal del programa procederá del propio museo o

de voluntarios que colaboran con el programa. Por este motivo será muy

importante la formación del personal siendo necesarios tener

conocimientos prácticos sobre la enfermedad, sus implicaciones, los

efectos sobre las capacidades cognitivas, sobre las familias… es decir,

comprender la enfermedad. Para ello se puede organizar talleres de

formación mediante charlas con profesionales médicos, con

representantes de las asociaciones de Alzheimer y con familiares de

enfermos para que hablen de sus experiencias. Toda esta información

ayudará a los educadores a adaptar la visita al museo.

También será muy importante mostrar como guiar una visita y el tipo

de preguntas que el educador deberá realizar, así como hacer ejemplos

previos y prácticas de visitas para que el educador sepa que debe hacer y

que se sienta más cómodo y preparado. A algunas de las prácticas se

deberá invitar a representantes de organizaciones de Alzheimer para que

den su opinión.

Logística

Para que el programa funcione correctamente será muy importante

tener controladas, desde la fase de planificación, ciertas actividades como

reservas, transporte, estacionamiento y los procedimientos de entrada y

salida del personal.

Uno de los primeros contactos que tendremos con los participantes,

con sus familiares y con las organizaciones, será la reserva por teléfono

por lo que será imprescindible averiguar: el número de participantes, sexo

y edad; el número de cuidadores; si alguno es participante no verbal; si

alguno tiene movilidad reducida o necesita silla de ruedas; si alguno de los

participantes tiene otras discapacidades o dificultades auditivas; si existe

experiencia previa con museos y con el programa; como se informaron

del programa, etc. O informarles sobre el programa en caso de que sea

simplemente una llamada informativa. En todo caso se deberá confirmar

toda la información relevante como la fecha y hora del programa, las

instrucciones para llegar, etc.

Es muy importante valorar la accesibilidad al museo y averiguar

cómo se desplazaran los participantes dándoles varias opciones para ello:

cuál es la mejor ruta para llegar, información sobre el transporte público,

si existe estacionamiento en las inmediaciones del museo o poder

habilitar algunos de ellos para las visitas.

En cuanto al registro de entrada y de salida hay que elegir un lugar

optimo que permita la accesibilidad y la evacuación, con acceso a sillas de

ruedas, con baños cerca, tranquilo y bien comunicado, con suficiente

número de bancos y sillas para que puedan sentarse, etc.

Por último hay que recordar que siempre se producirán cambios de

última hora por los que habremos de estar preparados para

cancelaciones, cambio del número de participantes, reorganización de los

grupos, asistentes sin reserva, obras que ya no estén expuestas,

condiciones meteorológicas, etc.

Page 17: El Alzheimer y los museos. El museo social

Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 17

Difusión y Comunicación

Los programas de Alzheimer en los museos son proyectos que por su

naturaleza tiene unas características especiales y en virtud de ello las

dinámicas de difusión y comunicación deben ser también especiales.

En primer lugar deberemos pensar cómo podemos llegar a nuestra

comunidad y establecer lazos que sean garantía de que el programa

crezca y tenga una verdadera repercusión social. Para ello deberemos

informar a los centros médicos locales, a los de vivienda asistida, a las

residencias de ancianos y centros de día y asociaciones de Alzheimer, si

bien, muchos de ellos ya conocerán el programa al haber contado con su

experiencia para realizarlo.

La difusión y la comunicación personalizada, escuchando a las

familias es esencial para que el programa funcione, por lo que deberemos

realizar envíos por correo electrónico, utilizando al principio, y dado la ley

de protección de datos, las listas de distribución del propio museo y de los

trabajadores, así como la colaboración de la Asociación de Amigos del

Museo y las Asociaciones de Alzheimer. Aquí enviaremos invitaciones y las

características del programa con la suficiente antelación para que los

destinatarios puedan inscribirse, además de hacer recordatorios previos

al inicio del programa.

Los folletos explicativos también serán necesarios y aparecerán en

diferentes zonas del museo además de carteles informativos para que los

asistentes conozcan el inicio del programa.

Realizar conferencias y jornadas sobre el Alzheimer que se pueden

anunciar en diferentes medios como la página web del museo, en

universidades, facultades de medicina, trabajo social, sociología, etc.

Además de la página Web del museo, todo proyecto deberá poseer

su sitio web. Los sitios Web son una herramienta esencial de difusión y

más en este caso, ya que, podremos llegar a demandantes que no se

pueden desplazar al museo por vivir en otras regiones, y de esta forma

implementar el programa en sus propias localidades. Las páginas Web son

baratas y fáciles de realizar, pudiéndolas diseñar y ejecutar los gestores o

algún miembro del equipo del museo.

El sitio web deberá contener la información detallada del programa

(a quien va dirigido, fechas y horas de los programas, descripción de lo

que se realiza antes, durante y después del programa, detalles de la

accesibilidad, transporte y estacionamiento, el contacto y como

inscribirse), debe ser fácil de leer, atrayente y llamativo, además de estar

configurado para que sea usable y visible en la Web. Sería aconsejable

incluir entrevistas a familiares que han visitado el programa, artículos

sobre el Alzheimer en los museos y la guía para desarrollar el programa en

otros puntos y museos fuera de la comunidad. También debería incluir

ejemplos y recursos interactivos para que se pueda desarrollar en centros

dedicados al Alzheimer y destinado a reforzar las capacidades cognitivas.

La Web deberá ser actualizada con asiduidad incluyendo las

conferencias, y una introducción con imágenes a las próximas obras

seleccionadas para el siguiente programa.

Muy importante es incluir a los patrocinadores y a los contribuyentes

que hacen posible el proyecto, así como sus logos y los enlaces a sus

respectivas páginas Web.

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 18

Coste y Financiación

La financiación es otro de los elementos clave para que nuestro

programa tenga éxito. Lo importante es que los aportes de capital se den

en varios momentos en el tiempo con la finalidad de que el proyecto

tenga continuidad. Cuestión que se hace más difícil en museos públicos ya

que sus recursos económicos se presentan de forma limitada y escasa,

por lo que el gestor deberá buscar fuentes de financiación que garanticen

el desarrollo y ejecución del programa.

Lo ideal es que un programa de estas características sea gratuito para

los participantes, por lo que no podremos contar con los ingresos

producidos por las entradas, situación que sería la misma si se tratase de

un museo público, ya que la norma general es que no se pueda reinvertir

los ingresos en el propio museo. Por lo tanto deberemos contemplar otro

tipo de alternativas:

a) Financiación pública: Mientras que el modelo americano presenta

un sector público débil, por lo que la mayoría de las iniciativas

son sufragadas por el sector empresarial o por el tercer sector

(entidades no lucrativas y privadas), en España ocurre lo

contrario. Aunque en nuestro país, este modelo comienza a

cambiar, tradicionalmente la financiación ha provenido de los

Ayuntamientos y de las Comunidades Autónomas, si bien, y más

teniendo en cuenta los ajustes económicos que se dan en la

actualidad y los numerosos recortes para proyectos sociales y

culturales, la única forma probable de financiación pública

vendrá de las ayudas y subvenciones de la Unión Europea.

Es cierto que existe poca financiación de los gobiernos y no hay

un programa europeo de referencia pero se pueden solicitar

subvenciones procedentes de programas de igualdad de

oportunidades e inserción social como el Programa Operativo de

Lucha contra la Discriminación 2007-2013, financiado por el

Fondo Social Europeo

En el caso de programas de Alzheimer en el medio rural una

posible financiación pudieran provenir de las Iniciativas

Comunitarias de Desarrollo Rural o Iniciativas LEADER dentro del

marco del Programa LEADER (2007-2013) que debido a un

retraso en su ejecución ha entrado el vigor el presente año

haciéndose extensibles hasta el 2015. Uno de los ejes

estratégicos de los fondos LEADER es el de mejorar la calidad de

vida de los habitantes en el medio rural y el de la conservación,

difusión y mejora del patrimonio, aspectos que contemplan

programas como Alzheimer en los museos. La financiación

pudiera ser de un máximo de 200.000 euros por proyecto.

b) Financiación privada: Recurrir al sector privado para buscar

financiación puede ser un buen recurso siempre que se elija bien

cuanta cantidad vamos a solicitar y a quien, ya que, nuestra

imagen se asociara a la empresa o empresas que nos financien.

Lo habitual es recurrir al sector bancario o farmacéutico y sobre

todo al Tercer Sector, es decir, empresas privadas no lucrativas,

fundaciones, asociaciones, etc., en virtud de la Ley 49/2002, de

23 de diciembre, de régimen fiscal de las entidades sin fines

lucrativos y de los incentivos fiscales al mecenazgo.

Las acciones de patrocinio de fundaciones, obras sociales de

bancos, empresas farmacéuticas, el mecenazgo de grandes y

pequeños donantes, etc., suelen ser las más utilizadas. Mientras

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 19

que el patrocinador realizará una aportación económica o de

infraestructuras a cambio de contraprestaciones que nosotros le

podremos ofrecer (vinculación de su marca con la nuestra, que

sea visible, aparición en publicaciones y página Web…), el

mecenas suele ser anónimo, dada su filantropía, y no espera

nada a cambio aunque puede tener también contraprestaciones.

En otras ocasiones no se realizará la aportación de capital sino la

reducción de los costes, ya que podemos llegar a acuerdos y

convenios de colaboración con ONG´S dedicadas al Alzheimer

para que su voluntariado trabaje en el proyecto y en las visitas.

Para solicitar el apoyo de patrocinadores en el programa,

deberemos ir más allá de elegir al patrocinador, hay que

conocerlo bien, saber qué nos puede aportar, qué le aportamos y

cuál va a ser su retorno.

c) Financiación mixta: Se debería intentar combinar los dos tipos de

financiación siendo siempre imprescindibles las políticas de

comunicación, ya que si no se conoce el programa, el calado

social será menor y la planificación estratégica para la captación

de fondos tendrá un menor efecto.

3.3.4 Evaluación

Desde el principio del proyecto se deberá pensar en la forma de

evaluación del programa a partir de los objetivos que hayamos

establecido. ¿Cómo se medirá el éxito del programa? ¿Cuál es la mejor

manera de recopilar información? ¿Qué criterios utilizaremos? ¿Cuántas

evaluaciones se realizarán?, etc.

3.3.5 Ejecución del programa

Una vez realizado el proyecto y el plan de acción será el momento de

ejecutar el programa y aunque surjan posibles contratiempos, un personal

cualificado y bien comunicado, un proyecto bien realizado sin dejar nada

al azar y con apoyos económicos, son una garantía de éxito.

3.3.6 Seguimiento del programa

El plan de evaluación dependerá de muchos condicionantes si bien

siempre se deberán hacer al menos tres evaluaciones (al principio, a la

mitad y al final del proyecto) y reuniones periódicas con los miembros que

intervienen en el programa (gestores, educadores, ayudantes…). Si

queremos que el programa tenga éxito deberemos tener una

comunicación directa y estrecha con los miembros del mismo, con la

finalidad de intercambiar experiencias y que el propio personal evalué el

taller para que reflejen qué funciono y qué no, con el propósito de

mejorar el programa en el futuro. De la misma forma se solicitará la

asistencia en determinadas ocasiones de miembros externos ligados a las

asociaciones de Alzheimer para que den su opinión sobre el desarrollo del

programa que, junto con encuetas y entrevistas a los familiares y

enfermos con posterioridad a la visita, nos darán una visión global de

aspectos a continuar o mejorar.

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 20

4. CONCLUSIÓN

La mayor parte de la población se centra en los grandes núcleos

urbanos, entre los cuales destaca Madrid donde reside el 13,6 % de la

población española. Esta alta concentración de personas da lugar a que la

oferta cultural sea alta y variada, y que los museos realicen propuestas

más competitivas para mejorar la variedad de sus ofertas y exposiciones,

con la finalidad de aumentar el número de visitantes y así justificar la

inversión realizada. En la mayoría de los casos, aunque no debiera de ser

así, esta política va en detrimento del desarrollo de iniciativas más

sociales, destinadas a mejorar la calidad de vida de los habitantes de las

áreas donde está situado el museo.

A lo largo de estas páginas hemos realizado una aproximación hacia el

que debe ser el museo del siglo XXI, un museo que reclame su papel

dentro de la cultura pero también dentro de la sociedad, para ello hemos

puesto como ejemplo iniciativas sociales como el Alzheimer en los

museos a partir de los proyectos desarrollados por el MOMA de Nueva

York y que sin ninguna duda también tendrían éxito en grandes

poblaciones, donde existe un elevado índice de enfermos de Alzheimer.

El Alzheimer es una de las enfermedades más duras que existen en la

actualidad, no sólo porque es irreversible sino porque afecta al enfermo, a

los familiares y a la sociedad en general. El museo no sólo puede

desarrollar iniciativas para retrasar los estados iníciales de la enfermedad

empleando para ello los fondos que posee, sino que se puede convertir en

un apoyo hacia el enfermo y a los familiares. El objetivo principal no es

que el museo se convierta en un centro de día, para ello ya hay

instituciones y centros especializados, sino que la finalidad es normalizar

la enfermedad, difundirla y tender la mano hacia el enfermo y los

familiares, demostrando que no están solos y que hay programas

específicos para ellos. Si instituciones de prestigio como los museos

realizaran más políticas sociales como las aquí señaladas, estoy

convencido de que el museo contribuirá a hacer de esta sociedad una

sociedad mejor.

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Manuel García Álvarez El Alzheimer y los museos. El museo social 21

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