12
El Amadís y el Quijote, Gemelos Dispares Por Santiago Sevilla

El Amadís de Gaula y el Quijote

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Amadís de Gaula es un libro del tiempo heroico, el Quijote es la suprema obra del ingenio, buena para la madurez de la vejez.La vida humana tiene en la juventud su tiempo heroico, en la vejez, la sabiduría y el buen humor.

Citation preview

Page 1: El Amadís de Gaula y el Quijote

El Amadís y el Quijote, Gemelos Dispares

Por Santiago Sevilla

Page 2: El Amadís de Gaula y el Quijote

Dos libros admirables, hermanos gemelos totalmente dispares. Gemelos porque tratan del tema de la caballería andante con igual pasión, pero dispares ante todo por el tiempo que les vio nacer; al Amadís en el Siglo XIII, en el corazón mismo de la cultura caballeresca aún inviolada por la religión, y al Quijote ya a principios del Siglo XVII cuando morían los ideales caballerescos y la religión dominaba el Imperio Español en la persona de los Reyes Felipe II y Felipe III y Felipe IV.

Miguel de Cervantes sintió en carne propia la transformación del tiempo heroico a la decadencia de España. Fue testigo y sufrió las heridas de la gran batalla de Lepanto como un héroe, cayó secuestrado por los Moros en Argel, y padeció prisión más tarde en España, que fue derrotada por Inglaterra en la batalla naval de la Gran Armada.

El Quijote, maravillosa obra maestra del ingenio, refleja la sabiduría de la vejez tanto de Cervantes, como del poderío español universal. Sus méritos literarios como novela perfecta, son los más altos, al igual que su filosofía de la vida, maravillosa y suprema. No por eso cabe dejar de destacar el cambio profundo que en ese punto había sufrido la hispanidad.

Mientras el Emperador Carlos V batalló a la cabeza de su ejército en la Batalla de Mühlberg en Alemania, y desafió a batirse en justa singular al rey de Francia, su hijo Felipe II ya no fue caballero andante, sino un sagaz político retirado del escenario europeo a su virtual mundo en el Escorial. Este cambio de la hombría de bien, sin duda inspiró a Miguel de Cervantes en el Quijote, donde Alonso Quijano es el epígono ridículo de la caballería andante, caída ya en la desgracia, pero aún llena de admirable, aunque demencial virtud.

Page 3: El Amadís de Gaula y el Quijote

El Amadís de Gaula le precede al Amadís en tres siglos, cuando en el Siglo XIII los reyes guerreaban a la cabeza de sus ejércitos, entre sí las más veces, y otras muchas contra los musulmanes en las cruzadas por la reconquista de la Tierra Santa y de la Península Ibérica.

Su autor original y verdadero, el Infante de Castilla y León, Don Enrique Senador de Roma, fue, él mismo, uno de los más ilustres caballeros andantes de su tiempo, pues batalló heroicamente a la edad de 18 años, por la conquista de Sevilla; en su feudo de Morón de la Frontera en 1255 y en 1259 en el Algarve contra el ejército castellano de su hermano y enemigo, Alfonso X el Sabio, también en Túnez por conquistar la ciudad de Meliana en Argelia, más tarde contra el Rey de Nápoles Charles d´Anjou en Roma, en la batalla de Tagliacozzo, encabezando un pequeño ejército de caballeros españoles, defendiendo al heredero de Sicilia, su primo Conradino de Hohenstaufen y, por último, a sus 65 años, contra los moros de Granada como Regente de Castilla por el Rey Fernando IV y la Reina María de Molina.

En su obra escrita durante sus 23 años de prisión en Canosa di Puglia y Castel del Monte, el Amadís de Gaula, Don Enrique pinta con pluma magistral la vida de la cultura caballeresca de las cortes reales de Europa, en Inglaterra, Escocia, Francia, Roma y Constantinopla, donde él estuvo presente según irrefutable constancia histórica.

En aquella época el amor y la batalla eran el tema central de la vida de la nobleza. El amor era el don máximo que las damas concedían a sus caballeros, quienes se declaraban sus servidores incondicionales.

La vida valía poco y el precepto del ”No Matarás” valía nada en las justas donde se defendía el honor.

Page 4: El Amadís de Gaula y el Quijote

Reinaba entonces la más extrema desigualdad y separación entre caballeros y villanos, cosa que vemos ya desaparecida en el Quijote, donde su escudero es Sancho, un villano común, gracioso y astuto, y no un miembro de la nobleza que aspira a convertirse en hidalgo.

Sin duda, para el Infante Enrique de Castilla, su estadía en la corte de Westminster y Windsor entre 1255 y 1259, le inspiró el Primer Libro del Amadís, pues fue testigo de la batalla de Cadfan en Gales, de la guerra de Inglaterra contra el rey de Irlanda Godfrey O’Donnell, y del comienzo de las guerras de Simón de Montfort contra el rey Henry III y su muy guerrero hijo Eduardo I, casado con la hermanastra de Don Enrique, la Infanta Leonor de Castilla y Ponthieu.

A diferencia del Quijote al que inspiró, el Amadís glorifica la caballería andante porque entonces, en su tiempo, era verdadera merecedora de alabanza por sus portentosas hazañas en las Cruzadas, y que se vieron en España ante todo por la Reconquista capitaneada por Fernando III el Santo, y la conquista de ultramar por el rey Pedro III el Grande de Aragón y Cataluña.

Este álgido tiempo heroico es igual al período de la vida de Don Enrique de Castilla entre 1230 y 1303 y el Amadís es su crónica novelada. El “Amadís” es un libro de muy grácil y grata lectura, sus personajes tienen caracteres muy variados, entre heroicos y cobardes, rectos y valientes, contra pérfidos y perversos. Sus diálogos son muy entretenidos y agradables en un lenguaje elegante y certero. El idioma castellano del “Amadís” es bellísimo y ejemplar por elegante y fino. Sería vano pretender que el “Amadís” se pueda medir en ingenio con el “Quijote”. El humor y comicidad del “Quijote” son sublimes, como lo es el amor en el “Amadís”. Pero, al leer los dos sonetos ideados por Cervantes que aparecen aquí al

Page 5: El Amadís de Gaula y el Quijote

final, nos damos cuenta, cuánto amó el Manco de Lepanto al Amadís de Gaula.

Mas aquí vale un “caveat”: Los Tres Libros del Amadís son los que han de alabarse por magníficos y exquisitos, no así el Cuarto Libro de muy inferior estilo, montado al anca de los tres primeros por el plagiario Don Garcí Rodríguez de Montalvo, que supo tan bien adornarse con plumas ajenas al usurpar el “Amadís” y ganarse muy vilmente su autoría.

Baste repetir lo que Don Quijote dijo en el capítulo XXV del Primer Libro:

‘’De esta misma suerte, Amadís fue el norte, el lucero, el sol de los valientes y enamorados caballeros, a quien debemos imitar todos aquellos que debajo de la bandera del amor y de la caballería militamos. Siendo, pues, esto así, como lo es, hallo yo, Sancho amigo, que el caballero andante que más le imitare estará más cerca de alcanzar la perfección de la caballería. Y una de las cosas en que más este caballero mostró su prudencia, valor, valentía, sufrimiento, firmeza y amor, fue cuando se retiró, desdeñado por la señora Oriana, a hacer penitencia en la Peña Pobre, mudando su nombre en el de Beltenebros, nombre, por cierto, significativo y propio para la vida que él en su voluntad había escogido.’’

Esta hermandad de las dos mejores novelas en idioma castellano, ha sido incomprendida en la Historia de la literatura española, a pesar de que Cervantes glorificara al Amadís al principio del Quijote, salvándolo del fuego en que quemó los demás libros de caballerías.

Ciegamente se ha ocultado la antigüedad del Amadís, diciendo que data de 1508, sólo porque su plagiario Garcí Rodríguez de Montalvo lo publicó en 1508 en Zaragoza, aunque hay información fidedigna

Page 6: El Amadís de Gaula y el Quijote

que apareció ya en 1295 a manos del rey Diniz de Portugal, a raíz de su encuentro con su autor Don Enrique de Castilla.

A sabiendas ya de su verdadera autoría original, el Amadís cobra otro significado, como documento revelador de los valores de su tiempo: Valentía extrema, y amor profundo libre del oprobio con que lo ha perseguido la religión como pecado, véase la pasión que une a Oriana con Amadís, que conciben un hijo sin casarse, al igual que Simon de Montfort y Eleanor de Inglaterra, o la Infanta Constanza de Aragón y Don Enrique, como lo cuenta su sobrino Don Juan Manuel.

No olvidemos que el Papa Clemente IV excomulgó a Don Enrique por batallar a favor de su primo el rey de Sicilia Conradino de Hohenstaufen. Entonces el Papado estaba dominado por Francia, y la Santa Sede también excomulgó al rey Pedro el Grande de Aragón. Pero estos señores entonces no se asustaban de este castigo, porque estaban muy por encima del sometimiento al sacro poder del papado, que más tarde habría de dominar el mundo.

La pusilanimidad religiosa terminó por minar los valores de la cultura caballeresca y ya sólo quedó el loco de Don Quijote para defenderlos. Pero su amor ya es casto e ideal, no tiene carnal pasión sino la purísima de su muy ingenioso intelecto. En esto del amor, Miguel de Cervantes lo eleva a una altura estética sorprendente, mas no deja de burlarse de lo absurdo de la pasión de Don Quijote por la Dulcinea del Toboso, cuyo verdadero nombre era Aldonsa Lorenzo, rústica campesina muy apegada a la tierra, y no una dama de la corte de Vindilisora.

Estas obras gemelas deberían leerse en distantes momentos de la vida, el Amadís, cuando se es un joven apasionado, el Quijote, cuando la vejez nos haya guardado la sabiduría y acaso el buen humor:

Page 7: El Amadís de Gaula y el Quijote

Un gran amigo mío lee el “Quijote” por completo una vez cada tres años y jura que cada vez lo disfruta como nuevo. Lo mismo digo yo del “Amadís”.

Estos sonetos aparecen en el Quijote, al comienzo, entre los elogios:

Amadís de Gaula a Don Quijote de la Mancha:

Tú, que imitaste la llorosa vida

Que tuve ausente y desdeñado sobre

El gran ribazo de la Peña Pobre,

De alegre a penitencia reducida;

tú, a quien los ojos dieron la bebida

de abundante licor, aunque salobre,

y alzándote la plata, estaño y cobre,

te dio la tierra en tierra la comida,

vive seguro de que eternamente,

en tanto, al menos, que en la cuarta esfera

sus caballos aguije el rubio Apolo,

tendrás claro renombre de valiente;

tu patria será en todas la primera;

tú sabio autor, al mundo único y solo.

Page 8: El Amadís de Gaula y el Quijote

La Señora Oriana a Dulcinea del Toboso:

¡Oh, quién tuviera, hermosa Dulcinea,

por más comodidad y más reposo,

a Miraflores puesto en el Toboso,

y trocara sus Londres con tu aldea!

¡Oh, quien de tus deseos y librea

alma y cuerpo adornada, y del famoso

caballero que hiciste venturoso

mirara alguna desigual pelea!

¡Oh, quien castamente se escapara

del señor Amadís como tú hiciste

del comedido hidalgo Don Quijote!

Que así envidiada fuera, y no envidiara,

y fuera alegre el tiempo que fue triste,

y gozara los gustos sin escote