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EL ANTICRISTO ENSAYO DE UNA CRÍTICA DEL CRISTIANISMO FRIEDRICH NIETZSCHE Ediciones elaleph.com

El Anticristo

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Ensayo de una crítica del Cristianismo

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  • E L A N T I C R I S T OE N S A Y O D E U N A

    C R T I C A D E LC R I S T I A N I S M O

    F R I E D R I C HN I E T Z S C H E

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz

  • Editado porelaleph.com

    1999 Copyright www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

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    INTRODUCCIN

    SOBRE EL ASESINATO DE DIOS

    de Henri Lefbvre

    El universo aspira a la conciencia, a la posesinde s, es decir, a lo divino. Un Dios se forma en elmundo. Sin embargo, el nietzschesmo (aqu su no-vedad en relacin a las metafsicas clsicas) no esuna teologa; o ms bien, es una teologa al revs,una teologa del pecado, ms all del bien y delmal. Dios- el Dios infinito de los cristianos- seforma realmente en el mundo, al mismo tiempo queel hombre y en el hombre. El hombre puede real-mente servir a Dios y aqu el bien y el mal! Porquees necesario que el hombre se ofrezca en holocaustoy que muera para que Dios nazca. Los telogos hanesperado esta fatalidad situando lo divino en lo so-brenatural que exige el sacrificio de la naturaleza yde la tierra.

    Inversamente lo humano exige la muerte deDios! Estos dos rivales, estos dos grandes antago-nistas no pueden realizarse juntos. La realizacin

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    supone una aniquilacin: el Hombre tiene que matara Dios.

    Nietzsche experimenta religiosamente el fin delas religiones y el crepsculo de los dioses. Se repre-senta una tragedia csmica: si Dios est muerto, esque nosotros lo hemos matado! Naca de nosotrosel otro. Dios era la alienacin del hombre, su ad-versario, incompatible con l. Todo pasa en loexistencial; si los hombres han pensado en Dios, silos genios msticos aspiraban a lo divino, es querealmente lo divino se formaba en ellos. Exiga deellos el ascetismo, el renunciamiento, es decir, elodio a la tierra, el resentimiento contra la vida.Entonces, los hombres han tenido que llevar a caboy repetir un acto espantoso, misterioso, que los libe-re, pero despojndolos de lo que haba de mejor enellos: el asesinato de Dios. La nada es a la vez nues-tro enemigo y nuestra arma para sobrepasar en eldolor esta etapa de nuestra creacin por nosotrosmismos, lo divino.

    El hombre que ha matado a Dios ha llevado acabo un acto necesario; y sin embargo, es el insen-sato de quien habla la Gaya ciencia y el ms feo delos hombres de quien se trata en la ltima parte deZaratustra.

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    El asesino de Dios- singular paradoja- no es elateo. El ateo nietzscheano tiene el sentido de lo di-vino. El verdadero asesino de Dios es el cristiano!El cristianismo no fue mas que en apariencia una feen Dios, una vida humana en el sentido de lo divi-no. En realidad, fue el ms bajo nivel de la evolu-cin descendente del tipo divino. Es de todopunto falso decir que el cristianismo ha perdidohistricamente su impulso primitivo. Desde el prin-cipio fue una degeneracin. El cristianismo, o msexactamente, el judeocristianismo, no ha sido, segnNietzsche, mas que una invencin del resentimientojudo para arrastrar el mundo a la decadencia. Fueuna especie de mala jugada genial, una invencingrotesca y feroz de los judos para vengarse de lasinnumerables vejaciones y persecuciones que ya ha-ban sufrido. Los judos han turbado y corrompidolos espritus, han impedido a miles de millones dehombres gozar de la tierra.

    Humanamente e incluso desde el punto de vistade la religin, el judeo-cristianismo fue un fenme-no de decadencia. En su punto de partida hubo unamala inteligencia. El creador del judeo-cristianismoen tanto que doctrina y en tanto que Iglesia fue SanPablo, que se sirvi de la biografa de Cristo para

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    extender la nocin judaica del pecado y del Diosmalo. El nico cristiano autntico fue Cristo y murien la cruz- muri verdaderamente. Su presencia, suespritu se ha perdido. Doble holocausto de Cristo:este hombre muri para divinizarse- en l los hom-bres que lo mataron y que cada da lo matan de nue-vo han matado a Dios. La Iglesia cristiana haritualizado judaicamente la muerte de Dios en lugarde comprenderla y de hacer eternamente presenteeste drama. Cristo es una realidad eterna, un sm-bolo psicolgico ms all del tiempo. Fue sin pe-cado porque estaba verdaderamente purificado detodo resentimiento; de una infinita inocencia, in-tent abolir la distancia entr l y la existencia pro-funda. Resucita en todos los que asumen el dramadel hombre y buscan la relacin del individuo con laexistencia.

    Nietzsche no se cansa- en la Voluntad de po-tencia, en el Anticristo, etc.-, de descubrir los mlti-ples aspectos de la decadencia cristiana. Loscristianos han matado a Dios sin comprenderlo, yviven de esta muerte y del deseo de aniquilacin. Ensu alma se pudre lentamente el cadver de Dios.Han abrumado de reprobaciones todo lo que erafuerte y sano, violento y profundo: la pasin y el

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    placer, el pensamiento, la libertad, el amor de la tie-rra, la ambicin; lo han llamado mal, pecado, diablo.Si es lcito definir el ser corrompido como aquel quehace lo que es desventajoso, el cristianismo repre-senta la corrupcin esencial. Ha erigido en tipo idealal hombre dbil, la bestezuela de rebao, al ani-mal humano domesticado y enfermo, que practicasistemticamente el autocastigo. El hombre sin pe-cado del cristianismo es el oprimido eterno con lasvirtudes que le convienen, ellas le dan esas pequeassatisfacciones dbiles que prolongan su esclavitud,pero que compensan su ausencia completa de vitali-dad: la dulzura, la benignidad, la caridad. Para justi-ficar esta moral de esclavos, los telogos hanconstruido un inmenso sistema de piadosas menti-ras, de interpretaciones prfidas. Se ha emponzo-ado el corazn de los hombres con elresentimiento y la idea del pecado; y despus se lesha explicado por el pecado original o actual su de-cadencia. Abominable crculo vicioso. Apenas si seelevan por encima de este odioso rebao algunostipos, odiosos ellos mismos, pero seleccionados ydespus de todo superiores: el prelado maquiavli-co, el contemplativo, el santo.

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    La muerte de Dios es para el hombre un urgenterequerimiento. Nietzsche no se presenta nicamentecomo un destructor. Comprueba la destruccin detodos los valores, el nihilismo europeo. Agotado,habiendo usado de la nada y precipitado en la nadaa la vez lo mejor y lo peor de s mismo- lo divino- elhombre moderno se encuentra ante esta nada. Reli-gin, felicidad, fe, sabidura, virtud, lgica y cienciaya no tienen significacin. El hombre moderno tie-ne un poder inmenso, una lucidez costosamente ga-nada. El agotamiento de la vida, la extincin de lasposibilidades naturales han condicionado esta con-ciencia. El hombre actual ignora las inmensas posi-bilidades de su conciencia y se encuentra impotentey vaco. Es necesario resucitar la grandeza perdida,pero transformndola, crendola de nuevo en losobrehumano y en lo divino!

    El nihilismo europeo, la inquietud y la desespe-racin modernas son la gran purificacin. Ha sidopreciso utilizar la nada contra Dios y es precisoahora atravesar esta nada y sobrepasarla. Nuestrouniverso es desrtico, pues carece de dioses. Elhombre est solo. Es necesario que se fije una nuevameta, una nueva jerarqua de lo que vale. El hom-bre tiene hoy que crear el sentido del mundo, que

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    imponerlo por medio de un acto infinitamente crea-dor, un acto divino.

    La vida no tiene sentido exterior a ella. Ella espara s misma su recompensa. Hasta aqu los hom-bres han montado un vasto escenario delirante: cu-bran la vida con una mscara; bajo esta mscararepresentaban muy seriamente la comedia; creanhacer otra cosa que vivir; por ejemplo: obedecer auna providencia, ejecutar muy importantes prescrip-ciones religiosas o morales. Estos valores han sidoquiz muy tiles: se han hundido. Buscar un sentidoa la vida, es ya despreciarla. El sentido de la existen-cia est en ella. La realidad de la potencia est en suacto! El pensamiento buscaba en otro tiempo msall de l lo que estaba en l. Tenemos que adquiriruna conciencia nueva de nuestra conciencia y denuestra existencia.

    Momento decisivo. Momento de la salvacin te-rrenal. El hombre ha arrojado todo lo que le prote-ga y sostena, pero le engaaba y atraa fuera de s.Tiene que determinar su propia existencia. Se vuelveDios, no segn la Biblia, conociendo el bien y elmal, sino ms all del bien y del mal. Es ya divinopuesto que tiene que crearse a s mismo en un actolibre. Tiene que crearse ex nihilo. La ms alta verdad

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    es que el mundo carece de verdad preexistente. Lams alta verdad, la que liberta, es infinitamentecreadora.

    Los dbiles, los que desesperan, estarn ms yms desesperados: aceptarn la nada y desaparece-rn. El hombre que ama poderosamente la existen-cia- en quien la potencia creadora se afirma- est alcontrario aguijoneado por esta visin de la nada.Mira al abismo sin vrtigo y por este lado afirma laalta potencia de la vida; y la afirma de nuevo, sinproteccin, sin apoyo, heroicamente. Aceptandototalmente la prueba, triunfa de ella. Lanza un de-creto soberano y total y renueva el ser y proclama enfin la verdad de un mundo sin verdad. Sobrepasa elnihilismo. La vida, desde este momento, rebasa lascontradicciones: ilusin y verdad, conocer y ser,bien y mal, placer y dolor, seriedad y ausencia de loserio, vida y muerte. El acto inaugural es a la vez es-piritual y csmico. Es eminentemente personal y, sinembargo, est ms all del Yo y del No-Yo. El esp-ritu carnal y terrestre, el superhombre, se afirma as.Con este acto, que segn Nietzsche es absoluta-mente revolucionario, comienza- en una atmsferade potencia, de lucidez, con un ritmo de danza lige-ra y ebria- el superhombre! Pronto vendrn los

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    nuevos Hiperbreos que tendrn odos nuevos pa-ra una msica nueva: conciencia nueva para verda-des nuevas. Ellos desarrollarn las consecuenciasde la nueva revelacin y crearn totalmente la gran-deza que se ha perdido en medio de las falsas afir-maciones metafsicas y religiosas.

    Un trnsito misterioso se opera en toda granobra de arte. Las tinieblas se metamorfosean en luz,el sueo y el ensueo en ideas, la existencia encade-nada al tiempo, a la lucha, a la muerte, a la nada, a laverdad y a la ilusin, en forma pura. Esta gran libe-racin tiene que cumplirse para la existencia total ypara la vida en su profundidad. El fundamento denuestro ser, la potencia, es llamado a la luz en esteparoxismo de tensin. Dioniso, habiendo asumidoel peso de la existencia, descubre su identidad conCristo. Se ha sobrepasado volvindose Apolo y S-crates, mientras que el conocimiento, salido de S-crates, se une a la msica que nace de las profun-didades del alma.

    Ascetismo? Renunciamiento? No. Gozo. Go-zo de gustar sin amargura, libremente, de todas lascosas buenas. Gozo profundo: ms all del placer ydel dolor.

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    La existencia se trasciende sin salir de ella mis-ma. Tenemos que entrar, segn Nietzsche, en lagran resurreccin que seguir al nihilismo: en la su-perabundancia de formas espirituales y de gozo te-rrestre no fingidos En la despreocupacin radiante.El espritu se vuelve otra vez nio.

    Ha sido encontrada.Quin? La eternidad.

    Es la mar mezcladaCon el sol,

    haba escrito Rimbaud, evocando, como Nietzsche,la unin de las profundidades y de la luz. Las barre-ras entre los seres, los lmites, sern rotos por Dio-niso vencedor, dios de la metamorfosis querecorrer libremente las formas.

    Las posibilidades del mundo estaban agotadas.De ah precisamente la posible novedad: participaren todo lo que fue, concentrarlo en un ser nico: elsuperhombre.

    Con el asesinato de Dios, el hombre pone fin aun posible que quiz habra roto el ciclo del de-venir, orientndolo hacia lo infinito, es decir, haciala persecucin sin fin de lo divino. Del mismo golpe

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    ha establecido el devenir, pero establecido la eterni-dad en el devenir. Est entonces presto a aceptar lavida tal cual es, precisamente porque transforma laconciencia de ella. Es preciso hacer notar aqu quepara Nietzsche el problema no es transformar la vi-da sino justificarla tal como es.

    Creador de s mismo, el hombre comprendeentonces como la existencia ha llegado hasta l, y sesita en el momento crucial del devenir: en el mo-mento en que la vida reconoce la identidad del co-nocer y del ser, la identidad profunda de la potencia.

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    EL ANTICRISTO

    PRLOGO

    INVERSIN DE TODOS LOS VALORES

    FRAGMENTO

    Este libro est hecho para muy pocos lectores.Puede que no viva an ninguno de ellos. Esos po-drn ser los que comprendan mi Zaratustra; acasotengo yo derecho a confundirme con aquellos aquienes hoy se presta atencin? Lo que a m mepertenece es el pasado maana. Algunos hombresnacen pstumos.

    Las condiciones requeridas para comprender ypara comprenderme luego con necesidad, las co-

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    nozco demasiado bien. Hay que ser probo hasta ladureza en las cosas del espritu para poder soportarslo mi seriedad y mi pasin. Hay que estar acos-tumbrado a vivir en las montaas, y ver a nuestrospies la miserable locuacidad poltica y el egosmo delos pueblos que la poca desarrolla. Hay que hacerseindiferente; no debe preguntarse si la verdad favo-rece o perjudica al hombre... Hay que tener unafuerza de predileccin para las cuestiones que ahoraespantan a todos; poseer el valor de las cosasprohibidas, es preciso estar predestinado al la-berinto. De esas soledades hay que hacer una expe-riencia. Tener nuevos odos para una nueva msica:nuevos ojos para las cosas ms lejanas; nueva con-ciencia para verdades hasta ahora mudas, y la vo-luntad de la economa en grande estilo; conservarlas propias fuerzas y el propio entusiasmo... hay querespetarse a si mismo, amarse a s mismo; absolutalibertad para consigo mismo...

    Ahora bien; slo los forjados as son mis lecto-res, mis lectores predestinados; qu me importanlos dems? Los dems son simplemente la humani-dad. Se debe ser superior a la humanidad por lafuerza,

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    por el temple, por el desprecio...

    FRIEDRICH NIETZCHE

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    Mirmonos de frente. Somos hiperbreos, y sa-bemos bastante bien cun aparte vivimos. Ni portierra ni por mar encontrars el camino que conducea los hiperbreos. Pndaro ya saba esto de noso-tros. Ms all del septentrin, de los hielos, de lamuerte, se encuentra nuestra vida, nuestra felicidad...Nosotros hemos descubierto la felicidad, conoce-mos el camino, hallamos la salida de muchos mile-nios de laberinto. Quin ms la encontr? Acasoel hombre moderno? Yo no s ni salir ni entrar; yosoy todo lo que no sabe ni salir ni entrar as suspirael hombre moderno... Estbamos aquejados de estamodernidad, de una paz ptrida, de un compromisoperezoso, de toda la virtuosidad impura del s y delno modernos. Semejante tolerancia y amplitud decorazn, que lo perdona todo porque lo comprende

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    todo, es para nosotros viento de sirocco. Vale msvivir entre los hielos que entre las virtudes moder-nas y otros vientos meridionales... Fuimos bastantevalerosos: no tuvimos clemencia ni para nosotros nipara los dems; pero por largo tiempo no sabamosdnde nos conducira nuestro valor. Nos volvimossombros, nos llamaron fatalistas. Nuestro fatum erala plenitud, la tensin, la hipertrofia de las fuerzas.Tenamos sed de rayos y de hechos; estbamos muylejos de la felicidad de los dbiles, de la abnega-cin... En nuestra atmsfera soplaba un huracn;nuestra naturaleza se oscureca porque no hall-bamos ninguna va. sta es la frmula de nuestrafelicidad: un s, un no, una lnea recta, una meta...

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    Qu es lo bueno? Todo lo que eleva en elhombre el sentimiento de poder, la voluntad de po-der, el poder mismo.

    Qu es lo malo? Todo lo que proviene de ladebilidad.

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    Qu es la felicidad? El sentimiento de lo queacrece el poder; el sentimiento de haber superadouna resistencia.

    No contento, sino mayor podero; no paz engeneral, sino guerra: no virtud, sino habilidad (vir-tud en el estilo del Renacimiento, virtud libre demoralina).

    Los dbiles y los fracasados deben perecer; staes la primera proposicin de nuestro amor a loshombres. Y hay que ayudarlos a perecer.

    Qu es lo ms perjudicial que cualquier vicio?La accin compasiva hacia todos los fracasados ylos dbiles: el cristianismo.

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    El problema que presento aqu no consiste enaquello que la humanidad debe realizar en la seriede las criaturas (el hombre es un fin), sino en el detipo de hombre que se debe educar, que se debequerer como el de mayor valor, como ms digno devivir, como ms seguro del porvenir.

    Este tipo altamente apreciable ha existido yamuy a menudo; pero como un caso afortunado, co-

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    mo una emocin, no fue nunca querido. Quizs, porel contraro, fue querido, cultivado, obtenido, el tipoopuesto: el animal domstico, el animal de rebao,aquel animal enfermo que se llama hombre: el cris-tiano...

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    La humanidad no representa una evolucin ha-cia algo mejor y ms fuerte o ms alto, como hoy secree. El progreso no es ms que una idea moderna;esto es, una idea falsa. El europeo de hoy est muypor debajo del europeo del Renacimiento; un desa-rrollo sucesivo no es absolutamente, con cualquiernecesidad, elevacin, ni incremento, ni refuerzo.

    En otro sentido, se verifica continuamente el lo-gro de casos singulares en los diversos puntos de latierra y de las ms diversas culturas, con las cualesse representa en realidad un tipo superior: una cosaque, en relacin con el conjunto de la humanidad, esun superhombre. Semejantes casos afortunados degran xito fueron siempre posibles, y acaso sernan siempre posibles. Tambin generaciones ente-

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    ras, razas, pueblos, pueden en ciertas circunstanciasconstituir un efecto afortunado de esta especie.

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    No se debe adornar y acicalar el cristianismo;hizo una guerra mortal a este tipo superior de hom-bre; desterr todos los instintos fundamentales deeste tipo, de estos instintos extrajo y destil el mal elhombre malo; consider al hombre fuerte como lotpicamente reprobable, como el rprobo.

    El cristianismo tom partido por todo lo que esdbil, humilde, fracasado; hizo un ideal de la con-tradiccin a los instintos de conservacin de la vidafuerte, estrope la razn misma de los tempera-mentos espiritualmente ms fuertes, ense a consi-derar pecaminosos, extraviados, tentadores, lossupremos valores de la intelectualidad. El ejemploms lamentable es ste: la ruina de Pascal, que creyque su razn estaba corrompida por el pecado ori-ginal, cuando slo estaba corrompida por su cristia-nismo.

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    A mis ojos se ha ofrecido un espectculo dolo-roso, pavoroso; yo descorr el velo que ocultaba laperversin del hombre. En mi boca, semejante pa-labra est por lo menos libre de una sospecha, de lasospecha de contener una acusacin moral contra elhombre. Ha sido, pensada por m- querra destacaresto una vez ms-, libre de moralina; y esto hasta elpunto de que tal perversin es considerada por mprecisamente all donde hasta ahora se aspiraba msconscientemente a la virtud, a la divinidad. Yo (yesto se adivina) entiendo la perversin en el sentidode decadencia; sostengo que todos los valores enque hoy la humanidad sintetiza sus ms altos deseosson valores de decadencia.

    Considero pervertido a un animal, a una especie,a un individuo, cuando pierde sus instintos, cuandoescoge y predica lo nocivo. Una historia de los sen-timientos superiores, de los ideales de la humani-dad- y es posible que yo la escriba-, sera tal vez laexplicacin de por qu el hombre se ha pervertidode este modo. Para mi, la misma vida es instinto decrecimiento, de duracin, de acumulacin de fuer-zas, de poder: donde falta la voluntad de podero,

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    hay decadencia. Sostengo que a todos los supremosvalores de la humanidad les falta esta voluntad; quelos valores de decadencia, los valores nihilistas,dominan bajo los nombres ms sagrados.

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    LA RELIGIN DE LA COMPASIN SELLAMA CRISTIANISMO.- La compasin esten contradiccin con las emociones tnicas que ele-van la energa del sentimiento vital, produce unefecto depresivo. Con la compasin crece y se mul-tiplica la prdida de fuerzas que en s el sufrimientoaporta ya a la vida. Hasta el sufrimiento se hacecontagioso por la compasin; en ciertas circunstan-cias, con la compasin se puede llegar a una prdidacomplexiva de vida y de energa vital, que est enuna relacin absurda con la importancia de la causa(el caso de la muerte del Nazareno). ste es el pri-mer punto de vista; pero hay otro ms importante.Suponiendo que se considera la compasin por elvalor de las reacciones que suele provocar, su ca-rcter peligroso para la vida aparece a una luz bas-tante ms clara. La compasin dificulta en gran me-

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    dida la ley de la evolucin, que es la ley de la selec-cin. Conserva lo que est pronto a perecer; com-bate a favor de los desheredados y de loscondenados de la vida, y manteniendo en vida unacantidad de fracasados de todo linaje, da a la vidamisma una aspecto hosco y enigmtico. Se os lla-mar virtud a la compasin (mientras que en todamoral noble es considerada como debilidad); se haido ms all; se ha hecho de ella la virtud, el terrenoy el origen de todas las virtudes; pero esto fue cier-tamente hecho (cosa que se debe tener siempre encuenta) desde el punto de vista de una filosofa queera nihilista, que llevaba escrita en su escudo la ne-gacin de la vida. Schopenhauer estaba con ella ensu derecho; con la compasin, la vida es negada y sehace ms digna de ser negada; la compasin es laprctica del nihilismo. Digmoslo otra vez: este ins-tinto depresivo y contagioso dificulta aquellos ins-tintos que tienden a la conservacin y al aumento devalor de la vida: tanto en calidad de multiplicador dela miseria, cuanto en calidad de conservador de to-dos los miserables es un instrumento capital para elincremento de la decadencia; la compasin nos en-caria con la nada... No se dice la nada; en lugar dela nada, se dice el ms all, o Dios, o la verdadera

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    vida, o el Nirvana, la redencin, la beatitud... Estainocente retrica, que proviene del reinado de laidiosincrasia moral-religiosa, aparece de prontobastante menos inocente si se comprende qu ten-dencia se encubre aqu bajo el manto de frases su-blimes: la tendencia hostil a la vida. Schopenhauerera hostil a la vida, por esto hizo de la compasinuna virtud... Aristteles vio en la compasin, comoes sabido, un estado de nimo morboso y peligroso,que fuera bueno tratar de cuando en cuando con unpurgante; consider la tragedia como una catarsis...En realidad, partiendo del instinto de la vida, se de-bera crear un medio para asestar un golpe a unaacumulacin morbosa y peligrosa de compasin,como era representada por el caso de Schopenhauer(y tambin por toda nuestra decadencia literaria yartstica de San Petersburgo a Pars, de Tolstoy aWagner); para hacerla estallar... Nada ms malsanoen nuestra malsana modernidad que la compasincristiana. Ser aqu mdico, ser aqu implacable, po-ner aqu el cuchillo, esto nos compete a nosotros,esto es nuestro modo de amar a los hombres; deeste modo somos filsofos nosotros, los hiperb-reos.

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    Preciso es decir aqu quines son nuestros con-trarios: los telogos, y todo lo que tiene en su cuer-po sangre de telogo, toda nuestra filosofa, espreciso haberla visto dentro de s; se debe habermuerto por ella para no admitir ms bromas en estepunto (la libertad de pensamiento de nuestros in-vestigadores de la naturaleza y fisilogos es para miuna broma; les falta la pasin en estas cosas, el ha-ber sufrido por ellas). Esta intoxicacin va muchoms all de lo que se cree; yo vuelvo a encontrar losinstintos teolgicos de la presuncin all donde hoyse siente la gente idealista, dondequiera que, so pre-texto de un origen elevado, se pretende el derechode mirar la realidad con aire superior y lejano... Elidealista, lo mismo que el sacerdote, tiene en su ma-no todos los grandes conceptos (y no slo en lamano), los pone en juego, con benvolo desprecio,contra el intelecto, los sentidos, los honores, el vivirbien, la ciencia, y ve tales cosas por debajo de scomo fuerzas dainas y seductoras, sobre las cualesel espritu se libra existiendo puramente para s: co-mo si la humildad, la castidad, la pobreza, en una

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    palabra, la santidad no hubiese hasta ahora hecho ala vida un mal infinitamente mayor que cualquiervicio u otra cosa terrible... El espritu puro es lamentira pura... Mientras el sacerdote sea considera-do como una especie superior de hombre, el sacer-dote, que es el negador, el calumniador, elenvenenador de la vida por profesin, no dar res-puesta a la pregunta: qu es la verdad? Ya se ha in-vertido la verdad cuando el consciente abogado dela nada y de la negacin es considerado como el re-presentante de la verdad...

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    Yo declaro la guerra a este instinto de telogos;dondequiera encontramos sus huellas. El que en sucuerpo tiene sangre de telogo, tiene a priori unaposicin oblicua y deshonesta frente a las cosas. Elpathos que de aqul se desarrolla se llama fe: que esun cerrar los ojos ante s una vez para siempre, parano padecer el aspecto de una insanable falsedad. Sehace as una moral, una virtud, una santidad de estadefectuosa ptica con la que se observan todas las

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    cosas, se confunde la buena conciencia con la falsavisin, se exige que ninguna otra cualidad pticatenga valor en adelante, una vez que se ha hecho sa-crosanta la propia con los nombres de Dios, reden-cin, eternidad. Yo exhumo dondequiera el instintoteolgico; es la forma ms difundida y realmentems subterrnea de falsedad que existe en la tierra.Lo que un telogo siente como verdadero debe serfalso: en esto hay casi un criterio de verdad. Su msprofundo instinto de conservacin veda que la rea-lidad sea honrada en cualquier punto o tome sim-plemente la palabra. Donde llega la influencia de lostelogos, el juicio de valor queda invertido; verda-dero y falso son necesariamente trocados; lo msnocivo a la vida, aqu es llamado "verdadero": loque la eleva, la aumenta, la afirma, la justifica y lahace triunfar, se llama falso... Si acontece que lostelogos tienden la mano al poder, a travs de laconciencia de los principios o de los pueblos, nodudamos de lo que suceder siempre: la voluntaddel fin, la voluntad nihilista quiere el poder...

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    Los alemanes me entienden fcilmente cuandodigo que la filosofa ha sido estropeada por la san-gre de los telogos. El sacerdote protestante es elabuelo de la filosofa alemana, el protestantismo esel pecado original de esta filosofa. Definicin delprotestantismo: la hemipleja del cristianismo y de larazn... Basta pronunciar las palabras seminario deTubinga para comprender lo que es en el fondo lafilosofa alemana: una teologa insidiosa... Los bva-ros han sido los mejores mentirosos de Alemania;mienten inconscientemente... De dnde naci lagloria de que al advenimiento de Kant prevalecieseel mundo de los doctores alemanes, mundo com-puesto en sus tres cuartas partes de hijos de pasto-res y de maestros? De dnde naci la persuasinalemana de que con Kant comenz una crisis demejoramiento? El instinto de telogo que hay en eldoctor alemn adivin qu se haca entonces posi-ble... Se abra un camino indirecto hacia el antiguoideal; el concepto de mundo verdadero, el conceptode la moral considerada como esencia del mundo(estos dos prfidos errores, los ms prfidos de to-

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    dos los errores), desde entonces, en virtud de un es-cepticismo mezclado y hbil, eran de nuevo, si nodemostrables, por lo menos no refutables... La ra-zn, el derecho de la razn, no llega tan lejos... Dela realidad se haba hecho una apariencia; se habahecho realidad de un mundo completamente falso,del mundo del ser... El xito de Kant es simple-mente un xito de telogos; Kant, como Lutero,como Leibniz, fue un obstculo ms en la probidadalemana, en s no muy slida...

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    UNA PALABRA MS CONTRA KANTMORALISTA.- Una virtud ha de ser una inven-cin nuestra, una defensa y una necesidad de unomismo; en todo otro caso ser simplemente un peli-gro. Lo que no es una condicin de nuestra vida, laperjudica; una virtud derivada simplemente de unsentimiento de respeto frente al concepto de virtud,como Kant quera, es daosa. La virtud, el deber, elbien en s, el bien con el carcter de la impersonali-dad y de la validez universal, son quimeras en lasque se manifiesta la decadencia, el ltimo agota-

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    miento de la vida, la cicatera de Knigsberg. Lasms profundas leyes de la conservacin y del creci-miento ordenan lo contrario; esto es, que cada cualencuentre la propia virtud, el propio imperativo ca-tegrico. Un pueblo perece cuando confunde susdeberes con el concepto de deber en general. Nadaarruina ms honda y ms ntimamente que aquel de-ber impersonal, aquel sacrificio ante el Moloch de laabstraccin.

    Y no se ha considerado peligroso para la vidael imperativo categrico de Kant! Sucede que el ins-tinto de los telogos lo tom bajo su proteccin.Una accin a la cual nos impulsa el instinto de lavida tiene en el goce la demostracin de su justicia;mientras que aquel nihilista de entraas dogmti-co-cristianas consideraba el goce como una obje-cin... Qu es lo que ms rpidamente destruye aun hombre sino el laborar, pensar, sentir, sin unainterna necesidad, sin una eleccin personal pro-funda, sin alegra, como autmata, del deber? sta,es precisamente la frmula de la decadencia hasta elidiotismo... Kant se volvi idiota. Y fue contempo-rneo de Goethe! Y esta araa funesta fue conside-rada como el filsofo alemn, y lo sigue siendo!...Me cuidar de decir lo que pienso de los alemanes...

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    Acaso Kant no vio en la Revolucin francesa elpaso de la forma inorgnica del Estado a su formaorgnica? No se pregunt si exista un hecho quepuede ser explicado de otro modo que por una dis-posicin moral de la humanidad, de suerte que conl, de una vez para todas, sea demostrada la tenden-cia de la humanidad hacia el bien? Respuesta deKant: Eso es la revolucin. El instinto que fracasaen todo y en todos, la antinaturaleza como instinto,la decadencia alemana como filosofa, eso es Kant.

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    Dejo a un lado a algunos escpticos, el nico ti-po respetable en la historia de la filosofa; todos losdems desconocen las primeras exigencias de laprobidad intelectual. Todos los que hacen como lasdamiselas, esos grandes charlatanes y monstruos,consideran ya como argumentos los bellos senti-mientos, los altos pechos como un fuelle de la divi-nidad, la conviccin como un criterio de verdad.Por ltimo, Kant intent tambin, con inocenciaalemana, dar aspecto cientfico a esta forma de co-rrupcin, a esta falta de conciencia intelectual, con el

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    concepto de razn prctica; invent propiamenteuna razn hecha a propsito para los casos en queno nos debemos preocupar de la razn; esto es,cuando omos la de la moral, el sublime preceptodel t debes. Si se considera que en casi todos lospueblos el filsofo es un desarrollo ulterior del tipodel sacerdote, no nos sorprender ya esta herenciadel sacerdote, la acuacin de moneda para s mis-mo. Cuando se tienen deberes sagrados, por ejem-plo, el de salvar a los hombres, perfeccionarlos,redimirlos; cuando se lleva en el pecho la divinidad;cuando se es intrprete de imperativos ultramunda-nos, con semejante misin se est fuera de todas lasvaloraciones simplemente conformes a la razn, seest ya santificado por semejante misin, se es ya eltipo de un orden superior... Qu le importa a unsacerdote la ciencia? Est harto por encima de ella!Y el sacerdote ha dominado hasta ahora! l fijlas nociones de verdadero y de falso!

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    No quitemos valor al hecho de que nosotrosmismos, espritus libres, somos ya una transmuta-

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    cin de todos los valores, una declaracin viva deguerra y de victoria a todas las viejas ideas de ver-dadero y no verdadero. Las perspectivas ms exce-lentes son las que se han encontrado ms tarde;pero las perspectivas ms excelentes son los mto-dos. Todos los mtodos, todas las premisas denuestra moderna mentalidad cientfica tuvieron encontra, durante miles de aos, el ms profundo des-precio; por ello se estaba excluido del comercio conlos hombres honrados, se pasaba por enemigo deDios, por despreciador de la verdad, por posedodel demonio. En calidad de caracteres cientficos seera chandala... Est contra nosotros todo el pathosde la humanidad, su concepto de lo que debe serverdadero, de lo que debe estar al servicio de la ver-dad; todo imperativo t debes se volvi hasta ahoracontra nosotros... Nuestros objetos, nuestras prcti-cas, nuestra manera silenciosa, prudente, desconfia-da, todo esto pareci a la humanidadcompletamente indigno y despreciable.

    Por ltimo, se podr demandar equitativamentesi no fue justamente un gusto esttico el que tuvo ala humanidad en tan larga ceguera; exiga de la ver-dad un efecto pintoresco; exiga tambin que el in-vestigador obrase rudamente sobre los sentidos.

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    Nuestra modestia repugn durante mucho tiemposu gusto; oh, cmo adivinaron esos paveznos deDios!...

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    Hemos renovado los mtodos. En todos loscampos somos ahora ms modestos. Ya no deriva-mos al hombre del espritu, de la divinidad; le he-mos colocado entre los animales. Para nosotros esel animal ms fuerte, porque es el ms astuto: conse-cuencia de ello es su intelectualidad. Por otra parte,nos precavemos de una vanidad que querra haceror su voz tambin aqu; aqulla segn la cual elhombre sera la gran intencin recndita de la evo-lucin animal. No es en modo alguno el corona-miento de la creacin; junto a l, toda criatura seencuentra al mismo nivel de perfeccin... Y al soste-ner esto, sostenemos an demasiado; el hombre es,en un sentido relativo, el animal peor logrado, elms enfermizo, el ms peligrosamente desviado desus instintos, aunque por cierto, a pesar de todo es-to, es el ms interesante.

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    Por lo que se refiere a los animales, Descartesfue el primero que con venerable audacia aventurla idea de considerar al animal como una mquina;toda nuestra fisiologa se afana por demostrar estaproposicin. Pero nosotros, lgicamente, no pone-mos, como Descartes, aparte al hombre, lo que hoy,en general, se comprende del hombre, llega exacta-mente hasta el punto en que es comprendido comouna mquina. Otrora se conceda al hombre, comoun don proveniente de un poder superior, el librealbedro; hoy le hemos quitado incluso la voluntad,en el sentido de que por voluntad no se puede en-tender una facultad. La antigua palabra voluntadsirve slo para indicar una resultante, una especie dereaccin individual que sigue necesariamente a unacantidad de estmulos, en parte contradictorios y enparte concordantes; la voluntad no obra ya, nomueve ya...

    En otro tiempo, en la conciencia del hombre, enel espritu, se columbraba la prueba de su alto ori-gen, de su divinidad; para hacer perfecto al hombrese le aconsej que ocultara en si los sentidos lomismo que las tortugas, que suspendiera sus rela-ciones con los hombres, que depusiera la envolturamortal, entonces habra quedado de l lo principal:

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    el espritu puro. Tambin sobre este punto pensa-mos nosotros mejor; el ser consciente, el espritu, esconsiderado por nosotros precisamente como sn-toma de una relativa imperfeccin del organismo,como un intentar, un tentar, un fallar; como una fa-tiga en la que se gasta intilmente mucha fuerza ner-viosa; nosotros queremos que una cosa cualquierapueda ser hecha de modo perfecto hasta cuando eshecha conscientemente. El espritu puro es una puraimpertinencia; si quitamos de la cuenta el sistemanervioso y los sentidos, la envoltura mortal, erramosel clculo, y nada ms.

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    Ni la moral ni la religin entran en contacto enel cristianismo con un punto cualquiera de la reali-dad. Causas puramente imaginarias (Dios, alma, yo,espritu, libre albedro y tambin voluntad no libre),efectos puramente imaginarios (pecado, redencin,gracia, castigo, perdn de los pecados). Relacionesentre criaturas imaginarias (Dios, espritu, alma); unaciencia natural imaginaria (antropocntrica; faltacompleta de la nocin de las causas naturales); una

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    psicologa imaginaria (completo desconocimientode s mismo, interpretacin de sentimientos genera-les placenteros o desplacenteros; por ejemplo, delos estados del nervio simptico, con la ayuda dellenguaje figurado de una idiosincrasia religio-sa-moral; arrepentimiento, remordimiento, tentacindiablica, la proximidad de Dios); una teologa ima-ginaria (el reino de Dios, el juicio final, la vida eter-na).

    Este mundo, de pura ficcin, se distingue perju-dicialmente del mundo de los sueos, en que des-valora, niega la realidad. En cuanto el concepto denaturaleza fue encontrado como opuesto al de Dios,la palabra natural deba ser sinnima de reprobable;todo aquel mundo de ficcin tiene su raz en el odiocontra lo natural (contra la realidad); es la expresinde un profundo disgusto de la realidad... Pero conesto todo queda explicado. Quin es el que tienemotivos para salir, con una mentira, de la realidad?El que sufre por ella. Pero sufrir por la realidad sig-nifica ser una realidad mal lograda... El predominiode los sentimientos de desplacer sobre los de placeres la causa de aquella moral y aquella religin ficti-cias; pero ese predominio suministra la frmula dela decadencia.

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    La crtica del concepto cristiano de Dios noslleva a idntica conclusin. En este concepto venerael cristiano las condiciones en virtud de las cuales sedistinguen sus propias virtudes: proyecta el goce queencuentra en s mismo su sentimiento de podero enun ser al cual pueda estar agradecido por estas cua-lidades. Quien es rico quiere donar; un pueblo feroztiene necesidad de un Dios para hacer sacrificios...La religin, dentro de estas mismas premisas, es unaforma de gratitud. Se es reconocido consigo mismo;para esto se tiene necesidad de un Dios. Un Diossemejante debe poder ayudar y damnificar, debe seramigo y enemigo; se le admira en el bien como en elmal.

    La castracin, contraria a la naturaleza, de unDios para hacer de l un Dios slo del bien, estaraaqu fuera de toda deseabilidad. Hay necesidad delDios malo tanto como del Dios bueno; no se debela propia existencia precisamente a la tolerancia, a lafilantropa... Qu importancia tendra un Dios queno conociera la clera, la venganza, la envidia, el es-carnio, la violencia? Que no conociera ni siquiera

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    los fascinadores apasionamientos de la victoria y delaniquilamiento? Semejante Dios no se concebira;qu objeto tendra? Claro est que cuando un pue-blo perece, cuando siente desvanecerse definitiva-mente la fe en su porvenir, la esperanza en sulibertad, cuando la sujecin le parece la primera uti-lidad y las virtudes del esclavo son para l condicio-nes de conservacin, entonces su Dios tambindebe transformarse. Entonces se hace astuto, mie-doso, modesto, aconseja la paz del alma, el no odiar,la indulgencia hasta el amor del amigo y del enemi-go. Moraliza siempre, se arrastra en la caverna de lasvirtudes privadas, se convierte en Dios para todos,se hace un hombre privado, cosmopolita... En otrotiempo, el Dios representaba un pueblo, la fuerza deun pueblo, todo lo que de agresivo y de sediento depodero anidaba en el alma de un pueblo: ahora essimplemente el buen Dios...

    En realidad, para los dioses no hay otra disyun-tiva: o son la voluntad de podero, y entonces sernlos Dioses de un pueblo, o son la incapacidad depodero, y entonces se hacen necesariamente bue-nos...

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    Donde en cualquier forma declina la voluntadde podero, se da siempre a la vez una regresin fi-siolgica, una decadencia. La divinidad de la deca-dencia, mutilada de sus virtudes y de sus instintosviriles, es ahora necesariamente el Dios de los dege-nerados fisiolgicamente, de los dbiles. stos no sellaman a s mismos los dbiles; se llaman los bue-nos... Se comprende sin necesidad de explicacionesen qu momento de la historia se hace justamenteposible la ficcin dualstica de un Dios bueno y deun Dios malo. Con el mismo instinto con que lossometidos rebajan su Dios al grado de bien en s,cancelan las cualidades buenas del Dios de los ven-cedores: se vengan de su amo, haciendo del Dios destos un diablo. El Dios bueno es as tambin eldiablo; ambos son partes de la decadencia.

    Cmo es posible haberse rendido tanto a lasimpleza de los telogos cristianos, que se haya lle-gado a decretar con ellos que la evolucin del con-cepto de Dios, del Dios de Israel, del Dios de unpueblo al Dios cristiano, al compendio de todos losbienes, es un progreso? Pero el mismo Renan lo de-cret as. Como si Renan tuviera el derecho de ser

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    simple! Sin embargo, lo contrario salta a los ojos. Sila suposicin de la vida ascendente, si todo lo quees fuerte, valeroso, soberano, fiero, es eliminado delconcepto de Dios; si, paulatinamente, Dios se rebajahasta llegar a ser el smbolo de un bculo para losfatigados, un ncora de salvacin para todos losnufragos: si llega a ser el Dios de los pobres, elDios de los pecadores, el Dios de los enfermos porexcelencia, y el predicado de salvador, redentor,queda, por decirlo as, como el predicado divino engeneral, de qu nos habla semejante transforma-cin, semejante reduccin de la divinidad? Enefecto; con esto el reino de Dios ha llegado a serms grande. En otro tiempo, Dios slo tena supueblo, su pueblo elegido. Despus se march alextranjero, lo mismo que su pueblo, en peregrina-cin, y desde entonces no residi ya fijamente enparte alguna: desde que se encontr dondequiera ensu casa, l, el gran cosmopolita, desde que no tuvode su parte el gran nmero y la mitad de la tierra.Pero el Dios del gran nmero, el demcrata entrelos dioses, no por esto se hizo un fiero Dios paga-no; sigui siendo hebreo, sigui siendo el Dios detodos los rincones y lugares oscuros, de todos losbarrios insalubres del mundo entero... Luego como

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    antes, su reino mundial es un reino del mundo sub-terrneo, un hospital, un reino de ghetto... Y lmismo es tan plido, tan dbil, tan decadente...Hasta los ms plidos entre los plidos se hicierondueos de l; los seores metafsicos, los albinos dela idea. stos tejieron lentamente en torno a l sutelaraa, hasta que l, hipnotizado por sus movi-mientos, se convirti a su vez en una araa, en unmetafsico. Y entonces teji el mundo, sacndolo des mismo- sub specie Spinozae-; entonces se transfi-gur en un ser cada vez ms sutil y plido, se con-virti en ideal, se hizo espritu puro, lleg a ser loabsoluto, la cosa en s... Decadencia de un Dios:Dios se hizo cosa en s...

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    El concepto cristiano de Dios- el Dios entendi-do como Dios de los enfermos, como araa, comoespritu- es uno de los conceptos ms corrompidosde la divinidad que se han forjado sobre la tierra;quiz represente el nivel ms bajo en la evolucindescendente del tipo de los dioses. Dios, degenera-do hasta ser la contradiccin de la vida, en vez deser su glorificacin y su eterna afirmacin. La hosti-

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    lidad declarada a la vida, a la naturaleza, a la volun-tad de vivir, en el concepto de Dios. Dios, converti-do en frmula de toda calumnia, de toda mentira delms all. La nada divinizada en Dios, la voluntadde la nada santificada!

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    El hecho de que las razas fuertes de la Europaseptentrional no hayan rechazado al Dios cristianono hace honor verdaderamente a sus cualidades re-ligiosas, para no hablar del buen gusto. Debieranhaberse sacudido semejante aborto de la decaden-cia, enfermizo, decrpito. Pero como no se libraronde l, pesa sobre ellas, una maldicin; acogieron entodos sus instintos la enfermedad, la vejez, la con-tradiccin; desde entonces no crearon ya ningnDios. En casi dos milenios, ni un solo nuevo Dios!Pero, en cambio, sostuvieron siempre, como si exis-tiera de derecho, como un ultimum y un maximumde la fuerza que crea los dioses, del creator spiritusen el hombre, este Dios, digno de compasin, delmontono tesmo cristiano. Esta hbrida creacinde decadencia extrada del cero, que es concepto de

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    contradiccin, en la que todos los instintos de la de-cadencia, todas las vilezas y los tedios del alma en-cuentran su sancin.

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    No deseara haber ofendido, con mi condena-cin del cristianismo, una religin afn, que ha pre-valecido sobre el cristianismo por el nmero de losque la profesan: el budismo. Ambas estn vincula-das entre s como religiones nihilistas, son religionesde decadencia; pero se distinguen una de otra delmodo ms notable. Si hoy se pueden parangonarentre s, es cosa de que el crtico del cristianismoest profundamente agradecido a los doctos indios.

    El budismo es cien veces ms realista que elcristianismo; tiene en su cuerpo la herencia de la po-sicin objetiva y audaz de los problemas; viene des-pus de un movimiento filosfico durante cientosde aos; cuando llega, la idea de Dios est ya acaba-da. El budismo es la nica religin realmente positi-vista que la historia nos muestra, aun en su teoradel conocimiento (un severo fenomenalismo); nohabla ya de lucha contra el pecado, sino que, dando

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    plena razn a la realidad, dice lucha contra el sufrir.Tiene- y esto le distingue profundamente del cristia-nismo- detrs de s la automistificacin de los con-ceptos morales; est, hablando en mi lenguaje, msall del bien y del mal. Los dos hechos fisiolgicossobre los cuales se funda y que tiene presentes son:en primer lugar, una excesiva irritabilidad de la sen-sibilidad, que se manifiesta como refinada capacidadpara el dolor; en segundo lugar, excesiva espirituali-zacin, un vivir demasiado largo entre conceptos yprocedimientos lgicos, por el cual el instinto de lapersona ha quedado lesionado en provecho del ins-tinto impersonal (ambos son estados de nimo, quepor lo menos algunos de mis lectores, los objetivos,conocern por experiencia como los conozco yo). Abase de estas condiciones fisiolgicas se ha produ-cido una depresin: sta la combate Buda con la hi-giene. Contra la depresin, emplea la vida al airelibre, la vida errante; la sobriedad y la seleccin enlos manjares; la prudencia ante los licores; igual-mente la vigilancia con-tra todas las emociones queproducen bilis y calentamiento de la sangre; ningunapreocupacin, ni para s ni para los dems. Reclamaideas que calmen y serenen, encuentra medios paradesembarazarse de las ideas contrarias. Imagina la

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    bondad, el ser bueno, como favorable a la salud. Laoracin es excluida, as como el ascetismo; nada deimperativos categricos, ninguna constriccin engeneral, ni siquiera en el seno de las comunidadesconventuales (de las cuales se puede salir). Todosstos fueron medios para fortalecer aquella excitabi-lidad demasiado grande. Precisamente por esto noexige ninguna lucha contra los que piensan de mododistinto; contra nada se defiende ms su doctrinaque contra el sentimiento de la venganza, de la aver-sin, del rencor (la enemistad no termina mediantela enemistad: ste es el conmovedor retornello detodo el budismo)... Y esto con razn: precisamenteestas emociones seran totalmente malsanas con re-lacin al fin diettico principal. El cansancio inte-lectual, que ha encontrado existente, y que se ex-presa en una demasiado grande objetividad (o sea,debilitamiento del inters individual, prdida delcentro de gravedad de egosmo) es combatida por lrefiriendo rigurosamente a la persona los interesesms espirituales. En la doctrina de Buda, el egosmose convierte en deber; la sentencia slo es necesariauna cosa, la pregunta cmo te librars del sufri-miento?, regulan y circunscriben todo el rgimenespiritual. (Quiz se deba recordar aquel ateniense

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    que hizo igualmente guerra a la ciencia pura, Scra-tes, que elev tambin, en el reino de los problemas,el egosmo personal al grado de moral.)

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    Condicin preliminar del budismo es un climamuy suave, una gran dulzura y liberalidad en lascostumbres, la ausencia del militarismo, y el hechode que el movimiento tenga su foco en las clases su-periores y hasta en las clases doctas. Se quiere la se-renidad, la calma, la ausencia de deseos como metasuprema, y se alcanza esta meta. El budismo no esuna religin en que se aspire simplemente a la per-feccin: la perfeccin es el caso normal.

    En el cristianismo aparecen ante todo los ins-tintos de los sojuzgados y de los oprimidos; los es-tratos ms bajos son los que buscan en l lasalvacin. En l la casustica del pecado, la crtica des mismo, la inquisicin de la conciencia es ejercidacomo ocupacin, como remedio contra el aburri-miento; sin cesar se mantiene vivo el afecto hacia unpoderoso, llamado Dios (mediante la oracin); loms alto es considerado inaccesible, es tenido como

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    don, como gracia. Falta tambin la publicidad; el es-condite, el lugar oscuro, es cristiano. El cuerpo esdespreciado, la higiene repudiada como sensualidad;la Iglesia se previene hasta contra la limpieza (la pri-mera medida tomada por los cristianos en Espaadespus de la expulsin de los moriscos fue la clau-sura de los baos pblicos, de los cuales slo enCrdoba haba unos doscientos setenta). Cristianoes un cierto sentido de la crueldad, contra s mismoy contra los dems; el odio contra los infieles; lavoluntad de persecucin. Ante todo se cultivan lasimgenes foscas y excitantes: los estados de nimoms deseados, designados con los nombres ms al-tos, los estados epileptoides: se practica la dieta parafavorecer los estados morbosos y para sobrexcitarlos nervios. Cristiana es la enemistad mortal hacialos poderosos de la tierra, hacia los nobles y, al mis-mo tiempo, una secreta concurrencia (se les deja elcuerpo, se quiere solamente el alma)... Cristiano es elodio contra el espritu, contra la fiereza, contra elvalor, contra la libertad, el libertinaje del espritu;cristiano es el odio contra los sentidos, contra todaclase de goces.

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    Cuando el cristianismo abandon su primitivoterreno, es decir los estratos sociales ms humildes,el subsuelo del mundo antiguo; cuando alcanzpodero entre los pueblos brbaros, no cont ya,como condicin preliminar en su nuevo terreno,con hombres fatigados, sino con hombres interior-mente salvajes que se destrozaban recprocamente:el hombre fuerte, pero mal constituido. El descon-tento de s propio, el sufrimiento de s mismo, no esya aqu como entre los budistas una excesiva ex-citabilidad y capacidad de dolor, sino, en cambio,ms bien un deseo preponderante de desfogar latensin interna en acciones e ideas hostiles. El cris-tianismo tuvo necesidad de conceptos y valoresbrbaros para hacerse dueo de los brbaros: talesson el sacrificio del primognito, el beber sangre enla sagrada comunin, el desprecio del espritu y dela cultura; el tormento en todas sus formas, corporaly espiritual; la gran pompa del culto. El budismo esuna religin para hombres tardos, para razas bona-chonas, suaves, ultraespirituales, que sienten fcil-mente el dolor (Europa no est todava, ni muchomenos, madura para el budismo): es una reconduc-

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    cin de aquellas razas a la paz y a la serenidad, a ladieta en las cosas del espritu, a un cierto endureci-miento en las cosas corporales. El cristianismo quie-re dominar sobre animales de presa: suprocedimiento es convertirlos en enfermos: el debi-litamiento es la receta cristiana para la domestica-cin, para la civilizacin. El budismo es una religinencaminada al fin y estancamiento de la civilizacin,el cristianismo no encuentra an la civilizacin antes; en circunstancias la crea.

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    Digamos tambin que el budismo es cien vecesms fro, ms veraz, ms objetivo. No tiene necesi-dad de hacer decentes sus sufrimientos, su capaci-dad de dolor, mediante la interpretacin del pecado;dice simplemente lo que piensa: yo sufro. Para elbrbaro, en cambio, el sufrir no es nada de respeta-ble en s: precisamente tiene necesidad de una inter-pretacin para confesarse a si mismo que sufre (suinstinto le lleva ms bien a negar el sufrimiento, asoportarlo en silencio). En este caso la palabra dia-blo fue un beneficio; de esta manera se consigui un

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    enemigo muy poderoso y temible, ya no hubo nece-sidad de avergonzarse de sufrir por tal enemigo.

    El cristianismo posee en el fondo algunas suti-lezas que pertenecen al Oriente. En primer lugar,sabe que es completamente igual que una cosa sea ono sea verdadera, y que lo que importa es la medidaen que es creda verdadera. La verdad y la creenciaen la verdad de una cosa son dos mandos de intere-ses completamente extraos el uno al otro, son casidos mundos opuestos, se va del uno al otro por ca-minos profundamente diversos. Conocer esto formacasi la sabidura en Oriente: as lo comprende elbrahmn, as lo comprende Platn, y todos los dis-cpulos de la ciencia esotrica. Si, por ejemplo, seencuentra alguna felicidad en creerse libres de peca-do, como premisa de esto no es necesario que elhombre sea pecador, sino que se sienta pecador. Pe-ro si sobre todo es necesaria en general una fe, sedebe desacreditar la razn, la lgica, la especulacin:el camino que conduce a la verdad es un camino il-cito.

    Una gran esperanza es un estimulante de la vidamucho mayor que cualquier felicidad realmente ex-perimentada. Hay que sostener a los que sufren conuna esperanza que no pueda ser contradicha con

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    ninguna realidad, que no pueda ser eliminada por elcumplimiento; mediante una esperanza en el msall. (Precisamente a causa de sta su idoneidad parasostener a los infelices, la esperanza fue consideradapor los griegos como el mal de los males, como elmal verdaderamente prfido: es el fondo de la cajade los males.) Para que sea posible el amor, Diosdebe ser una persona; para que los instintos msbajos puedan tener voz, Dios debe ser joven. Antetodo hay que poner al fervor de las mujeres unsanto que sea bello, al de los hombres a una Mara.Porque hay que establecer la premisa de que el cris-tianismo quiere dominar en un terreno en el que loscultos afrodisacos o de Adonis han determinado elconcepto del culto. La exigencia de la castidad re-fuerza la vehemencia y la profundidad del instintoreligioso, hace que el culto sea ms ardiente, msentusiasta, ms lleno de alma.

    El amor es el estado de nimo en que el hombreve con preferencia las cosas tal como stas no son.En el amor, la fuerza de la ilusin ha llegado a cul-minar, as como aquella fuerza que suaviza y transfi-gura. En el amor se soporta ms que en cualquierotro estado, se tolera todo. Se trataba de encontraruna religin en que se pudiera ser amado: con esto

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    se est por encima de las peores vicisitudes de la vi-da, ya no se sienten. Esto por lo que se refiere a lastres virtudes cristianas: fe, esperanza y amor: yo lasllamo las tres habilidades cristianas. El budismo esdemasiado tardo, demasiado positivista, para sertenido como sabio en esta forma.

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    Aqu estudio slo el problema del nacimientodel cristianismo. La primera proposicin para resol-verlo es sta: el cristianismo slo se puede com-prender partiendo del terreno en que ha crecido; noes un movimiento contrario al instinto judaico; porel contrario, es su consecuencia lgica, es una ulte-rior conclusin en la terrible lgica de aquel instin-to. En la frmula del Redentor: La salvacin vienede los hebreos.

    La segunda proposicin es sta: el tipo psicol-gico del Galileo es an reconocible, pero slo en sucompleta degeneracin (que es al mismo tiempo unamutilacin y una enorme adicin de rasgos extranje-ros), pudo servir para lo que estaba destinado, o seapara dar el tipo de un redentor de la humanidad.

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    Los hebreos son el pueblo. ms extraordinarioen la historia del mundo, porque, colocados ante elproblema de ser o no ser, con conciencia totalmenteadmirable prefirieron el ser a toda costa; y esta costafue la falsificacin radical de toda la naturaleza, detoda naturaleza, de toda realidad, de todo el mundointerior, as como de todo el mundo exterior. Traza-ron un lmite contra todas las condiciones en lascuales hasta ahora un pueblo poda y deba vivir, secrearon para su uso propio un concepto opuesto decondiciones naturales, invirtieron sucesivamente lareligin, el culto, la moral, la historia, la psicologa,de un. modo irremediable, haciendo de l la con-traposicin de sus valores naturales". Nosotros en-contramos una vez ms el mismo fenmeno y enproporciones enormemente mayores, pero slo to-dava como una copia: la Iglesia cristiana carece,frente al pueblo de los santos, de cualquier preten-sin a la originalidad. Precisamente por esto, loshebreos son el pueblo ms fatal de la historia delmundo: con sus ulteriores efectos hicieron de talmanera falsa a la humanidad, que an hoy el cristia-no puede tener sentimientos antijudaicos sin com-prender que l es la "ltima consecuencia deljudasmo.

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    En mi Genealoga de la moral he adoptado porprimera vez, psicolgicamente, el concepto de con-traste entre una moral noble y una moral de rencor,de las cuales la segunda nace del no dicho a laprimera: pero sta es completamente la moral ju-do-cristiana. Para poder decir no a todo lo queconstituye el movimiento ascendente de la vida, labuena constitucin, el poder, la belleza, la afirma-cin de s mismo sobre la tierra, el instinto de ren-cor, hecho aqu numen, tuvo que inventar otro mun-do, partiendo del cual aquella afirmacin de la vidaapareca como el mal, como la cosa ms reprobableen s. Desde el punto de vista psicolgico, el pueblojudo es un pueblo que manifiesta una fuerza vitaltenacsima, y que, colocado en una situacin impo-sible, toma voluntariamente, por la ms profundahabilidad del instinto de conservacin, el partido detodos los instintos de la decadencia, no ya dejndo-se dominar por ellos, sino habiendo adivinado enellos una fuerza con la cual se puede desarrollarcontra el mundo. Los hebreos son lo opuesto a to-dos los decadentes: tuvieron que sostener el partidode los decadentes hasta dar la ilusin, y con un nonplus ultra del genio histrinico supieron colocarseen el vrtice de todos los movimiento de decadencia

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    (en calidad del cristianismo de Pablo), para crear des algo ms fuerte que un partido cualquiera queafirmase la vida. Para aquella especie de hombresque en el judasmo y en el cristianismo lleg al po-der, la decadencia es una forma sacerdotal, es sloun medio: esta especie de hombres tiene un intersvital en hacer que la humanidad enferme y en inver-tir, en sentido peligroso para la vida y calumniadorpara el mundo, los conceptos de bien y mal, verda-dero y falso.

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    La historia de Israel tiene un valor inapreciablecomo historia tpica de toda desnaturalizacin delos valores naturales: sealar cinco hechos de sta.

    En el origen, sobre todo en la poca de los re-yes, el mismo Israel estaba en relaciones justas, o seanaturales, con las cosas todas. Su Javeh era la expre-sin de la conciencia de podero, el gozo de s mis-mo, la esperanza de s mismo; en l se esperabavictoria y salvacin, con l se tena confianza en lanaturaleza, se aguardaba que la naturaleza dieraaquello de que el pueblo tena necesidad, sobre todo

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    la lluvia. Javeh es el Dios de Israel y por consi-guiente el Dios de la justicia: sta es la lgica de to-do pueblo fuerte y que posee conciencia perfecta desu propio poder. En los ritos festivos se manifiestanestos dos aspectos de la afirmacin que de s mismohace un pueblo: este pueblo es reconocedor de losgrandes destinos en virtud de los cuales ascendimucho, y de la sucesin de las estaciones y de sufortuna en el pastoreo y en la agricultura.

    Durante mucho tiempo este estado de cosas esel ideal, an cuando estaba ya dolorosamente su-primido en virtud de la anarqua en el interior y delos asirios en el exterior. Pero el pueblo conservcomo aspiracin suprema aquella visin de un reybuen soldado y juez austero: la conserv sobre todoaquel tpico profeta (o sea crtico y satrico del mo-mento) llamado Isaas.

    Pero todas las esperanzas resultaron incumpli-das. El viejo Dios no poda ya nada de lo que pudoen otro tiempo. Haba que abandonarle. Qu suce-di? Se alter su concepcin, se desnaturaliz suconcepcin: a tal precio se conserv.

    Javeh, el Dios de la justicia, no fue ya una mismacosa con Israel, una expresin del sentimiento per-sonal del pueblo: fue desde entonces un Dios bajo

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    condiciones...; su concepcin fue un instrumento enmanos de los agitadores sacerdotales, los cualesdesde entonces interpretaron toda fortuna comopremio y toda desventura como castigo de una de-sobediencia a Dios, aquella manera mentirosa deinterpretar un pretenso orden moral del mundo porla cual, de una vez para siempre, fue invertido elconcepto natural de causa y efecto. Cuando con elpremio y el castigo se ha arrojado del mundo la cau-salidad natural, hay necesidad de una causalidadcontraria a la naturaleza; y luego sigue todo el restode las cosas innaturales. Un Dios que exige, en lugarde un Dios que socorre, que aconseja, que es, en elfondo, el verbo de toda feliz inspiracin del valor yde la confianza en s. La moral no es ya expresinde las condiciones de vida y de crecimiento de unpueblo, no es ya su ms profundo instinto de vida,sino que se ha vuelto abstracta, se ha vuelto contra-ria a la vida; la moral es la perversin sistemtica dela fantasa, es la mala mirada para todas las cosas.Qu es la moral judaica, qu es la moral cristiana?Es el acaso que ha perdido su inocencia; es la des-ventura manchada con el concepto de pecado; es elbienestar considerado como peligro, como tenta-

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    cin; el malestar fisiolgico envenenado por el gu-sano del remordimiento...

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    El concepto de Dios, falsificado; el concepto demoral, falsificado; a este punto no se ci el sacer-dote judaico. No podemos utilizar toda la historiade Israel: echmosla lejos. As dijeron los sacerdo-tes.

    Estos sacerdotes realizaron aquel prodigio defalsificacin, del cual es prueba gran parte de la Bi-blia: transfirieron al campo religioso el pasado de supropio pueblo con un incomparable desprecio detoda tradicin, de toda realidad histrica; es decir,hicieron de aquel pasado un estpido mecanismo desalvacin, un mecanismo de culpa contra Javeh ydel consiguiente castigo, de devocin a Javeh y delconsiguiente premio. Experimentaramos una im-presin mucho ms dolorosa de este vergonzosoacto de falsificacin de la historia, si la interpreta-cin eclesistica de la historia, desde hace mileniosac, no nos hubiese hecho obtusos para las exigen-cias, de la probidad in historicis. Y los filsofos se-

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    cundaron a la Iglesia: la mentira del orden moral delmundo invadi todo el campo de la filosofa mo-derna. Qu significa orden moral del mundo? Quehay, de una vez para siempre, una voluntad de Diosrespecto de lo que el hombre debe hacer o dejar dehacer; que el valor de un pueblo, de un individuo, semide por el grado de obediencia prestada a la vo-luntad divina; que en los destinos de un pueblo, deun individuo, se muestra como dominante la vo-luntad de Dios, o sea como punitiva y remunerativa,segn el grado de obediencia. La realidad puesta enel lugar de esta miserable mentira, significa: una razaparasitaria de hombres que prospera nicamente aexpensas de todas las formas sanas de la vida, la ra-za del sacerdote, que abusa del nombre de Dios, quellama reino de Dios a un estado social en el que elsacerdote fija el valor de las cosas, que llama volun-tad de Dios a los medios con los cuales semejanteestado es conseguido o conservado; que, con froegosmo, mide los pueblos, los tiempos, los indivi-duos, por el hecho de que ayuden o contraren elpredominio de los sacerdotes. Obsrvese cmo tra-bajan los sacerdotes: en manos de los sacerdoteshebreos la gran poca de la historia de Israel seconvirti en una poca de decadencia; el destierro,

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    la larga desventura, se transform en un eterno cas-tigo por la gran poca, por una poca en que el sa-cerdote no era an nada. De las grandes figuras dela historia de Israel, de aquellas figuras, muy libres,hicieron, segn las necesidades, miserables hipcri-tas o socarrones o ateos, simplificaron la psicologade todo gran acontecimiento en la frmula idiota deobediencia o desobediencia a Dios. Un paso ms, lavoluntad de Dios (o sea las condiciones de conser-vacin del poder de los sacerdotes) debe ser cono-cida; a este fin es necesaria una gran falsificacinliteraria, es descubierta una Sagrada Escritura, espublicada bajo la pompa hiertica, con das de ex-piacin y lamentaciones sobre el largo pecado. Lavoluntad de Dios estaba fijada durante dilatadotiempo: la desgracia fue que el pueblo se alej deella... Ya Moiss haba recibido la revelacin de lavoluntad de Dios... Qu sucedi? El sacerdote ha-ba formulado, con rigor y pedantera, de una vezpara siempre, hasta los grandes y pequeos im-puestos que se deban pagar (sin olvidar los mejorestrozos de carne, porque el sacerdote es un gran de-vorador de bistec), lo que quiere tener, lo que esvoluntad de Dios... Desde entonces todas las cosasde la vida quedaban reglamentadas de modo que el

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    sacerdote era en todas partes indispensable; en to-das las vicisitudes naturales de la vida, en el naci-miento, en el matrimonio, en las enfermedades, enla muerte, para no hablar del sacrificio (de la Cena),aparece el santo parsito, para quitarles su carcternatural, o, segn su lenguaje, para santificarlas...

    Porque hay que comprender esto: toda costum-bre natural, toda institucin natural (Estado, tribu-nales, bodas, asistencia a los enfermos y a lospobres), toda exigencia inspirada por el instinto dela vida, en resumen, todo lo que tiene en s su valor,es, por el parasitismo del sacerdote (o del ordenmoral del mundo), privado sistemticamente de va-lor, opuesto a su valor: y luego es precisa una san-cin, es necesario un poder valorizador que niegueen aquellas cosas la naturaleza, y cree para ellas pre-cisamente un valor... El sacerdote desvalora, quitasantidad a la naturaleza: a este precio, en general,existe. La desobediencia de Dios, o sea al sacerdote,a la ley, recibe de ahora en adelante el nombre depecado: los medios para reconciliarnos con Diosson, como se ha convenido, medios por los que lasujecin al sacerdote es garantizada an profunda-mente: el sacerdote es el nico que puede salvar...

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    Desde el punto de vista psicolgico, en toda so-ciedad u organizacin sacerdotal los pecados se ha-cen indispensables: son los verdaderosmanipuladores del poder; el sacerdote vive de lospecados, tiene necesidad de que haya pecadores...Principio supremo: Dios perdona a los que hacenpenitencia; en otros trminos: Dios perdona aquien se somete al sacerdote.

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    En este terreno tan falso, en que toda la natura-leza, todo valor natural, toda realidad tena contra slos ms profundos instintos de la clase dominante,creci el cristianismo, forma de enemistad mortalhacia la realidad an no superada. El pueblo santo,que para todas las cosas slo conservaba valoressacerdotales y palabras sacerdotales, y, con una lgi-ca de argumentacin que puede inspirar terror, ha-ba separado de s como ejemplo, como mundo,como pecado, todo lo que de podero exista an enla tierra; este pueblo cre por instinto una ltimafrmula, lgica hasta la negacin de s misma: comocristiano, neg hasta la ltima forma de la realidad,

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    el pueblo santo, el pueblo de los elegidos, la mismarealidad hebrea. ste es un caso de primer orden: elpequeo mundo insurreccional que fue bautizadocon el nombre de Jess de Nazaret, es una vez msel instinto judaico, en otros trminos, el instinto delos sacerdotes que no soporta ya al sacerdote comorealidad; es la invencin de una forma de existenciaan ms abstracta, de una visin del mundo anms irreal que la que va unida la organizacin deuna Iglesia. El cristianismo niega a la Iglesia.

    Yo no s contra quin se diriga la insurreccinde la cual Jess fue considerado acertada o equivo-cadamente como autor, si no fue contra la Iglesiajudaica, dando a la Iglesia exactamente el sentido enque hoy tomamos esta palabra. Fue una insurreccincontra los buenos y los justos, contra los Santos deIsrael, contra la jerarqua de la sociedad, no contrala corrupcin de la sociedad, sino contra la casta, elprivilegio, el orden, la frmula; fue la incredulidaden los hombres superiores, un no dicho a todo loque era sacerdote y telogo. Pero la jerarqua quecon aquella insurreccin, aun cuando no fuera sinopor un momento, se puso en pleito, era la construc-cin lacustre en que el pueblo hebreo continuexistiendo sobre las aguas, la ltima posibilidad fati-

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    gosamente conseguida de sobrevivir, el residuo desu existencia poltica particular: un ataque contra ellaera un ataque contra el ms profundo instinto delpueblo, contra la ms tenaz voluntad de vivir de unpueblo que jams ha existido en la tierra.

    Este santo anrquico, que llam a la revueltacontra el orden dominante al bajo pueblo, a los r-probos y pecadores; a los chandala, en el seno deljudasmo, con un lenguaje, si hemos de dar fe a losEvangelios, que aun hoy conducira a un hombre ala Siberia, fue un delincuente poltico en la medidaen que los delincuentes polticos eran posibles enuna comunidad absurdamente impoltica. Esto lecondujo a la Cruz. Muri por su culpa; falta todomotivo para creer que muriera por culpa de otros,aunque esto se ha sostenido repetidamente.

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    Cosa completamente distinta es si tuvo en gene-ral conciencia de semejante contradiccin, o si nofue simplemente considerado como esta contradic-cin. Y justamente aqu toco yo el problema de lapsicologa del redentor.

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    Confieso que pocos libros leo con tanta dificul-tad como los Evangelios. Estas dificultades son di-ferentes de aquellas en cuya demostracin la doctacuriosidad del espritu alemn ha conseguido unode sus ms innegables triunfos. Es ya remoto eltiempo en que tambin yo, como todo joven docto,saboreaba, con la prudente lentitud de un fillogorefinado, la obra del incomparable Strauss. Teniaentonces veinte aos: hoy soy demasiado serio paraestas cosas. Qu me importan a m las contradic-ciones de la tradicin? Cmo se puede llamar tra-diciones a las leyendas genricas de santos? Lashistorias de santos son la literatura ms equvocaque existe: emplear con ellas mtodos cientficos, sino poseemos otros documentos, me parece cosacondenada a priori; es un simple pasatiempo deeruditos.

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    Lo que a m me importa es el tipo psicolgicodel redentor. ste podra estar contenido en losEvangelios a despecho de los Evangelios, porcuanto stos son mutilados o sobrecargados de ras-gos extraos: como el tipo de Francisco de Ass est

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    contenido en sus leyendas a despecho de sus leyen-das. No se trata de la verdad sobre aquello que l hahecho o dicho, sobre el modo como muri real-mente, sino del problema de si su tipo puede ser engeneral representado an, si es tradicional.

    Las tentativas que yo conozco de leer en losEvangelios hasta la historia de un alma, me parecenpruebas de una ligereza psicolgica abominable. Elseor Renan, este payaso in psicologicis, ha aporta-do para su explicacin del tipo de Jess las dosideas ms inadecuadas que a este propsito se pu-dieran imaginar: la idea de genio y la idea de hroe(heros). Pero si hay una idea poco evanglica, es laidea de hroe. Aqu se ha convertido en instintoprecisamente lo contrario de toda lucha, de todosentimiento de lucha: aqu, la incapacidad de resistirse hace moral (no resistir al mal es la ms profundapalabra del Evangelio, en cierto sentido es su clave),la beatitud est en la paz, en la dulzura del nimo, enla imposibilidad de ser enemigos. Qu significa labuena nueva? Significa que se ha hallado la verdade-ra vida, la vida eterna, no en una promesa, sino queya existe, est en nosotros; como un vivir en elamor, en el amor sin detraccin o exclusin, sindistancia. Cada uno de nosotros es hijo de Dios...;

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    Jess no pretende absolutamente nada por s solo;cada uno de nosotros es igual a otro como hijo deDios...

    Hacer de Jess un hroe!... Y qu error la pala-bra genio! Todo nuestro concepto, todo conceptode espritu propio de nuestra cultura carece de sen-tido en el mundo en que vive Jess. Para hablar conel rigor del fisilogo, aqu estara en su puesto otrapalabra... Nosotros conocemos un estado de mor-bosa excitabilidad del sentido del tacto, que retroce-de ante todo contacto, ante la idea de apresarcualquier objeto slido. Transportemos a su ltimalgica semejante habitus fisiolgico, como odio ins-tintivo de toda realidad, como una fuga a lo intangi-ble, a lo incomprensible, como repugnancia a todafrmula, a toda nocin de tiempo y de espacio, a to-do lo que es fijo, costumbre, institucin, Iglesia;como un habitar en un mundo no tocado de ningu-na especie de realidad, en un mundo simplementeinterior, verdadero, eterno... El reino de Dios esten vosotros...

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    El odio instintivo contra la realidad es conse-cuencia de una extrema incapacidad de sufrimientoy de irritacin, que no quiere ya ser en general toca-da, porque de todo contacto recibe una impresindemasiado profunda.

    La exclusin instintiva de todo lo que nos re-pugna, de toda enemistad, de todo lmite y distanciaen el sentimiento, es consecuencia de una extremaincapacidad de sufrimiento y de irritacin, quesiente ya como un dolor intolerable (o sea como no-civo, como desaconsejado por el instinto de con-servacin) toda resistencia, toda necesidad deresistir, y slo conoce la beatitud (el placer) en nooponerse ya a nada, ni al alma ni al bien, y con-siderar el amor como la nica, como la ltima posi-bilidad de vida.

    stas son las dos realidades fisiolgicas sobrelas cuales y de las cuales ha crecido la doctrina de laredencin. La llamo un sublime ulterior desarrollodel hedonismo sobre bases completamente morbo-sas. Contiguo a ste, si bien con fuerte adicin devitalidad y fuerza nerviosa griega, est el epicures-mo, la doctrina pagana de la redencin. Epicuro fue

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    un decadente tpico: yo fui el primero en recono-cerle como tal. El miedo al dolor, hasta de lo que enel dolor hay de infinitamente pequeo, no puedefundar otra cosa que una religin del amor.

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    Por anticipado he dado mi respuesta al proble-ma. Su premisa es sta: que el tipo del Redentor nosha sido transmitido de un modo completamentedesfigurado. Esta desfiguracin tiene en s muchaverosimilitud: semejante tipo no poda, por muchasrazones, subsistir puro, entero. El ambiente en quese movi esta extraa figura debi dejar huellas enl, y an ms la historia, la ndole de las primerascomunidades cristianas: esta ndole, reaccionandosobre el tipo, lo enriqueci con rasgos que se debeninterpretar como motivados por el proselitismo ycon fines de propaganda. Aquel mundo extrao yenfermizo en que nos introducen los Evangelios, unmundo que parece salido de una novela rusa, en quelos desechos de la sociedad, las enfermedades ner-viosas y un pueril idiotismo parecen darse cita, debeen todo caso haber formado el tipo ms grosero:

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    particularmente los primeros discpulos traducen ensu propia crudeza un ser ondulante constantementeentre smbolos y cosas incomprensibles, para podercomprender de ellos alguna cosa; para ellos, el tipono existi hasta que pudo ser adaptado a otras for-mas ms conocidas. El profeta, el Mesas, el futurojuez, el maestro de moral, el taumaturgo, Juan Bau-tista, fueron otras tantas ocasiones para hacer quevariase el tipo...

    Finalmente, no despreciemos lo que es propiode toda gran veneracin, especialmente de una ve-neracin sectaria; sta borra en la criatura veneradalos rasgos originales, a menudo penosamente extra-os, y las idiosincrasias: ni los ve siquiera. Habraque lamentar que un Dostoyevsky no hubiera vividocerca de este interesantsimo decadente, o sea unhombre que supiera sentir precisamente el encantoirresistible de semejante mezcla de sublimidad, deenfermedad y de puerilidad. Un ltimo punto devista: el tipo podra, en calidad de tipo de decaden-cia, haber sido efectivamente mltiple y contra-dictorio de modo particular: no se puede excluir to-talmente tal posibilidad. Sin embargo, todo nos in-duce a negarla: precisamente en este caso latradicin debera ser notablemente fiel y objetiva;

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    pero nosotros tenemos razn para admitir lo con-trario de esto. Entretanto es manifiesta una contra-diccin entre el predicador de la montaa, del lago yde los campos, cuya aparicin exige una especie deBuda sobre un terreno mucho menos indio, y aquelfantico del ataque, aquel enemigo mortal de lostelogos y de los sacerdotes, que la malignidad deRenan glorific como le grand maitre en ironie. Yomismo no dudo que una cantidad copiosa de bilis (yhasta de esprit) se haya vertido sobre el tipo delmaestro por el estado de nimo excitado de la pro-paganda cristiana: se conoce muy bien la falta de es-crpulos de todos los sectarios cuando hacen lapropia apologa partiendo de su maestro. Cuando laprimera comunidad necesit de un telogo judi-cante, litigante, furioso, malignamente sutil, contralos telogos, se cre su Dios segn sus necesidades:y sin ambages puso en su boca aquellos conceptostotalmente no evanglicos de que no poda prescin-dir, los del retorno, del juicio final, de toda clase deexpectaciones y promesas temporales...

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    Insisto que no admito que se introduzca el fa-ntico en el tipo del redentor: la palabra imprieux,de que se sirve Renan, ya basta por s sola paraanular el tipo. La buena nueva es precisamente sta,que ya no hay contradicciones; el reino de los cielospertenece a los nios; la fe que se hace sentir no esuna fe conquistada, existe, es desde el principio, es,por decirlo as, una puerilidad referida al campo es-piritual. El caso de la pubertad retrasada y no desa-rrollada, en el organismo, como lgica consecuenciade la degeneracin, es familiar por lo menos a losfisilogos.

    Semejante fe no se encoleriza, no censura, no sedefiende, no empua la espada, no sospecha siquie-ra en qu medida podra un da dividir a los hom-bres. No se demuestra ni con los milagros, ni conpremios, ni con promesas, y mucho menos con laescritura: ella misma es en todo momento su mila-gro, su premio, su demostracin, su reino de Dios.Esta fe no se formula siquiera, vive y se guarda delas frmulas. Ciertamente, el caso del ambiente, dela lengua, de la educacin, determina cierto crculode ideas: el cristianismo primitivo manipula nica-mente ideas semiticojudaicas (el comer y beber en laSanta Cena forma parte de tales ideas; de esta idea

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    abus malamente la Iglesia, como de todo lo ju-daico). Pero cuidmonos de ver en esto ms que unlenguaje figurado, una semitica, una ocasin decrear smbolos. Para este antirrealista el hecho deque ninguna palabra fuera tomada a la letra era lacondicin preliminar para poder hablar en general.Entre los indios se habra servido de las ideas deSankhyam, entre los chinos, de las de Laotse, sinencontrar diferencias entre stas. Con una cierta to-lerancia en la expresin, podramos decir de Jessque era un espritu libre, rechazaba todo lo dogm-tico: la letra mata, todo lo que es dogmtico mata. Elconcepto, la experiencia, la vida, como slo l la co-noce, se opone para l a toda especie de palabra, defrmula, de ley, de fe, de dogma. Slo habla de loms entraable: vida, o verdad, o luz son las pala-bras de que se sirve para indicar las cosas ms inti-mas; todo lo dems, toda la realidad, toda lanaturaleza, la lengua misma, slo tiene,para l elvalor de un signo, de un smbolo.

    En este punto no debemos engaarnos, porgrande que sea la seduccin que existe en el prejui-cio cristiano, o, mejor, eclesistico: semejante sim-bolista por excelencia est fuera de toda religin, detoda idea de culto, de toda historia, de toda ciencia

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    natural, de toda experiencia del mundo, de todaciencia, de toda poltica, de toda psicologa, de to-dos los libros y de todas las artes; su sabidura con-siste precisamente en que creer que existan cosas deeste gnero es pura locura. La cultura no le es cono-cida ni de odas, no tiene necesidad de luchar contraella, no la niega... Lo mismo se puede decir del Es-tado, de toda organizacin y de la sociedad burgue-sa, del trabajo, de la guerra; no tuvo nunca motivopara negar el mundo, ni siquiera sospech el con-cepto eclesistico del mundo...; precisamente lo queno puede hacer es negar.

    Tambin falta la dialctica, falta la idea de queuna fe, una verdad, puede ser demostrada con ar-gumentos (sus pruebas son luces internas, senti-mientos internos de placer y afirmaciones internasde s mismo, simples pruebas de Fuerza).

    Semejante doctrina no puede ni siquiera contra-decir; no comprende que haya otras doctrinas, quepueda haberlas: no sabe imaginar un criterioopuesto... Cuando lo encuentra se entristece, porntima compasin, de la ceguera- porque ve la luz-,pero no hace objeciones.

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    En toda la psicologa del Evangelio falta el con-cepto de culpa y castigo y asimismo el de recompen-sa. El pecado, cualquier relacin de distancia entreDios y el hombre, es abolido; precisamente sta esla buena nueva. La felicidad no es prometida, noest sujeta a condiciones, es la nica realidad; lodems son signos que sirven para hablar de ella...

    La consecuencia de tal estado de nimo se pro-yecta en una nueva prctica, en la verdadera prcticaevanglica. Lo que distingue al cristiano no es unafe: el cristiano obra, se distingue, por otro modo deobrar. Se distingue en que no ofrece resistencia, nicon sus palabras ni con su corazn, a quien le hacedao; no hace diferencia entre extranjero y conciu-dadano, entre hebreos y no hebreos (el prjimo esrealmente el compaero de fe, el hebreo); el que nose encoleriza contra nadie ni desprecia a nadie; elque no se deja ver en los tribunales ni reclama cosaalguna (no jurar); el que en ningn caso, ni siquieracuando est demostrada la infidelidad de la mujer,se separa de su mujer. Todo esto, en el fondo es unsolo principio, es consecuencia de un solo instinto.

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    La vida del redentor no fue otra cosa que estaprctica, su misma muerte no fue nada ms... No te-na ya necesidad de frmulas ni de ritos en sus rela-ciones para con Dios, ni siquiera de la oracin.Quiso prescindir de toda la doctrina judaica, de lapenitencia y de la reconciliacin: sabe que nica-mente la prctica de la vida es la que hace que elhombre se sienta divino, bienaventurado, evangli-co, en todo tiempo hijo de Dios. No penitencia, nola oracin para obtener el perdn son las vasque conducen a Dios: nicamente la prctica evan-glica conduce a Dios, ella es precisamente Dios!

    Lo que suprimi el evangelio fue el judasmo delas ideas de pecado, perdn de pecado, fe, salvacinmediante la fe; toda la doctrina eclesistica juda fuenegada en la buena nueva.

    El profundo instinto del modo como se debevivir para sentirse en el cielo, para sentirse eterno,mientras que con toda otra actitud no se siente unoen el cielo: sta nicamente es la realidad psicolgicade la redencin. Una nueva conducta, no una nuevafe...

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    Si yo entiendo algo de este gran simbolista, es elhecho de que tom como realidades, como verda-des, nicamente las realidades interiores, que com-prendi todo lo dems, todo lo que es natural: eltiempo, el espacio, la historia, como signos, comoocasiones para imgenes. La idea de hijo del hom-bre no es la de una persona concreta, pertenecientea la historia, algo de singular, de nico, sino un he-cho eterno, un smbolo psicolgico separado de lanocin de tiempo. Lo mismo puedo decir, y en elms alto sentido, del Dios de este simbolista tpico,del reino de Dios, del reino de los cielos, de la cua-lidad de hijos de Dios. Nada menos cristiano que lacrudeza de la Iglesia, que imagina un Dios comouna persona, un reino de Dios que viene, un reinode los cielos puesto ms all, un hijo de Dios que esla segunda persona de la trinidad. Todo esto es-perdneseme la expresin- un puetazo en los ojos(oh, y sobre que ojos!) del Evangelio: un cinismohistrico mundial en la irrisin del smbolo... Y, sinembargo, es evidente lo indicado con los signos depadre y de hijo (no es evidente para todos, lo ad-mito); con la palabra hijo se expresa la introduccin

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    en un sentimiento de transfiguracin de todas lascosas (la beatitud); con la palabra padre se expresaeste mismo sentimiento: el sentimiento de la eterni-dad y de la perfeccin. Me avergenzo de pensar loque la Iglesia ha hecho de este smbolo: No hapuesto en el umbral de la fe cristiana una historia deAnfitrin? Y no ha aadido un dogma de la inma-culada concepcin? Pero de este modo ha maculadola concepcin...

    El reino de los cielos es un estado del corazn,no una cosa que advierte en la tierra o despus de lamuerte. Todo el concepto de la muerte natural faltaen el Evangelio: la muerte no es un puente, un paso;falta porque es propia de un mundo completamentediverso, puramente aparente, til slo para fabricarsignos con que expresarnos. La hora de la muerteno es un concepto cristiano: la hora, el tiempo, lavida fsica y sus crisis no existen para el maestro dela buena nueva... El reino de Dios no es cosa espe-rada: no tiene un ayer ni un maana, no llegardentro de mil aos, es una esperanza de un corazn,est en todas partes y en ninguna...

  • E L A N T I C R I S T O

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    Este dulce mensajero muri como vivi, comoense, no para redimir a los hombres, sino paramostrar cmo se debe vivir. Lo que dej como le-gado a la humanidad es una prctica: su actitudfrente a los jueces, esbirros, acusadores y cualquierclase de calumnia y de escarnio, su actitud en lacruz. No resiste, no defiende su derecho, no da unpaso para alejar de si la ruda suerte, antes por elcontrario, la provoca... Y ruega,