Esta es la historia de un majestuoso Árbol de Ceiba, ubicado a orillas del Rio Kurinwas, en la Costa Caribe de Nicaragua. Su belleza era un embrujo para todo los viajeros, aún con sus emblemáticos años, después de soportar huracanes, inundaciones y sequias.

Cierto día un niño que navegaba por el rio en su pequeño Cayuco, escucho el llanto como el de una persona, embargado por la curiosidad se acerco al inmenso gladiador de donde provenia el llanto, pero no encontró a nadie, mas aún seguía escuchando aquel gemido desgarrador como quien agoniza y lucha por seguir viviendo.

Observo que de las cortezas de la Ceiba manaba sabia en abundancia como alguien que se desangra, las raíces del árbol estaban superficiales producto de la erosión, fue en ese preciso momento que comprendió que el Árbol de Ceiba estaba agonizando.

 

 

El estado de conciencia Interior y solidaridad por la vida , le dio el don de escuchar la voz de la Ceiba, que

le decía con voz apagada: fui un gladiador, la naturaleza no pudo destruirme porque de ella nací,

sabía que mi vida tendría un fin, pero no imagine que iba ser así, soporte machetazo, cortaduras de mis ramas, soporte munchas veces el fuego arrasador, pero ahora los de tu especie me han envenenado , que impotente me siento, al no poder huir como lo

hicieron mis amigos el zorrillo, el venado, las ardillas y las aves que jugueteaban en mis ramajes .

¿Por qué me pagan de esta manera? Si he dado bien por mal, si en vez de muerte he dado vida. Cuanto te envidio

tu criatura andante porque tengo vida, respiro , siento, duermo, me despierto

y alimento, pero no puedo moverme , para huir de mis inquisidores . Luche tantas

guerras, fortalecía mi robusto ramaje, con el vientos, y el

espíritu de la naturaleza, pero apenas llegaron algunos de tu especie todo cambio, decía el

árbol de Ceiba con vos apagada. Todos los míos han

sido destrozados como carroña, perdóname, no quiero hacerte sentir mal, quizás tú

no tienes la culpa

Solo te pido que les digas a los de tu especie que hablaste con un Árbol de Ceiba, para que sepan que en verdad

soy un ser viviente, que tengo derecho a la vida. Ya entre susurros dijo por ultima vez: Me muero, me muero, sálvame por favor, dichas

estas palabras el árbol expiro, con un gemido sonoro que aún vive

resonando en la conciencia de aquel niño

Aquella suplica le carcomió el corazón, todos sus sentidos lentamente se desvanecieron , se sintió tan impotente, porque

no pudo hacer nada para salvar la vida del árbol de Ceiba. Despues de aquel encuentro supernatural, la vida de aquel

niño no volvió a ser igual, y cada vez que cuenta esta historia, se le ve salir sentidas lagrimas de tristeza y dolor . Fin

Escribió Francisco López