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El arte de decir no Ante cualquier pregunta o solicitud, tan legítimo es decir sí como decir no. En cambio, el primero está mejor considerado, y muchas veces acabamos dando un sí cuando queremos decir no. ¿Por qué? ¿Tan difícil es ser fieles a nuestra idea o deseos? | Conviene ensayar respuestas para poder resistir la presión de los otros El jefe te encarga una tarea que no te compete y, además, diez minutos antes de que finalice tu jornada. ¡Hoy que habías quedado al salir del trabajo…! Pero en lugar de explicarle que no puedes, aceptas la tarea. Ayer fue tu madre quien te llamó diciendo que se pasaría a última hora por tu casa para enseñarte unas fotos y cenar contigo y, aunque tenías otros planes, quedaste con ella. Anteayer, un amigo te pidió un favor. Era el quinto en el mismo mes, pero volviste a decir que sí. Y el sábado fuiste incapaz de decir que no a tu pareja cuando te propuso salir a cenar y a bailar aunque lo que realmente deseabas era quedarte en casa leyendo. ¿Por qué anteponemos las necesidades y deseos de los otros a los nuestros? "Por miedo a ser rechazados", responde Anna Forés, profesora de la Universitat de Barcelona y coautora, con Eva Bach, del libro La asertividad (Plataforma). Y es que, aunque tengamos tanto derecho a responder sí como no, el sí está mucho más prestigiado. Desde pequeños nos plantean las preguntas esperando que digamos sí: ¿Hiciste lo que te mandé? ¿Quieres a la abuelita?; y nos transmiten que el no está mal considerado: "Tienes un no para todo", "Siempre dices no, eres un negativo". Todo ello va calando y uno acaba por considerar que hay que decir sí para complacer a los demás y que dar un no por respuesta es contrariarlos y provoca rechazo. Este convencimiento se intensifica en la adolescencia por ser una etapa donde la identidad está muy vinculada a la socialización, al grupo, y se va reafirmando de adultos, de manera que, con mucha frecuencia, cuando uno quiere decir no, acabe diciendo sí o que se sienta mal diciendo no. "Los humanos tenemos tendencia a la empatía, a sentir lo que sienten los demás, y la activación empática nos lleva a decir que sí, a no contrariar; y esa empatía es beneficiosa si enseñamos también dónde están sus límites, dónde comienza el abuso, dónde acaba la broma y empieza la burla, dónde está el límite del trabajo, dónde de la comida, dónde acaba el amor y empieza el maltrato…", comenta María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Universidad Complutense. "Con frecuencia es más fácil decir que sí porque un no implicaría entrar en conflicto con otra persona y, como son peticiones pequeñas, creemos que no vale la pena", justifica Juan Antonio Moriano, profesor de Psicología Social de la UNED. Y explica que esta situación se da con mucha frecuencia en las relaciones familiares, porque la familia se basa en la reciprocidad de favor por favor, y al no decir no te vas encadenando. Claro que también hay diferencias culturales, porque hay sociedades más individualistas que otras. "Hay culturas muy colectivistas, donde la persona está al servicio del grupo, como la árabe o la japonesa, y otras más individualistas donde la persona tiene más fuerza y está menos condicionada por las relaciones familiares", apunta Moriano. La asimetría entre el sí y el no en culturas como la japonesa se manifiesta incluso en el lenguaje, con un repertorio más amplio de afirmaciones que de negaciones. "No tenemos muchas expresiones para el no porque no queremos decir no directamente, preferimos utilizar otras maneras, por educación; si el jefe nos pregunta si nos podemos quedar más

El arte de decir no

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Te enseña a saber decir NO en situaciones INCÓMODAS

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El arte de decir no

Ante cualquier pregunta o solicitud, tan legítimo es decir sí como decir no. En cambio, el primero está

mejor considerado, y muchas veces acabamos dando un sí cuando queremos decir no. ¿Por qué?

¿Tan difícil es ser fieles a nuestra idea o deseos? | Conviene ensayar respuestas para poder resistir la

presión de los otros

El jefe te encarga una tarea que no te compete y, además, diez minutos antes de que finalice tu

jornada. ¡Hoy que habías quedado al salir del trabajo…! Pero en lugar de explicarle que no puedes,

aceptas la tarea. Ayer fue tu madre quien te llamó diciendo que se pasaría a última hora por tu casa

para enseñarte unas fotos y cenar contigo y, aunque tenías otros planes, quedaste con ella. Anteayer,

un amigo te pidió un favor. Era el quinto en el mismo mes, pero volviste a decir que sí. Y el sábado

fuiste incapaz de decir que no a tu pareja cuando te propuso salir a cenar y a bailar aunque lo que

realmente deseabas era quedarte en casa leyendo. ¿Por qué anteponemos las necesidades y deseos

de los otros a los nuestros?

"Por miedo a ser rechazados", responde Anna Forés, profesora de la Universitat de Barcelona y

coautora, con Eva Bach, del libro La asertividad (Plataforma). Y es que, aunque tengamos tanto

derecho a responder sí como no, el sí está mucho más prestigiado. Desde pequeños nos plantean las

preguntas esperando que digamos sí: ¿Hiciste lo que te mandé? ¿Quieres a la abuelita?; y nos

transmiten que el no está mal considerado: "Tienes un no para todo", "Siempre dices no, eres un

negativo". Todo ello va calando y uno acaba por considerar que hay que decir sí para complacer a los

demás y que dar un no por respuesta es contrariarlos y provoca rechazo. Este convencimiento se

intensifica en la adolescencia por ser una etapa donde la identidad está muy vinculada a la

socialización, al grupo, y se va reafirmando de adultos, de manera que, con mucha frecuencia, cuando

uno quiere decir no, acabe diciendo sí o que se sienta mal diciendo no.

"Los humanos tenemos tendencia a la empatía, a sentir lo que sienten los demás, y la activación

empática nos lleva a decir que sí, a no contrariar; y esa empatía es beneficiosa si enseñamos también

dónde están sus límites, dónde comienza el abuso, dónde acaba la broma y empieza la burla, dónde

está el límite del trabajo, dónde de la comida, dónde acaba el amor y empieza el maltrato…", comenta

María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Universidad Complutense. "Con frecuencia

es más fácil decir que sí porque un no implicaría entrar en conflicto con otra persona y, como son

peticiones pequeñas, creemos que no vale la pena", justifica Juan Antonio Moriano, profesor de

Psicología Social de la UNED. Y explica que esta situación se da con mucha frecuencia en las

relaciones familiares, porque la familia se basa en la reciprocidad de favor por favor, y al no decir no te

vas encadenando.

Claro que también hay diferencias culturales, porque hay sociedades más individualistas que otras.

"Hay culturas muy colectivistas, donde la persona está al servicio del grupo, como la árabe o la

japonesa, y otras más individualistas donde la persona tiene más fuerza y está menos condicionada

por las relaciones familiares", apunta Moriano. La asimetría entre el sí y el no en culturas como la

japonesa se manifiesta incluso en el lenguaje, con un repertorio más amplio de afirmaciones que de

negaciones. "No tenemos muchas expresiones para el no porque no queremos decir no directamente,

preferimos utilizar otras maneras, por educación; si el jefe nos pregunta si nos podemos quedar más

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tiempo en la oficina, nunca diremos que no, lo que explicaremos es que a determinada hora tenemos

que estar en otro sitio", explica la nipona Mikiko Tokumatsu, del departamento de Cultura y

Exposiciones de Casa Àsia en Barcelona.

Pero también dentro de una misma sociedad hay personas a las que les cuesta más que a otras dar

un no por respuesta por miedo a herir al otro, aunque ello suponga hacerse daño a sí mismos.

Depende de las habilidades sociales y competencias emocionales de cada uno, especialmente de su

grado de asertividad, que es la habilidad para expresar nuestros pensamientos, sentimientos y

creencias sin sentirnos culpables y respetando la opinión de los otros. Los psicólogos contraponen a

las personas asertivas a las agresivas (las que van exigiendo que las digan que sí) y las pasivas

(siempre anteponen los deseos de los otros). Juan Antonio Moriano lo explica con un ejemplo muy

gráfico: "Imagina que entras en un bar y pides una Fanta de naranja pero el camarero te la trae de

limón; si eres una persona pasiva te la tomarás sin decir nada; si eres agresiva, le dirás: ´Eres un inútil,

mira lo que me has traído´; y si eres asertivo, le comentarás que ha habido un error, sin discutir si tuyo

o suyo, y le preguntarás si por favor te puede cambiar el refresco; es decir, defenderás tus derechos

sin agredir al otro".

¿Y cómo aprendemos a ser asertivos? "Lo primero es tener claro que tienes ese derecho a decir no, a

expresar tus pensamientos; eso significa tener una buena autoestima y consideración hacia ti mismo",

indica Anna Forés. Con frecuencia tememos que si priorizamos nuestras necesidades, opiniones y

deseos seremos tachados de egoístas, pero decir no cuando lo consideramos justo es una

manifestación de responsabilidad, de autoestima y de madurez. Hay cierto consenso en que cuanto

más claros tengamos los límites y los valores éticos, tanto propios como ajenos, más fácil nos será

decir que no y ejercitar nuestra asertividad. Además, esta es una capacidad ligada al crecimiento

cognitivo, al pensamiento secuencial, a la habilidad para buscar alternativas, y puede entrenarse,

según explica Joaquim Cabra, psicopedagogo y coautor de diversos programas destinados a trabajar

la asertividad y fomentar las habilidades socioemocionales desde el ámbito escolar.

A decir no, por tanto, se aprende entrenándose, ensayando respuestas y técnicas para salir de

diferentes situaciones que puedan plantearnos. Los especialistas trabajan con películas, con libros,

pero, sobre todo, con los llamados juegos de rol, el ponerse en situación y reflexionar sobre cómo

actuaríamos en determinadas circunstancias. Con frecuencia estos entrenamientos, sobre todo en el

ámbito escolar, se relacionan con situaciones de riesgo, como método de prevención del consumo de

drogas, de la violencia escolar o de género, del abuso de menores… Pero las estrategias que se

enseñan y practican son válidas para resolver otras situaciones cotidianas en las que hemos de

defender nuestras posiciones y queremos hacerlo con el menor coste emocional posible.

Las opciones son diversas, tanto en complejidad como en finalidad, y cada uno debe elegir la que

mejor se adapte a su forma de ser y a las circunstancias concretas. La estrategia más sencilla para

decir no y defender nuestra postura es, sin duda, la del disco rayado: negarse a algo y repetir nuestro

argumento tantas veces como insista la otra persona, sin alterarnos. Claro que quizá no sea la mejor

estrategia si no queremos dañar una relación, porque se corre el riesgo de resultar antipático. Por el

contrario, la negociación integradora, el yo gano tú ganas, resultará muy adecuada para resolver

conflictos sin rupturas, pero es mucho más compleja y tampoco vale para todas las situaciones. Entre

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una y otra hay toda una batería de técnicas que van desde recurrir al humor, hasta invertir los papeles,

dar una excusa o proponer alternativas, entre otras (véase información de apoyo).

María José Díaz-Aguado enfatiza que tan importante como aprender e interiorizar estas técnicas para

decir no es saber cuándo hay decirlo, cuándo utilizarlas, porque tampoco se trata de resistirse a la

opinión de los demás por sistema. "Hay que entrenarse para saber tomar decisiones inteligentes, y eso

tiene que ver con la ética: uno ha de decir no y resistir la presión cuando dos valores entran en

conflicto y hay uno claramente superior, en el que se cree", explica. Y pone como ejemplo la

confrontación entre la amistad y la salud, y la supremacía de esta última, para decir no al amigo que te

ofrece drogas, o entre el amor y la dignidad para rechazar a la pareja que te coacciona. "Si entiendes

por qué has de decir no, el valor que está amenazado, encuentras cómo decirlo", justifica Díaz-

Aguado, que ha desarrollado numerosos programas de entrenamiento en estas habilidades desde la

Unidad de Psicología Preventiva de la Complutense.

Joaquim Cabra relativiza el éxito de los entrenamientos en asertividad "con supuestos prefabricados",

porque cuando se presentan las situaciones concretas, reales, hay factores emocionales que nos

condicionan. "En las situaciones que proponemos a los alumnos siempre dan la respuesta esperada,

pero cuando luego se plantea la cuestión en el patio o en la calle, no; ensayamos para decir no a una

pareja que nos proponga relaciones sexuales sin protección y todo el mundo lo ve muy claro, pero

llegado el momento, acceden a esas relaciones porque interviene el factor emocional, el miedo al

rechazo, a ser abandonado", ejemplifica.

Por ello los expertos aconsejan entrenar nuestra asertividad con casos lo más reales posibles y

ponernos en situación también en lo que se refiere a cómo nos vamos a sentir y a las consecuencias

de nuestra negativa. "Tampoco tenemos que ser asertivos al 100% y decir siempre lo que nos molesta;

hay que valorar las circunstancias y tomar conciencia de las consecuencias de nuestras acciones; no

es lo mismo decir que no a la pareja o a los hijos que en el trabajo; ni pedir a alguien que no fume si

ambos estáis de paso en un comercio que si vais a compartir horas de viaje", comenta Anna Forés.

Por otra parte, tampoco hace falta ser siempre tajante ni desagradable al decir que no; se puede ser

diplomático, pero sin dejar lugar a dudas sobre nuestra negativa ni entrar a justificar nuestras

decisiones, porque eso sería tanto como sentirnos culpables por ellas.

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En muchas ocasiones, un NO, es la forma de manifestar nuestro criterio y defender nuestra postura.

Cuando queremos decir NO, y lo decimos sin sentir culpa, ganamos en seguridad y autoestima.

Tenemos que ser capaces de decir NO de manera clara e inequívoca, pero procurando que el otro no

se sienta ofendido.

A la hora de decir NO iremos a grano. Podremos dar razones, pero nunca, excusas ni justificaciones.

Existen diversas técnicas para decir NO, pero una de las más eficaces cuando el otro se pone muy

insistente es la Técnica del disco rayado:

Consiste en repetir un pequeño argumento y el NO, una y otra vez, manteniendo la calma en todo

momento.

No entraremos en discusiones, ni haremos caso a las provocaciones que nos puedan hacer. Tampoco

daremos más razones ni justificaciones.

Insistiremos en repetir nuestro argumento y el NO, una y otra vez, hasta que la otra persona quede

convencida o, por lo menos, se dé cuenta de que no va a conseguir nada con su insistencia.

Por ejemplo, si nuestra hija nos pide un móvil de manera insistente podremos decirle: “Hemos decidido

que es pronto para que tengas móvil y no te lo vamos a comprar”.

Y si sigue insistiendo, repetirlo un y otra vez, manteniendo la calma, y sin entrar a dar más razones ni

justificaciones.

Este mensaje verbal, para ser efectivo, tiene que ir acompañado de un lenguaje no verbal que

transmita seguridad y contundencia sin llegar a ser agresivo. Que diga algo así como:”Por mucho que

insistas no voy a cambiar de opinión, esta es mi última palabra.”

No podemos olvidar que el peor NO es el que no hemos sido capaces de decir por miedo, culpa o

indecisión, es el que se queda dentro de nosotros mermando nuestra autoestima y haciendo que

acumulemos rencor y resentimiento.

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La Asertividad. Técnicas para decir "no"

Por: Angel Antonio Marcuello García Jefe del Gabinete de Psicología de la Escuela de Especialidades Antonio de Escaño (Ferrol-La Coruña)

1. INTRODUCCIÓN

Presión de grupo y consumo de drogas

La presión ejercida por el grupo de iguales es uno de los factores que más se asocian al inicio del consumo

de drogas, así como a las situaciones de abuso.

Sin embargo, antes de empezar a hablar sobre las estrategias a seguir, si queremos aumentar la resistencia

a la presión de grupo, hay que puntualizar algunas cosas.

Uno de los elementos que todas las investigaciones señalan como relevante en el inicio del consumo de

drogas, es la presión ejercida por el grupo de iguales. En esta edad el grupo de amigos y amigas se

convierte en un aspecto fundamental para el adolescente. El adolescente es especialmente vulnerable ante

la presión del grupo de iguales pues necesita sentirse partícipe de él, compartir los rasgos que lo definen,

tener un papel que desempeñar en el mismo, sentirse valorado por sus amigos, etc.

La presión del grupo se manifiesta de diferentes formas. Algunas veces la presión del grupo puede ser

negativa o perjudicial. Es el caso, por ejemplo, de la presión para hacer cosas perjudiciales o poco

inteligentes, como beber alcohol, fumar, violar la ley o destrozar cosas. El actuar así supone ser aceptado

por los miembros del grupo y ganarse el aprecio de sus amigos. El no hacerlo puede entrañar el riesgo de

ser expulsado del grupo. Son muchas las estrategias que utilizamos las personas para intentar convencer a

otros de que hagan lo que deseamos. A continuación te presentamos algunas de las más habituales. Es

importante que el individuo las conozca ya que así le será más fácil darse cuenta cuando le estén intentando

convencer.

Estrategia Ejemplo

Ridiculizar “Eres un gallina” “No insistáis más, lo que pasa es que es un niñato”

Retar “A que no te atreves” “No eres capaz”

Adular, hacer la “pelota” “Con lo inteligente que eres, no te costaría nada”

Amenazar “Como no lo hagas, dejaremos de ser tus amigos”

Prometer recompensas “Si lo haces, te daré lo que quieras”

Insistir “Venga, ven con nosotros. Di que sí. Venga. Vamos, anímate. Vente....”

Engañar “Yo ya lo he hecho antes y no pasa nada”

Sin embargo, la presión de grupo no siempre es negativa. No siempre que nos intentan persuadir es para

hacer algo malo; a veces los otros pueden tener razón, por lo que la forma adecuada de responder a la

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persuasión no es negarse sistemáticamente a hacer lo que nos piden. El adolescente debe aprender cuándo

es conveniente que se resista a la presión de sus iguales y cuándo no es necesario. Primero se debería

escuchar lo que nos piden, compararlo con lo que nosotros deseamos y después tomar la decisión por uno

mismo, escogiendo lo más conveniente. De esta manera, evitaremos por tanto, las respuestas impulsivas o

casi inconscientes.

Pasos para responder a los intentos persuasivos:

1. Escuchar lo que la otra persona nos dice.

2. Comparar lo que deseamos hacer nosotros con lo que quiere la otra persona.

3. Decidir por nosotros mismos lo que debemos hacer.

4. Comunicar nuestra decisión. Si decidimos no hacer lo que nos piden debemos rechazar la

propuesta de forma clara y sencilla. Para ello, es importante poseer la habilidad para decir “no” e

imponer unos límites a las actuaciones de los demás si es necesario.

Según se ha demostrado, aprender a decir NO es parte de un proceso a través del cual adolescentes y

jóvenes pueden resistirse a la presión negativa de los compañeros. Y eso se puede aprender.

2. EL COMPORTAMIENTO ASERTIVO

Cuando vayamos a decir que “No” a alguien, debemos ser capaces de defender nuestros propios derechos

al mismo tiempo que respetar que los demás puedan tener opiniones distintas de las nuestras. Para

aprender a decir NO es necesario aprender primero a comportarse asertivamente.

La asertividad es un comportamiento verbal (lo que se dice) y no verbal (como se dice), que defiende

nuestros derechos personales al mismo tiempo que se respetan los derechos de los demás.

Así, una persona se comporta asertivamente cuando:

Conoce cuáles son sus derechos e intereses personales.

Los defiende mediante una serie de habilidades de conducta.

Estas habilidades le permiten ser objetivo y respetuoso consigo mismo y con los demás.

Los comportamientos no asertivos pueden ser de dos tipos: agresivos y pasivos. Veamos las diferencias

entre los tres:

Conducta pasiva

No se expresan los sentimientos y pensamientos, o se expresan de manera ineficaz, negativa e inadecuada

(excusas, sin confianza, con temor...). Sólo tiene en cuenta los derechos de los demás.

Conducta agresiva

Se expresan sentimientos, ideas y pensamientos, pero sin respetar a los demás, emitiendo normalmente

conductas agresivas directas (insultos, agresión física) o indirectas (comentarios o bromas sarcásticas,

ridiculizaciones). Sólo tiene en cuenta sus propios derechos.

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Conducta asertiva

Se expresan directamente sentimientos, ideas, opiniones, derechos, etc., sin amenazar, castigar o manipular

a otros. Respeta los derechos propios y los de los demás.

Características del estilo de respuesta pasiva, adecuada (asertiva) y agresiva:

PASIVA ASERTIVA AGRESIVA

Frases genéricas

No se dice nada o se utilizan

expresiones indirectas.

“Quizás…”, “No tiene

importancia pero…”

Frases en primera persona

Expresión de preferencias y

Ruegos

“Pienso”, “Siento”,

“Me gustaría”

Frases en segunda persona

Acusaciones, críticas y

Exigencias

“Deja de …”, Harías mejor

en…”. “Ten cuidado”

Tono de voz bajo. Discurso dubitativo y vacilante.

Tono de voz firme y audible Discurso calmado

Tono de voz elevado Discurso rápido y atropellado

Contacto visual mínimo Postura corporal hundida

Contacto visual. Postura corporal firme pero relajada.

Mirada fija y agresiva Postura tensa

3. LOS DERECHOS ASERTIVOS BÁSICOS

Quien desee decir NO a las drogas debe partir del reconocimiento de estos dere¬chos asertivos básicos:

1. Derecho a ser tratado por los demás con respeto y dignidad.

2. Derecho a poder expresar libremente nuestros sentimientos y opiniones.

3. Derecho a tomar nuestras propias decisiones, aún a riesgo de equivocarnos.

4. Derecho a satisfacer nuestras propias necesidades siempre y cuando con ello no perjudiquemos a

los demás.

5. El derecho a cambiar.

6. El derecho a cometer errores.

7. El derecho a gozar y a disfrutar.

8. El derecho a ser independiente.

9. Derecho a decir “NO” sin sentirse por ello culpable o egoísta.

10. El derecho a pedir lo que quiero, dándome cuenta que también los demás tienen derecho a decir

“NO”.

4. TÉCNICAS ASERTIVAS PARA DECIR “NO”

Cuando una persona ha tomado la decisión de no consumir, es importante que posea la habilidad para

comunicar a los demás este hecho e imponer unos límites a las actuaciones de los demás si es necesario.

Para ello hay que:

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Buscar el momento y el lugar apropiados.

Utilizar expresiones verbales correctas: expresión directa, sin rodeos; mensajes “yo”, breve y claro,

utilizar modismos del tipo: “lo siento, pero no voy a tomarlo”, “te importaría dejar de meterte

conmigo”.

Utilizar expresión no verbal, lenguaje corporal asertivo (tono de voz firme y tranquilo, contacto ocular,

distancia cercana al interlocutor). Se trata de decirlo de forma amable, respetuosa y positiva, sin ser

autoritario.

A continuación vamos a conocer algunos procedimientos que nos ayudaran a comunicar a los demás de una

forma asertiva nuestra decisión de “No” consumir.

- “Sencillamente di no”

Consiste sencillamente en decir “No” ante cualquier petición que no nos agrade, para que nadie nos

manipule. La palabra “sencillamente” se refiere a que no hace falta darle muchas vueltas para decir ciertas

cosas, ya que basta con un NO. No hay que poner morros y enfadarse con el grupo.

¿Cómo hacerlo?

Decir que NO: un no sencillo y rotundo.

Si la otra persona insiste en su petición, continuar diciendo una y otra vez que No empleando nuevas

formulas: No, que va, Ni hablar, De eso nada, Que no, etc.

Ejemplo:

· “Toma, prueba ésto con nosotros”

NO

· “¡Venga, pruébalo!

“NO gracias”

· “ ¡Pero si lo vamos a pasar guay!”

“Lo siento. NO me interesa....”

· “ ¡ Venga no seas borde!”

“Perdona, pero ya sabes que NO”

· “Todo el mundo las toma, ¡venga pruébalo!”

“No, no me líes, he dicho que NO”

· “Pero si no pasa nada, ¡anímate!

“Muy bien, pero NO quiero....”

· “ ¿Es que nos vas a dejar a todos colgaos?”

“Lees mis labios. NO”

- “Disco rayado”

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Consiste en la repetición de las palabras que expresan nuestros deseos, pensamientos, etc., sin enojarnos ni

levantar la voz y sin hacer caso de las presionen o intentos de desviación por parte de la otra persona. Es

como si tuviera grabada la respuesta automática, y ¡no hay nada que hacer! ya que suscita en el otro la

resig¬nación que, ante una máquina, no vale la pena insistir pues repetirá lo grabado cuan¬tas veces sea

necesario y sin atender a nuevos mensajes.

¿Cómo hacerlo?

· Repetir la frase que exprese nuestro deseo sobre un aspecto concreto, aunque no aporte demasiadas

explicaciones.

· Repetirla una y otra vez, siempre de forma serena, ante las intervenciones de la otra persona.

Ejemplo:

· “Toma, prueba ésto con nosotros”

“Lo siento. NO me interesa....”

· “¡Venga, pruébalo!

“Lo siento. NO me interesa....”

· “ ¡Pero si lo vamos a pasar chévere!”

“Lo siento. NO me interesa....”

· “ ¡Venga no seas Down!”

“Lo siento. NO me interesa....”

· “Todo el mundo las toma, ¡venga pruébalo!”

“Lo siento. NO me interesa....”

· “Pero si no pasa nada, ¡anímate!

“Lo siento. NO me interesa....”

· “ ¿Es que nos vas a dejar a todos colgaos?”

“Lo siento. NO me interesa....”

- “Ofrecer alternativas”

Consiste en proponer algo positivo, que guste a la gente. Aunque a veces el presentar una alternativa se

parece mucho a “cambiar de tema”, el ofrecer algo positivo que guste a la gente supone una cierta riqueza

de ofertas y un cierto poder de arrastre.

¿Cómo hacerlo?

- Buscar algo atractivo y proponerlo con entusiasmo.

- Insistir sin decaer ante la posible reacción negativa de los demás.

- Buscarse el apoyo de alguien dispuesto a seguir lo propuesto.

Ejemplo:

“Toma prueba ésto con nosotros”

“Que os parece si mejor hacemos una apuesta a ver quien aguanta más bailando”

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- “Para ti - Para mí”

Es una técnica que se emplea cuando al manifestar nuestra negativa, podemos ser objeto de presiones,

agresiones verbales o críticas injustas para intentar manipularnos. Cuando la empleamos conseguimos dos

cosas: no enfadarnos cuando otros/as nos critican, y que no se salgan con la suya.

¿Cómo hacerlo?

Partimos de una situación en la que otra persona nos hace una petición que no queremos aceptar. Por

ejemplo: Un amigo nos ofrece una pastilla de éxtasis y le manifestamos nuestro deseo de no consumir.

· Paso previo: EXPLICACIÓN + DECISIÓN.

"No me apetece tomarla, gracias"

Ante cualquier insulto o crítica injusta que nos dirija el otro, por ejemplo: "eres un cobarde, no te atreves..." :

· Primer paso: PARA TI + (Repetir lo que dijo la persona que critica): "Para ti seré un cobarde".

· Segundo paso: PARA MÍ + (Decir algo positivo de uno/a mismo/a): "Pero para mí soy una persona que

sabe divertirse." Repetir el proceso el tiempo que sea necesario.

- “Banco de niebla”

Es una técnica que se emplea cuando al manifestar nuestra negativa, podemos ser objeto de presiones,

agresiones verbales o críticas injustas para intentar manipularnos. Consiste en reconocer la razón o posible

razón que pueda tener la otra persona, pero expresando la decisión de no cambiar nuestra conducta. Es huir

del riesgo, sin atacar demasiado al que te dice u ofrece algo. De algún modo, se trata de no entrar en

discusión.

¿Cómo hacerlo?

· No entrar en discusión sobre las razones parciales, que incluso pueden ser acep¬tables.

· Dar la razón a la otra persona: reconocer cualquier verdad contenida en sus declaraciones cuando nos

propone algo que no nos parece conveniente, pero sin aceptar lo que propone.

· Dar la razón y la posibilidad (sólo la posibilidad) de que las cosas pueden ser como se nos presentan.

Utilizar expresiones, tales como: “Es posible que...”, “Puede ser que...”.

· Después de reflejar o parafrasear lo que acaba de decir la otra persona, podemos añadir a continuación

una frase que exprese nuestro deseo de no consumir: “pero lo siento, no puedo hacer eso”, “...pero no

gracias”, “...pero prefiero no tomarlo”.

Ejemplo:

· “ ¡Pero si lo vamos a pasar bien!”

“Puede ser que lleves razón, pero prefiero no tomarlo”

· “ ¡ Venga no seas Down!”

Si, puede ser que yo sea un borde, pero no lo tomaré”

· “Todo el mundo las toma, ¡venga pruébalo!”

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Es posible que todo el mundo las tome, pero yo no”

· “Pero si no pasa nada, ¡anímate!

"Es posible que tengas razón y no pase nada, pero no gracias"

· “ ¿Es que nos vas a dejar a todos colgaos?”

“Puede que tengas razón, pero no me apetece”

- RECOMENDACIONES PARA “DECIR NO SIN PERDER AMIGOS”:

1. Ante cualquier petición que no nos agrade, relacionada con el consumo de drogas, decir que NO:

un No claro, firme y sin excusas.

2. Repetirlo las veces que sean necesarias (emplear nuevas fórmulas de “decir NO” o utilizar el “disco

rayado”):

· “¡Venga, pruébalo!

“NO gracias”

· “ ¡ Venga no seas Down!”

“Perdona, pero ya sabes que NO”

· “Pero si no pasa nada, ¡anímate!

“Muy bien, pero NO quiero....”

· “ ¡Pero si lo vamos a pasar chévere!”

“Lo siento. NO me interesa...”

· “ ¿Es que nos vas a dejar a todos colgaos?”

“Lo siento. NO me interesa...”

· “¡Venga tío, enróllate!”

“Lo siento. NO me interesa...”

3. Si es posible, proponer otras alternativas.

· “Toma prueba ésto con nosotros”

“Que os parece si mejor hacemos una apuesta a ver quien aguanta más bailando”

4. Si al manifestar nuestra negativa, la persona que nos intenta convencer, utiliza la agresión verbal y la

crítica injusta para intentar manipularnos, podemos utilizar la técnica “Para ti / Para mí” o la técnica “Banco

de niebla”:

· “Creo que eres un egoísta”

“Puede que tengas razón y a veces me comporte egoístamente” (banco de niebla).

“Para ti seré un egoísta, pero para mi soy una persona que sabe divertirse” (Para ti/para mí)).

5. Si nos insisten intentando obligarnos, dejar de dar respuestas, marcharnos.

BIBILIOGRAFIA:

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