El arte de esgrimir el palo.pdf

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    X.

    ^^ ^RTE ^s-1)1

    ES&MMIR EL PALO , POR

    LIBORIO NDRELL Y EDUART,

    V I T O R I A

    IMPRENTA DE LA VIUDA HIJOS DE ITURBE.

    1881.

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    A R T E DE E S G R I M I I ^ E L PALO.

  • J s L m ^ S D E

    vf SGRiMIR EL f^ALO

    POR

    LIBORIO VENDRELL Y EDUART.

    VITORIA:

    ESTABLECIMIENTO TIPOGRFICO DE LA VIUDA HIJOS DE ITURBE.

    1881.

  • Es propiedad del autor.

    VL quk.\s^

  • cLfiieo- rut.nee6a, cCmelit.

    A. M R . "LIONEL DE BRAUCIES CORONEL DE INGENIEROS

    tl^emours.

    Mi qmrido Lionel: Hace muchos aos te debo un recuerdo de gratitud.

    Cuando emborrone' la primera cuartilla de mi Viaje Cmico tens dedicrtelo; despus vari' de opinin. Se me resista traer la memoria tuya escenas y ncontecimientos que sin duda pre-tendes olvidar para siempre.

    Antibes, Montpellier, constituyen un poema cuyos primeros terso$ los debo tu iniciativa: son el explndido ayer: valor, no-bleza, juventud, generosidad, hermosura, miseria; todo en ado-rable consorcio.

    No olvides, no; desobedece la sentencia que impone el tiempo: que no sienta tu corazn el fri de la edad.

    Terminado mi nuevo libro me acuerdo de ti y lo pongo bajo la gida de tu nombre; defindele tan bien como sabes hacerlo, qus falta le hace, pues vale tan poco que casi casi me atrevo ase-gwar no vale nada y laus tibi Ghristi.

    Cierro la carta con estas tres palabras porque acabo de decirte el evangelio.

    Adis, mi queido Lionel; un abrazo y el perdurable afecto de tu siempre carioso amigo

    T!!I8ORIO ~VENDRELL,

    Vitoria 24 de Octubre de 1880.

  • wf^^

    O c (!Sgrinie el palo en la provincia de Santander y niontafias de Len, en el principado de Asturias y i'u algunas comarcas de Galicia.

    En Francia en Auvernia y en el Franco-Condado. En Portugal en la Beira alta y baja. Y esta arma natural, esta defensa no penada [)or las leyes,

    apart do las gentes esclusivaniente dedicadas su manejo, hay pocos que la conozcan.

    Se d un palo, se pega con l y resulta un golpe primiti-''" y por consiguiente desprovisto en absoluto del inteligente razonamiento del arte; porque la cuestin capital es pegar: pegar l)ien y quedar cubierto para no recibir.

    De otro modo no merece la pena de molestarse. Y su juego es til cuando est bien combinado, cuando el

    ({ue lo ejecuta es diestro, cuando se ofende quedando salvo de un f/olpe del contrario.

    Las reglas son precisas y en esta esgrima, como en tantas otras, la posicin general del cuerjfo auxilia y contribuye al xito que se desea alcanzar.

  • 8 Se sal)e y es aioiiitico (jue de dos liradnres en iguales

    condiciones de fuerza, destre/.a. agilidad y valor, pierde el (ju(! primero se di!scuida, y este objeto conviene estudiar practicando,, nico medio de encontrar la incgnita de la ecuacin pro()uesta: porjue el que aprende debe prescindir siempre d(! la esfinge de las dificultades insuperables; dificultades de gran magnitud cuando no se conoce el asunto, cuando se ww sal)er algo y so desconoce todo, cuando el (iiitor propio donuna la inteligencia, cuando la (piijotesca satisfaccin de la ignorancia pone de relieve las dotes del individuo.

    l'ues bien: antes de levantar el pendn donde grabado en letras de gran talla figure el noin possumus tx-atando de jus-lifica' la imposibilidad de conseguir resultado satisfactorio, estudiemos, trabajemos con arte, seguros no hay nada ([ue resista la firme voluntad y la inteligencia del hombre.

  • i^=Ms=!M

    INTRODUCCIN. Que el carcter es hijo del temperamento no ailmitt duda. (Jue el hond)re, en la mayora d( los casos, y en el pi'inu'r

    instante se deja llevar impulsado por esa corrii'ute de san-gre que agolpndose al corazn ciega y enloquece. lam[)oco: obra maquinal y frecuentemente sin darse cuenla de sus actos acometiemo empresas de violcMita solucin su|>eriores sus fuerzas.

    Ya en el palenque, el salt atrs es m|>osil)le y sujeto por la dignidad sufre las consecuencias de la inleinpeancia de su osiula.

    Falto de liabilidad aparece luego envuelto en el ridculo de la ^ergonzosa derrota.

    La unidad armiiuica indispensable (ue d(!l)c existir eiiln' el genio y las circunstancias del individuo detei'minan la accin.

    1*01' i'so aprender conocerse.

    i MADIMO

  • f RIMERA r ARTE. 1.

    NOCIONES PRELIMINARES.

    Campea al frente de lodo libro un ideal ms (> menos realizable.

    Nosotros buscamos el resultado prctico y llenamos al lector (i al discpulo al terreno en que ha de colocarse.

    Dicen: un palo al fin no es ms que un palo: cierto (|U(! puede romper un hueso: pero es una contingencia como otra cualquiera.

    Ante conformidad semejante im hay argumentacin posible; pero afortunadamente la generalidad de los hombres aprecian la cuestin de diferente manera y el estoicismo y la calma imperturbable tienen su lmite; prudente es pues conocer el modo de servirse de l para dar y no recibir ijue es el problema, cuya solucin demostramos.

  • Facilidad [lara niovcrse, (irme/a, tnucho aplomo, fuerza, serenidad y buen (,'olje de vista, son dotes indispensables que deluMi adornar al tivaditr.

    Sal)eni

  • Vi longitud por dos centmetros de dimetro y [tuede ser de ace-bo,, ascario de coraEon de encina con ^eta derecha: perfec-tamente liso, sin agujeros ni correa para sujetarlo.-

    El palo cuando se maneja bien difcilmente se va de la mano.

    La esgrima del palo tiene tambin su es[)Ocialidad y es que puede manejarse con ambas manos multiplicando su efecto y pasando de una otra con fticilidad suma, sin qui! i)or eso se descomponga el juego, ni pierda tiempo y este sistema tiene la ventaja de evitar padezca la mano al verificar las pa-radm, pues como es un arma desprovista de guarnicin y to-do gnero de defensa, esgrinituloio con una sola, el palo del enemigo correra sobre el nuestro viniendo morir el (/olpe en la mano que est descubierta, principalmente en las para-Itis que protejen la primera regin del cuerpo.

    En los tiempos y toda clase de ataque, cuando so encuen-tre el palo del advci-sario, los golpes sern firine.s, secos pro-curando que al chocar no resbale, lo que se consigue por me-dio de la flexin de mueca y la presin ejercida poj' los de-dos ndice y pulgar que lo sujetan dndole direccin.

    En esta esgrima, lo mismo que en la del florete, esi)ada y sable ha de procurarse no poner fuerza en los hombros para que los brazos se muevan y trabajen libremente, rte.\ionn-dose mejor, pues de lo contrario los movimientos serian du-ros, torpes; atacara mal y llegando tarde la parada qui-te quedara merced del capricho del conti"n'io, que no tar-dara en aprovecharse de esta ventaja. Adems el cuerpo en general aparecera envarado movindose como una sola pieza desprovisto de la flexibilidad, ligereza y gallarda tan reco-mendadas y de que no debe prescindirsc nunca.

    Los movimientos sern rpidos, oportunos y medidos fin de no adelantarse ni quedar retrasado.

  • 14

    Movimiento de recio en el de avance. De e.ilruo el de retroceso. Y lo mismo avanzando qift marehando en i'olirada ha de

    pro'jurarse conservar todo trance serenidad y aplomo, no (n'eci[>ituulose aun cuando el enemigo se descubra, pegando cuando deba pegar.

    Hay momentos en (pie el lirdflor diestro y taimado aparece (lojo, aparenta abandono y oolo'ado distancia respetable se descubre para (jue ilusionado su enemigo le ataque violenta-mente deseoso de alcanzarle descompuesto y confiado en la victoria (pie k; brinda la torpeza fingida del contrario.

    Este es el sujeto ms tetuiblo en el terreno, cuando no se le conoce, cuando no siendo suficientemente cauto, se deja (Migaar por sus tretas; pero dejemos detalles (|ue siilamente la prctica debe dar conocer, pues por muy bien ({ue se teorice, no alcanza nunca el oportuno conocimiento, la apre-(ia(;ion exacta, golpe de vista, desfreza, fuerza, intencin, ligereza y desenvoltura ([ue determina el trabajo revelando competencia, (concluyamos, pues, apuntando lo poco que resta ])ara (jue entrando i^splicar las diferentes posiciones (ju(! adoi)ta c\ cuerpo durante la lucha, lleguemos al manejo del palo con actitud suficiente para poderlo aj)reciar, con inte-ligencia plena do su utilidad.

    Es tan esencial el conocimiento de las posiciones de pier-nas en esta esgrinii, que dificilmente puede lograrse \entaja alguna, aun teniendo mano superior en fuerza y destreza sin(5 s(! post'e la perfeccin el mecanismo de su juego; pues de otra suerte tendramos inseguridad absoluta en la defensa y falta de oportunidad y alcance en el ataque; as pues, este [lunto importante merece detenido estudio como base en que li de descansar cuanto podamos decir de.spues.

  • 15 Los movimientos son dos: simples y eonipuostos. Es movimiento simple el que so ejecuta en un solo tiempo

    y compuesto el

  • 1() para ([ue pueda responder al movimiento que se le imprima al variar de actitud: ios pies formando escuadra en ngulo de noventa gi-ados.

    Ldiiiinn I . ' /iijiird. i . "

    III.

    (T 11 A R D A .

    Antes lie colocarse en gnardin al frente del adversario se iiiiilr con la vista la distancia, tiniendo en cuenta la longitud

  • 17

    (1 punto de apoyo del tiruJor sea mayor; qui; la rodilla de-recha caiga perpendicular sobre el empeine del i), con lo (jue se logra sujetar el cuerpo en la actitud que debe tener (vitando cualquiera inclinacin avance involuntario, grav-simo siempre y de peligroso resultado.

    En nuestras diferentes obras de esgrima hemos esplcado y demostrado la conveniencia de sostener recta la pierna izquier-da en la posicin do ijuardin ofensiva y las j-azones aducidas son de gran fuerza.

    La primera regin del cuerpo se mueve y vacila lclnienlii. Jjen por evitar un golpe que le amagan, bien |)or (ue la ac-titud general no conserva el aplomo debido: la })Oscion se descompone, las rodillas se aflojan, los pies varan de sitio y es ])osible embrollarse, recibir un golpe 6 sufrir una cada y se tivita este sensible caso siguiendo al |)i de la letra las reglas prescritas anteriormente.

    Las piernas cuando estn situadas con arte obran como dos palancas poderosas. La rodilla derecha al caer perpendicular sobre el empeine del pi sujeta al cuerpo en la misma lnea y la pierna izquierda tendida sobre su recta con la planta del pi, en todo su plano, apoyado en el suelo por medio de fle-xin del tobillo impide el retroceso involuntario, proporcio-nando firmeza, hace que la cintura permanezca plegada y que el pecho salga un poco al frente, que los hombros y brazos estn ms sueltos, que la fuerza est ms reunida para dispo-ner de ella en el momento de obrar y en una palabra, en completa disposicin de hacer uso de todas las facultades con la libertad y franqueza indispensables.

    Las ridiculas flexioius del acrbata, del juglar equilibrista, no,son de este lugar y por consiguiente impropias de la serie-dad del tirador.

  • 18

    El un(j se osuerza para divertii'. El otro trahaja para matar. Esla es la diferencia. Lfhnitiii I." fifinrn ."

    V .

    G U A R D I A D E F K N S I V A .

    La ijiutvdUi defensiva separa al tlradar del adviu'sario. [)o-nindole momentneamente fuera del alcance de su arma: es de reconocida utilidad y su prctica produce luienos resulta-dos, siempre que haya aplomo en la [losiciou.

    La esplicacion es como sigue: Desde la iiionlw ofensiva se forma la defensiva poniendo

    recta la pierna derecha, sin soparar'el pi del suelo, doblando la izquierda jwr la rolilla inclinando hacia atrs cnanto sea necesario, la regin superior del cuerpo.

    Se vuelvo la posicin anterior deshaciendo el movinu'ento. Ldmiiui 1." piivn .'i."

    V I .

    A F N 1) O .

    Nos deca MJ'. ti Brndisi, esplicando sus lecciones: Un multo es nm partie d'echees, en que siempre la \ictoria

    es de la inteligencia. Y este sabio maestro, (jue la prctica de muchos aRos

  • 19 una un talento su{)oroi*. no poda equivocarse ti-atando el asunto objeto de los desvelos de toda su vida.

    Su espada hera con la velocidad del rayo. Era difcil, sini imposible, alcanzar jtarai-le un (jolpe. Tocaba donde quera. Tena momentos en que sufra inmovilidad tetnica, efecto

    sin duda, de la ligereza desarrollada. Posea la perfeccin el encanto niagestuoso de la destreza

    y la elegancia. Su escuela era admirable. Pues bien; este profesor, este atleta de las armas descri-

    biendo sus discpulos los secretos del arte, deca frecuente-mente con la seguridad y aplomo que proporciona la convic-cin apoyada en los satisfactorios resultados prcticos consegui-dos en su triunfal carrera. (I)

    Las piernas esgrimen tanto como las manos. Verdad que puede apreciarse en absoluto. Una mano diestra, fuerte y ligera (ue siga los movimien-

    tos del ai-ma eucmiga encontrndola siempre en su tercio de ilaqueza, hacii'ndo fcil la desviacin; que acuda la parada

  • 20 sin la intelifente combinacin de sus compases, sin la opor-tunidad de su aplicacin, el efecto de la mano es nulo.

    Esta teora es la piedra angular del arte. C.iertarnenti! podamos entrar aqu de lleno en digresiones

    de gi'an consideracin: pero el asunto no lo merece; cuando puhliipiemoi nuestra obra EHijrinm de esimda ij florete los afi-cionados encontrarn en ella cuantos detalles puedan desear; jniiutras tanto digamos algo sobre la posicin de afondo ob-jeto de esta pagina, cerrando luego el captulo.

    Kl afondo es la prolongacin de la guardia ofensiva al frente, lo JKmos dicho diferentes veces y no creemos necesario buscar otra esplic acin ms lgica ni ms sencilla: pero si la d(!Sci'ipcioii es fcil, la ejecucin

  • 21 Estando mt guardia ofensiva pai-a salir fondo, lexionada

    la cintura y la primera regin del cuerpo dentro de la verti-cal que ha de servirle de eje, se adelanta la pierna derecha sobre su reala el espacio que pueda ocupar un pi poco ms menos apoyando la planta del derecho en el. suelo sua-vemente, sin golpe ni esfuerzo algmio: la pierna izquierda aparecer por consiguiente ms tendida; pero sin separar la planta del pi del terreno, lo que se consigue flexionando el tobillo.

    La cintura nos dar la posicin haciendo salir (1 i)echo un l>oco al frente, retirando los hombros.

    La cab'/.a erguida, sin afectacin, ligeramente vuelta sobre el hombro derecho.

    La vista al frente. Ahora bien; el movimiento ha de ser rpido, muy unido,

    de suerte que el cuerpo, en general, afecte apostura firme y gallarda, sin vacilaciones, segura, completamente franca: esos movimientos de duda, esos vaivenes que la falta de aplomo hace ejecute la primera regin del cuerpo, son consecuencia lgica, indispensable de una falsa posicin y acusan flogedad inercia, haciendo poco nada temible al tirador. La pierna derecha sale al frente como impulsada por un resorte, sin violencia, con suavidad y cuando so esgrime el hierro el palo acompaa a la mano en su movimiento de abancc desarro-llando ligereza nicamente comparable al fuego del relmpago.

    As el golpe es seguro y fatal en sus consecuencias. La planta del pi derecho so apoya en el suelo sobre todo

    su plano, sin que la colocacin sea brusca y produzca ruido escesivo.

    Y as tendremos firme posicin, seguridad y satisferemos las leyes dinmicas y estticas, colocndonos en actitud de re-

  • 22

    velar nuesti'os conocimientos; demostrando, por ms sensiJjle ([ue nos sea confesar, sabemos matar con arte.

    Lmina 1.* /Igiivn i."

    VI I .

    INVERTIR LA POSICIN DE AFONDO.

    El objeto de la inversin de esta figura es evitar un ijolp' cuando la fuerza del arma que esgrime (1 contrario domina la nuestra se considera llegar tarde la parada.

    Es cuestin de oportunidad. Y satisface debidamente el deseo del tirador cuando resulta

    un (jolpe en vago recibiendo la contestacin al descubierto. Para ejecutar el movimiento tngase presente lo manifes-

    tado en la pgina 18, guardia defensiva. Lmina 1." figura o."

    VII I .

    PIERNA ATRS SEGUNDA,

    Este movimiento tiene dos objetos que se emplean en dife-rentes (asos. El primero para separar la pierna derecha del alcance del arma enemiga y el segundo para retirarse como primer comps de extrao volviendo quedar en guardia.

    El primero se ejecuta del modo siguiente: Estando en guardia ofensiva se dobla un poco la pierna iz-

    quierda apoyando en la cadera del mismo lado el peso de la

  • 23 regin superior del cuerpo, para aligerar la pierna derecha que por un movimiento rpido pasa doblada colocarse detrs de la izquierda descansando en tierra sobre el primer tercio de la planta del pi, cuya punta debe mirar el t-alon izquierdo.

    El segundo: Desde la posicin descrita, corriendo el pi izquierdo hacia atrs, cuidando de promediar la distancia que debe quedar entre ambos pies al trazar la figura, la misma de la guardia ofensiva, estirando la pierna y afirmndose en ella; se hace un giro hacia fuera sobre la planta del pi derecho sentando el taln, no olvidando que la rodilla derecha caiga j>erpendcular sobre el empeine del pi.

    Ijigando estos movimientos resulta un salto de gran efecto y aplicacin, quedando en guardia distancia para ver marchar al contrario, asegurarse y prepararle un golpe.

    Las bases de sustentacin se separarn poco del suelo en toda clase de marchas, bien de recto extrao y aun en los saltos que sern largos; pero sin elevarse mucho.

    Al tocar el suelo verificado el salto se har con las almoha-dillas de las primeras falanges, nunca con los talones, evitando toda reaccin vertical sobre ellos que pueda ocasionar alguna distensin lexion ms dolorosa.

    Lamina l.'^ figura. 6."

    IX.

    T R E P I D A C I N .

    No encontramos ni tenemos otra explicacin que satisfaga tan cumplidamente nuestro pensamiento, como la que referente

  • 24 est(! acto hemos dado en la Esgrima del sable, escuela moderna, y por tanto ntegra la insertamos aqu.

    Trepidar es la repeticin continuada y violentsima del ufoti-do desde la posicin de jwrfilado, guardia pierna atrs, sin tocar el suelo con el pi derecho al deshacer la figura.

    Este movimiento requiere toda la destreza y aplomo del tirador sin cuyos requisitos indispensables no es posible verificarlo ni obtener el resultado que se busca; es peligroso siquiera intentarlo, cuando no se tiene seguridad de ejecutarlo bien.

    Su prctica robustece los msculos de las piernas de una manera notable.

    Su objeto salir del afomlo parando un yolpe y repetir otro con celeridad.

    El equilibrio instable, momentneo que [)roporciona la pierna sobre la que se trabaja debe aprovecharse para herir dentro del tiempo que determina el golpe, pues de otra suerte no solo es imposible tocar sino reponerse con el aplomo indispensable para variar de posicin.

    Este detalle, de importancia suma, debe conservarse en la memoria fin de evitar una caidu y con ella un golpe para el que no hay parada posible.

    X .

    A F I R M A R S E .

    Este acto seguramente no merece captulo aparte, sin embargo, nosotros le (-oncedemos mucha importancia y vamos lu'ocurar describirlo.

  • Su oI)jeto asegurarse en la posicin. Hay quien lo considera como un reto. Muy lejos de eso. Afirmarse es asegurar, persuadirse de la solidez de la posi

    cin enmendando algn deshequilibrio, si le hay; puede t a ^ l)ien distraer la atencin del contrario y empleado con inteligencia no hay duda es un recurso.

    Una sola llamada no cumple el objeto, tres no dicen nada, fatigan y hacen se desatienda su indicacin: dos es la medida exacta. (1)

    Su ejecucin como sigue: Sin variar la posicin de la pierna y a[)oyndose en el ta

    ln del pi derecho se levanta su planta suavemente y dejndola caer, sin esfuerzo, que de otra suerte hara salir la rodilla hacia delante, se hace sonar el suelo su contacto.

    X I .

    C U A R T E O S

    Los cuarteos son dos, de dentro y de fwra. Su objeto salir de la lnea que ocupa el cuerpo. Se ejecutan del modo siguiente: Cuarteo de dentro. Se levanta el pi izquierdo, separndolo de la recta, de mo

    do que el taln venga quedar en el sitio que ocupaba la

    (1) Llamada, en esgrima, es el acto de golpear el suelo oo la planta del pi apoyndose en el taln.

  • 26 punta; se dobla la rodilla descansando en ella el peso de la priniora regin.

    Cuarteo de fuera. Se separa el pi izquierdo de la recta que ocupa colocn

    dolo de manera que la punta venga quedar en el sitio que ocupaba el taln, cargando tambin el peso de la primera regin sobre la rodilla izquierda.

    Para que este movimiento sea perfecto y cmodo se hace girar el taln del pi derecho, separando un poco la punta de la recta trazada anteriormente.

    S(' vuelve la anterior posicin deshaciendo el movimiento.

    XII. .

    VARIACIN DE L N K A .

    (kiando el adversario es fuerte y diestro no basta atacarle de frente, es preciso hacerle perder el suyo siquiera, sea momentneamente por si se descompone descubre flanco vulnerable y este objeto la variacin de lnea atacando.

    Es sencillamente salir de la recta trazando otra paralela vertical la anterior.

    Lo mismo que los cuarteos, estos movimientos se practican la parte de dentro y de fuera.

    Ejecucin. Si la variacin es paralela se saca el pi izquierdo al frente sin alterar su posicin, fijndolo distancia de uno 6 dos pies del sitio que ocupaba, segn se considere necesario.

    Si la variacin es vertical se corre el pi izquierdo trazando un arco de crculo, cuyo centro ocupa el pi deredio, que en

  • 27 los dos casos se establece sobre la recta sin variarlo de posicin en la paralela inclinndolo un poco en la vertical.

    Es de advertir que cuando uno de-los tiradores sale varia (le lima, el otro debe variar tambin fin de estar siempre cubierto y en la recta establecida.

    X l l l .

    M A R C H A

    Inmovilidad absoluta en la mano que sostiene ol arma, mucha vista, calma y procurar que no se mueva mas que la segunda regin del cuerpo que en este momento es la que solamente trabaja. En estas condiciones avanzamos despacio estudiando al adversario, siguiendo todos sus movimientos para alcanzarle al menor descuido.

    Colocados en guardia se rompe la marcha con el pi derecho elevndolo poco imprimindole un ligero empuje, de suerte que el taln venga quedar donde estaba la punta t menos segn la necesidad. Se empieza por levantar la planta, acompandola despus el taln, sentando el pi suavemente.

    El pi izquierdo sigue el movimiento iniciado por el derecho sin variar de posicin, conservando la distancia.

    Batindose, el complemento del avance es el retroceso pues no se comprende uno sin otro ni puede haber unidad de accin y si calma y habilidad se recomiendan para avanzar, preciso es tamJjien emplearlas cuando se trata de retroceder.

    La diferencia que existe entre dar y recibir no necesita es-plicacion, todos la entienden.

  • 28

    Se avanza para atacar y se retroced! para ponerse cu-hierto de un golpe, variar de juego, hacer que se fatigue el contrario, preparar un golpe (' cuando herido se necesita aire y tienijjo para reponerse. .

    Para retirarse so rompe la marcha con el pi izquierdo, t(!-niendo en cuent^i que entonces el taln del pi derecho es el primero que se separa del suelo, apoyndose en la planta, viniendo quedar la punta (!n el lugar que ocupaba el taln.

    (kiando el adversario se retira descompuesto preciso es alean/arle y entonces podemos servirnos de compases de mayor estcnsion; al efecto y suponindonos en guardia afondo, se lleva la pierna izquierda la posicin de perfilado, elevndose sobre las caderas y observando las reglas prescritas para esta posicin saliendo con la derecha a la guardia (t fondo segn convenga.

    En retirada se lleva la [)ierna derecha la posicin de per-lllado, se saca hacia atrs la pierna izquierda todo lo recta posible, sentando el pi en el suelo, doblando la deredia COTUO se tiene dicho para la guardia ofensiva.

    Estos compases pueden repetirse cuanto se crea necesario.

    XIV.

    S A L T O S .

    Existen individuos que tienen extremada facilidad para saltar efecto de la prodigiosa flexibilidad de sus articulaciones.

    Los grandes saltarines deben buscarse en Oriente y en la

  • 29 India viven familias volteretiskis de agilidad asombrosa, que recorren el nmndo baciendo ejercicios de fuerza.

    Sin embargo se encuentran donde los hay. El coronel espaol Amors, gran gimnasta dedicado a la en-

    seanza del arte en Pars, salt en una ocasin en el Buen-Retiro en Madrid, una zanja de treinta pies de anchura.

    Villalobos una tarde, durante una gira en la pradera del canal de Manzanares, franqueo ste de un salto llevando en las manos una fuente wn viandas.

    El mismo Arcngel de Tccaro, famoso saltarn italiano, se hubiera admirado de la extensin y valenta de estos saltos.

    Amoroso y Blondeaux, los dos ms esbeltos saltarines qu(^ durante muclios aos lucieron sus habidades en los circos de Europa, durante el tiempo del inolvidable Ginicelli, no sola-mente salvaban grandes distancias sino ([ue dominaban el cubistico como si sus msculos y articulaciones fueran de go-jua y acero Keasthon.

    Un tal de Montespan, natural de Girgenti en la isla de Sici-lia, soldado en la legin de Antibes, de complexin aparente-mente dbil, era el asombro de cuantos le vean trabajar; tenia la agilidad propia del mono y la fuerza poderosa de un atleta de los primeros tiempos de Grecia y Roma. Le tratamos mu-cho teniendo lugar de apreciar sus brillantes facultades. En su concepto el trnmpoUn era un traste completamente intil y ciertamente (ue para nada le necesitaba dada la fuerza de im-pulsin que sus msculos desarrollaban en el salto.

    Durante un viaje que hicimos Espaa abordo del trasat-lntico francs Ville de Bresti> dio saltos sorprendentes; uno de ellos que recordar siempre fu el siguiente:

    Salt la boca de escotilla con los pies alados y vuelto de es-paldas.

  • 30 El pasaje, los oficiales de abordo y la tripulacin toda le

    aplaudieron frenticamente y los bravos y los burras se escu-charon por largo tiempo.

    Esta especialidad en su gnero, este hombre notable, des-pus de algunos afios de haberse hecho admirar en todas par-tes del mundo muri miserablemente en Montpellier. Haba dado en la rara mana de pretender embalsamarse en vida, pa-ra lo cual se propinaba fuertes dosis de alcohol; l saba que este lquido tiene la propiedad de conservar las carnes; pero lo que seguramente ignoraba es que su virtud no se estiende ms all de las carnes muertas.

    Deplorable equivocacin que le costo la vida. Es difcil saltar bien. El peso del cuerpo debe estar en relacin directa de la fuer-

    za que sus msculos puedan desarrollar fin de que la eleva-cin se verifique en condiciones de fcil aplicacin.

    El hombre pesa ordinariamente de setenta setenta y cinco kilogramos (1) y para que este cuerpo pueda elevai-se un me-tro separndose del suelo que le sostiene es menester que la fuerza puesta en accin sea dos mil veces mayor; de aqu la gran dificultad de voltereter.

    Para que el salto se verifique en buenas condiciones, los msculos de los miembros inferiores trabajan de abajo arri-ba cuyo fin las piernas se doblan por las articulaciones de las rodillas para que al buscar su tensin natural ayuden pro-ducir la elevacin.

    Apuntada una ligersima idea de lo que es el salto, seala-remos un paso artstico que le sustituye en este caso y ' cum-

    (1) Hablamos del gimnasta, del hombre gil y esbelto que se debe todo los ejercicios de fuerza y desti-eza.

  • 31 pie debidamente su objeto sin necesidad de acudir un re-curso que por s solo reclama mucha atencin y exige faculta-des poco comunes. Siempre que haya necesidad de salir del centro, sirvindose de

    movimiento estrao, se har segunda y tercera atrs ligando ambos compases de suerte que el tirador quede nuevamente situado en guardia.

    No se necesita ms.

  • PEGUNDA r ARTE. f' 1.

    G U A R D I ^ .

    Enterados detalladamente de la importancia de los movimientos de piernas, persuadidos de su absoluta necesidad y en posesin de poderlos aplicar con arte y aprovechamiento, pasamos exponer en la segunda parte de este tratado el modo de esgrimir el palo, objeto de nuestro trabajo. Hasta ahora todo cuanto hemos dicho es de aplicacin general, con ligeras variantes, la esgrima de las armas blancas y por tanto puede suponerse fundadamente que, conocida cualquiera de aquellas, se poseer la del palo sin esfuerzo de ningn gnero; mas, como es posible que la inmensa mayora de nuestros lectores desconozcan terica y prcticamente el mecanismo de su juego, prudente es una digresin antes de pasar adelante.

  • 34 El manejo de las armas i'equiere sangre fria a toda prueba,

    valor, fuerza, destreza, mucha vista inteligencia; sin estas esenciales condiciones, sin estas dotes necesarias, es locura ex-ponei'se, es jugar la vida inconscientemente.

    Si tratsemos do esgrimir el palo con una sola mano no ne-cesitaramos cansarnos buscando nuevas explicaciones, pues la esgrima del sable satisface cumplidamente todas las necesida-des del jpego; pero ampliamos sus recursos y siguiendo el sis-tema adoptado en algunas escuelas le damos mayor alcance aumentando su importancia. La mano izquierda que hasta aho-ra y en esta esgrima ha descmpcnado papel completamente pa-sivo, pasa ser, practicando nuestras reglas, agente de igual consideracin que la derecha y para esto la colocamos en idn-ticas condiciones de agilidad y fuerza, circunstancias que po-co y gradual esfuerzo se consiguen adquirir. Las fle.viones ge-nerales del brazo, la soltura del hombro y mueca, en sus di-ferentes movimientos, nos pondrn en actitud de hacer uso de ella sin violencia consiguiendo al fin la direccin, fuerza y destreza necesarias para herir, y la precisin, oportunidad y resistencia que reclama la defensa en las paradas y quites.

    AI dar principio la esgrima del palo recomendamos nue-vamente aplomo en la posicin, desenvoltura, atencin, fijeza, vista, rapidez en el ataque y defensa y breve reposicin.

    Conocida la posicin en que el tirador se presenta en guar-dia, tal como la hemos descrito en la primera parte de esta obra, resta colocar el palo en sus manos en disposicin que pueda servirse de l, siguiendo las alternativas del juego, tran-quilo y dispuesto ofender y defenderse; as, pues, situado en guardia ofensiva, se coje el palo con ambas manos cuatro cinco centmetros de sus estremidades de modo que los ocho dedos lo abracen por completo, uas abajo, y los pulgares ten-

  • 33
  • 36 de destroza y serenidad, pues no teniendo ms objeto este mo-vimiento que distraer su atencin hacindole variar la posicin de su defensa, si se apercibe oportunamente, la sorpresa no es posible y por lo tanto intil la treta.

    Asido el palo con ambas manos, por sus estremidades co-mo se deja dicho, uas al frente y colocado horizontalmente la altura de la cabeza, si intencionalmente se inclina hacia delante y mueve una mano, el contrario supone con funda-mento que el golpe o revs viene por aquel lado y se precave, pues sabe, (5 al menos l supone, que es el movimiento natu-ral, precursor de la ofensa en este juego.

    Se distrae su atencin y puede elegirse blanco y (!omo ambas manos tienen igual actitud, estn en semejantes condiciones de colocacin y por lo mismo pueden responder en el acto al mo-vimiento que se desea ejecuten, e facilita notablemente su ac-cin .

    Veamos ahora como se practica. En la posicin indicada, para herir con el golpe uno se suel-

    ta la mano izquierda y sin separar la derecha del lugar que ocupa hace describir al palo pasando por encima de la cabeza, un cuarto de crculo de modo que resulte perpendicular, en-tonces simultneamente y con la mayor rapidez posible se tien-de el brazo, de suerte que el palo buscando la horizontal ofen-da en la cabeza, no rebasando en ningn caso el objetivo fin de retirarse cubierto.

    Para el revs uno igual explicacin.

    I V .

    G O L P E D O S Y R E V s D O S .

    El got}e dos se diferencia del uno en que el crculo que des-

  • 37 cribe el palo es vertical. Se tira lo mismo que el anterior y ofende la cabeza, hombro y brazo.

    El revs dos se ejecuta de igual manera que el golpe obser-vando que es la mano izquierda la encargada de practicarlo y ofende el lado derecho del contrario.

    V.

    GOLPE TRES Y REVS TRES.

    Desde la misma posicin que tiene el palo, soltando la ma-no izquierda impiimiendo con la derecha, uas arriba, un fuerte movimiento impulsivo, se le hace describir horizontal-jnente tres cuartos de crculo viniendo herir en el rostro y cuello dentro de esta proporcin.

    El reres tres ofende en la misma forma por el lado de fuera.

    VI.

    GOLPE CUATRO Y REVS CUATRO. Este golpe es vertical. Colocado el tirador en guardia, suelta la mano izquierda y

    retirando hacia atrs la derecha, uas abajo, que sujeta y d direccin al palo se le hace girar de arriba abajo y de atrs adelante invirtiendo la posicin de la mano que resultar uas arriba.

    Este golpe ofende de abajo ai'riba en la cadera y brazo iz-quierdo.

    Pudiramos decir algo ms respecto de estos golpes y rev-

  • 38 ses adicionando los recureos del sable; pero creemos suficiente lo expuesto para hacer uso del palo bastn con ventaja en un primer momento, pues no podemos suponer vaya resol-verse un asunto meditado y precedido de las formalidades es-tablecidas y declaradas de necesidad por medio de instrumento tan vulgar, cuya sola seal ridiculiza y degrada.

    V I L

    E S T O C A D A S

    Escribimos un epgrafe, se da principio un captulo, sea-lamos un golpe, tratamos de describirle y sin embargo dista mucho de ser, lo que representa.

    Es ilgico y est fuera de sentido no designar las cosas por su verdadero nombre.

    Estocada es el acto de herir pinchando con la punta del ar-ma que se esgrime y pai-a que el pinchazo alcance categora de estocada es preciso que el acero penetre, que la mano apoyn-dose en la luneta de la espada, sienta deslizarse suavemente la hoja dentro del cuerpo del contrario.

    De otra manera es un puntazo sin consecuencias. El palo para batirse no tiene punta y por tanto no puede

    pinchar. Lo cierto es que no teniendo otro nombre que darle la pre-

    sentamos con el mismo. La ejecucin de este golpe requiere ms que otro alguno des-

    treza y serenidad; debe tirarse cuando haya seguridad, casi ab-soluta de toca' al adversario; as pues, es necesario mucha pre-visin, cautea, buena mano, juego muy cerrado, herir fondo

  • 39 con franqueza, golpe seguro, bien dirigido, firme, rpido y profundo en su efecto; vista que aprecie la distancia, mano diestra para recon-erla y oposicin al herir que presente poderoso obstculo al arma enemiga para contestar sobre nuestro mismo golpe. La tendencia de todo tirador poco prctico es protejer ia primera regin del cuerpo, moviendo sin cesar la mano que sujeta el arma variando de guardia dando lugar que en los golpes de combinacin i'eciba estocadas en el vientre que por su misma naturaleza son graves.

    Una estocada bien dirigida es en la mayora de los casos golpe de muerte y nos extendemos aqu hablando sobre este particular porque no recordamos haberlo dicho y debe saberse.

    Mano fuerte, segura y ligera, nnufieca flexible, brazo suelto y bien articulado en el hombro, que sin esfuerzo responda al movimiento que se desea ejecute son el bello ideal de todo tirador inteligente.

    La prctica nos ha demostrado lo difcil que es adquirir estas dotes; pero entre lo difcil y lo imposible media un abismo que no preocupa seriamente al que se promete salvarlo.

    La estocada debe tirarse sobre la parada del golpe del adversario; es ms segura y menos expuesta que la que parte desde ia guardia impide se forme un tiempo que cierre juego, contrarestando su efecto.

    Las estocadas son de dos clases; superiores altas inferiores bajas.

    Las superiores altas ofenden el rostro y pecho. Las inferiores bajas hieren el vientre y el estmago. Las superiores son tres y dos las inferiores. Las primeras tienen su juego sobre las paradas 1." 2." y 3.*

    y las segundas se tiran sobre las paradas 4." y 5." y todas son objeto de combinaciones que es preciso conocer, puesto gue el

  • 40 efecto pende de la eleccin de momento,, oportunidad y rapi-dez que desarrolla el tiz'ador en el instante de obrar. Aqu para comprender perfectamente las teoras que vamos exponer conviene estudiar las paradas, que nicamente respondiendo un orden puramente cronolgico las hacemos figurar despus: de todos modos seguimos adelante seguros que nuestro esfuer-zo ser completamente recompensado.

    Una observacin como estudio precedente la explicacin que sigue.

    La.diversidad de facultades que residen en el hombre lo ha-cen ms menos apto para el ejercicio de una profesin y de aqu los grandes errores fruto de equivocaciones lamentables. Para dedicarse las armas, despus de tener muy presente cuanto dejamos dicho en el trascurso de esta obra creemos de-ber apuntar una idea que no por sobrado conocida se practica siempre; nos i'eferimos la apreciacin de los defectos de con-forhiacion difciles si no imposible de corregir.

    La mueca cuando no se flexiona bien, apesar de la accin y trabajo prepai-atorio que se la somete, responde falta de actitud orgnica y esta circunstancia que podemos llamar cau-sa determinante del defecto, dentro del arte acusa carencia de facultades, que ni el estudio proporciona, ni el aprovecha-miento facilita, siendo patrimonio esclusivo de bellezas de conformacin de que pocos disfrutan. (1)

    El conocimiento de la mano, para dedicarla ejercicios de fuerza y destreza, presenta en su estudio serias dificultades que vencer; su sistema articular, los ligamentos que la unen al antebi'azo, la disposicin y modo de obrar de los msculos flexores, los movimientos que puede ejecutar y {)Osicones que

    (1) En ol floret es donde ms resalta este defecto.

  • 41 toma, deben conocerse detalladamente para hacerf^ funcionar dentro de sus facultades y como" nosotros no pretendemos desarrollar ante nuestros lectores un curso de anatoma des-criptiva, hacemos alto para seguir despus la leccin interrum-pida.

    Bien: tenemos ya idea de lo que es la estocada y podemos atrevernos tirai'Ia, cuidando siempre de estar atentos al movimiento que ejecute el adversario en oposicin la salida nuestra fin de evitar el sensible caso de recibir un golpe en la cabeza que nos inutilice por tmplelo, circunstancia que pue-de tener lugar cuando no habiendo conseguido alcanzar al contrario ha resultado un golpe en vago, por eso la distancia que separe los combatientes estar medida y el golpe tan estudiado, tan preciso que no debe separarse nada del objeti-vo sealado de antemano. Esto tratndose del palo; con los aceros la importancia de los golpes es exti-aordinariamente mayor y de aqu 'la exactitud exquisita que en todos los movi-mientos distingue al tmor de buena escuela, al inspirado diestro que ajusta sus golpes, que los afina tanto que puede hacer pasar su hoja por el anillo de una nia y al fin podemos decir sin temor de equivocai'nos que una buena espada un es-grimidm" de primisimo es un operador como otro cualquiera que practica una operacin quirrgica.

    La habilidad es un blasn, un signo de superioridad que hermanado con la modestia forman una dote de valor inapre-ciable.

    La altanera, la escesiva confianza, el desprecio del posum son un desaiflo liecho rfl destino, un suefio que puede tener despertar horrible. '

    Determinemos las estocadas. Hemos dicho que estocada es el acto de herir pinchando; pi-

  • 42 chazo profundo que inutiliza mata y aqu tratndose del palo solamente podemos exigir que sea un golpe ms menos tuerte, peor mejor dirigido que detenga al adversario en su movimiento de avance; por tanto y para salir de una vez del captulo que nos ocupa diremos con los mejores maestros:

    La estocada debe reservarse para caso estremo. Son estos renglones prolegmenos de lo que diremos des

    pus.

    VII I .

    ESTOCADAS S U P E R I O R E S .

    Primeramente haremos jugar tres golpes, tres paradas y sobre estas las tres estocadas superiores.

    Yo quisiera poder demostrar prcticamente mis lectores el secreto que envuelve su ejecucin; pero en imposibilidad absoluta de poderlo verificar, oigamos lo que me dicta la es-periencia.

    Suponiendo que el adversario sale herir pon el golpe uno, se le opone la parada de primera, que es la llamada contrarrestar su efecto, al propio tiempo que se procura apartar su palo sobre nuestra izquierda, de suerte que el estremo de nuestra arma, sin variarla de su posicin horizontal, amenace al contrario.

    Un movimiento simultneo y muy rpido de brazos y piernas es el complemento de este juego.

    La mano derecha se adelanta sobre la recta hacia la parte de dentro y retirando la izquierda hacia la parte de fuera verifican las dos un giro de un cuarto de crculo; entonces el movimiento de piernas es de pies al centro y adelantando re-

  • 43 sueltamente las manos, sin soltar el palo, se da la estocada en la cara por la parte de fuera sea derecha.

    La posicin de las manos resultar uRas la izquierda. Cuando tratan de ofendemos con el tevs uno y sobre la

    parada de este golpe salimos con estocada, los movhiientos de manos son los mismos que hemos esplicad anteriormente con la diferencia de ser la mano izquierda la que se adelanta reti-rndose la derecha, ambas uas ftiera. El .movimiento de piernas curva en el centro y adelantando el costado izquiei-do se forma rpidamente una estocada que hiere el rostro por la parte izquierda de dentro.

    Si tratamos de herir con estocada sobre la parada segunda ejecutaremos los mismos movimientos que si procursemos evitar el revs uno, cuidando de seguir la direccin del palo contrario pues al atacarnos con el revs dos puede bajar el palo por la lnea en cuyo caso recibir la estocada en el pecho.

    Si se desea y busca la estocada sobre la parada tercera se pi'actican tambin los misni^ movimientos que sobr la primera, cuando se para el golpe uno y la estocada es al pecho.

    Desenvoltura, flexibilidad y actitud franca y decidida.

    IX.

    ESTOCADAS I N F E R I O R E S .

    Las estocadas inferiores tienen su juego sobre las paradas cuarta y quinta, que s frma como sabemos, para defender el caerpo del golpe y el re^s cuatro.

    Si nos tiran el reines cuatro, oponemos la parada cuarta ^ -parando el pa/o del contraro; se baja un poco la man iz-quierda, subiendo la derecha^ d suerte que l palo resulte

  • 44 cm horizontal k altura de la cadei-a derecha, y dndole un fuerte impulso hacia delante se tira la estocada que ofende el vientre (i el estddaago.

    El movimiento de pieraas, curva en el centro.. Si formamos la estocada sobi-e la parada quinta, separai-emos

    1 palo del adversario sobre la izquierda, siguiendo las manos esta direccin, y quedando la derecha delante de la izquierda se tira la estocada.

    El movimiento de piernas pies al centro.

    DEFENSA DE LAS ESTOCADAS.

    La defensa de las estocadas, en el caso que dibujamos, tra-tando del palo, exige unos compases de piernas que vul^r-mente se designan con el nombre de poner tierra por medio y que artsticamente se llaman trasplanto y variacin de linea y como quiera que estos movimientos los conocemos de ante-mano y de lo contrario podemos aprenderlos, explicaremos su efecto, oportunamente aplicados.

    El movimiento de estrao, trasplanto, puesto que es una marcha de retroceso tiene por objeto ponernos fuera del al-cance del arma del contrario ea^tctitud de evitar la estocada, darle un tiempo y detenerlo. Si por no hi^ br sueiente tereeno nuestra espalda, para verificar este movimiento, ser dicil, pedregoso, desigual, mal sentado; que ofrezca en fin un peli' gro, sustituimos el trasplanto con h variacin de linea, sos desviamos de la recta en que el adversario tira la estocada al propio tiempo que la quitamos con las paradas segunda y

  • tercera si las estocadas son superioi'es, siCTindonos de la cuar-ta y quinta si fueran inferioires.

    Conocidas las estocadas y sus defensas; la mano bien edk-cada, segura, fuerte y ligera; no precipitarse: la mesura y el buen sentido que deben preceder todos los actos del tii'a-dor, cuando trata de castigar, no deben alterarlas ni la inju-ria ni el grosero insulto que atacan al santuario del honor y como quiera que estas teoras estn basadas sobre el poderoso cimiento de la experiencia el teorema que planteamos tiene un corolario que traducido al lenguaje usual puede leerse.

    La exacta observancia d las regta, la calma y el valor pru-dente son, jmes, la trinidad del credo del tirador.

    El empirismo reti-ocede ante la doctrina.

    XI.

    GOLPE DE PUO (CBOXER.)) Este golpe es una treta, como oti'a cualquiera y bien ejecu-

    tada rara vez deja de surtir efecto. Preciso es, pues, prepararlo fin de que cumpla debida-

    mente su objeto. Tiene lugar sobre paradas altas defendiendo la primera re-

    gin del cuerpo. El movimiento de pies es al centro, estando en guardia pri-

    inera y euarta fondo muy prolongada y rpida fin de al-canzar al contrario.

    Supuesto el palo sujeto con las dos manos, se suelta la mano izquierda y la derech, uas fuera y haindoIe girar bciit atilM, como amagando un corte, adelantado el pu&o y ef^ n^a-doit efe ftrri^ abajo se ^'ocura herir en d rostro.

  • 46 La cara es el blanco de esta ofensa. Es un recurso; pero fueraa es onvenir en que es un recurso

    pobre. El p rofesor afinar el golpe colocando al discpulo en con

    diciones de poderlo ejecutar con lucimiento.

    X I I .

    T I E M P O S .

    Es un golpe preciso, medido, rpido, muy artstico; ciertamente su efecto rara vez es grave; pero inutiliza por el momento para seguir batindose.

    Requiere ligereza suma y gran destreza, eligiendo el instante crtico para tirarlo.

    Algunos tiradores lo hacen figurar en el ataque'. No hay razn para tanto. Nosotros lo colocamos en la defensa y en nuestro abono

    aducimos un razonamiento deprimei-a fuerza, cuya demostracin vendr despus.

    Este golpe cierra juego y tiene enjaqm al contrario pues no mueve el brazo le recibe.

    Hiere; pero no es golpe de consecuencias. No carece de inconvenientes y es preciso estudiarlo mucho. Aqu la teora no alcanza nunca las ventajas de la prctica

    y recurrimos ella en demanda de su apoyo; por tanto del trabajo nicamente podemos esperar algo.

    Figmonos, pues. ' Tiempo es et acto de tirar un golpe sobre la ofensa del ad

    versario salindole al encuentro y para que cumpla debidamente su objeto se hace preciso que el brazo reciba la herida

  • 47 en el acto de tenderse y cuando el tii'ador sale fondo; en-tonces y no antes ni despus, cogindole el pi en el aire es cuando lo recibe.

    El porque de este detalle est en que en este caso la repo-sicin es muy difcil; pero si desgraciadamente nuestra arma pasa sin encontrar el brazo del contrario nos llenamos de acero.

    En el palo, si el tiempo no logra su objeto, lo grave es re-cibir un golpe en la cabeza que nos la ponga como un globo terrqueo, puesto que no hay defensa posible, pues si bien podemos acudir & una parada, cambiar de linea verificar un trasplanto, saliendo del centro, llegaremos siempre tarde si el adversario es diestro y sabe aprovecharse de esta circunstan-cia.

    Es un golpe que se afina gradualmente y cuyos resultados satisfactorios se hacen desear, es un buen i-ecurso cuando se quiere poner fuera de combate al contrario sin herirle de muerte.

    Generalmente se utiliza marchando en retirada; muy des-pacio, con cautela, buscando el momento oportuno que al fin aparece.

    Hemos estudiado mucho este golpe y le conocemos bien. Entre los diferentes tiradores i quienes hemos visto traba-

    jar, aprendiendo de ellos mucho de lo poco que sabemos, se cuenta uno de fuerza y destreza maravillosa, noble polaco qu ocultaba el nombre ilustre de su casa bajo el seudnimo de Atilano Montf.

    Este interesante caballero fu por mucho tiempo mi celoso maestro y carioso amigo y su recuerdo vivir eternamente en mi memoria.

    Cuando se propona no dejar mover su advei-sario era co-

  • i8 sa thecto y dba t tmpooon pivmion imi >^priSsa que im haUa ouedbo sh^U de lutado.

    Este Conde aventurero vivi en Espaa nmehos 'afies/y k ^ egroso de la emigi^cion, ervla m tos escuadrones de famoeros polacos, icoando cowavi i PotoBa- uno de esos TOOviBent@6 'que itaata sangi^ e ha >dostado & sus vHiientes hijos y tantas lgrimas sus hermosas bijas: detenido y enci^elado; abogado n MI ^ i^anta n jgeito 4e fibeslad, poeios meses idespues muri en el deatov, i e n ^ inmens stdpaBsihemnasy 2#ra &mit*tM de Miln y me entretena recogiendo apuntes, levantando jplanoapara itttttaf'!*'>biaae muy en breve dar & la tnpTBtta *6aii^fitat tas anunciando tk muette de m ami^o querido:: iOtaiatinente biea'pu'biicaria'trJMvaawcMeii ^^u&os p a f f i ^ ^ 4e'FraQta, donde era tan conocidOjc,al pro|do tiepapo que loa diarios de l>ma inartkban su biografa, cyos puntos ms stilientes rayan en in-verosmiles por la originalidad que los reviste eon cierfed mbiv novelesco que encanta y deleita.

    Ste vi aiBglateiPa, el dloaorarte"en ^ifar,4i8 (Jilid-ssQu ocideptes ocurvidos con la polica en,Saiat MalQf^ u 'fla-tania i'Sfadrid, todo en fin, forma xin dorado coo j^aoto ^ite sor-prende el nimo v embellece su figura, M-

    Concluy aquello como termina todo v solo gueda el recuerdo ^etoqueftt. ' ' ^>''

  • 49

    XIL P A R A D A S .

    la paraia, siempre que se considere necesaria, debe acu-dii*se oportunamente llevando la defensa al punto donde se espera el golpe y pueda contrarestar su efecto, en un solo mo-\iment(g(i*sin floreos, sin hacer alarde de confianza que puede

    t costar muy cava. k Al enemigo por/lo/i9 que aparezca, por poca destraza que

    "posea, aun persuadidos de su falta de habilidad y de nuestra superioridad, merece atencin, reclama el inters de quien es-pera eonseguit tuifo legtimo; pero sin almiidonarse,. sin con-fiar demasiado, sin desjireciarle nunca.

    El gran Ercilla, el sublime cantor de k Araucana viene n apoyo nuestro diciendo eauno de los captulos de su inmor-tal poema; '

    Jams, debe, seor menospreciai-se el enemigo vivo, pues sabemos puede de una centella levantare fuego conque despus nos abrasemos: y entonces es cordura ifcelarse cuando en mayor felicidad nos vemos, pues los que gozan prspera bonanza, estn an ms sujetos mudanza.

    Y su opinin no es sospechosa, puesto que la par que ins-pirado y elegante poeta fu soldado valeroso.

    As como en el ataque se recomienda aplomo y firmeza en la posicin pai'a que el golpe arranque fuerte y seguro, n la defensa es de indispensable iiecesidad conservar too trance

  • so el apoyo de los pies en el terreno, sobre todo su plano, pues de otra suerte, la vacilacin de las piema no tarda en trasmitirse la mano y es fcil recibir una herida tanto ms grave cuanto ms interesante sea la parte descubiei'ta. Queremos decir, que nunca ni por nada debe el tirador separarse de las regias prescritas pues en eUas encuent^ siempre la teora aplicable los incidentes de la prctica.

    Guando el cuerpo est dentro de la vertical y se mueve artsticamente, el brazo trabaja libre, sin esfuerzo y las paradas se ajustan los golpes que nos dirigen, de tal manera que en las defensas altas el movimiento de la mano en el un dos casi no s advierte.

    En la defensa, corriendo el arma por la lnea alcanza siem^ pre la oportunidad necesaria que requiere la parada y es difcil recibir un golpe; pero si nos separamos de esta teora sancionada por la prctica, el resultado no es dudoso, siendo muy posible nos impriman en el cuerpo una marca indeleble que seftale nuestra torpeza.

    La contusin que jH-oduce un p

  • 5> JR80Dadoyanttro enVeampo de la indiferencia y n;o tar-

    daremos en ednlUrar i m^co resaltado de su efecto. IKos hemos detenido mucho y.^ predso temiinar. La defen% es interesante por qa atacando no hacemos mas;

    que levantar un pt, no adelantamos nada todava; es necesa-rio establecer reciprocidad inteligente entre amfas juegM y se congoe este^ndo, exprimiendo mudio, airancaado al arte paso pase sos iifijpertaiitsifBoa secreto; secretos que ateanzatn pfecios bastantes altos, que no estn bajo la ruin inffuencis del bolsillo y hay momentos en que todo el oro del mutido ek 'pa& para pagarle' i.y

    Entendida la verdad de lo que queda dicho pxiciiraremo saldar nuestra cuenta, sintiendo nicamente que el haber de nuestra habiUdad aea inferior al debe de nuestro deseo.

    Las paradas son siete. La primera defiende la cabeza del golpe uno y revs uno y

    su formacin como sigue: . Desde la pocon de g es-ta defensa basta bajar la mano derecha sobre el costado, por su misma lnea, subir la izquierda la altura de la cabeza co-tocndoht h su frente, haciendo aparecer el palo s^ bre la dere-dba wf^psii^ ^etkni '

    lAmUaai.^ fig^na. 2.' \ La tercera

  • 52 No est de ms una observacin que debe tenerae presente:

    tanto el golpe dos como el revs dos, cuyo efecto contraresta esta parada, pueden correi-se por la lnea bu8(!ando blanco don-de herir y en este caso la defensa debe seguir el movimiento que ellos inician bajando subiendo por la suya.

    Lmina'i.'figura.!.' Para formar la cuarta^ la mano derecha, que sujeta el palo

    por uno de sus estremos baja colocarse la altura del mus-lo del mismo lado: simultneaipente el, brazo izquierdo se ^para de la primera regin del cuerpo, de modo que la ma-no resulte frente la tetilla derecha inclinndose hacia adelan-te presenta el palo vertical al muslo.

    Esta parada defiende el brazo y la oadera derecha del revs cuatro.

    Lmina %.' fyura. 4.* La quinta se forma de igual manera que la anterior, sobre

    1 costado izquierdo, invirtiendo la posicin de las manos y proteje el brazo y la cadera izquierda del corte cuatro.

    Lmina ." figura. 5 / La parada sexta defiende la pierna derecha del tirador por la

    parte de fuera de modo que puede decirse fundadamente es la tercera del sable, mas como quiera que en la esgrima del palo, en los golpes bajos, no hay inconveniente ninguno en que la pierna pase segunda no la creemos de gran necesidad.

    Lmina 2.' figura 6." La sptima se encuentra en igual caso que la anterior y es la

    cuarta del sable que proteje la pierna derecha por la parte de dentro.

    Lmina 2. ' figura. 7.* Una sola, de' estas dos defensas; cualquiera de ellas basta

    recibir y parar corriendo el palo de derecha izquierda de

  • 83 izquierda derecha todos Ua golp*S' que nos dirijan las. pier-nas; pero conviene variar la posicin de l mano fin de que ' mejor colocada no se haga difcil la fleuon de mueca en el ac-to de amagar herir contestando sobre la parada. Hemos di-cho que la oportunidad, en las armas, es la diosa de la victo-a. y por tanto su culto debe ser religiosamente guardado; un instante perdido, un espacio de tiempo inapreciable, la vacila-cin de un momento, una'tarda resolucin son siempre cau-sas de desgracias deplorables.

    Al llevar el palo estas defensas, l mano que lo sujeta no lo apretar mucho y l braza-M conservar sensiblemente reco-gido para poderlo volver sobre el golpe del contrario con la mayor rapidez posible. No envararse, atacar respondiendo con soltura y parar firme, sindureza en los movimientos.

    Esta es la belleza del juego. El desarrollo gradual y progresivo de la fuerza muscular

    est en relacin directa del trabajo ordenado que se la some-te y este principio es tan axiomtico que observndolo se viene en conocimiento de su exactitud. Nosotros lo decimos apoya-dos en la experiencia, en los hechos prcticos, y en los brillan-tes resultados conseguidos. La fuerza es necesario educarla y para dirigirla pceciso es inteligencia que la gue.

    De otro modo nunca conseguiremos nada. En una conferencia que celebramos en Pars con los seores

    Doubartier y Mosquera, profesores gimnastas, director l pri-mero de una compaa de acrbatas, sujeto de reeonocido m-rito, s^sta nmero uno y el segunda niK#^ saltarn, mejor flexionado qm ^^^oflorbar^'T^^/e^ilibrista y -autor del balancn que lleva su nombre,(.1^im( lugar de demostrar la verdad de cuanto queda didbio.

    toa es&enos prematuros destruyen, no crean; una natura-

  • S4 leza, p
  • &5 No hay duda que ilustran, despiertan la aficin y avivan e

    ntusiasmo; pero no basta; es necesario la presencia y el ejem-plo del maestro, un buen prevot con quien tirar y no pasar un ejercicio sin haber afinado perfectamente el que le precede.

    Lo expuesto es la ms terminante manifestacin de la ver-dad y basta fijarse para comprender que el procedimiento no necesita ensayarse al agua fuerte para convencernos de su Jjondad.

    XV. CONCLUSIONES Y DEFENSAS

    DE LAS MISMAS.

    Esgrimiendo el palo las conclusiones se forman sobre los gol-pes y reveses en razn que. fa agregacim es imposible en este juego. '

    Presentamos tres conclusiones, una superior y dos inferiores; la primera en ngulo obtuso y la segunda y tercera' en ngu-lo ^ u d o .

    Veamos conno se practica la conclusin superior. Tiene su juego sobre la parada primera, cuando el adversa-

    rio ha Salido con el golpe el revs uno: suponiendo ahora que tratan de herirnos con uno de los expresados golpes, se proteje la regin amagada con la parada de primera proeiiran-do desviar su arma hM arriba; imBedialMoente. ligremos, verificndolo por su wlen los do niovimientos de piernas, afondo y curva m el centro, que no dtun la proximidad y actitud necesaria para veriflkar 1*

  • 56 el palo del contrario sobre su lado de fuera; entonces y despus de haber venido la posicin de perfilado, sobre la pierna iz-quierda; la mano izquierda sujeta el brazo del contrario, asin-dole por la mueca y la derecha que esgrime el arma hace que sta amenace con una estocada al pecho del enemigo, que con el sable y caso de darla, pudeoste, cambio de escapes-fuerzo, penetrar hasta donde dice Fabrica nacional de Toledo.

    Para verificar la primera inferior es menester que el contra-rio salga con el golpe cuatro, en cuyo casa se le opone la para-da de quinta y adelantando las manos un poco al frente se obli-ga al adversario bajar su palo, inclinndolo hacia la izquier-da: entonces cvarta fondo, pies al centro i la mano izquierda suelta el arma y coje la derecha del contrario asegurndola por la mueca.

    Si deseamos formar la segunda inferior, los movimientos son completamente iguales que en la priMera, con la sola diferen-cia de separar el palo enemigo sobre la derecha, y los compa-ses de piernas curva en el ceairo.

    En la defensa de tetf ismctmiines, la gran cuestin, el caballo de batilla, es conseguir inutilizar l adtei*irk> dejando^^s efee. to su treta y para conseguir el objeto es preciso que el contr^ rio uelte la mano izquierda, para que adelantndose pretenda asir la derecha nuestra, en cuvo caso saldremos de la recta trazada formi^ fo una variacin de linea la derecha si la con-tra conclusin ^ueveriflearaos s perior.

    Si las contra concluones defensas de las conclusiones fueran inferiores la variacin de linea ser la derecha parte de fuera siempre que se tire sobre la parada cuarta y sobre la izquierda 6 parte de dentro si es sobr te parada quinta- Ahora bien; como quiera que la salida de linea, pw s sola, no basta anular la accin y golpe que pretendan darnos, procuraremos

  • S7 ^iB ttuestpo palo omine al suyo, pasndolo la parte su-

    pertor, at IB^^'tiempo juenuestra imno itquiewla, di^ wieis-tk dsd'un p^Otpio, SG^ts h. derecha^t' contraria; ntn* cM-ecibet rtiifflaao gofpi& qtt pretenda dar. ^

    Wl tirior Ab oamMiatt-6m golpM t exaetitd raalem-tioa fin d fe i ^ burlado jor h'destNztt^ del contrario; ptte^ parar su juego y practicarita Sentro, siempre, a las regias y leyes que lo prescriben.

    Tratando la teora de las conclmioties podramos llenar mu-chas cuartillas, manifestando las combinaciones de que nacen; pero el tirtbior estudioso t^t^ligente las vei- irse presentando medida que desarrolle su j%f%9. '

    La oportunidad, la rapidez, la vista, el conocimiento del a i^ , ,n

    XVI.

    CONCLUSIN. Hemos terminado. Dadas las reglas y comprendidas, practicado cuanto deja-

    mos dicho, perfectamente entendidas las combinaciones de los diferentes juegos que pueden formarse, falta recomendar f y constancia porque es necesario apreciar en toda su fuei*za filo-sfica el antiguo adagio que dice: " .Zamora no se gan en una hora. Filiados en la bandera de esta nueva cruzada quiz vayMttOs

    demasiado lejos; pero el camino que hay que recoiTer^s largo, penoso y aunque en la balanza del destino el platHo de la es-

  • 58 )>eraaza toca el suelo, menester es no dormir arrullados por la alhageaidea,de loque suceder inafiana. Trabajemos pue^ el movinaienlo de avance est indicado, etestudio es la fuente cuyas aguas vivifican la inteligencia, la eonstaacia es el; mbolo que nos empuja, reneguemos del suefio que ni enerva sin que podamos decir como el Dante ^ Yo mi/ Virgilio y p&rdk el: cielo por la nica culpa de no conocer la f.

    FIN.

  • ^mmCAPTULOS QRCONIENEJSfA OBRA; ,! , Pi^aas.

    ^:]diait^ . . . . . . . . ' . '. . ,. S introduccin. . . . . . . . . . . ' . . 9

    PRIMERA. PARTE. I Nocin^ preliminares. . . . . . . . . 11 II PoMcion de perfilado . . . 1 5 III Guardia . 1 6

    . IV Guardia ofensiva . . . . 16 t"'Guatdi defenva . i . 18

    VI Afondo 18 VII Invertir la posicin de afondo. . . . . . 22

    VIII Pierna atrs segunda. . 22 IX Trepidacin. . . . ? ,. . . . . . . 23 X ASrioarse.. . . . . . . . . . . . 24

    XI Cuarteos. 25 XII Variacin de lnea. 2ft /

    XIU Marchas , ". . . . . . . f7 XIV Saltos. . , . . 28

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    SEGUNDA-PAITE.' ' " - T "''?'"

    rCriiatditt. . . . Il' Golpes y reveses ^. .

    llf ^l^pe uno y revea no... . . . . . . . 35 iV'GoIee dos. . . . 36 V Gupeles y revs bm.. 37

    VI Grolpe cuatro y revs cuatro. O . 317 -m Bstocsdas ah^ii^A. ' 4 . \ ^ . . . . ^

    VIITEI^QCft .^ -. . . ; , . 42 %\mckmM^ufK''^'j : . . . . . n r

    X Defensa de las.edtodniBS'.' , '44' ' '^;>X|>:Gdlpede{Mi^4lHtKr..;.v-. .- ,.,, .^/_,"., 4fi^ ; ' "^ Tttf'TepOs . . . . / . l Xm Paadas. , \ . . . . . . . . . . %

    "-'', ^ '

    XV Conclusiones y ws;,4e|^nuufj^f - . . 55' -XJl Conclusioo . ' / . . , ;^ ' ' ' . . ( ' ; ' , _ > . , " . l i - i ! - < ) * { *{ . \

    ' ' . . . '.. ; - ' .^ V i ,

    '"-^ :.- , . . : . .-...N-iH \y 'J

    NDICE GENERALDedicatoriaIntroduccinPRIMERA. PARTEI Nocines preliminaresII Posicin de perfiladoIII GuardiaIV Guardia ofensivaV Guardia defensivaVI AfondoVII Invertir la posicin de afondoVIII Pierna atrs segundaIX TrepidacinX AfirmarseXI CuarteosXII Variacin de lneaXIII MarchasXIV Saltos

    SEGUNDA PARTEI GuardiaII Golpes y revesesIII Golpe uno y revs unoIV Golpe dosV Golpe tres y revs tresVI Golpe cuatro y revs cuatroVII Estocadas superioresVIII EstocadasIX Estocadas inferioresX Defensa de las estocadasXI Golpe de puo boxerXII TiemposXIII ParadasXIV QuitesXV Conclusiones y sus defensasXVI Conclusin