El Basilisco, nº 12, enero-octubre 1981

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    F I L O S O F A , C I E N C I A S H U M A N A S ,T EO R A D E LA C IE N C I A Y D E L A C U L T U R A

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    SUMARIOEL BASILISCO / NU ME RO 12 / ENERO -OCTUBR E 1981

    ARTCULOSJOSEP M. TOUS & GUILLERMO VALLEJOAproximacin terico experimental a la interaccin de dos procesos en la conducta mnemnica i 4J U L I O G E A B A N A C L O C H E & M A N U E L G . V E L A R DEEstructuras disipativas: Potenciales y catstrofes (2) i 14

    M A N U E L F . L O R E N Z OEl procesionismo de Nikos Poulantzas i 19I S I D O R O R E G U E R A

    La Historia de la Filosofa i 26J U L I N V E L A R D E L O M B R A AEl grupo de transformaciones en el lgebra binaria. Entre Sheffer y Piaget 32

    H I S T O R I A D E L P E N S A M I E N T ORAFAEL PRIESCA BALBINL a recepcin de l marxismo en Espaa 38

    E N T R E V I S T AE LE N A R O N Z O N & A L B ER T O H I D A L G OEntrevista a Jos Ferrater Mora 32POLMICAJ U A N R A M N A L V A R E ZReduccionismo clasificatorio y tipologas histricas en el pensamiento geogrfico 59

    G U S T A V O B U E N O M A R T N E ZCrtica a un crtico de Pilar Palop i 6 9T E A T R O C R I T I C OM A R A P I N T O M O L I N A & J U A N C . G A Y A R M E N T E R O SIdeas fundamentales de la masonera i 71

    CRITICA DE LIBROSM A N U E L F . L O R E N Z ORudolf Bahro o el retomo de los utpicos i 79T O M A S R . F E R N A N D E ZEl lugar de la Psicologa gentica / 82J U L I N V E L A R D E L O M B R A AEl problema del Se r en Aristteles i 86

    R E S E A S / 90 N D I C E D E L OS N M E R O S 7-12 93

    EL BASILISCO. Filosofa. Ciencias Humanas. Teora de la Ciencia y dla Cultura.Dire ctor: GUSTAVO BUENO M ARTNEZ. Direccor^Gerente: GUSTAVO BUENO SNCHEZ. Secretaria de Red accin: ELENA RON ZON FERNANDEZConsejo de Redaccin : M ARIANO ARIAS PARAMO. GUSTAVO BUENO MARTNEZ. GUSTAVO BUENO SNCHEZ. JOS MANUEL FERNANDEZCEPED AL MANUEL FERNANDEZ DE LA CERA. MANUEL A. FERNANDEZ LORENZO. TOMAS R. FERNANDEZ R ODRGU EZ. MIGUEL PERREROMELGAR. PU RIFICACIN GIL CARNICERO. SANTIAGO GONZLEZ ESCUDERO. ALBERTO HIDALGO TU SlON. CARLOS IGLESIAS FUEYO. JOSMARA LASO PRIETO. JOS A NTO NIO LOPEZ-BRUGOS. JOS VICENTE PEA CALVO. MIGUEL NGEL QUINTANILLA FISAC. ELENA RO NZONFERNAN DEZ. ADA TERRN BAUELOS. FRANCISCO VALLE ARROYO. JULIN VELARDE LOMBRAA. Redacc in y Administracin: PENTALFAEDICIONES. APARTADO 360. TBLF. (985) 25 93 23 . OVIEDO / ESPAA.PREC IO EJEMPLAR: 300 PTAS. SUSCRIPCIN ANUAL ESPAA: 1.500 PTAS. SUSCRIPCIN ANUAL EXTRANJERO: 2.000 PTAS. COPYRIGHT PENTALFA EDIC IONES . PUBLICACIN BIMESTRAL. DISEA / IMPRIME: BARAZA-OVIEDO. DEPOSITO LEGAL: 0-343-78.1.S.S.N.: 0210-0088.

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    ARTCULOS

    APROXIMACIN TERICOEXPERIMENTAL A LAINTERACCIN DEDOSPROCESOS EN LACONDUCTA MNEMNICAJOSEP M. TOUS Y GUIJXERMO VAILEJOBarcelona

    R e s u m e n1 presen te t rabajo t iene como punto departida el problema de la utilizacin deconceptos cibernticos de procesamientode informacin, en la explicacin psicolgica cognoscitiva, que no tienen contrapartida a nivel neurofisiolgico de losorganismos humanos. Se postulan tresmodelos que permit i r an, por e l contenido funcional-mente equivalente de sus e lementos , una expl icac inpsicolgica integrada .

    Con este fin ha sido realizado un experimento parademostrar empr icamente que exis te una interacc inentre dos procesos ter icamente pos tulados , cuando e lsujeto realiza la conducta de evocacin de un materialverbal con diferente grado de significacin. Los dosprocesos estudiados han sido la estructuracin y la actividad electromiogrfica subvocal. Los resultados confirman la existencia de interaccin tan slo como tendencia. La influencia de los valores de significado utilizados se han manifestado en una mayor cantidad de ensayosen la condicin de bajo significado comparada con la condicin de alto significado; pero que el procedimiento utilizado por el sujeto en ambas condiciones es el mismo.Las conclusiones apuntan hacia la necesidad de proseguires tud ios exp er imenta les qu e interacc ionen modelos c ibernticos con modelos neurofisiolgicos (y asuman el problema del periferialismo o centralismo de los mismos).

    Asociacionismo o racionalismo?A partir de la revolucin cientfico-tcnica que supuso la aparicin de la ciberntica, vemos como laprimaca del asociacionismo en psicologa ha pasado aser compartida por la teora del procesamiento de informacin. (Neisser , 1967 ; No rma n y Lindzey, 1971 ;Massaro, 1975) .Nosotros queremos destacar en la actual situacinqu e rechaz ar c om o anatema el paradigma E - R asocia-cionista significa olvidar las races biolgicas del organismo y desinteresarse por la conducta como actividad

    espec fica d e los sistemas vivientes (Tou s, 1979 a y1979b). Por otra parte admitimos que consideramos losconceptos bsicos del procesamiento de informacincomo anlogos o sea como simple explicacin es comosi fuese o funcionase as (Tous, 1978).Con todo, nuestro objetivo no consiste en rechazarlos procesos hipotticos entre el estmulo y la respuesta; sino en intentar que estos procesos tengan un equivalente neurolgico y estn directamente inferidos de larelaci n o utp ut - inpu t observab le. Esto nos sita en u naposicin a medio camino entre la psicologa asociacio-nista y la psicologa cognoscitiva. Este eclecticismo es

    compart ido con e l planteado en la obra de StephaneEhrl ich y en la obra de Anderson y Bower .Para Ehrlich las variables intermediarias recuperansu significado como variables internas o psicolgicas en

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    tanto su contenido no procede de la descripcin de lasituacin experimental , como en el caso de Tolman, ypor consiguiente permite probar , mediante indicadores,contenidos de t ipo intuit ivo, tales como la estructuracin o conceptos correspondientes a una teora msamplia o racionalista. En este sentido Ehrlich define unaclase de operacionismo que pretende poner realmente aprueba emprica los elementos hipotticos elaboradospor la teora, mediante una relacin sin discontinuidadentre los sistemas tericos, los mtodos y los hechosobservados mediante tcnicas. La relacin: teora, mtod o , obse rvaci n, que plantea, exige en primer lugar,la ex perim entac in E - R, y slo cuando sta haya pe rmitido describir el fenmeno es posible plantearse laexperimentacin de las variables internas. Podemosdeci r que en un pr imer momento la exper imentacinnos permite el anclaje de la variable interna en elmundo fsico por medio de la identif icacin del indicador per t inente , mientras que en el segundo paso, gracias al indicador alcan2ado, podemos estudiar experi-mentalmente la variable interna a f in de constatar ocontrastar el sistema terico.

    Para Anderson y Bower (1973) la psicologacognoscit iva es una alternativa real a los metapostuladosdel asociacionismo y por consiguiente se puede si tuarbajo los metapostulados del racionalismo. Su posicin ladenominan racionalismo metodolgico o neoasocia-cionismo en base a que el fracaso del racionalismo fuedebido, histricamente, a la falta de una metodologaempr ica que permit iese su desar rol lo . Proponen por consiguiente una seleccin y sntesis entre los metapostulados del asociacionismo y los metapostulados del racional ismo que permita e l estudio empr ico de los fenmenos cognoscit ivos. El modelo de memoria asociativa humana que proponen estos autores, aunque se basa enlas asociaciones, stas no se establecen a partir deelementos s imples, s ino sobre proposiciones, por lo questas no t ienen una cor respondencia biunvoca como lade los estmulos con la energa nerviosa. Se trata, porlo tanto, de una consideracin de la memoria como unsistema en alto grado estructurado y consti tuido porelementos y relaciones semnticas primitivas, o seamuy parecidas a ideas innatas.Consideran adems que la elaboracin de unateora neoasociacionista, como la suya, resulta de la aplicacin paralela de las metodologas empirista y racionalista, entendiendo para esta lt ima la uti l izacin deprogramas en una computadora; pero creen que no essuficiente elaborar un programa para simular una clasepar t icular de compor tamiento huniano, s ino que al mismo tiempo habra que construir el programa de formaadecuada para realizar experimentos psicolgicos con l .Nuestra posicin debe si tuarse al nivel de la necesaria correspondencia entre los diferentes modelos queconsideramos entran en juego al plantearnos la explicacin d una conducta .El modelo de Massaro (1975) de procesamiento deinformacin resulta particularmente ti l para describirlas relaciones entre los posibles almacenamientos de informacin (problemas de capacidad o amplitud y de l mites temporales) y los posibles estadios de procesa

    miento (problemas de deteccin o exploracin, de reconocimiento o bsqueda y de seleccin de respuesta ot raduccin) . Esta re lacin ent re unos componentes estructurales y unos componentes funcionales (ver f ig. 1)parece que no es suficiente para explicar el comportamiento selectivo de las computadoras o la conducta selectivade los sujetos cuando unas y otros realizan respuestasmnemnicas. Esta dimensin select iva se ha planteado,en el caso de las computadoras, bajo la discusin de sila informacin se almacena tan slo sucesivamente o segn su contenido. Considerando el problema desde elpunto de vista de la recuperacin de la informacin, sabemos que una programacin sucesiva exige una bsqueda exhaustiva que obliga a pasar por todas y cadauna de las localizaciones del almacn para poder alcanzar una recuperacin. Esto es slo posible en sistemasen miniatura que poco t ienen que ver con el sujeto humano. Por lo que se consider que la informacinpoda estar a lmacenada tanto segn el orden con quehaba l legado, como segn su contenido. Con todo,incluso en este caso, la recuperacin que se consigue esexcesivamente amplia, ya que el sistema proporciona todas las localizaciones que refieren al contenido pedido yel nmero de stas puede ser excesivo. Por consiguient e , la selectividad que manifiesta la conducta de evocacin no puede estar en la forma como se recupera lainform acin , sino en la forma com o sta- se almacena.Podemos concluir que la informacin se almacena bajoalgn plan que est relacionado con el contenido de lamisma y que es el que especifica las localizaciones. Segn esta concepcin la recuperacin consistir a en aplicar el mismo plan que se uti l iz para el almacenamiento . Un sistema de memoria a largo plazo de estas caracterst icas es el que Shiffr in y Atkinson (199) denominan: memoria dir igible por s misma.

    La descripcin de un sistema de memoria como elanterior no debera, segn nosotros, exigir ni la formulacin de un nuevo proceso, ni la formulacin de unanueva estructura organizacional. La dimensin selectivade la respuesta mnemnica deber a poderse expl icarmediante la adecuada aplicacin del modelo cibernticode la direccin de sistemas al modelo de procesamientode informacin.La aplicacin del modelo de direccin al modelo deprocesamiento consiste en considerar e l componente

    funcional de este relacionado con un f in y un programa,por lo que su papel corresponde al del sistemadirigente de aqul. No existe ninguna l imitacin quenos impida asimilar , f in con lo que hemos denominado,anter iormente , p lan, de ta l forma que podemos pensarque la influencia del componente funcional se realizamediante un plan-programa.En el caso de la computadora no hay problemaspara e laborar un programa formado tanto por e lementosheurst icos ( informacin: trminos, axiomas, teoremas yreglas) como por elementos algortmicos (cmo uti l izarde forma operativa aquella informacin frente a un obje t ivo) .En el caso del ser humano s hay problemas, yaque no podemos sostener la existencia de ot ro sujeto ,capaz de realizar el plan-programa, en el interior del

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    m i s m o . En la medida que los componentes estructuralesy funcionales modelizan al sujeto, se ent iende que steno cuenta ni con un programa, ni con un fin, ya ques tos se consideran exteriores al mode lo de procesam i e n t o de informacin, as como al modelo genera l dedirecc in, (verfg.n 1 a y b).

    PROGRAMA -> COMPONENTEFUNCIONALCOMPONENTEESTRUCTURAL

    ^

    K SUJETO >-

    - ^ R

    MODELO (a)

    FINPROGRAMA

    -> SISTEMA- ) DIRIGENTE

    SISTEMADIRIGIDO

    7

    -(SUJETO>-

    - > R

    MODELO (b )F I G U R A 1. Co mp ar ac i n delmo d elo de procesamiento de informacin (a), con el mo d elo dela d ireccin de sis temas (b) .

    Por otra par te , la validez de un modelo cibernticopara proporc ionarnos mayor conocimiento respecto anuestro o*bjeto de es tudio depende direc tamente delmode lo t er ico que utilicemos para estudiar ste y nodel propio modelo c ibernt ico. Se trata de sealar queel modelo c ibernt ico no define el t ipo de teora ym t o d o que requiere nues tro obje to de estudio, sinotan slo la posibilidad de proba r si aqullos son per t i n e n t e s o no. Tomando como punto de referencia la dist inc in propues ta por Landa (1977) entre modelo pedaggico y modelo c ibernt ico, podemos decir que debeexistir una correspondencia entre las propiedades quedef inen uno y ot ro mode lo . En nuestro caso el mode lopsicolgico debe ser tal que sus propiedades no produzcan limitaciones a las propiedades del modelo cibernticoelegido, segn sumayor capacidad de representar el objeto de es tudio que t ra tamos.Por consiguiente , c reemos msadecuado como modelo ps icolgico aquel que se base en propiedades quetengan es tablec ido un valor fimcional paralelo al de la

    p r o p i e d a d e s del m o d e l o de direccin de sistemas verbales. Bajo estas condiciones proponemos el modelopsicolgico (rm-em) definido funcionalmente como (mecanismo dir igente-mecanismo dir igido) . Como ya com e n t a m o s en otro lugar (Tous, 1978), la identificacin

    d e (rm) con mecanismo dirigente y de (em) con mecanismo dirigido est implcitamente formulada en elmarco ter ico de los exper imentos de Kendler (1972).Segn Kendle r (rm) es una respuesta simblica produc ida por los estmulos externos capaz de controlar lac o n d u c t a o respuesta manifiesta; mientras que (em) esel feed-back producido por (rm), de tal modo que elmecanismo indivis ible ( rm - em) acta de control entree l es t mulo y la respuesta. Control significa, en el cont e x t o de Kendle r y a partir de Luria (1961), capacidadde or ien ta r o dirigir la respuesta observable. En estemismo sent ido es tn el modelo propues to por Levine(1959, 1963) , los exper imentos de Koteskey, Kusche yPhil ips (1973) y la elaboracin terica de Andr Rey( 1 9 6 2 ) .Con todo , r econocemos con estos autores que ladel imitac in del conten ido de (r m - em ) no es todavasuficientemente clara y distinta. Que la relacin entreambos e lementos , as como su analoga respecto al estmulo-respuesta patentes tiene distintas interpretaciones.

    En el siguiente apartado intentaremos clarificar estascues t iones , pero aqu slo pre tendemos af i rmar que , apesa r de todas las l imitaciones, el anlogo al sistema dir igente refer ido a organismos no p u e d e ser ni el ejecu t ivo propues to por Neisser (1967) , ni cualquier otroconcepto c ibernt ico sobreaadido al sujeto; sino unmodelo ps icolgico fuer temente anclado a la fisiologadel organismo como (rm - em). Ver figura n 2.

    MODELOpacoFiaaoGicoMODELOpsicaoGicoMODELOCIBERNTICO

    E ( S U J E T O )

    . ( m z c d n i s m o y . ( m e c a n i s m o .' d i r igente J ^ '^ d i r ig ido )

    ( s i s t e m a ^ ( s i s t e m ad i r i g e n te ) ^ ^ d i r i g i d o )

    R

    /" F I G U R A 2. Rep r esen tac i n de la in ter relacin entre ios mo d elo s p^fcnisiogco, psicolgicoy c ib e r n t ico q u e co men tamo s en el t ex to .

    Diferentes niveles de interpretacindel mod elo imaginario (rm - em)Todo mode lo t i ene la particularidad de ser relativamente independien te del obje to de estudio al que seapl ica cuando procede de la teora, o sea cuando escapaz de constituir un obje to modelo (Tous , 1979 b).Esta particularidad de los modelos tericos tambin esaplicable al modelo ( rm - em ) ya que este se ha utilizado tanto para explicar procesos psicolgicos como paraexpl icar la re lac in entre los procesos psicolgicos y los

    procesos fisiolgicos concurrentes con los primeros . Ten e m o s , por consiguiente , una primera distincin delmode lo segn si refiere al correlato fisiolgico de losprocesos ps icolgicos , o si refiere nica y simplementea la explicacin de losprocesos psicolgicos.EL BASILISCO

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    El m od elo (rm - em) aplicado a la explicacin de lare lac in mente-cuerpo surge propiamente de Huli(1943) y es desarrollado por Osgood (1954). En estesentido se considera a (rm) como una respuesta internacapaz de provocar estmulos de retroalimentacin internos (em) del mismo modo como las respuestas externasprovocan es t mulos propiocept ivos . Segn es ta interpretacin el modelo es utilizable sea cual sea la significacin psicolgica que confiramos a (rm-em).

    La distincin del modelo (rm-em) cuando refiere ala explicacin de procesos psicolgicos es necesaria yaque depende del valor que conferimos a (rm) en cadacaso. Este distinto valor que podemos atribuir a (rm)depende de la teora psicolgica en la cual insertamos elmodelo. Cuando esta teora es el condicionamiento clsico, entonces se convierte en la explicacin del paradigma experimental de la transferencia (Bourne,Ekstrand y Dominowski , 1971) y (McGuigan, Culver yKendler , 1971) . Considerndose entonces que ( rm) esel elemento asociativo capaz de favorecer una determinad a resp uest a en el sujeto frente a un estmulo para elcual no haba s ido previamente entrenado, pero queesta ba asociado a otr o estmu lo para el cual s lo habas ido .

    Tambin encontramos una expl icac in meramenteasociacionista de (rm - em) en la teora de los dos factores elaborada por Mowrer (1960), segn la cual, ya quela contigidad entre el EC y el El, o la contigidadentre la respuesta y el refuerzo no son suficientes paraexpl icar los comportamientos comple jos , se proponecomo alternativa la existencia de una serie de cadenasde sucesos contiguos en el interior del organismo. Pero,como dice Rachlin (1976), es imposible pensar separadamente ( rm) de (em), ya que ambos corresponden a ladenominacin de una sola cosa (un proceso interno) y,por consiguiente, a pesar de su analoga con estmulo yrespuesta, no pueden asimilarse fimcionalmente constos. Una descarga neuronal no es ni un estmulo niuna respuesta, es sencillamente un suceso. Por consiguiente , nosotros nos planteamos, a cont inuacin, e l pape l funcional de (rm - em) en trmin os no asociacionis-tas de estmulo-respuesta, sino en trminos de mecanismo dir igente-mecanismo dir igido.

    Otro va lor que puede tomar ( rm) es e l de unavariable intermediaria. Si en la explicacin de la transferencia (rm) tomaba el valor de un elemento de la situacin estmulo interiorizado por el sujeto y disponibleen e l mom ento de la percepcin de otro es t mulo, detal modo que conduca u orientaba la respuesta a esteestmulo segn la respuesta que haba dado a aqul,ahora (rm) adquiere el papel de una variable intermediaria capaz de explicar el fenmeno que esmdiamos anive l de l proceso supues to que es t ac tuando.

    Podemos diferenciar aqu dos concepciones que seha n ve nid o dan do de la variable intermed iaria La primera, directamente relacionada con el trabajo experimenta l de Tolman y que fue prec isada por Mil le r(1959) y recogida por Hinde (1974) , que consis te enentender la var iable intermediar ia como un nexo quesimplifica el nmero de relaciones posibles entre loselementos de la variable independiente situacin y los

    elementos de respuesta global a aqulla situacin. Lasegunda, directamente relacionada con la teora deTo lm an , qu e consiste en interpretar la variable intermediaria como la explicitacin de la propositividad ointencionalidad de la conducta (Tous, 1978). En estesentido las variables intermediarias tienen un valor func ional direc tr iz o determinante de la conducta . Nosotros optamos por esta segunda delimitacin de la variable intermediaria, pero aceptamos la crtica formuladapor Bugelski (1978) de que el aprendizaje de los organismos no puede l imitarse a una bsqueda entremapas cognitivos, sin ninguna relacin con la basesomtica del organismo que la est realizando. Consideramos al respecto que el valor funcional que conferimos a las variables intermediarias debe tener un correlato explcito con (rm - em) c uand o en tende mo s (rm)como aquella respuesta capaz de producir estmulos queor ienten a una de terminada respues ta observable y no aotra. En este sentido interpretamos (Tous, 1978) las(rm) como la expresin ms concreta posible de losmecanismos dir igentes propues tos por Andr Rey(1962) que inciden en los mecanismos dirigidos (em)de te rm inand o la r e spuesta pa ten te .

    Segn la anterior proposicin no se niega el posible valor representacional de (rm) respecto a un estmulo externo previo, sino que se remarca el valor funcional de (rm) de tal modo que si las respuestas motrices observables de los organismos son productoras deestmulos de retroalimentacin informativa, las respuestas (rm) son productoras de estmulos de retroalimentacin direccional. Por lo cual para nosotros las variablesintermediarias son un modelo psicolgico de los procesos entre el estmulo y la respuesta observables que sebasan en un mo delo psicofisiolgico como (rm - em)capaz de explicar la relacin entre los mecanismos psicolgicos y los mecanismos fisiolgicos del organismode forma no mecanicista (Tous, 1977, 1978).

    Hablar de mecanismos no mecanicistas puede serun puro juego de palabras, si no prestamos atencin aq u e (rm ), fimcionalmente, no es slo la repres entaci ninterna de un es t mulo pasado; s ino un agente direc tordel proceso interno que conduce a la respues ta observable. (Ver fig. n 3).

    MODELOFISIOLGICOMODELOPSICOFISIOLGICO

    i' MODELOPSICOLGICO

    : SUJETO)^ ( r m ) 4 _ -impulso/ nervioso stimu lo/rctroal.- ^ ( ( e m ) .mee. dirigido

    variables inte rmediarias

    FIGU RA 3. Fundamentcin de las variables intermediarias como contenidos de un modelopsicofisiolgico V fisiolgico. Explicacin en el texto.EL BASILISCO

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    Justificacin de la VariableIndependiente: SignificadoN o consideramos qu e el significado de unos elementos de un cdigo, sea el que sea (numrico, verbal,geomtrico.. .) pueda definirse o establecerse a priori demodo radical segn la ley del todo o nada, cuando estoselementos se presentan a sujetos familiarizados y habituados a la util izacin de metalenguajes tales como lamatemtica o el cdigo de la circulacin. Lo que sdebemos admitir es que existen agrupaciones o combinaciones de los elementos de cada uno de los posiblescdigos que tienen una mayor firecuencia de util izacinpara los sujetos, ya sea porque denominan objetos, fenmenos , individuos , e tc . ; o s implemente porque suestructura tiene ms facilidades fonticas, porque suorden representa un segmento, o se aproxima a l , dela enunciacin establecida de todos los elementos posibles de l mencionado cdigo; o tambin porque su

    orden puede coincidir con algn fragmento del ordencon que aparecen los elementos de las combinacionesde denominac in .Se plantea por lo tanto el significado en trminosde la util izacin real por parte del sujeto de unos elementos simblicos con los que en principio est altamente familiarizado culturalmente, y tan slo se presupone que exis ten combinac iones de es tos e lementosque le son ms familiares que otras. As, pues, no setrata de un estudio del significado en el sentido de Ch.E. Osgood (1957) ya que ste se interesa slo por la diferenciacin entre significado denotativo y significado

    connotativo. Ni, tampoco, de un estudio del significadodesde el punto de vista semntico, ya que a pesar deconsiderar la l ingstica moderna los morfemas comounidades significativas mnimas y no las palabras, talcomo lo haca la gramtica tradicional (Adrados, 1969),lo que se sigue considerando como significado es elpapel denominador y gramtico-funcional de una combinacin de elementos de un cdigo, en este caso siempre verbal, a la que refieren con la expresin de unidad lingstica.Por otra parte al plantearnos el tema del significadodesde una perspectiva estrictamente psicolgica, nuestro

    inters est en estudiarlo en relacin con el tpicopsicolgico mnemnico y por e l lo es tamos inte resadosen la persistencia de la informacin almacenada, la selecti-vidad que se manifiesta en la evocacin frente a determinados estmulos y la forma como se recupera en unmomento dado e l mater ia l a lmacenado. Sabemos que apar t i r de combinac iones de e lementos que sean denominaciones, algunos sujetos para evocarlos las; recombinanen forma de oraciones o frases ms o menos completas,por consiguiente parece ser que el sujeto puede elaborar, a partir de las combinaciones de los elementos quele presentemos suces ivamente , unidades de ordensuperior. Existe con todo una excepcin y esta es quelas denominaciones cuando se presentan al sujetos iempre en e l mismo orden y en nmero no muy superior al de 7 u 8, este tiende a evocarlas en el mismoorden en que le fueron presentadas . Pos tulamos queesta actividad del sujeto frente a las denominaciones

    ser la misma frente a combinaciones que no puedenconsiderarse direc tamente como denominaciones ; tanslo que entonces el sujeto debe primero recombinarlasen denominaciones y despus en oraciones o frases mso menos comple tas .Todas estas consideraciones nos llevaron a determinar el t ipo de material que debamos util izar en un estudio del papel del significado en la memorizacin.Definimos nuestra variable independiente: significado, como la facilitacin que confieren las combinaciones de elementos del cdigo verbal para la denominacin. Al tratarse de un estudio piloto escogimos combinaciones que en el idioma castellano tenan significados habituales de denominacin tanto en el lenguajehablado como escrito. A este grupo de combinacionesle llamamos con significado (A.S.) y nos referimos simplemente a combinaciones con alto significado en elmismo sentio que las util izadas por G.A. Miller y J .A.Selfridge (1950), V.J. Ciutat (1958) y B.J. Underwood

    y R.W. Schulz (1960) a estas combinaciones de altosignificado (A.S.) las consideramos el valor presenciadel significado y constituyeron un tratamiento denuestra variable independiente. Elaboramos otras combinaciones procurando tan slo que no tuvieran por ssolas ningn significado de denominacin. O sea, entrminos de los investigadores mencionados de bajasignificacin (B.S.). Se trata como ya dijimos de combinaciones menos familiares para el sujeto y como hemosvisto que estas podan ser de diferentes clases procuramos, al elaborarlas, establecer un control de las mismas . Todas tenan la misma estructura fontica entre sy respecto a las de alta significacin. Los elementos delcdigo no s iguen, en absoluto, ningn orden ni en lacombinacin ni entre las combinaciones tanto de denominacin como de no denominacin. Los e lementossean consonantes o vocales aparecen en cada lista igualnmero de veces. Con lo cual slo cumplen, expresamente, con la condicin de que pueden identificarsecon morfemas o sea que su orden puede coincidir conalgn fragmento del orden con que aparecen los elementos de las combinaciones de denominacin. Peroprocurando que ninguna de e l las const imyese de por s una unidad lingstica de tipo gramtico-funcional, talescomo terminacin de infinitivo, o de cualquier otrot iempo verba l , preposic in y/o conjuncin.Podemos asegurar por consiguiente que la diferencia entre la lista de combinaciones con alto significado(A.S.) y la lista de combinaciones con bajo significado(B.S.) consista nicamente en que la primera coincidacon denominaciones habituales y preestablecidas en elsujeto, mientras que la segunda no. Se trata en amboscasos de trigramas: consonante-vocal-consonante y elnmero de estos es el mismo para cada lista .No se control el grado de dificultad que para unsujeto en particular pudiese representar cada uno de lostems con significado (trigramas de denominacin) que

    constituan la l ista (A.S.) ni tampoco el grado de dificultad que pudiese representar cada uno de los itemssin significado (trigramas de no-significado por smismos) que constituan la l ista (B.S.) . Esto fue debidoa que resul ta imposible de terminar de modo obje t ivoEL BASILISCO

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    este grado de dificultad para cada posible sujeto, una vezse h a r ecu rrid o pa ra los items de significado a la firecuen-cia de uso y para los items de no-significado a la improbable recuencia de uso (para ello evitamos, en esteltimo caso, coincidir con anagramas, siglas, marcascomerciales y denominaciones en los idiomas Ingls,Francs, Cataln, Italiano, y, por descontado. Castellano). Con todo dado e l t ipo de presentac in de los es t mulos que vamos a utilizar y la clase de variables dependientes que registraremos, esta posible variable ext raa re levante puede considerarse como ir re levante .Pero si se control el nivel de dificultad que produce lasemejanza de los items dentro de cada lista (Under-wood y Goad 1951) mediante e l control de l nmero yorden de las repeticiones de una misma consonante ovocal .Una vez definido el t ipo de material estmulo quebamos a utilizar nos planteamos qu nuevas variablesdebamos controlar para no encontrarnos con unos datos conta min ado s. La prim era fue el nm ero de itemsde cada lista, ya estudiada por Ehrlich (1965), por loque todas las listas en ambas condiciones (AS y BS)fueron idnticas en nmero. En segundo lugar la cantidad de presentaciones que debamos hacer del material estmulo para permitir que el sujeto llegase a me-morizar. En este aspecto podamos optar por dos soluciones diferentes: a) presentar el material tantas vecescomo fuese necesario para que el sujeto diese la evocac in correc ta de l mismo, b) predeterminar un nmerodeterminado de presentac iones y considerar como evocacin correcta del sujeto la correspondiente a la ltima, aunque no fuese la evocacin de todo el materialpres enta do . N o podamo s decidirnos por la pr imera de

    las soluciones ya que entonces el valor de la variablede pen die nte es tara confundido porque corresponder at a n t o i la dificultad de uno u otro tratamiento como ala habilidad del sujeto para el aprendizaje verbal. Apoyndonos en Tulvin (1962) optamos por presentar e lmaterial a los sujetos 16 veces en cada condicin.

    Debamos por consiguiente presentar cada i tem decada condicin una vez en cada lista, o sea 16 veces,esto nos oblig a elaborar 16 itens para cada condicin.En la confeccin de cada una de las 16 listas de cadacondicin tuvimos presente los efectos de la posicinserial: los items del principio y del final de una lista seaprenden ms fcilmente incluso en el aprendizaje derecuerdo libre, y tanto en listas largas como cortas(M urd ock 1962) (Dees y Kaufman 1957) es to podamosevitarlo presentando los items en cada lista totalmenteal azar; pero nuestro objetivo iba ms lejos. Sabemos pore l exper imento de Montague y Kess (1978) que lositems de alta asociacin facilitan el aprendizaje verbal, osea que un alto valor de asociacin entre los itemspoda favorecer e l recuerdo confundindose con unosresultados que deban depender tan solo del significado.Pasamos por consiguiente a controlar el valor de asociacin, evitando sistemticamente la contigidad de unitem con otro item de la misma condicin en diferenteslistas. Para ello acudimos al informe experimental ya citado de Tulving segn el cual es posible construir l istasen las que un item no aparezca precedido ni seguidopor el mismo item que lo precedi y sigui en cualquie

    otra l is ta . Pero sobre todo creemos que controlamos e lvalor de asociacin cuando se utiliza un aprendizaje serial y no un aprendizaje de pares asociados, como elutilizado por Montague y Kiess y Cieutat ya citados,porque e l aprendiza je de respues tas propio de l aprendizaje serial no es necesariamente fruto de una cadenaasociativa donde cada respuesta se convierte en el estmulo de l s iguiente i tem. (Cohn 1969).Po r otra parte al^jestudiar la mem oria deb emo stener en cuenta si nos referimos a la memoria sensorial(persistencia), a la memoria a corto plazo o a la memoria a largo plazo. La eleccin de uno de estos tiposde memoria depende de la c lase de var iable independiente que se utilice, de su modo de presentacin y delt ipo de var iable dependiente que se regis t re .En nuestro caso al utilizar como variable independiente el significado, tal como lo hemos definido, ypor presentar cada i tem por medio de un tambor deme mo ria d urante un segu ndo y po r pedir la respuesta al

    sujeto al terminar la exposicin de toda la lista y contareste con tiempo libre para realizarla, estamos considerando la memoria a la rgo plazo. Recordemos que enla memoria sensorial los estmulos se presentan por mi-lisegundos (Sperling, 1960) y que en la memoria a corto plazo se utiliza la interferencia como en el clsicoexp er im ento de Peterson y Peterson (1959). SegnAppel y Underwood (1962) e l t ipo de interferencia msefectivo es la inhibicin proactiva respecto a la memoriaa cor to plazo.Por consigmente el material estmulo preparado loadministramos segn el recuerdo serial l ibre, que tiene

    la ventaja de no favorecer la asociacin al presentarselos estmulos en forma de series o listas uno a uno sucesivamente, y al no pedirle al sujeto una respuesta anticipada, a la presentacin de cada uno de los items, nospermite registrar al f inal toda la evocacin de formalibre o sea s in orden predeterminado. Adems, ya quecomo veremos bamos a utilizar la tcnica de Ehrlichpara cuantificar nuestra variable dependiente: la estructuracin, era importante asegurarnos que la frecuencia,con la cual dos items de cada condicin podran aparecer juntos al azar en las mismas listas, fuese mnima.De otra forma el orden con que los sujetos nos evocasen los items estara contaminado por esta frecuenciaya dada en la presentacin misma del material. Utilizand o , como hemos dicho, la tcnica de Tulving esta posible contaminacin queda sin posibilidades.

    Justificacin de las variablesdependientes del experimentoRespecto a la var iable dependiente debemos teneren cuenta en pr imer lugar que e l exper imento de Mil le ry Selfridge (1950) puso en evidencia que la memoria a

    largo plazo dependa del significado adems de lascondiciones de prctica (nmero de ensayos). Ehrlichtom como criterio de la variable dependiente: laestructuracin, controlando el significado del material ymanipulando las condiciones de prctica (cada trata-EL BA SILISCO

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    ien to te ndr un d is t into nmero d e i tems y por consi

    pero para estos autores no es suficiente posm-a re lac in de un o a uno entre la magnitud de un

    Son estos mismos autores quienes nos dicen que

    dep end iente , o sea que s i la magni tud d e un o

    encia sob re la ejecucin d eber tambin diferir. C om o

    Por lo tanto en nues tro exper imento, s i deseamose cu mp la con este objetivo crtico respecto a la teora

    - em) que med ia en tre ambas . Para nosotros es te

    olgico. Cu ya actividad resultar un corre lato adecua

    (McG uigan, Culver y Kendler , 1971) .

    con los dems. En esta condicin las (rm) estarn muybien establecidas sea por reverberacin sea por consolidacin; ya que los items estn ya en el almacn y porconsiguiente se registrar una actividad electromiogrf-ca subvocal superior a la actividad general, pero inferiora la que se registrar en la condicin sin significado yaque en es ta i sujeto deber primero identificar el tr i-grama con algn fragmento de los contenidos de su almacn a largo plazo y tan slo despus de esto podrrelacionar el i tem con los dems que habrn seguidonecesar iamente e l mismo paso previo. Las ( rm) producirn estm ulos de retroalimentaci n (em) internos enlas situaciones de mediacin ya establecida en el sujeto(significado), pero en las situaciones en que la mediacin sea ms compleja (no significado) las (rm) producirn estmulos de retroalimentacin internos (em)ms fuertes. Por lo tanto predecimos que a mayorestructuracin menor actividad electromiogrfica a nivelsubvocal y que a menor estructuracin mayor actividadelectrom iogrfica subvocal, bajo la variable indep endiente significado. Respecto a la interaccin con la ejecuc in o rendimiento entendemos que cuando exis ta a l taestru ctu raci n hab r ms aprendizaje y que cuandoexista una baja actividad electromiogrfica tambin habr ms aprendizaje. La representacin grfica de la interaccin que acabamos de describir entre los dos procesos supues tos ser a como s igue:

    ;. APRENDIZAJE VERBAL

    proceso dz estructuracin

    proceso de activacin

    ^ '

    B S A STRATAMIENTOSFIGURA 4. Representacin de la interaccin de ios procesos intermediarios postulados y surelacin con la ejecucin. Explicacin en el texto.

    Podemos predecir en e l anter ior e je de coordenadas la ejecucin que esperamos como una sustraccindel proceso de activacin (rm) respecto al proceso deestructuracin (ver en la fg. n 4 el trazo punteado). Apartir de estas funciones, establecidas entre los procesossupuestos y la ejecucin esperada, es posible sentar lahiptesis de que en la condicin bajo significado (B.S.)no se dar estructuracin o esta ser inferior, y esta esuna hiptesis especfica ya que hablamos de una substracci n de d os pend iente s qu e interactan y slo/ en elpunto de stas que se diese la eqidistancia exacta, elresul tado ser a O (no estructuracin).

    MtodoNosotros pos tulamos que cuando e l suje to es t ba

    reconocer el item e interpretarlo relacionndolo

    S u j e t o sLos datos que analizamos a continuacin corresponden a dos suje tos que forman par te de una muestra

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    al azar de 2 de BUP, con la cual realizamos una investigacin. Ambos sujetos han sido seleccionados mediante apareo por medio de las variables de sujeto: edad,aprendizaje previo, motivacin, rendimiento escolar, nivel socio-econmico-cultural de sus familias, y los datosque alcanzaron mediante una batera de tests de vocabulario, memoria inmediata, series analticas, razonamiento abstracto, extroversin y neuroticismo.Apara to s

    El equipo instrumental utilizado fue un Bio-recor-der (Leti-Graph 2000) y un tambor de memoria.Ambos aparatos forman parte del Laboratorio del Departamento de Psicologa Experimental, y fueron, asimismo, empleados a lo largo de toda la investigacin.Proc ed im i en t o

    Una vez los sujetos fueron equipados con loselectrodos y estuvieron convencidos de que no sentirannada con ellos, se les dio, individualmente, la consigna:Deben aprender una lista de palabras que se lespresentar repetidas veces, aunque no siempre con laspalabras en el mismo orden. Al final de cada lista debern contestar por escrito, escribiendo todas laspalabras que recuerden en el orden en que les vengan ala mente, en esta hoja de respuesta.

    La administracin fue individual y al sujeto A, alazar, se le adm inistr la condicin experimental AS - BSo sea primero listas de alto significado y acto seguidolistas de bajo significado; mientras que al sujeto B se lepresent primero (BS) y a continuacin (AS).Los datos poligrfcos se obtuvieron mediante regis tro s (EM G) subvocales y registros o culomiogrficosque sirvieron de control para los anteriores. Se establecieron de antemano unas fases especficas de regist r o , ya que este fue continuo a lo largo de todo elexperimento. Estas fases fueron: Adaptacin general (5),Lnea base del sujeto (20'), Lectura (AS), Ejecucin-(AS) . Lectura (BS) y Ejecucin (BS).

    Resu l t adosLos datos que presentamos en este apartado correspo nd en a ejecucin, coeficiente de estructuracin y activacin (EM G) subvocal y fueron prom ediados de ambossujetos para corregir el efecto de orden de presentac in .Respecto a la ejecucin el porcentaje de aciertospromediados para ambos suje tos en la condic in experimental (BS) result menor que el conseguido en lacondicin experimental (AS). Esta diferencia fue estadsticamente significativa al 1%.El coeficiente de estructuracin result, tambin,inferio r para am bos sujetos en el. tratamiento (BS) y ladiferencia con el conseguido en el tratamiento (AS) fue

    estadsticamente significativa al 5%.Los datos referentes a la activacin (EMG) subvocalfueron promediados para cada sujeto con los obtenidos

    en su lnea base respectiva y fueron, una vez promediados a partir de los sujetos, superiores en el tratamiento(AS) respecto al tratamiento (BS). Esta diferencia noresult significativa estadsticamente.El registro (EMG) subvocal fue superior bajo todoslos tratamientos y en los dos sujetos al obtenido porcada uno de ellos en estado de reposo (lnea Base). Esta

    diferencia fue estadsticamente significativa al 5% paraam bo s sujetos. Sujeto (A) t = 2,75 y Sujeto (B)t = 2,47.En la tabla siguiente presentamos los porcentajesalcanzados por ambos sujetos bajo cada tratamiento ysegn los tres criterios de respuesta utilizados.

    EjecucinCoef. EstructuracinActivacin (EMG)

    Discusin

    B.S.0,250,360,31

    A.S.0,650,890,36

    1%N S

    SNS

    5%S

    NS

    Nuestros datos confirman el doble papel que asignamos a (rm) ya que desde la perspectiva de la estructuracin se manifiesta como un elemento asociativo, escapaz de establecer el nexo entre lo aprendido y lo presente en la estimulacin, gracias a su contenido simblico o de representacin, pero, a la vez, este contenidoacta como un mecanismo dirigente facilitando la respuesta patente y por ello disminuyendo la activacin(EMG) subvocal. Podramos decir que toda informacinproduce una elevacin de la actividad (EMG) subvocalque explcita la actividad mental que aquella produce,pero que esta activacin es inversamente proporcionalal contenido de la informacin presente ante el sujetocuando ste (contenido) es ya conocido por aqul. En lagrfica vemos como, a partir de los datos obtenidos ennuestro experimento, se da una tendencia a la interaccin entre el coeficiente de estructuracin y la actividad(EMG) subvocal. Esta interaccin que ha sido representada mediante los datos de la tabla n 4, promediadospar a am bos sujetos, nos confirma la prediccin tericaque representamos en la fig. n 4 de este trabajo, porlo que parece que contamos con cierta evidencia emprica de nuestra hiptesis de que el significado (AS)favorece la estructuracin y disminuye la activacin(EMG) subvocal mientras que el (BS) dificulta la estructuracin y aumenta la activacin (EMG) subvocal. Estosdatos tan slo nos confirman nuestra hiptesis comotendencia ya que como hemos visto la diferencia entreactivacin (BS) y activacin (AS) no es significativa estadsticamente. Con todo si hubisemos registrado, slo,los datos del sujeto B la diferencia sera estadsticam en te significativa al 5 % . Esta observacin parece indicar que la activacin (EMG) subvocal est ntimamentevinculada a la emotividad temporal del organismo. Porotra parte la ejecucin aparece como el resultado de lainteraccin entre la estructuracin y la activacin talcomo habamos pos tulado.

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    0,900,80 0,70 0,600,500,40 0,300,200,10

    c??^ ^ si^'.O 0 ^

    ACTIVACIN

    B S A S

    Desde el punto de vista cualitativo una posterior

    1 Q u e algunos trigramas le llegaron a sugerir

    2 Q ue seg n las identificaciones anteriores agrup

    3 Que agrupar los elementos de las listas en cateBS) .

    El sujeto B nos refiri que frente a la serie de(BS) le era difcil recordar lo aprendido en el ensayoanterior (cada hsta me pareca totalmente distinta de laanterior) y por lo tanto las aprenda una a una sin apenas tener en cuenta las respuestas dadas en las seriesanteriores. Frente a la serie (AS) nos dice que hacia lamitad de los ensayos empez a agrupar los items de lamisma segn ca tegor as . Pos ter iormente coment quealgunos trigramas de la serie (BS) le llegaron a sugerirciertas denominaciones que ya conoca, pero que no tuvo tiempo de agruparlas para recordarlas mejor.

    Teniendo presente que los suje tos dieron es tasexplicaciones sin conocer los resultados que haban obtenido, podemos concluir que e l suje to A es taba msseguro de haber tenido xito que el sujeto B, el sujetoA recordaba ms trigramas de la serie (BS) que elsuje to B.Consideramos que el sujeto A transfiri la formade actuar frente a la serie (AS) a la serie (BS), lo cual

    hizo que se comportara frente a sta con un propsito.Esto le permiti solucionar ms rpidamente el problema de la identificacin y disponer de ms tiempo parala agrupacin de los elementos. El sujeto B, en cambio,fren te a la prim era serie se encon tr sin un sistema

    aplicable ya que para l era la serie (BS). Esto le produjo mayor activacin (EMG) subvocal puesto que lainformacin es t mulo presente permaneca ms t iemposin ser identificada por el sujeto y sin llegar a relacionarunos elementos con los otros de la lista los evocaba alfinalizar cada ensayo . Esta forma d e pro ced er la transfiri a los ensayos de (AS) posterio res, de tal forma qu etard en poder cambiar el enfoque de evocar segn elorden de cada lista, por el enfoque de evocar segn lasagrupaciones que poda i r es t ruc turando de ensayo aensayo .

    Podramos decir que e l suje to A se comportsegn un plan aprendido y que e l suje to B no recurr ia ningn plan aprendido, para realizar su evocacin,hasta el final de los ensayos, cuando estos ya eran de(AS). Debemos hacer notar que en ambos suje tos e lprocedimiento aprendido era e l mismo: agrupar porca tegor as .Obviamente los fallos en la ejecucin del sujeto A

    frente a (BS) eran debidos a problemas de identificacin; pero no de estructuracin. Los fallos en la ejecucin del sujeto B frente a (BS) eran tanto de identificac in como de es truc turac in.Estas consideraciones ponen de manifiesto que alreferirnos a un sistema viviente, como el sujeto human o , el input es informacin que ejerce un control sobrela forma cmo procesar lo recibido. Si la forma cmoprocesar es el programa en los modelos utilizados, elfin (propuesto en los mismos) es identificable por eltipo de informacin que conlleva el input.

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    ARTCULOS

    ESTRUCTURASDISIPATIVAS:POTENCIALESY CATSTROFES -2JUL IO GEA BANACLOCHE Y MANUEL GARCA VELARDEMadrid

    1. Introduccinuestro entendimiento de las transicionesde fase y procesos cooperativos entre laNaturaleza ha progresado fenomenalmen-te e n los lt imos c uarenta aos y especialmente en la dcada de los setenta. Unatransicin entre dos fases o estados de lamateria suele suponer cambios arquitectnicos (estructurales) y/o funcionales profundos y elcambio suele ser un proceso complejo . Por de pronto , enla regin de transicin se excitan fluctuaciones de variadafrecuencia ( longitud, tal la o dimensin). Comn a todasellas es su vida limitada (temporal y espacialmente) salvola de aquella que se establece como ganadora y que formala fase nueva tras la transicin, cuya vida es infinita com

    parada con la de las dems. Los ingenieros hablan del modo o f luctuacin dominante que esclaviza a los otros. As,la jerga cientfica utilizada ya conlleva la idea de que latransicin es de algn modo un proceso catastrfico para,al menos, una parte del espectro de f luctuaciones (excitaciones, fases o regmenes) que compiten en la transicin.Por ot ro lado, aunque una fase l legue a dominar, es decir,se establezca macroscpicamente no hay que olvidar que est con t inuamente luchando por mantener su estabil idadfrente a la perturbacin que supone las f luctuaciones omodos esclavizados e incluso ot ros nuevos que emergencomo respuesta a la propia existencia de la nueva fase.Transicin entre fases y estabil idad de una fase conllevan,pues, elementos l ingsticos y fenomenologa que no dif ieren mucho de frases y descripciones usadas en cienciassociales, economa o incluso en la jerga de los pol t icos.Tanto el estudio comparativo entre diferentes fases(analogas y diferencias entre estructuras y funciones) co

    mo el estudio de la regin de transicin (cuya duracin yotras propiedades son macroscpicamente observables)son objeto de la mecnica estadstica o sea de la teoraestadstica de la interaccin entre numerosos (muchos oinfinitos) grados de l ibertad, es decir , elementos en competicin. La mecnica estadstica de las transiciones entrefases dichas de equilibrio ( termodinmico) parece haberalcanzado su cnit aunque sigue en auge y desarrollo. Talno es el caso en el estudio de las transiciones entre fasesalejadas del equilibrio termodinmico o estructuras disi-pativas cuyo desarrollo aunque muy prometedor cabe calif icar an de relativamente embrionario.

    La teora de catstrofes, teora matemtica (debida aRene Thom) de la que damos en los prrafos que siguenuna versin lo ms sencil la que hemos podido entender yhacer, cabe considerarla como una descripcin matemtica prxima a una de las teoras fsicas de las transicionesde fase, la teora de Lev D. Landau. Como su teora fsicacorrespondiente per tenece al n ivel puramente macroscpico aunque sirve de gxoa preciosa para el estudio meca-noestadstico antes mencionado. Tiene la potencia de servir , al menos como una primera descripcin, tanto paralas transiciones entre fases en equihbrio como entre fasesmuy alejadas del equilibrio. Su uso por transposicin deideas y resultados del estudio de los fenmenos (fases ytransiciones) de equilibrio ha sido muy fructfero en elentendimiento de las estructuras disipativas. Tanto en lateora de Thom, como en la teora de Landau es crucial laexistencia de un potencial , funcin o funcional de la quediscurren las propiedades relevantes del sistema. Aunquetal propiedad restr inge drsticamente la clase de fenmenos o procesos f sicos a describir permite, sin embargo,l legar a entender aspectos genricos del comportamientode los sistemas fsicos capaces de transiciones, ordenamiento y s inergismo.

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    2. Po tenc ial, fases y estabilidadConsideremos e l comportamiento de una par t cula enun po tenc ial unidim ension al tipo x"*; es decir, la fuerzasobre la partcula ser

    F = - d V , d x = (1 )co n V = X"*. Im agi nm on os a la partcula inm vil en elfond o del poz o. Esta es una posicin de equilibrio estable,como el mismo dibujo (fg. 1) intuitivamente sugiere: sise mueve ligeramente la partcula, aparece sobre ella unafuerza recup erado ra qu e tiende a volverla a su posicininicial. Si no hay rozamiento presente, la inercia de la partcula har que rebase esta posicin y que permanezca indefin idam ente oscilando en torno a la posicin de equilibr io X = O (se habla de estabilidad e n sentid o de A. Lya-punoff); pero, en cuanto haya un rozamiento, por pequeo qu e st e sea, la partcula ir per die nd o energa, hastaquedar inmvil en el fondo del pozo (entonces hay estabilidad asinttica) (fig. 2). En lo que sigue supondremos quesiempre hay alguna fuerza de rozamiento presente, aunque sea pequea (pues en fsica suele ser la estabilidadasinttica lo que interesa) y nos imaginaremos a la part-

    F I G U R Acula estable cuando est inmvil en el fondo del pozo(por supuesto que en este caso el potencial V = x^ ya nodescr ibe correc tamente todas las fuerzas que actan sobrela partcula, al no incluir las de rozamiento; ms adelantetendremos esto en cuenta con ms detalle).

    F I G U R A 2

    sin rozamiento con rozamiento.V,(x)

    Supongamos que per turbamos l igeramente e l potencial V(x). Esta perturbacin puede ser externa o inclusopuede considerarse como espontnea y equivale a modificar ligeramente las fuerzas que actan sobre la partcula.Supongamos que, como consecuencia de esta modificacin, el potencial pasa a ser el que tenamos antes ms unpequeo trmino proporcional, por ejemplo, a x^ lo escribi rem os e X-', con 8 pe qu e o. (Propo rcional a x^ o a x eslo mismo a expensas de un cambio en el origen de coordenadas ) .

    La grfica del potencialVi (x) = x'' + 8x^ (2)no es ya simtrica con respecto al eje vertical y el puntoX = O ya no es un p un to de equilibirio estable: a la ms ligera perturbacin de su reposo inicial, la partcula abandonar su posicin inestable para caer al fondo delnu ev o po zo en x = - 3e /4, en el que se detendr finalmente, si hay alguna fuerza de rozamiento.

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    Ms grande an es el cambio en V si en vez de unt rmino en x' se le suma un pequeo trmino de la forma ex - (con positivo). Entonces se tiene

    V :( x ) = X"* - 8 X- (3)

    y ahora, al margen de la pequenez de e, hay dos pozos estables , a ambos kidos del central, que es inestable; losdos mnimos o fases tienen dominios de estabilidad deigual profundidad. En cuanto se le suministre el ms pequeo movimiento a la partcula, sta caer a un lado o ao t r o , de manera brusca. Hay entonces una transicine n t r e fases.As pues, si empezamos con una partcula en un potencial X', y modificamos ligeramente las fuerzas que actan sobre ella, de modo que pase a ser de la forma (2) (3) , es casi seguro que observaremos antes o despus unsalto brusco y espontneo en el comportamiento de lapar t cula . Ntese , en cambio, que es to no hubiera ocurrido si el potencial de partida fuera del t ipo x-, aunqueeste tenga una forma muy parecida al x^. En efecto, tantolos potencia les

    V ? ( x ) == X- -I- e x "c o m o

    V4(X) X - ex"

    (4)

    (5 )

    F I G U R A 4

    siguen ten ien do un m nimo en el origen y, para lo bastante peq ue o , e l pozo correspond iente es bas tante anchoy pro fu nd o (ver fig. 5). As pue s, en este caso la partculano llevar a cabo ningn salto brusco, si inicialmente esten reposo en e l or igen, x = 0.Todo esto sugiere que existe una diferencia importante entre un potencial de tipo x- y uno de tipo x~; dife-

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    F I G U R A 5

    rancia que s traducir en el distinto comportamiento delos sistemas p o r ellos d escrito s. El pote ncial x"* tien e u nmnimo que puede t ransformarse en un mximo o en unpunto de inf lexin mediante una per turbacin tan pequea como se quiera, adecuadamente escogida: se dice quees un mnimo estructuralmente inestable (no confundir esta

    estabilidad con la otra llamada de Lyapunoff: en tanto quemnimo, s igue s iendo un punto de equi l ibr io es table parala partcula). Como consecuencia de esto, el sistema descrito por el potencial experimentar cambios bruscos defases (su estado fsico o fase descrita es su posicin,en este caso) cuando la forma del potencial cambie.

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    3 . Atxa ctores y catstrofesEn la seccin anterior, hemos mencionado dos fenmenos que se dan siempre en un sistema fsico real: unoes el de la disipacin (por ejemplo de energa: el rozamiento), que acompaa siempre a todo proceso natural

    (irreversible), este hecho nos serva para suponer que bamos a encontrar siempre a nuestro sistema exactamenteen (o muy cerca de) el fondo del pozo de potencial (estado o fase

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    mos) al lado del viejo, x = 0. El

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    EL PROCESIONISMO DENIKO S POULAN TZASMANUEL FERNANDEZ LORENZOO v i e d o

    ocos meses antes de su prematura muerte , ocurrida el 3 de Octubre de 1979 enPars , Niko Poulantzas, aquel joven exiliado griego que, en opinin de algunos,encarnaba vivamente el proceso de la tantrada y llevada crisis del marxismo, declaraba en una entrevista periodstica,despus de haber rechazado las crticas que se le habanhecho de descriptivista , funcionalista y reduccionista , queen cambio, la crt ica sobre el formalismo conceptual t iene algo de verdad en la medida que en mi primer libro.Poder poltico y clases sociales, hay, efectivamente, un excesivo teoricismo, una excesiva abstraccin y una formaliza-cin desmesurada, porque se funda, demasiado, en lostextos clsicos del marxismo (1). Aclaremos rpidamenteque ms correcto que en los clsicos del marxismo seradecir en la interpretacin althusseriana de la obra deMarx, ya que no se puede olvidar que ste fue en sutiempo uno de los ms severos crticos del formalismoidealista al que eran proclives algunos de los mximos representantes del Idealismo Alemn, su propia concienciafilosfica anterior.

    Sin embargo lo que concede Poulantzas es muy significativo si recordamos que Poder poltico y clases socialesconst i tuy, con su apar ic in en 1968, un t remendo xi totanto editorial como cultural, anidado al socaire delmayo francs y de la apoteosis del althusserismo. Desde entonces ac aquel autor, que manejaba un estilo deescritura abrupto y penoso, que lo mismo serva para fasc inac in de a lgunos que para menosprec io de otros ,haba recorr ido un respe table camino, que ahora podemos

    (1) Entrevista publicada en el n" 103 del Suplemento de Arte y Pensa-miento del diario EL PAS , con fecha 7-10-79.

    ver ms claramente como una especie de procesin descendente de conceptos que intentan explicar lo inferior,los hechos ms concretos y especficos de la actividad polt ica, como pueden ser las operaciones que conducen aun golpe de es tado, por lo super ior , por los conceptosgenera les de l mater ia l ismo his tr ico (modo de produccin, clase social, etc.) . Una especie de procesionismo enel que cada paso sucesivo implicaba a la vez una cada, undesdecirse de lo anterior y siempre con la incertidumbrede no saber si se haba pisado ya tierra firme ante laimposibilidad de descifrar el inquietante enigma que elprocesionismo clsico haba formulado as: Cmo es quea Dios le llegan a salir pelos y uas.-*, que en el caso dePoulantzas se t ransforma en: Cmo e l Modo de Produccin Capitalista puede producir hornos crematorios ycampos de concentracin.?.

    En esta procesin terica poulantziana destacaramossobre todo tres estaciones principales, sealadas por tresde sus l ibros , que d esencadenaron, sobre tod o e l pr imero,encendidas discusiones y encontradas disputas. La etapainicial viene marcada de manera rotunda por la publicac in de Pouvoir politique et classes sociales de l'tat cap italiste(2) , obra en la que intenta superar el mecanismo marxista(2) Librairie Frangois Maspero, Paris , 1968. Hay traduccin al espaolen Siglo XXI desde 1969. Citaremos por la 4^ edicin de 1972. Anterio rm ent e P oulantzas haba publicado algunos artculos como L'examenmarxiste de L'Etat e du droit actuis et la Questin de l 'a lternative enLes Temps Modemes, agosto-septiembre de 1964, Preliminaires l 'Etudede l 'Hegemonie dans l 'Etat, en el n correspondiente a noviembre-diciembre de 1965 de la misma revista; Matxism in Great Britain enNet^ Left Review, n 43; A propos de la Theorie marxiste du droit enMarx et le droit modeme, nmero especial de Archives de phihsophie dudroit, XII, Paris , 1967. Hay traduccin de estos artculos en la compilacin prologada por J . Sol Tura niKOS POULANTZAS. Sobre el estadocapitalista, Laia, Barcelona, 1974 y en Nikos Poulantzas. Hegemona ydominacin en el Estado Moderno, Cuadernos de Pasado y Presente, Buenos Aires , 1969 .

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    que ent iende e l Es tado capi ta l is ta como a lgo meramenteins trumenta l , como un rgano cuya funcin es puramentecoerc itiva, y trata de fundam entar, frente a este reduccio-nismo, la Idea de una autonoma relativa de dicho Estado respecto de la burguesa, en tanto que constituye suc lase dominante . Para e l lo se propone reconstruir a par t i rde los anlisis de los clsicos del marxismo, ciertamentellenos de intuiciones brillantes pero ambiguos y, en smismos, insuficientes, una teora del Estado capitalistaque difiera a la vez de la que mantienen tambin otras corientes marxistas del t ipo de la encabezada por WrightMills o, ms recientemente, por Ralph Miliband. Su diferencia respecto a estos consistira fundamentalmente enues t iones de metodologa que , le jos de ser nocentes , leonducan a conclusiones polticas muy dispares.

    En 1974 publ ica Les classes sociales dans le capitalisme(3), l ibro que, creemos, marca su segundo pao desce nd ente co n respecto a 1968. Pero debemos refe

    Pascisme et dictadure. La lll International face au(4), donde Poulantzas se centraba principalmentede la teora general elaborada en su prim e

    o un pr odu cto de la c risis de hegemona provocada en

    e su aparato terico, y a pesar de no cono , como algunos afirman, por la finura de observacines de Miliband, implacable crtico de Poulantzas como

    rior ideologa pequeo-burguesa en cr is is . Tambin e lbonapartismo se caracteriza por una poltica de compromisos, a diferencia del fascismo que llega a romper conesos compromisos en la denominada noche de los cuchillos largos, no habiendo, por lo dems, tampoco en elbo na par tism o una identidad entre la fraccin hegem nicay la reinante, como ocurre en el fascismo que, contra lostpicos establecidos, Poulantzas entiende como un movimi ent o con aceptacin popular y predominan temente urbano que llega a constituir un tipo especial de estado deexcepcin. Sin duda alguna Poulantzas gozaba de l granventaja de analizar el fascismo como un hecho histrico,ya acontecido, por lo que los bloques polticos se podancontemplar y juzgar retrospectivamente por sus consecuencias, siendo esta quizs la nica manera, paradjicamente, de predecirlos. Pero esta riqueza de anlisis parec e q ue se ob tien e incluso a pesar de su metodologaapriorstica, que comienza con proposiciones o conceptosgenerales que, despus, deben ser ilustradas, y no simplemente verificadas, con anlisis concretos, pero siendo,en el fondo, incapaz de explicar las razones internas deestos procesos histricos, tal como algunos crticos le reprochan (5) .

    Su l ibro de 1974, Les classes sociales dans le capitalismed'aujourdhui, es una compilacin de tres ensayos en losque, contra lo que sostienen las corrientes polticas quesue an con un a futura Euro pa Un ida, que sea, a la vez,capaz de escapar al imperialismo U.S.A., del t ipo de lasrepresentadas por los par t idos comunis tas europeos o porel terico troskista Ernest Mandel, Poulantzas afirma quela fase actual del imperialismo se caracteriza precisamentepor la reproduccin inducida del capitalismo monopolista norteamericano en el seno de las metrpolis europeas, reproduccin que no slo es econmica sino tambin ideolgica y que es efectuada principalmente por laburgues a interna, concepto nuevo introducido por e lautor para sealar un tipo de burguesa que difiere tantode la denominada por otros burgues a compradoracomo de la ya clsica burguesa nacional, y que lejos deser un bloque homogneo conforma una tota l idad he terognea y desarticulada a la que se opone paradigmticamente una clase obrera tambin muy fraccionada. Pero

    3) Editions du Seuil, Pars . Hay traduccin en Siglo XXI, Madrid,1977 , por la que c i tamos .(4) Librairie Frangois Maspero, Paris , 1970. Traduccin en Siglo XXI;citam os por la 8* edicin, 1976.

    (5) As Ernesto Laclau en Poltica e ideologa en la teora marxista, SigloXXI, Madrid, 1978, donde se encuentran unas crticas de diversos aspectos de la obra de Poulantzas muy certeras y a las que tendremos ocasin de referirnos en lo que s igue.20 EL BASILISCO

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    sobre todo destaca en esta obra el intento de analizar lanaturaleza de una clase que no encajaba en los cnonesdel marxismo clsico y cuya aparicin se atribuye al capitalismo ms reciente: la nueva pequea burguesa, algunas de cuyas fracciones sufren un empobrecimiento en relacin a la propia clase obrera y otras, como los l icenciados parados en cantidad jams conocida, pasan a integrar una especie nueva de ejrcito de reserva. Hay eneste l ibro tambin algunas rectif icaciones, pero, en definit iva se revalida el anterior marco terico y sus anlisisesenciales.

    Ser en 1978, con la publicacin de L'Etat, le pouvoir,le socialisme (6), donde se pondrn en cuestin algunas delas tesis centrales del marxismo anteriormente profesadopor Poulantzas, quizs con ms virtuosismo que profundidad. As la tesis de la ruptura entre el Marx maduro y eljoven, de origen althusseriano, pero mantenida por elautor en su primer l ibro del 68, es ahora crit icada: elcorte ciencia-ideologa est lejos de poseer la naturalezaradical que le habamos atr ibuido hace algunos aos. Incluso en el Marx de la madurez, la teora de la historiapre sen ta cier tos elementos com unes con la representacinideoigico-filosfca de la Historia de su poca (p. 133).Tambin se reconocen explcitamente otras insuficienciascomo las que se refieren a los anlisis del nacionalismo:hay que rendirse a esta evidencia: no hay una teoramarxista de la nacin. Decir que hay, pese a los apasiona-

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    dos debates a este propsi to en el seno del movimientoobrero, subestimacin de la realidad nacional por elmarxismo, es quedarse muy cor to (109) . Hay quien diceque Poulantzas, en medio del escndalo producido porestas autocrt icas, estaba entrando en una fase de madurez creativa fruto, en parte, de las duras crt icas recibidas;de esta forma cristalizara ahora una teora del Estado quesintonizaba muy bien con las propuestas polt icas deleurocomunismo en lo que concierne a la insistencia enla unidad de la izquierda, pero, sobre todo, con la esperanza despertada por las posibil idades que se divisaban deuna transformacin de la naturaleza de clase del Estadopor medio de rupturas parciales, que incluyen una transformacin por etapas del conjunto del aparato econmico del Estado, configurando, en definit iva, un largo ytortuoso proceso de ruptiuras. Mediante esta frmula sequiere expresar el intento de diferenciarse de las merasrefo rm as de la socialdemocracia clsica y a la vez se ofrecela contrafigura de su inicial propuesta althusseriana de lasrupturas de procesos, frente a la cual Poulantzas parecedecidirse ahora, en un giro inesperado, por realzar lacontinuidad de los procesos, con el aadido de que estasrupturas parciales podran incluso neutralizar en buenamedida la violencia inherente a todo cambio revolucionario. Desde nuestra perspectiva, sin embargo, es aventurado pensar en la posibil idad de que Poulantzas pudieseremontar un curso de ascenso tr iunfal ya que segua presode dos funestos componentes de los que nunca logr zafase : el formalismo y la tendencia a usar metforas en lugarde conceptos; de esto lt imo hace uso, en abundancia a lolargo de toda su obra, por ejemplo, cuando afirma que elmodo de produccin capitalista hace pie en una formacin social (7) , o que el Estado es una caja de resonancias (8) , tendencia que se mant iene poderosamentetambin en su lt ima obra cuando caracteriza al Estado delas sociedades capitalistas ms avanzadas, basndose enuna serie de rasgos descriptivos, como estatismo autoritari o , formula que p or su grado de generalidad y ambigedad difcilmente se tomar por un concepto cientf ico.Lo que es tanto ms grave cuanto que reprocha a la vez aFoucault , Deleuze y otros el uso de un lenguaje metafrico. Y esto no puede ser pasado por alto a quien constantemente identif ica lo cientf ico al r igor conceptual.

    La polmica con M ilibandy la crtica de Laclau

    Cier tamente hay un sent ido en el que, como veremos, se puede considerar a Poulantzas reduccionista en lamedida en que incurre en un formalismo al restr ingir lamater ia , los hechos empr icos, a hechos meramente inter nos a la teora, conformados por ella. Pero hay, sin duda,otro reduccionismo, el economicista, del que fue un crt ico consciente . Precisamente su empresa consiste , sobretodo, en establecer la especificidad de lo polt ico, negando el carcter puramente inst rumental del Estado, ta lcomo era entendido por un marxismo que pecaba dedemasiado esquemt ico, para el que el Estado no poda

    (6) Pres ses U niversitaires de France, Pars, 1978. Utilizamos la versinde Siglo XXI, Madrid, 1979.(7) La s clases sociales, p. 38.(8) Ib id.,p . 161.

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    ser otra cosa que un comit administrador de los negociosde la burguesa. Para ello, debe poder ser concebida unacierta autonoma del espacio poltico roturado por el Estad o , fijada no de manera absoluta, sino en relacin a lasclases dominantes. La concepcin que declaraba el carcter puramente ins trumenta l de l Es tado era un enemigofcil de combatir, a poco que se afinasen los anlisis y teniendo ya a la vista el material histrico brindado por elfascismo, el bonapartismo, etc. Pero ms difcil de rechazar resultaba la concepcin que, aunque no defenda laautonoma absoluta o cuasi-absoluta del Estado, postulabauna teora de las lites tomada de Wright Mills o fundadaen explicaciones psicologistas de la conducta de los sujetos del t ipo de las de Ralph Miliband, arropados ambosp o r una conc epc in funcionalista de la ciencia fuertemente apegada a los anlisis y correlaciones empricas.Contrapuesto a estas posiciones, el teoricismo pou-lantziano se dibuja con ms nitidez y por ello nos referiremos aqu a la polmica que sostuvo con Miliband, tambin estudioso del Estado capitalista, aunque desde las fi

    las de otro marxismo, en las pginas de la New Left Re-view Y con m otivo d e la publicacin en 1969 de la obra dees te l t imo The state in capitalist society (9). Poulantzas reprochar a Miliband el que sus anlisis se muevan en unplano emprico, arrancando continuamente de proposiciones sobre la realidad y mostrando a continuacin que hayhechos que las contradicen, con lo que se intenta as loimposible: refutar conceptos, estructuras objetivas pormedio de hechos. Esta actitud se conjuga en parte con lanegativa de Miliband a tornar explcitos los principiosqu e go biern an su teora marxista del Estado, con lo que secierne sobre l la peligrosa posibilidad de ser envueltopor las ideologas burguesas que pretende criticar, talcomo ocurre con la ideologa de la managerial revolutionque incurre de lleno en el tan denostado psicologismoai querer asimilar el deseo de ganancia, que motivarala adscripcin de estos personajes a la clase burguesa,con la ganancia, que en el anlisis de Marx constituyeuna categora objetiva, segregadora de otras determinacio nes subjetivas, del t ipo de los deseos de algunas gentes . Otro tanto se dira respecto de la teora de las lites ode la burocracia do nd e se confunde el origen social de susmiembros con su funcin objetiva. Miliband, en definitiedio de las motivaciones personales, aunque, comobserva Laclan, tratando de suavizar esta acusacin de psiologismo que realiza Poulantzas, el texto de Miliband

    ermite otras lecturas; por ejemplo, que los vnculos enlase gobernante son una indicacin de la dominacin delase y no su causa (10), con lo que se le reconoce as als censurable por su insuficiencia que por su falsedad.

    Miliband, en su respuesta, reducir sus diferenciascon Poulantzas, en un principio, a una cuestin de nfasis,en el sentido de que su explicacin sera menos terica y(9) Ed . Weiden feld and Nicols on, Londres, 1969. Ha y trad. en SigloX X I d esde 1970. Los nms. que recogen la polmica son e l 58 en 1969,el 5 9 en 1970 y el 82 en 197 3 y se encue ntran traducidos y recopiladosbajo el t tulo de Ideologa y ciencias sociales por Grijalbo, Barcelona,1977 .(10) O p. cit . , pg. 67 y ss.2 2

    ms propensa a los modos empricos. Pero, posteriormente , dar una contestacin a Poulantzas, ms meditada, acusndolo de mantener un superdeterminismo estructural quedifumina las diferencias entre las distintas formas de gobierno y el Estado burgus, como cuando entiende elbonapartismo ligado consustancialmente al Estado capitalista, sin hacer una discriminacin entre poder de Estado ypoder de clase, distincin clave para que se pueda hablar,segn Miliband, de autonoma relativa del Estado, si sequiere evitar recaer en el tan rechazado economicismo.Pero no es precisamente ste el blanco adecuado para tanpotente ataque, ya que, como seala muy acertadamenteLaclau, la crtica de Miliband me parece particularmenteerrnea y descaminada, no tanto en cuanto a la denominac in de superdeterminismo es truc tura l que puede sercorrecta, sino en cuanto mantiene que este superdeterminismo estructural impide a Poulantzas plantear correctamente el problema de la autonoma relativa del Estado.N o e xiste incompatibilidad com o Miliband parece suponer entre el carcter objetivo de la relacin existenteentre la clase burguesa y el Estado las fuerzas estructurales del sistema y la autonoma relativa de ese mismo Estado (10). En efecto la autonoma relativa podraresultar, perfectamente, a consecuencia de la neutralizacin de dos de las instancias que entran en relacin, quedando as la tercera en libertad de accin en tanto quepersista esa neutralizacin. Por lo dems, da la impresinde que ambos autores se mueven en planos diferentes yanalizan distintos problemas, lo que explica, en algunamedida, sus diferentes conclusiones. Por una parte Miliband analizara empricamente los vnculos entre la fraccinpolticamente dominante y las clases dominantes en lospases de mayor desarrollo capitalista de Europa mientrasq u e , por otra parte, Poulantzas se preocupara ms bien

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    de la especificidad de lo poltico dentro del modo de produccin capitalista, en un plano conceptual, con lo que se veimpulsado a realzar las diferencias entre clases y fracciones en e l poder .Pero Miliband parece estar ms acertado cuando, volviendo de nuevo a la carga y precisando el ataque, acusa aPoulantzas de abstraccionismo estructuralista. Este calificati

    vo parece ms atinado y certero; sin embargo, antes de tomarlo en consideracin, quizs ser necesario recordarque las teorizaciones poulantzianas se mueven en el mbito de la corrie nte althusseriana, de la qu e intentan ser undesarro l lo regional , un a pues ta a prueba d e su fecundidady, sobre todo, de uno de sus presupuestos centrales: lainterpre tac in de l concepto marxis ta de modo de produccin como una matriz de instancias articuladas.El concepto de modo de produccin, s in duda a lgunauno de los conceptos fundamentales del MaterialismoHistrico, era definido por los clsicos, en gran medida,por medio de una ontologa dualista que consideraba la

    articulacin de unas fuerzas productivas con unas relaciones de produccin. La escuela althusseriana (Balibar,Poulantzas), en un intento de recoger la efectividad deuna tercera dimensin, vuelve a definir el concepto demodo de produccin como una matriz articulada por tresestructuras o instancias que se corresponden con unasprcticas caracterizadas por determinadas relaciones(11). Estas tres instancias comprenden respectivamente loeconmico, lo jurdico-poltico y lo ideolgico. De estaforma e l concepto de modo de produccin no se res tr ingea la produccin econmica , pero lo que por un lado ganaen amplitud lo pierde por el otro en rigor, ya que, comoafirma justificadamente Laclan (12), no se d una razn decmo se deduce o de cmo se establece el nmero de instancias: po r q u 3 y no 5?. Parece com o si Poulantzas slo las postulase descriptivamente, siendo estas instanciasuna especie de smbolos de los objetos realmente existentes a los que se refieren; pero no seran conceptos, pormucho que as se los llame, que expliquen la naturalezade esas realidades. Quizs la fundamentacin, quePoulantzas no hace explcita, viniese dada por una ontologa ternaria subyacente al Materialismo Histrico, talcomo fue formulado por los clsicos, encorsetada y desdibujada por la ontologa dualista heredera de la distincinNaturaleza/Cultura caracterstica del Idealismo Alemn,que, adems de la existencia de contextos de los hombrescon la naturaleza y de los hombres entre s , albergara laposibilidad de conceder una existencia paralela a otroscontextos de re lac iones reales de los hombres con ciertosanimales numinosos, del t ipo de las relaciones mitolgicaso religiosas que configuran determinadas formas ideolgicas (13 ). Seg n sto, la justificacin d e que sean precisamente tres las instancias o dimensiones no sera tanto deltipo de una deduccin estrictamente formal, ya que separte de que las realidades son indeducibles, puesto queestn ya dadas, sino de razones de tipo lgico-trascenden

    tal. Es evidente , por otra par te , que no puede haber ta ldeduccin formal porque e l concepto de modo de produccin, tal como lo utiliza Marx, no es un concepto meramente abstracto-formal, perteneciente a la clase de unossupues tos ob je tos abstracto-formales que, segn Poulantzas, no existen en sentido estricto, pero que son la condicin del conocimiento de los objetos reales-concretos:es e l caso, por e jemplo, de l modo de produccin (14) ,s ino que es ms bien un componente interno de una teora, de una materialidad similar a la parte de un esquema,con todo lo que haya que reinterpretar de esta frmulakantiana y que, en parte, ya se ha hecho entre nosotrospo r Gu stavo B uen o en e l marco de la Teor a de l CierreCategorial (15), en la direccin de superar la distincinforma/materia, travestida en los disfraces ms inimaginables en nuestros das, y que conduce inevitablemente alformalismo. Pero con esto hemos tocado uno de los aspectos ms criticables del denominado abstracionismoestructuralista de Poulantzas, el aspecto implicado directam ente po r los mod os de conocer y por la concepcin dela ciencia que a ellos subyace.

    Algunas consideracionesgnoseolgicas y metodolgicasHablaramos, pues, en el caso de Poulantzas de unametodologa constructivista que l mismo admite profesarcuando, en uno de sus primeros artculos, refirindoseprecisamente a los problemas que plantea la teorizacinmarxista, afirma que se trata de producir el concepto de

    una instancia regional de un modo de produccin no m ediante la abstraccin a partir de los fenm enos reales concre tos de nndi formacin social, sino mediante el procesode construcc in ter ica de l concepto de ese modo deproduccin y del t ipo de articulacin de las instanciasqu e lo especifica (16); per o su constructivismo re corre ladireccin del conocimiento que va de lo abstracto a loconcre to en un sent ido descendente, por e jemplo de lconcepto de modo de produccin al de formacin social,siendo aqu lo concreto no el concreto real, sino el concre to de pensamiento, ya que e l conocimiento t iene lugar exclus ivamente en e l plano de l pensamiento. De ahque una teora ser tenida por falsa slo en la medida enque sea internamente incoherente , en tanto que a lbergueen su seno una contradiccin. La verdad es entendida aquc o m o coherencia de un modo muy similar a la concepcinpopperiana de la verdad de una teora cientfica; los problemas tericos no se resuelven sino que ms bien se di -. suelven, se superan, cuando se logra eliminar la contradiccin. P or qu e si fuese posible una resolucin m eram enteemprica, entonces el problema dejara de ser estrictamente ter ico, abandonndose por consiguiente e l planode la teor a . Cuando e l problema es realmente terico y no

    (11 ) Poder Poltico y clases sociales..., p . 4 .(12) O p. cit. , p . 79 y ss .(13) N os referimos aqu a la configuracin d e un espacio antropolgicode tres dimensiones relacinales realizado por Gustavo Bueno en Sobre el concepto de 'espacio antropolgico ', publicado en El Basilisco, n5 , 19 7 8 .

    (14) Poder Poltico y clases sociales..., p . 3 .(15) Rem itim os a la breve aplicacin de esta teora realizada por G ustav o B u e n o e n El individuo en la Historia, discurso inaugural del curso198 0-81 de la Universidad de O viedo, sobre todo a partir de la p. 55.(16) Sob re la teora marxis ta del Derech o en Nikos Poulantzas. Sobreel estado capitalista, p . 37 .

    EL BAS I