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EL BAUL DE COLORINES

El Baúl de Colorines

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Cuentos infantiles. Por Sergio Atarrabia.

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EL BAUL DE COLORINES

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El Asno Y El Hielo Era invierno, hacía mucho frío y todos los caminos se hallaban helados. El asnito, que estaba cansado, no se encontraba con ánimos para caminar hasta el establo. -¡Ea, aquí me quedo! -se dijo dejándose caer al suelo. Un aterido y hambriento gorrioncillo fue a posarse cerca de su oreja y le dijo: -Asno, buen amigo, tenga cuidado; no estás en el camino, sino en un lago helado. -Déjame, tengo sueño ! Y, con un largo bostezo, se quedó dormido.

Poco a poco, el calor de su cuerpo comenzó a fundir el hielo hasta que, de pronto, se rompió con un gran chasquido. El asno despertó al caer al agua y empezó a pedir socorro, pero nadie pudo ayudarle, aunque el gorrión bien lo hubiera querido. La historia del asnito ahogado debería hacer reflexionar a muchos holgazanes. Porque la pereza suele traer estas consecuencias.

FIN

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El muneco de nieve

Había dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad, salieron de casa y empezaron a corretear por la blanca y mullida alfombra recién formada. La hija del herrero, tomando puñados de nieve con sus manitas hábiles, se entrego a la tarea de moldearla.

Haré un muñeco como el hermanito que hubiera deseado tener se dijo. Le salio un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón y un botón rojo por boca. La pequeña estaba entusiasmada con su obra y convirtió al muñeco en su inseparable compañero durante los tristes días de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba...

FIN

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la leona Los cazadores, armados de lanzas y de agudos venablos, se acercaban silenciosamente. La leona, que estaba amamantando a sus hijitos, sintió el olor y advirtió en seguida el peligro. Pero ya era demasiado tarde: los cazadores estaban ante ella, dispuestos a herirla.

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A la vista de aquellas armas, la leona, aterrada, quiso escapar. Y de repente pensó que sus hijitos quedarían entonces a merced de los cazadores. Decidida a todo por defenderlos, bajó la mirada para no ver las amenazadoras puntas de aquellos hierros y, dando un salto desesperado, se lanzó sobre ellos, poniéndolos en fuga. Su extraordinario coraje la salvó a ella y salvó a sus pequeñuelos. Porque nada hay imposible cuando el amor guía las acciones.

FIN

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Erase unos duendecillos que vivían en un lindo bosque. Su casita pudo haber sido un primor, si se hubieran ocupado de limpiarla. Pero como eran tan holgazanes la suciedad la hacía inhabitable. Un día se les apareció la Reina de las hadas y les dijo: -Voy a mandaros a la bruja gruñona para que cuide de vuestra casa. Desde luego no os resultará simpática... Y llegó la Bruja Gruñona montada en su escoba. Llevaba seis pares de gafas para ver mejor las motas de polvo y empezó a escobazos con todos. Los geniecillos aburridos de tener que limpiar fueron a ver a un mago amigo para que les transformase en pájaros.

los geniecillos holgazanes

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Y así, batiendo sus alas, se fueron muy lejos... En lo sucesivo pasaron hambre y frío; a merced de los elementos y sin casa donde cobijarse, recordaban con pena su acogedora morada del bosque. Bien castigados estaban por su holgazanería, errando siempre por el espacio... Jamás volvieron a disfrutar de su casita del bosque que fue habitada por otros geniecillos más obedientes y trabajadores.

FIN

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